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Editado por http://audioconectate.net © La Familia Internacional Junio de 2011 Nuestra influencia marca la diferencia Empleamos la palabra hablar a otras personas sobre Jesús, la salvación y nuestra fe.
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―Witnessing‖ part 1, page 1
Curso Básico Bíblico
LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES
CLASE 10A: 7 PASOS DE LA TESTIFICACIÓN
© La Familia Internacional
Editado por http://audioconectate.net
Junio de 2011
―Witnessing‖ part 1, page 2
(Clase 10A- 1 BÁSICA)
Testificación, 1ª parte
SIETE PASOS
TRAMO 1: ¿POR QUÉ TESTIFICAMOS?
Nuestra influencia marca la diferencia
En la última clase hablamos del Cielo. Sabemos que se trata de un lugar estupendo.
Hoy vamos a hablar sobre lo que podemos hacer para que más personas tengan la
oportunidad de experimentar el Cielo. Sin embargo, no vamos a hablar solamente de
influir en el destino eterno de la gente. ¿Qué hay del presente? Mucha gente pasa por
la vida bregando con la soledad, la insatisfacción, trastornos de salud, problemas
económicos, decepciones, de todo. Enfrentan cualquier cantidad de conflictos. Tal
como ustedes ya lo han podido comprobar, cuando alguien acepta al Señor, sus penas
y dificultades no desaparecen como por arte de magia. La diferencia, sin embargo, es
que ahora transitan por la senda de la vida acompañados de Jesús. Cuentan con la
fuente de la alegría y del amor, de la cual pueden servirse para enfrentar la vida. ¿No
nos gustaría que otras personas conocieran a Jesús como lo conocemos nosotros? En
eso consiste la testificación. Testificar es compartir el amor de Jesús con otro ser
humano, atestiguar de que creemos en Jesús. El objetivo es que la persona a quien
testificamos también reconozca que Jesús es su salvador.
¿A qué nos referimos con la palabra testificar?
Hechos 1:8. Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Empleamos la palabra testificar para referirnos al hecho de hablar a otras personas
sobre Jesús, la salvación y nuestra fe. La mayoría de la gente está más acostumbrada
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a emplear ese término en un tribunal de justicia. Un testigo se presenta ante un juez y
un jurado para contar lo que sabe. De forma similar, a quienes somos salvos y hemos
llegado a conocer a Jesús y Su poder salvador, Él nos ha llamado a testificar ante el
jurado —el mundo— de lo que sabemos acerca de Él y del amor que nos manifiesta.
Hay muchas formas de testificar. Se puede hacer por medio de una sonrisa, un
abrazo o un acto de generosidad. Sin embargo, lo que hace que esos actos trasciendan
el concepto de «obrar con amor» para convertirlos en testificación, es incorporar de
alguna forma a Jesús en ellos, ya sea hablando de Él o del amor de Dios, o haciendo
saber a la persona que lo que nos motiva es el amor de Cristo. Le dices o le transmites
de algún modo que Él la ama, que le ofrece la oportunidad de tener vida eterna a
cambio de que solamente acepte la salvación que Él le ofrece. Eso es testificar. En
eso consiste «predicar el Evangelio a toda criatura», tal como Él nos lo encomendó.
Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda
criatura».
Testificación: Establecer el vínculo
Testificar es establecer un vínculo entre Dios y alguien que necesita Su amor.
Nosotros somos el enlace entre Dios y esa persona. En todo lo que hacemos al
testificar, Dios es quien envía el mensaje y la persona a quien testificamos es a
la que Él quiere hacerle llegar ese mensaje.
Pero tiene que llegarle por medio de nosotros. Somos comparables a la
operadora de una central telefónica. Si no hacemos la conexión, si somos
perezosos y negligentes y no nos importa o no queremos que nos molesten con
esas llamadas y, por lo tanto, no las conectamos, la comunicación no se produce
y el sujeto nunca recibe el mensaje. No recibe el amor y por ende no se suscita
ninguna respuesta. Un testigo es el enlace entre Dios y la gente. Un testigo es
una operadora que recibe el mensaje de Dios y lo cree.
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La definición de «testigo»
Entre las definiciones de testigo que aparecen en el diccionario se cuentan las
siguientes: Persona que da testimonio de algo o que está presente mientras
ocurre algo y lo puede referir: testigo de un accidente. Persona que proporciona
pruebas de algún hecho. Testificar uno de sus creencias religiosas.
Jesús encomendó la Gran Misión a todos los creyentes
Mateo 28:19-20. «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Amén.
Juan 20:21. Entonces Jesús les dijo otra vez: «Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también Yo os envío».
Romanos 10:14–15. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien
les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito:
«¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian
buenas nuevas!»
Cuando Jesús nos expresó Su mandato de «ir por todo el mundo y predicar el
Evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15) no da la impresión de que fuera optativo,
¿verdad? ¡El mensaje es muy claro! Jesús reiteró expresamente que era deber de todo
creyente predicar el Evangelio, cuando precisó:
Juan 15:16a. No me elegisteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y
os he puesto para que vayáis y llevéis fruto.
La sal de la tierra
Durante una reunión, varios jóvenes comentaban el texto: «Vosotros sois la
sal de la tierra» (Mateo 16:13). Hubo varios intervenciones de parte de los
presentes sobre la acepción de sal en dicho versículo.
—La sal da un sabor agradable —comentó uno.
—La sal evita la descomposición —añadió otro.
Entonces una muchacha china habló basada en una experiencia que ninguno de
los demás había tenido, y dijo:
—La sal da sed.
La sala se cubrió de silencio. Todos quedaron pensando: ¿He provocado en
alguien sed de conocer a nuestro Señor Jesucristo? (Véase Mateo 9:36-38.)
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¿A cuál Martín conoces tú?
En los albores de la Reforma, Martín de Basilea llegó a conocer la verdad,
pero temeroso de hacer profesión pública de ella, escribió en un pergamino: «Oh
misericordiosísimo Cristo, sé que únicamente me puedo salvar por los méritos
de vuestra sangre. Santo Jesús, reconozco lo que sufristeis por mí. ¡Os amo! ¡Os
amo!» Acto seguido, retiró una piedra del muro de su cuarto y lo escondió allí.
Tardó más de cien años en descubrirse.
Hacia la misma época, Martín Lutero descubrió la verdad que se encuentra en
Cristo. Dijo: «Mi Señor me ha confesado delante de los hombres; no vacilaré en
confesarle delante de reyes». El mundo sabe lo que sucedió a continuación, y
hoy en día honra la memoria de Lutero, pero, ¿quién se acuerda de Martín de
Basilea o sabe quién es siquiera?
Tenemos un deber para con las personas que conocemos
Proverbios 14:25a. El testigo verdadero libra las almas.
Hechos 26:18. Que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la
luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en Mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
Santiago 5:20. Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.
Si no ofrecemos a alguien la oportunidad de alcanzar la salvación, sufrirá las
consecuencias, y nosotros también.
Marcos 8:38. El que se avergonzare de Mí y de Mis palabras en esta
generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángeles.
1 Corintios 9:16. Si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!
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Ezequiel 3:17–19. Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de
Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.
Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le
hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva,
el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si
tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.
No dejes pasar la ocasión
Si tienes oportunidad de testificarle a alguien, ¡hazlo! ¿Puede que nunca vuelvas a
verlo! Tal vez muera o viaje a otro sitio. Puede que esa sea la última oportunidad que
tengas. Es tu deber transmitirle el mensaje.
«Ya nunca va a poder hablar con ese hombre».
El siguiente relato lo contó el Dr. Torrey, evangelista norteamericano (1856-
1928):
Una tarde, estando el señor Alexander y yo en Brighton, Inglaterra, uno de los
trabajadores fue a cenar a un restaurante luego de la reunión de la tarde. Allí le
llamó la atención el hombre que servía las mesas y tuvo la fuerte impresión de
que debía hablarle acerca de su alma, pero empezó a postergar la misión por
considerarla un tanto fuera de lugar.
Luego de terminar la cena y pagar la cuenta, salió del restaurante, pero aún
con la impresión de que debía hablarle al camarero. De modo que decidió
esperarlo hasta que saliera de su trabajo. Al cabo de un rato salió el propietario
del restaurante, y le preguntó qué esperaba. Él contestó que estaba esperando al
hombre que lo había atendido, pues deseaba hablar con él. El propietario
respondió:
—Ya nunca va a poder hablar con ese hombre. Luego de atenderlo a usted entró
en su habitación y se pegó un tiro.
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El peor error
El evangelista Dwight L. Moody afirma que cometió el «peor error» de su
vida el 8 de octubre de 1871. Esa noche, en Chicago, se dirigió a uno de los
auditorios más numerosos de su carrera. El mensaje de su sermón era acerca del
juicio del Señor y se basaba en la pregunta de Pilato: «¿Qué, pues, haré de
Jesús?» (Mateo 27:22).
Al concluir, Moody reflexionó: «Quisiera que consideraran con seriedad este
tema, porque el próximo domingo les hablaré sobre la cruz, y entonces les
preguntaré: ―¿Qué harán USTEDES con Jesús?‖» Luego, Ira Sankey finalizó
con un himno que incluía las siguientes líneas: «Ahora, que el Salvador nos
llama, refugio le pido. La tormenta de justicia se abate, y la muerte trae
consigo».
Pero el himno jamás llegó a su conclusión. Mientras Sankey cantaba, se
escuchó el rugir de los camiones de los bomberos que corrían velozmente por
las calles. Aquella fue la noche del gran incendio de Chicago que arrasó
prácticamente con toda la ciudad. Chicago amaneció al día siguiente reducido a
cenizas. «Jamás me atreví nuevamente —dijo Moody— a concederle a mi
público una semana para que piense en su salvación».
«El amor de Cristo nos compele»
Mateo 9:36. Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
2 Corintios 5:14a. El amor de Cristo nos compele.
El Señor desea que nos muevan los mismos sentimientos de compasión, amor e
interés por los demás que nos manifiesta Él. «Tuvo compasión de ellas». El amor de
Cristo debe motivarnos a hacer todo lo que podamos por manifestar Su amor a los
demás, no solo por puro deber y obediencia a Sus mandamientos, sino porque nuestro
corazón se conmueve sinceramente ante las necesidades ajenas.
El ciego que fue sanado
Un chino ciego ingresó en un hospital y un médico misionero lo operó,
quitándole las cataratas de los ojos. El chino volvió a su casa muy contento, con
vista. Pocas semanas después, volvió al hospital. En esta ocasión iba tirando de
una cuerda a la que estaban aferrados otros cuarenta ciegos. Los llevaba al lugar
donde había recobrado la vista. ¿Por qué vamos a hacer menos en un sentido
espiritual?
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Cómo podemos cambiar el mundo mediante la testificación
Testificando podemos cambiar nuestro entorno mucho más de lo que nos parece.
Las palabras de los profetas de Dios han trascendido las épocas, han llegado hasta los
confines de la tierra y han alterado el curso histórico de naciones enteras. El mensaje
contenido en ellas ha transformado el alma de los hombres y les han infundido
esperanzas en un mundo mejor.
