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BLOQUE Saberes Conocimientos » Identifica las escuelas de interpretación histórica Describe la función de la historia según las escuelas de interpretación histórica: Escuela positivista. Historicismo. Escuela marxista. Escuela de los Annales. 2

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»Identifica las escuelas de interpretación histórica

Describe la función de la historia según las • escuelas de interpretación histórica:Escuela positivista.−Historicismo.−Escuela marxista.−Escuela de los Annales.−

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A» Compara las características de las

escuelas de interpretación histórica y describe la función de la historia a partir del enfoque de cada una de ellas.

Argumenta cómo se puede estudiar la • Historia a partir de las características de las diferentes escuelas de interpretación histórica.

Asume un papel de compromiso y • solidaridad al momento de trabajar en el aula.Presenta una actitud positiva frente a los • fenómenos de la sociedad, relacionando lo sucedido en el pasado con situaciones de su vida cotidiana.

Elabora organizadores gráficos, como • un cuadro comparativo, donde ilustre la función que tiene la historia según los principales exponentes de las diferentes escuelas, con un ejemplo de algún hecho histórico ocurrido en su comunidad.

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�B2�INTRODUCCIÓNEn este bloque estudiaremos las cuatro escuelas de la Historia: Positivismo, Historicismo, Marxismo y de los Annales; asimismo sus enfoques y propuestas metodológicas correspondientes, y el tiempo y espacio en el cual surgieron; de igual manera, hablaremos de sus fundadores.

Describiremos los métodos y técnicas que emplea cada una de las escuelas, y ubicaremos el tiempo y espacio en el cual se desarrollaron las distintas corrientes de interpretación histórica.

También describiremos y demostraremos las diferencias metodológicas y técnicas que sustentan cada una de las escuelas, así como el sentido que le dieron a la historia cada uno de los fundadores de estas corrientes teóricas.

Todo esto le permitirá al estudiante tener una visión científica de la historia; y conocerá y comprenderá que existen distintos métodos para su comprensión, por lo cual el método único usado tradicionalmente queda superado.

Realiza la siguiente lectura.

Caja del tiempo en la CatedralRicardo Cerón, El Universal, miércoles 16 de enero de 2008

A Santa Bárbara, protectora contra rayos y centellas, le fue confiado el resguardo de las torres de la Catedral Metropolitana, hace más de 200 años.

Las evidencias de ello se conservaron por estos siglos en una pequeña caja de tiempo, hecha de plomo, de apenas 15.5 x 8.2 centímetros, que ayer fue presentada.

“En el nombre sacrosanto de Jesús y de María. El 14 de mayo de 1791 día de San Bonifacio Mártir se colocó esta santa cruz de piedra chiluca de una pieza al tiempo de la elevación de la Gloria en la misa mayor”, así reza el pergamino hallado en la caja, del que se desconoce su autoría. Por 216 años esta caja —que data del 14 de mayo de 1791— albergó en condiciones impecables 23 monedas conmemorativas, cinco monedas de plata, 11 medallas religiosas, cinco grabados, un dibujo, un relicario, una pieza de cera de Agnus hecha en el Vaticano y cinco cruces de palma. En el pergamino se da cuenta de cada una de las piezas y, al mismo tiempo, en la parte inferior, se revela la existencia de otra cápsula de tiempo, que habría sido puesta en esa misma época, pero en la torre poniente.

Xavier Cortés Rocha, director general de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Conaculta, describió el hallazgo como “un retrato de la sociedad novohispana de la época, de las cosas que consideraban importantes”.

Explicó que este tipo de cápsulas de tiempo eran comunes en la época de la Colonia, pero que su colocación era más frecuente cuando comenzaba la construcción de un inmueble que cuando finalizaba, como ocurrió en las torres de Catedral.

Actividad introductoria

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

Junto con las medallas de Santa Bárbara estaban otras con la imagen de San Miguel, además de algunas cruces de palma y diversas monedas provenientes de estados como Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí o Campeche.

La caja, en su parte inferior, tiene escrito en rojo el nombre del arquitecto José Damián Ortiz de Castro, diseñador de las torres de esa catedral, y en la parte superior el del maestro cantero Tibursio Cano, que trabajó en los remates de esas cúspides.

Aunque los estudios de los materiales apenas comienzan, los expertos han encontrado que algunas monedas son alusivas al ascenso de Carlos iv al trono de España.

