Upload
ivet-lowreen
View
5
Download
1
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Calzadilla
Citation preview
Itinerarios de la ciudad en la poesa venezolana: una metfora
del cambio
Arturo Gutirrez Plaza
4
NDICE
I.- Introduccin..6
I.1.- De mapas, provincias y ciudades.7
I.2.- Latinoamrica: naturaleza y ciudad. El caso venezolano...8
I.3.- La ciudad y lo urbano en la poesa venezolana.....15
I.4.- Estructura expositiva de esta investigacin.28
II.-Consideraciones tericas y metodolgicas.....31
II.1.- Primeras coordenadas: antecedentes bibliogrficos.32
II.2.- Antecedentes en el caso estadounidense y europeo.39
II.3.- Hacia nuevas cartografas hispanoamericanas.. 51
II.4.- Consideraciones tericas generales55
II.5.- La ciudad, lo urbano y lo rural..78
II.6.- Condicionantes de la relacin poeta-poema-ciudad.. 83
II.7.- Consideraciones metodolgicas, hiptesis y objetivos....86
III.- La ciudad escrita e inscrita en la Natura: del descubrimiento de la Tierra de
Gracia a las campanadas de la Catedral .89
III.1.- La ciudad y la poesa en el amanecer del Nuevo Mundo. Entre ciudades
virreinales y ldeas.90
III.2.- La faena bellista. Ciudad/campo: Naturaleza ednica y proyecto
agrcola...109
III.3.- El refugio romntico: lo campestre, la autorepresentacin y la
irona.150
III.4.- La noche y el campanario cubren la ciudad..181
5
III.5.- Lo heroico, la feminizacin, la ciudad vista desde lo alto y desde
lejos191
III.6.- La ciudad real y la metrpolis extranjera en la poesa y la
novela..206
III.7.- La ciudad de los poetas laureados, la stira, el humor y las
costumbres.212
IV.- Entre la Pequea Pars y la ciudad de los techos rojos...216
IV.1.- Los albores de la Pequea Pars...217
IV.2.- La ciudad Edn y el Paraso perdido: los techos rojos de la Sultana del
vila. Prez Bonalde: poeta de la transicin....229
IV.3.- Nuevos mrgenes y otros habitantes. La ciudad mundana y bohemia
comienza a hablar.254
IV.4.- El cosmopolitismo aldeano o el deseo de modernidad. Los inicios de la
ciudad mltiple..266
IV.5.- Nuevos dilogos y desencuentros: el poeta y la ciudad, entre el afuera y
el adentro, la pasin amorosa encarna la noche urbana281
IV.6.- La aparicin del tren. Ciudad-Campo: un viejo conflicto sobre nuevos
rieles...300
V.- La aldea cambia de piel. Los andinos llegan hasta el vila
(y en los andes brota el petrleo)310
V.1.- Paisaje, nacionalidad y senderos. La ciudad y los rumores
lejanos...311
V.2.- Dilogos y silencios reclusos. Aislamientos y alejamientos.....341
6
V.3.- El poeta y la ciudad: entre la soledad y las muchedumbres, entre
prostitutas y mendigos..352
V.4.- El espacio de la desolacin: la ciudad maldita, mtica y degradada de
Ramos Sucre.....362
V.5.- La aoranza por la ciudad que se fue: el reclamo del pasado y las
tradiciones.....371
V.6.- Nuevos sujetos, La/el paseante, el encuentro fugaz, el anonimato y la
masa..381
V.7.- La muchedumbre de la ciudad real se apodera de los mercados y las
esquinas..394
V.8.- Noticias de (y para) el extranjero, la ciudad epistolar y la ciudad que
vendr: el arribo de nuevas representaciones y metaforizaciones..403
VI.- Hacia la ciudad (y la poesa) que vendr.418
VI.1.- Entre la ilusin de progreso y el horror de la ciudad petrolera...420
VI.2.- Y se hizo Viernes..440
VI.3.- En busca del lenguaje de la tribu y de la urbe..453
VI.4.- La ciudad reconciliada o la ciudad de Dios?....................................464
VI.5.- Calzadilla: de la montaa a la ciudad, entre jauras, smog y formas que
huyen473
VI.6.- Liscano, Machado y Montejo: la ciudad adversa, la instantnea y la
potica..506
VII.- Conclusiones....564
Obras citadas......582
474
VI.5.- Calzadilla: de la montaa a la ciudad, entre jauras, smog y
formas que huyen
Entre finales de la dcada del 50 y comienzos de la siguiente comienzan a
publicar su obra un grupo de escritores nacidos en la dcada de los 30,
mayoritariamente migrantes de la provincia hacia la capital del pas. Muchos de
estos escritores se irn a reunir en diversas agrupaciones literarias, signadas por
la bsqueda de nuevas exploraciones estticas dentro de un ambiente altamente
condicionado por la poltica. Estos grupos, con distinto cuos ideolgicos y
estticos, fueron Sardio (1958), Tabla redonda (1959) y El Techo de la Ballena
(1961). La desembocadura de la dictadura perejimenizta en Venezuela, derrocada
en enero de 1958, junto con el triunfo de la revolucin cubana, sern dos de los
elementos fundamentales que impulsarn el debate entre los intelectuales,
artistas y escritores de la poca, acerca de modelo poltico que habra de seguir el
pas luego de diez aos de dictadura militar, as como la discusin sobre las
concepciones estticas que habran de promoverse en tales circunstancias. Una
generacin a la que por otra parte, le corresponder ser testigo del ms grande
proceso de cambios demogrficos del pas, en su trnsito de lo rural a lo urbano.
Basta recordar que para 1930 Venezuela tena una poblacin de alrededor de
3.000.000 de personas, de los cuales unos 160.000, aproximadamente, vivan en
Caracas (algo ms del 5%). Veinte aos despus la poblacin nacional rondaba
los 5.000.000 de habitantes y la poblacin caraquea los 900.000, siendo la
proporcin de la poblacin capitalina con respecto al resto del pas de ms del
18%. Para 1961 ms de 7.500.000 de habitantes haba en el pas y alrededor de
475
1.700.000 (aprox. 22.3%) en Caracas. Diez aos ms tarde, en 1971, ms de
10.700.000 personas conformaban la poblacin venezolana, de las cuales
alrededor de 2.650.000 (aprox. 24,6%) vivan en la capital (Da Lisio 218)208. Es
decir en 20 aos (de 1930 a 1950) la poblacin de Caracas se multiplic por ms
de cinco, casi cuadruplicndose su proporcin con respecto al resto del pas. Y en
treinta aos (de 1930 a 1960) la poblacin de Caracas aumento 10,5 veces,
mientras que su proporcin con respecto al resto del pas aument 4,5 veces.
