140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

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    1 1 9 .. 3 {

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    2/39

    DE L TR GEDI

    Soren Kierkegaard

    Traduccin de Julia

    lpez

    Zavala

    E DI T OR I L

    Q U D R T

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    3/39

    CD

    D Kierkegoord.

    S&en

    100 De lo trogedlo S&tm, I:Jerkeooord;

    dirigido

    por: Pablo

    A.

    Gimenez

    1 ed

    .

    8uenos Aires : Quodroto, 200S.

    9 .; 1

    9xl4cm

    .

    Trod uddo po r:

    Juli o l

    pez

    ovolo

    tS.B.N.:

    9871139--43--3

    1. Flosofa.

    l.

    Glmehez. Pobkl A. dir. 1

    Zovolo. Julio

    l

    pel. trad . 111 Titulo

    G1ll.fo fMOitMotmwOII

    Son o

    Fe

    2530- 8uenos AW e$. Argen1 1no

    154. 11

    4826-5537

    wwwedltorldquadfataeofll ar

    Comerclolzocl6n: Malano 1\rziOdun

    rnarzodun@edltorialquaoto .com .or

    Contenidos:

    Poblo Gimenez

    ka.

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    4/39

    L

    REPERCUSIN DE

    L TR GEDI

    NTI

    U

    EN

    L

    MODERN

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    misma frase no establece simplemente un parnte

    sis carente de todo significado su idea no puede

    implicar

    otra

    cosa que la de que

    el

    contenido de la

    nocin no viene a desalojar la nocin misma sino a

    abonarla. Adems podemos decir que a estas altu

    ras hay

    ya

    muy pocos espectadores que no conclu-

    yan

    en

    que existe una diferencia cardinal entre la

    tragedia antigua y la moderna hasta tal punto que

    los lectores y

    lo

    s visitantes afectos al teatro se con-

    sideran en legftima posesin como si fueran los

    propios intereses de sus cuentas corrientes de los

    resultados obtenidos por

    el

    afn de los expertos

    en

    asuntos de arte. Ahora bien; si alguien pretendiera

    en

    este caso abogar que tal diferencia

    era

    absoluta

    y sacara provecho de ella al principio de una

    manera solapada y despus intemperantemente

    con el fin de inrerpolarse entre la tragedia antigua

    y la moderna su proceder sera

    tan

    descabellado

    como la

    del

    primer afirmante

    en

    el

    caso de

    no

    resultar la suposicin. Ya que al hacer esto omita

    que la tierra firme imprescindible para afianzar sus

    propios pies era lo trgico

    en s

    que por cierto es

    incapaz de introducir ninguna separacin: por el

    12

    DE lA UAG DIA

    contraro sirve cabalmente para ensamblar la tra

    gedia antigua con la moderna. Podemos tambin

    ob

    se

    rvar una suerte de apercibimiento contra cual

    quier pretensin exclusivista

    y

    parcial de este gne-

    r

    o en

    el hec

    ho

    de que los esteras todava vuelven

    incesantemente a las definiciones establecidas por

    Aristteles y acatan sin discusin las exigencias

    que ste impuso a la tragedia porque consideran

    que su doctrina sobre

    l

    particular es exhaustiva.

    Este apercibimiento es tanto ms digno de tomarse

    en cue

    nta

    desde que todos nosotr

    os

    comprobamos

    con cierta afliccin que a pesar de

    las

    muchas

    transformaciones que el mundo

    ha

    sufrido la con-

    cepcin de la tragedia se mantiene

    en lo

    esencial

    idntica de la misma manera que llorar es hoy tan

    intrnseco al hombre como

    en

    todo tiempo pasado.

    Todo

    lo

    dicho puede parecerle de provecho a aquel

    que

    no

    desee ninguna separacin e incluso una

    ruptura pero a pesar de ello

    la

    misma rmora

    v u l ~

    ve apenas rechazada a hacerse patente bajo otra

    nueva forma si puede decirse ms peligrosa que la

    primera.

    Me

    estoy refiriendo a que el hecho de que

    se vuelva permanentemente a la esttica aristotli

    3

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    ca

    no es nicamente un indicio de dedicacin com-

    prometida o un viejo hbito. on esto estarn de

    acuerdo sin mayor inconveniente todos los que

    penetren algo la esttica de nuestro tiempo y hayan

    comprobado con qu observancia se mantienen los

    principios del movimiento establecidos por

    Aristteles principios

    que mantenan an todo su

    mrito

    en

    la moderna esttica. Pero

    si

    uno exami

    na

    ms de cerca tales principios ver que la difi

    cultad aparece inminente. Porque las definiciones

    son absolutamente generales y por lo

    tanto

    uno

    puede acordar

    con

    Aristteles

    en

    un sentido pero

    no en otro determinado. De manera de no aventu

    rarme a anticipar aqu imprevistamente y acaso

    s

    lo

    rozar con simples ejemplos l contenido de la

    materia que pienso exponer ms adelante intenta-

    r ahora aclarar lo que acabo de manifestar abor-

    dando la cuestin a la luz de la comedia. Si

    un

    este

    ta de antao hubiera afirmado que los presupuestos

    de la comedia son el carcter y la situacin

    y

    por

    otro lado que l efecto a que

    ha

    de inducir es a la

    risa habra establecido unos principios a los que

    todo el mundo poda acercarse una y mil veces;

    14

    pero

    si se

    meditara un poco sobre la cantidad de

    cosas capaces de provocar la risa en los hombres

    nos convenceramos de inmediato de la ilimitacin

    enor

    me

    de dicha exigencia. Quien alguna

    vez

    se

    propuso observar el fenmeno de la risa propia o

    ajena. quien de este modo haya pretendido con

    preferencia analizar lo

    especfico y no lo anecdti

    co y quien

    en

    definitiva haya captado con legtimo

    inters psicolgico qu diferentes son los motiv

    os

    que determinan la risa en cada ciclo de la vida se

    convencer fcilmente de que la persistente recia

    macin

    de

    la comedia que le asigna a sta como

    efecto el provocar la risa recoge en s

    mi

    sma una

    pluralidad de variaciones todas ellas sometidas a la

    diversa idea que la conciencia universal concibe de

    lo cmico en cada momento dado. Sin que esto sig

    nifique por supuesto que tal diversidad de afirma

    dones

    pueda hacerse

    tan

    difusa que la correspon

    dencia expresiva de carcter somtico haya de ser

    precisamente la de que La risa se exteriorice por

    medio del llanto. De la

    mi

    sma manera algo similar

    acontece con la tragedia.

    a

    tarea a desarrollar de esta pequea

    i n v s t i g

    15

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    cin no ser simplemente el anlisis de la relacin

    entre la tragedia antigua y la moderna sino en todo

    caso mostrar de qu modo las caractersticas de la

    tragedia antigua pueden ser fusionadas a la ttagedia

    moderna de t

    al

    manera que

    los

    elementos

    p r o p i

    mente trgicos se hagan ostensibles en ella. Pero por

    ms que

    haga

    lo indecible para lograr que esos e l e ~

    mentos se manifiesten y con la finalidad de que tal

    manifestacin no presente absolutamente ninguna

    consecuencia tendr mucho cuidado de no caer

    en

    profecas insinuando que

    es eso

    lo que nuestra poca

    reclama una poca que de acuerdo a todos los i n d i

    dos se conduce preferentemente por los rumbos de lo

    cmico.

    La

    existencia est de tal manera debilitada

    por la duda de los individuos que el aislamiento

    rece hoy como una tendencia en creciente desarrollo.

    Nada mejor para verificarlo y aunque parezca para

    djico que echar una mirada a las tribulaciones

    sociales de todo tipo que hoy proliferan por el

    mundo. Ya que tales preocupaciones son una muestra

    de la propensin aislacionista tanto en cuanto se

    reacciona contra ella como en cuanto se procura

    impedirla con prcticas descabelladas. El

    i s l c i o n i s ~

    16

    l U GfO IA

    ra lo es ntegramente cuando aspira a hacerse valer

    como

    nmero

    Porque querer hace

    rse

    valer como uno

    solo es la norma del aislamiento. En esto estarn de

    acuerdo conmigo todos los integrantes de asociado

    nes grupos aunque no estn dispuestos ni mucho

    menos a reconocer que tambin stos son un caso de

    aislamiento totalmente idntico al anterior o sea el

    hecho de que cien individuos se hagan valer nica

    meramente como cien individuos.

    El

    nmero en s

    es

    siempre algo indiferente. Por tanto es igual que se

    trate de uno que de mil o de todos los habitantes del

    orbe definid

    os

    de una manera estrictamente numri

    ca. De esta forma el espritu asociativo es por princi

    po tan revolucionario como el que

    se

    pretenda

    derribar. Cuando el Rey David quera demostrar

    demostrarse la nombrada de su podero sola hacer

    el clculo de todos los que integraban su pueblo; hoy

    en cambio los pueblos se

    re

    cuentan para co

    ns

    tatar su

    importancia frente a un poder superior. Todas estas

    asociaciones estn fehacientemente tildadas de r b i ~

    trariedad y mayoritariamente fueron creadas

    con

    una u otra finalidad circunstancial que siempre est

    sujeta como es lgico l antojo de la asociacin

    17

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    9/39

    0aUt

    ID

    correspondiente. De este modo las innumerables

    asociaciones que conocemos

    en

    la actualidad no

    hacen

    ms que desenmascarar la disolucin de la

    poca, coadyuvando ellas

    ~ i s m a s

    a acelerarla. Son,

    den tro del organismo del Estado, los

    mi

    croorganis,

    m

    os

    que provocan su descomposicin.

    lNo

    fue jus

    ta

    ,

    mente en el momento en que el Estado griego estaba

    a

    un

    paso de corromperse cuando las

    h t ri s

    empe,

    zaron a fonnarse por toda Grecia? lNo es acaso nues,

    tra

    poca muy pareci

    da

    a aqulla, tanto que ni

    el

    mismo Aristfanes pudo ridiculizarla como realmen,

    te era? Q es que desde el punto

    de

    vista poltico no

    se ha desgastado ya

    el

    lazo que invisible y espiritual,

    mente mantena amalgamadas a las naciones? Y en el

    aspecto religioso,

    no

    se

    ha

    desgastado e incluso ani,

    quilado aquel poder que sustentaba de una manera

    consistente lo invisible? lAcaso no se parecen e s ~

    tros estadistas

    y

    sacerdotes a los augures de la anti

    l.

    Soc

    ied

    ades polticas fonnadas

    en

    Atenas al final

    del

    siglo V

    durante la guerra del Peloponeso.

