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Carta Pastoral en Tiempo de Cuaresma, Pascua, Pentecostés 2015 Ya es tiempo de caminar
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EL CRISTO DE SANTA TERESA Y EL XIV SÍNODO DIOCESANO
Carta Pastoral
Cuaresma, Pascua, Pentecostés
2015
+ FRANCISCO CERRO CHAVES
Obispo de Coria-Cáceres
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CARTA PASTORAL
Cuaresma, Pascua, Pentecostés
2015
+ FRANCISCO CERRO CHAVES Obispo de Coria-Cáceres
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INDICE
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DE ENTRADA
Tres acontecimientos en la Iglesia Universal, alentados por el Papa Francisco, y
con un subrayado especial en nuestra Diócesis del XIV Sínodo Diocesano, nos
invitan a la “conversión pastoral” y a vivir la alegría del Evangelio.
El Papa Francisco ha proclamado este año dedicado a la vida consagrada (2014-
2016) con un objetivo de dar gracias a Dios por tantos hombres y mujeres que
siguen a Cristo en pobreza, castidad y obediencia y a través del carisma de los
fundadores sirven a los más pobres en clave de fraternidad. Nuestra Iglesia
Diocesana se alegra por este año de la vida consagrada y son muchas las
actividades que unidas al Sínodo Diocesano ya se están realizando.
Por otra parte en la Iglesia que camina en España y la Orden Carmelitana con su
innumerable familia se está celebrando el V Centenario del nacimiento de la
Santa de Ávila. Santa Teresa de Jesús es una de las mujeres de la Iglesia que más
ha influido en toda la humanidad. Su experiencia mística profunda es pura
vivencia de amor de Dios. El darse cuenta de esa gracia mística y el saberlo
contar y transmitir hacen de esta mujer una referencia única para la
espiritualidad cristiana y para todos aquellos que quieren andar por el camino
de la profunda unión con Dios. Ella ha explicado de una manera atractiva y
profunda el camino de la oración y de la unión con la humanidad de Cristo.
Ella por su relación con San Pedro de Alcántara que aparece en el icono del XIV
Sínodo Diocesano puede ayudarnos en estos momentos sinodales para darle
alma y vida a nuestros encuentros eclesiales. APUNTAOS TODOS A LOS GRUPOS
SINODALES, es el acontecimiento eclesial más importante de las últimas
décadas. Sin vida espiritual, sin oración nos perdemos lo mejor del Sínodo. Santa
Teresa dejó escrito que todo el bien le vino por la oración y que no conoce otro
camino para vivir “con los sentimientos del Corazón de Cristo”. Su vida de
oración la llevó a buen puerto. El Sínodo Diocesano tiene que ser un momento
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de Pentecost és por la fuerza de la oración y la presencia intensa de las
celebraciones
Con Santa Teresa, amiga de nuestro bendito Fray Pedro de Alcántara sigamos
caminando juntos para fortalecer la fe en este tiempo litúrgico .de Cuaresma,
Pascua y Pentecostés como un verdadero momento de gracia para toda la
Iglesia que camina en Coria-Cáceres.
La lectura de esta carta pastoral, la oración a la que nos invita Santa Teresa de
Jesús nos ayudan en estos momentos del XIV Sínodo Diocesano, donde, como
siempre, la clave está en volver una y otra vez la mirada a Cristo Redentor de los
hombres y Camino de vida verdadera.
El estudio de la exhortación apostólica del Papa Francisco sobre la alegría del
Evangelio que muchos ya están realizando en los grupos sinodales puede verse
apoyado por esta carta pastoral. ¡Es hora de caminar!
JESUCRISTO EN SANTA TERESA DE JESÚS
“Con tan buen amigo presente -nuestro Señor Jesucristo-,
con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer,
todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es
amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para
contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que
sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su
Majestad se deleita.
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Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo
dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de
entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes
secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos
en la cumbre de la contemplación; por aquí vamos seguros.
Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él
lo enseñará: mirando su vida, es el mejor dechado.
¿Qué más queremos que un tan buen amigo al lado, que no
nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del
mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre
le trajere cabe sí. Miremos al glorioso san Pablo, que no parece
se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien
en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he
entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no
iban por otro camino: san Francisco de Asís, san Antonio de
Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena…
Con libertad he de andar este camino, puestos en las manos
de Dios; si su Majestad nos quisiere subir a ser de los de
cámara y secreto, ir de buena gana.
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Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor
con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró
Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que amor saca
amor. Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos
para amar, porque, si una vez nos hace el Señor merced que se
nos imprima en el corazón de este amor, sernos ha todo fácil,
y obraremos muy en breve y muy sin trabajo” (Libro Vida,
22,6-7.12.14)..
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I.- BREVE APUNTE BIOGRÁFICO
Teresa de cepeda y Ahumada nació en la ciudad de
Ávila el día 28 de marzo del año 1515. Sus padres fueron D.
Alonso de Cepeda y Da. Beatriz Ahumada. Éramos tres
hermanas y nueve hermanos”, escribe Teresa. Fue bautizada
en el día 4 de abril de 1515. El próximo año 2015
celebraremos, si Dios quiere, el V centenario de su nacimiento.
Preparémonos con ilusión para celebrar este acontecimiento.
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De niña emprende una escapada a “tierras de moros”,
llevando consigo a su hermano mayor Rodrigo, porque desea
morir mártir.
En su juventud, Teresa se plantea como tantas personas el
problema del sentido de su vida, de su existencia. Se hace esas
grandes preguntas que todo ser humano puede y debe
hacerse: “¿quién soy yo?, ¿de dónde vengo?, ¿qué sentido
tiene mi vida?, ¿cuál es el destino final de mí mismo?
¿qué va a ser de mí cuando muera? ¿todo acaba con la
muerte?
En esta edad, se ve Teresa atraída por las cosas del
mundo y de la sociedad e su tiempo.
* “Poco a poco empecé a interesarme por la moda, a
tomar gusto en vestirme bien, a preocuparme mucho del
cuidado de mis manos, a usar perfumes y a emplear todos las
vanidades que el mundo aconsejaba a las personas de mi
condición”.
* Le empezaron a gustar las novelas de caballería: “Estos
libros no dejaron de enfriar mis buenos deseos y me hicieron
caer insensiblemente en otras faltas. Las novelas de caballerías
me gustaban tanto que no estaba yo contenta cuando no tenía
entre mis manos”.
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Su padre se da cuenta de los cambios de su hija Teresa y
toma la decisión de enviarla al Convento Nuestra Señora de
gracia de las Agustinas de Ávila para recibir una adecuada
educación. María de Briceño le habla del Evangelio.
Teresa enferma y tuvo que regresar a casa de sus padres.
Su tío Pedro le dio un libro como lectura: “Las Cartas” de San
Jerónimo. Su lectura hizo que Teresa tomase la decisión de ser
religiosa, aunque su padre quería que estuviese en casa, al
menos hasta que él muriera.
Teresa fue al Convento carmelita de la Encarnación de Ávila
a visitar a una amiga suya llamada Juana Juárez que era
religiosa. Fue a verla y se quedó ya en el Monasterio. A pesar
de la voluntad contraria de su padre. Era el día 2 de noviembre
de 1535; tenía veinte años. “Haciéndome una fuerza tan
grande que parece que cada hueso se me apartaba por sí”
(Libro Vida 4,1).
Al finalizar los años de su formación religiosa, emite los
votos definitivos, “con tan gran contento de tener aquel
estado, que nunca jamás me faltó” (Libro Vida 4,2). Teresa está
contenta y feliz en aquel convento
Al año la enfermedad vuelve: “la mudanza de vida y de
manjares me hizo daño a la salud” (Libro Vida 4,5). Ante esta
situación, su padre la sacó del Convento. La enfermedad se
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hace más intensa. Así describe Teresa esta situación suya:
“Quedé de estos cuatro días de paroxismo de manera que solo
el Señor puede saber los incomportables tormentos que sentía
en mí: la lengua hecha pedazos de mordida; la garganta, de no
haber pasado nada y de la gran flaqueza que me ahogaba, que
aun el agua no podía pasar; todo me parecía estaba
descoyuntada; con grandísimo desatino en la cabeza; toda
encogida, hecha un ovillo…, sin poderme menear, ni brazo ni
pie, ni mano ni cabeza, más que si estuviese muerta” (Libro
Vida 6,1).
