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4- Apollyon - Jennifer L. Armentrout

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Índice SSttaaffff CCaappí í ttuulloo 11 CCaappí í ttuulloo 22 

CCaappí í ttuulloo 33 CCaappí í ttuulloo 44 CCaappí í ttuulloo 55 CCaappí í ttuulloo 66 CCaappí í ttuulloo 77 CCaappí í ttuulloo 88 

CCaappí í ttuulloo 99 CCaappí í ttuulloo 1100 CCaappí í ttuulloo 1111 CCaappí í ttuulloo 1122 CCaappí í ttuulloo 1133 CCaappí í ttuulloo 1144 

CCaappí í ttuulloo 1155 CCaappí í ttuulloo 1166 CCaappí í ttuulloo 1177 CCaappí í ttuulloo 1188 

CCaappí í ttuulloo 2200 CCaappí í ttuulloo 2211 CCaappí í ttuulloo 2222 

CCaappí í ttuulloo 2233 CCaappí í ttuulloo 2244 CCaappí í ttuulloo 2255 CCaappí í ttuulloo 2266 CCaappí í ttuulloo 2277 CCaappí í ttuulloo 2288 

CCaappí í ttuulloo 2299 CCaappí í ttuulloo 3300 CCaappí í ttuulloo 3311 CCaappí í ttuulloo 3322 CCaappí í ttuulloo 3333 CCaappí í ttuulloo 3344 

CCaappí í ttuulloo 3355 CCaappí í ttuulloo 3366 CCaappí í ttuulloo 3377 

CCr r ééddiittooss 

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Staff  MMooddeer r aaddoor r eess 

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Uno Traducido por Dream of Glass

Corregido por Esperanza.nino

i sangre punzaba por una pelea. Mis músculos gritaban quequerían participar. Mis pensamientos estaban cubiertos enuna embriagadora neblina ámbar de poder. Yo era el

Apollyon. Ejercía control sobre los cuatro elementos, y sobre el quinto y elmás poderoso akasha. Yo alimentaba al Dios Asesino. Yo era su gran

poder, el as en la manga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos,éramos todo.

Sin embargo, lo único que podía hacer era caminar de un lado a otro.Enjaulada e impotente debido a las marcas grabadas en el cemento quehabía encima de mí y por las barras elaboradas por un dios.

 — Alex.Por supuesto, no estaba sola. Oh no. Mi propio infierno personal era una

fiesta para dos. Bueno, en realidad era un trío... cuarteto de clases. Sonabamás divertido de lo que era. Voces... habían tantas voces en mi cabeza.

 — ¿Te acuerdas?Incliné mi cabeza hacia la derecha, sintiendo el estiramiento de los

músculos y el crujido de mis huesos. Luego repetí el mismo movimientohacia la izquierda, moví los dedos: el meñique, el anular y el medio... una yotra vez.

 — Alex, sé que puedes oírme.Miré por encima de mi hombro, mi labio encrespándose por lo que

veía. Hombre, lo que haría con ese purasangre si tuviera un hueso deTRex1. Aiden St. Delphi estaba al otro lado de los barrotes. Allí, él era una

fuerza inamovible. Pero sin las protecciones de Hefesto o Apolo entrenosotros, él se convertiría en algo intrascendente.

No. No. No.

1 TRex: abreviatura de Tiranosaurio Rex. Es una especie terrestre carnívora y muy peligrosa de

dinosaurios.

M

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Mi mano voló por impulso propio hacia la rosa de cristal, sintiendo losbordes suaves y delicados. Él lo era todo.

Sentí dolor agudo en mis sienes, y gruñí. Enviándole una mirada deodio, le di la espalda, enfrentándome a la pared de cemento desnudo. — 

Deberías haberme mantenido en el Elixir. — Nunca debería haberte puesto en el Elixir  — respondió él — . Ese no erael camino para llegar a ti.

Me reí con frialdad. — Oh, ¿quieres llegar hasta mí?Hubo una pausa.

 — Sé que todavía estás ahí, Alex. Bajo esta conexión, sigues siendo tú:la mujer que amo.

Abrí la boca, pero no había palabras, sólo recuerdos de estar parada junto a la corriente diciéndole a Aiden que lo amaba. Y un sinfín depensamientos y acciones centradas en él. Meses  — sino años —  derecuerdos, una y otra vez, hasta que ya no podía distinguir entre elpasado, el presente y lo que iba a ser de mi futuro.

Como si sintiera que mis pensamientos se habían ido, él dijo — : Haceunos días me dijiste que me amabas.

 — Y hace unos días yo era tan alta como un cometa y me escondía enarmarios, gracias a ti  — Me di la vuelta, justo a tiempo para verloestremecerse. Bien — . Tú me pusiste en el Elixir.

Aiden aspiró una bocanada de aire, pero no apartó la mirada por vergüenza o culpa. Juntó fuerzas y sostuvo mi mirada, bloqueando en susojos lo que sabía que él odiaba con cada fibra de su ser. — Lo hice.

Respiré profunda y pesadamente.  — Voy a salir de aquí, finalmente,Aiden. Y te voy a matar. Lentamente.

 — Y asesinarás a todos los que me importan. Lo sé. Hemos hablado yade eso. — Se apoyó en los barrotes. Esta vez no había ni un rastro de barbaen su rostro. Estaba usando su uniforme de Centinela; todo negro. Perohabía sombras oscuras bajo sus llamativos ojos.

 — Sé que no me harás daño si sales — continuó — . Creo en eso. — Triste. — ¿Qué cosa? — Que alguien tan guapo como tú sea increíblemente estúpido.  — 

Sonreí mientras sus ojos se entrecerraban. En el momento en que hubo unbrillo en sus ojos, supe que había tocado un nervio. Eso hizo que sintieratodo caliente y borroso durante aproximadamente tres segundos y luego

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me di cuenta que estaba todavía en una maldita jaula. Molestar a Aidenme ayudaba a pasar el tiempo, pero eso no cambiaba nada.

Había mejores cosas que podría estar haciendo.Sólo tenía que esperar y actuar cuando llegara mi momento. La baja

estática estaba en mi cabeza. Constante. Todo lo que tenía que hacer era utilizar bien esa oportunidad; pero supongo que en ese momentoAiden sospechó lo que estaba pensando, porque empezó a hablar.

Yendo al colchón en el suelo, me senté y puse mis rodillas debajo de mibarbilla. Vi que Aiden me miraba. Y traté de retener esa voz que siempre seasomaba cada vez que él estaba callado alrededor mío. No me gustabani entendía esa voz.

Aiden pasó una mano a través de su cabello, y luego se apartó de lasbarras. — ¿Sabes lo que está pasando afuera, ahora mismo?

Me encogí de hombros. ¿Tenía que interesarme? Lo único que meimportaba era salir de aquí y conectarme con mi Seth. Entonces, si mipadre todavía estaba esclavizado en los Catskills, lo liberaríamos. Mi Sethme lo había prometido.

 — ¿Te acuerdas lo que Poseidón le hizo a la isla Deity ?¿Cómo demonios se supone que iba a olvidar eso? Poseidón había

acabado con el Covenant allí. — Bueno, se va a poner peor, Alex. La mitad de los Doce Olímpicos

quieren hacer la guerra a Seth y Lucian  — continuó él — . Y estoy seguro deque él lo sabe. Tal vez eso es lo que él quiere pero ¿es eso lo que túquieres? ¿Sabes cuántas vidas inocentes se perderán; cuántas vidasinocentes se han perdido? ¿Mortales y mestizos? ¿Es algo con lo quepuedes vivir?

Realmente yo no estaba viviendo, teniendo en cuenta que estaba enuna jaula.

 — Porque yo sé que en el fondo no se puede vivir con uno mismo,sabiendo que ayudó a causar la muerte no de miles, sino de millones;sobre todo aquellos mestizos. Tú estabas cuestionándote el convertirte enun Centinela por la forma en que estaban siendo tratados. Si Seth sigueadelante con esto, van a morir 

La convicción en su voz era molesta. Así era la pasión con la quealimentaba sus las palabras.

 — Caleb, ¿te acuerdas cómo te sentiste después de lo que le pasó aCaleb —  

 — ¡No hables de él!

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Sus oscuras cejas se alzaron. El shock se esparció a través de su cara yluego él se lanzó hacia esos malditos barrotes, agarrándolos.  — ¡Sí, Caleb,Alex! ¿Recuerdas cómo te sentiste cuando murió? ¿Cómo te culpaste a timisma?

 — Cállate, Aiden. — ¿Te acuerdas de estar tan rota que permaneciste en cama durantecinco días? Tu corazón estaba roto cuando lo perdiste. ¿Crees que querríaverte hacerte esto? Su muerte fue por estar en el lugar equivocado en elmomento equivocado, ¿pero esto? Habrá miles de Caleb, pero será tuculpa.

Presioné mi cabeza en mis rodillas y apoyé mis manos sobre mis oídos.Pero eso no hizo nada para detener la creciente ola de emoción latiendoen mí o el dolor en mis sienes que se estaba convirtiendo rápidamente enun dolor agudo y punzante.

Y no lo detuvo. — ¿Y tu madre, Alex? — ¡Cállate! — grité. — ¡Esto no era lo que ella quería!  — Los barrotes temblaban mientras él

los golpeaba con lo que supuse eran sus puños. Eso tenía que doler  — . Estoes por lo que ella murió protegiéndote. ¿Cómo te atreves simplemente avoltearte y dejarle que te haga —  

Todo mi cuerpo se quebró como una goma elástica demasiadoestirada. —Cálla… 

El zumbido en mis oídos rugió, ahogando a Aiden y todo lo demás. Enun instante, él estaba allí, deslizándose a través de mis venas como cáliday rica miel.

Escúchame. Las palabras estaban en mis pensamientos, calmándomecomo el fragante aire del verano. Escúchame, Alex. Recuerda lo quevamos a hacer juntos una vez que nos conectamos. Liberar a los mestizos, ya tu padre.

 — Alex — saltó Aiden.Dioses, ¿no tiene nada mejor que hacer? El suspiro exasperado de Seth

estremeció todo mi cuerpo. Bloquéalo. Él no importa. Nosotros sí.Mis dedos apretaron mi cabello.

 — Él está ahí ahora, ¿verdad? — La ira se profundizó en la voz de Aiden.Las barras se sacudieron otra vez. Al paso que estaba yendo, sus nudillos seiban a hacer papilla. Al igual que mi cerebro — . No le hagas caso, Alex.

La risa de Seth era como astillas de hielo. ¿Sigue ahí? Miéntele, Ángel. Acontinuación, corre. Nadie podrá detenerte.

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Tiré de mi cabello hasta que delgadas agujas apuñalaron mi cuerocabelludo.

 — Alex, mírame.  — El filo de desesperación en la voz de Aiden alcanzóuna parte de mí con la que no estaba del todo familiarizada. Mis ojos se

abrieron y se dispararon a los suyos. Eran plateados al igual que la luna.Ojos hermosos — . Juntos podemos romper el vínculo entre tú y Seth.Dile que no quieres romper el enlace.Era increíble... y escalofriante lo mucho que Seth podía ver y oír cuando

nos conectábamos. Era como tener a otra persona viviendo dentro de mí. — Alex  — dijo Aiden — . Incluso si tú se lo dieras, él te drenaría como lo

haría un daimon. Tal vez él no querría hacerlo, pero lo haría.Mi corazón tropezó. Había sido advertida antes por mi madre, hace

unos meses. Fue una de las razones por las que había querido que metransformara en un daimon. Una razón completamente ilógica, pero aunasí...

Yo nunca te haría eso, Alex. Todo lo que quiero es mantenerte a salvo,para hacerte feliz. Liberar a tu padre es lo que quieres, ¿no? Juntospodemos hacer eso, pero sólo juntos.

 — No voy a renunciar  — dijo Aiden. Un bendito silencio se extendiódurante unos instantes — . ¿Oyes eso, Seth? Eso no va a suceder nunca.

Él es molesto.Ambos son molestos. Entonces dije en voz alta — : No hay nada a qué

renunciar, Aiden.Sus ojos se estrecharon. — Hay de todo.Esas palabras me parecieron extrañas. “Todo” era un fantasma de lo

que fue y nunca podría ser. Todo había cambiado en el momento en queme había conectado a mi Seth. Era difícil de explicar. Meses atrás, cuandohabía tenido problemas para dormir, la conexión entre nosotros habíacalmado mi cuerpo y mente. Bueno, esto era como eso.

No había un yo en esto. Algo así como no había sabido de Seth antesde que hubiera Despertado. Entendí eso ahora. Cuánto había luchadopor estar cerca de mí, luchando por no dejarse atrapar por lo que meestaba pasando. Ahora éramos sólo nosotros, un solo ser que existe en doscuerpos separados. Un alma que se partió. Solaris y el Primer… 

El dolor estalló detrás de mis ojos.No lo hagas. Su susurro se transportó por mis venas. No pienses en ellos.Fruncí el ceño.

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Y entonces mi Seth siguió charlando. Lo mismo hizo Aiden. Pero no eratan estúpido como para entrar en la celda. Incluso cansada y contenidapor las guardas, estaba segura de que podía atacarlo. Los minutospasaron, tal vez horas, mientras que los dos asesinaban mis neuronas.

Cuando todo terminó, me hundí en el colchón. Un infernal dolor decabeza golpeó. Aiden sólo se fue porque alguien  — ¿mi tío? —  habíaabierto la puerta, que por lo general significaba que algo estaba pasando.Rodé hacia un lado, estirándome lentamente.

Finalmente. Seth suspiró.Estiré mis dedos. Las articulaciones me dolían. Él no se quedará durante

mucho tiempo.No lo necesitamos para siempre, Ángel. Sólo tenemos que averiguar 

dónde estás. Y entonces vamos a estar juntos.Una leve sonrisa curvó mis labios. Si me concentraba lo suficiente, podía

sentir a mi Seth en el extremo de la conexión zumbante que siempreestaba presente. A veces, él se escondía de mí, pero no ahora.

Mi memoria juntó su imagen. Su tez dorada y las cejas ligeramentearqueadas se formaron en mis pensamientos. La fuerte curva de sumandíbula exigió ser tocada, y la sonrisa satisfecha en sus labios carnososse extendió. Dioses, su rostro era sobrenaturalmente hermoso; duro comolas estatuas de mármol que se utilizaban para rodear el edificio delCovenant.

Pero... no había más estatuas en la isla Deity. No había nada. Poseidónhabía arrancado todo y lo llevó al océano. Los edificios, las estatuas, laarena, y las personas; todo se había ido.

Perdí la imagen de Seth.La inquietud se formó la boca de mi estómago. Aiden había tenido

razón… más o menos. Algo sobre toda esta situación me molestó, me hizosentir impotente, y no podía hacer nada.

Yo era el Apollyon.Vuelve a pensar en lo bien que me veo, eso me gustaba.Algunas cosas nunca cambian. El ego de mi Seth era tan grande como

siempre.Pero mi imagen de Seth floreció antes que yo. Tenía el pelo rizado

alrededor de sus mejillas y del color de un tejido de oro. Me recordaba alas pinturas de Adonis. Pero Adonis no era rubio. A través del conocimientode los Apollyons anteriores, sabía que su cabello había sido castaño.

¿Dónde estás? le pregunté.

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Yendo hacia el norte, Ángel. ¿Estás en el norte?Suspiré. No sé dónde estoy. Hay bosques que me rodean. Y un arroyo.No es de utilidad. Hubo una pausa, e imaginé la sensación de su mano

en mi mejilla, trazando la curva del hueso. Me estremecí. Te extraño, Ángel.

Esas semanas cuando estabas oculta de mí, me volvía loco.No respondí. No había extrañado a mi Seth. Mientras había estado bajola influencia del Elixir, ni siquiera había sabido que existía.

Seth se rió entre dientes. Haces maravillas para mi autoestima. Sesupone que tienes que decir que también me extrañaste.

Rodando sobre mi espalda, traté de ejercitar la torcedura de mi pierna.¿Cómo va a ser cuando te transfiera mi poder?

Hubo una pausa y empecé a ponerme nerviosa. No dolerá, su voz eraun susurro. Será como cuando nos tocamos antes, cuando aparecieron lasrunas. Te gustó eso.

Lo hizo.Hay algunas palabras, nada enorme, y luego voy a tomar tu poder. No

te voy a vaciar, Alex. Yo nunca haría eso.Y yo le creí, así que me relajé. ¿Cuál es el plan, Seth?Sabes cuál es el plan.Él quería sacar a los Doce Olímpicos antes de que encontraran una

manera de deshacerse de nosotros. La leyenda decía que sólo éramosvulnerable a otro Apollyon, pero ninguno de los dos estaba confiábamosen esa creencia. Las leyendas y los mitos menos conocidos eran algo quetodos los Apollyons habían tratado de descubrir. Pero una vez que losdioses estuvieran fuera de la imagen, nosotros gobernaríamos. O Luciangobernaría. Ni lo sabía ni me importa. Todo lo que quería era estar cercade mi Seth. Yo estaba teniendo un caso loco de ansiedad por separación.

No. ¿Cuál es el plan para que podamos estar juntos?La aprobación de Seth me recorrió como el cálido sol de verano. Yo

disfrutaba de ella, como un buen cachorro con el estómago lleno. Con eltiempo, van a mostrar una debilidad. Siempre lo hacen. Especialmente St.Delphi. Tú eres su debilidad.

Me retorcí. Lo soy.Y cuando se te presente la oportunidad de escapar, tómala. No lo

retengas, Ángel. Eres el Apollyon. Una vez libre, no pueden detenerte.Confía en eso. Y en el momento en que tengas una idea de dónde teencuentras, voy a estar allí.

Yo confiaba en mi Seth.

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Nuevamente hubo esa niebla agradable y embriagadora,invadiéndome. ¿Has visto a Apolo o cualquier otro dios recientemente?

No. No desde que había salido del Elixir, y eso era extraño. Apolo habíaseguido mi trasero desde el momento en que había despertado, pero no lo

había sentido ni a él… ni a ningún dios. Abrí los ojos y miré los barrotes. ¿Hefesto necesitaría reforzar las barraspronto? Dioses, eso esperaba. Si se debilitaban, entonces también lo haríanlas guardias. Entonces podría salir.

Seth dijo algo que hizo que mis dedos se doblaran así que le presténuevamente. ¿A dónde fuiste?

Le mostré los barrotes y mis pensamientos. Él estaba dudoso. El trabajode Hefesto raramente se debilitaba, pero yo tenía la esperanza... por unsegundo. Este... este vínculo no era el verdadero negocio. Aunque mi Sethestaba dentro de mí, en realidad no estaba allí. Yo estaba sola, sola enuna celda.

Él nunca me dejará salir. Aiden nunca me dejará estar cerca de ti. Laslágrimas quemaron mis ojos mientras un abismo interminable dedesesperanza me desgarraba. Nunca voy a ver a mi padre.

Sí, lo harás. No importa lo que pase. Voy a llegar a ti. Los dioses dicenque sólo puede haber uno de nosotros, pero están equivocados. Unaextraña espiral relajante, me llenó. Eres mía, Alex; siempre lo has sido ysiempre lo serás. Fuimos creados para ello.

Una parte de mí se sintió más cálida ante la respuesta. Y otra parte demí, la fuente de la otra voz cuando Aiden estaba cerca, escondida yoculta de mi Seth, retrocedió mientras tocaba la rosa de cristal alrededor de mi cuello.

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DosTraducido por Dreams of Glass

Corregido por Mar¡Cipriano

iempo después  — no sabía si era de noche o de día, o cuántotiempo había dormido — , estaba sola. Aiden no estabasentado en la silla mirándome. Seth no estaba en el otro extremo

del lazo color ámbar. Eso era un lujo.Mis pensamientos estaban claros.Me levanté y caminé hacia las barras. Parecían normales, titanio

plateado, pero era la malla fina que le rodeaba el problema.La cadena de Hefesto era una verdadera perra.Respirando profundamente, agarré los barrotes y apreté. Un destello

de luz azul llegó por encima de las barras, ondeando a lo largo del techo ysobre la marca, como humo lleno de brillo.

 — Maldición — murmuré, retrocediendo.

Traté de llamar al akasha. Nada se movió dentro de mí, ni siquiera undestello. Levantando la mano, opté por algo más pequeño. Bueno,pequeño para mí.

Llamé al fuego.Yyyyyy... no había nada.Cuando había despertado, el poder había estallado libre, inundando

mis venas; un poder tan alto que podría haber tirado el techo. Tenía eléter que los daimons anhelaban. Había tenido sólo una muestra de ello. Yno lo había sentido desde que Apolo me había golpeado con su maldita

ráfaga de dios.Imbécil.Él también estaba en mi lista de cosas por matar.Fui al baño y me limpié. Recién duchada y vestida, volví a poner a

prueba las barras. La brillante luz azul era algo bonito. Por lo menos eraalgo para mirar.

T

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Suspiré, a punto de meter mi cabeza a través de la pared. Busqué a miSeth a través del vínculo; todavía estaba desaparecido. Podría llamarlo yél respondería, pero estaba segura de que estaba ocupado tratando deliberarme. Con nada más que hacer, volví a probar secciones de las

barras.Horas más tarde, arriba se abrió una puerta. Había voces. Una de ellasera de Aiden, pero la otra...

 — ¿Luke? — llamé. — Déjale — fue la dura respuesta de Aiden.La puerta se cerró, y un conjunto de pasos pesados bajó las escaleras.

Lo juro por los dioses, el sonido que salió de mi garganta era un gruñidoanimal.

Aiden apareció a la vista, con un plato de plástico con huevos y tocino.Una ceja se arqueó. — ¿De verdad crees que voy a permitir que un mestizoesté cerca de ti?

 — Una chica puede tener esperanzas.  — Los mestizos eran mássusceptibles a las compulsiones, y ahora yo cargaba uno lleno deesteroides.

Sostuvo el plato a través del espacio entre los barrotes. La última vezque había hecho la cosa de no-comer algo, no había funcionado. Casimuero de hambre y terminé en el Elixir a causa de ello. La comida era miamiga en esta ocasión.

Cogí el plato.La mano vacía de Aiden serpenteó y se envolvió alrededor de mi

brazo. Su mano era tan grande que se tragó mi muñeca. No dijo nada,pero sus ojos del color de nube tormentosa querían que hiciera algo.¿Qué? ¿Recordarnos juntos? ¿Recordar lo mucho que él habíaconsumido mis pensamientos? ¿Cómo me dolía no estar con él? ¿Queríaque recordara cómo fue cuando me habló acerca de la noche cuandolos daimons atacaron y masacraron a su familia? ¿Y lo que se sentía estar en sus brazos, ser amada por él?

Recordaba de todas esas cosas en detalle.Pero las emociones que pertenecieron a esos eventos y recuerdos no

estaban allí.Fueron separados completamente. Se habían ido con el capricho del

pasado...Aiden era mi pasado.

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No. No. No. Esa pequeña voz estaba de vuelta. Aiden es el futuro. Por alguna razón pensé en ese maldito oráculo, la Abuela Piperi. Saber ladiferencia entre la necesidad y el amor, había dicho ella. No habíaninguna diferencia. ¿No podría haber tratado de enseñarme cómo salir de

estos barrotes?Aiden me soltó, sus ojos tan duros como los muros de cemento.Retrocedió mientras yo llevaba mi comida para el colchón.Sorprendentemente, me dejó comer en silencio.

Después… no tanto. Hoy Aiden quería hablar de nuestra primera sesión de entrenamiento y

lo mucho que aparentemente le había molestado porque yo no parabade hablar. Cuando llegó a la parte en la que imité su voz, empecé asonreír. Él había estado irritado e inseguro de cómo manejarme.

Los ojos de Aiden brillaron al mismo tiempo que mis labios temblaban. — Dijiste que sonaba como un padre.

Lo hice. — También dijiste que ibas a tener que dejar tu hábito de crack cuando

mencioné las reglas. — Aiden sonrió.Mis labios casi respondieron ante eso. Y no me gustó. Hora de

cambiar de tema. — No quiero hablar de esto.Aiden se reclinó en la silla plegable de metal. La cosa tenía que ser 

incómoda.  — ¿De qué quieres hablar, Alex? — ¿Dónde ha estado Apolo? Ya que es mi gran-lo que sea, me siento

poco querida.Se cruzó de brazos. — Apolo no está por aquí.Oh, interesante descubrimiento. Mis pequeños y viejos oídos se

agudizaron. — ¿Y por qué no?Su mirada estaba igualada.  — ¿Realmente crees que voy a decírtelo

cuando irás corriendo de vuelta para decirle a Seth?Puse mis pies descalzos en el frío suelo y me levanté.  — No voy a decir 

una palabra.Aiden me lanzó una mirada suave. — Llámame loco, pero no te creo.Caminando hacia las barras, mantuve un ojo en su expresión. Mientras

me acercaba, perdió la mirada insípida. Su mandíbula se endureció comosi estuviera masticando. Sus ojos se volvieron más agudos y sus labios seapretaron. Cuando toqué las barras, la llamarada de luz era débil. Dealguna manera, sabía la diferencia entre cuando estaba tocando ycuando estaba tratando de escapar. Cadenas inteligentes.

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 — ¿Qué estás haciendo? — preguntó Aiden. — Si me dejas ir ahora, juro que tú y todos por los que te preocupas no

serán tocados.Él no dijo nada durante un latido del corazón.  — Pero me preocupo por 

ti, Alex.Ladeé mi cabeza. — Pero voy a estar sana y salva. — No. Tú no vas a estar a salvo.  — La tristeza se deslizó en sus ojos justo

antes de que sus gruesas pestañas se abatieran.Mi estómago se retorció en advertencia. Recordando los trozos de

información que había recogido bajo el Elixir, sabía que había algo más enlo que decía. — ¿Qué sabes, Aiden?

 — Si te vas de aquí conectada a Seth... morirás.  — La última parte salióentrecortada.

Reí.  —Estás mintiendo. Nada puede lastim… — Mitos y leyendas, Alex.Duh. ¿Qué había pensado antes? Siempre había un control y equilibrio declases. Esa era la razón por la que el Apollyon había sido creado en primer lugar  — . ¿Qué sabes tú?

Sus pestañas se levantaron, revelando sus sorprendentes ojos color plata. — No importa. Todo lo que necesitas saber es que es la verdad.

Mi boca se abrió, pero la cerré de golpe. Aiden estaba tratando demeterse bajo mi piel. Eso era todo. Si Tánatos y su Orden no habíanencontrado el talón de Aquiles de los Apollyons en todos sus intentos através de los siglos, un pura sangre no habría tenido éxito. La Orden nohabía…

¿O sí?Pero ellos no contaban. Mi Seth y sus Centinelas los habían borrado

sistemáticamente fuera de la Tierra.Levanté la mirada y encontré a Aiden mirándome. El inexplicable

impulso por mantener mi lengua era difícil de resistir. — ¿Puedo preguntarte algo?Me encogí de hombros.  — Si dijera que no, aun así preguntarías.

 — Es cierto.  — Había una sonrisa tensa — . Cuándo estabas con Lucian,antes de la reunión del Consejo, él te llevó a su casa en contra de tuvoluntad, ¿no?

 — Sí  — dije lentamente, cada vez más incómoda. — ¿Cómo te hizo sentir eso?Mis manos se apretaron en los barrotes.  — ¿Qué eres ahora? ¿Un

psicólogo?

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 — Sólo responde la pregunta.Cerrando mis ojos, me apoyé en los barrotes. Podría mentir, pero no

había realmente una razón. — Lo odiaba. Traté de matar a Lucian con uncuchillo de carne.  — Obviamente eso no había salido como planeaba — .

Pero no entendía entonces. Lo hago ahora. No tengo nada que temer.Silencio, y luego Aiden estaba justo en frente de mí, su frentetocando la mía a través de los barrotes. Sus grandes manos estaban sobrelas mías y cuando habló, su aliento era cálido. No me aparté, y noentendía por qué. Estar tan cerca de él no estaba bien en muchos niveles.

 — Nada ha cambiado — dijo en voz baja. — Yo lo he hecho.Aiden suspiró. — No lo has hecho.Abrí los ojos.  — ¿Alguna vez te aburrirás de esto? Tienes que hacerlo,

con el tiempo. — Nunca — contestó. — Porque no te rendirás conmigo, ¿no importa lo que te diga? — Exactamente. — Eres muy terco.Los labios de Aiden formaron una media sonrisa. — Yo solía decir lo

mismo de ti.Mi ceño se frunció. — ¿Y ahora no puedes?

 — A veces no sé ni qué decir.  — Llegó a través de los barrotes y laspuntas de sus dedos rozaron mi mejilla. Un momento después, apoyó todasu mano contra mi mejilla. Me estremecí, pero él no quitó su mano — . Y haymomentos en los que dudo de todo lo que hago.

Él inclinó mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se encontraran conlos suyos.  — Pero no dudo ni por un segundo, que lo que estoy haciendoahora, es lo correcto.

Muchas réplicas salieron a la superficie, pero se desvanecieron cuandouna pequeña voz dentro de mí intervino. Yo lo daría todo por ti...

Un nudo se formó en la parte posterior de mi garganta. De repente,esta celda era demasiado pequeña. El sótano era demasiado apretado yla poca distancia entre Aiden y yo me ahogaba. Mi corazón estabarevoloteando rápidamente, busqué la conexión —  

 — No lo hagas — susurró Aiden — . Sé lo que vas a hacer. No lo hagas.Retrocedí, rompiendo el contacto entre nosotros.  — ¿Cómo sabes lo

que estoy haciendo?

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Su mano estaba extendida, como si aún pudiera sentir mi mejilla. — Sololo sé.

La ira creció, alimentada por la frustración y una buena mezcla de“qué demonios”. — Bueno, ¿no eres especial?

Sacudiendo su cabeza, Aiden bajó su mano. Me vio pisar fuerte haciael colchón y tumbarme. Lo fulminé con la mirada, deseándole todas lascosas malas en las que podía pensar. Y había cosas que yo sabía quepodía decir que le harían daño, que lo pondrían fuera de control y loromperían en pequeños pedazos. Cosas que mi Seth había susurró y cosasque le había dicho que quería hacer. Podría atacar… oh sí, podría destruir a Aiden. Pero cuando abrí la boca, todas esas cosas hirientes y destructivasquedaron atascadas alrededor de un nudo en mi garganta.

Sentada aquí, no me sentía bien en mi piel, como si en realidad nofuera una parte de ella. Y la única vez que me sentí cómoda fue cuandome conecté a mi Seth. Sin él, quería arrojar esa piel, o rasgarla hasta queempezara a sangrar.

Quería golpear algo. Fuerte.Respirando profundamente, me centré en la marca en el techo. Había

dos lunas dibujadas, entrelazadas. Ya que muchos dioses estaban atados ala luna, no sabía lo que representaba o cómo tenía el poder para retener el mío.

 — ¿Qué es eso? — le pregunté, señalando el techo.Una parte de mí no esperaba que Aiden respondiera, pero lo hizo.  — Es

el símbolo de Phoebe. — ¿Phoebe? Obviamente no te refieres a una de Charmed2.Resopló.Guau, habían traído la artillería pesada. Me sentí especial mientras

miraba las marcas. Tenían un extraño tinte rojo azulado. — Por lo tanto, unTitán...

 — Sí. — Y es la sangre de un Titán, ¿no?  — Incliné mi cabeza hacia Aiden — .

¿Te importaría explicar cómo es posible que la sangre de un Titán este eneste techo? ¿Los dioses del Olimpo mantienen tarros de ella alrededor?

2 Charmed: (Hechiceras) Serie de televisión que narra el cambio en la vida de las tres

hermanas Halliwell — Prue, Piper y Phoebe.

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Aiden soltó una risa seca. — Cuando los olímpicos derrocaron a losTitanes, la mayoría fueron encarcelados en el Tártaro. Phoebe no era unode ellos. Y tiene un cariño especial por sus hijos.

Destrozándome los sesos para recordar quien era ella, me encontré con

las manos vacías. — ¿Quién? — Leto — respondió — . Quién a su vez dio a luz a Apolo y Artemisa.Me quejé. — Por supuesto. ¿Por qué no? ¿Entonces Apolo pidió a su

abuela un poco de sangre? Genial. Pero no entiendo cómo funciona.  — Hice un gesto a mí alrededor. — ¿Cómo está reteniendo mis poderes?

 — La sangre de Titán es muy poderosa. Sabes que las dagas bañadasen sangre de Titán pueden matar a un Apollyon.  — Cuando le envié unamirada duh, su sonrisa se estrechó — . Mezclar eso con la sangre de supropio linaje, bueno, tiene la capacidad de evitar que te lastimes a timisma.

 — O de lastimarte a ti — le espeté.Aiden se encogió de hombros.

La ira bombeaba a través de mi sangre como un veneno; sin ningunaforma de expulsarla, estaba seriamente a segundos de volverme loca.Estiré mis piernas, luego mis brazos. En mi cabeza, me imaginé a mí misma corriendo y pateando a Aiden en la espinilla.

Hubo un suspiro desde el otro lado de los barrotes.A veces me preguntaba si tenía la habilidad de leer la mente.

 — Odio esto — admitió Aiden en voz tan baja que no estaba segura deque lo hubiera escuchado. Se volvió, dándome la espalda — . Odio queSeth no ha hecho otra cosa que jugar contigo  — mintiéndote — y que túhas confiando en él. Odio que esta conexión sea más importante que todolo demás que está pasando ahí afuera.

Yo estaba a punto de discutir, pero mi Seth sí me había mentido.Probablemente había estado jugando conmigo desde el momento en quehabía descubierto que era el segundo Apollyon. No hay duda de queLucian lo había hecho.

La inquietud se deslizó por mi espina dorsal, dejando escalofríos a supaso.

 — No... no importa ahora — dije.Aiden se volvió hacia mí. — ¿Qué cosa?Me encontré con su mirada. — Que Seth me haya mentido. No importa.

Porque lo que quiere, yo lo quiero. Si yo…  — Cállate — gruñó Aiden.

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Sorprendida, parpadeé. No podía recordar un momento en que Aidenme hubiera dicho que me callara. Guau. Y eso no me gustaba por unamultitud de razones.

Los ojos de Aiden brillaron en una feroz mirada plateada.  — Tú no

quieres lo que Seth quiere porque no hay tú en cualquier parte de eso. Soloestá él.Un choque me recorrió, robando cualquier respuesta que pudiera dar.

Yo no estaba. Estábamos sólo nosotros. Esa maldita pequeña voz dentrode mí rugió con furia, y luego se volcó alrededor.

No había un yo.

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Tres Traducido por Ysandre

Corregido por Dafne

uando mi Seth decidió presentarse en el otro lado del arco iris,yo estaba de mal humor y él estaba... bueno, no estabaprecisamente irritado. Hubo, uh, cosas que dijo a través de la

conexión que no estaban bien.¿Me distrajo? Sí.¿Aceptable en mi estado de ánimo? No.Quiero salir de aquí, le dije mentalmente, sorprendiéndolo. No puedo

soportarlo más. Aiden... él...La desaprobación de Seth era como hojas de afeitar dando vueltas en

mi cabeza. ¿Aiden qué?¿Qué podía decirle a mi Seth? ¿Qué Aiden me estaba haciendo

pensar? Aiden habla mucho.

Su risa cosquilleó en mi nuca. Lo hace. Ángel, esto no va a durar mucho. Lucian nos ha hecho un gran favor.

¿Con quién? ¿El club Bata Blanca del Mes?Otra risa agradable me erizó. Digamos que me ha dado un

interminable suministro de carnada e influencia.Rodé los ojos mentalmente. Sí, no lo entiendo.Hubo una pausa, y pude sentir lo que Seth quería a través de la unión.

Estaba de un humor juguetón, pero esta conversación era demasiadoimportante para joder. Finalmente, me respondió. Los puros que se han

resistido contra nosotros han demostrado ser útiles.¿Cómo es eso?¿Recuerdas cómo Telly se negó a aceptar que los daimons podían

 jugar bien y trabajar juntos para formar un ataque coherente en contra delos Convenants?

Sí... y Marcus no creía que ellos solo estaban trabajando en contra denosotros.

C

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Y tampoco yo. En la reunión de emergencia del Consejo Lucian habíasido llamado antes que Seth se hubiera revelado ante los miembros delconsejo, yo sospechaba que Lucian había estado, de alguna manera,detrás de los ataques daimon, pero no había habido ninguna prueba real.

Además, mi odio por Lucian probablemente había sido el causante de esaidea.Bueno, Telly estaba obviamente a medias. Sin la motivación correcta — 

por ejemplo, una fuente inagotable de éter  — probablemente tuvieron queconformarse con cualquier puro al que le pudieron poner las manosencima.

Hubo otra interrupción, y la intensidad de lo que él sentía, lo que élquería, rugió a través de la conexión. Por un momento, realmente creí quepodía sentirlo, y la emoción me inundó, drenando mis pensamientos yllenándome de la dicha de la conexión.

Alex. Su voz me estaba reprendiendo, insatisfecho. ¿Estás prestandoatención?

Sí. Daimons... éter... cosas...Bien. Déjame hacerte una pregunta, Ángel. ¿De verdad crees que los

daimons orquestaron todos estos ataques por su propia cuenta?Parte de la amorosa niebla que mi Seth estaba creando se desvaneció

como si el viento helado la hubiera soplado de mi nuca. ¿Qué? ¿Quéquieres decir?

Incluso daimons razonables no pueden lograr lo que hicieron en losCatskills. Debieron tener ayuda, ¿no crees?

No podía pensar mientras mi pulso se aceleraba. ¿Así que yo estaba enlo correcto? Un sabor amargo llenó la parte posterior de mi garganta.

No estés enojada, Ángel. Lucian necesitaba discordia para que todoesto sucediera.

Pensando en el ataque en Catskills, traté de recordar dónde habíaestado Lucian durante el caos. Había asumido que él había estado en elsalón de baile con el resto de los puros, pero no lo había visto. Todo lo quesabía era que mi Seth había contactado con él...

Todos esos sirvientes mestizos muertos, los Guardias y Centinelas... todosinocentes...

Alejé mis pensamientos rápidamente, a punto de perder la conexióncon mi Seth.

Ángel, ¿cómo crees que los daimons se metieron en Catskills en primer lugar? Viste la seguridad allí. ¿Y el salón? Sólo había dos entradas, y ambas

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estaban custodiadas. Una de las puertas pertenecía a la guardia deLucian.

Sospechando que Lucian había estado detrás de estos ataques erauna cosa — yo no puse nada más allá de ese hombre — ¿pero mi Seth? Él

no podía estar de acuerdo con eso. Creer que el formó parte de todas lasmuertes de estas personas inocentes era aceptar algo horrible. Lo que miSeth quería, yo lo quería, pero los daimons... ellos eran y siempre serían elenemigo.

Los enemigos pueden ser aliados en la guerra, ÁngelOh, mis dioses. Una enorme, maldita, parte de mí del tamaño de un

cráter no podía procesar lo que estaba diciendo mi Seth. Luché contra lafuerza de sus emociones, emergiendo como si me estuviera ahogando,luego tragando aire.

Había tanta gente inocente, razoné. Imágenes espantosas de lamasacre llegaron una tras otra; los sirvientes en el salón con las gargantasdesgarradas, los Centinelas y Guardias a los que les habían sacado lasvísceras y luego arrojados a través de ventanas.

Ellos no importan, Ángel. Sólo nosotros importamos, sólo lo quequeremos importa.

Pero esas personas si importaban. Nosotros podríamos haber sidoasesinados, Seth. Mi padre podría haber sido asesinado.

Pero no lo fue, y yo nunca dejaría que te pasara nada. Nada lo hizo.Habíamos estado separados durante el ataque. Y si mi memoria no

fallaba, había estado a punto de ser pisoteada hasta la muerte. Por nohablar de que había tenido que luchar sola contra las Furias. No estoysegura de cómo había exactamente impedido mi muerte en todo eso.

Ángel, necesitábamos que esto pasara. Los daimons me ayudarán allegar ti. ¿No querías eso? ¿Para que estuviéramos juntos?

Sí, pero… Entonces confía en mí. Queremos las mismas cosas, Ángel.Las palabras de Aiden volvieron a mí, y me retorcí en mi propia piel.

¿Seth? Tú... tú no estás haciéndome querer algo ¿no? ¿No me estásinfluyendo?

Él no respondió de inmediato, lo que provocó que mi corazón tropezarasobre sí misma. Yo podría, Ángel, si quisiera. Sabes eso, pero no lo hago.Sólo queremos las mismas cosas.

Me mordí el labio. Queríamos las mismas cosas, excepto la cosa con losDaimons... detuve esos pensamientos. Como si dos fuertes brazos

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estuvieran empujando hacia abajo mis hombros, yo estaba acostada. Yluego, me estaba ahogando en lo que estaba sintiendo Seth de nuevo.

 *** 

Aiden regresó con la comida, y trajo compañía con él esta vez: mi tíoMarcus. El hombre de hecho estaba siendo medio decente conmigo.Irónico. Comí y bebí mi agua como una buena cautiva.

Y ni siquiera grité algo insultante.Pensé que merecía una recompensa, como tiempo fuera de la celda o

algo, pero eso era pedir demasiado. En su lugar, Marcus me dejó para ir a

ver lo que los otros estaban haciendo. Tan pronto como se cerró la puertade arriba, Aiden se sentó con su espalda apoyada contra los barrotes.Valiente, hombre valiente... o realmente estúpido; era como echar una

moneda al aire. Yo podría fácilmente transformar la sábana en un lazo ydeslizarla alrededor de su cuello antes de que él tuviera oportunidad dereaccionar.

Pero me senté, mi espalda casi contra la suya. Las llamaradas azules delas cadenas parecieron más débiles. El silencio se extendió, extrañamentereconfortante. Pasaron los minutos y los tensos músculos de mi espalda se

relajaron. Antes de darme cuenta, estaba apoyada contra los barrotes... yla espalda de Aiden.Mi anterior conversación con Seth me había dejado un sabor extraño

en la garganta y una bola de nudos en mi estómago. ¿Tal vez era por esoque no sucumbía ante mi instinto asesino de poner la sabana alrededor delcuello de Aiden? Oportunidad perdida, supuse.

Bajando la barbilla, suspiré. Lo que mi Seth quería, yo lo quería, pero...¿daimons? Froté mis manos sobre mis rodillas dobladas y suspiré de nuevo,más fuerte, como un niño malhumorado.

La espalda de Aiden se torció mientras él giraba su cabeza.  — ¿Qué,Alex? — Nada — murmuré. — Hay algo. — Se recostó, inclinando su cabeza contra la barra — . Tienes

ese tono.Le fruncí el ceño a la pared.  — ¿Qué tono?

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 —El tono “tengo algo que quiero decir pero no debería”. — Había unpoco de humor filtrado en su voz — . Estoy muy familiarizado con él.

Bien… maldición. Mi mirada cayó sobre mis manos. Los dedos estabanbien, supongo. Pero mis uñas estaban estropeadas y cortas. Manos de una

Centinela — una Centinela que ha matado daimons. Empujé hacia arriba lamanga de mi suéter. Pálidas marcas blancas de mordidas cubrían mi brazoderecho. Las marcas en forma de media luna eran un dolor que ocultar yestaban en ambos brazos, así como en mi cuello. Eran tan feas, unrepugnante recordatorio de cuando fui atrapada por ellos.

Y no importaba lo mucho que lo intentara, no podría eliminar de micabeza los rostros de todos aquellos mestizos degollados en Catskills... uolvidaría la mirada en el rostro de Caleb cuando vio la hoja incrustada ensu pecho — una hoja que había sido esgrimida por un daimon.

Caleb estaría tan… decepcionado que ni siquiera podía imaginarlo, sino decía algo.

Pero mi Seth estaría cabreado. Especialmente si husmeaba en misrecuerdos, y quería que estuviera feliz conmigo. Quería —  

No quería trabajar con daimons. Sería como una bofetada en la cara atodos aquellos que habían muerto a manos de ellos — mi mamá, Caleb, lossirvientes inocentes — y mis cicatrices.

Mi Seth... él sólo tendría que entenderlo. Él lo haría, porque me amaba.Decisión hecha, tomé una respiración profunda.  — Solo para que lo

sepas, no estoy diciéndote esto porque tenga algo que ver contigo. ¿Deacuerdo? —  

Se rió sombríamente.  — Yo nunca pensaría una cosa tan loca.Hice una mueca.  — Sólo te estoy diciendo porque no creo que sea

correcto. Va contra algo... inherente a mí. Tengo que decir algo. — ¿Qué, Alex?Cerrando mis ojos, respiré profundamente.  — ¿Te acuerdas de cómo

Marcus pensó que había más en los ataques daimon, especialmente en elde Catskills?

 — Sí. — En cierto modo me pareció que era Lucian, especialmente en la

reunión del Consejo. Tomó sentido. Crear caos y lo que sea hace que seamás fácil para la gente que quiere derrocar y tomar el control.  — Pasé undedo sobre la parte carnosa de mi codo — . De todos modos, los ataquesdaimon, aparentemente, han sido orquestados por Lucian y... Seth.

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La columna vertebral de Aiden se puso rígida contra la mía. No huborespuesta. Se quedó callado durante tanto tiempo que me removí alrededor.  — ¿Aiden?

 — ¿Cuántos? — Su voz era ronca.

 — Todos ellos, creo  — le dije, la culpa masticaba en mi interior. Estabatraicionando a mi Seth, pero no podía quedarme callada — . Hanencontrado una manera de controlar a los daimons.

Bajó su cabeza y sus grandes hombros rodaron. — ¿Cómo?Apoyada en mis rodillas, me agarré de los barrotes ignorando el débil

pulso de la luz azul. — Ellos... ellos están utilizando puros como motivación. Los que están en

contra de ellos — nosotros, quiero decir nosotros.Aiden se giró tan rápido, que solté los barrotes y me tiré hacia atrás. Sus

ojos ardían plateados.  — ¿Sabes dónde están manteniendo a esospuros? —  

Sacudí mi cabeza.Sus pestañas bajaron. — ¿Sabes por qué ellos harían algo como esto?El disgusto en su voz era comprensible. Froté mis palmas sobre mis

muslos. ¿Por qué estaban haciendo esto? Para crear discordia, eraevidente. Con daimons atacando por la izquierda y derecha, el Consejoestaría distraído. Los dioses tenían dudas desarrolladas sobre la capacidadde los puros para controlar las hordas de daimons y había enviado furiascomo resultado. Y ahora, me serviría como una distracción para escapar.Como ellos iban a manejar eso no lo sabía. Y si la tenue luz azul era unaindicación, no sería necesario.

 — No. No lo sé.Sus ojos se encontraron con los míos y nuestras miradas se trabaron.  — 

¿Por qué me dices esto? Estoy seguro que Seth no lo apreciará.Aparté la vista.  — Te lo dije. No es justo. Esos puros...

 — ¿Son inocentes? — Sí, y Caleb... él fue asesinado por un daimon. Mi madre fue

convertida por uno.  — Mi respiración se transportó a través de mí y mequedé quieta — . Yo quiero lo que Seth quiere, pero no puedo apoyarlo enesto. Él lo entenderá.

Aiden echó la cabeza hacia atrás.  — ¿Lo hará? Sabes que yo voy aenviar esta información. Se obstaculizarán sus planes.

Envolví mis brazos alrededor de mi cintura. — Él lo entenderá.Tristeza fluyó en su expresión y bajo su mirada.  — Gracias.

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Por alguna razón, la ira desbordó y quise atacar.  — No quiero tusgracias. Es la última cosa que quiero.

 — Las tienes.  — Se paró en un fluido movimiento — . Y tienes miagradecimiento más de lo que crees.

Confundida, le devolví la mirada.  — No lo entiendo.La sonrisa de Aiden era estrecha, teñida con esa tristeza que estabapresente siempre que me miraba, como si yo fuera una desafortunadacriatura que provocaba dolor dondequiera que fuera. Detrás de esatristeza, sin embargo, no había más que pura determinación.

 — ¿Qué? — le dije, cuando no contestó. — Me has dado la esperanza que necesito.

 *** 

Mi Seth no estaba loco porque se me había ido la lengua. Yo ni siquierahabía intentado esconderlo de él. Tan pronto como nos conectamos, ledije lo que había hecho. En todo caso, parecía que lo había esperado. Yeso no lo entendía, pero de cualquier manera, él no quería hablar alrespecto.

Me contó acerca de su infancia, era un Seth diferente, un lado de él

que raramente había visto. Cuando empezó a hablar de su madre, lavulnerabilidad se filtraba a través de la conexión, como si hablar de sumadre lo desconcertara.

¿Cuál era su nombre? le pregunté.Callista.Bonito.Ella era muy hermosa. Alta y rubia, como una diosa. Sus palabras

quedaron dormidas por un momento. Teniendo en cuenta la referencia entiempo pasado, supuse que ella había muerto. Pero ella no era amable,

Ángel. Era fría e inaccesible, y la mayoría de las veces, cuando memiraba, había siempre odio en sus ojos.Me estremecí cuando mis sospechas fueron confirmadas, y quería que

se sintiera mejor. Estoy segura de que no te odiaba, ella —  Ella me odiaba. Su brusca respuesta fue como ser rociada con agua

helada. Yo era un recordatorio constante de su vergüenza. Ella habíaconseguido un mordisco del fruto prohibido, y luego se arrepintió. Mestizos

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y Puros tenían prohibido mezclarse. Sólo recientemente había descubiertoque era porque la descendencia de un puro y una mestiza creaba unApollyon.

Cuando volvió a hablar, su voz era suave como una manta. Ella no era

como tu madre, Ángel. No hubo una gran historia de amor. Ella solíadecirme que la única razón por la que me había mantenido era porque undios la había visitado después de mi nacimiento. El hombre más bello que

 jamás había visto, o al menos eso dijo. Ese dios le dijo que me tenía queproteger a toda costa, que un día me convertiría en un gran poder.

Mientras hablaba, recordé los destellos del pasado de Seth que habíavisto cuando había Despertado. De Seth como un niño pequeño, todo pieldorada y rizos rubios, jugando por un arroyo o inclinado sobre un jugueteen una gran habitación llena con muebles que parecían incómodos. Élsiempre estaba solo. Noches cuando se había despertado llorando por unmal sueño y nadie acudió a consolarlo. Días en que la única persona quevio fue a una niñera que era tan indiferente como su madre. Nunca habíaconocido a su padre. Hasta el día de hoy, ni siquiera sabía su nombre.

Mi corazón lloró por él.Luego a los ocho años, fue llevado ante el Consejo para determinar si

podría entrar en el Covenant. Su experiencia no fue nada como la mía. Nohubo empujones o pellizcos. Él no le pegó a un ministro. Ellos le habíanechado un vistazo y parecieron saber lo que iba a ser.

Eran los ojos.Los leonados, ojos ambarinos que contenían la sabiduría que no le

pertenecía a ningún niño: ojos de un Apollyon.Las cosas fueron mejores para él una vez que fue enviado al Covenant

en Inglaterra, y luego al de Nashville. Tan extraño que hubiéramos estadotan cerca el uno al otro durante tantos años y nunca nos habíamoscruzado.

Pero algo estaba mal. Cuando me había Despertado, aprendí todo loque los Apollyons anteriores habían descubierto durante sus vidas, comoser enchufada a una computadora y arrancar. Y ninguno de ellos habíanacido con los ojos de un Apollyon. Todos sus ojos se habían vueltodorados después de que habían despertado.

Mi Seth había sido diferente.Pero ahora mismo, esa ira lastimando su pecho lo estaba

consumiendo. ¿Dónde naciste? pregunté, con la esperanza llevar el temalejos de su madre. Nunca me lo has dicho.

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Él se rió y yo sonreí. Un Seth feliz era un mejor Seth. No vas a creer esto,pero sabes ¿cómo al destino le encanta meterse con la gente?

Vaya, nunca lo hubiera imaginado.Nací en la isla de Andros.

Un escalofrío bailó por mi espina dorsal. Que… irónico. Fue un gran saltode fe, al considerar que mis antepasados también habían aclamado laisla, ya que muchos tomaron el nombre del lugar donde nacieron. O, enalgunos casos, las islas fueron nombradas después de las familiasfundadoras.

De cualquier manera, eso era irónico. Y algo gracioso. Andros teníaunas enormes 147 millas cuadradas3. ¿No crees que seamos parientes?

¿Qué? Seth se echó a reír. No.¿Cómo puedes estar tan seguro? Porque si estamos vinculados como

Luke y Leia4, voy a vomitar.Mi familia no está vinculada a la tuya en cualquier forma. Además, tu

linaje es de Apolo.¿Y cuál es el tuyo? No hubo respuesta, sólo una ola de silencio

arrogante. ¿Por qué me ocultas eso?Seth suspiró. Te diré cuando estemos juntos. Te voy a mostrar todo,

Ángel. Y todas las preguntas que tengas, tendrán respuestas.

3 147 millas cuadradas: Equivalen a 236,57 kilómetros.4 Luke y Leia: Referencia a Star Wars, en dónde dos hermanos (Luke y Leia) se besaron unpar de veces, hasta que averiguaron que estaban emparentados.

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Cuatro Traducido por Ysandre

Corregido por Dafne

espués de que la comida fuera servida al día siguiente,deambulé sola por mi celda. Algo estaba pasando arriba — puertas se abrían y se cerraban de un portazo, golpeteos de

pies y gritos felices.Curiosa, fui a los barrotes y me esforcé por oír más. La conversación

estaba demasiada amortiguada como para inventar ideas o cuentossobre quién era, pero alguien había llegado. Y no era un dios. Lo sabría si lofuera. Su esencia era fuerte, algo que podía sentir dentro de mí.

El contacto con los barrotes, me dio la respuesta. El resplandor azulestaba desvaneciéndose. Toma eso, Seth. ¿Significaba eso que la marcaanterior también se desvanecería sin un refuerzo? Buenos dioses, esoesperaba. Busqué por la conexión, deseando contarle sobre el nuevodescubrimiento. Seth estaba allí, pero no hablaba. Estaba con Lucian, almenos sabía eso. Lo que fuera que estaba siendo discutido estaba mudo

para mí.Mi aversión se elevó inmediatamente en respuesta a la presencia de

Lucian. Obviamente tendría que superarlo, pero iba a ser difícil. Yo nuncasería una fan de mi padrastro.

Saliendo de la conexión, me pregunté qué estaba haciendo Aiden. Élpor lo general dedicaba gran parte de su día a estar sentado en esa sillaplegable, meditando frente a mí.

Me has dado la esperanza que necesito.¿Esperanza de qué? ¿Un "felices para siempre" para nosotros?

Me encontré a mí misma en el pequeño y blanco baño, mirando en elapestoso espejo sobre el lavabo. La cosa estaba prácticamentecimentada en la pared, era plástico ligero así que no podía transformarlaen alguna clase de arma.

D

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Apoyada contra el lavabo, tenía toda mi cara pegada contra elespejo. Mi reflejo era ondulado, distorsionado por la calidad barata delespejo, pero eran mis ojos lo que estaba mirando.

Eran de color ámbar, al igual que los de otros Apollyons después de

que hubieran despertado. Era un poco extraño ver mis ojos así, perotambién se sentía bien. Al igual que quién había llegado a algo queestaba destinado a ser. Lo que, obviamente, había hecho.

Ladeé mi cabeza a un lado. ¿Qué pensaría mi Seth cuando finalmenteme viera — realmente verme — toda Apollyon revelada? Él estaríacomplacido, a diferencia de Aiden, que odiaba mis ojos...

Un repentino sentimiento agudo atravesó mi pecho. Santa mierda...estaba mareada mientras agarraba el lavabo. Esto no era un dolor físico,era más como el tipo cuando el mundo cae de debajo de mis pies. Ocuando hay realmente, muy malas noticias.

Era la sensación de un corazón siendo aniquilado sin posibilidad dereparación.

El aliento que aspiré era estridente. Aquel sentimiento no tenía sentido.Mi corazón no se había roto. Estaba unido y pertenecía a mi Seth. Y él meamaba. Nunca me lo había dicho, pero tenía que hacerlo. Estábamosdestinados el uno al otro, y una vez juntos, seríamos perfectos. Nosotrosgobernaríamos sobre ambos, el Olimpo y el mundo mortal.

 — Vamos a ser dioses — susurré. — Oh, Alex, aún estoy sorprendido por la forma en que se infla tu ego.

Dioses, si fuera plenamente corpóreo, te patearía el culo en estemomento.

Me di la vuelta, esperando completamente encontrar a Caleb de pieen el cuarto de baño, porque esa era su voz. Pero nadie estaba allí. Con elcorazón acelerado, me asomé a la celda. Vacía.

 — ¿Caleb?No hubo respuesta.Me acerqué a la celda, dispuesta a ver a Caleb aparecer si realmente

estaba aquí. El silencio se extendió, y justo cuando estaba a punto dereconocer que pude haber perdido completamente la cordura, algocálido pasó a través de mí.

¿Caleb acababa de… pasar a través de mí? — Uh...Hubo una ligera risa ahogada detrás de mí. Yo sólo... sólo podía mirar.

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Caleb se quedó allí, cejas rubias oscuras arqueadas de una manera tandolorosamente familiar. Llevaba una camisa estilo túnica y blancospantalones de lino. Era Caleb, pero...no.

Pude ver por completo las barras a través de él. Extraño. — ¿Caleb?

Bajó la mirada hacia sí mismo. — Sí, soy yo, en forma de sombra para tuinmenso placer. — ¿Estás realmente aquí, o he perdido mi mente?Una lenta y fácil sonrisa tiró de sus labios pálidos.  — Estoy aquí. Bueno,

tan aquí como puedo estar.Yo respiré, pero quedé atrapada.  — ¿Puedo tocarte? —  Mis piernas se

movían hacia delante con movimientos bruscos. Ninguna Apoollyonagraciada por aquí. — ¿Puedo abrazarte?

Sus cejas bajaron. — No, Alex, No puedes. Irías a través de mí.  — Élsonrió — . Aunque pareciste disfrutarlo la primera vez.

Me reí, sin llegar a tocarlo. — Dioses, quiero abrazarte tan malamente. — Lo sé. — Su sonrisa se desvaneció — . Pero no tenemos mucho tiempo.Nunca lo hicimos. Me mecí sobre mis talones, sonriendo. — Estás aquí 

para liberarme, ¿no? — Ah, no, no estoy aquí para liberarte.Mi sonrisa se deslizó de mi cara. — ¿Por qué? No entiendo. Tengo que

salir de aquí. Mi Seth necesita —   — Estoy aquí con un último esfuerzo, Alex .  — Extendió la mano como si

fuera a tocarme, pero se detuvo — . Apolo me envió.Crucé los brazos y fruncí el ceño. — ¿Qué tiene él que ver con esto?

 — Él espera que yo pueda llegar a ti, Alex — ¿Sabes que me golpeó con un rayo divino?Caleb hizo una mueca. — Sí, lo he oído. Todo el mundo en el

Inframundo lo ha oído, pero Alex, se dice que lo merecías.  — Cuando abrí mi boca, me hizo callar  — . Apolo estaría aquí si pudiera.

 — ¿Y por qué no puede?  — Me di la vuelta, tratando de empujar mi ira,que fue como atornillar una tapa sobre una caja.  — Tiene miedo de mí,¿verdad? Él debería estarlo. Apolo está totalmente en mi lista de tipos demierda.

 — ¿Estás escuchándote? ¿Un dios teniendo miedo de ti?  — Sonabaatónito — . Apolo no está aquí porque Aiden, el amor de tu vida, le prohibióvenir aquí.

Me di la vuelta, con los ojos entrecerrados. — Él no es el amor de mivida

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Caleb sacudió su cabeza. — Siempre ha sido tuyo, Alex. Y tú siemprehas sido suya.

Mi boca se frunció como si hubiera probado algo amargo. — ¿Es por esto que viniste desde el más allá? ¿Para hablar de mi vida amorosa?

 — Bueno, el amor de tu vida prohibió a Apolo que entre en esta casaporque tiene miedo de que te haga daño. — Oh, sí, Caleb tuvo un vistazode mi shock  — . Y Apolo mandó a una de sus ninfas bajar al Inframundo, mearrancó directo desde debajo de la nariz de Hades para ayudarte. Ambos,Aiden y Apolo están haciendo cosas locas para salvarte.

 —Pero… no necesito que nadie me salve.  — ¡Exacto! — Caleb alzó los brazos — . ¡Eso es lo que yo dije!Está bien, no estaba siguiendo esta conversación. — Entonces, ¿por qué

no estás ayudándome a escapar? Podrías ir tú mismo en forma de sombra,directo a dónde sea que están las llaves. Estoy segura de que Aiden lastiene.

Él rodó sus y desapareció por un instante. Uff — Puedes salvarte a timisma. Solo tú, y necesitas descubrir cómo.

Mis labios estaban apretados. Aquí estaba Caleb, mi mejor amigo — mimejor amigo muerto — al que no lo había visto en lo que se sentía unaeternidad, y estábamos discutiendo. No quería discutir con él.

 — ¿Qué estás haciendo, Alex? Esta no eres tú. Nada de esto es lo quesiempre has querido.

Tomé una respiración profunda. — Es lo que quiero ahoraCaleb gruñó gravemente en su garganta. Se veía como si quisiera

estrangularme.  — Lo que están haciendo va a conseguir que Seth y túmueran. Sí, es cierto — no son invencibles. ¡Ninguno de ustedes lo es! Y hayuna guerra formándose en el Olimpo y va a llover todo los tipos de santoinfierno bajo Tierra. ¿Quieres ser responsable de eso?

Apretando mis manos en puños, lo fulminé con la mirada. — ¡Queremoscambiar las cosas, Caleb! ¡Tú de todas las personas tienes que entender eso! Juntos, Seth y yo podemos liberar a los siervos — mi padre. Podemosderrocar al Consejo. Podemos… 

Él soltó una especie de risa loca. Una que por lo general significaba queestaba cerca de empujarme a una esquina. — ¿De verdad crees que esoes lo que va a suceder una vez que tengan éxito en la erradicación detodos los Consejos? ¿Qué Lucian va a liberar a los mestizos y todo el mundova a amarse los unos a los otros?

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Abrí la boca, pero él siguió.  — Y vamos a pretender que eso no esabsurdo y todos estaremos en lo alto en píldoras de la felicidad. Los diosesnunca van a permitirlo. Ellos se arriesgarán exponiéndose a todo el mundomortal para detenerte. Personas inocentes morirán. Tú morirás.

Mi corazón se aceleró un poco. — ¿Así que no debería hacer nada? — No ¿No lo sabes? La suprema arte de la guerra es someter alenemigo sin lucha.

 — Y quienquiera que propuso eso era un completo y absoluto idiota.Para ganar la guerra, el enemigo debe ser despojado de su esqueleto ydestruido.

Sus ojos se estrecharon. — Eres una idiota.Mis labios temblaron. — Cállate.Caleb desvió la mirada. — Alex, tienes que romper el vínculo con Seth.

Rómpelo y entenderás todo. — No. — Retrocedí, pasando mis manos lo largo de mis caderas — . Tú me

dijiste que no renunciara a Seth. ¿Y ahora quieres que lo haga? — No quiero que renuncies a él  — dijo él, su voz adquirió un filo

suplicante — . Aún hay esperanza para él, pero sólo si realmente puedesllegar a él. Y siendo el jefe del Club de fans de Seth no vas a hacerlo.

Me reí entonces. —Eso fue lo eras cuando estabas… ya sabes,alrededor. Tú realmente estabas flechado con él.

 — Y todavía lo estoy. Él es bastante impresionante, pero ahora él está enlo más alto de su poder. Como un adicto a las anfetaminas. No. Mejor aún.Un adicto al crack y un adicto a las anfetaminas todo en uno. Está fuerade control. Buen Dioses, ¡está trabajando con Daimons! Y si tú sales de aquí y te conectas con él; ¿transferirás tu poder a él? Eso será todo, Alex. Tedrenará hasta secarte sin intención.

Di un grito ahogado. — Nunca haría eso. — El podrá no pensarlo, Alex. Pero lo hará. Y una vez que lo haya hecho,

se convertirá en un Dios Asesino y nadie te necesitará. — El agitó su cabezacon tristeza — . Eso es si tú siquiera llegas a él. Apolo te detendrá. Cada diosvendrá aquí para detenerte.

Sacudiendo mi cabeza, me negué a creer eso. Mi Seth nunca medrenaría. Él me necesitaba, al igual que yo lo necesitaba. Y juntos, seríamosimparables. Nosotros podríamos cambiar las cosas. Como el Apollyon, noperdería a la gente como había perdido a Caleb y a mi mamá.

Me negué. — Alex — suplicó en voz baja

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 — No... ¡No! ¡Porque soy lo suficientemente poderosa ahora para quenadie de los que amo va a morir de nuevo!

 — Alex —  Estúpidas y débiles lágrimas quemaron mis ojos.  — Si yo hubiera sido el

Apollyon cuando fuimos atacados, podría haberte salvadoSu forma parpadeó. — No, Alex, no hubieras podido — No digas eso. Nunca digas eso. — Mi pecho estaba demasiado

apretado. Él se desvaneció un poco. — ¿Qué está pasando? — Me tengo que ir. — Caleb se veía afligido — . Rompe la conexión, Alex.

Es la única manera para salvarlos a ambos.Negué con la cabeza tan rápido que mi pelo abofeteó mis mejillas.

Antes de que pudiera decir una palabra, él se apagó y desapareció. Mequedé allí durante minutos, tal vez horas, mirando el lugar donde él habíaestado parado, peleando las lágrimas y todo lo que él había dicho. Yono — no podía creer lo que había dicho.

Caleb no lo entendía. Nunca había perdido gente como yo habíaperdido — gente como él. Mientras él estaba en el Inframundo jugandoMario Go Kart5, yo estaba aquí, metida hasta las rodillas en el dolor y laangustia de perderlo y a mi mamá. Yo estaba lidiando con el hecho deque mi padre era un maldito sirviente.

¡Y él no podía entenderlo!Estar conectada con mi Seth era la única manera de salvarnos. Para el

momento en que mi Seth y yo lo estuviéramos, no habría más dolor.

1Mario Go Kart: es un videojuego de carreras para Nintendo Wii en la que aparecen lospersonajes de la serie (también de videojuego) de Mario.

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Cinco  Traducido por Ysandre

Corregido por Mar¡Cipriano

uve la impresión de que Caleb había fallado de alguna maneradespués de que él se fue, y solo esperaba que no lo castigaran. Nopensé que Apolo le haría algo, pero de nuevo, ¿qué sabía yo?

La visita de Caleb me dejó hecha trizas. Encerrada y sin manera deexpulsar la energía, me paseaba por la celda. Una parte de mí queríaenfurecerse y gritar. Otra parte de mí quería sentarse y llorar como unbebé. Ver a Caleb fue como un regalo, pero todo lo que habíamos hechofue discutir. Eso me dejó una piedra en el estómago que seguía tirando demí hacia abajo, muy abajo.

Cuando Aiden apareció con una bolsa de comida rápida, casi melancé hacia él, porque me estaba muriendo de hambre. Y... tuve elimpulso más extraño de hablarle de Caleb.

 — ¿Quién está aquí?  — le pregunté entre un bocado y otro de unamisteriosa carne.

Él no contestó.Rodé mis ojos, terminando mi hamburguesa. Hurgando en la bolsa,

saqué unas papas fritas de tamaño extra-grande. Con el poco ejercicioque estaba haciendo, mi escape implicaría que me fuera rodando deaquí. — Sé que alguien ha aparecido.

Un puñado de patatas fritas entró en mi boca, y luego otro. Sal y grasarecubrían mis dedos. Yum.  — ¿No vas a hablar? ¿Sólo te sentarás y me

mirarás como un merodeador6?Aiden esbozó una media sonrisa. — Tú me llamaste así una vez. — Sí, porque lo eres  — Fruncí el ceño en mi caja casi vacía. Nunca

habría suficientes papas fritas.

6 Recordemos que en Mestiza (libro 01 de la saga Covenant), Alex se encuentra a Aidendespués de la fiesta de Zarak y lo llama “merodeador”, de ahí el término. 

T

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 — En realidad, había estado observándote para asegurarme de que note escaparas de la isla.

Me acordé. Había sido la noche de la fiesta en la casa de Zarak,cuando las cosas parecían ser más simples. Zarak... me pregunté qué

había pasado con él. No creía que él hubiera estado en la isla cuandoPoseidón lanzó su ataque, pero no sabía.Habiendo terminado con las patatas fritas, lamí la sal de mi dedo

mientras levantaba la mirada.Los ojos de Aiden se encendieron en plata y sentí algo caliente en mi

estómago. Puse mi otro dedo en los labios… ¡Santos bebés daimons! ¿Qué demonios estaba haciendo? Agarrando

una servilleta, me limpié furiosamente los dedos. Frente a mí, el calor rugiófuera de Aiden.

Cuando finalmente miré a Aiden otra vez, él era de nuevo todofrialdad: el maestro de la impasibilidad. Incluso arqueó la ceja ante mí. Bienpor él. Lo que sea. Él totalmente me había dado jaque mate, pero ahorasabía quiénes estaban arriba: Laadan y Olivia. Recordé entonces cuandohabía estado en el Elixir. Deacon y Aiden habían dicho que iban a venir.Luego me escondí en el armario porque Aiden había levantado la voz.

Realmente me escondí en un armario. — Te ves feliz  — comentó Aiden mientras desenvolvía un sándwich de

pollo.Hombre, ¿quién desecha la mayonesa y sólo come pan? Aiden.  — Oh,

sólo estaba recordando cuando aprendí a jugar al ajedrez y me escondíaen armarios.

Sólo había tomado dos bocados, pero tiró el resto en su bolsa. Unmúsculo en su mandíbula se movió. — Alex, odio verte así. Así que si quieresque me sienta culpable, lo hago. Si quieres que me odie a mí mismo por tomar esa decisión, lo hago.

Debería estar haciendo un baile de celebración o algo así, porquehabía conseguido un pequeño pinchazo, pero mis hombros se hundieron.Las palabras estaban en la punta de la lengua, palabras que no debíadecir. Así que no dije nada. Pasamos el resto del tiempo en silencio.Cuando se fue, no contacté a Seth. Entre la visita sorpresa de Caleb y lacosa con Aiden, estaba demasiado desconcentrada.

Algún tiempo después, tal vez un par de horas, escuché la puertaabrirse y cerrarse rápidamente; demasiado rápido y silenciosamente para

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que fuera Aiden, que siempre bajaba las escaleras como un guerreropreparándose para la batalla.

Salté fuera del colchón, conteniendo la respiración.Dos esbeltas piernas dentro de un pantalón, y luego una ondulada

camisa blanca metida en la parte delantera de los jeans. Vi las botas de mivisitante a la distancia. Eran botas geniales.Olivia.Una oportunidad acababa de golpear.Ella se detuvo en la parte inferior de la escalera, retirándose los rizos de

su cara. Su tez color caramelo era hermosa, incluso cuando estaba pálida.Parecía que estaba mirando a una horda de daimons ahora.

 — Alex — susurró ella, tragando saliva.Poco a poco, para que ella se fuera corriendo por las escaleras, me

acerqué a los barrotes. Supe el momento en que ella tuvo una buenamirada de mis ojos, porque retrocedió, golpeando el primer escalón.

 — No te vayas — le dije, agarrando los barrotes. La pálida luz azul brilló — .Por favor no te vayas.

Su garganta se movió de nuevo y echó rápidamente un vistazo detrásde ella antes de que su mirada se volviera de nuevo hacia mí. — Por todoslos dioses, es cierto. Tus ojos...

Sonreí irónicamente. — Toma un poco de tiempo acostumbrarse. — Sin duda. — Ella respiró hondo y se acercó más — . Aiden... él me va a

matar si se entera de que estoy aquí, pero yo sólo tenía que verte por mí misma. Él... estaba diciendo que te tienes que quedar aquí, que erespeligrosa.

Por una vez, la impulsividad de otra persona me beneficiaba.  — Yo nosoy peligrosa.

 — Dijeron que amenazaste con hacer una corona con la caja torácicade Deacon.

Oh, demonios... — No hice nada.Ella no parecía muy convencida.

 — Está bien. Ya me conoces. Digo cosas malas cuando estoy enojada.Sus labios se torcieron.  — Sí, lo haces. Alex...  — Su mirada parpadeó

sobre los barrotes — . Maldición...Tenía que proceder con cautela, pero tenía que hacerlo rápido.

¿Quién sabía cuánto tiempo teníamos antes de que Aiden se diera cuentade que Olivia estaba aquí y arruinara toda mi diversión? Usar unacompulsión sería la manera más fácil y rápida para tratar con esto, pero...

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pero una parte de mí, esa estúpida, estúpida parte de mí, quería hablar con ella... mi amiga.

Y había algo que no había tenido la oportunidad de decirle, algoimportante.

Olivia se acercó aún más a la celda. — Te ves... te ves terrible.Fruncí el ceño. — ¿De verdad? — ¿Has estado durmiendo? —  Su mirada me recorrió — . Has perdido

peso.Sintiéndome algo aliviada al saber que no había engordado, me

encogí de hombros. — Tú te ves genial.Ella me tocó la mejilla. — No me siento genial. No tienes idea de lo que

está pasando afuera. Todo el mundo está asustado, debido a... — Debido a nosotros. — ¿Nosotros? — Seth y yo.  — Apoyé la cabeza contra los barrotes — . Fuiste a Nueva

York, ¿verdad?Olivia negó.  — Empezamos a ir, pero está muy mal allí. No van a dejar 

entrar a nadie. El lugar se encuentra en clausura, pero hay muchas peleasdentro… o eso es lo que escuché. 

El Elixir había dejado de trabajar allí, cortesía de Lucian, y mi padre... mipadre estaba allí.

 — Los dioses, tienen esas cosas alrededor de los Covenants.  — Ella seestremeció y rodeó con sus brazos su esbelta cintura.

Mi interés despertó. — ¿Qué cosas? — No lo sé. Son como mitad toro, mitad hombre, pero máquinas. Nos

encontramos con ellos cuando íbamos camino a Nueva York. Mi madrecontinuó, pero ella no me quería allí. Me envió aquí con Laadan.

Un recuerdo brumoso resurgió, uno de Apolo y Aiden hablando de esascriaturas. Me pregunté si mi Seth sabía sobre ellas. Probablemente. Solté lasbarras y nuevamente escondí mi pelo enredado. Las puntas se curvaban ala mitad de mi pecho y probablemente necesitaban un corte. Alrededor de Olivia, no podía dejar de compararme.

 —Alex, las cosas van a empeorar. Tú…  — Vi a Caleb.Su boca se abrió, y lo que fuera que ella podría haber dicho había sido

olvidado. — ¿Qué? — He visto a Caleb dos veces desde que él... pasó.  — Tenía que sacar 

esto, y entonces hacer lo que tenía que hacer. Mi Seth llamaría a esto una

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debilidad y lo era, ya que estaba perdiendo un tiempo precioso, peroOlivia necesitaba saber. Había prometido a Caleb que se lo diría a ella, ydespués de que me escape no tenía idea de si volvería a verla — . La Ordenme atacó cuando todavía estaba en el Covenant. Uno de sus miembros

me mató. Fui al Inframundo…  — ¿Tú moriste?Hice una mueca.  — Sí, estaba muerta, y a la vez no lo estaba. Larga

historia. Pero vi a Caleb.Una mano voló a su pecho. — ¿Estás jugando conmigo? Porque te juro

por los dioses, Alex, que voy a hacerte daño.Lindo, teniendo en cuenta que no podía tocarme, pero sonreí. — Caleb

está bien. Está realmente bien. Pasa la mayor parte de su tiempo jugandoa la Wii, y se veía muy bien. Nada como...  — La parte posterior de migarganta quemaba. — Está muy bien.

Sus ojos brillaban en la penumbra. — ¿De verdad lo viste?Asentí con la cabeza.  — Él quería que yo te dijera algo. No tuve la

oportunidad, con todo lo que está pasando. — Comprensible. — Ella ahogó una carcajada — . ¿Qué... qué te dijo?Olivia siempre había tenido las manos cuidadas, pero su esmalte

estaba agrietado y viejo. Mantuve mis ojos en ella.  — No sé lo que estosignifica, pero me dijo que te dijera que habría elegido Los Ángeles.

Hubo una inhalación aguda, y el silencio se prolongó tanto tiempo queeventualmente eché un vistazo, y cuando lo hice, casi deseé no haberlodicho.

Las lágrimas corrían por las mejillas de Olivia, corriendo sobre sus dedosahora presionados contra sus labios. Una emoción subió a través de migarganta y me mordí el labio. Los Ángeles deben de haber significadoalgo realmente importante. Me hubiera gustado estar en el otro lado deestas barras, no para escapar, sino para abrazarla. Pero tenía que estar enel otro lado de las barras, y tenía que escapar. No había más tiempo.

 — Olivia — le dije, y mi voz era diferente, incluso a mis propios oídos; eramás suave y lírica. El poder tarareaba.

Ella se tensó, y luego sus manos salieron de su boca, sus ojos se clavaronen los míos. Las lágrimas se aferraban a sus pestañas gruesas, pero ellas noeran lo que hacía que sus ojos brillasen ahora. Era la compulsión en mi voz,una habilidad que se había convertido innata al Despertar. Una parte demí aborrecía lo que estaba haciendo. Olivia era mi amiga. Usar una

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compulsión en ella estaba mal, pero no había otra manera. Tenía quellegar a mi Seth. Con el tiempo, ella lo entendería.

 — ¿Sabes dónde están las llaves, Olivia?Ella asintió lentamente.

 — Bueno. Eso es muy bueno.  — Me estiré a través de los barrotes,haciéndole un gesto para que viniera hacia mí. Cuando ella puso su manofría en la mía, apreté suavemente — . ¿Dónde están?

 — Con Aiden. — Sus palabras eran lentas.Maldición. Eso no era bueno — . ¿Y dónde está Aiden?

 — Él está con tu tío y Laadan. — Un suspiro escapó de sus labios.Mierda. No había manera de que ella pudiera conseguir las llaves. Mi

mirada se deslizó hasta la puerta de la jaula y surgió una idea. Soltando sumano, agarré las barras y vi el resplandor de la luz. Era débil y noalcanzaba la marca Titán en el techo.

 — Olivia, ¿puedes ayudarme? — Usé todo el poder que tenía en mi voz,y sus ojos se abrieron — . Me ayudarás, ¿verdad?

 — Sí. — Genial.  —  Sonreí mientras me apresuraba hacia la puerta. El punto

más débil era el lugar donde estaba la cerradura; si las dos trabajábamosal mismo tiempo, tal vez sería suficiente — . Necesito que tires de la puerta,Olivia, lo más fuerte que puedas.

Se acercó a la puerta en un sueño, colocando obedientemente susmanos en el mango.

 — Pon todo en ella — le rogué en voz baja — . Tira. Tira con fuerza.Y lo hizo. Los mestizos eran increíblemente fuertes, y tanto el suelo como

las barras se sacudieron. Olivia se dobló por la cintura, cavando con susbotas. Di un paso atrás, deseando tener unos zapatos, porque estorealmente iba a doler.

 — Sigue tirando — le ordené, y luego respiré profundamente.Retrocediendo medio camino, me di la vuelta y planté mi talón en la

cerradura. El dolor se dividió en mi pie mientras brillante luz azul destellabay luego desaparecía rápidamente. Un pequeño hueco apareció entre lapuerta y las barras.

 — Tira muy duro, Olivia.Ella gruñó, tirando hacia abajo.Caleb iba a perseguirme por esto.Echándome hacia atrás, golpeé la puerta de nuevo. Apareció otra

brecha. Con el pie ya entumecido, le di una patada más. El metal gimió y

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cedió. La fuerza repentina envió a Olivia al suelo y la puerta... estabaabierta.

Sin perder tiempo, corrí a través del hueco, medio esperando ser detenida por una defensa desconocida, pero entonces yo estaba en el

otro lado de los barrotes.Quería hacer un baile de la victoria y gritar, pero me dejé caer y apretélas mejillas de Olivia. Ella me miró a los ojos, completamente bajo micontrol. — Quédate aquí, ¿de acuerdo? Quédate aquí hasta que alguienvenga y te lleve.

Olivia asintió.Empecé a irme, pero me detuve.  — Tú no te vas a culpar por esto. Me

vas a culpar a mí. — Está bien — fue su suave respuesta.La dejé ir y empecé a ir hacia las escaleras. Un sabor amargo estaba

en la parte posterior de mi boca al mirar por encima del hombro. Olivia sequedó en el suelo, sus ojos fijos en el lugar donde yo me encontraba.

 — Gracias  — le dije, no es que importara. Ella no me escuchaba ni meentendía. No iba a hacer nada hasta que alguien viniera aquí, y entoncessería como despertar de un sueño.

Volvería a verla. Una vez que mi Seth y yo cambiáramos las cosas,volvería a verla y me disculparía.

Tranquilizada por eso, me deslicé subiendo por las estrechas escaleras,deteniéndome en la puerta. No hubo voces en el otro lado. Tomando unsegundo, probé el vínculo con Seth. Él no estaba allí, y yo no tenía tiempopara esperar a que se presentara. Tan pronto como estuviera fuera ysupiera dónde estaba, lo llamaría.

Asomándome por la puerta abierta, revisé el pasillo. Vacío. Era estrechoy había cuadros colgados en las paredes. Se dividía en dos direcciones.Hacia la derecha, luz natural entraba por una pequeña ventana,llamándome. Me deslicé por la puerta, cerrándola detrás de mí mientrastomaba conciencia de mi entorno. Había estado en el Elixir la última vezque me había encontrado arriba (la única vez, en realidad) y recordévagamente que esta sala llevaba a la cocina y una especie de salón.Pasando la cocina estaba la terraza acristalada, que daba al exterior. Unaextraña sensación se desplegó dentro de mí, y hubo un destello de Aiden yyo en esta terraza acristalada.

Lo empujé fuera de mi cabeza y me moví silenciosamente por el pasillo.Sinceramente deseé que alguien hubiera dejado una daga o algo por ahí.

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No hubo tanta suerte. Ahora que lo pensaba, debería haberle preguntadoa Olivia donde estábamos. Puse mis ojos en blanco. Dios, que idiota era aveces, pero había estado tan preocupada por l iberarme.

Cuando me acercaba a una de las puertas cerradas, me pareció oír a

Deacon riendo, y luego a Luke. Mordiéndome el labio, me deslicé por laescalera que conducía hacía arriba…. La puerta se abrió y me encontré cara a cara con Lea. Mierda.Boquiabierta, Lea parpadeó y dio un paso atrás, chocando contra la

pared. —No… Su agudo y estridente grito de batalla me sobresaltó, y luego se

abalanzó sobre mí. Ella en realidad se abalanzó sobre mí. Dioses. Sin tiempopara una compulsión, desvié su golpe con un puñetazo que la hizo girar. Secontuvo con la pared y lanzó un gruñido. Antes de que pudiera recuperar su equilibrio, deslicé su píe por debajo de ella justo cuando la carasorprendida de Deacon aparecía en la puerta.

 — Oh, mierda  — dijo él y retrocedió rápidamente cuando Luke saliódisparado hacia adelante.

Luke intento agarrarme, pero yo era rápida. — Alex, tú no quieres hacer nada...

Al final del pasillo, la última puerta se abrió hacia arriba, golpeando enlos paneles de yeso. Capté un vistazo de los pantalones negros. Centinela.Sin pensarlo dos veces, levanté mi brazo y puse en acción la peor parte delelemento aire.

Lucas voló hacia atrás, sus ojos muy abiertos y aturdidos. Chocó contraLea, que se había trasladado al frente de Deacon para protegerlo. Hubovarios gruñidos, un grito de dolor, y entonces alguien gritó mi nombre.

Corriendo alrededor, salí de la cocina. Mis pies descalzos golpeaban enel suelo mientras bordeaba la mesa y entré en la terraza acristalada.Llegué a la puerta en cuestión de segundos, tirando de ella para luegodarme cuenta de que estaba cerrada. Maldiciendo entre dientes,desbloqueé la maldita cosa y abrí la puerta.

Aiden entró en la cocina. — ¡Alex! ¡No!Era demasiado tarde. Yo estaba fuera. Era libre.

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Seis Traducido por Jess

Corregido por Dafne

n el momento en que la luz del sol tocó mi piel, vacilé un paso. Sesentía como si hubieran pasado años desde que había sentido elcalor de la luz natural. Mis sentidos volvieron a la vida. El pasto

estaba frío bajo mis pies, y húmedo. Gruesos y altos olmos se difuminabancuando me lancé a través de un pequeño camino de tierra, alrededor deun Hummer7, y entré a los grandes bosques que rodeaban la cabina.

Con mis piernas y brazos bombeando, seguí corriendo. Mi cabello fluíadetrás de mí, y empujaba con fuerza, poniendo atención, en busca dealguna señal de dónde estaba. No había nada.

Una planta de semillero se arraigó. Salté a través de un árbol caído, mispies patinaron sobre afiladas agujas de pino. ¿Cómo iba a decirle a miSeth donde estaba cuando no tenía ni idea?, pero malditos árboles… 

 — Alex, ¡Detente!Mi respiración se detuvo y me atreví a mirar hacia atrás.Era él: Aiden.

 — Mierda — escupí, acelerando.Más adelante, había un arroyo: el arroyo. Me acordé de eso. Miles de

años de Apollyons y sus habilidades se apresuraron a través de mí.Aprovechar la capacidad era tan fácil, como deslizarse en jeansdesgastados, era irritante teniendo en cuenta la formación atroz que habíaatravesado en la preparación del despertar y por supuesto, mi Seth habría

sabido. Idiota.Extendiendo un brazo, convoqué al agua, dispuesta que respondiera amí.

El agua se agitó, y luego una corriente de agua saltó por el aire, unarco alto por encima de mí. La pared de agua seguía llegando, drenando

7 Hummer: Marca de automóviles todoterreno.

E

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el arroyo poco profundo en segundos. Giró en un embudo, golpeando latierra detrás de mí. Una maldición fue ahogada. Eso debería habermecomprado algo de tiempo.

Corriendo sobre el lecho del arroyo, el barro salpicó mis pies y mis

pantalones vaqueros. Ramas bajas desgarraron mi pelo, enganchandohebras en mi camisa y rasgándola, pero seguí adelante. La luz del sol seasomaba entre las ramas gruesas mientras me dirigía más en el bosque,lejos de la cabaña... lejos de él.

Sin previo aviso, el enlace cobro vida. ¿Alex?Estoy fuera. Salté sobre una roca en un pequeño barranco y aterricé en

cuclillas. Me levanté y seguí corriendo. No sé dónde estoy, pero estoyfuera. Seth, estoy —  

Podía escuchar a Aiden. Él estaba cerca y rápido, impulsada por algomás fuerte que el éter y supe, incluso tan rápida como era yo, no habríasido capaz de escapar en este tiempo si la pared de agua no le hubieradejado. Tendría que luchar. Pero no estaba sola. Mi Seth estaba aquí.

