Upload
audioconectate
View
224
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Consejos puntuales y sencillos para hijos de Dios sencillos de corazón.
Citation preview
Curso Básico Bíblico
LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES
CLASE 04B: MENSAJES DEL CIELO
Segunda Parte
© La Familia Internacional
Editado por http://audioconectate.net
June de 2011
12 Piedras Fundamentales, clase 04B-1
MENSAJES DEL CIELO, SEGUNDA PARTE
LA PROFECÍA EN ACCIÓN
PREÁMBULO: ESCUCHAR INSTRUCCIONES
«¡ARMEN AUTOS!»
¿Qué pasaría si de golpe tomáramos a un grupo de obreros sin
especialización alguna, los lleváramos a una planta automotriz y les
ordenáramos: «¡Armen autos»!? De no contar con preparación,
experiencia, conducción o instrucciones, resultaría imposible. Las
consecuencias serían caóticas. Cada hombre emplearía sus propias ideas
y haría lo que mejor le parece. Lo más probable es que terminaran con un
cacharro espantoso. Hasta es posible que fuera una máquina de lo más
compleja e intrincada, pero a falta de coordinación, finalidad y guía, sería
inoperante.
En cambio si les dijéramos a aquellos obreros: «Escuchen bien.
Ustedes no saben nada y jamás han armado un auto, pero si escuchan las
instrucciones que les daremos desde la computadora u ordenador central
por medio de sus receptores de radio y audífonos, cada uno sabrá
exactamente qué hacer, y cuándo y cómo hacerlo. Limítense a escuchar y
obedecer las instrucciones». Con un poco de tiempo, paciencia y
experiencia, es posible que lleguen a armar un auto. Pues el ordenador
sabe cómo.
Pero si los obreros pensaran que no necesitaban el ordenador,
prefirieran averiguarlo todo por su cuenta y, por lo tanto, apagaran sus
receptores y dejaran a un lado sus audífonos, se enfrascarían tanto en su
trabajo que no tendrían tiempo de oír las instrucciones y en poco tiempo
acabarían sumidos en la confusión, la decepción y el fracaso.
Respóndete las siguientes preguntas:
¿Has estado acudiendo al Señor en busca de instrucciones?
¿Escuchaste al Señor desde tu última clase?
PRIMER TRAMO: CONSEJOS PARA RECIBIR PROFECÍAS
¿Qué función cumplen las profecías?
Las profecías nos orientan en asuntos específicos
Salmo 73:24a. Me has guiado según Tu consejo.
Salmo 143:10. Enséñame a hacer Tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
Debes dejar que las pautas y preceptos de la Palabra escrita te guíen en
todo lo que puedas. Sin embargo, hay detalles concretos que la Palabra escrita
no nos revela acerca de ciertas situaciones. La Palabra impresa te proporciona
los fundamentos, los principios elementales, pero hay muchas situaciones para
las cuales el Señor desea darte instrucciones explícitas directamente en
profecía.
EJEMPLOS DE PROFECÍAS EN LAS QUE SE DAN CONSEJOS
ESPECÍFICOS
Ejemplo 1: Testificación
Por la Palabra sabemos que debemos testificar (hablar de nuestra fe a
los demás).
Marcos 16:15. Les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el
Evangelio a toda criatura».
Pero ¿a quién debemos testificar? ¿Dónde debemos hacerlo?
¿Tenemos que repartir folletos? ¿Debemos hablar con personas
desconocidas en la calle, debemos llamar a la puerta o solo dirigirnos a
nuestros colegas y familiares? Hay toda una infinidad de fórmulas y
medios de cumplir el mandamiento de Jesús sobre la evangelización. Sin
embargo, es posible que para averiguar el plan que Dios tiene para cada
uno de nosotros tengamos que escuchar al Señor.
Ejemplo 2: El relato de las galletas
Por Aarón
Era la temporada navideña y estábamos en Bélgica. Había varios
orfanatos a los que donábamos provisiones. Queríamos llevarles galletas
y meriendas a los niños, pero no contábamos con los fondos para
comprarlas. Oramos y pedimos a Jesús que nos indicara qué hacer y a la
vez nos dijera qué haría Él para cubrir aquella necesidad. En una profecía
nos dijo que siguiéramos el primer camión que viéramos y que Él nos
conduciría a donde teníamos que ir.
Abrimos los ojos y miramos. Un camión se detuvo delante mismo de
nuestro vehículo. Pusimos en marcha el motor y seguimos al camión sin
tener la menor idea del propósito que cumplía ni a dónde iba ni nada. Lo
seguimos sin parar durante unos 20 minutos por diversas zonas de la
ciudad hasta que finalmente se detuvo frente a una fábrica.
Por fe entramos en la fábrica y con gran sorpresa nuestra descubrimos
que se trataba de ¡una fábrica de galletas! Cuando pedimos ver al director
y le contamos por qué habíamos acudido a su empresa, enseguida dijo:
«¿Quién les dijo que vinieran aquí?»
Le explicamos que habíamos orado y le habíamos pedido al Señor que
dirigiera nuestros pasos y Él nos había indicado que siguiéramos al
primer camión. No se lo podía creer. Nos dijo: «¡Es un milagro! El Día
de San Nicolás ya pasó y me sobran 50 cajas de galletas de la temporada.
No sabía qué hacer con ellas. Será un placer donárselas a ustedes». Así
partimos con el vehículo lleno de galletas para obsequiar de regalo de
Navidad a los huérfanos y otras familias pobres de Bélgica.
Es maravilloso contar con la asistencia del Señor.
Nos sucede con frecuencia que cuando las cosas se ponen difíciles y
confusas y no damos con una solución o cuando una situación se presenta
complicada, con sólo acudir al Señor y pedir Su ayuda con afán, Él nos da las
soluciones más sencillas. Es posible que nos quedemos atónitos y que alguno
de nosotros se pregunte: «¿Por qué no se me ocurrió eso antes? ¡Debí haberlo
pensado! ¡Qué tonto!»
En muchas ocasiones el Señor permite que nos pase eso para hacernos ver
que por muy clara que parezca una situación, si no acudimos a Él en busca de
la solución y pretendemos hacerlo todo con el brazo de carne, que significa
sin Su ayuda, en realidad no podremos hacer nada.
Juan 15:5. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer.
Claves para escuchar al Señor
Ya hemos visto que la profecía es útil y además alentadora. Es un don que
uno desea poseer y aplicar. Echemos un vistazo ahora a algunas claves para
recibir profecías.
Un deseo sincero
Salmo 119:2. Bienaventurados los que guardan Sus testimonios, y con
todo el corazón le buscan.
Jeremías 29:13. Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Si lo buscas de todo corazón y le preguntas sobre algo en particular, Él te
responderá.
Concentración
Como dijimos en clases anteriores sobre la oración, la concentración es
muy importante. Procura dirigir tus pensamientos al Señor y despejar la
mente de cualquier otra cosa.
