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VAGABUNDO DEL ESPACIO Fredric Brown

Brown, Fredric - Vagabundo Del Espacio

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Le podríamos llamar Crag, puesto que era el que usaba, y le vendrá muy bien como nombre. Era un ladrón y un criminal asesino. Una vez fue un hombre del espacio, de cuyo recuerdo le quedó una mano de metal. Eso y el gusto por los licores exóticos, además de una horrible aversión por cualquier clase de trabajo, podría resumir fácilmente el retrato somero de nuestro personaje. Crag, en efecto, es un pícaro, un simpático pillo dedicado a burlar la policía del Espacio, que lo persigue implacablemente para someterlo al terrible cambio de personalidad, que haría de él un hombre honrado. Pero Crag siempre consigue escapar... hasta el final.

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  • VAGABUNDODEL ESPACIO

    Fredric Brown

  • Titulo original: Rogue In SpaceTraduccin: Francisco Cazorla Olmo 1957 By Fredric Brown 1966 E.D.H.A.S.A.Av. Infanta Carlota, 129. BarcelonaEdicin electrnica de Norma, Gustavo y RamiroMxico, 2002R6 05/02

  • INo se le poda llamar por ningn nombre, porque no tena nombre. Ni siquiera conocael significado de nombre, o de cualquier otra palabra. No tena lenguaje, puesto que jamshaba estado en contacto con cualquier otro ser viviente en los miles de millones de aos-luz de espacio que haba atravesado desde las lejanas profundidades de la Galaxia, y enel incontable espacio de tiempo que duraba su viaje csmico. Todo cuanto saba o habasabido siempre, era que constitua el nico ser viviente en el Universo.

    No haba nacido, puesto que no haba otro igual a l. Era un trozo de roca poco mayorde una milla de dimetro, flotando libre en el espacio. Existen miradas de tales pequeosmundos; pero todos son materia muerta, inanimada. Pero l tena conciencia, era unaentidad. Una combinacin accidental de tomos en molculas haban hecho de l un serviviente. Para nuestro conocimiento presente, tal accidente ha ocurrido solamente dosveces en el infinito y en la eternidad; el otro ocurri en la materia primigenia de la Tierra,cuando los tomos de carbono formaron la vida sensible que se multiplic y evoluciondespus.

    Las esporas de la Tierra, se trasladaron a travs del espacio y sembraron la vida endos planetas prximos, Marte y Venus y cuando un milln de aos ms tarde el hombrepuso los pies en esos planetas, encontr en ellos una vida vegetal; pero tal vida vegetal,aunque haba evolucionado de forma completamente diferente de la de la Tierra, tal ycomo el hombre la conoca, se haba originado, no obstante, en el planeta madre. Enninguna parte, excepto en la Tierra se haba originado la Vida para evolucionar ymultiplicarse.

    La entidad procedente de las lejanas csmicas de la Galaxia no se multiplic.Permaneci como una entidad solitaria y nica. Ni evolucion, excepto en el sentido deque su conocimiento y su conciencia comprensiva evolucionaron aumentando talesfacultades. Sin rganos sensoriales, aprendi a comprender sus principios y su mecnicay cmo hacer uso de ellos para moverse en el espacio libremente y a hacer muchas otrascosas.

    Podra llamrsele una roca pensante, un planetoide sensitivo... O igualmente untrnsfuga, en el sentido biolgico de la palabra; y que en realidad era una variacinartificial de la materia.

    Podra ser llamado, en fin, un vagabundo del Espacio.Deambulaba por el espacio sin fronteras; pero no buscando otra clase de vida, otra

    conciencia, ya que desde siempre haba asumido la certeza de que ninguna otra exista.Y no se crea solo, ya que careca del concepto de la soledad...Tambin ignoraba los conceptos del bien y del mal, ya que un ser solitario no puede

    conocer ni lo uno ni lo otro; la Moral, surge de una actitud hacia los dems. Carecatambin del concepto de emocin, poseyendo solamente un constante deseo deincrementar su conciencia y su conocimiento, y que podra denominarse curiosidad. En talcaso, s que poda atribursele un estado emotivo.

    Y sbitamente, tras centenares de millones de aos, aunque jams joven ni viejo, seencontr aproximndose a un pequeo Sol amarillo con nueve planetas girando a sualrededor en rbitas elpticas.

    Tal y como existen muchsimos otros en el Universo sin lmites.

    II

    Le podramos llamar Crag, puesto que era el nombre que usaba y le vendr muy biencomo nombre. Era un ladrn y un criminal asesino. Una vez, fue un hombre del espacio,

  • de cuyo recuerdo le qued una mano de metal. Eso y el gusto por los licores exticos,adems de una horrible aversin por cualquier clase de trabajo, podra resumir fcilmenteel retrato somero de nuestro personaje.

    El trabajo habra sido una cosa ftil para l en cualquier caso; habra trabajado quizsuna semana en cualquier faena criminal slo para pagarse una francachela o cualquierlicor que de por s hiciera la vida digna de vivirse. Saba distinguir perfectamente el biendel mal; pero no le preocupaba ninguno de ambos conceptos, ni en el valor de un granode arena de los desiertos de Marte. Tampoco se senta solitario; porque se haba hecho as mismo autosuficiente como para aborrecer al resto del gnero humano.

    Especialmente ahora, que le tenan bien sujeto. De todos los lugares, all enAlburquerque, el centro de la Federacin, era seguramente el ms difcil de cuantosexistan para dar cualquier golpe, en los cinco planetas conocidos. Alburquerque, donde lajusticia era ms deshonesta que el crimen, era un lugar donde un criminal no tendra lamenor oportunidad de realizar cualquier trabajo, a menos que no formase parte de lamquina. Los que realizaban trabajos, por su cuenta, independientemente, eranindeseables y duraban poco tiempo. Nunca debi haber ido all; pero haba sido tentadopara hacerlo como cosa segura y haba aceptado aquella oportunidad. Despus supo queel elemento que le indujo a venir a Alburquerque formaba parte de la maquinaria enaccin y que el seuelo que le tendieron fue para atarle y encadenarle a la ciudad. Nohaba tenido tiempo an de entrar en posesin del trabajo que le haban ofrecido - si esque tal trabajo exista - y era posible que slo existiese en la imaginacin del agentesecreto que le tendi el lazo. Le fueron a recoger al aeropuerto. Le encontraron en elbolsillo casi una onza de neftn, escondida en el doble fondo de un paquete de cigarrillos.Los cigarrillos fueron entregados por un vendedor comunicativo y hablador que habatomado asiento junto a l en el avin, como una muestra gratuita de una nueva marca quesu Compaa estaba introduciendo en el mercado. El neftn era un mal asunto, laposesin de la droga, incluso habiendo sido adquirida, constitua una gravsima ofensa ala ley. Haba sido una jugarreta y ahora le tenan bien cogido de pies y manos.

    Slo quedaba pendiente un detalle; el de si ira a cumplir una condena de veinte aos ala colonia penal de Calisto, o le enviaban al psicgrafo.

    Permaneca sentado en el catre de su celda, tratando de imaginar qu le ocurrira.Exista entre ambas cosas una gran diferencia. La vida en el penal, a fin de cuentas, eramejor que estar muerto, y siempre exista la posibilidad de evadirse. Pero la idea de serllevado al psicgrafo, le resultaba espantosa e intolerable. Decidi que se suicidara antesde que le condujesen al endemoniado aparato, o tratara por todos los medios de escaparpara que le matasen en el intento.

    En fin de cuentas, la muerte era algo con. lo que un hombre de valor puede encararse ysoltarle una carcajada en sus mismas fauces. Pero frente al psicgrafo, no. No, en laforma en que Crag lo consideraba. La silla elctrica de unos cuantos siglos atrs, selimitaba sencillamente a matar a un hombre instantneamente; pero el psicgrafo era algomucho ms horrible. El aparato, ajustaba a su vctima, a menos que no se volviera loca.Estadsticamente, una vez de cada diez, produca la locura total y por tal razn se usabaslo en raras ocasiones, ya que los crmenes castigados con la pena de muerte habanquedado atrs en los das en que exista la pena capital. Pero incluso para los delitos queincluan la posesin del neftn no era obligatorio; el juez escoga entre el psicgrafo o laotra alternativa de sentenciar al acusado a veinte aos en la colonia penal de Calisto.Crag tembl ante la idea de ser enviado al psicgrafo, puesto que, habiendo sidoperfeccionado y an contando con la posibilidad de eliminar la locura, tal pena podra seraplicada a los delitos de menor cuanta como el que haba cometido.

    Cuando el psicgrafo funcionaba bien, converta en normal al condenado. Le devolva asu estado normal, al remover de su mente descubrindolos, todos los recuerdos y

  • experiencias que pudieran haberle conducido a la aberracin y al delito. Todos losrecuerdos y experiencias, tanto los buenos como los malos.

    Tras pasar por el psicgrafo, el condenado comenzaba una vida nueva a partir de lanada, prcticamente, en cuanto concerna a su personalidad. El sujeto recordaba susfacultades y habilidades, saba cmo expresarse y alimentarse o cmo ejecutar cualquiertrabajo o habilidad personal.

    Pero no recordaba su nombre, ni an repitindoselo mil veces. A Crag no le hubiesesido posible recordar ni la poca en que estuvo en Venus torturado durante tres das ydos noches, antes de que el resto de la tripulacin le recogiese del poder de los vegetalesanimados, a quienes disgustaba la carne y especialmente la del cuerpo humano. Nirecordara la poca en que fue hombre del espacio, o la ocasin en que permanecinueve das sin agua. No le hubiera sido posible recordar nada de cuanto le hubiesepodido suceder en su vida anterior.

    Se recomenzaba a vivir a partir de una piltrafa, como una persona diferente.Y as, Crag, que poda enfrentarse con la muerte como tantas veces lo haba hecho, no

    poda concebir el horror de andar vagabundeando, animado slo por el espectro queaquella mquina infernal hubiera dejado de su persona, manejada por un extrao, a quiensin conocer, ya odiaba con todas sus fuerzas; con el cuerpo que le hubiera dejado aquelextrao y pensando en cosas en las que l, Crag, jams hubiera podido pensar.

    Saba que podra hacerlo; pero no era cosa fcil; el arma que llevaba en su propiocuerpo estaba muy bien adaptada para matar a los dems, ms bien que para suicidarse.Era preciso tener un valor extraordinario para matarse a s mismo con una porra.

    Incluso siendo tan eficiente como la mano izquierda de metal que Crag portaba en suorganismo. Mirndose a tal mano, recordaba que nadie poda jams imaginar que pesaradoce libras en lugar de varias orzas. Puesto que el metal de que estaba compuesta, tenala misma coloracin que la carne viviente, era preciso mirarla muy de cerca para darsecuenta de que se trataba de una mano artificial. Si cualquiera lo adverta, ya que lafabricacin de miembros artificiales hechos de duraloy, se conoca desde ms de un siglo,cualquiera podra suponer que la mano de Crag tambin estuviera fabricada de aquelmetal. El duraloy era solamente una fraccin del peso del magnesio y no mucho mspesado que una madera corriente.

    Pero la mano de Crag, era de duraloy en el exterior; pero estaba reforzada con plomo yacero interiormente. Era una mano con la que no se poda enfrentar cualquiera pararecibir una bofetada, ni de la forma ms suave posible. Pero una larga prctica habadotado a Crag de la facultad de emplearla como si en realidad pesara las tres o cuatroonzas que cualquiera pudiese esperar como peso real de un miembro semejante.