Patinando para detenerme, me giré. El viento sopló mi cabello haciaatrás mientras arrastraba agua dulce, el aire de las montañas. Aiden saltódel pequeño barranco, aterrizando en cuclillas ágilmente varios pies dedistancia frente a mí. El agua brotaba de las ondas oscuras pegados a sucabeza, y su camisa negra se aferraba a los duros músculos de su pecho yestómago. Bajo el material fino, empapado, sus hombros se tensaban.

Nuestros ojos se encontraron.Se levantó con gracia, con las manos abiertas a los costados.

 — No quieres hacer esto — le advertí  — . Aléjate.Aiden vino hacia adelante. — No voy a dejarte. Nunca voy a hacer eso.Hubo un aleteo en el pecho que no pertenecía allí. Di un paso atrás,

sintiendo el calor que irradiaba a través de mis dedos.La voz de mi Seth zumbó a través del vínculo y yo sabía lo que quería

que hiciera, y, entendí por qué tenía que hacer esto.Respiré profundamente y levanté la barbilla. — Entonces, es tu funeral.

 — Que así sea.Me lancé hacia Aiden.Él estaba preparado para eso. Se lanzó hacia la izquierda, evitando mi

ataque. Era rápido y muy hábil. Lo sabía, porque él me había entrenado,pero era mejor que él. Yo era otra cosa.

Moviéndome velozmente, me hundí y fui hacia sus piernas. Aiden saltó ydisparé, golpeando mi puño contra su estómago. Retrocedió un paso,

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pero recuperó rápidamente el equilibrio. Mi siguiente golpe fue desviado.El tercero le di en la mandíbula, enviando su cabeza hacia atrás.

La luz del sol se reflejaba en las dagas unidas a sus muslos, y fui a por ellas. Aiden giró a la izquierda en el último segundo, y mis dedos sólo

agarraron el mango de una. Él se apoderó de mi muñeca, girando sólo losuficiente para hacerme gritar y dejarla ir. Mi cabeza se alzó ante laexplosión de sorpresa ante el dolor, y se reflejó en sus ojos color gris. Por alguna razón, yo no esperaba que me hiciese daño. Creo que... No sabíalo que pensaba.

Me empujó hacia atrás y como si pudiera leer mis pensamientos, dijo — :No quiero.

Furia atravesó en mí como un cohete. — No puedes hacerme daño.Aiden saltó fuera del camino cuando me disparé hacia adelante.

Girando, le di una patada de vuelta contra sus riñones. Me volví paravolver a hacerlo, pero Aiden cogió mi pierna y me lanzó hacia atrás.Golpeé el suelo y apareció, tirando mi cabeza hacia atrás.

Energía chocó contra mí. El akasha hervía bajo la superficie, a la esperade ser llamado, demandando.

Volé hacía Aiden y peleamos, brutalmente. Sobre todo por mi parte,porque Aiden era más sobre la defensiva en lugar de la ofensiva, peromoretones estaban repartidos, uno tras otro.

Surgieron recuerdos de nuestro entrenamiento juntos. No estaba segurasi eso era una ventaja para cualquiera de nosotros, porque anticipábamoslos movimientos del otro y ninguno de nosotros podría tener ventaja. Mecaía y él estuvo allí para desviarme. Se movió y me escapé antes de que élme acorralara. Golpe por golpe nos fuimos, y en la parte de atrás de micabeza, sabía que podía haber llamado a los elementos, pero no lohicimos. Tal vez fue toda la rabia acumulada y ser enjaulada durante tantotiempo, y yo necesitaba el aspecto físico de la lucha. Tal vez era algo más.

La sangre goteaba de los labios de Aiden. Una marca roja florecía ensu mandíbula. Su camisa estaba rota a lo largo de la parte central,dejando al descubierto una hilera de abdominales tensos, pero nomostraba signos de desaceleración.

Frustrada empujé fuera del árbol, gané un poco de aire y me retorcí,dándome cuenta de mi error, un instante después de que fuerademasiado tarde. Como supuse, Aiden se metió en ella, cogiéndome por la cintura y me dio vueltas. En el entrenamiento, nunca había sido capaz

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de conseguir más allá de él de esta manera. Debería haberlo sabidomejor.

Incliné mi peso hacia adelante y ambos fuimos de rodillas. Habíaprobado la sangre, pero Aiden no me había golpeado. Ni una sola vez.

Pero mi cara se había conectado con el suelo más de un par de veces. — Ríndete — gruñí, echando la cabeza hacia atrás.Sus brazos se apretaron a mi alrededor. — Ya deberías saber que no voy

a renunciar a ti. No eres tan estúpida. — No puedo decir lo mismo de ti. — Abrí mis muslos y reuní mis fuerzas — .

No puedes ganar.Su aliento bailaba sobre mi cuello. — ¿Quieres apostar a eso?Apreté los dientes. — No puedes tenerme. No soy —  

 — No eres de él, Alex. ¡No perteneces a nadie más que a ti misma!Estaba equivocado, tan equivocado. Yo pertenecía a mi Seth. Fui

creada para él, sólo él, y Aiden estaba en mi camino.Meciéndome hacia adelante, puse suficiente espacio entre nosotros y

me incorporé, rompiendo su agarre. Lancé el brazo hacia atrás,golpeando en su mejilla con el puño cerrado. El impacto lastimó misnudillos.

Aiden se apoyó sobre una rodilla y escupió sangre. — Dioses.Girando alrededor, empecé a correr, haciendo caso omiso de las

afiladas piedras clavadas en las plantas de mis pies.Había recorrido unos cinco metros antes de que fuera tacleada por 

detrás...Aiden me levantó así que mi espalda estaba clavada en su pecho. — 

¿A dónde vas tan rápido? Cuando la diversión apenas comienza. — ¡Te odio! — Luché violentamente, tratando de excavar en el suelo. La

suciedad saltaba cuando daba una patada para arriba mientras logolpeaba, cada vez más como un animal atrapado en una red — . ¡Teodio!

 — Puedes odiarme todo lo que quieras, pero eso no cambia nada.  — Élse puso de pie y empezó a arrastrarme hacia atrás, y supe que él mearrastraba hasta el fondo de la cabaña a la jaula — . No voy a dejar que tehagas esto a ti misma.

Me moví y me tiré de un lado a otro, pero estábamos de nuevo en elgrupo de árboles en cuestión de segundos.  — ¡No puedes detenerme! ¡Nopuedes hacer esto!

 — No entiendes, Alex. No puedes estar aquí afuera.

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Le di un codazo.Él gruñó, pero no me soltó.  — Ellos te matarán. ¿Entiendes?  — Él me

sacudió — . ¡Ellos vendrán a matarte! — ¡No me importa!  —  grité con voz ronca — . Me tengo que ir. ¡Tengo

que estar con él! .Aiden aspiró una bocanada de aire y su agarre se aflojó un poco.Usando mi oportunidad, levanté las piernas y el esfuerzo conjunto nos

derribó. Aiden golpeó el suelo primero y rodamos antes de que pudieraliberarme, puso sus manos en mi espalda, empujándome hacia abajo.Llenándome la boca de barro y pasto.

 — ¡Basta!  — siseó en mi oído — . Esto no va a funcionar, Alex. A ti no tepreocupa morir, pero yo si me preocupo por ti .

 — ¡No me importa! Todo lo que importa es Seth. Si no puedo estar conél, entonces prefiero estar muerta.

 — ¿Por lo menos te estás escuchando?  — Sus manos apretaban mishombros — . ¿Prefieres morir si no estás con él? ¿Sabes lo débil que es eso?¡La Alex que conocí no sentirá algo como eso!

Lo que dijo me llegó profundamente y se rompió algo dentro de mí.Enfurecida, planté mis manos en el suelo frío y sentí temblar la tierra. Ungran estruendo inició a continuación, y el suelo cedió ante nosotros,rodando como mares tormentosos. Fuimos arrojados lejos. Me estrellécontra un árbol y golpeé el suelo sobre mis manos y rodillas.

Un relámpago atravesó el cielo, me cegó por un instante. Nubesrodaron adentro, bloqueando el sol, y la oscuridad cayó. Los cielos seabrieron y una lluvia torrencial nos golpeó.

No sabía si era yo o cualquier otra cosa. Yo estaba más allá de que meimportara. Una bola gigante de emoción se instaló en mi estómago,desordenándose con velocidades de vértigo. Ira. Frustración. Miedo. Todoello me atravesó.

El aire saltó debajo de mí y me levanté del suelo. Carga estática.Chispas volaron. El mundo era de color en tonos ámbar. No era yo. Yo noera nada.

Aiden estaba a pocos metros de distancia, sus ojos plateados clavadosen mí. Una expresión de horror y asombro marcaban sus rasgos másllamativos.

Yo era un dios, como Seth había dicho. Éramos dioses.Hazlo. El susurro de Seth penetró mi sangre. Es el momento.

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Mis pies tocaron el suelo y dí un paso adelante… uno, y luego otro.Aiden no se movió. Esperó. Lo vi en esos ojos, la finalidad de esto. Él no ibaa ganar, no podía, y él lo sabía. Aiden lo aceptó.

Cuando lo alcancé, la lluvia cesó y las nubes se separaron. El sol siguió

mis pasos. — Alex. — La voz de Aiden estaba rota.Como una cobra saltando, tomé las piernas de Aiden por debajo de él

y él estaba en su espalda antes de poder tomar otro aliento. A horcajadassobre él, puse mis manos en sus hombros. Las marcas del Apollyon brillabande un azul vibrante y corrían por mi piel.

Me incliné, poniendo mis labios por encima de él, y las palabras quesalieron de mi boca eran mías... pero no lo eran. — Tus momentos finales, St.Delphi. — Apreté mis labios hasta la esquina de los suyos y se estremeció — .Eres débil porque amas.

Aiden me miró sin pestañear. — Amar no es una debilidad. El amor es lomás fuerte que existe.

Mis labios se curvaron en una sonrisa. Idiota.El akasha salió a la superficie. Mi piel estaba en llamas, yo estaba en

llamas. Luz azul brillante se formó en mi brazo derecho, dando vueltas, ysubió hasta mis dedos. Luz acampanada, intensa y tan hermosa comodestructiva.

La luz del sol caía sobre nosotros, y me eché hacia atrás. El akashahabía cubierto mi mano derecha. Cuando lo dejara ir, apagaría la vida detodo a su paso. Había muerte en esta belleza. Y Aiden no hizo ningúnmovimiento para defender su vida.

Tenía los ojos fijos en los míos y él se estiró lentamente. Las puntas de susdedos, callosos por los ejercicios de entrenamiento y combate, rozaron mimejilla con ternura. — Te amo, Alex. Siempre lo haré.

Parpadee. Mi corazón tartamudeó. No podía mantener mi cabezaalrededor, cómo él podía decir que, como... decir cosas con tanto amor, asegundos de la muerte.

Hazlo, Alex, y luego podremos estar juntos. Liberaremos a los mestizos ya tu padre. Vamos a cambiar el mundo. Tú y yo, Ángel, estaremos juntospara siempre.

Mi mirada cayó entre nosotros. El collar rosa se había deslizado haciafuera, expuesto por el cuello roto de mi camisa. Un rayo de luz atrapo losbordes de cristal de color rojo oscuro de la rosa en la flor… tal cosadelicada, creado por las manos de un verdadero guerrero.

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El aire dejó mis pulmones y mi brazo comenzó a temblar.Estamos en esto juntos, Alex, hasta el final. Esas palabras no eran de

Seth, pero esto era el final. Mis ojos ardían como si estuviera lloviendoácido, pero los cielos estaban claros. Yo estaba a segundos de la libertad...

pero tantos, tantos recuerdos empezaron a pasar por mi cabeza.No podía dejar de mirar la rosa.Imágenes de la primera vez que había visto Aiden mientras yo había

estado entrenando con Caleb, luego otra vez cuando había llegado através de la pared de fuego y me salvó, salvó mi vida. Los recuerdos de supaciencia, su apoyo, incluso su frustración conmigo.

Seth me llamó, pero le dio un manotazo lejos. Estos recuerdos eranimportantes. Querían decir algo, todo, para mí, ¿no? No había habidoningún sentimiento unido a ellos antes, pero ahora estaban empapadoscon emociones. Me concentré en ellos, recordando cómo se habíapreocupado por mí después de Gatlinburg, cómo había estado allí para mí cuando me vine abajo después de que mamá... mi mamá. La primera vezque me sostuvo — que me besó. Nunca hubo ningún juicio en los ojos deAiden, como si yo fuera su igual.

Yo siempre había sido un igual para Aiden.Mi pecho se levantó bruscamente. El día en el zoológico se apoderó de

mí, y luego el Día de San Valentín. El amor que habíamos compartido.Tenía que decir algo.

No podía respirar.Yo daría todo por ti.Seth me llamó de nuevo, pero me estaba rompiendo a pedazos.

Rompiendo. Todo venía. Piezas de quien solía ser fueron repelidas por loque me había convertido. El pasado y el presente no podían coexistir en elfuturo.

Estaba dividida en dos.Seth gritaba ahora, su voz rugiendo en mi cabeza, y no había manera

de escapar. Estaba en todas partes, en todas mis células, pensé, y él tiró demí. Pero no podía respirar, y él estaba debajo de mí y no podía pensar conclaridad. Hubo de nuevo tantas voces. Muchas eran diferentes, algunaseran mi propia voz... y yo no podía pensar.

Me concentré en el escudo mental que Seth me había enseñado.Necesitaba un momento, sólo un segundo de silencio para pensar en esto,para entender por qué no se estaba defendiendo a sí mismo y cómopodía amarme.

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Seth estaba furioso. Dolor atravesó mi cabeza como si alguien hubieratomado un picahielos y comenzara a golpear en mi cabeza, sabía que élodiaba eso, pero necesitaba tiempo. Él me gritó, pero me imaginaba esasparedes. Eran neón rosa, paredes deslumbradas, y ellas fueron hacia

arriba, apiladas alto y más alto. Las hice gruesas y llenas de titanio,rematados con alambre de púas y lancé una pequeña valla eléctrica por encima de ellos, y todo eso fue respaldado por el poder de los dioses. Unapelícula de luz azul con brillo cubría las paredes.

El lazo se rompió dentro de mí, retrocediendo como un latigazo y luegose había ido.

A excepción de un leve zumbido, se hizo el silencio, era sólo yo ahora, asolas con todo lo que había hecho.

Inclinando la cabeza hacia atrás, grité.Desbloqueados desde el fondo de mi alma, los gritos seguían llegando

y llegando. No pude evitarlo. No podía comprender lo que me habíaconvertido; las cosas que había hecho. Y cuando me detuve, fue sóloporque mi garganta estaba en carne viva.

Me puse al lado de Aiden, incapaz de mirarlo, porque... las cosas... micuerpo temblaba, me arrastré por el suelo fangoso y me hice un ovillocontra un árbol. Presionando la cara contra mis rodillas, respiréentrecortadamente, pero me dolía el pecho y la presión seguíaconstruyéndose.

 — ¿Alex?  — llamó Aiden, con la voz ronca y entrecortada.Evitándolo, quise que me dejara. Tenía que huir de él tan rápido como

pudiera.Unas fuertes manos se posaron en mis hombros y luego se deslizaron

sobre mis brazos, envolviéndose suavemente alrededor de mis muñecas. Élsostuvo mis manos, y aunque yo no podía soportar mirarlo, mis ojos seabrieron.

Era como ver a Aiden después de meses de separación. Era claro paramí. La curva de sus anchos pómulos, el toque pícaro de sus hoyuelos y lafuerte línea de su mandíbula; características con las que me habíacomprometido hace millones de años. Las ondas oscuras se cerrabansobre su piel de forma tan natural... la piel marcada por los golpes y rayasde color carmesí. Los moretones que le había dado, pero que aún tenía labelleza masculina que siempre me deshacía.

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Aiden se estremeció, y luego apretó mis mejillas. Sus ojos grises buscaronlos míos. Estaban cubiertos de un fino brillo de lágrimas, pero Aiden nuncalloró. — Alex... oh, dioses, Alex, ¿estás aquí?

Me largué a llorar.

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Siete  Traducido por Jess

Corregido por Dafne

í, yo no iba a parar de llorar pronto. Estás eran los más grandes,temblorosos y vergonzosos tipos de sollozos. Realmente, no podíapensar ni ver a mi alrededor  — Demonios, incluso no podía respirar.

Aiden me sostuvo contra él, sus brazos un extraño y contacto terrenal. Élmurmuró unas palabras en griego antiguo. Entendí agapi mou variasveces, y el resto tenía tanto sentido como las palabras que traté de decir entre los sollozos. Sabía que ahora yo podía entenderlas si no estuvieraahogándome en mis lágrimas, pero apenas podía entender el inglés por elmomento.

Empapé la camisa de Aiden.Y aun así me abrazó contra su pecho mientras se apoyaba contra el

árbol, apartándome el cabello, apretando su mejilla contra la parte

superior de mi cabeza. Él nos meció. Los dos lo necesitábamos, creo.Hubo pasos y voces en algún punto y me tensé en sus brazos. No sabía

quién venía, pero sentí a Aiden sacudir la cabeza, y luego los pasos seretiraron.

Dioses, podía pensar  — realmente pensar  — , después de lo que parecíauna eternidad. Todo pensamiento se vio ensombrecida por el dolor dentrode mí. El fuerte pinchazo que había sentido en el baño, lo comprendí ahora. Mi corazón y mi alma habían estado gritando, tratando de llegar amí. Ese dolor estaba en todas partes ahora, golpeándome desde todos

lados.No podía escapar de todas las cosas que había dicho y hecho desdeque me había Despertado. Desde el momento en que me habíaconectado con Seth, me convertí en la viviente personificación de mi peor miedo y ni siquiera me había dado cuenta. Seth y lo que él quería que mehabían consumido hasta que no había quedado nada, y yo que pensabaque era más fuerte que eso.

S

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Oh dioses, las cosas que le había dicho a Aiden me horrorizaron y meenfermaron. Las cosas que Seth había dicho que quería hacer para mí  —  que yo hubiera querido que hiciera, en la época habíamos estadoconectados... Ahora quería arrastrarme fuera de mi piel, ducharme por 

años, y no creía que me sentiría la misma otra vez ni siquiera después deeso.Cómo Aiden todavía podía sostenerme estaba más allá de mi

comprensión. Recordaba claramente amenazarlo con matar a Deaconalrededor de veinte veces. Mi comportamiento le había obligado a hacer lo impensable — colocarme en el Elixir. Sabía que eso tenía que haber matado una parte de él.

Recordé todas las pequeñas cosas. ¿Mi Seth? Oh, ¡qué asco! Queríalimpiarr mi cerebro con detergente. Y esas cosas que grité cuando meenfrenté a Aiden; ¿realmente había luchado contra Aiden? ¿Limpiar micerebro? Añadir boca y alma a la lista de lavandería.

 — Shh  — Aiden murmuró, pasando una mano por mi espalda — . Estábien. Todo está bien, agapi mou. Ahora estás aquí y te tengo.

Agarré el cuello de su camisa rota con las manos doloridas.  — Lo sientotanto. Lo siento, Aiden. Lo siento.

 — Detente.  — Se echó hacia atrás, pero yo lo seguí, manteniendo micara apretada contra su pecho — . Alex.

Negué con la cabeza, mi aliento entrecortándose en otro sollozo. — Mírame.Las lágrimas corrían por mi rostro, y él acunó cuidadosamente mis

mejillas, obligándome a mirar hacia arriba. Quería apretar los ojos ycerrarlos, pero también necesitaba verlo, incluso si era sólo su cara borrosaen estos momentos.

 — ¿Cómo puedes mirarme?  — le pregunté — . ¿Cómo puedes soportar tocarme?

Sus cejas se fruncieron y se puso muy serio.  —  ¿Cómo no podríahacerlo, Alex? No te culpo por lo que pasó. Las cosas que hiciste y dijiste;no eras tú. Sé eso. Siempre he sabido eso.

 — Pero era yo. — No.  — Su voz era firme, sus ojos plata pura — . Era una sombra de ti,

Alex. Estabas allí, en el fondo, pero no eras tú. No era la Alex que amo,pero ahora estás aquí y eso es todo lo que importa. Eso es. Nada más lohace.

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Su fe ciega en mí, su aceptación y su perdón, dio a luz a una nuevaronda de lágrimas. Lloré tanto que no creía que pudiera llorar de nuevo, ycuando por fin había terminado, no podía levantar la cabeza de supecho.

El sol comenzaba a ponerse, y la temperatura estaba bajando cuandoAiden apretó sus labios contra la parte superior de mi cabeza.  — ¿Estáslista?

No, quería decir, porque estaba segura de que nunca estaría lista parahacer frente a todos. Además de convertirme en la Malvada Alex, tambiénhabía sido drogada, y había sido la Alex-que-se-ocultaba-en-armarios.

Pero respiré y me sentí bien, incluso genial. — Está bien. — Está bien  — repitió, y se paró, manteniéndome acurrucado contra su

pecho, mi mejilla apoyada en su hombro.Aiden dio un paso y una fisura de energía antinatural rodó por mi

espina dorsal; energía divina. Las marcas del Apollyon rugieron a la vida,azotando mi piel. Sus brazos se tensaron alrededor de mí y se volvió,levantando la cabeza hacia el cielo. Los dioses podían escudar supresencia si querían — Apolo lo hizo durante meses — pero ambos sentimosla oleada de energía.

 — Esto no está bien — dije, agitándome en sus brazos.Me puso sobre mis pies, las manos en mis caderas. Una mirada en sus

ojos tormentosos y supe que estábamos pensando lo mismo.Antes de que él pudiera abrir su boca, un gemido agudo había

entrechocado las ramas. El aire alrededor de nosotros se aquietó, y luegoel sonido del batir de alas empujó el aliento fuera de mis pulmones en unacarrera dolorosa.

Aiden me empujó detrás de él; realmente me empujó detrás de él.  — Vuelve a la casa ahora, Alex. Las salas los mantendrán fuera.

¿Qué? ¿Y dejarlo? Estaba loco. Con mi corazón saltando en migarganta, negué. —No. No… 

Otro grito volvió mi sangre en hielo. Luego, un gran aullido arremetió através de los árboles, soplando mi cabello fuera de mi cara.

Las furias llegaron, lanzándose a la tierra como misiles de búsqueda con"Alex", escrito por todos lados. Cada una cayó al suelo en cuclillas,levantando nubes de polvo y pequeñas piedras.

Eran hermosas, las dos furias. Su piel era brillante y pálida, y su largocabello fluía en rizos rubios que se levantaban al mismo tiempo, sus

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cuerpos moviéndose sinuosamente mientras daban un paso adelante. Suspies desnudos hundiéndose profundamente en el suelo.

Truenos estallaron en el aire y un destello de luz cegadora explotó.Levantando el brazo, me tropecé hacia atrás y extendí la mano hacía

Aiden. Con mi pulso acelerado, mis dedos se cerraron alrededor de sugrueso antebrazo.Cuando se desvaneció la luz, un dios se paró entre las dos furias, y mi

corazón se sentía como si se hubiera detenido en ese mismo momento. Lohabía visto antes. Oh, dioses, lo había visto.

Cabello color miel llegaba a sus hombros, enmarcando un mentóncuadrado, y desafiante, y unos rasgos que eran angelicales y puros; inclusopacíficos.

Tánatos.Electricidad emanaba por sus ojos blancos.  — No seré capaz de

matarte, Apollyon, pero puedo asegurarme de que no puedas llegar alPrimero.

 — ¡Espera!  — Aiden gritó, con una mano encrespada alrededor de laempuñadura de la daga. Ella romp —  

Las furias volaron hacia adelante, la piel luminosa yéndose y revelandoel horrible cutis gris, que las hacía parecer cadáveres que había estadoflotando en el agua por muuucho tiempo. El largo y brillante peló se arrugóy se convirtió en serpientes apretadas que mordían el aire con ferocescolmillos alrededor de sus esqueléticos rostros. Se formaron garras, garrasque podrían rasgan a través del hueso y los tejidos como si fueran depapel.

Vinieron hacia nosotros.Aiden se tambaleó hacia un lado y giró hacia mí.  — ¡Alex!  — Lanzó una

de las dagas.Saltando, la agarré mientras la primera furia alcanzaba a Aiden, sus

uñas afiladas teniendo como objetivo su garganta. Él giró, sacando unahoja curva. En un movimiento suave y elegante que trajo el filo de la hojahacia abajo, cortando el brazo de la furia.

El grito que lanzó era una mezcla de un bebé con una hiena mientrasse arqueaba, agarrando su brazo sangriento.

Maldición.Con absolutamente ningún tiempo para correr hacía Aiden y darle un

choque de manos, me giré y me incliné mientras la segunda furia

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intentaba agarrarme por el pelo. Saltando al mismo tiempo que la furia mesobrevolaba, hundí la hoja profundamente en su estómago.

Su cara distorsionada estaba a centímetros de la mía. La furia abrió suboca, mostrando una hilera de dientes tipo sierra, y se rió.

Me tragué una broma.  — Dioses, tu aliento es pateante.  — Saqué lahoja, rebelándose por el sonido de succión. — En serio.Inclinando su cabeza hacia un lado, parpadeó. — ¿Pateante?

 — Sí.  — Girando alrededor, planté mi pie izquierdo y la golpeé lejos,dándole en el estómago. Voló hacia atrás, golpeando contra un árbol — .¿Ves? Pateante.

La otra furia fue hacia Aiden con su brazo bueno, él la esquivó mientrasella evitaba la peligrosa hoja curva. Él me miró y ese pequeño momento lecostó.

Ella sacó la hoja curva de su mano con una carcajada. — Lindo puro...Olvidándome del dios y la otra furia, olvidándome de todo que no

fuera Aiden, corrí hacia adelante, ignorando el dolor en mis piernas.Aiden pasó por debajo del brazo de la furia, apareciendo detrás de

ella, pero ella se volvió más rápido y se balanceó, golpeando Aiden a lolargo del pecho con la parte ancha de su brazo.

Él cayó sobre una rodilla, tambaleándose por el golpe.Recogiendo la daga del suelo, grité su nombre y le devolví el favor 

lanzándosela. Aiden la tomo en el aire y rodó, pasando muy cerca de lafuria. Ella voló y se cernió sobre él, agachándose, y agarrando un puñadode su pelo. Ella echó la cabeza hacia atrás.

 — ¡No! — Mi corazón se detuvo — mi mundo se detuvo.Akasha surgió bajo mi piel y las marcas se iluminaron. Todos y cada una

de ellas se quemó y se estremeció con el poder del quinto elemento.Algo se rompió dentro de mí, mi visión atenuada se iluminó. No

escuchaba nada más que mi propio corazón atronador y el zumbido en laparte de atrás de mi cabeza.

Lanzando mi brazo, un rayo de luz azul intensa estalló de mi palmaabierta y se arqueó. Mi objetivo falló ya que iba hacia la cabeza de laperra, pero el rayo de energía corto el ala de la furia, haciéndola girar.

La locura se desató completamente.Tánatos bramó de rabia. La furia se disparó en el aire, pero vaciló sobre

un ala y fue girando hacia abajo. Aiden se lanzó a un lado, pero no losuficientemente rápido. Estaba cansado de luchar contra mí al igual que

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yo estaba agotada por nuestra batalla. La furia se estrelló contra él yrodaron en una maraña de brazos, palas y garras como cuchillas mortales.

Por el rabillo del ojo, vi unas formas llegando al valle: eran Solos yMarcus llevando hojas curvas. ¿Marcus? ¿Qué dem…? 

Disparé hacia las formas luchando frente a mí.Tánatos azotó alrededor y extendió un brazo. No tocó físicamente aSolos, pero vaya que se vio como si hubiera sido golpeado con una balade cañón. El Centinela mestizo golpeó el árbol con un fuerte gruñido ycayó de rodillas.

El dios dirigió sus espeluznantes ojos a mi tío y levantó otra mano.  — Quieto, puro, o tendrás un destino prematuro.

Marcus bajó la barbilla. — Lo siento, pero esa es mi sobrina, así que esono va a suceder.

Algo con garras afiladas y feo aliento me agarró del pelo y tiró confuerza. Golpeé el suelo y en un instante, el aire se fue de golpe de mispulmones. Luchando con mis rodillas, pasó un segundo y los pies desnudosde la furia conectaron con mi barbilla, golpeando mi cabeza hacia atrás.

Un sabor metálico inundó mi boca. La daga cayó de mis manoscuando el dolor se desplazó por mi espalda, haciendo explotar mis nervios.

Pánico creció dentro mío; crudo y desenfrenado pánico.A mi alrededor los sonidos de la lucha se intensificaron. Hubo gruñidos y

aullidos de dolor. La furia que me había pateado y alzado me miraba,entumecida e inquebrantable como la muerte...

¿Muerte? Se me ocurrió entonces. Ellos no me podían matar. Sí, podríanlastimarme gravemente, pero ¿matarme? No. Yo era el Apollyon. Yoejercía control sobre los cuatro elementos y el quinto y el más poderoso — akasha. Yo alimentaba al Asesino de Dios. Yo era su energía — el as bajo lamanga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos... no había un juntos.

Era sólo yo.Mis ojos se encontraron con la furia y sonreí.Ella dudó.Me levanté. — Perra, por favor.La boca de la furia se abrió, y convoqué al elemento aire, soltándolo. El

viento huracanado chocó contra la furia y la envió volando a través de losárboles, como si ella estuviera conectado a una cuerda y que Zeus mismole hubiera dado un buen tirón.

 — Uno menos — dije, dándome la vuelta — . ¿Quién es el sigui…? 

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Tánatos tiro a Marcus al suelo, desviando el ataque de Solos, y se volvióhacia mí en un nanosegundo. Fue bastante épico.

Un rayo de luz blanca voló de la mano de Tánatos y no había una solacosa en este mundo que pudiera moverse lo suficientemente rápido como

para evitarlo. Ni siquiera Seth, estaba apostando.Me golpeó justo debajo del pecho y mis piernas se derrumbaron por debajo de mí. Ardiente e intenso dolor rodó a través de mi piel y mi caragolpeó el suelo. Ni siquiera la sentía. No había nada más que dolor arrastrándose por mis músculos.

Los rayos divinos apestaban.Aiden gritó mi nombre, y luego me pareció escuchar mi nombre de

nuevo, pero estaba dentro de mi cabeza, fuerte, y muy enojado... ysonaba como Seth.

Sin previo aviso, la tierra tembló bajo mi retorcido cuerpo. Un destellode luz dorada atravesó el claro. El calor se apoderó de mi cuerpo.Débilmente, levanté mi cabeza.

Dos piernas vestidas de cuero estaban delante de mí. — Eso es suficiente, Tánatos.  — La voz de Apolo estaba calmada, pero

era espeluznante, tan letalmente calmada que no me hubiera gustadoestar del otro lado.

 — A-a-gradable de que t…te p-p-p-resentes — boqueé. — Cállate, Alex. — Apolo avanzó. Un rayo de luz siguió sus pasos.Tánatos se mantuvo firme.  — Ella debe ser neutralizada si no podemos

matarla. Déjame encargarme de esto, Apolo. Tenemos que hacer algopara evitar la guerra.

 — Ella rompió el lazo, tú idiota.El otro dios resopló.  — Para lo que importa. Pasará el tiempo y ella se

conectará de nuevo con él. — ¡Sí que importa!  — rugió Apolo — . ¡Si ella no está conectada con el

Primera no hemos de hacerle daño! Tú… — Apolo gruñó, casi siseando — .Llama a tus dos furias o van a unirse a su hermana. Te lo prometo.

 — Debemos —  Demasiado débil para levantar la cabeza, apoyé la frente contra el

suelo, pero no tenía necesidad de ver lo que sucedía para saber queApolo había perdido la paciencia. El viento se levantó y la tierra tembló.Los dos dioses chocaron con un crack.

Cerré los ojos y esperé que Apolo hubiera ganado esta ronda, ya queno había manera de que yo siguiera luchando. De ninguna manera.

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El cuerpo de alguien se estrelló contra el suelo, seguido por una rápidasucesión de chasquidos. El aire crujió con electricidad, y luego hubosilencio, un grandioso silencio.

Unas fuertes manos agarraron mis brazos y suavemente me rodaron

sobre mi espalda. Miré a unos ojos de plata. — ¿Alex? — Estoy bien. Sólo... sólo un poco nerviosa. ¿Y tú?Aiden había visto en mejores días. La sangre corría por la comisura de

su boca. Un moretón aparecía en su mandíbula y la parte delantera de sucamisa estaba rota, pero estaba vivo y estaba bien.

Su mirada me examinó y entonces él me levantó, sin siquiera molestarseen ponerme de pie. Sosteniéndome cerca, me dio la vuelta y revisó losdaños.

Solos y Marcus estaban cerca de Apolo, quien agarraba una de lasdagas del Covenant en su mano. La sangre goteaba del borde y mequedé mirándola.

Apolo miró hacia abajo y se encogió de hombros. — Él lo conseguirá.Cambié el enfoque y la lo miré fijamente.

 — Pero voy a tener que responder por eso, creo.  — Apolo entregó ladaga a un magullado Solos. — Y es posible que pasen unos días...

Apolo avanzó, deteniéndose frente a nosotros, y Aiden me puso abajoy se interpuso entre nosotros. El dios sonrió.  — Sé que ella ha roto el vínculo.Es bueno tenerte de vuelta, Alex.

 — Sí  — le susurré.Volvió su atención a Aiden. — Mantén las guardas de la casa hasta que

regrese. Mientras tanto, prepárense para la batalla.¿Batalla? ¿Qué demonios se creía que acababa de hacer?Aiden asintió.El dios respiró y flexionó sus manos.  — Y tenías razón. Yo estaba

equivocado. — Lo sé — dijo Aiden, y lo miré, confundida.Apolo se volvió hacia los otros hombres y asintió. Su forma comenzó a

desvanecerse. — Espera — lo llamé. Tenía muchas preguntas, pero lo únicoque hizo él fue mirar por encima del hombro y sonreír.

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Ocho Traducido por Jeyly Carstairs.

Corregido por Martina pederzoli

o recuerdo mucho del regreso a la cabaña. En algún momento,me moví lo suficiente para conseguir ser libre y caminar, perome estaba moviendo tan lenta y patéticamente que Aiden

finalmente dejó de quejarse en voz baja y eligió ayudarme.No luché contra él después de eso. Sobre mis pies, yo era un estorbo.La cabaña estaba tranquila a nuestro regreso. Marcus y Solos salieron

cojeando, sin duda para cuidar de sus lesiones. De alguna manera, el restode los ocupantes sabía que ahora no era el mejor momento para unabienvenida al mundo de la cordura y la lógica. Aiden me cargó por lasescaleras y por el estrecho pasillo hacia el dormitorio en el que él habíadormido cuando yo había estado bajo el Elixir. Recordé que inclusocuando había estado en lo alto con la bebida feliz, había buscado su

presencia y me había acurrucado contra él en el sofá. Mi corazón tropezó.Aiden se dirigió hacia la cama, pero lo detuve.  — Ducha — le dije con

voz ronca — . Necesito una ducha. — Sí, tú la necesitas bastante; los dos.  — Girando alrededor, se dirigió al

baño. Allí me puso sobre mis pies, sus ojos ensombrecidos por lapreocupación cuando me tambaleé un poco — . ¿Estás bien?

 — Sí, solo cansada. No hay nada realmente mal conmigo.  — Y eso eracierto. Estaba magullada y dolorida, pero eso era todo. Y tuve suerte,teniendo en cuenta que sólo habíamos estado en un combate a muerte

con un dios de la muerte y dos furias — . ¿Estás...? — Estoy bien. — Se quedó mirándome un momento y luego presionó unbeso en mi mejilla — . Volveré en seguida.

 — Está bien. — Era un zombi en mis pies.Sus ojos recorrieron mi rostro con tal crudo alivio que me agarré al

lavabo. — No acapares toda el agua caliente, ¿de acuerdo? — dijo.

N

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Eso trajo una pequeña sonrisa a mis labios. Tan pronto como él se fue,me volteé lentamente hacia la ducha y giré la llave. Sacarme mi arruinadaropa fue una experiencia dolorosa. Todos mis músculos dolían y me tomóunos minutos. Para el momento en que entré en la ducha, el vapor llenaba

el baño.Probablemente iba a utilizar la cantidad de agua caliente quenormalmente usaría en una semana, mientras Aiden debía estar reuniendoa las tropas y convenciéndolos de que ya no era una psicópata.

Me estremecí bajo el chorro, presionando mi cara contra mis manos.Ellas se sacudieron. Yo me sacudí. Las moví a la cadena alrededor de micuello y deslicé mis dedos a la rosa. Algo tan pequeño había sido lo querompió la conexión.

Pero no era la rosa en sí misma, era lo que simbolizaba  — el amor deAiden por mí y como me sentía yo por él —  algo puro y natural, no unaemoción forzada. Ver eso había roto el lazo entre Seth y yo.

Llevé el cristal a mis labios y presioné un beso en la rosa.El vínculo estaba roto, pero Seth todavía estaba allí… al final de la

cuerda dormida en la boca de mi estómago. Dioses, él había estado tanfurioso, realmente asesino, pero un golpe había ondulado a través denuestro lazo un segundo antes de que finalizara. Y luego otra vez, cuandoTánatos me había golpeado con la ráfaga de dios, él había estado allí como un acosador espeluznante con un billete de ida a mi cerebro.

Seth no creyó que yo sería capaz de romper el lazo. ¿Y cuán lejoshabría llegado si no lo hubiese hecho?

Ellos vendrán a matarte. Y aunque Tánatos no tenía el jugo paralograrlo, estaba segura como el infierno de que él no tendría problemas encausarme daño a mí  — o a cualquiera que me defendiera. Personaspodrían haber muerto hoy debido a mí.

Aspiré una bocanada de aire.¿Y por qué Aiden había bloqueado a Apolo la cabaña? ¿Qué le pasó

a esa “fiesta-de-amor”? Dioses, había tantas preguntas, y estaba demasiado cansada para

esto ahora. Necesitaba un momento para reagruparme. Necesitaba unacama después de esta ducha.

El agua fluía sobre mi cuerpo, sobre la piel que estaba tan magulladacomo mis entrañas, y aplastaba mi pelo contra mi espalda. Cerrando losojos, levanté la barbilla y dejé que la ducha hiciera su trabajo, borrando las

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lágrimas que se habían aferrado a mis pestañas con un apretón demuerte, limpiando mi mente de todo.

Ya habría tiempo para hacer esas preguntas, planear la dolorosamuerte de Seth, y encontrar a mi padre, pero ahora mismo, simplemente

no podía hacerlo. No podía pensar en otra cosa más que en el ahora, justoen este momento, porque todo estaba demasiado crudo y demasiadofresco para profundizar en ello.

Oí la puerta del baño cerrarse y mantuve mis ojos cerrados, pero miritmo cardíaco se disparó a territorios inexplorados. Crucé los brazos a mí alrededor y contuve la respiración.

Hubo un movimiento sigiloso detrás de mí. Piel rozó la mía. Un sutilescalofrío rodó por mi columna vertebral. Una chispa infinita se transfirióentre nosotros, algo que no podría ser replicado o forzado. ¿Cómo podríahaber olvidado eso cuando estaba conectada con Seth? Mi corazón dioun vuelco con fuerza.

Aiden colocó la masa de espeso cabello sobre uno de mis hombros ysus labios encontraron el espacio entre mi cuello y mi hombro. Sus manosse deslizaron por la piel resbaladiza de mis brazos, ahuecando mis codos yluego mis muñecas. Suave y lentamente, bajó mis brazos a los lados.

Me mordí el labio y mis piernas empezaron a temblar. Pero él estaba allí.Como siempre, sosteniéndome cuando no podía pararme y dejándome ir cuando sabía que lo necesitaba. Él era algo más que un refugio. Aiden erami otra mitad, mi igual. Y el no necesitaba una rara conexión Apollyon.

Aiden esperó, inmóvil como una estatua, paciente como siempre,hasta que mis músculos se desbloquearon, uno por uno. Luego sus manosbajaron a mi cintura y me giró hacia él. Un latido de corazón pasó y élapoyó sus dedos sobre mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás.

Abrí mis ojos, parpadeando la humedad fuera de mis pestañas, y el airese atascó en mi garganta. Débiles magulladuras moradas ensombrecían sumandíbula. Había un corte sobre el puente de su nariz. Sin duda lesionesque yo le había hecho.

 — Lo siento mucho, Aiden.  — Mi voz se quebró — . No puedo decirlo losuficiente. Lo sé, pero lo sien —  

Él inclinó la cabeza y su boca rozó la mía, silenciando mis palabras. Mislabios se abrieron para él, al igual que mi corazón y todo lo demás. El dulcey tierno beso, bueno, disminuyo el peso, aliviando algo de la culpa y lavergüenza. Mi piel  — mis entrañas — estaban raspadas y doloridas, pero sutoque las alivió. Me imaginé que era lo mismo para Aiden. Dioses,

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probablemente era peor para él, teniendo en cuenta todo lo que le habíahecho y dicho. Lo que él había tenido que hacer, que sacrificio, paramantenerme a salvo.

El beso se profundizó, volteando y retorciendo mis entrañas en un

placentero enredo, y era como la primera vez que nos besamos.Sensaciones corrieron por mi piel, mi corazón cantó, y el sentimiento que sedesplegó en la boca de mi estómago era mejor que utilizar el akasha, eramás fuerte y más adictivo. Me besó como si nunca hubiera esperadohacerlo de nuevo, como si de alguna manera pudiera besar lejos lassemanas.

Puse mis manos sobre sus antebrazos. Sus músculos se enroscaron bajoellas cuando él me levantó y yo envolví mis piernas a su alrededor. El deseono era la única cosa entre nosotros. Había mucho más: perdón,aceptación, alivio, y lo más importante, amor.

No el tipo de amor impulsado por la necesidad y que destruyeciudades y civilizaciones enteras, pero sí del tipo que las reconstruye, por loque yo sabía.

Manteniendo un brazo alrededor de mi cintura, su otra mano se enredóen mi pelo mojado. Y no dejamos de besarnos, porque esto era correcto yera lo único que importaba. Mi corazón latía demasiado rápido, pero eraperfecto, era como volver a casa después de no creer que sería capaz dehacerlo.

No sé cómo llegamos a la cama o si el agua de la ducha estabacerrada. Pero estábamos juntos, nuestros cuerpos resbaladizos, nuestropelo mojado empapando las sábanas en las que estábamos enredados. Yluego nosotros nos enredamos, nuestras piernas y brazos. Sus manosestaban por todas partes, reverenciando a las muchas cicatrices en micuerpo. Sus labios las siguieron, y crecí reencontrándome con los durosmúsculos de su estómago, la sensación de él.

Miré hacia abajo a mi cuerpo, sorprendida al ver las marcas delApollyon brillando débilmente, mientras se arremolinaban en mi piel,formando un símbolo raro y luego otro.

 — ¿Qué? — Aiden ahuecó mi mejilla, tirando mis ojos hacia él — . ¿Esto esdemasiado rápido? Debería —  

 — No. No, son... son las marcas del Apollyon. Están en una especie dehacer lo suyo en estos momentos.

 — ¿Debería estar preocupado?

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Me eché a reír tímidamente, sintiéndome como una de esas serpientesvenenosas que advertían de su veneno con sus colores vibrantes.  — Creoque les gustas.

La mano de Aiden se deslizó por mi mejilla bajo por mi garganta y a la

derecha debajo de mi pecho. Las marcas se deslizaron hacia su mano,como si estuvieran atraídas por él. Quizás lo estaban. No estaba segura decómo funcionaban las marcas. La respuesta probablemente descansabaen los miles de años de recuerdos, pero era como buscar una aguja enuna pila de agujas.

 — Yo las vi  — dijo, su voz ronca y profunda y sus ojos como charcos deplata líquida — . Cuando despertaste, y cuando fuiste puesta en el Elixir.  — Sus cejas se estrecharon mientras alisaba su mano sobre mi cadera — . Sonhermosas.

 — ¿En serio?  — Me sentí hermosa cuando me miró, aunque estuvieratoda tatuada.

 — Sí. Fue la cosa más hermosa que jamás había visto.Un largo y angustioso momento pasó mientras él se cernía sobre mí, sus

ojos fijos en los míos, su cuerpo una espiral apretada como una cuerda apunto de romperse. Y cuando lo hizo, sus labios se encontraron con los míosy hubo un proveniente de la parte posterior de su garganta que mequemó. Nuestros cuerpos se encontraron y por unos momentos, ningunode los dos se movió, y luego lo hicimos, nuestras voces eran suaves susurrosen el cuarto oscuro.

Algún tiempo después, estamos frente a frente, su mano envueltaalrededor de la mía. Nuestros cuerpos estaban presionados cerca. Elagotamiento me perseguía ahora, y a Aiden, también — había sido por semanas. La lucha y todo lo demás nos había puesto sobre el borde. Elsueño me reclamó a mí primero. Sólo sabía eso porque podía sentir lamirada de Aiden en mi cara, y segundos antes de escabullirme sentí suslabios en mi frente.

Le oí susurrar  — : Eíste pánta mou...Tú eres mi todo.

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Nueve Traducido por Jesslovenly, Fenix , Cia

Corrección por patricia.01

o importaba lo complicada que mi vida se había vuelto, unacosa seguía siendo la misma: mi cabello parecía como si unazarigüeya bebé se hubiera refugiado en ella, invitado a algunos

amigos y hecho una fiesta. Eso es lo que pasa cuando duermo con el pelomojado.

Lo amarré en una gruesa trenza y respiré hondo.Lo admitía, me había visto mejor en otros días, bueno, mi cara por lo

menos. La mayor parte del daño me lo había hecho yo misma. Aiden nome había levantado la mano en todo el tiempo que habíamos estadopeleando. Sólo se había defendido a sí mismo, pero ambos tuvimos suertede aún estar de pie después de habernos enfrentado a Tánatos y a lasfurias.

Mi reflejo se estremeció.Aiden ya se había ido para el momento en que me arrastré fuera de la

cama. Quería estar entre las sábanas, inhalando su aroma único de mar yhojas quemadas, sosteniendo la almohada que había utilizado cerca demi pecho. Quería esperar allí hasta su regreso, así podría envolvermealrededor de él, haciendo una repetición de la noche anterior.

Pero la realidad es que no iba a hacer una pausa o esperar por nosotros. Había demasiado que hacer y, además, necesitaba hacer frentea todos. Me tomó un largo suspiro y me aparté del espejo. Mirando

fijamente mi cara durante horas no iba a solucionar nada.Encontré la bolsa de la ropa que había llevado conmigo cuando mehabía quedado en la casa de los padres de Aiden y él tuvo el sentido detomarla cuando salimos de la isla Deity. Allí había algunos artículos que nohabía visto ni notado antes, uno de ellos era un uniforme de Centinela. Esotrajo una sonrisa en mi cara. Tiré de un par de jeans, sorprendida de lossueltos que eran. Me deslicé en un par de botas que no eran nada

N

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comparadas a las de Olivia, luego fui a la puerta y me estremecí. Olivia.Oh, queridos doses, había usado una compulsión en ella. En serio esperabaque no siguiera en el sótano.

Caminé por el pasillo en silencio, frotándome el moretón que picaba en

mi mejilla. Ni siquiera sabía qué mes era. Sentía frío, pero no lo habíasentido tanto cuando habíamos estado fuera ayer. Infiernos, ni siquierasabía dónde estaba.

Agarrando la mitad de mi trenza, fui por las escaleras, jugando con lassecciones. En la parte inferior de las escaleras, vi a un centinela alto concabello marrón recogido en una coleta baja. Solos. Por lo que yorecordaba, no lo había amenazado con daños físicos; por lo menos, no enla cara.

Él se dio la vuelta en cuanto me notó. — Bueno, miren quién regresó.Mis mejillas se pusieron rojas y me detuve en el rellano, totalmente

insegura de qué decir.Solos sonrió, distorsionando así, la cicatriz que cortaba profundamente

su mejilla. — No voy a morderte, pequeña.Calor invadió mi cuerpo y levanté mi barbilla. Dioses, ¿qué pasaba

conmigo? — Bien, porque yo te mordería de regreso. — Eso es lo que escuchado. — Sus ojos azules brillaron. Ahora me sonrojé

por una razón totalmente nueva — . Estoy seguro de que tienes hambre. Hasdormido durante casi un día entero. Todo el mundo está en la cocinaahora.

Mi estómago gruñó ante la idea de la comida, pero luego se agrió.  — ¿No hay cubiertos afilados o algo?

La risa de Solos era profunda y rica.  — No, es noche de comida parallevar, así que estás de suerte.

Encontrando mi valor, lo seguí por el pasillo. Él entró a la cocina primeroy yo luego me asomé por la esquina. Deacon y Luke estaban sentados enun lado, varias cajas de comida china repartida por delante de ellos.Ladaan estaba al lado de ellos. Marcus, Lea y Olivia estaban al otro ladode la mesa. No tenía ni idea de dónde estaba Aiden.

 — Tenemos compañía — anunció Solos, agarrando uno de los deliciososbollos y haciéndolo estallar en su boca.

Todos dejaron de comer y se voltearon para mirarme.Solté mi trenza y le di al grupo el HOLA más torpe que nunca. — Hola.Luke dejó caer sus palillos en sus fideos. Tenía un moretón desagradable

en un lado de su cara, desapareciendo por la línea de su cabello.

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 — ¿Yo te hice eso? — Entré en la cocina — . ¿El moretón? — Sí  — dijo lentamente — . Cuando me estrellaste contra la pared… sin

tocarmeHice una mueca. — Realmente lo siento por eso.

 — Oh, no te preocupes por eso. — Deacon sonrió mientras se recostabaen su silla, meciéndose hacia arriba sobre sus dos piernas — . Él está bien. — Mi ego no lo está.  — Le disparó a Deacon una mirada asesina — . Ni

siquiera me tocó — dijo Luke.Deacon se encogió de hombros.

 — Bueno, ella es el Apollyon. Duh.Una silla raspó contra el piso y mi cabeza se volvió hacia el sonido.

Marcus caminó alrededor de la mesa y se detuvo frente a mí. Ahora, yo lohabía amenazado un poco en la cara, pero aun así había venido a luchar ayer, al igual que Solos.

Me sentí horribleMarcus puso sus manos sobre mis hombros. Había un fino temblor en

ellos. —Alexandria… Mi tío siempre se había negado a llamarme por mi apodo, y yo siempre

le había llamado Decano, debido a su posición en el Covenant, pero lascosas… las cosas eran diferentes ahora. — ¿Marcus?

Hubo un momento largo y tenso, luego me agarró en un fuerte abrazo.Por una vez, no era uno torpe y débil. Saqué mis brazos de los costados y loabracé firmemente. Lágrimas quemaron en el fondo de mi garganta.

Marcus y yo… bueno, habíamos recorrido un largo camino. Cuando se retiró, resistí un suspiro. Esos ojos color esmeralda que eran

normalmente fríos, no lo eran ahora. Era como mirar fijamente a los ojos demi madre.

Inhaló bruscamente. — Me alegro de que hallas vuelto.Asentí con la cabeza, tragando con dificultad.  — Me alegro de estar de

vuelta. — Diablos, todos estamos de acuerdo con eso.  — Luke cogió una

donut — . No hay nada más espeluznante que tener un Apollyon psicóticoenjaulado en el sótano.

 — Ja — le dije.Luke me guiñó un ojo y luego lanzó la donut hacia mí y la atrapé.

Azúcar voló por todas partes. — O esperar a que se rompiera y comenzara a correr como un loco

suelto  — añadió Deacon mientras tomaba un bocado. Miró a través de la

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mesa — . O esperar a que alguien, no quiero decir nombres, que noescuchan y van a decir HOLA.

Las mejillas de Olivia se enrojecieron mientras se levantaba. Se acercólentamente, esperando a que terminara de masticar. Empecé a pedir 

disculpas: —Lo siento mucho… Ella me dio un puñetazo en el estómago. Duro. Me doblé, jadeando enbusca de aire. — ¡Dioses!

Solos y Marcus dieron un paso adelante, pero levanté mi mano contraellos. — Está bien, me lo merecía.

Entonces me di cuenta de que no se habían movido para protegerme,sino que lo hacían para proteger a Olivia. Supuse que no había nadie elcien por ciento relajado a mi alrededor. Supongo que no podía culparlos,cuando yo tenía el arma más poderosa de la tierra, y además hacía tansolo un día había estado dispuesta a utilizarla en su contra.

 — Te lo merecías totalmente. — La voz de Olivia se estremeció — . ¿Sabeslo mal que me sentí cuando Marcus bajó y me encontró sentada allí comouna mierda? ¡TE AYUDÉ A ESCAPAR!

Pensé que podría golpearme de nuevo, así que di un paso atrás.Olivia pasó sus manos sobre sus rizos marcados.  — Pero ahora estoy

mejor, sobre todo ahora que pude golpearte.  — Entonces ella saltó haciaadelante y me abrazó.

Allí de pie, le di palmaditas en su espalda, esperando que no cambiarade opinión y me diera una puñalada en la espalda. — Realmente lo siento.

 — Lo sé  — respondió. Ella se echó hacia atrás, sonriendo. Sus ojosestaban brumosos.

Ladaan fue la siguiente. La belleza de su cabello negro era tanelegante como siempre. Estaba vestida con una camisa de cuello alto yde color rojo, también llevaba pantalones blancos. Me envolvió en uncálido abrazo. Olía a rosas de primavera y para cuando ella se hechohacia atrás, yo no quería dejarla ir.

 — Hablaremos más tarde, lo prometo  — dijo, y sabía que estabahablando de mi padre. Tomó mi mano y me llevó hacia el lugar vacío juntoa Olivia — . Siéntate. Come.

Echando un vistazo alrededor de la mesa, vi cómo un plato de plásticose pasaba alrededor, cada persona derramando una ración de comidaen ella. Incluso Lea, quien no había dicho ni una sola palabra hacia mí,estaba colocando unos camarones en el plato. Cuando llegó de nuevo amí, mi boca se hizo agua, pero tenía que decir algo primero.

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 — Chicos, lo siento mucho por todo.  — Miré mi plato, pero forcé a misojos mirar hacia arriba —. Sé que era un terror y deseo…deseo que ningunode ustedes hubiera tenido que pasar por eso.

Marcus se volvió en su asiento.  — Sabemos que no eras tú, Alexandria.

Entendemos.Junto a él, Lea aclaró su garganta. — En realidad, prefería la versión delloco Apollyon a la del Elixir, para ser honesta.  — Me miró, sus gruesaspestañas ocultando sus ojos amatistas — . Eso fue muy raro, verteesconderte detrás de Aiden.

 — Eras muy diferente  — admitió Luke, y luego se estremeció — . Hombre,el Elixir no es broma.

 — Te escondiste en un armario.  — Deacon sintió la necesidad deinformarme.

Empujando mis fideos, fruncí el ceño mientras los recuerdos de mitiempo con el Elixir se deslizaban en su lugar. — Apuesto a que era divertidode ver  — dije.

 — No sé si me gustaría decir que fue divertido — añadió una nueva voz.Mi cabeza se sacudió y mi corazón se derrumbó sobre sí mismo. Aiden

estaba justo en la puerta de la cocina, vestido como siempre; como unCentinela. Caminó hacia la mesa y cogió la caja de arroz integral. Seapoyó en el mostrador. La curva de su mandíbula estaba dura y sus ojoseran de piedra.

Ellos se encontraron con los míos. Hizo un gesto hacia mi plato con lacaja. — Come, tienes que comer.

Todo el mundo vio sus platos mientras yo recogía un tenedor que nisiquiera me di cuenta que había dejado caer. Me atreví a darle un vistazoa Aiden mientras enrollaba el tenedor en mis fideos. Él estabaobservándome. Siempre observándome.

Deacon me ofreció un par de palillos chinos.  — No debes usar eltenedor.

Le disparé una mirada suave.  — ¿Acaso me veo como alguien quesabe cómo usar los palillos?

Él sonrió. — ¿Difícil? — Idiota — le regresé.Rodó sus ojos.

 — No es tan difícil. Ven, deja que te enseñe.

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Deacon improvisó una lección de palillos chinos y mi absoluto fracasoalivió un poco la tensión en la mesa. Riéndome, me di por vencida cuandoAiden le ordenó a su hermano que me dejara comer en paz.

Comiendo, escuché la conversación a mi alrededor. Se habló de cosas

sin importancia y me imaginé que estaban esperando a que terminara decomer para que empezaran las conversaciones reales, conversacionesnecesarias.

Terminé todo lo que me habían dado, comí el arroz restante que Aidenhabía dejado en mi plato mientras rodeaba la mesa, y luego terminé conuna dulce dona azucarada.

Mi estómago estaba lleno, me recliné en la silla y suspiré. — Eso dio en elblanco y algo más.

Olivia le dio unas palmaditas a mi estómago.  —Lo necesitabas… Yprobablemente un par de hamburguesas también.

Mis ojos se abrieron.  —Mmm, hamburguesas… por favor, dime que hayMcDonald’s. ¿Está por aquí? Por cierto, ¿dónde estoy?  

Todo el mundo se quedó en silencio, y nadie me miraba. — ¿Qué? ¿Qué? — Me senté, mirando alrededor de la mesa. Y entonces

me di cuenta — . Ustedes no confían en mí, ¿verdad?Lea fue la primera en verme a los ojos.  — Está bien, voy a ser la lluvia en

este feliz desfile. ¿Cómo sabemos que todavía no estás conectada a Seth? — No lo está  — dijo Aiden, recogiendo las cajas vacías y tirándolas en

una bolsa de basura negra que llevaba — . Confía en mí, ella ya no estáconectada a Seth.

Deacon bufó.Lo fulminé con la mirada.Lea se recostó en la silla cruzando los brazos y dijo — : ¿Hay alguna otra

prueba concreta, que no seas tú diciéndonos que debemos confiar?Aiden me vio y rápidamente desvió su mirada. Dudaba que Lea

quisiera oírnos hablar de ese tipo de pruebas.  — No estoy conectada conSeth, te lo prometo.

 — Las promesas son débiles, podrías estar fingiendo — replicó ella. — Lea, querida, no tiene por qué fingir.  — Laadan sonrió suavemente — .

Si estuviera conectada con él, ella no estaría aquí sentada. — Y mi hermano no estaría limpiando detrás de nosotros, ¿verdad?  — 

Deacon se desplomó hacia atrás, como si acabara de ver que Aidenestaba a segundos de su muerte. Quería esconderme debajo de la mesa,

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cuando Deacon, estupefacto, sacudió su cabeza — . Dioses, lo siguiente esconseguir a una sirvienta, o algo así.

Aiden golpeó la parte trasera de la cabeza del Deacon al pasar.  — Siento el amor.

Su hermano echó la cabeza hacia atrás, sonriendo.Tomando un respiro, me puse de pie y tomé el respaldo de mi silla.  — No estoy conectada a él, y estoy bastante segura de que no puede cruzar mis defensas. Pero sé que está allí, puedo sentirlo.

Aiden se detuvo y giró hacia mí.Ups, mejor aclaro eso.

 — Quiero decir, puedo sentirlo, pero él no puede alcanzarme, norealmente. Es tan solo un leve zumbido. Nada como antes. Él no puedellegar a mí, estoy bastante segura.

 — ¿Bastante segura? — preguntó Marcus, tragando.Asentí y tomé otro respiro.  — Miren, no puedo decir que algo raro no

sucederá. No sé de qué él sea realmente capaz, pero deberá tratar muyduro para pasar estas defensas.

 — Estarás bien  — dijo Aiden atando la bolsa de basura, músculossaltando en sus brazos — . Él no pasará

Forcé una sonrisa, sabía que Aiden creía en eso — . Y sabrás cuando lohaga. No creo que tenga paciencia para tratar de engañar a nadie.

Luke rugió de risa. — Como si no supiera eso. — Llevemos la conversación a un lugar más cómodo entonces.  — 

Marcus se paró, tomando su vaso, de lo que asumí, era vino. Miré el cristallargamente — . Estoy seguro de que todos tenemos muchas preguntas.

El grupo siguió a Marcus, pero me quedé detrás. Recogiendo las latasvacías, las tiré al bote de basura. Aiden estaba colocando una bolsanueva.

 — ¿Limpiando? — preguntó, poniendo la bolsa en el basurero — . Esto esinesperado.

 — Soy una chica nueva. — Arrojé las latas — . ¿Estás bien?Aiden enganchó un dedo en el cinturón de mis jeans y me llevó al

fregadero. Luego enrolló mis mangas, abrió y tomó el jabón de manos.Rodé mis ojos, pero metí mis manos bajo el agua tibia.  — ¿Aiden?

 — ¿Qué? Tendrás manos pegajosas y estarás tocando todo. — Él roció el jabón perfumado de manzanas en mis manos — . Dejarás pequeñas huellaspor todo el lugar.

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Vi a mis manos desaparecer bajo las suyas, más grandes y olvidé lo queestaba preguntando. ¿Quién pensaría que lavarse las manos pudiera ser tan… perturbador? 

 — ¿Estás al tanto de la visita del CSI?

 — Nunca puedes saberlo.Lo dejé terminar, porque quién era yo para detener su momentoobsesivo compulsivo; luego sequé mis manos.  — Eso no es lo que quisedecir. ¿Estás bien?

 — ¿Lo estás tú?Puse mis manos limpias en puños.  — Sí, estoy bien. Responde mi

pregunta.Él inclinó su cabeza hacia un lado. — ¿Qué quisiste decir antes sobre ser 

capaz de sentir a Seth?¿Entonces esto era lo que lo tenía tenso? — ¿Tú sabes lo que es cuando

estás en una casa con la TV muda? ¿Puedes sentir esa extraña sensación? — Cuando el asintió, sonreí  — . Es como eso. Está justo allí, pero él no puedealcanzarme.

Una pausa. — ¿Has tenido algún dolor de cabeza? — me preguntó.Confundida, sacudí mi cabeza. — No, ¿por qué preguntas?

 — Por nada — él dijo y sonrió — . Estoy bien Alex. Soy la última persona por la que deberías preocuparte.

 — Pero sí me preocupo.  — Había mucho por lo cual preocuparse.Volviendo a la nevera, me estiré para agarrar una botella de agua.Mientras bajaba una, encontré otra botella, pero era diferente.

El contenido había sido tirado y reemplazado con líquido azul vibrante.La inhalación fuerte de Aiden fue como una ráfaga de aire frío.  — 

Alex… Ignorándolo, solté mi botella y alcancé la otra. Con mis manos

temblando, envolví mis dedos alrededor del plástico. Yo sabía lo queestaba en la botella. Sabía que un derrame inofensivo tendría un aromarepugnantemente dulce y podría hacerme olvidar quién era en cuestiónde minutos.

Aiden maldijo por lo bajo. Enfrentándolo, levanté la botella.  — ¿Este esel Elixir, no es así?

Su mano se cerró en su costado. — Lo es.Miré hacia la botella. Tenía dos temores en la vida: perderme a mí 

misma por Seth y perderme a mí misma por el Elixir. Ambos habían ocurrido,y de alguna forma regresé de aquellos agujeros de conejo. Pero

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sosteniéndolo en mis manos, no pude negar el sabor crudo del miedoconstruyéndose en la parte trasera de mi garganta.

Era como sostener una bomba, una bomba diseñada para derrumbar mi mente.

Aiden la miraba como si quisiera quitarla de mis manos, y le di unasonrisa débil. — ¿Deberíamos conservarla? — ¿Qué?Tensión saliendo de él, y algo más. ¿Asco? Recuerdos y piezas de

momentos de cuando estuve bajo el Elixir que no eran bonitos. — ¿Qué si lo necesitamos otra vez?  — pregunté, luchando contra el frío

bulto en mi garganta —. ¿No es por eso que ustedes… todos estuvieronguardándolo?

 — No, lo puse allí y me olvidé de él.Entonces él lo sacó fuera de mis manos. Moviéndose rígidamente, lo

llevó al fregadero y desenroscó la tapa. — ¿Aiden?Sin decir una palabra, arrojó lo que quedaba del Elixir. Dulzura llenó el

aire, desapareció cuando abrió el grifo. Esperé que él no estuvieracometiendo un error.

Puse mi mano en su brazo.Músculos se tensaron mientras se acercaba a mí, rozando las puntas de

sus dedos en mi mejilla, pero antes de que pudiera hacer algo, alguienaclaró su garganta tras nosotros. Me volví, Solos estaba espiando en lapuerta.

 — Solo estoy asegurándome de que ustedes dos están bien  — dijo,guiñando un ojo.

Una ola de vergüenza y culpa golpeó mi estómago.  — No voy amatarlo y a esconder su cuerpo en la nevera.

 — Es bueno saber eso — murmuró Aiden. — Uno nunca puede estar tan seguro  — replicó Solos — . Vamos, vamos

chicos, la gente está poniéndose quisquillosa.Suspiré. — Dioses, como que extraño a Apolo. Al menos él no pensaba

que yo quería matarlos. —Sip, bueno, sobre eso… Enfrenté a Aiden lentamente, recordando que él de alguna manera

había echado a Apolo.  — ¿Qué hiciste? ¿Lo echaste, verdad? ¿Cómo?¿Por qué?

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Sus cejas se arquearon. — No estoy seguro de si realmente quieres saber qué provocó eso.

Cruzando mis brazos, esperé.Aiden ladeó su cabeza a un lado, apretando su mandíbula. — Apolo no

fue completamente honesto sobre un montón de cosas; por ejemplo,sobre cómo un Apollyon puede ser asesinado.Tenía un presentimiento feo sobre esto.

 — Apolo puede matarte, Alex. Él estaba planeando hacerlo si yo tequitaba el Elixir y te conectabas otra vez con Seth. Y quien sea responsablepor Seth, puede hacerlo con él, pero parece que ese dios quizás estétrabajando con ellos.  — Él se detuvo, haciendo muecas — . Entonces, echéa Apolo de la casa.

Mi estómago se sacudió. Sip, quizás debería haber esperado por esaexplicación luego de que mi comida se asentara.

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Diez  Traducido por Dafne

Corregido por Esperanza.nino

espués de que forcé a Aiden a soltar esa pequeña bomba,fuimos a la gran sala de estar. Estaba entumecida. ¿Apolopodía matarme? ¿Apolo quería matarme? ¿Entonces por 

qué....? Dioses, ¿por qué estaba tratando de ser lógica sobre esto? Apoloera un dios. ¿Quién sabe?

Me senté al lado de Deacon y decidí por el momento dejar de lado eltema de Apolo. — Bueno, ¿puedo empezar de a poco? ¿Qué fecha eshoy?

Marcus se apoyó delante de un escritorio. En ese momento me dicuenta de que estaba en jeans y no podía pensar en una ocasión en quelo hubiera visto tan casual. — Hoy es 5 de Abril.

Parpadeando un par de veces, me recliné. Un mes... básicamente

había perdido un mes entero. Dioses, ¿qué estaba pasando en el mundo,fuera de esta cabaña? Aclaré mi garganta. — ¿Y dónde estoy? Si los hacesentir mejor, me pueden decir sólo el estado.

 — Apple River   — dijo Aiden, mientras seguía mirando por el granventanal.

Crucé los brazos, una especie de dolor. — Está bien, sé que te tuviste que inventar ese nombre.Una leve sonrisa se formó en los labios de Aiden. — Es real. Estás en

Illinois.

 — ¿Illinois?  — Mi cerebro estaba atascado en el nombre Apple River siendo real. — Y se trata de lo más vacío y aburrido al igual que como suena  — dijo

Deacon, inclinando su cabeza hacia Luke — . Y verdadera selva virgen. Fuiuna vez. Aterrador. Leñadores, no digo más.

Solos se rascó. — Esta es la cabaña de caza de mi padre — una demuchas — y no es tan espantoso.

D

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Asentí lentamente. — Está bien. ¿Y los dioses? ¿Cuáles de ellos no tienepermitida la entrada ahora mismo?

 — Todos ellos  — río Marcus, revolviendo el contenido de su vaso. Lasonrisa abandonó rápidamente su rostro — . Todos ellos, Alexandria.

 — No hemos visto a mucho de los dioses, pero Hefesto reforzó las barras — dijo Lea, estudiándose las uñas — . Él era un poco aterrador.Supongo que había estado fuera cuando él se mostró.  — No puedo

creer que Apolo me golpeó con una ráfaga de dios. — No puedo creer que Aiden le dio un puñetazo — dijo Marcus,

derribando el resto de su vino. — ¿Qué? — Mi boca calló abierta — . No lo hiciste.La media sonrisa se agrandó hasta que un hoyuelo apareció en su

mejilla izquierda. — Lo hice. — Todas esas veces que me gritaste por pegarle a la gente, ¿y le pegas

a un dios? — No podía creerlo.Esa media sonrisa se convirtió en una enorme. — Era una situación

diferente.Oh. Está bien. Sacudiendo mi cabeza, continué.  — Entonces, ¿han

habido más ataques como... el que ocurrió en el Covenant?Laadan me miró fijamente. — ¿Él...él no te dijo?Me figuré que con "él" se refería a Seth.

 — No estoy segura. Me mantuvo fuera de un montón de cosas. — Excepto por decirte que estaban trabajando con daimons — dijo ella,

y asentí. Miró a Marcus y suspiró — . Un montón de cosas han estadoocurriendo allí afuera, querida. Y muy pocas de las buenas.

Preparándome para lo peor, envolví mis dedos alrededor de la rosa decristal.  — Dime.

 — Nosotros realmente no tenemos que decírtelo  — Lea cogió undelgado control remoto y lo torció, apuntando a una pantalla plana en lapared — . Podemos simplemente mostrártelo.

Lea puso uno de las estaciones de noticias nacionales. No pensé quehabría algo sucediendo en este mismo instante, pero aparentementehabían pasado tantas cosas, siempre en las noticias.

Una imagen de los edificios destruidos y coches derribados desfilaba através de la pantalla. Era de Los Ángeles. Hace tres días, había ocurrido unterremoto catastrófico, de una magnitud de 7,0. Un día después, otrohabía golpeado el Océano Índico, lo que provocó un destructivo tsunamique había acabado con toda una isla. Y había más.

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Devastadores incendios forestales habían plagado el Medio Oeste ypartes del sur de Dakota, cerca de la Universidad. Pensé que losautómatas de Hefesto tenían algo que ver con eso, teniendo en cuentaque respiraban bolas de fuego o lo que fuera. Hubo varias escaramuzas en

el Medio Oriente. Varios países estaban al borde de la guerra.Desplazándose a lo largo de la parte inferior de la pantalla había unanuncio de noticias de última hora, actividad sísmica había comenzado acontinuación en Mount St. Helens. Los temores de una erupción volcánicacompleta tenían a personas huyendo de los pueblos cercanos.

Santos bebés daimons...El presentador de noticias estaba entrevistando a un fanático del fin del

mundo.Me senté de nuevo, sumergida en ello, horrorizada por lo que había

pasado. Todo esto por causa de Seth  — y yo —  y había tantas vidasinocentes que se habían perdido, muchas más de las que pendían de unhilo. Era una buena oportunidad para lanzar todos los fideos al suelo.

Lea apagó la televisión. — ¿Los dioses son responsables por todo eso? — pregunté.Laadan asintió.Hombre, los dioses estaban enojados.

 — Hay más  — dijo ella gentilmente, y una risa loca burbujeó en migarganta. ¿Cómo podía haber más? — . Muchos Centinelas han muerto amanos de Lucian... por su ejército. Y muchos pura sangre han simplementedesaparecido. Aquellos que llegaron a los Covenants están aguantandofirmes, pera nadie está seguro. También están lo que a los mortales lesparecen ataques de animales salvajes, pero que creemos son causadospor los daimons. Parece como si trataran de provocar a los dioses.

En algún momento, Aiden se movió para quedarse detrás del sofá. Susmanos estaban en la parte posterior del cojín. Su presencia eraconfortante, pero estaba en shock hasta el corazón. Apolo podría haberseaparecido frente a mí y bailar desnudo y no hubiera pestañeado un ojo.Seth no había mencionado nada de esto, pero Aiden había tratado dedecirme cuando estaba en la jaula.

Y le había dicho que no me importaba.Empecé a pararme, pero mis piernas no querían cooperar.

 — Es mucho para digerir, ¿no? — dijo Luke mientras miraba fijamente susbotas negras — . El mundo se fue a la mierda en alrededor de un mes.

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 — No es demasiado tarde. Los dioses nos están mostrando que es lo quequieren.  — Lea sonó muy madura para una chica a la que yo le habíaarrojado una manzana unos meses atrás — . Quieren a Seth muerto.

Sabía que no era exactamente así. Ellos querían a uno de nosotros

muerto, preferiblemente antes de que llegáramos a acercarnos a ladistancia de un abrazo. Me calenté la cabeza buscando por algo útil.Después de mi despertar, aprendí la historia de todos los Apollyons,

pero nada de eso me servía. Nada de eso, exceptuando algo con Solaris... — Es sólo que no es tan simple como matar a Seth  — Solos rascó la

barba en su mentón — . Está el problema de acercarse demasiado. Dionisiodijo que Lucian tenía un montón de Centinelas y Guardias, la mayoríamestizos.

¿Dionisio? ¿Cómo en el mundo pudo haber entrado en la escena? ¿Noera el dios de los borrachos o algo así?

 — Y si nos acercamos mucho, si Alex se acerca mucho, entonces...  — Marcus se calló poco a poco.

Entonces él tomará mi poder, probablemente me drene, porque noestaba segura de si Seth podría parar aunque quisiera. No importa lo queél dijo mientras estábamos conectados, no podía confiar en suspromesas — su argumento de venta — porque realmente no creía que Sethsupiera lo que estaba haciendo.

Me paré, porque no podía seguir sentada. Caminando hacia laventana, miré el paisaje sombrío mientras torcía el collar entre mis dedos.La noche había caído, y aún con mi vista, los árboles estaban oscurecidosy sombríos. Mi reflejo me devolvió la mirada, pálido y desconocido. Era yo,Alex, mejillas levemente redondeadas y labios anchos. Con la excepciónde los locos ojos ambarinos, parecía la misma.

Pero me sentía diferente.Había un silencio dentro de mí que nunca antes había estado. Todavía

no sabía lo que significaba. — ¿Entonces qué hacemos?  — preguntó Luke — . ¿Esconder a Alex por 

siempre?Mis labios se transformaron en una cruel sonrisa. Eso no iba a funcionar.

 — Podría estar detrás de eso mientras alguien trae una DS o una Wii — bromeó Deacon, pero cayó de bruces — . O no...

Hubo una pausa y luego Lea dijo — : Por favor, dioses, dime que tú nosigues en contra de matar a Seth.

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 — Ahora probablemente no es el mejor momento para ir ahí  — dijoMarcus.

 — ¿Qué?  — La escuché ponerse de pie y su ira llenó la habitación — .Alex, tienes que entender, especialmente después de todo lo que te ha

hecho. — Lea — saltó Aiden, metiéndose finalmente en la conversación. — No me digas "Lea". Seth tiene que morir, ¡y Alex es la única persona

que puede hacerlo!Dejando caer el collar, los enfrenté.

 — Lo sé... que él tiene que ser tratado. Entiendo eso.Todos, incluyendo Aiden, me miraron fijamente. Él empezó a hablar,

pero cerró su boca. Dicha sea la verdad, en este punto detestaba la ideade matar cualquier cosa. No quería decir que no fuera a confrontar a undaimon de nuevo, y aunque Seth había sido un verdadero bastardorespecto a algunas cosas, sabía que muy en lo profundo él no era más queun niño no amado que quería aceptación. Y sí, tenía una importanteadicción al akasha, pero también era un víctima de todo esto. La únicapersona que yo disfrutaría quitar, solo un poquito, era Lucian. Si, podía ir detrás de eso.

Pero ir por Lucian no iba a pasar. — Alex — dijo Marcus suavemente.Tomé aire, incapaz de poner fuera las palabras necesarias para lo que

tenía que ser dicho. — ¿Qué hacemos? — Miré a Aiden y a Solos. Ellos eranlos Centinelas expertos aquí. Era tiempo para algunas estrategias debatalla, lo cual no era mi punto fuerte, porque yo era más de un tipo"primero corre hacia las cosas de frente y planta la cara como una pared"de luchador  — . Tenemos que detener a Seth y a Lucian, pero no podemossólo caminar hacia ellos. Tenemos que ser capaces de acercarnos sin queellos lo sepan y nosotros… yo necesito saber cómo luchar con Seth sintransferirle mi poder.

Aiden lucía como que no le gustaba como sonaba eso, pero se volvióhacia Solos y asintió.  — Apolo dijo que podía tardar unos días en volver,pero pidió que no dejáramos las guardias hasta que él viniera a vernos.Esas guardas evitan que nos encuentren, y ahora mismo son la única cosaque impide a los dioses que nos encuentren.

 — ¿Cómo hizo Tánatos para encontrarme? — pregunté con curiosidad. — Fuiste afuera, pasando las guardas — dijo Aiden — . Ojalá Apolo pueda

decirnos más cuando regrese.

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 — ¿Así que esperamos aquí hasta entonces y no hacemos nada? — Lease hundió sobre el cojín, cruzando sus brazos. Una mirada petulante cruzósu cara.

 — No nos vamos a sentar sin hacer nada  — dijo Solos, mirando a la

chica — . Necesitamos entrenar y prepararnos para lo que... para lo queviene. Eso es lo que Apolo quería.Porque algo estaba viniendo, y era una guerra.

 — Con suerte, Apolo podrá convencer a los dioses de salir  — dijo Aiden,su mandíbula trabajando — . Ahora mismo, necesitamos a los dioses denuestro lado.

 — De acuerdo — dijo la mitad de la habitación.La esperanza brilló en mi pecho. — ¿Tú piensas que ellos se detendrán

en la mitad este... apocalipsis zombie?¿Estoy de vuelta en el Equipo No-Locos?

Nadie lucía realmente esperanzador, pero Aiden me sonrió, y sabía quelo hizo para hacerme sentir mejor, porque eso era lo que quería oír. Tomótodo de mí no cruzar la habitación y saltar sobre él.

Prioridades, Alex, prioridades… Todos estaban de acuerdo en empezar el entrenamiento lo antes

posible. Y tenía sentido. Luchar no era como andar en bicicleta. Músculosdebilitados, reflejos lentos. Honestamente, no teníamos otra opción.

Ojalá no se muestren otros dioses, repartiendo una gran ira de dios. Mesenté en el borde del sofá y empecé a manosear de nuevo la rosa. Sabíaque todos estaban esperando oír cualquier plan que Seth hubieracompartido conmigo. Iban a estar decepcionados.  — Lo único que Sethme contó fue lo de los daimons, y él sabía que después se lo conté aAiden. No creo que estuviera muy preocupado. Realmente no me dijonada más. Los planes que él... los planes que hicimos era sobre liberar a mipadre.

Los ojos de Laadan se humedecieron, y deseé que pudiéramos hablar pronto. Había tanto sobre lo que quería preguntarle.

Solos ni siquiera trató de ocultar su desagrado.  — Bueno, eso no esrealmente útil.

 — No es su culpa — replicó Aiden.El Centinela esbozó una sonrisa torcida. — Tranquilízate, Loverboy8.Mi boca se abrió para negar que Aiden fuera mi Loverboy. La respuesta

fue inmediata, inherente a la naturaleza. Forcé a mi boca a cerrarse antes

8 Loverboy: Chico amante.

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de que pudiera decir algo. Todos en esta habitación sabían que Aiden yyo estábamos juntos juntos. Infierno, probablemente todos en el mundo losuponían, cortesía del anuncio de Lucian después de que Seth hizo estallar al consejo, lo que hizo a Aiden el Enemigo Público Número Dos. Era extraño

ser tan abierto al respecto, aunque, no extraño en una manera mala, perome iba a tomar un poco de tiempo conseguir acostumbrarme. No era elpequeño secreto sucio de Aiden.

Nunca había sido su pequeño secreto sucioDeacon se rió. — Oh, tú vas a ser la próxima persona en ser golpeada.

Apuesto plata a eso. — Necesitas añadirte a la lista  — Aiden lo miró alrededor de un setenta

por ciento serio. — Y yo apuesto plata en eso — se lanzó Luke.Me tiré hacia delante, agarrando mis rodillas.  — ¡Acabo de recordar 

algo! No es importante, pero Seth se dirigía hacia el norte. Probablementeva hacia Catskills.

 — Eso es algo para salir adelante  — Marcus miró su vaso, como si nopudiera entender por qué estaba vacío — . No podrá llegar. No conel Khalkotauroi que rodea el lugar.

Olivia se estremeció. — ¿Crees que en realidad pueden detenerlo? — Reducirán su velocidad  — Marcus se empujó fuera del escritorio, en

dirección a la puerta — . ¿Alguien más tiene necesidad de un refresco? — ¿Va a compartir? — se animó Deacon.Sorprendentemente, Aiden no le dijo que tuviera cuidado. Quizás un

menor de edad bebiendo vino no era nuestra mayor preocupación en esemomento. Nuestro grupo se dispersó, algunos siguiendo a Marcus en sucarrera del vino. Sólo después de que se fueran me di cuenta de que elDecano del Covenant estaba suministrando alcohol a menores.

Este realmente era un universo alternativo.Después de unos minutos, éramos sólo Aiden y yo. Se sentó a mi lado

exhalando un largo suspiro. — ¿Estás bien?Preocupándome sobre cuántas veces me iba a preguntar eso en

veinticuatro horas, me volví hacia él — . Estoy bien, de verdad.Me miró como si quisiera decirme algo, pero en su lugar se inclinó hacia

delante y besó mi frente. — Voy a chequear los terrenos. — Iré contigo. — Quédate aquí y tómalo con calma, Alex. Sólo por esta noche, ¿está

bien?

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Sentí la urgencia de hacer pucheros. — No tienes que hacerlo sólo. — No lo haré — él esbozó una sonrisa — . Solos estará conmigo. — Él no estaba contigo antes. Eso es lo que estabas haciendo cuando

todo el mundo estaba comiendo, ¿verdad? ¿Comprobando los terrenos,

asegurándote de que no hubiera daimons infiltrados? — Dudo que haya algún daimon aquí afuera.Pero él iba a seguir patrullando, porque eso era lo que los Centinelas

hacían, y pensé sobre como él estaba dispuesto a dejar esta vida... dejarlapor nosotros. Apostaba a que, si vivíamos en un lugar como Apple River,todavía seguiría comprobando el patio cada noche. Pensar eso trajo unasonrisa a mis labios.

 — Extrañé tus sonrisas — dijo, parándose.Miré hacia arriba, con ganas de agarrar su mano y hacer que se

quedara. — Estaré aquí esperando. — Lo sé.Me miró extrañamente y luego se fue, yo estaba sola... sola con la

excepción del suave zumbido en la parte posterior de mi cabeza. Traté deno prestarle atención, ya que simbolizaba todo un camión lleno depotenciales problemas. Ese maldito zumbido significaba que Seth seguíaahí, y realmente no sabía lo que eso significaba en términos decontactarse conmigo.

Echando un vistazo a la ventana, tomé aliento pero se quedóatascado. ¿Qué si Seth podía ponerse en contacto conmigo? ¿Seríacapaz de luchar contra lo que él quería? Si lo hiciera, ¿podría razonar conél de alguna manera? ¿O sólo me perdería de nuevo, y esta vez nopodrían encontrarme? Un dolor me atravesó el pecho.

Siendo imposible pensar en eso sin terminar meciendo en una esquina,alcancé el control remoto y encendí la televisión. Las noticias todavía secentraban en el terrible terremoto en Los Ángeles y en el desarrollo de lahistoria que salía del Pacífico Nordeste.

Teniendo en cuenta la destrucción que los dioses estaban causando,sabía una sola cosa, y dolía de una manera que no debería, de unamanera que no podía explicar. Seth tenía que morir, pero no tenía idea decómo hacerlo... o si realmente podría, cuando llegara el momento.

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Once  Traducido por Jess

Corrección por patricia01

e quedé frente al televisor toda la noche, cansada pero sinsueño. Aiden se había dormido en el sillón reclinable al ladodel sofá alrededor de la tres de la mañana. Dudé del porque

estaba tan tranquilo con estar a mi lado por largos períodos de tiempo. Nosabía si estaba preocupado de que me convirtiera en la Malvada Alex otravez, o si sólo necesitaba estar cerca de mí. De cualquier manera, yo meconsolaba con sus suaves ronquidos. Creo que él estaba esperando a querenunciara a mi fascinación mórbida por las noticias, pero no lo hice.

Cada presentador tenía algo diferente para agregar. Más fotos semostraban para que las vieran en todo el mundo. Los mortales lanzándosea las calles de Los Angeles, disturbios y saqueos, pero en el Medio Oriente,cayeron de rodillas en las calles y oraron.

Sujetando el control remoto hasta que mis nudillos dolieron, intenté,realmente intenté, imaginar lo que debía sentirse para todos esos mortales.Estar atrapado en algo mucho más grande de lo que ellos sabían, y encualquier momento, todo podría ser arrancado lejos de ellos.

Tenía más en común con ellos de lo que pensaba.Realmente parecía como el fin del mundo. Ningún mortal podría

explicar la serie de eventos catastróficos que, en su limitado conocimiento,podrían no estar relacionados entre sí.

Lo que estaba sucediendo ahí fuera estaba más allá de lo horrible, y la

destrucción se debía a Seth y a mí. Tal vez no hubiera llegado a esto, siSeth no hubiera atacado al Consejo. Tal vez los dioses nos hubieran dejadosolos y en paz para vivir nuestras vidas.

Tal vez habrían encontrado una manera de matarnos a pesar de todo.No lo sabía y realmente no me importaba. Este era el lugar donde

estábamos ahora, y las estaban jodidas. Mientras que todo el

M

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conocimiento de los Apollyons estaba flotando en mi cabeza, nada de esoera útil a la hora de arreglar esto.

Laadan apareció en la puerta, vestida con unos pantalones y un suéter blanco. Su pelo estaba perfectamente peinado, a pesar del hecho de que

el mundo estaba de cabeza. La mujer era impresionante.Echó un vistazo a Aiden y sonrió.  — ¿Quieres venir conmigo a tomar uncafé?

¿Cómo iba a rechazar la cafeína? Asintiendo, empecé a salir de lahabitación, pero retrocedí hacia donde Aiden descansaba y lo cubrí conel edredón que le había puesto hace unas horas. El hombre debía haber estado agotado, porque no se despertó, lo cual era raro.

