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Arie! Prehistoria Louis Chaix y Patrice Méniel

MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Revisión técnica y prólogo: J ORDI NADAL LORENZO

Universitat de Barcelona

A riel

CAPÍTULO 2

LA DETERMINACIÓN

2.1. Anatomía comparada

Los huesos recuperados en los yacimientos arqueológicos suelen aparecer generalmente fragmentados. Esta fragmentación se debe a factores diversos, principalmente de origen antrópico'", como la car­nicería o la utilización de los huesos como base para hervidos o sopas.

Así pues, salvo raras excepciones, la mayor parte de los huesos aparecen rotos, a menudo en pequeños fragmentos, y su determina­ción, cuando es posible, requiere de unos buenos conocimientos de anatomía.

Restos de ave recuperados en el poblado galo de Acy-Romance (Ardenas).

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radio

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1.ª falange 2.ª falange 3.ª falanqe

MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Esqueleto de caballo (según Barone, 1976).

Esqueleto de cerdo (según Barone, 1976).

LA DETERMINACIÓN 47

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Esqueleto de vaca (según Barone, 1976).

Esqueleto de perro (según Barone, 1976).

48 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

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Oveja

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Diversos tipos de dientes yugales o molarifonnes inferiores (según Schilnd, 1972).

LA DETERMINACIÓN 49

El esqueleto de los mamíferos está fuertemente marcado por su modo de vida, su manera de desplazarse y su alimentación. Todas las partes de un animal son reflejo de estos parámetros y todos ellos es­tán relacionados, como ya describió de manera acertada Cuvier en 1812.

Así, un único diente, por su morfología, permite saber que per­teneció a un rumiante, cuyo esqueleto se caracteliza por dos dedos que descansan sobre el suelo y por un sistema digestivo que le permite asi­milar la celulosa que contienen los vegetales de los que se alimenta.

La determinación se basa pues en caracteres constantes*, carac­terísticos de una familia, de un género o incluso, en determinados ca­sos, de una especie.

La primera etapa de la determinación consiste en definir la na­turaleza de la pieza: diente o hueso. Para ello es conveniente aprender, a partir de un esqueleto, la nomenclatura de las diversas partes. Tras ello, sus características, para poder reconocerlas así a simple vista. La primera etapa consiste en distinguir las distintas categmias de hue­sos: los de la cabeza, las vértebras, las costillas, los huesos planos, los

1

huesos largos y los de las extremidades. En un segundo momento hay que aprender a distinguir, en el seno de cada una de estas categorías, los diversos tipos de vértebras (cervicales, torácicas ... ), los principa­les huesos del cráneo, los dientes, los diversos huesos largos ... En una tercera etapa, conviene saber lateralizar los principales huesos do­bles. No está de más, a este nivel, observar también los pájaros y los peces para memorizar su esqueleto, cosa que puede evitarnos, tras un primer estudio, búsquedas infructuosas.

Este conocimiento del esqueleto nos permitirá consagrarnos se­guidaDJ\:"!nte al aprendizaje de los criterios distintivos entre género o especie a partir de colecciones de referencia. De hecho, estos criterios son más o menos evidentes, y si algunos son fáciles de memorizar y permiten habitualmente prescindir de la colección de referencia, so­bre todo en el caso de huesos enteros, otros, por el contrario, son mu­cho más sutiles y nos obligan a recun-ir de manera incontestable a di­cha hen-amienta. Finalmente, existe un cierto número de casos, en el que ningún criterio permite asegurar la distinción, como sucede en­tre diversas especies de pequeños rumiantes. Lo mejor es, sin duda alguna, aprender los criterios (su eficacia, su va1iabilidad) que permi­ten distinguir los carnívoros de los herbívoros, posteriormente en el seno de estos últimos a los pequeños de los grandes, los cérvidos de los bóvidos, los équidos de los demás. Determinados aspectos son evi­dentes, como por ejemplo las mandíbulas, ya que los dientes informan sobre el tipo de alimentación, o los huesos de los pies, cuya cantidad varía de manera evidente en función del número de dedos. Otros as-

50 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

pectas requieren de un examen más minucioso. Si bien el tamaño de los restos puede servir como una evidencia innegable, hay que ser pru­dentes y tener en cuenta las variaciones históricas de las tallas de los animales y las confusiones que éstas pueden acarrear: si un ciervo ac­tual poco tiene a ver con un toro charolés, no pasaba igual en tiempo de los galos, momento en el que el ciervo y el buey presentaban tallas similares, y en el que determinadas vacas eran tan pequeñas quepo­dían presentar una talla análoga a la de los grandes machos cabríos. De aquí el interés de contar con esqueletos antiguos en las colecciones de referencia de anatomía comparada.

2.2. Los manuales

Existen varios manuales de determinación que se basan en la representación gráfica de los diversos huesos y que incluyen, en oca­siones, la indicación de los caracteres constantes* (familia, género, in­cluso especie).

Debemos indicar que estos manuales pueden servir como una muy buena introducción para el neófito, pero que en ningún caso son por sí mismos suficientes para el diagnóstico preciso de huesos fragmen­tados.

Citaremos a continuación los manuales más significativos: Para la determinación general de las especies europeas, el atlas

de E. Schimd (1972) es un trabajo excelente, muy útil para la persona que se inicia. Por desgracia, la cantidad de especies representadas es escasa, y como sucede con todos los manuales, cada hueso sólo está representado por un único ejemplar, hecho que enmascara la variabi­lidad intraespecífica * que en ocasiones es importante.