    Tampoco poda esperarse que su mano pudiera ser desarticulada, ya que todas lasmanos artificiales como la suya, al igual que los pies y piernas estaban quirrgicamentebien adaptadas permanentemente al cuerpo de sus portadores. Era la causa por la que anadie se le ocurri quitrsela al entrar en la crcel. Un cirujano que viva como renegadode la sociedad en Ro, se la haba arreglado as en parte, ya que el miembro haba sidofabricado por el mismo Crag, habindosela unido con todos sus tendones y msculos ynervios hasta formar parte integrante de su propio organismo. Las reacciones voluntariasfuncionaban a la perfeccin y as, la mano de Crag, era la ms temible de las armas. Unpuetazo bastaba para destruir a cualquier enemigo a su alcance.

    Y era la nica arma que Crag llevaba consigo.Desde la rejilla del techa de la celda una voz le advirti:- Su juicio se ha anunciado para las catorce horas. O sea, de aqu a diez minutos. Est

    dispuesto. Crag mir hacia la rejilla y contest con una atrocidad. Pero como la mirillaenrejada tena comunicacin en un solo sentido, nadie la oy.

    Crag se aproxim hacia la ventana y permaneci en pie mirando hacia la enormeextensin de la ciudad de Alburquerque, la tercera gran ciudad del sistema solar y la

  • segunda en importancia de la Tierra. Corriendo diagonalmente a lo largo del sudoeste,pudo apreciar la brillante pista del gigantesco espaciopuerto durante varias millas dedistancia.

    La ventana no estaba enrejada, sino simplemente encristalada con una dursimasustancia plstica. Podra seguramente destruirla en parte con la mano izquierda; perohubiera necesitado estar dotado de un par de alas para poder escapar por all. Su celdase hallaba en el piso superior de un enorme edificio judicial de la Federacin, de treintaplantas de altura.

    La pared era una superficie totalmente plana al exterior, en toda su extensin hasta elpiso de la calle, sin nada donde poder asirse. Slo cabra el suicidarse desde all; pero elsuicidio poda esperar, mientras existiese la menor oportunidad de poder ir a la coloniapenal, en vez de al psicgrafo.

    Crag odiaba aquella ciudad corrompida, peor en su forma que Marte City, la ciudad delvicio del sistema solar. Alburquerque no era un lupanar precisamente; pero constitua elcentro de las intrigas entre los Gremios y la alta clase dirigente. La poltica se revolcabaliteralmente sobre un campo de estircol, y todo el mundo, excepto los jefes importantes,caan en medio, sin importar a qu partido ayudaban incluso tratando de ser neutrales enpoltica.

    La voz procedente del techo anunci nuevamente:- Ahora tiene la puerta abierta. Contine corredor adelante, donde se encontrar al final

    a los guardias que le escoltarn hasta el tribunal.A travs del panel plstico de la ventana, Crag capt la lejana visin, como un destello

    plateado, de una espacionave que se aproximaba a la ciudad, pudiendo or ligeramenteen la distancia el potente zumbar de sus reactores. Aguard unos segundos hasta queestuvo fuera de su vista.

    No poda continuar esperando por ms tiempo tampoco, ya que saba de cierta forma,que aquella orden era como una prueba. Poda haber esperado en la celda y forzar a losguardias a venir a buscarle; pero si lo haca as, y particularmente si resista cuandollegasen, tal postura de resistencia sera debidamente cargada en su contra y seratomada en consideracin cuando se pronunciase la sentencia. Aquello tal vez pudierasignificar la diferencia entre Calisto y el psicgrafo.

    Abri la puerta de la celda, ya sin el cerrojo y sali al corredor que recorri a todo lolargo; era por otra parte la nica direccin posible a seguir. A un centenar de yardas leesperaban dos guardias uniformados de verde. Iban armados con pistolas de rayoscalorferos y aguardaban a pie firme su llegada.

    Ni ellos hablaron a Crag, ni ste a los guardias. Se apartaron y le colocaron entreambos. La prxima puerta se abri automticamente conforme se aproximaron. Cragsaba perfectamente que le hubiera resultado fcil matar a la pareja de guardias,literalmente de primera mano. Un sbito manotazo con la mano izquierda dirigido a lafrente del guardia de su izquierda y otro rpido al de la derecha, y ambos habran muertosin la menor oportunidad de utilizar sus armas y sin saber jams lo que les habraocurrido. Pero atravesar las dems barreras de guardias, era otro asunto mucho mspeliagudo. Era una posibilidad demasiado remota para considerarla entonces, antes dehaber odo la sentencia. As, pues, continu caminando en calma entre sus dosguardianes y descendiendo la rampa que bajaba al piso inferior y atravesando diversoscorredores, en direccin a la sala en que se haba formado el tribunal que le juzgara.

    La sala era regularmente grande, aunque en ella slo haba una docena de personaspresentes, incluyendo a Crag y a los guardias que le custodiaban. Los procedimientosjudiciales se haban simplificado considerablemente bajo los usos de la Federacin,aunque, al menos en teora, eran imparciales y justos como siempre.

    El juez, que vesta un traje de calle propio de un hombre de negocios, tomaba asientoen una mesa, dando la espalda a una de las paredes de la estancia. Los dos hombres de

  • leyes, uno para la acusacin y otro para la defensa, ocupaban sendos pupitres, uno a.cada lado de la mesa del juez. Los cinco miembros del jurado, ocupaban confortablesasientos a lo largo de otra pared. Contra una tercera, el tcnico de sonido tenadispuestos sus aparatos de registro. La mesa del defensor estaba situada diagonalmentede forma que diese frente al juez y a los miembros del jurado. No haba pblico niperiodistas, aunque el juicio no fuese secreto; la totalidad del proceso sera registrado enbandas magnetofnicas y tras el juicio, las copias precisas estaran dispuestas para losrepresentantes autorizados de los medios informativos.

    Nada de aquello era nuevo para Crag, ya que haba sido juzgado una vez conanterioridad y en donde result libre porque los cinco miembros del jurado, nmeronecesario tanto para la conviccin como para la absolucin de los cargos, decidieron quela evidencia era insuficiente.

    Pero una cosa sorprendi notablemente a Crag. El juez era Olliver. Lo sorprendente deaquello no resida en el hecho de que Olliver hubiese sido el juez que presidi el procesoanterior contra Crag, seis aos antes, aquello pudo muy bien haber sido una coincidencia,o bien pudo ser tambin que Olliver hubiese aplicado, como privilegio de juez, el haberocupado la presidencia del proceso, a causa de un previo inters por Crag. Lo realmentesorprendente era que Olliver estuviese sentado all como juez, en un caso cualquiera dedelito comn. En los seis aos transcurridos desde el primer juicio contra Crag, Olliver sehaba convertido en un hombre realmente importante.

    El juez Olliver, aunque menos fanticamente conservador que la mayor parte de losmiembros del Partido Sindical - popularmente conocido por el Dorado - haba subidomuy alto en tal partido y haba sido incluso su candidato para el puesto de Coordinador deNorteamrica, el segundo puesto de mxima importancia en la poltica del sistema solaren la eleccin de haca seis meses. Es cierto que perdi la eleccin, pero haba recogidoms votos que cualquier otro gran Sindicato en el pas desde haca casi un siglo.Seguramente haba debido ganar una posicin relevante en el partido, como para presidirjuicios criminales de pura rutina a su eleccin.

    En opinin de Crag y aunque le odiaba como hombre, senta una admiracin secretapor Olliver. Aunque Crag era un cnico polticamente considerado, pens que Olliverestaba ms cerca de ser un hombre de Estado que cualquier otro poltico del momento.Crey que el partido Sindical trataba ahora de elevar a Olliver a un puesto deprominencia, proponindole para la mxima magistratura del sistema: el CoordinadorGeneral del sistema solar en las prximas elecciones. En Norteamrica, como en Marte,el Partido Dorado tena una gran mayora; pero a travs del sistema solar, consideradocomo un todo, los dos partidos se hallaban casi igualmente equilibrados en su poderpoltico y el puesto de Coordinador del Sistema junto con la mayora de los puestos delConsejo del Sistema eran cosa que podan ser adquiridos en cualquier eleccin.Seguramente que Olliver, al mostrarse en una eleccin donde las posibilidades habansido fuertes contra l, haba ganado no obstante, una oportunidad para optar al puestomximo, en el que casi estara seguro de conquistar a la prxima ocasin.

    Por lo que concerna a odiar a Olliver personalmente, la respuesta yaca en la forma deexpresarse que ste tuvo con l, tras el primer juicio en la conversacin privada entre eljuez y el acusado y que era de costumbre sostener al final de un proceso, tanto si elacusado era hallado culpable o inocente. Olliver haba llamado a Crag por nombres queste no haba podido olvidar.

    Y ahora Crag se encontraba otra vez frente a Olliver, sabiendo que esta vez el jurado lehallara seguramente culpable y que la designacin de la sentencia recaera simplementesobre Olliver.

    El juicio sigui su pauta con la precisin de un reloj.Terminadas las formalidades de rigor, las deposiciones de los testigos repetidas por los

    aparatos de registro, fueron hechas or al tribunal mediante las bandas sonoras

  • correspondientes. La primera corresponda al capitn de la polica que estaba de guardiaen la oficina policial del aeropuerto. Testific que justo poco antes de la llegada del avin,haba recibido una llamada telefnica de larga distancia de Chicago. La persona quellamaba, una mujer, haba rehusado dar su nombre, pero le dijo claramente, que unhombre llamado Crag, a quien describi prolijamente, era uno de los pasajeros delaparato y que era portador de neftn. Describi la detencin y el cacheo a que someti aCrag y cmo encontr la droga. Despus, en la banda sonora, se oy el cuestionariollevado a cabo con Crag por su abogado. S, se haba intentado localizar la llamada deChicago. Supieron que proceda de una cabina pblica, pero no fue posible hallar ningunapista que condujese a la identidad del informante annimo. S, la bsqueda haba sidoperfectamente legal. Para tales servicios de urgencia, la polica del aeropuerto contabacon rdenes de detencin y cacheo. Solan emplearse all donde a su juicio fueseconveniente. En caso de aviso, annimo u expreso, cualquier pasajero era siempredetenido y cacheado. No se le produca ninguna molestia si el pasajero se encontrabainocente de contrabando.

    Otros tres miembros del destacamento de la polica del aeropuerto, declararon relatossimilares, todos estuvieron presentes en la detencin y testificaron que el neftn se habahallado en posesin de Crag. El abogado de Crag no les haba hecho preguntas.

    Despus le toc el turno a la declaracin de Crag. Se le permiti hacerlo en sus propiaspalabras y describi cmo al subir al avin encontr el asiento libre junto a aquel otropasajero, un tipo alto, elegante y bien vestido. No hubo conversacin alguna entre ellos,hasta que el avin estuvo prximo a Alburquerque, en que el individuo en cuestin sepresent a s mismo como un tal Zacaras y afirm ser un vendedor de cigarrillos, queviajaba introduciendo una nueva marca para su Compaa. Estuvieron hablando sobreaquella nueva marca comercial y tal individuo insisti para que Crag aceptase un paquetecomo muestra gratuita de propaganda. Aquel individuo, abandon el avin a toda prisa,tras la llegada a destino y estaba totalmente fuera de su vista cuando la polica detuvo aCrag y le llev a la oficina del aeropuerto para cachearle.

    A rengln seguido, en el magnetfono apareci el cuestionario llevado contra Crag porel fiscal. El fiscal fall en haber podido cambiar cualquier detalle del relato del acusado;pero ste se vio forzado a empeorar la situacin de su caso, al rehusar contestar acualquier pregunta sobre s mismo, aparte del breve episodio que haba narrado.