    8

    Of l A IRA G l OIA

    gedad que no podan cruzarse las miradas entre s

    si

    n una sarcstica sonrisa? En realidad, nuestra poca

    actual detenta una peculiaridad tpica sobre aquella

    poca griega que estamos mencionando, a saber, la de

    ser ms triste en consecuencia ms hondamente

    desesperada. A

    s

    nuestra poca

    es

    lo bas

    tan

    te mel

    an

    c

    li

    ca como para no desconocer que existe algo que

    se llama responsabilidad y que es importante. Y sin

    embargo, en tanto todos estaran satisfechos de ejer,

    cer el mando no hay nadie que consienta en asumir

    la responsabilidad. Todava es una noticia fresca la de

    aquel estadista

    fr

    ancs, que al proponrsele en repe

    tidas ocasiones una cartera ministerial, declar sin

    melindres que estaba dispuesto a hacerse cargo de La

    misma, pero condicionando esto a que fuera el

    secretario de Estado el que asumiera toda la respon,

    sabilidad. El rey

    de

    Francia, como se conoce, no tiene

    responsabilidad intrnseca; l

    os

    ministros, aunque la

    tienen no desean tenerla,

    y

    nicamente aceptan su

    cargo a condicin de

    qu

    e el secretario de Estado sea

    el responsable . hasta que de esta manera todo con

    cluye como es lgico, atribuyendo a los serenos o a

    los guardias municipales la responsabilidad. lo sera

    19

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    OtHI

    ~ l f R ~ f O R

    un tema digno de Aristfanes esta historia de la

    responsabilidad

    no

    asumida? Y por otro lado, lqu

    hace que gobiemos y gobernantes no acepten

    adjudi.-

    carse la responsabilidad? No ser

    en

    todo caso el

    miedo

    al

    partido opositor que a su

    vez

    tambin

    se

    exime de

    la

    responsabilidad adquirida siguiendo una

    trayectoria similar a la anterior? Sin duda que hasta

    produce un gran efecto humorstico observ

    ar

    e m e ~

    jante disposicin de fuerzas en la que sus antagonis

    tas nunca

    se

    van a las manos, porque el poder tan

    pronto est en una o en otra.

    y

    as cada una de ellas

    no hace ms que mostrarse ante la otra. Esto e m u e s ~

    rra pate

    nt

    emente que se ha esfumado

    el

    principio

    que confiere cohesin al Estado, y por esta razn el

    aislamiento consecuente es algo que mueve a risa. Lo

    c

    mico estriba

    en

    que la subjetividad,

    en

    su forma

    ms elemental, se impone como norma de valor. Toda

    personalidad aislada se vuelve cmica cuando procu

    ra hacer valer su contingencia frente a

    l

    necesidad

    de la evolucin. Resultara extraordinariamente

    cnco el que a un individuo cualquiera se le atribu

    vera la idea general de ser el salvador del mundo

    entero. Sin embargo, l presencia de Cristo es desde

    20

    -

    Of lA

    IR GfOI

    todo punto de vista la tragedia

    ms

    honda, si bien en

    otro

    se

    ntido es muchsimo m s que una tragedia por

    que Cristo vino en la pltora de l

    os

    tiempos v

    carg sobre sus hombros

    el

    pecado del mundo

    entero, materia que deseo se destaque particular

    mente en vista al desarrollo inminente de este

    trabajo.

    Como es bien conocido, Aristteles enuncia

    que l

    as dos fuentes de la accin en la tragedia son:

    s a voa xa t T)9ot;

    2

    , pero enseguida agrega que lo

    principal es el TEAoc;

    3

    ;

    y

    los individuos no actan

    con el fin de representar caracteres, sino que stos

    son anexados con vistas a la accin. Sobre este

    particular puede decirse que se advierte fcilmen

    te una divergencia con la tragedia moderna. En

    efecto, lo distintivo de la tragedia antigua es que la

    accin no procede meramente del carcter, como

    tampoco. es lo bastante subjetivamente reflexiva,

    2

    Rawnami.enw

    y

    carcter ; c fbrica 1450 a

    3. fin ; 23

    21

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

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    S

    O U H

    KlfUU:lAAO

    s

    in

    o que disfruta una relativa parte de indolencia.

    De

    La

    misma manera la tragedia antigua no hace

    uso tampoco del dilogo desarrollado hasta tal

    grado de reflexin que todo aparezca difano.

    Apenas si da a travs del monlogo del coro unos

    indicios mesurados hacia el dilogo. Porque el

    coro se aproxime ste ms a la sustancialidad

    tica

    ya

    propenda a la explosin lrica denota

    algo as como una demasa que no quiere hacerse

    perceptible en la individualidad. El monlogo por

    su parte significa

    en

    realidad la concentracin lri

    ca

    encierra el exceso remiso a fusionarse con la

    accin la situacin. La accin supone en la trage

    da antigua un momento pico que la hace ser a la

    vez suceso accin. a explicacin es descontada

    mente obvia

    ya

    que

    en

    el mundo antiguo la

    subje.-

    tividad no era autorreflexiva. Aunque los in,

    dividuos obraban libremente lo hacan

    en

    todo

    caso dependiendo siempre de ciertas instancias

    fundamentales como lo eran el Estado la familia

    y

    el destino. Est

    os

    motivos decisivos son lo que

    jus.-

    tifkan

    la fatalidad en la tragedia griega e imponen

    su peculiaridad.

    Df

    l A

    U C::f

    O

    IA

    De esta manera la cada del hroe tiene un doble

    sentido; es una consecuencia de su accin adems

    un padecimiento. Por el contrario en la tragedia

    moderna la cada del hroe no es otra cosa que un

    ac to. En tiempos actuales pues lo que predomina

    es

    la situacin y el carcter. L tener el hroe trgico

    una conciencia reflexiva esta reflexin sobre s

    mismo no slo lo asla del Estado la familia y el des

    tino sino que muchas veces lo desvincula de su

    misma vida anterior. As aquello que nos ocupa es

    entonces

    un

    definido momento de su vida conside

    rado como consecuencia de sus propios actos. Este

    es

    el

    motivo

    de

    que lo trgico se resuelva aqu en

    situacin y rplica ya que en general no queda

    prcticamente nada que sea espontneo. De ah que

    la tragedia moderna no

    se

    apoye

    en

    ningn plano

    pico ni mantenga ninguna herencia pica. El hroe

    se

    sostiene o sucumbe nica y exclusvamente

    en

    relacin a sus propias acciones.

    Lo que acabo de exponer en forma resumida pero

    suficiente es importante en cuanto evidencia una

    diferencia singular entte la tragedia antigua y la

    moderna.

    Esta

    diferencia que entiendo de importan.-

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    da

    vital, es la

    que

    se vincula a la variedad de formas

    de la culpa trgica. Aristteles, como

    es

    sabido,

    demanda que

    en

    el hroe trgico haya .lJ.a.pTta.'.

    Pero del mismo modo que

    en

    la tragedia griega

    l

    accin oscila e

    ntre

    el actuar y el padecer, lo hace as

    tambin

    la

    culpa, y

    en

    esto consiste el conflicto

    r g i ~

    co. Recprocamente, la culpa resultar tanto ms

    tica cuanto ms reflexiva se haga la subjetividad, y

    de una manera absoluta profunda,

    ms

    abandona,

    do a

    s

    mismo veamos

    l

    individuo.

    El

    fenmeno de

    lo trgico est puntualmente

    entre

    estos dos extre,

    mos. Si el individuo est limpio de culpa, entonces

    pierde el inters trgico, porque de esa manera el

    choque que es distintivo de la tragedia queda

    m o r t i ~

    guado. Pero paradjicamente, si la culpa del i n d i v i ~

    duo es total, tampoco tiene para nosotros ningn

    inters trgico. Por eso debemos afmnar sin titubeos,

    4. Cf. op. c., 1453 a 10 . Todas las traducciones

    c r t i ~

    e

    as traducen error , en

    lugar de

    ..falta moral o pecado

    que

    sera ir

    en oposicin al contexto a la v z que contra

    la filologa.

    DE

    l O TRAGEDIA

    que ese afn actual de hacer que todo lo que es fatal

    se transfigure

    en

    individualidad y subjetividad

    i m p l i ~

    ca una falsa interpretacin de la tragedia. No i n t e r e ~

    sa saber ni decir nada del pasado del hroe; se carga

    sobre sus hombros todo el peso de su vida como

    si

    sta fuera

    el

    resultado representativo de sus propias

    acciones y se le responsabiliza totalmente.

    De

    esta

    manera, como es natural,

    se

    convierte tambin su

    culpa en tica. El hroe trgico pasa

    as

    a ser un

    p e r ~

    verso. El

    mal

    se convierte en el objeto privativo de la

    tragedia. Por supuesto que el mal

    no

    constituye

    n i n ~

    gn inters esttico ni tampoco el pecado es una

    categora esttica. Este cmulo de esfuerzos ftiles se

    debe fundamentalmente al hecho de que toda nues,

    tra poca se ha metido en empresas cuyo nico p r o ~

    psito es lo cmico. Lo cmico se basa precisamente

    en el aislamiento; de ah que cuando en este mbito

    se pretende destacar lo trgico, lo nico a lo que se

    llega es al

    mal en

    toda

    su

    perversin

    y

    no al delito

    propiamente trgico

    en

    su ambiguo candor.

    El

    que est inmerso

    en

    la literatura moderna sabe que

    los ejemplos en este sentido son abundantes.

