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Caminad mientras tengáis luz

Traducción del francés Título original:

MARCHEZ TANT QUE VOUS AVEZ LA LUMIERE

© Copyright 2007 reservado a Editions Prosveta, S.A. para todos los países. Prohibida cualquier reproducción, adaptación, representación o edición sin la autorización del autor y del editor. Tampoco está permitida la reproducción de copias individuales, audiovisuales o de cualquier otro tipo sin la debida autorización del autor y del editor (Ley del II de marzo 1957, revisada).

Editions Pros veta, S.A. - B.P. 12 - 83601 Fréjus Cedex (Francia) Edición original: ISBN 978-2-85566-938-0

Primera Edición en español: ISBN 978-84-936850-0-3

Depósito legal: B-52544-2008

Omraam Mikhael Alvanhov

Caminad mientras tengáis luz

1e edición

Colección Izvor

N° 244

EDICIONES ~ PROSVETA

Del mismo autor (traducciones de/francés): Colección lzvor 201 - Hacia una civilización solar 202 - El hombre a la conquista de su destino 203 - Una educación que comienza antes del nacimiento 204 - El yoga de la nutrición 205 - La energía sexual o el Dragón alado 206 - Una filosofía de lo Universal 207 - ¿Qué es un Maestro espiritual? 208 - El egregor de la paloma o el reino de la paz 209 - Navidad y Pascua en la tradición iniciática 21 0 - El árbol de la ciencia del bien y del mal 211 - La libertad, conquista del espíritu 2 12 - La luz, espíritu vivo 21 3 - Naturaleza humana y naturaleza divina 21 4 - La galvanoplastia espiritual y el futuro de la humanidad 21 5 - La verdadera enseñanza de Cristo 2 16 - Los secretos del libro de la naturaleza 21 7 - Nueva luz sobre los Evangelios 218 - El lenguaje de las figuras geométricas 21 9 - Centros y cuerpos sutiles 220 - El zodiaco, clave del hombre y del universo 221 - El trabajo alquímico o la búsqueda de la perfección 222 - La vida psíquica: elementos y estructuras 223 - Creación artística y creación espiritual 224 - Poderes del pensamiento 225 - Armonía y salud 226 - El libro de la Magia divina 227 - Reglas de oro para la vida cotidiana 228 - Mirada al más allá 229 - La vía del silencio 230 - La Ciudad celeste (Comentarios del Apocalipsis) 231 - Las semillas de la felicidad 233 - Un futuro para la juventud 234 - La verdad, fruto de la sabiduría y del amor 235 - En espíritu y en verdad 236 - Del hombre a Dios 237 - La Balanza cósmica 238 - La fe que mueve montañas 239 - El amor más grande que la fe 240 - ¿Qué es ser un hijo de Dios? 24 1 - La piedra filosofal 242 - En las fuentes inalterables de la alegría 243 - La risa del sabio 244 - Caminad mientras tengáis luz

El lector comprenderá mejor ciertos

aspectos de los textos del Maestro Omraam Mikhael Ai"vanhov presentados en este vo

lumen, si tiene en cuenta que se trata de una Enseñanza estrictamente oral.

I

PARA NO TENER QUE DECIR MÁS: j SI LO HUBIERA SABIDO l. ..

Los humanos son perfectamente capaces de comprender intelectualmente donde está el bien y el mal, tanto en lo que se refiere a sí mismos como respecto a los demás, pero continúan cometiendo los mismos errores. Es difícil de aceptar, pero es así. Se les explica, comprenden, aprueban, pero hacen lo contrario de lo que aseguran haber comprendido. ¿Por qué? Porque no basta con dirigirse a su intelecto, es preciso tocar otras fibras de su ser. No nos podemos fiar mucho de alguien que dice: «Sí, comprendo», porque si sus sentimientos y sus deseos le empujan hacia una dirección distinta, es allí a donde se dirigirá.

Por tanto no me hago ilusiones, sé que las posibilidades de un Maestro espiritual son limitadas : su tarea consiste en iluminar a los seres, hacer que comprendan cómo pueden salir de las ciénagas en las que se han sumergido y describirles las magníficas regiones que les esperan si lo consiguen, pero el Maestro continúa siendo impotente en lo que se refiere a cambiar sus gustos y sus necesidades.

1 2 Caminad mientras tengáis luz

Esto, sólo los discípulos tienen el poder de hacerlo, sintiendo que es ahí donde hallarán su salvación) y en realidad, aunque consigan sentirlo, esto no es suficiente. Efectivamente, aunque deseen con todo su corazón comprometerse en el camino de la luz, surge una tercera dificultad, la más terrible: algo en ellos, llamado costumbre, se opone a este cambio de orientación.

Os daré un ejemplo muy simple. Por la televisión dan un programa sobre el hambre en África: todos los espectadores comprenden que se debería hacer algo, porque es inhumano permitir que poblaciones enteras sufran de esa manera. Incluso muchos se sentirán conmocionados y el espectáculo de estos sufrimientos, inundará sus ojos de lagrimas. Pero ahora, si se les dice: «He aquí lo que podéis hacer para que estas poblaciones tengan con qué alimentarse», ¿cuántos aceptarán abandonar su tranquilidad y sus costumbres? ¿Cuántos se decidirán a destinar el dinero que reservan para sus comodidades y para sus placeres, incluso aunque sólo sea una parte, para aliviar a estos desgraciados? Pues bien, esto es lo que se produce también cuando se trata de cambiar de vida: el pensamiento y el sentimiento pueden estar de acuerdo, pero de ahí a que la voluntad consiga vencer los malos hábitos, la pereza y el egoísmo, varía mucho.

Cuando me oyen hablar o leen mis libros, sé que algunos piensan: « ¡Oh, pobre ! ¿Cómo puede creer que sea fácil llevar a los humanos hacia el camino de la sabiduría, de la justicia y del amor? .. »

Para no tener que decir más . . . 13

No, no creo que sea fácil, no soy tan ingenuo, hablo para iluminar a aquellos que han venido a escucharme, porque todo cambio interior comienza con la comprensión, pero sé muy bien que el resto no depende de mí: no puedo hacer que amen la verdad aquellos que prefieren las ilusiones.

E incluso para aquél que descubre la verdad, que ama la verdad, se puede decir que es aquí cuando comienzan realmente las dificultades. Estas dificultades, las he descubierto primero en mí. Comprendí que se puede recibir la luz, amar la luz, pero cuando se trata de lograr que la materia psíquica se someta a esta luz con el fin de ser impregnada por ella, ¡ Dios mío, cuánto tiempo, qué difícil es! Por un instante, es dócil y maleable, pero de repente se resiste, se rebela y toma ventaja. Entonces, se debe volver a empezar. Pero no hay que desanimarse, porque poco a poco, esta materia termina cediendo. Puesto que la comprensión está ahí y el amor está ahí, un día se producirá la realización. En cualquier caso, lo que es seguro es que sin comprensión ni amor, es inútil esperar la menor realización.

Comprender donde está el bien y desear este bien quizás no sea fácil, pero siempre es menos difícil que la tercera etapa: la aplicación. Cada cual puede fácilmente admitir que es preferible permanecer sobrio, ser fiel a su marido o a su mujer, dominar los impulsos de cólera, obrar honradamente y desear sinceramente conseguirlo, pero he aquí que cuando llega la tentación, ¿cómo evitar sucum-

14 Caminad mientras tengáis luz

bir ante ella? Para resistir es preciso que la cuestión esté clara en los tres planos, el intelecto, el corazón y la voluntad, y lo más difícil es adiestrar a la voluntad para cambiar sus costumbres.

Una mala costumbre es como un cliché que se graba en nuestros cuerpos sutiles.2 Una vez grabado, se reproduce infinidad de veces. Incluso aunque nos arrepintamos enseguida de nuestra falta, esto no sirve de nada, la repetimos . . . y después de nuevo nos arrepentimos . . . Es como una cadena sin fin de faltas y remordimientos . Luchar, llorar, arrepentirnos, la mayoría de las veces es ineficaz, porque el remordimiento también ha grabado su cliché, y entonces aparece cada vez después de la falta, pero no ayuda a corregirla. Es como si falta y remordimiento fueran dos entidades entre las que no existe ningún contacto. Se suceden una a l a otra, nada más. Diréis: « ¡Pero es porque el hombre es débil ! » Sí, es débil ; y es débil porque e s ignorante. El día que tenga luz, logrará triunfar sobre sus malos hábitos.

¿ y qué debemos hacer entonces? Sustituir el cliché, es decir sustituir las malas costumbres esforzándonos, poco a poco y conscientemente, en tener otros pensamientos, otros sentimientos, y sobre todo en hacer otros gestos. Estos serán unas nuevas grabaciones, nuevos clichés que conseguirán neutralizar a los otros. No los borrarán, porque en la naturaleza nada se borra, pero se sobrepondrán a ellos y serán los que actúen.

Un día un hombre me confió que se sentía

Para no tener que decir más . . . 1 5

irresistiblemente atraído por todas las jóvenes; se daba cuenta de lo peligroso que esto era, pero no sabía cómo podía luchar contra esta tendencia y me pidió consejo. Y esto es lo que le dije: «Trate de buscar una joven que le deje más bien indiferente, ahí usted podrá dominarse más fácilmente, y podrá conscientemente acostumbrarse a mantener la distancia. Después, encontrará a otra, y luego a otra, y continuará obrando correctamente. Así, poco a poco, grabará en usted una nueva actitud, y ésta es la que dominará, y cuando se encuentre ante una de esas jóvenes que antes le hacían perder la cabeza, mantendrá una conducta irreprochable. Pero permanezca vigilante, continúe ejercitándose con aquellas que no le tienten.»

En cambio, ¿qué se hace generalmente? Exactamente lo contrario: nos lanzamos hacia las personas y las cosas que nos son agradables, y nos alejamos de las otras. Para vencer una tentación, una debilidad, debéis intentar sustituir el objeto peligroso por otro que sea inofensivo para vosotros; los nuevos clichés que de esta manera grabéis os protegerán. Pero incluso si no estáis expuestos a tentaciones que os perderían si sucumbierais a ellas, siempre debéis pensar en crear nuevos clichés, mejores , para progresar.

y ¿sabéis qué es el diablo - ¡ digamos el diablo ! - quien a menudo impulsa a los seres al arrepentimiento para que continúen progresando por el camino erróneo con fuerzas renovadas, con un ardor renovado? Pues no, seguramente no lo sabéis.


Lamentándoos, llorando, estáis reforzando el deseo por otro lado; es como si de estas lágrimas y estas lamentaciones, los deseos extrajeran fuerzas para desencadenarse de nuevo. En efecto, así es la naturaleza humana, y aquél que no conoce sus rodeos y sus trampas, continúa cometiendo errores.

i Cuántas personas creen que obran de acuerdo con el bien que comprenden y que aman ! En realidad, están haciendo exactamente lo contrario, pero es imposible que lo admitan. ¿Por qué? Porque imaginan que basta con aceptar mentalmente un ideal y desear realizarlo para conseguirlo. Pues bien, no, desgraciadamente no, incluso es ahí donde empieza la parte más difícil. He aquí porque una de las primeras cualidades del discípulo es la lucidez.

Es preferible portarse bien, pero portarse mal no es aún lo más grave. Lo más grave es no ser consciente de ello. Aquél que es incapaz de ver que ha obrado mal termina siendo sometido a contradicciones insalvables. Sufre fracasos, es rechazado por los demás y no comprende porqué: creía ser irreprochable, estaba convencido de que los demás le aprobarían, incluso le admirarían. Está trastornado por lo que le sucede, imagina que el mundo entero se ha unido contra él, lo que influencia muy negativamente en sus pensamientos y sus sentimientos: se rebela, y durante esta rebelión, pierde su luz y pierde su amor. Todo ello porque se niega a admitir que no ha logrado hacer el trabajo en el tercer plano: la realización.

Para no tener que decir más ... 1 7

Es casi inútil comprometerse con l a vida espiritual mientras no se haya comprendido hasta qué punto es tenaz la naturaleza inferior del hombre, y en qué medida el trabajo que se debe realizar con ella requiere vigilancia, humildad y abnegación.3 Muchas personas creen que como han encontrado una enseñanza espiritual, se transformarán rápidamente. Pues no, i el dominio de la vida psíquica es mucho más difícil de 10 que imaginan ! Existe no obstante en cada ser humano esta capacidad de renovación, de regeneración, de divinización, pero éste es un proceso muy lento, y lo que cada uno puede realizar en esta existencia depende del trabajo ya iniciado en anteriores encarnaciones.4

Para aquél que no es consciente de las dificultades que inevitablemente surgen en la vida espiritual, es imposible progresar; y todavía es más imposible ayudar a los demás: ante los escasos resultados se desanimará muy rápidamente. Un instructor, un guía espiritual explica, repite, tiene la impresión de ser comprendido; pero he aquí que aquellos que dicen seguirle hacen justamente lo contrario de lo que parecían haber comprendido. Con el tiempo, ¿cómo no cansarse, desanimarse, e incluso irritarse? La cualidad de un instructor debe ser la estabilidad, la paciencia, la indulgencia.

Esta estabilidad, esta paciencia y esta indulgencia tan indispensables, tienen su ejemplo en el so1.5 Por lo tanto, como el sol, un guía espiritual debe dar su luz, y después aquellos a quien ha iluminado hacen lo que pueden . . . Cada día miro el sol


y veo que no se indigna, que no oscurece, que no se desanima con el pretexto de que los humanos no saben apreciar y utilizar su luz. Entonces, me digo que yo tampoco debo indignarme, ni desanimarme, ni oscurecerme.

No necesito que me expliquen lo difícil que es ayudar a los humanos a mejorar. Incluso aunque digan ser sus discípulos, a menudo creen que saben más que su Maestro, lo que es bueno para ellos. Quieren vivir sus experiencias y lo hacen. Algún tiempo más tarde, cuando han sido bien maltratados y decepcionados por la vida, finalmente comprenden. Entonces, quieren hacer partícipes a los demás de este saber recién adquirido, pero ¿por qué los demás tendrían que escucharles? Ellos también quieren vivir sus experiencias. Y he aquí porqué la sabiduría que unos han alcanzado a costa de tantos esfuerzos, es raramente aprovechada por los demás.

Es preciso que los humanos hayan sido bien triturados y mordisqueados por la vida para admitir que los sabios tienen razón. Así pues, ellos también se han vuelto, a su vez, sabios. Pero no son muchos los que intentarán beneficiarse de su sabiduría. Por esto cada nueva generación repite los errores de la anterior. Esto es cierto para los individuos, y también es verdad para las colectividades. ¿Quién desea en realidad aprender las leccion es de la historia?

Para no tener que decir más . . . 19

Se os proporciona una luz, ella ilumina vuestro camino. Decidíos a caminar. Jesús decía: «La luz

estará todavía entre vosotros por poco tiempo.

Caminad mientras tengáis luz, para que las tinie

blas no os sorprendan. » Esta luz de la que habla Jesús no es evidentemente la del día por oposición a la oscuridad de la noche; representa las buenas condiciones internas y externas que nos son dadas para progresar.

¡ Cuántas personas, cuando se encuentran en dificultades y sometidas a pruebas, de repente toman conciencia de su ignorancia, de su debilidad y se dicen: « ¡ Si hubiera sabido L . . » Hubieran podido saber, porque en cierto momento les fueron dadas todas las condiciones para aprender, ejercitarse, reforzarse; pero desperdiciaron estas buenas condiciones : la vida espiritual requiere esfuerzos, y otras actividades, otras preocupaciones les parecieron en aquél momento más importantes. «y ahora, ¿es demasiado tarde?» os preguntáis. No, nunca es demasiado tarde, el camino de la vida es largo, infinito y otras condiciones os serán proporcionadas en esta existencia o en otra. Procurad entonces no perderlas para que no tengáis que deciros una vez más: ¡ si lo hubiera sabidoL . .


Notas 1. ¿Qué es un Maestro espiritual? Col. Izvor n° 207, cáp.

VII: «No esperar de un Maestro más que la luz». 2. El trabajo alquímico o la búsqueda de la peifección, Col.

Izvor n° 221, cáp. VI: «Los clichés». 3. Naturaleza humana y naturaleza divina, Col. Izvor nO 2 1 3 4 . La piedra filosofal - los Evangelios según los tratados

alquímicos, Col. Izvor n° 24 1 , cáp. XI: «La regeneración de la materia: la cruz y el crisol» .

5. En espíritu y en verdad, Col. Izvor n° 235, cáp. XVI: «La verdad del sol: dan>.

II

«QUE TU MANO IZQUIERDA IGNORE LO QUE HACE TU MANO DERECHA»

1

El simbolismo de la derecha y de la izquierda

En el espacio a tres dimensiones por el que nos movemos diariamente, tenemos la posibilidad de ir hacia delante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, a la derecha y a la izquierda. Son pues seis direcciones que pueden ser representadas por tres líneas que se cortan en ángulo recto. Estas seis direcciones del espacio se relacionan con los tres principios que constituyen el ser humano. La dirección adelante-atrás es la del intelecto; la dirección arriba-abajo e s la del corazón; la dirección derechaizquierda es la de la voluntad. Y como la voluntad produce actos , podemos decir que nuestra actividad se despliega en ambos lados.

La mayoría de las tradiciones asocian simbólicamente la derecha al bien y la izquierda al mal: cuando se dice de alguien que sigue el camino de la izquierda, significa que está obrando mal. Este simbolismo de la derecha y de la izquierda, lo encontramos en la palabra de Jesús: «Cuando des


limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace

tu mano derecha. » Las manos actúan influidas por la voluntad. La mano izquierda y la mano derecha son las expresiones de la actividad humana.

En realidad, ya sea adelante o atrás, arriba o abajo, derecha o izquierda, todas las direcciones son buenas, a condición de que las utilicemos con discernimiento, y las oposiciones que se han establecido entre ellas sólo tienen un valor simbólico. El lenguaje simbólico es la matemática de las ideas, resume en algunos principios muy simples las realidades más complejas.

Entonces, ¿qué quería decir Jesús cuando aconsejaba de tener la mano izquierda en la ignorancia de lo que hace la mano derecha? Si tomásemos estas palabras literalmente, significaría que sólo los actos de la mano derecha están justificados. Sin embargo, no se pueden hacer muchas cosas con una sola mano. En la vida práctica, nos damos cuenta de que la mano izquierda y la mano derecha se completan y actúan armoniosamente. El uso de una sola mano hace imposible la mayoría de los trabajos, y no se puede decir que la mano derecha sea más importante que la mano izquierda, a pesar de que la educación le conceda habitualmente preferencia. Durante mucho tiempo se ha creído que los niños zurdos debían ser corregidos obligándoles a escribir y a dibujar con la mano derecha, pero esto era un error. La mayoría de la gente se sirve de forma natural de la mano derecha, pero éste no es un motivo para contrariar a los zurdos.

«Que tu mano izquierda ignore . . . » 25

Dios ha creado al hombre con una gran sabiduría' y puesto que le ha dado dos manos, ¿cómo hubiera podido Jesús aconsejar que las separáramos? Ciertamente vosotros me diréis que la gente no es tan necia como para tomar las palabras de Jesús literalmente. De acuerdo, no las toman literalmente, pero entonces, ¿cómo las toman?

Algunos han visto en las dos manos representaciones del intelecto y del corazón, y han llegado a la conclusión de que el intelecto no debe mezclarse con los asuntos del corazón, ni el corazón con los asuntos del intelecto. No, ésta no es una buena interpretación. El corazón con sus deseos, sus pasiones y sus caprichos puede oponerse a proyectos sabios y razonables, y el intelecto debe intervenir para iluminarlo. En cuanto al intelecto, puede ser frío, seco, rígido, y también el corazón tiene algo que decir para calentarlo, dulcificarlo, volverlo más conciliador.

En realidad, esta mano derecha y esta mano izquierda que menciona Jesús representan las dos naturalezas del ser humano: su naturaleza superior y su naturaleza inferior. l Cuando la mano derecha, la naturaleza superior, quiere actuar, «dar limosna» (expresión que debe ser tomada en un sentido muy amplio: hacer el bien), debe mostrarse prudente, para que la mano izquierda, la naturaleza inferior, no venga a poner obstáculos. Éste es un principio de estrategia: nunca se ha visto a los generales exponer por todas partes los planes de batalla que están preparando. La mano derecha no sólo debe


dar muestras de inteligencia con el fin de ultimar los mejores proyectos, sino que debe vigilar para protegerlos de las maniobras de la mano izquierda.

y si no es preciso que la mano izquierda (la naturaleza inferior) sepa lo que hace la mano derecha (la naturaleza superior), por el contrario, es necesario que la mano derecha conozca los proyectos de la mano izquierda para poder esquivar sus trampas. La naturaleza inferior está permanentemente ocupada en tramar asuntos turbios, lo que obliga a la naturaleza superior a estar constantemente en alerta para observar lo que sucede y, en caso necesario, intervenir para restablecer el orden. Lo que está arriba debe saber lo que sucede abajo. Un responsable debe saber lo que hacen sus subordinados. De igual modo, es necesario que los padres vigilen a sus hijos, porque si escapan a su vigilancia pueden cometer toda clase de tonterías, tener accidentes, etc.

Estudiad bien las relaciones que mantienen en vosotros la naturaleza inferior y la naturaleza superior. Tomáis buenas decisiones ... os decís que ya es hora de cambiar algunas de vuestras costumbres. . . os proponéis ayudar a alguien. . . sabed que vuestra naturaleza inferior está ahí, vigilando y enviándoos sugerencias, tentaciones para disuadiros. O bien, espera pacientemente e l momento de desquitarse. En efecto, ¿qué creíais? La naturaleza inferior, constituye todo un pueblo que habita en vuestro interior, y este pueblo, como todos los pue-


blos de la tierra, no sólo tiene criaturas honradas, nobles y generosas; también hay en él entidades malhechoras que intentan expresarse a través de vuestro corazón y de vuestro intelecto.

Así pues, queda claro que la mano derecha y la mano izquierda no representan al intelecto y al corazón, sino a la naturaleza superior y a la naturaleza inferior que se manifiestan a través de uno u otro. Cuando la naturaleza superior en vosotros hace proyectos, la naturaleza inferior no debe ser advertida. Tratad de adormecerla o aprovechad los instantes en los que está adormecida y no oye, sino se alzará contra estos buenos proyectos y tratará por todos los medios de impedir su realización. Os susurrará: «No tengas prisa . . . Tienes tiempo . . . ¡ Podrías estar tan tranquilo ! . . . ¿Por qué te afanas tanto?» Y es así como, llegado el momento, ya no tendréis tanto entusiasmo, ni convencimiento, y abandonáis estos proyectos.

Podemos ser muy católicos, muy protestantes o muy ortodoxos, y leer los Evangelios sin comprender nada, porque para comprenderlos, debemos poseer un saber especia1 .2 Mientras no profundicemos en la ciencia de los símbolos, pasaremos por alto las verdades esenciales, y entonces, ¿de qué sirve que Jesús nos haya enseñado estas verdades? Si queréis comprender los Evangelios, tratad de tener en cuenta las interpretaciones que os doy y que no son interpretaciones personales: sólo hago referencia al lenguaje eterno de los símbolos.


En este lenguaje eterno de los símbolos, la derecha y la izquierda tienen un significado que va más allá de las dos manos.

¡ Cuántos de estos símbolos se encuentran también en los cuentos populares ! En estos cuentos, la naturaleza inferior puede ser representada, en particular, por un dragón. A menudo este dragón habita en los sótanos de un castillo donde vigila unos cofres llenos de oro y piedras preciosas. El rey del país ha prometido dar la mano de su hija al caballero que consiga apoderarse de estos tesoros. Todos aquellos que se arriesgan a enfrentarse al dragón mueren envenenados por su apestoso aliento. Finalmente, un día llega un caballero excepcionalmente noble y puro a quien un sabio le ha proporcionado los medios para protegerse y sorprender al dragón. Y consigue abatirlo. Entonces recorre los sótanos del castillo donde descubre los cuerpos de otros caballeros que de repente reviven. Luego se apodera de los tesoros y los entrega al rey quien, fiel a su promesa, le da su hija.

¡ Esta historia ha sido relatada de muchísimas maneras ! En realidad, es la historia de cada uno de nosotros, de cada uno de vosotros. Vivís en un cuerpo físico, el castillo, en cuyo interior un dragón, vuestra naturaleza inferior, vuestros instintos primitivos, os priva del uso de vuestros tesoros: vuestras cualidades, vuestras virtudes. Cada día, para escapar a sus garras, movilizáis fuerzas, los caballeros. Durante mucho tiempo, siempre vence el dragón y por tanto creéis haber luchado sólo para


perder. Pero ¡ de ninguna manera ! Puesto que habéis sido instruidos con las verdades de la Ciencia espiritual y las ponéis en práctica, vosotros sois quienes un día venceréis; y todas estas fuerzas que habíais desplegado y que creíais habían sido devoradas y perdidas, las recuperaréis. El día que alcancéis la victoria, os serán devueltas, y celebraréis vuestra boda con la princesa, vuestra alma.

El dragón, no sólo lo hallamos en los cuentos, también se menciona en el Apocalipsis.3 Él es quien lucha contra el Arcángel Mikhael, él es quien lanza agua contra la Mujer; y la Bestia que asciende de la tierra así como la Bestia que asciende del mar, son otros tantos aspectos suyos. Pero cualquier forma que se le de, el dragón siempre representa la naturaleza inferior que debemos aprender a dominar. Para lograrlo, escuchad los consejos de los sabios y de los Iniciados. Mientras no dominéis al dragón, se alimentará con vuestras fuerzas. Por esto, a menudo, os sentís débiles, sin energía, desanimados; y no sólo hablo de la falta de energía y de la fatiga físicas, sino de la incapacidad de afrontar mental y espiritualmente las dificultades de la vida.

