[ ]

En este 5to. domingo de resurrección, la Liturgia invita a profundizar en la identificación con Jesucristo. Y para ello nos presenta un pasaje del evangelio de Juan (15,1-8) en el que Jesús compara la relación entre Él, el Padre y el discipulado con lo que sucede en el ámbito de un sembradío.

Según el evangelista Juan, hay tres aspectos en los que Jesús fundamenta la amistad con Él: 1º) La amistad con Jesús hunde sus raíces en Dios Padre. En la comparación con la viña, Jesús aparece como la vid de verdad, es decir, por donde corre la savia, pero quien poda y limpia, es sólo Dios Padre. Y no puede ser de otro modo porque sólo el Padre es quien sabe entrar, y a su tiempo, como buen hortelano a toda plantación, a toda vida. A la vida de sus hijos e hijas. 2º) La amistad con Jesús se cultiva desde la adhesión a su persona y a su Palabra. Jesús dirá que la escucha atenta de su Palabra es la que limpia o fortifica esa amistad. Por ello, el fruto fecundo se debe a la Palabra viva que es el mismo Señor en persona. Mientras que no dar frutos es la consecuencia la desidentificación con Él y con su Palabra. Y 3º) El resultado y efecto de la amistad con Jesús. Dar mucho fruto, es precisamente glorificar a Dios y consolidarse como auténtico discípulo.

Si queremos profundizar en la relación fecunda con Dios, hemos de precisar el significado teologal de la primacía del Padre, la unión con Jesús y la abundancia de frutos que está llamado a producir todo cristiano.

[ ]

La constancia y cultivo de la unión con Jesús mediante su Palabra es la savia que nos nutre. Esto es justamente el dinamismo que provoca fe. Porque la fe no se basa en lo acostumbrado o sabido sobre Jesús, sino en el encuentro permanente con el Señor que en cada momento y en cada circunstancia brota genuino desde lo hondo de su Palabra viva y vivificadora. Por eso no basta identificarse con Jesús sin más, porque hay tantos retratos de Jesús como personas que lo pintan a su medida. Hace falta junto a la imagen o concepto que tengamos de Jesús, su Palabra, la escrita en la Biblia y la escrita en lo más profundo de las personas y de las circunstancias de la vida.

Dios Padre y sólo Él es el Viñador. Esto es lo que constituye el núcleo de la esperanza cristiana. Sin embargo, en muchas relaciones que establecemos, incluso con uno mismo, damos demasiada fuerza a las cosas que hay que arrancar, tanto de nuestras vidas como de las vidas de las demás personas, y nos olvidamos que Dios Padre es el Señor de la Vida. Él sabe cuándo y cómo arrancar o limpiar. Por eso debemos y podemos fiarnos de su actuación en nuestras vidas y en la de los demás, sin pretender sustituirlo. Con palabras de un gran santo: “Tener sólo a Dios por refugio”, es decir, “tener sólo en Él nuestra esperanza”.

Dar mucho fruto es en lo que consiste la gloria de Dios y lo que consolida al discipulado. Esto es la práctica expresa y directa de la caridad. La práctica del amor fecundo a tiempo y a destiempo. Pero un amor que no se reduce a lo próspero o gratificante, sino que sabe sobreponerse porque sabe ir más allá de toda limitación y de todo déficit, para saldar y para llenar de sentido toda existencia . Un amor que enciende, que despierta, que relanza. De ahí que este amor produzca fruto abundante. Sin medida. Por tanto, si se es amor joven, será un amor proporcional a las fuerzas y dones recibidos de Dios, lo mismo si se es viejo . Pero nadie queda exento de vivirlo por grandes o pequeñas que sean las propias fuerzas o capacidades.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que en mí no da fruto, Él lo corta, y al que da fruto, lo limpia para que dé más fruto.

Ustedes ya están limpios gracias a la Palabra que les he anunciado. Permanezcan en Mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en Mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en Mí y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer.

Al que no permanece en Mí, se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en Mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá.

La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto, y sean así mis auténticos discípulos. Palabra del Señor.

[ ]

[ ]

Al final, rezo el Padrenuestro,

saboreando cada palabra.

Me sereno para esta cita con Dios.Me acomodo con una postura que implique todo mi ser. Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio.( Una y otra vez repito este ejercicio )

[ ]

[ Sigo adelante ]

NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí.

NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico 10 minutos.

Señor,

que mi unión contigo

se manifieste

en el servicio

a las personas

que más me necesitan.[ ]

[ ]

Después de VER, OIR y SENTIR, se pasa a CONSIDERAR los EFECTOS Verdaderos y de Santidad,

fruto de la Resurrección.

Para Contemplar la Resurrección, Ignacio propone 5 aspectos dinámicos. Así, el que contempla, se implica a fondo en la centralidad del Evangelio y de la Vida.

