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PALEOGRAFÍA, DIPLOMÁTICA Y ARCHIVÍSTICA. DEFINICIÓN, HISTORIA Y RELACIÓN ENTRE LAS CIENCIAS Y TÉCNICAS HISTORIOGRÁFICAS Y LA ARCHIVÍSTICA. TRABAJO DE FIN DE MÁSTER Santiago Ferreiro. JONATHAN. Al plantear este trabajo, en un principio pensé en enfocarlo de tal manera que en la valoración final pudiera discernir con claridad el hecho comúnmente aceptado de que las Ciencias y Técnicas Historiográficas que aquí se tratan son claramente ciencias independientes, a diferencia de la Archivística; no obstante, al ir completando cada una de las páginas de que se compone, a raíz del estudio de la historia de cada una de las disciplinas que se verán a continuación, cada vez me resultaba más complicado separar la Paleografía de la Diplomática y, en cambio, me parecía cada vez menos lógico considerar a la Archivística como una ciencia dependiente de las demás. Por este motivo (y para no contrariar a figuras tan ilustres como Tallafigo, ni ofender a grandes maestros a cuyas clases tuve la ocasión de asistir, como es el caso Juan Carlos Galende), finalmente (aunque no sin algún que otro resquemor interno) decidí limitarme a realizar un estudio comparado de Paleografía, Diplomática y Archivística, destinado principalmente a que sea el lector quien decida por sí mismo lo que planteo en esta introducción, esperando sinceramente que lo disfrute. 1. DEFINICIÓN E HISTORIA. 1

PALEOGRAFÍA, DIPLOMÁTICA Y ARCHIVÍSTICA. DEFINICIÓN, HISTORIA Y RELACIÓN ENTRE LAS CIENCIAS Y TÉCNICAS HISTORIOGRÁFICAS Y LA ARCHIVÍSTICA. TRABAJO DE FIN DE MÁSTER

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PALEOGRAFÍA, DIPLOMÁTICA Y ARCHIVÍSTICA.

DEFINICIÓN, HISTORIA Y RELACIÓN ENTRE LAS CIENCIAS

Y TÉCNICAS HISTORIOGRÁFICAS Y LA ARCHIVÍSTICA.

TRABAJO DE FIN DE MÁSTER

Santiago Ferreiro. JONATHAN.

Al plantear este trabajo, en un principio pensé en

enfocarlo de tal manera que en la valoración final pudiera

discernir con claridad el hecho comúnmente aceptado de que

las Ciencias y Técnicas Historiográficas que aquí se tratan

son claramente ciencias independientes, a diferencia de la

Archivística; no obstante, al ir completando cada una de

las páginas de que se compone, a raíz del estudio de la

historia de cada una de las disciplinas que se verán a

continuación, cada vez me resultaba más complicado separar

la Paleografía de la Diplomática y, en cambio, me parecía

cada vez menos lógico considerar a la Archivística como una

ciencia dependiente de las demás. Por este motivo (y para

no contrariar a figuras tan ilustres como Tallafigo, ni

ofender a grandes maestros a cuyas clases tuve la ocasión

de asistir, como es el caso Juan Carlos Galende),

finalmente (aunque no sin algún que otro resquemor interno)

decidí limitarme a realizar un estudio comparado de

Paleografía, Diplomática y Archivística, destinado

principalmente a que sea el lector quien decida por sí

mismo lo que planteo en esta introducción, esperando

sinceramente que lo disfrute.

1. DEFINICIÓN E HISTORIA.

1

a. La Paleografía.

El término Paleografía (del griego, παλαιός, “antiguo”,

“viejo”, y “γράφειν”, es decir, “escritura”), hace

referencia al estudio de las escrituras antiguas, en todos

los siglos y naciones, en cualquier tipo de materia. Dicho

estudio se realiza con el fin de adquirir los conocimientos

necesarios para su lectura e interpretación (lo que se

denomina “Paleografía elemental”), y también con el

objetivo de poder distinguir los caracteres gráficos que

dichas escrituras poseen, con el fin de poder juzgar la

autenticidad de las mismas (“Paleografía crítica”)1.

Surge como disciplina, en el seno de la Diplomática2, a

finales del siglo XVII. El primer erudito en emplear el

término Paleografía, fue el monje benedictino Bernardo de

Montfaucon (1655 – 1741), en su obra Paleographia graeca sive de

orbitu et processu litterarum graecarum, publicada en París en el

año 1768. No obstante, se considera que su nacimiento se

debe a la obra de Jean Mabillon (1632 – 1707), titulada De

re diplomática libri sex (París, 1681), escrita en respuesta a

unos escritos de otro monje jesuita, Daniel von Papenbroeck

(1628 – 1714), el cual participó en la publicación del Acta

Santorum, hagiografía que vio la luz en el 1685, con el

objetivo de discernir qué Santos debían entrar en la

historia de la Iglesia Católica y cuáles no, señalando como1 MUÑOZ Y RIBERO, Jesús, Manual de Paleografía y Diplomática española de los siglosXII al XVII, Madrid, Librería de la Sra. Viuda de Hernando y Compañía,1889, pp. 5 y 6.2 Por cuestiones obvias, ya que, si no somos capaces de distinguir loselementos escriturarios de un documento, difícilmente podremosestudiar, como lo hace la Diplomática, los caracteres externos einternos del mismo.

2

falsos una serie de documentos de época merovingia que se

encontraban resguardados en la abadía benedictina de Saint-

Denis, a la que pertenecía Mabillon. Debido a ello, en su

obra, este último incluyó una metodología para el estudio

de los documentos que fueron acusados de falsedad por

Papenbroeck3, tan meticulosa y acertada, que este monje

jesuita tuvo que verse obligado a retractarse tras su

publicación, a través de una misiva que escribió desde

Amberes, en el año 1683.

La obra de Mabillon supuso un hito en la historia de la

Paleografía, sin embargo, ésta no llegó a separarse de la

Diplomática4, como instrumento auxiliar de la misma, hasta

bien entrada la Edad Contemporánea, y siguió durante mucho

tiempo una trayectoria lineal, que consistía básicamente en

una clasificación de escrituras, hasta que, ya en el siglo

XIX, como consecuencia del surgimiento de las distintas

“Escuelas Nacionales”, como la llamada École de Chartres5, y

diversas instituciones de investigación, como la Societas

aperiendis fontibus rerum germanicarum6, durante un momento de

expansión de las ideas del Romanticismo y de afán de las3 Que incluía su lectura, transcripción y datación, así como laidentificación y clasificación de las escrituras de que se componían.4 Pese a la aparición de obras de carácter puramente paleográfico, comola ya mencionada obra de Bernardo de Montfaucon, y a la aportación aesta disciplina que hicieron eruditos como Scipione Maffei (1675 –1755), el cual se considera el primer autor en definir a laPaleografía como “Historia de la Escritura”, en su Istoria Diplomática,publicada en Mantua en 1727, en la que además destacó los escasoscambios a los que sometió la escritura romana, al ser empleada por losdistintos pueblos bárbaros que ocuparon los dominios de Roma, tras lacaída del Imperio. Véase: GARCÍA TATO, Isidro, “Paleografía yDiplomática: génesis, evolución y tendencias actuales”, en: Cuadernos deestudios gallegos, LVI, Nº 122, enero-diciembre (2009), Instituto deEstudios Gallegos “Padre Sarmiento” del CSIC, p. 415.5 De la que se tratará con mayor profundidad más adelante.

