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[LA REVELACIN SOBRENATURAL DE DIOS] APUNTES DE FE Y CULTURA

USAT | Prof. Luis Enrique Prez Guevara 1

Dispuso Dios en su sabidura revelarse a s mismo y dar a conocer el

misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo

encarnado, tienen acceso al Padre en el Espritu Santo y se hacen consortes de la

naturaleza divina (DV 2).

Introduccin El mensaje del Cristianismo: Dios se ha revelado en Cristo

A lo largo de la primera unidad hemos visto que el hombre posee una

capacidad natural la razn que le permite descubrir a Dios cuya existencia

puede ser demostrada tambin de un modo racional o natural. Si bien esta

demostracin no es propiamente cientfica, es decir - segn los aspectos que hoy

definen a una ciencia como es la experimentacin u observacin directa es una

afirmacin que puede apoyarse en los ltimos descubrimientos cientficos y

particularmente en los referidos al origen del universo, de la vida y del hombre.

De all que como habamos afrontado en temas anteriores la pregunta de los

orgenes se encuentra necesariamente con la pregunta sobre Dios. Por ejemplo,

la respuesta al por qu de los orgenes (causa?) que la ciencia no responde

completamente aunque s los explique ampliamente (cmo?), no puede

descartar totalmente la posibilidad de un acto creador y, que a partir de ste

pudo darse una evolucin y, en este sentido, debamos reconocer - an con todos

los conocimientos cientficos adquiridos hasta la actualidad - la presencia de un

ser inteligente al que llamamos Dios.

Precisamente, puede comprenderse y afirmarse a Dios como creador o

como la causa primera en el contexto de nuestra reflexin y que llena de sentido y

de explicacin a lo observado en lo creado y que tal afirmacin sea una verdad o

un conocimiento obtenido gracias al esfuerzo del hombre que piensa sobre s

mismo y el mundo para explicar la existencia de ambos. Se trata, por tanto, de un

conocimiento natural: Dios existe, y se dan argumentos racionales para esta

afirmacin apoyndose tambin, como ya dijimos, en recientes descubrimientos

cientficos. Con stos se aclara an ms nuestra comprensin de los orgenes pero

paradjicamente lejos de anular la presencia de Dios - pretensin de un atesmo

cientfico - la evidencia con mayor notoriedad y de un modo ms convincente.

En conclusin, puede el hombre llegar a afirmar la existencia de Dios de

modo racional tras descubrirlo. Este es el alcance posible para la razn humana y

no precisamente algo que se procure nicamente o se afirme como gran noticia

en una religin. Descubrir la existencia de Dios es posible para el hombre de hoy

y este descubrimiento convertirse, en cambio, en una preparacin inmediata a

abrazar la fe.

APUNTES DE FE Y CULTURA [LA REVELACIN SOBRENATURAL DE DIOS]

2 Prof. Luis Enrique Prez Guevara| USAT

El punto de partida de la Teologa

Cul es la gran noticia que presenta el Cristianismo y es estudiada por la

Teologa? Y en qu radica fundamentalmente el hecho de considerar el

conocimiento teolgico como conocimiento superior al conocimiento natural?,

es posible demostrar que Dios realmente se ha revelado?tendra el evento de la

revelacin de Dios una importante repercusin para la vida del hombre?

Pues bien, este mismo Dios no slo existe sino que tambin se ha

revelado. Esta es la gran noticia, el mensaje central del cristianismo que estudia la

Teologa y que estudiaremos tambin nosotros al iniciar esta segunda unidad.

Obviamente, afirmar que Dios se ha revelado supone el hecho de su existencia.

De aqu que la Teologa, en realidad, no se limita a afirmar la existencia de Dios o

a proporcionar argumentos que la respalden sino ms bien, aborda en

profundidad el contenido de su Revelacin: quin es Dios y cul es su mensaje

para el hombre. Cabe notar, que el tipo de conocimiento que da la Teologa

supera en grande medida al conocimiento que el hombre logra de modo natural o

puramente racional, porque La Teologa radica fundamentalmente en el

acontecimiento o manifestacin de Dios, es decir, el conocimiento teolgico

viene de Dios y, por tanto, nos proporcionan certezas an mayores y constatables

por la experiencia de fe, profundizadas con las fuentes de la Teologa sobre

hechos acontecidos histricamente. As, por ejemplo, con el uso de la razn el

hombre descubre a Dios como causa de todo lo creado. La Revelacin de Dios me

comunica que es Padre. En realidad, decir que es Padre es una verdad del ser de

Dios ms profunda y real que la afirmacin de ser causa de lo creado.

Dnde podemos encontrar y conocer todo cuanto Dios ha revelado, de

modo que tengamos certezas para nosotros sobre quin es realmente y qu

quiere transmitir al hombre? Dicho de un modo figurado para un hombre que

quiere ver para creer: Dnde has de mirar para acceder a este tipo de

conocimiento y alcanzar certezas? Mira a Jesucristo, El es el acceso hoy como

ayer de la Revelacin de Dios. En El podemos conocer a Dios que se ha revelado.

Para quienes condicionan el creer al ver, tienen a Jesucristo como el signo creble

de la Revelacin de Dios y no slo de su existencia. En consecuencia conocer a

Jesucristo es conocer a Dios. Esto se constituye en el ncleo y punto de partida de

toda la Teologa. De este ncleo fundamental brotan todas las verdades de la fe

cristiana que se mantienen a lo largo de la historia.

Qu es la Revelacin?Cmo podemos definirla?

Por Revelacin sobrenatural o divina - se entiende, generalmente, la

manifestacin sobrenatural que Dios ha hecho a los hombres de S mismo y de

sus designios salvficos.

Como notamos en esta definicin, la Revelacin sobrenatural de Dios

contiene esencialmente el que Dios se da a conocer a S mismo y da a conocer un

plan de salvacin para el hombre. ste se salvar por medio de Cristo quien

encarnndose lleva a cabo el plan salvfico de Dios que llega a todos los hombre

permitindoles el acceso a los misterios de Dios que la razn como vimos en la

primera unidad no puede conocer completamente. La finalidad de la Revelacin



no slo es realizar la salvacin de la humanidad sino tambin donarle al hombre

la comunin perfecta con Dios. A la luz de las Escrituras y como lo atestigua

tambin la larga Tradicin viva de la Iglesia, la Revelacin de Dios se apoya en

hechos o acontecimientos accesibles mediante la historia.

Ahora profundicemos en cada uno de esto elementos de su contenido,

los mismos que la caracterizan y brotan de las fuentes de la Revelacin de Dios

como son la Escritura y la Tradicin. Daremos razones tambin para sostener que

no slo la Escritura sino tambin la Tradicin es inseparablemente una fuente de

todo lo que Dios quiso revelar al hombre a travs de Cristo, quien adems asoci

a s mismo y a su misin a su Iglesia fundada sobre Pedro y guiada desde sus

inicios por los apstoles.

1. CARACTERSTICAS DE LA REVELACIN

Es autocomunicacin o automanifestacin libre y amorosa

Cul es la caracterstica principal que hayamos al estudiar la Revelacin

de Dios? O De qu mejor manera podemos expresar lo que significa Revelacin

de Dios? Placuit Deo, quiso Dios. En esto radica fundamentalmente la

Revelacin sobrenatural de Dios: es puro don de Dios, fue su voluntad. Si ya la

Revelacin es un hecho asombroso en s mismo, aquello que lo motiv es an

ms sorprendente y loable. Toda la Revelacin que se desarrolla a lo largo de la

historia, tiene su origen en el querer de Dios, en su amor eterno por el hombre.

Se trata de la gran novedad del Cristianismo, una buena noticia que la diferencia

de todas las dems religiones y que sostiene el cumplimiento pleno de las

promesas dadas al pueblo Israel, el pueblo de la religin juda.

La Revelacin que Dios hace al hombre no es un simple mensaje o

noticia, tampoco una serie de ideas o pensamientos para ser aprendidos de

memoria. Cuando Dios se revela, comunica su propio misterio con el propsito de

darle al hombre una vida nueva. Es decir, la Revelacin de Dios tiene grandes

repercusiones en la existencia humana y no es meramente una transmisin de un

mensaje. La Revelacin es la autocomunicacin o automanifestacin que Dios

quiso hacer movido por su amor al hombre y de modo libre. As lo manifest Jess

a un magistrado judo y miembro de los fariseos llamado Nicodemo: Porque

tanto am Dios al mundo que dio a su Hijo nico (Cfr. Jn 3,16). No existe otro

motivo por el que se revele al hombre que su propia decisin de amarlo y no

puede haber ninguna exigencia ajena a su libre beneplcito que pueda hacer que

salga de su misterio para dejarse conocer o revelarse.

En consecuencia, la Revelacin de parte de Dios es esencialmente libre y

amorosa. Esta libertad de Dios se trasforma para el hombre en un don gratuito.

En tal sentido, el conocimiento que de Dios pueda alcanzar el hombre, es

tambin gratuidad. De aqu que se afirme que el conocimiento sobrenatural no se

lo da a s mismo el hombre sino que lo recibe y profundiza con la fe suscitada en

Jess. Ser El, quien nos haga llegar realmente este tipo de conocimiento, el

conocimiento de la fe. Por ejemplo, la verdad que Dios es Padre es revelada, no es

un conocimiento natural sino sobrenatural. Es decir, recibido de parte de Jess

quien lo revela como lo atestigua el evangelio de Mateo: Ustedes, pues, oren as:



Padre Nuestro (v. 9; tambin Lc. 11,1; Mc 11,25). De igual modo sucede con las

verdades que se refieren a la Iglesia, a la Virgen, a los sacramentos, todos son

recibidos de lo que Dios ha revelado y que ha quedado plasmado en las Escrituras

y es testimoniado adems por la Tradicin viva de la Iglesia. El creer en ellas es

porque se cree a Jess, a Dios.