    As

    la

    obra de Grabbe,

    Fausto on Juan

    descollante en m

    u,

    5

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    13/39

    chos aspectos est fundada adecuadamente en el

    mal. Sin embargo para no sostener mis r g u m e n t ~

    dones

    en el contraste de una sola obra intentar

    probar la misma cosa desde la conciencia comn de

    toda nuestra poca. A sta no le agradara en modo

    alguno que se le presentara en la escena a un

    n d i v i ~

    duo en quien las circunstancias desafortunadas de su

    infancia hubieran causado estragos de los que nunca

    pudo recuperarse y es ms acarrearon su

    ruina. Y no

    porque el supuesto individuo fuera malttatado ya que

    no

    hay

    nada que nos impida suponer que fue

    tratado

    muy bien sino porque

    la

    poca tiene otras normas

    a que remitirse. Nuestra poca entonces

    no

    quiere

    saber nada de semejantes transacciones y blan-

    dengueras y n corta

    n

    perezosa hace al individuo

    responsable de su vida. Por lo que si ste s u c u m b i e ~

    ra no habra que ver en ello tragedia alguna sino

    simplemente maldad. Se poda creer

    en

    definitiva

    que es poco menos que un reino de dioses la genera-

    cin a la que tenemos el honor de pertenecer. Pero

    sin embargo no hay tal cosa. Porque es una pura u i ~

    mera todo ese vigor y ese arrojo que pretende de esta

    forma ser el creador

    de

    su propia dicha e incluso su

    6

    Of LA IRA GEOIA

    propio descubridor. Y

    con

    esto mientras lo trgico

    sale perdiendo nuestro tiempo va ingresando en la

    desesperacin. Lo trgico encierra una cierta melan-

    cola

    y

    una virtud.sanadora que

    en

    verdad no

    d e b i e ~

    ran jams ser despreciadas. Procurar como es tfpico

    de nuestro tiempo ganarse uno a s mismo de una

    manera milagrosa es perderse

    y

    hacerse cmico. n

    individuo por muy excepcional que sea nunca deja-

    r de ser a la vez hijo de Dios, de su poca de su

    nacin de su familia y

    de

    sus afectos. Solamente

    enraizado

    en

    todo

    ello

    ser dueo

    de

    su verdad. Por

    el contrario resultar grotesco si pretende

    de

    alguna

    manera ser absoluto en toda esa relatividad. En los

    idiomas suelen darse casos

    de

    palabras que por el uso

    y por razn de la construccin terminan siendo casi

    autnomas

    es

    decir usadas como adverbios. Estas

    palabras son para los eruditos una violencia y defec-

    to del idioma incapaces de enmienda. Pinsese

    entonces lo cmico que sera pretender que tales

    palabras se consideraran como autnticos s u s t n t i ~

    vos,

    y

    en consecuencia que fueran declinadas en

    cada uno de los casos. o mismo sucede tambin con

    el individuo que desarraigado ~ q u i z s sin muchas

    i f i ~

    27

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    14/39

    cultades- del seno materno del tiempo pretende

    ser absoluto

    en

    medio de esa cuantiosa relatividad.

    En cambio si desprecia esta pretensin y

    se

    contenta

    con ser relativo alcanzar

    o

    ipso

    lo trgico

    y

    esto

    aunque fuera el ms

    feliz

    de todos los hombres. Yo

    dira aunque paradjico que el individuo slo es

    rigurosamente

    feliz en

    tanto est sumergido

    en

    la tra

    gedia. Lo trgico encierra

    en

    s una dulzura infinita.

    Sin ningn prurito se puede afirmar que

    en el

    senti

    do esttico lo trgico es para la vida humana algo

    as como lo que

    en

    su orden representan para ella la

    gracia

    y

    la misericordia divina. Incluso dira que es

    an ms sensitivo

    y

    por esa razn estara dispuesto a

    llamarlo:

    un

    amor de madre que acuna al que est

    atribulado.

    o

    tico es inclemente y duro. Por eso

    cuando un criminal excusndose ante el juez le dice

    que su madre terna especial inclinacin al robo parti

    cularmente

    en

    el tiempo

    en

    que le gestaba el juez

    entonces se ver obligado a consultar la opinin del

    colegio de mdicos sobre el estado de salud mental

    del acusado pero convencido. claro de que tiene

    frente a s a un ladrn y no a la madre de un ladrn.

    De estar por medio un crimen el reo no podr f u ~

    O F LA I

    R

    CED

    I

    giarse

    en

    el templo de la esttica aunque pudiera

    experimentar

    en

    su mbito una cierta impresin de

    consuel

    o

    Pero no sera aceptable ya que su camino

    no le conduce a la esttica sino a la religin.

    a

    s t ~

    tica

    se

    encuentra detrs suyo y la apelacin a

    la

    misma constituira un nuevo pecado para l. Lo reli

    gioso sera la expresin del amor paternal ya que con

    tiene

    en

    s la tica aunque moderada.

    y

    no es cabal

    mente por eso mismo que la continuidad le confiere

    a lo trgico su dulzura? Sin embargo mientras la est

    tica proporciona su alivio antes de que se manifieste

    el profundo contraste del pecado la religin slo

    logra aliviar despus de que se haya reconocido ese

    contraste

    en

    todo lo que tiene de horroroso. En

    el

    momento en que el pecador est a punto de desfalle

    cer bajo el agobio del pecado general que l mismo se

    ha provocado porque presiente que las probabilida

    des de salvacin sern tanto m

    s

    significativas cuanto

    ms culpable se hiciera precisamente en ese momen

    to de espanto ve asomar el consuelo sobre

    el h o r i z o n ~

    te de la pecaminosidad comn que tambin en l ha

    dado muestras de podero. Pero este consuelo es un

    consuelo netamente religioso. Y francamente el que

    9

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    15/39

    S0UH l l GAAI O

    piense llegar al consuelo por medio de otros recursos

    por ejemplo mediante las sublimaciones adormece

    doras de la esttica tiene una idea muy inoperante

    del consuelo y

    en

    realidad no lo alcanzar. En cierto

    modo nuestra poca evidencia un tacto estupendo

    cuando pretende que el individuo se responsabilice

    de sus

    act

    os pero la fatalidad est en que no lo hace

    con toda la hondura e interioridad deseables sino

    que se queda

    en

    la superficie. Y esto porque es en

    definitiva soberbia como para no desairar las lgfi

    mas de la tragedia y demasiado presuntuosa como

    para no prescindir de la misericordia. Ahora bien

    len

    qu consiste la vida humana y

    en

    qu el gne

    ro humano si se eliminan ambas cosas? Porque no

    hay ms alternativa que la de la melancola de lo

    trgico o la profunda tristeza y el profundo alboro

    zo de la religin.

    Q

    lo ms peculiar de todo lo que

    se deriva

    de

    aquel pueblo dichoso

    no

    es

    otra

    cosa

    que

    una

    honda pena y una determinada melanco

    la trascendentes en su arte

    en

    su poesa

    en

    su vida

    y en

    sus

    mismas alegras?

    En lo que antecede he intentado principalmente

    subrayar la diferencia existente entre la tragedia anti

    o

    3

    DE LA

    TRAGEDIA

    gua y la moderna en relacin a que tal diferencia se

    hace notoria dentro de la diversidad de las culpas en

    el hroe rrgico. Aqu est el verdadero fanal desde el

    que todo irradia manifestndose en su particular

    variacin. Porque

    si

    el hroe es culpable de una

    manera incierta desaparecen tanto el monlogo

    como el destino y de esa manera el pensamiento se

    transparenta en el dilogo la accin en la situacin.

    Y esto mismo puede demostrarse tambin desde

    otro ngulo .es decir atendiendo al estado de alma

    que la tragedia provoca. Se conoce que Aristteles

    exige que la tragedia despierte en el espectador terror

    y conmiseracin

    5

    Recuerdo ahora que Hegel se afe

    rra

    con

    bros a esta exigencia y condbe a propsito

    de cada uno de esos dos puntos una doble conside

    racin aunque no lo bastante intensa. Cuando

    Aristteles separa el terror y la conmiseracin pode

    mas pensar que lo hace entendiendo que el primero

    es el estado de alma que corresponde a los sucesos

    5 ct op. c. 1449 b

    27

    .

    3l

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    16/39

    particulares,

    y

    la segunda

    al

    estado de alma que e s t ~

    blece la impresin definitiva. Este ltimo estado de

    alma es

    el

    que me incumbe ahora, porque responde

    totalmente a la culpa trgica, como conclusin se

    maneja tambin dentro de la dialctica de la misma.

    Hegel anota a propsito de esto que se observan dos

    clases de compasin: la ordinaria, que es la que est

    dirigida hacia el aspecto limitado del sufrimiento, la

    legtima compasin trgica. Esta observacin es b s o ~

    lutamente correcta, pero a mi modo de ver apenas

    tiene importancia pues aquella conmocin general

    referida, en primer lugar, es

    un

    error que tanto puede

    alcanzar a la tragedia antigua como a la moderna. En

    cambio, es verdadero pero tiene esta vez mucho peso

    lo que el mismo autor agrega a continuacin l u d i e n ~

    do a la compasin autntica: Das wahrhafte Mitleiden

    ist

    im

    Gegentheil die Sympathie

    mit

    der zugleich sitdichen

    Berechtigung

    des

    Leidenden

    Ahora bien, yo hago

    h i n ~

    6.

    El autor

    remarca

    el

    lugar

    de

    la vida, a saber:

    t

    .

    3. P. 53 1.

    Quiere decir volumen 3 de las famosas Lecciones sobre

    la

    Esttica

    recogidas publicadas por G. Hotho en tres volmenes, dentro

    32

    0

    lA G f OIA

    capi en la variedad de la compasin bajo el ngulo

    de la diversidad de la culpa trgica, mientras que

    Hegel analiza preferentemente

    el

    fenmeno de la

    compasin

    en

    general y su variedad dentro de la

    diversidad de los individuos. Para lograr que sta se

    seale de inmediato dejar que la miseria c o m p r e n ~

    dida en la palabra conmiseracin se fraccione en

    dos partes, agregando enseguida a cada una de ellas

    el factor de simpata que viene dado en la preposicin

    con . Pero verificar esta faena sin llegar a afirmar

    nada concreto sobre el estado anmico del espectador

    que pudiera incitar a los lectores a pensar

    en

    su

    carcter arbitrario, sino que al tiempo que expreso

    la diversidad de sus estados de alma, tambin

    expreso la variedad de la culpa trgica. En la tra.

    del tomo X de las Obras completas de Hegel

    editadas

    por sus

    amigos discpulos, 1832*45. H. Giner de

    los

    Ros, si bien ind.

    rectamente

    de la

    traduccin francesa libre de Ch . Bnard, vier-

    t as al castellano el lugar citado: La verdadera piedad , por el

    contrario, es la simpata por la justicia de

    la

    causa por

    el carc

    ter

    moral del que sufre ; vase el

    t. 11

    p. 609 de Hegel, Esttica

    ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1954.

    L

    33

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    17/39

    gedia antigua la pena es ms honda y l dolor ms

    superficial;

    en

    la moderna el dolor es mayor que la

    pena. La pena en mucha mayor medida que el

    dolor contiene siempre

    en

    s misma algo esencial.

    En l dolor siempre hay una cierta meditacin

    sobre el sufrimiento que la pena desconoce. En el

    aspecto psicolgico resulta muy esclarecedor

    ob

    se

    rvar a un nio de cara al adulto que sufre.

