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1. El gobernador pasó en helicóptero. La Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú en el conflicto por las “papeleras” Vicente Palermo, Lucía Aboud, Anabella Musseri* 1. Encuadre conceptual: movimiento sociocultural, liderazgo y deliberación Desde los “abrazos al puente” hasta la quema de banderas finlandesas, el caso que analizamos evidencia la fuerza de la internacionalización de la política, la intensidad con que el Estado nacional es replicado desde lo glo- bal y lo local, y las luces y sombras del papel que los movimientos sociales pueden desempeñar en procesos que conjugan lo productivo y lo ambien- tal. En el así llamado conflicto de las “papeleras”, la cultura fue y es una dimensión central, porque una comunidad local dotada de un modelo de desenvolvimiento, o al menos de una percepción de sus señas de identi- dad, colisionó con un proceso productivo nacional y global al que juzgó mortíferamente amenazante. Por cierto, dimensiones y actores socioculturales han sido en el con- flicto estructurantes del proceso político, en dos aspectos que cabe distin- guir: por un lado, la gravitación de matrices socioculturales preexistentes, en la configuración de orientaciones e identidades nuevas y, por otro, el papel relevante de nuevas cuestiones, eminentemente socioculturales, que * Agradecemos la ayuda inestimable de María Lavega. Asimismo, a Raquel Alvarado, François Graña, Juan Lucca y Carlos Reboratti, por el diálogo permanente que tuvieron con nosotros. 14 Movimientos socioculturales en América Latina Bertranou, Gloria Bonder, François Graña, los miembros de la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú y de Miguel Palacín Quispe. Referencias bibliográficas Calderón, Fernando (comp.) (1986), Los movimientos sociales ante la crisis, Buenos Aires, CLACSO-UNU-IISUNAM. (2005), “Las nuevas condiciones sociales de la democracia”, Seminario internacio- nal: democracia, ciudadanía y cohesión social, Bruselas, PNUD. Castells, Manuel (1996-1997), La era de la información. Economía, sociedad y cultura, tomos I, II y III, Madrid, Alianza. Chiriboga, Manuel (2003), “Sociedad civil, movimientos indígenas e Internet”, en Cal- derón, F. (coord.), ¿Es sostenible la globalización en América Latina? Debates con Manuel Castells, Santiago, Fondo de Cultura Económica, PNUD Bolivia. Loayza, Natasha (2003), “El movimiento de mujeres. ¿Una ‘revolución de terciopelo’?”, en Calderón, F. (coord.), ¿Es sostenible la globalización en América Latina?, op. cit. Sen, Amartya (1999), Development as Freedom, Nueva York, Alfred A. Knopf. Touraine, Alain (1994), “Las tres dimensiones de la democracia”, ¿Qué es la democra- cia?, Madrid, Temas de hoy. (1995), Producción de la sociedad, México, UNAM. Wieviorka, Michel (2005), “After New Social Movements”, Social Movement Studies, vol. 4, N° 1, París, Routledge.

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1. El gobernador pasó en helicóptero. La Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú en el conflicto por las “papeleras”

Vicente Palermo, Lucía Aboud, Anabella Musseri*

1. Encuadre conceptual: movimiento sociocultural, liderazgo y deliberación

Desde los “abrazos al puente” hasta la quema de banderas finlandesas,el caso que analizamos evidencia la fuerza de la internacionalización de lapolítica, la intensidad con que el Estado nacional es replicado desde lo glo-bal y lo local, y las luces y sombras del papel que los movimientos socialespueden desempeñar en procesos que conjugan lo productivo y lo ambien-tal. En el así llamado conflicto de las “papeleras”, la cultura fue y es unadimensión central, porque una comunidad local dotada de un modelo dedesenvolvimiento, o al menos de una percepción de sus señas de identi-dad, colisionó con un proceso productivo nacional y global al que juzgómortíferamente amenazante.

Por cierto, dimensiones y actores socioculturales han sido en el con-flicto estructurantes del proceso político, en dos aspectos que cabe distin-guir: por un lado, la gravitación de matrices socioculturales preexistentes,en la configuración de orientaciones e identidades nuevas y, por otro, elpapel relevante de nuevas cuestiones, eminentemente socioculturales, que

* Agradecemos la ayuda inestimable de María Lavega. Asimismo, a Raquel Alvarado,François Graña, Juan Lucca y Carlos Reboratti, por el diálogo permanente que tuvieron connosotros.

14 Movimientos socioculturales en América Latina

Bertranou, Gloria Bonder, François Graña, los miembros de la AsambleaAmbientalista de Gualeguaychú y de Miguel Palacín Quispe.

Referencias bibliográficas

Calderón, Fernando (comp.) (1986), Los movimientos sociales ante la crisis, Buenos Aires,CLACSO-UNU-IISUNAM.

— (2005), “Las nuevas condiciones sociales de la democracia”, Seminario internacio-nal: democracia, ciudadanía y cohesión social, Bruselas, PNUD.

Castells, Manuel (1996-1997), La era de la información. Economía, sociedad y cultura, tomosI, II y III, Madrid, Alianza.

Chiriboga, Manuel (2003), “Sociedad civil, movimientos indígenas e Internet”, en Cal-derón, F. (coord.), ¿Es sostenible la globalización en América Latina? Debates con ManuelCastells, Santiago, Fondo de Cultura Económica, PNUD Bolivia.

Loayza, Natasha (2003), “El movimiento de mujeres. ¿Una ‘revolución de terciopelo’?”,en Calderón, F. (coord.), ¿Es sostenible la globalización en América Latina?, op. cit.

Sen, Amartya (1999), Development as Freedom, Nueva York, Alfred A. Knopf. Touraine, Alain (1994), “Las tres dimensiones de la democracia”, ¿Qué es la democra-

cia?, Madrid, Temas de hoy.— (1995), Producción de la sociedad, México, UNAM.Wieviorka, Michel (2005), “After New Social Movements”, Social Movement Studies, vol.

4, N° 1, París, Routledge.

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bilidad crítica, individualismo, apatía, desactivación parcial o total demuchas formas antiguas de acción colectiva, por una parte y, por la otra,una exigencia elevada sobre la calidad y los rendimientos de la política, esel meollo del desafío que enfrentan dirigencias que no cuentan, en gene-ral, con recursos y capacidades a la altura de las circunstancias. La gentedescree de la política, pero proliferan nuevas formas de acción sociocul-tural que le plantean intensamente demandas, sin desprenderse del escep-ticismo. Muchas de las características del asambleísmo en Gualeguaychúilustran bien este problema.

A la vez, ilustran otra de las dificultades que a la sazón enfrenta la polí-tica: el policentrismo societal, la carencia de los referentes abarcadores deotrora. Los asambleístas han fundado su propia legitimidad y tienen mil“referentes” que entran y salen de su discurso con fugacidad, porque nohan precisado de ninguno en particular para fundarse. Esta autonomía ensu legitimidad representa un obstáculo más para la política convencional,que en cierta medida no supo qué hacer con ellos, ni cómo interpelarlos.Por otra parte, analizamos un caso en el que, a lo largo del tiempo trans-currido, el proceso de constitución de su propia subjetividad ha tenidouna importancia de primer orden. Este rasgo aporta su propia dificultad,ya que, en la fase de constitución de subjetividades e identidades colecti-vas, la preferencia por los acuerdos, las negociaciones, las transaccionesestá claramente por debajo de los requerimientos de afirmación del noso-tros y de la adversatividad como mecanismo apropiado para ello.

No obstante ser esto cierto, creemos que el margen que la política dis-pone para hacer frente a tales desafíos no ha sido suficientemente valora-do. Quizá sea verdad que las restricciones que afectaron en general a laregión durante los años ochenta y noventa han sido desplazadas por lasrestricciones de la primera década de 2000, que, tal como las describimosbrevemente en párrafos anteriores, son de otra naturaleza. Sin embargo,hay un margen de acción de crucial importancia que se apuntala (demodo virtual o potencial) en los liderazgos. Las capacidades de los lide-razgos políticos son fundamentales porque continúan teniendo, o másbien (contra la suposición corriente y la sabiduría convencional en vigen-cia) han ganado, perceptibles grados de libertad.

Pero, con frecuencia, las respuestas dominantes a aquella paradoja oa este nuevo tipo de desafíos suelen ser fallidas. La recurrencia al empleode acciones hiperrepresentativas constituye tanto un síntoma del proble-ma como una reacción a éste y, a la vez, reproduce y agrava la situación.Síntoma, porque la política enfrenta dificultades para comprender los nue-vos códigos de acciones sociales policéntricas, y reacción, porque ante esabrecha las respuestas más fáciles son aquellas que hiperrepresentan las

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catalizan la formación de esas nuevas identidades, así como contribuyen adarle forma a la agenda política (y no sólo en lo que atañe a lo ambien-tal). De modo complementario, el caso permite resaltar algunos aspectosen clave comparativa, porque resultó muy claro que los capitales socialesy culturales preexistentes a la aparición del problema fueron decisivos, yhasta desequilibrantes vis-à-vis de otros actores, no sólo para identificarlocomo “problema”, sino a la hora del nacimiento de una nueva forma deacción colectiva. Por contraste, resulta clara la existencia de regiones urba-nas en las que la penuria de recursos sociales y culturales contribuye a queciertas cuestiones ambientales no se problematicen y, más aún, a que sereproduzca la pasividad.

Al mismo tiempo, el caso nos muestra la relevancia de los propios pro-cesos políticos en la estructuración de los movimientos socioculturales. Enefecto, ni la trayectoria ni las orientaciones del movimiento asambleariopodrían ser explicadas sin tomar en cuenta los modos en que se vinculócon la política y el Estado. Estrictamente, el movimiento sociocultural y lapolítica/el Estado fueron dos de los vértices de un triángulo que se com-pleta con los medios de comunicación.

Podría colegirse, a su vez, que en relación con el Estado y las caracte-rísticas de las nuevas democracias latinoamericanas, si procesos como elque analizamos suponen una redistribución del poder, lo hacen en unadirección fuertemente local —muestran la gravitación que comunidadesactivas pueden tener en la agenda política y en los procesos decisorios deniveles provinciales, nacionales e incluso internacionales—. Esta formanovedosa de proyección de lo local (novedosa porque no es equiparablea la política tradicional) crea desafíos muy agudos a los Estados, a los pro-cesos de integración que éstos encaran, muestra sus vacíos políticos e ins-titucionales y establece serios problemas de representación.

La observación de los modos en que el movimiento social se vinculócon la política, y de los impactos de su experiencia sobre esa área, ponende manifiesto que aumentar la capacidad de la política, a partir de su inter-locución con la cultura y la cultura política, es tan posible como extrema-damente difícil (no es trivial agregar aquí que es también necesario, y pre-cisamente por serlo es que debemos resaltar, junto a su relevancia, laconveniencia de no hacernos ilusiones sobre la exigente complejidad dela tarea). Es cierto que parte de las dificultades descansa en un cambio delas condiciones estructurales de la relación entre sociedad y política. Ennuestros días, la paradoja de esta última, bajo el impacto de procesos diver-sos de décadas recientes —concentración económica, fragmentación ydesigualdad social, exclusión, etc.—, con su carga de frustración, que com-binan un sensible malestar individual y colectivo, escepticismo, suscepti-

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res que las protagonizan hace que aquéllas y éstas sean estrictamente irre-conciliables.

La necesidad de prevenir como ejercicio de liderazgo proviene de asu-mir esta condición como punto de partida indispensable para llegar aacuerdos y establecer escenarios cooperativos (en los que lo técnico podráser un utilísimo asistente, nunca el fundamento de la decisión). Pertinenteal caso, el approach productivista y el ambientalista son irreconciliables y loseguirán siendo por mucho tiempo —para cada uno, la carga de la prue-ba está contra el otro—. Si esas demandas colisionan en un espacio des-provisto de coordinación y prevención, la posibilidad de acuerdos y tran-sacciones tiende a reducirse a cero.

En lo que se refiere a la necesidad de que la política cobre concienciade la importancia de la coordinación dadas las nuevas características delcontexto en que actúa, y asuma para sí un papel de liderazgo, teniendo enmente el horizonte democrático deliberativo —un papel de liderazgo deli-berativo, podríamos decir, sin temor a que el lector considere la expresiónun oxímoron—, el caso estudiado ha sido, en verdad, si bien por la nega-tiva, un auténtico experimento social. Hemos analizado en profundidaden otros trabajos (Palermo, 2007b; Aboud y Museri, 2007) la trayectoriadel diferendo del conflicto y las etapas por las que atravesó, identificandoaquellas coyunturas críticas en las que, claramente, los líderes políticos dis-pusieron de márgenes de acción y grados de libertad para reencauzar elproblema; cosa que no hicieron. Pero, si algo nos salta a la vista es que lacoordinación política (en arreglo normativo a la democracia deliberativao no) estuvo conspicuamente ausente a lo largo de todo el proceso.

No utilizamos aquí el término “coordinación” en su sentido técnico—aunque de esto tampoco hubo (baste señalar que, como surge de los tes-timonios recabados, los mismos asambleístas que se desesperaban porquela Comisión Administradora del Río Uruguay los “ninguneaba olímpica-mente” encontraron luego que la Cancillería argentina estaba ajena altema)—, sino en la medida que refiere a la omisión de los liderazgos.Varios de ellos intervinieron de lleno en el asunto y algunos, como el pre-sidente, se comprometieron —por el camino que eligieron— bastante másde lo conveniente. Pero el ejercicio de liderazgo que llevaron a cabo esexactamente lo contrario de lo que podemos entender por coordinacióndeliberativa. Hiperrepresentaron a los asambleístas de Gualeguaychú,identificaron esa “posición unificada” con el “interés nacional”, la consa-graron como “causa nacional” y dejaron fuera del campo de juego a gru-pos, actores y posiciones políticas y culturales con mayor o menor respal-do social, concentrado o difuso, que por un motivo u otro estaban“objetivamente” involucrados en la cuestión y de un modo relevante. Así

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demandas, las sobreactúan en la retórica y en su escenificación, con lo cualaceleran aquello que ya se proyecta a la escena pública con premura y ele-van la ira de aquello que ya es de por sí vesánico. Es comprensible que,cuando se desdibujan los mapas habituales de la política, se alteren lostiempos hacia el cortoplacismo. Si el personal político adolece de pobre-za de recursos, la tendencia a oscilar entre la indiferencia y la hiperrepre-sentación será común. No obstante, construir capital político temporal—y alargar los tiempos de la política— es posible. De hecho, las deman-das sociales de y por nuevos mapas cognitivos y horizontes culturales, asícomo por regulación pública (retorno de una cierta forma de estatalidad),plantean desafíos, pero también proporcionan virtualmente recursos paraliderazgos creativos.

De modo tal que, si la coordinación es un requerimiento central desociedades policéntricas, los rendimientos de los liderazgos son indispen-sables en esa coordinación. Ésta falla porque las percepciones y los diag-nósticos con que los liderazgos operan no dan cuenta de las novedades,tanto en lo que se refiere a los de la política convencional y del Estado,como a los culturales (intelectuales públicos) y civiles de todo tipo. En elcaso de las papeleras, y es éste apenas un ejemplo, la brecha informativasobre el proceso tecnológico del sector productivo fue descomunal y sellenó de materiales que incrementaron el grado de conflictividad y leimprimieron al proceso una trayectoria destructiva.

Asumiendo el policentrismo societal, y la coordinación como una res-puesta insoslayable a la nueva relación entre sociedad, cultura y política,el horizonte normativo de la democracia deliberativa aparece como dese-able. La conveniencia de sistemas de interlocución en sintonía con esteideal democrático parece indiscutible. La observación del conflicto de laspapeleras nos muestra las dos facetas, la promesa y las dificultades. Las difi-cultades se desprenden de gran parte de lo ya señalado: se corroboran enél rasgos fuertes de la paradoja de la política contemporánea regional. Lapromesa proviene de que el caso pone claramente de manifiesto, a nues-tro entender, la existencia de grados de libertad para un ejercicio de lide-razgos a la altura de requerimientos más afines a un ideal democrático deli-berativo.

Pero si los movimientos tienen varias caras, contradicciones, tenden-cias al fundamentalismo, destrucción de la acción colectiva, etc., entoncesla tarea de coordinación debería ser —como ejercicio de liderazgo— emi-nentemente preventiva. Porque una vez que no se previenen posibles tra-yectorias, las dificultades aumentan, si bien no se trata forzosa e invaria-blemente de senderos del tipo path dependence. No se trata sólo de que valemás prevenir que curar, sino de que la diversificación de demandas y acto-

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como redujeron manifiestamente el problema amplísimo y muy pertinentede los vínculos entre lo ambiental y lo productivo, en la región y en el sec-tor, al desplazamiento de Botnia (con lo que pusieron una lápida a losreducidos sectores entrerrianos que se resistían a que todo quedara bajola etiqueta de “No en mi patio trasero”).1

Como surge de los distintos apartados de este capítulo, los materialesque, combinados, podían conducir a un resultado explosivo estaban pre-sentes en la cuestión antes de que ésta comenzara a configurarse. No obs-tante, creemos no exagerar al afirmar que, si efectivamente se combina-ron —arrojando por resultado el actual desastre—, fue esta ausencia deliderazgo de coordinación política lo que permitió que se reunieran delmodo en que lo hicieron. Contrafácticamente, no obstante, podemos sos-tener que ese ejercicio de liderazgo deliberativo era perfectamente posi-ble, y no sólo una cartilla de buenas intenciones.

La reconfiguración de la escena política que logró el asambleísmo deGualeguaychú fue muy importante. El saldo presenta agudos contrastes.Por un lado, está el aspecto de la gestión política de la cuestión percibidapor el asambleísmo como una amenaza, y en esto la reconfiguración fuefundamental. Como hemos observado en trabajos anteriores (Palermo,2006b y 2007b), la constitución de la Asamblea Ciudadana Ambiental deGualeguaychú y su irrupción pública transforma el contexto de gestión,de uno encapsulado y tecnocrático a otro participativo y politizado. ParaDelamata (2007), no se puede pensar a Gualeguaychú sino en el conjun-to variado de reclamos poblanos que, en protesta contra la contaminación,exigen participar en las decisiones que los afectan.

Si es así, e independientemente de los contenidos del reclamo, un lega-do de este movimiento no estaría centrado en el tema ambiental sino en lapolítica republicana. Tanto en la escena pública presente como en la futu-ra, ha dejado la marca profunda de una advertencia sobre la posesión de underecho y la disposición a ejercerlo, en un numeroso conjunto de proble-máticas a lo largo y a lo ancho del país, de modo que actores como el Esta-

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do, las empresas y los políticos podrían ser penalizados si no incorporaraneste dato a la hora de formular sus agendas. Los graves problemas de repre-sentación que este caso ha planteado —en parte debido a su peculiaridad,pero mal podría considerarse una rara avis— no han sido aún suficiente-mente estudiados, y aspiramos aquí a realizar un aporte para su análisis.

Tenemos, asimismo, la aparición de un nuevo sujeto colectivo que,aunque su continuidad como movimiento asambleario sea incierta, ofre-ce motivos para presumir que ha dejado un legado en términos de formasde acción y de nuevos actores en la escena nacional y regional. Sus pro-yecciones en red son, por ahora, indefinidas y sería peligroso intentar pre-dicciones. Por último, existe un legado político vinculado a las opcionesde desarrollo, que es difícil de sopesar: hay una agenda ambiental dife-rente, pero los impactos de las orientaciones y la trayectoria del movi-miento, sobre los actores y los grupos sociales, son sumamente ambiguos.

2. La formación de percepciones y orientaciones

En un esfuerzo por demostrar que “la lucha está tan viva como siem-pre”, la asamblea vecinal de Colón anunció, el 10 de enero de 2008, sudecisión de cortar por tiempo indeterminado el paso por el puente Gene-ral Artigas. Silvia Echevarría, vocera de los asambleístas, sostuvo que lamedida ponía de manifiesto, “con mayor fuerza, la oposición no sólo a Bot-nia sino, además, al proyecto productivo de Uruguay, basado en la insta-lación de pasteras e industrias químicas” (la decisión no se sostuvo másque por pocos días, debido a la presión de otros vecinos de Colón, sobretodo comerciantes). Se trata de un ejemplo entre miles que resultarían úti-les para ilustrar los principales rasgos de la situación en que se encuentrainmerso el vecinalismo entrerriano con epicentro en Gualeguaychú. Tam-bién en la ciudad más próxima a Fray Bentos y la pastera Botnia, parte delos asambleístas procura inscribir su lucha contra las “papeleras” en unaproblemática ambiental más amplia. Llevan a cabo este esfuerzo postu-lando una polarización irreductible entre lo productivo y lo ambiental. Ya la hora de definir al adversario, el foco conduce a una identificaciónexplícitamente nacional: de Uruguay es aquel proyecto productivo. Pocassemanas antes, asambleístas de la ACAG habían explicado su elección delbalneario fraybentino de Las Cañas para realizar una protesta colectivaporque “solíamos pasar allí el día cuando Uruguay no contaminaba elmedioambiente” (Gustavo Rivoillier, 21 de noviembre de 2007).

