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SEGÚN LOS ESPÍAS DE LA POLICÍA POLÍTICA CARLOS MONSIVÁIS

según los espías de la policía política

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según los espías de la policía política

Carlos Monsiváis

Unas cuantas sencillas líneas describen, a los ojos de la policía secreta mexicana, a Carlos Monsiváis Aceves:

“[..........................................], estudios ina- cabados en la UNAM, de Derecho, Economía y Filosofía y Letras. Autodidacta, marxista lírico, crítico intransigente de cualquier actitud del go-bierno [………] Profesional de la ironía doméstica. Fomentador de los mitos de la cultura local. Ha expropiado para uso propio los hechos de Tlate-lolco y 10 de junio. Ha publicado Días de guardar, recolección de artículos en la revista Siempre, Edi-torialista de Excélsior”.

Provienen de la primera de las dos únicas fichas que forman parte del legajo de 25 fojas elabora-do por agentes de la hoy desaparecida Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), adscrita a la Secretaría de Gobernación. Sobre la ficha se puede leer una clave que, de ma-nera manuscrita, abarca los tres últimos renglones: P/576400.

Adicionalmente, todos los documentos de ese breve expediente están identificados de manera manuscrita con la clave 73/8349, sobrepuesta, siempre, cerca del encabezado. En la misma car-peta, una segunda ficha, un poco más extensa, califica a Carlos Monsiváis como “furibundo ma-nifestante en los conflictos de 1968, tiene fama de [……………...]”.

La descripción termina así: “Hijo de una familia

Carlos Monsiváis Aceves hubiese cumplido 73 años este 4 de mayo. El intelectual mexicano de izquierda más popular y prestigiado del país murió el

19 de junio de 2010 en medio de homenajes y reconocimientos por haberse convertido, al paso de los años, en una conciencia crítica de México.

A casi un año de su fallecimiento, emeequis da a conocer informes desclasifica-dos que documentan que, a lo largo 25 años, Monsiváis fue seguido por los agentes del “espionaje mexicano”: elementos de las hoy extintas Dirección General de Inves-

tigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) y Dirección Federal de Seguridad (DFS).Son informes escritos muchas veces de manera burocrática, que daban cuenta

de las actividades del joven Monsiváis y de sus vínculos con movimientos sociales y personajes ligados a la izquierda.

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Por Patricia Vega [email protected] Fotografías: Cuartoscuro

protestante, persona con […………………………], es un escritor mordaz, humorista, crítico del sistema mexicano, de marcada tendencia izquierdista”.

En el par de fichas sólo se citan las primeras obras del escritor –Antología de la poesía mexicana del siglo XX, Autobiografía y Días de guardar–, por lo que es evidente que ambas fueron redactadas a principios de la década de los setenta. La indica-ción, al principio del expediente, de la existencia de páginas eliminadas permite suponer que las fichas se presentan de manera incompleta.

El pequeño legajo, junto con otro expediente más voluminoso, de 280 fojas, elaborado por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) –la temida policía secreta mexicana disuelta en 1985–, forma parte de los miles de documentos que el Archivo General de la Nación recibió en alrededor de 2 mil 900 cajas para su custodia, resguardo y preserva-ción, tras haberse decretado la desaparición de los dos cuerpos policiacos citados.

Eran los años duros del anticomunismo en los que agentes, infiltrados o encubiertos, espiaron, vi-gilaron y reportaron a sus jefes, con lujo de detalle, las actividades de miles de mexicanos “sospecho-sos” que, a los ojos de los aparatos de inteligencia, constituían un peligro para la seguridad nacional: tener afinidad con la ideología de izquierda equi-valía a ser un “elemento subversivo”.