Para los mamíferos domésticos europeos, el libro de R. Barone (1976) Anatomie comparée des mammiferes domestiques, obra en dos volúmenes, uno de los cuales es un atlas, resulta excelente, ya que re­presenta cada hueso desde diversas perspectivas (anterior, posterior, superior, etc.). Las ilustraciones se completan con un texto denso que describe los detalles anatómicos que permiten la discriminación en­tre especies.

El tercer trabajo es un atlas publicado por L. Pales y C. Lambert (1971) y Pales y García (Í981): Atlas ostéologique pour servir a l'iden­tification des mammiferes du Quaternaire. Esta obra de gran tamaño -en la que los huesos aparecen representados, a menudo, a escala na­tural-, está compuesta por cuatro volúmenes. Gran cantidad de es­pecies aparecen representadas, y entre ellas se encuentra un cierto nú­mero de formas exóticas. Sin embargo, encontramos en ella, por un

LUPUS URSUS

LA DETERMINACIÓN

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CASTOR

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51

~3 LEPUS HOMO

Lámina que muestra las diferencias mo1fológícas entre los húmeros de di-versas especies (según Schmid, 1972).

lado, el primer inconveniente indicado con anterioridad, es decir, la representación de un único hueso por especie, y por otro lado, tanto el formato, como las hojas sueltas, hacen de ésta una obra difícilmente manejable.

EIJ.tre los trabajos con una vocación geográfica más restringida, deberríós mencionar el manual de R. Walker (1985) A Cuide to Post­cranial bones of East-African Anímals, en el que aparecen representa­dos los elementos esqueléticos, vértebras y costillas incluidas, de lama­yor parte de los mamíferos del África oriental, junto con los de los pájaros y reptiles más comunes. Las representaciones gráficas se acom­pañan de datos métricos que, como por ejemplo en el caso de los an­tílopes, permiten realizar clasificaciones precisas.

También cabe dar la referencia del manual de S. J. Olsen (1973) Mammal remaíns from archaeological sítes, centrado en el estudio de los mamíferos del sureste y suroeste de Estados Unidos. Podemos añadir también, del mismo autor (1982), An Osteology of some Maya mammals.

Existen además otros trabajos centrados en la osteología de es­pecies próximas, como la cabra y la oveja (Boessneck, 1969), o de di­versos tipos de gacelas (véase la bibliografía).

52 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

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Cara lateral

Liebre

Diferencias morfológicas entre liebre y conejo (según Callou, 1997).

LA DETERMINACIÓN 53

Colección de referencia de cráneos de suidos (Departamento de arqueozao­logía del Museo de Ginebra).

Para los pájaros, el trabajo de A. Cohen y D. Serjeantson (1986), A manual far the identification of bird bones from archaeological sites, es una introducción excelente a la discriminación entre familias.

A pesar de la utilidad evidente de los manuales de determinación, en parlicular de los que se centran en la discriminación entre espe­cies próximas, el diagnóstico definitivo debe realizarse necesariamente a partir de una buena colección de referencia.

2.3. La colección de referencia

Ésta se compone de esqueletos de diversas especies, tanto actua­les como fósiles, la mayor parte de las veces desmembrados por ele­mentos anatómicos; de manera que se pueda tomar cada hueso por se­parado y observarlo por todas sus caras. Una buena colección debe reflejar la variabilidad en el seno de una especie, es decir, debe com­portar animales infantiles, jóvenes y adultos, tanto machos como hem­bras. Además, la colección debería contar con animales de razas y re­giones distintas.

54 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Colección de referencia del laboratorio de arqueozaología de Compiegne.

Del mismo modo, dicha colección podrá integrar restos óseos arqueológicos que, especialmente en el caso de las especies domésti­cas, es muy aconsejable, ya que a raíz de la revolución zootécnica del siglo XIX las formas actuales de estos animales han sufrido modifica­ciones importantes.

La constitución de una buena colección de referencia es un tra- · bajo que requiere tiempo y que presenta algunas etapas que podemos definir como repulsivas.

La recuperación de los animales muertos debe seguirse de una de­tenninación exacta. Entre otros elementos se anotará su procedencia, sexo, peso en vida, altura de la cruz y eventualmente su edad y raza*. Una ficha de registro completa es un elemento imprescindible para una gestión fiable de la colección. Ésta puede además presentar otras indi­caciones como la causa y fecha de la muerte, la patología, etc.

PREPARACIÓN

La preparación es la parte menos agradable, especialmente cuando los animales ya han sufrido las primeras etapas de la descomposi­ción. Existen varias técnicas para obtener un esqueleto limpio:

LA DETERMINACIÓN 55

Preparación de dientes de équidó~ para la maceración y el desgrasado.

- Tras el descarnado, la carcasa puede someterse a cocción con lejía (perborato de sosa), durante un tiempo que varía en función de la talla del animal.

- El animal, tras el descarnado, puede también enterrarse. La utilización de un mantillo, recomendada por Da vi es y Payne (1992), conlleva un tratamiento largo que requiere de la conservación de la carcasa en una malla que no se pudra, para evitar la pérdida de los

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huesos más pequeüos. - La mejor técnica para preservar la superficie de los huesos es

la maceración, que se practica de manera artesanal en maceradores por los que circula agua fría. Esta técnica puede mejorarse n1ediante la utilización de un macerador cerrado, utilizado en torno a una tem­peratura de 38 ºC, en el que el trabajo de las bacterias se acelera y no se sienten los olores pútridos. A continuación, la carcasa debe des­grasarse. Esta operación se lleva a cabo en otra cuba que contiene un disolvente calentado, que actúa sobre los huesos y arrastra la grasa, que se acumula en el fondo de la cuba.