Después volvió al Convento. Su tío le regaló otro libro
titulado “El tercer alfabeto espiritual” de Francisco de Osuna
que describe un sólido camino para llegar a Dios. Este libro
sería básico para la formación espiritual de Teresa.
En el Convento había una costumbre peculiar: se recibía
a todos los que se acercaban a él y esto daba lugar a coquetear
con los caballeros, con la consiguiente dejación de la oración.
Es el momento en que surge una crisis religiosa en Teresa. Es
una crisis de oración y de vida espiritual.
Un día, Teresa, al estar ante un Crucificado sangrante, le
preguntó: “Señor, ¿quién te puso así?”. Le pareció a Teresa que
una voz le decía: “tus charlas en la sala de visitas”. Teresa se
echó a llorar, y desde ese día no volvió a tener más
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conversaciones que no llevaran a la santidad. Era la cuaresma
de 1554.
A partir del año 1562 se inicia una nueva etapa en la vida
de Teresa: fundadora de nuevos carmelos. Tenía entonces
cuarenta y cinco años. Teresa se da cuenta de que
comunidades masivas como la de la Encarnación no son las
más adecuadas. Por eso piensa en un grupo reducido de
monjas, unas doce, como “el colegio apostólico”. Pobres y
ganándose el pan de cada día con el trabajo de sus manos y,
sobre todo, orantes y contemplativas.
Desde ese momento, Teresa comenzó a llevar una vida
austera, recogida, dedicándose a la oración. Teresa habla ya de
“la oración, las visiones y las comunicaciones interiores”.
Funda el monasterio de San José en Ávila, el 24 de agosto de
1562.
En 1567, funda el Carmelo de Medina del Campo.
En 1568, funda el Convento de Duruelo
Posteriormente funda en Malagón, Valladolid, Toledo,
Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas de Segura,
Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria,
Granada (por medio de San Juan de la Cruz) y Burgos.
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Teresa fue también escritora. Consignamos aquí sus
principales escritos:
De 1560 a 1563 escribe las tres primeras “Relaciones”, en las
que presenta su situación espiritual
En 1562 escribe el “Libro de la vida”. Tres años después lo
redacta de nuevo.
En 1566 escribe el “Camino de perfección”.
En 1577 escribe el “Castillo interior”
En 1573 escribe el “Libro de las fundaciones”
En su vida escribe también poemas hermosos:
- “Al nacimiento de Jesús” - “En la festividad de los Santos Reyes” - “En la cruz está la vida” - “Pastores que veláis” - “Vuestra soy, para Vos nací” - “Ya toda me entregué y di” - “Vivo sin vivir en mí”; - “¡Oh hermosura que excedéis” - “Nada te turbe” - “Si el amor que me tenéis, Dios mío”
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Teresa murió la noche del día 4 de octubre del año 1582 en
la ciudad de Alba de Tormes (Salamanca. España). Las últimas
palabras que dice teresa son estas: “Hora es ya, Esposo míos,
que nos veamos”. Termina diciendo: “te doy gracias, Señor,
porque muero hija de la Iglesia”.
Fue beatificada por Pablo V en el año 1614
Fue canonizada por Gregorio XV en el año 1622
Fue declarada Doctora de la Iglesia por el Papa Beato Pablo
VI el día 27 de septiembre del año 1970.
II.- EL CAMINO DE TERESA HACIA EL SEÑOR
1.- La crisis religiosa de Teresa
En sus años de juventud, Teresa no se muestra muy
sensible ante el Señor, de tal modo que llega a escribir: “Si
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leyera toda la Pasión (del Señor) no llorara una lágrima” (Libro
Vida 3.1).
“En comenzando a tener algo de oración sobrenatural,
procuraba desviar toda cosa corpórea, aunque ir levantando el
alma yo no osaba, que, como era siempre tan ruin, veía que
era atrevimiento…Y como se ve aquella ganancia y aquel gusto,
ya no había quien me hiciese tornar a su humanidad, sino que
de hecho de verdad me parecía era impedimento” (Vida 22,3).
Teresa abandona la oración y en cierto modo a Cristo.
Entiende este abandono como la traición de Judas y la
ingratitud de Pedro; la azuzaba el demonio con sutiles razones,
entre ellas que la incoherencia de su vida de monja no se
llevaba bien con el trato de amistad (cf. Libro Vida, 19,10-11).
2.- La vuelta de Teresa a Jesús
Digamos también que en este tiempo la gracia
sobrenatural del Señor va trabajando y modelando su corazón
ya que no buscaría al Señor si el Señor no la hubiera
encontrado ya (San Agustín). En efecto, poco a poco su alma
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se va haciendo más sensible ante la Palabra de Dios que ella
escucha con amor y veneración, lee con atención y asiduidad y
medita con amor y sosiego.
Recordemos las propias palabras de Teresa: “Con la
fuerza que hacían en mi corazón las palabras de Dios, así leídas
como oídas” (Libro Vida 3,5), hasta tal punto que terminará por
“conmoverse ante el Señor” y querrá imitar los trabajos del
Señor al menos para devolverle algo al Señor de su amor (Libro
Vida 3,6).
Teresa está ya en el inicio de su camino de conversión,
siempre movida, sostenida y auxiliada por la gracia actual de
Dios que es ilustración del entendimiento, moción de la
voluntad, asistencia en la realización de la obra….
Teresa dice: “díjome el P. Diego de Cetina: “tuviese cada
día oración en un paso de la Pasión, y que me aprovechase de
él y que no pensase sino en la Humanidad, y que aquellos
recogimientos y gustos resistiese cuanto pudiese” (Libro vida
23,17).
La exhortación del P. Diego no cayó en saco roto en Teresa,
sino que la acogió en verdad. Así lo expresó ella: “comencé a
tornar de nuevo amor a la Sacratísima Humanidad” (Libro Vida
24,2). Teresa inicia el camino de la conversión a Jesucristo.
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Un día Teresa escuchará de labios de Jesucristo: “No temas,
hija, que soy yo y no te desampararé; no hayas miedo” (Libro
Vida 25,18). Realmente esta revelación de Jesucristo es una
maravilla de la gracia de Dios para Teresa, que ella recibió ya
cogió con ferviente espíritu y la vivió siempre.
“¡Oh Señor mío, cuántas veces te hacemos pelear a brazo
partido con el demonio! ¿No bastaba que te dejes llevar en sus
brazos cuando te llevó al pináculo para enseñarnos a vencerle?
Mas, ¡qué sería, hijas, ver aquel Sol al lado de las tinieblas, y
qué miedo tendría aquel desventurado, sin saber por qué!
pues no permitió Dios que conociese el misterio, y cómo
merecía por tal atrevimiento que creara Dios un infierno nuevo
para él. Bendita sea tanta piedad y misericordia. Qué
vergüenza habíamos de tener los cristianos de hacer luchar a
Jesús cada día, como he dicho a brazo partido con tan sucia
bestia. Fue muy necesario, Señor, que tuvieses los brazos tan
fuertes, mas ¿cómo no se quedaron desfallecidos de tantos
tormentos como sufriste en la cruz?” (Camino de Perfección,
16,7).
A través de la lectura de estos textos, podemos descubrir
el camino espiritual que recorre Teresa con la ayuda de la
gracia divina.
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Contemplemos a Jesucristo tentado por el demonio y
venciendo la tentación.
Contemplemos a Jesucristo clavado en la cruz por nuestra
salvación.
Alejémonos del pecado y estemos unidos al Señor
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II.- JESUCRISTO SE REVELA A TERESA
Como vengo haciendo, también en este apartado
expondré los textos que recogen las palabras de Santa Teresa.
Recojamos con agrado su experiencia cristológica y
cristocéntrica, leyendo, meditando, sus propias palabras.
