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Necesidades de cuidados en los hogares / Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género Avda. 18 de Julio 1453 piso 6 CP. 11200 Montevideo, Uruguay Tel.: (598 2) 400 03 02 interno 16 Fax.: (598 2) 400 03 02* interno 16 www.inmujeres.gub.uy [email protected] www.mides.gub.uy Ministerio de Desarrollo Social Instituto Nacional de las Mujeres OPP OPP OFICINA DE PLANEAMIENTO Y PRESUPUESTO OFICINA DE PLANEAMIENTO Y PRESUPUESTO Necesidades de cuidados en los hogares Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

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Avda. 18 de Julio 1453 piso 6CP. 11200 Montevideo, UruguayTel.: (598 2) 400 03 02 interno 16Fax.: (598 2) 400 03 02* interno [email protected]

Ministerio de Desarrollo SocialInstituto Nacional de las Mujeres

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de Igualdad de Género

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Necesidades de cuidados en los hogares

Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

El presente trabajo fue desarrollado por la Ec. Soledad Salvador en el marco de una consultoría para el Instituto Nacional de las Mujeres

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Diseño y armado: Unidad de Información y Comunicación MIDESCorrección de textos: Susana Rovella

Autoridades

Marina ArismendiMinistra

Ana OliveraSub secretaria

Carmen BeramendiDirectora Instituto Nacional de las Mujeres

© Ministerio de Desarrollo Social

Uruguay, 2009Instituto Nacional de las MujeresAvda. 18 de julio 1453, piso 6Teléfono: (598 2) 400 0302* int. 1654Fax: (598 2) 400 0302* int. 1613CP 11200

[email protected]

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Necesidades de cuidados en los hogares

Índice

Prólogo .............................................................................................................................7Notas al pie ......................................................................................................................9Presentación ....................................................................................................................13Introducción .....................................................................................................................15Antecedentes ...................................................................................................................17Marco de análisis .............................................................................................................19La experiencia internacional ..........................................................................................25El análisis de la realidad nacional ..................................................................................43Hacia la definición de políticas de corresponsabilidad en Uruguay ...........................59Conclusiones y recomendaciones ..................................................................................65Referencias bibliográficas ..............................................................................................69

ANEXOS .............................................................................................................................71Variables activas utilizadas en el análisis multivariado .........................................71Variables utilizadas como complementarias ...........................................................73Anexo metodológico ..................................................................................................75Regímenes de licencias .............................................................................................81Anexo estadístico .......................................................................................................83

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Necesidades de cuidados en los hogares

Prólogo

El trabajo de investigación que hoy presentamos desde el Instituto Nacional de las Mujeres del Ministerio de Desarrollo Social, (Inmujeres / Mides), realizado por la economista Soledad Salvador es un aporte a la reflexión sobre la relación de las mujeres con el sistema de protección social en nuestro país.

El Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos, en el capítulo del Uruguay democrático, establece entre sus líneas estratégicas de igualdad (LEI): “erradicar las discriminaciones de género en el sistema de seguridad social contemplando las diferentes situaciones de hombres y mujeres en la vida familiar y laboral” (LEI 25); en el capítulo de Uruguay social establece entre sus objetivos : “el desarrollo de medidas que contribuyan a una distribución equitativa de las responsabilidades familiares” (LEI 10) .

Según el documento del Plan de Equidad (Mides, 2007): “ Desde una perspectiva de género y considerando el Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos en lo que refiere explícitamente a la relación de las mujeres con los sistemas de protección social, es necesario estudiar propuestas que armonicen la igualdad de oportunidades con la desigualdad de condiciones no sólo en el punto de partida sino en el transcurso del tiempo y hacer frente a la aparición de las nuevas desventajas”

Así mismo, en la presentación de los acuerdos base surgidos del Diálogo Nacional en Seguridad Social (DNSS), el Presidente del Instituto de la Previsión Social , Mtro. Ernesto Murro planteó la necesidad de que los acuerdos se fueran concretando “en leyes, decretos, normas, que los afiancen, que los aseguren, que le den institucionalizad y trabajar todos juntos para encontrar ese camino para mejorar la calidad de vida de todos los uruguayos”.

Fue así que muchas de estas propuestas se transformaron en leyes hoy vigentes como lo menciona la Subsecretaria Profa. Ana Olivera y para ello en este proceso el Inmujeres participó activamente instalando la reflexión y colaborando en dar visibilidad al aporte que realizan las mujeres al sistema de protección social a través del Trabajo No Remunerado. Esta cuestión fue colocada en la agenda pública desde la Universidad de la República (UdelaR) así como a través de los trabajos realizados en Uruguay sobre las desventajas que le genera a las mujeres su interrupción en las entradas y salidas del mercado laboral, con las consecuencias en sus aportes previsionales y por ende en no lograr una jubilación digna.

De ahí la necesidad de un planteamiento más integral (sistémico), donde las medidas y reformas estructurales llevadas adelante por este gobierno, en materia de salud, educación y

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vivienda así como los cambios implementados en la red de protección social de las familias, requerirán junto a otras medidas de largo plazo, como fuera planteado en el DNSS, de políticas universales y de un mejor acceso a servicios de cuidado de calidad.

Para que la integración en el mercado laboral sea duradera, aparte de dotar a las personas de competencias y recursos suficientes, es imprescindible brindarles acceso a servicios sociales de calidad. Se les debe apoyar para que puedan conservar su empleo, evitando el llamado efecto «puerta giratoria», es decir, que los afectados y afectadas se vean obligados/as a abandonarlo por la falta de competencias adecuadas o por la ausencia de servicios sociales.

Creo que este trabajo nos permite focalizar en algunas medidas a tomar a futuro.Algunos de los aspectos a estudiar en el mediano plazo están vinculados a las contribuciones

al régimen previsional y las situaciones derivadas del divorcio; a la violencia doméstica en tanto incapacidad laboral transitoria; a la eventual licencia por paternidad, la flexibilización de los mecanismos contributivos en el sistema de seguridad social. Finalmente deben identificarse las principales causas que frenan una mayor participación de las mujeres en el trabajo remunerado y la incidencia de las condiciones de trabajo en la distribución de las responsabilidades familiares.

Inmujeres realiza este aporte acerca de cómo nuestros hogares acceden y resuelven el tema de los cuidados junto a otras variables y dónde están ubicados geográficamente los hogares con mayores dificultades.

Del rol del Estado, de la familia o la comunidad, del mercado, y de la capacidad de compra de estos servicios de cuidado depende hoy cómo cada persona resuelve en parte o totalmente la tensión para insertarse y permanecer en el mercado laboral. La inclusión social no puede disociarse de la participación en este ámbito tan importante de la vida de las personas.

Los servicios sociales son uno de los pilares clave de la sociedad, y la mejora del acceso a servicios sociales de calidad se debe de convertir en una de las prioridades esenciales de los Estados de la región para luchar contra la pobreza y la exclusión social.

El éxito del planteamiento para la conformación del sistema integrado de cuidados depende del compromiso y del pleno involucramiento de diversos actores nacionales.

Estamos convencidas que hemos comenzado a modernizar la protección social en aras de una mayor justicia social. Para continuar avanzando, es necesaria una participación social cada vez más amplia como garante de las transformaciones requeridas.

Y para consolidarla, es necesario un Estado regulador y activo, que construya una nueva cultura en la que la intersectorialidad y la integración de la perspectiva de género sean componentes ineludibles en la construcción de la política pública.

Carmen Beramendi

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Necesidades de cuidados en los hogares

Notas al pie

El trabajo presentado por Soledad Salvador, no es un diagnóstico más y debería ser leído y releído muchas veces para comprender su alcance. Lo recomiendo especialmente, para quienes como yo, llegaron más tarde que otras y otros a comprender lo que significa el trabajo no remunerado, vinculado directamente con el cuidado de niñas, niños, enfermos, adultos mayores y discapacitados. Yo agrego, como nota al pie de página, lo que significa también, en muchos casos, el afrontar la necesidad de cuidados a partir de trabajos precarios y mal remunerados.

La política de cuidados, como política pública, no es un tema de debate teórico. La investigación, el debate, responden a una necesidad, al profundo impacto en la vida cotidiana de cada una de nosotras, mujeres, que asumimos en muchos casos con “naturalidad” que nos corresponde ser las “cuidadoras”. Impacta sobre aquellas que no tendrán oportunidad, aunque lo deseen, de incorporarse al mundo del trabajo; que no podrán desarrollarse plenamente y aportar sus capacidades al conjunto de la sociedad, porque aún el acceso a los servicios no está pensado desde esta perspectiva.

El Instituto Nacional de las Mujeres y organizaciones de género de la sociedad civil han tenido la capacidad, de poner esta cotidianeidad en la agenda pública. Lo han hecho a partir de la rigurosidad científica de nuestras y nuestros profesionales, desde la sencillez de quienes participaron en la construcción del primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos, en todos los rincones del país, a partir de su propia vida, de sus diversos y quizás en muchos casos primeros relatos.

También del abordaje desde la responsabilidad del Estado en dar respuesta, para que el Plan no sea papel pintado.

Como la mayoría de los temas que nos cuesta asumir, para llegar hasta aquí hubo que “amasar” mucho, es decir construir espacios de debate, buscar la contribución de otras experiencias, con lo que tienen de positivas y con los errores que no hay que volver a cometer. Hago este comentario, desde quien teniendo responsabilidades, recién tomó conciencia de esta realidad, que la incluye, me incluye, en el año 2007, en el diálogo de la seguridad social.

Los debates que se han dado en estos ámbitos, como debe ser, nos dejan conclusiones, que nos ponen ante el imperativo de las profundas transformaciones que necesita nuestra sociedad. Estos años he repetido muchas veces, que desde la teoría nos planteamos que la familia actual no es la de hace veinte años, pero a la hora del diseño de las políticas públicas,

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nos cuesta incorporarlo, fue parte de los debates en la elaboración del Plan de Equidad, en el Diálogo de la Seguridad Social, más recientemente en la Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia. La necesidad de un sistema de cuidados estuvo presente en todos.

Las verdaderas notas:En el comienzo de la Introducción se plantea como antecedente inmediato a este trabajo las Mesas de Trabajo desarrolladas en el marco del Diálogo de la Seguridad Social.

Hay un primer elemento a señalar que está vinculado con el debate en la propia Comisión Sectorial de Seguridad Social, organismo de coordinación, promotor del diálogo, para la inclusión de la temática en las Mesas de Trabajo.

Inicialmente no estaba claro como incluir el tema de la política de cuidados y el trabajo no remunerado de las mujeres. Las presentaciones de los panelistas del Seminario Internacional -jerarquizando en algunos casos las propuestas y experiencias al respecto- no dejaron dudas sobre la necesidad de abordarlo no sólo “transversalmente” en las mesas previstas de Demografía, de Inclusión y Trabajo, de Seguridad Social y Protección Social, sino que requería un análisis específico.

Esta pequeña anotación puede aparecer como anecdótica, pero en realidad en la definición del tema en la agenda participaron los Ministerios de Salud Pública, de Economía, Trabajo, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, el Banco de Previsión Social y el Ministerio de Desarrollo Social. En los debates, que culminaron incluyendo propuestas en las conclusiones, participaron los representantes de los trabajadores en el directorio del BPS, de los jubilados y de los empresarios, representantes de partidos políticos y organizaciones sociales. Hay que agregar el aporte permanente de la Universidad de la República.

Al dar cuenta la introducción de este material del debate específico, señala entre las conclusiones que si bien “las mujeres han incrementado su participación en el mercado laboral, pero como registran menores tasas de actividad, mayores tasas de desempleo, mayor inestabilidad laboral y menor protección social, el acceso a la jubilación aún sería deficitario.”

A su vez, en el informe final del Diálogo se plantea como diagnóstico prospectivo: “Estudios recientes revelan que de mantenerse el régimen de causales jubilatorias actualmente vigente para las actividades amparadas por el Banco de Previsión Social, en el mediano plazo habrá dificultades reales de acceso a la jubilación para vastos sectores de la sociedad. Esa situación afectaría con mayor intensidad a los sectores de menores ingresos y a las mujeres.”

Como no se trataba sólo de diagnosticar, sino que el objetivo era precisar propuestas, en las de corto plazo, es decir en las que debían aplicarse en este período, se entrelazan dos vinculadas con el acceso a la jubilación. En primer lugar, se aprobaba lo que en aquel momento era proyecto de ley, que creaba el programa de Asistencia a la Vejez, para hombres y mujeres a partir de los 65 años, en extrema pobreza. En segundo lugar se proponía “promover algún tipo de iniciativa legal” que facilitara o flexibilizara el acceso a la jubilación con menos años de servicios, que los exigidos en ese momento.

Específicamente se abrió un capítulo “sobre la mujer”, que planteaba “Implementar soluciones que

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permitan contemplar la menor densidad de cotización de la mujer a causa del tiempo destinado a los cuidados familiares.”

Todas estas propuestas se transformaron en leyes hoy vigentes.En enero de 2008 comenzó a desarrollarse el programa de Asistencia a la Vejez. En 2008 se presentó el proyecto

de ley y luego se aprobó la flexibilización del sistema jubilatorio, que básicamente consistió en la reducción de 35 a 30 años de trabajo, para acceder a la jubilación. La creación de un subsidio a los 58 años con 28 años trabajados y dos años de desocupación, durante dos años, para acceder a la jubilación a los 60 años. También se flexibilizó el acceso a la jubilación por edad avanzada en dos etapas.

Por último, pero no en orden de importancia, dado que la mayor causa de interrupción en la historia laboral de las mujeres, está vinculada al nacimiento de los hijos (no así para los hombres), el proyecto aprueba la contabilización de un año de trabajo por hijo hasta cinco hijos.

Los resultados: desde el 1º de julio de 2009 (fecha en que comenzó a regir la disminución de 35 a 30 años trabajados) al 7 de setiembre de 2009 ha habido 3.600 solicitudes por día, es decir un promedio de 85 personas por día.

Desde febrero de 2009 al 7 de setiembre de 2009, 8.259 mujeres han solicitado “el cómputo” de hijos por año de servicio, un promedio de 60 mujeres por día, según informe del BPS.

En la sectorial de la seguridad social y luego cuando consultamos con los representantes de los trabajadores, de los jubilados y los empresarios, señalábamos que recién comenzaba el abordaje del tema de los cuidados (decíamos que le hacíamos un guiño al problema) y las posibilidades de las mujeres de ejercer sus derechos. El número de solicitudes no necesita comentarios.

Volviendo a la Introducción, se plantea el tema del acceso a las prestaciones no contributivas, dado que están destinadas sólo a personas carentes de recursos, “dejándose de lado los derechos ciudadanos de quienes se dedican al trabajo no remunerado, que son esencialmente las mujeres.”

Sobre este tema, analizado largamente en los debates realizados, hay además un elemento que no da cuenta de las transformaciones producidas en las familias en los últimos 20 años, que son “los terceros obligados”, los familiares obligados.

En las medidas a mediano plazo, es decir las que deberían llevarse adelante en el próximo período, se propone la revisión del marco jurídico que permita el aumento de la cobertura de las pensiones a la vejez.

Por último en el horizonte de más largo plazo, se plantea: “ Los cambios ocurridos en la sociedad, tanto en el mercado de trabajo como en la familia, nos muestran que la estructura de riesgos no se corresponde con el diseño de cobertura actual. Esa circunstancia hace necesario ajustar la cobertura social a las contingencias sociales actuales y futuras.

Para ello sería conveniente tender, de manera gradual, hacia la conformación de un nuevo paradigma de protección social, que a partir del desarrollo institucional, jurídico y cultural conquistado, complemente eficientemente en forma integral el sistema contributivo con prestaciones no contributivas.”

Por otra parte también en la elaboración de la “Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia 2010-2030, se realiza un planteo en el mismo sentido:

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“Tal como se encuentran diseñados los sistemas de bienestar y protección resultan insuficientes para las familias con niños y adolescentes en los aspectos vinculados con la articulación y la conciliación de las tareas que desempeñan los adultos en el espacio productivo, y sus responsabilidades en la esfera reproductiva. Si bien Uruguay está avanzado, aún hay un camino importante por recorrer en esa dirección en materia impositiva, regímenes de licencias, transferencias, apoyo en los cuidados, facilidades de inserción en el sistema educativo y laboral, entre otras.”

Otra “apostilla” con relación a los servicios para el cuidado infantil:El Comité Coordinador Estratégico de Infancia y Adolescencia, ha trabajado en el tema durante estos años, con participación entre otras de las autoridades de la Educación y el INAU. Algunos aspectos han quedado plasmados en el “Plan de Equidad” y hoy son realidad, como la obligatoriedad de la Educación a los 4 años (aún la infraestructura no es suficiente) y el aumento de cobertura del Plan CAIF.

Hay, sin duda, una discusión no saldada, sobre la inclusión en Enseñanza Primaria de los niños y niñas de 3 años, y también como asegurar la cobertura de cuidados de 0 a 2. Sobre este punto comparto la afirmación del trabajo, basada en datos objetivos, cuando plantea: “Sin embargo, las mujeres trabajadoras de sectores medios, siguen siendo las más afectadas por esa carencia ya que las que necesitan cuidado a tiempo completo deben pagar por el servicio privado”. Agrego que cuando pueden pagar”algo”, no necesariamente es de calidad en un doble sentido, en la capacidad de a quien pueden contratar y en el ejercicio de los derechos de la persona contratada. Se trata en muchos casos de trabajos precarios en todo sentido.

Considero de particular relevancia en el caso de la atención en primera infancia la experiencia de Francia, basada en el concepto planteado en este trabajo, de poder optar por diferentes sistemas que están entrelazados, con alternativas horarias, y pagando un porcentaje de los ingresos, con un sentido solidario, en servicios que “pueden ser municipales o subvencionados por el Estado y, en algunos casos, también por los empleadores.”

La penúltima nota:De las conclusiones, me quedo con esta frase:

“En definitiva, la construcción de un Sistema Nacional de Cuidados que permita articular las distintas estrategias dirigidas a atender las necesidades de la población dependiente y de sus cuidadores; así como promover la redistribución de las responsabilidades entre familia, Estado y mercado y al interior de los hogares, se torna imprescindible. Dicho sistema también debería considerar los efectos que generan estas estrategias en términos de generación de empleo y condiciones de trabajo.”

Agrego, en la construcción del sistema hay un rol fundamental a desarrollar por parte del Estado.Por último, quiero señalar que avanzar hacia un Sistema Nacional de Cuidados, no se trata de un “desafío”-

como se usa decir- para los próximos años, es una necesidad imperiosa para continuar profundizando la estrategia de justicia social que hemos plasmado en la propuesta y en la realidad del “Plan de Equidad”.

Ana Olivera

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Presentación

Las desigualdades e inequidades de género constitutivas de nuestra vida en sociedad se sostienen en la división sexual del trabajo que asigna a las mujeres la esfera de la reproducción en el ámbito de lo privado y no remunerado, y a los hombres la esfera de la producción en el ámbito de lo público y remunerado. En base a ello no sólo se definen las identidades y los proyectos de vida diferenciados según sexo, sino también se justifica una distribución asimétrica y desigual del poder y los recursos.

Estas desigualdades tienen efectos en la inserción laboral de las mujeres así como en su acceso a la seguridad social. Por ello, en el Primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos 2007-2011, el gobierno nacional se compromete a dar cumplimiento a Líneas Estratégicas de Igualdad (LEI) que buscan promover la distribución equitativa de las responsabilidades familiares (LEI 10) y erradicar las discriminaciones de género en el sistema de seguridad social (LEI 25). A su vez, en el Consenso de Quito, surgido en la X Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe (agosto 2007), todos los gobiernos de la región se comprometieron a adoptar medidas de corresponsabilidad para la vida familiar y laboral que se apliquen por igual a las mujeres y a los hombres, adoptar medidas para garantizar el reconocimiento del trabajo no remunerado y su aporte al bienestar de las familias y al desarrollo económico de los países, e implementar sistemas públicos integrales de seguridad social, con acceso y coberturas universales, articulados a un amplio espectro de políticas públicas y capaces de garantizar el bienestar, la calidad de vida y la ciudadanía plena de las mujeres.

Para ello se definió en el marco de esta consultoría profundizar el diagnóstico sobre la situación en que los hogares con personas dependientes resuelven sus necesidades de cuidado (a través del trabajo no remunerado, los servicios de cuidado y las prestaciones de la seguridad social) y analizar las medidas de política, los instrumentos y las acciones concretas que permitan mejorar su acceso a la seguridad social y a los servicios de cuidado promoviendo la equidad de género.

Para discutir estos temas se han mantenido reuniones con los equipos de funcionarios del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y del Instituto de Previsión Social (BPS) designados para estos efectos, ya que son los organismos del Estado directamente involucrados con los compromisos referidos del Plan.2

2. Han participado por el Instituto de Seguridad Social (BPS) el Grupo de Trabajo sobre Mujer y Seguridad Social y por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social el equipo de asesores de la Dirección Nacional de Seguridad Social.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Se contó con el trabajo de la Ec. Gabriela Pradere en el procesamiento estadístico de la información y la Soc. Virginia Rojo en el relevamiento y sistematización de la experiencia internacional sobre políticas de corresponsabilidad en los cuidados3.

Soledad Salvador

3. Dicho relevamiento y sistematización se presentan en un informe realizado por la socióloga (Rojo, 2009).

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Necesidades de cuidados en los hogares

Introducción

El antecedente inmediato a este trabajo son las Mesas de Trabajo4 organizadas por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) en el marco del Diálogo Nacional sobre Seguridad Social (DNSS) donde se presentó evidencia que demostraba que el trabajo no remunerado que desarrollan principalmente las mujeres en Uruguay condiciona su acceso a la seguridad social.

Los aportes recogidos en esas mesas se resumieron en el documento “Aportes para la elaboración de un Sistema de Protección Social que integre la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres”5 y dan cuenta de que las mujeres acceden a la seguridad social principalmente a través de la pensión de sobrevivencia y la pensión por vejez, no siendo titulares de la prestación por derecho propio. A su vez, al interior de los/as jubilados/as las mujeres se ubican en los tramos inferiores de ingreso.

El informe plantea que esta situación iría cambiando en la medida que las mujeres han incrementado su participación en el mercado laboral, pero como registran menores tasas de actividad, mayores tasas de desempleo, mayor inestabilidad laboral y menor protección social el acceso a la jubilación aún sería deficitario. Todo ello está condicionado por la mayor carga de trabajo no remunerado que enfrentan las mujeres. Según los datos del Módulo sobre Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado 20076, el 73,2% de sus horas semanales las destinan al trabajo no remunerado, mientras que los hombres dedican sólo el 31% de su tiempo a dicha actividad. Con ello, Marco (2007) afirma que las mujeres están financiando indirectamente al sistema de seguridad social, aunque éste no reconozca su contribución al cuidado.

Como los sistemas de seguridad social en nuestros países se estructuran sobre la base del pilar contributivo que reconoce los aportes realizados por el trabajo remunerado, y el pilar no contributivo se compone de prestaciones asistenciales a personas muy carentes de recursos, se han dejado de lado los derechos ciudadanos de quienes se dedican al trabajo no remunerado que son esencialmente las mujeres7. A ello se suma que éstas ven condicionada su participación en el mercado laboral por la carga de trabajo no remunerado y ven reducidos sus aportes para jubilarse u obtener una jubilación decorosa.