Aunque los vecinos autoconvocados son —comprensiblemente—indulgentes consigo mismos en su retórica —no dejan de afirmar, con toda

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1 De hecho, tanto fue así para el gobierno argentino, que anunció alborozadamente,junto a los directivos de Ence, el desplazamiento del proyecto de esta empresa española apesar de estar en la misma región, presentar idénticos estándares ambientales comprome-tidos y tener Ence una reputación y unos antecedentes muy inferiores a los de Botnia. LaAsamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú (ACAG) no criticó este comportamien-to, y si creció luego la tensión con el gobierno nacional fue estrictamente por sospechar queéste “aflojaba” su presión sobre Uruguay para desplazar a Botnia. Si se trataba, como habíadicho Kirchner, de una causa nacional, todo debía organizarse en función de ese objetivo.Así, exigieron una ley de la madera contra Uruguay y el cierre de la frontera, entre otrasmedidas que, si no se tomaban, era porque el gobierno no cumplía su promesa de hacer dela causa de Gualeguaychú una “causa nacional”.

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ciadas. Aunque en el haber de la ACAG se cuenten algunos resultados posi-tivos —difusos o puntuales—, el saldo global del conflicto en el que estáinmersa por ahora es negativo.

Los vecinos en asamblea de la provincia de Entre Ríos están lejos deser los principales responsables o causantes del actual estado de cosas—incluidas las características que adquirió su movimiento—. Con el pro-pósito de identificarlas y dar cuenta de los rasgos básicos del problema, asícomo de precisar cómo y por qué se configuraron estos rasgos, para extra-er algún provecho de esta experiencia, haremos foco durante nuestro aná-lisis en los testimonios de distintos protagonistas que hemos entrevistado.3

Una hipótesis orientadora de este trabajo es que factores y dimensionesculturales de los actores involucrados, así como del entorno social y polí-tico en el que se desenvolvieron, han sido y son de crucial importancia enla configuración del movimiento y la evolución del conflicto.

Hay tres rasgos básicos de la cuestión cuya presencia sería un error con-siderar inexorable o naturalizarlos. Precisan ser identificados y explicados:el hecho de que se trató de un conflicto en lugar de un mero diferendo,la virulencia y radicalidad de las oposiciones, y su índole internacional. Elproblema podría haberse caracterizado por una tesitura más pragmáticapor parte de algunos de los principales actores; el eje de adversatividadpodría haber sido transnacional o transversal en relación con los Estadosnacionales involucrados, y, en lugar de tratarse de un conflicto denso y conencarnaduras sociales y culturales, se podría haber tratado de un diferen-do internacional administrado diplomáticamente. Es importante señalarque, en los primordios del conflicto, estaba presente la posibilidad de quelas líneas de oposición fueran transversales, regionales y globales, en lugarde internacionalizarse, y de que los términos del debate fuesen a la vez másabarcadores y menos radicalizados. Hay evidencia al respecto. Algunos sec-tores que podríamos denominar ambientalistas locales, antes de la consti-tución de la asamblea, alentaban una visión más amplia de la cuestión, undebate entre modelos de desarrollo que podían ser incompatibles o decompleja compatibilización:

“[...] siete u ocho plantas pasteras en la región van a contramano de nuestratransición al ecoturismo y hacen inviable nuestro modelo de desarrollo”.(Entrevistado 19)

sinceridad, estar contra los gobiernos y no contra los pueblos—, su dis-curso está cribado de expresiones que refuerzan la polarización interna-cional.2 Y la contaminación justifica tanto una jornada de protesta en LasCañas como una campaña (“No veranee en Uruguay. Uruguay contami-na”) contra el turismo argentino que, desde siempre, se traslada a las pla-yas orientales.

La identificación de un adversario confiere, a su vez, un sentido espe-cífico a los recursos de acción; en este caso, el vecinalismo entrerrianoexpandió el alcance y el efecto potencial de las medidas de fuerza agre-gando un segundo corte por tiempo indeterminado al preexistente en elpuente General San Martín. Técnicamente, sólo un paso fronterizo terres-tre quedaba libre entre la Argentina y Uruguay. Mientras el gobiernoargentino daba a conocer su disgusto, a la espera de un incierto fallo dela Corte Internacional de Justicia, algunos sectores domésticos agregaron,por primera vez, sus voces críticas a las de aquellos que ya se habían pro-nunciado al respecto. Es el caso del sindicalismo del papel.

Pretender que un movimiento social local responda adecuadamente,en arreglo a un interés colectivo más amplio, a los desafíos de los merca-dos globalizados, en conjunción con las necesidades de las poblacioneslocales, es un absurdo, sea política o analíticamente. Por ello, resulta desa-tinado tanto demonizar estos movimientos como atribuirles un valorintrínseco y connatural. En el mejor de los casos han de constituir, por unlado, un terrible dolor de cabeza para quienes, desde ámbitos políticos y/osociales más abarcadores, aspiren a responder de modo adecuado a losdilemas y desafíos planteados por esa conjunción de procesos globales ylocales. Y, por otro lado, componen un valioso punto de apoyo para apa-lancar —gracias a sus propios aportes— orientaciones y cursos de acciónen los que se concrete esa respuesta.

En el caso que nos ocupa, la ACAG y las asambleas colaterales han sido,en efecto, un terrible dolor de cabeza, pero otros actores —ONG comoGreenpeace, organizaciones políticas, instancias representativas provin-ciales y nacionales— ciertamente no acertaron, y ni siquiera aspiraron, adar las mejores respuestas posibles a esa conjunción de exigentes desa-fíos. Entre tanto, algunas iniciativas, orientaciones y acciones de la ACAGy otras asambleas, que sí podrían haber sido insumos útiles para un cursode acción abarcativo y sostenible, hasta el momento han sido desperdi-

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3 Las entrevistas fueron realizadas en tres momentos diferentes: a principios de 2006,en el verano 2006-2007, y a mediados de 2007. Sobre las condiciones profesionales de losentrevistados, véase el Anexo.

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2 En textos y declaraciones a la prensa: “república bananera”, “presidente rehén de laoposición”, “de las transnacionales”, “traidor al pueblo argentino”, “hacen todo por 300empleos”, “los uruguayos están engañados por su gobierno”, “nuestros hermanos urugua-yos están muy manipulados”, “imperialismo finlandés”, son expresiones muy habituales.

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de este componente parecen ser dos: por un lado, las magnitudes delemprendimiento, percibidas como abrumadoras, y, por otro, las predic-ciones de impacto que, en arreglo a criterios técnicos así como legales con-fiables, podrían calificarse de falsas, con todas las precauciones que cabeal empleo de este término. Esto surge con claridad de los testimonios reco-gidos, así como de las entrevistas realizadas:

“Todo surge a raíz de la radicación de estas grandes plantas, megaproyec-tos… Botnia es la planta más grande del mundo. No hay precedentes de estamagnitud. Con la empresa Ence, estamos hablando de 1.700.000 toneladasal año, casi 5 millones de toneladas de madera… En 2004 estuve en Finlan-dia y en España. En Finlandia, por ejemplo, no han solucionado todavía elproblema de los olores que estas plantas emiten permanentemente. Es unaforma de contaminación atmosférica, porque los olores ya no son sólo desa-gradables, sino que representan problemas respiratorios severos, cefaleas,pérdida del apetito, irritaciones, vómitos. Aparte de que afectan directa-mente la producción, y toda el área productiva a través de la acidificacióndel agua de lluvia. Al caer, esa lluvia ácida actúa directamente sobre los cul-tivos, sobre los pastizales, sobre las carnes, los lácteos, los cereales, y depre-cia la zona, con lo cual Entre Ríos va a quedar contaminada por las áreas decelulosa; se va a limitar la exportación, con lo cual baja el valor del produc-to o directamente no se vende. Y eso sucede en una gran extensión, de hastaalrededor de 50 o 100 kilómetros, de lo que sería la zona de impacto direc-to. También afecta al turismo. […] Van a tomar alrededor de 80.000 litrosde agua por día y los van a devolver al río. Obviamente, con distinta tempe-ratura, mucho más caliente, porque el líquido prácticamente está hirviendodentro de la zona de trabajo de la planta. Estas plantas van a dar dos cifrasmuy importantes: 300 toneladas por año de nitrógeno al agua y 30 tonela-das por año de fósforo. Esto va a producir una gran acidificación del agua,y el fósforo, como el nitrógeno, combinados, van a matar todas la especiesacuáticas”. (Entrevistado 1)

“La Comunidad Europea no recibe miel producida a menos de 100 kilóme-tros a la redonda de las papeleras… Nos preocupa qué va a pasar con la pro-ducción agropecuaria, con la lechería, con todo lo que se siembra acá. No seva a poder exportar. El daño económico será terrible, además del sanitario.”(Entrevistado 2)

“Llevan a cabo un proceso llamado Kraft, que usa dióxido de cloro, y que estácomprobado que es altamente perjudicial, tanto para el agua como para elsuelo y el aire. Lo vi cuando fui a Pontevedra [España], cuando empezó este

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Esto requería tomar conocimiento de los proyectos y participar de lasdecisiones gubernamentales que podrían afectarlos:

“Nosotros veíamos que el Mercosur no tenía normas de gestión de cuenca, yése era un problema de fondo. Se trataba, para nosotros, de construir un con-cepto de soberanía de cuenca, no de soberanía de la Argentina o de Uruguay.Actuábamos como una red de organizaciones sociales y ambientales, de EntreRíos y Uruguay… había que discutir la forma en que podíamos llevar a cabouna transición, democrática, a la sustentabilidad ambiental. Nuestra posiciónno era la de ‘no en mi patio trasero’… La postura de que ‘a nosotros nos pre-ocupa nuestro lugar, si la instalan en otro lado ése no es nuestro problema’nació con [el sector de asambleístas denominado] Arroyo Verde. Nosotrosqueríamos acceder a información socioambiental relevante, y queríamos ir aLa Haya, porque sabíamos que el gobierno uruguayo no estaba cumpliendoel tratado, pero había que seguir negociando y darle recursos a Uruguay paracontener el tratado de protección recíproca de inversiones con Finlandia.Queríamos utilizar las herramientas de la democracia, el diálogo con las auto-ridades, y focalizábamos en ese momento en Ence. Pero, internamente, habíaun profundo debate ideológico sobre el modelo de desarrollo, la escala, la ges-tión, la democracia. No había trascendido a lo público. La red planteaba que siEnce era autorizada sin cumplir los procedimientos del Estatuto del río Uru-guay, y no había diálogo, había que ir a La Haya”. (Entrevistado 19)

Pero no fue ésa la trayectoria ni el rumbo del debate público que regis-tra el caso. Había intereses más o menos evidentes en Fray Bentos (traba-jo) y en Gualeguaychú (medioambiente) que tendieron a ser percibidoscomo perfectamente contrapuestos por estar localizados muy próximospero en orillas opuestas de un río y, lo que es peor, de un límite interna-cional. En un juego de suma cero, la distribución de costos y beneficios sepresentaba tan nítidamente delimitable como el río, y sobre esta base sepotenció el mecanismo de la disonancia cognitiva: ausentes los beneficios,la comunidad de Gualeguaychú fue rápida e intensamente impulsada apercibir los costos como insoportables, en tanto que en Fray Bentos ten-dió a estimarse de antemano que cualquier impacto ambiental sería fácil-mente mitigable.

Esta explicación, si bien podría constituir un buen comienzo, a la luzde los acontecimientos satisface muy poco. En principio, porque no con-sigue dar cuenta de los tres rasgos anteriormente indicados. Quizás unpaso adelante sea la constatación de la presencia de un componente catas-trofista en la percepción del problema, componente que afectó en formadecisiva a la comunidad de Gualeguaychú. Los insumos en la elaboración

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conflicto en 2003… La Comunidad Económica Europea ya prohibía, en 2007,este tipo de actividad.” (Entrevistado 3)

“Son millones de litros por día, agua que está en el proceso y vuelve conta-minada al río… Traen cloro gaseoso para transformarlo en dióxido de cloro.Ahí hay otra bomba de tiempo, porque es muy peligroso. Una sola referencia:el representante argentino en la Comisión Binacional sobre la industria de lacelulosa le dijo al embajador Estrada Oyuela que, por el nivel de producciónde esta planta, incluso en el caso de que usaran una sola gota de cloro, seríacontaminante. Porque hay otros productos químicos que entran en el famo-so licor negro, que, si se les llegaran a escapar, podrían ocasionar un desas-tre.” (Entrevistado 4)

“Cuando empiece la quiebra de los avicultores, los apicultores, la industrialechera… cuando empiecen a quebrar los comedores, los hoteles, y el comer-cio se vea afectado en un volumen apreciable, cuando las propiedades se des-valoricen, entonces, no sé cómo va a reaccionar la sociedad. Esto es muy peli-groso.” (Entrevistado 2)

“Vamos a perder todo, y ni hablar de las enfermedades, para nuestros des-cendientes, por generaciones… Y el agua… El monocultivo de eucaliptos pro-voca sequías… Van a terminar con el Acuífero Guaraní, porque vienenmuchas más empresas detrás.” (Entrevistado 5)

Si este componente catastrofista prosperó, ello se explica en parte debi-do a las interacciones que tuvieron lugar en los orígenes del movimientoasambleario. La evidencia recogida indica que algunas organizacionesambientalistas desempeñaron un papel central al proporcionar estas con-sideraciones. Tanto en Montevideo como en el Departamento de RíoNegro, estas organizaciones habían trabajado durante años en el cuestio-namiento más terminante de la política forestal uruguaya, sobre la base deun diagnóstico tremendista de sus impactos. Sin embargo, hacia 2003, elnuevo sector productivo maduraba y las consecuencias predichas no severificaban. Luego el anuncio de los emprendimientos en Fray Bentos lesdio nuevo impulso y, si bien casi no encontraron eco en Uruguay, fuerona buscarlo del otro lado del río con mucho éxito, y salieron del impasse. Talcomo puede recogerse en una entrevista, el origen del movimiento dis-pone de una verdad revelada: “Fue Delia la que nos abrió los ojos”.4

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Asimismo, estas organizaciones ambientalistas contribuyeron con unapizca de ideología al proceso de constitución del adversario, que hizo deéste la personificación del mal absoluto, constituido por una red de acto-res, de la cual las empresas son el nudo más visible:

“Se localizan allí porque hay un plan del Banco Mundial de hace muchos añosque indujo a Uruguay a la forestación de eucaliptos. El tipo de produccióncon monocultivo tenía que trasladarse a países periféricos, porque en Euro-pa estaba prohibida. […] Un laboratorio que analice dioxinas cuesta más deun millón de dólares. Si se lo compara con la inversión que van a hacer estasempresas, de 1.800 millones de dólares, no es nada. Pero ellos no tienen inten-ción de controlar la contaminación que producen, porque lo que pretendenes la mayor rentabilidad posible”. (Entrevistado 1)

“Estar en juicio en La Haya no nos lleva a ningún lado. Es casi imposible queLa Haya defienda nuestros intereses en lugar de defender los de esas grandescorporaciones.” (Entrevistado 5)

“Es inédito para la Argentina, no que haya explotación de recursos naturalespor compañías extranjeras (siempre, en toda nuestra historia, hubo saqueos),sino el tamaño de dos empresas juntas…” (Entrevistado 6)

“Las multinacionales tienen un plan, no sé si escrito o no, pero es igualito…Esa empresa en la montaña es lo mismo que Botnia, o lo que está sucediendocon Repsol en el sur.” (Entrevistado 7)

“Aun cuando sea una causa perdida, pensar graciosamente que Botnia vaa respetar la ecología de la zona es, cuando menos, ingenuo. No lo hahecho nunca en ningún lugar del mundo, ¿por qué pensar que lo va ahacer aquí?, ¿porque somos argentinos? […] Arrasan con la ganadería y laagricultura de la región para plantar más pinos y abastecerse de materiaprima. El que acepta esto sustenta una vieja posición, aquella que dice que,mientras entre guita, hay que darle para adelante… Como si el comercio,el lucro, estuviera por encima de cualquier interés, regional, zonal o veci-nal. Insisto: creo que es una lucha ya perdida, pero hemos perdido tantasque una más no nos va a hacer mella. Es necesario, aun sabiendo quevamos a ser derrotados, que mostremos que estos emprendimientos, comolas minas a cielo abierto de Catamarca, Bariloche o La Rioja, no son via-bles porque, a la larga, degradan el medioambiente. Recuerdo cómo empe-zaba la película ‘Quebracho’… mostrando una reunión de junta de ingle-ses que hablaban de las bondades de La Forestal, de cuántas escuelas,

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4 De una de las entrevistas realizadas por François Graña (que no hemos utilizado eneste trabajo), a quien le debemos ese aporte.

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ten, y finlandesas en Uruguay que sí existen. Con lo cual, en esa forma de con-traprestación, ellos se comprometen a ser una suerte de gendarme por cua-renta años en las plantas de Uruguay. Es una situación muy similar a la que sevivió en La Forestal a fines del siglo XIX y comienzos del XX en la Argentina,con la explotación del chaco santafesino. Es decir, se plantean territorios autó-nomos, tienen cincuenta años de exención impositiva, no les cobran impues-tos, y todo esto sin ningún beneficio para el país. Se las llama ‘zona de librecomercio’.” (Entrevistado 1)

“Los factores de enorme riesgo quedan superados por un veneno mayor: elacuerdo de inversiones firmado y aprobado por los Estados de Uruguay yFinlandia. Esto sienta un precedente de renuncia a la soberanía que está enla base del modelo de saqueo y contaminación social y ambiental que seintenta imponer a través de los tratados multilaterales o bilaterales.” (Entre-vistado 10)

“Tenemos el temor de que se vuelva a cumplir el papel de Estado tapón. Losconflictos son artificiales. Las transnacionales los crean.” (Entrevistado 30)

La sociedad uruguaya consiente en razón de una mixtura de penuriay falta de conciencia:

“Hay mucho dinero de por medio. Las empresas han desparramado dinero,han regalado juguetes y hasta heladeras… Ellos han preparado a la sociedaduruguaya, que tiene serios problemas económicos, mucho mayores que losnuestros. Ya hace casi cuarenta años que la población uruguaya viene en deca-dencia. […] No hay que olvidar que Uruguay fue uno de los tres paraísos fis-cales del mundo. Entonces, esta sociedad tiene necesidades más que urgen-tes, por tal motivo acepta este tipo de ofertas. Recién ahora están tomandoconciencia, no sólo en Fray Bentos, sino también en Mercedes y en otras ciu-dades, de lo mucho que pueden contaminar”. (Entrevistado 2)

“En Uruguay la crisis socioeconómica es muy grande, y la gente piensa queesto va a ser la gran salvación. Hay una inversión de 1.800 millones de dóla-res, casi el 5% del PBI, que va a constituir una gran fuente de trabajo, pero vaa ser una realidad muy terrible. Va a haber casi 4.000 puestos de trabajo duran-te la construcción de las plantas, pero después, ¿qué va a hacer toda esa gente?Porque quedarán sólo 300 trabajando… Por otro lado, de la inversión inicial,la ganancia para Europa será del 80 u 85%, pero la uruguaya será mínima.”(Entrevistado 1)

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cuántos puestos de trabajo, cuánta mano de obra crearían. Andá a ver loque quedó: un desierto inhabitable de casi 4.000.000 de hectáreas defo-restadas.” (Entrevistado 8)

“Nuestro lema principal es ‘No a las papeleras’. Acá siempre nos dicen: ‘¿Porqué papeleras si son pasteras?’. Pero ya está instalado, nos identifica. Aunqueacá papel no hacen, y sólo fabrican la pasta de celulosa. Hacen la mugre y alládesarrollan lo que llaman la industria limpia.” (Entrevistado 9)

Del mismo modo que un Estado funciona como comité ejecutivo dela burguesía nacional, organizaciones internacionales como el BancoMundial son concebidas como supraestados al servicio de las empresastransnacionales, que planifican a largo plazo el desplazamiento de lí-neas productivas, que en la práctica significan saqueo, destrucción delmedioambiente y deterioro del tejido social. En cuanto a las empresas, sudisposición a contaminar (la ecuación: mayor contaminación => mayorrentabilidad) no es objeto de desconfianza, es artículo de fe. No hay unproblema de carga de la prueba en su contra, ya que son culpables ex ante,por el solo hecho de serlo.

“En Europa no pueden soportar las consecuencias contaminantes. Mandandinero para restaurar el Norte. Financian ONG para evadir impuestos y con-trolar lo que pasa en el Sur. Los medios de comunicación meten todo en elimaginario, financiados por las empresas… Fuimos conquistados con espeji-tos de colores, pero hubo otra lucha. Antes tuvimos desaparecidos y ahoranos esconden los temas importantes. ¿Podemos confiar en los pelucones deLa Haya? Las transnacionales vienen a hacer dinero, a depredar e irse.”(Entrevistado 30)

Este registro, fácil de encontrar en la cartilla de organizacionesambientalistas como Guayubirá, es replicado en las percepciones de losasambleístas entrerrianos, para quienes las sociedades, los Estados y losgobiernos de la región son meros receptores pasivos de estas iniciativasglobales destructivas.