En este contexto, Carlos Monsiváis fue uno de los tantos mexicanos sujetos al espionaje.50

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Por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, emeequis obtuvo copias de las versiones públicas –es decir, carpetas “testadas” y con diversas páginas eliminadas– de los expedientes “Monsiváis Aceves, Carlos. IPS. Legajo Único. 25 fojas” (del que se eliminaron las fojas 2, 3 y 10) y “Monsiváis Aceves, Carlos. DFS. Legajo Único. 280 fojas” (del que fueron eliminadas 10 fojas).

La precocidad política. De acuerdo con su auto-biografía, Carlos Monsiváis se inicia en el activis-mo político de manera temprana: en 1951 cuando tenía 13 años y apenas cursaba el segundo año de secundaria, entró en contacto, gracias a un tío, con el movimiento del general Miguel Henríquez Guzmán, se integró de manera apasionada a su campaña política y se indignó con el asesinato de campesinos henriquistas.

El casi niño Monsiváis distribuyó afanosamen-te la propaganda de ese militar que para entonces había abandonado las filas del PRI, encontrando refugio en la Federación de Partidos del Pueblo de México para lanzar su candidatura a la Presidencia de la República.

“La derrota y la represión de julio de 1952 repre-sentan mi ingreso al escepticismo y el desencanto”, escribió Monsiváis en el capítulo autobiográfico en el que ofrece, también, algunas pistas sobre los “años de confusión” en los que se radicalizó como un “orgulloso hombre nuevo soviético”. Participó, así, en la Juventud Comunista de México y, en 1953, a los 15 años de edad, se topó de lleno con las pri-meras causas a defender: la vigilia en protesta por la ejecución de Ethel y Julius Rosemberg en Estados Unidos, por una parte, y las muchas lecturas sobre las brigadas internacionales que acudieron a la defensa de la República Española.

Su proceso fue, según reconoció, “visceral, emotivo y no fue sino más tarde cuando quise otor-garle bases teóricas a tanta irritación”.

Para 1954 el joven Monsiváis ya había iniciado sus estudios preparatorianos en el antiguo barrio de San Ildefonso y, al cursar el bachillerato de leyes, entró en contacto con la llamada “polaca”, pues ahí “se estudia para Presidente”.

El escritor Sergio Pitol recuerda que conoció a Monsiváis en aquellos días. Participaban en co-mités de solidaridad con Guatemala: recolectaron firmas de protesta por el golpe militar que depuso al presidente Jacobo Árbenz, distribuyeron volantes y acudieron juntos a una manifestación que partió de la Plaza de Santo Domingo en la que vieron a Frida Kahlo, rodeada por Diego Rivera, Carlos Pellicer, Juan O’Gorman y algunos otros reconocidos artis-tas e intelectuales de la época.

El Comité Amigos de Guatemala permitió a Monsiváis entrar en contacto con la izquierda mexicana. Por invitación de Luis Prieto y Pitol, se integró fugazmente al Partido Comunista, a la célula de escritores dirigida por José Revueltas.

Con el paso de los años Carlos abandonaría el marxismo, se distanció de los regímenes totalita-

rios y consideró como un desastre el que la izquier-da se pronunciara en favor de éstos, particular-mente en el caso cubano. Sin embargo, nunca dejó de considerarse como un hombre de izquierda.

Llegó así a 1960. A partir de ese año y hasta 1985, la historia política de Monsiváis quedaría registrada a través de los acuciosos, puntuales y, a menudo, burocráticos e insustanciales informes.

El primer informe de la Federal de Seguridad. Escrito el 15 de marzo de 1960 por el entonces di-rector Federal de Seguridad, el teniente coronel Manuel Rangel Escamilla, da cuenta, en dos cuar-tillas, de la relación con los estudiantes universi-tarios. En el último párrafo se señala:

“Ariel Martínez ha estado preparando la publi-cación de una revista denominada Revolución, la cual según se afirma, servirá para conmemorar el cincuenta aniversario de la Revolución Mexicana, pues abordará solamente temas de cultura revo-lucionaria y de orientación política, para lo cual cuenta con la colaboración de Natividad Rosales, el ex presidente de Guatemala Juan José Arévalo, Carlos Monsiváis y otros elementos más, contando con la ayuda económica del Director del Instituto de la Juventud, Lic. Agustín Arriaga. Es probable que el primer número de esta publicación se haga llegar al estudiantado, el 1 de abril próximo. La portada será un fotomontaje donde aparecen el Lic. Adolfo López Mateos y el Gral. Venustiano Carranza”.