Los textos cristológicos más importantes de Santa Teresa
son: Vida 22 y 6; M 7: en ellos Santa Teresa presenta su
experiencia del misterio de Cristo.
Los textos eucarísticos más importantes de Santa Teresa
son Camino 33-35
1.- Jesucristo se revela a Teresa
“Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo y, como
no era visión imaginaria, no veía en qué forma; mas estar
siempre al lado derecho sentialo muy claro, y que era testigo
de todo lo que yo hacía y que ninguna vez que me recogiese un
poco, o no estuviese muy divertida, podía ignorar que estaba a
mi lado. "Luego fui a mi confesor harto fatigada a decírselo.
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Preguntome que en qué forma le veía (…) Yo le dije que no
sabía cómo, mas que no podía dejar de entender estaba cabe
mí y lo vía claro y sentía, y que el recogimiento de el alma era
muy mayor en oración de quietud y muy continua…” (Libro de
la Vida, 27, 2-3).
Teresa contempla a Jesucristo como Resucitado (“luz
que no tiene noche” (Libro Vida 28,3,5-6), aunque se le
manifieste y se le muestre a veces bajo los signos de su pasión
para ofrecerle consuelo y aliento en medio de sus sufrimientos
(cf. Libro Vida 29,1-5).
Teresa manifiesta que Cristo le hablaba.
Teresa recibe de Dios la gracia maravillosa de
vislumbrar a Jesucristo en el seno del Padre (cf. Libro Vida
38,17)
2.- Jesucristo se revela a Teresa como “libro vivo”
“No tengas pena, que yo te daré libro vivo. Ha tenido
tanto amor conmigo para enseñarme de muchas maneras que
muy poca o casi ninguna necesidad he tenido de libros; su
Majestad ha sido el libro verdadero donde he aprendido las
verdades. Bendito sea tal libro que deja impreso lo que se ha
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de leer y hacer de manera que no se pueda olvidar” (Libro Vida
26,5).
Cristo se dirige a Teresa con unas palabras entrañables e
inmensas: “no tengas pena” en tu caminar espiritual porque
yo te daré “libro vivo”. Este libro vivo es el mismo Jesucristo
que es “el camino, la verdad y la vida”. De esta manera teresa
se adentra por los caminos de la experiencia mística que el
Espíritu le regala. Realmente Jesucristo es el auténtico y único
Maestro de Teresa. Teresa responde a este don de la gracia
poniéndose a la escuela de este Maestro divino, como buena
discípula del Señor.
3.- Jesucristo en la Eucaristía
Jesucristo resucitado tiene a bien “dejarse ver” por
Teresa, especialmente en la celebración de la Eucaristía, en
Sagrada Comunión o “después de comulgar”. La experiencia de
visión de Jesucristo Resucitado se da de forma progresiva:
primero «solas las manos con una grandísima hermosura que
no lo podría yo encarecer” (Libro de la Vida1), después «vi
también aquel divino rostro» (Libro de la Vida 2) y, finalmente,
«un día de San Pablo, estando en misa se me representó toda
esta Humanidad Sacratísima como se pinta resucitado, con
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tanta hermosura y majestad», (Libro de la Vida 28, 3), «no
hombre muerto, sino Cristo vivo; y da a entender que es
hombre y Dios, no como estaba en el sepulcro, sino como salió
de él después de resucitado. Y viene a veces con tan grande
majestad que no hay quien pueda dudar, sino que es el mesmo
Señor, en especial en acabando de comulgar, que ya sabemos
que está allí, que nos lo dice la fe. Represéntase tan señor de
aquella posada, que parece toda deshecha el alma: se ve
consumir en Cristo. ¡OH Jesús mío, quién pudiese dar a
entender la majestad con que os mostráis!» (Libro de la Vida
28, 8).
Teresa contempla con la fe y el amor a Jesucristo
presente en la Eucaristía y manifiesta: “Cuando yo veo una
majestad tan grande disimulada en cosa tan poca como es la
Hostia, es así que después acá a mí me admira sabiduría tan
grande, y no sé cómo me da el Señor ánimo ni esfuerzo para
llegarme a El. Si El, que me ha hecho tan grandes mercedes y
hace, no me le diese, ni sería posible poderlo disimular ni dejar
de decir a voces tan grandes maravillas» (Libro de la Vida 38,
21).
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III.- TERESA ENCUENTRA Y AMA A JESUCRISTO
Santa Teresa fue una persona que amó profundamente
a Jesucristo. Así lo muestra ella misma en sus escritos como
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iremos viendo a continuación y, a la vez, nos invitó a conocer,
amar y encontrarnos con Jesucristo contemplándolo en el
misterio de su pasión y muerte en la cruz por todos nosotros y
resurrección.
1.- Teresa descubre al Señor
Teresa ha descubierto en Jesucristo a un amigo lleno de
amor, de bondad, de misericordia, de ternura que llena su
alma de amor, amistad, y gracia y que resuelve los problemas
espirituales y existenciales que ella tiene y que la conduce a
ella a comprender, a perdonar, a acoger, a escuchar
Al contemplar a Jesús llorando ante el sepulcro de
Lázaro, Teresa descubre a Jesús con sus profundos
sentimientos humanos: amistad, amor, cercanía…
2.- Teresa contempla la Humanidad de Cristo
Teresa se adentra por los caminos que la llevan a
conocer a Jesucristo y a convertirse a Él. A través de la lectura y
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meditación del Evangelio contempla a Jesucristo en su
Sacratísima Humanidad y a él se vuelve. Era una característica
constante de su oración contemplar a Jesucristo como hombre.
Estas son sus palabras: “Yo solo podía pensar en Cristo como
hombre” (Libro Vida 9,6). Por eso no debe extrañarnos que
Teresa fuera conocida en el Monasterio de la Encarnación
como “amiga de hacer pintar su imagen (la de Cristo) en
muchas partes, y de tener oratorio y de procurar en él cosas
que hiciesen devoción” (Libro Vida 7,2).
* “En pensar y escudriñar lo que el Señor pasó por
nosotros, muévenos a compasión, y es sabrosa esta pena y
lágrimas que proceden de aquí; y de pensar la gloria que
esperamos y el amor que el Señor nos tuvo y su resurrección
muévenos a gozo que ni es del todo espiritual ni sensual sino
gozo virtuoso y la pena muy meritoria” (Libro Vida 12,1).
En este texto, Teresa nos manifiesta que la meditación
y contemplación de los misterios de Jesucristo producía en su
corazón hondos sentimientos humanos de dolor por la pasión y
muerte de Cristo y de gozo y alegría por su resurrección.
* “Puede representarse delante de Cristo y
acostumbrarse a enamorarse mucho de su Sagrada
Humanidad, y traerle siempre consigo y hablar con Él, pedirle
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para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse
con Él, en sus contentos, y no olvidarse por ellos, sin procurar
oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y
necesidades” (Libro Vida 12,2).
Realmente Teresa impresiona. Su oración la lleva a amar
al Señor y a hacer suyos los sentimientos propios de Jesús tal y
como los presenta San Pablo (cf.Fil.2,6-11).Digamos que la
humanidad de Jesucristo es sacramento de su divinidad, es
decir, signo visible de ella e instrumento de su acción
salvadora, de la gracia divina. La humanidad de Jesucristo nos
lleva al Padre. El propio Jesús dijo a Felipe: “Felipe, tanto
tiempo llevo con vosotros, y no me conocéis; quien me ve a mí,
ve al Padre” (Jn.14,9). Y el propio Jesús dice a Tomás: “Yo soy el
camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me
conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Desde ahora lo
conocéis y lo habéis visto” (Jn.14,6-7).
* Cuando nuestro Señor quiere regalar más a esta alma le
manifiesta claramente su sacratísima Humanidad de la manera
que quiere, o como cuando vivió en el mundo, o después de
Resucitado; y aunque es con tanta rapidez que lo podríamos
comparar a la de un relámpago, queda tan esculpida en la
imaginación esta imagen gloriosísima, que tengo por imposible
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quitarse de ella hasta que la vea adonde para sin fin la pueda
gozar” (VI Moradas 9,3).