“Uruguay piensa implantar un país pastero, un país de producción de pasta,no de valor agregado a la producción forestal. Los procesos industriales quese aplican en estas plantas van a estar prohibidos en el futuro. Si tuvieran querealizar grandes inversiones a nivel ambiental, se achicaría la rentabilidad.Cosa que no ocurrirá en Uruguay […], que firmó un convenio con Finlandiapara una especie de contraprestación de inversiones en ese país que no exis-

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“Durante la campaña, el Frente Amplio se oponía a las plantas y se opuso alTratado de Inversiones Recíprocas. Con lo que hace al llegar al gobierno, lapérdida de credibilidad política se trasladó a la clase política uruguaya.”(Entrevistado 19)

“Hay grupos [de uruguayos que participan de las protestas], pero son muyreducidos (antes eran más) y reciben mucha presión del gobierno. Haygente que está amenazada, incluso hasta de muerte. Había grupos que veníandesde Fray Bentos, participaban de los cortes, cantaban con nosotros, traíanbanderas. Una noche, cuando volvían, una de las señoras recibió un balazo.Después de esto, se asustaron mucho. Y si bien siguen con la lucha, ya no eslo mismo, porque hay mucho miedo. Y la gente que no está con miedo, estácomprada. Botnia entregó 10.000 dólares a cada concejal. Están compra-dos.” (Entrevistado 9)

Como la sombra al cuerpo, se sigue de todo ello que los Estados de lospaíses receptores cuentan con organismos suficientemente débiles y pre-carios como para que las empresas lucren y contaminen a sus anchas.

“Si van a Uruguay es por la flaccidez del control. La Dirección Nacional deMedio Ambiente tuvo que contratar gente porque no tenía capacidad técni-ca ni operativa para controlar estas grandes plantas.” (Entrevistado 1)

“La posición uruguaya es lamentable por el nivel de gente que ha llevado aesta comisión.” (Entrevistado 4)

“Los finlandeses trajeron expertos a la Argentina. Les dijimos: ‘Excelente,¿cuántas personas tienen ustedes para monitorear en su país?’. ‘Dos mil ins-pectores.’ ‘Ah, y ¿cuántas tiene Uruguay?’ ‘Todavía ninguna.’ Tiene tanpoca gente capacitada que el año pasado llamó a licitación para 36 pues-tos, para fortalecer la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA)con distintas funciones de evaluación del impacto ambiental, y no consi-guieron a nadie con la capacidad necesaria, no pudieron llenar ningunode los puestos. La capacidad de la autoridad ambiental uruguaya es mala,las evaluaciones que hicieron son flojas, no percibieron que eran flojos lospapeles, y cuando lo percibieron, lo autorizaron igual… La respuesta eraque confiaban en las empresas, y [nosotros] teníamos que confiar también.”(Entrevistado 11)

“La DINAMA tiene poco presupuesto y poco personal.” (Entrevistado 30)

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“Otra cuestión grave, que los uruguayos pobres tampoco ven, es que la legis-lación que se aplica en la zona franca es la de los propios países que se insta-lan. Los trabajadores no van a tener ni la seguridad que les podría dar la legis-lación uruguaya, ni la estabilidad de empleo, indemnización, cobertura desalud y demás. Lo que quiera Finlandia lo va a hacer, lo que quiera España lova a hacer.” (Entrevistado 4)

“Nosotros sabemos que el pueblo uruguayo no tiene demasiada concienciasobre el tema. Yo pienso que aunque sostengan que no va a contaminar,deberían darse cuenta de que eso es imposible.” (Entrevistado 9)

“Los uruguayos, en definitiva, son tan víctimas como nosotros. No tienen laculpa, lo que les ha pasado es que ahora tienen problemas que antes no tenían,como por ejemplo la llegada de gente con otra forma de vida, distintas cos-tumbres, otro idioma. Han tenido muchos problemas con la convivencia dia-ria. Si se anuncia que va a haber un baile, primero es en español y después enfinlandés.” (Entrevistado 7)

Es así como gobiernos como el uruguayo pueden actuar en el vacíosocial producido por la desesperación y la falta de conciencia, movidos porintereses de corto plazo e incapaces de establecer un cálculo racional decostos y beneficios para sus países. De blancos y colorados ni hablar, perotambién los frenteamplistas traicionan sus banderas, manipulan al puebloy aplastan a las disidencias.

“Un país con una tendencia supuestamente de centro-izquierda, o socia-lista como esta gente del Frente Amplio, hizo todo al revés… Tabaré fun-damentalmente estuvo en contra cuando ellos estaban como diputadosdurante el gobierno de Batlle [Partido Colorado]. Después se escudaronen el tema de que era una herencia, pero no es ninguna herencia. Tabaré,ya electo, fue el que terminó de darle el broche de oro al permiso…”(Entrevistado 1)

“El Frente Amplio opinaba en contra de las plantas. Era muy crítico. Perotodo cambió radicalmente cuando en marzo asumió Tabaré Vázquez, con-firmó los proyectos y los tomó como propios.” (Entrevistado 12)

“Teníamos la esperanza de que [cambiaría] cuando asumiera Vázquez, ideo-lógicamente afín, y tomando [en cuenta] sus palabras de campaña…” (Entre-vistado 13)

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encuentra su fondo, ya que precisamente son aquellos que tendrían queconvencer los que no son dignos de confianza. Se produce así una suertede hipertecnicismo que está en la base de la utilización generalizada de“mentiras” y “errores” por parte de los diversos actores intervinientes. Enefecto, si “convencer de” es una tarea, su cumplimiento eficaz requiereque los agentes a su cargo dispongan, de antemano, de un capital de con-fianza a poner en juego. Si ese capital está ausente, la tarea, esencialmen-te política y cultural, de fijar parámetros de lo que es aceptable o no, setorna imposible, y muchos de los involucrados caen en la ilusión de quees factible fijar una posición a partir de materiales puramente técnicos. Elproblema, desde luego, es que esos materiales no caminan solos ni secomunican por sí mismos, y requieren del sustento de agentes de con-fianza, que son siempre seres humanos u organizaciones.

“Estamos en manos de una dirigencia política desastrosa. Yo no voto más. Cadavez que he votado me han defraudado. Son todos unos delincuentes… Elgobierno no se ocupa de esta cuestión, no le da importancia, y vamos a per-der todos.” (Entrevistado 2)

“Cuando les he preguntado a los vecinalistas en quiénes confiaban, me res-pondieron que sólo confiaban en el mundo académico, y algo, mucho menos,en la Iglesia. Pero, claro, esto es un problema, porque cualquier titulado queles diga algo, lo toman…” (Entrevistado 14)

Lo que sobreviene, entonces, es una inversión, en la que la verosi-militud otorgada a un dato técnico no depende del agente de confianza(y de los fundamentos más o menos interiores a su disciplina y más omenos comprensibles que maneje) sino que el estatus de agente de con-fianza es el que depende de la “validez” (discursiva, de sentido, etc.) deldato técnico.

“Todos los estudios realizados por las empresas prometen que va a haber con-trol. Como decían los españoles, aunque te la pinten de rosa, no a la celulo-sa. Nosotros tenemos la certeza de que va a haber contaminación por variosmotivos, y no hace falta ser investigador para eso. […] Esas empresas argu-mentan, sin ningún tipo de sustento científico, que no va a haber. Y se mane-jan con un gran marketing. El ingeniero forestal Carlos Faroppa trabaja en laUniversidad de la República, tiene puesta la camiseta de Botnia y sale a des-mentir todas las cosas que nosotros planteamos. Pero lo hace sin ningún tipode respaldo teórico, sin ningún fundamento.” (Entrevistado 1)

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Uruguay se comportó de mala fe en relación con los argentinos. Losfrenteamplistas los defraudaron y no pagaron una deuda de gratitud conellos. El conflicto ilustra no sólo la debilidad de los Estados periféricosfrente a los centrales y el capitalismo globalizado, sino también, específi-camente, la artificialidad de la nación uruguaya:

“La diferencia por la cual ganó Tabaré Vázquez es por la cantidad de uru-guayos que cruzaron desde la Argentina a votar. Durante la crisis, vinieron ala Argentina, y muchos se quedaron en Gualeguaychú. Actualmente trabajan,tienen comercios, empresas”. (Entrevistado 2)

“Este conflicto puso también en evidencia la verdadera naturaleza de la ins-titución de los Estados naciones en general, y actualizó especialmente la his-tórica artificialidad de la segregación estatal de la Banda Oriental, que divi-de un mismo pueblo y un mismo territorio y ecosistema uruguayo y platenseen dos Estados nacionales ‘independientes’. Hoy vuelve a hacerse clara ypatente la ‘invención’ de la República Oriental del Uruguay por parte de lospoderes e intereses extranjeros y sus agentes coloniales nativos, llámenseRivadavia o Jorge Batlle… ¿Qué soberanía real representan estos Estados?¿La soberanía de quién, la de los pueblos en sus cuencas y territorios ances-trales, o la de los capitales transnacionales en busca de su mejor ganancia?¿Qué habría dicho y hecho nuestro Artigas ante la actual situación?” (Entre-vistado 10)

La conjunción de las orientaciones del activismo ambiental y las pre-ocupaciones y temores vecinales elabora las percepciones en términos de“sociedad de riesgo” (Beck), en que la tecnología es asociada a efectos yconsecuencias forzosamente negativas. Como se recoge del testimonio deun activista ambiental:

“Son los intereses que impulsan tales emprendimientos y las instituciones quetienen que controlarlos los que corren con la responsabilidad y la tarea de des-montar y revertir ese juicio, o aun, prejuicio, por parte de la sociedad. La cargade la prueba está invertida: son las empresas y los gobiernos los que deben nosólo demostrar, sino convencer a toda, o a la mayoría, de la sociedad y los acto-res afectados, objetiva y subjetivamente, de la inocuidad y de las ventajas detales emprendimientos, y ofrecer garantías convincentes a la población”.(Entrevistado 10)

Pero el círculo se cierra porque la desconfianza frente a los agenteseconómicos y los efectos eventuales de los desarrollos productivos no

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junto al turismo, al departamento de Saneamiento Ambiental, se logró el pro-yecto ‘Basura cero’, se hizo la planta de tratamiento de agua potable, el tra-tamiento de flujos cloacales, cloacas para el ciento por ciento de la población.Además, se está haciendo un tratamiento de reciclado de papel y otro parasaneamiento del río.” (Entrevistado 3)

“La preocupación ambiental es anterior a este problema. Se hacía reciclado,tratamiento de aceites, había piraguas de escolares que limpiaban el río y losdomingos se exponía en la costanera lo que se sacaba. En 1987 creamos laSecretaría de Cultura, Deporte y Turismo y se constituyó la Comisión de MedioAmbiente gracias a la acción de un grupo de vecinos, ‘Los amigos del río’.”(Entrevistado 15)

“Las Piedras está declarada área protegida por la municipalidad. En sumomento hubo quienes quisieron hacer un complejo turístico, pero debidoa su gran biodiversidad se decidió que fuera reserva ecológica y se sacó el autó-dromo de la zona… Es una ciudad que decidió sanearse. Existen más de 400organizaciones destinadas a ello.” (Entrevistado 17)

“Gualeguaychú tiene una historia ambiental bastante importante. Ya en losaños 75, 76, cuando recién me recibí, empezaban aquí con los temas de la lim-pieza del río. Después se sacaron las curtiembres y las areneras, y últimamen-te se hizo la planta de tratamiento. Esta cuestión no surge porque sí, sinoporque hay una historia. Mis hijos me escuchaban hablar de cómo estabasucio el río, y lo vivían cuando iban ellos mismos. Nuestra ciudad se ha cria-do con el río… Hay muchísimos ríos y arroyos en la provincia, y eso influyómuchísimo en nuestra historia.” (Entrevistado 18)

No se trata, por tanto, exclusivamente de los intereses económicos quepodrían afectarse y las consecuencias sociales negativas aparejadas, sinoque la agresión es percibida como una amenaza propiamente identitaria.

“No es sólo un reclamo. Esto quiebra un proyecto de Gualeguaychú. Un pro-yecto en serio, y de todos.” (Entrevistado 3)

“Hay una estructura mental colectiva, acciones dispersas, y por eso esto nopasó desapercibido.” (Entrevistado 15)

“Gualeguaychú vive de la pesca, el turismo, el carnaval. En verano la ciudadse transforma, y todo eso lo vamos a perder.” (Entrevistado 16)

34 Movimientos socioculturales en América Latina

Desde ese momento, cualquiera puede ser, o no, agente de confianza,ya que ello depende estrictamente de la validez contextual del dato técnico:

“Se ha dado mucho que gente que no tenía conocimiento sobre el tema salie-ra a opinar”. (Entrevistado 1)

3. La imagen que tienen de sí mismos los vecinos de Gualeguaychú

El problema que nos ocupa aparece, al principio, como una cuestiónlocal. Esto significa que su impacto recae en una comunidad que, comocualquier otra, tiene representaciones e imágenes de sí misma. En el pro-ceso de elaboración de la identidad asambleísta, estos materiales serán uncomponente importante: conferirán cohesión; legitimarán percepciones,cursos de acción y repertorios de estrategias, y harán más nítida la consti-tución de los adversarios. Las entrevistas y los testimonios recogidos per-miten ilustrar la forma en que los participantes del movimiento se valende estos componentes para definir una identidad que es asambleísta y veci-nal al mismo tiempo. Así, Gualeguaychú se presenta a sí misma, a travésde la representación de los asambleístas, como una comunidad en esen-cial armonía con el medioambiente. Dicho en otras palabras, la agresiónambiental (catastrófica) percibida no está impactando en un conjuntosocial local que podría tener la baja autoestima ambiental esperable enáreas urbanas profundamente deterioradas.

“En nuestra formación hay un fuerte condimento humano y filosófico…una concepción de que nosotros no somos dueños de la tierra. La tierra nonos pertenece; en todo caso, somos nosotros los que pertenecemos a la tie-rra, y todo lo que le hagamos nos lo estaremos haciendo a nosotros mismos.El ser humano es producto del lugar donde vive, del paisaje, de su formade pensar, de sentir, de pararse, de hablar. Tiene que ver con el cielo quemira, con el sol, con el aire que respira, con todas esas instancias. Y acá,nuestro centro principal de ese trasfondo filosófico es el río: la ciudad vivepegada a él. ¿Por qué? No lo sé… El sentimiento estuvo siempre. Mis abue-los hacían del río una parte de su vida… tomar mate, comer, bañarse contoda la familia. Es parte de nuestra historia. El río es nuestro hermano.”(Entrevistado 13)

“Gualeguaychú tiene un programa que se llama ‘Municipio sustentable’, y estéquien esté en el gobierno municipal debe continuar con él. Significa que,

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una frase muy repetida que dice: ‘Gualeguaychú es madre de sus propiasobras’, y significa que ha sido la gestora del pensamiento de grandes obrasque se han ido realizando. […] El carnaval se transforma en el carnaval delpaís porque se unen los clubes con el municipio e impulsan con mucha fuer-za un espectáculo con la jerarquía que tiene. El ciudadano común se exigepara brindar calidad, hay una media de pensamiento de superación, y unimportante desarrollo industrial si se lo compara con el resto de las ciudadesde la provincia.” (Entrevistado 17)

“Gualeguaychú siempre tuvo mucha pujanza. Su gente se caracteriza porhaber ganado todo a fuerza de laburo… […] Tuvo que luchar primero por elpuente, después por la ruta, después por el parque industrial, y eso hizo quesupiera reunirse y tuviera un sentido de pertenencia. […] En los 70, Con-cepción del Uruguay era una ciudad más importante que Gualeguaychú; teníaun puerto, reparticiones públicas… Cuando me recibí, un amigo de Con-cepción me dijo: ‘Gualeguaychú va a tener un despegue mucho más grande,porque la gente es diferente’. […] La cercanía que tenemos con Buenos Airesnos trajo a nosotros algún espíritu del porteño, que es un tipo mucho más‘metedor’, mucho más emprendedor que la gente de acá, y eso no les pasó aotros pueblos que están en el centro [de la provincia]. Nosotros tuvimos ungran aporte de gente de Buenos Aires… En la provincia nos consideran por-teños, la gente de Paraná nos considera porteños…” (Entrevistado 18)

4. La imagen que los asambleístas tienen de sí mismos

La percepción que tienen de la asamblea sus propios participanteses la de la ciudadanía gualeguaychense en deliberación y acción. Son losvecinos-ciudadanos de Gualeguaychú, en tanto tales, que se han auto-convocado:

“La Asamblea Ciudadana es un movimiento espontáneo, no político. Es el pue-blo de Gualeguaychú convocado a través de la asamblea”. (Entrevistado 4)

“Yo tengo una nietita de siete años que, si por ella fuera, también participa-ría. Ya se conoce a toda la gente de aquí, incluso el otro día me decía: ‘Abue-la, yo para mi cumpleaños lo único que hubiera querido es que no estuvieranlas papeleras’.” (Entrevistado 26)

“Cuando se volvió a decidir cortar, hicimos una asamblea extraordinaria, enlos galpones del puerto, un domingo a la hora en que va todo el mundo a dar

36 Movimientos socioculturales en América Latina

“Atenta contra el proyecto explícito o tácito de la gente: desarrollarse turísti-camente, explotar los recursos naturales, pero cuidando la naturaleza.” (Entre-vistado 17)

Y esa amenaza afecta a una comunidad que se concibe consciente, acti-va y participativa, habituada a resolver sus problemas y autoconfiable, todosrasgos identitarios en la medida en que distinguen a los vecinos de Gua-leguaychú incluso del resto de los entrerrianos.

