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UNIVERSIDAD AUTONOMA BENITO JUAREZ DE OAXACA HISTORIA DEL ARTE (EPOCA ANTIGUA Y MEDIEVAL) FRESCO DE PANTOCRÁTOR EN LA IGLESIA DE SAN CLEMENTE TAHULL CATEDRATICO CLARA BARGELLINI ALUMNO MOSQUEDA GUAMAN JOSE A.

ANALISIS DEL FRESCO DE PANTOCRÁTOR EN EL ABSIDE DE LA IGLESIA DE SAN CLEMENTE TAHULL

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UNIVERSIDAD AUTONOMA

BENITO JUAREZ DE OAXACA

HISTORIA DEL ARTE

(EPOCA ANTIGUA Y MEDIEVAL)

FRESCO DE PANTOCRÁTOR

EN LA IGLESIA DE SAN CLEMENTE TAHULL

CATEDRATICO

CLARA BARGELLINI

ALUMNO

MOSQUEDA GUAMAN JOSE A.

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ANALISIS DEL FRESCO DE PANTOCRÁTOR EN EL ABSIDE DE LA IGLESIA DE SAN CLEMENTE TAHULL.

Obra: Cristo Pantocrátor de San Clemente de Taüll (Lleida)

Autor: Maestro de Taüll y su taller

Tecnica: Pintura mural al fresco y temple

Estilo: Arte románico

Tema: Bíblico

Cronología: Iglesia consagrada en 1123. S. XII.

Localización: Museo Nacional de Arte de Cataluña (Barcelona)

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INTRODUCCION

Pintura románica mural, La técnica suele ser al fresco; consiste en pintar, sobre una

preparación compuesta de un revoque de cal y arena en proporción 2 a 1, con colores de

origen mineral aptos para resistir el ataque de la cal. La última capa del revoque se tenía

que aplicar de manera que pudiera ser pintada en un solo día, dado que, una vez seco, ya

no era apto para retener el color. En primer lugar se aplicaba el color base del fondo

(generalmente colores claros) sobre el que se realizaba un dibujo preparatorio con

colores ocres que definían los ejes de simetría, las líneas básicas de composición y los

esquemas de las figuras. A este proceso se le llamaba sinopia. Después se aplicaban los

colores, se acababan de definir las figuras, se pulían, perfilaban y simulaban los

sombreados. Las correcciones se podían realizar mientras la capa estuviese tierna. El

artista partía de dibujos y esquemas que llevaba en pergaminos y que formaban parte de

su repertorio. Al igual que la escultura románica, la pintura mural se integra con la

arquitectura y sigue las reglas del "marco arquitectónico y esquema geométrico". Es

decir, no se rige por imitación de la naturaleza sino por una conceptualización racional.

Esto hace que las figuras sean planas, alargadas y sin perspectiva. Los personajes se

escalonan y adoptan diferentes tamaños en función de su relevancia. Los ojos y manos

adquieren desproporcionada dimensión pues son las partes de la anatomía humana más

expresivas espiritualmente hablando. Los colores empleados son intensos y brillantes

(rojo, amarillo, naranja y azul) y se disponen en franjas contiguas de colores muy

contrastadas entre sí. El color negro servía para perfilar las figuras.

Probablemente lo más cierto que se pude decir de la pintura románica española y en

general europea es que, en origen, se basaba en un concepto y generaba una impresión

estética completamente diferente a la que tenemos ahora del románico, Tras siglos de

circunstancias azarosas y restauraciones basadas en conceptos erróneos, la pintura

románica en los países europeos ha terminado casi por desaparecer dejando paso a la

visión de los muros románicos completamente desnudos y el color de la piedra o ladrillo

como único representante cromático.

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Originalmente, la situación era muy diferente. Un edificio de época románica no se

consideraba terminado hasta que sus materiales eran cubiertos por enfoscados y luego

pintados. No sólo nos referimos a que la escultura monumental estaba pintada sino que

la inmensa mayoría de sus muros eran cubiertos de pinturas.

