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1 Apuntes para una definición del concepto de deporte Autor: Mariano Gruschetsky Colaboración: Rodrigo Daskal Arribar a una definición del concepto de deporte no es una tarea sencilla. Si bien el término tiene actualmente un uso extendido en el sentido común, lo que pareciera dar la sensación de cierto acuerdo sobre su significado y las actividades que nombra, al momento de realizar una definición con fines académicos en el intento de delimitar cierto campo u objeto de estudio para las ciencias sociales, la tarea se vuelva bastante más compleja. Podemos coincidir con García Ferrando 1 que dicha palabra suele nombrar variadas y múltiples actividades humanas, numerosos actores e instituciones sociales y sobre todo realidades sociales complejas, sobre todo dinámicas y cambiantes. Una rápida mirada sobre los intentos de definición que se han hecho desde las ciencias sociales nos permite dividir, a grandes rasgos, las definiciones en dos grandes grupos: Por un lado, están aquellos autores que desarrollan una definición de tipo “ahistórica”, y en ese sentido ensayan conceptos que podríamos denominar como abstractos. Intentan definir el deporte a partir de delimitar las características intrínsecas que posee dicha actividad, buscando en algunos casos, líneas de continuidad en el paso del tiempo, considerando que el deporte es algo existente hace siglos, cuyas características han ido variando con el paso del tiempo. En segundo lugar están aquellos autores que ensayan una definición de deporte moderno, y con esta última palabra plantean que el fenómeno a definir no puede, bajo ningún concepto, encontrarse desligado de su componente histórico. Se trataría de definir un fenómeno o un conjunto de actividades, teniendo en cuenta el espacio y tiempo en el que surgen, pretendiendo hacer foco en que cuando decimos “deporte”, hacemos referencia a lo que habitualmente conocemos como “deporte moderno” y que es resultado, consecuencia y solamente comprensible a través de una óptica que entienda sus características en el marco de ese mundo moderno. En el primer grupo podemos encontrar al propio García Ferrando, quien establece “...que tres son los elementos esenciales de todo deporte: 1, es una actividad física e intelectual humana; 2, de naturaleza competitiva; 3, gobernada por reglas institucionalizadas.” 2 . La mera referencia a lo “esencial” pareciera dar cuenta de la existencia de elementos que el deporte posee intrínsecamente, más allá del tiempo y los cambios sociohistóricos. Si lo comparamos con otros intentos de definición, como los de Mandell o Hargreaves, autores a los que incluimos en esta concepción ahistórica, vemos que García Ferrando es el único que menciona en la definición el carácter intelectual de las actividades deportivas, entendiéndolas a partir de elementos como la concentración, la táctica y la estrategia, y basándose en una definición integral de la conducta humana que ve como anacrónica la separación entre lo físico y lo intelectual. 1 García Ferrando, Manuel: Aspectos sociales del deporte, Ed. Alianza, Madrid, 1990. 2 Ídem, página 31.

Apuntes Para Una Definición Del Concepto de Deporte

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Apuntes para una definición del concepto de deporte

Autor: Mariano Gruschetsky Colaboración: Rodrigo Daskal

Arribar a una definición del concepto de deporte no es una tarea sencilla. Si bien el término tiene actualmente un uso extendido en el sentido común, lo que pareciera dar la sensación de cierto acuerdo sobre su significado y las actividades que nombra, al momento de realizar una definición con fines académicos en el intento de delimitar cierto campo u objeto de estudio para las ciencias sociales, la tarea se vuelva bastante más compleja.

Podemos coincidir con García Ferrando1 que dicha palabra suele nombrar variadas y

múltiples actividades humanas, numerosos actores e instituciones sociales y sobre todo realidades sociales complejas, sobre todo dinámicas y cambiantes.