Así empieza el expediente resguardado hoy por el Archivo General de la Nación y que ya ha dejado de ser confidencial.

Por su “marcada tendencia izquierdista” y notable influencia sobre sus compañeros univer-sitarios, a los 22 años de edad Carlos Monsiváis Aceves ya se había convertido en candidato ideal a ser vigilado por los agentes de ese aparato de in-teligencia.

El expediente de 280 fojas refleja que durante un cuarto de siglo, de 1960 a 1985, la atención estuvo colocada sobre lo que Monsiváis escribía, pensaba, hacía y decía en reuniones, asambleas y mítines.

En esos 25 años los encargados de la Dirección Federal de Seguridad cambiaron sucesivamente –Manuel Rangel Escamilla, Fernando Gutiérrez Barrios, Luis de la Barreda Moreno, Javier García Paniagua, Miguel Nassar Haro y José Antonio Zo-rrilla Pérez– sin que se alterara la rutina de infor-mar de las actividades del escritor y periodista.

Todos esos funcionarios del régimen priista estaban al tanto de los artículos, desplegados, mar-chas, reuniones, conferencias, mesas redondas y desayunos, comidas o cenas en las que participaba Carlos Monsiváis. Y si el escritor viajaba, particu-larmente a Cuba, “ellos” también sabían la fecha, la hora y el número de vuelo en el que salía y en el que regresaba al país.

Algunas señas de identidad. En la página mar-cada a lápiz con el número 16 se reproduce la única foto de Monsiváis que se incluye en el expediente que la DFS elaboró a lo largo de un cuarto del siglo 51

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XX, sobre un activista primero, y un intelectual después, que con el paso de los años iría sumándose a la defensa de distintas causas sociales y políticas hasta convertirse en una de las voces críticas más respetadas del país.

La imagen en blanco y negro fue captada al-rededor de 1963, cuando tenía 25 años. En ella se aprecia a un joven que de pie, ante un micrófono, da lectura a unas cuartillas que sostiene con am-bas manos. Lleva esos anteojos de gran tamaño y cristales gruesos que lo caracterizaron. Viste formalmente de saco y pantalón obscuros, con una camisa blanca cerrada por una delgada corbata.

“Era chistosísimo porque como era protestante –comentó su amigo Luis Prieto Reyes en una en-trevista publicada en emeequis para celebrar el cumpleaños 70 de Monsiváis– andaba de corbata y saco”.

Por otro lado, la página 10 de la versión pública del expediente elaborado por la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales reproduce una copia fotostática de la Credencial Permanente de Elector, expedida el 1 de abril de 1970. Del do-cumento se eliminaron con plumón negro tanto su domicilio como su estado civil.

Otra pista más, perdida entre los cientos de renglones de las páginas escritas para reportar las actividades de Carlos Monsiváis: como ciudada-no mexicano contaba con el pasaporte ordinario número 30266.

Las fichas sobre Monsiváis se iban copiando de tanto en tanto, añadiéndoles sus actividades más recientes al momento de reciclarlas. Llama la aten-ción que en los expedientes no haya transcripcio-nes de sus conversaciones telefónicas, cuando se sabe que éstas eran una de sus formas predilectas de comunicarse.

Es evidente que Carlos Monsiváis estuvo estre-chamente vigilado, pero no existen evidencias, al menos que sean de conocimiento público, de que fuese un perseguido político, se le interrogara o encarcelara en alguna ocasión.