“Investigamos sobre la existencia de entidades intermedias, permanentes otemporarias, desde un club a un consorcio. Llegamos a 455 entidades. Lasociedad es muy participativa, con experiencias colectivas concretas muyfuertes, como el parque industrial, la corporación de entidades intermediasmás el municipio y el carnaval. […] Gualeguaychú tiene la máxima convo-catoria de turismo de la provincia. La comunidad logró muchas cosas. Enlas otras ciudades se acostumbraron a que el Estado, o alguien de afuera,resolviera todo. Acá, bienvenidos, pero el esfuerzo central lo tiene queponer uno. Gualeguaychú participaba poco en el presupuesto provincial,desde el año 83 hasta hoy recibió poco y nada de la provincia, y se acostum-bró a funcionar por sí sola, sin esperar mucho del gobernante de turno.”(Entrevistado 15)

“Nos sorprendemos, pero nos damos cuenta de que ya veníamos con estostemas. El carnaval es un ejemplo. Todos los clubes participan de ese espec-táculo, de un modo u otro, desde hace 30 años. Es un modelo importante,ya que fue la respuesta de un grupo de personas ante la falta de fuentes detrabajo. Hubo reuniones, discusiones, ganas de aprender y de producir cam-bios… Ha crecido mucho la cantidad de gente que participa, desde el diri-gente del club hasta los docentes y las madres. Se trata de gente emprende-dora que ha visto la riqueza de trabajar con otros, pero siempre con algunademanda específica…” (Entrevistado 7)

“[Es] una ciudad que no mira hacia el resto de la provincia, sino hacia Bue-nos Aires. Esta dualidad de no pertenecer a Buenos Aires pero tampoco ter-minar de pertenecer al resto de las ciudades de Entre Ríos, por sus caracte-rísticas, la hace diferente. Ni mejor ni peor, [pero] hay una mayor concienciaciudadana, una conciencia de la defensa de los derechos que en otras ciuda-des de la provincia no se ve. La comunidad es muy exigente con su dirigenciapolítica, y cuando tiene que unirse deja de lado los intereses sectoriales y seune. O utiliza su derecho al voto. El gualeguaychense común es muy celosode su ciudad, su ambiente, su hábitat, y un custodio permanente de ella. Hay

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“La experiencia en la asamblea es importante para cualquiera. Yo la he capi-talizado de una forma espectacular, me ha enseñado muchísimas cosas; porempezar, a no prejuzgar. He visto a tipos que no parecían muy lúcidos tenerideas excepcionales… Eso me ha hecho que piense mucho más de lo que pen-saba antes de opinar de otra persona”. (Entrevistado 18)

En segundo lugar, por ser una garantía de aquella autonomía y de quela acción no pueda ser otra que la expresión de las decisiones tomadas enla asamblea:

“Que la asamblea sea como es la hace más poderosa, porque donde hay unacabeza se sabe a quién hay que comprar para manejar al resto. En cambio,cuando no hay una cabeza, no podés comprar o convencer a una persona,sino a muchos… La asamblea empezó realmente a existir cuando estuvimossobre la ruta. Ahí, todo el mundo podía opinar, siempre manteniendo la hori-zontalidad”. (Entrevistado 16)

“Trabajamos en forma autónoma porque Gualeguaychú es horizontal, y no sepuede verticalizar ni siquiera en un foro. Si alguien tratara de voltear un platoy una botella, ¿qué caería primero? Para defendernos del poder político, deleconómico, de la gente que se nos infiltra, de los servicios de inteligencia, delos teléfonos pinchados, tenemos que ser como un plato. Una liebre corre yconsigue cosas rápido, pero nosotros somos un elefante, pisamos más fuertey no nos pueden voltear.” (Entrevistado 20)

“Siempre estuvo planteado así. Intervenía horizontalmente cualquier ciuda-dano, se cuidaba mucho de que no fuera cooptado por nadie. Las iniciativaslas podía presentar cualquiera, y la participación hizo creíble a este movi-miento.” (Entrevistado 17)

Dados los efectos catastróficos de la amenaza en curso, los asambleís-tas confieren a su acción una entidad misional, en la que las referencias ala vida y a la familia en peligro son recurrentes:

“Si no lo hacemos ahora, después va a ser tarde. Preferimos perder todo eltiempo ahora sabiendo que después vamos a estar a salvo, y no pensando enperder la vida, la de nuestros hijos, nuestros nietos…”. (Entrevistado 26)

De la intensidad de la identificación de la asamblea con la comunidadde Gualeguaychú, por un lado, y de la raíz fuertemente misional con quees percibida la respuesta frente al problema, nos habla con elocuencia el

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la vuelta al perro, con la reposera y el mate, como funcionamos nosotros.”(Entrevistado 7)

Esto no significa que los activistas ignoren que no todo ciudadano deGualeguaychú y no toda organización comunitaria otorga a la cuestiónidéntica relevancia en su percepción y en sus acciones, pero implica cla-ramente que, cuando esto no es así, se trata de una posición de dudosofundamento normativo:

“[La gente del carnaval] se va a ver afectada directamente. Pero no se han por-tado bien con nosotros, no han participado. A pesar de que se les ha pedidomucho, sólo han aceptado que vaya un grupo de la Asamblea Juvenil con unabandera al corso. Ellos siguen con su actividad normal. Un grupo de la asam-blea va a abrir el carnaval con una bandera, y les van a dar sólo diez minutospara repartir folletos. Nosotros hubiéramos esperado mucha más participa-ción por parte de ellos”. (Entrevistado 9)

Para los asambleístas, el colectivo debe mantener una distancia de la“política” entendida como el mundo de los partidos, como una de lasgarantías para sostener su autonomía:

“Hemos tratado de que ningún político tomara un micrófono o subiera a unpalco en ninguna manifestación”. (Entrevistado 4)

“Hubo una manifestación frente a Cancillería, y a nosotros nos invitaron a ir.Pero como era por una cuestión más relacionada con política, no concurri-mos. Nosotros tenemos mucho contacto con esta agrupación vía mail, peromuchos de ellos son políticos y no tenemos sus mismos intereses. Lo nuestroes por una cuestión netamente ambiental. En nuestra asamblea participanmuchos políticos, religiosos, pero todos representan al pueblo. Nada más.”(Entrevistado 9)

“En la asamblea, desde el vamos participan todos los partidos políticos.Todos conviven, pero para evitar la cooptación, siempre hay un alerta. Hayque tener en cuenta que en nuestra sociedad la política está muy desvalo-rizada. Se reclama la participación política pero por otro lado se la retrae…es un juego de ida y vuelta permanente…” (Entrevistado 17)

Por lo tanto, la forma asamblearia de deliberación es percibida positi-vamente, en primer lugar, por sus virtudes intrínsecas:

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damente el análisis sobre las oposiciones y las tensiones internas delasambleísmo.

5. Índole de las oposiciones

En un trabajo reciente (Delamata, 2007) se ha sostenido, en relacióncon la ACAG, que “parece claro que la transnacionalización económica haterminado por abrir también un espacio para la transnacionalización dela acción política”. Nuestra interpretación es contraria a esta hipótesis. Unfenómeno en sí mismo transnacional y global no fue objeto —ni por partede los asambleístas ni por parte de otros actores— de una respuesta trans-nacional y global. Esa respuesta de índole novedosa podría haber ocurri-do, pero no fue así, y ello se explica en función de las decisiones —algu-nas del tipo path dependence— de los asambleístas, los gobiernos y losactores en juego, que podrían haber empleado otro imaginario en la ela-boración del curso de acción a seguir.

Si bien éste no es el punto más relevante, nos interesa analizar la pre-sencia de Greenpeace en el conflicto porque es claramente ilustrativa,debido a la naturaleza no gubernamental de esta organización.

El asambleísmo entrerriano, desde el inicio, contempló a Greenpe-ace con cierta desconfianza, y vio en su comportamiento una actitudoportunista:

“La gente de Greenpeace, que nunca había participado de este tema y reciénahora se ha colgado para decir que está trabajando y que está haciendo algoporque quedaban afuera de un tema tan importante, ha querido hacer unaespecie de patriada ayer, y tomar la planta”. (Entrevistado 1)

Es un hecho que la organización “entró” y “salió” del conflicto segúnuna lógica propia. De acuerdo con el testimonio de una diplomática fin-landesa (Entrevistada 14), cuando ella advierte que la filial argentina dela ONG hace pública su “entrada” en el conflicto, inmediatamente secomunica con la filial de Finlandia. Extrañado, su director le habríadicho:

“Pero con las pasteras aquí no hay ningún problema… Otras partes de la cade-na productiva sí que nos preocupan, pero las pasteras no contaminan…”.

Sin embargo, quince días después, esa misma persona era uno de losactivistas de Greenpeace que se encadenaban a las instalaciones en cons-

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registro que la memoria de los entrevistados tiene sobre su primer con-tacto con la cuestión:

“Mi primera noticia la tuve a comienzos de 2003 por un chico. Me llamó elpadre para que lo escuchase”. (Entrevistado 15)

La identificación entre la comunidad y la asamblea de vecinos de Gua-leguaychú presenta la deliberación como una cara de la moneda, y la reac-ción incontenible ante la amenaza, como la otra cara. La asamblea apare-ce así percibida como el dique de contención que los propios vecinosestablecen para sí mismos:

“Pueblo pequeño, infierno grande… La asamblea no va a aflojar. Es como untorbellino que contiene la desesperación, el razonamiento, la moderación, laestrategia, todo junto. De la mezcla va a salir algo… […] Yo trato de encon-trar desde hace dos años una vía pacífica a todo esto, no quiero quedarmetomando mate en mi casa, esperando que todo estalle. La carrera contra eltiempo es hasta fines de 2007, cuando empiecen a funcionar las pasteras. Ahíla asamblea va a perder el control. Hasta ahora, controlamos por una vía pací-fica, contundente, fuerte, como son los cortes, pero de ahí a volarlas, es unpaso. Uno solo que se enloquezca y…”. (Entrevistado 20)

Creemos que lo expuesto hasta aquí permite comprender por qué larelación de la asamblea con la política y el Estado puede ser muy profun-da pero, al mismo tiempo, extremadamente limitada. Profunda en sualcance, ya que la asamblea llega a las instancias político-estatales nacio-nales e internacionales con amplia repercusión, pero extremadamentelimitada en tanto no puede negociar, y pretende que sus percepciones ydiagnósticos sean compartidos, sus demandas, acatadas y sus metodolo-gías, convalidadas.

No se trata de que la relación entre este movimiento social y la polí-tica, los partidos y el Estado sea conflictiva. Toda relación de esta natu-raleza lo es. Quizás más específica sea la presencia, en este caso, de unosfundamentos inconmovibles —esperamos haber logrado poner demanifiesto los condicionantes y las circunstancias que les fueron dandoforma— que se expresan, al cabo, y en especial desde principios de2005, pétreamente en todo tipo de acción, de modo tal que para la polí-tica y el Estado es, en principio, un tómalo o déjalo, acatar o ser un blan-co de aquellos anatemas, del mismo modo que las empresas o el gobier-no uruguayo. Estos fundamentos inconmovibles, se configuraron yconsolidaron en un proceso que puede ayudar a entender más acaba-

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trucción en Fray Bentos (la “patriada” a la que alude el Entrevistado 1).Nada asombroso, pero conviene recordar que el momento clave de la bata-lla ambientalista con la industria del papel fue a comienzos de la décadade los noventa, cuando Greenpeace junto con otras organizaciones lleva-ron a cabo una campaña internacional.5 La posición conceptual de laONG no ha variado desde entonces:

“La industria nuclear, por ejemplo, queremos erradicarla del planeta, quere-mos eliminarla. Pero la del papel es una industria con la cual tenemos queconvivir… Por eso, para la industria del papel se propone esto. Lo volvimos aexponer en el año 2001. Y ahora, en esta especial circunstancia, hemos plan-teado la necesidad, con algunos ajustes, de un plan de producción limpia,tanto para la Argentina como para Uruguay, es decir que la Argentina y Uru-guay adopten ciertos criterios comunes sobre qué exigir a la industria delpapel”. (Entrevistado 12)

Greenpeace falló en la difusión y transmisión de esa posición concep-tual, un error política y analíticamente relevante, porque desempeñó unpapel nada despreciable en la configuración del conflicto.

“El conflicto lo venimos siguiendo sin actuar directamente, desde el año2003, cuando enviamos las primeras cartas de apoyo a las ONG de EntreRíos y a la asamblea. Pero en ese momento era simplemente un acompa-ñamiento. Nosotros estábamos con otras campañas muy fuertes: en 2003, ladel acuerdo nuclear con Australia; durante 2004, el tema de los desmontesen Salta… No nos daba tiempo para pensar en una campaña activa, decidi-da. Eso continuó así hasta el 2005. En noviembre de 2005 se logran dosgrandes objetivos de campaña [acuerdo entre la provincia de Salta y Par-ques Nacionales para preservar la reserva de Pizarro, y Ley de Basura Cero,en la ciudad de Buenos Aires]. Fue allí cuando tuvimos espacio y pudimosliberar recursos económicos y humanos para pensar una estrategia. Anali-zamos dedicarnos activamente a la campaña por las papeleras, y a partir del1º de enero de 2006 iniciamos una campaña activa de Greenpeace.” (Entre-vistado 12)

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En otras palabras, por razones justificadas o no, Greenpeace estuvoprácticamente ausente en el crucial período de elaboración inicial de laspercepciones, el diagnóstico y las orientaciones del conflicto. No atempe-ró el catastrofismo del diagnóstico ni contribuyó en la inscripción públicadel problema (más allá del comprensible localismo dominante en un sec-tor mayoritario de los asambleístas) en un marco más amplio, regional ytransnacional. Luego, cuando la ONG decide entrar en acción porque

“[…] veíamos que necesitábamos urgentemente meternos, ya que el 30 deenero terminaba la Comisión Binacional”,

la premura los impulsa a sobreactuar —encadenados a las instalacio-nes en Fray Bentos— y entrar abruptamente en un conflicto cuyas líneasde oposición ya estaban trazadas, dejando de lado la cuestión del diag-nóstico (tanto de cara a los asambleístas como de cara a la opinión públi-ca) y centrándose en una acción directa “contra Botnia”, que no hizo másque otorgarles a ellos visibilidad y al conflicto, resonancia internacional.La decisión de trabajar contrarreloj los llevó, primero, al “seguidismo” y,luego, a una retirada poco gloriosa del conflicto.

Cuando Greenpeace decide “entrar” en el diferendo, la Asamblea Ciu-dadana Ambiental de Gualeguaychú ya había logrado hacía tiempo una“posición unificada” (para utilizar la expresión de un activista entrerriano[Entrevistado 19]) con el gobierno nacional, en arreglo a su propio diag-nóstico (catastrofista), a su objetivo (el rechazo a las papeleras) y a uno desus principales recursos de acción (los cortes y bloqueos). En la práctica, estaposición constituye una prolongada captura de la política nacional por partede una minoría de preferencias intensas, producto de una decisión del pro-pio gobierno nacional. La presencia de Néstor Kirchner en Gualeguaychú(sin tomar en cuenta sus rasgos nacionalistas) vino a confirmar que los asam-bleístas no estaban solos: el gobierno argentino, el pueblo los acompañaba,porque habían hecho de la causa de Gualeguaychú su propia causa. El pasoexactamente contrario a un liderazgo de coordinación deliberativa.

Parte del activismo ambientalista de Gualeguaychú, que tenía orien-taciones menos catastrofistas y, al mismo tiempo, una tesitura tendiente aconfigurar una acción más regional y transnacional, quedó rápidamentebarrida por el torbellino del asambleísmo. Así lo describe un ambientalis-ta que mantuvo posiciones críticas, por lo cual no es posible catalogarloentre los “históricos” o los participantes de Arroyo Verde:

“¿Cuándo surge el movimiento ecológico y lo apropia el pueblo de Guale-guaychú? El puente… era abrazarse con los uruguayos; en marzo hicimos ese

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5 Para que se abandonara el uso del cloro elemental en el proceso de blanqueo, que eralo que generaba una gran cantidad de contaminantes, los eólicopersistentes, los más peli-grosos efluentes que genera una planta de celulosa. La resolución de ese conflicto derivó enla adopción, por parte de la industria, de la tecnología conocida como ECF, libre de cloroelemental, que usa dióxido de cloro.

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habría derecho a tal, aun en el caso de que los efectos catastróficos se hicie-ran sentir conforme a las predicciones, si la localización fuera en un puntojurídicamente no disputable en términos interestatales. La naturalezaregional, transnacional y global de un problema ambiental choca con estaapreciación. Nótese que la inversión es clara; incluso la demanda de “ir aLa Haya”, originariamente, podría haber tenido un sentido —digamos—“artiguista”, porque habría un reclamo que debería ser procesado en unmarco de soberanía —ambiental— de cuenca. (Reclamo que no sería,desde luego, “Uruguay no puede instalar esas pasteras”, sino, más bien,que hay una parte, de un conjunto soberano compuesto por sectores y gru-pos sociales con intereses muy diversos en una gran región, la “cuenca”,que no ha sido tenida en cuenta ni consultada. Por ende, hubo una deci-sión tomada en arreglo a un procedimiento políticamente cuestionable,que debe ser revisado.) No siendo esto posible debido a la vigencia exclu-yente de la soberanía de los Estados limítrofes, y al vacío institucional delproceso de integración, podría ser apropiado que el asambleísmo (deambas orillas) exigiera al gobierno argentino iniciar un diferendo en laCorte Suprema de Justicia Internacional.

Si bien resulta difícil establecer, sobre la base de la información dis-ponible, cómo nació la iniciativa de acudir a La Haya, parece bastante pro-bable que haya surgido en la propia asamblea. De hecho, no faltó quien,desde la palestra nacional, procurara encarrilar el problema en términosrelativamente próximos a lo señalado:

“Estuve en la asamblea y expliqué claramente cuáles eran las vías jurídicas quehabía que plantear mucho antes de que el gobierno argentino se hiciera cargodel asunto. En el dictamen de minorías del caso está planteada toda la cues-tión y toda la salida. Yo no voy a declararle la guerra a Uruguay por una pape-lera. […] Lo que nosotros propiciábamos ahí era bajar el nivel de conflictoEstado a Estado a uno entre sociedad y empresas. Y ver la articulación y losmodos en que las sociedades uruguaya y argentina podían demandar a lasempresas y paralizar las obras. Nuestro camino era plantear el conflicto socie-dad-empresa, independientemente de ir a La Haya, pero acentuar ahí y man-tener por arriba la hermandad uruguayo-argentina. […] Apoyamos ir a LaHaya, pero éste no podía ser el marco de un enfrentamiento país-país, sino elmedio de resolución de un conflicto. Yo hubiera ido a La Haya dos añosantes”. (Entrevistado 25)

Sin embargo, nada de esto ocurrió, y la adversatividad percibida porlos propios asambleístas tuvo, al cabo, muy poco de “artiguista”:

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abrazo en el puente. El asambleísmo cambia abrazo por corte… Había unared binacional preexistente, pero la asamblea la liquida, y del planteo de ir aLa Haya, en 2005, se apropian primero los vecinos autoconvocados de Gua-leguaychú y luego la asamblea”. (Entrevistado 19)

Aunque la evidencia de la índole internacional del conflicto es con-tundente de acuerdo con cualquier fuente secundaria que se tome, es posi-ble que la orientación vinculada a esta línea de oposición la imprimiesenexclusivamente otros actores, y no el asambleísmo vecinal. Se ha sosteni-do (Giarracca y Petz, 2007) que las acciones de los vecinos autoconvoca-dos de Gualeguaychú tienen un “sentido binacional artiguista”. Pero disen-timos con esa interpretación, porque, por el contrario, nos resulta claroque el propio asambleísmo gualeguaychense y entrerriano quedó entram-pado en una línea de oposición internacional con fuertes ingredientesnacionalistas. Vale la pena explorar esta cuestión sobre la base de nuestrasentrevistas, así como rastrear el modo en que se configuró. Lo que apare-ce como una simple descripción es, en verdad, una específica atribuciónde sentido:

“El conflicto comienza con la instalación de estas dos papeleras en un área enla cual se utiliza el agua de un río fronterizo. Son aguas compartidas por lasoberanía uruguaya y la argentina, o sea que el conflicto, al instalar las pape-leras en una zona compartida, tiene una afectación real y reconocida por ellosmismos. Que afecta de igual manera a la Argentina. Si los uruguayos las pusie-ran en Punta del Este, nosotros no tendríamos ningún derecho al reclamo. Elreclamo se genera porque ellos están invadiendo nuestra soberanía”. (Entre-vistado 2)

“El presidente dice que es un problema ambiental, pero acá está primero elconflicto por la soberanía, y después vienen todos los otros problemas.”(Entrevistado 4)

“Hay una cuestión científica y una cuestión ética. Lo científico (si contaminano no contaminan) es discutible, pero las empresas hicieron con Uruguay unarreglo sabiendo que no correspondía por el Tratado. A la empresa no leimportó, su objetivo es comercial, pero la culpa principal es del gobierno uru-guayo, que no informó correctamente a su gente para que ésta decidiera.”(Entrevistado 13)

Lo interesante aquí no es tanto la noción de invasión de la soberaníacomo la raíz —para estos asambleístas— de la legitimidad del reclamo: no

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de cruzar a comprar papel higiénico cuando está más barato. Tenemos claroque vamos a seguir con esta modalidad. Es normal que con los uruguayos ten-gamos a veces un poco de rispideces, pero hay que tratar de cuidar la relación,porque los uruguayos también son víctimas”. (Entrevistado 7)

“Y, son climas. En un clima determinado el gobernador dijo: ‘Le vamos a cor-tar el gas a Uruguay’.7 En otro clima, nosotros dijimos: ‘Tenemos que expul-sar a los uruguayos que hay acá y que se vayan a trabajar a las papeleras’. Peroson todas reacciones del momento.8 Si uno recorre las calles, ve que las paten-tes blancas son de los uruguayos, y todos los días ves muchas. Hay uruguayoshasta en las manifestaciones, porque las comunidades están muy mezcladas.Digamos que esa parte de la xenofobia acá no se observa. Vas a encontrar siem-pre algún desatado que insulta a un uruguayo, o a algún turista argentino quequiere ir a Punta del Este, que no comprende cómo no entienden nuestralucha.” (Entrevistado 3)

La índole del conflicto no deja de ser percibida con preocupación porlos propios asambleístas:

“El presidente no necesita los votos de Gualeguaychú, pero ya es un conflictonacional e internacional”. (Entrevistado 16)

“Mi hipótesis, desde hace dos años, es que esto termina mal, para todos, por-que van a ‘volar’ las plantas, las van a hacer volar. Los uruguayos son como unnene chiquito que está con un chupetín envuelto en papel brillante, atracti-vo, pero que está envenenado. Vos tenés información y se lo sacás, ¿y el nenequé hace? Si algún loco les vuela las plantas para evitar la catástrofe ecológi-ca, los fraybentinos nos van a odiar de tal forma que la hermandad que exis-tía ya no va a existir más. Y si las plantas funcionan, nos destruyen a nosotros,y va a pasar lo mismo. De una forma u otra, termina mal.” (Entrevistado 20)

En el desarrollo de la reflexión sobrevuela la certeza de que la posi-ción de los actores directamente involucrados configura una suerte de blo-queo, en el que los comportamientos inteligentes son imposibles, es decirque existe una percepción de la gravedad de la situación que demandaimplícita o explícitamente la mediación de otros actores. En otras pala-bras, que al menos en ciertas circunstancias de reflexión e interlocución,

“Los turistas no muestran demasiados signos de solidaridad. Lo que me duelees la actitud de los argentinos que van a veranear a Uruguay, y pasan comodiciendo ‘Muy bien lo que están haciendo’. Y pienso, ¿por qué van a Uruguay?No deberían ir… Ésa sería una forma de solidarizarse con nosotros, no yendoa Uruguay. No tendría que ser necesario que nosotros no los dejemos pasar,ellos no tendrían que querer ir. Ésa sería una forma de demostrar que son her-manos nuestros”. (Entrevistado 9)

“La gente, en general, siente que hubo un quiebre con el pueblo uruguayo, yeso en el fondo nos jode. Yo fui de los primeros, y siempre que fui a cortar laruta iba con un dolor muy grande, porque uno tiene una relación fuerte…hay una integración histórica…” (Entrevistado 13)

“Siempre hay regatas de Fray Bentos y de Montevideo, y cuando se acercana lo que ahora son aguas territoriales finlandesas —porque hay que hacer‘aduana’ para ingresar a la fábrica, ya que es territorio finlandés— salenmotos de agua invocando autoridad y pidiendo documentación. A turistasque llevan a pescar, dos veces les tiraron con armas de fuego a pesar de queno estaban en aguas territoriales uruguayas. En las asambleas entran poratrás, en secreto, periodistas uruguayos. Ya les habíamos dicho que si avisa-ban podían hacerlo, pero los descubrimos y todo el mundo les gritaba quese vayan…” (Entrevistado 7)

Es importante aclarar que ningún testimonio de los activistas permiteidentificar signos de xenofobia o antiuruguayismo —aunque sí puedanencontrarse en parte de los vecinos no movilizados—. Del mismo modoque, en ocasión en que fue erigido un muro sobre el puente por los asam-bleístas, en el límite internacional,6 los protagonistas locales oscilaronentre acciones y discursos que definían el conflicto como internacional yexpresiones (auténticas) que negaban cualquier tipo de resquemor hacialos uruguayos:

“Esto es un corte, no es un muro. La semana que viene van a venir los ediles yyo quiero que nos sentemos con un mate con yerba uruguaya a conversar, por-que no se ha podido conversar. Hay que tender nuevos puentes. Me da muchagracia cuando la gente de Buenos Aires habla de la hermandad muy alegre-mente, porque no es lo mismo la hermandad de Buquebús que la hermandad

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7 No sabemos de dónde provino esa iniciativa, pero nos consta que fue discutida y apro-bada también en una asamblea, más allá de que lo haya dicho el gobernador.

