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(4) en portada (4) TEXTO: Marta Novoa Hernáez FOTOGRAFÍAS: Fernando Díaz AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS… Han pasado décadas pero aún hoy conservamos muchos recuerdos e incluso vestigios de los juegos más tradicionales: las peonzas, las ruidosas canicas, el arito, los bolos y otros algo más desconocidos para la generación de la ‘PlayStation’, como la calva, el pitillo o el hinque. Algunos, hasta milenarios, son recordados en muchas poblaciones riojanas. Personas como Antonio y Alicia -de Arnedo-, con su extensa labor de recuperación de estos populares juegos hacen que la nostalgia vuelva a nuestra memoria. Antes de que se pierda la memoria: ¿Te acuerdas, PICHO, de los juegos de nuestra época, del pitillo, de la tanguilla, del arito, de la cal- va…? Así comienza la historia que les vamos a contar. Ésta tiene como protagonistas a Antonio, alias ‘Picho’, como cariñosamente es conocido en su pueblo, y a su mujer Alicia, un entrañable matrimonio arnedano que desde hace más de 13 años intentan recuperar jue- gos que tradicionalmente eran practicados por jóvenes y mayores en los pueblos de La Rioja. Juegos que inundan de nostalgia nuestra memoria y que traen tantos recuerdos y evo- can tantas imágenes. Con la misma ilusión con la que empezaron, aún más avivada si cabe por la excelente res- puesta que están teniendo, recorren la geografía riojana con sus juegos populares enseñando a

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TEXTO: Marta Novoa Hernáez

FOTOGRAFÍAS: Fernando Díaz

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS… Han pasado décadas pero

aún hoy conservamos muchos recuerdos e incluso vestigios

de los juegos más tradicionales: las peonzas, las ruidosas

canicas, el arito, los bolos y otros algo más desconocidos

para la generación de la ‘PlayStation’, como la calva, el pitillo

o el hinque. Algunos, hasta milenarios, son recordados en

muchas poblaciones riojanas. Personas como Antonio y

Alicia -de Arnedo-, con su extensa labor de recuperación de

estos populares juegos hacen que la nostalgia vuelva a

nuestra memoria.

Antes de que se pierda la memoria: los juegos populares

¿Te acuerdas, PICHO, de los juegos de nuestraépoca, del pitillo, de la tanguilla, del arito, de la cal-va…? Así comienza la historia que les vamosa contar. Ésta tiene como protagonistas aAntonio, alias ‘Picho’, como cariñosamente esconocido en su pueblo, y a su mujer Alicia, unentrañable matrimonio arnedano que desdehace más de 13 años intentan recuperar jue-gos que tradicionalmente eran practicados por

jóvenes y mayores en los pueblos de La Rioja.Juegos que inundan de nostalgia nuestramemoria y que traen tantos recuerdos y evo-can tantas imágenes.

Con la misma ilusión con la que empezaron,aún más avivada si cabe por la excelente res-puesta que están teniendo, recorren la geografíariojana con sus juegos populares enseñando a

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a: los juegos populares

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todo aquel que se acerque las diferentes formasde entretenimiento,que hoy no nos resultan tanlejanas. “Te gustan las cosas tuyas, tus raíces ytradiciones. Por ello siempre recordamos losjuegos de antaño”, nos comenta Antonio conmelancolía, sentado en la sala de estar de su casa,frente a un zumo de naranja natural.No deja dehablar, tiene muchas cosas que contarnos, aligual que su mujer, que libreta en mano nos

relata toda la documentación que han ido reco-giendo desde que empezaron a recuperar losjuegos tradicionales.

Primeramente, Antonio y Alicia recuerdancon añoranza los juegos a los que tanto elloscomo sus padres jugaban: las canicas, las peon-zas, los cinco hoyos, el carro de cojinetes, tirardel palo, el laberinto, el tirachinas… Muchos

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de ellos pertenecen a un modo de vida con-creto, una forma de vida pastoril, rural y cuyosusos y normas se han transmitido, de genera-ción en generación, de forma oral.

