5
. .  E L  M A R DESDE M U Y C E R CA D I A R I O DE A BO R DO H ~ E c r e ci d o e n e l mar, y l a po b r e z a m e h a s i d o fas t u o s a ;  \ d e spués h e p erd i do el mar , y todos los l u jos e n t on ce s 1  Yl~ \, h an par e c i do gr i s es, la miseri a i nto le r able . D e s d e . e n - f . 6 J[ lc e s  esp . e r p,.Es p e r O , l o s navíos  r eg r e so , la c a s a de la s a g u a s , el d ia . I imp i do . T e n g o pa c i e n c i a; soy ed u cad o co n t o d as  Ús f uerzas, Se me  ve p as a r por h e rmosas call e sp r e s u i d a s, ad m i ro l os .  pa i sajes, apla u d o corno t o d o e l . m u n do ; doy . l a ma n ~, - no s oy yo quien h ab l a. S e me alab a , su e ño u n  poc o ; se m e o i e n de, apenas me a s ombro . . D e spu és olv i d o y s o n r ío aq u i e n m e u l traja o saludo demasia d o c ort é sment e a l q u e e s t i mo. ¿Qu é h acer s i no ten g o m e moria más q u e par a u na so la ima ge n ? Me obl i ga n por f i n a dec i r q u i én soy . :  T oda - a nada , t odavía n ad a . . .  . Dond e . m e su p ero . es e n  s en t i e r r o s , V e rdade r ame nt e , / 0 ha go bi en . Ando c on u n pa s o l e n to . por sub u r b i o s [lore - c idos e n cha t a rra , tO , 1 1 1 0 ar g as a v e n das, plantad a s d e ·- á r - bo le s de ceme nt o, y q u e conduce n a . ni c hos d e ti err a fr ía . Al lí, bajo e l sol ap enas r oj i z o , m i ro mo u n os a t r ev i d os c o mpañe r os - en ti e r ran a m i s ami g os - e n tr e s m e tros d e f on d o . L a ; fl o r qu e u n a mano arc i l l osa me t ie nd e e nto n ces ; s i l a ar r o j o, 1 7 0 deja de cae r nunca e n la f osa. Yo t en g o l a c o m - p a si ó n prec i s a. , l a emoción exacta , l a conven i e n t e i n c lina- ci ó n d e n uca . S e . ad mi r a q ue mis p al a b ras se a n jus t as . Per o n o t e n g a  r n é ri t o: e sp ero .

Camus Albert-El Mar Desde Muy Cerca

Embed Size (px)

Citation preview

  • .. " EL 'MAR DESDE MUY CERCA

    DIARIO DE A BORDO

    H~,E crecido en el mar, y la pobreza me ha sido fastuosa;" .\ despus he perdido el mar, y todos los lujos entonces1'Yl~\,han parecido grises, la miseria intolerable. Desde. en-f.6J[lces"esp.erp,.EsperO, los navos de regreso, la casa de lasaguas, el dia.Iimpido. Tengo paciencia; soy educado con todasI1s fuerzas, Se me' ve pasar por hermosas calles presumidas,admiro los.' paisajes, aplaudo corno todo el. mundo; doy. laman~, -no soy yo quien habla. Se me alaba, sueo un 'poco;se me oiende, apenas me asombro .. Despus olvido y sonroa quien me ultraja o saludo demasiado cortsmente al queestimo. Qu hacer si no tengo memoria ms que para unasola imagen? Me obligan por fin a decir quin soy.: "Toda-va nada, todava nada ... "

    .Donde .me supero. es en los entierros, Verdaderamente,/0 hago bien. Ando con un paso lento .por suburbios [lore-cidos en chatarra, tO,1110largas avenidas, plantadas de -r-boles de cemento, y que conducen a. nichos de tierra fra.All, bajo el sol apenas rojizo, miro cmo unos atrevidoscompaeros -entierran a mis amigos- en tres metros de fondo.La; flor que una mano arcillosa me tiende entonces; si laarrojo, 170 deja de caer nunca en la fosa. Yo tengo la com-pasin precisa., la emocin exacta, la conveniente inclina-cin de nuca. Se .admira que mis palabras sean justas. Perono tenga-rnrito: espero .