Seguí a Laadan a la cocina y la vi hacer el trabajo rápido con el café.Con nuestras tazas humeantes en la mano, nos fuimos a la terrazaacristalada por la privacidad que ofrecía. Nos sentamos en el asiento de laventana, nuestras piernas tocándose. Finalmente, íbamos a hablar sobre mipadre, y no tenía idea de lo que iba a salir de su boca.

Incluso estaba un poco asustada, estúpida y débil de lo que sería, y miestómago estaba saltando por todo el lugar. No sabía nada de mi padre,habiendo descubierto recientemente, hace tan solo unos meses, que eraun mestizo y que estaba vivo.

Laadan tomó un sorbo de su café y parpadeó varias veces. — En primer lugar, quiero pedirte disculpas por lo que te sucedió en el Consejo. Yo… 

 — No tienes que pedir disculpas. Eso no fue tu culpa.  — Y no lo habíasido. Laadan se había visto obligada a darme la Poción de Afrodita, comoun sobrealimentado roofie9 de los dioses , por uno de los guardias de Telly,probablemente, el que yo había matado… 

 — Lo que ellos trataron de hacer que hicieras, es horrible. — Las lágrimasllenaron sus ojos, brillantes como cristales — . Ojalá, ojalá lo hubiera sabido.Lo siento mucho… 

 — Laadan, en serio, no tienes que disculparte. Sé que nunca estuvistedispuesta a hacer algo como eso. Y sé que no recuerdas quién lo hizo. Estábien. — Y dioses, no quería hablar de lo que sucedió esa noche. Aparte delhecho de que me hizo pensar en el Guardia que había matado, si yo nohubiera terminado vomitando mis entrañas, Seth y yo… lo hubiéramoshecho, y ahora después de todo, no creo que nunca fuera a superarlo.

9 Roofie: Fármaco hipnótico, también conocido como Rohypnol.

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Apoyé mi café en la pequeña mesa mientras se me revolvía elestómago. — Quiero saber acerca de mi padre.

Un cambio notable se produjo en Laadan. Un tipo diferente de brillo seempañó en sus ojos. Ella tomó otro trago, su dedo índice tocando el cristal.

La anticipación me estaba matando. — Tu padre es un... un hombre increíble, Alex. Debes saber eso por encima de todo.

Mi respiración se quedó corta. — Lo sé. — Y lo sé, porque él tenía que ser el que rompiera las reglas, además de ser el amor de mi madre — . El Elixir no funcionaba en mi padre, ¿verdad?

Laadan sonrió con nostalgia.  — Tu padre, Alexander, bueno, siempretuvo una voluntad fuerte, al igual que tú. El Elixir le cobró factura, peronunca cayó por completo a la compulsión. No sé cómo, pero se resistiódesde el principio.

Junté las manos. — Creo que lo vi en la escalera una vez, y luego haciael final, durante el ataque. Estaba luchando...

 — Tú lo has visto.  — Su mirada se movió hacia la ventana detrás denosotros. La luz solar temprana en la mañana entraba en rodajas sobre elcristal cubierto de escarcha — . Estaba en la biblioteca la noche en la quehablamos de tu madre y él.

Solo podía mirarla. Sabía que alguien había estado allí. — Los libros quese cayeron, ¿era él?

Asintió.¿Cuántas veces había estado cerca del hombre, mi padre, sin saberlo?

Un huracán de desilusión creció dentro de mí.  — ¿Y... y él sabe que yo soysu hija?

 — Sí, lo sabe.  — Ella acercó su mano libre, tocando suavemente la pielde mi cara, cerca de un hematoma que ya estaba empezando a sanar  — .Él te reconocería en cualquier parte. Te pareces mucho a tu madre.

Ese mordisco de tristeza me fortaleció y me retrocedió. — Entonces, ¿por qué no me habló?

Laadan miró hacia otro lado, bajando su barbilla. — Traté de hablar con él, Laadan. En el hueco de la escalera, pero él...

me miró fijamente. ¿Y por qué no fue por mí en la biblioteca? Yo sé que élno podía decir quién era, pero ¿por qué...?  — Se formó un nudo en migarganta — . ¿Por qué no quiso hablar conmigo, por lo menos?

Su cabeza se giró hacia mí.  — Oh, cariño, quería hablar contigo másque nada, pero no es así de simple.

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 — Parece simple para mí. Abres la boca y hablas.  — Luché por quedarme quieta. ¿Había oído hablar de mis aventuras? Los dioses sabíanque los rumores sobre mis problemas con la autoridad habían viajado por todos lados. ¿Pudo haberse avergonzado como un Centinela

capacitado? Peor aún, ¿cómo un padre? — . Simplemente no lo entiendo.Ella respiró. — Muchas veces estuvo cerca de ti cuando estabas allí y túno lo sabías, pero era muy peligroso para él que lo vieras a tu alrededor. Laverdad de lo que es, de lo que fue tu madre, y lo tú que eres, erademasiado riesgosa. Tenías demasiados ojos sobre ti.

La conversación que Seth y yo habíamos oído volvió a mí. Ya tenemosuno aquí. La ira encendió y se apresuró a encender un fuego dentro de mí.Marcus... Marcus lo había sabido, y ahora que todo estaba a la intemperie,nosotros íbamos a hablar de eso.

 — ¿Lo que te dije en la biblioteca esa noche? Que él estaría orgullosode ti por lo que te habías convertido y no por lo que te convertirías.  — Ellaagarró mi mano apretada en un puño, su agarre era suave — . Esa es laverdad. Desde el momento en que llegaste al Covenant el verano pasado,hice mi mejor esfuerzo para mantenerle actualizado sobre todo. Tumadre... no sabía lo que le había sucedido a él y Alexander lo quería así.En cierto modo, la muerte era más fácil que la verdad.

Parpadeé las repentinas lágrimas y quería tirar de mi mano para tenerlalibre; pero, como siempre, la naturaleza calmante de Laadan me desarmó.

 — Las cosas son más complicadas de lo que te das cuenta, Alex. Él nopodía hablar contigo.

Sacudiendo mi cabeza, traté y fallé en entenderlo. Creo que un padrehubiera hecho cualquier cosa para hablar con su hija al menos una vez.

Laadan me apretó la mano y la soltó.  — Los Maestros siempresospecharon que tu padre era diferente, y que tal vez él estaba influyendoen los otros sirvientes. Lo trataron muy cruelmente. Él no puede hablar contigo, Alex. Le quitaron la mitad de su lengua.

Me opuse a lo que dijo. Yo había oído mal. No había otras opciones.  — Lo vi hablando con otro sirviente en el comedor  — dije.

Ella sacudió la cabeza con tristeza.  — En todo caso, viste a un sirvientehablando con él.

Obligándome a recordar la mañana siguiente que me habían dado elbrebaje con más claridad, traté de ver a mi padre, y al sirviente más joven.Las cosas se habían visto tensas y yo había visto su espalda la mayor parte

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del tiempo. Había asumido que había estado hablando, por la reacciónde la otra sirvienta.

No lo había visto hablar.Levantándome rápidamente, escuché un grito ahogado de sorpresa

de Laadan. Incluso yo estaba un poco sorprendida por la rapidez con lame moví. Las marcas de la Apollyon aparecieron en mi piel y me hicieroncosquillas mientras se deslizaba en varias direcciones. Ella no podía verlos,pero algún instinto la hizo retroceder.

 — ¿Le cortaron la lengua? — Poder subió sobre mi piel. — Sí.Eso fue todo. Iba a sacar al Consejo y a cada maldito Maestro de este

planeta. Pensamientos malos y peligrosos, pero dioses, ¿cómo pudieronhacer algo como eso?

 — ¿Cómo puedo estar tan sorprendida?  — dije en voz alta, y luego reí locamente — . ¿Cómo estoy tan sorprendida por esto, Laadan?

No hubo respuesta.Me di la vuelta y me esforcé por controlar mi ira. Ya podía escuchar el

chapoteo de las ramas a lo largo del lado de la cabaña. Conociendo misuerte, probablemente provocaría un terremoto. El control de loselementos era fácil, pero había aprendido a través del Despertar que misemociones les afectaban, los hacía violentos e impredecibles.

Al igual que la cantidad de éter, la esencia de los dioses, corría por misvenas.

Nuestra sociedad siempre había sido cruel con los mestizos. Los purossiempre habían asumido un papel de dominación, y las cosas que yo sabíaque estaban detrás de las puertas cerradas de algunos de los puros  — cosas de las que nadie hablaba, cosas que quería tener en secreto —  pasaban todos los días. Y al igual que cualquier otro mestizo, había estadoen un papel subordinado toda mi vida. Yo había crecido siendo enseñadaa aceptar estas cosas, porque no había otra opción para mí, o paracualquier otro. Incluso después de vivir en el mundo de los mortales, yohabía vuelto al rebaño, casi siendo obligada a ser una sirviente.

Y solo una vez logré intervenir. Había recibido un puñetazo en lamandíbula por eso, pero detener a un maestro de golpear a una sirvientano era nada comparado con lo que esos mestizos habían pasado.

En realidad, era algo más que la aceptación de la Orden de Razas. Yohabía crecido indiferente a todo eso, porque no me había afectado.

Y eso era inexcusable.

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Alejándome, me pasé las manos por mis muslos. Inhalé duramente. Estoera más grande que yo y mis problemas por convertirme en Centinela ycontinuar, mientras que otros de mi especie estaban siendo esclavizados.Esto era más que mi padre. Era la Orden de las Razas.

 — Esto tiene que cambiar  — le dije. — Estoy de acuerdo, pero...Pero ahora, en este mismo instante, no había nada que pudiera hacer.

Creyéndolo o no, teníamos problemas mayores. La Orden de Raza y cómolos mestizos eran tratados no importa si estábamos todos muertos.

Enfrentando a Laadan, me di cuenta de algo muy grande, grandepara mí, al menos. La vieja Alex habría probablemente irrumpido en algúnlugar y pateado a un Maestro en el trasero. Una gran parte de mí queríahacer eso, pero la nueva Alex, esta chica/mujer/lo que sea que vino de lanada, sabía que algunas batallas tenían que ser planeadas.

La nueva Alex esperaba.En cierto modo me sorprendió a mí misma mis palabras.Laadan, más observadora de lo que pensaba, sonrió y dio unas

palmaditas en el lugar junto a ella. — Estás creciendo. — ¿Lo estoy? — Parecía el final de un partido para ese tipo de tonterías.

Me senté, y cuando ella asintió, suspiré y soné diez años mayor  — . El crecer apesta, entonces.

 — Es una ingenuidad al joven egoísmo.Mis cejas se levantaron. Yo estaba inquieta, como si me hubiera

deslizado en la piel más responsable y madura y a una parte de mí no legustó eso. Sacudiéndome como si fuera poco, volví a mi papá.  — ¿Hablasmucho con él?

 — Todo lo que puedo. La comunicación es de un solo lado, a veces,pero puede escribir, obviamente. Sé que él recibió tu carta, pero, por desgracia, con todo lo que ocurrió, no sé su respuesta en caso de quehubiera tenido la oportunidad para escribirla.

Asentí con un brusco movimiento. — ¿Sabes dónde está él ahora?Ella tocó el encaje del borde de su suéter.  — Alexander está en el

Covenant de Nueva York. — ¿Él todavía está allí?  — Cuando ella asintió con la cabeza, quise

levantarme y encontrar la manera de llegar a Nueva York, pero la lógicase filtró en mí. Sería casi imposible llegar a él. ¿Y con Seth por ahí, en buscade nosotros? Sería realmente estúpido salir corriendo.

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 — Cuando el Elixir dejó de funcionar, había mucha confusión entre lossirvientes. Hay muy pocos como él que se resistieron a las compulsiones.Aquellos que están pasando por su propio despertar de ese tipo, necesitanun líder, y ese es tu padre. Hay mucha agitación allí, con el reciente

ataque y con lo que el Primero está haciendo.Pero yo quería gritar que lo necesitaba aquí conmigo. ¿No era yo másimportante? ¿Su hija perdida? Fruncí el ceño. Bueno, era bueno ver quealgo de mi egoísmo ingenuo todavía estaba presente.

 — ¿Él todavía ama a mi madre? — le pregunté, mirándola fijamente.Su expresión era cautelosa.  — Creo que una parte de él siempre la va

amar. — ¿Lo amas? — solté.Laadan tragó saliva y siguió una larga pausa. En el silencio, oí que

alguien se movía alrededor de la cocina.Empecé a sonreír. — Te gusta.Apartó la mirada, con los labios fruncidos.Le di un codazo. — Te gusta mucho.Ella se irguió. —Tu padre… 

 — ¿Es el amor de tu vida? — Alexandria — espetó, pero no había enojo real en su tono.Me reí mientras me apoyaba contra el cristal frío. Sabía que mis padres

tenían esta maravillosa y prohibida historia de amor que comenzó muchoantes de que mi padrastro hubiera entrado en la imagen. Y si no hubierasido por la Orden… la maldita Orden de las Razas, todavía estarían juntos.Dioses, tantas cosas serían diferentes. Quizá mi madre... todavía estaríaviva, porque apuesto a que mi padre era como Aiden. Él jamás habríapermitido que le pasase nada a mi mamá.

Los labios de Laadan se curvaron hacia arriba. — Eres tan parecida a tupadre. Su dureza y tenacidad. — Su mirada se dirigió a la puerta cerrada. Elolor a café recién hecho creció — . Y al igual que tu padre, te atreviste aamar a un puro.

Mi boca se abrió. Touché.  — Bueno, como que caminamos dentro deeso.

Pensé que ella se reiría, pero tenía que estar equivocada, porque esosería tan impropio en una dama como ella.

Por alguna extraña razón, parte del peso se levantó de mis hombros yme pasó venganza, aunque de forma más madura, Alex, la chica

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femenina en menos de dos segundos.  — Yo lo amo. De verdad. Más de...más de lo que probablemente debería.

Ella acarició mi mano.  — Nunca se puede amar a alguien más de loque probablemente debería.

No estaba segura sobre eso. — Él te ama con la misma fuerza. Era obvio para mí desde el principio. — ¿Lo era? — El Aiden que conocía, la vez anterior al ir a Atlanta para encontrarte,

siempre había respetado y visto por igual a los mestizos, pero él nuncahubiera tomado tiempo fuera de sus funciones de Centinela para ayudar acualquier mestizo.

Sabiendo lo que le habían hecho a sus padres delante de él cuandoera un niño, podía ver dónde iba a parar eso. Convertirse en un Centinelay vengar a sus padres se había convertido en todo para él.

 — Y entonces vi la forma en que estaba a tu alrededor, en Nueva York. — Su sonrisa se volvió melancólica de nuevo — . Todo está en la forma enque te miraba, la forma en que siempre te mira. Tú eres su mundo,probablemente antes de que ninguno de ustedes se diera cuenta de eso.

 — ¿Puedes decir todo eso por la forma en que me miraba?  — Quizássonaba escéptica, pero oh, guau, esa chica femenina estaba saltando ytemblando en mi interior.

Laadan se rió entonces, el sonido era como campanas de viento.  — Élte mira como un hombre hambriento y como si tú fueses lo único quepudiese satisfacer su hambre.

Mis ojos saltaron y mi cuerpo se tiñó de alrededor de mil tonos de rojo. —Oh, guau… 

Eso fue TMI10. ¿Cómo es que más gente no se había dado cuenta deeso? Y entonces me di cuenta. Laadan sabría, porque era la forma en queella miraba a mi padre... y, probablemente, había sido testigo de mi padremirando a mi madre de la misma manera.

Repentinamente me sentí muy triste por ella.Acercándome rápidamente a ella, envolví mis brazos alrededor de sus

delgados hombros. Fue difícil al principio, porque seriamente yo daba lospeores abrazos. — Gracias.

10 TMI: To Much Information que viene a ser Demasiada Información.

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Las lágrimas llenaron sus ojos otra vez.  — Contarte acerca de tu padreera lo menos que podía hacer. Si quieres, hay muchas historias que puedocontarte. Sería una… alegría hablar abiertamente de ellos.

 — Me gustaría eso — susurré.

Laadan apoyó su mejilla sobre mi cabeza, y en ese momento, ella merecordó tanto a mi mamá, que era casi imposible contener las lágrimas;pero no podía detener la pregunta que se formó en la punta de mi lengua.

 — ¿Crees que alguna vez llegaré a conocerlo?Su abrazo se apretó.  — Lo harás. Ambos están decididos lo suficiente

para hacer que suceda. No tengo ninguna duda.Cerrando mis ojos, me aferré a sus palabras. Quería creerlas,

necesitaba creerlas, pero la duda se hinchó como volutas de amargohumo. Mucho se interponía entre yo y mi padre; años de reglas y secretos,un ejército de mestizos y de medio-toros: y, lo más importante, Seth.

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Doce  Traducido por Fenix

Corrección por patricia01

nas pocas horas más tarde, estaba parada en el claro protegidopor la cabaña, cubierta de barro y enfriada hasta los huesos. Ami alrededor, los sonidos de gruñidos y caídas hacían eco a

través del originalmente silencioso bosque.Vi mis manos sucias y suspiré. Estaba mugrienta. Tal vez tomaría varias

duchas más tarde. Mi mirada se encontró con la silueta de Aiden. Estabaluchando con Luke. En otras palabras, él estaba pateando repetidas vecesel trasero de Luke.

Dudaba que las duchas estuvieran en el menú.Una aguda punzada de insatisfacción se formó en la parte de trasera

de mi garganta. Realmente pensé que, dado que se suponía que estabaentrenando, terminaría con Aiden y sería como en los viejos tiempos; con

muchos más toques y sentimientos de por medio. Chico, estabaequivocada.

Solos exhaló con fuerza.  — ¿Cuándo tiempo vas a estar mirando tusmanos? No me estoy haciendo más joven por aquí.

Pero oh no, en el momento en que puse un pie fuera, Aiden se habíaemparejado con Lucas y Olivia, y Lea con Marcus. Deacon y Laadanestaban dentro, supuestamente preparando la cena.

Ahora estaba en pleno modo gimoteo interno.Me moví hacia delante, haciendo una mueca de dolor cuando mis

 jeans fríos irritaron mi piel. — No creo que este sea el tipo de entrenamientoque Apolo tenía en mente.Solos metió un mechón de pelo detrás de su oreja.  — ¿Cuándo fue la

última vez que entrenaste?Honestamente, no podía recordarlo.  — Estuve luchando, como, hace

dos días.

U

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--Un día, en el lapso de muchos no significa nada.  — Las ramas rotascrujían bajo sus botas — . Nuestros músculos necesitan ser usados todos losdías.

Vi a Luke cayendo sobre su trasero. --Creo que podría utilizar tu ayuda

un poco más. Podría estar trabajando en el uso de akasha ahora mismo.Seth me lleva años de experiencia. — Y vas a trabajar en eso, pero no ahora.  — Solos no era tan paciente

como lo habían sido algunos de mis entrenadores anteriores. Estabaigualado con Romvi.

Con mis ojos entrecerrados, levanté mi mano. — Yo simplemente puedousar el elemento aire y golpear  —  

--Alex — espetó Aiden, parando una patada de Luke con una mano. Loempujó suavemente hacia atrás mientras sus ojos tormentosos se clavabanen mí  — . Yo también dudo de que Apolo quiera que lo único que entrenessea tu boca.

Muchos comentarios inapropiados rozaron la punta de mi lengua ybailaron alrededor de ella. Pero mantuve mi boca cerrada y lo fulminé conla mirada.

--Él está tratando de ayudarte.  — Aiden tomó una daga de titanio queestaba enterrada en el suelo — . Lo menos que puedes hacer es estar deacuerdo con esto, sin torturar a aquellos que te están ayudando.

Avergonzada y furiosa, tenía dos segundos para descargar mi ira enAiden, pero me detuve. Aiden tenía razón. Estaba siendo llorona ymaliciosa, y empezaba a ser molesto.

Nuestros ojos se encontraron, y no había mucho calor detrás de suspalabras; pero él estaba frustrando conmigo y odiaba eso, porque meestaba comportando como una mocosa. No estaba segura de qué era loque estaba mal conmigo. Desde que Laadan y yo habíamos hablado, miestado de ánimo se había desplomado. ¿La falta de sueño, tal vez?

El aguijón de la amonestación de Aiden me forzó a volver a Solos,quien, por cierto, tenía barro salpicado en él como sangre en la escena deun horripilante crimen. Nadie en este mundo podía conseguir que hiciera loque se suponía que debería estar haciendo tan rápido como Aiden.

Una parte de mi odiaba eso. La otra parte lo respetaba y le agradecíapor ello.

Con mis mejillas ardiendo, me puse en postura. Solos se lanzó hacia mí.Empezamos, golpe a golpe. Él se inclinó. Yo giré. Muchas veces terminótirado en el suelo, pateando la tierra y las hierbas hacia mí. Mis muslos

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estaban un poco fuera de uso, pero era más rápida de lo que podíarecordar. Mis músculos estaban u poco fuera de uso, pero era rápida, másrápida de lo que alguna vez había sido. Cuando había luchado contraAiden el otro día, no me había sido consciente de lo que estaba haciendo.

¿Pero ahora? Guau, me sentía como la Mujer Maravilla.Solos se levantó del suelo, respirando por la nariz. Nos movimos paradesramarnos el uno al otro, lo que usualmente era uno de mis puntosdébiles.

Me lancé bajo el brazo extendido de Solos, agarré sus dos codos y lostiré hacia atrás, deslizando mis manos a sus muñecas le planté un pie en laespalda. Soltó las dagas y las recogí.

Saludando con mi mano por su cara, sonreí.  — Soy un poco buena enesto.

Se dio la vuelta, con el ceño fruncido.  — Ni si quiera sé que fue esemovimiento.

Giré la daga que estaba en mi mano derecha.  — Se llama ser impresionante, y funcionó.

 — Hay una diferencia entre habilidad y velocidad.  — Arrebató la dagade mi mano — . No siempre se tiene velocidad.

 — Pero yo puedo usar los cuatro elementos — le recordé. — Eso que haces. — Esbozó una sonrisa ladeada que no estiró su cicatriz.

Se veía apuesto cuando sonreía de esa manera. Diablos, era apuesto apesar de la cicatriz. Lucía como un pirata — . Corrígeme si me equivoco:¿usar los elementos no te agotará?

 — Eso es lo que he oído.  — Olivia se sentó bajo un tronco de árbol ylentamente estiró sus largas piernas — . Bueno, escuché a Seth decir eso unavez.

Con una sola daga en la mano, apunté a Solos.  — Usar los cuatroelementos puede cansarnos, pero no tanto como usar Akasha. Es por esoque él no lo usa todo el tiempo. Lo… nos golpea, supongo.

Aiden entrelazó sus dedos y se estiró, inclinando su espalda. Mi miradasiguió el movimiento de una manera obsesiva. Todo lo que él hacíaparecía fluido y elegante.  — Es por eso que es importante no confiar únicamente es esas habilidades.

Desde que conocía a Aiden, podía contar con la mano las veces queél había utilizado el elemento fuego. Cada puro tenía la habilidad de usar un elemento, mientras que el Apollyon podía usar los cuatro. A Aiden legustaba pelear mano a mano.

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O titanio a titanio.Lea estaba apoyada en un gran roble, su cabello estaba hecho un

desastre mientras Marcus recogía las espadas caídas con las que habíanestado practicando. Mi tío las manejó hábilmente. A veces me olvidaba

que él había sido entrenado como un Centinela, hace mucho tiempo.Nuestro pequeño receso había terminado, y bajo el cielo nublado deabril continuamos hasta que el sol empezó a descender por el oeste. Soloentonces pudimos arrastrar los pies a la cabaña, y supuse que la prácticade akasha quedaría para mañana. El olor a carne asada se burlaba de mispapilas gustativas. Tenía tanta hambre que podría comerme a un daimon,pero primero tomaría una ducha.

Y como había esperado, me encontraba completamente sola.Todos nos sentamos en la mesa de la cocina y empezamos a comer.

Alguien agradeció a Laadan por la comida y Deacon casi tuvo un infarto. — ¿Quién ablandó la carne? ¿Quién marinó y miró obedientemente? — 

Sus rubias cejas bajaron mientras Luke sostenía un tenedor como si fuerauna daga — . Ese fui yo.

Laadan asintió. — Yo pelé las patatas. Eso fue todo. — No sabía que podías cocinar  — le dije, sorprendida.Recién duchado, Aiden se dejó caer en el asiento al lado de su

hermano. Su oscuro cabello estaba húmedo y peinado hacia atrás,dejando al descubierto sus anchos pómulos. Él palmeó el hombro de suhermano. — Deacon es un infierno de cocinero.

 — Hmmm. — Olivia sonrió mientras perseguía una patata redonda en suplato — . Se aprende algo nuevo cada día, ¿no?

Sin siquiera tratar de ocultar una sonrisa orgullosa, Deacon miró a Luke. — Estoy lleno de sorpresas.

Arqueé una ceja, pero metí un trozo de la deliciosa carne para no decir nada. Por un rato, sentada en la mesa con todo el mundo, las cosasestaban, bueno, estaban agradables y cálidas.

Aiden se mantuvo generalmente tranquilo mientras todos contabanhistorias, esbozaba una sonrisa de vez en cuando, pero todavía estaba unpoco al margen del bullicioso grupo. Más de una vez, nuestras miradas seencontraron. Algo se agitaba en sus ojos grises. Podía ver fácilmente laporción de dolor mezclada con pesar antes de que él mirara a otro lado.

Después de la cena y con los estómagos llenos, el grupo se dividió endiferentes secciones de la casa. Lea desapareció con uno de los libros queLaadan había traído con ella. Olivia y los chicos se instalaron en la sala de

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estar con una baraja de cartas. Solos y Marcus salieron para comprobar elperímetro con Aiden. Se estaba haciendo tarde, y yo estaba tratando demantenerme despierta hasta que regresaran, pero al final le dije buenasnoches al grupo y me arrastré escaleras arriba.

Me detuve frente a la habitación de Aiden, repentinamente me sentíainsegura de no saber en dónde debía dormir. Había otra habitación juntoal baño, por lo que supuse que era la mía, pero no pude recordar si habíadormido allí. ¿Se suponía que debía estar en esa habitación? Si lo hice enla casa de Aiden y lo hacía aquí también, ¿me estaba sobrepasando?

Cambiando de postura por el cansancio, me mordí el labio. Dioses, estono debería ser tan complicado. Vamos Alex, Estas siento tan estúpida. Yme sentía estúpida.

Caminando hacia mi habitación, descubrí que no tenía ropa paradormir. Entrando al baño encontré unas camisas largas de Aidenseparadas del resto de la ropa, como si hubieran sido dejadas ahí apropósito.

Me puse una de las delgadas camisas de algodón que llegaban a mismuslos. Y no había manera de que yo quisiera regresar al frío e intocablecuarto que se suponía que era mío. Deslizándome debajo de las sábanas,me acurruqué boca abajo, inhalando el olor a tierra que cubría la cama.

No pasó mucho tiempo para que me quedara dormida.Probablemente solo unos minutos, y estaba flotando en una reconfortanteneblina, pero algo me hizo abrir los ojos. Y cuando lo hice, estaba viendoun par de ojos color ámbar.

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Trece Traducido por Jeyly Carstairs

Corrección por patricia.01

eth.Oh dioses, estaba mirando a Seth. Él estaba aquí. Imposible, peroél estaba aquí conmigo.

Mi corazón latió a un ritmo caótico mientras me alejaba. Estaba tanasustada, tan aterrorizada por su repentina aparición, que no podíarespirar.

Sus brazos forman una jaula a mi alrededor. No me atrevía a moverme,su piel estaba demasiado cerca de la mía, sus labios a una fracción depulgada de distancia. Sus ojos ámbar brillaban bajo sus gruesas pestañasrubias oscuras. Las marcas del Apollyon corrían por su cuello,extendiéndose sobre sus mejillas en una ola de vibrante azul sobre su tezdorada. Mis propias marcas respondieron a su proximidad, haciendo que

mi piel hormigueara. El lazo crujió a la vida.La fuerza de la presencia de Seth estaba en todas partes, invadiendo

mi cuerpo y pensamientos, pero cuando por fin respiré, el olor estaba mal.Era tierra con una pizca de sal marina. Aiden.

Los labios de Seth se curvaron en una sonrisa de satisfacción y puso suboca cerca de mi oído.  — Te lo dije, Alex. Yo te encontraría en cualquier lugar.

Mi boca se abrió, pero mi grito fue estrangulado por el nudo de terror en mi garganta mientras me torcía hacia un lado y salté despierta...

despierta.Con mi pulso golpeteando, me incorporé y la habitación lentamente seenfocó. Mi mirada frenética viajó por la habitación, buscando en lassombras por cualquier signo de Seth. Un rayo de la luz de la luna se filtrababajo las persianas, difundiéndose a través del suelo, sus dedos rozandosobre la antigua cómoda. Bajo la puerta del baño, una línea de color amarillo brillaba. Salvo el hormigueo de las marcas, no había signos de él.

S

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Solo era un sueño, una pesadilla. Nada más, pero la adrenalina dandovueltas dentro de mí no estaba de acuerdo.

La puerta del baño se abrió y Aiden llenó la entrada. Iluminado por elsuave resplandor de la luz detrás de él, era un estudio de contrastes de

sombras. Estaba sin camisa y vestido sólo con un par de pantalones depijama que colgaba bajo en sus caderas.Eso no ayudó a mi corazón o a mi problema de respiración.La luz detrás de él se apagó.

 — Alex. — Él se movió silenciosamente a la cama, cayendo a mi lado — .No te desperté ¿verdad?

Negué.Tenía la cabeza inclinada hacia un lado y el cabello oscuro le caía

sobre la frente. — ¿Estás bien? — Sí   — dije con voz ronca, sintiéndome ridícula por reaccionar 

exageradamente ante una pesadilla estúpida.Aiden se acercó, deteniéndose cuando su mano estaba a un

centímetro de mi mejilla. Se alejó, acomodándose sobre su espalda. Unbrazo estirado, llamándome. Estirándome a su lado, puse mi cabeza en suhombro, mi mano sobren su pecho, sobre su corazón atronador. Su piel eracálida y reconfortante.

Varios latidos pasaron en silencio, mientras su corazón se ralentizaba.¿Por qué había estado latiendo tan rápido? No lo sabía. Me acurruquémás cerca, ajustando mi cuerpo a su lado, y su brazo se cerró alrededor demi cintura. Sentí su mandíbula rozar la parte superior de mi cabeza, y luegosus labios se apretaron contra mi frente.

Cerré mis ojos con fuerza, quería decirle sobre el sueño, pero encambio, algo más salió. — Ellos le cortaron la lengua a mi padre, Aiden. Nopuede hablar. Ellos se lo hicieron a él.

Él pareció contener la respiración por un momento. — ¿Por qué harían algo así? — pregunté, y mi voz sonaba increíblemente

pequeña y frágil. — No lo sé.  — Su mano subió, presionando entre mis hombros,

moviéndose en un círculo calmante — . No hay ninguna justificación paraalgo tan terrible como eso. — Hubo una pausa — . Lo siento, Alex.

Asentí, apretando mis ojos cerrados. Teníamos que hacer algo sobre elOrden de la raza, y sabía que Aiden estaría de acuerdo; pero hablar dealgo tan político a las dos de la mañana parecía fuera de lugar.

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Estirándome puse mis labios sobre los de Aiden, pero el beso resultó máscasto que la caliente y húmeda acción que yo quería. Su brazo se apretósin embargo, y un ligero temblor recorrió su cuerpo como si estuvieraluchando contra la atracción entre nosotros.

Confundida, dejé mi intento de seducirlo, ya que realmente no estabafuncionando, y me acomodé hacia abajo, con el corazón acelerado denuevo. ¿Por qué no me había devuelto el beso? ¿Estaba todavía molestosobre mi mocosa demostración temprano mientras entrenaba con Solos? Siera así, vaya, no había nada que pudiera hacer para arreglar eso. ¿O eraalgo más? ¿Cómo el pesar y tristeza que brillaba en sus ojos grises?

Fuera del silencio que cayó en la habitación una vez más, Aiden dijo: — Te amo.

No había desaparecido el pesado hilo de emoción en su voz. Me cortóla respiración. Incluso con mi fallido intento de seducción, escucharlo decir esas tres pequeñas palabras era algo de lo que nunca conseguiríacansarme. — Te amo, también.

Poco tiempo después, el constante aumento y la caída del pecho deAiden se profundizaron. Me quedé en sus brazos, mirando desde la cama,a través de la oscuridad, a la pared vacía por lo que parecieron horasantes de que me desenredara cuidadosamente de sus brazos y medeslizara fuera de la cama.

Incapaz de dormir o quedarme en el mismo sitio, encontré un par desudaderas en la oscuridad y me las puse, enrollando los puños en la parteinferior.

Mis pies descalzos pisaban con suavidad en los pisos de maderamientras me deslizaba fuera de la puerta y me dirigía escaleras abajo.

La casa estaba silenciosa y fría como una tumba. Doblando mis brazos,fui a la cocina, aunque no estaba hambrienta o sedienta. Inquieta ycompletamente despierta, sin tener ni idea de qué hacer, caminé hacia laterraza.

Hacía más frío allí, pero de una manera extraña, rodeada de todas lasplantas y ventanas con nada más que la oscuridad cerniéndose fuera, eratranquilo.

Sentada en el asiento de la ventana, metí mis piernas contra mi pechoy miré por una de las ventanas. Demasiados pensamientos estabancorriendo a través de mi cabeza: mi padre, el entrenamiento de nuevo, laOrden de las Razaa, Aiden y su repentina resistencia, todo lo que estabasucediendo fuera de estas paredes, y...

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Y yo estaba pensando en Seth, cortesía de su visita en mi pesadilla.Una filosa rebanada de pánico perforó mi vientre. Lo que había

pasado tenía que haber sido una pesadilla. Que era completamentecomprensible teniendo en cuenta que Seth estaba sacando un Doctor 

Malvado ahora mismo. No podía ser de otra manera, ahora mismonecesitaba parar de alucinar sobre él. Pero ese murmullo en la parte deatrás de mi cabeza todavía estaba allí y eso significaba que, no importa loque hiciera o lo fuerte que fuera, yo siempre estaría conectada a él.

Y que posiblemente todavía podría alcanzarme.Esa punzada ansiosa estaba de vuelta, extendiéndose en mi pecho.

Cerré los ojos con fuerza. El miedo era un sabor amargo en mi paladar.¿Podría esa pesadilla realmente haber sido Seth tratando de llegar a mí?

Revisé mis escudos mentales. Casi como había recorrido mi lenguasobre mis dientes después de que Jackson me pisoteara en la caradurante una clase, empujé y empujé a los escudos, asegurándome de quenada estuviera fuera de lugar o suelto. El escudo era fuerte, pero los rastrosde alarma persistían.

Cuando había estado conectada a Seth después de haber despertado, podía escuchar sus pensamientos tan claros como los míos.

Meciéndome hacia atrás un poco, apreté mis piernas hasta que misbrazos dolieron.

De verdad parecía que Seth había estado aquí esta noche, inclinadosobre mí y susurrando su advertencia. Incluso mis pesadillas de lo que habíasucedido en Gatlinburg no habían sido tan reales, y habían sido casimalditamente visuales.

Pasos se acercaron a la terraza y levanté mi cabeza. — Marcus.Él todavía estaba vestido como si estuviera en la cena; pantalones

vaqueros y una camisa de franela, una señal segura de que no se habíaacostado todavía. — ¿Levantada un poco tarde? — preguntó, apoyándosecontra el marco.

Me encogí de hombros y mantuve mis brazos alrededor de mis rodillas. — No tengo sueño.

 — Estuviste rastreando toda la noche. Supuse que dormirías todo el día.No era como si yo pudiera decirle la verdad, así que no le dije nada.Marcus dudó en la puerta y luego se adelantó, seguro y fuerte. Lo

observé con cansancio mientras se sentaba a mi lado, tomando el mismolugar que Laadan tenía cuando habíamos hablado. Varios tensos eincómodos minutos pasaron y aunque Marcus y yo habíamos recorrido un

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largo camino, todavía teníamos montañas que escalar antes de que lascosas dejaran de ser tan épicamente incómodas entre nosotros.

Él puso sus manos en su regazo y suspiró. — ¿Te sientes bien, Alexandria?Tan formal… — Sí, como dije, no tengo sueño. ¿Y tú?

 — Estaba patrullando fuera y acabo de cambiar con Solos.  — Él melanzó una mirada de soslayo — . No tengo sueño, tampoco.Me volví hacia la ventana. — ¿Creen que es necesario patrullar?

 — En parte puede ser simplemente por costumbre, especialmente paraAiden y Solos; pero cosas extrañas han sabido suceder.

Me sorprendió que él respondiera con sinceridad. Lo enfrenté y, con mivista de Apollyon, pude distinguir las líneas de su rostro en las sombras. Otrasorpresa fue cuando me encontré que su expresión era abierta.  — Y apesar de que los dioses no estén haciendo fuego por nosotros en estemismo segundo, eso siempre podría cambiar  — dijo — . Así que vemos... yesperamos.

Yo no había dicho nada durante un largo rato. — Odio eso. — ¿Qué? — Curiosidad marcó su tono.Mis manos se cerraron en puños junto a mis muslos.  — Que la gente de

buena gana den sus vidas para protegerme. Odio eso.Marcus se giró hacia mí y luego apoyó su cabeza contra la ventana.  — 

No te lo tomes a mal, pero nosotros no solo te estamos protegiendo a ti,Alexandria. Están Lea y Deacon, Olivia y Lucas. Tres de ellos estánentrenados en cierta medida, pero no en contra de los dioses o de unahorda de Daimons. A pesar de que un ataque daimon aquí parece pocoprobable...

Cosas más extrañas habían pasado. Asentí.Sus ojos brillantes se deslizaron cerca. — No siempre se trata de ti.Mi boca trabajaba en una negativa. No pensaba que siempre fuera

acerca de mí, pero espera... qué clase de persona soy por asumir quetodo el mundo estaba lanzándose a sí mismos frente a un bus por mí. Mismejillas ardieron.

 —Yo no… yo no quise decir eso. — Respiré — . Bien, si lo hice, pero sé queustedes están protegiéndolos a ellos también. Y eso es... eso es una buenacosa.

Sus hombros se relajaron — . Y yo no lo quería decir de la manera quesalió.

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Me eché a reír y el sonido me sorprendió. No era obligado o sarcástico,sólo divertido.  — Sí, lo hiciste, y lo conseguiste. He estado montada en eltren Alex-es-importante desde hace bastante tiempo.

Arqueó una ceja.

El impulso de reír se repitió, pero me detuve y puse mi mejilla en misrodillas.  —He estado… uh, he estado siendo una persona problemática,eso lo sé. La mayoría de las veces era a propósito.

 — Lo sé — fue todo lo que él dijo. — ¿En serio?Marcus asintió. — Eres como un niño.

 — No soy un niño.Sus labios se curvaron en las esquinas.  — Eras como un niño que

buscaba un lugar para encajar. Es especialmente duro para los mestizos.Muchos de ustedes vienen de hogares infelices, o sin hogares en absoluto.El entorno en el que son criados es violento y agresivo. He visto tantos...  — Sacudió la cabeza ligeramente — . De cualquier modo, tú eras diferente, sinembargo.

Le hice la obvia pregunta. — ¿Por qué? — Para empezar, eres mi sobrina. — Guau...  — Parpadeé, aflojando el agarre en mis piernas — . Estoy

sorprendida de que la primera cosa no sea que tu sabías que yo era elApollyon.

Los ojos de Marcus se abrieron y encontraron los míos.  — Eso nunca fueprimero, segundo o tercero. Tú eres mi sobrina, eres la hija de mi hermana.Y tú eres tan parecida a ella...  — Suspiró por la nariz, su mandíbulatensándose — . Eras tan parecida a ella cuando regresaste al Covenant... eincluso ahora, tengo un mal rato mirándote sin ver a mi hermana.

Algo... algo se descontroló en mi pecho. Marcus nunca había sido tanabierto conmigo. Y para mí, había parecido más probable bailar el valsalrededor de la sala de estar con un daimon antes de que Marcus mehablara de mi madre; pero allí estaba.

Santo trasero de daimon, nosotros estábamos escalando la montaña.Mi respiración era un poco ronca.

 — Tú amabas mucho a mi mamá. — Rachelle era mi hermana pequeña y yo... yo la quería mucho.  — Sus

ojos se cerraron de nuevo — . Ella estaba llena de vida. Nosotros éramosopuestos. Ella atraía a la gente en tropel, y yo más o menos les repelía.  — Mis labios se torcieron en las esquinas.

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 — Ella era probablemente la única persona que podía conseguir queme relajara.  — Se sentó de repente, dejando caer sus manos sobre susrodillas — . Cuando tú eras muy pequeña, para lograr que fueras a mi casa,y te comportaras, que no siempre era probable, ella te llevaba por un

helado después.  — Formó una sonrisa pensativa — . Tú eras una cosa tanpequeña entonces, pero mis dioses, supe inmediatamente que te veríascomo ella. Todo excepto los ojos… 

Buscando en mis recuerdos, me di cuenta de que no podía recordar nada de él de cuando yo había sido una niña, solo las pocas visitas decuando era mayor, y estas habían sido frías e impersonales. Marcus habíasido como cualquier otro puro.

 — Ella siempre decía que tu padre era un mortal, pero ese centinelasiempre estaba con ella, siempre tras de ella... y tras de tí.

 — ¿Qué? — Levanté mi cabeza.Marcus se concentró en algo que no podía ver.  — Tú eras demasiado

 joven, Alexandria, para recordar a tu padre.Escuchar a Marcus mencionar a mi padre detuvo el mundo.

 — Tú eras tan solo un bebé. Tu madre no podía siquiera caminar afuerasin que Alexander estuviera carca detrás de ella, sobre todo si te llevaba ati. Mirando hacia atrás, parece obvio, pero los Centinelas y los Guardiassiempre estaban alrededor. Y ellos asistían al Covenant juntos, dos añosatrás. Solo pensaba que eran amigos. Pero creo que siempre lo supe, en elfondo, no podía ver más allá de eso. Cada vez que te miraba, veía lacaída de mi hermana.

Mis ojos se abrieron. — Ouch. — Sí.  — Suspiró — . Suena terrible, pero tú más que nadie sabes lo que

pasa cuando mestizos y puros se mezclan. Estaba tan enojado con mihermana por ponerse a sí misma en esa posición y por llevar a un niño conella. — Marcus se detuvo, pensativo — . Supongo que era un error.

Acababan de brotarles oficialmente alas a los cerdos y estabanvolando junto a los aviones. En lugar de saltar alrededor señalando lo queél acaba de admitir y actuando como un idiota al respecto, me centré enalgo más. A veces me sorprendo con mi propia madurez.

 — ¿Tú... conocías a mi padre personalmente?Apretó sus labios.  — Había entrenado con tu padre antes de que me

decidiera a ir por una ruta más política. Era un maldito buen Centinela. Aligual que tú.

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Me quedé mirándolo. Había una vez que al oír algo así me habríallenado de placer, pero ahora no era el cumplido lo que lo había traído,fue escuchar que mi padre había sido un maldito buen Centinela lo que lohabía hecho.

 — Creo que tu madre esperaba no ser emparejada. Yo no lo estaba.Laadan tampoco. Pero cuando tu madre fue emparejada con Lucian,Alexander... lo conocías, si conocías a el hombre detrás del uniforme.

Una vez más, no tenía ni idea de qué decir. — No había nada que pudiera hacer excepto dar un paso atrás y dejar 

que la mujer que amaba se casara con otro. Y tenía que vivir con eso ycon que alguien más criara a su hija.  — Marcus se aclaró la garganta — . Yestoy seguro de que Alexander sabía que Lucian no era amable contigo,pero no había nada que pudiera hacer. Al revelarse, habría puesto enpeligro a tu madre y a ti. Él no podía hacer nada.

Mis músculos estaban tensos y relajados al mismo tiempo.  — ¿Quépasó? ¿Cómo es que él terminó siendo un sirviente?

Marcus me miró.  — Cuando tenías tres años de edad, Alexander desapareció. No era raro. Nos dijeron que había sido asesinado por undaimon.

Negué, frunciendo las cejas. — ¿Cómo que no sabían dónde estaba? Élestaba en las Catskills, bajo el pulgar de Telly.

 — Yo no lo vi allí hasta alrededor de un año antes de tu regreso.  — Lasinceridad en sus palabras me sacudió — . Yo creía que estaba muerto, y nosabía que un mestizo y una pura creaban un Apollyon. Incluso cuandoRachelle vino a mí antes de que ella te tomara y se fuera, yo nosospechaba lo que realmente quería decir. No hasta que vi a Alexander enlas Catskills, y entonces, ¿qué podía hacer?

 — ¡Podrías haberle ayudado! — ¿Cómo? ¿Cómo iba a hacer eso? ¿Qué crees que habría pasado si

todo el mundo se hubiera dado cuenta de que tu padre era un mestizo?Mestizos y puros se han mezclado antes y han sido capturados. A esos niñosno se les permitía vivir.

Asqueada, tragué saliva. — Eso es tan repugnante. — No estoy en desacuerdo. — Se acercó, pasando sus dedos sobre una

planta frondosa cercana — . Tu padre no pareció reconocerme. Hacepoco me enteré por Laadan, que eso debió haber sido un acto.

Entonces me di cuenta, trayendo recuerdos a mi siempre enamoradizacabeza. La conversación que había oído entre él y Telly había resurgido.

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Marcus se había puesto furioso con Telly.  — Telly quería que me entregaras,¿verdad? Él incluso te ofreció un puesto en el Consejo.

Me miró bruscamente.Sonreí. — Los escuché chicos.

Mirándome un momento, sacudió la cabeza. — Él lo hizo. — Y tú te negaste. — Sí. — Su mirada decía: ¿cómo podría haber hecho otra cosa?Guau. Las cosas ahora tenían sentido, después de tanto tiempo. Yo le

recordaba a mamá y la echaba de menos, lo que probablemente lehacía sentirse incómodo a mi alrededor. Y Marcus no era una persona muysociable, de todos modos. No sabía lo de mi padre hasta que fuedemasiado tarde. Yo creía eso. Y él no me había entregado a Telly.Recordé cómo me había recogido y llevado después de que Seth habíaatacado el Consejo y yo había estado enferma.

Cómo, igual que Aiden, él no había renunciado a mí.Marcus... se preocupaba por mí. Y eso significaba mucho. Además de

mi padre, que estaba fuera de mi alcance, Marcus era lo último de mifamilia; de mi sangre.

 — Gracias  — le dije. Y luego, impulsivamente, a pesar de que él no eraun hombre de abrazos, salté hacia adelante antes de que supiera lo quevenía y lo abracé. Fue rápido; sin embargo; no quería asustar al hombre.

Me acomodé en mi lugar mientras él me miraba con los ojos muyabiertos. Supongo que sí lo había asustado.

 — ¿Por qué me das las gracias? — preguntó lentamente.Me encogí de hombros.

 — Eres una chica extraña.Riendo, recliné contra los cojines en el asiento de la ventana. — Apuesto

a que mamá era una chica extraña. — Ella lo era. — ¿Me dirás lo que sabes sobre mi padre? Quiero decir, si no estás

cansado o algo. — Hay algunas historias que podría contarte.  — Él imitó mi posición — . Y

no estoy cansado. Para nada.  — Su sonrisa era tentativa, pero real, y nopodía pensar en ningún otro momento en el que él hubiera sonreído así.

Mis labios respondieron. — Eso sería muy agradable.No fue hasta que llegó el amanecer y el sol se elevó, ahuyentando las

sombras, que pensé en lo feliz que sería mi madre, sabiendo que Marcus yyo habíamos arreglado las cosas.

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Y yo no podía dejar de pensar en que ella lo sabía. Y que tal vez ellaestaba sonriéndonos ahora. Al igual que el sol que se filtraba a través delas ventanas, calentado nuestras espaldas.

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Catorce Traducido por Ysandre

Corregido por Mar¡Cipriano

urante los siguientes tres días, nuestro pequeño grupo, entró alritmo de la clase. Las cosas se habían estabilizado en el mundo.No había más desastres naturales y el Monte St. Helens parecía

haberse calmado. Apolo seguía en un plan no-mostrarse y la cabaña, enmedio de la nada, se había convertido en una zona libre de dioses. Era

algo bueno, pero me di cuenta que sólo esperábamos una explosión dealgo, muy probablemente en la cama de Deacon o algo así, dondeestaríamos desprevenidos, donde menos lo esperáramos. Pero a pesar deque no hubo ninguna interferencia divina, era como mirar el reloj decuenta atrás en una bomba de tiempo. Todos estábamos esperando.

Cada día había estado lleno de entrenamiento, entrenamiento y másentrenamiento. Eran peores que los días en el Covenant, porque todo elmundo se detuvo a mirar cuando llegó el momento de usar el akasha.

Marcus y Solos enfilaron varias piedras grandes que habían encontrado

esparcidas, y mi trabajo era hacer con ellas pequeñísimas piedras. Y esofuncionó de cerca. Es decir, como a unos metros de distancia. Pero cuantomás lejos llegué, peor era mi objetivo.

Sudando bajo la térmica de Aiden, gruñí mientras sacaba el akasha dedonde descansaba, justo debajo de mi caja torácica. El poder de losdioses se estremeció mientras el quinto elemento crujía en mis nudillos.

Bajo el dosel de los árboles, Aiden y Olivia detuvieron su entrenamientopara ver.

Centrándome en el elemento, sentí que mis sentidos se agudizaban.

Usar el akasha era como estar conectado directamente con la Tierra:como correr y abrazar a los árboles, conectado con ellos. Podía sentir lasvibraciones de la hierba y el suelo bajo mis pies, así como las decenas deolores que viajaban en el gemido del viento, y podía sentir el airedeslizándose por mi piel como dedos fantasmales.

D

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El Akasha crepitaba en mi brazo derecho mientras lo lanzaba fuera demí. Un rayo de luz surgió de mi mano, disparado a través de los tres metrosy relamiéndose en el borde derecho de la roca. Con un fuerte crujido, loastilló.

Luke se lanzó fuera del camino, pero seguía la lluvia de escombros. Sedobló, a punto de besar el suelo. — Ups. — Hice una mueca — . ¿Perdón?Frotando su espalda, se estremeció y cojeó hacia donde Deacon

estaba tratando de ocultar su risa. — Cállate — refunfuñó. — Deberías haberlo pensado mejor antes de estar tan cerca  — 

respondió Deacon.Suspiré y me volví para Solos.  — Tengo problemas terribles con mi

objetivo.Solos asintió. — Está un poco fuera

 — ¿Un poco? — Levanté mis cejas. — Estás golpeando el objetivo, y supongo que eso es todo lo que

importa.Eché un vistazo a Aiden, y encontré que su atención estaba ahora en el

combate de Lea y Olivia. Las dos chicas eran combatientes maravillosas ymuy igualadas, y Aiden estaba en modo de Instructor completo, gritandoórdenes con su voz profunda, curiosamente musical. Me encontré perdida.

Ugh, estaba perdiendo una gran cantidad de atención.Una cosa era cierta. En los últimos tres días, algo estaba definitivamente

raro con Aiden. No era que me evitaba. Todas las noches se me unía en lacama, se me acercaba y me abrazaba. Nada progresó más allá de eso, apesar de que podía sentir que él quería más. Él simplemente no queríahacer otro movimiento, y no tenía ni idea de por qué. Estaba bastantesegura que la forma en que terminé enrollada alrededor de él era laprueba de que estaba fuera de servicio por algunos momentos felices.

Me mordí el labio mientras me volvía a la última roca, sacudiendo mishombros. No hubo otra pesadilla de Seth, gracias a los dioses. Una parte demí sospechaba que tenía algo que ver con el hecho de que dormíadespués de que Aiden lo hiciera. Tal vez el hecho de saber que él estabaallí ayudaba, pero él no podía venir a dormir sino hasta más tarde, que por lo general significaba un par de horas para mí a la deriva, y cuandodespertaba al amanecer acababa enloqueciendo, así que yo también lohacía. Desde que hacía el ejercicio de akasha a diario, estaba agotada,como una víctima daimon.

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Pero rechacé la fatiga. Al igual que Marcus había dicho una vez, yo eraun montón de cosas, pero no estúpida. Sabía por qué Apolo quería quetrabajara con el akasha. Él me estaba preparando para luchar contraSeth. Y yo necesitaría todo en mi arsenal para evitar la transferencia de

energía que terminaría todo.Había un problema inherente en la formación de combate cara a caracon Seth. ¿Cómo se supone que iba a pelear con él cuando todo lo quetengo de él era un toque y algunos susurros de palabras en griego?

Sí, estábamos condenados al fracaso.El pánico me golpeó en el pecho mientras mi mirada se desviaba a los

que me rodeaban. Si algo salía mal, que era lo más probable, todos ellosestaban en riesgo. Lea podría terminar como su hermana, Olivia comoCaleb. Luke y Solos, como todos los Centinelas que habían sido asesinadospor Lucian y su ejército. Marcus podría terminar como mi mamá.

Mis ojos se posaron sobre Aiden.Deacon se había levantado y estaba de pie junto a su hermano mayor.

Bajo la luz del sol, sus rizos rubios eran de platino pálido. Los hermanoscompartían el mismo color de ojos impresionante, pero eso era todo. Erancomo el yin y el yang, noche y día, de pie uno al lado del otro.

Las manos de Deacon fueron ahuecadas alrededor de algo, y cuandolevantó la cabeza, una genuina sonrisa se extendía en sus labios y sus ojosgrises brillaban. Aiden se rió de lo que sea que Deacon había dicho.

Ellos podrían terminar como sus padres.El miedo hizo que mi piel fuera firme, y sustituyó el pánico. Me forcé a

respirar de manera uniforme. No iban a morir. No habría más muertes. Nopodía ser. Todos habían sufrido bastante.

Pero era el Destino. No había tal cosa como el pago de las cuotascuando venía el Destino. Simplemente no le importaba, o no reconocía lasexperiencias pasadas.

Sabiendo eso, me dieron ganas de tumbarme en el frío, la hierbahúmeda y llorar como un gordo bebé enojado.

 — ¿Alex?  — La suave voz de Solos me sacó de mis molestospensamientos.

Asentí y me concentré en la última roca. Lo que no me gustaba de usar Akasha es el hecho de que el zumbido en mi cabeza siempre es más fuerteentonces, como si aprovechar el elemento más poderoso de algunamanera afectara la conexión. Ninguno de los Apollyons jamás lo había

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pensado o discutido en el pasado, así que no tenía idea de si eso eracierto.

Haciendo un llamamiento al akasha, lo dejé pasar. El rayo azul fueincreíblemente intenso, haciéndose añicos con su poder salió. Hubo

silencio y luego otro fuerte crujido. Esta vez golpeó a la roca en el medio yno explotó, pero se redujo a un montón de polvo.Solos dejó escapar un silbido mientras miraba el polvo y la tierra

quemada debajo. — Recuérdame nunca hacerte enojar.Dejé escapar una sonrisa mientras me echaba atrás, dejando el

zumbido del Akasha asentarse hacia abajo. Doblándome por la cintura,agarré mi agua. Sobre el borde, vi a Olivia dar una patada de giro quegolpeó a Lea varios metros hacia atrás.

Aiden aplaudió. — Perfecto, Olivia.Y luego a Lea… 

 — Tú dudaste, sino habrías bloqueado esa patada.Asintiendo, Lea se paró y se sacudió el polvo. Rápidamente se volvió a

acomodar en su postura y fue de nuevo.Un dolor molesto floreció en mi sien, haciendo que mí ojo derecho se

estremeciera nervioso. Tiré la botella de nuevo y me volví hacia Solos. Fuerade piedras para destruir, me entregué a Marcus a trabajar en loselementos.

Apartado un poco el grupo principal, él levantó sus manos. Una ráfagade viento se elevó. Las ramas se sacudieron y diminutas hojas verdes searremolinaban en el viento, mientras el viento soplaba hacia mí.

Levanté mis manos, y me encontré con el elemento aire. Su poder bombardeaba débilmente bajo la fuerza del mío. Era asombroso cómo elelemento aire había sido mi mayor enemigo, pero ahora era sólo una levemolestia.

Deacon y Laadan incluso se involucraron en la última parte del día.Laadan trabajó con el elemento aire y Deacon se dedicó a la creación depequeños incendios y a controlarlos. No podía imaginar a esos dos encombate, pero en este punto, todo el mundo se había convertido en unguerrero.

Aiden miró a su hermano con los ojos entrecerrados y la mandíbulafuerte, tan fuerte que me pregunté si le quedaban muelas. Finalmente,dejó a los mestizos se dirigió hacia donde Deacon tenía varios montonesde ramas encendidas.

 — ¿Qué estás haciendo? — exigió Aiden.

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Deacon miró desde debajo de la mata de rizos.  — Me estoyconvirtiendo en un fastidioso del fuego

El humor se esfumó de Aiden. — Sé lo que estás pensando. — Ah, infiernos, bueno, si ese es el caso, esto es vergonzoso.

La espalda de Aiden se puso rígida.  — A menos que estés practicandofogatas de campamento, estás perdiendo el tiempo. —Pero…  — No tienes que hacer esto.  — Aiden hizo un gesto con la mano sobre

los montones de ramas y el fuego se apagó — . No quiero que te involucresen nada de esto.

Deacon se irguió en toda su estatura, lo que significaba que sólo llegó alos hombros de Aiden. — No me puedes detener, Aiden.

Ah, no debió decir eso. — ¿Quieres apostar a eso? — Aiden gruñó, bajando la cabeza para que

sus ojos estuvieran a nivel de los de su hermano.Sin desanimarse, Deacon se mantuvo firme, pero bajó la voz.  — 

¿Esperas que retroceda y juegue a las cartas mientras que todos los demásestán haciendo algo importante?

 — Sí, de hecho, eso espero.Deacon rió sin humor. — Yo puedo ayudar.

 — No estás entrenado. — Sus manos formaron puños a los costados — . Yantes de que lo digas, no eres todo el mundo.

 — Sé que no estoy entrenado, pero no soy un inútil, Aiden. Puedoayudarte.  — Estaban en una riña épica que no había visto antes, y muchomenos del bonachón Deacon — . Y me pides que me siente y vea a todoslos demás, la gente que me importa, la gente como tú, prepararse paraarriesgar sus vidas, mientras que yo no hago nada, no es justo.

Aiden abrió la boca, pero su hermano se apresuró a continuar.  — Conozco tu conducta de control excesivo, hermano, pero no me puedesproteger para siempre y no puedes continuarme mimando. Es una pérdidade tiempo, porque aunque me prohíbas participar, no importa. Tú no mepuedes detener. — Deacon respiró hondo — . Necesito ayuda, Aiden.

Algo en lo que dijo Deacon hizo que Aiden encadenara una atrocidadde bombas de insultos. Mis cejas se alzaron. Aiden raramente insultaba operdía la calma, pero ahora era una granada cuyo seguro acababa deser retirado.

Retrocedió un paso, poniendo sus manos en sus caderas. Yo casiesperaba que arrastrara a Deacon dentro de la cabaña, pero en cambio,

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hizo un gesto con la cabeza en un gesto brusco.  — Está bien. Si esto es loque necesitas... entonces está bien.

Me quedé de piedra en silencio. También estaba así Deacon. Sin decir una palabra, Aiden regresó a donde lo esperaban.

Los ojos de Deacon se encontraron con los míos y él se encogió dehombros.Aturdida de que Aiden hubiera aceptado, seguí a Marcus con el resto

del grupo.Practicamos el resto del día e incluso fui tan lejos como para usar el

elemento aire contra el resto de los demás, forzándolos a romper miagarre. Odiaba hacer eso, porque sabía lo impotente que me sentíacuando el elemento aire te presionaba, pero los usuarios de aire eran losmás comunes, lo que significa que más de la mitad de los daimonsutilizaban aire. Era una de las razones por las que muchos murieron en labatalla en contra de ellos.

Así que tuvimos que tratar con él.Fuego y tierra eran raros entre los puros. Aiden y Deacon eran los únicos

que sabía que ejercían fuego, y no había conocido a un puro quecontrolara la tierra, a pesar de que lo había visto usar una vez, en elCovenant de Nueva York. El elemento agua era muy útil si el usuarioestaba cerca del agua o la lluvia. Algunos pensaban que habían recibidoel elemento malo, pero yo sabía que no era cierto. Podrían sacar agua delas tuberías, de cualquier cosa.

Me enfrenté a Lea. No hace mucho tiempo, había experimentado unaespecie de retorcida satisfacción por llevarla hacia abajo, pero las cosas...las cosas eran tan diferentes ahora.

Nos miramos la una a otra durante unos segundos, y luego ella asintió.Poco a poco, a regañadientes, levanté mis manos y saqué el aire a mí 

alrededor. Una corriente viciosa de viento se formó justo detrás de misdedos, y luego se deslizó a través de ellos. Al igual que con el akasha, miobjetivo no era grande, pero golpeó a Lea debajo del pecho, dejándolade espaldas.

Me moví hacia adelante, los brazos temblando mientras forzaba elelemento en ella. Era difícil mirarla, difícil no verme luchando yretorciéndome en el suelo, incapaz de ganar equilibrio.

Aiden se agachó detrás de ella, ladrando órdenes a su manera suave,pero lo mejor que podía hacer era atraer sus piernas y eso era todo.

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Su cuerpo temblaba mientras sus labios se retiraban en un gruñido.Luchó para sentarse, y yo quería que ella lo hiciera, porque a partir de ahí,fue fácil romper el control, pero el elemento le sujetó los hombros hasta lahierba.

Ola tras ola de aire caía sobre ella, y ella echó la cabeza hacia atrás ygritó cuando levantó una mano, sus dedos arañando el enemigo invisible. — Lea, vamos. Utiliza tus músculos como base  — dijo Aiden, levantando

las pestañas para perforarme con sus ojos — . Presiona a través...Odiaba esto, lo odiaba tanto. Todo mi cuerpo se estremeció.Otro grito mientras ella cerraba sus manos atrapando la hierba. Sus

dedos se clavaron, rasgando la suciedad. Se formó un grupo mientrasempujaba hacia arriba en una posición sentada. Empecé a sonreír, peroLea se encendió rápido y me corrió.

Ella cortó a través el elemento, sus brazos se envolvieron alrededor demi cintura mientras se estrellaba contra mí. Caímos, una maraña de brazosy piernas. La parte de atrás de mi cabeza golpeó el suelo. El aire saliócorriendo de mis pulmones en un apretón doloroso.

El sonido de los aplausos tronaba, y creo que Deacon gritó: “¡Pelea dechicas!"

Y entonces se hizo el silencio. Nadie se movió. Me gustaba pensar quetodo el mundo se preparaba para un maldito-ataque Apollyon masivo demi parte.

 — Maldición  — gruñí, parpadeando varias veces. A través del pelocobrizo de Lea, el cielo era de color celeste.

Usando sus brazos, Lea se levantó y me sonrió. — Vamos a llamar a esoun poco de revancha.  — Ella rodó y se paró, todavía sonriendoampliamente — . Bueno, eso fue divertido.

Me quedé tirada en el suelo, el latido de mi corazón extendiéndose a laparte posterior de mi cráneo. Era muy posible que ella hubiera golpeadoalgo suelto, con suerte nada importante.

Una mano fuerte, de color marrón claro apareció en mi visión.  — ¿Arriba?

Tomando la mano en Aiden, dejé que me pusiera de pie y me quedéallí soportando mis hombros doloridos. Pensándolo bien, todo mi cuerpome dolía. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios llenos. Nuestros ojosse encontraron, y mientras todos se arremolinaban alrededor de nosotros,en ese momento, era sólo él y yo.

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Aiden se inclinó sobre mí, su aliento caliente contra la curva de micuello. Un escalofrío se hundió sobre mi piel, y el dolor en mi sien derechaaflojó. Aspiré profundamente, rodeándome de su masculino aroma terroso.Todo el mundo que nos rodeaba desapareció.

 — Sé lo que hiciste — susurró él.Retrocedí, con mis ojos entrecerrados. No eran las palabras de amor que había estado esperando que él susurrara. — ¿Qué?

Arqueó una ceja, luego se volvió y se fue contoneándose a unirse algrupo de felicitación que se formó alrededor de Lea. Puse mis manos sobremis caderas, sacudiendo mi cabeza. No había manera de que pudierasaberlo. Ninguna manera en absoluto.

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Quince  Traducido por Dafne

Corregido por Mar¡Cipriano

ás tarde esa noche, estaba de cacería y Aiden era mi presa.Después del entrenamiento, él desapareció. Después dealmorzar, desapareció de nuevo, y hacía horas que no lo veía.

Eran unos minutos después de la medianoche, y sabía que no estabapatrullando. Solos lo estaba haciendo, y la sospecha persistente de que

Aiden me estaba evitando me estaba convirtiendo en una paranoica entoda regla.

Rondaba a través de la planta baja, esperando poder quemar lamayor parte de la energía nerviosa y evitar el inicio de un dolor de cabeza.Ahora mismo, era solo un aburrido dolor detrás de mis ojos, pero sentía quese iba a convertir en una partición de cabeza.

Hubo otra larga noche por delante, empeorada por a donde estabanyendo mis pensamientos. De todas las cosas de las que debería haber estado preocupada en este momento, ninguna era él, pero odiaba el

muro que había salido de la nada. Era un extraño muro que...Desgastado por el tiempo, un terrible recuerdo de Aiden mirando

fijamente una botella de Elixir me vino a la mente. Me mantuve en lacocina después de mi primera cena en el mundo de los cuerdos. ¿Estar viendo el Elixir le recordó que él había tomado parte en eso? Él no podíaestar... sintiéndose culpable sobre ponerme en el Elixir, ¿o sí? Estoy bastantesegura de que todos en el mundo estarían de acuerdo en que eranecesario.

 — Luces enojada.  — La voz de Lea traqueteó sacándome de mis

pensamientos.Me quedé fuera de un pequeño estudio que sólo tenía un sofá y un

escritorio. Estanterías llenaban la pared, pero la mayoría estaban vacías. Laúnica luz provenía de una pequeña lámpara que se asomaba sobre elrespaldo del sofá.

M

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 — No estoy enojada.  — Estaba confusa, frustrada, paranoica, cansaday... está bien, estaba un poco enojada.

Ella echó un mechón de pelo a su espalda. Hubo un momento desilencio y entonces — : Sé lo que hiciste.

Esa era la segunda vez que alguien me decía eso en unas pocas horasy, honestamente, ninguno de ellos podría realmente saber. ¿O sí? No eracomo si llevara una señal en mi frente.

Me quedé mirando fijamente a Lea. — No tengo ni idea de lo que estáshablando.

Ella armó todo un espectáculo de cerrar lentamente el libro y ponerlo asu lado. Reprimiendo un gemido, caminé dentro de la habitación y merecosté contra el escritorio. — ¿Qué? — demandé, cruzando mis brazos.

Mi archienemiga me devolvió la mirada sin pestañear. Lo que fueraque repartí con el paso de los años, ella siempre lo había regresado. Dealguna manera nos parecíamos mucho. Ambas éramos dos hembras alfa,constantemente sobre la garganta de la otra.

Pero era más que eso.En un momento de lucidez inquietante, supe por qué nos habíamos

convertido en enemigos de caja de arena tanto tiempo atrás. Cuando era joven, antes de que mamá hubiera arrancado mi trasero fuera delCovenant, antes de que Lea y yo nos odiáramos, solíamos ser decentes. Así era, hasta que un día, le dije algo terrible.

Incluso a la edad de diez, Lea había amado a su madrastra purasangre y a su media-hermana hasta el punto en que el resto de los mestizospensamos que había algo malo con ella. La mayoría de los purosignoraban sus hijos mestizos, especialmente aquellos que no habían dadoa luz o engendrado a los mestizos. Los padrastros en nuestro mundo eranverdaderos padrastros-monstruos. Pero en el mundo de Lea, su madrastrapurasangre la había amado cariñosamente. Todos los lunes, después depasar el fin de semana con su madrastra, Lea hablaría sobre toda las cosasmaravillosas que hicieron juntas: ir de compras, ver películas, y conseguir helado. Ninguno de nosotros tenía eso con nuestros monstruosospadrastros. Lucian solía encerrarme en mi habitación cuando mamá noestaba en casa.

Así que, naturalmente, habíamos estado celosos.La habíamos perseguido constantemente sobre su amor a su

madrastra. Destruí el vestido que ella le había comprado a Lea

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derramando jugo de arándano en él. Oculté el pequeño álbum de fotosque Lea llevaba con ella todo el tiempo.

Había sido de lunares con rayas de color rosa, llena de esas imágenesde ella y Dawn, su media hermana purasangre. Una vez encontré una

carta que la madrastra de Lea le había escrito, escondido en uno de suslibros de texto.La había rasgado a pedazos en frente de Lea, riendo mientras ella

lloraba.Entonces, un día, cuando estábamos corriendo unas vueltas, Lea se

detuvo para mirar a un pura-sangre miembro del Consejo. Su rostro teníaese brillo que ninguno de nosotros entendía. Lo miraba con respeto yadmiración. Pero eso no podía ser cierto. Porque, como mestizos, nomiramos a los puros con abierta admiración, como si pudiéramos cortarnosel brazo para ser como ellos.

Después de clases, había encontrado a Lea sentada en el patio con susamigos. Seguida por Caleb y algunos otros, asalté su círculo y me paré enel centro. Y dije lo más malo que jamás podría haber dicho a otro mestizo.

 — Hay más sangre pura dentro tuyo que mestiza.La misma cosa que Seth me dijo una vez tiempo atrás.Ahora que lo pensaba, creo que iba a escupir sobre ella, también.Lea más o menos me odiaba después de eso, y honestamente, no sé

cómo pude haberlo olvidado. Por otra parte, probablemente elegí olvidar qué comenzó nuestro odio de caja de arena. Siempre atribuí laanimosidad de Lea como un producto de su mala onda en general,cuando en realidad no fui nada más que una matona.

Parecía muy tarde para disculparse ahora, y conociendo a Lea, no ibaa cambiar nada, no era que esperaba que lo hiciera.

Lea me miraba ahora, la cabeza inclinada hacia un lado como sisupiera donde estaban yendo mis pensamientos. Sonrió con fuerzas.  — Levantaste el elemento aire mientras estábamos peleando.

Mi boca calló abierta, pero ella siguió atacando. — Sentí que disminuía la presión y no me di cuenta de inmediato lo que

hiciste, pero lo he descubierto  — dijo ella, como si quisiera probar quehabía sido lo suficientemente inteligente para ver a través de ello — . Nohabría interrumpido tú tiempo si no hubieras cesado. Lo que no entiendo espor qué lo hiciste. Podrías haberme empujado derecho a través del suelo.Los dioses saben que nunca antes has tenido problema en ir detrás de mí.¿Qué es lo diferente ahora?

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Descruzando mis brazos, me aferré al borde del escritorio. No tenía ideade que decir. Lea tenía razón. La había levantado con el elemento aire.Unos meses atrás, si entonces hubiera tenido el control sobre ese elemento,podría haberla tirado alrededor del bosque solo por la diversión de

hacerlo, tal vez incluso le hubiera arrojado otra manzana a la cara.Cualquier cosa era posible.Tiré de mi pelo, empujando la gruesa trenza sobre un hombro. Lea

esperaba por mi explicación y sentí enrojecer mis mejillas.Sus ojos de amatista se estrecharon.Soplando una respiración baja, rodé mis ojos y tiré mi pelo sobre mi

hombro. — Está bien. Me tienes. Paré, y lo hice porque recuerdo cuanto apesta

ser mantenido así y ser impotente. Lo odié cuando Seth me lo hizo.Ella palideció bajo su siempre presente bronceado.

 — Él... ¿él te hizo eso? — Entrenando  — dije, rechazando a donde su mente obviamente

estaba yendo con eso — . De todas formas, no podía simplemente hacerleeso a alguien, incluso si esa persona es una engreída, bronceada como unlicor de cuero.

Lea me miró un momento, luego rompió en una sonrisa.  — Y eso vienede Alex, extraordinaria desertora del Covenant y Apollyon psicópata.

Mis labios temblaron. — Ow. Quemada.Volviendo su cabeza, escondió su sonrisa, pero rápidamente se puso

seria mientras me enfrentaba. — Has cambiado mucho, Alex.Parte de mí quería negarlo, pero era verdad. Mientras miraba de vuelta

a la chica de cabello cobrizo, me di cuenta de que ambas habíamoscambiado irrevocablemente. No había ninguna vuelta atrás para laschicas que éramos el verano pasado.

Lea suspiró y arrugó su nariz. — Entonces... esto es embarazoso.Me reí. — Sí, lo es. Siento como si necesitara insultarte un poco másElla se recostó hacia atrás en una arrogante postura floja y levantó las

manos. — Haz tu mejor esfuerzo. — Es muy fácil  — le dije, soltando el escritorio, sintiendo la sangre de

nuevo en la punta de mis dedos — . Simplemente esperaré que hagas algoque me saqué de mis casillas. Estoy segura de que no tardarás mucho.

 — Probablemente no — replicó ella — . Estoy sorprendida de que no estésllena de Olivia.

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Arqueé una ceja.  — ¿Tratando de sacarme de mis casillas tan pronto?Estoy sorprendida.

Lea se encogió de hombros y entonces hubo una pausa.  — Olivia mecontó que viste a Caleb dos veces. ¿Era eso... era eso verdad?

Asentí.  — Lo vi cuando estuve en el Inframundo, y me visitó justo antesde que escapara.Sus espesas pestañas se abatieron. — ¿Él estaba bien?Y entonces me golpeó. No era la preocupación por Caleb ni nada, la

razón por la cual estaba preguntando tenía mucho que ver con su media-hermana.  — Sí, él estaba mucho mejor que bien. Era más feliz de lo queantes de su muerte.

Un nudo se formó en mi garganta y me concentré en las estanteríasvacías. — Dijo que mi mamá estaba ahí, también, así que estoy segura deque tus padres y Dawn están ahí... y que están bien.

Ella tomó una respiración entrecortada, y como yo, de repente seconcentró en los bordes deshilachados del brazo del sofá. Todos losmestizos eran entrenados para no mostrar dolor, y los dioses prohibieronque lloráramos. Todo el mantra de no muestres debilidad era difícil dedejar atrás.

Me deje caer en el cojín al lado de Lea y cogí el libro que ella habíaestado leyendo.

Dando vuelta al libro, mis cejas se elevaron mientras obtenía un vistazocaliente en la portada. — Espera. ¿Este libro es sobre alienígenas?

Ella lo cogió de vuelta. — Sí. — ¿En serio? — Pero son alienígenas calientes. — Golpeó en el rostro del chico con un

delgado dedo — . Y él pude ser mi ET11 cualquier día.Me eché a reír abiertamente, y se sintió un poco extraño estar riendo

con Lea de todas las personas, pero ella sonrió un poquito. Lea y yo nuncaseríamos BFF12, pero me preguntaba si, algún día, nos consideraríamosamigas la una a otra

Un agudo corte de dolor disparó desde detrás de mis ojos y por missienes. Haciendo una mueca, me paré y tomé una respiración profunda. — ¿Tenemos algún Tylenol por aquí?  — Otro corte de dolor, como fuego

11 ET: extraterrestre de la conocida película estadounidense también llamada ET.

12 BFF: Best Friends Forever (Mejores Amigas por Siempre).

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disparando a través de los vasos en mi cerebro, causó que las náuseas seelevaran en mi garganta — . ¿O un martillo? ¿Algo?

 — Estoy segura de que hay algo —oye… oye ¿estás bien? — De repentela voz de Lea sonaba tan, tan lejana, pero su mano estaba en mi brazo.

 — Sí, estoy bien.  — Di un paso y sentí vacilar mis piernas. Los músculostemblaron, cediendo.Brilló una explosión blanca en la habitación poco iluminada,

cegándome temporalmente. Pensé que gritaba una advertencia. Penséque me giraba para moverme en frente de Lea, pero cuando la intensa luzblanca retrocedió, ya no estaba más en el pequeño cuarto.

La cámara circular estaba hecha de piedra arenisca y llena con pilaresde mármol. Extraños jeroglíficos cubrían las paredes, que hacían juego conlas runas deslizándose sobre mi piel. No había nada en la habitación, nisofás o estanterías o Lea… pero no estaba sola. 

 — ¿Qué demonios? — demandé.De pie en frente mío había un dios, uno que no parecía mucho mayor 

que yo. La capa con alas que vestía ocultaba la mayor parte de sucabello, pero mechones castaños empujaban fuera por debajo. Vestíauna clámide capa blanca.

El dios me dio una pequeña sonrisa. — No mates al mensajero.Luego desapareció en un parpadeo.

 — ¿Qué mier  —  Entonces lo vi. Él descansaba contra uno de los pilares, dándome la

espalda. El familiar atuendo negro, la ola de pelo rubio, ahora ligeramentemás largo... El reconocimiento envió una terrible helada ola de shock deincredulidad a través de mí.

 — ¿Seth? — susurré.Un latido de corazón pasó y giró su cabeza a un lado. — No estoy muy

feliz contigo, Alex.Horror se levantó rápidamente y di un paso involuntario hacia atrás.

Antes, nunca le hubiera temido, me habría reído de ese pensamiento. Peroahora estaba aterrorizada, no de él, pero de lo que podía hacer.

Seth se volvió hacia mí y su cara era como la recordaba. Mandíbulafuerte y labios expresivos, ojos como ámbar líquido y una belleza que erademasiado perfecta. Siempre me recordaba a las esculturas hechas aimagen de los dioses.

Él arqueó una ceja burlona. — ¿Qué? ¿Estás sin palabras? Eso sería unaprimera vez.

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 — ¿Cómo? — dije con voz ronca, el corazón acelerado dolorosamente. — Aún estamos conectados, y he estado esperando el momento justo

para... ¿cómo puedo decirlo? ¿"Hacer una llamada a larga distancia através de nuestra unión"? — Él sonrió con esa presumida media-sonrisa — 

. Escudo o no, todavía puedo llegar a ti... con una pequeña ayuda de misamigos en lugares altos.El dios... — ¿Hermes?Seth asintió. — Él siempre ha estado a favor mío. Traerte a mí 

seguramente iba a enojar a algunos de los otros dioses, lo cual fue todo loque me tomó para convencer a Hermes de hacerlo. Y antes de saltar a laequivocada conclusión, Hermes no es el dios responsable de mí.

El hecho de que Seth hubiera tenido a Hermes precipitándose mesacaba de mis casillas, pero no tenía sentido. ¿Cómo pudo encontrarmeHermes? Confusión me inundó, pero había algo que sabía cómo sangredetrás de eso. — No entiendo. ¿Dónde estoy?

 — Tú estás donde quiero que estés. — Dio un calculado paso haciadelante.

Retrocedí. — Eso no es mucho de una respuesta.Seth inclinó la cabeza hacia un lado, sus ojos estrechándose mientras

seguía acercándose. — ¿Piensas que mereces una respuesta?Ahora sabía que era lo que sabía cómo metal en la parte trasera de mi

garganta. Ira. — ¿Estoy soñando, Seth?Él rió; cuando estábamos conectados, él había reído un montón, pero

ahora me daba cuenta de que había una diferencia entre el Seth real y laversión fantasma de él. Su presencia era potente; su voz tenía un tonoronco, una cualidad musical con un leve acento. Y su risa... su risa eraprofunda y petulante.

 — No estás soñando, Alex. Como dije, usé nuestra conexión, y Hermesayudó. Esto... — Extendió sus brazos, y la piel dorada estaba cubierta desímbolos en movimiento — . Esto es aquí. — Golpeó un dedo en su cabeza.

Mi mano se moría de ganas de golpear esa sonrisa de su cara.  — ¿Entonces esto no es real?

 — Oh, es real hasta cierto punto.Descubrí que podía apoyarme y ahora mi espalda estaba contra la

cálida pared de arenisca. — Esto no puede ser real.Seth se detuvo en frente mío y se inclinó, acercándose tanto que volví 

mi cabeza, mis dedos se encrespaban impotentemente a mis lados. Sualiento bailaba sobre mi mejilla.  — Si estás preocupada de si puedo

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transferir tu poder en este lugar, no puedo. Tampoco puedo conseguir realmente algo fuera de nuestro vínculo. Tus escudos  — rodó sus ojos —  siguen intactos. Probablemente no debería haberte enseñado comohacer eso, pero de todas formas, tú no estás realmente aquí. Hermes

recorrió nuestra conexión hasta tu subconsciente y te detuvo dentro de mimente.Dioses, eso son totalmente loco.

 — Te extrañé. Así que relájate.¿Relajarme? ¿Cómo se suponía que me relajara cuando estaba aquí,

donde sea que aquí fuera, con pantalones-locos Seth? Mi cabeza sesacudió hacia él. Nuestros rostros estaban a pocos centímetros dedistancia. — ¿Me extrañaste?

 — Extrañé la Alex que vivía para hacerme feliz. — Se rió de lo que estabasegura fue una mirada de "voy a asesinarte" que cruzó mi cara — . Está bien.Quería ver si esto iba a funcionar y lo hizo.

 — ¿Entonces si te toco, nada va a pasar? — Correcto.  — Sus ojos ambarinos flamearon — . Espera. ¿Quieres

tocarme? Me gusta a donde está yendo esto.Sonreí, y un segundo después planté mi puño en su estómago con todo

lo que tenía en mí. Doblándose sobre sí mismo, Seth gruñó y soltó unamaldición en voz baja. Moviéndome adelante, llevé mi rodilla hacia arriba,golpeando en el mismo punto donde mi puño había conectado segundosantes.

 — Maldita sea, Alex, puedo sentir eso. — Seth se enderezó, frotándose suestómago.

La dulce satisfacción sabía cómo azúcar en mi garganta.  — ¡Bien!¡Porque hay más de donde vino, tú psicópata idiota! — Levanté mi puño denuevo.

Seth reaccionó rápidamente, capturando mi mano en la suya. Empujohacia atrás, agarrando mi otra muñeca, que se dirigía a su cara. A menosde un segundo después, tenía mis dos muñecas puestas encima de micabeza.

Sonriendo como si yo no hubiera acabado de patear el aire de suestómago, lo cual me sacó totalmente de casillas, él presionó.  — ¿Cuántasveces tengo que decírtelo, Alex? Golpear no es agradable.

Me empujé fuera de la pared, pero todo lo que logré hacer fue llevar anuestros cuerpos a rozarse. La ira se profundizó en el matiz de sus ojos,como también algo más… interés y lujuria. Y a pesar del hecho de mi piel

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de gallina, me di cuenta de algo. La cuerda no estaba tomando vidacomo usualmente hacía cuando estaba a su alrededor, especialmentecuando estaba prácticamente encima mío. Se quedó dormida en elfondo de mi estómago.

Esto era real... pero no lo era. De todas formas, yo no estaba muycontenta con lo que estaba sucediendo. — Estás en mi espacio personal. — Me dolía la mandíbula de lo duro que

estaba rechinando mis muelas — . Déjame ir. — No. — Sus ojos se abrieron — . Puede que me pegues de nuevo. — ¡Puedes contar con eso! — Ira hervía dentro de mí suprimiendo la

confusión y el terror de que tenía un agarre tan estricto sobre mí  — . ¿Cómopudiste hacerme eso?  — Me impulsé fuera de la pared, pero Seth empujóde vuelta — . Me prometiste que no usarías el vínculo en contra mío, ¡y lohiciste! Me convertiste en la presidenta del Club de Fans de Seth.

Sus labios temblaron. — No veo nada malo con eso.Hervía. — Me referí a ti como mi Seth.

 — De nuevo, no veo nada malo con eso.Mis manos se encresparon en puños y lo miré. — ¡Está mal, Seth! ¡Lo que

estás haciendo está mal! ¿Lo entiendes? ¡Maldita sea! — Trayendo mi manohacia atrás, ésta se estrelló contra la pared. Dolor muy real explotó por mibrazo — . Mierda.

 — Ahora, cálmate. Sólo vas a lastimarte a ti misma. — Travesura brillabaen sus ojos dorados, y por un instante, me recordó a Seth; al Seth antes deque se volviera loco en el poder del éter, que me sacaba de mis casillastanto como me hacía reír, el chico que había robado un trozo de micorazón.

Lo miré a los ojos, sintiendo que parte de la ira se iba. — ¿Qué te pasó?Él parpadeó. — ¿Qué?Hundiéndome contra la pared, bajé la mirada. — Tú siempre has sido

arrogante como el infierno y loco, pero... — Gracias — dijo secamente, pero el agarre en mis muñecas se aflojó. —Pero tú nunca me hubieras hecho esto… usar la conexión en contra

mío. — Levanté mi mirada — . Tú nunca habrías atacado al Consejo o tehubieras puesto del lado de Lucian. ¿Qué te pasó?

Un músculo estalló en la mandíbula de Seth. — Tengo inteligencia, Alex.Qué te paso a ti sería la mejor pregunta. La chica que conocí hubiera idoen contra del Consejo sin pensarlo dos veces. Ella todavía podría odiar a

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Lucian, pero hubiera visto que lo que él estaba tratando de hacer era locorrecto.

 — No. — Volví la cabeza, tragando duro. — ¡Sí! — Moviendo mis muñecas a una sola mano, agarró mi barbilla con

la otra, forzándome a mirarlo, y odié el brillo casi febril en sus ojos — . Élquiere cambiar el mundo. — ¡Él quiere gobernarlo, Seth! Hay una gran diferencia. Y tú no eres

nada más que un peón. — Excavé dentro de la furia en mí, aferrándome aella — . Te está usando, Seth. Solías ser más fuerte que eso, pero eres débil…débil en el poder.

La ira brilló a través de su rostro como un rayo mientras su agarre en mibarbilla se apretaba. — No soy débil.

 — ¡Lo eres! ¡Eres tan débil que ni siquiera puedes ver lo que Lucian teestá haciendo! Gente inocente está muriendo, Seth. — Encontrando sumirada furiosa, quise hacerle entender, que viera como todo estabayendo mal — . ¿Cómo puedes estar bien con eso? tienes que parar.

Su silencio era duro. — ¿Entiendes lo que tendré que hacer? — Las lágrimas brotaron de mis

ojos en el mismo momento en que oía el susurro de mi nombre siendollamado desde lo que parecía millas de distancia.

Seth también lo oyó, y reconoció la voz. Sus labios retrocedieron en ungruñido.

 — Tendré que matarte, Seth. — Mi voz se quebró.Él se echó hacia atrás, soltándome tan rápido que casi me caí. Algo

muy parecido a la incredulidad se dibujó en su rostro y había más. Unamirada que no podía averiguar, y luego su expresión se volvió fría. — Nopuedes matarme.

El sonido de la voz de Aiden llamándome tiraba con fuerza de cadacélula de mi cuerpo. — Encontraré una manera, porque no puedo dejartehacer esto.

