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BRAULIO - rolde.org Vicente.pdf · Véase: Ricardo DEL ARCO (1953), “Un gran literato aragonés olvidado: Braulio Foz”, Archivo de Filología Aragonesa, tomo V. 13.Braulio F OZ

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BRAULIOFOZ

LLaassccoonnttrraaddiicccciioonneessiinnccoonnffeessaabblleess ddee

_GUILLERMO VICENTE Y GUERREROHistoriador y Jurista

OOcchhoo yy ccuuaarreennttaa yy cciinnccoo ddee llaa mmaaññaannaa ddeell 2200 ddee aabbrriill ddee11886655 eenn llaa llooccaalliiddaadd zzaarraaggoozzaannaa ddee BBoorrjjaa.. EEll ssooll eennttrraa ttíímmiiddaa--mmeennttee ppoorr llaa vveennttaannaa ddeell ppeeqquueeññoo ccuuaarrttoo eenn eell qquuee sseeencuentra postrado, hace ya varios días, el antiguo catedrá-tico de lengua griega de la Universidad de Zaragoza donBraulio Foz. La luz incide sobre el ribeteado espejo de lapared, reflejando formas sinuosas y colores imposibles1.

El sacerdote cierra la puerta con estudiado y parsimo-nioso cuidado. Acaba de administrar a Foz los últimos sacra-mentos y, a su juicio, ha sido casi milagroso que unos pocosminutos más tarde el ex decano de la Facultad de Letras hayaexpirado. Pese a la aflicción del momento el cura no consi-gue evitar pensar que gracias a la generosidad de Foz va apoder sufragar por fin los gastos de construcción de suansiada capilla, así como del entarimado de la iglesia delConvento de la Concepción de Borja2. De repente se detienesobresaltado, al preguntarse súbitamente si tanta satisfacciónen unos momentos de tan gran desconsuelo no tendrá algode pecaminoso.

En la habitación quedan ya a solas, por última vez, elcuerpo sin vida del viejo y erudito humanista y su segundaesposa, Antonia Nogués y Milagro, natural precisamente deBorja. Los pensamientos de ésta, entre la tristeza y el desam-paro, retroceden dos días atrás, al momento en que Fozotorgó ante el notario Juan Antonio Grávalos un nuevo testa-mento, en el que además de nombrar a su esposa “únicauniversal y legítima heredera de todos sus bienes”3, tambiénordenaba significativamente vestir a tres pobres de la parro-quia del lugar en el que expirara.

La llegada del doctor Hermenegildo López devuelve a laafligida esposa a la realidad. Tras un somero reconocimientose apresura a señalar en la certificación médica que donBraulio Foz ha fallecido “a resultas de una gangrena húmedaen la pierna izquierda”. Dicha certificación se incorpora a lapartida de defunción, expedida por el canónigo vicarioCipriano Aznar4. El resto del día, marcado por el vacío y laangustia, pertenece ya por completo a la intimidad de Anto-nia Nogués.

AAll ddííaa ssiigguuiieennttee BBrraauulliioo FFoozz eess eenntteerrrraaddoo eenn uunn nniicchhoo eenneell pprrooppiioo cceemmeenntteerriioo ddee llaa CCrruuzz ddee AAllbbeettaa ddee BBoorrjjaa.. EEll vviieennttoouulluullaa ccoonn ddeessaaccoossttuummbbrraaddaa aaggiittaacciióónn, yy AAnnttoonniiaa ssee pprreegguunntasi es posible sentir un doble escalofrío: por dentro y por fuera.El entierro es muy concurrido, pues muchas personas deZaragoza se han desplazado hasta Borja mezclándose conlos vecinos de la localidad, quienes en su mayor parte hanacudido por curiosidad, movidos por la presunta notoriedaddel fallecido.

Antonia observa de reojo la presencia de los sobrinos car-nales de su marido: Francisco, Nicolás, Pascuala y Catalina.Junto a ellos doña María del Pilar Roched y doña MatildeTeruel, los abogados Manuel Sancho y Domingo Sarría, susamigos Domingo Pereda y Narciso Castro, el notario JuanAntonio Grávalos y el médico Hermenegildo López. El padreCipriano Aznar recuerda con voz solemne la bondad y gene-rosidad del recién fallecido, y Antonia siente una profundasensación de vacío y desamparo.

Su querido y viejo periódico, el Eco de Aragón, que favo-recido por la ley de prensa concedida por Cánovas habíacomenzado el año anterior una segunda etapa, anuncia sen-tidamente su muerte. La esquela señala textualmente que“D. Braulio Foz, fundador y director del antiguo Eco de Ara-gón, ha fallecido en la ciudad de Borja. El director y redacto-res de este periódico suplican a sus lectores se sirvan rogar aDios por el eterno descanso del finado”5.

Los otros dos principales periódicos zaragozanos tambiénrecogen entre sus páginas el triste suceso. El Diario de Zara-goza lo hace los días 21, 25 y 26 de abril. En esta última fechapublica una emotiva poesía necrológica. Por su parte El Correode Aragón informa de la enfermedad de Foz el día 20 de abril,dejando constancia de su muerte el día 23.

En el Eco de Aragón del 26 de abril aparece la esquelasufragada por la familia de Foz, en la que sentidamente seanuncia que “Don Braulio Foz, Catedrático jubilado de la Uni-versidad literaria de esta ciudad, ha fallecido el día 20 delactual en la ciudad de Borja. Su desconsolada esposa,madre, hermanos políticos y demás parientes suplican a sus

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1. El presente texto es una recreación imaginaria que combina hechos y personajes reales con elementos de ficción. Véase, como marco de referencia teórico: GuillermoVICENTE Y GUERRERO (2007), Las ideas jurídicas de Braulio Foz y su proyección política en la construcción del Estado liberal español, Zaragoza, Rolde de Estudios Aragone-ses.