4. Las mesas se realizaron el día 3 de octubre de 2007 y se denominaron: “El aporte del trabajo no remunerado de las mujeres a la economía y la seguridad social” y “Hacia la definición de políticas públicas tendientes a una mayor equidad de género en la Seguridad Social y el Trabajo”. Se contó con los documentos y presentaciones realizadas por Flavia Marco (de CEPAL) y Rosario Aguirre (de la Facultad de Ciencias Sociales).5. La referencia a dicho documento es: Inmujeres (2008).6. Dicho módulo formó parte de la Encuesta Continua de Hogares 2007 que releva el Instituto Nacional de Estadística (INE).7. Un análisis sobre los sistemas de pensiones y la equidad de género en América Latina realizado por CEPAL pone en relieve el tema de los derechos ciudadanos de las mujeres que han sido menoscabados con los sistemas vigentes y sus procesos de reforma (Marco, 2004).

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Con el propósito de contribuir a modificar esa realidad se analizaron las estrategias que se utilizan en otros países para redistribuir la carga del trabajo no remunerado entre estado, mercado, organizaciones sociales y familias, y al interior de las familias. A su vez, para evidenciar la forma en que las familias distribuyen la carga del cuidado incluyendo el trabajo no remunerado y el acceso a servicios de cuidado y prestaciones monetarias, se utilizó la técnica de análisis multivariado que permite construir tipologías de hogares según el uso diferenciado de estos recursos. En base a ello se presentan las políticas que se podrían discutir para el caso uruguayo.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Antecedentes

Sobre los temas del cuidado y el trabajo no remunerado se contaba con los aportes realizados por las sociólogas Karina Batthyány y Rosario Aguirre del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales. En ellos se analiza el cuidado infantil y el acceso diferencial a los servicios (Batthyány, 2004), el cuidado de los/as adultos/as mayores (Batthyány, 2007) y, más recientemente, las relaciones entre trabajo no remunerado y las desigualdades de género (Aguirre, 2009a), el cuidado de personas dependientes (Batthyány, 2009) y el vínculo entre pobreza y desigualdades de género (Scuro, 2009).

En estos trabajos se busca evidenciar que las desigualdades de género tienen un correlato importante en las desigualdades sociales y si no se realizan acciones para transformar las primeras, éstas seguirán condicionando el desarrollo personal y profesional de las mujeres así como su bienestar.

En Salvador (2007) se realiza una sistematización de los servicios y prestaciones monetarias existentes en Uruguay para el cuidado de niños/as, adultos/as mayores y personas con discapacidad, y su evolución desde los años noventa, con el propósito de evidenciar si las políticas públicas habían acompañado la mayor inserción laboral de las mujeres.

A nivel de la región latinoamericana, los estudios de Juliana Martínez Franzoni están contribuyendo al análisis de los regímenes de bienestar incorporando la carga del trabajo no remunerado. Ella analiza el nivel de desfamiliarización y mercantilización de los hogares respecto al régimen de bienestar imperante en la sociedad y sus implicancias para el manejo de los riesgos sociales (Martínez Franzoni, 2008).

Un trabajo similar para Uruguay es el desarrollado por Filgueira y otros (2006) que a través de técnicas de conglomerados o clusters (al igual que Franzoni) obtiene tres grupos de hogares: los que pertenecen al Uruguay vulnerado e infantilizado que ha perdido protecciones, oportunidades y garantías; el grupo del Uruguay de base estatal y corporativa, más envejecido; y el grupo del Uruguay de ingresos medios-altos y altos, que adquiere sus servicios y protecciones en el mercado.

Respecto a propuestas de políticas de corresponsabilidad para Uruguay se disponía de las presentadas en el marco del Diálogo Nacional sobre Seguridad Social (Marco, 2007 y Aguirre, 2007) que fueron resumidas en Inmujeres (2008). A ellas se suman las presentadas recientemente en Aguirre (2009b).

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Marco de análisis

Para el análisis de la distribución del trabajo de cuidado entre estado, familia y mercado se parte del enfoque teórico de la economía feminista8 que introduce al análisis económico la esfera del cuidado. Para ello define como “economía del cuidado” al espacio donde la fuerza de trabajo es reproducida y mantenida, incluyendo todas aquellas actividades que involucran las tareas de cocina y limpieza, el mantenimiento general del hogar y el cuidado de los/as niños/as, los enfermos y las personas con discapacidad.

Un componente importante de esa economía del cuidado está a cargo de las familias (en regímenes de bienestar de corte “familista” como los que imperan en América Latina) y, en su interior, son las mujeres las que históricamente se han encargado de desarrollar esas tareas en forma no remunerada. Ello se complementa con los servicios provistos por el sector público y privado que componen la economía del cuidado remunerada. Y, también, con los servicios que provee la comunidad y las ayudas informales entre hogares que forman parte de la economía remunerada y no remunerada. Pero, el trabajo no remunerado desarrollado en el ámbito familiar es “el núcleo de ese proceso de reproducción social sobre el cual recae la responsabilidad final de armonizar las demás formas de trabajo y/o absorber sus insuficiencias” (Picchio, 1999).

El estudio de los regímenes de bienestar ha contribuido con el análisis de la distribución del cuidado entre las distintas instituciones. Estas pueden visualizarse analíticamente en la forma de un diamante de cuidado, en el cual se integran la familia, los mercados, el sector público y el sector no mercantil (incluida la provisión de cuidado por parte de la comunidad y el voluntariado). El diamante sería la arquitectura a través de la cual se provee el cuidado.

El Estado es un actor relevante en la distribución de roles y responsabilidades de cuidado. El rol que asuma el Estado como proveedor de cuidado determinará la carga de cuidado que se delega a la familia, el voluntariado y/o el mercado.

A su vez, para cuidar se requiere de “tiempo, dinero y/o servicios” para lo cual se plantean las siguientes opciones de política9:

8. La economía feminista propone una modificación del foco central del análisis económico, pasando del intercambio y la elección [choice] a la provisión [provisioning], esto es, a los bienes y procesos necesarios para la supervivencia humana. Cuando este elemento (la supervivencia humana) se transforma en el corazón del análisis económico, los servicios inmateriales como el cuidado de los niños y niñas, el cuidado de la salud y la preocupación por la transmisión de las habilidades (educación), se vuelven tan centrales como la alimentación y la vivienda. (Rodríguez Enríquez, 2005)9. Extraído de Razavi (2007:24).

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

• provisiones referidas a beneficios monetarios y de seguridad social (por ejemplo, pagos en dinero, créditos de seguridad social y pensiones, exoneraciones de impuestos)

• provisiones referidas a medidas relacionadas con el empleo (por ejemplo permisos pagos y no pagos, interrupciones en la carrera, indemnización por cese, tiempo de trabajo flexible por necesidades de cuidado (flexi-time), reducción del tiempo de trabajo)

• servicios o beneficios provistos en especie (por ejemplo, servicios para la ayuda doméstica y otros con base en la comunidad, servicios de cuidado infantil, servicios residenciales para adultos/as y niños/as)

• incentivos para la creación de empleo o la provisión en el mercado (por ejemplo, vouchers para empleo doméstico, excepciones de las contribuciones a la seguridad social para personas empleadas como cuidadores/as, reducciones de impuestos por el costo de emplear a un trabajador doméstico, subsidios para la contratación de cuidado en el sector privado).Según la experiencia principalmente de los países desarrollados esta diversidad de respuestas posee

implicaciones diferentes para la igualdad de género.En el trabajo de Sainsbury (1999) se proponen tres modelos para eliminar las diferencias de género de los

modelos de bienestar:• El “modelo de proveedor universal” donde hombres y mujeres reciben sus beneficios derivados del trabajo.

La política central de esta estrategia consiste en la provisión de servicios por parte del Estado para posibilitar el empleo. Ello significa proveer educación y capacitación para asegurar el acceso a ingresos y a los beneficios de la seguridad social de los hombres y las mujeres y la provisión de servicios de cuidado para niños/as, ancianos/as y dependientes.

• El “modelo de cuidador/a-paritario” busca igualar los derechos de los que cuidan con los que poseen trabajo remunerado. Esta estrategia se centra en el cuidado informal (trabajo no remunerado) y su sostén a través de prestaciones monetarias del Estado para el cuidado.

• El “modelo de cuidador/a universal” que llama a romper con la tradicional división sexual del trabajo y promueve que hombres y mujeres puedan combinar trabajo remunerado y no remunerado. Este modelo mantiene el énfasis en los servicios para posibilitar el empleo de hombres y mujeres del modelo de proveedor universal, pero incluye medidas de política para sostener el cuidado informal (trabajo no remunerado) orientadas a hombres y mujeres.En el caso del modelo de proveedor universal la dificultad está en que efectivamente las mujeres logren

insertarse en el mercado laboral en igualdad de condiciones que los hombres y que accedan a iguales beneficios a lo largo de su vida.

Giullari y Lewis (2005) plantean que ha habido críticas al modelo de adulto trabajador (que sería el modelo de proveedor universal) ya que más allá de proveer de independencia económica a las mujeres, la naturaleza de las opciones que enfrentan hombres y mujeres y el logro de los objetivos de equidad de género dependen de la medida en que las políticas sociales enfrentan el tema del trabajo de cuidado así como las mujeres logran obtener seguridad económica a través del trabajo remunerado.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Otra crítica en este caso es que más allá que la provisión de servicios de cuidado aumenta la participación laboral de las mujeres, el efecto sobre el trabajo no remunerado es mayor en la reducción de la carga global de trabajo que en su redistribución entre los sexos (Bettio y Plantenga, 2004).

Por último, se plantea que la forma en que se ha adoptado el modelo en Europa, trasladando los servicios de cuidado al mercado, tiene sus límites. “Sólo cuando el cuidado es reconocido como una combinación de cuidado y amor, como un proceso central en la formación de la identidad femenina inserto en un marco normativo de obligaciones, y como una relación entre cuidadores/as informales y entre cuidador/a y receptor/a de cuidados, es que se hace posible entender por qué la mercantilización del cuidado es una estrategia muy débil para enfrentar las desigualdades de género en el empleo y el cuidado” (Giullari y Lewis, 2005).

También esta estrategia presenta problemas referidos a la libertad de elección ya que las mujeres experimentan presiones más fuertes para cuidar que los hombres. Giullari y Lewis (2005) plantean que “dado el rol de cuidadoras de las mujeres poseen menos “excusas” para no cuidar lo que reduce su poder de negociación y, a su vez, podrían tener más interés y satisfacción personal por cuidar que por trabajar en empleos de baja remuneración, de mala calidad e inseguros. Podría ser preferible, a su vez, que cuiden a sus hijos/as en vez de cuidar a los de otras familias”.

Además, se plantea que la fragmentación que ha resultado de la reestructuración del estado de bienestar en Europa ha aumentado la necesidad de cuidado informal y de las familias.

En el caso del “modelo de cuidador/a-paritario” se está planteando que para superar el sesgo de género tan profundamente arraigado en los sistemas de protección social y lograr una ciudadanía verdaderamente incluyente, el cuidado debe convertirse en una dimensión de la ciudadanía con derechos equivalentes a los que tienen que ver con el empleo (Razavi, 2007).

En este caso lo que se propone son las prestaciones monetarias y los créditos para cuidar en los sistemas de seguridad social. Respecto al pago en dinero por la tarea de cuidar generalmente se sostiene que puede reforzar la labor de cuidado en las mujeres, aunque es una forma de valorar y reconocer la tarea que realizan. Tal vez el problema es que no se articule con otras opciones de cuidado. Los créditos buscan suavizar o eliminar la pérdida de los derechos jubilatorios por las interrupciones en la carrera laboral debido a las responsabilidades de cuidado.

Los inconvenientes de esta estrategia son que la salida del mercado laboral afecta el ingreso, la empleabilidad y la carrera laboral de la persona cuidadora. A su vez, si los créditos para cuidar son de un monto reducido desestimulan el uso por parte de los hombres, porque sus ingresos laborales son, en general, más elevados que los de las mujeres. Ello se resolvería generando igual derecho al acceso a los créditos, pero sin igualar el nivel del beneficio10. Tampoco puede ser un porcentaje igual para ambos sexos porque la pérdida en monto del ingreso masculino también sería mayor a la pérdida de ingresos de la mujer. Por último, se teme que cuando se ofrecen prestaciones para cuidar se reduzca la oferta pública de servicios de cuidado.

10. A cada individuo habría que pagarle en función de su costo de oportunidad (lo que deja de percibir en términos de ingresos por obtener la licencia laboral).

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El modelo de cuidador/a-proveedor/a universal que se asimila a la experiencia de los países escandinavos demuestra también que la forma en que se otorgan los beneficios puede ser contradictoria con su propósito. Uno de los temas resaltados, al igual que lo que se mencionaba en el caso de los créditos para cuidar, es que el monto de los beneficios en el caso de las prestaciones monetarias para ambos sexos no podría determinarse en base al ingreso de sólo uno de ellos, o una combinación de ambos, que en cualquier caso genere desestímulos a hacer uso del beneficio por parte del hombre.

Por ello se detallan una serie de recomendaciones en base a la experiencia de esos países: • hay que individualizar los derechos para cada padre o madre. Por ejemplo, la licencia por enfermedad de hijo/a

en Suecia responde a este esquema y los hombres hacen uso significativo de la misma. También, la “daddy quota” en Noruega o el “daddy month” en Suecia asignan un período específico de licencia exclusivamente para los padres. Ello estimuló un mayor uso del beneficio.

• El monto del beneficio debe compensar por la pérdida total de ingresos de cada individuo o igualar el monto de pérdida de ingresos de ambos padres.

• Es importante vincular los beneficios ligados al cuidado con los beneficios relativos al trabajo remunerado. Se considera que ese es un primer paso para poner en pie de igualdad los beneficios que se generan con el cuidado y los beneficios generados con el trabajo remunerado. Vincular los beneficios y hacer intercambiables el hecho de cuidar o trabajar en forma remunerada, genera una estructura de incentivos para que las mujeres se incorporen al trabajo remunerado y los hombres provean cuidado. Ello no existía en el modelo de cuidador/a-paritario. Al relacionar los beneficios de cuidar o trabajar en forma remunerada y estimular que todos los individuos realicen ambas tareas, se contrarresta el surgimiento de una nueva segregación de género en los niveles de beneficio que se obtendrían por cuidar al remunerar con un ingreso fijo (y probablemente bajo) a quienes sólo realizan tareas de cuidado y en función de su ingreso a quienes realizan trabajo remunerado. En este modelo las políticas se adaptan también a las necesidades de las madres solas (constituidas como

hogares monoparentales con jefatura femenina) que deben realizar indefectiblemente las tareas de cuidadoras y proveedoras. Según el modelo de proveedor universal estas madres eran convocadas a trabajar a tiempo completo aunque quisieran destinar más tiempo al cuidado de sus niños/as. El modelo de cuidador/a-paritario tiene las dificultades de la transición cuando las responsabilidades de cuidado cesan o hay incertidumbres económicas. A su vez, Sainsbury (1999) planteaba que pocos países han provisto beneficios a los/as cuidadores/as para permitirles vivir por encima de la línea de pobreza.

Algunas investigadoras utilizan el “enfoque de las capacidades” para evaluar las opciones de política11. La premisa principal de este enfoque es que la libertad de elección se incrementa en la medida que se amplían las

11. Una aplicación de este enfoque para el análisis de políticas de corresponsabilidad se encuentra en Benería (2007). El análisis consiste en construir una matriz donde se relaciona cada instrumento de política con la capacidad que promueve a través de una valoración muy sencilla con signos positivos que aumentan en la medida que la contribución de la política al desarrollo de la capacidad es mayor. Su análisis se centra en las cinco capacidades incorporadas por Robeyns (2003) y referidas a las tareas de cuidado y el trabajo remunerado. Ellas son: “poder cuidar de los hijos y de otras personas”, “poder trabajar en el mercado laboral o realizar otros proyectos”, “poder movilizarse”, “poder disfrutar de tiempos de ocio”, “poder ejercer autonomía en el uso del tiempo”.

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Necesidades de cuidados en los hogares

opciones disponibles para hombres y mujeres. Por ello, el ideal no sería instrumentar una solución para cada caso sino una combinación de opciones que incremente la libertad del individuo o del grupo de elegir.

Es claro que idear políticas sociales que fomenten la elección real para hombres y mujeres respecto del trabajo remunerado y no remunerado plantea enormes dificultades. Pero, desde el punto de vista del crecimiento y el bienestar del ser humano, Giullari y Lewis (2005) plantean que es imposible optar por no cuidar el hogar o no trabajar. Por lo tanto, para superar las desigualdades de género y construir una sociedad más justa hay que asumir el desafío de idear políticas con dicho propósito.

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La experiencia internacional

En este apartado se recoge el análisis presentado en Rojo (2009) sobre las políticas para la corresponsabilidad en los cuidados desarrolladas en el ámbito internacional. Ellas refieren a:• Licencias por maternidad y paternidad, y la protección del derecho de lactancia.• Licencias para el cuidado de los/as niños/as pequeños/as luego de la maternidad o

paternidad (permisos parentales).• Servicios para el cuidado infantil.• Prestaciones monetarias o beneficios fiscales para el cuidado infantil.• Prestaciones monetarias para el cuidado de adultos/as mayores o personas con

discapacidad.• Servicios públicos para el cuidado de adultos/as mayores o personas dependientes.• Licencias para el cuidado de personas enfermas o en situación de dependencia.

Licencias por maternidad y paternidad, y la protección del derecho de lactanciaRespecto a las licencias por maternidad existen los convenios 103 y 183 de la Organización Internacional del Trabajo. El convenio 103 establecía para la licencia maternal un mínimo de 12 semanas y el convenio 183 (del año 2000) amplía el período a 14 semanas. A su vez, la recomendación 191 (del año 2002) referida al convenio 183 sugiere extenderlo a 18 semanas. En la región12, sólo Belice y Cuba han ratificado el convenio 183. En Cuba la licencia por maternidad es de 18 semanas (6 anteriores al parto y 12 posteriores) desde el año 2003 y en Belice de 14 semanas desde el año 2005.

Independientemente de la no ratificación del convenio 183, en Costa Rica la extensión de la licencia maternal es de 16 semanas, en Chile y Venezuela de 18 semanas y en Brasil se aprobó en el año 2008 una extensión de 180 días para las trabajadoras del sector público y la opción de pasar de 120 a 180 días en el sector privado. En este último caso el costo de la extensión de 60 días es a cuenta del empleador pero con la opción de descontarlo de su pago de impuestos a la renta. En los demás países la extensión es de 12 semanas como en Uruguay. A su vez, la prestación monetaria durante la licencia maternal se establece en “un monto igual a la totalidad de las ganancias anteriores o de las que se tomen en cuenta para calcular las prestaciones” (Rec. 191).

12. En Tabla 1 del Anexo 4 se detallan las licencias por país.

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Junto con la licencia maternal se regula el derecho a lactancia. Los convenios de OIT establecen la interrupción del tiempo de trabajo para dar de amamantar, unido a la existencia de salas cuna con ese fin, o la posibilidad de reducir la jornada de trabajo. En ambos casos los tiempos destinados a la lactancia deben ser considerados tiempo de trabajo.

En Chile, la ley actual (Nº 20.166 de 2007) que extiende el derecho de las madres trabajadoras a amamantar a sus hijos/as aún cuando no exista casa cuna, dispone que éstas tendrán derecho a, por lo menos, una hora por día para dar alimento a sus hijos/as menores de dos años.

La ley española de 2007 para la “Igualdad efectiva entre mujeres y hombres” establece que el derecho a lactancia puede ser ejercido por cualquiera de ambos progenitores/as si trabajan.

Por su parte, las licencias por paternidad no van más allá de unos pocos días (2 o 3 días). Recientemente se extendió el permiso en Brasil y Chile a 5 días pagos. En Colombia existe una modalidad nueva (la “Ley María”) que habilita al padre a tomarse 8 días por nacimiento en caso que ambos padres aporten a la seguridad social, o 4 días si sólo aporta la madre. En Ecuador la licencia por paternidad es de 10 días y se extiende a 15 días en caso de parto múltiple o cesárea, en Costa Rica la licencia es de 15 días, y en Venezuela de 14 días. La extensión de la licencia por paternidad en Uruguay es muy reciente para los trabajadores del sector privado que no tenían convenio colectivo que estableciera este derecho. Se aprobó a fines de 2008 una licencia de tres días corridos incluyendo el día del nacimiento. Para los trabajadores del sector público es de 10 días hábiles (desde 2005, eran 3 días desde 1989).

Existe también la licencia por maternidad y paternidad en caso de adopción. Para las madres, la duración varía entre 30 días (Perú) y la extensión de la licencia postnatal regular del país (Guatemala, Uruguay, Colombia). En el caso de Argentina, Brasil13 y Costa Rica la licencia equivale a la totalidad del beneficio de maternidad. En el caso de los padres, en Uruguay se brinda el mismo beneficio que a la madre de seis semanas pero lo puede tomar sólo uno de los dos progenitores. En algunos países y de acuerdo con la Recomendación 156 de la OIT, en caso de fallecimiento de la madre en el parto, se extienden los beneficios de la maternidad al padre (Cuba y Chile). (OIT-PNUD, 2009 y Salvador 2007b)

En Europa14 hay buenos ejemplos de licencias maternales más extensas, compartidas con el padre y con derecho individual para éste. Sin embargo, recientemente se están manejando nuevas medidas (incentivos económicos, trabajo a medio tiempo, etc.) para revertir algunos efectos no previstos cuando las madres o padres están demasiado tiempo fuera del mercado de trabajo por el cuidado de sus hijos/as. A la vez, se busca promover que los padres hagan un mayor uso del permiso.

La duración del permiso por maternidad varía de 8 semanas en Austria y Polonia (al 100% del salario) a 18 semanas Grecia, Irlanda y Reino Unido (en estos tres países con una subvención del 100%, 80% y 90% respectivamente).

13. Si el/la niño/a es menor de un año, si tiene entre 1 y 4 años de edad es de 60 días, si tiene entre 4 y 8 años la licencia se restringe a 30 días.14. En Tabla 2 del Anexo 4 se detallan las licencias por país.

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En los países más avanzados existe derecho para el padre no transferible a la madre. Es el caso de: Irlanda, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, España15, Portugal y Suecia, Islandia variando de 3 días (Irlanda) a 13 semanas (Islandia).

Además, existen las licencias compartidas y la posibilidad que mujeres que no están trabajando en forma remunerada puedan acogerse al beneficio de maternidad. En Dinamarca la licencia compartida es de 32 semanas, en Finlandia son 23 semanas compartidas, en Suecia se disponen de 50 semanas compartidas. En este país, el permiso abarca un total de 480 días que se dividen entre los dos padres. Un progenitor puede transferir hasta 180 días al otro, pero hay un período de 30 días pago que debe tomárselo el padre de lo contrario se pierden esos días de subsidio. Durante 390 días, se abona el 80% de la renta del padre y los 90 días adicionales se paga un monto fijo por día. La madre que no trabajó antes también accede al beneficio.

En Bélgica, de las 18 semanas que disponen ambos padres (al 82% del salario), la madre puede tomarse hasta 15 semanas quedando tres a disposición del padre. En Italia el permiso compartido total es de 24 semanas. En España la licencia es de 16 semanas: las seis primeras son obligatorias para la madre y existe la opción de compartir las siguientes con el padre. En Islandia cada uno de los padres cuenta con 3 meses de licencia remunerada al 80% del salario, y tres meses más a distribuirse como deseen ambos padres.

