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1 LAS ENREVESADAS Y ENDEMONIADAS INTERVENSIONES ECONÓMICAS DEL ESTADO PARA BIEN Y PARA MAL Por Eudes A Zambrano A 1 La Economía, a semejanza de las demás ciencias, tuvo su origen, en investigaciones particulares de fenómenos observados porque llamaron la atención, que plantearon problemas de diversa índole. Durante mucho tiempo estuvo limitada al estudio de cuestiones especiales a los que se les intentaba dar una explicación por factores específicos y aunque se presentía la existencia de interdependencias estructurales, no eran contempladas en su total naturaleza o dimensiones. El fenómeno central de la economía nacional, en sí mismo, permaneció en buena medida desconocido, o bien oscurecido por los conocimientos prácticos instintivos, hasta la aparición de las teorías económicas clásicas como las de Las riquezas de las naciones (Adam Smith, hoy considerado como el padre de la Economía moderna), El materialismo histórico (Marx y Engels) o El imperialismo como fase superior del capitalismo (Lenin). De este modo, con el nombre de Economía Clásica se designa la elaboración doctrinal de un grupo de economistas que expusieron sus teorías entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Durante este periodo, y mediante la decisiva aportación de estos autores (se extiende aproximadamente desde la aparición de La Riqueza de las Naciones en 1776 hasta la muerte de John Stuart Mill en 1873), la economía va a recibir por primera vez y de forma satisfactoria, un tratamiento sistemático, que la acabará constituyendo en un cuerpo organizado de conocimientos, en una ciencia. (Gómez, 2001) Una definición bastante utilizada de lo que es la Economía es la siguiente: la Economía es la ciencia que estudia la asignación de recursos escasos entre fines alternativos. (Aguado, 2015). Un mercado, tal y como se entiende comúnmente, es un lugar físico donde acuden los consumidores a adquirir todo tipo de productos -pescado, verdura, carne, etc.-. Pero, la concepción económica de mercado va más allá: el mercado está compuesto por un grupo de oferentes (vendedores) de demandantes (compradores) 1 Geógrafo, ULA (1990), Mérida-Venezuela.

Las enrevesadas y endemoniadas intervenciones económicas del Estado para bien y para mal

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LAS ENREVESADAS Y ENDEMONIADAS INTERVENSIONES ECONÓMICAS DEL ESTADO

PARA BIEN Y PARA MAL

Por Eudes A Zambrano A1

La Economía, a semejanza de las demás ciencias, tuvo su

origen, en investigaciones particulares de fenómenos observados

porque llamaron la atención, que plantearon problemas de diversa

índole. Durante mucho tiempo estuvo limitada al estudio de

cuestiones especiales a los que se les intentaba dar una explicación

por factores específicos y aunque se presentía la existencia de

interdependencias estructurales, no eran contempladas en su total

naturaleza o dimensiones. El fenómeno central de la economía

nacional, en sí mismo, permaneció en buena medida desconocido, o

bien oscurecido por los conocimientos prácticos instintivos, hasta la

aparición de las teorías económicas clásicas como las de Las riquezas

de las naciones (Adam Smith, hoy considerado como el padre de la

Economía moderna), El materialismo histórico (Marx y Engels) o El

imperialismo como fase superior del capitalismo (Lenin). De este

modo, con el nombre de Economía Clásica se designa la elaboración

doctrinal de un grupo de economistas que expusieron sus teorías

entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Durante este

periodo, y mediante la decisiva aportación de estos autores (se

extiende aproximadamente desde la aparición de La Riqueza de las

Naciones en 1776 hasta la muerte de John Stuart Mill en 1873), la

economía va a recibir por primera vez y de forma satisfactoria, un

tratamiento sistemático, que la acabará constituyendo en un cuerpo

organizado de conocimientos, en una ciencia. (Gómez, 2001)

Una definición bastante utilizada de lo que es la Economía es la

siguiente: la Economía es la ciencia que estudia la asignación de

recursos escasos entre fines alternativos. (Aguado, 2015).

Un mercado, tal y como se entiende comúnmente, es un lugar

físico donde acuden los consumidores a adquirir todo tipo de

productos -pescado, verdura, carne, etc.-. Pero, la concepción

económica de mercado va más allá: el mercado está compuesto por

un grupo de oferentes (vendedores) de demandantes (compradores)

1 Geógrafo, ULA (1990), Mérida-Venezuela.

Eudes Zambrano
Sello
Eudes Zambrano
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Eudes Zambrano
Sello

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de un determinado bien o servicio. En el mercado, los individuos han

de entregar una determinada cantidad de dinero para obtener los

bienes que desean; es el precio. El precio de un bien es el número

de unidades monetarias que se necesitan para obtener una unidad de

dicho bien.

