Antihistoria de Un Luchador

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Antihistoria de un luchadorClotario Blest 1823- 1990Mnica EcheverraSantiago, 1993

DedicatoriaA Marcela Otero, mi amiga, que al morir me leg su fuerza exigindometerminaresta historia.A Fernando mi compaero, amishijos que aceptaron complacidos la pasin que me inspir Clotario Blest.Agradecimientos a:M.LuzLagarrigue Castillo Daniel Hernndez Gonzlez, Mara Luisa Prez Walker, Jorge Barra Cern, Felipe Tomic Errzuriz, Rafael Agustn Gumucio Vives, Carmen Yez Yaez, Ema Acevedo Fagalde, Magdalena Casanova Vidal, Jaime Castillo Velasco, Jos Mara Bulnes Aldunate y atodos losentrevistados que con su cultura, conocimiento y voluntad hicieron real esta historia.INTRODUCCINPor qu?Ciertosactosen nuestra vida son difciles de explicar. Por qu?, me han preguntado y yo misma me he planteado esta interrogante. Por qu me impuse la tarea de contar la vida de Clotario Blest? Qu tieneque vereste viejo contigo? Lo conoces? Trabajastealguna vezcon l? Sabes quin es? En lo que te metes! Tiempo perdido, no eres la persona adecuada para hacerlo, otros lo han intentado y no fueron capaces!Yo no conoca a Clotario Blest y slo quedaba de mi juventud un recuerdovagode haber escuchado su nombre como algo muy peligroso. Don Clota! Paramucha genteera el mismsimo demonio: "Clote don Clota!", exclamaban jubilosos los peridicos de derecha cuando una huelga o un paro fracasaban, y hasta lleg a afirmarse que el verbo "clotear" derivaba de su nombre. Para otros era un viejo "cuc"(1), que tuvo cierta importancia en un momento de la vida poltica de Chile, pero que eso era el pasado. Otros lo consideraban un polticohonesto, un ingenuo, un lder, un loco, un individualista que quiso dirigir la clase obrera sin ningnprincipiopoltico serio. Otros recordaban con nostalgia a este hombre que luch sin tregua ni descanso con el fin de unificar a la clase trabajadora: "Los aos que l presidi la CUT(2)fueron los ms importantes de esa entidad."(3)"El era capaz de paralizar todo el pas en horas."(4)"Lleg a ser en un momento ms poderoso que el propio Presidente de laRepblica."(5)"Nunca volvi la CUT a ser tan fuerte, tan unida."(6)Retornar al pas de origen despus de aos de ausencia es siempre difcil, y yo regresaba a principios de 1978 despus decuatroaos de exilio voluntario. La cordillera imponente siempre estaba all, el olordel mar, la fruta, los rboles de mi infancia. Sin embargo, una gran tristeza me embargaba ante ese Chile que no pareca Chile. Me encontraba en plena dictadura triunfante, estable y soberbia detrs de sus armas. Una ciudad de aspecto limpio, paredes blancas, con un barrio alto lleno de edificios caracoles, tiendas y autos lujosos. Impresionante! Pero uno rompa el cerco y all estaban los barrios marginales de siempre, pobres, sucios y ahora mudos. Ese gran silencio que lo abarcaba todo, las paredes sin vida, las palabras que antes eran el pan de cada da, ahora prohibidas, peligrosas, las miradas huidizas, los hombres fantasmas.Viv durante Allende un Chile catico:colas, desfiles, paros, paredes llenas de consignas, desorientacin, desesperacin, pero gritos, vida, agitacin. Los obreros con sus banderas, sus canciones Qu haba sido de todo eso? o es que esos aos slo eran un sueo o una pesadilla?Lleg el 1 de mayo de 1978. Yo me qued en casa. En el peridico del da siguiente sala una fotografa y un breve relato: Clotario Blest haba salido a la calle a expresar su descontento, era un peligro para el orden pblico, se lo llevaban preso junto a otros estudiantes y revoltosos. Era un viejo flaco de larga barba blanca, al que metan a empujones dentro de un furgn de polica. Unos das despus apareca un reportaje sobre su vida en la revistaHoy. Lo le con asombro. Ese hombre, esa vida deban conocerse y sus vivencias ser relatadas por l mismo. Despus poda ser demasiado tarde.Por la revista me enter de su direccin. Me dijeron que era hosco, difcil, desconfiado, que no me recibira. Yo pretendiendo meterme en ese lo, entrar a la casa de Clotario que estaba siempre vigilada, pasara a ser sospechosa, la DINA(7)me detendra!Muy asustada, sola, una tarde cualquiera, llegu a casa de Clotario. Pocas vecesherecorrido con detencin ese barrio, el barrio entre Alameda y Diez de Julio. Cruc varias veces por las calles Copiap, Eleuterio Ramrez, San Camilo, pas por San Isidro frente a la comisara, por la iglesia de Los Sacramentinos, casas chatas de un piso, calles sin rboles, muchos cites, residencias que quiz en un tiempo fueron hogares de una pequea clase acomodada, pero hoy? Por fin di con la calle Ricardo Santa Cruz 630(8), una casa de un piso, gris, de dos ventanas y un portn de madera con un gran afiche sobre los Derechos Humanos. No hay timbre por ningn lado, golpeo levemente, estoy por retirarme, golpeo ms fuerte. Me presento, le digo que no me conoce, pero que yo tengo la intencin de escribir un libro sobre su vida, las palabras me salen atropelladamente, estoy segura que me cerrar la puerta encima y ... -"Pase", me dice. No sonre, tampoco es cordial, pero he entrado.Un pasillo que da a un patio, a la izquierda una especie de sala grande llena de muebles antiguos en muy mal estado: un sof, un silln, una mesa larga con objetos apilados y papeles. En la pared retratos: Luis Emilio Recabarren(9)con una flor, Mahatma Gandhi y Martin Luther King, el Presidente Juan Antonio Ros acompaado por Clotario Blest, Salvador Allende (con la Inscripcin de hroe y mrtir). En un rincnperdido, Blest con Lenidas Breznev que lo condecora. Otra pared con citas de Tolstoi: "El reino de Dios est en nosotros mismos"; Niko Kazantsaki: "Cristo, hasta cuando te seguirn crucificando por el resto de los siglos!" y diplomas y banderines. Una gran cruz de madera tosca, una mquina de escribir muy antigua sobre una mesa desvanecida. El piso hace aos que no se encera. Me sent en el sof desteido, Clotario Blest ante m en el nico silln. "Otras veces han venido con la misma intencin, pero despus no vuelven. Mi vida no tiene ningn inters."(10)Conversamos. El hombre frente a m de mirada clara, de frases cortas e inteligentes, de respuestas rpidas, me observa, dialoga.Desde ese da comenz mi amistad con Clotario Blest. Le hice muchas entrevistas, lo acompa a reuniones y charlas, tom notas de sus discursos e intervenciones, asist a la misa que un grupo de la "Iglesia Joven"(11)celebr en su casa conmemorando los diez aos de la "Toma de la Catedral", convers con gran parte de sus amigos y adversarios, averig de su vida pasada y presente, siempre activa, sin temor a nada: "Es necesario vivir en peligro", me dice sonriente, "es la gran atraccin de la vida." Y su pobreza. Los Traperos(12)le dan un plato diario de comida, nunca tuvo auto, ni siquiera bicicleta. Su casa inserta en ese barrio modesto. Sin duda lo que l exiga de sus dirigentes lo cumpli con creces: "Para ser dirigente de la clase trabajadora hay que ser honesto y parecerlo."(13)Y despus de meses -que se hicieron aos- de meterme en su vida, comprend que hablar sobre Clotario Blest, describir sus luchas, fracasos y xitos, era entregar una historia nica y asombrosa. Ese hombrecito deaspectofrgil y humilde posea la tenacidad y fuerza de un gigante. Su ideal de una clase obrera unida, de una patria en que los trabajadores desde el poder implantasen la justicia social, fue la palanca impulsora de sus actos. Nunca lo movi la ambicin personal, ni el xito y cuando le fue otorgado, lo ejerci con imaginacin y fuerza, pero tambin supo retirarse cuando no se sinti suficientemente apoyado. El poder nunca lo pervirti. Su voz entonces se hizo ms firme y sus palabras adquirieron un don proftico, pero el hombre, Clotario, sigui su camino a pie, solitario y pobre, comiendo su frugal plato de comida, sin vino, ni cigarro, ni mujeres, como ajeno a las tentaciones propias del gnero humano, como si careciera de un yo material.Sinembargo, como todo hombre, Clotario Blest tuvo sus debilidades: fue excesivamente confiado y demasiado franco. No supo adular ni esconder sus propsitos. Abierto y directo present un flanco fcil a sus enemigos. Le falt en los grandes momentos, no audacia, pero s sutileza, tctica. No se dio cuenta de las intrigas e intenciones de otros, de las ambiciones y ansias de poder intrnsecas a todo ser humano, a todo partido poltico. Para l, el nico enemigo que exista, despus de tantas experiencias y decepciones, era el capitalismo, la oligarqua econmica, como clase, como tendencia poltica, no los hombres que la dirigen: "No podemos odiar a las personas, a las doctrinas s."(14)Un Presidente lo desarm con una mentira y no capt jams la traicin, ni crey en la falsedad del compaero que se deca su amigo. Fue ingenuo. Lo engaaron muchas veces. Sin embargo, eso no disminuye sus grandes mritos de forjador y lder incuestionable de la clase trabajadora chilena. Luis Emilio Recabarren da los primeros pasos, Clotario Blest, su discpulo, hace crecer y fructificar la semilla plantada, dndole forma y hacindola producir frutos.Fue vehemente, altivo y violento, sin auspiciar jams la violencia armada, pero comprendiendo que la pasividad es un signo de derrota: "Quienes niegan al pueblo el derecho a defenderse violentamente de la violencia patronal o estatal cuando reclama pan y justicia, debieran leer aquel pasaje del Evangelio de San Mateo, captulo X, versculos 34 y 35: 'No pensis que vine a meter paz sobre la tierra, no vine a meter paz, sino espada'."(15)Muchas veces tuvo la intencin de pertenecer a un partido poltico y muchos fueron los partidos que quisieron ganarlo como adepto, pero su rebelda innata y su peculiar forma de disentir hacan de l un militante dscolo e imposible de controlar. Quiz l era conciente de eso y por tal motivo renunciaba antes de formalizar su inscripcin. En los movimientos polticos que ayud a crear dur poco: "Los partidos polticos son tericos, no son como la doctrina de Cristo que abarca a todo el hombre, ntegramente."(16)Consider a varios hombres como sus maestros: Fernando Vives(17), Luis Emilio Recabarren, Ernesto Che Guevara, Mahatma Gandhi y Martin Luther King. Pero por encima de todos ellos emerga la figura y la palabra del que alumbr todos sus actos: Cristo:"La revolucin de Cristo fue la ms grande del mundo."