248
Obra Poética MIGUEL Y FABIÁN PÉREZ DEL VALLE, SSCC

04.1 Obra Poética M y F PV - Provincia Ibérica · Esta vez sin desorden, ... desposesión, el vacío, la muerte y la nada. El hombre, ... losa tinieblas, sombras; – los adjetivos

  • Upload
    lykien

  • View
    216

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Obra Poética

M I G U E L Y F A B I Á N P É R E Z D E L V A L L E , S S C C

Rescate y antecedentes

A modo de homenaje

Esto va a ser un libro donde se recopilen algunas cosas. Es una manera fácil de que escritos de los hermanos de la Congregación de los Sagrados Corazones no queden “donde habita el olvido”. Miguel Pérez del Valle y su hermano Fabián han sido dos personas significativas para muchos, con sus luces y sus sombras como todos los demás. Miguel fue un profesor enormemente reconocido por su sabiduría sobre el arte y la historia, Fabián fue un artista de belenes y ambos apreciaron el arte y la literatura. Y crearon algo, en parte recogido en este libro.

Los textos los rescató Manuel Leal Lobón, sscc, al que hay que agradecer su interés para que algo valioso no se pierda. Isaac García, sscc, pidió una primera valoración a una sabia experta, Rosario Cartaya, antigua profesora del Colegio San José SSCC de Sevilla, que había convivido con Miguel y Fabián algunos años. Él mismo lo presentó a Enrique Losada, sscc, entonces Superior Provincial, que pidió otra opinión, en este caso a un profesor del colegio de

i

Prólogo

Martín de los Heros de Madrid, Paco Salvador, otro gran hombre también reconocido por los que han tenido la suerte de ser sus alumnos. Paco ha muerto al poco de jubilarse, el cáncer no perdona a casi nadie. Esta publicación es también un homenaje a él, que ha dejado inconclusas muchas cosas, y que esperaba ver el resultado de lo que se hiciera con estas poesías. No pudo ser entonces, es ahora, en su memoria y en la de los dos autores, todos en el cielo seguro que hablando de cualquier cosilla literaria.

ii

C A P Í T U L O 1

Presentación

Querido lector, si te animas a ojear estos versos, hasta ahora inéditos, posiblemente te encuentres con dos personas: Miguel y Fabián Pérez del Valle, admirados por su sabiduría e inteligencia, pero desconocidos, por muchos, en su sensibilidad poética. En su poesía expresan lo más íntimo de ellos mismos, lo más profundo de sus entrañas y quizás lo menos “racional” de sus vidas. Estos poemas suponen ese apartado íntimo e inviolable que todos pretendemos reservar y que constituye el reflejo de los sentimientos más profundos, solo conocidos por sus mismos autores. En estas composiciones puede más el alma que la mente, el corazón que la razón. Y en sus rimas afloran, como un venero sin control, la personalidad de quien pone por escrito el estremecimiento inseparable de la propia de la existencia que se deglute en la soledad, la amargura, las aspiraciones menos confesables de uno mismo, sin concurso de nada ni de nadie. A solas y en total desnudez.

Tanto Fabián como Miguel expresan en estos versos aquella sensibilidad que difícilmente se puede ver desde fuera. El caparazón que protegía su intimidad queda perforado y nos permite ver en ellos otra imagen, el dibujo de otro rostro que para muchos puede resultar sorpresivo. De unas personalidades casi inexpugnables nos encontramos con la “debilidad” propia de todo ser humano inquieto, inestable, buscador, inconformista….

3

Sobre Miguel. El hecho de tener a mano la lectura de estos poemas es fruto de la casualidad. Tras su muerte (1 de enero de 1989), entre sus papeles desechables, se encontraban unas carpetillas de tamaño cuartilla que al mirarlas aparecieron algunos dibujos suyos y hojas de libretas mecanografiadas con poemas, algunos de cuyos versos estaban corregidos a mano. Me interesé por todo el contenido de aquellos papeles y había multitud de pequeños poemas, versos… escritos en diversos soportes corregidos y vueltos a corregir con diferente color y en tiempos distintos. Después de leer algunos de ellos, pude apreciar que habían sido elaborados a lo largo del tiempo y corregidos una y otra vez hasta darle forma, no siempre definitiva, en las hojas mecanografiadas. Deduje que el P. Miguel leía y releía sus poemas y los perfilaba hasta darle la forma que tenían a la hora de su muerte, aunque la cronología de los poemas que hemos encontrado datan de 1947 a 1965, todos fueron retocados posteriormente. No nos consta que exista una producción más allá de estas fechas,

Me atrevo a recoger algunos versos que, según mi parecer, expresan en parte la compleja personalidad del P. Miguel, que intuyo que vivía en esa constante triangulación: mente, corazón y circunstancias que le llevaba a la “insatisfacción” que acarrea la pregunta sin respuesta. Al menos, sin respuesta racional:

Estoy solo.Mis ojos silenciosos en un día sin mañana ni noche.Solo.Un desierto colmado de voces, de lamentos, de muerte.Voz sin nadie,ojos oscuros vencidos a la luz del fuego inextinguibleen el que arde la noche.Labios secosen medio de un océano amargo sin marinos ni gozo.

4

Manos solas buscandola secreta armonía de las cosas en trance.

¡Ay del solo!

Estoy aquí. El silenciome domina, se llega hasta mis ojos,me acerca a la llanura…

¿Es que es posible acasotener que existir solo,devorar la corteza de este silencio amargoperdido en las colinas?

¿Es que es posible acasogozar entre los muertos, destrozar su silenciocuajado de amarguramientras se oyen las vocesdel viento entre las cruces?

Morir sólo se puede entre sombrasmientras el tiempo marca inexorablela hora de los vivos, la hora de los muertos.

5

Sobre Fabián. El fallecimiento de Fabián ocurre unos años más tarde (15 de diciembre de 2011). Debido a su delicada salud había sido trasladado a El Escorial, unos meses antes. Entre sus enseres dejados en Sevilla, curiosamente, vuelve a repetirse la misma historia: unas carpetillas con papeles mecanografiados. Esta vez sin desorden, perfectamente colocados en cuadernillos titulados y con su respectiva datación. Sus poemas “encuadernados” y encontrados datan de la década de 1940-1950, los años que transcurren desde su profesión en 1941 hasta su ordenación sacerdotal en 1949. Ignoro si existen otros poemas, las correcciones posteriores, según los papeles hallados, son mínimas, y apenas había notas manuscritas entre sus papeles.

A la espera de un mejor juicio por parte de aquellos más entendidos en la materia; entiendo que estos versos están cuajados de belleza estética, de búsqueda del sentido de la vida, de acercarse a la plenitud como don recibido gratis y también “reñido”. Son versos de un fuerte contenido espiritual, de introversión doliente. Portadores de un mensaje difícil de comunicar desde las circunstancias externas del propio autor. De su producción destaco unos versos que se me antojan como un fiel retrato de su intimidad personal:

PRIMERA COMUNIÓN

Gracias, porque me soñastey gracias, porque me miras.

… ... ...

Tú estás aquí, más presenteque mi propia travesíano dejes que me deslumbreel resplandor de la vida.

6

7

MI SONETO

Soneto que presiento y que me esperasdibujando mi perfil de esta alma mía,arabesco de erguida artesaníabruñendo su dolor de sementaras.

Quemado en el altar de mis quimeras,no grites porque cante o porque ríacontraluces de estéril fantasíaen el rubio resol de mis canteras.

Tristes andrajos de mi propia esenciay carne inevitable de tu sueño,no digas que es tu rostro ni mi empeño:

di que es tierra febril de permanenciay el aliento de bronces universosque asciende al pentagrama de unos versos.

Espero que su lectura te sea grata y te ayude a conocer y valorar de una manera más profunda y abierta las ricas personalidades de estos dos hermanos.

Manuel Leal Lobón, sscc

S E C C I Ó N 1

Un acercamiento a la obra poética del P. Miguel Pérez del Valle, sscc

Rosario Cartaya Baños

INTRODUCCIÓN

Cuando el P. Isaac me anunció que me enviaría la obra poética del P. Miguel Pérez del Valle para que la leyera e hiciera un pequeño juicio crítico al objeto de decidir su posible publicación, sentí, por una parte agradecimiento, tanto por darme a conocer los escritos del P. Miguel como por pensar en mí para que diera una opinión sobre su obra. Por otra parte, y simultáneamente, me sentí abrumada: todo lo que yo pudiera decir sobre lo que hubiera escrito el P. Miguel serían sin duda obviedades y juicios de poco valor, pues la envergadura intelectual y moral de su figura hacía innecesaria e incluso atrevida una valoración mía sobre sus escritos poéticos.

Sin embargo, cuando me llegó por correo electrónico la obra y comencé a leerla y a familiarizarme con ella, pudo más un ulterior sentimiento: el cariño y admiración que tuve y tengo al P. Miguel hicieron que los otros primeros sentimientos quedaran en segundo plano, pues lo que he hecho en estos folios tiene mucho más de reflexión admirada y tierna acogida de sus palabras que de frío análisis crítico.

8

1. Una obra hija de su tiempo

Si observamos las fechas en que el P. Miguel escribe Camino para los muertos – 1947 a 1949 - podemos referir estos poemas a la poesía que por esas mismas fechas se está haciendo en España. Esta parte de la obra poética del P. Miguel puede encuadrarse muy bien en la llamada poesía desarraigada:: se trata de una poesía existencial, de honda preocupación por el tiempo y la muerte. Las obras de Blas de Otero, Victoriano Crémer, parte de la de Dionisio Ridruejo y sobre todo, la de José Luís Hidalgo, santanderino como él, comparten temática y tono poético.

En particular es la obra de Hidalgo (1919-1947) – sobre todo Los muertos – la que más podemos asociar a esta etapa de la obra del P. Miguel: la obra de Hidalgo se inscribe en el ámbito existencial y metafísico, cuyo tema casi exclusivo es la preocupación por la muerte. También la poesía de Victoriano Crémer, sobre todo dos de sus poemas, nos recuerdan, en su desgarradora visión de la vida del hombre, a los poemas de esta parte de la obra del P. Miguel.

También comparte semejanza con parte de la obra de Dionisio Ridruejo,- hablamos del Dionisio Ridruejo de Elegía ante la mar o Umbral de la madurez, - en las que el desengaño del tiempo vivido y el pasar revista a la niñez y adolescencia aún confiadas contrastan con el ahora desengañado que vive el poeta.

La obra de Blas de Otero comparte con la del P. Miguel la selección léxica de palabras negras y ásperas que evocan la muerte, pero también para Otero como para el P. Miguel, como veremos más adelante, en la soledad y la muerte hay algo que puede llevar al poeta a regiones claras y más luminosas: Dios. Y también aquí el agua es el mar de la nada en la que se ahogaría el hombre sin el sostén de Dios.

9

2. Un acercamiento a la obra

Volvemos a la obra del P. Miguel. Como ya hemos apuntado anteriormente, los campos semánticos que observamos en estos poemas son los de la desposesión, el vacío, la muerte y la nada. El hombre, los hombres y él mismo son seres para la muerte y el olvido, para la soledad y la no vida:

Los sustantivos que aparecen en estos poemas, como podemos ver en el primero de ellos - In tenebrosis et in umbra mortis- gemidos, estepa, muertos, muerte, lamentos, alambres, espinos, sangre, soledad, maldición, tristeza, losa tinieblas, sombras; – los adjetivos – temerosa, secas, perdidas, temibles, venenosas, voraz y sanguinaria, vacías, negras, amenazantes, oscura, solitaria, sombrías, vacía; – los verbos – lloraban, han muerto, murieron, no vivo, ni pienso, no existo, me odia, no puedo entender; - y los elementos de enlace como preposiciones y conjunciones y los adverbios que expresan la desposesión y la carencia- sin, ni, no; – son las piezas que se utilizan para transmitir la tensión existencial que la omnipresencia de la muerte y el sinsentido provocan en el poeta. Es más: los únicos sustantivos de tono sereno y dulce, tanto de orden material como abstracto aparecen para ser negados: el poeta no entiende su significado:

Entonces ya comprendo por qué me odia la tierra como un muerto que vive silencioso que no puede entender qué sea la vida el monte, la llanura, los ríos y los cielos, el viento sosegado, el amor, la alegría.

Esta tónica persiste en los poemas siguientes, como en el segundo, en el que quizás la experiencia de la soledad como maldición sea la que predomina:

Estoy solo….¡ay del solo!,

10

Maldición de resonancias bíblicas – Ecl IV 9-10 – que se recogen también en el poema.

A la soledad se suma la muerte:

Y yo tan solo y muerto, Y yo sin vida y muerto

El poeta hace un juego de palabras macabro con el conocido sintagma rosa de los vientos que en sus manos deviene en rosa de los muertos y viento de los muertos.

Es además una muerte que se recrea en su labor destructiva:

Muerto sin una lágrima(…) muerto como una sombra perdida, abandonada, muerto sin una mano que me presente a tierra (…)

Esta situación la vive el poeta como irreversible:

Tú obra está cumplida ¡Oh inflexible Arcángel de los muertos! Al pasar el viento cuando nadie te escuche silencioso, gozarás solitario tu absoluta y terrible victoria, arcángel de los muertos.

La misma tónica presenta el poema tercero, Sicut vulnerati durmientes in sepulchris, quorum non est memor amplius (Ps. LXXXVII, 6), en el que al problema existencial se añade un sentimiento moral::el de la vergüenza de ser hombre:

A veces notaba su vergüenza de ser hombre

11

de estar muriendo a diario: el dolor de su triste derrota ante la muerteEn el poema cuarto - ¿Numquid…et iustitia tua in terra oblivionis? (Ps LXXXVII, 14…- comienza una inflexión que hará cambiar en adelante el tono de esta obra poética: arranca el poema con una tozuda afirmación:

Estoy aquí.

A ella se añaden dos oraciones interrogativas que expresan la rebeldía ante la experiencia terrible de muerte y soledad vividas:

¿Es que es posible acaso tener que existir solo (…) … …. …. … … … ¿Es que es posible acaso gozar entre los muertos (…)

En estas preguntas parece el poeta atisbar en el horizonte la vocación humana al gozo y la felicidad, pero para él – residente en un mundo de soledad y sombras - acceder a la dicha no es posible.

Y al final del poema, después de hacer recuento del camino recorrido en la soledad y la nada el poeta describe su pobreza.

Niño soy y desnudo he andado los caminos del silencio mendigo de horizontes

Es en los últimos versos donde vemos cómo por vez primera se alza la vida levantándose cierta, apartando las mortajas que la impedían afirmarse. Y lo hace con esta afirmación del Deseo:

Quiero desde mi alma llegar hasta los cielos

12

con mis ojos de tierra perderme y luego hallarme sin saberloEs el primer deseo manifiesto- afirmación de la vida- y a la vez afirmación de inmortalidad.

Sin embargo en los poemas siguientes retorna la presencia tenaz de la muerte y el miedo a la vida:

¿Vivo? Me da miedo pensarlo

Las palabras dichas antes son sólo cenizas y fuegos fatuos, todo es inútil, su lugar está entre los muertos y todo es en vano

Es inútil….Yo aquí en la noche perdido en mi silencio me quedaré … …. …. …. … Porque sube la noche desde lo más profundo cuando todo es en vano … … … … … … Silban como saetas las palabras errantes. tarde, ya es tarde, tarde.

¡Dejadme aquí ya muerto!

Hasta ahora el destinatario de todos los mensajes anteriores somos todos y ninguno e incluso, como en la estrofa I de este mismo poema se rechaza la compasión y la espera de compañeros de camino:

Perdido en mi silencio me quedaré…es inútil que queráis esperarme

13

¡Dejadme aquí ya muerto!

Huid, dejad la máscara del gesto compasivo ¡Dejadme aquí ya muerto!

Pero ahora observamos cómo en la estrofa III de este poema aparece por vez primera la invocación a Dios y la solicitud de amparo

Señor, tal vez he muerto amparad el silencio de mi carne dormida

Y en el siguiente poema – fundamental para entender el proceso que experimenta el poeta – encontramos un elemento nuevo: el diálogo con Dios se hace más denso y el poeta recuerda y le recuerda a Dios el ayer de una infancia también solitaria pero siempre acompañada y comprendida por un Amigo que es Dios.

Señor, hoy te recuerdo mis años (que) llenaste de un sereno equilibrio, El latir de mi sangre cercano al silencio de un lago infinito, El sereno gozar de las horas que también era mío, …. … … … … … …. …. …. …. …. …. …. … Yo entregaba en tus manos mi rojo corazón todavía dormido … …. …. ….. …. …. …. …. …. …. Un olvido absoluto y entero: un abandono de niño … …. …. …. …. ….. …. ….. ….. … Señor, tú conocías lo escrito en mis ojos; mi destino era llevar de siempre mi solo silencio conmigo … … … … … … … … … …

14

Tú solo comprendías por qué vagaba solo, sin amigos … … … …. … … … … … … … Con el dulce sosiego en mis ojos transidos que al velarse en la noche lloraba en tu pecho de amigo. Tú me diste Señor la tranquila tristeza de mis años de niño

Ese recuerdo de un ayer solitario y triste, pero acompañado por la presencia paternal y maternal de un Dios también amigo que suple las carencias afectivas que experimenta el poeta, contrasta con un hoy en el que el antiguo equilibrio se ha roto. La antigua confianza del niño es ya imposible y aparecen de nuevo palabras oscuras que describen el hoy del poeta: viento triste, eclipse amargo, daño, sangre, dolor, polvo de horas oscuras, sangre de crepúsculos… y todo ello anuncia al poeta que:

a la muerte nos vamos acercando sin descanso

No obstante todo ello se presenta ante el Señor, que sabe cómo ha enraizado en el poeta la situación que vive actualmente. El diálogo con el es lo único que no se ha roto.

Termina este Camino para los muertos con tres poemas de igual tenor. Uno de ellos es un bellísimo romance que recoge además la tradición popular española en forma y fondo: Los muertos en el monte.

Es ahora toda la naturaleza la que va herida de muerte y la vida del poeta con ella:

Peregrina el silencio en la noche dormida en el mar de los pinos; Naufragará mi vida

15

Persisten los campos semánticos que ya conocemos: llanto, silencio, naufragio, herida, tristes, amargas lento, triste, llorar desangrar, naufragar.

Y la muerte está en todos los elementos de la naturaleza: en el mar y el río (agua), en los montes (tierra), en el viento (aire) y en las estrellas (fuego)

Los otros dos poemas vuelven a girar en torno a la omnipresencia de la muerte. Los muertos en el mar nos presenta al mar como voraz cementerio – el mar, que es el morir como decía A. Machado y tantos otros poetas de nuestra tradición poética – que sin embargo debe entregar sus muertos, porque a pesar de todo la muerte no tiene la última palabra. Las palabras de Ap 20,13 resuenan en el poema:

Pero hoy entre las olas se ha levantado el grito de los hombres que han muerto pero no para siempre … … … … … … … … … … … … … .. Y era el día en que el mar entregaba a sus muertos

No obstante en Noticia de la muerte el poeta vuelve a experimentar la muerte como espada clavada en sus ojos, por lo que a partir de ahora sólo podrá ver muerte: y así es: la muerte es la única verdad que se ha adentrado en el alma del poeta y la vida es sólo un sueño

Se ha clavado en mis ojos sedientos Como espada de fuego se ha adentrado la luz de mis sombras … … … … … … … … ….. La verdad de la muerte se ha adentrado en mi alma, mientras sueños de vida adormecen la carne

El segundo libro, Poemas de circunstancia, se abre con una serie de poemas que tiene por título un lugar, pueblo o ciudad de la geografía española. En ellos el poeta es un huésped extraño- Torrelavega- o un peregrino que

16

camina en tinieblas- Pontevedra – una torre que arde- Nieves- o un deseo de acoger la belleza que resulta imposible porque acecha la muerte – Panjón-.

Noche de Madrid es un poema de bellas y originales imágenes que describen la ciudad y al poeta que pasea por ella de noche:

(Que es un vals palpitante,la constancia enervante de tu paso en la acerabajo el fondo de orquesta, con sus cruces de calles, alcázar de

armonías,laberinto de formas,pentagrama de rejasy balcones crecientesprincipales, que insultan silencios ocultos, alfombras de tinieblas,musicales tinieblas holladas sin lamentos)

Olivo es un poema elegíaco a este árbol que puede proponerse como símbolo de permanencia en el tiempo- siglos acaso al borde del camino- , y sin embargo ahora muerto y tendido en la ladera: de nuevo nada en la naturaleza escapa a la muerte.

Sigüenza permite al poeta una reflexión en la que la arquitectura y el paisaje de la ciudad se confunde con la de los propios paseantes- esta vez cuatro personas entre las que está el poeta, que por vez primera no está solo - que comparten la materia de que todos están hechos, no otra que el barro:

El viento, la mirada, los arcos y los hierros de la plaza, … …. …. …. …. …. … el acueducto roto y la canción del agua, - lejos, - entre piedras caídas la ventana romántica abierta al infinito, los frisos y la roca (…)

17

y nosotros, Miguel A. y Cristóbal, Evaristo y yo mismo, todo de barro una vez más, de barro,

Es un barro el de ellos enamorado - resonancias de Quevedo - , frente al barro sin vida de las estatuas, los escudos y candelabros de las paredes. Es un barro quemado al amor de la esperanza del aliento del Padre. De nuevo Dios en el horizonte.

En los últimos poemas de estos Poemas de circunstancia vuelven a aparecer la soledad, el vacío y las tinieblas. El poeta es tan sólo una esperanza insensata, un desesperado esperar, un corazón vacío que aún late en la sombra.

Aparece en este libro también la experiencia del poeta como enseñante con tonos- esta vez sí - más suaves y armónicos: hay sentido en esta labor siempre que un alumno al menos haya aprendido a ser un hombre y el profesor siente el gozo de haber colaborado a ello. La misma forma del poema, su rima y su ritmo transmiten la experiencia de sentido y de interno gozo que acaece al poeta.

En Poemas de la vida interior, tercer libro escrito entre 1950 y 1951, encontramos, junto al acostumbrado tema de la muerte como certeza y la vida como sueño y espejismo, un lenguaje más críptico, formalmente. sostenido por metáforas e imágenes de rotunda belleza:

La vida: ese espejismo enterrado en los ojos sin brillo de la tarde frágil tela pintada de amarillo … … … … … …. … …. ¡Ay! La luz crepitante de una pupila rota la cadencia brevísima de un gesto en el espacio entre cuatro silencios.

18

… …. … … … … … … Se me ha dejado aquí al borde del camino como un árbol caduco que lucha contra el viento, como un perfil extraño que se asoma a una pintura viva, como una vil carcoma que corroe la majestad sonora del viejo clavecín.

Y el yo del poeta son ahora: Sesenta quilos de barro ya agrietado

Especialmente expresivo y rico en imágenes originales es el poema en el que, en el entorno del aula abandonada, clasificaciones de insectos, palabras técnicas, fórmulas matemáticas, números, la Retórica o personajes como Linneo o Cervantes cobran vida… entre libros y fichas, hojas y diccionarios

Caminos para el regreso es el siguiente libro, escrito entre 1951 y 1952. En este libro se reelaboran algunos de los poemas de Caminos para los muertos y la experiencia existencial amarga y dolorosa se hace cada vez más presente:

Mis ojos van vencidos en la noche por el brillar de abismos, la presencia aprensiva de la noche se escuda en lo más íntimo, puede llegar la muerte de las cosas, de la luz, de mí mismo sin volver a nacer cada mañana como el día que ha cumplido su destino.

Y por eso es inútil el consejo de quien le insta a romper las cadenas que le han ligado al destino de las cosas vacías y le aconseja que vuelva atrás en sus pasos.

No obstante el deseo de la vuelta prende en el poeta. Volver ¿Dónde?

A la raíz, al sueño. Volver suena a esperanza

19

… …. …. … … Quiero volver, Dios mío, tú lo sabes.

Por vez primera:

Es posible sembrar las estrellas en surcos y cavar en la noche hasta encontrar la aurora

Nótese que esta voluntad de dejar atrás el vacío, la oscuridad y la muerte implica un duro trabajo – sembrar estrellas, cavar – y debe ser hecho en la oscuridad – noche- si se quiere encontrar la luz – aurora-. El símbolo recurrente de la noche, ambivalente, pues a menudo es sinónimo de muerte, ahora se convierte en la noche oscura de los místicos, que va preñada de luz y vida..

Llegamos así al último libro: La plegaria, escrito entre los años 52 y 62. En él vamos a ver el fin del proceso espiritual a que hemos asistido. Es fundamental para ello el poema Redimidos.

El poema comienza con una advocación al antiguo amigo, Dios. Él conoce que su vida hasta ahora ha sido:

este vagar sin rumbo durante tantos años

El poeta es el homo viator, pero sin meta alguna, vagabundo, que no peregrino:

Sin que buscase nada, sin esperar en nada

Pero se produce la inflexión al entrar Dios en su vida:

Hasta que Tú has leído En el espejo roto de mis ojos … …. …. … …. …. Apenas balbuceos de una oración antigua

20

Los ojos, que, según vimos anteriormente, han sido una de las causas de su inmersión en el vacío y la muerte, por ser incapaces para ver otra cosa, están rotos pero aún pueden ser sanados. El poeta es para el Señor:

Una flor delicada en un jardín perdido que violó la maleza pero que aún alienta en el estanque roto

también la palabra estaba enferma:

pero fue suficiente para poder cargar con un mensaje tuyo

Nótese el valor de los enlaces adversativos: esos “pero” son los que nos hacen patente que la situación no es irremediable y que nada está perdido para siempre si Dios entra en una vida para sanarla:

Dios es:

Presencia omnipotente y dulce

El poeta, antes tan sólo pupilas yertas- de nuevo metonímicamente los ojos representan a la totalidad de su persona – es ahora un capullo frágil que revive desde la tierra seca donde hundía sus raíces de desamparo.

El encuentro con el Señor ha sido:

Muy lejos, en lo hondo de mí mismo

Nótese el fuerte oxímoron, para transmitir la dificultad del encuentro por las resistencias del yo. Esas resistencias son, han sido:

Las encrucijadas de mi pensar ansioso El amor violento, Sin objeto, impalpable, amasado en pecado Mi vivir huraño Huyéndome a mí mismo y llevándome siempre

21

Porque estabas tú ahí, En mi pecado, sí, clavado en mi tristeza … … … …. … … … … … … En las lágrimas secas De la rabia y el odio y el furor hacia todo

Y se describe como:

Miembro podrido Excrecencia horrible

Pero Díos abarca en su misericordia y amor la pobreza del poeta:

Te he encontrado Señor y sé que me amas

Y el amor de Dios ha podido con la ironía olímpica que inundaba sus ojos y sus oídos y que manchaban las palabras de la Palabra, así como con el orgullo pegado a las entrañas. La canción de Dios ha desnudado al poeta en lo más hondo del ser y ha arrojado esas resistencias – ironía, orgullo, odio, tristeza, furor, pecado al fin - como un reptil arroja su piel en primavera.

En poemas siguientes encontramos la contraposición entre el ahora y el ayer: el ayer ya lo conocemos. Ahora:

Es el ojo inmenso del Señor que caldea la noche … …. …. … …. …. …. ….. Y entonces ha subido la plegaria del hondo del deseo … …. …. … …. ….. Tímida y vacilante, es cierto, entre este mundo inmenso de la noche

Ya hacíamos notar cómo el deseo había alentado tímidamente y poco a poco ha ido haciendo su trabajo. La noche, fría y oscura, se caldea con la mirada de Dios, pero aún la plegaria del poeta es débil y la noche es aún amenazante.

No obstante Dios la recoge y la incorpora:

Al concierto total

22

Al pentagrama eterno de la estrella o a la emoción, tan leve, de sus pájaros Este ingrato zumbido de torpe moscardón enamorado Hasta llenar el silencio que gravita más allá del olvido.

El campo semántico de los sonidos es el que permite al poeta narrar esta experiencia de amor: la plegaria del poeta es

un ingrato zumbido de moscardón enamorado

por tanto es algo disonante y sin armonía, pero ya va cargada de amor -moscardón enamorado- y el Señor, como un avezado compositor la incorpora a su excelsa partitura, a su sinfonía eterna y llena el silencio más allá del olvido. Aquí también nos llegan las resonancias de Cernuda.

Sólo resta ya hablar un poco de Otros poemas, en los que el poeta vive y disfruta la nueva vida: la muerte ha sido conjurada, el hoy no es ya el vagabundeo de un caminante que transita por los caminos del vacío, la nada y el sinsentido, sino el peregrinaje del homo viator que sabe de dónde viene y adónde va. Las palabras oscuras aparecen para ser negadas:

Porque ya no se arrastran mis huellas por la tierra quemada … …. …. … Arrancaste del mar enorme y triste esta gota que tiembla en su entorno breve pero preciso … …. … … … … Por eso ya el frío no se filtra en mis sienes tiñéndome la sangre Y ahora:

Mi corazón tiene ya su camino … … …. …

23

Es un ahora en que siento tus manos y contemplo a lo lejos tu aliento cálido la noche de luceros anclados y perfil exacto

Es el corazón – centro de lo mejor del hombre – el que ha encontrado el sentido, al abrigo de la caricia de Dios- siento tus manos- y la calidez de su aliento. La noche, antiguo lugar de muerte, es ahora un paisaje sereno donde la luz no falta – luceros anclados – y ya no es lugar incierto – perfil exacto- e inseguro.

En el poema Despertar en vacaciones prosigue esta tónica: la felicidad es al fin degustada en las cosas más nimias como el sol de un nuevo día, el mar, la montaña, preñados antes de muerte, son ahora las primicias del gozo:

Nacer con el sol nuevo cuando el mar y la nave, la montaña de perfiles apenas estrenados se adentran en tus ojos, se apoderan de tus tímidas manos y golpean tu cuerpo, blanca ropa tendida en la ribera a la alada caricia de los vientos

Son ahora palabras luminosas las que utiliza el poeta: sol nuevo, caricia alada de los vientos, nacer, blanca ropa.

Y por eso:

En la mañana se puede ser feliz … … … … La mañana es un pájaro de alas humedecidas, es un rojizo pez de aletas balbucientes

24

Estas dos últimas imágenes expresan metonímicamente la belleza que permite a los ojos sanados del poeta experimentar el gozo.

Otras imágenes muy bellas son aquellas en las que identifica al Señor con una concha azul hospitalaria donde navega el poeta. El Señor es también un pecho que late y unos dedos que acarician, pero también su hombro es una abrupta montaña: el Señor por tanto es madre – concha hospitalaria, pecho y dedos que acarician- pero también es la seguridad de un hombro fuerte, el hombro de un padre.

No me resisto a comentar el último poema en el que narra el poeta el regreso a San Vicente de la Barquera. Si recordamos los regresos a otros lugares – Torrelavega, Panjón etc- en tiempos pasados, nada tienen que ver con este: ahora las casas, el río, los balcones

Me saludan al fin como a un antiguo amigo

3. Conclusión

La publicación de la obra del P. Miguel nos parece por completo necesaria. Es una obra que se inscribe, como dijimos al principio, en el contexto de la poesía española de los años 50 y 60 y comparte con ella, como ya hemos señalado, muchos de sus rasgos, tanto formales como de fondo:

En cuanto a la forma destacaríamos el uso de aliteraciones y anáforas sugerentes, encabalgamientos bruscos, uso de préstamos literarios cultos, resonancias bíblicas y literarias, la poetización de la circunstancia, la concentración expresiva, los oxímoron atrevidos etc..

Los temas que integran su poesía son una constante a lo largo de toda su obra: la memoria de la infancia y, sobre todo, la muerte, como soledad, como desintegración y destino ineludible que sin embargo quedan conjuradas con la experiencia del encuentro con Dios: entonces entra la vida con toda su

25

fuerza, vida como vivencia del gozo en la naturaleza, en el camino del devenir diario

Su simbolismo, ya comentado en el análisis de los poemas, es compartido con muchos de los poetas de la época - noche, agua, mar, ángel, ojos – y va cargado de sentido personal y literario, por cuanto tiene una larga historia en nuestra literatura. De hecho las referencias literarias y culturales son otro de los rasgos que más destacan en su obra: encontramos referencias culturales muy amplias, tanto a la pintura- Velázquez, Vermeer.o Monet; a la música, - Bach- o a la tradición clásica - Dionisos, Jano, Ícaro- la cultura china – el Tao – y por supuesto las referencias bíblicas. También la tradición poética española está presente con versos en los que resuena Quevedo, Machado, Cernuda o Unamuno.

Desde el punto de vista de la métrica, si bien opta en la mayor parte de los poemas por el verso libre y la rima asonante, sin unas medidas determinadas o una estructura estrófica fija, también otras veces opta por versos cortos. Estos versos actúan como corte brusco dentro del discurso, contienen normalmente un pensamiento principal, un concepto a destacar. También en alguna ocasión utiliza el romance.