El escritor Christopher Domínguez, en un ar-tículo titulado “Monsiváis y su público”, hecho a raíz de la muerte de éste, lo explica: “Más que un símbolo de la persecución, fue una imagen de la hegemonía de la izquierda en una de las ciudades más grandes del mundo”.

De universitario a líder de izquierda. Si el 17 de febrero se mencionaba a Carlos Monsiváis entre los jóvenes adheridos a la Sociedad Narciso Bassols de la Escuela Nacional de Economía y de la Facultad de Filosofía y Letras, que en 1961 preparaba una conferencia para el Congreso Pro-Paz, el tenien-te coronel Manuel Rangel Escamilla ya ubicaba a Monsiváis como una de las cabezas de los grupos universitarios de izquierda.

No obstante, en otro informe, con fecha 27 de marzo de 1962, ese mismo titular de la DFS indicaba que diversos líderes universitarios de izquierda, en-tre los que estaban Antonio Tenorio Adame, Eliezer Morales y José Eduardo Pascual, manifestaron tener

conocimiento de que en “el grupo derechista de la UNAM figuran como dirigentes Pablo Monsalvo y Carlos Monsiváis, quienes fungen como directivos también del Sector Juvenil del Frente Cívico Mexi-cano de Afirmación Revolucionaria, organismo que les brinda toda clase de ayuda para que afilien al mayor número de estudiantes que sea posible en el propio frente”.

En ese reporte se informa que Pablo Monsalvo figuró como presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Leyes en 1960, de la cual también formó parte Monsiváis. “Los líderes de izquierda expresan que estos elementos siempre actuaron mo-deradamente, sin abrazar ninguno de los extremos ideológicos, y que ahora no se sabe cuáles son sus intenciones al militar en el Frente Cívico”.

A principios de la década de los sesenta “Carlos Monsivaiz” (sic) simpatizaba con la Revolución Cu-bana y con Fidel Castro. Según un memorándum del 23 de enero de 1963, elaborado por el titular de la DFS de esos años, Monsiváis fungía como director del Instituto de Intercambio Cultural Mexicano-Cubano José Martí.

Se informa que Carlos dio lectura, ante unas 70 personas, a un poema que rendía pleitesía tanto a los homenajeados Julio Antonio Mella y Rubén Martínez, líderes estudiantiles cubanos “caídos en la lucha por su ideología, poniéndolos como ejem-plo para las actuales juventudes revolucionarias”, como a la Revolución Cubana y a Fidel Castro.

Era la primera de una serie de reuniones que se llamaron “Periódico a varias voces” y en las que participaron, además de Monsiváis, Alberto Híjar, Emilio García Riera, Emmanuel Carballo y Juan Vicente Melo, entre otros.

Antes de estampar su nombre, Manuel Rangel Escamilla hizo notar que “personas no identifi-cadas arrojaron en el exterior del edificio donde se efectuó el acto antes mencionado, ampolletas que despedían un olor pestilente”.

El 3 de abril de 1963, escribió otro memorán-dum, de cinco en los que se dio seguimiento a las actividades de la serie “Periódico a varias voces”.

El titular de la DFS informó que Monsiváis y José Emilio Pacheco, fingiendo una entrevista de prensa, “atacaron a los conservadores y al clero y a lo que llamarían influencia norteamericana”. La reunión terminó con la escenificación de una “Entrevista con el Excelentísimo Sr. Presidente de la República, Don Anacleto González Morín”, refiriéndose a Adolfo López Mateos.

Al el teniente coronel Rangel Escamilla le llamó la atención un hecho: la persona (no identificada) que en la escena representaba al Presidente de la República “traía colgando de su cinturón un libro y un rosario”.

