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Elaborado por: Andrés David Guevara Ramírez BICENTeNARIO DE COLOMBIA 1810 – 2010

Bicentenario de colombia

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Page 1: Bicentenario de colombia

Elaborado por: Andrés David Guevara

Ramírez

BICENTeNARIO DE COLOMBIA1810 – 2010

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La historia de Colombia está sostenida por la palabra, sustentada en una narración. Desde la conquista española, todo pareció depender de la verdad escritural más que de la realidad pragmática. Lo podemos comprobar en la fundación de Bogotá en 1538. Al altiplano cundiboyacense habían llegado por rutas distintas tres conquistadores en busca de El Dorado: Gonzalo Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar y el alemán Nicolás de Federmann. Erigieron doce chozas en medio del caserío de la tribu de los muiscas, pero no como edificaciones concretas sino como símbolos de las doce tribus de Israel, es decir, como ficciones judeocristianas. Para saber quién ganaba el título de fundador, los tres conquistadores debieron regresar a España y definir el litigio en las cortes de Valladolid. Ganó Jiménez de Quesada por sus habilidades retóricas, por ganarse la simpatía de Carlos V al redactar El Antijovio (¿1540?), un tratado político en contra del obispo italiano Paulo Jovio, en cuyo libro, Historias de su tiempo, el italiano criticaba al emperador con fastidio por la influencia que empezó a tener España sobre los destinos políticos de Italia. Jiménez de Quesada contó con el poder de Adán para bautizar el noroeste de Suramérica con el nombre de su provincia natal: Nueva Granada.

BICENTENARIO DE COLOMBIA

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Más tarde, cuando en 1810 los ejércitos neogranadinos y venezolanos comenzaron a derramarse por media Suramérica a fin de expulsar el Imperio español, el general Francisco de Miranda acudió al nombre de Cristóbal Colón para rebautizar al virreinato: tierra de Colón, vale decir, Colombia. Miranda pretendió integrar a Venezuela y Ecuador, pero ambos países sólo conservaron el tricolor amarillo, azul y rojo de la bandera. La Independencia de Colombia también había estado antecedida en el uso de la imprenta. Al decretar el virrey Flórez en 1780 el primer taller tipográfico de Bogotá, al mando del impresor Antonio Espinosa de los Monteros, nunca imaginó que veinte años después esta máquina precipitaría el fin del imperio español en Nueva Granada. El letrado Antonio Nariño (1760–1823), animador también de una tertulia que era secretamente la primera logia masónica del virreinato, publicó allí una hoja que le habían mandado de Francia en el tomo de la Historie de l’Assemblée Constituante de Montjoie, nada menos que los Derechos del Hombre (Déclaration des droits de l’Homme). La distribuyó un mediodía de 1794 en las calles bogotanas. El castigo no se hizo esperar: confiscaron su biblioteca y lo desterraron a las mazmorras de Cádiz, donde se encontró con otros inconformes y revolucionarios de América y de la misma España. Todos querían librarse de un pasado mutuo, el de la Contrarreforma y la Inquisición, que los alejaba del resto del mundo.