N ada importante podréis hacer en vuestra existencia mientras el dragón, sin vosotros saberlo, devore todas vuestras energías. Pero el día que obtengáis la victoria, de repente todas vuestras fuerzas os serán devueltas, y asimismo tendréis el poder de explotar, transformándolos, todos los recursos de vuestra naturaleza inferior.4

El Creador quiere que el ser humano se desa-


rrolle con sus dos naturalezas, inferior y superior, porque son complementarias, como son complementarios el espíritu y la materia. Y ésta es la enseñanza de Cristo: cómo utilizar la naturaleza inferior para subir hasta Dios. Pero ¿qué ha hecho la Iglesia? En vez de instruir a los humanos con esta verdad y proporcionarles métodos para ponerla en práctica, ha propagado sobre todo una filosofía y una moral basadas en el hastío y la condena de los instintos. Por esto los cristianos todavía tienen que aprender y comprender muchas cosas .5

Cuando un deportista gana una competición, recibe simultáneamente honores, estima y fortuna; todo esto no lo recibe si pierde. Una única victoria puede decidir toda una serie de acontecimientos posteriores. Ésta es la victoria que cada uno de vosotros está destinado a ganar sobre sí mismo, y entonces encontraréis todos los tesoros, es decir los dones y virtudes que poseéis profundamente ocultos en vuestro interior.

Vencer al dragón es una tarea muy difícil. Este enemigo interior nos espía para saber lo que vamos a hacer, y trata de aventajamos, y debemos a toda costa evitar que conozca nuestros proyectos. Si caminamos muy cerca de él, jamás dejará de obstaculizamos. Por esto debemos elevamos muy alto para que no pueda alcanzamos. Sabe detectar nuestras intenciones, pero es posible engañarle, concertando, sin él saberlo, una alianza con el Cielo.

Comenzad pues trabajando en silencio y en se-


creto. Ciertamente, el dragón terminará sintiendo que se preparan cambios, estará nervioso, inquieto, se agitará preguntándose qué estaréis tramando contra él, y os presentará toda clase de argumentos para que volváis a descender. No le escuchéis, sino duplicad los esfuerzos, continuad ascendiendo, a pesar de todo, ya que la victoria depende de ello.

Con la oración y la meditación, no sólo concertaréis con el Cielo un pacto contra el dragón, sino que en las regiones a las que habréis llegado, os posesionaréis de unas armas que os permitirán dominarle. En secreto organizaréis una verdadera resistencia: recibiréis municiones . . . e incluso paracaídas, ¡para el día que debáis volver a bajar para ocupar el territorio !

y ahora he aquí una aplicación más de este precepto evangélico. Cuando hacéis un proyecto, si queréis estar bien preparados y bien armados, no lo anunciéis de antemano. Ejecutadlo; después ya tendréis bastante tiempo para presentarlo y comentarlo. ¿Por qué, aquí también, estas precauciones? Porque a vuestro alrededor, así como en vosotros, existen entidades invisibles dispuestas a poneros obstáculos, sirviéndose de miembros de vuestra familia, de vuestros amigos, de vuestros compañeros de trabajo, de vuestros vecinos; y entonces os encontraréis con grandes dificultades, o incluso fracasaréis, simplemente. Sin hablar de aquellos que, aparentemente animados por las mejores intenciones, os desanimarán diciendo: «Oh, pero, ¿cree


Vd. que esto vale la pena? .. ¿Por qué se afana tanto? . . ¿No sería mejor que hiciera . . . ?»

Cuando jefes de Estado, ministros , etc., tienen que tomar decisiones útiles para el país, es mejor que no las divulguen. ¿Por qué? Porque siempre hay algunas personas, más o menos bien intencionadas, que intentarán ponerle palos e n las ruedas. Están obligados a anunciar su programa, a presentar las leyes ante el Parlamento para que sean discutidas y votadas, y esto es normal, ciertamente, pero esto presenta también inconvenientes.

En cuanto a vosotros, mientras podáis, esperad que algunos de vuestros proyectos h ayan comenzado a realizase, por lo menos, para hablar de ellos. Cuando hayan comenzado a tener forma, serán como un árbol bien enraizado que los vientos no podrán derribar. Y este árbol dará frutos, que podréis luego repartir a vuestro alrededor.

Para hacer el mal, instintivamente, se siente que hay que esconderse, para no ser capturado y condenado. Y para hacer el bien j imaginamos que podemos mostrarlo ! Incluso algunas personas, por vanidad, se exhiben, y he aquí cómo desatan controversias, avivan la malevolencia y los celos. ¿Queréis ofrecer algo a alguien? Aquí también sed prudentes, quizás es mejor que no hayan testigos. Y a veces, incluso sería preferible que aquél a quién hacéis el bien ignore de donde procede, porque vuestro gesto puede ocasionarle reacciones inesperadas. En las relaciones humanas, jamás se tienen suficientemente en cuenta las complicadas rela-


ciones que mantiene la naturaleza inferior con la naturaleza superior.

y en vuestra vida espiritual también tratad de ser prudentes y reservados. Trabajad durante mucho tiempo para reforzar vuestras convicciones y vuestras aspiraciones. Si vais contando por todas partes que finalmente habéis hallado el camino de la luz, y que estáis decididos a seguir este camino, etc. , os estáis poniendo en situación de crearos obstáculos, provocar réplicas. Algunos intentarán demostraros con toda clase de razonamientos que vais por un camino equivocado, que sois un idealista ingenuo, o algo parecido. Y si vuestras convicciones todavía no son muy sólidas, no sólo no les convenceréis de lo contrario, sino que seréis vosotros quienes cederéis ante ellos. Mientras vuestras aspiraciones no hayan comenzado a concretarse, no deben ser pregonadas, sino mantenidas en secreto cuidadosamente, vigiladas, alimentadas con vuestros mejores pensamientos y sentimientos.

Si existen puertas y ventanas, significa que es útil poderlas abrir, pero también cerrar. Cuando se las cierra, generalmente es para protegerse del frío, o del ruido, o del polvo, o de los intrusos. En la vida espiritual igualmente, hay que saber cerrar ciertas puertas y ventanas para protegerse. He aquí otro significado del consejo de Jesús: «Que tu

mano izquierda ignore lo que hace tu mano de

recha. »

Todos poseéis un manantial profundamente


oculto en vuestra alma. El día en que descubráis esta fuente, no la pregonéis, mantenedla al abrigo de las miradas para evitar que personas maleducadas, groseras o malintencionadas, vengan a ensuciarla. Si sabéis proteger este agua que brota, no sólo ya no pasaréis más sed, sino que podréis dar de beber a todas las criaturas de vuestro alrededor.

Notas 1 . Naturaleza humana, naturaleza divina, Col. Izvor 2 1 3. 2. La piedra filosofal - los Evangelios según los tratados

alquímicos, Col. Izvor n° 24 1 , cáp. 1 - 1 : «Sobre la interpretación de las Escrituras: l . «La letra mata y el espíritu vivifica».

3. La Ciudad celeste - comentarios del Apocalipsis, Col. Izvor n° 230, cáp. X: «La mujer y el dragón» , cáp. XI: «El Arcángel Mikhael derrota al dragón» , cáp. XII: «El dragón proyecta agua sobre la mujer», cáp. XIII: «La bestia que surge del mar y la bestia que surge de la tierra», cáp. XV: «El dragón atado durante mil años» .

4. Los poderes de la vida, Obras completas, t. 5 , cáp. IV: «Cómo medirse con el dragón».

5. E l amor y l a sexualidad, Obras completas, t. 1 5, cáp. VIII : «Materialismo, idealismo y sexualidad».

II

Las dos manos de Dios

La derecha y la izquierda. . . La oposición que tradicionalmente se ha presentado entre ellas en el plano moral sólo tiene, ya os lo he dicho, un valor simbólico. S in embargo, es preferible tenerlo en cuenta para ciertos gestos de la vida cotidiana. ¿Por qué? Porque cada vez son una buena ocasión para realizar un trabajo psíquico. Cuando saludáis a alguien estrechándole la mano, lo hacéis con la mano derecha; igualmente, cuando debéis saludar de lejos a alguien, es mejor también que lo hagáis con la mano derecha; y en ambos casos no olvidéis de poner vuestras mejores intenciones en vuestro saludo. Y cuando tengáis que dar un objeto, es mejor hacerlo con la mano derecha, y hacedlo conscientemente acompañando vuestro gesto con un buen pensamiento.)

Una mano no se limita a su parte física. Una mano se prolonga hasta los planos sutiles, de donde no sólo puede captar corrientes de fuerzas, sino


también proyectarlas. Lo sentiréis si os habituáis a realizar ciertos ejercicios. He aquí uno de muy simple que podéis hacer cuando estáis solos, y preferentemente antes del mediodía. Extended vuestra mano derecha, y con el pensamiento prolongadla lo más lejos posible, siendo conscientes de que vuestros dedos son como antenas que captan energías. Si acto seguido colocáis vuestra mano sobre el plexo solar, sentiréis cómo éste se llena de un calor benéfico.

Ahora bien, la verdad es que todos los ejercicios que podáis hacer con la mano sólo serán eficaces si habéis aprendido a trabajar con ella para llenarla de vida. Y una mano se llena de vida cuando se consagra a actos desinteresados , cuando se aprende a tocar los objetos y los seres para introducir en ellos la pureza, el amor y la luz . Y entonces, poco importa si las manos están estropeadas o deformadas: emana de ellas algo tan cálido y brillante, que todos lo sentirán, y las mirarán como fuentes de bendiciones.

A menudo he observado las manos de las personas con las que me he encontrado y he sentido cómo manos finas, hermosas y perfumadas pueden a veces desprender algo lascivo y repugnante. Mientras que otras manos, mal hechas o descuidadas, parecen impregnadas con todo lo que la persona alimenta de bueno en su mente y en su corazón, hasta el punto que entran ganas de estrecharlas, incluso de besarlas.

En la actualidad todavía persiste la costumbre


de besar la mano derecha de los grandes dignatarios de la Iglesia: obispos, cardenales, papas. Piensan que es para demostrarles respeto. Sí, pero esta muestra de respeto se basa en el conocimiento de los poderes de la mano. Estos seres que se han consagrado a la vida espiritual, son considerados como los trasmisores de las bendiciones del Cielo. Ya sé que diréis que muchos de ellos tienen otras preocupaciones, pero en este momento no se trata de esto. La cuestión es comprender que las manos de seres que han trabajado mucho tiempo con el amor y la sabiduría están realmente en contacto con los poderes cósmicos.

Algunas estatuas de Buda lo representan mirándose su mano derecha. ¿Pero sólo la está mirando? En realidad, cuando Buda se concentra en su mano, entra en comunicación con la gran mano del Creador, es decir con todo el universo, con los soles, las estrellas, las constelaciones. En esta mano del Creador, la Vía láctea es la que representa la línea de Saturno.

Si Buda se concentra en su mano, significa que una mano no es únicamente el órgano físico que utilizamos como cualquier herramienta o aparato: está impregnada con una materia fluídica gracias a la cual se comunica con los cuerpos sutiles de la naturaleza. Como Buda, aquel que se concentra en su mano, entra en relación con el universo. Se siente a sí mismo dentro de la mano del Creador, alimentado por las energías que recibe del centro de esta mano.


Pero regresemos a las dos manos, la derecha y la izquierda. Aunque en la vida cotidiana se respete la dimensión simbólica de la derecha, no se puede descartar el hecho de que cualquier cultura y cualquier civilización son la obra de dos manos. La mano derecha y la mano izquierda concuerdan, se armonizan y se completan, y cada una sólo es uno de los dos aspectos de la unidad. Es imposible pensar que una mano sea independiente de la otra, porque están polarizadas: la mano derecha posee la polaridad masculina y la mano izquierda la polaridad femenina. Por esto a menudo se las ha relacionado con el sol (mano derecha) y la luna (mano izquierda), que ejercen ambos su influencia sobre nosotros. A través de las dos manos, el principio masculino y el principio femenino proyectan corrientes con el fin de poder, las dos juntas curar, sostener, salvar, reparar, iluminar.

¿Por qué entonces se ha asociado l a derecha al bien y la izquierda al mal? Cuando os presenté la cuestión del bien y del mal, os expliqué que se manifiestan como dos fuerzas activas en el universo.2 Estas dos fuerzas se hallan bajo la autoridad de Dios, la Entidad suprema; son sus dos manos. Esta idea se halla presente en el Árbol sefirótico: tenemos el pilar de la derecha, la Clemencia, y el pilar de la izquierda, el Rigor; entre los dos se alza el pilar del Equilibrio en cuya cima se halla situada la primera séfira: Kether, la Corona.3

Aquellos que sólo piensan en satisfacer sus ambiciones, su codicia y todos sus malos instintos,


se colocan ellos mismos en el camino de la izquierda, y se exponen a ser castigados por los poderes del Rigor. No les castiga un Dios terrible, un Dios vengativo: son ellos mismos quienes se exponen a la severidad de las leyes cósmicas.4 Por el contrario, aquellos que eligen andar por el camino de la luz, se sitúan naturalmente en el camino de la derecha, la Clemencia y sólo atraen sobre ellos bendiciones .

Puesto que el mal existe, significa que tiene que interpretar un papel en el gran cuerpo cósmico. Nosotros, los humanos, no conocemos la razón de ser de su existencia, solamente constatamos que una Inteligencia superior se sirve de él, le hace partícipe de sus proyectos, y es así como contribuye a la evolución de las criaturas.

En la naturaleza, los contrarios sólo se oponen aparentemente, jamás se excluyen. Ciertamente, primero se debe presentar a las dos manos como dos entidades separadas, opuestas, incluso a veces hostiles ; pero después, hay que llegar a ver que, en el trabajo, e stán unidas y no se pueden disociar. Como en nuestro cuerpo físico: en el cerebro y en la columna vertebral se encuentran unos centros que coordinan actividades y procesos aparentemente contrarios .

Desde el punto de vista filosófico y metafísico, las cuestiones planteadas por la dualidad se resuelven pues con la unidad, esta unidad que es la esencia misma de Dios. Pero cuando se trata del mundo moral, debemos avanzar por el camino de la unidad


muy lentamente y con prudencia, para no confundirlo todo. Esta confusión la sufren muchos de los que dicen ser espiritualistas. Como han leído u oído decir que no existe ni bien ni mal, ni puro ni impuro, ni hermoso ni feo, llegan a unas conclusiones peligrosas y pretenden obrar inocentemente cuando están realizando actos criminales.

En el mundo de la manifestación, siempre veremos que el bien y el mal luchan entre sí. Pero ¿qué sucede en realidad? Sólo la analogía permite comprenderlo.

Suponed que asistís a una obra de teatro: la escena representa a un personaje ambicioso y celoso, que no soporta que otro obtenga por méritos propios el puesto que codiciaba o conquiste a la mujer que él esperaba seducir. Un día, se las apaña para provocarle, y le asesina. Evidentemente, hay motivo para indignarse y rebelarse. Pero después de la representación, salís del teatro y, como tenéis sed, vais a un bar cercano a tomar una bebida. Entonces allí ¡ qué sorpresa ! , descubrís al asesin o y la víctima, estos dos enemigos irreductibles, sentados en la mesa juntos, charlando y bromeando mientras comen y beben. Si siempre queréis verles como adversarios, debéis permanecer en el teatro. Pero si vais a los bastidores o salís del teatro, descubriréis una realidad completamente diferente . . .

También en apariencia e l bien y el mal son unos adversarios implacables, pero si pudierais penetrar en los bastidores de este teatro que es la vida

«Que tu mano izquierda ignore . . . » 4 1

cósmica, veríais que son los servidores de u n poder superior. Este poder les dirige para utilizarlos para unos objetivos lejanos que no conocemos.

En la cima de la creación existe pues un Ser que utiliza dos corrientes de naturaleza contraria y al mismo tiempo mantiene el equilibrio entre las dos.5 Y nosotros, en el terreno más limitado que es el nuestro, debemos tratar de obrar de igual modo: constantemente ajustar y reequilibrar los dos lados. Observad cómo sostiene el volante el conductor de un vehículo: bien lo gire un poco a la derecha, bien un poco a la izquierda, ambas manos se hallan permanentemente en actividad y su actividad es complementaria. Es así como conductor y vehículo llegan sanos y salvos a su destino.

Lo mismo que la mano derecha y la mano izquierda son los instrumentos de un único cerebro, el bien y el mal son dos corrientes procedentes de la misma Fuente; por esto se puede decir que son las dos manos de Dios. Un día, al final de nuestra evolución, lograremos descubrir esta Fuente única. Por el momento, vivimos en la dualidad, y siempre debemos tener en mente el consejo de Jesús: «Que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha» para evitar todo aquello que pueda desviamos del buen camino.


Notas 1. El Libro de la Magia divina, Col. Izvor n° 226, cáp. XII:

«La mano». 2. El árbol del conocimiento del bien y del mal, Col. Izvor

n° 2 1 0, cáp. I1: «El bien y el mal, dos fuerzas que hacen girar la rueda de la vida».

3. Del hombre a Dios - séfiras y jerarquías angélicas, Col. Izvor nO 236, cáp. II: «Presentación del Árbol sefirótico» y cáp. V: «Los séfirot del pilar central».

4. Del hombre a Dios - séfiras y jerarquías angélicas, Col. Izvor nO 236, cáp. XV: «Binah: 1. Las leyes del destino» .

5. La Balanza cósmica - el número 2, Col. Izvor n° 237, cáp. V: «Dios por encima del bien y del mal» .

III

PROGRAMA PARA EL DÍA Y PROGRAMA PARA LA ETERNIDAD

Ya desde muy jóvenes, algunos niños hablan de lo que quieren hacer cuando sean mayores, pero luego, cuando son adultos a menudo hacen otra cosa. Pero como esta actividad no se corresponde necesariamente a su temperamento o a lo que tenían predestinado, durante años luchan para realizar el programa que se han impuesto, y fracasan. N o es difícil hacer un programa; lo que es difícil es cumplirlo. Y a veces, aunque se logre realizarlo, los esfuerzos y los sacrificios que uno debe realizar son desproporcionados con respecto a los éxitos obtenidos.

Puede también suceder que no se tenga ningún programa, pero ahí, se corre el riesgo de convertirse en una marioneta de las circunstancias. Siempre es mejor marcarse un objetivo, con el fin de orientar sus actividades. En realidad, lo que se deben evitar son los extremos: la ausencia de programa o un programa demasiado estricto son igualmente peligrosos. La solución a este problema se halla en


las palabras de Jesús: «No os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana se preocu

pará de sí mismo: a cada día le basta su propia

malicia.» No preocuparse del día de mañana . . . Jesús habla aquí por tanto de un programa para un solo día. ¿Por qué?

Una vida se divide en años de doce meses, y los meses tienen entre veintiocho y treinta y un días; cada día tiene veinticuatro horas, una hora sesenta minutos y un minuto sesenta segundos. Todos estos períodos están solapados unos con otros, se comunican y encadenan sin discontinuidad. Basta pues organizar correctamente las actividades de un único día para que, eslabón tras eslabón, toda la cadena se suceda armoniosamente.

Cuántos hombres y mujeres comprometen el capital de su corazón y de su vitalidad, sin hablar de su fortuna, en empresas de muy largo alcance; después, llegado el momento, ¡qué decepción cuando descubren cuán diferentes son los resultados de lo que esperaban ! Diréis que es tentador proyectarse hacia el futuro . . . Sí, pero existe una manera mejor. ¿Cuál? Concentrando vuestra atención y vuestras energías en el día de hoy, es así como os preparáis el mañana y los días sucesivos . Entonces, día tras día, lentamente y con seguridad, realizaréis, sin ser verdaderamente conscientes de ello, el programa que los Señores de los destinos han inscrito en vosotros. Por el momento no podéis tener una idea clara de él, pero con el transcurso de los años, cuando volváis la vista atrás para analizar todo lo

Programa para el dia . . . 47

que habéis vivido, el itinerario, el plan se os revelará claramente.

Si plantáis en la tierra una pepita de limón, de manzana o de melón, ¿acaso le decís: «Escúchame bien. Yo te marco tu programa: tú debes convertirte en un limonero, un manzano o un melonero, sino serás castigado»? No, la pepita ya tiene un programa grabado en su interior; una vez plantada en la tierra, basta con regarla y protegerla del calor, del frío y de los insectos, para que realice este programa y se convierta en lo que Dios ha previsto para ella. Primero comienza desarrollando las raíces; no se preocupa del tronco, de las ramas, de las hojas, ni de las flores y los frutos : los dará más tarde.

El árbol conoce su programa, no piensa continuamente en el día de mañana, trabaja hoy, se aferra a la tierra, día tras día elabora su estructura. Cuando un elemento está bien asentado, pasa a la fase siguiente, cada día realiza el programa que le dicta su grado de desarrollo presente, sin preguntarse lo que hará dentro de un año o dentro de cien años.

¿Por qué os hablo del árbol? Porque el ser humano también es una simiente que tiene su programa. Si todavía no es capaz de conocerlo, es debido a que no cesa de fabricar él mismo otros programas que sólo consiguen nublar su visión y desviarle de su camino. Debe mantenerse interiormente libre y disponible, para descubrir el esquema grabado profundamente en su alma.


¿ Qué más nos enseña la naturaleza sobre este tema del programa? La tierra gira alrededor del sol en veinticuatro horas, lo que proporciona aproximadamente doce horas de claridad y doce horas de oscuridad. El ciclo de la luna es de veintiocho días en el transcurso de los cuales crece y mengua. En cuanto al sol, tarda un año en «recorrer los doce signos del zodiaco.» Estos tres ciclos de la tierra, de la luna y del sol, son los que influyen más directamente sobre nuestra existencia, pero hay muchos otros. Los Iniciados, al estudiar estos ciclos cósmicos, descubrieron que existen diferentes programas: para un día, para un mes, para un año, para un siglo . . . y para la eternidad cuando se trata del ser humano.

El programa de una pequeña bellota es alcanzar el tamaño, la belleza, la solidez y la majestuosidad de su padre, el roble. Semejante a la bellota, el ser humano debe llegar a ser un día como su Padre celestial, éste es su programa. No tiene que prepararlo, ya que se halla inscrito en él desde su origen. Éste es su programa para la eternidad, y determina la línea general, la orientación. Pero para llevarlo a cabo, primero debe realizar el programa del día.

El reloj es para nosotros la representación más corriente del tiempo. Posee tres aguj as : la de las horas, que se mueve muy despacio, la de los minutos que va más deprisa y la de los segundos que lo hace todavía con mayor rapidez. En cierto modo, nosotros también funcionamos con diferentes agu-


jas ; y la más lenta nos indica el grandioso programa de la eternidad: realizar la perfección divina. Otras agujas más rápidas, corresponden a lo que debemos hacer en períodos de tiempo más cortos. Pero aquí, en la tierra, la aguja que para nosotros tiene mayor importancia, es la de los días: de su buen funcionamiento depende el de las otras aguJas.

Imaginad ahora que hacéis un surco y que por él dejáis que fluya el agua. Este surco, es la sabiduría que os indica la dirección correcta, el camino a seguir; y el agua, es el amor que os mantiene por este camino. \ Cada día que vivís con sabiduría y amor prepara el siguiente en el que avanzaréis más fácilmente. Hoy es la continuación de ayer, y mañana llegará a su vez, y después los meses, los años, toda la vida. Y una vida marca el camino para las futuras encarnaciones. Así, de vida en vida, realizaréis el programa de la más lenta de las agujas: alcanzar la perfección divina.

Al principio sentiréis evidentemente que no tenéis poder sobre un día entero, ni siquiera sobre una hora, sino solamente sobre el minuto presente. Pues bien, al menos para un minuto, haced el esfuerzo de crear en vosotros la claridad, la paz y el amor. Este minuto influenciará al siguiente, y así, minuto tras minuto, viviréis toda la jornada en armonía.

«Trabajar según las leyes de la sabiduría y los métodos del amor, éste es el programa», decía el


Maestro Deunov. La sabiduría nos indica el ideal hacia el que debemos orientamos, y este programa grandioso nos ocupará para toda la eternidad. Para realizar este programa, debemos adoptar los métodos del amor viviendo cada minuto con mucha atención. De este modo podremos conciliar los dos programas: el de la jornada y el de la eternidad.

Os daré otro ejemplo. Se puede decir que en cada ser humano existe un molino que debe moler el grano. Moler el grano es el programa, y los sacos de trigo están ahí, bien llenos. Pero para que la rueda del molino empiece a girar y el grano sea transformado en harina, es necesario que el agua circule. El agua, es la corriente del amor que el corazón envía sin cesar, mientras que el intelecto indica la orientación, el objetivo. El amor debe fluir constantemente para proporcionar al intelecto la energía necesaria para continuar moliendo.

Existen leyes y existen métodos. Las leyes representan los puntos fijos según los cuales debemos conducimos, y los métodos son nuestros instrumentos de trabajo. Cada actividad requiere el uso de métodos, de herramientas, y las leyes nos indican la dirección a seguir, el destino a alcanzar. Por esto el Maestro Peter Deunov dice que debemos aprender a trabajar con las leyes de la sabiduría y los métodos del amor. Los métodos del amor nos permiten realizar los grandiosos objetivos de la sabiduría. Se equivocan aquellos que creen poder alcanzar la sabiduría sin tener en cuenta el amor: pronto se secarán y se convertirán en polvo.