2. Véase: José Antonio ANGUIANO (1961), Investigación de Braulio Foz, Zaragoza, Seminario de Letras del Servicio de Formación y Seminarios, p. 25.

3. Testamento de Braulio Foz de 18 de abril de 1865, recogido en Francisco YNDURÁIN (1973, reeditado en 1982), “Vida y obra de Braulio Foz”, estudio incluido en la ree-dición de: Braulio FOZ, Vida de Pedro Saputo, natural de Almudévar, hijo de mujer, ojos de vista clara y padre de la agudeza. Sabia naturaleza su maestra, Barcelona, Laia,pp. 443-444.

4. Partida de defunción de Braulio Foz de 20 de abril de 1865, en Francisco YNDURÁIN (1973)., p. 445.

5. Eco de Aragón, nº 231, Zaragoza, 23 de abril de 1865.

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numerosos amigos se sirvan encomendarlo a Dios y que rue-guen por el eterno descanso de su alma”6.

AAnnttoonniiaa NNoogguuééss rreelleeee ccoonn mmaannooss tteemmbblloorroossaass uunnooss aammaa--rriilllleennttooss ppaappeelleess eessccrriittooss ppoorr ssuu mmaarriiddoo.. UUnn ccaabbaalllleerroo ddeessccoo--nnoocciiddoo,, uunn ttaall JJoosséé DDííaazz IIllaarrrraazzaa,, hhaa pprroommeettiiddoo eenn uunnaa ccaarrttaadirigida al director del Eco de Aragón la realización de unabiografía sobre su marido7, y para ello se ha puesto en con-tacto con ella en busca de recuerdos, de curiosidades y dematerial inédito. La desconsolada viuda solloza, apoya lascuartillas sobre el escritorio y se afana una vez más en ladolorosa lectura. Escritas en el lecho de muerte, parecenmucho más que unas simples reflexiones autobiográficas.

En la cuartilla inicial su querido esposo Braulio, nacido el17 de marzo de 1791 en el pueblecito turolense de Fórnoles,sugiere que su biografía intelectual puede partirse en tres eta-pas8. La primera, que cronológicamente se extendería desde1791 hasta 1814, se caracterizó por una patente formacióndieciochesca marcada por la invasión napoleónica y por losposteriores sucesos revolucionarios de 1808.

Tras una infancia tranquila ingresó como estudiante en laUniversidad de Huesca, mas la invasión del ejército francéshizo que se alistara contra el agresor. Tras varias accionesvalerosas a las órdenes del coronel Felipe Perena, por las queobtuvo el grado de sargento y que su marido con inhabitualmodestia no especifica9, fue capturado y llevado al depósitode prisioneros de Wassy, en donde permaneció cautivo hastafinalizar el conflicto10. Antonia reflexiona confusamente que,pese a sufrir los rigores del encarcelamiento, su marido siem-pre confesó con agrado la influencia que ejerció el mundocultural francés sobre su vida y su obra11.

En 1814 volvió a Huesca, en cuya Universidad obtuvo lacátedra de Sintaxis de Latinidad12. Dos cursos más tarde, trasrenunciar a su puesto por razones familiares, se trasladó aCantavieja, en cuya escuela desempeñó el cargo de maestro

de humanidades enseñando Retórica y Latinidad. Aunque enlas hojas no aparecen esas razones, Antonia sabe que suesposo dejó la Universidad marchando a Cantavieja para cui-dar a su anciana madre. Una punzada en el corazón haceque inconscientemente se aproxime al sillón favorito de sumarido, el tapizado de color azul, dejándose caer sobre él.

Ya bien entrado el Trienio Liberal Foz publicó en unaimprenta valenciana la primera obra de toda su producción:Plan y método para la enseñanza de las letras humanas13, enel que las preocupaciones pedagógicas y didácticas de unmodesto maestro de escuela emergían con fuerza en unnuevo universo intelectual, el del liberalismo, deudor no obs-tante de incuestionables filiaciones ilustradas.

Con la rebelión del coronel Riego y la reimplantación dela Constitución gaditana Antonia cree recordar que Brauliodesarrolló un cierto activismo político, que en cualquiercaso le llevó a probar los rigores del exilio y del encarcela-miento durante los diez años más oscuros del reinado deFernando VII. Su propio cuñado, Romualdo Nogués, siem-pre dijo de Braulio que “era más liberal que Riego... y porodio a los dos últimos reyes, fue exagerado constitucionaldel 20 al 23. Emigró, volvió y consagró su vida a combatirel despotismo”14. No obstante, las notas de su esposopasan de puntillas por tan espinoso período, saltandodirectamente a 1833.

Tras la muerte del rey Borbón Foz volvió a Zaragoza, endonde se encargó de la cátedra de griego en la UniversidadCaesaragustana iniciando su fecunda labor periodística15, fun-dando y dirigiendo el Eco de Aragón16, periódico de ideologíaprogresista en el que el bajoaragonés concentró todos susesfuerzos, Antonia rememora entonces una cita de la que sumarido estaba especialmente orgulloso, recogida en uno deesos periódicos que con tanto cariño guardaba: “Sépase,pues, que en el Eco de Aragón sólo trabaja un hombre; queno tiene colaboradores... Valga lo que valga el Eco de Aragón,

6. Eco de Aragón, nº 234, Zaragoza, 26 de abril de 1865.

7. Eco de Aragón, nº 231, Zaragoza, 23 de abril de 1865.

8. Véase: Miguel GÓMEZ URIEL (1884), Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-bio-gráfico por..., tomo I, Zaragoza, Imprenta de Calisto Ariño, pp. 522-524.