Vemos que Teresa tiene fija su mirada creyente y amorosa
en el Señor. Afirma que el Señor puede manifestarse o bien
como cuando vivió en este mundo, o bien como Resucitado. De
cualquier forma, su imagen queda tan intensamente grabada
en su alma que ya no la puede olvidar hasta que la vea en el
cielo donde pueda gozar para siempre con el Señor.
* “Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha en
todos los estados y es un medio segurísimo para ir
aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado
de oración y para los postreros andar seguros de los peligros
que el demonio puede poner” (Libro Vida 12,3).
Teresa nos habla en este texto de la necesidad de la
presencia de Jesucristo en nuestros corazones y de como
aprovecha esta presencia de Cristo para ir ascendiendo y
progresando en los distintos grados de oración.
* “Y veo yo claro y he visto después que para agradar a Dios
y para que nos conceda grandes mercedes, quiere que sea por
manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su
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Majestad (Dios) que se deleita”. Muy, muy muchas veces lo he
visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro
que por esta puerta hemos de entrar si queremos nos muestre
la soberana Majestad grandes secretos” (Libro Vida 22,6).
Jesucristo es el Mediador entre Dios y los hombres: “Mas
ahora ha obtenido Él un ministerio tanto mejor cuanto es
mediador de una mejor alianza, como fundada en promesas
mejores” (Heb.8,6). “Por eso es mediador de una nueva
Alianza; para que interviniendo su muerte para remisión de las
transgresiones de la primera alianza, los que han sido llamados
reciban la herencia eterna prometida” (Heb.9,15). Realiza, por
tanto, la mediación descendente -de Dios a los hombres- y la
mediación ascendente - de los hombres a Dios-.
* “Ansí que vuestra merced, Señor, no quiera otro camino,
aunque esté en la cumbre de contemplación; por aquí va
seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los
bienes. Él lo enseñará; mirando su vida es el mejor dechado (…)
Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere
cabe sí. Miremos a el glorioso Pablo, que no parece se le caía
de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el
corazón” (Libro Vida 22,7).
30
Con claridad afirma Teresa que no debemos prescindir de
la humanidad de Jesucristo ya que por ella nos vienen los
dones de Dios. Si prescindimos de la humanidad sacratísima de
Cristo prescindimos de la sacramentalidad de Jesucristo, de la
Iglesia, de los sacramentos…
* “Veía que aunque Dios era Hombre, que no se espanta de
las flaquezas de los hombres, que entiende nuestra miserable
compostura, sujeta a muchas caídas por el primer pecado que
Él había venido a reparar. Puedo tratar como con un Amigo
aunque es Señor; porque entiendo no es como los que acá
tenemos por señores, que todo el señorío ponen en
autoridades postizas: ha de haber horas de hablar y señaladas
personas que los hablen” (Libro Vida 37,6).
Hermoso texto que nos descubre el misterio último de
Jesús de Nazaret: el Hijo de Dios hecho hombre que ha venido
a redimirnos del pecado y darnos la gracia. A Jesucristo
podemos dirigirnos porque él nos acoge y nos escucha; en
Jesucristo podemos confiar porque no se espanta ante
nuestros pecados; con Jesucristo podemos caminar porque Él
entiende nuestra débil y pobre naturaleza sujeta a muchas
caídas; con Jesucristo podemos tratar porque Él es nuestro
Amigo fiel aunque es el Señor.…
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¡Qué bien suenan en nuestros oídos, en nuestro corazón
y en nuestra vida estas palabras de Santa Teresa. Todos
sentimos el peso del dolor, del sufrimiento, de la ingratitud, del
insulto que llegan a nuestras almas…En estos momentos no
debemos perder la esperanza ni volver la vista atrás ni dejar a
Jesús. Es hora de mirar y contemplar a Jesús cargado con la
cruz, coronado de espinas, clavado en la cruz y muriendo
sobre ella. Jesús nos dará paz y consuelo en medio del dolor,
del sufrimiento…Jesús es “muy bien amigo”. No lo dudemos…El
Señor nos dice siempre: “venid a mí todos los que estáis
fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros
mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera” (Mt.11,28-30).
* “Cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo
de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos
Hombre y le vemos con flaquezas y padecimientos, y nos hace
compañía. Y habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí,
aunque veces vendrán en que lo uno ni lo otro se pueda” (Libro
Vida 22,10).
Teresa llama a Jesucristo “buen Amigo”. Ciertamente
Jesucristo es el mejor Amigo que podemos tener los hombres y
las mujeres. Jesús no se olvida de nosotros; no se cansa de
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estar a nuestro lado; nos quiere tanto que nos perdona una y
otra vez; nos ama con amor desmedida hasta el punto de dar
su vida por nuestra salvación; a nadie deja ni abandona en la
cuneta de la historia ya que es el Buen Pastor que sale a buscar
la oveja perdida……
Teresa contempla a Jesucristo como hombre y, por tanto,
con flaquezas y trabajos ya que tiene ante sus ojos y en su
mente las palabras de la Carta a los Hebreos: “Cristo se hizo
semejante a nosotros en todo menos en el pecado (Heb.2,17;
4,15).
Teresa tiene la experiencia de estar en presencia y en
compañía de Jesucristo. Con todo es consciente de que alguna
vez podemos experimentar “la sequedad espiritual”, “la noche
oscura del alma”…
* “Desierto quedó este Señor de toda consolación; solo lo
dejaron en los trabajos; no le dejemos nosotros, que, para más
subir, Él nos dará mejor la mano que nuestra diligencia y se
ausentará cuando vea que conviene y que quiere el Señor
sacar al alma de sí, como he dicho” (Libro Vida 22,10).
Teresa nos invita a contemplar a Jesucristo en su
soledad ya que lo han abandonado todos cuando se adentró
33
por los caminos de la Pasión. Nos quedamos sobrecogidos al
ver a Jesús solo ante la pasión….
Teresa nos exhorta a acompañar siempre a Jesús para
que nunca esté solo. Jesús está recorriendo en nuestros días el
camino del dolor y del sufrimiento en todos los seres humanos
que sufren a causa del hambre, de la injusticia, de la guerra, de
la enfermedad, del abandono, de la exclusión, del descarte…
Teresa nos dice que el Señor tenderá su mano sobre
nosotros y nos la dará para que nos levantemos, podamos
caminar… Y, si alguna vez, sentimos en nosotros el peso de la
injusticia, el dolor de la enfermedad, la soledad del abandono,
las lágrimas del descarte…no perdamos la paz ni la confianza
en el Señor…Él no nos abandona.
* “Se representen delante de Cristo y sin cansancio del
entendimiento se estén hablando y regalando con Él, sin
cansarse ni componer razones, sino presentar necesidades y la
razón que tienen para no sufrir allí” (Libro Vida 13,11).
Con estas palabras Santa Teresa nos exhorta a
perseverar en la oración poniendo de relieve que esta oración
no consiste en multiplicar las palabras, ni en un mero discurrir
del entendimiento, sino en escuchar al Señor, en hablar con Él,
en presentarle la ofrenda de nuestras personas, así como
34
nuestras necesidades y sufrimientos…con la confianza de que
Él nos escucha y nos acoge, nos ama y nos perdona. La
oración es una relación personal con el Señor, no académica; la
oración ha de inspirarse en el Evangelio, teniendo así un
realismo evangélico. La oración ha de ayudarnos a ir
aprendiendo a vivir en Cristo, con Cristo y como Cristo.
Teresa medita los encuentros de Jesús con las
mujeres
Teresa se acerca a Jesús con su sensibilidad de mujer, por
lo que es muy sensible a los encuentros de Jesús con
determinadas mujeres: la Samaritana, Marta y María,
hermanas de Lázaro, María Magdalena…
La Samaritana (Jn.4).
“¡Oh qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el
Señor a la Samaritana y así soy aficionada a aquel Evangelio; y
es así cierto, que sin entender como ahora este bien, desde
muy niña lo era y suplicaba muchas veces al Señor me diese
35
aquella agua, y la tenía dibujada adonde estaba siempre, con
este letrero cuando el Señor llegó al pozo: “Domine da mihi
aquam” (Libro Vida, 30,19).
