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Volumen 35, Nº 1, 2003. Páginas 23-50 Chungara, Revista de Antropología Chilena LAS SOCIEDADES ALFARERAS TEMPRANAS DE LA CUENCA DE SANTIAGO EARLY CERAMIST SOCIETIES ON THE SANTIAGO BASIN Lorena Sanhueza R.* , Mario Vásquez M.* * y Fernanda Falabella G.* En este trabajo presentamos los resultados de las investigaciones realizadas en Chile central sobre el período Alfarero Temprano. Este estudio contempló una prospección de la cuenca de Santiago, la excavación de tres nuevos sitios y el análisis de colecciones recuperadas previamente en la zona. Los análisis fueron llevados a cabo desde una perspectiva integral, aplicando un mismo marco metodológico a todos los materiales estudiados. Además se realizó un programa de fechados que consideró tanto el refechado de sitios como la datación de los nuevos sitios excavados. Los resultados permitieron proponer un primer momento caracterizado por comunidades alfareras iniciales, vigente desde la aparición de la alfarería en la zona hasta ca. 200 d.C. En esta fecha se configuran claramente dos unidades, Llolleo y Bato, que se desarrollan en forma contemporánea hasta alrededor del 1000 d.C., ocupando este espacio de manera interdigitada. Estas unidades no sólo se diferencian a partir de sus expresiones materiales y tradiciones tecnoló- gicas, sino también representan una orientación económica y una ideología distintas. Junto a estas dos unidades, los resultados permitieron esbozar la presencia de al menos otras dos (Chacayes y EMI/RML001), que no obstante, por la escasez de datos, no pudieron ser bien definidas. Palabras claves: Chile central, Período Alfarero Temprano, unidades sociales, cerámica. This paper presents the results of recent archaeological research on the Early Ceramic Period in Central Chile. The study includes results from an extensive archaeological survey in the Santiago Basin, the excavation of three domestic sites and the analysis of artifact collections from several previously excavated sites. All the archaeological materials were submitted to the same method- ological approach. We can differentiate a brief initial period, from the first ceramic occurrence until ca. A.D. 200, where the few known sites can be grouped under the label “Initial Ceramic Communities”. Later and until A.D. 1000, two archaeological units, Llolleo y Bato, can be clearly distinguished and characterized. Both have a similar temporal development and are distributed over the same area. These archaeological units have been equated to social groups that have different material expressions, technologi- cal traditions, economic strategies and ideologies. The most outstanding feature of this social configuration is the spatial proximity and intermingling of social entities that keep and express overtly their difference in relation to others. A few sites (Chacayes) and groups of sites (EMI/RML001), also dated to the Early Ceramic Period in this region, do not share cultural characteristics with either of these complexes leading us to believe that an even wider diversification of social groupings is probable during this period. However, these relationships cannot be assessed until more evidence is available. Key words: Central Chile, Early Ceramic Period, social units, pottery. La definición de un Período Alfarero Tempra- no (PAT) en Chile central se remonta a la década de 1960 cuando se realizaron las primeras sistema- tizaciones espacio-temporales derivadas de inves- tigaciones arqueológicas en la zona (Berdichewsky 1964; Schaedel et al. 1954-56; Silva 1964). Desde esa fecha se han realizado numerosos aportes con el estudio de sitios, la caracterización de sistemas culturales y la propuesta de interpretaciones sobre el funcionamiento de estas sociedades, dentro de los cuales la definición del Complejo Llolleo (Falabella y Planella 1979) y de la Tradición Bato (Planella y Falabella 1987) constituyen hitos im- portantes. Pese al interés que plantea la comprensión de este período, la visión a nivel regional y de su variabilidad interna, ha sido limitada debido a di- versos factores. Entre éstos quizá los más impor- tantes son que la arqueología sistemática y orien- tada a problemas en Chile central es relativamente joven; que los marcos referenciales utilizados pri- vilegiaban la búsqueda de homogeneidad y uni- dad; que hasta hace poco se carecía de estudios paleoetnobotánicos, de estudios interpretativos de * Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, Santiago, Chile. [email protected]; [email protected] ** Sociedad Chilena de Arqueología. Eduardo de la Barra 1384, Departamento 302. Providencia, Santiago. Chile. [email protected] Recibido: julio 2001. Aceptado: noviembre 2002.

PATRONES DE ASENTAMIENTO EN EL PERÍODO ALFARERO TEMPRANO DE CHILE CENTRAL

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23Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de SantiagoVolumen 35, Nº 1, 2003. Páginas 23-50

Chungara, Revista de Antropología Chilena

LAS SOCIEDADES ALFARERAS TEMPRANASDE LA CUENCA DE SANTIAGO

EARLY CERAMIST SOCIETIES ON THESANTIAGO BASIN

Lorena Sanhueza R.* , Mario Vásquez M.* * y Fernanda Falabella G.*

En este trabajo presentamos los resultados de las investigaciones realizadas en Chile central sobre el período Alfarero Temprano.Este estudio contempló una prospección de la cuenca de Santiago, la excavación de tres nuevos sitios y el análisis de coleccionesrecuperadas previamente en la zona. Los análisis fueron llevados a cabo desde una perspectiva integral, aplicando un mismo marcometodológico a todos los materiales estudiados. Además se realizó un programa de fechados que consideró tanto el refechado desitios como la datación de los nuevos sitios excavados. Los resultados permitieron proponer un primer momento caracterizado porcomunidades alfareras iniciales, vigente desde la aparición de la alfarería en la zona hasta ca. 200 d.C. En esta fecha se configuranclaramente dos unidades, Llolleo y Bato, que se desarrollan en forma contemporánea hasta alrededor del 1000 d.C., ocupando esteespacio de manera interdigitada. Estas unidades no sólo se diferencian a partir de sus expresiones materiales y tradiciones tecnoló-gicas, sino también representan una orientación económica y una ideología distintas. Junto a estas dos unidades, los resultadospermitieron esbozar la presencia de al menos otras dos (Chacayes y EMI/RML001), que no obstante, por la escasez de datos, nopudieron ser bien definidas.

Palabras claves: Chile central, Período Alfarero Temprano, unidades sociales, cerámica.

This paper presents the results of recent archaeological research on the Early Ceramic Period in Central Chile. The study includesresults from an extensive archaeological survey in the Santiago Basin, the excavation of three domestic sites and the analysis ofartifact collections from several previously excavated sites. All the archaeological materials were submitted to the same method-ological approach. We can differentiate a brief initial period, from the first ceramic occurrence until ca. A.D. 200, where the fewknown sites can be grouped under the label “Initial Ceramic Communities”. Later and until A.D. 1000, two archaeological units,Llolleo y Bato, can be clearly distinguished and characterized. Both have a similar temporal development and are distributed overthe same area. These archaeological units have been equated to social groups that have different material expressions, technologi-cal traditions, economic strategies and ideologies. The most outstanding feature of this social configuration is the spatial proximityand intermingling of social entities that keep and express overtly their difference in relation to others. A few sites (Chacayes) andgroups of sites (EMI/RML001), also dated to the Early Ceramic Period in this region, do not share cultural characteristics witheither of these complexes leading us to believe that an even wider diversification of social groupings is probable during this period.However, these relationships cannot be assessed until more evidence is available.

Key words: Central Chile, Early Ceramic Period, social units, pottery.

La definición de un Período Alfarero Tempra-no (PAT) en Chile central se remonta a la décadade 1960 cuando se realizaron las primeras sistema-tizaciones espacio-temporales derivadas de inves-tigaciones arqueológicas en la zona (Berdichewsky1964; Schaedel et al. 1954-56; Silva 1964). Desdeesa fecha se han realizado numerosos aportes conel estudio de sitios, la caracterización de sistemasculturales y la propuesta de interpretaciones sobreel funcionamiento de estas sociedades, dentro delos cuales la definición del Complejo Llolleo(Falabella y Planella 1979) y de la Tradición Bato

(Planella y Falabella 1987) constituyen hitos im-portantes.

Pese al interés que plantea la comprensión deeste período, la visión a nivel regional y de suvariabilidad interna, ha sido limitada debido a di-versos factores. Entre éstos quizá los más impor-tantes son que la arqueología sistemática y orien-tada a problemas en Chile central es relativamentejoven; que los marcos referenciales utilizados pri-vilegiaban la búsqueda de homogeneidad y uni-dad; que hasta hace poco se carecía de estudiospaleoetnobotánicos, de estudios interpretativos de

* Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa,Santiago, Chile. [email protected]; [email protected]

** Sociedad Chilena de Arqueología. Eduardo de la Barra 1384, Departamento 302. Providencia, Santiago. [email protected]

Recibido: julio 2001. Aceptado: noviembre 2002.

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fauna y había escasez de información sobre siste-mas productivos líticos; que las unidades arqueo-lógicas más consistentes (Bato-Llolleo), en tantounidades operativas, han sido definidas a base deinvestigaciones en sitios costeros; y que la arqueo-logía del interior se ha desarrollado fundamental-mente apoyada en excavaciones de rescate y suscomponentes y sitios arqueológicos generalmentese han interpretado en referencia a los costeros.

Nuestro interés en este trabajo es ofrecer unavisión actualizada del PAT, donde el aporte funda-mental deriva de información inédita obtenida deestudios sistemáticos en el interior (cuenca de San-tiago) y de la aplicación de una metodología co-mún al análisis de los sitios más relevantes conoci-dos en la zona. Las investigaciones en el interiordan cuenta de componentes arqueológicos muyvariados. Pero, por los motivos anteriores, existeconfusión en su adscripción cultural e interpreta-ción social. Por lo tanto un aspecto importante denuestro estudio ha sido encarar la investigación conun enfoque que reconoce la variabilidad en todaslas instancias, desde el trabajo de campo hasta losanálisis y la interpretación de los datos.

Creemos que es posible, en este momento, sis-tematizar los datos disponibles de la realidad en lacuenca de Santiago e integrarla en una perspectivaareal a nivel de Chile central. Para ello es necesa-rio hacer uso de “unidades” ordenadoras que orga-nicen los datos de acuerdo a criterios de similitudy diferencia. Proponemos organizar los contextosen función de un número de unidades arqueológi-cas que implican la creación de conjuntos nuevosy el manejo de unidades tradicionalmente utiliza-das para la prehistoria del PAT de Chile central. Eneste último caso, se hace una reevaluación de loscriterios definitorios de dichas entidades.

Las Unidades Operacionales y su Historia

A fines de la década de 1970 y comienzos dela década de 1980 se propuso un ordenamiento delregistro arqueológico de Chile central definiendodos amplias unidades culturales, denominadasComplejo Llolleo (Falabella y Planella 1979) yTradición Bato (Planella y Falabella 1987). Estose realizó enteramente sobre la base de investiga-ciones en sitios de la costa. En el caso Llolleo, laexcavación en tres sitios habitacionales de la zonade desembocadura del río Maipo, Tejas Verdes,Rayonhil y Santo Domingo 2, permitieron recono-

cer un componente cultural cuya cerámica era si-milar a la rescatada en otras localidades costerastales como el cementerio de Llolleo (Oyarzún 1979[1910]) y el fundo El Peral (colección Calvo Larraíndel Museo Nacional de Historia Natural) y cuyadispersión quedó definida entre el río Aconcaguay el Cachapoal. En el caso Bato, el contextoexcavado en el sitio Arévalo 2 (localidad de SanAntonio) permitió integrar en un componente cul-tural una serie de sitios reconocidos por el equipode B. Berdichewsky, la Sociedad Arqueológica deSantiago, del Centro de Estudios Antropológicosde la U. de Chile y de la Sociedad Francisco Fonckde Viña del Mar, esto a través de las escasas publi-caciones disponibles y los materiales que aún que-daban en depósitos (Planella y Falabella 1987). Ladispersión de esta tradición quedó definida desdeLongotoma por el norte, hasta San Antonio (des-embocadura río Maipo) por el sur.

