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Atc y el sueño
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Análisis
El sueño y elcontrol aéreo
nvestigadores de la prestigio-
sa universidad norteamerica-
na de Stanford llevaron a ca-
bo recientemente un
interesante estudio etológico, cuya conclu-
sión final podría resumirse en esta escueta
frase: “La falta de sueño provoca efectos
similares sobre la capacidad de reacción que
el consumo de alcohol”.
Para realizar el estudio, se selecciona-
ron dos grupos de individuos: el primero
de ellos estaba compuesto por 113 perso-
nas diagnosticadas con apnea nocturna (in-
terrupciones involuntarias de la respiración
durante el sueño que provocan que el des-
canso sea menor) ligera o moderada, mien-
tras que el segundo grupo estaba integra-
do por ochenta individuos aparentemente
sanos y que habían descansado bien duran-
te las tres últimas noches.
Los investigadores plantearon a ambos
grupos una batería de ejercicios para deter-
minar su capacidad de reacción frente a una
serie de estímulos externos, y los resultados
finales determinaron que la capacidad de
reacción del segundo grupo era más eficien-
te. El experimento continuaba suministran-
do a los individuos sanos una bebida alco-
hólica basada en zumo de naranja y vodka
–el famoso screwdriver–, hasta que alcanza-
sen un nivel de alcohol en sangre en torno
a los 0,57 mmg. Los tiempos de reacción
eran, desde luego, superiores a los medidos
en el experimento inmediatamente ante-
rior -individuos sanos y sin haber bebido-.
Pero lo sorprendente fue que, ante idénti-
cos estímulos, los pacientes que sufrían ap-
nea respondían, sin haber bebido ni una go-
ta de alcohol, con más demora que aquellos
individuos sanos pero con una copita de más.
Dado el número de casos tratados y la
contrastada fiabilidad de la investigación
del “Sleep Disorders Clinic and Research
Center” de la Universidad de Stanford, de-
beríamos plantearnos la necesidad de em-
pezar a considerar la falta de sueño como
un riesgo latente y no sólo como un mal
inocuo.
I
24
Texto: Ángel Gutiérrez PrietoAsturias TWR
Después de repetitivas campañas publicitarias de concienciación, muy pocos sonlos conductores que osan conducir bajos los efectos del alcohol o las drogas. Sinembargo, ¿cuántos de ellos no dudarían en ponerse al volante después de unamaratoniana jornada de trabajo nocturno, sin haber pegado ojo? Probablemente,y ante le falta de sueñímetros, la mayoría. Esta misma reflexión podríamos apli-carla a nuestro ámbito profesional. El agotamiento, inducido por la falta desueño y descanso, es un riesgo potencial notablemente minusvalorado, que mer-ma nuestra competencia profesional.
La amenaza de Morfeo
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ATC magazine / Primavera 2005 25
¿Qué es el sueño?El sueño es un estado de semiincons-
ciencia, dinámico (el organismo no está, ni
mucho menos, inactivo), normalmente pla-
centero e imprescindible para la actividad
cotidiana del ser humano.
Según el Dr. León, neurofisiólogo del
Hospital Ramón y Cajal de Madrid, “El sue-
ño se divide en fase REM (Rapid Eye
Movement) y no-REM. El segundo puede
ser, a su vez, superficial o profundo, y es du-
rante este último cuando se descansa real-
mente“.
Un sueño ideal estaría constituido por
las siguientes fases: relajación, sueño super-
ficial, sueño profundo y sueño REM. A con-
tinuación, se alternan fases de setenta mi-
nutos de sueño profundo, con otras de
veinte minutos de sueño REM, hasta que
se produce el despertar, bien por elemen-
tos externos a la persona o bien de forma
natural. Se puede decir que en la fase de
sueño profundo se produce el descanso fí-
sico, mientras que en las fases REM es nues-
tra mente la que reposa.
¿Qué es la falta se sueño?La respuesta no es tan obvia. Por fal-
ta de sueño entendemos, de forma gene-
ralizada, una situación que nos produce
limitaciones físicas y psíquicas. Los exper-
tos lo cuantifican en no haber dormido al
menos seis horas en un periodo de veinti-
cuatro, pero si aún habiendo cumplido es-
te parámetro, la calidad del sueño no ha
sido buena, nos encontraremos en la mis-
ma situación.
Las consecuencias físicas son conocidas
por todos: limitación de la movilidad, im-
precisión en los movimientos, dificultad en
la visión, dolores leves en articulaciones, do-
lores de cabeza, atonía muscular generali-
zada, capacidad de esfuerzo limitada… Pero
también existen otras taras psíquicas, como
la falta de concentración, apatía anímica,
ralentización de la toma de decisiones, di-
ficultad para recordar, mala evaluación de
situaciones de peligro, irascibilidad, menor
capacidad de aprendizaje, disminución de
la capacidad verbal, tanto de comprensión
como de expresión, y un largo etcétera.