- Se pueden utilizar enzimas (papaína en agua salada tibia) en la preparación de animales de tamaüo pequeüo, especialmente en el caso de pájaros y peces. La intervención de estos enzimas requiere del uso de una estufa para mantener una temperatura aproximada de 38 ºC.

56 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

'Qéparte°?ent d'archáozoolog!e

Ejphe MammjfBra

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Date (mois,année) : ........ zi.:~.,,,;,,, ... ::\~;\~ ................................................. .. Anatomía : ................. S.•t"''\&.\\:c. ..... ~"·'"'rJ..i:::~a.111:& ... o.>..dM ... ~;;>;\\;.r. .. .. Gema et "5¡i6ca : ................. Jki .. J'™s~ ... b.: .... : ............... - ............ .. Race (ou sous-espéce) : .......... \:\;.f.™~ .................................. _ .................. . Sexe: ........ ~.:. ... , ... _______ lf..-2. ........................................... ___ ,, ..................... ..

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Tallie au Qa!lOt: ..... ,::\,,f:!.. .. i.YL. ............................................................ ____ __

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Ficha de registro de un esqueleto de vaca (colección de referencia del Departamento de arqueozoo­lo gía del Museo de Ginebra).

- Las l~rvas ~e determinados coleópteros (derméstidos) consu­men la materia ammal en grandes cantidades y de manera relativa­mente rápida. Una ~ría ~e estas larvas, llevada correctamente, permite obtene,r e~queletos limp10s y que se mantienen en conexión anatómica. Es~a tecmca de pr~paración está particularmente adaptada para los ammales de pequena talla (roedores, batracios y reptiles).

El desgrasado de los huesos es muy importante, ya que evita por un_ lado c:i:ie los :estos supuren, desagradable al tacto; y por otro lado, la mtrus1on de msectos necrófagos*, como los derméstidos, temibles por los problemas que provocan (pieles, libros, etc.). Finalmente el desgrasado evita la saponificación'" de las grasas que puede conlle~ar una grave degradación de la materia ósea.

Cuando el tratamiento ha finalizado, los huesos se siglan y cata­l?gan. No entraremos aquí en detalles sobre los diversos sistemas uti­lizados. Aconsejamos al lector interesado que consulte el manual so­bre este tema editado por el ICAZ (Henry, 1991).

_En Euro~a existen varias colecciones de referencia importantes (cf. listado al final de este trabajo).

LA DETERMINACIÓN 57

2.4. Las otras técnicas de determinación

2.4.1. APROXIMACIONES OSTEOMÉTRICAS

La determinación específica se realiza gracias a la colección de referencia por comparación visual. A pesar de este método, sobre cuyo interés no volveremos a insistiI~ la determinación puede completarse, en ocasiones, con estudios complementarios, principalmente en el caso de especies próximas, y aún con más motivo, cuando nos encontramos ante las formas domésticas y salvajes de una misma especie.

Esta aproximación osteométrica puede realizarse de dos mane­ras: bien se dispone de un referente exterior adaptado (clave de de­terminación o series ya publicadas), y entonces sólo es necesario men­cionarlo; o bien la serie estudiada se presta a un análisis discriminante (número de efectivos suficiente), que pennite distinguir varios grupos, que después será necesario interpretar correctamente.

Las claves de determinación están disponibles para los grandes mamíferos (oveja-cabra), y sobre todo para los animales pequeños (roe­dores, insectívoros, peces). En todos los casos se explicitan las medi­ciones necesarias y el valor de los parámetros utilizados. La única di­ficultad con la que nos podemos encontrar es que pueden existir diferencias entre las poblaciones de referencia actuales y los animales antiguos, especialmente en el caso de los mamíferos domésticos.

El estudio de una serie de huesos, a partir del momento en que éste es suficiente (efectivos, coherencia, cronología ... ), permite libe­rarse del problema del referente, aun cuando la interpretación final debe, más o menos de manera explícita, hacer referencia al mismo. Un caso eVidente lo constituirían los yacimientos neolíticos en los que se documenta tanto la presencia de los bueyes domésticos como de los uros. Como no siempre se dispone de series de referencia para estas dos formas, seda conveniente establecer una discriminación en el seno del yacimiento (o del grupo de yacimientos) antes de comparar cada uno de estos dos animales con sus congéneres de otras regiones u otras fases cronológicas. Sin embargo, este procedimiento no siempre se lleva a cabo, a menudo debido a informaciones parciales.

La distinción entre formas salvajes y domésticas de una misma especie puede basarse en determinadas modificaciones morfológicas que acompañan a la domesticación (véase 12.3). Una de las princi­pales, y que afecta a la mayor parte de nuestras especies domésti­cas, es una reducción de la talla, que se manifiesta poco después de la domesticación, y que se puede reseguir a lo largo de varios mile­nios, desde el Neolítico hasta finales de la Edad del Hierro, afectando a bueyes, cerdos y ovejas.

58 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

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A_proxi111.ació1~ osteométrica a los húmeros de los suidos del yacinúento neolí­tico de Chalain (Jura) (según Arbogast, 1997).

El caso del caballo es distinto. Recientemente domesticado su morfología aparece muy poco alterada y no es posible detenninar su' na­turaleza sólo a partir de los criterios osteológicos.