Programa para el dia . . . 5 1

Los métodos del amor son numerosos : primero tenemos los que nos permiten realizar intercambios con toda la naturaleza, la respiración,2 1a nutrición,3 contemplar la salida del soL.. 4 los intercambios con los seres humanos, cuando manifestamos bondad, generosidad y paciencia . . . s intercambios con el mundo divino con la meditación6 y la oración)

Si los humanos viven tan mal cada día, es porque concentran su atención en programas vagos y lejanos. Cuando fijen su atención en el programa del día, sus necesidades, sus obligaciones, todo se aclarará para ellos. De momento todavía no ven, no escuchan lo que deben hacer, sus ojos y sus oídos ¡ están ocupados en tantas otras cosas !

Esforzaos pues en vivir bien el día de hoy y todo se arreglará armoniosamente para mañana. ¿ Teméis, si os ocupáis del día de hoy, de perder de vista vuestros objetivos lejanos? No temáis. Cuando vais por un camino, no mantenéis continuamente la mirada en vuestros pies para no perder la dirección, ni tampoco miráis continuamente a lo lejos, porque correríais el riesgo de tropezar contra un obstáculo o de caer en un agujero. Este método es el mismo que debéis aplicar en vuestra vida espiritual. Puesto que sabéis andar en el plano físico, debéis también saber caminar en el plano espiritual. Vigilad vuestros pies, es decir es primordial que prestéis atención a todos los actos de la jornada, pero también debéis dirigir vuestra mirada hacia vuestro ideal, la perfección divina, con el fin de


comprobar que no os habéis desviado del camino correcto.

Aquellos que sólo hacen una de las dos cosas, mirar a sus pies o a lo lejos, corren grandes peligros. Es necesario mantener las leyes en la cabeza y los métodos en los pies; dicho de otra manera: comprobar, con la ayuda de la sabiduría, la orientación hacia el ideal, y utilizar todos los días el corazón para avanzar por el camino. El amor y la sabiduría, son el corazón y el intelecto, la mujer y el marido. ¿Queréis permanecer solteros? Esto sólo está permitido en el plano físico; en el plano espiritual cada cual debe tener en su interior el hombre y la mujer. El intelecto sin el corazón, las leyes sin los métodos, son unos esposos separados.

Los Evangelios relatan el encuentro de Jesús con una Samaritana, junto a un pozo. Jesús le dijo: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed,

pero el que beba del agua que yo le dé, jamás volverá a tener sed, sino que dentro de él, esta agua se

convertirá en un manantial del que brotará la vida

eterna. La mujer le dijo: Señor, dame de esa agua,

para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo

aquí a sacarla. Vete, le dijo Jesús, llama a tu espo

so y ven aquí. La mujer le respondió: No tengo es

poso. Jesús le dijo: Bien dijiste al decir que no

tienes esposo. Porque cinco esposos tuviste y ahora

el que tienes no es tu esposo. En eso has dicho

verdad. »

¿Cuál es el significado de este episodio? Jesús dice a la mujer que aquel que beba del agua que le


dé jamás tendrá sed. Y cuando la mujer le ruega que le dé de beber este agua, le pide que vaya a buscar a su marido. ¿Qué relación existe entre los dos? El agua de la que Jesús habla no es un agua corriente, es un símbolo de la vida eterna; porque, para tener la vida eterna, es necesario que los dos principios, masculino y femenino, el intelecto y el corazón, el espíritu y el alma trabajen juntos. Ni el principio masculino solo, ni el principio femenino solo puede vivir la vida eterna. Interiormente se necesitan ambos.8 ¿Sois solteros? Procurad que los dos principios en vosotros, el masculino y el femenino, se lleven bien. La historia no cuenta lo que la Samaritana comprendió de las palabras de Jesús. Indudablemente no mucho, pero ¿acaso otros después han comprendido mejor?

Supongamos que un joven quiere ser ingeniero. Debe forzosamente aceptar un programa de estudios, y si está verdaderamente hecho para esta profesión, estos estudios contribuirán a la realización del programa que lleva en su interior. Desgraciadamente, bajo el efecto de toda clase de presiones externas, pero también empujados por sus ambiciones personales, muchos hombres y mujeres se ven inducidos a elegir profesiones que no favorecen su desarrollo espiritual.

Es imposible escapar a la presión impuesta por la familia y la sociedad, pero tanto como podáis, esforzaos por vivir de acuerdo con las leyes grabadas en vuestra alma. El trabajo del que os hablo es


el trabajo espiritual y el programa que os planteo es el que Jesús ya dio hace dos mil años: «Sed per

fectos como vuestro Padre celestial es peifecto. »9

Acercarse cada día más a la perfecc ión del Padre celestial, éste es el solo, el único programa válido para todo el género humano. ¿Cómo realizar este programa? Haciendo cada día al despertar el programa de la jornada.

El programa de la jornada, muchos dirán que lo conocen ya desde hace tiempo: levantarse de la cama, lavarse, vestirse, ocuparse de los niños o de los padres, ir al trabajo, preparar las comidas, limpiar la casa, hacer recados, ver a tal o cual persona . . . No, éste no es el programa del que os hablo y del que, por otra parte tampoco necesito hablaros, ya que estas actividades se imponen a vosotros como en cierta manera se imponen ya a los animales : ellos también se levantan y se acuestan, ellos también se limpian, construyen sus casas, buscan alimento, crían a sus hijos, se reúnen; e incluso tienen cierta forma de vida social. El programa del que os hablo aquí se refiere únicamente a vuestra vida interior, y este programa se prepara durante el sueño. ¡ Pero cuánta gente todavía sigue pensando que dormir es sólo una función fisiológica! Están cansados y se duermen. Exactamente igual que comen porque tienen hambre, sin tener conciencia de que el sueño, así como l a nutrición y todas las demás funciones fisiológicas, pueden ser vividas en un nivel más elevado que el plano físico. Lo comprobaréis si, en el momento de dormiros, os


habituáis a prepararos diciendo: «Señor, durante mi sueño, quiero instruirme. Acéptame en tu escuela del amor, de la sabiduría y de la verdad, para que aprenda a dar un sentido cada vez más rico a mi existencia. »

Al día siguiente, al despertar, abrid los ojos conscientemente y durante algunos minutos, comenzad analizando vuestro estado interior, los pensamientos y sentimientos que os invaden. Descubriréis que habéis recibido una solución a un problema, aclarado una cuestión que os preocupa. No os levantéis precipitadamente sin haber realizado este examen. Durante la noche, mientras dormimos, es cuando somos instruidos en el mundo invisible. E incluso si no tenéis ningún recuerdo preciso de lo que habéis aprendido, sentiréis que se han añadido unos elementos nuevos a vuestra comprensión de las cosas.

Cada día es una nueva existencia: cada mañana nacemos al mundo, cada noche abandonamos el mundo, y es importante vivir bien este momento porque prepara las condiciones para el día siguiente. Cualquiera que haya sido el modo en que hayáis vivido el día, en el momento de dormiros, esforzaos por desechar todo lo que pueda oscurecer vuestra conciencia. Invocad los mejores pensamientos y los mejores sentimientos para que os acompañen durante este viaje sagrado que vais a hacer al otro mundo. 10 Al día siguiente, comenzaréis la nueva jornada con sensaciones de luz, de paz y alegría.


Notas l . La verdad, fruto de la sabiduría y del amor, Col. Izvor

n° 234, cáp. III: «La sabiduría y el amor: luz y calor», cáp. VI: «Yo soy el camino, la verdad y l a vida».

2. La respiración, dimensión espiritual y aplicaciones prácticas, Folleto n° 303.

3. El Yoga de la nutrición, Col. Izvor nO 204, cáp. XI: «La ley de los intercambios»

4. Meditaciones a la salida del sol, Folleto n° 323 5 . En las fuentes inalterables de la alegría, Col. Izvor n°

242, cáp. XII: «Los tesoros insospechados de la paciencia» .

6. La meditación, Folleto n° 302 . 7. La oración, Folleto n° 305. 8. La Balanza cósmica - el número 2. Col . Izvor nO 237,

cáp. IV: «Los lugares respectivos de lo masculino y de lo femenino» y cáp. XVIII: «La fusión con el Alma universal y el Espíritu cósmico» .

9. La verdadera enseñanza de Cristo, Col. Izvor n° 2 15 , cáp. III: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» .

1 0. Mirada al más allá, Col. Izvor n° 228, cáp. XVI: «Los viajes del alma durante el sueño» .

IV

«NO OS PREOCUPÉIS DEL MAÑANA»

Introducir la paz y la armonía en todo lo que realizáis a fin de estar preparados para el programa del día siguiente, esto es lo que debe preocuparos cada día. Porque este programa, no sabéis con certeza en qué consistirá. «Pero, diréis, sí sabemos exactamente las ocupaciones que nos esperan, los compromisos que atender.» En realidad esto no es más que el marco de vuestras actividades; en el interior de este marco ¡podéis encontraros con tantas situaciones diversas ! Incluso aunque sólo debáis proseguir las actividades del día anterior, ninguna se presenta bajo unas condiciones idénticas. De un día a otro, ¡ cuántas cosas pueden cambiar ! En el trabajo, en la familia, en la sociedad, siempre debemos adaptamos.

La existencia es un movimiento perpetuo. Si no se está preparado, ¡ así vienen las sorpresas ! Y ya sabemos los efectos ocasionados por situaciones inesperadas: incertidumbre, agitación, preocupación. Cada día surgen nuevos problemas que resolver. ¿Cómo lo lograréis si no habéis aclarado lo que


habéis vivido la víspera? Sólo podréis estar seguros del día siguiente si hoy habéis logrado consolidar las bases de vuestra vida psíquica. La forma en que viváis los acontecimientos exteriores , sólo depende de vosotros, de vuestra capacidad de organizar vuestro mundo interior. Esta organización es la que se reflejará sobre vuestra percepción de las cosas: cuando llegue el día siguiente, los acontecimientos os encontrarán preparados y decididos .

Jesús dijo; «No os preocupéis por el día de

mañana, porque el día de mañana se preocupará de sí mismo: a cada día le basta su propia mali

cia. » Y da el ejemplo de los pájaros del cielo y los lirios del campo: «Observad a los pájaros del cielo: no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial les alimenta . . .

Observad como crecen los lirios del campo: n o se fatigan ni hilan; y yo os aseguro que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.»

Con la excusa de seguir los consejos de Jesús, algunos se encontraron en la miseria, viviendo a costa de los demás. Los lirios de los campos y los pájaros del cielo . . . En los Evangelios, Jesús emplea a menudo imágenes de la naturaleza, pero sólo son imágenes que deben ser interpretadas. El ser humano jamás podrá vivir como una planta o un animal. Cuando se refería a los pájaros del cielo «que ni

recogen en graneros» y los lirios de los campos «que no se fatigan ni hilan» , Jesús quiso prevenir a los humanos contra sus inclinaciones materialistas (acumular riquezas, preocuparse en exceso de la

«No os preocupéis del mañana» 61

apariencia e xterior), porque para satisfacer estas tendencias s e ven obligados a ejercer actividades que devoran su tiempo y sus energías.

Mejor sería que algunas Iglesias se inspiraran en estas palabras de Jesús, en vez de amasar tantas riquezas y dar tanto lucimiento a los oficios religiosos. Cuando Jesús envía a los apóstoles a predicar el Reino de Dios, les dice: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni

plata; y no tengáis dos túnicas. » Aunque evidentemente sea imposible respetar estas recomendaciones al pie de la letra, ¿acaso ellos, que tenían como misión difundir el mensaje evangélico, no debían dar ejemplo?

Cuando aconseja no preocuparse del día de mañana, Jesús no está predicando el descuido. Al contrario, pone énfasis en la conciencia, en la vigilancia que nos ayudan a vivir bien el día de hoy. «A

cada día le basta su propia malicia. » Por tanto es preciso preocuparse, porque mañana no se desarrollará aisladamente, y es imprudente dejar que venga sin preparar nada. El mañana únicamente está asegurado con nuestro comportamiento de hoy. No preocuparse del mañana supone preocuparse del día de hoy. Es el día de hoy el que reclama toda nuestra atención, todos nuestros cuidados. ¡ Cuánta gente olvida el presente y sólo piensa en el futuro ! Puesto que están viviendo el presente, no hay mucho que preguntarse al respecto. Pues precisamente, sí hay que hacerlo.


No inquietarse por el mañana requiere que nos concentremos en el día de hoy. Puesto que el mañana todavía no existe, cuando nos inquietamos por él es como si nos lanzáramos al vacío, y nos perdemos. Debemos trabajar sobre el día de hoy, porque el día de hoy no muere, únicamente se prolonga, y al prolongarse se convierte en el mañana. Cuando habéis llegado al final de lo que llamáis día de hoy, decís que es mañana; mañana habrá sido primeramente hoy, es hoy que se convertirá en mañana. Pero el mañana nadie lo ha visto, ni probado, ni tocado, sólo existe teóricamente, es una abstracción. En el instante que llega, ya no le llamáis mañana sino hoy.

El futuro es una proyección, el pasado es un recuerdo, sólo el presente es el verdadero tiempo de nuestra vida. Aquel que se preocupa del día de mañana olvida vivir en el presente, y j amás sabrá cómo este presente puede convertirse en un eterno presente. Cuando se proyecta en el futuro que no existe, muere al eterno presente.

jTantos hombres y mujeres huyen hacia el futuro, porque no pueden soportar el presente! Pero no ganan nada con ello, porque un día u otro se verán obligados a rendirse a la evidencia: al no tener ninguna base sólida, este futuro que imaginan se convierte en el vacío, y en la angustia. jEs mejor que decidan vivir el día de hoy, donde hay tantas cosas para probar, ver, apreciar y pensar ! Pero para vivir el momento presente, deben aprender a detenerse, a hacer una pausa, a no dejarse l levar por la


sucesión de acontecimientos y estados interiores que estos sucesos crean en ellos.

Ciertamente, la vida no es más que un fluir sin cesar, pero es necesario hallar la manera de detenerse para poner un poco de orden en uno mismo, para sintonizar con ritmos más armoniosos. Y para ello es muy necesaria la meditación. Meditar consiste en aminorar la marcha precipitada del tiempo con el fin de introducir en nuestro interior un ritmo, una paz, una luz que dejarán su huella por mucho tiempo. l

Esto es lo que hace un hombre cuando se despierta por la mañana: salta de la cama y se precipita a lavarse, vestirse, tomar, o la mayoría de las veces, tragar su desayuno, pensando en todo lo que le espera en el transcurso del día. No oye lo que le dicen su mujer y sus hijos, Y sólo cuando está en su coche, en el tren o en el metro, piensa en su familia que acaba de dejar, etc. Y todo el día transcurre así: jamás está con lo que hace. Cuando está en casa, piensa en el trabajo, y cuando está en el trabajo piensa en su casa. Con esta precipitación olvida algo importante, comete errores, pronuncia palabras desafortunadas que deberá reparar. Entonces sucede que, proyectándose en el futuro, se encuentra en realidad retenido por el pasado; y cuando al día siguiente aporta su programa, no estará libre para realizarlo: todavía estará ocupado corrigiendo los errores del día anterior . . . o de hace dos días.2

¡ Cuánta gente se siente continuamente impul-


sada hacia delante sin saber bien hacia donde van ! No dominan nada, se dejan arrastrar, llevar, no ven ningún orden ni ninguna dirección clara. Lo que está claro son sus deseos, deseos que no cesan de proyectar hacia el futuro; todo su ser está inmerso en la satisfacción de estos deseos. No se preguntan acerca del valor de los medios que utilizan para conseguirlo, y entonces, ¡ cuántos errores, cuántas faltas ! Pero cuando se obra mal, este presente que se prolonga en el futuro, incluso destruye lo que se había construido bien en otro presente que ahora se llama pasado.

En cuanto al pasado, no muere, cada cual continúa llevándolo en sí con todos los gérmenes de destrucción que contiene. En el alma de aquel que se esfuerza en construir ahora algo bueno, se entabla una lucha entre el pasado y el presente. Ambos coexisten, y uno tras otro se llevan la victoria. Por esto se aprecian tantas contradicciones en la conducta de los humanos. ¡ Y cuántos, a menudo, se preocupan al constatar que en ellos coexiste lo bueno y lo malo !

«No os preocupéis por el día de mañana,

porque el día de mañana se preocupará de sí

mismo. » Estas palabras de Jesús nos obligan a meditar sobre la idea de continuidad. Aquel que fabrica una cadena, debe vigilar la solidez de cada eslabón, porque si un solo eslabón es frágil y se rompe, de nada sirve que todos los demás resistan: el conjunto se rompe. Debemos pues vivir cada día según las leyes divinas, para hacer de este día un


eslabón sólido y evitar que se rompa la cadena. El día de hoy es un nuevo eslabón que debe añadirse a los otros, y es en este eslabón que debemos concentrarnos.

Notas l . La meditación, Folleto nO 302 2. El hombre a la conquista de su destino, Col, Izvor n° 202.

v

SÓLO EL PRESENTE NOS PERTENECE

Cada mañana, al despertar, decíos que no hay nada más importante que vivir bien el día de hoy. En cierto modo, el pasado siempre está vivo, sigue influyendo aún en vuestro presente, pero no estáis obligados a dejar que tome el poder. Es al presente al que debéis dar el poder para que domine el pasado, para que incluso le derribe para transformarlo. Cuando el pasado era el presente, era todopoderoso. Ahora que es el pasado, se subordina al presente, y es el presente quien tiene voz y voto. El pasado se ha acabado y el futuro está precisamente «por llegar». Es el presente el que debe imponer su voluntad para transformar el pasado y orientar el futuro. Cuando el futuro se convierta en presente, a su vez, será todopoderoso. De momento se halla sometido al presente, y si el presente es defectuoso, también el futuro promete ser defectuoso.

El presente es el privilegio de Dios. Dios vive en el presente eterno. Él ha concedido todo su poder al presente. Sabiendo esto, debéis deciros: «Nosotros, también hoy, disponemos del presente.


El pasado ha sido, y el futuro no lo es todavía. Sólo el presente nos pertenece. Entonces, ¡ a trabajar !» Pero ¿qué hace la mayoría de los humanos? Dar vueltas alrededor del pasado, sueñan en el futuro, y respecto al presente, se hallan ausentes, dejan que transcurra sin saber cómo vivirlo; entonces, el presente se las apaña como puede, es decir, mal.

El pasado es la mayoría de las veces objeto de lamentaciones, de remordimientos: s e echan de menos los buenos viejos tiempos, o bien se reprochan los errores cometidos, las elecciones realizadas, las decisiones que se tomaron. Y s i no se sabe cómo hay que actuar en el presente, ¿qué futuro podemos esperar? Esperamos que sea feliz, mejor, pero al mismo tiempo nos inquietamos: ¿qué sucederá? Y así será mientras no aprendamos cómo fundar el mañana sobre esta base sólida que es hoy.

El futuro siempre contiene una gran parte de incertidumbre, eso es cierto. Puede suceder cualquier cosa. Por esto, para prevenir los accidentes de la vida, se han creado los denominados «seguros». No está mal, pero los seguros han hecho que la gente se acostumbre a creer que pueden asegurar todo a lo que tienen apego. Por tanto, aunque sean descuidados e imprudentes, da igual, ¡para esto están los seguros! Y mientras aseguran su casa, su coche, sus joyas, e incluso algunos sus piernas o sus manos, olvidan cultivar las cualidades más valiosas que poseen: la atención, la vigilancia, el sentido de la responsabilidad y todo lo que constituye la riqueza de su alma y de su espíritu. Pero no

Sólo el presente nos pertenece 71

son conscientes de ello. Por esto reciben lecciones, porque en la tierra nunca hay nada seguro. Ninguna póliza de seguros compensará lo que pierden si siguen siendo débiles, negligentes y perezosos.

Todo puede ocurrir en la vida, tanto lo peor como lo mejor. Así pues, es inútil que perdamos nuestro tiempo y nuestras energías imaginando todos los accidentes que pueden producirse y los medios para prevenirlos. Cualquiera que sea la manera en que se presenten los acontecimientos, el único modo de encontrar soluciones para el futuro es hacer lo mejor posible nuestro trabajo de hoy.

Para que comprendamos bien la importancia del día de hoy, debemos hacer como si éste fuera el último. Algunos dirán que es horrible pensar continuamente en la muerte. Pues bien, os equivocáis. Vivir cada día como si fuera el último no nos impulsa hacia e l lado de la muerte, sino al contrario, hacia el lado de la vida. Más bien aquel que obra con ligereza y despreocupación, mientras espera un futuro mejor, es quien camina hacia la muerte. En efecto, está desperdiciando su vida. Cuando los sabios nos dicen que debemos vivir cada día como si fuera el último, es para que nos esforcemos en hacer del día de hoy algo más útil, más hermoso, más precioso . . . ¡ algo único ! En realidad, no creéis que hoy será el último día, únicamente estáis utilizando un método pedagógico.

El pasado se os ha escapado y todavía no tenéis el futuro. Así pues el presente os pertenece, está en vuestras manos como una materia prima que debe


ser modelada. Tenéis ahí un minuto, una hora, un día . . . este minuto, esta hora y este día os pertenecen.

E incluso suponiendo que sólo os quedasen veinticuatro horas de vida: en estas veinticuatro horas, podéis provocar una gran revolución. ¿Qué revolución? La misma que la tierra hace en un año alrededor del sol. En esta revolución podéis arreglarlo todo, y en especial vuestras relaciones con vuestra familia, con vuestros amigos, c on el mismo Dios. Podéis reconocer vuestros errores, tratar de repararlos y pedir perdón a aquellos que habéis hecho daño y herido. Cuando ya no haya oscuridad, cuando hayáis superado la distancia que hay entre vosotros y el Creador, cuando os sintáis dispuestos a entrar en su presencia, sólo entonces podréis decir que también os pertenece el futuro.

Evidentemente, aunque viváis impecablemente el día de hoy, vuestros errores del pasado continuarán repercutiendo sobre vuestro futuro. Por esto, cuando os encontráis con dificultades y obstáculos, sabed de donde vienen, no os equivoquéis. No digáis como algunos: «He obrado c on desinterés, con paciencia y con bondad, y j esto es lo que me pasa!» Pues sí, j es extraordinario cómo la gente está dispuesta a ver en sus pruebas las consecuencias de sus buenas acciones, más que las de los errores que también han cometido !

Vuestro futuro es la alegría y la luz. Y no os dejéis influenciar por aquellos que sólo predicen


dificultades y desgracias, porque no saben lo que es verdaderamente el futuro y cómo crearlo. Las desgracias, son el pasado y no el futuro. Para presentarse, e l futuro, es decir vuestro verdadero futuro de hijos e hijas de Dios, espera que se borre el pasado, pero esto no significa que no esté en marcha. En realidad está vivo, está ahí: vosotros lo estáis creando.

¿Así pues, qué es el presente? El medio de transformar el pasado y crear el futuro. Sólo en el presente tenemos las posibilidades de remediar los errores del pasado para crear un futuro luminoso. Aquellos que no buscan utilizar el presente, que lo dejan idéntico al pasado, no podrán remediar las lagunas del pasado y continuarán viviendo en la oscuridad y el sufrimiento.

Así pues, aquí está el presente . . . lanzaos sobre el presente para terminar con el viejo pasado y crear vuestro futuro. Si os decidís a trabajar ahí, ahora, este magnífico futuro al que aspiráis se convertirá en vuestro presente. Pero si continuáis dejando para el futuro los esfuerzos a realizar, vuestro futuro no comenzará jamás, permaneceréis en el pasado eterno. Mientras que vuestro presente permanezca idéntico al pasado, vuestro futuro no es más que una prolongación del pasado, la amplificación del pasado. Para aquel que es limitado y perezoso, el pasado se eterniza, y su futuro continúa siendo el pasado. Mientras que si el presente es consciente, trabaja sobre el pasado y se convierte ya en el futuro. !


Para que el presente sea consciente, es necesario al menos que vosotros mismos estéis «presentes» en lo que hacéis, y en particular en los momentos que rezáis, o meditáis, o contempláis por la mañana la salida del sol. Tomad ejemplo de los hombres y las mujeres que viven un gran amor: cuando están juntos, son capaces de olvidarlo todo: el trabajo, la familia, los amigos, la patria, e incluso los peligros que les acechan. Clavan sus ojos en los ojos del otro, y cuando quieren describir lo que han visto, sólo hablan de soles, estrellas, de inmensidad.

Cuando os preparéis para rezar, meditar, contemplar la salida del sol, deCÍos: «Estoy con la pureza, estoy con la luz, estoy con mi amado, el Señor, estoy con mi amada, la Madre divina, nada es más importante que este momento que puedo comulgar con ellos» Luego ya tendréis tiempo de volver a reemprender vuestro trabajo, vuestras preocupaciones. Durante un instante, dejad vuestros pesos, vuestras cargas, presentaos ligeros y sin preocupaciones ante la Divinidad y los esplendores de la naturaleza. Es así como hallaréis solución a muchos de vuestros problemas interiores, a situaciones que hasta entonces creíais sin solución.2 Para ver, para comprender, debemos estar ahí, presentes, y para estar presentes, debemos estar libres . Ésta es la libertad que nos enseñan los Iniciados.