El cansancio en sí es producido por la
disminución del metabolismo cerebral. El
sueño sirve al cerebro para asimilar nutrien-
tes durante periodos de escasa actividad
mental, elementos que son utilizados pos-
teriormente durante el día, cuando nues-
tro organismo necesita más recursos para
desarrollar la actividad cotidiana.
Según una encuesta del CIS (Centro de
Investigaciones Sociológicas),el 45 por cien-
to de los españoles necesita dormir entre
ocho y nueve horas, el 39,6 por ciento en-
tre seis y siete, y sólo el ocho por ciento
de la población necesita menos de seis ho-
ras. Un treinta por ciento de los españoles
no duerme bien. Si extrapolamos este por-
centaje a nuestro colectivo, con el añadido
del trabajo a turnos, nos encontramos con
una situación que nos afecta de forma pre-
ocupante.
Esta carencia de sueño puede conver-
tirse en insomnio crónico si se repite más
de tres o cuatro veces a la semana durante
varios meses consecutivos. Entonces reque-
riría tratamiento médico riguroso, muchas
veces incluyendo medicamentos, como re-
lajantes musculares y tranquilizantes. Antes
de llegar a esta situación, las medidas a to-
mar son sencillas, pero los médicos asegu-
ran que ésta es una de las situaciones en las
1 2 3 4 5 6 7
Vigilia
Sueño REM
Sueño profundo
Sueño ligero
Fases REM
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artí
Análisis
que los afectados hacen menos caso de las
recomendaciones de los expertos.
Los daños producidos, al margen del
efecto inmediato del día después, son gra-
duales. Poco a poco, la situación de cansan-
cio termina por asumirse como normal, pro-
vocando envejecimiento prematuro y otras
múltiples consecuencias. Es una situación
que se va degenerando poco a poco, has-
ta que un día termina estallando.
A largo plazo, según el Dr. García
Borreguero, de la Fundación Jiménez Díaz,
se producen otros trastornos que “se divi-
den, fundamentalmente, en ansiedades y
depresiones. Sabemos que todas estas en-
fermedades están asociadas al insomnio,
pero no sabemos por qué.”
Transponiendo estas conductas a nues-
tro ámbito profesional, las posibles conse-
cuencias son muy numerosas:
• Accidentes de circulación en el tránsito
hacia/desde la dependencia, por exceso
de prisa o por quedarnos dormidos al
volante.
• Demora en los relevos, asumiéndose de
forma precipitada el control de nuestro
área de responsabilidad asignada.
• En torres con un solo controlador y sin
horario 24 horas, la demora puede tener
consecuencias aún más serias, como la im-
posibilidad de la apertura del servicio y el
consiguiente perjuicio para aeronaves y
pasajeros. En estas dependencias, el ries-
go asumido es aún mayor, pues no existe
un compañero que pueda supervisar
nuestra labor y advertirnos de los errores
cometidos.
•En situaciones de cansancio extremo, la
falta de capacidad puede dar lugar al
relevo del controlador y a la modifica-
ción del turno previsto, aunque el prin-
cipal problema sería en todo caso reco-
nocer las limitaciones que el cansancio
nos impone.
• Errores en tareas mecánicas y cotidianas:
gestión de la bahía de fichas, tratamien-
to del plan de vuelo, aumento en las co-
ordinaciones con nuestros colaterales,
manejo inadecuado de las funciones del
radar, etc.
• Merma en la capacidad visual.
• Falta de reflejos, lentitud en la toma de
decisiones y acumulación progresiva de
instrucciones.
• Emisión de comunicaciones ininteligibles,
repetición de las mismas y, por tanto, pér-
didas de tiempo.
• Fraseología pobre y mal estructurada,
errores en la identificación de aeronaves
y confusión de los indicativos
• Bajada del umbral de riesgo e inadecua-
da evaluación de situaciones de conflicto.
• Mal humor, discusiones con los compa-
ñeros, disputas con pilotos y colaterales.
En definitiva, deterioro del trabajo en
equipo.
• Tendencia a la indolencia, motivada por
la necesidad de descansar.
¿Qué podemos hacer?No hay una regla igual para cada per-
sona, pero sí existen una serie de recomen-
daciones generales. Tan sólo requieren un
poco de constancia, pero son normas sen-
cillas y ahí precisamente estriba su gran pe-
ligro: Al ser actuaciones lógicas y cotidia-
nas, pensamos que podemos cumplirlas en
cualquier momento, con lo cual el comien-
zo del tratamiento siempre se retrasa. Todas
ellas se resumen en una única regla: no só-
lo debemos poner el despertador para des-
pertarnos, sino también para acostarnos.
