Caritas Christi Cuaderno 7

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  • 8/16/2019 Caritas Christi Cuaderno 7

    1/36La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 1

    en la vida cotidiana

    caritas christi

    7 E n  c o m u n i ó n  d e  v i d a  p a r a  q u e  e l  m u n d o  c r e a

    La Fragua

     Tiempo Ordinario IV

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    2/362  En comunión de vida para que el mundo crea

     C A R I  T A S 

     C H R I S  T I 

    Esta etapa de la fragua (centrada en la acvidad que elherrero realiza sobre el yunque) simboliza el proceso deconguración con Cristo.

    OBJETIVOS•Pasar de actitudes individualistas y egocéntricas a

    actitudes oblativas.•Profundizar en el conocimiento de la persona de

    Jesús.•Crecer en la experiencia de seguimiento de Jesu-

    cristo mediante los votos y las virtudes apostólicas,

    al estilo de san Antonio María Claret.•Profundizar en la Eucaristía, como “lugar de en-cuentro” con Cristo.

    •Mejorar la capacidad para la vida comunitaria y eldiálogo.

    CUADERNOS

    1. Al encuentro de Jesús

    (Adviento-Navidad)2. Consagrados a Dios y a los demás

    (Tiempo Ordinario I)3. Pobres de hecho y de espíritu

    (Cuaresma)

    4. Buscadores de la voluntad del Padre(Pascua)

    5. Castos por el Reino de los cielos(Tiempo Ordinario II)

    6. Hasta que Cristo viva en nosotros(Tiempo Ordinario III)

    7. En comunión para que el mundo crea

      (Tiempo Ordinario IV)

    8. Transformados por la Eucarisa

    (Tiempo Ordinario V)9. Urgidos por el amor de Cristo

    (Tiempo Ordinario VI)

      2 0  1  3

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    contenidos

    Textos para profundizar > 32

    Introducción > 4

    Pistas para la lecto

    divina > 22

    Sugerencias

    para el encuentro

    comunitario > 21

    Reexión > 6

    2.1. Nuevos desaos para la comunidad2.2. La comunidad misionera: bendición y tarea2.3. La comunidad misionera como hogar2.4. La comunidad misionera como laboratorio

    2.5. La comunidad misionera como taller-fragua

    Anexo 1: Esquema de la comunidad congregacionalAnexo 2: Una nueva familia: nuestra CongregaciónAnexo 3: Despedida de la CongregaciónAnexo 4: Reexiones sobre la comunidad

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    4/364  En comunión de vida para que el mundo crea

    Este sépmo cuaderno de la etapa de Ca-ritas Chris se centra en nuestra vivencia comu-nitaria. Su tulo es signicavo: En comunión devida para que el mundo crea. Nuestra comunión esmisionera. Se te ofrece un nuevo instrumento decrecimiento personal. Toma su punto de parda enel número 4 de las Constuciones donde se recuer-

    da que “se nos ha concedido también el don deseguir a Cristo en comunión de vida”. Ese don es elfundamento básico de nuestra comunidad, su ejevital, su cimiento vivo. Antes de ser una construc-ción humana, la comunidad es un don recibido

    gratuitamente de Dios. Bendice a Dios por ella. Yofrécete con disponibilidad para ser modelado se-gún la forma de Jesús. Ojalá puedas decir no solo“¡Qué hermosa es mi comunidad!” sino también“¡Qué hermoso es construir mi comunidad!”.

    En efecto, la comunidad es a veces una conquis-

    ta, pero generalmente es una bendición. Desde laconciencia de ese don, estas páginas pretendenmantenerte en un profundo y renovado apreciohacia la Congregación y hacia tu comunidad. Ello se

    1. Introducción

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    expresa cuando se valora a cada persona, se apre-cian nuestras obras misioneras, nos senmos partede su historia y nos idencamos con sus símbolos(cf. PTV  49).

    Parcipas de una gracia que te ha congregado

     junto a otras personas para el anuncio misionero

    de la Palabra. No la has recibido para vivirla al mar-gen de los demás.

    Acoge cordialmente las recomendaciones quese te ofrecen en estas páginas para edicar cadadía la comunidad con espíritu sincero, abierto ytrasparente (cf. HAC  19).

    Quienes conocen de cerca a la Congregación ya sus comunidades nos suelen valorar sinceramen-te. Nos perciben como un signo del Reino: apre-cian nuestro sendo de acogida y el aire de familia;admiran la atención que dispensamos a nuestrosancianos y enfermos, y ponderan el discernimiento

    y la búsqueda comparda de la voluntad de Diosque realizan algunas de nuestras comunidades (cf.HAC 17).

    Pero, sin negar esto, hay algo en nuestra vidafraterna que nos deja insasfechos (cf. PTV   50).

    Ella necesita de atenciones y cuidados porque delo contrario puede llegar a converrse en un lugar“donde crecen demonios” (G. Uribarri). Así, don-de estamos tentados de ver irregularidades y de-ciencias, hemos de tener la capacidad de iden-car mensajes y llamadas a la responsabilidad.

    A lo largo de los meses de agosto y sepembre

    aprovecha esta oportunidad de fortalecer la comu-nidad como ámbito de vida y de compromiso mi-sionero (cf. PTV  51) que te ofrece este cuaderno.

     Su estructura sigue el inerario del capítulo

    I de nuestras Constuciones dedicado íntegra-

    mente a la comunidad misionera. Toma tambiénen consideración lo dicho por los tres úlmos Ca-pítulos Generales, tanto por lo que respecta a susanálisis como en relación con sus orientaciones ypropuestas.

    Pon lo que puedas de tu parte para “renovar

    nuestra alianza en comunidad y retejer y profundi-zar los lazos que nos reúnen en familia, en un solocuerpo (cf. HAC  16).

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    2.1. Nuevos desafíos para la comunidad 

    Repasando los análisis realizados por nuestrostres úlmos Capítulos Generales aparecen claroslos desaos que nuestra vida fraterna afronta ac-

    tualmente. Encarnadas en la historia y en la culturaactuales, las comunidades clareanas se resientenante la fuerte vuelta a lo privado, propia del espí-ritu neoliberal y neoconservador, así como ante elfenómeno del consumismo, de las nuevas tecno-logías y del relavismo éco. Les toca vivir en unmundo intercomunicado, pero al mismo empodividido e insolidario (cf. EMP  27). Limitándonosestrictamente a los efectos que estas tendencias

    2. Reexión

    pérdida del sendo de la vida co-mún, la pasividad, el individualis-mo, el subjevismo, la tendenciaal replegamiento sobre sí mismo ylos propios problemas. Hay quie-nes alegan, con cierta frecuencia,excusas no discernidas para no

    estar con los hermanos, orar conellos, comer y recrearse juntos,programar, desarrollar y evaluarla vida misionera (cf. EMP 28). Sedisculpa con relava facilidad laexcesiva autonomía en el uso deldinero, de los medios materialesy la distribución individualista delpropio empo.

    El anguo modelo de depen-

    dencia,  rechazado en empos

    postconciliares, parece que seestá substuyendo por el de in-dependencia.  Como es dicil lavida en comunidad a causa de ladiversidad y de la legíma arma-ción del propio yo (cf. EMP 29), elacento se pone en la privacidad

    (cf. HAC  16), en los carismas per-sonales; se privilegia la ecaciadel apostolado individual y delprotagonismo personal. Es casiinsuperable la resistencia a pa-

    sar del “yo al nosotros”.

    La fuerza de ese individua-lismo y de ciertas concepcionesalejadas del Evangelio lleva a labúsqueda obsesiva de la felicidad

    y de la realización personal. No se

    acierta a corregir un considerablegrado de soledad e insasfaccióncon respecto a la vida comunita-ria que induce a buscar otras per-tenencias, a desear salidas com-pensatorias o a encerrarse en lapropias responsabilidades, asu-

    miendo actudes individualistasy de rivalidad (cf. PTV  50). Pero lomás preocupante de todo son losabandonos que no cesan. Granparte de ellos enen que ver conla deciente vivencia comunita-ria: “El movo más frecuente, a lahora de pedir dispensa de votos,la secularización (para religiososy sacerdotes) o el abandono es,

    con mucho, el cansancio de la

    causan en la vida de comunidad se constata que,así como en la sociedad se ha terminado el perío-do asambleario y colecvista, también entre noso-tros parece haber decaído aquel fuerte impulso ala comunión y al pleno comparr, que fueron una

    llamava caracterísca de años pasados. Esto nosolo perjudica las relaciones interpersonales, sinoque incluso puede afectar al equilibrio económicoentre zonas y organismos de la Congregación (cf.EMP 31)

    Nuestros úlmos Capítulos detectan que lasnuevas tendencias sociales empujan hacia unacierta disgregación y generan un progresivo des-enganche del ritmo ordinario de la comunidad, la

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    vida comunitaria, mucho más quede los problemas de celibato, quelas crisis de fe, que las relacionesproblemácas con las estructu-ras y que la falta de vocaciones uotras” (A. Cencini).

    Estos fenómenos son favoreci-

    dos tanto por la pulverización delas comunidades en minúsculasresidencias de dos clareanos (omenos), donde resulta problemá-co vivir con decoro la vida fra-terna, como por la crisis de iden-dad de la autoridad. En efecto,son muchos los inconvenientesque se oponen para lograr quenuestros superiores sean verda-

    deros animadores de la vida fra-

    terna (cf. HAC 17). Se debilita laparcipación en la elaboracióndel proyecto comunitario y en surealización, desechando los be-necios que aporta la adhesiónsincera a una benéca disciplinacomunitaria (cf. Evangelica Tes-

    cao 39). Ello también con-tamina negavamente nuestrascomunes opciones por el servi-cio a las Iglesias parculares y lamisión comparda (cf. EMP 33 yHAC  17).

    Las nuevas tecnologías, si poruna parte abren a una más inten-sa comunicación con el mundoentero, por otra hacen correr el

    peligro de empobrecer la comu-

    nicación dentro de la comunidadlocal. Antes se acusaba a la tele-visión de no favorecer el diálogocomunitario, y hoy la anhelamosporque al menos la veíamos jun-tos y juntos comentábamos lasnocias y los programas. El orde-

    nador personal enta a cada unoa encerrarse en su habitación consus contactos, sus informacionesy sus películas.

    En resumen: No encontramosformas adecuadas para traducirel ideal de la comunidad misio-nera en las variadas situacionesque hoy nos toca vivir (cf. PTV  50). Este es, en síntesis, el desaoante el que te situamos y al que

    se pretende abordar.