    Despus, como refutacin del relato hecho por Crag, el fiscal present el registro deuno de los testigos, un tal Krable, quien testific, tras una somera descripcin de Crag,que en efecto, haba estado sentado junto a ste, en el vuelo en cuestin, que no sehaba presentado bajo el nombre de Zacaras ni de ningn otro, que no haba existido lamenor conversacin entre ellos y que desde luego, no haba entregado nada a Crag.Preguntado por el abogado de la defensa, slo se limit a reforzar su declaracinrecalcando que era un respetable hombre de negocios, propietario de una camisera, quecareca de antecedentes penales y que su vida era como un libro abierto.

    Posteriormente se procedi a comprobar la presencia de Krable confrontndolo conCrag. Este estuvo de acuerdo que Krable era el hombre que haba ocupado un asientovecino en el avin que le trajo a Alburquerque volviendo a remachar que aquel Krable sehaba presentado a s mismo por el nombre de Zacaras y que le haba entregado elpaquete de cigarrillos.

    Y aquellos fueron todos los testimonios. Mientras Olliver procedi brevemente a hacera los miembros del jurado los cargos convenientes sobre la responsabilidad y laconciencia de su veredicto, Crag se sonrea para s, viendo la simplicidad y la perfeccinde la farsa que se haba montado.

    De aquella forma, pocas personas en realidad haban sido precisas. No ms de cuatro.El sopln que le haba enviado a Alburquerque. Una persona encargada de arreglar lascosas para que ocupase el asiento en el avin que deba ocupar. Una mujer que hiciese

  • una llamada annima. Y por fin, Krable, que sin duda sera tan respetable como afirmabaser, y que debi ser escogido precisamente por esa misma razn; por tanto el relato deCrag deba sonar a invencin desesperada - como haba sonado, segn la opinin delpropio acusado en comparacin con el relato dado por Krable. Para ser aceptada sudefensa, tendra que haber explicado satisfactoriamente dnde y cmo haba obtenido elneftn, pero la nica forma de hacerlo, era en la que ya haba explicado.

    Los cinco miembros del jurado, desfilaron uno tras otro hacia la pequea sala dedeliberaciones, junto al tribunal. Estuvieron de vuelta a los pocos minutos y elrepresentante inform del veredicto unnime: culpable.

    El juez Olliver, orden que la sala fuese despejada en el acto, cortndoseautomticamente el zumbar de los aparatos de registro. El proceso, en s, habaterminado. La sentencia era siempre pronunciada tras la conversacin privadaacostumbrada entre el juez y el detenido. El juez poda anunciar su veredictoinmediatamente, o tomar veinticuatro horas para tomar una decisin formal.

    El juicio, para Crag, haba constituido una farsa completa. As era, y poco a poco fueencontrndose a s mismo, tenso y a punto de explotar. La sala del tribunal habaquedado vaca, excepto por la presencia de los dos guardias, el juez y Crag mismo.

    - El detenido puede aproximarse.Crag se aproxim y permaneci en pie rgido ante la mesa del juez, con el rostro

    impasible.- Guardias, pueden abandonar la sala, por favor, permanezcan en el exterior de la

    puerta.Aquello constitua una sorpresa. Cierto que un juez tiene la opcin de enviar a los

    guardias al exterior del tribunal o dejarles all presentes; pero siempre solan permaneceratentos especialmente cuando se trataba de la presencia de un individuo peligroso. En elanterior proceso de Crag, a despecho de que el veredicto haba sido la libertadincondicional, Olliver haba hecho que los guardias permanecieran en la sala.

    Sin duda, que entonces Olliver debi ver impreso en el rostro de Crag una furia salvaje,o haberla presentido al menos y haba temido provocar su violencia por las cosas quetena la intencin de decirle. Aquello, resultaba incomprensible, ya que bajo circunstanciasmucho ms peligrosas para l mismo, despeda a la guardia del tribunal.

    Crag se encogi de hombros ante la incgnita. Bien, importa poco, y si Olliverdeclaraba entonces y all mismo su veredicto y ste era el psicgrafo, empezara sobre lamarcha matando a Olliver. Despus, a los dos guardias de la puerta y ms tarde selanzara en busca de la libertad por el tiempo que pudiera sobrevivir al tiroteo que caerasobre l a rengln seguido matndole sin piedad alguna.

    Sinti cmo se cerraba la puerta tras los guardias y permaneci aguardando en pie,con los ojos fijos en un punto de la pared por encima y junto a la cabeza de Olliver. Leconoca muy bien sin tener que mirarle. Un tipo voluminoso, amplio de hombros, con unapoblada cabellera gris acero y una faz encarnada, que saba aparecer austera y duracomo lo haba sido durante el juicio, o agradable y risuea durante sus discursos de lacampaa electoral en la televisin.

    Crag no senta la menor duda de sobre cul sera la expresin de la cara de Olliver enaquel momento.

    - Mreme, Crag - dijo Olliver. El interpelado le mir y comprob una sonrisa sobre loslabios del juez.

    Con una exquisita suavidad, Olliver prosigui:- Oiga, Crag, qu tal le parecera la libertad y un milln de dlares encima?El asombro de Crag debi reflejarse en su semblante.- No me mire as, Crag. No estoy bromeando. Vamos, acerque una silla, una de esas

    tan confortables que utiliza el jurado y deje sa en que ha estado sentado, tome uncigarrillo y charlemos.

  • Crag obedeci las instrucciones del juez. Acep el cigarrillo con verdadero placer, yaque no le haban permitido fumar en la celda.

    - Hable usted. Le escucho.- Es muy simple - dijo Olliver - Tengo un trabajo que deseo que usted me haga. Creo

    que usted es uno de los pocos hombres vivos que tendran capacidad para llevarlo acabo. Si est de acuerdo en aceptarlo, ya puede contar con la libertad. Si tiene xito en laempresa, el milln de dlares. Y tal vez mayor cantidad si contina trabajando para mdespus de eso.

    - Yo no soy un bandido, Crag. Todo lo contrario.Es una oportunidad para ayudar a la Humanidad; es una ayuda que me permita

    elevarla de la decadencia en que est sumida.- Ahrrese los discursos, juez. Estoy de acuerdo con la libertad y el milln, si se pone

    de acuerdo razonablemente. Pero, una pregunta primero. Todo esto que ha ocurrido hasido tramado para que tuviera que verme obligado a trabajar para usted, verdad?

    Olliver sacudi la cabeza.- No. Pero admitir, que cuando v por los procesos que usted iba a ser juzgado, obtuve

    deliberadamente permiso para presidir el juicio. Puede llamarse a esto una conspiracintramada?

    Crag aprob silenciosamente.- Lo sospechaba. La evidencia contra usted era demasiado fuerte y su declaracin

    demasiado dbil. Tiene idea de quin pudo instrumentar esto?Crag se encogi de hombros.- Tengo enemigos. Los descubrir.- No - repuso Olliver rpidamente -. Si acepta mi proposicin, tiene que jurarme dejar

    de lado cualquier venganza particular, hasta terminar la misin que le encargue.Convenido?

    Crag pareci luchar consigo y finalmente, aprob con un gesto.- De acuerdo. Cul es la misin?- Este no es lugar ni el momento para explicrselo. Puesto que est de acuerdo en

    llevarlo a cabo y ya que ello necesita una amplia explicacin ser mejor que se quedeaplazado hasta que sea un hombre totalmente libre.

    - Pero si decido que es demasiado arriesgado y me niego?- No creo que lo haga usted. Es un trabajo difcil, pero estoy seguro de que no se

    volver atrs por un milln de dlares. Y le repito que habr ms dinero an. Me corro elriesgo de que no se arrepienta. Pero hablemos ahora y cuanto antes de la forma de quequede en libertad, escapndose.

    - Escapar? Es que no puede...? - Crag se detuvo, dndose cuenta de que lapregunta que comenz a hacer era absurda.

    - Escaparse, desde luego. Est usted juzgado como culpable de un crimen mayor y conuna fuerte evidencia en su contra. Si tuviera que dejarle oficialmente en libertad o aplicarleuna sentencia ms benigna, sera irremediablemente denunciado. Yo tambin tengoenemigos, Crag, todos los polticos los tienen.

    - Est bien, pues. De qu forma puede ayudarme a escapar?- Ya se han hecho los necesarios arreglos, cuando estn completados se le dir lo que

    tiene que hacer.- Decrmelo, cmo?- Por el comunicador de su celda. Un... bien, una persona amiga ma tiene acceso a los

    circuitos. Hablando lealmente, debo confesarle que no es posible arreglar un escape atoda garanta para usted. Haremos de nuestra parte el mximo y usted pondr la suya, enel momento conveniente.

    Crag hizo una extraa mueca.

  • - Y si no soy realmente capaz de hacerlo desde aqu, tampoco sera bueno parahacerlo en el exterior. As usted no tiene nada que perder si me matan al escapar. Estbien. Qu sentencia tena que pronunciar en mi contra mientras tanto?

    - Ser mejor si la anuncio dentro de veinticuatro horas, plazo que tomar para decidir.Si lo hago ahora, bien sea para Calisto o para el psicgrafo, se haran los preparativospara enviarle a usted inmediatamente, bien fuese a un sitio o al otro. No s con exactitudcon qu rapidez se hacen tales preparativos, por tanto, es mucho ms seguro pronunciarla sentencia con esa demora.

    - Est bien. Y despus de escapar?- Venga a mi casa. El nmero 719 de la avenida Linden. No llame. Mi telfono est

    intervenido, sin duda alguna.- Est guardada la casa? - Crag saba que las casas de los personajes importantes de

    la poltica, solan estar guardadas convenientemente.- S, y no voy a decirle a los guardias que le dejen pasar, ya comprender. Son

    miembros de mi mismo partido; pero no voy a confiarme hasta ese extremo. Su problemaes burlar su vigilancia. Si no puede hacerlo, sin ayuda o consejo de parte ma, entoncesusted no es el hombre que necesito, o que yo creo que es. Pero no tire a matar sino encaso extremado. No me gusta la violencia. - Olliver frunci el ceo -. No me gusta, inclusocuando es necesaria y para una buena causa.

    - No tratar de matar a sus guardias... ni incluso por una buena causa.La cara de Olliver enrojeci.- Es una buena causa, Crag. - Mir de un vistazo por encima del hombro al reloj de

    pared de la sala -. De acuerdo, no tenemos tiempo para continuar. Yo suelo hablar confrecuencia una media hora, antes de sentenciarlo.

    - Ya lo hizo usted aquella otra vez, antes de libertarme, aunque la decisin del juradofue la libertad.

    - Y usted sabe muy bien por qu. Usted era culpable... aquella vez. Pero si yo leexplicase cual es la causa ahora, no se reira usted. Estoy comenzando a crear un nuevopartido poltico, Crag, que sacar a la totalidad de este mundo y a todo el sistema solar dela decadencia y la degeneracin en que se halla sumido.

    - Acabar con el soborno y la corrupcin adoptando definitivamente la democracia,tan pasada de moda. Ser una nueva creacin poltica que est a medio camino entre losSindicatos y los Dorados. Ambos partidos actuales, representan extremos ridculos,aunque yo forme parte de uno de ellos. Los Dorados se acercan al fascismo y losSindicatos al comunismo. Entre ellos no hay otra salvacin posible que volver a lademocracia.