3

distintas regiones europeas de recuperar su Historia, con

motivo de poder autoafirmarse como naciones propiamente

definidas. Éstas instituciones resultaron ser de vital

importancia para el desarrollo del carácter científico y

académico de la Paleografía, debido a la difusión

documental que propiciaron y a los instrumentos que se

generaron en su seno para facilitar un adecuado estudio de

la Historia7.

El apogeo del historicismo que tuvo lugar con la

aparición de las Escuelas Nacionales durante el siglo XIX

sirvió como caldo de cultivo para el desarrollo de nuevas

formas de plantear el análisis de la Historia durante el

siglo XX. En el campo de la Paleografía, si bien hasta este

momento los distintos expertos en la materia se limitaban a

la lectura de los textos (lo que se denomina “Paleografía

de lectura”) y a la clasificación de escrituras según tipos

gráficos, datación y localización (“Paleografía de

análisis”), estas nuevas formas de vislumbrar la Historia

contribuyeron al hecho de que, por primera vez, además de

plantearse qué está escrito, cómo, cuándo y dónde, se6 Creada en el año 1819 por Heinrich Friedich Karl Reichsfreiherr vomund zum Stein (1757 – 1831), político reformador prusiano, dio origena un proyecto de recolección de fuentes para el estudio de la historiade los pueblos germánicos (desde el año 500 al año 1500; fechasabsolutas simplificadas que hacen referencia a la desaparición deldomino imperial romano y a la aparición de la imprenta, siendoexcluidas las cruzadas y la historia puramente eclesiástica), conocidacon el nombre de Monumenta Germaniae Historica, en la que se ofrecendistintas pautas e instrumentos para el estudio de los textos de quese compone, lo que resultó también de suma importancia para eldesarrollo diplomático y paleográfico (y también archivístico, altratar de reunir un solo proyecto fuentes que se encontraban dispersasen diferentes archivos). 7 Como se ha podido apreciar en el caso de los Monumenta GermaniaeHistorica.

4

comienza a tener en cuenta quién lo escribió y por qué, lo

que da lugar al nacimiento de la “Historia Social de la

escritura”8, con lo que se empieza a considerar a la

Paleografía como una ciencia estrictamente definida. El

primer autor9 en contribuir a este hecho fue Ludwing Traube

(1861 – 1907), quien en su trabajo de doctorado, titulado

Varia libamenta critica (1883), pone a la Paleografía en relación

con la Historia de la Cultura. Posteriormente, cabe

destacar también la figura de su alumno Luigi Schiaparelli

(1871 – 1893), quien realizó notables aportaciones a la

Paleografía, relacionadas con la importancia de las

tendencias gráficas en la evolución de la escritura, el

desarrollo espontáneo e intrínseco de las formas gráficas,

la idea de la escritura como hecho global, etc.10

No obstante, el momento de mayor esplendor de la

Paleografía viene determinado por la publicación de una

serie de trabajos dirigidos por Jean Mallon11, máximo

exponente de la nueva escuela franco – belga y autor de la

obra Paleographie romaine (Madrid, 1952), a raíz de la cual se

considera a la Paleografía como una ciencia autónoma,

8 CASTILLO GÓMEZ, Antonio, SÁEZ SÁNCHEZ, Carlos, “Paleografía eHistoria de la Cultura escrita”, en: RIESCO TERRERO, Ángel (ed.),Introducción a la Paleografía y Diplomática general, Madrid, Síntesis, 1999, pp. 21– 31.9 Sin olvidar a Guillermo Wattembach, cuyas obra, Das Schriftwesen inMittelalter (1869) y su manual de Paleografía Latina, Angleitung zur lateinischenPaläographie (1862), también contribuyeron enormemente al desarrollo deesta ciencia. Véase: MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Paleografía y Diplomática,volumen 1, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid,1991, p. 49. 10 CASTILLO GÓMEZ, Antonio, SÁEZ SÁNCHEZ, Carlos, Opus cit., pp. 23 – 24.11 Entre las que destaca L’ Ecriture Latine (1939), escrita por Marichal,Perrat y Mallon. MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Opus cit., p. 50.

5

independiente ya de otras ciencias, como la Historia o la

Diplomática.

Las conclusiones extraídas de la obra de Mallon son hoy

día aceptadas por la mayoría de los paleógrafos; sin

embargo, dicha obra no profundiza en el estudio de la

escritura como fenómeno cultural y humano. Debido a ello,

tras la figura de este destacable investigador, cabe

mencionar también a dos autores que ayudaron a completar

todos los aspectos que podía abarcar la Paleografía y que

ya se han podido ir apreciando12; en primer lugar, Heinrich

von Fichtenau (1912 – 2000), con su obra Mench und Schift im

Mittelalder (Viena, 1946) y, por otro lado, Giorgio Cencetti

(1908 – 1970)13, con su obra Lineamenti di storia de la scrittura latina

(Bolonia, 1954).

Por último, cabe también señalar, como culminación a

este periodo de renovación de la ciencia paleográfica, la

creación del Comité Internacional de Paleografía, fundado

en París en el año 1953, que ha dado pie a numerosos

congresos internacionales; y la aparición de publicaciones

periódicas, entre las que destacan Paleographia latina o

Scriptorium, entre muchas otras.

b. La Diplomática.

Por su parte, la Diplomática se trata de una voz que

deriva de la palabra griega δίπλωμα (“diploma”, “doblado,

12 Es decir, qué está escrito, cómo, cuándo, dónde, quién lo escribió ypor qué.13 El primero en matizar los conceptos de Mallon para concluir en elhecho de que la Paleografía constituye una ciencia autónoma. Véase:CASTILLO GÓMEZ, Antonio, SÁEZ SÁNCHEZ, Carlos, Opus cit., p. 24.

6

plegado en dos partes”); durante la Antigüedad Clásica

aludía a un objeto escrito que se caracterizaba por constar

de dos partes que se doblaban sobre sí mismas, con el fin

de proteger el texto que contenían, por su carácter

personal e intransferible. Durante la Edad Media, esta

palabra se empleó también para referirse a cierto tipo de

documentos similares a los diplomas antiguos; aunque sin

tener en cuenta el hecho de que estuvieran o no doblados.

Con el Humanismo, el vocablo diploma se utilizó para

significar piezas documentales procedentes de las altas

autoridades civiles y eclesiásticas, como papas, reyes y

emperadores, en primer lugar, y posteriormente se extendió

su alcance a cualquier tipo de documento con carácter

solemne (tanto en su forma interna, como externa). Esta

última forma de concebir la palabra diploma fue aceptada

por juristas e historiadores de los siglos XVI y XVII;

aunque posteriormente, con la aparición de figuras como

Mabillon y los comienzos de la Diplomática como ciencia, se

considera poco adecuada, extendiéndose su uso a un espectro

aún más amplio, hasta el punto de que, a día de hoy, se

considera a la Diplomática como la ciencia de los

documentos14, cuyo fin principal es el empleo de un aparato

crítico (o “método diplomático”) con el que poder obtener

un mejor aprovechamiento y explotación de dichos documentos

en tanto en cuanto fuentes históricas escritas15.14 Cuestión que se abarcará más adelante, con motivo de realizar unadefinición del concepto de documento y tratar de discernir lasdiferencias y similitudes entre “documento diplomático” y “documentode archivo”.15 MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Paleografía y Diplomática, volumen 2, UniversidadNacional de Educación a Distancia, Madrid, 1991, p. 144.