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Por eso la guerra de Independencia se trató más bien de una guerra civil. Sin grandes poblaciones indígenas ni ciudades prehispánicas, casi todo en Nueva Granada y en la capitanía de Venezuela se había hecho a punta de conquistas y migraciones. La diferencia entre españoles y neogranadinos era imprecisa. Sólo que las guerras (lo saben los bíblicos) suelen provocarse más entre pueblos iguales o hermanos que entre pueblos heterogéneos o disímiles. Tanto el pueblo español como el pueblo hispanoamericano pusieron su grito en el cielo cuando Napoleón tomó la corona de España con el auspicio de los propios reyes y de ciertos ilustrados afrancesados. En ningún otro momento, como en 1810, las colonias fueron tan fieles al pueblo español: todas estallaron en revueltas y protestas contra un gobierno ilegítimo e invasor. Pero divisiones políticas internas abrieron un abismo tan hondo que, sin ser necesario que España mandara sus ejércitos de reconquista, ya los criollos neogranadinos se habían enredado en disputas interminables. No sabían si querían la Autonomía o Independencia. Y esta inseguridad en los términos ocasionó a que desde 1810 se batieran tres grupos en Bogotá que en ningún momento estuvieron de acuerdo. 1) El de los realistas inamovibles todavía fieles a Fernando VII; 2) el de los juristas encabezados por Camilo Torres que, estando de acuerdo con la autonomía, deseaban que esta se realizara de manera prudente y que antes hubiera también autonomía para las provincias del virreinato. Y 3) el de los revolucionarios, que irrumpieron con Nariño en el Cabildo de Bogotá para exigir romper de raíz con el pasado y crear el nuevo orden fuerte y centralista.

Nunca se pusieron de acuerdo. Ni siquiera cuando Bolívar había sellado la Independencia con la batalla de Boyacá en 1819. Seguían, esta vez, en disputas sofistas sobre qué tipo de gobierno se ajustaba mejor, si el federalismo o el centralismo, si una democracia representativa o constitucional. En adelante, los campos de batalla pasaron también a las columnas de los periódicos. Aterrado por el poder de estos ciudadanos pasivos dedicados a la prensa, Bolívar le confesó al general Santander que ellos arruinarían su empresa independentista.

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“Esos señores piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos, sin saber que en Colombia el pueblo está en el ejército, porque realmente está y porque ha conquistado este pueblo de mano de los tiranos; porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra y el pueblo que puede; todo lo demás es gente que vegeta con más o menos malignidad, o con más o menos patriotismo, pero todos sin ningún derecho a ser otra cosa que ciudadanos pasivos. Esta política, que ciertamente no es la de Rousseau, al fin será necesario desenvolverla para que no nos vuelvan a perder esos señores. Piensan esos caballeros que Colombia está cubierta de lanudos, arropados en las chimeneas de Bogotá, Tunja y Pamplona. No han echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco, sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de Maracaibo, sobre los bogas del Magdalena, sobre los bandidos del Patía, sobre los indómitos pastusos, sobre los guajibos de Casanare y sobre todas las hordas salvajes de África y América que, como gamos, recorren las soledades de Colombia. ¿No le parece a usted, mi querido Santander, que esos legisladores, más ignorantes que malos, y más presuntuosos que ambiciosos, nos van a conducir a la anarquía, y después a la tiranía, y siempre a la ruina? Yo lo creo así y estoy cierto de ello. De suerte que si no son los que completan nuestro exterminio, serán los suaves filósofos de la legitimada Colombia”. [“Carta de Bolívar a Santander, del 13 de junio de 1821”, en Cartas de Bolívar, 1799 a 1822, París-Buenos Aires, Editorial Louis-Michaud, 1911].

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El Florero de Llorente es uno de los

sucesos de la Historia de Colombia. Este

motín, también es conocido como el Grito

o La reyerta del 20 de julio ocurrido en

ese día de 1810. El nombre de este

incidente se debe en realidad a la

denegación de un préstamo de un

florero, de parte del comerciante español

José González Llorente al señor

Luis de Rubio, aprovechada por los

hermanos Francisco y Antonio Morales.

FLORERO DE LLORENTE

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En la mañana del 20 de julio, Joaquín Camacho se dirigió a la residencia del virrey Antonio José Amar y Borbón, para solicitar respuesta acerca de una solicitud de la instauración de una junta de gobierno en Santa Fe, mas, la negativa del propio virrey a su arrogancia, hizo que se procediera a formar la reyerta con la excusa del préstamo de un florero.

