Upload
marciano-incierto-obdulio
View
32
Download
1
Embed Size (px)
Citation preview
VENECIADe Jorge Accame
PERSONAJES Gringa, madama Rita, Graciela y Marta, las chicas Chato, cliente Don Giacomo, antiguo amante de la Gringa
Patio de vivienda precaria. Dos salidas: una a la calle; otra hacia el interior de la casa. La Gringa escapa hacia la calle con su bastón. Marta entra a buscarla, la alcanza y la conduce hacia adentro. La Gringa se resiste un poco) pero finalmente se deja arrastrar por Marta: Salen.
Chato.- (entra desde la calle, trae un órgano electrónico) ¡Chicas! ¡Chicas! ¡Rita! (entra Rita)
Rita.- ¿Qué hacés, Chato? Chato.- Mirá el aparato este. Rita.- ¿Y eso? Chato.- - Está churo ¿no? Rita.-A ver, vení, apoyalo acá (le despejó a la mesa). ¿De dónde lo
has sacado? Chato.- Me lo ha prestado el gordo Sarapura. Mirá lo que es,
vamos a hacer capote con el aparato. Rita.- ¿Vos sabés tocar? Chato.- Claro; me enseñó mi abuelo a tocar el acordeón. Este es
más largo, hay que practicar más.Rita.-Voy a llamar a la Graciela para que venga a bailar. (Hacia
adentro) ¡Graciela! ¡Vení, que llegó el Chato! (entra Graciela)
Graciela.-Hola, Chato. (Sorprendida al ver el órgano) ¿Y eso? Chato.- ¿Has visto? Es electrónico, me lo ha prestado el gordo
Sarapura, me ha dado las instrucciones el gordo (busca en el bolsillo, se juntan los tres frente al órgano). ¡Uh! He lavado la campera y se me ha mojado el papelito. ¿Y ahora? Algo vamos a rescatar (lee) El rojo, no. (A Graciela, que quiere tocar el botón rojo) No. Poverone, esta hay que tocar: Pover, corré el Pover (prueban el teclado y suena).
Rita.- Bueno, vamos a bailar, Graciela. ¿Practicaste en el espejo como te dije?
Graciela.- No. Rita.- Pero si te he dicho. ¿Y ahora cómo vamos a bailar? No te
voy a decir los pasos de nuevo, ya te dije. Vos me seguís y hacés lo que podés. ¡Vamos, Chato!
Chato.- Pará, que voy a arreglar la partitura. Atentas, va (Chato toca una melodía popular y las chicas bailan, Marta ha entrado y las mira; termina el baile, se hace un silencio, las chicas se separan y descansan). ¡Qué lindo como han bailado! Los changos las van mirar con los ojos como huevos fritos. ¿Se van a poner ropa?
Graciela.-Una ropa negra con lentejuelas que le ha cosido la Rita, todo por aquí (señala el pecho).
Chato.- (a Rita) ¿Vamos? Rita.- ¡Qué! ¿Ahora? Chato.- Y sí, ahora. Rita.- Pero si ya anoche te he dado... Chato.-Oh, pero ha sido anoche. Además tengo ganitas ahora. Rita.- Esperá hasta más tarde, ¿meta? Estoy cansada. Recién
terminé de bailar. Chato.- (se enoja) Ah., no. Hay que respetar los arreglos. Ustedes
me pidieron que les toque el organito para el número musical, yo les toco el organito para el número musical, pero ustedes (hace gesto).
Rita.- (se mira con las otras chicas) Puta (se levanta). Chato.-No, así de mala gana, no. Graciela.- Qué, ¿sos fino ahora? (se levanta) ¿Querés conmigo? Chato.- (asiente) En la variación está el busto (aparece la Gringa
con una valija interrumpiendo. Se lleva por delante una silla con ropa y la tira al suelo).
Graciela.- ¿Qué hace, Gringa? Ha tirado toda la ropa. Gringa.- No me voy a poder rajar nunca de acá (Graciela levanta
la ropa y Rita sienta a la Gringa en una silla. Graciela se acerca y la Gringa la toca con una mano) ¿Quién sos vos?
Graciela.- Graciela, la chica nueva. Gringa.- Ah ¿Graciela? ¿Qué hacés aquí, hija? Graciela.-Estoy trabajando, hay que darle de comer a los
músicos. ¿Y Ud., Gringa? Gringa.- Yo, aquí estoy, esperando el barco. Graciela.- ¿Qué barco? Gringa.- El Giuglio Césare. Graciela.- ¿Qué es eso? Marta.- Vieja, terminala con esa historia de Venecia. Chato.- Graciela... vamos. Graciela.- (al Chato) Pará un cachito. (A Marta) ¿Qué historia de
Venecia? Marta.-Hace rato le da. Sale con la valija, se para ahí y dice que
está en el puerto esperando el barco. ¿Qué, no la has visto nunca?
Graciela.-No. Marta.- Ah. Claro, corno la señora se levanta clientes con plata y
desaparece por varios días... Graciela.- ¿Qué querés decir? Marta.-Eso, nomás. Que la señora no tiene clientes, tiene novios. Graciela.- ¿Y eso a vos qué te importa? Yo aporto guita igual ¿o
no? Rita.- (a Marta) Dejala tranquila. A su edad vos hacías lo mismo. Marta.- ¡A su edad, a su edad! ¿Y qué te metés vos, si yo estoy
hablando con ella? Chato.- (a Graciela) Graciela, ¿vamos? Graciela.-(a Chato) Dejame, boludo, ¿no ves que estoy peleando?
(a Marta) ¿Qué tenés en contra mía?Marta.- ¿En contra tuya? Graciela.-Sí, sí, en contra mía. ¿Te crees que no me he dado
cuenta? Desde que empecé a trabajar acá que parecés una víbora enroscada esperando para picarme.
Marta.- Oh ¿qué le pasa a esta? ¿Te pensás que sos tan importante? Para que te lo sepás ni me enteré cuándo llegaste.
Graciela.- ¡Sí, cómo no! Se te caía la baba, mirándome los zapatos rojos.