Gracias, por tanto, a una decisin enteramente libre (placuit Deo), Dios ha

desvelado a los hombres el camino de la salvacin eterna: se ha manifestado a S

mismo y el misterio de su voluntad (cf Ef 1, 9). Esta expresin de la Dei Verbum 2

indica que la Revelacin, antes de hacernos conocer algunas realidades, nos pone

en presencia de Alguien: el Dios vivo en Jesucristo. El trmino paulino utilizado -

misterio (sacramentum)- evoca el entero proyecto salvfico divino que,

escondido por los siglos en Dios, se ha presentado a los hombres en Jesucristo al

llegar la plenitud de los tiempos; proyecto establecido por el que los hombres,

por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espritu Santo

y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf Ef 2, 18; 2 P 1, 4) (DV 2). Nos

encontramos ante una frmula que expresa conjuntamente tanto la intrnseca

unidad existente entre la Revelacin divina y la salvacin de los hombres como, por

otra parte, el carcter cristocntrico y trinitario de la Revelacin.

La Revelacin de Dios, es Palabra

En el lenguaje bblico, sobre todo veterotestamentario, tal

acontecimiento se designa frecuentemente con la expresin 'palabra de Dios'

(debar Yahweh); 'palabra' en la que la vida que existe en Dios se ha exteriorizado

y se ha mostrado a los hombres para atraerlos a la comunin con l. El Dios de la

Biblia, en efecto, es un Dios que se automanifiesta que dialoga con los hombres,

al contrario de los dolos paganos, que tienen boca y no hablan, tienen ojos y no

ven (Sal 115, 5; Cfr. Ba 6, 7; 1 R 18, 29). El debar Yahweh bblico no equivale

simplemente a logos ('palabra', en el sentido clsico de la lengua griega): una

palabra pensada o pronunciada; al contrario, es 'palabra' y 'evento'1, pues la

palabra de Dios es viva y eficaz, es ms cortante que espada de doble filo (Cfr.

Hb 4, 12). De ah que la nica y misma 'palabra de Dios' que se expresa en

palabras humanas formuladas por los enviados de Dios o por los narradores de

los textos bblicos, realiza y dirige en la historia los inescrutables designios

divinos. En resumen, el Dios que se revela es un Dios que se expresa mediante un

lenguaje lleno de consecuencias y que acta en la creacin y en la historia: en su

automanifestacin comunica tambin sus designios poniendo en acto una

presencia operante.

La frmula debar Yahweh para designar la Revelacin posee, por otra

parte, un significado polivalente, que cubre la amplia gama de aspectos de la

comunicacin humana. Dios, mediante su 'palabra', instruye sobre la verdad

salvfica, interpela, exhorta, corrige, mueve a la conversin, fustiga el pecado,

llama a una comunin interpersonal, desvela el significado de los eventos

pasados, muestra la senda a seguir en el presente histrico, anuncia y proyecta los

eventos futuros, promete y hace alianzas. El vocablo sirve tambin para designar

el operar de Dios en la creacin y en la historia de los hombres, a la que dirige

hacia un fin. Jesucristo es la mxima manifestacin de dicha palabra; ms an, es



la Palabra pronunciada ab aeterno por el Padre y encarnada en el tiempo para

salvacin de todos los que la reciben con nimo dcil (Cfr. Jn 1, 1-3). Mediante la

fe en su Persona, el hombre puede hacerse partcipe de la vida que hay en Dios,

como declara san Juan en su primera carta: Os anunciamos la vida eterna: que

estaba junto al Padre y se nos manifest. Lo que hemos visto y odo os lo

anunciamos para que tambin vosotros vivis en esta unin nuestra, que nos une

con el Padre y con su Hijo Jesucristo (Cfr. 1 Jn 1, 2-3).

La Revelacin es cristocntrica y trinitaria

Cristo, en efecto, es el centro de toda la economa salvfica, el nico

camino de salvacin tanto para los judos como para los paganos (Cfr. Ef 2,14). l

es el mediador y plenitud de toda la Revelacin (DV 2): mediador de una

nueva y ms excelente alianza (Cfr. Hb 8, 6), nico Camino establecido por Dios

para comunicar la Verdad y la Vida, en conformidad con las palabras que Jess

mismo pronunci en la ltima Cena: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie

va al Padre sino por m (Jn 14, 6). Es tambin la plenitud de la Revelacin

porque, en l, el Padre se ha revelado definitivamente (Cfr. Jn 14, 9), residiendo

en l toda la plenitud de la divinidad corporalmente (Col 2, 9). Este

cristocentrismo bblico adquiere su ms exacta expresin si se considera la

dimensin igualmente trinitaria de la Revelacin. Porque las tres Personas

divinas, cada una a su modo, colaboran, en efecto, en la unidad de esencia, a la

conduccin del hombre a la salvacin, que consiste en que los hombres, por

medio de Jesucristo, la Palabra encarnada, se acerquen al Padre (Cfr. Ef 2, 18) en

el Espritu y alcancen la participacin de la misma naturaleza divina (Cfr. 2 P 1,

4).

La Revelacin es csmica e histrica

Es csmica porque la Revelacin que Dios hizo de s mismo se manifest

de hecho - ya desde el principio de la creacin como lo expresa el Gnesis. Dios,

en efecto, como creador y conservador de todas las cosas, ha ofrecido y ofrece en

todo tiempo, a travs de la realidad creada, un constante y perenne testimonio de

S mismo (Cfr. Sal 19, 25; Sb 13, 1-9; Rm 1, 18-23), en modo tal - como lo

estudiamos en la primera unidad el hombre con la razn natural, puede

conocer a Dios con certeza por medio del mundo visible2. En modo altamente

potico lo expresa el Sal 19, 2-5: Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de

sus manos anuncia el firmamento; el da al da comunica el mensaje, y la noche a la

noche transmite la noticia. No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede

or; mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confn del

mundo. San Pablo, recogiendo la tradicin sapiencial, exclamar, en

consecuencia, que son inexcusables los hombres que por su impiedad no

glorifican a Dios, pues lo que de Dios se puede conocer, est en ellos manifiesto:

Dios se lo manifest. Porque lo invisible de Dios, desde la creacin del mundo, se

deja ver a la inteligencia a travs de sus obras: su poder eterno y su divinidad (Cfr.

Rm 1, 18-20).



La Revelacin dilogo de amor y amistad

Como se expresa a rengln seguido DV 2: Por esta Revelacin, el Dios

invisible (cf Col 1, 15; 1 Tm 1, 17) habla a los hombres como amigos (cf Ex 33, 11; Jn

15, 14-15), movido por su gran amor y mora con ellos (cf Ba 3, 38) para invitarlos a

la comunicacin consigo y recibirlos en su compaa. La Revelacin se presenta

as como una 'palabra' que surge de la sobreabundancia del amor de Dios por los

hombres (cf 1 Jn 4, 8), que ansa afanosamente entablar un dilogo sincero, de

amistad, que lleve a la aceptacin de su compaa, la nica que puede llenar las

aspiraciones de felicidad eterna del corazn humano.

Dios se ha revelado, por tanto, no para imponer su voluntad, sino para

que el hombre le acoja razonablemente, en un dilogo familiar, de amistad, capaz

de abrir los horizontes de una vida nueva en Cristo. Los textos citados por DV 2

son muy significativos, pues muestran claramente la estructura dialgico-familiar

de la Revelacin: Jahv hablaba con Moiss cara a cara, como un hombre habla

con su amigo (Ex 33, 1 l); Vosotros seris mis amigos si hacis lo que yo os

mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe qu va a hacer su seor

(Jn 15, 14-15); La Sabidura ha aparecido sobre la tierra y ha conversado con los

hombres (Ba 3, 38). Los tres textos expresan la cercana amable de Dios: la

inexpresable intimidad con Moiss, mediador de la antigua alianza; su invitacin

a los apstoles y en ellos a cuantos le siguen a una amistad plena e ntima basada

en la fidelidad a sus mandatos; su manifestacin en la tierra para convivir y tratar

con los hombres, primero mediante la exteriorizacin de su palabra en la ley

antigua, despus, ms plenamente, en Jesucristo, la Sabidura de Dios encarnada.

Si Dios se ha revelado es, por tanto, por amor, para darse a conocer,

acercarse a los hombres e invitarles a un dilogo interpersonal entre un Yo y un

T de profunda amistad que necesariamente se ha de verter en obras de amor. Su

'palabra' es por eso una palabra 'amistosa' que tiene como precisa finalidad forjar

una comunidad de vida y de bien. La Biblia, lugar privilegiado de la palabra de

Dios, es en consecuencia algo ms que un tratado teolgico sobre Dios, el

Hombre y el mundo o una exposicin de verdades trascendentes objeto de una

indagacin intelectual: constituye el mbito de un encuentro interpersonal,

existencial, dinmico del hombre con un Dios que revela su vida y sus designios,

que ensea los caminos de salvacin, que llama a una felicidad imperecedera, que

busca amigos entre los hombres, que invita a una comunin de vida y que, por

todo esto, no cesa de instruir, exhortar e interpelar. Ella reclama, en

consecuencia, una lectura sapiencial y atenta, que al conocimiento intelectual

una la vivencia personal caracterstica del dilogo de amor, que penetra

necesariamente la totalidad de la persona con sus facultades y afectos, y que

desemboca en aquella fe obediencial caracterstica del que busca, con

sinceridad de corazn, cumplir la voluntad del Padre que est en los cielos (Mt

12, 50).

La Revelacin por obras y por palabras

La economa de la Revelacin se realiza, precisa DV 2, con hechos y

palabras intrnsecamente conexos entre s (gestis verbisque intrnsece inter se



connexis), de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvacin

manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y

las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido

en ellas. Los eventos histricos narrados y las palabras que los significan no se

pueden separar: aquellos confieren consistencia, solidez y credibilidad a la verdad

expresada por las palabras; estas evidencian el ms preciso contenido revelador

de los eventos. La Revelacin se encuentra, por tanto, no solo en las acciones

salvficas de Dios en la historia de la salvacin (el xodo, la alianza, el exilio, la

restauracin del pueblo de Israel, las mismas acciones de Cristo, sus milagros, su

pasin, muerte y resurreccin), ni solamente en las palabras (de Moiss y los

profetas, de Cristo y de los apstoles) encargadas de dilucidar el sentido de las

acciones divinas en la historia: se encuentra en la unin orgnica de los sucesos

narrados y de las palabras que los acompaan, ya prediciendo o anunciando el

evento, ya recordndolo, narrndolo, proclamndolo o explicndolo.