9. Recogidas por OVILO Y OTERO, autor de la única biografía publicada en vida de Foz: Manuel OVILO Y OTERO (1858), “Don Braulio Foz, Catedrático de la Universidad de Zara-goza”, Escenas Contemporáneas. Revista política, parlamentaria, biográfica, necrológica, científica, literaria y artística, vol. III, Madrid, p. 90.

10. Véase: José Luis CALVO CARILLA (1992), Braulio Foz en la novela del siglo XIX, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, pp. 9 y ss.

11. Véase: Jacques BALLESTÉ (1997), “Algunos aspectos de la influencia francesa en la vida y obra de Braulio Foz (1791-1865)”, en Jean-René AYMES y Javier FERNÁNDEZ

SEBASTIÁN (eds.), La imagen de Francia en España (1808-1850), Bilbao, Universidad del País Vasco. De este mismo autor, en especial (1999): Braulio Foz, pensador y lite-rato, Pamplona, EUNSA.

12. Véase: Ricardo DEL ARCO (1953), “Un gran literato aragonés olvidado: Braulio Foz”, Archivo de Filología Aragonesa, tomo V.

13.Braulio FOZ (1820), Plan y método para la enseñanza de las letras humanas, Valencia, Imprenta de Muñoz y Compañía. Existe reedición facsímil (1991), Zaragoza, Uni-versidad de Zaragoza.

14. Así: Romualdo NOGUÉS (1897), Aventuras y desventuras de un soldado viejo natural de Borja, Madrid, La España Moderna, p. 212.

15. Véase: Eloy FERNÁNDEZ CLEMENTE (1985), “Braulio Foz, periodista”, en José Luis CALVO CARILLA (ed.), Borja, Cuadernos de Estudios Borjanos, nº XV-XVI, especial “Home-naje a Braulio Foz”, pp. 31 y ss.

16. El Eco de Aragón se publicó en dos épocas. La primera se inició el 1 de septiembre de 1838 llegando hasta el 30 de junio de 1843, bajo la dirección de Braulio Foz. Lasegunda fue entre septiembre de 1864 y junio de 1872, conducido por Angel Gallifa.

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como ya se advirtió no ha mucho tiempo, todo es obra de suúnico redactor Braulio Foz”17.

A continuación aparece otro subrayado, en el que Fozdestaca que precisamente a lo largo de la década de 1830publicó las tres obras de las que intelectualmente se sintiómás satisfecho. Remarca como la más representativa de todasu producción su Idea del Gobierno y Fueros de Aragón18,publicada en 1838, en la que realizaba una intensa defensaen favor de la Historia de Aragón y de sus principales institu-ciones jurídicas y políticas, a las que exaltaba como auténti-cos modelos para el Estado constitucional español enconstrucción.

Foz evoca haber solicitado la conservación de la identi-dad histórica y cultural de Aragón, a la par que incidir en lobeneficioso que para el territorio español sería la cesión dealgunos de los principales elementos identitarios aragonesesen la construcción del Estado y de la nación española19, cate-gorías ambas a las que concedió todo su apoyo al intuir suconsiderable potencialidad como instrumentos liquidadores

del sistema político, económico y social impuesto por el Anti-guo Régimen.

Muchos de esos elementos identitarios se encontrabanrecogidos en la llamada “constitución histórica” del viejoReino. Para el autor de Fórnoles debían destacarse por encimade todos la reiterada apuesta aragonesa en favor del valor jurí-dico de la libertad, así como su materialización expresa en elfuero de firma de derecho, en el fuero de manifestación y enla institución política del Justicia Mayor de Aragón20.

Estos fueros, costumbres e instituciones políticas iban acompetir con las del resto de los territorios en el doble pro-ceso articulador del Estado y de la nación española. Para eva-luar los más adecuados para la nueva realidad jurídicopolítica que se pretendía crear, Foz dice haberse fundado enel Derecho natural, en toda una serie de principios de natu-raleza filosófico-jurídica a los que recurrió como filtro objetivo.Al calor de tales principios postuló la exaltación de la consti-tución histórica aragonesa21, cuya consideración, al no con-travenir las exigencias del Derecho natural, obtuvo la

17. Braulio FOZ (1840), “Advertencia”, Eco de Aragón, nº 623, Zaragoza, 1 de agosto.

18. Braulio FOZ (1838), Idea del Gobierno y Fueros de Aragón, Zaragoza, Imprenta de Roque Gallifa. Existe reedición facsímil (1997), Zaragoza, Rolde de Estudios Aragone-ses. También reeditado en: Carlos FORCADELL y Virginia MAZA CASTÁN (eds., 2005), Historia y política. Escritos de Braulio Foz, Zaragoza, Institución Fernando el Católico.

19. Véase: Carlos FORCADELL y Virginia MAZA CASTÁN (2005), “La nación liberal y el pasado del Reino de Aragón”, estudio introductorio de Historia y política... ob. cit. Véasetambién: Carlos FORCADELL (2002), “Los historiadores aragoneses del siglo XIX: las otras ‘anticipaciones’ de Braulio Foz”, en José Carlos MAINER y José María ENGUITA UTRILLA

(eds.), Entre dos siglos: literatura y aragonesismo, Zaragoza, Institución Fernando el Católico.

20. Véase: Jesús DELGADO ECHEVARRÍA (1977), El Derecho aragonés. Aportación jurídica a una conciencia regional, Zaragoza, Alcrudo editor, pp. 165 y ss.