Marta.- ¿Qué zapatos? Graciela.- No te hagás la idiota. Los zapatos rojos con hebilla
dorada. Chato.- Graciela, dale, terminen... Graciela.-(al Chato) Papi, qué cargoso... ¿No tenés nada mejor que
hacer? Chato.- ¿Cómo, nada mejor que hacer? Mamita, te estoy
esperando. Graciela.- Hacemos una cosa. . . andá, que yo después te voy a
buscar. Chato.- Uh, ustedes dos están cortadas por la misma tijera, no
quieren cumplir los arreglos. Ni mierda les voy a tocar el organito (alza el órgano, Rita se lo quiere sacar y tironean; la lleva arrastrando).
Rita.- (suplica) No, vení. No te lo llevés. ¿Con qué vamos a bailar? Chato.- Con la radio bailá. ¿Ustedes qué se creen, que yo estoy
acá porque ustedes están para usarse? Yo estoy acá por afecto (sale hacia la calle y Marta corre tras él).
Rita.- (enojada, saliendo hacia el interior de la casa) ¿Ves, Graciela? Y ahora ¿cómo vamos a bailar sin música? Yo no bailo nada. Ya le había cosido las lentejuelas a la ropa...
Marta.- (volviendo, ve que la Gringa quiere prender un cigarro y se lo quita) ¿Qué hacés? ¿Te querés prender fuego? Ya incendiaste la cortina de tu pieza.
Gringa.- ¡Salí de acá, yegua! Marta.- Tan buena que eras (Graciela se sienta cerca y comienza
a pintarse las uñas). Gringa.- No me voy a poder rajar nunca de aquí. Si estuviera don
Giacomo para ayudarme. Don Giacomo sí que era un caballero. Me decía: "Clavelito, la voglio portare a Venezia". Decía: "Tutto il mondo é bello, tutto, peró ce una cittá piú bella. E una cittáfatta sull'acqua.
Graciela.- No le entiendo una mierda de lo que está diciendo. Gringa.- Que está hecha sobre el agua. Graciela.- ¿Qué cosa? Gringa.- Y Venecia ¿de qué estamos hablando? Y me decía que la
gente no va en automóvil; que va en barco, en góndolas... Rita.- (desde adentro) Chicas, ¿ya le han dado de comer a los
perros? Graciela.- (se levanta, interrumpiendo a la Gringa) ¡Sí, Rita, les
he dado yo! Gringa.- ... mientras los enamorados se miran a los ojos. Después
el tano ponía música y bailábamos. Y después... ya no me acuerdo más. Pero me ha perdonado tutto... aquí me lo dice, en sua carta.
Graciela.- ¿Y Ud. qué le ha hecho? Gringa.- Yo le he hecho cada perrada (busca en el bolsillo Y saca un
papel). Aquí me dice: "Clavelito, yo la perdono, la amo, y l´aspetto a Venecia". Firmado: "Don Giacomo".
Graciela.-A ver. Gringa.- No, son cosas mías, personales. Chinita, ¿vos me
ayudarías a ir a Venecia? (entra Chato de la calle, lanza miradas de reproche con Graciela y Hita. Rita sale hacia el interior de la casa)
Graciela.- No, Gringa, qué Venecia; hay que laburar. Gringa.- Laburar, laburar, laburar, ¿Y el amor? ¿Vos no sabés qué
es el amor? ¡Qué va a saber! Rita.- (al Chato) Qué, ¿no te habías ido? (Chato se acerca
lentamente, mirando fijamente a Rita y recoge un bolsito que se olvidó en la silla. Lo toma y se vuelve a ir. Marta se lo impide y lo lleva hacia adentro).
Chato.- Tienen el corazón de hielo las chicas. Me quieren por mi dinero (sale con Marta).
Graciela.-(a la Gringa) ¿Cómo es eso del tano Giacomo?
Gringa.-(a Graciela) Hace muchos años yo bajé a Buenos Aires, lo conocí en el Teatro. El tano era buen mozo, alto, un caballero. En esa época yo bailaba danzas españolas y me llamaban La Clavelito.
Graciela.- ¿La Clavelito, Gringa? Qué nombre se fue a buscar. ¿Ud. bailaba?
Gringa.-Claro. Yo bailaba muy bien, trabajaba en el teatro Politeama. Bailaba con un vestido rojo lleno de volados, tenía repertorio y todo (Quiere mostrarle a Graciela cómo bailaba, gira y se cae; Graciela la sostiene y la sienta en la silla; entra Rita cantando distraídamente).
Graciela.- (a Rita) Era artista en Buenos Aires, la Gringa... Rita.- Qué va a ser artista. Gringa.- Callate; chinita de mierda. Qué sabés vos. (A Graciela)
Don Giacomo tenía unos ojos azules, un bigote finito. Me agarraba de la cintura, me llevaba al balcón y me cantaba canciones de amor (tararea recordando). Me hablaba de Venecia y de un cofre.
Gringa.- ¿Cómo, de un cofre? Gringa.- Una caja, llena de joyas, monedas de oro, pinches de
corbata. Graciela.- ¿Oro? Ah, entonces no era sólo "amore" con ese
Giacomo. Gringa.- No diga eso. Yo a ese hombre lo quería. Estaba enamorada. Graciela.- ¿Y el oro? Gringa.- Se lo choreé. Al primer descuido, me rajé a Jujuy con la
guita. Lo dejé en pelotas al pobre tano, con el cofre lleno de bombachas y medias caladas.
Graciela.- ¿Qué? ¿Le ha robado todo? Lindo c1avelito le resultó al pobre.
Gringa.- ¿Y con qué te creés que he levantado la casa? ¿Y las piecitas donde ustedes trabajan, el gallinero? (se lamenta) Soy una puta vieja, pero voy a ir a Venecia. Porque él me ha perdonado, lo ha escrito en la carta: "Clavelito, yo la perdono y la espero en Venecia", firmado "don Giacomo".