7

Sus orígenes se remontan ya a la época de autores como

Tucídides ( 460 a. C. - ¿390 a. C.) o Flavio Josefo (37-38

– 101), quienes ya en sus respectivas obras, Historia del

Peloponeso y Antigüedades judaicas, extrajeron diversas noticias

y testimonios de determinada documentación de carácter

histórico para su realización. Durante la Edad Media, el

recurso por parte de los historiadores a extraer datos

históricos del contenido de los diplomas también fue

bastante frecuente y lo encontramos en el caso de

escritores como Paulo Orosio (383 – 420) en su Historiae

Adversus Paganos16 o Paulo Diácono (720 – 800), en su Historia

gentis Langobardorum17. Sin embargo, pese al uso de fuentes

históricas, resultaba muy común que los distintos autores

eludieran el análisis crítico de las mismas18. Dicho

análisis, por el contrario, si podía encontrarse en el

ámbito de lo jurídico, donde eran requeridas ciertas

formalidades para admitir la legalidad y veracidad de los

documentos jurídico-prácticos.

Pese a ello, abría que esperar a la persona del papa

Inocencio III (1198 – 1216) para poder apreciar una primera

sistematización de la crítica documental, ya fue él el

primero en establecer una serie de pautas a tener en cuenta

para juzgar la autenticidad de la documentación procedente

de la cancillería apostólica19, surgidas como consecuencia

de la presentación de una falsa bula al cabildo de la16 En la que Orosio cita haber empleado como fuentes a Platón, Polibioe incluso a Homero; pese a que la presencia de estas citas no parececorresponder con el hecho de que hubiera leído a dichos autores. 17 En la que se empleó como referencia la obra anónima con el nombre deOrigo gentis Langobardorum.18 Como demuestra el caso de Paulo Orosio.

8

Catedral de Milán, con el fin de solicitar la adjudicación

de un beneficio eclesiástico. El ejemplo de Inocencio III

se extendió posteriormente al resto de cancillerías

europeas, transcendiendo de ámbito puramente eclesiástico,

a partir del XIII20.

Otro momento de impulso de la crítica diplomática se da

con el Humanismo italiano, siendo considerados sus19 En su decretal, Quam gravis de Crimin. falsi, en la que se aconsejaestudiar el tratamiento de los documentos, el estilo, el sello y elhilo y la carta, como se puede apreciar en la fórmula empleada por elPontífice “sic litteras apostòlicas studeas diligentius intueri, tam in bulla, filo et carta quamstilo; quod veras pro falsis, vel falsas pro veris, aliquo modo non admittas”. ALONSO, José,Colección de las alegaciones fiscales del Excelentísimo Señor Conde de Campomanes,Madrid, Imprenta de Repullés, 1841, p. 6.20 En España, por ejemplo, destaca en este sentido la figura de AlfonsoX el Sabio (1252-1284), quien mandó redactar el Libro de las Leyes redactar(sobre esto, hay varias teorías; no obstante, ésta, defendida porautores como Antonio Solalinde en su Intervención de Alfonso X en la redacción desus obras, es la más aceptada), más conocido con el nombre de las SietePartidas, el día 23 de junio de 1254, en la víspera de San JuanBautista, siendo completadas en el año 1261 (sin conocerse con certezael lugar donde se llevaron a cabo), en las que se establecen una seriede pautas por las que deben ser expedidos los distintos documentos,para poder con ello evitar la falsificación, reconociéndose por tantodistintos tipos de documentos originales, es decir, documentos libresde sospecha que pudieran ser aportados como prueba, que según lalegislación alfonsí son los siguientes: 1) Originales Autografiados(Cfr. [P]artida 3, [T]ítulo 18, [L]ey 11); 2) Originales Heterógrafos(Cfr. P. 4-15-7); 3) Originales Múltiples: a) Documentos partidos porABC (Cfr. P. 1-18.16), b) Copias de testamentos, P. 6-1-12) y c) laRenovación (Cfr. P. 3-20-12); 4) Copias Cancillerescas bajo sello(Cfr. P. 3-18-44), y 5) Copias Extra-cancillerescas: a) Copiasrealizadas bajo sello (Cfr. P. 3-18-94) y b) Copias simples (Cfr. P.3-18-44). Además de establecer pautas de expedición de documentos,Alfonso X también reglamentó la manera en que debían de ser escritaslos mismos. De esta forma, por ejemplo, en diversas leyes del TítuloXVIII de la III Partida, establece la forma diplomática de las cartasreales: en la Ley IV, hace referencia a las cartas plomadas, y en laLey V a las llamadas cartas abiertas con sello de cera, tantonotificativas” (incoadas por la notificación), empleadas paranombramientos (Leyes VI, VIII y XVII), legitimar ciertos hechos (LeyIX), la exención de impuestos (ley X), etc.; como “intitulativas”(incoadas por la intitulación), que se utilizaban para comisionar alos jueces (Ley VII), anular portazgos (Ley XI) y cobrar impuestos(Ley XIII), entre otras cosas.

9

representantes como los primeros en proyectar dicha

crítica, en tanto en cuanto a su valor histórico, así como

jurídico21. Destacan, de este periodo de desarrollo de la

Diplomática, la figura de Petrarca (1304 – 1364), por un

lado, conocido por sus críticas sobre la veracidad de una

serie de documentos atribuidos a los emperadores romanos

César y Nerón, y sobre todo, la de Lorenzo Valla (1406-1407

– 1457), quien en el año 1440 realizó un exhaustivo

análisis de la llamada Donación de Constantino al papa

Silvestre, fundamento jurídico e histórico de los Estados

Pontificios, demostrando su falsedad.

A dicho impulso contribuyó también la aparición de la

imprenta de tipos móviles en Europa, de la mano de Johannes

Guttemberg (ca. 1398 – 1468), hacia el año 1440, gracias a

la difusión textual y documental que propició22. Sin

embargo, la proliferación de textos y documentos de diversa

temática durante mucho tiempo fue vista como un auténtico

problema por parte de las autoridades regias, ya que

propiciaba la expansión de ideas que escapaban de lo que

durante en el Antiguo Régimen se tenía por correcto, lo que

llevó a éstas a intentar hacer lo posible por controlar la

producción escrita, para evitar con ello desviaciones que

21 MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Opus cit., p. 150.22 Aunque al principio continuaron siendo más apreciadas las obrasescritas a mano, como refleja el hecho de que las primeras edicionesde obras impresas intentaran imitar de manera fiel la escritura propiade los amanuenses, hasta tal punto de que tipógrafos como Juan Fustpretendieran vender obras impresas como manuscritas (por lo cual dichotipógrafo fue encarcelado).

10

pudieran hacer mella en la rígida mentalidad colectiva del

momento23.