No obstante, aunque no hayas cambiado una nación, si has transformado aunque
sea una vida gracias al poder de Dios, has renovado una parte del mundo. Si se puede
transformar una vida, eso demuestra que es posible transformar otras, y que por ende
se puede cambiar el mundo a partir de una sola persona. Todo eso como consecuencia
de haber compartido el amor de Dios con alguien.
Nunca subestimes los resultados de largo alcance que puede tener la salvación de
una sola persona. Aunque no la veas enseguida, esa persona bien podría llegar a hacer
grandes cosas para Dios o por la humanidad.
¡Transformadores del mundo! Unos cuantos ejemplos históricos.
Armenia se convirtió en el primer estado cristiano de la historia en el año 301
d.C. Gregorio «el iluminador» visitó el país y en el año 303 d.C. convirtió al rey
Tirídates III y a varios de sus cortesanos.
Cómo llegó el mensaje a Noruega, Islandia y Groenlandia: Olaf I (968-1000),
rey de Noruega, participó en numerosas incursiones vikingas en las costas del
Báltico, del Mar del Norte y de las Islas Británicas. Durante su última campaña a
Inglaterra (994) se convirtió al cristianismo. Al año siguiente retornó a Noruega,
donde se propuso cristianizar el país. Sus esfuerzos contribuyeron también a
convertir al cristianismo a Islandia, Groenlandia y las islas Feroe.
La historia sigue: Leif Ericson alrededor del año 975-1020 fue el
explorador islandés considerado por algunos como el primer europeo en poner
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pie en suelo norteamericano. Viajó de Groenlandia a Noruega poco antes del
año 1000. Según la tradición, al llegar a tierras noruegas, el rey Olaf I lo
convirtió al cristianismo y lo envió de regreso a Groenlandia a convertir a la fe
cristiana a los colonos vikingos que allí habitaban. Una de sus conversas fue su
madre, Thjódhild, quien, según se dice, construyó la primera iglesia cristiana de
aquel país en Brattahlid.
La abolición de la esclavitud: Los cristianos desempeñaron papeles
protagónicos en numerosos movimientos humanitarios y reformadores del siglo
XIX. En Inglaterra los evangélicos protestantes fueron quienes condujeron la
agitación que terminó con la abolición por parte del Parlamento de la esclavitud
en los dominios británicos. A su vez, en el Congreso de Viena de 1814, Gran
Bretaña ejerció influencia sobre otras grandes potencias europeas para que
adoptaran políticas similares de abolición del tráfico de esclavos. A la larga, casi
todos los estados de Europa promulgaron leyes o firmaron tratados por los
cuales se prohibió el tráfico. En Estados Unidos los protestantes evangélicos
también hicieron intensas campañas contra la esclavitud.
Uno de los puntales del movimiento abolicionista fue William Wilberforce
(1759-1833), estadista y reformador inglés. Se convirtió al cristianismo en 1784.
Wilberforce llegó a ser el principal portavoz del movimiento en pro de la
abolición del tráfico de esclavos. En 1807 Wilberforce consiguió que se
promulgara una ley que prohibía el esclavismo. Invirtió sus esfuerzos en la
abolición total de la esclavitud y en 1823 fue uno de los fundadores de la
Sociedad Antiesclavitud. El Proyecto de Emancipación, que tenía por objeto la
abolición de la esclavitud, fue promulgado un mes después de su muerte.
Cada uno de estos ejemplos coincide en un elemento clave: Lo que sucedió
fue a consecuencia de la conversión de una sola persona.
Ex mafioso japonés se convierte en fogoso testigo
Un mafioso japonés que se convirtió al cristianismo ahora predica a otros
criminales. Según el Times de Londres, Hiroyuki Suzuki lleva el mensaje
cristiano a las estaciones de tren y las plazas públicas valiéndose de su fama para
llamar la atención. Tiene numerosos tatuajes y varios dedos amputados, prueba
de su otrora militancia en la organización delictiva yakuza. Suzuki, de 44 años,
es fundador de la Misión Barrabás, un grupo de mafiosos reformados que han
abrazado el cristianismo evangélico. Su ministerio gira en torno a la predicación
fervorosa, las canciones y la sanación por medio de la fe. El cristianismo es
considerado una secta misteriosa por la mayoría de los japoneses. Solamente el
1,5 por ciento de la población de aquel país es cristiana. Pese a ello, la iglesia de
Suzuki en Tokio está llena los domingos.
Suzuki dice que se convirtió en un momento en que estaba muy endeudado,
consumía drogas y se encontraba enfermo. Según el Times, se puso un revólver
a la cabeza, pero no tuvo las agallas para apretar el gatillo. Su ex esposa había
sido una feligresa entusiasta. Llevado por la desesperación, buscó refugio en una
iglesia. «Le dije al pastor que era un mafioso, que había estado en la cárcel, que
había abandonado a mi mujer e hijo, y que no había redención posible para mí.
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Pero él me habló el amor de Dios y del significado de la cruz», dijo Suzuki al
Times. Regresó con su familia; los integrantes de ésta lo aceptaron de inmediato.
Concluye: «Eso me llevó a creer en la existencia del amor incondicional y en
que uno puede volver a empezar».
Reflexión: ¿Qué hubiera pasado si el ministro no hubiera estado presente y en
situación de hablar con Suzuki el día en que este acudió a él? Supongamos que
le hubiera cerrado las puertas, le hubiera dicho que era demasiado tarde o que
hubiera tenido miedo de hablar con él? Sin embargo, gracias a que estuvo
dispuesto a testificarle, ¿cuántas almas se han salvado como consecuencia de la
transformación de Suzuki?
Milagros en Camboya, 2000.
Según Advance, publicación de la iglesia Foursquare Gospel, los milagros
están consiguiendo que mucha gente se vuelva a Cristo en Camboya. Los
habitantes de dos aldeas profesaron fe en Cristo después de una manifestación
del poder de Dios, añadió Advance. En una de ellas, los habitantes pidieron al
pastor misionero que orase por lluvia para los cultivos que acababan de sembrar.
Entre tanto, en la otra, le pidieron que orase para que se detuviera la lluvia hasta
que hubieran sembrado sus cultivos. La misma publicación refirió que durante la
semana siguiente, llovió en la aldea donde se había sembrado, y en la otra, no.
Los habitantes de ambas aldeas se declararon cristianos y aceptaron al Señor
como salvador.
Reflexión: ¿Qué habría pasado si el misionero no hubiera estado allí? ¿O si
hubiera orado por ellos pero no les hubiera dicho a Quién se debían las
respuestas a sus oraciones?
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La testificación trae aparejadas recompensas celestiales
Daniel 12:3. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a
perpetua eternidad.
Lucas 12:8. Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios.
1 Corintios 3:8b. Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
1 Corintios 9:17a. Si lo hago [predico el Evangelio] de buena voluntad, recompensa tendré.
Cuando se ha encontrado el amor de Jesús, es fabuloso y muy gratificante
transmitírselo a otra persona. Al reunirte con esa alma en el Cielo te vas a sentir muy
agradecido, no cabrás en ti de la alegría y sentirás que todo valió la pena. A su vez,
esa persona te estará eternamente agradecida de que le hayas hablado del amor de
Jesús y la hayas ganado para Él.
Lo más preciado y valioso que Dios haya creado es el alma humana. ¡Las almas
son eternas!
1ª de Juan 2:17.El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
La meta y el resultado final de la testificación es un bebé recién nacido en la
familia de Dios, un alma restituida por las manos del Creador. El único tesoro que
nos llevamos de este mundo son las almas salvadas. Por eso Pablo escribió a uno de
sus rebaños:
1 Tesalonicenses 2:9,13,19. Os predicamos el evangelio de Dios. Cuando
recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como
palabra de hombres, sino según es en verdad, la Palabra de Dios. Porque ¿cuál
es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en Su venida?
Hay regocijo en el Cielo cada vez que se salva un alma.
Lucas 15:10. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
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SEGUNDO TRAMO: INSTRUIRSE EN LA TESTIFICACIÓN
Cómo se testifica
Es muy posible que ustedes ya estén testificando. Quizás han dado a alguien un
folleto. Tal vez le hablaron a alguien de estas clases. Puede que su forma de actuar
sea diferente de lo acostumbrado y haya suscitado que alguien que los conoce les
preguntara por qué, lo cual les dio ocasión de hablarles de su fe. O quizás le hayan
contado a alguien lo que han aprendido o lo que han leído.
Hay muchas modalidades de testificación. En esta clase nos gustaría abordar con
un poco más de detalle diversos aspectos de la testificación, de tal modo que
podamos ser eficaces en nuestro empeño. Entre ellos, veremos cómo explicar la
salvación, cómo responder preguntas, cómo rezar con alguien y cómo testificar de
forma que resulte interesante y atractivo al oyente. La Biblia dice:
Proverbios 11:30. El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio.
Hay algunos puntos que conviene tener presentes para testificar:
Orar y pedir al Señor que te guíe
Al igual que todo lo demás en la vida, tendrán más éxito y menos problemas si
piden al Señor que los guíe. Aunque los diversos consejos y enseñanzas de esta clase
les resulten útiles, no hay un método predeterminado para ponerlos en práctica.
Dependerá de ustedes orar para saber cómo aplicarlos y emplearlos.
Pidan al Señor que les hable acerca de las personas a las que Él quiere que
testifiquen. Si se lo preguntan,
―Witnessing‖ part 1, page 13
Él les indicará la mejor forma de abordar a cada persona y el momento más
oportuno.
Flexibilidad
Cierto método de testificación o tema de conversación puede resultar muy eficaz
en determinada situación y todo lo contrario en otra. Por ejemplo, a los ancianos o los
desahuciados probablemente les inquieta qué les aguarda al morir. Por lo tanto, la
promesa de la vida eterna será lo que más los mueva a aceptar a Jesús. Sin embargo,
la mayoría de los jóvenes piensa que tienen toda la vida por delante y están más
interesados en saber cómo vérselas con el presente. En vista de ello, es posible que lo
que más los gane a ellos sea la promesa de un Amigo que realmente los entienda y los
ame incondicionalmente.
Debemos estar preparados para modificar nuestras tácticas de testificación a tenor
con las necesidades e intereses de nuestros interlocutores y de las circunstancias que
nos rodeen.
Ser prudente
No todos los métodos de testificación son siempre apropiados en todas las
circunstancias. Por ejemplo, la distribución pública de material impreso es contra la
ley en algunos países.
El Señor espera que hagamos uso de prudencia en cuanto a quién testificamos y la
forma y el momento en que lo hacemos. «He aquí, Yo os envío como a ovejas en
medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas»
(Mateo 10:16). El Señor no quiere que nos acarreemos problemas innecesariamente
por dar el mensaje a quienes no lo aceptarán y posiblemente nos persigan por hacerlo.
El objetivo medular de la testificación es conquistar a la gente con el amor del Señor,
no hostilizarla ni ofenderla. En ciertos países no cristianos, la falta de prudencia en la
testificación puede ocasionarnos persecuciones graves.
En algunas culturas o países en los que la gente casi no conoce el mensaje de Jesús
ni de la Biblia, es preciso ir más despacio en su divulgación a fin de que lo entiendan
bien. En tales situaciones puede llevar bastante tiempo y paciencia ganar a alguien a
Jesús. Algunas personas solo se dejarán convencer por nuestro ejemplo —la forma en
que vivimos y el amor y desinterés que manifestamos a los demás— antes de aceptar
lo que tengamos que decirles.