Graciela.-A ver... Gringa.- ¡No, no! Tan bueno ha sido este hombre, y tan confiado,
que un día me ha llevado a la pieza y me ha dicho mostrándome el cofre: "Clavelito, este es el dinero ganado con el laboro de tutta la mia vida; e per noi. Voglio che li tenga lei". Mirá qué hombre generoso que era y yo me he portado mal con él. Pero te juro que voy a ir a Venecia antes de morirme.
Graciela.- (calmándola) Bueno, Gringa, si usted quiere ir, va a ir.
Gringa.- (reacciona) ¿En serio, Gracielita, me vas a llevar a Venecia? A Venecia, la ciudad del amore.
Graciela.-Tranquila, Gringa. N o se ponga así. Gringa.- Bueno, vamos entonces, que ya debe de estar por llegar el
Giuglio Cesare. Graciela.- ¿El Yulio Chésare? ¿Y eso qué es? Gringa.- El barco. Un barco enorme, que navega por el océano
como una ciudad con todas sus luces encendidas. Don Giacomo decía que a Venecia se va en el Giulio Cesare.
Graciela.-Pero no, Gringa. ¿Cómo va a venir aquí un barco? ¿No ve que estamos en Jujuy, entre los cerros? ¿Por dónde va a entrar el barco? Ahora se viaja en avión.
Gringa.- ¿En avión? Graciela.- En avión. ¿No es cierto, Rita? (Rita asiente). Gringa.- Bueno. Vamos en avión. Yo no soy pretenciosa. Graciela.- Rita, llevala a descansar, prendele la radio (Rita torna
a la Gringa de un brazo y la conduce adentro). Gringa.- (se detiene) Gracielita, no te vas a olvidar de llevarme
(salen, Graciela sigue pintándose las uñas, Marta se maquilla, vuelve Rita y se sienta).
Rita.- Graciela, ¿qué le decís vos a la Gringa? ¿No ves que está...? (hace gesto para mostrar que está perdida. Silencio largo).
Graciela.- ¿Y qué hacemos? Marta.- ¿Cómo qué hacemos? Graciela.- Que la Gringa quiere ir a Venecia. Marta.- ¿Y? Graciela.-La llevemos. Marta.- ¿Estás loquita, vos? Solamente a esta caída del catre se le
podía ocurrir dar le bola a la vieja. Graciela.- ¿Por qué? ¿Queda muy lejos eso? Marta.- No sé. Graciela.-Y bueno, averigüemos. Marta.- Che, Rita, ¿vos sabés dónde queda Venecia? Rita.- No.Graciela.-La Gringa dice que ahí las calles son de agua. Marta.- ¡De agua! Graciela.-Sí, Y que la gente anda en bote. ¿Qué, vos no escuchás
cuando habla la Gringa, no es cierto, Marta? Marta.- Mamita, la vieja está mal de cabeza. No podemos estar
escuchando todas las macanas que dice... Rita.-Las que estamos mal de la cabeza somos nosotras. ¿Cómo la
vamos a llevar a Venecia? Hay que laburar.
Graciela.-Laburar, laburar... dice que Venecia es la ciudad del amor.
Rita.- (irónica) ¡Del amor! Marta.- ¿Y le has creído? Graciela.- (molesta) Qué hay, ¿ustedes no creen en el amor? Rita.- Dejá de joder. ¿Qué tiene que ver la Gringa con esas cosas? Marta.-· (a Rita) Pará, Rita. Qué hablás de la vieja ¿Acaso ella no
te recogió, cuando tus tatas han muerto en el accidente? Tus hermanos y tus tíos te dejaron solita en el cerro, ni un maíz tenías. ¿Ahora qué decís de la vieja?
Rita.- ¿.Y a vos, qué? ¿Quién te crió cuando tu vieja te ha botado en la calle porque decía que vos te lo querías... al novio de ella y la Gringa te encontró en la Plaza, allá en Buenos Aires, y te trajo para acá?
Marta.-Con mi finada no te metás. Graciela.- (separándolas) A ver, chicas ¿Y eso qué es? La Gringa
las recogió, les dio el techo, la protección... Marta.- No sé. Rita.- Es verdad.Marta.- Uy, qué quilombo de nombres. Buscá Venecia. Graciela.-A ver. Guyana Francesa. Venezuela. Por acá debe andar
Venecia, con la v. Colombia... Marta.-Se va de la letra. Rita.- Qué despelote. No está Venecia. (A Graciela) Vos buscá por
allá y nosotras buscamos por acá (entra el Chato). Chato.- Dale, Rita, apurá. Graciela.-Ah, Chato, vení (el Chato se-acerca). Chato.- ¿Qué hay? Rita.-Vení, ayudanos. ¿Sabés dónde queda Venecia? Chato.--- ¿Venecia? Puede ser. Marta.- Dale, negro. Ayudá. Chato.- ¿Para qué quieren saber dónde está Venecia? ¿Van a
viajar, acaso? Graciela.- ¿Qué te importa? La tenemos que llevar a la Gringa.
Vení. Chato.- No me acuerdo bien. Rita.- Dale, Chato. Acordate (se le cuelga del cuello). Chato.- Me estoy acordando de algo. Marta.- Dale, Chatito (lo agarra del cinturón). Chato.- Ahora me acuerdo un poco más. Graciela.- (le pone una mano en su pecho) ¿Dónde queda Venecia? Chato.- ¡Ya me he acordado! Está en Europa, en Italia, es una
ciudad. La he visto el otro día en un programa de televisión... Graciela.- (lo aparta) Muestre en el mapa.
Chato.- (busca unos segundos y señala) Aquí está. Marta.-Y nosotros, ¿dónde estamos? Chato.- ¡Uh, nosotros…! (señala) Aquí. Graciela.- (lee) Ju-juy. Chato.- San Salvador. Rita.- ¿Y esto azul qué es? Chato.- Agua. Marta.- La puta. Graciela.- ¡Cuánta agua! Marta.- ¿Y esto marrón? Chato.- Tierra. Graciela.- ¿Y lo verde? Chato.- Tierra con yuyo. Rita, ¿vamos ahora? Rita.- Aguantá un cachito. Chato.- Graciela (en voz baja y le hace una seña). Graciela.- (va hacia él) ¿Qué querés? Chato.- ¿Le falta mucho a Rita? Graciela.- Corno media hora. ¿Por qué? Chato.- ¿No querés venir vos? Graciela.-Por seis y tocás el organito para el número musical. Chato.- Meta. Graciela.- Bueno, pero rapidito, ¿eh? Chato.- No, rapidito no me gusta. Graciela.- Estás perdiendo tiempo, papito (salen ·Graciela y Chato). Rita.- (los escucha reírse y se levanta furiosa) Qué hija de su mama,
la Graciela. Mirá, Marta, me anda sacando todos los clientes, qué ingrata que es conmigo. Porque yo la traje acá. ¡Graciela, salí de ahí! ¡Graciela, salí ya!