Durante el siglo XVI, las autoridades eclesiásticas, por

su parte, también vieron con malos ojos el proceso de

difusión documental que se viene comentando, como

consecuencia del propagación de las teorías emanadas de la

Reforma luterana24. No obstante, dicha propagación supuso

un avance en el campo de la Diplomática, debido al hecho de

que, tanto protestantes como católicos, mostraron en este

momento un mayor interés por el estudio y análisis de las

fuentes documentales religiosas, con motivo de poder

defender mejor sus distintas posturas. La polémica entre

defensores del protestantismo y del catolicismo que ello

generó, se observa en la publicación de la Eclessiastica historia

de los llamados Centuriadores de Magdeburgo25 entre los

años 1560 y 1574, y su réplica por parte del cardenal

23 En Castilla, por ejemplo, esto se llevo a cabo a través de distintosmedios, entre los que destacan principalmente los procesosinquisitoriales y una pragmática sanción dada por los Reyes Católicosen el año 1502, en Toledo, por la cual se creaban distintas licenciasde control de publicación que quedaron en manos de los arzobispos deGranada, Toledo y Sevilla, y obispos de Burgos y Salamanca, pudiendoser objeto de quema y de sanción pecuniaria toda obra consideradaindecente.24 Este hecho se observa en diversos casos, como la prohibición delPapa Alejandro VI de imprimir libros sin licencia; la insistencia deLeón X, en el Concilio de Letrán de 1515, en la necesidad demecanismos de control de la imprenta; la expedición, por parte de estemismo Papa, en el año 1524 de la Bula Domini, con el objetivo de hacerfrente a libros luteranos, o la confección también de Índices de obrasprohibidas como el Index Librorum Prohibitorum (Roma, 1564), del Papa PauloV.25 Entre los que destaca la figura del historiador istrio MatijaVladic, también conocido Flavicus Illyricus, quién fue el primerinteresado en demostrar la continuidad entre la iglesia antigua y elluteranismo.

11

Baronio (1538 – 1606) con sus Annales ecclesiasti, que vieron la

luz entre los años 1578 y 158326.

También en el siglo XVI y parte del XVII se produce, en

el ámbito de lo jurídico un fenómeno conocido con el nombre

de bella diplomatica27 o “guerras de documentos”, caracterizado

por el recurso a las fuentes por parte de juristas,

eclesiásticos, políticos, etc., con motivo de defender o

atacar distintos derechos que poseían algunas personas o

instituciones; sobre todo en Alemania, a raíz de las

disputas surgidas tras la Paz de Westfalia, en materia de

soberanía, justificación de territorios, etc.

Asimismo, en el siglo XVII, tiene su origen la

consideración de la Diplomática como ciencia, como

consecuencia del enfrentamiento entre jesuitas y

benedictinos (ya mencionado en el apartado de Paleografía),

a raíz del nacimiento de la “Sociedad de los bollandos”,

fundada por el padre Juan Bolland (1596 – 1665) y de la

publicación del Acta Sanctorum, en la que participó, como ya

se ha podido apreciar, la figura de Papenbroeck, el cual

aportó un método con el que poder diferenciar documentación

falsa, en su Propylaeum antiquarium circa veri ac falsi discrimen in

vetustis membranis, basado en el análisis interno y externo de

los documentos, tan sumamente crítico, que llegó a acusar

de falsos a todos los documentos de época merovingia,

provocando con ello la reacción de Mabillon en su obra De re

26 Encargados por el papa Pío IV, al observa que la obra de loscenturiadores negaba la legitimidad de la tradición católica, alseñalar a la iglesia de Roma como la culpable de la degeneración delos evangelios que nos hablan de los orígenes de dicha tradición.27 Expresión acuñada por Ludwig Traube.

12

diplomática libri sex, considerada como el primer tratado

científico de esta disciplina, dedicando el primer libro a

la materia, concepto y las clases de documentos (In quo

veterum Inftrumentorum antiquitas, materia, et scripturae explicantur)28; el

segundo, al estilo y distintas fórmulas diplomáticas (Cuius

argumentum est diplomatum aiIus, subscriptiones, sigilla, et notae

chronological)29; el tercero, a refutar las teorías de

Papenbroeck (In quo quaedam adversariorum objesta diluuntur: tum

Noticiarum et Chartariorum expenditur auctoritas)30; el cuarto, a

realizar un estudio de las distintas procedencias de los

documentos (Ubi agitur de Francorum Regum palatiis, villisque regiis in

quibus Diplomata condita sunt)31; el quinto, a su escritura, a

través de una gran cantidad de ejemplos que simulan

documentos de distintas épocas y alfabetos que ayudan a su

lectura (In quo exhibentur explicanturque Specimina veterum

scripturarum)32, y en el sexto, a transcribir y comentar un

enorme colección de diplomas (Complectens varia diplomata et

instrumenta ad praecedentium librorum probationem)33. Todo ello

acompañado de índices y apéndices que hacen de ella una

instrumento imprescindible y primordial tanto para la

Diplomática, como para la Paleografía, como se ha venido

observando.

28 MABILLON, Jean, De Re diplomatica libri VI, in quibus quidquid ad veteruminstrumentorum antiquitatem, materiam, scripturam et stilum ; quidquid ad sigilla,monogrammata, subscriptiones ac notas chronoligicas ; quidquid inde ad antiquaria...,París, Luteciae-Parisiorum, 1709, pp. 1 – 53.29 Ibídem, pp. 54 – 216.30 MABILLON, Jean, Opus cit., pp. 217 – 242.31 Ibíd., pp. 243 – 342.32 Con todo el esfuerzo que ello debió suponer. Ibíd., pp. 343 – 460.33 Ibídem, pp. 461 – 622.

13

El siglo XVIII se caracteriza por la difusión de las

teorías expuestas en la obra de Mabillon, que calaron

hondamente en la mente de los diplomatistas europeos de

está época, sin producirse durante mucho tiempo, como en el

caso de la Paleografía, avances significativos. Destaca en

este momento la obra de los monjes benedictinos Toustain

(1700 – 1754) y Tassin (1697 – 1777), titulada Nouveau Traité

de Diplomatique y publicada en París entre los años 1750 y

1765, en la cual ambos autores se propusieron completar la

obra de Mabillon, planteando una serie de pautas de

cronología para datar de los documentos de manera efectiva

y desarrollando la distinción clásica entre los caracteres

internos y externos de los mismos34.

En el siglo XIX, debido al historicismo emanado de

procesos que tuvieron lugar en esta época, como la

Revolución Francesa, el Romanticismo y el nacimiento de los

distintos movimientos nacionales, se produce un aumento del

interés histórico del documento, en detrimento de su

interés jurídico, lo cual ayudó en gran medida al

desarrollo de la Diplomática, dándose origen a un proceso

de especialización, que repercutiría en la renovación del

método diplomático. En este sentido destacan las figuras de

Theodor von Sickel (1827 – 1908), a quien se le considera

el padre de la Diplomática moderna, a raíz la publicación

de obras como Berträige zur Diplomatik (Viena, 1861) o su Acta

regum et imperatorum Karolinorum, digesta et enarrata, publicada en

Viena en el año 1866, y Julius von Ficker (1826 – 1902),

34 MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Opus cit., p. 151 – 152.

14

con su obra principal, Beiträge zur Urkundenlehre, publicada en

Innsbruck en el año 1877, en la que realiza un exhaustivo

estudio de las fases fundamentales del documento: la actio y

la conscriptio (o  Handlung y Beurkundung, en palabras del

propio autor). También cabe mencionar, al igual que pudo

verse en el apartado de Paleografía, la creación de la

Escuela de Chartres35 de París; la aparición de distintas

sociedades e instituciones de carácter científico, como la

ya mencionada Sociedad para el estudio de la antigua

historia alemana, que dio origen a los Monumenta Germaniae

Historica36, y la aparición de nuevos tratados de Diplomática,

como el de Harry Bresslau (1848 – 1926), titulado Handbuch

der Urkundenlehre für Deutschland und Italien (Leipzig 1889), o el

Manual de Diplomatique, publicado en París en el año 1883 por

Arthur Giry (1848 – 1899).