8 Nótese que las decisiones que toma la asamblea son “reacciones del momento”.

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6 La decisión se impuso en una votación muy dividida, y los asambleístas explicaron alcabo, en una típica racionalización ex post facto, que se trataba de simbolizar el muro quehabían erigido los gobiernos separando a los pueblos.

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contaminante si la empresa cumplía con lo que decía. Pero que el informeera confidencial y no lo iban a publicar. Se nos preguntó si estábamos deacuerdo con ese informe, a lo que contestamos que era la primera noticiaque teníamos, pero, en base a la información de la que ya disponíamos, pre-sumíamos que era correcto. Tercero, nos preguntaron cuál podía ser el costodel traslado de Botnia y, por último, si era necesario hacer un conducto deefluentes con salida aguas abajo del Ñandubaysal, a lo que respondimos que,si bien no era necesario, si eso contribuía a la solución del conflicto y la comu-nidad percibía que era una buena medida, era muy bajo el costo de hacerlopara Botnia frente al beneficio de desactivar el problema. […] Durante todala entrevista intentaron llevarnos a puntos en que acusáramos a Botnia dealguna manera. Finalmente, el anfitrión dijo: ‘La Argentina es un país rico,fuerte y poderoso, y si tenemos que poner de rodillas a Uruguay, lo vamos ahacer. Le cortaremos la energía eléctrica si es necesario’. Le preguntamos sipensaba que Brasil y Estados Unidos se iban a quedar tranquilos con nuestraagresión, y respondió que consideraba que se iban a mantener prescinden-tes”. (Entrevistado 21)

En contraposición, un miembro del cuerpo diplomático legitima elpleno respaldo que la Cancillería argentina otorgó a partir de abril de2005 a las demandas de los asambleístas, del siguiente modo:

“La gente de Gualeguaychú es gente con relaciones, que tuvo en claro quehabía que tratar [el tema] por Cancillería, porque la misión de un diplomá-tico, después de estudiar, es defender el interés nacional. […] Creo que esola asamblea lo percibió, y se dio cuenta de que la Cancillería iba a ser por lomenos un actor importante. […] Del lado argentino, claramente el tema nosllegó de abajo hacia arriba. Muchas veces la Cancillería detecta un tema, peroesta vez fue al revés”. (Entrevistado 11).

“Nosotros íbamos muy seguido a Cancillería, por varios motivos de coopera-ción internacional. Preguntamos por este tema y no tenían idea. Se notifica-ron por nosotros.” (Entrevistado 15)

Obsérvese que se establece una sintonía plena entre una minoría deintereses parciales y la Cancillería de un Estado nacional, sin la menormediación ni elaboración. Básicamente, cabe preguntarse cómo la ecua-ción de costos y beneficios percibidos por una importante ciudad del paíspuede ser exactamente la misma que la de la Cancillería de ese país. Alrespecto, resulta interesante conocer los siguientes testimonios:

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los propios asambleístas piden, implícita pero claramente, un liderazgo decoordinación deliberativa.

“Éste es un tema de gobiernos, no de pueblos, los pueblos estamos jugados enla misma suerte… Lamentablemente, hay cosas que se escapan y generan fisu-ras, hay heridas que van a tardar tiempo en cicatrizar, pero los gobiernos sonlos responsables.” (Entrevistado 15)

“Creo que acá la inteligencia no tiene que pasar por el pueblo, sino por losfuncionarios. […] Ellos tienen que canalizar esta situación, pero hay muchodescreimiento.” (Entrevistado 20)

Este implícito reconocimiento tiene lugar en una fase avanzada delconflicto, en que la política ya ha desempeñado un papel decisivo en suconfiguración. La polarización nacional es clara en los testimonios de otrosactores involucrados, como el de este político provincial:

“Es un caso muy paradigmático, ya que Uruguay y la Argentina siempre fue-ron aliados en cuestiones políticas y estratégicas a nivel recursos naturales.Pero, evidentemente, quien deja el camino es Uruguay, que abandona esahistoria de trabajo en forma conjunta. Como, de la misma manera, estáabandonando el Mercosur, yendo al abrazo con Estados Unidos, al ALCA.[…] Es una postura totalmente inflexible… Los medios retomaron el tema,y es la única forma de reclamo. Yo me acuerdo de una frase célebre que dijo[Rafael] Bielsa: ‘Salvo invadir Uruguay, vamos a hacer todo’. Nosotros vamosa luchar hasta las últimas consecuencias. Me quedo con una frase que dijoel gobernador: ‘Nosotros vamos a pelear combatiendo arriba del puente’”.(Entrevistado 1)

Las posiciones del gobierno nacional argentino son bien conocidaspor las declaraciones de sus propias autoridades, que hemos analizado enotros trabajos (Palermo, 2007b; Aboud y Museri, 2007). Sin embargo, valela pena considerar el siguiente testimonio:

“En nuestra consultora analizamos el conflicto en un documento en enerodel 2007, a raíz del cual fuimos llamados en abril por una alta fuente delgobierno para conocer en más detalle nuestra opinión. La sensación quetuvimos fue aterradora. Primero, se nos dijo que el tema de si se había lle-gado a un acuerdo como el que había expuesto el propio Poder Ejecutivo en2004 no se podía tratar. Segundo, que la Secretaría de Medio Ambiente habíacontratado un estudio en el que se concluía que la fábrica de Botnia no era

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la estructura estatal, entonces la facilidad con que se establece una agen-da a partir de la idea más tosca del interés nacional es asombrosa. En elvacío institucional y burocrático de la ausencia de una política ambiental,es previsible que la campana nacionalista sea la que suene más fuerte:

“Un grupo de diplomáticos que sigue pensando que su trabajo es defender elinterés nacional, y el interés nacional en este caso es el ecosistema también,el agua, el futuro, la atmósfera, todo lo que suceda con el ecosistema, y es lagente también… Ellos han logrado ser un grupo muy influyente, pero paracualquier diplomático, que no es ni político ni ambientalista, está claro quehay que hacer todo lo posible para evitar que esa planta sea construida ahí”.(Entrevistado 11)

Como se puede apreciar, las líneas de adversatividad evolucionarondesde el comienzo del conflicto. Según vimos, el diagnóstico catastrofistaes una marca de origen, pero en ese origen la adversatividad no era nece-sariamente internacional:

“Vale la pena hacer una aclaración: nuestra formación en este tema provinodel lado uruguayo, de algunos grupos ambientalistas, ecologistas, que nos aler-taron, allá por el 2000. Menos de diez vecinos entonces decidimos hacer unaconvocatoria un poquito más amplia, redactar un documento, ir a Fray Ben-tos, hablar con las autoridades, y eso originó la primera marcha, una carava-na. En octubre de 2003 tuvimos una reunión relativamente cordial, y dejamosla Declaración de Gualeguaychú”. (Entrevistado 13)

“Se resolvió una marcha al puente y un pedido de informe, nosotros a Canci-llería y Fray Bentos al intendente de Río Negro.” (Entrevistado 15)

“El grupo de concientización llevaba un video del grupo Guayubira, y en laescuela nos quedamos impresionados.” (Entrevistado 16)

Interesa el testimonio proveniente del propio ambientalismo:

“Nuestra oposición arranca cuando comenzaron los cultivos. En 1997 se creael grupo Guayubira, aunque empezamos antes, cuando en el 86 se formó lared en Malasia y ya se identificó el problema. Había que generar concienciasobre algo que en Uruguay era muy bien visto: bosques, empleo, beneficioeconómico. Cuando acá estábamos haciendo una gran campaña, en 2003,2004, contra las plantaciones y las fábricas, en la Argentina no pasaba nada. Yestaban peleados entre sí los grupos en Gualeguaychú. Salimos un grupo de

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“[Raúl] Estrada Oyuela, no se sabe por qué, si por orgullo o por parentesco,tomaba información directamente de la ACAG. Información que no tienenada que ver con un conocimiento serio. Y es un diplomático muy respetadopor sus antecedentes. Me consta que convocaron a los calificados técnicos dela Secretaría de Medio Ambiente, pero para que dijeran públicamente cosasen la línea oficial, aunque ellos se negaron a hacerlo. Los llevaron igual a reu-niones internacionales, para mostrarlos, con mordaza”. (Entrevistado 14)

“El oído de Cancillería estaba lleno en su momento por Greenpeace, conuna información desconectada de cualquier otro elemento, y llegar coninformación diferente a Cancillería era imposible. No les interesaba, no laquerían, ya estaban ideológicamente sesgados. […] En marzo de 2004 lemandamos una carta a Kirchner planteándole la importancia del sectorforestal y lo que un conflicto podía traer. Ni respondió. Promovimos discu-siones en el Senado, presentamos documentos a gente clave en el gobierno,pero era muy difícil pedir una entrevista para informar sobre esto. En laSecretaría de Medio Ambiente el tema ya le había costado el puesto a quienera el secretario, [Atilio] Savino, porque dijo: ‘Yo en esto no me meto, esalgo que me supera’. Nosotros teníamos muy buen diálogo con él y no habíanecesidad de convencerlo de nada. El gobierno se olvidó absolutamente deque hay un sector forestal y forestoindustrial pujante en el país, y no haypuertas abiertas para el diálogo. […] Nosotros tenemos programas conjun-tos con el Ministerio de Trabajo, con la Secretaría de Agricultura, con laSecretaría de Industrias, en los niveles intermedios, con los temas de nues-tra rutina, y el vínculo no se vio para nada afectado, pero, por el otro lado,no hay absolutamente ningún diálogo.” (Entrevistado 22)

“Hasta que nombraron a [Romina] Picolotti, el secretario argentino de MedioAmbiente jamás tuvo nada que ver con el tema, siempre lo manejó Cancille-ría, lo que demuestra que para la Argentina fue un tema político. En la pági-na web de la Secretaría, el tema papeleras ni aparecía.” (Entrevistado 24)

De manera que, más allá de la aproximación funcional al problema—se trata de un tema internacional, por lo tanto, Cancillería debe inter-venir en su manejo de un modo relevante—, lo llamativo es la ausencia detoda mediación y el implícito interés nacional en los términos más latos:como la Cancillería tiene por misión defender el interés nacional, allávamos con los nuestros y contra quienes no lo son. Los nuestros son losasambleístas; Uruguay y las empresas finlandesas son los otros. Como setrata de un área en la que no existe un paradigma previo, una política máso menos establecida, tanto en el cuerpo diplomático como en el resto de

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gobernador a nuestro favor. Hay gente que dice que nos movilizamos a pedi-do de él, pero están completamente equivocados.” (Entrevistado 16)

“Lo que más nos costó al principio fue convencer a la Cancillería de que estasempresas no se podían poner. En realidad, la política exterior no la maneja elpresidente. Algunas cuestiones grandes puede que sí, pero estas cuestiones lasmaneja Cancillería. Y ahí nos fuimos metiendo en la política.” (Entrevistado 18)

“El 30 de abril [de 2005] es un punto de inflexión: ese día, cuando había cua-renta mil personas sobre el puente, Busti, que estaba en un helicóptero sobre-volando la zona, decidió que se tenía que poner a la cabeza del conflicto.”(Entrevistado 12)

“En abril, el gobernador pasó en helicóptero. Estoy seguro de que si habíamenos gente no bajaba, ahí empezó a interesarse.” (Entrevistado 16)

“Teníamos desencuentros con el gobierno nacional, porque entendíamos queno estaba haciendo nada. Mandamos más cartas documento, pedidos, peroquienes en la Cancillería estaban a cargo de esas cosas, o sea la CARU [Comi-sión Administradora del río Uruguay], estaban ausentes por completo y hastacreo que eran cómplices de algunas cuestiones.” (Entrevistado 13)

“Creo que llegaron tarde, pero el presidente no es zonzo como para no darsecuenta de que era un momento ideal para el país, a raíz de todo este movi-miento, para comenzar a gestar una situación ambiental que hasta entoncesno existía. ¿Será sincero? Qué sé yo… Quizá lo hace por interés político: ‘Gol-peando fuerte con lo ambiental vamos a tener más votos’… No sé, quierocreer que él tomó lo ambiental a partir del fenómeno Gualeguaychú y no seha bajado. En síntesis, el gobierno nacional llega tarde, pero toma el proble-ma, y hoy lo tiene en su agenda.” (Entrevistado 13)

“El gobierno argentino se manejó con total displicencia e indiferencia. Eltema, al cobrar el calor mediático desde abril de 2005 que tuvo, generó en laArgentina un antes y un después.” (Entrevistado 15)

“El papel de la asamblea fue decisivo porque el gobierno, hasta entonces, nohabía hecho absolutamente nada. Creo que el gran cambio fue en 2005, conla marcha del 30 de abril de las cuarenta mil personas.” (Entrevistado 16)

“Yo habré ido en 2004, y nuestros diputados, ya a fines de 2003 o comienzosde 2004, estaban trabajando ahí. Nosotros fuimos los primeros en ir, pero

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Guayubira, hicimos un recorrido por varios pueblos de Uruguay y después fui-mos a Gualeguaychú. En la intendencia estaban todos los actores locales yexpusimos las razones. Y ellos, que estaban peleados, aprovecharon la ocasiónpara decirse todo lo que tenían que decirse y para ponerse de acuerdo y lucharjuntos. Nosotros fuimos el factor que ayudó a que ellos surgieran como ungrupo organizado. No lo decimos públicamente porque podemos quedarcomo antipatrióticos aquí en Uruguay. Ellos resolvieron, pusieron al frente alintendente, y el gobierno de Entre Ríos no tenía nada que ver. Pero [Jorge]Busti, que es un animal político, tuvo dos opciones: o morir políticamente oponerse al frente”. (Entrevistado 23)

No creemos, desde luego, que tales hayan sido las opciones del gober-nador. Pero es indiscutible que una prolongada primera etapa estuvo pre-sidida por la sensación, crecientemente movilizante por parte de los veci-nos, de ser convertidos en el “pato de la boda”. Esto cobra importanciatanto en el diagnóstico y los objetivos, como en los repertorios de accióndel asambleísmo. Veamos algunos testimonios:

“Nuestro primer problema fue el acceso a la información: se accedió a ella porla presión de las organizaciones sobre los entes binacionales. Nos esforzamospor transparentar un ejercicio oscuro, corrupto… El caso del embajador[Roberto] García Moritán era de total inacción”. (Entrevistado 19)

“A comienzos de 2003 estábamos cansados y empezamos a organizarnos: envia-mos una carta documento a la Cancillería, yo firmé como secretario deGobierno de la municipalidad, y algunos vecinos hicieron lo propio. Siempreinsistíamos en que Uruguay no cumplía el tratado. Esto tuvo mucho que veren el desenlace: no se habían hecho los estudios, ni esperado los plazos. Poreso, ya lo decíamos en 2003, había que exigir el cumplimiento a Uruguay y, sino, había que ir a la corte. Esas primeras iniciativas legales no tuvieron res-puesta. Se empezó a gestar ese grupito, y el gobierno municipal fue cofunda-dor. Siempre hemos estado adentro […] Yo me involucro dentro de la asam-blea, soy parte fundadora, y aunque todos saben que soy funcionario, voycomo un ciudadano más.” (Entrevistado 13)

“Desde la asamblea apuntamos siempre más al gobierno nacional, porquesuponíamos que, si había una autorización, o un acuerdo, tenía que habersido hecho por Cancillería, entonces intentamos que la relación fuera con eseorganismo, así que las notas iban a Cancillería. Recién a fines de 2005 el gober-nador contrató a los abogados del Centro de Derechos Humanos y MedioAmbiente de Córdoba, pero ésa fue la primera movida que hizo nuestro

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“No es el gobierno nacional el que nacionaliza la problemática, pero, a partirdel 30 de abril, ocho ministros van a Gualeguaychú. Nuestro propósito eraconstruir conjuntamente una posición nacional, pero hablar de ‘causa nacio-nal’ es muy confrontativo y nacionalista, es erróneo”. (Entrevistado 19).

