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Vista del ábside sur. Al fondo muro derruido. En el muro norte de la Basílica existe un
abocinamiento que hace pensar en un vano preexistente. Es posible que lo hubiera también en el
muro sur dada la simetría.
Puerta de entrada al ábside sur
La columna de la izquierda esta fracturada. Este edificio de no haber sido aprovechado como
tinado de vacas, hoy la hubiéramos conocida derruido
A ambos lados, los ángulos, estructura adintelada.
Posiblemente para resolver problemas de la cubierta.
La entrada a la basílica se debía hacer en principio por una sola puerta (ábside central).
Posteriormente se debieron practicar las entradas directas a cada ábside como lo hace pensar este
arco de herradura (que no acaba). En tiempos modernos se tapió con ladrillo.
Piedra base donde se alojan las cancelas, que dejan un pasillo de entrada de 0,36 cms.
Fragmento de cancel con decoración de hojas y racimos.
El edificio estuvo decorado con distintas impostas con ornamentación de guirnalda con roleos con
botones en el interior. Ábside norte.
Otro fragmento de imposta con decoración a modo de guirnaldas.
Fragmento de imposta con decoración de arcos. Muro exterior
Basa ábside central Capitel ábside central
Luisa Mª Téllez Jiménez y Juan Rosco Madruga
Licenciados en Arte por la Universidad de Extremadura.
Jaime Rio-Miranda Alcón
Diplomado en Arqueología Hispánica Universidad de Barcelona.
COPIA DEL TEXTO PUBLICADO EN EL BIGCValdeobispo. Nº 8 junio 1982
El pueblo visigodo en número de 200.000 penetra en la península ibérica. Su historia viene
a ser un paréntesis entre dos grandes desastres: la batalla de Vouillè en el año 507, donde el
ejército visigodo queda deshecho y abandona el reino de Tolosa y la gran derrota acontece en el
año 711, ante la propia sorpresa de los musulmanes, las tropas visigodas son barridas y el
territorio peninsular conquistado en el corto espacio de tres años.
Los visigodos entraron en la Península siendo lo que tradicionalmente habían sido: arrianos,
desde que su apóstol Ulfilas les catequizó. Sin embargo no tardarían en surgir sectas que
separaran al pueblo visigodo de lo que en opinión de muchos era su única seña de identidad, la
confesionalidad arriana; ·Es difícil no llegar a la conclusión de que los godos, que Vivian en un
mundo predominantemente ortodoxo, se aferraran tan tenazmente a su arrianismo debido en gran
parte precisamente a que la herejía representaba un signo fundamental que los distinguía como
pueblo de los romanos nativos”(P.D.King).
Para los visigodos el arrianismo había llegado a ser uno de los factores constitutivos de su
personalidad (Orlandis). No tardarían estas desavenencias en alcanzar a la propia familia real
como lo demuestra el trágico enfrentamiento entre Leovigildo y su hijo Hermenegildo. Si
analizamos en profundidad este conflicto vemos que en el subyace el enfrentamiento entre el
sustrato hispano-romano y el pueblo visigodo. Hasta el punto que personajes cuyo catolicismo
no pueda ponerse en tela de juicio, como es el caso de San Isidoro obispo de Sevilla, critican el
enfrentamiento del hijo al padre crítica que esconde una defensa del poder visigodo, pues no
olvidemos que San Isidoro es un noble godo.
Que el enfrentamiento va más allá delo religioso lo vemos en que Hermenegildo, trs su
bautismo, toma el nombre de Juan, de clara tradición hispano-romana.
LEOVIGILDO: UN INNOVADOR
El rey había visto en su propia familia la raíz de un mal que podría extenderse a todo su
reino. Fue por esto por lo que en los Últimos años de su reinado vio la necesidad de llegar a una
Única aunque no pudo llegar a fraguar “su idea”.
No obstante Leovigildo puede ser considerado como el verdadero artífice de la unidad
romano-visigoda. Aun cuando no suprimió los regímenes legales separados se ocupó con interés
de otros aspectos o factores de desunión. Uno de ellos es el religioso anteriormente dicho y el
otro es la supresión de prohibición que pensaba sobre los matrimonios mixtos, viendo que la
separación entre godos y romanos no era ni justa ni conveniente. Asimismo su política religiosa
perseguía la unidad.