Dicho en otros trminos en el perodo comprendido entre 1926 y 1950 Venezuela
se transform de un pas eminentemente rural, con un 85% de la poblacin que
viva en al campo, a otro con una poblacin urbana que superaba el 53% para
1950 y el 76,7% para 1971. Cifra que alcanzar un 87,9% al inicio del presente
siglo. Todas estas estadsticas nos ilustran con claridad la naturaleza del
fenmeno, sin precedentes en la historia venezolana, vivido por los miembros de
esta generacin de escritores. De las obras emprendidas por ellos, la de Juan
Calzadilla (1931), a nuestro juicio, es la que registra, como ninguna otra en la
historia de la poesa venezolana, la complejidad y derivaciones de este proceso de
mltiples trnsitos: de un pas estancado, rural, precapitalista y premoderno a
otro dominado por el vrtigo de una dinmica urbana, moderna, capitalista y
profundamente conflictiva, sumida bajo el estigma de un vergonzoso
208 La cifra correspondiente al ao 1950 la hemos rectificado, pues evidente que
hay un error en los datos suministrados por Antonio De Lisio (218), al no
corresponder la cifra referida al porcentaje poblacional atribuido a Caracas con
respecto a la poblacin nacional y la poblacin caraquea.
476
subdesarrollo. El recorrido de esta obra es por tanto, tambin, una invitacin a la
lectura de una parcela del imaginario verbal sobre el que se ha tejido el discurso
potico de la Venezuela contempornea.
En estrecha relacin con este trnsito del pas podemos identificar tres
etapas en la obra potica de Calzadilla. La primera, acotada entre 1954 y 1958,
aos donde publica los libros Primeros poemas (1954), La torre de los pjaros
(1955) y Los herbarios rojos (1958). Libros en los cuales estamos ante un poeta
titubeante, an en bsqueda de una forma y un tono que lo expresen a cabalidad.
Etapa en la que conviven el poema medido y rimado, el verso libre y el poema en
prosa, y cuyo espectro temtico girar en torno a una naturaleza, contemplada
con nostalgia y vista como refugio de lo esencial, en oposicin al ritmo de una
modernidad anunciada an a distancia por la amenazante presencia de las
ciudades que se tornan en visiones apocalpticas.
Su primer libro ya nos permite establecer algunas correspondencias con
las concepciones e inquietudes de las generaciones emergentes en su poca. Es
un libro donde predominan poemas con mtrica tradicional, sobre todo versos de
arte menor y agrupaciones estrficas fijas, fundamentalmente tercetos y
cuartetos, cuyos temas estn enmarcados principalmente en la contemplacin del
mundo campesino. Desde el primer poema, titulado gloga, nos encontramos
con un universo potico regido por una marcada idealizacin de la naturaleza, un
mundo buclico donde coexisten avecillas, ranas, arbustos, flores, avispas,
mariposas, rosas, la brisa, el sol, la luna, el bosque y un previsible arroyo, donde
el tiempo desanda (144). Un impulso descriptivo como proyeccin de una
mirada introspectiva domina la perspectiva del conjunto, configurando una
477
nocin espacial armnica, donde el hablante potico celebra, con cierto xtasis
pantesta, su estado de plenitud y comunin con lo natural. Pjaros, rboles,
cantos o el agua de la lluvia y el ro, participan de esa invocacin celebratoria. Los
ttulos de muchos de los poemas dan fe de las caractersticas del espacio potico
aludido: Invernal,Lluvia, Calma despus de la lluvia, Da de lluvia sobre el
ro, No ha muerto el cerezo, Cocuyo,Primeras cigarras, Agua nuestra, El
grillo y rbol, entre otros. Sin embargo, el ltimo poema que lo conforma,
titulado Cielo estrellado, posee rasgos que lo diferencian del resto del conjunto.
All se renen varios de los elementos que vendrn a determinar luego, con
verdadero nfasis, el universo potico de Calzadilla. En ese texto, singular dentro
de esta coleccin, aparecen tres elementos de su potica venidera: el verso libre
de largo aliento, una visin maldita de la ciudad (en este caso condenada a las
profundidades del mar y proyectada en el cielo, con reminiscencias bblicas) y
cierta imaginera surrealista. Veamos algunos extractos:
Cielo carcelero del ansia
cascada en medio de dios, anzuelo de muertos.
Mentira estrellada, mujer de esplndido torso admitida
en ese pasto azul con rebaos de ojillos de peces
. . .
Corona indescriptible de espinas amorosas,
ciudad en el fondo del mar,
mar inservible, idea que el viento saca a relucir
. . .
Testigo sin habla, testigo con gestos de luceros,
478
testigo culpable, testigo ancho, imposible, sospechoso, neutral:
Reveladora sustancia de puales fatuos
sobre las ciudades criminales, despabilando
encadenada a s misma en el fondo
de la ms antigua prisin del agua.
Cielo rueda de gritos,
cielo torre inhumana, campanario inaudito,
cielo rueda de gritos.
Fosforescencia de los huesos del mar:
que a lo mejor son los ojos de las ovejas de Jacob.
. . .
Cascada de muertos, anzuelo general de dios,
ciudad en donde no hay
!nada que hacer! (1-4;8-10;24-34;42-44)
No nos remite la imaginera y el tono general del poema a cierta
simbologa de estirpe viernista? Ciudades sumergidas, peces, visiones abisales,
morbidez, culpabilidad, maldicin no son acaso elementos reiterados del mundo
de algunos poetas que ya hemos analizado como Luis Fernando lvarez o el
Gerbasi de Vigilia del nufrago (1937)? Seguramente la cercana que tuvo
Calzadilla en su juventud con el ltimo de ellos tuvo un ascendente importante en
su etapa de iniciacin potica. Veamos. Habra que recordar que para el ao de
479
aparicin de los Primeros poemas209 de Calzadilla, 1954, ya Gerbasi haba
publicado los dos libros ms importantes de su obra potica: Mi padre, el
inmigrante y Los espacios clidos. En el primero, de 1945, Gerbasi recrea en un
lenguaje introspectivo, imaginativo, exuberante y sensorial, cierta tradicin
potica venezolana que explora en el paisaje elementos identitarios que tocan la
cualidad ontolgica del habitante de la zona trrida. Por ello, la crtica ha visto en
este libro una lnea de continuidad con la Silva a la agricultura de Andrs Bello
y la Silva criolla de Francisco Lazo Mart, categorizando la obra de Gerbasi
como aquella que ha alcanzado el mayor grado de apropiacin y subjetivizacin
de la naturaleza venezolana, en tanto espacio de lo mgico, misterioso y telrico
que da consistencia y entidad al ser que habita en ella. Ms significativo an,
resulta observar que para 1952, dos aos antes de la publicacin de los Primeros
poemas de Calzadilla, se publicara en la misma editorial Mar Caribe, el otro
libro central de la obra potica de Gerbasi, Los espacios clidos. Encontramos,
as, la existencia de varios puntos de encuentro entre el primer Calzadilla, poeta
que se inicia y busca en diversas formas expresivas aqulla que se ajuste a su voz
y que concentra su primera mirada en su ms inmediato entorno natural, y la
obra de Gerbasi, el poeta de Canoabo, esa pequea aldea selvtica del estado
209 Calzadilla y Gerbasi aparecen como directores de la coleccin Poesa
venezolana, en la que se public el libro. Recordemos, por otra parte, que
Calzadilla para la poca tena 23 aos, mientras Gerbasi que tena 41, era
considerado ya el poeta ms importante de Venezuela y de mayor ascendente en
las jvenes generaciones.
480
Carabobo, continuamente recreada en su poesa. Curiosamente entonces,
Calzadilla, el futuro poeta de la ciudad, parte del mismo espacio afectivo de
Gerbasi, en busca de un decir ms cnsono con las urgencias del momento
artstico, histrico y poltico que le ha de corresponder a su generacin.