Graciela.- (volviendo) ¡Qué tanto escándalo! ¿No ves que estoy trabajando?
Marta.- ¿Ya está? Graciela.- Calidad y eficiencia, mamita. Rita.- Siempre la misma a busca, vos. Esos cinco pesos eran míos. Graciela.- Oh, qué. Si vos no los querías. Rita.- No es que no los quería. Estábamos mirando el mapa. Graciela.- Y bueno. El hombrecito se estaba por desmayar. Un acto
de caridad (el Chato vuelve a escena lentamente, despeinado, se sienta en una silla y suspira).
Marta.- (a Chato) Negro, ¿y cómo es, Venecia? Chato.- (reaccionando del éxtasis) ¿Eh? (alza los hombros) Linda
es Venecia. Tiene las casas viejas y las calles de agua, como dice la Gringa. Y nieva.
Marta.- ¿Nieva? ¿Y por qué?
Chato.- No sé. Pero nieva. Nieva sobre las casas y la gente. Bueno, mi televisor anda medio mal, capaz que no era nieve, sino esos puntitos blancos que aparecen y hacen ruidito: quishshshsh. No sé si nieva o no nieva.
Marta.- La vieja tiene un disco que habla de Venecia. Siempre lo escucha en el combinado.
Rita.- Ah, sí. Ya sé cuál es (canta desafinadamente Venecia sin ti). Qué profunda emoción, recordar el ayer, cuando toda Venecia me .hablaba de ti... (Chato silba la misma canción; las chicas hacen silencio para escucharlo)
Rita.- (emocionada, cuando el Chato termina de silbar) ¡Qué bien chiflás!
Chato.- (con intención, despidiéndose) Otro día te chiflo más (apagón).
Entra Marta con una cacerola y una radio. Se sienta. Entra Chato.
Chato.- Qué hacés, Marta. ¿Vas a cocinar? Marta.-Voy a hacer sopa. Chato.- Qué rico. Y ¿cómo andan los preservativos, digo, los
preparativos? Marta.- Como para machos. Ya sabemos todo de Venecia. Chato.- A la mierda. ¿Todo? Marta.- Si todo. Sabemos que está en Italia. Chato.- ¡Qué pícara! Eso te lo he dicho yo. Marta.- Oh, bueno. Pero sabemos que allá la gente habla el
italiano. Chato.- Gran cosa lo que has averiguado. Marta.- Si. Porque si vas allá y no sabés hablar el italiano, no te
entienden nada. ¿Y vos sabés hablar italiano? Chato.- Por supuesto que hablo italiano. Es bien fácil. Tenés que
ponerle una i o una e a todo lo que decís. Y ya estás hablando italiano. Si vos querés decir por ejemplo: "¿Querés pinchar?", tenés que decir: "¿Quére pínchare?". También tenés que cambiar la e por ch. Si querés decir "Cuesta quince pesos cada (hace gesto con la mano)", se dice: "Cuesti quinche pesi cadi (hace el mismo gesto con la mano)" y ya hablás italiano.
Marta.- Mirá vos. Anotame para cuando vaya. Chato.- ¿Vos querés que te haga un vocabulario para que vos te
podás expresar? (entran Graciela y Rita) .Marta.- ¿Cómo les fue? Graciela.- ¿Sabés cuánto cuesta el boleto a Venecia? Marta.- ¿Cuánto?
Graciela.-Decíle. Rita.- ¡Qué sé yo! Una carrada de guita. Como 700 clientes (se
quedan las tres en silencio, contrariadas). Marta.- ¿Entonces no vamos a Venecia? Rita.- Y, no. Marta.- Pero, chicas, ya le dijimos a la Gringa. Le prometimos
llevar la. Se ilusionó con todo lo que vos le dijiste, Graciela. Graciela.- Oh, qué te hacés ahora, vos, Marta, que eras la primera
en decir que la Gringa estaba loca y que no había que darle pelota (silencio).
Marta.- Ya está. Paren, chicas, paren, paren. Ya sé cómo vamos a hacer. Vamos a ir las cuatro y no nos va a costar nada.
Graciela.- ¿Ah, sí? ¿Qué? ¿Vas a meterte en política? Marta.-No, a mí no me agarran más. Rita.- ¿Entonces? Marta.-Ustedes cállense y háganme caso. Graciela.- ¡Ah, tomá! ¡Seguro que querés vender nuestros
órganos! Marta.- ¿Estás revirada? ¿Quién va querer un órgano tan
gastado? Graciela.- (enfrentándola) Oh, qué pícara que sos Rita.- (la contiene) Dale, Marta, decí lo que estás pensando.Marta.- Está bien. Escuchen. ¿A Venecia hay que ir en avión?
Bueno. Vamos a hacer nosotras el avión. ¿En Venecia hay calles de agua? Vamos a hacer nosotras las calles de agua.
Graciela.- ¿Qué? ¿Te re chiflaste? Marta.- La vieja está ciega ¿o no? Graciela y Rita.- ¿Y? Marta.-La llevamos al Lago de Popeye. Pero la Gringa se va a
creer que está en Venecia. Graciela.- ¿Al Lago de Popeye? (Marta asiente, Rita la mira)
Pará, ¿cuál es el Lago de Popeye? Marta.- Ese que está antes de la subida de Ciudad de Nieva. Ese,
pues, donde alquilan botes. Chato.- Enfrente a Cuyaya, cerca de las paradas de colectivo. Graciela.- ¿Pero qué vamos a hacer nosotras ahí? Lleno familias,
chicos. Rita.- No. Podemos ir a la noche que no hay nadie por los
mosquitos. Chato.- Los lunes o los martes ni los mosquitos van por ahí. Rita.- ¡Cómo para machos! Marta, sos un genio. Marta.- Tenemos que conseguir algunas cosas: dos o tres
cóndores... Graciela.- ¿Para qué?