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    2.2. La comunidad misionera:bendición y tarea

    Ante esa situación, los presbíteros, diáconos,hermanos y estudiantes que comparmos la mismavocación y nos congregamos en la misma comuni-dad (cf. CC 7), ¿qué podemos hacer? Lo primero detodo, acoger la propia comunidad como una ben-

    dición. Como se ha indicado al principio, antes deser una construcción de nuestras manos, nuestrafraternidad es un don del amor de Dios difundidoen nuestros corazones por medio del Espíritu. Él es

    quien nos ha constuido como una verdadera fa-milia unida en el nombre del Señor. No se puedecomprender nuestra comunidad misionera sin par-r de que es un misterio y de que hunde sus raícesen el corazón mismo de la Trinidad. Nos habita lo

    divino. Si el Señor no construye su comunidad, envano podemos mostrarla como confessio Trinitas 

    (Cf. Vita Consecrata 14).Desde esa conciencia del don recibido nace

    la exigencia de vivir bajo la mirada del otro y deque todos nos empeñemos acvamente en lle-gar a ser hermanos en la comunidad local dondeconvivimos. Se trata de una conquista, en cuantoque acoge y culva el don. Reclama de cada unode nosotros renovar la alianza que nos congregaen comunidad, optando personalmente por ella yentretejiendo lazos de familia (cf. HAC  56) a n de

    converrla en hogar, laboratorio y taller-fragua. Enlos apartados que siguen encontrarás pistas paraexplorar los contenidos de esas tres metáforas, quesolo en apariencia pueden aparecer como contra-dictorias o inconexas.

    Ejercicio 2: Tres reglas de comunidad

     Lee el documento• “Reexiones sobre la Comunidad” de Dietrich Bohoeffer que encuentras en el Anexo 4(página 34).

    Tras su lectura,• elabora tres reglas de comunidad, basadas en la iluminación que ese texto proyecta sobretu experiencia personal de la vida comunitaria.

    Ejercicio 1: Análisis de mi experiencia comunitaria

    El párrafo anterior ha destacado sobre todo los aspectos problemáticos de nuestra comunidad. Sin duda que•desde tu experiencia puedes encontrar también sus aspectos positivos, los logros conseguidos en este últimoperíodo de renovación. ¿Podrías identicar algunos de ellos?

    Pregúntate también si algunas de esas deciencias• te afectan personalmente de manera importante. Te darátema para compartir con tu acompañante.

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    2.3. La comunidad misionera como hogar 

    Hogar  es una palabra que evoca el lugar acoge-dor y hospitalario del encuentro personal y de ladistensión. Allí se dispone de espacios y momentosque favorecen la acogida cálida, la comunicaciónprofunda, la oración y la recreación compardas(cf. HAC  56.2). Es la “zona verde” de las relacioneshumanas cordiales y gracantes, de la comunica-ción y de la espontaneidad. Proporciona áreas cá-lidas para narrar historias, hacer esta, desempol-var recuerdos comunes... Un hogar no se edica abase de meras dinámicas de grupo, sino en virtuddel amor mutuo.

    Es el amor de Cristo, derramado en nuestroscorazones, el que nos impulsa primero, al amorunívoco, a tomar la iniciava de amar a los herma-

    nos, hasta darnos a nosotros mismos; después, alamor recíproco, que entraña correspondencia. Elamor no se reduce al senmiento; es también unadecisión. El P. Claret acertaba a reconocerlo conestas palabras: “El hacer y el sufrir son las grandespruebas del amor” ( Aut  424), que valen perfecta-mente para la vida comunitaria.

    Cristo nos da dos certezas fundamentales: la

    de ser amados innitamente y la de poder amar

    sin límites. Nada como la cruz de Cristo te puedeproporcionar de un modo pleno y denivo estascertezas y la libertad que deriva de ellas. Gracias aellas, te liberas progresivamente de la inercia decolocarte en el centro y poseer al otro, y del mie-do a entregarte. Por el contrario, aprendes a amarcomo Cristo te ama, con aquel mismo amor queahora se ha derramado en tu corazón y te hace ca-

    paz de olvidarte de mismo y dedarte como ha hecho el Señor (Cf.VFC  23).

    Este amor se nutre y expresaa través de diversos dinamismosque hacen de nuestra comunidadmisionera un hogar. El número 12

    de las Constuciones mencionalos cuatro más fundamentales:

    la Eucarisa, la oración, la fami-

    liaridad y la corresponsabilidad.

    Ellos no solo hacen nacer el amorfraterno en nuestra comunidadsino que lo manenen. No debenser reducidos a meros automas-mos, ni pueden ser impuestos, sinmás. Solo cuando son asumidos

    libre y cordialmente proporcio-nan un signicavo y ecaz creci-

    miento de la vida fraterna comose explica a connuación:

    1) La Eucarisa que hace de mu-

    chos, un solo cuerpo.

    El primer miembro, siempreinsustuible, de nuestra comuni-

    dad es el Señor Jesús. El está pre-sente en la Eucarisa, nos con-voca con su Palabra y nos atraeconnuamente a sí. Sin Él no haycomunidad. La comunidad cla-reana ha vivido siempre de laEucarisa. Los primeros actos decomunidad fueron las visitas alSansimo Sacramento despuésde las comidas. El Señor Resuci-

    tado, presente y actuante en laPalabra y en los dones eucarís-

    cos, honra al Padre, edica recreanuestra fraternidad y la lanza ala misión. Por eso nuestra comu-nidad se convierte en “hogar”cuando la lleva en su corazón (cf.CC  35) y dispone de empo parala plegaria común, cuyo centro

    indiscuble, aunque no único, esla Eucarisa, la mesa donde con-templamos y comparmos el Pany de la Palabra.

    Comparr la mesa es el gransímbolo de la convivialidad, de lareconciliación y la inclusión. En laBiblia los banquetes representanla mejor metáfora de lo que Diosprepara a su pueblo (cf. Is 25,6-8).Por eso mismo, la imagen que eli-ge Jesús para hablarnos de lo que

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    2) La oración en común, princi -

     palmente la litúrgica.

    Nuestra comunidad se con-vierte en hogar si, además, en-contramos espacios y empos decalidad para orar juntos. Ella sealimenta y fortalece de la oración,tanto personal como comunita-ria, especialmente la litúrgica (Cf.CC  35), sobre todo la celebracióndel sacramento de la Penitencia yla Liturgia de las Horas. La oración

    es, pues, otro poderoso dinamis-mo de comunión que jamás debeser descuidado.

    La oración comunitaria y li-túrgica viene siendo uno de losámbitos en donde más hemostratado de intensicar nuestrasrelaciones fraternas. Ha sido po-sible gracias a las grandes posi-bilidades que se abrieron con elConcilio: las misas parcipadas,las homilías dialogadas, las litur-gias penitenciales comunitarias,las vigilias de oración, las liturgiasde la Palabra... Mediante ellas

    intentamos encontrar, de formacreava y parcipada, una comu-nicación más profunda y espiri-

    tual con nuestros hermanos decomunidad.

    Más en parcular, y desdeempos relavamente recien-tes, viene destacando con muchafuerza la leco divina  –personaly, sobre todo, en común– que nosolo contribuye a la asimilaciónpersonal de la Palabra de Dios,sino al crecimiento de la comu-nión, gracias a la collao, a la co-municación de las resonancias y

    ecos que la Palabra suministra (cf.CC  34) y al consecuente compro-miso de vida. Junto con la Euca-

    Ejercicio 3: Dinámicas de inclusión

    Dedica un tiempo de calidad para hacer una• lectura orante de los relatos de la última cena, en particularla versión del evangelista Juan (cf. Jn 13-17).Déjate «provocar» por ese relato eucarístico y trata de detectar qué• dinamismos de acercamiento, acogidae inclusión están presentes y actuantes en el mismo. Anótalos en tu cuaderno.Discurre cómo puedes seguir creciendo en ese talante de incorporar, agregar, atraer, vincular... Proyecta tus• “es-trategias de inclusión”, modos concretos de continuar en lo corriente de tu vida la experiencia de ser incluidoque vives en cada Eucaristía.Cada vez que se reparte la comunión, el celebrante dice: “El cuerpo de Cristo”, y respondemos: “¡Amén!”. Sabes•que al decir “Amén”, dices “Sí, te acojo”, no solo a Jesús, el Hijo de Dios, sino también a tu prójimo a tus herma-

    nos. Por eso, y recordando un ejercicio realizado en la Navidad de la etapa Quid Prodest , vuelve a colocar unafoto de los miembros de tu comunidad local en un lugar visible y discreto  (escritorio, breviario,…).Observa si ha habido alguna nueva incorporación o cambio. Mira además si has experimentado algún cambio entu relación personal con respecto de los que seguís juntos. Finalmente, repite varias veces una “comunión espiri-tual” (amén; sí, te acojo) mirando jamente por unos instantes a cada uno de ellos.

    es central en el Reino es un banquete, una comidafesva. Su gesto repedo de comparr mesa conpersonas muy diversas preguraba y preparabala Eucarisa (cf. Mc 2,14-17 y 14,3; Lc 5,29; 7,36;10,7; 11,37; 14,1 y 19,1-10; Jn 6 y, sobre todo, losrelatos de la úlma cena). La Eucarisa signicó laculminación de la intencionalidad latente de Jesús:hacer que la lógica de la entrega mutua sea la úni-

    ca metodología de la unión de los miembros de sucomunidad.

    Los primeros crisanos entendieron la Eucaris-a como la “operación comunidad”. Por ella el pe-queño grupo desmenuzado, individualizado y des-igual de Hch 4,32 se convierte en “un solo corazóny una sola alma”. San Pablo se lo hacía notar a loscorinos: “Siendo muchos, somos un solo pan y un

    solo cuerpo, pues todos parcipamos de un solopan” (1 Cor  10, 16). La Eucarisa genera siemprecomunión. Comiendo todos del único alimento,formamos un solo cuerpo.

    Por eso es vital que, haciendo un esfuerzo paraque sea posible, “celebremos diariamente y conplenitud de espíritu el misterio de la eucarisa” (CC  35). Lejos de ser un rito devocional o privado, la Eu-

    carisa es una toma de posición frente a una men-talidad que trata de dividirnos en grupos opuestos.En ella se signica sobre todo y se perfecciona lavida fraterna (cf. CC 12). Somos “sinceramente eu-caríscos” (Casaldáliga) cuando la Eucarisa des-pierta en nosotros la preocupación por comparrla vida y hacer nacer el conocimiento y el amormutuos.

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    risa y la Liturgia de las Horas sonlas dos expresiones orantes másfrecuentes en la edicación de lacomunidad.

    Tanto la oración personalcomo la litúrgica nos sacan denosotros mismos y nos introdu-cen en el misterio de Cristo. Es Él

    mismo quien nos convoca cadadía como hermanos y nos man-ene unidos en la caridad. La cer-canía a Cristo nos aproxima entrenosotros. San Pablo menciona lacaridad en contextos de oración:viene de Dios (cf. Ef  6,23) y es fru-to del Espíritu (cf. Gal  5,22). Para

    que este dinamismo sea másefecvo es indispensable quenuestros horarios estén ritmadosde tal manera que nos permitandisponer del empo necesariopara la oración en común y para

    la oración personal. Ambas alcan-zan toda su ecacia cuando estánínmamente unidas.

    3) El eslo de vida familiar.

    No llamemos vida fraterna  acualquier forma de convivencia.Hay comunidades erigidas canó-nicamente que no pasan de serun agregado de personas soli-

    tarias, por muy trabajadoras yacvas que sean. Hay alguna enla que, desgraciadamente, sus

    miembros no se sienten del todoescuchados, acogidos, aceptados,comprendidos o incluso atendi-dos en sus necesidades. Tales si-tuaciones no son deseables paranadie. Por el contrario, necesita-mos otra atmósfera muy disntaen el seno de nuestros grupos

    comunitarios; anhelamos el calordel hogar, la familiaridad.