Pantaleón Santamaría, se dirigió de visita al negocio de José González Llorente para pedir prestado el mencionado objeto, con el fin de ser usado para la cena de visita para el comisario real Antonio Villavicencio, pero de una vez se dio la negativa del préstamo en la actitud altanera del propio Llorente. Los criollos en vista de esto, y tal como lo tenían planificado desde el día anterior, tomaron el florero y lo rompieron para provocar a Llorente y de esta manera caldear los ánimos del pueblo en contra de los españoles. Los criollos sabían que Llorente, al ser un comerciante, daría la negativa de prestar el florero, primero porque un comerciante únicamente vende sus artículos, y segundo porque él no prestaría ningún objeto a los criollos para atender a otro criollo (A. Villavicencio), de esta manera el Florero fue la excusa para crear la Reyerta.

LA REYERTA

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Posteriormente, un grupo de criollos, entre los que se encontraba

Francisco José de Caldas, realizaron una reverencia de sumisión al español, que fue

recibido de forma acogida por Llorente.

Al instante, Antonio de Morales le increpó a Caldas por la forma que trataba

Llorente a los criollos con improperios, lo que provocó la respuesta turbulenta del

pueblo, atacando a Llorente. El alcalde de Santa Fe, José Miguel Pey, intentó calmar

al pueblo sacando a Llorente, mientras José María Carbonell alentaba a los

habitantes para que se unieran a la protesta.

Al final de la tarde las cosas se tranquilizaron, y se procedió a designar a los

miembros de la Junta, a instancias de José Acevedo y Gómez (por lo que la historia

lo llamaría después como El tribuno del Pueblo), pero la designación del virrey

como presidente de la Junta, provocó la animadiversión del pueblo.

Por último, se intentó aplastar la manifestación popular a través del comandante

español Juan de Sámano, por lo que el propio Acevedo y Gómez advirtió al pueblo de

declarar reo de lesa majestad, a cualquiera que se opusiera a la Junta recién

constituida. Posteriormente se realizó la convocatoria de un cabildo abierto, para

luego arrestar a los oidores y al virrey, que se haría efectiva para el día 21 y para el

26 de julio se procedió a declarar libre a la Junta del Consejo de Regencia.

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Pese a la fidelidad al rey, demostrada en sus nobles intenciones y demandando de este, que reinase en la Nueva Granada o por medio de un representante elegido por voto libre, las cosas comenzaron de otra forma: la independencia de Cartagena de Indias (11 de noviembre de 1811) puso de manifiesto la falta de una forma de gobierno claro en el territorio granadino, degenerándose en la guerra entre centralistas y federalistas. Este período es conocido con el nombre de Patria Boba. El conflicto no solo dejó al país dividido en ambos bandos que fortalecían sus intereses sino que dejó abierta una amenaza externa que culminaría así en la posterior reconquista española de

1816

COMIENZO DE LA PATRIA BOBA

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La Batalla de Boyacá fue la batalla decisiva que garantizaría

el éxito de la Campaña Libertadora de Nueva Granada y una

de las batallas más importantes de la guerra de independencia

de América del Sur.

La "Batalla de Boyacá" fue la culminación de 77 días de la

campaña iniciada por Simón Bolívar para liberar el

Virreinato de Nueva Granada. Tras el aplazamiento de la

guerra en Venezuela por la época de lluvias Bolívar salió de

Angostura, entonces capital de la República de Venezuela,

hacia los llanos de Apure y después a los de Casanare

sumando a sus dos divisiones la del general Santander y

después invadió el territorio de la antigua provincia de Tunja.

Barreiro tras ser vencido en Pantano de Vargas intentaba

llegar a Bogotá y unir fuerzas con el virrey Juan de Sámano

por la vía de Boyacá.