En su segundo libro, La torre de los pjaros (1955)210 encontramos un
espacio regido por la palpitacin de la noche, un mundo rural y campesino
rodeado de misterios y de espantos, pero protegido por la inocencia y lo sagrado.
Mundo potico en el que el parentesco con la poesa de Gerbasi se amplifica al
verificar la nocin de viaje que brinda unidad y cohesin tanto a Mi padre, el
emigrante como a La torre de los pjaros, pues en ambos subyace una visin
contrastiva derivada de un viaje existencial y geogrfico. En el caso del libro de
Gerbasi el leit motiv que sirve de sostn al planteamiento central de ese largo
poema es: Venimos de la noche y hacia la noche vamos. Viaje existencial que
tiene como correlato el desplazamiento de un yo potico que se desdobla en una
multiplicidad de elementos binarios representativos como: Padre-hijo, Europa-
Amrica, noche-da, vida-muerte. En La torre de los pjaros, el viaje tiene como
polos opuestos el campo y la ciudad. Un campo donde hay Montaas con senos
bondadosos (El alba 11) que dan la leche de la alegra siempre (El alba 11),
donde el sonido/del viento palpita en la sangre de esos gigantes rboles (El
alba 17-18) y donde el alma se encuentra pletrica de los rboles y los pjaros
210 Ms que un libro es una plaquette que bien podra leerse como un largo
poema dividido en cinco partes o como cinco poemas estrechamente
relacionados, formal y temticamente.
481
alborozados (El alba 25). Y una ciudad, por su parte, llena de ruidos
distintos (El alba 3), donde el corazn lati silencioso, como lleno de soledad,
de una soledad/ms amarga que todo (El alba 16-17), espacio levantado sobre
un horizonte de crueldad (El alba 17) donde ante la nostalgia de los rboles, se
dice: Las construcciones de los hombres no fueron nunca ms altas que las
torres de los pjaros (El alba 13). Aqu dos leit motive se alternan, aumentando
la tensin de la oposicin planteada. En el primero y cuarto poemas, La noche y
El alba, el primer verso dice: !Oh la tierra otra vez, a donde vuelve mi pequeo
corazn (1), observndose las siguientes variantes en el adjetivo que cierra el
verso, en cada caso: bullicioso! y jubiloso!. Lo mismo ocurre en el segundo y
tercer poema, Las ciudades y El regreso, cuyo verso inicial dice: Yo fui de las
montaas a las ciudades oscuras y amenazantes (1), en el primer caso, mientras
que en El regreso se suprime el adjetivo oscuras. El poema de cierre Las
montaas, que anuncia el final del ciclo del viaje de ida y vuelta del campo a la
ciudad, comienza as: !Y ahora estis aqu montaas para siempre! (1). De
regreso a la naturaleza, alejado de la amenaza urbana, el poeta se siente
reconciliado con su espacio nativo. De algn modo, con este opsculo, Calzadilla
se inserta con mayor firmeza en una larga tradicin iniciada con Bello en la
poesa venezolana, relativa a la conocida oposicin ciudad-campo. Acaso no
sentimos aqu an la vigencia de versos como: Al campo!!Al campo! La ciudad
me enoja211? Tradicin que si bien en parte, en el caso de Bello, se gesta como
211 Verso inicial del tercer canto, llamado La chacra del extenso poema de Bello
El proscrito.
482
consecuencia de la reapropiacin de algunos tpicos clsicos como el locus
amenus y el beatus ille, que vendrn a delimitar una importante parcela de la
retrica potica del siglo XIX (como lo apreciamos desde las mismas Silvas
americanas), en Calzadilla se configura ms bien como actualizacin de dichos
tpicos, pero sobre todo como intensificacin de la vivencia contradictoria y
compleja que, dentro del indito vrtigo de la modernidad venezolana, comienza
a dominar la dimensin afectiva y expresiva del hablante potico de esta poesa.
Sntoma que recorrer toda su obra incluso una vez disuelta, y hasta dejada en
buena parte de lado, la centralidad de dicha oposicin en su poesa.
En su tercer libro, Los herbarios rojos, predominan los poemas en prosa y
la representacin de una naturaleza, ms bien degradada y poseda por el mal y la
muerte, que no oculta parentescos con el mundo y el tono presentes en la obra de
Jos Antonio Ramos Sucre, poeta descubierto, celebrado y seguido por las
jvenes generaciones de aquellos aos, de entre quienes, por cierto, Calzadilla se
cuenta como uno de los primeros en haber escrito sobre l, en los tempranos aos
cincuenta212. En este libro se entabla dilogo tanto con la simbologa del espacio
rural y la naturaleza agreste y misteriosa caracterstica, por ejemplo, de los
Espacios clidos de Gerbasi, como con la aplastante atmsfera sombra, de
apretada sintaxis y asombrosa adjetivacin, que impera en toda la obra de Ramos
Sucre. La infancia, la naturaleza, la inocencia y la crueldad son algunos de los
212 El artculo se titula Ramos Sucre y la nostalgia heroica y fue publicado
originalmente en El Nacional (Caracas), 6 de noviembre de 1956. Est recogido
en el libro Ramos Sucre ante la crtica. Caracas: Monte vila, 1981: 72-74.
483
ncleos temticos que lo estructuran. All tambin Calzadilla nos alerta ante la
amenaza de la destruccin apocalptica y la desolacin, ante el acecho de una
existencia donde, como dice en el poema Equinoccio los pjaros sern
simblicos/relojes (1-2), en cuyos altos misterios, !Ya no creemos! (4).
Ahora los rboles de papel oyen el canto/ descorazonador (5-6) y la naturaleza
ha quedado reducida al desierto/rojo de Belial (7-8). Ahora, el cielo estrellado
de La torre de los pjaros no es ms que una premonicin bblica, de aqul
surcado por astros como fros candeleros/ sobre Babel (9-10). La imagen de la
ciudad maldita y de su condena ser el prembulo de la ciudad siempre adversa
que existir en su obra.
Si el estribillo Venimos de la noche y hacia la noche vamos, del clebre
poema de Vicente Gerbasi, Mi padre, el inmigrante sirvi como motivo para que
en los aos ochenta el grupo Trfico213 en su manifiesto propusiera el lema
Venimos de la noche y hacia la calle vamos (Santaella 109) como ndice de un
cambio de directrices de los discursos poticos predominantes en su tiempo, con
la pretensin de dar lugar a una poesa de tono ms coloquial y urbano en
oposicin a una de vocacin metafsica y esencialista que denunciaban como
normativa para aquel entonces, podramos afirmar que el estribillo Yo fui de las
montaas a las ciudades amenazantes (El regreso 1), de La torre de los
pjaros, constituye un paso precedente en tal mudanza. Con la obra potica de
213 Grupo literario creado en 1981, conformado por Armando Rojas Guardia,
Yolanda Pantin, Miguel Mrquez, Alberto Mrquez, Rafael Castillo Zapata e Igor
Barreto.
484
Calzadilla, sobre todo a partir de Dictado por la jaura, ya nunca ni la noche ni la
ciudad sern las mismas en la poesa venezolana. Mudanza que se corresponde
con la de un pas que ya para aquel entonces haba dejado de ser
predominantemente rural y se aprestaba a conocer una realidad urbana
compleja, catica y vertiginosa.
