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LA HISTORIA DE ADÁN Y EVA Escrita y dibujada por Ingrid af Sanderberg y Britta Ring. Traducida y adaptada por el Feminario de Alicante. Érase una vez un niño y una niña. Aquí están en la matriz de sus madres. Nadie era capaz de distinguir quién era el niño y quién la niña, pero nosotras sí lo sabemos por los símbolos. La niña está a la izquierda y el niño a la derecha. Cuando nacieron les pusieron por nombres ADÁN Y EVA Se encontraron por primera vez en la playa. Todavía se parecían muchísimo; pero ya existían un par de pequeños detalles que los diferenciaban. No tardan mucho en evidenciarse las diferencias del ambiente y la educación. Ahora ya no podemos equivocarnos. Está claro quién es la niña y quién el niño. Eva está a gusto en la cocina ayudando a mamá, quien la elogia por ser tan buena y ayudarle en las tareas de la casa.

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LA HISTORIA DE ADÁN Y EVA

Escrita y dibujada por Ingrid af Sanderberg y Britta Ring. Traducida y adaptada por el Feminario de Alicante.

Érase una vez un niño y una niña. Aquí están en la matriz de sus madres. Nadie era capaz de distinguir quién era el niño y quién la niña, pero nosotras sí lo sabemos por los símbolos. La niña está a la izquierda y el niño a la derecha. Cuando nacieron les pusieron por nombres

ADÁN Y EVA

Se encontraron por primera vez en la playa. Todavía se parecían muchísimo; pero ya existían un par de pequeños detalles que los diferenciaban.

No tardan mucho en evidenciarse las diferencias del ambiente y la educación. Ahora ya no podemos equivocarnos. Está claro quién es la niña y quién el niño.

Eva está a gusto en la cocina ayudando a mamá, quien la elogia por ser tan buena y ayudarle en las tareas de la casa.

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Adán juega con pistolas, como los demás niños de su edad, y lee tebeos, mientras su papá hojea el periódico. Ha aprendido que los chicos deben aguantar y ser duros; no darse por vencidos. Eso de llorar, es cosa de niñas.

Eva lee novelas rosas y tiene sueños románticos sobre lo que será su vida de mayor. Trabajará su tiempo en alguna oficina hasta que encuentre a su gran amor: un médico muy apuesto. Cuando se case, sólo se ocupará de la casa, de su marino y los niños. Dedica mucho tiempo a su cuidado personal y apariencia. Intenta ser dulce y encantadora. Es una chica, lo más importante es ser buena, dice su abuela.

Los sueños de Adán no tienen nada de románticos. Se interesa por todo lo que puede manipular, montar y desmontar, y por todo lo que hace ruido. Se siente un poco tímido con las chicas; pero lee revistas «porno» a escondidas y alardea con los amigos de sus conquistas. De mayor será ingeniero, o dirigirá una gran empresa.

El tiempo pasó. Adán y Eva se encontraron y... se enamoraron locamente. Adán no llegó a ser ingeniero, ni Eva encontró a su médico; pero Adán era un buen trabajador que ganaba lo suficiente para mantener a su familia. Por tanto, su mujer no tendría que trabajar.

La boda fue preciosa, como en un cuento de hadas. Delante de sí tienen toda una vida.

Todo es ideal, y su relación está llena de intimidad y ternura.

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Adán siente tener que dejar a su mujer par ir al trabajo. Pero... el deber le espera.

Cuando vuelve del trabajo, Eva le espera con una suculenta comida. Todo es cálido entre ellos. Adán repone sus fuerzas, y comenta las incidencias de la jornada.

Adán tampoco descuida los detalles y demuestra a su mujer, tan pequeña y tan dulce, lo mucho que la recuerda.

El idilio llega a su cenit cuando tienen a su primer hijo. Imaginamos que es niño, porque las cintas de sus pañales son azules. ¡Sí!; tuvieron un hijo. Es guapísimo. Se parece a su papá.

Pero ¿quién podía imaginarse que este pequeñín indefenso podía romper el idilio? Cuando Eva, medio dormida, se levanta a coger al niño que llora, se siente sola, abandonada. Pero es necesario que Adán duerma, que reponga fuerzas. Mañana ha de rendir en el trabajo.