En Alemania existe el “Sueldo parental para ocuparse de los recién nacidos” por el cual los padres y madres de recién nacidos que opten por suspender temporalmente su actividad profesional para el cuidado de su hijo reciben el 67% de su sueldo neto. Este sueldo está destinado a ofrecer la posibilidad de reducir su actividad profesional hasta 30 horas semanales por un período máximo de 56 semanas. A la vez, permite a ambos padres decidir la manera de repartirse el período concedido. Con esta medida se ha registrado un aumento de la tasa de utilización de la licencia de paternidad, que ha pasado del 3,5% en 2006 al 8,5% en 2007.

En la región, la única experiencia de licencia compartida es la de Cuba (a través del Decreto de Ley 234 de 2003) que extiende a un año la licencia por maternidad y permite transferirla al padre. La prestación equivale al 60% del salario (con excepción de quienes tengan hijos/as con alguna discapacidad mantienen el mismo salario). Por lo cual, se desincentiva el uso por parte de los hombres que al tener mayores salarios tienen una perdida mayor de ingresos y al no ser obligatoria mantiene la distribución de roles entre los sexos.

Licencias para el cuidado de los/as niños/as pequeños/as luego de la maternidad o paternidad (permisos parentales)Además de los permisos por nacimiento y, en general a continuación de éstos, algunos países como los nórdicos, pero también otros de Europa cuentan con permisos subvencionados para el cuidado en los primeros años de vida de los/as hijos/as (llamados permisos parentales). Algunos permisos compartidos ya mencionados tienen una extensión considerable (hasta las 52 semanas en el caso de Suecia, hasta las 56 semanas en Alemania y hasta

15. En la “Ley para la Igualdad efectiva entre mujeres y hombres” de 2007 se prevé la ampliación a 4 semanas antes del 2012 y puede disfrutarse ininterrumpida-mente, coincidiendo con el permiso de maternidad o al finalizar éste, o en jornada parcial de un mínimo del 50%, previo acuerdo con la empresa.

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el año en Cuba). En Argentina a continuación de la licencia por maternidad las mujeres pueden recurrir a una licencia adicional de 6 meses pero sin goce de sueldo. Pero, en otros países hay permisos que abarcan hasta los 3 o 4 años de edad de los/as hijos/as. El porcentaje del sueldo que pasan a cobrar los padres no suele llegar al 100%, en la mayoría de los países varía entre un 30% y un 80% del salario, o para los permisos más extensos es frecuente que se establezca un monto fijo (Albert et al, 2008).

Noruega cuenta con un permiso de 29 semanas al 100% del salario, Dinamarca de 32 semanas también al 100% del salario. En Francia el permiso es hasta los 3 años al 26% del salario.

En Austria el régimen, vigente desde 2001, de asignaciones para el cuidado de los/as hijos/as dispone que los padres o madres que tienen hijos/as pequeños/as pueden mantenerse fuera del mercado de trabajo hasta los tres años de edad de los/as hijos/as, recibiendo una asignación de 436 euros por mes durante un período de hasta dos años y medio o hasta tres años si ambos padres alternan el cuidado de sus hijos/as. Esta asignación también se otorga a las personas que no están ocupadas o cubiertas por la seguridad social (por ejemplo, amas/os de casa, estudiantes, autónomos, etc.).

También se discutieron otras propuestas aún no puestas en práctica en este país:• Ampliar la cobertura del régimen de trabajo parcial existente mediante el cual los padres o madres de niños/

as en edad preescolar tienen derecho a pasar de un trabajo a tiempo completo a un trabajo a tiempo parcial siempre y cuando hayan tenido al menos tres años continuos de empleo con un empleador y que la empresa en la que trabajan emplee a más de 20 trabajadores. Durante este período de trabajo a tiempo parcial, los empleados gozan de una protección especial contra los despidos. Sobre esta medida hay posturas en contra que sostienen que los padres podrían optar por este beneficio motivados fundamentalmente por la protección contra el despido.

• Permitir la deducción parcial de los impuestos de los gastos vinculados con el cuidado de los/as hijos/as.Del mismo modo, en Irlanda fueron manejadas dos medidas para acortar el período de permiso parental y

promover el empleo entre las mujeres. La iniciativa buscaba hacer más flexible las prestaciones por maternidad/paternidad, dando la posibilidad a los padres de elegir entre el modelo existente y la opción de recibir un monto mayor (de 800 euros por mes), durante un período menor de tiempo: hasta 15 meses o hasta 18 meses si ambos padres cuidan del hijo. La otra medida fue aumentar el límite de ingresos por año para recibir la prestación. Se destaca que estas medidas buscan especialmente ser más atractivas para los hombres, que actualmente representan sólo el 3,5% de los beneficiarios.

Estas iniciativas ponen sobre la mesa la necesidad de dar mayor flexibilidad al período para permanecer fuera del mercado de trabajo no perdiendo el monto del subsidio equivalente a un período mayor si se opta por reducir el tiempo de ausencia y, a la vez, buscan fomentar la participación del padre aumentando en estos casos, el período total del permiso.

En algunos países existen permisos para el cuidado de niños/as, con derecho a conservar el puesto de trabajo pero sin incluir subsidios (a éstos le llaman períodos de excedencia). Países que tienen este tipo de permisos son: Holanda, Portugal y Turquía (cuentan con 6 meses de excedencia), Irlanda con 8 meses, Grecia con 7 meses. En

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España el nuevo permiso que introduce la ley de igualdad es de hasta los 3 años y en el Reino Unido hasta los 5 años (Albert et al, 2008).

Los permisos por enfermedad de hijo/a están menos difundidos. En Chile se otorgan a madres de niños/as menores a un año y al padre si la madre así lo decide o en caso de fallecimiento. En Cuba y Venezuela se garantiza mensualmente un día de licencia remunerada para llevar al niño a controles de salud. (OIT-PNUD, 2009 y Salvador, 2007b)

Servicios para el cuidado infantilLos servicios públicos de cuidado infantil son insuficientes en la región. Es común a los países la carencia generalizada de servicios de atención para los menores de 3 años. La cobertura educativa de los/as niños/as de 4 y más años es el mecanismo que indirectamente atiende, a medio tiempo, la necesidad de cuidado de los/as niños/as por parte de las familias. Sin embargo, las mujeres trabajadoras de sectores medios, siguen siendo las más afectadas por esa carencia ya que las que necesitan cuidado a tiempo completo deben pagar por el servicio privado.

En los países de Europa y OCDE si bien la oferta de servicios también es escasa, existen otros mecanismos como las prestaciones económicas, las subvenciones, las deducciones fiscales u otros beneficios económicos que pueden compensar, en cierta medida, la escasez de servicios para el cuidado de niños/as.

Los servicios son, en su mayoría, gestionados por los municipios. En Finlandia existen las siguientes variantes:1) Servicios de atención infantil diurna: la ley garantiza a todos los/as niños/as por debajo de la edad escolar un

lugar en los servicios de atención municipal diurna. Las autoridades locales son las responsables de prestar este servicio a las familias que los solicitan. Tiene dos modalidades de funcionamiento: los/as niños/as asisten a los centros de atención diurna o bien pueden recibir atención por parte de una persona empleada por el municipio. Este servicio ha tenido en cuenta, en buena medida, la atención para los casos en que los padres trabajan durante la noche o los fines de semana. El servicio no es gratuito pero las tarifas están relacionadas con los ingresos de los padres.

2) Centros de cuidado diario: Son modalidades semejantes a las guarderías y están abiertos todo el día y todo el año.

3) “Family day care homes”: Es un tipo de servicio a domicilio, en general de tiempo completo. A diferencia de los centros de cuidado diario, donde no hay tamaño del grupo exigido, en este caso el número máximo de niños/as es de 4. Este servicio es uno de los preferidos por padres y madres, más que los centros diurnos.En Suecia se distinguen los servicios municipales y los no municipales. Dentro de los municipales los

servicios son similares a los existentes en Finlandia, los no municipales resultan más novedosos. Los servicios municipales son:1) Preescolar: Servicio de cuidado a tiempo completo, para niños/as cuyos padres trabajan, estudian o se

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considera que necesitan un apoyo especial. Estos servicios están abiertos a lo largo de todo el año, y las horas se ajustan de acuerdo a las necesidades de trabajo de los padres.

2) “Family day care homes”: Servicio de cuidado a preescolares cuyas familias trabajan o estudian o necesitan apoyo especial en sus casas. Es de horario flexible, el servicio se presta durante todo el año. Puede incluir fines de semana, tarde o noche, según las necesidades de los padres.

3) “Open pre–schools”: Ofrece actividades de medio tiempo para niños/as que no utilizan otros servicios. Son más informales que otros servicios de cuidado y están pensados para que los padres u otros responsables del cuidado acompañen a los/as niños/as y participen también de estas actividades. En los hechos funciona como centros de apoyo familiar.

4) “Pre–school class”: Es un servicio que la municipalidad ha ordenado desde 1998 que sea provisto como parte del sistema escolar, aunque es de participación voluntaria para los/as niños/as. En general es de medio tiempo, aunque se pueden considerar las situaciones laborales de los padres o las necesidades familiares.

5) “Leisure–time centres”: Se trata de una modalidad de guarderías que ofrece actividades de medio tiempo para niños/as de 6 a 12 años para padres que estudian, trabajan o necesitan apoyo especial luego de la escuela o durante las vacaciones. En general está instalado en los locales escolares.Los servicios no municipales son de dos tipos y resultan una experiencia particular en el ámbito

internacional:1) “Parental co–operatives” (cooperativas de padres): Organizadas por grupos de padres y subsidiadas por las

municipalidades. En el tipo de servicio no tienen diferencias sustanciales con los servicios municipales salvo a nivel de infraestructura donde se destaca que estos servicios cooperativos están más desprovistos.

2) “Personnel co–operatives” (cooperativas personales): Organizadas por iglesias, corporaciones u otras organizaciones. Estos servicios deben seguir las normas de los servicios públicos pero no son tan estrictas como las que deben cumplir los de las municipalidades.Bélgica, Francia, Alemania, Holanda y Austria han desarrollado una política familiar en muchos ámbitos

cercana a los países nórdicos, aunque no tan involucrados en promover la igualdad entre varones y mujeres. (Martínez Herrero, 2006)

En Francia, los servicios de guardería son públicos y para niños/as entre 3 y 6 años el servicio es, en general, a tiempo completo. En el resto de los países continentales la política familiar está basada en una institucionalización de la división de roles entre los sexos, por lo cual los servicios de guardería y asistencia a la infancia son escasos. En Alemania, son particularmente reducidos, los/as niños/as entre 3 y 6 años tienen derecho a un lugar en la guardería, pero los de más edad se admiten siempre que haya lugares disponibles.

En Holanda, la gran mayoría de las guarderías son privadas. En general, son de medio tiempo. De todas formas, debido al alto costo de estos servicios, los padres recurren preferentemente al servicio de medio tiempo. En menor medida, existe subvención de guarderías por parte de las administraciones locales y de los empleadores.

En Austria, la mitad de las plazas son privadas sin fines de lucro, aunque subvencionadas por el Estado y varían de un estado a otro.

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En Roma (Italia), el 80% de las guarderías para niños/as menores de 3 años son públicas y subvencionadas, y en Portugal también existen subvenciones para el acceso a instituciones públicas. Estos servicios, en general, van acompañados de prestaciones para los padres que cuidan o para que contraten servicios.

Prestaciones monetarias o beneficios fiscales para el cuidado infantilEn los países de Europa que contamos con información, en general exigen que los beneficiarios (padres o madres) tengan condición de ocupados (ej. Bélgica, Países Bajos, Portugal y Grecia), otros no lo requieren (Dinamarca, Alemania, Francia).

En nuestra región las prestaciones monetarias más conocidas vinculadas al cuidado infantil son similares a las asignaciones familiares en Uruguay. Para su acceso en Uruguay se exigía el requisito de ser trabajador asalariado, luego se restringió a cierto tope de ingresos y, en los años recientes, se expandió el beneficio a los hogares de bajos ingresos.

Las ayudas monetarias de los países europeos para las familias con hijos/as pequeños/as pueden ser complementarias o alternativas a otro tipo de ayudas como las subvenciones a instituciones que ofrecen servicios oficiales o las deducciones fiscales.

En Finlandia existe el derecho a una subvención para la atención doméstica infantil luego de la baja por maternidad/paternidad, para un hijo menor de 3 años que no utiliza, por preferencia de los padres, los servicios municipales de atención infantil. El niño/a puede ser cuidado por cualquier persona: los padres y madres, familiares o una persona remunerada.

Se paga además un complemento extra para otros/as hijos/as que no estén en edad escolar que necesiten el mismo tipo de atención. También se puede cobrar si el hijo concurre a un jardín municipal a jornada parcial o si el/la niño/a comienza el colegio a los 6 años (un año antes que la edad escolar normal). Esta subvención puede cambiarse por la atención diurna privada. Puede pagarse al proveedor que los padres elijan para la atención infantil privada ya sea una persona o institución.

En los casos de contratación de otras personas debe ser bajo condiciones de formalidad. La subvención no es por el 100% del costo sino que debe complementarse con un aporte de los padres y madres. En Dinamarca, el Estado subvenciona el 100% del costo del servicio pero sólo a las familias de bajos recursos.

En Francia, las prestaciones cubren parte del aporte a la seguridad social por emplear a una persona calificada para cuidar a un/a niño/a de menos de 6 años, ya sea en el hogar del niño/a o del cuidador/a. También existe una deducción de impuestos por gastos de guardería o por la contratación de un/a cuidador/a a domicilio.

En el Reino Unido debido al alto costo de los servicios privados, el Estado ofrece beneficios fiscales a las familias con menores recursos. Las parejas cuyos dos miembros son activos y perciben una renta inferior a 600 libras al año, pueden beneficiarse de una desgravación del 70% de los gastos de la guardería con un límite de 135 libras a la semana por niño/a, o de 200 libras a la semana por dos niños/as.

En Alemania, existen deducciones fiscales por gastos de guardería. También en Bélgica, existen deducciones

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

impositivas para solventar el servicio de guardería de niños/as hasta tres años. En Grecia, se deduce de los impuestos totales, hasta un máximo del 30% de gastos familiares incluidos los gastos de guardería.

En Holanda, puede deducirse de los impuestos parte del gasto oficial por cuidado de niños/as. La deducción es variable según el número de hijos/as y si el cuidado es a tiempo parcial o completo.

En España existe el “Subsidio español para el cuidado de los Hijos” que implica una reducción fiscal de 1.200 euros al año en la declaración sobre la renta, o un subsidio mensual de 100 euros. Este subsidio beneficia individualmente a las mujeres: madres españolas y trabajadoras con hijos/as menores de 3 años. Los ingresos de las trabajadoras deben superar el salario mínimo y deben tener contribuciones a la seguridad social de al menos 15 días durante el mes anterior o 30 días si el trabajo es a tiempo parcial.

Prestaciones monetarias para el cuidado de adultos/as mayores o personas con discapacidadEn la región las prestaciones monetarias se dirigen básicamente a los/as adultos/as mayores o personas con discapacidad y se limitan a las pensiones no contributivas (pensiones por invalidez). En Argentina, una reforma de 2003 en las prestaciones familiares incluye prestación para padres de hijos/as minusválidos aunque estén divorciados, separados o viudos. Los minusválidos mayores de 18 años que no tengan familia natural o legal, ni tengan ingresos, pueden recibir una prestación, que es otorgada a familiares o amigos que puedan probar que se encargan de su manutención.

En Europa y los países de la OCDE existen distintas prestaciones y modalidades de contribuciones para el cuidado de esta población (dinero en efectivo, deducciones fiscales, descuentos en gastos de la vida cotidiana), además varios países contemplan beneficios para los/as cuidadores/as. Se destaca que el gasto en el cuidado de adultos/as mayores y dependientes, es marcadamente variable entre países. Considerando las prestaciones por invalidez, vejez, las asignaciones para el cuidado de personas dependientes, el alojamiento en establecimientos colectivos y la ayuda para la realización de las tareas del cuidado diario), el gasto de protección social varía entre valores próximos al 0,1% del PIB en países como Irlanda, Holanda, Portugal y Grecia a cerca del 4% en países como Suecia (Parlamento Europeo, 2004: 25).

La experiencia europea más reciente y mencionada para la atención de las personas en situación de dependencia, es la “Ley Española de la Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (2006)”. En ella se instala la creación de un Sistema de Autonomía y Atención de la Dependencia que incluye prestaciones de servicios, prestaciones económicas, y prestaciones de asistencia personalizada.

En términos de prestaciones económicas establece:• Prestación económica vinculada a la contratación del servicio. En el caso de que no se disponga de la oferta

pública de servicios que requiera el beneficiario en función de su grado de dependencia, se procederá al reconocimiento de una prestación económica vinculada para que la persona pueda adquirir el servicio en el mercado privado.

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• Compensación económica por cuidados en el entorno familiar. Siempre que se den las circunstancias familiares para ello. Y de modo excepcional, el beneficiario podrá optar por ser atendido en su entorno familiar, y su cuidador o cuidadora recibirá una compensación económica y quedaran incorporados al régimen correspondiente de la Seguridad Social. Para mejorar la calidad de vida de las cuidadoras o cuidadores familiares, la Ley contempla la posibilidad de prestaciones residenciales de carácter temporal para cubrir períodos de “respiro”. Incluye apoyo con programas de formación a los/as cuidadores/as no profesionales.En Finlandia existe el “Pensioner´s Care Allowance” una prestación que forma parte del sistema de pensiones

por edad pero se paga a discapacitados o pensionados en situación delicada. Con esta prestación se busca que las personas permanezcan en sus casas. El monto del beneficio depende del nivel de dependencia y puede ser usado para recibir el servicio de cuidado a domicilio. También existe el “Informal Carer´ Allowance” que es una prestación para el/la cuidador/a, el cual puede optar entre este beneficio u otra pensión.

En Bélgica existe un ingreso mínimo garantizado para personas mayores de 65 años (nacionalidad belga o amparado/a por distintas normativas por el sistema de protección belga). El monto de la prestación es de hasta 4.500 euros. La cuantía de la prestación “disminuye de forma inversamente proporcional al monto de los recursos financieros que exceden del límite fijado por ley”. Se consideran todos los ingresos y pensiones recibidos por el solicitante y por las personas con quienes comparte su domicilio; todos ellos son tomados en cuenta para determinar el monto de la prestación. En el caso de las personas solteras, la prestación aumenta en un 50 por ciento.

En Austria, el programa “Attendance Allowance” brinda un pago básico mensual variable según el nivel de dependencia. Existen 7 niveles de pago y, a su vez, existe un apoyo económico para el/la cuidador/a que puede ser usado para contratar a un asistente incluyendo un miembro de la familia. A su vez, quien cuida de la persona mayor dependiente puede optar por el sistema de seguro de pensiones.

Además, existen las “Prestaciones para la dependencia” que beneficia a quienes no puedan realizar con normalidad las tareas cotidianas. Incluye prestaciones en especie (servicios de ayuda a domicilio, acompañamiento, servicios de lavandería, comida y transporte; servicios de establecimientos diurnos y enfermería a domicilio) y prestaciones monetarias a través de beneficios fiscales. No requiere cotización previa. El acceso a la ayuda monetaria depende de que el beneficiario necesite más de 50 horas al mes y que se prolongue por al menos 6 meses. No hay límite de edad y ambas prestaciones son acumulables con otras prestaciones sociales o beneficios fiscales.

En Alemania, el “Long-Term Care Insurance” es un régimen de seguro obligatorio que provee un beneficio básico a aquellos que necesitan cuidados como la asistencia de un equipo de expertos (doctores, enfermeras y trabajadores sociales). Se basa en una tipología de tres niveles de necesidades. Se puede usar de forma combinada con otros servicios personales o asistencia social. El beneficiario tiene todo el control sobre el gasto de la prestación, puede recibirse en efectivo o como servicio. La estructura del programa está pensada para fomentar el cuidado en el hogar y el cuidado informal. Existen beneficios adicionales para cuidadores/as que pasan al menos 14 horas a la semana cuidando y trabajan menos de 30 horas a la semana en trabajo remunerado.

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En Francia, la “Prestation spécifique dépendancen (PSD)” es una prestación para personas de 60 y más años. El beneficio puede ser usado para el cuidado en el domicilio o cuidado en una residencia. En el caso del cuidado formal el pago del Estado se hace directamente a la institución. En el caso de necesidad de cuidado a domicilio, el beneficiario puede contratar a una persona para servicios de cuidado. Esta persona puede ser un miembro de la familia desempleado/a, excepto el/la esposo/a de la persona. Una particularidad de este beneficio es que además del destinatario de los cuidados, incluye a los integrantes de la familia, y si el Estado es acreedor de una suma de dinero de la familia, y un integrante recibe la prestación que es usada para contratar a un/a cuidador/a, el Estado descuenta al monto que se debe pagar, el salario del cuidador/a. En este sentido este formato de prestación crea un “mercado familiar interno de cuidados”.

En Irlanda, existe la “Prestación por incapacidad permanente” cuyo monto depende del grado de discapacidad. Se incrementa en función de la existencia de niños/as o adultos/as dependientes en el hogar y es acumulable con otras pensiones. El financiamiento a cuidadores/as es acumulativo con las pensiones. Buscan compensar y sustituir el ingreso que no se puede obtener por razones de cuidado. El beneficio está condicionado al nivel de ingresos del hogar, y al del cónyuge de la mujer. Así, una mujer casada que cuida a su madre puede perder el beneficio si su marido supera el límite de ingresos establecidos.

En Japón, el “Public Long-term Care Act” es similar a la prestación de Alemania. La prestación implica un sistema de seguro que cubre el costo de cuidado, ya sea para el cuidado a domicilio o en una residencia. Sólo las personas que están aseguradas reciben la prestación. Actualmente, no existe un beneficio en efectivo para el/la cuidador/a ni apoyo suficiente para los/as cuidadores/as que, en general, son los familiares (esposas e hijos/as).

En Canadá, la mayoría de los subsidios para cuidado doméstico de los mayores que brinda el Gobierno Federal son indirectos y provistos por el sistema tributario como deducciones o créditos tributarios. La mayoría de estos subsidios están pensados para apoyar a adultos/as discapacitados/as independientemente de la edad. La “Medical Expenses Tax Credit” y la “Disability Tax Credit” son modalidades de beneficios impositivos pensados para gastos de la vida cotidiana.

El “Attendant Allowance” si bien es la persona mayor quien generalmente solicita y es titular de este beneficio, en los casos que no haga uso del beneficio puede transferirlo a su esposa u otro familiar que se haga cargo del cuidado, en este sentido el/la cuidador/a puede ser titular del beneficio.

A nivel de las provincias, el Departamento de Salud y Servicios Comunitarios tiene un programa que brinda, a personas que puedan pagarlo, un proveedor de cuidados. Pueden ser contratados vecinos o amigos aunque no familiares. Se pone el acento en que los servicios los provean los centros locales de servicio comunitario (“Centre local des services communautaires”).

Existe, además, un apoyo económico para los/as cuidadores/as a través del sistema tributario. Desde 1998, se implementa un mecanismo (“Tax Credit”) por el cual de los impuestos federales puede descontarse hasta un máximo de 400 canadienses al año por individuo que resida en una casa con un familiar dependiente de más de 65 años que requiera cuidados y se le provean cuidados en la casa. Pueden acceder al beneficio los/as

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cuidadores/as con un ingreso neto menor a 13,85 canadienses mensuales.A su vez, se anunció la reducción de impuestos, de aproximadamente un 15%, en las compras que impliquen

gastos de cuidado en los que incurra el/la cuidador/a. Existen algunas excepciones para otros/as cuidadores/as indirectos en algunas provincias. Quebec brinda un monto de 600 dólares al año al cuidador/a sin restricciones en las contrataciones para el cuidado.