Marta.- Para cuando la Gringa crea que estamos volando, soltamos los cóndores.
Graciela.- Si la Gringa no ve ni mierda... Marta.- Para que escuche el ruido de las alas. Chato.- Para los efectos especiales. Rita.- Claro, pues. Vos anotá, Chato. (A Marta) ¿Cuántos dijiste? Marta.-Lo que haya. Rita. – Y el avión ¿dónde lo vamos a armar? Graciela.-Cierto. ¿Dónde? Marta.- Y allá, en la playa del río. Bien cerquita del Lago de
Popeye. Así apenas bajamos del avión, la tiramos a la Gringa en "las calles de agua".
Rita.- Está bien eso, ¿no? Graciela.-Bueno, vamos, vamos (Graciela y Rita salen). Marta.- Vamos ir todos a Venecia., qué joder (sale).Chato.- Qué ganas de macanear tienen estas chinitas. (Se queda
pensando) ¿Y de dónde saco yo ahora tres cóndores? (Apagón)
Entra el Chato con unos tablones, unos cajones de fruta y unas sillas y empieza a armar el avión. Entra Graciela.
Graciela.- Mirá lo que conseguí, Chato, una guía turística de Italia. Mirá está Venecia..., Roma..., Sicilia..., todo...
Chato.- A ver (se acerca). Qué bueno. Mirá. ¿Sabés qué es eso? La torre de Pisa.
Graciela.- ¿Cómo, de pizza? Chato.- No, pero no de pizza para comer. Es de bloque, nomá. Graciela.-Ah, ¿entonces por qué se llama de pizza? Chato.- No sé. Será porque está torcida. Graciela.-Uy, cierto, mirá, parece que se va a caer, ¿no? (Lee) Pisa
fue una rica y poderosa ciudad de Toscana... (Piensa) ¿Y eso que este torcida qué tiene que ver con la pizza?
Chato.- La torre de Pisa. Pisa mal y se va a la mierda. Graciela.- ¡Ah, si! Chato.- ¿Y? (le muestra lo que construyó con los tablones, los
cajones y las sillas) ¿Qué te parece? Graciela.- ¡El avión! ¡Está diez puntos, Chatito! Chato.- Mirá, con escalerita, como en la televisión -(entran Rita y
Marta con un ventilador). Graciela.- ¡Miren, chicas! Rita.- ¿Y esto? (señala el avión) ¿Qué es? Chato.- ¡Cómo qué es! ¡Qué va a ser! ¡El avión! Marta.- Está bueno ¿no?
Rita.- Total, la Gringa no ve un pomo. Marta.- Tomá, poné el ventilador por ahí. Chato.- ¿Me trajiste el prolongador para chorear la corriente? Marta.- Sí, traje todo. Y vos ¿conseguiste los cóndores? Chato.- No he podido, Marta. Fui ahí a la universidad para que
me los presten, pero dicen que no tienen, y que si tuvieran no los prestan. Dicen que los animales no son para joder.
Rita.- ¡Qué chistoso! ¿Y entonces ellos, que tienen a las pumas en una jaulita así?
Chato.- Pero (busca en el bolsillo de su bolsito) cuando venía para aquí, hondeé un loro y un tordo.
Marta.- ¿Estás loco, Chato? ¿Qué ruido vamos a hacer con dos pájaros muertos?
Chato.- Pero el loro está medio vivito... Marta.- No, salí de acá con eso (Chato mira con pena la bolsa
donde tiene los pájaros). Graciela.-Bueno, Marta, olvidate de los cóndores, que hay mucho
que hacer. Marta.-Es que yo quería que fuera todo perfecto. Rita.- Va a ser todo perfecto. Con ese ventilador que me hiciste
traer basta y sobra. Graciela.-Yo ya he hecho la comida. Marta.- ¿Para qué? Graciela.-La comida. ¿No viste en la televisión que en los aviones te
dan comida en unas bandejitas? Rita.- Meta. ¿Y qué cocinaste? Graciela.-Humitas. Rita.- ¡Qué rico! Graciela.-Sí, no te pongás tan contenta, vos, que son para hacerle el
verso a la Gringa. Marta.- ¿Qué? ¿No hiciste para todas? Graciela.-Hice pocas. No me alcanzaba para el queso. Marta.- Uh, vos, también. Graciela.- ¿Qué, yo también? A mí nadie me dio un mango para los
gastos. Rita.- Basta, che, no peleen. ¿Ya está todo? Chato.- Ya está. Rita.- Bueno, entonces vamos a buscar a la Gringa (van a salir
Rita y Marta, pero Graciela las detiene). Graciela.- ¡Chicas! ¡Si ya sabía yo que nos estábamos olvidando
algo importante! Marta.- ¿Qué, qué? Graciela.- ¡El tano, chicas! Rita.- ¿Qué tano?
Graciela.- ¡El tano Giacomo! Rita.- ¡Y qué hay con el tano Giacomo! Graciela.- ¡Cómo qué hay! ¡Que la Gringa va a Venecia a
encontrarse con él! Marta.- ¡Uy, cierto! Rita.- ¿Y de dónde sacarnos ahora un tano Giacomo? (se quedan
pensando y terminan mirando a Chato quien al darse cuenta hace gestos de negación)
Chato.- ¡La Gringa me va a querer manotear! Rita.- Si la Gringa ya no está para esos trotes. Chato.- Yo la conozco a la Gringa. Yo he debutado con ella. Marta.- Pero no. Eso fue hace años, cuando ella te echaba de acá a patadas a
todos los borrachos. Ahora necesita otra clase de amor. Le das el brazo, le decís cosas lindas en italiano, como un caballero, le decís que la perdonás. ¿Meta, negro? 'Si no, se nos va todo el plan al diablo.
