27. Evaluación y Autoevaluación. Algunas Definiciones

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    ALU

    A

    TIV

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    Evaluación y Autoevaluación.

    Algunas definiciones.

    Manuel Pérez Rocha

    COORDINACI6N NACIONAL PARA LA PLANEACI6N DE LA EDUCACI6N SUPERIOR

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    LaSerieMATERIAIESOEAPOYOAIAEVAIUACIÓNEOUCATIVAs unapublic81ci6n

    interna de los Comités nterinstitucionales para la Evaluaci6nde a Educaci6n

    Superior,que iene por objeto apoyar las tareas encomendadas los mie",bros

    de os CIEESain de ortalecerlasbases te6ricasde este rabajoyenriquecersus

    criterios e instrumentosde evaluaci6n.

    El contenido de estos materiales no corresponde necesariamente con la

    posici6n de los comités, y tampoco mplica obligadamente ecomendaciones

    para su actuaci6n.

    En este número de nuestra serie

    Materiales de Apoyo a la Evaluación

    Educativaofrecemos un documento de

    trabajo que presenta, de manera

    analítica, clara yaccesible, un conjunto

    de definiciones útiles para quienes se

    ocupan de las tareas de evaluación.

    La importancia del tema, y la brevedad

    y concisión con las que es tratado, no

    necesitan mayor preámbulo.

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    EV ALUACIÓN y AUTOEV ALUACIÓN

    (Algunas definiciones)

    Manuel Pérez Rocha

    I. Compromiso con la evaluación

    La palabra evaluación, y su derivada auto-

    evaluación, frecuentemente generan resistencias

    y temores. En buena medida, estas reacciones

    son explicables porque la evaluación ha estado

    asociada, especialmente en el campo educativo,

    con los procesos de calificación, clasificación,

    exclusión y castigo.

    que tener en cuenta que ~I programa

    sostenido con recursos públicos debe ser

    .

    permanente evaluado, tanto para sustentar

    acc o~es de mejpramieñto, coffio para dar a la

    sociedad debida cuenta de su operación.

    .-

    Este texto tiene como propósito difundir los

    conceptos básicos de evaluación y auto-

    evaluación, y de sus diversas modalidades.

    Confiamos en que una mejor comprensión de

    dichos conceptos contribuirá a lextender el

    compromiso con estas funcionE~s que son

    consustanciales a toda acción responsable.

    2. Evaluación, juicio y autoevaluación

    Evaluación es la acción o acc:iones que

    conducen a la determinación del valoro valores

    de algo. Valor es una palabra que tiene, por lo

    menos, dos acepciones:

    La evaluación -y la autoevaluación -deben

    apreciarse como una oportunidad para mejorar

    las condiciones en que operan nuestras ins-

    tituciones de educación superior, de modo que

    maestros, estudiantes, autoridades, funcionarios

    y personal de apoyo técnico, administrativo y

    manual realicen su trabajo de una manera más

    productiva y satisfactoria.

    a) En un sentido restringido, por valor se

    entiende un atributo moral, como la honradez,

    la bondad, la justicia, la generosidad, la

    equidad, etcétera.

    b) En un sentido lato, valor es tocJo aquello

    que resulta objeto de nuestra preferencia o

    elección, en donde "nuestra" quiere decir la

    de quien hace la evaluación.

    La evaluación y la autoevaluación en el campo

    educativo solamente son exitosas si los

    involucrados efectivamente se comprometen a

    realizarlas ya adoptar las medidas derivadas de

    sus resultados. En este campo las imposiciones

    generan efectos contraproducentes.

    De acuerdo con esta acepción amplia de valor,

    serían valores no solamente atribu1:os morales

    como los señalados en el párrafo alnterior, sino

    también, por ejemplo, la cultura, la ciencia, la

    inteligencia, la eficacia, la belleza, la corres-

    pondencia de un medio con el fin perseguido, o

    incluso la conformidad de algo con una norma

    establecida V aceptada.

    Sin embargo, es claro que la construcción del

    consenso necesario no debe ser obstáculo para

    que efectivamente se lleven a la práctica estas

    importantes funciones. Particularmente, habrá

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    Evaluación y Autoevaluación. Algunas definiciones.