Miren el mapa
Dedicar tiempo para que el Señor nos oriente acerca del rumbo que
debemos tomar se asemeja a recurrir a un mapa para determinar el
camino más fácil, seguro y corto para llegar a determinado lugar. Al
mismo tiempo no se puede mirar el mapa mientras se viaja a toda
velocidad por la carretera. Hay que detenerse, tranquilizarse y escuchar
para comulgar con el Señor y recibir instrucciones de Él.
Mantengan el corazón abierto
Pídele al Señor que te ayude a mantener una actitud y un corazón abierto,
que estés dispuesto a aceptar lo que Él te diga, aunque no se ajuste a lo que
esperes o no sea enteramente de tu agrado o no lo entiendas a cabalidad.
Formulen cuidadosamente sus preguntas
Las respuestas que recibas dependerán mucho de las preguntas que hagas.
Hay que tener claro lo que le preguntes al Señor, para que cuando recibas la
respuesta sepas a qué se refiere. A veces resulta útil escribir la pregunta.
Más consejos
No olvides estudiar el libro Escucha Palabras del Cielo (de la serie
Actívate), en el que encontrarás más explicaciones. Los capítulos Modo de
empleo y Mantenimiento te resultará muy útil.
Dios habla en cualquier momento
A muchos nos pasa que de vez en cuando nos despertamos a
medianoche y no logramos volver a conciliar el sueño. Esas horas de
quietud son un buen momento para orar, meditar en el Señor y comulgar
con Él en nuestro corazón.
Repaso
¿Qué función cumplen las profecías? Sirven para darnos instrucciones
precisas y animarnos.
Claves para escuchar al Señor: Deseo sincero; concentración; actitud y
corazón abiertos; formular cuidadosamente nuestras preguntas.
SEGUNDO TRAMO: CÓMO JUZGAR UNA PROFECÍA
Dos términos cuyo significado hay que tener claro:
Juzgar una profecía es el acto de discernir si fue inspirada por el Espíritu de
Dios.
Interpretarla consiste en lograr una comprensión cabal de lo que ésta
significa.
¿Cómo podemos saber a ciencia cierta si una profecía está inspirada por
Dios?
A lo largo de los siglos muchas personas afirmaron haber escuchado a Dios.
En algunos casos, esas personas dieron buen testimonio por medio de sus
actos de amor e integridad. En otros, sin embargo, el fruto que ello produjo en
su vida o las acciones que realizaron nos hace poner en entredicho si
verdaderamente estaban inspirados por Dios o si aquellas profecías eran ideas
propias; o lo que es peor, si quizá estaban inspirados por el Diablo.
Tal vez ustedes también tengan la misma duda: cómo se sabe que una profecía
que se ha pronunciado procede realmente de Dios, ya sea que la hayan
recibido en respuesta a sus oraciones o por medio de terceros.
O tal vez les suceda que luego de haber orado y que el Señor les haya
hablado Sus Palabras, aún no entiendan cómo aplicar lo que ha dicho o
siquiera qué significa.
A continuación examinaremos estos interrogantes. Oramos que los consejos
que te brindemos y las experiencias que te contemos referentes a escuchar al
Señor te sean de ayuda.
«La voz que me dice que haga lo bueno»
La profecía es una de las formas en la que puedes averiguar la voluntad de
Dios, un medio por el que Él puede hablarte. Pero ¿cómo puedes saber si lo
que has recibido proviene realmente del Señor? Aclaremos esta inquietud.
Se cuenta una anécdota de un muchachito que había aceptado al Señor. Los
ancianos de la iglesia, un poco escépticos sobre la conversión del muchacho,
le preguntaron: «¿Cómo sabes que eres salvo? ¿Cómo vas a saber qué hacer
cuando venga el Diablo y te diga que hagas algo malo? ¿Qué harás para
distinguir entre la voz de Dios y la voz del Diablo?»
La respuesta de aquel chiquillo fue de lo más sencilla: «Si la voz me dice
que haga algo malo, sabré que es el Diablo. Si me dice que haga lo bueno,
sabré que es Dios».
Es así de sencillo. Si amas al Señor, lo que te llega de Él es bueno y
produce fe, alegría, esperanza, amor y alabanza.
Jesús nos dijo que juzgáramos según los frutos
Jesús nos dio los criterios esenciales por los que podemos juzgar a un
profeta o una profecía. Nos instruyó que considerásemos los frutos:
Mateo 7:15-20. (15) Guardaos de los falsos profetas, que vienen a
vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. (16)
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o
higos de los abrojos? (17) Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el
árbol malo da frutos malos. (18) No puede el buen árbol dar malos
frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. (19) Todo árbol que no da
buen fruto, es cortado y echado en el fuego. (20) Así que, por sus frutos
los conoceréis.
¿Cómo distinguir entre una profecía que proviene de Dios y otra que no?
Para calificar una profecía, considera los siguientes factores:
¿Está en armonía con la Biblia?
No debe contradecir la Palabra escrita de Dios, aunque sí llenar ciertas
lagunas que podamos tener en nuestro entendimiento. ¿Concuerda con la
Palabra consignada en la Biblia? La Palabra es la vara de medida, el patrón
por el que se debe juzgar.
Isaías 8:20b. Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido.
¿Sirve de ayuda?
¿Te mueve a obrar bien? ¿Te impulsa a seguir el camino de Dios? ¿Cuáles
son sus frutos?
Mateo 7:20. Por sus frutos los conoceréis.
Gálatas 5:22–23. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
¿Fomenta la paz y la unidad con los demás creyentes?
Una profecía concedida por Dios generalmente armoniza con lo que Dios
ya ha dicho y lo confirma. Fomenta la unidad y la paz, nunca la confusión.
1 Corintios 14:33. Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en
todas las iglesias de los santos.
¿Te lleva a adoptar una actitud de humildad? No debe ensoberbecerte.
1 Corintios 1:29. A fin de que nadie se jacte en Su presencia..
(Te recomendamos leer las páginas 51-52 de Escucha palabras del Cielo,
donde se encuentran más consejos al respecto.)
¿Te inspira y te infunde fuerzas? No debe provocarte sentimientos de
culpabilidad ni condenación, ni a ti ni a los demás.
Apocalipsis 12:10b. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía:
Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de Su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de
nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
¿Te llena el corazón de fe? No debe ocasionarte temor.
2 Timoteo 1:7. No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder,
de amor y de dominio propio.
1 Juan 4:18. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
¿Te ofrece consejos útiles?
Proverbios 9:9. Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y
aumentará su saber.
Advertencias acerca de falsas profecías
Hemos hablado de cómo juzgar si lo que nos viene al pensamiento es del
Señor o no. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando son otros los que profetizan?
¿Cómo sabemos si alguien es un auténtico profeta de Dios? Se aplican los
mismos criterios expuestos más arriba. Además exponemos estos otros
factores sobre los que conviene reflexionar.