    .'Espero largo tiempo. A veces, vacilo, pierdo la mano; seme escapa el xito. Qu importa, estoy solo entonces. Me

  • -_ .._-------------

    928 ALBERT CAMUS.-OBRAS COMPLETAS.-Il

    despierto as, durante la noche, y, medio dormido, creo es-cuchar un ruido de olas, la respiracin de las aguas. Com-pletamente despierto, reconozco el viento en los follajes yel desgraciado rumor de la ciudad desierta. Despus, no tengobastante con todo mi arte para ocultar mi miseria y vestlra la moda.

    Otras veces, al contrario, me ayudan. En Nueva York,ciertos das, perdido al fondo de estos pozos de piedra yde acero donde andan errantes millones de hombres, corra di'uno a otro, sin ver nunca el final, agotado, hasta no sersostenido ms que por la masa humana que buscaba su salida,VIe ahogaba entonces, mi pnico iba a gritar. Pero, cadavez, una lejana llamada de remolcador vena a recordanuoque esta ciudad, cisterna seca, era una isla, y que en /1/punta de la Battery el agua de mi bautismo me esperaba, nugra y podrida, cubierta de corchos huecos.

    As,. yo, que no poseo nada, que he .dado mi fortuna, quacampo junto. a todas mis casas, estoy, sin embargo, colmatlucuando lo quiero, aparejo a cualquier hora, 'la desesperanzame ignora. No hay patria para el desesperado, y yo s q/llfel mar me precede y' me sigue, tengo una locura enteramente dispuesta. Los que se aman y estn separados puedvuvivir en el dolor, pero no en la desesperacin: saben que /1/amor existe. He ah por qu sufro, con los ojos secos, l/tidestierro. 'Sigo esperando. Al fin llega Un da ...

    Los pies descalzos, de los marineros pisan suavern 111el puente. Partimos con el da que nace. Desde que hcmussalido del puerto corre' un viento fuerte que barre vigor (1samente el mar y lo revuelve en pequeas olas sin espuutnUn poco ms' tarde', el viento refresca y siembra el 111-11111de camelias, que desaparecen en seguida. As, toda la 11111-ana, nuestras velas se -agitan sobre un alegre vivero. 1,11aguas estn pesadas, eseamasas, cubiertas de babas l'cS('IIHD .vez en cuando.-vgolpean 'las olas- contra el estrave; 111111espuma amarga y untuosa, saliva de los dioses, corre 11 111largo del palo hasta el agua, donde se desmenuza en clihllln~que se borran y renacen, pelaje de alguna vaca azul y blnn '11,animal extenuado, que deriva todava largo tiempo 11 H~nuestra estela. .

    ENSAYOS.-EL VERANO 929

    Desde el momento de partir, las gaviotas' siguen a nues-t110 navo, sin esfuerzo aparente, sin casi mover las alas.~1 hermosa navegacin rectilnea apenas se apoya sobre labrisa. De repente, un [pluf! brutal al nivel de las cocinaslernbra una alarma golosa entre los pjaros, rompe su her-oso ,.vuelo e inflama una hoguera de alas blancas. Las

    aviotas .giran alocadamente en todos sentidos; despus, sinerder .nada de su velocidad, dejan una tras otra la bandada!\Irapicar hacia .el mar. Unos segundosdespus, helas aquunidas de nuevo sobre el-agua, corral disputado que/de-mos tras de nosotros, abrigado .en el. hueco (le las olas queeshoja lentamente el man de los detritus.

    A las. doce, .bajo un sol mortecino, el mar .apenas se le-anta.. extenuado.. Cuando vuelve a caer sobre s mismo,ee.silbar el silencio. Una hora 'de coccin, y el agua plida"

    omo ,una gran placa de chapa-al rojo, crepita. Crepita, echaumo, arde por fin. En un momento, va a darse la vueltaara ofrecer al sol su cara hmeda, ahora en las olas. y

    tinieblas. ,las puertas de Hrc~les, la punta donde muri.

    tea. Ms all, por. todaspartes; el ocano; doblamos consolo viraje Horn y Buena. Esperanza.. los meridianos se

    ntan con . las latitudes, el Pacfico se bebe ,al Atlntico, Enguida, el cabo de Vancouver; nos dirigimos lentamente ha-

    In los mares del Sur. A unos cientos de brazas, Pascua, lasolacin y las Hbridas desfilan en convoy ante nosotros.na .maana, bruscamente, desaparecen las gaviotas. Esta-OS .lejos de toda tierra, y solos, con nuestras velas y nues-S mq\1inai.;. .

    r',> I

    Solos tambin con el h~rizonte. Las olas vienen del Estevisible, UI):a a .una, pacientemente; llegan hasta ..nosotros.pacientemente, vuelven a marchar hacia el Oeste deseo-cdo, una a una. Largo caminar, jams empezado, jamsabada .. ,. El riachuelo ,y,,,eI,,ro (pasan, el mar-pasa y -per-

    3Q

  • 930 ALBERT CAMUS.-OBRAS COMPLETAS.-1I

    manece. As es como debera amarse, fiel Y fugitivo. Medesposo con la mar.