El presbítero Rubén Ávila, deán de la catedral, añadió que el relicario de cera (conocido como cera de Agnus y en forma de óvalo) era un objeto que en esas épocas se realizaba en el Vaticano y el papa los enviaba a las diócesis alrededor del mundo “como un protector”.

Por el momento, personal de la dirección Escuela Nacional de Restauración, Conservación y Museografía (encrym) hace trabajos de estabilización, encaminada a que una vez abierta la caja las piezas no sufran ningún daño.

Con ello se busca que las piezas puedan ser mostradas al público en un futuro cercano, aunque aún no se sabe si será dentro de la misma Catedral Metropolitana o en algún otro lugar.

Para sustituir la caja de tiempo hallada, autoridades del conaculta y la Catedral Metropolitana planean realizar una nueva cápsula de tiempo, pero con materiales representativos de esta época.

Cortés Rocha precisó que la caja que al parecer se encuentra en la torre poniente será extraída hasta dentro de unos meses, dado que el proceso de restauración que se realiza en el inmueble desde 2001, aún no contempla intervenir ese sitio. La caja, descubierta el pasado 22 de octubre, se convierte en la segunda cápsula de tiempo hallada en la Catedral Metropolitana, dado que en la década pasada se encontró una en la Capilla de las Ánimas, cuyo material está en exhibición en el Museo del Templo Mayor.

Sellada con soldadura de plomo, la caja fue hallada dentro de una esfera de cantera colocada en la cumbre de una de las dos torres de la catedral, como parte de trabajos de restauración del templo. Encima de la esfera había una cruz.

Consultado el 7 de octubre de 2010 en la página:http://www.eluniversal.com.mx/cultura/55101.html

Ahora contesta las siguientes preguntas en equipo.

¿Para qué nos sirve una caja del tiempo como la encontrada en la Catedral 1. Metropolitana de la ciudad de México?

A partir de los objetos hallados en la caja ¿qué interpretaciones podrían 2. surgir de lo que somos actualmente?

Prepara una caja del tiempo. Con tu equipo, elige 10 objetos que representen 3. esta época y a tu localidad para hacer una caja del tiempo.

Escribe un mensaje dirigido a quienes, en el futuro, encuentren el contenido 4. de la caja.

Comparte con tus compañeros la lista de objetos y el mensaje de tu equipo.5.

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�B2�

Empírico: Perteneciente o relativo a la experiencia.

Figura 2.1 La idea del progreso provenía de las concepciones dominantes de la época acerca del desarrollo de la naturaleza.

Escuela positivista

Entre 1840 y 1914 el Positivismo fue una moda que dominó el pensamiento científico en toda Europa. Esta forma de pensamiento consiste en creer que el hombre –con la ayuda de la ciencia y tecnología– controlará a la naturaleza y los problemas sociales; esto quiere decir, que su destino será de progreso.

Esta corriente aportó ideas de optimismo y sentimientos de seguridad y confianza hacia el presente y el futuro que inspiraron a los hombres de aquella época, como científicos, empresarios, políticos, artistas.

Para el Positivismo solamente existe un método científico,–medir y contar se convirtieron en elementos centrales de la investigación histórica– descubierto por las ciencias naturales; este mismo método debe aplicarse en las ciencias sociales. Con esto, se está diciendo que el científico social deber ver a los hechos sociales como naturales, estudiarlos como objetos, explicarlos a través de relaciones de causa–efecto y verificarlos empíricamente.

Bajo esta concepción, el trabajo del historiador consistiría en recoger los datos, ordenarlos de manera lineal –de causas a efectos– y constituirían la síntesis, serían la presentación de los hechos estudiados. Estos hechos generalmente son políticos, diplomáticos, militares, religiosos y excepcionalmente económicos o sociales.

Por lo tanto, la historia resulta un conjunto de hechos encadenados que siguen un patrón preestablecido; en consecuencia, en la historia no hay desorden, todo tiene un orden predeterminado, el cual consiste en ir de lo simple a lo complejo. La historia se puede leer de la siguiente manera: la humanidad transita de lo primitivo a lo moderno, del salvajismo a la civilización, etcétera.