Los falsos profetas nos alejan de Dios
Deuteronomio 13:1-3. Cuando se levantare en medio de ti profeta, o
soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios,) y si se cumpliere la
señal o prodigio que él te anunció, diciendo: «Vamos en pos de dioses
ajenos, que no conociste, y sirvámosles»; no darás oído a las palabras
de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque el Señor vuestro Dios
os está probando, para saber si amáis al Señor vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.
Los falsos profetas no enaltecen a Jesús como unigénito Hijo de Dios
1 Juan 4:1-2. Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el
mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios.
Los falsos profetas se atribuyen la grandeza a sí mismos; algunos hasta
afirman ser el Mesías
Mateo 24:4,5,11. Respondiendo Jesús, les dijo: «Mirad que nadie os
engañe. Porque vendrán muchos en Mi nombre, diciendo: “Yo soy el
Cristo”; y a muchos engañarán. […] Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos».
Es posible que un falso profeta obre grandes prodigios, pero no por el
poder del Señor.
Mateo 24:23-24. Si alguno os dijere:«Mirad, aquí está el Cristo, o
mirad, allí está», no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y
falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
Repaso
Juzgar una profecía es el acto de discernir si está inspirada por el Espíritu
de Dios.
Interpretar una profecía es lograr una comprensión cabal de lo que ésta
significa.
¿Cómo sabrás si lo que has escuchado proviene realmente del Señor? En
palabras de un muchachito: «Si la voz me dice que haga algo malo, sabré que
es el Diablo. Si me dice que haga lo bueno, sabré que es Dios». Jesús nos dijo
que juzgáramos según los frutos.
¿Cómo distinguir entre una profecía que proviene de Dios y otra que no?
¿Está en consonancia con la Biblia? ¿Sirve de ayuda? ¿Fomenta la paz con
los demás creyentes? ¿Te lleva a tener una actitud humilde o soberbia? ¿Te
inspira? ¿Te llena el corazón de fe? ¿Te ofrece consejos útiles?
Advertencias acerca de las falsas profecías:
Los falsos profetas te alejan de Dios; los falsos profetas no enaltecen a
Jesús como unigénito Hijo de Dios. Los falsos profetas se atribuyen la
grandeza a sí mismos. Es posible que un falso profeta obre grandes
prodigios, pero no lo hace por el poder del Señor.
Las 12 Piedras Fundamentales, clase 04B-2)
MENSAJES DEL CIELO, SEGUNDA PARTE
LA PROFECÍA EN ACCIÓN
TERCER TRAMO: CÓMO INTERPRETAR PROFECÍAS
Cómo interpretar una profecía
Son muchos los motivos para pedir al Señor que nos hable en profecía.
Entre ellos, la necesidad de que nos inspire, nos guíe, nos instruya, nos
ayude a tomar decisiones, a reconocer problemas y determinar soluciones,
a averiguar la voluntad de Dios...
Una vez que el Señor nos ha hablado sobre un asunto, debemos estudiar
detenidamente lo que nos ha dicho y determinar qué instrucciones o
soluciones nos ha entregado. Para eso es necesario interpretar la profecía;
debemos captar el sentido de lo que nos ha dicho.
Para beneficiarnos al máximo del don de profecía, debemos aprender a
interpretar las profecías que recibamos. No sirve de mucho recibir un mensaje
del Señor si no entiendes su significado.
Los dones de sabiduría, ciencia y discernimiento
Hay varios factores que intervienen en la correcta interpretación de una
profecía. Los dones de sabiduría, ciencia y discernimiento nos asisten en
ello. Se puede orar al Señor para que nos conceda dichos dones.
Daniel 8:15. Aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y
procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre.
Cuando Daniel tuvo aquella visión y «procuró comprenderla», oró para
captar su sentido. Es decir que rezó para comprender la visión, lo cual también
debemos hacer con las profecías.
Pide consejo a otros
Consultar, pidiendo la ayuda del Cielo, junto con otros creyentes fieles y
maduros, te ayuda a determinar con exactitud lo que el Señor te ha dicho en
profecía. El Señor no necesariamente comunica a una sola persona toda la
interpretación de una profecía. Consultar con los demás en relación con
ello es muy importante. En algunos casos lo que a ti no te resulta nada
claro, es posible que a otra persona le quede del todo claro gracias al
discernimiento con que la ha dotado el Señor.
1 Corintios 14:29. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás
juzguen.
Proverbios 11:14. Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad.
Proverbios 15:22. Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman.
Proverbios 19:20-21. Escucha el consejo, y recibe la corrección, para
que seas sabio en tu vejez. Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo del Señor permanecerá.
Proverbios 27:9. El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre.
Acude a consejeros fieles a Dios
Un consejero piadoso o fiel a Dios es alguien que ama al Señor y cuya vida
exhibe los buenos frutos de vivir en estrecha relación con Él. Si se quiere
aprender a tocar el piano, no va uno a la Facultad de Ciencias
Empresariales; acude a un pianista que toque bien. Si se quiere aprender a
cocinar, no se busca la tutoría de un técnico informático, sino la de alguien
que sepa cocinar y cuyas comidas haya disfrutado. Del mismo modo, los
consejeros piadosos o fieles a Dios son personas en las que se puede
confiar a raíz del buen fruto que llevan espiritualmente.
Déjate llevar por la Palabra
Una profecía debe interpretarse a la luz de la Palabra de Dios. Como
dijimos antes, las profecías veraces no contradicen la Palabra de Dios
registrada en la Biblia, pero sí pueden llenar diversas lagunas y aclararnos
asuntos que no entendamos. Que la Palabra sea el patrón por el que midas e
interpretes las profecías que recibas.
Salmo 119:105. Lámpara es a mis pies Tu palabra, y lumbrera a mi
camino.
Mantente abierto al Señor
Otro factor muy importante que hay que tener en cuenta al interpretar una
profecía es la necesidad de mantenernos abiertos a todo lo que el Señor
quiera decirnos. Las claves para entender lo que el Señor te dice en
profecía son la fe, la sumisión y la humildad:
Ora con el corazón abierto y manifiesta un deseo sincero de escuchar al
Señor con claridad.
Acoge Sus Palabras con alabanza y acción de gracias.
Pide al Señor que te quite momentáneamente tus propios pensamientos.
Muéstrate dispuesto a aceptar lo que te diga.
Cree que lo que has recibido proviene de Dios.
Ten la fe para actuar en consecuencia.
No deberíamos interpretar una profecía según lo que nos gustaría que
dijera.
Tampoco debemos dejarnos llevar por nuestros deseos o ideas
preconcebidas.
Para entender y aceptar las Palabras que el Señor nos transmite, es preciso
que tengamos verdadera fe, intenciones puras y una actitud abierta. Si ya
tienes una fijación acerca de algún asunto, te resultaría difícil aceptar lo que el
Señor quiera comunicarte por medio de la profecía.
Las profecías no pueden interpretarse exclusivamente a base de
raciocinio, lógica o estudio analítico; estos son atributos terrenales.
Se requiere la sabiduría divina y la guía y discernimiento del Espíritu de
Dios. No podemos presumir orgullosamente de que sabemos lo que el
Señor nos está diciendo.