    En cambio, de acuerdo con la acepción amplia

    de valor, la expresión "juicio de valor" sería

    redundante pues todo juicio (estético, moral,

    científico, práctico, jurídico, etcétera:) sería "de

    valor". Juicios (ya no diremos de valor) conse-

    cuentes con esta acepción de la palabra valor

    serían también, por ejemplo, los siguientes:

    La inclusión de algo en la categoría de valores

    pues una decisión subjetiva, pero no necesa-

    riamente arbitraria o caprichosa, como se verá

    más adelante. Es necesario subrayar dos cir-

    cunstancias importantes:

    a) Puesto que la e

    elección personal de

    también a ella quedan

    cargas afectivas, y

    » "el plan de estudios es aceptabl~ pues

    corresponde con el perfil deseat)le de los

    egresados"

    » "desde el punto de vista psicopedagógico,

    el método de aprendizaje que ~;e está

    aplicando es correcto"

    » "Ios estudiantes de este grupo IJ~

    adquirido una actitud científica"

    b) Toda evaluación está condicionada por los

    intereses del propio evaluador.

    Definir el valor de algo implica formular un julclo.

    De hecho, con frecuencia, se define al juicio

    como una "acción valorativa"; por lo tanto, valor

    y juicio son dos conceptos sumamente próximos,

    y evaluar y juzgar son, en gran medida,

    sinónimos.

    Sin embargo cabría aclarar que, de a(~uerdo con

    cierta acepción excesivamente amplia del

    término juicio, habría, por lo menos, otros dos

    tipos de juicio: los llamados juicios a~;ertórlcos

    o juicios de hecho (por ejemplo: "este programa

    académico tiene 40 alumnos") y los juicios

    problemáticos o probabilísticos (po'r ejemplo:

    "probablemente estos pizarrones durarán tres

    años). Como se observa, en ambos casos nada

    se dice sobre lo deseable 0 indesealble de las

    situaciones acerca de las cuales se hace una

    afirmación.

    Evaluar y juzgar implican esencialmente una

    comparación. En efecto, estas acciones

    suponen:

    a) ~r uno o varios valores (el deber ser),

    b) examinar los atributos del objeto a evaluar

    (lo que es), y

    c) Identificar la correspondencia o dIscre-

    pancIa entre estos atributos del objeto y

    1000000000reslegidos.

    A pesar de que filósofos tan notables como

    Aristóteles y Kant incluyen en sus catlegorías de

    juicio a las dos mencionadas en el párrafo

    anterior, esta extensión del conceptl:) de juicio

    no parece conveniente. En efecto, si se adopta

    esta amplísima acepción, prácticamente todo

    enunciado o proposición resultaría un juicio, con

    lo cual la palabra juicio pierde significado pues

    escapa tanto a su sentido etimológico original

    como a las connotaciones que hl:)y en día

    conserva.

    De acuerdo con el sentido restringido de valor,

    la expresión 'Juicio de valor" querría decir juicio

    moral o determinación del valor moral; juicios

    de valor consecuentes con esta acepción de la

    palabra valor serían, por ejemplo, los siguientes:

    )o

    ).

    Como he señalado, si se acepta que juicio es

    todo enunciado que señala la deseabilidad de

    algo, pierde sentido hablar de juicio:~ de valor,

    pues todos juicio es de valor. Consecuente-

    mente, la clasificación de los juicios (jependerá

    "las normas administrativas de esta

    escuela son j~"

    "durante el servicio social los estudiantes

    se comportaron con extraordinaria

    generosidad"

    "pudimos constatar la honradez de los

    trabajadores"

    ~

    2

    valuación implica la

    valores, regularmente

    asociadas importantes

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    EvaluACi6n y AutoevaluACi6n. A gul1As definiciones.

    -

    exclusivamente de su contenido; así, los juicios

    sobre una ley o sobre la relación de un hecho

    con una ley, son juicios jurídicos; el juicio sobre

    la idoneidad de un plan de estudios es un juicio

    pedagógico; el juicio sobre la eficiencia de un

    procedimiento es un juicio administrativo.

    individuos. Así, por ejemplo, la expresión "la

    autoevaluación de la universidad hecha por el

    señor rector" solamente tendría s;entido si se

    aceptara que el señor rector es la universidad.

