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NICARAGUA La migración “ilegal” de centroamericanos, nicaragüenses y chinandeganos JOSÉ LUIS ROCHA ¿Qué logra la maquinaria ilegalizadora de la migración? Las políticas migratorias son un filtro, no un dique. ¿Qué cuela ese filtro? Esta investigación, ayudada de la herramienta de un censo realizado en Chinandega, muestra ciclos marcados por la geopolítica y por otros intereses. Y muestra que para la mayoría de migrantes centroamericanos el acto fundacional en su relación con Estados Unidos es la transgresión de las leyes de ese país. Los nicaragüenses son la décimo segunda nacionalidad de origen latinoamericano con mayor presencia en los Estados Unidos. Son 395 mil, de acuerdo a los recuentos más recientes del Pew Hispanic Center basados en la American Community Survey de 2011 y dados a conocer en junio de 2013. LO QUE ENSEÑAN LOS MIGRANTES NICAS Ocho de cada mil latinos, entre los casi 52 millones que viven en Estados Unidos, nacieron en Nicaragua o pueden rastrear sus orígenes entre ancestros nicaragüenses. Pero como los nicaragüenses en Estados Unidos tienen un peso demográfico muy inferior al de los salvadoreños -que suman casi 2 millones y ocupan el tercer lugar entre los latinos en

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NICARAGUA

La migración “ilegal”de centroamericanos,

nicaragüenses ychinandeganos

JOSÉ LUIS ROCHA

¿Qué logra la maquinaria ilegalizadora de la migración?Las políticas migratorias son un filtro, no un dique. ¿Qué cuela ese filtro?Esta investigación, ayudada de la herramienta de un censo realizado en

Chinandega,muestra ciclos marcados por la geopolítica y por otros intereses.Y muestra que para la mayoría de migrantes centroamericanos

el acto fundacional en su relación con Estados Unidos es la transgresiónde las leyes de ese país.

Los nicaragüenses son la décimo segunda nacionalidad deorigen latinoamericano con mayor presencia en los EstadosUnidos. Son 395 mil, de acuerdo a los recuentos más recientesdel Pew Hispanic Center basados en la American Community Survey de2011 y dados a conocer en junio de 2013.

LO QUE ENSEÑAN LOS MIGRANTES NICASOcho de cada mil latinos, entre los casi 52 millones queviven en Estados Unidos, nacieron en Nicaragua o puedenrastrear sus orígenes entre ancestros nicaragüenses. Perocomo los nicaragüenses en Estados Unidos tienen un pesodemográfico muy inferior al de los salvadoreños -que sumancasi 2 millones y ocupan el tercer lugar entre los latinos en

ese país-, al de los guatemaltecos -con 1 millón 200 milpersonas, colocados en sexto lugar- y al de hondureños -ennoveno lugar con 702 mil inmigrantes-, la migraciónnicaragüense hacia Estados Unidos no ha sido tan iluminadapor los reflectores académicos. Es un objeto de análisismenos atendido que la migración de otros gruposcentroamericanos más masivos. Esa predilección por los grandes números se ha pagado con undeslizamiento de algunos hallazgos hacia la falacia de lamedia tabla: dar por un hecho general lo que en realidad esuna particularidad de un grupo o tener como particularidadesde un grupo los rasgos que éste, según un análisis máscuidadoso, comparte con otros grupos. En este caso, lafalacia consiste en que, dado que el centro del análisis decentroamericanos lo constituyen personas que provienen depaíses donde la migración a los Estados Unidos es aplas-tantemente mayoritaria, se desconoce el perfil de loscentroamericanos que migran hacia otros países, en quécondiciones lo hacen y, por contraste, qué es loverdaderamente específico de la migración centroamericanahacia Estados Unidos y las condiciones en que se realiza.Siendo un país con un elevado número de emigrantes y condiversos destinos migratorios de importante peso relativo,Nicaragua ofrece ventajas para rastrear las particularidadesde la migración a Estados Unidos. La variedad de destinos delos nicas permite contrastar los datos sobre la migraciónhacia Estados Unidos con los de la migración a Costa Rica,España y Panamá, que, en ese orden, figuran entre losderroteros más recurridos por los nicaragüenses. Esta estrategia no escapa a las limitaciones de la mediatabla porque en este texto no he aplicado los mismosinstrumentos de recolección de datos a los paísescentroamericanos de mayor migración con rumbo norte, ElSalvador, Guatemala y Honduras. Sería lamentable ganar la media tabla de la comparación conotros destinos perdiendo la media tabla de los países conmayor migración a Estados Unidos. Pero gracias a la abundanteliteratura diseminada por agencias estatales y académicas, la

información disponible sobre los flujos migratorios de esospaíses permite aventurar ciertas generalizaciones con base enel caso nicaragüense. Y gracias a un censo migratorio ahorapodemos añadir la ventaja de una comparación con otrosdestinos migratorios para penetrar en algunas especificidadesque eslabonan, inducen, condicionan y/o alientan el sueñoamericano y sus pesadillas.

LA HERRAMIENTA: POR FIN, UN PRIMER CENSO MIGRATORIOEste censo migratorio -el primero- será mi principalinstrumento en esta indagación. Fue realizado por el ServicioJesuita para Migrantes de Nicaragua en la ciudad de Chinan-dega, por iniciativa y con el decidido apoyo de los Comitésde Migrantes y sus Familiares, fundado en 2011 para defenderlos derechos de los migrantes y canalizar demandas de losmigrantes y sus familiares ante las instituciones estatalesde los países de origen/retorno, tránsito/filtro ydeportación/destino de los migrantes chinandeganos. Los Comités lanzaron la propuesta de un censo migratorio yproporcionaron valiosa información para lograr una casiexhaustiva cobertura de la ciudad de Chinandega. Algunos desus miembros participaron en el diseño y validación delcenso, pudiendo así enriquecer la pertinencia de laspreguntas, y dando inicio a un proceso de apropiación de losresultados de una investigación que aún no concluye.Con ayuda de un mapa georreferenciado de la ciudad,proporcionado por la oficina del catastro municipal, fueposible planificar una cobertura -barrio por barrio, casa porcasa- casi exhaustiva de los hogares con migrantes. Alentrevistar a 2,636 personas, el censo abarcó a 2,591 hogaresy contiene información de 4,349 chinandeganos que migraronentre 1955 y 2013: 3,569 migrantes activos y 780 retornados,2,280 mujeres y 2,069 hombres.