Si bien toda esta información provenía de si-tios costeros, también existían antecedentes en elinterior que evidenciaban materiales culturales se-mejantes a los del litoral.

En el caso del Complejo Llolleo se trataba depiezas cerámicas aisladas o asociadas a otras, queen general provenían de entierros. Esto permitióreconocer contextos de “ofrendas funerarias” si-milares a las encontradas en la costa, desde el valledel río Aconcagua por el norte hasta Lontué (cer-cano al río Mataquito) por el sur, lo que llevó agenerar la hipótesis de un Complejo Llolleo queabarcaba prácticamente toda la zona central. Lo queaquí interesa destacar es que en ese entonces no sedisponía de ningún sitio habitacional excavado enel interior que fuera comparable a los sitioshabitacionales Llolleo costeros, y que los datossobre contextos de funebria se limitaban a las ofren-das y escasas asociaciones contextuales (a nivel detumba o sitio). Por lo tanto la construcción de lahipótesis Llolleo como unidad regional/areal sebasó en el supuesto que las ofrendas funerarias se-mejantes implicaban un contexto cultural globaltambién semejante. Por cierto, al no disponer demás antecedentes en esa época, dicha hipótesis erauna alternativa válida.

En el caso de la Tradición Bato la situaciónfue más compleja. Los sitios excavados (de la cos-ta) presentaban mayor diversidad que los Llolleo1,y lo que se reconoció para el litoral fue la asocia-ción reiterada de ciertos patrones morfológicos (v.gr. presencia de vasijas sin quiebres abruptos en

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sus perfiles, presencia de asas mamelonares) y de-corativos de la cerámica (inciso lineal punteado,pintura roja gruesa en bandas, diseños negativos,pintura roja, hierro oligisto), junto al tembetá dis-coidal con aletas de cerámica y/o piedra, adornosde concha, entierros sin ofrendas cerámicas y laausencia de muchas de las características propiasde los sitios Llolleo. Al comparar estos contextosBato con evidencias del interior, se advirtió que síexistían sitios excavados donde aparecían algunosde los elementos mencionados, pero no siempreen las mismas asociaciones contextuales. Era elcaso de la mayoría de los sitios clásicos estudiadoshacia fines de los años setenta, como Radio Esta-ción Naval (REN), Parque La Quintrala (PQL) (am-bos en la cuenca de Santiago), Chiñigüe (curso me-dio del río Maipo), Chacayes (CHY) (cursosuperior del río Maipo) y los aleros El Salitral y ElCarrizo en Chacabuco y El Arrayán y NovilloMuerto en la precordillera de Santiago. Dada ladiversidad de situaciones culturales y el lapso demás de 1000 años en que aparecían estos elemen-tos en la zona, no se planteó como una cultura ocomplejo cultural regional sino como una “tradi-ción” en el uso de determinados materiales en estaregión (Planella y Falabella 1987).

A fines de los años ochenta se acuñaron losconceptos de “comunidades iniciales”, “comuni-dades mixtas” (Falabella y Stehberg 1989) y “tra-dición interior” (Falabella y Planella 1988-89),como un intento por sistematizar, en grandes uni-dades areales, evidencias de sitios aislados de losvalles del interior que eran muy dispares. El con-cepto “comunidades iniciales” ha sido reevaluadoa la luz de nuestras investigaciones. Estas han de-mostrado que existen aspectos comunes a una se-rie de sitios de fechas muy tempranas en el PATpara los cuales esta unidad resulta operativa(Sanhueza y Falabella 1999-2000). En el caso delos otros conceptos, no han sido hasta ahorareevaluados ni mayormente utilizados por ausen-cia de investigaciones arqueológicas orientadashacia sitios del interior.

Es así como las unidades Llolleo y Bato seconstituyeron en los grandes referentes para la ar-queología del PAT en Chile central y cristalizó unainterpretación en el sentido que estas unidades co-rresponderían a los dos “grupos sociales” que ocu-paban la zona durante el PAT expresando sus dife-rencias en la materialidad de la cultura.

En los últimos años, las investigaciones en elsitio El Mercurio (Falabella 2000; Falabella et al.1995-96) y en el sitio La Granja (Planella et al.1996) han permitido ampliar la visión del comple-jo Llolleo en Chile central con la propuesta de uncomponente Llolleo de valles interiores (Planellaet al. 1997). El Mercurio es un sitio habitacionalcon un sector contiguo de enterratorios, el cual in-forma sobre los contextos de basura de actividadesdiarias y de funebria. La Granja es un sitio de ca-racterísticas particulares, que ha sido interpretadocomo un lugar donde se realizaron actividades ri-tuales, a base de la abundancia de restos de pipas,la alta proporción de fragmentos de jarro y la fre-cuencia de las decoraciones de esta categoría devasija (Planella et al. 2000). La información deri-vada de ellos permite señalar que la similitud delos sitios que se identifican como “Llolleo”, entrela costa y el interior, se desprende fundamental-mente del conjunto de vasijas utilizadas en los ri-tuales funerarios y sociales; de aspectos de lafunebria como es el uso de urnas para párvulos,posición de los individuos y las ofrendas; y del usode adornos corporales como los collares de cuen-tas discoidales de piedra. Esto se ha planteado comoel reflejo de los elementos identitarios de un siste-ma tribal que reúne comunidades y posiblementegrupos de linaje sin jerarquías permanentes(Falabella 2000). Creemos que la “homogeneidad”y consistencia de la unidad Llolleo deriva en partedel uso de un elemento altamente visible en arqueo-logía, como es la cerámica y rituales recurrentes.

Por otro lado, a mediados de la década de 1990Sanhueza (1997, 2000) realiza estudios de los con-textos cerámicos de varias colecciones provenien-tes de sitios del interior (El Mercurio, Parque LaQuintrala, Chacayes, Los Panales y otros alerosprecordilleranos), en cuyo marco se realiza unaprimera sistematización de estos contextos, la quesugiere una realidad bastante compleja y diversapara el PAT de Chile central.

Aproximación Metodológica

Dado el estado del conocimiento sobre el PATen Chile central al iniciar nuestras investigaciones,nos planteamos la necesidad de contar con mayorinformación sobre las ocupaciones de este períodoen el área de estudio (cuenca de Santiago) y queésta reflejara la variabilidad cultural existente alinterior del período. Para ello se realizó una pros-

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PAT de la cuenca. En una primera instancia, estoaparentemente dio resultados, ya que las recolec-ciones de superficie analizadas evidenciaban ca-racterísticas diferentes, e incluso era posible suge-rir agrupaciones de sitios. Nuestra posteriorexperiencia, a partir de los tres sitios que exca-vamos, nos mostró que la caracterización de lossitios a base de las recolecciones de superficie nose corresponde con la obtenida de los materialesde excavación (tanto en relación a la estructura delos materiales, como a la presencia de ciertos ele-mentos de forma o decoración de la cerámica), porlo que la variabilidad observada en las recoleccio-nes superficiales mostró no tener valor analítico nicomparativo.

En este sentido también fue importante cons-tatar que la dispersión de materiales en superficieno necesariamente refleja la concentración de ma-teriales bajo ella. De esta forma nos encontramostanto con sitios con mucho material en superficie,pero que no contaban con más de 10 cm de depósi-to, como con amplias dispersiones continuas demateriales, pero que sólo en ciertos sectores pre-sentaban depósito. Solamente a través de la reali-zación de pozos de sondeo pudimos evaluar ade-cuadamente los sitios y decidir cuáles y dóndeexcavar.

La revisión de las colecciones del PAT, recu-peradas en décadas pasadas ya sea como rescates(v. gr. Radio Estación Naval) o como parte de pro-gramas de estudio (v. gr. proyecto Lampa), consti-tuyó un aspecto relevante de la investigación yaque permitió ampliar significativamente la mues-tra, al aplicar un mismo marco metodológico deanálisis a estos materiales y a aquellos obtenidosen los nuevos sitios excavados. Algunos elemen-tos que dificultaron esta labor fueron la pérdidaparcial o total de algunas colecciones (Tabla 2) ylas diferencias en la resolución y técnicas de recu-peración de materiales, los que afectaron especial-mente los análisis líticos (por sesgo de la fracciónmás pequeña de las muestras) y arqueobotánicos(ausencia de restos botánicos por no aplicación detécnica específica de recuperación).

El factor cronológico constituye un elementoesencial en la comparación entre los sitios y la com-prensión del PAT, por lo que se fecharon sitios queno contaban con determinación cronológica, y serefecharon sitios que precisaban afinar su crono-logía.

pección que nos permitió obtener una visión másgeneral y acabada de la distribución espacial y di-versidad de sitios, y luego seleccionar algunos deellos para su excavación. Paralelamente, se plan-teó la importancia de realizar un reestudio y nue-vos fechados de las colecciones de materiales exis-tentes para este período en esta área.

Las prospecciones realizadas en la cuenca deSantiago cubrieron un 3% de su superficie pros-pectable2 y permitieron el reconocimiento de 83sitios arqueológicos y un importante número dehallazgos aislados3. De éstos, 18 tienen ocupacio-nes pertenecientes al PAT, 16 son bicomponentes(PAT/período Intermedio Tardío o PIT), 30 corres-ponden a ocupaciones Aconcagua (PIT), dos sontricomponentes (PAT/PIT/período Tardío o PT) ytres son bicomponentes (PIT/PT); además seis co-rresponden a época posthispana y ocho no pudie-ron ser asignados a algún período cultural especí-fico, dada la ausencia de elementos diagnósticos(cerámicos o líticos). Cabe destacar, además, queno se encontraron sitios asignables al período Ar-caico. Parece poco probable que esta área haya es-tado desocupada durante ese extenso período, porlo que creemos que las razones de no haber encon-trado vestigios de las ocupaciones de esos cazado-res recolectores son de índole metodológico ypostdepositacionales. La prospección consistió enuna revisión superficial del terreno. En su mayoríase trataba de áreas alteradas por la actividad agrí-cola. Dadas las magnitudes de depositación en lacuenca, que en algunos sectores es muy alta (v. gr.Lonquén: 1,5 m en 1000 años), es muy probableque algunas ocupaciones, especialmente las mástempranas, estén cubiertas por una gran acumula-ción de sedimentos y por lo tanto sean imposiblesde detectar en superficie. Por otro lado, la accióndel arado, si bien juega muchas veces a nuestrofavor al exponer los materiales en superficie, tam-bién revuelve y homogeniza los materiales y portanto obstruye el reconocimiento de las evidenciasde diferentes ocupaciones, entre las que se puedenencontrar las ocupaciones Arcaicas, especialmen-te si sus materiales se mezclan con los de una ocu-pación cerámica.

En los sitios identificados como tempranos serealizaron recolecciones superficiales intensivas4

con miras a recuperar una cantidad de material quepermitiera tener una idea clara respecto de las ca-racterísticas del sitio y a partir de ellos aproximar-nos a la variabilidad existente en los contextos del

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Uno de los objetivos centrales de la investiga-ción que presentamos es dar cuenta de la variabili-dad cultural existente en este período. La metodo-logía utilizada para caracterizar los componentes(u ocupaciones) del PAT en Chile central, contem-pló, por lo tanto, el análisis integral de todos losmateriales arqueológicos de cada sitio, es decir, nosolamente la cerámica y el lítico, que constituyenlos materiales más abundantes, sino también losrestos óseos y arqueobotánicos (para lo cual se hi-cieron columnas de muestreo para análisis arqueo-botánico), así como los adornos personales (tem-betás, cuentas) u otros objetos (v. gr. pipas).