La Samaritana será muy familiar para Teresa ya que
descubre en ella la mujer cuya sed Jesús sació y la mujer que
ayudó a otros a creer en Jesucristo.
Marta y María en Betania.
Santa Teresa se siente impresionada por el diálogo de
Jesús con las hermanas de Lázaro. Percibe en este encuentro
la santa Humanidad de Jesús, su capacidad de relación y de
amistad pues se conmueve ante la muerte de su amigo Lázaro
y escucha la oración y súplica de sus hermanas que le piden su
resurrección (Libro de las Moradas V, 34). Teresa valora a
ambas hermanas poniendo de relieve el valor de la acción –
Marta- y de la contemplación -María-.
* María Magdalena.
36
Al contemplar la vida de esta mujer, Santa Teresa pone
de relieve que esta mujer se convierte y ama a Jesucristo
(Camino de perfección, 34,7). Recordemos las palabras de
Santa Teresa: “Era yo muy devota de la gloriosa María
Magdalena y muy muchas veces pensaba en su conversión, en
especial cuando comulgaba, que como sabía está allí cierto el
Señor dentro de mí, poníame a sus pies pareciéndome no eran
de desechar mis lágrimas; y no sabía lo que decía y
encomendábame a aquesta gloriosa Santa para que me
alcanzase el perdó” (Libro Vida 9,1-3).
La Mujer Cananea.
Santa Teresa se muestra también impactada y tocada
espiritualmente por el ejemplo de esta mujer que, con su
confiada insistencia y perseverancia fue escuchada por el
Señor.
En estos pasajes evangélicos aparece Jesús acogiendo,
escuchando, perdonando…
3.- Teresa confiesa a Jesús como verdadero Dios y
verdadero hombre
37
No olvidemos ni silenciemos que Teresa también
contempla a Jesús de Nazaret como el Hijo de Dios que se
encarnó por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de
María. Por eso exclama Teresa:
* “¡Oh verdadero Hombre y Dios, Esposo mío! ¡En poco
se debe tener esta merced! Albémosle, hermanas mías, porque
nos la ha hecho y nos cansemos de alabar a tan gran Rey y
Señor, que nos tiene aparejado un reino que no tiene fin, por
unos trabajillos envueltos en mil contentos, que se acabarán
mañana. Sea por siempre bendito, amén, amén” ”
(Fundaciones 31,47).
Teresa confiesa que Jesucristo es verdadero hombre y
verdadero dios, en comunión fiel con la fe de la Iglesia. Y nos
recuerda que nos tiene preparad un reino eterno por unos
“trabajillos”.
* “Paréceme a mí -en esto que dice al principio- habla con
tercera persona. Y es la mesma, que da a entender que hay en
Cristo dos naturalezas, una divina y otra humana”
(Meditaciones sobre los Cantares,1,10).
38
Una vez más Teresa confiesa que en Jesús hay dos
naturalezas: humana y divina. Cristo es verdadero Dios y
verdadero hombre.
4.- El conocimiento y el amor a Cristo llevan a
Teresa a la
oración
Recordemos sus palabras que muestran su experiencia
religiosa:
* “Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro
bien y Señor, dentro de mi presente, y este era mi manera de
oración. Si pensaba en algún paso, le representaba en lo
interior” (Libro Vida 4,8).
De esta manera Teresa entiende y vive la oración no
como un simple acto religioso y devoto, sino como una
realidad que le permite estar, permanecer y perseverar en
íntima unión con Jesucristo. La oración es realidad
constituyente del ser cristiano ya que nos pone en
comunicación con Dios. La oración no es una realidad
meramente externa y superficial, rutinaria y costumbrista, sino
que nos ha de conducir y guiar a la intimidad con el Señor.
Contemplemos a Jesús que no solo es Maestro de oración: nos
39
ha enseñado a rezar dándonos la oración del “Padre nuestro”
(Mt.6,9-13), sino también es el Orante por excelencia.
Contemplemos a Jesús orando en soledad al Padre: “Abba,
aquí estoy por ellos, para gloria de tu Santo Nombre”
(Mc.14,36). ¿Verdad que nos quedamos sobrecogidos? Por eso
no es de extrañar que los discípulos le dijeran a Jesús: Señor,
enséñanos a rezar como rezas Tú.
* “Tenía este modo de oración que, como no podía
discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo
dentro de mí, y hallábame mejor -a mi parecer- de las partes
adonde le veía más solo. Parecíame a mí que, estando solo y
afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí.
De estas simplicidades tenía yo muchas; en especial me hallaba
muy bien en la oración del Huerto: allí era mi acompañarle”
(Libro Vida 9.4).
Teresa se adentra más y más en la contemplación de
Jesucristo y afirma que se siente gozosa cuando lo contempla
en su soledad y dolor: los momentos de su pasión y de su
muerte en la cruz. Con la sensibilidad propia de mujer Teresa
se siente apenada profundamente al contemplar a Jesús solo y
abandonado de sus discípulos, en los momentos tan
dolorosos de su pasión y de su cruz. Por eso quiere estar con
Jesús de manera especial en los momentos de su pasión y
40
muerte. Desde la soledad propia a la soledad de Cristo,
buscando la comprensión y la compañía del Señor.
* “Había sido yo tan devota toda mi vida de Cristo…y así
siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor,
en especial cuando comulgaba. Quisiera yo siempre traer
delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no podía
traerle tan esculpido a mi alma como quisiera…”
(Libro Vida 22,4).
En este fragmento, Teresa nos muestra que ha sido y es
muy devota de Cristo de tal manera que llega a decir que
estando con Jesús, de manera especial cuando recibe al Señor
en la comunión, está “holgando”, disfrutando, gozando con
una alegría tan inmensa que no puede describirlo con palabras
humanas. Y aquí llega a afirmar que desea tener siempre ante
los ojos la imagen de Jesucristo a quien ama profundamente.
Realmente Jesucristo se le había metido en el corazón a fuerza
mirarlo, de contemplarlo, de llevarlo siempre a su lado y de
amarlo…
5.-Encuentro de Teresa con Jesús en su pasión y
muerte
41
* “Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no
la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Me
sucedió que, estando un día en el oratorio, vi una imagen que
habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta
fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado, y tan
devota, que cuando la miré, toda me turbé de verle tal, porque
representaba muy bien lo que sufrió por nosotros” (Libro Vida
9,1).
Con estas palabras de Teresa iniciamos este nuevo
apartado: el descubrimiento de Jesucristo en su pasión y
muerte. Con profundo respeto queremos traer a estas páginas
las palabras escritas de Teresa para conocer su experiencia
religiosa.
* “Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido
aquellas llagas, que el corazón parece se me partía, y arrojeme
cabe Él con grandísimo derramamiento de lágrimas,
suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle
Este hecho de la vida de Teresa deja una gran influencia
en su persona. Se ha sentido sobrecogida ante esta imagen de
Cristo llagado y ha llorado sus pecados y ha pedido al Señor
que le dé la gracia de no ofenderle nunca más.
42
* “Me hallaba muy bien en la oración del huerto: allí era
mi acompañarle: pensaba en aquella aflicción y sudor que allí
había tenido; si podía, deseaba limpiarle aquel tan penoso
sudor, mas acuérdome que jamás osaba determinarme a
hacerlo, como se me representaban mis pecados tan graves:
estábame allí lo más que me dejaban mis pensamientos con Él,
porque eran muchos los que me atormentaban” (Libro Vida
9,4).
Acerquémonos con Teresa a Jesús que está orando en el
huerto de Getsemaní. Como ella, acompañemos a Jesús en su
dolor, hagamos nuestro su dolor. Permanezcamos junto al
Señor en silencio y con profundo amor y gratitud. No lo
dejemos solo ni lo abandonemos.