    Si se concibe a la universidad t~omo la co-

    munidad de maestros, estudiantes, autoridades,

    trabajadores y egresados, la autoevaluación de

    la universidad exigirá que en la formulación de

    los juicios sobre la misma participen de manera

    efectiva todos los sectores que la integran. Por

    supuesto que el rector de una univelrsidad puede

    y debe emitir sus propios juicios sobre la

    institución, pero al conjunto de E~stos uicios

    deberíamos llamarle "la evaluación de la

    universidad hecha por el señor rector".

    Aquí cabe también destacar que la evaluación

    y el juicio no son acciones puramente

    intelectuales, sino que, por el contrario, están

    directamente asociadas con decisiones y

    acciones prácticas de diversa naturaleza. Aun

    cuando los resultados de una evaluación o un

    juicio se traducen en palabras, se trata de

    palabras que "hacen cosas", como dice Austin.

    En efecto, por ejemplo, como resultado de un

    juicio penal pueden desprenderse acciones

    coercitivas materiales (expropiaciones, en-

    carcelamiento y hasta la muerte); por esto, la

    acción de juzgar es definida también como la

    administración de justicia. De la misma

    manera, el resultado de una evaluación acadé-

    mica ~ derivar en administración de

    justicia pues en ciertas circunstancias genera

    exclusiones y penalidades (o inclusiones y

    premioS) de diverso grado. De hecho, toda

    valoración o juicio que concluye en que algo es

    deseable y no existente es un preámbulo de la

    acción, invita a realizar las acciones necesarias

    para alcanzar lo deseable.

    Se entiende por programa de docencia no

    solamente al conjunto de asignaturas o

    actividades que conducen a la obtE~nción de un

    título o grado (licenciatura, maestría, doctorado),

    sino al conjunto de todos los ~entos

    normativos, técnicos, humanos y materiales que

    intervienen en el logro de esas-me~.

    Todos esos elementos están estrechamente

    interelacionados: el mejor plan de estudios no

    operará si los alumnos no cuentan con la

    formación previa necesaria; nin }una planta

    docente se desempeñará adecuadi3.mente si no

    cuenta con las herramientas necesarias; ninguna

    comunidad académica alcanzará sus objetivos

    si la institución no cuenta con el marl=o normativo

    adecuado, etcétera. Por lo tanto, cuando el

    propósito de la evaluación es susterltar acciones

    de mejoramiento, se hace necesaria una

    evaluación integral, frecuentemel'lte llamada

    "holística" 1.

    3. Evaluación y autoevaluación de un

    programa de docencia

    Como ocurre con la evaluación de cualquier

    objeto, la evaluación de un programa de

    docencia, se trate de una evaluaci()n externa o

    de una autoevaluación, puede tener diferentes

    finalidades. Según la finalidad perseguida, la

    evaluación prestará atención a elementos

    específicos del programa y exigirá I lodallda~

    específicas en el procedimiento y las técnicas

    que habrán de emplearse.

    Autoevaluación es la evaluación que de sí

    mismos -y/o de sus acciones, los resultados

    de éstas, los medios con los cuáles se realizan,

    etcétera -hacen un individuo o un conjunto de

    , Véase definición en el recuadro de la página 7.

    3

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    En el caso de una evaluación externa, la finalidad

    de la evaluación determinará también las

    características de quienes habrán de hacerla.

    No es este el caso de la autoevaluación pues,

    dada la definición arriba propuesta, la

    autoevaluación la realizan quienes participan en

    el programa evaluado.

    Aquí se hace evidente el gravE~ rror

    que se comete cuando se defil1,e a la

    evaluación como "la obtención de infor-

    mación para la toma de decisioi~es".

    En esta definición simplista se pasan

    por alto cuestines esenciales: a) que

    después de obtenida la inform.ación,

    esta debe ser analizada apli,cando en

    cada caso las técnicas y la$ teorías

    apropiadas provenientes de la pjedago-

    gía, la psicología, la sociolo€:ía, la

    economía, etcétera; b) que una vez

    hecho el análisis, deben formularse

    juicios apoyados en valores (criterios)

    escogidos conscientemente yexpresa-

    dos de manera explícita (véase más

    adelante lo que se dice acerca de los

    referentes de la evaluación).