Todo lo que vivís en el presente prepara el futuro. Prestando atención a la forma en que vivís el


presente, os preparáis para los mejores encuentros. ¡ Cuántas magníficas ocasiones se presentan ante vosotros, de las que no podéis beneficiaros porque no estáis preparados ! Éste es asimismo el significado de la parábola de las cinco vírgenes prudentes y de las cinco vírgenes necias. Sólo las vírgenes prudentes que habían preparado el aceite para sus lámparas fueron recibidas por el Esposo en la sala del banquete.3

El aceite de la lámpara que habían preparado las vírgenes prudentes, simboliza todas las condiciones interiores que debemos cumplir para estar ahí, disponibles, despiertos y activos en el momento que tengamos un encuentro que puede transformar nuestra v ida: el encuentro con un ser, el encuentro con la belleza, el encuentro de una verdad. Aquel que se abandona a actividades o estados inferiores que v acían sus energías, es como una de estas vírgenes necias que no fueron aceptadas a la sala del banquete: interiormente se encontrará ante una puerta cerrada.

En los momentos en que recordáis los acontecimientos de vuestra vida, a veces os decís que habéis desperdiciado muchas ocasiones y os lamentáis. Esto es aún más cierto para la vida interior. Pero no perdáis el tiempo en lamentaciones. Después de haber extraído las lecciones del pasado, esforzaos por olvidarlo, y vivid el presente plenamente conscientes, en la luz, con el fin de crear el futuro.


Notas l . La risa del sabio, Col. Izvor n° 243, cáp. JI: «Cómo cuida

un pastor de sus ovejas» cáp. III: «Proteger las fronteras de nuestra alma».

2. La risa del sabio, Col . Izvor n° 243, cáp. IV: « La espera que nos mantiene despiertos».

3. Nueva luz sobre los Evangelios, Col. Izvor n° 2 1 7, cáp. IX: « La parábola de las cinco vírgenes prudentes y de las cinco vírgenes necias».

VI

ANTES DE QUE EL SOL SE PONGA

¿Hay algo más terrible para un ser humano que ver próximo su fin, teniendo la sensación de haber desperdiciado su vida? Cuando echa una mirada a su pasado es como si todo se redujera a polvo entre sus dedos. Incluso aquellos de los que se dice que han vivido una existencia colmada de acontecimientos pueden, al final, después de haberlo sopesado cuidadosamente, tener esta sensación: dirigieron empresas, a veces incluso países, recorrieron el mundo, conocieron a mucha gente e incluso cambiaron su vida, y en el momento que lo hacían, tenían la impresión de que era algo importante y con sentido. Pero he aquí que ahora sólo sienten una sensación de inutilidad y de vacío.

La balanza en la cual el dios Osiris en la religión egipcia, o el arcángel MikhaeI, en la religión cristiana, pesa a las almas para decidir su suerte en el más allá, se encuentra primeramente en el hombre. En efecto, primero es pesada en nuestro interior. Por esto tanta gente, cuando llegan al final de una existencia colmada de actividades, hacen


la misma constatación que el rey S alomón en el Eclesiastés: «Vanidad de vanidades, todo es vani

dad. » En realidad, se ha traducido p or vanidad la palabra hebrea havel que significa h umo. «Humo de humos, todo es humo.» Es pues este rey, respecto al cual se relata que su reputación había alcanzado los confines del mundo, quien terminó constatando que todo es humo.

Pero al final del Eclesiastés, Salomón dice: « y

recuerda a tu Creador en los días de tu juventud,

antes de que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas: no me gustan . . . »

Efectivamente, ya desde muy jóvenes debemos poner el pensamiento del Creador en el centro de nuestra existencia.

Cuando las personas ya no tienen tantas energías para continuar corriendo tras la gloria, el poder o los placeres, ¡ cuántas deciden que ya es hora de volverse sensatos y olvidar un poco la tierra para pensar en el Cielo ! ¿Pero qué imaginan? Cuando ya no tienen energías para la tierra, tampoco las tienen para el Cielo. Permanecer tranquilos en su rincón porque ya no tienen fuerzas para los negocios, las intrigas y las aventuras p asionales, no es sabiduría, y todavía menos espiritualidad.

« y recuerda a tu Creador en los días de tu ju

ventud . . . » ¿Por qué? Para que oriente tu vida introduciéndote su luz y su amor. 1 Si durante su juventud los humanos se casan con el diablo, es el diablo quien les repudia en su vejez, porque ya no tienen nada más que les pueda quitar. Creen divorciarse de

Antes de que el sol se ponga 81

él de buen grado, pero no es así, e s el diablo quien les echa, envía hacia Dios todos estos desechos que ya no le sirven para nada. Y entonces, ¡ qué espectáculo p ara el Señor, y sobre todo, qué apoyo recibe por su trabajo !

Un día un hombre me confió que temía morir de accidente s in haber podido prepararse. Deseaba terminar sus días en su cama, lo que le daría tiempo para acercarse a Dios. Se sorprendió cuando le dije que era un poco tarde volverse hacia Dios cuando uno s e encuentra en el lecho de muerte. Pero ésta es l a mentalidad de los humanos: mientras se encuentran bien, creen que todavía es demasiado temprano para pensar en lo esencial, en el sentido de su vida y en el Creador que les ha dado esta vida; basta con pensar en ello en el último momento. ¡ Pues bien, no es así!

Diréis: «Pero entonces, si somos ya ancianos, y hemos malgastado nuestro tiempo en ocupaciones banales , ¿ahora es demasiado tarde?» No. Es un poco tarde, ciertamente, pero no es demasiado tarde, nunca es demasiado tarde. Lo peor sería pasar el tiempo de vida que os queda lamentándoos. Siempre hay un medio para volver a enderezar la situación interiormente. Precisamente, si tenéis la sensación de haber perdido vuestro tiempo, ésta es una ocasión para examinar retrospectivamente vuestra conducta, para recapacitar sobre los acontecimientos de vuestra existencia, las ocupaciones que habéis tenido, los reencuentros que habéis tenido, para extraer una lección. Una


vez extraída la lección, poned en marcha todas vuestras facultades, todo lo que os queda de amor, inteligencia y voluntad para dar a vuestra vida este sentido que hasta entonces no habíais encontrado.

El sentido de la vida, de nuestra vida de todos nosotros, es estar en la tierra siendo c onscientes de que nuestras verdaderas raíces están arriba, en el mundo divino; y nuestro trabajo es expresar este mundo divino con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos.2 Aunque sea demasiado tarde ahora para comenzar una nueva vida, cada uno puede al menos esforzarse por dejar la tierra en un espíritu de paz, de armonía y de reconciliación con todos los seres, y particularmente con Dios. En la religión cristiana, éste es el significado de la extremaunción.

La extremaunción, este sacramento que administra el sacerdote al moribundo, se basa en este saber de que el último estado de conciencia del hombre determina el camino que seguirá en el otro mundo, y también juega un importante papel para su próxima encarnación, así pues para su futuro lejano. Este sacramento es sólo una posibilidad que se le proporciona de abandonar la tierra en las mejores condiciones, pero como todos los sacramentos, no es indispensable como rito o ceremonia. Está destinado a ayudar a aquellos que lo reciben, pero cada cual puede vivir sus últimos instantes en la luz sin haber recibido este sacramento.

Vivir es amar. E incluso si estando próxima vuestra muerte no habéis sido capaces de hacer


algo, aún tenéis la posibilidad de expresar sentimientos de amor y de benevolencia hacia toda la creación y hacia los seres que os rodean. Sabed que aquél que ama domina a la muerte.

En el Sermón de la montaña, Jesús dijo: «Si

presentando tu ofrenda junto al altar, te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofren

da ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu

hermano; y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Sé

condescendiente al reconciliarte con tu contrin

cante mientras vas con él en el camino, no sea caso que el contrincante te entregue al juez, y el juez al

aguacil y seas encarcelado. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado hasta

el último céntimo. » Esta idea vuelve a ser presentada por san Pablo en su Epístola a los Efesios cuando dice: «Que no se ponga el sol sobre vuestra

cólera. » Antes de presentar su ofrenda al altar. . . mientras está en camino . . . antes de que se ponga el sol . . . estas tres imágenes significan: antes de que sea demasiado tarde.

La puesta del sol representa el fin de este ciclo que es un día. Pero en el lenguaje simbólico, un día no es sólo este periodo de veinticuatro horas que llamamos así, esto también puede representar un mes . . . un año . . . una vida. Antes de que el sol se ponga, es el período de la vida física; después de que se ponga el sol, es el período de la vida astral. En hebreo, la palabra iam significa a la vez mar, y también oeste, es decir la región del cielo donde se


pone el sol. El alma del hombre que abandona el cuerpo se pone al oeste, y se ve obligada a atravesar el gran mar, el plano astral. Después continúa hacia el este, donde sale el sol: se encama de nuevo.

En el momento que abandonamos esta tierra, debemos reconciliamos, es decir estar en armonía con todas las criaturas . Y si hay algunas con las que estamos en conflicto, no debemos permitir que dure esta situación, sino hacer también las paces con ellas. Sino esto se grabará en nosotros como una deuda a pagar. Diréis: «Pero hay personas a quienes jamás podremos volver a ver y otras que jamás querrán reconciliarse con nosotros.» Sí, es cierto, pero con el pensamiento podéis buscar a estas personas y, en vuestro corazón y en vuestra alma, hacer las paces con ellas.3

El sol que se alza marca el principio de un día, y en este comienzo del día, si tenéis proyectos, sois libres de realizarlos o no, así como de modificarlos. Pero cuando el sol se pone, es decir al final del día, lo que está hecho está hecho, nada de menos y nada de más.

También se puede comparar un día con el período durante el cual una mujer lleva a su hijo en su seno: mientras lo lleva, con sus pensamientos, sus sentimientos y sus deseos puede influir sobre él para que camine por el camino de la luz. Y su nacimiento, que aquí todos consideran como un comienzo, es en realidad el final de un proceso de condensación, de cristalización, comparable de


alguna manera a la puesta del sol. Los seres y las cosas comienzan existiendo en el estado sutil, su materialización no es más que el final de un proceso. Esto es cierto en todos los terrenos, incluido por ejemplo en el de la salud. Antes de declararse una enfermedad, ya existe en el plano invisible como un desorden, una anomalía. Si logramos hacemos conscientes de ello con la suficiente antelación -antes de que se ponga el sol - se puede cortar, de lo contrario deberemos sufrirla, y ¡ cuánto tiempo, cuantas dificultades deberemos superar para lograr su curación !

Antes de que el sol se ponga . . . A cada uno se le da un plazo bastante largo, un cierto número de años, pero una vez transcurrido este tiempo, para aquel que no ha pensado en reparar sus errores, en pagar sus deudas, o que no ha sabido hacerlo, una vez que «el sol se ha puesto», se aplica la ley del karma. Todo está grabado, porque todo deja una huella, y un día hay que pagar; no es posible llegar a un arreglo amistoso, como se dice: si no se ha solventado la cuestión antes de la puesta del sol, se deberá pagar hasta el último céntimo.

Los humanos ignoran que los trastornos que ocasionan se extienden mucho más allá de los actos que sus malos instintos les inspiran. Una guerra, por ejemplo, ya es en sí misma algo terrible, pero sus consecuencias no se limitan a las ruinas o al número de cadáveres tirados por el suelo. Los pensamientos y los sentimientos de odio que han


conducido a estas masacres contribuyen aún a alimentar en el espacio nuevas corrientes de destrucción. Estas corrientes envenenan la atmósfera psíquica y atraen nuevos focos de guerra.

Tratad de concienciaros de que vuestros pensamientos, vuestros sentimientos y vuestros actos no sólo producen consecuencias en un momento dado, en un lugar determinado, sino que en el mundo invisible provocan fuerzas, benéficas o maléficas, que no se sabe hasta dónde ni hasta cuando actuarán.

Esta historia, parece ser, sucedió en Nueva York. Un día, dos automovilistas colisionaron. Ambos reconocieron su responsabilidad, porque conducían demasiado deprisa y finalmente se despidieron dándose un cordial apretón de manos. Pasó algún tiempo. . . Luego, un día, para su gran sorpresa, los dos fueron citados ante un tribunal. ¿Qué había sucedido? Una institutriz, que había sido testigo del incidente, había presentado una denuncia contra ellos : el choque de sus coches al entrar en colisión la había traumatizado de tal manera, que ahora ya no podía ejercer su profesión; continuamente oía ruidos de metal en su cabeza. El tribunal condenó a los dos hombres a pagarle cada uno algunos miles de dólares.

¿Qué lección podemos sacar de esta anécdota? Dos personas pueden enfrentarse, crear desorden, causar daños, después, tras algunas discusiones, ponerse de acuerdo. Creen pues que su asunto está solucionado, pero en realidad, una tercera persona


que asistía por casualidad, o a pesar suyo, a sus enfrentamientos puede ser la víctima. Los dos responsables de los acontecimientos ahora están tranquilos, pero la víctima no lo está. Por esto la Justicia divina acude un día a presentarse ante los otros dos y decirles que son culpables. Protestarán, ciertamente, pero la Justicia divina permanecerá sorda a sus protestas y les condenará a pagar de una manera u otra.

Es así como el destino viene también a sorprendernos, c uando nosotros no hemos causado directamente daño a quien sea. Con nuestra conducta, hemos perturbado a ciertos seres y somos condenados. Vosotros a menudo ya lo habréis experimentado, pero sin saber cómo interpretar lo que os sucedía. Cada vez que os es impuesta una tarea o una obligación que creéis ser injusta, que no os corresponde a vosotros realizar, ésta es la prueba de que tenéis una falta que reparar. Por lo tanto, jamás penséis que lo que os sucede es injusto o sin sentido.4

¡ Cuántos hombres y mujeres, célebres cuando vivían, han esperado dejar una huella en la historia! Pero ser reconocidos y apreciados en la tierra por los humanos es una cosa, y ser aprobados en el Cielo por el S eñor y sus Ángeles es otra, porque los valores no son los mismos en la tierra que en el mundo divino.

Cuando aquellos que llamamos grandes hombres mueren, el país les hace unos funerales


nacionales, se les construye un monumento, se escriben libros sobre él, y más tarde, se celebran aniversarios de su nacimiento o de su muerte. Algunos evidentemente lo merecen. Pero mientras se les honra en la tierra, cuántos, cuando l legan arriba, deben sufrir el juicio severo de las entidades celestiales que les dicen: «Has utilizado los talentos que poseías en buscar los placeres, la fortuna, el poder y la gloria, y a menudo lo has hecho en detrimento de los demás. No bajaste a la tierra para esto. Tus talentos, debías haberlos puesto al servicio del Señor, para el bien de la humanidad. Quizás has hecho algunas buenas cosas, pero j tan poco en comparación con todo lo que hubieras podido hacer ! Ahora, ve a sentarte ahí abajo en un rincón y medita sobre el vacío de las glorias humanas, para que el día que debas descender de nuevo, sepas utilizar mejor tu inteligencia y todas tus facultades, así como reparar tus errores.»

Respecto a vosotros, aunque no ambicionéis convertiros en una celebridad nacional. . . o internacional, os doy este consejo: cada día, en vez de preocuparos de la buena o mala opinión que los otros - vuestra familia, vuestros amigos, la gente con la que trabajáis - puedan tener de vosotros, en vez de intentar brillar ante ellos, es mejor que os preguntéis lo que piensan las entidades celestiales ante las que deberéis presentaros un día.


Notas 1 . Un futuro para la juventud, Col. Izvor nO 233. 2. La piedra filosofal - los Evangelios según los tratados

Evangélicos, Col. Izvor n° 241 , cáp. IIl: <,vosotros sois la sal de la tierra: l. Marcar la materia con el sello del espíritu - 2. La fuente de las energías».

3. La verdadera enseñanza de Cristo, Col. Izvor n° 2 15, cáp. VII: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen», cáp. VIII: «Si alguien te golpea en una mejilla . . . » .

4. El hombre a la conquista de su destino, Col. Izvor n° 202, cáp. IV: «Justicia humana y justicia divina», cáp. VIII: «La reencarnación».

VII

EL PASO AL MÁS ALLÁ

Los humanos, aunque saben que un día morirán, y ésta es una de las pocas certezas que poseen, se comportan como si tuvieran que vivir eternamente en la tierra, y por consiguiente se esfuerzan en establecer el orden político, social, moral e intelectual que les conviene. Y mientras están ocupados luchando ferozmente para imponer su visión de las cosas, no son conscientes de la idea de que pronto deberán partir al otro mundo; o si lo son, de vez en cuando, prefieren trabajar para la posteridad, para que sus hijos y sucesores hereden este orden de cosas irreprochable, que a su vez mantendrán y legarán a las sucesivas generaciones sin cambiar nada. Pues no, semejantes puntos de vista se contradicen con los proyectos de la Inteligencia cósmica.

El ser humano sólo viene cada vez a la tierra por un corto periodo de tiempo, como un viajero, un explorador : debe aprender, trabajar aquí durante algunos años, y después vuelve a marcharse. Por tanto sólo podéis tener una visión exacta y comple-


ta de la vida si aprendéis a incluir en ella lo que se llama la muerte. Vuestra vida no sólo se limita a este lapso de tiempo que venís a pasar a la tierra. Vuestra vida es muy larga, infinita, es una sucesión de idas y venidas entre la tierra y el mundo del más allá.

Pero incluso aunque viváis en el plano físico, no vivís únicamente en vuestro cuerpo físico, sino también en vuestros cuerpos psíquicos: los cuerpos astral y mental, y en vuestros cuerpos espirituales: los cuerpos causal, búdico y átmico. I Si no los alimentáis, incluso en esta existencia os faltará algo muy valioso; pero sobre todo, cuando lleguéis al otro mundo, j os sentiréis tan endebles y desvalidos ! Cuando reducimos nuestra vida terrestre a la del cuerpo físico, ¿qué podremos sentir el día en que nos veamos obligados a abandonarla para ir a otra parte? Estaremos perdidos. Y aquí se nos plantea la cuestión de saber si es mejor enterrar o incinerar a un muerto.

Hace años, una de nuestras hermanas, cuyo marido había muerto en un accidente de vuelo sin motor, vino a verme para pedirme consejo. Recordaba que un día, durante una conversación, él le había dicho que preferiría la incineración al entierro, pero la madre de su marido insistía en que lo enterraran, porque quería poder ir a postrarse ante su tumba. Entonces, ¿a quién debía obedecer? ¿ Cómo podía conciliar el deseo de una madre y el de su hijo? También me preguntó lo que pensaba de la incineración.

El paso al más allá 95

No soy yo quien deba decir si alguien debe ser enterrado o incinerado; los dos ritos son igualmente buenos, pero sin embargo debemos saber una cosa. Cuando una persona es declarada muerta, todavía existen lazos que unen su alma a su cuerpo físico. Si se la entierra, estos lazos se deshacen lentamente; si se la incinera, la separación es mucho más rápida. Sin embargo, esta separación puede ser sentida como algo violento, como un desgarro, si esta persona jamás tuvo conciencia de que su verdadera existencia no se limitaba a la de su cuerpo físico. ¿Qué puede sentir el alma de un ser que jamás ha creído en la vida después de la muerte? Necesita mucho tiempo para comprender donde se halla y desprenderse suavemente. En este caso, es preferible el entierro.

Un cuerpo humano es comparable a un texto compuesto en una imprenta. En la imprenta, el impresor, si utiliza todavía caracteres de plomo, las letras están situadas en unos casilleros. De ahí las toma y las reúne formando palabras, frases . . . y aparecen una novela, un poema. Este texto compuesto de esta manera se reproduce posteriormente en el número de ejemplares deseado. De una manera similar, un cuerpo humano es un libro compuesto de «caracteres», es decir de partículas procedentes de los cuatro elementos, de todos los reinos de la naturaleza. El alma que lo habita hace que este cuerpo sea un libro magnífico, o mediocre, o francamente malo que, a su paso, deja huellas, rastros como tantos ejemplares. Después, un día, las letras


de este libro se separan y regresan a los cuatros elementos de donde procedían. Ya no queda nada del cuerpo, pero el alma que habita este cuerpo está viva, y va a escribir otros textos en otras regiones del espacio.

Llamarnos muerte a la descomposición de un texto anteriormente compuesto. Hablar de muerte no es más que un convencionalismo, y ¡ cuántas veces cada uno de nosotros ha pasado por este tránsito ! Pero muchos que se han dejado atrapar en la materia lo han olvidado. Cuando son enterrados, los elementos con los que está constituido su cuerpo regresan progresivamente hacia sus lugares de origen: la tierra, el agua, el aire y el fuego, y el alma se desprende lentamente. En la incineración los procesos se precipitan y el alma puede realmente sufrir.

Entonces, ¿qué le respondí a esta hermana? «El deseo de su marido que acaba de morir de accidente era ser incinerado y debernos atender los deseos de los desaparecidos; si no lo hacernos, podernos apenarles. Pero también debernos tener en cuenta los deseos de una madre. Si para soportar mejor la desaparición brutal de su hijo, necesita que su cuerpo no se vea reducido a cenizas, ¿por qué no respetar su deseo? Entonces, esto es lo que le propongo. Puesto que en el más allá, los seres continúan estando vivos, podernos dirigimos a ellos, porque nos escuchan y nos comprenden. Cuando le dijo que deseaba ser incinerado, su marido no había previsto esta muerte prematura y el sufrimiento que cau-


saría a su madre, porque los hijos no piensan que pueden morir antes que sus padres. Así pues, hable a su marido: cuando vea la pena de su madre, le conozco, comprenderá que es el deseo de ella el que debe ser cumplido. Yo también le hablaré.» Mi respuesta la tranquilizó.

Ahora bien, evidentemente, no por el hecho de haberse deshecho los lazos con el cuerpo, el alma es admitida de inmediato a contemplar el esplendor divino, y se encuentra en el más allá como en la tierra. Para poder entrar en ciertos lugares a los que el público generalmente no tiene acceso, debéis presentaros ante un funcionario que os extenderá un papel con un sello y varias firmas. Entraréis por una puerta, luego por otra y finalmente por otra. Esperáis. Finalmente alguien os recibirá, os escuchará y os dirá: «Vamos a ver, vuelva dentro de una semana», porque primero hay que consultar a un ministro o a cualquier otra autoridad. Volveréis al cabo de este tiempo, y si todo va bien, obtendréis un pase que conservaréis como algo muy preciado.

Si en el plano físico existen lugares, territorios donde únicamente podéis entrar presentando un pase, un pasaporte o un visado, todavía es más cierto para el mundo divino. No basta con presentaros ante las puertas del Cielo para que éstas se abran ante vosotros. Unas entidades que están ahí os dirán: «Espere, vamos a ver si podemos dejarle entrar.» ¿Y quién da entonces el beneplácito? Las virtudes. Sí, cada vez que habéis obrado de acuerdo


con las virtudes divinas, éstas os marcan con su sello, cada una deja sobre vosotros unas señales, unas huellas, y éste es vuestro pase. Provistos con este pase, os presentáis a las fronteras del mundo divino: una especie de mecanismo se pone en movimiento y entráis. Quizás no seáis admitidos de entrada ante el Santo de los Santos, pero entráis.

Os preguntaréis si estas huellas de las que os hablo son reales . Sí lo son, y aparecen en el aura en forma de colores.2 Cada color corresponde a una virtud: el violeta al sacrificio, el índigo a la fuerza, el azul a la verdad, el verde a la esperanza, el amarillo a la sabiduría, el naranja a la santidad, el rojo al amor. Estos siete colores representan a los siete Espíritus que se alzan ante el trono de Dios, y san Juan los menciona en el Apocalipsis. La Cábala los denomina Espíritus de las siete Luces.3

Un día, como estos siete Espíritus , os alzaréis con los colores puros de vuestra aura ante el trono de Dios. Pero mientras tanto . . . En efecto, mientras tanto, os equivocáis si creéis que una vez lleguéis al más allá, no tendréis nada que hacer. Primero seréis enviados a la escuela donde unos instructores os harán revisar vuestra vida en detalle para que toméis conciencia de los errores que hAbéis cometido. No será necesario que busquéis l ibretas y lápices para tomar notas: estos instructores grabarán sus lecciones en vosotros. Luego, después de algún tiempo, os volverán a enviar a la tierra con la orden de que mejoréis vuestra conducta.

¿Qué haréis cuando os reencarnéis? Esto es


otro tema, porque a pesar de las buenas lecciones y los propósitos tomados allí arriba, una vez regreséis a la tierra, es posible que las olvidéis y repitáis los mismos errores. Hasta el día en que logréis grabar profundamente en vuestra alma el recuerdo de vuestras experiencias pasadas y el deseo de tomar una mejor orientación.

Cuando la decisión de seguir un camino determinado se graba en lo más profundo de vuestro ser, se vuelve como un instinto que os impide desviaros y os indica cómo evitar o superar los obstáculos. Si olvidáis vuestros buenos propósitos, es porque todavía no los habéis grabado suficientemente en vuestro subconsciente, hasta el corazón mismo de vuestras células. El papel de un Maestro espiritual consiste precisamente en despertar en el alma de sus discípulos el recuerdo de las experiencias del pasado y de las decisiones tomadas. De lo contrario, cuando deban de nuevo cruzar las fronteras del más allá, comprobarán una vez más la mediocridad y el escaso valor de la existencia que acaban de dejar y serán condenados a errar por las regiones áridas y oscuras del otro mundo.

Jesús decía: «Amasad tesoros en el cielo donde ni los gusanos ni la herrumbre puedan destruirlos y donde los ladrones no puedan penetrar ni robar

los. » Esta recomendación es la síntesis de toda una ciencia de la vida.4

Los humanos que pasan el tiempo en busca de satisfacciones físicas y materiales, no supieron amasar tesoros en su alma y en su espíritu. Cuando


se van al otro mundo, los lazos que les unen a la tierra son tan fuertes que merodean por los lugares donde vivieron y ahí, a menudo, ¿qué ven? A sus herederos como dilapidan sus bienes, a miembros de su familia o amigos que les traicionan. Intentan hablar con sus hijos que se están extraviando, pero nadie les ve ni les oye . . . Se dirigen a los lugares donde solían comer, beber y divertirse, y ¡qué sufrimiento para ellos no poder participar más en los festines ni saciar sus deseos sensuales, porque ya no tienen un cuerpo físico !