Durante el siglo XX, mientras que la primera mitad se

caracterizó por un continuismo con respecto al siglo

anterior, marcado por el desarrollo de las teorías de

Sickel y Ficker; así como de otros investigadores como

Heinrich Brünner (1840 – 1915)37 o Luigi Schiaparelli (del

que ya se habló al tratar punto de Paleografía)38; en la

segunda, en cambio, nos encontramos ante un nuevo momento35 En la que estudio Theodor von Sickel.36 Cuya sección de “Diplomas” estuvo dirigida por Sickel.37 Historiador del Derecho alemán que también realizó destacadosaportes a la Diplomática, a través de sus estudios sobre el documentoprivado en la Edad Media, que le llevaron a realizar la distinción,hoy en día aceptada, entre carta y notitia, en un escrito que publicó enel año 1927, con el nombre precisamente de Charta und Notitia.38 Autor de diversas monografías sobre diplomas reales (I diplomi dei red'Italia. Ricerche storico-diplomatiche, publicado en Roma en el año 1905) o eldocumento longobardo (Codice diplomatico longobardo, Roma, 1929), entreotros.

15

de revisión de la ciencia diplomática, en cuanto a su

naturaleza, método y fines que esta debía perseguir, donde

nos encontramos con figuras como Heinrich von Fitchtenau

(1912 – 2000)39, Armando Petrucci o Giulio Battelli (1904 –

2005). Revisión que, por otro lado, vino también de la mano

de la creación, dentro de la Asociación Internacional de

Ciencias Históricas, de la Comisión Internacional de

Diplomática, en el año 1968.40

c. La Archivística

Según el Diccionario de Terminología Archivística de la

Subdirección de Archivos Estatales (Madrid, 1995), podemos

definir a la Archivística como la “Disciplina que trata de

los aspectos teóricos y prácticos (tipología, organización,

funcionamiento, planificación, etc.) de los archivos y el

tratamiento de sus fondos documentales”.

Aunque los archivos existen prácticamente desde los

comienzos de la escritura, los distintos expertos en la

materia sostienen que, como disciplina científica, surge en

el siglo XIX; según la mayoría de ellos41, a raíz de la

publicación de la obra Handleiding voor het ordenen en beschrijven

van archieven (es decir, Manual de clasificación y descripción de

archivos), de los archiveros Samuel Muller, J. A. Freith y

Robert Fruin, en el año 1898 (traducida posteriormente en

el año 1940 por Arthur J. Leavitt con el nombre de Manual

39 Director del Institut für österreichische Geschichtsforschung (otra destacadaescuela nacional, surgida en el año 1854), entre los años 1962 y 1983.40 MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Opus cit., p. 153.41 Como Lodolini, quien considera a esta obra como la “Biblia de losArchiveros”. Véase: LODOLINI, Elio, Archivística. Principios y Problemas,Madrid, ANABAD, 1993, p. 187.

16

for the arrangement and description of archives), a cargo de la

Asociación de Archiveros Holandeses42.

Sin embargo, puesto que la necesidad de organizar dichos

archivos es mucho posterior a la obra de los archiveros

mencionados, debemos remontar el estudio de esta disciplina

a un periodo anterior de “desarrollo prearchivístico”,

caracterizado por la indefinición en los presupuestos en

el tratamiento de los fondos documentales43. Dicho periodo

comienza, como consecuencia de esta necesidad organizativa,

en la propia Antigüedad; aunque los conocimientos que se

poseen para este periodo de la Historia en referencia a

cómo se llevaba a cabo la clasificación y la ordenación de

los fondos de los distintos archivos que se crearon durante

el mismo resulta bastante limitado, debido a que, durante

mucho tiempo, los investigadores que se dedicaron a su

estudio mostraron siempre una mayor preocupación en

recuperar los textos de que se componían, que de

reconstruir su organización44.

En la Edad Antigua nos encontramos ante los llamados

“Archivos de Palacio”, según la división que realizó Henri

Bautier (1922 – 2010) de la Historia de los Archivos por

edades, en el año 196145. Surgieron en Siria y Mesopotamia,

conociéndose, por ejemplo, el edificio de los archivos

42 FUSTER RUIZ, Francisco, “Los inicios de la archivística española yeuropea”, Revista General de Información y Documentación, Vol. 6-1 (1996),Madrid, Servicio Publicaciones UCM, p. 74.43 CRUZ MUNDET, José Ramón, Archivística. Gestión de documentos y administración dearchivos, Madrid, Alianza Editorial, 2012, p18.44 Ibídem. P. 22.45 BAUTIER, Robert-Enri, “Les Acrchives”, en: SARAMAN, Charles (dir.),L’Histoire et ses méthodes, París, Gallimard, 1961.

17

reales Ugarit, compuesto por tres depósitos, cada uno de

los cuales, recogía un tipo de documentación diferente (de

carácter diplomático, financiero y administrativo)46. La

producción documental de las distintas civilizaciones que

surgieron en Asia Menor se basaba principalmente en

tablillas de barro, cocidas o secas, en gran cantidad, cuyo

contenido era básicamente de gestión. Del Antiguo Egipto se

conserva documentación escrita en papiro, mucho más

abundante que en caso de Mesopotamia. Cabe destacar, que

tanto en el caso de Asia Menor, como en el de Egipto, dicha

documentación servía como arma de los burócratas que se

encontraban al servicio de los gobernantes, ya fuera como

forma de control de la producción47, como para otras formas

de control social. Debido a ello, los archivos en los que

los documentos eran almacenados, normalmente se encontraban

custodiados por una serie de figuras cercanas al poder. De

Ugarit, por ejemplo, existen referencias sobre un personaje

conocido como Uternu, alto funcionario de dicho reino; en

el imperio persa, se tiene constancia de la figura de los

hamarakara, y en Egipto, la función de custodiar los

archivos dependía directamente de la persona del visir48.

Pese a todo, el archivo como institución con identidad

propia tiene su origen con los inicios de la Antigüedad

Clásica, en concreto, en Grecia, con el nombre de archeion,

46 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 22.47 Como demuestra el hecho de que la mayoría de las tablillas de barroencontradas tuvieran un contenido fundamentalmente de gestión.48 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. pp. 22 y 23.

18

a cuyo cargo de los hiromnémones49 y los epistates50, y en

Roma, con el nombre de tabularium, al frente del cual se

encontraban los censores y los pretores51. No obstante, existen

diferencias entre ambos modelos de archivos, relacionadas,

por un lado, con el acceso a los mismos (público en el caso

de Grecia y limitado a ciertos funcionarios en el caso

romano), y por otro, relacionadas también con la

existencia en Roma de una red centralizada de dichos

archivos (como consecuencia de su modelo de Estado,

igualmente centralizado), que no se dio en el mundo griego

(por la división del modelo griego en distintas polis o

“ciudades estado”)52.

Continuando con la división realizada por Bautier, tras

la caída del Imperio Romano y el comienzo de la Edad Media

nos encontramos ante una nueva etapa de dentro del periodo

de desarrollo prearchivístico, en el que este autor

denomina a los archivos como “Tesoros de cartas”53. Esta

etapa se encuentra caracterizada, en sus inicios, por una

progresiva disminución de la producción documental como

consecuencia de la invasiones germánicas y la paulatina

sustitución del Derecho romano, basado el valor probatorio

49 Oficiales religiosos a los que hace referencia Aristóteles en suPolítica.50 Cuya traducción al español vendría siendo “el que está situado porencima”, lo que da a entender el hecho de que, el la AntigüedadClásica, al igual que ocurría en Asia Menor y Egipto, la función decustodia de los archivos también estaba vinculado estrechamente algobierno de la ciudad, probablemente debido a esa idea de control delpoder a través de los documentos que se viene mencionando. 51 Magistrados en ambos casos, lo que viene a reforzar la teoríaanterior. 52 Ibídem, pp. 24 – 25.53 BAUTIER, Robert-Enri, Opus cit.