    Evidentemente, los diferentes actores de un

    programa participarán en la evaluación del

    mismo de manera diversa, dependiendo de las

    funciones que desempeñan en el programa y

    de las aportaciones que de ellos pueden

    esperarse.

    Debe subrayarse que esa definición

    simplista de evaluación también pasa

    por alto que la misma búsqueda de

    información implica haber definido

    previamente los asuntos relevantes; de

    hecho, como se verá más adelante, la

    búsqueda de información implica

    ya haber hecho ciertas deci~¡iones

    en cuanto al modelo educ:ativo

    deseable.

    4.. El método de la evaluación

    Llamamos método de la evaluación a las

    operaciones estructuradas que nos permiten

    formular los juicios que constituyen la evaluación.

    Como se verá, estas operaciones son, esen-

    cialmente, comparaciones sustentadas en

    investigaciones. Como he señalado, para

    evaluar comparamos los atributos o cualidades

    del objeto evaluado con parámetros, modelos,

    paradigmas o criterios previamente selec-

    cionados.

    En el caso de una autoevaluación, otri~ actividad

    que deberá integrarse inteligentemente con la

    investigación y la formulación de juicios es la

    discusión colectiva para lograr consensos y

    decidir cómo manejar las discrepancias.

    También deberá tenerse presente que, aun

    cuando se proponga un orden partil:ular para

    estas actividades, la evaluación exigE~, muchas

    veces, trabajar por aproximaciones ~)ucesivas,

    de modo tal que si una vez cubiertas varias

    etapas, reconocemos la falta de elem~~ntos para

    continuar, deberemos regresar a buscarlos

    completando actividades de la~) etapas

    anteriores.

    Por ejemplo, la formulación de un juicio acerca

    de la calidad (deberíamos decir más bien

    .'cualidades") de los egresados de un programa

    de docencia implica haber definido, apoyados

    en determinadas investigaciones, cuáles son las

    características deseables en dichos egresados.

    Con base en esta definición, se investigarán

    las características reales de los egresados, se

    compararán con las deseables, y seformularán

    loS juicios correspondientes.

    La evaluación es, por lo tanto, un trabajo que

    exige flexibilidad y creatividad, es má~) una obra

    de arte que de ingeniería.

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    EvAluAci6n y AuíoevAluAci6n. AlgullAS definiciones.

    5. Los referentes de la evaluación

    Indudablemente, la opinión de los expertos es

    valiosa. Sin embargo, una tendenc:ia riesgosa,

    que se ha fortalecido últimamen1:e, es la de

    confiar la solución de los problemals exclusiva-

    mente a la opinión de los expertos, en detrimento

    de los análisis sistemáticos y rigurosos susten-

    tados en los aportes de las disciplinas científicas

    y humanísticas aplicables en cada caso.

    A los elementos que constituyen las caracte-

    rísticas deseables en el objeto a evaluar les

    llamamos referentes de la evaluación; estos

    referentes pueden ser una simple cifra o un

    conjunto de cifras (un número absoluto, un por-

    centaje, un promedio, cantidades límite, etcétera,

    frecuentemente llamados parámetros) y criterios

    (valores deseables). Si estos referentes están

    formulados de manera integral y sistemática,

    podemos llamarlos modelos o paradigmas.

    b) El referente "objetivo"

    Hipotéticamente, la evaluación de IJn programa

    podría hacerse tomando como referencia el mo-

    delo o paradigma que una instituciórl ha seleccio-

    nado para sí misma y para el pro,grama. Este

    modelo está plasmado en documentos tales

    como su ideario, su ley orgánica y otras normas,

    sus planes de desarrollo y sus plane~de estudio.

    Queda claro que no puede haber evaluación sin

    referentes. Conviene pues detenerse a analizar

    los evidentes problemas de quién, cuándo y

    cómo define los referentes.

    En el caso de las autoevaluaciones, el problema

    de la determinación de los referentes es parti-

    cularmente complicado. Para explicar este punto

    primero revisaremos brevemente otros casos.