    - Creo comprender su punto de vista - intervino Crag -. Tal vez est de acuerdo conusted. Pero a dnde ir usted con todo eso? Los dos grandes partidos actuales hanhecho de la democracia un trapo mojado y un objeto de burla, desde hace muchsimotiempo. Cmo piensa conseguir que el pblico la acepte?

    Olliver sonri.- No le daremos ese nombre, naturalmente. Es la palabra la que se ha desacreditado,

    no la idea. Nos llamaremos a nosotros mismos los Cooperacionistas, representando uncurso poltico medio entre ambos extremos. Estoy seguro que las dos mitades de los dospartidos actualmente en pugna, y que desean de corazn un gobierno justo y una polticahonesta, vendrn a engrosar rpidamente nuestras filas. S, ahora operaremos un tantobajo cuerda; pero saldremos a la superficie cuando lleguen las prximas elecciones.Entonces lo ver usted bien claro. Bien, eso es suficiente por ahora. Queda todo bienentendido entre nosotros?

    Crag afirm con un gesto.- Est bien.

  • Olliver presion un botn de la mesa y los guardias entraron. Conforme sala Crag de lasala, oy que el magnetfono se pona en marcha y a Olliver dictando la providencia deque se pospona el pronunciamiento de la sentencia para pasadas veinticuatro horas.

    De nuevo en su celda, Crag comenz a recorrerla de un lado a otro impaciente.Comenz a pensar en la futura evasin. Incluira el plan de evasin, o la tentativa, almenos, de evasin, un cambio de ropas? Se mir la que llevaba puesta. La camisa podrapasar, si se abra el cuello y se enrollaba las mangas hasta el codo. Pero los pantalonesgrises bombachos gritaban a voces su origen carcelario. Tendra que quitarle lospantalones a algn guardia y aun as, por buenos que fuesen tendra que preocuparse porcambiarlos cuanto antes por otros cortos, ms bien. Casi todos los ciudadanosparticulares de Alburquerque vestan pantalones cortos de verano.

    Se enroll las mangas y se abri el cuello y despus se detuvo frente a un espejo demetal incrustado en la pared, estudindose con ojo crtico. S, poda pasar de cinturaarriba. Incluso el cabello corto resultaba una cosa corriente. Respecto a su rostro, pudoconsiderarse afortunado. Un rostro ordinario y corriente, que no tena aspecto de criminalni de vicioso, una cara ms bien difcil de recordar. Le haba costado mucho dinero tenerlaas, gracias al famoso cirujano de Ro de Janeiro, el que se ocup de su mano artificialmetlica. La cara que tuvo antes del siniestro, haba ya comenzado a ser demasiado bienconocida en el bajo mundo, cosa mucho ms peligrosa todava que ser bien conocidapara la polica.

    El cuerpo que soportaba aquella cara tambin resultaba capaz de despistar al msinteligente. Ni ms alto ni ms grueso que el tipo corriente y medio de individuo,enmascaraba la fuerza acerada de los msculos y la resistencia de un acrbata,conociendo todos y cada uno de los ms difciles trucos de la lucha. Crag poda muy biensalir adelante contra cualquier enemigo utilizando una sola mano, la derecha, a menosque no fuese un caso extremo de emplear la terrible izquierda. Aqulla era el as oculto enla manga, para casos de extrema urgencia. Cuando tena que emplearla, significaba unbuen negocio.

    Volvi a pasear nerviosamente la celda de nuevo y se detuvo para mirar por la ventana.A treinta pisos debajo, se hallaba la libertad. Slo los tres ltimos pisos superioresconstituan la crcel, de poder burlarlos, todo se reducira a tomar el primer elevador amano, a partir del piso veintisiete hacia abajo y considerarse comparativamente seguro.

    Pero cules seran sus oportunidades para salvar aquellos ltimos tres pisos? Mejorincluso que con cualquier ayuda que Olliver hubiera podido proporcionarle. Unaposibilidad contra mil, as es como imagin que seran sus posibilidades respecto alproceso.

    Olliver, precisamente l! Un individuo tan corrompido como cualquier otro gran pezgordo de la poca en la poltica... Ayudando a un criminal a escapar... No haba duda, queel criminal tendra algo grande que realizar por l. Existira tal vez algo de cierto en lahistoria que le haba contado? Podra realmente actuar impulsado por algn motivoaltruista? Crag se encogi de hombros, dudoso y desconcertado al respecto. Bien, aquellotena en el fondo poca importancia.

    Pero Olliver le haba sorprendido realmente. Se imagin qu tal habra sido su cara, dehaber odo la sentencia de labios de Olliver en vez de la promesa de la libertad y un millnde dlares adems.

    Emiti una risita entre dientes y momentos despus, solt una fuerte carcajada.Una voz de mujer, en tono divertido, pregunt:- Es eso tan divertido, Crag?Mir sbitamente a la rejilla del techo. La misma voz continu:- S, ahora se comunica en ambas direcciones, puede usted responderme. Poca gente

    lo sabe; pero cualquiera de los celadores de la prisin puede utilizarlo en ambos sentidos.

  • A veces la polica desea escuchar cuando viene un abogado a cambiar impresiones consu cliente. Lo saba usted?

    - Est usted utilizando el comunicador slo para decirme eso?- No se impaciente, Crag. Tiene usted tiempo para matar, al igual que yo. He tomado el

    control de una cabina de la guardia de vigilancia, envindole a hacer una ronda. Estarfuera por lo menos quince minutos.

    - Tendr usted que ser una persona importante para hacer esto.- No importa lo que yo sea, excepto el hecho de que estoy ayudndole. No es por su

    bella cara, Crag, sino porque usted tiene que ser til... bien, ya sabe a quien. Cuandovuelva la guardia, ir a visitarle.

    - Vendr usted aqu?- S, para llevarle ciertas cosas que necesitar para escapar. Mientras est ah, activar

    el dispositivo que abra su celda, de forma que pueda entrar fcilmente. Pero no abandoneahora la celda. De hecho, no deber salir en media hora despus de que haya yo salido.Comprendido?

    - Comprendido; conforme - repuso Crag. Y oy un chasquido en el cerrojo de la puertade la celda -. Qu cosas son las que me trae? - pregunt Crag.

    No hubo respuesta y se dio cuenta de que la comunicacin haba quedado yainterrumpida. Se sent en el jergn y esper. Por qu habra sido una mujer la asignadaa la tarea de ayudarle? Odiaba a las mujeres, a todas las mujeres. Y sta se habaatrevido a expresarse en tono divertido y condescendiente.

    A poco la puerta se abri y la mujer entr rpidamente, cerrndola tras de s. Sin dudaera una persona influyente en la prisin, no haba duda; su severo uniforme era el de jefetcnico del psicgrafo. Los tcnicos psicogrficos eran gente importante y haba unnmero reducido de aquel cuerpo. Para llegar a ser uno de ellos, era preciso obtenerdiversos grados y doctorados tanto en Ciencias psicolgicas como electrnicas, ademsde un fuerte apoyo poltico. Bien, si se hallaba asociada con Olliver, la influencia polticase explicaba perfectamente.

    Aquella mujer no tena slo el aspecto de hallarse doctorada en cualquier Universidad.Era, adems y principalmente, una bella mujer. Ni an el severo uniforme, era capaz deocultar las suaves curvas de su esplndido cuerpo, ni sus gafas disminuir el encantoirresistible de su hermoso semblante. Sus bellos ojos, incluso a pesar del leve tinte delcristal de las gafas eran los del ms bello y profundo azul que Crag recordaba haber vistoen su vida y sus cabellos, que se escapaban bajo su gorra de tcnico eran de un color decobre bruido. Crag la odi por ser mujer y por ser tan bella, pero en especial, por teneraquellos maravillosos cabellos, eran exactamente iguales a los que haba tenido Lea.

    Deliberadamente, para aparecer ms grosero, permaneci acostado en el jergn. Perosi ella se dio cuenta de su rudeza, no lo demostr en forma alguna, mientras permanecafrente a l y comenz a abrir su bolsa de mano. Su voz se produca breve y con aire denegocios, sin la menor traza ni de diversin, ni de amistad

    - Esto es lo ms importante - dijo secamente, echando junto a Crag y sobre el jergnuna pequea barra de metal -. Llvela en el bolsillo. Es radioactiva, sin ella, o sin unguardia que tenga una igual, la mayor parte de los accesos de esta crcel son trampasmortales.

    - Ya s - repuso Crag con igual sequedad en la voz.Un papel enrollado fue el siguiente objeto. - Aqu tiene un diagrama mostrando una

    salida, que de todos modos, muy probablemente, est vigilada por algn guardia. En casode que lo encuentre...

    Una pequea pistola de rayos fue a rengln seguido el objeto que le fue entregado porla bella mujer; pero Crag sacudi la cabeza a la vista del arma.

    - No la necesito.

  • Ella, sin protesta alguna, volvi el arma al saco de mano, como si en realidad hubieraesperado que Crag rehusara.

    - Bien, aqu tiene una placa de visitante. Le servir para los tres niveles superiores deledificio. No se permite ningn visitante, sin guardia que le acompae; pero una vez que sela ponga, le evitar que los guardias le hagan preguntas.

    Crag tom el distintivo. En seguida, recibi una hoja fina, como un papel, de una sierrade durium.

    - La utilizar usted para cortar el cierre de su puerta. La cerrar cuando me marche.- Por qu?- Vamos, Crag, no sea estpido. Esa puerta puede ser cerrada desde el exterior; pero

    puede ser abierta slo desde el cubculo de control. Y precisamente yo he relevado a laguardia de esa cabina. Si se encuentra su puerta abierta, se sabr en el acto quesolamente el guardia o yo, hemos permitido su escapatoria. El ser ms sospechoso queyo; pero ni an as, no deseo en absoluto que recaiga la ms pequea atencin sobre m.

    - Si es usted tan cuidadosa en sus asuntos - argument Crag -, cmo sabe que noestn oyendo ahora nuestra conversacin?

    - No lo s - repuso con calma -. Este es un riesgo que no pude evitar. Bien, ahora, lasropas. Le traje unos pantalones cortos. - Y del saco de mano extrajo un rollo de tejidobrillante que volvi a echar sobre la cama -. No pude traerle zapatos. - La hermosa mujermir a los que llevaba -. Esos que lleva huelen a prisin desde lejos, mejor ser que selos quite. El personal civil suele ir con sandalias e incluso con los pies descalzos en estapoca de verano. Pasar ms desapercibido descalzo que con esos zapatos. Ya veo quese ha preocupado del aspecto de su camisa; pero creo que podr mejorarlo. Le dejotambin unas tijeras, una aguja e hilo, corte las mangas en vez de llevarlas enrolladas.Podr usted coser la camisa y embastarla?

    - S - repuso Crag vacilante -. Pero eso me llevar al menos veinte minutos ms omenos. Deseo ms bien salir de aqu cuanto antes.

    - Tendr tiempo para eso, para aserrar el cerrojo y para memorizar, destruyndolodespus, el diagrama que le di antes. Todo eso en conjunto no deber llevarse ms decuarenta minutos y ese tiempo, a partir de ahora, ser la mejor ocasin. No intente salirhasta que oiga sonar la prxima hora en el reloj, aunque se halle dispuesto antes.