A veces su ritmo es cadencioso, en otras ocasiones cortante y se basa, como vamos a ver, no sólo en el plano conceptual, sino en las repeticiones, la posición clave de algunas palabras, la longitud de los versos, ciertos encabalgamientos, etc., para lograr el efecto deseado. Sus composiciones suelen resultar compactas, unitarias, gracias a la utilización de estos recursos.

Encontramos frecuentes repeticiones de palabras, que a veces incluso van situadas a final de verso o lo ocupan por entero, insistiendo en elementos temáticos como vida, muerte, sombra, noche, amor, sueño, sangre, tierra, espada etc.

Como vemos, además, el fenómeno de la repetición de vocablos no se limita a un poema, sino que hay palabras comunes para todo el libro, lo que lo

26

cohesiona y une unos poemas con otros. La significación de estas palabras va tomando con cada poema matices distintos, que reúnen a los anteriores.

A todos estos aspectos de valía formal, se añaden otros elementos aún más valiosos, a nuestro parecer, como es la experiencia espiritual que transmite su obra, la redención de una vida sumida en la muerte, el vacío y la nada a través del encuentro con un Dios que acoge esta vida tal como es y la salva de sí misma. Teresa de Jesús bendecía a Dios por haberla librado de ella misma (Vida 23) Podríamos decir lo mismo en este caso: sin duda el peor enemigo del P. Miguel ha sido él mismo, según él nos transmite, y de esas cadenas le libra el Señor. Creemos que esta experiencia debe ser comunicada y compartida con un mundo que ha perdido a Dios y no sabe dónde encontrarlo, y precisamente es en el fondo de cada persona y en su miseria y pobreza donde Dios se revela para sanar una vida. Es un mensaje que sin duda puede llegar al hombre y mujer de hoy mejor a través de la poesía preñada de terrible sinceridad del P. Miguel que a través de discursos abstractos de orden moral.

Es una obra ejemplar además por cuanto un sacerdote, como lo fue el P. Miguel, no nos ahorra la terrible hondura de su crisis existencial, ni esgrime su sacerdocio como un parapeto que le libra del horror, sino que, como uno de tantos, hace causa común con el hombre y la mujer que se hallan hundidos en la nada y comparte con ellos su tragedia y su pobreza. De alguna forma es lo que hizo Jesús. Y quizás por eso, el Señor le recoge, como a tantos, a la orilla de la vida.

Rosario Cartaya Baños

27

S E C C I Ó N 2

Una segunda miradaPaco Salvador Martínez

Colegio SSCC Martín de los Heros - Madrid

A la atención del Padre Enrique Losada, Provincial de los SSCC

Me he adentrado, querido Enrique, estos días en la colección de poemas que hace poco me enviaste y sobre la que me pedías una opinión.

El Padre Miguel Pérez del Valle me resultaba desconocido por completo y carecía de cualquier referencia suya: algunos textos que según las notas se publicaron en la revista Afán de Martín de los Heros son aún muy ante-riores a mi llegada al colegio.

Me resulta, sin embargo, llamativo no haberlo oído nunca citar a personas con las que sí he coincidido –religiosos especialmente- que debieron com-partir con él tareas educativas, vida de comunidad y, posiblemente, intere-ses literarios. Y digo esto porque el poemario que me has hecho llegar es sumamente atractivo en sus contenidos y de un alto nivel en cuanto a cali-dad literaria formal.

Me pides unas impresiones, no un análisis algo más detallado. Sin embar-go, no cabe duda de que el conjunto de los poemas bien merecerían lo segundo, y también, posiblemente, a partir de la encomiable y meritoria tarea ordenadora del padre Manuel Leal, una edición revisada y anotada

28

que los sacara de ese anonimato que siempre tienen las obras manuscri-tas y más tarde mecanografiadas, pues entiendo que en ningún momento se han publicado. Por cierto, los magníficos y reveladores dibujos que acompañan a los poemas también merecerían un estudio paralelo y com-plementario.

Cumplo en cualquier caso tu grato encargo y por el que de antemano te agradezco que me hayas confiado una opinión que quiere ser objetiva y ojalá que acertada. Lo fácil sería un lacónico son buenos, muy buenos en algunos casos, y es una lástima que no tengan mayor divulgación, pero he leído los poemas con detalle, muchos de modo reiterado, y, a medida que profundizaba en ellos, crecía el interés. Por eso pienso que pueden resultar útiles unas mínimas reflexiones algo más precisas. De ellas, extrae-rás con facilidad mi elogiosa valoración de los poemas que me has hecho llegar. Bien es verdad que todo dependerá de cuál sea la finalidad –cosa que ignoro- de estas impresiones que me pides.

De entrada, el poemario constituye toda una trayectoria personal del au-tor y se recogen en estos textos más de veinte años de creación literaria continuada. A lo largo de sus distintas partes, se observa mucha historia vivida, diferentes preocupaciones y afanes y, también, maduración y evolu-ción poéticas sobresalientes.

La primera parte –Camino para los muertos- es impactante, y permíteme que me detenga algo más en ella. Son versos que los lectores de poesía de la inmediata posguerra identificamos rápidamente porque están en la mejor línea de lo que Dámaso Alonso llamó “poesía desarraigada”. Late en ellos el existencialismo de una poesía como visión negativa de un mun-do hostil (Entonces en mis venas corría la sangre de millones de seres, / hombres que han muerto para siempre, / definitivamente). El tono recuer-da mucho a libros de esta misma época, alguno de los cuales posiblemen-te Miguel Pérez del Valle conocería: Hijos de la ira del mismo Dámaso

29

Alonso, Los muertos de José Luis Hidalgo, Tiempo de dolor de Luis Feli-pe Vivanco o el posterior Ancia de Blas de Otero. Se observa, sin duda, la misma hondura temática de raigambre pesimista, un común reflejo de la realidad histórica desde la dolorida mirada personal, el verso libre, el léxi-co en ocasiones coloquial y una sintaxis en muchas ocasiones entrecorta-da. No falta tampoco el tono tremendista de algunas imágenes próximas al surrealismo en las que la muerte está omnipresente (No sé de dónde vengo, sé que vivo en lo oscuro, /que mis venas van llenas de sangre de los muertos, /que mis huesos esperan la voz de la carne, /que mis ojos re-corren las huellas de los muertos). Otros dos influjos resultan innegables en el conjunto de este bloque de poemas: el aliento profundo de la den-sa poesía unamuniana, y originada ahí mismo, posiblemente, una reiterati-va presencia de las citas bíblicas, algunas tan evidentes y explícitas como las del Eclesiastés.

Llama poderosamente la atención que Dios está todavía poco presente en esta parte y parece como si el autor quisiera reflejar con ello el silencio de un Dios bíblico lejano (Tu obra está cumplida, ¡oh inflexible /Arcángel de los muertos!). Solo al final de este bloque y tras una catarsis desgarra-dora (Señor, tal vez he muerto; / amparad el silencio de mi carne dormi-da), el autor reinicia un andadura costosa pero confiada (Señor, tú cono-cías lo escrito en mis ojos; mi destino / era llevar de siempre mi solo silen-cio conmigo)

La segunda parte está formada por los Poemas de circunstancia. Su fe-cha, a comienzos de los años cincuenta, nos pone en contacto con la ex-periencia de lo cotidiano: Torrelavega, Pontevedra, Panjón, San Pedro de Tejada, Sigüenza…, que en algunos casos reflejarán posiblemente el peri-plo vital del autor: clases, discípulos, destinos, vacaciones, viajes… Son poemas de la experiencia que se relacionan con lo cotidiano del poeta: ¿Por qué he vuelto? -se pregunta en los versos- soy un huésped extraño

30

al que nadie conoce. No hay en cualquier caso excesivo realismo, predo-mina más bien un tono elegíaco, de verso largo, cadencioso, reiterativo en las imágenes oníricas… con mucho oficio de poeta detrás y con hue-llas más que obvias –patentes en el poema Se querían- de los textos que realizaba por estos años Vicente Aleixandre. Influencia del poeta del vein-tisiete quizá sea también un nuevo motivo temático, el amoroso, que rea-parecerá a lo largo del poemario de Miguel Pérez del Valle. Se observa en el diálogo Él / Ella y en el interesante Nocturno madrileño con dedica-toria femenina y resueltos ecos de despedida: la vejez absoluta de un re-cuerdo que muere. La faceta realista de lo vivido a diario tiene muy bue-na plasmación en el poema pedagógico de fin de curso con ilustres ante-cedentes en un texto de Gerardo Diego, en este caso al abandonar Ma-drid para incorporarse a su cátedra de Soria.

Los poemas de la tercera parte –Poemas de la vida interior- hacen referen-cia a un paisaje en este caso íntimo y autobiográfico. Hay en ellos alusio-nes patentes a exilio y apartamiento, posiblemente relacionados con gra-ves circunstancias de índole personal que quedan pudorosamente vela-das en los versos: solo puedo de lejos contemplarme a mí mismo, (…) / palpar el latido suavemente acelerado del amor quieto / e íntimo; se le ha dejado aquí al borde del camino / como un árbol caduco que lucha con-tra el viento.

Caminos para el regreso es la cuarta parte de esta ordenación cronológi-ca de los poemas. Por cierto, ¿hecha por el autor o por el Padre Manuel Leal que ha recopilado y ordenado los textos? Vuelven aquí las resonan-cias amorosas que dejan una sensación de algo prohibido, inalcanzable y ¿quizá reprobable?: Tuve también sus ojos / profundos, que guardaban un mundo diferente (…) Tengo que hablar ahora antes que todo acabe.

Aparte de los poemas sueltos que cierran la recopilación, la parte final propiamente dicha la constituye el bloque de poemas recogidos bajo el

31

significativo título de La plegaria. Resulta todo el conjunto un cierre bio-gráfico y literario, algo así como si las vacilaciones, dudas, caídas y descu-brimientos reiteradamente aludidos en toda la historia poética anterior ha-llaran ya un equilibrio y un sentido en el tiempo de la madurez. Incluso lo religioso, en tantas ocasiones conflictivo y objeto de lucha interior, es aho-ra claridad y perdón: Señor, Tú ya conoces / -estaba escrito desde hace tanto tiempo-, / este vagar sin rumbo (…) / caminando tan solo.

Versos íntimos y subjetivos que trascienden la historia puramente perso-nal y alcanzan validez mucho más general y compartida.

En fin, Enrique, no quiero alargar unas notas que posiblemente no acier-ten en la opinión concisa y directa que quizá requerías. Creo haber acerta-do a transmitirte en la medida en la que lo necesites mi valoración elogio-sa para el conjunto de los poemas del Padre Miguel: una sorpresa y una reveladora lectura que ojalá alcancemos a ver divulgada.

Me tienes a tu disposición para precisar aspectos que creas que necesitan mayor detalle.

Un abrazo fuerte.

Paco Salvador

32

C A P Í T U L O 2

Obra PoéticaMiguel Pérez del Valle, sscc

Recopilado y transcrito por Manuel Leal, sscc

33

S E C C I Ó N 1

CAMINO PARA LOS MUERTOS 1947-1949

34

NB: Transcribimos en primer lugar los poemas mecanografiados más re-

cientes, indicamos si existen versiones manuscritas o mecanografiadas con

anterioridad a al texto presentado mediante el signo *.

Las ilustraciones son del propio autor.

… In tenebrosis et in umbra mortis (Ps. LXXXVII.- 6)*

I.

Acaso vengo de la colina donde el viento se goza en su dominio sin contrario, y sus gemidos penetran por las rendijas de mi alma temerosa, mientras las yerbas secas lloraban perdidas en la estepa.

Entonces en mis venas corría la sangre de millones de seres, hombres que han muerto para siempre, definitivamente.

Sin que se oiga más que sus voces temibles, sinfonía de muertos, lamentos de una muerte vivida desde miles de siglos.

Que en la colina he visto trincheras retorcidas, - venenosas serpientes – los alambres de espinos clavados en mi alma, el ángel de los muertos…, *

II.

Acaso vengo de una ciudad sin nombre, perdida para siempre, donde los hombres hoscos buscadores de oro sedientos de mi sangre murieron vuelta piedra su alma, su espíritu, su corazón, su cuerpo.

Allí ya sólo vive la soledad temible de una ciudad no vieja, siempre nueva, voraz y sanguinaria:

35

ni risas, ni amor, ya no tenemos ni odio; muerta ya para siempre.

Entonces el alma correría por sus calles sin nadie, por sus plazas sin hombres, por sus casas vacías, negras, amenazantes; en mi alma correría la sangre maldecida de la ciudad sin alma donde reina, oscura y solitaria, la maldición de la tristeza sola.

III.

Acaso se haya levantado alguna losa oculta desde siglos y haya surgido un muerto sin la llama de un alma que no muerte, sin la carne que llena de deseos un cuerpo y sin ojos las órbitas desgastadas, sombrías.

Entonces ya comprendo por qué a veces no vivo, por qué veo vacía mi alma,, esa sombra impasible que da vida a los cuerpos, por qué no vivo a veces y por qué a veces ni pienso, por qué casi no existo.

Entonces ya comprendo por qué me odia la tierra como un muerto que vive silencioso, que no puede entender qué sea la vida, el monte, la llanura, los ríos y los cielos, el viento sosegado, el amor, la alegría.

36

No sé de dónde vengo, sé que vivo en lo oscuro, que mis venas van llenas de sangre de los muertos, que mis huesos esperan la voz de la carne, que mis ojos recorren las huellas de los muertos.

Yo vivo en las tinieblas de la muerte en las sombras, esta es mi ansia.*

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

37

Mejor es dos que uno porque tienen mejor paga en su trabajo.

Porque si cayese el uno levantará a su compañero; más ¡ay del solo!

que cuando cayere no habrá segundo que lo levante. (Ecl. IV, 9-10)

Estoy solo. *Mis ojos silenciosos en un día sin mañana ni noche. Solo. Un desierto colmado de voces, de lamentos, de muerte. Voz sin nadie, ojos oscuros vencidos a la luz del fuego inextinguible en el que arde la noche. Labios secos en medio de un océano amargo sin marinos ni gozo. Manos solas buscando la secreta armonía de las cosas en trance.

¡Ay del solo!

Solos mis ojos contemplando el abismo sin nombre, mis labios solitarios en océano amargo, tembloroso; sola mi voz perdida en la espuma del mar contra las rocas, terriblemente solo, eternamente solo.

Y luego obreros silenciosos levantan la muralla de mi vieja tristeza, muerto: pájaros solitarios contemplando mis venas sin sangre, muerto; en mis ojos oscuros sepultaron la imagen de la vida, muertos;

38

en mis labios sin vida el cáliz de la amargura, muertos; en mis manos sin sangre la rosa de los muertos.

Y yo tan solo y muerto, y yo sin vida y muerto.

Me ha engañado la tierra, y el mar, me han engañado y me ha turbado el río, el monte y la ciudad, y el viento me ha burlado, el viento de los muertos.

¡Ay del solo!

Muerto sin una lágrima, al borde de la ciencia, muerto como una sombra perdida, abandonada, muerto sin que una mano me presente a a tierra; sólo por eso vive el cadáver de mi alma.

Y yo tan solo, muerto.

Tu obra está cumplida, ¡oh inflexible Arcángel de los muertos! Al pasar el viento cuando nadie te escuche silencioso, gozarás solitario tu absoluta y terrible victoria. arcángel de los muertos.

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

39

Sicut vulnerati durmientes in sepulcris quorum nos este memor amplius (Ps. LXXXVII)*

Tenía su presencia su silente vacío de palabras rebosante de voces.

A veces notaba su vergüenza de ser hombre, de estar muriendo a diario: el dolor de su triste derrota ante la muerte.

Tenía sus palabras vacías de este mundo lejanas, angustiosas, de un lenguaje que sólo él hablaba.

Y tenía sus ojos aquellos ojos tristes con un mundo encerrado a veces sin nacer, ni ojos, nada… ni alma siquiera… nada.

Después se me ha borrado su presencia, y yo lejos, aquí, junto a la noche… Sus palabras estaban escritas en la arena, se iban borrando todas… aquí amor, luego amor, después indiferencia… y la muerte detrás siempre esperando.

Después no vi sus ojos - no lo supo ni el cielo ni la tierra, - no estaban en el río.

40

Mis hombros sostenían el peso de la noche; noté que no era nadie… por ir tras sus huellas vagué sin rumbo.

Era invierno. La nieve igualó los caminos.

He llorado sin ojos, he llorado sin alma… He gritado su nom-bre… Sólo quedan despojos de su nombre por el mundo. Ahora Miguel… Luis le-jos, el viento me lo dijo.

Dijeron que había un cielo muy triste donde iban las almas de los muer-tos. No. Mi alma es la que ha muerto.

Yo su sombra veía con tristeza del agua solitaria, desnudo de su sombra, obsesionado en la nada, me voy diluyendo sin nadie….

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

41

“¿Numquid… et iustitia tua in terra oblivionis?” (Ps. LXXXVII,14)*

Estoy aquí. El silencio me domina, se llega hasta mis ojos, me acerca a la llanura…

¿Es que es posible acaso tener que existir solo, devorar la corteza de este silencio amargo perdido en las colinas?

¿Es que es posible acaso gozar entre los muertos, destrozar su silencio cuajado de amargura mientras se oyen las voces del viento entre las cruces?

Morir sólo se puede entre sombras mientras el tiempo marca inexorable la hora de los vivos, la hora de los muertos.

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Niño soy y desnudo he andado los caminos del silencio mendigo de horizontes.

Quiero desde mi alma llegar hasta los cielos con mis ojos de tierra perderme y luego hallarme sin saberlo…*

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

42

Las palabras, amor mío el viento suele llevarlas

dejando sólo el recuerdo y una amargura en el alma.*

El mundo lo han filmado mis ojos, el sonido mis pájaros, la noche tiene ese dolor oculto de un encuentro frustrado.

¿Vivo? Me da miedo pensarlo.

Si mis ojos te buscan ya sé que ha sido en vano. Si te he dicho palabras volaron por los astros; palabras, sí, palabras, en mortal desamparo, perdidas, apagadas, cenizas, fuegos fatuos…

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

I.

Es inútil. Seguir, yo aquí en la noche* perdido en mi silencio me quedaré… es inútil que queráis esperarme.

¡Dejadme aquí ya muerto!

43

Porque mi sangre queda gritando en el camino.

¡Dejadme aquí ya muerto!

Porque sube la noche desde lo más profundo cuando todo es en vano.

¡Dejadme aquí ya muerto!

Huid, dejad la máscara del gesto compasivo.

¡Dejadme aquí ya muerto!

Silban como saetas las palabras errantes: tarde, ya es tarde, tarde. ¡Dejadme aquí ya muerto!

II.

Cataratas de una tristeza última Se lanza en la noche

¡Dejadme aquí ya muerto!

Están aquí los ojos que nos saben en el trance del sueño.

Es el orden que sigue su camino vacío a pesar de los versos.

44

Alcázares de sombra frente al paso nocturno del espacio.

¡Dejadme aquí ya muerto!

III.

Señor, tal vez he muerto: amparad el silencio de mi carne dormi-da.

¡Dejadme aquí ya muerto!

Solo con mi tristeza, tan solo con mi escueto silencio redi-mido.

¡Dejadme aquí ya muerto!

Mientras el viento lleva apagadas cenizas de palabras.

¡Dejadme aquí ya muerto!

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

I.

Señor, hoy te recuerdo mis años llenaste de un sereno equilibrio*, el latir de mi sangre cercano al silencio de un lago infinito, el sereno gozar de las horas que también era mío, soledad entre el cielo y el mar en tu instante novísimo.

45

Yo entregaba en tus manos mi rojo corazón todavía dormido con la eterna y austera constante sumisión del olivo, entregando mi fruto en tu noche como se abre la espiga, sin ruido, un olvido absoluto y entero: un abandono de niño.

Señor, tu conocías lo escrito en mis ojos; mi destino era llevar de siempre mi solo silencio conmigo: el silencio de mis labios, el silencio de mis ojos solitarios, sumisos.

Tú sólo comprendías por qué vagaba solo, sin amigos, por qué escuchaba absorto las palabras del rio, por qué esperaba a veces sorprender de las ramas el idilio, como el aire caminaba en la noche sin ruido.

… Y que entonces el mar extrañaba mi silencio continuo, mi vagar solitario por ocultos caminos, con el dulce sosiego en mis ojos transidos, que al velarse en la noche lloraba en tu pecho de amigo.

Tú me diste Señor la tranquila tristeza de mis años de niño, embriagándome dulce en la cálida noche sin testigos; tú pusiste este abril en mis labios, mi florecer magnífico, la dulzura de un beso temblando en la única llama del destino.

No creía en la muerte, en la nada, en mí mismo, al gozar mi tristeza con mis ojos inmensos heridos… Al notar tu presencia sentía el respeto inclinado de la espiga del trigo. Sólo entonces tuviste Señor mi sereno silencio contigo.

46

II.

Señor, hoy me presento con mi antiguo equilibrio destrozado, el horizonte eterno de mis ojos lo busco sin descanso, la llanura silenciosa, escondida, que ha abierto en montes altos un mar solo y antiguo que quiebra la horizontal del lago.

La flor cada mañana cela un viejo secreto confiado, el viento llega triste con rumor de caminos ya andados, la noche ha enmudecido, llegó ya su total eclipse amargo, y mientras el olvido cristaliza un sueño desvelado.

Por eso yo no puedo pararme para pensar un rato que el tiempo han temido envejece dormido en mis manos; en el mar de mis ojos, lo sabes, he enraizado mi daño, en la sangre, el dolor, las palabras de los viejos años.

Por eso ya no puede seguir como un niño eternamente confiado; sabes que mis palabras me tienen para siempre encadenado, del polvo de las horas oscuras se han llenado mis labios, de sangre de crepúsculos mis ojos lloran hartos.

El tiempo se apodera de mi gozo de antaño, ya no se oye el vivir silencioso de mis sensibles pájaros, el armonioso acorde de las horas derechas y en mi olvido sepultado denota que a la muerte nos vamos acercando sin descanso.

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Que es inútil que digas: no sigas adelante*, tú sabes que el río no se para un instante.

47

Que es en vano que digas: detente ante el abismo, si sabes que la piedra cae por su peso mismo.

Es un vano que quieras dominar la tristeza, -desangrada en el monte va la naturaleza.-

Abandoné el silencio al turbión de la vida -en los ojos del viento sueños del agua herida.-

Quiero volver ahora para morir al monte, mientras entre las ramas dormita el horizonte.

Que el silencio devore la inquietud del destino mientras el bosque ahora la llama del camino.

48

LOS MUERTOS EN EL MONTE *

La noche pisotean los corceles del alba; las estrellas bien rotas por el río bajaban.

Cómo lloraba el viento de Guadarrama. Por el monte perdido va llorando la helada el cielo se ha perdido en las montañas.

Sólo los llora el viento de Guadarrama.

Por el río mis ojos Llanto del agua; En mis labios las olas tristes y amargas.

Nadie, nadie los llora, solo el viento gemía.

Peregrina el silencio en la noche dormida; en el mar de los pinos naufragará mi vida.

El viento lente y triste solo gemía.

49

Ha olvidado el camino Su huella tan precisa; en mi alma se desangra la noche herida. Sobre las almas el aire lento y triste del Guadarrama.

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

LOS MUERTOS EN EL MAR *

Lo sabes, viejo mar; tú, viejo cementerio sin fronteras de días ni de noches; duro invierno sin fondo, pentagrama de dormidos silencios eternamente solos; que llevas por las rocas tu impotencia sonora, monótona armonía de espumas y gaviotas, colosos triste y solo.

Lo sabes, sí lo sabes, como hoy se te maldice.

Ahora que en silencio descubres tu tristeza a la arena marina y el silencio nos trae la doble presencia de las horas ignotas; si desciendes despacio con la estoica constancia de relojes de arena, león hambriento y triste que devuelve su presa.

Ha llegado la hora, se reclama incesante lo tuyo. Tú enterraste entre cielo y abismo la esperanza sonora cuando el amplio reflejo marcaba un camino sin vuelta. Pero hoy entre las olas se ha levantado el grito

50

de los hombres que han muerto pero no para siempre, y así hoy te maldicen… Hay un gesto temible oculto en cada labio y una imagen quebrada que desborda los ojos.

Y era el día en que el mar entregaba a sus muertos.

NOTICIA DE LA MUERTE

Se ha clavado en mis ojos sedientos, como espada de fuego se ha adentrado la luz de mis sombras, en mi arena como en mar de espuma se ha posado el silencio.

Como el agua en la gruta marina clama y nadie escucha, la verdad de la muere se ha adentrado en mi alma, mientras sueños de vida adormecen la carne.

51

S E C C I Ó N 2

POEMAS DE CIRCUNSTANCIA

52

I. TORRELAVEGA *

Hoy he vuelto, de nuevo, después de quince años; las casas extrañaban mi agresiva presencia. Solo ellas me conocen. En las piedras holladas hoy asoma como en un Vía-Crucis al que ha herido el recuerdo Las casas me rodean, se agolpan a mirarme con sus ojos inquietos y las puertas abiertas demostrando su asombro. El eco de mis pasos traspasa los aleros perdiéndose en la tarde. Pero el viento es el mismo murmurador y triste, miserable y solemne, y el río que se aburre de su curso constante.

Hoy he vuelto al azar por estas mismas calles a retirar mis pasos pegados a las losas, prodigados entonces, generosa impaciencia: horas sin consistencia en la niebla del tiempo como boyas perdidas en la quieta bahía. Se alargan metro a metro por caminos sombríos por las tardes envueltas en músicas extrañas donde ocultan los muros los ojos penetrantes de la torre que vela.

¿Por qué he vuelto? pregunto. Soy un huésped extraño al que nadie conoce. No ha sonado mi hora. Acaso nunca suene. Pero aún el silencio es medida del tiempo.

53

Cuando caiga de nuevo la valla del poniente quedarán mis veinte años, – ocaso del recuerdo, – sepultados al fin con lo odioso y lo inútil.

..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

(Versión posterior de “hoy he vuelto…”) **

Estoy aquí de nuevo después de tantos años. el pequeño silencio de ciudad campesina se aferra a mis oídos. El crepitar antiguo de la luz en los negros balcones. Y las horas eternamente viejas, como hace tantos años.

Las casas me rodean, se agolpan a mirarme con su latido inquieto y sus puertas cerradas: soy ya un huésped huraño y ellas me desconocen. Los ecos de mis pasos traspasan los aleros perdiéndose en la tarde. En las piedras gastadas va brillando la sangre como en un Vía-Crucis al que ha huido el recuerdo. Pero el viento que murmura y que grita miserable y solemne y el río que se aburre con su cuerpo constante me saludan por fin como a un viejo amigo.

Ahora paso al azar por estas viejas calles retirando mis pasos antiguos de sus losas prodigados entonces –generosa impaciencia-

54

**nota del autor

Horas sin consistencia en la niebla del tiempo se alargan metro a metro por caminos sombríos, por las tapias musgosas del cementerio viejo, como boyas perdidas en la inquieta bahía por las tardes envuelta en músicas extrañas.

Que lejano está todo de mi último latido. Se cerró inexorable la valla del poniente sobre estos veinte años. Ocaso de un recuerdo que ha quedado perdido en un mundo distinto.*

1950

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

II. PONTEVEDRA *

Caminando en tinieblas tus ojos van abiertos en la sombra impalpable que te crea y te acecha un latir velocísimo el agua de un reloj va escribiendo tu historia del corazón inmóvil al mirar peregrino.

Cuando el eje del tiempo se ha clavado en tu orilla esperándote siempre la noche va perdiendo su elemental presencia. Cuarteados los muros que guardan su silencio el amor te ha enseñado el destino perfecto.

55

III. NIEVES *

Se ha vertido la tarde: un perfume que embriaga, los ojos, una nube que envuelve los pinos en su espuma materna y anega los perfiles en el mismo seno armonioso.

Cuando huye la luz el río ya no brilla como espada de fuego clavada en la entraña del valle. Portugal y Galicia; idéntico latido en una tarde de angustia, amparados en idéntica sombra, en la misma tristeza, cuando arde mi torre, una hoguera infinita las llamas del crepúsculo, el calor de las almas fuego en todos los ojos que no apagan las lágrimas. Los ejes de los carros rodaban su música triste, las luces de Moncaso, blandas, redondas, rotas pentagrama de noche que baila mis silencios con orquesta de grillos se acompañan los peces, eterna melodía que descansa el ardor de la forma. De pie sobre el paisaje, conscientes del momento, dos viejos campanarios dialogan junto al río, lentísimo el crucero a la tierra encadenada la inquietud de su nombre. Sólo el nombre es capaz de quebrar el encanto.*

IV. PANJON *

Quisiera, oh viejo chopo, (como Argos) abarcar de una mirada la entrañable hermosura, la caricia dorada de tu arena limpísima devorando la espuma que aflora al azul de tus labios: pero me es imposible.

56

Escucho la canción a los ojos del minúsculo insecto, me detengo admirado ante la humilde brizna, las algas y los musgos con sus palabras nítidas, con el sabor salado de sus dichos agrestes.

Estrecho entre mis brazos cada instante que pasa; el silencio me espera oculto en cada roca. Ningún hombre, ni voz, ningún gesto vacío, ni una huella furtiva destruyen tu pureza.

Grano a grano la arena va cayendo en mi alma -viejo reloj cansado,- me hiere la impaciencia de llegar a amar todo, minuto tras minuto, ola tras ola que renueva y traiciona la vida.

Ni siquiera una línea de horizonte ha llegado a tenderse en la tarde, El Sentoulo** desgarra las entrañas de un mar encadenado, -Prometeo de un tiempo vencido cuando no era pecado devorar las manzanas de oro de nuestras Hespérides.-

Y en la arena de oro donde duermen los dioses se deshojan las flores del crepúsculo eterno.

(Sept. 1950)

57

** Cabo de la costa gallega

DOS NOCHES Y [UNA MAÑANA] *

I. NOITE N’O MAR

El.- Pasear esta noche contigo y en una red de pasos apresar a la noche; dos latidos lentísimos esperan el instante fugaz y decisivo. Entonces la huella de tus labios centellea en la arena, acaricia la espuma la ilusión de tus ojos; las ondas de tu pelo llenan el horizonte con pleamar de oro que ha dormido en mi enorme pupila.

Ella.- Corceles desbocados se adueñan de tu carne. (Hay un gesto vacío en las aguas sumisas y una noche profunda que está entre las rocas) Detente ante el silencio. La noche camina incansable por los cielos quebrados y la luna ha olvidado sus caminos de sangre.

El.- Yo he comprado los cielos: he encontrado en tus ojos la moneda de oro acuñada en mi sombra: la luz maravillosa de una palabra herida mi corazón la guarda.

58

Ella.- Te presento la noche como un pája-ro frágil en su jaula de oro: los cielos están llenos de sus trinos extra-ños, palabras desprendidas de un árbol miste-rioso como frutos maduros. Las horas se deslizan sonoras y profundas.

El.- Entonces ¡Pasear en la noche contiguo, pasear en la playa con los afanes de un deseo eterno sobre el fondo velando! ¡La noche saber unir corazones

con vínculos de sangre!

De nuevo él.- Han huido el pensamiento y el amor ha entregado su gozosa presencia: por eso pasear en la noche dulce andar en la noche cuando la luna es nuestra.

Ella.- En la red de mis pasos dos segundo lentísimos agotan su perfume, generoso y muriendo. Comprendo ya el instante fugaz y decisivo.

Por fin él.- No hables de comprender cuando huye el pensamiento, abandona a la noche tu serena impaciencia, devuélvenos el eco del latir que no muere.

59

Ahora pasear en la noche contigo, pasear silenciosos con los ojos ardientes, parpadeantes desde el fondo velando. La noche saber unir los corazones con vínculos de sangre…

Panjón, 7 de septiembre de 1950

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

NOCHE DE MADRID [NOCTURNO MADRILEÑO] *

A María Jesús

Caminas en la noche, pero vas en la noche enterrando el silencio, -nunca duerme la constante y ansiosa vertical del deseo;- tiene el paso la violencia tranquila de las aguas del río, los ecos del latido, la asonante riqueza de armonías insólitas,

(Que es un vals palpitante, la constancia enervante de tu paso en la acera bajo el fondo de orquesta, con sus cruces de calles, alcázar de armonías,

60

laberinto de formas, pentagrama de rejas y balcones, crecientes principales, que insultan silencios ocultos, alfombras de tinieblas, musicales tinieblas holladas sin lamentos)

Los aleros te ocultan el sereno imponente equilibrio del aire, serenos galoneados con un gesto galante, -los acomodadores- engañan tu camino. Los ecos de un aplauso perdidos en la noche, -teatro sin fronteras,- Embriagan tus oídos de alegría insensata.