Si la comunidad donde se construía el templo tenía capacidad económica, se contrataba

a talleres que creaban completos programas iconográficos. En caso contrario la

decoración era más sumaria y se esperaba a que en años posteriores se pudiera

emprender trabajos más ambiciosos.

Algo que aún puede sorprender más es que también la superficies exteriores de los

muros eran enfoscada y pintadas.

A pesar de ello, el panorama actual es que un número mínimo de edificios conservan

pinturas murales aceptablemente conservadas.

Afortunadamente, algunas de estas pinturas, especialmente las de los ábsides que solían

ser las más cuidadas, están saliendo a la luz poco a poco tras retirar los retablos

colocados en siglos posteriores y eliminar las capas de revocos y encalados

superpuestos y añadidos en épocas de epidemias.

Tradicionalmente, las diferentes muestras de pintura románica conservadas en España

se han afiliado a dos corrientes diferentes. La corriente bizantina y la mozárabe. La

corriente bizantina penetraría a España por Cataluña proveniente de Italia o incluso de

Inglaterra a través de miniaturistas que se forjaron en Sicilia, mientras que la mozárabe

es consustancial a todos los territorios españoles cristianos, principalmente a Castilla y

León, Algunas de las características propias de la pintura románica son el

bidimensionalismo (no hay profundidad), un fuerte expresionismo, poca importancia a

la luz y al modelado y los fondos suelen consistir en bandas de colores horizontales

superpuestas (influencia mozárabe). También se caracteriza por el preodminio de la

temática religiosa, aunque también se plasman algunas escenes profanas de caza como

en las pinturas de la iglesia de San Baudelio de Berlanga.

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DESCRIPCION GENERALY ANALISIS

Las pinturas que cubrían el ábside de San Clemente de Tahull y hoy conservadas en el

Museo de Arte de Cataluña, son una de las mejores obras de este estilo en España y toda

Europa.

La bóveda de horno del ábside se pintó con un maravillosos Cristo en Majestad

("Maiestas") de estilo bizantinante rodeado por cuatro ángeles que portan los símbolos

de los evangelistas. Por debajo corre un friso donde aparece parte del colegio apostólico

con la Virgen.

Dentro de las representaciones del tradicional "Pantocrátor" románico, están cargados

de trascendente divinidad de todos los representados en el románico internacional. A

ello colabora la simetría perfecta y concepción geométrica de su rostro y de toda su

figura, El Cristo de Tahull demuestra cómo el arte románico buscó y encontró la

trascendencia simbólica a través del orden lógico y geométrico de su arte.

Obra pictórica realizada sobre una

bóveda de cuarto de esfera en el ábside

de la iglesia de San Clemente, con un

diámetro de 4 ms, Las pinturas se

encuentran divididas en dos franjas

horizontales de distinto tamaño,

separadas por una banda con textos. En

la franja superior, que se corresponde

con el cascarón o zona curvada en

vertical de la bóveda, figura en posición

central un Pantocrátor o Cristo en

Majestad. Se halla sentado, apoyado

sobre una franja curvada decorada con

motivos vegetales. Lo rodea una

mandorla decorada con perlas, en cuya

parte superior apoya su cabeza y un nimbo de color blanco. Viste una túnica de color

gris, a la que se sobrepone un manto de tono azulado. Su rostro, alargado y muy

simétrico, presenta una mirada penetrante. Rodean al Pantocrátor, en la misma franja,

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cuatro ángeles que portan los símbolos de los cuatro evangelios. El que figura en la zona

superior izquierda porta un libro (ya que el propio ángel es el símbolo del evangelio de

San Mateo). Bajo él, otro ángel se acompaña de un león (San Marcos). El esquema se

repite en la zona derecha, con las representaciones de un águila (San Juan) y de un toro

alado (San Lucas). La composición se remata, en los extremos, con la presencia de

sendos serafines, dotados de seis alas, en cuatro de las cuales se observan

representaciones de ojos.

Todo este sector de la bóveda presenta un fondo de tres colores dispuestos en vertical;

de abajo a arriba: azul, amarillo y negro. Las figuras situadas en el sector de fondo azul

aparecen enmarcadas por círculos.