Respecto a la cerámica optamos por un análi-sis integral, que apuntara a la definición del con-junto cerámico de los grupos que ocuparon los si-tios, lo que supone caracterizar las vasijas de lossitios habitacionales de éstos. Por esto se realizó,además de una clasificación básica, análisis de pas-tas, de formas y de decoraciones, cuya integraciónnos permite definir en primera instancia catego-rías de vasijas y, en última, los conjuntos cerámicos.La cerámica (analizada de esta manera) resultó sersuficientemente sensible y nos permitió establecersimilitudes y diferencias que ordenaron en ciertamedida el panorama del PAT.

El estudio del material lítico fue abordado através de una estrategia integral que combinó elestudio sistemático de desechos y microdesechosconjuntamente con el análisis tradicional de ins-trumentos, el cual involucró la definición de cate-gorías instrumentales a través de criteriosmorfológicos, tecnológicos y funcionales. Es im-portante tener en cuenta que el potencial de infor-mación del material lítico fue restringido por dis-tintos factores, entre los cuales se cuentan sesgospor la disminución y ausencia de colecciones, yproblemas de muestra en sitios excavados debidoa la baja densidad de instrumentos. Por otra parte,debemos destacar que el material lítico, en rela-ción a la cerámica, presenta un nivel de resoluciónostensiblemente menor para la definición de uni-dades arqueológicas dentro del PAT. No obstantecabe destacar que el control sistemático demicrodesechos en los sitios excavados por este pro-yecto significó una buena aproximación a la co-bertura de recursos, la funcionalidad de los sitios yla secuencia de reducción.

El análisis de los restos óseos se centró en laidentificación taxonómica de las especies presen-tes y de los patrones de conducta asociados a suutilización. Lamentablemente las colecciones re-

visadas no contaban con restos óseos, y de lossitios excavados por nosotros, sólo uno presenta-ba una cantidad importante de ellos. La ausenciade restos óseos de los otros sitios no es un hechopoco significativo, ya que, una vez descartada lavariable conservación, se puede hipotetizar la exis-tencia de variables culturales para explicar su au-sencia (funcionalidad del sitio, patrón de subsis-tencia).

El análisis arqueobotánico estuvo centrado enla identificación de las especies presentes en losdepósitos, para contribuir, en conjunto con los res-tos faunísticos, en la definición de patrones de sub-sistencia. En este sentido fue central no sólo la iden-tificación de especies cultivadas sino también lavariabilidad de las especies silvestres. Lamentable-mente, sólo contamos con estos datos para los si-tios excavados por nosotros. Además las caracte-rísticas del depósito de uno de ellos (sólo 40 cm deprofundidad) dificulta la correcta evaluación de losdatos, lo que limita la posibilidad de integrar estavariable a la caracterización integral de los sitios(y el PAT en general). Sin embargo estos datosposeen un gran potencial, el cual se podrá analizarcuando se cuente con más información para lasocupaciones del PAT en la región. Respecto a losotros materiales, no sólo fue importante constatarsu presencia, sino que explorar las diferencias quepudieran presentar (formales, materias primas), asícomo su distribución y su asociación con otrosmateriales del contexto.

Enfoque Analítico

Uno de los mayores problemas que se nos plan-teó desde el comienzo de esta investigación fuecomo sistematizar la enorme cantidad de datosobtenidos de cada contexto estudiado. La variabi-lidad advertida en los contextos nos puso en evi-dencia, casi desde un principio, que un enfoque tra-dicional, fuertemente apoyado en unos pocoselementos diagnósticos para la asignación culturalo la generación de nuevas unidades arqueológicas,no nos sería útil. Algunos de estos elementos, comopor ejemplo los mamelones y ciertas decoraciones(inciso lineal punteado, inciso reticulado) de lacerámica, o los tembetás, considerados hasta aho-ra como ‘emblemáticos’ de ciertas unidades, nosiempre se presentaban asociados, y cuando lo ha-cían, no siempre se asociaban de la misma maneraen términos de sus frecuencias (Sanhueza et al.2000).

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El análisis de un mayor número de contextosnos permitió darnos cuenta que, si bien no existíanasociaciones rígidas entre ciertos elementos o ras-gos, algunos de éstos sí se presentaban recurrente-mente juntos y que algunas de estas asociacionesse ‘oponían’ a otras, en el sentido de que los ele-mentos asociados eran excluyentes.

Al interior de cada una de estas asociacionesrecurrentes, no obstante, observamos que existíauna gran variabilidad, especialmente en términosde la importancia de cada elemento asociado. Así,se presentaba casi el mismo número de situacio-nes diferentes como contextos analizados. Esta si-tuación descrita es válida, tanto al interior de cadacategoría artefactual como a nivel de sitio, lo quenos llevó a considerar la configuración de las uni-dades en términos politéticos.

Sin duda fue el material cerámico el que per-mitió un ordenamiento de mayor resolución deluniverso estudiado, ya que, si bien en el materiallítico también se presentan ciertas oposiciones,éstas lo ordenan de una manera más gruesa.

En el caso de la cerámica, la naturaleza de loselementos asociados incluye tanto técnicas de ma-nufactura como elementos de forma y ciertas de-coraciones, implicando así al conjunto cerámicoen su integridad, lo que nos ha llevado a pensarque estas asociaciones son culturalmente signifi-cativas.

En el caso del material lítico, sin embargo, nose pudo reconocer o diferenciar tradiciones tecno-lógicas propiamente tales, pero se identificaronciertas asociaciones recurrentes entre ciertos tiposde materiales o entre ciertas categorías morfo-lógicas, que permitieron proponer al menos dosconjuntos que significarían formas diferentes deacercamiento al medioambiente y sus recursos,información que se vio complementada con la ob-tenida a partir de los estudios arqueobotánicos yfaunísticos.

La variedad de situaciones observadas a par-tir de los análisis cerámicos y líticos por separa-do se multiplican al asociar ambos elementos. Estasituación, creemos, es propia de las sociedadescon una organización social como ha sido pro-puesta para el PAT, donde la normatividad seríarelativamente baja, lo que se vería reflejado en lavariabilidad de las expresiones materiales de es-tos grupos.

En términos de producir un ordenamiento, con-sideramos la tecnología de producción cerámicacomo el elemento más relevante, debido a las ca-

racterísticas propias de la producción alfarera. Laalfarería en general es una artesanía de carácter tra-dicional, ya que la obtención de un conjunto devasijas “culturalmente adecuadas”, es decir, vasi-jas que puedan ser utilizadas para lo que fueronhechas, involucra un lento y largo proceso de apren-dizaje acerca del comportamiento de los materia-les utilizados y su relación con cada una de las eta-pas de manufactura y cocción (Rice 1987). De todoslos conocimientos, la tecnología de preparación delas pastas es la más tradicional, ya que cualquiercambio en ella afecta de manera importante el re-sultado final del proceso.

La transmisión de este conocimiento, dada laausencia de sistemas de producción más comple-jos en el PAT, debiera ocurrir en la unidad do-méstica. De esta manera, el reconocimiento de“patrones” o “estilos” en las pastas, nos permitiríaidentificar líneas de transmisión de conocimientoy de relaciones sociales, que es lo que nos interesareflejar a través de las unidades arqueológicas queconstruimos. Las formas y decoraciones, si bientambién son parte importante de los estilos alfare-ros, no requieren necesariamente de este tipo deaprendizaje. Al ser visibles pueden copiarse y enese caso no reflejarían necesariamente dichas rela-ciones cara a cara.

Los otros aspectos, que nos remiten a la rela-ción de estos grupos con el medioambiente, la sub-sistencia, u otros aspectos de las relaciones socia-les, quedan, en este enfoque, subordinados, aunquesiguen siendo tomados en cuenta como un factormás de la variabilidad cultural al interior del PAT.Creemos que éstos, al igual que ciertos aspectosde la cerámica, apuntan a otro nivel de relaciones,más específico, y cuyo estudio necesita de enfo-ques particulares.

En nuestro proceso de análisis y de construc-ción de unidades arqueológicas hemos incorpora-do las tradicionales unidades Llolleo y Bato. Comoya vimos, estas unidades fueron propuestas en lasdécadas pasadas a partir de la sistematización dedatos costeros principalmente, y se constituyeronrápidamente en los referentes para todos los sitiosy datos nuevos de este período que surgieron conposterioridad en todo Chile central. Nuestros re-sultados, a partir del enfoque que hemos propues-to, nos muestran una realidad más variable y porende más compleja en el interior. La solución aesta mayor complejidad, no obstante, no pasa pordesechar estas unidades anteriores. Creemos y op-

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tamos, por el contrario, por seguir utilizando estasunidades tradicionales, pero dándoles un sentidomás amplio y politético, de manera de hacerlas máscoherentes con la realidad sociocultural regionaldel PAT5.

Creemos que esta realidad sociocultural y suconsecuente expresión material, a la cual accede-mos fragmentariamente para el estudio de este pe-ríodo, jamás nos permitirá la construcción de uni-dades arqueológicas homogéneas y ‘cerradas’.Así, somos nosotros los que debemos adecuarnuestras herramientas a esta realidad en estudioen vez de intentar someterla a esquemas rígidospreconcebidos.

Los Sitios y Materiales Analizados

De los 36 sitios con ocupación temprana iden-tificados en la prospección realizada (Figura 1), seseleccionaron tres para su excavación: HospitalG16/1, Lonquén E80/4 y La Palma E101/1. Loscriterios de selección fueron que los sitios presen-taran características diferentes a partir de análisisdel material de las recolecciones superficiales, la

abundancia de los materiales en general, la locali-zación del sitio dentro de la cuenca de Santiago, laexistencia de depósito y la posibilidad efectiva derealizar excavaciones, factor no menor en un áreacomo ésta, fuertemente urbanizada e impactada porla agricultura.

El sitio Hospital G16/1, se localiza en la loca-lidad homónima, unos 6 km al norte de la Angos-tura de Paine (UTM E 339750 N 6252700)6. Setrata de un sitio que en superficie cubre por lo me-nos 300.000 m2 (fue imposible delimitarlo com-pletamente), que presenta cuatro áreas de concen-tración de materiales, separadas entre sí por áreassin material en estratigrafía, las que tienen un de-pósito que no alcanza una profundidad mayor que40 cm (excepto en dos rasgos). Asociada a una deestas concentraciones de material se encuentra unárea de enterratorios, de la cual sólo se recuperóuno. Los materiales cerámicos de las cuatro áreasidentificadas presentan características bastante di-ferentes entre sí, por lo que las interpretamos comoproductos de cuatro ocupaciones distintas, las que,a juzgar por los fechados, parecen ser relativamen-te contemporáneas (Tabla 1).

Figura 1. Ubicación de los sitios arqueológicos.Location of archaeological sites.

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.30

Tabla 1. Fechados de radiocarbono y TL de los sitios analizados.Radiocarbon and TL dates from analyzed sites.