En Australia, el “Home and Community Care (HACC) Programme” se crea en 1985 con la intención de mantener a las personas en su casa y recibir atención de la comunidad. A la vez, el programa reconocía el rol de los/as cuidadores/as proveyendo apoyo e información. Sucesivas reformas dieron mayor énfasis aún al cuidado por la comunidad y la familia. El programa es financiado en un 60% por el gobierno federal y en un 40% por las unidades territoriales.

Actualmente existen dos prestaciones para cuidadores/as: • “Carer Allowance”: se trata del pago en efectivo de una pequeña suma a los miembros de la familia que

necesitan, por enfermedades crónicas de personas mayores, servicios de enfermería a domicilio. Se considera una compensación parcial por el costo en que incurre la familia por brindar cuidados. Se señala que pese a estar libre de impuestos, el hecho que para obtener el beneficio se priorice a los/as cuidadores/as de tiempo completo, en general es casi imposible combinar el acceso al beneficio con el trabajo remunerado.

• “Carer Payment”: se paga al responsable de los cuidados diarios de alta dependencia. El beneficio es similar al de una pensión por edad y el monto es similar al que se le paga a una persona desempleada. En 1996 este programa pasó a llamarse “Carer Pension”, con la intención de reconocer que el cuidado es trabajo. Brinda un ingreso a las personas cuidadoras que no pueden acceder a un empleo porque son cuidadores/as full-time. Al recibir este pago no pueden ser contratados por un empleo de más de 20 horas a la semana o para trabajo voluntario. Cuando las personas alcanzan la edad de recibir la pensión por edad, pueden optar por recibir dicha pensión o el “Carer Payment”. Quienes reciben la pensión del cuidador/a (“Carer Pension”) pueden también recibir la prestación para cuidador/a (“Carer Allowance”) siempre que la persona a la que se cuida necesite cuidados intensivos especiales.En síntesis, en Europa y en algunos países de la OCDE hay una gama variada de prestaciones destinadas

a atender a personas adultas mayores y otros dependientes. Dicha atención suele ser en dinero pero también incluye otros beneficios como descuentos en la compra de insumos para el cuidado diario. El dinero en efectivo puede ser usado para la contratación de un cuidador o cuidadora que en algún caso como el de Francia, pueden ser miembros de la familia.

En varios países se contempla, además, una prestación u otro beneficio para la persona encargada de los cuidados, ya sea como mecanismo previsto dentro de la prestación a la persona que necesita cuidados o como un beneficio adicional. En algunos casos se reconoce explícitamente mediante un pago, el ingreso que deja de recibir el/la cuidador/a por no dedicarse a un trabajo remunerado.

Otra modalidad bajo la cual se busca beneficiar a las familias que deben cuidar de una persona en situación de dependencia es mediante beneficios fiscales.

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En algún caso como en Francia, se menciona que el beneficio monetario al cuidador/a es insuficiente y no permite cubrir las necesidades de cuidado, por lo que se incentiva a recurrir a contrataciones informales de servicio de enfermería a un costo por debajo de los servicios que brinda el sistema de salud.

Servicios públicos para el cuidado de adultos/as mayores o personas dependientes16

Los servicios de cuidados incluyen: atención a domicilio que combinan servicios de enfermería, cuidados personales y cuidados domésticos, hogares de estadía ya sea permanente o a tiempo parcial y servicios sociales.

En la región, los servicios públicos para el cuidado de adultos/as mayores o personas dependientes se restringen a hogares residenciales y algún servicio de atención a domicilio o centros de día. En Venezuela, desde 2005, existe la Ley de Servicios Sociales que prevé la formulación de programas destinados a la atención domiciliaria para las personas mayores en servicios de salud, recreación, acompañamiento y alimentación.

La “Ley Española de la Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (2006)” prevé:• Servicios para la promoción de la autonomía personal: prevención de las situaciones de dependencia, servicios

de teleasistencia, ayudas técnicas para la autonomía, ayudas para la adaptación y accesibilidad del hogar.• Servicios de atención y cuidado: servicio a domicilio, con atención a las necesidades del hogar y cuidados

personales; servicios de atención en Centros de Día y de Noche; servicios de atención en centros residenciales (temporal o permanente); residencias para personas mayores dependientes; centros de atención a dependientes con discapacidad.

• Prestación de asistencia personalizada que tiene como finalidad la promoción de la autonomía de personas con gran dependencia y menores de 65 años. Su objetivo es contribuir a la contratación de una asistencia personalizada durante un número de horas, que facilite al beneficiario una vida más autónoma en el acceso a la educación y al trabajo, y el ejercicio de las actividades básicas de la vida diaria.En Finlandia, al igual que en el caso de los servicios públicos para el cuidado de niños/as, los servicios

municipales están obligados a prestar servicios de cuidado o en su defecto son responsables de encontrar soluciones para las partes. Se señala que en muchos casos tienen dificultades para responder a la demanda y el voluntariado es una estrategia que está presente como parte de la modalidad de prestación de servicios para esta población.

En Suecia, además de los cuidados residenciales, existe el acompañamiento y apoyo personal a través de grupos y organizaciones de voluntarios. Desde 1998, el Acta de Servicio Social incluye un párrafo que dice que las autoridades locales deben apoyar a las familias que cuidan a mayores, enfermos o miembros de la

16. Este apartado se basa en OMS (2003).

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familia dependientes. En el período 1999-2001 se proveyó un financiamiento extra. Estos servicios están ahora disponibles en casi todas las municipalidades y el número de grupos de apoyo se ha incrementado.

En Holanda los servicios son similares a los de los países escandinavos. La principal diferencia es que el gobierno tiene la responsabilidad del financiamiento, pero los servicios están en manos de organizaciones privadas que reciben dinero público y son estrictamente reguladas. Se señala que los/as cuidadores/as son quienes deciden cuánto cuidado están dispuestos a brindar, al tiempo que se agrega, según estudios recientes, que las mujeres aún están dispuestas a cuidar a los padres adultos.

En Alemania, la familia es la responsable de financiar el cuidado, si la persona que necesita los cuidados no puede pagar. En caso de que la familia tampoco pueda hacerse cargo de los gastos, sólo así la asistencia social lo provee. Esta obligación está siendo mitigada por un seguro de cuidados de larga duración, pero que igualmente paga sólo parte del cuidado, el resto debe pagarlo la familia.

En el Reino Unido no existe obligación formal de que la familia deba financiar los cuidados como en el caso de Bélgica o Alemania. Las personas con necesidad de cuidado social deben ingresar al servicio de cuidado (“dependent co- payments for their care”). Este régimen es una especie de seguro que pagan las personas para recibir servicios de cuidado. Las autoridades locales financian el cuidado de las personas más vulnerables a un bajo costo. Los familiares de las personas mayores deben decidir ellas por las opciones más favorables: cuidado informal a domicilio o pagar por servicios privados. Además de las consideraciones financieras, se destaca que la obligación moral de la familia está muy presente al igual que en otros países.

Licencias para el cuidado de personas enfermas o en situación de dependenciaEstas licencias o permisos para el cuidado ingresan en el ámbito más directamente relacionado con las estrategias de conciliación entre familia y trabajo. También, la flexibilidad horaria en sus distintas modalidades (trabajo a tiempo parcial, banco de horas, etc.) forma parte de estas estrategias.

En la ley española para la conciliación de la vida familiar y laboral (de 1999) se preveía para los trabajadores del sector público el derecho a la reducción de la jornada y a la ausencia de los trabajadores que tengan que cuidar personas mayores y enfermas. En la ley de 2007 para la “Igualdad efectiva entre mujeres y hombres” se prevé:• la posibilidad de reducir la jornada laboral entre un octavo y la mitad para el cuidado directo de menores

de ocho años o personas con discapacidad que no desempeñen una actividad retribuida, con disminución proporcional del salario.

• Un permiso de 2 a 4 días en situaciones de intervención quirúrgica sin hospitalización de parientes hasta 2º grado de consanguinidad o afinidad, si precisa reposo domiciliario o desplazamientos para la atención de estas personas.

• Derecho a la reducción de la jornada y de la parte proporcional del salario para el cuidado directo de familiares hasta el 2º grado de consanguinidad o afinidad que, por edad, accidente o enfermedad, no puedan valerse

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por sí mismos y no desempeñen actividad retribuida. • Derecho a adaptar la duración y distribución de la jornada de trabajo siguiendo lo estipulado en la negociación

colectiva o con la empresa. En Austria, existe la Licencia por cuidados a la familia, por la cual, los trabajadores y las trabajadoras tienen

derecho a la reducción de horas de trabajo o a tomarse licencia a fin de cuidar a un familiar que está bajo cuidados terminales o que sufre una grave enfermedad. Este derecho es garantizado por la reglamentación sobre personas responsables de cuidados amparada por la Ley de Seguridad Social.

En Francia, el “Permiso por ayuda familiar” permite a los asalariados interrumpir su actividad por un período de hasta tres meses, con posibilidad de renovación hasta un año para cuidar a un familiar que sufre una minusvalía o una pérdida de autonomía de gravedad. Conservan el puesto de trabajo o tienen derecho a uno similar. El trabajador debe tener al menos dos años de antigüedad en el empleo y debe avisar con dos meses de anticipación. En situaciones especiales el aviso puede ser quince días antes del usufructo del beneficio. El beneficiario mantiene el seguro por enfermedad y los derechos jubilatorios a través del seguro de vejez de la persona cuidada siempre que los ingresos no pasen el umbral del “complemento familiar”.

Con el propósito de sensibilizar a los actores directos de estas políticas de conciliación existen iniciativas gubernamentales y no gubernamentales, tanto en la región como en Europa que buscan concientizar a los empleadores y a los actores del mundo laboral sobre prácticas conciliatorias.

En Brasil, recientemente, se ha producido una apertura a nivel de dirigentes de empresas para comenzar a introducir el debate sobre la pertinencia de medidas de flexibilidad horaria que tengan en cuenta la necesidad de los trabajadores. Gobiernos anteriores, promulgaron varios esquemas de flexibilidad horaria: Banco de horas; Trabajo de medio tiempo (trabajo de no más de 25 horas semanales), Trabajo por tiempo determinado; Trabajo Temporal. Estos esquemas de flexibilidad pasan recientemente a ponerse sobre la mesa para discutir medidas de conciliación y de corresponsabilidad. Desde entonces hay posiciones encontradas sobre cuáles serían los esquemas más adecuados. Fundamentalmente, se enfrentan los partidarios de la reducción de la jornada laboral y los defensores del banco de horas. Estos últimos señalan que el banco de horas es el modelo que más aparece en los argumentos de los actores laborales. No obstante, no sería el esquema más favorable a los trabajadores ya que las horas a compensar por ausencias quedarían sujetas a las necesidades de la empresa y no de los trabajadores. En cambio, el trabajo a medio tiempo es el modelo seguido por los países europeos.

También se desarrollan a nivel internacional políticas de estímulos como la que establece la Ley española para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres (2007) que prevé un distintivo oficial para empresas que se destaquen por la aplicación de políticas de igualdad de trato y oportunidades con trabajadores y trabajadoras; derecho a la conciliación y fomento de la responsabilidad compartida. Esta iniciativa tendría un propósito similar al Programa Calidad con Equidad que se está empezando a desarrollar en Uruguay, promovido por el Instituto Nacional de las Mujeres.

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Otras políticasTambién se debate sobre las “Políticas de tiempo” que se empezaron a desarrollar en Italia. Se trata de políticas urbanas que proponen adecuar los servicios urbanos y flexibilizar los horarios de transporte, de atención de oficinas públicas, instituciones educativas, etc. haciéndolos aptos para que las personas puedan compatibilizar trabajo y responsabilidades familiares. Se entiende que las ciudades y sus servicios fueron diseñadas pensando en el rol público de los hombres, por lo cual dejan de lado las responsabilidades que han recaído en las mujeres.

También están las medidas que buscan compensar la pérdida de beneficios de la Seguridad Social que padece quien se dedica exclusivamente a los cuidados. Es el caso del régimen de jubilación para amas de casa con dedicación exclusiva que existe en Argentina desde 1997. Para acceder al beneficio deben afiliarse y realizar los aportes correspondientes al régimen previsional.

En la Constitución de Ecuador (de 1998) se incluye el reconocimiento al trabajo no remunerado: “El trabajo del cónyuge o conviviente en el hogar será tomado en consideración para compensarle equitativamente, en situaciones especiales en que aquel se encuentre en desventaja económica. Se reconocerá como labor productiva, el trabajo doméstico no remunerado”. También, en la Constitución de Venezuela (de 1999) se hace un reconocimiento explícito del trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar social y se reconoce el derecho de toda persona a la seguridad social (se incluye específicamente a las amas de casa) “como servicio público de carácter no lucrativo, que garantice la salud y asegure la protección en contingencias de maternidad”. La Constitución afirma además que “la ausencia de capacidad contributiva no será motivo para excluir a las personas de su protección” y que “el Estado garantizará la igualdad y equidad de hombres y mujeres en el ejercicio del derecho al trabajo”. En Brasil, está en trámite en la Cámara de Diputados una Propuesta de Enmienda de la Constitución (PEC 385), mediante la cual se modifican los artículos 195 y 203 de la nueva Constitución Federal y se instituyen beneficios para las amas de casa de 60 años y más, que tendrían derecho a un salario mínimo aun cuando no hayan contribuido al Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS). (CEPAL, 2007)

En Uruguay se instaló recientemente el derecho de las mujeres a sumar un año de servicio en el sistema de seguridad social, por cada hijo hasta un máximo de 5 años. Ello busca reconocer el tiempo destinado por las mujeres al cuidado infantil y las consecuencias que ello puede generar en términos de inserción laboral y carrera profesional. Dicho beneficio no sólo favorece a quienes tienen una inserción más inestable en el mercado laboral y se les dificulta sumar los años de servicio necesarios para alcanzar la jubilación, sino también al conjunto de las mujeres que generalmente generan ingresos más bajos para su jubilación y al aumentar los años de servicio mejoran la tasa de reemplazo y, con ello, sus ingresos jubilatorios.

Una evaluación de los resultados para los países de EuropaBettio y Plantenga (2004) realizaron una evaluación para Europa sobre los modelos de bienestar vigentes incluyendo la provisión pública y privada de servicios de cuidado, las prestaciones monetarias de la seguridad

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social y el tiempo destinado al trabajo no remunerado en el hogar. Luego, analizaron las implicancias de género de esos modelos para el acceso de las mujeres al trabajo remunerado y la seguridad social, así como los impactos en los patrones de pobreza y fertilidad.

Ellas distinguen un primer grupo de países que delegan toda la responsabilidad del cuidado en la familia: España, Grecia e Italia son los casos más típicos. Presentan un bajo desarrollo de los servicios y prestaciones para adultos/as mayores y niños/as. En el Reino Unido y los Países Bajos el trabajo no remunerado es también elevado pero se diferencia de los anteriores por una mayor provisión de servicios. En el caso de los servicios para el cuidado infantil está altamente privatizado y hay una mayor provisión pública de servicios y prestaciones monetarias para los/as adultos/as mayores.

En un tercer grupo colocan a Austria y Alemania que tienen también alta participación de trabajo no remunerado. La diferencia es que en estos países existen licencias y prestaciones monetarias que se entiende compensarían parte de los costos de dicho trabajo. También poseen ciertos servicios para adultos/as mayores. Por lo tanto, consideran que se trata de un modelo de cuidado basado en la familia pero con cierto apoyo del Estado.

En Bélgica y especialmente en Francia, las estrategias de cuidado formal para niños/as y adultos/as mayores están bastante bien desarrolladas. En ambos países la prioridad está en los servicios para niños/as pequeños/as y las prestaciones monetarias, mientras que las disposiciones referidas a licencias para el cuidado están menos desarrolladas. De todas formas, se han desarrollado algunas medidas en cuanto a licencias laborales. Por ejemplo, la Allocation Parental d’Education que es una licencia paga asignada a padres y madres que trabajan a partir del nacimiento de su segundo hijo. Si este tipo de medidas se siguen desarrollando, Francia y Bélgica estarían yendo a un modelo de múltiples opciones para los proveedores de cuidado, aunque en niveles aún inferiores a los países escandinavos.

El último grupo incluye a los países nórdicos con niveles entre moderados y altos de provisión de recursos para el cuidado. La característica más importante de su modelo de cuidado es su enfoque universalista, hay un gran rango de servicios públicos que cubren a proporciones importantes de la población. La familia juega un rol modesto como proveedor de cuidados, con el Estado sustituyendo más que apoyando a la familia en sus tareas de cuidado.

Luego, analizan los resultados económicos y sociales de los distintos modelos de cuidado. Un resultado evidente es que los servicios de cuidado infantil tienen un efecto claro en el estatus y las oportunidades de empleo para las mujeres. Ello se observa en la proporción de mujeres inactivas por razones de cuidado, así como en la extensión de la jornada laboral. A su vez, la generación de estos servicios por parte del Estado o el sector privado crean nuevos puestos de trabajo. Ello en el marco de una transición demográfica avanzada permitiría financiar el aumento de las pensiones y jubilaciones.

También evidenciaban que los sistemas de cuidado influyen sobre los patrones de pobreza. Por un lado, las barreras que enfrentan las mujeres para acceder al empleo y la calidad de los empleos que obtienen incrementan su riesgo de caer en la pobreza, más aún cuando los vínculos de pareja se rompen. A su vez, su menor nivel de aportes a la seguridad social incrementa el riesgo de caer en la pobreza en la edad adulta. Además, tienen

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Necesidades de cuidados en los hogares

mayor probabilidad de quedar viudas en edades avanzadas por su mayor esperanza de vida. Ello significa que su cuidado dependería de sus recursos, sus hijos/as y el apoyo que les brinde el Estado.

Por último, plantean que el sistema de cuidado afecta también las tasas de fecundidad. Se creía que garantizando el tiempo para cuidar a las madres se resolvía el tema de la competencia entre el tiempo de trabajo remunerado y no remunerado, pero se evidencia que en realidad hay que considerar el sistema de cuidado en su conjunto. Por ejemplo, en el caso de los países que solo proveen licencias parentales para el cuidado de los/as niños/as se podrían mantener bajas tasas de fecundidad si el acceso a las licencias (en caso de licencias prolongadas) conlleva problemas de reinserción laboral. Por lo tanto, señalan que cuando la estrategia de cuidado se basa sólo en las licencias laborales se está favoreciendo las opciones “todo o nada” con respecto a la maternidad. Sería “nada” para las mujeres que priorizan el empleo y para las cuales el costo de tener niños/as en términos de su posible pérdida de ingresos y condiciones de empleo son muy altos.

Surge claramente que la naturaleza de las opciones que hombres y mujeres enfrentan y la búsqueda de la equidad de género depende de la forma en que las políticas enfrentan el tema del trabajo no remunerado. En ese sentido, Astelarra (2005) plantea que las políticas de conciliación en Europa han demostrado que han sido útiles sólo para que las mujeres concilien ya que mantienen el supuesto de que el cuidado es responsabilidad femenina. Por lo tanto, si no se mantiene la lógica de la equidad de género en las políticas en las que se pretende incorporar esta dimensión, se impone la lógica predominante de las políticas tradicionales que mantiene la carga de trabajo no remunerado en las mujeres y ha tendido a aumentar su precariedad laboral. Astelarra (2005) advierte que se produjo una cooptación de las propuestas feministas para aplicarlas a políticas que no responden a ellas, y ello genera dos problemas: cambia la política de modo imperceptible porque se mantiene el principio original, aunque este había sido establecido para otros objetivos; pero también se desmoviliza a los sectores que habían demandado la política. Ello fue lo que llevó a que estas políticas se impusieran a las originales.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

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Necesidades de cuidados en los hogares

El análisis de la realidad nacional

Metodología Se utilizaron técnicas de análisis multivariado (Análisis de Componentes Principales y Clusters) para conformar grupos de hogares que permitieran caracterizar los comportamientos de la sociedad uruguaya en el cuidado de la población dependiente. Se parte de considerar dos tipos de población dependiente: los/as niños/as de 0 a 12 años y los/as adultos/as mayores de 64 años. Por ello se aplican las técnicas de análisis multivariado al interior de cada uno de estos grupos de hogares (hogares con menores de 12 años y hogares con adultos/as mayores).

Se utilizó la información de la Encuesta Continua de Hogares 2007 y del Módulo sobre Uso del Tiempo y Trabajo no Remunerado que incluye dicha Encuesta. Las variables consideradas en el análisis de cada grupo de hogares son17:• para los/as niños/as de 0 a 12 años: cobertura de salud pública o privada, emergencia

móvil, concurrencia a preescolar público o privado18, primaria pública o privada, primaria especial, acceso a las asignaciones familiares, existencia de servicio doméstico en el hogar (diferenciando si es por hora o diario), las horas dedicadas al cuidado de niños/as por hombres y mujeres (jefe o cónyuge), las horas dedicadas a los quehaceres del hogar por hombres y mujeres (jefe o cónyuge), las horas dedicadas al cuidado de dependientes por hombres y mujeres (jefe o cónyuge), todas las horas dedicadas por otros miembros del hogar al trabajo no remunerado y las horas dedicadas al trabajo remunerado por hombres y mujeres (jefe o cónyuge).

• para los/as adultos/as mayores de 64 años: cobertura de salud pública o privada, emergencia móvil, cobro de jubilación, pensión a la vejez, pensión de invalidez, pensión de sobrevivencia, porcentaje de las transferencias del gobierno en el ingreso del hogar, condición de actividad (ocupado o no), existencia de servicio doméstico en el hogar (diferenciando si es por hora o diario), las horas dedicadas al cuidado de dependientes por hombres y mujeres (jefe o cónyuge), las horas dedicadas a los quehaceres del hogar por hombres y mujeres (jefe o cónyuge) y todas las horas dedicadas por otros miembros del hogar al trabajo no remunerado.

17. Estas variables que se denominan variables activas en el análisis se detallan en el Anexo 1.18. Este dato se extrajo de la Encuesta sobre Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado 2007 que pregunta si el o los menores del hogar asisten a algún centro de educación inicial (guardería, preescolar, jardín de infantes, etc.) y si es público o privado.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Las técnicas de análisis multivariado conforman subgrupos, al interior de cada uno de los grupos señalados, y determinan cuáles son las variables más relevantes en su caracterización.

Luego se incorporaron otras variables, llamadas complementarias, para identificar otras características que nos interesaban conocer de los hogares que componen cada grupo. Estas variables complementarias son19: el nivel de ingresos del hogar, la ubicación geográfica, la tipología de hogar (considerando relaciones de parentesco y la actividad laboral de los/as adultos/as), entre otras.

El resultado con estas técnicas es caracterizar los “diamantes de cuidado” de los hogares con población dependiente (considerando sólo los hogares con niños/as de 0 a 12 años y con adultos/as mayores de 64 años). En base a ello analizar las implicancias para la equidad de género y la equidad social que derivan de dicha organización social del cuidado.

Luego, se analizan las opciones de política en base a la sistematización presentada de las políticas desarrolladas a nivel internacional, en términos de servicios de cuidado, medidas de conciliación de la vida laboral y familiar, y prestaciones de la seguridad social.