Esta percepción del problema es muy minoritaria, y no la hemos regis-trado en ninguno de los asambleístas entrevistados. A nuestro entender,por otra parte, “construir una posición unificada con el gobierno nacio-nal”, sobre la base de las demandas, los diagnósticos y los métodos deacción que ya eran dominantes entre el asambleísmo, conducía forzosa-mente a un reforzamiento intenso de la línea de oposición nacional. Así,el abrupto cambio de gravitación fue manifiesto:

“La marcha del 30 de abril [de 2005] fue organizada por unas cincuenta per-sonas, y el resultado no lo podíamos creer: fueron más de cuarenta mil. Aun-que habíamos trabajado mucho, en las escuelas, en los medios, hablábamosde cinco o seis mil… Creo que fue cuando vino a Gualeguaychú que Bielsadescubrió el problema. […] Tuvimos una jornada que, para mí, en términosde gimnasia democrática y política fue excepcional”. (Entrevistado 13)

“La primera reacción fue la del gobierno nacional. Volvimos a Cancillería yvimos al presidente, cuando dijo: ‘Es una causa nacional’, y agregó que habíaque demostrar que las plantas contaminaban, aunque él lo sabía.” (Entrevis-tado 16)

“Es lo que me preguntaron en la binacional; allí sólo hablaban los dos presi-dentes: Estrada Oyuela y el uruguayo, y ellos pedían opiniones a los que está-bamos a los costados. Me preguntaron a mí qué pensaba de Gualeguaychú, yyo les dije que, técnicamente, la posición argentina era perfecta, pero queGualeguaychú tenía una sola posición: No a las papeleras. ‘Y a nosotros, conesto que ustedes están presentando, nos llevan a sentarnos a la mesa con unuruguayo para ver cómo solucionamos el tema, y eso Gualeguaychú lo tieneque volver a tratar.’ Y entonces Estrada Oyuela les dijo: ‘Bueno, acá se termi-nó la discusión, esto es lo que piensa Gualeguaychú’.” (Entrevistado 4)

“La marcha hizo que un presidente prestara atención, convocara a goberna-dores y demás, y dijera esa gran frase que es decisiva: manifestó que la causade Gualeguaychú se transformaba en una causa nacional, y después vinieronlos hechos mediáticos. En un momento determinado, Gualeguaychú se sintiócasi invadida por los medios nacionales. Fue llamativo porque, por un lado,era cautivante, la gente sentía que se daba importancia a su lucha, y eso poten-

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incluso muchos asambleístas eran militantes del ARI. Aunque, insisto, mi posi-ción es la de alguien que va a presidir el país. Y no quiero engañar a la gente…El gobierno comienza a tomar cartas en el asunto de una forma más electo-ralista después de la marcha del 30 de abril en el puente, pero los pedidos deinforme, que son del diputado Godoy, fueron del interbloque del ARI. Fuecuando el jefe de gabinete informó que ya había sido superado el problema…Y fue ahí cuando Gualeguaychú se sintió absolutamente indefensa y empezólos cortes.” (Entrevistado 25)

“El 4 de octubre de 2003 [Declaración de Gualeguaychú], la marcha nos des-bordó, fueron muchos más autos, como setecientos… El día anterior, HernánPatiño Meyer, el embajador, había venido con la intención de que paráramosla marcha. Pidió tiempo. Habló con Bielsa y con Batlle desde mi despacho. El8 de octubre ambas Cancillerías acordaron parar todo por treinta días, y ela-borar un estudio de impacto ambiental del proyecto para presentar a laCARU. Está todo documentado. Y es la prueba de que el gobierno argentinono hizo, no hace, ni va a hacer nada en defensa de esto: el 10 de octubre nosenteramos por la prensa uruguaya de la habilitación de Ence. Fuimos a Can-cillería. Manifestamos que Uruguay estaba violando el Tratado. Siguieroninformándose a través de nosotros, y en las audiencias estaban Estrada Oyue-la y García Moritán. Tuvimos una nueva asamblea, en la que se concluyó queUruguay violaba el Tratado y que había que ir a La Haya; en noviembre hici-mos un pedido oficial de Gualeguaychú al gobierno argentino. Se discutióluego si ante la inacción del gobierno nacional no cabía plantear un recursode amparo ante la Justicia federal. Nos dijeron: ‘Pero si cambian las autori-dades, loquitos’ [alude a las elecciones nacionales previstas para octubre de2004 en Uruguay]. No hubo una sola nota. Ni protestas ni nada. Todo lodemás, si existe, lo han fraguado. El gobierno nacional aterrizó en este temarecién el 30 de abril de 2005, cuando vio a cuarenta mil personas.” (Entrevis-tado 15)

“La velocidad y el avance de Botnia [autorizada en febrero de 2005, un mesantes del cambio de gobierno en Uruguay] fue increíble.” (Entrevistado 7)

Tiene lugar entonces la constitución de una “posición unificada”, entreel asambleísmo y el gobierno nacional, mediante la cual éste hace suyaslas demandas del grupo. La ACAG logra introducir la cuestión en la agen-da nacional, pero ya se ha recorrido una distancia decisiva desde las débi-les posiciones iniciales más abarcadoras y menos propensas a convertir elproblema en un conflicto internacional:

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“Esto no va a terminar acá. Se está planeando un proyecto a futuro que va adurar años, no va a ser una cuestión que se olvide. Somos muchos los que jura-mos que vamos a seguir con los cortes aun cuando empiece a funcionar la pape-lera. O cambiamos los argentinos, que es difícil, o cambiamos la Argentina, onos vamos todos al tacho. Y yo creo que vamos a cambiar.” (Entrevistado 3)

“Creo que, si el gobierno provincial hubiera podido impedir la masividad ylos cortes, lo habría hecho. Tuvimos muchas presiones para bajarnos de laruta. La asamblea era recibida por Cancillería, el gobernador asistía a las reu-niones, y tiempo después el presidente decía: ‘Es una causa nacional’, peroseguíamos recibiendo presiones para quedarnos quietos.” (Entrevistado 16)

La “posición unificada” con el gobierno nacional implicó que la asam-blea se aviniera a suspender el corte permanente —tras la presentaciónoficial del caso ante La Haya—, en una decisión que fue muy discutida ensu seno. Una de las consecuencias de ello fue el gradual pero aceleradodesplazamiento de los históricos por parte de los integrantes del grupoArroyo Verde como núcleo dominante.

“Ya venía diciendo la gente de Arroyo Verde que nosotros no servíamos por-que no había resultados. Nosotros siempre nos opusimos a estos cortes per-petuos. Pensábamos que el corte era una herramienta… y que había que saliry volver… En cambio ellos sostenían que tenía que ser permanente hasta queBotnia se retirara, y yo sigo pensando que no es así. Entonces nos desplaza-ron. Yo ya estaba medio desplazado cuando dejé la coordinación. Se fue lasecretaria de la asamblea y vino Arroyo Verde más o menos en octubre onoviembre de 2006. Esto ha ocasionado que mucha gente no vaya, o que vayaotro tipo de gente.” (Entrevistado 18)

De este modo, la etapa de mayor articulación entre la ACAG y elgobierno nacional —etapa en que la “posición unificada”, más aún que elpropio corte como método, aleja definitivamente al asambleísmo de todaposibilidad de evitar quedar entrampado de lleno en un conflicto de índo-le internacional— es, a su vez, el momento en que se produce la fluctua-ción de las preferencias en el interior de la asamblea hacia un empleo másrígido del recurso del corte.

“Ahora [setiembre de 2006] estamos en una situación desventajosa para lasnecesidades y las creencias de la gente. No va a ser fácil llegar en este estadohasta fin de año… Mi visión es que la gente no quiere cortar. La gente estámuy incómoda con la situación, y prefiere creer que lo de La Haya va a ser

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ció su participación, pero también es cierto que potenció un determinadoegocentrismo, un determinado fanatismo.” (Entrevistado 17)

6. Tensiones en el asambleísmo vecinal

La distancia crítica que trasunta el testimonio con que cerramos elapartado anterior pone de manifiesto una de las líneas de tensión que atra-vesaron la asamblea, y que fueron catalizadas a partir del éxito de ésta enlograr una “posición unificada” con el gobierno nacional. Es interesanterecoger, para introducirnos en este aspecto, las distinciones que estable-cen los propios activistas vecinales, quienes se categorizan como pertene-cientes a dos grupos, los “históricos” y los de Arroyo Verde.

“Hoy [enero de 2006] la asamblea está en el corte. Yo estuve hasta la madru-gada, y ahí, en los cortes, siempre hay dos mil o mil quinientas personas.”(Entrevistado 2)

“La asamblea empezó con los históricos, entre los que estaba yo, y hoy [juliode 2007] se divide entre los históricos y los de Arroyo Verde. Nosotros fuimosmás apaciguados, por los canales más tradicionales, porque siempre creímosque el problema tenía que resolverse pacíficamente. No te digo que ArroyoVerde quiera una guerra… Yo estuve un año y siete meses como coordinador,hasta que fui candidato a intendente en octubre [de 2005], y vi entrar a todala gente de la asamblea. Al principio entraron y se sentaron atrás, hasta que,desde adelante, unos locos te puteaban. Yo los veía, porque la gente se sientasiempre en los mismos lugares, miraba y sabía quiénes faltaban. Ya sabemoscómo viene la votación, porque son siempre votaciones encontradas.” (Entre-vistado 18)

En el tramo anterior a la presentación ante La Haya, las diferencias enrelación con los principales recursos de acción del asambleísmo se pusie-ron de manifiesto:

“Gualeguaychú quiere seguir presionando, pero no tiene posibilidades de irmás allá. Por eso entramos, a partir de enero [de 2006], en este terreno dedefiniciones, donde es el gobierno nacional el que tiene que dar las pautas.Si no tenemos una respuesta del gobierno nacional, Gualeguaychú puedehacer mil cortes de ruta que no van a servir de nada. El día de mañana pue-den venir a decirnos que se arregló de tal forma y nosotros, quedarnos sinpoder decir nada”. (Entrevistado 4)

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por el contrario, los intentos de acuerdo son vistos con extremo recelo, esdecir, con el mismo espíritu con que los vecinalistas contemplaron las tra-tativas diplomáticas anteriores. Más todavía, perciben esos acuerdos nocomo tentativas de resolver el problema, sino como intentos de desmovi-lizarlos y “entregarlos”.

“Nosotros siempre estuvimos a favor de llevar todo por el lado de la ley y losconvenios internacionales, mientras que Arroyo Verde siempre optó por cor-tar rutas y por declarar que íbamos a voltear la fábrica. Y en determinadomomento, cuando se produjo un quiebre en la asamblea, se decidió que nofuéramos más a Cancillería, ni a los grupos técnicos, y ahí nos aislamos total-mente.” (Entrevistado 18)

En otras palabras, la línea de tensión entre el asambleísmo y la políti-ca es, ahora, la metodología, en función de un mismo objetivo, en unapuja común, que es nacional. La desarticulación y distanciamiento entrela política estatal y el vecinalismo es creciente, pero ambos tendrán porobjetivo manifiesto doblegar al gobierno uruguayo y forzar el desplaza-miento de las pasteras.

Otra línea de oposición dentro del asambleísmo se establece entre el“vecinalismo” y el “ambientalismo”.

“Dentro de esto hay diferentes posiciones, según quién ha ido marcando lasnormas. Yo no estoy de acuerdo con que esto sea un movimiento ambienta-lista; nosotros hicimos mal en llamar ‘ambiental’ a la asamblea. Nunca quiseque se colgaran de esta asamblea para otros propósitos, como está pasandoahora. Siempre fuimos muy criticados porque la asamblea nunca se metió enesos movimientos. Pero logramos la repercusión que tuvimos porque fue encontra de una causa: que las papeleras no se instalaran ahí, y ahora estoy vien-do que en este momento nos estamos metiendo con las minas, con esto y conlo otro. Claro, hay otra posición que dice que nos tenemos que meter en esosmovimientos nacionales; es la diferencia entre los históricos y Arroyo Verde.Creo que los movimientos ambientalistas están bárbaros, pero no tienen quesalir de esta asamblea. Ésta fue una asamblea que se hizo por el ‘No a las pape-leras’. Yo no quiero luchar contra el monocultivo de soja… No digo que estábien, pero no estoy de acuerdo con los que están luchando contra el mono-cultivo; tengo mis visiones técnicas que no son iguales, pero de cualquiermanera no quiero hacerlo en esta asamblea, ni quiero luchar en contra de lasmineras, ni de la CEAMSE, ni nada de eso. El que quiera que lo haga, peroque no se suba a la asamblea.” (Entrevistado 18)

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mejor. Para mí, estamos lejos de cortar, pero si viene el verano y no hay acti-tudes del gobierno nacional para calmar la necesidad de la gente —no de unapersona acostumbrada a la militancia, que es más paciente—, eso va a ir cam-biando. Si al gobierno nacional no se le ocurre algo que baje la ansiedad,vamos a llegar al verano en una situación muy similar a la del año pasado. Ladiscusión que hay hoy en la asamblea es por eso.” (Entrevistado 13)

“Ahora [setiembre de 2006] está todo en manos del gobierno y el pueblo haquedado relegado. Mucha gente está a la expectativa sobre qué pasará con laasamblea… El presidente necesitaba que el pueblo se dejara gobernar, y elpueblo sobre la ruta es el pueblo gobernando. El 1º de mayo [de 2006], lospolíticos llevaron gente a levantar la mano; nadie ignora que no fue una asam-blea justa ni democrática, sino manipulada, y mucha gente quedó disconfor-me. Hubo mandados, por plata o promesas de puestos, para conservar un planTrabajar o una bolsa de mercaderías, y desde ahí el gobierno comenzó a recu-perar el poder que estaba perdiendo. Pero todavía Gualeguaychú seguía recla-mando.” (Entrevistado 16)

Tiene lugar, de este modo, una suerte de espiral de radicalización enla línea de conflicto internacional, de la cual el asambleísmo ya no podráescapar.

“Nuestra relación con el gobierno provincial también ha sido de idas y veni-das… Busti en algún momento estuvo en contra, nos mandó levantar los cor-tes y después dio vuelta todo. Y la misma gente de Arroyo Verde, que lo criti-caba, es la que fue ayer [julio de 2007] a hablar con Aníbal Fernández. Pero,bueno, así es la asamblea.” (Entrevistado 18)

Porque, por un lado, los actores provinciales y nacionales, tanto polí-ticos como estatales, han agendado la cuestión y realizan un indisimuladoesfuerzo por transformarla en una causa nacional. Pero, por otro, las reac-ciones de los gobiernos, tanto nacional como provincial, no encauzaronel conflicto sino que contribuyeron a echar leña al fuego de la descon-fianza. Tuvo lugar así una suerte de círculo vicioso, porque los vecinosmovilizados abonaron sus acciones, galvanizando la propia acción contes-tataria con una retórica de la desconfianza (la “duda” sobre si las autori-dades estaban actuando “genuinamente” o sólo movidos por oportunis-mo) y, frente a ello, las sobrerreacciones de los representantes no hicieronsino estimular sus reclamos y sus críticas. Por mucho que se esforzaron lospolíticos en constituirse como representantes de la voluntad del movi-miento vecinal, la intensidad de la crítica a los gobiernos no disminuye y,

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“La exigencia de la relocalización puede parecer egoísta de nuestra parte,pero creo que cada uno tiene que luchar por su lugar. Si después de haberhecho todo bien se determinara que las empresas no contaminan, sería otrala historia, pero acá no se hizo nada bien. Ahora, si las empresas no contami-nan, ¿se pueden instalar? Yo respondo que no, que se corran a un lugar dondeno se las vea. ” (Entrevistado 13)

Por cierto, un logro fundamental de la etapa de predominio de los his-tóricos fue el de haberle conferido relevancia al problema en la agendanacional. Pero ¿cuál problema? El de la localización de dos pasteras en laorilla vecina. A eso se refiere nuestro entrevistado al decir “este movi-miento tuvo la repercusión que tuvo porque fue en contra de una causa”.No se trata de una cuestión banal, porque el esfuerzo hecho por los asam-bleístas para conseguir que el problema de Gualeguaychú adquiriese unarelevancia de primer plano en la escena nacional los llevó sin duda a refor-zar el diagnóstico catastrofista y la índole no negociable de la demanda.En efecto, ¿cómo podría suscitar la repercusión buscada una demandalimitada y estricta, del tipo not in my backyard?9

Los asambleístas de Gualeguaychú se sentían —con toda razón—depositarios y obligados activadores del derecho a tomar parte en unacuestión que los afectaba directamente y que se difundía de un modo quelos ignoraba. No obstante, ¿podían fundamentar que el Estado provincialy el nacional tenían la obligación de agendar la cuestión del modo en queellos lo requerían si se trataba de que las pasteras se trasladaran a otro sitiopor una cuestión “estética”? Desde luego, la compatibilidad de una o dospasteras con el modelo que la asamblea de Gualeguaychú expresa sólopuede ser juzgada por ella misma, pero que su rechazo deba ser tomadosin beneficio de inventario por gobiernos cuya constituency es provincial onacional depende, en el marco de un régimen representativo, de algo másque del juicio de la asamblea. Es por tanto comprensible que el informedel Grupo Interdisciplinario de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú(2007) exprese:

“Es totalmente incompatible el funcionamiento de semejante emprendi-miento, ubicado a 25 km de la ciudad de Gualeguaychú, con un medioam-biente saludable y con el perfil de ciudad que se ha gestado en las últimas

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décadas, en el que se le ha dado una superlativa importancia al cuidado delmedioambiente, a la salud de la población, al desarrollo turístico-recreativoy a la intensa promoción de las actividades rurales y la industria alimentaria,por lo que los perjuicios que ocasionaría la puesta en funcionamiento deesta planta pueden ser caratulados de catastróficos para Gualeguaychú y susalrededores”.

Que el gobierno nacional, o el provincial, o la Cancillería como parteespecializada, recogieran el tema y lo incluyeran en su agenda podía sig-nificar dos cosas muy diferentes. La primera, que lo incorporaran comocuestión relevante, en un proceso de elaboración de política pública, enel que deberían intervenir múltiples actores con intereses y preferenciasen juego. Eso no era, en modo alguno, lo que los asambleístas esperaban.La segunda, en cambio —y que de hecho se consumó, y fue bautizadacomo “posición unificada”—, es que el gobierno adoptara la agenda delos asambleístas. La expresión que viene al caso, en consecuencia, es unpatriarca de la familia de palabras de la cultura política argentina: causanacional.

Sin entrar todavía en el terreno del nacionalismo, que un gobiernonacional agende una cuestión como causa nacional supone forzosamentedos cosas: que tiene una relevancia “objetiva” (comillas porque ya sabemosque nada tiene de objetiva esa relevancia) para la nación y/o para la socie-dad nacional, y que es en interés de “todos”, del colectivo nacional, que elgobierno representativo la agende adoptando una posición determinada.Por ejemplo, podría decirse: “Para el gobierno federal, superar el analfa-betismo funcional en los adultos es una causa nacional”, o “El presidentedeclaró que promover el turismo es una causa nacional”. El implícito obvioes que el gobierno representativo (debe) agenda(r) una cuestión, y de unmodo determinado (no hay agendamiento sin modo) porque lo hace eninterés de “todos” aquellos a quienes representa. Es prácticamente insus-tentable que un gobierno nacional representativo pueda proceder enforma convincente en ese sentido sobre la base de recoger una demandalocal en términos not in my backyard.

7. El repertorio de recursos de acción del asambleísmo: ¿desobediencia civil?

Aunque el repertorio de acciones del asambleísmo es muy variado, unode sus principales recursos es el corte o bloqueo, sobre todo del puenteinternacional que conecta las localidades de Gualeguaychú (provincia de

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9 No sugerimos en modo alguno que los asambleístas engañaron al gobierno provincialo al nacional. Quizá estuvieron autoengañados, pero lo que resulta imposible de creer esque los gobiernos provincial o nacional argentinos hayan actuado convencidos de que losefectos del funcionamiento de las pasteras fueran a ser catastróficos.

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dos de extracción popular sino que lo hacen en su condición de vecinos,y en su mayoría provienen de la clase media—, la metodología adoptadalos equipara: tienen en común que la eficiencia de la forma de protestadepende de su efectividad para afectar derechos de terceros, sean consi-deradas directamente las contrapartes en el conflicto o no. Los piqueteros,tanto como los neopiqueteros vecinalistas, no están sólo compitiendo porusos alternativos del espacio común —v. g. protesta o circulación— sinoque eligen formas de protesta (horarios, modalidades) que impiden la cir-culación y cuya efectividad estriba en la capacidad de impedirla. Si acep-tamos esta modalidad como un derecho no podemos dejar de asumir quevivimos en una república en la que los ciudadanos tienen derecho a afec-tar derechos de otros. Estas situaciones, en las que el conflicto de atribu-ciones tiene lugar porque una de las partes actúa de modo tal de mejorarsu eficiencia en la obtención de lo que se propone, mediante el expedientede afectar el derecho de otros, se han convertido en una práctica cultu-ralmente legítima en la Argentina de hoy. Y en ese marco se puede enten-der la facilidad con que los vecinos resolvieron recurrir a los cortes de rutasy puentes.

Cabe señalar una distinción fundamental entre el simple “choque dederechos” (que sería, en este caso, “ustedes tienen derecho a construir lasplantas, pero nosotros tenemos derecho a conservar un ambiente sano,¿qué hacemos?”) y la acción orientada a afectar derechos como recursopara ganar capacidad de presión (agravada por tratarse de extranjeroscuyos derechos se ven afectados). Hay, por tanto, una dimensión republi-cana que ha estado conspicuamente ausente en las preocupaciones y enlos debates.10

El hecho de que esta vez los afectados sean ciudadanos de otro paíspodría considerarse inaudito, aunque no es así dentro de los patronesde cierta cultura política argentina, la del nacionalismo territorialista.Diríamos, incluso, que la “familiaridad” entre países y pueblos hermanosconstituyó un ingrediente paradójicamente negativo. En su oportunidad,Uruguay incurrió en cierto “abuso de confianza” al descontar, en un cál-culo inicialmente acertado, la tolerancia del gobierno argentino. Almismo tiempo, primero en el vecinalismo entrerriano y luego en los polí-ticos provinciales y nacionales, no hubo costos al trasponer el límiteentre afectar derechos de ciudadanos argentinos y los de ciudadanos deotro Estado nacional, porque en el nacionalismo argentino territorialis-ta sobrevuela la idea de que la nacionalidad uruguaya es una concesión

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10 Véase Palermo (2006a).

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Entre Ríos) con Fray Bentos (departamento de Río Negro). Ya vimos quesu frecuencia y extensión (temporario, permanente) fue controversial enel seno de la asamblea. No puede decirse lo mismo respecto al alcance delcorte —el universo de afectados— ni al tipo de vínculo que, en el empleode esta metodología, los asambleístas esperaron establecer con los pode-res públicos.