Sitio Sector/com- Cuadrí- Nivel Código Fecha Tipo Fuenteponente cula

Hospital 5 5ampl. 20-30 cm UCTL 1228 850±110 d.C. TL *G16/1 6 6 50-60 cm UCTL 1110 560±105 d.C. TL Vásquez et al. 1999

7 7 40-50 cm UCTL 1109 555±150 d.C. TL8/9 9 0-10 cm UCTL 1108 670±130 d.C. TL

Lonquén I 1 3c UCTL 1230 85±200 a.C. TL *E80/4 II 1SW 2e UCTL 1232 105±200 a.C. TL *

III/IV 1SW 1e UCTL 1231 970±100 d.C. TL *III/IV 1 1b UCTL 1229 995±100 d.C. TL *

La Palma 2 1c UCTL 1269 750±100 d.C. TL *E101/1 4 2a UCTL 1270 850±90 d.C. TL *

Chacayes GaK-6606 430±90 d.C. C14 Stehberg 1978

Radio Estación GaK-6405 180±90 a.C. C14 Stehberg 1976Naval 7 215-225 cm UCTL 1098 110±200 d.C. TL Vásquez et al. 1999

7 215-225 cm UCTL 1097 115±100 d.C. TL7 185-195 cm UCTL 1096 175±160 d.C. TL

El Mercurio I 2a 150-170 cm UCTL 189 150±150 d.C. TL Falabella 20002c 40-50 cm UCTL 985 370±100 d.C. TL Vásquez et al. 1999

Ent. 5 UCTL 311 120±180 d.C. TL Falabella 2000II C3 60-80 cm UCTL 188 300±140 d.C. TL

C3 40-60 cm UCTL 187 460±150 d.C. TLI3 40-50 cm UCTL 986 470±100 d.C. TL Vásquez et al. 19994c 40-50 cm UCTL 987 635±130 d.C. TLF5 40-50 cm UCTL 988 805±120 d.C. TL

Ent. 33 UCTL 270 640±150 d.C. TL Falabella 2000Ent. 3 UCTL 269 680±130 d.C. TL

Ent. 20 UCTL 272 935±100 d.C. TLEnt. 13 UCTL 271 1080±90 d.C. TL

Parque La III 5 280 d.C. TL Thomas y TudelaQuintrala 6 200 d.C. TL 1985

7 20 a.C. TL13 220 d.C. TL

6 7 UCTL 1101 180±180 d.C. TL Vásquez et al. 1999II 6 4 UCTL 1100 275±100 d.C. TL

Pancho Pistolas 1A 20-30 cm UCTL 1005 435±100 d.C. TLRML 001 1C 30-40 cm UCTL 1006 620±100 d.C. TL

El Almendral 8/9A 0-50 cm UCTL 1003 570±100 d.C. TLRML 002 Z19 50-100 cm UCTL 1004 270±150 d.C. TL

Los Panales 1 5a UCTL 694 645±100 d.C. TL Cornejo et al.4 5a UCTL 693 765±100 d.C. TL 1997

El Manzano 2 4 1b UCTL 1217 470±150 d.C. TL Cornejo y Galarce5 2a UCTL 1126 640±140 d.C. TL 20004 2a UCTL 1216 670±140 d.C. TL4 1a UCTL 1123 795±120 d.C. TL4 4b UCTL 1125 910±110 d.C. TL

* Estos fechados no han sido previamente publicados y fueron obtenidos en el marco del proyecto Fondecyt 1970910.These dates have not been previously published, and they are the product of Fondecyt grant 1970910.

31Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

El sitio Lonquén E80/4 se localiza ca. 700 mal poniente del cerro homónimo (UTM E 328400N 6269500). Cubre una superficie de aproximada-mente 150.000 m2 y presenta un depósito profun-do de 1,5 m. A partir del análisis de los materiales,principalmente de la cerámica, identificamos en unprincipio cuatro ocupaciones estratigráficamentesuperpuestas, presentando las dos inferiores y lasdos superiores mayores similitudes entre sí. Losfechados realizados en una primera instancia mos-traron que las dos primeras y las dos últimas eranprácticamente contemporáneas respectivamente(Tabla 1). Ciertas dudas nos llevaron a realizar otrofechado para el tercer momento ocupacional, queesta vez dio un resultado de 260 ± 175 d.C. Lareevaluación de la secuencia de cuatro momentospropuesta inicialmente a la luz de los fechados nosllevó a proponer la siguiente situación. A pesar dela contemporaneidad e incluso la inversión de losfechados de los dos primeros momentos ocupacio-nales, seguimos pensando que efectivamente se tra-ta de dos ocupaciones distintas, ya que las diferen-cias entre los materiales de ambas son sustantivasy no pueden ser explicadas satisfactoriamente porotros motivos; estas ocupaciones podrían ser muypróximas en el tiempo, lapso que puede quedarincluido en los sigmas de los fechados, dada la re-solución que los métodos de datación con quecontamos. Las diferencias identificadas entre lasocupaciones superiores, sin embargo, podrían de-berse a condiciones de conservación del material,por lo que lo que inicialmente fue planteado comodos ocupaciones, pueden ser considerado como una(Lonquén III/IV). El fechado temprano del tercermomento ocupacional propuesto inicialmente lointerpretamos como producto de mezcla de mate-riales de las ocupaciones tempranas de abajo y lasmás tardías de arriba. Esta mezcla, sin embargo,no sería de gran magnitud, ya que priman todas lascaracterísticas que lo asemejan a lo que inicialmen-te llamamos cuarta ocupación, hecho que es con-sistente tanto en relación al material cerámico comoal lítico.

El sitio La Palma E101/1 está localizado entreTalagante y El Monte y entre los ríos Mapocho yMaipo (UTM E 318250 N 6271300). Cubre unasuperficie de al menos 70.000 m2 y la profundidaddel depósito varía entre 60 y 100 cm. Si bien losmateriales presentan ciertas diferencias en los dis-tintos estratos, pensamos que corresponden a unasola ocupación (Tabla 1).

Las colecciones de materiales revisadas corres-ponden a los sitios Chacayes (CHY) y Radio Esta-ción Naval (REN), depositadas en el MNHN; y ElMercurio, Parque La Quintrala (PLQ), RML 001Pancho Pistolas, RML 002 El Almendral y RML051 estero Lampa, depositadas en la Facultad deCiencias Sociales de la Universidad de Chile. Comomencionamos con anterioridad, algunas de estascolecciones se encontraban disminuidas, hecho queafectó especialmente al material lítico, por lo quesólo se cuenta con información parcial de algunasde ellas (Tabla 2).

El sitio Chacayes (CHY) se ubica en la altacordillera (1570 msm), en el margen sur del cursosuperior del río Yeso (Cajón del Maipo) en la te-rraza alta del valle, que en este sector es bastanteamplia. Se trata de un sitio habitacional y funera-rio, donde se recuperaron al menos 14 individuosy cuenta con un fechado sobre hueso humano(Stehberg 1978) (Tabla 1).

El sitio Radio Estación Naval (REN) se ubicaen la comuna de Quinta Normal (Santiago), dentrode un recinto de la Armada inmediatamente al po-niente del parque del mismo nombre. Se obtuvoun fechado C14 sobre hueso humano (Stehberg1976) (Tabla 1). El año 1998 realizamos una cua-drícula de 1,5 x 1,5 m con el objeto de instalardosímetros para refechar el sitio. El material ex-traído fue incorporado a la colección, analizado yfechado (Tabla 1).

Tabla 2. Colecciones analizadas y su condición.Analyzed collections and their conditions.

Materiales

Cerámica LíticoSitios

piezas fragmentos completas

El Mercurio x x x

Parque La Quintrala x x –

Pancho Pistolas x x

El Almendral x x

Estero Lampa x x

Chacayes x x *

Radio Estación Naval x *

x colección completa* colección incompleta– material no disponible para análisis.

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.32

El sitio El Mercurio (EM) se sitúa en la terra-za fluvial de la ribera norte del río Mapocho, a lospies del cerro Manquehue y fue descubierto du-rante faenas de movimiento de tierra. El sectorhabitacional del sitio tiene un depósito de hasta 1m de profundidad en casi todos los sectores y sepudieron identificar dos componentes (Falabella2000). Asociado a éste se encuentra un área de ce-menterio donde se identificaron 36 enterratorios,con diversas ofrendas y ajuar. Ambos componen-tes cuentan con fechados (Tabla 1).

El sitio Parque La Quintrala (PLQ) se ubicasobre un cono de deyección de la Quebrada SanRamón, en la comuna de La Reina de la ciudad deSantiago. El sitio cuenta con un depósito de basu-ras habitacionales de hasta 3 m de profundidad, yde un área de funebria donde se recuperaron 10enterratorios (Thomas et al. 1980). Los análisis lle-vados a cabo por dichos investigadores, confirma-dos por los nuestros, identificaron dos ocupacio-nes del sitio. Ambas se encuentran fechadas7

(Tabla 1).El sitio Pancho Pistolas RML 001 está ubica-

do en el sector norte de la Hacienda Chicauma,entre los esteros Polpaico y Chacabuco, en las cer-canías de su confluencia, en la comuna de Lampa(Lat. 33º11’15’’; Long. 70º53’7’’). El sitio tieneuna extensión aproximada en superficie de 200 x300 m (Thomas et al. 1990). Se obtuvieron dos fe-chados TL (Tabla 1).

El sitio El Almendral RML 002 está ubicadoen el sector sur de la Hacienda Chicauma, en laribera oeste del estero Chacabuco, en las cercaníasde su confluencia con el estero Polpaico, en la co-muna de Lampa (Lat. 33º11’30’’; Long. 70º53’31’).Este sitio fue descubierto por la construcción deuna casa en el sector, la cual dejó al descubiertoalgunos enterratorios, realizándose un salvamento(Thomas et al. 1990). Se realizaron dos fechadosTL (Tabla 1).

El sitio estero Lampa RML 051 es un sitiohabitacional ubicado en la ladera oeste del cerroChepo, en la confluencia de los esteros Chacabucoy Polpaico, en la comuna de Lampa (Lat.33º11’44’’; Long. 70º53’46’’) (Thomas et al. 1990).La extensión del sitio no fue determinada. No cuen-ta con fechados absolutos, pero su asignación alPAT, dada la características de sus materiales, esindudable.

Por último también se consideraron los mate-riales de dos sitios excavados en el marco de otras

investigaciones en marcha que contaban con ocu-paciones tempranas: Los Panales y El Manzano 2,cuyos materiales fueron analizados por el mismoequipo de trabajo.

Los Panales (LPN) está ubicado a 1350 msmen una terraza aluvial en el lado este del esteroCabeza de León, a poca distancia de su confluen-cia con río Colorado, en el interior del cajón delMaipo. El sitio, catalogado como un campamentohabitacional al aire libre orientado a actividadesmineras, tiene un depósito de ca. 40 cm de espesory cuenta con dos fechados TL (Cornejo et al. 1997)(Tabla 1).

El Manzano 2 (Ma2) es un sitio bicomponenteubicado a 920 msm en la terraza norte de la con-fluencia del estero El Manzano con el río Maipo.Si bien este sitio fue registrado y sondeado bajo elmarco de investigaciones anteriores (Cornejo2000), fue a partir de las excavaciones realizadaspor el proyecto Fondecyt 1980713 que se logróidentificar una ocupación perteneciente al períodoalfarero temprano bajo la ocupación Aconcagua.Si bien ambos depósitos se encuentran muy mez-clados, por lo que es prácticamente imposible rea-lizar análisis cuantitativos de los materiales recu-perados, tanto las características de sus materialescomo sus fechados TL nos llevaron a considerarlodentro de este estudio (Tabla 1).

Las Asociaciones Contextuales del PeríodoAlfarero Temprano en Chile Central

De acuerdo a lo señalado en los acápites an-teriores, e integrando la información analizada convariables espaciales y cronológicas, proponemosel siguiente panorama para el PAT en Chile cen-tral.

Las comunidades alfareras iniciales

Desde los inicios de la alfarería en esta zona,hasta alrededor de 200 d.C., los contextos arqueo-lógicos presentan ciertas características que per-miten diferenciar este primer momento dentro delPAT8. Este momento sería producto de ‘comuni-dades alfareras iniciales’, nombre utilizado porFalabella y Stehberg (1989) para estos grupos yque nosotros retomamos (Sanhueza y Falabella1999-2000). La propuesta y discusión de las evi-dencias ha sido desarrollada en otro trabajo (San-

33Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

hueza y Falabella 1999-2000), por lo que aquí sólopresentaremos una breve síntesis.

Evidencias de estas ocupaciones se encuentrantanto en el valle central como en la costa de la re-gión, en las dos primeras ocupaciones del sitioLonquén (E80/4) y REN entre los sitios analiza-dos por nosotros, pero también en una serie de otrossitio publicados con anterioridad como por ejem-plo Curaumilla 1 y 2, LEP-C primera ocupación,Arévalo 2 primera y segunda ocupación (Sanhuezay Falabella 1999-2000).