La segunda etapa en la obra de Calzadilla, se inicia luego de la cada del
dictador Marcos Prez Jimnez en 1958, en el momento de mayor irrupcin y
cambio en la poesa venezolana, despus de la experiencia viernista que marc el
inicio de la era postgomecista. Su activa participacin en El Techo de la Ballena
214, vendr a ser adems un decisivo detonante en la bsqueda de un lenguaje
completamente rupturista, de vocacin anrquica y parasurrealista, destinado a
expurgar y denunciar las miserias de la vida urbana percibida como una realidad
monstruosa, alienante e inhumana. Con El Techo de la Ballena:
se afianza en Venezuela segn Jos Barroeta el concepto de la no
valoracin de la obra de arte como tal, se amplan los conceptos del
objeto artstico y de la materia potica, jerarquizando ciertos
elementos que apareceran marginados por la preceptiva
tradicional, al mismo tiempo se va a consagrar el espritu de
214 Sus principales miembros fueron: Adriano Gonzlez Len, Edmundo Aray,
Carlos Contramaestre, Caupolicn Ovalles, Daniel Gonzlez, Juan Calzadilla,
Francisco Prez Perdomo, Alberto Brandt, Rodolfo Izaguirre y Hugo Batista,
entre otros.
485
ruptura con todo lo que bordee o limite con lo convencional, con lo
anterior (Barroeta 59).
Dentro de este marco artstico e ideolgico la visin de una ciudad
degradada y degradante ser un tema central en las obras de muchos, si no todos,
los miembros de esta agrupacin. De ellas, sin embargo, la obra de Juan
Calzadilla ser la que llegar ms lejos dentro de la tradicin potica venezolana,
al procurar una renovacin esttica conjugada con una inusitada rebelda y
desenfado, en el abordaje de la ciudad como espacio poetizable. Su lenguaje, ya
alejado de las formas tradicionales y de sus iniciales tentativas e influencias, logra
asentarse y adquirir buena parte de los rasgos que lo caracterizarn en el resto de
su obra, y que le otorgarn atributos distintivos, y en cierto modo inconfundibles,
dentro de la poesa venezolana e hispanoamericana. Calzadilla, en esta etapa, le
da paso desde distintas mscaras poticas a una imaginera parasurrealista que
hurga en el mundo degradado y degradante del espacio urbano, para denunciarlo
de un modo agresivo y descarnado que no oculta parentescos con la esttica del
fesmo y el decadentismo, surgida, con Baudelaire, un siglo antes tras la aparicin
de la ciudad moderna en Europa. Este perodo abarca unos 15 aos, desde 1962
hasta 1977, y est conformado por seis libros: Dictado por la jaura (1962),
Malos modales (1965), Las contradicciones sobrenaturales (1967), Ciudadano
sin fin (1970), Manual de extraos (1975) y Oh, Smog (1977). En todos ellos se le
da preeminencia a la temtica urbana y a la representacin del ser alienado que
vive y sobrevive en ella. Es por tanto, la etapa en la que Calzadilla profundiza en
la exploracin de las formas de envilecimiento que la ciudad comporta. sta, en
su carcter monstruoso, es vista como una bestia en la que ese ciudadano,
486
enajenado y sin propsitos vive, mientras hace la digestin de todas sus
vctimas (Vivo a diario 24). Ciudadano que, adems, emparentado con Jons,
lleno de incertidumbre (Jons siempre 1) habita en el vientre de la ciudad
(Jons siempre 2). La ballena, es vista as en la poesa de Calzadilla como la
ciudad misma, lugar donde los ciudadanos moran y son digeridos, ms que como
el animal que tiene como techo el mar, de acuerdo a las llamadas Kenningar215,
de las que se vali Carlos Contramaestre para darle nombre al grupo. Calzadilla
elabora buena parte de su potica alrededor de la figura del ciudadano, hace de l
un personaje que se posesiona de la voz del hablante lrico, en la misma medida
que la ciudad lo posee. As dice: Mis movimientos son tuyos, ciudad,/ Me
habitas cruelmente/ Hostigas mi xodo/ Orientas mis pasos hacia los estados de
postracin (Legtima defensa 5-8) o Alrededor te tengo ciudad/ me tienes
somos el uno en el otro//soy eres somos el hecho en s (Ciudad 1-2;8). La
creacin de esta figura de intermediacin del enunciado potico supone un
cambio decisivo en su obra. Estamos en presencia de un yo muy distinto al de
sus libros anteriores. Ya aqul grandilocuente y autocentrado, de estirpe
whitmaniana o nerudiana, o el de tono nostlgico o el sombro ramosucreano de
muchos de sus poemas de los primeros libros ha dejado de existir. Ahora el
215 Metforas descritas por Borges en su libro sobre las Antiguas literaturas
germnicas. Una referencia anecdtica sobre el origen del nombre del grupo,
donde se hace mencin al libro de Borges, aparece en la entrevista que Carmen
Daz Orozco le hiciera a Contramaestre (Daz Orozco 137-146).
487
hablante lrico se postula como un personaje pardico e irnico, que trata de
cumplir a cabalidad sus funciones de buen ciudadano (Ocupaciones 3) tal
como todos aqullos que lo rodean. Hay una distancia entre el yo convencional
y este yo dramatizado, que reproduce a su vez el desapego afectivo o ms bien el
franco rechazo que produce la ciudad en el hablante potico. Distanciamiento,
por dems necesario para dar cumplimiento al logro de la perspectiva requerida
para la formulacin del discurso pardico e irnico, constitutivo del decir
potico-crtico calzadillano, que a partir de esta etapa se erigir como constante
en su obra. Ese ciudadano sin fin es por una parte el sujeto sin objeto, errtico y
alienado que se desplaza entre la multitud, un hombre sin aspiraciones de
liderazgo ni convicciones (como dice en Funcionario que celebra un ritual: hay
que reconocerlo no estoy hecho para dirigir la multitud 32) que trata de
ajustarse a las convenciones, que al reconocerse slo observa su oficio de
espectador (Me reconozco 2), que tiene la grandeza de lo que anda a rastras
por el suelo (Decisiones 27) y tan slo aspira obtener ttulo de ciudadano
comn (Aquel 3), pero por otro lado es ese ser que conforma la masa
indiferenciada y que resulta innumerable, sin trmino que lo cuantifique, pues en
realidad, como dice en el poema Todos una sola persona: sin saberlo cada
individuo est formado/ por multitud de seres que le precedieron y le siguen/ La
suma de mi cuerpo es la resta de todos/ los dems cuerpos que me acompaan
(2-5). Se trata de un individuo enajenado, al que la selva urbana le propone
una mscara (Me reconozco 5) para uniformarlo, para hacerlo otro distinto a
s mismo, pero tambin para condenarlo de modo kafkiano al igual que los
dems. Es lo que vemos, entre muchos otros, en el siguiente poema:
488
una partida de dados comienza a jugarse, sigue
a las palabras de la sentencia
mas las pruebas existen
siempre han existido estn a la vista
no necesitan ser presentadas para que se te condene
inmediatamente
puesto que las descubres por todas partes
asidas como pulpos a tu mesa
transformadas de repente en las flores
que han enviado para el fin del acto
el pndulo interviene en la ejecucin de la sentencia.
seala las pautas trenza el tiempo
cuenta uno a uno los segundos de esos diez aos
que permaneces sentado p e n o s a m e n t e
all ante el juez
(Fin del acto 7-21).