LUGAR DEL CENSO: CHINANDEGASegún el censo nacional de 2005, el municipio de Chinandegatiene un total de 25,879 hogares: 20,362 en zonas urbanizadas

y 5,517 en zonas rurales. Su 78% de citadinos lo convierte enuno de los municipios más urbanos de Nicaragua, muy porencima del 56% de promedio nacional. Esto se debe al pesodemográfico de la ciudad de Chinandega, con una población quellega a 120,808 habitantes (94,642 en la ciudad y 26,166 enlas comarcas circundantes). Los 49 barrios de la ciudad deChinandega abarcan 18,276 hogares. De los 3,296 hogares conmigrantes internacionales en la que fue llamada “Ciudad delas Naranjas”, detectados por el Censo Nacional de 2005, elcenso del SJM abarcó 2,591 hogares: casi el 80% de loshogares con al menos un miembro en el extranjero.En el Censo Nacional 2005 la boleta emigratoria apenascontenía 13 variables y acopió los datos de 169 milemigrantes en toda Nicaragua. El Censo del SJM incluyó 106preguntas y acopia datos de 4,349 migrantes, exclusivamentede la ciudad de Chinandega. En resumen, la principallimitación del censo del SJM es su concentración geográfica.En compensación, gana en profundidad e intensidad: contienemás información sobre cada migrante y presuntamente llegó al80% de los migrantes en el área donde se aplicó, lo cualsupone un gigantesco salto en representatividad estadística.

QUÉ INVESTIGANOTRAS INVESTIGACIONESEn lo que toca a la profundidad, el valor agregado del censodel SJM no sólo cristaliza en el volumen de información porpersona, sino también -y principalmente- en su sesgo: lostemas de que se ocupa. Los censos y las encuestas realizadas por el InstitutoNacional de Estadísticas y Censos (INEC) -hoy InstitutoNacional de Información de Desarrollo (INIDE)- se contentaroncon preguntar sobre edad, sexo, destino, año de salida, nivelescolar de los migrantes y unas pocas variables más,importantes pero insuficientes para dar una idea de ladiversidad de fenómenos que abarcan las migraciones. El Fondode Población de Naciones Unidas y otras agencias de la granmultilateral sólo han dispuesto de ese limitado material parasus análisis, la mayoría de los cuales en Nicaragua -connotables excepciones- se han enfocado en aspectos

demográficos y sociodemográficos de la migración. Por suparte, las encuestas del BID, el Inter-American Dialogue y otrasagencias de Naciones Unidas han mostrado una opciónpreferencial por las remesas: cómo, cuánto, cuándo, a quiénesy en qué se invierten.Las agencias de Naciones Unidas tienen algunos leitmotivs, nosiempre tan bien trovados como repetidos. Con estudios que elinvestigador de la OIT Piyasiri Wickramasekara moteja deliterature surveys and desk research, Naciones Unidas quema inciensopara aromatizar las bondades de la migración circular. Pero,a pesar de que sus organismos son los mecenas de los censos yencuestas nacionales, en ellos no hay información sobre losretornados, que son quienes pueden dar cuenta en Nicaragua delas miserias y grandezas del periplo migratorio circular. Nohay migrantes más invisibilizados que los migrantes queretornaron. Quizás porque lo hicieron trayendo sushabilidades, pero también cargando en el lomo sus necesidadesy reclamos. El censo del SJM dedicó una sección a lamigración de retorno para conocer sus dimensiones y suscondiciones.El principal objetivo del censo del SJM fue penetrar al menosen la epidermis de la irregularidad migratoria, con miras aprofundizar en ella ulteriormente por medio de instrumentoscualitativos. Las preguntas estuvieron prioritariamenteenfocadas a indagar por las condiciones jurídicas de lamigración y los derechos humanos de los migrantes. Tambiénabordaron importantes temas que la negligencia y el pánicoante lo políticamente incómodo habían barrido bajo laalfombra, como por ejemplo la información sobre desaparecidosy secuestrados, que son un termómetro de los niveles deriesgo que enfrentan los migrantes indocumentados.

¿POR QUÉ CHINANDEGA?La representatividad estadística permite rastrear laevolución cronológica de las migraciones y profundizar en lascaracterísticas por destino migratorio. Pero la restriccióntambién tiene un precio. El precio de restringir el censo a

una zona sólo puede ser compensado si en algún sentido esazona es una atalaya privilegiada.¿Por qué en la ciudad de Chinandega? El mayoritario peso desu población urbana (78%) hace del municipio de Chinandega unsitio idóneo para indagar sobre la emigración a EstadosUnidos, pues Nicaragua es un país donde el 75% de todos losemigrantes sale de las ciudades y Estados Unidos un destinodonde el 92% de los nicaragüenses proviene de zonas urbanas.Esto marca una diferencia con los países del norte deCentroamérica, donde la migración hacia Estados Unidos espredominante, pero la migración hacia ese destino está másruralizada. Por ejemplo, en Estados Unidos residía en 2008 el97% de los migrantes guatemaltecos, 56% de los cualesprovenían de áreas rurales en un país, Guatemala, con 57% depoblación urbana.Por otro lado, los emigrantes de Chinandega se dirigen avariedad de destinos en proporción suficiente para manteneruna representatividad estadística por destino, rasgo que hacede Chinandega uno de los mejores oteaderos de la migracióninternacional de nicaragüenses. Finalmente, la ciudad deChinandega es el lugar donde el Servicio Jesuita paraMigrantes ha realizado la mayor parte de las entrevistas eninvestigaciones previas, desde el año 2006. Por tanto, hay unmaterial para interpretar los datos del censo y avanzar haciaun nivel de análisis que supere la mera facticidad de losdatos. Queremos no limitarnos a presentar una sucesiónyuxtapuesta de cifras y afónicos cruces de variables, sinoofrecer explicaciones basadas en un trabajo de campoetnográfico, que incluyó observación participativa y atenciónal discurso de migrantes y familiares.

COINCIDENCIAS, DIFERENCIAS, CONTRASTES...El censo migratorio contiene 106 variables. Me concentraré enalgunas características sociodemográficas y, ante todo, en elámbito del estatus migratorio y sus factores causales yconsecuencias, un terreno que bien podemos llamar “lascondiciones jurídicas de la migración”, porque es el ámbitojurídico el que ha dado su espaldarazo a la oscilante pero

-en los últimos años- irrefrenable tendencia a ilegalizar lainmigración, según exponen con apabullante aparataje histo-riográfico Daniel Kanstroom en Deportation nation y Nicholas DeGenova en Working the boundaries.La intención de extraer conclusiones sobre la migracióncentroamericana, por medio de una indagación máspormenorizada en el caso nicaragüense, debe ejecutarsecomparando indicadores clave. Los contrastes y coincidenciasdeben ser explicitados y ponderados. En cuanto a las divergencias, la primera a destacar es elhecho de que a principios de los años 80 la migraciónnicaragüense hacia Estados Unidos fue nutrida por losestratos altos y medios. Adquirió grosor en el ocaso deaquella década con miembros de la clase trabajadora, encontraste con la migración de salvadoreños y guatemaltecos,que arrancó con refugiados de escasos recursos.