La revuelta católica de su hijo Hermenegildo le hizo Comprender .los graves peligros que
encerraba la coexistencia de dos religiones en un solo estado, por lo que buscó la unificación
religiosa por la vía de un arrianismo modificado. Su táctica fue hacer concesiones de forma que
la transición resultara menos difícil para los católicos amenazando al mismo tiempo a los
obstinados, en especial a los godos que se hubiesen aferrado a la ortodoxia, con un cierto grado
de persecución.
En un concilio arriano celebrado en Toledo en el año 580 no se insistió ya acerca de
volver a bautizar a los convertidos del catolicismo, sino que sólo era necesaria la
imposición de las manos, que significaba la promesa, de aceptar la comunión. Esto unido
a los incentivos económicos, atrajo a gran número de conversos.
Dos años más tarde, Leovigildo, en su afán conciliador, negó el dogma central del
arrianismo al admitir la igualdad del Padre y del Hijo, manteniendo sólo la inferioridad
del Espíritu San to.
La medida fue tan popular que Gregorio de Tours llegó a decir sin duda exagerando,
que en España quedaban ya pocos católicos. El intento renovador de Leovigildo se ocupó
también de la institución monárquica; ya que la tradición germánica de carácter electivo
opuso la idea romana de la sucesión. Con su hijo Recaredo se llevaría a efecto la total
unificación gracias a la conversión masiva del rey y de todo su pueblo. A partir de
entonces vamos a presenciar un maridaje perfecto entre el estamento político y el
religioso.
La cabeza visible del poder político, el rey, tendrá competencia en asuntos
eclesiásticos, su figura será protegida de cualquier tipo de usurpaciones con una pena
espiritual, la excomunión. Sus prerrogativas dentro del orden espiritual le llevan a presidir
los concilillos y a declararlos inaugurados con la lectura del "tomo “regio", además de
confirmar los decretos y acuerdos que en ellos tienen lugar. Esta fusión entre lo político
y lo religioso, si bien favorecería y protegería la figura del· rey, podía en ocasiones
volverse contra él, sobre todo con la máxima dé los Padres Conciliares:" Serás rey si obras
bien, sino no serás”.
EL MONASTER.IO VISIGODO
Si atendemos tan sólo a lo estrictamente comprobable hemos de pasar al estudio de
lo que es en sí el hallazgo: una basílica monástica. La afirmación que hacemos de que se
trata de una basílica monástica no es gratuita sino que se basa en la distribución espacial
de la misma; en concreto, en un hiperdesarrollo del crucero sobre cualquier otro elemento
del espacio ec1esialEs necesario antes de pasar a detallar los componentes de esta iglesia
que hagamos un inciso tratando en el mismo de explicarlo que el monasterio visigodo no
hay que confundirlo desde luego, con lo que más tarde sería el monasterio medieval un
centro irradiador de cultura.
Por el momento y lejos del cometido anteriormente expuesto va a ser la consecuencia
de la progresiva ruralización del Bajo Imperio y lejos de tener una finalidad religiosa va
a tenerla económica. Muchos fundarán monasterios familiares para beneficiarse de la
exención de impuestos Y todo asomo de vida cultural va a estar en las ciudades, ya en esta
~poca poco pobladas
El monasterio va a ser un legado de las comunidades cristianos del norte de África y
ya desde su origen en nuestro suelo va a estar corrompido. Sorprende lo pronto que los
concilios comienzan a ocuparse en sus cánones sobre el mal funcionamiento de los
mismos: se prohíbe a las vírgenes tomar el velo antes de los cuarenta años, se prohíbe que
monjes y monjas permanezcan juntos a no ser en la colecta, que en el recinto de las monjas
entre alguien más que no sea el propósito (monje viejo) que se adscriban a los monasterios
niños menores de 10 años, que el abad y la abadesa se vean excepto ante la presencia de
tres monjes, etc.