    Aguas tranquilas. El sol se pone, es a~sorbido. por labruma mucho antes del horizonte. Un corto mstante, el marest por un 'lado rosa, azul por otro. Despus se osc~][.ecenlas' aguas. La goleta se desliza, minscula, ~n la superficie deun: crculo perfecto, de metal espeso' Y pulido. y en la horade. la -pazmayor. cuando 'llega la noche, surgen de las agu~scentenares de marsopas, caracolean un momento a nuestro

    , alrededor, huyen despus hacia el horizont~ sin hombres"Ya desaparecidas, es el silencio y la angustia de las aguasprimitivas.

    Un poco ms tarde todava, aparicin de' un cebergen elTrpico- 'Invisib~e sin duda despus de su largo', VIaje :,nestas aguas clidas, pero eficaz: pas3: a lo largo del navI~a estribor, donde las cuerdas' se cubren brevemente de. u:roco de escarcha mientras que muere a babor una )01-nada seca.

    La noche no cae sobre el mar. Desde el fondo de lasaguas, que un sol ya ahogado ennegrece P?co a poco ~onsus 'cenizas espesas, ella sube, por el contrano, haca el CJel?todava plido. Un corto instante, Venus perm~ece s~ll~taria por encima de las olas negras. En ~n. abrir y cerraide ojos, las estrellas pululan en la noche lIqUIda.

    Ha.' salido la luna. Ilumina' primero dbilmente la SUpCI"ficie de las aguas, sigue, subien~o, ~scribe gilmente. en flagua. Finalmente, en el cenit, [lumina todo un pa~Jl? \

    . o de' leche que con el movlmlenlOmar, como un neo r ' s,del navo, baja hacia nosotros, inagotablemente, en el oce,1I110oscuro. He aqu la noche fiel, la noche fresca que yo llama 11\en las luces ruidosas, en el alcohol, en el tumulto del des o,

    Navegamos por espacios tan amplios que nos parece qu

    ,ENSAYOS.-EL VERANO 931

    nunca llegaremos al final. Sol y luna suben y bajan alterna-tivamente, al mismo hilo de la luz y de la noche.: Jornadasen el. mar, todas semejantes como la felicidad ..." Esta vida rebelde al olvido, rebelde al recuerdo, de quehabla Stevenson.

    La alborada. Cortamos a Cncer' en perpendicular, lasaguas gimen y se agitan convulsas."El da se levanta sobream mar agitado, lleno de lentejuela; de acero. El cielo estblanco de bruma y de calor, con un brillo muerto, pero in-sostenible, como si el sol se hubiese licuado en el espesorde las nubes, sobre toda la extensin de la bveda celeste.Cielo enfermo sobre: un mar alborotado. A medida queavanza la .hora, el calor crece en el plido aire. A lo largode todo el. da, el estrave expulsa nubes de peces voladores,pequeos pjaros de hierro, fuera de sus matorrales de olas.

    Por la tarde, nos cruzamos con un tras atlntico que .subehacia las ciudades. El saludo que cambian nuestras sirenascon tres grandes gritos de animales prehistricos, las sealesde los pasajeros perdidos sobre el mar y puestos en alertapor la presencia de otros hombres, la distancia que aumentapoco a poco entre los dos navos, finalmente la separacinsobre las aguas malvolas, todo eso aprieta el corazn. Aestos dementes obstinados, agarrados a' unas tablas, arroja-dos sobre la crin 'de' inmensos ocanos en persecucin deislas a la deriva, quin que ame la soledad y el mar podrevitar nunca. el ama.rlos?