19

de los documentos, por el germánico, fundamentado

principalmente en la tradición oral. Otro factor que

influyó notablemente en esta declive documental fue el

descenso del nivel cultural, a raíz de la decadencia del

mundo urbano y el comienzo de un proceso de ruralización

que influyó notablemente en el deterioro de la enseñanza y

el mantenimiento de la escritura54.

Durante este periodo, en cuanto a la situación

archivística, resulta destacable el hecho de que, debido en

gran medida a la imposición de la regla benedictina, a la

hora de organizar los archivos, los límites entre el mundo

bibliotecario y el archivístico no se encontraban bien

definidos, por lo se empleaban métodos similares para la

utilización y conservación tanto de libros como de

documentos de archivo, hasta tal punto, que durante mucho

tiempo estos últimos fueron escritos en formato códice.

Además, el único resquicio de la tradición administrativa

romana lo constituyó la cancillería pontificia, que

denotaba unos usos archivísticos desfasados. Por último,

cabe señalar que apenas se conoce nada con respecto a la

organización de los archivos reales, debido principalmente

al carácter itinerante de las distintas cortes; aunque si

se conoce la existencia de diversos thesauri, en los que, a

parte de almacenarse el erario real, se conservaban también

distintos documentos de gran importancia para los

monarcas55.

54 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 25.55 Ibídem, p. 26.

20

Esta situación de decadencia en materia de documentos

cambió radicalmente a partir del siglo XII a raíz de la

recuperación del Derecho romano y del valor probatorio del

acto documentado como fundamento jurídico y político, lo

que repercutió en el desarrollo archivístico, debido a la

preocupación por conservar dichos documentos, lo que dio

origen, entre otras cosas, a nuevas tipologías de

agrupaciones documentales, como los libros registro56 y los

cartularios57, y a la reaparición y reforzamiento de los

archivos como depósitos de las mismas58.

La caída del sistema feudal y el fortalecimiento de las

monarquías absolutistas da origen a un nuevo periodo de la

Historia conocido como el Antiguo Régimen. Durante este

periodo, también conocido como Edad Moderna, surge un nuevo

modelo de archivos (a los que Bautier denomina “Arsenales

de la autoridad”59): el modelo de los “Archivos de del

Estado”. Se trata de una concepción de los archivos como

fuente de poder como consecuencia de la conciencia que

56 Que son aquellos volúmenes que recogen los documentos expedidos porlas distintas cancillerías a medida que éstos han sido expedidos osellados, a través del acto de la registratio, que consiste el latranscripción de dichos documentos, ya sea íntegramente o sólo enparte. 57 Colección de copias de documentos realizada (con posterioridad a suexpedición) por una institución o entidad particular para su posteriorutilización, debido al valor probatorio que puedan tener dichosdocumentos ante un tribunal, para la defensa de títulos, privilegios,posesiones, etc.58 Y, en consecuencia, a la aparición de diversas figuras encargadas desu administración, como el Keeper of the Rolls of Chancery, en la Inglaterradel siglo XIII o el tinent les claus del nostre archiu, del Archivo Real deBarcelona, en el año 1318, y también al surgimiento de inventarios yreglamentos, como los que se dieron en el reino de Nápoles, bajo ladinastía de los Anjou, en el año 1284. Véase: CRUZ MUNDET, José Ramón,Opus cit. p. 2859 BAUTIER, Robert-Enri, Opus cit.

21

adquieren los gobernantes de su importancia para el

gobierno y la administración60. Si en la etapa anterior la

documentación que se conservaba era empleada como medio de

justificación de ciertos derechos, privilegios y posesiones

que pertenecían a los integrantes de la nobleza y el clero,

principalmente, a raíz de los procesos de recuperación y

centralización del poder por parte de las distintas

monarquías, los archivos se convirtieron en fuentes

jurídicas que evidenciaban y reforzaban dicho poder.

Durante este periodo de la historia se crean nuevos

archivos y modelos de organización de los mismos en función

de esta nueva mentalidad. El caso de España resulta

significativo, ya que fue pionera en este sentido, con los

Reyes Católicos, quienes ordenaron, en el año 1489, la

concentración de sus archivos en la Chancillería de

Valladolid. Años más tarde, Carlos V ordenaría además

transferir los toda la documentación del reino de Castilla

a Simancas, tarea que no culminaría hasta el reinado de su

hijo, Felipe II y la promulgación del Reglamento para el

Gobierno del Archivo de Simancas, en el año 1588. El modelo

español de archivos se extendió posteriormente por toda

Europa, creándose en Italia, por ejemplo, los archivos de

Florencia, Siena y los Archivos Vaticanos, en el año 1610,

o el State Paper Office en Inglaterra en 1619; produciéndose

además una nueva oleada de concentración y reagrupamiento

de los mismos en el siglo XVIII, con figuras como Pedro I

el Grande, quien mandó construir dos archivos centrales

60 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 32.

22

para todo su imperio, estableciendo en ellos, además, por

primera vez en la historia, un sistema de transferencias

periódicas; siendo el acceso a todos ellos restringido y

estando custodiados por altos dignatarios, debido a los

deseos de control de la documentación por parte de las

distintas monarquías (y debido a las cuestiones

anteriormente mencionadas).

Pese a la consideración de los documentos como fuente de

justificación jurídica del poder, a partir del siglo XV, va

aumentando también paulatinamente la consideración del

documento escrito como fuente de conocimiento para la

Historia; aunque se vio notablemente afectada por el

carácter exclusivo de los archivos en cuanto a su acceso,

por un lado, y por otra parte, por la inexistencia de una

metodología adecuada en materia archivística, debido a la

influencia ejercida por el mundo bibliotecario, que

conllevó la organización de la mayoría de los fondos

europeos a través de criterios sistemáticos (de materias),

lo que provocó la desnaturalización de los mismos61.

Aunque el proceso de apertura de archivos no tendría

lugar en Europa hasta la caída del Antiguo Régimen, tras

los procesos revolucionarios que tuvieron lugar tras la

Revolución Francesa y surgimiento de los llamados “Archivos

Nacionales”, si que se produjo, en cambio, un proceso de

renovación de la práctica archivística, con la aparición de

una serie de una serie de autores, cuyas obras

proporcionaron nuevas formas de concebir el tratamiento de

61 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 33.

23

la documentación, entre los que encontramos a Jacob von

Rammingen (1510 – 1582) y su Von der registratur un jren gebäwen

und regimenten62, publicado en el año 1571; a Heildelberg y su

Summariches Bericht was es mit einer Künslichen und volkommenen

Registratur fur eine Gestalt (1571); a la figura de Baldassarre

Bonifacio (1585 – 1659), con su obra De archivis liber singularis,

publicada en Venecia en el año 1632; a Nicolò Giussani y su

Methodus archiviorum, seu modus eaden textendi ac disponendi (Milán,

1632)63; Albertino Barisone (1587 –1667) y su Commentarius de

Archivis antiquorum, publicado entre los años 1619 y 1636;

Albert Frisch (Tractatus de jure archivi et cancellariae, Jena, 1664);

Pierre Camille Lemoine y su Dipomátique pratique, publicada en

Metz en 1765; B. De Bonvoulou (L’archiviste françois, París,

1775), o Georg August Brachmann y su Über Archive, deren Natur

und Eigenschaften, Einrichtung uns Benutzung [...], publicada en el año

1801.