(18)Desde que recibi su ttulo de bachiller, a los 18 aos, Clotario Blest dedic su vida a la lucha social. Al comienzo fueron reuniones, seminarios, lecturas. A los pocos aos le vemos participando activamente en la Casa del Pueblo(19)y poco despus presidiendo Germen(20)y dirigiendo una revista de la clase trabajadora. Ms adelante fundar ADIP(21)y en seguida la ANEF(22)que marcar la entrada de los empleados fiscales en la lucha laboral. Su actividad culminar en febrero del ao 1953 con la fundacin de la CUT, organizacin poderosa y combativa que dirigir como presidente durante nueve aos. Cuando en el ao 1962 debe renunciar a la presidencia de la CUT, su popularidad y fuerza es todava inmensa; sin embargo prefiere retirarse humillado a ser causa de la divisin de los trabajadores. Durante los aos siguientes su accin se radicaliza, y se acerca ms al anarquismo y a la extrema izquierda, impulsando la formacin de grupos revolucionarios como el MFR(23)y el MIR(24), a quienes ayud clandestinamente -aunque discrepara de ellos en alguno de sus mtodos- durante la dictadura; no dej sin embargo de asesorar a la ANEF y de participar y cooperar en cualquier causa que sirviera de ayuda en la lucha por lograr la justicia social.Despus del golpe militar y de haber sufrido el allanamiento de su casa, la destruccin de sus libros y folletos y de uno de sus escritos al que dedic mas tiempo llamadoLa historia del martirologio de la clase obrera chilena, vuelve a salir a combate. Organiza entonces, "La Liga por la Paz" y preside el "Comit de Defensa de los Derechos Humanos" y el "Comit de Defensa de los Derechos Sindicales". En las tardes, da cursos a empleados, obreros y estudiantes en la ANEF, en la Pastoral Obrera, en sindicatos de la Parroquia Universitaria. Los familiares de los detenidos-desaparecidos, presos y ejecutados, sesionan una vez por semana en su casa. En el aniversario del asesinato de uno de sus maestros, Mahatma Gandhi, Clotario prepara frente a su estatua una manifestacin para revindicar el camino de la no violencia activa. Blest y algunos seguidores fueron detenidos con gran despliegue policaco acusados de "agitadores".Un da 1 de mayo, a pesar de la prohibicin del gobierno, estaba en la calle, junto a los pocos que salieron a exponer sus derechos y a pedir libertad. Ese da fue detenido y golpeado. Para l eso no fue una sorpresa, 26 veces haba sido encarcelado antes, slo que ahora tena 78 aos. Durante los aos siguientes -an ms viejo y deteriorado- sac fuerzas para marchar cinco kilmetros, por un cerro del valle central hacia los hornos de Lonqun en los que se haban descubierto quince esqueletos de detenidos-desaparecidos. Ver a dotado encabezando esa marcha, precedido por una inmensa cruz de tronco que llevaba uno de sus discpulos, y una gran muchedumbre que lo segua en silencio, fue uno de los momentos ms sobrecogedores de mi vida.En abril de 1979, Blest se encadena a la reja del Ministerio de Justicia junto a 67 mujeres de familiares de detenidos-desaparecidos. Ese da todas las mujeres fueron encarceladas, un carabinero se acerc a Clotario y le dijo: -"A usted no lo tocamos porque es una reliquia de los trabajadores"; Clotario protest indignado.Tambin lo recuerdo en la Plaza Almagro, frente al busto de Luis Emilio Recabarren, conmemorando el 30 aniversario de la Declaracin de los Derechos Humanos. Se desata la represin, las bombas lacrimgenas, todos arrancan y Clotario permanece solo, arriba de un banco, continuando su discurso, como si nada sucediera.En 1984, cada vez ms delgado y caminando con esfuerzo, organiza "La Jornada por la Vida" en medio de un ambiente convulsionado de protestas y atentados contra la dictadura. En esa Jornada en que se juntaron miles de personas con una flor y velas como smbolo de vida, Clotario abri la marcha, encendi la primera vela y habl sobre el significado de la paz y la fraternidad entre los hombres.Su catolicismo, tan poco dogmtico y que no demostraba mayor respeto por la jerarqua eclesistica, le cre innumerables problemas con las autoridades de la Iglesia. Fue acusado de comunista, de ateo, de querer dividir la Iglesia. A principios de siglo, su posicin y su lenguaje causaron escndalo. "Esta actitud", me explic, "no iba dirigida contra la doctrina de la Iglesia Catlica, sino en contra de sus mtodos, estructuras y procedimientos que le han identificado, ante el pueblo y la masa trabajadora, en acciones y contubernios con el rgimen capitalista y sus personeros."(25)"La Iglesia debe abandonar la pompa, el Vaticano debe ser vendido..."(26)Al avanzar en la narracin de esta biografa, sent que la personalidad de mi protagonista se tornaba inexplicable si, junto a sus actos y palabras, no apareca el contorno que lo acompaaba: la sociedad y poltica que le dio origen; los cambios que iba sufriendo la ciudad, el pas; la personalidad de la novia descartada; la familia que le dio vida; la Iglesia que lo form; los amigos y enemigos que lo rodearon; los animales que consolaron su vejez solitaria. Y, poco a poco, lo que deba ser una simple narracin de su vida se transform -sin que yo me diera cuenta- en la historia de ms de un siglo del pas. Pero, era esto lo que comnmente se llama "historia"? La personalidad de los Presidentes de Chile, las acciones de los polticos, los trabajadores con sus huelgas y las represiones que caan sobre ellos, adquiran, bajo la visin de Clotario Blest, un contexto tan indito e irreverente que me entr la duda si eso era "historia" tal y como se entiende tradicionalmente. Y despus de meditarlo pens que el trmino apropiado era el de antihistoria. Anti como lo opuesto, como lo que es, pero no se cuenta. Quiz porque es ms cmodo no verlo y creer que no existe. Sin embargo, all est, es real.Pido perdn por esta antihistoria que s herir a muchos. Destrozar dolos -presentes en calles y estatuas- no fue mi intencin. Mostrar la otra cara de los hechos fue una necesidad impuesta por el protagonista y para m signific un parto difcil. Pero no hacerlo habra sido tergiversar el pensamiento de mi hroe. La antihistoria, como la antipoesa y tantos anti, son nuestros. La sinrazn de lo razonable suele producir dolor, pero develarla debe enriquecernos y ayudarnos a crecer.En este siglo y medio que describo no estar, por lo tanto, slo presente la biografa de Clotario Blest, sino tambin el surgimiento, formacin, enfrentamientos, luchas y derrotas de la clase trabajadora chilena, generalmente omitida por la historiografa oficial vigente.Por ltimo espero que estas pginas y el ejemplo del personaje que las alientan, ayuden a combatir la corrupcin y a implantar la justicia, lucha a la cual Clotario Blest entreg su vida, fuerza y sueos.Cmo?La estructura de este libro podra estar basada en la recopilacin de las entrevistas que le hice a Clotario Blest. Durante aos convers con l interrogndolo sobre las diferentes etapas de su vida y del acontecer del presente. Sin embargo, a pesar del orden cronolgico que quise darle a las entrevistas y de lo sinceras que fueron sus respuestas, existan a travs de ellas demasiados vacos. Clotario no siempre contestaba a mis preguntas y si lo haca se saltaba pocas y sucesos, las fechas no coincidan, los acontecimientos se mezclaba sin orden ni consecuencia. El hombre estaba all, pero la historia no se comprenda.Entrevist enseguida a sus compaeros -los pocos que todava viven- y all choqu con errores y ambigedades. La mayora de ellos queran ser protagonistas o posean tendencias polticas diferentes que naturalmente caan en contradicciones entre ellos y las ideas de Blest. Era fcil entregar las entrevistas tal cual. Resultaba simple recopilar artculos y crnicas. Pero, sera esa la verdadera biografa de Clotario Blest? No era mi deber escudriar su origen, el ambiente que lo rode, la historia poltica pasada y presente que camin junto a l? No dara todo este contexto ms realidad y proximidad a su vida? Me decid por esta segunda forma.En cada etapa de la vida de Blest presentar, por lo tanto, el ambiente poltico y social que lo va marcando y su entrega y su desafo a los gobernantes. Tambin estarn presentes los libros y pensadores que guiaron sus pasos. Citar, adems, las ideas de sus adversarios y entrevistas hechas a sus detractores.Comprendo lo difcil que es a veces permanecer imparcial, sobre todo cuando se admira y ama al protagonista como yo llegu a querer a Clotario Blest a medida que lo iba conociendo e identificndome con l. Es natural que as sea. Cuando he sentido, sin embargo, que me estoy dejando llevar por las ideas de mi hroe me he detenido y lo he hecho callar para que sus adversarios tengan derecho a rplica. Los que todava estn vivos irn con sus palabras, los otros -exiliados o muertos- a travs de cartas o artculos de los peridicos de la poca.En general he seguido en el libro un orden cronolgico y he empleado un lenguaje simple y directo, pensando que este libro no va solamente dirigido a un erudito, sino tambin a un empleado u obrero, tal cual lo fue Clotario Blest.Los actos de Clotario, sus artculos, discursos y ensayos, no fueron obras de un intelectual. Lo que le impuls a tomar decisiones, a sacrificarse, a condenar y perdonar, fue obra de la pasin y emocin que siempre gui sus pasos. Al entrevistarlo, varias veces cort su narracin con un pensamiento nacido al calor del recuerdo que los hechos le producan. Ellos irn dando el subttulo a los diferentes captulos del libro.Las entrevistas de Blest son, casi todas, hechas entre los aos 1978 y 1980. Escrib la primera parte de este libro durante esos aos y lo natural habra sido mostrarle estos captulos a l, pero la investigacin me haba arrastrado a conocer demasiadas cosas que Clotario no me haba contado y que yo saba eran un secreto que l mantena guardado con recelo. El origen bastardo de su padre, el nombre y personalidad de su novia o sus debilidades y errores igualmente necesarios para completar y comprender su figura humana. No me atrev a mostrarle lo escrito y distanci mis visitas. No habl ms del tema con l y, hasta yo misma, cre haberlo olvidado.Pero no fue as. Cuando supe de su enfermedad y prxima muerte fui a verlo y asist entre la multitud a su entierro. Y, entonces, slo entonces, me sent con la libertad que quera para continuar esta biografa y antihistoria que me penaba. Creo que hice bien, pues sin esos aspectos ocultos, el lector no podra calar a fondo la asombrosa personalidad de Clotario Blest ni comprender su tenaz e incansable lucha por implantar sus principios. Tan slo espero que desde el ms all, Clotario acepte mi actitud.Por otra parte esta pausa voluntaria -entre los aos 1981 y 1990-me permiti releer el texto con otra mirada, corregirlo, aclararlo. Durante los ochos primeros captulos haba trabajado sola. Luego de la muerte de Clotario tuve la oportunidad de conocer al historiador Oscar Ortiz, el joven que asisti y acompa a Blest durante sus ltimos diecisiete aos. Sin su ayuda, no habra podido jams terminar mi narracin. Oscar conoci mejor que yo a Clotario, hered sus libros, cartas y archivos -que puso a mi disposicin-, y mantiene contacto permanente con el mundo sindical. Los vacos y dudas podan ahora ser aclarados y enriquecidos. Me acompaaba en mi tarea final alguien que admiraba a Clotario Blest tanto como yo.Mnica Echeverrajulio, 1993Post factumLas fechas 1823 - 1990 del subttulo no son un disparate. Son parte de la antihistoria y de lo que no es lo comn. La gente no nace precisamente en el ao de su nacimiento cronolgico. Puede nacer antes, o despus, a veces nunca. En ocasiones es tal el peso de la historia, que una persona empieza a formarse antes de existir, y en otras se descubre mucho despus...M.E.