21. Véase: Antonio PEIRÓ ARROYO (2003), La “Historia de Aragón” de Braulio Foz y la construcción de una historiografía nacional aragonesa, Zaragoza, Diputación de Zara-goza. Este trabajo es el estudio crítico de la edición facsímil de Historia de Aragón de Antonio SAS (1848-1850), corregida, ilustrada y adicionada por Braulio FOZ, 5 tomos,Zaragoza, Imprenta y Librería de Roque Gallifa.

Víctor Pruneda compartió con Foz ideas y proyectos progresistas

35_LAS CONTRADICCIONES INCONFESABLES DE BRAULIO FOZ

consideración de verdadero paradigma de un sistema políticoesencialmente justo.

La segunda obra destacada, publicada en 1832, fue defilosofía jurídica: El verdadero Derecho natural. Obra necesa-ria a toda clase de personas22 (Antonia cree recordar haberoído decir a su marido que en realidad la redactó diez añosatrás y que fue uno de los primeros tratados iusfilosóficosescritos en lengua castellana), en el que a partir de unaaproximación voluntarista-religiosa Foz consideraba los pos-tulados del Derecho natural como leyes físico-morales cons-tituidas alrededor de las propias necesidades humanas.,encontrando la esencia del ser humano en la voluntad, cuyaprincipal finalidad no era sino la búsqueda y satisfacción dedichas necesidades naturales23.

Este tratado sería completado por un folleto publicado dosaños más tarde en el que comentaba los principios organiza-tivos básicos sobre los que pretendía fundar la creación delnuevo Estado liberal: Derechos del hombre deducidos de sunaturaleza y esplicados por los principios del verdadero Dere-cho natural24.

Todo el folleto giraba alrededor del desarrollo de losdenominados por el bajoaragonés “derechos del hombreciudadano”, lo que le confirió en su momento un inusitadointerés, pues no en vano el propio Estatuto Real carecíaprecisamente de una carta de derechos. Tales derechos noeran a juicio de Foz susceptibles de concesión discrecionalpor parte de los poderes públicos, sobresaliendo porencima del resto el derecho a la seguridad. Braulio Fozincidía pues en la seguridad personal, vinculando dichovalor jurídico con el derecho a la propiedad privada, rela-ción que provocó un elenco de derechos tan estimablecomo significativo25.

Con estas tres obras y con su participación en la redac-ción del Eco de Aragón Foz se postuló como una de las vocesmás autorizadas del liberalismo aragonés de la primera mitaddel ochocientos. Pese a ello, Antonia oyó decir más de unavez a su esposo que bajo ningún concepto se considerabacomo un verdadero jurista o historiador, más bien auto califi-caba su pluma como la de un escritor público, enmarcán-dose así dentro de una nueva categoría socioprofesional queirá creciendo con el paso del siglo.

22. Braulio FOZ (1832), El verdadero Derecho natural. Obra necesaria a toda clase de personas, 2 tomos, Valencia, Imprenta de Gimeno.

23. Véase: Guillermo VICENTE Y GUERRERO (2006), “Sobre la génesis de las ideas iusfilosóficas en España. Braulio Foz y ‘El verdadero Derecho natural’”, Madrid, Anuario deFilosofía del Derecho, tomo XXIII.

24. Braulio FOZ (1834), Derechos del hombre deducidos de su naturaleza y esplicados por los principios del verdadero Derecho natural, Barcelona, Imprenta de JuanOliveres, 1834. Existe reedición: VICENTE Y GUERRERO (2007).

25. Véase: Juan José GIL CREMADES (1992), “Braulio Foz, tratadista de Derecho Natural”, en: José Luis CALVO CARILLA (ed.), Cuadernos de Estudios Borjanos, nº XV-XVI, ob.cit., pp. 83 y ss.

35_LAS CONTRADICCIONES INCOFESABLES DE BRAULIO FOZ

Retrato del general liberal Rafael del Riego

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Con la llegada de la Década Moderada Foz se centró enla obtención en propiedad de su cátedra de griego, lo queconsiguió sin demasiados esfuerzos en 1846, así como en larealización de algunos trabajos, de interés muy dispar, detemática literaria, filosófica o religiosa, recurriendo a viejasideas ilustradas como la luz de la razón humana, el valor dela educación o el progreso de las ciencias adaptándolas alnuevo contexto histórico implantado por el régimen liberal.

En el plano personal Braulio Foz sufrió en esta época lapérdida de su primera esposa, Amada Roched y Delgado,natural de Zaragoza. Dos años más tarde, en 1850, contrajonuevo matrimonio con Antonia Nogués y Milagro26, nacida enBorja y residente en Zaragoza. No conseguirá sin embargo elhumanista nacido en Fórnoles sucesión en ninguno deambos matrimonios.

En esta tercera etapa Foz subraya como su escrito máspopular la Vida de Pedro Saputo27, publicado en Zaragozaen 1844 de forma anónima. Esta siempre fue la obra favo-rita de Antonia, quien consideró a Saputo como una espe-cie de héroe burgués, intentando sobrevivir en una nuevasociedad marcada por las importantes transformacioneseconómicas, políticas y sociales impuestas por el libera-lismo imperante.

A partir de esas fechas Foz abandonó definitivamente susescritos de naturaleza política o jurídica. Antonia relee unavez más la explicación consignada por su esposo, quienseñala que en un contexto en el que la implantación del libe-ralismo no parecía correr peligro, finalizada la guerra carlistay proclamada Isabel como reina, tales trabajos no resultabanya necesarios.