No obstante la corrupción monástica lejos de atenuarse con las normativas conciliares
fue en aumento, llegándose a prohibir a los monasterios a familiares y los mixtos, a la vez
que duramente se condenaba el expolio que en algunos monasterios se llevaba a cabo con
los peregrinos. En el canon del concilio XI de Toledo se habla claramente del grado de
depravación del clero superior. Esto viene a demostrar que la corrupción era una tónica de
todo el clero de la época y no solo lo del monástico, como pretendían los metropolitanos.
En ocasiones el monasterio visigodo, a parte de su funcionalidad específica, podía
cumplir otros cometidos no inherentes a su carácter monástico. El más interesante era el
de albergar "penitentes forzosos”, ya que como dice (King), los delitos políticos penados
con el exilio no se cumplían fuera de las fronteras si-no dentro de un monasterio, la
disciplina penitencial podía ser tan severa que el suicidio se convertía en la única salida
para muchos de estos personajes. Esta última funcionalidad, el del confinamiento, no
perdería vigencia a lo largo de la Historia siendo un recurso de la nobleza para tapar las
faltas de sus hijas o como retiro forzoso de oponentes políticos; tal fue el caso de Juana
la Beltraneja.
SITUACION Y ENTORNO DE SANTA LUCIA
Se encuentra en el paraje denominado "El Trampal", a unos 3 Kms de Alcuéscar
pueblo que se encuentra en el mismo corazón de la región extremeña, casi en el límite de
las dos provincias, y a algo más de 2 Kms. de la carretera nacional 630, antigua “Via de
la Plata”. Las coordenadas la sitúan a los 39º 9' 15"de latitud Norte y los 6º l3' 3l" de
longitud Oeste en la hoja 752 correspondiente a Mirandilla, escala 1:50.000 del Instituto
Geográfico y Catastral.
El accidente geográfico más importante es el pico del Centinela en cuya ladera Este
se encuentra situada la basílica. Al Este de la basílica a poca distancia de la misma se
encuentra la charca de Santiago. Al Oeste el llamado venero del Trampal, de importante
caudal, actual abastecedor de aguas de la población de Alcuéscar. Al Noroeste, a unos
500 metros, hay una elevación del terreno de forma rectangular, en el centro de la cual se
encuentran los cimientos de una edificación que según noticias corroboradas por la misma
hoja 752 del Instituto Geográfico y Catastral, se trata de la antigua ermita de Santiago,
que al parecerse elevaba sobre un yacimiento romano preexistente en el mismo-
lugar como lo atestiguan las numerosas estelas funerarias y votivas aparecidas por todo
el paraje y de las cuales tenemos inventariadas, y que en próximos trabajos daremos a
conocer.
Incluso en la propia fábrica de la basílica que nos ocupa, a la que pensamos sirvió de
cantera. La basílica que hoy estudiamos se encuentra actualmente formando parte de un
cercado de unas dos hectáreas de naranjos y olivos, cumpliendo a la vez la función de
tinado de vacas, a cuya funcionalidad creemos se deba el haberse mantenido en pie.
Hay que reseñar a la vez la gran cantidad de vestigios de época visigoda que han
aparecido en los parajes de "Rodriga" y la "Quebrada", pertenecientes al término de
Montánchez donde también se han encontrado numerosos relieves así como un cancel
decorado, estudiado por E. Cerrillo. Conocidos son también los yacimientos de Santiago
de Bencaliz, en el término de Aldea del Cano, y los del Santo y las Torrecillas, en el
mismo término de Alcuéscar.
Todo ello viene a confirmar la gran importancia de la zona, que irradia hacia el norte
desde el foco emeritense en ya cimientos como Plasenzuela, Santa Cruz de la Sierra,
Ibahernando, etc. No obstante centrándonos debemos indicar que la obra que nos ocupa
no hay que ponerla en conexión con la cercana población de Alcuéscar, ya que esta
posiblemente fuera' fundada por los moros de Huescar y por lo tanto posterior, sino con
toda esa serie de vestigios que hay diseminados por sus alrededores. Muchos de estos
están catalogados y estudiados por el insigne profesor Hernández Pacheco y otros de
reciente descubrimiento: “Los Villares”, en el camino de Montánchez, “Las Herrerias”l,
en la misma Ruta de la Plata, "El Santo", etc.