    El

    nio no es lo suficientemente reflexivo como para

    padecer dolor pero as todo su pena es infinita

    mente honda. Tampoco es lo suficientemente

    reflexivo como para tener una idea de valor

    so

    bre

    el pecado y el delito.

    Un

    nio no es capaz de dis

    cernir estas cosas mientras observa al adulto que

    sufre pero sin embargo en su pena manifiesta hay

    una virtual y oscura sospecha de los motivos para

    l desconocidos del sufrimiento. De este tenor

    aunque manteniendo una completa profunda

    armona es la pena griega. Por eso es conjunta

    mente tan suave y

    tan

    honda. Por el contrario

    manteniendo la argumentacin anterior cuando

    un adulto ve sufrir a un joven o a un nio esto

    se

    invierte: su dolor es mayor y su pena meno

    r

    4

    Porque

    cuant

    o ms evidente es la representacin

    del pecado tanto mayor es el dolor y tanto menos

    honda la pena. Si adecuamos ahora estos datos a la

    relacin existente entre la tragedia antigua

    y

    la

    moderna deduciremos que en la tragedia antigua

    la pena es ms profunda

    y

    lo

    s

    tambin

    en

    la con

    ciencia correspondiente. Y no se pierda de vista

    que esa pena

    no

    es algo que

    hay

    en

    m

    sino que es

    intrnseca a la misma tragedia de suerte que si yo

    deseo comprender rectamente la honda pena que

    domina la tragedia griega tendr que hacer un

    gran esfuerzo por incorporarme vitalmente a la

    conciencia griega. Porque la inmensa admiracin

    que hoy muestran muchos por la tragedia griega no

    es en la inmensa mayora de los casos sino trivia

    lidad

    y

    pura palabrera. La verdad desnuda al res

    pecto es que nuestra poca no tiene gran empata

    con lo que constituye verdaderamente la pena

    helnica. En Grecia

    la

    pena

    es

    ms profunda por

    que la culpa encierra la indeterminacin esttica.

    En nuestro tiempo el dolor es ms agudo. A la tra

    gedia griega podra aplicrsele justamente la sen

    tencia bblica por

    la

    que es terrible caer en

    las

    35

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    18/39

    O LA TR GEDIA

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    19/39

    estirpe. Y es

    en

    razn

    de

    ello que no tiene otro reme,

    dio que abandonar al individuo enteramente a su

    suerte, de tal manera que ste rigurosamente se con

    vierta en su propio creador. De ah que su falta sea

    pecado su dolor el del arrepentimiento, por lo que

    de este modo ya no hay tragedia. O en todo caso slo

    queda

    un

    a tragedia sufriente en el sentido ms rigu

    roso de esta idea sin el menor inters trgico, ya que

    la fuerza de la que se origina el sufrimiento ha

    perdi.-

    do por completo

    su

    trascendencia, en tales circuns

    tandas el espectador grita:

    ~ A . y d a t e

    y el Cielo te

    a

    yud

    ar". O expresndolo de otra forma,

    el

    especta

    dor ya no siente compasin por el personaje. hora

    bi

    en

    [a

    compasin,

    tant

    o

    en

    el aspecto subjetivo

    como en

    el

    objetivo, es la autntica expresin que

    debe aplicarse a lo trgico.

    ntes

    de sumirme

    ms

    a fondo sobre lo expuesto

    h

    as

    ta aqu, deseo, para que resulte ms claro,

    pred

    -

    sar en trminos escrupulosos la autntica pena est,

    ti.

    ca.

    El

    movimiento de

    l

    pena es totalmente opues

    to al del do

    lor.

    Se puede aseveratt sin andar con licen

    das

    lgicas que estropeen el desarrollo

    del

    tema

    que

    yo

    intentar

    evitar

    tambin

    de

    otra manera

    38

    , que c

    uan

    to mayor es la inoc

    en

    ci

    a

    ms honda es

    la pena. Pero s

    in in

    sistir mucho en esta afirma

    cin, porque de hacerlo se esfumara lo trgico.

    Porque siempre subsiste un elemento de culpa,

    aunque en realidad no sea subjetivame

    nt

    e reflejo.

    Esta es la causa de que la pena sea tan profunda

    en

    la tragedia griega. Con esta i

    nten

    cin

    an

    otar

    solamente, para evitar conclusiones

    in

    adecuadas,

    que cualquier exceso en este caso no servir ms

    que para desplazar la cuestin a o

    tr

    os terrenos.

    Por lo dems, la s

    n t

    esis de la inocencia absoluta y

    de la culpa ab

    so

    lu ta no es una revelacin

    es

    ttica

    sino una definicin metafsica . As es muy r

    az

    ona-

    ble que siempre se hayan tenido o

    bj

    ecio

    ne

    s

    en

    na,

    mar tragedia a la vida de Cristo, pues se sospecha,

    ha que las definiciones estticas no agotan el

    tema. Hay tambin otra forma de confirmar que la

    vida de Cristo es algo superior a todo lo que puede

    ser vaciado en categoras estticas , ya que estas

    categoras quedan neutralizadas con la aplicacin

    de este fenme

    no ll

    egando a

    un

    estado de absolu-

    ta indiferencia. En la accin trgica subsiste siem,

    pre

    un

    elemento de sufrimiento, y

    en

    el sufrimien

    39

    ~ O ~ H

    fC AAI )

    Of

    lA

    UAGEDIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    20/39

    to trgico una parte de accin. La esttica se ins

    tala

    en

    la relatividad. La identidad

    de

    una accin

    y de un sufrimiento absolutos se encuentran muy

    por encima de las fuerzas de la esttica e incum

    ben a la metafsica. En la vida de Cristo se

    da

    esta

    identidad porque su sufrimie

    nto

    es absoluto

    ya

    que es libre accin absoluta y su .accin es sufr

    miento absoluto porque es obediencia absoluta.

    De lo que se deduce

    que

    el

    elemento incesante de

    culpa no es subjetivamente reflejo y esto es lo

    que determina la profundidad de la pena.

    La

    culpa trgica es una culpa original; mucho ms

    que una culpa meramente subjetiva.

    Ahora

    bien

    la culpa original es una categora

    tan

    sustantiva

    como la del pecado original

    y

    es este carcter sus

    tantivo el que

    da

    mayor profundidad a la pena.

    Aqu radica bsicamente el legtimo inters trgi

    co de la siempre elogiada triloga trgica de Sfo

    des: Edipo

    en Colono Edipo

    Rey

    y Antgona. Sin

    embargo la culpa original supone una ntima

    paradoja:

    que

    es culpa y al mismo tiempo no lo es.

    El lazo por el que el individuo es considerado cul

    pable es precisamente el de la piedad pero la

    4

    culpa as adquirida tiene el carcter de la mxima

    anfibologa esttica. P

    od

    ra deducirse

    de

    sto que

    el pueblo judo es el

    que

    ms haba desarrollado el

    gnero autnticamente trgico.

    Uno

    se siente

    realmente tentado a adivinar grandes temas de

    tragedia en la afirmacin bblica de que

    Yav

    era

    un

    Dios

    celoso que escarmentaba las iniquidades

    de los padres en los hijos hasta la tercera y

    cuarta

    generacin; o cuando oye una

    de

    aquellas

    trucu

    lentas maldiciones en las que abunda el Viejo

    Testamento.

    No

    obstante

    el

    judasmo est

    dema

    siado desplegado ticamente como para hacer tal

    cosa. Las maldiciones

    de Yav

    son terribles de ver

    dad pero a la vez son castigos justos.

    n

    Grecia

    por el contrario

    no

    ocurra lo mismo.

    La

    ira de los

    dioses no tiene ningn carcter tico sino una

    importante ambigedad esttica.

    Encontramos en la misma tragedia griega una

    transformacin de la pena

    al

    dolor por ejemplo en

    Filoctetes.

    Esta es una tragedia del sufrimiento en el

    sentido ms riguroso de la palabra. Pero todava se

    muestra predominante en ella un alto grado de

    objetividad.

    l

    hroe helnico se ampara

    en

    su des

    ~ ~ u

    K fR r f GAARO

    Df lA TRAGEDIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    21/39

    tino y ste s inmutable hecho del qu no se puede

    juzgar. Este elemento es el que determina el

    momento de la pena en medio del dolor. El primer

    dilema que

    en

    realidad le da entrada al dolor es el

    siguiente: lPor qu me pasa esto precisamente a m

    por qu no habran de ser las cosas de otra manera?

    Es

    cie

    rt

    o que

    en

    iloctetes h

    ay

    algo que ha llamado

    mi atencin y que es aquello que distingue

    e s p e c ~

    ficamente a esta tragedia de la perecedera triloga

    del ciclo tebano a saber: un altsimo grado de dis

    quisicin

    en

    torno al choque interior que el hroe

    experimenta en medio de sus dolores y que posibi

    lita una descripcin magistral y henchida de pro

    fu

    nda verdad humana. Pero ms all de eso la

    gedia mantiene siempre una cierta objetividad que

    es la que soporta toda la trama.

    La

    reflexin de

    il

    oc

    t

    etes no se concentra

    en

    s misma y por otra

    parte descubrimos un rasgo especficamente griego

    en esos lamentos que el hroe profiere porque no

    hay nadie que valore su dolor. Todo esto encierra

    una verdad extraordinaria pero tambin nos reve

    la muy acentuadamente la diferencia con el autn-

    tico dolor reflexivo que siempre pretende estar a

    solas consigo mismo y escudria en esa soledad

    nuevos dolores.

    Por tanto la verdadera pena trgica demanda

    siempre un elemento de culpa y el autntico

    dolor trgico un elemento de inocencia.

    La

    ver

    dadera pena trgica pretende un elemento de

    transparencia y el autntico dolor trgico

    un

    ele

    mento de cierta lobreguez. Creo que no es otra

    que

    sta la mejor senda para alcanzar el punto

    dialctico en el que se conjugan las definiciones

    del dolor y

    de la pena. Y tambin para encontrar

    la dialctica en la que se desenvuelve el conce

    p

    to de la culpa trgica.

    Debido a que es opuesto a los

    fines

    de nuestra asa

    ciaci n producir obras interdependientes o grandes

    conjuntos ya que nuestra propensin no es la de tra-

    bajar en una torre de Babel por la que

    Dios

    pueda

    deslizarse con toda

    su

    justicia y aniquilarla; puesto

    que nosotros persuadidos de que aquella confusin

    fue

    un

    castigo merecido admit

    im

    os que lo propio de

    cualquier esfuerzo humano genuino es su carcter

    fragmentario que es precisamente lo que distingue a

    aqul de la prolongacin infinita y montona de la

    .