Chato.- (aflojando) Bueno. Le doy el brazo y hasta ahí nomás. Pero si la veterana quiere avanzar, yo me tomo el raje.
Rita.- Bueno, listo. Vamos a buscar a la Gringa. Graciela.- ¿Cómo la traemos? Hay que hacerle creer que la
llevamos en remís al aeropuerto. Marta.-Yo ya hablé con uno de los choferes de la agencia. Es
amigo mío. Graciela.-Sí, ya sé. Ese chofer es un cliente que me choreaste el
otro día. Marta.- Mirá quién habla. ¿Y vos, ayer, mosquita muerta? ¿No me
hiciste lo mismo? Graciela.-Ah, no sé, che, ojo por ojo. Chato.- y culo por culo. Marta.- Callate vos. No te metás. Chato.- No, yo decía, nomás. Rita.- Bueno, dale, vamos a buscar ala Gringa. Marta.- Vamos. Graciela.-Pará, tenemos que hacerla dar una vuelta larga antes de
venir aquí. Rita.- ¿Y? Graciela.-Que no tenemos un mango. Marta.- Ah, dejá, yo después arreglo con el chofer personalmente. Rita.- Si es muy caro, yo también arreglo. Graciela.-Bueno, yo también puedo arreglar. Chato.- Ah, no. Yo con el chofer no arreglo una mierda. Marta.- No te preocupés. No va a ser tan caro (Salen. Apagón).
Chato acomodando las cosas. Entran Gringa, Rita, Marta, Graciela con bolsos, valijas, carteras y termo.
Gringa.- Vamos, chicas, vamos (apurada) ¿No se olvidaron ninguna valija en el remís?
Rita.- No, no, ahí las traen las chicas. Gringa.- ¿Y la caja de los remedios? Rita.- La puse en su valija.Gringa.- ¿Y la bolsa de agua caliente y el termo? Rita.-Trae la Graciela. Graciela.-Acá está. Gringa.- ¿Estamos todas? (Chato les hace señas para que suban
por la escalerita que él ha preparado; pero ellas pasan de largo)
Gringa.- Chicas, ¿ustedes están seguras de que el avión no se cae? Rita a. - Sí, gringa. ¿Cómo se va a caer? Gringa.- Todos los días se caen aviones. Yo escucho la radio. Rita.- Pero este no se cae, Gringa. Chato.- (hablando adentro de una pava) Señoras pasajeras.
Bienvenidas al Aeropuerto para partir a Venecia, Italia. Yo no sé qué esperan que no se meten de una buena vez por la escalerita.
Gringa.- ¿Y cómo saben ustedes que este avión no se cae? Graciela.-Porque es un avión especial. Gringa.- ¿Dónde está? Graciela.- Ahí, enfrente suyo. Gringa.- N o veo un carajo. Marta.- No importa, vieja, nosotras te llevamos. Cuidado la
escalerita (la Gringa sube, ayudada por Graciela, y se sienta en una silla del avión. Suben Marta y Rita).
Rita.-A ver, Gringa, a.hor a le tengo que poner el cinto de la seguridad (le coloca un cinturón alrededor del cuerpo).
Gringa.- ¿Ustedes vienen? No me van a dejar sola ¿no? Graciela.-No, para que no tenga miedo, yo me siento aquí y Ud. me
da la mano. Gringa.- ¿Y la Rita? Rita.- ¡Acá!Gringa.- ¿Y la Marta? Marta.- ¡Acá estoy! Gringa.- (suspira) Ah, menos mal. Ahora sí se puede caer el avión,
ahora sí me muero tranquila. Estamos todas juntas. Porque ustedes son como mis hijas.
Graciela.- Gracias, gringa, gracias. Marta.- (le hace una seña a Chato para que vaya adonde está el
ventilador) ¿Estás lista, vieja? Me parece que vamos levantar.
Gringa.- Lista. Díganle al chofer que podemos salir. Marta.- (le indica Chato que prenda el ventilador, Chato lo
prende) Señor, vamos. Gringa.- ¿Y ese ruido? Graciela.- ¡El motor! Gringa.- ¿Y ese viento? ¡Vamos a salir volando! ¡Que cierren las
puertas! (Chato le pone un farol encendido frente a los ojos) ¿Y ese calor?
Marta.- Es que nos estamos acercando al sol. Gringa.- Me hizo acordar a una de esas luces de los teatros.
Cuando yo era la Clavelito trabajaba en Buenos Aires, a los artistas nos iluminaban con esas luces fuertes y nos moríamos de calor.
Marta.-No, es el sol. Gringa.- ¿Y qué se ve? Graciela.- (se asoma) Jujuy chiquito. - Gringa.- ¿Cómo se va a ver Jujuy, si nos estamos acercando al
sol? Marta.- Es raro, vieja, pero es así (Chato le hace señas a Marta,
que empieza a zapatear los tablones del piso) Gringa.- (alarmada) ¿Y esto, qué es? Chato.- (gritando en voz baja) ¡Turbulencia! Rita.- (igual) ¿Qué? Chato.- ¡Turbulencia! Rita.- (a Gringa) Flatulencia, Gringa, flatulencia. Gringa.- A la mierda. ¿Y de quién? Marta.-Y... del piloto ha de ser. Gringa.- ¡Pobre hombre! (pasa la turbulencia; Rita se pone un
delantal y busca la bandeja con las humitas) Graciela.-Parece que nos van a dar de comer. Rita.- (con falsete) ¡Humitas! ¡Humitas! ¡Humitas! (a la Gringa)
¿Se va a servir humitas, señora? Gringa.- ¿A cuánto? Rita.-A nada, señora. Las regalamos. Gringa.- Muchas gracias. Paso. Graciela.- ¿Por qué? Gringa.- Algo tendrán para que las estén regalando. Para mí que el
piloto comió alguna. Por algo estaba así, pobre hombre (Chato saca de una bolsa los pajaritos y los pone en la falda de la Gringa).