No obstante, insistimos es SU entorno inmediato lo más importan te de reseñar en
relación con Santa Lucia. Entorno éste que reúne en poco más de 400 metros a la redonda
al menos tres ermitas la de Santa Lucia la recientemente destruida de Santiago y otra
cuyos restos no han llegado hasta nosotros, ·pero si nos llegó el topónimo de”Cerro de la
Ermita" y algunos muros que a ras de suelo atestiguan la anterior existencia de algún
edificio allí ubicado. A la falda del "Cerro de la Ermita" se encuentra un cementerio de
época romana, recientemente puesto al descubierto por un desbroce llevado a cabo en la
finca y que en este trabajo damos a conocer como una primicia debida a la incansable
labor investigadora de nuestro Grupo.
Ahondando nuevamente con la antedicha ermita de Santiago, cuya destrucci6n nos
ha privado de analizar su estructura, hemos do decir que debió situarse sobre un
yacimiento romano coetáneo o preexistente, a juzgar por las monedas que tenemos
catalogadas por miembros de nuestro Grupo y quo se hallaron en superficie al iniciarse
la saca' de piedras que fueron llevadas para la remodelación de la actual iglesia de
Alcuéscar, correspondiendo estas monedas todas ollas al Bajo Imperio. Nuestra teoría es
que la ermita de Santiago o bien el yacimiento romano donde se ubica, sirvió también de
cantera para la construcción de Santa Lucía, como lo atestiguan las numerosas lápidas
funerarias y votivas utilizadas en su fábrica como anteriormente ya indicásemos.
Desde luego no pensamos que esta densidad inusual de ermitas obedezca a cuestiones
de azar, sino que a nuestro modo de ver hay que ponerla en conexión con la existencia en
las inmediaciones de un venero llamado "Del Trampal" de aguas ligeramente ferruginosas
y que, según el profesor Hernández Pacheco, eran utilizadas como aguas medicinales
previo calentamiento de las mismas en rústicos establecimientos.
Estos establecimientos o establecimiento desapareció con las obras de canalización
de las aguas del venero, que antes se dedicaban exclusivamente al cultivo de huertas por
estas lindes ya desde entonces se utilizan para el abastecimiento de a guas al pueblo. Su
aparición viene a dejar una laguna en la interpretación de la ermita que nos ocupa
posiblemente, igual que en San Juan de Baños, también aquí se tratase de una
construcción de la época.
Todo esto entra dentro de una concesión más amplia de lo que el culto a las fuentes
viene a significar para los pueblos ibéricos y germánicos.
De hecho no puede pasar desapercibida la estrecha relación entre fuentes medicinales
y santuarios visigodos, al menos con los que ofrecen una situación extraurbana. En
relación con esto hay que observar como en numerosos cánones de concilios son
prohibidos los cultos a las fuentes, sin duda muy arraigados en el sustrato. Sin embargo
estas prohibiciones corresponden a concilios tardíos, ya que~ en principio, la iglesia
católica, en su fase de captación, es permisiva: "… las fiestas deben permitirse aunque
vayan acompañadas de orgias…" (San Gregorio).
Tradicionalmente la ubicaci6n de los monasterios, tanto poca visigoda como
posteriormente, se ha llevado a cabo en lugares con unas características mus específicas:
microclimas signos, abundancia de agua, situación cercana a importantes vías de
comunicación pero sin embargo ajenos a las mismas, etc. Todas estas condiciones las
reúne Santa Lucia y por si mismas probaran el carácter monástico de la misma. No
obstante, y para mayor afirmación, traeremos a colación argumentos dimanantes de la
propia estructura del edificio, así como el topónimo de “Sierra del Monesterio” con que
se designaba el Pico del Centinela (a cuyas faldas se ubica la ermita) en tiempos pasados,
o lo testifica un libro de deslindes del siglo XVIII que se conserva en el Ayuntamiento de
Alcuéscar.
No puede pasar desapercibida en este apartado la cercanía de la ciudad de Mérida,
que se encuentra a unos 35 kms, posiblemente sede metropolitana de más significación
de toda esta ~poca.