    43

    s0tEt4 [ IUUGAAI O

    DE LA I G EOIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    22/39

    naturaleza fsica; puesto que tambin reconocemos

    que la riqueza de

    una

    personalidad consiste cabal

    mente en su capacidad de prodigarse fragmentaria

    mente y que

    en

    esto se afinca el gozo del individuo

    que crea lo mismo que el del individuo que recibe

    gozo que

    no

    se encuentra

    en

    los procedimientos pesa

    dos y exactsimos o en la escrupulosa y larga concep

    cin de ellos sino

    en

    la creacin y el gozo alrededor

    de lo que es fugitivo y brillante como el relmpago lo

    que contiene para el que lo asimile algo ms que lo

    que queda expresado en la obra ya que esto es ape

    nas una apariencia de idea y tambin contiene algo

    ms para el que lo recibe ya que su esplendor sirve

    para que su propia productividad se despierte; ya que

    todo esto repito es opuesto a los fundamentos de

    nuestra asociacin ...s ya que lo que acabo de leer

    casi puede confundirse con un atentado contra el

    estilo oficialmente aprobado en nuestra cofrada

    estilo de interjecciones en el que las ideas no hacen

    ms que mostrar el lomo pero sin tumbarse jams del

    todo .. solamente de-seo que recuerden una cosa no

    sin antes aclarar que mi conducta reciente no es en

    realidad la de un cofrade insubordinado por la senci-

    lla razn de que el vnculo que mantiene urdos los

    perodos del prrafo presente es un vnculo

    tan

    sutil

    que las proposiciones incidentales en aqul conteni

    das pelean por abrirse paso de un modo aforstico y

    suficientemente particular: que mi estilo ha intenta

    do mostrarse como lo que realmente no es es decir

    revolucionario.

    Nuestra cofrada brega porque en cada una de sus

    reuniones se logre una renovacin y un renacimien

    to con la finalidad de que su actividad interior se

    rejuvenezca con una nueva seal de su pro

    ductividad. Distingamos pues nuestra tendencia

    como un sondeo de esfuerzos fragmentarios o

    si

    se

    prefiere como un ensayo

    en

    el arte de escribir pape

    les pstumos. Porque un trabajo completamente aca

    hado no establece ninguna relacin

    con l

    personali

    dad potica. En cambio. cuando se trata de papeles

    pstumos y

    en razn de su misma discontinuidad y

    desconexin uno siempre padece la necesidad de

    representarse al mismo tiempo la personalidad del

    escribiente. os papeles pstumos son semejantes a

    unas ruinas

    y

    hay algn refugio ms corriente que

    ste para unos sepultados? El arte pues consiste en

    SOREN KIUUG

    Df l TRAGEOIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    23/39

    producir artsticamente el mismo efecto, la misma

    desprolijidad y transitoriedad y el mismo pensamien,

    to discontinuo que son caractersticos de ese lugar

    desamparado.

    El

    arte est en provocar un gozo que

    en

    ningn caso sea del momento presente, sino que

    se nutra de algo esencial del tiempo pasado, algo que

    as sea presente en el tiempo pasado. Esto es lo que

    indica la misma palabra: pstumo.

    En

    cierto aspecto,

    todo lo que crea un poeta es pstumo. Por

    el

    c o n t t a ~

    rio, nunca llamaramos pstumo a un trabajo

    o m p l e ~

    tamente acabado, y esto aun cuando se diera la par,

    ticularidad accidental de no haber sido publicado

    en

    vida de su autor. En verdad, toda creacin humana

    tal como nosotros

    la

    entendemos ser siempre una

    cosa pstuma,

    ya

    que a los individuos no les es dado

    como a los dioses

    la

    contemplacin eterna. Por tanto,

    llamar cosa pstuma sea, artsticamente s t u m ~

    a todo lo

    que

    emane de cualquiera de las obras de

    los miembros de esta cofrada; llamar apata y

    negligencia a esa genialidad

    que

    nosotros t e n e ~

    mos

    en

    tanto aprecio. Para nosotros, la vis iner

    ti e

    siempre ser la ms

    encantadora

    de todas las

    leyes naturales. Como ven, amigos,

    no

    me he

    aparcado

    ni

    un pice de nuestros santos usos

    y

    costumbres.

    iEa pues, amados

    LV1J:rrapa.-vexpw1J-SV01

    7

    ,

    vengan conmigo y formen un crculo cerrado

    en

    torno a m,

    en

    el

    momento solemne

    en

    que

    me

    a p r e s ~

    to a lanzar al mundo a

    mi

    herona trgica;

    en

    el

    momento solemne en que a la hija de

    la

    pena

    le

    doy

    por ajuar la dote del dolor. Ella

    es mi

    obra, pero a

    7.

    En

    realidad debiera decir:

    I v l J . 1 T a . p a . v E V E ) p > l J . ~ V o t

    . Con

    este

    nombre

    se menciona a

    los

    destinatarios

    de

    los tres primeros

    trabajos

    inconclusos de este volumen,

    y

    en ellos, la

    palabra

    se itera

    innumerables veces hasta la saciedad en el ltimo. iQu significa

    entonces

    esta

    dichosa o mejor tristsima palabra?

    En primera instancia

    es un

    trmino arreglado

    por K.,

    que nos

    relata en

    su

    Diario las fuentes de inspiracin, primero Luciano

    y

    despus San

    Pablo.

    El9 de enero de

    1838

    escribe cf. Pap . Il, 245:

    Yo

    buscaba

    cabalmente

    una

    expresin para designar a la clase

    de hombres

    para

    quienes tuviera el placer

    de

    escribir,

    en

    el

    conven

    cimiento de que ellos iban a

    estar

    de acuerdo con

    mL pumos

    de

    vista. Y he

    aqu

    que

    ahora

    encuentro en Luciano: 1Ta.pa.vExpot

    uno que

    como

    yo

    est

    muerto".

    o

    curioso es que la crtica l i t e r a ~

    ri corrige esta afim1acin y asegura que lo que

    K.

    encontr en

    Luciano

    fue otra palabra aunque

    sin-nima:

    l J . O V E X P O ~ que quie

    SOtfN

    I I fGAAIO

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    24/39

    pesar de todo su silueta es

    tan

    imprecisa y su h e c h u ~

    ra tan neblinosa que cada uno de ustedes, de acuer;

    do

    a su estilo peculiar, podr enamorarse de ella y

    amarla de verdad. Ella es producto mo y sus pensa;

    mientes son los mos, pero a pesar de ello me parece

    haber estado reposando a su costado

    en

    una noche

    de amor

    en

    la que ella me habra entregado su pro;

    fundo secreto y lo habra despedido junto con su

    alma

    en

    mi abrazo, descarnndose

    en

    ese mismo

    i n s ~

    tante y desapareciendo de

    m

    vista, sin poder

    ya

    reco;

    ger su realidad ms que por las huellas que quedaban

    en

    el ambiente interior de m nimo decado; pero

    sucede todo lo contrario, que ella nace

    y

    va alcanzan;

    re

    decir compaero

    de

    muerte cf. Dilogos

    de los

    muertos

    11

    l

    Y

    por lo tocante a San Pablo,

    K.

    recurre a Heb. XI,

    12: VEVEXPWJ E-

    vov,

    que

    significa

    muert

    o

    et

    ho

    emortuo

    traduce

    la Vulgata,

    aunque Abraham, al que

    se refiere

    el texto paulino que

    K

    aplica

    a

    Sara

    no

    estuviera verdaderamente muerto, sino simblicamente

    en

    lo referente

    a

    engendrar por motivo

    de su

    edad avanzada. Por fin

    K refuena el trmino con la preposicin avv, que junto con 1T

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    25/39

    .de ello a veces pienso que me he introducido conspi-

    radoramente en

    su

    s intimidades, otras veces siento

    la nece

    si

    dad de volver la vista atrs para verla, cuan-

    do

    l

    verdad es que ella est ahora siempre pordelan-

    te y es capaz de existir en tanto yo la proyecto. Mi

    herona

    se

    llama

    Antgona

    P

    ues

    es mi intencin

    conservar este nombre de la vieja

    tr

    agedia cuyo

    argumento mantendr escrupulosamente en su

    conjunto, aunque por otra parte, en mi versin

    todo

    se

    r moderno.

    Antes de continuar quiero hacer una aclara-

    cin. Si he optado por un personaje femenino es

    porque creo sinceramente que la ndole de una

    mujer

    se

    presta mucho mejor para destacar la

    diferencia de la que hablamos. Como mujer, ten-

    dr la suficiente esencialidad para que la pena

    se

    manifieste,

    y

    como parte de un mundo dominado

    por la reflexin, lo ser lo bastante para que

    el

    dolor le haga mella. Para que la pena aflore es

    necesario que la falta trgica flu

    ct

    e entre la

    culpa y la inocencia, y para que ella concientice

    aquella culpa es necesario esa nota de esenciali-

    dad ya aludida. Ahora bien, debido a que la

    culpa trgica debe tener el carcter vago que

    permita la aparicin de la pena, es evidente que

    la reflexin tendr que seccionar los vuelos de

    infinitud que le son caractersticos. De lo con-

    trario, la reflexin mantendra tambin a

    Antgona ajena a su culpa, ya que aqulla en su

    subjetividad infinita es incapaz de precisar el ele-

    mento de culpa original que da lugar a la pena.

    Basta por lo mismo que la reflexin est tenue-

    mente despierta. As no lanzar a Antgena fuera

    de la pena, sino que la enclavar en ella har

    que la pena

    se

    vaya metamorfoseando poco a

    poco

    en

    dolor.

    Hecha esta aclaracin entremos ya

    al drama.

    Por lo pronto, la estirpe de Lbdaco es el objeto

    de la clera de los dioses iracundos. Edipo mat

    a la esfinge

    y

    liber a Tebas Edipo asesin a su

    padre y se cas

    con

    su madre. Y l fruto de este

    matrimonio es Antgena. As se desarrollan los

    hechos en la tragedia griega.

    Es en

    este mismo

    punto en el que yo me bifurco

    y

    sigo otro cami,

    no. Los sucesos son idnticos. Y sin embargo,

    todo es diferente.

    Es

    de conocimiento universal

    5

    SOtfN l lEO I D

    Df

    l

    TRAGEDIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    26/39

    que Edipo

    ha

    dado muerte a la esfinge y ha

    l i b e ~

    rado a Tebas; es honrado y admirado y l vive

    feliz con su mujer Yocasta. Lo oscuro permanece

    oculto a los ojos de los hombres y ni siquiera ha

    habido

    entre

    ellos el ms mnimo presentimiento

    capaz de

    dar

    fe a

    tan

    terrible pesadilla.