Las obras realizadas por Dios en la historia manifiestan y refuerzan, por

tanto, la doctrina y las enseanzas; estas, a su vez, interpretan e iluminan el

significado de los eventos de la historia de la salvacin, as como tambin el

sentido ltimo de los actos de Dios en la historia. Sin las palabras, estos podran

resultar ambiguos y sujetos a interpretaciones arbitrarias y contradictorias; las

palabras, sin los hechos, perderan su concrecin significativa, reducindose a

enunciados abstractos sin fuerza para convencer. Si es cierto que los eventos, en

cuanto tales, estn llenos de inteligibilidad, las palabras acuden necesariamente a

desentraar la verdad que contienen y la eventual polivalencia de significado. As,

por ejemplo, gracias a las palabras de la Escritura, el xodo del pueblo de Israel

del Egipto no ha quedado reducido a un fenmeno histrico poltico-social, sino

que ha alcanzado aquella inteligibilidad que lo ha constituido evento basilar de

toda la historia bblica: Dios que libera a los descendientes de Abraham en

cumplimiento de sus promesas (cf Ex 6, 2-5) y en vistas de una alianza que los

constituir en su propiedad personal entre todos los pueblos, siendo para l

un reino de sacerdotes y una nacin santa (Ex 19, 4-5), es decir, un pueblo a

cuyo travs llegaran las bendiciones a todos los pueblos de la tierra (cf Gn 12, 3;

22, 16-18). En la cumbre de la Revelacin, Cristo se presenta a la vez como el

evento ltimo y el intrprete de dicho evento: su palabra, prolongada por la

enseanza apostlica, revela el ms profundo significado de su existencia terrena

concluida con una muerte ignominiosa: no fue el fin de un malhechor condenado

a muerte; Cristo fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para

nuestra justificacin, como san Pablo explicar a los fieles de la Iglesia de Roma

(Rm 4, 25).

La perspectiva bblica afirmada con decisin por DV 2 se opone, por

tanto, a dos corrientes de pensamiento, representantes, cada una a su modo, de

una visin parcial de la realidad bblica: una que reduce la Revelacin a una serie

de acontecimientos histricos puntuales, desinteresndose de la dimensin

histrico-salvfica que muestran las palabras; otra que identifica la Revelacin-

palabra con la revelacin a travs de las palabras, desdeando el acaecer histrico

y su significado revelador. La estructura general de la Revelacin en la Escritura

se presenta, por el contrario, como una realidad orgnica formada por eventos y

por palabras, que alcanza su mxima expresividad en Cristo Jess, Palabra de

Dios hecha carne, mediador y plenitud de toda la Revelacin. Es por eso que los



eventos histricos constituyen tambin contenidos de fe, la cual, como respuesta

a la Revelacin, los proclama y los narra.

Ya en el Antiguo Testamento surgieron los 'credos histricos' del pueblo

de Israel, que articulaban los momentos cumbre de su historia: los orgenes, su

formacin y desarrollo, las penalidades sufridas, la liberacin por parte de Dios, el

ingreso en la tierra prometida (cf Dt 26, 5-9); en el Nuevo Testamento se forjaron

a su vez, progresivamente, los credos apostlicos, algunos todava incipientes (cf

Lc 24, 19-24), otros mejor estructurados gracias a la luz ms plena del Espritu

(Hch 10, 34-43; 13, 16-31). Con ellos, segn las circunstancias de la evangelizacin,

se anunciaban los hechos centrales de la vida, pasin, muerte y resurreccin de

Jess. Estos credos, ciertamente, confesaban los eventos no solo para afirmar los

hechos histricos, que presuponan, sino para proclamar su significado revelador

y su alcance salvfico, porque exista la clara conviccin de que en el acaecer

histrico Dios se haba revelado y de que de su aceptacin mediante la fe se

lograba la ms plena comprensin sobre Dios y sus proyectos de salvacin

realizados en la historia.

La Revelacin, hecho nico y universal

Cundo hoy alguien afirma que Dios se le ha revelado, podemos

considerarla revelacin en el sentido pleno que posee esta palabra? De acuerdo a

la Escritura, existe un nico tipo de revelacin? Hoy Dios se sigue revelando?

Cundo leemos la Escritura, es verdad que Dios se revela? Preguntas como stas

son muy actuales y las respuestas subyacen ensombrecidas en la fe y en el

entendimiento de muchos cristianos, catlicos y no catlicos. Es necesario aclarar

algunos conceptos.

Qu situaciones concretas son llamadas revelaciones? Atribuimos

comnmente el trmino revelacin a las situaciones nuevas y ms o menos

inesperadas que nos provocan sorpresa y quiz tambin un cambio de vida como

podemos apreciarlo en algunos contextos de tipo religioso o incluso profano. Casi

siempre encierra un aspecto misterioso, se les asigna un carcter sobrenatural

dado que no se producen por la propia voluntad sino que sobrevienen sin que las

hayamos buscado necesariamente, nos descubren algo nuevo e influyen en

nuestra manera de comprender a los dems, al mundo, a la Iglesia, a Dios.

Toda revelacin, expresa la accin de dar a conocer algo escondido, es lo

revelado. Por ser escondido es llamado tambin un misterio. Algunos misterios

referidos a Dios pueden ser acogidos sin presentar grandes obstculos para

comprenderlos, por ejemplo: Dios es salvador o Cristo es Hijo de Dios. En

cambio, existen otros misterios revelados que exigen un mayor esfuerzo de la

razn humana para comprenderlos como el misterio de la Trinidad o el misterio

de la Encarnacin de Jesucristo. No obstante presenten una cierta facilidad de

comprensin en los primeros y gran dificultad en los segundos, todos los

misterios revelados por Dios son inagotables y accesibles a la vez para la

comprensin del ser humano que los penetra con la ayuda y gracias a la fe.



Tambin, debemos distinguir lo que se considera una revelacin privada

y particular de aquella que es nica y universal. Por revelacin privada se

entiende las apariciones o visiones que tienen lugar una vez terminado el Nuevo

Testamento, es decir, el evento que sella el cumplimiento de las promesas de

Dios en Cristo, su resurreccin. A partir de este evento, se inicia una historia en la

que algunos hombres y mujeres han sido testigos de revelaciones privadas. La

Escritura tambin nos da a conocer algunas de ellas: primero a Mara Magdalena

y otras mujeres (Cf. Mt. 28,1-9; Mc 16,1-9; Lc 24,1-12; Jn 20,16), luego a los

apstoles (Mt 28,17; Mc 16,14; Lc 24,36-53; Jn 20,19-21,25), a los discpulos de

Emas (Cfr. Mc 16,12; Jn 24,13-35); tambin a Pablo en Damasco (Cfr. Hch 9,1-9) y

Ananas (Cfr. Hch 9,10-16), las visiones de Juan en el Apocalipsis que son los ms

conocidos entre otros. Salvo stas que estn recogidas en los libros del Nuevo

Testamento, las dems necesitan ser reconocidas como tales debido a que pueden

presentar motivaciones subjetivas y que reflejan muchas veces un fenmeno hoy

explicado suficientemente por la psicologa. No cabe duda, que la Iglesia Catlica

desde sus inicios, luego de un minucioso y exigente proceso de investigacin

cientfica y teolgica, finalmente ha reconocido la autenticidad de algunas

revelaciones privadas que han recibido algunos santos3.

Pero no es en este sentido lo que se afirma del objeto de nuestro estudio.

Se define propiamente como Revelacin de Dios a un acontecimiento nico y

universal conocido tambin como Revelacin pblica. Es decir, la accin

reveladora de Dios destinada a toda la humanidad y que ha encontrado su

expresin literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y Nuevo Testamento.

Se llama especficamente Revelacin con mayscula porque en ella Dios se da

a conocer progresivamente a los hombres mediante hechos histricamente

corroborados, hasta el punto de hacerse El mismo hombre, para atraer a S a

todos y para reunir en S a todo el mundo mediante su Hijo Jesucristo.

Comprendida tal como es la Revelacin de Dios, es un acontecimiento nico y

universal ya se descubre en toda la Escritura como una nica accin de parte de

Dios y dirigida a toda la humanidad.



FUENTES DE LA REVELACIN

Entre las caractersticas de la Revelacin, hemos visto que ella es

histrica y tambin cristocntrica. Tiene a Cristo como culmen de la misma

automanifestacin divina de Dios, a aquel hombre Jess de Nazaret que ha

vivido hace ya ms de dos mil aos. Es histrica porque, como vimos, Dios se va

manifestando a lo largo de la historia de Israel para hacerlo en la plenitud de los

tiempos a travs de Jess el Cristo. El nos ha hablado sobre Dios y de parte de

Dios.

Pero, desde que caminaba por todo el pueblo elegido por Dios ya han

pasado ms de dos mil aos. Cmo podemos saber nosotros sobre todo con

verdad lo que Dios ha revelado? Dnde buscamos o por dnde debemos

empezar? En otras palabras, en qu fuentes encontraremos la Revelacin de

Dios? Para los cristianos, la Escritura es la Palabra de Dios y, en este sentido, se

convierte en una fuente principal de su automanifestacin divina. Sin embargo,

por historia sabemos que la Escritura llega a nosotros gracias a la Tradicin de la

Iglesia y sta es histricamente anterior, lo que la hace tambin fuente de la

Revelacin. Ambas, de este modo, se convierten inseparablemente en fuentes de

la misma Revelacin divina de Dios.