ESTRUCTURA Y SIGNIFICACION
De lo que en otros tiempos fuera todo un, complejo monástico se conserva
actualmente en pie tan sólo el recinto eclesial. Una· futura investigación y excavación en
los alrededores tal vez sacará a la luz nuevas aportaciones al estudio de esta obra. Santa
Lucía de Alcuéscar es una iglesia de reducidas dimensiones que, encontrándose
abandonada para el culto, cumple actualmente las funciones de establo.
Se halla adosada a una fábrica g6tica del siglo XIV de la que se conserva un recinto
rectangular muy simple sobre el que cabalgan tres arcos fajones, dos apuntados y el
tercero, casi adosado al pie de la basílica en estudio, se acerca al medio punto y este sobre-
elevado pareciendo pertenecer a una ampliación del siglo XVI. Toda la techumbre de
dicha fábrica ha desaparecido y el ábside de la misma parece ser la propia basílica
visigoda.
En los laterales de la fábrica gótica existen restos al lado derecho en direcci6n al
ábside y en el lado izquierdo se halla, adosada a la construcción una casa utiliza da como
vivienda, que presenta en la zona de los pies un arco de medio punto embutido en el muro,
lo que hace pensar que en el lado opuesto habría una correspondencia y conferiría a toda
la obra una estructura basilical.
Sobre la descripción de la obra propiamente dicha, "iglesia visigoda", se advierte que
toda ella está realizada con sillares de granito dispuestos a hueso, reaprovechados de los
yacimientos romanos de las cercanías, como indicamos anteriormente. El muro presenta
un notable grosor, que llega a alcanzar un metro en la zona que conecta con la obra
posterior y de unos 70 centímetros en el resto.
La forma más exacta para definir la planta sería la de una intersección de tres cruces
griegas, de las que los dos laterales carecían de pie. Esto daría lugar, en planta, a un triple
ábside, particularidad ésta bien extraña, pues conocíamos ya los triples ábsides en las
villas romanas, pero nunca independientes como aquí aparecen (caso único junto a los
que subyacen en San Juan de Baños). Interiormente, los ábsides se debían encontrar
separados del coro por tres canceles, hoy desaparecidos, pero no así las "huellas” o guías
que los sustentaban en las paredes. Las ubicaciones de estos canceles asi como la del que
separa el coro del espacio dedicado a los fieles, está en total concordancia con las fuentes.
El desarrollo del crucero o coro es enorme, y salvo los tres ábsides compone la
totalidad casi de la basílica, lo que nos hace interpretar a la luz de las fuentes que dicha
basílica debió sin dudas a ser monástica. Por último, y esta vez separada por un enorme
cancel bipartito también desaparecido, pero cuyas guías se conservan, no sólo - en el muro
sino también en el suelo, estancia esta reducida a la mínima expresión, apenas unos cuatro
metros cuadrados. Esta parte da acceso a la construcción gótica y no da mues tras de ser
interrumpida su fábrica, por lo que deducimos' que pese a no conservarse la puerta la
basílica llegaría tan sólo hasta aquí.
El arco de herradura preside, como es característico en todo el visigodo en la totalidad
de la edificación, tanto en las bóvedas como en los diez arcos que las generan; de ellos 6
descansan sobre columnas y conforman el crucero o coro, dichos arcos presentan en su
totalidad un despiece radial, apareciendo la totalidad de la bóveda realizada en perfecta
sillería. Los restantes arcos, es decir los que abren bóvedas en dirección este oeste van
engarzados en el muro.
Salvo la intersección del crucero o coro con la prolongación de cada uno de los
ábsides, todo el abovedado se mantiene en pie y es de herradura muy suave, que en el
tramo antes citado de posible utilización para los fieles llega al medio punto. En las
intersecciones ya citadas la cubierta ha desaparecido, quizás por la utilización de
materiales perecederos (madera o ladrillo). No se observan arranques de bóvedas.
Las columnas que flanqueen el coro son doce, exentas, aunque casi tangentes al
muro; formadas por tambores de granito en número variable para cada columna, algunos
de ellos en granito rosado. El canon de estas columnas es más estilizado, del que estamos
acostumbrados a ver en estos tipos de edificios; además carecen de éntasis. Los capiteles
presentan decoraciones singulares, así como las basas de las columnas algunas
consistentes en pomas impropias del arte visigodo, si bien ya las hemos hallado en
paralelos en algunas piezas localizadas en Montánchez.