LA BATALLA DEL PUENTE DE BOYACA

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La Batalla tuvo lugar el sábado 7 de agosto de 1819. A las diez de la mañana

Bolívar dio la orden de impedir el paso de los realistas por el puente del río

Teatinos, sitio de encuentro del camino de Samacá (utilizado por los realistas) y el

camino real. A las dos de la tarde los republicanos, liderados por el capitán

Diego Ibarra, descienden y sorprenden a la vanguardia realista. En tanto el

general Santander se enfrentaba con sus tropas a la retaguardia realista. Bien

pronto se unió el grueso de las tropas realistas de Barreiro para enfrentarse a la

retaguardia del general José Antonio Anzoátegui.

Hacia las tres de la tarde los combates entre las dos fuerzas militares estaban en

todo su apogeo, pero los realistas tenían la desventaja de estar divididos en dos

frentes. El coronel Juan José Rondón hizo un fuerte contraataque con los lanceros

llaneros y consiguió que los realistas retrocedieran en desorden. Mientras, la

tropa del Casanare al mando de José María Ruiz pudo ubicarse a las espaldas de la

vanguardia realista, el general Santander lanzó sobre el puente a los batallones

Cazadores y Primeros de Línea al mando de los coroneles Joaquín París Ricaurte y

Antonio Obando. A estas alturas la batalla estaba completamente a favor de los

independentistas y, aunque Barreiro trató de recuperarse, no le quedó otro camino

que rendirse, dando por terminado el histórico momento a las 4 de la tarde.

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Posterior a esto, se firma un acta donde se declara la independencia

absoluta de Colombia y se libera del yugo español

El virrey Juan de Sámano fue informado en Bogotá por un mensajero

secreto de la derrota realista y pudo escapar a tiempo.

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La Batalla del pantano de Vargas fue un

enfrentamiento armado que se presentó en cercanías al

municipio de Paipa el 25 de julio de 1819, entre las

tropas patriotas y las tropas realistas en la

campaña libertadora por la independencia de Colombia.

En ella, el ejército venezolano-granadino al mando de

Simón Bolívar pretendía cerrar el paso a las fuerzas de

apoyo de José María Barreiro que se dirigían a la ciudad

de Bogotá. Esta batalla resultó difícil para los hombres

al mando de Bolívar, que estuvieron cerca de la derrota

ya que el ejército se encontraba agotado y

desorganizado tras el difícil ascenso al páramo de Pisba.

Sin embargo, el ataque por el flanco del destacamento

de la legión británica al mando del coronel James Rooke

, y una oportuna carga de caballería de los lanceros del

coronel Juan José Rondón, recién llegados al campo de

batalla, revirtieron la situación. Rooke, sin embargo,

resultó gravemente herido en el ataque y fallecería

algunos días después. Posterior a este ataque, las tropas

realistas huyeron a los Molinos de Bonza.

Gracias a esta maniobra militar, el ejército libertador

llegó a Tunja el día 4 de agosto de 1819.

BATALLA DEL PANTANO DE VARGAS

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El 25 de julio de 1819 , el Ejército Libertador contaba ya con 2600 hombres. Bolívar decide

entonces guiar a las tropas por el camino del Salitre de Paipa, para realizar un ataque por

la retaguardia enemiga. Cuando las tropas avanzaban por el este del Pantano de Vargas, los

realistas llegaron a cerrarles el paso. Las tropas patriotas se situaron frente a las

españolas; éstas últimas, sin embargo, tenían ventaja de terreno, que inclinaría la batalla a

su favor.

A las 11 de la mañana inició el combate. El general Bolívar indicó a las tropas de caballería

que debían quedarse en la retaguardia, reservadas para más adelante. Luego, empezó a

enviar al resto del ejército en olas sucesivas, intentando ganar terreno. La idea del