Una rápida mirada sobre los intentos de definición que se han hecho desde las

ciencias sociales nos permite dividir, a grandes rasgos, las definiciones en dos grandes grupos: Por un lado, están aquellos autores que desarrollan una definición de tipo “ahistórica”, y en ese sentido ensayan conceptos que podríamos denominar como abstractos. Intentan definir el deporte a partir de delimitar las características intrínsecas que posee dicha actividad, buscando en algunos casos, líneas de continuidad en el paso del tiempo, considerando que el deporte es algo existente hace siglos, cuyas características han ido variando con el paso del tiempo. En segundo lugar están aquellos autores que ensayan una definición de deporte moderno, y con esta última palabra plantean que el fenómeno a definir no puede, bajo ningún concepto, encontrarse desligado de su componente histórico. Se trataría de definir un fenómeno o un conjunto de actividades, teniendo en cuenta el espacio y tiempo en el que surgen, pretendiendo hacer foco en que cuando decimos “deporte”, hacemos referencia a lo que habitualmente conocemos como “deporte moderno” y que es resultado, consecuencia y solamente comprensible a través de una óptica que entienda sus características en el marco de ese mundo moderno.

En el primer grupo podemos encontrar al propio García Ferrando, quien establece

“...que tres son los elementos esenciales de todo deporte: 1, es una actividad física e intelectual humana; 2, de naturaleza competitiva; 3, gobernada por reglas institucionalizadas.”2. La mera referencia a lo “esencial” pareciera dar cuenta de la existencia de elementos que el deporte posee intrínsecamente, más allá del tiempo y los cambios sociohistóricos.

Si lo comparamos con otros intentos de definición, como los de Mandell o

Hargreaves, autores a los que incluimos en esta concepción ahistórica, vemos que García Ferrando es el único que menciona en la definición el carácter intelectual de las actividades deportivas, entendiéndolas a partir de elementos como la concentración, la táctica y la estrategia, y basándose en una definición integral de la conducta humana que ve como anacrónica la separación entre lo físico y lo intelectual.

1 García Ferrando, Manuel: Aspectos sociales del deporte, Ed. Alianza, Madrid, 1990. 2 Ídem, página 31.

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Siguiendo en la comparación con los dos mencionados autores, podemos notar que

García Ferrando no utiliza la palabra cuerpo en su definición de deporte, eludiendo por lo menos desde lo semántico, una temática central para abordar el campo del deporte y las ciencias sociales. En cambio para Mandell3, el deporte es una actividad del cuerpo humano y para Hargreaves,4 el análisis debe hacer foco en el cuerpo y sus atributos, en tanto es un lugar privilegiado de las luchas sociales. En este sentido plantear al deporte como una actividad física y omitir la mención hacia el cuerpo, creemos restringe la definición del objeto de estudio, limitando la posibilidad de abordar una temática, central y clave, para comprender el deporte desde las ciencias sociales.

Con respecto a la cuestión de las reglas, como atributo de la definición de deporte,

las coincidencias entre los autores son amplias. Mandell, como García Ferrando, utiliza la palabra reglas para su definición, mientras que Hargreaves habla de una actividad que está altamente formalizada. En definitiva, los tres autores coinciden en mencionar al deporte como una actividad que lejos de ser libre, se encuentra fuertemente pautada y estructurada.

Esto último nos permite introducirnos en un cuarto elemento, que si bien García

Ferrando no ha listado en su definición, parece ser tácito en su abordaje: la diferenciación entre juego, actividad física y deporte.

Como el propio García Ferrando lo menciona, los tres elementos antes citados en la

definición permiten deslindar deporte de actividad física, o más aún, definir cuando la segunda se convierte en la primera. Lo que queda claro entonces es que lo que demarca la existencia o no de deporte no es la actividad que se realiza en sí mismo, sino más bien la forma en la que se lleva a cabo su práctica. Así, cualquier actividad física puede devenir, según las características en la que se ejerza, en deporte.