Todos estos recuerdos, unidos a su amor por elfolclore y por el deseo de recuperar diverti-mentos que atesoran un encanto primitivo,hicieron que este matrimonio se lanzara a labúsqueda y captura de aquellos juegos que ensu día inundaron sus vidas y les hicieron tanfelices. Subidos al tren del pasado, su primeraparada fue Albarracín; aquel viaje, en 1993, fueclave. Allí se desplazaron con toda la familiapara participar de una fiesta dedicada al fol-clore.Y fue allí, donde además de poder par-ticipar en los juegos de manera activa, se lle-

varon consigo el primero de losmuchos que vendrían después: el juegodel lanzamiento de las albarcas –antiguaszapatillas hechas con neumáticos de camión–.El lanzamiento se llevaba a cabo tirando lasALBARCAS por entre las piernas y pasán-dolas por detrás de la espalda. El ganador, eltiro más lejano.

Después, muchas fueron las zonas riojanas querecorrieron: Los Cameros y zonas del Valle delCidacos, principalmente. En la aragonesaValdehorna se llevaron una grata sorpresa.Allíconocieron el juego del HOYETE, consis-tente en lanzar desde tres metros fichas eintroducirlas en los agujeros de una tabla parasumar puntos. En Villarroya se toparon con

otra forma de diversión, EL CAR-BURO. “Tras hacer un agujero enel suelo, se metía una piedra de car-buro dentro, y se tapaba con un boteagujereado. Después se ponía unamecha de algodón y se cubría contierra, se encendía la mecha y…todos a correr”, nos explican al uní-sono Antonio y Alicia. Tambiénrecuerdan con orgullo cómo estánintentando recuperar un juego deBOLOS procedente de Peroblasco.

La salvación de estos y de otrosmuchos más juegos se convirtió enun divertimento para este matri-monio arnedano. Pero lo queempezó como algo familiar, en laactualidad, se ha convertido casi enuna forma de vida.Ahora recorren,invitados por ayuntamientos y aso-ciaciones, diferentes localidades rio-janas y navarras, con sus ‘juegos deantaño’ en mano, donde enseñan apequeños y mayores estas reliquiasdel pasado.

Lanzamiento de las albarcas

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(7)Antes de que se pierda la memoria: los juegos populares

Comenzaron en Arnedo con una exce-lente acogida; el propio ayuntamiento es

ahora quien está promocionando activa-mente los juegos más autóctonos. Este

matrimonio ha descubierto la riqueza quedentro de nuestro gran patrimonio cultural

tenemos en relación a lo que los juegos tradi-cionales se trata. Los practicaban antaño nues-tros progenitores y hoy en día muchos de ellosvuelven a resurgir, dando así una pequeñacontinuidad y estando presentes en las progra-maciones festivas de muchos pueblos.

Perfectamente documentados, con una extensabibliografía, Alicia nos recuerda también a lagente que les ha ayudado:“Antonio se ha pasa-do muchas horas en la biblioteca. Pedro, elbibliotecario de Arnedo, nos ha conseguidomucha información”. Información que ha ser-vido para que posean una verdadera ‘enciclope-dia’ de nuestras costumbres y de nuestra tierra,La Rioja.

Es importante resaltar la importancia que hantenido estos juegos en la sociedad rural, sir-viendo como vínculos de unión de la gente

del pueblo y de sus vecinos de localidadespróximas. Con los juegos populares se recu-pera la inocencia de una época en la que tan-to mayores como pequeños jugaban. Sin dudaestos son y serán siempre vestigios de unaépoca y de un determinado modo de vida. Elrepertorio de juegos practicados en los pue-blos era casi innumerable, pero Antonio yAlicia han recuperado quizás los más difundi-dos y autóctonos.