Pide al Señor que te dé buen criterio para saber cómo, cuándo, dónde y a quién
testificar.
Elegir el momento oportuno
También está la cuestión de cuál es el momento más oportuno para sacar a
colación el tema de Jesús y hasta dónde profundizar en él la primera vez.
Cuando de familiares y amigos se trata, gran parte de nuestra testificación podemos
incorporarla en las conversaciones que sostenemos con ellos sobre otros temas. No es
recomendable que llegues a casa y en frío te pongas a testificarles sin parar. Lo más
probable es que eso los predisponga a no escucharte. En tales circunstancias es mejor
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comenzar con delicadeza y a veces despacio. Trae a colación principios acordes con
los preceptos divinos y haz mención de Él y de Su Palabra en el transcurso de tus
conversaciones, según se dé la oportunidad. Tus amigos y familiares te estarán
observando para ver qué beneficios te ha reportado la nueva fe que abrazaste. Si ven
que has cambiado para bien, si ven un ejemplo de alguien que está feliz, que se
muestra considerado y amoroso, eso será un testimonio mucho más eficaz que
cualquier sermón. No pasará mucho tiempo para que se dé la oportunidad de hablar
del amor de Jesús y de Su don de la salvación a aquellos amigos o seres queridos
tuyos que todavía no lo hayan aceptado.
Mostrarse dispuesto
Cuando de predicar el Evangelio se trata, la mejor habilidad es la disponibilidad.
Puedes ser un testigo en el colegio, en el trabajo, en el vecindario, en la ciudad o
hasta en suelo extranjero. Si estás dispuesto a ser lo que Jesús quiere que seas y haces
lo que Él te pide, Él puede hacer de ti un testigo eficaz, cualquiera que sea tu edad y
experiencia.
La testificación individual o personal
Muchos conquistadores de almas han encontrado que la forma más eficaz de
hacerlo es por medio de conversaciones personales. Hablan con alguien y le prestan
oído a fin de establecer cómo adaptar la testificación a sus necesidades individuales.
Hay otros métodos de testificación más públicos. En la próxima clase ya
hablaremos de cuáles de ellos son los más eficaces entre ellos, la distribución de
impresos, etc., pero por ahora concentrémonos en la testificación personal.
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TERCER TRAMO: LOS SIETE PASOS DE LA TESTIFICACIÓN
Analizaremos a continuación siete pasos que proponemos seguir al testificar, los
cuales cubren desde el más elemental de todos, buscar a quién testificar. De ahí en
adelante, ir conduciendo a la persona hasta arraigarla en la fe.
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[Nº1] BUSCA A QUIÉN TESTIFICAR
Podemos dividir a las personas a las que testificamos en dos categorías:
En primer término está la gente de tu entorno, con la que tienes relación a diario y
no necesitas hacer nada fuera de lo habitual para con ella una conversación: tus
familiares, tus compañeros de trabajo o de estudios, tus amigos, el empleado de la
tienda donde compras todos los días o de la gasolinera o estación de servicio que
visitas con frecuencia, etc.
En la otra categoría están los desconocidos. Evidentemente que a estos últimos los
abordarás de modo ligeramente distinto que a quienes testificas casi a diario. Un
principio orientador que conviene seguir es que con las personas a quienes ves todos
los días puedes ir más despacio. En cambio, al individuo al que es posible que nunca
más vuelvas a ver conviene tratar de encaminarlo a la salvación.
Las ideas que proponemos enseguida se aplican a las dos categorías de personas, si
bien verán que hay diferencias bastante obvias en la forma de abordar a unas y otras.
[Nº2] HAZ PREGUNTAS
Es preciso manifestar a la persona que te interesas por ella. Un buen método es
haciéndoles preguntas de carácter personal. Verás que no hay tema del que más le
guste hablar a la gente que de sí misma.
En suma, debes mostrar interés por la persona. Pregúntale acerca de su vida y
situación personal. Si la entiendes mejor podrás testificarle con más eficacia y
comprenderás su verdadera necesidad. ¿Cómo vas a saber quién es, qué es, qué hace,
cuál es su creencia religiosa o cualquiera otra cosa de esa persona si no le haces
preguntas?
Proverbios 18:13. Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y
oprobio
Generalmente un proceso de testificación se inicia exactamente igual que cuando
uno traba relación con alguien a quien no conoce: «Hola, ¿cómo estás? le dice.
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Qué lindo día, ¿no?» Habla del tiempo que hace o de cualquier otra cosa. A casi todo
el mundo le interesa el clima. Asimismo, se puede conversar sobre temas de interés,
algo que atraiga a la otra persona. Naturalmente, el tema que más interesa a todo el
mundo es... ¿qué? Hablar de sí mismo. Recuerda que una conversación es un diálogo.
Si bien querrás hacer preguntas a tus interlocutores para conocerlos un poco, tampoco
los interrogues. Entra tú también en la conversación y cuenta algo de ti mismo.
El capítulo Cómo relacionarse bien con los demás, de la primera parte de la clase
La regla de oro, contiene muy buenos consejos sobre la comunicación.
Ideas para iniciar conversaciones
Saca a colación acontecimientos y tendencias de actualidad para despertar el
interés de tu interlocutor
Lucas 13:1–5. […] ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas,
eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
En estos versículos Jesús se refería a acontecimientos que habían tenido lugar en
aquel momento —la crueldad de Pilato, la caída de la torre de Siloé— para ilustrar
los puntos que quería enseñar. Los sucesos y tendencias de actualidad son
interesantes y a menudo resultan buenos para iniciar una conversación. Sin embargo,
conviene proceder con cautela, porque podría encontrarse uno en disidencia con la
persona con quien está hablando sobre el tema en cuestión. En ese caso, no va a
propiciar la testificación. Recuerda que es mejor perder una discusión y ganar un
alma que viceversa. Novedades o temas de actualidad como por ejemplo los días
festivos o feriados, películas nuevas y demás, también pueden venir bien para iniciar
conversaciones, sobre todo entre la gente más joven.
También verán que el futuro es una de las cosas que más atrae a mucha gente, las
profecías de la Biblia. Puedes decirles: «¿Sabías lo que dice la Biblia al respecto?
¿Sabes qué es lo próximo que va a suceder según la Biblia?»
Siempre que sea posible testifica en un lugar tranquilo
Los mejores sitios para testificar son aquellos en los que hay tranquilidad. Lugares
en los que existe silencio y cierto grado de intimidad, para que la persona pueda
hablar contigo sin sentirse avergonzada ante la presencia de terceros ni distraída por
alguna otra cosa. Tal vez convenga invitarla a tomar un café o a sentarse en un rincón
tranquilo de una plaza si el tiempo lo permite.
De ser posible, conviene que el sitio tenga buena luz, para que pueda leer lo que le
pides que lea.
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[Nº3] ESCUCHA
Procura que la persona te abra el corazón; escúchala y déjala desahogarse.
Proverbios 20:5. Como aguas profundas es el consejo en el corazón del
hombre; mas el hombre entendido sabrá sacarlo.
Mateo 12:34b. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Santiago 1:19a. Mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.
Al testificar, no debemos acaparar la conversación en sus primeras etapas. Es
preferible facilitar que la persona a quien testificamos se exprese. Eso nos permite
tener una idea de quién y cómo es, qué piensa, de dónde proviene, etc. Así, después
de un rato sabremos qué decirle. Haz preguntas y luego escucha sus respuestas hasta
que surja algo que dé lugar a la testificación.
Muchos testificadores hablan demasiado, citan demasiados versículos y demás sin
escuchar a su interlocutor. Hay que manifestar interés por la persona y sus problemas.
Plantéale preguntas, escucha sus respuestas. De entrada, eso es lo mejor que se puede
hacer: mostrarse amigable, una persona dispuesta a escuchar, con quien pueda
desahogarse.
Aunque tengas que escuchar durante largo rato, una vez que te das cuenta de lo que
necesita, procura llevarla en la dirección indicada. Si puedes, trata de dirigir la
conversación haciendo más preguntas: «¿Ah, sí? ¿Y qué pasó entonces? ¿Y qué
hiciste? ¿Alguna vez pensaste en hacer tal y tal cosa?»
Los testificadores somos médicos de almas
¿Cuál es la función de un médico? Uno lo consulta cuando sufre algún trastorno.
¿Acaso el galeno le suelta a uno de entrada todo un recetario? Aunque conozcas la
receta y los medicamentos, al paciente le va a parecer un tanto descabellado que le
―Witnessing‖ part 1, page 19
prescribas un remedio sin averiguar siquiera lo que le pasa. ¿Cómo vas a saber el
tratamiento —el versículo que la va a curar— si no averiguas primero cuál es el mal
o la dolencia que lo aqueja?
Induce, pues, a la persona a hablar y escucha lo que te diga. Así averiguarás lo que
le pasa, qué molestia o enfermedad tiene o su historial.
Casi todo el mundo se suelta a hablar cuando se le manifiesta un poco de interés,
de amor, de consideración y se le hacen preguntas.
[Nº4] PRESÉNTALE LAS SOLUCIONES Y RESPUESTAS DIVINAS
Proporciónale las soluciones divinas a sus problemas
Una vez que la persona ha dicho lo que quería y te ha contado sus problemas y la
forma en que tiene pensado solucionarlos, algo que ni ella misma se cree y que sabe
que no dará resultado, puedes comenzar a presentarle las respuestas divinas y decirle
algo así: «¿Sabes lo que dice la Biblia en este pasaje y en este otro? ¿Sabes lo que
dice Dios al respecto? ¿Sabes lo que significa en realidad? ¿Sabes qué debes hacer?».
Es tu oportunidad de ofrecerle las respuestas divinas. Puedes explicarlas con tus
propias palabras y además mostrarles las Escrituras pertinentes. (Hablaremos más de
esto enseguida.)
Naturalmente, la principal solución es que acepten al Señor. Así que después de
escuchar sus respuestas, puedes decirle: «Es cierto, pero ¿sabías que la Biblia dice tal
y tal cosa?» «Jesús dijo que para nacer de nuevo lo que tienes que hacer es tal y cual
cosa», etc.
Cuéntale tu testimonio personal, háblale de lo que el Señor ha hecho por ti
Tu testimonio personal es lo más contundente que puedes contarles, porque o bien
resuelven que eres un mentiroso y no te creen; o tienen que admitir que si lo dices
con sinceridad debe de ser cierto.
El apóstol Pablo fue un gran testigo. En casi todas las ocasiones, cada vez que
comenzaba a testificar ante reyes o jueces o quien fuera, invariablemente empezaba
relatando su testimonio personal. «Esto es lo que me pasó a mí...» Cuando se trataba
de una multitud nueva, personas nuevas o una nueva situación, siempre decía: «Yo
tuve la siguiente experiencia».
Hay un par de ejemplos de ello en Hechos:
Hechos 22:3 - 21 Yo de cierto soy hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero
criado en esta ciudad, educado a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la
ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
Y perseguí este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles así
hombres como mujeres;
como también el sumo sacerdote me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales
también recibí cartas para con los hermanos; e iba a Damasco para traer presos a
Jerusalén a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
―Witnessing‖ part 1, page 20
Y aconteció que cuando hacía mi jornada, y llegaba cerca de Damasco, como a
mediodía, repentinamente resplandeció del cielo una gran luz que me rodeó;
y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a
quién tú persigues.
Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron
la voz del que hablaba conmigo.
Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te
dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Y como yo no podía ver a causa de la gloria de aquella luz, llevado de la mano por
los que estaban conmigo, vine a Damasco.
Entonces un Ananías, varón piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de
todos los judíos que moraban allí,
vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella
hora le miré.
AY él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido, para que conozcas su
voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y sé bautizado; y lava tus pecados
invocando el nombre del Señor.
Y me aconteció, que vuelto a Jerusalén, mientras oraba en el templo, fui arrebatado
en éxtasis.
Y le vi que me decía: Date prisa, y sal cuanto antes de Jerusalén; porque no
recibirán tu testimonio acerca de mí.
Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba, y azotaba por las sinagogas a los
que creían en ti;
y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu mártir, yo también estaba presente, y
consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
Y me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles.
Hechos 26:1-20 - Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo.
Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa:
Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que hoy haya de defenderme delante de ti
acerca de todas las cosas de que soy acusado por los judíos.
Mayormente sabiendo que tú eres conocedor de todas las costumbres y cuestiones
que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.
Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en
Jerusalén, la conocen todos los judíos;
los cuales saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más
estricta secta de nuestra religión, he vivido fariseo.
Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres,
comparezco y soy juzgado;
promesa a la cual nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche,
esperan han de llegar. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos.
¿Por qué se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?
Yo ciertamente había pensando dentro de mí, que era mi deber hacer muchas cosas
contra el nombre de Jesús de Nazaret;
―Witnessing‖ part 1, page 21
lo cual también hice en Jerusalén, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos,
habiendo recibido autoridad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando los
mataron, yo di mi voto.
Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y
enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.
Y ocupado en ello, yendo a Damasco con autoridad y comisión de los príncipes de
los sacerdotes,
al mediodía, oh rey, yendo en el camino vi una luz del cielo, que sobrepasaba el
resplandor del sol, iluminando en derredor de mí y de los que iban conmigo.
Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en
lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces
contra los aguijones.
Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para
ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me
apareceré a ti,
librándote de este pueblo y de los gentiles, a los cuales ahora te envío,
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
pecados y herencia entre los santificados.
Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial,
sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda
la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios,
haciendo obras dignas de arrepentimiento.
En el relato en que Jesús testifica a la samaritana Juan, capítulo 4, ella queda
tan fascinada con la experiencia que acaba de vivir con aquel extraño llamado Jesús,
que vuelve con los aldeanos para que ellos también lo conozcan:
Juan 4:28–29. Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los
hombres: «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No
será éste el Cristo?»
A consecuencia del testimonio de ella se salvaron muchas personas:
Juan 4:39. Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por
la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
―Witnessing‖ part 1, page 22
A veces la gente se niega a escuchar ninguna otra cosa que no sea tu experiencia
personal. Puede que rechace toda tu predicación. Hasta podrías profetizar y aun así no
te escucharían. Podrías darles una clase sobre lo que crees que necesitan, pero aun
así, es posible que no te presten atención. No obstante, cuando les cuentas tu historia
personal y les dices: «Esto es lo que me pasó a mí, este es mi testimonio, esta fue mi
vivencia», captas su atención de inmediato y quedan fascinados. A la gente le interesa
la gente. Los relatos fascinan a todo el mundo. Un relato de lo que uno ha vivido es
un testimonio mucho más contundente que enfrascarse en discusiones teológicas y
ponerse a predicar sermones doctrinarios.
Al reconocer que es posible que te haya sucedido a ti, tu interlocutor debe admitir
igualmente que bien podría sucederles lo mismo a otras personas. Si ha ocurrido una
vez, es muy probable que vuelva a darse; en cuyo caso a él mismo podría ocurrirle.
Ilustra con anécdotas lo que quieres decir
Marcos 4:2. Les enseñaba por parábolas muchas cosas.
A todo el mundo le gusta oír un relato. ¿Quién no se fascina con un buen cuenta
cuentos? Jesús mismo sabía que es muy propio de la naturaleza humana querer
escuchar relatos de experiencias verídicas. Por eso hablaba a la gente en parábolas a
fin de ilustrar Sus mensajes. Sus relatos y ejemplos gráficos normalmente eran
sencillos, pero muy contundentes y eficaces a la hora de expresar en términos
terrenales los principios espirituales y enseñar a la gente cómo podía aplicarlos
cotidianamente. ¿Son, pues, eficaces los relatos y narraciones? Evidentemente que sí.
Basta con ver el ejemplo de Jesús.
Mateo 13:34. Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas
no les hablaba.
Cuanto más se logre pintar un cuadro a la gente y se le ayude a visualizar la verdad
que uno quiere presentar por medio de un relato que ilustre mejor el principio, mejor
lo entenderá. El famoso predicador Spurgeon dijo en cierta ocasión que las
ilustraciones son como ventanas que dejan entrar la luz a raudales.
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La ilustración del jabón
Jamás afirmes nada cuando puedas ilustrar con un ejemplo para darle vida. A
continuación, una anécdota que lo expone gráficamente:
Un ateo fabricante de jabón paseaba un día por un camino con un predicador
del Evangelio. Dijo el fabricante de jabón:
—El Evangelio que usted predica no ha servido de mucho, porque todavía hay
mucha impiedad en el mundo y mucha gente mala.
El predicador no dijo nada hasta que pasaron junto a un niño muy sucio que
estaba haciendo pelotitas de barro en la cuneta. Aprovechando la oportunidad, el
predicador dijo:
—Ya veo que el jabón no ha servido de mucho en el mundo, porque todavía hay
mucha suciedad y mucha gente sucia.
—Es que —dijo el jabonero—... el jabón sólo es eficaz cuando se emplea.
—¡Exactamente! —respondió el predicador—. Lo mismo pasa con el Evangelio
que proclamamos.
2 Reyes 5:14 - Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el
Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la
carne de un niño, y fue limpio.
Salmo 51:7 - Purifícame con hisopo, y seré limpio: Lávame, y seré más
blanco que la nieve.
1Jn 1:7 - mas si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión
unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Al testificar, emplea la Palabra
La Palabra de Dios es eficaz y persuasiva:
2 Crónicas 17:9. Enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley del Señor, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.
Juan 20:31. Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre.
Hechos 17:2–3. Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de
reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras,
que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que «Jesús, a quien yo os anuncio», decía él, «es el Cristo».
Hechos 18:28. Con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos,
demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.
Tito 1:9. Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.
La mayor parte de la gente ha oído hablar de la Biblia y tiene ciertos
conocimientos sobre la misma. Hasta los ateos saben que se trata de un libro sagrado.
La gente abriga cierto respeto y reverencia hacia los libros sagrados. De ahí que si le
demuestras que ese libro sagrado, abrazado por millones de personas —es más, miles
―Witnessing‖ part 1, page 24
de millones—, aborda esos temas de los que les estás hablando, probablemente se
mostrará interesada en lo que dice la Biblia acerca de los mismos. Si empleas la
Biblia en tu testificación, lo que digas tiene mucho más peso y autoridad.
A la hora de testificar, la memorización de las Escrituras es importante, toda vez
que te permitirá encontrar los versículos que quieres enseñarles:
Salmo 119:42. Daré por respuesta a mi avergonzador, que en Tu palabra he
confiado.
1 Pedro 3:15. Si no santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad
siempre preparados para dar respuesta con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.
Dale a leer la Palabra a la persona a quien testificas
Nadie puede oír la Palabra de Dios sin que lo afecte o tenga alguna influencia en
él. No te limites a repetírsela o a leérsela tú; haz que lea la persona a quien testificas.
Uno recuerda aproximadamente el 80% de lo que ve y apenas el 40% de lo que
escucha. Eso significa que leerla es el doble de eficaz.
Capta su atención: «Mira, lee esto. Ah, en este pasaje dice eso precisamente.
Léelo». No se lo leas tú. La mayoría sabe leer. Ponle la Biblia delante y capta su
interés. Aun mientras le hables y hojees entre las páginas, mantén vivo su interés. No
pierdas la atención de tu interlocutor.
Conviene saber hallar versículos con la Biblia dirigida hacia tu interlocutor. Si se
le da vuelta al libro y se comienza a buscar algo, la persona se distraerá y perderá el
interés.
Tal vez venga bien marcar los diversos libros o secciones de la Biblia con
pequeñas cejas. Así se hace más fácil buscar algo en ella.
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Al testificar, te irá mucho mejor si consigues que tu interlocutor se responda él
mismo los interrogantes leyendo un versículo. Por ejemplo, podrías decirle: «¿Sabes
qué sucede después? Mira, léelo aquí». Esa es la mejor forma de que lo recuerden y
nunca lo olviden. Puede que no se memoricen completamente el versículo, pero
nunca se olvidarán de que lo leyeron en la propia Biblia, que eso es lo que decía, que
eso es lo que va a suceder.
Como es lógico, habrá situaciones en que no puede uno sacar una biblia. A veces
es posible, pero en otras ocasiones, cuando se está en un lugar público, como una
cafetería, la persona a quien testificas podría sentirse un poco incómoda de que le leas
de la Biblia o le pidas que lea en voz alta. Normalmente eso solo es dable cuando se
goza de cierta privacidad.
Testifica con sencillez
1 Corintios 1:17. No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio;
no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
1 Corintios 2:1–2. Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el
testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me
propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a Éste crucificado.
1 Corintios 2:4. Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,.
2 Corintios 1:12. Nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia,
que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.
Testifica con sencillez
Ciertos cínicos le preguntaron al Dr. Wesley: «Dr. Wesley, en los casos en
que tiene en su público un grupo mixto de personas, tanto niños como eruditos
doctores de la ley, ¿a quién dirige usted su mensaje? Sería imposible dirigirse a
ambos». Él respondió: «En esos casos me dirijo a los niños, naturalmente. Así
los eruditos también me entenderán».
Eso hacía Jesús. Hablaba con sencillez a la gente común e inculta. Casi nunca
dirigía comentarios complicados a los doctores de la ley, los escribas, fariseos y
principales sacerdotes. Es más, trataba de evitarlos.
Martín Lutero dijo: «Cuando predico, no tengo en cuenta a doctores ni
magistrados, de los cuales tengo unos cuarenta en mi congregación. Me fijo en
las criadas».
―Witnessing‖ part 1, page 26
Solo unos pocos versículos
No es bueno atiborrar a la persona a quien testificas tratando de embutirle toda la
Biblia. Es preferible limitarse a repetir varias veces uno o dos versículos hasta que no
pueda olvidarlos; en caso contrario, acabará confundida. Mantén la sencillez.
Por gracia
Un hombre que pese a ser sacerdote católico no había conocido en realidad al
Señor, se encontraba en el hospital. Llegó una anciana y le refirió los versículos
Efesios 2:8–9. Le habló y le siguió repitiendo aquellos dos versículos una y otra
vez: «Por gracia sois salvos»... Contó él que esa frase se le grabó en la mente de
tal forma que no podía dejar de pensar en ello. Finalmente cayó en cuenta de que
no tenía que ganarse el Cielo por medio de buenas obras. Así encontró la
salvación.