LA COSECHA DE LA GUERRA FRÍAPor añadidura, las primeras tres oleadas de inmigrantesnicaragüenses se beneficiaron del lobby que los inmigrantescubanos anticastristas hicieron entre sus amigos, lospolíticos republicanos, como expresión de solidaridad conquienes, como opositores del régimen sandinista, sentíanafinidad ideológica. Fue éste un impoluto ejemplo de lo queSusan Gzesh, de la Universidad de Chicago, denominó “laintersección de la política exterior y la política de asilo”,que a su vez es una muestra de cómo la realpolitik supedita lasdiversas ramas de políticas estatales y de cómo -según exponela socióloga holandesa Saskia Sassen- “la migracióninternacional es función de las dinámicas geopolíticas yeconómicas”. Como corolario, tenemos que, aunque la política migratoriararas veces ha sido un componente explícito de la políticaexterior estadounidense, la ayuda externa y las aventurasmilitares del imperio han tenido un amplio impacto sobre lasmigraciones. La política de acoger a los migrantesnicaragüenses fue un complemento interno de la políticaexterna de proporcionar asesoría técnica y apoyo financiero a

la Contrarrevolución armada, activamente emprendidas por laadministración Reagan en Nicaragua en el marco de losestertores de la Guerra Fría.Esa tercia de la geopolítica dejó una cosecha de condicionesbeneficiosas para los inmigrantes nicaragüenses cuyos efectostodavía podemos rastrear. La importancia de una olamigratoria inicial regularizada como base de futurasmigraciones la tenemos en el hecho de que todavía en 2012 el70% de los nicaragüenses que obtuvieron la residenciapermanente lo hicieron apelando a sus vínculos familiaresinmediatos con nicaragüenses previamente nacionalizados. Esepeldaño hacia la residencia permanente sólo fue utilizado porel 59% de los hondureños, el 45% de los salvadoreños y el 43%de los guatemaltecos.La alargada sombra protectora de las migraciones de losnicaragüenses de los años 80 tiene otros impactos visibles.Por ejemplo, en Estados Unidos el 20% de nicaragüenses de 25años o más tiene un título universitario, en contraste con el7% de los salvadoreños y guatemaltecos, y el 8% de loshondureños. El 62% de los nicaragüenses de cinco o más añosde edad hablan un inglés fluido, situación en que sólo seencuentra el 48%, 47% y 43% de los salvadoreños, hondureños yguatemaltecos.

LOS “PRIVILEGIOS” DE LOS NICASY aunque la bonancible situación de los nicaragüenses enestos indicadores se debe en parte a su mayor procedenciaurbana y de clase media, es un hecho que los nicaragüenseshan solido ser menos afectados por las deportaciones y másbeneficiados por la concesión de residencia permanente y deciudadanía, según muestran con elocuencia las cifras. Hay dos formas de cuantificar esa condición de privilegiorelativo. La primera modalidad consiste en expandir el númerode deportados nicaragüenses según el de residentes de cadauna de las otras nacionalidades centroamericanas. Aplicandouna simple regla de tres, los 1,383 nicaragüenses que fuerondeportados en 2013 equivalen a que, en proporción a lacantidad de guatemaltecos que residen en los Estados Unidos,

apenas hubieran deportado a 4,201 guatemaltecos. O a 2,457hondureños. O a unos 7 mil salvadoreños. Estos volúmenestienen un acusado contraste con los 47,769 guatemaltecos, los37,049 hondureños y los 21,602 salvadoreños deportados en2013. La mayor debilidad explicativa de este indicador es que no seajusta a las dimensiones del flujo actual, pues el cálculo sebasa en un acumulado que no necesariamente coincide con laafluencia actual de migrantes. Tampoco da cuenta de otrapolítica inmigrante que no sea la de las deportaciones, en unentorno jurídico donde la “ilegalización” y su complementarioenvés antitético -la “regularización”- se juegan también enlas concesiones de residencia y ciudadanía, y en losprogramas de protección temporal y de trabajadorestemporales, las cuotas de refugio y asilo, etc.De la combinación de estas dos limitaciones resulta que esteindicador se basa en una cifra (el saldo de los que ahorahabitan en Estados Unidos), que es un producto de laspolíticas y no un reflejo del flujo: si hay sólo 702,000hondureños en Estados Unidos, eso no significa que el flujode hondureños haya sido apenas el 35% del flujo de lossalvadoreños. Las dimensiones del acumulado son un reflejo deuna combinación de factores: el tamaño del flujo, su duraciónlongitudinal y las políticas de acogida y rechazo. Auntomándolo con estas precauciones, este indicador nosproporciona unos indicios interesantes. Hay una claradesproporción en el rasero con que se mide a losnicaragüenses y al resto de centroamericanos.

ACEPTADOS – RESIDENTESVS. RECHAZADOS – DEPORTADOSUna segunda forma de cálculo, que intenta superar, estasdebilidades, consiste en contrastar las cifras decentroamericanos a quienes se concedió la residenciapermanente con el volumen de los deportados. Este cálculo sepuede complejizar mediante la inclusión de los números debeneficiarios del estatus de protección temporal, programasde trabajadores temporales, naturalizados, etc. Pero el

contraste de las cifras de deportados y beneficiarios de laresidencia permanente basta para dar una idea de cómo elfiltro de las políticas migratorias está tratando a cadanacionalidad en un momento dado. Este contraste es preferible porque mide el talante anti-inmigrante de las políticas en dos extremos: elestrechamiento de la aceptación (descenso relativo deresidentes) y la expansión del rechazo (aumento de losdeportados).Y tiene la ventaja de soslayar el espinoso ydifícilmente soluble tema de medir el volumen de los flujosmigratorios, asumiendo que el contacto -positivo y negativo-con las autoridades migratorias es proporcional al volumen demigrantes: cuanto mayor es el flujo, mayor número demigrantes entra en contacto con las autoridades migratorias,tanto para regularizar su estatus como para su deportación.Hay que reconocer que es imposible medir “en un momentodado”. Las deportaciones se despachan mediante procesosrelativamente expeditos. Pueden tomar unos días, algunosmeses o incluso más de un año. Éste último fue el caso del 3%de los detenidos por el Immigration and Customs Enforcement (ICE)en 2009. En promedio, todo el proceso en 2009 demoraba 114 días,incluyendo los días anteriores y posteriores a la orden dedeportación. En cambio, la obtención de la residenciapermanente es un trámite prolongado que suele durar variosaños y varía en dependencia de las virtudes y taras delaplicante: su forma de ingresar, sus vínculos familiares conciudadanos estadounidenses o residentes, su ubicaciónlaboral, sus intereses como inversionista y su relación condistintas entidades estatales estadounidenses (muyespecialmente con el ejército), entre otros antecedentes. Tomando en cuenta ese margen temporal, mi indicador contrastael cociente de las residencias otorgadas en 1999 y losdeportados de 2002 con el cociente de deportados en 2013 yresidencias emitidas en 2010. El resultado está plasmado enla tabla, cuyos casos extremos están representados porhondureños y nicaragüenses.