INDICEINTRODUCCINPor qu? | Cmo?I: SU ORIGENEl abuelo. Funda, dirige y acusa. El poltico. La familia . Su origen bastardo.II: LOS PADRES, LA INFANCIAEl Santiago en que crec. Mi madre, slo mi madre.III: EL SEMINARIOLa herencia histrica. La opinin de Blest. La vida en el seminario. Su verdadero padre.IV: DIFCIL DECISINEl poder de la Iglesia. Se declara la guerra entre la Iglesia y el Estado. La paz trae la separacin. No ser rebao de la Iglesia.V: PRIMEROS PASOSEl ejemplo de Recabarren. Los partidos polticos. Las primeras organizaciones. Al fin un empleo, y la Universidad?VI: ACCIN SOCIALEl surco | Partido Popular | La Casa del Pueblo, eje de la accin social cristiana | Dios no existe | Jess Obrero versus Cristo Rey | Un cristiano de base | Organizar la juventud obrera | Enfrentamiento con la jerarqua catlica | Los catlicos no somos derechistas | Cmo puede la Iglesia conservar el poder | No puedo ni debo casarme | La novia descartada | Ni mujeres, ni farra.VII: GERMENEl cristiano debe incorporarse a la poltica | El compaero emprende otro camino | Germen, precursora | Los smbolos | En busca de la unidad cristiana marxista | El Partido Conservador no es patrimonio de los catlicos | Ni los partidos polticos ni la Iglesia interpretan al pueblo | El derecho de propiedad | El monstruo comunista? | El Frente Popular | Se conquista un aliado | Irrumpe el fascismo | Blest cuestiona la posicin pro-fascista de la Iglesia | Germen convence al Nuncio | El Movimiento Nacional Socialista | Formulo mi mensaje catlico | Misin cumplida.VIII: BSQUEDACrculos de estudio: "Blest era tan diferente a nosotros" | Discrepancia, rebelda | La historia pesa | Opina Clotario | Triunfo y dificultades del nuevo lder | Carlos Ibez se convierte en dictador | La cada de Ibez | Mi lucha era contra la Iglesia tradicional | Liga Social de Chile | La breve experiencia de un gobierno socialista | Partido Social Sindicalista | Partido Corporativo Popular | Nace la Falange Nacional | Otro circulo de estudios | Opiniones sobre el origen de da Falange Nacional | Por qu Clotario no perteneci a la Falange | La muerte del padre maestro.IX: EL EMPLEADO FISCALMs que un empleado | La influencia del puerto de San Antonio en la formacin poltica de Blest | Regreso a Santiago.X: LA EXPERIENCIA DA FRUTOS: ANEFAntecedentes histricos en que se funda la ANEF | La industrializacin nace sin ideologa | Principios y primeros pasos de la ANEF | Periodo presidencial de Juan Antonio Ros | La ANEF madura | El uso y no abuso del poder | Entrevista a Tucapel Jimnez | Discurso de Clotario Blest en el XXXVIII Aniversario de la ANEF, 1981.XI: UNIDAD, UNIDADLa trgica muerte de Ramona Parra | Debemos reestablecer la unidad perdida | Nacimiento de la JUNECH | La revolucin de la "chaucha" | Todos los empleados contra el gabinete de Concentracin Nacional | El gabinete de Sensibilidad Social | Blest se encandila con los pases socialistas del Este | El perodo presidencial de Gonzlez Videla | La Ley Maldita | El auto-secuestro de Colliguay | Un paso mas.XII: CUT: LOS SUEOS SE HACEN REALIDADLos sueos se hacen realidad | Congreso Constituyente | Eleccin y resultados del Congreso | El acontecer politice ayuda al nacimiento de la CUT | Por qu Blest es elegido dirigente | Presidencia de Carlos Ibez del Campo | Las aspiraciones de la CUT en marcha | Fin de la luna de miel | El enfrentamiento con el ministro Jorge Prat | Estado de Sitio | El fallido Golpe de Estado de influencia peronista | La huelga ms exitosa contra el gobierno de Chile | Ni la represin ni la apata deben desunir y restar fuerzas | Primera fractura de la CUT | Las principales ciudades de Chile enfrentan violentamente a las autoridades | Su vida de relegado en Molina | De regreso a la lucha, es oficialmente acusado de marxista | Ultimas exigencias de Blest al presidente Ibez | La muerte de la madre | La CUT voz tica de la Izquierda | Se avecina una lucha diferente | El gobierno de Jorge Alessandri, 1958-1964 | Clotario se enfrenta con sus aliados los comunistas y socialistas | ltimos esfuerzos de Blest para darle a la CUT un lugar protagnico | Lleg la hora de la toma del poder? | Fundamentos de la traicin | La agona de un lder | Manuel Bustos, diecisiete aos despus.XIII: NO DEBEN INMOVILIZARMETodava tengo mucho que entregar | Blest y la guerrilla latinoamericana | El patio de los cogoteros | Ambiente poltico pre eleccionario | El gobierno de Frei | Blest se afirma en sus principios insurreccionales | Blest llama a formar el MIR | Blest le dobla la mano a Stroessner | En plena insurreccin | Rompimiento con el MIR .XIV: IGLESIA JOVENAntecedentes histricos, polticos y religiosos | El lder de la Iglesia Joven | Nace la Iglesia Joven en Chile | La toma de la Catedral | Manifiesto de la Iglesia Joven | Demos el ejemplo | Un nuevo escndalo | La huelga de Saba | Comienza la desintegracin | Ultimo ao de la Iglesia Joven | Diez aos despus en el aniversario de la toma de la Catedral.XV: EL INTIL4 y 5 de septiembre de 1970 | Los sesenta das de incertidumbre | Ao de las utopas y realizaciones | Aydenos a ayudarle | Este es un gobierno de mierda, pero es mo | Mucho ruido y pocas nueces | La improvisacin se paga y Blest sigue su camino | El paro de octubre | El fin de una experiencia no realizada | Mientras Chile se radicaliza, Clotario se hace trapero | Los creadores no logran evitar la calda | El dilogo fallido | El cerco se cierra.XVI: EN PLENA TIRANASe justificaba un golpe de Estado? | Martes, 11 de septiembre | Bajo la bota de la dictadura | Los aos de la DINA | Pensadores y creadores, ciudadanos sin espacio | Los brazos de la DINA traspasan la frontera | Lleg la hora de la "no violencia activa" | Disolucin de la DINA y su reemplazo por la CNI | El salvavidas de la dictadura | Pese a todo, la oposicin comienza a dar la cara | El zorro se come al lobo | Los polticos y la Iglesia, a su manera, se rebelan | La vejez se enfrenta al silencio | Acontecimientos del ao 1979 y el Premio de La Paz | Cuestionario a Clotario Blest | El discpulo descarriado | El ao del plebiscito | Soplan vientos contrarios | Un viejo amor no se olvida ni se deja | Intentos fracasados de la oposicin | La fuerza silenciada de la mujer irrumpe | Comienzan las protestas | La tctica de la "dictablanda" | Todo fue una mascarada | La dictadura culebreando se aprovecha de la desorientacin opositora | La espontnea reactivacin de las protestas | El ao decisivo | Asamblea de la Civilidad | As fue el Paro General | El atentado que cambi el rumbo de la historia.XVII: El OcasoLa muerte es aceptable, la enfermedad la torna vejatoria | El canto del cisne | Pinochet cae en su trampa | Un cristiano no claudicar | El ao del calvario | El homo politicus se resiste a morir | Desfalleciente asiste a dos actos simblicos de su ser | La muerte | El funeral | El otro funera

SU ORIGEN"El hombre nace con una vocacin determinada que la mayora de lasveces se hereda de los ancestros. De mi padre no tengonada que decir, pero s de mi abuelo..."(1)Nuestros antepasados suelen ser una carga y a muchos de ellos nos agradara enterrarlos en el olvido. Sinembargo, el hombre hurfano, a quien el destino y la sociedad le destruy la familia, que no posee un nombre con races, hojas y ramas, se siente desamparado y desnudo como si para marchar en la vida. con pasoseguro, se necesitara tener presente el origen, la fuente que nos nutre, la vertiente que nos produjo. Y, por ltimo tambin, qu alivio es, ame nuestras debilidades y vicios, poseer el pariente a quien se culpa de ser la causa de nuestros errores.En varias entrevistas procur que Clotario hablara de su familia, de sus antepasados. Respecto de su padre, se neg rotundamente a conversar y lo poco que supe de l, fue sacado a la fuerza como si quisiera borrarlo de su yo, negarle existencia y realidad. Su actitud frente a su madre fue distinta. Sucarase ilumina de ternura y nostalgia ante su nombre, pero tampoco le agrada hablar de ella.Comprend que prefera no tocar eltema, que senta que cometa una deslealtad como si su imagen pudiera deteriorarse, como si l fueseincapazde describirla y contar cmo fue y, por ltimo, porque a l, -y slo a l-, le espermitidosentirla y evocarla. En cambio, de su abuelo, Guillermo Cunningham Blest, se expresa con naturalidad a travs de varias entrevistas. En varias oportunidades, y a veces sin que viniera al caso, Clotario lo menciona con cario y admiracin. De este abuelo est orgulloso, sabe que lleva su sangre, le agradece su apellido, siente que est vinculado a l en su espritu de lucha, en su desapego al dinero, en su preocupacin por el bienestar de sus semejantes.EL ABUELO"En 1821, la Academia de Jacobo IV de la Universidadde Edimburgoen Escocia, conceda a un joven irlands el ttulo de Doctor en Medicina. Ese joven era Guillermo Cunningham Blest que contaba en ese entonces con 22 aos de edad. Despus de ejercer un ao la medicina en Gran Bretaa. Guillermo decide emprender un largo viaje a las Indias, con el objeto de visitar a sus hermanos, el uno comerciante lleno de actividades e iniciativas en Valparaso: el otro. mdico como l. que se haba destacado por el acierto con que haba curado al Virrey Abascal en Per. El doctor Cunningham Blest llega a Chile, pas que ser su patria, el mismo ao de la abdicacin de 0'Higgins."(2)Chile en esa poca acababa de consolidar su independencia, despus de aos de lucha contra los espaoles y de reyertas internas y haba logrado cierta paz que le hara posible emprender la tarea de la construccin y organizacin civil yculturaldel pas. Pero todava quedaba todo por hacer en la nacienteRepblica(1820-1830) a la que llegaba ese joven mdico con la idea de pasar una corta temporada y donde se quedarapara siempre, formando una larga familia, dejando una obra importante.A este ancestro de Clotario le toc vivir el gobierno constitucional autoritario de Jos Joaqun Prieto, latreguade Manuel Bulnes. el gobierno frreo de Manuel Montt y el msliberalde su sucesor, Jos Joaqun Prez. La consolidacin de lavida poltica, gracias al acertado gobierno de estos mandatarios, provocar el desarrollo de las ideas, de las ciencias y de la literatura.EldoctorCunningham Blest, -que pocos aos despus de su llegada perder el apellido materno Cunningham conservando slo el paterno Blest-, convivir con Mariano Egaa, Andrs Bello, Jos Victorino Lastarria. Su cultura cientfica, muy superior a la de los mdicos de este pas, unida a su espritu batallador, lo situarn un poco despus de su llegada, en un marco de crtica, frente a !a deplorable situacin de la ciencia mdica chilena, causada por la falta de instruccin y por la degradacin econmica y social del gremio. Su primer folleto se titul Observaciones sobre el estado de lamedicinaen Chile , que contena un plan de mejoramiento de esta ciencia. En este folleto, escrito tres aos despus de su ingreso al pas, acusar a la sociedad y al gobierno de la poca de mirar "a la medicina como un mero arte y a sus profesores, como miembros inferiores de la sociedad, lo que demuestra nuestra propia ignorancia y coloca nuestras opiniones en oposicin con las ideas del mundo entero".