Entrega algún impreso para que la persona se lleve consigo
Un texto impreso le seguirá hablando después que te hayas marchado. También es
muy útil para gente muy ocupada con la que no tengas tiempo de conversar. Así le
dejas algo que leer y en que reflexionar después.
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Lo único que se necesita saber para ganar almas es Juan 3:16
Se puede conquistar muchas almas para el Señor con un simple versículo: Juan
3:16. Observemos cómo se puede emplear ese breve pasaje al testificar.
«De tal manera amó Dios al mundo» —el mundo nos incluye a ti y a mí.
Sustituyamos mundo por tu nombre que dio a Su Hijo Unigénito —es decir,
Jesús, para que todo aquel que en Él cree —¿tú crees en Él? no se pierda, mas
tenga vida eterna —vivirás eternamente en el Cielo.
Haz hincapié en Jesús
Hechos 5:42. Todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de
enseñar y predicar a Jesucristo.
Hechos 13:38. Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de Él [Jesús] se os anuncia perdón de pecados,
Hechos 20:21. Testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
1 Corintios 1:23. Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
2 Corintios 4:5. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como
Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús..
1 Timoteo 1:15. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús
vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
Juan 12:32. Yo [Jesús], si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí
mismo.
1 Corintios 2:2. Me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a
Jesucristo, y a Éste crucificado.
No olvides mencionar a Jesús
Dos empresarios habían sido amigos por mucho tiempo. Humberto era
cristiano y Miguel, no. Un día Miguel acudió a una reunión evangelística. Allí
escuchó el mensaje de salvación y rezó para aceptar a Cristo. Después Miguel le
contó a su amigo lo que le había sucedido. Humberto le dijo:
—¡Fantástico! ¡Estupendo! Yo también soy cristiano.
Miguel, el nuevo converso, quedó estupefacto.
—¿Sabes por qué me llevó tanto tiempo aceptar al Señor? —dijo él—.
Humberto, tú nunca me dijiste que eras cristiano ni mencionaste nada que lo
diera a entender. Eso me llevó a pensar que si alguien podía ser tan recto y tan
íntegro como tú sin conocer al Señor, ¿qué necesidad tenía yo de Jesús?
―Witnessing‖ part 1, page 28
Busca puntos de coincidencia. Convence con amor. No discutas.
1 Corintios 9:19–22. Siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para
ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los
judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como
sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin
ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley
de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles,
para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos
salve a algunos.
1 Tesalonicenses 2:7–8. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza
que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por
vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.
2 Timoteo 2:23–24. Desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que
engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino
amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.
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Al testificar a alguien, debes hacer lo posible por encontrar puntos de coincidencia.
No insistas en las discrepancias, en las cuestiones en que habrá desacuerdo. Antes de
conquistar el corazón a una persona, antes que crea en lo que le digas acerca de Jesús,
de la Biblia y obtenga la salvación, es menester ganarte su respeto y confianza. No
empieces, pues, soltándole algo con lo que sabes que no comulga o con lo que no está
de acuerdo.
Ama a la persona aunque no te agrade su punto de vista. Eso es válido para toda
testificación. Insiste en lo positivo y desiste de lo negativo. Habla de las cosas que
tengan ambos en común, no de sus diferencias. Haz hincapié en los puntos de
coincidencia. No discutas. Trata de encontrar tantos puntos de coincidencia como sea
posible en vez de buscar las discrepancias. Hay que recordar en todo momento que
debemos distinguir entre el pecado y el pecador. Está bien detestar el pecado pero no
al pecador.
Evita caer en discusiones. Existe un viejo adagio que dice: La espada vence, la
palabra convence. No tiene sentido insistir en un tema de conversación que la otra
persona solo tiene ganas de impugnar.
Evita los enfrentamientos
Al testificar a personas de otros credos, procura evitar los enfrentamientos.
Apégate al sencillo amor de Jesús y manifiéstale cuánto Él se interesa por ella y
quiere ayudarla. Busca cosas que tengan en común; presta atención y en el transcurso
de la conversación seguramente encontrarás muchos puntos de concordancia. El
Espíritu Santo te hablará al corazón y te recordará pasajes que has leído en la Palabra
o cosas que has experimentado con las que a tu interlocutor resultará fácil
identificarse. Dios te indicará cómo establecer un diálogo con la persona y despertar
en ella el deseo de conocer a Dios como lo conoces tú. Hacer hincapié en los puntos
de coincidencia en lugar de discutir sobre detalles doctrinarios en muchos casos te
ayudará a llegar al corazón de quienes se mostrarían reacios a escucharte si te
pusieras a predicar dogmáticamente o insistieras en cuestiones no esenciales para la
salvación del alma.
Explica las cosas con paciencia. Habla con amor sincero.
1 Corintios 13:1. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo
amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Habla con amor. De otro modo tus palabras sonarán huecas como metal que
resuena o címbalo (platillo) que retiñe. La bondad ha convertido a más personas
que el celo, la elocuencia o los conocimientos.
―Witnessing‖ part 1, page 30
Manifiesta el gozo del Señor
En ciertas ocasiones, nuestra alegría forma parte de nuestro testimonio.
Ocurrió que en un local misionero de Londres, una señora acomodada que
desgraciadamente era sorda hacía buen uso de sus riquezas facilitando unos
cultos evangélicos excelentes. En una oportunidad un célebre pastor le preguntó:
—¿Qué parte toma usted en esta noble obra?
—Ah —respondió tranquilamente ella—, recibo y despido a la gente con una
sonrisa.
Poco después, el pastor vio los buenos frutos de la simpatía de la señora cuando
una cuadrilla de obreros entró en el local y mostró agrado al recibir una sonrisa
de ella.
Quienes dan la impresión de que el Pan de Vida les cae pesado no se lo pueden
recomendar a otras personas.
[Nº5] LLEVAR A LA PERSONA A TOMAR UNA DECISIÓN
Llevarla a comprender que necesita de Jesús y que no se puede ser indigna de
Él.
Lucas 5:31–32. Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Conviene que tu interlocutor se reconozca pecador para que tome conciencia de
que necesita un salvador. Es igual que darse cuenta de que uno está enfermo antes de
acudir al médico para que le dé un consejo o le recete un medicamento. Sin embargo,
a diferencia de lo que sucede con una dolencia física, a la gente a veces le resulta
difícil tomar conciencia de que su corazón o su espíritu están enfermos o sufren
alguna insuficiencia. O puede ser que se dé cuenta de que tiene conflictos, pero culpe
de ellos a los demás o a las circunstancias.
―Witnessing‖ part 1, page 31
No es esencial que alguien admita que ha pecado u obrado mal para aceptar a Jesús
y la Salvación que Él le ofrece. Basta con que reconozca que no puede resolver sus
problemas por su cuenta y que necesita ayuda. De todos modos, admitir que ha
cometido errores contribuye mucho a que la persona tome conciencia de que necesita
a Jesús. La mayoría de la gente es consciente de que no es muy estupenda. Muchas
personas procuran ser íntegras y obrar bien, pero les resulta difícil. Muchos desean
ser amables y generosos, e interesarse por los demás, pero les cuesta.
Al testificar, procura mencionar —sin ser acusador ni señalar con el dedo— que
casi nadie logra estar a la altura de sus expectativas. Es más, que todos hemos hecho
cosas que están mal, que son pecado, que hieren a los demás y que justificarían que
Dios nos castigara si así lo dispusiera. Solo que en vez de darnos nuestro merecido,
Dios opta por perdonarnos, siempre que nosotros aceptemos Su perdón. A eso vino
Jesús a la tierra: a tomar nuestro lugar y asumir el castigo que nos merecíamos; a
sufrir por nuestros pecados para que no tuviéramos que sufrirlos en carne propia.
Guíala a tomar una decisión
1 Reyes 18:21a. ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?
Mateo 22:42a. Diciendo: «¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?»
2 Timoteo 4:2. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Procura que la persona a quien testificas tome una decisión. Lo ideal, naturalmente,
es que acepte a Jesús en su corazón en ese mismo instante. Sin embargo, habrá
quienes no estarán listos para eso. En tal caso, procura comprometerlos a que
pensarán en el asunto y lo meditarán un poco más; de ser posible, trata de concertar
una cita para volver a hablar con ellos, cuanto antes, mejor. «A hierro candente, batir
de repente» reza el dicho.
Tu objetivo no es necesariamente convencer a la persona de que todo lo que le has
dicho es verdad y que todo lo que Jesús le ofrece se hará realidad en su vida si lo
acepta. Más bien, procura convencerla de que lo ponga a prueba.
Tu interlocutor no tiene que estar convencido del poder de Jesús para dar el paso
de aceptarlo. Algunas personas necesitan convencerse por sí mismas. Sí es vital que
tenga un poco de fe, aunque no sea más que para pedir a Jesús que se haga parte de su
vida; pero aun el menor paso que dé en pos de Él será honrado y toda oración sincera
será respondida.
Naturalmente, ser un cristiano auténtico entraña mucho más que rezar una sencilla
plegaria y querer recibir lo que Jesús ofrece. Pero todo viaje se inicia con un primer
paso y a menos que se dé ese primer paso, no se podrá transitar el resto del camino.
―Witnessing‖ part 1, page 32
El vendedor que no vendía
Cierto metodista laico asistió a la iglesia de una gran ciudad de Ohio durante
un viaje de negocios. Después del culto, felicitó al pastor por el mismo y por el
sermón. «Pero —dijo el hombre de negocios— si usted fuera uno de mis
vendedores le despediría. Se ha sabido ganar mi atención con su presencia, su
voz y su estilo; sus oraciones, su forma de leer y razonamientos lógicos han
despertado mi interés; ha encendido en mi corazón el deseo de hacer lo que
predicaba; pero después... ¡después terminó sin pedirme que hiciera nada al
respecto! En los negocios, lo importante es conseguir la firma de los clientes».
Tiene que ser decisión suya. No se puede obligar a la persona a que tome la
decisión.
Hay un viejo adagio que dice: «Se puede llevar al caballo al abrevadero, pero no
obligarlo a beber». Lo mismo se aplica a la gente. Se le puede indicar la verdad, pero
no se puede forzar a abrazarla. La decisión de aceptar a Cristo es asunto de la otra
persona; no nuestro. Se le puede conquistar el corazón; pero solamente el Espíritu de
Dios puede conquistar su alma, su espíritu.
El Señor no dijo: «Id por todo el mundo y salvad a todos». Eso está fuera de
nuestro alcance. La Salvación depende de cada uno y de la decisión que tome. No se
puede forzar a nadie a tomarla. Es su prerrogativa.
―Witnessing‖ part 1, page 33
Para llevar a la persona a tomar una decisión, muéstrale la Palabra
Nuestra labor consiste en darle a conocer la Palabra. Cuando le mostramos a
alguien Apocalipsis 3:20 y ve que Jesús ha prometido entrar en su vida si se lo
pide, Dios mediante Su Espíritu puede aumentar su fe, a fin de que lo
crean. Él pueda entrar, pues la Palabra es el fundamento de la fe. Dale a conocer
la Palabra.
Romanos 10:17. Así que la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios.
Una vez que das a conocer la Palabra a alguien, puede decidir lo que quiera.