Claro que, si analizamos el mercado global, éste está sujeto a

las leyes de la macroeconomía (como las de la OMC) del sistema de

negocios, siendo la dimensión más importante ya que el centro

hegemónico de dominación económica busca primordialmente

objetivos comerciales antes que militares. No en vano los factores

económicos están siempre en la base de toda la estructura social,

política o cultural. Sin embargo, en términos de políticas económicas

globales, las nacionalistas optan por considerar el poder económico

como sólo una forma de conseguir poder estratégico.

En este sentido, la economía política corporativa o transnacional

desconfía de un proceso de globalización no manejado por el Estado

omnipotente o imperialistas. Conseguir el control sobre el petróleo de

Oriente Medio, por ejemplo, era prioritario para la economía

norteamericana. Esto claramente estaba dirigido en parte a Europa,

pero quizá el mayor objetivo estratégico era controlar el acceso a los

recursos de la región para la China necesitada de energía, es decir,

incorporar consideraciones estratégicas de parte de la Administración

Bush a los acuerdos comerciales. No obstante, manipular el valor del

dólar –hacerlo débil- para forzar a las economías industriales

competidoras a soportar mayores costes, recuperando así

competitividad para EE.UU. Éste es un claro esfuerzo para reanimar

la economía estadounidense a costa de la Unión Europea y otras

economías importantes. Manipular a las agencias multilaterales para

defender los intereses del capital estadounidense. Esto se hace más

fácilmente en el Banco Mundial y en el FMI, donde la dominación

estadounidense está más eficazmente institucionalizada, que en la

OMC. Los impulsores de mercado de la globalización dependen de la

naturaleza del comportamiento de la clientela y de la estructura de

los canales de distribución. La comunidad de necesidades representa

el grado en que los clientes en distintos países tienen las mismas

necesidades en la categoría del producto o servicio que define una

industria.

El dogma popular en marketing ha sido siempre que las tácticas

deben de acomodarse a cada país. En general, un marketing global

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es más aceptable de lo que indica su nivel relativamente bajo de

utilización. Pero, ya esto es harina de otro costal.

Adam Smith consideraba que la esencia de la riqueza era la

producción de bienes físicos solamente y esto le llevó a distinguir

entre trabajo productivo y trabajo improductivo. Según esta

distinción, el trabajo productivo es el que produce un bien tangible

que posee un valor de mercado. El trabajo improductivo, por otra

parte, se traduce en la producción de cosas intangibles, como los

servicios prestados por los artistas o profesionales, mantenidos con

una parte del producto anual del trabajo de los demás. Smith no

considera el trabajo como posible productor de materia, sino de valor

(de cambio), categoría ésta eminentemente social pues sólo se

concibe como fruto de relaciones entre individuos. Smith planteó el

problema del valor dándole a esta palabra un doble significado: unas

veces expresan la utilidad de un objeto particular –“valor en uso”- y

otras veces la capacidad de comprar otros bienes que confiere la

posesión de tal objeto – “valor en cambio”-. Sin embargo, Smith dejó

de lado el valor de uso y preconizó un valor de cambio que era una

versión de lo que llegaría a conocerse como la “teoría del valor

trabajo”. (Gómez, 2001).

El dinero es, por supuesto, la medida más común del valor,

pero Smith era igualmente consciente de los defectos de las medidas

monetarias, dado que el valor del dinero cambia con el tiempo. Así,

se esforzó por distinguir cuidadosamente entre precios reales y

precios nominales. Para Smith, el trabajo, como las mercancías, tiene

un precio real y un precio nominal. Mientras que su precio real

consiste en la cantidad de las cosas necesarias y convenientes de la

vida que se entrega a cambio de él, su precio nominal es la cantidad

de dinero. El salario era, en general, el coste de atraer al trabajador a

su trabajo y de mantenerlo para que siguiera desempeñándolo.

También Adam Smith fue el primero en destacar la importancia

económica del fenómeno de especialización de las funciones

productivas, lo que designó con el nombre de división del trabajo. El

fenómeno de la división del trabajo está condicionado por la

dimensión del mercado: a medida que se extiende el mercado se

incrementa la división del trabajo. Esto arguye a favor de un área de

libre comercio lo más vasta posible, que proporcionaría la máxima

eficiencia posible al trabajo. (Gómez, 2001).