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Participación en el Movimiento de Liberación Nacional. En las inmediaciones de las ruinas de Xochicalco, Morelos, la tarde del 23 de mayo de 1962, después de ser secuestrados de su casa, el

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líder agrario Rubén Jaramillo (62 años), su esposa Epifanía (47 años y un embarazo avanzado) y sus hijos Ricardo (28 años), Filemón (24 años) y Enri-que (20 años) fueron asesinados por elementos del ejército, según se sabe a través de otros expedientes desclasificados de la propia DFS.

Aunque para esa época la represión a dirigentes agrarios no era un fenómeno aislado, la masacre de una familia entera a plena luz del día causó gran impacto, sobre todo porque Jaramillo –pastor pro-testante, veterano zapatista, partidario de Lázaro Cárdenas, miembro del Partido Comunista, can-didato a gobernador de Morelos y guerrillero– ha-bía dejado las armas cuatro años atrás y se había dedicado desde entonces a la lucha civil y pacífica tras aceptar la amnistía ofrecida por el presidente Adolfo López Mateos.

Al tiempo que en los grandes diarios nacionales se inició una fallida campaña propagandística con el propósito de desprestigiar al dirigente asesinado, el caso se archivó y ni los autores intelectuales ni los materiales de la matanza fueron investigados y castigados.

Un memorándum, escrito a un año de la ma-sacre, consigna que Monsiváis participó en el “ho-menaje a Rubén Jaramillo y su familia”, organizado por el Movimiento de Liberación Nacional (MNL), cuya sede se ubicaba en las calles de República de El Salvador.

El informe señala que ante unas 150 personas y después de la participación de Luis Prieto y de Dolo-res Vidrio, de la Central Campesina Independiente, Monsiváis anunció que iba a exhibir una serie de transparencias referentes a la vida y muerte de Ja-ramillo, sincronizadas con una cinta grabada.

La serie de 34 transparencias finalizaba con una imagen de Jaramillo dando un abrazo al presidente López Mateos. “Al pasarse esta última (transpa-rencia), se escuchó un grito: ‘El abrazo de Judas’”.

Un memorándum posterior, del 12 agosto de 1963, y mediante el cual se da seguimiento a las actividades del MLN, detalla que Monsiváis fue identificado entre el centenar de personas que asistieron a la mesa redonda “La Constitución, violencias, atropellos y encarcelamientos”.

El documento registra minuciosamente los di-versos señalamientos en torno a los casos de los dirigentes Demetrio Vallejo y Rubén Jaramillo, el primero encarcelado y el segundo asesinado.

Otro memorándum, éste del 6 de mayo de 1964, relata que ante la poca asistencia a los actos que el MLN organizaba los lunes de cada semana, se programaron conferencias para tratar de interesar al público.

En otro oficio, del 15 de octubre de 1964, se re-produce íntegramente el contenido de un volante del Frente Estudiantil Revolucionario repartido entre los universitarios. Se reporta también que en las entradas de la Facultad de Economía se fijaron invitaciones para las conferencias que se efectua-rían el día 26 en el local del MLN, sustentadas por Enrique González Casanova y Carlos Monsiváis, sobre los temas “Goldwater y la ideología de la

derecha” y “Color y sexo en los Estados Unidos”, respectivamente.

¿Por qué interesaban a la DFS tan puntualmen-te las actividades del Movimiento de Liberación Nacional? Porque desde su fundación el 4 de agosto de 1961, ese movimiento, impulsado por el general Lázaro Cárdenas, buscaba la unidad de la izquier-da mexicana y reunió a reconocidos luchadores sociales, a los cardenistas, a los comunistas y a otros colectivos de orientación socialista y anti- imperialista.

Todavía en 1967, durante su última etapa, cuan-do ya era un pequeño grupo político que había de-jado atrás su carácter de frente amplio y unitario, el MLN participó en la Conferencia Latinoamericana de Solidaridad, celebrada en La Habana, Cuba.