    De esta manera, tanto un evalu8,dor externo

    como los actores del programa que se va a eva-

    luar (en el caso de la autoevaluaciórl), se absten-

    drían de introducir criterios o paráml~tros propios

    y, supuestamente con la mente en blanco, harían

    una comparación "objetiva" de los datos de la

    realidad, con el paradigma o modelo de la propia

    institución y del programa.

    a) El referente oculto

    Una deficiencia frecuente en las evaluaciones

    externas consiste en que los evaluadores no

    hacen explícitos los criterios, parámetros o

    modelos en los cuales se apoyan para emitir sus

    juicios. Esto es, dicho referente queda oculto o,

    por lo menos, insuficientemente explícito.

    Esta aproximación supone, en primer lugar, que

    -por las razones que sean -se ha l:ieterminado

    que el modelo vigente adoptado por la institución

    no debe ser modificado (cuando muchas veces

    reformarlo es una tarea urgente). No solamente

    eso, se supone también que lo qlJe se desea

    para el futuro es precisamente la aplicación de

    ese modelo y de todo lo que de él se deriva.

    Frecuentemente, a los evaluadores externos se

    les considera expertos con elevada autoridad,

    de manera que sus juicios y las recomenda-

    ciones que de ellos se derivan, adquieren valor

    por el hecho de haber sido formuladas por

    quienes se supone tienen conocimientos y

    experiencia respetables.

    Por otra parte, esta aproximación al problema

    ignora que los evaluadores nunca son realmente

    neutrales. Es una ilusión pensar que los evalua-

    dores pueden dejar colgados en el perchero de

    la entrada sus propios valores, sus opiniones,

    sus prejuicios y sus obsesiones, y ,efectuar una

    evaluación "químicamente pura" mediante la

    comparación de la realidad con el modelo de la

    institución. Particularmente tratándose de temas

    como la educación, desde la percepción de la

    realidad entran en juego todos los elementos

    subjetivos del evaluador.

    El problema de esta posición es que ignora el

    carácter subjetivo de los valores; no brinda la

    oportunidad de analizarlos, discutirlos, jerarqui-

    zarlos y proponer otros. Así, el evaluado queda

    subordinado al evaluador y no tiene la posibilidad

    de comprender el verdadero significado de los

    juicios emitidos.

    5

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    Evaluación y Auroevaluación. Alguna8 definicione8.

    c) El referente doble

    En el caso de las evaluaciones externas, el he-

    cho de que el evaluador haga explícito el modelo

    o paradigma en el cual basará sus juicio se

    traduce en múltiples beneficios. Uno de ellos es

    que el evaluado queda en posición de poder

    evaluar a su evaluador ya sus juicios. De esta

    manera, aun tratándose de una evaluación

    externa, el evaluado queda en la posición de

    participar consciente y críticamente en las

    acciones que se deriven de la evaluación.

    coincida con el modelo del comité (en este

    caso el evaluador recomendará simplemente

    que el modelo de la institución se haga

    coincidir con lo que ocurre en la realidad),

    c) que el modelo de la institución y el del

    comité difieran entre sí, y que la ,realidad

    coincida con el modelo de la institu,ción (en

    este caso el evaluador recomendar~l que se

    modifiquen tanto el modelo de la iru3titución

    como la realidad) y

    d) que el modelo de la institución y el del

    comité difieran entre sí y que además la

    realidad no coincida con ninguno I:le ellos

    (también en este caso el evaluador recomen-

    dará modificar ambos).

    Evidentemente, la sola aplicación del modelo o

    paradigma del evaluador puede ocasionar que

    la evaluación externa fomente una uniformidad

    poco deseable en la educación superior, y en la

    marginación de las singularidades y aportes

    específicos de las distintas instituciones. Este

    problema lo han enfrentado los Comité Interins-

    titucionales para la Evaluación de la Educación

    Superior (CIEES) y lo han resuelto haciendo

    entrar en juego dos referentes: a) el del propio

    comité evaluador y b) el de la institución y

    programa evaluado.

    d) Los referentes de la autoevaluac~16n

    Como se ha señalado, el problema de definir

    los referentes para una autoevaluación es

    particularmente complicado. En efec:to, si los

    evaluadores van a ser los actores del propio

    programa (maestros, estudiantes, autoridades,

    trabajadores, etcétera) deberemos plrever me-

    canismos eficaces para recoger las diversas

    posiciones que se presenten en dichos actores

    respecto de una gran variedad de asuntos.