Sueños, sueños y sueños aunque no duermas nunca aunque aceches en la esquina del tiempo, -acechen tus sombras el paso del tiempo – las pisadas del aire,- y te embriagas setenta veces siete en copas de rocío.

A pesar de tus valses y schotis (sic) salteado de impaciencia, a pesar de las lágrimas que bailan en tus ojos y que el viento se lleva, indolente, de tus abanicos.

Arrastrando a través de las lunas de tus escaparates, - murallas de reflejos, subidas y bajadas de un mar agitado,-

61

tus palabras salidas y arrastradas sin duelo todas las noches, sí, todas y todas vomitando tristezas y volviendo a beberlas por lo multiplicadas.

No llegará a tus ojos la embriagante sonrisa del ruiseñor celeste, para ti se perdió para siempre en el ruin laberinto de las horas sin dueño.

Ha llegado la triste mañana, real pavorosa, de pie sobre el estribo de amarillos tranvías que pasean gozosos, triunfantes, la vejez absoluta de un recuerdo que muere todos los días, sí, todos los días. .... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

62

OLIVO

Sobre tu trono ¡muerto! dichos crispados hundidos en el barro y barro en las raíces, viejo olivo tendido en la ladera.

Tantos años siglos acaso al borde del camino donde ya nadie pasa, sino tú; lentamente, los pasos en las piedras, palabras; se entrechocan, el ruido de la rueda ahora, y el renuevo entre tus dedos limpios, anhelante; evítalo y evoca la fuente de los dioses que amabas.*

SIGÜENZA *

Ahora todo está aquí. El viento, la mirada, los arcos y los hierros de la plaza, tristeza desdentada, (las almenas), las calles que vuelcan hacía el río el paso de sus sueños, el acueducto roto y la canción del agua, -lejos,- entre piedras caídas, la ventana romántica abierta al infinito, los frisos y la roca, Jano bifronte en la encrucijada

63

y nosotros, Miguel A. y Cristóbal, Evaristo y yo mismo, todo de barro una vez más, de barro, de polvo, -sutil polvo que baila en los colores de los vidrios y que húmedo y caliente aún espera la huella de más liquen y más vida junto al amor eterno del agua entre la hierba,- pero de barro seco, cortado en bloques vivos, en columnas, en arcos en la geometría tenaz y exacta de la música eterna en cada hora, en cada tramo oscuro de la nave, barro en la delicada mano del alfarero que juega en las paredes, con flores, con estatuas, candelabros y escudos, barro que ha vuelto al barro porque está escrito, Fadrique, Juan, Martín Vázquez de Arce, y barro enamorado; nosotros quemados al amor de la esperanza, al decrepitar, -tan hondo,- del aliento del Padre sobre el barro tostado de la carne. Así está escrito: y hay un Doncel que silencioso lee.

Salimos, aún no es tarde. La primavera acecha una vez más su tiempo.

64

SAN PEDRO DE TEJADA *

A Miguel A. Lajo

Peregrinos del trigal y de la zarza, Invitados a la agreste salmodia, el diapasón ascético del sol y de la ortiga; llegados por los pasos perdidos de los vientos a tu tela de araña, el encrespado nudo del silencio: San Pedro de Tejada, arca, concha sellada por millares de lunas.

Y vosotros dos ladrones sin plano ni herramientas, apenas el lenguaje de las manos y sus líneas de muerte (muñones de palabras, zodíaco en desorden y arena en los zapatos, ciegos escaparates en la acera del tiempo,) acechando las puertas y ventanas averiguando, acaso recordando oscuramente, los rincones amigos de un sueño algodonoso en un lugar cerrado desde siglos extranjeros, remoto: solar hereditario de un gozo abandonado en su gracia selecta y campesina de mezcla rigurosa y palpitante. Para perderos luego al encontraros

65

en la ingenua sonrisa de los “monstruos amables”, en la curva gozosa de sus muros, en las escamas de su piel de oro, en la pantalla intranscendente.

Pero al fin la escalera: La caja de escalera desmochada, El caracol incierto de este tiempo vacío y recurrente que se va derramando en el espacio ciego: la vibración amada de un Dios que nos deslumbra en su silencio.

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Se querían. Pero ha sido imposible ordenar sus latidos detener la carrera del aire en sus dedos. las alas cantan sin voz tras de la puerta y los ojos cerrados han estrechado aún más su protesta doliente como un hilo de agua que sangraran los montes

Se querían. y se han querido siempre sin sentido, sin labios hambre del brote que llega triste cada invierno, sus manos junto al fuego buscaban en las sombras un retrato imposible, pero sólo la sangre empujando en sus venas con su sed infinita ha podido decirles que era posible el día.

66

Se querían. El río, sólo el río sabe llegar tan lejos y quedarse escondido en los pliegues del tiempo. El corazón derrama su vino por los campos, niebla que colma todas las cosas en su seno: podrán surgir al fin los brotes tras la siega,

Se querían. Aún ensayan sin pausa las voces de su canto la medida y el rito o el acorde es-tán lejos son cauces de otro pulso. Llama-das soñolientas de bueyes que caminan llevando su sepulcro, tan caliente, -su esquila,- como san-gre que huye la loca melopea de los días que han muerto. Se querían. Sacudidos por azules calambres de crepúsculos, por noches y por días, por los años que inflaman de silencios (las ruinas) sus páginas, faros tristes, perdidos, de un resplandor sin cauces, y las hojas del álbum de los sueños perdidos se erizan como campos de estrellas en su ausencia.

Se querían.*

67

PARA MIGUEL: SOBRE SUS VERSOS

Una ola llega.

A.C.

Ángel: ayer cantabas algo sobre las olas que mueren en la orilla, estábamos muy lejos en la senil tristeza de un bar bajos los árboles. Desde entonces mi glosa se ahoga lentamente en el tintero. El morir desangrándose es el mejor trofeo de los dioses que fueron, pensábamos, las hojas -“espumoso coral” de los poetas,- lo dicen sin metáforas.

Escribo, sí, pero como un apéndice una nota que pueda subsanar el olvido de algo que no importa letra pequeña que nadie va a leer debajo del gran rótulo sino tú, acaso, espero. Y no es que ahora imagine, -perdona- una florida esquela de título sonoros y tu nombre en mayúsculas y con sus “apenados”, -un clérigo incluido,- lamentándose; yo soy quien muere, una vez más -¿la última?- y escribo un testamento buscando algo valioso que legarte -la verdad, me avergüenzo de no dejarte nada;- tú sabes que estoy solo, con las manos vacías. Los recuerdos más íntimos -sus garfios aferrados en la más honda sima del alma se han soltado- buscan otras riberas. Sólo el molde vacío de una anterior tristeza: Vacío de una cueva precisa en las tinieblas, desde niño he dormido pensando en sus murciélagos,

68

en pinturas antiguas o en lagos sepultados. Aún no estaba solo: el latido expectante del corazón y el pulso sin descanso ni estridencia a mi lado: pero los ojos ciegos después de tanta dicha. Vacío de unas manos del cuenco de unas manos donde he bebido agua, manantiales, brocal de un pozo seco en el mar sin caminos.

Pero también vacío de una estación inmensa, donde todos partieron, hasta el último mozo de equipajes y el que venden periódicos, donde el eco confunde los perfiles en un leve rugido, el inmenso vacío que han llenado los mares. “Una ola llega” y el corazón, su amigo, desnudo golpeando en la sombra los últimos despojos del naufragio. .... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

(Versión posterior) *

Voy a escribir mis versos sólo como un apéndice, esa letra pequeña que nadie lee debajo de un gran nombre, y no es que haya inspirado una genuina esquela con títulos sonoros y tu nombre en mayúsculas tan grandes que su sombra no quepa entre las páginas que se les reservaron, yo soy quien muere, una vez más ¿la última?

Y escribo testamento buscando en mi gran era: -la verdad, me avergüenzo de no dejarte nada,-

69

Pero ahora estoy solo. Ni siquiera el recuerdo -sus garfios aferrándose al más secreto sueño del alma,- Se han pedido. No queda, (buscaran otras presas,) más que una imagen última: el vacío, vacío de una cueva confusa en sus tinieblas, donde he dormido a veces pensando en los murciélagos, en pinturas rupestres o en lagos sepultados, y nunca solo: el latido expectante de un corazón y el pulso, sin descanso ni estridencia a mi lado. Pero los ojos ciegos al fin de tanta dicha. Vacío de unas manos donde he bebido agua, Donde manó la dicha. Estatua abandonada de un jardín italiano. Llamo aquí una barca para saltar al agua y soñar frente al cielo mirando entre los remos, pozo que ha recogido la fuente de la lágrimas.

Y por fin el vacío de una estación inmensa donde todos partieron hasta el último mozo de equipajes o el que vende periódicos, tantos otros vacíos donde el eco confunde los perfiles con un breve rugido de animal acosado hasta los mismos bordes de la espera insensata, hasta el desesperado esperar, esto es lo que queda, antes que sea tarde un corazón vacío pero que sigue aun golpeando en la sombra.

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

70

Amigos *es posible que sea para vosotros éste un caso nunca oído: un curso que termina leyendo el profesor unos versos sencillos, como si un adiós que está en prosa porque fue el calendario escolar quien lo qui-so pudiera aletear entre las rejas del verso con el gozo del pájaro en su nido. o como si una mente saturada de datos y de tecnicismo fuese a cantar (y) vibrar de un modo humano, humilde y tímido.

No voy a castigar ahora con un sermón monótono y vacío, o con una clase opaca sobre estrofas y ritmos, aunque es cierto que hubiera querido sorprenderos con unos versos sonoros y magníficos, o con las complicadas metáforas del último de los “ismos”, pero siempre he odiado por igual la retórica y el aire tribunicio.

Tampoco sé aún si estos versos que he escrito van a ser tomados en serio o siquiera si van a ser comprendidos, pero no sabría negarse por ello a escribirlos quien nunca confundió la poesía con cualquier más o menos respetado oficio, quien aprendió a auscultar con suavidad el propio latido, el ritmo lento y suave con que caen las primeras gotas de la lluvia en el río, trazando entre sus círculos un cuadro portentoso y efímero.

El curso ha terminado, es cierto, porque fue el calendario escolar quien lo quiso. Y Velázquez y Vermeer van a volver a encerrarse en las páginas yertas de los li-bros, y si, como lo espero, los examinadores son benignos, vuestra sentencia los condenará definitivamente al ostracismo o a llenar entre la hojas maltratadas el hastío de un otoño prematuro y severísimo.

71

Y entonces el profesor afligido pensaría que ha arado en el mar o ha escrito en el polvo del camino; pero no es esto lo que el profesor ha pretendido no ha trabajado para esto día a día con ahínco. Ahora hacéis las maletas para marchar a otro horizonte distinto, para gozar de un descaso que acaso no haya sido suficientemente merecido, y cuando al fin a la sombra de los pinos o a la orilla del mar latiendo vuestras sienes con un ritmo gozosamente renovado, como oleaje marino, es posible que preguntéis por fin si las cosas carecen de sentido o si están trabadas entre sí como las páginas cálidas de un libro, cada una en su sitio, cada cual en su lugar inmutable y preciso, como están las estrellas clavadas en el cielo infinito, siguiendo día a día lentamente su camino, si en el fondo de las cosas hay algo que compensa el inmenso trabajo de des-cubrirlo o si un amor total puede sobradamente redimiros del tedio de las horas perdidas en su propio laberinto. Y entonces podríais hallar la respuesta que deja el corazón enternecido o que acaso empañe de lágrimas los ojos como limpian del polvo a la flor las gotas de rocío Porque la Belleza está ahí en la vida que constantemente perseguimos, es la huella leve del amor clavada en la arena caliente por donde vamos pere-grinos, el paisaje interior, el paisaje clarísimo que vimos en Velázquez, Vermeer o en Monet, -es lo mismo,- que canta desde Bach en vuestro inquieto oído tal como el gran Pitágoras nos lo había descrito. Entonces sí que podríais comprender la lección del sabio chino:

72

“todas las cosas vienen a ser, y yo veo por eso mi destino, todas las cosas florecen y por eso son grandes como el Tao, el camino”

Entonces este pequeño mundo en que vivimos había cambiado de improviso y el profesor podría partir a la geografía sin límite del olvido, gozoso de haber cumplido por una vez su oficio, gozoso de haber asistido al nacimiento de un hombre, del hombre total y definitivo: -los alumnos se mueren hoy día trece de junio,- y él, -el discípulo,- vivirá para siempre porque llegó a ser distinto, no copia ni remedo, sólo él mismo.

Cada mañana recorre el sol su camino preciso y las sombras se pliegan tras las cosas a su recorrido; y enjuga con sus párpados el gotear de las estrellas en el abismo, porque no es preciso que agoste en los museos la espontánea flor que busca un cielo tibio, que sea él quien hojee furiosamente con ansia devastadora de erudito las últimas publicaciones que han salido, ni que sepa todo lo que los sabios opinaran desde antiguo “vas suum portavit cum honore” como el Apóstol dijo. Adiós. Era esto sólo. He sido.

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

73

CLASE * Hasta el final no sabes si va ser un poema lo que escribes, o tus problemas de aritmética. Sobresalto. Pisadas Que destrozan las hierbas nacidas en la aurora . -Para abrirte una senda, hacia el mañana,- dicen; -¿hacia dónde? – Tú piensas en las horas que han muerto; las palabras de acechan: -equis, y,… alfa, mu,- los signos que desprecias, -pájaros, eme-ce-dos- a erre-i-pe me suenan; ocultas en la sombra ¿se posarán? Planean Lentamente, minúsculas Palabras de dos letras; llegan desde tan lejos, saludan en la lengua que todos hablan; otras no pueden comprenderlas, pero traen el eco de una antigua tristeza que hace temblar tu pluma; palabras que tú estrenas recién nacidas, abren

74

sus ojos, aletean. Las vas poniendo nombres íntimos que te inventas: unos tienen sentido, otros hacen más bella la canción. Y no sabes por qué. Tú deletreas eme-a-erre, rama nube, dolor, ausencia, madre… otros que callo. -¿Qué haces ahora?- besas la pluma, si, sonriendo.

Pero la voz te increpa: -¿usted no escribe?- Callas Y dejas la pluma. Nada ya te importa. Sueñas.

ZOO DE LOS ESPEJOS (Publicada en la Revista del Colegio Martin

de los Heros: Afán, s.d.)

Es muy fácil, querido Zuloaga, charlar con las serpientes representar el drama de antiguas tentaciones con un telón pintado como fondo.

75

Pero nadie franquea sin espanto esa puerta entreabierta al mundo del misterio, a la compleja angustia de los hombres, enmarcada por deseos sin cuerpo, añoranzas de poderes oscuros y fuerzas infalibles. Más allá de la leyes con que el mago ha anudado las cosas. ¡Qué pesadas cadenas para volar el sueño!

Bucean en las aguas opacas y rompen los cerrojos del espacio y el tiempo los animales mágicos: nos regalan su poder y su astucia, su alegría temerosa o siniestra.

Y sus símbolos miran desde las jaulas, a través de milenios, inmortales, tras la puerta entreabierta: misterioso zoo de los espejos.

76

S E C C I Ó N 3

POEMAS DE LA VIDA INTERIOR

1950 - 1951

77

La puerta siempre entreabiertaal mundo del misterio, a la compleja soledadde los hombres, enmarcada porlos deseos oscuros, añoranzade poderes extrañoso fuerzas infalibles: más allá de las leyesque el físico ha inventado: nombra las cadenaspara volver del sueño, y buscar en las aguas,y romper los cerrojos del espacio y el tiempo;los animalesnos regalan su poder y su astucia, su alegría siniestray sus símboloshabitan nuestras jaulas hace muchos milenios, -inmortales,-reviven cada vez que entreabrimos la puerta: a nuestro zoo del sueño.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Paseando por pueblos y ciudades… Próximas o lejanas: en el laberinto de ca-lles y plazas, refugiarte en sus sombras o entregarse a la luz apresurada… lu-ces sembradas sin orden en la noche: en busca del alma, de la eternidad reca-tada donde el tiempo descansa y en el ruido desacorde de la vida y en la lec-ción de sangre y ruinas que la miseria esconde bajo su ropaje. Aquí y allá, a la orilla del mar o entre las arrugadas montañas, jirones que recogen piezas per-didas del rompecabezas de pueblos y costumbres, saberes, creencias y dolo-res que es el hombre. Hombre multiforme y sumiso, cambiante y perdurable, que se asoma por las ventanas de su casa y de sus ojos, que nos saluda con un nombre ribeteado de esperanza… Mucho más que minutos y palabras, ara-

78

ñas recostadas en el muro de líneas de los mapas; en la aburrida letanía de la lección de geografía... que te ata a los números… del reino de los muertos. Sólo en sueños el alma te abandona ante la misma puerta…*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

No podré acariciarteperla en el terciopelo silencioso.Lejos, en la montaña de la nochefaro quieto, perdido en su silencio,nieve de enero tendida en sus canchales.¿Brillas para ti sola? ya sin acosoen el monte, en el río, en el bosque, en el valle,en este mundo adusto de órbitas vacías, de plazas solitariashas visto la ternura abandonadade las cosas que sueñan, has enviado a lo lejos, al hondo del abismo¿hacia nosotros? Nadadijiste al corazón, idea helada.

Nada podrá turbaracosar el acero de tu brillo,cuantas aguas acosó tu blancura,cuantos vientos reclaman tus nieves.

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

La falta de una puerta que guarda el infinito,redonda y sin suturas.*

79

Bajo su piel rugosade millones de inviernosoculta la montañaun telúrico fuegogesticulante,y el mar oscuro guardaun silencio de muerte en sus entrañas.

La vida: ese espejismoenterrado en los ojos sin brillo de la tardefrágil tela pintada de amarillo.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Para qué hablar de nuevo cuando siempre es el mismoel latido cansado de este mar invernal,idéntica la espuma desflorada en sus labiosque aún hablan de flores lejanas y marchitas.

Cuando la luz no brilla, y ni siquiera hay sombrasdonde el pájaro arriesgue su mensaje sencillo,no hay malecones donde agite sus grímpolasla flota de los sueños triste y desarbolada.

Sólo con ruido hiriente de corazón vacíoel tronco que levanta sus ramas hacia las nubescomo del mar ausente que aún habla en la caracolael eco que ha perdido su causa en la distancia.

80

Un triste marinero que agoniza en su lechoentre el olor a cera y el eco de gaviotas;vuelve el tiempo cargado con su haz de tristezas, un violín agrietado por donde grita el viento.

Jóvenes arrastrados del manto nupcialreflejo de la rosa en el sucio pantano…

aletea la incierta llama de la existencia.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

¡Enderezad las sendas!suprimid la belleza exquisita de la cueva celesteel rizo de la olao el taladrado canto del ruiseñor de bruma.Que no se oculte acasoen la amable ternura de un corazón plegado,en el abroqueladodominio del silencioo en la hermética cajade un violín polvorientola maravilla endeble del latido armonioso.¡Ay! La luz crepitante de una pupila rotala cadencia brevísima de un gesto en el espacioentre cuatro silencios.Terrible grito éste

81

si él desgarra las entrañas del sueño.Y es Ícaro ambicioso quien se abraza a la tierra.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

La luz moribunda que enterraste en las tardesrebrota como un dardoen el cálido escudo de asfalto bruñidocastigando mis ojos. Camino del destierro nos escoltaprocesión de raquíticos chopos silenciosos y tristescomo lanzas melladas por el tiempo y la herrumbre,que regustan el sabor de la sangre. En la estepa que huye-como piedra que cae en un lago,-el tic tac incansable de quilómetros pardosa uno y otro lado se repite angustiosobuscando unas riberas que se hundieron ya ha tiempo.-va más veloz el airey más el pensamientoque se arriesga en enormes espacios vacíos,-

Tan sólo un vaho tibio de tristeza remotadecora la mísera escena de una lenta tragedia sin hombres ni palabras. Acechan las montañas desnudas y violentascerrando un horizonte

82

que hoy mismo ha de franquear-separa hundirse en el mar infinito de las horas perdidas.*

¿Por qué no de gritar yo tam-bién mi mensajegritármelo a mí mismo, volcarlo en melodía al paso de la tardesi también yo he soñado? Pero ahora mi lengua se traba,aceña que destroza las entrañas del ríoen voces sin sentido, en imágenes rotas;sólo puedo de lejos contemplarme a mí mismo,el paisaje interior y el reflejodel espacio y el tiempo,pero mis dedos bruscos no han podido deshojar el recuerdo,palpar el latido suavemente acelerado del amor quietoe íntimo;se me ha dejado aquí al borde del caminocomo un árbol caduco que lucha contra el viento,como un perfil extraño que se asoma a una pintura viva,como una vil carcomaque corroela majestad sonora del viejo clavecín.No basta haber soñado,no es bastante conocer la clave,la ciencia de los números,en el rompecabezas absurdo del soñarcuando el metal no vibra empañado de herrumbre.*

83

..... ..... ..... ..... ..... .....

Ya no me escuchas;has bajado a tu lecho, al suelo sin latido,al tesoro sin alas de los vientos.No he de volver a verte, minuto estremecido.Y sin embargotodavía en tu voz,grave y profunda, océano anhelante, ancha como su seno,duerme la noche y reposan los ríos de mi sangre.

Y fue inútil soñarte desde siglos,desde el díaen que se hizo la luz; desde la nocheen que la luna absorta contemplaba los páramos.

¿Para quéhizo vibrar mis párpadoscorrer, abrir las velas a una esperanza loca,contar los días, levantar las hojasde un calendario ausente?

Nada dicende tu nombre sus números, su santoral, su luna,dónde se abrió la flor, dónde nació el silencio,sus relojesde minutos iguales, vacíos, empujandoesos sesenta quilos de barro ya agrietado.

84

Tú no estabas allí, estabas distraído;la tardete admiraba,cómo brota la flor, cómo nace el silencio;y el gotear de un pianofecundó tu memoria para siempre.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Dyonisos. En la tarde ojos que giran lejos indómitos al tacto,arcoíris de espejos rotos por la distancia,el vaho de mi aliento se duerme en tus hoguerasy la carne crepita.

Manos que retuercen, lazos que te estrecharony sangre de palabras que se clavanen tus hombros desnudos.

Rasgan vuelos de pájaros mis páginas firmadasy los sueños destejen su capullo en la sombra,-laberinto de arterias y de venas que riegan tus senderos,-sólo tu voz emerge más allá del latido,se acerca hasta esta ruina que aún esconde en la hiedra,este yo triste y solo vertido ya en tu copa,huesos que han estrujado su vacío y sus lágrimas.

¡Empuja a mi garganta la dulzura infinitala raíz de tu gozo sepultado en la noche!

85

Dyonisos: ya es tardela ceniza sangrante se pierde en las colinasy las pisadas se vuelven a sus viejos caminos.

Soles que giran ciegos impasibles al tacto. *

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Yo quería cantar.Y es que no sé cantar.Pero a vecesen el inmenso lago sin riberas de la nostalgiaabatido como hoja de otoñoarrojado de camino en camino, extraño peregrinoal que nadie conoce,he querido cavar en la tierra,en la madre que ignora a sus hijos,todo el cauce profundo de mi mensaje amargo.

Como si fuese másque la lluvia que arroja una nube perdidaen las sedas del sueño.Pero ha sido imposibley la mano y la lengua y el corazón callaron.

Solo el reloj del corazón señalaSu ritmo para nadie. Y los ojosextrañan un paisaje que ha tallado la angustia,la rama deshojada de una ilusión de invierno,como un helado almendro;y la senda del tiempo

86

hollará por el mismo insensible caminar que las cosashicieron mis palabrasinútiles, vacías; y he callado.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Todavía se agolpanmurallas de palabras y palabrastras un foso repleto de espacios incoloros, ritual de horas vacías iguales como surcos de arado en la llanuradonde el sueño colocasu velo entretejido de espacios siderales,sin brújula ni cartas,y el colegial naufragadonde el reloj descansaen un momento eternoclavadas sus agujas en las entrañas del tiempo,día, año impreciso,de los quince que saben las rutas del colegio.

Ay, la mañana tristecon música amorfa en los cristales-las gotas de la lluviase agolpan como letras en un texto sabido y no aprobado,-las clasificaciones de insectos en desorden

87

huirán por los huecos de todas las ventanasliberando de tedio;y los númerosya bailan con desorden por todos los papeles.

Sonreirán por mí su despedida breve.Y los libros no dicen ya mi propia tristezason títulos que evocansueños interrumpidos, rotativa infinita,paciencias de carretes en todas las mañanas.Alguna cara antigua,Perdida entre aforismos, que despiertan de un amor colegial, triste y despavo-rido.Hojas abandonadascon sus monos que saltan de la plumaal barco de los sueñosy los versos furtivosque ocultan entre fórmulas su cojera y su ripiopajaritas que brincan al borde del pupitre

Pobre romanticismoque se ahoga entre nombres, fechas y diccionarios.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Aquí tienes las horasguardadas suavemente en el arca del sueño;unas veces igualescomo surcos de arado en la parda llanura

88

y las máscon la inquieta energía de oleajes marinos;distintas, renovadas, coronadas de espumaen el mar del recuerdo, sin brújula ni cartas.

Mañanas de una música amorfa en los cristales.Las gotas de la lluviase agolpan como letras de un texto sabido y no aprobado:“enthynema, arquitrabe, silogismo, bauxita”,espacios incoloros poblados de libélulasque vuelan en zigzag hacia mundos extraños,donde no se levantenmurallas de palabras y palabras.

Mañanas, día a día.Las clasificaciones de insectos, que en desordenescapan por los huecos de todas la ventanaspara huir de unos nombres totalmente imposibles.Y los númerosque bailan impacientes por todos los papelescon su leve sonrisa:¡adiós de despedida para siempre!La Retóricava poblando de arrugas su frac impecable.Cervantes no habla ya de Lepanto, y Linneosale a fumar su pipa con un guiño inocente.

Mañanas. Primavera.Y los libros ya no dicen de su propia tristeza:

89

son títulos que evocansueños interrumpidos: la infinita pacienciade los rollos de todas las mañanas;¡padres Justo, Miguel o Juan Antonio!

Hojas abandonadascomo monosque saltan de la pluma al barco de los sueños.Pajaritas que bailan al borde del pupitre.Y los versos furtivos que esconden entre fórmulas su cojera o su ripio.Y la foto escondidaperdida entre aforismos que renuevaun amor colegial tierno y despavorido,salva el romanticismo que naufragaentre libros y fichas, hojas y diccionarios.

Deja el reloj que duermaClavadas sus agujas en la entraña del tiempo.… Día, año imprecisode los once que saben las rutas del colegio.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

90

Que tiemblen tus pupilascon un tacto sonoro de cuerdas de guitarra,porque hay ojosen todos los caminos,frente al tronco del árbol o en el latir del río,ojos que recordabanArgos, que ha derramadotoda su gracia oculta,se repliega en su manto la eterna primavera,(una flor sin ocasoha llenado los valles de un perfume campestrey el zumbido de un pájarova ahogando el espacio con espuma sangrante)He querido beber toda el agua del inmenso océanoy la sal se aferraba a mis sienes con un no inapelableazules sin estrellas, verdes sin esperanza. .... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

91

Ahondar cada díaen el mar de las horas tu remo de oro,sepultando en el aireel dardo que destroza la entraña del misterioy deshoja la rosa de los vientos perdidos.-las veletas que guían tus caminos de insomnio,-y abandona la antena que te clava a la tierra,-la medida y el peso, la palabra y el gesto,-para hundirte en el éxtasis.

¡Poder existir soloproyectado el perfil de la propia existenciamás allá de los sueños!¿Levantarme mi propia muralla del olvidoen la niebla imprecisa que prohíbe el descanso,mientras lleno el espacio de posibles estrellas|

¡Inundar de silencioel murmullo agridulce de la diaria tristeza!¡Abrir la senda últimasin cipreses o lágrimas de lluvia!Aunque caigan los díascomo máquina hambrienta en trigales maduros,saber que ya los astros no gobiernan las horas.

Cuando un segundo netose afianza incontenible en el paisaje eterno,es que grita el deseo más potenteque todos los relojes.*

(Panjón, 1950)

92

S E C C I Ó N 4

CAMINOS PARA EL REGRESO 1951 - 1952

93

Y ahora casi es inútil que me cuentescómo sus ojosllevaban la noble pesadumbre de los árboles en la tarde,el mismo parpadeo leve de los pinos,mientras se cerraba despacio el arca de la noche.Porque vuelvo a sentirloscon la misma presencia de la noche última y sola,con las únicas luces de la nostalgia veladas y profundas:pero el latir aceleradode un tren que sale con tanto retraso-¡por fin!- y que apenas permiteun leve gesto de adiós, una palabra,y se pierde a lo lejos.Pero que sigue oyéndose más íntimo tal vez y más constanteporque se ha idocon la única llave de ese secreto íntimoque rasgaron sus ojos:con esta compartida soledad, pero no profanada,con la imagen perfecta de la palabra que no llegó a decirsey que tiene un exacto consuelo para cada tristeza.

Por eso es tan inútil detenerse ante la frágil arista del recuerdoevocar el azul espacial de sus pupilascuando se ha abierto en nosotros la imagen total de su sonrisa,el paisaje interiorcreado a la exacta medida de nuestra nostalgiapor esos mismos párpadosque fijaron el contorno de la bóveda celeste.

94

Es ahora cuando la noble pesadumbre de sus ojosVuelve a llenar los nuestros de lágrimas calientes.*

(Diciembre, 1952)

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Oigo su voz aún, como si a vecesentre el rugido estéril y enorme de la calleentre el gritar sin nexo de la ciudad,llegase su llamada desde un mundo distante:-sí, lejos,- donde el amor aún muestre su plenitud desnudao el milagro total de la esperanza.Y una voz exacta para este oído hecho de angustia descarnada,para esta ya casi perdida soledadque ahora desata sus cadenas de nieve.

Va subiendocomo el noble tañido de una campana viejaque gobierna y ordena las horas,hasta abrir este pobre almacén de recuerdosliberando la leve sinfoníade los versos.

Pero vibra tambiénel latido profundo para un corazón yerto,que vibra entoncescomo una copa de cristal –torpe instrumento para la sinfonía,-hasta quebrarse.

95

Y entonces vuelve a abrirseel volumen desbocado de la distancia-como una grieta inmensa,-la ondulante marea de un océano espectralque deja en esta orillaunas huellas perdidas y el luto por los sueños.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Se ha despertado un pájaroy en la alturaha sonreído el airepor sus ojos abiertos.

Hay ojos donde jueganla noche y sus estrellas. Cada árboltiene su propia sombracada hoja su aliento.

La piedra se ha dormidoen su lugar querido.El insecto devora el corazón del bosquevigila entre las ramasel corazón abierto.

Entre luces y sombrasel pequeño lamento del arroyo que nace,en una concha muertade sus voces el eco.

96

Por sus venas latían,meridiano de alertas, la inquietud de las notas,el mediodía onírico,de un pájaro despierto.*

(Versión posterior)

Se ha despertado un pájaro.Desde el cielole sonríe la nochecon sus labios abiertos.

Dos ojos donde jueganla luna y las estrellas.Dos caminosabiertos a la tristeza.Dos árboles altivoscon una sombra blanca.Es un hada del bosqueLa que tiende sus ramas.

La luna enamorandoel corazón del bosque,es una concha muertael eco de sus voces.

Vigila entre las ramasel corazón sin celos,la medianochede un pájaro despierto.* LEJOS

97

Era apenas un niño, pero hablabade mundos aún inéditoscon primaveras vírgenes para el mirar ansioso,de playas olvidadasdonde el amor y el sueño se desvelan en la misma impaciencia.

¡Qué ojos tan profundos! pero abiertos a un mundo distinto;y el constante florecer del latido armonioso,y el fruto sazonado y total de la sonrisa,en la senda infinita con la luz espumante de los años perdidosy en la sombra y el sol de un calendario virgenque arrastraron su paso sin ritmo.

El terciopelo cálido de su palabra ardiente;la cariciade una mano arrancada del arca de los sueños,-lámpara de Aladino,-donde guardaba versos, ilusión y princesas.

Y aquellos quince añosquemados en la leve ceniza del primer cigarrillo.

Las ventanas cerradasen un esfuerzo vano de no ver el momento.Los latidos, tan lentos, sin compás, pero holladospor la misma tristeza.

Y agujas de relojes que aún buscanen círculos cerrados un instante que ha huido.Y la tarde como una flor marchitaque se cierra en silencio.

98

Sólo un leve quejidodel que espera con ansia el regreso imposible.* 1952

ELEGIA

Tenía su presenciasu silencio vacío de palabras y cargadode emoción contenida.A veces notaba su vergüenza de ser hombre,de estar muriendo a diario:el dolor de su triste derrota ante la muerte.

Tuve también sus ojosprofundos, que guardaban un mundo diferente,a veces ambicioso de horizontes sin límites,a veces viejo y solo.