Existen tres puertas de acceso al interior de la basílica situadas en el muro oeste y
enfrentadas a cada uno de los ábsides y que en el caso de los laterales están adintelada y
sobre cabalgadas por un arco de descarga de herradura ciego, cuyo radio parece estar algo
más sobrepasado y cuya factura ya no es de sillería por lo que parece de una adaptación
posterior.
Existen a la vez tres vanos, uno en cada ábside, de medio punto, bocinados, con marcas de
una posibles “guias” para celosías, no habiendo indicios, suficientes para asegurar la _existencia
de algún otro vano , si bien en el lateral Norte se observa un abocinamiento en el muro que parece
atestiguarlo; el lateral Sur está en ruinas.
Hay huellas, y en ocasiones vestigios, que permiten afirmarlo que a la altura de los capiteles
y recorriendo todos los muros de la basílica, a excepción de los dos extremos del crucero en los
que no se puede apreciar bien debido al mal estado de conservación del muro, iría pues, una doble
línea de imposta en mármol de la que tan sólo se conservan unos pequeños fragmentos, todos
inferiores a los 30 centímetros, dos de ellos están en el ábside Norte y otro en el Sur; los primeros
con decoración de roleos con bolas y el otro con decoración de arquillos de medio punto
peraltados. La talla es a bisel.
La cubierta del edificio revierte cierta problemática, no obstante creemos fuera a una sola
vertiente, inclinada posiblemente hacia los ábsides, aunque no descartamos la posibilidad de que
esto no fuera así, inclinándonos posiblemente por alguna más, motivada esta posibilidad por la
acumulación de piedras y pequeña cantería formando un peralte justamente en la confluencia de
la nave central.
Como posible descarga del peso sobre las bóvedas_ hay unos ecos que van adintelados y que
recorriendo la parte alta del edificio en dirección Oeste-Este se prolongan hacia los
interabsidiales aunque en ellos no tienen salidas.
VALORACIÓN
Habida cuenta de que es la única obra visigoda en pie al Sur del río Duero; teniendo
en cuenta que junto con la que subyace bajo San Juan de Baños, situada en la zona de
mayor resistencia a la conquista romana, dentro del país de los Vacceos actualmente
dentro de la provincia de Palencia, es como decimos la única en presentar esta
originalidad en la planta que desarrolla, según Schlunk “la más. Hispánica de todas”
sumando a esto La proximidad a la “Vía de la Plata” y al foco emeritense es fácilmente
deducible su enorme interés; pero a nuestro modo de ver, su máximo interés radica en
que la disposición primitiva de la misma, la ubicación de los cancelas, y un sinnúmero de
observaciones más han dejado con este hallazgo, a ser meras elucubraciones teóricas en
torno a las fuentes para ser una realidad comprobable, no ya arqueológicamente sino a
primera vista.
Como decíamos al principio de este trabajo, una labor de limpieza y excavación harán
nueva luz sobre el desconocido arte visigodo y en particular sobre la iglesia visigoda de
Santa Lucía de Alcuéscar. Por lo que y a partir de este momento deberá de ser considerada
como “piedra de toque” sobre cualquier estudio que sobre el arte visigodo se haga.
Hemos de considerar este hallazgo como revolucionario' en tanto que va a poner en
tela de juicio postulados que sobre dicho arte visigodo se habían elaborado; va a dar
explicación a la hasta ahora "rara" estructura de San Juan de Baños y se podrán sacar
conclusiones sobre algunos pormenores de la 1iturgia de la época así como de la
disposición y número de coros que en ésta basílica parece determinar la sobreelevación
del ábside central.
Esta obra, que por su pureza de líneas, estructura, sobriedad decorativa, etc, evoca
primitivismo nos atreveríamos a situarla a finales del siglo VI, quizás cronológicamente
en la época de apogeo constructivo de Masona; nos ha llegado "fosilizada”, es decir, sin
aparentes retoques posteriores por lo que es de suma importancia que sea tratada como
joya única gozando ya desde el verano pasado bajo la protección y amparo de Patrimonio
del Estado, y no cabe duda que de la riqueza Patrimonial de nuestra provincia.