Prolegómenos del 68. En un informe incompleto sobre “los universitarios”, del que sólo sobreviven la primera y la cuarta página, fechado el 4 de mayo de 1966 (un día antes de que Javier Barros Sierra ocupara la Rectoría de la UNAM, tras la obligada renuncia de Ignacio Chávez), se advierte:

“…se tiene conocimiento de que Pablo Monsal-vo ha estado externando la idea de que con grupos de las escuelas preparatorias se apoderen del edi-ficio de la Rectoría, con el objeto de eliminar a los estudiantes de Derecho (palabra subrayada en el original) que tratan de lograr situaciones privi-legiadas ante el nuevo rector, pretendiendo tales privilegios Monsiváis y su grupo”.

Para el 30 de enero de 1967 se define a Monsi-váis como “empleado de universidad” y se informa que salió del Aeropuerto Internacional de la Ciu-dad de México a las 16:45 horas, en el vuelo 465 de la Compañía Cubana de Aviación. Se reporta su regreso al país en otro escrito, ahora fechado el 18 de febrero, en el vuelo 464 de la misma compañía, procedente de La Habana.

Un viaje más, pero 16 años después, y dos re-portes elaborados el 3 y 10 de octubre de 1983. In-forman, respectivamente, de la salida y posterior retorno de Monsiváis por el Aeropuerto Interna-cional de la Ciudad de México. Había viajado a La Habana. En ambas listas de pasajeros figuran “Aguilar Camín, Héctor; Mastretta Guzmán, Án-geles y Monsiváis Aceves, Carlos”.

Para entonces, aunque el titular de la DFS ya había cambiado varias veces —en ese momento el encargado era José Antonio Zorrilla Pérez—, se continuaba con la vieja rutina de informar sobre quienes iban y venían de Cuba.

La ausencia del movimiento del 68. Ya con Fer-nando Gutiérrez Barrios a la cabeza, la vigilancia de la DFS sobre Monsiváis continuó: el 15 de enero de ese año registra a Carlos Monsiváis entre los pasajeros que llegaron en el vuelo 464 de Cubana de Aviación.

En la misma nave también arribaron Beatriz Allende Bussi, hija de Salvador Allende, enton-ces senador de la República de Chile (casi 10 años después, a los 33 años de edad, Beatriz terminaría

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suicidándose en Cuba, país donde se refugió luego del golpe militar que derrocó de la Presidencia a su padre); el pintor y escultor Vicente Rojo Almazán y su esposa Alba Cama de Rojo; los escritores Juan Vicente Melo y Juan García Ponce; el profesor uni-versitario Fausto Trejo y el argentino radicado en México Arnaldo Orfila Reynal, que para ese tiempo ya había sido destituido como director del Fondo de Cultura Económica y había fundado la editorial Siglo XXI. De todos ellos se registran los números y tipos de pasaporte.

En distintos reportes sucesivos elaborados entre el 28 de febrero y el 10 de marzo, Gutiérrez Barrios informa sobre la participación de Monsi-váis en distintas mesas redondas y conferencias en apoyo a Vietnam y Guatemala.

Luego de una cuartilla y un par de renglones con resúmenes de algunos de los informes realiza-dos hasta el momento, en la página marcada con el número 79, escrita a lápiz podemos leer la siguiente tarjeta informativa:

PROF. CARLOS MONSIVÁIS: De filiación comunista. Dirigente estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Colaborador del periódico “NUEVA IZQUIER-DA” (en el documento anterior se aclara que es una publicación de filiación comunista). Miembro del Instituto Mexico-Cubano de Relaciones Culturales (José Martí).

Destacado elemento del Movimiento de Libera-ción Nacional.

Miembro del Comité de Solidaridad con Viet-nam.