Estos sufrimientos de las almas que, al abandonar la tierra, han tenido que abandonar todo lo que les hacia la vida interesante, ¡ cuántos artistas los han representado en cuadros o descrito en poemas ! Ya los conocéis . . . Pero evidentemente, todos estos diablos armados con horcas, estos braseros, estas marmitas y estos suplicios, a cual más horroroso, sólo son imágenes. Es en el alma donde se es cocido y donde se es torturado. Es en el alma donde se vive el infierno. Y en realidad, el infierno ya lo conocen los humanos en la tierra, cuando la codicia, la ambición, el odio y la sensualidad los precipitan hacia las regiones inferiores del plano astral ; y es este infierno lo que se llevan al otro mundo, porque está en ellos.

Respecto a aquellos que, durante su existencia, han sabido situar en primer lugar la vida del alma y del espíritu, ¿a dónde van cuando abandonan su cuerpo físico? Puesto que han creado lazos con el mundo divino, es hacia allí a donde son atraídos.


Vuelven a encontrar los tesoros que han amasado en ellos, y vuelven a encontrar a seres que, como ellos, han aprendido a alimentarse de la luz y del amor de Dios. Después de una temporada paradisiaca que puede durar más o menos tiempo, si todavía no han liquidado por completo su karma en su vida anterior, o si ellos mismos eligen reencarnarse, vuelven a bajar a la tierra. Sus amigos celestiales les acompañan, ofreciéndoles flores, cantando y tocando instrumentos; también les prometen que cuidarán de ellos y les ayudarán en las pruebas que deberán superar. Porque, incluso para un Iniciado, el descenso a la materia es como el descenso a un abismo; y es desde lo más profundo de esta oscuridad, en medio de los peligros, que debe reiniciar su ascenso hacia la libertad y la luz.

Cuando era director de un colegio en Bulgaria, un día que estaba dando una conferencia en público, un hombre se me acercó y me contó lo siguiente: «Durante la guerra, fui gravemente herido. Tuvieron que operarme y, durante la operación, permanecí en todo momento consciente. Durante un instante, sentí que salía de mi cuerpo. Me elevé por encima de la mesa de operaciones, y asistí al trabajo del cirujano y vi su preocupación así como la de sus ayudantes. Pero una fuerza irresistible me arrastraba: era ligero, estaba completamente desprendido de mi cuerpo y de su sufrimiento. De repente, me di cuenta que no estaba solo, un gran número de otros seres estaba conmi-


go y avanzábamos juntos por el espacio hacia un lugar maravilloso. Pero entonces oí una voz que me decía: «¿ Qué haces aquí? Tu vida en la tierra todavía no ha terminado, debes regresar.» Y me volví a encontrar en la sala de operaciones donde se disponían a llevarse mi cadáver, porque creían que había muerto. Volví a entrar en mi cuerpo, que volvió a tomar vida ante la enorme sorpresa de todos.»

Ya lo veis, éste es un acontecimiento auténtico, y muchas otras personas han pasado por una experiencia similar. Así pues, dejemos a los materialistas con su incredulidad. Tan obsesionados están por la vida del plano físico, que han olvidado que varias veces han ya franqueado este pasaje llamado «muerte» y ¡que continúan viviendo ! Si amaran la vida tanto como dicen, sentirían que su muerte no será más que la continuación de su vida, esta vida que no se halla en el cuerpo físico, sino en el alma y en el espíritu.5 En realidad, la muerte sirve a la vida.

Notas 1 . La vida psíquica: elementos y estructuras, Col. Izvor na

222, cáp. III: «Varias almas y varios cuerpos». 2. Nuestra piel espiritual, el aura, Folleto na 309. 3. Hacia una civilización solar, Col. Izvor na 20 1 , cáp. VII:

«Los espíritus de las siete luces». 4. Nueva luz sobre los Evangelios, Col. Izvor n° 2 1 7, cáp. IV:

«Acumulad tesoros . . . » .

5 . ¿ Qué es ser un hijo de Dios?, Col. Izvor nO 240, cáp. 1: «He venido para que ellos tengan la vida» .

VIII

LA VIDA SIN LIMITES

El miedo a la muerte es una forma del instinto de conservación, y es la naturaleza quién ha dado este instinto al hombre. Éste viene a la tierra como un aprendiz que entra en un taller para hacer un cursillo. Aprende, gana en experiencia y así es como progresa. ¿Qué sucedería si, no teniendo ningún miedo a la muerte, se expusiera a toda clase de peligros? S e interrumpiría el cursillo prematuramente. Una vez terminado el cursillo, el aprendiz abandona el taller. Quizás en el momento en que lo abandone s iente algo de congoja, pero no vive esta marcha como una tragedia; al contrario, si ha aprendido bien, siente que se abren ante él magníficas perspectivas.

Pero el instinto de vida es tan poderoso en los humanos que, aunque estén ciegos, sordos, impotentes, siempre que no sufran demasiado, muchos desean prolongar su existencia el mayor tiempo posible - aunque suelan decir lo contrario. Y esto me recuerda la broma que un estudiante quiso hacer un día a su anciana vecina.


Sucedió en Bulgaria . . . en Sofía o en Varna, no me acuerdo. Cada vez que el estudiante pasaba por delante de la casa de esta vecina, oía como ésta suplicaba al Señor para que se la llevara de la tierra, este valle de lágrimas, y la llevara consigo al Paraíso. El estudiante convenció a dos o tres compañeros para que vinieran con él, y disfrazados de ángeles , llamaron a su puerta. «¿Quién es?» preguntó la anciana. Ellos respondieron al unísono: «Somos los mensajeros del arcángel MikhaeI. Nos envía para que te digamos que tus oraciones han sido por fin atendidas. Va a venir a buscar tu alma (porque, según la tradición, un ángel viene a buscar el alma del muerto para llevarla hacia Dios), ábrenos». Pasaron algunos segundos en silencio, luego una voz firme respondió: «Decid al arcángel MikhaeI que la anciana no vive aquí», y no les abrió la puerta. Así pues no vio a los «ángeles» que se presentaron ante ella.

Es el instinto de conservación quien inspira a los humanos el temor a la muerte. Pero cuando vemos la forma tan insensata en la que viven algunos, destruyendo su salud y lanzándose a aventuras peligrosas con la excusa de hacer experimentos, se tiene la impresión de que hacen todo lo posible para adelantar este momento . . . Entonces , ¿cómo se puede hablar verdaderamente de miedo a la muerte? Provocan a la muerte como si, en s u fuero interno, supieran que son inmortales. Diréis : « jPero entonces, no debemos reprocharles su conducta!» Pues sí, porque no hay que confundirlo todo: la

La vida sin limites 1 07

conciencia de l a inmortalidad no se adquiere exponiéndose estúpidamente a los peligros. Creer en la inmortalidad, es creer en el poder del espíritu. Pero, no es el espíritu quien impulsa a tanta gente a acelerar su final, es su inconsciencia, su despreocupación, su falta de autodominio.

El universo es el terreno donde actúan los dos principios de l a materia y del espíritu. El principio de la materia comprime, condensa, preserva y mantiene las formas; la Cábala lo presenta como un principio oscuro que asimila a la noche. El principio del espíritu, por el contrario, disuelve las formas, las hace regresar al estado sutil, y la Cábala lo asimila al resplandor, a la luz, por tanto al día.

Cuando nace un niño (e incluso mucho antes, cuando todavía se halla en el vientre de su madre), estos dos principios comienzan a trabajar en él. Durante un cierto tiempo, el principio de la materia acumula y condensa a los elementos, y el niño crece. Esta forma cada vez más sólida se opone al principio del espíritu que trata, a su vez, de disolver las formas, con el fin de hacerlas volver a la Fuente original. El principio que trabaja para conservar las formas, y que está particularmente desarrollado en los minerales, impulsa a los humanos a aferrarse al plano físico, comenzando por su cuerpo.

Estos dos principios del espíritu y de la materia parecen luchar entre sí, pero en realidad trabajan juntos al servicio de la vida. Y mientras el principio de la materia se desarrolla y extiende su terri-

108 Caminad mientras tengáis tu;

torio, el espíritu no permanece inactivo, sino qUé intenta mostrar al hombre de que existen otras regiones que visitar, otros trabajos a realizar. Algunos lo rechazan y se obstinan en concentrar sus esfuerzos en el plano físico. Yo no digo que debamos descuidar el cuerpo físico y las condiciones materiales, no, pero hay que fijar unos límites, porque sólo estamos en la tierra durante un tiempo. Y no basta con saberlo así, en teoría; es necesario que esta conciencia del carácter efímero de toda forma material, y por tanto de nuestro cuerpo físico, nos impulse a buscar al espíritu que elimina las formas para crear constantemente otras nuevas. Ésta es una de las primeras condiciones de nuestra evolución. l

El temor a la muerte prueba una falta de luz, una comprensión limitada de lo que es en realidad la vida. En cierta manera, la muerte no existe, sino que se halla contenida en la vida, no es más que un cambio de plano y de vestuario, para que progresemos, precisamente, en la comprensión de lo que es la vida. Cada vez que un comediante debe interpretar un nuevo papel, cambia de vestuario y también de compañeros, y este nuevo papel le enseña algo nuevo sobre sí mismo y sobre los demás. Pues bien, nosotros tampoco podemos vivir eternamente interpretando un papel, y al cabo de cierto tiempo, debemos abandonar el escenario del mundo. A esta salida de escena se la llama muerte, pero en realidad sólo existe la vida ininterrumpida. Debemos acostumbrarnos a ver la existencia como una continuidad. Esta costumbre de los humanos de ir mar-

La vida sin limites 1 09

cando fronteras por todas partes es muy perniciosa: fronteras entre lo espiritual y lo material, entre la vigilia y el sueño, entre la vida y la muerte . . . No, la existencia es una.

La vida . . . Cada cual incluye en esta palabra lo que sabe. Así pues, para la mayoría de los humanos, la vida no representa más que una realidad muy limitada. Cuando en realidad la vida es un océano sin límites. En el seno de este océano, se dice que las criaturas «nacen» y «mueren», pero en realidad, siempre hay vida. El océano es una de las imágenes que mejor expresan la totalidad y el carácter inagotable de la vida. Las otras imágenes son el manantial que mana, el sol de donde emana la luz y el árbol. Cuando el principio de la materia ha terminado su trabajo, el principio del espíritu entra verdaderamente en acción. Nos dice que el momento de la liberación está cerca y que no debemos lamentamos por este cuerpo que se está consumiendo. Tener miedo a la muerte es ofender al principio de la vida que quiere revelamos la belleza de las regiones e spirituales. Porque no existe ninguna separación entre lo visible y lo invisible. Si no lo sentimos es debido a la deficiencia de algunas de nuestras facultades de percepción, porque todavía no las hemos ejercitado.

Hemos descendido a la tierra para realizar un trabajo comparable al del alquimista. Se nos da una materia para que podemos extraer de ella la quintaesencia; esta quintaesencia es la única riqueza que nos llevaremos con nosotros cuando mura-


mas, y continuaremos trabajando con ella en los otros mundos.2 Os preguntáis cómo se debe comprender esta palabra «materia». Es muy sencillo: todo lo que forma parte de nuestra vida cotidiana, nuestras actividades, nuestros encuentros, son una especie de materia que debemos transformar con el poder del espíritu. Y esto también supone pues un trabajo con nosotros mismos, porque nosotros también somos' una materia: incluso nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros deseos y nuestros estados de conciencia, son una materia que debemos transformar.

El trabajo alquímico se realiza por tanto simultáneamente en el exterior y en el interior. Al mismo tiempo que trabajamos con la materia, trabajamos con nosotros mismos. Por esto no debemos huir de la materia, sino asumir conscientemente nuestras actividades terrenales tan bien como lo hace cualquier materialista. La diferencia con los materialistas está en el punto de vista, él es quien nos debe guiar. El espíritu no niega a la materia, y la materia no debe negar al espíritu, sino someterse a él.

La nutrición es el mejor ejemplo de cómo debe ser nuestro trabajo. Cuando comemos, transformamos la materia; cuando la asimilamos a nuestra propia sustancia, la hacemos más sutil, le comunicamos algo de lo que somos. Y la cualidad de lo que le comunicamos depende de los esfuerzos que previamente hayamos hecho sobre nosotros mismos, es decir sobre nuestros instintos, nuestros deseos,

La vida sin limites 1 1 1

nuestros sentimientos y nuestros pensamientos.3 Aquel que comprende el significado de su

existencia terrenal, abandona la vida con la sensación de que ha cumplido la tarea para la que vino, y sabe que continuará este trabajo en el otro mundo. Por esto la muerte no le asusta, sabe, siente que continuará viviendo y trabajando en otra parte. La luz del conocimiento suprime el miedo. Se teme a la muerte porque no se la conoce. Es preciso por tanto familiarizarse con la idea de este paso al que llamamos la muerte, y que en realidad no es más que la continuación de la vida bajo otra forma.

Un día, e l Ángel de la muerte viene y dice a cada uno que es la hora de ponerse en camino para ir a descubrir otras regiones . . . y no debemos aferrarnos con desesperación, sino que debemos marcharnos dulcemente, con alegría. He visto a una de nuestras hermanas marcharse así. Dijo con una sonrisa: «Me voy», y se fue. Es magnífico morir de esta forma plenamente consciente y con alegría.

Por todas partes en el universo, no hay más que vida, la vida sin límites. Por esto no debéis rezar para ser salvados de la muerte, sino para vivir. No digáis que vais a morir, sino que vais a vivir. Poned en vuestro espíritu la idea no de prolongar esta vida, sino de entrar en una nueva vida.

Evidentemente, lo que muchos temen con la muerte, es separarse de su familia, de sus amigos. En realidad, cuando se hallen en el otro mundo, serán mucho más libres para verlos, para estar

1 1 2 Caminad mientras tengáis luz

con ellos, y los verán mejor. En la tierra, lo que conocemos de los seres es limitado, su aspecto físico nos oculta lo que verdaderamente son.

Yo jamás diré que la separación de un ser querido no sea también muy dolorosa; y o también lo he sentido, y en especial si esta desaparición se produce brutalmente. Pero el amor permite superarlo. Pensáis que cuando más se ama, más se sufre con semejante separación. Al principio sí, sin duda alguna. Pero si habéis amado verdaderamente a un ser, con el tiempo otra forma de lazo se crea entre él y vosotros, le sentís como una presencia constante. Y por la noche, durante el sueño, también estáis con él. Por la mañana, quizás no os acordáis de este encuentro, porque los viajes del alma durante el sueño, sólo ocasionalmente llegan a la conciencia, pero con el tiempo, sentiréis cada vez más la fuerza de este lazo.

Dios no ha fijado límites al amor. Los seres que se han amado con un amor verdadero no se separan jamás, porque su alma atraviesa todos los obstáculos de la materia.

Notas l . La Balanza cósmica - el número 2, Col. Izvor 237, cáp. X:

«Principio de vida y principio de muerte: lona y Horev». 2. La piedra filosofal - los Evangelios según los tratados al

químicos. Col. Izvor n° 24 1 , cáp. XI: «La regeneración de la materia: la cruz y el crisol», cáp. XIII: «El crecimiento del germen divino» , y cáp. XIV: «El oro del saber verda-. dero: el alquimista y el buscador de oro» .

3. El yoga de la nutrición, Col. Izvor n° 204, cáp. X: « El trabajo del espíritu sobre la materia» .

IX

EL SIGNIFICADO DE LOS RITOS FUNERARIOS

En un pasado remoto, era costumbre enterrar a los muertos con alimentos y algunos objetos familiares. A veces, estos alimentos y estos objetos sólo eran simbólicos: se pintaban en las paredes de las tumbas. Esta costumbre puede que subsista todavía en la actualidad: se basa en una ciencia referente a las relaciones que existen entre el mundo de abajo y el mundo de arriba.

Está escrito en la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto: «Lo que es abajo es como lo que es arriba, y lo que es arriba es como lo que es abajo». El mundo visible y el mundo invisible, el mundo físico y el mundo espiritual, no existe oposición entre ambos, el universo es una unidad. Todo objeto existe arriba como quintaesencia; cuando se materializa en el mundo de abajo, continúa siendo portador de esta quintaesencia, y al hombre le corresponde vivificarla, volverla activa. ! Mientras no se conozca esta verdad, ciertamente, encontraremos ridícula, estúpida, esta costumbre de colocar tantos objetos de valor en las tumbas y pintar tan-


tos frescos extraordinarios que no debieran estar a la vista sino siempre escondidos. A veces, también encontramos símbolos geométricos, porque los antiguos consideraban a estos símbolos como captadores de energías con los que el muerto se alimentaba.

Diréis: «¿Pero por qué la mayoría de los humanos no sienten estas relaciones entre lo visible y lo invisible?» Porque han permitido que se embotaran las facultades que les permiten percibir las realidades sutiles y también dar a sus actos una dimensión espiritual.2 Sólo son sensibles a lo que ven o a lo que tocan; para ellos ésta es la única realidad.

Cada objeto material tiene por lo tanto su correspondencia en los planos sutiles, y las personas que colocaban alimentos, armas o utensilios en las tumbas sabían prepararlas introduciendo vibraciones y energías con las que se impregnaba el alma del muerto, para continuar viviendo en los otros mundos. Incluso la moneda que en ciertas culturas se introducía - y que quizás todavía se introduce en la actualidad - en la boca del muerto para que pague su paso al más allá, tenía su significado. La moneda evidentemente permanecía en la tumba, pero las vibraciones con la que estaba impregnada sostenían al alma durante su viaje.

La mitología griega precisamente menciona a Carón, llamado Caronte, que recibiendo como pago un óbolo, transportaba a las almas en su barca para que atravesaran el río Aquerón. No debemos tomar esto como una simple fábula. Cada objeto ritual

El significado de los ritos funerarios 1 17

emana unas energías que el alma necesita para llegar a buen destino. De esta manera deben ser asimismo interpretados algunos relatos y descripciones que se mencionan en el Libro de los Muertos de los Tibetanos o, mucho antes todavía, en el de los Egipcios.

Los sacerdotes del antiguo Egipto, no sólo sabían que determinados fluidos emanan naturalmente de los objetos, sino que conocían también la manera de reforzarlos gracias a ritos mágicos, y con su resplandor estos objetos ayudaban a las almas de los muertos, las protegían. Los faraones, los altos dignatarios, raramente habían llevado una vida ejemplar y tenían una gran necesidad de esta ayuda. Los sacerdotes que realizaban esta tarea hacían por ellos lo que les era posible, pero este poder era limitado: tanto para los faraones, como para todos los demás hombres, la Justicia divina debía a pesar de todo actuar, y por esto los efectos de los rituales efectuados por los sacerdotes no duraban mucho tiempo.

En el cristianismo, también, algunas tradiciones revelan esta ciencia referente a la vida de los muertos. No conozco las tradiciones de los católicos y de los protestantes, pero vi en Bulgaria cómo se practicaban la de los ortodoxos. En determinados momentos del año, en las familias, se come trigo cocido azucarado al que se añaden pasas, y se bebe vino. Evidentemente, son los vivos quienes comen y beben, pero lo hacen para que los muertos vengan a comer y a beber a través suyo. La cos-

1 1 8 Caminad mientras tengáis luz

tumbre de poner flores en las tumbas también puede ser considerada como un vestigio de estas tradiciones. Pero en la actualidad, se ponen flores a las tumbas principalmente para hacer bonito. ¿Quién piensa que las flores poseen una quintaesencia viva con la que las almas de los muertos pueden alimentarse?3 Y lo mismo sucede con las lámparas de aceite, los cirios y el incienso: todas las materias que se sacrifican desprenden unas fuerzas, unas energías que ayudan a las almas y las sostienen.4

¿ y de dónde creéis que procede también la costumbre de pronunciar oraciones fúnebres, o por lo menos de decir algunas palabras cariñosas o elogios dirigidos al muerto antes de separarse de él? Ahí también tiene su origen en un saber iniciático: los muertos son extremadamente sensibles a las palabras que pronuncian los vivos sobre ellos, así como a los pensamientos y a los sentimientos que tienen por ellos. Porque las palabras, como los sentimientos y los pensamientos, producen vibraciones, emiten ondas que llegan hasta las almas de los seres desencarnados.

Siempre es interesante conocer las prácticas antiguas con respecto a los muertos, así como lo que queda de ellas en la actualidad, y comprender su significado. Pero lo esencial es la vida que el hombre mismo vivió en la tierra. Está bien que se entierre a las personas con objetos, que se hagan ceremonias, que se les recen oraciones, pero el

El significado de los ritos funerarios 1 19

poder de estos ritos es limitado. Lo que verdaderamente ayuda a un ser humano en el otro mundo, son las virtudes que ha practicado durante su existencia. Si ha vivido en armonía con el Espíritu cósmico, con las leyes de toda la naturaleza viva, hágase lo que se haga con su cuerpo después de su muerte, una luz le acompaña entre las sombras del más allá.

No trataré de convencer a aquellos que niegan la realidad de una vida después de la muerte. Pero aquellos que no dudan sobre ella deben saber que es una continuación, bajo otra forma, de su vida presente, y que por lo tanto se prepara ahora. Todo lo que hacemos cada día deja en nosotros unas huellas que nos acompañan en el otro mundo, son unas huellas que continúan actuando.

Algunos días después de que el alma abandone al cuerpo, se separa definitivamente de él . Pero todo lo que este cuerpo ha vivido y que se ha grabado en él en forma de huellas, es indestructible y continúa ejerciendo su influencia sobre ella. Un día el cuerpo se descompone, pero el alma permanece impregnada con todas las actividades que asumió. Por esto es tan importante que siempre encontréis el mejor modo de utilizar vuestras energías;5 con todo lo bueno y hermoso que habéis hecho en la tierra, podréis continuar construyendo algo en el otro mundo. S ino, no haréis nada. No basta con que vuestra alma sea liberada del cuerpo para que conozcáis la paz, la alegría, la luz en el más allá. La paz, la alegría y la luz no serán más que la con se-

120 Caminad mientras tengáis IU2

cuencia de lo que habréis sido capaces de realizar durante vuestra existencia terrenal.

Por esto también la forma en que un ser vive sus últimos instantes es tan importante, y no debemos subestimar lo que la Iglesia denomina los «últimos sacramentos». Ciertamente, sentir ciertos remordimientos por los errores del pasado no los borrará, pero si estos remordimientos son sinceros, si son el resultado de una mejor comprensión, graban algo positivo en el momento de la partida.

j Cuánta gente atrapada en el torbellino de sus actividades cotidianas no piensan jamás que pueden, en cualquier momento, perder la vida ! O incluso si lo piensan, la muerte es para ellos una palabra vacía de todo contenido. Entonces, cuando llega la hora, se produce en ellos una terrible toma de conciencia, el remordimiento se apodera de ellos, tienen la sensación de no haber hecho nada de su existencia. Está muy bien que se lamenten por sus errores y por el tiempo perdido, pero para que estas lamentaciones no sean estériles, es necesario que al mismo tiempo se unan a l a luz, porque ella es nuestra única salvación. A donde quiera que vayamos, es la luz quien nos guía, y ella es también para nosotros un alimento.6

El significado de los ritos funerarios 1 2 1

Notas l . El Libro de la Magia divina, Col. Izvor nO 226, cáp. III:

«La varita mágica». 2. Centros y cuerpos sutiles - aura, plexo solar, centro Hara,

chakras . . . , Col. Izvor nO 2 1 9. 3. El Libro de la Magia divina, Col. Izvor nO 226, cáp. IX:

«Las flores, los perfumes . . . " . 4. Las revelaciones del fuego y del agua, Col. Izvor n° 232,

cáp. II: «Los secretos de la combustión», cáp. X: «El fuego, factor de realización», y cáp. XIII: «Cómo encender y alimentar el fuego».

5. El trabajo alquímico o la búsqueda de la perfección, Col. Izvor n° 2 2 1 , cáp. VIII: «La utilización de las energías».

6. La luz, espíritu vivo, Col. Izvor n° 2 1 2.

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NUESTRAS RELACIONES CON LOS ESPÍRITUS FAMILIARES

Todos sois capaces de entusiasmaros cuando :les cubrís una verdad espiritual y sois sinceros ::uando decís que a partir de ahora queréis vivir en lrmonía con ella. Pero ocurre que, muy pronto, este �ntusiasmo vuelve a decrecer. ¿Por qué? Porque los habitantes de los miles de millones de células que ::onstituyen vuestro organismo no han sido conven::idos en su totalidad. La luz que acabáis de recibir, la decisión correcta que acabáis de tomar, sólo ha lfectado a algunos de ellos. Los otros hacen oídos sordos y rehúsan ser molestados en lo que se refiere a sus costumbres. Se resisten, y como son más numerosos, son ellos quienes ganan la partida. Lo difícil es adiestrar a toda esta población interior.

Sólo un verdadero Iniciado consigue penetrar lo suficiente en sí mismo para entablar relación con las células de todos sus órganos y dominarlas. La mayoría de los humanos sólo dominan a algunas células del cerebro, de los brazos, de las piernas; todas las demás escapan a su control. Algunas personas me han confiado que por la mañana, al des-


pertar, a veces tienen la sensación de que no pueden volver a retomar el poder sobre su cuerpo, como si durante el sueño alguien se hubiera instalado en él y les prohibiera la entrada. Esto no es nada grave, excepto si este fenómeno se prolonga o se reproduce a menudo. l Así pues, he tenido que explicar a estas personas que estamos habitados por innumerables criaturas, porque cada una de nuestras células es una entidad viva, y debemos hacer lo posible para mantener el control sobre ellas .