En torno a la mesa del desayuno no existe ya ese ambiente ideal de compañerismo, ternura e intimidad.

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Adán hace algunos tímidos intentos de ayudar a Eva con el niño; pero es un poco desmanotado, y Eva le dice que lo deje, que ella va más rápida.

Cuando Eva empieza a interesarse por las clases nocturnas que sigue Adán, él le dice: Haz café, y no emplees tu linda cabecita en estas cosas.

La verdad es que Eva es muy capaz de sacar adelante la casa y los niños; pero hay que ver lo poco que sabe del mundo exterior. Tendrías que leer los periódicos, y estar al día, le dice Adán.

Los niños están llorando. Mira lo que dice el Dr. Spock que debe hacerse para criar bien a los niños, le dice Adán.

Bueno...; pero qué sabes tú de esto en la práctica, le replica Eva.

El mundo de Adán y el mundo de Eva son tan diferentes que los temas a tratar escasean. No se interesan por las mismas cosas. Y el silencio y la soledad sustituyen a la intimidad.

La familia está reunida para desayunar; pero en realidad ella está sola con los niños, y él... solo con el periódico.

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Eva se siente aislada y muy cansada. Sólo tiene tiempo de ocuparse de los niños y de la casa. Hay que comprar, lavar, fregar, planchar, hacer la comida, las camas, y vuelta a empezar. Nunca se acaba el trabajo. Y los niños necesitan a alguien que esté con ello.

Adán vuelve del trabajo...: ¡Qué desorden!, dice.

Adán no comprende la situación. No la comprende, porque no la comparte, y le dice a Eva: ¿Todo el día en casa y no has tenido tiempo de coserme el botón?

El mundo de Adán es totalmente diferente al de Eva, es un mundo muy duro y ruidoso, prácticamente masculino. En la fábrica es necesario rendir al máximo desde que entras hasta que sales. Es un mundo competitivo, donde no caben las esposas y los hijos. Por eso, ante la llamada de Eva, le contesta:

¿Es necesario que me llames al trabajo para una cosa así?

Adán telefonea a Eva: Esta noche llegaré tarde, le dice. Adán emplea su tiempo libre entre el Sindicato y el Partido. Es un buen elemento, y sus compañeros confían en él; pero...

Tiene mala conciencia porque no le dedica atención a sus hijos. Papá no tiene tiempo...

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Alguna que otra vez saca tiempo para atenderles. Por ejemplo, para arreglar la bicicleta de Ana.

Tú tienes que arreglártelas solo: un chico ha de saber arreglar su bicicleta.

A veces se va con el chico al fútbol.

Me llevo al chaval.

Los niños han empezado a ir al colegio, y Eva se busca un trabajo por horas en una tienda cercana. Desea tener un poco de dinero propio y encontrarse con compañeros.

Pero es un gran esfuerzo encontrar tiempo y energías suficientes como para llevar adelante, tanto el trabajo en casa como el de fuera de casa, y su atención se encuentra muy dividida.

Ni Adán ni los niños están acostumbrados a trabajar en la casa. Siempre se lo han dado todo hecho, y encuentran muy natural que sea Eva la que encargue de todo.

Eva está muy cansada. ¿Quién se encarga de reponer sus fuerzas? ¿Qué tiempo le queda para ella? Una compañera soltera le dice: ¡Qué bien trabajar sólo unas horas; tendrás tiempo para lo que quieras!

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Eva decide pedir a los niños que la ayuden.

Tengo mucho trabajo; podríais ayudarme un poco...

Yo no sé fregar, le dice su hijo. Eso es trabajo de chicas.

Pues pasa el aspirador... le dice la madre. ¿Yo? ¿Por qué? Papá no lo hace.

Mamá no tiene tiempo; cóseme tú el botón.

La situación es tensa, y todos los miembros de la familia sufren.

Ahora mismo tengo una reunión y la comida todavía no está lista...

Surgen las discursiones. Están irritados.

Vamos a parar un poco. La familia de Adán y Eva está pasando una crisis.

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Necesitan ayuda.

Discutamos qué deben hacer.