Sin embargo Antonia no puede olvidar la decepción quepara Foz supuso quedar fuera de la lista de elegidos pararepresentar a Teruel en el Congreso de los diputados, traspresentarse a las urnas formando parte del grupo republi-cano encabezado por Víctor Pruneda28, que junto al aban-dono de su antaño ilusionante tarea al frente de la tribunaperiodística del Eco de Aragón marcaron a su marido en esacomplicada etapa. Como suele repetir su cuñado RomualdoNogués, en esta época Foz “batalló, trabajó, perdió interés ysalud”29.

Su preocupación se centró a partir de 1844 en recupe-rar sus viejos temas ilustrados, acomodados al nuevomarco social, aplicándose en la transmisión de toda unaserie de valores y normas impuestas por el liberalismo parafacilitar su aprehensión por amplias capas del espectrosocial. Foz incide en que en la Oración inaugural para laapertura del curso de 1855 a 1856 en la Universidad deZaragoza30 hizo hincapié en la importancia de una ade-cuada educación para la juventud, como medio de conse-guir la verdadera civilización. No hay que olvidar,concluyen las cuartillas, que su actividad profesionalgiraba en torno a esas pretensiones, compartidas en cual-quier caso con los círculos del doctrinarismo triunfante.

Antonia no llega a comprender esta última anotación,pues aunque su marido hacía ya muchos años que se mos-traba esquivo con la cuestión, en Zaragoza siempre le rela-cionaron con las huestes del liberalismo progresista. Sunombramiento como catedrático en un momento demáximo apogeo del liberalismo moderado en España ellasiempre lo consideró como algo casual. Tampoco semolestó realmente en analizar con atención los tratados teó-ricos de su esposo, pero la precipitada llamada de estamañana de José Díaz Ilarraza le ha intranquilizado, pues elmencionado caballero le ha transmitido, en un tono tanapacible como firme, que habiendo emprendido el estudiode dichas obras, éstas presentaban algunas importantescontradicciones ideológicas.

EEll vviieejjoo yy ppiinnttoorreessccoo ccuuccoo ddeell rreelloojj ddee ppaarreedd,, rreeggaalloo ddee ssuuhheerrmmaannoo RRoommuuaallddoo NNoogguuééss ttrraass uunnoo ddee ssuuss aappaassiioonnaanntteessvviiaajjeess,, aaccaabbaa ddee ddaarr llaass cciinnccoo.. AAnnttoonniiaa ssee iinnccoorrppoorraa pprreecciippii--tadamente, pues su fiel criada introduce en la habitación a undesconocido personaje que responde al ya familiar nombrede don José Díaz. Se trata de un hombre de mediana esta-tura, edad impredecible, mirada afable y modales refinados,que le agasaja con una reverencia que a ella le resulta des-proporcionada.

Sin embargo las condolencias posteriores sí le parecensentidas, y el suave tono de la voz de su interlocutor parecentranquilizar el ambiente. El mismo gato de Braulio, su yaanciano y querido Baldomero, levanta un momento la vistaatraído por la presencia de este nuevo figurante. En ese ins-tante José Díaz arquea las cejas, y con teatral afectación

26. Expediente presentado en 1865 por Antonia Nogués, Archivo Histórico Nacional, Fondos contemporáneos, Ministerio de Hacienda, legajo 1318, expediente número 14.

27. Braulio FOZ (1844), Vida de Pedro Saputo, natural de Almudévar, hijo de mujer, ojos de vista clara y padre de la agudeza. Sabia naturaleza su maestra, Zaragoza, Imprentade Roque Gallifa. Varias reediciones, por todas: Laia, Barcelona, 1982.

28. Véase. José Ramón VILLANUEVA HERRERO (2001), Víctor Pruneda: una pasión republicana en tierras turolenses, Zaragoza, Rolde de Estudios Aragoneses, pp. 44 y ss.

29. NOGUÉS (1897), p. 212.

30. Braulio FOZ (1855), Oración inaugural que para la apertura del curso de 1855 a 1856 en la Universidad de Zaragoza dijo el Licenciado Don Braulio Foz. Catedráticode lengua griega en la Facultad de Filosofía de la misma (el 1º de noviembre), Zaragoza, Imprenta y Litografía de Mariano Peiró. Existe reedición en FORCADELL, y MAZA

CASTÁN, (eds., 2005).

37_LAS CONTRADICCIONES INCONFESABLES DE BRAULIO FOZ

asegura que la obra teórica de Foz navega más por las oscu-ras y procelosas aguas del moderantismo que por las clarasy serenas del progresismo. Entre estas últimas se moverápues el señor Díaz, comenta para sí Antonia Nogués coninfantil perspicacia.

José Díaz asegura haber descubierto, tras un análisisprofundo de toda la obra fociana, una cierta contradicciónideológico-vital que a su juicio puede oscurecer al personaje,marcada por la sorprendente indefinición política de quienautoproclamándose progresista a ultranza se encuentramucho más próximo a los postulados defendidos por los teó-ricos del moderantismo.

Antonia Nogués responde, con la violenta vehemencia delque en realidad duda, asegurando la pertenencia de sumarido al segmento del liberalismo progresista, presentandopara ello algunos de sus artículos periodísticos en el Eco de

Aragón. Su propia praxis vital, su intensa trayectoria personal,su presencia en las listas del partido republicano turolense deVíctor Pruneda o los exilios y persecuciones sufridas dice serlos resultados de un progresismo llevado hasta las últimasconsecuencias.