Una cuestión cercana a este último punto nos remite al tema del juego y lo lúdico, y

la definición entonces se torna un tanto más compleja. Si bien el tema fue planteado en principios de los 70 por Huizinga5, su enfoque esencialista en donde toda cultura es un juego parece haber sido superado, ya que poco aporta al estudio del deporte desde la ciencias sociales. García Ferrando en este aspecto toma a Guttman, y plantea entonces que el deporte es un tipo específico de juego, que en tanto organizado se opone al espontáneo, y como competitivo, al que no lo es. El autor plantea que, más allá de la profesionalización y mercantilización del deporte actual, en aquellos que lo practican sigue habiendo cierto componente lúdico que les permite una sensación de diversión y libertad. Esto último podría suponerse como opuesto a ciertas teorías de la “alineación” que desde algunas corrientes marxistas plantean al deporte como una actividad alienante de dominación al servicio de las clases dominantes. Como también Mandell lo plantea “Desde una óptica marxista, el deporte distingue al hombre de la bestia. El deporte es una manifestación cultural pero no es juego; no es más que una preparación para el trabajo...”6

3 Mandell, Richard: Historia cultural del deporte, Bellaterra, Barcelona, 1988. 4 Hargreaves, John, “The autonomy of sport” en Alan Tomlinson, edited The sport studies reader, Ed. Routledge, London, 2007. 5 Huizinga, Johan, Homo ludens, Alianza, Madrid, 1996. 6 Mandell, Richard. Op. Cit, página 2

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Hasta aquí hemos tomado como eje lo expresado por García Ferrando, tratando de hacer visibles las principales coincidencias y algunas diferencias que presenta su definición de deporte con las de otros destacados autores.

Es el momento ahora de poner el foco, justamente en los elementos del deporte, que

específicamente han destacado cada uno de estos autores y que no han sido planteados por García Ferrando.

En el caso de John Hargreaves, su aporte a la definición de deporte proviene de

resaltar un aspecto que lo emparenta con cierta visión antropológica del fenómeno. Dicho autor señala que el deporte, a través de imponer ciertos códigos formales que determinan un particular uso del tiempo y del espacio, tiene como característica la de suspender, en cierta medida, la realidad. En este sentido podríamos decir que el deporte implica la creación de un espacio donde el tiempo cotidiano se suspende, para crear uno diferente. En este espacio, tanto participantes como espectadores componen un ritual, donde estarían envueltos en suerte de actuación o teatro popular, que permite suspender la vida seria o normal, lo cotidiano. Como vemos, lo particular de su concepción de deporte, reside en que la misma tiene en cuenta no sólo a quienes lo practican sino también a quienes los consumen. Claramente podría decirse que cuando introduce este elemento, detrás de esta concepción de deporte pareciera surgir una idea que deja ya de ser ahistórica y coloca al autor en un tipo definición sobre deporte que parece estar anclada en el presente, o por lo menos en lo que se suele denominar como deporte moderno.

No podemos dejar de señalar, aunque sea al pasar, que esta visión antropológica

constituye una tradición importante en los análisis que desde las ciencias sociales han abordado el deporte, principalmente como espacio privilegiado de construcción de identidades. Aquí los trabajos de Da Matta y Archetti primero y Alabarces después han resultado fundacionales, así como en Europa los trabajos de Bromberger.

He dejado para el final de este grupo a Mandell ya que su concepción y estudio sobre

el deporte parecen ubicarlo a mitad de camino entre una explicación del mismo como continuidad en la historia humana y una visión que parece hacer hincapié en lo que tiene de particular el deporte moderno, como fenómeno surgido específicamente en Inglaterra durante el siglo XIX. Por momentos en su análisis hará hincapié en esto último, reforzando lo distintivo y particular de deporte moderno...”Muy pocos historiadores se han dado cuenta de que el deporte moderno posee características diferenciadas que se originan, precisamente, en las circunstancias sociales creadas por la racionalización de la producción industrial.”7, mientras que por otros la balanza parece volcarse del lado de la concepción ahistórica que hace foco en las continuidades históricas “Estoy de acuerdo con las hipótesis de los antropólogos sobre la similitud existente entre el hombre prehistórico y el actual, y sobre la permanencia, cuando no la inmutabilidad, de la mayoría de elementos de la naturaleza humana o de la sociedad en los que se basan o se originan los deportes”8.