Caracterización de los “diamantes de cuidado” en hogares con población dependientePara realizar este análisis era imprescindible considerar hogares con “necesidades” de cuidado que sean lo más similares entre sí, por lo cual se consideraron esos dos grupos de hogares con población dependiente: aquellos con niños/as de 0 a 12 años y los que cuentan con adultos/as mayores de 64 años. Se toma a los/as niños/as de 0 a 12 años por ser la edad que requieren de mayor atención por parte de sus progenitores o personas responsables de su cuidado. Se considera el caso de los/as adultos/as mayores de 64 años por ser la edad a partir de la cual hombres y mujeres podrían estar retirados del mercado laboral y pasar a ser altamente dependientes del sistema de seguridad social y, a la larga, requerir cuidados especiales.

Hogares con niños/as de 0 a 12 añosEn el caso de los hogares con niños/as de 0 a 12 años se obtuvieron ocho grupos de hogares. Ello nos brinda una caracterización interesante de la población que se está analizando. Luego, se resumen

Distribución de los grupos de hogares en el total de hogares

con niños/as de 0 a 12 años.

Grupos Nº de hogares Distribución (en %)

1 104.500 30,0

2 61.000 17,5

3 62.700 18,0

4 53.800 15,5

5 19.000 5,5

6 15.300 4,4

7 10.500 3,0

8 21.100 6,1

Total 347.900 100,0

19. Estas variables complementarias se detallan en el Anexo 2

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Necesidades de cuidados en los hogares

las características de interés de esos grupos para hacer más fácil la interpretación de los resultados en función de los objetivos de políticas.

La principal característica que diferencia a estos grupos de hogares es su acceso a los servicios de cuidado (según si son públicos o privados) y el cobro de la Asignación Familiar. Ello contrapone a los grupos 1 y 2 con los grupos 4, 5 y 6. Los primeros poseen salud pública, educación pública y Asignaciones Familiares (AF); mientras que los últimos contratan los servicios de salud y educación y no perciben AF.

Grupos 1 y 2 (educación pública, salud pública y Asignaciones Familiares)Los hogares de los grupos 1 y 2 poseen muy bajos ingresos. El 62-63% se ubica en el primer quintil de ingresos y 29-30% en el segundo quintil, y habitan principalmente en el Interior del país.

La principal diferencia entre ellos es que en el grupo 2 hay una mayor dedicación de jefes y/o cónyuges (mujeres y hombres) al cuidado infantil y de otros miembros del hogar al trabajo no remunerado20. Mientras que en el grupo 1 la dedicación al cuidado de niños/as es baja, tanto de hombres como de mujeres (0,15 horas los hombres y 1,42 las mujeres), y también es menor al promedio la dedicación de otros miembros del hogar al trabajo no remunerado en general.

La mayor dedicación al cuidado infantil en el grupo 2 se relaciona con el hecho de que tienen mayor número de niños/as (2,52 promedio por hogar) y de menor edad (el 43% de los/as niños/as de este grupo son menores de 5 años). Mientras que en el grupo 1 el promedio de niños/as es 1,86 y sólo 24% son menores de 5 años. Pero, a pesar que el grupo 2 posee mayor proporción de menores de 5 años la cobertura de preescolar es la más baja (sólo 31%). Mientras que en el grupo 1, el 50% de los menores de 5 años asisten a preescolar.

Los hogares del grupo 2 son básicamente nucleares biparentales (83%) y el resto extendidos o compuesto biparental (12%). En el grupo 1 hay una presencia significativa de hogares del tipo monoparental femenino (25%), además de biparental (46%) y extendidos o compuestos (14% biparental y 11% monoparental femenino).

A su vez, en el caso del grupo 2 los hogares biparentales mantienen una inserción tradicional al mercado laboral, donde el hombre trabaja en forma remunerada y la mujer se mantiene inactiva (56%) o desempleada (12%) y cuando trabaja en forma remunerada lo hace a tiempo parcial (15%). Por su parte, el 65% de los hombres trabaja remuneradamente más de 40 horas semanales y 20% entre 20 y 40 horas. Sólo el 10% de los hombres no trabaja.

En los hogares del grupo 1 la cantidad de hombres que no trabaja en forma remunerada es elevada (44%) y 35% trabaja más de 40 horas semanales. Entre los hogares biparentales predomina también el modelo de proveedor tradicional (con mujer inactiva 35%, y con mujer desempleada 7%). Entre los hogares monoparentales femeninos: 35% está desempleada o inactiva, 31% está ocupada a tiempo parcial y 34% a tiempo completo.

Finalmente, la dedicación de las mujeres a los quehaceres del hogar en ambos grupos es elevada (6,29 horas diarias en el grupo 1 y 8,39 horas diarias en el grupo 2). No se contrata servicio doméstico.

20. A pesar que la dedicación de las mujeres es sustancialmente mayor que la de los hombres, en el grupo 2 la dedicación masculina al cuidado infantil es superior al promedio. Los hombres de los hogares con niños/as de 0 a 12 años realizan en promedio 0,98 horas diarias y los del grupo 2 realizan 1,46 horas. Las mujeres de ese grupo, por su parte, realizan 5,17 horas diarias de cuidado infantil mientras que el promedio es 2,63.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

En síntesis, son hogares altamente dependientes de las prestaciones y los servicios del Estado y del TNR de las mujeres por el bajo nivel de ingresos. Dada la baja cobertura de preescolar para los más chiquitos y el mayor número de niños/as, la cantidad de horas dedicadas al cuidado infantil es mayor. Pero en esos hogares que son principalmente biparentales hay una importante contribución de TNR de otros miembros de hogar que en este caso sólo pueden ser otros/as hijos/as. Todo ello mantiene una nítida división sexual del trabajo en los hogares biparentales, que a su vez padece la dificultad de que los hombres realizan jornadas laborales extensas (superiores a 40 horas semanales). En los hogares monoparentales femeninos o extensos la cantidad de TNR dedicado al cuidado infantil es menor, es menor el número de niños/as promedio, y mayor la cobertura de preescolar y la edad de los/as niños/as.

Principales características de los grupos 1 y 2Grupo 1 Grupo 2

Servicios de cuidado

Educación pública Educación pública

Salud pública Salud pública

Sin EEMM (93%) Sin EEMM (84%)

Ingresos 62% en Q1 y 29% en Q2 63% en Q1 y 30% en Q2

Cuidado de niños/as y TNR de otros miembros

del hogar

Menor dedicación al cuidado infantil de hombres y mujeres, y menos TNR de otros miembros del

hogar.

Mayor dedicación al cuidado infantil de hombres y mujeres, y TNR de otros miembros del hogar (26 horas

diarias).

Tipo de hogar 46% biparental con hijos/as, 25% monoparental femenino, 14% extendido o comp. biparental y

11% ext o comp monop fem.

83% biparental con hijos/as y 12% extendido o comp. biparental.

Modelo hogar biparental

44% Tradicional68% Tradicional (princ. inactivas)

15% Prov. modif. (mujer ocupada a TP).

Modelo monoparental 35% desocupadas, 31% ocup TP y 34% TC.

Nº promedio de niños/as por hogar

1,86 2,52

% menores de 5 años 24% 43%

Cobertura preescolar para niños/as de 0-4

años50% público 31% (27% público y 4% privado)

Quehaceres del hogar6,3 horas diarias mujeres.

Sin servicio doméstico.8,5 horas diarias mujeres.

Sin servicio doméstico.

Ubicación geográfica74% Interior

26% Montevideo72% Interior

28% Montevideo

SS – Seguridad Social. EEMM – Emergencia MóvilTNR – Trabajo No Remunerado Q – quintil de ingresos (ej. Q1 – primer quintil)TP – tiempo parcial TC – tiempo completoNota: la información completa se presenta en el Anexo Estadístico.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Grupos 4, 5 y 6 (educación y salud privada)Entre los hogares con acceso a servicios de cuidado del sector privado (educación, salud y emergencia móvil) que son los hogares de los grupos 4, 5 y 6, las diferencias se originan en el caso del grupo 4 por registrar una alta dedicación al cuidado infantil por hombres y mujeres (jefe/a y/o cónyuge) y por recibir apoyo en el trabajo no remunerado de otros miembros del hogar. Las mujeres destinan en promedio 4,17 horas diarias al cuidado infantil y los hombres 2,28 horas. Aunque se mantiene la brecha entre hombres y mujeres, ésta es mucho menor en relación al promedio y los demás grupos de hogares.

Se trata de hogares en un 87% biparentales y un 10% extendido o compuesto biparental. Con una alta proporción de niños/as de 0-4 años (49%) y un número de niños/as por hogar algo inferior al promedio (1,77). La mitad de los/as niños/as de 0 a 4 años poseen cobertura del nivel preescolar (41,6% en el sector privado y 6,8% en el público). Son hogares ubicados principalmente en Montevideo (57%).

Los ingresos de los hogares del grupo 4 se encuentran en los niveles medios y altos de la distribución (20% Q2, 28% Q3 y 30% Q4).

Tiene una mayor relevancia relativa el modelo “doble carrera pauta tradicional” (33,5%) donde ambos cónyuges están ocupados a tiempo completo y la mujer tiene alta dedicación al TNR, le sigue el modelo de proveedor modificado (23,7%) -el hombre trabaja a tiempo completo y la mujer a tiempo parcial y tiene alta dedicación al TNR-, en 15% de los hogares biparentales la distribución del TNR y TR es igualitaria y en otro 15% rige el modelo tradicional con mujer inactiva.

Se verifica una extensa jornada laboral para los hombres y también para algunas mujeres. El 68% de los hombres y el 20% de las mujeres trabajan más de 40 horas semanales.

Las horas dedicadas por las mujeres a los quehaceres del hogar son similares al promedio general, 6,23 horas diarias, mientras los hombres dedican el promedio más alto respecto a los demás hogares (2,83 horas diarias). No contratan servicio doméstico.

Por su parte, los hogares de los grupos 5 y 6 se diferencian del grupo 4 por una menor dedicación al cuidado infantil de hombres y mujeres y baja carga de TNR de otros miembros del hogar. Entre ellos se distinguen por el tipo de servicio doméstico que contratan. El conjunto de los hogares del grupo 5 posee servicio doméstico diario, mientras que los hogares del grupo 6 contratan servicio doméstico por hora.

El grupo 5 es claramente el grupo de hogares con niveles de ingresos más altos: 47% de los hogares del grupo pertenecen al quinto quintil, y el resto se encuentra en el tercer o cuarto quintil. Son hogares tanto de Montevideo como del Interior del país.

Tienen un número de niños/as similar al promedio (1,86). Una importante proporción de hogares biparentales (65,6%), 16% monoparental femenino y 12% extendidos o compuestos biparental.

Entre los hogares biparentales predomina el modelo igualitario (38%) y doble carrera pauta tradicional (28%), le sigue el modelo proveedor tradicional con mujer inactiva (12%). Entre los hogares monoparentales con jefatura femenina, el 68% trabaja a tiempo completo y el resto a tiempo parcial.

Los/as niños/as de 0 a 4 años poseen una muy alta cobertura del nivel preescolar en relación al promedio del país (45%). El 55% de los menores de 5 años asisten a preescolar privado y 16% a preescolar público.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Las horas dedicadas por las mujeres a los quehaceres del hogar es 3,78 y al cuidado infantil 2,7; mientras los hombres 1,12 y 1,26 respectivamente. El 60% de los hombres y el 29% de las mujeres trabajan más de 40 horas semanales.

El grupo 6, por su parte, se caracteriza por contratar servicio doméstico por hora y tener una alta dedicación de la mujer a los quehaceres del hogar (5,35 horas diarias). Son hogares con ingresos elevados concentrados en el cuarto quintil (43%), 26% en el quinto y 21% en el tercer quintil.

Está compuesto por una alta proporción de hogares biparentales (79%) y monoparental femenino (16%).

Principales características de los grupos 4, 5 y 6.Grupo 4 Grupo 5 Grupo 6

Servicios decuidado

Educación privada

Salud privada EEMM

Educación privadaSalud privada

EEMM

Educación privada

Salud privada EEMM

Prestaciones SS AF (40%) AF (29%) AF (21%)

Ingresos 20% Q2, 28% Q3 y 30% Q4. 18% Q3, 20% Q4 y 47% Q5. 21% Q3, 43% Q4 y 26% Q5.

Cuidado de niños/as y TNR de otros miembros

del hogar

Mayor dedicación al cuidado de niños/as por hombres y mujeres,

y participación de otros miembros del hogar

Tipo de hogar 87% biparental con hijos/as y 10% extendido o comp. biparental.

65,6% biparental con hijos/as, 16% monop. fem. y 12% extendido o

comp. biparental.

79% biparental con hijos/as y 16%

monop. fem.

Modelo de hogar biparental

Doble carrera pauta tradicional (33,5%), proveedor modificado (23,7%), igualitaria (15%), prov tradicional con mujer inactiva

(15%).

Igualitaria (38%), doble carrera pauta tradicional (28%) y

proveedor tradicional con mujer inactiva (12,5%).

Igualitaria (32%), doble carrera pauta tradicional (22%) y

proveedor tradicional con mujer inactiva (12%)

Modelo monoparental femenino

68% ocup TC y 32% ocup TP. 76% ocup TC y 11% ocup TP y 12% desocup. o inactiva.

Grupo 4 Grupo 5 Grupo 6

Nº promedio de niños/as por hogar

1,77 1,86 1,52

Cobertura preescolar para menores de 5 años

41,6% privado y 6,8% público 55% privado y 16% público 43% privado y 14% público

% menores de 5 años. 49% 35,5% 31,7%

Quehaceres del hogar 6,23 horas diarias mujeres y 2,83 hs hombres.

Sin servicio doméstico.

3,78 horas diarias mujeres y 1,12 hs. hombres.

Servicio doméstico todos los días.

5,35 horas diarias mujeres y 1,11 hs. hombres.

Servicio doméstico por hora.

Ubicación geográfica 57% Montevideo 43% Interior

36,7% Montevideo 63,3% Interior

41% Montevideo 59% Interior

Nota: la información completa se presenta en el Anexo Estadístico.

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Necesidades de cuidados en los hogares

En el caso de los hogares biparentales, una alta proporción desarrolla el modelo igualitario (32%) y el modelo de doble carrera con pauta tradicional (22%). En el caso de los hogares monoparentales femeninos, el 76% se encuentran ocupadas a tiempo completo, el 11% están ocupadas a tiempo parcial y el 12% se declaran desocupadas o inactivas. El 56% de los hombres y el 27% de las mujeres trabajan más de 40 horas semanales.

El número de niños/as promedio en estos hogares es reducido (1,52) y la cobertura de preescolar para los/as niños/as de 0-4 años es elevada en relación al promedio nacional (43% por el sector privado y 14% por el sector público).

En estos tres grupos donde la cobertura de servicios de cuidado es del sector privado (salud y educación) y no poseen casi acceso a las Asignaciones Familiares, el grupo 4 presenta una mayor carga de TNR en la familia. La diferencia principal con los grupos 5 y 6 es la ausencia de servicio doméstico. A pesar que la carga del TNR se reparte en forma desigual entre hombres y mujeres, la brecha es menor al resto de los grupos. En este grupo la ausencia de servicios del Estado puede estar determinando la desigual inserción laboral de hombres y mujeres, ya que el modelo predominante es doble carrera pauta tradicional y proveedor modificado.

Por su parte, el grupo 6 contrata servicio doméstico por hora, tiene menor número de niños/as pero de mayor edad, tiende a haber mayor igualdad en la inserción laboral de hombres y mujeres (aumenta la proporción del modelo igualitario y se mantiene doble carrera pauta tradicional). La carga del TNR en quehaceres del hogar para las mujeres sigue siendo elevada (5,35 horas). En el caso de los hogares monoparentales femeninos la inserción laboral es en mayor proporción a tiempo completo.

Por último, los hogares del grupo 5 que poseen altos niveles de ingreso, muestra una inserción laboral similar al grupo 6 en el mercado laboral pero con mayor promedio de niños/as, y menor carga de TNR en los quehaceres del hogar de las mujeres por contratar servicio doméstico diario.

Grupo 3 (TNR masculino, alta dedicación H y M al TR)Por otra parte, se encuentra el grupo 3 cuya característica es la alta dedicación de los hombres a los quehaceres del hogar (2,59 horas diarias) en relación a su promedio (1,5), mientras las mujeres tienen una dedicación menor a su promedio (4,84 frente a 6 horas diarias); lo que se combina con muy alta dedicación al trabajo remunerado de las mujeres y los hombres (33,6% de las mujeres y 63% de los hombres trabajan más de 40 horas semanales).

Los hogares son de tipo biparental (61%), extendido o compuesto biparental (18%), y alta incidencia de los hogares monoparental masculino (5%). Entre los hogares biparentales predomina el modelo de “doble carrera pauta tradicional” (31%) e igualitario (20%). Entre los hogares monoparentales masculinos el jefe está ocupado a tiempo completo (91%).

En estos hogares hay un número muy bajo de niños/as por hogar (1,47). También es baja la proporción de niños/as de 0 a 4 años, quienes poseen la más alta cobertura de preescolar público (68%).

Son hogares que se ubican en los tres primeros quintiles de ingreso. Los/as niños/as asisten a educación pública y la cobertura de salud es mitad pública y mitad privada. No contratan servicio doméstico.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Grupo 7 (niños/as con discapacidad en hogares de bajos ingresos)Este grupo de hogares se conforma con la presencia de niños/as con discapacidad. Ello se identifica a través de la alta dedicación de los hombres y las mujeres (que figuran como jefe/a o cónyuge) al cuidado de dependientes y la concurrencia de los/as niños/as a servicios de educación especial.

Son hogares de ingresos bajos (49% en primer quintil y 26% en el segundo), con baja proporción de niños/as menores de 5 años aunque alto promedio de niños/as por hogar (2,32). Son hogares de gran tamaño (5,1 personas en promedio) que se concentran en el Interior del país (75%).

El 47% de los hogares son biparentales, pero hay una alta incidencia de los hogares extendidos o compuestos de tipo biparental (25%). Entre los hogares biparentales predomina el modelo de proveedor tradicional con mujer inactiva (27%) y proveedor modificado (19%). La dedicación al trabajo remunerado es reducida (sólo el 33% de los hombres trabajan más de 40 horas semanales).

Hay una alta dedicación promedio de las mujeres a los quehaceres del hogar (6,52 horas diarias) y 8% de los hogares contrata servicio doméstico por hora.

Acceden principalmente a los servicios de salud pública y sólo el 23% posee emergencia móvil. El 70% percibe Asignaciones Familiares.

Grupo 8 (monoparental femenino con menor dedicación al TNR y alta dedicación al TR)Se caracteriza por la baja dedicación de las mujeres a los quehaceres del hogar 3,41 horas diarias en relación al promedio (6,04 horas). Son, en gran medida, hogares monoparentales con jefatura femenina (39%) y extendido o compuesto monoparental femenino (31%), con un 80% de las jefas de hogares monoparentales ocupadas a tiempo completo y 17% a tiempo parcial.

El número de niños/as promedio por hogar es el más bajo (1,3) pero hay una alta proporción de niños/as de 0 a 4 años (41,8%) que poseen baja cobertura del nivel preescolar y es básicamente privada (43%).

Los ingresos de estos hogares se encuentran distribuidos entre los quintiles 1 a 4, con una incidencia algo superior en los quintiles 3 y 4. Tiene una alta presencia en la capital del país (57%).

Estos hogares contratan servicios de salud privada (56%), emergencia móvil (54%), y sus niños/as asisten a educación privada. El 60% percibe Asignaciones Familiares y no contratan servicio doméstico.

En síntesis:Los hogares de menores ingresos son altamente dependientes del sistema público y el trabajo no remunerado del hogar. Ello se cruza con una importante división sexual del trabajo que deja a las mujeres marginadas del mercado laboral (inactivas, desempleadas u ocupadas a tiempo parcial).

Cuando los hogares son biparentales de bajos ingresos hay un mayor número de niños/as que en el caso de hogares monoparentales femeninos. En el caso de los hogares con niños/as con discapacidad son relevantes los hogares extendidos o compuestos.

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Necesidades de cuidados en los hogares

A medida que los ingresos se elevan, hay una mayor contratación de servicios de cuidado privados (preescolar, salud, educación primaria, emergencia móvil y servicio doméstico). Pero, la contratación de servicio doméstico está más relegada a los hogares con ingresos altos y muy altos dentro de los hogares con niños/as de 0-12 años.

La diferencia en la inserción laboral de hombres y mujeres y la dedicación al TNR parece reducirse en los hogares biparentales cuando aumentan los ingresos y la posibilidad de contratación de servicio doméstico. A su vez, la cantidad de horas que destinan los hombres a los quehaceres domésticos es mayor cuando ambos miembros de la pareja se insertan en el mercado laboral y no disponen de servicio doméstico.

Pero, es claro que las mujeres de los hogares de ingresos medios están sobrellevando una importante carga de trabajo al hacerlo en forma remunerada y no remunerada por una cantidad importante de horas ya que no acceden al servicio doméstico. Ello puede estar afectando, a su vez, su propia inserción en el mercado laboral. Algo similar ocurre en los hogares de ingresos más altos que, a pesar de contratar servicio doméstico, mantienen una carga importante del trabajo no remunerado en las mujeres.

Hogares con adultos/as mayores de 64 añosEn el caso de los hogares con adultos/as mayores de 64 años se obtuvieron 9 grupos de hogares.

En el caso de los hogares con adultos/as mayores de 64 años de edad la primera característica que diferencia a los grupos de hogares es la presencia de jubilados/as con alto peso de sus transferencias en el ingreso del hogar (hogares de jubilados/as que se autosustentan en términos de ingresos), y con baja participación de otras mujeres del hogar en la realización de los quehaceres domésticos, respecto a quienes poseen la característica opuesta.

Los hogares con alta presencia de jubilados/as autosustentables económicamente y con baja participación de otras mujeres en los quehaceres domésticos se nuclean en el grupo 1 y representan un 31,8% del total de hogares con adultos/as mayores. Con la característica opuesta se encuentran los grupos 4, 6 y 9.

La segunda característica que contrapone a estos grupos es el acceso a servicios de salud privada y emergencia móvil. En ese caso se oponen los grupos 5 y 7 respecto al grupo 8.

Grupo 1 (jubilados/as autosustentables económicamente)Se compone básicamente de parejas solas (42%), unipersonales masculinos o femeninos (31%) y hogares biparentales con hijos/as (10%). Según ingresos se distribuyen entre el segundo y cuarto quintil.

Distribución de los grupos de hogares en el total de hogares con adultos/as mayores de 64 años.

GruposNº de

hogaresDistribución

(en %)1 108.200 31,8

2 80.100 23,5

3 54.900 16,1

4 22.900 6,7

5 28.700 8,4

6 11.600 3,4

7 17.600 5,2

8 10.500 3,1

9 5.700 1,7

Total 340.200 100,0

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Se atienden en servicios de salud privados y 43,5% contrata servicios de emergencia móvil.Los quehaceres del hogar los realizan ellos/as mismos/as, no contratan servicio doméstico. Este grupo se

compone de adultos/as mayores de ambos sexos en proporciones similares (51% mujeres y 49% hombres). En este grupo se ubican las mujeres mayores de 64 años que no disponen de ingresos propios.

Grupo 4 (jubilados/as y quehaceres domésticos de otras mujeres)Este grupo está conformado por jubilados/as que habitan en hogares extendidos o compuestos de tipo biparental (32%), pareja sola (27%) y nuclear biparental con hijos/as (15%). Los/as adultos/as mayores son principalmente hombres (74%).