    Solamente Antgona lo conoce. Aclaremos que

    no reviste n ingn inters trgico el develar cmo

    lleg a enterarse y que en este entendido cada

    uno puede

    hacer

    las deducciones que quiera.

    Supongamos que en su temprana juventud c u n ~

    do an

    no

    haba completado

    su

    desarrollo se

    irguieron en su alma confusas y fugaces algunas

    sospechas

    en

    torno a este espantoso secreto

    hasta que de pronto la certidumbre la arroj en

    los brazos de la angustia.

    Aqu tengo ya como por hechizo una catego-

    ra de lo trgico moderno. Pues la angustia es una

    reflexin por lo que se distingue especficamen

    te de la pena.

    La

    angustia

    es

    el sentido por el

    cual el individuo se hace de la pena la incorpo

    ra. La angustia es

    la

    fuerza del movimiento por el

    que la pena se asienta en el corazn humano.

    5

    Pero este movimiento no es raudo como el de la

    flecha sino gradual ni existe de un solo golpe

    sino que est en constante devenir.

    La

    angustia

    mira a la pena ambicionndola con toda su codi

    cia del mismo modo que la mirada apasionada-

    mente ertica va sedienta hacia su ob

    je t

    o. O

    dicho de mejor manera

    la

    angustia se ocupa de

    la pena como lo hace con el objeto amado la

    mirada apasionada de un amor sempiterno. Con

    la diferencia de que la angustia contiene en s

    misma un elemento propio que la apremia a f e ~

    rrarse a su objeto con una fuerza todava mayor

    ya que a la vez que lo ama lo teme. La angustia

    tiene

    un

    doble cometido. Gira

    en

    torno

    de

    la

    pena al mismo tiempo es un movimiento inspi

    rado que siempre roza que

    con

    sus tientos siem

    pre est revelando la pena. O si se prefiere la

    angustia

    es

    repentina y hace aparecer la pena en

    un abrir cerrar de ojos pero de tal forma que

    ese instante impetuoso se resuelve inmediata

    mente en una autnt ica sucesin. La angustia en

    tal sentido

    es

    una verdadera categora trgica y

    se le puede aplicar muy bien la sentencia del

    53

    S ~ f l f tt fG

    RO Df

    l A II G EOlA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    27/39

    mismo origen:

    quem deus

    t ~ u t

    perd.ere primum

    dementat

    8

    El

    propio lenguaje verifica que la

    angustia es una categora de la reflexin. De esta

    manera solemos decir: angustiarse por algo. En

    este caso disocio la angustia de aquello que es el

    motivo de la misma. Nunca podr decir angustia

    en

    sentido objetivo. En cambio cuando digo mi

    pena tanto puedo referirme a aquello que me

    apena como a la pena que me otorga. A esto hay

    que sumar que la angustia involucra siempre

    una

    reflexin sobre la temporalidad. Porque no puedo

    sentirme angustiado a causa de lo actual sino

    slo de lo que ya ha pasado y de lo que ha de

    venir. Ahora bien lo pasado y lo que vendr

    enfrentados de tal manera que el tiempo presen.-

    te desaparezca son dos distinciones de la refle

    xin. Por contraste. la pena griega al igual que

    todo lo dems de la vida helnica es pura actua

    8. Di05 empieza

    p r

    volver

    loco

    a aquel a quien quiere

    perder.,.

    Plagio,

    remedo o adaptacin de un verso

    e

    un desconocido poeta

    trgico de Grecia.

    lidad razn por la que

    se

    considera que sea ms

    profunda en tanto el dolor es menor. De ah que

    la angustia constituya una parte integrante de la

    tragedia. El carcter eminentemente trgico de

    Hamlet responde a la sospecha del crimen de la

    madre. Roberto el Diablo

    9

    se cuestiona sobre las

    razones que le

    han

    podido impulsar a hacer tanto

    dao. Y Hoegne

    10

    a quien su madre concibiera

    de un ogro ve por casualidad su imagen refleja

    da

    en el agua y le pregunta a sta la razn de que

    su cuerpo haya alcanzado tal forma.

    Ahora ya se puede ver con llaneza la diferencia

    en

    cuestin. En la tragedia griega el desdichado

    destino de su padre no abruma en absoluto a

    Antgena.

    Este

    destino pesa como una pena impe

    netrable sobre toda la familia pero Antgena sigue

    viviendo indiferente a ella como cualquier otra .

    9. Personaje

    de

    uno

    de

    los

    libros fabulosos e

    Schwab,

    amigo del

    poeta

    Uhland

    y bigra

    fo

    de Sc

    hiller.

    10. Personaje de la mitol

    oga

    escandinava hijo de la reina

    Grimhild.

    55

    Df LA IR

    G

    ~ O l

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    28/39

    muchacha griega. De ah que el mismo coro a

    propsito de la sentencia de su muerte se lamente

    y le muestre compasin por tener que dejar esta

    vida en una edad tan temprana sin haber gustado

    l

    placer ms bello y seguramente ajena a la

    p r o ~

    funda pena de la familia. Esto no quiere decir en

    modo alguno que se trate de una futilidad o que el

    individuo particular

    se

    singularice de tal modo

    que no le inquiete para nada su relacin

    con

    la

    propia familia. En realidad hay que afirmar que

    todo ello

    es

    caracterstico de los griegos. Las

    coyunturas de la vida les han sido dadas de una

    vez de la misma forma como el horizonte que se

    extiende ante sus ojos y que oscuro o acelajado

    nunca ser otro. Este mbito confiere al alma un

    fundamental acento que no es el del dolor sino el

    de la pena. La culpa trgica en ntgona se centra

    liza en un punto preciso: ha sepultado a su herma

    no renegando de la prohibicin del

    rey.

    Si se

    o n ~

    sidera esto como un hecho aislado o un simple

    choque entre el amor y la piedad fraternos de una

    parte y un arbitrario precepto humano de la otra;

    entonces

    Anc gona

    dejara

    de

    ser una tragedia

    56

    griega para transformarse en un tema trgico

    indiscutiblemente moderno.

    Lo

    que en el sentido

    griego proporciona inters trgico a la obra consis

    te en que tanto en

    la

    muerte infausta del herma

    no como

    en

    el enfrentamiento de la hermana con

    una prohibicin puramente humana resuena el

    infeliz destino de Edipo cuyas repercusiones t r i ~

    cas proliferan en torno a cada uno de sus vstagos.

    Esta combinacin es la que hace que la pena del

    espectador sea

    tan

    profunda. No

    es un

    individuo

    el que sucumbe sino todo un pequeo mundo el

    que se abate. Es la pena objetiva que desbocada

    avanza implacable como una fuerza de

    la

    natura

    leza en pos de sus efectos terribles

    y

    el triste des

    tino de Antgena

    es

    como un eco del de su padret

    una pena potenciada. Por eso la actitud de

    Antgona de enterrar a su hermano a pesar de

    la

    prohibicin del rey implica ms que una accin

    libre;

    es

    la exigencia fatal de aquella

    ley

    inexora

    ble que castiga en los hijos el delito de

    los

    padres.

    Pero

    en

    el drama

    de

    todos modos existe la suf

    dente

    libertad como para que podamos amar a

    Antgena por la prueba de amor fraterno que ha

    7

    Of LA lt GE 0111

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    29/39

    demostrado; al mismo tiempo que la necesidad

    del hado en una proporcin que no es menor es

    el destino imponente que no slo determina la

    vida de Edipo sino tambin la de toda su deseen

    dencia.

    La diferencia entre la vida de la Antgena grie,

    ga y la de la nuestra es la siguiente: que mientras

    aquella Antgena lleva una vida sin preocupado

    nes hasta el acto de la inhumacin de

    su

    hermano,

    de manera que en su desarrollo sucesivo podra

    haber sido feliz de no ocurrir tal hecho desencade

    nante, la de nuestra Antgena,

    en

    cambio, es una

    vida bsicamente acabada. Claro que yo no he

    sido mezquino a la hora de dotarla. Se dice que

    una buena palabra a tiempo es como una manza

    na dorada en una bandeja de plata.

    11

    As he

    depositado

    yo en

    este caso, el fruto de la pena

    en

    la bandeja del dolor. Su dote no es un fausto fic

    ticio

    y

    pasajero

    que

    la polilla y el orn socavan.

    11 Prov XXV

    11

    58

    Su dote es una fortuna eterna a la que los ladro,

    nes no tienen acceso y no pueden robrsela. Ah,

    y qu atenta est nuestra herona como para que

    se la roben Su vida no se desliza como la de la

    Antgona griega;

    no

    es una vida derramada hacia

    afuera sino hacia adentro. Y el escenario de esta:

    su vida, no es externo sino interno, es decir, un

    escenario espiritual.

    Mis queridos cofrcu:les cosepultos no he consegui -

    do acaso captar

    su

    inters

    en

    favor de una simple

    muchacha? Q tendr que recurrir a una captatio

    benevolentiae?

    Sepan que tampoco ella pertenece a

    este mundo

    en

    el que le toca

    vivir Est

    en la juven,

    tud de la vida y henchida de salud, pero

    su

    autntica

    vida est enterrada con

    su

    secreto.

    Es

    verdad que

    vive, pero podramos decir que en otro sentido est

    muerta.

    Lleva

    una vida encubierta y silenciosa.

    El

    mundo no oye

    ni

    siquiera uno solo de sus suspiros

    pues los tiene escondidos a todos

    ellos en

    el santua

    rio de su alma. No necesito clarificar que la mujer a

    la

    que nos referimos no es dbil ni enfermiza, y que

    por

    el

    conttario es arrogante y fuerte. Qui2 no haya

    nada que enaltezca tanto a un ser humano como

    su

    DE lA TIIACE

    I>lA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    30/39

    idoneidad para guardar un secreto. Esto le da a su

    vida

    entera una significacin

    ~ e n

    todo caso nica

    mente vlida para el individuo de que se trate que lo

    libera de cualquier intil referencia o atencin al

    mundo circundante y que lo hace sentirse lo suficien

    temente venturoso en medio de su secreto, aun

    cuando ste, casi lo afirmaramos, fuera el ms desdi

    chado de todos los secretos. Pues bien, esto es lo que

    sucede con nuestra Antgena.