David Ricardo (1772-1823) fue la mente capaz de llevar a su

plenitud la mayor parte del cuerpo doctrinal que, pasado el tiempo,

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recibiría el nombre de economía clásica. “Lo que aseguró el lugar de

Ricardo en la historia de la Economía fue su capacidad de construir un

sistema analítico general que generaba conclusiones fundamentales,

basadas en unos relativamente pocos principios básicos. Su sistema

era un monumento al proceso del razonamiento deductivo”. Hubo que

esperar a David Ricardo para que se inviertan por completo los

antiguos planteamiento sobre la génesis de las riquezas y del valor.

En sus Principios de economía política y tributación, publicado en

1821, sostiene que las fuerzas naturales no añaden nada de valor a

las mercancías, sino que, por el contrario, lo merman y rebate la idea

de Smith de que la agricultura era más productiva que la industria. El

modelo construido por Ricardo constituye un sistema coherente de

notable rigor lógico¹¹. Basado en hipótesis claramente especificadas,

basa su análisis en dos clases fundamentales: capitalistas y

trabajadores. Al hacer esto, pone en evidencia el proceso de

acumulación y la racionalidad del sistema basado en la función del

beneficio así como en la naturaleza del salario. (Gómez, 2001).

La aparición de Karl Marx (1818-1883) es importante no sólo

por los resultados de sus investigaciones económicas, poniendo al

descubierto las leyes del desarrollo de la sociedad capitalista, sino

fundamentalmente, porque aporta un nuevo método de análisis para

el estudio de los fenómenos sociales y económicos, una nueva

interpretación de la historia y del mundo que va a tener unas

importantes repercusiones en una gran parte de los autores

posteriores. En su esquema de pensamiento, Marx adopta la

dialéctica hegeliana del cambio, pero invirtiendo su orden (dialéctica

materialista). Mientras que para Hegel la Razón o la Idea es la única

realidad existente y el cambio real solo cobra sentido en el avance de

esta idea a través de una cadena de transacciones dialécticas –tesis,

antítesis, síntesis-, para Marx, quien ´voltea` la “torta hegeliana de

la idealización”, es la realidad la que explica el movimiento de todo lo

demás, ideas, instituciones, etc. (Gómez, 2001).

De acuerdo con el materialismo histórico, todos los sistemas

económicos y sociales, incluyendo el capitalista, son transitorios. Des

esta manera, la historia puede entenderse como una sucesión de

distintos sistemas económicos: salvajismo, barbarie, esclavismo,

feudalismo..., que desembocan finalmente en el capitalismo. La lucha

de las clases emergentes contra las dominantes, y las propias

contradicciones internas de las formas de producción de estos

sistemas que surgen de su propio desarrollo, acarrean sus crisis y la

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superación por otros nuevos, más ricos y complejos. Esto no significa

un esquema rígido e inamovible ya que la historia no queda explicada

como una sucesión rígida y predeterminada de los modos de

producción, es decir, no se cree que cada sociedad tenga que vivir

necesariamente la misma secuencia de etapas, cada una de las

cuales fuera el resultado de la anterior y condición necesaria de la

siguiente. (Gómez, 2001).

En su obra central de análisis económico, “Critica de la

economía política” o “ El Capital”, cuyo primer volumen se publica en

1867, Marx estudia el proceso productivo y la circulación y

distribución de las rentas, empleando un método macroanalítico

globalizador que había sido olvidado por los autores clásicos. Formula

una teoría del valor-trabajo que le permite introducir los preceptos

centrales de “plusvalía” y “explotación”. El origen de esta plusvalía se

encuentra en el excedente de trabajo –única fuente de valor-

incorporado a una mercancía que es apropiado por el capitalista. El

sistema de precios también contribuye a la distribución de la renta a

favor de los capitalistas. Con todo ello, las clases obreras se ven

abocadas necesariamente a una pobreza creciente, mientras la

riqueza se concentraría cada vez más. (Gómez, 2001).

Lo que identifica al sistema capitalista no es la circulación del

dinero o de las mercancías, no la propiedad privada de los medios de

producción, sino el hecho de que el propietario de dichos medios se

encuentra en el mercado con los trabajadores o proletarios que no

pueden sino vender su fuerza de trabajo: la compra y venta del

trabajo es lo que diferencia a esta sociedad de otras donde se daban

vínculos de servidumbre o esclavitud. Marx analiza el proceso de

acumulación de capital (conversión de plusvalía en nuevo capital), a

partir de la definición y características de las mercancías (valor de

uso y valor de cambio). La circulación de mercancías es el punto de

arranque del capital. La producción de mercancías y su circulación

desarrollada, el comercio, forman las premisas históricas en que

surge el capital. El capitalista intercambia dinero por recursos

productivos y mercancías y éstas por dinero, obteniendo al fin una

diferencia positiva o plusvalía. (Gómez, 2001).