Triunfalmente desdobla un ya descolorido Eco de Aragón,y al leer un texto de su marido cree acabar con toda posibili-dad de debate: “Nunca les ha convenido el dictado de mode-rados que se dan; nos conviene perfectamente a nosotros. Sumoderación, si este nombre merece, se refiere únicamente alos principios políticos, porque los suyos son más monárqui-cos y los nuestros más populares; pero en los medios de lle-gar a hacerlos triunfar, y en el sistema y máximas parasostenerlos, han sido maquiavélicos, han sido feroces, furio-sos, sanguinarios, crueles... De modo que (y lo repetiremosotra y otra vez) los verdaderos moderados de España somosnosotros, los progresistas, los exaltados”31.

31. Braulio FOZ (1841), “Al partido moderado”, Eco de Aragón, Zaragoza, 23 de octubre.

Sin embargo José Díaz escucha sin inmutarse, y al acabarsu interlocutora asegura que efectivamente esa ha sido hastaahora la versión oficial que ha llegado de Braulio Foz, alentadapor los mismos círculos del progresismo zaragozano. Sinembargo remarca a continuación que sus artículos en el Ecode Aragón tenían mucho de crónica política, respondían aacaloramientos puntuales y que en muchos casos se movíanpor motivos estratégicos para llegar con mayor celeridad asus lectores. Pero el estudio de su obra teórica, más valiosaal ser fruto de una reflexión lenta y pausada de muchos años,resulta la propia de un liberal doctrinario.

Díaz recalca que a dicha corriente debe adscribirse aquien postula en sus escritos la defensa de la soberanía com-partida, la necesidad de un senado como cuerpo intermedioequilibrador o el rechazo del sufragio universal, de la demo-

cracia y de la separación de poderes, exigiendo la concentra-ción del ejecutivo y del legislativo en las manos del rey.

Para documentar sus afirmaciones el osado visitante abreuna carpeta, en la que aparecen ordenadas toda una serie decitas del humanista aragonés, con comentarios específicos acada una de ellas. Pese al tono delicado y cortés, a Antoniale cuesta concentrarse en las citas: sobre la potestad de losreyes Foz aseguraba que “con decir que el rey tiene plena-mente el poder legislativo y el ejecutivo, estaba dicho todo”32.Sobre las ventajas del sufragio censitario, que “no se debe aun procurador asistir con auxilios pecuniarios. De donde sesigue que por derecho natural tienen la voz pasiva los ciuda-danos ricos, los ciudadanos que pueden costear de suhacienda o industria el viaje y la permanencia en el con-greso”33. Sobre el Estatuto de 1834 que “no se ha visto unasabiduría tan brillante y feliz como la que en España ha sus-tituido el sistema del Estatuto Real a la loca Constitución deCádiz, a la fuerza ilegal del despotismo, y a la orgullosa fero-cidad del feudalismo”34.

Sobre el funcionamiento de lo que Díaz denomina pom-posamente como la máquina social, Foz señalaba que “elprincipio de la propiedad es quien sostiene el mundosocial”35, señalando sin ambages que “el que nace rico esrico, y el que pobre pobre, si aquel no pierde su fortuna y ésteno mejora su suerte aplicándose al trabajo. Lo que llamanigualdad de bienes jamás ha pertenecido a los principiosrepublicanos, ni a ningunos, porque es un disparate, unabsurdo, un imposible”36.

Díaz termina sus citas con un último pasaje que planteaun interrogante tan arrollador como inquietante: “¿Quiénnegará que debajo de la monarquía absoluta puede haberverdadera libertad, y debajo de la democracia pura verda-dera tiranía? la historia política de las naciones me daríaejemplos a manos llenas que confirmarían mi proposicióndel principio, que a ninguna forma de gobierno está atri-buida exclusivamente la justicia, ni el poder de hacer felicesa los pueblos”37.

Concluye José Díaz su larga exposición asegurando a suya exhausta compañera que pese a que Braulio Foz se auto-proclamaba con convicción en el Eco de Aragón como unprogresista a ultranza, y que existen elementos en su praxisvital que parecen apoyar tal consideración, ésta sin embargo

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32. Braulio FOZ (1842), Derecho natural civil, público, político y de gentes fundado en las necesidades del hombre y en la propiedad, Zaragoza, Imprenta de Roque Gallifa,tomo II, pp. 93 y 94.

33. FOZ (1834), p. 63.

34. Ibídem, p. 75.

35. FOZ (1832), tomo II, p. 217.

36. FOZ (1842), tomo II, p. 114.

37. FOZ (1832), tomo I, prólogo, p. XVIII.

39_LAS CONTRADICCIONES INCONFESABLES DE BRAULIO FOZ

debe invalidarse tras un estudio exhaustivo del conjunto desu obra teórica.

Díaz recalca que la búsqueda de una solución a estaimportante contradicción ideológico-vital no le está resultadotarea sencilla. Si Foz elaboró un sistema jurídico levantadosobre el Derecho natural, sobre el que sustentaba todas susafirmaciones, Díaz cree necesario bucear dentro de dicho sis-tema jurídico, buscando en sus escritos algunas pistas quetal vez permitan solucionar un problema que amenaza a sujuicio con oscurecer, vistas tan sorprendentes incoherencias,el prestigio de prócer tan señalado.

Por todo ello solicita Díaz Ilarraza a su anfitriona AntoniaNogués una semana más para intentar hallar una soluciónconvincente, petición a la que ésta, algo ya mareada, accedecon gusto. Ambos personajes se despiden con una sorpren-dente celeridad, que contrasta vivamente con los parsimonio-sos estiramientos de Baldomero, quien al parecer agotadopor el parloteo constante del extraño invitado se prepara paraun inminente sueño.