Libertador consistía en incitar a Barreiro a enviar sus reservas a la batalla con cada

retroceso de sus tropas. Luego de dos horas de combate, las tropas realistas obligaron a la

izquierda patriota, que estaban bajo el mando de Santander y que cargaba con bayonetas

continuamente, a retroceder, pero Bolívar ordenó una contraofensiva que recuperó el

terreno. Un soldado enemigo disparó hacia la nuca del general Santander; el coronel París,

quitándole la guerrera, verificó que el proyectil no penetró la piel. Barreiro envió entonces

el resto del ejército español para repeler a los patriotas, es precisamente en ese momento

cuando el General Barreiro grita " Ya ni Dios me quita la victoria", los patriotas

retrocedieron totalmente desorientados, con lo que la victoria española se vio

prácticamente asegurada. En ese momento el jefe patriota envió al combate a la legión

británica, bajo el mando de James Rooke, que cargó contra los enemigos. Este movimiento

detuvo el avance de las tropas españolas, que sin embargo continuaron la lucha

ferozmente.

Page 15: Bicentenario de colombia

A las seis de la tarde, cuando la derrota patriota era inminente, Bolívar decidió

enviar a las últimas reservas de su ejército, conformada por lanceros llaneros a

cargo del Coronel Juan José Rondón. Fue entonces cuando Bolívar gritó la

histórica frase Coronel, ¡Salve usted la patria!, a lo que el coronel contestó Es

que Rondón no ha peleado todavía. Cargó entonces el lancero contra las filas

enemigas, seguido inicialmente por 14 llaneros más, a los que luego se unirían

los demás jinetes que no habían luchado aún. Los españoles, completamente

desordenados en ese momento, no pudieron resistir la carga de los lanceros. El

ala izquierda avanzó, el ala derecha hizo lo mismo, y al tiempo de la caballería,

Barreiro entonces replegó las tropas que le quedaban hacia Paipa y Molinos de

Bonza, mientras el ejército de Bolívar regresaba victorioso a Corrales de Bonza

al día siguiente. El comandante Rooke fue herido de gravedad en el combate, y

moriría pocos días después.

De esa forma se dio por terminada la batalla de Pantano de Vargas, que culminó

con la victoria patriota, y que dejó como resultado 350 bajas en el ejercito

patriota, y 500 en el realista. Esta victoria sumado al brillante movimiento

estratégico del Libertador Simón Bolívar, denominado la Contramarcha de Paipa

darían la base que definiría el combate que ocurriría 12 días después, el 7 de

agosto de 1819, en la batalla del puente de Boyacá,.

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A las seis de la tarde, cuando la derrota patriota era inminente, Bolívar

decidió enviar a las últimas reservas de su ejército, conformada por lanceros

llaneros a cargo del Coronel Juan José Rondón. Fue entonces cuando Bolívar

gritó la histórica frase Coronel, ¡Salve usted la patria!, a lo que el coronel

contestó Es que Rondón no ha peleado todavía. Cargó entonces el lancero

contra las filas enemigas, seguido inicialmente por 14 llaneros más, a los

que luego se unirían los demás jinetes que no habían luchado aún. Los

españoles, completamente desordenados en ese momento, no pudieron

resistir la carga de los lanceros. El ala izquierda avanzó, el ala derecha hizo

lo mismo, y al tiempo de la caballería, Barreiro entonces replegó las tropas

que le quedaban hacia Paipa y Molinos de Bonza, mientras el ejército de

Bolívar regresaba victorioso a Corrales de Bonza al día siguiente. El

comandante Rooke fue herido de gravedad en el combate, y moriría pocos

días después.

De esa forma se dio por terminada la batalla de Pantano de Vargas, que

culminó con la victoria patriota, y que dejó como resultado 350 bajas en el

ejercito patriota, y 500 en el realista. Esta victoria sumado al brillante

movimiento estratégico del Libertador Simón Bolívar, denominado la

Contramarcha de Paipa darían la base que definiría el combate que ocurriría

12 días después, el 7 de agosto de 1819, en la batalla del puente de Boyacá,.

MONUMENTO DEL PANTANO DE VARGAS

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ESTO FUE LO QUE SE

VIO EL 20 DE JULIO

EN COLOMBIA

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GRACIAS

POR TODO