    Uno de los elementos másdestacados en el trayecto congre-gacional recorrido ha sido el saltode la “vida en común” a la “comu-nión de vida”. No son expresionesintercambiables, aunque ambas

    sean necesarias. La primera alu-de a aquellas estructuras obje-vas que aglunan a los miembrosde la comunidad: el reglamento,el horario, ciertos cauces para lasrelaciones personales, la impres-

    cindible cohesión, la asunción deun liderazgo... La segunda, porsu parte, acentúa más la gratudpor el don de la comunidad (cf.VFC 11) y las virtudes y actudesque facilitan las relaciones perso-nales: humildad, caridad, since-ridad, mansedumbre, correcciónfraterna, reconciliación, mutuoaprecio, interés y preocupación

    (cf. CC  16; HAC  56.1). Esta úlmaes inviable si no se valora nuestradiversidad personal, se acogen las

    diferencias y se cuenta con mo-mentos regulares para comparrla vida y para el discernimientoapostólico.

    No cabe duda de que la inte-gración de las ciencias humanas anuestra dinámica comunitaria hainuido notablemente en nuestra

    actual concepción. Sin embargo,tal po de interrelación no sefunda en lazos humanos ni tratade reper las mismas relacionesque se cruzan en la familia natu-ral, sino las de aquel nuevo pode familia que suscitó Jesús: “Elque cumple la voluntad de Dios

    es mi hermano, mi hermana y mimadre” (Mc  3,35). Tal lenguajedesaa al sendo común y a lasdiferencias impuestas por la na-turaleza: ¿cómo se puede ser ala vez hermano, hermana y ma-

    dre? Una extraña paradoja se es-conde bajo esas desconcertantespalabras. Los lazos de sangre sonvitales y no se niegan, pero aquíse habla de otro po de vincula-ción totalmente inédito que im-plica un nuevo nacimiento. Soloquien hace la voluntad de Diosse convierte en familia de Jesús.Pero, ¿qué es “hacer la voluntad

    de Dios”?Las primeras comunidadescrisanas, sostenidas por la ense-

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    12/3612  En comunión de vida para que el mundo crea

    ñanza del Señor y de los apóstoles, encontraban lavoluntad de Dios en el mandato, no mera recomen-dación, del amor fraterno (cf. Jn 15,12) que implicatodas las virtudes (cf. CC  10). Es el don más nece-sario y queda condensado en el famoso himno dela caridad (1 Cor  13) y, además, en otras diversasconsignas como estas esparcidas por el Nuevo Tes-tamento: “Amaos los unos a los otros con afecto

    fraterno, rivalizando en la esma recíproca” (Rom 12,10); “tened los mismos senmientos los unospara con los otros” (Rom 12,16); “acogeos los unosa los otros como Cristo os acogió” (Rom 15,7); “co-rregíos mutuamente” (Rom 15,14); “respetaos losunos a los otros” (1 Cor  11,33); “por medio de la

    caridad poneos los unos al servicio de los otros”(Gal  5,13); “confortaos mutuamente” (1 Tes 5,11);“sobrellevaos los unos a los otros con amor” (Ef4,2); “sed benévolos y misericordiosos los unospara con los otros perdonándoos mutuamente” (Ef4,32); “someteos los unos a los otros en el temorde Cristo” (Ef  5,21); “orad los unos por los otros”(Sant  5,16); “trataos los unos a los otros con humil-

    dad” (1 Pe 5,5); “estad en comunión los unos conlos otros” (1 Jn 1,7); “no nos cansemos de hacer elbien a todos, principalmente a nuestros hermanosen la fe” (Gal 6,9-10). La Palabra de Dios vuelve aconverrse en luz que ilumina, en criterio de co-munión (cf. CC  15).

    Ejercicio 4: Despedida de la Congregación

    Repasa los textos neotestamentarios anteriormente indicados.• Selecciona tres de ellos. Dedica un tiempo de oracióna rumiarlos para apropiarte de ellos y dejarles que te interpelen.En el• Anexo 3 (página 33) encontrarás la famosa DESPEDIDA DE LA CONGREGACIÓN del P. José Xifré. Lee con atencióny cariño este testamento espiritual. Subraya las tres expresiones en las que percibas una mayor carga de afectividadfraterna.Redacta a continuación tu propia• DESPEDIDA DE LA CONGREGACIÓN, tratando de recoger con realismo tus experien-cias y sentimientos más hondos de pertenencia y de agradecimiento a la Congregación.

    4) La corresponsabilidad comunitaria.

    Nuestra comunidad, como cualquier grupo hu-mano, para mantenerse unida, necesita unos obje-vos comunes, una organización y unas estructurasde autoridad. Junto a todo ello, necesita contar conpersonas legímamente designadas que sean ca-paces de conducirla de acuerdo a nuestro propioordenamiento y que no olviden que “en el gobier-no deben parcipar todos” (CC  93).

    Los inicios de la renovación de la vida comuni-taria estuvieron caracterizados por una tendenciaan-instucional, y por la búsqueda de relaciones

    personales humanas más inmediatas y auténcas,liberadas de estereopos. Hubo tal vez una cierta

    confrontación entre vida en común y comunión devida, dos aspectos, sin embargo, que no puedenser puestos en oposición entre ellos, como quedóindicado antes. Una nueva mentalidad fue con-formando el mismo eslo de gobierno, visto cadavez más no solo como instrumento para el buenordenamiento de la comunidad y la conducción desus obras, sino sobre todo como servicio de ani-mación.

    Desde entonces se han venido instaurandoprocedimientos que faciliten la parcipación de to-

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    dos en el gobierno de la comunidad como miembrosadultos y responsables. Tales instrumentos permitenque todos podamos hacer uso de la palabra y veamosrespetados nuestros inalienables derechos persona-les (cf. CC 135). El sendo más profundo de la perso-na se garanza de esta manera, mediante una mayorcorresponsabilidad, la descentralización a favor de laparcipación, la subsidiariedad, la información y eldiálogo dentro de la comunidad (cf. CC  95). La auto-ridad es entendida prioritariamente en su tarea deguía, de servicio y de animación. De una comunidadque giraba en torno a la autoridad, hemos pasado auna comunidad que pone la fraternidad en el centro,sin excluir aquella obviamente. En el Cuaderno 4 se

    abordó también esta cuesón desde la perspecvadfe la obediencia.

    En este nuevo contexto, la reunión plenaria de lacomunidad (cf. CC  110) está llamada a ser la expresióncumbre de esa dimensión. Junto con ella, se dan otrasformas de parcipación que no son una concesión alespíritu de nuestro empo, aunque en gran medidacoinciden, sino formas de expresar que todos somoscorresponsables. La corresponsabilidad no implica larenuncia a los propios dones, sino la renuncia a uli-

    zar los propios dones para el benecio individual. Pidecrear solidaridad, comunión e intercambio de pode-res y carismas.

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    2.4. La comunidad misionera como laborato-rio

    La comunidad es concebida también como labo-ratorio, entendida la expresión como aquella reali-dad en la cual se experimenta o se elabora algo. Enla comunidad clareana experimentamos y elabora-mos todo lo que hemos de comparr en la misión.Eso la convierte en lugar de entrenamiento, dondeademás de idear proyectos de misión, los vivimos.La comunidad es para la misión, no para sí misma.Este principio denidor ene profundas repercu-siones no solo en el terreno de los compromisosmisioneros, sino también en la conguración de la

    propia vida fraterna. La calidad comunitaria afectadecisivamente a la ecacia apostólica como resaltóJuan Pablo II en su Mensaje a la Plenaria de la Con-gregación de Religiosos (21 de noviembre de 1992):“¡Toda la fecundidad de la vida religiosa depende dela calidad de la vida fraterna en comunidad!”. Desdeesta perspecva, no nos puede pasar desapercibidala primera frase del número 13 de nuestras Cons-tuciones: “La colaboración en el ministerio de laPalabra pertenece al origen mismo de nuestra vida

    comunitaria”.

    1) Comunión en la misión (CC 13).

    Porque hay misión, existe la comunidad.• Evocan-do la primacía dada por Jesús al amor fraterno(cf. Jn 13, 34-35; Mt  25, 40), la vida fraterna encomunidad es nuestra primera palabra misione-ra (cf. EN 21; VFC  54; EMP 28). Pero, a su vez, lamisión no es un servicio hacia el exterior que se

    sobreañade a una comunidad ya constuida. Noes acertada aquella secuencia cronológica quedeende que lo primero es la comunidad y des-pués, la misión. Lo correcto es justo a la inversa:

    Porque hay misión, existe la comunidad. Es lamisión la que nos constuye como comunidad

    evangélica.La Palabra está en el centro:• “La colaboraciónen el ministerio de la Palabra pertenece al ori-gen mismo de nuestra vida comunitaria” (CC  13). La Palabra está en nuestra médula. Como“servidores de la Palabra” pertenecemos a ella;ella enseñorea nuestra vida. Somos comunidaden la medida en que la Palabra nos construye(cf. SP 7) Cuando la Palabra es coralmente pro-clamada, surge la comunión entre nosotros.Maneras de comparr la misión.• En la misión,que ha sido conada en primer lugar a la comu-nidad (cf. VFC  40.c), estamos todos implicados,aunque no de la misma manera. Comparmosla misión desde tres disntas maneras: unas ve-ces, el ministerio de la Palabra coloca a algunosen un equipo apostólico; en otros casos, un ser-vicio parcular puede ser encomendado a unsolo misionero. La tercera forma de parcipar enla misión es “orando y sufriendo por la Iglesia”(CC  13). Ello indica que la misión no se idenca

    Ejercicio 5: Constituciones y Directorio

    Lee en paralelo el Capítulo I de la parte primera de las Constituciones (cf. CC 10-19) y los números 36-54de nuestro Directorio que glosan ese texto constitucional. Detente solamente en resaltar las novedades que vayasencontrando y que no habías advertido antes. Anótalas en tu cuaderno personal.

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    solo con la colaboración en equipo porque tam-bién puede ser llevaba a cabo por individuos ennombre de la Congregación. Tampoco exige serrealizada necesariamente en nuestras propiasinstuciones o junto a otros clareanos. Puededarse el caso de prestar un servicio misionerode la comunidad incluso fuera del espacio con-gregacional.

    Y, además,• misión no es solo acción. No se re-duce a praxis ya que puede ser llevada a cabomediante muchas otras mediaciones. Tambiénla pasión es misión y ostenta la relevancia másdestacada y singular, porque Jesús llevó su mi-sión a consumación clavado en la cruz.

    2) Comunión en el marco social y eclesial (CC 14).