Tras la caída del Antiguo Régimen entramos, por tanto en

una nueva etapa de la Historia, conocida con el nombre de

Edad Contemporánea y también una nueva etapa en la

concepción del mundo de los archivos (para los que Bautier

emplea ahora el concepto de “Laboratorios de la historia”64), conocido con el nombre de “periodo de desarrollo

archivístico”, caracterizado por la apertura de los mismos

62 Obra en la realizó una propuesta de clasificación de documentos entres escalas: dominio territorial, asuntos internos y relacionesexteriores, distinguiendo además dos categorías dentro de las mismas:la “regalía” (documentación referida a asuntos generales) y la“personalía” (intereses de entidades o personas). Influyó en larealización del Reglamento de Simancas. Ibídem, p. 35. 63 Manual dedicado a la organización y la descripción de fondos entorno a tres agrupaciones documentales: corpus, classes y seriem. Ibíd.64 BAUTIER, Robert-Enri, Opus cit.

24

en pro de los intereses (culturales y de investigación) de

los ciudadanos65, pasando componer ahora lo que se viene

denominando como “Archivos de la Nación”, que surgen de la

necesidad de concentrar los fondos documentales de las

instituciones desaparecidas66. El primer ejemplo de archivo

nacional apareció tras la Revolución de 1790, y su modelo

se expandió al resto de ciudades europeas como Bucarest

(1831) o Bélgica (1836), en muy poco tiempo.

Junto con a apertura de los distintos archivos

nacionales surge la necesidad de creación de un sistema de

global de organización de los fondos de que se componían.

En este sentido, debido a la gran renovación

historiográfica que tuvo lugar en el siglo XIX (y que se

viene comentando en puntos anteriores), con el surgimiento

de numerosas escuelas de formación como la Escuela de

Chartres o el Instituto para el Estudio de la Historia

Austriaca, y de la promulgación de la ideas del

Romanticismo, entre otras cosas, la Archivística

experimenta un proceso de evolución enormemente destacado.

Esta evolución viene determinada por el nacimiento de

nuevas innovaciones de orden práctico y teórico, destacando

sobre manera la enunciación de los principios de

procedencia y de respeto a la estructura interna de los

fondos, por parte de Natalis de Wailly (1805 – 1886),

65 Aunque el acceso a dichos archivos quedaba aún limitado a investigadores.66 Como puede observarse en el caso del Archivo Histórico Nacional,construido con motivo de albergar la documentación procedente de ladesamortización eclesiástica llevada a cabo por Mendizábal entre losaños 1836 y 1837.

25

contenidos en la Circular de 24 de abril de 1841, firmada

por el ministro Duchatel, y que constituyeron la base para

el desarrollo científico de la Archivística67.

A partir de los aportes de Natalis de Wailly el

desarrollo de esta disciplina siguió un avance imparable,

extendiéndose sus principios por toda Europa, viéndose

además ampliados, como se observa en la publicación de

obras como la de Heinrich von Sybel (1817 – 1895) con el

nombre de Regulativ für die ordnungsarbeiten im geheimen Staatsarchiv

(Berlín, 1881), en la que se expone el registratuprinzip, o el

manual de los archiveros holandeses Muller, Feith y Fruin,

del que ya se ha tratado con anterioridad68.

Durante el siglo XX esta tendencia continua, a través de

la consolidación de las teorías elaboradas en el siglo

anterior y con la aparición de nuevas y numerosas

aportaciones, como consecuencia del desarrollo de una

conciencia social de uso de los archivos y el nacimiento de

una corriente historiográfica de corte aún más científico

emanada de los postulados de la llamada Escuela de los

Anales, que impulsó un mayor empleo del uso de los archivos

por parte de los investigadores69.

Sin embargo, todos estos avances en el campo de la

Archivística estuvieron durante mucho tiempo ligados, casi

en exclusiva, al ámbito de los archivos históricos, sin

tener en cuenta muchas veces la producción documental que

se generaba en el ámbito de las administraciones. No67 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 42.68 Ibídem, p. 43.69 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 45.

26

obstante, a raíz del incremento de las actividades

administrativas en Estados con una industrialización

fuertemente arraigada, con un modelo de sociedad complejo y

un enorme volumen de actividades que necesitan ser

documentadas, comienza a emerger una vertiente cada vez más

interesada en la gestión científica de este los archivos de

la Administración, destinada al control de la documentación

generada en durante el transcurso de las actividades de

dicha Administración, a través de lo que se viene

denominando como records management, como observa en el caso

de los Estados Unidos, donde en el año 1934 se crean los

National Archives, con motivo de dar solución a estas

necesidades70.

Otro momento de avance de la Archivística se produce

también al finalizar la II Guerra Mundial, tras la cual se

ve reforzada la idea de Democracia como modelo de

organización social, lo que lleva a los distintos Estados

democráticos a plantearse la apertura al público en

general, lo que contribuyó a una mayor percepción social de

los expertos en Archivística, que se manifestó en una

aceleración del proceso de especialización, que a su vez

quedó reflejada en la creación de nuevas y diversas

asociaciones de archiveros y una producción en materia de

archivos cada más amplia y profusa, destacando en esta

nueva etapa figuras como la de Theodor Roosvelt

Schellenberg (1903 – 1970), con su obra Modern Archives

(1958), en la que analiza cuestiones tan importantes como

70 Ibídem, pp. 45 – 46.

27

la clasificación, la ordenación y el expurgo,

convirtiéndose en un referente para la Archivística

moderna; Aurelio Tanodi y su Manual de archivología

hispanoamericana (1961), o Elio Lodolini, con su obra

Archivistica. Principi e problemi, entre muchos otros. Este momento

de esplendor de la Archivística culminó además con la

creación del Consejo Internacional del Archivos en el año

1948, gracias al cual esta ciencia pudo trascender de lo

nacional a lo mundial71.

2. RELACIÓN ENTRE LAS CIENCIAS Y TÉCNICAS

HISTORIOGRÁFICAS Y LA ARCHIVÍSTICA: EL CONCEPTO DE

DOCUMENTO.

Teniendo en cuenta las definiciones aportadas sobre las

disciplinas de las que se trata en este trabajo, puede

apreciarse que el principal elemento de unión de unión

entre las Ciencias y Técnicas Historiográficas (en concreto

de la Diplomática) y la Archivística es precisamente el

documento; sin embargo, ¿es el documento el documento

objeto de estudio de la Diplomática el mismo documento que

estudia la Archivística?. A continuación se presentan una

serie de definiciones que ayudarán a responder a esta

cuestión.

Son muchas y muy variadas, en función de su valor

histórico y probatorio. Etimológicamente la palabra

documento procede del vocablo latino documentum,

sustantivación de docere, es decir, “enseñar”.

71 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 47 – 48.

28

Atendiendo a dicha etimología, el Diccionario de autoridades

(Madrid, 1732) lo definió como la “doctrina o enseñanza con

que se procura instruir a alguno en cualquier materia, y

principalmente se toma por el aviso u consejo que se le da,

para que no incurra en algún yerro u defecto”.

Atendiendo a su valor histórico72, valor que se le

conferido a partir del siglo XIX, raíz de los postulados

de la escuela histórica positivista, nos encontramos con la

definición que proporcionó el Diccionario del uso español de María

Moliner (Madrid, 1973): “testimonio escrito de épocas

pasadas que sirve para reconstruir su historia” y “escrito

que sirve para justificar o acreditar algo”.