Tenía sus palabrasvacías de este mundo,lejanas, angustiosas,de un lenguaje que sólo él hablabay que ni él comprendía.-Húmedas y calientes pusieron en mi sueñola quietud estival de la sonrisa.-

Pero ya se ha borrado su presencia,ya no la siento aquí frente a la noche.

99

Después no vi sus ojos,se rompieron los ejes de las constelaciones.

Sus palabras, apenasescritas en la arena,las igualaba toda la nieve del camino:aquí amor, también tristeza.Por fin indiferencia.

Y la muerte detrás siempre esperando.He llorado mis ojos. He llorado mi alma.He gritado mi nombre.Mis hombros sostuvieron el peso de la noche.

Era el frío profundo de la nada que se abríamás allá del silencio.

Solo. Apenasdespojos de su nombre por el mundome llevan por la senda diluida del tiempo.*

(Variante de “Tenía su presencia…” de “CAMINOS PARA LOS MUERTOS”)

Acaso alguien me espera todavía en la niebla:la vuelta a la raíz no es el camino, entonceslas alas, alas rotas, se anudan en el barroy las hierbas ignoran el camino del viento.

100

Es una voz lejana la que empaña mi sueño;el corazón se agita en su inferior tristeza,sueños de muerte, lúcido, forma pura, vacío;las palabras ignoran el sabor de tu nombre.

Todavía me esperan, ya no hay duda, en la niebla;esperar es lo humano, mis manos todavíapueden asir, las siento leves sobre las teclas;las palabras se pierden lentamente en su eco.

Ya no me esperan, solo, se va acercando, ansiosopudiera abrir los ojos ¡todavía no es tarde!todas las cosas vuelven, está escrito; la nieblava borrando el latido, las palabras, las manos.

No has oído su voz, pero ha pasadoha rozado la orilla de tu sendacomo un viento rebelde. No pudo detenerse.Como el crepúsculova encendiendo las luces de la noche,como la primaverava cubriendo la desnudez del árbol.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

101

“- tu calmati, indómito cuore -”**

CARDUCCI

Las desnudas paredes, una mesa, mis libros.de abajo llega el grito ciego de la ciudad,un río despeñado que se agita en su cauce.

Sólo unos tenues vidrios me alejan de su pulso.Pero el sol es distinto. El tiempo se detienea mirarme con pena como un viejo amigodel que hay que despedirse sin llorar. Cuántos sueñoshemos hilado juntos; cuántas lanzas airadasquebraron sus molinos. ¿Qué pueden perturbarmelos gestos de los míos que pueblan las paredes,los libros los poemas, los pasos sin retorno?

Son otras voces, sí, pero mucho más próximas,me llaman con el ansia del viento aprisionado;¿de dónde habrán partido y hacia dónde caminan?¿podrá saciar su sed el espacio sin límites?Vibran los vidrios pálidos con su llamada dulce.Es la hora; vamos. Y ya no estoy seguro.

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

102

**Giouosé Carducci, Nevicata

“Un quejido apagado…”

ALTOLAGUIRRE

Ahora apenas tiemblan imponentes tus alas,moscardón torpe y negro de espaldas a la tarde,mientras tus brazos quieren desarrugar el ceño de los vientos.Y tu temblor se anida ahora a mis raícesa través de la tierra de oscuros cementerios,océanosdel mismo inmenso azul hospitalariopara todos sus muertos. Porque yo ya no puedoluchar cada mañana ciegamentedesde mi angosta cárcel de paredes de humo.¿Por qué no habrás buscadonuevos valles ayer, nuevas montañasdonde labrar un acueducto al gozo,un brocal a tu sueño,desde tu oculta sima esperanzado?Te llamaronel huracán hambriento,la cascada perdida entre las selvas,la bóveda agrietadapor donde se filtraba la luz primera y última.

Pero nunca es posibleenrolarse en los vientos,asomarse al borde del abismo relámpagoa la pared inmensa de cristal levantada en las nubes.*.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

103

Por eso ya es inútil que me digas: -Luis vuelve atrás tus pasos,no violes la señera armonía de los seres que te encomendaron,pon un freno al río de palabras de tus ojos desatados,rompe ya las cadenas que al destino de las cosas vacías te ligaron.-

Mis ojos van vencidos en la noche por el brillar de abismos,la presencia aprensiva de la noche se escuda en los más íntimo,puede llegar la muerte de las cosas, de la luz, de mí mismosin volver a nacer cada mañana como el día que ha cumplido su destino..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Llora el paso veloz de la noche, el anuncio del aireel pasar de las aguas con su vano lamento arrepentido,el eclipse del monte en la niebla del tiempo,al correr de quilómetros separando cariños.

104

Tengo que hablar ahora antes que todo acabe,antes que en vez de voces se escuche sólo el aire,antes que duerma el eco de mis pasos errantes…mis cenizas al viento, mis pasos para nadie…

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

(Versión nueva en “LA PLEGARIA”)

Todavía es posible asomarse sin vértigo al latir de tu playamar cerrado por frágiles muros de caracolas.No bastará la arena de los labios resecosni la espuma que inunda tus huellas en la orillaa echarnos de esta humilde ventana hacia tu patio.Aunque ensayarasa marchar sin muletas por los campos amadoscerrados de trincheras-de idéntica medida para todas sus muertes,-por los pardos canchalesdonde la nieve muerta olvidaba su horao en la arritmia viscosa de la calle,emergías,naciste en la llanura agitada de las olas,torre esbeltade acero y de cristal entre las dunas,y el torpe balbuceo,y el amasar con barro,y el suspirar sin nexo de los vientosaquietaban la noche que caía sin ruido a pedazos cuando hablabas.

105

Pero entoncesel crispar por tus dedos y esa sutil agujaclavada en tu ventrículo izquierdola pequeña amarguraoscuro compromiso que nunca se disuelve en la auroray ese No intermitente como un ecode tempestad lejanaha alumbrado a tu vida vuestro rumbocomo hace aquí todo,la hiedra entre las ruinas o el pájaro en su grietay la floren la llanura yerma y desolada,como si sóloel arquear airado de sus anillos frágilesreservara al gusano que se arrastra en los tallos.Por esoel arroyo amoroso de la tristeza última,ese leve suspiroque vive ese frío bajo la costra dura del inviernoy teme abriéndoseque va a ser destruido por el viento y la heladay el manotazo artero de la diaria injusticia;esa gota de salque el paladar ansiosoverá la rama intacta serena en la riada.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Y ahora debo marchar hacia el paisaje dondecada mañana se alza una aurora entrañable

106

para todos los campos,estrenando la hierba el suspiro levísimo del rocíoo la suave sinfonía de la lluvia.

Donde el aire acariciael talle esbelto de los álamos,y polícromo rumor de los pájarosva sembrando el camino de flores para el tacto.

Allí cada palabratiene el encanto bullicioso y sencillo,la ternura de un amor infantil y dichosoque desflora el más leve contacto.Y hasta el torpe croar de la ranao el monótono canto del grillotienen la presencia familiar y solemne del farolero diarioque enciende las luces solitarias de la calma.

Ya me esperan.Madura está la eternidad que clama-descorridos los velos de la noche y la niebla,-al corazón erguido y alzado hasta los cielos.* .... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Aparta de mi pasoel veloz laberinto de los días que pasan,el volcán que desgarra las alas del silencio,el reflejo indeciso de una prisma palpitante,

107

la vibración perdidade un tímido rasgado por saetas de labios,el crepúsculo ciego.

Ahora y cada díasin triángulos que cerquen un rincón de mi espacio, sin la geometríade la voz o del gesto, del árbol o la llama;sin el lento tictacde la sien desolada, sin el violín o el pájaro,sin mariposas leves de corazón ansiosoo inquietudes vertidas en penumbra entrañable,mi corazón escuetolevante hasta los cielos la cita inapelable. Hoy la angustia rebrota por caminos profundoscomo un latir de ríos que fecundan mi sangre,y se adentra su reja,la vegetal caricia de la ardiente semilla,hasta la entraña misma del alma levantada.

Sí, que la huella húmeda y el vaho temblorosodel hombre que jadea en su orilla aún intactainaugura por fin la presencia del éxtasis.*

Roma, 1951

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Quiero volver, desesperadamenteahuyentar con la mano, muda noche,las sombras del latido, los relojes,

108

desmayados, sin sueño, las palabrasque reflejan sarcófagos que esperan.

Cerca, lejos, palabras sin sentido,sin perfiles. Volver, suena a esperanza,río que se descuelga a la llanuracaminando hacia el mar, hacia a la muerte.

Quiero volver a la raíz, al sueño,como ceniza al polvo, la mañanaa la noche, su madre, la tristezaperdida, detestada, hasta su cauce.

Quiero volver. Dios mío, tú lo sabes.*

Tú que ensayasteel camino del viento por los campos arados;cuerdas que saben la exacta dimensión de tus pupilasvibran en la medida exacta para tu cuerpo yertoy la vida olvidada de los musgos te acogeen el latido oculto de los canchales dondelos sitios del crepúsculo se tiñen de pronombres,mariposas,yo tú y él, nosotros y vosotros.

Arcoíris de versos entre las dos orillas,húmedos pajarillos en el vacío eternobrotan de tus cornisas, de tu torre azuladade pie sobre las chozas, un mástil angustiado,en la llanura incierta que arriesgaron tus hélicessí, que emergías

109

Pero ese dolor sordo del árbol en su senday la imantada aguja clavada en tus pulmonesmetrónomo implacable todas las tristezas,era la noche al fin disuelta en nuestro verso.

Olvida las palabras, mueran en tu museo,es posible sembrar las estrellas en surcosy cavar en la noche hasta encontrar la aurora.*

110

S E C C I Ó N 5

LA PLEGARIA 1952 - 1962

111

Escucho el ruido lento que llega hasta tus manos si se hunden lentamente las paredes del sueño, manos al tacto leve, ascuas de otro incendio. Es imposible ahora gritarte que aún existo

Qué duras las paredes de este mundo sin límites, el frío de unas manos y el temblor de la sangre: la máscara aún esboza su risa desde el suelo, ensaya desde siempre hasta ser sólo un gesto, vacías sus entrañas del dolor del latido. Te amaba te amaré y te amo desde lejos de este infinito, -niebla,- donde todo es lo mismo, donde el placer no sea la palabra vacía porque los labios nunca se agitaron en vano; el beso es la noche de todas las distancias.

Cuando tenga en escombros mi castillo de naipes el oro y las espadas y la copa quebrada concurso de tristezas acaricia mi dorso, animal que se lanza desbocado a la angustia, y es inútil, te amo todavía más fuerte y ya no sé quién eres, si esperas en las hojas de un libro tus suspiros. Si te lavas las manos en el tenue vacío de tu risa violeta.

Está todo tan lejos. Luego vienen los días, hilos quizá que tejen una alfombra a tu túmulo, palabras para diálogo que reclamos ausentes. Es la pobre mujer que hurga en los escombros de una ciudad desierta que no ha existido nunca una mano que flota perdida en la esperanza y escribe “mane, techel” y “fares” en el muro.*

112

REDIMIDOS

Señor, Tú ya conoces -estaba escrito dese hace tanto tiempo,- este vagar sin rumbo durante tantos años sin que buscase nada, sin esperar en nada; caminando tan sólo porque era inútil detenerse a esperar el calor de una muralla sin fin con su latido áspero y distante; o como si esta procesión de viento por caminos perdidos, sin regreso, con su tristeza de animal herido, pudiera sembrar de luces furtivas el latido interior de la sombra, el gotear profundo de la sangre y la helada. Porque ese ha sido el constante correr de las horas, como el eco infrahumano de tormentas marinas para una perla triste que sabe que brilla para nadie -en el fondo de mis ojos,- en la senda que ignora su destino preciso.

Hasta que Tú has leído en el espejo roto de mis ojos, en los fragmentos olvidados, acaso ya perdidos, -como hojas aventadas del otoño,- apenas balbuceos de una oración antigua; como quien halla quien halla una flor delicada en un jardín perdido que violó la maleza

113

pero que aún alienta junto al estanque roto. Y palabras: palabras sobre todo que gritaron la cósmica mentira del vivir o la simple mentira de los versos.

Tal vez yo nunca supe decir más que esto, pero fue suficiente para poder cargar con un mensaje tuyo.

Y así me has levantado de la noche total has surgido Tú mismo del deseo como un navío noble o repleto de riquezas que desgarra los velos de la niebla.

Has impuesto tu presencia omnipotente y dulce el íntimo contacto de la luz y su suave caricia en las pupilas yertas.

Ha revivido este capullo frágil en tus dedos desde la tierra seca donde hundía su tremenda raíz de desamparo a este paisaje nuevo donde se abre el remanso profundo de la calma: el silencio por fin que prepara el concierto total de la esperanza.* Roma. Octubre, 1952 Te he encontrado, Señor, muy lejos, en lo hondo de mí mismo, en las encrucijadas de mi pensar ansioso, en el amor violento, sin objeto, impalpable, amasado en pecado,

114

en mi vivir huraño, huyéndome a mí mismo y llevándome siempre porque estabas tú ahí en mi pecado, sí, clavado en mi tristeza, en la verdad que abraza el orgullo de los libros, en tanto golpearme el pecho, roca donde abaten las olas sin aliento, con un dolor que era solo desesperanza, pero sin fondo, eterna, sin principio ni fin, como el viento, como el tiempo sin fondo de la desdicha, oscuro manantial, cada tarde que trae, cada día, sus manos vaciadas persiguiéndome siempre hasta sentirme, hambriento, en las fuentes del llanto, en las lágrimas secas de la rabia y el odio y el furor hacia todo, y hacia Ti y hacia mí, porque estábamos cerca, porque estaba en Ti mismo como un miembro podrido, como excrecencia horrible que iba a caer cortada por ese bisturí piadoso de la muerte. Te he encontrado Señor y sé que me amas, pero no me lo han dicho las palabras, mis ojos, mis oídos, estaban atestados de tristeza, manchaban las palabras de tu libro,

115

las teñían de una ironía olímpica ante la triste baba de un limaco que arrastraba su carne por sucios barrizales y luego se encarama en las gotas lavadas por la lluvia.

Te he encontrado en lo hondo de mí mismo cuando la melodía de no sé qué canción me ha desnudado del orgullo pegado a mis entrañas como el reptil que arroja su piel en primavera y piedra a piedra has desmontado el muro de las sombras hasta encontrarse quieta temblando levemente como cuerda pulsada al fin en la medida exacta de tu voz (en la llama del foso sin riberas) sin arte Yo cercado de alambras hirientes, sino desnudos, humilde, frente al Tú sin fronteras.

Nada es vano ya aunque esta cuerda reposa desde ahora en su silencio, a su senda rugiente y despechada. Sé que ahora su silencio puede pesar en tus concordes números, en esta melodía que nunca más allá del horizonte eterno.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

116

Ya es muy tarde cruje la arboladura de fantásticos sueños las maromas destrenzas sus cabellos al viento la rueda del timón gira con el vértigo loco de una ruleta donde pagasen sin fortuna (engañan su fortuna) los rojos y los verdes, los azules y grises, el momento sin vuelta, la pieza sin reverso que corrió ya por todas las manos manchadas de mi sangre y el maderamen roto apolillado ya por los gusanos, de el ansia de los días, de la amargura diaria, en ese atardecer en que saltó la cuerda del reloj de los sueños junto a los farallones que subían, subían hasta tapar el sol hasta unir con las nubes la espuma que se asía a sus grietas abiertas, que esperaba sin tregua las tristes oquedades donde anidan los buitres que esperaban su presa

Y era muy tarde ya, por eso era imposible una esperanza vana, el remo roto y solo, la vela desgarrada, mis fuerzas…

Y he mirado hacia ti, sólo he hecho esto

117

porque una sola mirada puede más que todo esto, cementerio de palabras, que todo este catálogo de gestos ridículos con que el náufrago aferra la nada microscópica de su vivir, y sé que estás ahí, y pensé una vez más que era inútil tu enorme presencia, estar solo, sin dedos, sin dolor y sin ansia sentado en la cómoda butaca de inmenso teatro. Y entonces era cómica esta torpe y ridícula esta escena de espanto. Y he querido marcharme y he ensayado ese gesto final de una disculpa necia.

Y no había nada.*

I have a fretted.

ARNOLD

Acaso estoy maduro ya para tus trojes. Mira en mis manos la sangre de todos los que han muerto en tus canteras labrándote tu casa; y esa rabia ajena, el rojo talismán que me ha abierto tus puertas, que me empuja a las losas, quien labra en mis entrañas

118

en las profundas bóvedas, en el silencio solo como un acantilado que enfurece aún más a las olas; se ahílan como chopos -lámparas apagadas que penden del seno de la tarde,- llenad este odre seco con vuestra inmóvil sombra, para siempre.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Déjame ahora entrar en el caliente lecho de tu tristeza, oh Pan, palpar con manos de ciego abandonado tu latido, acogerme en la grieta de la tarde abierta en tus entrañas, en la gruta de enormes rocas grises que laten en silencio.

Aunque vuelva a caer en la noche rota como un espejo frágil con su cielo rasgado por el cruel laberinto de tus rayos de oro, anúdame a tu mano, -yo niño enmudecido en tu misterio,- mientras hundes tus aguas palpitantes en el sueño del Hades.

Abrirme en mi ventana como yema que brota entre tus dedos; vello ansioso que espera el rocío entrañable de tu tarde, el frío de las sienes y el eco de tus pasos en la niebla.

Pan y todos tus dioses amasad este barro en vuestra sangre, creadme en el paisaje como una nota en su tristeza, que su sombra se alargue más allá de la angustia y la muerte.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

119

Pero ya no se arrastran mis huellas en la tierra quemada; ahora el corazón agita sus alas en un acorde abstracto, más allá de los mapas, donde ya no hay cadenas de montañas ni valles olvidados, al otro lado de los vacíos siderales, donde rompe su niebla el gris final del horizonte; lejos; donde una red inmensa de antenas y de cables ya no lleven cautivas las palabras o el volar de los pájaros; hasta hallar el final de la senda impetuosa del viento.

Y al fin mi paisaje interior no tiene que soportar tantos ojos clavados en su pobreza desolada, el frío de tantas espadas que se filtra en mis sienes tiñéndose la sangre de un ocaso violeta.

Ahora es el ojo inmenso del Señor que caldea la noche que entre el aliento di-fuso de los luceros anclados en su órbita infinita va levantando un murmullo imperceptible, el crepitar sumergido del incienso.

Y ahora brota más, que crece como un torrente desatado, como una catarata, soltando las amarras de la esperanza loca, que se agiganta inmenso para hundir en mis venas revueltas el haz de sus raíces.

Y entonces ha subido la plegaria del hondo del deseo desbordando la orilla imprecisa de los sueños; tímida y vacilante, es cierto, entre este mundo inmenso de la noche.

120

Y es que apenas supe nunca cantar; apenas ha rozado la quietud del oído expectante o del pájaro ansioso.

Pero Él la ha recogido, la ha acordado al concierto total, al pentagrama eterno de la estrella o a la emoción, tan leve, de sus pájaros este ingrato zumbido de torpe moscardón enamorado. Hasta llenar el silencio que gravita más allá del olvido.*

Roma. Febrero, 1953

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

(Nueva versión de “Todavía es posible…” de “CAMINOS PARA EL REGRE-SO”)*

Siempre será posible asomarse sin vértigo a la bullente orilla del latido. No bastará la arena movediza, ni el acíbar de tu espuma marina, ni la huella quemante de tu paso en la playa a alejarnos de esta ventana humilde abierta hacia tu patio. Y es ensayarte a marchar (sin muletas) por los campos arados cavados de trincheras -de idéntica medida para todos sus muertos,- por los grises canchales donde esconde su sueño la anestesia, donde amparó la nieva la abandonada vida de los musgos, -apenas,-

121

o en la masa viscosa de la calle con su furia de animal acorralado. Y emergías como una inmensa torre de acero y cristal entre las chozas como el esbelto mástil del velero plantado en la llanura de las olas como el vuelo tranquilo de las (águilas) cúpulas más allá de las pardas montañas de vuestra geografía para ver desde allí ese pobre hormiguero de la humilde tristeza del amasar con barro de palabras sin nexo de un torpe balbuceo.

Sabias ascender por peldaños de libros a las almenas de las librerías, al inmenso arcoíris de los versos entre las dos riberas, volar como las hojas del libro sin fronteras en la noche que escribirías luego mientras el poderoso ruido del motor crepitante del engranaje exacto de tu cerebro te alzaría a tu Yo escrito con mayúsculas.

Pero entonces el dolor de tus dedos o del lado derecho de tu alma, la pequeña amargura -oscuro comprimido que nunca disuelve,- y la sutil aguja clavada en tu ventrículo izquierdo nos ha enseñado al fin el ritmo presuroso de tu íntimo latido como el arquear airado de sus olas delató el tímido insecto

122

que se arrastra en el mundo elemental de un fallo y el No rotundo que llega como un eco de tempestad lejana era tan sólo ese pequeño arroyo de la tristeza última del riesgo de la muerte, -que eres hombre,- era el leve suspiro, crisálida que iba a ser destrozada por el viento o la helada pero que se abre al fin bajo la dura costra de los tallos.

Sólo por eso arrojamos la piedra en ti buscada leyendo entre las líneas del agua tu ventura.*

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

CONSUMATUM EST

Jesús el Cristo.

Estas palabras sólo, pero palabras llenas que anegan todo en cinco breves sílabas. Entre ellas va girando el tiempo y los espacios. Hoy, ayer, siempre. Palabras del que ha sido y será la Palabra. Escritas con el fuego y la sangre. Palabras que destrozan y alzan; que cavan el abismo que sólo ellas adecuan.

Y junto a ellas, vértigo

123

de tinieblas para el ojo desmesuradamente abierto, de tu luz para los ciegos.

El reloj de la sangre redobla el gritar de su eco: plegaria del silencio y el miedo. Y por fin de la calma cuando vibran sus muros con un calor humano, más que humano. Palabras. Pero palabras yertas, de sangre coagulada que ensayan en mi lengua su tristeza infinita.

Roma, 6-I-1955

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Ahora ya es posible que la esperanza abra una senda a los ojos; que rasgue esta cortina de tanto hielo y sombras con sus dardos ardientes la melodía eterna de las horas hundidas y el martillar constante del reloj en la sombra. Como la hermosa forma del “lequitos” se apodera del fango de las manos del hombre, alfarero de sueños, caminero de sendas infinitas, enterrador de espectros, árbol que estalla en flores, la tristeza interior, la desnudada hinchazón del invierno.

124

Ahora ya es posible: en el inmundo charco se alza su flor de loto intacta, silenciosa.

Roma, 7-I-1955

.... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

Desde la noche. Tiemblan los dedos. Ramas frágiles húmedas. Silenciosa piedra en oscura sima, los recuerdos, tan sólo, ríos, profundos, sueños, que caen lentamente.

Viejo tronco. Mi yo abatido; las hachas se hunden en la sombra sólo nombres. De cosas pasadas: leves pájaros en su frágil arista, nombres de hombres que aún laten, corazones y dedos aferrados, es todo, a su tesoro intacto.

Piedras que se desmontan de la misma manera,

125

las notas que regresan a mi cárcel dormida, las notas sólo saben la tenaz melodía que silbamos entonces.

Para qué más. Digamos. Acaso hay estrellas con otro “tempo” lejos, lejos, al otro lado de tu pulso los hombres que ignoraremos siempre, vasos suaves al tacto en su estante. Sin voces sin latidos. Terribles.

Sin su ausencia. Sabían contar años, segundos perdidos sin mirarse, espejos frente a frente, infinitos, sin vaho. Y mientras tú, sabiendo el sinsentido exacto del amor, esperando. 1962

Forzar el hado.

AZORIN

126

Forzar el hado. Detener al viento. Espejo sin reflejo. Y su imagen sola frente a los remolinos de la angustia. Guardar entre los dedos el agua enloquecida, ideas que maduran descarnadas. Volver atrás las sombras desplegadas de la esfera sin números. Agujas que han de dormir, por fin, junto a su orilla.

127

C A P Í T U L O 3

Obra poética Fabián Pérez del

Valle, sscc

128

S E C C I Ó N 1

ÓPERA PRIMA 1940 -1942

129

130

PRIMERA COMUNIÓN

Tú estás aquí, como antorchaen el umbral de mi dicha,antes que yo me modeleun semblante de tu enigma.

Mi corazón te ha buscadoentre la rosa y la espina,tejiendo rayos del solcomo violeta escondida.Gracias, porque me soñastey gracias, porque me miras.Desde que late mi sangre,Has encendido en mi vidaun candil de mil deseosque no refresca la brisa.Estoy aquí para andar,y mientras mis pies caminan,mis labios te están buscandoy mi corazón te grita,una flor brotó en mi pechode amanecer y caricia.

Tú estás aquí. Te presientoerguido como la espigacomo el racimo floridocomo espada y como herida.Tú estás cargado de tiempoy yo solo de ignominia.En el fondo de mis ojos

sombras de calvario anidan,porque tengo pocos pasosy una larga lejanía.Pon un fanal en mi frentey en mis pies una almadía,si yo te izare una vela.Tú la llenaras de brisa.

Tú estás aquí, más presenteque mi propia travesíano dejes que me deslumbreel resplandor de la vida.

PASTORELA (Leve efusión mariana)

Gentil Pastorcitalabio de clavel¿dónde van tus ojoscargados de ser)

Tu cayado buscauna oscura grey,que dejó los pradosal amanecer.

Tus brazos abiertosquieren recogerinquietos trigalescon hambre de ser.Si eres jardinera

131

de lirios en florsé de un lirio heridopor el arrebol.

Nació para lirioy es sólo pasión,nació para estrellay el alba lo hirió.

No llores, Pastora,sobre aquella flor:le duelen los ojosde mirar al sol.

No llores, qué lágrimasque tu angustia helóceñirán cristalesen su corazón.

ANUNCIACIÓN

Nazaret: un alborozode palomar bajo el cielo.Nazaret: la poesíaa la zaga del misterio.

Ella es blanca como la aurora,tamarindo él del desierto:ambos con sangre de reyesque apenas pisan el suelo.Dicen que estaba lavandola Virgen bajo un almendro.Al lavar unos encajes,el agua con gozo nuevode flores sin enturbiarestá besando sus dedos.Y mientras hunde sus ojosen sus propios pensamientos,

132

un ángel le está mirandopor los caminos del cielo.

- “Yo te saludo, María,Jardín de un buen carpinteroun pregón lleno de gracia,confeccionado en el cielo,vengo a ceñir en tu frentede parte del Padre Eterno.Fijos están en tu vientrelos ojos del mundo entero,porque va a ser el altarde un hijo tuyo sin tiempo,el de los altos destinosde un recreado universo”.

- “No te aproximes, arcángel,a los bordes de mis sueños,que mi frente es de azucena,cristal que empaña el aliento”

- “No se turbes la doncella:sobre los cándidos pétalosde una flor de Nazaretla escarcha será un luceroque alzará tu doncellezhasta el trono del Eterno”.

La Virgen siguió lavandoen sus propios pensamientosy el agua miró, al pasarpor el puente de sus dedos,

bolitas de naranjelen sus mejillas ardiendo.

- “Sí es como ha disco, buen ángel,que se cumpla su decreto”.

Por los montes de Judáclarines se alzan al cielo,la tierra arde consagraday la diestra del Eterno,con la seda de sus sangre,bordó un clavel sin comienzo.

La Virgen siguió lavandoy el ángel volóse al cielo.Las virutas de Josérizos de ángel se volvieron.

BELÉN

Es Belén y es media noche:campanas y más campanasse incendian en arrebolesy un ruiseñor llama al alba.La nieve busca su armiñoen el temblor de la escarchay el aire es un alborotodel clarines y campanasque buscan su campanarioen entretelas del alma.

133

La noche sueña y espera,en cuclillas y humilladaen el cancel de una gruta.Hay un temblor sin palabras,que apenas cabe en la tierra,pero da lumbre a la pajay una virgen sin mancilla,absorta y maravilladava a dar a luz a la Luz.

Allá abajo, en la majada,el viento sigue incensandocon perfume de campanasy se ha incendiado una estrellamás lejos, en la montaña.

¡Abre, abre al infinito,noche, todas tus ventanas!Alma que vas de camino,no te quedes fuera helada,que habrá una brasa encendidapara tu antorcha apagada.Mientras que tú te ateríasentre la fiebre y la escarcha,la gruta robó a la nochepara la paja incendiadaun baldaquino de estrellasque ya están jugando al alba.

Las cosas se están mojandode silencio y de la plegaria,

el tiempo ya es calendarioy hay una ruta marcadacon el aire iluminadode una sonrisa estrenada.Ángeles que van y vienen,estrella que sube y baja:y el rosal nos dio un capulloy el capullo una alborada.

Las palabras ya no sirvenporque va a hablar la Palabra.Ya no hacen falta clarines,ni siquiera las campanas,porque en sus negros andamiosmil ángeles apuntalanun salmo de Buena Nuevacon las estrellas más blancas.

EUCARISTÍA

I

Al borde de algún senderoel Maestro la miró:como una estrella caída,rubia de mirar al sol,los ojos siempre en el cieloy tan blanco el corazón.

Noble espiga candeal,bien haya quien te sembró,

134

sin espinas y sin hiel,en la senda de Señor.Que si hay polvo en los caminosy escarchas siembra Aquilón,el talle de tu venturapisa con vuelo de florla sed ardua de la tierray salmodia tu rumoren el corazón del viento.

Maravilla del amor:dándole luz al sendero,el Maestro se inclinó.¿Qué tendrá la limpia espiga,que hasta Dios se levantó?Bien haya su blando pulsoen el pecho del Señor.

II

En la angustia de la estepa,como un milagro del sol,el camino ha retoñadocon un verde resplandor.La tarde no está de luto,porque ha bajado el Señora ver a la vid urdiendocantos de pámpanos en flor.

Viñas de sombra y de miel,bien haya quien te sembró

para bendecir la tierrapor donde pasa el Señor.Buscas mil frentes cansadaspara tu verde frescor,como caricia que brotaentre el silencio y la voz.Mis ojos se van llenandode ese esmeralda rubormientras libas tus racimosentre os rayos del soly el guiñar de las estrellas.

Maravillas del amor:el designio de la sangreen besana de doloriba abriendo negros surcossementera y Sembrador:con un encaje de pámpanossus espinas encubrió.

III

Tarde del Jueves Santo,altar de la Redención:La vid continuó tejiendosalmos de nueva ilusión,como racimos de estrellaspuestas a mirar al sol,sintiendo en su carne jovenlos latidos del Señor.

135

Y también, granando en orolos latidos de su Dios,la espiga siguió arpegiandoencajes de ruiseñorcon temblor de luna llenay alga de Resurrección.Tarde de Jueves Santo,umbral de la Redención.La tarde juega a rosalesbuscando la espina peor,para ceñir de coronaa un muerto campeador.

Y está ya la mesa puestacon vino, pan y aflicción.Pero habrá un camino nuevo,un viático y un bordón,para ir a alguna parteel hombre y la creación.

Jueves Santo. Albricias sean.Nos ha nacido una flor.

AMOR CRISTIANO

Amor, amor, te he soñadoenvuelto en tul y azahar,y altos repiques de fiestase asoman a mi cantar.El cantar es flor de espuma,la espuma sin gusto a sal:

mariposas de frescuraungen mi sien de arrayán.

Por caminos que se encuentrandos seres van a forjarpara sus ojos un rumboy un blasón para su afán:el lodo de los caminoscruje con voz de cristaly el templo de la distancia,hecha luz, se quebrará,pulso caliente en sus dedosde enigma por descifrar.Pero el destino ya es vuestro,carne de vuestro soñar,y el pensamiento se escarchabajo los pies: ¡avanzad! Pasos hondos de cincelque están labrando un altar.

Palpita el aire vacíoen la alborada ritual.Mañanas van por los vientos,prietas de campanas van,de campanas y de inciensoy armonías de azahar.

El arabesco y la hiedrade la fe, puesta a rezar,guardará el lazo de sede

136

en cofre de eternidad.Fuera esperan los caminoshacia el monte y hacia el mar,caminos hechos de tierra,de tierra de pan llevar.No se hartarán de horizontesOjos que miren atrás.

Sólo es vuestra la distancia,no el ayer; mas no temáis:si la ilusión es tareay el ensueño caminar,voces van por el senderohechas de antorcha y brocal.

Amor, amor: te he soñado.Mi canción es caminar,hilvanando otras pisadascon rosas de claridad.Yo empedraré tus jalonescon las piedras de un altar,un altar hecho de sueñosy ganas de caminar.

Yo canto, más tú no duermas,que tu destino es sembrar,y dejar por el senderopor cada sueño un rosal.El rosal no tendrá espinas,tan sólo calor de hogar,y los vientos y los soles

al pasar se postrarán,porque una promesa hecha vuelocon hambre de eternidad.Amor, amor, te he soñado,sin vendaje ni carcaj,sólo un cruce de caminos,dos acentos y un cantar.Es un sueño que esculpieronen el mármol de mi afánunos dedos sin fronteras,que acarician al mirar,y ungieron de claridadesun amor niños en Caná.