* “Pensando en la sagrada pasión, pensemos muchas más
cosas de fatigas y tormentos que allí debía padecer el Señor,
de las que los evangelistas escriben” (Meditación sobre los
Cantares, 1,9).
Teresa piensa en Jesucristo en su pasión y se siente
altamente impresionada por los sufrimientos, dolores y fatigas
que padeció el Señor por todos nosotros, y que los
evangelistas describen.
43
* “Muchos años, las más noches, antes que me durmiese
cuando para dormir me encomendaba a Dios, siempre
pensaba un poco en este paso de la Pasión del Huerto, aun
desde que no era monja, porque me dijeron se ganan muchos
perdones y tengo para mí que por aquí ganó mucho mi alma,
porque comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la
costumbre tan ordinaria me hacía no dejar esto, como el no
dejar de santiguarme para dormir” (Libro de la Vida 9,4).
El amor que Teresa profesa a Jesucristo la llevaba a
mantener una relación permanente con Él. Por eso no podía
omitir la contemplación de Jesús en el Huerto donde se
adentra en los senderos de la pasión con la confianza y la
esperanza puesta en su Padre…
* “Porque en pensar y reflexionar en lo que el Señor pasó
por nosotros, muévenos a compasión, y es sabrosa esta pena y
las lágrimas que proceden de aquí” (Libro Vida 12,1),
Con palabras sencillas nos muestra su experiencia
religiosa ante el misterio de la muerte de Jesús: “Pasó Jesús
con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde
había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos” (Jn.
18,1). Y dice a los discípulos: “sentaos aquí, mientras voy allá a
44
orar” (Mt.26,36). La Santa nos invita a tomar conciencia de los
sufrimientos que el Señor padeció por nosotros, por nuestra
salvación; y desde este conocimiento nos exhorta a
compadecer -sufrir con el sufrimiento y el dolor de Jesús- con
el Señor. De este modo nos dice que esta pena y estas lágrimas
de Jesucristo son sabrosas ya que nos han merecido la
redención de los pecados, la salvación eterna y la glorificación
final.
* “Mirad lo que le costó a nuestro Esposo el amor que nos
tuvo que, por librarnos de la muerte, la murió tan penosa como
muerte de cruz (cf. Jn.6,16)” (IV Moradas 3,12).
Teresa se adentra en el corazón de Cristo en su pasión y
muerte en cruz, poniendo de relieve no sólo el dolor y el
sufrimiento que experimentó, sino también que su pasión y su
muerte en la cruz es por nosotros y por nuestra salvación.
* “Pues volviendo a lo que decía de pensar en la Columna
(Imagen de Cristo muy llagado) es bueno discurrir un rato y
pensar en las penas que allí tuvo y por qué las tuvo, y quién es
el que las tuvo, y el amor con que las pasó. Más que no se
canse siempre en andar a buscar esto, sino que esté allí con Él,
callado el entendimiento. Si pudiere, ocuparle en que mire que
45
le mira, y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con
Él, y acuerde que no merecía estar allí; cuando pudiere hacer
esto, aunque sea al principio de comenzar oración, hallará gran
provecho, y hace muchos provechos esta manera de oración; al
menos hallole mi alma” (Libro Vida 13,22).
Realmente es un texto que debemos leer y meditar en
silencio orante y contemplativo. Ante Cristo llagado y
crucificado se nos acaban las palabras y los discursos.
Permanezcamos en silencio orante y agradecido ante
Jesucristo que “nos amó tanto, que dio su vida por todos” (cf.
Gál.2,20). Vengo, Señor, ante ti a no pedirte nada; vengo
solamente a estar a tu lado y a no dejarte ni abandonarte
nunca jamás. ¡Señor! Déjame estar a tu lado, mirarte,
contemplarte, amarte, invocar tu misericordia….¡pastor bueno!
¿Cómo te digo que me esperes si tienes tus pies clavados para
esperarme? (Oración litúrgica).
* En los casos de dolor y sufrimiento, vale lo que he dicho:
“no buscar consuelos espirituales, sino abrazarse con la cruz,
venga lo que viniere: es una gran cosa. Desierto quedó el Señor
de todos los consuelos; en los sufrimientos le dejaron solo (cf.
Mt.26,37.40)” (Libro Vida 22,10).
46
Necesitamos leer y meditar estas palabras de Teresa que
reflejan y muestran su experiencia humana y cristiana.
También ella conoció la desolación, la sequedad, la soledad…En
estas circunstancias ¿qué debemos hacer? Santa Teresa nos
exhorta a “abrazarnos con la cruz, venga lo que viniere”,
sabiendo que el señor está nuestro lado y no nos deja solos.
Recuerdo a todos esta sencilla oración:
“Y, cuando hay que subir monte (Calvario
lo llama Él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa”.
* “Si estáis con sufrimientos o triste, miradle camino
del huerto; (Comenzó, Cristo a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dice: Mi alma está triste hasta el punto de morir
Mateo 26, 37-38) ¡qué aflicción tan grande llevaba en su
alma!; pues siendo la misma paciencia, la manifiesta y se
queja de ella. Mírenle cargado con la cruz, que ni siquiera
respirar le dejaban. Y les mirará El con unos ojos tan
hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus
dolores para consolar los nuestros, solamente porque vamos
47
a consolaros con Él y porque volvemos la cabeza para
mirarle” (Camino de Perfección 26, 5).
Santa Teresa nos invita a mirar a Jesús cargado con la
cruz camino del Calvario, y a ponernos a su lado y a
encomendarnos a Él en los momentos de dolor y sufrimiento,
de tristeza y angustia. Jesús no se mostrará indiferente ante
nosotros, antes bien nos mirará con profundo amor, nos
consolará, nos aliviará…
* “Se me apareció como otras veces y me comenzó a
enseñar la llaga de la mano izquierda, mientras con la otra
sacaba un clavo grande que en ella tenía metido. Al sacar el
clavo, sacaba también la carne. Se notaba que le producía un
gran dolor, que me lastimaba mucho; y me dijo que no dudara
de que quien había sufrido aquello por mí, mejor haría lo que
le pidiera” (Libro Vida 39,1).
Un nuevo paso de Santa Teresa en su peregrinación tras el
Señor crucificado por nuestra salvación y en su imitación.
Teresa quiere hacer suyos los sufrimientos de Jesús.
A lo largo de estos textos de Santa Teresa hemos ido
descubriendo su experiencia religiosa y su espiritualidad
cristológica –centrada en el misterio de Cristo- y cristocéntrica
-siendo Cristo el centro de su espiritualidad-. En estas últimas
palabras vemos que santa Teresa ha llegado ya al deseo
inmenso de identificarse con el Señor en su pobreza y
48
abandono en la cruz hasta el punto de que pide y suplica al
Señor que le haga pobre como Él. En el corazón de Teresa está
muy presente la experiencia de San Pablo: “Vivo yo, pero no
soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Gál.2,20).
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Acerquémonos ahora a la Escritura Santa para dejarnos
iluminar por la Palabra de Dios y entender de forma adecuada
la experiencia religiosa de Santa Teresa así como sus escritos:
* Enseñanzas de San Pablo:
“El cual (Jesucristo), siendo de condición divina, no
retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de
sí mismo, tomando la condición de siervo, haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como
hombre; y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la muerte
y muerte de cruz” (Fil.2,6-8).
* Enseñanzas de la Carta a los Hebreos:
“El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida
mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que
podía salvarlo de la muerte, fue escuchado por su actitud
reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó
la obediencia” (5,5-8).
49
“Tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser
misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en
orden a expiar los pecados del pueblo. Pues habiendo sido
probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven
probados” (2,17-18).
“Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los
cielos - Jesús, el Hijo de Dios- mantengamos firmes la fe que
profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en
todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos,
por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar
misericordia y hallar gracia para ser socorridos en el tiempo
oportuno” ((4,14-16).
6.- Teresa contempla a Jesús en su resurrección
gloriosa
* “Casi siempre se me representaba el Señor
Resucitado, incluso cuando se me aparecía en la Hostia, menos
algunas veces, cuando estaba en la tribulación, que me
mostraba las llagas para fortalecerme; alguna veces, pocas, en
la cruz y en el huerto y la corona de espinas; y algunas veces en
50
momentos de necesidades mías y de otras personas, también
llevando la cruz, mas siempre con la carne glorificada” (Libro
Vida 29,4).