EEll ccuuccoo ddeell rreelloojj ddee ppaarreedd ddee RRoommuuaallddoo aaccaabbaa ddee ddaarr llaasscciinnccoo.. HHaa ppaassaaddoo ppooccoo mmááss ddee uunnaa sseemmaannaa ddeell ffaalllleecciimmiieennttooddee ssuu qquueerriiddoo eessppoossoo BBrraauulliioo,, ppeerroo aa AAnnttoonniiaa llee ppaarreecceenn yyaassiiggllooss.. Siempre le ha sorprendido la egoísta capacidad del serhumano de arrinconar el dolor para poder seguir haciadelante. Esta mañana además, en el mismo momento deldespertar, ha sentido un pequeño rayo de ilusión, pues suhermano Romualdo regresa por fin tras uno de sus largos via-jes, y Antonia no puede dejar de sentir un cierto remordi-miento por esos breves instantes de felicidad.

Sin embargo, la ya cercana visita del inefable José Díaz nole resulta tan grata. Con toda una semana para meditar laspalabras de su forzoso huésped, a Antonia le da miedo quesu interlocutor pueda estar traicionando la memoria de Brau-lio. La súbita aparición de Díaz en la estancia, precedido porsu criada, le provoca una extraña desazón.

Como en la entrevista anterior, los ademanes corteses y lasuave y agradable voz de su interlocutor parecen aliviar untanto el ambiente. Pero a Antonia le sobresalta el extraño ful-gor de las pupilas de su huésped que, ocultas tras unos dimi-nutos lentes esféricos, revelan una contenida pero palpableagitación. Baldomero también la percibe, pues con un acro-bático salto se refugia en el sillón tapizado de color azul delque siempre será su amo, al cual vuelve a llamar infructuo-samente con un triste maullido que a Antonia le traspasa elcorazón.

Ajeno a semejantes insignificancias, Díaz comienza suintervención asegurando que Braulio Foz sustentó todo su sis-tema político sobre un basamento jurídico que bebía de lasantaño revolucionarias fuentes del Derecho natural. Levantadoya en 1832 en su pionero ensayo El verdadero Derecho natu-

ral, fue concluido con dos obras complementarias que lesiguieron en el tiempo: Derechos del hombre deducidos desu naturaleza y esplicados por los principios del verdaderoDerecho natural, publicada dos años más tarde, y Derechonatural, civil, público, político y de gentes fundado en lasnecesidades del hombre y en la propiedad, publicada en1842.

Díaz subraya que Foz acudió al Derecho natural paraexplicar su indiferencia hacia unos sistemas políticos u otros,pues lo verdaderamente importante era a su juicio que aque-llos fueran siempre justos, lo que conseguirían siempre queno contrariaran los postulados establecidos por el Derechonatural. Foz consagró así unos principios de legitimidad paralos sistemas políticos nada acordes con los presupuestosdefendidos por cualquiera de las dos ramas principales delliberalismo.

Dicha indefinición política se basaba pues en una nadaflexible contraposición que enfrentaba de forma directa a unDerecho natural, cuya inmutabilidad se derivaba necesaria-mente de su naturaleza divina, con un Derecho positivohumano, y por tanto imperfecto y voluble, al que Foz calificabasin ambages como “escollo eterno de la sabiduría humana...sirviendo sus cuerpos inmensos de monumentos ridículos de

la vanidad y torpeza de los hombres”38. La impertinente car-peta del señor Díaz vuelve a hacer su aparición, y Antoniateme una nueva retahíla de citas y comentarios oscuros. Bal-domero abandona de repente la habitación, lo cual despiertaen la viuda una sonrisa de complicidad.

Absorto en sus consideraciones, Díaz continúa asegu-rando que Foz denunció con visceralidad las carencias quecreyó ver en el Derecho positivo, especialmente su incapaci-dad para garantizar tanto el valor supremo de la justicia comoel mismo derecho a la propiedad: “jamás se probará que lasleyes positivas tengan virtud para constituir la verdad naturalde las cosas... son justas o injustas según fueren consonan-tes o disonantes a aquella verdad... si quieren ser justas, nopueden tener otro objeto que proteger el orden de verdadesnaturales que forman el estado del hombre, siendo la propie-dad la primera de todas”39.

El Derecho natural se comportaba para el bajoaragonéscomo un auténtico filtro que aportaba toda una serie de cri-terios pretendidamente objetivos para evaluar los fueros, ins-tituciones políticas y administrativas y tradiciones culturalesde los antiguos reinos medievales hispanos. Estos debíanmostrarse conformes con las “normas inmutables, justas yeternas del Derecho natural”, especialmente si desean par-ticipar en la creación del nuevo Estado liberal nacional a tra-vés de la cesión de algunos de sus principales elementosidentitarios.

El triunfo de la llamada “Constitución histórica aragonesa”como modelo a seguir para el conjunto de la nueva naciónespañola, al pasar todos los filtros previamente establecidospor el Derecho natural, resulta para José Díaz ciertamente lomás interesante de toda la construcción fociana. Sin embargoteme ver en ella un aragonesismo más cultural que político,más cercano a una nostalgia erudita que a un activismosocial.

Partiendo pues de los filtros sugeridos por el Derechonatural, Foz combatió algunos de los principales presupues-tos del liberalismo exaltado. Así, el aragonés se mostró parti-dario de un sufragio censitario alrededor de unas estrictasconsideraciones económicas de riqueza, pues decía queeran los propietarios quienes “no pueden dejar de mirar porel bien de la nación, por su seguridad y prosperidad, siendolos que más pueden hacer por ella y los que más perderán”40.