DOBLES RASEROS A FAVOR DE NICARAGÜENSESEn 1999/2002, 1.2 hondureños obtenían la residencia por cadahondureño que era deportado. En 2010/2013, la situación serevirtió y la aplicación de las políticas migratorias produjo5.8 hondureños deportados por cada hondureño al que se leconcedió la residencia. En sus antípodas están losnicaragüenses, que en el primer período lograban 39residencias permanentes por cada deportación. En el segundoperíodo no quedaron en “números rojos”, pero descendieron a2.5 residentes por cada nicaragüense deportado. Son la únicanacionalidad para la cual la última columna de la tabla siguerepresentando el número de residencias concedidas por cadadeportación. Para sus vecinos del norte de la región, la columnaregistra deportaciones por cada residencia.Aunque ese índice es bastante impreciso y puede aparecer comoun reflejo asaz defectuoso de los efectos de las políticasmigratorias (entre otras razones porque los procesos dedeportación son relativamente expeditos, mientras lostrámites de regularización y naturalización demoran variosaños), es consistente con las cifras del Pew Hispanic Centerbasadas en sus tabulaciones de la American Community Survey de 2011:el 53% de los inmigrantes de origen nicaragüense tienen laciudadanía estadounidense, una tasa que los coloca muy porencima del 29% de los salvadoreños, 23% de los guatemaltecosy 22% de los hondureños.En consecuencia, debido a que existe una correlación -muy probablemente no unívoca- entre estatus migratorio e ingresos, tenemos que el ingreso medio anual por hogar entre los nicaragüenses en Estados Unidos es de $46,700. Aunque no supera mucho a los $40,000 de los salvadoreños, deja con un palmo de narices a los $36,400 de los guatemaltecos y a los $31,000 de los hondureños, y se aproxima mucho a la media nacional de $50,000. La tasa de pobreza entre nicaragüenses es del 18%, ubicada más de 10 puntos porcentuales por debajo del 29% y 33% de guatemaltecos y hondureños. Finalmente, mientras sólo el 31% de los nicaragüenses dicen no tener seguro social, esa carencia se extiende al 46% de hondureños y guatemaltecos.

EL TRIGO ANTICOMUNISTAY LA CIZAÑA RECHAZADALas raíces de estos dobles raseros hay que desenterrarlas delespinoso terreno de los años 80, un suelo abonado por lageopolítical de la Guerra Fría. En los 80, como ahora losafganos e iraquíes, los nicaragüenses se beneficiaron por suadhesión al credo oficial anticomunista de los republicanos.Los salvadoreños y guatemaltecos empezaron a llegar comorefugiados, pero no fueron tan bien acogidos porque laadministración Reagan estimaba -con razón- que la mayoría deellos no participaban de ese credo. Admitir como refugiados aciudadanos de países cuyos gobiernos recibían ayuda militar yeconómica estadounidense hubiera sido una tácita admisión deque la administración Reagan establecía alianzas convioladores de los derechos humanos. La investigadora Susan Bibler Coutin señala: “El Departamentode Estado, cuya intervención en los casos de asilo erarequerida, aconsejaba rutinariamente a los directoresdistritales del Servicio de Inmigración y Naturalización quenegaran el asilo a salvadoreños y guatemaltecos. Estasrecomendaciones generalmente fueron obedecidas”.Las migraciones de centroamericanos, como las de otroslatinoamericanos, fueron -como bien señaló el periodista JuanGonzález en Harvest of Empire, la cosecha de un imperio con altaintervención en los asuntos económicos, políticos y militaresde los países centroamericanos, pero una cosecha en que las

políticas migratorias se encargaron de separar el trigo anti-sandinista de la cizaña revolucionaria. Los salvadoreños,huérfanos de padrinos, apenas obtuvieron unas tasas deaprobación de las solicitudes de asilo del 2-3%. Losguatemaltecos se mantuvieron un punto porcentual debajo. Encontraste, los nicaragüenses fueron premiados con altastasas, alcanzando un pico de 84% en 1987.

ESTADOS UNIDOSTIENE TRES MODELOS MIGRATORIOSUn vocero del Departamento de Estado dio su espaldarazo a esaprerrogativa al afirmar: “Los sandinistas han transformado elsistema legal de Nicaragua, las organizaciones de masas y lasfuerzas armadas en instrumentos de represión. La Dirección deSeguridad del Estado del Ministerio del Interior hainstitucionalizado el abuso de los derechos humanos con elsistema de la policía nacional y las prisiones de seguridad”.Esas enjundiosas tasas se redujeron a un magro 19% en 1990,tan pronto como los funcionarios del gobierno notaron que losnuevos solicitantes “solamente” estaban escapando de lascondiciones económicas o procurando la reunificaciónfamiliar. En realidad, la derrota electoral de lossandinistas y el cambio del modelo político-ideológico delgobierno nicaragüense modificaron la actitud. Las políticas migratorias de Estados Unidos en los 80siguieron el modelo de selección migratoria aplicado enMassachusetts durante la colonización británica. La expertaen migración y profesora de Georgetown, Susan F. Martin, sostieneen A Nation of Immigrants que los Estados Unidos fueron pobladosbajo tres diferentes modelos migratorios, que persisten hastael presente. En la colonia de Virginia la inmigración eraequivalente a la llegada de trabajadores, a quienes sereconocía escasos derechos. Massachusetts recibió con losbrazos abiertos a quienes compartían la misma visiónreligiosa que los fundadores, pero excluyó a todos aquelloscuyas creencias desafiaran la ortodoxia prevaleciente.Pennsylvania tuvo en alta estima el pluralismo, rasgo que laconformó como la colonia más diversa en religión, lenguas ycultura. La versión secular del “modelo Massachusetts” fue el

reaganiano colador de rebeldes y el acogedor de fugitivos deregímenes tenidos por comunistas.