    - Y de dinero, qu?- Bien, aqu tiene cincuenta dlares. No necesitar ms, porque tiene que dirigirse

    inmediatamente a donde ya sabe. Ah! Y sin beber.Crag no se molest en responder. Nunca beba cuando tena algn trabajo que hacer,

    o en caso de peligro. Ningn criminal sobrevivira mucho tiempo, bebiendo a destiempo.- Una cosa ms, Crag. El cuello de esa camisa podra disimularlo de forma que

    pareciese una prenda de sport. As. Yo...Ella se aproxim a la prenda y Crag se apart vivamente de la mujer.- Ya me cuidar yo mismo.Ella se puso a rer.- Me tiene miedo, tal vez?- No quiero que nadie me toque. Especialmente que lo haga una mujer. Ahora si eso es

    todo, puede marcharse.- Valiente gratitud, Crag... Y respecto a las mujeres... Le dijo alguna en cualquier

    ocasin que ms bien usted debe ser un chiflado o un anormal? Bien, al menos, por fin seha puesto de pie por m, aunque slo haya sido una sola vez.

    Crag no respondi tampoco y ella se volvi y sali de la celda. Crag crey intuir queella iba sonriendo. Se oy el suave click de la puerta al cerrarse.

    Crag no perdi tiempo en mirar a la puerta. Se dirigi vivamente con la hoja de duriumen la mano y aplic todas sus energas en aserrar el cerrojo de la celda. Acab conaquello y con las dems cosas que tena que hacer antes de la hora convenida. Estuvo a

  • punto de salir inmediatamente; pero reconsider las instrucciones que le haban pasado yesper impaciente hasta que son la hora en el reloj de la prisin.

    Sali sin hacer ruido de la celda y encontr vaco el corredor. Lo sigui rpidamente yen silencio y lo abandon cuando su memoria del dibujo del diagrama que haba destruidole mostr dnde seguir. Continu otro corredor adelante y baj una rampa. Justo alaproximarse a otro corredor, se apercibi dedos pasos de dos guardias que seaproximaban. Retrocedi unos pasos y se escondi en un hueco de la pared, con la manoizquierda dispuesta a emplearla como un arma mortfera, si llegaban a su altura. Pero lapareja de vigilancia sigui otro camino y se alej. Crag lleg hasta la segunda rampa querecorri sin inconvenientes. En aquel nivel, hall nuevos corredores ms portales deacceso; pero ninguna guardia.

    Por fin lleg a la ltima rampa, la que conduca al piso veintisiete. No muy lejos, tendraentonces algn guardia estacionado en la puerta final que conduca al elevador.

    III

    En efecto, haba un guardia. Un rpido vistazo a su alrededor al llegar a la vuelta finalle mostr una puerta cerrada con un guardia sentado frente a ella. Y comprob muy bienque estaba bien despierto y alerta, aunque por fortuna dio la casualidad que no miraba enaquel momento frente a l.

    Pero se le vea bien despierto con una pistola de rayos desenfundada y a punto, en lamano, y descansndola sobre las piernas.

    Y sobre la pared, sobre su cabeza...Crag hizo una mueca y se dispuso a utilizar sus terribles manos. Bien, Olliver, o la

    mujer, o ambos a la vez, tendran que saber qu era lo que haba sobre la pared y encimade la cabeza del guardia... un bulbo esferoidal que slo poda ser una termocupla,dispuesta para producir una instantnea alarma a la ms mnima elevacin de latemperatura. Y con todo, la mujer le haba ofrecido una pistola de rayos calorferos.Habra sido un suicidio disparar al guardia con ella. Y si el guardia tena tiempo dedisparar con la suya, incluso disparndola fuera del rea de la termocupla, no exista lamenor duda que el ligero aumento de la temperatura ambiente sera ms que suficientepara correr la alarma general, incluso fallando el disparo sobre Crag, lo cual resultaradifcil, estando como estaba a diez pies de distancia.

    Pero Crag no retrocedi ni lo pens ms. Cuando apareci a la vista del guardia, steno tuvo la menor oportunidad de hacer uso del arma. La mano mortfera de Crag leaplast la cabeza de un golpe, antes de poder ni siquiera apretar el gatillo del arma. Novolvera jams a tener la oportunidad de volver a hacerlo.

    Crag se limpi la sangre en el uniforme del guardia. Despus recogi la pistola delmuerto, le borr las huellas y manch deliberadamente el can con sangre. De todasformas tendran que saber despus quin haba matado al guardia con su propia arma,dejando a la imaginacin de la polica el que se preguntase cmo habra podido ocurrirtodo aquello. De todos modos, siempre echara una cortina de humo sobre la posibilidadde que le hubiese matado por el impacto de su mano izquierda.

    Despus, usando la llave que colgaba del cinturn del guardia, atraves la puerta quecerr tras l, sin que funcionara la alarma. Tena motivos para agradecer a la mujer todoaquello, de todas formas, ya que sin la barra radioactiva, no hubiera tenido la menorposibilidad de haberlo llevado a cabo. S, le haban dado una leal oportunidad, adespecho de que tambin se la haban proporcionado para echarlo todo a perder, dehaber sido tan estpido como para haber aceptado y usado la pistola que le ofrecieron ode no haber sabido hacer desaparecer la barra radioactiva en su debido momento, ya queal exterior funcionaba en sentido inverso, provocando la alarma en vez de suprimirla,como ocurra en el interior.

  • Deshzose de ella tirndola a un receptculo existente junto al elevador, antes depulsar el botn que hara subir el aparato. Pocos minutos ms tarde se hallaba en plenacalle, perdido entre la multitud y razonablemente seguro de cualquier persecucin. Lasaceras estaban llenas con gentes escasamente vestidas. Excepto los muy pocos vestidosde uniforme, pocos o casi nadie se vestan ms que con pantalones cortos, camisas dedeporte o en forma de T y sandalias. Muchos hombres iban desnudos de cintura arriba.Tambin aparecan as muchas mujeres, especialmente las que por sus encantospersonales entendan que vala la pena de hacer uso de aquella moda extremada. Todaslas mujeres que iban descalzas ostentaban unas uas extremadamente pintadas contonos alegres en los pies, sobre todo en oro y plata.

    Una serie de detonantes anuncios luminosos y voces extenda ante sus ojos y odos lainterminable propaganda furiosa de la poca: comer en Stacey's, vestirse con Trylon,visitar la Casa de los Extraos Placeres, usar el dentfrico Cobb's, visitar Madam Blaine,beber Hotsy, usar Seguridad y gozar de seguridad, viajar por Panam, y as como unapesadilla, comprar, beber, visitar, usar, comprar...

    Crag se desliz en un hotel y en la intimidad privada de un servicio para caballeros sedeshizo de la camisa gris de la prisin, echndola por el vertedero. No porqu la camisapudiese verosmilmente llamar la atencin, ni porque la gozase disfrutando de una semi -desnudez, sino porque el continuar sin camisa le converta en otro hombre diferente. Lospotentes msculos del trax y la amplitud de sus hombros le hacan aparecer mucho msgrande y fuerte y al menos veinte libras ms pesado.

    Cambi un billete de veinte dlares para comprarse unas sandalias en una tiendaprxima al hotel y en un bazar tambin cercano hizo otras dos compras ms: un relojbarato de pulsera, ya que el que tena haba quedado junto con sus otras pertenencias enla crcel, con el cual disimular la seal dejada en su mueca y unas gafas de sol, prendaque usaban casi la mitad de las personas que transitaban por las calles de la ciudad. Porel momento aquello fue todo lo que pudo hacer a guisa de disfraz, pero result suficiente.Crag puso en duda que incluso los mismos guardias de la prisin que le haban vistodiariamente, pudieran reconocerle ahora, y ciertamente de ningn modo por una simplemirada casual al pasar junto a l por las calles.

    Y entonces, el problema resida en que cuanto antes entrase en la casa de Olliver,menor sera el peligro que corra. Por entonces, ya habra sido encontrado el cuerpomuerto del guardia, y se habran hecho las oportunas averiguaciones. Su evasin seraconocida sobradamente y estaran buscndole por todos los medios. Muy bien podranhaber colocado un cordn protector de policas alrededor de la casa del juez Olliver; comopresidente del juicio. Es cierto que en aquel caso el juez haba demorado la sentencia;pero, de todos modos, lo que haba propuesto era la eleccin entre dos de las formaspunibles mximas que tena a su arbitrio y de todos modos la polica tendra razn paraevitar una posible venganza por parte de Crag.

    Tambin pudieron haber puesto guardias a los testigos que haban depuesto sustestimonios en la causa seguida, lo que resultara un extremo justificado. Crag no tenanada contra la polica del aeropuerto, quienes le haban cacheado y testificado el haberlehallado encima el neftn, puesto que su testimonio haba sido honesto. Pero el hombreque le haba proporcionado la droga y despus lo haba denegado en el tribunal, deberahallarse en la lista de Crag, aunque poda esperar... y sudar, sabiendo que la polica noira a estar guardndole indefinidamente. As se hallaba igualmente el agente sopln deChicago que le haba enviado a Alburquerque. Y antes de que muriera alguno de los dos,Crag podra muy bien tener conocimiento de quin haba instrumentado aquel complot.Todo aquello poda esperar. Los hombres violentos suelen tener paciencia y Crag eraambas cosas.

    Tom un coche de alquiler y le dio una direccin que caa dos bloques de edificios mslejos que la residencia de Olliver. Pag al conductor e hizo la demostracin de tocar el

  • timbre de llamada de una casa, mientras el coche desapareci de su vista, einmediatamente desapareci por la esquina ms prxima. Entonces, sin prisa, caminhacia la casa de Olliver hacindolo por la acera opuesta. En ella haba un guardia en laentrada principal y sin duda debera existir otro en la parte trasera del edificio; era intilcomprobarlo. Sin embargo, no se apreciaban otros guardias, ni haba coches aparcadosen las proximidades con hombres en su interior.

    Sigui caminando y pas de largo la casa, considerando cul sera la mejor forma deentrar en el edificio. La forma ms simple sera haber matado a uno u a otro de losguardias. Bastaba haberse aproximado con el pretext de preguntar simplemente si eljuez estaba en casa y haber dejado ir su mortfera mano izquierda.

    Pero el procedimiento resultaba desgraciado e intil, si pretenda entrar al interior de lacasa y mantener una prolongada conversacin con Olliver. Un - polica muerto o perdido,si arrastraba el cuerpo con l, habra desatado un verdadero ejrcito de agentes en supersecucin, que insistiendo en la propia seguridad del juez Olliver, le hubiera cazadocomo una fiera acorralada.

    Dejarse caer por el tejado de la casa, era una posibilidad mucho ms til, si podaalcanzarlo desde el tejado de la casa prxima. Crag consider factible el propsito.

    La casa de Olliver tena tres pisos y era de forma cbica. Deba ser bastante espaciosaprobablemente con quince o veinte habitaciones; pero plana y sin complicaciones en laestructura exterior, al menos por lo que pudo apreciar a simple vista. No iba muy bienpara los hombres que aspiraban a llegar alto en poltica, vivir ostentosamente, noimportando cuanto dinero podan tener. Si eran amantes del lujo - y la mayor parte deellos lo eran -, ocultaban tal deseo de forma menos pblica que viviendo en lujosasmansiones. El pblico suele creer lo que piensa que ve.

    El edificio prximo al de Olliver tena la misma altura y aproximadamente la mismaconformacin, aunque era un edificio de apartamentos, en vez de una casa de viviendaprivada. Crag pudo apreciarlo en su inspeccin ocular y constat que los niveles deltejado eran similares, separados por unos quince pies de distancia. Aquella casa sera sumejor oportunidad, porque la otra conjunta se hallaba demasiado lejos.