Los ingresos de sus hogares se ubican principalmente en los dos primeros quintiles de ingresos (25% en Q1, 30% en Q2). En el 80% de los casos contribuyen con algo más de la mitad del ingreso del hogar y el resto casi con el total.

Son hogares que se caracterizan, además, por contar con mujeres menores de 65 años que se encargan de la realización de los quehaceres del hogar (5,5 horas diarias en promedio, respecto a 2,7 horas de hombres menores de 65 años). Sólo en 39% de los casos, los/as adultos/as mayores realizan también los quehaceres domésticos.

El 73% de estos hogares está en el Interior del país. El 54% se atiende en salud privada, 26% tiene contratado servicio de emergencia y no poseen servicio doméstico en el hogar.

Grupo 6 (alta dedicación de los hombres y las mujeres al cuidado de dependientes)En este grupo hay jubilados/as y quienes perciben pensión de sobrevivencia. Una característica relevante es la participación de otras mujeres del hogar en la realización de los quehaceres domésticos, así como en el cuidado de dependientes donde participan también otros hombres del hogar. Se registran niveles elevados de horas dedicadas a los quehaceres y cuidados a dependientes tanto para hombres como mujeres, ambos en relación a su promedio. Las mujeres menores de 64 años dedican 11,7 horas diarias a los quehaceres y los hombres 4,8 horas diarias. Las mujeres agregan casi dos horas más (1,9 horas diarias) al cuidado de dependientes y los hombres 0,9 horas.

Son hogares que se distribuyen entre el primer y cuarto quintil de ingresos (24% en Q1, 23% en Q2, 19% en Q3 y 21% en Q4).

Tienen una alta incidencia de los hogares extendidos o compuestos (el 28% de tipo biparental, 12% monoparental femenino y 30% sin pareja y sin hijos/as). El 62% de los/as adultos/as mayores son mujeres y habitan principalmente en el Interior del país (69%).

El 4% de los hogares contrata servicio doméstico por hora y 2,8% servicio doméstico diario. El 49% de los/as adultos/as mayores se atienden en salud privada y 35% contrata emergencia móvil.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Grupo 9 (pensión por invalidez y cuidado a dependientes de otras mujeres)

Se trata de adultos/as mayores que perciben pensión por invalidez. El 65% son mujeres. Viven en hogares unipersonales (30%), pareja sola (22%) y biparental con hijos/as (15%). Se concentra en los

primeros quintiles de ingreso (53% en quintil 2 y 23% en el primer quintil).Hay una alta realización de quehaceres y cuidado de dependientes por otros miembros del hogar,

principalmente mujeres (1,2 horas respecto a media hora de los hombres). La dedicación a los quehaceres domésticos es 3,9 horas para las mujeres y 2,2 para los hombres. Sólo 1,9% de estos hogares contrata servicio doméstico por hora. La atención de la salud es básicamente por el sector público y 40% posee emergencia móvil.

Se ubican principalmente en el Interior del país (73%).

Grupo 5 (salud privada, EEMM y servicio doméstico por hora)El grupo 5 se caracteriza por contratar servicio de salud privada, emergencia móvil y servicio doméstico por hora.

Los/as adultos/as mayores son jubilados/as y/o cobran pensión de sobrevivencia. Pertenecen a hogares de los últimos dos quintiles de ingreso (72% pertenecen al quintil 5 y 19% al quintil 4).

Estos hogares son básicamente unipersonales (44%), en mayor medida con jefatura femenina, y parejas solas (34%). Se ubican principalmente en Montevideo (60%).

Grupo 7 (salud privada, EEMM y servicio doméstico diario)Este grupo se diferencia del grupo anterior por el tipo de servicio doméstico que contrata que es diario (o fijo).

Los/as adultos/as mayores son jubilados/as y/o cobran pensión de sobrevivencia. Habitan en hogares unipersonales (52%), principalmente con jefatura femenina, o viven en pareja (17%).

Se ubican en quintiles altos de ingreso (52% en el quinto quintil y 27% en el cuarto). Tienen una presencia algo superior en el Interior del país.

Grupo 8 (pensión a la vejez, salud pública y sin emergencia móvil)Este grupo se opone a los grupos 5 y 7 por poseer servicios de salud pública y no poseer emergencia móvil. Se caracteriza, además, por estar compuesto por quienes cobran pensión a la vejez.

Pertenecen a hogares de muy bajos ingresos (47% en quintil 2 y 38% en quintil 1). Habitan en hogares extendidos o compuestos (35%), unipersonal (23%) y pareja sola (19%). Son hogares del Interior del país (81%).

No poseen servicio doméstico, los quehaceres del hogar los realizan los/as adultos/as mayores y otros miembros del hogar principalmente mujeres.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Grupo 3 (adultos/as mayores ocupados/as)Este grupo se caracteriza por adultos/as mayores que aún se encuentran ocupados/as. El 55% son hombres.

Pertenecen a los quintiles medios y altos de ingreso (del quintil 2 al 5) y tipo de hogar unipersonal (33%), pareja sola (24%) y nuclear biparental con hijos/as (17%).

Contratan salud privada (62%) y emergencia móvil (37%). No hay cuidado de dependientes, los quehaceres de otras mujeres del hogar son relevantes ya que no se contrata servicio doméstico.

Grupo 2 (pensión de sobrevivencia)Este grupo está compuesto por quienes perciben pensión de sobrevivencia, principalmente mujeres (93% de los/as adultos/as mayores de estos hogares).

Son, básicamente, hogares unipersonales femeninos (51%), monoparental con jefa mujer (13%) y extendido o compuesto monoparental femenino (10%).

Pertenecen a hogares de ingresos medios y altos (28% al quinto quintil, 30% al cuarto quintil y 24% tercer quintil) y distribuidos por igual entre Montevideo y el Interior del país.

El 65% contrata servicios de salud privada, el 51% tiene servicios de emergencia móvil y no contrata servicio doméstico. Los quehaceres domésticos los realizan los/as propios/as adultos/as mayores u otros miembros del hogar (hombres o mujeres). No hay cuidado a dependientes.

En síntesis:Se registran distintas problemáticas vinculadas al trabajo no remunerado. Por un lado, aquellos hogares que poseen una alta carga de cuidado a dependientes (grupos 6 y 9). En el grupo 6 se combina el cuidado a dependientes por hombres y mujeres y la realización de los quehaceres domésticos por mujeres (en ambos casos menores de 65 años). En el grupo 9 el cuidado de dependientes es fundamentalmente femenino.

En el caso del grupo 9 son hogares de bajos ingresos y por ello las personas con discapacidad perciben pensión por invalidez. En el grupo 6 los ingresos están más distribuidos entre el primer y cuarto quintil, no perciben pensión y conviven en hogares básicamente extendidos.

A su vez, estos hogares se diferencian por el acceso de los/as adultos/as mayores a los servicios de salud. Los/as adultos/as mayores del grupo 9 se atienden principalmente en salud pública y los del grupo 6 en los servicios de salud privados. Ambos tienen bajo acceso a los servicios de emergencia móvil.

Por su parte, los hogares de los grupos 4 y 8 se caracterizan por la importante participación de otras mujeres del hogar en la realización de los quehaceres domésticos. La diferencia es que los hogares del grupo 4 están compuestos básicamente por jubilados/as que conviven solo con su pareja o en hogares extendidos biparentales y sus ingresos son bajos o medios bajos. Mientras que los hogares del grupo 8 son adultos/as mayores con pensión a la vejez, con muy bajos ingresos y hogares de tipo extendido o compuesto. Éstos se atienden en salud

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Necesidades de cuidados en los hogares

pública y no poseen servicio de emergencia móvil; mientras que en el grupo 4 algunos contratan emergencia móvil y servicios de salud privados.

Los cuatro grupos de hogares (4, 6, 8 y 9) residen, principalmente, en el Interior del país.Los hogares de muy altos ingresos están integrados por jubilados/as o pensionistas de sobrevivencia que

contratan servicios de salud, emergencia móvil y servicio doméstico. También hay un grupo importante (grupo 2) de mujeres que perciben pensión de sobrevivencia, poseen ingresos medios y altos y habitan básicamente solas o con algún hijo/a.

Por último, se encuentran los hogares con adultos/as mayores que siguen insertos en el mercado laboral (grupo 3), sus ingresos se distribuyen entre el segundo y quinto quintil, y son principalmente hombres que viven solos, en pareja, o con pareja e hijos/as.

Interpretación de los resultados para el diseño de políticas

Hogares con niños/as de 0 a 12 añosPor un lado, hay un conjunto importante de hogares con bajos ingresos y cuyo acceso limitado a servicios de cuidado (preescolar y primaria horario extendido), así como a los servicios vinculados a los quehaceres del hogar, junto con una muy tradicional división de responsabilidades entre los sexos (en los hogares biparentales), limita la inserción laboral femenina. Ello unido a que las oportunidades laborales que enfrentan las mujeres de esos hogares con bajos niveles educativos son precarias (en términos de ingresos y de calidad del empleo).

Por su parte, los hombres (parejas) de dichos hogares tienen una muy baja dedicación a los quehaceres y a los cuidados, y se evidencia, a su vez, una importante carga de trabajo remunerado.

Por lo tanto, para este núcleo de hogares de bajos ingresos se requieren claramente políticas de provisión de servicios de cuidado infantil y servicios para el hogar, junto con políticas para estimular una buena formación que permita a las mujeres no sólo ingresar al mercado laboral (si lo desean) sino tener buenas oportunidades laborales. Ello debe ser acompañado con políticas para garantizar una buena calidad de los empleos, o sea, políticas orientadas al mercado de trabajo. También hay que analizar las exigencias del mercado laboral que puedan estar condicionando la extensión de la jornada laboral masculina. Ello podría ser resultado de la división sexual del trabajo y resolverse promoviendo una redistribución de las responsabilidades entre trabajo remunerado y no remunerado, o ser resultado de los mecanismos que operan en el mercado laboral que restringen la posibilidad de autorregular las horas de trabajo.

Hay que prestar especial atención a la necesidad de servicios de cuidado de los hogares con niños/as con discapacidad que también podría ser un factor de restricción de las oportunidades de las mujeres. Ello se plantea tanto porque poseen bajos ingresos lo que limita la posibilidad de contratación de servicios, pero también porque conviven con otras personas ajenas al núcleo familiar lo cual podría estar evidenciando sus dificultades para independizarse. Es imprescindible, a su vez, identificar los factores que conducen a la concentración de la discapacidad infantil en estos hogares.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Este conjunto de hogares que incluye a los grupos 1, 2 y 7 son la mitad de los hogares con niños/as de 0 a 12 años y son los que tienen mayor relevancia en el Interior del país.

En una situación totalmente opuesta se encuentran los hogares de los grupos 5 y 6 con niveles de ingresos elevados y una alta contratación de servicios en el mercado. Tanto la cobertura preescolar, escolar, la salud (incluyendo los servicios de emergencia móvil) y el servicio doméstico. En estos hogares se evidencia una mayor proporción de parejas que se distribuyen en forma más igualitaria el tiempo de trabajo remunerado y no remunerado (una tercera parte de ellas), luego hay otro porcentaje algo inferior que distribuye en forma similar el trabajo remunerado pero el trabajo no remunerado recae en las mujeres. En estos casos se requiere atender el tema de la distribución de las responsabilidades en el hogar. Ello implica no sólo promover campañas de transformación de la distribución tradicional de los roles entre los sexos, sino también analizar los determinantes que pueden estar influyendo desde el mercado laboral y que puedan dificultar una efectiva redistribución.

En estos grupos de hogares son también relevantes los hogares monoparentales femeninos con alta dedicación al trabajo remunerado (a tiempo completo). Ello debe ser considerado en el diseño de las políticas ya que no tienen las mismas posibilidades de redistribución del trabajo no remunerado y la carga del costo de los servicios puede ser también una limitante adicional para estos hogares.

Los hogares del grupo 4, centrados en los niveles medios de ingresos, con una importante proporción de niños/as de 0 a 4 años y una alta contratación de servicios de cuidado en el mercado, exceptuando el servicio doméstico, tienen una mayor colaboración del cónyuge en los quehaceres del hogar. Pero, dado que la carga total del cuidado es elevada por la ausencia de servicio doméstico y la edad de los/as niños/as, se mantiene una distribución desigual del trabajo remunerado y no remunerado. Por ello, en estos casos, sería necesario facilitar el acceso a los servicios de cuidado infantil y al servicio doméstico; así como analizar si existen mecanismos desde el mercado laboral que restrinjan una distribución más equitativa del trabajo en estos hogares.

Los hogares del grupo 3 con ingresos medios bajos tienen una alta dedicación de los hombres y las mujeres al trabajo remunerado. La presencia de niños/as es muy baja, concurren a educación pública, se contrata servicio de salud y el acceso a prestaciones monetarias es bajo. Tampoco se dispone de servicio doméstico, pero igualmente la dedicación a los quehaceres del hogar de las mujeres (por su dedicación al trabajo remunerado) es menor a su promedio, aunque superior a la de los hombres que en estos hogares tienden a participar más que su nivel promedio. Por lo tanto, requieren en general de un mayor acceso a servicios y prestaciones monetarias, así como un análisis de las restricciones que pueden enfrentar en el mundo laboral para conciliar cuidado y trabajo remunerado.

El grupo 8 se conforma principalmente de hogares monoparentales femeninos con ingresos medios (entre los niveles medios-altos y medios-bajos). Tiene una inserción laboral importante a tiempo completo, se concentra en Montevideo y contrata servicios del sector privado con excepción del servicio doméstico. Además de facilitarles el acceso a servicios de cuidado para los/as niños/as (incluido el cuidado infantil por la importante presencia de menores entre 0 y 4 años) y para el hogar (servicio doméstico), se requiere considerar el tipo de inserción laboral que poseen para conciliar trabajo remunerado y cuidado.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Hogares con adultos/as mayores de 64 años

Entre los hogares con adultos/as mayores preocupan aquellos donde es relevante el cuidado de dependientes (grupos 6 y 9). Lo interesante es que se trata de sólo un 5,1% de los hogares con adultos/as mayores, unos 17.300 hogares lo que podría facilitar la instrumentación de políticas21.

Hay que tener en cuenta que el grupo 9 con carga de cuidado de la dependencia y menores niveles de ingreso es el más reducido de ambos y dichos hogares perciben pensión por invalidez. Por su parte, los/as adultos/as mayores del grupo 6 no perciben dicha pensión a pesar de encontrarse algunos en hogares de bajos ingresos (se distribuyen entre los quintiles 1 y 4), pero pueden percibir pensión de sobrevivencia y/o jubilación.

Los quehaceres del hogar los realizan principalmente otras mujeres ya que no poseen servicio doméstico. También en los grupos 4 y 8 de hogares hay una importante participación de otras mujeres del hogar en la realización de los quehaceres domésticos. Se trata, en general, de hogares con ingresos bajos o muy bajos, integrados por jubilados/as de bajos ingresos y quienes reciben pensión a la vejez por el bajísimo nivel de ingresos de sus hogares. Por lo tanto, en estos casos la dificultad está en el acceso de estos hogares al servicio doméstico y a mejores niveles de ingreso.

El acceso de todos estos hogares a los servicios de salud es limitado, sólo algunos contratan servicios de salud privados y emergencia móvil. Para cualquier definición de políticas hay que tener en cuenta que los cuatro grupos de hogares (4, 6, 8 y 9) residen, principalmente, en el Interior del país.

Por último, habría que analizar particularmente el tema de la permanencia de los/as adultos/as mayores en el mercado laboral (grupo 3) si ello es por opción, por el desestímulo a jubilarse que puede generar la reducción en los ingresos o por dificultades en el acceso a la jubilación que pudieran originarse por la baja densidad de cotizaciones u otras.

21. Sólo habría que considerar, como se señala en Batthyány (2009) y es reconocido a nivel internacional, que captar el dato de cuidado a dependientes es difícil por su “naturalización” en las personas que lo realizan y probablemente haya subdeclaración. De todas formas, se podría considerar que en los casos que se declara el nivel de dependencia sea mayor.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Hacia la definición de políticas de corresponsabilidad en Uruguay

Basándonos en las opciones de política detalladas en el marco de análisis, las cuales deberían instrumentarse considerando el “modelo de cuidador/a universal” y las lecciones recogidas de la experiencia internacional, sería necesario pensar en un pool de estrategias coordinadas para atender las necesidades de estos hogares con población dependiente. Algunas ya se vienen desarrollando, pero hay otras que se mantienen ausentes.

En Inmujeres (2008) se recogían las propuestas planteadas por Aguirre (2007) y Marco (2007), debatidas en las Mesas de Trabajo realizadas en el marco del Diálogo Nacional sobre la Seguridad Social. Entre ellas se mencionaban la extensión de las prestaciones por maternidad (en función de la recomendación 191 de OIT a 18 semanas) y la aprobación y extensión de la licencia por paternidad para los trabajadores del sector privado. A fines de 2008 se aprobó la licencia por paternidad para el sector privado de 3 días corridos, mientras que en el sector público es de 10 días hábiles. También se proponía la extensión del horario de lactancia para las trabajadoras del sector privado ya que en el sector público pueden reducir el horario a media jornada hasta los 6 meses de edad del hijo/a.

En ese sentido, lo que no existe en Uruguay son licencias para el cuidado en caso de enfermedad de un pariente directo (hijos/as, padres, madres y abuelos/as). Estas están incluidas en la Recomendación 165 correspondiente al Convenio 156 sobre los derechos de los trabajadores con responsabilidades familiares que ha sido ratificado por nuestro país. En ella se sugiere: • Durante un período inmediatamente posterior a la licencia de maternidad, la madre

o padre deberían tener la posibilidad de obtener una licencia (licencia parental) sin perder su empleo y conservando los derechos que se derivan de él. (subpárrafo 1 del párrafo 22)

• Un trabajador -hombre o mujer- con responsabilidades familiares respecto de un hijo a cargo debería tener la posibilidad de obtener un permiso en caso de enfermedad del hijo. (subpárrafo 1 del párrafo 23)

• Un trabajador con responsabilidades familiares debería tener la posibilidad de obtener un permiso en caso de enfermedad de otro miembro de su familia directa que necesite su cuidado o sostén. (subpárrafo 2 del párrafo 23)

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Este tipo de beneficios abarca básicamente a los asalariados formales, por lo cual se descarta muchas veces su utilidad para países en desarrollo donde el trabajo informal está muy extendido. Pero, en Uruguay es una categoría bastante amplia de trabajadores, y se han instrumentado mecanismos para revertir los procesos de precarización laboral iniciados en los años noventa. Por lo tanto, dado que la carga laboral en horas de trabajo puede significar una limitante para la conciliación entre trabajo y familia (según la evidencia recogida en este informe), se debería profundizar en el estudio sobre la utilidad y las posibilidades de implementación de este tipo de licencias.

La experiencia internacional nos muestra que medidas como la reducción de la jornada de trabajo también podrían ser factibles para facilitar el cuidado de los/as niños/as hasta los 3 años de edad.

Respecto al desarrollo de servicios sociales se proponía trabajar, por un lado, en la expansión de los servicios públicos para el cuidado de niños/as y dependientes, y por otro, en la regulación, supervisión y control de los servicios sociales y personales que brinda el sector privado para el cuidado de niños/as y dependientes. Estas propuestas se basaban en las realizadas por Aguirre (2007) que planteaban servicios públicos para el cuidado de niños/as de 0 a 3 años ya que los que existen actualmente tienen escasa cobertura y se dirigen a la atención de los/as niños/as en situación de vulnerabilidad social. Los resultados de esta investigación contribuyen a fundamentar la necesidad de este tipo de servicios para un espectro más amplio de la población. En ese sentido, el Plan de Equidad se propone la ampliación de estos servicios, tanto en Montevideo como en el Interior del país. Habría que evaluar en qué medida esa cobertura satisfacería la demanda actualmente insatisfecha.

También se plantea la necesidad de que los servicios que ya existen flexibilicen los horarios de cobertura de los centros de cuidado de niños/as de manera de posibilitar adecuarlos a las jornadas laborales de los padres dado que este aspecto es vital para el ingreso y permanencia en el mercado de trabajo. Por su parte, se debería avanzar en los medios para brindar cobertura a los/as niños/as en edad escolar fuera del horario de clases.

También al respecto la Recomendación 165 sugiere:• Desarrollar o promover servicios de asistencia a la infancia, de asistencia familiar y otros servicios

comunitarios, públicos o privados que respondan a sus necesidades; (numeral c, párrafo 9)• Deberían tomarse todas las medidas compatibles con las condiciones y posibilidades nacionales para establecer

servicios de ayuda en el hogar y de cuidado a domicilio, adecuadamente reglamentados y supervisados, que puedan proporcionar a los trabajadores con responsabilidades familiares, en caso de necesidad, una asistencia calificada a un costo razonable acorde con sus posibilidades económicas. (párrafo 33)La experiencia de otros países nos muestra el desarrollo de una variedad de servicios para el cuidado de

niños/as, algunos de atención diaria sin horario establecido (todo el día y durante todo el año) o con horario ampliado. También la posibilidad de optar entre el servicio o la atención a domicilio, considerando el caso de que los padres trabajen durante la noche o los fines de semana. Las tarifas se ajustan a los ingresos de los padres y se brindan tanto a personas que trabajan como a aquellas que estudian o necesitan un apoyo especial. También se desarrollan servicios de apoyo fuera de la jornada escolar o durante las vacaciones. Todos estos servicios pueden ser municipales o subvencionados por el Estado y, en algunos casos, también por los empleadores.

En cuanto a los servicios públicos para el cuidado de otras personas dependientes (personas con discapacidad,

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Necesidades de cuidados en los hogares

ancianos/as) la provisión pública es escasa y fragmentada (se hace referencia a los centros de ASSE-MSP, las acciones del BPS y la Intendencia Municipal de Montevideo). Por su parte, los hogares con adultos/as mayores dependientes son un 5,1% de los hogares con adultos/as mayores lo que facilitaría la posibilidad de instrumentar medidas para contemplar las necesidades de cuidado de esos hogares.

El Programa Nacional del Adulto Mayor que rige desde marzo de 2005 es el marco que se está promoviendo la instrumentación de las necesidades de esta población. Dicho programa incluye entre sus propósitos: a) adecuar los servicios de salud que atienden al adulto mayor (normalizar y regular el sistema de las Casas de Salud, Hogares de Ancianos y otras instituciones que los albergan); b) mejorar ciertos aspectos sociales del adulto mayor (establecer sistemas de ayuda familiares, desarrollar una cultura de la prevención a través del deporte, la recreación y el uso del tiempo libre), y c) desarrollar una formación adecuada de las personas vinculadas con el adulto mayor (capacitación del personal de salud, educación de los otros grupos etarios y formación de agentes comunitarios en el campo específico del cuidado psicosocial del anciano).

Pero también hay necesidades de atención de las familias con personas con discapacidad y, en particular, la discapacidad infantil se concentra en los hogares de menores recursos. Según los resultados de este trabajo se trata de un 3% de los hogares con niños/as de 0 a 12 años, lo cual facilitaría la posibilidad de instrumentar acciones dirigidas a esos hogares. Para ello, existe el Programa Nacional de Discapacidad (PRONADIS) desde marzo de 2005 que se desarrolla en el Ministerio de Salud Pública en coordinación con la Comisión Nacional Honoraria para el Discapacitado22 y, entre sus cometidos, figura el apoyo a la ejecución de las acciones de Atención Temprana dirigidas al niño/a, su familia y su entorno.