Seth cruzó sus brazos. — Fallarás.Mi corazón tropezó con sí mismo. — ¿Qué tengo que hacer para

pararte? ¡Dime!Sus labios temblaron en una sonrisa cruel.  — No hay nada que puedas

hacer, Alex. Tienes que aceptar lo que va a pasar, aceptar nuestro Destino.Fuiste hecha para mí, y te encontraré. Y si alguien está en mi camino, nopensaré dos veces en tirarlo abajo.

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Di un grito ahogado, enfermo, triste y un poco perturbado al oírle decir eso. Él había hecho muchas cosas horribles, pero oír eso, para ver como delejos estaba, cortó profundo en mí. — Seth...

Se lanzó hacia adelante, apretando los lados de mi cabeza.  — Así que

adelante y escúdame fuera todo lo que quieras. Como puedes ver, aun así puedo llegar a ti. — Presionando su frente contra la mía, respiróprofundamente — . Nos estaremos viendo pronto.

Seth cambió de nuevo y sentí sus labios cepillar mi frente un segundoantes de que la luz explotara alrededor de mí.

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DieciséisTraducido por Martina pederzoli

Corregido por Mar¡Cipriano

on mis pulmones ardiendo como si estuvieran debajo del agua,respiré profundamente y me sacudí. Esta vez, cuando la luz se

desvaneció, unos ojos grises se clavaron en los míos. — ¿Alex?  — El alivio sonaba en el tono de Aiden, haciendo su voz más

profunda y fuerte. Sus ojos estaban ensombrecidos por lapreocupación, pero había una punzada de enojo en el fondo de ellos — .Dios, Alex, pensé… 

Parpadeé un par de veces mientras mi entorno empezaba a enfocarse.Era donde Lea y yo habíamos estado antes. Los brazos de Aiden merodeaban, y yo estaba mitad en el piso, mitad en su regazo. Empecé asentarme pero pasó sus manos por mis mejillas, acercando mi cabeza

hacia la suya. — Aguanta ahí por unos minutos  — dijo cambiando de posición, de

modo que su espalda estaba contra la parte inferior del sofá — . ¿Estásbien?

 — Sí.  — Aclaré mi garganta esperando que el ritmo de mi corazónbajara —. Eso… eso fue engañoso. ¿Dónde está Lea?

 — Afuera de la habitación con todos los demás.  — Su pulgar trazo uncírculo calmante sobre mis pómulos — . Cuando te desmayaste, ella vino abuscarme. Dijo que te quejaste sobre un dolor en la cabeza antes de que

te desmayaras. Eso…eso la enloqueció. ¿Segura que estás bien? ¿Me desmayé? Caray, Seth no solo podía extenderse y tocarme,

¿también podía hacerme sentir débil como una cobarde?  — Sí, el dolor decabeza se fue. Sólo me siento un poco fuera de mí.

Al sentarme, me retorcí en el abrazo de Aiden para enfrentarlo.  — ¿Cuánto tiempo he estado fuera?

C

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 — Unos pocos minutos. — Sus ojos buscaron los míos —. Alex, tú… tú dijisteel nombre de Seth. Pensé…— Negó con la cabeza y sus pestañas seabatieron, ocultando sus ojos.

 — ¿Qué?  — Apoyé mi mano en su suave mejilla y luego me di

cuenta. Mi respiración se detuvo — . ¿Pensaste que me había conectadocon Seth de nuevo?No respondió inmediatamente.  —  Lo pensé, sí, especialmente

cuando te escuché decir su nombre. Saqué a todos afuera de lahabitación.  — Aiden miró hacia arriba, su mirada encontrándose con lamía. —  No sabía que iba a hacer… 

El Elixir no habría sido una opción. Él había tirado lo último quequedava por el desagüe. ¿Qué podría haber hecho? La mirada en susojos me destrozó.

Me incline, presionando mi frente en la suya. Eso me recordó a Seth,pero era mucho más diferente, significaba mucho más.  — Vi a Seth, perono me conecte con él.

Aiden llevó sus manos a cada lado de mi cara. Hubo un leve temblor en sus fuertes brazos. Ninguno habló por varios segundos. Mi corazón seaceleró en un tipo diferente de latido.  — ¿Qué pasó?  — preguntófinalmente.

 — Hermes... Maldito Hermes  — dije — . No entiendo realmente como lohizo, pero siguió la conexión entre Seth y yo y me introdujo en elsubconsciente de Seth, o algún tipo de basura por el estilo.

Estaba segura de que Aiden estaba callado porque estaba tanenojado que no podía formar palabras.

Tomando una respiración profunda, envolví mis manos alrededor desus muñecas y le conté todo. Con cada palabra, la furia de Aiden crecíahasta que se convirtió en algo tangible en la habitación; era espesa comoel humo.

Terminé bajando sus manos, manteniendo las mías alrededor de lassuyas. —  Era real… pero no lo era. No sé si él va a ser capaz de hacerlode nuevo, o si Hermes lo volverá a ayudar. O si había algo que yo estaba ono haciendo que lo volvió más fácil.

 — ¿Tenías dolor de cabeza antes de que ocurriera? — Cuando asentí susojos sevolvieron fríos como el acero — . Cuando estabas en el Elixir, ¿recuerdashaber tenido dolor de cabeza?

Negué con la cabeza.

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El soltó una maldición. — Tú tenías dolor de cabeza cuando el Elixir empezaba a desaparecer. Además, empezaste a escuchar la voz deSeth. Era él tratando de conectar contigo. Pienso que es lo mismo queestá sucediendo con Hermes.

 — Maldición  — dije aturdida. Luego pensé en la pesadilla.Moviéndome más rápido que lo que Aiden podía, me levante y retrocedí  — . Tuve una pesadilla hace algunas noches.

Él se levantó fluidamente. — Me acuerdo. —  Soñé que Seth estaba en la habitación, pero tal vez no era una

pesadilla. ¿Quizás era el probando nuestra maldita conexión a largadistancia con Hermes? — Maldije, peleando contra la urgencia de tirar algo — . Bueno, lo importante es que no pudo obtener nada a través delvínculo. Él no pudo tomar el control de mis pensamientos.

 — No hay nada bueno acerca de esto — gruñó Aiden. — Bueno, estaba tratando de ser Polly positiva13.Sus manos se apretaron a sus costados.  — Pudiste golpearlo, eso

significa que él puede devolverte el golpe, Alex. Sí, el no pudoencontrarte, pero eso es una gran violación.

Asentí aturdida. Aiden tenía razón. No había forma de saber si Seth loharía de nuevo.

 — Y no hay nada que pueda hacer si lo hace de nuevo. Les juro a losdioses… — Girando rápidamente, Aiden levantó una pequeña figura y laarrojó al otro lado de la habitación. Rompió la pared, en una explosión deyeso y vidrio.

La puerta de la habitación se abrió y Solos se asomó, sus las cejaslevantadas. — ¿Es…? 

 — ¡Déjanos!  — ordenó Aiden bruscamente, luego tomó un suspiroestremecido — . Alex está bien. Ambos estamos bien.

Solos se veía como si estuviera a punto de discrepar, pero le dio otrovistazo a Aiden y decidió no hacerlo. Cerró la puerta.

Le deslicé una mirada a Aiden. — ¿Eso te hizo sentir mejor? — No — replicó él, tomando una respiración profunda mientras hacía un

gesto al hueco en la pared — . Desearía que esa hubiera sido la cabeza deSeth.

13 Polly Positiva:  “Positive Polly” en el inglés original, Alex se está refiriendo a que está

siendo una Polly (abreviación de Apollyon) positiva, intentando ver el lado bueno de la

situación.

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 — No me estuve escondiendo de ti, Alex. — Un músculo en su mandíbulase tensó mientras miraba por la ventana — . ¿De verdad piensas que es elmomento para hablar sobre esto?

Respiré profundamente y sentí subir mi famoso temperamento.  — ¿Hay

un mejor momento? — Tal vez cuando no acabas de ser secuestrada por Seth a dios-sabe-dónde y nosotros no estamos planeando salir allá afuera y encontrarnoscara-a-cara con dios-sabe-qué. — Miró por encima de su hombro, sus ojosde un color gris frío — . Tal vez entonces.

Oh, estaba a dos segundos de saltar en su espalda y estrangularlo por detrás…con amor, por supuesto. 

 — ¿Piensas que vamos a tener un mejor momento para hablar sobreesto? ¿Ese momento en un futuro cercano cuando todo va a estar enpausa para nosotros como para tener un corazón a corazón?  — Aiden segiró hacia la ventana, pero no tenía que ver su cara para saber que noestaba feliz — . Bueno. No lo entiendo. Estabas bien cuando regresamos.Nosotros —  

 — No debimos hacer eso.El dolor se deslizó en mi pecho como si él me hubiera pegado un

puñetazo. A la vez, sentí las marcas responder, sangrando a través de mipiel.

Aiden inclinó la cabeza y maldijo.  — No lo dije de esa manera. Esanoche, fue la mejor noche de mi vida. No me arrepiento, pero debí haber esperado hasta que hayas tenido tiempo para enfrentarte a todo. Perdí…perdí el control.

Di un paso adelante — Me gusta cuando pierdes el control.Sacudió su cabeza silenciosamente. — Estaba bien, Aiden. No estaba dañada. No estoy herida ahora.

Entonces, ¿porque te estas escondiendo de mí? — No me estoy escondiendo de ti. — ¡Mentira! Evitas pasar tiempo a solas conmigo, excepto a la noche.Aiden me enfrentó, pasándose los dedos a través de su cabello.  — De

noche, mientras duermo, es el único momento en el que no pienso en eso,en lo que hice. Tú… no entiendes. Lo que te hice… ¿poniéndote en elElixir? No merezco nada más.

 — Tú —  

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 — No tenía que hacerlo, Alex. Fue débil de mi parte. No confiaba quecon el tiempo romperías el vínculo. ¿Y ver lo que te hice? No puedoperdonarme por eso.

Mi boca cayó abierta.  — No puedes culparte por eso. Hiciste lo

correcto.La ira brilló en sus ojos. — No era lo correcto. —Aiden…  — ¡El Elixir era uno de tus mayores miedos, Alex! ¡Y te hice eso a ti!Sorprendida, di un paso atrás. Rara vez Aiden subía la voz, pero sabía

que su ira y frustración no iban dirigidas a mí. Era su propia culpa, culpaque no debería estar cargando.

 —¿Cómo…? — Él se acercó, bajando el tono de voz mientras sus ojos seencontraban con los míos — . ¿Cómo es que lo que hice es diferente a loque Seth te hizo, lo que aún te sigue haciendo?

Di un grito ahogado.  — ¡Ponerme en el Elixir no es lo mismo que Sethconvirtiéndome en un Apollyon psicótico!

 — Pero te aparté de quien eras, Alex. Es lo mismo. — Calor salió de el enoleadas, intensificándose a medida que pasaban los segundos. La mayoríade la gente hubiera estado aterrorizada de él de esta manera.

Yo estaba mayormente molesta, y triste — Te sujeté y te forcé a abrir la boca mientras Marcus te daba el Elixir. — 

Negó, como si estuviera estupefacto de sus propias acciones — . Merogaste que parara, y no lo hice. Vi el Elixir afianzarse, y fui yo quien seconvirtió en tu maestro. No puedo… — Paró de hablar y se alejó.

Las lágrimas llenaron mis ojos. Queriendo nada más que quitarle laculpa, estaba perdida en cómo podría hacerlo. Me pare detrás de él,queriendo abrazarlo hasta que entendiera que no lo culpaba. Si habíaalguien más terco que yo en este mundo, ese era Aiden. Si esto fuera alrevés, Aiden tendría algo ridículamente de apoyo para decir. Usaría unaelocuente mezcla de palabras que significarían algo, y si eso nofuncionara, me hubiera dicho como era.

No tenía palabras bonitas, así que me decidí por la segunda er…tercera mejor opción.  — Mira, odio tener que cortar a través de tu auto-lástima con una dosis de crecimiento… 

Dándose vuelta, las cejas de Aiden se dispararon y abrió su boca. — No. — Puse mis manos sobre sus labios, sus cálidos, cálidos labios. Todo

mi brazo se estremeció por el contacto — . Tuviste que tomar una difícildecisión. Todos ustedes lo hicieron. Yo era la Malvada Alex. Y recuerdo

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amenazar con sacarle la caja torácica a Deacon. Puedo entender porquelo hiciste.

Envolvió sus dedos alrededor de mi muñeca y gentilmente quitó mimano, pero no la soltó. ¡Punto!  —  Alex, esto no se trata de tu

perdonándome a mí. — Entonces ¿de qué se trata?  — Me moví más cerca, mis muslostocando sus rodillas — . Te perdono. Diablos, no hay nada que perdonar. Y silo hubiera, te tendría que agradecer.

Dejando caer mi mano, miró hacia otro lado y negó mientras se movíahacia el sofá, sentándose pesadamente.  —  Nunca vuelvas aagradecerme por ponerte en el Elixir.

 — ¡Ugh!  — Alcé mi mano. Estaba así de cerca de golpearlo fuera delsofá — . No te estaba dando las gracias por ello. Te estaba agradeciendopor no renunciar a mí. Por seguir estando ahí cuando estaba actuandocomo una psicótica.

Él me miró, duro como siempre. —  Quiero estrangularte… Aiden arqueó una ceja.Dejé salir un largo suspiro.  — Todos hicimos cosas de las que nos

arrepentimos. Estoy viviendo con el hecho de que amenacé a todas laspersonas que me importan. No tienes idea de las cosas que pensé, lascosas que creí, cuando estaba conectada con Seth. O tal vez sí, peor noes lo mismo. Y si yo puedo superarlo, entonces por los dioses, tú tienes quesuperarlo.

Su boca estaba abierta, pero no había terminado.  — Te necesito ahoramismo, más que nunca. Y no te necesito solo para que me sostengas en lasnoches.  —  Hice una pausa, frunciendo el ceño — . Incluso si eso es muybonito, te necesito realmente aquí.

El dolor brilló en sus ojos plateados. — Estoy aquí para ti. — No lo estás.  — Negué — . No puedes estarlo, mientras estas

enfurruñado por aquí, culpándote por algo que tenías que hacer. Necesitoal hombre, Aiden.

 — ¿Al hombre? — Retrocedió de una manera perezosa, con la expresiónarrogante, pero la tensión estaba en cada músculo de su cuerpo — . Es unabuena cosa que te amo o encontraría eso particularmente insultante.

 — Si me amas, superaras tu problema con esto. Trata con ello, aceptaque tuviste que hacerlo, y supéralo.  — Mi respiración quedo atrapada — .Porque estoy asustada de mi mente, Aiden, y no sé cómo alguno de

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nosotros va a sobrevivir a lo que está pasando. Ahora mismo, te necesito,todo de ti. Nosotros… nosotros somos más importantes que tu culpa, o por lo menos eso creo, pero aparentemente estoy gastando mi aliento.

Realmente estaba muy cerca de volcar el sillón hacia atrás y arrojarlo

fuera de él, pero Aiden se disparó y estaba delante de mí antes de quepudiera parpadear. Envolvió un brazo alrededor de mi cintura y nuestrosojos se encontraron. Todas las partes de nuestros cuerpos se tocaron, elcalor precipitándose a la superficie. No es como si yo hubiera olvidado loque era estar en sus brazos, solo que no estaba preparada.

Nunca podría estar preparada.Tampoco lo estaba Aiden. Sus ojos eran ardiente plata líquida y sus

brazos se apretaron a mi alrededor.  — Nunca me rendiré contigo, Alex.Nunca.

 —Entonces ¿porque estas siendo tan… — ¿Qué? — Su tono de voz se volvió baja — . ¿Siendo tan qué?Exasperante. Terco. Malditamente sexy.  — Por los dioses, ¿podemos

dejar de discutir y simplemente, no sé, hacerlo?Una risa profunda y ronca retumbó a través de su cuerpo y del mío.  — 

¿Eso es lo que quieres?Más que el aire que respiraba. — ¿Qué te parece?Se movió más cerca, acorralándome hasta que estuve apretada

contra la puerta cerrada.  — Estoy seriamente enamorado de tu mente deun-solo – sentido.

Abrí la boca para señalar que mis habilidades multitarea habíanmejorado drásticamente, pero Aiden tomó ventaja. Su boca estaba en lamía, y el beso; oh, el beso mató mi recién adquirida habilidad. Voló directopor la ventana.

Cuando levantó la cabeza, solo por un segundo, jadeé. — Bueno. Es posible que tengas un punto — dijo. — ¿Un punto? — Pensé que tenía varios. — Es difícil, Alex, recordar como eras. — Admitió Aiden. Deslizó una mano

a través del lío de pelos en mi nuca, enviando escalofríos sobre mi piel — .Lo odiaba. Odiaba cada momento de ello.

Puse mi mano en su mejilla. — Lo sé. — Y en lo único que podía pensar era en tenerte de vuelta. — Apretó sus

labios contra mi sien y luego en mi mejilla — . Pero tienes razón. No estuveaquí completamente.

 — ¿No te sentirás culpable de eso, también?

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Sonrió contra mi cuello, sus labios moviéndose contra mi pulso quegolpeaba salvajemente. — Tienes que ser siempre tan sabelotodo.

Asegurando mi brazo alrededor de su cuello, sonreí.  —Tal vez… — Laesperanza se encendió en mí  — . ¿Estás bien ahora? ¿Estamos bien?

 — Estamos bien.  — Aiden me besó suavemente y siguió besándomemientras me levantaba con un solo brazo y me giraba. En cuestión desegundos, mi espalda estaba presionada contra el cojín y él se encontrabaencima de mí, completamente vestido y cubierto de armas — . Estoy bien.

 — ¿Lo estás?Sonrió y reveló sus hoyuelos. — Voy a estarlo.Empecé a decir algo, pero su mano vagó a la deriva, siguiendo la línea

de mi caja torácica y luego más alto, y me olvidé de lo que iba a decir. Mesentía mareada con la expectación, de querer y necesitar, y un centenar de otras cosas mientras mi corazón latía con fuerza y mi respiración seentrecortaba.

 — Gracias  — susurró, y luego trajo sus labios a los míos, presionándomemás cerca, hasta que nuestras caderas encajaron firmemente.Sensaciones locas corrieron por mi cuerpo — . Gracias.

No estaba segura como pasamos de discutir a esto, o por quérealmente me estaba agradeciendo, pero no me quejaba, y de unamanera muy retorcida parecía normal. Aiden me adoraba como si hubieranacido digna de un hombre tan hermoso y complicado, y en el transcursode la noche, realmente me demostró que estábamos bien, que él estababien, y por ahora, eso era lo que necesitaba para enfrentar el mañana.

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Diecisiete Traducido por Jess

Corregido por Esperanza.nino

uve una sonrisa estúpida en mi cara la mayor parte del díasiguiente. A pesar de que estaba helada, cubierta de barro por elentrenamiento y cansada por usar el akasha y los elementos,

parecía que había sido golpeada con un palo.Sólo un par de veces lo hice deslizarse, y fue entonces cuando pensé

en Seth y el truco que había logrado sacar ayer. Después de que Aiden yyo... bueno, cuando habíamos empezado realmente a usar nuestras bocaspara hablar otra vez, acordamos mantener lo que había sucedido entrenosotros y Marcus. No había ninguna razón para enloquecer a todos losdemás, y yendo por el camino por el cual Marcus hubiera reaccionado,había sido una decisión inteligente.

Marcus no había lanzado nada, pero había estado tan enojado comoAiden.

Y yo sabía que esa era la razón por la que Marcus había cambiado con

Solos cuando llegó al entrenamiento de hoy. Pero era extraño golpear a mitío.

Cada vez que nuestro grupo se tomaba un descanso, Aiden estaba ami lado. Hubo momentos en los que se convertía en alguien insoportable ytranquilo, y sabía que estaba pensando en lo que había hecho con el Elixir.Él estaba tratando sin embargo, y eso era lo que importaba.

Terminamos el día y cojeamos hacia adentro, siendo recibidos por elaroma del guiso que Laadan había cocinado. Subí a lavar la mugre del díay Aiden me siguió.

Una vez dentro de la habitación, le lancé una mirada tímida sobre mihombro. Al menos, pensé que era tímida, pero probablemente parecíacomo si tuviera algo en el ojo.

Aiden sonrió, sin embargo. — ¿Me estás siguiendo? — le pregunté, mientras me quitaba las botas.

T

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Él paseó hacia adelante, moviéndose como una de esas panterasenjauladas que habíamos visto en el zoológico.  — Sólo estoy aquí por ti, ycreo que realmente me necesitas ahora mismo.

 — Ja. Ja.  — Fuera de mis zapatos, Aiden se puso delante de mí y me

sentí como un hobbit14 de pie delante de él.Una sonrisa se propagó en la cara de Aiden y apareció un hoyuelo ensu mejilla izquierda. Colocó un mechón de mi pelo hacia atrás, luego susmanos cayeron y él tiró de mi camisa.  —Creo que lo llamaste “ser suficiente hombre”. 

Esto no era la clase de “ser suficiente hombre” de la que yo habíahablado la noche anterior, porque incluso con mis limitados conocimientosde tales cosas, se destacó en ese departamento. Pero no dije nadamientras me quedaba mirándolo fijamente.

Bajó la cabeza y sus labios rozaron los míos. Estaba segura que sabía asuciedad y manzana acida, cortesía del estallido en la enfermería antes,pero hizo ese sonido contra mi boca, parte gruñido y parte algo másprofundo. A medida que el beso se profundizó, al igual que él podríadevorar el sabor y la sensación, me fundí contra él.

 — Me gusta mucho tu idea de “suficiente hombre” — murmuré,apretando la parte delantera de su camisa.

Aiden se rió entre dientes mientas las puntas de sus dedos se deslizabansobre mi estómago. El calor aumentó, ahuyentando el frío en mi piel.Extendí mi mano, queriendo más, siempre necesitando más… 

 — No se detengan por mí.Grité al oír la voz de Apolo y me eché hacia atrás, tropezando con mis

pies. Aiden cogió mi brazo, estabilizándome antes de que me cayera alsuelo.

 — Dioses  — murmuré, poniendo una mano sobre mi corazón acelerado.Había estado tan atrapado en Aiden que ni siquiera había sentido lapresencia de Apolo.

Apolo se sentó en el borde de la cama, su cabeza inclinada hacia unlado, con una pierna cruzada sobre la otra. Su cabello rubio estaba suelto,enmarcando un rostro extrañamente perfecto. Ojos azules vibrantes medevolvieron la mirada en vez de los ojos espeluznantes todos blancos de undios. Me sorprendió que él recordara lo mucho que me asustaban.

14  Hobbit: Personajes de la famosa Saga El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien. Son

similares a los humanos pero más petisos.

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Ladaan casi sonrió desde el sofá. — Gracias. — No sabíamos  — dijo Aiden. Estaba apoyado contra la pared, con los

brazos cruzados.Los labios de Apolo se extendieron en una sonrisa.  — Lo siento. Voy a

tratar de venir después de la cena la próxima vez.  — El cuencodesapareció de sus manos, y me pregunté a donde había ido — . Bueno, esbueno ver la pandilla de Scooby15 en una sola pieza. Calienta mi corazóny todo eso, pero vamos a al punto.

 — Hagamos eso  — murmuré mientras me subía encima de la mesa,dejando que mis pies colgaran fuera del borde — . Dijiste que teníamos quehablar.

 — Lo haremos  — Apolo se desvió hacia donde Olivia y el Deaconestaban sentados recatadamente junto a Ladaan. Los miró un largo rato,como si pudiera ver algo más allá de lo que nuestros ojos fueran capaces,y luego se dio la vuelta — . Primero, necesito que me digas todo lo que elPrimero ha compartido contigo.

Golpee las piernas a un lado de la mesa, le di la versión rápida y suciade los eventos. No había mucho que contar, y Apolo no pasó por alto esehecho.

 — ¿Eso es todo?  — Él ni siquiera intentó ocultar su irritación ydecepción — . Ustedes tienen este vínculo inquebrantable que casi destruyeel mundo entero, y todo lo que me puedes decir es que crees que vahacia el norte, ¿no crees que es algo que ya sé?

Mis labios se fruncieron. Qué manera de hacerme sentir como unfracaso épico de un Apollyon.

 — No es su culpa  — dijo Aiden bruscamente, sus ojos brillantes como elmercurio — . Él mantuvo la mayor parte de sus planes para sí mismo.

 — Probablemente porque temía que pudiera eventualmente romper elvínculo  — dijo Marcus — . Así que la pregunta sigue siendo, ¿qué hacemoscon la información que tenemos?

 — ¿Y espero que tengas algún tipo de información para traer a lamesa?  — Puse una mirada inocente en mi cara — . Eso sería un buencambio de ritmo.

Sus ojos se estrecharon.

15 Scooby Doo: Serie de televisión de dibujitos animados que trata sobre un grupo de

amigos que son investigan casos sobrenaturales.

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 — ¿Puede decirnos cómo Tánatos fue capaz de descubrirnos?  — preguntó Marcus.

 — Sí, eso es bastante fácil. La pequeña visualización de akasha de Alexmientras combatía con Aiden atrajo a Tánatos a ella.

Fruncí el ceño ante el recuerdo.  — Pero yo he estado practicando conél desde entonces. — Practicar con akasha es una cosa, Alex. Ni siquiera se registra en

nuestra escala, especialmente si te quedas dentro del límite de la casa.  — Sus ojos se deslizaron hacia Aiden — . En cambio si lo usas para tratar dematar a alguien es como lanzar una señal de emergencia.

Retrocediendo, aparté la mirada. — ¿Estás diciendo que no use akashaentonces?

 — Tengo un trabajo en torno a eso  — Apolo tendió la mano y el airealrededor de ella brilló en un azul eléctrico. Un segundo más tarde, unpequeño medallón apareció en su palma, conectado a una cadena quecolgaba de sus dedos. Una presumida sonrisa de satisfacción se estiró enlos labios de Apolo — . Tomé el casco de Hermes, derretí la cosa, y aquí tienes. Un encanto de invisibilidad sólo para ti.

Apolo dejó caer el collar en mi palma. Era de un color dorado rojizo, ytenía un ala grabada en ella. — Ja — dije — . Es como Harry Potter y su capade invisibilidad.

Todo el mundo se me quedó mirando.Rodé los ojos — . Lo que sea. ¿Así que seré invisible si me pongo esto?Apolo se rió como si hubiera hecho la pregunta más estúpida.  — No. Su

energía sólo te ocultara de los dioses, todos — menos yo — incluso si utilizasakasha.

 — Oh — dije, sosteniendo el collar  — . Útil.Mientras Aiden se acercaba y me ayudaba a cerrar el collar, le

preguntó — : ¿Qué más fuiste capaz de averiguar? — Oh, ya sabes, no he estado haciendo nada.  — dijo Apolo

mirándonos — . Me las he arreglado para convencer a mis hermanos yhermanas para detener tu destrucción lo suficiente para darnos unaoportunidad de hacer lo correcto, pero no se mantendrán así por muchotiempo. A cada momento, Lucian y el Primero se acercan más a derrocar al Consejo. Y con daimons atacando seres humanos en masa, estánarriesgando millones de vidas inocentes para poner fin a esa situación.

 — No porque estén realmente preocupados por los mortales  — Metí elcollar debajo de mi camisa, haciendo caso omiso del extraño metal

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caliente que colgaba a una pulgada por debajo del cristal rosa — . Pero, siLucían y Seth derrocan al Consejo en el Catskills, entonces van a estar a unpaso de derrocar a los dioses, ¿no? Porque quienes controlan esos puestosson los gobernantes.

Apolo no dijo nada. — Sabes, eso es lo que no entiendo  — Deacon estiró sus largas piernasde la silla, moviendo sus dedos de los pies — . Sé que si Seth y Lucíanderrocan al Consejo, es un gran problema para la Hematoi, pero los diosesno pueden estar tan asustados.

Sin decir una palabra Apolo enfrentó al hermano de Aiden. Sabía queprobablemente estaba dando al chico una de sus miradas León/Apolodiciendo: ¿realmente tengo que explicar esto?

Deacon se puso nervioso. — Quiero decir, ustedes sólo pueden ocultarseen el Olimpo y llamar un día.

 — Él tiene un punto  — dijo Luke con cuidado — . No es como si Sethpudiera asaltar el Olimpo, en realidad no.

Rebusqué entre los recuerdos de los otros Apollyon que nerviosamentese movían a través de mí, rápidos y veloces como una serpiente.

 — Bueno... — suspiró Apolo — . Hay una manera de llegar al Olimpo.Mi mandíbula golpeó mi rodilla. — ¿Portales?Él asintió. — Ellos se dirigen allí. Es la forma en que nos movemos entre el

Olimpo y el mundo de los mortales. — Sabes  — dijo Aiden — . Ese tipo de información hubiera sido útil hace

semanas. Podríamos haber tenido Centinelas de confianza para quecustodiaran estos portales.

 — ¿Y en cuales Centinelas se puede realmente confiar?  — preguntóApolo uniformemente — . La oferta de Lucian es atractiva, lo suficiente paraarrastrarlos a su lado. La mayoría de los Centinelas se han vuelto con elConsejo, volviendo con los dioses. Además, no era necesario que algunode ustedes supiera eso.

Aiden se veía como si quisiera decir algo más, pero sabiamentepermaneció callado.

 — Y por suerte hemos mantenido en secreto su ubicación, incluso desdelos Apollyons anteriores.  — La mirada de Apolo brilló para mí  — . ¿Qué hasaprendido al Despertar?

Estaba algo sorprendida por la fe de Apolo en mi capacidad debloquear a Seth. Dudaba de que la fe se mantuviera si le hablaba de Sethy Hermes.

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Todavía balanceando mis piernas, me encogí de hombros. — Mucho deeso se trata de sus vidas, y hay muchas. Es como ver cada episodio de unaserie de televisión que ha estado encendida por un milenio. Es difícilordenar a través de todo. A veces, algo se dice y se retuerce como un

recuerdo.Una mirada indiferente cruzó las facciones de Apolo.Bueno, no era como si esperara un abrazo de él. — La mayor parte es

cómo utilizar los elementos y el akasha. Y griego, puedo leer griego ahora.La mayoría de la habitación no parecía impresionada con eso, pero

Aiden atrajo mi atención y me sonrió tranquilizadoramente. Le sonreí devuelta. Leer griego era una maldita cosa grande para mí.

 — Bueno, eso es todo fino y elegante — dijo Apolo, dejando escapar unexagerado suspiro.

Pateé la mesa más duro de lo normal; mi pierna rebotó.Aiden me deslizó una mirada.  — ¿Qué podemos hacer desde aquí? Es

evidente que los dioses esperan que hagamos algo. — Los dioses esperan que ella haga algo.  — Apolo hizo un gesto con la

barbilla hacia mí. — Pero ¿cómo puede luchar contra él sin tocarlo? — Aiden se apartó de

la pared y se dirigió al centro de la habitación — . Los dioses tienen queentender eso.

 — Lo hacen — Los ojos de Apolo se entrecerraron hacía mí  — . Pero teníala esperanza de que hubiera algo alrededor de su cerebro que tuviera larespuesta a ese pequeño problema. Pero… 

Apolo golpeó su mano sobre mi pierna — . ¿Siempre tienes que estar moviendo alguna parte de tu cuerpo?

Lo miré mientras quitaba no tan suavemente su mano. El contacto desu cuerpo contra el mío trajo las marcas de Apollyon fuera, como ningunaotra cosa. Y sabía que él los vio por la forma en que sus ojos se movíansobre mi cara. — No te hace daño a ti — le dije.

 — Es muy molesto. — Tú eres molesto — le respondí.A nuestra izquierda, Aiden rodó los ojos.  — Muy bien, niños, de nuevo a

las cosas importantes. — Piensa, Alex, tiene que haber algo que nos puede ayudar,

posiblemente con Solaris. — Apolo se inclinó, plantando las manos a amboslados de mis piernas. Por encima de su hombro, vi a Aiden moviéndosehacia nosotros, pero luego Apolo movió la cabeza para ocultarlo. — Alex.

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 — ¿Qué? — Agarré el borde de la mesa — . Mira, no es como si estuvierasiendo terca o estúpida. Si pudiera recordar algo útil, lo haría. No es comosi me estuviera deteniendo a mí misma — Deteniéndome a mí misma de ver o recordar algo muy importante, eso era lo que iba a decir, pero al igual

que lo hizo con otras cosas, la onda de familiaridad se apoderó de mí unavez más, erizando los pelos de mi nuca.Cuando había estado conectada a Seth, había algo que no había

querido que yo pensara, y tenía que ver con Solaris; probablemente todoel morbo final de los dos Apollyons. Pero yendo más atrás, no era algo queyo había visto, algo que Solaris había hecho, o... tratado de hacer.

Momentos antes de que me hubiera conectado con Seth, habíaestado con el Primero.

 — Alexandra — dijo Apolo.Levanté mi mano, resistiendo el impulso de hacerlo callar.  — Hay algo

respecto a Solaris, pero es raro. Casi como si yo no estuviera destinada aconocer, pero no puedo...

Deslizándome fuera de la mesa, pasé junto a Apolo. Sin darme cuentade lo que había hecho, me había movido hacia el refugio del cuerpo deAiden. Completamente a gusto, él pasó un brazo por mis hombros, laexpresión de su rostro decía que nadie se atreviera a decir una palabra.

Levanté la vista hacia él, recordando lo mucho que Solaris se habíapreocupado por el Primero. El amor que vi en los ojos plateados de Aidense había reflejado en el Primero. Y sentí  — recordando la sensación —  laterrible decisión que Solaris había hecho; proteger a los demás mediante ladestrucción del Primero. Pieza por pieza, vinieron juntas.

 — Solaris intentó detener al Primero, y había algo que ella hizo... o queestaba tratando de hacer. Algo que hubiera funcionado, pero la Orden deTánatos hizo su movimiento antes de que ella pudiera completarlo. — Dejéescapar un suspiro de frustración — . Ella sabía cómo detener al Primero  — matarlo de alguna manera — pero no sé qué era. Es como si esainformación estuviera protegida o borrada de alguna manera. — Frustrada,ahogué un gemido — . Es una pena que no pueda hablar con Solaris.

Laadan se aclaró la garganta.  — Pero eso es algo, querida. Por lomenos sabemos que hay algo ahí fuera.

 — Espera — dijo Marcus — . Solaris estaría en el Inframundo, ¿no?Los ojos de Apolo estaban repentinamente afilados. — Ella lo está, pero

no puedo viajar al Inframundo. Hades todavía tiene sus bragas en unmontón.

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Solos sonrió mientras se inclinaba sobre el respaldo del sofá.  — Bueno,eso es otro callejón sin salida.

 — No realmente — dijo Apolo.De repente tenía un mal presentimiento sobre esto.

 —¿Qué quiere decir con “no realmente” — preguntó Aiden, su brazoapretándose alrededor de mis hombros.Apolo se movió para pararse frente a la ventana. La luz de la luna

pálida proyectaba un extraño resplandor a su alrededor.  — Bueno, si Alexpiensa que Solaris nos puede ayudar, entonces es una vía que queremosver. ¿Y quién mejor que Alex?

Aiden se tensó. — ¿Qué? — Podría tener un poco de charla de chicas Apollyon — dijo Apolo, sus

ojos azules bailando con diversión — . En realidad, no estoy realmentesugiriendo que Alex… 

 — Espera  — salí de debajo del brazo de Aiden — . ¿Hay una posibilidadde que pudiéramos llegar a Solaris?

Cuando Apolo asintió, el optimismo me llegó. La prisa era comoconseguir un zumbido de un enfriador de vino, inofensiva al principio, perovolviéndose un infierno a la mañana siguiente.  — ¿Y puedo ir alinframundo?

La mirada de Apolo brilló más allá de mí, estableciéndose en Aiden por un momento, y sabía que si yo iba allí, Aiden vendría, también. Una viejaparte de mí hubiera protestado, pero ahora entendía por qué él no mepermitiría hacer algo así sola, y yo no estaba lo suficientemente loca comopara intentarlo. Iba a necesitar ayuda.

 — Tú puedes — respondió Apolo.Apenas pude contener mi emoción. La pequeña Alex quería hacer 

volteretas en la sala de estar. Yo sabía hasta la médula que Solaris sabíacómo detener al Primero. Ella tenía el conocimiento para detener esto,porque había planeado hacerlo antes.

Pero entonces apareció el gran problema que rodeaba el como entrar al inframundo.

 — ¿Tengo que volver a morir?  — Añadí rápidamente, porque estababastante segura que Apolo podría estar encantado con la idea dematarme en este momento — . Porque toda la parte de morir para ir alInframundo apestó como el trasero la última vez.

Los ojos de Apolo rodaron. — Morir no es el único camino al Inframundo,pero es el más seguro.

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Bueno, eso sonó como una contradicción si alguna vez escuché una. — Hay varias entradas al inframundo en el reino de los mortales  — 

continuó Apolo — . La más cercana a nuestra ubicación sería la de Kansas. — Si dices el Cementerio Stull, probablemente te abrazaría — dijo Luke, y

luego se echó atrás cuando el dios del sol se volvió hacia él — . O no, noabrazar necesariamente. — ¿Cementerio de Stull?  — pregunté, mirando alrededor de la

habitación. Algo sobre el nombre sonaba familiar  — . No puedo ser la únicapersona que no tiene idea de lo que es... más que un cementerio.

Aiden negó. — Estoy contigo. — Qué tierno — murmuró Apolo.Lo ignoré. — ¿Entonces?

 — Adelante  — dijo Apolo a Luke — . Diles lo que es, ya que obviamenteeres el material del abrazo.

Un color carmesí tiñó las mejillas de Luke. — La leyenda dice que una delas puertas del infierno está en el cementerio de Stull en Kansas.

 — Oh, dioses  — murmuré, recordando dónde había oído eso antes — .¿No fue en un final de temporada de Supernatural?16  — Cuando losmuchachos asintieron, rodé mis ojos — . ¿En serio? ¿Sam y Dean17 van aestar ahí?

Luke y Deacon parecían demasiado contentos con la idea, y luegoDeacon soltó — : Luke tiene una teoría.

 — La tengo  — Luke mostró una sonrisa — . El Cementerio Stull es un lugar extraño con un montón de cosas inexplicables, al igual que en otroslugares con la etiqueta “puertas al infierno”. Creo que las puertas delinfierno son en realidad las puertas al Inframundo.

 — Tienes razón  — Una bola de luz dorada apareció sobre la mano deApolo y empezó a tirar para arriba en el aire, una y otra vez,recordándome a Seth — . La puerta de entrada estaba en realidad dentrode una iglesia, pero Hades pasó a través de ella una noche de Halloween

16 Supernatural: Es una serie de televisión estadounidense que cuenta las aventuras de los

hermanos Sam y Dean Winchester investigando y combatiendo sucesos paranormales e

inexplicables.

17 Sam y Dean Winchester: Los ya mencionados personajes de la serie Supernatural,

interpretados por Jared Padalecki y Jensen Ackles respectivamente. Ambos actores son

muy atractivos xD

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y todos pensaron que el idiota era el diablo. Habiendo estropeado nuestratapada, derribamos la iglesia.

 — Lindo — dije, viendo la pelota de luz. Estaba a pulgadas de golpear lalámpara.

 — Pero la puerta sigue donde estaba la iglesia.  — Lanzó la bola de luzdorada hacia arriba — . Y hemos tomado algunas precauciones, despuésde que unos pocos mortales accidentalmente tropezaran con ella.

Mis cejas se levantaron. — Entonces, ¿qué le sucede a los mortales cuando encuentran una de

las puertas? — preguntó Aiden.Apolo atrapó la bola de luz.  — Oh, ya sabes. Tienden a convertirse en

 juguete para masticar de los perros de Hades. De todos modos, las puertassólo se muestran ahora a alguien con ascendencia divina.

 — ¿Puros? — preguntó Marcus. — Ah... no — La pelota se desvaneció y Apolo me miró directamente — .

Ellas se le aparecen a los dioses, a los semidioses originales, esos creados altomar ambrosia, o a el Apollyon.

Le di un codazo a Aiden. — Me siento tan especial. — Eso eres  — Él sonrió cuando le lancé una mirada — . Por lo tanto,

encontramos la puerta y pasamos por ella. Suena fácil.Apolo se rió. — No es tan fácil. La puerta está custodiada.Mi estómago se hundió. — ¿Quiero saber?Él esbozó una sonrisa, y mi panza golpeó los dedos de mis pies. No me

gustaba cuando Apolo sonreía de esa manera.  — Hay cancerberos yguardias.

 — Oh, qué bien. — Y luego están los espíritus, la mayoría no consigue ir más allá de los

espíritus  — Apolo dio un paso atrás — . Pero si lo logras, aparece la puerta yestás en el Inframundo, pero ir al Inframundo sin guía no sólo es peligroso,también es estúpido.

¿Así que tenía que jugar con algunos perros, golpear a una compañíade guardias, y llamar a los Cazafantasmas? ¿Y necesitaba un guía? Bien.Eso no sanaba tan mal.

Sonreí. — Conozco a la persona.

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Dieciocho Traducido por Sofh

Corregido por Esperanza.nino

aleb  — susurró Olivia, hablando por primera vez.Cuando asentí, ella se puso de pie — . Quiero ir.

Apolo arqueó una ceja  — Dos personas entrando

en el Inframundo tratando de encontrar una sola alma entre millones, esdemente y peligroso, nadie más puede ir.

Olivia se volteó ampliamente, mirándome con ojos suplicantes.  — Yotengo que ir. Debo ser yo. Necesito… 

 — Y ese es el por qué no puedes ser tu  — respondió Apolo antes de queyo pudiera decir algo — . Estarás concentrada en encontrar a Caleb, en vezde de la misión que tenemos en mano.

Sus manos se curvaron hasta convertirse en puños.  — ¿Cómo es eso tandiferente de Aiden? ¡Él estará concentrado en Alex!

Deslice mi mirada hacia la persona en cuestión, pero Aiden tenía lamisma expresión que Apolo. Posiblemente habría muchas suplicas ylágrimas, pero estaba fuera de debate.

 — Y eso es lo que necesitamos — dijo Apolo casi gentil. Por un momento,estaba casi convencida de que él sentía pena por ella. No de una malamanera, más bien como si simpatizara con ella, lo cual sería asombroso yaque los dioses eran deficiente en el departamento de simpatía — . No haygarantía de que ellos van a encontrar a Caleb, pero de cualquier manera,necesitamos que Alex regrese del Inframundo con la información que

necesitamos. Viva.Algunos de los otros dioses probablemente no se sentían de aquellamanera.

Apolo miró fijamente a Aiden otra vez. — ¿Darías tu vida por ella?No me gustaba esa pregunta del todo y abrí mi boca, pero Aiden

respondió sin vacilar. — Sí.El dios asintió —Yo sé que tú también lo harías Marcus, pero Aiden… 

 — C

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El labio de Aiden se curvó hacia arriba en un lado.  — Esta bien, ellarepentinamente dejó de hablar o caminar. Durante ese momento vio aSeth. Aparentemente, él uso a Hermes para atraerla.

 — ¿Hermes?  — Apolo siseó, en realidad siseó como un león enojado — .

Ese trasero de mierda.Mis cejas se levantaron. — En realidad me sentía algo mal por haberle robado su casco y

fundirlo.  — Apolo sonó indignado — . Hermes ya no ayudará a Seth nuncamás.

Era difícil no reírse cuando Apolo estaba tan alterado, pero de algunamanera lo logré. — Por cierto, ¿cuándo robaste su casco?

Apolo se encogió de hombros. — Hace un par de días. — ¿Crees que esa fue la razón por la cual él ayudó a Seth? — Hmmm  — La cara de Apolo se arrugó — . Buen punto. De cualquier 

forma, ¿te dijo algo Seth?Maldición. — Él realmente no dijo nada importante. Tengo la sensación

de que solamente estaba probando, pero si tú puedes detener a Hermesde ayudarlo, supongo que no será un problema.

Un músculo se movió en la mandíbula de Apolo. — ¿Él podía transferir poder en ese estado?

 — No. Y tampoco puede leer mis pensamientos  — Me recosté contra lapared, sofocando un bostezo — . Era más una molestia que otra cosa.

 — Es más que sólo una molestia — Los ojos plateados de Aiden brillaron. — Él lo ve como una "violación"  — expliqué, notando la mirada de

incomprensión de Apolo — . Pero podría ser peor. — ¿Cómo él haciendo lo mismo, mientras estas en medio de una

batalla, o en el Inframundo? — preguntó Apolo. — Bueno... — Fruncí el ceño. — He estado pensando  — continuó Aiden — . Sabemos que Hermes

ayudo, pero debe ser más que eso o por el contrario Seth lo hubiera hechodesde el momento en el que rompiste la conexión. Cuando estabas bajo elElixir, él parecía capaz de contactar contigo mientras comenzaban adesaparecer los efectos, y cuando desaparecían lucías muy cansada. Talvez eso tiene que ver: con lo cansada que estás ahora.

 — Tiene sentido. Supongo que sólo necesito mi sueño de belleza.Aiden no lucía impresionado. — Esa es la mejor teoría que tengo.

 — En realidad tiene sentido  — Apolo estiró su cabeza hacia un lado, sullamativa cara se tensó con molestia — . Ustedes dos todavía están

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conectados, y aunque estés protegida de la mayor parte de esa conexión,él podría ser capaz de atraparte cuando estés débil, con o sin Hermes.

 — Como un radio de dos vías de mierda — murmuré. — Exactamente. En especial si Hermes crea un camino hacia ti.

A mí realmente no me gustaba como sonaba eso.Apolo sonrió hacia Aiden. — No hace falta decirlo, pero creo que sabescuán importante es que permanezcas cerca de Alex.

 — Como si hiciera falta que lo dijeras — respondió Aiden.Apolo sonrió satisfecho. — El viaje al Inframundo no va a ser nada fácil, y

eso sin tener en cuenta las nuevas tendencias narcolépticas19 de Alex.Rodé mis ojos ¿qué parte de "no estaba dormida" no entendieron?

 — Y si esto sucede de nuevo, tal vez creas que él no puede recoger ninguna información importante, pero debes ser cuidadosa y no lepermitas saber lo que estás haciendo, especialmente ahora con estanueva misión.

 — Lo sé  — dije, mirando a la desgastada silla al lado del dios — . Estoybastante segura de que él no sabe lo que Solaris estaba planeandohacerle al Primero, pero él sabía que había algo. Y tal vez tengamos suerte.Puede que Seth no sea capaz de hacerlo otra vez.

Ninguno de ellos parecía convencido. — Bueno, volviendo al gran problema que tenemos. Con el cual puedo

ayudarte  — dijo Apolo dirigiéndose al escritorio y tomando una hoja y unlápiz — . El portal Stull debería dejarlos más allá de la entrada al Inframundo,al inicio de los Campos de Asfodel. Puede que realmente no sean campos,o sí.  — Hizo una pausa mirando por encima de sus hombros — . Lo habíancambiado cada vez que fui allí. Algunas veces está vacío, otras no lo está.Las almas que encontrarán allí son... relativamente inofensivas.

Me deslice más cerca mirando por encima de su hombro. Él estabadibujando un mapa. Reconocí el río Estigio. El resto lo hubiera reconocido,si hubiera prestado atención en clase.

 — Habrá túneles por los cuales deberán entrar. Deberían ser capacesde encontrar un lugar para descansar por unas pocas horas ya que lasalmas no pueden viajar a través de ellos. Lleguen antes de que sea denoche y permanezcan allí mientras el cielo es dorado. Si no logran llegar antes que la noche caiga, descubrirán porque las almas no viajan allí.

19Acá, Apolo se refiere a que Alex está consumiendo drogas y que por eso Alex se siente tan cansada y se

duerme. Simplemente es una broma.

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Esperé a que diera más detalles y cuando no lo hizo intercambié unamirada con Aiden.

 — Ustedes no querrán recorrer ninguna parte del Inframundo por lanoche — el lápiz de Apolo se precipitó sobre el papel — . Desde allí, ustedes

cruzaran el Valle del Luto. — Oh, eso suena divertido — dije.Apolo sonrió.  — Eventualmente llegarán a un cruce de caminos. Un

camino los llevara al Tártaro, el otro los llevara a los Campos Elíseos, estasería la Llanura del Juicio. Ustedes querrán hacerse tan invisibles como seaposible. Y no me refiero a un collar de invisibilidad  — Él apoyó el lápiz y ledio el mapa a Aiden — . Yo puedo hacerles el favor de hablar con Caleb ypedirle que se encuentren allí. Pero a partir de ese momento...

 — Estamos por nuestra cuenta  — Cuando Apolo asintió, me mordí milabio — . Está bien.

 — Espera — dijo Aiden, sus ojos estrechándose mientras veía el mapa — .¿No está la Llanura del Juicio cerca del palacio de Hades?

 — Como dije ustedes querrán hacerse tan invisibles como sea posible.Tengo fe de que Hades estará en el Olimpo, pero él tiene ojos guardianesen el palacio  — Los brazos cruzados de Apolo lucían como troncos deárboles — . Necesito que ambos entiendan que ir al Inframundo será muypeligroso. Caleb podría estar en cualquier lugar y no será como la últimavez, cuando tu llegada fue notoria. Verán cosas que no podrán entender.Cosas por las cuales querrán intervenir pero no podrán.

Tragué ante la seriedad de su tono. — Entiendo. — ¿Lo haces? Porqué has mostrado muy poco control de tus impulsos

en el pasado, Alex. Los cuales no serán bienvenidos allí. Y no es sólo elInframundo — Su dura y fría mirada pasó a Aiden — . Las puertas están muybien protegidas.

 — Entendemos — respondió Aiden calmadamente.Agudo conocimiento estalló en los ojos del dios. — Sean cuidadosos. La

mayoría de los que entran al Inframundo no logran salir, y los que lo hacenquedan irrevocablemente cambiados luego de la experiencia

Apolo se desvanecía a medida que lo mirábamos, no había duda deque nuestras expresiones reflejaban la seriedad de lo que acababa dedecir. Justo antes de que su cuerpo fuera envuelto por un polvo de azulbrillante, él dijo — : Les debo dos por esto y todo lo demás

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 *** 

Era demasiado temprano para estar moviéndose de un lado a otro,pero aquí estaba yo, de pie al lado del Hummer, mirando hacia el sol de lamañana.

Aiden estaba diciéndole adiós a su hermano, y yo estaba tratando dedarle espacio, mientras mantenía mi equilibrio en un pie. Era lo único queme impedía caerme sobre mi cara. Anoche, Aiden la llamó "nochetemprana" y literalmente me forzó a ir a la cama como si fuera mi niñera.

 — Tienes que estar bien descansada  — argumentó, y se quedó sentado

esperando hasta que me durmiera. E incluso luego de ocho horas decerrar mis ojos, no quería levantarme al amanecer. Nosotros teníamos unlargo camino que recorrer, cerca de nueve horas y quinientas millas20. Unavión sería más rápido, pero no había manera de que pasáramos el alijode armas mortales por seguridad sin la necesidad de usar la compulsión enla mitad del TSA21. Y sería más difícil de explicar porque Aiden pintaba consangre de titanes una 747. Con eso y el talismán que Apolo me dio, seríapor lo menos un viaje relativamente sin incidentes.

 — ¿Alexandria?

Me voltee al escuchar la voz de mi tío y me dirigí hacia donde él estabaparado, justo al lado del porche. — Hola.Él trató de sonreír, pero fue forzado.  — Sé qué serás cuidadosa pero

realmente, sé cuidadosa. ¿Está bien? — Yo siempre soy cuidadosa.La expresión de Marcus se tornó suave.Incapaz de ayudarme a mí misma. Sonreí.  — Seré cuidadosa, lo

prometo.Al sonido de los pasos de Aiden acercándose retrocedió y fijó su oscura

mirada en el otro puro. — Si cualquier cosa le sucede, estas jodido.Mi boca se abrió. — ¿Acabas de maldecir? Nunca te había escuchadomaldecir antes. Wow.

20 500 millas: Equivalen a 804.67 km.

21 TSA: Administración de Seguridad de Transporte. 

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En lugar de responderme, Marcus me abrazo. Me dejo ir rápidamente ymiró hacia otro lado, tragando duro. En cuestión de segundos dijimos adiósal resto de grupo.

 — Traten de no dejar a ningún alma libre — dijo Luke sonriendo.

 — ¿Menos las almas de Sam o Dean cierto?  — Cuando ellos rieron les diun rápido abrazo y corrí de nuevo a donde estaba Aiden empacando lascosas en el Hummer.

Una vez que tuve la pesada bolsa de las armas y provisiones en mimano, dije — : No.

Aiden rió. — Lo tengo. — Lo sostuvo con un brazo — impresionante — y selo arrojó a la espalda — . Acabo de esconder unas dagas en el frente.¿Estás lista?

 — Sí   — dije mientras miraba por encima de mi hombro a los queesperaban en el porche, y un dolor extraño me llenó el pecho. Por unmomento todo estaba en paz, pensé. Los pájaros silbaban. Lo rayos de luzse deslizaban a través de los árboles. Era casi como si Aiden y yo nosfuéramos de vacaciones o algo así.

No yendo al Inframundo.Aiden colocó una mano en mi brazo. — Los volveremos a ver.

 — Lo sé — dije y sonreí, pero se sentía mal — . Es sólo que…  — ¿Qué? — preguntó, cerrando el baúl.Negando dirigí mi mirada a mis amigos; mi familia. Mientras la volteaba

hacia Aiden distinguí un destello de movimiento, cerca del borde de losárboles de roble estaba una cierva de finas y elegantes piernas, y juraríaque nuestros ojos se encontraron. Había un brillo de inteligencia en sumirada, algo extraño. Luego salió disparada, desapareciendo entre elabundante follaje.

 — ¿Piensas que estarán bien?  — pregunté, encontrando los ojos deAiden.

 — No dejaría a mi hermano atrás si no pensara eso.Eso era verdad. Asintiendo, me dirigí hacia el asiento del pasajero, mi

mirada yendo hacia donde había estado el ciervo. Pensé en Artemisa. Losdioses no deberían ser capaces de encontrarnos pero no tomó ningúnesfuerzo imaginarse que Apolo le hubiera dicho a su gemela dondeestábamos.

Una sonrisa jugo en mis labios mientras me subía. Ellos estarían bien. Másde la mitad de ellos estaban entrenados, y maldición si eran buenos conuna daga. Por no mencionar que toda la cosa de Deacon jugando

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alrededor con fuego estaba acabada. Con Laadan y Marcus controlandotodo, ellos podían protegerse. Y si Artemisa realmente estaba rondandopor allí, ellos tendrían a un dios patea traseros de su lado.

Ciñéndome a mí misma, puse mis manos en mi rodilla. Se convirtieron

en puños. Miré a Aiden mientras él encendía el motor. El Hummer retumbóa la vida. — ¿Sabías que soy muy mala para viajes largos, cierto?La mitad de una sonrisa apareció. — Lo recuerdo.

 — Necesitaras entretenerme. Y mucho.Él se rio mientras dirigía al vehículo masivo para que atravesara el

estrecho camino de tierra que era totalmente nuevo para mí.  — Apropósito  — dijo Aiden dándome una larga mirada que me hizo olvidar totalmente la seriedad de esta misión — . Luces malditamente bien en eluniforme de Centinela.

Un sonrojo que no tenía nada que ver con la vergüenza se extendiósobre mí. — Tú también.

 — Lo sé.Reí abiertamente. — Guau. Que gran ego.Los ojos de Aiden estaban brillantes, salpicados de gris, mientras se

concentraba en el camino rural. — Revisa la guanteraCuriosa, me incliné y tiré del seguro. Adentro había dos objetos negros y

brillantes. Saqué uno cuidadosamente, girando la cosa pesada. Era unaespecial diseñada Glock. Sintiéndome como un matón miré el cargador:balas de titanio.

El revólver se sentía raro en mis manos.  — Solo he sostenido una deestas, una vez afuera del Convenant.

Aiden se quedó en silencio mientras esperaba que continuara. Por supuesto él sabía cuándo. — No la use. Dudé.

 — Estabas enfrentándote con tu propia madre, Alex. Es entendible.Asentí, ignorando el nudo en mi garganta mientras ponía el arma de

vuelta en la guantera. — ¿Qué más hay escondido? — Mira debajo de los asientos  — murmuró mientras los neumáticos del

Hummer se nivelaban contra el pavimento.Debajo del asiento había dos dagas, y una hoja curva.  — ¿Hay lo

mismo debajo del tuyo?Él asintió.

 — ¿Que estas esperando? ¿Un ataque de daimons? — Mejor prevenir que lamentar, Alex. No tenemos ni idea de qué o

quién nos vamos a encontrar allá afuera.

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Me enderecé.  — Seth no está en ninguna parte cerca de aquí yestamos protegidos  — Golpeé con un dedo el talismán que llevaba, yluego hice un gesto hacia la marca por encima de nuestras cabezas.

Aiden gruñó algo inteligible.

Mis cejas se alzaron pero las dejé caer. No es como si estuviera molestapor las cosas a las que estaba destinada a apuñalar, disparar y matar deotro modo. — Hombre, desearía tener un café.

 — Como si necesitaras más cafeína. — Ja, ja  — Miré por la ventanilla, mordiendo mi labio inferior  — . La

cafeína es mi amiga. — Y la carne roja, no podemos olvidar la carne roja.Sonreí ante su tono de burla. — Lo que sea. Come tu pechuga de pollo

blanda, pero pronto… muy pronto te voy a convencer para que vayas allado oscuro de la carne roja.

Bromeamos por un rato para distraernos, y funcionó. Mis músculos serelajaban con cada milla que pasábamos, y no fuimos bombardeados por daimons cayendo del cielo en el momento en el que llegamos a lacivilización. También conocida como la interestatal. Cuando tomamos undesvío para comer un almuerzo rápido, yo ordené una hamburguesa.

Aiden un sándwich de pollo a la parrilla… y cogió uno de los panes y lodejo a un lado.

Enrollando la envoltura, me reí.  — ¿Por qué haces eso? Es como situvieras algo contra dos panes de sándwiches

 — Un solo pan es suficiente — bajo la mirada a su regazo, una mano enel volante y la otra cubierta de condimentos. Mirando hacia arriba,suspiró — . ¿Cogiste todas las servilletas?

Lo mire tímidamente.  —Tal vez, pero te salve…la mitad de una — excavando dentro de mi maleta, saque una servilleta y la partí en dos.Luego limpié su mano, no tan cuidadosa como él había sido la noche enla cocina.

Puede que haya frotado su piel crudamente.Arrebatándole la bolsa fuera de su regazo, saque el otro pan

moviéndolo cerca de su boca.  — Alex  — dijo inclinándose hacia laventana, evadiendo al segundo pan peligroso — . Vamos.

 — Cómetelo — ordene, sosteniéndolo con las dos manos, haciendo unbaile en el aire — . Te lo está pidiendo “cómeme”. 

Él alzó una ceja. — Pervertido — murmuré.

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El resto del viaje transcurrió sin incidentes, y me quedé dormidaalrededor de a una hora de distancia de Stull. Al principio no me di cuentade que estaba soñando. Todo estaba brumoso, como si estuviera mirandoa través de un tubo lleno de niebla. Mientras se aclaraba y comenzaba a

vislumbrar imágenes, pensé que el cuarto circular y las paredes dearenisca lucían vagamente familiares. Pero no fue el lugar lo que capturómi atención.

Fue lo que había en el piso.Apolo estaba sobre sus rodillas, sus manos estaban extendidas y no

estaba solo. Aiden estaba ahí, dándome la espalda mientras el sosteníaalgo  — alguien —  contra su pecho, su cuerpo se inclinó sobre la formainmóvil mientras se mecía hacia atrás y hacia adelante, sus amplioshombros temblando. Había otra persona en la habitación pero su forma ysu imagen eran demasiado brumosas para distinguirlo.

La inquietud se deslizó a través de mí como una turbia niebla,centrándome en Aiden, traté de llegar a él. Lo llamé, pero no tenía voz. Laansiedad creció y me sentí fría -demasiado fría-. Algo no estaba bien.Sentía como si estuviera ahí pero separada, como si estuviera viendo loque sucedía desde una gran distancia.

Aiden estaba diciendo algo, pero era muy bajo y no alcanzaba aescuchar. Lo único que oí fue la respuesta de Apolo.

 — Lo siento.Sin previo aviso, Aiden se enderezo y echó su cabeza atrás soltando un

grito lleno de furia y dolor.Me desperté sobresaltada escuchando el bajo sonido de la voz de

Aiden cantando la canción de The Maine “Saving Grace”, golpeando misrodillas contra el tablero del carro.

 — ¿Estas bien? — preguntó.Respirando profundamente, asentí mientras empujaba mechones de

pelo lejos de mi cara. Mi corazón martillaba contra mi pecho. Yo habíavisto el cuerpo sin vida que Aiden estaba sosteniendo y entendí ese gritoque había salido desde el fondo de su alma.

Había sido yo a quien sostenía en sus brazos.Me deje caer contra el asiento, mirando por la ventana. Había sido un

sueño, solo un sueño. ¿Y acaso debería estar sorprendida por estar teniendo ese tipo de sueños? Todo ese estrés y la locura que estabapasando tenía que fomentar ese tipo de pesadillas, pero… 

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Diecinueve Traducido por Arcangel

Corregido por Esperanza.nino

ansas era... llano y verde.Tan lejos como el ojo podía ver, no había nada más que

campos llanos con hierba amarillenta y altos juncos. A lo lejos, el

horizonte parecía reunirse con la tierra, de un gris azulado muy oscuro ysiniestro mientras la noche se acercaba, cubriendo la hierba alta de color marrón y las flores silvestres blancas.

"Tierra de la pradera", de acuerdo a la improvisada lección de historiade Aiden, pero lo que capté fue que estábamos conduciendodirectamente al Tornado Alley. Teniendo en cuenta todas las cosas,probablemente no era el mejor lugar para estar, especialmente cuandotenía una vista completa de alguna de las más recientes destruccionescausada por los dioses bipolares.

Ciudades enteras arrasadas. Campos y calles llenas de escombros. Lasconsecuencias de tantas vidas arrancadas, y sabiendo que tenía algo quever conmigo: la respuesta a mi incapacidad inicial para combatir lainfluencia de Seth.

Resultaba difícil ver más allá de eso, pero sabía que no podíaahogarme en la culpa ahora mismo o analizar el sueño que acababa detener como si estuviera desarrollando un caso loco del TOC22. Necesitabami A-game. Estábamos demasiado cerca de Cementerio Stull.

Nerviosa energía zumbaba a través de los dos. Incluso con la guía de

Apolo sobre las puertas y el Inframundo, ninguno de nosotros realmentesabía lo que íbamos a enfrentar.Una diez kilómetros al oeste de Lawrence, nos encontramos con la

pequeña ciudad no incorporada de Stull. Me senté más erguida, mis ojospegados a la ventana.

22TOC: Siglas para Trastorno Obsesivo Compulsivo.

K

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Al anochecer, la calle principal, que parecía ser la única calle, estabacompletamente abandonada. Ninguno de los negocios estaba abierto. Lagente no se paseaba por las aceras. No había nada. Hombre,definitivamente estábamos en la zona rural de Kansas.

 — Muy espeluznante — susurré. — ¿Qué? — No hay ni un alma en la calle — Me estremecí completamente. — Tal vez están todas en el cementerio  — Cuando le lancé una sucia

mirada, se rió — . Alex, estamos a punto de entrar al inframundo. Unaciudad aparentemente vacía no asusta demasiado.

Llegamos a una parada de tres vías y Aiden giró a la derecha. — Sabes,Luke estaba diciendo que sólo hay como veinte personas que viven aquí yque se cree que no son de la Tierra — dije, mirando a Aiden — . ¿Crees queson dioses?

 — Podría ser. Quizás Stull es su casa de verano.Miré de nuevo a las bajas casas de aspecto antiguo. — Un lugar de

vacaciones bastante extraño, pero bueno, los dioses son extraños. — Eso es lo que son  — Aiden se inclinó hacia el volante, entrecerrando

los ojos — . Ahí está.Siguiendo su mirada, sofoqué un grito ahogado. Una docena de metros

bajando por la calle, a la derecha, estaba el Cementerio Stull. No era unaentrada al infierno, pero si al Inframundo.

Y con el sol ocultándose y la oscuridad creciendo, era espeluznantecomo el infierno.

 — Espero que nadie intente echarnos  — murmuré, mientras Aidenguiaba el Hummer a través de la estrecha entrada de la cerca dealambre. Estábamos planeando dejar el Hummer en el interior delcementerio. No estaría allí mucho tiempo, el tiempo en el mundo terrenaltranscurre diferente. Horas eran medio segundos aquí. Días serían minutos.Semanas serían horas.

 — Por alguna razón, no creo que tengamos algún problema.  — Aidenestacionó el auto a un lado y apagó el motor. Las luces se apagaron.

Mirando las lapidas, me estremecí. — ¿Vas a salir? — Aiden ya había abierto su puerta.Una bola de cardos rodó por un camino que había conocido mejores

días y mis ojos se agrandaron mientras lo seguía hasta que se detuvo en lacerca. — ¿Tengo que hacerlo?

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iglesia. Quería mirar detrás de mí, pero realmente esperaba encontrar unamultitud de zombies come-cerebros de pie allí.

Me acerqué alrededor de una lápida de aspecto solitario y di un pasocerca de Aiden. Estábamos a no más de un pie de distancia de la piedra

triturada.Aiden enderezó las correas de la mochila mientras inclinaba la cabezahacia un lado. —Por lo tanto, ¿ves algo… 

Repentinamente, el viento cesó. Como, por completo.Una quietud antinatural impregnaba el aire, levantando los vellos de mi

nuca. Bajo el térmico negro, pequeños bultitos rozaron mi carne. Un rancioy almizclado olor se filtraba de la nada. Dejé salir un respiro entrecortado yuna pequeña y espumosa nube blanca se formó.

 — Está bien — susurré, apretando mi agarre en la hoja — . No es normal.El aliento de Aiden permanecía en el aire, también. Manteniendo una

mano entre nosotros, él asintió hacia la espesa arboleda amontonadacerca de los restos de la iglesia. Dos sombras oscuras estaban a unosmetros, casi indistinguibles entre el follaje.

Mis músculos se tensaron. ¿Guardias? ¿Fantasmas? No estaba segurade qué era peor.

 — Hora del show — dijo Aiden, en silencio deslizando la mochila fuera. Lacolocó cerca de una pequeña cruz de piedra.

Asentí. — Yeppers peppers24.Las dos figuras flotaban hacia adelante. Estaban encapuchadas y sin

forma, y me di cuenta de que sus pies  — si es que tenían pies, ya queflotaban en el aire — no tocaban el suelo. Sus túnicas de color rojo oscurose arrastraban una pulgada por encima de la hierba.

Lentamente, sus brazos se levantaron y el material retrocedió. Un crujidoextraño seguido del movimiento. Delgados, pálidos y blancos dedosalcanzaron las capuchas, echándolas hacia atrás.

Oh... oh, vaya.Bajo las capuchas no eran más que huesos. Huesos blancos, pálidos y

vacíos; con una inmensa negrura donde deberían estar las cuencas de losojos y la nariz. Las bocas... las mandíbulas dependían de conexionessueltas, por lo que las bocas se abrían por completo. No había piel,ninguna carne o pelo. Eran esqueletos; flotantes y monstruosos esqueletos.

24 Yeppers peppers: Son dos palabras sinsentido que se usan para corroborar una afirmación.

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Esperé a que volvieran e hicieran algo, tal vez incluso algo un pocoentretenido, pero nada. Bajando la hoja curva, Fruncí el ceño. — Eso fuemuy, muy, muy fácil.

Aiden se dirigió hacia mí, sus ojos escaneando el paisaje. — Quédate

cerca, porque tengo la sensación de que estaban destinados adistraernos.Un gruñido bajo ondeó a través de el cementerio silencioso y mi

estómago se cayó hasta miss pies. Juntos, Aiden y yo nos volvimos. No séquién reaccionó primero. Si fue la maldición explosiva de Aiden, o migemido, no importaba.

Agachado en los escombros de la iglesia estaba un grande, malo,marcado con el aspecto de un perro del infierno.

La piedra se desmoronó bajo las carnosas patas del tamaño de lasmanos de Aiden. Garras, tan afiladas como las cuchillas que sosteníamos,brillaban como ónix. El cuerpo era enorme, del tamaño de uno de esoscoches trampa mortal de eficiencia energética, pero las cabezas...aquellas fueron tres de las cosas más grandes y más feas que alguna vezhabía visto. Fue como tomar una rata mutante y mezclarlo con un pitbull. Ylos dientes... pertenecían a la boca de un tiburón blanco; blancos,húmedos y muy, muy fuertes. Baba espumosa se formaba bajo las encíasrosadas que goteaba sobre el suelo, donde la tierra se quemaba como sientrara en contacto con ácido.

Seis ojos amarillos macabros se asentaron en nosotros. — Maldición — murmuré, cayendo de cuclillas — . No cortar las cabezas.

Son los corazones los que necesitamos golpear. — Lo tengo — Aiden giró el puñal en su mano, como un tipo duro total. — Se acabó el espectáculo.Aiden sonrió. — Me pregunto ¿cómo se llama este?Las orejas del perro del infierno se crisparon mientras el enorme cuerpo

se preparaba para el ataque. Deslicé mi mano hasta la mitad de laespada, sintiendo mi corazón latir y la adrenalina golpear a mi sistemaponiéndolo a toda marcha. En la boca de mi estómago, el lazo comenzóa desmoronarse.

Tragué saliva. — Vamos a llamar a este... Toto.Tres bocas se abrieron en un gruñido que envió un escalofrío por mi

espalda, y una ola caliente, del fétido aliento chocó contra nosotros. Labilis quemó la parte posterior de la garganta.

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 — Supongo que no le gusta el nombre  — le dije, moviéndomelentamente hacia la derecha.

El poderoso cuerpo de Aiden se tensó. — Aquí, Toto... — Una cabeza giróen su dirección — . Ese es un buen Toto.

Me deslicé alrededor de la antigua cruz, merodeando sobre el perrodel infierno de la derecha. La cabeza media y la izquierda se centraron enmí, chasqueando y gruñendo.

Aiden chasqueó la lengua. — Vamos, Toto, estoy muy sabroso.Casi me reí, pero la maldita cosa se tambaleó fuera de la pila de

escombros, aterrizando entre nosotros. El suelo se estremeció por elimpacto. Detrás de nosotros, algunas lápidas temblaron y se cayeron. Por un momento, parecía que Toto venía directamente hacia mí, pero en elúltimo segundo, se abalanzó sobre Aiden.

Cogido por sorpresa, Aiden retrocedió un paso y su pie se enganchó enun fragmento de piedra. Mi corazón saltó a mi garganta cuando giréhacia ellos, tirando de mi mano libre. Hubo una chispa, un fuerte olor aozono quemado, y luego una bola de fuego salió disparada haciadelante, más violeta que roja, antinatural y consumidora. Golpeó contra elvientre del perro del infierno.

Toto se echó hacia atrás, sacudiendo sus tres cabezas, casi tanafectado como si una abeja hubiera picado su pata.

Bueno, aparentemente el elemento fuego no le hacía daño. Era buenosaberlo.

Luego Toto dejó el suelo, lanzándose por los aires. Sólo hubo unsegundo, antes de que se estrellara sobre mí. Golpeé el suelo,encogiéndome por dentro porque estaba segura de que estaba encimade una tumba, y rodé, empujando la punta de la hoz arriba.

Golpeé el estómago, errándole al corazón por una milla. — Maldición. — Tirando de la hoja libre, me puse de espaldas. Las garras

de Toto se clavaron en la tierra entre mis piernas separadas, girandoalrededor tan rápido que dejó a mi cabeza dando vueltas. Tiré hacia atrás,pero el perro del infierno era enorme. Aliento podrido sopló mi cabellohacia atrás. Baba ácida goteaba, salpicando mi hombro. Ropa quemada,y el dolor al rojo vivo quemaba mi piel. El pánico estaba como vientohelado en mis venas.

El grito ronco de Aiden pronunciando mi nombre fue advertenciasuficiente.

Al diablo con esto.

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Tocando el lazo, sentí que cobraba vida, lo que desató en un bajozumbido constante que corrió a través de mí. Las marcas del Apollyonsangraron a través de mi piel, transformándose en signos. Algo brilló en losojos del perro del infierno, como si pudiera ver las marcas y comprendiera

de qué se trataba.Toto gruñó. Las tres cabezas rompieron sobre mí con la precisión yletalidad de una cobra real. Empujando mi mano, mis dedos se clavaronen el pelo grueso enmarañado. El poder supremo corrió por mi brazo. Luzazul crujió.

Sin previo aviso, las cabezas de Toto rompieron de nuevo en un aullido.El gran cuerpo se tensó, y luego se estremeció. Se dejó caer a un lado, conlas piernas retorciéndose. La punta de la hoz sobresalía de su pecho,cubierta en una mancha de oscuridad. Un momento después, Toto eranada más que un montón de brillante polvo azul.

Aturdida, miré hacia arriba mientras el akasha se acomodaba en ellazo, sin usar.

Aiden se paró sobre mí, sus piernas muy extendidas y sus hombros haciaatrás, el pelo oscuro cayendo en un desorden complicado, ojos del color del acero con la misma intensidad. Poder, poder natural proveniente deaños de dedicación, irradiaba de él. Era un hombre alto, de inminentefuerza a tener en cuenta, y allí estaba yo, el Apollyon, tirada sobre mitrasero mientras él se destacaba.

Era un guerrero, y yo estaba impresionada.Aiden extendió su brazo. — ¿Estás bien?

 — Sí   — dije con voz ronca, colocando mi mano en la suya.Cuidadosamente, me ayudó a pararme — . Gracias.

 — No —  Agarrando ambos lados de su cara, lo besé. Largo. Profundo. Fuerte.

Cuando me retiré, sus ojos eran pozos de plata. — Sólo di eres bienvenida.No es difícil. Dilo.

Por el momento más largo Aiden no dijo nada y entonces — : Eresbienvenida.

Mis labios se separaron en una amplia sonrisa. — Eso no fue difícil,¿verdad?

La mirada de Aiden se deslizó por mi cara y luego bajó. Aspiró unabocanada de aire. — Estás herida.

 — No es nada — esquivé la mano que buscó mi hombro. La quemaduraya se había entumecido — . Estoy bien. Es solo baba del perrito. No te

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acerques demasiado, huelo a perro del infierno húmedo. Estoyrealmente… 

 — Lexie.El nombre — el sonido de la voz — no era de Aiden, pero lo reconocí en

mi corazón y en mi alma. No podía ser, pero lo era. Mi respiración sedetuvo. Mis piernas se sentían débiles cuando le di la espalda a unaparentemente conmocionado Aiden. Mi corazón, mi corazón ya conocíala fuente de esa maravillosa, suave y hermosa voz.

Retrocedí un pasó, repentinamente inundada de una emoción queoprimía mi pecho y me robaba el aliento. La confusión siguió mientrasnegaba. Las lágrimas surgieron de mis ojos. Mi pecho se abrió, porque estono podía ser real.

 — ¿Mamá?

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Veinte Traducido por Jeyly Carstairs

Corregido por Esperanza.nino

lla no se veía como la recordaba.Cuando la había visto por última vez — cuando la maté — ella eraun daimon, con agujeros oscuros donde sus ojos deberían haber 

estado y una boca llena de dientes afilados, con la piel tan pálida ytraslucida que se le veían las venas.

Esa imagen había empañado mis recuerdos de ella. Algo de lo quehabía estado muy avergonzada para realmente profundizarlo. El hecho deno poder recordar como era de hermosa me horrorizaba, pero ella… 

Ella era hermosa ahora.Cabello castaño oscuro caía sobre sus hombros, enmarcando su rostro

ovalado. Su piel era ligeramente más oscura que la mía, de un olivanatural. Se parecía a mí, pero mejor  — más refinada y hermosa — y sus ojoseran de un brillante, color esmeralda. Incluso en la oscuridad podía verlos,estaba atraída por el calor en ellos.

Me tambalee dando un paso adelante, librándome del agarre deAiden.  — ¿Mamá?

 — Bebé  — dijo, y un pedazo de mi mundo destrozado respondió a suvoz — . No deberías estar aquí. No puedes estar aquí.

No me interesaba el “aquí” o lo que sea. Lo único que importaba eraque era mi mama, y yo la necesitaba, necesitaba sentir uno de susabrazos, porque hacían que todo fuera mucho mejor y había estadonecesitando uno por tanto, tanto tiempo.

Tropecé por la pendiente, dejando caer la hoja curva en la maleza

espinosa. — Mamá. Mami… — Alex  — grito Aiden, su voz dolida. Y no podía entender por qué.Él debería estar feliz por mí. Por conseguir ver a mi mamá otra vez, algo

que yo secretamente esperaba que ocurriera mientras nosotros estábamosen el Inframundo, así que verla tan pronto, antes de que inclusoatravesáramos las puertas, era tan… 

E

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Entonces recordé la advertencia de Apolo. Habría espíritus, ¿pero mimamá? Me detuve en seco, de pie a unos metros de ella. Eso… eso erademasiado cruel, hasta para los dioses.

Ella inclinó su cabeza hacia un lado, una pequeña y muy triste sonrisa

formándose en sus labios.  — No deberías estar aquí. Aléjate antes de quesea demasiado tarde.Parpadee, incapaz de moverme. ¿Era realmente ella? ¿O era algún

tipo de táctica? Con el corazón acelerado, abrí mi boca repentinamenteseca, pero entonces su forma parpadeó, al igual que la de Caleb en lacelda. Ella era una sombra  — por lo que no habría abrazos —  ¿pero eraella?

Aiden llego a la colina detrás de mí, parándose antes llegar a mi lado. —Alex, es… 

 — No lo digas  — Sacudí mi cabeza, porque no podía lidiar con estoahora mismo. Lo intentaba y estaba fallando en ver esto objetivamente — .Por favor, no lo digas.

La forma de mi mamá parpadeó de nuevo.  — Tienes que volver. Dejaeste lugar antes de que sea demasiado tarde. No puedes ir allí. Nuncavolverías.

Mi garganta trabajó para soltar un sollozo. Baje mi barbilla, cerrando misojos. Era ella, pero… no lo era. Déja vu, pensé con amargura. Casi podíaverlo; mi mamá y yo de pie, yo sosteniendo el arma apuntandodirectamente a ella, mi brazo temblando, incapaz de hacer lo quenecesitaba hacerse.

Y podríamos haber muerto en ese momento o en el transcurso deltiempo en Gatlinburg. Caleb podría haber muerto entonces, en lugar demeses más tarde, dentro de la falsa seguridad del Covenant. Yo habíafallado entonces y estaba a punto de fallar de nuevo. Y esta vez, ¿seriaAiden quien moriría a causa de mi incapacidad para ver más allá de loque era verdad?

Esta no era mi mamá. Esto era solo una guardia para impedirnosalcanzar las puertas. Con mi pecho apretándose, levanté mis húmedaspestañas.

 — Tú no eres mi mamá — dije, mi voz ronca.Sus delicadas cejas se fruncieron y sacudió ligeramente su cabeza.  — 

Bebé, no hagas esto. Cualquiera que sea la razón por la que piensas quetienes que hacerlo, no lo hagas. Aléjate, antes de perderlo todo.

De alguna manera sentí que ya lo había perdido todo.

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Aiden puso su mano en mi espalda y saqué fuerzas de ese simple gesto.Aspiré profundamente y expiré lentamente. — Esto no va a funcionar. Tú noeres mi mamá. Así que… no sé. Ve a hacer lo que se supone que debeshacer.

Un suspiro de exasperación, tan parecido al de mi mamá, vino de ella.Por un momento, dude de mí. Tal vez era ella y yo estaba haciendo unatremenda tonta de mi misma. Pero entonces ella cambió.

Una cara pálida, venas que se deslizaban bajo su piel  — que parecíapapel — como serpientes bebés. Sus ojos estaban hundidos, pozos negros, ycuando abrió la boca, dientes afilados como cuchillas la llenaban.  — ¿Esesto mejor?  — preguntó con esa dulce voz de ella.

 — Dioses — susurre, horrorizada — . Eso es tan malo.Sus labios formaron una sonrisa torcida.  — Vas a tener que pasar a

través de mí, y bebém nosotras sabemos que no tienes eso en ti parahacerlo de nuevo.

Mi estómago se hundió con la comprensión. —Mierda…Aiden se paró delante mío. Lo vi levantar la daga y yo sabía que él iba

a hacer esto, hacerse cargo de esto por mí y por mucho que me gustabaeso y realmente deseaba que lo hiciera, no podía.

Puse mi mano sobre su brazo, aquietándolo. —Yo… yo tengo esto.La fría risa de mi madre fue como una onda de choque.

 — ¿Estás segura? — preguntó Aiden.El juego severo de su mandíbula me decía que no quería escuchar,

pero cuando asentí, retrocedió y me entregó la hoja curva que habíadejado caer. Sentí frio cuando mis dedos se cerraron alrededor de laempuñadura. Odiaba el sutil temblor en mi brazo y el gran peso del arma.

Por encima de todo, odiaba lo que tenía que hacer.Mamá me miró con curiosidad.  — Ay, bebé, ¿realmente quieres hacer 

esto?  — Ella dio un paso directamente a través de los escombros,deteniéndose frente a mí. Se rió otra vez — . ¿Matar a tu madre dos veces?Espera. En realidad serían tres veces.

 — Cállate — gruñó Aiden.Pero esta cosa  — lo que fuera —  estaba en una buena racha.  — Ella

murió, por lo menos en todos los sentidos que importa, en Miami. Y eso fuepara mantenerte a salvo. Por lo tanto, eso era también tu culpa. Tres es unencanto, ¿verdad? ¿Y crees que puedes hacerlo? ¿Y qué? Eso no significanada. Tú no has visto nada todavía.

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La parte posterior de mi garganta quemaba cuando di otrotambaleante paso hacia delante, levantando mi brazo.

 — Tú no traes nada más que muerte a los que te rodean  — continúo ella — . Nunca deberías haber nacido, porque matas a tus seres queridos, de

una u otra manera.Esas palabras cavaron profundo, clavándose en las profundidades demi corazón. Sin decir una palabra, porque sabía que no importaba, llevé lahoja hacia abajo.

Barrí limpiamente a través de ella. Hubo un destello de luz opaca, yluego su forma se desvaneció como si no fuera nada más que humo yespejos. En cuestión de segundos, fue como si nunca hubiera estado allí, ysolo las crueles, castigadoras palabras quedaron.

 — Bueno  — dije un poco insegura — . No puede ponerse peor que eso.Y lo hizo… en un segundo. Dos formas aparecieron más allá de los cimientos rotos, tomando forma

rápidamente. Sin tener idea de qué o a quién la puerta iba a lanzar sobrenosotros ahora, me quedé junto a Aiden y esperamos mientras las sombrasfantasmales se convertían en dos personas.

Aiden contuvo el aliento y se irguió. No me di cuenta del significado alprincipio. Las dos sombras eran desconocidas para mí, un hombre y unamujer. Ambos eran altos y de aspecto elegante, llevaban un aire de puros.La mujer tenía un ligero, pelo rizado del color de la seda del maíz hilado yel hombre era de cabello oscuro con unos ojos plateadossorprendentemente familiares… 

Los había visto antes… en un marco de una foto en una habitación enla casa de Aiden; en casa de sus padres.

El hombre y la mujer eran su padre y madre. — Oh, dioses — dije en voz baja, bajando la hoja curva.Al ver a los padres de Aiden  — la aparición de nuestro seres queridos

fallecidos —  de repente tenía sentido. No era una pelea física lo quecustodiaba las puertas, no como los guardias y perros del infierno. Esto eraa un grado emocional y mental, una táctica diferente para conseguir queretrocediéramos, porque si no lo hacíamos, nosotros tendríamos queenfrentar lo impensable.

Aiden no dijo nada mientras los miraba. Nunca lo había visto tan quieto,ni siquiera después de la primera vez que me vio limpia, después de que logolpeara en la cara y luego le diera un beso. O incluso cuando las furiasatacaron el consejo, o después de que se dio cuenta que había matado a

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un puro. Ni siquiera cuando se había mantenido encima de mi cama,esperando a que me despertara después de que Linard me hubieraapuñalado.

Nunca había visto a un Aiden como este; su cara completamente

desprovista de emociones, pero sus ojos agitados en gris y plata. Tensiónirradiaba de cada uno de sus trabados miembros. Tras ser testigo de lo queyo había pasado, él sabía que esto no iba a ser bueno.

Y quería detenerlo antes de que incluso iniciara el dolor brutal, laspalabras hirientes que lanzaran abrirían viejas heridas que sobraban. Perocuando me acerqué, él regresó a la vida.

 — No lo hagas  — dijo, con la voz ronca — . Quiero escuchar esto.Lo miré como si estuviera loco.

 — Por supuesto que sí   — dijo el padre de Aiden — . Mi hijo no es ningúncobarde. Tonto, pero no cobarde.

Me sacudí hacia el sonido de su voz. No podía creer lo mucho quesonaba como Aiden.

La sonrisa de su madre parecía lo suficientemente cálida. — Hijo mío, noquieres hacer esto. Las respuestas que buscas no existen donde deseaspisar.

 — Tengo que hacerlo — respondió Aiden fríamente.Su padre alzó su barbilla.  — No. Lo que tienes que hacer, lo que debes

hacer, es dar la vuelta y salir de este lugar.  — Cuando Aiden no respondió,su padre flotó más cerca y su voz era severa, implacable.  — Tienes quehacer lo correcto, Aiden. Nosotros te enseñamos a hacer siempre locorrecto.

Aiden asintió con rigidez.  — Lo hicieron, y es por eso que tengo quehacer esto.

Los ojos del hombre se estrecharon y yo sabía que estaba a punto depresenciar un drama familiar épico.  — Lo correcto hubiera sido quetomaras tu lugar en el Concejo, como te criamos para hacerlo.

Oh no… Un musculo saltó en la mandíbula de Aiden. — ¿Crees que puedes lograr algo como un Centinela?  — preguntó su

padre, y yo me pregunté si él había sido así en la vida real. Frío,disciplinado. ¿Era de ahí de donde venía el rígido control de Aiden? PeroAiden nunca había dejado que ese fuera el caso.

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Su padre no había terminado.  — Estas desperdiciando tu vida y ¿paraqué? ¿Un sentimiento de venganza? ¿Justicia? ¿Eludes tus deberesmientras que el puesto de nuestra familia permanece vacío?

 — Tú no entiendes  — dijo Aiden —. Y… nada de eso importa ahora.

El cambio que se apodero de su madre era nada menos queespectacular. Se fue la calidez y elegancia.  — Tú nos avergüenzas Aiden.Nos avergüenzas.