    Fuera de la vista de la casa del juez, cruz la calle y se dirigi con paso tranquilo haciaella. Entr en el edificio adyacente y mir cuidadosamente los buzones del zagun. Habaseis apartamentos, sin duda alguna dos en cada piso. Los nmeros 5 y 6 se hallaban enel piso alto. Los buzones mostraban los nombres de los ocupantes y los correspondientesa los apartamentos 5 y 6 parecan tener poca correspondencia, en especial el nmero 5que ostentaba la etiqueta de Mr. Holzauer. Crag utiliz la placa de visitante que haballevado puesta hasta que haba abandonado el edificio de la Federacin y la us pararecoger la llave del buzn. Comprob que los Holzauer se hallaban ausentes, las pocascartas del buzn se hallaban fechadas con anterioridad a una semana.

    Cerr y volvi a echar la llave del buzn. Tom la escalera y utiliz el mismoprocedimiento para atravesar el vestbulo que daba acceso al edificio de apartamentos,sin despertar la menor sospecha. El apartamento nmero cinco, coincida del mismo ladode la casa de Olliver.

    Primero, se asegur de hallarse solo en el apartamento de los Holzauer con todocuidado, y despus, decidi que esperara a la noche para intentar pasar al techo deledificio del juez. Mucha gente sola utilizar los techos de las casas para tomar baos desol y resultara un riesgo demasiado grave, intentar el paso a plena luz del da.

    Para pasar el tiempo, se dedic a buscar ropas adecuadas, especialmente un par deshorts en buenas condiciones, ya que los que llevaba le apretaban demasiado y notena muy buen aspecto y una camisa que hiciera conjunto con los pantalones cortos.Pero no tuvo suerte. Aunque encontr ropas en abundancia, prefiri ms bien haber idodesnudo por la calle que vestirse los ornamentos que encontr en el piso. A juzgar por lasropas y por una pequea estantera repleta de pornografa especializada, result obvio

  • que Holzauer y su compaero, eran un par de repelentes homosexuales. Crag sintirepugnancia por las ropas afeminadas que hall por doquier y se entretuvo tranquilamenteen desgarrarlas hacindolas tiras. Y comenz a esperar, que mientras estaba dedicado aaquella tarea, el par de maricas volviesen al piso, con objeto de darles la bienvenidaapropiada. Pero no lo hicieron y se content con aumentar la pila de desgarrados tejidosque, junto con la pornografa, lleg a formar un imponente montn de confetti con loslibros destrozados. A Crag le repugnaban los homosexuales.

    No encontr ni dinero ni joyas. Pero aquello le tuvo sin cuidado, con un milln dedlares en perspectiva. Y con toda seguridad, Olliver le anticipara el dinero quenecesitara para sus gastos. Era el tiempo para pensarlo todo, mientras existiera la luz delda. Estudi detenidamente la casa de Olliver desde una de las ventanas del apartamento,y despus desde la otra. No haba duda que exista una puerta de acceso en el tejado;pero cerrada mediante un cerrojo desde el interior, como suelen estarlo esa clase deaccesos, y resultara difcil abrirla sin herramientas especiales y sin hacer ruido. Perosobre el tercer piso se abra una ventana en todo lo alto. Colgndose del filo del tejado,sera posible deslizarse por ella con relativa facilidad.

    Mientras estudiaba el acceso y meda a ojo la distancia correspondiente, oy unoscoches detenerse en la calle y se desplaz ligeramente hacia la ventana de la esquina delapartamento para ver lo que suceda.

    Comprob la existencia de dos coches aparcados frente a la casa de Olliver. De uno deellos, salieron cinco policas y cuatro del otro. Caminaron apresuradamente hacia la casadel juez y dos de ellos se dirigieron hacia la parte trasera del edificio. Los cinco restanteslo hicieron hacia la puerta principal. En uno de los coches, haba permanecido un hombreque asom la cabeza por la ventanilla llamando a alguno de los policas, y Crag, consorpresa, comprob que se trataba del propio Olliver.

    As, pues, se explicaba el porqu haban triplicado inmediatamente la guardia de lacasa. Mientras Olliver no se hallaba en el hogar, haban dejado el edificio relativamentesin vigilancia. Y entonces, la casa se converta en una trampa para Crag, si se decida aentrar en tales condiciones, cualquiera que fuesen los medios que emplease.

    Le habra engaado Olliver? Crag lo pens por unos instantes. para descartar tal ideainmediatamente. Qu habra ganado el juez con organizar su evasin para organizar tanpronto su captura? No, aquello tuvo que ser una idea de la propia polica y Olliver tuvoque haber fracasado en la idea de disuadirles de que le protegieran en tal medida. Olliverno llegaba en su autoridad hasta controlar las fuerzas de la polica. Sin duda tuvo quehaber imaginado que Crag no habra entrado an en su domicilio.

    Y Crag se felicit a s mismo por no haber cometido semejante error.Quedndose en pie, alejado un tanto de la ventana como para no ser visto y poder

    observar a su vez, esper y vigil cuidadosamente. Transcurridos unos veinte minutos,tiempo suficiente como para haber realizado una cuidadosa bsqueda por toda la casa,los nueve hombres salieron del edificio. Crag los cont cuidadosamente para estar segurode que no haba quedado ninguno dentro. Continuaban solamente los dos guardiasanteriores, uno a cada extremo de la casa.

    Olliver sali finalmente del coche, habl algo a uno de los policas brevemente y sedirigi en seguida hacia la entrada principal, entrando en la casa, sin duda, aunque Cragno poda ver desde donde estaba la puerta de acceso principal del edificio.

    La polica volvi a ocupar los dos coches y se march. Uno de los vehculos dio un girocompleto en la calle y se qued aparcado a algunos bloques de edificios de: distancia. Depronto, pareci que nadie haba en su interior y sin duda el conductor tuvo que haberutilizado el dispositivo que activaba las ventanillas de forma que nada se viese desdefuera. El coche no ostentaba signo alguno de la polica y desde aquel momento, podapasar perfectamente por cualquier vehculo particular vaco que permaneca aparcado enel bordillo de la acera.

  • Por encima de su cabeza oy sbitamente el zumbido de un helicptero. Crag lo oyun rato, lo suficiente para estar seguro de que se dedicaba a trazar crculos por lavecindad, y que no pasaba encima por casualidad. Solt un juramento irritado. Elhelicptero, con una amplia visin de todos los tejados del bloque de edificios constituaun serio obstculo para entrar en la forma que haba planeado en la casa del juez Olliver.

    Pero entonces no era cosa, despus de todo, de preocuparse demasiado sobre elparticular, ya que su plan debera llevarlo a cabo cuando cayese la oscuridad de la nochey para entonces la situacin debera haber cambiado. Una mirada a su reloj de pulsera lemostr que la oscuridad llegara en dos horas. Decidi, pues, tomarse un sueo de un parde horas; haba sido un da muy duro y tena a la vista el preludio de una noche difcil. Oquizs no llegase la noche para l, si era descubierto, ya que no estaba decidido a que lecogiesen vivo.

    Crag estaba lo suficientemente entrenado como para dormir en cualquier lugar y bajocualquier circunstancia y despertarse en el momento justo, al menor ruido. Mir conrepugnancia a la cama excesivamente ornamentada de los aberrantes inquilinos delapartamento, y decidi dormirse en un cmodo silln. Se durmi al instante, con un sueoprofundo; pero con un sexto sentido alerta, como para estar despierto al menor ruido deuna llave que abriese el piso o cualquier otro, que le pondra en pie al instante.

    No le despert ningn ruido. Transcurridas las dos horas, se despert sbitamente,como un gato. De pie y desperezndose sigui oyendo al helicptero que continuabatrazando crculos sobre la vecindad. Una rpida mirada por las ventanas, le mostr quelos dos coches continuaban aparcados en la misma forma que haban quedadoanteriormente.

    Y adems, que aun siendo ya de noche, brillaba una hermosa luna. Por el ngulo delas sombras, calcul que la luna se hallaba aproximadamente a medio camino entre elcenit y el horizonte, y calcul serenamente si le resultara posible esperar hasta que sehubiera puesto, para aprovechar la completa oscuridad de la noche. Pero tal cosa podaponer las cosas mucho ms difciles. Sin luz de la luna, el helicptero resultara casi intil,incluso en el caso de utilizar un reflector que slo podra cubrir una reducida zona deiluminacin. Pero entonces, con la luna tal y como estaba, los guardias slo se dedicarana la vigilancia de los tejados. Era mucho ms fcil burlar la vigilancia del helicpterocargado de policas que un desconocido nmero de policas diseminados por los tejadosde las casas circundantes.

    Incluso el propio helicptero tena de por s un ngulo muerto de visin, la zona quecaa directamente debajo del aparato, siempre que permaneciese cernindose sobre lacasa de Oliver, en lugar de dar vueltas y ms vueltas. Crag rebusc en un armario yencontr un espejo de mano y una lima de uas. Por el cuarto de estar, salt por laescalera hasta el techo entreabriendo la puerta plana de acceso al tejado. Los vigilantesdel helicptero no encontraran nada de anormal vindole all, ya que muchas personassuban al tejado para respirar algn fresco en noches tan clidas como la del verano en laciudad. El aire era muy clido y sin duda debera haber muchas personas en talescondiciones y la mayor parte de los accesos a los tejados abiertos en igual forma. Dehecho, muchas personas descansaban e incluso dorman en el tejado para respirar unpoco de aire fresco. Crag utiliz el espejo, varindolo en los ngulos ms diversos paracomprobar la presencia de otras personas en los tejados prximos. No vio a nadie por elmomento en la vecindad, probablemente por evitarse la molestia de soportar el molestoruido del helicptero zumbando continuamente por los alrededores. Siendo as, lapresencia del aparato ms bien constitua una ventaja que lo contrario, e incluso parapoder disimular cualquier ruido que pudiera hacer en su intento de saltar a la casa deOlliver.

    Puso el espejo plano sobre el tejado y fue siguiendo los movimientos sucesivos delhelicptero, durante algn tiempo. Por lo que pudo calcular, el aparato volaba entre

  • noventa a cien pies de altura y manteniendo constantemente la misma altitud. La mayorparte del tiempo volaba trazando un crculo, teniendo como centro la casa de Olliver y conun radio de aproximadamente la mitad de un bloque de casas. Pero de vez en cuando,bien fuese que el piloto quisiera variar la monotona del vuelo o bien para cambiar elngulo de observacin, comenzaba a volar haciendo la figura de un ocho con la casa deOlliver en el centro de la figura. Crag observ cuidadosamente para ver la frecuencia deaquella forma de volar en ocho, y la haca una vez de cada cuatro, lo que significaba queel aparato volaba con autopiloto y que tal sistema de vuelo funcionaba automticamente.

    Si aprovechaba uno de los momentos en que tena el aparato directamente sobre sucabeza y se decida a dar el salto en el momento justo, dispona de unos cuantossegundos durante los cuales podra saltar y colgarse del alero, penetrando as por laventana ms prxima. Era un trabajo rpido y calculando los segundos por fracciones. Aojo calcul el nmero de pasos. Haba seis desde la compuerta del techo hasta el bordedel tejado y calcul que con la fuerza adquirida podra dar el salta en el vaco y cubrir losquince pies de distancia.