En la franja inferior se hallan representadas seis figuras separadas en dos grupos de tres

por el arco que permite la iluminación interior del ábside. A nuestra izquierda se

encuentran Santo Tomás, San Bartolomé y la Virgen. A la derecha figuran San Juan,

Santiago y San Felipe, cuya representación está prácticamente perdida. Sus nombres

aparecen indicados en la banda que separa esta zona de la superior. Todas las figuras se

sitúan bajo arcos rebajados sostenidos por columnas con capiteles con decoración

vegetal. María porta un cáliz, mientras los apóstoles llevan libros que muestran al

espectador.

En general las figuras aparecen contorneadas por líneas negras, a modo de siluetas

dibujadas. Los trazos son bastante acusados y los colores están bien definidos. En toda

la composición es evidente un interés por la simetría, establecida a partir del eje vertical

de la bóveda y del arco del ábside. Además, tanto en el Pantocrátor como en las figuras

del registro inferior se observa clara frontalidad en las representaciones, que no existe

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en cambio en los ángeles y símbolos del Tetramorfos. El hieratismo es, sin embargo,

rasgo común a todas estas obras, que se caracterizan también por presentar una

representación plana, con ausencia total de perspectiva.

ANALISIS SIMBOLICA

La simbología del ábside de Tahull es bien evidente , la imagen de Cristo en Majestad,

rodeada por el Tetramorfos, preside la cuenca absidial. Se trata de una figura

mayestática, solemne, en actitud de bendecir. Su fuente iconográfica es el Apocalipsis

(4, 2-7 y 5,1). De tamaño subrehumano, surge amenazador con gestos grandilocuentes y

autoritarios: su mano derecha en vez de bendecir parece que amenaza y pone en

evidencia la fuerza y la autoridad divinas; su mano izquierda aguanta el Libro de la vida

en el que leemos "Ego sum lux mundi" (Yo soy la luz del mundo). La luz se interpreta

como la palabra griega "logos", que está en el principio de todo y en donde hay la vida.

En el Génesis la luz de la vida antes de la Creación significa la luz del bien, opuesta a

las tinieblas del mal. La luz es también la palabra de los profetas que ha iluminado a los

apóstoles, la luz de la verdad que nos revela el conocimiento de Dios. Con total

frontalidad, se muestra sentado en un arco de círculo y sus pies descansan sobre la

esfera terrestre (según Isaías 66,1, "Así dijo Yahvé: los cielos son mi trono y la Tierra,

el escabel de mis pies!", y lo recoge el evangelio de Mateo 5, 34-35, al citar el segundo

mandamiento diciendo que no se debe jurar ni por el Cielo ni por la Tierra, dado que los

identifica como su solio y su escabel). El mundo significa el Universo o la Tierra, pero

también el género humano. Así pues, las ideas de creación, revelación y salvación dan

sentido a la representación de la majestad en este fresco.

El dibujo de las manos traduce la anatomía. El rostro, ordenado en sus rasgos

principales según una perfecta simetría axial, está enmarcado por largos cabellos, y

alargado como la mano, es significativo de eternidad. Su cuerpo está concebido

armónicamente: la cintura actúa como un eje horizontal que tiene, en la parte superior,

un triángulo equilátero, cuyos lados siguen la inclinación del manto, y en el inferior un

trapecio equilátero.

Cristo lleva una túnica blanca y gris y manto azul, con festones ornamentales que imitan

un dibujo de rombos de colores azul y rojo, con perlas figuradas. Estos rombos se

convierten en círculos en la parte del manto que cubre el hombro derecho de la figura.

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Estos ropajes, tan ricos, limitados por una línea blanca, se presentan en pliegues

volumétricos muy marcados, con geometría, pero no axial, sino que traducen una cierta

libertad en la posición de brazos y piernas; existe un cierto movimiento y un cierto

realismo elegante en la representación del volumen que se obtiene mediante veladuras

de color gris en la túnica y azules en el manto.