CONCLUSIONES
El templo visigodo lleva implícito un lenguaje, siendo este más constatable en sus
elementos decorativos; así pues vemos como los motivos ornamentales de la imposta
sufren un proceso de abstracción creciente a medida que nos acercamos al ábside. Este
hecho, comprobado en otras iglesias visigodas no puede ser apreciado en Santa Lucia por
la escasez de vestigios. No obstante es en este sólo apartado donde Santa Lucía se nos
ofrece podríamos decir que mutilada o muda. Vamos pues a analizar los códigos
lingüísticos con los que esta iglesia nos “habla".
Lo primero que salta é la vista es la omnipresencia del tres: tres ~ábsides, tres compartimentos dentro de la basílica (fieles-clero-altar), tres puertas de acceso, tres cruceros, tres vanos…. Si consultamos el “Liber Numerorum” vemos como el tres representa en el código de la época la Trinidad unido a que de una simple observación nos es fácil deducir que la planta es una triple cruz fundida en una por el brazo transversal, nos permite elucubrar acerca de su posible significado.
No existen sino dos ejemplos de los triples ábsides independientes: uno el desaparecido San Juan de Baños y otro el que nos ocupa; el resto de las iglesias conocidas o bien no tienen tres, o si los tienen, están juntos. Rápidamente surge la pregunta: ¿qué significado, tiene esto? No nos atrevemos a sentar cátedra al respecto, pero si a dar tres posibles interpretaciones:
1) Podría tratarse de una iglesia con triple advocación, tan corriente en la época. No
nos inclinamos por esta hipótesis por lo poco repetido del modelo.
2) En esta segunda hipótesis vendría a ver en el edificio una advocación a la trinidad
indivisa, tan en consecuencia con la lucha antiarriana sostenida en aquellos tiempos y que
es una constante desde Osio (hay templos que se edificaron en el área de Guadix
(Granada) con 6sta advocación.
3) La ú1tima de las hipótesis que reseñamos, a nuestro juicio no por ser la más
aventurada, la menos cierta, es la de que pudiera tratarse de una iglesia arriana, cuyo
modelo podría haberse perdido o subyacer bajo alguna de nuestras iglesias -conocidas
como es 01 caso de San Juan de Baños.
Es en esta concepción cada uno de los ábsides independientes vendría a significar las
distintas personas do la Trinidad, incluso sería perceptible una graduación jerárquica ya
que el ábside central es mayor. Lógicamente ésta última interpretación no tiene por menos
que ser aventurada ya que las fuentes no nos hablan de diferencias entre iglesias arrianas
y católicas sino que más bien nos hablan de reutilización de iglesias arrianas por católicos
sin mencionar para nada obras de acondicionamiento (Concilio III de Toledo, canon IX).
Además el arrianismo es la única seña de identidad del pueblo visigodo y pesamos que
esto tendría también su réplica en el orden constructivo.
Dentro del complejo de Santa Lucía de Alcuéscar, que no hace sino que
sorprendernos, la segunda cosa en llamar nuestra atención es el enorme desarrollo del
coro, interpretado en otro apartado de éste artículo como una necesidad de que se tratase
de una iglesia monástica.
Pero junto a la palabra “coro” surgen nuevas interrogantes: ¿cuentos coros?, ¿uno?,
¿dos?, y si son dos ¿dónde estaban situados uno y otro? Las fuentes vuelven a ser remisas
a la hora de detallar éstos pormenores. En una meditación sobre la obra de Santa Lucía,
vemos que en el caso de que hubiera dos euros la distribuci6n de estos no podría darse
uno tras el otro por la estrechez de la obra, y sólo cabría la interpretación de situarlos
colaterales, uno al lado de otro.
En defensa de esta interpretación del espacio coral vemos practicados en el muro
occidental, frente a los ábsides laterales, sendas puertas de acceso esto, dentro de una obra
tan pequeña fácilmente accesible por la puerta principal, bien pudiera ser interpretado
como accesos a coros distintos.