A LA PALMERA LE PEINARON SUS PEINETAS

(a mi hermana María Jesús, 1942)

Palmera, palmerita, flor del alero,eco de lejanías, haz de recuerdos.Tus caminos de espuma desata el viento:ceniza alboroyada de mil recuerdo.Allí donde tú estabas, donde te siento,dos ojos enlutados te están ungiendo

137

de un aroma lejano de sombra y sueño.Miro dentro de mí; ¡aquellos tiempos…!¡Qué orgías de luces tensó de aceroel charol de tus sables. ¡aquellos tiempos…!Arabescos de zambra, cascabeleo,que disfraza a los pájaros de verde nuevo.Carnaval de mil niños, los del alero,le enseñabas entonces su ritmo al vientoy el aire se peinaba entre tus dedos.Palmerita lejana: ¡aquellos tiempos...!Déjame darle tumba en mis recuerdos.Hasta allí te marchaste sin yo saberlo:caminos enlutados, siempre tan lejos,del tiempo que se escapa entre los dedos.Mas sigue caminando, mientras yo sueño.

BODA DE DIAMANTE **(al Hermano Mateo Pinedo, ss.cc.)

Pasarás como la alondra,sin dejar sobre el senderola huella de tu pisada,hecha ceniza del tiempo.Pasarás como has vivido:con el corazón tan nuevoy los ojos de cristal.

Desde aquí te estoy mirandocon el alma endomingada.Desde mis ojos sin tiempoa la plata de tus canas,que rezando se bruñeronen el santuario. Y he vistotus ojos de viejo bueno,que se quedaron un día,de tanto mirar al cielo,anclados en la distancia.

Tan lejos siempre, tan lejos;tan lejos, pero tan cerca:como un brocal sin reflejosque tu alma pone en mis manos.Y hablaré, porque te entiendo:que me han dicho en que la vidase cruzan en el senderoel que sale y el que vuelve.

** Publicado posiblemente en El Diario Montañés

138

Tu lejanía es por eso,hondo temblor de presencia.

Presencia. Como el en cielo,por azules remansadosen sus propios pensamientos,bajeles van de algodón,mientras los devana el vientocon sus ruecas de cristal…como el regato viajeroque imagina fantasíasde sauces y chopos sueltos…como la estrella y la ruta…como el náufrago recuerdo…siempre anclado en el camino,caminando y bendiciendo.

Junto a mis labores de hoy,Las tuyas de tanto tiempo.¿Qué importa que este empezando,si tú me estás bendiciendo?

Siervo bueno del Señor,por eso yo te comprendo,por eso tienes un sitioentre el ritmo de mis versos.Por eso te quiero tanto,por eso, sólo por eso.

CANCIÓN DE CUNA

Retoño de ojos sin nubesy corazón de cristal,sobre tu carne estrenadavoy a dejar un cantar:y el cantar será un ungüentode rosas sin marchitar.Mas dile al viento romeroque se quede sin gritar,de rodillas, a tus pies,junto a tu cuna a soñar.

No crezcas, bebé, no crezcas:quédate al lado de allá.

Corriendo por las praderasdel indecible lugardonde se cuentan los ángelesconsejas de Navidad,yo te cantaré una copla,y el viento la hará un cantar:el cantar es voz de espumas,la espuma, flor de la mar.No crezcas: mientras tu carne,frágil vaso de cristal,lleve en bajeles de sedahálitos de eternidad,tu cunita será de oroy tus palabras cantar.

139

No bajes de tu cunitaal mundo de los demás.

Torreón tú, sin almenas,de ojos que saben flechar.Hasta tu cuna arrastra,entera, la humanidad,para dar sangre a tus venas,resplandor de tu mirar.No temas que el mundo seamuy ancho para tu andar:no faltará quien se mueraregando el fértil rosal,que deja sobre tu frenteuna ilusión al pasar.Y duerme: guarda tus ojosen su cofre de cristal;que no se hielen tus lágrimasde temor del más allá.

No crezcas, bebé no crezcas,quédate al lado de allá.

En algún lugar del cielotiene tu estrella un lugary el mundo es mucho más belloporque tú has llegado a él ya.Por eso yo sigo siemprecantando el mismo cantar:cantar de risa de seay carne sin enturbiar.

No bajes de tu cunitaal mundo de los demás.

ALBORADA(divagación adolescente)

Arrebol, flor de horizontes,donde duerme la mañanaesperando la despierten:blancos bulliciosos de dianavienen llamando a tu puertapor los canceles del alba.El luto se hace cristal:un prado añil, donde pastanamapolas las estrellas,la luna sus añoranzas.¡Qué de aromas presentidosy armonías insinuadas!¡Qué de ilusiones sin carnerepican dentro del alma,liberada ya de estrellas,pero sin forma y sin cara!.

Arrebol, flor de horizontes,donde los céfiros guardande la angustia de la nochesus bambalinas más blancas,donde las brisas conectanun idilio de montañas.Deslizándose en silenciopor ventanales de escarchas,

140

la aurora rompe cristalesy aristas de agua platadesgarran los horizontes.Si el alba está ensangrentada¿quién me la podrá curar?

Acaso la tramontanacon dedos de terciopeloy algodones sin escamas.Se escucha ya la obertura:un ruiseñor en su rama,con la seda de sus trinostrae la gloria encadenadaa encender de gozo el airey la noche de alborada.Entre el clamor y el silencio,blancos sueños de campanasvan trayendo de la manoa las rosas enrociadassu perfume y su presenciay a los montes su distancia.

Arrebol, flor de horizontesque despiertan la mañana:mientras el día se estrena,también amanece el alma.Los caminos de la nochellevan a cuestas mis ansias,que se eclipsan y amanecen,se derrumban y levantan.Llevan a cuestas mis sueños,

palpitantes de nostalgia,para vestirlos de carney defenderlos de escarchas.mientras los ojos encienden,mil susurros se encaramandesde la tierra hasta el cielo,donde un azul pentagramaembarca mil melodíasy brisas apresuradastrisca la última estrellaen la pradera extasiada.

Arrebol, flor de horizontes,todo mi ser es quien canta.Se encaraman las endechastrepando por mi espadañapara dar cuerpo a los vientos.Las enciende la mañana,yo sólo las voy vistiendo.Todo en mí se ha puesto en pie,despierto como algún sueño,enhiesto como una espada,apretado como un reto,acorde como una cantata.Llevo en mis brazos la nochepara hacerme una fogata,pues, oculta entre cenizas,yo me he guardado una brasa.Con ella me haré una antorchahambrienta de mil distancias,

141

para destrenzar las rutasy empezar la caminata.

Arrebol, flor de horizontes,te quedaste en remembranza:un mundo reciente e intactotempla ya su serenata.En los telares del cielolas cosas ya están hiladasy en mis propios pensamientosno quedan encrucijadas.

VIRGEN GRANDE

He vuelto ya a tus pies, Reina y Señora,quebrado un loco vuelo sin fronteras,y te he visto, como ayer, sonriente y mía,asomada al brocal de mi existencia.Apenas fueron luz los ojos míos,se escarcharon de caminos y estrellasy el mundo se veía tan brillante,que iba a hacerme con él una diade-ma.Parecía caber entre mis brazos,pero he tenido que medir la tierracharco a charco, espina a espina;me empedraban tan sólo los andareslos ecos de tus pies, Virgen romera.

He vuelto ya a tus pies, y en esta tarde

queda cautivo con fervor de ofrendami ser entero, rescatado y mío,bajo el gótico cofre de la piedra,puesta a rezar como voz de arquitectu-ra,que es ritmo musical, sueño y poema.Y hoy como ayer, quebrada la distan-cia,en el raudo torrente de mis venasha caído una clámide de calmateñida del color de tu presencia. En el frío rescoldo de mis ojosuna flor ha encendido sus hoguerasy mi ser se quedó como un estanque,sin voz, sin marejada, sin estrellas,donde caben vibrantes como brasaslos ojos enlutados de la Reina,Señora de estos montes y estos vallesbajo una alada exaltación de piedra.

Aquí te hiciste. Siglos que buscaronsu descanso en la bruma de las épocaste dieron cuerpo de ternura y gracia,nuestra carne manchada, más belleza.

Llegaste de otros solos y otros maresy empezaste a reinar en esta tierra,donde cruces y espadas, muchas ve-ces,no saben definir sus diferencias.Y la historia cayendo gota a gota

142

en el cauce vital de nuestra esenciaes incienso de prez, sangre de espadas,portulano de todas las mareasy estandarte de todas las batallas.España se hizo así: la hicieron ellas,y la ha hecho por todos los caminosel alma de la raza, hincada en tierra,en total geografía de santuarioscon nombres de mujer y luz de estrella.

Murallas de Granada haciendo historia:Un hombre: Garcilaso de la Vegay un solar donde hundir una semillaen el propio corazón de la epopeya.La indecisa maraña de la historiatrae de la mano el dato y la leyendaa remansarse aquí y aquí enterrarsecomo muere en la playa la marea.En sus brazos navega otra semilla,que quiere convertir en primaverasu hambre de sol y sangre enamoradaenarbolando ensueños y tareas.Ella prendió en el niño su sonrisay en la frente del joven una enseñay en los brazos del hombre un alto em-peñopara hincarlo al morir sobre la tierra.Y mares y montañas y campiñassubieron hasta ti como una ofrenda,donde el himno a la vida es ya plegaria,desde el fondo del mar a las estrellas.

Señora de mi pueblo, Virgen Grande.Así es como él te quiso: centineladel hondo palpitar de sus afanes,del fresco temblequeo de sus vegas,del raudo cabalgar de sus montañas,del fértil murmurar de sus mareas,del metálico ritmo de sus máquinasy del grito mineral de sus menas.

Flotando en el fragor y el ajetreoaún se enciende la sien de mil prome-sasy se abisma en raigambres ancestralessobre el cauce vital de sus creencias.Hito de fe y esponja de ternura,Tú estás aquí, y a mano, de cualquier parte,ungüento sosegado que refrescala frente fatigada del camino,escarcha en el ardor, lumbre en la pena.En el hiriente erial de mis deseos,te siento flor, y ventanal y estrella,rasgando el duro plomo de las olas,para hurtar a mi vuelo mil cadenas.

Antigua y nueva de fes y quereres,así es como mi corazón te sueña,anclada en la raíz de nuestra historia,novia del mar y Torre de la Vega.Y mi sueño encendido de clavelesserá como una blanca carabela

143

que no teme del mar ni de los vientos,ni de negros barrotes de una ausencia.Señora de mi pueblo, Virgen Grande:deshoja entre tus dedos mi poema,pero prende en mis ojos tu sonrisapara flor de mi tumba cuando muera.

SAN MIGUEL DEL MONTE(En las faldas de la Morcuera)

Aún sigues aquí, en pie, no me lo nie-gues,monástico florón, yo te estoy viendo,pregón de siglos que con voz de piedramusitas tus recuerdos a los vientos.Y aquí estás, como siempre, de camino,rota antorcha que busca un fuego nuevo,aunque te sientas derrotado y solo,casi vegetal, cántico y lamento,como el que saca el ciprés de la tierrade cualquier cementerio.Te quedaste abismado en mis pupilaslanzándole a los cielos tu silencio:como la lira que extravió sus cuerdas,como el fanal que consumió su fuego,como pálido vuelo interrumpido,como harapo que tiembla en el desierto,como triste epitafio,como mojón para contar los tiempos.

Pero tienes nobleza y dignidad:

eres la huella que marca el senderode seres que te hicieron paso a paso,eres cofre de salmos y de empeños,capítulo granado de la historia,flor montaraz con voz de monasterio.Aunque a orillas del tiempo derrumba-do,sin brillo y sin aliento,no te sientas mendigo de la historiapidiendo una limosna de consueloa quien trata en tu ruina evocadorauna sombra encontrar de lo que se fue-rontus viejos muros, tus cansadas torres,tu ardiente catarata de recuerdos.Un milagro de exigua permanencia,acaso petulante y altanero,alza al cielo sus torres aún intactas,como alférez conspicuo y bien atentoque sabe marear por las estrellasy peinar los vellones de mil cierzos,aunque apenas si sabe hallar un sitioa la piedra, a la hiedra, al firmamento,disputando afanosos bajo el bosquesu botín de desdichas y recuerdos.Porque yo estoy aquí, tú estás rimandoun salmo interminable y lastimero:déjame desgranar los eslabonesde un rosario de cánticos y trenos,abrazados a ti como la hiedra,escapando de ti como el sendero.

144

Cuando alzaste tus brazos castellanoscabe el monte erizado de recelos,llegabas hasta aquí para alfombrar,con voz de antifonario, tu silencio.Querías dialogar contigo mismo,pero llegaban en agrio cortejo,mezquindad, devoción o irreverencia,mercaderes, soldados y romeros.

Y ahora estás solo ya, frente al paisaje,que ha bajado hasta ti blando y entero:un chopo parlanchín te está mirandoy el silencioso cedroy ese verde llorar del sauce místicoque se mira en las aguas zalamero,cuando deja de gritar y de romperse,como un Adonis vegetal de ensueños.Todo late aquí abajo sosegado,mientras montañas arriba van subiendo,aupadas por las rocas, las encinas,alzadas de puntillas rumbo al cielo.Y la noche caerá montaña abajorepartiendo a los pájaros silenciosy cubriendo tus heladas escarchascon un manto rociado de luceros:no tendrías que esconder tu decaden-ciabajo clámides de hiedra y de sueños:Cuando sólo la luna se decidea palpar piedra a piedra tus desechos,

reconforta escuchar los propios pasosungidos de sosiego y de silencio.

Y cuando la distancia se ensombrece,todo me llama renacido y nuevo:esta bóveda rota e interrumpida,ese ajimez dentado por el cielo,ese crucero donde ya no surcan,arterias ya sin sangre, viejos nervios.En el claustro no caben más estrellas:Surtidores de arcadas y arabescos,de capitel en capitel saltando,lloran desvencijados por los suelos.Cárcel de soledad, de alta muralla,todo puede gritar en un momento:me gritará tu juventud a voceslo que hay de ruina en mí y de descon-cierto,mientras velo mis armas cara al díaimpregnándome de magia y de miste-rio.

Ya nunca será igual: me siento vivo,y hallarán mis raíces algún huertopara irme fabricando paso a pasouna ruta granada de mil sueños.Yo sé que he de llegar a alguna parte,más allá de mi humilde cementerio.Como tú, que has llegado, no caído:te inclinaste en el borde de lo eterno.

145

Me ha hecho bien acercarme hasta tus muros,mi viejo monasterio:no han podido enterrarte, estás de guar-dia,salmodiando a los hombres mil secretos.Tienes mucho que decir a mucha gente

de naufragios que surcan el desiertosin saber de sextantes ni de estrellas,porque tú eres hito del sendero.No temas que te llore o te desprecie:para mí no podrás nunca estar muerto.Seguirás proclamando noche y díala sacra dimensión del universo.

146

Mosaico de las Cuatro Edades

de Jesús, nacimiento, vida ocul-

ta, vida apostólica, vida crucifi-

cada (página anterior), retablo

de la Iglesia del antiguo monas-

terio de San Miguel del Monte

(Burgos)

S E C C I Ó N 2

REMANSO DE INQUIETUD 1942-1950

147

148

MI SONETO

Soneto que presiento y que me esperasdibujando mi perfil de esta alma mía,arabesco de erguida artesaníabruñendo su dolor de sementaras.

Quemado en el altar de mis quimeras,no grites porque cante o porque ríacontraluces de estéril fantasíaen el rubio resol de mis canteras.

Triste andrajos de mi propia esenciay carne inevitable de tu sueño,no digas que es tu rostro ni mi empeño:

di que es tierra febril de permanenciay el aliento de bronces universosque asciende al pentagrama de unos ver-sos.

LAS CUATRO ESTACIONES DEL ALMA

I. OTOÑO

Aquel viento apretado, aquella hojatemblorosa de un báquico amarillo,aquel grito mojado del mantilloque se queja a mis pies de la deshoja.

Algo duele a la luz, pues se despojael aire de su hondura y de su brillo.En el silencio que al andar mancillotodo grita, me aturde y acongoja.

Tras de los árboles gesticulantescon que el alma se queja de la escarchale duele el ser su propia inconsistencia.

El paisaje está ahí, lo mismo que antes,mas mi ser tiene ya algo del que marcha:el recuerdo que avanza en mi existencia.

II. INVIERNO

Hasta aquí llegué, alta cima o barranco,a cuestas con mi vida y con mi muerte,y sobre el cáliz de mi sangre inerte todo se ha vuelto gris, y acaso blanco.

El tiempo está ahí, febril y estanco,jugando en la ruleta de mi suerte,sin la flor o la estrella que me alertedel lugar de la espina que me arranco.

Duele el tiempo a mi ser como un ausen-tesin ritmo vertical que me desmontela amenaza del brindis de Caronte.

149

Y aquí estoy, preguntando al horizontesi entre el astro y la flor, muelle y calien-te,se quedará un camino, una corriente.

Más bajo nieve está la primaveracomo en aquel Portal la gloria entera**

III. PRIMAVERA

La he encontrado, caliente y olorosa,como el gozo y la luz, como una florque estuviera mirando sin ruborlos ojos de mi carne dolorosa.

Pueden mis dedos levantar la losque sembrará de escarchas el amor.Pueden mis labios, libres de escozor,beber la espera, la inquietud, la rosa.

Todo ya, aunque inquieto y balbuciente,se mueve en mis entrañas y se elevaa florecer lejanos oropeles.

Bajo el arco de mi vuelo incipientehay un capullo con su savia nueva,un racimo aquilatando sus mieles.

IV. VERANO

Azimut de presagios verticales:de repente, el camino está estancadoy febril el paisaje se ha inmoladoa sí mismo en espasmos cenitales.

La grávida tierra de los bancalessu sazón grita a ritmo desbocado:todo es plenitud, dimensión, caladode semilla esculpiéndose a raudales.

La plenitud tiene algo de inquietante:una ubérrima marcha, fatigosa,llegó hasta aquí y se hizo instante.

La vida nos levanta y nos rebosa:¿He llegado ya sigo caminando?¿El verano es una puerta o una losa?

CUADRIGA DE LOS ELEMENTOS

I. TIERRA

Regazo, malecón, distancia y cumbre,tierra vital, sepulcro del deseo,canto porque te siento y de poseoraigambre de mi gozo y pesadumbre.

** Esos dos últimos dos versos fueron añadidos en una publicación posterior en la revista Nosotros

150

Este oculto hontanar y aquella lumbrebruñe mi sed con fértil aleteoy me brinda, redimido Prometeo,un fanal a mis sueños en vislumbre.

Te reconozco, origen y destino,en el recuerdo de mi sangre arcanaque mojó antes tu pecho que mis la-bios.

Te palpo en el aliento que adivinode las vidas que esperan su mañanabajo el temblor de tus antojos sabios.

II. AGUA

Linfa cabal, que, al borde de ti misma,con no sé qué inmóvil y andariegoesculpes el aroma del espliegocon tu cromático sabor de prisma.

Bajo tus hondos temblores, abismaesa frágil dureza, ese despegodel chopo, ese retorno dócil, ciego,de la tarde que reza y se ensimisma.

Y siempre estarán del lado de allámis ojos, donde las cosas ensayana cada color su propio latido.

Allá me habrán de buscar, si no me ha-llan.Allí estaré (el agua no lo sabrá),Bebiendo el desconsuelo de haber sido.

III. AIRE

Puede que el aire esconda su misterio,su roto amor, su frágil desventura,y puede que en inédita escrituralas tumbas de un oculto cementerio.

Barro infeliz, tu triste ministerioSe encharca de dolor y de ternura.todo en ti sabe a enigma y aventuralanzado a la intemperie en cautiverio.

Me seguirás mirando cono mil ojosy un flagelo de oculta algarabíatodo lo irá quemando sin mancharte.

Y quedará mullido y sin abrojoscomo un cauce de vuelo y travesíadonde pueda llegar a cualquier parte.

IV. FUEGO

Te remolco en mi sangre y en mi frente,te presiento en el astro y en la arena,

151

y lo mismo en la altura que en la venahay algo en mis temores que no miente.

Todo gime y se agita febrilmenteen la inquieta labor de mi colmena,como incendio sutil que me encadenaa la alquimia falaz de los viviente.

Un vértigo voraz empuja mi almahacia el hondo final de las esenciasen un derrumbe de ceniza inerte.

Tendido en el panteón de la calmao en el crisol hirviente de impotencias,me amenaza y me sonríe la muerte.

TRÍPTICO DE LA JORNADA

I. AMANECER

Te espero ver surgir en cualquier parte,pues te niega la noche sus regazos:refrescarán mi sien los aletazosde las cosas que buscan su estandarte,

sin saber si elegir Minerva o Marte.Y estallará la noche en mil pedazosy con su arco de sombre entre mis bra-zos

ya habré hallado un dolor para nombrar-te.

Este barro doliente que me abruma,estos ojos que enfangan los ocasostiéndemelo el andar bajo mis pasos,

y bárreme las llamas y la espuma.Entre los pasos míos y mis venasYo no quiero carriles ni cadenas.

II. CENIT

Torre de plenitud en donde apenassi la altura consigue ser cristal,sutil alegoría verticalde distancias. No hay bridas, ni cadenas

de geometría pertinaz. Sirenasde oropel abarrotan mi caudalde una rauda ambición local y vitalque alborota la arritmia de mis venas.

Ni te temo, ni te busco: te espero,intentando medir al caminartu calado de mástil y de altar.

No me importa estar roto, sólo quieroque entre el hielo de mi desgarradurasangren las cosas transidas de altura.

152

III. NOCHE

La noche. Ojalá la noche viniera,para parar mi carro de combatey hacer de mis escombros el arriatevertical de una oculta sementera.

Y podré dar al viento la cimerade ese olvido distante que en mí late:la noche será antorcha de rescatequebrando la espiral de una quimera.

Me sentiré a mí mismo más profundo,se apagará en mi ser toda querellay pondré aquí el silencio, allá la estrella.

He navegado mucho por el mundo:ya es momento de penetrar con calmalos arcanos pasadizos de mi alma.

TRÍPTICO VITAL

I. DESTINO

Que yo sé del dolor que duele y cantacon diapasón de sombra y voz de trinodo maduran las flores del destinoy un místico ciprés mi alma levanta.

Sombra y pabilo de ascensión sin planta,avatar de añoranzas y de camino:el alma con bordón de peregrinoel manantial de su pasión decanta

en inquietos afanes andariegos.Tiene que haber alguna primavera,un camino para mí, una cantera

que conozca mis dudas y sosiegos,algún impulso astral y ultramarinoque esculpa piedra a piedra mi destino.

II. SOLEDAD

Como un desierto fértil y olvidadocomo la áptera espera de un hogarque nunca volverá a espumar la mar,has encontrado en mis ojos desde el pra-do

a ceñirme de espinas el costadosin la suave caricia de un cantar. Me he llenado de ruidos al pasary mi ardiente canción se me ha estanca-do.

153

Náufrago entre el tráfico y tan solo,tan lejos de mí mismo y de mi estrellalas cosas gotean incesantes

sobre la herida que a mi sino inmolo.Así es la vida: torturante y bella.Y las cosas, huidizas y triunfantes.

III. ENTREGA

Señor ¿por qué mi sueño se repliega ofreciendo a la noche mis despojos? Lo que fuera carcaj hoy son abrojosCongelando la flecha de mi entrega.

¡Como quema ese acorde que no llega!Vendrá: lo dice el corazón de hinojosy el palpitar profundo de mis ojosen el regazo de mi carne ciega.

Y ese oculto escozor de mi caídayo lo siento que cruje por mis venascon herido estertor de campanada.

… Pero Tú estás aquí. Dale a mi vidael vuelo cenital de tus cadenas.Sélo todo, Señor, sobre mi nada.

TRILOGIA SANTANDERINA

I. DÁRSENA

Tibia ecuación de espuma y poesía,apenas singladura y casi vuelo,dársena de sal ¿qué voraz señueloel drenaje de los fugaz vacía?

Marea a marea y día a día,el agua se remoja de un revuelode resoles. Es inútil que el cielorefugie en polvorienta lejanía

su tumba atormentada de gaviotas.Porque es como si el mar se nos fuera,hecho piedra y arena marinera.

Pero aún sabe aventar nuevas derrotasy aún sabe sonreír mientras escanciael poema del tiempo y la distancia.

II. BAHÍA

¡Ese alboroto horizontal de escamasy esa brasa cercana y presurosa!¡Esa pleamar que rumia silenciosaun ritmo sin dolor de surco en llamas!

154

La tierra olvida en verdes oriflamassu epidermis arisca y quejumbrosa,brisas ausentes con temblor de rosaespuman las mareas y las ramas.

Es Santander buscándose a sí mismabajo la pupila de un cuento de hadas.Lo imposible fingiendo balaustradas

y que el monte se asome a la maris-ma. Lo real y lo incierto en indeciblesbarcarola de sueños imposibles.

III. ALTAMAR

Me dirás tu nombre, allá, al otro lado.Más lejos ya de mí, cuando no acierte

a descarnar mi pensamiento inertedel salobre vaivén abandonado.

Cumbres de latitud, se de caladopara tu nombre y mi ser. Quiero vertesin que tiemble entre mis dedos la suerte,la rosa de los vientos a mi lado.Acercadme a ese vértigo de espumaque busco sin temblor entre la bru-ma,y cuando ya mis ojos de tumbo en tumbo

se fragmenten en pedazos de sal,soltad mi voz como águila caudal:¡Ah del viento y del mar! ¡Ah de mi rumbo!.

Tomás Campuzano y Aguirre, Santander, óleo 1887 (www.ciudaddelapintura.org)

155

TRILOGÍA JIENENSE

I. GUADALQUIVIR

Llanto de luz sobre la tierra mía,apenas cabe en un sepulcro abierto:Guadalquivir, ¿qué aroma descubiertoLa carne abierta en tu pecho estría?

Niño y juglar con voz de algarabíatodo es sonoro en ti, ardoroso y cierto;y baña al olivar un grito inciertode sangre a flor de tierra: Andalucía.

Hay mucho en ti de realidad y de en-sueño:serenata de flores y mantillas…y gritos de dolor en la mañana.

Bajan a tu brocal en áureo empeñode guitarra. Y romperá en seguidillasy arabescos de luz tu alama gitana.

II. OLIVO

Olivo sin doblez, voz de la tierra,que apenas el brocal de mi guitarraen arabescos de cristal desgarray apenas de su cárcel se destierra.El aire en el regazo de la sierra

se ha hecho un ritmo distante de ciga-rray el latido vegetal que aquí te amarrame sube de los pies, hondo, y me ate-rra.

Tú aquí, cerca de mí. Y allá el paisajeQuemándose en el horno de la calma.Cuando venga la tarde para el alma,

deletrearé doliente tu mensajeen tu seno revuelto de cantares:olivo sin doblez, ni pleamares.

III. SANTA FAZ

Toda la tierra oscura y doloridasubida hasta la cruz, se hizo mirada.¿Cabrá, Señor, mi ruta desgarradaen el surco caliente de tu herida?

Entre mis ojos y tu carne huidaaletea la escarcha de mi nada:déjame que me acerque grada a gradapor la cruz de mi sangre interrumpida.

La distancia está aquí. Tras el sudario,cristalera de lino hecho dolor,se iluminan caminos de Calvario.

156

No restañes la sangre… ni el temblorde la espina: que su ungüento incendia-rioilumine mi sien como una flor.

SOLO ANTE DIOS(Tríptico)

I. ¡DÉJALE QUE SANGRE! **

Tú está aquí, Señor, yo estoy viendodesde mis ojos blandos, sin almenas;y el al hundir tu bajel sobre mis venas,me acaricia tu luz; la estoy bebiendo.Mientras mi fría desnudez remiendo,va cayendo una a una mis cadenas.¿Podrá fundir el plomo de mis penasesta débil antorcha que te enciendo?

Tú estás aquí, lo gritan a mis ojoslos roncos alborotos de mi sangre,en busca de calor y primavera.

Si quieres alfombrar mis pies de abro-jos,deja, deja a mi corazón que sangreel perfume caliente de la cera.

II. TENGO MIENDO DE MÍ

No me dejes, Señor, frente a la vida,hecha girón de tu hermosura, inerte:tengo miedo de mí, Señor, al verteeclipsar tu presencia repetida.

Le pesa el vuelo a mi alma malherida:campanadas de luz tocando a muerteamenazan el vilo de mi suerte,y todo resplandor parece herida.

Fui lejos en la vida. Hoy, peregrino,navegan por mi sangre las espinasque se encendieron tu frente y mi cami-no.Tengo miedo de mí. Si Tú te inclinas,podrá iluminar mi desatinoy sabré construir sobre sus ruinas.

III. PLEGARIA MATINAL

Estás ya en el umbral cuando arde el día,Señor, y abres mis venas al aludde ilusión que alzará mi juventudsobre el lucero que la noche arría.

Fue publicada más tarde con el título: TÚ ESTÁS AQUÍ, en la revista Nosotros, número de enero-febre-

ro de 1999.

157

Que durara este momento yo querría:anclada mi costumbre y mi inquietud,me brotará una inédita salud,caliente el corazón, mirada fría.

Ese vuelo vital que se avecinaserá grato y feraz con esas galas,sin dejarme la sangre en mis espi-nos.

Y mi alma estará en Ti mientras ca-mina,para que el día no enfangue mis alascon el lodo de todos los caminos.

Detalle de la imagen del Colegio Nuestra Señora de La Paz de Torrelavega (Cantabria), de Josep Mª Subi-rachs

S E C C I Ó N 3

SURCOS PROFUNDOS

1942-1950

158

159

Se cayeron de mis manosantes de que hicieran daño;cuando quise recogerlos,sangraban de sombra y barro.

Sangre y polvo entrelazados,no puede por ahí dejarlos:son un poco de mí mismoperdido en un mundo extraño:

Mientras se enredan mis pasosentre los años,para saber que he vividose exigen certificados.

I. TIEMPO

Ahora ya cuentas para mí.Sigo tus pasos.Casi te estoy tocando.

Estás humedeciendo mis huesoscomo un lento veneno.Te has posado en mí como una llama.Dialogas como un rezo. Poco a poco te voy descifrando,y casi sin darme cuenta(sin mirar a las estrellas)me estás midiendo.Acaso te quedes corto,

porque túapenas si eres mi propio camino.

II. TIERRA INHÓSPITA

Todo son voces aquí abajo,demasiadas voces:y apenas se escucha la voz.

¿Por qué es necesario gritarselas verdades,la propia existencia?

Como si no hubiera en la tierraun lugar para todo el mundo,donde hacerse un huerto,trazarse un camino.

Como si ya no quedara en el cielouna estrella para todos:un horizonte sin gritosy unas alas,para hacerse una esperanza.Como si sólo la vida fueralevantar un castillo en el páramo,lleno de ruidos,llenos de dudas.

¿Por qué es necesario gritarselas verdades,la propia existencia?

160

III. UN VASO DE AGUA

Para llegar hasta ti,tal vez por mi has caminado:rápido sueño de luz,en los barrotes de un vaso.

Ni un latido. Ni un color.El agua se está mojandoen un silencio cartujo.

Agua: una angustia de llanto,distancia crucificadaen la cruz de cualquier vaso.Me quema en el pensamientoesa duda y ese ensayo:esa dura claridadcon la que me estás mirando.Me está doliendo en los ojosesa abstracción ingenuaque trajiste de las cosas:ese reír golpeado del ruido de tantas piedras.

Si el día no te ha buscado.Si apenas la noche cabebajo tu arco ensimismado…

Si apenas yo te comprendo…:¿Cómo has cabido en un vaso?

IV. MEDIODÍA

Mézclate siempre en mi sangre,pájaro gozoso e inmóvil,y a cada débil desmayo,levante tú mi banderasin salpicarte.

Mézclate siempre en mi sombra,sin salpicarte,con un redoble inertecon que las cosas naveganpor mi sangre.

Y dímelo tú,lo que siento,a mí solo,hermano sol, cuando ríes,temblando como mis ojos.

Que nadie sepa en la tierraDonde los estás besando.

V. CONDENADO A SOLEDAD

Mi ruta es estrecha para dos:apenas yo quepo,apenas mi tiempo y mi espera:en el sendero que se encrespa a mi paso

161

sólo hay lugar para mi propio comba-te.

Y el camino se estiracomo duro pergamino amarillento,donde mis pasos sin saberlo,tocan a muerto al andar,van teniendo sobre el caminola sombra de un ciprés vencido.Mi ruta es estrecha para dos,apenas yo quepo,cargando a cuestasel rescoldo mortecino de mis sueños:yo solo,desnudo frente al hielo,con ruidos en carne viva,arrastrando la vieja cadena.