Las fuentes son llamadas lugares teolgicos donde podemos encontrar

los acontecimientos y mensajes de la Revelacin de Dios. La Sagrada Escritura,

libro sagrado que rene los libros del Antiguo Testamento, herencia de la fe juda

y el Nuevo Testamento, escrito durante finales del siglo primero y la primera

mitad del siglo dos. La Tradicin de la Iglesia, sagrada y viva que tiene su inicio

en la etapa apostlica y que se extiende a lo largo de los primeros siglos del

Cristianismo. Ambas, la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradicin de la Iglesia

como fuentes de la Revelacin de Dios nos permiten conocer histricamente el

proceso de la automanifestacin de Dios que encuentra su plenitud en Cristo y

los siglos en los que la Iglesia fundada en Cristo, se consolida y extiende con la

predicacin de los Apstoles y de Pablo. La Iglesia sobre la base de las enseanzas

dadas por ellos y de sus sucesores, profundizan y consolidan nuestro

conocimiento de la misma Revelacin de Dios y con la ayuda del Espritu Santo.

Por la importancia que tienen como fuentes de la Revelacin de Dios, la

Escritura y la Tradicin junto al Magisterio se convierten tambin en fuentes para

la Teologa.

Nuestro estudio de las fuentes seguir la va histrica precisamente para

conocer la inseparabilidad que existe entre Sagrada Escritura y Tradicin y

porque, como dijimos anteriormente, hay que reconocer a la luz de la historia

que la Escritura Palabra de Dios lleg a nosotros despus y gracias a la Tradicin

de la Iglesia.



Con el testimonio apostlico se inicia la transmisin de la Revelacin

Con Cristo, la Revelacin entra, por tanto, en una fase escatolgica

irreversible. A partir de entonces, la Revelacin est destinada a trasmitirse y

perpetuarse a travs de los siglos. La voluntad de Dios era, en efecto, que lo que

haba revelado para la salvacin de los hombres permaneciera ntegro para

siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones (DV 7). Por eso,

Cristo, en quien se encuentra la plenitud de la Revelacin (cf 2 Co 1, 20; 3, 16-4, 6),

mand a los apstoles que predicaran a todos los hombres el evangelio,

comunicndoles los dones divinos (DV 7). Era el evangelio que haba sido

prometido por los profetas y que l mismo haba cumplido y llevado a la

perfeccin, promulgndolo con su enseanza; evangelio que contiene toda la

verdad necesaria para la salvacin y toda regla de moralidad.

Este mandato de Cristo se cumpli fielmente, tanto por los apstoles,

que en la predicacin oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo que

haban recibido por la palabra, por la convivencia y por las obras de Cristo, o

haban aprendido por la inspiracin del Espritu Santo, como por aquellos

apstoles y varones apostlicos que, bajo la inspiracin del mismo Espritu,

escribieron el mensaje de la salvacin (DV 7). El testimonio de los apstoles

supera, como seala el texto de la Dei Verbum, la predicacin oral propiamente

dicha, pues se efectu tambin a travs de los hechos que realizaron, es decir, a

travs de su modo de actuar, de promover la prctica evanglica, en las

instituciones que establecieron -el diaconado, por ejemplo (Hch 6, 5-6), y algunos

aspectos relacionados con los sacramentos, como en el caso de la confirmacin

(Hch 8, 17)-, en una palabra, con la prosecucin fiel de todo cuanto haban visto y

aprendido de Cristo, con sus obras y sus palabras, asistidos por la luz del Espritu.

Algunas de estas cosas, los mismos apstoles u otros cristianos de la poca

apostlica las pusieron por escrito, inspirados por el mismo Espritu. De este

modo, el espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra contempla a Dios, de

quien todo lo recibe, hasta que le sea concedido el verbo cara a cara, tal como es

(cf Jn 3, 2), ha quedado formado por la Sagrada Tradicin y la Sagrada

Escritura de ambos Testamentos (DV 7).

A una primera fase de transmisin de la Revelacin, de Cristo y de su

Espritu a los apstoles, sigui una segunda fase, la de la transmisin de los

apstoles a la Iglesia de todos los tiempos. Con este fin, los apstoles dejaron

como sucesores suyos a los obispos, entregndoles su propio cargo del

magisterio1 (DV 7). La Revelacin se transmite integralmente, por tanto, bajo la

doble forma de Tradicin y Escritura, por la sucesin legtima de los sucesores de

los apstoles.

1 S. IRENEo, Adv. haer. 3, 3, 1: PG 7, 848.



Esta constante actualizacin en la Iglesia de la Revelacin oral y escrita,

interpretada a la luz de la Tradicin viva, instaura un dilogo permanente entre la

Palabra, histricamente dirigida por Dios en Jesucristo, y su Esposa: as, Dios,

que habl en otro tiempo, habla sin intermisin con la Esposa de su amado Hijo;

y el Espritu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por

ella en el mundo, va induciendo a los creyentes en la verdad entera, y hace que la

palabra de Cristo habite en ellos abundantemente (cf Col 3, 16) (DV 8).

LA SAGRADA TRADICIN Testimonio histrico de la fe autntica

La Tradicin deriva de los Apstoles y se desarrolla luego en la Iglesia

con la ayuda del Espritu Santo prometido por Jess y recibido despus en

Pentecosts. Es por tanto de suma importancia el rol del Espritu Santo en la

constitucin de la Tradicin viva de la Iglesia. Forman parte de ella no solo las

verdades que creemos sino tambin las instituciones y celebraciones nacidas en

este tiempo apostlico ya que nacieron por inspiracin del Espritu y dan a la

Iglesia de Cristo su propio modo de ser y su misin en el mundo.

Es una Tradicin viva

La Tradicin es a la vez enseanza y vida. Ella no se reduce a enunciados

verbales, sino que su estructura orgnica es coherente con el dinamismo de la

Revelacin en su fase constitutiva, formado por eventos y palabras. La Tradicin

est presente, en efecto, no solamente en la doctrina apostlica y en los escritos

de tradicin apostlica, sino tambin en la organizacin y vida de la Iglesia, en su

actividad litrgica y sacramental, en su interpretacin de la Sagrada Escritura; en

una palabra, en todo lo que la Iglesia es y ha recibido para que el Pueblo de Dios

viva santamente y aumente su fe (DV 8). Los escritos de los Padres, en

particular, testimonian la presencia viva y vivificante de la Tradicin, cuya

riqueza se difunde en la vida y en la prctica de la Iglesia que cree y que ora. La

liturgia, por otra parte, es un testimonio privilegiado de la Tradicin, de modo

que difcilmente se puede encontrar una verdad de fe que no se exprese en ella de

algn modo. De este modo, la Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto

perpeta y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree

(DV S).

En cuanto que es viva, la Tradicin no se reduce a una mera repeticin

de palabras y hechos pasados. Ella, en contacto con la realidad que en cada

tiempo la Iglesia debe evangelizar, est llamada a crecer con la ayuda del Espritu

Santo en la comprensin de las cosas y de las palabras transmitidas (DV 8).

Este desarrollo orgnico, ley de vida que est en la base de cualquier ser viviente y

al que la Iglesia no puede renunciar sin traicionar su propia misin, tiene por

finalidad hacer siempre actual el mensaje evanglico, ofrecindolo renovado a los

hombres de cada momento histrico, en su situacin nica e irrepetible, para

responder a sus interrogativos y conducirlos hacia Dios. Es un desarrollo en la



continuidad y fidelidad al mensaje evanglico, que manifiesta a la vez su

perennidad y su dinamicidad. La DV 8 seala que este progreso en las verdades

reveladas se produce ya por la contemplacin y el estudio de los creyentes, que

las meditan en su corazn (cf Lc 2, 19. 5 l), ya por la percepcin ntima que

experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la

sucesin del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad (DV 8). Es

decir, siempre que se opera una asimilacin del mensaje revelado, tanto por va

de maduracin intelectual y de reflexin teolgica como, sobre todo, mediante la

experiencia vivida de las cosas espirituales por parte de los fieles. Para esto, el

Espritu asiste a su Iglesia con un carisma de verdad, que ilumina y fortalece a

los que estn llamados a predicar el mensaje revelado con autoridad apostlica en

la Iglesia.

El discurso cristiano original Kerigma: Cristo muerto y resucitado

Lo que se anuncia fundamentalmente en el tiempo apostlico es el

Kerigma. Fragmentos de l se conservan en Hch 2,1-5,42 y en los primeros

escritos de San Pablo. El ejemplo ms claro del Kerigma es 1 Cor 15 donde San Pablo

hace una alusin clara a la predicacin original del Evangelio:

"Os recuerdo hermanos, el Evangelio que os prediqu, que habis

recibido y en el cual permanecis firmes, por el cual tambin sois

salvados, si lo guardis tal como os lo prediqu... Si no, habris credo

en vano. Porque os trasmit, en primer lugar, lo que a mi vez recib:

que Cristo muri por nuestros pecados, segn las Escrituras, que fue

sepultado y resucit al tercer da, segn las Escrituras, que se

apareci a Cefas y luego a los Doce" (1 Cor 15,1-5).

Enseando a los Corintios, Pablo introduce el contenido del Kerigma cuyo

contenido narrativo principal es: Cristo muri, fue sepultado, ha resucitado y se ha

aparecido a un grupo de individuos que dan testimonio de ello. La formula de Pablo es

enriquecida con la referencia a las Escrituras (cumplimiento de las promesas hechas

por Dios a Israel y por la interpretacin salvfica de la muerte de Jess. Esta palabra

fue el centro de la comunidad de Corinto.

Fragmentos de predicaciones kerigmticas se encuentran en Act 2,22-24;

Act 2,32-33; Act 2,36; Act 3,13-15; Act 4.10-12; Act 5,30-32. En todos estos textos se

indica claramente como Jesucristo ha llegado a ser el Salvador desde el momento de

la Resurreccin y su intronizacin a la diestra de Dios. Tambin hay otros textos de

San Pablo que contienen fragmentos del kerigma originario: 1 Tes 1,9-10; Gal 1,3-4;

Rm 1,3-4; Rm 4,24-25. Todos los textos del kerigma tienen como elemento

fundamental la resurreccin de Jess por Dios Padre (1 Tes 1,10; Rm 4,25), su

exaltacin y la posesin en plenitud del Espritu de Santidad (Rm 1,4).