Proverbios 3:5–6. Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en
tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.
2 Pedro 1:20. Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada.
Qué hacer cuando no entendemos
Isaías 55:9. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis
caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
No siempre entendemos lo que el Señor nos dice. Tal vez parte de lo que
nos comunique resulte muy claro; otros pasajes, en cambio, pueden estar
envueltos en un velo de misterio. En algunos casos, quizá parte de lo que nos
revele sea de aplicación al presente; otra parte quizá sea para más adelante.
Algunos profetas como Daniel y Ezequiel no siempre entendieron lo
que el Señor les dijo.
Daniel 12:8a. Yo oí, mas no entendí.
Ezequiel 3:14-15. Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en
amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano del Señor era
fuerte sobre mí. Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al
río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí
siete días atónito entre ellos.
Envuélvelo en un paquetito de fe
No te preocupes si no logras interpretar la totalidad de lo que el Señor te
dice. Es posible que te lo revele más adelante. Si no entiendes algo,
envuélvelo en un paquete de fe y apártalo en un estante. Confía en que el
Señor te indicará el significado a su debido momento.
El episodio de Lázaro en el Evangelio ilustra que no siempre se hace patente
el sentido que el Señor da a algo
Se parece a aquella ocasión en que Jesús dijo a Sus discípulos que la
enfermedad de Lázaro no era «para muerte». Más tarde dijo que Lázaro
dormía, y después, «Lázaro ha muerto». Aquello pudo haberles parecido
contradictorio a los discípulos. Podrían haberle preguntado por qué
afirmó que su enfermedad no era para muerte, cuando Lázaro en efecto
había muerto. Es más, llevaba cuatro días en el sepulcro. No obstante, en
última instancia Jesús lo resucitó, de modo que aunque Sus discípulos no
lo entendieron en el momento que pronunció aquellas palabras, después
―una vez que hubo resucitado a Lázaro― sí captaron su verdadero
sentido. Pudieron haber acusado a Jesús de emitir declaraciones falsas o
inciertas en el momento en que lo hizo, pero dado que tenían fe en las
Palabras que pronunció, confiaron en lo que había dicho aunque no lo
entendieran:
Juan 11:1-15. Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de
Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano
Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le
enjugó los pies con sus cabellos.) Enviaron, pues, las hermanas para decir
a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo:
Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que
el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su
hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó
dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los
discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí,
ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Respondió
Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza,
porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza,
porque no hay luz en él. Dicho esto, les dijo después: Nuestro Amigo
Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces Sus
discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte
de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces
Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de
no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Repaso
Las claves para interpretar profecías: los dones de sabiduría, ciencia y
discernimiento. Pide consejo a otros. Déjate llevar por la Palabra. Mantente
abierto al Señor.
Cuando no entiendas algo, envuélvelo en un paquetito de fe.
CUARTO TRAMO: LAS PROFECÍAS EN PERSPECTIVA
¿Son infalibles las profecías? ¿Qué pasa si una profecía no se cumple?
A veces Dios nos da una profecía, que es veraz y realmente proviene de Él,
pero diríase que las cosas no resultan como Él las predijo en dicha ocasión.
En tal caso, ¿fue ese vaticinio de inspiración divina?
He aquí algunos criterios que conviene entender.
En qué momento las profecías pueden fallar?
1 Corintios 13:8-9. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se
acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte
conocemos, y en parte profetizamos.
Aunque las profecías son un medio estupendo del que el Señor se vale para
hablarnos e infundirnos aliento, no se trata de un método o mandamiento
inalterable para discernir la voluntad de Dios.
El solo hecho de que tú o alguna otra persona reciban una profecía que
indique que ocurrirá tal cosa o que el desenlace de tal situación será de este
modo o de este otro, no significa que debemos cerrarnos en eso y pensar: Así
lo ha dicho el Señor, y así será. Así exactamente se desenvolverán las cosas, o
esto es lo que debo hacer, ni más ni menos.
El futuro depende en cierta medida de las decisiones que tomemos
nosotros y de las que tomen también otras personas.
Es importante entender que nuestras decisiones y preferencias basadas en
los conocimientos y la sabiduría que Dios nos da —los que naturalmente
también son dones espirituales, todavía tienen gran incidencia cuando
se trata de determinar la voluntad de Dios. Eso incluso después de
haber recibido profecías específicas al respecto.
El Señor normalmente nos conduce paso a paso por el camino de Su
voluntad.
La experiencia nos enseña que el Señor no siempre considera prudente
que sepamos todos los detalles relativos a nuestro futuro. Por lo menos no
es muy frecuente que Él nos revele esas cosas. Las más las veces nos oculta
el futuro y nos obliga a avanzar un paso a la vez.
Le gusta vernos ejercitar nuestra fe. Aprendemos mucho siguiéndolo paso a
paso, avanzando paulatinamente conforme a lo que Él nos va revelando. Lo
seguimos desde el punto A hasta el punto B, y ahí nos vemos obligados a
tomar una nueva decisión: «¿Hacía dónde nos dirigimos ahora?» Oramos
fervientemente y pedimos al Señor que nos revele un poco más y nos indique
cómo llegar del punto B al punto C. De ahí damos el siguiente paso, y así
sucesivamente. En todo caso, el Señor no nos revela por adelantado todo el
derrotero desde la A hasta la Z.
Mucho depende de nuestras decisiones…
En muchos aspectos el Señor se limita a obrar dentro de nuestro marco
de referencia y dentro de nuestras circunstancias. Además, gran parte del
tiempo se acomoda a nuestros deseos. Cuando decidimos algo, Él actúa o
reacciona conforme a nuestras decisiones.
Él pareciera decirnos: «Pues bien, ustedes han decidido hacer esto; de modo
que en vista de su decisión, he prometido hacer tal o cual cosa». Pero si
después cambiamos de parecer y optamos por hacer algo distinto, dejando
sin efecto nuestro plan inicial, quedan también sin efecto las promesas o
instrucciones que Él nos había hecho relativas a ese plan.
Jonás y algunas consideraciones sobre el cumplimiento de las profecías
Cientos de años antes de Cristo vivió en Israel un profeta llamado
Jonás. Por mandato divino, Jonás se dirigió a la ciudad de Nínive, capital
del imperio asirio, a advertir a sus habitantes que a causa de su extrema
maldad en cuarenta días la ciudad sería destruida. Desde un principio
Jonás no estuvo muy inclinado a obedecer aquella profecía y trató de huir
de Dios. Finalmente decidió ir a Nínive y obedecer la orden de proclamar
en ella el mensaje que Dios le encargó (Jonás 3:2).
Al oír las palabras de Jonás, premonitorias de la ruina que se
avecinaba, los habitantes de Nínive creyeron a Dios y proclamaron un
ayuno en toda la tierra. Se vistieron de silicio y observaron un sincero
arrepentimiento.
Jonás 3:10: «Vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal
camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo
hizo».