SE ACABAN LOS PRIVILEGIOSY SE AGUDIZA EL EMBUDOAdemás del contraste entre nacionalidades, las cifras tambiénexpresan un deterioro de la situación de todos loscentroamericanos y un acusadísimo descenso del pedestal en elque las políticas migratorias habían colocado a losnicaragüenses. Las deportaciones de nicaragüenses pasaron de 468 en 2002 a1,383 en 2013. En el mismo período también dieron un saltoolímpico de 5,396 a 47,769 las de guatemaltecos, de 4,946 a37,049 las de hondureños y de 4,066 a 21,602 las desalvadoreños. En total, las deportaciones de estasnacionalidades centroamericanas pasaron de 14,876 a 107,803. No se trata de que el mayor flujo produzca más deportaciones.Con más migrantes, hubo menos trámites de residenciacoronados con éxito, descendiendo de 56,271 a 38,667. Laspolíticas migratorias agudizaron los rasgos dominantes decada uno de los extremos de su embudo: se hicieron más anchaspara expulsar y más angostas para ingresar. El declive del“modelo Massachusetts” no dejó la vía libre a un modelo másbalanceado, con políticas menos acogedoras a losnicaragüenses y menos alérgicas ante salvadoreños,guatemaltecos y hondureños. Fue sustituido por el “modeloVirginia”, el de trabajadores con muy pocos derechos,aplicado con indiscriminado rigor.

LA LEY NACARA Y LA LEY ABCLos nicaragüenses dejaron de ser los mimados de las políticasmigratorias y están siendo muy castigados. No menos que lasotras nacionalidades de la región, pese a lo que a primeravista indican las cifras. El indicador positivo de 2.5 residentes por cada deportadosólo expresa un movimiento inercial: un alto volumen relativode migración legal se ha mantenido por impulso de lareunificación familiar sobre la base de un grupo grande de

migrantes previamente establecidos con autorización. En elamplio lapso de 2002 a 2012, entre todas las categorías deadmisión, la de los familiares de migrantes autorizadosrepresentó alrededor del 66% de los admitidos como residentespermanentes para todas las nacionalidades. Esto significa quelos migrantes de hoy recogen los frutos que sembraron lasmigraciones precedentes. Por eso los hondureños aparecen comolos más afectados por las deportaciones y con menor acceso ala residencia. A diferencia de nicaragüenses, guatemaltecos y salvadoreños,los hondureños no fueron incluidos en la Nicaraguan Adjust-mentand Central American Relief Act de 1997, mejor conocida como leyNACARA. Tampoco fueron incluidos en la ABC, la American BaptistChurches v. Thornburgh, así llamada porque se derivó del caso queen 1990 las Iglesias bautistas ganaron contra el fiscalgeneral de los Estados Unidos y el director del Immigration andNaturalization Service, demandados por violación de leyesnacionales e internacionales al negarles asilo a lossalvadoreños y guatemaltecos que llegaron a los EstadosUnidos huyendo de la represión política en los 80. La ABC detuvo ipso facto las deportaciones de esasnacionalidades, beneficiando a quienes no habían sidoincluidos en la amnistía conocida como Immi-gration Reform andControl Act (IRCA) de 1986 y cubriendo a unos 190 milsalvadoreños y a 50 mil guatemaltecos.

HONDUREÑOS: LOS MÁS PERJUDICADOSLa ABC y la NACARA fueron modalidades de amnistía,beligerantes procesos de regularización que, según cifrasoficiales, redujeron el número de indocumentadosnicaragüenses de 50 mil a 21 mil entre 1990 y 2000, y el desalvadoreños de 298 mil a 189 mil. Debido a la llegada denuevos migrantes, en ese tiempo los guatemaltecosindocumentados pasaron de 118 mil a 144 mil. Los hondureños,excluidos de estas iniciativas, vieron incrementarse elnúmero de indocumentados de 42 mil a 138 mil.

Atendiendo a estas cifras podemos lanzar la hipótesis de quelas políticas no siguen favoreciendo -ni siquiera en unaforma atenuada- a los nicaragüenses, afectando medianamente asalvadoreños y guatemaltecos, y perjudicando más a loshondureños. Tenemos más bien unas deportaciones que sonposiblemente proporcionales al flujo y unas posibilidades deregularización que dependen de la situación que los migrantesde cada nacionalidad han acumulado a lo largo del tiempo.Simplemente, ocurrió que Estados Unidos no quiso pagar, enlegislación migratoria, los servicios que Honduras prestócomo base militar durante la década de los años 80. Siendo base de operaciones y área de refrescamiento demilitares estadounidenses y de la Contrarrevolución armadaantisandinista, Honduras no figuró como zona de guerra.Ahora, sus migrantes parten de una situación de relativadesventaja como sedimento de la historia geopolítica-migratoria. La menor afectación de algunas nacionalidades sedebe a un sedimento favorable: migrantes establecidos sobrelos que se monta la reunificación familiar, mayorfamiliaridad con los procedimientos burocráticos y mayoresredes para comunicar ese conocimiento. En mucha menor medida-contra la desproporcionada fe en las políticas públicas-, sedebe al lobby que sus gobiernos hacen frente a los políticosestadounidenses.

LA INDOCUMENTACIÓN EN EL TIEMPO: CONTRAPUNTEO ESTADOS UNIDOS – COSTA RICASi las políticas migratorias aplicadas a los centroamericanosconvergen en el “modelo Virginia”, el Censo del SJM -lupa para observar desapercibidos detalles- contiene algunosesclarecedores aportes sobre la forma en que la“ilegalización” de las migraciones ha transcurrido a lo largodel tiempo y lo que podemos suponer que ha ocurrido en suaplicación a las diversas nacionalidades de centroamericanos.En la década de los 80, más de la mitad de los chinandeganos(casi 54%) viajaron a los Estados Unidos apertrechados conuna visa. Ese porcentaje descendió al 48% en los años 90,

siguió cayendo hasta 45.7% en el primer lustro del nuevosiglo y llegó a su punto más bajo (37%) en 2005-2009. El año 2005 fue significativamente el año en que másmigrantes centroamericanos, de cualquiera de lasnacionalidades, fueron deportados desde Estados Unidos ydesde México. Es probable que ese año se produjera unacombinación de políticas adversas a la migración: menor tasade aprobaciones de visado y mayor cacería de indocumentados.Sabemos que las cuotas de visado fueron restringidas, pero noes un dato tan importante en su impacto inmediato sobre la“ilegalidad” porque los migrantes indocumentados no suelenacudir al consulado y aplicar a una visa como primera opción.Más importante fue el recrudecimiento de la OperaciónGatekeeper en combinación con un aumento del número demigrantes. En contraste, la “ilegalidad” de la migraciónhacia Costa Rica describe un patrón más bien constante y noun incremento. Partiendo de apenas un 51% de nicaragüensescon visa durante los convulsos años de 1980 a 1984, el númerode visa-habientes experimentó un sostenido aumento hastaestabilizarse -con muy ligeras alzas y bajas- en un 66% desde1995 hasta la fecha. Otro ángulo para percibir esta evolución perversa son loscambios en el estatus migratorio. De los chinandeganos queingresaron a Estados Unidos en los años 80, entre el 20% y el25% tienen hoy la ciudadanía. Esa cifra cae a 7% en los 90 ya 2.5% en 2000-2004. La concesión de residencias oresidencias en trámite caen, en los mismos períodos, despuésde alcanzar un pico del 72.8% entre quienes llegaron aEstados Unidos entre 1991-94, período en el que la suma deresidencias y ciudadanías arroja un total de casi 80%, sólosuperado por esa sumatoria en los años 80.