En cuanto al universo de afectados, no disponemos de evidencia algu-na sobre que el punto haya sido objeto de controversia. El corte se pro-pone afectar a todo usuario potencial del puente internacional. De hecho,esto es percibido por el activismo ambientalista, que prefiere tomar dis-tancia de la medida:

“El corte de ruta no es una acción directa, sino indirecta. Por eso bloqueamoslos camiones de Botnia, para lograr paralizar las obras paralizando el ingresode suministros. Ésa fue una forma de marcar una metodología, el corte selec-tivo. Lo que ocurre con el corte de ruta es que no perjudica a quien realmenteuno quiere afectar. No voy a negar que a Gualeguaychú le ha ido muy biencon los cortes. Lograron la notoriedad que necesitaban y el planteo de Gua-leguaychú es un planteo vecinalista, con todo lo bueno y lo limitado que resul-ta. Pero no se les puede pedir otra cosa; si yo fuera vecino de Gualeguaychúprobablemente estaría haciendo lo mismo”. (Entrevistado 12)

Sin embargo, no es precisa la afirmación de que los cortes no per-judican a quienes realmente se quiere afectar. Tampoco la selectividado indiscriminación de los cortes está asociada a la distinción entre veci-nalismo y ambientalismo. Los cortes en verdad perjudican a quienes laACAG quería efectivamente afectar y la asamblea no proyectó en modoalguno, en la escena pública, una postura “vecinalista”. Ambos aspectosreforzaron el impacto de oposición internacional del esfuerzo asamble-ísta. El propósito de la ACAG no es afectar directamente a Botnia, sinoafectar “indirectamente” a quienes, según su percepción, son responsa-bles de que Botnia no se desplace, y a quienes pueden incidir sobre losprimeros para que, por su lado, fuercen a Botnia a hacerlo: represen-tantes (ambos gobiernos nacionales) y representados (sendas socieda-des nacionales).

La metodología empleada por los vecinalistas tiene lugar en el marcode una cultura política y un ambiente institucional (formal e informal)dados, en el cual, recurrir al expediente de bloquear los puentes, afec-tando derechos de terceros, resulta lógico y normal, y hasta se diría ruti-nario. Aunque los neopiqueteros de Gualeguaychú se diferencian de lospiqueteros argentinos socialmente —no se autodefinen en tanto desocupa-

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a circunstancias históricas que, aunque irreversible, no debería ser toma-da de modo estricto.11

Cuando en cualquier sociedad aparecen nuevos valores, o movimien-tos que, al alentarlos, los introducen de lleno en la agenda pública, esosvalores no actúan en el vacío sino que, por el contrario, se incorporan alas matrices culturales preexistentes. Sus sentidos, y el sentido de la acciónde quienes los alientan, están condicionados por las nociones-fuerza deaquellas matrices. La cultura, las formas preexistentes de concebir nues-tras identidades y de entender nuestra relación con el mundo, se cobransu precio. Tal vez la crisis de las papeleras marque un antes y un despuésen la conciencia ambientalista de los argentinos, pero, así las cosas, éstano es necesariamente una buena noticia.

El empleo del corte o del bloqueo como modos de acción planteaotras cuestiones interesantes en términos tanto teóricos como políticos.La primera de ellas es la dificultad para encuadrar conceptualmente elmétodo como desobediencia civil. Porque no sólo la efectividad, sino tam-bién el mero funcionamiento de esta modalidad a lo largo del tiempo,han requerido una singular cooperación de los poderes públicos. En ver-dad, la relación del corte con la legalidad es mucho más compleja y resul-ta imposible describir la situación como la de ciudadanos que operan enel límite o por fuera de la legalidad, pero en el marco de legitimidadcorrespondiente a la desobediencia civil. El “derecho a afectar derechos”está asistido —tanto en el caso que nos ocupa como en otros— por lospoderes públicos más allá de la tesitura de garantías (ciudadanos queprotestan interrumpiendo la circulación del transporte público y priva-do son protegidos por la policía de eventuales agresiones por parte delos afectados). En otras palabras, la paradoja se acentúa porque requie-re la colaboración expresa, activa, e incluso proactiva, del garante de laley. Si no se trata de protección ni de “permisividad” o consentimiento,sino de colaboración e incluso de aprovechamiento, por parte del poderpúblico (como un insumo para sus propios propósitos) de esta forma deacción, se establece una cierta “complicidad” que no encaja en el con-cepto de desobediencia civil. Desde luego, complementariamente, granparte de los afectados también debe colaborar, y la efectividad del méto-do depende, asimismo, de la capacidad de los actores para establecer una

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relación ambigua con los medios, dado que la difusión de la medida estan importante como el efecto sorpresa.

“Para organizar un corte hay que llevar baños, agua, hay que ocuparse de laambulancia, avisarle a Gendarmería para que detenga los camiones. Se creeque es una patriada de gauchos, a lo Artigas, y no es así. Hacen falta muchascosas, sobre todo moderación y racionalidad. A los loquitos hay que marcar-los y aislarlos para llevar a cabo una manifestación pacífica, que es lo que noso-tros queremos.” (Entrevistado 5)

“La Argentina es un país muy raro. Fijáte que la asamblea tiene legitimidadpara ponerse frente a un camión de Botnia y detenerlo, pero el problema escuando, desde el llano, alguien dice: ‘Lo que hay que hacer es una apelacióna quien tiene el poder: las empresas, los Estados’. Hoy, cuando le piden quelevante los cortes, Busti dice: ‘Yo voy a poner a la policía para que detenga alos camiones’, y es una completa ilegalidad si no hay ningún juez que hayaprohibido el tránsito de esos camiones. Mientras esa decisión no exista, Bustino puede decir que la policía parará a los camiones. Hay un uso piquetero delEstado.” (Entrevistado 12)

“Ya habíamos pedido algunas cosas antes, como la balanza (porque se circulapor la ruta con cualquier peso), un artículo del código aduanero para impe-dir que las empresas locales manden materiales a Uruguay… Este presidente,que tiene un poder tan grande y que en definitiva maneja todo el Congreso,si quisiera podría hacerlo.” (Entrevistado 16)

“Los vecinalistas, aquí, tuvieron y tienen mucho respaldo de las organizacio-nes piqueteras, y de gente pagada por los planes. Y el respaldo público en dine-ro del gobierno de Entre Ríos es inaudito.” (Entrevistado 14)

La segunda cuestión es que el corte, si bien no la creó, reforzó laíndole internacional de las oposiciones en el conflicto, al convertirse encomponente centralísimo del repertorio de recursos de acción de losasambleístas. Sería analíticamente desacertado atribuir al corte la cons-titución de adversatividad internacional, porque, como vimos, se confi-guró en una interacción en la que otros factores resultaron cruciales. Noobstante, tuvo un papel de relieve en su reforzamiento, y esto es perci-bido por parte del activismo ambiental, que lo sintetiza como “del abra-zo al corte” (Entrevistado 19). La siguiente cita plantea una aguda obser-vación al respecto:

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11 En ocasión de conocerse la autorización de la planta de Botnia, Jorge Busti llamó“gorila” al ex presidente uruguayo Jorge Batlle. Estrictamente, “gorila” es un término de lapolítica argentina —un insulto algo démodé que los peronistas empleaban contra aquelloscompatriotas recalcitrantemente antiperonistas— que, por definición, no podría caberle aun uruguayo; sin embargo, su uso no fue considerado fuera de lugar.

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comenzada por Batlle, ha sido similar: invadieron la Argentina y se apodera-ron de sus recursos naturales. El caso de la autorización de los dos metros cúbi-cos fue lo más humillante y lo más denigrante que [hizo] Tabaré Vázquez, consu gran debilidad de carácter. Hay que aclarar por qué sigue Botnia en seme-jante conflicto, pero todo el mundo tiene que estar tranquilo: Botnia se va aretirar. La licencia social voltea a cualquier empresa, y no violentamente, sinode forma pacífica, porque la región no está de acuerdo con actitudes de pira-tas como la que han llevado adelante Batlle y Tabaré Vázquez. Botnia sigue atodo trapo, porque, evidentemente, más le va a cobrar a Uruguay cuandotenga que resarcirla, con los contratos leoninos y la garantía de inversionesque le ha hecho firmar al señor Batlle. […] Yo no le tengo fe a esta Cumbre[de Iberoamérica]. Lo que estamos reclamando al presidente Kirchner es quesea el parlante de lo que nosotros repetimos todos los días: acá hay una trai-ción de Tabaré Vázquez porque está imposibilitado de gobernar a las empre-sas. El año anterior a salir electo dijo exactamente en Minas Corrales que lesiba a poner coto a estas empresas, que se aprovechaban de los recursos natu-rales y de la belleza de Uruguay, [y cuando] llegó al poder hizo lo contrario yse jactó de que iba a poner una tercera. O sea que el problema de la traición,además de haber traicionado al Frente Amplio, es de los uruguayos para losuruguayos. Pero que se apoderen de nuestros recursos naturales es problemanuestro, y por eso garantizamos que Botnia se va a ir de este río. Acá hay unarealidad, estas empresas manejan Uruguay… La movilización no va a pararjamás, eso es una garantía. Estamos demostrándole al mundo, en forma iné-dita, que nosotros pacíficamente echamos a los usurpadores de recursos natu-rales de otros países; el tema de los cortes, o el de si las pasteras van a conta-minar más o menos, es totalmente anecdótico. Acá hay que rechazar a uninvasor, que no es el pueblo uruguayo sino el gobierno uruguayo, y no estoyni enardecido ni enojado, pero uno se pone vehemente. Lo que Uruguay hahecho es aberrante… la proporción catastrófica entre una cosa y otra”. (Decla-raciones grabadas, Clarín, 4/11/2006)

El 20 de junio de 2006, en ocasión del acto oficial del Día de la Ban-dera, un grupo de asambleístas se presentó sorpresivamente y desplegó unestandarte con los colores argentinos —al que se abrazó el presidenteKirchner— que decía “Fuera Botnia-Viva la Patria”. El 9 de julio, con eltelón de fondo de las denuncias contra Romina Picolotti por corrupcióny prevaricación, Kirchner declaró en San Miguel de Tucumán: “Cuandodije que las papeleras eran causa nacional, sé que estaba cumpliendo conla patria y con el pueblo”, ante un centenar de militantes de la ACAG que,en un comunicado, manifestó:

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“El corte del puente, más que diluir y superar la frontera, la remarca, refuer-za la división y separación en dos entidades confrontadas; ‘estataliza’, refuer-za la máscara estatal-nacional del conflicto, distrayendo y sustrayendo la cues-tión principal, que es el conflicto entre los pueblos vecinos del río Uruguay ylos capitales transnacionales y sus instituciones financieras, como el BancoMundial”. (Bergel, 2007)

Pero hay una relación profunda y relevante entre ambas cuestiones:uno de los motivos por los cuales el corte contribuye a estatizar el conflic-to es su problematicidad en términos de su relación con la política con-vencional y el Estado. La índole neopiquetera del método, su imposibili-dad de inscribirlo en términos de desobediencia civil, resulta patente paratodos, sobre todo para los propios uruguayos.

Todos estos problemas parecen revelar los límites insalvables y los desa-justes que presenta la combinación, por un lado, de una forma asamble-ística de toma de decisiones, de plena igualdad y absoluta apertura y, porotro, de una metodología neopiquetera.

8. Del conflicto internacional al nacionalismo

Es importante observar que, para el caso de los asambleístas, encuanto se refiere a los testimonios y las entrevistas recabados (realizadosen tres momentos diferentes), no hemos encontrado una clara eviden-cia de orientaciones o posiciones nacionalistas. Estas posiciones apare-cen, en cambio, en los propios asambleístas en acción, a la hora en quela palabra cumple su papel en la escena pública. Que las entrevistas y lostestimonios reproducidos no lo reflejen no significa, por supuesto, queel nacionalismo, como configuración discursiva de sentido común o pro-positiva de identidad (Palermo, 2007a), no esté presente en los asam-bleístas.

En la escena pública, la retórica y la simbología nacionalistas son fre-cuentes y claras. Alejandro Gahan, miembro activo de la ACAG durantedos años (luego apartado de la asamblea, aunque participa del activismovecinal-ambiental), nos proporciona una ilustración prístina del modo enque la matriz político-cultural del nacionalismo argentino da forma a laspercepciones de los activistas asamblearios en su retórica pública:

“La función que hemos estado cumpliendo estos tres años y pico es la quehabría tenido que cumplir nuestro presidente. Así como algunos países inva-den a otros y se apoderan de su petróleo, la traición de Tabaré Vázquez,

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“El 9 de julio de 1816, hombres y mujeres, representando a todos los habi-tantes de nuestro suelo, después de haber recorrido un largo camino eli-gieron vivir libres e independientes… Por estos tiempos, nosotros estamostambién haciendo un largo camino, pacífico y difícil, castigado a veces, incom-prendido otras, sólo por elegir vivir en un país libre de contaminación, defen-diendo el derecho a la vida”.

Según explicó Alfredo de Ángelis, integrante de la asamblea, a la agen-cia oficial de noticias Télam, la presencia tuvo por objetivo realizar “un lla-mado de atención sobre los ataques contra la soberanía argentina” (Maxi-maonline). El 12 de enero de 2008, José Pouler (La Nación, 13/1/2008),celebrando la decisión anunciada por los asambleístas de Colón de cerrarel puente con Paysandú por tiempo indeterminado, declaró: “Si hay argen-tinos que no entienden nuestro reclamo o no se solidarizan con nuestralucha e igual quieren ir a veranear al Uruguay, tendrán que hacer más kiló-metros”. Y su compañero Rubén Saboular advirtió: “Si vemos que algúnfamoso viaja a Uruguay —un político, un artista—, le vamos a tomar unafotografía para publicarla en Internet”. El 18 de enero, el mismo José Pou-ler (Clarín, 19/1/2008) anunció la intención de la ACAG de llevar a caboun “antorchazo” la semana siguiente, y explicó: “Las acciones desean expre-sar que la lucha sigue viva contra el modelo de extranjerización y conta-minación que quieren imponer los gobiernos de Uruguay y Finlandia”.

En todos estos casos, la corrección del comportamiento esperado noproviene de intereses ni de valores relacionados con el medioambiente,sino de una condición de los interpelados: la de argentinos. Por eso es quecualquier “famoso” que incurriera en un comportamiento diferente delque se esperaba, merecería ser escrachado. Por supuesto, se podría objetarque estas posturas expresan un mundo cultural intensamente localista, yno nacionalista. A nuestro entender, no es así porque, estrictamente eneste caso, es el nacionalismo el que ha capturado al localismo, y no vice-versa. En efecto, todo nacionalismo reúne dos dimensiones necesarias: laprimera es ontológica y la segunda, historicista. La ontológica asume a lanación como un ser, con propiedades trascendentales —el ser nacional—,y el interés de los connacionales, en tanto tales, es común y único, porquederiva del ser, o es propio del ser, del que los connacionales son parte. Ladimensión historicista es la de arrogación: el ser nacional es un ser-en-el-mundo cambiante.12 A lo largo de la historia cambiante, el interés nacio-nal “pasa” por coordenadas diferentes —que deben ser “detectadas” por

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aquellos que tienen “sensibilidad” para hacerlo; en otras palabras, porquienes son buenos nacionalistas—. La arrogación se apropia de esa índo-le nacional ontológica, atribuyéndola a un interés cualquiera, e invirtien-do la trayectoria de legitimación. El interés ya no sería de un grupo, ni deun sector, ni de la sociedad, sino de ese todo —el ser nacional—; por ejem-plo, la “defensa de la integridad territorial”, la “protección de la industriadoméstica” o la no instalación de dos pasteras en la localidad uruguaya deFray Bentos.

Esta brecha entre la ausencia de indicios de configuraciones discursi-vas nacionalistas en las entrevistas y su estridente presencia en la acción delos asambleístas nos sugiere una hipótesis que, de momento, no estamosen condiciones de corroborar satisfactoriamente: la diferencia entre ausen-cia y presencia es, sobre todo, un resultado de la interacción del asamble-ísmo con los actores políticos y estatales provinciales y nacionales.

9. La lucha con la verdad

Mal podría sorprender que la palabra “mentira” esté constantementeen boca de los protagonistas del conflicto de las papeleras.

“Uruguay promete que, si contaminan, va a parar las plantas, [pero] son todasmentiras. […] Ellos dicen: ‘No vamos a ser tan suicidas de contaminar un ríoque es de uso común, que es compartido’. Pero cuando ellos contaminen, ydestruyan el ecosistema del río, daño que va a ser irreparable, ya va a sertarde.” (Entrevistado 1)

“Según el informe que nos da Guayubira, coincido con ellos: es mentira quevan a generar puestos de trabajo, al contrario, los puestos van a disminuir. EnUruguay, las actividades agropecuarias, de producción intensiva, de apicultu-ra, etc. generan una cantidad de puestos de trabajo por hectárea, mientrasque las forestaciones, muchos menos. Además, ya se está produciendo un cam-bio en los ecosistemas de Uruguay que es absolutamente notorio. No es lomismo tener una hectárea de eucaliptos que tener un monocultivo, que no eslo más aconsejado por los que saben de esto, los ecólogos. De lo económicotambién quiero decir que me molesta profundamente la abierta compra devoluntades. O sea, para los jefes en Fray Bentos están haciendo un countryclub…” (Entrevistado 27)

“A mí no me gusta leer falsedades en un informe. Botnia informa que, paradeterminar qué es lo que llaman ‘rosa de los vientos’, es decir, vientos predo-

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12 El dictum “los países no tienen amigos permanentes, tienen intereses permanentes”es ilustrativo. El mundo cambia y, con los cambios del mundo, cambian los amigos.

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del río, procuramos proporcionar al lector —con la ingenuidad y el entu-siasmo propios del compromiso cívico militante— una imagen objetivaque contrarrestara el efecto pernicioso de miles de fotos no objetivas, y unode nuestros colaboradores fue diligenciado al Ñandubaysal para obtenerla toma correcta. Costó, pero fue posible, y así reprodujimos en la tapa laimagen tal como la registraría el ojo humano. La reacción de numerososlectores fue la misma que recogimos al recabar testimonios en la Repú-blica Oriental del Uruguay:

“No logro entender cómo una comunidad que está nada menos que a 27kilómetros de Botnia se persuade a sí misma de algo tan delirante”. (Entre-vistado 29)

Delirantes o no, las imágenes difundidas durante meses en los perió-dicos y programas de televisión no eran, para los asambleístas, truchas otrucadas, porque expresaban cómo veían ellos a la pastera desde su orilla.Nuestra foto tenía el propósito (imposible) de confrontar lo verdadero ylo falso, pero en la práctica cumplió el papel de confrontar dos formas depercepción del mismo problema.

Las fotos de los diarios y las imágenes televisivas ciertamente no fue-ron producidas ni proporcionadas por los asambleístas; antes bien, ellosencontraron en esas imágenes la ratificación de su verdad y otorgaron alperiodismo el estatus de agente de confianza (como vimos en el apartado2). Del mismo modo, le confirieron ex post el estatus de productores vero-símiles del dato —que ex ante es verdadero— al especialista y al ambienta-lista. Porque, así como los diarios producen imágenes, los militantesambientalistas producen información técnica. Los críticos más severos delas ONG ambientalistas sostienen que sus posiciones, en intensidad y con-tenido (y su escaso apego a “la verdad”), provienen de que, para sus acti-vistas, al fin y al cabo, las propias entidades son sus principales (cuando noexcluyentes) fuentes de ingreso y progreso profesional. Sin embargo, lascoartadas para “exagerar”, “omitir” o “mentir” siempre existen. Si se cree

minantes, toma como medición los años 2000, 2001, 2002, 2003, 2004 y 2005.Cuando se hace un estudio científico-técnico para encontrar una predomi-nancia, se necesita tomar medidas de tiempo más extensas, digamos veinteaños. Quiere decir que la información es parcial.” (Entrevistado 14)

El empleo de la invectiva no tiene nada de particularmente novedoso;lo interesante es, en cambio, el modo en que la utilización de informaciónse desprende casi por completo de cualquier relación de interlocuciónfactible en la que el desacuerdo se establezca en términos comunicables—argumentable, epistémicamente compartibles— por parte de los dife-rentes actores. Los comentarios que expresan frustración o manifiestaimpotencia en los siguientes testimonios, ilustran el punto:

“Que los apicultores no iban a poder exportar más miel a Europa…, muchasveces les pregunté a los asambleístas dónde estaba la normativa”. (Entrevis-tado 14)

“La sensación que uno tiene es que hay gente que sabe lo que pasa, pero leconviene seguir diciendo cosas absurdas, sin el menor sustento técnico; porejemplo, en el caso del empleo de mano de obra, dicen exactamente lo con-trario de lo que es, y nombran como referencia a la consultora, precisamen-te, que estudió y que dice que el balance laboral es mejor. ¿Cómo se hace paradiscutir?” (Entrevistado 28)

La cuestión es que los asambleístas no saben dónde está aquella nor-mativa, y no les importa, no precisan saberlo; y al dar por descontada suexistencia, no mienten ni dicen la verdad, como tampoco lo hacen en rela-ción con el balance laboral, porque sus afirmaciones son de un orden queno se puede contrastar con los supuestos a partir de los cuales la diplo-mática finlandesa y el funcionario público uruguayo —en estos casos—plantean sus preguntas. Quizás el ejemplo más claro de este problema seael de las publicitadas fotos de Botnia capturadas desde territorio entre-rriano. Durante meses, diferentes diarios argentinos —entre ellos, los demayor alcance nacional, como Clarín y La Nación— reprodujeron fotos dela pastera obtenidas desde distintos puntos de la costa argentina del ríoUruguay, en la mayoría de los casos desde el balneario Ñandubaysal, enlas que la imagen de la pastera no aparecía tal como la capta el ojo huma-no sino, claramente, mucho más próxima.13 Para nuestro libro Del otro lado

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ría, no se trata de fotos “truchas”, sino que el lente normal (50 mm) aproxima los segundoso terceros planos. De modo que, para reproducir una imagen tal como el ojo humano lapercibe, se necesita un zoom. Ahora bien, la posibilidad de que el zoom sea utilizado justa-mente para generar el efecto contrario —aproximando, y no alejando— es comprensible-mente mucho más alta en un contexto periodístico. Hubo algunas excepciones, fotografíasindiscutiblemente “truchas”, como una que tuvo enorme repercusión pública, en la cual unniño, con una camiseta de la Selección argentina (y el número 10 de Maradona), hacía ful-bito en la orilla, “en el balneario Ñandubaysal”, con la pastera del otro lado del río prácti-camente al alcance de la vista.