Teresa recibe la visita del Señor. Claro signo del amor
que el Señor le regalaba. Jesús se revela casi siempre a Teresa
como el Cristo Resucitado. También refiere Teresa que Jesús se
le manifestó en algunas circunstancias como el Jesús de la
pasión y de la cruz. Pero advierte: “más siempre con la carne
glorificada”.
* “ Y pensar la gloria que esperamos y el amor que el
Señor nos tuvo y su resurrección muévenos a gozo que no es
del todo espiritual ni sensual, sino un gozo virtuoso y una
pena meritoria” (Vida 12,1).
Teresa habla también de la resurrección de Jesucristo
ya que si Cristo no ha resucitado vana es nuestra predicación,
vana también nuestra predicación, como dice San Pablo….
7.- Teresa ante la Vida Religiosa
El Señor no deja a Teresa ya que tiene para ella un
designio especial y peculiar. Quiere que Teresa se consagre y se
entregue totalmente a Dios siguiendo a Jesucristo por la senda
de las bienaventuranzas.
51
Teresa va descubriendo lenta y progresivamente esta
llamada del Señor y la acepta finalmente.
Veamos ahora cómo entiende Teresa su Vida Religiosa.
Recordemos sus propias palabras:
* La Vida religiosa es “el Desposorio que hice con Vos”:
“No sé cómo he de pasar de aquí, cuando me acuerdo la
manera de mi profesión y la gran determinación y contento
con que la hice y el desposorio que hice con Vos. Esto no lo
puedo decir sin lágrimas, y habían de ser de sangre y
quebrárseme el corazón, y no era mucho sentimiento para lo
que después os ofrecí” (Libro Vida 4,3).
La religiosa está “casada” con el Señor en unos
desposorios místicos y reales. Ya no se pertenece a sí misma, ni
es propiedad de nadie. La consagrada es propiedad del Señor a
quien se ha consagrado a través de la vivencia de los consejos
evangélicos: obediencia, castidad y pobreza.
* La Vida Religiosa es “el Servicio al Señor” y “gran
dignidad”. La consagración al Señor no es un quietismo egoísta
sino que es un servicio generoso al Señor y además es “una
gran dignidad”. No nos cansamos de decir que la Vida Religiosa
52
es un inmenso don de Dios a la Iglesia, al mundo, a los más
pobres y necesitados. Quien ha recibido este don gratuito
debe ponerlo al servicio de la Iglesia y de los más necesitados
ya que la Vida religiosa está y estará más vinculada al mundo
de los empobrecidos….- Teresa ante la Vida Religiosa
El Señor no deja a Teresa ya que tiene para ella un
designio especial y peculiar. Quiere que Teresa se consagre y se
entregue totalmente a Dios siguiendo a Jesucristo por la senda
de las bienaventuranzas.
Teresa va descubriendo lenta y progresivamente esta
llamada del Señor y la acepta finalmente.
8.- La transverberación de Teresa
“ Vi a mi lado a un ángel que se hallaba a mi izquierda,
en forma humana. Llevaba en la mano una larga espada de oro,
cuya punta parecía un ascua encendida. Me parecía que por
momentos hundía la espada en mi corazón y me traspasaba las
entrañas…
El dolor era tan intenso que me hacía gemir, pero al
mismo tiempo la dulcedumbre de aquella pena excesiva era
tan extraordinaria que no hubiese yo querido verme libre de
ella”.
53
En estas palabras de Teresa se suele descubrir los
efectos de este acontecimiento:
uno físico: en la autopsia que se le practicó a Teresa se vio en su corazón una herida grande y profunda.
otro espiritual que estaba en su alma. Crecido su amor a dios, brota en su corazón un inmenso deseo: morir para unirse con Dios. Recordemos sus palabras: “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero”. Y añade en otro escrito: “la única razón que encuentro para vivir es sufrir y eso es lo único que pido para mí”.
Desde estas claves, entendemos las palabras que pronunció
Teresa en la hora de su muerte acaecida en la noche del 4 de
octubre de 1581:
“¡Oh Señor! Por fin ha llegado la hora de vernos cara a
cara”
54
Mensaje del Papa Francisco con motivo del
V Centenario del nacimiento de Santa Teresa
55
Miércoles, 15 de Octubre de 2014
A Monseñor Jesús García Burillo
Obispo de Ávila
Querido Hermano:
El 28 de marzo de 1515 nació en Ávila una niña que con el
tiempo sería conocida como santa Teresa de Jesús. Al acercarse
el quinto centenario de su nacimiento, vuelvo la mirada a esa
ciudad para dar gracias a Dios por el don de esta gran mujer y
animar a los fieles de la querida diócesis abulense y a todos los
españoles a conocer la historia de esa insigne fundadora, así
como a leer sus libros, que, junto con sus hijas en los numerosos
Carmelos esparcidos por el mundo, nos siguen diciendo quién y
cómo fue la Madre Teresa y qué puede enseñarnos a los
hombres y mujeres de hoy.
En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos.
La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de
su vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de
perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras
morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia
los hombres. ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor tras
las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera recordar
cuatro que me hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la
oración, de la fraternidad y del propio tiempo.
Teresa de Jesús invita a sus monjas a «andar alegres sirviendo»
(Camino 18,5). La verdadera santidad es alegría, porque "un
56
santo triste es un triste santo". Los santos, antes que héroes
esforzados, son fruto de la gracia de Dios a los hombres. Cada
santo nos manifiesta un rasgo del multiforme rostro de Dios. En
santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo «soberana
Majestad, eterna Sabiduría» (Poesía 2), se revela cercano y
compañero, que tiene sus delicias en conversar con los
hombres: Dios se alegra con nosotros. Y, de sentir su amor, le
nacía a la Santa una alegría contagiosa que no podía disimular y
que transmitía a su alrededor. Esta alegría es un camino que hay
que andar toda la vida. No es instantánea, superficial,
bullanguera. Hay que procurarla ya «a los principios» (Vida
13,l). Expresa el gozo interior del alma, es humilde y «modesta»
(cf. Fundaciones 12,l). No se alcanza por el atajo fácil que
evita la renuncia, el sufrimiento o la cruz, sino que se encuentra
padeciendo trabajos y dolores (cf. Vida 6,2; 30,8), mirando al
Crucificado y buscando al Resucitado (cf. Camino 26,4). De ahí
que la alegría de santa Teresa no sea egoísta ni autorreferencial.
Como la del cielo, consiste en «alegrarse que se alegren todos»
(Camino 30,5), poniéndose al servicio de los demás con amor
desinteresado. Al igual que a uno de sus monasterios en
dificultades, la Santa nos dice también hoy a nosotros,
especialmente a los jóvenes: «¡No dejen de andar alegres!»
(Carta 284,4). ¡El Evangelio no es una bolsa de plomo que se
arrastra pesadamente, sino una fuente de gozo que llena de Dios
el corazón y lo impulsa a servir a los hermanos!
La Santa transitó también el camino de la oración, que definió
bellamente como un «tratar de amistad estando muchas veces a
solas con quien sabernos nos ama» (Vida 8,5). Cuando los
tiempos son "recios", son necesarios «amigos fuertes de Dios»
para sostener a los flojos (Vida 15,5). Rezar no es una forma de
57
huir, tampoco de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de
avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más se trata
al Señor, «amigo verdadero» y «compañero» fiel de viaje, con
quien «todo se puede sufrir», pues siempre «ayuda, da esfuerzo
y nunca falta» (Vida 22,6). Para orar «no está la cosa en pensar
mucho sino en amar mucho» (Moradas IV,1,7), en volver los
ojos para mirar a quien no deja de mirarnos amorosamente y
sufrirnos pacientemente (cf. Camino 26,3-4). Por muchos
caminos puede Dios conducir las almas hacia sí, pero la oración
es el «camino seguro» (Vida 213). Dejarla es perderse (cf. Vida
19,6). Estos consejos de la Santa son de perenne actualidad.