    En, medio justo del Atlntico, plegamos velas bajo losvientos salvajes que soplan interminablemente, de un polo .aletro., Cada grito que lanzamos se' pierde, vuela, por los es-pacios .sin' lmites. Pero este grito, llevado da tras da por10s vientos, llegar finalmente a uno .de los extremos acha-tados de la tierra y resonar largamente contra las paredesheladas, hasta que lID hombre, en alguna parte, perdido en'su concha de nieve, lo oiga y, contento, quiera sonrer.

  • ALBERT CAMUS ..:.......OBRASCOMPLET AS.-Il

    1"

    Estaba 'medio dormido bajo el sol de las dos, cuando medespert un ruido terrible. Vi el sol al fondo del mar, lasolas reinaban en el cielo,' agitado. De repente, el .mar arda,el sol corra a largos tragos helados en mi-garganta; A 'mialrededor, los marineros rean y lloraban. Se estimaban Unosa otros, pero no podan perdonarse. Aquel da reconoc elmundoi'por lo .que era, decid aceptar que su bien "fueseal mismo tiempo maligno 'y saludables sus xitos. Aquelda comprend que haba dos verdades, una de' las cualesjams se deba.decr.. A

    La curiosa luna' austral, Un poco recortada, nos acompaavarias noches; despus, se desliza rpidamente desde el celohasta el agua, que se la, traga. Queda .Ia Cruz del SUr, lasestrellas raras; el, aire poroso: En l' mismo .momento, elviento cae por completo. El cielo rueda y cabecea por encimade nuestros mstiles inmviles. Con el motor parado, rotoel velamen, silbamos en la .noclre clida mientras-elaguagol-pea amistosamente nuestros costados. Nadie da rdenes,' lasmquinas, se callan.. Por 'qu continuar, en efecto, y porqu volver? Estamos colmados, una' locura 'muda nos duermeinvenciblemente. Llega as un da en que, se cumple todo;es preciso entonces dejarse llevar; como .los que' nadaronhasta el -agotamiento., Cumplirse' qu? Desde siempre, melo 'callo a m mismo. Oh lecho amarg; yacija principesca,la corona est en el fondo de las aguas! '

    Por la maana, nuestra hlice saca suavemente espumadel agua tibia. Volvemos a tomar velocidad. A medioda,llegados de lejanos continentes, nos cruza un rebao de cier-vos, que' nos rebasan y nadan regularmente hacia -el.Norte, se-guidos' de pjaros .multicolores que.: de cuarido en cuando,reposan sobre sus astas. 'Este bosque ruidoso desaparece pocoa poco en' el horizonte. Un poco ms .tarde, el mar se 'cubrecon 'extraas- flores amarillas. Haciarla noche', nos 'precedeun canto -invisble durante largas .horas, Ya .familiar, meduermo a+su 'son.- ,, I '

    -~---~---,-- ._,- ---,--- ----------------~-------

    ENSAYOS.-EL VERANO 933

    Con todas las velas ofrecidas 'a' una limpia .brisa, nave-gamos por un-mar claro-y musculoso. A la velocidad mxima,la barra a' babor. Y hacia el fin del da, enderezando todava.~uestra carrera, con, resguardo' a estribor hasta, el punto de'que nuestro' velamen' roza .el agua, vamos a gran' marchabordeando un continente austral que reconozco. por. haberv~lado ,en otro tiempo sobre .l, igual que un ciego" en elbarbaro atad de un, avin. Como un rey holgazn, se arras-traba entonces mi, carreta; esperaba el mar sin alcanzarlojams. El monstruo aullaba, despegaba desde los guanos delPer, se precipitaba por encima de las playas del Pacfico,sobrevolaba las blancas vrtebras cascadas de los Andes des-pus, la inmensa, llanura argentina, cubierta de rebaos de?Joscas, y uniendo con un batir las alas los prados' uruguayos,inundados 'de leche, con los ros negros de Venezuela ate-rrizaba, volva a aullar, temblaba .de codicia ante nuevos'espacios vacos que devorar y, con todo eso, nunca dejabade ~vanzar por lo menos de ,nohacerlo ms que con unal~ntItud convuls~, obstinada, una energa hosca y fija, into-xcada. Me mona entonces en mi celda metlica, soaba con~arniceras, con orgas. Sin espacio, no hay inocencia nilibertad! La prisin, para. quien no puede respirar, es muerteo locura; qu hacer sino matar y poseer? Hoy, por el con-tran.o, estoy saturado de' aire, todas nuestras alas crujen enel aire azul, :voy a gritar por tanta velocidad, arrojamos alagua nuestros sextantes y nuestras brjulas.