En vista de la actitud penitente de sus habitantes, Dios no destruyó
Nínive; al menos se abstuvo de hacerlo en ese momento. Según se
desprende de la historia, sin embargo, Jonás no pudo concebir que Dios
hubiese perdonado a aquella gente y se apostó a poca distancia de la
ciudad esperando que el Omnipotente descargara Sus castigos sobre ella.
Al no ocurrir tal cosa, Jonás quedó desconcertado.
¿Fue acaso su vaticinio una falsa profecía? ¿Por qué predijo Dios que
en cuarenta días Nínive sería destruida si a fin de cuentas Él sabía que
aquel oráculo no se cumpliría? Hay quienes aducirían una falta de
veracidad de parte de Dios en ese caso. La Palabra dice:
Romanos 3:4: «Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso».
Dios efectivamente había predicho la destrucción de Nínive en un
plazo de 40 días. Según las circunstancias previas al arrepentimiento del
pueblo, era previsible que eso ocurriera. La advertencia estaba dada. Iban
encaminados en ese sentido. Más cuando Jonás fue a predicarles, se
arrepintieron de corazón. El cambio de actitud de parte de los ninivitas
llevó a Dios a cambiar de parecer. Es decir, que se amoldó a ellos. Ante
el cambio de circunstancias lo dicho inicialmente por Dios ya no se
aplicaba.
El Señor nos concede la sagrada facultad de elegir y luego obra acorde
con nuestras decisiones. Nos da lo que necesitamos o nos dice qué hacer
tomando en cuenta lo que hemos decidido.
Así pues, en vez de interpretar que una profecía no proviene de Dios si
no se cumple al pie de la letra, conviene tener en cuenta que quizás
alguien aquí en la Tierra cambió de parecer y, en consecuencia, Dios hizo
lo propio.
Otros medios de averiguar la voluntad de Dios
Los mensajes proféticos no son la única forma de determinar cuál es la
voluntad de Dios. Estudiaremos más sobre este tema en futuras clases. Por
ahora baste mencionar brevemente que podemos averiguar la voluntad de
Dios por los siguientes medios:
1. Aplica la Palabra escrita a tu situación.
2. La voz de la Palabra. Consiste en algo que te llame poderosamente la
atención cuando leas la Palabra y que constituye la voluntad de Dios
específica para ti. O bien, ese algo que leas en la Palabra resulta ser la
respuesta a algún interrogante que tengas.
3. Recibir revelaciones directas por otros medios que no sean en profecía,
como por ejemplo, sueños, visiones o impresiones.
4. Pedir consejo a personas con un firme arraigo en la fe y un buen
conocimiento de la Palabra.
5. Circunstancias que a tu juicio hayan sido orquestadas por el Señor. A
esto se lo denomina comúnmente puertas abiertas o cerradas.
6. Convicción o interés sincero y profundo por algo.
7. Señales específicas y predeterminadas recibidas en respuesta a tus
plegarias.
Al enfrentarte a una decisión importante o que ha de afectar a otras
personas, es recomendable averiguar y confirmar la voluntad de Dios por más
de un medio. Pídele a Dios que se valga de Su Palabra o de una o más de las
variantes enunciadas en los párrafos anteriores para confirmar lo que les ha
dicho en profecía.
Las profecías no cumplen solamente el objeto de instruirnos, sino también
de infundirnos aliento e inspiración
Hemos hablado de los beneficios de recibir mensajes proféticos que nos
instruyan y nos proporcionen orientación. Otro beneficio muy importante
que nos otorgan las profecías es el de infundirnos aliento e inspiración. Que
el Señor nos dirija unas palabras particulares a cada uno es un valiosísimo
obsequio.
Salmo 85:8a. Escucharé lo que hablará el Señor Dios; porque hablará
paz a Su pueblo y a Sus santos.
Salmo 119:50. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque Tu dicho me
ha vivificado.
Salmo 27:14. Aguarda al Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera al Señor.
Proverbios 16:20. El entendido en la Palabra hallará el bien, y el que confía en el Señor es bienaventurado.
Salmo 144:15b. Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor.
¿Y si te sientes inepto, abatido o incapaz de oír la voz de Dios?
Si te sientes abatido, incapaz o que careces de las virtudes para recibir
un sublime mensaje del Cielo, pide al Señor que invalide esos
sentimientos y los sustituya por el don de la fe.
No es precisa una gran medida de fe. Simplemente pídele que te
conceda la fe que tendría un niño que extiende la mano para asir los
obsequios que le quiere entregar su Padre. La criatura no se pone a
cavilar sobre el asunto ni a analizar el mensaje: tiene una fe infantil y
confía en que su padre sabe lo que hace y lo que más conviene. Le basta
con confiar.
El Señor se deleita en valerse de hombres y mujeres que no tienen una
excelsa opinión de sí mismos y que son pequeños a sus propios ojos.
1 Corintios 1:26-29: Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no
sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y
lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para
deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en Su presencia.
No te preocupes si te sientes incapaz. Así conservarás la humildad y
dependerás más del Señor. ¡Eso es lo que espera de ti!
Aprender a ejercitar el don
Hay mucho que aprender sobre el don de profecía. Tal como ocurre con
cualquier talento o instrumento, a medida que lo vamos ejercitando o
empleando vamos adquiriendo práctica con él.
No olvides estudiar el libro Escucha Palabras del Cielo. Contiene
numerosas enseñanzas sobre el don de profecía que no hemos tenido tiempo
de impartir en estas dos clases.
Repaso
Por qué da a veces la impresión de que una profecía no se cumple: Las
profecías pueden fallar. En alguna medida el futuro depende de las decisiones
que tomemos nosotros y otras personas. Normalmente el Señor nos conduce
por el camino de Su voluntad un paso a la vez.
Otros medios de averiguar la voluntad de Dios, además de los mensajes
proféticos: (1) la Palabra escrita; (2) la voz de la Palabra; (3) las revelaciones
directas: sueños, visiones o impresiones; (4) pedir consejo a otros creyentes
fieles dotados de buen criterio; (5) las circunstancias; (6) las convicciones o
interés personales; (7) señales específicas y predeterminadas en respuesta a tus
plegarias.
¿Qué función cumplen las profecías? No solamente tienen la finalidad de
instruir sino también de infundirnos aliento e inspiración.
12 Piedras Fundamentales – Suplemento de apuntes para la clase 4B
La profecía en acción
Mensajes del Cielo, 2ª parte
Objetivo: Obtener del Señor nuestras instrucciones e inspiración por medio de profecías.
Versículos clave
Mateo 7:20. Así que, por sus frutos los conoceréis.
1 Juan 4:1. Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
Salmo 119:105. Lámpara es a mis pies Tu Palabra, y lumbrera a mi camino.
Lecturas recomendadas de la Biblia
– 21
Otras lecturas recomendadas
Escucha Palabras del Cielo (libro de la serie Actívate)
PLEGARIA Y ALABANZA: EL PADRE NUESTRO (MATEO 6:9-13)
Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea Tu nombre.