    Después, habrá que encontrar mecani~¡mos para

    que esas diversas posiciones se concreten en

    criterios y parámetros de evaluación específicos;

    más adelante, habrá que formular url procedi-

    miento que permita entrar en juego a esos diver-

    sos referentes y, finalmente, habrá que encontrar

    soluciones justas a los juicios discrep¡antes.

    En estas condiciones, el procedimiento seguido

    por los CIEES consiste en: a) evaluar el modelo

    de la institución, comparándolo con el modelo

    del comité, y b) una vez emitidos los juicios

    correspondientes, comparar la realidad del

    programa a evaluar tanto con el modelo de la

    institución como con el del comité.

    Puede darse el caso de que el modelo de la

    institución, el modelo del comité y la realidad

    coincidan satisfactoriamente. En este caso, la

    recomendación del evaluador externo sería

    asegurar que esta situación se consolide.

    Un elemento que puede contribuir a re:solver por

    lo menos algunos de estos problemas de la auto-

    evaluación es una evaluación exterrla previa.

    Los resultados de una evaluación externa

    (realizada con rigor y con un modelo o p,aradigma

    explícito como referente), pueden con'J'ertirse en

    un punto de partida ordenador y estructurador

    de esa primera fase de la autoevaluación que

    consistirá en definir los "referentes internos".

    Como se verá más adelante, la discu~¡ión orde-

    nada y colectiva de los resultados de urla evalua-

    ción externa puede ser un procedimiel1to eficaz

    Pueden darse, obviamente, otras cuatro

    posibilidades:

    a) que el modelo de la institución sí coincida

    con el del comité, pero la "realidad" sea

    distinta a ambos ( er1 cuyo caso se recomen-

    dará modificar la "realidad"),

    b) que el modelo de la institución y el del

    comité difieran entre sí, pero que la "realidad"

    6

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    para recoger las diversas opiniones de la

    comunidad acerca del deber ser del programa.

    De esta manera, pueden identificarse las coin-

    cidencias y las divergencias, y programarse ac-

    tividades de discusión y análisis que permitan

    lograr los mayores consensos posibles. Como

    se verá también más adelante, las divergencias

    que prevalezcan, dependiendo de su naturaleza,

    pueden tener diversas soluciones.

    Aquí es necesario aclarar que una

    evaluación holística no es nece-

    sariame te una evaluación de

    todos los elementos y todas las

    relaciones, lo cual muchas veces

    resulta ocioso v muy cQstoso: una

    evaluación holística es una

    evaluación de todos los elementos

    V todas las relaciones significa-

    tivos para los propósitos

    específicos de la eyaluación

    que se está realizando.

    6. Los diversos tipos de evaluación

    Las evaluaciones pueden ser clasificadas de

    acuerdo con diversos enfoques:

    Según la relaci6n de los evaluadores con el

    objeto evaluado. Como hemos visto, si la

    evaluación la hacen los actores del programa

    evaluado, le llamaremos autoevaluaclón. Si una

    evaluación externa es realizada por "iguales" (por

    ejemplo académicos de otras instituciones) suele

    Ilamársele "evaluación de pares";

    Según sus prop6sltos. La definición de la

    finalidad con la cual se hace un,a evaluación

    permite definir: 1) los ámbitos y aspectos a los

    cuales debe darse preferencia (Inormatividad,

    resultados, procesos, insumos, etcétera), 2) los

    conjuntos de valores que constituiri~n los criterios

    que sustenten la evaluación y 3) el método más

    adecuado para realizarla.

    egún la clase de criterios que se apliquen.

    Por ejemplo, si se usan criterios puramente le-

    gales, hablaremos de una evaluación jurídica;

    si los criterios son económicos, la evaluación

    se llamaría financiera; si los criterios son sola-

    mente académicos, este apellido le pondremos

    a la evaluación.