    Edicados sobre un carisma, no sobre un pro-•

    yecto humano (cf. VFC  8). Un carisma no es una

    reliquia intocable, sino una experiencia del Es-píritu, concedida a San Antonio María Claret encuanto fundador, y a cada uno de nosotros encuanto connuadores de su obra para ser “vi-vida, custodiada, profundizada y desarrolladaconstantemente en sintonía con el Cuerpo deCristo en crecimiento perenne” (MR 11). Nues-tras comunidades han surgido de esta expe-riencia carismáca.Nuestra primera y principal pertenencia.• Es tan

    fuerte ese vínculo carismáco que “la primera

    y principal pertenencia [del clareano] ha deser su profunda comunión con los hermanos,llamados y enviados como él a ser tesgos yproclamadores de la Buena Nueva” (MCH 133).“Primera”, “principal”, “profunda” son térmi-nos bien claros que no admiten rebajas ni dis-pensas (cf. HAC  16). Entrañan un inerario for-mavo de conocimiento, idencación, afectoy adhesión al “nosotros congregacional”.Fisonomía y rasgos peculiares de la comuni -•

    dad. Nuestra fraternidad no es intercambiablecon otro po de comunidad ni se la puede con-fundir con cualquier agrupación. Pero sí admitetraducciones y adaptaciones según los diversoscontextos socioculturales, con tal de que no sepierda ni deteriore su idendad carismáca.Relación con la Iglesia y el mundo.• El Espíritule lleva a la “relación” y le hace vencer la ten-tación de replegarse en sus propios proyectos.Empaza con la Iglesia y con el mundo, con sus

    personas y grupos, con sus sufrimientos y des-conciertos; y también con sus gozos, logros yesperanzas. Vive en la correlación, en la circu-laridad, en el intercambio de dones.Inserción en un contexto sociocultural.• Es im-

    portante -y mucho- la apertura de cada comu-nidad a su entorno y cultura, el culvo de unamirada amplia, la preocupación por los pro-blemas de su contexto y la colaboración “conotros” en proyectos que rebasan nuestro lími-tes. Asimismo, está llamada a ser un elemento

    elocuente de la contracultura del Evangelio, salde la erra y luz del mundo.

     Justo equilibrio entre vida comunitaria y tarea•

    apostólica.  Posiblemente es uno de nuestrosretos más diciles. No debemos contraponernunca las dos dimensiones. Pero no es fácil,sin embargo, armonizarlas. Esta es una de lasfecundas tensiones que debemos discernir jun-tos. En nosotros deben crecer al mismo empoel “discípulo”, que vive con Jesús y con el grupo

    de los que le siguen, y el “apóstol”, que debeparcipar en la misión del Señor (cf. VFC  59.c).Fraternidad como signo• (cf. VFC  54-57). El ser-vicio de la Palabra no se reduce exclusivamentea transmir contenidos doctrinales. Está llama-

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    2.5. La comunidad misionera como taller-fra- gua

    Además de orarla, pensarla, proyectarla a la mi-sión, hay que fabricar la fraternidad, hay que “for-

     jarla”. Eso es precisamente lo que se hace en untaller-fragua, que es el espacio de la artesanía de lacomunidad, la comunión en construcción, el “lugardonde llegamos a ser hermanos”.

    Pero, ¿quiénes son los artesanos –y, a su vez,beneciarios– de la comunidad? ¿Quiénes la cons-truyen? Porque se trata de ser constructores, nosólo consumidores de la comunidad (cf. VFC   27).Nuestras Constuciones disnguen cuatro grupos

    de personas que la componen: los próximos, aque-llos con quienes de hecho convivimos en la comu-nidad local (cf. CC  16); los diversos, de los que nosdisngue la edad, raza, cultura, u otros factores (cf.CC   17); los privilegiados  en el amor fraterno, queson nuestros enfermos y ancianos, los más débilesde la fraternidad (cf. CC  18), descritos en el número68 del documento de la CIVCSVA Congregavit nos inunum, que te invitamos a leer y, nalmente, nues-tros difuntos cuya parda para la casa del Padre es

    un momento auténcamente decisivo en la vida co-munitaria (cf. CC 19).Conseguir que una comunidad sea y funcione

    como un verdadero taller no es tarea fácil ni rápi-

    da. No hay que apresurarse en buscar la unidad.Requiere un trabajo artesanal de forja para que sus

    miembros alcancen la mayor madurez humana y es-piritual (cf. VFC  36), abran su corazón al don de Diosy consigan erigir comunidades “llenas de gozo y delEspíritu Santo” (Hch 13,52). Esa tarea se lleva a cabomediante oportunas ayudas pedagógicas (“marlla-zos” en lenguaje de Fragua) que modelen su con-nua renovación hasta converrse en Schola Amoris (cf. VFC  38). Reseñamos aquí las más importantesde tales ayudas:

    1) La claridad de las dinámicas comunitariasEl pecado original contamina también las rela-

    ciones comunitarias. En efecto, misteriosas y per-sistentes fuerzas negavas tratan de dividirnos,

    Ejercicio 6: El contexto amplio de la comunidad claretiana

    Dedica un tiempo a repasar el esquema de la Comunidad Claretiana, elaborado por el P. Aquilino Bocos, queencuentras en el Anexo 1 (página 32), donde se recogen, en una sugestiva síntesis, todos los elementos que confor-man nuestra vida comunitaria. Pregúntate al repasarla:

    ¿Qué elementos te parecen•

    más fundamentales?¿• Falta algún aspecto importante de nuestra vida y misión? Si es así, ¿dónde lo colocarías?

    do a irradiar por su eslo apostólico de vida. Lacomunión fraterna contribuye directamente a laevangelización. El signo por excelencia, dejadopor el Señor, es el de la fraternidad auténca:“En esto conocerán todos que sois mis discípu-los, en que os amáis los unos a los otros” ( Jn 13,35).En vasijas de barro• . En ningún sio está escrito

    que la comunidad deba ser perfecta. La perfec-ción, sencillamente, no existe. Sí debe ser cohe-

    rente e íntegra. La integridad y coherencia noexigen el no cometer nunca errores, sino el nopermanecer en ellos. Por eso, una comunidadda tesmonio cuando muestra una forma evan-gélica de relacionarse con lo mejor de sí misma(sin pavonearse) y con lo peor de sí misma (sinnegarlo ni autodespreciarse). Dios no ha necesi-tado eliminar en su comunidad las debilidades,

    porque su poder se maniesta precisamente enla fragilidad humana (cf. 1 Cor  2,5).

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    alejándonos del ideal comunitario y mermando lacalidad de nuestra vida fraterna. Sus consecuen-cias las sufrimos todos y todos hemos de combary prevenir sus perversas maniobras.

    Una de las formas más inmediatas de prote-

    ger la cohesión fraterna es contar con una regla

    o programación de la comunidad local.  Ella no

    solo dene los instrumentos de la comunión, sinotambién trata de frenar las desviaciones egoístas eindividualistas que pujan por disgregar la comuni-dad. El Evangelio sigue siendo sin duda la regla su-prema, la única norma de vida. Sin embargo, con elnacimiento de la comunidad real, se vio enseguidala necesidad de establecer normas y práccas quela deendesen. Ellas traducen a la praxis los princi-pios evangélicos de la fraternidad. Desde ese pre-supuesto, cada comunidad elabora su reglamen-tación interna, su proyecto comunitario, donde sedeterminan y organizan todos los diversos aspectosde su vida y misión (cf. Dir 150). Curiosamente, senos pide incluir entre ellos el uso de los medios de

    comunicación (cf. CC  57).No se trata de volver al legalismo, pero mu-

    chas deciencias se evitarían si nuestras progra-maciones comunitarias fueran asumidas más res-ponsablemente y exisera una evaluación regularpara evaluar y mejorar los niveles de convivenciaalcanzados. Esto vale también para la economía, laliturgia, el mantenimiento de la casa, la animaciónde las reuniones comunitarias, la programación y laevaluación de la acvidad apostólica... Para todo.

    Hemos de darnos, libremente, ciertas normas(cf. CC  12), y también estar dispuestos a cambiarlasy adaptarlas con gran exibilidad de acuerdo conlas nuevas exigencias que las circunstancias impo-

    nen y los nuevos rostros que la comunidad asume.Sólo así las dinámicas de comunión no quedaránimpedidas por descuidos, olvidos, inercias, u otrosobstáculos de peor cualicación.

    2) El esmero en la comunicación

    La comunicación es uno de los factores impres-cindibles que construyen la vida fraterna. Vivir en

    comunidad requiere conocerse y no es posible elconocimiento personal sin comunicación (cf. VFC  29). La comunicación implica llegar hasta el otro;llegar hasta lo mejor del otro. Y tener algo propioque dar o que decir cuando se llega hasta ahí. Es-trecha relaciones, alimenta el espíritu de familia,fomenta la parcipación, sensibiliza ante los pro-blemas comunes y une en torno a la misión común.Cuando uno se relaciona, se relaviza lo propio. Sinuna comunicación uida y sincera, una comunidad

    no avanza ni humana ni espiritualmente.Pero la verdadera comunicación es dicil yentraña siempre riesgos. Es un ejercicio de auten-cidad que exige conocernos y darnos a conocertal como somos para podernos aceptar y ser acep-tados. Implica apertura, reconocimiento y acogidaincondicional del otro.

    Si la comunicación no existe o es pobre la fra-ternidad se debilita, el hermano pasa a ser un des-conocido y extraño, el anonimato invade las rela-ciones y, como consecuencia, se crean lamentables

    situaciones de aislamiento y de soledad.El medio más importante para evitarlas, aun-

    que no es el único, es el diálogo. Reconocido comoel nuevo nombre de la comunión, no se reduce aun intercambio de palabras o a una confrontaciónde ideas. Es, sobre todo, presencia y encuentro,parcipación y búsqueda, ofrecimiento de sí y aco-gida del otro, darse a conocer y escucharse. Paraser sasfactorio, el diálogo exige cuatro condicio-nes: claridad, afabilidad, conanza y prudencia (cf.