    '.,

    '1" Bajo el viento imperioso, nuestras velas son de hierro.La costa deriva a toda marcha ante luestrosojos: bosquesde cocoteros reales cuyos pies se hunden en lagunas esme-raldas, baha tranquila llena de velas rojas, arenas de lunas.Surgen rascacielos, ya resquebrajados bajo el impulso de laselva virgen que empieza en el.patio de servicio; aqu y allun ip amarillo o un rbol de ramas violetas se perfilan enuna ventana.' Ro se derrumba- finalmente tras de, nosotros,y la-vegetacin .va a .recubrir sus ruinas nuevas donde es-tallarn en carcajadas' los monos de Tijuca. Todava' msaprisa; a lo, largo de' las grandes playas donde las olas Sef~ndenen: gavillas dearena, todava ms de prisa, los corde-ros de Uruguay' entran en' el mar -Y lo amatillean de un

  • 934 ALBERT CAMUS.-OBRAS COMPLETAS.-Il

    golpe. Despus, sobre la costa argentina, grandes hoguerastoscas, en. intervalos regulares, elevan al cielo reses partidasque se asan lentamente. En la noche, los. hielos' de la Tierradel Fuego vienen a golpear nuestro' casco durante horas, elnavo aminora la marcha y vira de bordo. Por la maana,la nica ola del Pacfico, cuya fra leja, verde y blanca, seagita en los millares de kilmetros de la costa chilena, noslevanta lentamente; y amenaza con hundimos, .La barra loevita, dobla las' Kerguelen. En la tarde lnguida las- pri-meras barcas malayas se adelantan' hacia nosotros.

    "Al mar! Al mar!", gritaban los maravillados .nios deun libro de mi infancia. De esteIibro Id he. olvidado todo,salvo este' grito: "A.1 mar!" y, por el ocano' ndico hastael bulevar del mar Rojo, desde donde se' oyen golpear unaa una, en las noches silenciosas, las piedras del desierto quese hielan despus de haberse quemado, volvemos al marantiguo, donde se apagan los gritos.

    Una: maana, por fin, recalamos en una baha llena deun extrao silencio, balizada de velas fijas. Solos, algunos

    . pjaros de mar se disputan en el cielo trozos de juncos. Anado, alcanzamos una playa desierta; todo el da lo pasamosen el. agua, y luego nos secamos en la,..arena. Llegada lanoche, bajo el cielo, que verde a y retrocede, el mar, sinembargo tan en calma, se apacigua todava ms. Cortas olassoplan un vaho de espuma sobre la tibia arena. Han des-aparecido los pjaros de mar. No queda ms que un espacio,oferta al viaje inmvil.

    Ciertas- noches cuya suavidad se prolonga, s.. el saberque volvern despus de nosotros sobre la tierra y el mar,ciertamente eso nos ayuda a morir. Gran mar, siemprelabrado, siempre virgen, mi religin con la noche! l nos lavay nos sacia en sus surcos estriles; nos libera y nos mantieneen pie. Bn cada ola, una promesa, siempre la misma. Qudice la ola? Si tuviese que morir, rodeado de -montaasfras,ignorado del mundo, renegado de los mos, agotado de, fuer-zas en fin, el mar, en el ltimo momento, llenara mi celda,

    ENSAYOS.-EL VERANO 935

    vendra a sostenerme por encima de m mismo y ayudarmea morir sin odio.

    . , A medi.anoche, solo en la orilla. Esperar todava, y par-tir. El mismo cielo -tiene avera, con todas sus estrellas,como estos paquebotes cubiertos de luces que, a esta mismahora, en el mundo entero, iluminan las aguas sombras de lospuertos. El espacio y el silencio pesan con un peso nico enel corazn. Un brusco amor, una gran obra, un acto decisi-vo, un pensamiento que transfigura, en ciertos momentos danla misma intolerable nsiedad, doblada con un atractivo irre-sistible: Deliciosa angustia de ser, proximidad exquisita deun peligro cuyo nombre no conocemos, vivir es entoncescorrer a su prdida? De nuevo, sin descanso, corremos anuestra prdida.

    He tenido siempre la impresin de vrvir en alta mar,amenazado, en el corazn de una felicidad regia.

    (1953,)

    FIN DE"EL VERANO"