(3)Guillermo Blest se instal a vivir en Santiago, que contaba en ese entonces con alrededor de 80.000 habitantes, y cuya sociedad, dividida polticamente en pelucones y pipiolos, abra sus salones a todo extranjero procedente de Inglaterra o Francia, que trajera nuevas ideas. Benjamn Vicua Mackenna nos entrega su retrato: "Su arrogante figura no poda pasar inadvertida, llamaba la atencin desde el tiempo en que visitaba a los enfermos en sus primeros aos a caballo, protegido en los veranos por un ancho plumero de colores a guisa de quitasol, en su elegante birlocho". Dos aos despus de su llegada se cas con Mara de la Luz Gana y Lpez, perteneciente a la rica oligarqua, cuada de Manuel Blanco Encalada y del general Jos Ignacio Zenteno, todos de gran influencia poltica. Las familias Gana, Blanco Encalada y Zenteno apoyarn a Blest en sus atrevidas polmicas y lo ayudarn en su carrera poltica. En 1828 escribe un artculo Sobre las causas ms comunes de las enfermedades que se padecen en Chile . En ese ensayo habla de lo nula que es la polica sanitaria, de los estragos del alcoholismo y es, en cierto modo, el precursor de la medicina social. Sus escritos desatan polmicas y rplicas airadas, sin embargo, su clientela aument y fue elegido presidente de la Sociedad Mdica y un ao despus, Inspector General de Medicina.FUNDA, DIRIGE Y ACUSAEn 1833 el Dr. Guillermo Blest funda la Escuela de Medicina y durante dieciocho aos es profesor de Patologa y de Clnica Mdica. En la leccin inaugural dice que est "conmovido por un sentimiento de gratitud hacia el gobierno que me ha proporcionado los medios de llenar mis anhelos y de que mi nombre figure en la futura historia". Recibe como honorariomensual por su labor docente, en 1838, sesenta y seis pesos. Era un sueldo de hambre. En 1851, agobiado por las exigencias de sus enfermos y por tener que proveer las necesidades de una numerosa familia, se retira del profesorado. Sin embargo, sigue colaborando al progreso de la medicina: escribe un tratado, Elementos de Patologa y Teraputica , y continan sus polmicas en diarios y revistas de la poca sobre la naturaleza del trabajomdico, sobre temas cientficos y sociales. Comprendemos, al leer estos artculos, por qu su nieto Clotario se siente identificado con l un siglo ms tarde. Acusa tambin a los mdicos que se aprovechan de la ignorancia del pueblo, recetndoles medicinas que ms parecen pcimas. Pedir leyes justas y abrir los ojosantela imperiosa necesidad de una medicina social. Clotario, con igual fuerza y vehemencia, en otra poca y situacin poltica, luchar por los mismos principios de su antepasado: la redencin social.Vale la pena citar algunos prrafos de estos artculos del doctor Guillermo Blest, especialmente los dirigidos contra el doctor Passamn, muy en boga en esa poca, escptico y desconfiado ante cualquier innovacin, en oposicin al doctor Blest, pragmtico y cientfico. Blest argumenta: "Un facultativo en medicina para ganar, por ejemplo diez pesos diarios, se halla en la obligacin de visitar a veinte enfermos en el da. Este nmero de visitas, agregando el tiempo que se pierde de una casa a otra, ocupa su atencin desde temprano en la maana hasta la noche, llegando a su casa oprimido y fatigado de su duro trabajo y anhelando slo el descanso. Al da siguiente repite lo mismo, dedicando la energa de su entendimiento y su fuerza fsica a una tarea tan mal recompensada. Por esta causa las obras de valor de la medicina quedan sin abrirse por hombres condenados a tanta labor, y no les es posible aprovecharse de los descubrimientos modernos que se hacen diariamente sobre varios ramos de la medicina. Si los mdicos no son versados, si no cultivan con celo la ciencia mdica, debe atribuirse a las leyes que autorizan y determinan la cuota con que deben remunerarse sus visitas que les obliga al trabajo de esclavos para ganar una miserable subsistencia, sacrificando las horas que deben emplear en el estudio y la contemplacin. Esto es una deshonra vergonzosa en el siglo presente".(4)Otras veces Blest apuntaba: "Las calles aparecen en tan reprensible abandono, que es imposible marchar por sus veredas sin tropezar con asquerosas suciedades y sin cubrir con ambas manos o con pauelos los canales de respiracin..."La polmica entre ambos mdicos continuaba cada vez en forma ms virulenta. Passamn se burlaba del rigor cientfico de Blest que lo converta en rata de biblioteca, incapaz de curar ninguna enfermedad. Blest le replicaba, rindose de sus recetas habituales: "Si tal sistema se quiere imponer como ley los boticarios tendrn que llenar sus tiendas con races y hojas de malva y los mdicos tendrn que limitar sus medios curativos a fomentos y sanguijuelas".(5)Al ser nombrado Diego Portales biministro de estado con amplios poderes, se dio como vencedor de esta polmica al doctor Blest. El poderoso ministro Portales lo haba elegido como su mdico particular. Passamn perdi pronto su prestigio.En una conferencia sobre historia de la medicina chilena dictada por el profesor Arturo Mardones Acosta, dice ste: "A nuestro juicio, el siglo XIX en que vivi y ense Blest, es una poca de esplendor de la medicina en Inglaterra y en Francia. El doctor Blest, conocedor de esta obra, es el que en Chile la impulsa, la ordena y la difunde. Leg, adems, a las instituciones docentes del pas, la libertad de pensamiento y la tolerancia religiosa".(6)EL POLTICOGuillermo Blest fue tambin un hombre poltico. Sin duda, la influencia de la familia de su mujer, tradicional y conservadora, lo impuls a trabajar activamente en la candidatura para presidente de la repblica de Jos Joaqun Prieto, connotado pelucn. A los treinta y dos aos fue designado diputado "a dedo", como era la norma en esa poca. Sin embargo, cuando tena cuarenta y seis aos, se vio envuelto en un acontecimiento que caus escndalo entre la rancia oligarqua y la sociedad que lo admiraba. Los pipiolos se haban vuelto ruidosos. La juventud los segua con admiracin. Lastarria y Bilbao contaban con muchos seguidores. Los prcticos pelucones afrontaban con su realismo burln y escptico los impulsos soadores de la generacin liberal. Pero lleg un momento en que las ideas de las barriadas de Pars ya no parecieron un simple juego propio de la juventud. Los pelucones se sintieron directamente atacados, los escritos de Jos Victorino Lastarria fueron prohibidos, Francisco Bilbao fue perseguido. Segn Jaime Eyzaguirre en su libroFisonoma Histrica de Chile, hasta el mismo Andrs Bello, cuyo espritu ponderado cuajaba con la vieja aristocracia, se fastidi con el freno que significaba dicha actitud, lo que lo hace exclamar que: "casi no hay proyecto til que como demande alguna contraccin y trabajo, no se impugne al instante con la antigua cantinela de "pas naciente", "teoras impracticables", "no tenemos hombres", etc., objecin, que si en alguna materia vale algo, en las ms es un bostezo de pereza que injuria a Chile y daa a sus intereses vitales". A pesar de las palabras de Bello, las persecuciones contra los pipilos continuaron. El juicio contra Bilbao fue convocado en la plaza. El jurado despus de escuchar la acusacin y las palabras del acusado, que no tena ms de veintin aos, orden quemar pblicamente su libro,Sociabilidad Chilena.El doctor Blest, a poca distancia observaba; sbitamente orden que se le sirviera un vaso de vino al joven acusado que tena un aspecto fatigado y desfalleciente, segn su propia expresin. Eso bast para desatar los gritos y aplausos de sus partidarios. Despus la vctima, es paseada en triunfo "en medio del vitoreo en que participa activamente el doctor Blest". Y segn otros testigos, hasta le facilit su birlocho para que se retirara.Qu haca all el respetable representante de la aristocracia pelucona, apoyando las ideas subversivas de unos estudiantes locos? Era un escndalo. En una sesin del Consejo de la Universidad, el seor Mariano Egaa propone castigar con suspensin al doctor Blest por "la activa participacin que tom en el vitoreo a Bilbao el da del juicio" que condenaba al autor deLa Sociabilidad Chilena.El Consejo acord declarar que el catedrtico "queda suspendido de sus funciones como profesor de medicina". Blest se defiende con una insolente carta dirigida al Consejo Universitario. Don Andrs Bello es llamado como arbitro y luego de escuchar a las partes dio su veredicto: "el doctor Blest seguir, como siempre, desempeando su ctedra".El escndalo se acall, pero para la sociedad pelucona algo se haba trizado: el doctor Blest, a quien haba ayudado y protegido, considerndolo uno de ellos, los haba traicionado, no se poda ya confiar en l.Poco tiempo despus, Blest renunciar definitivamente al magisterio. En carta de renuncia presentada al Consejo de la Universidad aduce: "que los apremios econmicos, debido a su numerosa familia, le hacen imposible continuar en su tarea". Quin sabe si la actitud de los miembros del Consejo y la atmsfera creada en su contra fue la causa primordial de su renuncia!LA FAMILIADe su matrimonio con Mara de la Luz Gana tuvo once hijos, de los cuales slo siete llegaron a adultos. Algunos ocuparon puestos polticos y otros, como Guillermo y Alberto, son conocidos por su obra literaria. Los bigrafos cuentan que durante los meses de verano, el doctor Blest parta a trabajar a las minas de cobre cercanas a los baos termales de Cauquenes. Ao tras ao, la bulliciosa y alegre caravana de sus hijos cabalgaba por los empinados y tortuosos senderos del Cachapoal. Un da ocurri una tragedia horrorosa: la hija menor, de cinco aos, sufri un accidente. Cay en los talleres de la fundicin de la mina, muriendo quemada. La madre no se repuso nunca de este drama. Muri joven an, en el ao 1851. Viudo y a cargo de numerosa familia, Guillermo Blest continu viviendo en el solar de los Gana, fastuosa mansin que quedaba ubicada en la Alameda frente al cerro Santa Luca. Ejerci la medicina privada hasta sus ltimos aos. A los sesenta y dos, fue elegido Senador suplente de la Repblica y public su ltimo folleto sobre la viruela, que asombra, segn los crticos de la poca, por su vasta documentacin. Al paso del doctor Blest, los funcionarios de los hospitales, profesores, monjas, enfermeras, lo saludan con respeto. Compr una casa en calle Dieciocho donde pas sus ltimos das, salvo sus estancias veraniegas en San Bernardo donde muri el 7 de febrero de 1884. Augusto Orrego Luco, el profesor ms joven de esa poca en la Escuela de Medicina, pronunci un discurso en el cementerio: "Represento a la Escuela de Medicina que l fund, al profesorado del que fue su primer maestro y a la Facultad de la que fue su primer decano". El peridicoEl Ferrocarrildir: "Hombre abierto a las grandes ideas y partidario de las doctrinas liberales y progresistas, tanto por impulso de raza como por conviccin, figur siempre entre los espritus ms avanzados en materia de ciencias o de instituciones".