    Ecclesiam suam 31).La experiencia recomienda algunas práccas

    oportunas que sirven para proteger y esmular elnivel de comunicación comunitaria. Indiquemos al-gunas de las que no admiten discusión y enen porello carácter vinculante:

    Parcipar en los encuentros de programación,•evaluación y vida fraterna, especialmentecuando por razones apostólicas vivan dispersos

    (cf. PTV  71.2).Culvar las cualidades imprescindibles en toda•buena relación humana: educación, amabili-dad, sinceridad, escucha, control de sí, delica-

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    La proximidad del mal.• Convivimos no conamigos que elegimos, sino con hermanos queacogemos. Advirtamos que, aunque parezcaextraño, ¡nuestros problemas se originan conquienes más cerca están de nosotros! A quienesdebemos pedir perdón y perdonar no es a losdistantes, sino a los cercanos y próximos. Solosi aprendemos a pedir perdón y a perdonar, los

    conictos surgidos en el inevitable roce huma-no podrán converrse en ocasión de crecimien-to. Jesús nos pedía amar al prójimo, al próximo.Pero también que amáramos al enemigo. Resul-ta que el enemigo normalmente… ¡es el próji-mo!, esa persona cercana que supuestamentenos ha ofendido. El paisaje de la comunidad,que debería ser armónico, a veces se convierteen territorio de desamor.Lo que no es perdonar.• Y, con frecuencia, nos

    asalta el pensamiento de que perdonar es injus-to. Creemos, a veces, que la juscia pide y exige,ante todo, el distanciamiento de quien nos haofendido. Después, imponerle un cierto casgo,aunque sea el silencio o un aparente desprecio.Y solo cuando todo se haya apaciguado y no noscueste demasiado, tal vez, como gesto de mag-nanimidad, perdonar. Pero, ¿es eso perdonar?¿A eso se reere Jesús cuando nos pide que per-

    donemos de corazón a nuestro hermano, y nouna sola vez, ni siete, sino setenta veces siete?No. Perdonar es mucho más que un gesto be-nevolente cuando, pasado el empo, la ofensaafecta menos. Perdonar es mucho más que unacomprensión ofrecida con aire de superioridad.Perdonar es mucho más que volver el rostro ha-cia otro lado. Perdonar no es simplemente igno-

    rar el mal ni olvidarlo. Ni dejar que el empo locure, haciéndolo prescribir. Perdonar tampocoes juscar ni indultar. Ni siquiera se debe con-fundir con la superación psicológica de los efec-tos negavos causados por una ofensa. Muchomenos es la indiferencia del insensible.Entonces, ¿qué es perdonar? • Perdonar, segúnel modo de Jesús en el momento sublime dela cruz, es olvidarse de sí mismo y ser capaz deempazar con el otro. Quien consigue hacer ese

    viaje hasta el interior del ofensor, termina vién-dolo de otra manera y lo recrea con una mira-da posiva de misericordia. Los conictos entrepersonas son un espacio providencial para re-encontrarse y amar de una manera nueva. Noson espacios para instalar tribunales y hacer jus-cia. Perdonar de esta forma es tener “espíritugeneroso” (CC 16) y no es cuesón de voluntad.Perdona no quien quiere, sino a quien le ha sidodado. Ante la ofensa surge espontáneamente lavenganza. Pero quien se siente envuelto en la

    Misericordia entrañable, hace del amor su armamás poderosa. En lugar de maldecir, bendice;en lugar de vengarse, suplica. Sí, es verdad. Elperdón es un super-don que el Espíritu Santonos regala para que también nosotros lo rega-lemos.

    4) El riesgo de la corrección fraterna

    Es otro instrumento evangélico de acvación co-

    munitaria (cf. Mt  18,15) recomendado en nuestrasConstuciones (cf. CC   54-55). La corrección frater-na nunca debe idencarse con un ajuste de cuen-tas. Tampoco es un memorial de agravios, ni unaindagación acerca de los porqués de una colisión omalentendido, ni un desahogo, ni una exigencia deque el otro sea perfecto según mi criterio. Lejos detodo ello, la corrección fraterna es un acto de acogi-da cordial y responsable de la debilidad del otro, ungesto valiente de amor en la verdad. “Los conictos

    no se vencen por la mera fuerza, sino conviren-do los corazones al bien y a la verdad” (Benedicto XVI). Destaquemos algunas reglas de la correcciónfraterna, que moven a redimirla de su frecuentepostergación y desuso.

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    Ejercicio 7: Foto de la comunidad

    Como recapitulación de este apartado del cuaderno te sugerimos el ejercicio siguiente:

    1. Ante una foto de los miembros actuales de tu comunidad y en clima de oración, respóndete:¿Te sientes responsable del crecimiento de tus hermanos? ¿Les ayudas con la verdad y con el amor? ¿Por qué?•¿Te dejas interpelar y corregir por los hermanos? ¿Se sienten ellos cómodos a la hora de corregirte? ¿En qué lo•notas? ¿Cómo mejorar esa relación educativa?¿Perdonas? ¿Pides perdón? ¿Hay algún hermano con quien debes resolver algún problema que os divida y en-•frente?

    2. Ante el proyecto comunitario. Léelo detenidamente, con cariño… Pregúntate acerca de tu disposición funda-mental ante sus sugerencias. Renueva tu deseo de colaborar en la construcción de tu comunidad siendo, al menos,el a las decisiones comunes.

    ¿Cuándo hay que corregir? • Nunca bajo el efectode senmientos negavos de cólera, impacien-cia, resenmiento, tristeza, etc. Siempre en cli-ma de oración, con mansa fortaleza y sin prisas,dando empo al empo. Se deben evitar losprejuicios y aprovechar un momento oportunode serenidad de quien corrige y de quien recibi-rá la amonestación.

    ¿Cómo hay que corregir? Siempre “a la cara”•(Prov  10,10) y “en privado” (CC   55); jamás enpúblico, por detrás ni con anónimos, “con man-sedumbre y humildad, acordándose de la fragili-dad propia” (CC  55) y evitando todo lo que pue-da ser hiriente en el lenguaje y en el tono; “conamor” (2 Tes 3,15), “excusando la intención auncuando no se pueda juscar la obra” (CC 16),reconociendo lo que de bueno hay siempre enla otra persona, tácca clareana de los cara-

    coles (cf.  Aut  290) y encomendando el asuntoa Dios.¿De qué hay que corregir? • Solo de cuesonesimportantes: “Si se desvía del recto camino y co-mete defectos que pueden ser verdaderamenteperjudiciales para él o para otros” (CC   55). Lacorrección no debe, pues, ser excesivamentefrecuente ni jarse en minucias. Evita tanto lasdescalicaciones globales como el corregir devarias cosas a la vez. Se amonesta de hechosconcretos, no de impresiones; ni siquiera de

    aquellos defectos que el otro es incapaz de evi-tar. La corrección es fraterna también si muestraalternavas.¿Cómo recibirla? • : “Con acción de gracias y conínmo reconocimiento” (CC 54). Debe ser aco-gida sin ponerse a la defensiva. Si no se está deacuerdo con los hechos atribuidos o con su va-

    loración, entonces hay que preguntar para aclarar.A veces, conviene consultar a una tercera personaconocedora de la situación e imparcial. Después,tras una prudente deliberación, se toma la oportu-na decisión pidiendo a Dios humildad y fortaleza, ya los hermanos su benevolencia y ayuda.

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    3. Sugerencias para el encuentro comunitario

    El tema de la asamblea comunitaria que se pro-pone, en el marco de La Fragua en la Vida Co-diana, es: “Recuerdos vitalizadores de nuestra vidafraterna en comunidad”.

    Orden de la reunión

    Conviene prepararlo anunciando lo que se va a

    hacer y disponer el lugar de la reunión y sus ense-

    res de la forma que mejor ayude a la comunicación

     fraterna y al ambiente distendido.

    1. Saludo por parte de quien preside o conducela reunión.

    2. Breve oración a parr de Hechos 2,42-47:Eran asiduos en escuchar la enseñanza de los

    apóstoles, en la solidaridad, en la fracción del pan

    y en las oraciones. Ante los prodigios y señales que

    hacían los apóstoles, un sendo de reverencia se

    apoderó de todos. Los creyentes estaban todos

    unidos y poseían todo en común. Vendían bienes

    y posesiones y las reparan según la necesidad de

    cada uno. A diario acudían elmente y unánimes

    al templo; en sus casas paran el pan, comparan

    la comida con alegría y sencillez sincera. Alababana Dios y todo el mundo los esmaba. El Señor iba

    incorporando a la comunidad a cuantos se iban sal -

    vando.

    3. Movación-ambientación

    4. Temas de conversación:

    Los puntos que se proponen para dialogar giranen torno a los ejes de la vida comunitaria, tal comoestán contemplados en los sumarios de los Hechos

    de los Apóstoles. Se trata de narrar historias o ex-periencias vividas personalmente, aunque seanmuy sencillas. Su valor está en el signicado queles dimos y en el enriquecimiento que suponen de

    nuestro patrimonio espiritual. No se trata ahora derealizar un análisis de cómo estamos, sino de traera la conversación recuerdos personales en un co-loquio que pretende la escucha mutua y comparrnuestra historia común.

    Vivencia de la fraternidad• (Koinonia): Se invitaa recordar a otros clareanos con quienes he-mos convivido o conocido y han sido relevan-tes por su capacidad de crear comunidad y fa-vorecer nuestras relaciones fraternas. Tambiénpuede ser materia de conversación el recordaresos momentos gratos y felices vividos en laCongregación.

    Oración en común y celebraciones sacramen-•tales (Leitourgia). En este momento traemos ala memoria algunas experiencias religiosas in-tensas vividas en la comunidad (en ejerciciosespirituales, acciones apostólicas, celebracio-nes concretas, en empos formavos,…).

    Servicios comunitarios ad intra y ad extra•

    (Diakonia): Hay muchas anécdotas apostólicasque al recordarlas y comentarlas nos convier-

    ten en beneciarios de las mismas. Son expe-riencia apostólicas o de servicio comunitariaque nos han marcado posivamente.

    Formación permanente• (Didaskalia): Esta di-mensión tan importante nos puede servir pararecordar a los grandes profesores que nos for-maron, o a aquellos hermanos “sabios” cuyaciencia o sensatez nos ha enriquecido, o a librosmuy interesantes que nos han beneciado.

    5. Reexiones conclusivas

    6. Oración nal de acción de gracias

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    Lunes 5 de agosto de 2013

    Num 11,4b-15•Sal 80•Mt 14,13-21•

    ¿Cómo se iban imaginar los discípulos que con sólo cinco panes y dos peces la multitud tendríamás que suciente para comer? Siguiendo la lógica humana, lo que convenía era despedir a lamultitud para que fueran a buscar comida en los pueblos. Pero Jesús les enseñó una leccióninolvidable: cuando se comparte lo que se tiene, Dios se encarga de que alcance. Por muy des-comunal que sea el sufrimiento del mundo, siempre podemos aportar algo para aliviarlo, y Diosse encargará del resto.

    Martes 6 de agosto de 2013. Fiesta de la Transfguración del SeñorDan 7,9-10.13-14•Sal 96•2 Pe 1,16-19•Lc 9,28b-36•

    Ante la gloria de Dios el hombre se siente pobre y vacío, reconoce que nada es. Pero la respues-ta de Dios ante la miseria humana ha sido compartirla para así revestirnos de su propia gloria.Así, el hombre creado a imagen y semejanza de Dios se convierte en la gloria de Dios aquí en latierra. La Transguración de Jesús ante Pedro Santiago y Juan es una revelación de lo que es-pera a los que no se desdicen de su verdadero ser: imagen y semejanza de Dios. Al permitir queestos tres apóstoles fueran testigos oculares de su gloria, Jesús ha querido permitirnos divisarborrosamente aquello que ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado ni ninguna mente haconcebido: aquello que seremos los que escuchamos al Hijo predilecto de Dios.

    Miércoles 7 de agosto de 2013

    Nm 13,2-3a.26-14-•,1.26-30.34-35Sal 105•Mt 15,21-28•

    ¡Qué respuesta más dura la de Jesús a la pobre mujer! ¿Quién no se ha sentido a veces defrauda-do después de una larga petición a Dios por una necesidad determinada? La mujer cananea nosenseña lo que puede lograr una fe perseverante. En ella hay humildad, mansedumbre; hay unarrodillarse ante el Señor y una súplica. Hemos de saber que la fe verdadera no se apoya en losfavores recibidos de Dios, sino en la persona de Jesús. Por eso, hay que perseverar en la oraciónaun cuando no obtenemos respuesta ninguna. Pues, una fe madura no se escandaliza ante elsilencio de Dios.