LA FUNCIÓN DE LA HISTORIA SEGÚN LAS ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN HISTÓRICA

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

En esta corriente del pensamiento domina la ley del progreso, mismo que se considera natural, necesario; llega sin buscarlo, es una ley del avance, de la constante mejoría económica y mayor felicidad; el perfeccionamiento del individuo es parte de su naturaleza.

El Positivismo considera que el tránsito de un estadio a otro está sujeto a las leyes de sucesión, lo cual significa que en esta filosofía no sólo existe una ley general de la evolución de las sociedades en el tiempo, sino que además el paso de de un estadio a otro está regido por leyes de transición.

Con esa visión de la historia, el conocimiento de las leyes de los cambios nos permite entender las causas del desarrollo y, por lo tanto, estar en condiciones de ver anticipadamente los cambios futuros.

Sin embargo, esta escuela aspiró a la reconstrucción de la historia y ejerció influencia en el siglo xix. El Positivismo, hijo tardío de la Ilustración del siglo xviii, dice Hobsbawm, habría ganado nuestra admiración en el siglo xix. Su aporte está representado por la introducción de conceptos, métodos y modelos de las ciencias naturales en la investigación, aplicados a la pesquisa histórica. También es importante señalar que esta manera de interpretar el devenir histórico ayudó a evitar las explicaciones con sustento religioso.

El positivismo llegó a México, según Zea:

“El 16 de septiembre de 1867 a través de Gabino Barreda, quien fue llamado ese mismo año por Benito Juárez para que formara parte de la comisión encargada de redactar un plan de reorganización educativa, esa ley fue publicada el dos de diciembre del mismo año, en ella se reglamentaba la instrucción en México, que incluía desde primaria, profesional y preparatoria” (Zea, 1985: 55)

Escuela historicista

En las primeras décadas del siglo xx, se registraron dos acontecimientos —las dos Guerras Mundiales— que propiciaron las condiciones necesarias para el surgimiento de una nueva corriente histórica conocida como historicismo.

Esta corriente teórica interpretativa de los fenómenos humanos producto de la historia se enfocó preferentemente hacia el campo filosófico y sus análisis los dirigió hacia el individuo, contrario a lo que proponían el positivismo y el materialismo histórico, cuya propuesta era de carácter social.

El historicismo tuvo como su representante al italiano Benedetto Croce, quien en su libro La historia como hazaña de la libertad, ofrece algunas sugerencias tales como: considerar a la historia como ciencia de las ciencias, pues es la disciplina que trata de la vida del hombre contemporáneo, quien se reconoce en la historia y no la ve desligada de su existencia, por creer que el pasado no está separado de nosotros, sino que es lo que nos constituye.

La cuestión central del historicismo es el presente; si la historia no nos considerara, es decir, que no nos permitiera vernos en ella para conocernos y guiarnos, entonces no tendría sentido. El historicismo considera como objeto

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�B2�de la historia la vida humana en su totalidad y multiplicidad, dice Croce, y remata, diciendo, lo que debe hacer el historiador es adquirir conciencia de sí mismo en la realidad histórica. Si observamos esto último, nos daremos cuenta que el punto central es el sujeto, la conciencia de la persona gracias a la historia.

En México son representantes de la escuela historicista: Leopoldo Zea, Álvaro Matute Aguirre y Edmundo O’ Gorman.

Este último no quiso ver a la historia como una acumulación de datos, y desde sus primeros trabajos luchó contra la historiografía positivista, como él acostumbraba llamarle, esta postura le valió ser considerado como un revisionista de su época.

En tanto que Leopoldo Zea, en sus estudios sobre el Positivismo, consideraba que los hechos históricos no son ajenos a las ideas, porque la ideas necesariamente corresponden a la realidad. Sus obras El positivismo y la circunstancia mexicana, América en la historia, entre otras lo hicieron un autor clásico del historicismo.

En México, el historiador Álvaro Matute Aguirre (1943), ganador en marzo de 2009 del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2008, en Historia, Ciencias sociales y Filosofía, es la cabeza actual de la escuela positivista, en la cual destaca por sus aportes a la historiografía, conjuntamente con la teoría y la filosofía de la historia. Entre sus obras podemos señalar Pensamiento historiográfico mexicano del siglo xx y Aproximaciones a la historiografía de la Revolución Mexicana.

Este movimiento se originó en Europa a finales del siglo xix y logró su madurez en el siglo xx.