(7)SU ORIGEN BASTARDODurante la primera entrevista que sostengo con Clotario Blest, le pregunto por su abuelo. "Pasemos a la sala del lado, me dice. All tengo los retratos de varios de mis antepasados, -me seala uno grande- ste, es la copia de un original que don a la Escuela de Medicina". El retrato representa a un hombre apuesto, de frondosos bigotes, hombros anchos y mirada dulce. Existe un contraste entre los rasgos decididos y esa mirada tierna. Sus ojos, que sin duda han sido celestes, se asemejan a los de Clotario, tiernos, transparentes. Su abuelo era irlands, de Sligo, me cuenta. Era protestante. Y agrega que se cas en primeras nupcias con Luz Gana, de la aristocracia y luego, en segundas nupcias, con doa Carmen Ugarte Plaza de los Reyes, su abuela. Ella no perteneca a la oligarqua, pero tena un buen pasar y era joven y hermosa. El tena setenta y dos aos y aunque era mdico, decano y fundador de la Escuela de Medicina, no tena fortuna personal. "Usted sabe, los mdicos de la poca eran mal remunerados y por lo general mi abuelo no cobraba. Durante su primer matrimonio vivi en casa de los Gana, un palacete, que ocup durante su viudez. Al conocer su segundo matrimonio, la familia Gana lo ech de la casa. Hasta dnde puede llegar la crueldad de esa gente cuando hieren su orgullo! Mis abuelos se casaron. El permiso lleg de Roma, pues l era protestante y ella, catlica. El certificado de matrimonio se encuentra en la Iglesia de San Lzaro. Yo tengo una copia de l.En la Escuela de Medicina inauguraron su retrato, acto al que fui invitado. En ese entonces era rector de la Universidad de Chile, Gmez Millas. El retrato lo haba regalado yo, su nico nieto vivo. Cuando sub al proscenio seal que slo dira dos palabras: Sealando el retrato dije: 'Este es mi abuelo, casado legalmente con mi abuela Carmen Ugarte, a quien los Blest Gana siempre negaron...' Mi abuela no era de su clase, por eso nunca la recibieron, siempre la despreciaron. Tuvieron tres hijos. Mi padre era medio hermano de los aristcratas Guillermo, el poeta, y de Alberto el novelista, los Blest Gana. Alberto critic a su clase, especialmente en una novela que ocurre en Pars,Los Trasplantados". Agrega: "de l tengo un retrato". Lo muestra. Es un retrato pequeo, en marco de plata y est en la mesa de trabajo diario, en la sala donde cuelgan los "maestros" y recuerdos ms queridos de Clotario. Prosigue: "yo no conoc a mi abuelo, haba muerto cuando yo nac. Tampoco conoc a ninguno de mis tos"(8)-Cmo se explica usted, le pregunto, que en ninguna de sus biografas mencionen este segundo matrimonio de su abuelo?"Eso se explica -me contesta- por el poder que tienen ciertas familias en Chile y el servilismo a ese poder que tienen ciertos bigrafos".Quise comprobar la veracidad de lo expuesto por Clotario y me fui a la iglesia de San Lzaro. All, efectivamente, estaba el certificado de matrimonio del doctor Guillermo Cunningham Blest con Carmen Ugarte, sin acto litrgico, que data del ao 1879.Ms tarde, hojeando una biografa sobre Alberto Blest Gana escrita por Ral Silva Castro, en la que dedica varios captulos a su padre, Guillermo Blest, en su apndice me encontr con algunos datos relacionados con el tema. En 1869, en la parroquia de San Lzaro, aparece el nacimiento de una hija de Guillermo Blest y Carmen Ugarte, llamada Zoila Rosa. Enseguida en la misma parroquia, en la partida 265, Libro 12 de Matrimonios, el acta de matrimonio, previa dispensa y sin acto litrgico del ao 1879. Y, por ltimo, una cita de un consejo que se efectu en la Universidad al morir el doctor Blest, en el ao 1884. "Al morir el doctor Blest, se dio cuenta en el Consejo Universitario por el decano Barros Arana, que haba dejado dos hijos menores que vivan con su madre, de muy escasos bienes de fortuna y que, atendiendo a los importantes y numerosos servicios prestados al pas por el respetable padre de esos nios, pareca justo que se les facilitaran los medios de instruccin". El Consejo les concedi becas en el Instituto Nacional.(9)Estos dos nios eran Ricardo (futuro padre de Clotario) y Arturo, muerto en plena juventud.La verdad es que si no fuera por la versin de Clotario, poco o nada se sabra del amor que sinti Guillermo Blest, ya viejo, por la joven Carmen Ugarte. Cundo la conoci? Fue un amor de largos aos? Decidi casarse con ella cuando ya haban nacido sus hijos y se senta prximo a la muerte? Vivi realmente con Carmen Ugarte o prefiri guardar celosamente su secreto ante el escndalo que formara su familia? Nada sabemos al respecto. La versin de Clotario es probable que sea la de la abuela o bien de su madre para justificar el desprecio, para ellos incalificable, que demostraron sus parientes ricos y poderosos, frente a esta familia Blest y sus descendientes, pobres y olvidados, a los que llamaron "huachos". En cualquier caso, no queda ningn Blest de esa rama a quien interrogar. Murieron todos jvenes.LOS PADRES, LA INFANCIA"No tenamos nunca plata, vivamos de plata prestada..."Ms de sesenta aos haban transcurrido desde la llegada de Guillermo C. Blest a Chile, en 1823, hasta su muerte acaecida en 1884. Durante ese perodo, Chile se haba fortalecido y crecido. LaRepblicaapareca consolidada. Despus del triunfo de la Guerra del Pacfico, que permite la anexin de ricas provincias mineras, comenz el salitre a producir un bienestar inesperado que repercuta positivamente en la vida socioeconmica del pas. En el sur, se haba mal logrado la "pacificacin" de la Araucana y la regin de la Frontera. Despus de ms de cien aos de lucha, el territorio comenzaba a poblarse y a cultivarse, "Iquique, Concepcin y Valparaso adquiran aspecto de ciudades importantes. Sin embargo, Santiago era la ciudad que sufra ms cambios. En 1865 tres ciudades tenan una poblacin casi idntica: Copiap:..13.300; La Serena: 13.500; y Concepcin: 13.900. Valparaso contaba con 70.400 y Santiago se empinaba por sobre los 115.000 habitantes. Veinte aos ms tarde, el ritmo de crecimiento de Santiago comienza a hacerse vertiginoso. De 190.000 habitantes en 1889 subir a ms de 250.000 en la dcada siguiente y en 1907 se eleva a las 300.000 personas".(1)EL SANTIAGO EN QUE CRECIClotario Blest remonta sus recuerdos de "el Santiago en que crec" a los aos en que la capital de Chile se urbaniza. Don Benjamn Vicua Mackenna, gran figura pblica, hombre muy culto, diplomtico, historiador, alcalde de lujo de la ciudad trazaavenidas, demuele viejas casas y hermosea el Cerro Santa Luca, con sus fuentes y terrazas. Seremodela, con un diseo francs, a laPlaza de Armas. Se construye el Portal Fernndez Concha, se inaugura la Quinta Normal. De fines del siglo XIX y principios del XX sern la mayora de los palacios y grandes casas particulares. Se construye el edificio del Congreso Nacional. Se remodela el Correo Central, del Mercado Municipal y se disea el Parque Cousio. Todo ello refleja un nuevo estilo de alta burguesa lleno de suntuosidad y refinamiento. Adquieren auge las recepciones y bailes. Los peridicos de la poca dan testimonio de ello. Don Ramn Subercaseaux en susMemorias de 80 aos, nosentregala descripcin de dos casas. Primero, la de su primera infancia, correspondiente al modelo de antao en la calle Catedral: "Era de las pocas casas de balcn corrido. La mayora delas casasde Santiago de esa poca era de un piso, al nivel del suelo, de adobe. El nico lujo era el de las rejas de hierro historiadas y empinadas que protegan la ventana del centro que corresponda al saln. Las casas blanqueadas por fuera no tenan ningn adorno. Los tres patios, un saln, unasala de esperay los dormitorios, uno tras otro. El pavimento de la calle era muy malo, la cuneta iba por el medio, de suerte que dos coches andando en sentido opuesto podan toparse por lo alto".(2)Y luego la segunda: "En 1859 nos mudamos a la casa nueva de Hurfanos. Un nio me cont, en el colegio, que le haban dicho que las tejas de mi casa eran de oro y de plata. No era para tanto, pero, sin duda era hermossima: lafachada, trabajada enalto estilo, segn las reglas de Vetruvio y Vignola, arquitectos de la nueva escuela francesa e italiana. El prtico y el primer patio, con sus grandes baldosas de mrmol blanco y los tres salones decorados por Filastre, un artista llegado para terminar el Teatro Municipal, eran en realidad, suntuosos, sobre todo las estatuas y muebles trados de Europa..." "Para la fiesta de inauguracin hubo un gran baile en la noche, del cual recuerdo la magnitud de los vestidos de las seoras puestos sobre crinolina, la orquesta..."(3)El enriquecimiento progresivo, el poder poltico, los largos viajes al extranjero, hacen que estas familias se sientan superiores y miren despectivamente a los que no poseen nada ni pertenecen a su clase y ha hecho su irrupcin, tambin, la llamada clase media, que ms tarde jugar un rol importante dentro del marco sociopoltico y econmico de Chile."La poltica educacional desplegada por los gobiernos de los decenios y el sostenido impulso industrial del gobierno de Prez, que multiplica talleres o pequeas fbricas y crea nuevos establecimientos comerciales, hacen aflorar este nuevo sector social, mal delimitado y sin pasado histrico, como el europeo. Esta clase, con aspiraciones y sin medios econmicos, trataba de superarse y surgir llenando los empleos que desechaba la aristocracia: la administracin pblica, el ejrcito, el profesorado. Juan Enrique Concha observa sobre dicho grupo: "tiene la pasin de la instruccin, de la empleomana, de los ttulos profesionales y de la poltica".(4)La migracin laboral de campesinos hacia los centros urbanos, a los centros salitreros en el norte, buscando trabajo y mejores salarios, hace crecer en forma desproporcionada a la fuerza obrera disponible, necesitada, y que vive en condiciones misrrimas. En 1a capital del pas, se multiplican los barrios en que el gran negocio rentista es del de las nuevas cites o conventillos que se suman a los ranchos. Estas viviendas miserables se alzaban de preferencia alsurde la Alameda y al norte del Mapocho. "Desde el lugar llamado Cancha de los Monos, la actual Avenida Matta, cesaba todopavimentoy faroles de alumbrado pblico. El servicio municipal se desentenda de todo. Comenzaban entonces. los barrios de ranchos oscuros, miserables y hediondos a lo largo de la calle San Diego. De estas chozas viles, donde haba trozos de tapia sin tejas, asomaban nios vestidos de andrajos".(5)"En habitaciones insalubres y oscuras, sin agua potable ni desages, se hacinaban hombres, mujeres y nios, fciles vctimas de tifus exantemtico, tuberculosis o epidemias de clera y viruelas, como las de 1865,1872, 1889. El jefe de la familia trabajaba en el taller o en la industria y la mujer realizaba labores de costura o lavado".