Parpadee. —Espera un segundo… — Tú no tienes control  — Disgusto goteaba de la voz de su padre — .

Nosotros te enseñamos a nunca tomar ventaja de los que están bajo tucargo. Mira lo que has hecho.

La madre chasqueó su lengua. — Corres el riesgo, sabiendo que podríaser dañada debido a su falta de control. ¿Cómo puedes ser tanirresponsable? ¿Cómo pudiste hacerle esto a alguien a quien dices amar?

Mi boca se abrió. —Oh, ahora es no…  — No puedes protegerla.  — Su padre hizo un gesto hacia mí  — . No

pudiste protegernos. Eres un fracaso. Solo que todavía no lo ves, pero soloseguirás avanzando hacia delante hasta que no puedas seguir.

Su madre asintió. — Estoy sorprendida que Deacon ha llegado tan lejos.Pero de nuevo, mira a mi bebé, un borracho y un adicto, todo antes de losdieciocho años. Estoy tan orgullosa.

Me giré hacia Aiden y le supliqué.  — ¡No necesitas escuchar esto!Puedes detenerlo.

Ella sonrió con frialdad, continuando como si ni siquiera hubierahablado. — Y ella, mira lo que le hiciste. Colocarla en el Elixir, despojándolade su voluntad. Eres menos que un hombre.

 — Tú, perra — le escupí, preparándome para lanzarle mi espada, al estiloninja.

 — Vete ahora  — dijo su padre — . Deja este lugar. O su sangre estará entus manos.

Nunca en mi vida había querido exorcizar a unos fantasmas más de loque lo hacía en ese momento. L ira tarareaba como veneno a través demí. — Aiden, no los escuches. Ellos no son reales. Lo que están diciendo sonestupideces. Tú… 

 — Lo que están diciendo es real.  — Aiden tragó saliva, dándome unabreve mirada — . Pero no lo dicen ellos.

No lo entendí al principio, porque dudaba que sus padres fueran unosimbéciles tan grandes en la vida, pero me di cuenta.

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 —Lo que mi madre dijo… somos nosotros. — Me volví hacia éllentamente — . Lo que ellos están diciendo ¿Es lo que tú realmente piensas?

Cuando Aiden no dijo nada, creo que estaba más aterrorizada por esoque por todo lo demás que había sucedido hasta ahora. ¿Él pensaba esas

terribles, horribles cosas sobre sí mismo? ¿Y cuánto tiempo había estadollevando eso con él? ¿Años? — ¿Y tu hermano?  — dijo su padre, sacudiendo la cabeza mientras la

preocupación aparecía en su cara.Yo iba a destripar a sus padres.

 — Él está desprotegido en este momento  — agregó su madre — . Túdeberías estar allí, no aquí, persiguiendo una tontería. Él va a morir,también, como nosotros, y será tú… 

 — ¡Basta! — rugió Aiden, lanzándose hacia delante.Yo ni siquiera había visto o sentido que el tomara la hoz de mis dedos,

pero él la tenía. La hoja se arqueó por el cielo oscuro. — Te arrepentirás  — dijo su madre, un segundo antes de que la hoja

cortara a través de sus padres.Como mi madre, ellos se separaron en finas hebras de colores tenues y

humo, y luego desaparecieron, dispersándose en el aire a su alrededor. Yal igual que con mi madre, sus palabras permanecieron.

Aiden estaba de espaldas a mí. Sin decir palabra, el golpeo eldisparador en la hoz y con un suave sonido de succión esta desaparecióen el tubo de la empuñadura. No había peligro ahora. Habíamos superadotres protecciones: los guardias, el perro del infierno y los espíritus.

Pero no podía controlar mi acelerado corazón. — ¿Aiden?Sus hombros se tensaron y volvió la cabeza hacia un lado. Su perfil era

sombrío, la línea de su mandíbula dura. — He pensado en esas cosas desdehace mucho tiempo. Convertirme en Centinela era lo correcto para mí, loque quería y necesitaba, ¿pero era realmente lo correcto?

No sabía cómo responder a eso.  — Pero tú no estás eludiendo tusdeberes o lo que sea. Tú aun estás haciendo algo muy importante, Aiden.Y un día, si tú quieres tomar tu asiento… tú podrías. — Esas palabras dolíadecirlas más de lo que deberían y por una razón puramente egoísta. SiAiden tomaba su asiento, no habría ninguna posibilidad de que nosotrosestuviéramos juntos. No habría un futuro con una casa, un perro o un gato.

Pero no detendría a Aiden si él sentía que tenía que tomar su asiento. Ysus padres o su voz interior podrían estar en lo cierto en algún sentido. Con

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“Atractivo” no era una palabra lo suficientemente fuerte, pero asentí. Élextendió su mano y tomé la mía, reconfortándome con el estable y cálidoapretón.

 — ¿Estas lista? — me preguntó.

 — Sí.Juntos, avanzamos moviéndonos por la línea de las piedras caídas yencontramos la abertura. Juntos, pasamos a través de donde alguna vezhabía estado una puerta. No hubo más advertencias o guardias. Nosmovíamos a través de las manchas de cemento desmoronado y malashierbas.

Esperamos.Después de unos diez segundo, una fisura de energía corrió por mi

espalda. Aiden también lo sintió, porque su mano se apretó alrededor dela mía. Energía ansiosa se construía en mi estómago, formando bolasapretadas de temor e incluso un poco de expectación.

Por suerte, mi visita al Inframundo sería diferente esta vez.Hacia la parte de atrás de la base, el aire onduló, recordándome al

calor que sale del pavimento caliente en el verano. El velo que separabala verdad del mundo mortal simplemente se alejó.

 — ¿Lo ves? — le pregunté.Aiden apretó mi mano. — Sí.La puerta de hierro forjado revestida de titanio era enorme, asegurada

con algo que ninguno de nosotros podía ver. En lugar de barras, habíalanzas de dos puntas adornadas con imágenes de toros negros y ovejas.Cuando las dos puertas se unieron, una réplica del casco invisible fuegrabada en el hierro. El olor a humedad se hizo más fuerte.

Con su mano libre, Aiden empujó la puerta, abriéndola. Se volvió haciaatrás, sin hacer ruido, sin revelar nada más que oscuridad y no del tipoasociado con la noche, era un vacío negro. Un portal. Y juntos, de lamano, entramos por las puertas del Inframundo.

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Veintiuno Traducido por Dafne

Corregido por Esperanza.nino

uando pisamos dentro del vacío, casi creí que caeríamos delleno en nuestras caras. Pero el suelo permaneció debajo denuestros pies mientras continuábamos en la oscuridad, que

eventualmente dio camino a una niebla tan densa como una sopa.Lanzando un vistazo sobre mi hombro, me esforcé por encontrar la

puerta antes de que la niebla nos tragara enteros, pero se había ido y laniebla era aún más pesada. Agarré la mano de Aiden mientras rizos sefiltraban entre nosotros, envolviéndonos como una especie diferente decapa alrededor nuestro. Ni siquiera podía ver a Aiden… o dos pies enfrente mío. Una punzada de pánico se desenrolló en mi pecho.

 — Estoy justo aquí. — La profunda voz de Aiden partió el velo y él apretómi mano — . Sólo sigue agarrada.

Brevemente consideré usar el elemento aire para dispersar algo de laniebla, pero si la niebla se suponía que estuviera aquí, podrían ser malas

noticias si de repente se levantara y desapareciera.Cuanto más nos movíamos dentro de la niebla, se hacía más

desconcertante estar ciego. Y luego hubo otro sonido además de migolpeteante corazón, una especie de sonido de arrastramiento de pies,como pies y ropas arrastrándose alrededor de nosotros, y un bajo tarareo,como un suave, interminable grito apagado de un gemido, que incluso noquería saber que era. Siguiendo el camino del brazo de Aiden, di un pasomás cerca de él, tan cerca que estaba sorprendida de que no lo hicetropezar.

Después de varios minutos de nada excepto una ciega caminata através de la niebla y ese terrible arrastrar y el sonido gimiente, la nieblaempezó a separarse hasta que el camino fue revelado delante denosotros.

Aspiré un aliento, incapaz de parar de agarrar su brazo. La pequeñaparte del Inframundo que había visto antes no me había preparado. La

C

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niebla dio lugar a un cielo que era del color del sol desteñido, un cruceentre rojo y naranja. Pero desde donde podía decir, no había sol. Y todoalrededor nuestro era gente, moviéndose sin objetivos. Vestidos en sosas,andrajosas ropas, se arrastraban de aquí para allá. Muchos se quedaban

en silencio; algunos gemían silenciosamente, mientras otros murmurabandebajo de su aliento desde detrás de sus propias capas, pero todos teníansus miradas apuntando al suelo. Eran jóvenes y viejos, desde el más chicohasta el vejestorio más arrugado.

Este… este lugar continuaba tan lejos como el ojo podía ver, hasta laspuntas de las Montañas de las que Apolo nos había hablado. No entendíaque era realmente este sitio. No era el limbo -eso lo sabía- ya que habíaestado allí antes.

Ninguna de las almas miró hacia arriba mientras navegábamosalrededor de ellos. No había guardias en caballos, como había visto en ellimbo. Parecía como si estas personas hubieran sido puestas aquí,dejándolas solas con sus antojos y aburrimiento.

 — ¿Por qué? — pregunté en una silenciosa voz.Aiden sabía qué estaba preguntando.  — La mayoría de los muertos

residen aquí.  — Me condujo alrededor de un grupo de tres reunidos en elbarro — . Aquellos que han sido enterrados, pero no han enfrentado su

 juicio. Algunos de ellos habrán hecho algo en sus vidas que los hace temer su juicio. Otros están… 

Una mujer se movió en frente de nosotros, su mirada pegada al suelomientras retorcía sus manos. Ella murmuraba debajo de su aliento — :¿Dónde está mi bebé? — Una y otra vez.

 — Algunos están confundidos  — respondí  — . No saben que estánmuertos

Aiden asintió solemnemente. Y entonces la triste mujer simplementedesapareció, como si ella hubiera caminado a través de un portal invisible,allí un momento y fuera en el siguiente.

Me detuve. —¿Qué…?  — Te lo explicaré, pero tenemos que seguir moviéndonos.  — Aiden tiró

de mí hacia delante — . Las leyendas dicen que algunas de estas almasdejan el limbo y se convierten en sombras. Vuelven al mundo mortal, yluego regresan aquí de nuevo. No creo que siquiera lo controlen.

Tragué. — Son fantasmas. — Pensé que no creías en los fantasmas. — Humor adornaba su tono.Ahora era un buen momento para cambiar mi mente.

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Mientras me asomaba desde detrás de mí capucha, había algoterrible en algunas de las almas.

Muchas de ellas se veían sólidos y por como ellas se rozaban contra mí,sabía que tenían masa. Y mientras prestaba más atención, más de ellos

simplemente desaparecían.Este lugar era espeluznante, como caminar a través de un laberinto dedesesperación y olvido.

Y ni siquiera habíamos alcanzado el Valle del Luto aún. Yee-haw, estoiba a ser divertido.

Un repentino frío húmedo se adhirió al aire alrededor nuestro. Levantémi cabeza, ojeando el abrasante cielo naranja. Una gota de agua calló,salpicando mi mejilla. Entonces el cielo se abrió, empapándonos en la fríalluvia dentro de segundos.

Suspiré. — ¿En serio, tiene que llover? — Al menos no es ácido.Ese era Aiden, siempre mirando el lado brillante de las cosas.Tirando mi capucha más abajo, caminé hacia delante. Las almas no

hacían caso a la lluvia fuerte. Tal vez estaban acostumbrados a ella.Quería parar y gritarles a todos ellos que fueran al juicio, porque lo quefuera que les esperara no podía ser peor que esto.

Especialmente para los pequeños que estaban solos, no había nadaque pudieran haber hecho que justificara que pasaran la eternidad en elTártaro.

Un pequeño chico estaba sentado solo en un largo charco que la lluviaya había creado. El chico no podía haber tenido más de cuatro o cinco.Movió sus rechonchos dedos en el barro, dibujando un círculo y luegoonduladas líneas todo alrededor.

El sol, estaba dibujando el sol.Arranqué hacia él, insegura de lo que iba a hacer, pero tenía que

hacer algo, tal vez convencerlo de ir a juicio. Los dioses sabían cuántotiempo él había estado aquí. Su familia podría ya estar en los CamposEliseos.

 — No — dijo Aiden suavemente. —Pero…  — Recuerda lo que dijo Apolo. No podemos intervenir.Miré fijamente al niño, luchando contra las ganas de liberarlo.  — Está

mal.

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El agarre de la mano de Aiden se intensificó. — Lo sé, pero no hay nadaque podamos hacer.

Mi corazón dolió mientras miraba al niño tallar una luna al lado del sol,desatento a la lluvia o a las otras almas que casi lo pisoteaban. Quería

estar enojada y lo estaba, incluso con Aiden, porque estaba en locorrecto. No había nada que pudiéramos hacer. Y habría más como esteniño… más almas perdidas. 

Peleando de vuelta con el escocer de las lágrimas, tiré mi manoliberándola de la de Aiden pero no salí corriendo. Caí en un paso junto a élmientras pasábamos más allá del pobre chico, navegando el interminablecampo de almas que habían sido o dejadas atrás o arrojadas a un lado.

 *** 

Tomó horas pasar a través de los Campos de Asfodel. Para el momentoen que dejamos el barro hasta las rodillas y nuestras botas tocarondispersos parches de hierba, estábamos empapados y congelados,nuestras capas caían pesadas. La lluvia de alguna manera se habíacolado dentro de mi bota y, con cada paso, mi pie chapoteaba atrás yadelante. El agotamiento me perseguía, y probablemente también a

Aiden, pero ninguno de nosotros se quejó. Viajando a través del campo detodas estas almas servía como un recordatorio de que las cosas siemprepodían ser peor.

La lluvia había cesado un poco, cambiando a una constante, establellovizna. El cielo era ahora un oscuro naranja, señalando que la nocheestaba al alcance de la mano. Delante, las montañas verdes conducían auna gruesa, casi impenetrable pared color pizarra. Iba a ser una empinadaascensión.

 — ¿Quieres tomar un respiro?  — Preguntó Aiden desde detrás de su

capa mientras contemplaba las montañas — . Luce relativamente seguro.Podemos tomar un…  — No. Estoy bien  — Pasé alrededor de él, escalando lentamente la

primera montaña, ignorando el sordo dolor alojándose en mis sienes — .Además, mientras más rápido lleguemos dentro de los túneles, antespodemos descansar, ¿correcto? Estaremos seguros allí a la noche.

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 — Sí. — Aiden estuvo a mi lado en un segundo. Su mano salió de su capay se deslizó dentro de mi capucha. Su palma estaba cálida contra mimejilla. El gesto fue breve, y se fue demasiado rápido.

Viajamos en silencio, pero la preocupación me importunaba. El dolor 

de cabeza no era grave, nada como lo que había experimentado antesde que Seth pidiera una llamada, pero no tenía idea de cuánto tiempotomaría para que progresara. La única esperanza era que alcanzáramosalgún lugar seguro -preferentemente seco-donde pudiéramos dormir por lanoche. Dormir era lo que necesitaba, y cuanto antes mejor.

El extraño cielo se oscureció con cada montaña que escalábamos,forzándonos a acelerar nuestro ritmo. Cruzamos un campo de narcisos quese levantaban hasta nuestras rodillas, pétalos de un blanco luminoso yllevaban una esencia increíblemente dulce. La pared color pizarra seacercaba más mientras las flores daban paso a los árboles.

Al menos eso pensé que eran.Se levantaban en el cielo, sus ramas desnudas en su mayor parte, como

dedos esbeltos esforzándose por agarrar la creciente oscuridad. Alrededor de las ramas bajas, frutas rojas como el rubí colgaban en el aire.

Granadas.Curiosa de como sabían, me estiré por una. La mano de Aiden

secuestró la mía en un agarre casi doloroso. Dejé escapar un apagadogrito de sobresalto.

 — No  — dijo él severamente. Desde detrás de su capa, sus ojos eranplata brillante — . ¿No sabes nada de Perséfone?

Lo miré indignada.  — Uh, ella es la Reina del Inframundo. No soyestúpida.

 — No dije que fueras estúpida.  — Su agarre se aflojó mientras meconducía a través de los árboles, hacia el último montículo — . Sin embargo,realmente estoy empezando a creer que deberías haber gastado menostiempo en clase durmiendo o haciendo lo que sea que estuvierashaciendo.

 — Ja. Ja. — Perséfone comió de los árboles de granadas de aquí. Si comes algo

de este mundo nunca te podrás ir.Todas mis respuestas sabelotodo se desvanecieron. Hombre, me sentí 

como una idiota por no recordar eso.  — Está bien, tal vez debería haber prestado atención en clases.

Él se rió por lo bajo.

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Pero todo el humor lo abandonó cuando le dio una buena mirada a lamontaña.  —Dioses… 

Era empinada, cubierta con manchas de hierba, raíces expuestas,árboles con grandes frutas negras en forma de lágrima colgando de sus

ramas, y que esperaba seriamente fueran fragmentos de roca claros, nohuesos, como aparentaban. Suspirando, pasé a Aiden por al lado. — Mejor vamos andando.

Escalamos la montaña, usando las raíces para ganar agarre y seguir subiendo. No sé cómo lo hizo Aiden, cargando el pesado paquete en suespalda, pero se movía un infierno mucho más rápido que yo.

A medio camino de la cima, un sonido gorgojeante se elevó encimade la cubierta de una rara fruta. Frené, levantando mi cabeza. La pesadacapucha se deslizó hacia atrás mientras miraba a través de la llovizna, másallá de los árboles, hasta el cielo actualmente azul oscuro.

La noche había caído, y recordé la advertencia de Apolo. — Vamos — llamó Aiden — . Necesitamos apurarnos.Agarrando una raíz, me empujé hacia arriba. — Ese ruido, ¿lo oíste?Aiden no dijo nada solo siguió escalando.Las ramas encima de nosotros empezaron a temblar, balanceando la

gran fruta. El gorgojeo creció más fuerte.  —Yo… creo… que está viniendode la fruta.

Encima de mí, una lágrima negra del tamaño de un cojín de una sillapelota25 se sacudió y luego se extendió abierta, una… una larga, negra ypeluda pata a la vez. El gorgojeo aumento. El centro de la masa tembló yluego una hilera de ojos rojos como el rubí me miraron.

 —Oh, mis dioses… no son frutas. Y ahora capto porque las almas noviajan cerca de los túneles.

La araña gigante cayó del árbol, golpeando el suelo con seis de susocho patas. Su chillido volvió mi sangre en hielo. Otro golpe sobre latierra… y luego otro y otro. Su macabro coro ahogó el sonido de cualquier otra cosa.

Aiden se deslizó bajando la montaña, pateando guijarros sueltos yhuesos mientras venía a mi lado. Agarró mi mano mientras una caía al ladonuestro, los colmillos brillando, levantando dos de sus patas e hizo chillidocomo cuando alguien pasa el dedo por un pizarrón.

25 Silla pelota: Consiste en un cojín en forma de pelota apoyado sobre una silla. La silla pelota es un

dispositivo terapéutico creado para aquellas personas que pasan gran parte de su tiempo sentadas.

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Chillando, salté hacia atrás, golpeando a Aiden mientras la enormearaña corría por el suelo. Aiden me empujó a un lado y sacó una daga.Tirando hacia arriba, él estrelló la espada hasta la empuñadura en elcentro de la araña.

Rodé hasta mis rodillas y me levanté, captando la vista de miles depatas negras corriendo precipitadamente a través de la tierra.Peso se estrelló en mi espalda, empujándome de cara en el barro y en

la húmeda tierra. Agudo dolor cortó a través de mi labio y probé la sangreen mi boca, pero eso era nada cuando sentí el pesado, espeluznante pesode la araña en mi espalda.

Sus patas cavaron a través de la capa mientras silbaba en mi oreja.Llamando al poder que descansaba dentro de mí sentí… sentí nada. 

Mierda.Cavando mis rodillas, me impulsé fuera del suelo y tiré a la araña.

Aterrizó en su espalda unos pocos pasos lejos, las patas sacudiéndose en elaire mientras siseaba.

 — Dioses, odio, odio las arañas.Aiden se inclinó, enganchando su mano alrededor de mi brazo. Me jaló

hasta mis pies y me empujó hacia delante.  — Este podría ser un buenmomento para usar akasha.

Cientos de burbujeantes ojos rojos nos miraron.  — No puedo. No creoque funcione aquí abajo.

Con sus manos en mi espalda me empujó arriba de la montaña, jurando debajo de su aliento.  — Todavía puedo sentir el elemento fuego.¿Tú puedes?

Levantando mi mano embarrada, estaba sorprendida y aliviada alencontrar una diminuta chispa. — Sí.

 — Bien. A la cuenta de tres, despejaremos un camino hasta las rocas deadelante. — Cortó, golpeando fuerte con la hoz a una araña que se habíaaventurado muy cerca. Patas volaron en todas direcciones — . ¿Ves lagrieta en esa roca de ahí?

La vi. También vi alrededor de cien arañas entre nosotros y la delgadagrieta.  — Uh-uh.

 — A la cuenta de tres enciendes y corres. No pares. ¿Está bien? — Sí. —Uno… dos… ¡tres!

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Concentrándome en el elemento fuego, extendí mi mano, como lo hizoAiden. Bolas de llamas coloreadas de violeta golpearon la tierra en amboslados, propagándose rápidamente mientras formaban una pared.

 — ¡Ve! — ordenó Aiden, empujándome hacia arriba.

Trepé sobre el suelo, sin sorprenderme cuando vi a algunos de lospeludos bastardos saltando sobre el fuego. Otros embistieron directamentedentro de él, pero cayeron a un lado, silbando de dolor. Aiden se agarróde mi brazo mientras escalábamos la última de las montañas resbaladizaspor la lluvia. Detrás de nosotros las arañas sobrepasaban las llamas. Elsonido de sus pies corriendo precipitadamente a través del suelo que meperseguían. Alcanzando la sima de la saliente, mis dedos palmearon unaroca y casi lloro de alegría.

Uno de los monstruos más veloces se sacudió desde abajo,enganchándose en mi pierna. Mi agarre se deslizó y mi corazón saltódentro de mi garganta mientras el peso de la araña y la pesada capa mearrastraban directamente de vuelta al borde.

Dejé salir un ronco grito mientras mis dedos continuaban resbalándose,pero luego Aiden estaba repentinamente ahí, ensartando sus brazosdebajo de los míos. Tiró de sí mismo hacia atrás, los poderosos músculostensándose y haciéndolos estallar debajo de la capa mientras meempujaba encima del saliente, araña y todo. Tirando de la pierna libre, meretorcí y rodé, estrellando el talón de la bota en uno de los ojos de laaraña. Dejando salir un silbido, la araña se resbaló de mi pierna y cayómontaña abajo, sacando unos pocos de sus amigos de ella.

Tambaleándonos a nuestros pies, nos deslizamos a través de la estrechagrieta justo mientras la masa de arañas infringía la saliente y golpeaban lapared.

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VeintidósTraducido por Belu Malu

Corregido por Dafne

iajamos por lo que se sintieron como horas a través de unestrecho túnel, tan oscuro que hasta mis ojos tuvierondificultades para ajustarse. Aiden lanzaba una pequeña bola de

llamas cada pocos minutos, pero ninguno de los dos queríamosarriesgarnos en la luz por mucho tiempo. ¿Quién sabía que podría haber 

aquí abajo? Esas arañas no podrían caber por las angostas grietas, pero,conociendo nuestra suerte, probablemente tenían bebés que estarían másque ansiosos por encontrarnos en el laberinto del túnel de trabajo.

Exhaustos y empapados hasta los huesos, nos detuvimos donde el túnelse ensanchaba en lo que parecía ser la entrada a una caverna. Aiden semovió lentamente hacia ella mirando de cerca a la negrura. Mientras memovía hacia delante para echar un vistazo, me retuvo con su mano.

 — Déjame ver que hay primero, ¿está bien? — me preguntó.Controle la urgencia de empujarlo a un lado y ayudar.  — Adelante. Si

hay un oso del Inframundo ahí dentro, que te coma a ti primero.Lanzándome una sonrisa irónica, sacudió su cabeza y se deslizó hacia

dentro, daga en mano. La pequeña bola de llamas que lanzó fue tragadapor la oscuridad. Quedarme fuera de la caverna tomo todo miautocontrol, literalmente.

Me apoyé contra la desapercibida pero probablemente lodosa roca,entumecida en mi ropa empapada. Ni siquiera estaba segura de sitodavía tenía todos mis dedos. Era algo bueno el que Aiden me amara ypudiera pasar por alto mi apariencia. Sin duda parecía la reina de la

graduación de la semana pasada después de una noche infernal.Aiden regresó, con sus dagas envainadas, por ahora.  — Todo

despejado. Deberíamos estar bien por la noche.Empujándome de la roca, lo seguí dentro. Era estrecho unos cuantos

pasos, pero luego se ampliaba en una habitación circular; definitivamenteestaba más seco dentro, lo que era una ventaja. Lluvia caía sobre el suelo

V

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de roca por unos pequeños agujeros del techo, pero el resto estaba seco yapropiado.

También había algo más… Hacia la parte izquierda de la habitación había una especie de

manantial natural. Bueno, aquí abajo, no estaba segura de lo que era. Por lo que sabía podría ser un contenedor de ácido, pero olía a…  — Jazmín — dije. — Lo sé.  — Aiden apareció a mi lado. Aflojó la capucha de mi capa y

gentilmente pasó su pulgar debajo de mi labio, que ya no palpitaba — .Extraño, ¿no?

 — Todo es extraño aquí abajo.  — Acercándome a la pileta de aguaperfumada, metí mi mano. Calidez cosquilleó en mi palma — . Está caliente,pero no demasiado.

Aiden se había quitado su capucha.  — Dudo que tengamos tantasuerte como para un baño… ¡Alex, no! 

Demasiado tarde. Ya me había arrodillado y cuidadosamente habíapuesto un dedo en el agua, pensando que podía dejar uno. El agua silbó.

El aire se mezcló a mi alrededor cuando Aiden se disparó haciaadelante, agarrando mis hombros.

 — Está bien  — le dije. Además de repentinas burbujas espumosas, elagua se sentía placentera. Era tan clara que podía ver el piso del lago deroca.

 — Dioses Alex, no puedes ir por ahí poniendo tu dedo en cualquier cosa.Arqueé una ceja.El rodó sus ojos — : Tu mente me asusta.Sonreí. — Te gusta cómo funciona mi mente.Calor instantáneo oscureció sus ojos a plata.  — La mayoría del tiempo,

sí.  — Se relajó y soltó mis hombros.  – No estoy seguro de que debamoscomenzar un fuego.

Enderezándome, lancé una mirada asesina a mi ropa húmeda quepicaba. Maldición.

Sus labios se retorcieron. — Podría atraer atención indeseada. — Arañas — susurré.Aiden asintió.Me estremecí.

 — Eres tan intensa. — Se paró delante de mí, inclinando su cabeza haciaun lado mientras colocaba las puntas de sus dedos en mi barbilla — . Y tanvaliente, pero las arañas te envían en caída.

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 — Esas arañas eran el doble del tamaño de un Rottweiler, Aiden. Noeran arañas normales

 — Aun así, arañas — murmuró, bajando su cabeza. Sus labios rozaron losmíos. El gentil toque fue fugaz, pero poderoso — . Pero si te quitas la ropa,

estoy seguro de que podría conseguir que se secara.Mis ojos se abrieron como platos.  — Guau. ¿Estás tratando de que medesnude?

Su mirada plateada encontró la mía.  — ¿Realmente necesitas queresponda a eso?

Un caliente sonrojo coloreó mis mejillas. Cuando era así, abiertamentecoqueto y completamente sexy, yo era lamentable. No creo que algunavez lo sea y hay algo emocionante en ello. Pero lo miré fijamente,atrapada entre las imágenes jugando en mi cabeza y el verdaderohombre parado delante de mí.

Aiden rió entre dientes. — Deberías verte ahora mismo.Recuperándome de mis pensamientos, esperaba que mi expresión

luciera como Alex la Diosa del Sexo y no como Alex la Tonta.  — ¿Cómo meveo?

Su sonrisa era pequeña y casi oculta. — Linda. — ¿Linda? — Mm-hmmm.  — Moviéndose hacia la esquina de la caverna,

buscando en las sombras los dioses saben qué — . Pero en serio, si te quitasesa ropa, puedo secarla.

Pero estaría completamente desnuda. No había necesidad de queestuviera tímida alrededor de él, pero algo acerca de eso, aquí… 

Se quitó la capa y se encogió de hombros ante la mochila. Como sileyera mi mente arqueó una ceja. — Empaque dos mantas. No es mucho,pero son suficientemente grandes como para cubrirte.

Mis labios se extendieron en una sonrisa. Sip, Aiden pensó en todo.  — Eres asombroso.

La mirada que lanzó sobre su hombro, me dijo que lo sabía. – Sé que laropa te está incomodando.

 — No lo está.La última cosa que quería era ser débil y quejumbrosa delante de

Aiden.Dejo caer su mirada. — ¿No lo está?.No. Mi mirada siguió a la suya a la altura de mi cadera. Me quede

inmóvil. — Está bien, me está molestando.

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 — ¿Piel delicada?  — siguió acosándome, luego se arrodilló y bajó lacremallera de la mochila.

Me quede mirando fijamente a sus oscuros rulos mojados mientrashusmeaba en la mochila.  — Sip, tengo piel sensible. ¿Empacaste alguna

loción? — No — se rió — . Pero tengo un surtido de bocadillos.Rico.

 — También un surtido de nueces.Doblemente rico.

 — Y un poco de agua.  — Inclino su barbilla hacia arriba, sus ojosbailando — . Lo siento, no pude empacar un Mc Donalds para ti.

 — Bueno, nadie es perfecto.Aiden se rió de nuevo. Dioses, amaba ese ronco y profundo sonido y

nunca me cansaría de escucharlo. No hacía mucho tiempo, Aiden no sereía demasiado. Así que cada vez que lo hacía, lo atesoraba como la máspreciada posesión.

Colocó la manta en un espacio seco y luego se levantó.  –  Iré a revisar la entrada solo para asegurarme de que estaremos bien por la noche.

Asentí, y él se dio la vuelta sin decir una palabra, desapareciendo por lagrieta de la pared.

Sintiéndome curiosamente atontada, considerando donde meencontraba, me giré hacia el lago natural. Sólo el pensar en deslizarme enel agua caliente, me daba escalofríos, empezando por la piel sucia.

Pero Aiden no lo aprobaríaQuitándome la capa de un tirón, pateé mis botas, mirando el agua

como si fuera un trozo de filete. Si el agua fuera peligrosa me habríadespellejado la piel del dedo o estaría corriendo alrededor graznandocomo una gallina. Decisión tomada, me desvestí rápidamente y deslicé mispies en el agua. Suspiré cuando el lago espumeó y burbujeó, ycuidadosamente bajé por los escalones naturales. El agua golpeaba ysiseaba contra mis caderas mientras me movía más lejos. Calidez,embriagante y placentera, se filtró a través de piel, en mis músculos. Nohacía que me picaran los numerosos cortes y moretones; en todo caso, losaliviaba. El suave y seductivo aroma parecía aliviar también el leve dolor en mi sien.

En el medio del manantial, el agua alcanzaba justo debajo de mipecho, pero mi presencia mezclaba el agua y la espuma blancaalcanzaba mi clavícula, burbujeando alrededor del talismán.

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Cerrando mis ojos, dejé escapar un suspiro. El agua se sentía tan bien.Podría quedarme aquí toda la noche, sintiendo las pequeñas burbujaszumbando en mis pies, corriendo por mis piernas.

Era el cielo en el Inframundo.

Sonreí pensando que Hades tenía lo mejor en cuando a spa yrelajación. –Alex… La voz de Aiden me sacó de mi meditación. Lanceé una mirada sobre

mi hombro sonriendo tímidamente. — No pude resistirme. Lo sientoNo lucía enojado. Sorpresivamente no lucía exasperado. Tampoco

podía decir que lucía entusiasmado, pero… Oh… Aiden lucia hambriento.Mi respiración se atoró en mi garganta y me tomó algunos intentos

encontrar mi voz. — ¿Está todo bien fuera de la caverna?Con los ojos caídos, asintió.Me mordí el labio. Por supuesto que estaba bien. Estábamos a salvo por 

la noche, pero descansar no estaba en mi mente. Lo que estaba, eracompletamente inapropiado y realmente tenía mezcladas mis prioridades,pero estábamos haciendo frente a lo desconocido. Este viaje era peligrosoy los dos podríamos salir heridos. Peor aún, Aiden podría morir.

Pánico puro golpeó a través de mi pecho ante el pensamiento deperderlo. Simplemente no podría soportar su perdida. Y por esa razónquería apretar pausa. Quería vivir, realmente vivir en el momento, y conAiden, eso siempre era posible. En realidad, era mágico.

Respiré profunda y largamente. — Deberías unirte.Parte de mí esperaba que tuviera que rogar decentemente un poco.

Aiden estaba “trabajando”, y yo estaba preparada para desplegar todaslas técnicas que conocía, incluida lloriquear.

Así que cuando dio un paso atrás y se quitó sus botas, estabamalditamente sorprendida. Conmoción se esparció en mí cuandotranquilamente tiró su camiseta fuera de la pretina de sus pantalones deentrenamiento y jaló la húmeda prenda por encima de su cabeza.

Detuve una respiración entrecortada.Su estómago era perfecto. Producto de años de riguroso

entrenamiento. Parecía como si alguien hubiera colocado rodillos de pintor debajo de su firme piel. Y su pecho… 

Sip, no podía dejar de mirar.

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Y todo el tiempo me observaba con esa intensa mirada como platacaliente. Sentí el sonrojo regresar a mis mejillas mientras mi respiración seaceleraba.

Cuando sus manos se movieron a la parte superior de sus pantalones,

me miré a otro lado. Solo porque estaba segura de que me desmayaría yme ahogaría si seguía mirando, y bueno, eso arruinaría el momento.Ropa golpeó el suelo de roca y hubo un segundo, muy largo, de

silencio y después el agua se agitó y burbujeó aún más. Con el pulsomartilleándome en todos lados, me giré hacia él y perdí mi respiración y micorazón nuevamente.

Aiden estaba plantado allí como un dios.Mucho más alto que yo, el agua rozaba su ombligo. Blanca espuma se

 juntaba en las planas costillas de su estómago y yo estaba fascinada por laimagen de Poseidón levantándose del océano.

Poseidón no tenía nada de él.Se deslizó a través del agua burbujeante, con las manos a los costados.

Tuve que levantar la cabeza para encontrarme con su mirada.  — Oye — ledije.

Un lado de sus labios se curvó hacia arriba.  — Probablemente esto nosea una buena idea.

 — ¿Por qué? — Tengo el presentimiento de que voy a estar muy distraído en unos

segundos.  — De todas maneras se estiró, encontrando la banda quemantenía mi cabello atado — . En realidad, ya estoy distraído.

Mi corazón estaba tratando de salirse de mi pecho.  — Pero estamos asalvo aquí, Apolo lo dijo.

 —Lo estamos, pero… — Gentilmente, me quitó la banda acomodandomi abundante cabello sobre mis hombros. Una gran cantidad de él sehundió debajo de la superficie — . Pero tenemos que ser cuidadosos. Yodebería estar prestando atención.

Me paré dentro del flojo círculo que sus brazos habían creado mientrasél jugaba con mi cabello. Colocando mi mano sobre su pecho, meentusiasmó la manera en que se estremeció y respiró entrecortadamente.

 — ¿No puedes ser multifuncional? Yo puedo.Aiden lanzó perezosamente un húmedo cabello encima de mi hombro

y siguió con otro.  — Eres una mentirosa, tus habilidades multifuncionalesapestan.

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 — No lo hacen. Y no estamos hablando de mis habilidadesmultifuncionales. — Mi mano se deslizó hacia abajo, como si tuviera mentepropia — .Creo que puedes manejar hacer dos cosas a la vez.

Él había conseguido reunir todo mi cabello ahora, y lo estaba

enrollando en su puño.  — ¿Lo crees?.  — Colocó un dedo en mi labiosuperior, trazando lentamente su curva. Sus pestañas bajaron aún más, ysolo una pequeña facción de ojos plateados brilló — . Deberías estar descansando.

 — Lo haré. — Di el último paso hacia adelante. Las burbujas burbujearony cedieron. Estirándome curvé un brazo alrededor de su cuello — . Pero tútambién deberías descansar.

La mano libre de Aiden de desvió a mi cuello, por encima de mihombro, y luego su brazo estaba alrededor de mi cintura, sosteniéndomefuerte contra él, tocándonos a lo largo de todo nuestro cuerpo. Yo estabaexasperada, y cuando sus labios rozaron la curva de mi mandíbula mis ojosse cerraron agitadamente. Cada musculo de mi cuerpo se tensó y pudesentir las marcas deslizándose por toda mi piel.

 — Podemos tomar turnos  — dijo Aiden contra mi barbilla y luego en lamandíbula — . Tú duermes primero, descansas un par de horas y luego yo tedespierto. — Se detuvo presionando un beso en la parte sensible debajo demi oreja. Temblé — . ¿Está bien?

En ese punto habría acordado cualquier cosa, así que lo hice. — Entonces partamos a lo primero.Aiden bajó la mano que envolvía firmemente mi cabello, arqueando mi

espalda. El frío aire de la caverna me ponía la piel de gallina en la parteexpuesta. La respiración se me entrecortó cuando sus labios regresarondonde mi pulso latía y luego más abajo, sobre el ascenso de la clavícula ymás abajo todavía.

Luego se retiró, soltándome, su pecho subiendo y bajandoirregularmente mientras se movía hacia el borde del lago. — Y ahora mismodeberías estar descansando. Esto… 

 — Para de hablar.  — Me empujé a través del agua, consciente de quecuando me movía más cerca, el manto de agua se desvanecía.

Aiden también estaba muy consciente. Un músculo de su mandíbula seflexionó y su mirada cayó. — ¿Me dijiste que me callara?

 — No.  — Lo seguí mientras él seguía retrocediendo, hasta que no teníaotro lugar donde ir, hasta que su espalda estuvo contra el borde de lalaguna de roca y estaba atrapado. Colocando mis manos a cada lado de

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él, miré hacia arriba — . Está bien, te dije que te callaras, pero lo hiceamablemente.

Respiró profundamente. – Creo que podría ignorarlo.Floté, dejando que mis piernas se enredaran en las de él. — Para alguien

que habla poco, realmente hablas mucho cuando preferiría que nohablaras.La risa de Alex sonó atragantada. — Eso no tiene sentido, Alex.Sonriendo, me incliné y presioné mis labios en la firme curva de su

mandíbula, repitiendo lo que él había hecho hasta que su pulso retumbóen todo mi ser. — Tener sentido está sobrevaluado.

 — Tú crees que muchas cosas están sobrevaluadas.  — Aiden dejó caer su cabeza hacia atrás, los gruesos músculos de su cuello tensándosemientras sus manos excavaban en el borde del lago.

Por un momento, me congelé asombrada por él. No sucedía a menudoque alguien pudiera ver a Aiden así, completamente vulnerable antealguien más. Toqué su mejilla, queriendo recordar este momento. Laenormidad de lo que nos esperaba por delante era una corriente fría sobremi piel y más honda, en mi alma. No podía saber lo que me esperaba en elfuturo-; lo que Aiden podría terminar siendo. Tantas cosas eran inciertas.

Las palabras de Apolo se inmiscuyeron. Sólo puede haber uno.Me estremecí, entendiendo que eso significaba más de lo que yo

quería. Hasta Seth lo entendía. Pensé en el maldito sueño que tuve cuandoveníamos aquí.

Puede que no hubiera años para Aiden y para mí, quizá ni siquierameses o semanas. Puede que no hubiera siquiera días. Y el tiempo que nosquedaba, lo estábamos gastando en constante peligro. La siguiente horano estaba garantizada y no quería perder cada momento corriendo haciael final del tiempo.

Los ojos de Aiden se abrieron. – ¿Alex?Parpadeé las lágrimas repentinas.  — Te amo.  — Era todo lo que podía

decir.Levantó su cabeza, sus ojos buscando los míos, y quizá vio lo que

estaba pensando. Quizá él también sabía que al final, habría más vidasperdidas; algunas de las que sería casi imposible seguir adelante y superar,pérdidas que robarían una parte de nosotros. Que este momento juntos,podríamos no tenerlo de nuevo.

Había dejado de hablar.

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Aiden vino tan rápido desde la pared que el agua reaccionó en unfrenesí de burbujas. Él, nosotros, estábamos en un frenesí. Sus brazos meestrellaron contra él, su boca demandando, diciendo esas dos palabrasuna y otra vez sin decirlas. Aiden me levantó, enterrando una mano

profundamente en mi cabello, la otra presionando la parte baja de miespalda, ajustándonos el uno al otro. Se dio vuelta y mi espalda estabapresionado el borde y él estaba en todos lados a la vez, robando mialiento, mi corazón, mi alma. No había que separarse por aire, ni tampocoun control de límites. No había vacilación en el borde. Nos sentíamos decabeza. En sus brazos, en la forma en que el agua burbujeaba y se movíacon nuestros cuerpos, perdí el ritmo del tiempo, pero gané una pequeñaparte de mí. Gané una parte de él que mantendría cerca por el resto demis días, no importa que tan largos o cortos resultaran ser.

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VeintitrésTraducido por Jeyly Carstairs

Corregido por Dafne

ientras dormía, Aiden se las había arreglado para secar nuestra ropa sin tostarla. Si me hubiera dejado hacerlo a mí,probablemente las habría convertido en una antorcha. Dormí 

un poco más de cuatro horas, despertando antes de lo que él me dijo. Mecambié y luego me acomodé a su lado en una de las dos mantas

delgadas. Ambos olíamos a jazmín, que era mejor que el olor a humedaddel inframundo.

Aiden yacía de costado, su pesado brazo sobre mi cintura.  — Podríashaber dormido más tiempo.

Yo jugaba distraídamente con la mano que apoyaba en mi estómago. — Estoy bien. Es tu turno. Voy a mantener un ojo en las cosas, me asegurarede que no haya arañas encima tuyo. Él presionó sus labios en mi mejilla ysuelta una risita. — Estoy preocupado si pasa algo entre yo y una araña, yopodría estar jodido.

 —  Me enfrentaría a una horda de arañas por ti, nene.  —  Sonreí ante elsonido de su risa otra vez — . En serio.

 — Eso es amor verdadero allí. Algunas cosas serias, — bromeó él. — Lo es.Hubo una pausa y luego dijo — : Mientras dormías, estaba pensando en

lo que dijo Apolo acerca de que hay otro dios involucrado.Mi curiosidad despertándose, incliné mi cabeza hacia atrás para poder ver su rostro. — ¿Si?

 — Sé que Seth no ha revelado el secreto de quien podría ser, pero

Marcus tiene sus apuestas en Hermes, y desde que el ayudó a Seth…   — Siempre es Hermes. Él es como el saco de boxeo de los dioses. La

gran broma. — Exactamente.  — Aiden apartó un mecho de cabello húmedo de mi

frente — . Parece demasiado obvio que sería él. Y a pesar de que Hermesha sido conocido por tirar algunos trucos, sus acciones suelen ser 

M

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relativamente inofensivas. Esto; lo que se ha hecho a todo el mundo, elolimpo incluido, es más grande que él, casi como si fuera personal.

Tenía un punto.  — Apuesto a que ser el blanco de las bromas delOlimpo podría hacer las cosas personales después de unos pocos miles de

años. — Es cierto, pero no sé… — Él bostezó — . Sigo pensando en Seth, en supersonalidad.

 —Oh, querido… Una sonrisa cansada apareció.  — Así tú quieras admitirlo o no, llevas

algunos de los rasgos de Apolo. Así que lógicamente, Seth llevaría algunosde su propio linaje.

Había cosas peores que ser comparada con Apolo. — Seth es arrogantey petulante. Eso realmente no reduce la lista.  — Ante el cansadoasentimiento en acuerdo de Aiden, apreté sus manos — . Ve a dormir.Vamos a resolver esto en la mañana.Aiden insistió en que no estaba cansado, pero no tomó más que unosmomentos antes de que su respiración se hiciera más profunda yconstante. Me quedé en sus brazos, con mid ojos pegados a la entrada.Todavía estaba cansada y el dolor de cabeza había regresado de nuevoal momento en que me desperté, extendiéndose desde mis sienes, peroera manejable.Reflexionando sobre lo que Aiden había dicho, tuve que conceder la ideade que había algo personal detrás de esto algo de credibilidad. Pero elúnico problema con eso era el hecho de que todos los diosesprobablemente tenían una maldita buena razón para causar discordia.Apolo siquiera había dicho una vez antes que, después de miles de añosde estar juntos, ellos no tenían nada mejor que hacer que molestarse entreellos.

Teníamos que averiguar quién estaba detrás de esto, pero ¿quépodíamos hacer? Eliminar a un dios era algo inaudito. Incluso los Titaneshabían sido sepultados, no asesinados. La pérdida de cualquier diosacarreaba consecuencias cósmicas. El mundo no dejaba de girar, perotodos los dioses se debilitarían si uno caía. Esa era probablemente la únicacosa que les impedía absolutamente matarse unos a otros, pero… Un granproblema a la vez… Seth y Lucian eran nuestro mayor problema. Con suerte encontraríamos aSolaris y ella tendría la respuesta para detenerlos. Una parte de mí no habíarenunciado al pequeño trozo de esperanza que de alguna manera Seth

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podría ser salvado – que podría ser arreglado. Sinceramente creía que, sinLucian y la influencia del éter, el no habría hecho las cosas que hizo.Pero, ¿quién era yo para decir que lo absolvía de sus pecados? Si unadicto a la drogas mataba a alguien bajo su influencia, todavía era

culpable. Seth había hecho lo que había hecho y se sentía como si nohubiera vuelta atrás de eso.El dolor era como lodo en mi sangre, sucio y desordenado, porque sesentía fuera de lugar.

Como si me sintiera mal por un asesino… Empujando mis pensamientos sobre Seth a un lado, acaricié los dedos

de Aiden y me pregunté si alguna vez escucharía a Aiden tocar la guitarraotra vez. Eso esperaba. Tal vez incluso haría que cantara, porque tenía unabonita voz.No estaba segura de cuánto tiempo pasó, pero no podía haber sido másde una hora. El cielo asomándose a través de los agujeros en el techo dela caverna er a todavía de un azul profundo y mi dolor de cabeza… habíaaumentado sin parar. Ahora palpitaba detrás de mis ojos.

No podría engañarme a mí misma. Sabía lo que significaba. Sethestaba en el otro extremo de la conexión y estaba tratando dealcanzarme. El veneno del pánico me dio una fuerte mordida. Este no erael momento para que él tirara este tipo de basura. Un maldito ejército dearañas podría descender sobre nosotros, mientras yo estaba con él. Peor aún, podríamos ser descubiertos por Hades.Moviéndome con cuidado me liberé del abrazo de Aiden, me empuje enmis pies y me fui a la piscina, sacando el agua con olor a jazmín ysalpicándola sobre mi cara. Parecía haberme ayudado antes, pero tuve lasensación de que estaba más allá de ayudar.

Me senté, concentrándome en mi respiración. Podía sentir el cordónahora. Todavía dormía, pero el zumbido era más fuerte, más potente. Pusemi cabeza en mis manos, apreté mis ojos cerrados y espere. Una parte demí ya sabía que nada podía parar esto.

Seth era increíblemente fuerte y era terriblemente determinado cuandoquería serlo.Así que esperé el dolor por venir, pero nunca lo hizo. En cambio el zumbidodel cordón se hizo más y más fuerte, hasta que sentí como si todo micuerpo vibrara. Entonces del ruido claro llenando mi cabeza, un murmullocreció hasta que pude distinguir las palabras y reconocer la voz.

Es bueno verte… o escucharte de nuevo, Alex.

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 — Seth.Mis ojos se abrieron de golpe y a diferencia de la última vez, no me

sentía transportada mentalmente en algún lugar por Hermes. El muelleestaba todavía frente a mí. Podía oír las profundas respiraciones de Aiden y

sentir el ligero frio en el aire de la caverna.Sé que puedes oírme, Alex. Puedo sentirlo.Me quejé. Estoy realmente empezando a molestarme con esto.

A través del cordón, podía sentir su petulancia. Era como antes, cuandohabíamos estado conectados. Sus emociones fluían a través de mí yviceversa. Apuesto a que si cerraba los ojos podía verlo claramente de piefrente a mí, pero no estábamos conectados.

En el fondo te gusta, dijo él.Uh, no. Metiendo mi cabello mojado hacia atrás, deje escapar un

suspiro bajo. No entiendo cómo eres capaz de hacer esto. No estamosconectados.Después de nuestra última pequeña visita social, es más fácil aprovechar la conexión. Cada vez que te sientes muy agobiada o emocional, puedollegar a ti. Creo que sería lo mismo si estuvieras en dolor. Hubo una pausa y

 juro que sentí un destello de preocupación. ¿Tienes dolor?Rodé los ojos. Las buenas noticias eran que Apolo debería tener unapequeña charla con Hermes. No, pero eres un dolor en el culo. ¿Esocuenta?La risa de Seth todavía tenía esa extraña sensación de calor.Al menos de esta manera no me puedes golpear.

Golpear a Seth todavía se sentía como una opción viable. No tengotiempo para esto ahora mismo.

Curiosidad se filtraba a través de la conexión. ¿Qué es lo que estáshaciendo en este momento, Alex?

¿Qué estás haciendo TÚ en este momento, Seth?Estaba riendo de nuevo. Era una risa agradable. No tenía el mismo

efecto que la de Aiden, pero era rica y profunda y me recordaba a Seth. ElSeth pre-matanza-alboroto es decir.

Tú dime primero.Sí, eso no va a pasar.Mirando por encima de mi hombro, vi a Aiden agitarse un poco.

Entonces cerré los ojos y me concentre en la conexión. Pensé que tambiénpodría recoger alguna información de esta.

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Una fracción de segundo más tarde, Seth tomo forma en mi mente. Por alguna razón, el solo tenía la mitad de la ropa puesta. No estaba segura siesa era yo haciendo eso o si realmente estaba sin camisa. De cualquier manera, era demasiada piel dorada expuesta. Pisando ligeramente probé

la conexión y las emociones que me alimentaban. Yo no sabía si podría dealguna manera dejarme atrapar por el de esta manera, así que procedí con mucha precaución.La única cosa que sentí era… calma, que era muy –  Un repentinoescalofrió se deslizo por mi espalda y luego Seth dijo: Lo que estásbuscando, no lo vas a encontrar.¿Qué crees que estoy buscando?

Contigo, nunca se puede estar muy seguro.Oh, El burro hablando de orejas.

Diversión fluía a través de la conexión cuando Seth dijo, el comal le dijoa la olla.

Hice una mueca. ¿Qué?Seth se rió. Ah, te he echado de menos, Alex.Abrí mis ojos y resistí el impulso irracional de admitir que yo también

extrañaba sus bromas, las enojadas batallas que ninguno de los dosganaba. Era extraña  –  la dinámica de mis relaciones con Seth y Aiden.Aiden me complementaba, era el Yin de mi Yang, el “ahora, ahora” parami listillos. Pero Seth y yo éramos muy parecidos, y en cierto modo,realmente éramos la misma persona. Juntos por mucho tiempo, esprobable que nos matáramos entre sí.

Pero si, había una parte de mí que perdía cuando  –  lo perdía.¿Por qué no has empezado a gritarme todavía?, pregunto.Me atragante con una carcajada. Solo pude hacerle una pregunta.¿Qué? ¿Quieres que te grite? Dudo que eso hiciera algún bien. No va acambiarte.

Pero eso nunca te impidió hacerlo antes. Incluso si sabias el resultado yque no tenía sentido, todavía lo hacías.

Al igual que ahora, mantenerse lejos de ti no tiene sentido. Lapresunción era nueva, estableciéndose sobre mí como una segunda piel.Muy útil. añadió.

Frustrada ahora, cerré los ojos y suspire. Tal vez no me conoces tan biencomo tú crees. Sé que no te importa nadie más que tú mismo, perorealmente me tengo que ir.

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Pinchazos de irritación eclipsaban el calor de la diversión y la arrogancia.Quiero hablar. Inmediatamente cautelosa, abrí y cerré mis manos. ¿Qué eslo que quieres hablar?¿Que tan mal estas?

Era una buena cosa que Hermes no hubiera aparecido, porque mi

mano picaba por conectarse con su cara. Oh, dioses… Seth, no puedohacer esto… Me preocupo por ti dijo él sorprendiéndome. Negué con la cabeza,queriendo negarlo, porque me despojaba de mi capacidad para tomar mis propias decisiones, era un infierno de la manera en que él lodemostraba pero era la verdad. Pero me acorde de aquella noche en lacasa de Telly, ese momento en que había visto la indecisión en sus ojos, lavulnerabilidad.Él no había querido hacerme daño, pero yo creía que lo que el necesitabaabrumaba lo que quería. Lo sé, dije, porque en el fondo sabía que leimportaba.Aún más sorprendente, había una brecha repentina en la conexión. No esque pudiera leer cualquiera de los pensamientos de Seth, pero había unavulnerabilidad que no había estado allí antes. No hubiera estado mal entrenosotros, incluso si nunca conectaba conmigo. No hubiera sido horrible.Mi pecho se sentía pesado y me dolía, porque también había algo deverdad en eso.Pero nunca hubiera sido suficiente añadió, y de una manera extraña, sesentía cada vez más cerca, como si estuviera a mi lado. Soy losuficientemente hombre para admitirlo. Aunque he luchado bastante por ti… y porque confíes en mí, Aiden no tiene nada que hacer contra mí cuando estoy decidido — al final, lo que sentías por mí hubiera sido sobras.Tú nunca has sido realmente mía. Siempre lo he sabido.

Apreté mis manos hasta que me dolían las articulaciones. Entonces ¿Por qué querías estar conmigo? — en las Catskills, me pediste que te diera unaoportunidad. ¿O es que era una gran parte de tu plan maestro?¿Plan maestro? Seth se rio, pero sin humor. ¿Por qué no habría depreguntarlo? Me siento atraído por ti, Alex. No se necesita mucho paradarse cuenta de eso. Y aún hay más. He estado atraído por ti, desde quete vi. Es solo la forma en que lo es para nuestra especie.

Una lejana, casi triste sensación se deslizo a través de la conexión. Estaatracción entre nosotros. No creo que siquiera me creas o incluso quepienses como lo hago. Pero de todos modos, como dije, me preocupo por ti, también.

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Había una cosa física entre nosotros, en parte debido a la unión Apollyon ynuestra propia atracción el uno por el otro. Era lo suficientemente adultapara admitir que todavía estaba allí, pero era débil en comparación con loque sentía por Aiden. Pero algunas cosas no cambian. Me preocupo por ti.

Las palabras fueron susurradas y sonaban rotas para mí. Por un momento,no dijimos nada. Era como un punto muerto, uno muy extraño, torpe ytriste.

Por favor no hagas esto, Seth.El suspiro. Alex… Yo puedo ayudarte.Los pinchazos de irritación agriaban mi estómago ahora. No necesito

ayuda.Lo haces. Tomé una respiración profunda. Eres como un adicto — al éter,cualquiera que sea el amor y la aprobación que estás buscando deLucían. Necesitas ayuda.Supe al momento que yo había dicho algo incorrecto. La irritación cambioa ira y era como estar demasiado cerca del fuego. No necesito tu ayuda,Alex. Lo que necesito es que tú entiendas que no puedes escapar deldestino. Que todo va a ser diferente — que será mejor  — si dejas a Lucíanhacer lo que hay que hacer.Seth.Y necesito que lo entiendas Alex, si puedes, que tal vez — solo tal vez —  Lucían realmente se preocupa por mí, que soy digno de eso, y él quiere lomejor para mí, para nosotros. ¿Crees que puedes hacer eso? Mi gargantatrabajo en el nudo que se había formado allí. Tú vales la pena para quealguien cuide de ti, pero…¿Pero qué? Su voz chasqueó fuego, me atreví a decir lo que él sabía queiba a decir.Di un respiro tartamudeando. Pero yo no puedo hacer lo que me pides. Túte lo mereces — vales mucho — pero no Lucían. Te está usando. Y serádemasiado tarde… No es demasiado tarde. Al final, no importa que, voy a tener todo lo quequiero.Y luego el retrocedió y cortó la conexión.

VeinticuatroTraducido por DafneCorregido por Esperanza.nino

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Cuando abrí mis ojos de nuevo, Aiden seguía dormido, y aunque lacuerda zumbaba suavemente en mi estómago, Seth estaba fuera por ahora. Me paré y rápidamente escaneé la cueva. Todo estaba igual, noera exactamente el Hotel Hilton, pero seguro.

Tragándome el nudo que sentía como un elemento permanente en migarganta, arrastré de nuevo mis pies a Aiden y me senté al lado, tirandomis rodillas a mi pecho. Dioses, no sabía que era peor, si Seth estabacompletamente fuera y no había esperanza para él, o si había algunaparte de él que siguiera allí en algún lugar. De cualquier manera,preocuparme sobre eso era inútil. Ahora mismo estaba en una misión paradescubrir una manera de destruir a Seth.

¿Entonces importaba? Al final, no podía permitirle transferir el poder demí. Demasiadas vidas descansaban de detenerlo.

Aiden debía ser el orgulloso propietario de un reloj interno, porquecuando el cielo empezó a tornarse naranja más allá de los irregularesagujeros en el techo de la caverna, se estiró como un gato salvaje que sedespertaba de una siesta. Se sentó fluidamente y se inclinó, apoyando susmanos a cada lado de mis rodillas dobladas. Calor salía de su pechodesnudo. Presionó sus labios en el espacio sensible debajo de mi oreja ymurmuró — : Buenos días.

 — ¿Supongo que no estamos invadidos por arañas? — Aiden se disparóhasta sus pies y se estiró de nuevo, levantando su brazos, arqueando suespalda.

 — No.Me dio una mirada sobre su hombro y luego se inclinó, agarrando su

camisa de la mochila. — ¿Estás aguantando ahí?Asentí.Mientras comíamos un rápido desayuno de jerbo y nos preparábamos

para volver al túnel, me debatí sobre que contarle a Aiden.No podía ocultar el hecho de que había tenido una especie de

interacción de nuevo con Seth, pero no estaba segura de cómo poner loque estaba sintiendo en palabras que nadie podía entender. Cuando meentregó la capa olorosa, finalmente dije algo. — Vi a Seth anoche.

Aiden se quedó quieto, sus manos apretando su capa. — Bueno.Me concentré en su hombro. — Sé que debería haber dicho algo antes.

 — Sí. Deberías haberlo hecho

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Un sonrojo coloreó mis mejillas. — No lo vi realmente. No como la últimavez. Me habló a través de la conexión. No sabe que estamos haciendo.Preguntó, pero no le dije nada.

 — Por supuesto.  — Él se deslizó en su capa con rápidos y rígidos

movimientos — . ¿Qué quería?Trasladé mi peso incómoda. —Pienso que el solo quería… hablar   — ¿Hablar? — Incredulidad coloreaba su tono. —Sí, él… creo que parte de él sigue ahí. Tú sabes, una parte de él está

confusa, pero realmente cree que Lucian se preocupa por él.  — Mi vozdesapareció poco a poco, moviendo mi cabeza — . No importa. ¿Estáslisto?

Aiden me estudió un momento, luego asintió.Con nuestras capuchas en su lugar, dejamos el pequeño trozo de paz

atrás y nos aventuramos dentro de los oscuros, estrechos túneles,recorriéndolos en silencio. Dado que no podía ver la cara de Aiden o susojos, no estaba segura de que estaba pensando, pero estaba segura deque tenía algo que ver con Seth.

Era lo que estaba pensando mientras navegábamos en la oscuridad,con solo nuestros pasos haciendo eco en el silencio.

Deseé que hubiera visto lo que le estaba pasando a Seth antes de quefuera demasiado tarde, notar como el éter y el akasha lo estabanafectando. Más que todo, deseé haber visto cuan desesperadamente élnecesitaba a alguien, alguien que lo aceptara, incluso que lo amara. Envez de eso había estado tan atrapada en mis propios problemas que nohabía visto todo lo que le estaba pasando. Lo que estaba haciéndole. Encierta manera, le había fallado gravemente a Seth.

Después de dos horas sin detenernos caminando en la oscuridad, unapequeña mancha de luz naranja brilló adelante, y mientras más cercaestábamos, más grande se volvía la mancha hasta que pudimos ver elmundo fuera de la caverna.

 — Finalmente — murmuró Aiden.Se detuvo en la áspera, irregular abertura y se asomó por la ladera de

la colina que conducía a una espesa niebla que cubría el cieloanaranjado. — El Valle del Luto — dijo Aiden — . Estamos cerca del Llano delJuicio.

 — Esperemos que Apolo le haya hablado a Caleb.  — Salí. La hierba griscrujió debajo de mis pies — . No debería tomar mucho.

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Y no lo hizo, tomando solo media hora descender la colina y entrar enla neblina, que dio paso como humo agitado, revelando el Valle.

El lugar era tan deprimente como sonaba.Árboles desnudos salpicaban el paisaje. Sus ramas se curvaban hacia

abajo en las puntas, como si pesaran por el sufrimiento que se filtraba en elaire. Losas de roca gris se levantaban desde la hierba y un pequeñoarroyo, su agua oscura y triste, dividía la llanura.

La gente estaba en todos lados.Algunos estaban junto al arroyo, yaciendo apáticos a sus orillas. Sus

dedos viajaron dentro del agua, sus cuerpos estremeciéndose una y otravez con profundos, pesados suspiros. Otros estaban sentados encima derocas, sollozando abiertamente, manos agarradas a sus pechos. Unospocos se sentaban al pie de los árboles, metidos en bolas mientrasgritaban.

El Valle del Luto era un pozo negro de angustia y sufrimiento, el últimolugar de descanso para aquellos que murieron infelices en amor.

No podía dejar atrás a esta gente lo suficientemente rápido. Aunquenadie se nos acercó, ya que parecían demasiado perdidos en su miseriapara siquiera notarnos, el bulto que había tenido en mi garganta toda lamañana creció rápidamente.

Depresión era el aire que se respiraba aquí. Pena llenaba el río. Dolor eran las raíces de los árboles muertos en ese lugar. Incluso los pasos deAiden parecían pesados, como si estuviéramos caminando a través de losCampos de Asfodel empapados por la lluvia.

 — No quiero estar aquí  — dije finalmente, acercándome más a él.Aiden me alcanzó, encontrando mi mano debajo de la capa.  — Lo sé.

Ya casi terminamos.Un hombre volteó su cara surcada por las lágrimas al cielo, dejando

salir un ronco grito. Cerca de él, una mujer colapsó contra la tierra, llorandoy escupiendo histéricamente, palabras ininteligibles que nadie estaba paraescuchar. Esa era probablemente la peor parte respecto al Valle. Todasestas almas estaban aquí debido al amor infeliz, pero a nadie leimportaba. Estaban solos en su miseria, como probablemente lo habíanestado en vida.

Pero no éramos parte del Valle, así que viajamos, capaces de hacer loque estas pobres almas habían sido incapaces de hacer en vida ymuertos. Nos movimos, más allá de los deseos y necesidades que nunca

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habían llegado a buen término, más allá del amor que había sido perdido,o que nunca había sido suyo para agarrar.

Algo del peso se disipó con la neblina y delante nuestro había unacarretera de adoquines que honestamente vinieron de ningún lado

mientras el cielo clareaba al raro naranja quemado.Pero no estábamos solos. Cientos, si no miles, de almas recorrían elmismo camino que nosotros. Toda clase de gente: jóvenes y viejos, puros ymestizos, viajaban hacia su Juicio. Diferenciar a los Centinelas y Guardiasera fácil, aunque sus uniformes no estaban cubiertos de sangre coaguladacomo habían sido cuando había estado en el limbo. Todas estas almashabían sido enterradas.

Aiden y yo salimos.Muy pocas almas viajaban vestidos con capas de cualquier tipo,

siendo obvio que esa no era la tendencia de moda sobre la superficie. Sicualquiera había fallecido en una capa, estaría curiosa de el cómo y elpor qué. La mayoría estaba en ropa de calle. Algunos incluso tenían gorrasde beisbol, y tal vez deberíamos permanecer lejos de algunos de esos.Alguien incluso estaba balanceando un sombrero de vaquero.

De cualquier manera, esto no estaba bien.Los guardias de Hades estaban puestos a lo largo del camino, encima

de sus caballos negros. Ellos mantenían a los viajeros en orden y al caminomoviéndose. Probablemente era un interminable y aburrido trabajo. Nosmovimos hacia el centro del grupo, esperando perdernos con losCentinelas altos en las masas. Algunos de ellos nos pasaron miradassuperficiales, pero nadie nos habló. Al sonido de un bajo relincho y elacercarse de los cascos, mi corazón se disparó mientras ponía mi mano enla daga debajo de mi capa. Sentí a Aiden moverse para hacer lo mismo.Pero el grande caballo de guerra sopló pasándonos, el guardiánrecorriendo mínimamente por encima de su espalda. La gente seprecipitaba fuera del camino; si no lo hacían, serían pisoteados debajo delos potentes cascos.

La inquietud floreció en la boca de mi estómago, pero no era como sipudiéramos volver atrás ahora.

Cerca del Llano del Juicio, era difícil no notar el brillo rojizoextendiéndose a lo largo del horizonte, y cuanto más lejos viajábamos, másgrande el… el fuego crecía.

El Tártaro.

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Guau, no quería estar en cualquier parte cerca de ese lugar. Yrealmente esperaba que no nos capturaran y nos lanzaran al Tártaro.

Mi corazón estaba tirándose a sí mismo contra mis costillas para elmomento en que entramos en los abiertos Llanos del Juicio. La gran

cantidad de gente atestando el cruce era enorme y había guardias por todos lados, posicionados sólo en caso de que alguien sentenciado alTártaro tratará de huir de él.

Aiden se quedó cerca de mi lado. — ¿No llegas a ver a Caleb?Reí secamente mientras escaneaba sobre la gente.La multitud era tan densa que no tenía idea de cómo podría ver a

alguien en esa muchedumbre.Y tuve un momento difícil no mirando al palacio, que parecía muy

cerca.Más de una fortaleza medieval que una casa, el palacio de Hades se

levantaba como las montañas a través de las cuales habíamos viajado,arrojando una sombra oscura a través del Llano del Juicio. Cuatro torresllegaban al anaranjado cielo, una en cada esquina de la fortaleza.

Aunque esperaba que los Campos Elíseos ofrecieran un mejor escenario, no podía imaginar despertarme cada mañana y mirar fuera por una de las muchas ventanas para ver… todo esto.

Concentrándome en la cosa importante, me uní a Aiden en labúsqueda para encontrar una familiar cabeza rubia. Había un montón derubios, pero ninguno de ellos era Caleb.

 — ¿Qué si la palabra no ha llegado a él?  — le pregunté a Aiden,temerosa de decir el nombre de Apolo aquí abajo.

 — Él tiene que saber  — me aseguró, escaneando la creciente pila depersonas — . Dioses, ¿cuánta gente procesan aquí en un día?

Miles, al parecer.Continuando, me di cuenta de que era bastante inútil en la búsqueda

de Caleb. Al ser tan baja, todo lo que podía ver era la parte posterior delas cabezas. Mi malestar creció incontrolable. Mientras más tiempopermaneciéramos aquí, más peligroso era. Volví a pensar en el guardiaque había corrido por delante de nosotros. Mi boca se secó.Necesitábamos encontrar a Caleb y necesitábamos… 

Una pesada mano se posó en mi hombro.Inspirando fuerte, mis dedos se movieron alrededor del mango de la

daga mientras giraba alrededor, lista para usar la espada si era necesario.

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 — Caray, no me apuñales. Creo que tenemos suficiente de eso entrenosotros dos.

Tropecé hacia atrás mientras la voz familiar se hundía. Vestía una gorrade béisbol tironeada hacia abajo y escondiéndola una sudadera con

capucha encima, pero mechones de cabello rubio asomaban alrededor de los bordes. Una salvaje sonrisa brilló desde debajo de la sombra de lacapa.

 — Caleb. — Mi voz sonó ronca.A unos segundos de taclearlo al suelo, fui frenada cuando Aiden agarró

mi hombre.  — Sé que lo deseas  — dijo en voz baja — , pero llamaría laatención.

 — Sí, lo haría.  — asintió Caleb — . Así que mantengamos los abrazos ylloriqueo al mínimo.

Estaba ya en el borde del lloriqueo, así que gracias a los dioses que lacapucha escondía eso.

Alejándome de Aiden, me detuve en frente de Caleb.  — Estoy tancontenta de verte de nuevo.

 —Y estoy feliz de verte…— Él levantó su mano, como si fuera a tocarme,pero frenó — . También es bueno verte de vuelta a la normalidad.

Hice una mueca. —Sí, sobre eso… ¿perdón? Caleb rió por lo bajo. — Está todo bien Vamos, tenemos que hacer esto

rápido.  —  Hizo un gesto hacia el camino que conducía al palacio deHades — . Estoy sorprendido de que ustedes chicos siquiera hayan llegadotan lejos sin ser capturados. El Inframundo entero es un manojo de nerviospor lo que está pasando arriba.

 — Me imaginé que eso es por lo que están tan ocupados aquí  — comentó Aiden.

 — Sí.  — Caleb empujó sus manos profundamente dentro de los bolsillosde sus jeans — . Un montón de Centinelas y puros vienen directo aquí. Encierta manera golpes, ¿sabes?

 — Sí, golpea muy mal. ¿Entonces por qué debemos…? Sin advertencia, el suelo tembló violentamente y un gran, terrible rugido

quebró por encima, conmocionándome hasta los huesos.Me giré, como hizo todo el resto, hacia el Tártaro. El olor a azufre creció

hasta que era espeso y asfixiante. Miedo explotó en mis entrañas. Aidenestaba al lado mío en un instante, su mano presionando en mi espalda. — ¿Qué está pasando? — pregunté.

 — Ya verás — respondió Caleb, dejándome totalmente perpleja.

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Le disparé una mirada, pero entonces una bola de fuego voló derechoen el aire sobre el Tártaro, girando y agitándose mientras rescoldos volabanen todas direcciones. El fuego cambió, mientras continuabaderramándose dentro del cielo. El embudo de fuego quedó inmóvil por un

momento. En cada lado, el fuego creció, extendiéndose en alas gigantesque parecían alcanzar cada esquina del Inframundo. En el centro, lacabeza de un dragón apareció.

La boca se abrió, omitiendo otro espeluznante grito, y luego seprecipitó hacia abajo. El impacto sacudió el suelo mientras la ardiente colaazotaba a través del aire.

Luego se calló. — Santo Hades — murmuré. — Es como la fiesta de bienvenida para aquellos sentenciados al Tártaro

 — explicó Caleb — . Ocurre cada vez. Te acostumbras después de untiempo.

 —¿Qué demonios…? — murmuré. No había manera de que meacostumbrara a ver eso.

 — Vamos, tenemos que ir.  — Caleb se deslizó frente a nosotros — . Lespuede tomar años encontrar a Solaris, pero conozco justo la cosa que… 

Cuatro sementales negros separaron la multitud, sus jinetes altos eimponentes, vestidos en cuero. Espadas  — espeluznantes espadas —  estaban niveladas a sus lados. Nos rodearon en segundos, juntándonos alos tres hasta que nuestras espaldas se presionaban unas contra otras.

Aiden sacó su daga y acabó con el asunto final de una espadaapuntando a su garganta. La mirada en el rostro del guardia gritaba queél no estaba asustado de usarla.

 — Mierda — murmuré.Estábamos tan jodidos.

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Veinticinco Traducido por Arcangel

Corregido por Esperaza.nino

l brazo del guardia no temblaba.  — Muévete, y no te moverás denuevo.

Aiden se congeló, y creo que yo no respiraba. Estaba bastantesegura de que Caleb tampoco estaba respirando, pero de nuevo, él nonecesitaba respirar, ya que estaba muerto. Pero eso no significaba que se

iría sin castigo. Fuimos capturados. Él fue capturado, y lo único en lo quepodía pensar era en el dragón que habíamos visto. La culpa me atravesócomo un fuego salvaje.

El guardia dirigió su mirada hacia Aiden. — Levanta tus manos. — Me dijo que no me moviera, así que no estoy seguro de cómo puedo

levantar mis manos — fue la respuesta seca de Aiden.Contuve una risa que no habría sido apreciada.Sin divertirse, el guardia deslizó la espada dentro de la capucha de

Aiden. La espada se levantó, llevando el material hacia atrás. El guardia

sonrió cuando la cara de Aiden se reveló y un hilillo de sangre se filtrabapor su mejilla.

Caliente y ardiente furia me quemó, y no quería nada más que golpear su trasero fuera de su caballo, pero la espada estaba demasiado cercadel cuello de Aiden.

 — Levanta las manos. — El guardia hervía.Una sonrisa cruzó sus labios mientras lentamente levantaba sus

manos. — ¿Esto es suficiente? — Ustedes tres van a venir con nosotros — anunció otro guardia mientras

envainaba su espada — . Si no obedecen, se nos ha dado el permiso deusar cualquier método necesario. Tengan por seguro que una muerte en elInframundo es lo mismo que en el mundo superior.

Los guardias volvieron sus pálidos ojos más allá de mí, hacia Caleb. — Yhay cosas peores que la muerte aquí, muchacho. Debiste haber pensadoen eso.

E

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Caleb no dijo nada, pero teníamos que hacer algo. No podíamos dejar que nos llevaran a donde tenían planeado hacerlo. El problema era quesólo Caleb sabía cómo sacarnos del Inframundo, y no era como sirealmente pudiéramos preguntarle en estos momentos. Y no estaba

dejando a Caleb enfrentar esto solo.Así que sí, como dije, estábamos jodidos.Un guardia a pie se interpuso entre los dos caballos y se dirigió

directamente hacia mí. Aiden se movió sólo una fracción de pulgada, y lapunta de una espada pinchó su piel.

 — Estamos de vuelta a la parte de no moverse.  — El guardia sonrió — .¿Eso está bien para ti?

Aiden miró al guardia y calor emanó de él. La sonrisa del guardiaaumentó en respuesta.

El que estaba en frente de mí agarró un puñado de mi capucha y tiróhacia atrás. Sus ojos color azul hielo se estrecharon. — Son ellos.

Mi corazón cayó a mis pies. Lo dijo como si alguien nos hubiera estadoesperando, y eso no era nada bueno. Traté de mantener fuera el pánicode mi cara, pero debe haber sido evidente, ya que el guardia se riómientras se giraba.

 — Desármenlos a todos — dijo — . Y luego debemos irnos.La parte de desarmar tomó solo segundos. Nuestras capas fueron

removidas, nuestras dagas arrancadas. La mochila de Aiden fue tomadacomo rehén. Eché un vistazo hacia Aiden, pero el miró al frente, sumandíbula fija en una línea rígida. Mierda, esto era malo. Caleb parecíaresignado, aunque sus hombros estaban caídos, como si supiera el castigoque venía.

Viendo las espaldas de los guardias, me preguntaba qué tan rápidopodía sacarlos a todos, así los tres podríamos salir corriendo. Pero esoprobablemente requeriría akasha, y ¿en dónde podría ocultarse Calebaquí abajo? ¿A dónde iríamos? Y llegar hasta aquí, ¿sólo para perderlotodo? Ni siquiera podría que enfrentarme con Seth. Un frío nudo de miedose instaló pesado en mi estómago.

Con el miedo aumentando más y más con cada paso, no podríamoshacer otra cosa que seguir a los guardias al palacio de Hades.

 — Lo siento — le susurré a Caleb.Él se encogió de hombros. — Como en los viejos tiempos.

 — Sí, pero esto es diferente. Hay un dragón hecho de fuego que —  

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 — Sin hablar   — El guardia al que le gustaba jugar con su espadacabalgó al lado de nosotros — . O haré que ninguno de ustedes puedahablar de nuevo.

¿Al igual que mi padre? Dulce y caliente ira explotó dentro de mí. Mi

boca se abrió, pero una mirada de advertencia de Aiden la cerró. Fuimosconducidos hacia el palacio en silencio. Dos guardias a caballo delante,otros dos detrás de nosotros, y uno en el suelo lograban que fueraimposible hacer una maldita cosa.

Y entonces las puertas del palacio comenzaron a abrirse y fuimosguíados a través de un patio con poca vegetación. Todo estabaocurriendo tan rápido. Mi corazón latía con fuerza, el sudor salpicaba mifrente. Me sentía desnuda sin la maldita capa, y había un maldito perro delinfierno dormido sobre su espalda en la entrada, sus patas carnosaspateando en el aire a medida que soñaba con las almas que perseguía olo que sea los perros del infierno sueñen.

Los guardias desmontaron y se dirigieron hacia la entrada, abriendo laspuertas del palacio. Los chicos a ambos lados de mí parecían estar manejando todo esto mejor que yo, o eran simplemente mejores fingiendoque no están a un paso del final, pero probablemente Caleb no estabatan impresionado por el palacio de Hades como yo.

Después de todo, él jugaba a la Wii con los dioses aquí.Pero el palacio de Hades era... lujoso.Oro y titanio plateado enchapaban todo  — las paredes, el techo, los

muebles, e incluso el suelo. Los símbolos de Hades estaban por todaspartes. El toro y las lanzas de dos puntas que marcaban el suelo, cosidos enlos elegantes tapices. El terciopelo negro de los largos sillones llenaba elgran salón, pero fueron los tronos cubiertos que ocupaban el estrado losque capturaron y mantuvieron mi atención. Estaban verdaderamentedignos de un rey y una reina, pero también lo era lo que estaba cerca deellos.

Dormitando a lado de los tronos se encontraban perros del infierno máspequeños; quizás cachorros de perros del infierno. Sus múltiples cabezasdescansaban sobre sus patas, y baba ácida se agrupaba bajo las lenguasque colgaban.

Los guardias se detuvieron y, sin palabras, se dejaron caer sobre unarodilla y bajaron la cabeza. Un segundo más tarde, las puertas de titanio,que iban del suelo al techo de oro y que se encontraban junto a los tronos,se abrieron. A pesar de que Hades se suponía que se encontraba en el

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Olimpo, yo esperaba al dios caminar a través de la puerta, listo paralanzarnos a nosotros tres en los hoyos ardientes del Tártaro.

Débil en mis rodillas, me obligué a mantener mis ojos fijos hacia delante.Los Centinelas no sentían miedo... mi rosado trasero mestizo.

Pero a medida que la figura se acercaba, supe que no era Hades. Nisiquiera era un hombre. Era una mujer… y era una diosa. Ella era hermosa, alta, malditamente cerca de dos metros. Olas de pelo

rizado de color rojo caían hacia una cintura imposiblemente estrecha. Susojos eran blancos, sus pómulos altos, sus labios rellenos y su narizrespingona.

Y estaba prácticamente desnuda.Su vestido era de gasa blanca y se podía ver a través de él

completamente. Tuve una buena idea de su talla de sujetador... si ellatuviera puesto uno, lo que no hacía. La ropa interior debía ser opcionalaquí.

Aiden miraba fijamente. También Caleb, a pesar de que parecía queestaba muy acostumbrado a todo esta... mujer en la pantalla. Diablos,incluso yo estaba mirando.

Ella cruzó el gran salón, sus largas piernas separando la gasa de sufalda, jugando al escondite. Queridos dioses, sentí que mis mejillascomenzaban a arder, pero aún no podía apartar la mirada. Mientras seacercaba, sus ojos totalmente blancos brillaron, y luego se atenuaron.Aparecieron dos ojos brillantes, de color esmeralda.

Caleb se relajó a mi lado, una lenta sonrisa se arrastró a través de suhermoso rostro, el rostro que yo tanto había extrañado. — Hola, Perséfone.

Mis ojos se abrieron en la hermosa diosa. Así que este era la famosaPerséfone. Aunque yo era del “Team Boy”26, podía ver por qué Hades sehabía enamorado tanto de ella, yendo tan lejos como para secuestrarla ytraerla hasta el Inframundo.

El primer guardia  — no el que había cortado a Aiden —  levantó lacabeza. — Los capturamos como queríais.

“Capturamos” no era para nada una palabra cálida y difusa.  — Ustedes tres lucen sorprendidos.  — Los exuberantes labios de

Perséfone se inclinaron con picardía — . Estos son mis guardias personales yhan estado manteniendo un ojo hacia fuera por ustedes. Los he estadoesperando.

26 Team Boy: Alex se refiere a que le gustan los chicos.

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 — ¿Cómo? — le pregunté, sorprendida.Perséfone sonrió. — Caleb y yo jugamos Súper Mario Kart27 todos los

días a la una, y cuando él lo canceló supe que algo estaba pasando.Miré a Caleb lentamente.

Él se encogió de hombros. — No es mi culpa que ella sea observadora. — Y muy aburrida cuando mi marido está en el Olimpo. Caleb me hacecompañía.

Esperaba que fuera del tipo de compañía platónica, ya que Hades noera conocido por su naturaleza indulgente.

 — Guardias, pueden irse ahora — Cuando vacilaron, se rió — . Estoy bien.Por favor, déjennos y no le digan a nadie sobre esto.

Uno por uno, se fueron de la habitación, el hombre de la espada miróhacia Aiden como si quisiera cortarle la otra mejilla. Aiden sostuvo sumirada mientras una sonrisa cruzaba sus labios.

Hombres. Suspiré.Una vez que las puertas del palacio se cerraron tras ellos, Perséfone

 juntó las manos. — Le hice un par de preguntas a una pequeña ninfa quehabía entrado en el Inframundo sólo hace unos días; una de las ninfas deApolo. Y no hace falta ser un científico del tiempo para saber que teníaalgo que ver con su linaje.

 — Es científico de cohetes — corrigió Caleb mientras bajaba su capuchay se quitaba la gorra.

Ella frunció el ceño. — De todos modos, pensé que tenía algo que ver contigo... y tenía una opción. Llamar mi esposo y él habría venidocorriendo a casa, pero entonces él estaría hecho un manojo de nervios, yde esa forma él es un dolor. O podría simplemente averiguar lo queustedes, chicos, necesitaban. Estoy segura de que será muy interesante.

Aiden se movió a mi lado, estaba claro que se encontraba con laguardia baja al igual que yo. Eché un vistazo a Caleb y le susurré — : ¿Podemos confiar en ella?

Caleb asintió. — Ella es bastante guay, y de hecho esto hace mi trabajomucho más fácil.

La diosa levantó una delicada ceja. — ¿Digan? — Necesito ver las Aguas que Llaman.28

27 Super Mario Kart: Es la ya mencionada serie de videojuegos de carreras en la que se encuentran

los personajes de la Saga de Mario. 

28Calling Waters en el inglés original.

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¿Las Aguas que Llaman? Nunca había oído hablar de tal cosa, y por laexpresión de la cara de Aiden, él tampoco.

 — ¿Y por qué necesitan utilizar las Aguas que Llaman?  — preguntó ella,cruzando sus delgados brazos debajo de los pechos, como si necesitara

ayuda para llamar la atención sobre ellos — . Si te gustaría ver a alguien,Caleb, sólo tienes que pedirlo. — Lo sé.  — Dejó caer un brazo sobre mis hombros, y el enorme agujero

que había estado allí desde que él había muerto se llenó — . Pero no espara mí. Es para ellos. Tienen que usarlo.

Perséfone se quedó callada por un largo rato. — ¿A quién quierenllamar?

 — Solaris — respondí. Las Aguas que Llaman de pronto tuvieron sentido;llamar a un alma — . Tenemos que hablar con Solaris.

 — ¿Debido a lo que está sucediendo en la superficie con el Primero?  — preguntó.

Asentí.Su brillante mirada se deslizó con Caleb. — ¿Y qué pensabas hacer?

¿Colarte aquí para usarlas? — Ese era el plan.La diosa negó con la cabeza. — Si mi marido estuviera en casa y

ustedes fueran a hacer algo tan imprudente, yo no sería capaz dedefenderlos.

Un escalofrío bailó por mi espina dorsal. Lo último que quería era queCaleb entrara en un tipo condenación eterna.

 — Lo sé — respondió Caleb, apretando mis hombros — . Pero vale la penael riesgo, y Solaris puede tener información para detener al Primero. Y esoes lo que quiere Hades, ¿verdad? ¿Eso es lo que los dioses quieren?

 — La mayoría de ellos — murmuró ella, su mirada deslizándose hacia mí y,a continuación, a Aiden — . Pero no todos, al parecer.

Algo me golpeó. — ¿Sabe usted quién es el dios, el que está ayudandoa Seth y Lucian?

Ella agarró un mechón de color rojo brillante y lo enrolló alrededor deuno de sus elegantes dedos. — Si supiera algo así, entonces ese dios seríaatendido. Pero rara vez estoy en el Olimpo y tengo muy poco interés en lapolítica de quién ha enojado a quien lo suficiente como para acabar conel mundo tal como lo conocemos en esta ahora.

Aiden se aclaró la garganta. — ¿Esto sucede cada tanto, entonces?

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Perséfone sonrió, y cuando lo hizo, ni siquiera podía respirar. — Más de loque nunca sabrás. El mundo ha estado al borde de la destrucción totalvarias veces por una razón u otra. Pero ahora... es como cuando nosenfrentamos a los Titanes. Ha ido más allá de unas pocas palabras bonitas

utilizadas para encubrir un insulto percibido.  — Dejó escapar un pequeñosuspiro — . Pero de todos modos, tengo muy poco que hacer, y si ésta Solarispuede ser de alguna ayuda para ustedes, entonces ella será de algunaayuda para mi marido. Síganme.

Cuando giró con gracia sobre sus talones, estaba demasiadosorprendida para moverme al principio. Que Perséfone nos ayudara no eraalgo que había planeado.

Aiden sonrió. — Esto es bueno. — Muy bueno. — Me volví hacia Caleb — . Eres grandioso. — Lo sé. — Él me dio un rápido y fuerte abrazo — . Te extrañé.Sosteniéndolo más cerca, tragué lágrimas de felicidad. — Yo también te

extrañé.Caleb besó la parte superior de mi cabeza, y luego se alejó.  — Vamos.

Vamos a poner en marcha este espectáculo.Los tres seguimos a la diosa. Pobre Aiden, estaba tratando de mirar a

todas partes excepto a ella, pero por debajo de todo, él era un hombre.Extrañamente, no estaba celosa  — probablemente más divertida quecualquier otra cosa —  porque él estaba haciendo su mayor esfuerzo por mantener los ojos al norte.