Ese silencio que está doliendoen las misma niñas de mis ojos.

VI. ¿HAY UN LUGAR?

Tengo ganas de marchar,la náusea me está empujando,y aún más miedo de llegara alguna parte.

Algo le duele al ser:las cosas me están gritando.Echándome del camino,salpicando polvo a mis ojos,para que no pueda hallardónde mis heridas sangran.

Son las ganas de marchar,y ese miedo de llegara alguna parte.

Las cosas me vienen grandes,se me caen de las manos:o soy yo quien es pequeñoy ellas me van sembrandoen la cuneta al andar.

Son las ganas de marchar,y ese miedo de llegar a alguna parte.

VII. QUIERO NACER

Mírame bien, Primavera.Búscame en tus ojos,en ti misma,sí.

162

Sácame de estas tinieblas,que estoy sofocandocon mi sangre,sí.

Basta que tú me imagines,para que yo nazca,para que llores,sí.

Porque vengo de tan lejos,bogando en la nada con mis voces,sí.

Que acaso hay una sonrisabuscando unos labiospara posarse,sí.

VIII. GRITO DE TIERRA

Lo estoy esperando aún:hay una huella en proyectoy un eco sin estrenar.

Caminando por los piélagosde ese inconcreto vacíoque no conozco,no ha encendido aún las cosascon mi sangre.

No encontrará, si se entretiene,un campanariopara defenderse del tiempo.

Y hasta que ese lamento,que a mí ya me ha dolido,tenga carne en que gritar,yo seré como un cirio,encendidode una angustia de llorar,estancada en el fondo del ser.

IX. ENCUENTRO

No me mires a los ojos.miremos los dos al mar.No podemos frente al tiempoquedarnos sin caminar.

Alguien busca en nuestras huellasterrenos en que pisar:no hay un camino tan cortoque se haga sin caminar.

Inmóviles frente a frente,la vida se queda atrás:solos frente al misterio,herimos a los demás.

No hagamos la propia torrepara guardarnos el mar:

163

para qué valen los ojosvacíos de oscuridad,distancias alborotadasde mares sin navegar,verticales abrumadasde horizontes sin cantar.

No me mires a los ojos,miremos los dos al mar.

X. ESCÚCHAME TÚ

Escúchame tú, que no has sufrido. Tú que no sangras.

Este verso es para ti, que no has sufrido, tú que no lloras.Tú que llevas por la vidacada gota de sangre en su sitio,tú que escondes en un cofreel intacto caudal de tus lágrimas,y cuando la mar se encrespa,te puedes largar a toda vela.

Es un recuerdo que sangra,un dolor que no ha sabidola esponja calientejunto a la herida.

Te lo traigo a ti,y a tus ojos transparentes:señálame con tus dedoscada gota de mi sangre.

XI. AQUÍ ESTOY

Estoy aquí,¿pero canto?Estoy aquí,¿pero sueño?Estoy aquí¿pero río?Estoy aquí¿pero aliento?

¿Canto, sueño, aliento, río?

¿O sólo soy un lamentoen búsqueda de sí mismo?

164

XII. EL AGUA

No me hables más:ya me lo dijiste todo.Deja que me duela un momentotu silencio.

Medita tu por mí,mientras me voy vaciando:mientras yo busco ese cristal,que te has ido bebiendo lentamente.

Tal vez yo nacípara ser vaso,teñido de una dimensión inexistente.

Pero nadie ha vistoese raudal ignoto,que sigue enturbiando mi cuerpo.

También tú te estás quemando,pero en silencio,sin ese murmullo de sangredonde hunde sus raíces mi ser.

XIII. BARRO

También sangra la tierracuando llora el cielo.

Mateo Mateo, sscc, acuerela

165

A este triste paréntesis de mi vida(barro y cielo)le duelen mis mismo temores.

A esta triste paradoja de la vida(barro y cielo)yo la quiero hacer sitio en mi tumba.

Aúpame bien,barro entrañable y amigo.Agárrame bien,cielo confuso y esquivo.

Tal vez yo encuentre en mi esenciauna playa escondidapara que os deis la mano.

XIV. TRANSPARENCIA

Me he ido marchando lentamentedel lado de allá:pero no me he encontrado.

El tiempo se me ha ido alborotandode una inerte transparencia:pero no me he encontrado.

En ese confuso rincón de mi sertierra de nadie,

donde el espacio y el tiempo se han mirado,no he estado yo presente.

Ni hoy, ni ayer: tal vez mañana.(Mi historia apenas si es mía)Me he ido marchando lentamentedel lado de allá:quien pudiera encontrarme.

XV. ECOS LEJANOS

Los vacíos de tu vozlos llena el viento:y entre el viento y tu palabrase está quemando un trigalque no acertó a sazonar.

Es inútil que el caminose alfombre de pensamientos:mis latidos son de plomoy hacen chirriar mi carreta.

Es inútil que me llames,pues me quedé sin tiempo.

Ni me miran ya las cosas,ni hay ya nadie que me grite.Yo no sé cómo ni cuándo:pero me quedé sin días,

166

solo y sin tiempo.

No se busque ya mi voz:la tiene el viento.

XVI. CAMINANTE

No te detengas, caminante. Aunque me veas remendando mis heridas, con el día en las espaldas,la noche enfrente.No te detengas: písame en los ojos, y en mi carne,y en mi frente.

Pero sigue adelante.

Que al menos sirva mi pausapara saber que caminas.

Pero no digas a nadie, caminante,que quedo dando a las piedras un sitio en mi carne.

XVII. TAREA PERMANENTE

Una herramienta en las manos,un menester y un cantar. La soledad,puede ser una tarea, sin que por ellodeje de ser soledad.

El mundo está aquí,en nuestras manos:y no es sólo un milagro sin tiempo,sino diaria posibilidad,puesta a rodar en el tiempocon ejes que hay que cambiar.

No es tan sólo una semillacon hambre de eternidad:una herramienta en las manos,una cancióny un quehacer por realizar.

XVIII. RENACER

Cuando todo se haya ido marchando,el suave recuerdo,la estrella,el azul del cielo y del mar.Cuando tu propia imagen

167

se desprenda de mí mismo,hecha un vuelo sin cantarhacia una playa sin hombre.

Cuando me vaya quedando vacío,buscando mi imagen perdidaen un pozo sin fondo¿no podré volver a nacer?

¿Podré recuperar un camino,y un amor,y un dolor,que me cuenten las horas del día,la distancia que se abre en la nocheentre sueño y olvido?

¿Un camino de piedras antiguasa lugares de nuevas estrellas?

XIX. EL DOLOR DE LA VIDA

¿Por qué cuesta tantola tarea de vivir?

Hora a hora, vilo a vilo,el alma se va desnudando,temblorosa,como una herida dolorosa,donde muerde el latidoy quema el pensamiento.¿Por qué ha de ser tan difícil

que la sangre florezca en cada cosa,sembrando una flor en cada recuerdo,en cada tic-tac latido,en cada sueño?

¿Por qué cuesta tanto, tanto,por qué cuesta vivir?

Corazones a la intemperie,o cerrados de par en par:nuestra piel está hecha de hierbaque no aprendió a encortezar.

XX. GRITO DE LA SANGRE

El grito sólo era un sueño:la tarde,le abrió en el aire un camino:

¿Hacia dónde?

Grito oscuro de la sangreque subeimplacablemente,desde la tierra a los labios,para que lo lleve el aire.

Hay algo en mí que está muerto,y lo que vive, sangrando.

168

No hay viento que no me arranqueuna esperanza al pasar.

Es el día,que nunca va a saber yalo que lleva dentro el ríocubierto con negros pañosde silencio.

El silencio doloroso de las cosas.

XXI. ESE RÍO ENTRAÑABLE

Ilusión de mar que me hablasdesde el trémulo cristalen que bajas apresado,tú me puedes refrescareste galope de afanesque inmolando el alma está.

Espejismos de azul muertoque enhebrando en plata estáspor el agua tu camino,tú sí puedes incendiarsobre el mármol de mi frentelos claveles de un altar.

Mendigo de una esperanzame dio el río su brocal,brocal de sauces sin ritmodonde se dejó un rosal

su dura herencia de espinas,y el agua su claridad.

XXII. ¿HAY UN CAMINO?

El mundo se hizo estrechoy se erizó de espinas;ya sólo el pensamientoboga más lejos.

Es un valle de tumbas,cuyas sombras se alarganinmensamente fríassobre el camino.

Tal vez no estemos muertos,acaso sólo mudos,y las cosas sin vozno cantan salmos.

Ya la noche de abajome sube la sangre arribahasta mis mismos ojospara apagarlos.

¿Quién me podrá llevardesde aquí a alguna parte?Se lo pregunté al río,que es caminante.Y el río se hizo azul

169

y se llenó de cielo:tal vez encuentre en élalguna estrella.

SIEMPRE HAY UN CAMINO (Versión posterior)

El mundo se hizo oscuroy se erizó de espinas;ya sólo el pensamientoboga más lejos.

Como un valle de tumbas,cuyas sombras se alarganinmensamente frías

sobre el camino.Tal vez no estemos muertos,acaso sólo mudos,y las cosas sin vozno cantan salmos.

Ya la noche de abajome sube la sangre arribahasta mis mismos ojospara apagarlos.

¿Quién me podrá llevardesde aquí a alguna parte?Se lo pregunté al río,que es caminante.

Mateo Mateo, sscc, acuarela

170

Y el río se hizo azuly se llenó de cielo:tal vez encuentre en élmi propia estrella.

XXIII. DIOS PRESENTE Y LEJANO

Nos dijeron que estás muertode tanto bregar con hombres.Tú les ha dado por vivos,ellos te dieron por muerto.

Mis entrañas te reclamanmis ojos no te comprenden:tal vez yo quiero encerrartedonde sólo caben sueños.

Me encaramé a una montañay allí te sentí muy cerca;te oí gritar en el mary susurrar en el bosque.

Por doquiera que yo pisoTú has caminado primero.Casi dejaste tocarte,y eso ya me es suficiente.

Te he buscado por mis venasy navegas por mi sangre:haz que mis ojos te midany mis dedos te den forma.

Porque tú estás en mi fondomás presente que yo mismo:medida de mi impotencia,suplemento de mi vuelo.

Ellos dicen que te has rotopor construirte un imperio.Los hombres sí que están rotos,como unos ladrillos muertos.

Dios tan presente y tan lejanotras esa tenue cortina:rásgala de par en parpara que todos te vean .

XXIV. A LA DERIVA

Tengo sextante y estrellas,pero me llevé el marlejos de ellas.

Tengo una antorcha en la frente:se olvidó de arder,solo humea.

Y los ojos que pueden mirar:pero no se encienden,sólo lloran.

171

Y un corazón apremiante:tan grande que apenascabe nadie.

Y tanta tierra a mis pies:pero yo me sientodesterrado.

Y tanta gente a mi lado:pero son tantos,que estoy solo.

Pero alguien me está esperando:por eso me sientono tan solo.

XXV. ME DUELEN LOS HOMBRES(Publicada en la revista Nosotros, julio 1998)

Apenas estoy aquí,entre el mar y la montaña.Buscando la flor y el pájaro,me equivoqué de camino.

Algo de mí se me ha rotodonde me duelen los hombres:unos rasgaron mi cuerpo,otros me hirieron el alma.

Se quedaron sin raícesde tanto escalar montañas,

o rompieron su espinazode tanto besar la tierra.

Algunos treparon muy alto de arrastrarse por los suelos,y muchos se despeñaronpor querer medir más metros.

La vida se hace desierto,sin árboles ni canciones:a unos les faltan las ganasy los más no tienen tiempo.

Para que unos pocos ruedenmuchos serán sólo piedras,buenas para ser pisadasno para emprender el vuelo.

Apenas estoy ya aquí,entre el mar y la montaña:tendré que cavar más hondoo acaso mirar más alto.

XXVI. TIERRA PROFANADA

Cuando los hombres crezcan,no habrá ríos, ni bosques, ni montañasy se pondrán a temblar las estrellas.

172

Cuando los hombres se aprenda el río, Acaso no quede agua.

Cuando los hombres numeren los ár-boles, tal vez no quede sombra.

Cuando los hombres midan las mon-tañas, tal vez no haya distancia.

Cuando los hombres pisen las estre-llas, tal vez no haya horizontes.

Cuando los hombres se pongan en filas, ya no quedarán hombres.

Entre el vuelo y el vértigo,los hombres devorarán nuestra tierra:acaso encontrarán algún puñado, para hacerse una tumba.

Mateo Mateo, sscc, acuarela

S E C C I Ó N 4

ALMA A LA INTEMPERIE 1942-1950

173

174

Perfil estricto,y afán de desnudeces.Nada de voz, sin luces,que al alma en carne vivaduelen lo oropeles,y a os ojos sin lágrimassalpican de anocheceres.Serena construcción,tan leve,que el ritmo es un latidoy el temblor un endebleretorno al equilibrioque las esencias sientena flor de piel. Mi vidaes fiebre,borrachera de intuirvivencias permanentes:darles carne y presenciasin gritos ni caireles.

Perfil estrictoy afán de desnudeces:un poco de mí mismodejado a la intemperie.

I. SANGRE EN LA VOZ

Sangre en la voz, en los ojos,… y en la arena,donde el latido ya sabecavar su huella.

Que no la borren los vientos, cuando despierten,y que el agua no la mirecon sus pupilas inertes.

Por el caudal de mi sangre mi voz romerase ha mojado de quereres limpio de tierra.Dejadla, que ella lo sabe,por eso cantando sueña;que ella sabe lo que quiere, por eso remadistancias que pueden sery lontananzas que fueran.

Por eso, mirando adentro, la luz es senday es ventanal sin diafragmascon mucha ambición de estrellas.

Sangre en la voz y en la heridade un amor niño que quemarecuerdos de haber soñado,temblores que no sintiera.

Aunque yo no lo dijere, sangre en la voz, … y en la arena:sangre que busca mis ojos, sangre que quema.

175

II. DISTANCIA VACÍA

Como si estuviera verde,como si fuera amarillo:el aire viste de chopo,el aire viste de grillo.

Para el deseo y la vozel aire no tiene asnillo.

El aire Mi voz. No tienenalforjas para el camino.

Anaquel de la distancia,donde nunca pondré el nido.

III. SILENCIO COMO DE CRISTAL

Sangre y sombra en el camino:me lo dio el viento,me lo dijo el mar.Y esta sal y aquellos vientosestán sembrando en mis labiosflores de silencio.

En el claustro florecidotímidas carnes se aroman.No saben su nombre,no saben la estrofa

que está tejiendo el amordetrás de su piel de sombra.

Aunque ya ha besado el suelo,la sombra no tiene huella,y está acuchillando mis ojoscon escarchas de impotencia. ¿Entre la tierra y el vuelo,silencio sin escaleras?¿o tal vez es todo vuelosin que mis labios lo sepan?

Si no lo saben mis labiosDarle un molde de cristal,Si no lo sabe la noche,ni el horizonte, ni el mar,

tal vez lo sepa el silencio,tal vez lo sepa contar.

IV. INQUIETUD

Inquietud, ley del viento.Ley del viento y del mar:y sangre que se enredaen hilos de un cantar.Ley de un hambre que estrenaLlagas de claridad.

El agua.

176

El agua juegacomo mi sed bajo el mar.Bajo mis pies resacangritos de oscuridad,y el cuerpo se estremecede agujeros de sal.

Inquietud.

La distancia,toda noche y metal,acuchilla mis sueñoscon sangre de un cantarque no ha hallado el caminodel viento, ni del mar.

Inquietud, ley del viento:Ley que le dio el mar.

V. ORACIÓN DESDE LA NOCHE

Trázame bien el camino,Señor, para que yo pase.

En el corazón del viento,bajo el puente de la tarde,quiero que canten mis pasosantes que nadie.Antes que la flor y el eco,antes que el agua y el aire…

Sin que lo sepa mi voz:antes que nadie.

Cuando el remanso del sueñode luceros se restañe,solo, con vientos de cumbre,para que mis ojos labrencon el alma de la manoen el agua de tempestades.

¡En la herida de mis ojosme duelen tantos cantares!

Entre mi ser y tus dedospájaros queman el airede esa angustia de deseosque crucifican mi carne.

Hiéreme bien hasta el alma,para que sangre.Aunque tus dedos me duelan,mis ojos no han de temblarte.Aunque en mi escarcha se enciendanaguja de mil zarzales.Trázame bien el camino,Señor, con mi propia sangre:antes que lo sepa mi voz,antes que nadie.

177

VI. CEDRO AMIGO

Cadena de horizontes salmo gigante:ciñe el viento de angustias tu frágil carne.Tensión de lejaníasen el pulso del aire.Te siento míoalgo que sueña y lateen el rincón de mi almaque no conoce nadie.

Cedro gris, de artificio, estrofa errante,que llevas de puntillaslo que mis ojos cabe de luz y sueño.

Metáfora vibrante,mira al sol en los ojos:no hay miedo que me espanteese anverso de sombra,ese eclipse distante,con que las cosas se alzanpara desafiarte.Cuando falte a mis ojosfuego para mirarte,búscame en tus entrañas,antes de que yo te hablecon el verbo dudosode una ilusión distante.

VII. HAY UN CIPRÉS

En mi inmóvil soledad sin marejadas ha crecido un ciprés.

Lo dedos del viento ignoran su esfin-ge,hierática y fría de lamento en pié.Metal sin reflejos, se unge sin vozcon tibio remanso de inmóvil vai-vén:un temblor caliente de posibles pá-jaros,revuelo de luces por amanecer.

En toda tarde dormidahay un sueño de ciprés.

El mundo pequeño, hecho de mis cosas,arde en la calma sin saber por qué:una llama fría lame de esperanzalas duras cortezas que nunca gocé,mientras cumplo la condenade volver a renacer.Siempre habrá algo en mí aún no derribado:qué importa ser tumba, cuando él está de pié.

En mi oscura soledad sin marejadas es todo ciprés:

178

bajo el viento frío que bebe en mi sangrelate un hambre oscura de volver a ar-der.

Aunque no le sepa mi sangre o mi voz, yo lo sé muy bien:me lo ha asegurado la trémula arena,soledad que tiembla con olor de miel,donde el agua es distanciay el cristal sed.

¡Oh calvario vertical de luces muertassemilla en vuelo de camino en pié.

VIII. OLVIDO

Olvido, viento de sombra,remolino de mis pasos:espuma que no ha empeñadolas aristas de otros días.

Podrás enjugar mis ojoscon un paño de distancias,mas nadie podrá decirteque te teme o que te busque.

Olvido, viento de sombras,de sombras nunca incendiadas

del rubor de una palabra.

Si sueño mirando al frentemis pensamientos rebotan,si canto mirando atrásmis palabras se entumecen,si duermo cara a la tierratodos los muertos gritan.Quema en mi voz desterradaun repique de eslabonesque me están aherrojandoa la angustia de haber sido.

Señor, ni atrás ni adelante,ni encadenado a la tierra.Señor, siémbrame en el almauna estrella vertical.

IX. RUMOR DE ESPINAS

No me quiten los rosalesque jalonan el sendero.

Todo es rumorcon perfil de encaje incierto:y una dudosa amenazale viene dando a los vientosverde música de espinasque quema los pensamientos.

Sin distancia aún en los ojos,

179

vengo con sed de reflejosasomándome al brocalde la vida. U reverberode nieve alboroza el aguay arde el deseode mil rosas presentidasy mil que ya han muerto.

Se llama apenas dolor,tal vez hielo:un abrazo a medio darcrucificado en el pecho.El brocal se hace distanciapara el temblor que presiento,y una frontera de espinaspara mis sueños sin tiempo.

Pero dejad los rosalesjunto al sendero,que así es la vida: una esfingecon un enigma en sus dedoshecho de espina y flor:¿dónde el amor? ¿dónde el fuego?

X. CINCEL

Profundidad, eco y sombra,cincel:y un afán que llega y bordaterrones de dura mies

a golpe de esteva heridaentre el vuelo y el traspiés.

Condenado a la existencia,busco sin saber por qué:acaso esa forma que huyecon girones de mi ser,ese escorzo de mi yo,que entre mis poros se fuea refugiarse en su esenciacomo un hijo por nacer.Están golpeando mis venasrubores de amanecer:es algo de mí que no aciertaa ponérseme de pié.

Es la forma que alocadase fue con mi lumbre a cuestas,dejándome el alma a oscurasy encadenados mis pies.

Entre el sueño y mis dedos,sólo un abismo de sed:o tal vez quedase el moldede la forma que se fue.

XI. REMANSO

Quebró su misterio el díaen preludio de arreboles: siento al aire,

180

regazo de luz inmune,temblársele los azulescon que está buscando al maren la hebras del regato.

Se han mirado frente a frente, y su reflejose hace espesura y brocal,vergel de sombras, abrazo:entre los brazos del agua,eternizado y fugaz,quedó el fluido caminarde un algo que no se irá.

Brisa, angustia de cantarescrucificada en mis ojos:aún no han llegado los álamospara cantarle a la tardela eterna fuga del almaque se aleja sin marchar.

Yo salé a buscar la tarde:la tarde se me marchaba.Pero bajo sus cenizasQueda fuego que soplar.

XII.- ATARDECER

La tarde ya va cansada,aunque nadie se lo note.

Mientras desciende vencidaa lavar sus arreboles,todo el camino hasta el ríomis ojos la reconocen.Yo conozco sus quereres:bien maridada y con dotede azules sin dimensión,se alborota de ruboresentre sus pliegues de espuma…En el silencio, sus vocesle vienen quitando al aguaesos temblores inmóviles,con que se quedan los saucesciñéndose de ilusiones,bajo el agua,bajo una estrella sin nombre.Por ventisqueros de sombrala tarde, muerta de sones,busca un tálamo de estrellaspara sus besos mejores,y el viento arpegiando el aguabusca mis propios dolorespara colgarlos del airedesnudados de temblores.

La tarde con voz de sueño,aunque nadie se lo note.

181

XIII. LA NOCHE

Noche. Cauca el más vitalde mi dolor desvalido,por donde el alma se vistenegras clámides de olvido.Cipreses de soledadEntre tu huerto y el mío,con estertores de espinascantan espacios en vilo,y un dolor de luna anclandola fluidez del cielo esquivo.

No tengo miedo a la noche,Ya me los sé sus caminos:con el barro hasta los ojosquiero remar el vacíode mi propia ingravidez,

que acaso quepa una estrellaentre tu barro y el mío.

Barros que escupen mis pasoscon el dolor del camino,barro arcano y oferente,que en medio de lo infinitoabre campo a una aventuradesde la fuente del destino.Entre un ayer y un mañanacabe este puente tendido,barro amasado con lágrimasy endurecido de abismos.

Noche. Cauce el más vitalde mi dolor desvalido,donde el alma sabe hallarantorcha para el camino:

Goerges Rouault, Paisaje de noche, 1897. Acuarela. y pastel sobre papel (www.ciudaddelapintura.org)

182

la caricia de la nochevistiendo mi vuelo herido.

XIV. PINCEL REDIMIDO

Vigor de luz, redimidade decires y latido:yo pinto el gesto transidode la distancia desnuda:una ansiedad sin salida,que arría su canción mudacon mortaja de cristal.

Temblando sobre el cendalde mi acuarela imprecisa,el agua le falta saly al calor, clámide de llanto o risaque me señale el clamorde ese arcano carnavalque tu bien sabes, Señor.

Y que ese pleamar inciertoque agujerea mi sercon arenas del desierto,que se quede sin temblores,sin oídos, sin resquemores,cargados de amanecer.

… como imposibles amoresque pueden llegar a ser.

XV. CORAZÓN

Corazón,¿dónde va tu vuelo herido, luz y son?

Corazón,¿dónde se perdió en las sombras tu canción?

Corazón¿en qué mares tu cantiga naufragó?

CorazónTengo un arrullo que canta, Ruiseñor,con su noche interrumpidadentro de mi corazón.

XVI. CAMINANDO

Hasta aquí ha llegado el sueño.Aquí la voz me esperaba.Me presentía una luzque ha florecido entre escombros.

Sin que supiera mi espírituque el cielo y el mar estabanfabricándome una sombrapara empedrar mis pasos.

183

Nadie saldrá a contemplarme,apenas el hambre y la sed:hambre de agarrar el tiempo con las manos,sed de dejar una sombraizada como bandera…

Cuándo veré mi destinohecho flor sobre un sendero,el corazón hecho brasa,y la mente… caminante.

XVII. PULSO DEL TIEMPO

Tic, tactic, tac.

El pulso del tiempo en el pecho del airecon ritmo insistente de prisa y metaldesata en la ruta su proa inflexible,ingrávido arpegio de un arpa fatal.

Tic, tactic, tac.

El alma es un cáliz de labios ansiososdonde hunde su cetro el tiempo al pasar,cincel de añoranzas cavando su quejagotea mi frente de un frío tic, tac.

Tic, tactic, tac.

De cara al destino cumplo una sen-tencia,que muerde mis días con hielo mor-tal,mis pasos se emploman, se yerguen de abismos,se nubla el sendero con olas de mar. Tic, tactic, tac. Un signo contrario enfrenta las rutas,y es cárcel sin puertas su rumbo fatal.De día y de noche sigue arando el al-mala reja inflexible del férreo tic, tac.

XVIII. VELETA

Ilusión de aire,vértigo, altura:un rumboque se ha hecho flor,cita de vientos,calvarioque dicta al aire su dimensión.

184

Vertical su sino.Por estricta y gris,desflorada,y malecón de ansiasmensajeras.Impresión izada,fatalmente,al borde indeciso de mi encrucijada.

Coquetasin cara,antena de vientosque marchan sumisosdonde tú lo dices:mas yo quiero hallarmemi propio sendero.

Locuray huidade viejos temblores,cariños que vancantando por la baranda del recuer-do.

XIX. MISIÓN

Mi vida es flechacon carga gris de infinitudes:¡qué de inquietudesdecantan su lumbre en mi estrechasenda en tensión!

El cauce es duro,y en su martirio de riberasrudas fronterasacechan cada ritmo impuroen procesión

estricta. Sientoproyectarse sobre el vacíoel arduo ríoque se enhebra en el pensamiento.Derrota son

de filo en cumbre¡mis añoranzas cardinales!:Aguas caudales,se llevan el alma, hecha lumbre,sed y pasión.

XX. ESTILO

El corazón peregrinose pronuncia en cada cosa:le da pasión al espino.Ha empedrado su destino

de un uniforme temblor.Ave azul mi singladura,les falta la tierra duraa mis pies. Cruje el temblorentre espinas sin rubor.

185

Es el vuelo que se estrecha,enredado entre mis dedos:y al dolor le sobran velosy al amor le falta fecha:es el estilo que acecha.

Cauce estricto, espiritual,frente al dolor de mí mismo:siempre buscando el abismocomo cimiento vitalpara mi vuelo caudal.

XXI. SED SOBRE EL AIRE

Ese aire y aquella llama,esa quimera,esa ansiedad que no supometerse en mi propia senda,mojar mis labios de un verso.

Nunca más cerca.Nunca más lejos de mí.Y ese grito de la tierraque quema en mis propios ojos¿le cabrá entero a mi esperapara alumbrarla?Y ese dolor y miseria¿tendrán carne entre mis huesosque yo no sepa?

Alma vigilante, en pié,alma sin tierra,cuida esa sed de ti misma,que no te pierda.

Luces van por el caminoapartándome las piedras,¿quién dijo que tú has temidobesar la tierra?

Barro gris: te siento vivo,algo de mi carne neciaque no ha pecado,algo de mí que no sueña.

XXII. ÁLAMO OLVIDADO

Marco sombrío el recuerdo,luz la ilusión de mis dedos,la mañana está jugandocon ese brochazo nuevoque redime los cristalesde estrellas y luceros.

La mañana está jugandocon sus anteojos nuevos:en el camino de ayertodo se despierta inédito,la mañana está jugandoun viejo juego sin tiempo.

186

La mañana está jugando:mis ojos entre sus dedosaún no saben cómo izarun chopo de cara al cielo.

Como si fuera verdad,como si fuera recuerdo,el agua se están aprendiendoel camino de un lucero,que fue temblor transparentey quiere ser un deseo.

Todos los dolores tiemblanen el agua del riachuelo,y entre la noche y el albael chopo ya está tendiendosu escalera de tembloresque el mismo se está fingiendo.

XXIII. CALMA SIN TIEMPO

El arduo coto de mis sueñosempieza aquí, donde mi vistase va vaciando del estertorcon que las cosas gritan.

Y no es dolor, ni regocijo,acaso esencias a flor de vida:esquema estricto, línea sin sombra.En la quietud estremecida

tardos aromas tocan a muertojunto al brocal del día.

Es un remanso imprevisible,tálamo apenas para encendidasreminiscencias de eternidades,que pone en fuga la tarde herida,dando nombre en el abismoa las cosas que gritan.

La angustia espesa del vuelo inéditomaniata el curso del son sin días.Es un instante que intenta el tiemporedimir de la prisa,polvo en mis manos, apenas viento:algo caliente en las cenizas.

En la desnuda prisión del almael corazón vigila.

XXIV. ENIGMAS ENTRAÑABLES

Al llegar hasta tihan temblado en mis pasos huellas de sombra;y mármoles inhóspitos queman mis ojos,si me alejo de ti.

Es un camino largo.

187

Un largo caminar que sólo empieza,cuando ya han restallado los ojos nue-vosen el frío metal.

No te he encontrado aún:tu dimensión temprana se ha escapado.Se buscó un horizonte para enturbiarlocon tus dedos sin yemas.

Tengo miedo quebrarte:de qué sirve a los ojos el polvo muerto:es mejor que en el aire la luz del díame lo siga bruñendo.

Yo prefiero el misterio:es mejor que las cosas, cuando se en-crespencontra la piel del alma sin cortezar,nada se rompa en mí.

Es mejor que estés vivo,huyendo temeroso de mis deseos,siempre lejos de mí, pero en este fondode mis ojos inquietos.

XXV. HUELLAS EN LA ARENA

Esa tierra que quedó candentede una prisa desnuda.Esa tierra alada que no mancha.

Esa arena olvidada,que mastica pedazos de solmientras cuenta indolente los pasosescondiendo su ausencia del mar:tal vez sombra lejana de alguna quime-ra,de algún sueño imposible,alargando sus brazos vencidosal frío o a la nada.

Salvador Dalí, el corazón oculto, 1932. Óleo sobre lien-zo (www.ciudaddelapintura.org)

188

Siempre a medio camino,entre el dolor y el gozo,entre la fuga y la busca:que apenas si se atreve a beber el olvi-do,que apenas si la noche se atrevea acallar el murmullode una pasión inédita,que nunca se atrevió a prepararseun sitio en el recuerdo.

Esa arena, escondite del viento.Donde se cuela el aire.Donde se seca el mar.

XXVI. CADENAS DE SANGRE

Corazón, corazón,jinete encadenado en los barrotesque forjaron mis negros pensamientos,como un águila audaz que nunca suporoturarse una estela entre los vientos,ni tenderse una hamaca entre las cum-bres.Siempre el vuelo enjaulado,que congela sus raíces en la nadade un imán abrumado de distancias,de un flete despojado de recuerdos.Un pájaro de fuegoha bebido en el río de mi sangre,y ofidios de fuego atenazan sedientos

unas flores sembradas en mi carne.

Si una pasión inútil chapoteaen la plúmbea marisma de la ausencia,tal vez pueda bajar una esperanzaa jugar de mentira una mañanacon un girón de cielo,para hacerle al olvido una mortaja,o encenderse en la nocheuna hoguera con todas las estrellas,que devore las costras de mi carne.

Corazón, corazón,sitiado entre el barrote y la cadena,condenado a arrastrar el alma en vilo,a horcajadas de un oscuro deseo.

XXVII. AZULES LEJANOS

El latir de mi propio silencio, plenitud deliciosase ha hecho un nido de inquietos crista-les, y los dedos del alma,aguzados de oscuros deseos,van palpando distancias inciertas.Sobre altares de arena crujiente el alma como inciensose encontró insospechados vitralesy flotando en calientes espumas

189

se ha ido a hundirse en un magma de sones, de luces y colores,aprendiendo el lenguaje sin gritoscon las cosas que se están mirando.

Nadie dirá a mis ojos en donde empieza el aire; nadie sabrá decirme la cuna del recuerdo.

Allá lejos, el mar sin orillas:entre el ruido y la arena no cabeapenas un saludo de espumas. Entre mis pies tendido,un destino sin cumplir se tensa de huracanes inmóviles, y un esquife indefensopara entregarlo al aire o a la ola.Antes que a través de la resacase griten la gaviota y el mar,quiero oír como suenas mis vocesdespeñándose entre los recuerdos.

Todo cristal: tal vez claridad,o tal vez una angustia de vientocrucificada en el horizonte.