La cerámica de estas comunidades se caracte-riza por ser mayoritariamente de paredes delgadasy tener formas simples de perfiles inflectados, engeneral sin asas o con asas mamelonares si es quelas presentan. La variedad de decoraciones es res-tringida, siendo la más importante la pintura roja,aunque también hay hierro oligisto y en algunoscasos pintura roja sobre un engobe crema.

El material lítico de los contextos menciona-dos previamente ha sido definido como un contex-to artefactual de caza, caracterizado por la presen-cia de puntas de proyectil9, alta variabilidad dematerias primas de grano fino e instrumentos defaenamiento y procesamiento de presas. Por otraparte, destaca un contexto de molienda con manosdiscoidales con un marcado proceso de modifica-ción y caras activas plano-convexas asociadas amolinos planos10.

Las características del material lítico, especí-ficamente de las puntas y manos de moler, permi-ten plantear similitudes morfológicas con sus sí-miles del período Arcaico, especialmente con elsitio Cuchipuy (Kaltwasser et al. 1980), aun cuan-do estos contextos están distanciados por cerca de2000 años. Por otra parte, la presencia de puntasde proyectil triangulares de base escotada señalanrelaciones morfológicas con la tradición arcaica depuntas triangulares descritas por Vera (1998), es-pecialmente para el período Arcaico IV, definidopara la precordillera de Chile central.

Así, la subsistencia de estos grupos estaría ba-sada en la caza y también fuertemente en la reco-lección. La presencia de cultígenos es probablehacia los 100 a.C.11 (Belmar y Quiroz 1999, 2000).

Los desarrollos culturales posteriores delperíodo alfarero temprano

En tiempos posteriores o incluso parcialmen-te contemporáneos con el final de las comunida-

des alfareras iniciales, la cerámica muestra carac-terísticas que evidencian una diversificación delpanorama cultural de la región, asociado a un pro-ceso de normalización de la tecnología, formas ydecoraciones cerámicas.

Nuestros estudios nos han permitido recono-cer al menos cuatro situaciones diferentes y con-temporáneas dentro de esta etapa del PAT. Estasunidades fueron identificadas y definidas de acuer-do al enfoque analítico expuesto con anterioridad,por lo que no son internamente homogéneas.

Llolleo

Los sitios estudiados que hemos agrupado enla unidad Llolleo son El Mercurio, Los Panales yHospital-6, los que cubren un amplio rango tem-poral (300-800 d.C.).

En relación a la tecnología de producción ce-rámica, la principal característica es la predominan-cia de la pasta U (Tabla 3), que se utiliza para con-feccionar prácticamente todas las categorías devasijas de los conjuntos cerámicos, ya que se en-cuentra presente tanto en las vasijas alisadas comopulidas y decoradas.

Si bien las vasijas pueden tener distintas for-mas, las más frecuentes, tanto pulidas comoalisadas, tienen perfiles compuestos, con una o dosasas en arco de correa, y bases delimitadas. Enocasiones los bordes de estas vasijas pueden pre-sentar refuerzo. Otras formas, mucho menos fre-cuentes, son las vasijas asimétricas (tipo jarro pato)y las abiertas (Tabla 4).

Las decoraciones características abarcan unavariedad de técnicas (pintado, inciso, modelado) ycombinaciones de ellas (pintado e inciso, modela-do e inciso), que adoptan motivos y configuracio-nes específicos (Tabla 4). Es así como la pinturaroja puede cubrir toda la pieza o formar motivoscompuestos por bandas. Cuando se combina conhierro oligisto, adopta configuraciones determina-das (líneas rojas escaleradas u ondulantes vertica-les sobre campos de hierro oligisto, o bien franjasanchas alternadas de hierro oligisto y rojo). Losincisos lineales son frecuentes, y pueden adoptarconfiguraciones como incisiones anulares en la basedel cuello e incisiones reticuladas oblicuas en elcuello, pero también otras que no conocemos.Cuando las incisiones se combinan con la pinturaroja, éstas delimitan y separan campos geométricospintados de otros sin pintar. Los modelados e

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.34Ta

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35Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

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modelado

impreso

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.36

incisos pueden constituir unidades discretas (“ma-melones incisos”) o bien bandas de largo indeter-minado12. Dentro de la primera categoría se inclu-yen los mamelones incisos en las asas, que son lacontraparte de las decoraciones incisas reticuladas,ya que en las vasijas enteras éstos dos elementosse encuentran generalmente asociados13.

Como ya lo anticipáramos, los contextos agru-pados en esta unidad no son homogéneos, sino queasí como presentan similitudes que permitieronagruparlos, también presentan ciertas diferencias.El aspecto que presenta mayor variabilidad es ladecoración (Tabla 4).

La ocupación de Hospital-6 es la que presentamayores diferencias. Al tratarse del sitio dondemenos excavaciones se realizaron y, por tanto, conmenor cantidad de materiales analizados, éstas di-ferencias podrían deberse al pequeño tamaño de lamuestra, lo que afecta especialmente a los elemen-tos escasos como las decoraciones y ciertas for-mas. Esto sin considerar otros factores que tam-bién podrían estar influyendo, como el aspectofuncional.

El contexto lítico, definido a partir de El Mer-curio y Los Panales, se configura como un contex-to no orientado a la caza debido a la muy baja inci-dencia de puntas de proyectil (sólo dos preformasen El Mercurio y una en Los Panales), junto con laescasísima presencia de registro arqueofaunístico.

Uno de los rasgos relevantes del sitio El Mer-curio es la importante frecuencia de un complejoartefactual de molienda dirigido a la producciónde harina, con manos de moler a partir de nódulosnaturales predominantemente sin modificación,asociados a molinos con canal de molienda muydefinido con sección en “U” (Vásquez 2000). De-bemos destacar que los molinos tienen una partici-pación activa en los ritos mortuorios de este gru-po, conducta que se puede correlacionar con lapresencia de molinos en acumulaciones de piedraen el sitio La Granja (cuenca de Rancagua) asig-nado a esta unidad cultural (Tagle 1996). La orien-tación hacia la molienda de esta población debecorrelacionarse con los resultados obtenidos porFalabella et al. (1995-1996) de la aplicación de ra-yos-X sobre huesos humanos en individuos del si-tio EM, en la cual la relación entre elementos traza(Zn, Ca y Sr) fue interpretada como el resultadodel consumo de cultígenos por parte de esta pobla-ción. Es importante destacar que estos datos soncoherentes con la evidencia de caries profundas enlos individuos (Solé 1991).

El sitio El Mercurio presenta también un áreade funebria asociada al área habitacional. Esta secaracteriza por presentar individuos en posiciónflectada y frecuentemente están asociados a acu-mulaciones de grandes bolones de río formandohileras y que aparentemente han sido depositadoscomo ofrenda. La mayoría de ellos tienen ademásofrendas de vasijas cerámicas completas, algunosmorteros (formando parte de las estructuras debolones) y piedras horadadas. Como ajuar presen-tan collares de cuentas discoidales. La mayoría delos párvulos y niños están depositados en urnas ytienen las mismas ofrendas que los adultos(Falabella 2000).

Bato

Las ocupaciones asignadas a esta unidad sonParque La Quintrala I, Parque La Quintrala II,El Almendral, Estero Lampa, Hospital-7, Hospi-tal-8/9, Lonquén III/IV, Hospital-5, La Palma y ElManzano 2, que abarcan un rango temporal que vadesde finales del segundo siglo de nuestra era has-ta prácticamente el final del primer milenio.

Si bien en esta unidad hemos podido integrarun mayor número de ocupaciones, también es ciertoque presenta una mayor variabilidad interna. Dadasu extensión temporal, parte de las diferencias pue-de ser explicada por factores cronológicos, perootra parte se debe a factores sociales.

El elemento que une a todas las ocupaciones,tanto contemporáneas como separadas en el tiem-po, es el factor tecnológico en la cerámica, ya queen todas ellas la familia de pastas A es la más im-portante (a excepción en Hospital-8/9). No existeuna relación específica entre estas familias de pas-tas con ciertas categorías de vasijas, sino que seencuentran tanto en vasijas alisadas y pulidas comoen vasijas decoradas (Tabla 3).

Respecto a las formas, las más frecuentes sonlas ollas y jarros que tienen en frecuencias compa-rables los perfiles compuestos e inflectados14. Es-tas por lo general no presentan asas, pero cuandolo hacen pueden ser tanto del tipo en arco de co-rrea (cinta) como mamelonar. Las vasijas pulidasgeneralmente no tienen asas (Tabla 5).

Es frecuente encontrar en estos contextos frag-mentos que indican la presencia de categoríasmorfológicas distintas a las clásicas ollas y jarros,pero al no contar con vasijas completas como refe-rente para ellas, su reconstrucción es difícil, del

37Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

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neg. + pint

inciso linealancho

modelado

engobe rojo

Ilp. impreso

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.38

mismo modo que es difícil evaluar su importanciarelativa. Además, muchas veces parece tratarse deformas no muy frecuentes en los contextos, por loque su presencia o ausencia debe evaluarse concautela. La mayoría de éstos fragmentos indican lapresencia de cuerpos tubulares, cuellos muy an-gostos y largos y, en algunos sitios, puntos de quie-bre en el cuerpo. Una categoría morfológica quepodría corresponder a estos fragmentos es similara las “lagenarias” de Chacayes, pero que en el va-lle adoptan una forma más tubular (Fig. 19, Oyar-zún 1979 [1910] y dos vasijas de Isla de Maipo encolección particular). Otra categoría morfológicaque también puede dar cuenta de parte de ellos esla vasija asimétrica con dos golletes, cuya presen-cia efectiva hemos podido constatar en las ocupa-ciones de Parque la Quintrala II, El Almendral,Hospital-7 y Lonquén III, a partir de la presenciade fragmentos de disco cribado. En El Almendral,el fragmento tiene además un fragmento del asaque es del tipo en arco de correa, lo que marca unadiferencia sustantiva con las vasijas del mismo tipode Chacayes, cuyas asas son circulares huecas.

Las decoraciones (Figuras 2 y 3) son el aspec-to más variable y el que permite establecersubconjuntos dentro de la unidad. En estricto sen-tido, la única decoración común a todas estas ocu-paciones es la pintura roja, pero ésta también escomún a todas las demás unidades del PAT (Ta-bla 5).

En relación al material lítico de los sitios queasignamos a esta unidad cultural, es posible defi-nirlo como un contexto artefactual de caza, carac-terizado por la presencia de puntas de proyectil15,alta frecuencia de materias primas de grano fino(cuarzo, cuarcitas, jaspe, obsidiana) e instrumen-tos de faenamiento y procesamiento de presas.

Sólo tenemos información de un enterratoriorecuperado de la ocupación de Hospital-8/9 paracaracterizar las prácticas funerarias de esta unidad,por lo que no podemos configurar un patrón defunebria propiamente tal16. En el sector inmedia-tamente aledaño al lugar donde se recuperó esteenterratorio había evidencia de la existencia deotros enterratorios, lo que indica que probablementehubo un área de funebria aledaña (o superpuesta)al área habitacional. El entierro se encontraba aescasa profundidad (25 cm) y estaba en posicióndecúbito ventral con las piernas hiperflectadas ha-cia atrás a la altura de las rodillas (Reyes 1998).No presentaba ofrenda ni ajuar.

El tembetá es un elemento relativamente fre-cuente dentro de esta unidad, aunque no todos loscontextos lo presentan. El tipo más abundante esel discoidal con alas, elaborado tanto de cerámicacomo en piedras de baja dureza. Si bien la distri-bución de los tembetás en términos de su impor-tancia y de sus característica no es homogénea, loque nos plantea una diferenciación al interior deesta unidad, no hemos podido hasta ahora estable-cer un ordenamiento significativo a partir de ellos.

Pese a que aún se cuenta con pocas evidenciaspara caracterizar de manera adecuada las diferen-cias internas dentro de esta unidad (ya que las apre-ciaciones actuales podrían cambiar con un aumen-to de la muestra), pensamos que constituyen unabase suficiente para proponer estas diferenciascomo hipótesis (Tabla 5).