Los chinandeganos que migraron en los 80 se beneficiaron dela amnistía IRCA de 1986 y otras disposiciones, y loschinandeganos que ingresaron en 1991-1994 estuvieron entrelos últimos en beneficiarse de la NACARA, que regulariza aquienes pueden demostrar cinco años de permanencia continuaen Estados Unidos contados desde el 1 de diciembre de 1995.Después, el porcentaje de residentes cae hasta llegar al42.3% en 2005-2009. En ese lapso y el siguiente la suma deresidentes más ciudadanos apenas llega al 44.3% y 47.7%,respectivamente. En cambio, el porcentaje de chinandeganos noautorizados va creciendo desde el 6.8% en 1985-1990 hasta el47% en 2005-2009, con una ligera disminución en el últimoperíodo quizás debido al peso de personas que migraronamparadas en la reunificación familiar.

CUANDO CHINANDEGA MIGRA HACIA COSTA RICALa migración de chinandeganos y chinandeganas hacia CostaRica presenta una evolución más compleja. Arranca a iniciosde los 80 con un alto nivel de migrantes no autorizados,desciende a niveles insignificantes en 1985-1999, luegoexperimenta ascensos escalonados y termina por alcanzar cercadel 41% en 2010-2012. La clave interpretativa de esta

tendencia ascendente reside en el creciente predominio de lamigración pendular de nicaragüenses a Costa Rica, disparada apartir de años 90, tras un proceso fallido de insercióneconómica de los desmovilizados del Ejército PopularSandinista, de la ex-Resistencia Nicaragüense y de losnicaragüenses refugiados en Costa Rica que habían retornadocon la expectativa de un giro político-económico que losfavoreciera. La mayoría de los migrantes son jóvenes varonesentre los 20 y los 26 años de edad.Del lado de la demanda, en el sector rural costarricense,donde la necesidad de mano de obra es más imperiosa, esamigración estacional se explica por un descenso delcrecimiento de la población rural de Costa Rica (de 2.4% a1.8% entre 1960-1980 y 1980-2000) y por un decremento de lapoblación económicamente activa rural del 33.5% al 27.4%entre 1980 y 2000. La OIM y el Ministerio del Trabajo de Costa Rica coinciden enque alrededor de 100 mil nicaragüenses llegan todos los añosa Costa Rica para trabajar por temporadas. Para muchos deestos migrantes los trámites de una visa son un proceso muyengorroso. Y sus costos astronómicos, sobre todo para laenorme mayoría que reside lejos de los tres consuladoscostarricenses, el de Rivas, el de Chinandega y el deManagua. El hecho de que el porcentaje se disparara en 2010-2012 puede indicar en parte el predominio de migrantestemporales que evaden la burocracia migratoria. Pero su mayorpropensión a evadirla tiene un incentivo más que probable enla aplicación de la nueva Ley general de migración yextranjería no.8764 de 2010, que elevó los costos deextensión de permisos y las multas (cambiar de estatusmigratorio cuesta casi un mes de salario mínimo, 200dólares), introdujo o reforzó obligaciones onerosas(comunicar por escrito todo cambio de domicilio) y cuyasrémoras legales y omnipresentes requerimientos de autenticarcrearon un nicho ecológico muy suculento para tramitadores,tinterillos y abogados, los que, según el jesuita mártirIgnacio Ellacuría, son los zopilotes de la sociedad: cuantomás corrupta, más engordan. De igual forma que en EstadosUnidos, las políticas costarricenses de contención de las

migraciones no lograron contenerlas, pero sí consiguierondesplazar la línea entre bienvenidos y malvenidos.En ambos casos tenemos un efecto de las políticas migra-torias. El abanico de medidas orientadas a producir lailegalización de los migrantes ha incrementado el número dequienes ingresan a Estados Unidos y a Costa Rica con elestigma de la “ilegalidad”. Pero un aumento de la“ilegalidad” migratoria no guarda siempre proporción con elvolumen de expulsados, porque la severidad de la “letra” delas políticas no coincide necesariamente con el rigor de suaplicación. A pesar del mayor ingreso de indocumentados, lasdeportaciones en Costa Rica en 2008-2012 fueron apenas el 45%del lustro precedente, 2003-2007. De hecho, las cifras dedeportados desde Costa Rica en ese lapso apenas representanel 1.57% de las repatriaciones. La mayoría de losindocumentados son rechazados, una figura jurídica que notiene consecuencias ni siquiera administrativas. Los“rechazados” suelen intentar y coronar con éxito un reingresoal día siguiente. Otro contraste con las políticasestadounidenses es palpable en las 8,256 residencias queCosta Rica otorgó a migrantes nicaragüenses en ese mismoperíodo, lo que dio un promedio de 21 residencias concedidaspor cada deportación.

EL MAYOR FILTRO ESTÁ EN EL NORTEEstados Unidos aparece así como un filtro cuyas verdaderasdimensiones sólo pueden tenerse en cuenta si a los deportadosdesde Estados Unidos añadimos los deportados desde México, sualargado filtro vertical, basados en la constatación, por elCentro de Estudios Migratorios del gobierno mexicano, de quelos centroamericanos “devueltos” desde México van en tránsitoa Estados Unidos y su estancia no supera los 30 días.El censo del SJM muestra que, entre los retornados de EstadosUnidos, los deportados representan el 26.5%. Pero si añadimoslos deportados desde México, tenemos que el peso relativo delos deportados llega al 28%. 26 puntos porcentuales más delpeso que los deportados tienen entre los retornados de CostaRica, y 9.5 por encima de los deportados/retornados desde

España, cifra más adecuada para efectos comparativos conEstados Unidos, pues el peso de los retornos guarda ciertarelación con la distancia de los países de destino. De Españasólo ha retornado el 6.4% de quienes allá migraron. Con un11%, Estados Unidos es el siguiente destino con menor peso enlos retornos.Si añadimos los deportados desde México a los de EstadosUnidos, el cuadro con los contrastes de residencias ydeportaciones queda ajustado a dimensiones más reales,dimensiones que toman en cuenta la producción del ICEestadounidense y los logros del outsourcing con la migramexicana. La situación de todas las nacionalidades es peor, tanto en elpunto de partida (1999-2002) como en el más cercano alpresente (2010-2013). Guatemala y Honduras ya estaban en“número rojos” desde 1999-2002, con 6.1 y 6.5 deportacionespor cada residencia. En 2010-2013, exceptuando a losnicaragüenses, el resto de nacionalidades están en “númerosrojos”. Las cifras representan, en el caso extremo de loshondureños, casi 11 deportados por cada residencia concedida.En promedio tenemos 5, y no 3, centroamericanos deportadospor cada nuevo residente. Es patente que la indocumentaciónno tiene en Costa Rica las mismas dimensiones, significado yconsecuencias que en Estados Unidos.