¡Vayan adelante, pues, por el camino de la oración, con
determinación, sin detenerse, hasta el fin! Esto vale
singularmente para todos los miembros de la vida consagrada.
En una cultura de lo provisorio, vivan la fidelidad del «para
siempre, siempre, siempre» (Vida 1,5); en un mundo sin
esperanza, muestren la fecundidad de un «corazón enamorado»
(Poesía 5); y en una sociedad con tantos ídolos, sean testigos de
que «solo Dios basta» (Poesía 9).
Este camino no podemos hacerlo solos, sino juntos. Para la
santa reformadora la senda de la oración discurre por la vía de
la fraternidad en el seno de la Iglesia madre. Esta fue su
respuesta providencial, nacida de la inspiración divina y de su
intuición femenina, a los problemas de la Iglesia y de la
sociedad de su tiempo: fundar pequeñas comunidades de
mujeres que, a imitación del "colegio apostólico", siguieran
a Cristo viviendo sencillamente el Evangelio y sosteniendo a
toda la Iglesia con una vida hecha plegaria. «Para esto os
junto El aquí, hermanas» (Camino 2,5) y tal fue la promesa:
«que Cristo andaría con nosotras» (Vida 32,11).
58
¡Que linda definición de la fraternidad en la Iglesia: andar
juntos con Cristo como hermanos! Para ello no recomienda
Teresa de Jesús muchas cosas, simplemente tres: amarse mucho
unos a otros, desasirse de todo y verdadera humildad, que
«aunque la digo a la postre es la base principal y las abraza
todas» (Camino 4,4). ¡Cómo desearía, en estos tiempos, unas
comunidades cristianas más fraternas donde se haga este
camino: andar en la verdad de la humildad que nos libera de
nosotros mismos para amar más y mejor a los demás,
especialmente a los más pobres! ¡Nada hay más hermoso que
vivir y morir como hijos de esta Iglesia madre!
Precisamente porque es madre de puertas abiertas, la Iglesia
siempre está en camino hacia los hombres para llevarles aquel
«agua viva» (cf. Jn 4,10) que riega el huerto de su corazón
sediento. La santa escritora y maestra de oración fue al mismo
tiempo fundadora y misionera por los caminos de España. Su
experiencia mística no la separo del mundo ni de las
preocupaciones de la gente. Al contrario, le dio nuevo impulso
y coraje para la acción y los deberes de cada día, porque
también «entre los pucheros anda el Señor» (Fundaciones 5,8).
Ella vivió las dificultades de su tiempo -tan complicado- sin
ceder a la tentación del lamento amargo, sino más bien
aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un paso
más en el camino. Y es que, «para hacer Dios grandes mercedes
a quien de veras le sirve, siempre es tiempo» (Fundaciones 4,6).
Hoy Teresa nos dice: Reza más para comprender bien lo que
pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La oración vence el
pesimismo y genera buenas iniciativas (cf. Moradas VII, 4,6).
¡Éste es el realismo teresiano, que exige obras en lugar de
emociones, y amor en vez de ensueños, el realismo del amor
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humilde frente a un ascetismo afanoso! Algunas veces la Santa
abrevia sus sabrosas cartas diciendo: «Estamos de camino»
(Carta 469,7.9), como expresión de la urgencia por continuar
hasta el fin con la tarea comenzada. Cuando arde el mundo, no
se puede perder el tiempo en negocios de poca importancia.
¡Ojalá contagie a todos esta santa prisa por salir a recorrer los
caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano
y el Espíritu en el corazón!
«¡Ya es tiempo de caminar! » (Ana de San Bartolomé,
Últimas acciones de la vida de santa Teresa). Estas palabras de
santa Teresa de Ávila a punto de morir son la síntesis de su vida
y se convierten para nosotros, especialmente para la familia
carmelitana, sus paisanos abulenses y todos los españoles, en
una preciosa herencia a conservar y enriquecer.
Querido Hermano, con mi saludo cordial, a todos les digo:
¡Ya es tiempo de caminar, andando por los caminos de la
alegría, de la oración, de la fraternidad, del tiempo vivido como
gracia! Recorramos los caminos de la vida de la mano de santa
Teresa. Sus huellas nos conducen siempre a Jesús. Les pido, por
favor, que recen por mí, pues lo necesito. Que Jesús los bendiga
y la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
Franciscus
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TEXTOS DE SANTA TERESA DE JESÚS
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“Juntos andemos, Señor;
por donde fuereis tengo de ir,
por donde pasareis, tengo de pasar”
(Camino 26,4-6)
“Pongamos los ojos en Cristo nuestro bien”
(Moradas VII, 4,8)
“Pues si nunca lo miramos ni consideramos lo que le
debemos y
la muerte que pasó por nosotros,
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¿cómo le podemos conocer ni hacer obras en su
servicio?
¿quién nos despertará a amar a este Señor?
(Moradas II,11).
EPÍLOGO
Con Santa Teresa que amó profundamente a la Iglesia, caminamos con la alegría
de que el Señor camina con nosotros. Los santos, los testigos, como Teresa de
Jesús, Pedro de Alcántara el Beato Spínola, el Beato Hno. Ángel de Montánchez,
son hombres y mujeres que nos dicen que vale la pena vivir la aventura del
encuentro con Dios y el servicio a los más necesitados.
Ellos caminan con nosotros. Son los mejores hijos de la Iglesia que nos dicen que
vale la pena aventurar la vida.
En el XIV Sínodo Diocesano seguimos caminando juntos con Cristo. No debemos
olvidar que estos momentos de la historia de nuestra Iglesia que camina en
Coria-Cáceres es más necesario que nunca la espiritualidad de caminar para ser
“amigos fuertes de Dios”.
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Con Santa Teresa y otros muchos testigos privilegiados en nuestra Diócesis del
Amor de Dios que nos llevan a dar la vida por todos, nos sentimos convocados
como Iglesia para ejercitar la corresponsabilidad y dar respuesta a los nuevos
retos en el tiempo que nos ha tocado vivir.
El acontecimiento sinodal no debe pasar desapercibido por nadie. Es un
momento clave para vivir la fidelidad al Señor, al Evangelio y a su Iglesia.
Tenemos entre todos que construir una Iglesia que su profunda identidad es ser
fiel al Maestro y que “en salida” busca “la oveja perdida” y camina sabiendo que
el Señor está a nuestro lado y de nuestra parte.
Apuntémonos todos a los grupos sinodales como una experiencia
preciosa de que ser Iglesia lleva consigo hoy y siempre sentirnos
familia y pueblo de Dios que camina junto a Cristo.
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ORACIÓN POR EL SÍNODO
Dios Padre, que nos amas intensamente y quieres que todos te conozcan,
para que sientan que también les amas. Nuestra antigua Diócesis de Coria-Cáceres,
después de tantos años trabajando en tu mies y experimentando con gozo tu divina presencia,
grita entusiasmada: SEÑOR,
QUEREMOS SEGUIR CAMINANDO CONTIGO
para buscar, renovar y fortalecer la fe, para hacer crecer el Reino,
en esta “nueva etapa evangelizadora”, siguiendo las huellas de tu hijo Jesucristo.
Por esos nos reunimos en Sínodo, para saber cuál es nuestro camino,
qué nos pides, qué necesitas hoy de nosotros, de esta pobre y sencilla iglesia tuya.
Espíritu Santo, nos ponemos a tu disposición,
para participar como un solo cuerpo
en la misión de anunciar el Evangelio al hombre de este mundo.
Y para ello necesitamos, Señor, tu ayuda. Te necesitamos a ti, Padre celestial.
Te necesitamos a ti, Jesucristo Resucitado. Te necesitamos a ti, Santo Espíritu de amor.
María, Madre de Argeme, bendito Pedro de Alcántara,
interceded por nosotros. Por Jesucristo, Camino, Verdad y Vida,
Corazón de Buen Pastor
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que camina delante de nosotros. Amen.
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