Condena que termina siendo autoinculpacin, al derivarse de ella la
justificacin de su propia negacin como ser individual, distinto a la masa, lo cual
lo hace inexorablemente repudiable y culpable, pues, como dice el personaje del
poema Las armas invisibles: A fin de cuentas, mi miedo emana slo de m. Soy
el ciudadano culpable, el origen y el fin de mi asco. Siento pavor y, al descubrirme
bajo este aspecto repelente, me lanzo detrs de m mismo, perseguido por la ms
espeluznante de las bestias (19). El poema se instaura como espacio para la
escenificacin. Al igual que la misma vida en la ciudad caracterizada por la
489
violencia, las pequeas tramas de lo cotidiano y lo absurdo ocupan el escenario
textual, donde los ciudadanos-personajes-actores (que parecieran seguir el
mtodo Stanislavky y actuar en obras de Ionesco o Beckett) nos ofrecen
parlamentos como estos:
Mi vocacin de actor que toma
demasiado en serio
la representacin de un crimen haba sido decretada
. . .
debo ejecutar a diario nmeros de magia
para un pblico enfermo,
vido de ver la sangre corriendo en lugar del agua
. . .
(mi pblico est formado exclusivamente de fieras)
escuchaba sus burlas horribles cuando an
mi sangre destilaba bajo el entarimado
(Mi vocacin de actor 1-3;10-12;18-20).
El ciudadano, ahora en su rol actoral, nos advierte sobre el sin sentido de
su trnsito por la urbe. Conciente de su estado de enajenacin confiesa ante su
pblico (sus lectores?), con nostalgia por la inocencia de la niez, la sin razn de
su juego (su vida?):
Como lo que a diario vemos
de lo que aqu se trata es de representar el juego
que en el juego de todos los das tomamos en serio.
Que un nio no entienda el juego
490
tal como se ver en esta pieza
no indica eso que nuestro juego es torpe?
Porque del juego de los nios
todos sabemos que para ellos tiene algn sentido.
El nuestro, para nosotros,
ninguno.
(Los actores 1-10).
Pero adems, este ser posedo por la ciudad, condenado en su ejercicio de
la ciudadana, obligado a actuar sobre un escenario regido por la violencia y el sin
sentido, sufre tambin una escisin en su ser que lo enfrenta a otro que tambin
es l, dejado en evidencia, constantemente, en la asuncin de sus roles, dados sus
continuos e inevitables desdoblamientos. Todo ello lo impulsa a afirmar:
Vives demasiado adentro y fuera de la ciudad
para poder cumplir a cabalidad tu oficio de vivir.
Oficio que desempeas del mejor modo en lugar
de otro y que te es impuesto desde dentro y de
fuera de ti mismo
para que de ningn modo puedas cumplirlo a
cabalidad
(Tomas el pavimento por la forma exacta de tu piel
1-7)
Sentimiento que lo impele tambin a asegurar: diariamente soy
empujado a ser otro/ y el papel me va bien (He sido otro 1-2). Sin embargo,
tras la aceptacin de esta acuciante transformacin y su consecuente
491
enmascaramiento, surge la pregunta y los paisajes? (He sido otro 15).
Pregunta que sirve ante todo como constatacin de una imposibilidad: volver a
ser quien se era. Ante el acoso de la nostalgia por la naturaleza, la nica respuesta
es el desengao, la amarga aceptacin, la negacin, por eso dice: Nada tengo
que ver con lo que he sido/ ni con lo que ahora mismo soy, existo simplemente
(En memoria del ngel 1-2), afirmacin que en otro tono, encontramos de
nuevo en uno de los recurrentes personajes bblicos de la obra de Calzadilla, el
morador de la ballena, Jons: cuando dice: y as vivir bajo un cielo inmvil, sin
deseos/ odiando la palabra el sentimiento/ las cartas de retorno/ el silencio de los
cactos (jons siempre 12-15). Ese yo-otro surgido de la rememoracin del
pasado rural lo encontramos en otros poemas como Donde los ciudadanos
evocan la vida rural o Los impenitentes de ayer del libro Oh, Smog, ya no como
mera oposicin reactiva a la ciudad, en confrontacin con sta o impulsada por el
nimo de vencerla. El sentimiento que queda es ms bien de resignacin sin
estrpito, de asumida imposibilidad. Pero entre las mltiples formas de
desdoblamiento que se dan en esta poesa, como expresin del carcter alienante
de la vida citadina percibida por los poetas de los 60, hay tambin la presencia
fantasmal, el otro amenazante contra el que se debe combatir y vencer, como
forma paradjica de vencerse a s mismo, pues ese otro no es ms que la imagen
escindida de un yo atormentado, vctima y victimario sin cuartel. Es lo que
podemos ver en un poema como El doble hace su entrada:
Pierdo mi tiempo dibujando monstruos
en las paredes
de una habitacin desierta
492
espectros que sin atreverse a entrar se asoman por la ventana
yo les hago seas los invito a que pasen
todo en vano: siempre terminan escapndose
saludo sus sbanas de ngeles
sus apariencias extravagantes!
..
monto en clera
al cabo soporto en silencio que no se vayan jams
siempre encuentran un sitio mejor para instalarse
mas mi clera aumenta, trepa por las paredes del cuarto
al volver descubro all mismo a un enorme perro
seguramente hace guardia
ahora bien yo intento ganar su confianza
arrojndole las partes de mi cuerpo que an
no ha terminado de comerse
que an no ha terminado de comerse (1-8;14-23).
O en Relevo de guardia
Veo frecuentemente en las paredes de mi cuarto fantasmas que
tienen mi propio largo, que ren con mi risa, que parpadean con mi
nico ojo sano y me llaman con una voz tmida y desesperadamente
ma. Me hago a la idea de que no existo. Tomo una resolucin,
comparto una existencia suicida. Doy unos pasos y ruedo por las
escaleras. Sucede que es slo una manera de empequeecerme
hasta quedar limitado a mis propios pies. Pies obligados a
493
tamborilear sobre una superficie curva, que nada saben del resto
del cuerpo, manos que se me han extraviado y que sin darse tregua
an me ahogan. Slo soy esa porcin de m mismo que no alcanza a
existir en ninguna cosa, finalmente reducida a un golpe de sbana.
Insensato, me digo, t no puedes huir sin dejar un rastro de
sangre en la ventana.
Esa es la seal.
Relaciono todas las cosas. Vivo bajo permiso de muerte (31).
Por su atmsfera, por la asuncin de un hablante potico que proyecta la
voz de un ser escindido, as como por su visin irnica, escptica y
autoconmiserativa, estos poemas nos dan cuenta de un cierto aire de poca,
aquella de los aos 60 donde en textos de otros autores participantes en los
grupos literarios y artsticos que hemos mencionado encontramos un cercano
tratamiento temtico y formal al emprendido por Calzadilla. Parentesco
observable, por ejemplo, en algunos textos de Rafael Cadenas (1930) de su libro
Falsas maniobras (1966) o en un poema como Derrota, del mismo Cadenas,
publicado en 1963 y emblemtico de aquella poca signada por la desesperanza
de la intelectualidad de izquierda, opuesta al modelo poltico impuesto por
Accin Democrtica, donde dice:
Yo que no he tenido un oficio
que ante todo competidor me he sentido dbil
que perd los mejores ttulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme
es una solucin)
494
que he sido negado anticipadamente y encarnecido por los ms
[aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para m mismo
. . .