    La pregunta de Jesús en el Evangelio tiene dos niveles. El primero es impersonal: “¿Quién dicela gente que es el Hijo del hombre?”. Aquí cualquiera puede responder; no hace falta un conoci-miento personal de Jesús para responderle. Basta con que se haya leído un libro de Cristología oque se haya visto una película sobre Jesús para saber lo que la gente opina de él. Se trata de dar

    una respuesta aprendida, escuchada. Como es de esperar, los discípulos repitieron como papa-

    gayos lo que habían oído. Pero Jesús no quería medir su índice de popularidad con la gente ypor eso baja al nivel personal. “Y vosotros: ¿quién decís que soy yo?”. Ahora hace una preguntaque sólo se puede hacer a un amigo en quien se confía. Una pregunta que exige un conocimien-to personal de Jesús. Ya no vale lo que dicen los demás. ¿Quién soy yo para ti? ¿Me conoces?

    Jueves 8 de agosto de 2013. Memoria de santo Domingo de Guzmán, presbítero

    Nm 20,1-13•Sal 94•Mt 16,13-23•

    Viernes 9 de agosto de 2013. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, virgen y mártir. Patrona de Europa

    Nah 1, 15;2,2; 3,1-•3.6-7Dt 32•Mt 16,24-28•

    El Evangelio de Cristo y su anuncio de felicidad pasa por la cruz, la cruz de Cristo. Sin embargo, lainvitación de Cristo a cargar con la cruz no signica centrar nuestro seguimiento en el sufrimien-to, sino impedir que el sufrimiento nos aparte del Él. Hay que evitar las “cruces” innecesariasque a veces nos imponemos. Y sobre todo no hay que ser una cruz para el hermano. Sepamosdistinguir entre la cruz de Cristo y las “cruces” inútiles y dañinas generadas por nuestros propios

    pecados o nuestro estilo poco correcto de vivir. La invitación a cargar con nuestra cruz en posde Cristo implica eliminar estos sufrimientos inútiles si queremos seguir los pasos de Jesús.

    Sábado 10 de agosto de 2013. Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir

    Dt 6, 4-13•Sal 17•Mt 17, 14-19•

    Nada es imposible para el que tiene fe porque ve la realidad con los ojos de Cristo. La fe generaen nosotros paz interior, una paz que surge de la conciencia de que aquel que es poder y amorinnito tiene todo en sus manos misericordiosas, y que es Él quien lo lleva todo hacia el objetivonal, con su inmensa sabiduría y amor. La fe nos da un sentimiento de seguridad y de paz, y elconvencimiento de que el amor de Dios siempre nos abraza. Con este convencimiento, el hom-bre de fe sigue adelante en situaciones humanamente imposibles.

    Domingo 11 de agosto de 2013. XIX domingo del Tiempo Ordinario

    Sab 18,6-9•Sal 32•Heb 11, 1-2.8-19•Lc 12, 32-48•

    Estar siempre preparado y vigilante es la actitud del seguidor de Cristo porque no sabemos niel día ni la hora. El Señor puede tocar a nuestra puerta a la hora que menos esperamos; perosi estamos preparados, no hay nada que temer. No hemos de andar preocupados por la hora,sino ocupados en las cosas del Señor, así nos encontrará dignos e irreprochables cuando lleguenuestra hora.

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    24/3624  En comunión de vida para que el mundo crea

    Lunes 12 de agosto de 2013

    Dt 10,12-22•Sal 147•Mt 17,21-26•

    Pagar los impuestos es una forma de contribuir al bien común de un país. Desde lue-go, nuestra vocación religiosa no nos exime de nuestras responsabilidades ciudada-nas. Sin embargo, más allá de los impuestos, hay muchas otras maneras de aportaral bien común de la sociedad, como puede ser luchar por la justicia, sembrar semillasdel amor, etc.

    Martes 13 de agosto de 2013. Memoria de los Beatos Mártires de Barbastro (Cal CMF 263,270)

    Dt 31, 1-8•Dt 32,3-4a.7-9.12•Mt 18,1-5.10.12-14•

    Jesús lo ha dejado claro. El que se enaltece será humillado; en cambio, el que se hu-milla será enaltecido. Es que Dios tiene otros criterios que no son como los nuestros.Sólo los humildes son grandes a los ojos de Dios y por eso, serán grandes en el Reinode los cielos. Esta enseñanza de Cristo choca con el orden falso de la sabiduría delmundo. La lógica de Jesús – “hacerse como un niño para ser grande”- no obedecenuestra lógica y choca con la mentalidad mundana, pone en crisis a esta cultura mun-dial dominada por la lucha por el poder y el prestigio.

    Miércoles 14 de agosto de 2013. San Maximiliano Kolbe, mártir. H. Saperas y otros (Cal CMF, 271-282)

    Dt 34, 1-12•

    Sal 65•

    Mt 18, 15-20•

    El perdón es reejo de la misericordia divina. Perdonar es compartir con el otro lagracia del perdón que hemos recibido de Dios. Igual que Dios nos perdona, debemoshacer lo mismo con los demás. El perdón es divino, pero también humano. Así hayque evitar dos errores: reducir el perdón a un comportamiento pura y simplementehumano o considerarlo un acto exclusivo de Dios. El perdón es el amor en su pura gra-tuidad. El perdón es un arma poderosa contra el mal. Sólo si soy capaz de perdonar alas personas que me han herido puede fundirse el bloque de hielo de mis sentimien-tos de odio, y entonces puedo transformar un pedacito del mal en bien. Sin perdón,el mal se multiplica rápidamente como un tumor canceroso.

    Celebrar esta esta de la Asunción es celebrar la dicha de María: Dichosa tu, por habercreído. Esta expresión de Isabel dirigida a María nos muestra la bendición que reciben

    los que creen. Es dichoso y feliz el que realiza el designio de Dios. La fe desnuda eincondicionada que nos lleva abandonarnos con toda conanza en Dios hace que sea-mos dichosos. María, dichosa por haber creído, es gura antropológica de la vocaciónhumana a la felicidad.

    Jueves 15 de agosto de 2013. Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

    Ap 11,19a; 12, 1.3-6a.10•Sal 44•

    I Cor 15, 20-27a•

    Lc 1, 39-56•

    Viernes 16 de agosto de 2013

    Jos 24, 1-13•Is 12,2-3.4bcd-6•Mt 19, 3-12•

    Nosotros los Claretianos hemos acogido el don de la castidad por el reino de los cielosa imitación de Cristo. Nuestras Constituciones nos recuerdan que abrazamos la casti-dad como don para consagrarnos de todo corazón a las cosas del Padre. La castidadque nosotros profesamos favorece una nueva comunión fraterna en Cristo y constru-ye una comunidad que no se funda ni en la carne ni en la sangre, sino en la voluntadde Dios.

    Sábado 17 de agosto de 2013. H. Pedro Marcer (Cal CMF 283-288)

    Jos 24,24-29•Sal 15•Mt 19,13-15•

    Los discípulos en el Evangelio intentaban impedir a que los niños se acercaron a Jesúspara que no molestaran al Maestro. Jesús les dice: “Dejad que los niños se acercana mí”. Hay muchas maneras de impedir que los niños se acerquen a Cristo. Nuestrosgestos, palabras, actitudes, etc., pueden también impedir a que los niños se acerquena Cristo. En otro sitio ya nos ha avisado Jesús con palabras durísimas: “Si alguienescandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que leataran al cuello una piedra de molino y lo hundieran en el fondo del mar” (Mt 18, 6).

    Domingo 18 de agosto de 2013. XX domingo del Tiempo Ordinario. Schweiger (289-294)

    Jer 38,4-6.8-10•

    Sal 39•Heb 12,1-4•Lc 12, 49-53•

    El mensaje que nos ha traído Jesús es una Buena Noticia para los que lo aceptan. Hayquienes viven esta Buena Noticia como una amenaza; por eso, en algunos lugaresy situaciones, el mensaje de Jesús es rechazado violentamente. Y los hay que, poracoger la Buena Noticia de Jesús se ven discriminados, violentados en sus derechosy hasta rechazados por los suyos. En estos casos vemos el cumplimiento literal delEvangelio de hoy.

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    25/36La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 25

    Lunes 19 de agosto de 2013

    Jue 2,11-19•Sal 105•Mt 19,16-22•

    Como religiosos podemos pensar que el evangelio de hoy es una constatación de loque ya hemos hecho: venderlo todo para ir con el Maestro. O lo que es lo mismo, de-jarlo todo para responder a nuestra vocación misionera. Sin embargo, una reexiónhonesta y sincera nos descubrirá que a pesar de nuestro sí a la llamada de Jesús, aúnnos queda mucho por desprender para ser totalmente libres en nuestro seguimientodel Maestro. Quizá ya no se trate del dinero o de cosas materiales, quizá sí. Posible-mente sean algunos hábitos, actitudes etc., lo que entibia nuestro seguimiento de

    Cristo. Sea cual fuera el caso, hoy Jesús nos recuerda: Si quieres llegar hasta el nal,despréndete de las ataduras y vente conmigo.

    Martes 20 de agosto de 2013. Memoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia

    Jue 6, 11-24a•Sal 84•Mt 19,23-30•

    Si Jesús nos llama a desprendernos de todo para seguirle, no signica que las riquezassean malas o que haya que cortar el vínculo familiar como condición para seguir a Cris-to. Lo que pasa es que Cristo no quiere un seguimiento a medias, un seguimiento tibio.Cuando uno dice sí a Cristo, Él debe convertirse en el único absoluto de la vida; todo lodemás visto desde Cristo queda relativizado. Y es que “nadie que pone su mano en elarado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios”.

    Miércoles 21 de agosto de 2013. Memoria de san Pío X, papa

    Ez 34,1-11•Sal 22•Mt 20,1-16a•

    Vivimos en un mundo jerarquizado: hay pobres y ricos, primer mundo y último mun-do. Hay rangos de orden social y religioso: los que presiden y los que sencillamenteparticipan. Pero es que Dios tiene otros criterios y según esos criterios muchos de losque hoy están arriba, estarán abajo. La justicia de Dios sobrepasa nuestra justicia.

    El Reino de los cielos no es el privilegio de unos cuantos, es un regalo que Dios haceal mundo. Sin embargo, ha de ser acogido adecuadamente. Esta acogida le incumbea cada uno personalmente. Objetivamente, Dios ha ofrecido a todos la posibilidad deentrar en su Reino, pero subjetivamente tenemos que hacer realidad lo que es sólouna posibilidad. Lo mínimo que podemos hacer es “vestirnos” adecuadamente. Lomás difícil ya lo ha hecho Dios en su Hijo Jesús.

    Jueves 22 de agosto de 2013. Memoria de Santa María Virgen, Reina

    Jue 11,29-39a•Sal 39•Mt 22,1-14•

    Viernes 23 de agosto de 2013. Santa Rosa de Lima (Cal CMF, 295-299)

    Rut 1,1.3-6.14b-16.22•Sal 145•Mt 22,34-40•

    Probablemente no haya otra palabra de la que se use y abuse tanto como la pala-bra amor. A veces se utiliza esta palabra como mera fórmula vacía. El amor es unacualidad divina; sólo desde el amor de Dios podemos amar de veras a los demás. Elque ama de verdad se convierte en un canal para que el amor divino alcance a losdemás.