La experiencia internacional nos muestra opciones de servicios de cuidado para la población dependiente como la atención a domicilio que combina servicios de enfermería, cuidados personales y cuidados domésticos, hogares de estadía ya sea permanente o a tiempo parcial, teleasistencia y servicios sociales. Además, en la ley española se prevé un servicio de asistencia personalizada a la persona con gran discapacidad y menor de 65 años para acceder al trabajo, la educación y otras actividades de la vida diaria.

Por otra parte, es imprescindible fortalecer la regulación, supervisión y control de los servicios sociales y personales que brinda el sector privado para el cuidado de niños/as y dependientes. Los controles a los servicios de guarderías en Uruguay se empezaron a realizar efectivamente en el año 2007 luego del censo nacional de centros de educación inicial. En el caso de los servicios para otras personas dependientes la provisión mercantil se encuentra en expansión (como las residencias para adultos/as mayores y los servicios de acompañamiento) y no reciben los controles de calidad adecuados. En ese sentido, tanto el Programa de Atención al Adulto Mayor como el Programa para la Atención de la Discapacidad establecen la necesidad de promover acciones para la

22. La Comisión Nacional Honoraria del Discapacitado (CNHD) tiene a su cargo la elaboración, estudio, evaluación y aplicación de los planes de política nacional de promoción, desarrollo, rehabilitación e integración social de las personas con discapacidad. Dicha comisión se crea en el marco de la Ley N° 16.095 (octubre de 1989) que busca establecer un sistema de protección integral para las personas con discapacidad. Para ello la CNHD debe procurar la coordinación de la acción del Estado en sus diversos servicios, y promover acciones tanto a nivel del Poder Ejecutivo como de los Gobiernos Departamentales La CNHD se encuentra en la jurisdicción del Ministerio de Salud Pública y se integra con representantes del Ministerio de Educación y Cultura, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Facultad de Medicina, Consejo Directivo Central (CODICEN), Congreso de Intendentes, Facultad de Odontología (Ley 16.169), INAU –exINAME- (Ley 17.296, Art. 546) y de las organizaciones de personas con discapacidad y otras instituciones relacionadas.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

creación de hogares para adultos/as mayores y personas con discapacidad y reglamentar, evaluar y controlar su funcionamiento y la calidad de sus prestaciones.

Respecto a prestaciones monetarias existen en Uruguay las Asignaciones Familiares dirigidas al cuidado de niños/as y adolescentes para los hogares en situación de vulnerabilidad social23, o trabajadores/as asalariados/as del sector privado (el sector público brinda una prestación equivalente) que perciban ingresos inferiores a 10 BPC23. Estas prestaciones se cobran doble en caso de discapacidad. También se paga una “Ayuda Extraordinaria” a unas 15.000 personas con distinto grado de discapacidad, principalmente niños/as, por el cual se abona hasta un monto de $ 2.314,22 mensuales (enero 2009) para concurrir a diversos institutos de rehabilitación, capacitación, etc.

En el caso de los/as adultos/as mayores, existe la “pensión a la vejez” para personas mayores de 70 años que carezcan de recursos económicos para hacer frente a sus necesidades, considerando ingresos de familiares obligados convivientes y no convivientes. En el caso en que la/el beneficiaria/o posea algún ingreso inferior al valor estipulado de la pensión (en enero 2009 asciende a $3.820,89), sólo se le paga un complemento que le permita alcanzar dicho valor. Desde enero 2008 existe una prestación similar para las personas entre 65 y 70 años en pobreza extrema, llamado Asistencia a la Vejez. Para personas de cualquier edad con discapacidad del 66% o más (según Baremo) y familia carente de recursos existe la “pensión por invalidez”. Para ello se considera tanto la situación de pobreza del perceptor como de sus familiares obligados convivientes y no convivientes (excepto en los casos que BPS defina que la discapacidad es severa: cuando se necesita un asistente permanente para la vida cotidiana).

A su vez, existen deducciones al Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF) por gastos de educación, alimentación, vivienda y salud de hijos/as menores de edad a cargo del contribuyente de 13 BPC anuales por hijo. Dicha deducción se duplica en caso de hijos/as, mayores o menores, legalmente declarados incapaces, o que sufran de discapacidades graves. Idénticas deducciones se aplican en caso de personas bajo régimen de tutela y curatela.

La realidad en otros países (principalmente europeos) nos muestra que las ayudas monetarias para las familias con hijos/as pequeños/as pueden ser complementarias o alternativas a otro tipo de ayudas como las subvenciones a instituciones que ofrecen servicios oficiales o la atención doméstica, y las deducciones fiscales. Estas últimas corresponden generalmente a los gastos de guardería. En España el subsidio que se descuenta de la declaración de impuestos corresponde a un monto fijo (1.200 euros al año) y está dirigido a mujeres con hijos/as menores de 3 años.

Para el cuidado de otros dependientes en Europa y los países de la OCDE existen distintas prestaciones y modalidades de contribuciones (dinero en efectivo, deducciones fiscales, descuentos en gastos de la vida cotidiana), además de beneficios para los/as cuidadores/as. La ley española para la atención de la dependencia establece la prestación económica en caso de que no exista el servicio que se requiere a nivel del Estado y

23. Una Base de Prestaciones y Contribuciones (BPC) equivale a 1944 pesos uruguayos a enero de 2009.

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Necesidades de cuidados en los hogares

también se brinda una compensación por los cuidados recibidos en el entorno familiar. En el caso que un familiar se encargue de los cuidados se le brinda formación para el trabajo, una prestación económica con cobertura de la Seguridad Social y la posibilidad de hacer uso de servicios residenciales de carácter temporal para cubrir períodos de “respiro”. En Canadá existe un sistema de beneficios impositivos por gastos de personas con discapacidad (gastos médicos o de la vida cotidiana) y también un monto que pueden deducir quienes cuidan de esa persona dependiente si habitan con ella.

Respecto a otros temas que tienen relación con el uso del tiempo para conciliar familia y trabajo, la Recomendación 165 de OIT también sugiere:• Reducir progresivamente la duración de la jornada de trabajo, y reducir las horas extraordinarias; (numeral

a, párrafo 18)• Introducir más flexibilidad en la organización de los horarios de trabajo, los períodos de descanso y las

vacaciones; teniendo en cuenta las necesidades de cada país y los sectores de actividad; (numeral b, párrafo 18)

• Siempre que sea posible y apropiado, deberían tenerse en cuenta las necesidades especiales de los trabajadores incluidas sus responsabilidades familiares, al organizar el trabajo por turnos y al asignar el trabajo nocturno. (párrafo 19)

• La reglamentación y supervisión de las cláusulas y condiciones de empleo de los trabajadores a tiempo parcial, de los temporeros y de los trabajadores a domicilio; todas las condiciones de empleo, incluidas las referentes a la seguridad social, deben ser equivalentes a las de los trabajadores a tiempo completo y permanentes; (párrafo 21)

• También se deberían adaptar a las necesidades de los trabajadores servicios comunitarios como los de transporte público, suministro de agua y energía eléctrica en la vivienda de los trabajadores o en su proximidad inmediata y construcción de viviendas funcionales con el fin de aliviar las tareas domésticas. (párrafo 34)Como se planteó, en Brasil se podría estar empezando a discutir la pertinencia de medidas de flexibilidad

horaria que tengan en cuenta la necesidad de los/as trabajadores/as. La discusión está entre banco de horas o reducción de la jornada.

Por su parte, las “políticas de tiempo” también permitirían adaptar los horarios de oficinas, transporte, instituciones educativas a las necesidades de las personas.

Por último, entre las opciones de política presentadas en nuestro marco de análisis se planteaban medidas para facilitar la contratación de servicio doméstico que vale la pena rescatar. Ellas son: vouchers para empleo doméstico, excepciones de las contribuciones a la seguridad social para personas empleadas como cuidadoras, reducciones de impuestos por el costo de emplear a un trabajador doméstico, subsidios para la contratación de cuidado en el sector privado.

En definitiva, la construcción de un Sistema Nacional de Cuidados que permita articular las distintas estrategias dirigidas a atender las necesidades de la población dependiente y de sus cuidadores/as, así como promover la redistribución de las responsabilidades entre familia, Estado y mercado y al interior de los hogares,

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se torna imprescindible. Dicho sistema también debería considerar los efectos que generan estas estrategias en términos de generación de empleo y condiciones de trabajo.

Además, estas políticas de corresponsabilidad no deberían estar aisladas de las políticas de empleo y formación para garantizar que las personas con menor nivel educativo puedan mejorar sus oportunidades de trabajo.

También es imprescindible desarrollar campañas de sensibilización sobre la redistribución de tareas al interior del hogar. El Inmujeres ha iniciado una campaña con dicho propósito en febrero de 2009, que deberá profundizarse alcanzando no sólo a los hogares sino también a los operadores de las políticas sociales.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Conclusiones y recomendaciones

El presente estudio nos permitió confirmar que hay una correlación muy estrecha entre el acceso a servicios de cuidado y la inserción laboral de las mujeres en hogares con niños/as de 0 a 12 años. Dado que los hogares con mayor acceso a servicios del sector privado verifican una mayor inserción laboral, dicha correlación se vincula también con los niveles de ingreso de los hogares. Ello nos lleva a un razonamiento circular por el cual si acceden a servicios del sector privado los hogares tienen más posibilidades de que jefe/a y/o cónyuge se inserten laboralmente y, dado que estos se insertan laboralmente, tienen mayores ingresos para contratar servicios del sector privado. Pero, demuestra también que así como hay circuitos viciosos en torno a la pobreza, también hay circuitos virtuosos que reproducen las desigualdades sociales.

Por otra parte, se confirma que los servicios del Estado no son suficientes para garantizar la inserción laboral de las mujeres a tiempo completo, por lo cual sería urgente definir medidas para transformar dicha realidad. El objetivo no es sólo mejorar el acceso a los recursos de las familias de ingresos medios y bajos, sino también elevar el nivel de autonomía y bienestar de las mujeres (cónyuges o jefas de esos hogares). Estas mujeres padecen situaciones diferentes: aquellas con mayor acceso al mercado laboral (generalmente de hogares de ingresos medios o medios altos) sufren una mayor carga global de trabajo (al sumar el tiempo de trabajo remunerado y no remunerado) y aquellas con menor acceso al mercado laboral (desocupadas, inactivas o ocupadas a tiempo parcial) destinan la mayor parte de su tiempo al trabajo no remunerado sin percibir ninguna prestación y reconocimiento por el sistema de seguridad social. Si el objetivo es promover su inserción al mercado laboral es imprescindible comenzar por una muy buena preparación para el empleo y analizar las opciones de empleo que se les presentan. Para contribuir con los cuidados en el hogar se deberían instrumentar los servicios de cuidado infantil y de extensión de la jornada escolar; así como reducir el costo de la contratación de cuidadores/as a domicilio y el servicio doméstico.

La mayor participación del Estado con servicios y prestaciones de calidad y de alcance universal permitiría un acceso más equitativo a estas opciones para hombres y mujeres de todos los sectores sociales. Si el régimen es más “familista” y el Estado ofrece servicios limitados, las opciones de más calidad se obtienen en el mercado conduciendo a una profundización de las desigualdades de ingreso a través de las desigualdades de género, reforzándose mutuamente. Finalmente, las mujeres de los estratos de ingresos medios y

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bajos verán más limitada sus oportunidades en el mercado laboral y, por lo tanto, en la seguridad social (basada en un pilar contributivo con aportes del trabajo remunerado).

Las licencias para el cuidado o reducción del horario de trabajo cuando hay niños/as pequeños/as que cuidar también podría ser una estrategia válida que se debe analizar en términos de viabilidad y posibilidad de ser efectivas en los casos de mayor inserción laboral de los integrantes de la pareja o en hogares monoparentales con importante carga de trabajo remunerado y no remunerado en las mujeres. En particular, es el caso de los hogares de ingresos medios con niños/as que, además, deben generar ingresos para sostener el costo de los servicios privados de preescolar y educación primaria.

En ese sentido, hay que transformar la noción de “trabajador/a ideal” como aquel que destina tiempo ilimitado a su trabajo, basándose en el supuesto de que dicho/a trabajador/a no tiene responsabilidades familiares y tiene plena disponibilidad de su tiempo (una noción que se ha profundizado junto con los procesos de flexibilización laboral). Ello ha aumentado, muchas veces de forma innecesaria, la cantidad de horas que se destina al trabajo remunerado. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías se debería tender más bien a una reducción de la jornada laboral. Uno de los temas a analizar con más profundidad es la interacción entre trabajo remunerado y no remunerado por sector de actividad y tipo de ocupación para identificar los factores que pueden estar condicionando la dedicación de hombres y mujeres al cuidado personal y de su familia. Ello contribuiría a la implementación de la Agenda de Trabajo Decente de la OIT que incluye la conciliación entre trabajo y familia como una de las iniciativas a promover en todos los países.

Para los hogares con adultos/as mayores hay que instrumentar medidas que permitan reducir y resolver mejor el trabajo no remunerado que genera la atención de la dependencia. También, en esos hogares así como en otros de bajos ingresos y dificultades de acceso al servicio doméstico, los quehaceres del hogar los resuelven generalmente las mujeres. Se trata en conjunto de un 15% de los hogares con adultos/as mayores: 10% poseen ingresos insuficientes y alta carga de trabajo no remunerado en mujeres menores de 65 años, y sólo 3,1% poseen pensión a la vejez; el resto (5,1%) posee alta carga de trabajo no remunerado en los quehaceres domésticos y el cuidado a dependientes, y en sólo 1,7% de los hogares los dependientes reciben pensión de invalidez.

Por su parte, las pensiones no contributivas al estar tan focalizadas en los hogares de muy bajos ingresos dejan a un espectro de la población adulta mayor sin acceso a ingresos propios. Habría que profundizar en el análisis de las personas sin ingresos propios, así como en las dificultades que pueden encontrar los/as adultos/as mayores que permanecen en el mercado laboral. Un 16% de los hogares con adultos/as mayores se componen de adultos/as ocupados/as que en su mayoría son hombres y se distribuyen del quintil 2 al quintil 5 de ingresos.

Al igual que en los hogares con niños/as la contratación de servicios privados de salud, emergencia móvil y servicio doméstico se verifica en los hogares con ingresos altos. Por eso, para toda la población dependiente (niños/as y adultos/as mayores en situación de dependencia o con requerimientos de cuidado) es imprescindible diseñar un sistema integrado de cuidados que contemple las distintas necesidades que requiere esta población y a las actuales cuidadoras que están destinando tiempo de sus vidas al cuidado de esta población con nulo reconocimiento y sustento social.

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Necesidades de cuidados en los hogares

En particular, hay que considerar el rediseño de servicios como los de salud que han tendido a trasladar responsabilidades de las instituciones de salud a las mujeres de las familias (o en su defecto a cuidadores/as contratados/as que no reciben el adecuado control institucional) y promover un mayor control de la calidad de los servicios. Dada la actual reforma del sistema de salud que ha buscado mejorar la cobertura y reducir ciertos costos, se debería transitar hacia una mayor exigibilidad de los usuarios en lo relativo a la calidad de los servicios.

En todas las políticas que se instrumenten hay que considerar el hecho de que los mayores déficit en el acceso a servicios de cuidado se registra en el Interior y que la concentración de servicios en la capital, como los servicios especializados de salud, genera costos adicionales para el desarrollo de servicios privados (como los servicios de acompañantes u otros servicios de atención personalizada, etc.).

En la elaboración de las políticas económicas y sociales hay que considerar que la formulación de políticas públicas integrales que promuevan la corresponsabilidad en los cuidados no solo favorece el bienestar individual de las personas (cuidadas y cuidadoras) sino que contribuye con el desarrollo económico y social. Como plantea Astelarra (2007), las estrategias de redistribución de recursos para construir una sociedad más justa, no implica sólo la redistribución de ingresos sino también la redistribución de tiempos y actividades, y ello no se resuelve sólo con políticas fiscales. Hay que integrar a la política social los servicios de cuidado asociados al bienestar cotidiano de las personas y la política económica debe reconocer que el trabajo que requiere una sociedad no se compone sólo del trabajo remunerado sino también del trabajo no remunerado y que ambos forman parte de un todo. Es imprescindible dejar de considerar el cuidado de las personas como un “no trabajo” y que sea reconocido como un derecho que tienen todas las personas y que debe ser garantizado por el Estado.

Para alcanzar un “modelo de cuidador/a universal” que universalice los derechos a cuidar y a trabajar en forma remunerada se requiere un amplio esfuerzo institucional a nivel del Estado, de las organizaciones sociales y el sector privado que vaya delimitando las prioridades pero con un horizonte claro que tenga como meta la reducción de las desigualdades sociales y de género. Ello forma parte del cumplimiento de los compromisos asumidos por nuestro gobierno en el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos 2007-2011 y en la X Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Anexos

1. Variables activas utilizadas en el análisis multivariadoEn la conformación de los grupos de hogares con niños/as de 0 a 12 años se utilizaron las siguientes variables: • Porcentaje de niños/as del hogar que se atienden en la salud privada (incluyendo

seguros)• Porcentaje de niños/as del hogar que tienen emergencia médica móvil• Porcentaje de niños/as del hogar que van a educación privada común y preescolar• Porcentaje de niños/as del hogar que van a educación pública común y preescolar• Porcentaje de niños/as del hogar que van a educación especial• Asignaciones familiares: variable dummy (1 si se cumple, 0 si no se cumple)• Servicio doméstico por horas: variable dummy (1 si se cumple, 0 si no se cumple)• Servicio doméstico con cama o todos los días: variable dummy (1 si se cumple, 0 si no

se cumple)• Horas diarias femeninas (jefe o cónyuge) dedicadas a los quehaceres del hogar • Horas diarias femeninas (jefe o cónyuge) dedicadas al cuidado de los/as niños/as• Horas diarias femeninas (jefe o cónyuge) dedicadas al cuidado de otros

dependientes • Horas diarias masculinas (jefe o cónyuge) dedicadas a los quehaceres del hogar • Horas diarias masculinas (jefe o cónyuge) dedicadas al cuidado de los/as niños/as• Horas diarias masculinas (jefe o cónyuge) dedicadas al cuidado de otros

dependientes • Otras horas diarias de trabajo no remunerado (quehaceres, niños/as , dependientes)

de otra persona del hogar mayor de 14 años• Horas semanales femeninas (jefe o cónyuge) dedicadas al trabajo remunerado• Horas semanales masculinas (jefe o cónyuge) dedicadas al trabajo remunerado

En el caso de los hogares con adultos/as mayores de 64 años, Las variables utilizadas son:

• Porcentaje de adultos/as mayores que se atienden en la salud privada (incluyendo los seguros)

• Porcentaje de adultos/as mayores que tienen emergencia móvil.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

• Porcentaje de adultos/as mayores en el hogar que están ocupados• Porcentaje de adultos/as mayores en el hogar que cobran jubilación• Porcentaje de adultos/as mayores en el hogar que cobran pensión a la vejez• Porcentaje de adultos/as mayores en el hogar que cobran pensión de sobrevivencia• Porcentaje de adultos/as mayores en el hogar que cobran pensión por invalidez• Peso de las transferencias del estado, otorgadas a los/as adultos/as, en el ingreso total del hogar• Servicio doméstico por hora: variable dummy (1 si se cumple, 0 si no se cumple)• Servicio doméstico con cama o todos los días: variable dummy (1 si se cumple, 0 si no se cumple)• Horas diarias dedicadas a los quehaceres del hogar de los/as adultos/as mayores• Horas diarias dedicadas al cuidado de dependientes de los/as adultos/as mayores• Horas diarias dedicadas a los quehaceres del hogar de otras mujeres del hogar mayores de 14 años y menores

de 65• Horas diarias dedicadas a los quehaceres del hogar de otros hombres del hogar mayores de 14 años y

menores de 65• Horas diarias dedicadas al cuidado de dependientes de otras mujeres del hogar mayores de 14 años y

menores de 65• Horas diarias dedicadas al cuidado de dependientes de otros hombres del hogar mayores de 14 años y

menores de 65

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Necesidades de cuidados en los hogares

2. Variables utilizadas como complementariasTanto para los grupos de hogares con niños/as de 0 a 12 años y hogares con adultos/as mayores de 64 años se emplearon las siguientes variables complementarias:• Quintiles de ingreso• Tipologías de hogar por relación de parentesco• Tipologías de hogar biparental• Zona geográfica: Montevideo – Interior

La tipología de hogar según relación de parentesco es:• Unipersonales: una sola persona• Nucleares sin hijos/as: cónyuges• Biparentales: cónyuges con hijos/as• Monoparentales jefatura femenina: una mujer con sus hijos/as• Monoparentales jefatura masculina: un hombre con sus hijos/as• Extendido o compuesto monoparental femenino: una mujer con sus hijos/as más otras personas, parientes

o no parientes del jefe de hogar• Extendido o compuesto monoparental masculino: un hombre con sus hijos/as más otras personas, parientes

o no parientes del jefe de hogar• Extendido o compuesto biparental: cónyuges con sus hijos/as más otras personas, parientes o no parientes

del jefe de hogar• Extendido o compuesto con pareja sin hijos/as: cónyuges con otras personas, parientes o no parientes del

jefe de hogar • Extendido o compuesto sin pareja sin hijos/as: una persona sin hijos/as con otras personas parientes o no

parientes

En el caso de los hogares biparentales, se realiza una adaptación de la tipología presentada en Razavi (2007), que incorpora la inserción de los cónyuges en el mercado de trabajo y la carga de trabajo no remunerado de los mismos.

• Hogares con proveedor tradicional y mujer inactiva: el hombre realiza trabajo remunerado y la mujer es inactiva y con alta dedicación al TNR

• Hogares con proveedor tradicional y mujer desempleada: el hombre realiza trabajo remunerado y la mujer está buscando trabajo remunerado con una alta dedicación al TNR.

• Hogares igualitarios: el hombre y la mujer tienen la misma carga de trabajo remunerado; ambos están ocupados a tiempo parcial o a tiempo completo y tienen dedicaciones similares al TNR

• Hogares con proveedor modificado: el hombre trabaja a tiempo completo y la mujer a tiempo parcial y tiene alta dedicación al TNR

• Hogares con inversión de roles: la mujer realiza trabajo remunerado y el hombre es inactivo o desempleado

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• Hogares de doble carrera con pauta tradicional: ambos están ocupados a tiempo completo y la mujer tiene alta dedicación al TNR.Se considera “alta dedicación al TNR” cuando se dedican más horas que la media nacional (6.3 horas diarias)

y dedicaciones similares cuando el ratio entre las horas del hombre y de la mujer se encuentra entre 0.5 y 1.5.

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3. Anexo metodológicoResultados del Análisis de Componentes Principales para los hogares con niños/as de 0 a 12 añosCon en el Análisis de Componentes Principales se resume la información original en 6 componentes que explican el 55% de la inercia total (o sea, de la información total que brindaban las variables originales). A su vez, los primeros componentes son los que resumen la información más relevante para explicar las características de los hogares considerados.

El primer componente que explica 16% de la inercia total, vincula los distintos servicios de cuidado. Contrapone los hogares que acceden a los servicios privados en salud y educación, con los que acceden al subsector público y cobran asignaciones familiares.

El segundo componente informa sobre el tiempo dedicado al cuidado de los/as niños/as, por hombres y mujeres y al trabajo no remunerado de otros miembros del hogar.