Escuela marxista

La mitad del siglo xix “a la par que se iban constituyendo las diversas escuelas historiográficas nacionales, fue también escenario de la aparición y difusión de la obra del alemán Karl Marx (1818-1883)” (Moradiellos, 1998: 39).

Y continúa diciendo Moradiellos: “El marxismo, como cuerpo de escritos elaborado por Marx, o en colaboración con su compatriota Friedrich Engels, es una filosofía materialista de implantación política y vocación revolucionaria” (Moradiellos, 1998: 39). Según Lenin, las tradiciones que dieron origen al pensamiento marxista fueron la filosofía clásica alemana, la economía clásica inglesa y el socialismo francés, unido a las doctrinas revolucionarias francesas en general.

La escuela marxista surge en el contexto de la revolución industrial europea, con todas sus consecuencias económicas, migración y desarraigo de masas campesinas, ampliación de la miseria urbana y el surgimiento de una nueva clase social: el proletariado.

Revisionismo: Tendencia a someter a revisión me-tódica doctrinas, inter-pretaciones o prácticas establecidas, con la pre-tensión de actualizarlas.

Figura 2.2 Álvaro Matute Aguirre.

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

Marx abordó la crítica de esas transformaciones pertrechado por su formación filosófica. Su análisis crítico fue profundizándose desde el plano intelectual y político hasta el ámbito de los fundamentos económicos y las consecuencias sociales de la implantación del nuevo orden burgués.

En su análisis crítico, Karl Marx terminó formulando una concepción materialista de la historia a la que después se conoció como materialismo histórico. Esta propuesta se encuentra en el prefacio a la obra Contribución a la crítica de la economía política, que fue publicado en 1859:

“El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forman la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia” (Marx, 1966: 517-518).

Esta concepción “crítica materialista y dialéctica de los hechos históricos se traducía en una herramienta para la acción revolucionaria, para la intervención consciente al lado de la clase explotada que resultaba de la existencia de la propiedad privada de los medios de producción, y de la división de la sociedad en grupos definidos por su relación con los medios” (Moradiellos, 1998: 41).

Cardoso –por su parte– dice que, “en 1859, Engels aborda la cuestión del método seguido por Marx en la Contribución a la crítica de la economía política. Muestra el carácter primordial de la concepción materialista y dialéctica de la historia y la economía política” (Cardoso, 1999: 363); antes de esta concepción predominaba el método metafísico.

Para Marx, las transformaciones que había originado la revolución industrial estaban generando una nueva clase social: el proletariado, cuyos integrantes se convertían en agentes potenciales de una revolución, que daría al traste con la organización capitalista y la dominación burguesa; con ello, desaparecería la propiedad privada y se pondría fin a la sociedad de clases y la explotación del hombre.

La influencia de Marx sobre la práctica de la profesión del historiador fue mínima durante la segunda mitad del siglo xix. Pero en las primeras décadas del siglo xx, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial y la revolución bolchevique de 1917, la manera en que impactó en el mundo intelectual contemporáneo es muy grande, y para ello vamos a remitirnos a Lucien Febvre, quien lo expresa con mucha precisión referente a la historia:

“Pues es evidente que en la actualidad un historiador, por poco cultivado que sea (…), está impregnado inevitablemente de la manera marxista de pensar, de confrontar los hechos y los ejemplos; y esto es así aunque no haya leído una línea de Marx, aunque se considere un ardiente

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�B2�‘antimarxista’ en todos los terrenos, salvo el científico. Muchas ideas que Marx expresó con suprema maestría han penetrado hace ya tiempo en el fondo común que constituye el caudal intelectual de nuestra generación)”. (Cardoso, 1999: 70).

Evidentemente que esta influencia fue más clara en el terreno de la historia económica y se practicó en los más diversos campos del conocimiento. Las discusiones que surgieron, fueron en torno de buscar otras alternativas, es decir, negar las teorías de Marx.

En esta lógica, aparecieron obras como la de Max Weber –sociólogo alemán– en los primeros años del siglo xx, o aquellas de la Escuela Histórica Alemana, con el objetivo de rebatir las explicaciones teóricas sobre los orígenes del capitalismo (Cardoso, 1999).

En México son connotados representantes de la escuela marxista Enrique Semo y Adolfo Gilly, entre otros.