CUANDO EL DESTINO ES ESPAÑAUna inevitable pregunta emerge aquí. Si las políticas migra-torias no han sido capaces de frenar la migración, sino sólode “ilegalizarla”, ¿existen factores estructurales que mermanla migración e inciden sobre su masiva ilegalidad? Según el censo del SJM, Estados Unidos y España son losdestinos de mayor descenso en la migración en el trienio2010-2012 respecto al quinquenio 2005-2009, registrandodecrementos del 43% y 40% en el promedio anual del trienio enrelación al del quinquenio que lo antecede. Aun así, con sus29% y 12% siguen siendo los destinos más concurridos despuésde Costa Rica, que absorbe al 32% de los migrantes de laciudad de Chinandega.Aunque la ciudad de Chinandega alojaba en 2005 apenas al 1.8%de la población nacional, de allí salió el 4.6% del total deinmigrantes de origen nicaragüense que en 2013 residían enEspaña. Con 12% de los migrantes nicaragüenses, España es eltercer destino en importancia numérica en la migraciónchinandegana y sin duda uno de los más recientes, y acasoefímeros, debido a la crisis económica que ha revertido elestatus migratorio de España, convirtiendo en país emisor a

la que fuera en las últimas dos décadas, hasta 2008, unanación receptora. En el año 2000 migraron a España cinco veces máschinandeganos que en 1999. Ese volumen se mantuvo y se alzócon un pujante 100% de aumento en 2004. El siguiente añocreció en 75%. Entre 2006-2007 subió cerca del 30%, y al añosiguiente saltó otro 57%. Pero a partir de 2008, con loscolmillos de la crisis clavados en la península, el flujocomenzó a decrecer: 57% en 2008, 41% en 2010 y 63% en 2012,con pequeños repuntes en 2009 y 2011, insuficientes paracompensar sus decrementos.

¿PESARON LAS CRISIS ECONÓMICAS?La migración a Estados Unidos empezó a descender en 2009, alaño siguiente del inicio de la crisis financiera y la “sequíade empleos”. Pero el descenso ha sido menos drástico,oscilando entre el 26% y el 32% anual. En febrero de 2011, identificando una tendencia migratoriasemejante a la del caso español, investigadores del PewHispanic Center hablaron de un descenso del número deindocumentados, atribuido a una caída de la migraciónmexicana. Un año después hablaron de “migración cero” paralos mexicanos y de una desaceleración de la migracióncentroamericana. El Instituto Nacional de Migración de laSecretaría de Gobernación mexicana habló de unaestabilización del flujo de centroamericanos y la atribuyó alefecto de las políticas restrictivas. Las políticas anti-inmigrantes, y muy particularmente laimplementación del programa “Comunidades seguras” delDepartment of Homeland Security, fueron identificadas comoelementos causales del descenso. El volumen de lasdeportaciones había supuestamente alcanzado un pico históricode 395 mil en 2009. La crisis económica también había emitidosupuestamente señales negativas hacia los potencialesnewcomers e incentivado el retorno voluntario, según loshallazgos de un taller sobre ciclos económicos, cambiodemográfico y migraciones que la Organización Internacionalpara las Migraciones se apresuró a montar.

En la base de algunos supuestos parecían estar los hallazgosque Saskia Sassen ofrece en su libro Guests and aliens, donde lasocióloga holandesa sostiene: “La experiencia de Europaoccidental muestra que la mayoría de las migraciones tienenun final. El grueso de las migraciones transfronterizas enEuropa tuvo lugar en un lapso de veinte años. Una de lasrazones de este fenómeno es que las migraciones tienden aestar imbricadas en los ciclos y fases de las áreas derecepción… Hoy, cuando italianos y españoles son libres demoverse en Europa, apenas hay nuevas migraciones. Aquellafase particular de migración laboral, imbricada en lareconstrucción europea de postguerra y luego en la expansiónde los años 60, terminó cuando cambiaron esascircunstancias”.Pero el que las cosas hayan sido muchas veces de ciertamanera, no prueba que seguirán siendo así. Ni siquiera queestán siendo así. O que lo estén por las mismas razones. Yencima, cabe la posibilidad de que los ciclos se repitan. Dehecho, los españoles han emprendido una nueva aventuramigratoria hacia la Europa más próspera y hacia América comodestinos, reeditando una versión atenuada del flujo queprotagonizaron a mediados del siglo 20. En relación a la migración hacia Estados Unidos, evidenciaulterior mostró que la migración centroamericana a ese paísno necesariamente había entrado a un nuevo ciclo, sino quizása una pequeña onda depresiva dentro de la gran ondamigratoria larga y ascendente. En septiembre de 2013 el PewHispanic Center dio a conocer un nuevo informe donde anunció unrepunte de la migración indocumentada en 2011 y 2012 degrupos no mexicanos, con fuerte presencia decentroamericanos. Esto se debe a que la crisis económicatambién actuó como estímulo migratorio por sus efectosexpulsores en los países centroamericanos, que presentaneconomías dependientes de la estadounidense, muyparticularmente en El Salvador, cuya simbiosis con laeconomía estadounidense está remachada desde 2001 por ladolarización.