Estudiar la anatomía humana es un poco como nombrar y describir las diferentes partes de un edificio. Pero este edificio no está vacío, y aquellos que lo ocupan son de diferentes clases. Evidentemente, albergamos entidades espirituales, pero también animales : reptiles, fieras, pájaros, bestias, etc. , ¡ todo un zoológico ! No están ahí físicamente, evidentemente, sino en el psiquismo, en forma de impulsos instintivos.2

Por ahora, dejemos de lado a los animales . . . En este edificio que representa a cada ser humano también se amontonan todos sus antepasados, todas las generaciones que le han precedido. Se les denomina bajo el término abstracto de herencia, pero en realidad son criaturas bien vivas que habitan en él y que le arrastran en todas las direcciones, buenas o malas.

En efecto, debéis saberlo, los miembros de vuestra familia que han dejado la tierra, y particularmente, vuestros padres y abuelos , vienen a visitaros, porque se interesan en saber cómo os van 1m

Nuestras relaciones con los espiritus familiares 1 27

cosas, lo que hacéis desde que no están con vosotros. Cuando os ven comprometidos por el camino del bien, de la luz, se sienten felices, pero si asisten a retrocesos y a caídas, se sienten traicionados por sus hijos. Cuando os observan, también se sienten impulsados a formularse preguntas sobre sus propios actos durante su vida en la tierra, así como sobre la educación y el ejemplo que os dieron. Comprenden lo que han descuidado, en qué se han equivocado y tratan de introducirse en vosotros para aconsejaros. Por esto, cuando encontráis dificultades, cuando sufrís pruebas, podéis dirigiros hacia ellos y pedirles ayuda.

Desgraciadamente, debemos asimismo reconocerlo, todos estos padres no dan buenos consejos. ¿Por qué? Porque a menudo se esfuerzan en continuar disfrutando a través de sus descendientes de algunos placeres a los que estaban aferrados mientras vivían en la tierra. Todos estos ancestros que la Ciencia iniciática llama espíritus familiares, son transportados por cada uno de nosotros, con sus concepciones caducas, sus antiguas costumbres, lo que explica algunas rarezas en los comportamientos. Asimismo nos encontramos con personas que han sido capaces de realizaciones excepcionales en las que no han escatimado esfuerzos, pero he aquí que les es imposible librarse de una mala costumbre que, para otros, sería muy fácil de superar.

Recuerdo a un obispo que un día vino a ver al Maestro Peter Deunov. Le dijo: «He superado muchas de mis debilidades y no logro comprender


porqué me es imposible dejar de comer carne de cerdo. Cada vez que la como, me pongo enfermo, y me prometo que no la comeré nunca más, pero es algo más fuerte que yo, y vuelvo a hacerlo.» Y el Maestro le respondió: «En su familia, ha habido seguramente un pariente, próximo o lejano, a quien le gustaba en particular la carne de cerdo. Él está tan fuertemente unido a Vd. que no puede librarse de su influencia; es él quien, a través suyo, continúa deleitándose con esta carne.»

Existe mucha literatura acerca de los espíritus familiares y sus diversas manifestaciones, y no me extenderé al respecto, sino que sólo os daré algunas nociones esenciales.

Comprendo que esto es difícil para vosotros de creer, pero no obstante es verdad. Algunas de vuestras virtudes, de vuestras facultades , así como de vuestras debilidades son frecuentemente manifestaciones de un pariente que, por lo menos actualmente, ha elegido su morada en vosotros. Estáis habitados por pensamientos, sentimientos , deseos . . . que hacen que ciertas personas o ciertas cosas os atraigan mientras que otras os rechacen, y creéis que sois vosotros quienes os expresáis o actuáis libremente . . . ¡ De ninguna manera! A menudo son otros en vosotros quienes reaccionan, quienes reclaman. ¿Por qué la verdadera realidad del ser humano escapa tan a menudo a los psicólogos y a todos aquellos cuya profesión es estudiar sus manifestacione� psíquicas? Porque jamás han aprendido que él es 1"

Nuestras relaciones con los espiritus familiares 129

suma de la multitud de seres que transporta consigo y de los que la mayoría de las veces ignora quienes son y lo que quieren realizar a través suyo.

Lo que hace que un ser humano piense, sienta o actúe de tal o cual manera continúa siendo un misterio formidable. Por esto os daré este consejo. Quizás tenéis padres o personas muy allegadas que no están de acuerdo con el camino espiritual que habéis decidido seguir. Piensan que perdéis el tiempo, y que os estáis equivocando de camino. No renunciéis a hablarles, tratad de hacerles comprender porqué habéis elegido este camino. Aunque no os crean, aunque no lo acepten, habladles.

No os digo que les deis lecciones de moral o largos discursos, sino que de vez en cuando, cuando estéis conversando o con ocasión de un acontecimiento, incluid algunas palabras. Aunque protesten o hagan ver que no oyen, el pensamiento que habéis formulado dejará una huella beneficiosa en ellos. De lo contrario, ¿sabéis lo que puede producirse? Cuando estos padres abandonen la tierra, continuarán queriendo que os desviéis de vuestro ideal y por tanto vendrán a insinuarse presentándoos sus argumentos; y ahí, cuando consigan inspiraros dudas, creeréis que estas dudas proceden de vosotros y terminaréis capitulando.

Todo esto es nuevo para vosotros, ¿no?, pero es la verdad. Os lo digo, no se sabe casi nada del psiquismo humano. Y os vay a revelar todavía algo más. Cuando venís a escuchar mis palabras, creéis que no hay nadie más en la sala. Pues bien, no, tam-


bién me escuchan las entidades del mundo invisible, algunas son almas desencarnadas y entre ellas se hallan miembros de vuestra familia que han abandonado la tierra. Vienen debido a vosotros, y aquellos que son sensibles pueden a veces sentir su presencia.

¿ Qué conclusión podéis ahora deducir de lo que acabo de deciros? . . . . Puesto que cada uno lleva consigo varias generaciones de seres humanos de los que es el descendiente, cuando vence a sus debilidades logra arrastrar a toda su familia interior hacia el camino de la luz y de la liberación. También hace un bien inmenso a todos sus ascendentes, y asimismo a sus descendientes, evidentemente, a quienes transmitirá las riquezas que ha adquirido. Por esto es tan importante trabajar sobre sí mismo, ya que al hacerlo mejoramos a generaciones enteras, porque les legamos los frutos de nuestros esfuerzos. No vivimos ni actuamos solamente para nosotros, sino para un gran número de otras criaturas de las que nosotros somos también responsables.

Éstas no han sido más que algunas palabras sobre los espíritus familiares. Cuando os decidís a caminar por el camino de la luz, no sólo os liberáis de su influencia nociva, sino que también les educáis, les ilumináis y les arrastráis con vosotros. Así pues, sed perseverantes en vuestros esfuerzos y, si rehúsan seguiros, dejadles y continuad vuestra ascensión hacia las cimas. A una cierta altitud,

Vuestras relaciones con los espiritus familiares 1 3 1

�stos espíritus recalcitrantes se ven obligados a lbandonaros, n o pueden soportar el aire rarificado ie las alturas y abandonan la partida. Así pues, lanlaos hacia las regiones de la luz. Ahí también viven LInos espíritus , unos espíritus muy poderosos; peiidles ayuda, o s lanzarán una cuerda, la agarraréis y os alzarán hasta ellos.

¿Acaso no estáis ya un poco preparados para comprenderme ?

Notas l . Mirada al más allá, Col, Izvor n° 228, cáp. XV: «Prote

gerse durante el sueño». 2. El trabajo alquímico o la búsqueda de la perfección, Col.

Izvor nO 221 , cáp. IV: « La herencia del reino anima!» .

XI

¿QUÉ ES LA VOLUNTAD DE DIOS?

En numerosos pasajes del Antiguo Testamento, Dios se dirige a los patriarcas y a los profetas para darles a conocer sus voluntades. Ordena a Noé que construya un arca para albergar a su familia y a una pareja de cada especie animal, porque iba a inundar la tierra con un diluvio. Pide a Abraham que abandone su patria, a Moisés que saque a su pueblo de Egipto. A Josué le da instrucciones para que invada la ciudad de Jericó, etc. , etc.

y al profeta Jonás, Dios mandó que fuera a Nínive para advertirles de que la ciudad sería destruida si sus habitantes no se arrepentían. Pero en vez de obedecer, Jonás se embarcó en un navío que iba en dirección a Tarsis, * así pues lo más lejos posible del lugar adónde debía dirigirse. Se alzó una violenta tempestad durante la travesía, y Jonás, habiendo sido reconocido culpable de haber provocado con su desobediencia la cólera de

* En España, ciudad de la costa oeste.


Dios, fue arrojado al mar por los marineros, donde fue devorado por un pez enorme. . . una ballena, según la tradición. Y la tempestad amainó. Después de tres días y tres noches durante los cuales Jonás, dentro del vientre de la ballena, tuvo mucho tiempo para meditar sobre su desobediencia y arrepentirse, «el Eterno habló al pez y el pez vomitó a

Jonás sobre la tierra. » Durante mucho tiempo, y todavía en la actua

lidad, numerosos creyentes han llegado a la conclusión, a partir de estos relatos y de muchos otros contenidos en los Libros sagrados de la mayoría de las religiones, de que Dios se dirige a los humanos para dictarles su voluntad: ve aquí, haz aquello . . . y si desobedecen, provocan su cólera y son castigados. Pues bien, no, Dios no toma así la palabra. l

Diréis: «¿Pero entonces Dios no nos habla nunca?» Sí, lo hace, os habla cada día, a cada instante. Os dice: «Mantente firme en la sabiduría, el amor y la verdad.» Y a vosotros os corresponde después hallar la manera de cómo podéis manifestar mejor estas tres virtudes; de lo contrario, vosotros también, como Jonás, sois arrojados al mar y tragados por una ballena. Pues sí, porque las ballenas son de diferentes clases: enfermedades, por ejemplo, y todas las situaciones que os limitan, os aprisionan y os hacen sufrir son ballenas. Ellas os han devorado porque no habéis escuchado la voz de Dios, en vuestro interior, que os mostraba el camino de la luz en el que podíais vivir con buena

¿ Qué es la voluntad de Dios? 1 37

salud, libre y en paz. Y los rencores y los celos también son ballenas . . .

No imaginéis pues que Jonás es e l único que fue tragado por una ballena a causa de su desobediencia. Vosotros también. Y como él, durante tres días y tres noches - evidentemente este número es simbólico - reflexionáis sobre vosotros mismos para reconocer vuestros errores. Entonces Dios, es decir vuestro Yo superior, toma la palabra y recobráis la libertad.

¡Cuántos creyentes se hacen, acerca de la voluntad de Dios, preguntas verdaderamente ingenuas ! Imaginan que Él tiene una voluntad particular que les indica el lugar dónde deben vivir, el oficio que deben ejercer . . . ¿Quiere Él que se casen, que tengan hij os o bien permanezcan solteros para consagrarse a Él? . . ¿Les pide que apoyen o al contrario que luchen contra tal o cual persona? . . En realidad la voluntad de Dios, no es , para cada uno, relativa a una cuestión particular. Dios solamente quiere que el hombre estudie para comprender sus leyes, que son las leyes de la vida, y que luego se esfuerce para ponerlas en práctica.

Ciertamente cada uno está afectado personalmente por la voluntad de Dios, pero sólo conocerá lo que Dios espera de él después de haber estudiado la voluntad divina en su principio. Sólo aquel que comienza a armonizarse con la voluntad divina en tanto que principio, puede comprender verdaderamente lo que Dios espera de él. Si no cumple esta


condición, lo que él tome por voluntad divina no será más que fruto de su imaginación, sus deseos o sus caprichos.

Conocer la voluntad de Dios supone primero aprender a conocerle, a Él, como sabiduría, amor y poder. Si Él nos ha creado a su imagen, es para que nos acerquemos a su perfección. Conservando siempre en nosotros este pensamiento de perfección, nos sentiremos dirigidos y guiados para cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida personal.

y sobre todo, ¡que las religiones, sean las que sean, dejen ya de predicar que los sufrimientos y las desgracias de los humanos han sido queridos por Dios ! No, la voluntad de Dios es que los humanos superen incluso a los arcángeles en belleza y en luz. Si continúan siendo miserables, si sufren, es debido a que, por el contrario, han elegido no caminar por las vías divinas; han tomado caminos desviados que les gustaban más, y ni los demás, ni los que les rodean, ni la sociedad, ni las condiciones externas, y mucho menos el S eñor, son responsables, sino ellos mismos.2 Por esto, cuando os encontráis en una situación difícil, dolorosa, no acuséis a nadie más que a vosotros.

Desde el instante en que decidís sinceramente cumplir con la voluntad de Dios, os acercáis a Él. y entonces, ¿qué os dice? «Estoy presente en todas las criaturas, y cada vez que les dais vida, calor y luz, me estáis sirviendo. Tomad el ejemplo del sol.»3 Para ser capaces de servir a l a voluntad de Dios, es necesario por lo tanto prepararse durante

¿ Qué es la voluntad de Dios? 139

mucho tiempo, porque no es tan fácil dar, como el sol, la vida, e l calor y la luz. Si no, ¿cómo creéis que hay que servirle? ¿Yendo a convertir por la fuerza y masacrando a todos los que se consideran incrédulos, infieles, herejes?

Vosotros cumplís la voluntad de Dios cuando tratáis de servirle a través de los demás. De esta manera sois inducidos a ampliar el círculo de vuestras preocupaciones y de vuestras actividades, y os instruís, os enriquecéis.

Notas l . La piedra filosofal - los Evangelios según los tratados

alquímicos, C ol . Izvor n° 24 1 , cáp. 1: «Sobre la interpretación de las Escrituras: 2. La palabra de Dios» .

2. En las fuentes inalterables de la alegría, Col. Izvor n° 242, cáp. III: «El aguijón del sufrimiento» .

3. En las fuentes inalterables de la alegría, Col. Izvor n° 242, cáp. XIII: « y arrastraréis a todos los seres por el camino de la alegría» .

XII

AL SERV ICIO DEL PRINCIPIO DIVINO

A medida que avanzáis en la existencia, tomáis conciencia de que estáis habitados por diversas tendencias, de las cuales algunas son mejores que otras. Pero no basta con tomar conciencia, debéis comprender la necesidad de seleccionar entre todas estas tendencias, para concentraros en las que sentís que son las más nobles, las más constructivas. Así, poco a poco, descubriréis la presencia en vosotros de algo luminoso y poderoso que no conocíais anteriormente. Esta presencia es la del Principio divin o que habita en vosotros y que espera a que os pongáis a su servicio. 1 Ponerse al servicio del Principio divino significa encontrar cada día los valores morales y espirituales que merecen pongáis en primer lugar.

En sus parábolas, Jesús utilizó varias veces la imagen del servidor. Pero la palabra servidor no gusta mucho a los humanos, porque no saben interpretarla correctamente. Para ellos servir significa ser esclavos, s ignifica perder su libertad a favor de alguien exterior a ellos. No han comprendido que


existe en ellos, para toda la eternidad, un Ser digno de ser servido y que la libertad consiste precisamente en ponerse a su servicio.2

«Quiero vivir mi vida», dicen los chicos y chicas cuando reclaman su independencia. Pero Dios no les ha dado la vida para que satisfagan sus deseos, sus placeres egoístas . . . La vida no está a nuestro servicio. Somos nosotros quienes debemos convertimos en servidores de la vida, de la vida divina. Sino nos convertiremos en servidores de la muerte.

Ciertamente, no está prohibido querer escapar de la tutela más o menos instruida de una familia o de un entorno. Pero esta vida que cada cual quiere vivir, sólo la vivirá verdaderamente si la pone al servicio del Principio divino en su interior. Si no, la libertad, la independencia que cree haber adquirido cuando ha conseguido escapar de la autoridad de otras personas, le conducirán casi inevitablemente hacia la esclavitud. Sólo existe la libertad real en el seno del Eterno, cuando el hombre se une a Él así como a todas las criaturas visibles e invisibles portadoras de la vida pura, con el fin de participar en su trabajo.

La palabra servidor designa generalmente la posición de un ser subalterno que debe obedecer a un amo. El amo es rico, y a menudo no trabaja casi nada, mientras que el servidor, ahogado de trabajo, sólo recibe un escaso salario. Pero esto es lo que sucede en las sociedades humanas en las que los amos a menudo son egoístas y vanidosos. Dios, en

Al servicio del Principio divino 145

cambio, está ya servido por legiones de ángeles, ¿qué pueden aportarle de más los pobres humanos? Son ellos quienes tienen interés en servirle, porque trabajando para el Señor consiguen ser partícipes de su vida misma; y la vida divina, es la luz, la paz, la fuerza, el amor, la alegría y la libertad. Está escrito en los Salmos: «Oh Eterno, yo soy tu servi

dor. . . Tu has deshecho mis ataduras . . . » Es pues poniéndonos al servicio de Dios, es decir al servicio de lo más grande y más noble que existe en nosotros, como nos liberamos.

Efectivamente, a diferencia del servidor de los hombres, el servidor de Dios se vuelve cada vez más libre, y también más rico. Pero a condición de que sea a Dios a quien sirva. No ponerse al servicio de gente que le explote, es ya algo, pero esto no basta para que alguien diga ser servidor de Dios. ¡ Cuántos, ignorándolo, sirven a un amo e incluso a varios ! Y estos amos, ¿quiénes son? Sus apetitos, su codicia, sus ambiciones . . . No se dan cuenta de ello, pero es ahí donde verdaderamente se están atando y empobreciendo. Únicamente puede llegar a ser servidor de Dios aquel que sabe cómo utilizar sus energías, sus facultades, y con qué finalidad.

¡ Cuánta gente, incluso en países civilizados, se conforma con una vida que no es muy diferente a la de los animales: alimentarse, dormir, guarecerse y reproducirse. Están al servicio de sus necesidades físicas, y para satisfacerlas ponen en marcha todas las facultades que el Creador les ha dado. Otros,


más evolucionados, se ponen al servicio del arte, de la ciencia, de la filosofía. Pero si piensan que no hay nada arriba, se equivocan. Llegar a ser un artista, un filósofo o un sabio, no es e l destino final del hombre. El hombre está predestinado a desarrollar facultades mucho más superiores que le pongan en contacto con el Principio divino en él. Cuando consiga establecer este contacto, el Principio divino penetrará en sus facultades físicas, psíquicas y espirituales, y llegará verdaderamente a ser un creador.

Aquel que se pone al servicio del Principio divino no sirve a alguien o a algo externo a él; por esto es imposible que pierda su libertad, al contrario, la conquista. Éste es el fundamento de la religión. y mientras los humanos no busquen descubrir y servir a Dios en ellos mismos, sólo tendrán de Él un concepto, una imagen incompleta o deformada. y es normal que el pensamiento de ponerse al servicio de un poder que se halla no se sabe donde, y que quizás incluso no exista, sea para algunos insoportable.

Sin embargo, la idea de servicio, de servidor, sólo será correctamente comprendida y aceptada si el ser humano toma conciencia de que la Divinidad que debe servir se halla en él mismo. Cuanto más se pone a su servicio, más se acerca a ella y entra en comunicación con ella. Gracias a su trabajo, logra disolver las escorias formadas en él por sus pensamientos, sus sentimientos y sus deseos inferiores , y descubre la quintaesencia de su ser. A falta


de hallar un término más preciso, se puede llamar a esta quintaesencia «luz».

Entre todas las realidades visibles, la luz es la que mejor expresa el mundo espiritual. Nos permite ver, pero por sí misma es inasequible. Por esto a menudo se compara a Dios con la luz. Se dice que Dios es luz, pero ¿qué luz? .. En realidad, no conocemos la luz; lo que así denominamos, no es más que una basta materialización de un poder situado mucho más allá y que ha aceptado manifestarse en forma de un resplandor, de una vibración. Así pues, Dios es mucho más que la idea que puede proporcionarnos la luz; y nada puede darnos una idea de Él, nada puede definirle, excepto lo que nosotros podemos descubrir en nosotros cuando nos ponemos a su servicio. Pero incluso en este momento, aunque podamos explicar lo que vivimos, lo que sentimos, no podemos decir lo que es Dios.

y este Dios que se halla en ellos, ¿piensan los humanos que pueden también ayudar a los demás a encontrarle y a servirle? La verdad es que más bien se les ve ocupados en arrastrarse mutuamente hacia abajo. Examinemos únicamente el terreno de la salud: alguien decide dejar de fumar o de beber. Pues bien, siempre habrá alguien a su alrededor que le diga que un vasito o un cigarrillo no pueden hacerle ningún mal. A otro se le ofrece que pruebe la droga diciendo: «Ya lo veras, es toda una experiencia.» Y no hablemos del terreno moral y espiritual. A aquel que desea continuar siendo honrado en un


mundo de estafadores, le dicen: «Pero que tonto eres, ¿por qué tienes todos estos escrúpulos? ¡ Haz como los demás !» Y a aquel que dice que tiene fe y que reza, se le responde: «¿Cómo? ¡ Aún crees en estas pamplinas ! »

Observad 1 0 que sucede a vuestro alrededor y en el mundo: ¡ veréis tantos casos en los que los humanos están ocupados en arrastrarse mutuamente por caminos donde no encontrarán más que la ruina física y psíquica! Observad en qué cosas les ocupan, con qué se les distrae, con qué se les divierte. ¡ y todo 10 que se les presenta para excitar su codicia ! ¿ Cómo comprenderán que poniéndose al servicio de Dios es como serán libres?

¡Cuantos ajustes deben todavía ser realizados para hallar por fin la dirección acertada! Cada día, ¡ tantas cosas nos tientan, nos conmocionan, nos empujan ! Por esto ver claro es la primera tarea que hay que emprender: ver claro para realizar una selección y concentrarnos en las actividades que nos ayudan a ahondar, a entrar profundamente en nosotros para descubrir la luz.

¡Pero los humanos son extraordinarios ! Muchos dicen que buscan la luz y no podemos dudar que sean sinceros; han comprendido que es mejor tener luz que hallarse en la oscuridad. Pero quieren una luz que no exija esfuerzos, ni se detienen para realizar un trabajo en profundidad en algún lugar. Pasan de un libro a otro, de una enseñanza espiritual a otra, esto es lo que ellos llaman buscar la luz. y ahora, cuántos nuevos movimientos espirituales

Al servicio del Principio divino 1 49

aparecen continuamente, cuántas nuevas «imclaciones» se añaden a las del pasado que se esfuerzan en resucitar; no dejan de pasearse. Pues sí, se pasean, flotan y siempre pasan al lado de lo que podría ayudarles. Es así como buscando la luz, llegan al final de su vida y continúan caminando a tientas en la oscuridad.

Cuando oigo lo que dicen personas que sin embargo son inteligentes y cultas, ¡ me quedo atónito ! Están ahí, explicando muy seriamente su filosofía de la vida como si expresaran toda la sabiduría y la experiencia del mundo; en realidad, desde el punto de vista de la Ciencia iniciática, hablan como niños en la escuela primaria que todavía no saben que B y A forman BA. En efecto, no conocen nada del alfabeto de la vida: incluso no saben adónde tal pensamiento, tal sentimiento, tal deseo o tal acto están conduciéndole . Creen que toman una dirección, mientras que están tomando otra, completamente opuesta.

Debemos ponernos al servicio de todo lo más puro, más noble y más luminoso que existe en nosotros. Y ponernos a su servicio, es darle la posibilidad de manifestarse. Esto es lo que significa ser servidor de Dios. Todos los humanos llevan dentro de sí este impulso hacia la luz, pero le ponen obstáculo porque siempre están buscando la vida fácil. Por esto debemos escuchar la voz de nuestra naturaleza superior que nos aconseja ser menos perezosos. Sí, porque no basta con querer servir al Señor


para ser un buen servidor, hay que prepararse, aprender, ejercitarse.

Observad solamente lo que sucede en la vida corriente: ¿acaso cualquier advenedizo es capaz de ser un buen empleado, un buen secretario o un buen ministro, sólo porque lo desee sinceramente? No, es necesario haber estudiado y desarrollado ciertas facultades y cualidades. Entonces, con mayor razón cuando se trata de entrar al servicio del Señor. ¿Qué hará aquel que no se ha preparado? ¡ Cuántos errores cometerá! Creerá estar al servicio del Señor y en realidad continuará siendo servidor de sus prejuicios, de sus ideas preconcebidas, de sus ilusiones. Y esto es lo que hace el fanático: con la excusa de servir a Dios, se atribuye la misión de combatir a aquellos a quienes llama «incrédulos» «infieles», etc. En realidad, sólo es el servidor de entidades oscuras que intentan realizar a través suyo sus proyectos maléficos.

Para llegar a ser un buen servidor de Dios, debemos consagramos a Él, es decir convertir todo nuestro ser en un lugar reservado. Antes de decir misa, el sacerdote comienza exorcizando y consagrando todos los objetos que va a utilizar, así como el incienso, el vino, las ostias, el aceite, los libros sagrados, e incluso los vestidos que debe llevar. Porque incluso aunque nadie los haya tocado, estos objetos han sido influenciados por todas las corrientes que atraviesan el espacio y han absorbido impurezas.

y para él mismo, también el sacerdote pronun-

Al servicio del Principio divino 15 1

cia palabras de purificación y de consagración, con el fin de ser digno de ser un mediador entre Dios y los hombres. Pero los fieles que están allí, mirando, no comprenden casi nada. Entonces, ¿de qué sirve esto? Vosotros podéis ir a misa, podéis asistir a todos los oficios religiosos, está muy bien, no tengo nada en contra, pero por lo menos tratad de comprender lo que sucede ante vosotros.