Escuela de los Annales

El pensamiento histórico de Febvre y Bloch es un fenómeno surgido de las ideas del positivismo del siglo xix; es el paso del determinismo histórico al relativismo. A la necesidad de seguir unos modelos clásicos, hechos de geometría y razón, se opone al derecho a multiplicar los modelos y defender tanto cánones como individuos. Se prefiere lo típico a lo arquetípico, lo folclórico al gay saber, lo pintoresco a lo lineal. Es el derecho a lo relativo, a lo pasajero. Hay en el fondo una crisis del Positivismo.

Los historiadores franceses Lucien Febvre (1878-1956) y Marc Bloch (1886-1944), fundaron y editaron en 1929 la revista Annales de Historia Económica y Social –a partir de 1945 Annales. Economías, Sociedades, Civilizaciones–; en ella expresan una concepción metodológica de la disciplina histórica completamente diferente a la del Positivismo imperante en ese momento:

“El editorial del primer número proclama dos objetivos: 1) acabar con el monopolio de la especialidad, promover la pluridisciplinariedad y favorecer la unión de las ciencias humanas; b) pasar del estadio de los debates teóricos (los de La revista de síntesis histórica) al estadio de las realizaciones concretas, haciendo hincapié en las encuestas colectivas para la historia contemporánea” (Bourdé y Martin: 2004, 151).

La propuesta de estos historiadores se fundamentó “en la enorme ampliación de los campos de trabajo y en el uso de métodos de investigación tomados de otras disciplinas: el análisis sociológico y demográfico, el trabajo de campo geográfico y etnológico, la estadística, el estructuralismo lingüístico, la arqueología, el método comparativo, etc.” (Moradiellos: 1998, 46).

Esto lo demostraron en sus trabajos de investigación, como es el caso de Bloch con Los caracteres originarios de la historia original francesa (1931); en este trabajo analiza la evolución de las estructuras agrarias en el Occidente medieval y moderno desde el siglo xvi al xviii. Este trabajo tiene el mérito de demostrar cómo se hacen las investigaciones, y no se queda en el discurso teórico solamente.

Figura 2.3 Enrique Semo.

Figura 2.4 Adolfo Gilly.

Gay saber. Manera li-teraria de la lengua de occidente utilizada por los trovadores; estos tenían una buena forma-ción y estaban sujetos a formatos tan estrictos de métrica y versificación que no les permitían im-provisar. Los trovadores obligatoriamente habían estudiado lógica, gramá-tica, retórica, aritmética, geometría, música y as-tronomía.

Arquetipo. Modelo original y primario de un arte u otra cosa.

Pluridisciplinariedad. Es la unión no-intregativa de dos o más disciplinas cercanas y por lo general dentro de un campo de conocimientos, que conservan sus métodos y modelos.

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

Para este autor, al aspirante a historiador debería inculcársele el aprendizaje de la epigrafía, la paleontología, y la diplomática, una iniciación a la estadística, a la historia del arte y a las lenguas antiguas y modernas (Bourdé y Martin: 2004, 157). La historia como ciencia, necesita el apoyo de las demás ciencias ante la complejidad de los fenómenos que tienen diferente duración; algunos cambian lentamente pero otros no, aunque conviven en el mismo espacio. El historiador contemporáneo escoge divisiones no sólo geográficas, como lo ordena la historia tradicional, y esto último lo rechaza la escuela fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch.

Para los fundadores de la revista Annales de Historia Económica y Social, era necesario alejar a la historia de los obstáculos que evitaban el análisis integral de los hechos históricos. Efectivamente, se trataba de derribar las divisiones que el Positivismo había impuesto en las ciencias sociales y que separaban a la historia de la economía, la antropología y la sociología.

Por su parte, Lucien Febvre escribe El problema del descreimiento en el siglo xvi: la religión de Rabelais (1942). Este historiador criticó la concepción de la historia como simple registro de una serie de acontecimientos apoyados en documentos escritos.

No obstante el espíritu renovador que buscaba la revista, el trabajo de sus editores triunfó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando esta manera de entender la práctica de la historia se aceptó de manera generalizada en Francia; luego se extendió a otros países, entre ellos España y los que conforman América Latina.

Esta difusión generalizada se reafirmó a partir de 1956, al asumir la dirección de la revista Fernand Braudel.