Foz llamaba a los propietarios a formar un orden políticoseparado del resto de la nación, pues “su grandeza nuncaestará (de este modo) confundida con el pueblo”41. El arago-nés postulaba así la necesidad de una cámara separada paralas clases más privilegiadas, un Senado que actuaría comoun cuerpo intermedio entre monarca y pueblo, cuyas funcio-nes equilibrarían los propios intereses generales de la nación,“porque en las naciones en donde están positivamente distin-guidos los órdenes políticos, suele tener cada uno su diputa-ción y se representan separadamente”42.

Braulio Foz se mostraba partidario de una soberaníacompartida entre el monarca y la nación representada enCortes, si bien se decantó además por priorizar los dere-chos del rey sobre los de la propia nación: “tiene el prín-cipe el derecho de legislar, y de administrar el estado; y lanación el de representarse delante de él por medio de pro-curadores diputados para pedir las leyes y providenciasque convengan; para exponerle cuanto estimen condu-cente al bien público”43.

De repente José Díaz alza desacostumbradamente sutono de voz, y Antonia cree percibir un ligero deje de tris-teza. Asegura que con la defensa de todos estos postuladospolíticos, de incuestionable tenor doctrinario, el alejamientoobjetivo de Foz hacia los resortes de la vida pública del libe-ralismo progresista encuentra por fin cumplida explicación.Salvo su sorprendente, atípico y fracasado intento junto conVíctor Pruneda, el de Fórnoles se mantuvo siempre, conuna total independencia, fuera de los círculos del libera-lismo de su época, lo cual atendiendo a la inquieta y arro-lladora personalidad del bajoaragonés resultaría muyingenuo considerar como casual.

Su concienzudo visitante concluye subrayando que Fozsiempre priorizó el orden natural sobre el político y el papeldel Derecho natural como filtro objetivo de las leyes positivas.No debe por tanto sorprender que el aragonés se encontraramás cómodo dentro de la flexibilidad que le ofrecían los cáno-nes de un particular y algo anacrónico liberalismo con clarassujeciones iusnaturalistas que constreñido formando parte deun liberalismo político consecuente y comprometido conalgunas ideas con las que no se sentía identificado, en buenamedida por ir en contra del orden natural que defendía ensu construcción jurídica teórica.

ROLDE 121-122_ 40

38. Ibídem, tomo I, p. 95.

39. Ibídem, tomo I, p. 317.

40. FOZ (1842), tomo II, p. 101.

41. Ibídem.

42. Ibídem, tomo II, p. 89.

43. FOZ (1834), p. 61.

41_LAS CONTRADICCIONES INCONFESABLES DE BRAULIO FOZ

Dicha construcción asegura con afectación Díaz no corres-ponder a la de un liberal progresista. Parece mucho más cer-cana a la de un liberalismo elitista con inequívocos ribetesiusnaturalistas. Su aborrecimiento al sistema de partidos, a lasoberanía popular o a la misma figura de los ministros, así comosu oposición al propio régimen parlamentario democrático sonideas ciertamente deudoras de un iusnaturalismo racionalistaatemperado, influido poderosamente en el caso de Foz por unasentida religiosidad: “Así que hablo de las cosas como a mí meparece que son, y las alabo o vitupero, las apruebo o condenosegún lo que me resulta de la comparación del Derecho Natu-ral, obra de un Dios sabio infinitamente, con los infelices siste-mas inventados por los hombres”44.

AAnnttoonniiaa NNoogguuééss eessttáá ttrriissttee.. LLaa llaarrggaa ccoonnvveerrssaacciióónn qquueemmaannttuuvvoo aayyeerr ccoonn ddoonn JJoosséé DDííaazz IIllaarrrraazzaa yyaa nnoo ssee rreeppeettiirráámmááss.. EEll mmeenncciioonnaaddoo ccaabbaalllleerroo,, ccoonn uunnaa ccoorrtteessííaa ttaann aatteennttaacomo obstinada, tras deshacerse en elogios hacia la trayec-toria vital de su marido acabó renunciando, con tono firme,a realizar su prometida biografía para el Eco de Aragón.

En opinión de José Díaz, su esposo Braulio es todavíaconsiderado en Zaragoza como uno de los adalides delliberalismo progresista, grupo que sigue utilizando algunasde sus memorables citas en el mencionado periódico a la

hora de polemizar con sus enemigos doctrinarios. Igual-mente recalcó la importancia que revisten los escritos deBraulio Foz para el proceso de exaltación de la identidadhistórica y política aragonesa que recientemente ha empe-zando a despertar desde determinados núcleos del progre-sismo aragonés. Ayer le confesó que ambas visionesadolecían de importantes contradicciones, que podíanquedar muy seriamente dañadas si escribía la biografía, yque desde luego prefería callar que cometer un fraudeintelectual.

Antonia respira agitada ante esa última idea. Lo últimoque querría es faltar a la memoria de su marido. Súbitamentealza la mirada y observa intrigada que es la primera vez entrece años que el viejo cuco del reloj de pared de su hermanoRomualdo ha dejado de cantar la hora. Preocupada ante tanincómodo silencio llama con presteza a su criada, que apa-rece con aspecto cansino.

Afanada en solucionar tan importante contrariedadAntonia no comprende, en su ingenuidad, que con suinconsciente cooperación acaban de silenciar otra vozmucho más importante, facilitando con ello la transmisiónde una visión profundamente adulterada y estereotipada delpensamiento de Braulio Foz.

44. FOZ (1832), tomo I, prólogo, pp. LXII.

Quiroga, Riego, López Baños y Arco Agüero, líderes del liberalismo