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
. . .
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el da tapo mi rebelin
que no me he ido a la guerrilla
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y otras
[cuya enumeracin sera interminable
que no puedo salir de mi prisin
que he sido dado de baja en todas partes por intil
. . .
que me cre predestinado para algo fuera de lo comn y nada he
[logrado
que nunca usar corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he perseguido por relmpagos mi falsedad y no he podido
[derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi
495
[flotacin, mi extravo una frescura nueva, y obstinadamente
[me suicido al alcance de la mano
me levantar del suelo ms ridculo todava para seguir burlndome
[de los otros y de m hasta el da del juicio final
(1-7; 12; 23-31; 45-49).
Poema, ste de Cadenas, que como podemos apreciar tiene obvia afinidad
temtica, tonal y estructural, por ejemplo, con No tengo excusas para explicar
por qu no soy otro del Calzadilla de Ciudadano sin fin (1970):
No tengo palabras no tengo excusas por no haber llegado
a tiempo para decir la verdad ni por no haber nacido en otro pas
No tengo motivos de vida especiales No tengo
tres manos cien pies nueve bocas siete puales
Lamentablemente no tengo conversacin
No s con qu frases hechas puedo calmar la furia de mi doble
No tengo tesoro alguno oculto bajo la piedra del espritu
No tengo en mi propio cuerpo una escala para
ir a posiciones sobrenaturales
No poseo ms que la materia inconfundible
lo que nunca ha podido levantar vuelo
No tengo inconvenientes en declararme vencido
hacerme el muerto No tengo excedentes
de culpa que puedan aminorar la velocidad de mi
[cada
No tengo piel inasible
496
No tengo por cierto disposicin para los dilogos duraderos (1-16)
Otro personaje recurrente y representativo de la escenificacin potica
calzadillana, derivado de los mismos condicionantes (la ciudad agobiante y la
vida enajenada reclamada por sta) es el del suicida. Su primera aparicin es en
el poema Los mtodos necesarios de Dictado por la jaura, donde luego de un
verso como ms valdra hacer algo, te digo(9)216 y tras una intensa enumeracin
y exploracin de alternativas dirigidas a acabar con el opresivo orden instituido
en aras de constituir la solidaridad y la felicidad a cualquier precio (11), se
concluye proponiendo hasta los mtodos ms violentos incluyendo el suicidio
(21). Este personaje, El suicida, lo encontraremos en variadas versiones y
reelaboraciones a lo largo de la obra de Calzadilla, hasta sus libros ms recientes,
llegndose al extremo en Oh, Smog de ser el nombre de tres poemas distintos. l
encarna, de algn modo, la mxima condensacin de la violencia experimentada
en la ciudad. Su invocacin no es ms que un signo en extremo diciente de la
desesperacin y la angustia del individuo enajenado que habita la ciudad. Es una
respuesta dramtica y rebelde al agobiante estado de amenaza y violencia que
acecha al ciudadano que vive bajo permiso de muerte (Relevo de guardia 31),
que segn dice no procede ms que en legtima defensa de lo que no es, el
ser atrapado que sabe que huir de la ciudad es huir de s, el que entiende que hay
un golpe que no sabe renunciar/ a la tinta de escribir con sangre(El que huye de
la ciudad huye de s 1), aqul que a diario debe enfrentarse a la identidad
216 Cuya resonancia con el vallejiano !Ms valdra, en verdad,/que se lo coman
todo y acabemos! parece evidente.
497
secreta de los pillos y sus chuzos, as como al detritus, los basurales y las
distintas formas de contaminacin y degradacin que constituyen y estigmatizan
el espacio urbano. Ser que padece, transita y deambula por la ciudad trajeado de
funcionario o de transente annimo, y que se concibe emparentado con un
prolfico bestiario conformado por perros, sabandijas, buitres, salamandras,
gusanos, reptiles y ofidios. Un ciudadano que ms que hablar ladra, pues como
dice en Las armas invisibles: Me denuncio ante los dems como un ser
valiente, proclamndome del modo ms heroico, con toda clase de instrumentos,
armas blancas y armas de fuego, con gestos de ciudadano orgulloso, vociferando,
aullando y, en los momentos menos felices, hasta ladrando (19), y que en lugar
de caminar se arrastra. Forma de desplazamiento que aunque en el poema
Hbitos, de Dictado por la jaura, se seala como costumbre infantil, ms bien
ligada a la etapa formativa en el mbito rural (De nio adquir el hbito de
arrastrar los pies. Inclinacin/ un tanto morbosa que pronto se apoder de todo
mi ser./ Se trata, me dije, de la va ms rpida/ para llegar a ser un ofidio (1-4)) y
que sobre todo nos da indicios de la disposicin corporal de un ser de por s
sustrado de su propia identidad, vendr a formar parte, en sus posteriores libros,
fundamentalmente a partir de Diario para una poesa mnima (1986) de las
caractersticas intrnsecas de ese anodino individuo que se desplaza por la
ciudad. Es lo que nos dice, por ejemplo, en El presente tiene tambin sus
sombras: El presente tiene tambin sus sombras/ Lo descubres caminando por
la avenida con el sol en tu espalda. Entonces/ crees pisar tu identidad/ que se
arrastra como serpiente en el suelo (1-4) del ltimo libro sealado o en La
ciudad, de Principios de urbanidad (1997): No llegu a comportarme como un
498
ser urbano hasta que sent que me arrastraba con miles de patas. Como el
miripodo conserv, sin embargo, una sola cabeza. Y as me paseo por la ciudad y
procreo una enormidad de vstagos (33). Esta progresin nos indica adems la
importancia que va adquiriendo lo corpreo en esta poesa. Elemento que, si bien
podramos asumir en un principio como representacin alegrica de la dinmica
psquica del hablante lrico consumido en una suerte de paradoja dialctica
entre la movilidad y la detencin, en tanto signo de la inutilidad de toda accin en
la vida citadina, llegar luego a poseer connotaciones profundamente ligadas con
la concepcin misma de la escritura. Entretanto, otras dos caractersticas
relacionadas con la dupla cuerpo/movilidad identifican al ciudadano llamado
comn que se escenifica en esta poesa, dos elementos que denuncian el grado
de inconsistencia y alienacin de su existencia: los trajes y la ilusin de
desplazamiento. Lo primero, la metonimia traje-cuerpo, la encontramos con
insistencia en varios poemas de Dictado por la jaura, es el caso de He sido
otro (Los modales de reptil con que cubro las apariencias abruman la soledad/
de mis trajes desmedidos//he vuelto de revs mi traje para cubrir las
apariencias/ llevo una mscara/ he sido otro(3-4; 19-21)), Golpeando al
abismo (entre mi espritu y yo estn mis trajes(1)), El invisible sale de
casa(mas alguien debe hacer el resto cuando el pesado traje/ se queda sin
cuerpo colgando como res muerta en los ganchos (16-7.)), as como tambin en
Ocupaciones de Ciudadano sin fin: De pronto, al pretender ocupar mi sitio en
los trajes/ compruebo que stos se han vuelto excesivamente grandes/ para mis
modales de buen ciudadano (1-3); otro tanto ocurre con la idea de movimiento y
la imposibilidad real de desplazarse ms all de la propia interioridad,
499
inmovilidad que alude tanto a la persistencia de ese otro que hemos sealado y
por ende su consecuente desdoblamiento corporal, como con la problemtica
relacin identidad-cuerpo. Esto lo vemos en poemas como Hago un alto de
Malos modales (1965):
Hago un alto para ver cunto he caminado. Yo no ando a grandes
pasos sino que, a cada instante, me detengo para apreciar la
distancia recorrida. El camino siempre asciende, su trayectoria se
vuelve penosa como la pendiente de un volcn y, para colmo,
cumple una vuelta en rbita al cabo de la cual descubro que estoy
donde mismo y que an no he partido (20).