El trabajo de Fernand Braudel El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (1949), es un estudio que plantea el modelo ecológico-demográfico o paradigma estructural geo-histórico, que caracteriza a la Escuela de los Annales; vuelve la espalda a la historia historizante. En este trabajo, Felipe II no es el protagonista número uno, hombre de estado, sino el mar, un espacio marítimo.

“Su libro estudiaba ese amplio espacio geográfico en el siglo XVI atendiendo a (… ) el tiempo de la <larga duración> que corresponde a las <estructuras> de la historia (<ciertos marcos geográficos, ciertas realidades biológicas, ciertos límites de productividad, y hasta determinadas coacciones espirituales>); por encima, el tiempo de la duración media que corresponde a la coyuntura, entendiendo por tal los procesos sociales, económicos y culturales que se revelan en ciclos: <una curva de precios, una progresión demográfica, el movimiento de salarios, las variaciones de la tasa de interés> etc.; finalmente, en <el tercer nivel>, el tiempo corto y breve del <individuo y el acontecimiento>, la historia <episódica> que básicamente era una historia política tradicional.” (Moradiellos: 1998, 47)

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�B2�Braudel, como vemos, se distinguió por la innovación que promovió en el campo de la historia, al introducir en la explicación de los hechos históricos las duraciones: larga duración, mediana y corta; la geohistoria, no es otra cosa que la relación del hombre con el medio que le rodea; luego la estructura social de los destinos colectivos y movimientos de conjunto, que subdivide en economías, imperios, civilizaciones, sociedades y formas de guerra; y finalmente los acontecimientos, la política y los hombres como la espuma de las olas que chocan contra la roca de las estructuras.

Se trata de un texto en el cual toma forma concreta la innovación metodológica; en él se fijan las reglas de cómo debería trabajar el joven historiador, de ahí que se establezcan tres tiempos o niveles, o tiempo geográfico, tiempo social y tiempo individual, distintos uno del otro.

Este proyecto de innovación metodológica, hizo posible que “los historiadores de Annales se volcaron a estudiar, con métodos innovadores, procesos de larga duración y media duración sobre marcos geográficos precisos y asuntos poco tradicionales y metapolíticos” (Moradiellos: 1998, 47).

Este hecho trajo consigo dos consecuencias: “los <analistas> acudieron a la estadística para penetrar en la <larga duración> y la < coyuntura> y así crearon la <historia serial>, definida por Pierre Chaunu como <una historia interesada> menos por los hechos individuales (…) que por los elementos que pueden ser integrados en una serie homogénea>. (…) Por otra parte, se redescubrió el temario de la historia cultural bajo la rúbrica de <historia de las mentalidades> y se abordó su estudio siempre con un aparato metodológico que tenía en la cuantificación estadística su medio y objetivo máximo.” (Moradiellos: 1998, 48).

En esta nueva concepción de la historia, los hechos no hablaban por sí mismos, que se entregaba espontáneamente al investigador. Para esta nueva corriente del pensamiento histórico, la historia no era una recopilación de datos –como se hacía antes –, sino la construcción científica del documento, puesto que a través del análisis se haría la reconstrucción y explicación del pasado.

Esta propuesta metodológica rompía con la forma de hacer historia en los inicios del siglo xx, la cual consistía en renunciar a la interpretación del dato, que en aquel momento se suponía que fuera de los textos; no había historia pensable.

Este enfoque menospreciaba el dato empírico obtenido de otras evidencias materiales; consideraba que la historia debía hacerse a partir del análisis de documentos escritos.

Es decir, la historia, hasta esos momentos, estaba dedicada solamente a la descripción de los grandes personajes como Alejandro Magno, Napoleón Bonaparte, Hidalgo, Juárez, etcétera.

La propuesta de los Annales amplió el concepto del documento histórico y, en consecuencia, sustituyó a la historia positivista de Leopold Von Ranke (1795-1896), cuya influencia sobre el desarrollo de las ciencias históricas, en Alemania y fuera de ella, es bien conocida. Es recordado por sus afirmaciones teóricas

Figura 2.5 Fernand Braudel.

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

y metodológicas que consisten en haber sostenido que el esfuerzo metódico de investigación archivística permitiría establecer los hechos y proceder a reconstruir una imagen real y verdadera –objetiva–, del pasado tal y como realmente sucedió.