    Est

    orgullosa de su

    secreto, orgullosa de haber sido favorecida para sal

    var de

    una

    manera singular la gloria y el honor de la

    familia de Edipo. Y cuando el pueblo reconocido y

    jubiloso aclama a Edipo, ella se da

    cuenta

    de su pro

    pia importancia a la vez que su secreto se abisma ms

    y ms en las oquedades de su alma

    y

    resulta ms inac

    cesible a todo ser viviente. Antgena conoce sobrada

    mente la magnitud de las cosas que se le han confia

    do a su cuidado. De aqu principia esa grandeza

    sobrenatural que le es imprescindible para poder

    interesamos desde el punto de vista trgico. Ella,

    claro, es

    una

    muchacha, pero no

    una

    muchacha

    comn n mucho menos.

    s una

    cnyuge pero plena

    mente virginal de total pureza. a mujer no alcanza

    su verdadera esencia sino como esposa

    y

    por lo tanto,

    ninguna mujer puede interesamos sino

    en la medida

    en que se la relacione con esta esencia suya. Claro

    que

    en

    este

    orden

    existen similitudes. Y de esta

    manera se dice

    una

    esposa del Seor ,

    de

    aquella

    que encuentra en la fe y en el espritu los contenidos

    en que se sostiene. Yo llamara esposa a nuestra

    Antgona en un sentido todava ms bello. Porque

    esta Antgona es mucho ms que una cnyuge, es

    una madre. Es

    en una

    expresin puramente esttica,

    una

    virgo m ter que lleva en sus entraas, disimulado

    y escondido el secreto de su vida. Antgena es

    s i l n ~

    cio necesariamente porque est llena de misterio. Y

    este tornarse sobre s misma apoyada

    en

    el silencio le

    confiere una catadura sobrenatural. Est ufana

    y

    celosa de su pena porque esta pena es su

    amot

    Esta

    pena suya, sin embargo, no es ningn bien o s t r e n ~

    coy muertot sino que

    se

    renueva i n f t i g b l e m e n ~

    te engendrando dolor y provocando su nacimiento

    en ella misma con el dolor.

    Al

    igual que cuando

    una

    muchacha determina inmolarse por una idea y p r e ~

    ce en calidad de novia con la diadema de su sacrifi

    cio sobre la frente, pues esa gran idea la completa de

    61

    0 l A

    tRACE

    OlA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    31/39

    entusiasmo y

    la

    transforma, de manera que la corona

    del sacrificio es como la corona de

    la

    recin casada.

    Antigona no conoce varn alguno y aun as es espo,

    sa. Ni siquiera se inmola por una idea que la trans,

    porte de entusiasmo ,comportamiento

    en

    nada

    fe,

    menino, sin embargo es esposa. S, nuestra An,

    tgona es la esposa de la pena. Consagra toda

    su

    vida a lamentar el destino del padre y el suyo pro,

    pio. Una desgracia tan grande como la que le ha

    sobrevenido al padre es factible de apenar al

    mundo entero. pero puesto que ningn ser huma,

    no la conoce no hay nadie que pueda lamentarla.

    Por eso nuestra Antgona,

    en

    emulacin de la

    herona helnica que es incapaz de avenirse a que

    el cuerpo de su hermano quede insepulto

    en

    medio del campo sin recibir los honores pstumos,

    experimenta muy a flor de piel lo duro que habra

    sido que ningn hombre conociera aquello que es

    el motivo de su angustia, o que n siquiera se

    hubiera derramado una sola lgrima por ello,

    y

    de

    ah que casi le est agradecida a los dioses por

    haberla elegido para este doloroso menester. De

    esta manera, Antgona es enorme en el dolor.

    62

    Puedo sealar aqu una diferencia entre lo griego

    y lo moderno. Filoctetes se queja de que nadie

    sepa de sus sufrimientos. He aqu un rasgo tpica,

    mente helnico. Y por otra parte, ies

    tan

    del hom,

    bre desear que los dems sientan nuestras penas

    Sin embargo, nada de esto sucede con el dolor

    reflexivo. Antgona no desea, ni en lo

    ms

    lejano,

    que los dems lleguen a conocer su dolor. Por el

    contrario, lo siente o lo vive ella sola de cara al

    padre, al mismo tiempo que siente que sus aflic,

    dones son justas ya que estticamente importan

    una justicia tan grande como el castigo que pade,

    ce el infractor. Solamente al final del camino

    en

    la tragedia griega, la idea de ser enterrada viva le

    arranca a Anrgona una explosin de pena;

    "iDesvenrurada iNo habr morada para m ni en

    este mundo ni

    en

    el otro Ya no soy ni de los vivos

    ni de

    los

    muerto

    s .

    2

    Pues bien; estas palabras que

    12.

    El

    amor cita el texto original, opta por la traduccin ale-

    mana de Donner. Nosotros lo hemos hecho por la versin

    c s t e l l ~

    na del

    P

    L Errandonea, Sfocles J su ceatro

    t .

    l, p.

    274

    63

    S

    1f l l KIUUO RD

    IH LA

    TRAGEDI

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    32/39

    escapan al final las podra estar repitiendo nuest ra

    ntgena en el transcurso de toda su vida. La dife,

    rencia es palmaria, porque en lo que dice la prime,

    ra se

    encuentra

    una verdad de hecho que m i n o r i ~

    za

    el dolor.

    Si

    nuestra Antgona dijera lo mismo

    estara mal dicho, esta incongruencia en la

    expresin es la que constituye el dolor como

    tal

    Los griegos no se expresan impropiamente, por la

    simple razn de que la reflexin que es forzosa

    para ello no representaba ningn papel en sus

    vidas. De ah que lo que dice Filoctetes cuando se

    lamenta

    de

    su soledad de estar abandonado

    en

    la

    isla desierta, exprese tambin la verdad exterior.

    Lo

    opuesto exactamente sucede cuando nuestra

    ntgena padece los accesos de dolor en medio de

    su soledad, porque en realidad no est sola y por

    ello cabalmente resulta el dolor autntico.

    Ahora detengmonos en la culpa trgica.

    sta

    reside en parte en el hecho de que Antgena da

    sepultura a su hermano, en parte en l contexto que

    relaciona tcxlos los hechos con l triste destino del

    padre, destino que

    se

    nos da sobreentendido en las

    dos primeras tragedias de la misma triloga. Aqu nos

    encontramos nuevamente con esa dialctica peculiar

    que establece una relacin ntima entre el individuo

    particular las transgresiones familiares.

    s

    decir, que

    estamos ante una materia de herencia. Por lo general

    tenemos

    la

    idea de que la dialctica es una cosa

    demasiado abstracta, peor an, como algo que se

    identifica con los movimientos lgicos.

    La

    vida, a

    pesar de ello, nos demuestra muy pronto que existen

    muchas clases de dialctica

    y

    que cada pasin tiene la

    suya propia. A nosotros, por ejemplo, no nos interesa

    esa clase de dialctica que establece vnculos entre

    los

    delitos de

    la

    estirpe o de la familia un miembro

    particular de la misma, el que no solamente sufre por

    ello

    lo

    que constituye una mera consecuencia natural

    contra la que sera intil sublevarse, sino que s o b r e ~

    lleva tambin

    la

    culpa participa en ella. Empero, si

    se pretendiera revivir lo trgico antiguo sera preciso

    que cada individuo particular se pusiera a pensar

    seriamente en

    su

    propio renacimiento, no e x c l u s i v ~

    mente en el aspecto espiritual, sino tambin en

    l

    sentido restringido del origen del seno maternal de

    tal familia o estirpe. Pero la dialctica que ubica al

    individuo en unin con la familia la estirpe no es

    6

    3

    UN

    KlfU EG

    tD

    t

    l tt

    .Gt

    OIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    33/39

    una dialctica subjetiva sino objetiva. Porque la pri

    mera modera precisamente la conexin y libera al

    individuo de ese vnculo ptreo comn. La dialctica

    objetiva es fundamentalmente piedad. Esto

    no

    impli

    ca

    que conservar la piedad sea algo nocivo para el

    individuo. En nuestros tiempos se aceptan ciertas

    cosas en la esfera de los fenmenos naturales que

    nadie admitira en el campo de la vida espiritual.

    Claro que tampoco nadie desea aislarse absoluta

    mente

    o ser

    tan

    inhumano como para

    no

    conside

    rara

    la familia como un grupo del que quepa afir

    mar que si

    un

    miembro sufre los restantes tam

    bin lo harn. Espontneamente al menos esto es

    lo

    que todo el mundo hace. Y de lo contrario por qu

    el individuo particular teme tanto que cualquier otro

    miembro de su familia eche una mancha sobre

    ella?

    No es

    en

    todo caso porque tiene la certeza de que

    tambin l ha de sufrir lo suyo por tal motivo?

    Es

    evi

    dente que el individuo quiera o no padecer ese

    sufrimiento. Ahora bien como

    el

    punto de partida es

    el individuo y no el tronco familiar ese sufrimiento

    obligado ser maysculo. Y es una verdad de la expe

    rienda que el hombre por ms que aspire a ello

    nunca

    Llegar

    a ser enteramente dueo y seor en la

    esfera de sus relaciones naturales.

    Lo

    importante

    pues es que el individuo aprecie las circunstancias

    naturales de su vida como un elemento constitutivo

    de su verdad total y entonces el desenlace natural

    en

    el mbito de la vida espiritual ser que

    el

    individuo

    tome parte en la culpa.

    s

    probable que muchos no

    sean capaces de comprender el sentido de tal canse

    cuencia. De ser

    as

    tampoco discernirn el sentido

    de

    la

    tragedia. Porque

    en el

    caso del individuo aisla;

    do slo caben dos explicaciones extremas a saber: o

    es

    el creador de su propio destino de una manera

    absoluta. por lo que desaparece por completo lo tr

    gico

    y

    no queda ms que la maldad ya que no en

    cierra nada de trgico el hecho de que el individuo se

    haya enceguecido y entrampado a s mismo porque

    todo esto sera

    obra

    suya- o los individuos

    no son

    ms que simples transformaciones de la sustancia

    eterna que constituye la existencia con lo cual

    tampoco aqu habra lugar para lo trgico.