Esta ambigüedad recorre varios pasajes de su libro Historia cultural del deporte. Si en

el prefacio el autor privilegia los argumentos sobre la característico y único del deporte moderno como producto de un momento histórico y social determinado, no bien

7 Mandell, Richard. Op. Cit, página XIII. 8 Ídem, página XII

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recorrer las páginas de su capítulo I “El Deporte en los albores de la cultura” la posición escencialista se vuelve recurrente. El mismo título del capítulo utiliza deporte para referirse al mundo antiguo, lo que haría suponer que para el autor deporte hubo desde siempre. Las menciones a la función primordialmente religiosa de esas actividades en el mundo antiguo, o su rol en tanto entrenamiento para la guerra, no bastan para plantear una posición clara que no filie el mundo antiguo con el moderno. Tras una amplia descripción de variadas actividades Mandell culmina señalando “Todas esas actividades deportivas pudieron desarrollarse y, de hecho, lo hicieron, antes de que se instauraran la agricultura y la domesticación de los animales- que marcan los inicios de la civilización”.9

Nos ubicaremos ahora ya definitivamente en el segundo grupo de autores, es decir

aquellos para los que hablar de deporte es caracterizar un tipo y forma de práctica propio de un tiempo y espacio determinado por su nacimiento, formación, y desarrollo, (deporte moderno).

De las tres cracaterísticas que García Ferrando mencionaba (actividad física e

intelectual humana; naturaleza competitiva; gobernada por reglas institucionalizadas) Bourdieu no hace mención en sus artículos10, al carácter competitivo de la actividad deportiva, tema sobre el que puede decirse que hay bastante consenso. Si plantea el tema del cuerpo ya que señala el deporte implica una relación y un compromiso con el cuerpo.

Para el caso, Pierre Bourdieu le aporta su particular mirada y su teoría de los campos

al concepto de deporte, haciendo hincapié en la necesidad de pensar las prácticas deportivas como un espacio o sistema autónomo con cierta lógica propia, aunque sin soslayar las relaciones del mismo con otros sistemas. Resulta a esta altura de sentido común plantear que todos los fenómenos sociales tiene una conexión con el contexto en que se producen, pero más interesante resulta el planteo de Bourdieu cuando hace foco justamente en lo contrario, es decir en lo que ese fenómeno (en este caso el deportivo) tiene de específico, de particular, de parcial. Así señala que “…la historia del deporte es una historia relativamente autónoma que, incluso cuando está marcada por los principales suceso de la historia económica y social, tiene su propio tempo, sus propias leyes evolutivas, sus propias crisis: en pocas palabras, su cronología específica”11. Su aporte fundamental entonces reside en la posibilidad de pensar el campo deportivo como un espacio, que si bien tiene relaciones con el contexto social donde se inserta, está compuesto por elementos en los cuales prevalece la lógica propia del campo deportivo. De este modo una mirada desde las ciencias sociales no debe dejar de pensar que los fenómenos que se producen en el campo deportivo muchas veces tienen sus principales explicaciones en la propia lógica de campo.

Es desde este planteo que nace, para el autor, la necesaria pregunta sobre el

momento histórico de surgimiento de ese “campo”, lo que implica situarlo en un momento temporal concreto. Según señala “Esto nos lleva a dudar de la validez de todos los estudios que, guiados por una anacronismo esencial, buscan analogías en los juegos de la sociedades precapitalistas europeas o extra-europeas, erróneamente tratados como prácticas predeportivas, y los deportes en sentido estricto, cuya aparición histórica es contemporánea de la constitución de un campo de producción de “productos

9 Ídem, página 7. 10 Bourdieu, Pierre: “Programa para una sociología del deporte”, en Cosas dichas, Ed. Gedisa, 1993. 11 Bourdieu, Pierre: “Deporte y Clase Social”, en Materiales de Sociología del Deporte, Ediciones de La Piqueta, Madrid, p59.