Hasta ahora hemos hablado de los tres ábsides independientes, pero no hemos
abordado la función litúrgica que cada uno de ellos podría desempeñar. Si interpretamos,
a la luz de las fuentes, que al altar es un recinto independiente, separado del resto de la
iglesia por canceles, podemos deducir que en Santa Lucía no había solo altar sino tres.
No interpretamos estos espacios absidiales laterales como sacristías (secretarium y
prreparatrium) o pastoforias.
Por último, en dirección a la salida, a los pies de la iglesia nos encontramos con un
reducidísimo espacio, qua debemos interpretar a la luz como destinado a los fieles. Esto
es difícil de admitir, según se deduce de las propias dimensiones del compartimento, algo
más de cuatro metros cuadrados, más bien nos inclinamos a creer que aunque
ocasionalmente sirviera a este cometido, cumpliría una función más específica.
Rastreando en las fuentes, podemos ver 'que la ceremonia de exortización de
endemoniados se llevaba a cabo colocando al poseso "ad partem occidentis, ita ut contra
altare faiem teneat". También el rey antes de partir a la guerra, era despedido con una
ceremonia especial o n la puerta de la iglesia.
Pero, ¿qué conocimientos técnicos tenían los constructores de Santa Lucía? A esta
pregunta podemos contestar si hacemos~ un detenido estudio sobre lo que es la Basílica
y la época en que ha sido realizada.
La ruralización del Bajo Imperio continúa en esta época, los grandes artistas capaces
de crear los espacios interiores han desaparecido; pero el hombre, incansable buscador de
soluciones, busca de nuevo la creación del espacio interior. Esta búsqueda tiene su razón
de ser en el que el templo cristiano a diferencia del griego o romano no va a ser la morada
del dios sino además el lugar que albergará la colectividad a veces restringida a una
comunidad de clérigos como es este caso.
En Santa Lucía se ha pretendido buscar el espacio mediante la utilización de
bóvedas, constantes en todo el edificio, es sabido que el problema principal de la
arquitectura es el de los empujes; aquí los más potentes serían los del crucero y se
resuelven buscando su verticalidad por medio de doce columnas. La otra estructura
abovedada, la de los tres ábsides y el pie, es de tan poco peso que no necesita contrafuerte,
sino que más bien sirven como tales a la auténtica nave, la transversal.
Poniendo un poco de imaginación en el empeño de explicar cómo pudo llevarse a
cabo la obra de Santa Lucía, creemos que, esta se levantó sin dificultad hasta la altura
de los capiteles, que coincida con las impostas, y que una vez llegada la construcción a de
este punto se cubrió la totalidad de la iglesia con un entarimado de madera, evitando de
esta forma el engorroso apuntalamiento que impediría una cómoda maniobrabilidad por
el interior de la iglesia; que nos hubiera ofrecido la imagen de un ejército de palos
formando estrechas troneras; dificultades que quedan vencidas con el sistema que
proponemos. Surge una pregunta; ¿cómo se tapa ese paréntesis de madera por debajo y
pon encima del cual hemos construido? La solución vendría dada por las impostas, frisos
de mármol decorados con temas alusivos a la liturgia.
Abundar en la importancia que tiene éste hallazgo nos parece gratuito; el lector
barajará los datos y sacará sus propias conclusiones. Un sin número de teorías sobre
estructura y compartimentación del espacio eclesial han dejado con éste hallazgo de ser
meras elucubraciones teóricas para ser una realidad comprobable. Un estudio más
detallado de este edificio y de su entorno que si las apariencias no nos engañan nos ha
llegado completamente fosilizado podrán sacar a la luz preciosos datos sobre ésta oscura
época.
Por supuesto la basílica visigoda de santa Lucia de Alcuéscar desde el mismo
momento en que comunicamos a los entes oficiales de su descubrimiento, debido a
miembros incansables de nuestro Grupo Cultural de Valdeobispo, en dar a conocer
nuestras propias raíces culturales y en pos de la divulgación y catalogación de todo
nuestro Patrimonio cultural.
Luis Mª Téllez Jiménez- Juan Rosco Madruga Licenciados en Arte Universidad de Extremadura
Jaime Rio-Miranda Alcón Diplomado en Arqueología Hispánica. Univ. De Barcelona.