No pienses que tienes que seguir tratando de convencerla indefinidamente.
Le estás ofreciendo una oportunidad increíble, un privilegio sin parangón, el
más grandioso que hay en el mundo: la Salvación gratuita, la vida eterna. Si le
ofrecieras a alguien un millón de dólares, no le rogarías a esa persona que los
tomara. Le dirías: «Toma, ¿quieres un millón de dólares? Son tuyos si los
quieres. Extiende la mano y tómalos. Es tu decisión».
No se puede imponerle a nadie una decisión de ese tipo. Simplemente limítate
a darle a conocer las Escrituras y si no lo aceptan, es decisión suya.
Eso no significa que no haya que persistir, no significa que no haya que seguir
orando por esa persona y hacer lo que uno pueda por ella. Pero hay que tener un
poco de sentido común. No impongas tu punto de vista. No trates de persuadir a
personas que no quieren que se las persuada.
Ora con ella para que acepte al Señor
En el caso de quienes respondan que sí y quieran salvarse, reza con ellos. Puedes
hacer una sencilla plegaria y pedirles que repitan cada frase.
Explica a la persona que no tiene que acudir a un altar, que no tiene que estar de
pie ni sentada ni en ninguna posición particular. No tiene nada que ver con la
posición corporal ni la inclinación de la cabeza ni si tiene o no los ojos cerrados.
Todo radica en la posición del corazón. Si tiene una actitud humilde delante de Dios
y sabe que necesita Su ayuda, le basta con aceptar el amor Divino manifestado en
Cristo. Jesús promete:
Apocalipsis 3:20. He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y
abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
El siguiente sería un modelo de una plegaria de salvación:
Jesús, te pido que entres en mi corazón. Te ruego que me perdones todo lo que
he hecho mal y me concedas el don de la vida eterna. Ayúdame a amarte y a
compartir Tu amor y verdad con los demás. Amén.
―Witnessing‖ part 1, page 34
Qué hacer con los que titubean
A quienes no se muestran del todo receptivos pero no rechazan de plano al Señor,
se les puede plantear el tema de diversas formas.
Los vacilantes: Si después de testificarles todavía afirman que no creen en Dios ni en
la Biblia, les puede proponer que recen: «Dios —si es que existe Dios en alguna
parte—, manifiéstate, revélate». Aunque no crean en la Biblia ni estén convencidos
de Jesús, si realmente quieren saber la verdad, la Palabra de Dios promete que el
busca encuentra. Él dice:
Mateo 5:6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque
ellos serán saciados.
b) Quienes tal vez ya sean salvos: En el caso de alguien que cree que ha aceptado a
Jesús pero no está seguro, puedes decirle: «Si no estás seguro, ¿porque no te aseguras
ahora mismo? Oremos». Enseguida haces con él la plegaria de salvación.
c) Quienes no están muy convencidos de que necesitan a Jesús: Puedes
preguntarles lo siguiente: «¿Te gustaría poner tu vida en orden, corregir el rumbo que
llevas y que todo marche bien y en paz? Jesús es el Espíritu del bien, de la luz y del
amor. Él te dará soluciones para todos tus problemas si simplemente le pides que
entre en tu corazón». La siguiente oración puede resultar muy apropiada para este
tipo de personas:
Jesús, necesito ayuda y me han dicho que Tú puedes ayudarme. Hay muchas
cosas en mi vida que escapan a mi control. Me han dicho que Tú eres el Espíritu
de amor, de luz y de poder. Te ruego que entres en mi corazón y ordenes mi vida.
d) Quienes se muestran demasiado tímidos para orar: Si alguien se siente
incómodo de rezar contigo, dale una oración escrita para que la lea en silencio o
proponle que la rece después cuando esté a solas.
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[Nº6] VISITA Y ATIENDE A QUIENES HAS LLEVADO A CONOCER AL
SEÑOR
Una vez que alguien ha tomado la decisión de aceptar a Jesús en su corazón, se
convierte en un bebé espiritual. Ha llegado, cual recién nacido, al mundo del espíritu;
ha cobrado vida espiritualmente. Sin embargo, le queda mucho por crecer y madurar.
Para poder crecer, un bebé tiene que alimentarse. El alimento espiritual de un
converso cristiano proviene de la Palabra. Un nene también requiere cuidados,
necesita el afecto y la ternura de sus padres. De igual modo, el nene espiritual
necesita el calor y el cariño que le manifiestan sus padres en el Señor, aquellos que lo
condujeron a Jesús.
Puede que tú mismo te consideres un principiante, un bebito en sentido espiritual o
al menos un niño pequeño, o en el mejor de los casos, un adolescente. Pero cuando
uno encara la labor de testificar y atender a los demás, en cierto modo se ve obligado
a madurar, a convertirse más rápidamente en adulto; porque esas personas ahora
dependen de uno para que las oriente y las ayude a desarrollar sus aptitudes
espirituales, y para que les enseñe cómo y dónde hallar el alimento espiritual que
precisan.
Guía a tu niño a través de las etapas de crecimiento por las que tú pasaste cuando
eras nuevo en el Señor. Enséñale a tu flamante hermano o hermana menor lo que tú
sabes. En los casos en que no sepas algo en particular, refiérelo a quienes te orientan
y te aconsejan espiritualmente.
2 Timoteo 2:2. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
Estimula al nuevo creyente a aficionarse a la Palabra de Dios y a cultivar una
conexión personal con el Señor. No tienes por qué cargar con todo el peso de su
cuidado y maduración, pero sí asumir la tarea de velar por que encuentre lo que
necesita, es decir, el alimento de la Palabra de Dios, amén de ofrecerle compañerismo
en la fe y apoyo moral.
Aunque alguien se encuentre en una situación en la que no cuente con nadie en
quien apoyarse o a quien pedir consejo, si tiene una Biblia o publicaciones basadas en
la misma y el deseo de leer, estudiar y aplicar lo que aprende de la Palabra, puede
hacer progresos firmes y en algunos casos, rápidos.
―Witnessing‖ part 1, page 36
Más consejos prácticos
Si se trata de alguien a quien no conoces personalmente, pregúntale si le gustaría
volver a reunirse contigo para recibir algunas clases e informarse más.
Pídele su dirección y número de teléfono para puedan volver a encontrarse o para
que le puedas enviar algún impreso por correspondencia o un e-mail.
Anímalo a subscribirse a la revista Conéctate o regálale una para que la vaya
conociendo y pueda decidirse después.
Una vez que hayan terminado el curso de las 12 Piedras Fundamentales ustedes
mismos pueden impartírselo a otras personas. Hablaremos más de esto al final
del curso.
[Nº7] ORA POR LAS PERSONAS
No dejes de orar por la gente que conoces y a quien testificas. La oración es muy
eficaz. Ya si aceptan al Señor contigo, ya si no, de todos modos ora por ellos.
Si alguien no rezó contigo —tal vez porque no hayas tenido ocasión de
profundizar mucho en la testificación o porque tu interlocutor no estaba listo para
tomar esa decisión—, no dejes de orar por él, para que la semilla sembrada en su
corazón por medio de la testificación lleve fruto a la larga.
Suficiente interés como para orar
Thomas Johannes Bach, célebre misionero, estadista, pionero de las misiones
de Sudamérica y durante casi veinte años director general de la Misión de la
Alianza Evangélica, cuya devota vida influyó profundamente en miles de
personas de diversas partes del mundo, evocaba muchas veces el encuentro
«casual» que tuvo en las calles de Copenhague, Dinamarca.
Cuánta irritación la causaba la osadía de aquel delgado muchachito danés que
le ofrecía un folleto.
—¿Tendría la bondad de aceptar este folleto? Contiene un mensaje dirigido a
usted.
―Witnessing‖ part 1, page 37
—¡No me vengas con mensajes! ¿Por qué molestas a los demás con tu
religión? Soy perfectamente capaz de cuidarme solo.
Aquella muestra de mal genio por parte del fogoso estudiante de ingeniería de
cabellos rojizos no inmutó al joven, que no dejaba de extenderle aquella hoja de
papel. Johannes le arrebató el folleto, lo hizo pedazos, lo arrugó y se lo guardó
en el bolsillo.
Bach, todavía irritado —pero sorprendido— ante el silencio del joven, no
pudo resistir el deseo de observarlo un rato más. Vio algo que nunca olvidaría.
El joven danés se metió en un portal cercano, juntó las manos, cerró los ojos y se
puso a rezar. Johannes quedó atónito al ver cómo le rodaban algunas lágrimas
por la mejilla.
Cincuenta y nueve años más tarde en Copenhague, el anciano misionero,
escritor y maestro de setenta y dos años, acudió al mismo lugar donde le habían
dado aquel papelito y dio gracias a Dios por el joven danés que se había
interesado por su alma.
También debes orar periódicamente para que se salven tus seres queridos. El
Señor responderá tus plegarias. Puede que no veas la respuesta enseguida, pero no
dejes de rezar. Puedes invocar la promesa que hizo Pablo a su carcelero:
Hechos 16:31. Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Ora por tus seres queridos
Durante muchos años, la madre de Tom Carter oró para que su hijo se salvara
y se convirtiera en predicador. Su hijo era un pecador impío que había acabado
con sus huesos en la cárcel. Pero aun así, su madre siguió orando por él con la
certeza de que Dios respondería a sus oraciones. Un día recibió un telegrama
que le informaba de la muerte de su hijo.
La mujer se quedó perpleja por unos minutos. Luego fue a su habitación y allí
abrió la Biblia y oró al Señor del siguiente modo: «Dios mío, he creído las
promesas que me hiciste en Tu Palabra. Creí que llegaría a ver el día en que
Tom se salvara y se dedicara a predicar el evangelio. Ahora un telegrama me
informa de su muerte. Señor, ¿cuál de las dos cosas debo creer, este telegrama o
Tu Palabra?»
Entonces se levantó y envió un telegrama a la prisión: «Debe de haber un
error. Mi hijo no ha muerto». Y en verdad había un error. Tom Carter estaba
vivo. Poco tiempo después, encontró la Salvación y cuando salió de la cárcel,
llegó a ser un gran predicador que convirtió muchas almas al Señor.
No dejes de orar por las personas que aceptan al Señor contigo. Pide que Él obre
en su vida y los acerque a Él; que incremente su fe; que den los pasos necesarios para
crecer en la fe. Ora también por cualquier necesidad específica que tengan.
Recordarlos en tus oraciones es algo que puedes y debes hacer, así te encuentres
con ellos o no.
―Witnessing‖ part 1, page 38
Orar por los nuevos conversos: Ejemplos de los primeros cristianos
Colosenses 1:9–12. También nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos
de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de Su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es
digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a
la potencia de Su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando
gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos
en luz.
2 Tesalonicenses 1:11-12. Asimismo oramos siempre por vosotros, para que
nuestro Dios os tenga por dignos de Su llamamiento, y cumpla todo propósito de
bondad y toda obra de fe con Su poder, para que el nombre de nuestro Señor
Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él, por la gracia de nuestro
Dios y del Señor Jesucristo.
Revisión de los 7 pasos
LOS SIETE PASOS DE LA TESTIFICACIÓN
[Nº1] ENCUENTRA A ALGUIEN A QUIEN TESTIFICAR
Hay diversas formas de abordar a quien se quiere testificar según se trate de
alguien conocido o de un extraño.