    Esper a que el aparato volviese a trazar por tres veces la figura del ocho y aprovechuna de ellas en que el helicptero se aproximaba detrs de l, el momento ms exacto yseguro para dar el salto. Y se dej ir. Corri rpidamente los seis pasos desde lacompuerta del tejado hasta el borde del alero. Con una agilidad gatuna se quedslidamente colgado del alero de la casa de Olliver. Maniobr lo suficiente como paracorrer justo encima de la ventana del piso superior ms prxima, se sujet con una de lasmanos, aprovechando la derecha y con la terrible fuerza de su izquierda hizo saltar elmarco de la ventana. A los pocos instantes se encontraba dentro de la casa, enseguridad. Una maniobra propia de un acrbata o de un Crag. Permaneci quieto dentrode la ventana escuchando al helicptero hasta estar seguro de que continuaba sus vuelosde rutina en igual forma y de que el piloto no haba dispuesto otra cosa para bajar yobservar algo que le hubiera podido parecer alarmante.

    Crag no crey que hubiese guardias en el interior de la casa, sino ms bien sirvientes,y, por tanto, no tom precauciones especiales. Apart sus ojos de la luz de la luna y losfue acostumbrando a la oscuridad de la habitacin, que result ser un dormitoriodesocupado. Poco despus sali hacia un corredor an ms oscuro. Encontr la escaleray descendi sigilosamente. No encontr luces en el segundo piso y continu bajandohacia el primero. El corredor de aquella planta apareca ligeramente iluminado, notandopronto que por debajo de una de las puertas, surga un haz de luz ms potente, al pie dela escalera y en el vestbulo de la planta baja. Se dirigi hacia dicha puerta y permanecien pie unos instantes frente a ella escuchando. Oy dos voces distintas, la de Olliver y lade una mujer; pero la puerta era demasiado pesada y no le result posible entenderclaramente lo que se hablaba en el interior de aquella habitacin.

    El hecho de que all se encontrase una mujer le hizo vacilar. Pero Olliver le habaordenado claramente venir a la casa y le estaba esperando; de haber una mujer con l,sin duda tena que merecer toda su confianza, como lo haba sido sin duda el jefe tcnicodel psicgrafo.

    Crag abri la puerta y entr decididamente en la habitacin.Olliver estaba sentado tras una maciza mesa de caoba. Abri los ojos sorprendido en

    cierta forma al ver llegar a Crag.- Buen Dios, Crag! - dijo -. Cmo pudo usted hacerlo? No pens nunca que vinieran a

    poner vigilancia en esta casa, ya que no le haba sentenciado. Pero insistieron en hacerlo.Pens que se habra escondido durante una semana por lo menos...

    Pero los ojos de Crag, tras haber mirado a Olliver fueron hacia la mujer que leacompaaba. Le pareci familiar en cierta medida; pero a primera vista no pudolocalizarla bien, a despecho de sus hermosos cabellos de cobre dorado que ahora se

  • hallaban libres de la gorra de uniforme y por la voz; sus ojos le miraban con cierto aire dehallarse divertida ante su vista. Se dirigi al hombre sentado tras la mesa de despacho.

    - Ya te dije que vendra esta noche, Olliver, y t te reste de m. No crees que ahorame toca rer a m? - Y se ri de forma encantadora -. Y, Olliver, no preguntes a estehombre cmo lo hizo. No te lo dir; as, pues, por qu preocuparse ms.

    Ella era una mujer bellsima, sin la menor duda, incluso para el gusto ms exigente. Eltraje de tcnico psicogrfico no haba ocultado del todo el hecho de tener un cuerpoesplndido; pero el traje que ahora vesta, aumentaba el hecho notoriamente. Al estilo dela poca de llevar desnudo el diafragma, slo llevaba un tejido finsimo y casi transparentepor encima de la cintura. La falda era larga y opaca, pero al caerle sobre las piernas, lemoldeaba deliciosamente las caderas y los muslos. Su cara, ahora sin las gafas y con unligero maquillaje, era extraordinariamente hermosa y a tono perfecto con sus maravillososcabellos de cobre dorado. Sonri a Crag, midindole divertida y curiosa con sus bellosojos, de arriba a abajo.

    - Quin se lo hubiera imaginado habindole visto con las ropas de la crcel? - dijo.Su tono resultaba tan amistoso y franco que nadie hubiera podido realmente sentirse

    resentido. Excepto Crag. Mir vivamente a la mujer y sin responder se volvi hacia Olliver.- Es que tiene que permanecer aqu esta mujer mientras hablamos?Olliver haba recobrado su compostura - y sonri. - Me temo que deba permanecer

    aqu, Crag. Es muy importante para mis planes, nuestros planes. Pero creo que es mejorque se la presente. Crag, tengo el gusto de presentarle a Judeth, mi esposa. Crag sequed atragantado durante unos instantes de sorpresa.

    - Si tiene que quedarse aqu, dme algo que ponerme. No me gusta que me miren deesta forma. La cara de Olliver se estir un tanto; pero repuso en seguida:

    - All tiene ropas en aquel armario. Pero creo que se comporta de una forma ridcula,Crag. No estamos en la poca victoriana. Este es el siglo XXIII.

    Sin responder, Crag se dirigi hacia un armario y lo abri. Colgaban en el interiordiversas prendas caseras y Crag tom una al azar, de seda. Se la puso, comprobandodemasiado tarde, tras haber cerrado el mueble que la prenda era de Judeth y no deOlliver; los hombros le apretaban y las mangas le resultaban bastante cortas. Le pareciun tanto ridculo volver de nuevo al armario a cambiar de ropa. Despus de todo, lasprendas caseras de la poca solan ser llevadas tanto por las mujeres como por loshombres y aquella era una bata corriente de casa, aunque de un hermoso material. Sinembargo...

    - Espero no contaminarle, Crag - advirti Judeth.Pero ste conserv su dignidad ignorando a la hermosa mujer, tanto por su presencia

    por cuanto poda hacer o decir. Lo importante del momento era el milln de dlares. Unmilln de dlares no era ninguna broma, ni ocasin que se presentase todos los das.

    - Sintese, Crag - le dijo Olliver.Crag comprob que Olliver ya estaba sentado tras su amplia mesa de despacho y que

    Judeth permaneca igualmente apoyada en una esquina del mueble, mirndole con unacompleta seriedad, sin la menor traza de humorismo.

    Crag tom asiento en un silln y volvi la cara hacia Olliver y no hacia su esposa.- Una pregunta - dijo -. Hablaba usted realmente en serio esta tarde? Es cierto que

    dispone usted de ese milln?Oliver aprob con un gesto.- Naturalmente que hablaba en serio. Tengo mucho ms de ese milln de dlares. El

    dinero ser suyo cuando termine la tarea que tiene asignada. No es cosa de hacerlo de lanoche a la maana. El trabajo es en Marte. No se trata de mi propio dinero, comprende...es ms bien un fondo creado por...

    Crag se removi algo nervioso en su asiento. - No me preocupa de donde proceda,siempre que sea mo cuando haga el trabajo que quiere confiarme. Y cuando ms pronto

  • empiece, mejor. He venido a esta casa esta noche y quiero salir de ella tambin estanoche. Dgame en qu consiste el trabajo y anticpeme dinero para mis gastos. Yo s loque tengo que hacer.

    Olliver sacudi la cabeza con lentitud.- Me temo que no sea una cosa tan sencilla, Crag. Para que lo sepa, tiene que ir

    primero, antes de encargarse del trabajo, al psicgrafo.

    IV

    Si los reflejos mentales de Crag no hubiesen sido tan rpidos y completos, como losfsicos, Olliver hubiera dejado de existir en el prximo segundo transcurrido al acabar susltimas palabras. A pesar de todo, estuvo en realidad a seis pulgadas de una muertecierta, esa fue la distancia a que qued su cabeza de la mano izquierda de Crag, que sedetuvo instantneamente en su camino. De haber completado el golpe, la mujer habraseguido la misma suerte, un momento ms tarde. Crag haba dado tres pasos haciadonde se encontraba Olliver.

    Dos cosas le haban salvado. Una era el hecho de que las manos de Olliver estabandescansando a la vista de la mesa, sin la menor intencin de tocar ningn botn ni deabrir cualquier cajn del mueble. La otra el hecho de que lo pronunciado por Olliver notena sentido literal, ya que de haber sido as, de poca utilidad le habra resultado para susplanes, al suprimir todas sus capacidades fuesen cuales fueren los planes del juez Olliver.

    La voz de Judeth son tensa.- Espere, Crag. - De reojo, Crag pudo comprobar que la mujer no haba movido ni un

    solo msculo de su cuerpo. Sus ojos miraban, no a l, sino al lugar que haba ocupado enel asiento abandonado -. Como habr podido comprobar, ya que hemos estado a puntode morir a sus manos, mi esposo no se refera a lo que usted imagina.

    La hermosa faz de Olliver haba perdido su color sonrosado y su voz apareci alteraday ronca.

    - Todo lo que quera decirle era...La voz de su mujer le interrumpi vivamente.- Perdona, Ollie, djame explicrselo. Esto ha sido increblemente estpido. Ya te dije

    que Crag... - Se interrumpi bruscamente y su entonacin cambi hablando ms bien deforma impersonal -. Crag, quiere sentarse de nuevo y dejarme que le explique? Leprometo que ninguno de los dos har el menor movimiento. Ollie, deja tus manos dondeestn ahora, exactamente. Y, por favor, cllate y no abras la boca para nada. Deacuerdo, Crag?

    Crag no respondi y se volvi a la silla que haba ocupado, observando a la pareja concuidado. Se sent en el brazo del silln; en tal postura habra sido ms rpido quecualquier movimiento de los que Olliver pudiera haber realizado.

    - Como usted ha podido comprobar a tiempo, Crag, nos habra resultado perfectamenteintil acondicionado por el psicgrafo. Pero igualmente nos resultara intil como uncriminal perseguido. Lo comprende?

    - Lo estuve antes - repuso Crag hoscamente -. Y por gente ms peligrosa que lapolica.

    - Es cierto; pero este trabajo es algo difcil y especial. Y, adems, Olliver le prometi sulibertad. Eso significa su libertad absoluta y total y no la situacin de un hombreperseguido.

    - Querr usted decir que van a proveerme de un certificado falso del psicgrafo.- Naturalmente. Un salvoconducto en regla para comenzar una nueva vida. Sin ese

    documento, sus enemigos encubiertos tendran inters en usted.- Pero eso no puede hacerse - dijo Crag -. Ya se intent antes.

  • - S, pero fue con un certificado falso, no uno verdadero y real, respaldado por todaclase de registros y comprobaciones. La diferencia estriba en que usted ir realmente alpsicgrafo; pero no ser psicografiado. A prueba de tontos, por completo. - Y Judeth semovi por primera vez, ladeando la cabeza para mirar a su marido -. Incluso de un tontocomo mi marido, que ha estado a punto de que muriramos los dos hace un momento -concluy con cierta socarronera en la voz.

    La mente de Crag trabajaba furiosamente. Pareca demasiado sencillo, demasiadoperfecto.

    - As tendr que dejarme capturar de nuevo, no es cierto? Qu sucedera si la policadispara primero y me coge despus?

    - No suceder as, porque usted ser capturado aqu y ahora, cuando hayamosterminado de hablar. Olliver puede estar apuntndole con una pistola, mientras yo llamo alos guardias del exterior. Estar usted detenido y no existir la menor razn para quedisparen contra usted.

    Crag aprob con un gesto.- Y... usted ser la encargada de manejar el psicgrafo?- Desde luego. No hay la menor oportunidad de que otra persona intervenga. Yo soy

    ahora el solo tcnico; mi ayudante est de vacaciones. La ocasin es perfecta. Mspreguntas?

    - S - dijo Crag mirndola con ojos duros -. Cmo podr saber que puedo confiar enusted? Ella le devolvi una mirada serena y tranquila. - Puede hacerlo, Crag. Yacomprendo por qu tiene sus dudas y... lo lamento de veras.