TAMBIÉN LA VIOLENCIAOtro acicate de la migración fueron los crecientes niveles deviolencia en Honduras y El Salvador, asociados estadís-ticamente con las intenciones de emigrar. Una encuesta aplicada por el hondureño Equipo de Reflexión,Investigación y Comunicación (ERIC) en diciembre de 2013reveló que el 36% de los entrevistados desean migrar. EnNicaragua, donde la violencia política atiza las intencionesde migrar, también en 2013 una encuesta de M&R Consultoresmostró que al 54.5% de los nicaragüenses les gustaría irsedel país, el 39% a Estados Unidos. Es posible que la migración de retorno de los mexicanosdejara plazas libres para los centroamericanos, sosteniendoun nicho étnico de una demanda que había entrado a una faserecesiva. En cualquier caso, la historia del repunte de lamigración centroamericana en Estados Unidos muestra que lascondiciones en los países de origen son un elemento máscondicionante de las migraciones de lo que Sassen supone enGuests and aliens. El contraste del descenso de la migración hacia España estárelacionado con la ilegalización que en el contexto de lacrisis llevaron a cabo las políticas migratorias españolas.La inmigración sí puede crecer en países de destino indus-trializados con crisis económicas. Pero su margen decrecimiento se sitúa -aún más que en tiempos ordinarios- enel terreno de la migración no autorizada. Donde ese terrenoes tan estrecho, como en el caso de la inmigración a España -porque la ilegalidad depende fundamentalmente de violar lacaducidad del permiso de estadía- la migración se desacelera.En síntesis, los indocumentados sostienen la migración ahídonde las condiciones geográficas y las vías de comunicaciónno son un aliado de las políticas anti-inmigrantes.

TAMBIÉN LOS ESTUDIOSSi no consiguen frenar la migración, ni siquiera en tiemposde crisis, ¿qué logra la maquinaria ilegalizadora? Laspolíticas son un filtro, no un dique. ¿Qué cuela y qué dejapasar?

El Censo del SJM nos puede ayudar a visualizar algunos de loscriterios de ese filtro. Entre los chinandeganos que se hannaturalizado como estadounidenses, el 78% tiene estudiosuniversitarios o de secundaria. El 43% son profesionales.Entre los chinandeganos con residencia permanente, el 76%tiene estudios de secundaria o universidad, pero éste últimogrupo representa el 36%. Entre los indocumentados, en cambio,los migrantes con estudios medios y superiores bajan al 67%,con los profesionales aportando apenas el 20%. Los migrantescon sólo estudios de primaria, de número insignificante enlas otras categorías, son el 26%. Los valores en Costa Rica, para las mismas variables,muestran menos contraste: residentes (37%) e indocumentados(31%) con estudios de primaria, residentes (9%) eindocumentados (8%) con estudios universitarios. Solamentelos residentes con estudios de secundaria (47%) aventajan concreces a los indocumentados (17%). Otro tanto ocurre en lacomparación con otros destinos en ésta y otras variables,como la ocupación en el país de origen y los de destino.

¿CÓMO OPERAN LOS FILTROS?¿A QUIÉNES CUELAN?Hay claros indicios de que existe un filtro. Perodesconocemos el grado de automatismo-sistémico o depremeditación y alevosía plasmada en las políticas. ¿Eldestino impone un requerimiento y sólo suelen ir a EstadosUnidos quienes pueden pagar los costosos servicios de loscoyotes y, por tanto, quienes han tenido acceso a máseducación? ¿O la ilegalidad opera como una “letra escarlata”que limita el acceso a barrios, escuelas, ingresos yocupaciones mejor remuneradas? Necesitamos más información aras de suelo para saberlo.Este recorrido muestra que en los años 80 hubo un filtro concriterio ideológico: puerta abierta a quienes comparten uncredo. Los criterios geopolíticos siguen siendo aplicados anaciones en guerra como Iraq y Afganistán, y son ostensiblesy ostentados en la vía expedita hacia la residencia para losintérpretes iraquíes o afganos que auxiliaron a funcionarios

estadounidenses y para aquellos que fueron empleados por elgobierno estadounidense a partir de 2001 (para los afganos) ode 2003 (para los iraquíes) por al menos un año, según loestablecen The Afghan Allies Protection Act de 2009 y la National DefenseAuthorization Act, ley federal que estipula el presupuesto delDepartamento de Defensa. Pero ese filtro ha dejado de ser aplicado a loscentroamericanos. La “ilegalización” o aceptación de loscentroamericanos ha pasado por una re-ideologización de laspolíticas migratorias: Desde un eje geopolítico, ¿hacia uneje nacionalista-racial? ¿Hacia un eje clasista? ¿Hacia el“modelo Virginia”, donde el mercado impone su demanda de manode obra o su demanda de “clientes” en los centros privados deretención de migrantes?

ASUMIR Y DESAFIAR LA “ILEGALIDAD”:UN ACTO FUNDACIONALLa mayor indocumentación tiene que ver con el desplazamientode la línea de la legalidad. Eso quedó reflejado en laevolución cronológica. El aspecto sombrío del incremento dela indocumentación es que dispara una oportunidad para que elgran capital disponga de un ejército de reserva que lepermite deprimir los salarios. La categoría de illegal alien,como ha apuntado el antropólogo Nicholas De Genova, no sóloes enormemente lucrativa y sirve para suministrar mano deobra barata. Esa proposición está tan bien establecida que esirrefutable. Pero, en sí mismo, ese hallazgo crucial resultainsuficiente porque no examina -y por ello naturaliza- elorigen de ese estatus jurídico, lo que De Genova denomina la“ilegalización” del migrante.Esa ilegalización también tiene un revés: aumenta el númerode quienes desafían al Estado. El censo revela que losmigrantes reaccionan asumiendo la ilegalidad, no evitándola.En ese proceso de ilegalización, los migrantes han asumido lailegalidad, con sus riesgos y sus desafíos. Las apelacionesde algunos estudiosos a una ciudadanía universal y la batallasemántica que intenta eliminar -o deslegitimar mostrando suespurio origen- el estigma de “ilegales” que el Estado

estampa sobre los migrantes indocumentados no consiguenborrar el hecho de que el acto fundacional de la relación dela mayoría de los migrantes centroamericanos con EstadosUnidos es una transgresión de las leyes que rigen en esepaís. ¿Apuestan esos migrantes a un futuro como ciudadanos sobre labase de cómo funciona el Estado de la Unión Americana? ¿Quésaben los migrantes de cómo funciona ese Estado y cuáles sonlas rendijas por donde pueden colarse al amparo de laheterogenidad estatal, la diversidad de políticas y eltrabajo de los activistas?El censo del SJM acopió información sobre 5 secuestrados y144 desaparecidos, cifra que representa el 13% de loschinandeganos que migraron a Estados Unidos y México. Cifragruesa. ¿Qué otras consecuencias riesgosas, que limitan elejercicio de la ciudadanía y el respeto de los derechoshumanos, tiene la indocumentación? Para saberlo tenemos queir más allá de este censo, con investigación sobre elterreno. Tenemos algunas pistas. Quedan muchas interrogantesen el aire. Tocaremos tierra migrante para responderlas.

MIEMBRO DEL CONSEJO EDITORIAL DE ENVÍO.INSTITUTO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD PHILIPPS, MARBURG.