El resto de las indicaciones serían las si-
guientes:
• Preservar en lo posible el ritmo circadia-
no, es decir, acostarse al anochecer y le-
vantarse al amanecer, durmiendo entre
siete y nueve horas. La ausencia de luz,
ruidos y olores, facilita el descanso pro-
fundo.
• El ejercicio físico es fundamental para ga-
rantizar el descanso, sobre todo porque
disminuye los tiempos de los prelimina-
res del sueño y hace que se alcancen an-
tes los estadios intensos, rentabilizando
mejor las horas.
• Evitar comidas fuertes, al menos dos ho-
ras antes de acostarnos.
• Practicar la auto observación en cuanto
al descanso. Si durante al menos cinco dí-
as de acostarnos y levantarnos a la mis-
ma hora observamos, al salir de la cama,
dificultad seria para despertar, dolores de
espalda o articulaciones, sensación de des-
asosiego etc., debemos consultar con un
médico. Muchos trastornos tienen un ori-
gen físico, como lesiones en la espalda
o mala calidad de almohadas o colcho-
nes, y su solución es sencilla.
26
En nuestro trabajo, lafalta de sueño puedeproducir, entre otrosefectos, demora en losrelevos, errores en tareascotidianas como lagestión de la bahía defichas, o emisión decomunicacionesininteligibles.
Suena el despertador a las 05:45. Suena la alarma del móvil a
las 05:50. Suena el despertador de emergencia a las 5:55. Éste úl-
timo es de los de tic-tac y está colocado en el baño, para que no
haya forma de apagarlo desde la cama. Todos los días la misma
cantinela. El problema radica en que esta forma de despertarse
no sienta muy bien a la consorte, pero como no estamos mal pa-
gados, pues tolera, se calla, y se da la vuelta.
Como me conozco y sé que siempre pasa algo por las noches,
el día anterior al servicio madrugo bastante, lo que me facilita dor-
mir una buena siesta y que con pocas horas de sueño por la noche
esté despejado en la mañana. El algo es normalmente uno de los
cuatro churumbeles con los que vivo, que suelen plantear un pro-
blema C.H.E.P. (Caca, Hambre, Eructos o Pis).
Decía que el despertador de emergencia había sonado a las
5:55. Me ducho y paso a afeitarme. Lo hago con maquinilla eléc-
trica. El ruido de tres despertadores y el de la maquinilla de afei-
tar durante cinco minutos ha motivado más de una reclamación
por parte de la ya citada consorte, lo que me ha llevado a adop-
tar en mi casa el procedimiento antirruido G.E.B. (Gillette, Espuma
y Brocha). Los efectos colaterales de esta operativa son frecuentes
cortes en cara y cuello, habitualmente mencionados por el rele-
vo de la tarde.
Bebo un zumo, repaso el turnero para ver a quién tengo que
avisar si el coche no arranca o tengo un accidente, y salgo de ca-
sa. El trayecto al aeropuerto me lleva cuarenta minutos yendo
despacio. Ése es el límite de tiempo al que tenemos que estar en
las guardias, con lo cual puedo hacerlas desde casa. Antes de lle-
gar, paro en una gasolinera y tomo un café. El del aeropuerto no
es muy bueno. Hoy, en la gasolinera, he averiguado que el nue-
vo acceso al aeropuerto ha tapado una fuente de agua milagro-
sa de un pueblo. Todo el bar despotricaba al respecto: que podí-
an haber hecho el trazado por otro sitio, que total pa cuatro
aviones que tenemos no hace falta autopista, que los ingenieros
no saben lo que hacen, y bla, bla, bla... Me sorprendió compro-
bar que esta última aseveración es compartida por numeroso
personal de la empresa. Curioso dato que dos colectivos tan apa-
rentemente dispares como controladores de tráfico aéreo y re-
partidores con furgoneta, opinen lo mismo sobre profesionales
tan cualificados como los ingenieros.
Aunque el servicio se abre a las 7:15 y el aeropuerto está ope-
rativo a las 7:30, me gusta llegar un poco antes, para compro-
barlo todo.
Primer problema: no enciende la pantalla del sistema de tra-
tamiento de planes de vuelo. Llamadita a los técnicos de mante-
nimiento para que comprueben que el contraste de la misma es-
tá al mínimo. Primer patinazo. De paso, me encienden la pantalla
del METAR, antes de que les vuelva a llamar diciendo que tampo-
co funciona. La verdad es que los técnicos son amables y bien
dispuestos, siempre pendientes de lo que necesitemos. Continúo
con las comprobaciones de las luces de pista, el estado de las ra-
dioayudas, la sintonización de frecuencias, las impresoras... ¿Dónde
están los prismáticos? La revisión de pista, los datos del METAR,
abrir el diario de novedades electrónico (¿lo verá alguien?), cum-
plimentar la hoja del parte, comprobar que no han arreglado el
vídeo-portero, la impresora de los planes de vuelos especiales, el
fax, los tres teléfonos, coca-colas en la nevera, los vales de la co-
mida. ¡Caray, los SLIUS de la pista llevan desconectados desde el
2002, pero aún salen en el AIP...!