    Sábado 24 de agosto de 2013. Fiesta de san Bartolomé, apóstol (Cal CMF 301-304)

    Ap 21,9b-14•Sal 144•Jn 1,45-51•

    “Hemos encontrado al que describen Moisés en la ley y los profetas”, dice Felipe. Elencuentro es el primer peldaño en el seguimiento de Cristo. Para seguir a Cristo, pri-mero hay que encontrarse con Él. Previo al seguimiento hay un momento decisivo omomentos decisivos que nos posibilitan el seguimiento. Sólo se sigue a alguien cono-cido, a un desconocido no se le sigue. Pero para seguir a alguien hay que conocerle,y para conocer alguien hay que encontrarse con él primero. La vida cristiana es unencuentro con Cristo.

    Domingo 25 de agosto de 2013. XXI domingo del Tiempo Ordinario (Cal CMF 305-310)

    Is 66,18-21•Sal 116•Heb 12,5-7.11-13•Lc 13,22-30•

    Este Evangelio es una verdadera llamada de atención: se puede beber y comer con elSeñor sin tener ninguna relación personal con Él. La salvación no es una prerrogativade nadie; la salvación es fruto de haber escuchado al Señor responsablemente y dehaber vivido lo escuchado. La apelación a las prácticas religiosas no servirá de nada sino va acompañada de la prueba verdaderamente decisiva en el juicio: del amor a losdemás, sobre todo a los necesitados.

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    27/36La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 27

    Lunes 2 septiembre de 2013

    1 Tes 4,13-18•Sal 95•Lc 4,16-30•

    Jesús es el cumplimiento de las promesas de Dios. Jesús mismo es la Buena Noticia de Dios Padre.El pueblo humilde y sencillo se admiraba de las palabras de gracia que salía de la boca de Jesús. Loque les llamaba la atención es que les hablaba de Dios de una manera muy cercana; tan cercana quehasta la gente más humilde lo podía entender. Jesús estaba acercando la Buena Noticia del evangelioa la gente más sencilla, a los más pobres y ellos lo acogían con alegría. Los que se creían expertos yentendidos de la ley no aceptaron a Jesús. La humildad nos hace dóciles a la palabra de Dios.

    Martes 3 septiembre de 2013. Memoria de san Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia

    1 Tes 5,1-6.9-11•Sal 26•Lc 4,31-37•

    El pueblo admira a Jesús por que habla con autoridad. Es decir, sus palabras eran palabras ecaces;eran palabras llenas de vida. Pero es más, lo que decía Jesús se cumplía: Dios actuaba a través de suspalabras. Las palabras de Jesús no eran palabras vacías. Él no pretendía impresionar a sus oyentes congrandes discursos, sino transmitirles a través de sus palabras y acciones la presencia liberadora deDios. Por estas mismas palabras, Jesús curaba a los enfermos y liberaba a los endemoniados.

    Miércoles 4 Septiembre de 2013

    Col 1,1-8•Sal 51•Lc 4, 38-44•

    Jesús se encuentra ya en el momento cumbre de su ministerio público. Le vemos predicar en la Sina-goga, curar a los enfermos, etc. Hoy cura a la suegra de Pedro de su ebre. Lógicamente, la bondadde Jesús suscita admiración en la gente; le quieren retener, quieren que se quede con ellos, le honran,Jesús se hace famoso. Pero Él no se distrae de su misión. Él no deja que la fama o el éxito personaltrunquen el plan del Padre. Jesús nos deja un ejemplo a nosotros los misioneros: También a las demásciudades tengo que llevarles la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo que le apremia es el deseo de irallí donde se le necesite y no de buscar su propia satisfacción. En denitiva, Jesús nos ha dejado en elEvangelio de hoy un ejemplo de disponibilidad

    Jueves 5 septiembre de 2013. P. Mateo Casals y compañeros, mártires (Cal CMF 321-327)

    Col 1,9-14•Sal 97•

    Lc 5,1-11•

    “Maestro hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada, pero por tu palabra echaré lasredes”. Estas eran las palabras de Pedro, un hombre que ha pasado toda noche faenando sin conse-

    guir nada, pero que ha sabido prestar oído a la palabra del Señor. La palabra del Señor escuchada yvivida cambia nuestra vida positivamente, porque da sentido a nuestros esfuerzos y labores. No hayque desanimarse cuando las cosas no nos salen a la primera o después de intentarlo muchas veces.Hay que remar mar adentro sin desalentarse, pero sobre todo, hay que prestar atención para poderescuchar lo que nos pide la palabra de Dios. Ojala como Pedro actuemos sólo por y desde la palabradel Señor.

    Viernes 6 septiembre de 2013

    Col 1,15-20•Sal 99•Lc 5, 33-39•

    Hay cosas que no funcionan juntas: ¡Vino nuevo odres nuevos! Sencillamente hay estilos de vida queno van con la fe cristiana. Hay estilos de vida que son incompatibles con nuestra vida claretiana. Porel bautismo somos creaturas nuevas lo viejo ya pasó. Nuestra vocación claretiana nos invita a inten-

    sicar la vivencia de esta vida nueva en Cristo. Vivir la vida nueva en Cristo excluye otras “vidas” querepresentan al hombre viejo.

    Sábado 7 septiembre de 2013

    Col 1,21-23•Sal 53•Lc 6, 1-5•

    Jesús nos invita a una reexión confrontando dos maneras muy distintas de entender la moral: laobservancia ritualista de la ley y la vivencia evangélica de la ley. A los fariseos de entonces (y a los deahora también) siempre les ha importado mucho los gestos externos. A Cristo no le importa tanto elcumplimiento de ritos cuanto la pureza del corazón.

    Domingo 8 septiembre de 2013. XXIII domingo del Tiempo Ordinario

    Sab 9,13-18•Sal 89•Fl 9b-10.12-17•Lc 14, 25-33•

    No basta cargar la cruz; la novedad cristiana es cargarla como Cristo, seguirlo. Cargar la cruz no esentonces una aceptación estoica de la adversidad, sino la actitud del que quiere seguir a Cristo a pesardel sufrimiento. En la cruz Jesús nos enseña a sufrir y a morir de una manera diferente, no a la maneradel abatimiento, sino en la delidad a una causa llena de esperanza.

  • 8/16/2019 Caritas Christi Cuaderno 7

    28/3628  En comunión de vida para que el mundo crea

    Lunes 9 septiembre de 2013

    Col 1,24-2,3•Sal 61•Lc 6, 6-11•

    Los fariseos y los letrados ya no quieren ver a Jesús porque su éxito les hace sombra a ellos. Jesúsva predicando y curando a los enfermos. La gente se admira de las palabras que salen de su boca.Esta admiración de la que goza Jesús provoca envidia y odio en los fariseos y letrados; le espían paratener algo contra Él. Pero Jesús sigue haciendo el bien sin miedo. Hoy cura a un hombre con la manoparalizada en sábado porque la bondad y la misericordia de Dios no conocen días ni horarios. El amorde Dios es incondicional; no puede ser condicionado por las leyes humanas. Jesús nos enseña que elque es movido por el deseo de hacer el bien no puede ser legalista.

    Martes 10 septiembre de 2013

    Col 2,6-15•Sal 144•Lc 6, 12-19•

    Hasta Jesús siente la necesidad de orar y lo hace durante largas horas. La Biblia tiene varios textos endonde se nos habla de la vida de oración de Jesús. Jesús pasaba muchas horas predicando y curandoa los enfermos, pero también sabía cuándo retirarse para volver a conectarse con su fuente. Si noqueremos quedarnos vacíos, sin nada que ofrecer, tenemos que saber retirarnos como Jesús para ali-mentarnos de la palabra de Dios. Un momento de oración prolongado nos transforma en verdaderosdiscípulos. En la oración aprendemos lo que hemos de decir y cómo hemos de decirlo.

    Miércoles 11 septiembre de 2013

    Col 3,1-11•

    Sal 144•Lc 6, 20-26•

    Las Bienaventuranzas de Jesús nos lo pone todo patas arriba. Felices los que lloran, felices los pobres,felices los que tienen hambre, felices los perseguidos. Las Bienaventuranzas de Jesús chocan con lasanti-bienaventuranzas de nuestro mundo. Es una revolución del canon de la felicidad. Las Bienaven-turanzas son la respuesta de Dios a aquellos a los que el mundo ha negado la felicidad. Jesús nos hacever dónde está la verdadera felicidad. Vivir las Bienaventuranzas nos acerca y nos asemeja a Cristo.

    Jueves 12 septiembre de 2013

    Col 3,12-17•Sal 150•Lc 6, 27-38•

    El evangelio de hoy puede ser malentendido como una llamada a la pasividad frente al mal. Nada máslejos de la verdad. Esta enseñanza de Cristo es la interpretación práctica del amor cristiano. Hay quehacer frente al mal, pero desde el amor. El mal no acaba con el mal sino que lo multiplica. Hacer frentea la violencia con la violencia sólo genera una espiral de violencias. El amor ablanda hasta el corazón

    más endurecido, de ahí que para ganar al enemigo haya que amarle. Es más, ni tienes que juzgar anadie, sencillamente ámale y le ganarás como amigo.

    Viernes 13 septiembre de 2013. Memoria de san Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia

    1 Tim 1,1-2.12-14•Sal 15•Lc 6, 39-42•

    Por nuestra soberbia personal, las faltas más pequeñas que afectan a otros se ven aumentadas; mien-tras que, por contraste, los mayores defectos propios tienden a disminuirse y a justicarse. Es más,la soberbia tiende a proyectar en los demás lo que en realidad son imperfecciones y errores de unomismo. Estas palabras de San Agustín nos vendrán bien: “Procurad adquirir las virtudes que creéisque faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos, porque no los tendréis vosotros.”

    Sábado 14 septiembre de 2013. Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz

    Num 21,4b-9•Sal 77•Flp 2,6-11•Jn 3, 13-17•

    Jesús acepta la cruz por coherencia a su misión. Él acepta la cruz porque no quiere negarse a sí mismoni negar al Padre que por amor al mundo le ha enviado para nuestra salvación. Al asumir la cruz, Cristoasume al mismo tiempo el mal que conlleva la cruz y lo destruye con el poder del amor. Por eso, parael cristiano la cruz deja de ser sin más un símbolo del mal, del sufrimiento y se convierte un símbolodel amor y del triunfo. En la cruz, Cristo nos enseña que cuando se asume el sufrimiento inevitabledesde el amor, pierde su poder. En la cruz Cristo nos enseña que nada ni nadie debe apartarnos de lavoluntad del Padre.

    Domingo 15 septiembre de 2013. XXIV domingo del Tiempo Ordinario

    Ex 32,7-11.13-14•Sal 50•1 Tim 1,12-17•Lc 15, 1-32•

    Dios es un Padre misericordioso que perdona sin medida. Cada uno es único a los ojos de Dios y Él nosquiere a cada cual como si no existieran los demás. Por eso, Dios se alegra mucho cuando un pecadorregresa al hogar. Ningún pecado puede cambiar el amor de Dios para con cada uno de nosotros. Loúnico que hace falta es recapacitarse y volver al hogar del Padre y Él con una ternura de Padre nosrecibirá con besos y abrazos.