La presencia del Tetramorfos en el exterior de

la mandorla (situada sobre un fondo de tres

bandas paralelas horizontales de colores azul,

ocre y negro) es una alusión a las cuatro

columnas del trono divino, a los cuatro ríos del

paraíso, a los cuatro puntos cardinales, al

tiempo histórico de Cristo (Encarnación,

Crucifixión, Resurrección, Ascensión), a los

cuatro elementos (aire, agua, tierra, fuego) y a los cuatro evangelistas (el león símbolo

de san Marcos, el toro de san Lucas, el ángel de san Mateo y el águila de san Juan).

También se puede interpretar en clave de reminiscencia zoomórfica (de influencia

egipcia) y las cuatro figuras serían, entonces, ángeles

con rostro de animal. Cierran la composición, a cada

lado, dos serafines con seis pares de alas llenas de ojos

que indican la revelación (Isaías 6, 1-3). En el extremo

superior dos serafines son los testigos-ejecutores de la

escena.

En un nivel intermedio se encuentran, enmarcados por arcos y columnas, las figuras de

santo Tomás, san Bartolomé y la virgen María (en actitud de plegaria y ofreciendo, con

su mano izquierda, un plato con ascuas encendidas, signo externo de la luz que viene a

este mundo, la palabra hecha carne), san Juan, san Jaime y un personaje no identificado,

quizás san Felipe; todos llevan un libro, lo que les sitúa en el contexto del magisterio

doctrinal de la iglesia. El conjunto de la Virgen y los apóstoles evoca la imagen

apocalíptica de la Iglesia esperando la parusía. Los arcos pintados imitan arquitecturas

figuradas y descansan sobre capiteles también pintados de carácter vegetal. Las

columnas imitan el mármol con un dibujo ondulado. En la parte inferior, están

representados unos cortinajes.

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La figura de la virgen ha sido cuidadosamente tratada: sus carnaciones, de un ocre

denso, presentan unos pequeños toques de blanco que le confieren una textura

pulimentada; un trazo negro dibuja la silueta de su manto azul sobre una superficie

también azul diferenciando, así mismo, ambos planos; la toca, que compensa la

estilización de su rostro, es blanca sobre el blanco de su nimbo. Todo apunta a una

búsqueda de armonía, simplicidad y soluciones estéticas.

El conjunto está estructurado siguiendo un eje vertical de simetría, subrayado por la

ventana del centro, que está contrarrestado por tres espacios horizontales (diferenciados

por franjas y por la temática) que recorren el ábside. Este eje vertical es la altura de un

triángulo equilátero, con un vértice en los cabellos de Cristo y la base en su cintura. A

pesar de la aparente simetría (por la disposición de ambos brazos), el equilibrio se

consigue compensando el peso de la superficie blanca del libro con la del brazo

levantado. La alfa y omega (Cristo como centro del tiempo, como principio y fin de la

historia) remarcan este equilibrio simétrico; aparecen como lámparas votivas sobre el

altar, y por su sentido y por las fuentes literarias, introducen el carácter apocalíptico en

la escena (Apocalipsis 1,8: "Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios; el que es, el

que era y el que viene, el Todopoderoso").

Uniendo los nimbos blancos de los personajes de la izquierda de la mandorla y hacemos

lo mismo con los de la derecha, obtenemos dos triángulos que nos conducen

visualmente al nimbo de Cristo. Todos los nimbos quedan resaltados por el color oscuro

de las bandas del fondo. Los círculos configuran otro elemento compositivo: la

mandorla, las arcuaciones del espacio central, los círculos de los evangelistas, los

nimbos de los santos y ángeles... Parece como si el esquema compositivo su hubiera

construido mediante círculos concéntricos, con centro en la parte inferior de la ventana

(la parte superior de la mandorla, el arco del cielo donde está sentado Cristo, la

semiesfera de la tierra... responden a arcos de circunferencias concéntricas que

organizan la composición). Esta estructura geométrica permite una lectura fácil y

ordenada de los temas y, a su vez, una lectura simbólica: el triángulo es la

representación de la Trinidad y de la perfección, y el círculo de la eternidad. Y el

conjunto representa el retorno triunfal de Cristo al final de los tiempos, evocado a través

de la visión de san Juan.