En 1968 Carlos Monsiváis tenía 30 años de edad. Sólo dos documentos del legajo se refieren concreta-mente al “problema estudiantil” de ese turbulento año. Del primero ellos, fechado el 24 de agosto, sólo sobreviven la primera y la novena páginas. Ahí se da cuenta de los acuerdos tomados por la Coalición de Maestros Pro-Libertades Democráticas, en la UNAM y de los acuerdos tomados por el Consejo Nacional de Huelga, en asamblea efectuada en la Escuela de Físico-Matemáticas del IPN.

En la página 9 de ese documento se informa que en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras se llevó a cabo una reunión de pintores, escritores e intelectuales que fue presidida por Jaime Augusto Shelley, Eduardo Lizalde, Carlos Monsiváis y Mar-co Antonio Montes de Oca.

Uno de los párrafos reporta: “Se aprobó sa-botear las Olimpiadas Culturales, quedando de acuerdo los artistas en dejar de trabajar o actuar en su especialidad”. En el siguiente se añade: “Tam-bién se acordó pedir la adhesión del Pen Club y de la ONU para que investiguen los actos que dijeron ser criminales, cometidos por funcionarios responsa-bles del atentado que sufrió el estudiantado”.

El siguiente reporte salta en el tiempo hasta el 1 de noviembre de 1968, carece de firma y consta de tres páginas que hablan de un mitin realiza-do en la explanada de la Ciudad Universitaria el

31 de octubre, al que acudieron entre 2 mil 500 y 3 mil personas. Se reproducen las intervenciones de diversos oradores; entre ellos, la de Roberto Escudero, uno de los principales representantes del Consejo Nacional de Huelga, quien dijo que tras los sucesos de Tlatelolco se abrió un paréntesis de dis-cusiones políticas y que “las asambleas generales de estudiantes deben reflexionar sobre las perspec-tivas del movimiento estudiantil popular”.

En la siguiente página se ofrecen más datos: “Roberto Escudero Castellanos es estudiante del cuarto año de la Escuela de Filosofía y Letras de la UNAM, tiene su domicilio en Cerrada de Iglesias Calderón No. 9, Col. Jardín Balbuena, robó a su madre $20,000.00, hace aproximadamente dos años, hizo dos viajes a Cuba y fue entrenado en guerrillas, es uno de los que escribe los volantes en unión de Carlos Monsiváis y Mario Méndez (sic, el apellido correcto es Menéndez) Rodríguez, éste último de origen Yucateco, ex director de la revista Sucesos y actual director de la revista Por qué, ha hecho viajes a Cuba, estuvo en contacto con el Che Guevara antes de que éste fuera asesinado…”

¿Una laguna de más de 60 días en un expe-diente de la DFS? Una posible respuesta se en-cuentra en el hecho de que en el AGN existen otros 44 expedientes relacionados con el “problema estudiantil” que suman más de 14 mil páginas. En miles de renglones de esos expedientes segu-ramente el nombre de Carlos Monsiváis aparece muchas veces siguiendo un intrincado recorrido de vasos comunicantes y rastros que se pierden entre claves sobrepuestas que obedecen a un esquema complejo y difícil de descifrar.

Itinerario de causas. El expediente de Carlos Monsiváis elaborado por la DFS es, en sí mismo, un mapa parcial, incompleto y lleno de pistas, algunas de ellas equivocadas, sobre los intereses y activida-des políticas de Monsiváis entre 1960 y 1985.

El expediente de la policía política registra mi-nuciosamente, pero sin análisis, 25 años de mar-chas, conferencias, mítines, desplegados, cartas abiertas a políticos y funcionarios, su actividad periodística en revistas de oposición, reuniones… cientos de páginas que dan cuenta de las múltiples batallas en las que Monsiváis participó: desde las protestas por el asesinato de Rubén Jaramillo, el apoyo a los primeros años de la Cuba castrista, su adhesión al MLN, la solidaridad con Vietnam, el movimiento del 68 y la lucha por la liberación de los presos políticos, el apoyo a la Unidad Popular Chilena y las manifestaciones por el derrocamiento de Salvador Allende, el apoyo a la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (COCEI), y un sinfín de otros movimientos con los que Monsiváis simpatizó y que llegan hasta el incipiente registro de la organización de la sociedad civil en el Distrito Federal a raíz de los terremotos de septiembre de 1985.