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    29/36La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 29

    Lunes 16 septiembre de 2013. Memoria de san Cornelio, papa, y san Cipriano, obispo, mártires

    1 Tim 2,1-8•Sal 27•Lc 7, 1-10•

    Si bien es cierto que la duda es un elemento humano que nos acompaña en nuestra vivencia de fe, sinembargo, la fe en Jesús no soporta la duda del inseguro y vacilante. Es imprescindible mantener unaconanza total en Jesús en nuestra relación con Él. El hombre de fe se apoya en Dios con una entregadesinteresada. El apoyarse en Cristo y el total abandono en él, son expresiones de la conanza quele tenemos. Una oración hecha desde la desconanza, no puede ser ecaz. Una oración hecha desdeuna fe conada como la de centurión, no puede dejar de ser ecaz.

    Martes 17 de septiembre de 20131 Tim 3,1-13•Sal 100•Lc 7, 11-17•

    El pueblo de Naín hubiera quedado corto al reconocer a Jesús si le hubiese visto solamente como unprofeta, aunque un gran profeta. ¡Dios ha visitado ha a su pueblo! Eso es. Jesús no es sólo un granprofeta; es Emmanuel, Dios con nosotros. A través de sus palabras y acciones Dios visita a su pueblo.Ojalá podamos reconocer esta presencia de Dios a través de las pequeñas experiencias ordinarias dela vida.

    Miércoles 18 septiembre de 2013

    1 Tim 3,14-16•Sal 110•Lc 7, 31-35•

    ¿Quién no ha tenido la experiencia de sentirse totalmente incomprendido? Al vivir en una comunidadquizá sea una experiencia con la que tenemos que contar. Sobra decir que no es agradable dichaexperiencia. Si a ti no te gusta ser criticado injustamente, no hagas lo mismo a lo demás. No se gana

    nada con las solas quejas y juicios permanentes hacia los hermanos.

    Jueves 19 septiembre de 2013

    1 Tim 4,12-16•Sal 110•Lc 7, 36-50•

    Es fácil entender mal este texto del Evangelio. Creo que la clave para entenderlo está en la preguntade Jesús a Simón y la respuesta de éste. Al que mucho se le perdona, mucho ama. El gesto del amormostrado por la mujer es la exteriorización de lo que ella sentía por dentro: haber sido aceptada yperdonada por Jesús. Porque mucho le ha sido perdonado, mucho puede amar ella; y es que el per-dón de Dios es gratuito e incondicional. Solamente hace falta reconocer cuán necesitados estamosde este perdón y acogerlo. Y lo mínimo que podemos hacer en agradecimiento por lo mucho que nosperdona Dios es amarle a él y perdonar al prójimo como él nos perdona.

    Viernes 20 septiembre de 2013. Santos Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros, mártires

    1 Tim 6,2c-12•Sal 48•Lc 8,1-3•

    Los que buscan riquezas, como indica la primera lectura, se enredan en mil tentaciones y se creannecesidades absurdas y nocivas. Ser Claretiano signica vivir libre de las ataduras de las riquezas y lacodicia. No podemos crearnos necesidades absurdas para justicar un estilo de vida que poco o nadatiene que ver con el carisma claretiano. Hemos sido llamados a la vida eterna y de ella hemos hechoprofesión ante muchos testigos. Practiquemos pues, la justicia, el amor y la delicadeza, combatiendoel combate de la fe.

    Sábado 21 septiembre de 2013. Fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista (Cal CMF, 329-334)

    Ef 4,1-7.11-13•

    Sal 18•Mt 9,9-13•

    El que Jesús llamara a Mateo, uno que no gozaba de buena fama por ser recaudador de impuestos,

    nos muestra que Dios no nos llama por meritos propios. Toda vocación es un don gratuito que Diosconcede a quien Él quiere, dándole la ayuda que necesita para cumplir con la misión que le encomien-da. Dios ha sido el que se ha jado en nosotros, concediéndonos el don gratuito de la vocación deser misioneros claretianos. Hemos de acoger este don con agradecimiento y procurar cuidarlo y vivircomo quienes han sido llamados por Cristo.

    Domingo 22 de septiembre de 2013. XXV domingo del Tiempo Ordinario (335-339)

    Am 8,4-7•Sal 112•1 Tim 2,1-8•

    Lc 16, 1-13•

    Ningún criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primeroy despreciará al segundo. No se puede servir a Dios y a otros poderes. Solo si Dios se convierte en tuúnico tesoro puedes servirle con todo corazón porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.

    Cuando uno ha decidido servir a Dios, todo lo demás queda relativizado. Y a Dios se le sirve allí dondenos encontramos, a través de las tareas que se nos han encomendado por muy insignicantes quenos parezcan. Porque sólo el que es el en menudas cosas puede serlo en grandes cosas.

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    31/36La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 31

    Lunes 30 de septiembre de 2013. Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia

    Zac 8,1-8•Sal 101•Lc 9, 46-50•

    Hasta los discípulos de Cristo deseaban el poder, cada uno quería ser el más grande. Es que no lo ha-bían entendido todavía. La grandeza ante el Dios de Jesús se mide con otros criterios. La verdaderagrandeza consiste en servir a los demás y no hacerse servir. Por lo tanto, las posiciones consideradasgrandes por los hombres son, según Jesús, oportunidades para servir. Sólo por el servicio y la humil-dad podemos llegar a ser auténticamente grandes, a ser “los primeros”. Ése es el verdadero caminode grandeza y gloria.

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    32/3632  En comunión de vida para que el mundo crea

     Anexo 1: . La comunidad claretiana (P. Aquilino Bocos, cmf)

    5. Textos para profundizar

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    33/36La fragua en la vida codiana - CARITAS CHRISTI 33

     Anexo 3: Despedida de la Congregación ( José Xifré)

    Úlmo despido de su queridísima Congregación, rogan-do al que lo encuentre lo lea o haga leer a la comunidad, einsertar en los Anales.

    Mi muy querida Congregación: te he amado cuanto hepodido hasta el n; y no te olvidaré en la Eternidad. He vividoexclusivamente para ; sin perdonar sacricios ni peligros. Sinembargo, como hombre miserable y muy defectuoso, no po-cas veces habré desedicado y ofendido a varios individuos.

     Anexo 2: Una nueva familia: nuestra Congregación (HAC 37-40)

    37. Un Hijo del Inmaculado Corazón de María no siguea Jesús en solitario sino como miembro de la Congregación,nueva familia carismáca suscitada por el Espíritu en la Iglesia(cf. CC  4, 10). Porque somos hijos somos también hermanos,convocados a comparr el mismo proyecto de vida evangé-lica. La gracia “que nos ha alcanzado y congrega” está llama-

    da a ser “el principio que organice y arcule todas nuestrasilusiones, aspiraciones y proyectos” (cf. MCH 126,133). Poreso, aunque vivimos inmersos en una red de pertenenciasmúlples (familiares, sociales y eclesiales), nuestra pertenen-cia a Cristo, expresada en la vocación que comparmos en laCongregación, ene la primacía sobre todas.

    38. A la Congregación, por tanto, no nos une un con-trato que podemos rescindir a voluntad. No se trata de unaasociación a la que dedicamos parte de nuestro empo yenergía. Es la nueva familia en el Espíritu que no se basa enla carne y en la sangre sino en el amor y la escucha, acogiday proclamación de la Palabra de Dios (cf. Mt   12, 46-50;  Jn15,12). Nuestra nueva relación, nuestra vida comunitaria, sesignica y realiza en la Eucarisa y se alimenta con la oración,el eslo de vida familiar, la corresponsabilidad en el gobiernoy la colaboración en la misión común (cf. CC  12-13).

    39. La Congregación es –como dice nuestra tradición– la“madre Congregación”. Hacia ella albergamos senmientosde gratud, respeto, lealtad y entrega. Emociona compro-bar que “madre” es el tulo más usado por los Márres deBarbastro para hablar de la Congregación. En ellos, como en

    un icono, brillan juntos todos los elementos sustanciales queconguran nuestra idendad: amor a Jesucristo, al Corazónde María y a la Iglesia, celo misionero, devoción a la Palabray la Eucarisa, sendo comunitario, predilección por los po-bres, etc.

    40. Formamos la Congregación presbíteros, diáconos,hermanos y estudiantes, comparendo todos la misma voca-ción (cf. CC  7). Esta diversidad y complementariedad enrique-ce nuestra vida y misión (cf. SP 8; EMP 30); y nos comprome-te a suscitar y culvar todos estos caminos vocacionales.

    41. Hoy la Congregación ene un rostro plural y se havisto enriquecida con miembros de diferentes países, etnias,lenguas y culturas. El desao de vivir la unidad en la diver-sidad puede afrontarse con esperanza si respondemos el-mente al don del amor a Dios y a los hermanos, que es labase de la comunión (cf. CC 10). Si avivamos el fuego caris-máco que nos dio origen podremos expresar y construir la

    comunidad mundial de los Misioneros Hijos del InmaculadoCorazón de María. El Espíritu, que reparte sus dones y unelo diverso, irá fortaleciendo nuestros vínculos y hará surgirun cuerpo nuevo. En esta era de globalización y exclusión,de ansias de paz y violencia, la comunidad clareana –en supequeñez y fragilidad– desea seguir siendo un signo vivo delReino.

    Eso es lo único que siento, que deploro… a todos pido per-dón y espero obtenerlo, como yo a todos perdono, amando atodos en Dios, como yo amo a mí mismo.

    Rogad por quien os amaba, aplicadle alguna indulgencia ple-naria, y os lo agradecerá el que se llamaba

  • 8/16/2019 Caritas Christi Cuaderno 7

    34/3634  En comunión de vida para que el mundo crea

     Anexo 4: Reexiones sobre la comunidad (Dietrich Bonhöfer)

    La comunidad no es un ideal humano... sino una realidadconcedida por Dios. No se podrían contar las comunidadescrisanas que han fracasado por haber vivido una imagenquimérica de la Iglesia. Ciertamente es inevitable que un cris-ano formal lleve consigo, la primera vez que se introduceen la vida de comunidad, un ideal muy preciso de lo que ella

    deba y tenga que realizar.Por es una gracia de Dios que este género de sueños

    tenga connuamente que ser deshecho. Para que Dios pue-da hacernos conocer la comunidad crisana auténca es,incluso necesario, que nosotros estemos decepcionados,decepcionados por los demás y por nosotros mismos. En sugracia, Dios no nos permite vivir, ni siquiera unas semanas,en la “comunidad de nuestro sueños”. En esa atmósfera deexperiencias bienhechoras y de exaltación piadosa que nosembriaga.

    Porque Dios no es un Dios de emociones senmentales,sino un Dios de la verdad. Por eso, únicamente la comunidad

    que no teme la decepción que inevitablemente experimenta-rá al hacerse consciente de todas sus taras, podrá comenzar aser tal como Dios la quiere y a alcanzar, por la fe, la promesaque le fue hecha.

    Es mejor par