XXVIII. CRUZ DE SOMBRAS

Crepúsculo. Replegada,pulsa el ama su vigilia.Se redime el horizontede peldaños y de aristas.

Camino escueto. El paisaje,hallando su dimensión,se estremece con un agriogesto de piedras en cruz:cruz de mil caminos blancos,símbolo y pregón. Celajesrojos forjan su calvariocon un ritmo verticalde profundidad y abrazo.Y una sombra, de camino,se agarra fuerte a sus pies,lejana y gris, alfombrandola proyección infinitade su perfil milenario.

Retoña la perspectivaen derroche de añoranzas.Sobre mi frente un recuerdoquema incienso de nostalgias.Y la mirada se estrechacon la ansiedad palpitantede luces en desbandadacamino del cementerio.

190

Aunque el horizonte grite,el aire ya sabe a sombra.

Crepúsculo. Así yo quiero:sobre cada encrucijadauna cruz. Y en cada ocasoel desgarrón de una espada.

XXIX. NOCTURNO

Se me ha roto la luzentre los dedos. Aunque hasta aquí he llegado,tengo n paso de menos:la noche de improvisose devoró el sendero.Muerden mis ojos miopesla embriaguez de un recuerdo,y el alma se despeñapor negros ventisqueros.

La noche es un tabladode tragedias sin versos:la escriben al leerlalos ojos del misterio.Apenas si un latidoresquebraja mi sueño:al borde de sus grietasse tienden los luceros,

buscando un lienzo de aguapara hacerse un reflejo.

Un dolor en mis ojosse está encendiendode todos los clamoresque no tenían dueño,y el agua de los maresabruma desde el cielocon loca sementerade vislumbre y de misterio.

En la piel de la nocherepican lo silencios:silencios aceradosque hacen daño en el pecho.Tal vez sea el amorque pasa sin saberlo.

Y aunque yo no lo sepa,por el brocal del cieloun ángel de charolgrita como un lucero.

No es que se acerque el fin:solo es el gran comienzo. **

XXX. ORACIÓN TARDÍA

Tú sólo me quedas, Dios mío,pues todo me falló de un golpe:

191

la tierra gris en que yo piso,y allá lejos, el horizonte.El día me escupe reflejos,me clava silencios la noche;me duelen candentes espadasy sombras de angustias sin nombre.

Tú solo me quedas, Dios míoy el hedor de mi propia podre,que no me permite iluminarel fondo de mi ser deforme.El clamor de las cosas vírgenes,Déjalas que al pasar me lloren,o que me golpeen si quieren,o que si quieren me salmodienunos blandos redobles de tierralimpia y vacía de ambiciones.

Sólo tú: todo me está huyendo.Mis ojos golpean la noche,fría, extensa, y tan apretadacomo una marisma sin bordes.Señor, cuando llegue esa sombra,baja a mirar mi triste noche,mis dedos modelando el fuegoque nunca quemará mis voces.Tiemblan, Señor, tiemblan mis pasos,porque resbalan en la noche.Pero tú sostienes mis brazosabrumados hasta los bordes

de distancias y soledades:porque tú eres el horizonte.

XXXI. MONTSERRAT

En la mitad de mis pasos.Montserrat: camino y meta.Mientras el alma caminaagarrándose a la tierra,la distancia se sublimaen arduo gesto de piedra,y el cielo afila sus sablesentre haces de berroqueña.

La tarde, junto al camino,se está aromando de leña,de frescor y de plegaria:sólo le falta una estrella.Hechas de piedra o de barro,de almas hartas o sedientas,todas las rutas se miranen la lejanía estrecha.Las rocas están hablando,y el alma calla y espera.

Por todos los horizontessangre y más sangre: la estevadel dolor rompe mi carnede imprecisas sementeras.El presente me deslumbra

** Estos dos versos están escritos a mano en el original, también aparecen en una copia posterior

mecanografiada.

192

y mis recuerdos me queman.Sobre la roca impasibleel alma rota proyectamil espadas de inquietudcavadas en dura piedra:la noche viene a taparlascon argamasa de estrellas.Entre mis dedos, la alturase ha hecho una ofrenda de cera,mendiga de forma y de voz.Sobre mi frente aletea,Bendiciendo, la distancia:Montserrat, camino y meta;y en mi alma esa salmodiaque enhebra el cielo y la piedra.

XXXII. CAMINO DEFINITIVO

Ese estertor del agua,que estremece mis ojos sin mirarme,ha roto la distancia entre mis ojos,dejándome olvidado entre los árbo-les.De repente estoy solo:El río se ha llevado mis imágenesy quedé como un lánguido recuerdoencerrado en su arcón invadeable.Y esperando la noche,la ausencia construirá bajos los saucesun cantar con sillares de silencio,dejándolo colgado de la tarde.

Cuando el viento humedece ya mis huesos,yo no puedo sufrir que se me mar-chen,río abajo, las cosas,a tenderse en el mar como cadáveres.Yo los quiero a mis muertos más de cerca,sembrados de terruños amigables,bajo la losa blanda de mi frente,esperando volver a despertarse.

Pero no sé si soy yo, o son las cosasQue empiezan a cansarsede buscarse a sí mismas tras la noche,de ponerse cada día a encontrarme;porque nunca han temblado entre mis dedos,como hoy en la tarde,los barrotes que me atan a la calmade la vieja rutina interminable.Tal vez será el Amor, que está llegan-do,pues a mis sueños no queda ya carne,ni cabe ya el vacío en mis entrañas.O será la hora de iniciar el viaje,más allá de las cosas, tras los mares,más allá de los astros, sobre el cielo,donde todo se sabe,donde todo se tiene entre las manos,donde nada ya tiene que esperarse.

193

XXXIII. MÁS ALLÁ DEL AMOR

Amor es transparencia: y yo quiero. Es ofrenda de hondurasdo mis ojos son vientoy tu alma es remanso:unos dedos sin hielremodelando el agua.

Lo que quieroes pasar como un álamopensativo, midiendoel cielo que refugiatu corriente. Agua y cielo:ambición infinitade cristales sedientos, por vacíos.Como el álamo trémuloremando en tu corriente:apenas pez, sí vuelo,promesas de canciónciega, cera en mis dedos.

Yo buscaré un brochazode luz sin reverberospara tus ojos blandos,donde anide el deseosin turbar su horizonte.Es que yo no me atrevoa remar en tus ojosvacíos, el estrecho

cauce de la distanciasin antorcha: no quieroque se quiebre en mis manostu frágil pensamiento.

Remaré:la lumbre orilla el vértigo.Tu alma tan desvalida de recuerdosalfombra el ritmo jovendel propio pensamiento.

Por eso siempre quisecaminar yo tan lejospor la ruta sin polvo de tu sueño,do las lágrimas no se hacenbarro al besar el suelo,ni la risa al volar se haga fuego.

Amor es transparencia: y yo quiero…

Hacer nido de lucesen el dolor ajenoes modelar distancias con los dedos.

Yo le pediré a Diosque no limpie el sendero,

194

que hay un rumor de espinassiempre acechando al vuelo.

XXXIV. SAUCES INMÓVILES

Cae la tarde. Miradla tarde: que va vencida la tarde.Como lluvia de pétalos implumespoco a poco se caen de su carnenegros presentimientos,despeñándose por todos los mares.

Del desolado corretear del agua,desgarrada por sus propios cristales,¡qué temblor de mariposas inmóvilesnievan ya sobre mi frente los árboles¡Cerca de mí y donde acaban mis ojosel camino lo señalan los saucesy un perfil de añoranzas imposiblesabre a mi ser un fatídico caucede sonrientes retoños de mi espírituahogado en sangre.Allá están: amortajando el silencio,mimo y candor de su dolor cantante,saliendo de las pupilas del aguapara dar mis tinieblas exangüesun vigor que no cabe por mis ojos.

Yo no quiero a esos saucesni a su virus de ser embriagadora.Yo no quiero a esos sauces tan sensualesni su eterno placer del sufrimientoque escupen al rostro hálitos acresde dolores rebeldesque buscan el corazón de mi carne.

Pero aunque no lo quieran,aunque sigan devorando mi sangre,no iré a pastar mi sed de amplios azuleslo mismo que las águilas caudales,y el corazón será un mármol benévolopara el buril de mi altos afanes.Será una siembra de blancas inquietu-descon promesas de lirios verticales.Bajo el puente quebró su sencillezel agua: yo la he visto levantarsecon un vuelo ideal sin lontananzas,eternamente inmóvil y distante.Equilibrio en sazón, como una fuenteque manara el amor eternidadesy anclara en tierra familiar y propiamis tibias raíces primaverales.

¡La tarde, que va vencida la tarde!¿Llevará hasta las playas el olvido

195

el remanso del alma interrogante,o ante un altar de mil acantiladossu fracaso, su tributo de sangre?

Yo seguiré aquí luchando sin treguacontra el insulto inmóvil de los sauces,mientras se deja la tarde en mis manossus cenizas dudosas al marcharse.

Vincent Van Gogh, sauces a la puesta del sol, 1888. Óleo sobre cartón (www.ciudaddelapintura.org)

S E C C I Ó N 5

UNA SOMBRA EN EL CAMINO 1942-1950

196

197

Cuesta mucho acarrearla vida por los caminos,alzar la pasión anónimaa hombros de tantas cruces,ni el grito de las entrañasen tan gruesa algarabía.

¿Quiénes sabrán que he vividoentre la tierra que pisoy el cielo que me levanta?

Ni una huella, ni una lápida,para rescatar del polvoa un náufrago del olvido.

Entre mi tumba y la historia,un guarismo de estadísticaapenas se dejó atrás una sombra en el camino.

I. PERO YO NO

Que nadie me llame poeta¿Quién ha dicho que ya se han mojado mis labiosdel casto dolor de la vida?

Poeta…Las cosa que fingieron un sitio en mi carnesí que han cantado,y me han ido empujando a lo largo del camino,como un verso a medio hacer, desorientado y fatigoso,

198

como una cruz fugitiva de algún cementerio de formas,como un árbol desnudo y gesticulante,en carne viva,donde restallan implacables los rayos del soly se escarchan sin ruido las sombras de la noche.

No he sabido acomodar mi gavilla de vocesen un huerto cercano y tranquilo,y esa canción presentida que me estaba esperandopartirá sin mí mismo a esconderse entre bandadas de pájaros.Y me volveré a quedar solo y vencido,lamiéndome las heridas de mi propia esterilidadsin peldaños,sin el escozor fugaz de un vuelo en lontananza,ni el remanso terapéutico de una noche embalsamada.

Yo sólo. Y el amor que se enredó en el camino.Esa dimensión que le falta a mis ojos y a mi vozse avergüenza en el espejo equivocado del recuerdo,desgranado un rosario de impotencias.Como dos caminos que nunca llegaron a enlazarse,como dos estrellas que jamás se miraron a los ojos,como dos deseos niños nacieron muertos.Y era un camino para dos que ninguno había pisado.

He sentido el doliente placer de mi engaño,he bebido la inhóspita hiel del deseo incoherente;pero no he recogido ladrillos bastantespara hacerme una canción y romperse una cadena.Que nadie los llame versos.Mis brazos llegaron cargados, pero sólo de escombros:

199

amargas cicatrices que cayeron de mi carne,sin hallar el suelo amigo de un fresco lamentopara mirar cara a cara a las estrellas.Más allá de la noche,eran las cenizas las que iban cantando…

Pero yo no.

II. DE PROFUNDIS

Tú solo y yo, Dios mío…y este corazón trashumante que llega cansado.

¿Quién si no lo podría saber?¿Quién ha llegado a encontrarse conmigo algún día,y en alguna parte?¿Quién se atrevería a jurarme mi propia existencia,que ha encontrado en mi ser un surco practicable,para enterrar la caricia caliente de una lágrima?Porque acaso sólo soy un intento fugaz de lo que pudoSer, y no ha querido:siempre con su miedo a cuestas,ese miedo abisal de rasgar la corteza de espinasque sofoca la sed sin sextante del fondo de un ser,que pudiera ser mío.

Una jauría de pensamientos informesamortaja mi sien con la sábana helada de la duda.Para llegar hasta Ti, Señor,mi alma ha combatido, se ha arrastrado por el polvo.Y mientras pasaban sobre mí,

200

las cosas que aroman, sin marcharle, el río de los tiempos,han ido escupiendo en mis trémulos huesos caídosel fango de mi propia miseria sin alas.

Pero ya no me importa, Señor.Aunque se sigan hundiendo mis piesen la ciénaga de mi propia inconsistencia,aunque inciertas polvaredas humeantesse devoren la sangre caliente que señala mis heridas,aunque en mi frente restallenlas hojas heladas de todos los otoños,o chapotee en mi carne la lumbre de todas las estrellas,aunque mi propio amanecer y sepulturase salgan al encuentro, vaciando mis días de tiempo…… yo subiré hasta Ti, Señor.Subiré lamento a lamento,hundiendo mis dedos temerososen las grietas de mi podre humanidad desvencijada.

No me importa que se siga enfangando en las sombrasel implume turbión de mis sueños más nuevos.No me importa que el negro carbón del fracasocontinúe quemando mis labios, yermos de saliva y de voz.Ni que mis pasos cabalguen entre dos vacíos,ni que mis dedos crujan de aristas y hendiduras,ni que a mi voz no le queden en su aljabalágrimas para hacer transparente mi mirada.Porque yo sé, Señor, que nunca es tardepara subir hasta Ti.

Pero Tú solo, Señor, Tú solo.Tú solo frente a mí,

201

Levantado como cruz de una espada sin filo,o tendido como espada de una cruz sin tormento.

Porque mi corazón ya ha llorado.

III. MÁS ALLÁ DE TUS OJOS

Yo te querré siempre,pero tus ojos son sólo camino.

Esa estrella fugaz,que acaso jamás ha enturbiadoel hueco de tu voz,apagaría de un soplo ese bello poema, no escrito,pero que va armonizando de floresla escondida intimidad de nuestros pasos.Frente a un cercano horizonte, dudoso y agresivo,yo busco el diafragma de tus ojos inmóviles.

Yo te querré siempre,pero temo aferrarme al brocal sin espinasde tu mirada reconfortante:voy de camino.Te quiero tan sólo cristal, que el cristal tiene siempreuna elocuencia lejana y luminosade un fingido sueño imposible,que pudiera de improviso empezar a cantar.

Ya sabes que voy de vuelo,sin alforjas ni equipaje, casi sólo pensamiento.Lo sabe bien el cristal:

202

por ello calla y se ahonda,y se repite a sí mismo, sin temblor ni reverbero,para dar a cada cosa su presencia y su distancia.Su elocuencia es no ser,su presencia es un cauce luminosodonde ni el polvo ni la espinahan posado su duda sobre el suelo.

Yo te querré siempre:Pero déjame pasar, que no quieroenturbiar el cristal de tus ojos sin tiempo.

IV. SOLEDAD Detrás de mis ojos cartujos,la soledad se adelgaza como un frescor azul.

Han pasado primero la sombra y el ecocon su estoica herida de ciprés.Y el llanto, esperando verter su dolor contenidoen el cauce sin nombre de la nada.Sobre mi carne desamparadala soledad se alargaba en latido interminablevacilando entre el dolor y la existencia.

Para llegar a sus piesni siquiera he traído el silencio y la angustia.Me siento desparramado y vacío,mientras las cosas me contemplan hambrientas,poniendo a rodar su propia contingenciacomo un insulto desdeñoso y humillante.

203

Yo no sé lo que es: apenas un nombre.No me lo ha dicho nadie.La carreta de mi ser, abarrotada de amores desvencijados,rechina alma adentro,y las cosas se han ido escapando de mis ojosa posarse como pájaros enlutadosal borde de la noche inédita.

Por aquí pasó la voz y el deseo,pero apenas si dejó sobre mis dedossu molde impreciso, trepidante y vengativo,y el alma sin corteza bajo la carne inestrenadale duelen los hondos temblores del vuelo interrumpido.No me lo ha dicho nadie:ni las cenizas de mi sueño en desbandada,que choca convulso despertar contra la dura tierra,ni el remanso de la luz inexploradaque me espera bajo la losa indescifrable de mi ser.

He tendido mis brazos explorando las sombrasy un vacío azulado ha afilado mis sienescon el grito herido de todas las esencias.¿Tendrá el espíritu en mi carne sitio bastante?¿Habrá en la tierra espacio para amarrar mi barco?

¡Porque me siento tan bien así!Es el lugar donde han puesto mi casa;pero yo le he hecho mío,aprendiendo los compases de todas las estrellas.No me importa que hierva la distancia detrás de mis ojos,

204

ni que una música lejana de espinasrestalle en la marea de mis propios pensamientos.

Desde un día cualquiera, en que de pronto,se enredaron mis sueños en la rosa de los vientos,y mi angustia se alzó de puntillas, como un árbol,sacudido de espasmos verticales.La noche está cerca, al alcance de la mano,y se pueden señalar con los dedoslos contornos del rumor y del misterio.Tinieblas amigas, disfrazadas de silencio,rezumando un regusto de brocales y de cumbres,que descorren imprevistos ventanalesy que ponen en pie las raíces más hondas del ser.

Alexej Von Jawlensky, Soledad (www.ciudaddelapintura.org)

205

Soledad, nombre sin nombrede una inquieta actitud frente a mí mismo.Te quiero así:sin un dedo traidor que me vaya señalandolo que es ya recuerdo o todavía no es ni un sueño.

V. BENDITA TU, LA TIERRA

Bendita tu, la tierra.

Te conozco bien,tierra blanda y sonora donde el pecho arrepentidoha sentido el caliente rumor de la sangre.Tierra hirviente y vengadora,donde el alma enlodada del camino,ha sentido el crujir de su propia rebeldía.

Palpitaste desde siempre tan cercana,que por eso te comprendo.y apretando contra ti firmemente mis pasoshe sentido incesante subir por mis huesosel frío vital de mi nada,que latió entre tus dedos exánimeantes que su soplo animase mi sangre.Y ese algo de mí que no sufre,Que nunca aprendiera a llorar;y ese oscuro amanecer incesanteque convulsiona la espiral del recuerdo,

206

estará en pie, frente a mí,cuando el sueño se deshilache en un polvo de siglos,que el dolor ya no pueda hilvanar con su rueca.

Te conozco bien,tierra mía, donde piso,tierra que pisas la nada, ya hecha imposible,sobre mis sienes que han jugado a vivir.Tierra que puede amasarse con lágrimasy tierra que puede acercarse a beberlas.

Y cuando la inmóvil eternidad recojalas espumas de las olas del tiempo,un vuelo necesitará tu huella,para sentirse sin peso y sin alas,sumergido en la esencia de todas las cosas.

Tierra mía, donde piso,que creíste ser ficción.

VI. CORAZÓN PEREGRINO

Corazón peregrino,Canta porque has llorado.

Un castigo inflexible de espinasHa quebrado el cristal de mis ojos tan blandos,por aquellos caminos del alma enlutados,que nunca pudieron besar mis palabras.Y era la última ilusión que me quedaba sin gastar,la que iba marchando gota a gota,

207

dejándome el fatal testamentode asomarme al brocal enfangado de mis ocres pensamientos.

Tengo miedo por ti, corazón,Condenado a remar en mi cuerpo cansado,sin aguja ni sextante, sin estrellas,sorteando la penosa marejada,de un recuerdo en rebeldía, que no quiere ser recuerdo.

Corazón peregrino,canta porque has llorado.El dolor de las cosas que se infectó en mi sangre,pasó como un alud sobre mis ojos náufragos.Dejó sobre mi frentecenizas turbias y humeantes.Pero ha pasado.

Como versos sin cuerpo volarán ya mis ojoshuyendo del propio reflejo enemigo.

VII. NO TE DETENGAS, AMOR

No te detengas, amor, ante mi puerta:no tengo miedo.

Ya bajaste otra vez a besar mi frente,cuando eras niño:encendiste mi antorcha de lumbres imposibles,y mis ojos te entregaron el azul del cielo,y la rosa, y el cedro, y los trigales, y el mar,en ofrenda total de un alma arrodillada y sin ventanas.

208

Cuando eras niños,y entre tu luz devastadora y la distancia interminabletan sólo anidaba la brisa y el ensueño.

¿Qué sabía en aquellos tiempos mi corazón sin días,qué sabía de ti? ¿Qué sabía de la luz y de la noche, y del éxtasis y el vacío,persiguiéndose implacables bajo mi propia envoltura?

La vida ha dejado a mi almala herencia de espinas de mis ojos cansados,y a mi antorcha vacilante e introvertidale basta el girón del claridad incombustible,que humea del seno de todas las cosas.

No te detengas, amor:tú te sabes muy bien lo que la noche te echa de menos,pero no que el día te teme.Y por eso mis manos aprietan convulsas las llavesde todos los caminos del alma,donde siguen sangrando las cruces de viejos via crucis,que le siguen dictando al corazón en su asiloviejos estertores para la ansiedad cautiva.Déjale que se siga gritándose a sí mismosu triste salmodia de fracaso.

Cuando eras niño,el frío temblor de tus manos cruelesha jugado con la lumbre que estaba amaneciendo en mi alma;para la sed inagotable de mis ojos cansados,le basta por hoy a mi alma

209

el azul de los aires lejanos,y la rosa, y el cedro, y los trigales, y el mar,que robaste en otro tiempo a mis ojos.

VIII. MESETA DORMIDA

Un crepúsculo escueto.Y allá abajo, la distancia en barbechose entrega a la tiranía inevitable de la sugestión.Es un reino voraz, apremiante y desnudo,que se tiende arrollador sobre las esencias de las cosas.Cadáveres gesticulantesse precipitan por las hondas cavernas del espíritu.

A lo largo de la cañada se despereza el río,aniñando su ficción de lontananzas y horizontes.Sobre la tortura del agua perdiendo su prisa,el ábrego remansa con fatigala reflexión de un viejo temblor en busca de calma,que cede su sensación y su presenciaal equilibrio sosegado de las cosas.La intimidad incontenible explota patenteY se alarga interminable en resueltas vibracionesde frágil cantería y proyección alada.

El sentido se ha hallado de repente vacío de formas,bogando sin sentido en un estanque de ausencias,que apenas dejaron un eco enguatado de sombras.Y en medio de su cuadriga sin alas,se ha encontrado otra vez desnuda y solitaria,desgranando retrospectivos presentimientos

210

persiguiendo el infinito, a tientas,en el bogar de una alondra que se lleva el agua.

IX. LA NOCHE

Tú eres la noche,recién llegada a mis manos congelada y desnuda.Tu nombre, un vacío opaco de color del olvido,la distancia el caudal de un errático pensamientoque hubiera bebido a la tierra su propia inconsistencia.Una estrella acarrea el fatigoso silenciocomo si buscara a tientas su olvidado azimut.

Una lenta invasión de soledadesSe me ha ido infiltrando hasta el fondo de los huesos.Y esa loca procesión que se ha ido escapando de mis ojosperseguida por los rotos destellos de la luz hecha pedazosha dejado entre mis dedos cenizas amargas,sin derecho a encontrar en mi frente cementerio.Tal vez sea el latido vital que aún no ha sonadoentre mi paso olvidado y su sombra,en ese oscuro confín entre la noche y mi esencia,que yo no he encontrado todavía.

He salido angustiado a buscarlo.Tal vez en la creencia marejada de mi propio silencio,que yo siento engrosarse entre mis dedos,acierte a engranar esta rueda alocada de mis ser.Hasta que la noche se vaya rompiendo,y luceros curiosos monten su guardia

211

sobre el túmulo informe donde esconde el cansado pensamientosu ilusión perdida de colocar su vuelodonde apenas si caben la sombra y el eco.

Y ese apretado recuerdo inoportuno,que quiso vestirse a mis ojos de jugosa soledad,se ha quedado martilleando en la calmaal borde mismo del cristal y del silencio,sin llegar a construirlo ni a romperlo.

Allí donde el cristal empieza.Allí donde el silencio no quiere acabar

X. SINGLADURA

Hoy, como ayer, mi vida es volver.Volver a caminar sobre mi propia ausencia.La soledad de mi sangre sin cancionesse ha abatido sobre mí como una sombra de plomo,con esa amenaza de incendios de las nubes roncasque vomitan sus odios a la tierra.A solas consigo misma está el alma, y con el peso de las olas del recuerdo,que golpean con la espuma insultante del fracasosobre el malecón sin signos de mis ojos.¿Qué bajeles, con flete amores ignotos,anclarán las mañanas sus labios oferentesen la costra huidiza de mis sueños?En su ojos cargados de promesasno podrán ya posarse los míos, acosadospor sus negras clámides de olvido.

212

A solas, con el cielo y el mar. Y la última saeta de mi aljaba,enhebrada con la sangre de un deseo,que se ha hecho en adelante imposible,van buscando una a una a las estrellas,bajo la sombra indecisa del agua.

Aguas mullidas del mar, o acaso hipócritas,donde la luz se ha hecho una almohada de espumas,o acaso un potro de cardos,yo no sé de vosotras casi nada.Pero no me ha quedado otra cosa,que asomarme al brocal rumoroso de tus oros marchitosy abrevarme de escarchas que apaguen mi ser incendiado.

Y siempre estarás calibrando la dimensión de mis ojos,aunque se rompan sus últimos filos en las duras tinieblas.

XI. TORMENTA EN LA NOCHE

Ese relámpago que ha encendido su antorchaen la lumbre de todas las estrellasse ha marchado sin pasar por mis ojos.

¡Pero me encuentro tan bien en este estanque!Con todos mis vagones desarticuladosen una vía muerta.En este rincón olvidado de la noche y el día,se siente el latido del alma enclaustradaen el frío corazón de las tinieblas.

213

Yo me alzaba de puntillas,noche amiga, discreta, gentil, conversadora,y mi frente llegaba a levantarse hasta tu frentey apenas distinguía mis latidos de los tuyos.Pero ahora te me están rompiendo a pedazos,y se pulverizan contra los acantilados de mis sieneslas olas de tu rostro descompuesto.Me pregunto si tus ojos asustadoshan hallado su cálida sábana de acero,para colocar el fragor de una arrogante descarga.

Has dejado entre mis dedos una nueva tareay todo mi ser se ha ido haciendo un pentagrama vacío,una exigente prisión horizontal y dolorida,que reclama las notas ardientesde una tétrica sinfonía de venganzas irredentas,que descarnen la costra de mis viejos espejismos.Ya los puedo señalar uno a uno con mis dedos:aquí el dolor que me espera,allá el temblor de una dichaque nunca logrará rastrear el dintel de mi sangre;aquí el viento y el mar,allá la sima y el vértigo,y sobre ellos posándose polvaredas asfixiantes,que en los remos cansados chapotean a ciegas,fatigosamente.

Pero la noche es un cofre sellado,un camino interminable; inexplorado, y hasta virgen.Ya estoy viendo, horadando su frente,cómo un lucero caminante deslíe

214

el interrogante gris de su carrera imprecisaque permite a la noche empezar a palparse su cuerpo.Está ya de nuevo muy dentro de mí:un pausado aluvión de corceles de ébanose desmelena en mi espíritu.Está ya muy dentro,donde el eco se aventura penosamentea dar sombra a la voz y huella al pensamiento.

Hasta que caiga, desvencijado y roto,ese temblor,que ha enlutado interminablemente el semblante de la nochecon el odio de todos los rencores,seguirán empujando las estrellassu inagotable nostalgia de extraviados platinos.

Rembrandt, Paisaje con tormenta (www.ciudaddelapintura.org)

215

Llorará la luna,mientras busca en un espejo su imagen perdida,llorarán los espacios olvidados,encendiendo un recuerdo tembloroso de frágiles cristales,llorarán las entrañas del alma,hasta que vuelvan a saber lo que sombra o pensamiento,lo que es que cielo inexplorado o abismo sabido de escombros,donde están los caminos que llevan al día,los laberintos que clausuran las puertas de la noche.

Y yo estaré esperando siempre:hasta que mis pies se afiancen en el suelo,definitivamente,hasta que rescate mis brazos fatigadosde luchar contra el viento y la escarcha…

Hasta que mis ojos encuentren en la nocheun lugar para todas las estrellas.

XII. MÁS ALLÁ TODAVÍA

Ha chirriado la ciega veleta de mi sangre,y la luz de las estrellas continúa brincando en mis ojos.Como un sollozo interminable y prematuro,que aún no ha sido enjugado por la esponja del misterio.En este azulado pleamar, casi metálico,que arropa con desgana las heridas de la noche,mi rumbo se sacude ilusionadamenteese enjambre de estrellas vociferantesque cayeron desplomadas y exigentessobre el tenso y anémico estanque de mi ser.

216

Y una inmóvil inquietud petrificada,se me rizó de un hervor de interrogantes.

¡Me encontré de repente tan lejos de vosotros,tan lejos de la noche y del ruido y de la escarcha,tan lejos de mí mismo¡Como si el río horizontal del pensamientose me hubiera levantado de piécon un hondo estertor perpendicular.No quedaba ya a mi alma ningún miedo que probar,ningún sueño imposible que esconder de la noche.Pero acaso el más allá tiene un lugar.

Hay espacio en mi ser para otras cosas,y todo se me ha vuelto en mi cofre tan pequeñoque toda mi orfandad se quebró en presentimiento.Si, acaso más allá,me están mirando unos ojos equidistantes:ese fanal que adivino.Ese remanso inminente.

XIII. CON EL CORAZÓN A CUESTAS

En esta mañana, como de cristal,me he asomado a la incierta atalaya del alma,a otear horizontes lejanos, con el corazón al descubierto,y una flecha perdida se me ha clavado en las sienes.Hay gotas de sangre, mojadomi verso empezado.Y cristales quebrados,donde ya no consiguen medirse los ojos del alma,

217

afincando los remos mojados de un arduo sentimientoen la imprecisa realidad del sendero.

Señor, ¿por qué colocaste indefenso y modelable,en la torre agrietada y vulnerable de mi pecho,un corazón tan endeble?A fuerza de trepar el vacío de mi propia inconsistencia,se ha quedado de pie, como un álamo herido,a merced de los vientos.

Señor,¿y por qué con tus manos benditas tan cercanasLo moldeaste de cera (ni siquiera transparente),como ofrenda tendida en el lejano horizonte,casi sin caminos, apenas virgen,para que dancen sobre él los temblores de los otros,para que todos se me vaya alejando, alejando?

Pero solamente lo único mío,todo aquello que yo tengo:te lo traigo a tus pies porque quiere ser tuyo,porque se ha fatigado de mercase tan lejoslo que estaba escondido en la entraña más honda del alma.Calado hasta los ojos de tinieblas y escarcha,ceñida de frías espinas la blanda garganta,ya vuelvo vencido a arriar mis viejos caminos,y conmigo se llegan mis locos pensamientosa desplomarse en tu presencia,como oscuras bandadas de pájaros muertos.

218

Pisa, Señor, su sangre equivocadacon la blanda caricia de tus llagas calientes,y no temeré que me siga arrastrando río abajola implacable amenaza del olvido,como pétalos mustios de floresque yo en otros tiempos había regado con lágrimasen ese rincón de mi huerto que nadie sabía.

¿Por qué has encendido, Señor,en el fondo agridulce de mi propia inconsistenciaese ciego volcán de ansiedades?Porque ahora el abismo ha arrancado a mis manosel débil gobernalle de mi ser.Y ahora mis ojos se nublan de turbios lucerosy se enreda la rosa de los vientosen una maraña de voces que suben desde el mar.El torrente de mi sangre se ha estancadoy no encuentra su cauce vital, rectilíneo,hacia el piélago azul de sus viejos temblores.Y sin embargo,yo sé que está ahí, y que me espera.

Torrente o remanso: yo siempre he querido.Yo llevo adherido el amor a la piel como hiedra.Antes de haberme encontrado una imagen, ya amaba.Y ese amor que fue niño y fue joven,se me ha hecho con los años tan antiguo:

Tú lo sabes muy bien como todas las cosas:sabes que el viento refresca y devasta,sabes que el sol abrillanta y abrasa,

219

sabes que el mar acaricia y destruye…y que el amor, sonriendo, acuchilla.Sobre esta encrucijada indescifrable de mi pechoHunde, Señor, tu cetro, como cruz o como espada.

… Y lo que quieras, Señor, caricia o filo,pero déjame querer.Mi corazón, liberado para siempre,subirá sin cesar como suave marea que bañara tus pies,sin dejarse en el camino ni la rosa ni la espina.

XIV. PALABRAS, NO

Palabras, las que el viento lleva,yo no las quiero.Las que caen desfloradas y rotas sobre las piedras del caminoy las pisa al pasar el olvido…palabras de etiqueta, apuntaladas de almidón,donde retumba el vacío como un gong acostumbrado…las que hacen de puntillas con temor de mirarse en el espejo…las que tienen que servirse con frescor y agua de selz…palabras, siempre palabras.