Sin embargo, entre todas las causas registra-das, falta una de las más importantes y vitales para

Monsiváis: su defensa de las minorías sexuales. En ninguna de las páginas de las versiones públicas de los dos expedientes se menciona su activismo en ese terreno. Y sí existen recuentos históricos en los que se menciona, por ejemplo, que en 1975 Monsi-váis impulsó y redactó, al lado de la también acti-vista y directora teatral Nancy Cárdenas, el primer desplegado contra las razzias de homosexuales.

En el suplemento La cultura en México de la revista Siempre!, que coordinó entre 1973 y 1987, recoge de manera sistemática las opiniones de es-critores, activistas e intelectuales gays mexicanos y extranjeros sobre el movimiento de liberación homosexual.

¿Pasaron desapercibidas estas actividades para sus vigilantes o no despertaron su interés?

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El último informe de la DFS. Corresponde a uno de los temas más socorridos de los agentes: el “sec-tor estudiantil”. Fue hecho a las 22:52 horas del 2 de diciembre de 1985 por el agente Raúl Pérez Bonilla del “Grupo UNAM, de la Sección A del Departa-mento de Investigación e Información Local”.

En un poco más de una cuartilla, el agente re-porta sobre el ciclo de conferencias “Jornadas por la vida, la justicia y los derechos humanos”, inau-guradas por “el Sr. Miguel Cancha (sic, el apelli-do correcto es Concha)”, quien es “presidente del centro de derechos humanos”.

El documento dice a la letra: “Posteriormente realizaron una conferencia titulada Consecuencias sociales y políticas de los terremotos, expuesta por el periodista Carlos Monsiváis, en el auditorio del Centro Universitario Cultural (CUC), sito en calle Odontología num. 35, col. Copilco Universidad, la cual contó con una asistencia aproximada de 150 personas, el cual mencionó que a raíz de los terremotos del pasado 19 y 20 de septiembre se hizo justicia a la clase trabajadora como lo son las costureras que formaron su sindicato”.

Según el agente, Monsiváis afirmó que una consecuencia muy importante de los terremotos fue que se exhibió la ineficiencia del gobierno, ya que el pueblo fue más organizado para trabajar en los escombros y rescatar vidas. “El Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, declaró el 20 de septiembre pasado –se señala en el documen-to–, que el gobierno fue rebasado por la iglesia, los partidos políticos y la clase obrera, ahora llamados ‘sociedad civil’ ”.

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Quienes espiaron a Monsiváis durante 25 años, lejos estaban de imaginar que su vigilado se con-vertiría en uno de los intelectuales mexicanos más célebres y populares del país.

Los agentes de la policía secreta nunca pensa-ron que justamente a partir de 1985, año en el que oficialmente desaparece la DFS, Carlos Monsiváis iniciaría, a través de sus crónicas, comentarios, 56

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conferencias y artículos de opinión, un nuevo ciclo que lo llevó a obtener cerca de 40 premios y recono-cimientos tanto nacionales como extranjeros.

Desde las tribunas a su alcance, Monsiváis continuó su lucha personal por la ampliación de la democracia, los derechos de las minorías y los oprimidos, la defensa de la laicidad y el feminis-mo, entre otros temas, siempre con el corazón a la izquierda.

La desaparición de la Dirección Federal de Se-guridad dio paso al actual Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Se desconoce si en este nuevo organismo de inteligencia se ordenó continuar con la vigilancia a Carlos Monsiváis Aceves hasta el día de su muerte, el 19 de junio de 2011.

De ser así, con el paso del tiempo esos archivos también se conocerán. ¶ 57