Al anuncio del kerigma se agregan los ttulos cristolgicos tales como

"Seor" (Gal 1,3; Rm 4,24. Rm 1,4); "Hijo" (1 Ts 1,1; Rm 1,3) y la conviccin del carcter

salvfico de la muerte de Jesucristo (1 Cor 15,3; Gal 1,4; Rm 4,24s). Pablo se caracteriz

por ser un gran predicador de la Teologia de la cruz, dndole a este hecho

humillante un calor liberador y salvfico.



A este anuncio del Kerigma corresponde una respuesta de fe que consiste

en confesin de que Jesucristo es "Seor" y vive resucitado (1 Cor 12,3; Rm 4,24s).

Esta confesin solo puede ser hecha con la ayuda del Espritu Santo. La aceptacin

del Kerigma implica tambin el rechazo de los dolos paganos y la conversin al Dios

vivo y verdadero (1 Tes 1,9-10).

Evangelion, trasmisin oral de los hechos y palabras de Cristo

Antes de que los cuatro Evangelios tuvieran forma escrita exista una

tradicin que se haba desarrollado en la Iglesia primitiva sobre aquellas cosas que

Jesucristo haba dicho y hecho. No se sabe con certeza porque esas tradiciones

asumieron la autoridad de ser "Evangelio" es decir, buena nueva salvfica para toda

la humanidad.

Mc 1,1 ha influenciado sin lugar a dudas ("Inicio de la Buena nueva de

Jesucristo, Hijo de Dios") pues su utilizacin del ttulo "Evangelion" no es la

introduccin a un gnero literario sino la presentacin de una persona que ha

actuado salvficamente en nombre de Dios y en favor de la humanidad.

San Pablo es quien ms utiliza el trmino "Evangelion". En sus escritos

aparece 56 veces. En los otros escritos del Nuevo Testamento el trmino aparece

muy pocas veces. En San Pablo este texto quiere decir fundamentalmente el

resumen del mensaje que Pablo anuncia al mundo, es decir aquello que el predicaba,

proclamaba, anunciaba. El Evangelio es para San Pablo el mensaje sobre Cristo, es

decir el sentido que la persona, la vida, el ministerio la pasin, la muerte y la

Resurreccin de Jesucristo tienen para la historia y la vida humana. Ese es su

Evangelio (Rm 2,16; Rm 16,25). De ese Evangelio l es mensajero (1 Cor 1,17; Gal 1,16)

Las caractersticas del Evangelio para san Pablo son seis:

a) La principal caracterstica del Evangelio es su carcter "revelador" pues a

travs de este se puede conocer la actividad salvfica de Dios para los hombres. Lo

que San Pablo predica es Evangelio porque hace conocer el plan salvador de Dios en

Jesucristo.

b) El Evangelio tiene un carcter dinmico (Rm 1,16) pues no se reduce a un

anuncio abstracto de salvacin, ni a una serie de afirmaciones sobre la persona de

Jesucristo sino que es una fuerza salvfica que Dios ha desencadenado en la historia

por medio de la obra de su Hijo. Por eso el Evangelio tiene efectos que los hombres

pueden apropiarse por la fe en Cristo.

c) El Evangelio tiene una naturaleza kerigmtica. No solo se expresa con un

lenguaje humano sino que est asociado con tradiciones precedentes. La finalidad

de San Pablo ees presentar a Jesucristo a los hombres como aquel que coloca a la

humanidad de frente a una nueva realidad salvifica y que los hombres se pueden

apropiar mediante la fe y la caridad.

d) El Evangelio tiene un carcter normativo pues tiene repercusiones sobre

la conducta de los individuos. El Evangelio no es solo para ser escuchado sino para

ser acogido y obedecido (Rm 10,16). La escucha del Evangelio debe conducir a un



empeo personal (Rm 10, 16s; Rm 1,5; Rm 16,26). El cristiano debe encontrar en el

Evangelio una guia (Fil 1,27).

e) El Evangelio es el cumplimiento de las promesas hechas por Dios en el

pasado (Rm 1,2).

f) El Evangelio tiene un carcter universal. Esto es descrito en la tesis

principal de la carta a los Romanos: Jesucristo es poder de Dios para todos aquellos

que creen (Rm 1,16). Este Evangelio es para todos los hombres y por eso se anuncia a

todos los pueblos.

De todo lo que se ha dicho podemos concluir como el Evangelio representa

una nocin importante para San Pablo y es fundamentalmente el anuncio de Jess

resucitado y con ello el ofrecimiento que Dios Padre hace a los hombres del don de

la salvacin.

De las tradiciones orales al "Depsito" de la sana doctrina

La palabra "depsito" (paratheke) se encuentra tres veces en el N.T. (1 Tm

6,20; 2 Tim 1.12; 2 Tim 2,14). Con ello se indica la predicacin evanglica que es un

tesoro precioso que la Iglesia debe conservar de generacin en generacin. Con ello

se muestra el carcter divino de la Tradicin y la misin de la Iglesia es custodiar la

riqueza de doctrina que all se encuentra.

a) El "Depsito" en general:

La palabra "depsito" significa en griego comnmente "remitir", "confiar",

"recomendar". El concepto depsito es una idea conocida en el A.T. donde se

encuentran leyes relativas al depsito en Ex 22,6-12 (el depositario no se puede

considerar libre de disponer a su voluntad de los bienes a l confiados); Lv 5,21-26

(muestra que quien ha engaado en materia de "depsito" debe restituir lo

indebidamente apropiado antes de ofrecer un sacrificio). Exista una prctica en el

Antiguo Testamento atestiguada en 2 Mac 3,10-15 por la cual se entregaban a los

sacerdotes del templo los bienes personales para sostn de las viudas, los hurfanos.

En el N.T. se muestra la fidelidad al patrn en el acrecentar el depsito

confiado al siervo (Lc 19, 11-27). Para entrar al Reino no solo se debe proteger el

depsito al hombre confiado sino hacerlo crecer. En la Sagrada Escritura el

"depsito" tiene un carcter sagrado. Los bienes dados al depositario no le

pertenecen. No solo los debe cuidar con mucho respeto sino que debe procurar

acrecentarlo.

b) El "Depsito" en el pensamiento de San Pablo:

Dos textos refieren el concepto "Depsito" a la idea de doctrina (1 Tim 6,20;

2 Tim 1,14). Un anlisis de los dos textos nos permite comprender que el Depsito de

la fe se refiere a un conjunto de enseanzas y de doctrinas sobre nuestro Seor

Jesucristo que debe ser vigilado con cuidado. El contenido de este Depsito de la fe

es la persona y la obra de Jesucristo: su divinidad (Tt 1,3-4); su encarnacin (1 Tim

3,16); su Resurreccin (2 Tim 2,8); el juicio (2 Tim 2,12-13); la manifestacin gloriosa

(1 Tim 6,14); la justificacin gratuita mediante la fe en virtud de los mritos de

Jesucristo (2 Tim 1,8-11; Tt 3,4-5).



1 Tim 6,20-21: [20] Timoteo, guarda el depsito. Evita las

palabreras profanas, y tambin las objeciones de la falsa ciencia;

[21] algunos que la profesaban se han apartado de la fe.

2 Tim 1,13- 14: [13] Ten por norma las palabras sanas que oste

de m en la fe y en la caridad de Cristo Jess. [14] Conserva el

buen depsito mediante el Espritu Santo que habita en nosotros.

Las Sagradas Escrituras hacen parte del Depsito de la fe pues inspiradas

por el Espritu Santo poseen una eficacia divina para instruir, refutar los errores,

corregir los vicios, formar en la virtud, crecer en el espritu de santificacin (2 Tim

3,16-17). Deben ser custodiados igualmente los sacramentos que Jesucristo ha

confiado a la Iglesia. En las cartas pastorales se habla del Bautismo (Tt 3,5-7) y del

orden (2 Tim 1,6; 1 Tim 4,14) en sus diversos grados (1 Tim 4,14; 1 Tim 3,1-2). Pero el

Depsito de la fe no se reduce a un ncleo doctrinal sino que incluye el llamado de

Dios en Jesucristo a la prctica de las buenas obras (1 Tm 2,10; 1 Tim 5,10). Dogma,

moral, sacramentos, jerarqua, Sagrada Escritura son el componente del Depsito de

la fe. San Pablo en las cartas pastorales no da un elenco de lo que debe creer y hacer

un cristiano. Solamente llama a Timoteo a conservar con mucho cuidado lo que

Dios nos ha revelado.

c) Origen divino del Depsito

En el A.T. era claro como los bienes de que se han depositado en manos de

otra persona no le pertenecen. El depsito confiado a Timoteo es la doctrina sobre el

"salvador nuestro Jesucristo" (Tt 2,10: que no les defrauden, antes bien muestren

una fidelidad perfecta para honrar en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador).

Cristo es el objeto del Depsito de la fe.

Viniendo de Dios la doctrina recibida en el Depsito de la fe tiene autoridad

divina. A la Palabra contenida en el Depsito de la fe el hombre se tiene que someter

con una fe firme y con una obediencia segura a todo lo que Dios nos ha revelado.

Por tener un carcter divino la doctrina contenida en el Depsito de la fe es "sana" y

"saludable" (1 Tm 1,10; 1 Tim 6,3; 2 Tim 1,13). Esta fe tiene que ser conservada

ntegramente. Esta fe es la que sirve de fundamento asegurado a la verdad (1 Tm

3,15).

Con la Palabra de Dios contenida en el Depsito de la fe la Iglesia contiene

los principios de la verdad y del bien. En ella est la palabra para la ortodoxia.