(6)El cuadro de las desigualdades aberrantes se acenta y el reducido costo de la mano de obra y la casi inexistente regulacin del trabajo. mantienen a los obreros sumidos en la miseria y la desesperanza.MI MADRE, SOLO MI MADRERicardo Blest Ugarte, padre de Clotario, naci en Santiago en 1871. Slo en 1879 su padre, don Guillermo Cunningham Blest se cas con su madre y lo reconoci, como a sus dos otros hijos. Zoila Rosa y Arturo, como hijos legtimos. De Zoila nada se sabe. "Posiblemente muri antes que yo naciera", seala Clotario. De Arturo se sabe que muri joven. Ricardo, despus de terminar sus estudios en el Instituto Nacional, como muchos jvenes de su clase, sigui la carrera de las armas. Cuando se cas con Leopoldina Riffo Bustos, era oficial.(7)"De mi padre supe poco. No lo quise nunca...maltrataba a mi madre. No quiero hablar de eso. Yo era muy pequeo, pero me di cuenta. Con mi hermano mayor era carioso, pero no conmigo, l saba que yo defenda a mi madre...como l era Blest y mi madre Riffo...yo la prefera a ella. Muri de un ataque cerebral cuando yo tena siete aos...debe haber tenido treinta y cinco. Pero basta, no lo toquemos. Yo am a mi madre por sobre todas las cosas"(8)A pesar de mi empeo de inquirir ms sobre el padre de Clotario, fue intil. El se alteraba si lo mencionaba y cambiaba bruscamente de tema. Vi su retrato colgado en la sala de los rezagados, un joven delgado, de facciones finas, de pelo castao oscuro, vestido de militar. No tiene, sin duda, la apariencia fuerte e imponente de su padre irlands."La madre de Clotario, Leopoldina Riffo Bustos, naci en 1873, en Chillan Viejo. Estudi en la Escuela Normal de Santiago y ejerci como profesora primaria en diferentes escuelas. Pronto es nombrada directora del Liceo de Quirihue. Sinembargo, de casada siempre vivi en Santiago, ejerciendo su profesin en diferentes escuelas. Jubil durante la primera administracin de Ibez. De su matrimonio con Ricardo Blest nacieron en Santiago tres hijos: Fernando, Clotario y Leopoldina. Clotario Blest Riffo naci el 17 de noviembre de 1899. La madre tuvo que trabajar arduamente para poder alimentar a sus tres hijos. Incluso atendi una escuela nocturna para adultos. En 1912 form parte de la directiva de una asociacin de profesores primarios destinada a obtener reivindicaciones. Ella fue la tesorera. Ms tarde aparece como la pro-secretaria ad-honorem de un organismo precursor de la medicina social, el "Servicio Mdico Escolar", atendido por la primera mujer titulada de mdico en Chile, Elosa Daz. Cuando en 1920, los cesantes del salitre invadieron la capital con sus mujeres y nios, Leopoldina, junto a otras maestras, se hizo cargo de un albergue para nios, prestndoles ayuda escolar y mdica"(9)A los maestros primarios de esa poca "se les consideraba despectivamente y se sola decir que cualquier hijo de vecino poda ensear a leer, escribir y contar. Su situacin econmica era psima ya que para los efectos de fijacin de sueldo eran los ltimos en los escalafones de la administracin pblica. En esas condiciones se cre la primera Sociedad de Profesores de la Instruccin Primaria, el 1 de mayo de 1915. Su primer objetivo fue obtener una ley de instruccin primaria obligatoria, conseguida en 1920. Los principales promotores de este movimiento gremial del profesorado primario fueron: Vctor Troncoso, Isabel Kirman, Sofa de Villalobos, Carmen Mandujano, Leopoldina Riffo".(10)Los recuerdos de Clotario se adentran a su niez:Dice: "Mi madre nos sacaba a pasear por la Alameda de las Delicias los das domingo. Nos entretenamos con mis hermanos tirando piedras a la acequia o con botecitos de papel. Algunas veces nos cruzbamos con el presidente de la Repblica, Pedro Montt, que paseaba rodeado por su corte"(11)"La primera escuela donde ejerci mi madre, creo que fue la 84, ubicada en calle Brasil. De esa poca recuerdo el terremoto. Cmo se movi la casa! Si a mi madre la nombraban en otra escuela nos mudbamos. Vivamos en el tercer patio, al fondo. Fue tambin directora de la Escuela Elemental o Primaria 25 26 en la calle Independencia y en la que queda en la Alameda, 18 y tanto. Reciba un sueldo miserable que no alcanzaba para nada. Vivamos de prstamos. Sin embargo afront nuestra educacin como pudo. Cuando estaba desesperada, recurra a los prestamistas o las llamadas "agencias", en las que empeaba tiles o ropas a cambio de dinero. Nunca podr olvidar unos golpes muy fuertes en nuestra puerta, que indicaban la presencia de un cobrador impaciente por alguna cuenta atrasada. Yo me acercaba a la puerta y corra el cerrojo para asegurarme que no pudiera entrar. Esos cobradores fueron los "cucos" de mi niez. Cmo los odiaba!"(12)"Sin embargo, mi madre nunca se quejaba, nunca se quej. Era muy catlica y rezaba el rosario con nosotros, todas las tardes. Pero no era una beata tpica de la poca. Le preocupaban tambin los problemas sociales inherentes a su gremio. Organiz reuniones de maestros semi clandestinas en que se discuta acaloradamente su situacin econmica. A m me utilizaban de loro" para avisar si vena un inspector".(13)-Visitaba a sus parientes, los Blest Gana?-"Nunca".-Pero, saban que existan, sus nombres, suscasas?-"No hablbamos de ellos. Slo una vez, recuerdo, que mi madre me seal uno de sus palacetes: "all viven tus primos, me dijo, pero a nosotros nos miran en menos porque somos pobres, nos consideran de otra clase"(14)-Me llama la atencin el nombre "Clotario". Por qu le pusieron as? Algn santo?-"No existen santos Clotario ni existirn. Yo tena un to que se llamaba Clotario Riffo Bustos, hermano de mi madre. El fue mi padrino. Era mdico en Chilln; muri joven. Operaba gratuitamente a los pobres y atendiendo tanto tuberculoso desamparado, se contagi".Inquiero: -Por qu le pusieron a l ese nombre?-"No s, seguramente que fue por el rey Clotario, padre de Clodoveo. Son nombres raros, lo mismo que el de mi madre, Leopoldina. Yo no he conocido ninguna Leopoldina. Yo tambin me llamo Leopoldo, Clotario Leopoldo".-De qu origen es el apellido Riffo?-"En el sur hay muchos Riffo. Mi abuela era de Quirihue, Chillan. En realidad mi apellido Riffo no es tal. Es un misterio de familia. Usted sabe, antiguamente cuando haba hijos naturales le ponan el apellido de la madre y no del padre. De all viene mi apellido Riffo, que se origina en Argentina".(15)Durante otra entrevista, le digo que me extraa no ver retratos de su madre. Clotario me dice: "Mi madre quem todos sus retratos antes de morir. Este -lo ha ido a buscar al dormitorio- lo encontr por casualidad". Es una fotografa de su madre, con marco de plata, cuando tena treinta aos. morena, de rasgos corrientes, de-cara simptica. Le pregunto si era bella. Me contesta:-"Bella! Para los hijos todas las madres son bellas. La hice sufrir tanto! Ella siempre esperndome, aqu, en este silln y yo en la crcel".(16)En la celebracin de los ochenta aos de Clotario y la exposicin grfica sobre su vida que realiz la ANEF (Asociacin de Empleados Fiscales), vi otra fotografa de su madre; aparece en auto, sentada al lado de su hijo. Se ve muy viejita y delgada.-Cmo fueron sus primeros aos escolares?-"Fui a la escuela pblica. Un da el profesor reuni a todos los alumnos en el pato. -Que salga Clotario Blest- dijo. Cuando yo me present, me pregunt: Por qu anda con los zapatos rotos? -Porque soy pobre, le contest. El me replic: yo no acepto en esta escuela nios con zapatos rotos. Saqese los zapatos y mustreselos al resto de los alumnos. Todos Sos compaeros irrumpieron en una carcajada y me gritaron: "zapato roto! zapato roto!".(17)Esta humillacin pblica a un nio de siete aos, me recuerda la de otra nia. Lucila-Gabriela, una dcada antes en la escuela de Vicua, cuando la directora la acusa de un robo del cual no es culpable y sus compaeras a la salida le lanzan piedras gritndole: ladrona!, ladrona!. Quizs el destino y la personalidad de estas dos grandes figuras hubiese sido diferente, sin ese estigma lapidario que marc para siempre sus conductas.-Que recuerdos tiene de sus hermanos?-"Yo era el segundo y el ms apegado a mi madre. Desaspecto, quiz, era el ms frgil, pero ya ve usted, los dos por motivos diferentes murieron jvenes".-Cmo ocurri eso?-"Mi hermano mayor, Fernando, era muy sensible, un poeta, pero quiso ser militar. Un poeta militar habrse visto! No pudo acostumbrarse...Se drogaba, era morfinmano. Se suicid a los veinticinco aos en Punta Arenas. Cunto sufri mi madre! Ocurrrsele a mi hermano meterse a milico. Se envenen. Cuando agonizaba, llam a un sacerdote. Mi hermano era un mstico. Le mostraban un crucifijo y se pona a llorar".-Y su hermana?-"Leopoldina era la ms pequea, la regalona. Siguiendo el ejemplo de mi madre estudi para normalista y se titul. Pero no ejerci nunca porque entr a monja en el Buen Pastor. Eran monjas de claustro, muy estrictas. Slo podamos conversar con ella a travs de una reja por la que apareca tapada con un tul negro. Como la vida en el convento es muy rigurosa y dura, enferm, segn creo, de reumatismo al corazn. Cuando se la llevaron al hospital, exigi irse a la sala comn. Yo era en ese entonces empleado pblico y poda afrontar ese gasto, pero ella rehus. El doctor Droguet del Fierro la atendi con mucho cario. Sin embargo, muri a los treinta aos, en el hospital San Vicente. Pidi agonizar al lado de sus hermanos, los pobres y desamparados"(18)En esa poca, trabajaba en el hospital el doctor Antonio Morales Delpiano, homepata. Conoci a la familia Blest y desde entonces fue su mdico.Ese mdico me dice: "Yo no atend personalmente a Leopoldina, pero pas a visitarla muchas veces en la sala. All conoc a la madre de Clotario y me hice amigo de ellos. Leopoldina era muy joven, pero padeca de una lesin incurable al corazn. Ella saba que iba a morir y estaba resignada. Era muy piadosa. Despus de su muerte, fui a darle el psame a su madre a la casa, la misma donde vive hoy Clotario. En esa poca estaba ms ordenada y todo pareca menos viejo y deteriorado que hoy. Cuando fui, la madre estaba sola. Dentro de todo su drama, se mantena entera. Fue siempre muy creyente y la religin le ayud a soportar todas las penas. No creo que ella tuviera parientes o amigos. Siempre que me llamaba por alguna enfermedad estaba slo con Julia, la vieja empleada, que era mayor que ella y que ms que sirviente era una amiga".(19)Algo parece haber marcado para siempre al nio Clotario, el nio que no quiere recordar a su padre. La pobreza de esos aos, la piedad y la entereza de la madre. Varias veces vuelve a contarme la ancdota de los "zapatos rotos" y sus relatos de la infancia siempre terminan con un juicio sobre la actitud de la madre: "afront nuestra educacin con un sueldo miserable", "ella nunca se quejaba","cmo sufri la pobre!". Y por ltimo, la muerte trgica y prematura de sus hermanos...