[Nº2] HAZ PREGUNTAS
Demuestra interés por la persona haciéndole preguntas acerca de ella y de su
vida.
Saca a colación acontecimientos y tendencias de actualidad para despertar su
interés.
Siempre que sea posible, testifica en un lugar tranquilo.
[Nº3] ESCUCHA
Conviene sonsacar a la persona para que te abra el corazón; escúchala y déjala
desahogarse.
Cuando testificamos somos médicos de almas. Escucha a tu interlocutor y
averigua cuáles son sus problemas.
[Nº4] COMUNÍCALE LAS SOLUCIONES Y RESPUESTAS DIVINAS
Exprésale las respuestas divinas en tus propias palabras y al mismo tiempo
enseñándoles directamente la Palabra de Dios.
Cuéntale tu testimonio personal, háblales de lo que el Señor ha hecho por ti.
Ilustra con anécdotas lo que quieres decir.
Al testificar, emplea la Palabra.
Haz que tu interlocutor lea la Palabra.
Tienes que conocer lo suficiente la Biblia como para encontrar los versículos
acertados.
Testifica con sencillez.
―Witnessing‖ part 1, page 39
Juan 3:16 es todo lo que necesitas saber para conquistar almas para el Señor.
Haz hincapié en Jesús.
Procura encontrar puntos de coincidencia. Trata de convencer con amor. No
discutas.
Evita las confrontaciones.
[Nº5] LLÉVALO A TOMAR UNA DECISIÓN
La persona tiene que darse cuenta de que necesita a Jesús.
Trata de llevarla a una decisión.
Tiene que ser su decisión. No puedes obligarla a decidir.
Ora con él / ella para que acepte a Jesús.
En cuanto a los que se muestran vacilantes, ora por ellos o con ellos, adecuando
la oración a cada caso.
[Nº6] VISITA Y ATIENDE A QUIENES HAS LLEVADO A CONOCER AL
SEÑOR
Recomienda a los nuevos conversos que lean la Palabra para crecer en la fe.
Enséñales a encontrar los consejos espirituales y la orientación que necesitan.
[Nº7] ORA POR LAS PERSONAS
Ora que quienes aún no se han salvado acepten al Señor.
Ora que tus seres queridos acepten al Señor.
No dejes de orar para que aquellos a quienes has ayudado a conocer al Señor,
estrechen su relación con Él.
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Cambia el mundo
Por David Brandt Berg
Allá por 1913, un joven de unos veinte años recorrió a pie la Provenza, región del
sur de Francia. En aquel tiempo esa comarca
estaba muy yerma y abandonada. Había quedado poco menos que devastada por la
explotación forestal y agrícola desmedida. Por carecer de árboles que lo asentaran, el
suelo había sido desgastado por las lluvias. Toda la zona se había tornado árida y
estéril.
Debido al mal estado del terreno ya no se cultivaba mucho allí. Los pueblos se
hallaban en estado decadente y ruinoso, y casi todos los aldeanos se habían
marchado. Hasta la fauna había emigrado ante la falta de árboles que casi había hecho
desaparecer la maleza. Los recursos alimenticios eran escasos, y quedaban muy pocos
arroyos.
Una noche el muchacho llegó a la humilde cabaña de un pastor que, a pesar de sus
canas y sus cincuenta y tantos años, se conservaba muy robusto. El joven se acogió a
la hospitalidad de aquel amable pastor. Pernoctó allí y terminó quedándose varios
días.
Observó con curiosidad que cada noche su anfitrión pasaba varias horas a la luz de
una lámpara clasificando diversos tipos de frutos secos, como bellotas, avellanas y
castañas. Con gran concentración los examinaba, los iba colocando en hileras, los
comparaba y separaba los que a su juicio estaban en mal estado y no servían.
Terminada su tarea, guardaba en su morral los que había seleccionado.
Por la mañana llevaba sus ovejas a pastar e iba sembrando por el camino. Daba
unos pasos e, hincando con firmeza en el suelo la punta de su cayado, hacía un hueco.
Dejaba caer en él una semilla y lo cubría de tierra con los pies. Luego daba unos
pasos más, volvía a clavar su vara en el suelo y dejaba caer otra semilla. A lo largo
del día recorría aquella comarca apacentando sus ovejas. Cada jornada recorría una
zona diferente —todas ellas prácticamente despobladas de árboles— y a su paso
sembraba bellotas, avellanas, castañas y nueces.
El joven forastero observaba al pastor sin comprender qué se proponía. Finalmente
le preguntó:
—¿Qué hace?
—Como verá, joven, siembro árboles
—repuso el pastor.
El muchacho volvió a inquirir:
—Pero... ¿para qué? Esos árboles tardarán muchísimos años en crecer y serle de
provecho. ¡Puede que ni viva para verlos!
—Ya sé —respondió el pastor—, pero algún día le serán de provecho a alguien y
contribuirán a devolverle a la tierra su fertilidad. Quizá no lo vea yo, pero sí mis
hijos.
El joven se maravilló de la previsión, el desinterés y la iniciativa que mostraba el
pastor al preparar el terreno para generaciones venideras sin tener la menor certeza de
que llegaría a ver o cosechar el fruto de su labor.
Veinte años después, aquel excursionista —ya de cuarenta y tantos años— volvió
―Witnessing‖ part 1, page 41
a visitar la región. Quedó boquiabierto ante lo que vio: un extenso valle totalmente
cubierto por un bellísimo bosque natural en el que prosperaban árboles de todas las
variedades. Naturalmente, eran ejemplares jóvenes, pero árboles al fin y al cabo. El
valle entero había revivido. La hierba había recobrado su verdor. La fauna volvía a
poblar la zona, la maleza había crecido, el suelo había recuperado la humedad y los
agricultores labraban nuevamente la tierra.
El viajero sintió curiosidad por saber qué habría sido del anciano pastor, y se
quedó sorprendido al descubrir que seguía vivo y fuerte como un roble. Aún residía
en su cabañita, y no había abandonado su costumbre vespertina de clasificar frutos
secos.
El visitante se enteró además de que poco tiempo antes había llegado de París una
comisión de parlamentarios para ver lo que a su juicio era un bosque natural que
había surgido por milagro. Luego averiguaron que había sido obra de aquel solitario
pastor, quien diariamente, año tras año, había sembrado bellotas, avellanas, castañas
y otras semillas. Gracias a ello, todo el valle se había cubierto de un manto de
vegetación y de hermosos árboles jóvenes. Tan impresionados quedaron los
parlamentarios que a su regreso a la capital votaron en la Asamblea Nacional para
que se le otorgara una pensión vitalicia en señal de agradecimiento por haber
reforestado toda aquella región sin ayuda de nadie.
El visitante manifestó su sorpresa por la transformación que se había producido:
además de los magníficos árboles, había resurgido la agricultura, la fauna había
retornado y la flora se veía exuberante. Las pequeñas granjas prosperaban y la
actividad había vuelto a las aldeas. ¡Qué contraste con el cuadro de ruina y abandono
que había visto veinte años antes!
Gracias a la previsión, la diligencia, la paciencia, la abnegación y la constancia de
un solo hombre, que perseveró haciendo lo que estaba a su alcance, la prosperidad
había vuelto a aquella región.
De modo que si a veces te sientes impotente al ver la situación en que se encuentra
el mundo, ¡no te dejes vencer! Dicen que son los grandes imperios, los gobiernos, los
ejércitos y las guerras los que producen alteraciones en el curso de la Historia y
cambian la faz de la Tierra. De ahí que a veces nos deprimamos y pensemos que no
somos nada o que nada podemos hacer. La situación nos parece irremediable y nos da
la impresión de que una sola persona nada puede hacer para mejorar las cosas.
Terminamos creyendo que ni vale la pena intentarlo, que de nada sirve malgastar
esfuerzos.
Pero como demostró al cabo de varios años aquel humilde pastor, ¡un solo hombre
puede transformar el mundo! Tal vez no consigas cambiar el mundo entero, pero al
menos puedes modificar el ámbito en que vives. ¿Por qué no empiezas por renovar tu
propio corazón, tu mente, tu espíritu, tu vida, dando cabida a Jesús, leyendo Su
Palabra y poniendo en práctica Sus principios? Por el solo hecho de cambiar tu vida,
tu hogar, tu familia, habrás cambiado todo un universo, ¡el tuyo!
Luego tú y tu familia pueden ayudar a hacer lo mismo por sus vecinos y amigos,
sus compañeros de trabajo o de estudios, los comerciantes, las visitas y toda persona
con quien traben relación cada día. Pueden hacer un esfuerzo por acercarse a un alma
solitaria y necesitada de afecto, que busque la verdad, que ansíe sentir que alguien se
interesa por ella, que busque algo sin saber a ciencia cierta qué es. Gente que busca
afanosamente alcanzar la felicidad y llenar su alma vacía, yerma y sedienta por falta
del agua de la Palabra de Dios y del cálido amor que Él nos brinda.
―Witnessing‖ part 1, page 42
Puedes empezar de forma individual, tú solo o con tu familia, sembrando cada día
semillas de la verdad en este y en aquel corazón. Una forma de hacerlo es distribuir o
recomendar publicaciones cristianas a las personas que conozcas, a fin de ayudarlas a
entender la Palabra de Dios. Con paciencia, se puede implantar en un corazón vacío
la verdad contenida en la Palabra de Dios y cubrirla con la calidez de Su amor. Luego
no resta más que confiar en que el Espíritu Santo —el inefable sol del amor divino—
y el agua de las Palabras de Dios produzcan el milagro de una vida nueva.
Puede que al principio no parezca más que una diminuta yema, una ramita
insignificante o un simple retoño. ¿Qué diferencia hace eso en una vasta extensión de
tierra? ¿Qué es eso comparado con el inmenso bosque que hace falta? Pues bien, es el
comienzo. Es el milagro de la gestación de una vida nueva que con el tiempo crecerá
y florecerá hasta convertirse en un árbol majestuoso, grande y robusto. Quizás hasta
dé origen a un mundo completamente nuevo. ¿Por qué no intentarlo?
Si perseveras en ello —como el anciano pastor cuyos esfuerzos premió el
gobierno—, un día de éstos, cuando llegue el momento de tu retribución, Dios te
recompensará. Te dirá: "¡Bien, buen siervo y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre
mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor." (Mateo 25:21.)
¡Sí puedes cambiar el mundo! Comienza hoy mismo. Transforma tu vida, la de tu
familia, la de tu hogar, tus vecinos, tu ciudad. Transforma tu país. ¡Cambiemos el
mundo!
(Extracto del artículo original del mismo título escrito por David Brandt Berg. El artículo
completo, junto con otros sobre diversos temas, se ha publicado en el libro Atrévete a ser diferente.)
―Witnessing‖ part 1, page 43
12 Piedras Fundamentales – Suplemento de apuntes para la clase 10A
Siete pasos
Testificación, 1ª parte
Objetivo: Aprender a testificar.
Versículos clave
Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura».
2 Timoteo 4:2a. Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Juan 12:32. (Jesús dijo:) Y Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a Mí mismo.