** que ame más a Dios;

** que tenga más fe, más esperanza y más caridad para con los demás;

** que adore mejor a Dios «en espíritu y en verdad»;

** que acepte más de corazón las tinieblas de la existencia y de la muerte; y

** que sea más consciente de su libertad y actué en consecuencia.

Estos EFECTOS son de sanidad espiritual y tienen que ver con el itinerario creyente que ayuda a consolidar una persona:

Después ver, oír, sentir, y de considerar los Efectos de la Resurrección, pasamos a MIRAR el OFICIO de CONSOLAR que el Señor TRAE.

Lo cual concreta la Verdad y Santidad de los Efectos de la Resurrección.

[ ]

Dice Jesús:Dice Jesús: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que en mí no da fruto, Él lo corta, y al que da fruto, lo limpia para que dé más fruto.

Reflexiono para sacar provecho: Dios Padre es quien mejor sabe entrar a nuestras vidas, sin estruendos, con la delicadeza propia de quien nos conoce mejor que nosotros mismos. Que nos atrevamos a poner en Él toda nuestra confianza para descubrir su sencilla actuación en nuestras vidas.

[ ]

Dice Jesús:Dice Jesús: Ustedes ya están limpios gracias a la Palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. El que permanece en Mí y Yo en él, da mucho fruto.

Reflexiono para sacar provecho: Cultivar la unión con Jesús es una tarea permanente. Puede que haya altibajos en este camino, incluso que haya momentos de oscuridad y tinieblas en los que nos invade la duda. Pero Jesús no abandonará a ninguno. Que de nuestra parte siempre estemos atentos a los detalles con el Señor, no sólo en los momentos de gozo y plenitud, sino también en la tristeza y la cruz.

[ ]

Reflexiono para sacar provecho.

Considerar cómo la Divinidad,

que parecía esconderse en la pasión,

aparece y se manifiesta ahora tan espléndida

en la resurrección, por sus verdaderos

y santísimos EFECTOS.

[ ]

Dice Jesús:Dice Jesús: Si permanecen en Mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto, y sean así mis auténticos discípulos.

Reflexiono para sacar provecho: Producir frutos en abundancia, no tiene nada que ver con lo que el mercado entiende por abundancia, sino con lo que cada quien puede dar desde los dones recibidos. Que estemos siempre dispuestos a sacar afuera lo mejor de nosotros mismos, y ponerlo al servicio de los demás, para que todos se beneficien de lo divino que tú y yo llevamos dentro.

[ ]

INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DE DIOS

Para dar frutos no se requiere solamente ser instrumento de Dios, sino ser instrumento dócil y creativo para hacer la voluntad de Dios. Entre las manos de Dios, toda acción puede ser instrumento de bien como el barro en manos de Cristo sirvió para curar al ciego. Cualquiera de nuestras acciones por más material que parezca, con tal que sea una colaboración con Dios, hace crecer la vida divina en nuestras almas. ¿Hay un criterio para poder distinguir las acciones que son una colaboración con Dios de las que no lo son? Sí. La unión de nuestra voluntad con la de Dios. El que ha comprendido la espiritualidad de la colaboración con Dios toma en serio la lección de Jesucristo de ser misericordioso como el Padre Celestial es misericordioso, procura como el Padre Celestial dar a su vida la máxima fecundidad posible. El Padre Celestial comunica a sus criaturas sus riquezas con máxima generosidad. El verdadero cristiano, incluso el legítimo contemplativo, para asemejarse a Dios Padre se esfuerza también por ser una fuente de bienes lo más abundante posible. Quiere colaborar con la mayor plenitud a la acción de Dios en él. Nunca cree que hace bastante. Nunca disminuye su esfuerzo. Nunca piensa que su misión está terminada. Tiene un celo más ardiente que la ambición de los grandes conquistadores. El trabajo no es para él un dolor, ni un gasto vago de energías humanas, ni siquiera un puro medio de progreso cultural. Es más que algo humano. Es algo divino. Por esto se gasta sin límites. El motivo de “la voluntad de Dios” es el lema para estar seguro de cumplir nuestra misión. De la falta de vida en Cristo se sigue la esterilidad. Como dijo Jesús, “sin Mí no pueden hacer nada”. Y en cambio, el que cree en Él hará las obras de Cristo y aún mayores. Pero creer en Cristo es estar incorporado en Él por una fe viva que supone la caridad. El sarmiento que no está incorporado a la vid no puede dar frutos. Nosotros tampoco si no permanecemos en Cristo.

(Cf. San Alberto Hurtado. S.J.)

Para centrar la experiencia vivida en la Oración, respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes:

[ Termino con la oración siguiente ]