P~ra las ,otras especies, los problemas de determinación aparecen en vanos penados de la historia, evidentemente desde el momento de ~u domesticación, aunque también corno consecuencia de ciertas me­Joras zootécnicas de gran repercusión, como la asociada a la romani­zación. En ot~-as ocasiones puede ser el fruto de mejoras muy pun­tua!es, a partir del cruce con la forma salvaje, ya fuera de manera deliberada o no. En el caso del perro debemos, como mínimo re­montarnos al Paleolítico para buscar las primeras evidencias de' do­mesticación del lobo (Poplin, 1980). Para el buey y el cerdo, será du-

Índice -8A

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Diagrama que ilustra la diferenciación. mé­trica entre escápulas de ovejas y de cabras (según Chaix y Des se, 1994).

LA DETERMINACIÓN

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Diferenéias mo1fológicas entre las supe1ficies oclusales de los clientes de diversos équidos (según Davis, 1987).

59

Cebra y E. hydruntinus

rante el Neolítico antiguo, con la dificultad añadida en el caso del se­gundo de estos animales, de haber sido objeto de una n1atanza precoz. Por este motivo, frecuentemente no se dispone de restos epifisados'' que permitan una aproximación osteométrica.

La ausencia de jabalí en numerosos yacimientos galos y su om­nipresencia en el imaginario colectivo ha motivado, en ocasiones, una búsqueda desesperada de criterios de distinción entre los cerdos y los jabalíes de la Edad del Hien-o. Ahora bien, si la distinción entre un cerdo galo y un jabalí puede realizarse a ojo, ésta no está aún bien definida, no sólo para los tiempos antiguos, sino tampoco para otros

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MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Asno

5 6 10 11 12 13 14 7

Medidas de los metatarsos (de Eisenmann, 1982)

Distinción de tres équidos a partir de los 111.etatarsos.

8

período~ (~omano, siglo XIX) que ven la aparición de grandes anima­les domesticos. El método más comúnmente utilizado en estos casos se .ba~a en los diagramas de dispersión sobre dos ejes de las medidas pnncipales.

En tales diagramas se representan las medidas obtenidas de los huesos de los individuos adultos, para evitar mezclar animales que aún no han acabado su crecimiento, y las de los huesos mejor representa­dos, para tener una muestra suficientemente significativa (una trein­tena sería lo mínimo). La existencia de varias poblaciones de anima­les se tra.duce, hipotéticamente, en diversas nubes de puntos; aunque e~lo no siempre ocmTa, en el caso de huesos cuyas medidas son difí­ciles de obtene1~ o si se usan escalas mal adaptadas.

1;Jo h~y necesidad alg~n~ d.e i~e:presentar los orígenes de los ejes, que solo snven para .com:pnmir mutilmente la parte útil del diagrama, o, de modo contrano, dilatar una nube homogénea. Para evitar los e~ectos disto~-sionadores es conveniente conservar ciertas propor­ciones, por ejemplo, entre las escalas de las longitudes y de las an­churas, pero igualmente de un diagrama a otro, a partir del estudio paralelo de varios huesos de una misma especie, cosa preferible al

LA DETERMINACIÓN 61

dio de un único caso. Diversos fenómenos pueden explicar la pre-estn . 1 , d d' . b d cia de varios grupos de amma es, y asi, e istmtas nu es e pm~-se~ como la variabilidad, que en el interior de un grupo de seres vi­tos. permite distinguir a los distintos individuos, o los efectos del ~~:cimiento, limitados, pero no anulados, por la sele.cción. de hue-

epifisados, o incluso otros fenómenos como el dimorfismo se-sos . d . f 1

1 la castración y finalmente, la presencia e vanas ormas, re a-xna , . ' . , · d · · · nadas con individuos salvajes y domesticos e una misma especie.

ClÜ ' 1 d . . d 1 d' Ninguno de estos parámetros e~ a obviar; e e~cono~imiento .e i-1orfismo sexual puede conducir a poner en evidencia formas mter­~edias, que en ocasiones se han utilizado como la prueba de un pro-ceso de domesticación. . .

Sin embargo, no siempre se dispone de datos suficientes para una buena delimitación de las nubes de puntos. La utilización de series de referencia externas (como, por ejemplo, los uros danes~~) nos lleva~ tomar en consideración otros fenómenos, como la evolucion de los am­males a lo largo del tiempo, otro de los temas preferentes de la osteo­metría, o su adaptación al clima (leyes de Bergmann y de.Allen*), que sirven para ilustrar, entre otras, la diversidad de determmadas espe­cies, que poseen representantes en diversas latitudes (zonos, lobos). Estos animales, en climas fríos, muestran masas corporales y una es­tructura ósea importante, así como orejas pequeñas, para disminuir la superficie relativa del cuerpo y limitar así las pérdidas de calor.

2.4.2. LA RADIOGRAFÍA

Otro método de distinción entre los restos de los animales salva­jes y los domésticos se basa en la radiografía, técnica no desti:ictiva, que permite evidenciar determinados aspectos de la estructura m~erna del hueso. Efectivamente, entre un animal salvaje y su descendiente doméstico existen diferencias en la densidad de la materia ósea, rela­ción entre el hueso compacto y la cavidad medular*, detectables me­diante la radiografía (Bokonyi et al., 1965). La radiografía permite ver estas variaciones. A un nivel aún más preciso, la micr01Tadiografía da una visión aún más detallada de la estructura del hueso. De este modo, el grosor de las trabéculas óseas, así como la ~~nsidad de los ?~teo­nas~', pueden verse afectados por la domesticac10n, que se rr:amfie~ta por un aligeramiento de las estructuras. Desde un punto de v~~ta prac­tico, es importante disponer de un aparato en el que la d1:1rac1on de ~os rayos (potencia de penetración) sea adaptable a~ ~atenal a est~d~8:r. Sin embargo, el problema es complejo y la fiabilidad de los anahsis puede a menudo criticarse (Gilbert, 1989).