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deportivos”. 12…”. Claramente podemos ubicar a Bourdieu en el grupo de aquellos enfoques que piensan al deporte como indisociablemente moderno. Es un campo de prácticas puntuales, en el que participan diversos actores, que se constituye en un espacio y tiempo bien delimitados. Es más, el autor plantea como función de los cientistas sociales que se aboquen al estudio del deporte el delimitar un claro objeto de estudio “mediante el establecimiento del momento, o mejor, del conjunto de condiciones sociales a partir de las cuales es realmente posible hablar de deporte…” 13

El otro aporte de Bourdieu a la mirada sobre el deporte deviene de introducir la

temática, por así de decirlo, de los diversos sectores sociales y sus prácticas. Para el autor, en el campo deportivo se expresa un espacio social y los intereses, afinidades y preferencias de una categoría social determinada. En este sentido cualquier definición de deporte tiene que tener en cuenta que el mismo, o más precisamente cada deporte en particular es un espacio donde diferentes sujetos demandan o poseen determinadas disposiciones para su práctica, y eso es parte de determinado capital que poseen. A decir del mismo autor “El universo de las prácticas deportivas que la investigación estadística fotografía en un cierto momento no es sino la resultante de la relación entre una oferta, producida por toda la historia anterior, es decir un conjunto de “modelos” de prácticas (reglas, equipamientos, instituciones especializadas, etc.) y una demanda inscripta en las disposiciones.”14

Podemos coincidir con Bromberger15 en lo riesgoso que puede ser el enfoque de

Bourdieu si nos tomamos al pie de la letra la idea de una relación entre los gustos deportivos y las posiciones en la escala social. Esto habilitaría a pensar que tal o cual deporte es un ámbito privilegiado de determinado sector social, cuando las investigaciones realizadas muestran que la situación ofrece infinitas gamas y complejidades. Los deportes son jugados y vistos muchas veces por distintos sectores sociales y aún las prevalesencias pueden variar de país en país, y darse el caso de un deporte que se practicado o visto por sectores populares en un lugar, mientras que en otro sea apropiado mayormente por la elite. Lo más interesante entonces, siguiendo al autor es ver “como grupos socialmente distintos se apropian de un mismo objeto, interpretan la misma práctica, reciben un mismo mensaje”16

Otro de los autores a analizar, Jean-Marie Brohm ,en sus “20 tesis sobre el deporte”

deja clara su postura que lo ubica sin ambigüedades en este grupo al decir que “es falsa la pretensión de que el deporte es “tan viejo como el mundo””17. Lo ubica claramente como un producto de la época industrial moderna y por consiguiente del modo de producción capitalista.

Su filiación marxista nos permite abordar, aunque sea sintéticamente, toda una

tradición que desde esta propuesta filosófico política pensará al deporte. Vale la pena aclarar que no es el objetivo de este trabajo el realizar una crítica a dicha corriente, sino presentarla en sus conceptos primordiales.

12 Ídem, p.60 13 Ídem, p.60 14 Bourdieu, Pierre, op.cit, págimnas 177-178. 15 Bromberger, C (2001), Significación popular por los clubes de fútbol, Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. 16 Ídem, página 33. 17 Brohm, Jean-Marie (1993) [1975]: “20 tesis sobre el deporte”, en AA.VV.: Materiales de sociología del deporte, Madrid: Ediciones de la Piqueta, Genealogía del Poder/23, p.47.

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En principio para el autor hay que pensar el deporte desde una perspectiva que lo aborde como una práctica de clase, en tanto que para la burguesía supone una actividad de ocio, para el proletariado es una actividad que permite su recuperación en tanto fuerza de trabajo que debe ser explotada.