EL SEMINARIO"La juventud actual es superior a lanuestra.Nosotros nos criamos hipcritas, le tenamosdemasiado miedo y respeto a los mayores"(1)En 1909, Clotario termina su educacin primaria. Su hermano Fernando ha conseguido ingresar a la Escuela Militar. El seguir sus estudios en elSeminarioPontificio. Pero el ingreso all no es fcil. Clotario logra entrar gracias a la influencia de un pariente poderoso:"No todosmisparientes ricos eran egostas. Los Valds Cuevas me consiguieron una beca que me permititerminarcon xito mis estudios. Ellos creyeron, sin duda, queestabanayudando a formar un futuro sacerdote conservador y tradicionalista. Cmo se habrn arrepentido ms tarde, de haber ayudado a un subversivo!"(2)Nueve aos permanecer Clotario en el internado del Seminario, ajeno a la historia nacional e internacional de esa poca. poca llena de acontecimientos ycrisisque repercutieron ms adelante en elmundo polticoen que le tocar actuar.LA HERENCIA HISTRICAEuropa, luego de la "Belle Epoque", del positivismo del hombre racionalista, laico, seguro y feliz, sufrir el drama de la primera guerra mundial (1914-1918), que destruir el mito del hombre que dirige su destino, y que cambiar la vida econmica y socialdel mundo.En Chile, despus de los gobiernos de Santa Mara y de Balmaceda, liberales y progresistas, estalla laguerra civil. Los gobiernos de Jorge Montt (1891-1896), Federico Errzuriz (1896-1901),Germn Riesco (1901-1906), Pedro Montt (1906-1910), Ramn Barros Luco (1910-1915) y Juan Luis Sanfuentes (1915-1920), slo sirvieron para acentuar el descontento y el pesimismo de las clases oprimidas. Los ministerios se sucedan uno tras otro, continuaba la pugna entre los grupos extremos, los radicales y los conservadores, que hacan resaltar la inconsistencia de los grupos liberales que luchaban por mantener un difcil equilibrio en el centro. Pero, detrs de esta aparente pugna de diferentes partidos, una sola clase social: la burguesa, que luchaba por el poder"A la muerte de Pedro Montt y en vsperas delcentenariode la independencia, la idea de vivir una crisis, no slo poltica sino fundamentalmente moral, es el tpico que se agudiza con particular fuerza, vicios y deformaciones"(3). Don EnriqueMac-Iver exclama: "Me parece que no somos felices, es un malestar que se extiende a todos. La energa por la lucha por la vida se ha tornado en laxitud; la confianza, en temor; las expectativas en decepciones". Alberto Edwards, en 1912, sintetizaba con fra amargura: "En 1905 ramos ms felices que hoy. Entonces creamos en un hombre, ahora ya no creemos en ninguno". El libro de Alejandro Venegas Cars, (Doctor Valds Cange)Sinceridad, Chile ntimo en 1910, es un testimonio acusatorio, crudo y valeroso: "Lospartidos polticosestn en decadencia y corrompidos, de la misma manera que el sistema electoral vigente"."Lasterriblescondiciones de vida de las masas laboriosas, en el sur, los abusos de la colonizacin...En elnorte, la pampa desolada y explotada por magnates y capitales: ricos y pobres; esto es, explotadores y explotados. Los que no somos ricos ni menesterosos y aparentemente formamos el estado llano, somos gente de trnsito, salida del campo de los explotados y en camino para el de los opulentos...Esta trgica realidad explica el estallido de los primeros movimientos obreros, tan duramente oprimidos. Tres veces han pedido seguridades para su vida y sus hijos y tres veces se les ha respondido fusilndoseles del modo ms salvaje. Las matanzas de Taltal, Antofagasta e Iquique, han demostrado a los 60.000 obreros que producen la principal riqueza del pas, que no deben esperar nada del gobierno, porque est formado por explotadores del pueblo, que hacen causa comn con sus duros seores, los dueos del salitre".(4)Abraham Konig, escribe en susMemorias, en 1913:"Existe el ms completo desorden poltico. La omnipresencia presidencial fundada en la impotencia delos partidos..." y en 1915:"La candidatura de Sanfuentes est fundada en el asesinato y en el fraude".Agrega ms adelante:"Las desgracias de 1891 han sido buenas para nada; sobrevivimos el tiempo de don Jorge Montt. De manera que el pas no ha avanzado nada o muy poco. Los ministros se suceden como relmpagos. Suben hombres mal preparados. No hay marina mercante, no hay marina militar, no hay puertos. Todo se hace por y para extranjeros".Luis Emilio Recabarren, el principal dirigente de la clase trabajadora de esa poca, fundador del Partido Obrero Socialista (1910), atacaba el sistema basado en la oligarqua, "que saba amparar muy bien la propiedad privada y el gran capital, pero que se mostraba indiferente ante las penurias del obrero".(5)Otro estudioso de principios radicalmente opuestos, Julio Philippi Bhil, observaba en 1917 la notable incomprensin gubernativa hacia los problemas sociales, que tan palpables eran en la regin salitrera: "Las autoridades se inclinan a ver en toda huelga un acto de subversin y a dar a los huelguistas el tratamiento consiguiente".LA OPININ DE BLESTClotario Blest en el borrador sobreviviente de su libroEl martirologio de la clase obrera chilena, seala: "las matanzas de obreros de esos aos, fueron en 1903 (11 al 13 de mayo), causadas por la gran huelga de los martimos de Valparaso. Es el verdadero inicio de las luchas organizadas por la redencin social. Ms de treinta muertos, numerosos heridos, gran cantidad de detenidos. Es presidente Germn Riesco; intendente, Jos Alberto Bravo. En el ao 1905 (20 al 25 de octubre), estalla la lucha del pueblo contra los impuestos al ganado. Durante cuarenta y ocho horas Santiago permanece en poder de los huelguistas. Se lucha en las calles. Surgen las 'guardias blancas'. Ms de un centenar de muertos, incontables heridos. Presidente; Germn Riesco. Prefecto de Polica, Joaqun Prieto Concha. Intendente, Luis Larran Cotapos. Secretario del Intendente, Enrique Cousio Ortzar. Ministro del Interior, Miguel Cruchaga".En el ao 1906 (febrero), se efecta una manifestacin en la Plaza Coln de Antofagasta, por el malestar econmico y un planteamiento de pliego de peticiones. Diez muertos y numerosos heridos. Presidente, Pedro Montt. Intendente, Daniel Santelices. En el ao 1907 (21 de diciembre), se organiza en la escuela de Santa Mara de Iquique una protesta de obreros del salitre con sus mujeres e hijos. Son ametralladas 2.500 personas, miles de heridos y centenares de fusilados en tierra o a bordo de los barcos. Gobierna el pas, Pedro Montt. Ministro del Interior es Rafael Sotomayor. Intendente de Tarapac es Carlos Eastman. A pesar del horror de este crimen: 2.500 obreros muertos con sus mujeres e hijos, los peridicos de Santiago apenas destacan la noticia. Ningn poltico alza su voz en el Senado para enrostrar este crimen al gobierno. Sin embargo, aos ms tarde, (1915), en vsperas de las elecciones presidenciales, el asesinato de un elector liberal importante, Guillermo Eyzaguirre, conmueve a la opinin pblica. Se escriben infinidad de artculos de prensa. En el entierro se pronuncian airados discursos. Las figuras polticas ms prominentes y la sociedad se divide en bandos agitados. El muerto era uno de ellos y su asesinato significaba perder un voto para su candidato".(6)LA VIDA EN EL SEMINARIOClotario Blest nunca supo de estos acontecimientos durante su poca de estudiante. Su vida transcurra tranquila en el internado, una casona grande, con chacra, parrones, rboles frutales y piscina. Quedaba ubicada en Providencia, donde est actualmente la Iglesia de los Angeles Custodios. Era una zona sub urbana, que vea aparecer los comienzos del avance de Santiago hacia el oriente.A pesar que el Seminario Pontificio no era considerado un colegio aristocrtico, la instruccin era buena y eficaz. Clotario recuerda esa poca con nostalgia y cario: "el director era Gilberto Fuenzalida Guzmn, un hombre conservador, pero bueno. Nunca tuve problemas con l. Yo era buen alumno y piadoso".-Lo presionaron para que fuera cura?-"Si lo hicieron nunca me di cuenta. Quiz vieron en m un rebelde. Yo era un alumno inquieto. Me gustaba la msica y la pintura. En esa poca crean que yo iba a ser artista. Me saqu varios premios de dibujo y pintura. El profesor present alguna de mis obras en exposiciones"(7)Con cierta razn Clotario dice que lo consideraban rebelde. En 1913, en el libroRecuerdos(8)aparece vinculado a una curiosa manifestacin de protesta y rebelda estudiantil, protagonizada por el llamado "Curso de los Federados", que corresponda al segundo de humanidades de la seccin eclesistica. Todo el curso acuerda darse sus propias preguntas en el examen de historia medieval, no respondiendo a las preguntas del profesor Fuenzalida Guzmn. Sorprendidos en su rebelde acuerdo, todos los miembros "federados" fueron castigados en Punta de Tralca. Se les dio ese nombre, asocindolos a la accin revolucionaria de la FECH, federacin de estudiantes de aquellos das.-Recuerda a algn compaero o profesor en especial?-"De mis compaeros de curso no recuerdo el nombre de ninguno. No s que habr sido de ellos. De mis profesores, eran todos curas -Imagnese que tuve como maestro nada menos que a don Jos Mara Caro para el curso de latn, por el ao 1910, y despus, durante las vacaciones en Punta de Tralca, en la casa que tena el Seminario, lleg a damos una charla el padre Femando Vives, que fue mi maestro ms querido y admirado. Debe haber sido por el ao 1914, por que acababa de regresar de un destierro en Crdoba. Usted sabe, Femando Vives Solar fue muy perseguido por sus ideas y durante aos no le permitieron vivir en Chile. El padre Vives simpatiz inmediatamente conmigo, tena gran criterio pedaggico, fue el primero que mostr la injusticia social y me ense la verdadera labor apostlica. Despus yo iba a verlo a San Ignacio donde me incorpor a susgruposde trabajo. Eramos muchos. No exista en l ningn afn de propaganda. Nos deca: 'Ustedes deben abrir los ojos a la realidad del mundo, del mundo de los explotados, de los pobres'. La derecha lo detestaba; el partido Conservador, el partido de la aristocracia, no lo dejaba tranquilo".(9)Fernando Vives, S.J. fue varias veces a darles charlas a los jvenes seminaristas. En 1916 le regala un libro a Clotario, del jesuita Goycolea, con la siguiente dedicatoria: "A mi querido amigo Clotario Blest, para que en el curso de la lectura de este libro y durante su vida, vea que se puede y debe juntar una exquisita sensibilidad de alma con gran firmeza de carcter. Santiago, octubre de 1916".Don Santiago Tapia director del Instituto de Difusin Social y sacerdote, me cuenta algo sobre lo que era la vida en el Seminario Pontificio: "Yo no fui compaero de Clotario, l es mayor que yo, sin embargo no cambi el estilo de vida ni la instruccin durante esa poca. Tuvimos el mismo director, don Gilberto Fuenzalida, un ultra conservador. A los diez aos a los nios los dividan en los de la Seccin Eclesistica y en los de la Seccin Seglar. Clotario y yo pertenecamos a la Seccin Eclesistica. Casi todos los de esa seccin fuimos sacerdotes. Clotario fue la excepcin. Nos dieron una formacin humanstica profunda con ocho aos de latn. La vida era alegre, con deportes, academias literarias, se fomentaba la creacin personal, concursos de poesa, teatro. Por supuesto todo estaba dirigido para formar un hombre religioso, un futuro sacerdote".(10)Clotario no describe ni se extiende sobre su vida de estudiante. Slo dice: "en este establecimiento estudi los cursos preparatorios que eran cuatro, ms cinco aos de humanidades, al trmino de los cuales di mi examen de bachillerato en la Universidad de Chile, recibiendo mi diploma en enero de 1918"-Puede contarme usted, alguna ancdota de esa poca?-El primer lunes de cada mes tenamos permiso para salir. Yo aprovechaba las tardes de ese da para visitar a Fernando Vives. Varios alumnos hacan lo mismo. Esto lleg a odos del rector Fuenzalida y los alumnos fueron disgregados.(11)SU VERDADERO PADREQuin fue Fernando Vives y por qu ejerci tanta influencia en el joven Clotario?Fernando Vives naci en Santiago, en 1871, siendo ordenado sacerdote jesuita en Espaa en 1908. En Chile, desde 1909 a 1911, organiza los Crculos de Estudios Sociales y funda los Sindicatos de Choferes y los de Empleadas de la Aguja. Por presiones del Partido Conservador debe alejarse del pas durante 1912 y 1913. En 1914 vuelve a Chile dondedirigecentros de estudio para obreros. Es invitado por don Jos Mara Caro, en 1916 a la primera semana social de Iquique. Nuevamente debe partir al destierro a Espaa, que se prolonga entre 1918 hasta fines de 1931. Regresa a Chile y funda la Liga Social y apoya la Repblica Socialista de 1932. Muere en Santiago el 21 de septiembre de 1935.El padre Vives en una carta que le dirige al estudiante Clotario le dice: "ya sabe usted que es para m un hijo muy querido, casi puedo decir, mi lado flaco"(12)En otra carta, aos ms tarde le escribe: "yo me alegro mucho del movimiento de esa juventud que usted preside; estamos en una poca de renovacin de valores y conviene situarse a la vanguardia del movimiento aprovechando la inmensa flexibilidad de la Iglesia que "unum est necesarium" y todo lo dems es accidental y de ocasin: regmenes de gobierno, partidos polticos, etc. La juventud es la nica que puede reaccionar fcilmente y acomodarse a las circunstancias. Dada la situacin del mundo y de Chile, en completa evolucin, sera inmensamente funesto obstinarse en querer conservar las costumbres de los tiempos de paz, que por otra parte, los catlicos no supieron aprovechar y querer vencer al enemigo con armas y mtodos anticuados. La juventud es la nica que puede romper moldes envejecidos, pero necesita expertos directores que la comprendan, la estimulen y la moderen."(13)Clotario relata: "El padre Vives reuna a varios jvenes y conversbamos de amigo a amigo, nunca nos presionaba y tena tanto sentido pedaggico y apostlico que deca: 'ustedes deben trabajar para la redencin de los pobres para que no sean explotados, pero sin hacer proselitismos. Jams a nadie dganle que vaya a la Iglesia. Tienen que llegar a la Iglesia de Cristo y a su doctrina a travs del ejemplo de ustedes' Desgraciadamente estuvo tan poco con nosotros. La derecha lo detestaba y usaba su influencia para expatriarlo. Pasaba muchos aos fuera. Pero cada vez que regresaba, seguamos de nuevo. El fue el hombre que me seal el camino, mi primer maestro, el que me hizo comprender la injusticia social y el verdadero y nico deber cristiano: la entrega total a sus semejantes sin esperar ninguna recompensa. Al morir me leg su cruz (me la muestra) Me acompaa siempre."(14)El retrato de Fernando Vives, del Abate Pierre, junto al del Che Guevara y de Luis Emilio Recabarren, acompaan a Clotario en forma permanente en su sala de trabajo. Sin duda, Femando Vives fue para el joven Clotario, el padre perdido y aorado, el gua que le abri las puertas hacia la labor de toda su vida futura.