Al cabo de un ratito, me llaman de bomberos para realizar
la comprobación del pulsador de alarma. Pulso. Me llaman de
operaciones. Casi al mismo tiempo vuelven a llamar de bombe-
ros. El primero de la mañana, un Iberia con destino Madrid, lla-
ma también para pedir puesta en marcha. El Iberia entra vía ra-
dio. Los otros dos por las líneas de teléfono dedicadas. No saben
que están llamando todos a la vez. PRI-O-RI-ZAR... Y así casi to-
dos los días.
Cuatro niños y tres despertadores
ATC magazine / Primavera 2005 27
• Evitar el café y bebidas estimulantes du-
rante todo el día.
• Nuestro cuerpo agradece la rutina en lo
relativo a esfuerzos físicos y descanso.
Respetar una hora fija de acostarse y le-
vantarse hará más fácil el cumplimiento
de los turnos de noche.
• Si a primera hora de la mañana añadimos
prisas porque llegamos tarde, estamos
haciendo pasar a nuestro organismo de
un estado de semi inconsciencia, como es
el sueño, a otro de actividad febril y que
requiere grandes dosis de atención: ves-
tirse, asearse, conducir vehículos, selec-
cionar itinerarios, recordar detalles pa-
ra todo el día… Es preferible robar diez
o quince minutos al sueño, tiempo que
nos garantizaría una transición mode-
rada y progresiva del descanso a la exi-
gente actividad diaria. Esos cinco minu-
tos más de dar vueltas en la cama no es
tiempo de descanso, sino un intervalo en
el que el organismo está confundido: no
duerme, pues está en vigilia, pero tam-
poco está realizando actividad alguna.
No se produce descanso efectivo, sino to-
do lo contrario: estamos en tensión a la
espera de que sea el momento definiti-
vo de comenzar el día. Es preferible le-
vantarse reposadamente y permanecer
sentado al borde la cama, hasta que nues-
tro organismo vaya recuperando las cons-
tantes vitales (ritmo cardíaco y respirato-
rio, tensión arterial y tonicidad muscular)
que permanecer en el duermevela pre-
vio a un momento en el que sabemos que
ya vamos a llegar justos de tiempo.
• La siesta es un buen remedio para com-
pensar la falta de horas de sueño noctur-
nas. Sin embargo, no es recomendable
que sea larga, pues a partir de entre 20
minutos y media hora se entra en la fase
del sueño profundo, y salir de ella provo-
ca una situación temporal más molesta
que el descanso obtenido. Se cuenta que
Salvador Dalí dormía la siesta de la cucha-
rilla: se recostaba en un sillón, asomando
por un lateral del mismo una mano con
la cucharilla cogida. En el momento de
entrar en el sueño profundo, una de cu-
yas características es la relajación muscu-
lar, soltaba involuntariamente la cuchari-
lla, que caía al suelo, despertándolo.
Existe una tendencia natural en las per-
sonas a considerar como no peligroso lo
que no está prohibido. La ausencia de re-
glamentación en este tema y el alto grado
de subjetividad que existe en la valoración
de la situación “estoy cansado/a”, condu-
cen a que nos sintamos absolutamente li-
bres, como no podría ser de otra forma, en
la decisión de cómo y cuántas horas dormir.
Estamos, pues, ante un problema muy
común y extendido, valorado como poco
peligroso a pesar de los evidentes riesgos
que conlleva, con una obvia falta de re-
gulación legal, ya que afecta a comporta-
mientos muy íntimos de la vida de las per-
sonas, y en el que, por último, los afectados
ignoramos mayoritariamente las recomen-
daciones de los expertos. Un cúmulo de cir-
cunstancias que convierten al aparentemen-
te inofensivo día laso en un problema serio,
por el número de personas a las que nos
afecta, las numerosas y serias implicaciones
que tiene para el desarrollo correcto de
nuestra labor, y las pocas medidas que to-
mamos para solucionarlo.
Por suerte, dependemos mucho más
de nosotros que de las circunstancias ale-
dañas para poner remedio a esta situación.
Está en las manos de cada uno/a el poner
un poco de orden, en la medida de lo po-
sible, a nuestros hábitos y horarios, para
mejorar, no sólo nuestra calidad perso-
nal de vida, sino también la seguridad en
nuestro trabajo.
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