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La figura de Cristo en Majestad es el centro geométrico y temático de toda la

composición. Su protagonismo está potenciado por su tamaño, su cromatismo y su

gesticulación. Está concebido como un emperador bizantino con un rico vestuario y un

gesto autoritario que resume las atribuciones propias de los emperadores: impartir

justicia, otorgar favores, dictar leyes, atributos que tendrá Cristo en su venida

apocalíptica.

CONCLUCIONES

La perfección del ábside de San Clemete de Tahúll se explica por la simbiosis de un artista

excepcional y una tradición tenaz de búsqueda de recursos expresivos de varias escuelas. Tres

corrientes artísticas han de señalarse en el camino que desemboca en esta obra maestra: la

bizantina, con su espiritualidad solemne, difundida por todo el Mediterráneo y que el artista

aprendió en Italia; la árabe, con su caligrafía ornamental, que rompe el hieratismo de las

fórmulas bizantinas, el clasicismo paleocristiano y la mozárabe, que en las miniaturas del Beato

de Liébana ha conseguido con su sinceridad naturalista dotar a los rostros de una fuerza

expresiva poderosa. Cuando finaliza el siglo X en el monasterio de Ripoll se ha formado una

escuela de miniaturistas catalanes y de otras regiones, que son capaces de fundir estas

corrientes, y de raíces tan variadas se nutre el pintor de San Clemente, quien asume y eleva

todos los ensayos del arte anterior.

En principio un ábside ofrece una superficie poco propicia para la expresión plástica, pero los

artistas románicos aprendieron a convertir su curvatura en un recurso intensificador y se

sintieron tan cómodos para diseñar sus composiciones como en una superficie plana. Y su

función de cabecera de la iglesia, cobijadora del altar y punto de referencia de los ritmos de las

naves, convirtió al ábside en el lugar clave de las representaciones iconográficas. A veces se

distinguen tres zonas: la superior, el cielo, con Cristo Majestad y los Evangelistas; en medio, la

Iglesia con la Virgen y Apóstoles; en una franja inferior, más estrecha, la Tierra, con símbolos y

juegos de colores.

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Webgrafía

Abside de la iglesia de San Clemente de Tahull, Curs d'Història de l'Art Universal - Art on line

Las pinturas de San Clemente de Tahull, Enseñ-Arte, por Juan Diego Caballero

El ábside de san Clemente de Tahull, po Enrique Valdearcos Guerrero

Las iglesias románicas del Valle del Boí, por J. Diez Arnal

Pintura mural romanica, por Mª Mercè Riera i Arnijas

Pinturas de San Clemente de Tahull, Wikipedia

Iglesia de San Climent de Taüll. Maiestas Domini , ArteHistoria

Saint Climent de Taüll, www.1romanico.com

" Pantocrator ", de San Clemente de Tahull , www.imageandart.com, por

http://www.arteguias.com/pintura.htm

http://www.lasalle.es/santanderapuntes/arte/romanico/pintura/tahull_san_clemente.htm

http://aprendersociales.blogspot.mx/2007/12/el-pantocrtor-de-san-clemente-de-tahull.html

http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/percepcions/perc31.html

BILIOGRAFIA

Alvarez Lopera, J. (1991), La pintura: de la prehistoria a Goya. Vol 5 de la Historia del Arte. Barcelona. Carroggio S.A. de Ediciones.Catalunya Romànica. Vol. XVI. La Ribagorça. 1996. Barcelona. Fundació Enciclopèdia Catalana. Pág. 243-250Carbonell, E. (1984), La pintura mural romànica. Barcelona. Amelia Romero ed. Dalmases, Núria de, y José Pitarch, Antoni (1986), Els inicis i l'art romànic, segles IX-XII. Barcelona. Ed. 62Sureda, Joan (1981), La pintura romànica a Catalunya. Madrid. Alianza ed. Col. Alianza Forma 17