En lo sucesivo la historia partiría de toda clase de documentos, es decir, escritos de toda clase, documentos con dibujos, restos arqueológicos, la curva de precios, fotografías, y apoyados con múltiples referentes provenientes de la estadística, la geografía, etcétera.

Esta escuela validó los datos que ofrecían los restos de la cultura material, que dejaron a su paso estudios sobre su legado histórico.

La concepción de esta escuela hizo ver la importancia de generar más enfoques integrales de la ciencia; a juicio de esta interpretación, la historia debía ser como una enciclopedia en donde todo cupiera.

La Escuela de los Annales, como podemos observar, rechazó el protagonismo de la historia política y fomentó una historia que considerara todos los documentos heredados por las sociedades, al mismo tiempo que defendía la importancia de la interdisciplina.

Realiza las siguientes actividades.

Completa el siguiente cuadro comparativo.1.

Escuela Autores Aportaciones

Positivista

Histo

Marxista

Annales

Actividad

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�B2�Evaluación formativa

Realiza la siguiente lectura.

San José de los Molinos, VeracruzAbel Juárez Martínez

Preámbulo

Como un intento por ampliar las investigaciones sobre la población campesina mexicana y con el objeto de ubicar, con mayor precisión, el papel del peón acasillado y/o calpanero, mediero, aparcero y ejidatario en el México de la posrevolución, hemos delimitado el ámbito geográfico del presente estudio a una amplia zona que designaremos valle de Perote, ubicada en las últimas estribaciones de Veracruz y las primeras llanuras de lo que hoy conocemos como estado de Puebla. El periodo abordado comprende desde la descomposición de la gran propiedad hasta los primeros años de la vida posrevolucionaria, es decir, la década de 1920.

Durante los treinta años posteriores a la consumación de la independencia política, la actividad agrícola de nuestro país estaba orientada al autoconsumo y organizada por regiones. Ésta estructura se romperá bruscamente con el advenimiento de las leyes de Reforma y la consecuente desamortización de los bienes eclesiásticos y de las comunidades indias; el impacto a estas últimas provocará la desarticulación de su unidad de producción comunal para dar paso a la pequeña propiedad privada. Dicha legislación coadyuva a la liberación de un considerable número de mano de obra, y a la preparación para que ésta constituya posteriormente el ejército de trabajadores agrícolas de las grandes haciendas porfiristas.

La mano indígena y mestiza, una vez insertada en estas estructuras socioeconómicas, quedó subordinada durante lustros a los intereses del hacendado y de los dueños de plantaciones, quienes buscaron, ante todo, impulsar la agricultura comercial de exportación. En contraposición, la producción de consumo básico al interior del régimen de propiedad señorial cumplió el rol de alimentar a la fuerza de trabajo de los emergentes centros urbanos, industriales y agroindustriales, en los cuales no se generaba este tipo de cultivo. Este proceso provocó un notorio desequilibrio entre la producción para la exportación y la de consumo básico, reduciendo al mínimo el cultivo de la gramínea. Un escritor de Tucumán, Argentina, resume apropiadamente la confrontación entre los intereses capitalistas y de los campesinos: el campesina protesta “el maíz ya no rinde”. El terrateniente refuta “tal no hay, mentira del flojo. La tierra es dura, cosa del hombre romperla, hecha semilla, hacer que crezca. Cosechar hasta pueden las mujeres. Se pierde una vez, otra se gana.; es la Ley”.1

El emprender una discusión acerca de la forma y que penetra el capitalismo en nuestro país con un enfoque regional resulta significativo, en virtud de que enriquece sustantivamente los estudios sobre historia general del país que hasta la fecha se conocen. Además, nos permite entrar en puntos de contacto con las similitudes y con las diferencias en las regiones que integran las formaciones sociales de Latinoamérica.

Desde ésta respectiva, la región constituye un punto de partida en torno al cual se delimita el universo de nuestras investigaciones. No se trata de ver a las regiones con características exclusivistas o como pequeños ghettos de historia social u ombligos del mundo, si no como espacios sociodemográficos que nos brindan la oportunidad de establecer puntos de contacto y referencia, pues a pesar de que cada hecho mantiene su especificidad histórica no por ello carece de similitudes comunes con otras realidades.