Timoteo debe predicar la doctrina recibida de Cristo y hacerlo correctamente. Toda

doctrina que sea diferente a la de Cristo, nica fuente de verdad, ha dejado de ser

apostlica y todos los sucesores la deben considerar como falsa y nociva.

d) Conservacin y Trasmisin del Depsito

La vida misionera de San Pablo se caracteriz por el deseo de compartir con

los gentiles su experiencia de Dios en Jesucristo salvador. En las cartas pastorales el

tiene otra preocupacin: los medios que aseguraran la trasmisin del Evangelio

despus de su muerte. Este es el sentido de las instrucciones que da a Timoteo y a

Tito. Los puntos que en los que San Pablo insiste son los artculos de fe familiares a

todos los cristianos, las normas de moral conocidas. Para l lo importante es

"rechazar las novedades" y "mantenerse firmes en la doctrina inspirada" (1 Tm 4,6-15;



2 Tim 1,13; 2 Tim 3,14). Los sucesores de Timoteo y Tito debern seguir la misma

norma de conducta: "cuanto me has odo en presencia de muchos testigos confalo a

hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros" (2 Tim 2,2).

e) Uso del Depsito

En el uso profano del concepto "depsito" se prohiba al depositario

disponer de las cosas a l encomendadas. Esta norma se convirti en la pauta de la

relacin de los cristianos con el Seor. Ellos deben respetar su Palabra, lo que no

significa un abandono de las obligaciones propias de la vida. San Pablo le insiste a

Timoteo que se dedique con fuerza a la lectura, la meditacin, la predicacin de la

Buena Nueva. El debe crecer en su relacin con Dios para poder ser un buen pastor.

Cuidar el Depsito de la fe de la fe no consiste en tenerlo escondido (lo que condena

Jesucristo en las parbolas) sino acrecentarlo con una inteligencia ms profunda del

Misterio de Dios.

f) Enseanza con fidelidad

El consejo de San Pablo a Timoteo da una pauta para la conducta que debe

seguir la Iglesia. El Depsito de la fe que es la Revelacin definitiva de Dios en

Jesucristo. Delante de este Misterio el hombre tiene una inteligencia limitada que

solo podr superar con la visin beatfica. La Revelacin de Dios que nos ha hecho

Jesucristo est completa. La funcin de la Iglesia no es agregar nada sino profundizar

en el conocimiento del Misterio revelado por medio de la meditacin, el estudio, la

oracin (estas funciones que aseguren la fidelidad en la trasmisin y la enseanza se

concretizar y asegurar con el Magisterio a travs de la sucesin apostlica).

LA SAGRADA ESCRITURA Testimonio divino y humano

Es considerada el alma de la Teologa y tambin de la Revelacin escrita

(o Palabra de Dios escrita). Ella contiene el mensaje divino de salvacin escrita

bajo inspiracin del Espritu Santo y redactado por los hagigrafos o escritores

sagrados entre los que cuentan los Apstoles (Juan, Mateo, Pedro, Santiago) y

otros varones apostlicos (Lucas, Marcos, Tito, Timoteo, etc.)

En cuanto tal, forma parte de la Revelacin sobrenatural y pblica que

Dios quiso manifestar a los hombres para su salvacin. Esta inclusin de la

Escritura en el contexto de la Revelacin qued especialmente subrayada en la

Constitucin Dogmtica Dei Verbum del Concilio Vaticano II, que ha delineado

una visin unitaria de la economa salvfica en la que la Escritura, en contacto

inseparable con la Tradicin, es delineada dentro del ms amplio concepto de

Revelacin- divina, adquiriendo as su ms precisa fisonoma. La Dei Verbum

dedica por esto dos importantes captulos iniciales al concepto de Revelacin y su

transmisin antes de internarse en la exposicin concerniente a los libros

inspirados.

Entre todos los libros escritos por mano de hombre, la Sagrada Escritura

goza de una situacin de privilegio debido especialmente a tres motivos



fundamentales: a) tiene un origen divino sobrenatural, pues, habiendo sido

escrita bajo la inspiracin del Espritu Santo, tiene a Dios como autor

principal2; b) su contenido posee la ms alta revelacin hecha por Dios a los

hombres, ya que los textos sagrados ofrecen una respuesta definitiva y

sobreabundante a las preguntas que el hombre se plantea sobre el sentido y fin de

la propia vida3; c) tiene como finalidad la de llevar a los hombres hacia la

plenitud de la perfeccin, como afirma el Apstol: Toda la Escritura es inspirada

por Dios y til para ensear, para argumentar, para corregir y para educar en la

justicia, con el fin de que el hombre de Dios est bien dispuesto, preparado para

toda obra buena (2 Tm 3, 16-17). Estudiaremos cada uno de estos aspectos,

comenzando por el origen divino de la Biblia, es decir, por la inspiracin

bblica.

Sobre este tema, DV 11 al hacerse eco de la doctrina tradicional de la

Iglesia presenta un esquema dividido en tres partes, de los que se hace eco el

Catecismo de la Iglesia Catlica intitulndolos: Dios es el autor de la Sagrada

Escritura, Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados y

Los libros inspirados ensean la verdad.

La Inspiracin, principal caracterstica

Las palabras con las que el Concilio Vaticano 11 se refiere a la inspiracin

bblica son las siguientes:

Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la

Sagrada Escritura, se consignaron por inspiracin del Espritu Santo. La santa

Madre Iglesia, segn la fe apostlica, tiene por santos y cannicos los libros enteros

del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la

inspiracin del Espritu Santo (cf Jn 20, 3 1; 2 Tm 3, 16; 2 P 1, 19-21; 3, 15-16), tienen a

Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Para la

composicin de los libros sagrados, Dios eligi y emple hombres en posesin de

sus facultades y capacidades, y actu en ellos y por medio de ellos, para que

escribiesen como verdaderos autores, todo y solo lo que l quera (DV 11).

Este texto se encuentra dividido en tres frases. La primera es la

afirmacin taxativa de la inspiracin de los libros sagrados en su relacin con la

economa general de la Revelacin; la segunda, la declaracin solemne -hecha por

el Concilio Vaticano I4 - sobre la sacralidad y canonicidad de todos los libros

inspirados, con todas sus partes, indicando el motivo: porque, habiendo sido

escritos bajo la inspiracin del Espritu Santo, tienen a Dios como autor y en

cuanto tales han sido entregados a la Iglesia; la tercera delinea el misterio de la

participacin del autor inspirado en la tarea divina de la composicin de los

libros sagrados, es decir, el modo en que, respetando la propiedad de los

trminos, se puede afirmar que tanto Dios como los hagigrafos son verdaderos

autores de los textos bblicos.

2 Conc. Vaticano I, const. dogrn. Dei Filius, DS 3006. 3 CIC 68. 4 Cf Conc. Vaticano I, const. dogrn. Dei Filius: DS 3006.



El texto citado de la Dei Verbum constituye, por otra parte, la sntesis de

una reflexin teolgico-bblica que, partiendo de los datos de la Sagrada

Escritura, se ha ido enriqueciendo gradualmente a lo largo de los siglos hasta

llegar a nuestros das. Su lectura, efectivamente, trae a la memoria no pocos

textos de la Escritura, de la tradicin patrstica y del Magisterio de la Iglesia, en

los que no es difcil descubrir la revelacin emergente y la progresiva formulacin

del misterio referente al origen divino de la Biblia. Analizaremos esas citas

bblicas y los documentos de la tradicin y del Magisterio, teniendo presente el

sentir de la antigua tradicin juda.

Inspiracin en la Tradicin juda

De la nocin bblica de libro sagrado se hicieron eco los escritores judos

de los primeros siglos de nuestra era. As, Filn (ca. 20 aC-50 dC) llama

sagrados a los escritos bblicos y, al citarlos, los atribuye directamente a Dios.

Flavio Josefo (a fines del siglo I) declara a su vez que entre los judos no fue

concedido a cualquiera escribir la historia sacra, sino nicamente a los profetas,

quienes narraron los antiguos hechos conocidos por inspiracin divina5.

Tambin la tradicin rabnica, a partir del siglo II dC, se refiere a los textos

bblicos con frmulas que denotan reconocer a Dios como autor. Parece cierto,

sin embargo, que el concepto de inspiracin en los antiguos escritores judos se

deline como un fenmeno de carcter prevalentemente esttico, en el que

habra tenido lugar un 'dictado' palabra a palabra, de Dios al profeta, que lo

habra puesto por escrito bajo la accin divina6.

Dicho concepto, sin embargo, no se encuentra en el Antiguo Testamento,

el cual presenta a los profetas y hagigrafos conscientes y responsables de los

propios orculos y acciones, formulados y realizados, evidentemente, bajo el

influjo de la inspiracin divina. Se puede concluir que, junto al modelo de

inspiracin propiamente bblico, que concibe la inspiracin como una accin del

espritu de Jahv sobre el profeta o el escritor sagrado en un evento de ndole

sobrenatural que respeta las capacidades y facultades humanas, se forj, bajo el

influjo de determinadas instancias del pensamiento greco-alejandrino como

parece ser el caso de Filn, otro modelo que reduca la responsable y viva

cooperacin humana hasta casi prcticamente anularla. Esta opinin tuvo un

cierto influjo, al menos en cuanto a la forma expresiva, en algunos autores

cristianos (Atengoras, el autor de la Cohortatio ad graecos, etc.).

5 Contra Apionem 1, 8. El texto afirma: No existen divergencias entre nuestros escritos, porque solo los profetas han narrado

con claridad los acontecimientos lejanos y antiguos, por haberlos conocido por inspiracin divina [ ... ]. Los hechos muestran

con cunto respeto nosotros rodeamos nuestros libros. En tantos siglos, nadie se ha permitido un aadido, un corte, un

cambio. Para todos los judos es natural pensar que en sus libros se encuentra el querer divino, respetarlos, y, si surge la

ocasin, morir por ellos con alegra. 6 Esta opinin sobre el concepto de inspiracin en los antiguos escritores judos es la que sostienen generalmente los

estudiosos del pensamiento antiguo. En el caso de Filn, se admite que este filsofo alejandrino, en dependencia de la

filosofa griega y, ms en particular, platnica, conceba que los profetas y escritores inspirados haban estado enajenados de

sus potencias y facultades, por tanto, eran incapaces de entender lo que decan o lo que escriban.