Una definición parecida aporta la R.A.E: “diploma,

carta, relación u otro escrito que ilustra acerca de algún

hecho, principalmente de los históricos” y “escrito en que

constan datos fidedignos o susceptibles de ser

empleados como tales para probar algo.”

Se debe tener en cuenta que documento consta siempre de

un soporte material en el cual se plasman los signos

gráficos, de manera que estos resulten perceptibles73.

Y también que existe una distinción entre documento

público y documento privado, siendo el público “el que

procede de una autoridad pública y en forma pública ya

tratando asuntos de derecho general, ya refiriéndose a

particulares personas y lugares”, y el privado “el que se

72 Y probatorio.73 NÚÑEZ CONTRERAS, Luis, “Concepto de documento”, en Archivística. Estudiosbásicos, Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1981, p. 32.

29

refiere a asuntos de derecho privado y está escrito no por

mano de cualquiera, sino de un notario o escriba”74.

Además, nos encontramos también con el documento

jurídico: “cualquier testimonio escrito legalmente válido,

destinado a ser prueba de un hecho”75. Y el documento

notarial: “la configuración escrita (scriptura:

conscriptio), y como tal formalmente determinada, de una

actuación jurídicamente relevante (negotium: actio)”

En cuanto a nomenclatura, existen distintos nombres que

se han empleado como sinónimos o sustitutos del documento

en general, como diploma, actum, instrumentum, scriptura,

pagina, charta, littera, epistola, preceptum, privilegium,

mandatum, testamentum o chirographum76.

Teniendo en cuenta todas estas definiciones, se entiende

que el documento diplomático estricto es, según la

definición proporcionada por Sickel en su Acta regum et

imperatorum Karolinorum, “cualquier testimonio escrito sobre

un hecho de naturaleza jurídica, en el que concurren

determinadas y especiales formalidades (variables según las

circunstancias de persona, lugar, tiempo y materia),

dándole valor de prueba”; lo que significa que los

documentos diplomáticos son, por tanto, únicamente los

documentos jurídicos y notariales; mientras que el

documento archivístico sería tan solo aquella “entidad de

carácter único, producida o recibida en la iniciación,

desarrollo o finalización de una actividad, cuyo contenido,74 MARÍN MARTÍNEZ, Tomás, Opus cit., p. 163.75 Ibídem, p.161.76 Ibídem, p.162.

30

estructurado y contextualizado, se presenta como evidencia

y soporte de las acciones, decisiones y funciones de las

personas físicas y jurídicas”77.

Se observa, por tanto, que el concepto de documento

archivístico es más amplio, ya incluye no sólo al documento

diplomático, sino también otros que no tienen porqué

incluir derechos y obligaciones.

Entonces, una vez apreciada la relación entre Ciencias y

Técnicas Historiográficas y Archivística en cuanto al

documento se refiere, y habiendo determinado que la

Archivística abarca un espectro más amplio de

documentación, como consecuencia de tratar no sólo

documentos jurídicos y notariales, sino todos aquellos

producidos por organismos o particulares en el transcurso

de sus actividades, en el siguiente punto se tratará de

dicha relación, a través de un estudio comparado de la

historia de estas disciplinas.

3. RELACIÓN ENTRE LAS CIENCIAS Y TÉCNICAS

HISTORIOGRÁFICAS Y LA ARCHIVÍSTICA DESDE UNA

PERSPECTIVA HISTÓRICA. VALORACIÓN FINAL.

A lo largo del recorrido por la historia de las

distintas ciencias que se estudian en este trabajo se

observan varios momentos de especial relevancia para el

desarrollo de las mismas como tales y que por lo tanto

merece la pena analizar desde una perspectiva

multidisciplinar.

77 CRUZ MUNDET, José Ramón, Diccionario de Archivística, Madrid, Alianzaeditorial, 2011, p. 146.

31

Comenzando por la Edad Moderna, un primer punto de

inflexión en el desarrollo conjunto de la Archivística y

las Ciencias y Técnicas Historiográficas se produce en el

siglo XVI, durante las llamadas “guerras de documentos”78.

Se trata de una época de rivalidad entre los distintos

componentes de la sociedad, que se manifestaba en distintos

pleitos, a través de los cuales los contendientes

pretendían atacar o justificar los derechos, posesiones,

etc., que unos u otros pudieran tener. Este hecho supuso el

recurso a la fuentes por las partes beligerantes, por un

lado, lo cual, como ya se ha podido apreciar, repercutió en

gran medida en el desarrollo de la Diplomática; mientras

que, por otro, propició una concepción del archivo como

elemento de vital importancia para la conservación de

documentación que podía ser empleada como arma jurídica en

estos pleitos79, lo que resultó de especial relevancia

también para el progreso de la Archivística.

Entonces, puesto que el documento ofrecía la posibilidad

de ser presentado ante los distintos tribunales de justicia

como prueba80, surgió la también la necesidad de establecer

una serie de pautas que garantizaran su autenticidad. En

este sentido, encontramos un segundo momento de desarrollo

conjunto entre las distintas disciplinas que se están

tratando, en la lucha entre el monje jesuita Daniel von

Papenbroeck y el benedictino Mabillon, que llevó a este

último a publicar su obra De re diplomática, trascendental78 O bella diplomática, como se ha podido apreciar en puntos anteriores.79 CRUZ MUNDET, José Ramón, Opus cit. p. 34.80 Ya desde la Alta Edad Media, a raíz de la recuperación del Derechoromano, como también se ha visto.

32

tanto para la Paleografía, al ofrecer pautas para el

estudio de escrituras de épocas diversas, como para la

Diplomática, al contener nociones para el estudio de los

caracteres internos y externos de una gran cantidad de

documentación; así como para la Archivística, al tratarse

de un estudio destinado a juzgar la autenticidad de la

documentación conservada en archivos81.

Dentro ya de lo que se ha venido denominando como el

“periodo de desarrollo archístico”82, se aprecia un nuevo

momento de evolución de las todas estas disciplinas en el

siglo XIX, con la creación de distintas escuelas de

formación tanto diplomática, como paleográfica y

archivística, como la Escuela de Chartres y el Instituto

para el estudio de la Historia Austriaca. Evolución que se

dio también durante el periodo nacimiento de los

nacionalismos, a raíz de las ideas emanadas del

Romanticismo; nacionalismos que propiciaron la creación de

sociedades para el estudio de las distintas historias

regionales, que en muchas ocasiones decidieron publicar

colecciones documentales, como es el caso de los Monumenta

Germaniae Historica, en la que participaron profesionales de

todas las disciplinadas que aquí se analizan.

Durante este periodo se publicaron además obras de vital

importancia para la Archivística como el Manual para la

clasificación y descripción de los archivos, de los holandese Muller,

81 En este caso, en el archivo de la abadía de Saint Denis.82 En consideración a los postulados de la obra de José Ramón Cruz Mundet que se empleando para el desarrollo de este trabajo, con el nombre de Archivística. Gestión de documentos y administración de archivos.

33

Feith y Fruin, y más adelante Modern Archives de T. R.

Schellenberg. En este sentido, la relación histórica de las

Ciencias y Técnicas Historiográficas, vendría determinada

por la necesidad de adquisición de conocimientos,

fundamentalmente diplomáticos, con los que poder elaborar

una descripción adecuada, ya que para ello es necesario

saber distinguir los formularios, cláusulas y datos

informativos esenciales de cada serie documental, que son

delimitados claramente tras determinar las tipologías83.

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34

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