Entre los juegos de puntería, la HITA, vozpropia de Arnedo, también conocido comoUta o Tanguilla en nuestra región, fue –a suparecer– el juego pastoril con más éxito.Consistía en derribar un trozo de madera–muchas veces tallada– con extremos planos,que se colocaba en el suelo y donde cada par-ticipante colocaba una moneda (por aquellaépoca reales o perras gordas). Desde una dis-tancia se lanzaban los llamados ‘chaplones’ dehierro con el objetivo de tirar la tanguilla. Lasmonedas que quedan más cerca del chaplónque de la tanguilla eran ganadas. “En Arnedose dibujaba una línea en el suelo”, nos pun-tualiza Antonio.

La hita

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“Otro juego habitual de punteríaentre los pastores era laCALVA”. Este juegoconsistía en derribar untronco de madera en for-ma de “L” mediante ellanzamiento de piedrasplanas y pesadas, llamadas‘calveros’ porque era ahídonde se jugaba en lamontaña, es decir, enlos sitios más claros ydeforestados. Este jue-go también pasó a ser habi-tual en las fiestas de los pueblos, unentretenimiento de mozos que cruzabanapuestas.“En Cornago nos hicimos con la cal-va más antigua, que data del año 1940”, nosexplica con orgullo Antonio.

Siguiendo con los juegos de habilidad, no nospodíamos olvidar de la RANA, juego de

puntería y propio para apuestas,muy practicado en cantinas ybares para jugarse la ‘ronda’entre amigos y contertulios,

siendo así una apuesta.“Sabemos que ya en la cultura deMesopotamia se jugaba a algosimilar a nuestra actual rana”.

El hecho de infligir castigos físicos alresto de participantes era también

habitual en otros juegos, como el delHINQUE. “Había que jugar en tierra

blanda para que la navaja o el palo se hin-case, por eso se jugaba cerca del río”.

Consistía el juego en ganarle al contrario todoel terreno: se marcaba un rectángulo en la tierray se partía por la mitad. Ése era el terreno decada uno. También se marcaba la línea desdedonde había que lanzar. Se sorteaba quién lan-zaría primero y se intentaba clavar el palo –agu-zado en uno de sus extremos– en el terreno del

contrario.A partir de ese punto donde sehabía hincado se trazaba una recta quedividía el terreno del otro y se añadía alpropio borrando la línea divisoria ante-rior. Se seguía tirando hasta que la navajao el palo no se hincaban en la tierra o lohacía fuera del terreno del adversario.Entonces le tocaba a él y se procedía de lamisma manera. Como a medida que elterreno se iba haciendo más pequeñoresultaba más difícil acertar en el tiro, deantemano se quedaba en la medida míni-ma que mantenía viva la partida, y así sequedaba a un palmo, tres dedos míos, eltacón, etc. Si no cabía esta medida en elterreno se había perdido la partida.

Entre los entretenimientos más bélicos,destacaban los tirachinas, el arco y lasflechas o el citado carburo. Otros erande mero divertimento como la peonza,trompo, peón o piuca, juego de habilidady destreza.La rana

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Otro juego –tan autóctono como universal–muy practicado fue el ARITO, también llama-do la ‘redoncha’. Nadie sabía quién sacaba pri-mero el aro pero lo cierto es que cuando llegabael final de septiembre, empezaban a hacer ruidopor las calles. Los había de hojalata y de hierro.Consistía y consiste en un aro, que se hace rodarpor el suelo sujeto por una guía,que se sacaba delos cubos de cinc cuando ya quedaban inservi-bles, o de las cubas de madera y comportas.

Algunos de estos juegos estaban definidos porun modo de vida ganadero, pastoril y trashu-mante que no es exclusivo de nuestra regiónpero que sí le imprimía las particularidades denuestra tierra.