    Una institución educativa o un

    programa académico pueden ser

    evaluados con múltiples propósitos,

    entre los cuales destacan tres:

    Según el alcance de la evaluaci6n. Si se

    evalúa solamente una parte del programa, la

    evaluación llevaría el nombre de la parte evalua-

    da (por ejemplo, evaluación de resultados o

    evaluación de recursos). Esta explicación, que

    pudiera parecer excesivamente obvia, es nece-

    saria para aclarar un concepto particularmente

    importante: el de la evaluación holística.

    ~ definir acciones para mejorarlo

    (evaluación dlagmóstlca),

    > informar a los sectores intere-

    sados sobre las cualidades del

    programa o la institución

    (acreditación) y

    » decidir la asignacióln de

    recu rsos financieros.

    Veamos brevemente algunas de las

    características esencial.~s de estos

    tipos de evaluación:

    7

  • 8/18/2019 27. Evaluación y Autoevaluación. Algunas Definiciones

    10/10

    a) La evaluación dia~1nóstic.a

    hallazgos de evaluaciones del mismo objeto

    hechas con otros propósitos. Pero también

    puede ocurrir que las diversas evaluac;iones de

    un mismo objeto, inadecuadamente conducidas,

    se estorben entre sí. Tal es el caso, por ejemplo,

    de las evaluaciones diagnósticas y la:s evalua-

    ciones calificadoras en el campo educ:ativo. En

    este caso, esos dos distintos propósitos de la

    evaluación alientan dos actitudes opuestas del

    evaluado, exigen dos procedimientos: de eva-

    luación sumamente diferenciados y suponen

    características también diferentes en 191 gente

    evaluador2.

    La evaluación diagnóstica busca, con un enfo-

    que esencialmente constructivo, el conocimiento

    más sólido posible de los logros y deficiencias

    de la institución o programa evaluado -y las

    causas de estos logros y deficiencias -para

    definir acciones de mejoramiento. Los juicios

    consistirán en calificar a algo como un logro o

    una deficiencia, como algo deseable o

    indeseable.

    Si tomamos en cuenta que los diversos ele-

    mentos que intervienen en la operación de un

    programa o una institución educativa tienen

    estrecha relación entre si mismos, es evidente

    que una evaluación diagnóstica tiene que ser

    holística. También es evidente que, puesto que

    se trata de indagar las causas de los logros y

    deficiencias -para consolidar los primeros y

    eliminar estas últimas -la evaluación diagnóstica

    exige la realización de diversas investigaciones

    sólidas y rigurosas.

    c) La evaluación para asignar recursos

    financieros

    La evaluación destinada a sustentar decisiones

    en materia de financiamiento de programas

    implica haber definido los criterios específicos

    de la evaluación, y también implica haber defi-

    nido una política general de desarrollo del

    conjunto de programas que pueden ser

    beneficiados con los recursos qUt~ se van

    a asignar .

    b) La evaluación orientada a la acreditación

    La evaluación orientada a la acreditación se

    reduce a la constatación del cumplimiento de la

    institución o programa evaluado con un conjunto

    de parámetros o criterios definidos por la ins-

    tancia acreditadora. Se trata, por lo tanto, de

    una evaluación mucho más simple que la exigida

    por los diagnósticos que sustentan acciones y

    planes de desarrollo y mejoramiento.

    Si el agente financiador (y en este caso también

    evaluador) asume como responsabilidad promo-

    ver el desarrollo del conjunto de programas,

    deberá asegurarse que el mecanismo de finan-

    ciamiento efectivamente logre este propósito.

    Aquí deberá tenerse presente que si los desi-

    guales son tratados de manera igual, puede

    generarse el "efecto Mateo"3 y en vez de promo-

    verse el desarrollo del conjunto de programas

    se propiciará que unos pocos avancen y otros

    muchos decaigan hasta desaparecer.

    Obviamente, la evaluación de un objeto (perso-

    na, institución, programa, etc.) hecha con un

    propósito determinado puede beneficiarse de los

    2 Véase el ensayo Evaluaci6n, acreditaci6n y calidad de la educaci6n, número 22 de la serie "Materiales de Apoyo a la

    Evaluación Educativa". CIEES, México 1996.

    3 Idem.