Venga a nosotros Tu Reino.
Hágase Tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal;
porque Tuyo es Reino, el poder y la gloria,
por los siglos de los siglos.
En el nombre de Jesús, amén.
MEDITACIÓN: ¿ESCUCHAS LOS SUSURROS?
Un naturalista que caminaba con su amigo por las concurridas calles de una
gran ciudad, de pronto se detuvo y preguntó:
—¿Oíste? Es un grillo.
—No. Claro que no lo oí — respondió su amigo riéndose—. Imposible oír un
grillo con el ruido de todo este tráfico.
—Pero yo sí oigo un grillo —insistió el naturalista, y al voltear una piedra,
descubrió el insecto.
—¿De veras alcanzaste a oír ese grillo por encima de todo el ruido de la calle?
—preguntó su amigo sorprendido.
—Claro que sí —dijo el naturalista—. Me paso el tiempo escuchando la
naturaleza, ya sea que me encuentre en el bosque, el campo o la ciudad. Uno
oye los sonidos a los que está atento.
Tomando una moneda de su bolsillo, la dejó caer en la vereda, y todos los
transeúntes metieron la mano en el bolsillo para ver si se les había caído a
ellos.
Mensaje de Jesús
Esta es la era de la voz del Señor, de oír Mi voz en susurros, la época de
demostrar que la fortaleza proviene de la quietud. La fuerza y el poder de Mi
voz instruyen. La fuerza y el poder de Mi amor capacitan. Esto es lo que debe
imperar en estos días.
¿Deseáis ese poder? ¿Deseáis esa sabiduría? ¿Deseáis ese entendimiento?
¿Queréis contar con esa capacidad y esas fuerzas? Entonces acudid a Mí.
Entrad en Mi reposo, pues en quietud y confianza será vuestra fortaleza.
Debéis apartaros y verme pelear. Apartaos en oración. Apartaos para alabar.
Apartaos como receptores, para prestar atención y sintonizaros con Mi voz.
Entonces veréis el poder y las fuerzas divinas como no lo habíais percibido en
días pasados.
<Reflexión> El Señor quiere hablarnos, pero para oírlo es preciso que
aminoremos la marcha, guardemos silencio y nos concentremos en Él.
Entonces oiremos Su silbo apacible y delicado. ¿Tú le prestas atención?
LA PALABRA LLEVADA A LA PRÁCTICA: DIOS NOS INSTRUYE POR
MEDIO DE PROFECÍAS
¿Qué propósito cumplen las profecías?
¿Cómo hacemos para saber si una profecía es en efecto inspirada por
Dios?
s frutos!
es?
Otros medios de averiguar la voluntad de Dios
confirmar la voluntad de Dios por más de un medio. Además de los
mensajes proféticos, otros criterios serían:
1. La Palabra escrita.
2. La voz de la Palabra.
3. Las revelaciones directas; entre ellas: sueños, visiones o impresiones.
4. Pedir consejo a otros creyentes.
5. Las circunstancias.
6. Interés o convicción personales.
7. Señales específicas y predeterminadas recibidas en respuesta a nuestras
oraciones.
Suplemento
CÓMO JUZGAR UNA PROFECÍA
Dos términos cuyo significado hay que tener claro
Juzgar una profecía es el acto de discernir si fue inspirada por el Espíritu de
Dios.
Interpretar una profecía es lograr una comprensión cabal de lo que ésta
significa.
Claves para escuchar al Señor
abierto y formular cuidadosamente sus preguntas.
Cómo interpretar una profecía
ía, ciencia y discernimiento nos asisten para ello.
manifiesten fe y buen criterio.
Déjense llevar por la Palabra.
uso del raciocinio y la lógica.
Qué hacer cuando no entendemos.
ían los mensajes que les
venían.
Advertencias acerca de falsas profecías
sos profetas nos alejan de Dios.
como unigénito Hijo de Dios.
ribuyen la grandeza a sí mismos.
pero no por el poder
del Señor.
PARA LOS RATOS DE QUIETUD: «ESCUCHA MIS PALABRAS»
Mensaje de Jesús
No temas pronunciar Mis Palabras en profecía, pues son lámpara a tus pies y
lumbrera a tu camino. Has aprendido a seguirme de múltiples formas, mas
deseo refinar este don, este don especial, esta intimidad, esta cercanía, este
seguirme de cerca, tú y Yo tomados de la mano, unidos de corazón y
pensamiento. Deseo que me sigas más de cerca que nunca. No descuides,
pues, el don que hay en ti. Tampoco descuides Mis otros dones. Mas este es el
momento que he escogido para refinar este don, para pulirlo y hacer de él
una gema de gran valor para todos Mis hijos, no solo para unos cuantos
profetas, sino para muchos.
Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Deseo que todos
Mis hijos sean luminarias, luces que resplandezcan en las tinieblas por todo
el mundo. La hora viene, y ahora es, en que las tinieblas cubrirán la Tierra.
Tienes, por tanto, necesidad de entablar comunicación íntima y personal
conmigo y de escucharme, a fin de que te guíe hasta el fin.
* * *
Mis Palabras son eficaces. Son vida, son verdad, son energía. Te concederán
las fuerzas y la gracia para seguir adelante. Te darán las respuestas y las
soluciones para cada situación que se presente. Te servirán de apoyo cuando
te sientas agotado o débil y te sostendrán cuando creas desmayar. Te darán
paz cuando estés confundido y cansado. Te darán gracia y energías cuando te
parezca que no puedes continuar.
¡Recurre a Mis Palabras! ¡Recurre a Mi voz! ¡Búscame con afán! Échate en
Mis brazos, ora con fervor y Yo vendré a ti. Responderé a tu llamado. Acudiré
pronto a satisfacer tu necesidad.
RÍOS DE LA MONTAÑA: LA FE
De David Berg
Es fácil escuchar al Señor. Basta con tener fe. Cuando pidas al Señor una
respuesta o solución a un problema, cuenta con ella y acepta lo primero que
venga. Si realmente crees, si pides una respuesta al Señor y anhelas escuchar o
ver, no te defraudará. Lo que veas u oigas con los ojos y oídos de tu espíritu
será la respuesta del Señor y supondrá un alivio muy grande para ti. Cuenta
con que Dios va a contestar. Abre el corazón y deja entrar la respuesta.
Nuestro alimento espiritual es escuchar al Señor. Es preciso hacerlo para
crecer espiritualmente. Un bebé es un buen ejemplo para ilustrar este
principio. Cuando pedimos al Señor que nos hable, somos como un niño de
pecho que llora pidiendo alimento, en este caso, el alimento espiritual que
necesitamos para subsistir.
Cuando un lactante llora llamando a su madre, a ella no se le ocurriría negarse.
Ese recién nacido tiene a veces más fe de la que manifiestan muchas personas
mayores cuando oran, porque llora con la seguridad de que lo van a oír. Pues
Dios le dio la certeza innata de que si llama, su madre le va a responder.