DIFCIL DECISIN"En esta poca la Iglesia impregnaba el alma delos cristianosde"mansedumbre", "humildad", "respeto", "resignacin", y el amorfraterno basado en la justicia, dnde debamos buscarlo?"(1)Clotario Blest es un flamante bachiller y tiene 19 aos. Ha llegado la hora que decida su futuro. Despus de nueve aos de educacin en elSeminarioPontificio y habiendo sido un alumno eclesistico, lo lgico es que se decida por la profesin religiosa. Su instruccin, fuera del pequeo conato de rebelda, parece satisfacerlo. Es un joven estudioso,sensible, piadoso y mstico. Su maestro, Fernando Vives, tambin lo cree as. Su madre est encantada. Las aspiraciones de sus parientes conservadores que le otorgaron la beca se realizan.Clotario relata: "A principios de 1918 part al Seminario de Concepcin acompaado por mi ex rector, don Gilberto Fuenzalida. Me senta atrado por el sacerdocio.Permanec all dos aos bajo las rdenes de don Alfredo Cifuentes Gmez, futuroobispo. Pero algo debe haber en m de rebelde e inconformista. Un ao despus de haber llegado, particip en una huelga y en marchas de protestas contra el establecimiento, apoyando a los alumnos penquistas que consideraban que el Rector tena preferencias por los alumnos de la capital y discriminaba contra ellos. Despus, para completar mis estudios de teologa, estuve un tiempo en el Seminario de La Serena. El rector era monseor Larran Cotapos. En La Serena decid que no tena vocacin religiosa. Regres a Santiago."(2)Para tratar de comprender las dudasreligiosasy dificultadespresentesy futuras que tuvo Clotario con las autoridades eclesisticas, debemos recoger algunos datos sobre la historia de la Iglesia Catlica en Chile.EL PODER DE LA IGLESIADesde el establecimiento de la Capitana General de Chile por la Corona Espaola, la Iglesia Catlica fue la nica iglesia presente en Chile. Durante laColonia, el poder de la Iglesia fue inmenso. Y slo existi en el siglo XVIII un problema parcial, el de la expulsin de los jesuitas en 1767 durante el reinado de Carlos III. Superada estacrisisms adelante, el Estado Independiente de Chile no ofreci mayores cambios en su relacin con la Iglesia: el partido pelucn reemplaz a los reyes y ambos se repartieron amigablemente elpoder polticoy econmico del pas. Slo en el gobierno de 0'Higgins, el Director Supremo, tachado de masn, se present una dificultad, cuando se fund el Cementerio General de Santiago y se prohibi el entierro de cadveres dentro y alrededor de las iglesias. El clero indignado, ante este abuso frente a su autoridad, hizo manifestaciones iracundas y se declar enemigo de 0'Higgins. Los gobiernos posteriores, desde Diego Portales, superaron estos problemas y llegaron a un acuerdo con la Iglesia Catlica. No exista separacin de la Iglesia y el Estado y los intereses de ambos se confundan en la marcha poltica del pas."Pero, poco a poco, durante la administracin de Bulnes, el desenvolvimiento de la cultura general y la influencia extranjera, fueron introduciendo ideas menos sumisas a la religin del Estado y hasta hubo un diario,El Mercurio, que un da se atrevi a hablar de tolerancia religiosa. Esto produjo un gran escndalo y entonces fue fundada, bajo la proteccin del Arzobispado,La Revista Catlica(1843), para atender a la defensa de la Iglesia, amagada por corrientes subversivas. Pronto Bilbao y Lastarria, en sus escritos del ao 1844, confirmaron los temores del Clero. Pero, estos hechos, si bien nimios, bastaron para demostrar que el espritu religioso se debilitaba. As, por ejemplo, era costumbre que los "serenos" o guardianes nocturnos, al gritar las horas y el estado de la atmsfera, aadieran un "Ave Mara Pursima". La Intendencia de Santiago mand a suprimir esta frmula, cambindola por un "Viva Chile!". Tambin era costumbre que en la solemne procesin de "Corpus" las banderas de los batallones fuesen tendidas en el suelo para que por encima pasase el sacerdote que llevaba la Custodia. Esta prctica fue as mismo prohibida. Ambas innovaciones dieron origen a enojosas publicaciones en las que los gobernantes fueron presentados como herejes".(3)Don Rafael Valentn Valdivieso no slo combati las reformas comenzadas en el gobierno de Bulnes, sino tambin el espritu laico e innovador de los presidentes Montt (1851-1861), Prez (1861-1871), Errzuriz (1871-1876) y Pinto (1876-1881). Pero, a pesar del ardor y la vehemencia con que la Iglesia defiende sus privilegios, ella fue perdiendo paulatinamente su poderpoltico. Y eso no era slo un hecho particular en Chile. El Papa Po IX, consagrado el ao 1849,anteel avance de las ideas revolucionarias y la proclamacin de la Repblica en Roma (1849), lanza elSyllabus(1865), cuyos anatemas, juntndose al dogma de la infabilidad del Papa (1871), abrieron un abismo entre la Iglesia y la ciencia y las doctrinas polticas afianzadas en el siglo XIX. En 1870, despus de proclamada la unidad italiana, los dominios pontificios son anexados y el Papa se proclama prisionero en el Vaticano. El dominio temporal estaba perdido, ahora deba redoblarse el trabajo para conservar el poder espiritual en todas las naciones.SE DECLARA LA GUERRA ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADOEn Chile la lucha entre el liberalismo y el catolicismo se organiza en trminos precisos y permanentes. ElPartidoRadical se suma, ms adelante, a la batalla. En 1865 se establece cierta tolerancia hacia los cultos privados. En 1871 se dispone que haya en los cementerios una seccin para los disidentes. En 1875, se dict la Ley Orgnica de Tribunales que abola el fuero eclesistico en los juicios civiles y criminales. Durante la administracin de Errzuriz se debatieron tambin con gran calor cuestiones relativas a la libertad de la enseanza y la autorizacin a los colegios particulares para conferir certificados y ttulos vlidos ante la Universidad y el decreto de la no obligatoriedad de la enseanza de religin en los colegios del Estado. Durante la presidencia de Pinto el gobierno tuvo que resolver problemas ms urgentes como la guerra del Pacfico, pero antes que se desatara el conflicto las relaciones con el Vaticano estaban a punto de romperse. Despus de la muerte del altivo e intransigente arzobispo Valdivieso, el gobierno de Chile propuso como candidato al cannigo don Francisco de Paula Tafor, ms abierto y comprensivo hacia las nuevas ideas. Pero ante la campaa difamatoria lanzada por el Partido Conservador y el clero ultramontano, el Vaticano, con mucha sabidura, opt por suspender momentneamente todo nombramiento.Finalizada la guerra de Chile contra Bolivia y Per, el gobierno de Santa Mara (1881-1886) vuelve a insistir ante la Santa Sede por el nombramiento de Tafor. El Vaticano lo rechaza y el gobierno rompe relaciones. La lucha se torn, entonces, implacable y Santa Mara aprovech el clima anticlerical para unir a grupos dismiles a favor de su gobierno y sacar de la jurisdiccin de la Iglesia los cementerios, obtener la dictacin de la ley de matrimonio civil, crear el Registro Civil, quitando as a los prrocos su ingerencia en la certificacin de nacimientos, matrimonios y defunciones. Como era de esperarlo, estas reformas provocaron una reaccin violentsima de los catlicos. El clero las estigmatiz e incit a sus fieles a desobedecerlas como sacrlegas. Se obstaculiz el establecimiento del Registro Civil. Carlos Walker Martnez exclamaba: "No debe ningn catlico inscribirse, porque esta ley no es otra cosa que la creacin de un pozo de sanguijuelas del fisco y avispero de conciencias daadas". Se rechaz el matrimonio civil. Desde Roma, elSyllabuslo condena: "Segn las luces de la razn y de la fe, no existe all matrimonio, sino una unin ilegtima y criminal, reconocida, sin embargo, por la ley como verdadero matrimonio, pero que no debe llamarse ms que "concubinato legal". Y Po IX haba dicho en su alocucin de septiembre de 1852: "A los ojos del pueblo catlico, esas personas no pueden tener el honroso nombre de esposos: son nicamente sujetos entregados al vicio amparados y protegidos por la autoridad pblica". La campaa contra la ley de cementerios laicos lleg a revestir caracteres trgicos y macabros. Se excomulg a los congresales que la dictaban y se aconsej a los feles que no inhumaran los restos mortales de sus deudos en los cementerios fiscales y que aun desenterraran los huesos de los que yacan en esos cementerios. Este tiroteo entre la potestad civil y eclesistica llev la excitacin a su grado mximo: "Los atades se llenaban con piedras, mientras los cadveres eran enterrados a escondidas en los conventos e iglesias. Se sacaban los restos en altas horas de la noche o a travs de los tejados. Estas fnebres tramoyas daban a lugar a escenas trgicas y cmicas y a choques diarios con la fuerza armada, que se vea en la obligacin de vigilar los domicilios de las familias que pretendan burlar la ley, deshacer acompaamientos, abrir atades y descubrir cadveres en puntos clandestinos que eran arrancados a la fuerza de manos de sus familiares".(4)Sin embargo. Santa Mara, que comprenda el valor poltico que an tena la subsistencia del patronato, inici, poco antes de dejar el poder, contactos confidenciales con la Santa Sede a fin de solucionar los problemas creados y buscar un candidato de transaccin para el arzobispado de Santiago. Estas gestiones, concluidas por el presidente Balmaceda (1886-1891), permitieron la designacin en dicha arquidicesis de Mariano Casanova. Sin embargo, al trmino de la presidencia de Balmaceda, la participacin del Clero y del Partido Conservador en la guerra civil despert nuevamente las odiosidades. Pero ese mismo ao, 1891, un nuevo Papa, Len XIII, lanza su encclicaRerum Novarumsobre la cuestin social y el deber de los catlicos frente a ella. Rerum Novarum, que en Chile no fue divulgada oficialmente por los peridicos catlicos ni fue tema de las prdicas en las iglesias, sirvi, a pesar de todo, para que ciertos catlicos de espritu cristiano, y descontentos con el dominio del Partido Conservador sobre la Iglesia, se trazaran un nuevo camino.El comienzo del siglo se caracteriza por cierta calma aparente. Despu