Inspiracin en el Nuevo Testamento

Los escritos del Nuevo Testamento muestran un concepto de inspiracin

anlogo al que encontramos en el mundo bblico antiguo por lo que se refiere al

firme convencimiento del origen divino de los libros sagrados y su autoridad

normativa.

Jess y los apstoles atribuyen a la Escritura, en efecto, una autoridad

absoluta, infalible, indiscutible, como reflejan las palabras de Jess recogidas en

Mt 5, 18: En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la tierra no pasar

de la Ley ni la ms pequea tilde o signo hasta que todo se cumpla. Esto explica

tambin el motivo por el que los autores del Nuevo Testamento citan

constantemente el Antiguo como autoridad, ms de 350 veces.

El canon bblico

Qu significa el trmino canon? La Real Academia Espaola la define

como el catlogo de los libros tenidos por la Iglesia como autnticamente

sagrados y, tambin, como el conjunto de normas o reglas establecidas como

propias de algo definido. Si nos referimos, por ejemplo, a obras de arte o

literatura, se puede pensar a determinados criterios o normas que definen desde

un breve escrito hasta el ms complejo como un modelo o que goce de una cierta

autoridad en su propio mbito debido precisamente a que reunira los criterios o

normas establecidas para ello a modo de cnones.

En la historia de la formacin textual de la Sagrada Escritura, se ha

tomado en cuenta tambin algunos criterios que ayudaban a definir qu libros

son realmente autnticos para la Iglesia de aquellos que no lo eran. As por

ejemplo, se lleg a definir la autora de los evangelios o del libro de los hechos de

los Apstoles tenindose en cuenta no slo la proximidad cronolgicas de tales

escritos a los hechos que narran sino tambin el reconocimiento del que gozaban

como autnticos dentro de las comunidades cristianas de los siglos I y II. Existen

diversos criterios que han ayudado a definir la autenticidad de cada uno de los

libros que conforman el Nuevo Testamento, los estudiaremos ms adelante. Para

el caso del Antiguo Testamento, se sabe histricamente que fueron 70 maestros

quienes despus de recoger los escritos judos considerados sagrados, lo

tradujeron al griego para permitir que los judos nacidos en la dispora o que

habitaban ciudades propiamente de la cultura griega pudiesen conocer todo lo

que Dios haba revelado a su pueblo de Israel. Esta versin se conoce como la

versin de los 70 en atribucin a los maestros que la procuraron para ellos.

Dado que hablamos de la Sagrada Escritura, los criterios cannicos

responden a su propia naturaleza de ser un libro sagrado y por tanto, los criterios

cannicos no lo buscaramos fuera del mbito de la fe cristiana. Estos criterios

cannicos se forjaron en la Iglesia primitiva y la asistencia del Espritu Santo de la

que gozaron los escritores hizo que sus escritos sean reconocidos con el paso del

tiempo. Y cmo se definieron los libros cannicos? Es decir, Cmo se form el

canon bblico?



Su contenido revelador (dato revelado), definido por la Iglesia, es

ciertamente el criterio supremo e infalible, no solo de su carcter de inspirado

sino tambin de su canonicidad. La definicin dogmtica del canon bblico se

encuentra en el Concilio de Trento, en su sesin IV del 8 de abril de 1546. En esta

sesin se condenaron los errores protestantes, porque rechazaban la canonicidad

de algunos libros pertenecientes al canon fijado desde antiguo por la tradicin

apostlica. El Concilio,

El testimonio de la Iglesia naciente

En conclusin, la inspiracin garantiza que la Revelacin divina ha

quedado plasmada en la Biblia como lo afirma la DeiVerbum. Hay una estrecha

relacin entre inspiracin bblica y canon bblico. Un libro es inspirado por haber

sido escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo, y es cannico por haber sido

recibido como tal por la Iglesia, o como seala un documento de la Pontificia

Comisin Bblica de 1993 la Escritura inspirada es ciertamente la Escritura tal

como la Iglesia la ha reconocido como regla de fe []. Un libro no es bblico sino a

la luz de todo el canon.

Cuando la Iglesia ha reconocido un libro como sagrado lo ha hecho en

virtud de su oficio de ensear, asistida por el Espritu Santo, y teniendo en cuenta

el uso continuado de los libros en la liturgia y en el conjunto de la vida cristiana.

Ya san Agustn, al defender su seleccin, bas su juicio en la prctica constante

de la Iglesia, y lo mismo hizo el Concilio de Treno que presenta el ndice de

libros cannicos con todas sus partes tal como ha sido costumbre leerlos en la

Iglesia Catlica. La Iglesia ha ido reconociendo su fe plasmada en unos escritos

y, a la vez, se ha sentido intepelada por ellos. Ya la primitiva comunidad cristiana,

desde su fe en Jesucristo, reconoci los libros de la Biblia juda como Escritura

inspirada pues vio en ellos las promesas que haban de cumplirse en el misterio

pascual (pasin, muerte y resurreccin de Jess). Ms an, como confirman las

frmulas de los Evangelios est escrito, segn est escrito, etc., les reconoci la

misma autoridad que sus contemporneos judos.

Posteriormente asumi tambin como sagrados los libros del Nuevo

Testamento porque en ellos estaba plasmada la predicacin apostlica: As, los

textos han dejado de ser simplemente la expresin de la inspiracin de autores

particulares y se han convertido en propiedad comn del pueblo de Dios. En

consecuencia, cada libro y hasta cada texto tiene sentido slo en la unidad de la

Biblia y el contenido parcial slo puede ser refrenado en la verdad contenida en

todo el canon: Jams me atrever a pensar, ni a decir que las Escrituras presentan

contradicciones entre s; y si alguna Escritura me pareciera tal, ms bien confesar

que no entiendo su significado (S. Justino, Dilogo contra Trifn, 65).

La inspiracin y el canon hacen de los escritos bblicos, libros sagrados,

que contienen la Palabra de Dios y transmiten la verdad necesaria para nuestra

salvacin. Los libros requieren una lectura dentro de la Iglesia, que los proclama,

los lee o los medita, de tal manera que puede afirmarse que, con palabras de san

Gregorio Magno, de alguna manera se acrecienta su sentido con el crecimiento de

sus lectores.



La inspiracin garantiza la inerrancia o verdad bblica

La inspiracin garantiza la inerrancia y la canonicidad la verdad. Pero no

son dos caractersticas independientes, puesto que inspiracin y canonicidad

estn ntimamente relacionadas, la primera subraya el carcter de Palabra de

Dios, la segunda, el carcter de gua doctrinal y moral de la Iglesia. Inerrancia es

un concepto negativo que corresponde a la mentalidad griega de verdad,

conformidad del pensamiento con la realidad (lo contrario es el error, la

incorreccin), mientras que la verdad bblica es un concepto positivo que deriva

de la mentalidad semita y significa fidelidad a la palabra dada (lo contrario es el

engao, la deslealtad). Toda afirmacin de la Biblia, todo texto y todo libro goza

de verdad en referencia a la verdad completa y definitiva que se da en el conjunto

de la Biblia.

Ser el racionalismo quien sostenga que la Biblia contiene errores, en

particular, para las ciencias naturales o la filosofa racionalista. Pero toda la

Escritura ensea la salvacin llevada a cabo y explicada en la historia y con la

historia. Por tanto, tiene como base los hechos objetivos, pero no es un libro

cientfico de la historia. Es mucho ms, es la Palabra de Dios que al hilo de los

acontecimientos explicados por los profetas, muestra a los hombres los planes

salvficos de Dios. Sera anacrnico y fuera de lugar buscar en la Biblia detalles

histricos que el propio autor pas por alto o consider irrelevantes. Es legtimo,

en cambio, buscar la enseanza que se trasmite en los relatos o libros histricos.

Hay que tener presente tres elementos importantes (Cfr. Const. Dogm.

Dei Verbum, 11): que la Sagrada Escritura es Palabra de Dios, que su finalidad es

ensear y trasmitir la Revelacin, y que comunican la verdad salvfica a favor de

los hombres.

En primer lugar, queda claro que la Iglesia lee la Escritura no porque

contenga errores, sino porque contiene la palabra verdadera que nos salva y, por

tanto, recibe los libros dentro del canon y reconoce su autoridad porque lo que

afirman debe tenerse como afirmado por el Espritu Santo y, en consecuencia,

estn exentos de error. En segundo lugar, los libros ensean y trasmiten la

Revelacin firmemente, fielmente y sin error. Estos adverbios no indican que todo

lo que dice la Biblia es firme, fiel y sin error; nicamente tiene estas cualidades la

enseanza de las verdades salvficas. De nuevo cabe afirmar que la Iglesia lee la

Biblia porque est a la escucha de la manifestacin divina, dando por supuesto

que en esa trasmisin no hay engao ni incumplimiento. En tercer lugar, la

verdad que ensean no es puramente intelectual, un cmulo de conocimientos

exactos, profanos o religiosos, es sobre todo vivencial, orientada a otorgar la

salvacin.



Interpretacin autentica de la sagrada escritura

De la verdad sobre la inspiracin divina de la Sagrada Escritura, se

derivan, lgicamente, algunas normas que se refieren a su interpretacin. DV 12

afirma que, Dios ha hablado en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje

humano; por lo tanto, el intrprete de la Sagrada Escritura, para conocer lo que

Dios ha querido comunicarnos, debe estudiar con atencin lo que los escritores

sagrados realmente quisieron decir y lo que Dios quiso dar a conocer con sus

palabras. Por consiguiente, para interpretar la Sagrada Escritura debe estudiarse

tanto lo que escribieron los autores humanos lo que suele llamarse

interpretacin histrico-literaria, como lo que Dios quiso revelar en las

palabras inspiradas lo que se designa con la expresin interpretacin

teolgica.