Deslizando mi mano sobre la suya, apreté. Cuando su mirada se desvióa la mía, sonreí y él me dio una torcida sonrisa de disculpa.

Mientras nos dirigíamos por un pasillo largo y oscuro cubierto de tapicesde terciopelo negro, Caleb miró hacia Aiden y a mí y una mirada extrañacruzó su rostro.

 — ¿Qué? — le pregunté.Él sacudió su cabeza. — ¿Ustedes realmente están haciendo esto; la

relación abiertamente y todo eso?La mano de Aiden se envolvió más fuerte alrededor de la mía. — Creo

que en este momento el mundo tiene problemas más grandes que un puroy una mestiza enamorados.

Mi corazón dio un baile feliz en la última parte. Sólo oírle decir lapalabra con “E” podía ahuyentar todas las sombras oscuras y malasexpectativas.

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 — Conocen a Ares — dijo Perséfone, dirigiéndonos más adentro en elcuarto de guerra — . Para él, todo es acerca de la guerra y de sus despojos.La paz prácticamente lo castra. Él cree que nunca hay que dar la espaldaa la guerra... — Su voz se desvaneció y se encogió de hombros — . Debería

estar emocionado ahora, con todo esto. — Él probablemente es un campista muy feliz  — dijo Caleb, lanzándomeuna mirada de ¿qué demonios?

Me encogí de hombros, pero esa extraña sensación estaba ahí,molestándome. ¿Perséfone quería decir nunca dar la espalda a Ares,también conocido como "Mr. Guerra ", o simplemente a la guerra misma?

 — Aquí estamos. — Ella se detuvo frente a un pedestal de mármol. Carasdemoníacas estaban grabadas en el mármol del cuenco y el agua decolor rojo rubí la llenaba — . Todo lo que tienes que hacer es parartedelante de él y llamar al alma con la que se desea hablar  — cualquier alma — y será convocada aquí.

 — ¿Cualquier alma?  — Se me cortó la respiración mientras una imagende mi madre llenaba mi cabeza.

 — Sí, pero sólo puedo permitir que la utilices una vez. Así que eligesabiamente. — Perséfone rió — . Siento como si estuviera en Indiana James yel Arca Perdida29.

Aiden dirigió su mirada al suelo, flexionando la mandíbula para ocultar su sonrisa.

Caleb rodó los ojos. — Es Indiana Jones y la Última Cruzada30. — Oh. — Ella se encogió de hombros — . Es lo mismo.Mi mirada cayó al cuenco. El nombre de mi madre estaba en la punta

de mi lengua, y yo sabía sin mirar a Aiden que él estaba pensando en suspadres. Cualquiera de nosotros probablemente daría cualquier cosa por verlos, sobre todo después de lo equivocado que los espíritus habíanestado en el portal.

La mirada de Perséfone se volvió conocedora. — Ah, la oportunidad dever a un ser querido es algo difícil pasar por alto.

 — Usted lo sabrá — dijo Aiden en voz baja.

29 Indiana Jones y la Última Arca Perdida: Una de las tantas películas que componen la saga de

Indiana Jones, un arqueólogo que sufre diversas aventuras.

30  Indiana Jones y la Última Cruzada: Otra de las películas de Indiana Jones. En este caso,

Perséfone cita una frase de la película, de ahí que se siente como si estuviera en la película. 

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Su sonrisa se desvaneció lentamente — . Lo hago. Tal vez algunospuedan encontrarme egoísta por las decisiones que he tomado y elimpacto que han tenido.

Recordando el mito de Perséfone, sacudí mi cabeza. — No. Tú fuiste

inteligente. Te aseguraste de que ambos podrían tenerte; Hades y tumadre.Si se sentía arrogante por cómo resultó todo al final, toda la división del

tiempo y las estaciones del año, no lo mostró. Sorprendente, ya que losdioses no eran un grupo de gente humilde.

Girándose hacia el cuenco, juntó las manos delante de ella. — Es horade que elijas, y luego deberán irse.

Miré a Aiden, quien asintió. Había un dejo de tristeza en sus ojos,reflejando lo que ya sabía que brillaba en los míos. Caleb puso su mano enmi hombro. Por mucho que yo quería ver a mi madre, por mucho quequería regalarle a Aiden la oportunidad de ver a sus padres, ninguno denosotros podría ser tan egoísta.

Dando un paso hacia el cuenco, me quedé mirando el agua roja, queme recordó a la sangre. En realidad, era espesa como la sangre, y habíaun débil olor metálico. Ew.

Un segundo pasó, y entonces dije — : Solaris.No pasó nada al principio, y luego el agua se agitó como si hubiese

soplado suavemente sobre ella. Una parte de mí esperaba que su rostroapareciera en el cuenco, pero el agua se estabilizó de nuevo. Luego hubouna repentina grieta de energía que se arrastraba por las paredes yrodaba por los suelos. Los pequeños pelos de mi cuerpo se erizaron y unestremecimiento se abrió camino a través de mí. Hubo un grito ahogadode sorpresa y me volví.

Solaris había llegado.

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VeintiséisTraducido por Dafne

Corregido por Mar¡Cipriano

uando entré en el Inframundo, realmente no sabía que esperar.La misma cosa se podía decir para Solaris. Realmente no teníaninguna pista, y aun así me quedé asombrada.

Solaris se paró directamente en frente de Caleb y se veía mucho mejor que lo que pensé que sería. Por alguna razón, había esperado que ella y el

Primero estuvieran sirviendo en el Tártaro, pero su blanca toga estabaprístina e intacta. Su cabello rubio plateado, largo y delicado, asentadosobre delgados hombros. Ella era alta y esbelta y sus ojos eran como losmíos; un radiante color ámbar. Sus delicadas, facciones de porcelana merecordaron a una frágil, exótica flor, cosa que no había estado esperando.Tal vez estaba cargando un infierno de ego o algo, pero había pensadoque ella se vería como yo.

Era el completo opuesto de mí.Solaris miró alrededor de la habitación, sus pálidas cejas levantándose

mientras se daba cuenta de dónde estaba. Sorpresa y un poquito demiedo revolotearon a través de su rostro, pero cuando sus ojos aterrizaronen mí, una gran incomprensión se filtró dentro de esos cenicientos ojos. Unasensación de familiaridad me recorrió, reflejada en su expresión.

Caminando hacia adelante, Solaris se detuvo a un simple pie de mí, sucabeza inclinada inquisitivamente. Cuando habló, su voz era suave.  — Túeres el Apollyon.

No había mucho tiempo para imaginar cómo sabía ella lo que yo era. — Soy una de ellos.

Otro parpadeo de sorpresa se disparó a través de su rostro, seguidorápidamente por dolor. — ¿Así que hay dos de nuevo?

Asentí.Ella echó un vistazo sobre su hombro.  — Y ninguno de ellos es él. Lo

puedo decir. Uno de ellos está muerto. Uno de ellos es un pura sangre.Ignoré la mirada ofendida de Caleb.

C

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 — No. El Primero no está aquí.Solaris me enfrentó, sus cejas fruncidas. — Tú has Despertado. Puedo ver 

las marcas del Apollyon. — ¿Puedes?  — Miré hacia abajo, sorprendida de encontrar que mi piel

descubierta estaba toda marcada. Ni siquiera las había sentido. — ¿Cómo puedes estar Despierta y no estar con el Primero? No estásmuerta.

Aún. — Es complicado. Ese es el por qué vinimos para hablar contigo. — Oh. — El dolor se profundizó y sus pestañas bajaron rápidamente — . ¿Él

es como el mío?Todos en la habitación, incluso Perséfone, estaban fijos en Solaris, pero

ella parecía totalmente inconsciente de ellos ahora. Tomé un aliento yluché contra el repentino estrujamiento en mi garganta. La penaproveniente de Solaris era palpable.

 — Sí. — Mi voz sonaba ronca — . Él es como el tuyo.Volteándose lejos, ella envolvió sus brazos alrededor de sí misma.  — 

Entonces no hay nada que pueda hacer por ti.La miré fijamente. — Pero no hemos preguntado nada.

 — Si él se ha perdido a sí mismo por el éter, por la llamada del Akasha,no hay nada por hacer.  — Su barbilla se inclinó, causando que su cabellose deslizara hacia delante, escudando su cara — . Y no hay nada parahacer por ti. Yo traté… pero el poder se transfirió. 

 — Espera.  — Avancé, empujando hacia abajo la frustración rugiendodentro de mí  — No he transferido mi poder a él. Él es sólo el Apollyon. No elDios Asesino.

Solaris se puso tiesa. — Eso no es posible. — Lo es. No he estado cerca de él desde que Desperté. Hay algo de

éter y Akasha con él, pero aún es sólo el Apollyon.  — Hice una pausa,largando un largo suspiro — . Necesito saber cómo parar la transferencia.

Ella permaneció callada. —Y creo… lo sé, que tú sabes cómo hacerlo.Su cabeza se giró hacia mí.  — No hay manera. Bloqueé ese

conocimiento así ningún otro Apollyon podría aprenderlo. —Bueno… vi algo cuando Desperté. Te volviste hacia él, tratando de

detenerlo. Tú sabías cómo, pero la Orden lo encontró primero.Solaris rió una seca, quebradiza risa. — ¿Es eso lo que la historia te dice?

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Eché un vistazo a la diosa, imaginándome que ella sabría, pero se veíatan confusa como yo me sentía. — Pero lo vi.

 — ¿Lo hiciste? El Despertar es lo que el Apollyon anterior desea que túveas. En el momento de tu muerte, cuando llegue, tú introducirás tus

recuerdos. Algunos de ellos serán como los deseaste, pero no comorealmente existieron.Bueno… trasero daimon. ¿Seth sabía eso? — ¿Qué pasó, entonces?Sus pestañas nuevamente bajaron rápidamente.  — Al principio cuando

lo conocí, él no era como lo era en el final. Era un hermoso, tipo de hombrea quién sólo le pasó ser el Apollyon. — Una pequeña, triste sonrisa tiró en suslabios — . Realmente no entendíamos nada de eso. Éramos los primeros enexistir en la misma generación. Él ni siquiera entendía por qué había venidoa buscarme. Era como si él estuviera llamándome y yo no entendía queestaba pasando cuando Desperté. El dolor… pensé que estaba muriendo. 

Hice una mueca, incapaz de imaginar ir a través de eso sin Aiden y sinningún conocimiento de lo que estaba pasando.

 — Pero cuando nos conocimos, fue como si estuviera destinado. Por muchos meses, tuvimos… tuvimos que conocernos el uno al otro. No creoque incluso los dioses supieran que podía pasar.  — Una mirada distante searrastró dentro de sus ojos, sin llegar a eclipsar el dolor que aún no habíasido sanado — . Él parecía volverse más poderoso cuanto más tiempoestábamos alrededor el uno del otro, capaz de captar el Akasha con unpequeño esfuerzo, y no acabar agotado. Pero él era más inestable. Nuncahacia mí, pero sabía… sabía que era debido a mí. Hubo una situación… 

Mi estómago se hundió mientras mi mirada destellaba hacia Aiden. — Un gran grupo de daimons habían atacado uno de los Covenants y

durante la batalla, él… sacó de mí. El poder que él mostró erainimaginable. El Consejo se volvió más inquieto y entonces…entoncesconocí al oráculo.

Ah, el oráculo ataca de nuevo. — Ella me dijo lo que iba a pasar. Que él iba a arrancarme todo mi

poder y que iba a atacar al Consejo. No le creí, porque eso sería unalocura.  — Solaris rió suavemente — . Pero ella era insistente en que lodetuviera. Que si no podía encontrar fuerza en mi corazón para matar loque más amaba, entonces debía tomar el poder.

Mi respiración se atascó, y las paredes parecían inclinarse y girar. — Nunca pensé que él actuaría, pero el Consejo se movió contra

nosotros. Nos querían separados, y ninguno de nosotros, en nuestro

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ingenuo egoísmo, podría haber tenido semejante pensamiento. Dejamosla seguridad del Consejo y nos fuimos por nuestra propia cuenta.  — Solarissacudió su cabeza — . Nos siguieron, enviándonos sus Centinelas máscapacitados. Cuando no tuvieron éxito, la Orden de Tánatos vino.

Ella tragó gruesamente. — Él amenazó al Consejo entonces, y sabía quetodo lo que el oráculo había dicho se estaba volviendo real. Ella me habíadado los medios para detenerlo, pero era demasiado tarde.

Mordí mi labio. — ¿Qué hizo él?Sus ojos se encontraron con los míos.  — Él nunca lo hubiera hecho si el

encanto del poder, la llamada del poder supremo, no lo hubiera superado.Pero lo hizo. Antes de que pudiera detenerlo, él lo saco de mí. Hubo unmomento, inmediatamente después de que él tomó mi poder, cuando élaún no era capaz de canalizarlo. Como un talón de Aquiles, por así decirlo,y la Orden atacó. El resto… el resto es historia. 

No sabía que decir. Dolor rodó por la parte trasera de mi garganta. Eraobvio que Solaris había amado a su Primero, tanto que ni una sola vezhabía dicho su verdadero nombre. No me atrevía a preguntar sólo parasaciar mi curiosidad, porque sabía que hablar solo le traería más dolor.

 — Lo siento. — Fue todo lo que pude decir.Solaris asintió. — ¿Qué está haciendo tu Primero?Le conté todo; la destrucción, la inminente guerra, y la esperanza de

que alguien pudiera detener a la historia de repetirse a sí misma. Si estabasorprendida, no lo mostró. Solaris simplemente caminó hacia mí.

 — Lo bloqueé de él y de los demás Apollyons — dijo otra vez Solaris — . Noestoy segura de cómo incluso lo viste. ¿Tal vez fue el Destino?

Dioses, por una vez el Destino no estaba tratando de forzarme a dar solo para el equipo. Agradable cambio. — Tal vez.

 — Es más simple de lo que crees.  — Solaris me alcanzó, posando sumano fría sobre mi mano derecha — . Debes seguir el orden de las marcascomo aparecieron en ti. El original.  — Solaris apretó mi mano izquierda — .“Θάρρος”. — Coraje.

Luego ella ahuecó su mano alrededor de mi mano izquierda.  —  “Ισχύς”. — Fuerza.

Dejando ir mi mano, ella posó sus manos debajo de mi caja torácica,sobre mi ombligo.  —“απόλυτη εξουσία” — Poder Absoluto. Finalmente, ellaalcanzó y ahuecó mi nuca. —“αήττητο” — Invencibilidad.

El aire salió de mis pulmones y Solaris asintió.  — Necesitarás presionar tucarne contra la de él y llamar a cada marca por su verdadero nombre.

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Envolviendo sus brazos alrededor mío, me agarró fuertemente.  — Siempre hay esperanza. Tal vez no el tipo de esperanza sobre la que estáspensando, pero hay esperanza.

No le entendí al principio, así que me apreté más cerca, sabiendo que

nuestro tiempo estaba rápidamente llegando a un fin. Mientras inhalaba lafresca esencia de Caleb, me di cuenta que necesitaba saber algo queprobablemente podría cortarme en diminutas cintas.

Apartándome, me volví hacia Perséfone. — ¿Dónde está su Primero?Un minuto entero pasó antes de que ella respondiera.  — Él está en el

Tártaro.Presioné mis dedos contra mi boca antes de que el nudo en mi

garganta recorriera todo el camino hacia arriba. No era tanto el destinodel Primero, sino que era significativo. Si sucedía y era capaz de matar aSeth, su destino iba a ser el mismo.

Y también lo sería el mío.

 *** 

Estuve sobre Caleb por los siguientes quince minutos más o menos,mientras Aiden se ocupó en estudiar las armas y Perséfone limaba sus uñas

o lo que sea.Mientras nos sentábamos en el suelo del cuarto de guerra, nuestrasrodillas presionándose juntas, Caleb me contó acerca de algunas de lascosas que estaba haciendo aquí abajo para pasar el tiempo y le contécuanto Olivia quería verlo. No hablamos sobre lo que pasaría después.Estaba bastante segura de que Caleb era consciente de todas las locascosas ocurriendo y ninguno de nosotros quería deslustrar estos preciososminutos.

 — ¿Le dijiste a ella lo que te pedí? — preguntó él.

Asentí. — Ella lloró, pero creo que fueron lágrimas de felicidad.La sonrisa de Caleb era comprensiva.  — La extraño, ¿pero puedeshacerme otro favor?

 — Lo que sea. — Y lo decía enserio. — No le digas a Olivia que me viste.Fruncí el ceño. —¿Por qué? Ella podría… 

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 — Quiero que ella avance.  — Caleb alcanzó mis manos y se paró,arrastrándome hasta mis pies — . Necesito que ella siga adelante, y creoque oír sobre mí la está frenando. Quiero que ella viva y no quiero estar ensombreciendo cada paso que ella dé.

Dioses, odiaba la idea de mentirle a Olivia, pero entendía lo que estabadiciendo Caleb. Olivia nunca se movería adelante, sabiendo eso, que encierta manera, Caleb estaba consciente y tan vivo como podía estarlo enel Inframundo. Era como si él estuviera allí, inalcanzable, pero aún allí.Sabiendo eso, ¿cómo podría ella realmente avanzar?

Así que acepté. Prometí decirles a todos que había sido sólo Perséfonequien nos había encontrado. Incluso si Apolo sabía la verdad, noimportaría mientras que Olivia no lo hiciera. En cierta manera, este era suregalo para ella.

 — Gracias  — dijo Caleb, y me abrazó una vez más. Parte de mí queríaquedarse en los brazos de Caleb, porque él siempre había tenido esteefecto de pies en la tierra en mí. Caleb era mi lado racional. Él era más queeso; aparte de mi madre, él fue la primera persona que verdaderamenteamé.

Caleb siempre sería mi mejor amigo. — Es tiempo — dijo calladamente Perséfone, y cuando me empujé lejos

y la miré, había simpatía en su mirada. Un dios que podía sentir simpatíaera una anormalidad.

Aiden volvió a mi lado, balanceando la mochila sobre sus hombrosantes de devolverme en mano las armas que los guardias me habíanquitado, así como mi asquerosa capa. Perséfone vagó hacia el centro delcuarto de guerra y agitó su mano. Un vacío negro apareció,completamente opaco.  — Esta puerta los devolverá a aquella por dondevinieron.

 — Gracias — le dije a Perséfone.Ella asintió agraciadamente.Mientras decía adiós y miraba sobre mi hombro una vez más, mi pecho

se estrujó mientras encontraba los azules, azules ojos de Caleb.Sabía entonces que la muerte podía detener un montón de cosas, pero

nunca podría cortar el lazo de la amistad.Caleb sonrió, y se la devolví de forma aguada, y luego me giré de

vuelta al vacío esperando por nosotros. Entrelazando mis dedos a través delos de Aiden, retrocedimos a través de la puerta, armados con el

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conocimiento que necesitábamos, pero llevando la carga de lanecesidad de lograr lo imposible.

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Veintisiete Traducido por Jesslovenly

Corregido por Esperanza.nino

l Hummer estaba donde lo habíamos dejado, y de acuerdo con elreloj en el tablero, sólo habían pasado tres horas, tres horas parael reino mortal, cuarenta y ocho horas en el inframundo y toda

una vida para mí y Aiden.Me ofrecí a conducir de vuelta, pero Aiden insistió en que estaba bien y

me di cuenta que él quería que yo durmiera. Sabía que debía hacerlo  — para evitar que Seth usara la conexión — , pero no me parecía justo. Aidentenía que estar agotado.

Pero era una batalla que no iba a ganar pronto, por lo que meacurruqué en el asiento del copiloto y traté de dormir un poco. El únicoproblema era que mi cerebro no se apagaba. Desde que había estado enla sala de guerra, algo me seguía molestando. Lo que había dichoPerséfone, las colas de caballo en la pared, todo parecía familiar, pero nopodía recordar cómo o por qué. Y era más que eso. Las palabras de

despedida de Solaris eran inquietantes y estaban aún en mi cabeza.Lo que no podía entender era por qué Apolo me había mantenido con

vida, una vez que Seth había ido por todos los del Consejo. O por quéArtemisa había detenido a Hades de llevarme al Inframundo. Los dioses  — o, al menos, todos ellos excepto uno —  temían el traspaso de poder, yaque cuando eso sucediera no habría forma de parar a Seth.

Sacarme del cuadro antes de que yo hubiera Despertado, oeliminarme después, tenía sentido.

Pero mantenerme con vida no lo hacía.

Pero me acordé de lo que Artemisa había dicho en esa tiendamientras enfrentaba a Hades. Las profecías pueden cambiar, y no teníaque dar un salto de lógica para saber eso, que si me convertía en el DiosAsesino, la profecía iba a cambiar.

La inquietud floreció en mi pecho. ¿Apolo y los demás sabían que estoera posible? Entonces me sentí tonta por siquiera cuestionar eso. Los

E

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oráculos pertenecían a Apolo, y aunque no sabía de todas sus visiones, laporción que había dicho el oráculo a Solaris podría haberlo compartidocon Apolo. Lo cual tenía sentido ya que Apolo había sido un gran apoyopara que bajara a verla.

Una parte de mí era tan inocente como para esperar que no fuera elcaso, porque eso significaba que Apolo tenía que dar algunasexplicaciones. La otra parte de mí era más analítica al respecto, másrazonable. Apolo había dicho antes que necesitaban detener al dios queobviamente estaba trabajando con Lucian. Y, ¿cómo podrían detenerlo?

Necesitaban el Dios Asesino.El verdadero truco de toda esta situación de mierda era que Lucian

controlaba a Seth, y este dios  — quien quiera que fuese — controlaba aLucian, y por lo tanto él o ella controlaba a Seth y todos los que estabansiguiendo a Lucian. Así que si Seth tenía éxito y mi energía se transfería a él,este dios entonces controlaría al Dios Asesinio. Arriesgándose, porque Sethsiempre podía volverse en su contra, pero al final, una vez que el dioshiciera que Seth hiciera lo que él quería, estaba segura, seríasuficientemente creativo para encontrar alguna manera para mantenerlobajo control. Posiblemente eso significaba mantener a un miembro de laOrden de resguardo, lejos, sano y salvo.

Mis músculos se tensaron por reflejo mientras pensaba en eso. Nada deeso se veía bien. Y Seth estaba siendo manipulado desde todas lasdirecciones y no tenía ni idea. Infierno, él se negó a pensar que ese era elcaso.

A medida que los kilómetros entre Kansas e Illinois desaparecían, nopodía olvidarme de lo que Solaris había dicho acerca de los diosesusándome, y lo que eso significaría. Tampoco podía dejar de lado lasensación de que, al aprender cómo transferir el poder a mí, había selladomi destino.

El repentino peso de la mano de Aiden en mi rodilla me llamó laatención. Sus ojos estaban fijos en la oscura carretera.  — No estásdurmiendo.

Sonreí cuando puse mi mano sobre la suya. — ¿Cómo lo sabes? — Solo lo sé. — Me envió una breve sonrisa — . ¿Qué estás pensando?Todo estaba en la punta de mi lengua  — mis sospechas, mi

preocupación acerca de lo que Solaris había dicho y lo que ahora sabíaque Apolo estaba ocultando — , pero cuando Aiden me miró otra vez, medi cuenta que no podía decirle.

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Él no sabía nada de lo que había dicho Solaris, y por encima de todo,no quería preocuparlo con esto. Si mis sospechas eran correctas, si todoestaba conduciendo a una cosa...

Tomando una respiración profunda, me centré en las líneas blancas

que partían la oscuridad.  — Estaba pensando en cómo voy a llegar losuficientemente cerca de Seth para transferir su poder a mí. Pareceimposible, ¿verdad?

 — No me gusta, Alex. Voy a ser honesto, creo que es una locura. Paramí, es como acercarse sigilosamente a una cobra. No va a funcionar.

 — Lo sé, pero ¿qué otra opción tenemos? Además, no sólo tenemosque encontrar la manera de acercarme lo suficiente a él. Si no a todos loscentinelas y guardias que lo están apoyando.

Aiden me apretó la mano. — Vamos a necesitar un ejército.Lentamente lo miré. — ¿Y dónde vamos a conseguir uno?

 — Buena pregunta. — Soltó una breve carcajada — . Lo que necesitamossaber es exactamente cuántos Lucian tiene respaldándole...

 — Siempre puedo pedirle a Dionisio que haga algo de exploración. — Lavoz de Apolo tronó desde el asiento trasero.

Grité, saltando hacia adelante, golpeando mis rodillas contra el tablero.La mano de Aiden se sacudió en el volante, desviando el Hummer en elcarril de la izquierda, afortunadamente vacío.

Aiden maldijo entre dientes. — Tú necesitas una maldita campana.Me di la vuelta en el asiento, lista para golpear la sonrisa de la cara del

dios. Ya estaba bastante cabreada con él sin que nos diera un ataque alcorazón. — ¡Podrías haber causado un accidente!

Apolo se inclinó hacia delante, apoyando los brazos en la parteposterior de los asientos.  — Pero no lo hice. Aiden tiene los reflejos de unperro del infierno.

Haciendo una mueca, sacudí la cabeza.  — ¿Cómo lo hiciste, hacer solo... pop por aquí?

Me dio una mirada de duh soy-un-dios. — Estos guardias hacen tu poder invisible a los dioses; no los mantienen afuera. Llevas mi linaje. Te encuentrocuando quiero.

 — Bueno, eso no es raro.Aiden miró por el espejo retrovisor.  — ¿Quieres saber lo que

encontramos?  — Cuando Apolo asintió, un ceño fruncido apareció en elrostro de Aiden — . Y no pudiste haber esperado hasta que volviéramos aApple River?

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 — Vamos a ver...  — Apolo golpeó un dedo en su barbilla — . Todo elmundo está al borde de un apocalipsis dios. ¿Debo esperar otras seishoras?

 — Seis horas no van a cambiar nada.  — respondió Aiden, sus ojos

convirtiéndose en un gris metálico. — Espero que no.  — Apolo volvió la mirada hacia mí  — . ¿Quéaprendiste?

Me debatí al decirle que no había aprendido ni una maldita cosa, peroera inútil.  — Aprendí cómo transferir el poder a mí.

Apolo no mostró ninguna reacción, y realmente creo que lo odié enese momento. — ¿Y crees que puedes hacerlo?

Eché un vistazo a Aiden.  — Ahí está el pequeño problema de cómollegar a Seth.

 — Como dije, puedo pedirle a Dionisio qué explore un poco. Ver lo quetienen que hacer por ellos — respondió.

 — Todavía no tenemos un ejército.  — Me di la vuelta en mi asiento,mirando hacia el frente y sintiéndome una maldita perra.

 —En realidad… Me negué a dar la vuelta y morder el anzuelo. — ¿Qué?Cuando él no respondió, Aiden gruñó profundamente en su garganta.

 — ¿Qué, Apolo? — Una hora después de que se fueron, uno de los Centinelas que había

estado usando la cabaña de Solos antes de que les echaran no-tan-agradablemente apareció. Trajo noticias.

Aiden se había quedado completamente inmóvil, y me pregunté cómoél todavía podía conducir así. — ¿Y confías en ese Centinela?

El dios rió sombríamente.  — Digamos que me aseguré de que estaba jugando en nuestro equipo.

Curiosa, me empecé a preguntar cómo, pero Apolo me sonrió. — Usa tuimaginación. — dijo, y mi imaginación fue a algunos lugares muy extraños.

 — De todas formas — continuó — . La mayoría de los puros están huyendode los Covenants y de sus comunidades, en dirección a la Universidad deDakota del Sur. También lo hacen los Guardias. Tiene sentido, la ubicaciónde la Universidad es bastante remota y casi con toda seguridad no puedeser violada. Los Centinelas que no han caído con Lucian han dejado susfunciones y están camino a la Universidad.

 — ¿Qué pasa con los daimons? — le pregunté.

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 — ¿Qué pasa con ellos? Ellos van donde los puros están y los purosestarán bien protegidos. Luego están los daimons que Lucian estáalimentando a los puros. No hay nada que podamos hacer al respecto. — Apolo se sentó, mirando el techo de la Hummer como que él nunca

hubiera visto uno antes. Golpeó la luz interna una vez y la encendió, luegolo apagó. Cosas brillantes deben ser una distracción para los dioses,también. Lo hizo de nuevo, con el ceño fruncido.

 — Apolo — espeté.Me miró.  — Hay una buena posibilidad que Lucian y el Primero

superarán al Consejo de Nueva York, así que los miembros del Consejo y losCentinelas han sido sacados en secreto del Covenant.

Mi corazón se volcó. —Mi…  — No sé si tu padre es uno de los que ya han llegado a la Universidad o

si está en camino o si está vivo. Lo siento.Mis hombros se hundieron.  — Entonces, ¿qué están haciendo?

¿Moviendo la base de operaciones para allá? — Sí. Así habrá cientos, si no miles, de Centinelas y Guardias allí. Aquellos

que han visto a sus amigos y a otros Centinelas asesinados por aquellosque han estado al lado de Lucian. Aquellos que no quieren nada más queobtener un pedazo de él.

Aiden asintió lentamente. — Un ejército, nuestro ejército. — Solos y Marcus ya están haciendo planes para Cuanto antes ustedes

lleguen, mejor.Podía seguir ese plan. Y sí, había un poco de una razón egoísta detrás

de él. Había una posibilidad de que mi padre estuviera allí y eso erasuficiente para mí.

 — Sería más seguro allí para Deacon y los demás  — dijo Aiden — . Sería lomejor.

Ahora me sentía como una idiota por sólo pensar en lo que podíaganar. — ¿Cuan pronto podemos ir?

 — Tan pronto como sea posible.  — respondió Apolo — . Una vez en laUniversidad, podemos apelar a aquellos que desean poner fin a esto.Entonces podríamos actuar contra Lucian.

 — ¿Y el dios que está moviendo los hilos?  — dije, incapaz de evitarlo — .Nos pondremos en contra de él o ella, ¿no?

Los ojos azules vibrantes de Apolo se encontraron con los míos y sostuvomi mirada. — Sí. Lo haremos.

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Justo en ese momento quería gritarle, pero lo único que me detenía eraAiden... y esa parte de mí, la pequeña parte que Laadan habíaasegurado, estaba creciendo, cada vez más madura. Ella como queentendía.

 — Pero tengo que hablar con Dionisio.  — Apolo todavía me estabamirando, y sabía que iba a verlo muy pronto — . Los compruebo más tarde.Y luego se fue.Aiden me dirigió una mirada de reojo. — A veces, realmente lo odio.

 — Ambos lo hacemos — murmuré.

 *** 

Llegamos a Apple River justo cuando el cielo sobre nuestras cabezasestaba pasando de negro a un color azul oscuro. La cabaña estaba aoscuras, mientras bajábamos del Hummer y el canto lejano de las aves erael único sonido.

Aiden se estiró, arqueando su espalda mientras se sacaba lastorceduras. Se detuvo, atrapándome mirándolo desde el otro lado delvehículo. — Ven aquí.

Él era probablemente la única persona en el mundo que podía

exigirme algo y que yo escucharía. Demasiado obediente, me dirigí por laparte delantera de la Hummer y me detuve frente a él.  — ¿Qué?  — lepregunté, reprimiendo un bostezo.

Aiden ahuecó mis mejillas e inclinó mi cabeza hacia atrás.  — No hasdormido en absoluto.

 — Tú tampoco lo hiciste.Apareció una sonrisa cansada. — Yo estaba conduciendo.Puse mis manos en sus muñecas. Nuestros ojos se encontraron.  — No

puedo creer que fuimos al Inframundo y volvimos.

 — Yo tampoco.  — Sus pulgares trazaron a lo largo de la curva de mispómulos — . Estuviste perfecta. — Excepto por las arañas…. Inclinó la cabeza y su nariz rozó la mía. — Yo no estaba hablando de las

arañas. — ¿No lo hacías?

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Aiden se echó a reír y su aliento era cálido y tentador.  — No, Estabapensando en lo que pasó después de las arañas.

 — Oh... oh. — Aspiré una bocanada de aire y mis piernas de repente sesintieron débiles — . Eso.

 — Sí. — Sus labios rozaron los míos — . Eso.Empecé a sonreír, porque en realidad había sido perfecto, pero Aidenme besó y me fundí contra él. Había fuerza en este beso, junto con el amor y el sabro de lo que en un futuro sería estar con él. Yo amaba  — amaba — que en medio de todo, todavía podíamos tener momentos como este.Cuando éramos sólo nosotros y no había ningún muro. El beso seprofundizó, su lengua deslizándose por mis labios y mis dedos se clavaronen sus muñecas. Un sensual gruñido vino de Aiden, y yo quería… 

 — Ustedes dos realmente deberían conseguir una habitación.  — dijoApolo de la nada —. Mis pobres ojos… 

Gemí. Incluso en su verdadera identidad, él todavía tenía unasincronización impecable.

 — Dioses  — escupió Aiden. Se echó hacia atrás, lanzando una miradade disgusto a Apolo por encima de mi cabeza — . ¿Cómo consiguesacercarte sigilosamente a nosotros?

 — Probablemente no quieres saber dónde me aparezco.Hice una mueca. — Ew.Aiden besó mi frente, mientras sus manos se deslizaban de mis mejillas.

Dejó caer un brazo alrededor de mis hombros, y me metió en el refugio desu cuerpo y yo me dejé, apoyando la mejilla contra su pecho.  — ¿Ya hashablado con Dionisio?

Apolo se inclinó contra el parachoques.  — Sí. Él está en ello mientrashablamos.

 — ¿Cómo podemos confiar en que Dionisio no es el dios detrás de esto? — Reprimí otro bostezo — . ¿Y no nos va a mentir sobre eso?

 — Dionisio se preocupa poco por la guerra, y no tienen la motivaciónpara diseñar algo como esto.

 — ¿Cuánto tiempo hasta que nos diga? — preguntó Aiden. — Deberíamos saber de él por el final del día. — La mirada de Apolo se

fue hacia el cielo azul profundo — . Es casi de mañana. Ustedes dos debendescansar.

Aiden me miró. — Íbamos hacia allá.Me aparté, mirando a Apolo.  — Voy a entrar en unos pocos segundos.

Quiero hablar con Apolo.

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Dudó, enviándome una mirada interrogativa. Odiaba mantenerlo en laoscuridad acerca de esto, pero no había otra manera, porque si Aidensabía, iba a parar, y entonces el mundo se iría a la mierda.

 — Está bien. — Sonreí  — . En seguida entro.

Aiden miró a Apolo y dejó escapar un suspiro bajo.  — Está bien. Iré... adespertar a Deacon o algo así. — Estoy segura de que apreciará eso. — le dije.Apareció una breve sonrisa. — Es cierto.Al sonido de la puerta principal cerrándose detrás de Aiden, miré a

Apolo y sentí deslizarse la máscara que había estado tratando de ocultar.Nuestras miradas se encontraron y Apolo suspiró. — Alexandria...

 — Sabía que había algo que me habías estado ocultando. Que habíauna razón más grande para que todos me mantuvieran viva cuando seríamucho más fácil matarme. Arreglaría el problema con Seth, así que noentiendo por qué correr el riesgo.

Me dio una mirada perdida sin nada que decir. Genial, había dejado aun Dios sin palabras. Un punto para mí. Iba a ir por el punto dos.  — Necesitas al Dios Asesino.

Pasó un largo momento.  — Tenemos que evitar que esto vuelva asuceder.

 — Me necesitas para matar al dios responsable.  — Ira creció dentro demí, y me estaba lastimando, y ese dolor había aparecido desde quehabíamos dejado el Inframundo. No sabía por qué. Apolo podría estar relacionado a mí por sangre, pero él era un dios y había perdidocompletamente el tren entero de simpatía, pero todavía dolía mucho.

Era un corte profundo.Porque al final, yo era el león y el cordero; yo podría matar y luego ser 

sacrificado. Apolo no lo dijo, pero lo vi en lo que no dijo. — No podemos correr el riesgo de este tipo de destrucción otra vez,

Alexandria. Miles de personas inocentes han muerto, y habrá más. Y aún sidetenemos al Primero, esto volverá a suceder.  — Puso su mano en mihombro y era pesada — . No nos podemos matar los unos a los otros.Necesitamos lo único que nos puede matar. Necesitamos al Dios Asesino:te necesitamos.

Lo miré fijamente, estupefacta.  — No quieres que mate a Seth,entonces.

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Resopló. — Casi todos los días lo hago, pero debes tomar su poder, y éltiene que estar vivo para eso. Necesito que seas capaz de derrotarlo ytransferir su poder a ti.

Mis manos se cerraron en puños y necesite todo de mí para no agarrar 

sus mechones dorados y arrancarlos. — Has estado mintiéndome todo estetiempo. — No lo he hecho. — Él ni siquiera parpadeó. — ¡Mentiroso! ¡Antes me dijiste que querías que matara a Seth! Ya sabes,

¿jugo de uva y el pastel de Spider-man? — Quiero que mates a Seth, pero no es lo que necesito.Mi boca se quedó abierta.  — ¡Eso ni siquiera es semántica!

 — Y yo no sabía a ciencia cierta entonces que había una manera detransferir su poder a ti  — argumentó con calma — . Tenía mis sospechas.También las tenía mi hermana, pero no podíamos estar seguros. Decualquier manera, él no puede tomar tu poder. Si no puedes derrotarlo ytomar su poder, entonces debes matarlo.

Apolo hacía que todo sonara tan simple, como si me estuviera pidiendoir a la tienda y recoger Cheetos Crujientes y si no los tenían, conseguir PuffsCheetos. Demente.

 — No quiero terminar como tú temes, pero hay mucho que puedohacer para permanecer en manos de otros.

 — Sí, porque después de tomar a este dios, si averiguamos quién es, hayuna buena probabilidad de que los dioses se vuelvan en mi contra, porquevoy a ser una amenaza. Y apuesto a que tienen un miembro de la Ordensólo tirado por allí, ¿verdad? Incluso si no hago nada, ¿van a actuar comoun juez y culparme en un crimen que no he cometido?

Hizo esa maldita pausa otra vez y luego dijo — : Todo el mundo muere,pero al final todo se reduce por lo que están dispuestos a morir, Alexandria.

Dioses, había una parte de mí  — una gran parte de mí  —  que queríapatear a Apolo en las bolas, pero me detuve. Como un desastre que era,lo entendía. Y tal vez por eso yo no estaba saltando sobre él. La pérdida deuna vida, tal vez dos, valía la pena por la seguridad de miles de millones.Pude ver eso y si estaba totalmente imparcial sobre esto  — lo que dijo, queno estaban hablando de mí  —  entonces probablemente ni siquiera loapoyaría.

Pero era yo.Sería yo.

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Eso era mucho por digerir. Era algo que yo no podía ni siquiera empezar a procesar. Me sentía demasiado egoísta, pero también sabía lo quehabía que hacer.

Dioses, no era lo suficientemente grande o lo suficientemente madura

como para hacer este tipo de decisiones.Creció tan tranquilo entre nosotros los vientos suaves revolviendo lasramas que parecía demasiado fuertes. Si no tuviera mis raras habilidadesde detección de dioses ahora, pensaría que me había dejado. Pero élestaba todavía allí, esperando.

 — ¿Y no hay otra manera? — le pregunté.Él no respondió, y tomé su silencio como un no.Mi corazón dolió, y levanté mi cabeza. — ¿Qué pasará si me muero?Apolo no respondió inmediatamente.  — Tendrás la muerte de un

guerrero. Hay orgullo en eso y no querrás nada.Excepto vivir, pero pensé que no era un punto discutible.  — ¿Vas a

asegurarte de que... de que Aiden va a estar bien?Los ojos del dios se encontraron con los míos y él asintió.Con mi garganta quemndo por todo el dolor, me centré en la grava

oscura. — Él... él tuvo que ver a sus padres después, Apolo. No quiero queme vea, ¿de acuerdo? ¿Puedes asegurarte que no lo haga?

 — Si eso es lo que deseas.Apreté mis labios, un poco aliviada de que Aiden se ahorraría ese

horror, tal vez no la mayor parte de ello, pero algo de él.  — ¿Y vas aasegurarte de que Marcus y el resto de ellos estén bien?

 — Sí. — Está bien.  — Tragué saliva, pero todavía me sentía como si me

estuviera ahogando — . Quiero que me dejes sola por un tiempo. —Alex… Levanté la mirada, encontrando sus ojos. — Por favor, vete.Parecía que iba a decir algo, pero luego asintió y simplemente se

desvaneció. No sabía por cuánto tiempo estuve allí, pero al final mearrastré hacia el porche y me senté en los escalones. El aire de la nocheestaba todavía fresco y picaba mis mejillas calientes. Las lágrimasquemaron mis ojos, pero me negué a dejarlas caer. Llorar no servía denada. No cambiaría lo que sucedería.

Si de alguna manera me las arreglara para llegar a Seth, transferir supoder a mí antes de que él tomara el mío, y destruyera al dios misterioso,todavía estaría como un animal rabioso.

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Posiblemente incluso Seth lo estaría, así, aunque él ya no sería unaamenaza. Tal vez sin mí para influir en él, lo llevaría mejor. Sólo estaría elApollyon entonces, como debía ser, sólo uno de nosotros.

Me froté los ojos hasta que me dolieron.

¿Qué día era? ¿Algún día de abril? Menos de un mes a partir de ahora,se suponía que debía estar graduándome en el Covenant. Eso,obviamente, no iba a suceder. Mucho había cambiado y muchas cosasnunca serían las mismas. Me preguntaba si había cambiado mi destino,también, o si había sido siempre una parte de ella y nadie había pensadoen eso.

Se me ocurrió una idea. Era una locura, pero pensé en dejar que laconexión con Seth pasara. El dolor estaba en mis sienes. Tal vez podríadecirle lo que sabía. Tal vez había una parte de él que aún le importaba losuficiente.

Negué y bajé mis manos.Seth, probablemente sólo lo utilizaría como una razón más para que

saltara del barco.Tomé varias respiraciones profundas, empujando los pensamientos de

Seth de mi cabeza y, por alguna razón, pensé en mi padre. Suscaracterísticas fuertes de vida dura cayeron en su lugar. Pómulos amplios yuna barbilla fuerte hablaban de la cara de un guerrero. Realmente noteníamos demasiado parecido, pero fueron sus ojos... eran míos.

Traté de no pensar en mi padre. Tal vez eso estuvo mal, pero era difícilestar sentada aquí sabiendo que estaba en las montañas Catskill. Y eraaún más difícil reconocer que podía haber una buena probabilidad deque nunca nos encontráramos cara a cara, conscientes de lo que éramosel uno al otro.

Apreté mis rodillas juntas y pensé en el sacrificio que estaba haciendo,que había hecho durante tantos años. En el fondo yo sabía queprobablemente quería estar aquí conmigo, pero él tenía un trabajo quehacer. A través de todo, mi padre era un Centinela.

Yo lo respetaba por eso.No sé cuánto tiempo estuve ahí, pero no pudo haber sido mucho

tiempo antes de que la puerta detrás de mí fuera abierta. La madera sesacudió mientras los pasos se acercaban.

Aiden se sentó a mi lado, aún en su uniforme de centinela. Él miró alfrente y no dijo nada. Lo miré. Sus cabello oscuro estaba desordenado,

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yendo en todas direcciones. Una ligera sombra se estaba formando en sumandíbula.

 — ¿No despertaste a Deacon? — le pregunté. — Nah, si lo hiciera, entonces probablemente nunca me iría a la cama.

Él necesitará entretenimiento o algo y ya sabes cómo va. — Aiden inclinó sucabeza hacia mí  — . ¿Hace cuanto se fue Apolo? — Hace un rato.Aiden se quedó callado por un momento.  — ¿Hay algo que deba

saber?Mi corazón dio un vuelco. — No.Sus ojos se encontraron con los míos y no podría decir si me creyó, pero

extendió su brazo. Me moví, encajando contra el costado de su cuerpomientras cerraba sus brazos alrededor de mí. Apoyó la mejilla contra micabello y sentí su aliento.

Pasaron los minutos, y luego dijo — : Estamos en esto juntos, Alex. Nuncalo olvides. Estamos juntos en esto hasta el final.

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Veintiocho Traducido por Jeyly Carstairs

Corregido por Esperanza.nino

ara el momento en que Apolo reapareció más tarde esa noche,yo realmente no había llegado a un acuerdo con todo. Quierodecir, ¿cómo podría? Pasando por todo esto, enfrentando a solo-

los-dioses-sabían-qué, había un 99% de posibilidades de que fuera a morir al final y realmente no ayudaba con todo el factor de motivación. Así que

me decidí a hacer la única cosa que podía hacer.Olvidarme del resultado final.Probablemente no era el método más sabio, pero era la única manera

de poder hacer esto y mantener la cordura, porque en este momento nosabía cómo cambiar nada de eso.

Apolo no regresó solo. Cuando él vino a la sala de estar, trajo consigo aDionisio. Era la primera vez que veía al dios. Parecía un chico defraternidad con su camisa hawaiana y pantalones cortos.

Dionisio se dejó caer en el sofá en una perezosa, arrogante y

desgarbada postura. Su mirada de párpados pesados se movió sobre lasmujeres en la sala, mirándolas de arriba abajo como uno mira un menú.Cuando sus extraños ojos se posaron en mí, yo arqueé una ceja.

Él sonrió. — Así que este es el Apollyon. — Esa soy yo. — Por alguna razón, esperaba que fueras más alta.¿Qué demonios? Doblé los brazos, lanzándole una mirada suave.  — No

sé por qué la gente sigue diciendo eso.Aiden se apoyó contra la mesa en la que me había sentado.  — Tú eres

bastante petisa.Mi altura no era nuestro mayor problema. Afortunadamente Marcus tiró

de las riendas de la conversación, trayéndola de vuelta a cosas másimportantes. — ¿Tiene noticias de Lucian?

El dios se estiró, cruzando sus brazos detrás de su cabeza.  — Bueno, lotengo tan cerca cómo puedo. Algo es diferente esta vez.

P

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Apolo frunció el ceño. No me gusta cuando los dioses fruncen el ceño,usualmente significa algo muy, muy malo.

 — ¿Qué quieres decir? — Podía solo estar tan cerca. Algo me impidió conseguir estar entre

ellos, incluso se lo prohibió a mis ninfas.  — Movió los dedos de los pies — .Ningún pupilo puede hacer eso. Solo otro dios. — No entiendo. — dije — . ¿Cómo podría otro dios bloquearte? — Uno poderoso puede, pequeña Apollyon.  — Dionisio guiñó un

totalmente blanco ojo — . Seria como golpear una pared invisible. El Primeroy el Puro están bien protegidos.

 — ¿Hermes? — dijo Marcus, frotándose pensativamente la mandíbula.Dionisio resopló. — Hermes no podría sacar algo como eso.

 — ¿Quién podría? — pregunto Solos, con una mirada astuta. — Uno del núcleo. — respondió Dionisio con una sonrisa. — ¿Qué quieres decir?  — Luke se inclinó hacia delante en su silla,

dejando caer sus brazos sobre sus rodillas — . ¿Uno del núcleo?El dios le lanzo una breve mirada.  —Hay una estructura social… o

política de las cosas en el Olimpo, un ranking de poder.Al otro lado de la habitación, Laadan se aclaró la garganta. A su lado

Olivia se quedó quieta. Ella no había hablado desde que me preguntó por Caleb más temprano. Yo había cumplido su promesa, tanto como unamierda.

 — ¿Nos puede dar un poco más de detalles?  — preguntó Laadancortésmente — . Creo que esto es algo de lo que no somos conscientes.

 — En realidad no. — respondió Apolo. — Sé creó vuestro Consejo después del Olimpo, cada consejo tiene un

líder, por así decirlo. En el Olimpo es lo mismo.Mi curiosidad aumento. — Entonces, ¿quién es el centro?Dionisio podría no haber tenido pupilas, pero estaba bastante segura

que, cuando su cabeza giro hacia mí, él estaba mirando mi pecho. Ytambién estaba segura que Aiden creía lo mismo, teniendo en cuenta laforma en que se puso rígido.

 — Zeus y Hera, seguido por el cada vez más popular Apolo y suhermana Artemisa, luego Ares y Atenea  — respondió Dionisio — . Por último,pero no menos importante, Hades y Poseidón. Ellos son los dioses máspoderosos y los únicos que podrían lograr eso.

 — Bueno, no es Hades. Él quería llevarme al infierno. Y dudo que seaPoseidón desde que se fue todo dios del agua en la isla Deity.

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Aiden deslizó una mirada a Apolo.Los ojos del dios sol se estrecharon. — Si, como si fuera yo.

 — En realidad podría ser cualquiera de ellos.  — dijo Dionisio y luegobostezó ruidosamente — . Tendrían que estar engañando a todo el mundo,

por lo que podrían habernos engañado incluso a nosotros.  — Se encogióde hombros como si nada de esto fuera un gran problema — . Es lo que es. — ¿Tú sientes algo?  — Las manos de Apolo se cerraron a sus costados

cuando Dionisio negó — . ¿Has visto algo que pueda decirnos quién es eldios? ¿Cualquier cosa?

 — Realmente no estaba mirando eso. Tú me dijiste que mirara lacantidad de puros idiotas que tenía con él, y lo hice.

Un musculo salto en la mandíbula de Apolo y casi gruño.  — Entonces¿qué viste?

 — Nada bueno. — Detalles — dijo Apolo, exhalando por la nariz — . Detalles.Me pregunte si Dionisio estaba borracho o drogado. Mi mirada estaba

en Deacon en el otro extremo del sofá, y me di cuenta que estabapensando lo mismo. Incluso Lea, que estaba sentada en el brazo al ladode Deacon, estaba dándole a Dionisio una mirada de qué demonios.

 — Tiene cerca de un maldito millar de Centinelas mestizos y Guardias,quizás más. Además, está rodeado por una especie de círculo, otros puros.Y se pone aún mejor. — Hizo una pausa y yo sabía que era para el efectodramático — . Había mortales con él.

Mi boca se abrió. — ¿Qué? — Soldados — respondió Dionisio — . Soldados mortales como el “ser todo

lo que puedes ser” esa clase de soldados. Probablemente había unosquinientos de ellos.

Casi me caigo de la mesa. — ¿Cómo es eso posible?  — exigió Lea. Entonces apretó sus ojos con

fuerza, su cara cansada — . Está usando una compulsión. — No  — negó Marcus y se volvió hacia Apolo — . Los puros no pueden

controlar muchos mortales. Ni siquiera si tuviera a cien puros rodeándolos. — Es el dios. — Apolo parecía disgustado.Mi estómago se revolvió ante la idea.Usar mortales como que estaba mal en muchos niveles. Nunca

sobrevivirían en una lucha contra un Centinela o un Guardia, no importabacuantas armas tuvieran. Nosotros éramos simplemente mucho más rápidosy estábamos mejor capacitados.

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Los mortales serían carne de cañón y nada más.Era repugnante.Ira llenó la habitación, tan densa que podía prácticamente saborearla.

 — No lo entiendo.  — Deacon se pasó una mano sobre la cabeza,

apretando la parte posterior de su cuello — . ¿Cómo es que el mundo de losmortales no presta atención a algo así? — Uno de los mortales debe ser de un rango alto en el ejército, alguien

que pueda hacer ese tipo de llamadas y dar algún tipo de razón. — Apoloapretó sus labios — . Por lo menos eso es lo que yo haría.

 — Y podría haberlo llamado una especie de estado de emergencia  — añadió Marcus — . Ninguna parte de los EE.UU está completamente ilesa, yestoy empezando a preguntarme si a este dios incluso le preocupa laexposición.

Aiden se aferró al borde de la mesa. — Creo que es evidente que el riesgo de la exposición no es importante.

Demonios, tal vez está incluso planeado.Todos los ojos se volvieron hacia él.

 — Piensen en ello. ¿Por qué si un dios estaría orquestando todo esto? O¿por qué iría con lo que Lucian quiere?  — preguntó Aiden — . Para sacar alos dioses y luego ¿gobernar el Olimpo? O ¿Gobernar el Olimpo y el reinode los mortales?

Un escalofrió corrió por mis hombros.Mi imaginación más salvaje ni siquiera podía imaginar cómo sería si el

mundo sabía que existían dioses. Y encima de eso, si el mundo terminabasiendo gobernado por uno.

 — No podemos permitir que eso suceda — dije.Los ojos de Apolo se encontraron con los míos. — No. No podemos.Aparté la mirada, porque en este momento no quería pensar en lo que

significaba detener este dios. Me aclaré la garganta.  — Me pregunto siLucian Y Seth lo saben.

 — ¿Importa? — pregunto Lea, enojada como siempre.Mis labios se asquearon ante su tono. — Supongo que no, pero hay que

preguntarse quién está usando a quién. ¿Y qué va a pasar con ellos al finalsi el dios triunfa? ¿Planea mantenerlos a su alrededor o deshacerse deellos? ¿Es que ni siquiera tienen idea?

La mayoría de las personas en la habitación no podía importarlesmenos, eso era evidente, pero Marcus se acercó a donde yo estabasentada y se apoyó contra el escritorio al otro lado.  — Dudo que ellos lo

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Lo miré por un momento. — Además, Seth está en mí búsqueda, esto…esto va a ser muy peligroso. No quiero que ustedes arriesguen sus vidas por mí.

Lea resoplo.  — Maldita sea, Alex, tu ego esta fuera de control. Tú me

conoces. Yo antes te arrojaría frente a un daimon cualquier otro día, pero site mantenemos lejos de ellos significa salvar millones de vidas, entoncesestoy en tu equipo. Así que esto es más grande que tú.

 — Sé que esto es más grande que yo.  — Mis mejillas ardían, y la sonrisaidiota de Deacon no estaba ayudando — . Y sé que me tirarías en frente deun daimon, pero no quiero ver que ninguno de ustedes salga herido.

 — Aquí todo el mundo conoce los riesgos, Alex. — La voz de Marcus erasevera, me recordaba a los días atrás en el Covenant cuando el pasaba lamayor parte de su tiempo gritándome — . Nadie está obligado a hacer esto.

 — Y ninguno de nosotros haría cualquier otra cosa.  — Olivia ofreció unasonrisa vacilante — . Todos nosotros hemos perdido personas debido a losque está pasando. Todos tenemos razones para hacer que esto sedetenga y no vuelva a ocurrir.

 — Incluso yo — dijo Deacon — . No he recibido mis regulares 12 horas desueño desde que todo esto se fue abajo, y eso es malditamente trágico.

Aiden rodó sus ojos. — Todo el mundo está dispuesto a luchar.  — Laadan cruzó la sala,

sonriendo mientras se colocaba junto a Marcus — . Esta no es sólo tubatalla.

 — Esta nunca fue sólo tu batalla — corrigió Solos. — En otras palabras  — dijo Marcus, sus ojos color jade encontrando los

míos — , tú no estarás sola en esto. Nunca lo estuviste. — Y no lo vas a estar  — terminó Aiden calmadamente.Guau. Creo que en cierto modo amaba a todos en esta habitación

ahora mismo, incluso a Lea. Las lágrimas quemaron mis ojos y me inclinéhacia adelante para que nadie pudiera ver. La cosa es que, desde queme di cuenta de cómo todo esto podría terminar   — probablementeterminaría —  nunca me había sentido más sola. Pero aquí sentada,escuchándolos… 

 — Tiempo de abrazo grupal — sugirió Deacon. — Cállate — le dije, pero me reí.

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Aiden deslizó un brazo alrededor de mis hombros y atrajo hacia él. Justoen frente de toda la habitación llena de mestizos, puros y un dios, besó micien.

 — Tú solo vas a tener que aceptar que esto no lo vas a hacer sola.

Vamos a hacerlo todos nosotros.Levanté la cabeza y los miré a todos, perdida en cuanto a qué decir.Luke sonrió. — Lo sé. Somos impresionantes.Me reí de nuevo.

 — Y hemos nacido para hacer esto  — dijo Olivia, encogiéndose dehombros — . Nosotros estaríamos haciendo esto en un mes más o menos, detodos modos. Estamos listos.

Lea deslizó a Olivia una sonrisa que decía que ella estaba más que lista. — Vamos.

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Veintinueve Traducido por Martina pederzoli

Corregido por Dafne

olo había conseguido un par de horas de sueño para cuando elsol apareció entre las cortinas a la mañana siguiente. Escuchar atodo el mundo decirme que estaban listos para enfrentar lo que

fuera lanzado en nuestro comino… incluso horas mas tarde no podíaencontrar las palabras adecuadas para lo mucho que significaba. Pero un

peso invisible también se había instalado en mis hombros y había crecidodurante la noche, presionándome hacia abajo a través del colchón. Nopodía detener a ninguno de ellos  — y no lo haría al igual que ninguno deellos me lo haría a mí  — pero mil cosas se agolpaban en mi cabeza.

Y los principales pensamientos estaban centrados en que cualquiera deellos podía perder la vida en esto. Muchos ya habían muerto, y no importacuan Positiva Polly tratara de ser, yo sabía en lo profundo de mí que algoterrible, algo violento, esperaba en el futuro. La Muerte había llegadomucho antes de lo que se comprometieron a ver, y estaba en el otro lado

de la puerta, o en otro estado, esperando con paciencia, porque nadaera tan inquebrantable como la Muerte. Probablemente tenía la mayoríadel tiempo en el mundo.

A pesar de que ya sabía lo que les esperaba  — lo que nos esperaba atodos nosotros —  en el Inframundo, no podía soportar la idea de ver quealguno de ellos cayera. Si pudiera, me encantaría encerrarlos a todos en lacaja de abajo, incluso a Aiden.

No cabe duda de que no iría bien, pero sabía que, entre lo que Apolonecesitaba de mí, lo que Solaris me había advertido y lo lejos que Seth se

había ido, esto terminaría en un desastre.Cuando Aiden se movió a mi lado y dejó caer un brazo en mi cintura,

hice una mueca. — Perdón.Se acercó más — ¿Por qué?

S

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 — Sigo despertándote  —  Me presioné más contra él, mirándolo por encima de mi hombro. Dos ojos grises me miraban a través de un revoltijode pelo oscuro — . Sé que lo hice.

 — No mucho. — Aiden se levantó en un brazo. Su cuerpo se relajó, pero

la preocupación irradiaba en su mirada — . ¿Cuánto has dormido?Pensé en mentir pero negué y me moví sobre mi espalda. — Nos vamosen unas pocas horas.

Aiden asintió con la cabeza y sus ojos buscaron los míos.Torcí mis dedos juntos, y traté de sonreír.  — ¿Cuánto tiempo vamos a

estar en la carretera? — Estamos pensando en unas 10 horas.Uff. — ¿Deacon va a ir con nosotros?

 — Sí. Y también Lucas y Marcus. Solos está llevando a las chicas.Algo se movió inquieto en la boca de mi estómago. No quería darle un

nombre. — ¿Crees que está bien?Aiden puso su mano sobre la mía, aquietándola. — Olivia y Lea son muy

buenas. Ya lo sabes.Lo eran. Especialmente Lea, ella era como She-Ra31. Y Solos y Marcus

habían salido más temprano, comprando dos teléfonos desechables paraayudarnos a mantener la comunicación.

 — Además sabes que Solos nunca dejaría que algo les pasara. Ytampoco Laadan.  — Mientras hablaba, bajó mis manos y entrelazó susdedos con los míos — . Tenemos 60032 millas de tierra de nadie paraatravesar. Vamos a estar bien.

Esa cosa en el estómago se volcó. — No estoy asustada. — No dije que lo estés.Mis ojos se entrecerraron.Aiden esbozo una sonrisa. — Pero lo estás.

 — Yo —   — ¿Tengo que encontrar una cámara de depravación sensorial de

nuevo?  — Cuando mis mejillas se enrojecieron por el recuerdo, su mediasonrisa cambió a una completa. Profundos hoyuelos aparecieron y en vezde mi estómago, cayó mi corazón — . Está bien, Alex.

 — ¿Qué está bien? — Mi voz sonaba terriblemente frágil, y normalmentehabría odiado eso, sobre todo teniendo en cuenta que era este gran mal

31She-Ra: She-Ra es una seria animada estadounidense de 1985 cuyo personaje principal es She-Ra, la mujer

más poderosa del universo.32 600 millas: Equivalen a 965.6 km

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Apollyon, pero con Aiden, no tenía necesidad de fingir. Sin embargo, aveces olvidaba eso.

 — Tener miedo, Alex, está bien. Lo que estamos enfrentando es algoaterrador… mierda. 

Sonreí. — Insultaste. — Lo hice.Mi sonrisa se desvaneció rápidamente, porque íbamos a enfrentarnos a

alguna mierda aterradora. Mierda sobre la que Aiden ni siquiera sabía lamitad. — ¿Tienes miedo?

Por un momento, él no respondió. Lo único que se oía era el lento yconstante tic-tac del reloj antiguo de pared y el canto lejano de las avesfuera de las paredes de troncos rústicos. — Sí.

Oírle admitir eso era un alivio y a la vez aterrador.  — Nunca tienesmiedo.

Aiden negó con la cabeza, su sonrisa se transformó en una irónica.  — Sabes que eso no es cierto. Hay un montón de cosas que me aterran, Alex.

Lo miré a los ojos. — Dime.Estirándose a mi lado, me jaló de forma que mi mejilla quedaba

presionada contra su pecho.  — Tengo miedo de que Deacon salgaherido… o peor. Tengo miedo de perder más gente. — Hubo una pausa, ysus latidos aumentaron bajo mi mejilla — . Estoy aterrorizado de lo que vas atener que enfrentar; lo que vas a tener que hacer y cómo te va a afectar.

Mi respiración se detuvo en torno a una negación mientras curvaba misdedos alrededor de sus caderas.  — Voy a estar bien.  —  Esas palabrassonaban amargas en mi lengua.

Su pecho subió bruscamente. — No quiero que estés bien.Levanté mi cabeza para poder ver sus ojos. Eran de un color gris oscuro

y sombrío. Él trató de sonreír, pero como la mía antes, pareció dolido. — Yo quiero que estés más que bien.  — Aiden ahuecó mi mejilla con

suavidad — . No quiero que tengas pesadillas por el resto de tu vida, y queveas la cara de Seth en vez de la de tu madre. No quiero que esto tepersiga.

Repentinamente, todo pareció tan real y yo estaba muy cerca. Meincorporé y puse un poco de espacio entre nosotros pero me seguíasintiendo caliente y sofocada. — Sé lo que hay que hacer.

Y también sabía lo que probablemente significaba para mí.Me siguió, capturando la distancia que acababa de adquirir. Su rostro,

esos hermosos labios estaban a escasos centímetros de los míos.  — Lo sé,

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Alex. También sé que vas a hacer, porque no puedo pensar por unsegundo que va a fracasar. No podes. No lo harás.

Ante el dolor y la determinación en su voz, me apreté los labios. Fallar otener éxito tenían un final parecido.

 — Mírame — ordenó.No me di cuenta de que había apartado la mirada, pero sentí su manoen mi mejilla. Guió mi barbilla hasta que nuestras miradas se encontraron yno podía moverme.

 — Pero también sé que matar Seth no va a ser fácil, y no me refiero soloen un nivel físico. Sé que en el fondo él te importa. Tal vez una parte de tiaún lo ama.

Horrorizada de lo que debía pensar, porque había clavado justo en lacabeza, negué. — Aiden —  

 — Entiendo. — La pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios era real — .Sé que no es lo mismo que lo que sientes por mí, pero eso no lo hacemenos fuerte o importante.

 — Él... — No sabía qué decir. Aiden estaba en lo cierto. Una parte de mí aún amaba a Seth, y no de la forma en que me sentía por Aiden, pero noera menos real o poderoso. Incluso después de todo lo que Seth habíahecho, no podía olvidar todo lo que había hecho antes. Había pasado lomismo con mi madre, pero al final, le había quitado la vida como sihubiese sido predestinado desde el principio.

Matarás a aquellos que amas… La frente de Aiden se presionaba contra la mía.  — Seth estuvo para ti

cuando necesitaste a alguien. Ustedes comparten ese vínculo que… quees más que él conectándose contigo. Rompimos la conexión pero hayalgo más debajo de eso. Él es parte de ti.

Respiré, sorprendida —Él… él ha hecho cosas tan terribles.  — Las hizo.  — Aiden me besó en la sien — . Pero también ha hecho

algunas cosas buenas, y sé que no puedes olvidar como él solía ser. Sé quenada de esto te va a resultar fácil.

Matar a Seth sería romper una parte de mí. Y no importaba cuantotiempo caminara por estas tierras en el futuro, no podría ser reparada. Élera una parte de mí  — una parte media loca —  pero aun así. Me iba acambiar de una manera que no podría comprender. Justo como con mimama. Pero esta vez era diferente.

Apollo no quería que matara a Seth; quería que lo despojara de supoder. Conociendo a Seth, probablemente preferiría morir. Y si averiguaba

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lo que estaba a punto de hacer, vendría tras de mí. Así que tendría quedetenerlo, matarlo. Matar a Seth sería la única manera de salir de esto convida

 — ¿Alex? — susurró Aiden — . Háblame, agapi mou.

 — No tengas miedo. — Mi voz era ronca — . Voy a estar bien.Su mano se aferró a mi nuca, y me sostuvo como si me pudieramantener así para siempre. — Me vas a decir que vas a estar bien. Y vas aactuar como si estuvieras bien, pero… 

Cerré los ojos con fuerza. Aiden sabría mejor. Pasaron unos segundos ensilencio. La verdad estaba en la punta de mi lengua, me quemaba desdeadentro hacia afuera. Quería decirle lo que podía suceder, yo realmentelo necesitaba, pero dejarle eso a él no era justo. El tiempo se estiró, pero noera suficiente.

 — Vas a matar a aquellos que ames.  — Mi risa era seca y quebradiza — .Odio a ese maldito oráculo.

Los dedos de Aiden se extendieron por mi mejilla.  — Si pudiese cambiar esto, lo haría. Haría lo que fuera por salvarte de esto.

 — Lo sé.  — Incliné mi cabeza hacia un lado y lo besé suavemente — .Pero el destino es una perra.

 — O un bastardo — dijo a la ligeraMe reí, porque cada vez que Aiden insultaba, no podía evitarlo.

Sonaba mal saliendo fuera de su lengua, pero seguía siendo elegante dealguna manera. Como un británico maldiciendo. De cualquier manera, yano podía hablar más de esto. Ni siquiera quería tener que pensar sobreesto, pero iba a necesitar un lavado de cerebro para arreglar eso.

Inclinándome hacia delante, enrollé mis brazos alrededor de su cuezo yme subí a su regazo. — ¿Podemos hablar de otra cosa?

Aiden parecía a punto de discutir, pero asintió.Mirándolo fijamente a los ojos, me acordé de los días en los que solía

aparecer y verme entrenar. Eso me hizo sonreír. — Solía pensar que eras lafuente de mi fracaso.

 — ¿Qué? — arqueó una ceja mientras envolvía sus brazos en mi cintura. — Nunca podía hacer las cosas bien cuando estabas alrededor,

especialmente cuando solías observarme en clases.  — Me encogí dehombros — . Quería ser perfecta a tus ojos. Quería que estuvieras orgullosode mí.

 — Lo estoy.

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Le sonreí, sonriendo de verdad desde que esta conversación habíaempezado. — Pero eres algo así como mi fuente de fuerza, incluso cuandono me podía concentrar por tu culpa.

Aiden ladeó su cabeza hacia un lado, haciendo que sus labios rozaran

mi mejilla. — Tenemos el mismo problema entonces. — Dudoso. — No tienes idea de lo difícil que fue. — Aiden suspiró contra mis labios — .

Entrenarte, estar tan cerca cuando lo único que quería… Hubo un revoloteo en mi pecho. — ¿Qué es lo que querías?Se inclinó, su cálido aliento convirtiéndose en mi mundo.  — ¿Qué tan si

te lo muestro?Oh, me gustaba el camino que esto estaba tomando. Mucho mejor 

que la fatalidad y el pesimismo que me querían tirar abajo, atraje a Aidenhacia mí. — Estoy de acuerdo con eso.

Riendo suavemente, él borró la minúscula distancia y dejé escapar unsuspiro. Si el me besara así cada un par de horas, podría dejar la oscuridadatrás. Sería destruir todo a lo que le temía y probablemente lamentarme.Mi mundo sería casi perfecto.

Se oyó un golpe y nos separamos un instante antes de que la puerta seabriera y la cabeza de Deacon apareciera dentro. Aiden gruñó, pero susojos se iluminaron unos cuantos tonos.

 — Buenos días —  Demasiada alegría resonó en su voz para estemomento en la mañana.

Mis mejillas ardían cuando murmuré — : Buenos días.Antes de que alguno de los dos dijera una palabra, Deacon corrió

desde la puerta y se lanzó sobre la cama, volando por el aire como unproyectil humano. Me moví a un lado en una fracción de segundo. Aterrizócon sus piernas sobre su hermano y con su cuerpo entre nosotros.

Deacon empujó sus brazos atrás de su cabeza, cruzándolos mientrasllevaba su cabeza hacia atrás y nos sonreía.  —  Es como una pila decachorros —  

 — ¿Una pila de cachorros? — Aiden arqueó una ceja — . Eres tan raro. — Lo que sea —  Los ojos grises de Deacon se posaron en mi — . ¿Estoy

interrumpiendo algo?Aiden rodó los ojos y me dio una sonrisa. — Para nada, hermano.

 — Genial, porque ustedes chicos mejor ponen sus traseros en marcha.Nos estamos yendo en una hora.  — Deacon cruzó sus tobillos, dejandoescapar un suspiro contenido — . Tiempo de enfrentar la carretera.

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Metí mi cabello atrás, preguntándome cuanto café había tomado estamañana y esta hiperactividad. — Eres tan antinatural cuando estás así.

 — Estoy emocionado  — replicó — . Estoy esperando que este viaje encarretera sea como un juego en la vida real de la Ruta de Oregón.

Levanté mis cejas — ¿Vas a atrapar la fiebre tifoidea? — En realidad, estaba pensando en romperme una pierna o ahogarme. — Siempre puedes morirte de hambre  — Mis labios se separaron en una

sonrisa — . O puedes conseguir ser secuestrado por indios.Los ojos de Deacon se abrieron considerablemente. — Ellos me querrían

por mis gloriosos rizos rubios. —  Es hora de que alguien corte tu pelo.  — Aiden despeinó los ya

ingobernables rulos y luego tiró las mantas — . Voy a estar tomando unaducha.

La mirada que Aiden me dirigió me decía que el no tenía planeadohacerlo solo, y mi estómago hizo todo tipo de giros y vueltas locas. Y noayudé que él hubiera cruzado la habitación con toda su gloria con el torsodesnudo. El calor que subió a través de mis venas era difícil de negar, peroal parecer Deacon no se iba a ninguna parte.

Esperé hasta que Aiden cerrara la puerta y escuché el silbido de laducha antes de mirar a su hermano menor. — ¿Qué?

Sus labios se inclinaron hacia un lado. — Tenemos que hablar.No teniendo idea de lo que iba a salir de su boca, probablemente algo

entretenido, me moví hacia abajo y me tendí junto a él. — Está bien, ¿Sobrequé?

 — Tienes que seguir con vida.De acuerdo, no era lo que estaba esperando.  — No estoy planeando

suicidarme, Deacon. — No, pero tienes esa mirada de alguien que está mirando la muerte y

prácticamente incluso la espera.  — Deacon hizo una pausa, y su miradafue a las vigas descubiertas en el techo — . Sé cómo es. Lo vi en el espejopor un largo tiempo.

Mi boca se abrió, pero no pude encontrar ninguna palabraRió secamente. — Odiaba vivir después de haber visto lo que le paso a

mis padres y a toda esa gente. Si no hubiera sido por Aiden no hubierasobrevivido. No debería haber sobrevivido. Tampoco él.  — Me dio unladeado encogimiento de hombros — . Supongo que tenía algún caso locode la culpa del sobreviviente o algo como eso. Cada vez que bebía o medrogaba, secretamente deseaba excederme, ¿sabes?

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A medida que sus palabras se hundían, mi pecho dolió. Estiré mi manocolocándola en su brazo. —Deacon… 

 — Ah, estoy bien ahora. Creo que lo estoy, por lo menos. ¿Pero sabesporque nunca me sobrepase?  — Deacon volvió su cabeza hacia mí y yo

sabía lo que quería decir  — . No estaba asustado de la muerte, pero estabaasustado de lo que mi muerte le haría a él.Deacon asintió hacia la puerta del baño y seguí su mirada. No podía

ver a Aiden pero sabía que no podía oírnos, pero mi corazón latía como sihubiese corrido un millón de pasos.

 — Él no superaría perderte  — le dije, tragando saliva — . Es muy fuerte,pero… 

 — Eso lo mataría. Lo sé. Perderte a ti lo mataría.Un escalofrío se apoderó de mí, como si hubiera entrado en un

congelador. Sentándome rápidamente, tiré mi pelo sobre mi hombro.  — ¿Por qué me estás diciendo esto?

 — Tienes la misma expresión desde que volviste del Inframundo. — Hubouna pausa y me miró con toda seriedad que nadie le daba el crédito detener, y en ese momento me recordó mucho a Aiden — . Hagas lo quehagas, no rompas el corazón de mi hermano. Tú eres su mundo. Y si lodejas, lo destruirás.

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Treinta  Traducido por Cin

Corregido por Mary Jane

uestro Hummer era el auto fiestero, el guay. O al menos esocreía. Entre Luke y Deacon, las diez horas de manejo a las tierrasde Dakota del Sur no fueron tan malas. Pobre Marcus que lucía

como si quisiera cerrar las bocas de los dos chicos con cinta adhesivaluego de dos horas de su resumen sin final de la última temporada de

Supernatural. Yo no me quejaba. Entonces, Luke pasó a este programanuevo sobre tronos y dragones, el cual trató de explicar a Aiden.Considerando que Aiden es un fan de los programas de tv en blanco ynegro, Luke no iba a llegar muy lejos.

Marcus lucia como si tuviera un dolor de cabeza, el cual reflejabacomo me sentía. No tenía nada que ver con la charla de los chicos, o los

 juegos de autos ridículos pero graciosos que insistieron en jugar. Y estababastante segura que, si Deacon se inclinaba entre los asientos y golpeabael brazo de Aiden cada vez que veía un escarabajo, Aiden detendría el

auto y lo estrangularía.Estaba segura también de que Marcus lo sujetaría. El hombre debería

tener un cardenal tremendo en su pierna por el último golpe que Deaconle había dado.

Pero luego de la cuarta hora, sentí la inquietud. A minutos deamenazar a los chicos con girar el auto en la carretera y volver, traté detener algo de descanso. No fue como si el paisaje tuviera mucho paramirar. Muchos campos. Después muchas colinas. Luego un montón deárboles. El aburrimiento picaba en mi piel, mientras miraba las guardas,

marcadas en sangre de Titán a lo largo de todo el auto, que impedían alos dioses sentirme. Pero el hecho de que estuviera atrapada en el vehículopor el futuro próximo, no era lo peor. El aumento sostenido de los latidos enmis sienes envió una descarga nerviosa a través de mi sistema.

Seth estaba allí, molestando, esperando por ese momento en quepudiera meterse y tener una charla. Parte de mí casi lo agradecía, porque

N

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sería algo para hacer, pero eso era muy estúpido. Hablar con Seth noayudaría en nada. Él estaba en un lado de la cerca y yo estabaclaramente en el otro.

No quería pensar en nada.

Doblándome en el asiento, mis ojos encontraron los de mi tío. Él sonriómientras cabeceaba hacia Deacon. El puro finalmente se habíadesmayado, con sus mejillas aplastadas contra la ventana. A su lado, Lukemiraba hacia afuera, su mandíbula bien cerrada.

Sin querer despertar a la bestia habladora, no dije nada y me volví. Lapunta de mi pie se deslizó sobre el sable apoyado en el piso. Estábamostan seguros y bien armados como cuando manejamos a Kansas.

Me acomodé en el asiento, estirando cuidadosamente mis piernascuando en realidad quería doblarlas. Por el rabillo de mi ojo, atrapé lasonrisa divertida de Aiden. Le hice un gesto y él se rió suavemente.

El tiempo transcurrió a paso de tortuga. Cada vez que veía al reloj deltablero habría jurado que pasaron dos horas, pero solo eran veinte minutosdespués. Cuando alcanzamos la mitad del camino, Solos llamó a Aiden.Necesitaban conseguir gas.

Aiden no estaba emocionado con eso.  — Estamos demasiado cercade Minneapolis.

En otras palabras, estábamos muy cerca de un área densamentepoblada. Prácticamente cada cuidad grande de los Estados Unidos teníacomunidades de puros en los alrededores. Donde hubiera puros, habíadaimons. Y eso también quería decir que habría Centinelas y Guardias,aquellos que quizás estuvieran trabajando con Lucian.

Pero no teníamos ninguna opción. Ambos vehículos estaban andandocon poco gas, y era o parar ahora o buscar gas en el medio de la nada yser comidos por coyotes y osos.

Nos detuvimos en un área decente de viaje e inmediatamente alcancéla manija de la puerta.

 — Prefiero que te quedes en el auto  — Aiden dijo desabrochándose elcinturón.

Fruncí el ceño. — ¿Por qué? Tengo el talismán. — Lo sé.  — Me lanzó una mirada.  – Pero conociendo nuestra suerte,

alguien te reconocerá. — Pero tengo que usar el baño —   — Aguántalo — dijo Luke, abriendo la puerta del auto.  — Te traeré algo

para picar y algo de agua, un montón de agua.

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Lo miré. — Eso es cruel.Todos excepto yo se precipitaron fuera del Hummer y me arrojé contra

el asiento, cruzando mis brazos. Entendí que no necesitábamos otra palizade dios en el medio de la estación de gas, per o maldición… 

Aiden se dirigió hacia el otro Hummer mientras Marcus cargaba el gas.Aquí estaba yo, la enloquecida Apollyon, y no podía siquiera ir adentropara conseguir una bolsa de carne seca por mí misma. Caray.

Unos momentos después, Aiden vino a mi lado del auto. Me debatí sobre dejar la ventana levantada, pero la bajé. Él se apoyó, descansandoen sus antebrazos.

 — Oye — dijo él, sonriendo.Yo sabía que estaba poniendo mala cara, pero no podía sentir mi

trasero. — Olivia y Lea están revisando el baño. Luce como si estuviera afuera y

en la parte de atrás. — Oh, gracias a los dioses. — Me hundí en mi asiento.Su sonrisa se extendió a un lado. — Me aseguraré de que Luke te traiga

otra cosa además de agua. — Eres el mejor. — Lo besé rápidamente — . Lo digo en serio.En su camino al pasarnos, los ojos de Marcus se estrecharon.  — Siento

como si necesitara separarlos a ustedes dos.Las mejillas de Aiden se ruborizaron mientras tragaba y se aclaraba su

garganta.Marcus se detuvo a su lado, cruzando sus brazos.  — Especialmente los

arreglos para dormir. Y no soy tan ingenuo como —   — ¡Guau!  — Interrumpí  — . No es un tema en el que esté dispuesta a

profundizar.Marcus me dirigió una mirada amable.  — Tú eres mi sobrina y yo soy tu

guardián…  — Tengo 18. — Y todavía eres demasiado —   —  ¡Olivia! ¡Charla de baño! — Abrí la puerta, casi golpeando a Marcus.

Lanzando a mi tío una sonrisa rápida, me moví a su alrededor.Aiden tomó mi brazo. — Ten cuidado —  

 — Por supuesto. — Además de otros muriendo por fumar y ser recibidos,es solo un lugar público de descanso.

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Él todavía parecía querer escoltarme hacia allí, pero Marcus tambiénespiaba a Aiden como si quisiera golpearlo otra vez. Aiden me dejó ir y meuní a las chicas en la acera.

 — ¿Qué está sucediendo? — preguntó Olivia.

Miré sobre mis hombros. La boca de Marcus estaba volando a mil por hora, y Aiden estaba parado allí, rígido y silencioso. Hice una mueca.  — Nisiquiera quieres saberlo.

 — Probablemente tiene que ver con el hecho de que Aiden y tú esténteniendo sexo — anunció Lea, cruzando sus brazos.

Mi mandíbula cayó. — Lindo  — Olivia apretó la suya contra su brazo — . El modo en que lo

escupes.Lea se encogió de hombros.  — Oye, es lo que es. Él es caliente. Yo lo

estaría haciendo con el cada cinco segundos. — Está bien, gracias por compartirlo.Olivia miró hacia nosotras.  — Hablando de tener sexo como un conejo

poseído, ¿han escuchado de Jackson? No estaba en el Covenantcuando… — Ella miró a su alrededor y bajó su voz – . Él no estaba allí cuando Poseidón se volvió loco —  

 — No. Mi teléfono murió y no tengo un cargador.  — Sus ojos seestrecharon sobre el cielo nublado — . No sé lo que está haciendo. Nofuimos tan cercanos como ustedes creen. Al menos, no hablamosmucho —  

Olivia resopló. — No creo que él esté con Seth y Lucian — dije mientras comenzábamos

a rodear la esquina del edificio de cemento. — ¿Por qué? — Olivia puso un rizo apretado detrás. — ¿Recuerdan cuando Jackson consiguió su golpiza en la cara?  — Nos

detuvimos fuera de la puerta del baño, y pude sentir el olor del lugar. Laschicas asintieron — . Estoy bastante segura que Seth le hizo eso.

 — Mierda  — murmuró Olivia mientras deslizaba la llave en la puerta — .¿Por lo que Jackson te hizo en clase?

Asentí. Jackson había llevado el combate demasiado lejos, plantandosu bota en mi cara  — tenía una cicatriz pálida para probarlo —  y estabasegura que el Instructor Romvi lo había aguijoneado para hacerlo. Mientrasentrábamos al baño y yo buscaba alguna casilla decente, me pregunté siRomvi aún estaba vivo.

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Romvi había desaparecido después de que Linard le diera unultimátum al Ministro Mayor Telly, y Seth había perseguido a los miembrosde la Orden, ya que ellos eran nuestra verdadera amenaza. Tan terriblecomo sonaba, si él había encontrado su final, yo no lo lamentaría

demasiado. Romvi tendría que venir por mi algún día.El viaje al baño resultó sin incidentes, sin considerar que el riesgo depescar una enfermedad de mano, pies y boca pudiera ser un hecho.

De vuelta en el Hummer, con mi regazo lleno de Skittles33 y diversasgolosinas, estaba sorprendida por el hecho de que Medusa no hubieraaparecido en el sanitario y tratado de comerme. Quizás este viaje no seríatan malo.

Miré detrás de mí, donde Deacon y Luke estaban compartiendo unosnachos. Los brazos de Marcus estaban extendidos a lo largo del últimoasiento. Su mirada estaba enfocada en la parte trasera de la cabeza deAiden como si de alguna manera pudiera perforar agujeros a través deella.

Vale. Quizás este viaje no fuera tan malo para mí. Por otro lado, paraAiden… 

Moviéndome al frente, atrapé la mirada de Aiden y le ofrecí unasimpática sonrisa.  — ¿Skittles?

 — Por favor.Arrojé unos cuantos en su palma abierta, luego tomé las verdes.Aiden sonrió hacia mí. — ¿Sabes que no me gustan las verdes?Encogiéndome de hombros, las puse en mi boca.  — Las pocas veces

que te vi comerlas, dejaste las verdes atrás.Deacon metió su cabeza entre nuestros asientos.  — Hay amor 

verdadero allí. — Eso es. — La mirada de Aiden volvió a la carretera.Me ruboricé como una pequeña colegiala y me enfoqué en las sobras

de los dulces hasta que Deacon se desplazó a su asiento. Le di todas lasrojas a Aiden.

Un par de horas después, luego de que alcanzáramos el apocalipsis deltráfico fuera de Sioux Falls, el cielo abierto comenzó a oscurecerse y lanoche estaba a solo unos minutos. Nudos se formaron en mi estómagomientras pensaba en la distancia entre la Universidad y yo evaporándose.

33Skittles: Es una marca de caramelos masticables de fruta producidos y comercializados por Mars.

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Todavía estábamos a cuatro horas, pero eso no era nada luego de estar tanto tiempo en el auto.

La Universidad estaba inmersa en las Black Hills de Dakota del Sur. Nocerca del Monte Rushmore, pero en la parte conocida como las Colinas

del Norte. Era un desierto fuertemente protegido, solo alcanzable envehículos como en el que estábamos. La gente tenía que saber queestaban buscando para ver siquiera la entrada a la escuela.

Nunca había visto la Universidad en persona, pero sabía que parecíacomo algo salido de Grecia. Como todos los Covenants, los mortalescreían que la escuela era parte de una élite, un sistema de educación sólocon invitación. Aunque yo estaba algo excitada por ver la escuela, misnervios cantaban por una razón diferente.

Mi padre podría estar allí, o podría estar en camino hacia aquí.La esperanza se disparó en mi pecho y me sentí mareada por unos

segundos. No pude saber que haría si lo veía, probablementeabalanzarme y taclear al hombre, y esperaba que no chillara como unbebé y me avergonzara a mí misma.

Sabía que no debería hacerme esperanzas. Mi padre quizás noestuviera allí. Él quizás nunca se mostraría por allí. Podría estar muerto.

Mi estómago se hundió, y por un momento pensé que iba a vomitar.La cosa era — y lo que estaba tratando de decirme a mí misma — que

no lo sabía. Y no había razón para preocuparse de cualquier manera. Ytenía cosas más importantes en las que concentrarme, por ejemplo comoen el infierno convencería a un grupo de Centinelas y Guardias de tomar el riesgo de morir contra Seth y un dios.

El teléfono de Aiden sonó, y la mirada en su cara mientras escuchabano era buena.

 — ¿Qué?  — pregunte, sintiendo mi estómago caer de nuevo. Mepregunté si tendría una úlcera….o si eso era posible siquiera. 

 — Lo tengo — dijo él al teléfono, y después lo apagó — . Nos estánsiguiendo.

Me giré en mi asiento, igual que Marcus y Luke lo hicieron. Los faros delHummer de Solos estaban justo detrás de nosotros. Eché un vistazo. Detrásde varios autos había otro par de faros. No era una experta en esas cosas,pero se parecía mucho a otro Hummer.

Los Centinelas y los Guardias amaban conducir Hummers. El másgrande era mejor y todo ese disparate probablemente era por otra cosa.

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Los mortales también conducían Hummers, pero cada sentido estabadiciéndome que era una cuestión del Covenant y no una amigable.

Mierda. — ¿Por cuánto tiempo? — pregunté.

 — Desde que pasamos Sioux Falls  — replicó Aiden, sus ojos ojeando elespejo retrovisor. — Hay una salida cerca: tómala. Necesitamos bajarnos del camino

principal.Marcus se tensó mientras se reclinaba, sacando una Glock.  — Las

buenas noticias son que el camino estará libre de mortales. Las malas sonque los caminos estarán despejados.

No habría nadie alrededor para que nos preocupáramos por exponernos, si ellos estuvieran incluso despreocupados sobre eso.