Si los cristianos comprendieran verdaderamente los gestos del sacerdote que va a decir misa, sabrían porqué ellos deben, también, convertir todo su ser en un lugar reservado. ¿De qué sirve que se llamen a sí mismos cristianos? Gastan una energía y medios formidables para proteger sus casas y todos sus bienes contra los intrusos y ladrones; expanden productos por todas partes para proteger sus campos y sus jardines contra los insectos dañinos, pero interiormente, no tienen ni puertas ni ventanas, ni siquiera los muros tienen fundamento, y los ladrones, los insectos y todas las corrientes caóticas circulan libremente. La medicina, la sicología denominan con nombres muy eruditos todos los trastornos y enfermedades que resultan de todo ello, pero aquel que está instruido en la Ciencia iniciática dirá simplemente: no ha sabido a quien y a qué abrirse y cerrarse.

Es pues más bien en el plano psíquico donde los humanos deberían pensar en protegerse, porque es ahí donde están amenazados más peligrosamente. Cada criatura, con su magnetismo, con los elementos fluídicos que la constituyen, puede


siempre ser utilizada para el bien, y también para el mal. Pero ¿cuántos son conscientes de ello? Alguien dirá: «Oh, yo jamás he cometido indecencias. En mi familia, en mi trabajo, soy un hombre íntegro.» Pero sucede que, sin querer, sin saberlo, ha participado en empresas criminales. ¿Cómo? Porque ha alimentado en él estados negativos, y estos estados son una especie de materia fluídica, de la que se han apoderado las entidades tenebrosas del mundo invisible para realizar sus proyectos maléficos. ¿Acaso pensamos en instruir a los humanos sobre estas realidades ? No, y sin embargo tomar, absorber, por todas partes no vemos más que esto.

Así pues, mientras no consagréi s todo vuestro ser interior, no podréis estar seguros del uso que se hará de vuestras energías, de vuestra vida. Muchos otros, con malas intenciones, pueden venir a tomar vuestras fuerzas. Y entonces se producirá en vosotros una doble pérdida: no sólo habréis sido despojados de algo muy precioso, sino que las entidades de luz renunciarán a ofrecer su ayuda y sus bendiciones a seres inconscientes que no s aben apreciarlas, puesto que permiten que entidade s maléficas se apoderen de ellos con el fin de utilizarles para sus designios malvados.

Nada de lo que vivís permanece sin consecuencias, nada. Así pues, tan a menudo como podáis, decid: «Oh, entidades celestiales, estoy a vuestra disposición, utilizad todas mis fuerzas.» Es así como llegaréis a ser un buen servidor de Dios


que participa en el trabajo de su amo. No se os pide que emprendáis tareas sobrehumanas, sino sólo que consagréis cada una de vuestras actividades al Señor, con el fin de contribuir al bien de la humanidad.

En el transcurso de un día, podéis sentir una especie de cansancio y tener necesidad de abandonaros, pero sabed que en este momento estáis sin defensa. Para protegeros, dirigid esta súplica al Señor: «Señor, en este momento estoy un poco cansado, no sé en qué puedo servirte, pero estoy a tu disposición.» Ningún «enemigo» tiene entonces derecho a penetrar en vosotros para utilizaros, ya que sois como un lugar reservado.

y con mucho mayor motivo debéis tomar tales precauciones cada noche, antes de dormiros, sabiendo que, en el otro mundo existe una policía que vigila para que las leyes de la propiedad sean respetadas.3 Esta policía del otro mundo se encarga :le ir a buscar a todos los que trataron de introdu::irse fraudulentamente en vosotros y decirles: «¿Tu =juieres violar este domicilio, tu quieres hacer daño 1 este ser? Pues esto no está permitido, ya que se !la consagrado al Cielo y pertenece al Señor; es su ,ervidor. ¡ Fuera de aquí !»

¿Por qué únicamente el sacerdote debe prepa�arse para presentarse ante Dios? Consagrarse al ,ervicio del Señor es la vocación de todos sus hijos y de todas sus hijas. Debemos pues consagrar todo mestro cuerpo al servicio de Dios, con nuestros niembros, nuestros órganos, para que se convier-


tan en los depositarios y los transmisores de corrientes de energías puras.

Pronunciar palabras de consagración produce cambios en las vibraciones de los objetos y de las criaturas. Puesto que más allá del plano físico existen otros planos más sutiles, lo que se produce en estos planos sutiles termina influenciando sobre el plano físico. Por esto un padre y una madre que consagran desde su nacimiento a su hijo al Señor, graban en su materia psíquica unos surcos gracias a los que será atraído hacia una dirección luminosa y divina. Recibirá corrientes de fuerzas benéficas, mientras que las corrientes oscuras serán desviadas.

Los ignorantes no hacen más que repetir: « ¡Yo, yo quiero vivir mi vida! » Dejad que hablen, y vosotros, tratad de comprender que consagrándoos al Señor viviréis plenamente vuestra vida. ¿Por qué querría Él privamos de una vida que Él nos ha dado? No sólo no nos priva de ella, sino que día tras día hace que descubramos todas sus riquezas.

Así pues, por la noche, cuando vayáis a dormir, abandonaos entre las manos del Señor y decid: «Dios mío, quiero ponerme a tu servicio. Dispón de mí.» Ésta es una fórmula muy simple, repetidlll desde 10 más profundo de vuestro corazón. Y al dÚl siguiente comprobad si, con vuestros pensamien· tos, vuestros sentimientos y vuestros actos, e� verdaderamente a Dios a quién estáis sirviendo Porque no basta con darlo todo a Dios por la noche de palabra, y guardarlo todo para sí egoístamente a

H servicio del Principio divino 155

lía siguiente. Y como Dios está presente en todas as almas humanas y en toda la naturaleza, también 1 ellas debéis darles algo cada día, por lo menos un Jensamiento, una mirada de amor.

Hemos venido a la tierra para participar en el Tabajo de la creación. Jesús decía: «Mi Padre tra

Jaja y yo también trabajo. » Este trabajo con Dios, Jara Dios, es la última palabra de la Iniciación. fodo lo que dais a Dios, lo eleváis hasta el nivel londe Él se encuentra. Entonces, Dios repite vues:ro gesto, y lo refleja como un espejo refleja un :ayo de luz: vosotros le habéis dado todo a Él, y Él )S lo da todo.

�otas 1 . La vida psíquica: elementos y estructuras, Col. Izvor n°

222, cáp. XIII: «El Yo superior». 2. La libertad, conquista del espíritu, Col. Izvor n° 2 1 1 ,

cáp. V: «El hombre sólo es libre cuando participa de la libertad de Dios», cáp. VI: «La verdadera libertad es una consagración» .

3. El Libro de la Magia divina, Col. Izvor n° 226, cáp. II: «El círculo mágico: el aura» , y Mirada al más allá, Col. Izvor n° 228, Cáp. XV: «Protegerse durante el sueño» , cáp. XVII: «Refugios físicos y refugios psíquicos» .

XIII

SUBIR AL ALTAR DEL SEÑOR

Durante el año que pasé en la India, * hubo una cosa entre otras muchas, evidentemente, que me impresionó: la presencia de pequeños altares en la mayoría de las casas. Ricos o pobres, los hindúes, en sus casas, reservan un lugar para algunas imágenes, algunas estatuillas de divinidades. Algunos, incluso no tienen ni casa, viven en la calle, en las aceras, al borde de los caminos, y allí con cajas de cartón o caj as de madera y algunas imágenes, construyen un altar ante el cual, varias veces durante el día, acuden a postergarse y a rezar. En Occidente, ¿ acaso veis a menudo en las casas un lugar reservado a la Divinidad? . .

Pero admitamos que, por diferentes motivos, no podáis consagrar en vuestra morada un lugar a la Divinidad, nada os impide de consagrarle este lugar en vuestro interior. Hacéis proyectos para el día de hoy, para mañana, para dentro de algunas semanas, algunos meses o algunos años, y esto está muy bien, pero en estos proyectos ¿que lugar

*De febrero 1 959 a febrero de 1 960.


reserváis al Señor? ¿Acaso os preocupáis en construirle un altar en vuestro interior? Dios os dice: «Yo te he dado la vida, la alegría, la belleza, te he dado una familia, unos amigos y tantas otras riquezas . . . ¿por qué no me reservas u n lugar en tu corazón, cuando en cambio tu albergas a cualquiera, e incluso a ladrones que te desvalij arán?»

Los Evangelios relatan que un escriba, un día, se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, te seguiré a todas partes adónde vayas. » Y ¿cuál fue la respuesta de Jesús? «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo guaridas, pero el Hijo del hombre

no tiene un lugar dónde reclinar la cabeza. » No se dice en ninguna parte que Jesús lo hubiera aceptado. Después, dirigiéndose a otro hombre que se hallaba allí también, le ordenó: «¡Sígueme!» Pero ¿qué significa la respuesta que Jesús dio al primero: «El Hijo del hombre no tiene un lugar donde reposar su cabeza»? Evidentemente, no se estaba lamentando de que no tenía ningún lugar para dormir o descansar, sino que sintió que este hombre estaba invadido por tantos pensamientos, sentimientos y deseos vulgares (eso son los animales), que no tenía ningún lugar para él, para su enseñanza. El escriba le aseguraba que le seguiría a todas partes, sin duda era sincero, pero no se conocía y Jesús utilizando imágenes quiso decirle: tu jamás has preparado verdaderamente un sitio para Dios en ti . . . Yo no tengo un lugar donde reposar m i cabeza, es decir mi sabiduría no encontrará ninguna acogida en ti, todavía no estás preparado para s eguirme.

Subir al altar del Señor 16 1

i Cuántas personas creen ser capaces de seguir a Jesús, o a un Maestro espiritual, y sin saberlo, albergan a toda clase de animales ! Por esto, a pesar de Jesús, a pesar de un Maestro, todavía no tienen contacto con estas regiones del mundo divino en ellas, que pueden darle sentido a lo que son y de lo que hacen . l El sentido jamás es dado por el mundo inferior, la materia; es dado por el mundo superior, el espíritu, esta chispa, este fuego, esta luz que testifica la presencia de la Divinidad en el hombre, como el altar testifica su presencia en un santuario.

Un edificio se convierte en un templo del Señor debido a la presencia de un altar. Cada día, debéis subir a este altar, presentaros ante Dios y poneros a su servicio. Volviéndoos unos servidores fieles, pacientes y desinteresados, os acercáis a Él. Porque Dios es el mayor servidor. En efecto. Y cuando vosotros mismos os convertís a su vez en servidores, vivificáis su imagen en vosotros, tomáis conciencia de vuestra filiación divina. Y no temáis que esto os impida cumplir vuestros deberes con vuestra familia, vuestros amigos, la sociedad, la humanidad, i sino todo lo contrario !

Dejad un sitio para Dios en vosotros, no a medias, sino completamente. Cultivando su presencia, descubriréis cómo vuestra vida se vuelve rica. Cuando debáis afrontar pruebas, esta presencia os dará la fuerza, la libertad y, como el rey Salomón, seréis incluso salvados del infierno. ¿No conocíais esta leyenda?


El rey Salomón fue célebre por sus riquezas y su sabiduría, y él fue quien ordenó construir el tempo de Jerusalén. Pero como también había cometido grandes faltas, una leyenda relata que al morir, la Justicia divina decretó que debía pasar una temporada en el infierno. Apenas hubo llegado allí, los diablos le vieron ocupado tomando medidas del suelo, a la izquierda, a la derecha . . . Había encontrado por allí un cordel y no dejaba de medir y tomar notas. Los diablos fueron a informar a Satanás en persona que les ordenó interrogarle. «¿Qué haces ahí?», le preguntaron. Él respondió: «Yo soy el rey Salomón. Mi gloria ha sido grande en toda la tierra. Yo fui quién ordenó construir el templo de Jerusalén para colocar allí e l Arca de la Alianza del Eterno. Ahora aquí, también tengo la intención de hacer construir un templo, por esto me veis ocupado tomando medidas.» Cuando Satanás se enteró de cuáles eran los proyectos de Salomón, exclamó: « ¡Oh ! ¿Un templo aquí? Va a contaminar todo el infierno y esto será el fin de m i reino. Que lo expulsen, ¡él no tiene lugar entre nosotros !» No en vano Salomón había sido famoso por su sabiduría.

Esta anécdota quiere decimos que, incluso hundido en el infierno, es posible alejarse de él si se sabe cómo crear las condiciones para su liberación. Y el único modo de liberarse es delimitar un espacio en uno mismo y consagrarlo al Señor. En este espacio, nosotros somos a la vez el templo, el altar y el sacerdote. 2

Subir al altar del Señor 163

El Señor sólo quiere una cosa para sus criaturas: que se beneficien lo más posible de las riquezas que Él ha depositado en su cuerpo físico, en su corazón, su intelecto, su alma y su espíritu. Y sólo se beneficiarán verdaderamente de estas riquezas si aprenden a consagrarlas a Él. Todo 10 que está consagrado a Dios está protegido por espíritus luminosos del mundo invisible. Una facultad, un talento que consagréis a Dios aumenta, se amplifica, mientras que si no está consagrado lo perdéis. Incluso aunque concretamente todavía lo poseáis, es como si lo hubierais perdido, porque interiormente no os beneficiáis tanto como podríais.

¡ Cuántas personas con talento, artistas, filósofos o científicos no obtienen provecho de sus talentos ! A base de estudios y ejercicios han adquirido unos conocimientos, una cierta técnica, una facilidad, pero interiormente su trabajo les deja insatisfechos. Comprended bien esto: se pueden poseer grandes riquezas pero al mismo tiempo verse privados de ellas , porque no han sido consagradas para asegurar su protección. Pensamos en proteger numerosos objetos sin importancia, pero olvidamos poner a salvo las riquezas esenciales, las facultades y los talentos.

Subid cada día al altar del Señor y pedid ser guiados, inspirados. Os acompañarán unos Ángeles . . . Más tarde, aprenderéis que por los caminos por donde habéis pasado, muchos accidentes y desgracias pudieron ser evitados, y que, por el contrario, muchas cosas buenas fueron realizadas. Las


entidades celestiales os dirán: «Ves: hemos hecho todo esto a través tuyo.» En efecto, un día sabréis lo que habéis hecho, o mejor dicho lo que ha sido hecho a través vuestro, cuántas entidades magníficas han podido manifestarse porque habíais consagrado en vosotros un lugar al Señor.

La espiritualidad no consiste en vagas aspiraciones. El verdadero espiritualista comienza construyendo en su alma un altar para el Señor, y jamás deja que se apague la llama en éL Cada día debe subir a este altar con la conciencia de que entra en la presencia divina, y sólo allí, entonces, sabrá lo que debe pedir.3

Mientras os dirijáis al Señor para que satisfaga vuestros deseos personales, es que todavía no habéis entrado en su presencia. El día que entréis en la presencia del Señor, sólo podréis pedir una cosa: que os llene con su luz. Pero en realidad, sentís que ya no tenéis nada que pedir: desde el momento en que entráis en la presencia del Señor, os invade su luz y cuando volvéis a bajar, esta luz habita en vosotros durante mucho tiempo. Subir al altar del Señor, este altar que también se hall a en nosotros, esto es verdaderamente rezar.

Notas l . Las semillas de la felicidad, Col. Izvor n° 23 1 , cáp. VI: «El

sentido de la vida» . 2. Creación artística y creación espiritual, Col Izvor n° 223.

cáp. XII: «La construcción del templo» . 3. La oración, Folleto n° 305.

XIV

j SEGUID CAMINANDO !

Está escrito en la Cábala que cuando Dios creó la penitencia (en hebreo teshouvah), le dijo: «Cada vez que los hombres se vuelvan hacía ti, deberás borrar sus faltas.» La palabra teshouvah también significa retorno. El pecado nos aleja de Dios y la penitencia nos vuelve a acercar a Él. Éste es el significado de la parábola del hijo pródigo en los Evangelios: abandonó la casa paterna, y cuando hubo malgastado toda su fortuna con placeres, se vio obligado, para sobrevivir, a aceptar el trabajo miserable y humillante de porquero. Habiendo comprendido su falta, decidió regresar a la casa de su padre quien le recibió con los brazos abiertos y ordenó que se celebraran en su honor grandes festejos. Si nosotros también tomamos conciencia de nuestras faltas, si nos arrepentimos y deseamos sinceramente regresar hasta donde se halla nuestro Padre celestial, Él nos recibirá. l

Pero no basta con reconocer nuestros errores y arrepentimos . Aunque los remordimientos y las lagrimas que les acompañan a veces, contribuyen a


purificamos, para ser perdonados debemos reparar. Dios creó la penitencia para borrar nuestras faltas, pero éstas sólo serán realmente borradas si «hacemos», precisamente, penitencia.

La penitencia supone la actividad y no la pasividad. No bastan algunas oraciones prescritas por un sacerdote después de una confesión, y murmuradas más o menos distraídamente. Es preciso reparar verdaderamente. Esto es lo que también enseña la Cábala, ya que ella une teshouvah a Binah.

Binah representa a la Naturaleza, que es una madre amorosa pero severa: es la guardiana de las leyes. En la séfira Binah se hallan sentados los Veinticuatro Ancianos, los Señores de los destinos, que dan a cada uno según sus méritos.2 El retomo a la casa del Padre sólo puede hacerse si se reparan las faltas.

Evidentemente, de errores se cometerán aún muchos. Se sentirán remordimientos, pero los remordimientos, son válidos sólo durante un momento. Una vez comprendido que hemos actuado mal y lo que ha ocasionado que actuáramos mal, debemos tratar de reparar nuestros errores, y sobre todo ponemos a trabajar de nuevo. Lamentándose, dándose golpes al pecho, no se repara nada en absoluto e incluso nos convertimos en una carga para los demás. La salvación no está en los remordimientos, sino en el trabajo.

Así pues, ahora que os habéis comprometido en el camino divino, no debéis deteneros más. Mientras continuáis avanzando, rechazáis a vues-

¡Seguid caminando! 169

ros enemigos interiores, y sean cuales sean los lcontecimientos, mantenéis el dominio sobre vues:ro destino. Uno tras otro los obstáculos ceden ante lquel que no se detiene en el camino, porque ha )uesto en movimiento las poderosas leyes de la vida.3

La vida espiritual es como el ascenso a una alta nontaña, y por estos senderos arduos y escarpados, �s imposible no pasar por momentos de debilidad, fe desánimo, o incluso de caída. Pero ésta no es ma razón para detenerse. Durante algunos días os ;entiréis morir, y luego resucitaréis. En efecto, en o más profundo del desánimo debéis aferraros a �se misterioso resplandor que todavía permanece �n vosotros: éste os dice que la «muerte» que estáis viviendo irá seguida de una resurrección, y que ladie mejor que vosotros puede socorreros, porque odos los poderes se hallan en vosotros.

Lo que sentimos como desánimo, es una ruptu"a en nosotros del vínculo que debe existir entre mestras dos naturalezas, la terrestre y la celestial. La naturaleza terrestre es como una materia que la laturaleza celestial debe constantemente iluminar y vivificar. L a naturaleza terrestre nos arrastra lacia abajo, mientras que la naturaleza celestial nos lITastra hacia l as alturas. Por esto, en el momento lue la naturaleza terrestre consigue sustraerse al Joder de la naturaleza celestial, se produce en 10SotroS una especia de caída, un hundimiento.

Para mantener o restablecer el vínculo entre


nuestras dos naturalezas, debemos, del mismo modo que hacen los alquimistas, aprender a trabajar con el fuego. Es el fuego, el fuego sagrado el que suelda nuestra naturaleza inferior con nuestra naturaleza superior. El verdadero alquimista sopla sobre este fuego con constancia, mientras que el simple aficionado interrumpe pronto su trabajo diciéndose: «¿Por qué empeñarme en mantener juntos dos elementos que no dejan de separarse?» Pues bien, sí, precisamente hay que obstinarse.

Para dar a luz al niño, la piedra filosofal que transformará en nosotros todos los materiales bastos en oro, en oro espiritual, es necesario reunir a la fuerza los dos elementos antagonistas, la naturaleza terrestre y la naturaleza celestial. 4 El fuego que les hace entrar en contacto es alimentado por la fe, la esperanza y el amor: la fe inquebrantable en los poderes que Dios ha depositado en nosotros; la esperanza en el futuro que reserva para sus hijos; y finalmente el amor constante por lo verdadero y lo hermoso. Si es la actitud de los demás la que nos hace perder la entereza, debemos i nvocar al amor. Pero si el desánimo proviene de nosotros, porque estamos cansados de hacer esfuerzos y enfrentarnos a dificultades, debemos pedir ayuda a la fe y a la esperanza.

Recientemente, un amigo me contó que un día que se sentía abatido y desesperado, se fue a caminar por el campo. En un momento dado se sentó sobre una roca y allí, sobre esta roca tan áspera )' desnuda, en un minúsculo intersticio, se dio cuenta

¡Seguid caminando! 17 1

de cómo habían conseguido crecer y sobrevivir algunas briznas de hierba. Las contempló durante mucho tiempo, y de repente algo en él se animó. No comprendía cómo estas pocas briznas de hierba, que con tan poca tierra habían podido crecer, podían haberle librado de su abatimiento. En realidad, no fue la hierba en sí, sino él, que mirándola, había sin saberlo desencadenado un cambio en su fuero interno. En efecto, porque todos los poderes de regeneración se hallan en nosotros, y a veces basta con un impulso minúsculo para ponerlos en movimiento.

Los seres, las cosas, todo lo que existe a nuestro alrededor puede ayudarnos. Puede suceder que esto se produzca fuera de nuestra conciencia y de nuestra voluntad, pero a nosotros corresponde hacer consciente este fenómeno y no esperar que, por casualidad, la naturaleza venga en nuestra ayuda. Observad asimismo a las hormigas y a las abejas: son incansables, nunca se ha visto a una hormiga o a una abeja desanimarse. Diréis que es la naturaleza quien las ha creado de esta manera . . . Es cierto, pero precisamente la naturaleza, con todo 10

que ha creado nos instruye, y somos nosotros quienes debemos ser inteligentes para beneficiarnos de sus lecciones.

Ciertamente habréis notado que cuando estáis tristes o desanimados, pensar en una persona que amáis o a quien admiráis os consuela. ¿Por qué? Porque las imágenes que tenemos en la cabeza o en �l corazón no permanecen inactivas; poseen una


vida, unos poderes; son como transformadores, como fuentes de energía. Una imagen puede perdemos y una imagen puede salvamos. Una imagen puede intoxicamos y una imagen puede actuar como un antídoto. Toda imagen está unida a una idea, y cuando os concentráis en una imagen, actúa sobre vosotros, deposita su sello en vosotros. Nunca descuidéis este trabajo interior tan beneficioso que podéis hacer con las imágenes.

Decís: «Ya no puedo más . . . Se me está acabando la cuerda.» Sí, quizás, la cuerda que acaba de agotarse ahora. Pero cuerdas, todavía tenéis muchas otras en vosotros. Reemplazad aquella, y con la nueva cuerda podréis proseguir vuestro camino.

Existen momentos, es cierto, en los que podemos sentimos invadidos por un cansancio mortal, una sensación de que no podemos dar un paso más. Es difícil luchar contra una sensación, sea la que sea; pero razón de más, cuando se siente esta clase de cansancio, para mantener la convicción de que todavía se tienen recursos y que pronto podremos reemprender el camino. Un día, ciertamente, llegaréis al final de la última cuerda, pero de momentc todavía no habéis llegado ahí, y si sabéis mantenel en vosotros pensamientos de ánimo y de esperanza. pronto os volveréis a levantar. Habréis colocade una nueva cuerda y volveréis a caminar cor energías totalmente renovadas.

Sentir es una cosa, pero pensar es otra Demasiado a menudo la sensación influencia sobn


el pensamiento : nos sentimos agotados - lo que es natural - y sucede que esta sensación desencadena pensamientos y sentimientos de desánimo, de tristeza y de desespero. Pues bien, no, en semejantes momentos, es el pensamiento el que debe actuar sobre la sensación: aunque no pueda vencerla, debe estar allí como una luz, como un faro en la lejanía. Os dice que podéis volveros a levantar; entonces, a pesar de vuestro cansancio y de vuestro agotamiento, es ella a quien debéis creer y no a vuestras sensaciones. ¿Sólo queda una gota de energía en vuestro depósito? Pero el depósito cósmico está lleno, y es ahí donde debéis ir a beber con el pensamiento. Porque el pensamiento también sirve para eso: unas pocas gotas extraídas de este depósito de energías, y la llama de vuestra lámpara que estaba a punto de apagarse brilla de nuevo.

Para extraer energías del depósito cósmico, el momento más favorable es por la mañana, a la salida del sol. Cuando contempléis el sol, concentraos en las células de vuestro cuerpo, hasta que vibren al unísono con el espíritu solar. Poco a poco sentiréis que allí recibís el verdadero saber, un saber que siempre os mantendrá vivos. Una vez hayáis comenzado a transmitir esta poderosa vibración a vuestras células, no volváis a estancaros, esforzaos por mantener el movimiento.

Nunca dejaré de insistir sobre el valor que debéis dar a estos momentos cuando todo vuestro ser es atravesado por esas corrientes de energías espirituales. Haced todo lo posible para retenerlas.