Un primer momento en la secuencia de estaunidad, representado por las ocupaciones de Par-que La Quintrala III y II, El Almendral y EsteroLampa17, se desarrolla entre el 200 y el 600 d.C. yse caracteriza por presentar una variedad de deco-raciones relativamente restringida, donde la pintu-ra roja es muy frecuente. La decoración incisa, engeneral, tiene mayor importancia que en el momen-to posterior, tanto en términos de frecuencia comoen términos de variedad (incisiones lineales, linea-les y punteadas, reticuladas, en zigzag) y la deco-ración incisa lineal y punteada es mucho más fre-cuente (Figura 2).

El sitio El Almendral (única ocupación conmaterial lítico analizado), nos indica un contextocultural de orientación a la caza asociado a con-textos de molienda descritos para las comunidadesiniciales del PAT con fechas tan tardías como 270-570 d.C. Lamentablemente, no se contó con elmaterial lítico de las dos ocupaciones de ParqueLa Quintrala que habría podido definir de mejormanera esta situación.

A partir de ca. 600 d.C., en las ocupaciones delos sitios Hospital-5, Hospital-7, Hospital-8/9,Lonquén III/IV y La Palma, se observan ciertoscambios al interior de esta unidad. En la cerámica,lo principal es que las decoraciones se diversifican.La pintura roja pierde algo de su importancia enrelación al momento anterior y el inciso lineal pun-teado baja notoriamente sus frecuencias. Aparecennuevas decoraciones, como la combinación de pin-tura roja y hierro oligisto (a veces en combinacióncon incisiones) y modelados; nuevos motivos yconfiguraciones para los incisos (incisiones

39Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

reticuladas en cuellos e incisiones anchas); y re-aparecen antiguas decoraciones que tendrían susorígenes con las comunidades alfareras iniciales(rojo sobre engobe crema) (Figuras 2 y 3). Res-pecto a las formas destaca la aparición, aunque enescasa cantidad, de los bordes reforzados.

Dentro de este momento más tardío, se dife-rencian del resto claramente dos ocupaciones: LaPalma y Hospital-5. Estas dos son las únicas queno presentan decoración incisa lineal y punteada yson las que tienen en general la mayor variedad dedecoraciones. La presencia de decoraciones incisas

Figura 2. Decoraciones complejo Bato: (a), (b), (c), (d), inciso lineal punteado; (e), (f), incisiones en zigzag; (g), (h), incisionesreticuladas; (i), (j), (k), incisiones anchas; (l), incisiones anchas y círculos impresos.Procedencia a-h: PLQ; i, j, l: E101/1 y k: G16/1-8/9.Decorations of the Bato complex: (a), (b), (c), (d), dotted incised line; (e), (f), zigzagged incisions; (g), (h), reticulated incisions;(i), (j), (k), wide incisions; (l), wide incisions and printed circles.Provenience a-h: PLQ; i, j, l: E101/1 and k: G16/1-8/9.

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Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.40

Figura 3. Decoraciones Complejo Bato: (a), (b) franjas rojas; (c) pintura roja y hierro oligisto separados por incisión; (d), (e), (f),(g), (h) rojo y hierro oligisto; (i), (j) técnica negativa; (k) rojo sobre crema.Procedencia: a, b: PLQ; c, d, h, i: E80/4; e, f, k: E101/1; g, j: G16/1-5.Bato Complex Decorations: (a), (b) red stripes; (c) red paint and hematite separated by incisions; (d), (e), (f), (g), (h) red andhematite; (i), (j) negative technique; (k) red on beige.Provenience: a, b: PLQ; c, d, h, i: E80/4; e, f, k: E101/1; g, j: G16/1-5.

41Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

reticuladas en el cuello, que podrían considerarsedel tipo Llolleo, junto con la mayor relevancia deloligisto, nos hizo considerar en un primer momen-to la posibilidad de que se tratara de un contexto‘mezclado’, con restos de ocupaciones de otrasunidades (v. gr. Llolleo), que nosotros no pudimosdiferenciar por encontrarse los depósitos muy re-vueltos.

En el sitio Hospital-5, el resto del contexto esmuy escaso como para poder aclarar este punto,pero en el caso del sitio La Palma el análisis de losotros materiales del contexto nos sugiere que po-dría tratarse de una característica propia de algu-nas de las ocupaciones de estos tiempos más tar-díos (debido por ejemplo a relaciones sociales oflexibilización de los códigos decorativos), ya quelas diferencias van más allá de la cerámica, invo-lucrando también el contexto lítico, las pipas, losadornos y la subsistencia. Dichas características nopresentan similitudes con Llolleo.

Al igual que en el sitio El Almendral, la ocu-pación de La Palma presenta importantes frecuen-cias de materias primas de grano fino, apuntando aque estamos frente a contextos líticos tecnológica-mente orientados a la reducción bifacial con unclaro referente en los instrumentos registrados ensus contextos, especialmente puntas de proyectil18.Sin embargo, presenta una situación inédita en si-tios del PAT, debido a la importante frecuencia deobsidiana (27,4%), la cual ingresó al contexto delsitio a través de matrices tipo lascas. Cabe desta-car que las fuentes de este recurso se encuentranen la alta cordillera de los Andes en el Cajón delMaipo y en el cajón del río Tinguiririca (Tagle1996). De hecho, gran parte de la categoría puntade proyectil en el sitio está representada por estamateria prima. Esta situación apunta a que la po-blación que generó el sitio La Palma tuvo un im-portante acceso a recursos de cordillera a través deun mecanismo no documentado. Sin embargo, laevidencia arqueológica de esta zona, principalmen-te de la cuenca del río Maipo, solamente ha mos-trado un sitio con una frecuencia importante deobsidiana (Los Queltehues) (Luis Cornejo comu-nicación personal 2002). Refuerza esta situaciónla presencia de turquesa en el contexto a través deun fragmento de cuenta de collar, situación únicade este sitio.

Este sitio presenta además un inédito registroarqueofaunístico de Lama guanicoe que configuraun claro patrón de caza con acarreo de unidades de

alto rendimiento y abandono de aquellas de bajautilidad en los lugares de caza, con aprovechamien-to de recursos faunísticos de diversos microam-bientes (Velásquez 2000).

En relación a las pipas, éstas tienen caracterís-ticas particulares, no observadas en otros contex-tos: 20 fragmentos muestran que los tubos y loshornillos son de paredes extremadamente delga-das (2-3 mm), y al menos seis tubos tienen un ex-tremo cerrado. Dentro de éstos llaman particular-mente la atención los tubos circulares que terminanen un extremo cerrado de sección subrectangular,con una forma en planta en dos puntas (cola depescado), y un fragmento de pipa de mango acha-tado, corto y cerrado (Figura 4).

Es interesante también la existencia de unacolección de tembetás de tipo tarugo en materiasprimas silíceas proveniente del área donde se en-cuentra el sitio. Si bien no se recuperaron ejempla-res de este tipo en excavación, su posible asocia-ción a este contexto podría marcar otra diferenciacon los otros contextos de la unidad.

Pancho Pistolas y El Mercurio-I

El sitio Pancho Pistolas RML 001 y la prime-ra ocupación de El Mercurio (EM-I) presentan cier-tas características similares entre sí, que los dife-rencian de los otros analizados. Sin embargocreemos que la información aún es muy escasacomo para permitirnos proponer una unidad ar-queológica propiamente tal. Por un lado se trata desólo dos sitios, que además cuentan con un con-texto relativamente pequeño dado la escasa mag-nitud de las excavaciones realizadas. Por otro lado,su rango temporal introduce la variable cronológicacomo un factor a considerar en relación a las dife-rencias que observamos entre ambos contextos(150-370 d.C. El Mercurio-I y 435-620 d.C. Pan-cho Pistolas).

No obstante, creemos que las diferencias quemuestran con las otras unidades definidas a nivelde la tecnología (en la alfarería) son relevantes a lavariabilidad dentro de este período. Por lo tanto, sibien no podemos hacer una adecuada caracteriza-ción, creemos que es importante hacer presente ladiferencia.

El principal factor compartido por estas dosocupaciones es la presencia de las familias de pas-tas U y M (Tabla 3); aunque la importancia deellas en ambos sitios no es la misma, es el principal

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.42

elemento que permite establecer una oposición conlas otras unidades. Los otros aspectos de la cerá-mica no permiten establecer asociaciones tan cla-ras y, además, muchos de ellos son compartidoscon otras unidades.

En relación al material lítico, y al igual que lacerámica, la escasez de material en el componenteEM-I y los problemas de muestra en RML 001, noha permitido sustentar el reconocimiento de estasituación dentro del PAT.

Necesitamos una muestra mayor de materia-les de estos dos sitios y un mayor número de sitioscon estas características para poder evaluar de

manera adecuada cada una de las variables y lassemejanzas que presentan con las otras unidadesdefinidas. Por ahora, sólo podemos constatar queestos sitios contribuyen a la variabilidad del PAT,al no ajustarse a las características de las unidadespropuestas.

Chacayes19

Si bien esta unidad sólo está representada enun sitio, las evidencias a partir del material anali-zado son suficientemente sólidas como para per-mitir la definición de una unidad a partir de él. Sus

Figura 4. Pipas Complejo Bato, sitio La Palma E101/1.Bato Complex pipes, La Palma E101/1 site.

43Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

características ya han sido descritas en detalle enotro trabajo (Sanhueza 2000), por lo que aquí sólopresentaremos una síntesis de los elementos másrelevantes y que justifican la definición de una uni-dad arqueológica diferente.

La tradición tecnológica, vista a partir del aná-lisis de pastas, evidencia una correlación absolutaentre categorías morfológicas y pastas. Es decir,hay tres tipos de vasijas, que se manufacturan contres tipos de pastas diferentes: las ollas alisadas,las vasijas pulidas y las vasijas decoradas, lo queconstituye una diferencia notoria respecto a lasotras unidades donde, si bien se pueden ver ten-dencias de asociación pasta-categoría de vasija, nose pueden establecer relaciones exclusivas.

Las formas de las ollas alisadas se asemejan alas descritas para otras unidades, pero las vasijaspulidas muestran una variedad formal mayor (va-sijas simétricas de cuello largo y corto, vasijasasimétricas con uno o dos golletes, eventualmenteuno de ellos cribado y vasijas tipo calabaza(lagenarias)20. Las decoraciones características sonla pintura roja y el negativo, siendo significativa laausencia de los incisos, tan propios de los otrosdesarrollos del PAT en Chile central21.

En este contexto hay tembetás del tipo dis-coidal con alas y orejeras hechas en piedra y ce-rámica. Uno de los enterratorios recuperados pre-sentaba como ofrenda un brazalete y una placatriangular de cobre nativo laminado, lo que nosevidencia el manejo de estos materiales por partede estos grupos.

En cuanto al material lítico, éste ha sido defi-nido como un contexto de caza asociado a un con-texto de molienda similar para el definido en lasComunidades Alfareras Iniciales. Sin embargo, yen relación a los contextos líticos asignados a otrasunidades del PAT, este sitio presenta un rasgo es-pecial debido a la importante frecuencia de la ca-tegoría “piedras horadadas”, las cuales artefactual-mente provienen de la retoma de manos de molerdiscoidales planas, situación única en contextoslíticos de la cuenca.

Respecto al patrón de funebria, es poco lo quesabemos, ya que la mayoría de los enterratoriosfueron recuperados antes de que los arqueólogosllegaran al sitio. No obstante, al haberse recupera-do cerca de 20 entierros (Stehberg 1978) sabemosque se trata de un área de funebria localizada cercadel área de vivienda, con enterratorios asociados a

ofrendas de vasijas cerámicas completas principal-mente, y también ajuar compuesto de tembetás,orejeras y los mencionados objetos de cobre. Sibien esta unidad presenta algunas semejanzas evi-dentes con los contextos Bato, destacan más lassemejanzas (sobre todo formales) que presenta conlas evidencias Molle del río Hurtado (Irribarren1958).