62 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

2.4.3. DETERMINACIÓN POR ADN

Toda la construcción y el desarrollo de un ser vivo (animal o ve­getal) están condicionados por el genoma'", que proporciona las in­formaciones necesarias a la construcción del organismo.

El material genético está contenido en los cromosomas del nú­cleo de las células. Está constituido por un ácido, el ácido desoxirri­bonucleico (ADN). Los cromosomas están constituidos de unidades m~s peque~as, los ge.nes, cuya actividad dirige la fabricación de pro­t~mas que sirven, o bien a la construcción (proteínas de estructura),

0 bien al desarrollo de las actividades bioquímicas de las células (enzi­mas). El conjunto de los genes, o genoma"', es el responsable de la cons­trucción del ser vivo, el cual constituye su expresión (fenotipo'").

Los métodos modernos de extracción y de multiplicación del ADN de un organismo vivo, o fósil, permiten la comparación entre indivi­duos, así como distinguir dos especies, con una probabilidad de enor ínfima. Este método se conoce como «caracterización genética». El análisis del ADN permite también evaluar la distancia que separa dos taxones'" y reconstituir así su evolución filogenética '".

Se trata, desgraciadamente, de una técnica relativamente com­plej.a y d~licada de poner en práctica. Encuentra, sin embargo, apli­ca~1ones mteresante~ en el campo de la antropología y de la zoología, as1 como en el estud10 de los fenómenos evolutivos que afectan a los seres vivos.

2.4.4. Los ISÓTOPOS

Los progresos de la geoquímica ,., han evidenciado el interés de los isótopos"' de diversos elementos para la investigación arqueológica.

Un isótopo es un elemento químico que no difiere de otro más que por su peso, es decü~ por la cantidad de neutrones de su átomo. ~e m~nera ge~eral, podemos decir que los valores isotópicos de un te­jido vivo reflejan la alimentación del animal, que depende, de igual modo, de su medio ambiente.

En arqueología se utilizan los dos isótopos del carbono (C12), a saber el Cl3 y el C14. Este último se encuentra en la base de un mé­todo de datación ampliamente conocido.

,El contenido en Cl3 varía entre dos grandes grupos de vegeta­les. Este se mantiene bajo en las plantas herbáceas de medios fríos así como en los árboles (plantas del tipo C3), mientras que es más ele~ vado en la vegetación de zonas cálidas y secas (gramíneas tropicales de tipo C4).

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LA DETERMINACIÓN

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63

Distinción entre elefantes y maniuts en función del contenido isotópico en J3C y 1 SN del hueso (según Bocherens y Mariotti, 1994).

Otro isótopo, el nitrógeno 15 (NlS), varía en función de la aridez del medio. En las regiones húmedas, su valor es más bajo que en las zonas arboladas o áridas.

El estudio combinado del C13 y del NlS permite distinguir los animales marinos de los terrestres, los herbívoros de los carnívoros y los animales que pacen hierba de los que ramonean las hojas de los ár­boles.

Citaremos tres ejemplos de la utilidad de estos métodos en ar­queología:

- La distinción entre marfil de mamut y de elefante puede re­sultar problemática, en especial cuando se trata de elementos manu­facturados. El estudio de los isótopos del oxígeno y del nitrógeno per­mite diferenciarlos, e incluso distinguir entre elefantes de bosque y de sabana (Bocherens y Mariotti, 1994).

- En Inglaterra y en Dinamarca han aparecido huesos de perro doméstico en yacimientos mesolíticos, datados en el Preboreal. En Inglaterra se han documentado en dos yacünientos próximos, Star CaIT y Seamer Carr, separados entre sí por unos 5 km y alejados a más de 10 km de la costa. Un cráneo de perro encontrado en Star Carr se ar­ticula perfectamente con un atlas* y un raquis'" de Seamer Carr. Los huesos de perro de este yacimiento muestran valores isotópicos que indican una alimentación basada esencialmente en peces de mar. Se puede pensar que estos yacimientos representan paradas de caza en

64 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

las tierras del interim~ frecuentados por los cazadores que vivirían en las costas, probablemente los perros habrían muerto durante uno de estos desplazamientos (Clutton-Brock y Noe-Nygaard, 1990).

- El estudio de los huesos de cerdo provenientes de dos yaci­mientos, uno en Ginebra, datado de la Alta Edad Media, y el otro en Besarn;on, datado del siglo XIII al XIV, muestran que los cerdos de Besarn;on se beneficiaron de una alimentación esencialmente vegetal, tal vez a base de bellotas. Por contra, los cerdos del yacimiento de Ginebra consumieron sobre todo proteínas animales, probablemente las sobras de la cocina humana: estos animales fueron alimentados, sin lugar a dudas, en las inmediaciones de la granja, sin salir al exte­rior (Bocherens et al., 1991).

CAPÍTULO 3

LA OSTEOMETRÍA

La osteometría es una rama de la biometría"' de los seres vivos que trata de las dimensjones de su esqueleto. Presenta numerosas apli­caciones para la determinación, la descripción morfológica de los ani­males y la caracterización de determinados rasgos individuales, como la edad y el sexo.