Gringa.- ¿Y esto? (Gringa los alza y los toca suavemente) Dos pajaritos... Pobrecitos... (los acaricia y los conserva un rato en su mano) Están muertitos. ¿Por dónde habrán entrado?
Graciela.- (viendo que la explicación puede representar un problema le saca los pajaritos de la mano) Bueno, no importa (Chato apaga el farol).
Marta.- Chicas, me parece que ya empezarnos a bajar. Gringa.- Con razón ya no siento tanto calor (Chato le hace señas a
Marta para que golpee los tablones con los pies) ¡Otra vez, la flatulencia! ¿Por qué no le dan algo a ese hombre para que se componga? (Marta cesa de golpear y Chato apaga el ventilador)
Marta.- Llegamos, Gringa. Graciela.-Llegamos a Venecia. Gringa.- ¿Tan pronto? Marta.-Y... sí. Son aviones modernos estos. Gringa.- (se persigna) Gracias, señor Jesucristo. ¿Y ahora? Graciela.-Ahora vamos a bajar. Rita.-Espere, Gringa, que le saco el cinto (le saca el cinturón y la
ayuda a levantarse). Graciela.- La misma escalerita que al subir, para bajar. Y tocamos
el suelo de Venecia. Chato.- (hablando dentro de la pava) ¡Señori pasajeri! Bienvenidi
al aeropuerti de Venecia, Italia. Gringa.- ¡Grazie! Chato.- De nadi (Chato desarma el avión y con las mismas cosas
arma una góndola). Rita.- Uy, Gringa. Si pudiera ver qué lindo, qué linda que es
Venecia. Gringa.- ¡Ah, es muy linda! ¿no? Graciela.- ¡Hermosa! Tiene calles de agua. Está toda llena de
calles de agua. Gringa.- Justo como decía don Giacomo. No me había mentido
don Giacomo. Era un caballero. Tan buen mozo, con su bigote... ¿Y qué más?
Marta.- ¿Cómo y qué más? Gringa.- ¿Qué más se ve? Rita.- Hay edificios, automóviles, puentes. Gringa.- ¿Automóviles? ¿Y por dónde andan? ¿Por el agua? Graciela.- Automóviles, no (la mira a Rita severamente). Rita
quiso decir botes. Gringa.- Góndolas. Graciela.- ¿Qué? Gringa.- Aquí los botes se llaman góndolas. Graciela.-Bueno, eso. Gringa.- ¿Y qué más se ve?
Graciela.-Salvo las calles de agua, lo demás es casi lo mismo que Jujuy.
Gringa.- Ah, ¡qué lindo! Gracias, chicas, por traerme a Venecia antes de morirme.
Rita.- No diga eso, abuela. Venga, (la toma del brazo) caminemos un poco.
Marta.- Chui, me hace frío. Graciela.-Se vino el invierno de golpe. Rita.-Cuidado, Gringa, que aquí empiezan las calles de agua.
¿Quiere dar una vuelta en bote? Gringa.- ¡Góndola! Marta.- Como en los supermercados, Rita. Graciela.-Voy a sacar los boletos. Marta.- Acá tenemos un bo... ndola. Graciela.- (se adelanta) Graciela.- ¿Cuá....nto cuesti la volti? Chato.- Dieci. Graciela.- Es muchi. Chato.- ¿Cuánto tieni? Graciela.- Cinqui. Chato.- Bueno, demi. (Con intención) ¡Rapiditi! Graciela.- (vuelve a donde están las chicas y la Gringa) Ya he
conseguido con descuento y todo. Vamos. Gringa.- ¿Qué es ese olor? Graciela.- (preocupada) ¿Cuál? Gringa.- Como a pochoclo. Rita.- Ah, es el chango de siempre, ese que. (Marta y Graciela la
miran, Rita se da cuenta y corrige) Un señor que vende pochoclo en la calle de agua.
Gringa.- ¿Pochoclo? ¿Aquí en Venecia también venden pochoclo? Como en el puente Lavalle.
Graciela.-Sí... pero es distinto. Aquí le dicen... Marta.-...Pochchoccli. Chato.- (gritando desde donde está) ¡Pochocliiii! ¡Pochocliiii! Graciela.- Bueno, vamos a subir porque perdemos el turno de la
bóndola (las chicas ayudan a subir a la Gringa y luego se acomodan todas).
Gringa.- ¿Quién va a rem.ar? Marta.- (se mira con las chicas) Yo. Graciela.-La Marta. Gringa.- ¿Y el gondolero? Rita.- ¿El qué?
Gringa.- El gondolero, pues. Don Giacomo me decía que siempre había un gondolero que remaba y cantaba, mientras los enamorados se miraban a los ojos.
Graciela.- (aparte) Don Giacomo y la puta que lo parió. Rita.- Ah, ahí viene (Rita va a buscar al Chato que, está sentado
descansando) No lo habíamos visto. Este es. Gringa.- Claro, pues. Tiene que haber gondolero. Chato.- (a Rita) Pará, Rita, que yo tengo que hacer de don
Giacomo. Rita.- (a Chato) Dale, chango, no te pongás en boludo. Después
vemos. Ahora necesitamos un bandolero (Chato va de mala gana).
Graciela.- ¡Ah, qué buen mozo que es! Chato.- (con voz gruesa) Señoriti, bienvenidi a la mia góndola.
Esperi qui tengui un buen viaji. Gringa.- Gracias. Gracias (le toma la mano y no quiere soltarlo) Rita.- Suelte, Gringa, que tiene que ir a remar. Gringa.- ¡Qué hombre bueno, parece! Chato.- (se sube en un banquito atrás de la góndola y toma una
escoba como remo) ¿Estamos todi listi? Marta.- Sí, señori bondoleri. Chato.- Entonci se vama (empieza a remar). Gringa.- (llama aparte a Rita) Rita, ¿no te parece que este
gondolero habla italiano medio raro? Rita.- (preocupada) ¿Cómo, raro, Gringa? Gringa.- No sé, habla distinto de don Giacarno. Graciela.- No se preocupe, Gringa. El chango debe ser de arriba
del cerro. Pero se le entiende ¿no, chicas? Marta.- Para mí, habla diez puntos. Chato.- ¿Cóme dici, señoriti? Graciela.-Nadi, nadi, ustí remi. Gringa.- ¿Y no canta? Todos los gondoleros cantan.