 — Dile a Solos que nos siga  — dijo Marcus — . Y que se acerque anosotros.

Mientras Aiden pasaba el mensaje a Solos, mantuve mis ojos pegadosal camino extendido detrás de nosotros mientras golpeábamos la rampa yvolábamos hacia el oscuro, camino de regreso. Entonces vi lo que Aidenno había dicho, y lo que Marcus debió reconocer una vez que Solos semovió en el otro lado.

No era solo un Hummer; eran dos, y estaba segura que ambos estabancargados.

Doble mierda.Luke estaba intentando tener una mejor vista.  — No podemos dejarlos

informarles, chicos. Si no lo han hecho ya. Estamos demasiado cerca de laUniversidad.

 — ¿Entonces ustedes piensan que son de Lucian?  — preguntó Deacon,agarrando el respaldo de mi asiento.

Aiden asintió. — Todo está bien, sin embargo. Tenemos esto.La fuerza en sus palabras, la determinación de sacar a todos de esto,

era tan propio de él. Sin importar qué, él lo afrontaba juntos. Quizás lefaltaban uno o dos tornillos, pero él resistía los golpes y nunca se daba por vencido. No conmigo. No con su hermano. Y nunca con la vida. Dioses, noes de extrañar que amara a este hombre.

Mientras lo miraba y veía la dura resolución en las líneas de su llamativorostro, me di cuenta de algo. Realmente, fue como ser golpeada por uncamión de siete toneladas.

Necesitaba ponerme mis bragas de chica grande, como, de verdad.

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Deacon estaba en lo cierto. Una parte de mi había aceptado que mimuerte sería inevitable desde que dejé el Inframundo, que en el final eldestino encontraría una forma de ganar. Yo, lo sentí de esa manera, locreí. ¿Yo? La chica quien decía demasiadas veces “vete a la mierda” a

todo, especialmente al destino.Santa mierda… Algo aturdida, miré el frente del vehículo. Yo era mejor que esto, mejor 

que revolcarme en mi propia lastima. Y yo era un infierno mucho mejor para no permitir al destino controlarme. No era débil. Nunca he sido unacobarde antes. Nací para ser la guerrera extrema. Entonces si alguienpodría salir caminado ilesa de esta situación, debería ser yo.

Sería yo.Porque era una luchadora. Porque no renuncié. Porque yo era fuerte.Mientras la parte delantera del Hummer de Solos alcanzaba la mitad

del nuestro, sonó una clara explosión y su auto repentinamente se sacudióhacia la izquierda.

 — Santa mierda — jadeó Deacon — . Están disparándonos.Nuestro vidrio posterior explotó. Cristales estallaron y llovieron por el

auto. Me giré en mi asiento encontrando que Luke tenía a Deaconaplastado contra el asiento. No ví a mi tío.

 — ¿Marcus? — Estoy bien — gritó él. — Alex, agáchate.  — Aiden mantuvo un fuerte control sobre el volante

con una sola mano mientras me alcanzaba, tomando mi brazo ytirándome abajo.

Marcus se levantó y devolvió el fuego en una sucesión rápida.Neumáticos chillaron; el Hummer a nuestro lado se sacudió otra vez, yluego voló a un costado con un rugido. No podía creer que estuvierandisparándonos ahora. Y entonces lo capté. A ellos no les importaba nadieen el vehículo. Sabían que yo sobreviviría al choque de una forma u otra.

Ellos seguirían disparando hasta que nos hicieran chocar.Otro disparo, y la ventana del lado de Aiden explotó. Fragmentos de

vidrios volaban por los costados, bañándonos a Aiden y a mí. Él hizo unamueca, y yo estaba tan harta de esto.

 — Detén el auto — dije. — ¿Qué? — La mano de Aiden presionó en mi espalda mientras

aceleraba, poniendo algo de distancia entre nosotros y el vehículo llenode psicópatas.

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Luché para levantarme. — ¡Para el auto!Él me miró, y los dioses sabrán qué vio en mis ojos, pero maldijo por lo

bajo y se desvió hacia un costado. Los otros vehículos dispararon alpasarnos, el sonido de sus ruedas frenando en el pavimento.

Antes de que Aiden pudiera detenerme, abrí la puerta. Otra maldiciónexplotó de él y escuché a Marcus gritar  — : ¿Qué diablos?Me deslicé fuera del Hummer, manteniéndome abajo. Había una daga

atada a mi muslo, pero no era eso lo que necesitaba.Aiden salió por el lado del pasajero, sus ojos fijos en mí. Tenía un arma

en una mano. — ¿Qué estás haciendo? — Buena pregunta.  — Luke empujó a Deacon sobre el terraplén.  — 

Detenerse no parece ser lo más inteligente. — No puedo creer que están disparándonos. ¿A nosotros? — Deacon

comenzó a incorporarse. — ¿Qué está mal —   — ¡Quédate abajo!  — Aiden se volvió mirando a Luke — . Mantenlo a

salvo. — Lo sé. — Luke puso a Deacon abajo y detrás de él — . Nada le pasará.Solos se detuvo más adelante y todos ellos salieron del auto

manteniéndose del lado del pasajero. Lancé un suspiro de alivio yentonces fui hacia el frente del Hummer.

 — ¡Alex! — Aiden me siguió agazapándose — ¿Qué estás —  Los dos vehículos habían dado la vuelta y estaban cerca de nosotros.

Realmente no había tiempo para pensar sobre lo que iba a hacer. Usandola velocidad que todos los mestizos tenían, y el empuje extra del Apollyon,me lancé hacia el parachoques y dentro de la línea.

Aiden escupió una grosería.Estaba bañada en luces mientras alzaba mi mano, invocando al

elemento del aire. Fue como desbloquear una puerta dentro de mí. Poder se precipitó desde mi interior y se extendió, deslizándose sobre mi piel. Elaire barrió la carretera, soplando más allá de mí, más rápido y más fuertede lo que un puro podría. Los vientos huracanados se estrellaron en elprimer Hummer.

Se levantó en dos ruedas, las llantas girando en el aire mientras los farosatravesaban el cielo oscuro. El Hummer se sostuvo allí un segundo, y luegose volteó sobre el segundo vehículo. A través del aire se ladeó una y otravez; algo fue arrojado desde una de las ventanas, una persona quizás.

Los cinturones salvan vidas.

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El primer Hummer yacía sobre su techo. El metal crujía y gemía, luegocedió. El otro dio vueltas hacia la derecha para evitar una colisión directa.Volaban chispas de color ámbar.

Las puertas del segundo se abrieron y conté seis Centinelas vestidos de

negro. Eran mestizos, jugando en el lado equivocado del campo.Uno avanzó, y lo lancé contra los gruesos olmos que cubren el caminocon un giro de mi muñeca. Hubo un chasquido nauseabundo al impactar que diría que ese estará fuera de servicio por un tiempo.

Un segundo arrojó dos dagas del Covenant mientras se dirigíadirectamente hacia mí. — Ven con nosotros y dejaremos vivir a tus amigos.

Ladeé mi cabeza y sonreí.  — Bien, ¿no está ese dicho muy quemadoya? ¿Qué tal esto? Váyanse y quizás yo los deje vivir.

Aparentemente el Centinela no entendía inglés, porque se abalanzósobre mí. Me moví al costado, estirándome y agarrándolo. Lo llevé hastaabajo hasta que mi rodilla se levantó, haciendo contacto justo sobre elcodo. Huesos se quebraron y el Centinela gritó. Balanceándome detrás deél, tomé su otro brazo y lo torcí. Su espalda se inclinó y la daga cayó alsuelo.

Marcus apareció frente a nosotros. Sin parpadear empujó una dagadentro del pecho del Centinela. El hombre ni siquiera hizo un sonido.

Lo solté, y su cuerpo cayó en la calle.Mis ojos encontraron a los de mi tío. Un segundo después tenía su Glock 

lista y apuntando. Estaba tan cerca que vi la pequeña chispa mientras jalaba el gatillo. Jadeando, me di la vuelta.

La bala golpeó entre los ojos de una mujer Centinela. — Caray — dije, retrocediendo. — Ellos saben que no pueden matarte.  — Marcus agarró mi brazo y me

condujo hacia el Hummer  — . Pero creo que quieren llevarte, no importacuál sea tu condición.

 — Estoy comenzando a ver eso.Solos y Aiden estaban ocupados con dos Centinelas. Detrás de mí, vi

que Olivia y Lea tenían arrinconados a dos más. Mi atención se fijó en elHummer destruido.

Había mestizos en ese auto, y como esperé, no estaban fuera decombate. Otros seis salieron. Sintiendo el impulso de la adrenalinaconstruyéndose me desplacé hacia adelante con Marcus justo detrás demí.

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Alcancé a un Centinela, tomando la daga con mi mano derecha. Élsalto hacia mí, pero pasé debajo de él más rápido de lo que los ojos delmestizo pudieron moverse. Balanceándome alrededor, lo alcancé en laespalda con mi bota y el cayó sobre una rodilla. Algo dentro de mí se

apagó mientras tomaba su cabello y traía su cabeza hacia atrás. Estos noeran Centinelas. Eran enemigos, como los daimons. No pude pensarlo deotra manera. Empujé la daga con un golpe limpio y rápido.

Escuchando pasos apurados detrás de mí, giré y me tiré hacia un ladopasando muy cerca de un gran puño. Saltando en el aire, golpeé y mandéuna desagradable espero que alguien vea esta patada rápida.

El Centinela golpeó el piso, sonando como si fuera más que unamandíbula rota. Moviendo la daga, comencé a caminar. Hombre, comoque extrañaba pelear con Apolo. Deberíamos ponernos al día… 

Manos tomaron mis hombros y fui tirada hacia atrás. Golpeé elpavimento. Dolor quemé por mi columna y miré hacia arriba, asombrada.

Un Centinela de piel oscura miraba hacia mí. —Tu podrías hacer esto… — Sus palabras fueron apagadas. Algo húmedo y tibio se expandió en elaire. Su cuerpo fue a una dirección y su cabeza en la otra.

Me puse de rodillas, forzando a mi boca a cerrarse ante la urgencia degritar.

Olivia dio un paso atrás, su mirada moviéndose de mí a la daga.  — Eso….eso no fue nada parecido a lo que enseñan en clase.

Levantándome, sacudí mi cabeza. ¿Era esta la primera vez que Olivialuchaba? Para que su primer muerte fuera otro Centinela…No sabía quedecir. Y no teníamos tiempo para una sesión de terapia.

Mandíbula Rota se estaba parando. Él giró, su daga arqueándose. Sentí la hoja afilada a lo largo de mi estómago.

Aiden apareció detrás de él y apretó los lados de su cabeza. Hubo ungiro rápido, otro sonido de regreso y se repitió nuevamente una y otra vez,y entonces el Centinela cayó.

Los ojos de Aiden encontraron los míos y eran del color del acero.  — Apesar de que el despliegue de poder es caliente como el infierno, trata deno quedarte nunca más en medio del tráfico.

Empecé a responder, pero una sombra se deslizó detrás de él. Micorazón se detuvo. — ¡Aiden!

Antes de que pudiera siquiera levantar una mano, él se desplazó comoel viento, lanzando la daga. Se enterró dentro del pecho del Guardiavestido de blanco cernido sobre él tirándolo hacia atrás. Lanzándose hacia

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adelante liberó la hoja antes de que el Guardia colapsara, y luego lolanzó otra vez, alcanzando al otro Guardia quien había arrinconado aSolos.

Diablos. Aiden era un ninja rompe traseros.

Solo un par de minutos habían pasado y pensamos que habíamostenido suerte, pero faros acercándose nos advirtieron de que no era así. — Olivia, alcanza a Lea y vayan hacia el otro lado del auto.Su mirada cayó otra vez sobre el Centinela muerto y luego asintió,

marchándose. Tomó el brazo de Lea y la empujó hacia donde Luke yDeacon comenzaban a salir de la orilla.

Un sedán se detuvo detrás del Hummer destrozado. Ocultando ladaga, troté hacia el coche justo mientras bajaba la ventana delconductor. Un mortal de mediana edad miró la escena con crecientehorror.  — Oh, mi Dios  — dijo él, tomando un teléfono — . Puedo llamar por ayuda — ¿ese es un cadáver?

Me agaché, forzando al mortal a que me mirara.  — No hay nada quever aquí. No veras nada mientras te alejas. Irás a casa y…besarás a tuesposa o lo que sea.

El mortal parpadeó lentamente y luego asintió. — No estoy casado.Ops. — Eh, ¿tienes una novia?El asintió, los ojos fijos en mí.

 —Vale….entonces la besarás y le dirás… ¿que la amas? — Dioses, yoapestaba en las compulsiones — . Como sea, vete. No está pasando nadaaquí. Continúa.

Mientras el auto pasaba, me giré para encontrar a Solos mirándome. — ¿Qué? — demandé.

 — ¿Le hiciste un truco de mente Jedi34?Una gran sonrisa empujó en mis labios. — Siempre quise decir eso.

 — Queridos dioses — murmuro él, volviéndose.Encogiéndome de hombros, lo seguí y pasé a Aiden. Él estaba

deteniéndose en cada cuerpo, pasando dos dedos sobre las formasinmóviles. Miré mientras las chispas volaban de sus dedos y viajaban sobrelos cuerpos con una velocidad innatural. Llamas violáceas cubrieron a los

34 Aunque no me parece que haga falta aclararlo, Solos se refiere a Star Wars donde en una de las

películas uno de los Jedi convence a un enemigo de que no hay nadie y que se vaya, esa frase es

FAMOSA.

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caídos, y en minutos nada quedó excepto cenizas. El aire se llenó con elaroma picante de la sangre, carne quemada y metal.

Dakota del Sur jamás había olido tan asquerosa.Cuando Aiden se dirigió hacia los dos Hummers, me volví y vi un cuerpo

cerca de la cola de nuestro auto. Tragando el sabor amargoconstruyéndose en mi garganta, fui hacia el Centinela y me arrodillé. Tandébil como sonaba, no pude mirar a su cara mientras pasaba mi manosobre el hombro inmóvil. También se convirtió en cenizas.

Con el corazón pesado, me paré. — Lo siento.Aiden regresó, tomando mi mano. — ¿Estás bien?Asentí. — ¿Tú?

 — Sí.  — Su mirada se movió hacia la pila de cenizas y su mano apretómás fuerte — . Necesitamos continuar.

En el otro lado del Hummer, dos Centinelas estaban en sus rodillas anteSolos en la grava. Reconocí a uno de ellos como el chico que habíaarrojado contra los árboles. Ambos estaban magullados y ensangrentados.

 — ¿Quién es el dios detrás de esto? — demandó Solos.Uno alzó su cabeza y escupió un chorro de sangre. El chico árbol rió.

 — ¿Dije algo gracioso?  — Solos se arrodilló ante él — . No lo creo.Preguntaré una vez más. ¿Quién es el dios detrás de esto?

 — Mátanos ahora, porque no vamos a hablar.  — El chico árbol levantósu cabeza y su mirada se fijó en mí  — . Ustedes chicos no pueden ganar esto. Ellos van a cambiar el mundo, y si se quedan en su camino, losdestruirán.

Di un paso adelante.  —   ¿Por “ellos” quieres decir Seth, Lucian y estedios? ¿Te das cuenta de que ni uno de ellos ofrecería su trasero desnudopor los mestizos, cierto?

Chico árbol rió otra vez, el sonido roto y astillado. — ¿Y te das cuenta túque no puedes escapar de él, Apollyon?

Ira se encendió.  — Pienso que estoy haciendo un buen trabajo enmantenerme lejos de Seth, cara de idiota.

El otro Centinela arqueó una ceja. — ¿Crees que estamos hablando delPrimero?  — Él rió — . No tienes ni idea de en lo que estas parada, pequeña.Esto es más grande que tú y el Primero, más grande que un simple puestoen el Consejo.

Un escalofrío corrió a través de mi columna y tomé involuntariamenteun paso atrás. — ¿Qué es?

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Ninguno de los hombres respondió. No dijeron nada mientras Solos lespreguntaba sobre los planes de Lucian. Marcus intervino entonces, perocuando uso la compulsión en ellos, se mantuvieron callados.

 — No van a hablar   — dijo Marcus, las manos apretadas en sus

costados — . O es una compulsión más fuerte que la de un puro, o sulealtad es ciega. De cualquier manera, estamos perdiendo un tiempoprecioso y arriesgándonos demasiado.

 — No podemos dejarlos ir  — dijo Aiden quedamente.Mi corazón se hundió un poco a pesar del hecho de que, si les

diéramos una oportunidad, estos dos hombres cortarían la garganta deaquellos hombres parados cerca mío. Eran jóvenes, quizás unos años másgrandes que yo. Demasiado jóvenes para estar aquí, a punto de morir.Pero Aiden tenía razón; no podíamos dejarlos ir.

Marcus se reunió rápidamente con Deacon y los otros, llevándolosdetrás del Hummer destrozado que Solos había estado manejando.Todavía podía conducirse, pero llamaría la atención si lleváramos esa cosadurante del día.

Posando mi mano sobre el brazo de Aiden, me giré hacia él.  — Yopuedo.

 — No.  — Él usó esa voz que yo había llegado a detestar y respetar, eltono de no respondas — . No harás esto.

Laadan, quien había quedado fuera de la pelea con Deacon, sevolvió.

Yo también quería hacerlo, porque una ejecución era la última cosaque quería ver, pero mientras Aiden se liberó de mi lado y se dirigió haciaellos, me obligué a mí misma a quedarme. Si él tenía que hacer esto,entonces yo debía verlo. Era todo lo que podía hacer, y lo mínimo.

Aiden se movió tan rápido como un relámpago. Las muertes fueronlimpias y rápidas. No lo sintieron. Sus cuerpos cayeron hacia adelante,separados de sus cabezas.

No importa cuán rápido e indoloro Aiden lo había hecho, yo sabía queél sentiría esto en las profundas esquinas de su alma por mucho tiempomás.

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Treinta y uno Traducido por Dafne

Corregido por MaryJane♥ 

e vuelta en la autopista, traté de no dejar que el fresco vientoque golpeaba en mi cara me pusiera de los nervios. Las cosaspodrían ser peor. La gente que me importaba podría haber 

muerto. Ellos podrían ser como esas desafortunadas almas que habíamosechado abajo como perros rabiosos

Ahora mismo, teníamos todo bastante bien, con la excepción de laespeluznante advertencia que el Centinela nos dio, que me dio.

Mirando a Aiden por la centésima vez desde que volvimos al auto,mordisqueé mi labio inferior.

 — ¿Un centavo por tus pensamientos?  — dijo él, sin quitar sus ojos de lacarretera.

Tomé una respiración profunda. — Entonces, sabemos que el dios es unél, y aparentemente no sé por qué estoy participando.

 — ¿Sabe alguno de nosotros por qué estamos participando? — comentó

Luke secamente. — No creo que lo hagamos  — dije, mirando a la oscura extensión de la

carretera — . ¿Fui solo yo, o sonó como si fueran leales al dios, y no a Luciano Seth?

 — Ese fue el modo en que sonó para mí  — dijo Aiden. — A no ser que su lealtad provenga de una compulsión  — Marcus sonó

cansado — . Pero no importa. La lealtad solamente es tan mala comocompulsión (se refiere a que una lealtad proveniente de una compulsión esigual de mala). El resultado final es el mismo.

Asentí.  — Me pregunto si Lucian o Seth saben. Quiero decir, sé que noimporta, pero Seth y Lucian tiene egos del tamaño de un dios. ¿Si elloscreen que tiene el complete control sobre su ejército o lo que sea, pero enverdad no lo tienen? Eso no va a ser lindo.

D

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 — ¿Quién sabe cuánto saben realmente? — Aiden agarró el volante tanfuerte que sus nudillos se aclararon. — . Este dios puede estar prometiéndolea Lucian la cabeza del Consejo o los dioses saben que otra cosa.

Y Seth, bueno él… él podrá tener todo lo que él quiera. 

Calientes e incómodos nudos retorcieron mis tripas. Seth había dicho lamisma cosa, pero lo que él quería — amor y aceptación — nunca lo tendríade esta manera. Iba a ser una caricatura de la verdadera cosa. Un día,probablemente él se daría cuenta de eso, podría ser demasiado… paratodos nosotros.

Y dioses, él merecía algo mejor que esto. Sabía que no debería pensar eso, pero lo hice.

Dejando salir un lento respiro, incliné mi cabeza hacia la ventana delpasajero y observé el borrón de los oscuros árboles. La mayoría de Dakotadel Sur era una pradera, pero las Black Hills eran totalmente algo más. Losárboles se apiñaban juntos, tan densos que nadie podía ver lo quedescansaba más allá. En algún lugar arriba, la Universidad estabaextendida a través de una de las más grandes praderas montañesas.

 — ¿Creen que Apolo les está diciendo todo lo que él y los otros diosessaben? — La voz de Deacon rompió el silencio.

Resoplé.  — Creo que Apolo nos dice lo que él cree que necesitamossaber cuándo él quiere.

 — Los dioses son tan imbéciles — murmuró Deacon, reclinándose.Marcus actualmente se rió, y pensé que el mundo estaba llegando a su

fin.  — Son arrogantes  —  dijo él — . Ese es el problema. Con la arroganciaviene una gran ceguera.

Era más bien gracioso escuchar eso, porque pensé en tres ratonesciegos, pero era verdad. Todas las partes involucradas eran bastantearrogantes. Los dioses sabían que yo tenía una dosis saludable de eso.

 — Ninguno de ellos cree que alguien verdaderamente de un paso encontra de ellos, ni siquiera uno de los suyos.  — Marcus suspiró — . Suarrogancia los llevó a esto.

Todos cayeron en silencio después de eso, perdidos en suspensamientos. Estaba haciendo una lista mental de todos los dioses,tratando de descifrar quien ganaría para el Más Arrogante. En serio, podríaser cualquiera de los dioses hombres: Hades, Poseidón, Zeus, Ares, e inclusoApolo. Incluso era posible que no fuera uno de los principales, sino unadeidad menor cansada de ser empujada alrededor. Era como buscar a unchico borracho en especial en una fiesta llena de chicos borrachos — 

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imposible. Las buenas noticias era que al menos sabíamos que era un “él”,a menos que el Centinela estuviera jugando con nosotros.

Cerrando mis ojos, expiré lentamente e hice una mueca de dolor. Missienes latieron violentamente. Era como tener un dolor en toda mi cara y

no tenía idea de cuánto tiempo pasaría antes de que fuera momento detener otro chat con Seth.

 *** 

Me paré. —Santa…  — Mierda — susurró Deacon sobre mi hombro.

El silencio calló, denso y pesado mientras todos en el auto nosentábamos y mirábamos fijamente. Sabía que la misma cosa estabapasando detrás de nosotros en el otro Hummer. Ninguno de nosotros sabíaque decir.

El horror me devoró. Esto… nada de esto había sido esperado.Alrededor de una hora antes, Aiden había encontrado el estrecho carril

que se parecía un camino de acceso de incendios, pero que en realidadera la larga entrada de cinco milla a la Universidad. Hicimos en el caminorocoso alrededor de media milla cuando el paisaje había cambiado de un

grupo de árboles de enebro a… una escena sacada de Red Dawn35.Los faros de nuestros autos arrojaron luz en una escena espantosa.Hummers abrasados abarrotaban los lados de la carretera, descansandocontra árboles igualmente carbonizados y el suelo quemado. Habíatantos — media docena de esqueletos crujientes de autos. No podría decir si había cuerpos en ellos, no desde esta distancia.

Tragué.  —Aiden… Él puso una mano en mi brazo.  — Podrían ser Centinelas intentando

infiltrarse en la Universidad.

Parpadeando rápidamente, sacudí mi cabeza. Tenía un mal, malpresentimiento sobre esto. Llámalo sentido-arácnido o lo que sea, pero noera bueno.

 — ¿Podemos, como, llamar con antelación?  — dijo Deacon en una vozsilenciosa — . Quiero decir, nos están esperando, ¿correcto?

35 

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 — Lo están  — Aiden echó un vistazo a su hermano menor  — . Está bien.Lo prometo. Nada va a pasar.

 — No puedo conseguir una maldita señal en absoluto.  — Marcus miró asu móvil como si pudiera desearlo dentro del Tártaro — . Nada en absoluto.

 — Echó una ojeada hacia arriba, sus ojos duros como gemas — ¿Alguno deustedes?Aiden chequeó su teléfono. — NoMojé mis labios mientras mi mirada caía de vuelta en los vehículos

calcinados. Mi corazón palpitaba con fuerza y mi cabeza dolía.  — Debehaber un montón de puros que manejan el fuego todos … 

 — Sin duda — murmuró Aiden, ambas cejas levantándose.Solos apareció en el lado de Aiden del auto, corriendo una mano a

través de su coleta. En las sombras, su cicatriz era menos visible.  — ¿Creesque el Covenant hizo esto?  — Gesticuló hacia los vehículos — . ¿Su versiónde seguridad antorcha?

 — Es posible — replicó Aiden, pero no estaba segura de si él lo creía. — No puedo agarrar nada de ellos, así que estoy asumiendo que tú no

puedes, tampoco, ¿correcto?  — Cuando Aiden asintió, Solos cruzó susmanos detrás de su cabeza y las estiró tanto que su espalda se arqueó — .Supongo que tendremos que hacerlo a través.

 — Podemos por lo que puedo ver.  — Aiden se reclinó, rasgueando susdedos fuera del volante — . Tendremos que ir lento.

Mientras miraba a los dos Centinelas, sabía en mi corazón que Aiden ySolos no querían hacer esto. Estábamos ciegos ante lo que se avecinaba.Podía ser una banda asesina de osos pardos, o una legión de Centinelasesperando para eliminarnos. Simplemente no sabíamos.

Solos suspiró y dejo caer sus armas — Bueno, supongo que haremos esto. — No tenemos realmente otra opción  — Aiden cambió las marchas de

vuelta a conducir  — . Hagamos esto.Con un brusco asentimiento, Solos trotó de vuelta a su vehículo. Me

retorcí en mi asiento mientras el Hummer se sacudía hacia delante. Eracomo conducir sin un bote a través de una tienda china. Gracias a losdioses que Aiden estaba conduciendo porque hubiera surcado a travésde los restos de la primera curva cerrada.

Más autos quemados yacían a un lado de la carretera cada tantos, ycon cada uno que pasábamos, las marcas de quemaduras lucían másrecientes, el olor acre más denso… como si cada vez que alguien tratabade llegar a la Universidad, lo hacían un poco más que el grupo antes que

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ellos. Y más lejos arriba, llamas de un profundo naranja se arrastraban através del capó de un Hummer, lamiendo el aire lleno de humo.

Oh, esto no era para nada bueno. — ¿Cómo sabremos que son amigos?  — preguntó Deacon, pensando

a lo largo de la misma línea que yo. Se inclinó entre los dos asientos, sucara pálida — . Aiden, deberíamos parar  —  Aiden frenó de repente, pero no por lo que Deacon estaba diciendo.

Escombros estaban esparcidos a través del acceso a la carretera,obstruyendo el carril. Tan lejos como podía ver había dispersos esqueletosde autos. Muchos de ellos seguían ardiendo, brillando en un rojo infernal enla oscuridad previa al amanecer. La tierra apocalíptica era algo extraídode nuestras pesadillas.

 — Dioses — murmuró oscuramente Aiden.Mi estómago se retorció en nudos mientras desabrochaba mi cinturón

de seguridad. — Esto no es bueno.Nadie dijo nada por varios momentos, y luego Marcus habló.  — 

Tendremos que caminar desde aquí. — ¿Cuántas millas? — pregunté. — Estamos alrededor de tres millas afuera  — Aiden apagó el motor,

dejando los faros encendidos.Todos salimos del Hummer, echando miradas ansiosas a todos los

coches quemados que nos rodeaban, sintiéndonos como si estuviéramosconduciendo alrededor con una enorme diana encima.

Rápidamente, nos armamos con dagas, hojas curvas, y Glocks.Mientras me ataba una pistola, miré encima de mi hombro y vi que elgrupo de Solos estaba haciendo lo mismo.

Nos veíamos como si estuviéramos preparando para una Guerra comoveníamos juntos entre dos Hummers. En una manera, lo estábamos — loestuvimos todo este tiempo. Estábamos en guerra.

Un repentino escalofrío serpenteó su camino debajo de mi piel. Noscolocamos en un círculo, los nueve de nosotros, silencioso con laexcepción de pinzas de titanio golpeando en su lugar, dagas estallandocontra nuestros lados. Éramos nueve. Pero de alguna manera — en unamanera que no podía explicar pero sabía que era la verdad — sabía queno íbamos a regresar como nueve. Con una fría realización, miré a lascaras de los que me rodeaban. Algunos habían sido extraños virtuales,otros enemigos hasta hace poco, y unos pocos que consideraba amigosdesde el primer día.

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Y entonces estaba Aiden.Tomé un aliento, deseando poder olvidar el sentimiento fatídico que

tomaba residencia alrededor de mi corazón. Pero las sombrías caras deaquellos que me rodeaban me dijo bastante que no era la única que

estaba pensando la misma cosa en ese momento.Como una unidad, los nueve volteamos. Espectrales, trémulas llamasiluminaban la carretera al frente. El peso de las dagas y pistolas eratranquilo y terrenal. No teníamos idea de lo que no esperaba delante, otroque una gran, pesada incógnita, y más como un gran, pesado golpe en lacara. La gravedad de eso estaba matándome — matándonos.

Cuadré mis hombros. — ¡Liberen al Kraken!36Unos cuantos pares de ojos se fijaron en mí.

 — ¿Qué?  — Di un ladeado encogimiento de hombros — . Siempre quisegritar eso desde que vi esa película. Parecía el momento perfecto.

Aiden rió. — ¡Vean! Por eso es que lo amo  — le dije al grupo — . Él se ríe de la

estúpida mierda que sale de mi boca.En respuesta, Aiden se inclinó sobre y presionó sus labios contra mi sien

 — Mantente hablando sobre amarme  — murmuró —  y vamos a traumar aalgunos de estos chicos de por vida.

Me ruboricé color rojo remolacha.Alguien aclaró su garganta. Otro gimió, pero estaba sonriendo mientras

dejaba que mi mirada volviera a la carretera. Bromas fuera, todos estabanesperando por la persona que diera el primer paso, así que lo hice. Yentonces todos nosotros lo hicimos.

Nuestros ojos se adaptaron a la oscuridad, pero me quedé al lado deAiden, quien estaba pegado cerca de Deacon y Luke, mientrascuidadosamente hacíamos nuestro camino alrededor de las carcasas delos vehículos. No miré dentro de ellos, absolutamente rechazándolo,porque había un cierto hedor en el aire...

La noche estaba espeluznantemente silenciosa con la excepción denuestros pasos. En Dakota del Sur, esperé oír la escalofriante llamada delleón de la montaña, la carrera precipitada de diminutas criaturas, y elgraznido de las aves que probablemente podrían arrebatar a un bebé,pero no había nada.

Silencio de muerte.

36Referencia a Piratas del Caribe, una serie de películas sobre piratas.

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El extraño zumbido no se fue lejos después de que empezamos a hacer un buen progreso, cubriendo alrededor de dos millas. Los cochesdestruidos en desorden en la carretera no necesitaban ayuda. Habíatantos de ellos.

 — Dioses  — susurró, parando al lado de uno de los pilares a la brasa — .Oh, mis dioses… Me dije a mi misma que no mirara a lo que obviamente la horrorizó,

pero raramente escuchaba a esa pequeña voz del sentido común. Me dila vuelta y casi suelto las hojas curvas.

Detrás del carbonizado volante de un Hummer había un cuerpo… o loque quedaba de uno. Quemados, ennegrecidos dedos todavíaagarraban el volante. Nada más sobre el cuerpo era distinguible. Podría ser un hombre, una mujer o una hidra. Y no estaba solo. Había restoscarbonizados en el asiento del pasajero... y en los asientos traseros.

Alguien aspiró en un agudo aliento. — Las placas están quebradas, peroesas son etiquetas de New York.

 — Dioses — dijo alguien más.La gente estaba retrocediendo, verificando las placas en los autos que

habían recibido menos daño, pero ya lo sabía en mi corazón. Estos no eranCentinelas de Lucian viniendo a pelear. Estos eran gente — puros y mestizosinocentes — buscando refugio.

En el asiento más lejano del Hummer, algo quedaba de la ropa, solopedacitos y piezas de material chamuscado, pero el color era unprofundo verde-bosque. La toga del Concilio, me di cuenta lentamente.

La toga de la maldita-madre del Concilio.De repente me di cuenta de que era realmente una buena cosa que

hubiéramos ido fuera de esos malditos Hummers, porque esta gente — estaba atrapada. Y toda esta carretera era nada excepto un cementerio.

 — Necesitamos irnos de aquí  — ordenó Aiden, y mi corazón se cayó — .Necesitamos irnos ahora.

Lea girando en círculos. — ¿Pero a dónde vamos a ir? Esto tiene —  Una bola de ardiente luz desgarró la oscuridad de adelante, causando

un escalofriante brillo sobre los escombros y la quemada, retorcida tierra.Voló pasando el auto del que me mantenía cerca, directamente a unpequeño enebro (o cedro de Virginia), envolviéndolo en llamas y espeso,amargo humo.

Salté. —Santo… 

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Todo pasó tan rápido. Bolas de fuego que parecían venir de los cielos,caían en lluvia sobre nosotros. Todos se dispersaron, dividiéndonos enpequeños grupos mientras nos movíamos fuera de la carretera e íbamosdentro del terreno irregular. Una mano encontró la mía — Aiden — y estaba

corriendo con él y su hermano. Luke estaba detrás de nosotros. Ensegundos, perdí la pista cualquiera de los demás.

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Treinta y dosTraducido por Ysandre

Corregido por Dafne

stábamos corriendo, huyendo.El fuego seguía cayendo, salpicándose fuera de la tierra,

haciendo temblar el suelo. Fue un caos, ya que pasó por encimade las pequeñas colinas, golpeando el suelo cada vez que el cielo seiluminaba y otra andanada de fuego llenó el aire.

¿Y dónde diablos estaba Apolo-apareciendo-cuando-menas-lo-esperas cuando más lo necesitábamos? Claro, él podía parecer cuandoestaba a punto de conseguir algo de tiempo besuqueo con Aiden, perooh no, cuando en realidad lo necesitábamos, no estaba en ninguna partepara ser encontrado.

Empecé a trepar, pero Aiden me detuvo.  —  ¡Tengo que encontrar aMarcus! ¡Y a Olivia! ¡Ladaan —  

 — No. — Su agarre se apretó — . ¡No saldrás corriendo en medio de todoesto!

En el suelo, junto a mí, Lucas gimió.  — Creo que... mi brazo está enllamas.

 — ¿Qué?  — Me di la vuelta hacia él, agarrando la parte trasera de sucamisa, consciente de Deacon trataba de trepar por delante de suhermano. Poniéndolo de espaldas, me estremecí mientras otra explosióncaía demasiado cerca — . Dioses...

Su brazo derecho tenía una innatural y brillante sombra de color rojodesde el codo hasta la muñeca. Los parches ya habían comenzado aburbujear. Él me dio una sonrisa temblorosa.  — Bueno, he estado

esperando un bronceado.Me quedé mirándolo, y luego Deacon se disparó a nuestro alrededor,

agarrando la parte delantera de la camisa de Lucas. Antes de quepudiera pronunciar una palabra, Deacon se plantó frente a él. Yo me retiréa un lado, respirando con dificultad.

E

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Luego Deacon levantó la cabeza, con los ojos muy abiertos.  — Nuncame vuelvas a asustar así de nuevo. ¿De acuerdo?

Luke asintió lentamente. — ¿Qué pasa con los hermanos St. Delphi y su atracción por los

mestizos?  — gruñó Solos, golpeando la colina cerca de nosotros. Laadanestaba con él, su pelo cayendo suelto de un moño pulcro, sus pantalonesensuciados y chamuscados.  — No me malinterpreten  — continuó — . Al ser un mestizo y todo, estoy totalmente a favor de apoyar la igualdad deamor, igualdad de derechos, abajo con la Orden Racial y bla, bla, bla.

 — Sólo tenemos buen gusto  — replicó Aiden, mientras miraba por encima del hombro al Centinela mestizo — . A diferencia de algunos...

Solos resopló. — ¿Sabes dónde están Marcus y las chicas?  — le pregunté, mirando el

momentáneo cielo en calma — . ¿Los viste?Él asintió.  — Están en el otro lado de la carretera, en una zanja. Están

bien. — Solos miró a Laadan — . Ella salvó mi atractivo trasero-rojo, ¿sabes?Una bola de fuego se dirigía directamente hacia mi cabeza, y ella sólo laarrojó lejos con el aire.

Laadan negó. — No fue nada. — Fue algo —  Un profundo grito rompió el aire, como un coro de gritos de batalla. Un

sonido que nunca había oído antes. No era humano; no era animal, peroera una mezcla retorcida y repugnante de ambos. De repente se hizo másque evidente lo que se avecinaba.

Autómatas de Hefesto.No tenía sentido. Se suponía que iban a ser la protección de los

Convenants. ¿Nos consideraban una amenaza? Bueno, obviamente sí, yaque estaban tratando de convertirnos en bocadillos crujientes. Pero esagente en los coches... De ninguna manera iban a atacar primero ypreguntar después. Eso destruía el propósito de tenerlos aquí y mover a losmiembros del Consejo a la Universidad a menos que...

Miré a Aiden. — El dios... ¿es Hefesto?Aiden abrió su boca, pero el suelo temblaba bajo el peso de la

tormenta que se acercaba. Sobre la cima de la colina, a no más de unospocos metros de distancia, altas e imponentes sombras salieron de detrásde la hilera de árboles. Cuando salieron bajo la luz de la luna, aspiréagudamente.

Santo trasero de daimon…

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Sus piernas gruesas como troncos de árbol y sus grandes muslosestaban hechos de titanio. Un oscuro y enmarañado pelo cubría susamplios pechos y brazos musculosos. Cada cabeza era la de un toro: doscuernos y un hocico largo y plano que descendía en una boca llena de

dientes y mandíbulas fuertes. — Queridos dioses — oí a Laadan susurrar Había más de una docena de ellos formando una línea inquebrantable

entre nosotros y la Universidad, y dudaba que estuvieran actuando comocentinelas, como se suponía que debían ser.

Uno de los más grandes autómatas abrió su boca y resopló con fuerza. — Apuesto a que su aliento apesta — murmuré.Deacon asintió. — Sin duda.Luego abrió su boca una vez más y echó una corriente de fuego. Se

formó una bola, dirigiéndose directamente a la zanja al otro lado de lacarretera. Las chicas se dispersaron sobre la colina.

El primer disparo provino de Solos, dirigido a las monstruosidades.Entonces Marcus se puso de pie y luego Aiden, con sus armas de fuegoardiendo. Balas de titanio estallaron en el aire, golpeando a los autómatas,pero haciendo poco para detenerlos.

El fuego se transmitió hacia nuestro grupo y nos separamos. Mi manoestaba sobre el gatillo, apretando sistemáticamente a todo lo que parecíauna versión salida de un minotauro. Y ellos respondieron al fuego con... uh,fuego.

Las llamas se propagaban por el suelo y se movían alrededor delincendio. Los autómatas corrieron hacia nosotros, escupiendo fuego, yluego lucharon.

El primero de ellos llegó a Marcus, golpeándolo con el costado de sumusculoso brazo. Marcus voló varios metros hacia atrás y aterrizó hecho unmontón, gimiendo. Otro fue hacía mí y me sumergí bajo su brazo volador.Saltando, nivelé la pistola en la parte posterior de la cabeza del autómatay disparé. La sangre de color plateado salpicó los arbustos cuando elautómata cayó y luego se convirtió en polvo.

Bueno, eso era una manera de acabar con ellos. Algo así comozombis...

Giré, dándome cuenta de que las dagas eran absolutamente inútiles ylas Glock sólo servían si lográbamos acercarnos sigilosamente detrás deuno. Con mi corazón latiendo fuertemente, golpeé el suelo mientras otrabola de fuego era disparada directamente hacia mí. Mierda. Esto era

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malo, más que malo. Esto era una pesadilla vuelta real. Horrorizada hastala médula, me quedé helada por un instante en el seco y quemado suelo.Diminutas piedras pinchaban mi estómago y mis muslos. Curiosamente,sentí cada uno como si fuera el pinchazo de un cuchillo caliente.

Todo se ralentizó y el aire quedó atascado en mis pulmones.Marcus estaba de vuelta en pie y defendiéndose espalda con espaldacon Lea, precipitándose hacia adelante con sus hojas curvas, lanzandofuera los brazos de un autómata. Pero la cosa siguió avanzando haciaellos. Solos estaba tratando de mantener a Laadan fuera de la línea defuego. El hollín cubría las mejillas encendidas de Aiden mientras enviabauna ráfaga de fuego a las criaturas. Deacon en realidad tenía un arma ensu mano mientras permanecía cerca de Luke. Olivia estaba acorralada enalgunos árboles.

En un apuro, me acordé de la premonición que había tenido antes.Iban a morir todos. Como esos cuerpos lo habían hecho en los coches, yese sería su final.

Algo se rompió dentro de mí, algo primitivo y absoluto. El poder corrió através de mí y mi piel se estremeció con la aparición de las marcas. Elsombrío campo de batalla estaba repentinamente teñido con tonos deámbar. Di la bienvenida a la subida de energía, a pesar de que era comoun veneno en mis venas. Mi cerebro se apagó y ya no era Alex.

Yo era el Apollyon. Yo era el principio y el fin.Mechones de pelo comenzaron a elevarse por encima de mi cabeza, y

 juraría que por un momento el tiempo realmente se detuvo mientras meponía de pie. Tanto la hoja curva como la daga cayeron de mis dedos, yluego cerré mis manos en puños.

Oh, estaba como en Donkey Kong37.Volé sobre la tierra árida hacia Olivia, mientras ella trataba de

defenderse de la cosa. Me sumergí debajo del autómata, saltando entreella y Olivia, estrellando mi pie en su peludo estómago. Cayó sobre unarodilla, sacudiendo los árboles próximos.

Poder absoluto — implacable y duro, puro al igual que letal — corría por mi piel. Me eché hacia atrás, convocando el quinto y último elemento. Luzazul intensa brotó de mi palma.

El akasha fue arrancado de mí, arqueándose en el aire como una nubede tormenta, encontrando su objetivo. El cielo crujió y se calentó. Durante

37 Donkey Kong: Es un gorila ficticio que aparece en las franquicias de videojuegos de Mario yDonkey Kong Country. 

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un segundo, el autómata estaba de rodillas, y al siguiente no era más queun montón de polvo brillante.

 — Por todos los dioses — fue un ronco susurro proveniente de Olivia.Otra autómata cayó, sacudiendo una mano metálica que chocó e

hizo clic. Fuego chispeó de su boca abierta. Me giré, capturando la parteancha de su brazo y la torcí. El grito ronco de dolor se perdió en el choquede metal, el estruendo de las balas encontrando otro autómata.

Levantó su cara del toro y chasqueó sus enormes mandíbulas hacia mí. — Por favor. — Puse mi mano en la enorme frente.La luz azul corría por su cabeza y su cuerpo, aclarando el cráneo

metálico y la estructura ósea. Por un momento, fue como una bonitaradiografía o una medusa  — una medusa realmente perturbadora — , yentonces la luz cobalto irradiaba de sus ojos y de su boca abierta. Sedesplomó, derrumbándose sobre sí mismo, volviéndose en nada más quepolvo.

Y luego la mierda realmente golpeó mi entusiasmo.Los autómatas — hasta el último maldito toro — se volvieron hacia mí. Se

movieron rápidamente, sus piernas de metal entrechocándose ytintineando. El fuego se despedía de sus bocas como una pobre versión deun dragón. Venían de todas las direcciones, como misiles con la misión‘matar a Alex’ estampada sobre ellos. 

El fuego vino de ellos, deslumbrante e intenso. Nada existía fuera de lasllamas. Ningún sonido. Ninguna visión. Mi mundo era de color rojo ynaranja...

Y mi mundo se había teñido en color ámbar.¿Alex? Su voz llegó a través de la conexión.No le hice caso ni a él ni a la forma en que su conciencia se deslizó

 junto a la mía.¿Qué estás haciendo?Seguí ignorando el tirón del Primero. El instinto de un profundo y antiguo

nivel con el que no estaba familiarizada se había hecho cargo. Las marcasde Apollyon fluyeron a través de mi piel cuando levanté mis manos. Elfuego se detuvo a centímetros de mí, formando un círculo llameante. Calor cayó sobre mí, pero no me quemó. Dejé escapar una respiración suave yestable y el fuego parpadeó una vez, dos veces, y luego se desvaneció.

Los autómatas se detuvieron en seco, jadeando y resoplandoruidosamente.

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Mis brazos se elevaron a mi lado, mis dedos extendidos hacia fuera, y elaire vibraba con el poder y la anticipación. La luz azul crepitaba sobre misdedos, esperando... queriendo...

Uno de los autómatas, el más grande que quedaba, cargó. Al oír el

oscuro estruendo, el akasha tiró más duro y se estrechó como el vínculoentre Seth y yo.Lo solté.La explosión de la energía corrió fuera de mí, balanceándose como las

olas tempestuosas. La energía golpeó al autómata más cercano a mí. Laluz azul se encendió en las cuencas de los ojos y las mandíbulas abiertas dela criatura. Un segundo más tarde, se derrumbó. La corriente se estrellócontra cuatro más, sacándolos antes de que la emisión del akashaaflojara.

A medida que el polvo brillante se posaba en el suelo seco, elagotamiento se extendía sobre mí. El enlace con Seth todavía se sentíaabierto, a pesar de que el mundo tenía tonos de azul profundo y negrootra vez. Siendo que esta era mi primera vez usando akasha como unmatamoscas, no estaba preparada para el cansancio que le siguió. Mispiernas temblaban bajo mi peso mientras luchaba por mantenermeparada. Traté de agarrar mis dagas y me di cuenta, de que las habíaarrojado en algún lugar más allá, en un ataque de ego de “yo soy tanimpresionante” y “¿quién necesita dagas cuando tengo el akasha?” 

Por suerte, los demás todavía tenían sus armas, y los autómatas estabandistraídos conmigo. Marcus eliminó uno con un disparo a quemarropa en laparte posterior del cráneo. Aiden esgrimió su hoja curva como un verdugo,cercenando la cabeza de otro.

Uno de los autómatas llegó a mí y me lancé — er, tropecé — a un lado ycaí sobre mi trasero. Y una vez que estaba así, realmente no queríalevantarme. Yo era como un niño, completamente torpe. Patético, teníaque enseñarme a caminar a mí misma.

El autómata profirió un gruñido gutural.Caminé hacia atrás, poniendo muy poca distancia entre nosotros. Justo

cuando estaba bastante segura de que estaba a punto de terminar conun gran bronceado, Lea salió de la nada, clavó la punta de su puñal en laparte posterior del cuello del autómata, y luego arrancó el brazo a unlado.

Mis ojos se agrandaron mientras el polvo reluciente caía cerca de lapunta de mis botas. — Wow.

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Lea ladeó su cabeza mientras le fruncía el ceño a la sangre quegoteaba de la hoja. — Bueno, eso fue asqueroso.

 — Sí  — dije lentamente, mirando a su alrededor. Conté ocho y luego aLea. Nueve. Todos nosotros todavía estábamos en pie. Heridos y agotados,

pero todavía estábamos vivos. Dejé escapar una risa débil — . Dioses.El sonido del crujido del metal, junto con el húmedo y carnoso sonidodel corte de huesos y músculos, continuó mientras el resto de losautómatas eran aniquilados.

Lea se agachó y movió los dedos.  — ¿Piensas sentarte allí el resto de lanoche o vas a levantarte? Porque estoy segura de que no voy llevar tuculo. Probablemente pesas una tonelada.

Sonriendo débilmente, levanté mi mano justo cuando una oscurasombra apareció detrás de Lea. Mi corazón saltó en mi garganta mientrasel miedo apretaba mi pecho. Un estallido de emoción extrema vino deSeth como un manojo de nervios, y me di cuenta de que él estabaprestando mucha atención a pesar de que lo estaba ignorando.

 — Lea — Grité mientras mis dedos rozaban los suyos.Se volvió a medias, atascándose al respirar.Buscando una reserva de energía, me disparé a mis pies, pero  — ¡oh,

dios! — era demasiado tarde. Convoqué el akasha, pero fue como tocar un pozo seco. No quedaba nada, pero yo era la Apollyon y debía haber algo que yo pudiera hacer; tenía que haber algo, pero antes de quepudiera utilizar el elemento aire para mover a Lea fuera del camino, habíasucedido.

El autómata agarró los lados de la cabeza de Lea y la torció. El crujidode los huesos era ensordecedor, tan fuerte como un trueno. Los dedos deella se contrajeron y el puñal se deslizó de ellos. El sonido... fue azotado através de mí, robándome el aliento y torciendo mi interior en crudos ydolorosos nudos. El sonido... se quedaría conmigo para siempre.

Lea estaba en el suelo delante de mí, un hueso, un montón inmóvil denada más que carne. Mi cerebro no podía conciliar lo que acaba desuceder. Al igual que con Caleb, la negación se levantó y fue tan fuerte,tan potente que me negaba a creerlo.

Alguien se acercó por detrás del autómata y se produjo una explosiónde polvo brillante, pero no sabía quién era y no me importaba. En esemomento, autómatas podrían llover sobre nosotros, y no me importaría.

Había nueve de nosotros...

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Mi corazón tartamudeó y luego se aceleró demasiado rápido. El mundogiraba a mí alrededor, un caleidoscopio de tonos apagados con destellosde color ámbar intenso. Alguien estaba llamando a mi nombre, la vozprofunda y casi frenética mezclándose con el zumbido de Seth.

Yo quería que se callaran los dos, porque esto no era real. No podíaserlo, y luego, en un momento de la realidad dolorosa y rígida, no podíaentender cómo podía estar tan sorprendida. Como si yo no esperaramuerte. Como si la muerte no nos pudiese tocar. ¿Cómo podía estar tansorprendida? Cada uno de ellos se había unido a sabiendas de que estoera peligroso, y que cualquier momento podría ser el último. Y a pocoskilómetros atrás yo había reconocido que la muerte que se acercaba,hasta el punto en que podía probar el dolor en la punta de mi lengua.

Caí de rodillas, con las manos temblando mientras las apoyaba en elhombro de Lea y suavemente la ponía boca arriba. Desde extraño ánguloen que descansaba su cabeza, a la alteración de color pálido bajo elbronceado de la piel, a la forma en que sus ojos...

Mis dedos temblaban mientras cepillaba fuera de su frente fríamechones de pelo cobrizo. Dioses, ¿cómo podría el cuerpo enfriarse tanrápido? No parecía posible o justo. Definitivamente no era justo.

Los hermosos ojos color amatista de Lea  — ojos que había envidiadocuando era niña — estaban fijos en el cielo oscuro. No había brillo en ellos,no había luz interior. No había nada.

Lea se había ido, como Caleb y mamá, al igual que todas las personasen esos coches. Ella estaba... No podía terminar la oración. Esa pequeñapalabra no podía ser llevada de vuelta.

Aparté mis manos, doblándolas bajo mi barbilla. Los otros se estabanacercando. Alguien estaba llorando suavemente. Las voces se levantaron,pronunciando negaciones, y luego se hizo el silencio. Mi respiración sedetuvo otra vez.

Alguien se arrodilló en el otro lado de Lea. Una daga del Covenant fuecolocada con cuidado en el suelo y suaves palabras fueron pronunciadasen griego antiguo. Una oración por la muerte de un guerrero, un himnoentregado durante un entierro.

Levanté mi mirada y mis ojos se encontraron con otros grises, oscuros ytormentosos. El rostro de Aiden estaba tan pálido, el horror grabado en sucara reflejaba el mío. Sus ojos estaban secos, pero la ira y la tristeza ardíanpor dentro de ellos. Él negó. Mis pestañas se sentían húmedas.

No podía quedarme allí. Yo simplemente no podía.

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Parándome, dejé atrás a Marcus y a Olivia. Caminé lejos de Lucas yDeacon, más allá de donde Laadan y Solos estaban. Seguí caminando, sintener idea de a dónde iba ni lo que iba a hacer.

¿Alex?

Mis manos se curvaron al sonido de la voz de Seth. Caliente ira rugió através de mí como un tren descarrilado. Él no había roto el cuello de Leacomo si fuera nada más que una ramita, pero sus manos estabanmanchadas de sangre, ¿verdad? No quiero hablar contigo ahora mismo.

Hubo silencio — por ahora.Mi estómago se revolvió, las lágrimas corrían por mis mejillas. Una parte

de mí estaba todavía en shock, tan estúpido como eso era. Nueve denosotros habíamos estado vivos. Todos habíamos estado todavía en pie.Me había reído. Y luego Lea se había ido. Simplemente así, sin advertencia.

Dioses, Lea y yo habíamos estado lejos de ser las mejores amigos por siempre, per habíamos llegado tan lejos. Yo la había respetado,probablemente más de lo que me di cuenta, y lo mismo se podía decir deella. Había tantas cosas entre nosotras que era necesario abordar  — ser reparadas —  pero no habría más tiempo. Y a pesar de que habíamospasado la mayor parte de nuestro tiempo odiándonos la una a la otra, ellahabía venido en mi ayuda y se mantuvo firme.

Me di cuenta de que ese corte tan profundo hacía juego con el dolor de la pérdida de Caleb.

 — Alex — dijo Aiden detrás de mí.Sacudí mi cabeza. — No puedo... no puedo hacer esto ahora.  — Mi voz

se quebró — . Necesito unos minutos.Vaciló, y luego sentí su mano en mi hombro. Liberándome, me fui,

respirando profundamente a pesar de que no parecía estar tirandosuficiente aire en mis pulmones. No podía permitirme el lujo de perder aalguien después de la muerte de Caleb. No podía desconectarme. Teníaque tratar, pero...

Dioses…. Me agaché, poniendo mis manos en mis rodillas. Las ganas devomitar n fuertes, pero no había nada que pudiera salir.

¿Si me hubiera disculpado con ella acerca de lo que es un idiota quehabía sido cuando éramos niñas? No lo creo. Cerré los ojos con fuerza y visu cuerpo tendido, en el suelo de nuevo allí.

¿Alex? Hubo una pausa, y el vínculo se tensó. ¡¿Qué está pasando?!Me senté — probablemente me caí  — por segunda vez en la noche. Sin

abrir mis ojos, mantuve los escudos, pero fui a través del vínculo hacia Seth.

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No sabía cómo sentirme acerca de ello. Tal vez era toda la rabia queocupaba demasiado espacio para que pudiera sentir algo más. ¿Es esto loque querías? le pregunté.

Seth no respondió de inmediato. No estoy seguro de lo que quieres

decir. Puedo sentir tus emociones. Algo pasó.¡Cállate! No estaba segura de que lo hizo; el tono casi sincero quesonaba en su voz, o el hecho de que había tomado la hermana de Lea ymi madre había tomado a su familia y, por lo que éramos Seth y yo, habíaperdido su vida. Me rompí en un instante. ¡Cállate! ¡Sólo cállate! ¿Eres feliz,Seth? ¿Era eso lo que querías de esto?

Las lágrimas rodaron por mis mejillas, rápidas y furiosas. Mis brazostemblaban  — mi cuerpo entero temblaba —  tratando de mantener losescudos. No podía bajarlos, no cuando Seth estaba dentro de mi cabezaasí. Él sabría dónde estaba y habría más muerte.

Tiré mi cabeza hacia atrás y no hubo palabras, sólo tristeza, culpa yrabia. Se sirvieron de mí en un grito que no emitió ningún sonido fuera de micuerpo.

Detente dijo, y había una presión alrededor de mí, casi como si Sethestuviera envolviendo sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome. ¡Tienesque calmarte, porque estás quemando un montón de mis neuronas! Tomaun par de respiraciones profundas. Sólo cálmate. ¿De acuerdo?

Pasó un buen rato, y respiré con dificultad a través de ellos. Me sentéallí, con los ojos cerrados, sin ver nada y sin sentir nada. Nada de estoparecía real.

¿Quién ha muerto? preguntó Seth, y me di cuenta por su tono queesperaba lo peor.

Lea. Incluso la voz dentro de mi cabeza sonaba adormecida. Estámuerta, al igual que toda su familia.

Seth no dijo nada. Tal vez él sabía el significado. Después de todo,cuando estábamos conectados, había visto mucho de mi pasado, yprobablemente podía adivinar que no tenía ni idea de cómo lidiar conesto. Tal vez estaba incluso pensando lo mismo que yo, que nuestro vínculole había quitado todo a Lea, incluyendo su vida. Dudaba que, incluso si élpensara eso, hiciera alguna diferencia. Seth seguiría haciendo lo queestaba haciendo. Y yo también lo haría. Él no dijo nada mientras tiraba mispiernas contra mi pecho y me hacía un ovillo, deseandodesesperadamente no sentir la pérdida de nuevo. Y él no dijo nadamientras la extraña presión dentro de mí se incrementaba.

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Éramos enemigos hasta la médula, ahora más que nunca, pero mipérdida era de él. Cuando yo sufría, él sufría. Era la forma en que fuimosdiseñados, e incluso la muerte que indirectamente él había causado, nopodía romper o destruir lo que había entre nosotros.

Nada podía.

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Treinta y tresTraducido por Jeyly Carstairs

Corregido por Dafne

o sé cuánto tiempo me senté allí, pero cuando abrí los ojos denuevo, el cielo todavía estaba oscuro y la presencia de Seth sehabía ido. En algún momento, sentí la facilidad de la distancia.

Pensé que había susurrado algo antes de que la conexión se perdiera,pero tenía que estar escuchando cosas, porque no podía ser cierto.

Pensé que le había oído decir que lo sentía.Obviamente estaba perdiendo la cabeza. Seth rara vez se disculpaba,

y teniendo en cuenta sus necesidades de poder y aceptación que lohabía conducido hasta este juego final, dudaba que sintieraremordimiento.

Tomando una respiración profunda, casi me atragante en los amargosrestos de humo. Sabía lo que tenía que hacer; levantarme y empezar amoverme. Sentada aquí al aire libre, esperando más autómatas por venir,no era seguro.

Me paré y me di vuelta, limpiándome la suciedad de mis pantalonestácticos. El grupo todavía estaba alrededor del cuerpo de Lea. Oliviaestaba sentada junto a la mestiza caída, su cabeza en sus manos. Deacony Luke la flanqueaban, el mestizo sosteniendo su brazo herido.

Pasando mis manos sobre mis mejillas, me detuve junto a Aiden.Olivia miró hacia arriba, sus ojos brillantes bajo la luz de la luna.  — Ella

no lo sintió, ¿Verdad?Negué. — No. No lo creo.Ella asintió, y luego recogió la espada de Lea, sosteniéndola cerca

mientras se levantaba. —  ¿Qué haremos… que haremos desde aquí? Fue Solos quien hablo.  — Necesitamos movernos rápidamente. No hay

forma de saber si van a llegar más, y somos un blanco fácil aquí. — ¿Sigues pensando que la universidad es un lugar seguro?  — preguntó

Marcus, frotándose su barbilla. La palma de su mano se volvió roja. Me dicuenta de que estaba sangrando.

N

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Me dirigí hacia Marcus, pero él me despidió con la mano. — Estoy bien.Es solo un rasguño  — dijo con voz ronca — . ¿Cómo sabemos que launiversidad sigue en pie? Los autómatas podrían haberla incendiado y… 

Y todas esas personas. La cabeza me daba vueltas mientras miraba a

Lea. Alguien había cerrado sus ojos. Los míos quemaban. — Tenemos que averiguarlo.  — Aiden empujó una mano por sucabello — . Estamos a una milla del campus.

Luke negó.  — Podría haber más de ellos. Demonios, podría haber unadocena o más sobre la próxima maldita colina y estaríamos caminandodirecto a eso a ciegas.

 — O podría ser nada más que tierra abierta y la maldita universidad.  — respondió Aiden, su mandíbula endureciéndose — . Por lo que sabemos,estos autómatas puede que no estén dejando que nadie alcance elcampus… o evitando que la gente salga. 

 — O el Campus podría haber desaparecido.  — Deacon retrocedió,pasando sus manos por sus costados.

Solos dio un paso adelante, llevando una mano al hombro de Deacon. — No puedo creer que todo el campus haya desaparecido.

 — Con todos esos autómatas, todo es posible. — Luke enderezó su brazoherido mientras miraba en la dirección general de donde asumí queestaba el campus — . Pero tenemos que ver. Hemos llegado —  

 — ¡Esperen! — La voz de Olivia se elevó por encima de la de los chicos — . No estaba preguntando sobre ir a la universidad o no. Estaba hablandosobre que íbamos a hacer con Lea.

El silencio cayó de nuevo y me volví a Aiden.  — No podemos dejarlaaquí.

El dolor brilló en esos profundos ojos grises. Él se alargó, extendiendo sumano, y yo fui, presionándome contra su lado. Mis dedos se clavaron en sucamisa chamuscada, encontrando pequeños agujeros quemados en elmaterial. — No podemos — susurré.

Su brazo se apretó a mí alrededor. — Lo sé. —No podemos… llevarla con nosotros — dijo Solos — . No tenemos idea

de a que nos vamos a enfrentar.Olivia estalló como una bomba nuclear, sosteniendo la daga como si

estuviera considerando empalarla entre los ojos de Solos.  — No podemosdejarla aquí de esta manera. Eso es tan malo que ni siquiera tengo queexplicarlo.

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Compasión brilló en la cara llena de cicatrices de Solos.  — Lo sé, peronosotros —  

 — Nosotros enterramos nuestros muertos: nuestros guerreros.  — El labioinferior de Olivia tembló — . No nos limitamos a dejarlos aquí a pudrirse.

Laadan colocó una pálida mano en el brazo de Olivia, pero ella estabamás allá del consuelo.  — ¡No me importa a lo que tengamos que hacerlefrente o lo que nos espera! Nosotros no podemos solo dejarla aquí.  — Sumirada se volvió hacia mí  — . Tenemos que enterrarla.

 — ¿Con qué? — preguntó suavemente Solos — . No tenemos palas y esteterreno es de dura roca. —  

Olivia respiro hondo y se volvió. Sus delgados hombros temblabanmientras Luke envolvía su brazo bueno alrededor de ella.

 — Aiden, tenemos que hacer algo  — declaró Deacon — . No sé qué,pero algo.

Apartándome de Aiden, miré mis manos. No estaba segura de cuanto jugo había dejado en mí, o incluso si podía usar el elemento tierra paracrear… para crear una tumba, pero podría probar. No había manera deque pudiéramos dejar a Lea aquí.

 — No sé si esto va a funcionar.  — Metí mi pelo hacia atrás, sin ningunaidea de que le había pasado a mi cola de caballo.

Las cejas de Aiden descendieron mientras la preocupación seencendía. — ¿Estas segura de lo que estás haciendo?

Asentí. — ¿Dónde crees que deberíamos hacerlo, Olivia?Le tomó un par de segundos alejarse de Luke y procesar lo que le

estaba preguntando. Miro a su alrededor y parecía darse cuenta que enrealidad no era el lugar adecuado. Ella dirigió y yo la seguí. Nos detuvimoscerca de dos árboles de enebro que habían permanecido ilesos al fuego ya la batalla, su dulce aroma tan en desacuerdo con los persistentes oloresácidos y metálicos.

 — Esto debería funcionar   — dijo, aclarándose la garganta — . No esmucho, pero los arboles… a ella le gustarían los árboles. 

La miré.Olivia se volvió lentamente hacia mí y dejó escapar una ahogada risa

ronca. — Está bien. Lea realmente no tenía nada grande con la naturalezao los árboles.

 — No.  — Sonreí y dolió — . Ella probablemente estaría pensando ¿quédemonios? ahora mismo.

Ella parpadeó. — ¿Eso crees?

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 — Sí, es decir, cuando está allí abajo esperando, no podía saber queestaba pasando aquí, pero tal vez es diferente para ella.  — Pensé en eloráculo que había conocido, y luego la anciana — . Parecía diferente paracada uno, pero yo sé que ella no está sufriendo.

Olivia asintió lentamente. — Esa es la cosa acerca de la muerte, me hedado cuenta. Ellos se han ido de nosotros, pero en realidad no, ¿sabes?Hay vida después de la muerte, solo que un tipo diferente de vida.  — Hubouna pausa — . Desearía que nos hubiéramos convertido en amigos antes detoda esta mierda. Lea… ella era bastante guay si conseguías pasar la malaactitud.

Froté mi sien, sintiendo un increíble lugar vacío en mi pecho.  — Megustaría no haber sido tan perra con ella.

 — ¿Qué?Sacudiendo la cabeza, bajé la mirada. — Es una larga historia.Olivia me miró como si quisiera presionarme, pero no lo hizo. — Ella va a

ver a su familia de nuevo. — Sí, ella quería eso. — Mis ojos estaban empezando a arder de nuevo y

sabía que, si dejaba que las lágrimas cayeran una vez más, no sedetendrían y eso sería completamente inútil — . Está bien. Puedo hacer esto.

Respirando profundamente, me arrodillé y apoyé mis manos en la tierra.Cerré mis ojos, moviendo los dedos dentro de la hojarasca hasta queencontré la capa superior del suelo. Había hecho el movimiento de tierraantes, cuando peleé con Aiden, así que imaginaba que podía hacer esto.

Imaginé el aflojamiento del suelo y dejando lugar bajo mis dedos. Elsuelo tembló ligeramente y mi confianza creció. Creé una imagen delsuelo abriéndose profundamente, lo suficientemente profundo como paraun entierro decente. En mi cabeza, el suelo era oscuro, un marrón fértil,cuanto más profundo iba. Inhalando, capturé el húmedo olor a tierraremovida.

Cuando abrí los ojos, el suelo realmente estaba abierto. Montículos detierra fresca descansaban a cada lado del agujero circular de seis metros.Al ver que era lo suficientemente profundo, me senté hacia atrás y limpiémis manos temblorosas en mis muslos. Me sentía seca por dentro y un pocofrágil. Y definitivamente no iba a pararme pronto.

Todo el mundo comenzó a hacer su propia parte. Alguien encontró unamanta en una de nuestras mochilas y Lea fue envuelta en ella. Cuando sucuerpo fue bajado a la tumba, Marcus me ayudó a levantarme. Me diouna botella de agua, junto con las dagas que se me habían caído.

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 — Gracias — murmuré, tragando el agua antes de enfundar las dagas. Yentonces algo me llamo la atención — . Esperen. ¿Alguien tiene algunasmonedas?

Aiden palpó sus bolsillos, al igual que el resto de los chicos. Ellos vinieron

con las manos vacías y mi estómago se hundió. — Enterrarla así en realidadno hace ninguna diferencia  — dije — . Eso es para nosotros. Pero ellanecesita el pasaje para Caronte o se va a quedar atrapada allí.

 — Podemos volver a traer monedas. — sugirió Solos. — No.  — El pánico burbujeó — . Tenemos que tener algo. Confía en mí,

ella necesita las monedas ahora.Laadan dio un paso adelante, alcanzando algo en su nuca.  — Tengo

esto. — dijo ella, desabrochando un collar y tirando de él por debajo de sucamisa — . Los adornos son monedas de oro, unas antiguas. Serán más quesuficientes.

Mis músculos se relajaron, llenos de alivio. — Gracias.Ella sonrió mientras le entregada el collar a Marcus, que desprendió dos

de las monedas de oro. Separando la manta, él las puso en las manos deLea.

Tomé aire, tratando de aliviar el ardor y el nudo cada vez más grandeen mi garganta. Aiden vino a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor demis hombros. Me volví hacia él, apoyando mi mejilla contra su pecho. Elestable aumento y caída de su respiración me calmó.

Solos había encontrado dos ramas gruesas, y las metió en el suelo por encima de la tierra removida después de que Laadan y Marcus hubieranutilizado el aire para empujar la tierra de regreso a la tumba. Deacon yLuke habían reunido unas cuantas rocas, que colocaron alrededor de lasramas. No era mucho de una lápida, pero tendría que hacerlo por ahora.

Nos paramos alrededor de la improvisada tumba de Lea mientrasLaadan murmuraba una oración en una lengua antigua. No me di cuentaque estaba llorando hasta que sentí el pulgar de Aiden quitar las lágrimas.No podía dejar de preguntarme cuantas veces más nosotros estaríamoshaciendo esto antes de que esto terminara, y quien quitaría las lágrimas deAiden si fuera mi tumba donde ellos paradosEl sol había empezado alevantarse en el momento en que llegamos a la pared exterior del campusde la Universidad, proyectando una rendija de luz anaranjada que seextendía a través de la pradera de la montaña. Habíamos pasado laúltima milla del viaje en un silencio solemne. No hubo ningunaconversación, ninguna broma o risa. Hablar parecía inapropiado después

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de la perdida que todos habíamos sufrido. Sabía que no era la únicaconvenciéndose de que Lea estaba, o estaría, en un lugar mucho mejor;un lugar donde los combates ya no podían llegar a ella, donde el futuro yano era inestable, y donde se reuniría con sus seres queridos.

Me ayudó un poco.Pero cuando el muro de piedra exterior quedó a la vista, más o menossabíamos que las cosas iban a apestar como el trasero de un daimon.

Secciones enteras del mármol encerrado en las estructuras externashabían desaparecido por completo o estaban en el proceso dederrumbarse. Se veía como si alguien hubiera traído una bola dedemolición y jugado yo-yo con ella.

 — Dioses — murmuró Marcus — . Esto podría ser un problema.Arqueé una ceja a mi tío. — ¿En serio?La parte más espeluznante de todo eran los cientos de árboles justo

dentro de la pared exterior. Todos estaban volcados a la altura de lostroncos, las ramas extendiéndose por el suelo, las raíces expuestas ycenicientas de un color blanco, como si hubieran sucumbido a unpoderoso viento.

 — Nunca había visto nada como esto.  — dijo Laadan, moviendo lacabeza lentamente de un lado al otro — . Es como si una gran manoinvisible los hubiera obligado a la tierra.

Me acerqué a uno, colocando mi mano sobre él. Yo medio esperabaque el árbol se cayera, pero era estable. — Tan raro. — Me volví a Aiden — .¿Alguna idea de lo que pudo haber hecho esto?

 — No tengo idea. — Frunció el ceño ante el sol naciente — . Pero esperoque podamos obtener una respuesta a esto. Tenemos que seguir adelante.

Seguimos adelante, los ocho estábamos cansados y esperábamosdesesperadamente que la universidad fuera segura y estuviera en una solapieza. Casi parecía demasiado pedir.

La segunda pared se veía mejor. Se veían daños en algunos lugares,pero la puerta estaba todavía en pie y bloqueada. Eran una especie debuenas noticias, supuse. Pero, ¿cómo demonios se suponía que debíamossuperar un muro de seis metros?

Crucé mis adoloridos brazos.  — Antes de que alguien tenga algunaidea, no estoy golpeando un agujero a través de esto.

Aiden envió una sonrisa irónica por encima de su hombro mientras seunía a Marcus y Solos acercándose a las puertas de titanio. Los afilados

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picos a lo largo de la parte superior me llamaron la atención, y miimaginación colocó cabezas decapitadas en esas cosas.

Me estremecí.Luke dejó caer un brazo sobre mis hombros. — ¿Estás aguantando?

 — Por supuesto.Sus cejas se levantaron. — Tú has estado funcionando como el pequeñoConejito Energizer Apollyon38.

Casi me reí.  — Con suerte, todos conseguiremos recargarnos pronto.¿Cómo está tu brazo?

 — No es tan malo como pensé en un principio.  — Luke apretó mishombros y me soltó — . Creo que Deacon está consiguiendo ampollas ensus pies.

Al oír su nombre, Deacon frunció el ceño sobre su hombro.  — Mis piesestán cubiertos de ampollas.

 — Sus pobres preciosos pies — se burló Luke.Desde la puerta, Solos levantó la mano, silenciándonos. Mi corazón se

aceleró mientras agarraba las dagas atadas a mis muslos. Luke movió aLaadan y Deacon detrás de nosotros mientras me acercaba haciadelante.

 — ¿Qué está pasando? — pregunté en voz baja.El amanecer aun no llegaba a la oscuridad más allá de la puerta, y

todo lo que podíamos ver eran las sombras de más árboles retorcidos.Marcus se aclaró la garganta.  — ¡Hola!  — gritó y su voz hizo eco por lo

que pareció una eternidad. —Nosotros… nosotros venimos en paz. Rodé los ojos y murmuré — : Wow.Mi tío me lanzó una mirada oscura y luego continuó — : Yo soy Marcus

Andros, el decano del Covenant de la isla Deity. Tengo Centinelasconmigo y el —  

El sonido de armas desbloqueándose dentro del lugar era un rat-a-tat-tat que calló a Marcus y probablemente nos detuvo el corazón a todos. Niuna sombra se había movido más allá de la puerta.

 — Den la vuelta y bajen sus armas ahora — dijo una voz oscura detrás denosotros.

Oh, mierda.

38 Conejito Energizer: Referencia al conejo que aparece en las publicidades de Energizer (marca de

pilas).

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Mis ojos se movieron hacia arriba, encontrando los de Aiden por unbreve instante, y luego, porque realmente no quería ser golpeada de llenopor titanio, me di vuelta y esperaba no haber utilizado todo mi poder y queno estuviera completamente seca.

Dos Centinelas estaban detrás de Deacon y Laadan, armaspresionadas contras sus pálidas mejillas. Pero había más de dos Centinelas.Más de una docena nos rodeaba, formando un semicírculo. Todos ellostenían Glocks y parecían más que dispuestos a usarlas.

Estábamos rodeados.

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Treinta y cuatro Traducido por Ysandre

Corregido por Dafne

ajen sus armas  — dijo de nuevo el Centinela. Era alto yviejo, tal vez de unos cuarenta años, y al parecer estaba acostumbrado a ser escuchado.

Dioses, era realmente una situación horrible.Aiden fue el primero en bajar sus dagas, colocándolas en el suelo junto

a sus pies. Luego se incorporó lentamente, levantando las manos. Yo sabíaque llevaba más armas contra él, y esperaba que los demás hombres nose dieran cuenta de eso. Siguiendo su ejemplo, me deshice de mis dagas,pero dejé la pistola metida en la parte trasera de mi cintura por si acaso.

El Centinela a cargo dio un paso hacia adelante, manteniendo su armanivelada en Solos, lo que me pareció un poco raro. Fuera de nosotroscuatro, quién realmente debía haber tenido esa arma apuntando era amí.

Entonces me di cuenta de que no sabía quién era yo. Una parte de mí 

se relajó, porque si ellos estuvieran jugando para el Equipo Malvado,estaba segura de que habrían tenido imágenes de mí pegadas por todaslas paredes.

Marcus se preparaba para hablar de nuevo, pero los ojos del Centinelalo pusieron en guardia.  — Escuché lo que dijiste y parecías tener buenasintenciones, pero por favor dime cómo se supone que debemos creer eneso.

Buena pregunta. Eché un vistazo a mi tío, mis cejas levantadas. — Éramos parte del grupo que escapó de la isla Deity — dijo Marcus.

 — Bueno, eso es obvio — respondió el Centinela.En cierto modo me gustó este tipo, a pesar de que su arma seguía

apuntándonos en la cara. Un músculo tembló en la mandíbula de Marcus. — No estamos trabajando con Lucian con el Primero. No estoy seguro decómo demostrarte eso, pero hemos viajado mucho para venir aquí y perdí a uno de los nuestros, cortesía de los autómatas que custodiaban este

 — B

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lugar. Nosotros no somos sus enemigos aquí. Queremos lo mismo, detener aLucian y al Primero. El Centinela Mathias estaba viniendo hacia aquí. Éldebería haber llegado aquí trayendo noticias de nuestros viajes.

 — Si este Centinela iba llegar aquí en las últimas veinticuatro horas,

debe estar entre las pobres almas más allá de la pared.  — La mirada dellíder flotó sobre nosotros — . Nadie ha sobrevivido allá por más de un día, yse me hace curioso porque ustedes sí.

Yo no había hablado con el Centinela que había llegado mientrasAiden y yo estábamos en el Inframundo, pero apestaba el saber que élahora estaba entre los muertos.

 — ¿Se volvieron contra nosotros, entonces?  — Aiden preguntó concalma — . ¿Ellos no estaban custodiando el campus?

Al principio no creía que el mestizo fuera a responder, pero lo hizo. — Losautómatas custodiaban el campus hasta hace un día, y luegocomenzaron a disparar contra los que buscan refugio aquí. Tratamos dedetenerlos, y terminamos perdiendo la mitad de la primera pared ymuchas vidas. Así que de nuevo, tengo curiosidad sobre cómo un grupoformado por adolescentes y dos puros sin entrenamiento pueden haberlosdejado atrás.

 —  Yo soy el Apollyon  — dije, cuadrando los hombros — . Puede quetenga algo que ver con eso.

Cada maldita arma fue directamente hacia mí, y me pregunté si esohabía sido la mejor cosa para decir. Por el rabillo de mi ojo, vi que Aidencomenzaba a moverse hacia mí.

 — Está bien  — añadí rápidamente, manteniendo mis manos haciadelante de mí  — . Yo soy la Apollyon buena, no quiero eliminar al Consejo ymatar a los dioses.

El Centinela a cargo no se veía aliviado o impresionado. En su lugar,pareció que él realmente quería meterme una bala entre los ojos. Lo cualno era bueno, porque estaba bastante segura de que Aiden ya estabacalculando el tiempo que le tomaría para sacarle su arma y eliminar a esteCentinela.

Las balas estaban a punto de volar, justo cuando el sol empezó a subir,también, y que no es que realmente no quisiéramos apreciar un hermosoamanecer.

 — La mitad de los Centinelas y Guardias que se han puesto de partedel Primero están buscándote, ¿y vienes aquí?  — La ira brilló en los ojos delCentinela — . ¿Deseas morir?

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Menos mal que no había mencionado que Seth y yo todavía teníamosun tipo de conexión.  — En realidad, no tengo ganas de morir. Y puededispararme si eso lo hace sentir mejor, pero no me va a matar.

Parecía que él estaba a segundos de averiguarlo.

Respiré profundamente, tratando de mantener el control sobre losestribos. — Mira, entiendo tu renuencia a dejarme entrar. Entiendo eso, perome — nos necesitan, porque necesitan que saquemos a esos autómatas ypodemos protegerte. Por no hablar de que soy la única que puededetener todo esto. Así que si nos echan a los lobos, están sellando supropio destino.

El Centinela se puso rígido, pero no dijo nada. — Y hay que darse cuenta que no se trata de unos puros sedientos de

poder. Esto es más grande que eso. Sólo un dios podría haber convertido alos autómatas. No Lucian, y no el Primero. Y que ese dios va a acabar concualquiera que se interponga en su camino.

Le di mi mejor sonrisa, la que por lo general me sacaba de apuros o erael receptor de los problemas.  — Y ese dios no es el único por el que van atener que preocuparse. Hay otro que va por ahí llamado Apolo. Sí, eseApolo, y va a estar bastante molesto si nos apartas. Mira, estamos algorelacionados.

Alguien maldijo entre dientes.Mi sonrisa creció más.  — Sólo una cosa más; lastimas a cualquiera de

mis amigos y vas a lamentar seriamente hacerlo. ¿Me entiendes? Así quetodos actúan agradable y nos convertiremos en mejores amigos parasiempre.

 — Creo que deberíamos dejarlos entrar  — dijo uno de los centinelas. — Suena como una buena idea. — Un tono de humor oscuro sonó en la

voz de Aiden — . Es posible que desees quitar tu pistola de la cara de mihermano mientras estás en ello.

Nadie se movió por un segundo. No estaba segura de que podía hacer mucho en términos de lo Apollyon, pero por suerte él levantó una mano ylas armas bajaron.

Dejé escapar un suspiro de alivio. — Espero que no me arrepiento de esto  — dijo el Centinela, deslizando

su pistola en su funda. Entonces él extendió su mano, sorprendiéndome — .Mi nombre es Dominic Hyperion.

Mis cejas se levantaron mientras tomaba su mano. Tenía un apretónfirme.

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 — ¿Hyperion? — dijo Marcus — . Interesante apellido.Dominic sonrió irónicamente.  — Supongo que alguien tenía un gran

sentido del humor, tomando el apellido de un Titán. — Supongo que sí  — murmuré, aliviada al ver que ya no había armas

apuntando a las cabezas de mis amigos.Dominic se detuvo en la puerta.  — ¿Así que ustedes realmenteeliminaron a los autómatas?

 — A menos que envíen más, debería estar libre de ellos — contestó Solos. — Eso es bueno. — Hizo una pausa — . ¿Dicen que perdieron a alguien?Olivia se aclaró la garganta. — Sí. Ella sólo tenía dieciocho años, estaba

entrenándose para ser un Centinela. Su nombre era Lea.La barbilla de Dominic se inclinó hacia abajo.  — Lo siento por lo todo lo

que ustedes han perdido. Los dioses saben que podemos simpatizar con loque estás sintiendo.  — Dicho esto, se volvió hacia la puerta — . Por favor,síganme.

 — ¿Así que realmente pueden detener al Primero? —  preguntó otraCentinela. Era más joven que Dominic, de la edad de Aiden. Un cierto brillollenó sus ojos cuando asentí  — . Bueno, estoy segura que hay un montón depersonas más allá de estas puertas que estarán felices de escuchar eso.

 —Si tú lo dices…— dijo Aiden, que de repente estaba a mi lado. Puso unbrazo sobre mis hombros, y le lanzó una mirada curiosa.

Los ojos del centinela casi estallaron cuando se fijaron en el brazodemasiado posesivo de Aiden. —Eres un… y ella es un… 

Oh, querida.Aiden sonrió, sus ojos de un gris oscuro. — ¿Somos qué?

 —N… No. Es sólo que... — La Centinela miró a los mestizos igualmenteatónitos. Nadie vino en su ayuda.  — No es nada. No importa. Problemasmás grandes, ¿eh?

 — Sí, problemas más grandes...  — Hubo una clara y fría advertencia enla voz de Aiden mientras me conducía alrededor. La puerta se abriómientras el brazo de Aiden se deslizó de mi hombro, a la deriva a través dela espalda, dejando una ola de temblores en su estela. Dominic atravesóprimero, seguido por Marcus y Solos. Me detuve, girando de nuevo — .Usted dijo que los demás estarían felices de saber que yo sabía cómo...detener al Primero. ¿Quién podría ser?

Por todos los dioses, el hombre miró a Aiden primero antes de contestar. — Antes de que los autómatas se volvieran locos, un puñado de gruposllegaron desde otros lugares, incluyendo los Catskills.

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Mi corazón se detuvo. — ¿Los miembros del Consejo y los Centinelas?Cuando él asintió con la cabeza, yo estaba a punto de hacer algo con

mi brazo. No me había permitido considerar que mi padre podría haber sido uno de esos cadáveres quemados que bordeaban el camino, pero

saber que algunos habían llegado a la Universidad provocó una esperanzadentro de mi pecho. No iba a aliviar el dolor de la pérdida ajustada deLea, pero era algo para seguir adelante. Era algo, y eso era mejor quenada.

 *** 

Cuando el alba se deslizó a través de la pradera exuberante, arrojandoluz sobre las diminutas flores silvestres azules, llegamos a nuestro destino. Elcampus de la Universidad era grande, entre dos picos de las montañas aligual que su propio pueblo en una hamaca. Me imaginaba que era comocualquier otra Universidad en el tamaño y la atmósfera, pero ahí eradonde terminaban las similitudes.

La luz de la mañana se reflejaba en los grandes edificios de piedraarenisca siguiendo el modelo de los antiguos coliseos. Los patios estabanllenos de lo que parecía cada flor y árbol que el hombre conocía. Las

estatuas de las musas custodiaban un edificio académico, mientras que lasesculturas de la doce olímpicos se alineaban en la carretera. Losdormitorios que parecían mini-rascacielos se levantaban en el fondo, conviviendas para miles de estudiantes.

Algo así como la Isla Deity, pero en una escala mucho más grande, loque me provocó una punzada en el pecho.

En el centro del campus estaba lo que yo supuse era el edificio delConsejo, y que era a donde nos dirigíamos. Los músculos de mis piernasdolían, y las visiones de camas estaban bailando en mi cabeza, pero me

obligué a seguir adelante en lugar de sentarme en el medio de lacarretera y dormirme.Bustos de los doce olímpicos fueron tallados en la estructura de mármol

y piedra arenisca. Era circular, como un anfiteatro cubierto, y un escalofríome corría por la espalda. No sabía por qué pero los edificios del Consejosiempre me asustaban.

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Mientras subíamos por las escaleras, vi la estatua de Themis y casi mereí.

No parecía haber nadie más moviéndose a medida que entramos en elvestíbulo iluminado. Los estudiantes estaban probablemente todavía

dormidos, si todavía continuaban las clases. Caray, ni siquiera sabía quédía era. Podría haber sido el fin de semana por todo lo que sabía.Dominic nos llevó alrededor de otro grupo de estatuas, y para entonces

me estaba cansando de verlas y, por supuesto, nos dirigimos en un vuelointerminable de escaleras. Ni siquiera la Universidad podría invertir algo dedinero en un ascensor.

Fue cuando nos dirigíamos por un ancho pasillo, y vi a los guardias depie ante las puertas dobles forrados en titanio, que supe a dónde nosdirigíamos.

 — La oficina del Decano — dije.Dominic asintió a los Guardias, y ellos se movieron como una unidad,

abriendo las pesadas puertas. Mi primera visión de la oficina fue casiidéntica a la de Marcus. Iluminada. Amplia. Toneladas de muebles decuero de aspecto caro, entre ellos un gran escritorio antiguo queprobablemente hacia que alguien se sintiera poderoso y todo tipo decosas. Había incluso un acuario construido en la pared detrás del escritorio,con peces vibrantes nadando adelante y atrás.

Eché un vistazo a Marcus y vi que su cara era impresionante en blanco.Meses atrás me hubiera creído que Marcus no se sentía nada, pero ahorasabía mejor. El ver esta oficina tuvo que traerle recuerdos buenos y unoscuantos malos, y sinceramente lo sentía por él.

Se abrió una puerta a nuestra izquierda, y un hombre alto, de pelocomo hielo rubio y ojos azules sorprendentes entró en la habitación. Estabavestido como Marcus, como un niño del cartel para el Club de Golf Club.Detrás de él, una figura más pequeña entró y mi boca quedó abierta.

 — Diana.  — Marcus se quedó sin aliento, y luego salió disparado haciaadelante.

Una amplia y hermosa sonrisa se dibujó en la cara de la Ministro. Yo laconocí mientras había estado en el Covenant de Catskills, y ella sido elMinistro que se opuso a Telly votando contra que me colocaran en laservidumbre.