Lecturas recomendadas de la Biblia
–11, 20
PLEGARIA Y ALABANZA: «AYÚDAME A TESTIFICAR»
Te agradezco, Jesús, todo lo que me has dado: la salvación, el Espíritu Santo, Tu
Palabra, una vida plena de amor. Ayúdame a «amar a mi prójimo» testificando y
hablando a los demás de Ti y de Tus Palabras. Te ruego que me des un corazón
compasivo por quienes no te conocen y que tenga deseos de darte a conocer ante
ellos.
Ayúdame a manifestar Tu amor e interés por las personas a quienes testifico, Jesús.
Quiero mostrarte a Ti, no a mí mismo; hablar Tus Palabras, no las mías. Ayúdame a
hacer a un lado mis conflictos y a interesarme por los demás a fin de llevarlos a
conocerte. Ayúdame a no ser tímido ni retraído, sino a dejar que Tú resplandezcas en
mí y a través de mí.
Te doy gracias por la suprema vocación que me has dado: ser testigo Tuyo. Ayúdame
a obedecer Tu mandamiento de predicar el Evangelio a toda criatura. (Marcos 16:15.)
―Witnessing‖ part 1, page 44
<Reflexión> A modo de comparación, podríamos decir que conocer a Jesús es como
poseer el remedio para el cáncer. Si tú conocieras el remedio para el cáncer y no se
lo dijeras a nadie, si te lo guardaras y no se lo dieras a conocer al mundo, serías un
perfecto egoísta. Pues bien, posees el remedio para enfermedades mucho más graves
y de mayor alcance que el cáncer. Conoces el remedio para la desdicha, el
abandono, el miedo, todas ellas enfermedades que afligen a millones o miles de
millones de personas, muchas más de las que han sufrido o sufrirán alguna vez el
cáncer. Si no compartieras ese remedio con la gente, estarías fallando a Dios, a los
demás y a ti mismo. Ese remedio es lisa y llanamente Jesús. Además, Él hace mucho
más que curar la enfermedad: ofrece perdón de pecados y vida eterna a quienes lo
aceptan. ¿No te gustaría dárselo a conocer a los demás?
CONOCIMIENTOS DE LA BIBLIA: EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS
Los proverbios son un compendio de máximas sapienciales que nos instruyen sobre
la vida, la conducta, el pensamiento, el habla, etc., con particular acento en lo que
está bien y en lo que está mal. Son pautas útiles para aplicar en la vida. El Libro de
los Proverbios fue escrito o compilado en su mayor parte por el rey Salomón, hijo del
rey David. Sin embargo, también contiene sabias sentencias de otros reyes y hombres
célebres. En muchos proverbios Salomón no hizo más que reiterar principios de
sabiduría de todos los tiempos, impartidos por Dios a hombres de todas las épocas.
Se ha dicho que es de sabios aprender por experiencia, pero aún más de sabios, de la
experiencia ajena. El Libro de los Proverbios es un excelente medio para aprender de
la experiencia ajena. «Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá
consejo» (Proverbios 1:5). La sabiduría auténtica entraña humildad y receptividad de
corazón. Proverbios 9:9 dice: «Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y
aumentará su saber». Los proverbios son pautas muy útiles para aplicar a la vida
cotidiana.
El libro contiene el clásico ejemplo sobre la importancia de no guiarse por esquemas
ni estereotipos sino por el Espíritu del Señor al momento de leer y aplicar los
preceptos bíblicos. Un versículo dice: «Nunca respondas al necio de acuerdo con su
necedad, para que no seas tú también como él»; y el siguiente reza: «Responde al
necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión»
(Proverbios 26:4–5). No es que esos dos versículos sean contradictorios, sino que la
Palabra de Dios ofrece diversas pautas para aplicar según la situación. El Señor
espera que nosotros, mediante la guía de Su Espíritu Santo y nuestro conocimiento
general de Su Palabra, «usemos bien —como claramente lo indicó S. Pablo— la
Palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).
Muchos se apacientan leyendo un capítulo del libro de los Proverbios todos los días.
Resulta por demás bastante conveniente, pues el libro contiene 31 capítulos,
correspondientes a cada día del mes. A lo largo del mes se puede leer un capítulo
diario —sea a la mañana o a la tarde— de los Proverbios a modo de breve estudio
devocional.
―Witnessing‖ part 1, page 45
EJEMPLOS DE PLEGARIAS
Para quienes quieren aceptar a Jesús
Jesús, te pido que entres en mi corazón. Te ruego que me perdones todo lo que he
hecho mal y me concedas el don de la vida eterna. Ayúdame a amarte y a compartir
Tu amor y verdad con los demás. Amén.
---
Padre Celestial, te ruego que me perdones todas mis malas acciones. Me arrepiento
de ellas y quiero recibirte en mi corazón por medio del amor de Tu Hijo, Jesús.
Ayúdame a amarte y a amar a los demás, para ser feliz yo y hacer felices a los
demás. Lléname de Tu Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, Tu Hijo. Amén.
---
Jesús, creo sinceramente que eres el Hijo de Dios, que entregaste la vida por mí y
resucitaste de los muertos. Necesito que Tu amor me purifique de todos mis fallos y
malas acciones; que Tu luz disipe las tinieblas de mi vida, y que Tu paz me llene y
satisfaga el corazón. Te abro ahora la puerta de mi alma y te pido, Jesús, que entres
en mí y me concedas el don de la vida eterna. Te agradezco por haber sufrido por
mis pecados y por escuchar mi oración y perdonarme. Gracias, también por la
promesa del Espíritu Santo. Te ruego que me llenes de Tu Espíritu. Amén.
Para quienes no están muy convencidos de que necesitan a Jesús
Jesús, necesito ayuda. Me han dicho que Tú puedes ayudarme. Hay muchas cosas en
mi vida que escapan a mi control. Me han dicho que Tú eres el Espíritu de amor, de
luz y de poder. Te ruego que entres en mi corazón y pongas todo en orden.
TESTIFICA EN TODO MOMENTO Y LUGAR
Cierto empresario llegó al aeropuerto de una gran ciudad y se dio cuenta de que
faltaba una hora y veinte minutos para la partida de su siguiente avión.
Pensó: ¿Qué servicio podré prestar al Señor en este lugar?
―Witnessing‖ part 1, page 46
Llevaba consigo un montón de folletos evangélicos. Dentro de cada uno, metió
una de sus tarjetas. A continuación le dio uno a cada hombre que estaba
esperando su avión.
Pero no se limitó a repartirlos. Por el contrario, le decía a cada uno: «Disculpe.
Aquí tengo un folletito que explica cómo se puede recibir a Cristo. Dentro lleva
mi tarjeta de visita. Me gustaría que lo leyera, y si hay algo que quiere saber,
estaré sentado por allí. Tengo un poco de tiempo antes que parta mi avión.
Además, si me quiere escribir, ahí tiene mi dirección».
Al cabo de la hora y veinte minutos se había formado toda una fila de personas
para hacerle preguntas con la finalidad de conocer más de Jesucristo y abrazar el
cristianismo. Ahí no acabó todo: durante varias semanas el hombre de negocios
no dejó de recibir cartas de aquellas personas gracias a las tarjetas de visita
adjuntó a los folletos.
---
Un pastor pasaba por unos grandes almacenes e hizo caso de un impulso
repentino de hablar con el dueño. Le dijo:
—He hablado con usted de alfombras y de camas, pero nunca de mi trabajo.
¿Me concede unos minutos?
El dueño lo condujo a su despacho y el pastor sacó el Nuevo Testamento e hizo
que se fijara en pasaje tras pasaje, instándolo a recibir a Cristo. Finalmente,
comenzaron a rodar lágrimas por la cara del comerciante, que le dijo:
—Tengo 70 años, nací en esta ciudad y más de 100 pastores y 500
personalidades eclesiásticas tratan conmigo sobre cuestiones de negocios. Pero
usted es el único que me ha hablado de mi alma.
---
Hace muchos años en Shanghai, China, era frecuente ver a cuatro o cinco culis
tirando de una carreta muy cargada. En terreno llano no tenían mayor dificultad,
pero cuando se veían obligados a subir un puente, muchas veces les resultaba
difícil tirar de la carreta. Mientras cruzaba un puente, vi a un caballero chino
bien vestido a quien conocía, que ayudaba a mover una carreta atascada. Tiraba
de una cuerda para echar una mano y subir la carreta a lo alto del puente.
Aquello debió de causar no poca sorpresa a los transeúntes y no digamos a los
culis. Mi amigo me alcanzó un rato después y me contó:
—Estoy muy interesado en la clase trabajadora.
—Sí —le dije—, acabo de ver que demuestra mucho interés.
Me respondió:
—A eso me dedico; siempre que veo que no pueden tirar de su carga, los ayudo
a subirla, y luego tengo la oportunidad de predicarles un rato el Evangelio. Les
digo: «Si los he ayudado es porque soy cristiano, porque amo a Jesús». Y si veo
una carretilla volcada en la calle (lo cual es muy frecuente), le ayudo al hombre
a recoger su carga y luego le predico el Evangelio.
―Witnessing‖ part 1, page 47
PRUEBA DE LA CLASE 10A, «TESTIFICACIÓN: SIETE PASOS», DE LAS 12 PIEDRAS
FUNDAMENTALES
NOMBRE: FECHA:
1. ¿Cuál es la «Gran Misión» o el «Gran Mandato»? (Marcos 16:15)
2. ¿Jesús encomendó la «Gran Misión» a ciertos seguidores selectos o a todos los
cristianos?
3. ¿Por qué debemos testificar? Esgrime un argumento que te motive a ti a
hacerlo.
4. ¿Qué nos da el Señor como recompensa por testificar? (Pistas: Daniel 12:3, 1
Corintios 3:8b)
5. ¿Cómo se puede emplear la Palabra (la Biblia) al testificar? (Pistas: Juan 20:31,
Hechos 17:2-3)
6. ¿Por qué piensas que Jesús recurría con tanta frecuencia a parábolas para
transmitir Sus enseñanzas?
―Witnessing‖ part 1, page 48
7. ¿Repasas los versículos que memorizas o marcas en tu Biblia los versículos
clave que te pueden servir para testificar?
8. ¿Cuál es el versículo más importante que conviene saber para conquistar a
alguien para el Señor?
9. ¿Qué debes hacer si alguien a quien testificas se muestra en desacuerdo
contigo? (Pista: 2 Timoteo 2:23-25)
10. Supón que le has testificado a alguien y ahora está listo para aceptar al Señor.
Escribe una plegaria de Salvación que podría repetir contigo.
11. Si una persona se muestra tímida o renuente al momento de rezar, ¿qué puedes
hacer?
12. ¿Qué podemos hacer para superar la timidez que a veces nos embarga antes de
testificar? (Pista: Hechos 1:8)
13. A continuación enumeramos los siete pasos para testificar con eficacia.
¿Puedes colocarlos en el orden debido?
Da las respuestas de Dios/Lleva a la persona a tomar una decisión/Haz
preguntas/Busca a alguien a quien testificar/Atiende a quienes conduces al
Señor/Ora por las personas/Escuchar
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
¿HUBO ALGO DE LA CLASE QUE NO ENTENDISTE BIEN O QUE TE SUSCITÓ
INTERROGANTES? DE SER ASÍ, EXPLÍCALO A TU GUÍA.