Interpretacin histrico-literaria

El estudio de la Sagrada Escritura debe comenzar por el anlisis de los

textos, para conocer la verdadera atencin de los autores sagrados. Este anlisis

se concreta, principalmente, en el estudio de los gneros literarios y de la

cultura de la poca:

Los gneros literarios: En primer lugar hay que tener en cuenta los gneros literarios, es decir, las formas de expresin que los autores han utilizado en sus escritos, pues la verdad se presenta y enuncia de modo diverso segn que los libros tengan como fin, por ejemplo, narrar un hecho histrico, y proclamar una enseanza, o expresarse de modo potico. El sentido de lo escrito por el autor humano depende precisamente de estos gneros literarios.

La cultura de la poca: Para comprender exactamente lo que el autor sagrado propone en sus escritos, tambin hay que tener muy en cuenta los habituales y originarios modos de pensar, de expresarse o de narrar que eran usuales en la poca del escritor, as como las expresiones que entonces solan utilizarse con mayor frecuencia en la conversacin ordinaria.

Interpretacin teolgica

Si es necesaria la interpretacin histrico-literaria, aparece como ms

importante, la interpretacin teolgica, es decir, la investigacin y estudio de las

verdades que Dios ha querido revelar a los hombres. Segn la DV 12, la Escritura

se ha de leer e interpretar con el mismo Espritu con que fue escrita, para sacar el

sentido exacto de los textos sagrados.

El Concilio seala tres criterios para una interpretacin conforme al

Espritu que la inspir:

1) Prestar una gran atencin al contenido y la unidad de toda la

Escritura, que tiene a Dios como autor principal.

2) Leer la Escritura en la Tradicin viva de toda la Iglesia; los Padres

afirmaban: la Escritura est ms en el corazn de la Iglesia que en la materialidad

de los libros escritos.



3) Estar atento a la analoga de la fe, es decir, a la cohesin de las

verdades de la fe entre s y con el plan total de la Revelacin, pues Dios no se

contradice ni puede engaarse.

El juicio de la Iglesia

La Iglesia ha recibido de Cristo el mandato y el ministerio divino de

conservar y de interpretar la Palabra de Dios; en consecuencia, todo lo que se

refiere al modo de interpretar la Escritura, queda sometido al juicio definitivo de

la Iglesia(DV 12). En otras palabras, el Magisterio de la Iglesia ha recibido de

Cristo el ministerio o facultad de interpretar autorizadamente el contenido de la

Revelacin. Esta interpretacin autorizada recibe el nombre de interpretacin

autntica. Por eso, la enseanza de la doctrina catlica abarca toda la Escritura,

y constituye el argumento ms slido para aceptar la Revelacin divina.

LA MUTUA RELACIN ENTRE ESCRITURA Y TRADICIN

Si la Escritura se puede definir como la palabra de Dios en cuanto se

consigna por escrito bajo la inspiracin del Espritu Santo (DV 9), la Tradicin

es aquella corriente divina por la que la Iglesia transmite ntegramente a los

sucesores de los apstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Seor y

por el Espritu Santo para que, con la luz del Espritu de la verdad, la guarden

fielmente, la expongan y la difundan con su predicacin (DV 9). Entre Escritura

y Tradicin existe, por tanto, por su misma naturaleza, una profunda unidad,

formando un todo orgnico que DV 9 expresa bajo imgenes sugerentes:

surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden

a un mismo fin; es decir: tienen su origen en el mismo Dios que se ha revelado

en la creacin y en la historia; constituyen una misma corriente salvfica,

expresin del mismo y nico misterio de salvacin; concurren al mismo fin, que

es la salvacin de los hombres para la gloria de Dios.

Escritura y Tradicin no son, por tanto, dos vas independientes o

paralelas de la palabra de Dios: cada una, por el contrario, afirma la existencia de

la otra, y sin la una la otra quedara irremediablemente sujeta a la arbitrariedad

de la subjetividad de pensamiento. Ciertamente, una y otra poseen una propia

identidad, determinada por el modo o forma en que transmiten la Revelacin y,

sobre todo, por la propia ndole estructural interna: mientras la Biblia posee las

caractersticas de un texto escrito y, por tanto, fijo y definitivo en s mismo, la

Tradicin es una realidad viva, llamada a crecer y desarrollarse, no,

evidentemente, por adicin de realidades ajenas al contenido originario, sino por

la profundizacin creciente de lo que en el contenido originario estaba solo

presente de modo implcito. Se puede aadir que la Tradicin, en cuanto precede,

acompaa y sigue a la Escritura, constituyendo su contexto natural de

interpretacin, contiene una riqueza de contenido no siempre del todo explcito

en la lectura histrico-crtica de la Escritura (lectura de los textos bblicos



teniendo en cuenta su formacin histrica y textual), aunque s lo est en su

lectura cristolgica (lectura de los textos bblicos a la luz de Cristo, su persona y

su enseanza). El tema lo trataremos con ms profundidad en la parte de nuestro

libro dedicado a la hermenutica bblica (interpretacin actualizada de la

Escritura: el mensaje bblico para nosotros, hoy?).

La razn ltima del triple vnculo que une Escritura y Tradicin es por

tanto, el hecho que las dos son 'palabra de Dios'. La Escritura, concretamente, no

solo contiene la palabra de Dios, sino que es verdadera palabra de Dios en virtud

del carisma de la inspiracin concedido a los escritores bblicos; la Tradicin es la

palabra de Dios transmitida ntegramente y autnticamente a la Iglesia gracias a

la sucesin apostlica y a la asistencia del Espritu Santo. Por este motivo, la

Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las

verdades reveladas y considera que la Escritura y la Tradicin se han de recibir

y venerar con un mismo espritu de piedad (DV 9).

La Escritura y la Tradicin constituyen, en consecuencia, un solo

depsito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia, que ha de

custodiarlo y transmitirlo fielmente y del que tiene que sacar alimento constante

para la vida del pueblo cristiano.

El rol del Magisterio ante las fuentes de la Revelacin

Ahora bien, aunque todo el pueblo cristiano es portador de la palabra de

Dios y participa en su transmisin segn los diferentes carismas que el Espritu

distribuye en su Iglesia, el oficio de interpretar autnticamente la palabra de

Dios escrita o transmitida ha sido confiado nicamente al Magisterio vivo de la

Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo (DV 10).

Interpretar, en nuestro contexto, significa descubrir el verdadero sentido: no

crearlo, transformarlo o modificarlo. La Dei Verbum precisa, por eso, que el

Magisterio no est por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para

ensear puramente lo transmitido. El documento conciliar reconoce as la

trascendencia de la 'palabra de Dios' en relacin al Magisterio, el cual, por su

parte, se autodefine como siervo de la 'palabra de Dios', que no pretende ensear

nada que est fuera de lo que le ha sido revelado y transmitido, y reconoce

explcitamente que su misin, por mandato divino y con la asistencia del

Espritu Santo, es orlo con piedad, guardarlo con exactitud y exponerlo con

fidelidad (DV 10). El Magisterio cumple as una doble funcin: en relacin a la

palabra de Dios, la transmite con fidelidad en una constante actualizacin segn

los tiempos y las culturas; en relacin a la Iglesia, custodia e interpreta

autnticamente la palabra de Dios.

Por todo esto, la Sagrada Tradicin, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la

Iglesia, segn el designio sapientsimo de Dios, estn entrelazados y unidos de tal

forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su

modo, bajo la accin del Espritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvacin

de las almas (DV 10).



1 El trmino hebreo dabar puede significar 'palabra', informacin', 'mandato', pero tambin 'cosa', 'evento', existiendo entre las dos acepciones, en virtud de la unidad del trmino, una intrnseca relacin. El vocablo dabar designa tambin eventualmente el mandato y la voluntad divinas manifestadas a Israel (cf Ex 34, 28), o bien, la accin eficaz de Dios en la creacin o en la historia (Gn l). La expresin 'palabra de Jahv' (debar Jhwh) indica, ms precisamente, un 'decir de Dios' que da origen a una realidad, un evento, un fenmeno histrico. La circunstancia de que, de las 241 veces que dicha frmula est atestiguada en el Antiguo Testamento, 221 se encuentren en un contexto claramente proftico, permite sacar la conclusin de que nos encontramos ante una expresin tcnica al servicio de la Revelacin. El concepto bblico contenido en la expresin 'palabra de Dios' es, por otra parte, comn al antiguo Oriente, donde el vocablo 'palabra' no posee primariamente un significado notico o indicativo, sino dinmico, designando un poder que llega a repercutir en el dominio de lo real (palabra de conjuro, de bendicin o de maldicin, etc.). La doble estructura semntica de dabar se refleja en el trmino griego rhema, con que los LXX traducen frecuentemente el vocablo hebraico (cf Gn 15, 1; 18, 14; 20, 8; 1 R 11, 4 1; etc.). Esta densidad semntica de rhma se conserva en el Nuevo Testamento (cf Lc 1, 38. 65; 2, 15. 17. 19. 51). El trmino logos, por el contrario, con el que en ocasiones los LXX traducen tambin dabar, tiene un significado prevalentemente notico o indicativo. 2 Sobre esto la Constitucin Dogmtica Dei Verbum afirma en su numeral 6: Confiesa el Santo Concilio "que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con seguridad por la luz natural de la razn humana, partiendo de las criaturas"; pero ensea que hay que atribuir a Su revelacin "el que todo lo divino que por su naturaleza no sea inaccesible a la razn humana lo pueden conocer todos fcilmente, con certeza y sin error alguno, incluso en la condicin presente del gnero humano. 3 Por ejemplo: Francisco de Ass (1182-1226, canonizado por Gregorio IX, el 16 de julio de 1228), Margarita Mara Alacoque

(1647-1690, canonizada por Benedicto XV el 13 de mayo de 1920) Sor Faustina de Kowalska (1905-1938, canonizada por Juan Pablo II, el 30 de agosto del 2000). Actualmente, atrae particular atencin las revelaciones de la virgen de Ftima a los tres pastocitos y ms an el llamado tercer secreto de Ftima hecho pblico el 13 de mayo del 2000 por el secretario de Estado Vaticano, el Card. Angelo Sodano a pedido de Juan Pablo II.

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01 La Revelación sobrenatural y sus características.pdf