O Con resolucin de Manual de extraos (1975)
Al cabo descubro que el punto a donde me dirijo
est demasiado cerca para darme cuenta de que,
definitivamente,
me confundo con l
(los pasos que, en apariencia,
me empujan hacia otro,
en verdad slo me permiten
andar a lo largo de m mismo) (1-8).
Del mismo modo que en Situacin inversa (De repente mi cuerpo se
pone en marcha/ y, desplazndose, ocupa mi propio sitio en la calle (1-2)) y
Ciudadano (Despus de todo, no me resulta extrao a m que/ recorro a
500
diario la ciudad el hecho de que, a/ veces, a la vuelta de una esquina me
tropiece/ conmigo mismo (1-4)).
Existe un obvio consenso crtico en identificar la ciudad referida en la
poesa de Calzadilla con Caracas. Eso dice, por ejemplo, Ludovico Silva al
identificar los temas presentes en ella:
Un tema, obsesionante, es el de la ciudad; concretamente, la
infernal Caracas, especialmente aquella Caracas de los aos sesenta,
cuando la violencia era el signo dominante de nuestra ciudad; la
ciudad interiorizada y convertida en el tema interior de un poeta; la
ciudad transubstanciada en monstruo interior, casi en personaje
ntimo (89).
Similar opinin manifiesta Jos Barroeta, quien afirma:
considero que es a Juan Calzadilla a quien corresponde el mrito de
juntar los puntos cardinales de una ciudad, Caracas, en la que el ser
es hombre tendido para la venta pblica, con riguroso valor de
cambio, hombre vaciado como un ojo bajo una impostura, pues el
mercado lo exige as, mientras alrededor, a travs de infinitas bocas,
el mundo se despelleja, se desgaja, sellado increblemente con toda
serie de obstculos y maquinaria pesada (68)217.
Sin embargo, lo cierto es que tales impresiones corresponden ms a la
constatacin de un dato biogrfico y si se quiere testimonial que a un rasgo
217 La cita interior corresponde a Edmundo Aray (Prlogo a Dictado por la jaura
4).
501
textual, pues la ciudad que Calzadilla registra es una ciudad en buena medida
annima. En los textos que conforman su obra hasta hoy, ms de 2000, en slo
dos se hace mencin al nombre de la ciudad218. Esto le otorga, como singularidad
a su obra, el carcter de atpica, pues no hay un solo referente (calle, avenida,
plaza, accidente natural, etc.) que permita identificar el lugar donde transita tal
ciudadano, a lo que luego se le ha de sumar una marcada atipicidad, como
veremos al comentar la tercera etapa de su obra. En todo caso, volviendo a la
ciudad, enmascarada en su anonimato, sta representa en la poesa de Calzadilla
la urbe moderna impuesta por la cultura occidental, el espacio que
histricamente, funciona como metfora de la instancia burguesa (Morales 18).
Esa ciudad denunciada por Baudelaire y que Rimbaud concibi como nos lo
recuerda Calzadilla- como aquella cuyos humos nos siguen de lejos por todos los
caminos. Ciudad donde la poesa se constituye en el mbito de una experiencia
dentro de la cual la palabra se revela como palabra desposeda de s misma:
desquiciada, fuera de s (Morales 19), un espacio donde: la conciencia
tradicional es desestabilizada, puesta en crisis (Morales 19). Es la ciudad nacida
del ascenso del orden burgus y del desarrollo comercial e industrial capitalista
218 Como parte del ttulo de un poema del libro Una cscara de cierto espesor
(1985): Haiku a propsito del bautizo de un libro de versos en Caracas y en el
poema Los felices aos sesenta de Manual para inconformistas (2005). Ambos
poemas son muy posteriores a la etapa de mayor beligerancia contra la ciudad, es
decir, la comprendida entre Dictado por la jaura (1962) y Oh, Smog (1977).
Etapa a la que se refieren tanto Silva como Barroeta.
502
que descolocar y pondr en crisis la conciencia tradicional hasta producir la
quiebra de los propios supuestos de la modernidad y sus metarrelatos, tal como
lo denunciara Lyotard al hablar de la condicin posmoderna. Crisis que dar
paso al derrumbe de las visiones utpicas y los rdenes estables, y exigir y dar
cabida a nuevas formas de expresin artstica correspondientes a los nuevos
epistemes de la llamada posmodernidad. Como respuesta a estos cambios,
Calzadilla inicia a partir de 1982, con la publicacin de Tcticas de viga la
exploracin de otras rutas expresivas que marcarn el inicio de los que
podramos llamar la tercera etapa de su obra219. Perodo durante el cual
Calzadilla se afilia a la bsqueda de lo minimal, tanto por lo sucinto como por la
significacin que tambin le otorga al trmino, entendido como la crnica de
males mnimos. Se interesa en alcanzar un texto cada vez ms despojado de
toda posible retrica donde se cristalice sintticamente el sentido sobre la forma.
Un texto de corte ms bien epigramtico y de concisin conceptual, donde a la
crtica a la vida urbana y a la modernidad se sume la reflexin sobre el propio
219 La cual comprende, adems de Tcticas de viga, los siguientes ttulos: Una
cscara de cierto espesor (1985), Diario para una poesa mnima (1986),
Agendario (1988), Aproximaciones a un decir siempre aplazado (1990),
Grafismos (1991), Tema para el prximo silbido (1991), Curso corriente (1992),
Minimales (1993), El fulgor y la oquedad (1994), Principios de urbanidad
(1997), Corpolario (1999), Diario sin sujeto (1999), Notario al garete (2000),
Aforemas (2004), Eclogo de da feriado (2004), Lecciones de carpintera
(2005), Libro de las poticas (2006), Vela de armas (2007).
503
objeto donde se enmarca la reflexin, es decir, el poema. Reflexin que halla
expresin en un apunte aforstico, tentado por una suerte de automatismo que
no busca impulso tanto en las fuerzas ocultas del inconsciente como en los
reflejos condicionados y condicionantes que determinan la inercia caligrfica de
la escritura y el trazado rpido del dibujante. Esta nueva textualidad surgida en la
obra de Calzadilla ha de llevar como impronta urbana, varias de las cualidades
del graffiti220: su cualidad prosaica y reflexiva, la irreverencia con que se postula
y observa a s misma como un cuerpo ajeno a la retrica potica convencional, sin
tratarse de anti-poesa (pues ms bien se constituye en exploracin contra-
potica) y su aspiracin a ser una reflexin nacida del proceso mismo y la
premura de la escritura caligrfica, de cuya naturaleza derivan sus rasgos
formales. Una reflexin que no repara en exhibir la importancia que otorga al
proceso mismo de su constitucin y que incluso, con frecuencia, hace de l su
resultante, (de)mostrando las trampas y juegos de lenguaje que encauzan y
encarcelan el pensamiento ms all de toda ilusin de autonoma.