Como es sabido, en la tradición marxista la reproducción de la fuerza de trabajo

supone dos aspectos: el material y el ideológico En este sentido el deporte se ubica claramente, desde esta perspectiva, como un elemento de la superestructura ideológico política al servicio de los intereses de la clase dominante. Su función es para el autor manifiestamente despolitizadora. Al recrear las ilusiones de ascenso social por vía de la metáfora deportiva, la figura del héroe deportivo, genera en la clase proletaria dominada una “falsa conciencia” que, al tomar como propias las ideas de la clase dominante, desvía la atención de la verdadera lucha y de sus verdaderos intereses. En definitiva es la metáfora sobre el opio de los pueblos.

El deporte para Brohm, retomando al filosofo marxista Luis Althusser, “es una aparato

ideológico del estado”18, que todo lo controla y domina. Aquí la distinción entre lo privado y lo público quedan invalidados como categorías diferenciadoras, ya que responden a una distinción “burguesa” como espacios que recrean los mismos intereses y valores de la clase dominante. Es por todo ello que Brohm señala al deporte como un “deporte monopolista de Estado”.

En este enfoque el deporte, como toda práctica surgida en el capitalismo, responde

e impone su lógica que no es otra que la de la ganancia y la explotación. La práctica, y por ende los deportistas, se convierten en mercancías humanas y los espectadores, en meros consumidores.

Finalmente, son Norbert Elias y su discípulo y colaborador Eric Dunning los más

destacados representantes de aquel grupo de pensadores que definen al deporte como una actividad necesariamente moderna y por ende, producto de un momento histórico puntual del desarrollo de la historia del hombre. Ambos desarrollarán otra de las principales perspectivas sociológicas de abordaje del deporte.

Enmarcado en la teoría de Norbert Elias sobre el proceso de civilización19, en el libro

Deporte y ocio en el proceso de la civilización20 se puede encontrar con toda claridad dicha posición. El deporte, componente de suma importancia en la obra de Elias, es un elemento más entre otros que demuestran una transformación en el sentido del proceso civilizador, entendido este como una nueva configuración o cambio de costumbres por la cual los individuaos se auto coaccionan limitando propiamente sus naturales impulsos violentos. Así bajo esta concepción, el deporte se convierte en un producto necesariamente histórico, por el cual los seres humanos recrean aquellos impulsos. En el marco de una visa moderna monótona y previsible, los hombres buscan “emoción en el ocio”.

Es el control de la violencia en todo el espectro social lo que vuelve al deporte un

elemento central de este proceso. Por ello Dunning precisará que diversas actividades se

18 Althusser, L.: Ideología y aparatos ideológicos del Estado, Editorial Nueva Visión. 19 Elias, Norbert, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenética, FCE, México, 1987. 20 Elias, Norbert y Dunning, con Eric, Deporte y ocio en el proceso de la civilización , FCE, México, 1995.

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convierten en deporte en la medida que su práctica comienza estar controlada de manera formal, hecho que comienza principalmente en Inglaterra a mediados del siglo XIX.

La violencia, o mejor dicho los impulsos violentos, será uno de los tópicos centrales

de sus trabajos. Su hipótesis central gira en torno a que aquellos que perciben un aumento de la violencia en nuestra sociedad actual no alcanzan a distinguir entre un tipo de violencia instrumental o racional y otra de tipo afectiva, siendo la primera la que podría estar aumentando, como medio calculado para en algunas situaciones concretas obtener un fin determinado. En definitiva, para Dunning, lo que distingue ambos tipos de violencia es la obtención o no de placer al realizarla. Por ello el tipo de violencia que pareciera aumentar en algunos ámbitos de nuestra sociedad, nada tiene que ver con actos irracionales que buscan placer en su realización, sino con un uso más racional y calculado, producto de una sociedad que presiona a sus individuos a la competencia entre si, siendo el éxito una meta ha alcanzar aún con fines violentos calculados.

Para el autor es el tipo de lazos sociales que predominan en una sociedad, o lo que en

términos de Durkheim se denomina como solidaridad, lo que explica el tipo de violencia que se despliega.