Marta.- Pero sí, Gringa. Canta. (Al Chato) Canti porfavore, bondoleri.
Chato.- ¿Que canti? ¿lo? Graciela.-Sí, ustí, ustí, no hay otro bandolero en la bóndola. Chato.- Que canti ¿quí? Marta.- Canti. Chato.- (canta) Qué profunda ernoción... recordar el ayer... si se
vamos a Venecia y hablamos de amor. Gringa.- Chicas, ¿por qué no me arreglan un poquito? Graciela.- ¿Ha traído? Gringa.- Sí, en la cartera.
Rita.- ¿Quiere que la peine? (las chicas la arreglan y la pintan) ¿Le echo perfume?
Gringa.- Marta, ¿estoy bien? Marta.- Sí, vieja, ¡elegante! Gringa.- Chicas, díganme qué cosas lindas se ven desde aquí. Marta.- ¿Qué cosas lindas...? Ah, sí... (Le hace gestos a Graciela de
que saque la guía turística, Graciela la saca de la cartera). Graciela.-Le vamos a decir todo lo vemos. Bueno, (lee con
dificultad) aquí en la orilla izquierda se ven... las esculturas de Miguel Ángel, conocidas por su enorme inspiración mítica; más allá encontramos... la torre de Pisa, famosa por su oblicuidad, que quiere decir que está torcida. En la otra orilla, se ve el Vaticano con el Papa en el balcón.
Gringa.- ¿El Papa? Marta.- Sí, vieja. ¡El Papa! ¡Saludalo! Gringa.- ¿Y cómo es, el Papa? (las chicas consultan entre sí y
ninguna sabe) Rita.- Es muy buen mozo, y muy bueno. Rubio, con los ojos azules y
ahí está saludando desde el balcón con los brazos abiertos, como queriendo abrazar a toda la gente.
Gringa.- ¿Me ve a mí? Marta.- A vos te mira a los ojos, ¡saludalo! Graciela.- Bueno, continuando con el paseo, (lee en la guía) en la otra orilla se
encuentra la espléndida Capilla Sixtina…Gringa.-Ah, ¿es linda la Capilla Sixtina? Don Giacomo decía que
era hermosa. Graciela.-No. Espléndida. Y tiene unos magníficos frescos (las
chicas se miran). Gringa.- Frescos... ¿Qué son? Graciela.-Frescos, Gringa... Que está haciendo fresco. Gringa.-Ah, sí. Se está poniendo fresco. ¿Por qué no me ponen esa
mantita que traje? Rita.- (colocándosela) ¿Está mejor? Gringa.- Sí (suena la música. El Chato se sienta, deja de cantar y
se le superpone la voz de Giacomo que ingresa lentamente tarareando una balada italiana. Las chicas y Chato quedan congelados. Giacomo va a hacia la Gringa).
Giacomo.- (saca a bailar a la Gringa) ¿Mi permette, Clavelito? Gringa.- ¡Don Giacomo! ¡Recibí su carta! Giacomo.- Claverito, avevo tanta voglia di rivederla ¿Balliamo? Gringa.- (a las chicas) Chicas, es don Giacomo. Vino a buscarme
(sale de la góndola y va al encuentro de Giacomo). Giacomo.- ¿Le piace Venecia, Clavelito? Cui si sente il amore che
galleggia sull'acqua.
Gringa.- ¡Qué lindas cosas que dice, don Giacomo! Giacomo.- Clavelito, ¿per che mi ha abbandonato? Saremmo stati
tanto felici. Gringa.- (le tapa la boca suavemente) Perdóneme, don Giacomo.
Estoy tan arrepentida. Le robé todo su dinero. Giacomo.- I soldi non importano, Clavelito. Ma noi... meritavamo
stare insieme. Gringa.- Ahora estamos juntos, don Giacomo. Giacomo.- ¡lnsieme per sempre! (canta y bailan alrededor de la
góndola) Bella, bellissima. Gringa.- ¡Amore mío! (bailan unos instantes más y la Gringa se
siente cansada) Don Giacomo, ¿me acompaña a la góndola? Quisiera sentarme a descansar un ratito. Estoy rendida, hacía tanto que no bailaba. (Giacomo la acompaña y la Gringa se sienta entre las chicas, Giacomo sale lentamente sin dejar de mirarla) Adiós, don Giacomo. Adiós (Chato se levanta despacio y empieza a remar de nuevo. También las chicas cobran vida otra vez). Gracias, chicas, por traerme a Venecia. Gracias. Es hermosa (se recuesta, apoya la cabeza sobre el respaldo de la silla y queda quieta).
Marta.- Se durmió Rita.- ¡Ay, dios mío! Graciela, ¿no está....?Graciela.- (acerca el oído al pecho de la Gringa) Sí.... (Le pasa
suavemente la mano por la cara, como para cerrarle los ojos y se persigna).
Chato.- y bue. ¿Qué se va a hacer, pues? ¿Qué se va hacer? (cae nieve)
Marta.- (parpadeando) Chicas, ¿qué es esto? Rita.- (parpadeando también y refregándose los ojos) No sé. Está frío. Chato.- (extendiendo la mano) Nieve. Está nevando. Marta.- (extiende el brazo también) ¡Nieve! Rita.- (se pone de pie) Qué lindo ¿no? Parece frangollo blanco. Chato.- ¿Has visto? Graciela.- Volvamos, che. Rita.- Sí. Hay que arreglar todo para el velorio. Marta.- ¿Y dónde va a ser? Chato.- Allá. En Jujuy, pues. ¿Dónde más va a ser? (silencio). Rita.- (abriga el cuerpo de la Gringa y las chicas la ayudan) Dale,
Chato, remá. Graciela.- (permanece de pie, atrapa un copo de nieve y lo
desmenuza entre sus dedos, mirando hacia atrás, mientras Chato empieza a remar) Chicas, está muy lejos Jujuy ¿no?
Apagón final