Se trata, adems, de una poesa en la cual cada vez alcanza ms relevancia
lo visual, aspecto que como veremos tiene tambin implicaciones en la
exploracin de los urbano. En los libros que van de Dictado por la jaura (1962) a
Oh, Smog (1977), el ojo acta como receptculo denunciante de la violencia
220 Entre las cuales estaran, segn Armando Silva: la marginalidad, el
anonimato, la espontaneidad, las escenicidad, la precariedad, la velocidad y la
fugacidad (31). Todos atributos a los cuales aspira la escritura de Calzadilla en
esta etapa.
504
urbana, tal como podemos constatarlo en algunos versos contenidos en poemas
de aquella etapa: cierro los ojos y digo tnel carnvoro sin omitir slaba (Vivo a
diario: 11), mi ojo grosero siempre dispuesto a vaciarse como vaso de vino
(Vivo a diario 28), mi alegra cifrada por los despojos de miseria que apuala
mi ojo(Me reconozco 8), me miran con ojos de flecha desgastada (He sido
otro 11), la viga cae justamente sobre tu ojo abierto(Fin del acto 6), con una
daga al interior de mi ojo (Subsisto 13), mi nico ojo sano (Relevo de
guardia 31) o vibra en la punta de un ojo aparentemente furioso (Antenor,
personaje de un cuadro 9). Este ojo luego se ha de transformar, sobre todo a
partir de Tcticas de viga (1982), en una especie de elemento regulador del
propio texto, brindndole un orden geomtrico y simtrico tanto a la composicin
como a la reflexin implcita en l, la cual alude por lo general a diversos rasgos y
atributos visuales y espaciales que se hacen consustanciales al pensamiento
potico que intenta expresarse. Veamos un ejemplo donde adems esta
visualidad est regulada por lo urbano:
El punto de vista urbano consiste en el error de suponer que
la mirada tiene por marco a un rectngulo
que crece en el ojo.
(Lgica uno 1-3)
En el punto de encuentro entre el aforismo y el epigrama la escritura de
Calzadilla se aventura, en esta etapa, desde una honda raz urbana, ya no tanto
referencial sino digamos consustancial, como posmoderna o ms an como
post-poesa (Calzadilla Arreaza VIII). Pues desechando las convenciones
formales del gnero se constituye en una asctica de los recursos meldicos e
505
imaginarios del poema tradicional (Calzadilla Arreaza IX), a favor del
predominio del sentido como efecto intelectual o lgico (paradjico, irnico,
humorstico, poltico, tico, etc.) (Calzadilla Arreaza IX). Lo cual dicho en
trminos de los procedimientos poticos distinguidos por Pound, se traducira en
una textualidad dominada fundamentalmente por la logopoeia en menoscabo
de la melopoeia y la phanopoeia221.
Todo lo cual ha de ser entendido como resultado de un trayecto, como la
consecuencia de un largo recorrido hacia una urbanidad, ni deseada ni aorada,
pero tampoco evadida, y en su caso ms bien padecida. Pues como advirtiramos
con anterioridad la obra de Calzadilla, vista en conjunto, tiene entre muchos
otros atributos el de haber sabido registrar el trnsito de un pas y de su tradicin
potica por una ruta que nace en el mundo rural y pasa por las etapas
heterogneas, conflictivas y contradictorias propias de las versiones
subdesarrolladas de la modernidad y posmodernidad latinoamericanas y
venezolana en particular. Un trnsito potico que surge del desarraigo producido
por el profundo conflicto entre el campo y la ciudad moderna y se interna
progresivamente en el mundo psquico del individuo hecho ciudadano que
sobrevive en permanente conflicto consigo mismo y con los otros, hasta llegar a
221 Esta apreciacin, hecha por Calzadilla Arreaza (VIII), Ezra Pound la expresa
en estos trminos: you still charge words with meaning mainly in three ways,
called phanopoeia, melopoeia, logopoeia. You use a word to throw a visual image
on to the readers imagination, or you charge it by sound, or you use groups of
words to do this (37).
506
una escritura que sustituye al referente urbano, pues en su naturaleza
fragmentaria, prosaica y reflexiva, se postula como la ms autntica expresin de
la experiencia vital y concreta de la ciudad y del mundo contemporneo. Una
escritura que quiere hacerse corprea y que no deja de anhelar en su interior el
impulso lrico que subyace en su interior como aspiracin de reconciliacin.
Quizs por eso, tras el largo proceso de decantacin verbal que se puede observar
en el curso de esta obra, finalmente quede tambin reducido el nmero de
personajes y animales que la habitan. Lo que antes era un profuso bestiario que
connotaba la magnitud de la degradacin humana en la vida moderna, si
observamos con atencin, ahora se limita bsicamente a dos: el perro y el pjaro.
El primero nos sigue ladrando como los ciudadanos de nuestras ciudades,
testigos de la violencia urbana, tal como podemos apreciarlo en poemas como
Este monstruo, la ciudad, entre otros:
Este monstruo te tiene en el firmamento de su boca
Te modela te reabsorbe
como el papel secante. Ah, crece
a costa de excavar
bajo el fino suelo
de tus prpados. Te vigila
alimenta la opacidad triste de tus sueos
Te habita te viene
con cuentos
y ladra en ti tan pronto descubre
que tus argumentos son los mismos del perro (1-11).
507
Mientras que por su parte y en oposicin, el pjaro representa la voz lrica
ligada a lo esencial y a lo natural (y tambin a la escritura). As dice en Los
Pjaros: Es que volaron antes de que nos diramos cuenta/de que podan
hacerlo sin necesidad de tener alas?/O fue que nuestras miradas se las
prestaron?/As el poema (1-4). De este modo el conflicto ciudad-campo se ve
transpuesto a estas dos figuras, as como sus hablas (el ladrido y el canto) a la
prosa citadina y a la lrica de la naturaleza222
VI.6.- Liscano, Machado y Montejo: la ciudad adversa, la instantnea
y la potica
Es indiscutible la importancia que la obra potica de Juan Calzadilla tiene
en el devenir de la poesa venezolana de la segunda mitad del siglo, en trminos
generales, y especialmente en lo que se refiere al tratamiento de la
representacin de la ciudad y lo urbano. Sin embargo, junto a l coexisten otras
voces que desde perspectivas distintas sobre la ciudad y desde concepciones
estticas divergentes han aportado un legado significativo, tanto para la
ampliacin de esa larga tradicin nacida desde Bello, referida a la ciudad, como
222 Habra que recordar tambin que la torre de los pjaros, nombre de su
segundo libro, no es ms que una metfora del rbol, otro de los elementos
naturales con mayor carga lrica en esta poesa, de cuya simbolizacin se
desprende tambin una clara oposicin a los edificios citadinos, y a la vida de los
ciudadanos en ellos.