Cuenta con la respuesta y la obtiene. Si pide leche, seguro que su madre no va
a negársela ni darle otra cosa. Le va dar lo que necesita. De igual modo,
cuando pedimos a Dios que nos hable, debemos creer que lo primero que nos
venga al pensamiento o al corazón proviene de Él.
Cerrar los ojos nos abre la vista espiritualmente y nos hace menos conscientes
de las cosas y personas que nos rodean. Conviene concentrarse en el Señor, en
una posición relajada, sin que nada nos distraiga. Es preciso que cuando
pidamos al Señor que nos hable, creamos que lo que escuchemos o veamos es
un mensaje o una visión transmitidos por Él. Al pedirle que nos hable, somos
como un bebé que llora pidiendo alimento, en este caso, alimento espiritual,
que necesitamos para sobrevivir.
¿Qué hace una madre cuando alza a su niño para amamantarlo? Se descubre
ante él. Si se trata de un niño de teta, también tiene que llevarle el alimento.
Debe mostrarle donde está y colocarle el pezón en la boca. A medida que el
nene crece, sabe automáticamente dónde encontrar la leche y puede buscarla
por sí solo. Lo mismo sucede cuando escuchamos a Dios. Cuanto más nos
ejercitamos en obtener alimento del Señor, mejor sabemos dónde hallarlo.
Simplemente abrimos los ojos espirituales, lo vemos y le echamos mano.
La fe es la mano del espíritu que se extiende para recibir. Es la parte que nos
toca hacer a nosotros, nuestro esfuerzo espiritual. Una vez que el pezón está
en la boca del bebé, este automáticamente empieza a chupar. Cuando pedimos
a Dios alimento espiritual, Él lo pone a nuestro alcance. Pero si no empezamos
a chupar, no recibimos nada. Tenemos que manifestar fe para empezar a
recibir. Hay que extraer el alimento de Dios, ni más ni menos. Si no
succionamos, no recibimos nada. El bebé succiona porque Dios lo ha dotado
de esa reacción innata. En muchos casos, tiene que succionar un rato antes de
empezar a recibir alimento. Si no se da por vencido, a la larga lo obtiene.
La fe es una especie de fuerza extractora. Nosotros extraemos fuerzas de Dios.
¿Qué extrae la leche materna del seno de una mujer? ¿Cómo se explica en
términos científicos? Al chupar y sorber, el bebé genera un vacío dentro de su
boca, el cual extrae la leche. Análogamente, tenemos que crear un vacío en
nuestro espíritu. Es como si dijéramos: «Señor, aquí hay un vacío. Te ruego
que lo llenes».
¿Qué llena el vacío cuando reducimos la presión en determinado lugar? En el
caso del lactante, es la leche materna. Lo único que hace el niño es crear un
vacío. Reduce la presión dentro de su boquita logrando que esta sea inferior a
la del seno materno. Así la leche fluye de este a su boca. La acción de
succionar por parte del bebé es su esfuerzo. La madre hace lo demás.
Cuando oramos, creamos un vacío y la presión del Señor lo llena. Cada vez
que abrimos nuestro espíritu, cada vez que creamos una zona de baja presión,
Su Espíritu fluye dentro de ella con toda Su fuerza.
¿Qué sucedería si el bebé chupara con fuerza una sola vez y se desanimara?
¿Qué tal si dijera: «No conseguí nada, así que me rindo»? Tarde o temprano le
daría tanta hambre que volvería a chupar y aspirar sin interrupción. Cuando
empezamos a succionar con verdadero afán y realmente deseamos de todo
corazón el alimento espiritual, lo obtenemos.
Tenemos que estar convencidos de que cuando creamos ese vacío en nuestro
espíritu, lo primero que nos viene a la mente proviene del Señor. Hay que
seguir a partir de ahí. Si el bebé no se tragara la primera bocanada, no podría
recibir más. En la boca no le cabe sino cierta cantidad. Recibe una bocanada y
la traga, y luego recibe otra. Tiene que tragarse cada bocanada a medida que la
recibe. De otro modo, no obtiene más. Lo mismo sucede con los mensajes que
recibimos del Señor.
Nos da un poco para empezar. Pero luego hay que tener por seguro que vendrá
más y que debemos hacer lugar para ello. En este caso, vaciamos la boca, es
decir, tragamos al creer las primeras palabras o versículos que nos susurra y
comunicarlos en voz alta o por escrito. Luego, hay que seguir tragando. El
Señor no va a derramar leche en el aire de tal manera que se pierda, ni va a
dársela a un chiquillo que no se la trague. Solo nos da una bocanada a la vez.
Si no la tragamos, no nos da otra.
De igual modo, cuando pedimos al Señor que nos dé una visión y empezamos
a ver algo, tenemos que empezar a describirla. Describe lo que veas y el Señor
te dará más. ¿Qué hacemos cuando vemos una película? Hay que incorporarla
poco a poco, escena por escena. Sería imposible verla toda en un solo cuadro.
Hay que seguir tragando.
A diferencia de una madre, la capacidad de provisión de Dios es ilimitada. Lo
único que pone límites a lo que obtenemos es nuestra receptividad. Cuando
nos llegan mensajes del Señor, en poco tiempo nos llenamos tanto que
prácticamente no podemos soportar más. El Señor nos sigue alimentando
hasta que se llena nuestro vacío, hasta que quedamos con el estómago
satisfecho y el espíritu lleno.
El Señor siempre está presente, siempre está presto a hablarnos con tal que
nosotros estemos dispuestos a escucharlo. Pero no nos fuerza. Una madre
puede ponerle el seno en la boca al bebé, pero si éste traga una bocanada y no
le gusta, y por ello deja de absorber, no tomará más. Tenemos que estar
dispuestos a recibir lo que Dios nos da.
LA FE EN ACCIÓN
El reloj que sonó trece veces
(El siguiente es un relato verídico acerca de prestar atención a la voz callada
del Señor.)
Sucedió a medianoche en la ciudad de Plymouth (Inglaterra) hace muchos
años. Dos hombres se encontraban junto al gran reloj de la ciudad. Al terminar
este de dar la hora, ambos —que no se conocían— comentaron que había
sonado trece veces en vez de doce. Uno de ellos era un caballero conocido
como el capitán Jarvis.
Poco después, Jarvis se levantó temprano una mañana. Se vistió, bajó y se
dirigió a la puerta principal de su casa. Al abrirla, vio sorprendido que su
mozo de cuadra estaba allí con su caballo ensillado y listo para montar. El
mozo explicó:
—No sé por qué, pero tuve la impresión de que querría usted su caballo,
señor.
El mozo añadió que aquella impresión había sido tan apremiante que no había
podido quedarse en cama y por eso se había levantado para preparar la
montura.
Aquello era de lo más extraño. Nunca le había ocurrido antes. De todos
modos, en vista de que el caballo estaba listo, montó y partió. Dejó al caballo
llevarlo por donde éste quería, puesto que no tenía ningún lugar en particular
al cual dirigirse. En poco tiempo se encontraban junto al río, cerca del sitio
donde una barca recogía pasajeros para cruzarlos a la otra orilla.