Palabras recortadas con isódoma armonía,que se dijeron ungidas para convertirse en altar,y el altar se hizo de orosólo para los que puedan pagar.

Las que sólo tienen timbre para decirse al oído,y las que sólo se pueden gritar.

220

Y aquellas que nunca se hubieran declamado,si no existieran hombres que necesitan comer.

A donde llevaremos a los hombresque sólo tienen palabras que vender.Y a quienes nunca tuvieron otra cosa que comprar.

Palabras que el viento se lleva.Toda la humanidad se está enterrandoen un cementerio interminable de palabras.

XV. ITINERARIO RITUAL

Yo no sé si podré edificarme algún díala pincelada transparente donde quepa yo entero,ni ese cauce vertical por donde el almasalga a bañar de reflejos su intuición apremiante,que grita en mi ser empapada de formas vacías.El canon y el ritmose me escapa entre las grietas de ignotos tembloresdonde palpitan lacerantes levaduras de asombro.Acaso las cosas no eran tan sólo gravedad y mediday tengan sus poros colmados de cargas divinas,donde ya las palabras no tienen cabida.Palabras sin brazos para asirse los nombres,intentos arrogantes que se rompen en dudosos reflejos,golpeados por todas las piedras de la rutay dejando colmados los surcosde cenizas dolorosas e imponentes.Sin embargo unas voces sin cuerpome suben del fondo del ser llamando a mi puerta

221

como un enjambre de mariposas prisionerasen la cárcel de cristal del pensamiento:como arpones de fuego me abrasaesa angustia de decires crucificada en el alma.Y hablaré.Fatigosamente.La palabra será como incienso atormentado,que refresque como niebla vespertinael torrente inevitable de mi sangre alborotada.

Y yo soy así me lo he soñado al alzarme grada a grada,con el alama toda en vilo suspendida en el abismo,hacia el altar de Quien hace florecer mi juventud.Me acabáis de acompañar hasta el umbral;a vosotros, cabalgando las distancias,os quedaron todavía casi todos los caminos,por donde quiere llevaros el rito de la sangre.

Pero aun estáis pisando una tierra sagrada y sangrientaque ha sentido el aleteo del Espíritucomo un ungüento refrescante e irresistible.Me estáis mirando, pero en pié,con los ojos encendidos de un presagio incomprensiblebruñidos de la calma de un azul petrificadodonde han ido colocándose encendidasblancas y rectas liturgias simbólicas.También vosotros seguís avanzando:sois como una cruz bien plantada en el suelo,que se desprende de su sombra pegada a la tierray se viste de carne arrepentida y trepadora:más caliente que la paja del establo,

222

y más acogedora que los brazos que se alzaron en el Gólgota,torturadas por durezas rectilíneas de un ocaso.

Pero ahora hay un paso que debo dar solo,un grada de altar que sólo se mide con simas de abismos.Mis pies se han cargado de viejos recuerdos y vértigos nuevos,pero no han vacilado,porque el alma está en pié,y el corazón navegando sobre abismos equidistantes,donde el polvo ya no grita y el cielo ya contesta.La boca está abrumada de armonías por volar,como espasmo de tierra enamoradaque se me quisiera poner a volar,como ofrenda de palomas mensajerasreflejando en mil espejos la figura del Espíritu.

Y el alma se ha hecho luz perfumada y sonora,carne de cincel,que se viste de trompetas imperiosas reduciendo a silencio los muros espesoscon que el alma se abrigó para salir a la intemperie.No me importa que vosotros vengáis a asomarosal brocal sin escamas de mi cuerpo transparente,soslayado de deslumbres interiores:vuestros ojos liberados de cortinas espinosasungirán vuestro gozo de promesas.

De repente el corazón se ha quedado sin latido,y la sangre se ha apretado como un muro de impotencia:pero ya chorreaba la sangre por mis dedos,congelados de un dolor interminable y cósmico,

223

y mis manos ateridas por un hambre universal y antiguo,se cargaban de un relámpago de oros candeales.Y mis ojos se han hundido desplomados,remando en la sombra como pájaros heridos,sobre el césped asombrado de mis manos oferentes.Sólo un atisbo de intuidas transparenciaslevanta con fe mi bordón de peregrino,para caer de rodillas en el puerto del deseo incomprensible.

Yo quisiera saber revestir de lirismos calienteseste momento único e interminable:que se quedan allá lejos mis ojos sedientosanclados para siempre en la luz del misterio.Y yo siempre quisiera volver a buscarlos,cuando en la tierra que pise el corazón caminantese encienda como lánguidas flores de oscuro deseos.

Yo sé que vosotros seguiréis ahí todavía, acampando la ardiente esperanza en los mismos umbrales,acaso con el pie en el vacío en vigilia de vuelo,acaso velando la vieja ansiedad cristalizaday limándoos duras aristas de distancia.

Pero todo llegará, yo lo sé.Centenares de manos igual que las mías,con más sangre, o más barro, o más tinta, o más cánones,os tienden sus manos ungidas del lado de allá.

(En la mañana de mi ordenación)

224

XVI. DESDE ESE INSTANTE FUGAZ

El día se me escapa de camino a las montañas:me he dejado abandonado ante umbrales sin puertas,preguntándole a los vientos que me indiquen un caminoy que griten en él las hojarascas,que él arranca en los crepúsculos de los árboles cansados.No me importa a dónde vaya, o desde dónde;porque acaso ese oculto temblor aromado de distancias,que no ha querido salirse enteramente de mis ojos,le ponga algún nombre.

Y hasta aquí he llegado con mí ser en las espaldas,cargado de distancias infinitas,a palparme los cansados engranajes de mi carne.Es la vida que vuelve a girar con los viejos remolinosEmpujada hasta el fondo de antiguas zozobras familiares.Me he perdido en mí mismo, meditantepero el corazón continúa asomado a la atalaya,y en los brazos tardíos del meridianoha abierto su cáliz sereno la flor de un instante de oro,para que el alma se siga mirandoen el espejo encantado del misterio.Ni tan lejos que el corazón no lo atisbe,ni tan cerca que mis manos lo puedan agarrar.Pero solo, frente a mí,como si tuviera algún cuerpo,como si estuviera desprovisto de carne.

¡Quién pudiera volverse una estrella inmutable,que estuviera cayendo gota a gota

225

deteniendo el naufragio capital e irremisiblecon que el tiempo se va deshaciendo en momentos vencidos!

Oh, si el tiempo pudiera dejarme olvidado,bebiendo inmutable las tersas y espesas hondurasque alzaban al cielo los brazosde aquel instante.

XVII. SALMO INEVITABLE

No me importa, Señor.No me importa que mis ojos peregrinen vacíos de Ti,por el páramo helado, donde sólo florece el deseo.Tú bien sabes que conservo todavía,penosamente viva en el dosel de mi pechouna tea encendida en otros tiempos del fulgor de tu mirada.Ni se te oculta tampoco,que el esquife tan endeble de mi frágil corazón,que no tiene otras velas que el temblor y el sentimiento,puede aún naufragar en cualquier parte.Y por eso, Señor, por esto tiemblo.Por eso, cuando cruje la maroma que yo até donde dijiste,me apresuro a temblar la guitarra ritual de otros días,en cuyas cuerdas mis viejos temblores se hacían plegaria.Yo bien sé que tu dedo me dirá como entonces,Dónde tengo que guardarte cada lágrima.

¿Pero qué podrá saber de Ti, Señoresta sed inagotable de lejanas transparencias?

226

Apenas si te he vistoen el turbio remanso de algún sueño arrepentido,cuando sentía golpear sobre mi carnela maldición de las cosas, defraudadas.Sólo te he visto en mi afán… pero me basta,y mis pensamientos mejores, como ciervos torturados,ya se saben el sendero de las aguas escondidas:se lo ha dicho el mediodía y las estrellas,cuando bajan sus temblores a embriagarse de castas espumas,para dar a su sed un blando lecho nupcial de cristales.

Mas no puede evitarlo:bajo la sombra extraviada de mi frentey en el cauce de mis labios que persiguen a las formas,hay capullos de rosa que el sol no ha encontrado todavía.Y por eso, mi canción es un lamento interminable,una rúbrica de sangre siempre frescasobre el joven pergamino de mi carne temblorosa.Y no tengo otra salida que llegarme de nuevo hasta Ti,Señor de mis días y pastor de mis noches,arrastrando mis flores marchitas, desnudas de aroma color,con un hambre tan honda de sol.Porque Tú eres quien sigues abriendo las puertas,a la luz peregrina que baja cada día del monte,transportando a cuestas la gota de rociócon que sueñan las rosas para su nocturno estival.

Pero Tú eres testigo, Señor, de que aún estoy vivo, con soles y lunas en mí que descontar;que aún no está envenenado mi ser del vacío irremediable,que mi alma clavada en la cruz indescifrada de la distancia

227

le queda aceite todavía que mezclar con su sangre y sus lágrimas.Aún la tierra olvidada resuena de tardos tambores:son mis pasos que vacilan y se agarran a las piedras,y la pequeña canción que defiendo de la resaca de la noche,y tantos olvidados deseos inconfesablesque pueden encenderse todavía en altares más blancos.

Y no estoy sólo:quedan huellas calientes que pisar en lontananza,y manos que estrechar en los recodos,y a los gritos que trasudan de mis huesos fatigadosse encaraman los lamentos de los otros.Es por eso que mi voz se ha hecho tan fuerte,porque se carga del clamor de los demás.

Tú lo sabes muy bien, Señor:desde el malecón sacudido de mi pechoya ha partido la galera que se lleva el pensamiento,más allá de la corteza que encadena mi nada,hacia las aguas tranquilas donde flota tu sonrisa.

XVIII. RAYO DE LUZ

Hasta en el mismo corazón de la noche, que acuchillan los gallos,estaba escrita la vieja ficción que quería ocultarme.Ya se ve que la sombra no era un color, ni la noche un camino,que era sólo una inmensa pupila vacíadonde quiso la tierra enterrar su costal de sollozos,una angustia tan antigua e interminable,que el espeso sabor de la sangre se va haciendo nausea.Pero ya viene el rey, descubriendo las sendas que todos sabíamos.

228

Se presiente en el fondo del alma y tras las montañas, donde llena de nuevas saetas sus viejos carcajes.

Todos quieren asomarse para verte,cuando apagues tus fraguas lejanas y bajes de los montes,desatando en la tierra indecisa su misterio de pretensiones fallidas.Rayo estricto del sol, dorado y frágil como el vidrio aún tierno,inflexible como torrente de transparencias metalúrgicas,que ha aprendido a hacer música, color y arquitecturade una realidad que está apenas presente,mendigando un lugar en el espacio y un verso en poema.Te quiero blando, gozoso y transparente,presagio de ternuras verdaderas, y eternamenteasomado al brocal sin azucenas que he cercado con mi pluma.Te quiero mío.

Y ahora el misterio se ensancha, cada vez más espeso y profundo:se va haciendo materia y temblor en sus manos doradas y fabriles.Sobre el alborozo insospechado de mi sueño estremecidohay un hada con los ojos transparentes que coloca pieza a piezalos relieves y temblores de un castillo minucioso,desmesurado,devolviendo a los pájaros perdidos olvidados escondrijos.Y tendrán que irse las cosas encontrándose su sitio:ya se sienten a los álamos incendiar sus desnudeces en el río,y a los pinos en los montes perfumarse de aromas antiguos,y un galope de sonidos y reflejos se van desperezando,y un arpegio de colores se redimen del olvido dolorosoempujando con sus manos las dimensiones del espacio y del tiempo.

El destino está ahí, con su vieja tarea pendiente,y sus dedos acarician con amor la ternura del capullo presentido.

229

La vuelve a enseñar a cada hoja, como siempre,a levantar hasta el cielo su caudal de rituales reflejos,y asomarse a cada flor a su alcázar de ensueño,para gritarles a los vientospor dónde tendrán que venir alborotando las viejas promesas.

El cielo le ha entregado al infinito nuevamentesu carga abrumadora de profundidades azules,y alzándose sobre el pódium de la distancia recuperada,un dorado latido de vida ha estallado con los ojos abiertos.Alguno se dirá que es la luna que ha vuelto su espalda,Pero las cosas se saben muy bien es que la voz taumatúrgica,que llama al trabajo sus relojes en hora,desliando la maraña de sus ritmos dormidos.

Y siempre será de esta forma, cada díaes el sol que madruga a dar cuerpo a ese fiat eterno e inefable,que se proyecta como un blando rocío redentor e implacablesobre esa fuga insistente de la realidad de las cosas.

XIX. MÁS ACÁ DEL OLVIDO

Yo no creo que fueran tan sólounas pocas palabraslas que han ido llenando las distanciasque se llevan dos caminos,donde dejan nuestros pies unos polvos recogidosen la misma encrucijada.Es difícil que se pierdan de vista,que nunca pudieron cruzarseperpendicularmente.

230

El olvido fue siempre una palabra difícilpara medir un temblor imposibleque estrenaba una carne temprana.Y por eso, de nuevo,en la quieta ansiedad del alma adormecidaalgo de mí se me ha puesto en pie.

No es menester que yo te lo diga,ni que tú lo sueñes:pero un aroma de flores lejanasestá temblando en mis manos vacías:crujen a mis pies las lejanías perdidasu una mano enguatadame está construyendo de un sueño olvidado,un pedazo de ti en el fondo del alma.Es inútil que lo niegue, y tú lo sabes:en el brocal de mi sangrese ha mojado mi voz de limpios quereres.Ella sabe lo que quiere: por eso canta.Y ese cantar en mis manosse me ha hecho un incienso con ruta de vuelo.

Tendré que amarrar con mis dedosel corazón en su sitio.Pero es bueno sentirle perfumadocon la ceniza caliente de unos viejos querereslimpios de tierra.

Nunca cabrá la montañaentre tu camino y el mío:pero es mejor que se enlacen arribadonde enredan sus giros las estrellas.

231

XX. MISIÓN INTERMINABLE

La Palabra de Dios, apremiante y blandase ha desplomado sobre mí con tiralíneas de águila caudal,y me he sentido vaciado de todas mis palabrasque caían desvencijadas y rotas en la sombra del camino.Yo quisiera recogerlas una a una,como cantos de acarreo para hacerme un altar,donde el alma se quemase silenciosa como incienso,señalando el camino inevitable,por donde Dios solía bajar de la montaña inaccesible.Saulo de Tarso el gigante, y allá abajo Javier… y Damián.Pasaron como titanes con brazadas de fuegoIncendiando los caminos olvidados con cenizas inquietantes.Y tras ellos resonaba una música de cadenas destrenzadas,que los hombres se guardaban en su alforja,para hundirlas como un ancla en los brocales infinitosen que cayeron de bruces como pájaros sedientos.

La misión es una herencia dolorosa e interminable.Me ha caído en los surcos del alma, sin saberlo,como punzante semilla de escondidos resplandores,que quieren fabricarse su cuerpo de carnes intactas,poco menos que un arcángel recogido de la tierra,que pudiera dejarse su sombra perdida por todos los caminos:pájaro azul, incansable,que sabe medirse su vuelo y su trino con la misma palabra,que sabe poner un andamio, en fatigoso equilibrio,a la tercera dimensión de las cosas errantes,que a ras de tierra se miran tan planas y chatas: vacías.

232

Saulo de Tarso, el gigante, y allá abajo Javier… o Damián:son ya historia, pero historia caliente y consagrada,vigorosos titanes interrumpidos,cuando daban la medida de oras tantas ocultas esperanzas.

Yo también quiero hallar un futuro de atleta caído en la brecha,con temblor de promesas en flor encendido en el pecho,y un regusto en los labios de azules calientesy una carne transida de ofrendas vitalesque tender en el suelo para que todos la vayan pisando,como el solo camino que lleva a alguna parte.Tú me habrás ayudado, Señor,Y ni una vena, ni un tendón, ni un pensamientose habrán desplomado más allá del arcén.Pero nada se me habrá quebrado dentro,cuando mis huesos golpeen las tremendas fronteras,donde pasado y futuro se estancan en presente interminable:tan sólo el dolor de la angustia infinita de masas de labios sedientos,buscando extraer con sus brazos sin dedosuna chipa de luz de las duras tinieblasy un gemido de agua del desierto sin fondo.

Te bendigo, Señor, porque alumbraste para míuna ruta alfombrada por huellas imborrables y precisasdonde casi podrían medirse mis pies:y mi alma que sangre de estridentes armónicosdesbordará el viejo dique de su propia inconsistencia,como un río fascinado por los mareshacia la dimensión infinita de lejanas plenitudes.

233

Y cuando crujan mis huesos y mi sangre se espese,solo quiero besar reverentela caricia de tu mano inflexible señalando el sendero.

XXI. MELANCOLÍA

El confuso dolor de la tierra humedecidaha calado hasta los huesos de la tardey la ha hecho mezquina y cansada,encerrándola en la escasa dimensión de la bruma.Y mientras el cielo se encharca de grises nubarrones,Una mortaja amoratada y fríagolpea el horizonte con puñados de ceniza.La nostalgia se me ha puesto de un verde interminabley se ha quedado colgada indolente de la tarde,

Edvard Munch, Melancolía (www.ciudaddelapintura.org)

234

una tarde maciza que abraza y abruma,tendida a lo largo de una inmóvil monotonía,que agujerea el pensamiento de tambores transparentes.

Aunque mis labios quisiera ahorahacerse una canción con la sonora saliva de la lluvia,se me han ido marchando de súbito todos los caminos,y el agua cansada ya es sólo para la tardeun astuto maquillaje de las cosas,que se siguen riendo de sí mismas bajo la lluvia.Toda la angustia que humeaba de los árboles fatigados,se ha escapado de repente hacia mí,hasta mis ojos que hielan los sueños prendidos de todas las hojas,hasta mis labios que esconden apenas sus viejos pudores impotentes.

Es un lento temor, abisal e interminable,que ha escarchado mis versos de afilados carámbanos:porque esa agua que está humedeciendo mi almacon la angustia movediza de la nieblano es siquiera una esponja que entibia mis sienes que queman.Si acertara a sacar de mi pozo escondidoaquel viejo temblor que agitara mis aguas profundas, tal vez pueda encontrar con su ayudael pequeño camino olvidado que el agua no había sabido,la perdida cagiga que el aire aún no ha encontrado,para que no se me rompan del todas las distancias.

Lo que queden entre mis dedos,Cuando el olvido golpee en mis huesos como espuma desbocada,ni siquiera lo sabe ya el barro que todos pisaron,ni el viento mojado que acecha escondido

235

las caretas silenciosas que se embarran por el camino.Y yo tendré que seguir condenado a mis hambres pequeñas,devorando uno a uno los escasos mendrugosque me quedan de esperanza,y bebiendo las distancias que se fueron a las montañas.Porque yo sé que allá hay otras tierras,y otros soles y estrellas y ríos y mares,donde el cielo es tan próximo que llegan a él los trigales,donde los días se miden por mañanas y tardes y noches.

XXII. TIEMPO RECUPERADO

Por fin ya te tengo entre mis manos,tiempo fugaz e inevitable,balanceándote en el estanque tranquilo de mi alma,como una indecisa luna otoñal.Lenta, casi pesadamente,me vas abrigando con un viento gentil de recuerdos,y te has mirado en el fondo de mis ojos,sin pestañear:lenta, pesadamente.

Desde las raíces más hondas de mi cuerpouna voz sin esqueleto humedece mis huesos,que se fueron cansando del camino;una voz para mí solo, y el recuerdo;una voz que disfraza de música la distanciacon un vientecillo virgen de meseta sin chopos.Y es una voz que te dice:

236

“Que tarde me has mirado, amigo tiempo;doloroso y entrañable tiempo,¡qué tarde¡Porque apenas te quedan ya a ti estrellaspara escapar de las sombras de la noche,ni a mis heridas descubiertaspara alzar en un cáliz de esperanzala llamarada humeante de mi sangre”.

Sí. Acaso será ya demasiado tardepara que mis dedos encuentren en la nocheun pedazo de arcilla calientepara hacerle una huella palpitante al camino.Porque acaso todavía es muy pronto,demasiado pronto,para hundir mis raíces en una tierra apelmazada.Por eso yo te siento como una caricia,claro y entrañables tiempo,martilleando las horas sobre mis sienes.Te siento clavado en la mitad de mi pecho,izado ante mí como una espada,donde el viento no puede lucir sus banderas.

Yo no quiero que llegue la nochesobre ese mástil desarbolado;yo no quiero que mis ojos se queden clavadoscomo esa estrella perdida en aire,que no sabes si vino del cielo o del río;y que gasta sin saberlo su incolora mirada,goteando guiño a guiñosobre un piélago indeciso de perdidos azules.

237

Por fin ya te tengo entre mis manos,amoroso y enemigo tiempo,que apenas me dejaste escribir mis pasos.Te tengo entre mis manos.O acaso me agarraste más fuerte que nunca,porque un suave escalofrío ha distendido mis nervios,y el alma se me ha hecho más ligera y transparente.

Porque aún sigue flotando un sueño donde asirme,para que no me arrastre la corriente de la nada.

XXIII. CASTILLOS EN EL RIN

Cuando suban las olas que vienen del río,tú ya no estarás aquí:te habrán ido colocando piedra a piedraen un pequeño libro para niños.

Eres bello y apuesto;pero acaso lo fueras muchos más, si no lo supieras,o acaso si no estuvieran manteniendo tanto tiempocon hiedras antiguas y nuevas vitaminas.Solo te falta para ser perfectouna tierra más dura bajo tus pies,que te hiciera parecer una planta del paisaje,y un azul afilado por los vientosmordisqueando el esmalte de tus dientes.

Es la tierra lejana de Castillala que falta a tus pies para ir creciendo:tierra dura y señorial,

238

como un escueto y gigantesco partió de armas,que tuviera por almenas las montañas.Una tierra más prieta para tus viejas raícesy una distancia más blanda para tus nuevas almenas.Y serías tal vez más bello, o tal vez menos lejano,y sin duda más castillo,pero menos enamorado;sin una pupila tan grande y caudalosapara llevarte temblando hasta el mar.

Castillos que nos sois de Castilla,pero que la habéis alargado hasta el Rin,cuando suba inflexible la mareavosotros ya no estaréis por aquí:os habrán ido colocando piedra a piedraen una pequeña canción infantil.

Cuando suban las olas espesas,cuando vayan subiendo con aires de guerralos humos y nieblas,que exudan fatigosamentelos esqueletos de hierro y cementode los nuevos cementerios que devoran los trigales…no seréis más que un cesto de números,o acaso un robot recortando de tierraidénticos trajes azules para todos los hombres.La tierra se irá haciendo demasiado pequeñapara convertirse en carbón y metal,y los ríos… ya sólo servirán para el trabajo.Pero vosotros tendréis que marcharosa encerraros poco a poco

239

en el mundo pequeño y ficticio de los niñosy de los últimos viejos que murieron cantando.

Y ya no podréis recordarme,castillos lejanos, nebulosos, inexistentes:apenas si seréis ara entonces un soñado Campeadorrecortando cachitos de historia con su lanza,apenas un molino de viento,agarrando sin fortuna, desesperadamente,las letras que se escapan de un antiguo Don Quijote.

La vida es así: una ciega ambiciónde agarrarse a un recuerdo, para embarcarse en la historia.Yo la quiero agarrar a los muros jadeantes,de uno de estos castillos moribundos,hasta que el viento la arranque y se la lleve.

XXIV. REMANSO MONÁSTICO

He llegado hasta aquí con ligero equipaje,como un río de montaña, que golpearon tantas piedras,y me he quedado de repente tan azul frente al cielo,que las cosas han podido encontrarse finalmente,en las inmóviles pupilas de mi ser, un remanso inesperado.El pasado está aquí. Y el futuro. Frente a frente.Han tensado la piel de mis aguas,como un viejo tambor que se armó de interrogantes.

Como un estanque, sin fronteras, ni distancias.De repente una breve sacudida ha aflorado desde el fondo,y ha llenado mi ser de temblores concéntricos.

240

Es un viejo poema, que está escrito desde siempre,que suena a monasterio olvidado y sin campanas,donde el rezo se aposenta en pentagramas geométricos,y el incienso se viste de luces doradas como el trigo.Monasterio sin campanas.O acaso, de campanas que dejaron de subirse a la espadaña,que prefieren encender sin sonidolas entrañas del metal transparente de la cera.Todo el aire que respiro está bendito,ungido de trabajo y poesíaque no exuda alborotos ni humaredas.Se lo saben muy bien los cipreses del claustro,y el huerto cercano, oloroso de abejas,y las semillas que los vientos llevaron a plantar otros huertos,y los claustros que se fueron a buscarse un ciprés.

Es una historia completa ya escrita,una mano en la pluma, y la otra apretándose el pecho.Un camino de sangre alborotada, pero de linderos precisos,y una tela de araña transida de música cósmica,donde el rocío y las estrellas se reparen el día.

Todo mi ser fatigado está aquí, estancado.Se ha llenado de silencios, como tierra sin piedras,que denuncien por dónde el arado laborioso ha metido su reja.Pero yo sé muy bien que algo nuevo nacerá dentro de mí,Inevitablemente.Yo no sé si es aquí o en otra parte.Ni si en forma de camino, o historia o tela de araña.Ni si podré liberar del corazón alguna manopara ponerla sobre el telar o la senda o la página en blanco.

241

XXV. CREPÚSCULO

Unos andrajos de campanase han quedado colgando de los tilos.Apenas una brizna de viento se desfleca en el bosque cercanoy se eriza tibiamente de unos ecos metálicos extraños,con la marca de fábrica de la cercana ciudad.

Es la noche que apenas se atreve a llegar:la tienen sujeta los pájaros del bosquey el jadeo asmático de tractores que bajan del monte.La quieren expulsar e insaciables de vida y juventud.Cuando los pasos de los frailes sobre las losas del claustrorepican apresurados el último toque de silencio,mi corazón medita, agarrado desesperadamentea ese girón de día que se quedó entre mis ojos,

Turner, Joseph Mallord William, Crepúsculo con nubes oscuras (www.ciudaddelapintura.org)

242

luchando con la noche inevitable.Y el día me pareció más bello, y más diabólica la noche.Y las cosas más inermes, y más impotente el deseo.

Y pienso en los hombres que intentan en vanodefenderse del tiempo insaciable que devora sus carnes,y agarrar con sus manos sin tendones ni huesosuna vida que sienten vaciárseles por dentro.

Hasta que todas las puertas se abrieran al camino,Y ya no quedaran más hombres por ahíAgarrándose al día con su camino a la espalda,No debiera llegar esa noche.¡Qué podemos hacer con todos esos hombres,clavados cara al cielo a la intemperie,tanteando mil caminos que no van a ningún sitito!

XXVI. LLUVIA LENTA

Tiembla la mañana, toda encharcada de lluvia.Llueve. Pero llueve sin ruido.Casi como cantan en mi tierra las mañanas,que no saben todavía si les toca lamentarse o sonreír,como tiemblan en la noche las estrellas,que aún no han visto en la tierra quien las mire.

Pero llueve sin ruido;y antes de que el aire se olvide del sonido acostumbrado,ya se ha ido espesando de silencios mi espíritu,y el alma se humedece de lentas nostalgias.

243

Y pienso en los árboles del bosque, que se alejan lentamente,y en los peces lejanos y solos bajo la charca cercana:solos frente al agua, en su jaula irremisible,que no puede mojarse de recuerdos lejanos,que no pueden ni siquiera sospechar que allí han ido,algunas de las lágrimas que los hombres derraman;que no saben que ya el agua es menos agua y el aire menos aire;ni ese límite impalpable, si es ya aire, o aún es agua.

En esa improvisada pradera de reflejos,en donde se descuelgan los árboles de la plomiza alamedaa ocupar el lugar que defendían las estrellas,apenas si yo quepo, y ni acaso el pensamiento.Sólo los árboles tendidos a lo largo del agua.Y los peces, sin sospecharlos.

Tampoco he sabido yo nunca,dónde el dolor empieza a ser pena, y el placer alegría;es como el límite versátil entre la tierra y el cielo,tirando de la piel del agua para que quepan los árboles,para que los peces no puedan perseguir las estrellas.

Y pienso en el aire encharcado de plomos opacos,donde un mundo querido y familiar se me ha ido marchando,donde ahora no caben las flores ni los pájaros,y apenas mi voz. Pienso en mí mismo.Y en todas esas cosas que me están necesitando,para que vuelva a hacer con ellas el canto acostumbrado,para que vuela a colocarlas en el altar del universogritando su existencia inevitable a las estrellas.

244

Cuando logren sacudirse la angustia pausada del agua¿tendrán ya sitio en mí, para que yo continúe existiendo?

XXVII. SALMO INEVITABLE

Cantará, Señor, mi alma, aunque no quiera.Y si no canta mi voz, cantará mi sangre.Cantará, cuando ungida de brisas matinales,el alma se abrirá como una flor al nuevo díacon un sueño estrenado por tensar.Y cuando bajas, Señor todos los días,a medirle en el bosque, en el mar, y en la montaña,un cálido incienso,se sacude lentamente del paisaje,ofrecido en el fértil altar de la tierra.

Porque canta hasta el mismo silencioque llega cansado de la noche tan larga,a vaciarse indolente de tibios susurros de amor;ahora es el aire que llama apremiante a los pájaros,para sentirse más fuerte y seguro,y más naturaleza.Y hasta el azul olvidado que le falta a los cielospara que el día que aprende a nacerno se encharque de dudas, ni se quede sin nombre.Y cantan también, hasta la ausencia y el recuerdo,que quieren volver a llenar sus arteriassacudiendo la vieja cadenaque les ata a la quietud y a la distancia.

245

Son tus dedos, Señor, los que bajan del monte,como ayer y anteayer, y como siempre,y volviendo a acariciar y a dar nombre a cada cosalas sigues limpiando cada díade las oscuras cenizas del tiempo.Es el viejo camino que te trae hasta nosotros.el eterno camino que nosotros llenamos de piedrasel eterno camino de todas las fugas personales.Un camino, que nosotros hemos puesto en el desierto,y donde Tú continúas sembrando cada día una flor.

Por eso canta mi alma, aunque no quiera:se asoma a mis labios un silencio,que ha subido fatigosamente a interrogarseen la cima del crepúsculo fugaz del tiempo.Y canta, Señor, el torbellino marchito de mi ser,con la voz en sordina de todas las cosas perdidas,que fueron parte de mí, y acaso vuelvan a serlo.Todavía están ahí: no sé por cuánto tiempo.Duelen, a veces, muy hondo,pero, a veces, refrescan los labios sedientos:es un viejo esqueleto no olvidado,que quiere vestirse de nuevo con mi propia carne.

XXVIII. UN NUEVO ADIOS [ABSCHIED](A mis compañeras de Universidad)

Ahora que nos duele el tiempo todavía,como un sueño inmóvil de cadenas recientes;ahora que en la proa ya rompenlas olas amigas que ocultan su nombre en la bruma,

246

puede ser el momento.Entre el recuerdo que apenas vadeó la frontera de los ojosy el ensueño que puede empezar en un momento cualquiera,cabe apenas, temblorosa, esta hora única,como un mástil herido, en que ondea una canción: la mía.

También yo he salido de luces y estrellas,de horizontes misteriosos, apenas explorados,donde pacen los sueños de un licor de primavera.También yo me he puesto a acechar las entrañas de las cosas,para depositarlas vibrando en el aire,atormentadas por el ritmo caliente de una hermética canción.Yo también he sabido del ensueño y la esperanza:Es un arduo holocausto, trepidante, más consciente,que sigue humeando en el calvario de mi ser,como un recuerdo brumoso que se resiste a parecerlo:pero sé de ellos.

Y vosotros ahora os estáis yendo, siempre lo hicisteis:frente al mar, y a la noche, y al tiempo.Pero yo me quedo:he salido con mi esquife a otear los rompientes del puerto,y ahora quiero bendecir vuestra airosa singladura,cara al mar, que ya sabe vuestra huellas,cara al viento, que almidona el pendón de vuestro palo mayor,para que restallen en él las estrellas,al compás de la rosa de los vientos.

Yo me quedo a luchar con el tiempo,a romperme la propia ambición con rituales monotonías,para hacerla florecer como una antorchaen el recodo de cualquier camino olvidado;

247

para hacer que los demás sonrían, aunque yo sufra;para ayudarles a mirar las estrellaspor el doloroso ventanal del posible fracaso.

Pero ahora, que vosotros os vais,no queráis esconder vuestra huella en el mar,no queráis disfrazar vuestro rumbo de neblina y distancia:que yo las vea,desde la ventana recoleta e insuficiente de mi celda,donde habré de quemar mis noches y mis días,haciéndome una estrofa para cantarla cuando muera.

No temáis que yo cierre esa ventana:necesitaré siempre para mis ojos y mi sangre,que continúen floreciéndome las lejaníascomo un bello poema rimado por veces amigas.

21 de junio de 1957

A los Sagrados Corazones

de Jesús y de María,

Honor y Gloria