Así que, sí, me gustaba la mujer.

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Marcus apretó las manos entre las suyas y me pareció que quería hacer algo más, tal vez tirar de ella en sus brazos, abrazarla, besarla ... como unhombre que nunca había esperado volver a verla.

 — Estoy muy agradecido ... de ver que has llegado aquí a salvo. — La voz

de Marcus era brusca y cargada de emoción. Él tenía algo con estamujer  — . Estoy muy agradecido.Las mejillas de la mujer se tiñeron de rosa. — Como yo lo estoy de verte

aquí.El Decano se aclaró la garganta.  — No sabía que usted estaba

familiarizado con mi hermana, Decano Andros.¿Hermana? Oh... oh, torpe.Marcus soltó de las manos de Diana y se enfrentó al hombre. — Nosotros

somos... amigos, Decano Elders. Ella es una mujer encantadora, pero por mucho que me gustaría enumerar sus cualidades brillantes, no es por esoque estamos aquí.

Mis cejas se elevaron.Los labios del Decano se movieron como si quisiera sonreír.  — También

estoy agradecido de ver que has llegado hasta aquí con seguridad. Nomuchos tuvieron esa suerte.

 — Eso es lo que hemos visto y oído.  — Marcus cruzó las manos detrás dela espalda, trayéndome recuerdos de él en una oficina muy similar a esta,donde había estado a punto de poner en mí algo estúpido.

Hizo una rápida ronda de presentaciones. El Decano parecíasorprendido cuando Marcus anunció el nombre de Aiden. Tenía la cabezainclinada hacia un lado. — He escuchado ese nombre antes ¿un puro queutiliza una compulsión contra otro pura para proteger un mestizo?

Mierda. Con todo lo que sucedía, nos habíamos olvidado de que Aidenfue Enemigo Público Número Dos. Mis dedos avanzaron hacia mis dagas,pero Aiden habló, su voz plana y calma.  — Ese soy yo. Y no se equivoquen,si usted está buscando remordimiento o culpa, no tengo ninguna. Lo haríade nuevo.

El Decano sonrió. — Te facilitas a ti mismo, Centinela. En este momento,me importa un bledo lo que has hecho. No es un problema... ahora. Comoestoy seguro que la mayoría de los miembros del Consejo estarían deacuerdo.

La forma en que dijo ahora no me hizo feliz.

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  — Gracias por su hospitalidad — Marcus dijo, obviamente, tratando dedisminuir la tensión del edificio — . Espero que podamos ser capaces decompensarlo en alguna medida.

Mi tío era como un diplomático.

El decano de la Universidad asintió. — Por favor, empiecen por explicar cómo llegaron más allá de los autómatas.Entre Marcus y Dominic, llenaron al Decano y a Diana, en su mayor 

parte, de cómo lo habíamos llegado aquí en una sola pieza. Laconversación cambió rápidamente, sin embargo, cuando Dominicanunció que podría para al Primero.

Me moví inquieta, sorprendida de estar tan incómoda con todos losojos puestos en mí. Por lo general, me encantaba ser el centro deatención. No tenía ni idea de cuándo había cambiado eso.

 — No puedo dejar de estar conectada con Seth — dije finalmente — . Nova a ser fácil, pero sé cómo.

 — ¿Y cómo puedes? — preguntó el Decano — . Por lo que nuestra historianos enseña, el Primero tiene el control completo sobre el segundo. Ensegundo lugar, y si ustedes dos están el uno alrededor del otro, él puedetransferir tu poder a sí mismo, y por lo tanto, convertirse en el Dios Asesino-

Cruzando los brazos, me encontré con la mirada curiosa del Decano. — Bueno, obviamente, el Primero no tiene el control completo sobre mí. Y hayuna manera para mí para revertir la transferencia, que le impidaconvertirse en el Dios Asesino. Y si él no es el Dios Asesino, entonces Lucianno tiene una verdadera arma para protegerse.

Diana se apoyó en la mesa de roble, con sus cejas enarcadas. — Pero tendrías que estar cerca de él para hacer esto, ¿correcto?  — 

Asentí con la cabeza. — Sí. Vinimos aquí esperando que hubiera otros que estarían dispuestos

a ... a luchar por esto. No hay manera de que sólo ocho de nosotros puedaromper el ejército de Lucian, de modo que yo pueda llegar a Seth.Necesitamos nuestro propio ejército.

El Decano miró a Dominic, quien se encogió de hombros.  — Tenemosmuchos Centinelas y Guardias aquí, además de mestizos que estánrecibiendo formación avanzada. Y también queremos el mismo resultado.Esto necesita ser detenido antes de que se pierda más gente inocente, así que usted puede contratar a quien quiera que lo acompañe.

Bueno, eso fue sorprendentemente fácil.

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 — Habrá algunos, incluso muchos — continuó el Decano — . Pero ningunose verá obligado a unirse a la causa, Apollyon.

Me pareció tan gracioso considerando cómo una raza entera demestizos se había visto obligada o a tener una vida de servidumbre o una

muerte temprana, pero en algún lugar a lo largo de la línea, habíaaprendido a mantener la boca cerrada. Más o menos. — Entendido — le dije — . Como mestiza, sé que nunca forzaría a la gente

a algo que pondría en riesgo sus vidas.Las cejas del decano se levantaron. — Buen punto. — Él miró por encima

del resto de mi grupo — . Me imagino que todos ustedes desean reunirsecon los Centinelas y los Guardias de aquí tan pronto como sea posible,pero todos necesitan utilizar duchas, alimentos y camas limpias. Mientrasdescansan, el Centinela Hyperion y yo organizaremos algo para ti.

 — Está bien  — le dije, preguntándome cuando el que yo estuviera deacuerdo o no había comenzado a importar. Quería hablar con losCentinelas ahora, pero sabía que si lo hacía, también lo harían Aiden y lamayoría de los otros. Todos nosotros necesitamos descansar, estábamoscasi durmiendo parados — . Eso estaría bien.

 — Hay muchas habitaciones disponibles para su descanso  — dijo elDecano — . Hyperion se las mostrará.

Sin poder aguantar la pregunta por más tiempo, me volví a Diana. — LosCentinelas que han llegado de las montañas Catskill... ¿sabes alguno desus nombres?

 — Algunos me conocen  — dijo. Entonces se me ocurrió. Mi padreprobablemente no sería conocido como Centinela, al menos no por mástiempo — . ¿Qué pasa con los sirvientes?

No podría decir por la expresión de dolor de Diana si sabía lo queestaba haciendo o si era consciente de que mi padre había sido unsirviente en los Catskills.

 — Las cosas estaban en un estado de caos cuando nos fuimos allí.Algunos funcionarios fueron traídos aquí, y los que ya no parecían estar bajo la influencia del Elixir escaparon al bosque. Algunos se quedaronatrás. Los sirvientes podrían estar en cualquier parte.

 — Oh  — le susurré. Podrían estar en cualquier parte, mi padre podríaestar en cualquier lugar. Sentí la mano de Ladaan en mi espalda y respiréfuerte — . ¿Cuál era la situación del Covenant cuando te fuiste?

Una sombra oscura cruzó el rostro de Diana.  — Las paredes no habíansido violadas, pero era sólo una cuestión de tiempo. Lucian y su deseo de

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tomar Catskills. No importa que el Consejo ya no resida allí. Es la sede delpoder, y el que está sentado en el trono gobierna nuestra sociedad. Es laley.

Era una ley increíblemente estúpida que no significaba absolutamente

nada para mí. — ¿Puedo hacerle una pregunta?  — inquirió Diana. Cuando asentí, ellacontinuó — . Si tienes éxito en la transferencia del poder de él a tí, ¿qué lepasará?

Ante la pregunta inesperada, parpadeé. — ¿Qué le pasaría a Seth? Él todavía estaría vivo. Supongo que todavía

sería el Apollyon, pero más débil. Las tablas cambiarían. Las profecías...  — Negué — . Las profecías cambiarían.

 — ¿Y qué te haría a tí? — Podía sentir los ojos en mí otra vez, sobre todolos de Aiden.

 — Me convertiría en el Dios Asesino.Su ceño se frunció por la confusión. — Por favor, no te ofendas, ¿pero el

Dios Asesino no es lo último dioses quieren? — Me imagino que sí, con la excepción del dios que está trabajando

con Lucian. Ese dios obviamente quiere al Dios Aesino por sus propiasrazones. Hablando de eso, debe ser Hefesto, teniendo en cuenta que creólos autómatas — Me tiré a eso, esperando que el tema cambiara — . No sépor qué haría esto, sin embargo. Quiero decir, él me ayudó a mantenermelejos del Primero, ¿verdad?

Aiden asintió. — Él lo hizo. — No tiene sentido, pero ¿cuándo los dioses tienen sentido? —  Forcé

una carcajada — . Creo que estaba cansado de ser conocido como elcojo.

 — Pero, ¿qué pasa con los otros dioses? — insistió ella. — No pueden estar satisfechos con la idea.

Al no ver forma de evitarlo a menos que ignorara su pregunta, suspiré. — Es lo que quiere Apolo. Y es lo que los dioses quieran.

Aiden se volvió hacia mí, al igual que la mitad de la habitación. Sentí que estaba a punto de escabullirme debajo del escritorio.  — Después deque me convierta en el Dios Asesino, quieren que elimine el diosresponsable. — Miré hacia arriba, mi mirada deteniéndose sobre un bustode mármol de Zeus — . Los olímpicos quieren que mate a uno de los suyos.

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Treinta y cinco Traducido por Ysandre

Corregido por Dafne

sa cancioncilla cayó como el Titanic. Todo el mundo estaba muysorprendido. Había un par de maldiciones fuertes de Aiden yMarcus, y algunas exclamaciones de sorpresa del resto de la

galería.Era una situación un tanto atemorizante. Los dioses habían luchado de

forma durante miles de años, pero nunca querían realmente matarsemutuamente, no desde que cayeron los Titanes. Pero las cosas erandiferentes ahora. Este dios había ido demasiado lejos.

Aunque muchos mortales habían muerto, los dioses estaban muyprobablemente más preocupados por el hecho de que Hefesto esperabausar al Dios Asesino contra ellos.

Así que, sí, las cosas eran diferentes ahora. Una vez que la conmociónse calmó, Dominic nos llevó a la primera residencia de estudiantes y nosmostró el interior. No eran como las que hay en la isla de la Deidad. Estas

habitaciones eran suites y dos habitaciones unidas por una sala de estar ybaño compartidos.

Nos dejaron hacer los arreglos para dormir a nosotros mismos. Antes deque Marcus pudiera llegar hasta nosotros en modo padre otra vez, Aidentomó una de las suites para dos de nosotros, prácticamente me arrastródentro.

Antes de que hubiera siquiera cerrado la puerta, se inclinó para quenuestros rostros estuvieran a pocos centímetros de distancia. Yo sabía queél estaba loco, sus ojos eran como nubarrón de color, la línea rígida de la

mandíbula, y sus movimientos rígidos o menos lo delataban. Eso y el hechode que no había siquiera mirado en mi dirección desde que habíamosdejado la oficina del Decano.

 — Toma una ducha, y luego tenemos que hablar  — dijo, en voz baja, sindejar lugar a discusión. Desapareció en su habitación antes de quepudiera decir algo.

E

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Los labios de Olivia estaban fruncidos. — Alguien que no es un campistafeliz.

 — ¿Puedo compartir cama contigo? — Yo sólo estaba medio en broma.Se apoyó contra la puerta de la suite frente a mí, con una leve sonrisa.

Los rizos caían alrededor de su cara. Sombras florecían bajo sus ojos.  — Mihabitación es tu habitación, pero en serio, tienes que hablar con él. Esobvio que él no sabía lo que te habían pedido hacer. Ninguno de nosotroslo hacía.

Me frotó la mejilla sucia.  — Yo... yo ni siquiera estaba segura de quetenía que decir nada.

 — ¿Eso importa? — Supongo que no. Yo simplemente no quería que nadie se

preocupara. — Lo entiendo. Estoy segura de que también lo hace, pero hay algunas

cosas que no deberían impedir nada a los que te aman.  —  Olivia giró,abriendo la puerta — . Habla con él.

No es como si tuviera una opción a la hora de hablar con él. — Gracias.Ella asintió con la cabeza y luego se metió en su habitación. Dejando

escapar un fuerte suspiro y en gran parte desagradable, me fui a mihabitación. Mi mirada se dirigió inmediatamente a la cama de tamañocompleto y gemí.  —  Ducha primero. Salida segundo, tercero sinceradisculpa, y luego dormir.

 *** 

Recién duchada, estaba encantada de encontrar que alguien habíaencontrado un par de pantalones vaqueros y una camisa limpia de mitalla. Lo más probable es Aiden lo hubiera hecho mientras yo estabaacaparando toda el agua caliente. Así era él, aun cuando estaba

enojado conmigo. Solo por un momento, me senté en la cama y crucé laspiernas. Las paredes de la habitación eran una agradable sombra debotón de oro, mientras que los marcos de puertas y ventanas estabanadornados con titanio, al igual que la cabecera de la cama y la mesitapequeña. En la pared del fondo, una foto de una caza de Artemisa con suarco y flechas se enmarcaban en titanio también.

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Era como si esta gente esperara que daimons salieran de debajo de suscama. Pero el estudio de la decoración no era el punto central de misentada en la cama como si me hubieran noqueado.

Desde la aparición de Seth después de la muerte de Lea, había estado

extrañamente tranquila. Como si él no estuviera, en realidad. El cableestaba todavía allí, pero su inconfundible presencia ausente. Al igual queantes me había despertado, cuando mi cabeza y el cuerpo había sidomíos. Cerré los ojos y me concentré en la conexión. Estaba allí,canturreando en voz baja y apenas perceptible.

Pero no estaba Seth. Met concentré. Esta larga distancia llamadabasura interna del teléfono loco debe ser capaz de funcionar en ambossentidos. Tal vez yo estaba loca por ser la que iniciara el contacto, pero untranquilo Seth hacía una Alex muy nerviosa. Él no era así. Él estabatramando algo. Tenía que ser.

¿Seth?Llamé otra vez... y otra vez. En algún momento, oí los siseos bajos de la

ducha y luego se apagaron. El sonido sordo de una puerta al cerrarsesiguió minutos después. Ese fue el tiempo que me senté allí, mirando comoun fracaso épico en la meditación.

La puerta del salón se abrió, y Aiden entró con un plato de frutas yrebanadas de pavo asado.

 — Traigo regalos en forma de alimentos, ¿qué estás haciendo? —  Nada.  — Me sonrojé y acaricié el lugar a mi lado — . Me muero de

hambre. Gracias.Aiden se sentó a mi lado, colocando la comida entre nosotros. Olía a

 jabón limpio y especias. Movió algunas rebanadas del camino, se encontrócon una gruesa pieza de carne oscura.

 — Aiden . — Primero come.Le fruncí el ceño, pero mantuvo la rebanada de pavo demasiado

cerca y mi boca se hizo agua. Nos pasamos los próximos minutoshartándonos de carne y fruta. Mientras perseguía una fresa madura en eltazón, se inclinó y colocó un mechón húmedo el pelo detrás de mí oreja.Alcé la vista y nuestros ojos se encontraron. Todo el aire huyó mis pulmones.Aiden estaba probablemente a punto de estrangularme, pero esa miradaen sus ojos plateados... guau, simplemente guau.

Aiden se echó hacia atrás, mientras me observaba, estudiando el rubor que sabía se extendía como una fiebre en mis mejillas.

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 — Antes de que esto vaya más lejos, quiero decirte que lo que hicistecon los autómatas fue poco menos que increíble. No he tenido laoportunidad de decirte, pero quería que supieras.

Parpadeé.

 — ¿En serio? —  Sí. Ese tipo de poder… era épico y elegante. Fue bastante increíble. Mi mirada se posó en el plato vacío.

 — Si no me hubiera puesto a mí mismo así, podría haber salvado a Lea.Sus dedos encontraron mi barbilla, inclinándola hacia arriba.

 — No te culpes por lo que pasó con ella. Su muerte no fue culpa tuya. Ysi no hubieras usado tu poder, todos nosotros habríamos muerto.

Asentí con la cabeza. Esas palabras no eran tan fáciles de tragar comolo fueron para decir.

 — ¿Lista?  — Aiden hizo un gesto hacia el plato y el cuenco. Los colocósobre la mesa cuando asentí de nuevo. Había un tramo de silencio en elque sólo me miró hasta que se retorció. Suspiró — . ¿Por qué no me lo dijiste,Alex?

 — Yo no quería que te preocuparas — le dije sin convicción.Sus ojos se estrecharon. — Eso es mentira, Alex.Salté, abriendo mucho los ojos.

 —  Estamos en esta... esta jodida situación juntos, ¿verdad? Ambosqueremos hacer algo por los demás, ¿no es así?

Él no me dio la oportunidad de responder. — Nos amamos. Y me llaman estúpido o pasado de moda, pero creo

que todo eso significa que no guardamos secretos el uno del otro, lossecretos, especialmente potencialmente peligrosos que la otra parterealmente debe saber acerca de la otra.

Mis mejillas ardían por una razón completamente diferente ahora. Todolo que decía era verdad. Mantenerlo en la oscuridad había brotado de lamejor de las intenciones, pero no estaba bien.  —  Lo siento y lo digo enserio. Debería habértelo dicho cuando lo descubrí.

Sus cejas bajaron.  —  ¿Cuándo te diste cuenta? Espera. Mientrasestábamos en el Inframundo, ¿no? Estabas diferente cuando volvimos.

Maldición. Él era bueno. — Fue cuando yo estaba hablando con Solaris. Un tipo de clic, y luego

me enfrenté a Apolo. Confirmó que los dioses querían que yo fuera el DiosAsesino para que pudiera detener al dios responsable .

Aiden maldijo entre dientes. — A veces quiero llegar a ese hijo de puta.

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 — Bienvenido al club.Se quedó en silencio durante un par de segundos.

 — Ellos esperan que luches contra Seth y que transfieras su poder a ti.¿Luego esperan que luches contra este dios? — Asentí con la cabeza.

 —No me gusta esto… No quiero que lo hagas. —  La ira ardía en sumirada — . Esto es demasiado peligroso, cada parte de ello. Además delhecho de que Seth podría transferir el poder de ti, ningún dios va a bajar fácil. Es una locura.

Lo era, pero ¿cuándo tenía algo en mi vida que fuera completamentecuerdo? Me moví más cerca de él.  —  Pero tiene que ser hecho, Aiden.Incluso si logramos detener Lucian y Seth, el dios lo intentará de nuevoalgo. Mira todas las personas que han muerto.

 —Yo no… — Se interrumpió —. No es que… — Levantó la vista, rígido — .No me importa. No cuando tú podrías morir haciendo esto. No me importa.

No tenía ni idea de qué decir a eso, y yo sabía que se necesitabamucho para que Aiden lo admitiese. Demonios, tomaría mucho paracualquier persona admitirlo. Pero era la verdad, y a veces la verdad no erabonita o ética o justa. Simplemente era. Aiden echó la cabeza hacia atrásy suspiró.

 — ¿Y si te pidiera que no lo hicieras?  — Mi boca se abrió por la sorpresa,pero no le salieron las palabras. Negó con la cabeza — . Sé que no puedohacer eso. Sé que es muy egoísta. No contestes, ¿de acuerdo?

Las lágrimas se trasladaron hasta la parte posterior de la garganta contanta rapidez que no creía que sería capaz de contenerlas. Por algúnmilagro lo hice. Sabía que tenía que decirle que había una buenaprobabilidad de que no sobreviviría en esto hasta el final. No era como siestuviera renunciando, porque Deacon tuvo suerte de que me diera unapatada en el trasero que necesitaba, pero eso no cambiaba laposibilidad.

Aiden hizo un ruido en la parte posterior de la garganta y llegó a mí. Fuiy me subí a su regazo. A medida que sus brazos me rodearon, meapretaba tan fuerte contra él que podía sentir sus latidos del corazón, nopodía decirle eso. No creo que nunca pudiera decirlo.

Y eso es lo que pasa con las verdades y secretos. A veces la verdad nonecesita ser conocida. La mentira era más saludable que la verdad y,aunque algunos secretos podrían liberar a las personas, otros secretospodría destruirlos.

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Sintiéndome mal por eso, cerré los ojos. La culpa se instaló en miestómago como un puñado de piedras afiladas, pero ese secreto no sepodía compartir. Por último, el agarre de Aiden aflojó y sus manos semovieron de mis hombros. Me abrazó de nuevo, su mirada buscaba mi

rostro. — ¿Has estado teniendo dolores de cabeza recientemente?Agradecida por el cambio de tema, negué con la cabeza.

 — No desde que... Lea murió. Seth estaba allí después, pero se ha ido.Quiero decir, todavía puedo sentir la conexión, pero es raro. Es como si élse hubiera tomado unas vacaciones.

Aiden arqueó una ceja. — Él está tramando algo.Una pequeña sonrisa tiró de mis labios.  — Exactamente lo que estaba

pensando. — Las grandes mentes piensan igual.Con una mano, pasó su pulgar por mi labio inferior. — Estás agotadaMe encogí de hombros. — Tú también.

 — Tenemos que descansar un poco. — Su mano cayó a mi hombro.  —  Marcus no va a ser feliz contigo durmiendo aquí.

 — Lo sé.  —  Él se apoyó contra la cabecera de la cama, con los ojosentornados.

 — Probablemente debemos cortar todo esto de dormir juntos.Hice un puchero. Aiden se rió entre dientes.

 — Dije dormir juntos, Alex. Lo que tengo en mente no implica dormir. — Oh. — Sentí la calidez propagándose a través de mí como si estuviera

en una ducha de vapor  — . Oh.Una lenta sonrisa tiró de sus labios mientras sus manos se extendieron

por mis brazos a mis caderas. Ese calor mareante se coló en la médula demis huesos. — Un poco lenta en la captación, ¿eh?

Me eché a reír y se sentía... bien reírse. Inclinándose hacia adelante,presioné mi frente a la suya. — Lo siento. Mi mente no está funcionando, aligual que la de algunas personas que podría nombrar.

 —Así que tú dices… — Sus manos se apretaron — . Tendríamos que ver eso.

Aiden se movió tan rápidamente que un segundo que estaba en suregazo, y al siguiente estaba en mi espalda y él se cernía sobre mí. Bajó lacabeza para que sus labios rozaran suavemente los míos. Ese toque todotan fugaz casi me deshizo.

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 — Te amo — dijo, y esas fueron las únicas palabras pronunciadas por untiempo.

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Treinta y seisTraducido por Arcangel

Corregido por Dafne

iden no había salido de la cama, así que supongo que cortar todo plan de sueño no iba a empezar hoy. No es que mequejara. Después de... bueno, no dormir y luego dormir durante

varias horas, y un poco más del asunto de "no dormir", fuimos llamados por un golpe en la puerta.

Intercambiamos una mirada rápida. — Uh, ¿debería ser yo quien abra lapuerta, ya que esta es mi habitación?

Aiden asintió y comencé a levantarme, pero él agarró mi brazo.  — Puede que quieras ponerte algo de ropa primero.

 — Oh. Ja — Me reí mientras empezaba a buscar mi ropa — . Buena idea. — Uh-huh.Saltando por la habitación, metí mis piernas dentro de unos pantalones

vaqueros. — ¡Ya voy!Estaba segura de que Aiden consiguió una vista entretenida, y que mi

cara estaba roja como la sangre en el momento en que llegué a la puerta.Abriendola lo suficiente como para que me deslizara a través de ella, vi aDominic.

 — Hey.  — dije, con la esperanza de no tener un caso loco de cabello juguetón-en-la cama.

Su expresión seguía siendo suave.  — Siento haberte despertado, perotenemos recién llegados. Uno de ellos, creo, fue instructor en la Isla Deity.

 — ¿En serio? Guau. ¿Dónde están? — Ahora, con el Decano — contestó — . Tu tío ya está enterado. Pasé por 

la habitación Centinela St. Delphi, pero... — Oh. Sí, um... — Estaba bastante segura de que necesitaba un camión

de bomberos para apagar el incendio en mi cara — . Tiene un sueñopesado.

A

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 — Estoy seguro de que así es.  — Dominic dio un paso atrás — . Si deseasunirte a tu tío, estaré esperando afuera. Debes tener tiempo paraprepararte. Tu tío tiene un... sueño muy pesado, también.

Whaaaa... y luego me di cuenta.

Ew.Ew.Ew.Corriendo dentro de la habitación, cerré la puerta y luego me apoyé

sobre ella. — Queridos dioses, que torpe. ¿Escuchaste?Aiden estaba junto a la cama, abrochándose los pantalones. Mis ojos

se fijaron en sus dedos y luego en ese estómago. — Sí. ¿No dijo quién era?No tenía sed, pero mi boca seguro estaba seca. — No. Sólo que era un

instructor. ¿Crees que deberíamos verlo? — Por supuesto.  — Sus músculos aparecieron cuando estiró sus brazos

sobre su cabeza, poniéndose una camisa — . Creo que va a ser bueno ver una cara familiar.

Pensé que sería bueno para que se quitara la camisa, pero ¿qué sabíayo? Después de correr un cepillo por mi abundante cabellera, cogí undelgada daga, la guardé en bolsillo trasero, y puse mi camisa sobre elmango.

Dagas. Nunca salgas de casa sin ellas.Era tarde en la noche y el aire parecía inusualmente frío cuando nos

unimos a Dominic y a mi tío. Por otra parte, estábamos bastante arriba enlas montañas, pero estaba bastante positivo sobre que era el comienzo demayo así que hice una nota mental de encontrar pronto un calendario.

 — Me pregunto quién es.  — dije, sintiéndome un poco muy-nerviosa. Uncaso muy grave de trastorno de hiperactividad probablemente estaba apunto de ocurrir.

 — No lo sé — dijo Marcus.Aumenté mi paso para mantenerme en línea con los monstruos-de-

largas-patas.  — ¿Sabes acerca de alguno de los instructores que hayanescapado?

 — Muchos de ellos no estaban en el campus cuando Poseidon atacó. — Es cierto. Estaban de vacaciones.  — Hundí mis manos en los bolsillos

de mis jeans — . Así que realmente podría ser cualquiera.Marcus me miró, con una ceja arqueada. — Podría ser.Saqué mis manos fuera de mis bolsillos. — ¿Por qué no viene Diana?Mi tío me lanzó una mirada y sonreí.

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 — De todos modos, espero que sea alguien que conozco.  — Empecé aempujar mis manos de nuevo en mis bolsillos, pero Aiden me agarró lamuñeca.

Él frunció el ceño. — ¿Cuál es tu problema?

 — ¿Qué quieres decir? — Estás actuando como una pequeña tonta en estos momentos.Saqué mi mano libre. — No lo sé. Sólo soy hiperactiva.

 — Oh, genial. — murmuró Marcus.Le dispare un mirada, traté de mantener mis movimientos nerviosos al

mínimo. No fue hiperactividad. Más bien nerviosismo, pero no teníaninguna razón para estar nerviosa. Bueno, además de lo obvio, pero estoera diferente. Las marcas del Apollyon estaban sangrando en mi piel,moviéndose lentamente formando glifos.

Las escaleras no fueron tan asesinas en esta ocasión. Como siempre,dos Guardias estaban apostados al final del pasillo, fuera de las puertas delDecano. Se hicieron a un lado mientras abrían la puerta y entramos. Lacuriosidad había empezado a superar el nerviosismo en algún lugar de lasescaleras.

Mi mirada se desvió a través de la habitación, encontrando al DecanoElders primero, y luego al otro lado de la habitación, a la ventana en formade óvalo y a la figura que estaba de pie en la luz, de espaldas a nosotros.

Aiden y yo nos quedamos atrás mientras Marcus se acercaba a lamesa. No estaba segura si el Decano Elders realmente nos quería aquí.

 — Decano Andros — dijo el Decano Elders, inclinándose ligeramente.  — Gracias por estar con nosotros. Nuestros nuevos llegados estaban muycomplacidos al escuchar que algunos de sus colegas del Covenat de laIsla Deity habían llegado a nuestro campus.

El hombre de la ventana se volvió lentamente, y reconocí la pérdida decabello oscuro, el tono de piel aceitunada, y de cerca los ojos color obsidiana. Mi boca cayó hasta el piso.

 — Tienes que estar jugándome una broma — le dije.El instructor Romvi sonrió con fuerza.  — Estoy feliz de verle también,

señorita Andros.

Bueno, supongo que mi sospecha de que algunos miembros de laOrden habían escapado de Seth y de los Centinelas. Uno de ellos eraahora el que estaba de pie delante de mí.

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Aiden y Marcus se movieron hacia mí, retirando sus dagas. Al pobreDecano de la Universidad parecía que estaba a punto de tener un infarto.

 — ¡Guardias!  — gritó, moviéndose detrás de su escritorio, como si dealguna manera pudiera protegerlo en caso de que algo estuviera a punto

de golpear el ventilador.Las puertas se abrieron de golpe detrás de nosotros y los dos entraron,sus ojos como dardos alrededor de la habitación. Dominic mantuvo sudaga afuera también. — ¿Qué diablos está pasando?

Todo esto no era necesario. Ya no era el estudiante en la clase. Yo erael Apollyon y estaba completamente cargada. Dejen a Romvi intentar algo. En serio, tenia ganas de lanzar su trasero de mono por la ventana.

 — Él es un miembro de la Orden de Tánatos, que trató de matar a Alex. — Furia salió de Aiden, y esperé algo como un incendio — . No es lo queconsideramos un conocido amistoso.

El instructor Romvi juntó sus manos delante de él. — Si no recuerdo mal,yo no fui el que llevó a cabo la obra, que fue exitosa, podría añadir.

Oh, eso fue lo que no debería haber dicho.La posición de Aiden dijo que estaban punto de romperse todas las

clases de mal. — Eso es correcto, pero usted es un miembro de la Orden ytú…

 — ¿Tengo la capacidad de matar al Apollyon?  — interrumpió Romvi — .Sí. La tengo. Pero yo soy muchas cosas. Estúpido no es una de ellas. Alparecer, la señorita Andros tiene muchos dioses de su lado, y sólo laverdadera misión de la Orden es servir a los dioses.

 — ¿Y eso significaba matarme? — le dije, cruzando mis brazos.Sus ojos se encontraron con los míos. — Lo hizo en su momento.

 — ¿Y ya no? ¿Se supone que debemos creer eso?Romvi ladeó su cabeza hacia un lado. — Nosotros estamos en el mismo

lado, señorita Andros.Esos nervios, la sensación de demasiada cafeína estaba de vuelta,

empujando el estómago hecho un nudo. Las runas se volvieron locasahora. — ¿Y qué lado es ese, Romvi?

 — El lado es que hay que estar de pie  — respondió él — . En la guerra,sólo hay un lado para permanecer verdaderamente en pie, y eso está enel lado que gana. Y no se equivoque, señorita Andros, nosotros estamos enguerra.

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 — Nunca pareciste del tipo filosófico  — dijo Aiden. La sonrisa de Romvino resbaló — . Estoy seguro de que no parece ser mucho de su tipo St.Delphi.

Aiden respondió, pero yo no estaba escuchando. Tenía una sensación

extraña otra vez, la que yo había tenido mientras estaba de pie en elcuarto de guerra en el palacio de Hades. Esa extraña sensación molesta,como si hubiera algo que debo recordar, que debo ver. Era mucho másfuerte ahora.

 — En tiempos como estos, tenemos que dejar de lado la aversiónmutua. — Romvi todavía no se había acercado, pero me sentí ... ahogadapor su presencia.

 — Tenemos que trabajar juntos. — Siempre estamos en guerra  — murmuré, sintiéndome muy pero muy

extraña.Romvi arqueó una ceja.  — Te acuerdas de mis enseñanzas. Eso me

complace.Pensé en lo más extraño entonces. Cuando Romvi y yo habíamos

discutido una vez, ¿qué había dicho el? Debo cortarme el pelo. Algorelacionado con la vanidad, pero me recordó a la Sala de Guerra condemasiada facilidad y lo que Perséfone había dicho.

Le gusta cortar el pelo de los que ha conquistado y luego las cuerdaspara que todos lo vean.

Poco a poco desplegué mis brazos. Mi corazón se aceleró. Romvi memiraba con curiosidad, como si estuviera esperando algo. Los recuerdosde lo que había dicho Perséfone se reconstruyeron ellos mismos juntosrápidamente. Para él, todo es acerca de la guerra y sus despojos... ¿lo quehabía dicho acerca de él? Sin la guerra, no había nada.

 — Uno nunca debe dar la espalda a la guerra  — le dije, moviendo mimano detrás de mí  — . También recuerdo que dijo eso.

Y también recuerdo Perséfone dijo que alrededor de...La mirada de Romvi cayó.

 — No. Uno nunca debe dar la espalda a la guerra. Creo que es por esoque estamos donde estamos hoy. Los tontos le han dado la espalda, apesar de que siempre existe la guerra.

De repente, la extraña sensación nerviosa y las marcas tenían sentido.No era nerviosismo o hiperactividad. No, en absoluto. Y los autómatas.Había otro dios que podía ejercer un control sobre ellos, eran criaturas

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creadas para luchar. Allí estaban los ejércitos mortales que respaldaban aLucian. Eso tenía sentido ahora.

Hijo de un burro daimon.Moviéndome rápido como un rayo, saque la daga Covenant de mi

bolsillo trasero. Con la velocidad y la precisión perfecta, tiré la pala a travésdel cuarto.El extremo puntiagudo estuvo incrustado profundamente en el pecho

de Romvi antes de que pudiera tomar su siguiente respiración. — ¿Qué demonios?  — explotó Marcus, dando vueltas sobre mí  — . ¿Qué

está mal?Aiden volvió los ojos muy abiertos sobre mí.

 — ¿Alex...? Mierda...El Decano de la Universidad se dirigió hacia Romvi, pero se detuvo en

seco. Y Marcus y Aiden se calmaron, porque Romvi seguía en pie.Y él se reía.Marcus dio un paso atrás.

 — ¿Qué...?La Guardia y Dominic se miraron y luego se dirigieron hacia el Decano,

lo rodearon y lo dirigieron hacia la puerta.La risa de Romvi se desvaneció.

 — Estaba empezando a pensar que no era tan inteligente, señoritaAndros.

A continuación, una brillante resplandor azul rodeaba el cuerpo deRomvi, arremolinándose a su alrededor hasta que no pudimos ver alhombre detrás del misterioso, resplandor divino. Luego se desvaneció,revelando lo que estaba detrás de él.

Ares era impresionante.Más de dos metros de altura, que se acercaba al tamaño-Godzilla con

su altura y volumen. Él tenía más músculos que un luchador profesional,como Apolo con esteroides.

Llevaba pantalones de cuero y una túnica que perforada por la dagaCovenant que seguía en su pecho. Bandas serpiente cubrían sus bíceps,pero cuando levantó un brazo, me di cuenta de que no había bandas enabsoluto.

Eran serpientes de bronce, latiendo y deslizándose alrededor de susbrazos.

 — Mierda — susurré.

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Al llegar arriba, Ares envolvió una mano carnosa alrededor del mangode la empuñadura y sacó la daga. Se convirtió en polvo en sus manos.

 — Eso no fue muy agradable, señorita Andros. Los dioses y el Consejotemen al Primero, pero ¿quién es el que lanza dagas volando desde muy

alto hacia un dios?Decir que no tenía miedo sería una mentira descarada. Ares era el diosde la guerra y la discordia. Ejércitos temblaron ante sus pies y de lasnaciones cayeron bajo su ira. Sus hijos eran dioses del terror y la miseria. Nohabía una sola cosa en él que no enviara un repunte del miedo a travésde mí o de cualquier otro ser vivo, o criatura.

Este debe ser el dios que era una parte del linaje de Seth, el que habíaestado trabajando detrás de las escenas con Lucian.

Estábamos tan jodidos.Por lo menos ahora podía entender cómo Romvi podía patearme el

culo de día, de noche y los domingos. Se me ocurrió entonces. Había sidocómplice con Ares.

Queridos dioses...Su fría mirada apática flotaba sobre nosotros.

 — ¿El silencio? ¿Nadie va a acobardarse delante de mí? Pedir misericordia, ¿al igual que miles han hecho antes de ustedes? Quédecepcionante. Pero habrá tiempo para eso en el futuro.

 — ¿Cómo? — dijo Marcus con voz ahogada. — ¿Cómo qué? — Las oscuras cejas de Ares se fruncieron — . ¿Cómo he

estado justo debajo de sus narices todo este tiempo? De la misma maneraque aparentemente Apolo lo hacía, supongo. Lo evitaba siempre que élestaba cerca, y por lo tanto él nunca me percibió. El chico de oro tenía sussospechas, estoy seguro, pero... bien, sólo que no es tan inteligente,¿verdad?

 — ¿Qué quieres? — Yo estaba orgullosa de que mi voz no temblara.Ares se sacudió el polvo de su mano.  — Oh, ya sabes. Sólo... todo. Y

para conseguir todo, tienes que conectar con el Primero.Consciente de que Marcus y Aiden se movían detrás de mí, incliné mi

cabeza en alto. — Eso no va a suceder.Suspiró.  — Estaba realmente esperando no tener que virar en el cliché

nunca, pero veo que lo hago. Puedes hacer esto muy fácil, muy fácil.¿Sabes lo que soy, de lo que soy capaz’ Apollyon o no, no se puede ni

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siquiera comenzar a esperar derrotarme. Yo soy el dios de la guerra.Conecta aquí con el Primero o de lo contrario.

Me mantuve firme. — ¿O si no qué? ¿Vas a estar allí y me mirarás hastamorir? No me puedes matar. Y no puedes obligarme a que me conecte

con el primero.La sonrisa que se grabó en sus labios envió una onda de choque dehielo a través de mí.

 — Tú estas bien y mal. Puede que no sea capaz de matarte pero tepuedo doblar a mi voluntad y puedo hacer que desees la muerte. Y puedomatar a todos los que amas.

Ares tiró de su brazo, y muchas cosas sucedieron en cuestión desegundos. El Guardia más cercano a él fue arrojado por la habitación y por la ventana que había querido tirar a Romvi/Ares salir. El segundo Guardiase acercó a él y Ares cerró el puño. El Guardia se derrumbó en el suelo,sangrando por su nariz, la boca y los oídos. Dominic era el siguiente. Estabaechado hacia atrás, su cuerpo retorciéndose y girando en el aire. Loshuesos rompieron a través de la piel.

No era más que un desastre mutilado cuando golpeó el suelo.Entonces, Ares se volvió contra el Decano de la Universidad.

Ares volvió su muñeca y la cabeza del hombre se retorció a un lado. Elcrujido de los huesos resonó en la habitación.

Aiden comenzó a mi alrededor y un verdadero terror me robó elaliento. En un instante de horror, lo vi tomando el lugar de Dominic,también Marcus. Ares los mataría. Todo estaba ocurriendo demasiadorápido, pero no había manera de que pudiera permitir esto.

Hice lo único que podía hacer.Lancé el brazo hacia la puerta, convoqué el elemento aire y lo usé

contra Aiden y Marcus. La ráfaga de viento era tan fuerte que no habíanada que pudieran hacer para detenerlo.

Huboun segundo cuando mis ojos se encontraron con Aiden, antes deser empujado a través de la puerta, junto con Marcus, cuando vi el horror marcado en sus ojos plateados. Cuando supe que había una buenaprobabilidad de que nunca me perdonara por esto.

Las pesadas puertas se cerraron con llave desde el interior. — Eres un aguafiestas  — dijo Ares, riendo suavemente — . Tenía muchas

ganas de rasgar el corazón de St. Delphi en frente tuyo. Pero siempre hayun después.

Me di la vuelta lentamente, mi respiración atrapada en la garganta.

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Ares guiñó un ojo. — Ahora solo somos tú y yo. — Bueno, eso no es extraño ni nada. — Ah, eso debería gustarte. Para bromear cuando se tiene miedo. — Sus

grandes botas golpearon mientras daba un paso adelante — . ¿O como es

que lo que llaman? ¿el ser 'sarcástico'?Mi pecho se levantó bruscamente mientras puños golpeaban la puertadetrás de mí. El grueso de titanio apagaba sus voces.

 — Eso es lo que dicen algunas personas. — Hmm...  — Ares inclinó la cabeza hacia un lado, con las cejas

levantadas — . ¿Sabes lo que pienso sobre este asunto sarcástico que estapasando? Es un pobre intento de enmascarar la forma en que estásafectada por las cosas.

 — ¿Qué?Sonrió. — Te ves muy sorprendida. ¿Crees que no te conozco? ¿Qué yo

no te he visto con Apollo? Mira, yo soy más inteligente que él. Después detodo, yo soy un gran estratega.

 — El dios de la guerra me ha estado acechando? Guau, me siento detodas las clases de especial. Por lo general, los otros dioses son conocidospor este tipo de cosas de fluencia, pero tu? Guau.

Se rió de nuevo, el sonido profundo, pero plano.  — Eres divertida. Muybonita, también. Ya veo por qué Seth está muy encariñado contigo.

 — Supongo, ya que estás aquí, Seth no estará demasiado lejos.Ares se limitó a sonreír, y los puños en la puerta continuaron.

 — ¿Cómo me has encontrado, por cierto?  — le pregunté, comprandotiempo; ¿tiempo para qué? No estaba segura.

 — Oh, tengo compañeros en todas partes, niña. Maneras de conseguir alrededor talismanes estúpidos.

Un paso más y estaba a sólo dos metros de distancia de mí. — Estás temblando  — susurró. ¿Lo estaba? — . Fuiste a los infiernos

recientemente. Puede saberse, ¿para qué?Mi garganta se sentía como si estuviera cerrando.

 — Bueno, supongo que no tienes compañeros por todas partes si nosabes.

Ares sonrió. — Encantador. Me dirás lo que estabas haciendo allí, o estose termina con no ser capaz de hablar. Es tu elección.

Me negué a realizar copias de seguridad a pesar de que todos losinstintos me gritaban que lo hiciera.

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 — Pensé que iba a poner fin a esta mendicidad para la muerte. ¿Cómopuedo hacer eso cuando no puedo hablar?

Se rió de nuevo.  — Eres tan simple niña. Hay otras formas para pedir lamuerte que con palabras.

 — ¿Las hay? — Mi voz se quebró un poco y me hizo una mueca. Sus ojosblancos brillaron. — He visto de todo en la batalla. Existe la forma en que el cuerpo se

queja en sí mismo cuando se quiere la muerte. Existe el grito silencioso de laliberación. Existen los ojos, y hablan incluso cuando la lengua ya nofunciona. Y luego está el alma que se pudre tan mal cuando la muerte sequiere, pero retenida que lleva un cierto hedor.

Hielo se disparó a través de mis venas, volviendo mi sangre en granizo.En ese momento supe que, por mucho que luchara, esto... esto fracasaría.

 — Así que a menos que quieras experimentar estas cosas de primeramano, me dirás por qué estabas en el Inframundo, y luego te someterás.

Tragué saliva, haciendo una mueca cuando los puños golpearon lapuerta detrás de mí otra vez.

 — No soy grande en todo esto de la sumisión. — Es posible que desees volver a pensar eso. Mira esto racionalmente,

niña. Todo lo que pido es que te conectes con Seth. Deja que él haga lotiene que hacer. Eso es todo. Él se encargará de ti. Ya lo sabes. ¿Cómo eseso tan malo?

 — Me despojará de lo que soy. — ¿Y qué? Estarás feliz y viva. No lo querrás para nada.  — Él inclinó la

barbilla hacia abajo casi juguetonamente — . Incluso dejaré a tus seresqueridos vivos. Es una situación ganar o ganar.

 — A excepción de los dioses que quieres llevar fuera, y los miles, si nomillones, de personas que van a morir.

Él se encogió de hombros. — Las consecuencias de la guerra. — Repugnante — le dije. — Es la verdad.Mi estómago se revolvió. — ¿Por qué... por qué haces esto?

 — ¿Por qué no?  — Golpeó un largo dedo en su barbilla — . Durantedemasiado tiempo, los olímpicos se han sentado en sus sillas sin hacer nada. Dejar que todo el mundo se llene de los hijos de los semidioses ymortales mientras que nosotros son secuestradas en el Monte Olimpo. Elmundo debe ser nuestro.

Negué. — El mundo pertenece a la humanidad.

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 — ¡El mundo pertenece a los dioses!  — rugió, los ojos crepitantes — . Paramí y para cualquier otro dios que ve la verdad. Eso es a lo que el mundopertenece.

Mis dedos se cerraron sin poder hacer nada.

 — ¿Por qué no simplemente me llevas a Seth? ¿Por qué tratar deconvencerme a mi? — Bueno, no puedo realmente aparecerte allí, ¿puedo? — ¿No pensaste en esto, ¿verdad?  — Forcé una carcajada — . Podrías

noquearme y meterme en un coche. ¿Por qué pasar por esto?Sus cejas se estrellaron hacia abajo y un músculo palpitó en su

mandíbula. — Hay algo. No puedes obligarme a ir contigo.  — Mi pulso se aceleró — .

¿Puedes?El dios estaba furioso.

 — Tú eres el Apollyon. Por lo tanto no puedo obligarte, pero ten encuenta, niña, puedo y voy a hacerte daño.

 — Esta 'niña' está teniendo un momento difícil creyendo eso.Coraje alimentaba mi valentía, que por lo general nunca fue una

buena combinación. — A menos que seas como cualquier villano que quiere dar un largo

discurso, innecesariamente aburrido, me di cuenta que eras una más-acción y menos palabras-especie de dios.

Los labios de Ares se separaron. — No tienes ni idea. Las normas que protegen el Apollyon son como

todas las cosas en la naturaleza equilibrada. Mientras, no se puede ser obligado a coacción o con la mano, se puede ser persuadido por otrosmedios.

 — Apestas como vendedor, por lo que no eres una mierda depersuasión.

Dejó escapar un profundo gruñido. — Someter o ser sometida.Me conocí a la ojos totalmente blancos espeluznantes.

 — Vete al infierno.Por un momento, casi parecía decepcionado, como el tipo de

desaprobación padres sienten cuando su hijo es demasiado estúpido paraentender algo, pero luego sonrió ampliamente.

 — No creo que Seth le va a gustar esto, pero oh, bueno. — ¿Qué?

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Ares disparó un puño en mi cara en medio segundo. Todos lospensamientos de Seth huyeron, y con el instinto pataleando. Convoquésucesivamente al akasha, sabiendo que no iba a matarlo, pero tenía laesperanza de que le enviaría de vuelta al Olimpo con el rabo entre las

piernas, pero eso no fue lo que pasó.Él cogió mi brazo por la muñeca y la apretó con lo que probablementefue la más mínima presión, pero el pico de dolor me hizo perder miconcentración.

 — No te gustará mi persuasión, niña.Luego empujó y golpeó la puerta con la fuerza suficiente para sacar el

aire fuera de mí. Por desgracia, su discurso Dr. Malvado no había sido todapompa. Pero si él podía hacerme daño, podía soportarlo. No mesometería. Había demasiado en juego. Demasiadas vidas. Podría lidiar conesto, y lo único que podía esperar era que se olvidara Aiden y Marcuscuando termino, o llegaron con el programa y recibieron el infierno fuerade él.

Puedo lidiar con esto.Empujando la pared, me di la vuelta a la derecha y extendí mi brazo,

pero en su pecho había un espacio vacío, y me tropecé con él. — Me perdí.Me di la vuelta, encontrándolo detrás de mí. Bajando, barrí mi pierna a

su... pero golpeé nada más que aire. — Se puede seguir con esto si quieres.Mirando hacia arriba, él estaba apoyado en la puerta, con los brazos

cruzados. Ahora estaba empezando a ponerme enojada.Lanzándome a mis pies, cobré impulso y me empujé en el aire, girando

en una perfecta patada de mariposa que… Armas me engancharon en elaire por detrás y solté un grito ahogado de sorpresa.

Me sostuvo como si fuera nada más que un saco de arroz. — Yo soy el dios de la guerra, niña. No hay movimiento que sepas,

ningún método de batalla o maniobra que yo no haya hecho.Mierda.

 — Siempre voy a estar un paso por delante. Siempre voy a pensar másque tú. No puedes luchar contra mí.

Lance la cabeza hacia atrás, llegué a su ancho arcén. EntoncesLevanté mis piernas, pero Ares me dejo caer. Tropezando en mi pies, vi queno estaba frente a mí.

Doble mierda.

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Girando alrededor, me eché en la nada. Me di la vuelta y de repente -queridos dioses-su mano estaba en mi garganta, me levantó del suelo, yopateaba y arañe su mano, también entro el pánico y estuve distraídatratando de convocar a akasha nuevo.

 — Vas a desear la muerte en el momento en que termine.  — Sus dedosse clavaron profundamente, cortando mi suministro de aire — . Vas a pedir en todas las formas en que se enumeran. Tuviste tu elección. Tuviste tudiversión. Se acabó el juego.

Por un instante terrible, pensé que él había aplastado mi tráquea, y medije a mí misma otra vez que podía lidiar con esto. Pero entonces, derepente estaba volando hacia atrás en el aire. Me había caído en elacuario. Vidrio agudo atravesó mi espalda como el agua y los peces sederramaron mi alrededor.

Golpeé el suelo a mi lado. Peces de color rosa y azul vibrante rayas sedejaron caer en el suelo de mármol. Aspire una fuerte inhalación contra eldolor, puse mi mano hacia abajo y empujé hacia arriba. Gruñí cuando elcristal rajó mi palma. La sangre se mezclaba con el agua.

Podía lidiar con esto.Me puse de pie, respirando entrecortadamente mientras levantaba la

cabeza.Ares se puso delante de mí. Sin una sola palabra, su revés golpeó el

lado de mi cara. Destellos inundaron mi visión como una docena defuegos artificiales que se apagan a la vez. Me di un golpe en el sillón decuero detrás del escritorio. Sangre acumulada en mi boca mientras mesorprendí en el borde de la mesa. Algo se había dividido. ¿Mi mejilla?¿Toda la cara? No tenía ni idea. Y sobre el dolor palpitante, podíaescuchar en la puerta.

Podía lidiar con esto.Agarrando el teclado, me arranqué libre y di la vuelta, apuntando a su

cabeza. Ares cogió el teclado, dio un tirón libre y luego lo partió en doscomo si fuera una ramita.

Tropecé de nuevo, llegando a ciegas por algo. Dagas y espadascolgaban de la pared, pero él estaba en mí antes de que pudiera ir a por ellos.

Ares me cogió como si fuera nada más que un gatito indefenso. Antesde que pudiera liberarme, antes de que pudiera saborear el temor que seestaba construyendo en la parte posterior de mi garganta, me dio lavuelta, golpeando mi espalda en la esquina de la mesa boca abajo.

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Hubo una grieta que escuché y sentí.Un dolor agudo se produjo en un destello de luz, y luego cada nervio

termino disparado de inmediato. Mis sentidos se sobrecargaron mientrasme deslicé hasta el suelo, con los ojos fijos en el techo.

Algo se había soltado dentro de mí. Podía sentirlo. Un dolor punzanterugió a través de mí como un disparo de bala. Estaba húmeda y cálida enel interior y si no hubiera sido el Apollyon -si hubiera sido sólo unmestizo o un mortal-Sabía que lo que Ares había hecho hubiera sido fatal.

Pero no iba a morir y no podía moverme. Algo malo estaba roto. Laspuntas de mis dedos estaban entumecidas, y no podía sentir mis dedos delos pies, pero sentí todo lo demás.

Y me di cuenta de que, si alguien sabía el lugar adecuado para tomar de la columna e inmovilizar a alguien, asegurándose de que todavíapodría sentir todo, sería Ares.

Puedo lidiar con esto, oh dioses, puedo lidiar con esto.Él se inclinó sobre mí, sonriendo, con los ojos completamente blancos.

 — Todo esto puede terminar ahora, pequeña. Simplemente tienes quedecir las palabras.

Mi garganta se movió, y mi lengua se sentía demasiado pesada. Metomó todo para pronunciar las palabras.

 — pudre… te. La sonrisa se desvaneció de su rostro y luego él se movió tan rápido

como un rayo. Dolor ... estaba en todas partes. Otro hueso roto, tal vez mipierna, o una rodilla, pero no podía estar segura. Abrí la boca para gritar,pero algo húmedo, un cálido gemido salió en su lugar.

Yo .. Yo puedo lidiar con esto. Tenía que ... Tenía que hacerlo.Cuando se rompió mi otra pierna y después cada costilla, una a la vez,

el dolor se convirtió en mi mundo. No había escapatoria, no podía respirar a su alrededor o esconderme. La conciencia se desvanecía de mí yluchaba con la niebla, porque cuando termine conmigo, si alguna vezestaría terminado conmigo, él pasaría a Aiden y Marcus, a toda laUniversidad. Era el dios de la guerra y él iba a arrasar con todo.

Pero ese dolor ... me pudrió desde dentro. Metí la mano en la parte máspequeña en la que todavía era una persona, cuando yo todavía era Alex,y el dolor se hizo cargo. No podía soportarlo. No podía lidiar con eso. Misescudos cayeron abajo y el cordón rugió, pero el zumbido cada vez mayor se vio ensombrecido por el terrible dolor y la desesperanza creciente

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cavados en lo profundo como afiladas garras y así se alejó todo mi sentidode ser.

Yo no era tan fuerte como Pensé que era, o tal vez que acaba degolpear mi límite, porque quería… yo quería morir. No había orgullo en

esto. No había ningún propósito. Mi alma estaba fragmentada y estallecompletamente.Ares agarró mi brazo roto, arrastrándome hacia el centro de la sala,

sobre el vidrio roto y los peces muertos y la sangre de los que ya habíanmuerto ahí. Ese nuevo estallido de dolor parecía como si no hubieracomparación con todo lo demás, pero por el rabillo de mi ojo, vi a Aresrecoger una daga.

Se arrodilló sobre mí, con los labios curvados hacia atrás. Había unacuchilla en su mano y esto iba a ser mucho, mucho peor.

 — Di las palabras.Estaba destrozada y débil. Él había ganado, y yo quería morir, pero no

podía, y no había manera-Grité cuando el primer golpe de la hoja sehundió profundamente.

Con otro corte agudo, mi visión brilló en ámbar momentáneamente ydespués volvió, pero algo ... algo era diferente. Una extraña sensación semovió alrededor de los huesos rotos y algunos de los músculos. No fue demí, pero era una parte de mí. Hacía frío y lo sentí como acero, era furia,oscura y sin fin.

No fue de mí, porque la poca parte de mí que quedaba se habíaacurrucado en una bola y esperando y rezando para que esto terminara.Se había dado por vencida, acobardada lejos de más dolor como unperro maltratado. Quería que esto terminara. Quería saborear latranquilidad de la muerte.

Pero esa furia construida y, como Ares se inclinó sobre mí sosteniendo ladaga de punta roja, sabía que la ira se filtraba a través de la conexiónentre mí y el Primero.

Era Seth.¿Estaba enojado porque no había ido con Ares? ¿O era porque estaba

tan débil que deseaba la muerte? ¿O era algo más, algo más profundocomo el de qué lado estábamos, porque Seth ... Seth tenía que sentir estoahora. Tenía que saber, y ese último pequeño fragmento de mi ser senegaba a creer que él toleraría esto. Yo sufría, así el también sufriría. El diosse rió con frialdad.

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 — Me pregunto, si se corta la cabeza de la Apollyon, no vuelve acrecer? Supongo que podríamos averiguarlo, ¿eh? Te gustara eso.

Una parte de mí murió ese mismo momento, tal vez no una muertefísica, pero mental, en un nivel emocional, estaba casi muerta. Cuando

todo esto hubiese pasado, no sería la misma.Madera y metal se astillaron, y supe que la puerta por fin había sidoquebrantada. Cuando el dios bajo la daga, un cuerpo se estrelló contra él.La hoja atravesó el suelo sin causar daños al lado de mi cuello. Antes deque pudiera tomar mi siguiente respiración dolorosa, los tres se movieronpor encima de mí, como enfermos, la danza macabra de la clase. Ares.Aiden. Marcus. Se movían demasiado rápido como para que yo lossiguiera. Los tres de ellos estaban demasiado juntos.

Luz explotó, llenando la habitación con luz blanca tan brillante como elsol. La presencia de otro dios llenó la habitación, y me cegó. Traté detomar mi próximo aliento y resollé. Calor húmedo se extendió a lo largo dellado izquierdo de mi cuerpo, agrupándose por el suelo como lluvia roja. Misangre? La de alguien más?

Dioses ...Los dioses no sangran como nosotros.Hubo un rugido inhumano y Ares se dio la vuelta, tenia su atención en

cualquier cosa que estuviera detrás de mí. En un instante, el dios de laguerra echó sus brazos. Una onda de choque rodó por la habitacióndestruida. Madera rota y muebles rotos volaron por los aires, junto conexpuestos, cuerpos sin vida... y Marcus y Aiden.

La lluvia roja parecía derramarse desde el techo ahora.Mi nombre fue llamado, pero sonaba tan lejos. Luché para sentarme,

para ver a Aiden y Marcus, y saber que estaban bien, pero no podíamoverme y no podía respirar. Unas manos se posaron sobre mí, pero mi pielse sentía desprendida. Estaba gritando en el fondo, y quería que secallaran- sólo que se callaran. Todo mi cuerpo estaba resbaladizo cuandome levanté, mi cabeza se dejo caer libremente hacia un lado.

¿Dónde estaban ellos? ¿Dónde estaban Aiden y Marcus?El horror se hizo cargo del dolor y se mezcló con la rabia de Seth. Las

marcas se extendieron a través de mi piel y el cordón zumbabaviolentamente. Había voces, tantas voces, y una llegó a través tan claro,no sabía si fue hablada en voz alta o en mis pensamientos.

 — Vamos, Alex.Luego no hubo nada.

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Treinta y siete Traducido por Bele Maru

Corregido por Dafne

o había nada, y luego volvió el dolor, empezando con losresquebrajados huesos en los dedos de mis pies y luegotrepando por mis destrozadas pantorrillas y rodillas, golpeando

sobre mi pelvis pulverizada en olas ardientes, dolor intenso. Cuando elfuego alcanzó mi cabeza, intenté gritar, pero mi mandíbula no se

destrabaría. El grito rasgó a través de mí hasta dejarme quieta, en silenciopero llena de una rabia que sabía a la sangre que se juntaba en mi boca.

Muerte… Oh Dioses, rogaba por morir una y otra vez en mi mente. Unincesante, calmo monólogo a cualquier dios que estuviera escuchandopara llevarse esto lejos, porque el dolor estaba rompiendo las costuras demi sanidad.

Pero el dolor no disminuía. Quemaba. Permanecía. Continuabapudriéndome desde el interior hasta que forcé mis ojos a abrirse.

Mi visión no se enfocó al principio. Lo que vi fue un brumoso y borroso

azul, pero cuando mi vista se aclaró, no entendí lo que estaba viendo.Quizá ya me había vuelto loca.Estaba mirando a un cielo del azul más brillante que alguna vez haya

visto. Como el agua más profunda del océano, intacto y puro. Ningúncielo era de ese color. Y yo había estado en la oficina del Decano, dondeAres… donde él… 

No podía pensar en eso, no podía pensar en nada.El aire olía a jazmín, como… como el agua en el manantial del

Inframundo, donde había estado con Aiden.

Aiden… Oh, dioses, no sabía que le había pasado a él, si Ares lo había lastimado

o a Marcus. No sabía dónde estaba, o como había llegado allí. Lo únicoque sabía es que tenía dolor. Estaba en cada fibra de mis músculos, cadaastilla de mis huesos y explotaba cada vaso sanguíneo, pero eso… eso noera cierto. Había una cosa que no sabía.

N

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El cordón, la conexión entre Seth y yo, se había ido.No había zumbido, no rabia. No presencia externa mezclándose con la

mía. Oh Dioses, no había nada más que dolor. — Alexandria.

No me di cuenta de que mis ojos estaban cerrados de nuevo hasta quelos forcé a reabrirse ante el sonido de una voz vagamente familiar. Alprincipio, no lo vi a él, o a cualquier otro que no fuera ese hermoso e irrealcielo.

Una sombra cayó sobre mí y luego una forma apareció, bloqueando elcielo; segundos después, las piezas del hombre se juntaron. Alto y fornido,la cabeza llena de cabello color miel, el hombre tenía la cara de un ángel.

Oh por el amor de todos los Dioses, no podía recobrar el malditoaliento.

Tánatos.Los labios del dios se inclinaron un poco a un lado, como si supiera lo

que estaba pensando, y yo me preguntaba si estaba en realidad muerta,si alguien había mentido sobre toda la cosa de la muerte del Apollyon,porque yo estaba observando al Dios de la muerte pacífica.

Luego de nuevo, mi muerte, si eso es lo que realmente era, había sidotodo menos pacífica. ¿Había venido a contestar mis plegarias? ¿A llevarseeste dolor?

Moviéndose con cuidado, Tánatos inclinó su cabeza hacia un ladomientras se acercaba a mí.

 — ¿Puedes oírme?Traté de abrir mi boca, pero no pude.

 — Pestañea si puedes — dijo con sorpresiva caballerosidad.Pestañeé.

 — Pudimos haber sido enemigos en el pasado, pero no estoy aquí parahacerte daño ahora. Estoy vigilándote hasta que Apolo pueda regresar con su hijo Asclepio.

¿Apolo? ¿Su hijo? La confusión me inundó y aspiré una profundarespiración de la que inmediatamente me arrepentí. Dolor se arqueó através de mi pecho.

Tánatos se movió para poner su mano en mi frente, pero se detuvo. — Está bien, estás en Olimpo.¿Olimpo? ¿Cómo en el mundo podría eso estar bien?

 — Bueno, solo en las afueras del Olimpo, si te quieres poner técnica.

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Echó un vistazo por encima de su hombro, suspirando suavemente.  —  ¿Qué hiciste enfrentándote a Ares? No muchos lo harían, ni mortales,semidioses y seguramente ni siquiera el Apollyon. Pudiste haberte rendidoante él. Te habrías ahorrado muchísimo dolor.

Tánatos se inclinó más cerca, enfocándose en mí con sus ojos blancosque no contenían pupilas ni iris.  —  Sostuviste tu postura, puedo respetar eso. Puedo también admirar eso.

Quizás, si no sintiera como si mi cuerpo estaba siendo destrozado en unmillón de pedazos, podría realmente apreciar esa declaración. El aire conaroma a jazmín se revolvió, y dos sombras más cayeron en el lugar dondeyo yacía… en el pasto, me di cuenta atontada. Mi espalda entera sesentía húmeda y no estaba lo suficientemente esperanzada como parapensar que era rocío en vez de mi propia sangre… o la de alguien más. No.No podía ser la de alguien más, porque eso significaría que era de Aiden ode Marcus… 

Apolo entró en mi visión, y en vez de mostrarme esos escalofriantes ojosde dios, me miro con ojos que combinaban con el cielo por encima de sushombros. Una pequeña, casi triste sonrisa tiró de sus labios, lo que encontrérealmente extraño porque es raro que Apolo muestre alguna emoción real.

 —  No había ninguna posibilidad de que pudiera curarte en terrenomortal. El daño es muy extenso.  — me dijo, y por primera vez fuedirectamente al punto — . Tuve que traerte aquí, tan cerca del Olimpocomo fuera posible. Todo el éter que rodea mi casa ayudará a Asclepio.

Quería preguntarle sobre Aiden y Marcus, pero cuando finalmentelogre abrir mi boca, solo se me escapó el más pequeño quejido.

 — No trates de hablar  — dijo Apolo. Se echó hacia atrás, dándole lugar a otro dios — . Mi hijo va a sanarte. — Una sonrisa irónica torció sus labios — . Ysé que si pudieras, dirías algo como “¿cuántos hijos tienes?” y mi respuestasería, muchos.

Sip, estaba un poco curiosa, y también me preguntaba si esosignificaba que Asclepio estaba relacionado conmigo, pero lo querealmente quería saber era que había sucedido con Aiden y Marcus.

Asclepio tomó el lugar de Tánatos. Este dios apenas se parecía a Apolo.Una completa barba cubría su cara, haciendo difícil calcular su edad,pero las finas líneas que se extendían desde las esquinas de sus ojosblancos hacían que luciera mucho más viejo que su padre. Mis ojos semovieron a Apolo, y me confortaba saber que todavía estaba allí. No mehabía dejado con Tánatos y un extraño.

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Finalmente, Apolo se compadeció de mí.  —  La última vez que vi aAiden y a Marcus, estaban bien. Pero no he vuelto desde que te traje aquí.

Cerré mis ojos y tragué duro. No era una confirmación al cien por cientode que estaban bien, pero era algo en lo que podía sostenerme.

 — ¿Conoces la historia de mi hijo? — pregunto Apolo.Cuando no hice nada, Asclepio dijo — : Le encanta contar esa historia. — Su madre mortal murió durante el parto, y mientras ella estaba en la

pira funeraria, lo saque del útero. Mientras Apolo hablaba, su hijoobservaba las numerosas heridas con una mirada mezclada entre disgustoy desafío.

 — Se lo di al Centauro Quirón, que lo crió en el arte de la medicina. Por supuesto, teniendo mis genes, ya tenía una habilidad para curar.

Por supuesto. — Pero mi hermana le había pedido a Asclepio que devolviera a la vida

a Hipólito, y entre Hades estando disgustado por eso, y el llanto deAfrodita, Zeus mató a mi hijo con un rayo. Un musculo apareció en lamandíbula de Apolo. — Así que yo maté al Cíclope, asegurándome de queZeus no tuviera más rayos.

Bieeen…  — Terminé expulsado del Olimpo por un año  — continuó Apolo

alegremente — . Pero al final, Zeus resucitó a mi hijo para asegurarse de queno hubiera futuras contiendas conmigo.  — Hizo una pausa — . ¿Te estáspreguntando cual es la moraleja de esta historia? Yo siempre encuentrouna manera de cuidar de mí mismo.

Antes de que pudiera procesar lo que eso significaba, su hijo posicionósus manos en mi pecho. En circunstancias normales, no habría estadoentusiasmada con la idea de ser manoseada, pero una increíble calidezbarrió a través de mí. Desde las puntas de mis lastimados dedos, hasta lacima de mi fracturado cráneo, vertiginosa, maravillosa calidez invadiócada poro.

El dios cerró sus ojos. — Esto puede arder.¿Qué? No, quería gritar, porque no podía soportar más, pero luego la

calidez ampolló mi piel y sí grité.Fuego arrasó a través de mí, extendiéndose fuera de control y

chamuscando cada célula. Mi cuerpo roto se alzó del suelo.La cara de Asclepio se nublo en un severo fruncimiento del ceño.  —  

Hay algo ms aquí… 

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Por segunda vez en quien sabe cuántos minutos, fui tirada al vacío,perdida en el negro mar de la inconsciencia.

 *** 

Cuando abrí los ojos, mi visión era clara y había sido movida a unarecámara circular con paredes de mármol. Pájaros chillaban en un suave,lirico verso desde algún lugar fuera de la habitación. Estaba apoyada en elmedio de una elevada tarima. Descansando encima de una mesa habíaun jarro lleno de líquido color miel. Pesado aroma fluía a través de unapequeña abertura en la pared, moviendo el toldo blanco colgando en el

poste a los pies de la cama donde descansaba.¿Una cama? Obviamente era un paso adelante de estar en el pasto,pero confusión repiqueteó en mí. Me empujé hacia arriba con mis codos yme encogí cuando el dolor rodó por mi cuerpo entero.

Fui sanada, pero… Pedazos de memorias se juntaban, de Tánatos, Apolo y su hijo.Santa mierda, estaba en o cerca del Olimpo.Nunca en mi vida pensé que iba a respirar el aire enriquecido de éter 

de los Dioses, pero allí estaba. Un bajo zumbido de excitación vibro en mis

venas. Quería correr fuera de la cama e ir a investigar. Se rumoreaba queel Olimpo era el lugar más hermoso que existía, incluso más que losCampos Elíseso. Criaturas de los mitos vagaban libremente por aquí, yplantas que ya no florecían en el campo mortal crecían a asombrosasalturas en el Olimpo. Esto era una oportunidad única en la vida… 

La emoción dio lugar a la inquietud, no estaba aquí para hacer turismo.No era como si estuviera de vacaciones y Apolo aparecería y me daría untour junto con un recuerdo de orejas de ratón. Esto no era Disney World yyo estaba aquí por Ares… 

En el fondo de mi mente, y en el centro de mi ser, había algo oscuro ydesagradable que había nacido y echado raíz, una distinta frialdad queninguna cantidad de aire caliente podría reprimir. Mis pensamientoscambiaron a Ares y mi corazón se volvió pesado. Terror crudo se formódetrás de mi garganta, con sabor a bilis.

Pero, oh dioses, no era solo Ares, o el pensamiento de enfrentarme denuevo a él. Era el dolor que me había descompuesto y deteriorado, el

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dolor que me había destrozado en pedazos y que me causo rogar por liberación, por muerte. Aunque no dije las palabras en voz alta, sabía queAres las había sentido. Habían estado en mis ojos, mi mismísima alma habíaestado puesta al descubierto.

Ares sabía.Seth sabía.Vergüenza y algo oscuro se levantó dentro de mí, retorciéndome y

ahogándome como hiedra venenosa.Había suplicado morir.Yo. Alex. El todopoderoso Apolion. La chica que fue derribada solo

para levantarse y pedir más. Me he estado entrenando para ser Centinela,un guerrero criado para ignorar el miedo. Había conocido el dolor antesde esto; ambos, físico y mental. Llegué incluso a esperarlo.

Pero Ares me había roto completamente.Cruda vulnerabilidad se movió lentamente a través de mí. Sintiéndome

enferma, tire de la suave cobija hasta mi pecho. Dioses, me sentía… mesentía como una impostora en mi propia piel. ¿Qué pensaría Aiden si seenterara? Él nunca se habría rendido o rogado como yo lo hice. Oh Dioses,¿Qué si Aiden no estaba realmente bien? ¿Qué si Apolo mintió?

Empecé a quitarme la cobija de encima, pero me detuve. La indecisiónme dio una bofetada. ¿Qué estaba haciendo? ¿A dónde iba a ir ademandar respuestas? Mi mano se tensó alrededor de la cobija hasta quepensé que iba a deshacer el duro trabajo de Asclepio.

No podía moverme.Estaba congelada por… ¿por qué? Miedo. Aflicción. Vergüenza.

Confusión. Ansiedad. Unas más o menos cien emociones arremolinaban através de mí como un tornado F-5. Mi respiración serruchaba dentro y fueradolorosamente. Presión florecía de ningún lado, abrazando mi todavíadelicado pecho. Esto era peor a como me sentí después de Gatlinburg,magnificado por un millón.

No podía respirar.Imágenes de la pelea en la oficina del Decano atravesaron en mi

cabeza como un perverso álbum de fotos. Las maniobras que siemprefueron tardías. Las patadas y los golpes que nunca aterrizaron. Siendolevantada y arrojada como si no fuera más que un saco de arroz. Elrompimiento de mi espina y apenas un poco después, todos mis huesos, yluego el cuchillo… 

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El sonido de Aiden y Marcus golpeando la puerta, desesperadamentetratando de entrar, torturándome. Tantas memorias de Ares teniendo mitrasero seguían surgiendo en un continuo arremetimiento de lo tan noimpresionante que realmente era. ¿Cómo pude pensar que podía

permanecer en pie contra Ares, el Dios de la guerra? ¿Cómo podríaalguno de nosotros?Y yo había suplicado por muerte.No podía respirar.La presión oprimió nuevamente mi pecho y deje ir la cobija,

presionando mi mano contra mi sudada piel. Tropecé fuera de la cama,cayendo en el helado granito primero con las rodillas, y luego presionandomi frente en ellas. El fresco suelo parecía ayudar, como la noche cuandobebí la infusión.

No sé cuánto tiempo me quede así, minutos u horas, pero el suelo teníaesa maravillosa habilidad de tranquilizarme. Un agotamiento en loprofundo de mis huesos se estableció, del tipo que un guerrero siente,cuando está listo para entregar su espada y enfrentar la eternidad.

En algún lugar de la habitación, una puerta se abrió, raspando contrael mármol. No levante mi cabeza ni trate de sentarme, y sabia como luciapara quien fuera que estuviera en la habitación, como un perro encogidode miedo en una esquina.

 — ¿Lexie?Mi corazón se detuvo.

 — ¿Lexie? Oh Dioses míos, bebé.Estaba congelada de nuevo, demasiado asustada como para mirar y

descubrir que esa voz realmente no pertenecía a mi mama, que eraalguna clase de confusa ilusión. Un diferente tipo de presión se empuño enmi pecho. Esperanza frágil se acrecentó. Cálidos brazos me rodearon enun gentil y dolorosamente familiar abrazo. Inhalando una respiraciónirregular, sentí su aroma, su aroma. Vainilla.

Levantando mi cabeza, ojeé a través de las hebras de cabello y perdí el aliento, junto con cualquier habilidad de formar pensamientoscoherentes.

 — ¿Mama?Ella sonrió, corriendo sus manos hasta mis mejillas. Era ella, la cara

ovalada y complexión apenas más oscura que la mía, labios que seextendían en una amplia sonrisa y ojos del color del más brillante verde.Lucia como la última vez que la vi en Miami, la noche antes del ataque

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Daimon que la había convertido en un monstruo adicto al éter, antes deque yo la matara.

Ese puño se apretó hasta que no pude respirar, no pude pensar, y nopude ver nada más que no fuera ella.

 — Bebé, soy yo, soy realmente yo.  — Su voz era como la recordaba,suave y melodiosa — . Estoy aquí.La mire fijamente hasta que su hermosa cara empezó a dar vueltas.

Parte de mí no podía permitirse aceptar este… este regalo, porque si noera real, sería muy cruel.

Los espíritus que hacían guardia en las puertas del Inframundo casi mehabían engañado.

Pero sus manos eran cálidas y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Olíacomo ella y sonaba como ella. Incluso su cabello negro caía en ondaspasando sus hombros, del modo que lo hacía antes.

Luego, ella se puso de rodillas inclinándose hacia delante, presionandosu frente contra la mía. Su voz estaba apretada con lágrimas.  — ¿Recuerdas lo que te dije aquella noche?

Tuve que luchar para decir las palabras. — ¿Qué me amabas? — Sí.  — Su sonrisa era llorosa — . Te dije que, con o sin un propósito eras

una chica muy especial.Oh dioses… 

 — Y tú me dijiste que, como tu madre, estaba obligada a decirte eso.Se rió, y pareció como si se le quedara atrapada en la garganta.  — Ni

siquiera yo, sabia cuan especial era en realidad.Era ella, realmente ella.Abalanzándome hacia adelante, lancé mis brazos alrededor de ella,

casi tirándola hacia atrás. Con una suave sonrisa, me envolvió en un fuerteabrazo, el abrazo que había estado extrañando y necesitando por tantotiempo. Mamá daba los mejores abrazos.

Ella me apretó con fuerza, y yo me aferré a ella mientras alisaba micabello con una mano. Las lágrimas quemaban detrás de mi garganta ybrotaban en mis ojos. Emoción se derramaba en mi pecho hasta que sentí como si mi corazón fuera a explotar. Había esperado este momento por loque sentía como por siempre, y no quería dejarlo ir.

 — ¿Cómo es esto posible?  — Mi voz era ronca y ahogada — . No loentiendo.

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 — Apolo pensó que sería bueno para ti después de lo que paso.  — Ellase retiró un poco. Lagrimas brillaban en sus ojos y yo odiaba eso — . Se lopidió como un favor que le debía Hades.

Apolo debe tener un montón de favores a su disposición.

 — Te he extrañado tanto.  — Puso su mano en mi mejilla y sonrió — . Ydesearía haber estado allí para ti cuando perdiste a Caleb y cuandoenfrentaste al Consejo. Deseo eso más que cualquier otra cosa.

Un caliente bulto lleno mi garganta.  —   Lo sé mama, yo… Yo lo sientotanto. Yo… 

 — No, bebé, no te atrevas a disculparte por nada de lo que me sucedióa mí. Nada de eso fue tu culpa.

Pero sí fue mi culpa. Seguro, yo no la convertí en un daimon, perohabíamos dejado la seguridad de la Isla Deity debido a lo que yo me iba aconvertir. Ella sacrificó todo, su vida, por mí. Y aun así yo me conecté conSeth cuando desperté, desencadenando horrorosos y catastróficoseventos a través del globo cuando los Dioses contraatacaron. ¿Cómo noera eso mi culpa?

 — Escúchame  — dijo ella, sujetando ambos lados de mi cara yforzándome a levantar la mirada — . Lo que me pasó en Miami no fue tuculpa, Lexie. E hiciste lo correcto en Gatlinburg. Me diste paz.

Matándola, a mi madre.Presionó sus labios juntos, y tomó una respiración temblorosa.  — No

puedes aferrarte a esa clase de culpa. No te pertenece. Y lo que pasóluego de que Despertaras no era algo que pudieras controlar. Rompiste laconexión al final. Eso es lo que importa.

Sus palabras eran tan sinceras que casi me convencieron, pero noquería gastar este tiempo con ella hablando de las cosas terribles quehabían sucedido. Después de todo eso ya había pasado, solo quería queella me sostuviera.

Empujar la culpa era como quitarse un par de pantalones muyajustados. Podía respirar ahora pero las marcas estaban detrás de mi piel.

 — ¿Eres feliz? — le pregunte, moviéndome cerca.Mamá me tomó en sus brazos de nuevo, descansando su mentón en

mi cabeza, y yo cerré los ojos, casi siendo capaz de pretender queestábamos en casa y que ese corazón en realidad estaba latiendo debajode mi mejilla.  — Te extraño, y también hay otras cosas que extraño, perosoy feliz. Haciendo una pausa, puso mi cabello hacia atrás — . Hay paz,

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Lexie. Del tipo que borra todas las cosas negativas y hace más fácil lidiar con ellas.

Envidiaba un poco esa clase de paz. — Te observo cada vez que puedo  — dijo, presionando un beso en la

coronilla de mi cabeza — . No es algo que nos sugieran hacer, pero cuandopuedo, reviso... — ¿Quieres contarme acerca de este Puro?Mis ojos saltaron abiertos, y calor inundó mi cara. — ¡Mamá!Ella se rió suavemente. — Él se preocupa tanto por ti, Lexie.

 — Lo sé. — corazón se estrujó mientras levantaba mi cabeza — - Lo amo.Sus ojos se encendieron. — No tienes idea de lo feliz que me hace saber 

que has encontrado amor a pesar de toda esta… Tragedia, terminé silenciosamente. Envolviendo mis manos alrededor de

sus delgadas muñecas, mi mirada cayó en la ventana. Delgadas ramas semecían en la brisa. Brillantes flores rosadas estaban abiertas, sus pétaloscon forma de lagrima húmedos con roció. Las mireé por una obscenacantidad de tiempo antes de hablar.

 — A veces me pregunto si está bien, ya sabes, si debería sentir felicidady amor cuando todos están sufriendo.

 — Pero tú has sufrido también.  — Ella guió mi mirada de nuevo a lasuya — . Todos, no importa lo que pase alrededor de ellos, merecen la clasede amor que ese hombre siente por ti, especialmente tú.

Ruborizándome de nuevo, me preguntaba que tanto había visto mimama. Villa incomodidad, muerte por delante.

 — Y esa clase de amor es más importante que cualquier cosa ahoramismo, Lexie. Va a mantenerte sana. Siempre va a recordarte quien eresrealmente.

Tomé una profunda respiración, pero se quedó atrapada.  —  Muchaspersonas han muerto, mama.

 — Y lo harán, bebe, y no hay nada que puedas hacer al respecto.  — Presionó sus labios en mi frente.  —  No puedes salvarlos a todos. No sesupone que lo hagas.

No estaba segura de cómo sentirme acerca de eso. ¿Era ser elApollyon todo acerca de muerte y destrucción en vez de salvar vidas?

 — ¿Puedes levantarte? — me preguntó.Asintiendo, me empuje en mis pies e hice una mueca mientras el dolor 

astillaba mis piernas. Preocupación pinchó los rasgos de mi mama, pero yole quité importancia agitando mi mano. — Estoy bien.

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Ella se quedó plantada, manteniendo una mano en mi brazo.  —  Deberías sentarte. Apolo dijo que te tomaría un poco de tiempo para…que te sintieras normal.

Sentirme normal no era posible, probablemente nunca más, pero me

senté en el borde de la cama y mire a mi mama deslizarse hacia la tarimaelevada y la mesa. Ella no caminó, nunca lo hizo. Mi mama tenía estagracia innata con la que siempre desee haber nacido. En vez, yopisoteaba como una vaca la mayoría del tiempo.

Levantó el jarro y el vaso que había detrás. — Quiere que bebas esto.Mis cejas se levantaron en sospecha. Si algo aprendí durante los

pasados dieciocho años, era que beber o comer algo proveniente de losDioses garantizaba una considerable cantidad de dudas. — ¿Qué es?

Mama sirvió el contenido en una copa que parecía antigua y se dirigiónuevamente a la cama. Sentándose me lo alcanzo.  —  Es un néctar curativo que el hijo de Apolo preparó para ayudar a lo que ya ha hecho.No puedes quedarte aquí la cantidad de tiempo que te lleve sanar completamente. Pero esto ayudara. Incluso para ti, hay mucho éter en elaire. Te sofocará.

Sofocarse apestaba, pero miré al cáliz cautelosamente. — Está bien Lexie. Entiendo tu preocupación, pero esto no es una

trampa.Con una gran inquietud, tomé el vaso y lo olí. El aroma era una mezcla

de miel y algo como hierba. Porque sabía que esta era mi mama, y podíasentir esa verdad en lo profundo de mi, bebí del vaso. Estaba aliviadacuando descubrí que sabía dulce y no a trasero.

 — Bébelo despacio  — me advirtió mi mamá — . Va a ponertesomnolienta.

 — ¿Lo hará? — Fruncí el ceño hacia el cáliz. — Cuando despiertes estarás de vuelta en el mundo mortal.Una fría brisa inundó mi pecho. — ¿Esto no es un sueño, verdad?

 — No.  — Mamá sonrió mientras alcanzaba y agarraba ese mechón decabello que siempre caía hacia delante y lo puso atrás.  — Esto no es unsueño.

Dejando salir una respiración tartamuda, tomé otro sorbo. Había tantoque quería decir. Muchas veces desde que murió, había fantaseadoacerca de verla otra vez y había creado esta lista masiva de cosas quequería decirle, empezando con un montón de disculpas por escaparme,maldecir, pelear y ser una molestia sin parar en general. Y luego le diría

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cuan maravillosa mama ella ha sido. Ahora, era gracioso y extraño.Cuando abrí mi boca la emoción obstruyo esa lista, borrándolacompletamente. Las palabras que dije fueron — : Te extraño tanto.

 — Yo también te extraño, pero estoy contigo tanto como puedo estarlo.

 — Ella me miró tomando el néctar curativo — . Quiero que me prometasalgo. — Lo que sea — dije, y lo decía en serio.Una pequeña sonrisa apareció.  — No importa que pase, y no importa

que tengas que hacer, quiero que te absuelvas a ti misma de la culpa.La quede mirando. —  Yo… 

 — No, Lexie. Necesitas dejar ir la culpa, y necesitas dejar ir lo que Areshizo.

Bajando el vaso, mire lejos y sacudí un poco la cabeza. Dejar ir cuangravemente Ares me había roto, ¿Cómo había suplicado por muerte?Imposible. — ¿Lo viste?

 — No. Ella puso su mano en la mía y le dio un apretón. — Pero Apolo mecontó.

La risa que salió de mi sonaba increíblemente amarga.  — Por supuestoque lo hizo. ¿Y dónde estaba Apolo cuando mi trasero me estaba siendoentregado, a propósito?

Una mirada de dolor cruzó su cara, e inmediatamente me arrepentí dedecir eso.  — Lo siento  — susurré — . Seguramente estaba haciendo algunacosa importante. O persiguiendo ninfas.

 — Está bien.  —  Su mano barrió a través de mi mejilla, y yo estabasorprendida al descubrir que mi cara ya no dolía — . Apolo está muypreocupado por ti, y yo también.

 — Estoy bien.La mentira sonó falsa en mis propias orejas.Inclinó su cabeza hacia un lado y suspiró. — No quería esta vida para ti,

quería evitarte esta oscuridad. — Lo sé  —  dije mirándola. Me empapé en sus facciones. Dioses, mi

mama era hermosa. Era más que buen ADN de Dios. Era lo que ella era por dentro que corría a través, su bondad, amor y todo lo que aspiraba ser. Enmis ojos, ella brillaba. Y su vida había terminado muy temprano. Se merecíamucho más, y yo deseaba poder dárselo. Pero no podía, así que le di laúnica cosa que era capaz de darle.

 — Te lo prometo — le dije — . Te prometo que lo dejaré ir.

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Sus labios se curvaron en las esquinas. — Quiero matar a Ares por lo quete hizo.

Me atraganté en mi bebida. No creo que alguna vez haya escuchadoa mi mama decir que quería matar a alguien, excepto después de que se

convirtió en una Daimon. Después, ella quería matar a todos. Un tipo dedolor diferente lleno mi pecho. No queriendo pensar en ello, saque esospensamientos fuera.

Ahogando un bostezo que vino de ningún lado, terminé lo quequedaba de la dulce bebida. Mamá tomó la copa de mis manos y separó, poniéndola nuevamente en la mesa. En el momento que se diovuelta, yo estaba tumbándome en mi espalda.

 — Demonio — murmuré —. Esa cosa… Es fuerte. Apurándose hacia el costado de la cama, se sentó al lado mío.  — Lo

es. Desearía que tuviéramos más tiempo, bebé. — ¿No podemos?  —  Traté de levantar mi brazo pero se sentía

cementado. El pánico arañó mi pecho. No estaba lista para dejarla ir. Noera justo. La necesitaba ahora más que nunca. Había algo dentro de mí que me asustaba —. Hay tantas… cosas que todavía tengo que decirte,que quiero preguntarte.

Con una sonrisa que torció mi pecho, ahueco mi mejilla.  — Habrátiempo después.

 — Pero no estoy lista. No quiero de jarte. Por favor…— Extraño. Olvide loque estaba diciendo. Aparentemente había bebido el néctar delSíndrome de Déficit de Atención.

Mientras mis párpados se volvían muy pesados para mantenerlosabiertos, la escuché decir.  —  Estoy tan orgullosa de ti, Lexie. Siemprerecuerda que estoy orgullosa de ti y que te amo.  — Hubo una pausa yluego su dulce voz dijo, segundos antes de que cayera lejos — . No des por perdida la esperanza, bebé. El paraíso te está esperando al final.

Fin