Cuál sería la sorpresa de Jarvis al ver al barquero aguardando allí con su barca
a hora tan temprana para transportarlo al otro lado del río. ¿Qué sucedía?
—¿Cómo es que está usted aquí a estas horas tan tempranas, hombre? —
preguntó Jarvis.
—No lograba conciliar el sueño en cama, señor, pues tenía la sensación de que
alguien me necesitaba para cruzar el río.
El capitán embarcó junto con su caballo y pronto llegó a la otra orilla. ¿Y
ahora qué? Una vez más, dejó que la noble bestia tomara el camino que
quería. Al cabo de un rato llegaron a un pueblo rural bastante grande. Viendo
a un transeúnte, el capitán le preguntó si sucedía algo de interés en el pueblo.
—No, señor. Solamente el juicio de un hombre al que acusan de homicidio.
Así, al no contar con otro destino donde culminar aquel extraño viaje, decidió
que iría a ver qué ocurría. Cabalgó hasta el lugar donde se llevaba a cabo el
juicio, desmontó y entró al recinto.
En ese mismísimo momento escuchó al juez que decía al acusado:
—¿Tiene usted algo que decir en su defensa? ¿Algo que alegar?
El acusado respondió:
—No tengo nada que alegar, su señoría, excepto que soy inocente. Solo hay
un hombre que podría probar mi inocencia, pero no sé su nombre ni donde
vive. Hace varias semanas estábamos en la ciudad de Plymouth a la
medianoche. Ambos escuchamos el gran reloj de la ciudad sonar trece veces
en lugar de doce y comentamos lo extraño que había sido que sonara trece
veces a la medianoche.
—¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy! —gritó el capitán desde el fondo del recinto—.
Yo soy el hombre que estuvo junto al gran reloj de Plymouth y lo escuchó
sonar trece veces en lugar de doce. Lo que dice el acusado es cierto. La noche
del crimen, a la misma hora de cometerse el asesinato, ese hombre estaba
conmigo en Plymouth y comentamos lo extraño que era que el reloj sonara
trece veces a la medianoche.
La inocencia de aquel hombre, a punto de ser sentenciado, quedó demostrada
por el testimonio del capitán. De inmediato fue puesto en libertad.
¡Imagínense! Solo había un hombre en el mundo capaz de probar la inocencia
de aquel acusado. Gracias a la guía y al impulso divinos —que despertó a un
mozo de cuadra y a un barquero y los apremió con un sentido de urgencia que
no lograban comprender (y que además condujo al caballo)— el capitán Jarvis
se hizo presente en el tribunal, en el momento preciso en que se lo necesitaba.
Conducción milagrosa
Sandy Seltzer
A Dustin, mi perro lazarillo criado en California, le estaba costando orientarse
afuera de nuestro apartamento de Long Island. Era la primera vez que se
hallaba en una tormenta de nieve y estaba confundido. Soy invidente y a mí
también me estaba costando orientarme. No había nadie en la calle, por lo que
no percibía sonidos que me orientaran. Contrariamente a lo que piensa la
mayoría de la gente, los perros guías no indican el camino a los ciegos, sino
que éstos los dirigen.
Al cabo de 45 angustiosos minutos, Dustin y yo logramos regresar a casa.
Pero a los perros lazarillos hay que sacarlos a pasear regularmente.
—La próxima vez, ¿por qué no le pides a Dios que vaya contigo? —me
sugirió un amigo.
Eso hice. Al salir, oré: «Señor, acompáñanos a Dustin y a mí. El viento es tan
fuerte que es difícil concentrarnos en llegar a destino. Guíanos».
La nieve nos azotaba la cara y era difícil abrirnos paso. Dustin lanzó leves
gemidos.
—Tranquilo, Dustin. El Señor está con nosotros —le aseguré.
Seguidamente, le di una orden que los ciegos solo dan cuando otra persona
indica el camino:
—¡Síguelo, Dustin!
El mastín alzó la cabeza en señal de alerta y con sorpresa de mi parte,
emprendió camino como si supiera exactamente por donde ir. Llegamos a la
calle y luego comenzamos a volver hacia nuestro edificio sin ningún tropiezo.
Una joven se acercó y se ofreció a acompañarnos hasta la puerta.
—Al regreso seguiré sus huellas —comentó—: las suyas, las del perro y las de
la otra persona.
—¿Qué otra persona? —pregunté.
—Yo veo las huellas del perro, la de usted y las de otra persona más
corpulenta. ¿No los acompañaba alguien?
Me detuve un momento y luego respondí:
—Claro que había Alguien con nosotros.
Él siempre nos acompaña.
PRUEBA DE LA CLASE 4B, «MENSAJES DEL CIELO: LA PROFECÍA EN ACCIÓN»,
DE LAS 12 PIEDRAS FUNDAMENTALES
NOMBRE: FECHA:
1. Describe un motivo por el que debemos aspirar a recibir profecías.
Al escuchar al Señor, ¿por qué resulta importante hacer las preguntas
pertinentes?
2. Además de profetizar para obtener instrucciones, ¿qué otro propósito
tienen las profecías? (Pista: Salmo 119:50, Salmo 27:14)
3. ¿Alguna vez te vino una profecía? En tal caso, explica brevemente el
mensaje de la misma y qué efecto tuvo en tu vida.
4. ¿Cuáles son las ocho maneras en que podemos juzgar si una profecía es
inspirada por Dios? (Ayúdate con los versículos.)
5.
1. (Mateo 7:20)
___________________________________________________
2. (Isaías 8:20b)
___________________________________________________
3. (Gálatas 5:22-23)
___________________________________________________
4. (1 Corintios 14:33)
___________________________________________________
5. (1 Corintios 1:29)
___________________________________________________
6. (Apocalipsis 12:10b)
___________________________________________________
7. (2 Timoteo 1:7)
___________________________________________________
8. (Proverbios 9:9)
___________________________________________________
6. ¿Qué pautas podemos emplear para interpretar una profecía? Llena los
espacios en blanco. Para facilitarte el trabajo remítete a los versículos.
Debemos pedir al Señor que nos conceda los dones de
___________________, __________________ y
_______________________ (Proverbios 2:2-3)
Debemos pedir _________________________ a otros creyentes.
(Proverbios 11:14)
Debemos dejarnos guiar por el _______________________. (Salmo
119:105)
No debemos tratar de interpretar una profecía basándonos en nuestro
propio razonamiento _____________. (Romanos 8:7)
Puede que no siempre lo entendamos plenamente, porque los caminos de
Dios son ___________________ ______________________________
que los caminos del hombre. (Isaías 55:9)
¿HUBO ALGO DE LA CLASE QUE NO HAYAS ENTENDIDO O QUE TE SUSCITA
INTERROGANTES? SI ES ASÍ, EXPLÍCALO BREVEMENTE A TU GUÍA.