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13 El único lugar desde el que la pastera se ve tan próxima —como apareció durantemeses en los periódicos argentinos— es desde el puente General San Martín. En su mayo-

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relato, pero no del mismo modo. Ya que la relación entre relato y aconte-cimientos no es la misma en cualquier caso. Los familiares de las víctimasde Cromagnon tienen a sus espaldas el hecho irrefutable de la muerte de194 jóvenes durante la noche del 30 de diciembre de 2004. A partir de ahípodrá haber mil versiones, mil relatos y mil verdades, pero esa tragedia,como disparador fáctico, no admite más que su pleno reconocimiento. Elconocimiento de “la intención de dos empresas celulósicas de instalar sen-das pasteras que habrán de tener efectos catastróficos sobre el hábitat deuna comunidad” es un dato de otro orden, y la relación entre relato y acon-tecimiento es, por tanto, muy diferente. El relato fundante necesita ser tanirrefutable como el de Cromagnon y, de hecho, consigue serlo.

Esto es captado por la diplomática finlandesa que ha tenido que habér-selas con el asunto desde la embajada de Finlandia para la Argentina, Chiley Uruguay:

“Es muy gracioso lo que me pasa en Finlandia cuando les describo cómo es elproblema. Me dicen: ‘Bueno, ¿por qué no mandamos un experto calificadopara que les explique que esto no es así?’. Pero es evidente que ésa no es lacuestión, la cosa no pasa por explicar”. (Entrevistada 14)

En verdad, difícilmente pueda encontrarse que haya algo que expli-car. Calificar al asambleísmo gualeguaychense de fundamentalista en suorigen es apenas parcialmente cierto, pero la parte cierta no es irrelevan-te. Aunque los rasgos fundamentalistas surgen más nítidamente con el des-plazamiento de los históricos, el componente inicial define en gran medi-da la trayectoria y las opciones ulteriores del movimiento.

10. El papel de los medios de comunicación

A diferencia de los medios uruguayos, donde fueron contadas excep-ciones las voces que criticaron la posición oficial, los medios argentinospresentaron un panorama mucho más diverso. No se hicieron eco de lasintonía entre el asambleísmo y el gobierno en torno a la “posición unifi-cada”, ni acompañaron los esfuerzos de constitución de una “causa nacio-nal”. No obstante, tuvieron un papel importante que, en términos gene-rales —si se considera la forma de presentación de las noticias más aúnque los comentarios—, reforzó las percepciones catastrofistas y los rasgosinternacionales del conflicto.

Los medios resultaron indispensables para los asambleístas, directa eindirectamente, por razones obvias. Los asambleístas gualeguaychenses

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a pie juntillas, por caso, en el catastrofismo ambiental de saqueo, ¿quétiene de intrínsecamente perverso o insólitamente malvado difundir infor-mación sesgada sobre los impactos ambientales de un emprendimiento?¿Por qué motivo un militante ambiental no podría creer que “el fin justi-fica los medios”, del mismo modo en que puede hacerlo un sacerdote, unpolicía, un político o hasta un ciudadano de a pie?

El problema es que, cuando una organización o sus cuadros se inter-nan en el “denuncismo”, esta tesitura pasa a ser una acción en sí misma,como en muchos otros órdenes, a la búsqueda de qué denunciar. Ya no esun problema sustancial el que precisa ser objeto de denuncia, sino eldenuncismo el que precisa encontrar un problema-insumo que lo sosten-ga. Esto, ya hemos visto, es en parte lo que sucedió en los inicios del asam-bleísmo gualeguaychense, cuando algunas organizaciones ambientalesencontraron su nuevo problema y un nuevo público.

Ese público se activó, organizó y cristalizó identitariamente en torno aun relato básico, bien conocido. Y cuando un relato es un componenteprincipal en la gestación de la acción colectiva, carece de importancia quesea verdad o mentira desde un punto de vista fáctico. El ambientalismo esuna ideología, como cualquier otra, pero se cubre fácilmente de hechos,datos, información científica y verdades. Se presenta como un discurso dedenuncia desde la verdad. Cuando ya es así, entonces pasa como con lostestamentos: tienen sus predicadores y sus fieles, y esa verdad es irrefuta-ble porque concentra el fundamento de la organización. De hecho, laperspectiva de que al menos una parte del asambleísmo derive en algocomo una secta religiosa contramesiánica —en lugar de esperar al Mesías,esperaría la catástrofe sin redención— es una posibilidad. Un funcionariode la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno entrerriano podría fun-gir perfectamente como sacerdote:

“La contaminación en el río Uruguay por la pastera Botnia existe, aunque aúnno se puede determinar el grado, y serán las generaciones de hijos y nietosquienes resulten afectados si la planta no se relocaliza. Las dioxinas que gene-ra la industria pastera se depositan en el agua y luego van pasando por la cade-na alimentaria, desde las aves hasta otros animales, hasta llegar a las personas”.(Guillermo Luciano, Perfil, 27/1/2008)

Lo fáctico carece de toda importancia, pero no se trata de una orga-nización que actúa sobre la base del mantenimiento de una falsedad y laadmisión consciente y oculta de que la verdad de la organización es falsa.Esto no es banal, porque no todos los orígenes organizacionales o identi-tarios dependen del mismo modo de un relato. Todos dependen de un

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participantes, de retórica, de contenidos, de sentidos, de procedimientos,que acompañó el proceso generando efectos identitarios. La necesidad desintonía supuso adaptarse lo más posible a las formas con las que los pro-pios medios se conectan con un público amplio y heterogéneo.

11. Problemas de representación

En la protesta del 29 de agosto de 2007, ambientalistas gualeguay-chenses hicieron oír su voz del otro lado del río: “Argentina dice: fuera Bot-nia y fuera Finlandia, terroristas del medioambiente. ¡Están inaugurandoun puerto ilegal!”. No resulta inusitado, en país alguno, que un grupoidentifique su interés como el interés del conjunto de la nación, y aspirea convencer a sus connacionales de esa perfecta identidad. Si se trata deun conflicto que involucra a otro país, echar mano del recurso de arroga-ción suele ser aún más eficaz. Y si el interés grupal puede ser inscripto comola defensa de un valor universal —como el medioambiente sano—, la arro-gación es más sencilla aún, sea esa inscripción fundada o arbitraria. Habi-tuados a esas prácticas, cuestionarlas resulta más arduo que remar con-tracorriente en las suaves aguas del río Uruguay. En la lógica de hierro dela arrogación, cualquier defensor de una posición diferente se opone a uninterés de la nación. No es inquietante si la arrogación es bandera, sola-mente, de un grupo reducido, por intenso que sea su activismo y enfáticassus posiciones, pero, si la demanda es esgrimida por políticos y poderespúblicos, ya es otro cantar. Los defensores de posiciones distintas debenatreverse a alzar su voz contra lo que es postulado desde el Estado y porrepresentantes del pueblo como una causa nacional. Dadas tan usualesadversidades, resultó reconfortante que, en el conflicto de las papeleras,los argentinos expresaran las más diversas posiciones y preocupaciones,haciendo patente que existen diferentes intereses y valores en juego,todos legítimos, cuya aspiración a arrogarse el nombre de la nación seríatan pertinente (o poco pertinente) como la de los asambleístas. No obstan-te, quienes expresaron estas posiciones —artistas, empresarios, ensayistas,especialistas medioambientales, periodistas, políticos, etc.— raramenteincurrieron en el expediente típico, comprendiendo quizá que, en elmundo de hoy, las operaciones políticas de configuración de un interésnacional son cada vez más costosas para las comunidades nacionales quelas sostienen.14

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14 Tal como se percibe, dolorosamente, en las presentes circunstancias, los intentos delgobierno argentino de convertir la postura del vecinalismo en “causa nacional”, si bien no

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advirtieron rápidamente que su acceso a los medios y el impacto mediáti-co eran fundamentales para alcanzar sus objetivos —toda la efectividad,por ejemplo, dependía mucho más de la repercusión mediática de los cor-tes que de su impacto directo sobre los afectados—. Lo que resulta menosobvio es que esto tuvo repercusiones sobre la asamblea misma, sobre suretórica, sus percepciones, sus líneas adversativas y su identidad. Losmedios, indiscutiblemente, dieron voz a los asambleístas, pero el trata-miento que confirieron a la cuestión se autonomizó rápidamente paraseguir una lógica propia, específica de la comunicación de masas. Así, lasfotos de la pastera desde Ñandubaysal, o “a las 16:45 Botnia empezó a con-taminar”, o “ahora Botnia dice que en las operaciones iniciales podrá haberesporádicamente malos olores…”, son hechos de prensa que no expresanal asambleísmo ni a nadie en particular, pero generan efectos poderosos.Que lo hagan sobre la opinión pública es una conjetura, que no tenemoscómo medir aún; en cambio, es mucho más admisible su efecto sobre losasambleístas.

Quizás el ápice de la mediatización del conflicto no haya tenido porprotagonistas directos a los asambleístas (aunque éstos se llevan sus pal-mas, en especial con la erección del muro en el puente) sino al presiden-te de la Argentina, el día en que, ampulosamente, recriminó en un ejer-cicio manifiesto de no diálogo y performatización mediática:

“Le rogamos al intransigente presidente uruguayo que, por favor, discutiéra-mos de qué forma podíamos correr desde allí a Botnia para que no contami-ne visualmente y no nos generara la duda de una futura contaminación”.(22/11/2006)

Kirchner no le estaba rogando cosa alguna a Tabaré Vázquez, sino queprocuraba un determinado efecto doméstico. Pero, si escogemos este ejem-plo, entre miles posibles, es porque evidencia hasta qué punto el trade off delasambleísmo con los medios resultó un arma de doble filo para el primero.Ya que reducir el problema de los gualeguaychenses a la contaminaciónvisual —ligando a ella la demanda por el desplazamiento— tiene mucho depatético, y la audiencia de ese discurso puede haber reconfortado a muchosasambleístas, pero dejó un amargo sabor en la boca a quienes veían cómose desgranaban las cuentas del collar con el que habían soñado.

En efecto, el denuncismo, el inmediatismo, la simplificación de las pre-sentaciones y de los sentidos, propios de los medios, tuvieron un efectoconstituyente sobre la propia asamblea, en la medida en que ésta se pro-puso la mayor efectividad en su acceso y su presencia en los medios. Estosupuso una suerte de selección al interior de la asamblea, en términos de

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Sugestivamente, el problema político representativo de la arrogaciónestuvo presente desde el origen del conflicto. En la larga primera etapa, enque los gobiernos provincial y nacional actuaron con el desatino suficien-te para convencer a la comunidad de Gualeguaychú de que su problemales resultaba completamente indiferente, el reclamo por ejercer el derechoa participar en decisiones, tener acceso e influencia, y la exigencia de quese detuviera la construcción de la planta y que fuera relocalizada, eran unosolo; muy lógicamente. También es enteramente lógico que los funda-mentos normativos de la reclamación estribaran, precisamente, en el meca-nismo de arrogación. Las justificaciones formuladas por intelectuales públi-cos revelan —a nuestro entender— cierta confusión. Por caso:

“Son los gobiernos los que desobedecen, ignoran, traicionan al pueblo sobe-rano, y entonces éste no tiene más remedio que desconocer y desobedecer alos gobiernos desobedientes”. (Bergel, 2007)

Porque cabe imputar a los gobiernos indiferencia o incluso desaten-ción deliberada, en aquella primera etapa, pero no desobediencia. No exis-te el menor vínculo representativo o participativamente establecido queindicara una obligación de los representantes de obedecer el reclamo. Desdeluego, la expresión “pueblo soberano”, en este contexto, no hace más quecomplicar las cosas. Y lo hace más todavía si se toma en cuenta que hay dosexpresiones menos genéricas que, cuanto menos, debe admitirse que sonparte del juego: “pueblo argentino” y “pueblo uruguayo”, participativas,deliberativas —a menos que uno suscriba teorías sobre la artificialidad delos Estados nacionales, que no es nuestro caso—. (Una de las formas enque ambas expresiones entran en juego es, por supuesto, en términos derégimen político representativo y su contrajuego con otras formas de lopolítico democrático.) Así, un sector del ambientalismo introduce certe-ramente el concepto de licencia social, aunque otros sectores se limitan aentenderla como una suerte de poder de veto local sobre toda una región.Pero la forma de argumentar de los primeros también nos resulta proble-mática. Ellos admiten que Fray Bentos otorgó una licencia social, y seña-lan correctamente que, tratándose de una “realidad” regional y/o trans-nacional, la licencia social fraybentina no puede ser suficiente. Esto realzael problema, no sólo de los cortes, sino de la internacionalización del con-

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flicto en que la ACAG se fue entrampando. Si se aspira a establecer la nece-sidad de una licencia social en arreglo a un concepto de soberanía decuenca, el repertorio de acciones debería ser consistente con los datos deque Fray Bentos y, hasta donde sepamos, también Uruguay la otorgaron,y, asimismo, con el hecho de que se está actuando sobre esa realidad trans-nacional.

Como bien observan algunos ambientalistas, el reclamo por un ple-biscito regional partió de la agenda de los asambleístas y fue desplazadorápidamente por el corte. Más precisamente, la traslación a una “posiciónunificada” obturó por completo esa posibilidad.

En el campo analítico, estos problemas de representación —proble-mas que nosotros no aspiramos a resolver en este trabajo, sino simple-mente a explicitar con la mayor precisión que nos sea posible— no sonsuficientemente tematizados. Giarracca y Petz (2007) dan por sentado elsentido binacional artiguista de la lucha de los asambleístas, pero es difí-cil entender por qué los uruguayos o los argentinos que no se oponen a lapolítica foresto-industrial (más bien, en el caso uruguayo, le han otorga-do consenso como política de Estado de varios lustros) o a la instalaciónde pasteras, no serían tan “ilustrados y valientes” como los que las cues-tionan. Después de todo, como decía el Protector de los Pueblos Libres:“No existe un pacto expreso que deposite en otro pueblo de la federaciónla administración de la soberanía”. (Si imaginamos cualquier proceso deintegración política que merezca la pena, la advertencia de Artigas cobraun sentido actual muy sugerente). Delamata (2007), entretanto, tambiénse refiere al derecho de los pueblos y sostiene que la consigna de la licen-cia social expresa el reclamo por el reconocimiento del derecho colectivode decidir el modelo de desarrollo para la región. A nuestro entender, estoes indiscutible, como también lo es su observación de que la asambleaexpresa una demanda de regulación estatal muy fuerte ante los fenóme-nos de globalización productiva. Poco o nada se dice, no obstante, sobrelos problemas de compatibilización de ambos reclamos, o sobre la consis-tencia entre ambos, por un lado, y las acciones de la asamblea y la elabo-ración de una posición unificada con el gobierno nacional, por otro.

12. Asambleísmo y contrademocracia

Tal vez no esté de más recoger de los testimonios y las entrevistas aque-llas referencias a la proximidad de Gualeguaychú con Buenos Aires, y alhecho de que parte de la especificidad gualeguaychense radique en queel resto de los entrerrianos los consideraría un poco porteños. En un tra-

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lograron —afortunadamente— ese objetivo de este lado del río, van en camino de conse-guirlo del otro lado, envenenando los vínculos argentino-uruguayos, y contribuyendo a ero-sionar la precaria integración.

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— (2006b), “Victimismo y agresión: de Malvinas a las papeleras”, Debate, Nº 165, Bue-nos Aires, mayo.

— (2007a), Sal en las heridas. Las Malvinas en la cultura argentina contemporánea, Bue-nos Aires, Sudamericana.

— (2007b), “Papeleras: sacando las castañas del fuego”, en Palermo y Reboratti(2007).

Palermo, Vicente y Reboratti, Carlos (2007) (comps.), Del otro lado del río. Ambientalis-mo y política entre uruguayos y argentinos, Buenos Aires, Edhasa.

Rosanvallon, Pierre (2007), La contrademocracia. La política en la era de la desconfianza,Buenos Aires, Manantial.

Anexo

Condiciones profesionales de los entrevistados

Entrevistado 1: alto funcionario del gobierno provincialEntrevistados 2, 3, 4, 5, 7, 9, 16, 20, 26: asambleístas de GualeguaychúEntrevistado 6: alto funcionario de la Defensoría del Pueblo (nacional)Entrevistados 8, 10, 12, 27, 32, 33: activistas ambientales (args.)Entrevistados 11, 36: diplomáticos argentinosEntrevistados 13, 15: asambleístas de Gualeguaychú / altos funcionarios

del gobierno municipalEntrevistados 14, 37: diplomáticas finlandesasEntrevistados 17, 18: asambleístas de Gualeguaychú / activistas políticos

localesEntrevistado 19: político provincial y activista ambientalEntrevistado 21: productor forestal (arg.)Entrevistado 22: economista forestal (arg.)Entrevistados 23, 30, 34: activistas ambientales (urug.)Entrevistados 24, 31: académicos uruguayosEntrevistado 25: dirigente político nacional (arg.)Entrevistados 28, 29: altos profesionales del sector público (urugs.)Entrevistado 35: asesor de la Cancillería argentinaEntrevistado 38: periodista uruguayoEntrevistado 39: político departamental uruguayoEntrevistados 40, 41, 42: políticos nacionales uruguayosEntrevistados 43, 44: productores forestales uruguayosEntrevistado 45: alto funcionario de BotniaEntrevistado 46: alta funcionaria de la Cancillería argentina

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bajo reciente, Rosanvallon (2007) ha acuñado el término “contrademo-cracia” para referirse a las nuevas formas de la política democrática con-temporánea, aludiendo al “conjunto de prácticas de control, de obstruc-ción y de juicio a través de las cuales la sociedad ejerce formas de presiónsobre los gobernantes, definiendo el equivalente de un magisterio para-lelo e informal, o incluso un poder corrector”. Rosanvallon no exalta nidenigra estas nuevas formas que han cobrado centralidad, a nuestro enten-der, en el marco de la “democracia de lo público”, problematizada porManin en su clásico estudio sobre el gobierno representativo. Para Rosan-vallon, la contrademocracia tendría, así como sus virtudes, su propia pato-logía, que (más allá de la etiqueta arbitraria que le asigna: populismo) con-sistiría en “radicalizar la democracia de control, la soberanía negativa y lapolítica como juicio, hasta culminar su movimiento común en la impolí-tica”. Si tuviéramos que sintetizar en pocas palabras los rasgos negativosdel espíritu político que anima hoy a los porteños, diríamos que se apro-ximan bastante, a su modo, a las patologías de lo contrademocrático: estápresidido por una elevadísima autoestima, un marcado narcisismo, unafuria de mecha corta, una indignación a flor de piel, a la búsqueda demotivos que le permitan el placer de manifestarse. Éstas son parte de lassombras del asambleísmo gualeguaychense, sombras que se han proyec-tado y agrandado desmesuradamente, sobre la pantalla del escenarionacional y regional, en razón de una infortunada relación con la políticaconvencional, infortunio que se explica justamente en virtud de la varia-ble a la que Rosanvallon no presta prácticamente ninguna atención en suensayo: los liderazgos.

Referencias bibliográficas

Aboud, Lucía y Museri, Anabella (2007), “En caída libre. Del diferendo al conflicto”,en Palermo y Reboratti (2007).

Bergel, Pablo (2006), “Derivas uruguayas”, M’Bíguá, Nº 1, junio-julio-agosto.Delamata, Gabriela (2007), “El movimiento asambleario de Gualeguaychú: construc-

ción y reclamo (internacional, nacional y transnacional) de un derecho colecti-vo”, mimeo, Buenos Aires, UNSAM.

Giarracca, Norma y Petz, Inés (2007), “La Asamblea de Gualeguaychú: su lógica denuevo movimiento social y el sentido binacional ‘artiguista’ de sus acciones”, Rea-lidad Económica, Nº 226, Buenos Aires, febrero-marzo.

Grupo Interdisciplinario de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú (2007), “Advier-ten que el funcionamiento de Botnia será una catástrofe ambiental”, 31 de julio,disponible en www.lavoz910.com.ar.

Palermo, Vicente (2006a), “Neopiqueteros y protesta social”, Revista Ñ, Clarín, BuenosAires, febrero.