Reevaluación de las unidades Bato y Llolleo

Las unidades Bato y Llolleo aparecen comolas unidades más ‘coherentes’. Se han reconocidovarios sitios para cada una de ellas y presentan unaextensión temporal significativa. Si bien en estetrabajo las unidades fueron definidas a partir de latecnología cerámica de pastas, lo que marca unadiferencia sustancial respecto a la definición deestas unidades para la costa, es a partir de las aso-ciaciones recurrentes entre cierta tecnología y cier-tas formas y decoraciones (además de otros ele-mentos de los contextos) que podemos establecerrelaciones entre ellas. En este sentido, las unida-des Bato y Llolleo costeras muestran las mismasasociaciones y oposiciones en términos de formay decoración que las observadas en las unidadesdel interior.

Lamentablemente no contamos con informa-ción acerca de la tecnología de producción de va-sijas en todos los sitios de los grupos Bato y Llolleocosteros, y ciertamente las semejanzas en forma ydecoración con sus pares del interior no posibili-tan extender esta similitud al patrón tecnológico.

En el caso del sitio Llolleo costero LEP-C, lospatrones de pasta muestran características comple-tamente diferentes a las pastas de la familia U, pro-pias tanto del sitio EM como de los otros conjun-tos alfareros Llolleo del interior conocidos.Mientras los áridos que componen las pastas delsitio costero son de origen granítico (cuarzos,feldespatos, piroxenos), los áridos de las familia Uson de origen volcánico (andesitas, basalto). Estosresultados, aunque parciales y de limitado alcancepor estar la costa representada por un solo sitio,nos indican que la geología local está jugando unpapel preponderante en la característica de las pas-tas utilizadas para la fabricación de las vasijas den-tro de este complejo. Esto es coherente con resul-tados de estudios comparativos anteriores, a basede análisis de composición de elementos, entre el

Lorena Sanhueza R., Mario Vásquez M., Fernanda Falabella G.44

sitio LEP-C y EM (Falabella et al. 1995-96) en losque se determinó una procedencia diferenciada,probablemente local, de las vasijas.

En el caso de los fragmentos decorados conhierro oligisto (en su variante “pasta gruesa”), encambio, la situación es diferente. Tanto en LEP-Ccomo en El Mercurio las pastas de los fragmentoscon esta decoración, bajo la lupa, son prácticamenteiguales. El análisis de composición de elementosconcluyó, por su parte, que en ambos casos estetipo de pasta se diferenciaba claramente de la uti-lizada para confeccionar otro tipo de vasijas, aun-que éstas no eran equivalentes químicamente en-tre sí. Esto muestra que si bien no existía un “centroproductor” de este tipo de vasijas decoradas, síhabía una “idea común”, compartida por los gru-pos Llolleo, acerca de las características que de-bían tener las pastas de esta categoría especial devasija.

Además de la cerámica, otros aspectos soncompartidos entre las respectivas unidades de lacosta e interior. Uno muy relevante es el patrón defunebria, donde los escasos datos con que conta-mos en el interior (El Mercurio y G16/1-8/9) secorresponden con las características que adoptansus pares en la costa. Si bien existen ciertos ele-mentos propios de cada sitio (como por ejemplolas acumulaciones de piedra y la posición sedenteen EM-II), existen ciertas constantes en relación ala posición de los individuos y la ofrenda (todosaspectos del ritual mortuorio) en ambas áreas. EnLlolleo las urnas asociadas a los infantes22, la po-sición flectada decúbito lateral para los más adul-tos, las ofrendas cerámicas y los collares son losfactores comunes. En Bato, la posición decúbitoventral con las extremidades inferiores hiper-flectadas hacia atrás, identificada también en lossitios Trébol SE y Cancha de Golf de la localidadde Quintay (Rivas y Ocampo 1997) y la ausenciade ofrendas cerámicas son los elementos más ca-racterísticos y compartidos.

Vemos, entonces, que los elementos comunesentre las unidades Bato y Llolleo del interior y lacosta van más allá de similitudes meramente for-males, incluyendo también aspectos tradicionalese ideológicos, lo que nos habla de un grado de in-tegración que no podemos desconocer y que aúnno alcanzamos a entender a cabalidad.

Un dato importante en este sentido es aporta-do por el análisis de composición de elementosrealizado en restos óseos de poblaciones costeras

y del interior de la unidad Llolleo (LEP-C y EM-II), que dan información sobre su dieta (Falabellaet al. 1995-96). Los resultados de los análisis mos-traron una concentración diferencial de los elemen-tos zinc (Zn) y estroncio (Sr) para las poblacionescosteras versus interior, lo que fue interpretadocomo una diferenciación sustancial en la dieta deestas dos poblaciones. Los altos valores de Zn enlas poblaciones del interior podrían estar respon-diendo al consumo de cultígenos (legumbres ymaíz), mientras que los valores preponderantes deSr en la costa estarían representando una dieta ba-sada fuertemente en el consumo de mariscos(Falabella et al. 1995-96: 37).

Estos datos, junto con los referidos a la tecno-logía cerámica, sugieren para el caso Llolleo po-blaciones que habitan la mayor parte del año yasea en la costa o en el interior. Esto no descartaeventuales contactos esporádicos entre los gruposcosteros y del interior, en situaciones o contextosdonde se actualizarían los lazos entre estos gruposque compartirían una idea común, lo que habríafacilitado una similitud en la exterioridad de sucultura material y que nos permite a partir de elloreconocerlos como una conjunto significativo.

Si bien no contamos con información que nosaporte en este sentido para el caso Bato, creemosque la situación no puede haber sido muy diferen-te a la arriba expuesta.

Creemos que ambas unidades, considerandosus manifestaciones interiores y costeras, respon-den bien a la definición de ‘complejo cultural’.Llolleo fue definido de esta forma desde un princi-pio (Falabella y Planella 1979). Bato, sin embar-go, fue definida en un principio como una Tradi-ción (Planella y Falabella 1987). Creemos que losdatos proporcionados y la discusión llevada a cabopermiten proponer que el concepto de complejocultural es aplicable de igual manera a Bato.

No obstante ambos puedan ser consideradoscomo un complejo cultural, sugerimos que Bato yLlolleo son complejos de naturaleza diferente. Pro-ponemos en este sentido al Complejo Bato comorepresentativo de una sociedad de fuerte tradicióncazadora recolectora, más móvil y menos homo-génea que Llolleo, la cual visualizamos como unasociedad más homogénea, sedentaria y ligada a unmodo de vida hortícola.

Creemos que los sitios Bato, aun los más tar-díos dentro de la secuencia, muestran que la cazaes una actividad de importancia dentro de estos

45Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

grupos, lo que se ve a través de las característicasde material lítico y los abundantes restos de fauna(principalmente guanaco) en uno de los sitios delinterior (E101/1). Esta apreciación ya se tenía apartir de los sitios Bato de la costa, donde la granabundancia de puntas junto con la presencia decamélidos y otáridos llevaron a plantear que la cazaera una actividad importante dentro de estos gru-pos (Falabella y Stehberg 1989; Planella y Falabella1987). A diferencia de ellos los sitios Llolleo, es-pecialmente de la cuenca Maipo/Mapocho, no pre-sentan evidencias que permitan pensar que la cazafuera un elemento importante dentro de su subsis-tencia. En el sitio El Mercurio, por ejemplo, prác-ticamente no hay puntas de proyectil y en la costa,la cantidad de puntas es menor a la asociada a lossitio Bato.

En este mismo sentido, otra diferencia notableentre Bato y Llolleo se da respecto a la forma deprocesar los recursos vegetales. En Llolleo, espe-cialmente en el interior, el procesamiento de vege-tales es una actividad importante que se lleva a caboen morteros cóncavos con canal de molienda defi-nido y asociado a una serie de instrumental líticoutilizado en la reactivación de estos artefactos. EnBato, en cambio, el instrumental de molienda noes sólo menos frecuente, sino que tiene una mor-fología diferente (mortero plano y mano discoidalplana), lo que implica no sólo un mecánica dife-rente en el proceso de molienda del vegetal sinotiene directa implicancia en la cantidad de vegetalprocesado. Pensamos que esto se relaciona direc-tamente con la importancia de los vegetales proce-sados en la subsistencia de estos dos grupos, la cualsería mayor para Llolleo.

Otro aspecto en el que se presentan diferen-cias que sustentan nuestras proposiciones es res-pecto a la cerámica. Si bien no podemos evaluaren toda su amplitud la tecnología de producciónde ésta, la información obtenida por nosotros apartir del análisis en los sitios del interior nos mues-tra que la tecnología de producción en Llolleo esmás homogénea que en Bato. Si bien en amboscomplejos existen familias de pastas preponderan-tes diferentes, que permiten establecer diferenciasentre ambos, en Llolleo la familia de pastas carac-terísticas (U) siempre es la más importante, mien-tras que en Bato ésta (A), si bien se presenta entodos los sitios analizados, siempre está asociada aotras pastas que alcanzan importancias similares oincluso mayores que ésta. Creemos que dado el

sistema de producción de la cerámica durante estaépoca, no especializado y con transmisión del co-nocimiento artesanal en la familia, condición quedebería ser similar en ambos complejos, una ma-yor o menos homogeneidad en las pastas se rela-ciona con un sentido de normatividad, que un gru-po está expresando más que el otro. Esto puederelacionarse tanto con un idea más acotada y “obli-gatoria” de cómo deben hacerse las vasijas, comocon una mayor interacción entre las unidades don-de se produce la cerámica en Llolleo. Por otro lado,tampoco podemos descartar que esta mayor hete-rogeneidad en Bato pueda deberse a que los sitiosrepresenten un mayor número de ocupaciones di-ferentes por parte de distintos grupos.

No podemos dejar de relacionar esto con elrol que está jugando la alfarería en general en estasdos sociedades, que al parecer es diferente. El he-cho de que ésta se utilice comúnmente como ofren-da funeraria y especialmente como urna en Llolleo,plantea una oposición respecto a Bato, donde estono ocurre. Creemos que la relación de la alfareríacon este ámbito importante del ritual le otorga unaconnotación y un rol absolutamente diferentes enambas sociedades, la cual también debería estarligada a la homogeneidad o heterogeneidad de sufabricación.

Por último, existen evidentes diferencias entreestas dos unidades respecto a los adornos corpora-les utilizados. En Llolleo, las evidencias de funebriay de basurales nos permiten proponer el uso de co-llares en la vida diaria de estos grupos. En Bato, encambio, y si bien su uso no es exclusivo de estassociedades, el tembetá es el “adorno” personal demayor relevancia (identificable por nosotros). Sibien es difícil imaginarlo cumpliendo otra funciónque no sea la de hacer algo muy evidente, no he-mos podido encontrar alguna regularidad que nospermita explorar sus contenidos culturales.

Conclusiones

El Período Alfarero Temprano que se configu-ra a partir de las evidencias presentadas es bastan-te más complejo y diverso de lo que se vislumbra-ba hasta ahora. En este panorama tenemosdiferentes grupos productores de alfarería que ocu-pan conjuntamente la costa y el valle y que en lacordillera comparten además el espacio con gru-pos de tradición de caza y recolección portadoresde cerámica (Cornejo y Sanhueza 2003). Estos gru-

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pos, al menos por un tiempo, son contemporáneos,ya que algunos desaparecen y otros se modificandurante el largo tramo temporal del PAT. En estesentido, el PAT debe ser considerado como un pro-ceso dinámico y diverso, en el cual la subsistencia,movilidad y relaciones inter e intragrupales sufrie-ron modificaciones a lo largo de un milenio.