Así en sociedades de “lazos fragmentarios” con escasa diferenciación social, poca

división del trabajo y por ende poca interdependencia entres los individuos, existe un predominio de la violencia física de tipo afectiva en todos lo ámbitos. Por el contrario en sociedades de “lazos funcionales” la complejidad social, el alto desarrollo de la división del trabajo, conlleva una alta interdependencia entre los individuos lo que genera la contención y limitación del nivel de violencia en las relaciones sociales, expresada en el aumento del autocontrol por parte de los individuos y el control externo que extiende el Estado. En estas últimas surge lo que Dunning nombra como “presión competitiva”, toda una ideología en torno al éxito, no ya producto de la imposición física, sino obtenida por la capacidad de cada uno de establecer estrategias racionales para alcanzar los fines propuestos. De este modo se impulsa la competencia y por ende la rivalidad y agresividad, que dados los controles sociales existentes debe canalizarse de manera instrumental en lo que Norbert Elias denominó como “espacios pacificados” de los cuales el deporte es uno privilegiado. El deporte, así como otros tipos de expresiones humanas, ocuparía entonces un lugar central en tanto “soporte” de dichas tensiones y emociones, pero no en el sentido de mera “descarga” y “contrapeso”, sino como la atemperación y despliegue de algo inherente al ser humano como lo es la expresión de sus pulsiones vitales, que lo constituyen y expresan inevitablemente. Es decir, la teoría eliasiana supone la ruptura de las típicas dicotomías “trabajo-ocio” y “tensiones-negatividad” para descansar sobre la necesaria búsqueda de emociones, en la que el deporte ocuparía un lugar privilegiado como remedio a las propias tensiones –por sobreesfuerzo– que las propias sociedades generan. Juegos, bailes, partidos de fútbol, serían escenas ficticias en las que, recreativamente, las personas experimentan situaciones de excitación –justamente las que son reprimidas y atemperadas en la vida real–; violencia y peligros que deben quedar guardados en esos espacios miméticos de excitación y liberación emocional placentera, comportamiento mimético no meramente acotado al hecho de imitar o reflejar una lucha determinada, una situación violenta o “no civilizada”, sino amalgamado en la centralidad de experimentar y dar lugar a sentimientos poderosos bajo el efecto de algún grado de excitación emocional, pero sin correr verdaderos riesgos físicos por ello.

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Hemos intentado un recorrido por las principales corrientes sociológicas y los principales autores que han esbozado, ya sea explicita o implícitamente, una definición del concepto de deportes desde la ciencias sociales. De ningún modo este pretende ser un recorrido exhaustivo y cerrado, sino más bien un puntapie inicial plausible de ser ampliado con el tiempo. Creemos finalmente que este intento podrá resultar de utilidad sobre todo a aquellos que están realizando sus primeras aproximaciones, como investigadores, estudiantes, o como meros interesados, al campo deportivo en las ciencias sociales.

BIBLIOGRAFÍA

Althusser, L.: Ideología y aparatos ideológicos del Estado, Editorial Nueva Visión,1988. Bourdieu, Pierre: “Programa para una sociología del deporte”, en Cosas dichas, Ed. Gedisa, 1993. Bourdieu, P., “Deporte y Clase Social”, en Materiales de Sociología del Deporte, Ediciones de La Piqueta, 1993. Bromberger, C, Significación popular por los clubes de fútbol, Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 2001. Brohm, Jean-Marie :“20 tesis sobre el deporte”, en AA.VV.: Materiales de sociología del deporte, Madrid: Ediciones de la Piqueta, Genealogía del Poder/23, 1993, p.47. Elias, Norbert, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenética, FCE, México, 1987. García Ferrando, Manuel: Aspectos sociales del deporte, Ed. Alianza, Madrid, 1990. Hargreaves, John, “The autonomy of sport” en Alan Tomlinson, edited The sport studies reader, Ed. Routledge, London, 2007. Huizinga, Johan, Homo ludens, Alianza, Madrid, 1996. Mandell, Richard: Historia cultural del deporte, Bellaterra, Barcelona, 1988.