No os mostréis descuidados y no vayáis luego a malgastar estas energías en actividades prosaicas. Para justificar su desidia algunos dirán que estos instantes de gracia que vivieron fueron quizás una ilusión, fruto de su imaginación. El cielo les purificó, les iluminó y les fortaleció, y j se preguntan si no han sido víctimas de una ilusión ! Pero cuando se sienten débiles, agobiados y atormentados, no se hacen preguntas, para ellos é sta es la pura realidad. No existen palabras que describan la ignorancia y la ingratitud de los humanos.

Quiero convenceros de que apreciéis estos raros instantes en los que tenéis la oportunidad de recibir estas corrientes de energía pura que os sostendrán toda vuestra vida. Tanto como podáis, esforzaos en retenerlas. No son los esfuerzos los que os fatigan; 10 que os fatiga es la tendencia a abrÍ! vuestro intelecto y vuestro corazón a pensamiento� y sentimientos oscuros y densos. ¿Cómo no sentirse fatigado cuando uno mismo es su propia carga?: Pero concentraos en el sol y dejad que os penetrer sus rayos; excavaréis en vosotros una especie dt túnel, y cuando salgáis de este túnel , alcanzaréis libres y ligeros, las regiones de la luz .

Ahora todavía queda algo esencial que debéi: conocer. En todo lo que emprendemos, y cual quiera que sea el ámbito, material o espiritual, l, que importan son los esfuerzos. El Cielo jamá considera el éxito, sino sólo los esfuerzos. Él e quien decide sobre el éxito, porque todo lo que ha


cemos queda grabado en un conjunto y debe por tanto servir a los planes de Dios, estar en consonancia con e llos; y quizás no esté previsto que aquello para l o que estamos trabajando se realice como lo deseamos. Por tanto, solamente los esfuerzos nos pertenecen, no el éxito. ¿Pensáis que esto es injusto? No, porque ningún esfuerzo permanece sin resultado.

Cuántos hombres y mujeres han muerto por su ideal y, aparentemente, sin haber alcanzado su objetivo. Pero su ejemplo ha alimentado el impulso de una multitud de otros seres, ha sido como una semilla, como un germen; un día, el objetivo es alcanzado y aún mejor de lo esperado. Por esto, aquellos que logran éxitos deben pensar con agradecimiento en todos los hombres y mujeres que, antes de ellos, trabajaron para que estos éxitos fueran posibles. Estos hombres y estas mujeres realizaron sacrificios, incluso a veces fueron víctimas, pero puede suceder que regresen en otra vida para recoger el fruto de su trabajo. Los historiadores ignoran cómo fueron las vidas anteriores de los personajes que estudian; por esto cuando declaran que tal tuvo éxito o tal otro fracasó, a menudo se equivocan.

Jamás debemos preocuparnos de nuestros éxitos, sino sólo de los esfuerzos a hacer, porque nadie puede trabajar en nuestro lugar. Dejemos que los seres de arriba decidan el momento en que estos esfuerzos darán resultados visibles y tangibles. La ausencia de resultados concretos no significa que


no hayamos trabajado o que hayamos trabajado mal, sino que el momento del éxito todavía no ha llegado. No hay por qué preocuparse. Aquellos que ignoran esta ley se atormentan o culpabilizan a los demás, y así destruyen los beneficios espirituales de sus esfuerzos. Suceda lo que suceda, debéis deciros: «En apariencia, mis esfuerzo s no dan demasiados resultados, pero en realidad sé que desde hoy ya están dando frutos.» Aunque no sean visibles, siempre hay resultados en los corazones y en las almas. Nada queda inerte o estancado.

Tenéis necesidad de esta luz que pone las cosas en su lugar. El éxito en el plano físico no depende de vosotros, sino de los decretos de los Veinticuatro Ancianos. Si no tenéis el éxito que deseáis, es porque todavía no ha llegado el momento. No os dejéis contaminar por este concepto materialista del éxito tan extendido en el momento actual; este concepto no puede aportar nada bueno ni a vosotros ni a los demás.

Así pues, seguid trabajando, es todo. Si fuerais verdaderamente sensibles, sentiríais que en los planos sutiles ya hay resultados; y puesto que ya hay resultados en lo alto, terminarán baj ando un día hasta el plano físico.6 Y no os alegréis demasiado cuando conseguís éxitos rápidos. S i previamente no habéis grabado durante mucho tiempo vuestro trabajo en la materia de los planos psíquico y espiritual, estos éxitos no durarán.

La condición para el éxito verdadero no se halla en el esfuerzo violento y espectacular de un


instante, sino en la repetición cotidiana de pequeños esfuerzos. El agua que, gota tras gota, cae sobre la piedra, termina horadándola. Y sin embargo la gota de agua es tan dulce ¡ y la piedra es tan dura! No dejéis ni un solo día de hacer esfuerzos, porque el secreto del éxito está en la continuidad, en la perseverancia. Si os detenéis, corréis incluso el riesgo de perder lo que habéis adquirido, porque la materia posee un inmenso poder de resistencia y siempre tiende a volver a su inercia primitiva. Debéis trabajar sin cesar para elevarla, luego retenerla en el nivel que deseáis elevaros para hacer de ella vuestra morada.

¿Queréis estar vivos? Conservad durante el mayor tiempo posible la necesidad de avanzar. ¡ Tantos poderes dormitan en vosotros que esperan ser despertados ! Pero en vez de despertarlos, continuáis adormeciéndoles. Existen personas que no tienen más de cincuenta o sesenta años, o incluso menos, y ya parecen muertos y enterrados. En efecto, incluso vemos la lápida funeraria que les cubre y sobre la que está escrito: «Aquí yace un Tal.» ¿Por qué? . . . Aunque la fatiga esté ahí, aunque se acerque la vejez, debemos decimos que siempre hay algo que comprender, algo que emprender y jamás aceptar el embotamiento, el estancamiento. Aunque estemos paralíticos, aunque estemos muriéndonos, todavía queda algo por hacer . . . aunque sólo sea dar gracias al Cielo. 7

Procurad que llegando al final de vuestra exis-


tencia continuéis siendo aún jóvenes, porque habréis comprendido 10 que realmente es la vida: una incesante transformación, una adaptación. Para la Ciencia iniciática, no existen jóvenes, no existen viejos, sino únicamente seres que tienen la tarea de trabajar sobre sí mismos. Nadie debe decir: «Ah, han pasado los años, ya soy viejo.» Aquel que cree que justifica su inercia debido a su edad, disminuye el número de días que todavía le quedan para regocijarse. Repitiendo: «Envejezco . . . soy viejo . . . dejadme tranquilo», fabrica en él la imagen de la vejez, y esta imagen influye muy negativamente en su estado psíquico y asimismo en su estado físico. Que se concentre, al contrario, en l a juventud y diga: «Ah, ¡ qué maravilloso es ser joven !» y, cada vez más, interiormente, se sentirá ligero, con soltura, abierto a la vida. Esto es la juventud, la verdadera juventud. Con los años el cuerpo físico, evidentemente, pierde su vigor y su resistencia; pero incluso en el momento de la muerte, una mirada, una sonrisa pueden todavía tener la expresión de la juventud.

Notas 1 . Los dos árboles del Paraíso, Obras completas, t. 3, cáp.

IX: «Los dos árboles del Paraíso: 3. El regreso del hijo pródigo» .

2. Del hombre a Dios - séfiras y jerarquías angélicas, Col. Izvor n° 236, cáp. XV: «Binah: 1 . Las leyes del destino» .

3. La fe que mueve montañas, Col. Izvor n° 238, cáp. XIII: «Rabota, vréme, véra: el trabajo, el tiempo, la fe» .


4. La piedra filosofal - de los Evangelios a los tratados al

químicos, Col. Izvor n° 241 , cáp. X: «La piedra filosofal, fruto de una unión mística».

5. Armonía y salud, Col. Izvor n° 225, cáp. VIII: «Cómo llegar a ser infatigables» .

6. Poderes del pensamiento, Col. Izvor n° 224, cáp. V: «Cómo se realiza el pensamiento en la materia» .

7. La risa del sabio, Col. Izvor n° 243, cáp. XII: «Dar las gracias, fuente de luz y de alegría» .

xv

EN EL UMBRAL DE UN NUEVO AÑO

Instintivamente, los humanos se proyectan constantemente hacia el futuro, viven con la esperanza de que el día de mañana será mejor, pero esta proyección hacia el futuro a menudo sólo es una huída. Esperan, esperan, pero ¿por qué motivo las cosas deberían arreglarse? ¿De dónde les viene la esperanza de que el futuro puede ser mejor que el presente? ¿De dónde vendrá esta mejora. La verdad es que el futuro todavía será peor si se conforman con esperar sin trabajar.

Las cosas buenas raramente provienen del exterior. Si llegan, mucho mejor; pero sois vosotros, sobre todo, quienes tenéis el poder de hacer girar los acontecimientos a vuestro favor o en vuestro detrimento. Porque podéis vivir cada acontecimiento de dos formas: una que os eleve por encima de vosotros mismos, y la otra que os rebaje, o incluso os haga caer. Aquel que no posee suficiente sabiduría, amor o voluntad, transforma las condiciones exteriores más favorables en pruebas para él y los demás. Entonces, ¿qué futuro puede espe-


rar? . . Un sólo vehículo se estropea en medio de la calle: todos los vehículos restantes se ven obligados a detenerse, se interrumpe el tráfico, i y se forman atascos ! De la misma manera, un solo día mal vivido crea una especie de atasco para los días siguientes, e incluso a veces, si no se intenta encontrar de inmediato la orientación correcta, para las futuras encamaciones.

La mayoría de los humanos están acostumbrados a tomar la vida como viene, sin s ospechar que los acontecimientos son una materia que debemos intentar adaptar, como adaptamos el alimento cuando lo cocemos, y le añadimos determinados ingredientes. ¿Acaso comeríais pescado tal como acaba de ser pescado con las escamas, las aletas y las espinas? No. Y las legumbres, ¿las comeríais tal como acaban de ser arrancadas de la tierra? Tampoco. La cocina es el arte de volver comestibles e incluso sabrosos toda clase de productos que serían indigestos o insípidos si no nos dedicáramos a limpiarlos, a cocerlos y aderezarlos.

Así pues, comprended que la felicidad a la que aspiráis también es el resultado de una verdadera cocina interior. No debemos esperar recolectar los buenos instantes de la existencia como se recolecta una fruta madura de un árbol al pasar por delante de él. Debéis aprender a trabajar con cada situación, y en particular con las situaciones difíci les y dolorosas, añadiéndoles elementos de vuestro espíritu y de vuestra alma, es decir elementos de la sabiduría y del amor divinos.

En el umbral de un nuevo año 1 85

Algunas personas dicen que jamás les afectan las pruebas de la existencia. Esto no es posible; al menos que sean piedras, cada uno siente dolorosamente todo lo que afecta a su salud, a su sensibilidad a sus convicciones. Y no sólo esto no es posible, sino que no es deseable: ¿qué se puede esperar de una piedra entre los humanos? Pero de aquel que se esfuerza por no dejarse abatir por muy grandes que sean los sufrimientos por los que deba pasar, podemos predecir que irá muy lejos.

Preguntáis : «No dejarse abatir nunca, ¿cómo es eso posible?» Con buena voluntad. En efecto, la buena voluntad, porque la voluntad sola no basta. Ante las dificultades, no basta con apretar los dientes o los puños diciendo: «Me aguantaré.» Primero, porque no es seguro que logréis ser más fuertes que los acontecimientos, y terminaréis agotados y completamente abatidos. E incluso si conseguís la victoria, corréis otro riesgo, el de endureceros. Podemos estar impresionados por la voluntad de ciertos seres a quienes las pruebas no consiguen abatir, pero no tenemos necesariamente ganas de hacer amistad con ellos, porque a menudo manifiestan mucha dureza y desprecio hacia los demás.

Lo que yo llamo buena voluntad es una voluntad sustentada por la inteligencia que trata de comprender los acontecimientos y extraer de ellos una lección, y por el corazón que no se cierra ante los demás. Esta buena voluntad es asimismo una forma de paciencia, nada la desanima. Por esto se puede decir que la paciencia es una virtud que debe


acompañar a todas las demás. Debemos amar y tener paciencia, ser sensatos y pacientes, ser fuertes y pacientes, sino el amor, la sabiduría y la fuerza pierden rápidamente su poder. 1

Imaginad que habéis plantado las semillas de una planta que sabéis da unas flores magníficas, pero ignoráis que sólo florece cada cien años. Semejantes plantas son raras, pero existen. Entonces , esperáis, preocupados , agobiados. Vuestra impaciencia demuestra sólo que no conocéis la naturaleza de esta planta que da tales flores. y he aquí otras semillas que florecen al cabo de unas pocas semanas; evidentemente esto os gusta más, pero estas flores son más comunes. Toda actividad en la que os comprometáis es como una semilla que plantáis en la tierra. Si obtenéis rápidamente resultados, estáis satisfechos, pero preguntaos de vez en cuando si las semillas que se desarrollan rápidamente son las mej ores. La mayoría de las veces sucede lo contrario.

Ser pacientes prueba que se posee un saber oculto. Existen seres que vienen al mundo con este saber: cada día se ponen a trabajar y, suceda lo que suceda, son perseverantes, son tenaces. Han nacido bajo un buen aspecto de Saturno. Para ellos, el tiempo se mide en intervalos muy largos, y como siempre es el tiempo, Saturno, quien tiene la última palabra, la cosecha no sólo es hermosa sino abundante.

Cada planeta posee una periodicidad que le es propia. La más corta es la de la Luna que reco-


rre el zodiaco en veintinueve días. Luego viene Mercurio, luego en orden de período creciente, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Y más allá de Saturno, todavía está Urano, Neptuno y Plutón cuyos períodos de revolución son aún más largos.

Sucede con el periodo de desarrollo de una semilla, o del período de realización de una idea, lo mismo que con el tiempo de revolución de los planetas. Según su naturaleza, las semillas o las ideas requieren duraciones distintas. Para tener éxito en empresas de naturaleza espiritual se necesita mucho tiempo, porque allí, Urano, Neptuno y Plutón deben a su vez aportar su apoyo. El trabajo espiritual se halla situado bajo la influencia de los planetas lentos que recorren círculos inmensos alrededor del sol.

Una idea, un pensamiento son una entidad viva;2 cuando sale de nuestra cabeza recorre el espacio describiendo un círculo, pasa así por diferentes regiones donde se carga con elementos que le son propios; después regresa hacia su lugar de origen, es decir a nosotros. Cada pensamiento necesita un lapso de tiempo determinado para describir un círculo. Los pensamientos más espirituales, los más nobles y divinos describen círculos muy grandes. Recorren todas las regiones, hasta el mundo divino, antes de volver a descender trayéndonos sus tesoros.

Objetaréis que cuando os contratan en una empresa, se espera que obtengáis rápidamente resultados. Sí, cuando se trata de ganar dinero, debemos


apresuramos, y por esto tantos grandes almacenes y tiendas proponen a la gente productos y objetos que satisfacen sus deseos materiales, e incluso sus deseos inferiores, lo que puede ser realizado con gran rapidez. Si les ofrecieran productos para alimentar su alma y su espíritu, quebrarían.

La sabiduría reclama que tengamos en cuenta a la vez el tiempo para el plano físico y la eternidad para el alma y para el espíritu. La prisa en la que viven los humanos les priva de este elemento de duración, de infinito, que da un sentido, un sabor a la vida. Cuando no encuentran rápidamente lo que buscan, pasan rápidamente a otra cos a. . . Por esto interiormente, no llegan a ninguna parte.

La paciencia es una cualidad de la edad avanzada, y la esperanza es la de la juventud . En efecto, la juventud espera, y si no ve venir rápidamente lo que está esperando, se impacienta; mientras que la vejez ya no espera gran cosa, pero ha aprendido a soportar pacientemente. En realidad, es necesario que paciencia y esperanza se vuelvan a encontrar. Donde hay esperanza, la paciencia debe venir a brindar su apoyo. Y cuando la paciencia está presente, la esperanza no puede hallarse lejos. Si no se espera nada, ¿cómo y por qué tener p aciencia? No hay nada que esperar. Pero cuando paciencia y esperanza caminan juntas, año tras año, el futuro se abre extensamente.

Termina un año y otro comienza . . . 3 Es el período en el que todos formulan deseos para sí mismos,


para su familia, sus amigos, para el mundo entero . . . y es costumbre reunirse diciendo: « ¡Buen año nuevo ! . .. ¡ Feliz año nuevo ! . . . » Pero antes de pensar en este año nuevo, dirigíos al año que se acaba. Os sorprendéis: ¿cómo? ¿hablar al año? .. Sí. La Cábala dice que un año es un ser vivo, podéis pues hablarle. Así pues, dirigíos a este año que se acaba y pedidle que se acuerde de vosotros. Puesto que está vivo, no permanece inactivo, ha grabado no sólo nuestros actos, sino también nuestros deseos, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos. El último día eleva su informe al Señor de los destinos y nos une con el año siguiente.

El hombre moderno se ha habituado a considerar el tiempo como una especie de abstracción medida por relojes de pared y relojes de muñeca, mientras que un año, un día . . . incluso una hora son realidades vivas. Por otra parte, ¿no es cierto que aún hoy día oímos pronunciar expresiones como: «Bendita sea l a hora en que . . . », o bien «Maldita sea la hora en que . . . »? En la mitología griega, el tiempo era representado por el dios Cronos, y las Horas eran asimismo unas divinidades, hijas de Zeus, el maestro de los dioses. Se podría hablar mucho al respecto.

Mientras tanto, preguntaos cómo vais a despedir el año que acaba. Intentad pensar en él con gratitud. Decidle: «Gracias, querido año, me has evitado muchas penas, ¡ y me has aportado tantas cosas buenas ! » Esforzaos por recordar estas cosas buenas. Si sabéis hablarle, este año dirá de vosotros al


que comienza: «He aquí un verdadero hijo de Dios, es agradecido, puedes traerle nuevos regalos.» Pero preparaos porque para recibirlos, e s preciso al menos estar presentes, es decir conscientes en el momento que son distribuidos.

Os repetiré pues el consejo que y a os he dado con respecto a los doce primeros días del año. Cada uno representa un mes. Así pues, esforzaos en vivir estos doce primeros días lo mejor posible para dar a todo el año una base sólida. Puesto que ninguno de nuestros actos ni ninguno de nuestros estados psíquicos permanece sin consecuencia, debemos poner, ahí, en el instante, toda nuestra atención.

En el plano físico, material, cada uno sabe que un gesto desgraciado, un instante de distracción puede destruir una vida. Por esto existen tantos avisos. En las carreteras vemos señales: «curva peligrosa», «calzada resbaladiza», «precaución, obras», etc. Y ¡ cuantos productos ponen en su etiqueta «no ingerir» ! Sería imposible enumerar todos los avisos que existen para que los humanos no pongan en peligro su salud, o incluso su vida, así como la de los demás. Porque se pueden producir ahora, en un segundo, daños irreparables, y no quedaría nada de los maravillosos proyectos que habían hecho para el futuro.

En la vida psíquica, la vida moral, no existen esta clase de letreros y etiquetas que nos avisen de que un mal impulso ante el que nos abandonemos momentáneamente, producirá desorden en nuestra alma, nuestro intelecto, nuestro corazón, e incluso


a veces hasta en nuestro cuerpo físico. Por esto, para la vida espiritual, aún es más necesario ser conscientes del instante presente.4

La existencia es una larga cadena de instantes que debemos vivir conscientemente uno tras otro. Si os proyectáis sin cesar en el futuro, es como si os saltarais los eslabones intermedios. ¿Qué ganaréis con un trozo de cadena que no se unirá con nada? No creamos nuestro futuro comenzando por el final, e imaginar un hermoso futuro no solucionará vuestro presente. Empezad por el principio, superad progresivamente las etapas y avanzaréis, os elevaréis hasta alcanzar la cima.

¿ Quizás preferiríais oírme hablar de promesas ilusorias de éxito y felicidad? Pues bien, no, yo sólo os puedo decir la verdad: vuestra futura felicidad está en el trabajo, en el esfuerzo. Todos los esfuerzos que hacéis quedan grabados en lo alto, en el Libro de la vida, y gracias a estos esfuerzos j cuántas bendiciones se preparan para vosotros! Cuando las recibáis, os preguntaréis: «¿Por qué estos regalos?» y se os responderá: «Porque con vuestro trabajo, os habéis elevado hasta las regiones de la luz y asimismo habéis aportado la luz y la paz a seres que se hallan sumidos en el desamparo y en la oscuridad.»

No puedo deciros nada más. Continuad caminando por la senda de la luz. ¿Qué habrá al final de este camino? Lo descubriréis cuando lleguéis y os maravillaréis.


Notas l . En las fuentes inalterables de la alegría, Col. Izvor n° 242,

cáp. XII: «Los tesoros insospechados de la paciencia». 2. Los Poderes del pensamiento, Col. Izvor n° 224, cáp. IV:

«Vida y circulación de los pensamientos». 3. El año nuevo, folleto n° 301 . 4. La risa del sabio, Col. Izvor n° 243, cáp. II : «Cómo cui

da un pastor de sus ovejas» , cáp. III: «Proteger las fronteras de nuestra alma» .

REFERENCIAS BÍBLICAS

«Amasad tesoros en el cielo» - Mateo 6: 1 9, p. 99

«Aquel que beba del agua que yo le dé» - Juan 4: 13-19, p. 52

Arcángel (El) Mikhael lucha contra el dragón -

Apoc. 12: 7-10, p. 29

Bestia (La) que asciende del mar - Apoc. 13: 1 -10,

p. 29

Bestia (La) que asciende de la tierra - Apoc. 13:

11-18, p. 29 «Cuando des limosna, que tu mano izquierda igno

re lo que hace tu mano derecha» - Mateo 6: 3,

p. 23-24

Dios le da instrucciones a Josué para que invada

la ciudad de Jericó - El libro de Josué 6: 1 -7,

p. 135 Dios ordena a Noé que construya una arca -

Génesis 6: 13-22, p. 135

Dios pide a Abraham que abandone su patria -

Génesis 12: 1, p. 135 Dios pide a Moisés que saque a su pueblo de Egipto

- Exodo 3: 7-10, p. 135

Dragón (El) lanza agua contra la Mujer - Apoc. 12: 13-17, p. 29

«Eterno (El) habló al pez» - Jonás 2: 11, p. 136

Jesús y la Samaritana - Juan 4: 1 -30, p. 52

Jonás: su historia - Jonás 1 y 2, p. 1 35-136

«Luz (La) estará todavía entre vosotros por poco

tiempo» - Juan 12: 35, p. 19

«Maestro, te seguiré a todas partes adónde vayas»

- Lucas 9: p. 57-59, p. 159

«Mi Padre trabaja y yo también trabajo» - Juan

5: 1 7, p. 1 55

«No os preocupéis por el día de mañana» - Mateo 6: 34, p. 46, p. 60-65

«No toméis nada para el camino» - Lucas 9: 3, p. 61

«Observad a los pájaros del cielo» - Mateo 6: 26,

p. 60

«Oh Eterno, yo soy tu servidor» - Salmo 116: 16,

p. 145 Parábola de las cinco vírgenes prudentes y de las

cinco vírgenes necias - Mateo 25:13, p. 75

Parábolas de los sirvientes - Mateo 18: 23-35; 20:

1 -16; 24: 45-51; 25: 14-30; Lucas 12: 37-39; 16: 1-13, p. 143

Parábola del hijo pródigo - Lucas 15: 11-31, p. 167 «Que no se ponga el sol sobre vuestra cólera» -

Pablo, Efesios 4: 26, p. 83

Salomón hizo construir el templo de Jerusalén -

1 Reyes 6: 1-38, p. 161

«Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» - Mateo 5: 48, p. 54

Siete (Los) espíritus que se alzan ante el trono de Dios - Apoc. 1: 4, p. 98

«Si presentando tu ofrenda junto al altar» - Mateo 5: 23-27, p. 83

«Vanidad de vanidades, todo es vanidad» -

Eclesiastés 1 : 2, p. 80

«y recuerda a tu Creador en los días de tu ju

ventud» - Eclesiastés 12: 1, p. 80

ÍNDICE

I Para no tener que decir más:

j Si lo hubiera sabido ! . . o o o o o o o o o o o o o o o 9

n «Que tu mano izquierda ignore

lo que hace tu mano derecha» o o o o o o o o o o 2 1

1 . El simbolismo de la derecha

y de la izquierda o o o o o o o o o o o o o o o o o o o 23

no Las dos manos de Dios o o o o o o o o o o o o o o 35

III Programa para el día

y programa para la eternidad o o o o o o o o o o o 43

IV «No os preocupéis del mañana» o o o o o o o o 57

V Sólo el presente nos pertenece o o o o o o o o o o o 67

VI Antes de que el sol se ponga o o o o o o o o o o o 77

VII El paso al más allá o o o o o o o o o o o o o o o o o 9 1

VIII La vida sin límites o o o o o o o o o o o o o o o o 103

IX El significado de los ritos funerarios o o o o 1 13

X Nuestras relaciones con

los espíritus familiares o o o o o o o o o o o o o 123

XI ¿Qué es la voluntad de Dios o o o o o o o o o 1 33

XII Al servicio del Principio divino o o o o o o o o 14 1

XIII Subir al altar del Señor o o o o o o o o o o o o o o 1 57

XIV j Seguid caminando! o o o o o o o o o o o o o o o o o o 1 65

XV En el umbral de un nuevo año o o o o o o o o o 1 8 1

Referencias biblicas o o o o o o o o o o o o o o o o 194

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Caminad Mientas Tengáis Luzapi.ning.com/files/artf-18kvwoXbX9pdo*ZYrlESyuMob4PsIVJseDl8VEb2... · -El amor más grande que la fe ... esto es lo que se produce también cuan ... nos,