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3.1. Objetivos

El análisis osteométrico tiene por objeto el estudio de las varia­ciones que afectan al esqueleto de las poblaciones de seres vivos. Las principales variaciones se deben a la domesticación (salvaje-domés­tico), a las adaptaciones regionales (por efecto del clima -leyes de Bergmann y de Allen-, razas locales), a la edad, al sexo, sin olvidar las diferencias individuales. La dificultad principal de la osteometría radica en determinar a qué factor se deben las eventuales variaciones observadas. Así, en ocasiones, especialmente en el caso del Neolítico, se ha defendido la domesticación del buey, o la presencia de varias for­mas de ovejas, en detrimento del dimorfismo sexual.

La osteometría puede ayudar a la determinación (especie, edad, sexo). Sus aplicaciones más frecuentes se centran en la distinción en­tre sujetos salvajes y domésticos de una misma especie (cerdo y jabalí: Poplin, 1975; buey y uro: Chaix, 1986; perro y lobo: Spiegeleire, 1980), o en la determinación en el seno de familias, reagrupando varias es­pecies morfológicamente próximas (insectívoros, roedores, peces ... ). El análisis osteométrico puede también contribuir a la estimación de la edad de muerte (cf. § 4) o a la determinación del sexo a partir de di­versos huesos del esqueleto (cf. § 5).

Al margen de la variabilidad de las poblaciones, la osteometría permite distinguir determinadas características de los animales. Se trata por ejemplo de su estatura, crite1io que tiende a enmascarar otro,

66 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Diferencias de tamaiio y de robustez entre metápodos de diversas formas de ovejas (foto Ratton, MHNGE).

igualmente importante, la gracilidad, que se calcula mediante un coe­ficiente (relación entre la anchura mínima de la diáfisis* y la longitud total del hueso). En efecto, los huesos de las formas antiguas y actua­les de los animales domésticos se diferencian tanto por su estatura como por su gracilidad, y no hay motivo ninguno para desdeñar la una en favor de la otra, ya que ambas nos permiten conocer el peso de los animales.

LA OSTEOMETRÍA 67

La estatura de los animales se estima a partir de la longitud de los huesos largos de sus extremidades; se puede conocer también a partir de otras piezas: astrágalo, calcáneo, cráneo (caballo, perro), aun­que con una precisión menor (claramente en el caso del astrágalo, in­dividuos jóvenes y adultos no pueden distinguirse). Para ello se utili­zan como referentes los coeficientes establecidos, para animales determinados, por distintos autores. La síntesis de resultados obteni­dos a partir de diversos yacimientos, o de distintos períodos, permite evidenciar la existencia de variedades locales, o los fenómenos evolutivos.

Sin embargo, éste no es el único interés de tales estimaciones, ya que se observan a menudo diferencias, para un mismo animal en un yacimiento, de una categoría de hueso a otra, incluso en un mismo es­queleto. La estimación de la estatura permite tener acceso a otra ca­racterística: las proporciones relativas de los huesos de las extremida­des (Méniel, 1987; Lepetz, 1995). Los valores, que habitualmente son bastante similares para cada par de huesos anteriores y posteriores, -respectivamente húmero y fémm~ radio y tibia, metacarpo y meta­tarso-, presentan, en ocasiones, mayeadas diferencias del uno al otro. De este modo, es posible detectar animales con las patas relativamente largas o gráciles (determinados bueyes neolíticos, ciertos caballos ga­los), mientras que otros tienen los cuartos delanteros y traseros ro­bustos, por ejemplo el buey charolés. Estas observaciones permiten defender, en el seno de grupos de animales de tallas similares, la exis­tencia de formas especializadas (animales de tiro, para la producción de carne ... ).

La osteometría, gracias a la continuidad de los animales y a la normalización de sus métodos de estudio, permite seguir la evolución de éstos a través de largos períodos, en el caso de sujetos domésticos evidente~ente desde el Neolítico, mediante parámetros como la esta­tura, la gracilidad, las proporciones. Este factor explica por qué la evo­lución en la estatura se conoce bastante bien, al menos para los bovi­nos de vaiias regiones de Europa (B6k6nyi, 1974; Izjereef, 1981; Méniel, 1984; Audoin-Rouzeau, 1991a).

Se pueden analizar también otros parámetros, aunque los resul­tados son más difíciles de obtener y son de carácter más puntual (peso del animal en vida, crecimiento).

Estos esbozos de descripción de los animales se pueden comple- · tar con indicaciones sobre el pelaje y sus colores, o el aspecto de las orejas, aunque para todo ello se necesita recurrir a fuentes iconográ­ficas, o a individuos momificados. Otro tipo de informaciones, espe­cialmente de carácter etológico, se obtienen a partir de los textos. Sin embargo, éstos no existen para los períodos más antiguos. Ahora bien, el comportamiento de nuestras razas actuales seguramente poco tiene

68 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

que ver con el de los animales del pasado, al menos esto es lo que ha­cen pensar algunos textos que tratan del comportamiento de los ani­males domésticos (Hart, 1985).

La falta de datos sobre ciertos criterios descriptivos no permite seguir la historia de las razas, tal y como las definimos actualmente. Para el perro, por ejemplo, ello obliga a limitarse a tipos morfológi­cos que reagrupan, cada uno, a una gran cantidad de nuestras razas. Además, la definición de estos tipos requiere de esqueletos completos y bien conservados, que desgraciadamente no suelen ser abundantes en el registro arqueológico.