Otros juegos populares fueron lamaya (juego del escondite), el correque te vi (variante del anterior quese juega por todo el pueblo), el cam-po quemado, el gato gatejo, elpalomato, la gallinita ciega...Muchos de ellos iban acompañadosde cancioncillas: ¿Dónde estás? / Entabletas / ¿Qué has comido? /Sardinetas / Arre borriquito que ya mecanso. En el juego de tapar la callese cantaba: A extender la calle, que nopase nadie, que pase mi abuela comiendociruelas... En el pase misí, pase misá,por la puerta de Alcalá. La de ‘adelante’corre mucho, la de atrás se quedará. Pasemisí.... En el del pañuelo: Pañuelitopor delante tris tras, mirar para arriba quecaen judías, mirar para abajo que caengarbanzos, a dormir a dormir que elpañuelo ya está aquí.

La música estaba muy unida tambiéna los juegos. En la actualidad variosgrupos folclóricos nos recuerdan lastradiciones de la época. El arnedanogrupo CANTOBLANCO es unode ellos. Con letrillas como canción

del corro, o canción infantil, nos recuerdan unaépoca en la que buena parte del tiempo librese dedicaba a jugar. “Con este grupo se harecuperado el folclore perdido”, así noscomenta Antonio, quien junto a su mujer,participaron durante un tiempo en el mismo,surgido en Arnedo hacia el año 1983 y quedespués de un tiempo de trabajo ha ido reco-pilando canciones populares, romances de cie-go y coplillas tradicionales. Entre apuntes yletrillas, Alicia nos muestra con cariño unareproducción a escala del conocido cuadroJuego de niños (1560) del belga Pieter Brueghel‘el Viejo’, en el cual se pueden identificar casicien juegos infantiles en una plaza pública.

Antes de que se pierda la memoria: los juegos populares

El arito

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Pero de entre todos los juegos populares “unode los más ricos en lo que se refiere a deno-minaciones y lugares en donde se jugaba, fueel PITILLO.Aunque no es autóctono de LaRioja, “en nuestra región fue uno de los másdifundidos”. Era un juego que solían practicarlos chavales en primavera y verano, al airelibre. Se precisaba un palo en forma de pala yotro menor, de unos 15 cms. conocido enArnedo como ‘pitillo’, cilíndrico y aguzadoen ambos extremos. En el suelo se marcaba uncírculo en cuyo centro se depositaba el pitillo,

a veces sobre alguna piedrecita para facilitar elgolpe posterior. Con la pala se golpeaba sobreuna de las puntas para que botara, y una vezen el aire, se volvía a sacudir con el fin de lan-zar el pitillo lo más lejos posible. El compañe-ro entonces debía devolver al círculo originalel pitillo repitiendo la operación en sentidocontrario; la función ahora del primero eraimpedir con su pala que el segundo jugadorconsiguiera su propósito. Así, el que primerolanzara, podía tener al compañero corriendode un lado hacia otro durante un buen rato.

El pitillo

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(11)Antes de que se pierda la memoria: los juegos populares

Diferentes denominacionesdel ‘pitillo’ arnedano:Pitillo – ArnedoBolit – AlfaroLito – CalahorraPiti – LogroñoFilocho – San Vicente de laSonsierra y LaguardiaGamocho – Rincón deSoto y Aldeanueva de EbroPito – CoreraPinolo – Nieva de CamerosPitele – VillosladaPica – Rincón de OliveroIrulario – PamplonaPitola – Burgo de OsmaMarruz – AlbarracínChirumba – SalamancaPique – AlicanteMarro – CastillaPalmeta – AragónPicana – TeruelBolit – CastellónPinchin – GaliciaLirio – AsturiasPirolo – Lugo

Juegos

Después de este interesante paseo por la memoria his-tórica de los juegos populares, no nos queda más queagradeceros, a vosotros, Antonio y Alicia, vuestrotiempo, paciencia y cómo no, esa cena que nos prepa-raron y que compartida con su familia, nos hizo sen-tirnos como en casa. ¡GRACIAS y hasta pronto,‘Picho’! Seguro que nos volveremos a encontrar enalgún lugar jugando al pitillo, haciendo rodar unapeonza, o llevando el aro.