La aparición de la cerámica en los contextosarqueológicos marca el inicio del PAT en Chilecentral (y en otros lugares). Tradicionalmente sehan manejado algunos supuestos relacionados aeste fenómeno: la subsistencia basada en la agri-cultura y un consecuente patrón de asentamientode mayor sedentarismo (Willey y Phillips 1958).Estudios más recientes en el marco de la ‘ecologíacerámica’ (Arnold 1985) también han subrayadola relación cerámica/sedentarismo/agricultura. Noobstante lo anterior, numerosos ejemplos arqueo-lógicos han llevado a flexibilizar esta relación, enla medida que han ido mostrando que estos proce-sos no siempre se dan en forma paralela (Gebauer1995; Skibo y Blinman 1999).

La información con que contamos en estemomento para Chile central también nos obliga arevisar estos supuestos. Por una parte, los datos nopermiten por ahora plantear una aparición de loscultígenos anterior o simultánea de la alfarería. Losprimeros indicios de alfarería datan de 800 a.C.,aunque no es hasta hacia los 300 a.C. que ésta sepopulariza. Datos posibles acerca de la presenciade cultígenos no hay hasta 100 a.C., y su presenciano es segura en todos los contextos; no es hasta el600 d.C. (sitio La Granja) que contamos con evi-dencia concreta del manejo de un conjunto de ellos:quínoa (Chenopodium quinoa), poroto (Phaseolusvulgaris) y zapallo (Lagenaria sp. y Cucurbita sp.(Planella y Tagle 1998)23. Por otra, tampoco esta-mos en condiciones de evaluar la importancia delos cultígenos en la subsistencia de estos grupos,ya que como se ha podido ver en otros casos (Priceet al. 1995), la mera presencia de cultígenos nopuede interpretarse como una subsistencia basadaen la horticultura24.

No contamos con datos que permitan zanjarde manera directa este importante problema, perola evidencia de las ocupaciones estudiadas por no-sotros nos muestran al menos que la caza y la re-colección no perdieron su importancia en este pe-ríodo, ni entre las comunidades alfareras iniciales,ni en el complejo Bato. Creemos, por lo tanto, que

la aparición de la cerámica en Chile central noimplicó necesariamente la incorporación decultígenos como base de la subsistencia en un prin-cipio, y que en tiempos posteriores los distintosgrupos/unidades arqueológicas fueron incorporán-dolos de distintas maneras, de acuerdo a parámetrosparticulares, de manera que en algunos grupos/uni-dades éstos pueden haber sido más relevantes queen otros.

El sedentarismo era una implicancia necesa-ria del modo de vida hortícola supuesto, pero da-das las condiciones expuestas, el cambio de vidadesde una movilidad propia de cazadores reco-lectores hacia el sedentarismo es un proceso quedebe haberse dado en forma paulatina, lenta y di-ferencial, y que no necesariamente todos los gru-pos vivieron con la misma intensidad.

Respecto a patrones de movilidad, posibles deexpresarse en el patrón de asentamiento, no hemospodido encontrar diferencias, ni diacrónicas ni en-tre grupos a partir de nuestras investigaciones. Losescasos sitios fechados y la dificultad de asigna-ción cultural de los sitios registrados exclusivamen-te a partir de recolecciones superficiales fueronfactores limitantes. No obstante, el hecho que delos sitios excavados y/o estudiados por nosotros lamayoría sean Bato (y que este proceso de selec-ción no fuera “dirigido”), nos sugiere que existenen la cuenca una mayor cantidad de sitios Bato,que podría ser interpretado como reflejo de unasociedad con patrones de movilidad mayores quela Llolleo. En todo caso, lo único claro es que ladispersión de sitios del PAT muestra una localiza-ción preferencial cerca de cursos de agua peque-ños y aguadas naturales, que se traducen en zonaslagunares y pantanosas, que abundaban anterior-mente en la cuenca, lo que configura un paisajeinterdigitado, correspondiente a parámetros de te-rritorialidad diferentes a los que manejamos hoyen día.

Respecto a las dinámicas sociales, creemos quelas diferencias observadas en la cerámica en elmomento posterior al de las Comunidades Inicia-les corresponden a la expresión material de proce-sos de complejización de la organización social.Las redes de relaciones se establecerían no sólobajo formas como el matrimonio, sino también re-laciones de subsistencia y de cooperación, dondesería considerado necesario pertenecer a un grupoy exteriorizarlo en oposición a otros.

47Las Sociedades Alfareras Tempranas de la Cuenca de Santiago

En casos registrados a partir de la etnografía(Jones 1997) se ha podido ver que estos procesosde identificación grupal no son estables, sino quese gatillan o intensifican a partir de determinadosestímulos, generalmente relacionados con proble-mas que pueden ser resueltos sólo a partir de unaagrupación mayor. Cuando la necesidad pasa, losniveles de identificación disminuyen, aunque pue-den ser reactivados. No tenemos herramientas aúnpara identificar estas fluctuaciones dentro del PAT,aunque el momento tardío de la secuencia Bato essugerente porque se observa una desconfiguraciónde los elementos propios en la decoración de lacerámica, lo que podría deberse a la disminuciónen la circulación de la información25.

En suma, desde una perspectiva diacrónica,por una parte se consolida y configura más clara-mente un momento temprano (de comunidadesalfareras iniciales) tanto en el interior como en lacosta; por otra, con los fechados tardíos deLonquén, E101/1 y El Mercurio, el PAT se extien-de de manera clara hasta los inicios del PIT. Losfechados cada vez más tardíos para contextos delPAT han generado un traslape de fechas, aunquedebemos destacar que a pesar de esto en ningunade estas ocupaciones hemos podido observar unproceso de transformación o transición hacia lacultura Aconcagua, y no nos ha permitido avanzaren la comprensión de este cambio tan radical.

Durante este largo período de tiempo las dife-rencias observadas en la cultura material de losgrupos pertenecientes al período alfarero tempra-no en Chile central no se ordenan fundamentalmen-te por la cronología. Si bien este factor parece serrelevante en algunos momentos de la secuencia (enespecial en los inicios y final del PAT), es cada vezmás evidente que la heterogeneidad de manifesta-ciones que se encuentra a lo largo de este períodotambién tiene una fuerte base social y cultural, quenos muestran un panorama social interdigitado ycomplejo que apenas hemos comenzado a com-prender.

Agradecimientos: Este trabajo se realizó conel apoyo del proyecto Fondecyt 1970910. Compro-meten nuestra gratitud las personas que participa-ron en el trabajo de laboratorio: Daniela Baudet,Cristina Prieto y Gabriela Urízar, colaboraron enel análisis cerámico; José Castelletti y Marcela Be-cerra colaboraron en el análisis lítico; CarolinaBelmar y Luciana Quiroz realizaron los análisisarqueobotánicos y Héctor Velásquez los análisis defauna. También agradecemos a los investigadorese instituciones que facilitaron el acceso a las co-lecciones revisadas para este trabajo: C. Thomas,A. Benavente, R. Sánchez, R. Stehberg, MuseoNacional de Historia Natural, Departamento deAntropología de la Universidad de Chile.

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Notas

1 Los sitios Llolleo conocidos en la costa no se distanciabanmás de 40 km; los Bato, en cambio, se dispersaban a lolargo de unos 150 km. El factor distancia puede haber in-fluido en la percepción de mayor homogeneidad y regula-ridad del conjunto Llolleo.

2 Las áreas seleccionadas para prospección fueron elegidaspor medio de un muestreo sistemático no alineado.

3 Por hallazgos aislados entendemos unidades de materialescerámicos o líticos que no presentan asociación con otrosmateriales, y que por tanto, consideramos no constituyenevidencia clara de una ocupación propiamente tal. Este tipode hallazgos es bastante común en la cuenca.

4 Las recolecciones superficiales intensivas se realizaron portransectos distanciados entre sí cada 25 m.

5 Si bien ese sentido estaba en las propuestas originales, eltiempo fue haciéndolas cada vez más rígidas y cerradas.

6 Datum SAM56.7 El sitio cuenta con otro fechado de 425 ± 100 d.C., que

corresponde a los estratos superiores (superficie) y que notiene relación con los materiales aquí discutidos (Vásquezet al. 1999).

8 Hacia los dos primeros siglos de nuestra era, algunas deestas comunidades podrían ser contemporáneas con losinicios de los desarrollos posteriores.

9 Un 10% en Lonquén y un 16,2% en Radio Estación Naval.10 El análisis de huellas de uso de estos instrumentos indica

que ambas facetas son utilizadas para la molienda. El re-gistro de pulimento y direccionalidad en las estrías deter-minó que las manos del sitio REN presentan dos áreas ofacetas de desgaste en sus caras activas características deluso sobre morteros plano-cóncavos (Adams 1999).

11 En la primera ocupación del sitio Lonquén se identificóuna posible quínoa (Chenopodium quinoa) con banda decultivo. Sin embargo la semilla se encuentra fragmentada,por lo que su identificación como tal no es segura.

12 Una configuración específica dentro de estas bandas es unabanda al pastillaje situada en la unión del cuello con elcuerpo de vasijas restringidas con cuello, con una hilera deincisiones subcirculares. Esta ha sido identificada especial-

mente en los sitios de la precordillera y cordillera de Chilecentral, pertenecientes tanto a los alfareros horticultorescomo a los cazadores recolectores portadores de cerámica,por lo que ha sido interpretada como relacionada con lainteracción de estos grupos en este espacio (Cornejo ySanhueza 2003).

13 También hay vasijas incisas sin mamelones en las asas, yvasijas sin decoración incisa con mamelones incisos en lasasas, pero son menos frecuentes.

14 Hay que recordar que los puntos de inflexión son muchomás difíciles de identificar que los puntos de esquina en lafragmentería, por lo que su importancia numérica en rela-ción a éstos debe evaluarse teniendo esto en consideración.

15 Más que la presencia hemos considerado su frecuencia por-centual: 8% en La Palma, 10% en Lonquén y 16,9% enRML 002.

16 El sitio Parque La Quintrala tiene 10 enterratorios aso-ciados al depósitos de basuras, sin embargo su asocia-ción con este contexto no es completamente clara (San-hueza 1997).

17 El sitio El Manzano 2 ha quedado fuera de esta discusiónpor el problema de mezcla de contexto que presenta con laocupación Aconcagua, lo que impide evaluar adecuadamen-te su contexto. El sitio Estero Lampa no cuenta con fecha-dos, por lo que su inclusión en este primer momento estábasada en las características de sus materiales.

18 Respecto al material lítico de las otras ocupaciones que seubican en este momento tardío, la escasez de materiales yla ausencia de instrumentos formatizados impide realizaruna caracterización.

19 Para detalles de frecuencias, formas y decoraciones verSanhueza (1997, 2000).

20 Esta impresión de mayor variedad de formas puede deber-se al hecho de que muchas de las piezas están enteras o sonreconstruibles en un porcentaje significativo.

21 En Chacayes hay algunos pocos fragmentos incisos (1,8 %de los decorados), sin embargo, éstos han sido interpreta-dos como no pertenecientes al conjunto cerámico propiodel sitio (Sanhueza 1997).

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22 Sólo hay un caso adecuadamente documentado respecto auna mujer adulta enterrada en urna en el sitio Tejas Verdes4 (M.T. Planella, comunicación personal 2002).

23 Hay que tener en cuenta, eso sí , que esta discusión pue-de estar sesgada por la escasez de estudios arqueobo-tánicos.

24 Existe un fechado sobre semillas carbonizadas de quinoa(Chenopodium quinoa) de 1400-900 a.C. en el sitio Las

Morrenas ubicado en la alta cordillera del Cajón del Maipo(Planella y Tagle 2000), que todavía no ha sido bien eva-luado.

25 Esto debe ser tomado sólo a manera de hipótesis porquerecordamos que otra causa mencionada para esto es la mez-cla no identificada de contextos culturales diferentes porser los sitios muy superficiales.