    - Promete usted no hacer nada en el aparato que pueda cambiar mi mente?- Lo prometo. Piense por un momento y ver que no me sera posible hacerlo. Ello le

    convertira en algo intil para nuestros planes. Si considera que resulta cambiada sumente en lo ms mnimo, podr matarme despus.

    - Y si usted suprimiese la memoria que me permitiese tenerlo en cuenta?- Usted ya conoce la cuestin, Crag. El proceso no es tan selectivo. Tendra que

    remover todos sus recuerdos y trastocarle toda su mente, o no tocarle en lo ms mnimo.En caso contrario, podramos suprimir solamente las experiencias de un criminal y lascausas y circunstancias que le han llevado a tal situacin y dejarle el resto de s mismo.Es posible que eso pueda hacerse algn da; pero todava no.

    Crag volvi a estar de acuerdo con un gesto silencioso. Esta vez, Olliver sali de sumutismo y con su rostro coloreado normalmente intervino en la conversacin.

    - Y bien, Crag?- Est bien. Tome su pistola.Olliver abri un cajn del despacho.- Deje esa bata en el armario, donde la tom. Podra ser muy difcil explicarlo a la

    polica. - Espere un momento. Por qu es preciso llevar adelante todo esta comedia?Por qu no me lo explic en su charla privada del tribunal? Pudo haberme sentenciadoentonces al psicgrafo. Por qu esta aventura de dejarme escapar para volverme acapturar de nuevo?

    - No le habra usted credo, Crag - repuso Judeth -. Podra haber pensado que eso estodo lo que suele decirle a los condenados para que fuesen al psicgrafo ms tranquilos.De todas formas, sea cual fuese lo que le hubiera dicho, usted no habra confiado en l. Elhecho de que le ayudsemos a escapar es la mejor demostracin de cuanto le digo.

    Crag pens que aquello tena sentido. No habra confiado realmente en Olliver hasta elextremo de ir voluntariamente hacia el psicgrafo. Habra ms bien tratado de evadirse,antes de creer algo parecido.

    Se puso en pie, se quit la bata de seda de Judeth y vacil an.Judeth no brome en absoluto, ni dej escapar la menor indicacin de humor. Se

    desliz de la posicin que ocupaba en el ngulo de la mesa y se dirigi hacia la puerta.

  • - Voy a buscar a la polica - advirti -. Est dispuesto.Crag colg rpidamente la prenda en el armario y volvi ponindose contra la pared.

    Permaneci all con las manos en alto, mientras que Olliver le apuntaba con la pistoladesde su mesa. La polica entr a los pocos instantes.

    No ocurri nada camino de la crcel. Ms tarde la cosa fue peor, cuando los guardiasde la prisin se hicieron cargo de l, de manos de la polica, y le condujeron a una celda.Le golpearon salvajemente hasta dejarle casi inconsciente, antes de soltarle Pero elsentido comn y el instinto de conservacin fueron lo suficientemente fuertes en Cragcomo para que no se le ocurriese defenderse y luchar contra sus carceleros. Haba seis ytodos armados con pistolas de rayos, adems de la porra de goma que llevaba cada unocolgando del cinto. Crag pudo muy bien haber matado a tres o cuatro de ellos; pero lasposibilidades de haberlos destruido a todos antes de morir, eran de mil a una en sucontra. An as las habra aceptado si se hubiera tratado de haberle llevado realmente alpsicgrafo.

    Sobre la medianoche recobr el conocimiento. Le dolan horriblemente todos losmsculos de su cuerpo. Penosamente se las arregl para incorporarse y poder echarseen su camastro. Tras una media hora, se qued dormido.

    Por la maana, el comunicador del techo de la celda le despert con la noticia de quese haba pronunciado su sentencia y de que los guardias le conduciran al psicgrafopasada media hora a partir de entonces. Se sent al filo del camastro, dolindole todoslos miembros. Se encontraba desnudo, los guardias le haban desgarrado las ropas lanoche anterior en la espantosa paliza que le administraron. En un rincn de la celda,haban dejado, en su lugar, ropas sucias de un recluso de la crcel de la Federacin, quedecidi ponerse con gran trabajo.

    Poco despus, otros seis guardias vinieron en su busca, con diez minutos deanticipacin, como para tener tiempo todava de volver a propinarle otra paliza. Lohicieron, aunque con menos severidad que la noche anterior, ya que no podan dejarleinconsciente ni impedir que pudiera andar y moverse en su camino hacia el psicgrafo.Cuando avis el zumbador, le transportaron hacia la habitacin del psicgrafo y leamarraron brazos y piernas a un gran silln. Todava le abofetearon en plena cara y unode ellos le lanz un terrible puetazo al estmago. Crag se alegr de no haberdesayunado. Despus dejaron la estancia vaca.

    Pocos minutos despus, lleg Judeth. Nuevamente, apareca vestida en su uniforme detcnico psicogrfico, como la haba visto por primera vez., Pero ahora su belleza semostraba ms perfecta, ya que Crag conoca, a pesar del uniforme, cada curva quepudiera quedar escondida en el poco femenino atuendo de servicio. Llevaba las gafas quese apresur a quitarse una vez dentro de la estancia del psicgrafo.

    Crag continu silencioso sin decir nada cuando se encontr frente a ella y sin mirarla ala cara. Ella sonri ligeramente.

    - Vamos, Crag, no tenga ese aire tan preocupado. No voy a someterle al tratamientopsicogrfico, ni voy a tocar su mente en la ms leve forma. No voy, incluso, ni a conectarlos electrodos del aparato.

    Crag continu silencioso.La sonrisa de Judeth se desvaneci de sus bellas facciones.- Sabe usted, Crag... odio la idea de haberle tenido que ajustar al aparato, incluso en el

    caso de haber sido obligado el hacerlo. Es usted un bruto tan magnfico, que me gustamucho ms en la forma en que se conduce y tal y como es, que si fuese un hombreatildado, de dulces maneras. Y eso es lo que podra hacer con usted..., pero no lo har.

    - Desteme - gru Crag.- Con la puerta cerrada y solos aqu los dos? - Judeth sonri -. No me tome por tan

    tonta. S que odia usted a todas las mujeres. Pero tambin s y conozco sutemperamento y me figuro el tratamiento que le dieron la pasada noche. Tenindole libre

  • tendra que vigilar cualquier palabra que pronunciase... y guardarme de su manoizquierda.

    - Qu es lo que sabe de eso?- S mucho ms acerca de usted de lo que piensa. Pero pienso conocer muchas cosas

    ms. Va usted a decirme una serie de datos sobre su propia vida.- Por qu?- Porque es imprescindible que haga un completo informe, desde luego. Incluso la

    historia completa de un caso notable y una lista de los delitos ms importantes que hayacometido, y que se presuma que ha confesado usted bajo la influencia de la mquina. Apropsito, eso me recuerda que tengo que ponerla en funcionamiento. - Se traslad a laespalda del silln en que Crag estaba fuertemente amarrado e hizo activar un dispositivo,que llen la estancia de un sordo zumbido que ocup por completo la habitacin -. Esto esaudible en el corredor exterior, con lo que me ahorrar toda molestia. No se preocupe, noest conectado con usted de ningn modo.

    Cuando Judeth volvi a la vista de Crag, llevaba en las manos un cuaderno de notas yun lpiz; tom una silla prxima y se sent frente a l, dispuesta a cumplir su cometido:

    - Dgame cundo y dnde naci usted, Crag. - Puede usted decidir su propia historia. -Oiga, Crag, este informe ser comprobado contra cualesquiera serie de hechos yaconocidos y registrados acerca de usted. Si no est de acuerdo en todos sus aspectos,resultar evidente que esta sesin ha sido falsificada. Habr una investigacin adecuaday se querr saber a toda costa por qu la mquina no ha funcionado convenientemente enusted. Usted ser vuelto a recluir y volver a este cuarto... y esa vez no ser yo quienopere con la mquina. Estar en la crcel o ms posiblemente enviada a mi vez alpsicgrafo. Por lo que yo s, este delito que ahora se est cometiendo contra la Leyjams se ha cometido antes y no s cul ser la penalidad que le corresponda. Pero, conrespecto a usted, quedan pocas dudas... No puedo correrme ya ms riesgos de los queme he corrido hasta aqu, por tanto, tiene que cooperar, o ya sabe lo que le espera.Tambin podra verme obligada a conectar los electrodos y realizar mi misinhonradamente. No tengo otra eleccin. Lo ha comprendido bien?

    - Est bien, est bien - repuso Crag ceudamente -. Contine.- Dnde y cundo naci usted?Crag se lo dijo. Sigui respondiendo a otras preguntas de rutina. Fue refiriendo sus

    aos juveniles, sus estudios y sus primeros tiempos de hombre del espacio.- Y su carrera de hombre del espacio termin cuando perdi la mano. Hbleme de eso.- Lo fui durante siete aos y era teniente en Vega III. Por entonces, en la Tierra se

    pona a punto una espacionave para Marte. Fue un puro accidente, no fue culpa ma ni lade nadie. Una de esas cosas desgraciadas que ocurren. Un fallo mecnico en un tubo delos reactores, mientras lo estaba limpiando.

    - Acaso le atribuyeron la culpa de lo ocurrido? - No, precisamente; pero hicieronconstar un tecnicismo a mi cargo y con ello se perdi la compensacin a la que tenaderecho. Y eso no fue lo peor sino que me retiraron la licencia y perd mi rango. Y as deun oficial del Espacio me qued convertido en un manco desgraciado cualquiera.

    - Bien, y cul fue ese tecnicismo?- Un anlisis del alcohol de mi sangre. Mostr una cantidad insignificante. Yo haba

    tomado una copa de despedida, ciertamente que slo una, con un amigo, seis horasantes. Pero dio la casualidad que se testific y ello dio lugar a dejar bien sentado de quehaba sido seis horas antes. El reglamento determinaba estrictamente que no podabeberse nada ocho horas antes del despegue; pero el programa se adelant una horaantes de que ocurriese el accidente. Aquello me coloc en la situacin de haberquebrantado el reglamento por exactamente una hora de tiempo. Utilizaron el hecho paraahorrarse con ello el dinero. No hubo nada que yo pudiera hacer en mi defensa.

    - Y despus de aquello?

  • - Oh, anduve haciendo locuras muchos aos. Bien, se llevar este interrogatoriomucho tiempo?

    - Una hora, para cumplir las formalidades precisas, como si la mquina hubiese estadorealmente trabajando.

    - Mire, seora, estas ligaduras me aprietan demasiado. Me dejara fuera de estemaldito silln si le doy mi palabra de honor?

    Judeth vacil. Despus, repuso:- Dentro de un minuto. Pero existe una cosa que la considero importante en mi informe

    y que deseo que me diga ahora mismo. Por qu razn odia usted tanto a las mujeres?- Ser un placer decrselo. Haca aproximadamente un mes que estaba casado antes

    del accidente, con una chica de la que estaba locamente enamorado. Debo contarle loque hizo cuando se enter de que haba perdido una mano y mi empleo?

    - Se divorci, tal vez?- Se haba vuelto a casar antes de que saliera del hospital.- Hizo usted algo... al respecto?- Quiere decir si la mat? No, la odiaba demasiado para volver a tocarla siquiera.- Y no admitir usted honestamente que an contina enamorado de ella?La cara de Crag se puso roja y las venas de los brazos se le hincharon junto a las

    ligaduras del psicgrafo.- Si fuese libre, yo...- Bien, Crag. Hay algo ms que tenga usted que