    Tambin en relacin a la culpa trgica se nos reve

    la fcilmente otra disimilitud entre l tragedia anti

    gua y la moderna

    en

    tanto sta haya incorporado ele-

    DE l TRAGEDIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    34/39

    mentes de la primera. Porque como es lgico

    n i c ~

    mente bajo esta ltima condicin puede argirse aqu

    con propiedad el tema de las diferencias mutuas. Por

    lo pronto la Antgena griega impelida por la p i e ~

    dad filial participa

    en

    la culpa

    de su

    padre. Esto

    tambin lo hace la Antgena moderna. Pero ahora

    empiezan a mostrarse distintas . Para la Antfgona

    clsica la culpa el padecimiento de su padre son

    hechos exteriores hechos frreos que la fuerza de

    su pena no puede evadir en ningn sentido qwxJ non

    v o l t ~ t

    in pectore

    es ms su propio sufrimiento

    se

    muestra como pura facticidad exterior cuando b s e r ~

    vamos que en virtud de la consecuencia de orden

    natural est sufriendo en s misma por

    l

    culpa de su

    padre. No ocurre esto con nuestra Antgena.

    Colijamos que Edipo ha muerto. Antgena supo del

    secreto de su padre miennas ste an viva pero no

    tuvo el coraje de abrirse a

    L

    Y ahora con la muerte

    del padre se

    ve privada de la nica oportunidad de

    quedar libre de su secreto. En esta circunstancia

    revelrselo a otro ser humano equivaldra a d e s h o n ~

    rar la memoria de su padre. Por eso la meta de su vida

    consistir ahora por as decirlo en consagrarse abso

    lutamente a rendir al padre l

    os

    ltimos honores

    observando una reserva total da tras da y minuto a

    minuto. Hay un elemento sin embargo del que ella

    no est clara: si su padre lo saba o

    lo

    ignoraba. Aqu

    tenemos el factor peculiarmente moderno que produ;

    ce la inquietud que envuelve su pena da ese carc-

    ter ambiguo a su dolor. Nuestra herona ama a

    su

    padre intensamente y este amor la traslada desde su

    ms

    recndita intimidad hacia la culpa paterna. El

    efecto de semejante amor es que ella se siente e x t r ~

    a

    entre

    los

    hombr

    es

    y en

    la

    medida que aumenta _

    ese amor al padre va reconociendo con mayor

    i n t e n ~

    sidad el peso de su culpa. Solamente junto a su padre

    encuentra Antgena sosiego. s como si hubieran

    sido socios en el mismo crimen ahora aceptaran

    aguantar la pena hombro con hombro. Lo desatinado

    est en que ella no tuvo valor para participarle al

    padre su pena mientras ste viva pues no poda

    asegurarse de que

    su padre supiera sobre los

    hechos y temiera por lo mismo hundirlo en un

    dolor como el suyo.

    Claro que

    si el

    padre lo ignoraba

    la

    culpa sera

    mucho menor. Aqu el movimiento es por dems e l ~

    69

    S 1fll KlfUfGAARD

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    35/39

    tivot porque de no saber Antgena a ciencia cierta la

    verdadera relacin de

    los

    hechost no tendra mayor

    importancia su actuacin

    v

    lidiara meramente con

    una sospecha, lo que es muy pobre desde el punto de

    vista trgico. Digamos sin sutilezas que Antgena lo

    saba todo. Pero

    hay

    a pesar de ello cierta vacilacin

    dentro de esta certeza que nunca deja

    de

    mantener

    la

    pena en movimiento transformndola c o n t i n u m e n ~

    te

    n

    dolot: A esto hay que sumar que Antgena siem

    pre est en incompatibilidad con el ambiente que la

    rodea. El pueblo guarda

    un

    buen recuerdo

    de

    Edipo

    como

    un

    rey

    feliz

    honrado y aclamado por todos.

    a

    propia Antgena ha admirado a su padre tanto como

    le ha amado.

    Ha

    sido parte

    en

    todas las fiestas y

    homenajes que se le han brindado. No hay ninguna

    joven

    en

    todo el reino que se haya enardecido

    tanto

    como ella

    con las

    glorias del padre. Sus pensamientos

    retornan sin cesar hacia l. Todo el pueblo la conside

    ra como modelo de hija amante. Y sin embargot todo

    este entusiasmo

    no

    es ms que el cauce por el cual

    Antgena deja que su dolor se desborde. Nunca puede

    sacarse a su padre del pensamiento pero iay t la forma

    con que l est ah es precisamente lo que constituye

    70

    su doloroso secreto.

    No

    obstante,

    no

    se pennite

    exponer su pena, n siquiera verter una lgrima. Se

    ahoga ante el peso enorme que

    la

    oprime val mismo

    tiempo teme que si la vieran sufrir todo su secreto

    quedara develado. Y ste es para ella un nuevo

    cap{

    tulo. aunque no de penas sino de dolor.

    Creo que a todos nos interesa esta Antgena tal

    como acabo de concebirla v presentarla. Y pienso

    tambin que ninguno de ustedes me reprochar

    lige

    reza y exceso de amor paternal haciam criatura si les

    digo que a juicio mo, y va siendo tiempo de que la

    herona pase a cumplir su oficio trgico metindose

    de lleno en la tragedia. Porque en verdad, hasta aqu

    no fue ms que

    un

    personaje pico, v si algo de

    t ~

    gico se vislumbra en ella, slo inferira hasta el

    momento

    un

    inters meramente pico.

    En primer lugar, no creo que sea dificultoso

    encontrar una combinacin dramtica de tipo exter

    no que se acomode a su nuevo carctet: En este

    aspecto podemos contentamos con los datos

    de

    la

    misma tragedia griega. Nuestra Antgena, puest

    t e n ~

    dr una hermana, por cierto algo mayor que ella y

    desposada. Podemos discernir que la madre vive

    Df lA HtAGfOIA

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    36/39

    todava. No est dicho que ambos personajes siempre

    sern accesorios

    y

    que la tragedia como

    en

    el caso de

    la griega alcanzar un cierto tvel pico pero sin que

    ste llegue a manifestarse demasiad

    o Es

    o s el

    o n ~

    logo tendr

    un

    protagonismo que naturalmente

    s t a ~

    r sostenido por la situacin.

    Es

    necesario que todo

    ello lo

    centr

    alicemos en ese punto nico del inters

    principal que es lo que detenta la sustancia y el

    con

    tenido de la vida de Antgona. Y aclaradas estas cosas

    slo nos resta preguntar: lDe qu manera se crea

    aqu el inters d r a ~ t i c o

    Nuestra herona tal como la hemos definido hace

    unos momentos est a punto de dar un salto condu

    yente sobre uno de los elementos constitutivos de su

    vida es decir est a punto de e x i ~ s e vivir una vida

    totalmente espiritual cosa que la naturaleza

    no

    soportar nunca a un ser humano.

    a

    hondura i s t i n ~

    tiva de su alma har que al enamorarse llegue

    i m p e ~

    riosamente a amar con una pasin desmesurada. He

    aqu ya el inters dramtico .. Antgona

    se

    ha

    n a m o ~

    rado; y siento confirmar que Antgena est perdida

    mente enamorada. En esto consiste indiscutible

    mente el choque trgico. Entre parntesis dir que

    72

    por lo general se debiera andar con mucha

    p r u d e n ~

    da

    cuando se habla de las colisiones trgicas.

    El

    choque ser

    tanto

    ms concluyente cuanto ms

    simpatizantes ms hondas y a

    la

    vez ms homog

    neas sean las fuerzas que colisionan.

    As que Antgona est enamorada. Yel amado de

    Antgo

    na

    sabe de esto. Claro que nuestra Antgona

    no es una muchacha corriente y como consecuen

    da su dote ser tambin excepcional: su dote

    ha

    de

    ser su dolor.

    Ella

    sabe que no podra pertenecerle a

    ningn hombre sin llevar consigo esa dote pues

    correra un riesgo maysculo. Pero tambin est con

    vencida de que no sera posible mantenerla encubier

    ta

    dado el espritu de vigilancia que tienen los mari

    dos para estas cosas. Y por otra parte pretender ocul

    tarla

    x prof so se

    ra

    un

    pecado

    en

    contra de su amor.

    Podra en consecuencia pertenecer a un hombre

    con

    semejante dote? iPodr confirselo a algn ser huma

    no al hombre amado? Antgena es briosa. El p r o b l e ~

    ma por lo tanto no est

    en

    determinar

    si

    al

    in se

    deci

    dir a confiar su dolor a alguien por respeto a s

    misma

    y

    para atenuar un poco la tensin de su alma

    ya que tiene valor de sobra para resistirlo todo sin

    lA

    TRAGE0

    1A

  • 8/11/2019 140917395 Kierkegaard Soren de La Tragedia

    37/39

    ayuda de nadie. Pero lser as mismo capaz de man

    tener la misma fortaleza en atencin al muerto? Y

    adems en el caso de enterarle a aqul de su secreto

    padecera tambin

    de

    otra manera por el hecho de

    que su propia vida est penosamente involucrada

    en

    el asunto. Sin embargo esto no la preocupa.

    Lo

    nico

    importante en toda esta materia es lo concerniente a

    su padre. En este aspecto pues la colisin es de natu

    raleza simpatizante.

    Su

    vida que hasta el momento del choque trans

    curra apacible y afable comienza en este mismo

    momento a hacerse violenta y apasionada

    en

    su inte-

    rioridad se entiende a la vez que sus rplicas asu

    men a partir

    de

    aqu una inflexin pattica. Combate

    consigo misma; ha querido dedicar su vida a su secre

    to y en este momento presente es su amor quien le

    demanda el sacrificio. Vence; es decir el secreto

    triunfa y ella pierde. En este momento acaece la

    segunda colisin ya que para que el choque trgico

    tome carcter verdaderamente profundo se requiere

    como ya dijimos homogeneidad de las fuerzas que

    entranen colisin. El choque referido hasta ahora no

    encierra esta singularidad porque es un choque entre

    su amor hacia su padre y hacia s misma y por

    otro

    lado el posible dilema de si su amor propio puesto en

    holocausto no ser un sacrificio en demasa.

    En

    la

    segunda colisin por el contrario la

    otra

    fuerza beli

    gerante es el amor compartido

    con

    el amado. ste

    sabe que ella le ama verdaderamente y se propone

    intrpido y osadamente el ataque. Claro que la reser

    va que descubre en ella le sorprende bastante.

    Reconoce que habr de por medio dificultades muy

    particulares pero que de ninguna manera sern

    insuperables para L o nico que anhela r d o r o s ~

    mente es convencerla de que la ama muchsimo

    hasta el extremo de que dara su vida si se viera obli

    gado a renunciar a su

    amor Su

    vehemencia por in

    llega a hacerse falsa y de ah que resulte tanto ms

    astuta a causa de la resistencia con que tropieza.

    Cada uno de sus reclamos de amor viene a acrecen

    tar el dolor de Antgena y

    con