3.2. Método

Cualquier aproximación osteométrica necesita de una definición precisa de los parámetros que se miden, y la utilización de una cierta cantidad de recursos estadísticos para pasar de las medidas indivi­duales a la caracterización de las poblaciones.

La comparación de datos requiere que las medidas hayan sido to­madas según unos mismos procesos, normalizados desde hace ya al­gunos años (Vonden Driesch, 1976; Desse, Chaix y Desse-Berset, 1986). Sin embargo, es conveniente al inicio del estudio precisar dichas ca­racterísticas, así como su finalidad.

De hecho, una cierta cantidad de principios rigen la selección de las dimensiones que se toman. El primer principio es delimitar las tres dimensiones principales (longitud, anchura y grosor o altura). Si en el caso de los huesos de las extremidades, las longitudes y las anchu­ras se asignan de manera natural, no ocurre lo mismo con los cráneos; -sus modificaciones (acortamiento de la cara, alargamiento, modifica­ción del perfil) constituyen un elemento capital para el estudio de la evolución de los animales. El objetivo es pues establecer las dimen­siones que permitan evidenciar las proporciones de las distintas re­giones del cráneo (principalmente cara y bóveda craneal).

El segundo de los principios a considerar implica que el listado de estas dimensiones sea lo más seguro posible, es decir, reproduci­ble a partir de unos puntos de medición claros, unívocos, y que pue­dan servir de lugares de apoyo de los instrumentos que se utilizan para tomar las medidas. De este modo, se simplifican en gran medida tanto la definición de las normas de medición como la precisión de las mismas.

Con el mismo objetivo, es conveniente priorizar las medidas que se toman de las partes que mejor se conservan (de ahí el interés, por ejemplo, de las longitudes laterales en relación a las longitudes tota-

LA OSTEOMETRÍA 69

14

13

4

Osteometría del cráneo de los carnívoros (según Desse et al., 1986).

70

5 5

7

6

Phalanx 1

' ClJC, 3

2 Eguus

MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Bos phalanx 1, anterior, peripheral view.

CODE 41, 44, 47

2

3 3

4 Camelus

Phalanx l, dorsal View.

Phalanx 1, proximal view.

'---.B"'a"'s phalan~ 1, posterior, peripheral view

2

3

Eguus Phalanx 2,

Bos Phalanx 2,­peripheral view.

C O DE 42, 45, 48

2

6

Eguus Phalanx 2,

Bos Phalanx 2,­proximal view~

l· 3 !

Capra Phalanx 2, Canis

Plialanx 2 ,--

Bos Phalanx 2, dorsal view.

Bos Phalanx 2,­

volar/plantar view.

Osteometría de las falanges (según Van den Driesch, 1976).

LA OSTEOMETRÍA 71

Perca fluviatilis L. 1758 12

Neurocranium 3

8 : :

¡, ¡~f, ,~~~=d~::::::-J.. L ·~··

5

12 4

( Norrna superior)

6

: 11 :

6

6 ··4························ ..

< l ~.:.:_:_:_¡_s...l~ (Norma occipitalis)

( Norrna inferior)

Par as P.!? e noideu m

Osteom.etría del cráneo de la perca (Perca fluviatilis) (según Desse et al., 1987).

Especie Buev Caballo Cerdo Oveja Cabra Perro Ciervo Autor Matolcsi Kiesewalter Teichert Teichert Schramm Koudelka Godynicki

1970 1888 1969 1975 1967 1885 1965 L. tot. L. lat.

Cráneo (L-b) 0,294 Escápula 0,428 0,380 0,422 0,406 Húmero 0,414 0,466 0,487 0,405 0,428 0,386 0,337 Radio 0,430 0,417 0,434 0,526 0,402 0,398 0,322 Metacarpo 3 0,615 0,641 1,072 0,489 0,575 0,455 Metacarpo 4 1,053 me hembra 0,603 me macho 0,633 Fémur 0,323 0,351 0,365 0,353 0,345 0,301 Tibia 0,345 0,410 0,436 0,392 0,301 0,297 0,292 Calcáneo 0,934 1,140 1,220 Astrágalo 1,790 2,268 Metatarso 3 0,524 0,533 0,934 0,454 0,534 0,408 Metatarso 4 0,884 mt hembra 0,533 mt macho 0,562

Coeficientes de estimación de las estaturas de los mamíferos a partir de la longitud total (o lateral para el caballo) de sus huesos largos.

72 MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

Estaturas estimadas en cm

150 Países Bajos (ljzereef, 1981)

140

130

120 1 1 1 110

100 1 1 -3.000 -2.000 -1.000 o 1.000 2.000

Años

150 Alemania (Boessneck, 1971)

140

130

f 1 120

t t 1 1 110

100

-3.000 -2.000 -1.000 o 1.000 2.000 Años

150

140 Europa central y del Este (Bokonyi, 1974)

• 130 • 120 • • • 110

100 • • -3.000 -2.000 -1.000 o 1.000 2.000

Años 150

140

130 Picardía (Méniel, 1984)

120

110

1 1 11 100

-3.000 -2.000 -1.000 o 1.000 2.000 Años

Evolución de la estatura de los bueyes en diversas regiones de Europa.

LA OSTEOMETRÍA 73

les de los fémures). Este aspecto debe tenerse especialmente en cuenta en el caso de estudios que se basen en colecciones actuales, pero que estén destinados a aplicarse a material arqueológico.