1 Adolfo Columbres (1979). Viejo camino del maíz. México, Diana. p. 57.

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

Evaluación formativaEn el presente estudio, desentrañaremos las formas políticas y sociales bajo las cuales se fueron conformando las clases obrera y campesina. Pues asumimos que es a través de su análisis y de la comprensión de su prácticas cotidianas de vida y trabajo, desde donde se desarrollan hombres y mujeres conforme viven sus relaciones productivas afines y experimentan situaciones determinadas dentro del conjunto de relaciones sociales con su cultura y expectativas heredadas, y cómo reflejan dichas experiencias en su entorno cultural.

Asimismo, se pretende rescatar la historia regional de los trabajadores y peones acasillados de la hacienda San José de Los Molinos durante la época administrada por el general Porfirio Díaz, la cual se alimenta de los resabios de la estructura colonial y se posiciona bajo el impulso de una concepción liberal modernizadora que busca, entre otras cosas, instaurar lo más novedoso en materia tecnológica como el uso de la electricidad, el teléfono y el ferrocarril, con el fin de alcanzar la industrialización general de México. En este panorama, a los trabajadores se les concibe como elementos propulsores del progreso, pero sujetos a una disciplina de trabajo con normatividad estricta que a todas luces favorece los proyectos de los dueños del capital.

Una afirmación inicial pretende alertar al lector sobre las vicisitudes y las coyunturas sociales de la hacienda de San José de Los Molinos. Su área cultivable se hallaba enclavada en las estribaciones de la meseta peroteña, la cual a pesar de estar unida al estado de Veracruz física y jurisdiccionalmente, desde el punto de vista geográfico económico y social perteneció a la región Puebla-Tlaxcala. El propietario de Los Molinos, Juan Mier y Rubín, se encontraba estrechamente ligado a la burguesía poblana de los Díaz Rubín y Rubín Celis, poderoso clan de empresarios cuyos intereses económicos se extendieron a diferentes ramas de la producción, que iban desde la inversión en el comercio, la banca, los ferrocarriles y la construcción, hasta las grandes haciendas graneras y pulqueras establecidas en el centro neurálgico del Valle de México.

En éstas, además de explotar los recursos procedentes exclusivamente del campo, combinaron elementos industriales representados por las grandes fábricas de hilados y tejidos, que se movían bajo la transferencia del capital proveniente de la agricultura, así como de la fuerza de los trabajadores rurales que dejaron el azadón y el machete, para insertarse en nuevas relaciones de producción en los diferentes departamentos bajo los cuales operaba la infraestructura industrial de la Factoría de Los Molinos.

Juárez Martínez, Abel (2005). San José de los Molinos, Veracruz. Xalapa, sec-dgbyet.

Ahora contesta las siguientes preguntas.

1. ¿Cuál es el objeto de estudio del texto anterior?

2. Si recuperamos los conceptos de la Escuela de los Annales, ¿qué tiempo y espacio abarca la investigación anterior?

3. ¿Qué estructura se analiza?

4. ¿En qué coyuntura se revelan los acontecimientos?

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�B2�5. Evalúa tu desempeño con la ayuda de la siguiente escala.

Emplea los siguientes valores para los rangos:

Muy Bien 4, Bien 3, Suficiente 2, Deficiente 1.

Sí No Rangos Observaciones

Identifica un objeto de estudio del documento.

Identifica el tiempo y el espacio en el docu-mento.

Presenta con claridad la estructura del hecho histórico.

Presenta con claridad la coyuntura del he-cho histórico.

Describe si ha cambiado su percepción del tema antes de la actividad.

Total

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� Identifica las escuelas de interpretación histórica

Álvarez de la Peza y Gloria Raquel Escalante Fuentes (2010). Historia de México I (Aprender-Hacer-Ser con la historia). México, Esfinge.

Hobsbawm, E. J. (1977). “La contribución de Karl Marx a la historiografía” en Ideología y ciencias sociales. México, Grijalbo.

Cardoso, Ciro F.S. y Héctor Pérez Brignoli (1999). Los métodos de la historia. Introducción a los problemas, métodos y técnicas de la historia demográfica, económica y social. Barcelona, Crítica.

Marx, C. (1976). “Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política” en Obras escogidas. T. I. Moscú, Progreso.

Moradiellos, Enrique (1998). El oficio de historiador. Madrid, Siglo xxi de España.

Zea, Leopoldo (1985). El positivismo y la circunstancia mexicana. México, Lecturas Mexicanas, sep/fce.