El tercer componente vincula el trabajo remunerado y no remunerado por sexo. Este componente plantea, por un lado, la contraposición entre el trabajo remunerado y la dedicación a los quehaceres del hogar de las mujeres. Por otro lado, en la medida que aumenta el trabajo remunerado de la mujer, aumenta el trabajo no remunerado del hombre tanto en quehaceres del hogar como en cuidado de los/as niños/as.

Descripción de los componentes principales

Variables con correlación POSITIVA Variables con correlación NEGATIVA Resumen

Comp. 1Salud privada

EEMMEducación privada

Educación públicaAsignaciones familiares

Servicios de cuidado y prestaciones monetarias

Comp. 2Cuidado de niños/as por mujeresCuidado de niños/as por hombres

Otro TNRTNR cuidado de niños

Comp. 3Quehaceres del hogar por hombres

Cuidado de los/as niños/as por hombresTrabajo remunerado femenino

Quehaceres del hogar por mujeresInversión de roles TR y TNR

Comp. 4Educación especial

Cuidado dependientes por mujeresCuidado dependientes por hombres

Cuidado de discapacitados

Comp. 5Quehaceres del hogar por mujeres

Servicio doméstico por horaServicio doméstico todos los días Servicio doméstico por hora y

TNR femenino

Comp. 6Servicio doméstico todos los díasTrabajo remunerado de hombres

Servicio doméstico diario y TR masculino

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El cuarto componente explica la situación de los hogares con niños/as con discapacidad ya que concurren a educación especial y, a ello se suma, el cuidado de dependientes que realizan hombres y mujeres.

El quinto y sexto componente refieren a la existencia de servicio doméstico en el hogar. Hay una primera contraposición en el componente 5 entre hogares con servicio doméstico diario (o con cama) y hogares con servicio doméstico por hora. En el caso de los hogares con servicio doméstico por hora las mujeres siguen realizando parte de los quehaceres del hogar mientras que en el caso de los hogares con servicio doméstico diario (o con cama) la dedicación a los quehaceres del hogar de las mujeres es menor. En el componente 6 se vinculan los hogares con servicio doméstico diario (o con cama) y una mayor carga de trabajo remunerado de los hombres.

Resultados del Análisis de Clusters para los hogares con niños/as de 0 a 12 añosEn base a las nuevas variables conformadas por los compo-nentes principales se realiza el Análisis de Clusters (o también

llamado análisis de conglomerados) que consiste en la conformación de grupos de hogares con características similares a su interior y diferenciadas del resto. 88

Se aplican dos métodos de conformación de grupos (el método Ward y el Complete) y mediante el método de detención del pseudo-F se obtienen 8 grupos, seleccionando la estructura que brinda la técnica Ward.

Porcentaje de la inercia total que explica cada componente

ComponentePorcentaje

del totalPorcentaje acumulado

Comp1 16.12 16.12

Comp2 11.78 27.90

Comp3 7.74 35.64

Comp4 6.81 42.45

Comp5 6.57 49.02

Comp6 5.73 54.75

Comp7 5.62 60.37

Comp8 5.44 65.81

Comp9 5.27 71.07

Comp10 4.63 75.71

Comp11 4.45 80.16

Comp12 4.19 84.35

Comp13 3.81 88.16

Comp14 3.38 91.55

Comp15 3.12 94.66

Comp16 2.81 97.47

Comp17 2.53 100.00

Nota: se generan 17 componentes porque ese es el número de variables originales.

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Características de los grupos de hogares con niños/as de 0 a 12 años, según los componentes principales

% de hogares Componentes Características

Grupo 1 30.0% (-) C1

Educación públicaAsignaciones familiares

Salud públicaNo tiene EEMM

Grupo 2 17.5% (-) C1(+) C2

Educación públicaAsignaciones familiares

Salud públicaNo tiene EEMM

Cuidado niños/as por mujeresCuidado niños/as por hombres

TNR de otros miembros del hogar

Grupo 3 18.0% (+) C3

TNR en quehaceres de hombresCuidado de niños/as de hombresTrabajo remunerado femenino

Menos TNR en quehaceres de mujeres

Grupo 4 15.5% (+) C1(+) C2

Salud privadaEEMM

Educación privadaNo cobra asignaciones familiares

Cuidado infantil de mujeresCuidado infantil de hombres

TNR de otros miembros del hogar

Grupo 5 5.5%

(+) C1(-) C4(-) C5(+) C6

Salud privadaEEMM

Educación privadaNo cobra asignaciones familiares

No educación especialNo cuidado dependientes por mujeresNo cuidado dependientes por hombres

Servicio doméstico fijoMenos TNR en quehaceres de mujeres

Trabajo remunerado masculino

Grupo 6 4.4% (+) C1(+) C5

Salud privadaEEMM

Educación privadaNo cobra asignaciones familiaresTNR en quehaceres de mujeres

Servicio doméstico por hora

Grupo 7 3.0%

(+) C4 (-) C2(-) C3

Educación especialCuidado dependientes por mujeres

Cuidado dependientes por hombres Bajo TNR en cuidado de niños/as de mujeres y hombres

Bajo TNR de otros miembros del hogarBajo TNR en quehaceres de hombres

TNR en quehaceres de mujeres

Grupo 8 6.1% (-) C2(-) C5

Baja dedicación al cuidado de niños/as por mujeres y hombresBajo TNR de otros miembros del hogar Bajo TNR en quehaceres de mujeres

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Resultados del Análisis de Componentes Principales para los hogares con adultos/as mayores de 64 años

En base al Análisis de Componentes Principales de los hogares con adultos/as mayores de 64 años se obtuvieron 7 componentes que explican el 61% de la inercia total (o sea, de la información total que brindaban las variables originales).

Descripción de los componentes principales

Variables con correlación POSITIVA Variables con correlación NEGATIVA

Comp. 1Jubilados/as

Peso de las transferenciasTNR en quehaceres de otras mujeres menores de 65 años

Comp. 2Salud privada

Emergencia móvil

Comp. 3Cuidado de dependientes de hombres y mujeres menores de

65 añosAdultos/as mayores ocupados/as

Comp. 4 Jubilados/as Pensión de sobrevivencia

Comp. 5Servicio doméstico fijo

Comp. 6 Cuidado de dependientes de los/as adultos/as mayores Pensión a la vejez

Comp. 7Pensión por invalidez

Servicio doméstico por hora

El primer componente relaciona positivamente la presencia de jubilados/as con un alto peso de las transferencias en los ingresos totales del hogar, y ello se vincula negativamente con la presencia de otras mujeres en el hogar (menores de 65 años) que realicen los quehaceres domésticos.

El segundo componente refiere a los servicios de cuidado, vinculando positivamente el acceso a la salud privada con la emergencia móvil.

El tercer componente contrapone el cuidado de dependientes de hombres y mujeres menores de 65 años con la presencia de adultos/as mayores ocupados/as.

El cuarto componente contrapone la presencia de jubilados/as con quienes perciben pensión de sobrevivencia.

El quinto componente incorpora el servicio doméstico con cama o todos los días. El sexto componente contrapone el cuidado de dependientes de los/as adultos/as mayores con el cobro de

pensión a la vejez. El séptimo componente incluye los/as adultos/as mayores que perciben pensión por invalidez y la

contratación de servicio doméstico por hora.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Resultados del Análisis de Clusters para los hogares con adultos/as mayores de 64 años

En base a los componentes obtenidos se aplica la técnica de Cluster (por los métodos de Ward y Complete), y se elige la estructura de grupos que se conforma con el método Ward. De esa forma, se obtienen 9 grupos.

Porcentaje de la inercia total que explica cada componente

ComponentePorcentaje

del totalPorcentaje acumulado

Comp1 13.53 13.53

Comp2 10.19 23.72

Comp3 8.66 32.38

Comp4 8.07 40.45

Comp5 7.12 47.56

Comp6 6.76 54.33

Comp7 6.71 61.04

Comp8 6.12 67.16

Comp9 5.85 73.01

Comp10 5.68 78.69

Comp11 4.73 83.42

Comp12 4.10 87.52

Comp13 4.02 91.54

Comp14 3.62 95.16

Comp15 2.87 98.03

Comp16 1.97 100.00

Nota: se generan 16 componentes porque ese es el número de variables originales.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Características de los grupos de hogares con adultos/as mayores de 64 años, según los componentes principales

% de hogares Componentes Características

Grupo 1 31.8% (+) C1

Jubilados/asAlto peso de las transferencias

Baja participación otras mujeres (menores de 65) en los quehaceres domésticos

Grupo 2 23.5% (-) C4Pensión de sobrevivencia

Baja presencia de jubilados/as

Grupo 3 16.1%(-) C3(+) C6

OcupadosNo hay cuidado a dependientes de mujeres, ni de hombres

No hay pensión a la vejez

Grupo 4 6.7%(-) C1(+) C4

Quehaceres de otras mujeres (menores de 65)Bajo peso de las transferencias en los ingresos del hogar

Presencia de jubilados/as pero no de quienes perciben pensión de sobrevivencia

Grupo 5 8.4%(+) C 2(+) C5(+) C7

Salud privadaEEMM

No poseen servicio doméstico fijoContratan servicio doméstico por hora

Grupo 6 3.4%(-) C1(+) C3

Quehaceres de otras mujeres (menores de 65)Baja presencia de jubilados/asBajo peso de las transferencias

Cuidados dep mujeresCuidados dep hombres

No ocupados

Grupo 7 5.2%(+) C2(-) C5

Salud privadaEEMM

Servicio doméstico fijo

Grupo 8 3.1%(-) C2(-) C6(-) C7

Salud públicaNo EEMM

Pensión a la vejezNo hay cuidado a dependientes

No hay pensión por invalidezNo hay serv dom por hora

Grupo 9 1.7%(-) C1(+) C3(+) C7

Baja presencia de jubilados/asBajo peso de las transferencias

Cuidados dep mujeresCuidados dep hombres

No ocupadosPensión por invalidez

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Necesidades de cuidados en los hogares

4. Regímenes de licencias

Tabla 1. Licencias por maternidad, paternidad y compartidas en países de la región

PaísDuración de la licencia por maternidad

(en semanas)Licencias

compartidasDuración de la licencia por paternidad

(en días)

Argentina 12 NO 2

Brasil 180 días sector público.120 con opción a 180 días en el sector privado.

NO 5

Chile 18 NO 5

Colombia 12 NO Hasta 8 días si ambos padres aportan a la seguridad social

Costa Rica 12 NO 15

Cuba hasta 48 SI Contemplada en la licencia compartida. No hay un derecho autónomo del padre.

México 12 NO No hay legislación general (sí experiencias concretas y proyectos de ley)

Ecuador 12 NO 10 o 15 si parto multiple o cesárea.

Uruguay 12 NO Sector privado 3 días corridos. Sector público 10 días hábiles.

Venezuela 18 NO 14

Fuente: Rojo (2009), en base a Pautassi (2004), Cepal (2007), Lozano (2006) y Bernard (2008).

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Tabla 2. Licencias por maternidad, paternidad y compartidas en países de Europa y OCDE

País Licencia por maternidad (en semanas)

% del salario

Licenciascompartidas

Licencia por paternidad(en semanas)

Finlandia 18 65 SI 5

Dinamarca 18 100 SI 2

Suecia 22,5 80 SI 10

Noruega 9 100 SI 6

Bélgica 15 82-75 SI 2

Austria 8 100 SI ---

Alemania Opcional en la distribución entre los padres

67 SI Opcional en la distribución entre los padres

Irlanda 18 80 NO 3 (días)

Reino Unido 18 90 (seis primeras semanas, después monto fijo)

NO NO

Italia 21 80 SI NO

España 16 100 SI 2

Portugal 16 s/d NO 1

Francia 16 100 SI 2

Grecia 18 100 NO NO

Polonia 8 100 NO NO

Turquía 16 66 NO NO

Japón 14 60 NO NO

Nueva Zelanda 14 50 NO NO

Islandia 13 80 SI 13

Fuente: Rojo (2009) en base a (Albert et al, 2008); Parlamento Europeo (2004) y sitio web de la Asociación Internacional de Seguridad Social (www.issa.int).

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Necesidades de cuidados en los hogares

5. Anexo estadístico

Cuadro A-1. Horas diarias promedio destinadas al trabajo no remunerado según tipo de tarea y sexo de quien la realiza, en los hogares con niños/as de 0 a 12 años de edad

Tipo de tarea Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5 Grupo 6 Grupo 7 Grupo 8 Total

Quehaceres del hogar de mujeres (jefa o cónyuge) 6,29 8,39 4,84 6,23 3,78 5,35 6,52 3,41 6,04

Cuidado de niños/as de mujeres (jefa o cónyuge) 1,42 5,17 1,28 4,17 2,70 1,97 1,98 2,03 2,63

Cuidado de dependientes de mujeres (jefa o cónyuge) 0,01 0,01 0,01 0,00 0,02 0,00 1,19 0,00 0,04

Quehaceres del hogar de hombres (jefe o cónyuge) 0,62 1,41 2,59 2,83 1,12 1,11 1,21 0,32 1,50

Cuidado niños/as hombres 0,15 1,46 1,00 2,28 1,26 1,05 0,58 0,19 0,98

Cuidado dependientes hombres 0,00 0,00 0,00 0,01 0,00 0,00 0,44 0,00 0,02

Otros TNR 11,07 25,89 9,44 17,16 10,68 9,91 10,14 11,01 14,21

Fuente: elaboración propia en base a la información del Módulo de Usos del Tiempo y Trabajo No Remunerado de la Encuesta Continua de Hogares 2007, del Instituto Nacional de Estadística (INE).

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Cuadro A-2. Valores de las variables complementarias para los distintos grupos de hogares con niños/as de 0 a 12 años de edad. En números o porcentajes

Variables complementarias G 1 G 2 G 3 G 4 G 5 G 6 G 7 G 8 Total

% de hogares 30,6 17,8 17,8 15,0 5,6 4,3 3,1 5,9 100,0

% de niños/as de 0-12 años 29,7 23,1 15,0 14,6 5,6 3,8 3,8 4,5 100,0

% de niños/as de 0-4 años 21,1 29,3 10,2 21,4 6,3 3,6 2,6 5,6 100,0

% de niños/as de 5-12 años 34,0 19,9 17,4 11,2 5,2 4,0 4,4 3,9 100,0

Distribución al interior del grupo

% de niños/as de 0-4 años 23,8 42,7 22,9 49,1 38,1 31,4 22,5 41,8 33,6

% de niños/as de 5-12 años 76,2 57,3 77,1 50,9 61,9 68,6 77,5 58,2 66,4

Cobertura de preescolar en los/as niños/as de 0-4 años Público (%) 49,5 27,4 67,6 6,8 16,4 14,4 2,7 1,9 28,6

Privado (%) 0,7 3,9 2,8 41,6 54,8 42,6 26,9 43,0 18,5

Quintiles de ingreso (distribución al interior del grupo)

Quintil 1 62,4 63,4 25,0 7,5 6,4 2,0 49,4 19,4 38,7

Quintil 2 28,6 30,9 31,3 20,3 9,0 8,0 26,2 22,2 25,8

Quintil 3 7,4 4,4 26,0 28,1 17,8 21,4 10,8 22,9 15,6

Quintil 4 1,3 0,8 13,3 30,0 20,1 42,5 6,6 28,0 12,4

Quintil 5 0,3 0,5 4,4 14,1 46,8 26,2 7,1 7,7 7,5

Estructura del hogar Nuclear con hijos/as 45,7 83,0 61,2 86,9 65,6 78,8 46,8 14,6 62,1

Monoparental jefe masculino 0,5 0,0 4,8 0,9 2,6 0,0 0,0 0,0 1,3

Monoparental jefe femenino 25,2 3,8 5,7 0,5 16,4 15,5 12,9 39,0 13,7

Ext o comp biparental 13,7 11,8 17,6 10,0 11,6 0,0 25,0 12,1 13,0

Ext o comp monoparental jefe masculino 0,8 0,0 3,5 0,0 0,9 0,0 2,7 1,3 1,1

Ext o comp monoparental jefe femenino 11,1 0,9 3,9 0,5 1,4 4,3 7,4 31,0 6,6

Ext o comp con pareja sin hijos/as 1,0 0,0 1,2 1,2 1,5 0,0 2,9 0,0 0,9

Ext o comp sin pareja sin hijos/as 2,1 0,5 2,2 0,0 0,0 1,4 2,3 2,0 1,4

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Necesidades de cuidados en los hogares

G 1 G 2 G 3 G 4 G 5 G 6 G 7 G 8 Total

Estructura de los hogares biparentales

Otros 59,4 13,3 40,9 9,9 36,5 40,4 44,4 83,1 39,2

Proveedor tradicional (1) 3,9 11,4 1,9 5,6 0,0 0,0 0,0 0,0 4,4

Proveedor tradicional (2) 19,8 51,3 5,8 15,5 9,5 9,5 17,5 0,0 19,8

Igualitario 7,1 2,0 16,6 16,4 28,7 25,2 7,2 8,8 11,4

Proveedor modificado 5,0 14,4 8,6 21,6 2,8 7,5 18,0 2,6 10,1

Inversión de roles 1,7 1,1 4,3 0,0 1,3 0,0 5,1 4,1 2,0

Doble carrera pauta tradicional 3,2 6,5 21,9 31,1 21,3 17,5 8,0 1,3 13,1

Estructura de los hogares monoparentales masculinos desocupado o inactivo 41,7 0,0 8,8 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 10,5

ocupado tiempo completo 0,0 0,0 91,2 100,0 100,0 0,0 0,0 0,0 83,1

ocupado tiempo parcial 58,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 6,4

Estructura de los hogares monoparentales femeninos

desocupada o inactiva 35,0 84,2 11,2 100,0 0,0 12,3 73,0 3,2 28,2

ocupada tiempo completo 34,4 0,0 50,6 0,0 67,8 76,4 0,0 80,0 44,9

ocupada tiempo parcial 30,6 15,9 38,2 0,0 32,2 11,2 27,0 16,7 26,9

Promedio de personas por hogar 2,67 2,29 2,62 2,23 2,26 2,31 2,84 2,32 2,47

Área geográfica

Montevideo 25,7 28,2 39,7 56,7 36,7 40,9 25,5 57,3 36,6

Interior 74,3 71,8 60,3 43,3 63,3 59,1 74,5 42,7 63,4

Número promedio de niños/as de 0-12 1,86 2,52 1,47 1,77 1,86 1,52 2,32 1,30 1,88

% de personas mayores de 14 años por sexo

Mujeres 56,7 52,9 53,4 52,9 52,8 54,7 55,6 72,3 55,5

Hombres 43,3 47,1 46,6 47,1 47,2 45,3 44,4 27,7 44,5

Nota: en general los porcentajes corresponden a distribuciones al interior del grupo. Fuente: elaboración propia en base a la información de la Encuesta Continua de Hogares 2007 del INE.

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Aportes para la elaboración de Políticas Públicas de Igualdad de Género

Cuadro A-3. Horas diarias promedio destinadas al trabajo no remunerado según tipo de tarea y sexo de quien la realiza, en los hogares con adultos/as mayores de 64 años de edad

Tipo de tarea Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5 Grupo 6 Grupo 7 Grupo 8 Grupo 9 Total

Cuidado de dependientes de adultos/as mayores 0,32 0,01 0,02 0,02 0,14 0,07 0,31 0,09 0,07 0,16

Quehaceres del hogar de adultos/as mayores 4,28 4,73 3,10 1,19 3,27 1,87 1,74 2,92 2,19 3,46

Quehaceres del hogar de mujeres de 14-64 años 2,77 4,19 4,93 5,46 3,26 11,71 3,17 4,09 3,85 5,01

Cuidado de dependientes de mujeres de 14-64 años 0,14 0,02 0,05 0,17 0,32 1,86 0,18 0,12 1,24 0,29

Quehaceres del hogar de hombres de 14-64 años 1,74 1,90 1,56 2,67 2,28 4,76 1,43 1,49 2,24 2,25

Cuidado de dependientes de hombres de 14-64 años 0,13 0,01 0,00 0,02 0,00 0,87 0,01 0,01 0,53 0,13

Fuente: elaboración propia en base a la información del Módulo de Usos del Tiempo y Trabajo No Remunerado de la Encuesta Continua de Hogares 2007, del INE.

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Necesidades de cuidados en los hogares

Cuadro A-4. Valores de las variables complementarias para los distintos grupos de hogares con adultos/as mayores de 64 años de edad. En números o porcentajes

Variables complementarias G 1 G 2 G 3 G 4 G 5 G 6 G 7 G 8 G 9 Total

% de Hogares 31,8 23,5 16,1 6,7 8,5 3,4 5,2 3,1 1,7 100,0

% de Adultos/as mayores de 64 años 38,8 18,4 14,9 5,6 8,7 3,0 5,1 3,7 1,8 100,0

Quintiles de ingreso

Quintil 1 5,6 6,8 8,6 25,3 0,0 23,6 1,5 37,7 22,8 8,9

Quintil 2 23,4 11,4 19,8 30,5 0,0 22,8 4,0 47,0 52,8 18,7

Quintil 3 27,3 24,1 21,0 18,1 8,9 19,4 15,1 11,6 15,2 21,8

Quintil 4 26,9 29,7 29,3 17,8 19,0 20,9 27,2 3,8 4,9 25,4

Quintil 5 16,8 28,0 21,4 8,3 72,1 13,3 52,2 0,0 4,3 25,3

Estructura del hogar

Unipersonal 31,4 55,5 33,1 0,6 44,0 0,0 52,4 23,0 30,2 36,0

Unipersonal jefa mujer 51,9 91,6 50,9 100,0 75,1 0,0 83,3 71,7 62,7 71,5

Unipersonal jefe hombre 48,1 8,4 49,1 0,0 24,9 0,0 16,7 28,3 37,3 28,5

Pareja sola 42,4 2,1 23,6 26,7 34,3 6,5 17,2 18,7 22,3 24,6

Nuclear con hijos/as 9,9 0,4 17,3 15,0 4,4 6,1 6,7 7,9 15,0 8,5

Monoparental jefe femenino 3,5 12,5 5,6 4,1 4,0 5,4 3,9 7,3 10,3 6,3

Ext. o comp. biparental 2,7 6,7 5,9 32,3 2,1 27,9 10,1 17,5 2,3 7,8

Ext. o comp. Monop. jefe femenino 1,4 10,0 3,7 6,2 3,3 11,8 4,5 6,4 5,1 5,0

Ext. o comp. sin pareja sin hijos/as 3,3 9,2 5,6 6,0 7,9 29,8 2,9 9,6 11,0 6,8

Sexo del adulto mayor

% de mujeres mayores 64 años 50,9 93,0 45,2 25,6 62,3 62,2 64,3 56,0 64,6 58,8

% de hombres mayores 64 años 49,2 7,0 54,9 74,4 37,7 37,8 35,7 44,0 35,4 41,2

Área geográfica

Montevideo 42,1 50,3 41,7 27,2 59,5 31,0 37,3 19,1 26,7 42,8

Interior 58,0 49,7 58,3 72,8 40,5 69,0 62,7 80,9 73,3 57,2

Nota: en general los porcentajes corresponden a distribuciones al interior del grupo. En la estructura de hogar, se diferenció el sexo de los hogares unipersonales. Por lo tanto, “unipersonal jefe hombre” y “unipersonal jefa mujer” suman 100 al interior del tipo de hogar Unipersonal. Fuente: elaboración propia en base a la información de la Encuesta Continua de Hogares 2007 del INE.

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