El último de los p1incipios a tener en cuenta es evitar la medición de fenómenos distorsionadores en relación a los objetivos que nos he­mos fijado, como los que acompañan a la edad (desgaste o desarrollo de los dientes), o los parámetros aún mal conocidos (por ejemplo, cresta sagital"' del pen-o).

A no ser que nos interesemos por los problemas del crecimiento, que requieren de datos sobre la edad de los animales, utilizaremos ha­bitualmente huesos epifisados, de manera preferente aquellos para los que este fenómeno es tardío, intentando reunir una cantidad suficiente de restos.

3.3. Los útiles

Existen todo tipo de instrumentos para medir no importa qué dimensión, pero el calibrador sigue siendo el útil más práctico y el más utilizado. Su uso es suficiente para medir la mayor parte de los hue­sos de los mamíferos y de las aves, pero su utilización, en el caso de los cráneos, debe completarse con otros instrumentos (compás y go­niómetro"'), especialmente en el caso de la macrofauna. Cuando tra­temos con micromamíferos, reptiles y pájaros de pequeño tamaño, re­curriremos a instrumentos ópticos (cristal milimetrado de los oculares de la lupa binocular, mesuroscopio"'). Las mediciones sobre grandes conjuntos de huesos se pueden ver facilitadas por ciertas mejoras in­troducidas en estos útiles. La primera sería la utilización de instru­mentos ·ae medición digital (lectura directa). La segunda, la toma au­tomática de las dimensiones, según un proceso generalizado en determinados campos, como, por ejemplo, en la dendrocronología"'.

La informática actual facilita el almacenamiento y tratamiento de los datos métricos. La presentación de los datos, el cálculo de los parámetros estadísticos, la plasmación en diagramas se realiza rápi­damente; del mismo modo, también es posible utilizar los métodos de análisis de datos (análisis de cmTespondencias, en componentes pdncipales, clasificación jerarquizada ... ), particularmente útiles para el tratamiento de series muy numerosas.

Se puede proceder de varias maneras. Por ejemplo a nivel indi­vidual, que consiste en tratai~ para cada especie, sólo la serie del hueso más representado, y compararla con la de otros yacimientos. O bien, a nivel colectivo, que consiste en estudiar todos los huesos disponibles de la especie, y hacer la síntesis de las observaciones obtenidas para

74

01

MANUAL DE ARQUEOZOOLOGÍA

RAS SHAMRA

ve 1

ve 2-3

VB

VA

IV

111 B·C Disminución de la talla del buey entre el Neolítico anti­guo y el Neolítico final en el yacimiento de Ras-Shamra (Siria) (según Helmer, 1992).

cada uno de los huesos. Estas aproximaciones atañen frecuentemente a fragmentos (por ejemplo, proximal de radio), cuyas fechas de epifi­sación difieren las unas de las otras, hecho que conduce, en ocasiones, a ciertas dificultades de interpretación. El último procedimiento con­siste en reagrupar diversas categorías de huesos, sobre todo a través de las estimaciones de la altura de la cruz (huesos largos y enteros de individuos adultos), y caracterizar de este modo la especie a nivel del yacimiento.

LA OSTEOMETRÍA 75

La osteometría: edad y sexo de los animales

Varios métodos osteométricos permiten estimar la edad de los ani­males. En primer lugar citaremos el caso de los fetos, cuya longitud de las diáfisis de los huesos largos permite estimar su edad (Habermehl, 1975). En el caso de los herbívoros domésticos adultos (buey, caballo, oveja), la estimación de la edad puede realizarse a partir de los molares, aprovechando el hecho de que una vez éstos han salido comienzan a desgastarse, y ello provoca la disminución progresiva de la altura de su corona. El método propuesto por Ducos (1968) consiste en medir la al­tura de la corona de los molares de buey o de oveja, y su anchura, a fin de establecer un índice de comparación con las tablas que este autor es­tableció a partir de rebaños actuales del Próximo Oriente. Un trabajo idén­tico se ha llevado a cabo para los équidos, a partir de una población de poneis (Levine, 1982). Estos métodos son válidos especialmente por el hecho de que ofrecen un patrón en años reales, cosa que no siempre pasa con las tablas de desgaste, que en contrapartida presentan la ven­taja de no tener que extraer los dien1es de la mandíbula.

La determinación del sexo se basa en indicios diferentes según los animales (caninos, pelvis, clavijas óseas, hueso peneano ... ), aunque hay determinadas especies que presentan un dimorfismo sexual muy evidente y que puede medirse sobre determinados huesos. Éste es el caso del buey, el ciervo o el gallo. En algunos casos el análisis osteométrico hace aparecer un tercer grupo de animales, junto con los machos y las hem­bras; se trata de los animales castrados. El análisis puede desarrollarse según diferentes métodos, pero es la medición de una gran cantidad de dimem;,iones, por ejemplo siete para los metápodos, con la ayuda de un análisís multivariante, el que permite evidenciar los huesos mejor adap­tados a dicha distinción y, por lo tanto, utilizables para su representación en diagramas de dos dimensiones.

Los estudios llevados a cabo hasta la fecha se han centrado espe­cialmente en el buey, ya que es una especie frecuente, y a menudo se sacrifica a una edad en la que sus huesos están epifisados; y si sabe­mos, por otros trabajos, que no hay que albergar grandes esperanzas en el caso de caballos y perros, aún hay mucho trabajo a hacer cuando se trata de animales como el cerdo, a menudo sacrificado joven, o los pe­queños rumiantes.