Gran parte de la obra de Marx está dedicada al estudio y la

crítica de los trabajos de diversos autores anteriores: Petty,

Davenant, Sismondi, Smith, Malthus y sobre todo Ricardo,

recomponiendo sus teorías como una fase preparatoria para la suya.

Con respecto a Ricardo, le criticó el confusionismo, por lo demás

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común a todos los clásicos, al no ser capaces de distinguir entre los

conceptos trabajo y fuerza de trabajo y llega, por tanto, a los de

plusvalía y explotación. (Gómez, 2001).

El inconformismo latente acerca de la realidad de la teoría

clásica y neoclásica se decanta hacia un proceso de maduración

intelectual cuya cabeza principal es J.M. Keynes (1883-1946). Su

revolución consistió más bien en un cambio de perspectiva que

traería una visión más general y realista del problema económico. En

su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, publicada en

1936, Keynes considera que enseñanzas de la teoría clásica engañan

y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales, ya que

sus postulados sólo son aplicables a un caso especial que no se

correspondía con la situación económica real. (Gómez, 2001).

Por lo tanto, al perder la variación de los precios su influencia

como mecanismo tradicional de respuesta, otro mecanismo de

respuesta entra en uso. A las variaciones de la demanda, los

productores responden variando la producción. En otras palabras,

ante la proposición de Say de que “toda oferta crea su propia

demanda”, Keynes planea que “la demanda engendra renta”. Esto

tiene una implicación muy seria. Las variaciones de la producción

suponen modificaciones en la utilización de la capacidad productiva

existente y estancamiento. Una situación familiar a Keynes, que vive

las secuelas de la Gran Depresión y oye a los profesionales de la

tradición mantener que podía remediarse el paro reduciendo los

salarios monetarios.

La sencillez del principio de la demanda efectiva nos lleva a

preguntarnos por qué tarda tanto tiempo en manifestar su presencia.

Ya se ha comentado en páginas anteriores que la cuestión fue

apuntada, tanto por la izquierda ricardiana (Sismondi) como por Marx

o por aquellos economistas preocupados por el estudio de los ciclos

económicos (Tugan-Baranoswski o Rosa de Luxemburgo). Estos

autores, cuyas ideas en este campo se recogen bajo el título de

teorías del subconsumo (o de la sobreproducción) se vieron rebatidos

por la teoría económica establecida: a comienzos del siglo XIX

tomarían la forma de una simple enunciación de la ley de Say; a

comienzos del XX bajo la forma más sofisticada de un planteamiento

de equilibrio general en el que se consideran como dados los recursos

totales y la competencia determina los precios de equilibrio, de modo

que éstos conducen a la eliminación de excedentes o déficit en todos

los mercados. A la gran mayoría del pensamiento oficial en Economía

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le resultaba impensable en los primeros 20 años de nuestro siglo que

pudiera darse una situación de equilibrio con paro involuntario.

Creencia que les lleva en Inglaterra en 1929 a oponerse a un

programa de obras públicas con el argumento de que esto no podía

tener otro efecto que el de aumentar el desempleo. (Gómez, 2001).

Las circunstancias en la década de los 30 eran favorables al

cambio en el esquema de pensamiento. Dos economistas procedentes

de mundos y formación muy diferentes Kalecki desde Polonia

partiendo de las ecuaciones de reproducción marxista y Keynes desde

Inglaterra rebelándose contra Marshall, llegan independientemente a

análogas conclusiones sobre el problema de la demanda efectiva. La

Teoría General del Empleo, publicada en 1936, podemos formularla

de manera sencilla y rigurosa. Keynes, una vez definido el proceso

básico de creación de la renta por la demanda efectiva, pasa a

preguntarse qué es lo que determina la demanda efectiva. A la

manera de los clásicos, distingue dos grandes grupos de agentes:

consumidores y productores. La demanda efectiva será la suma de la

demanda de bienes de consumo y la de bienes de Inversión. Por

tanto no hay necesidad de que el aumento de la demanda efectiva

provenga de la inversión. Cualquier incremento autónomo de la

demanda efectiva originará precisamente los mismos efectos

multiplicadores. Por consiguiente, si la inversión corriente es

demasiado baja para dar lugar a la plena ocupación, el Estado puede

actuar a través del gasto público. (Gómez, 2001).

A partir de los años ochenta cobra actualidad la llamada

economía de la oferta, ante el fracaso que las políticas de demanda

habían manifestado para solucionar los problemas generados por la

variación de los precios relativos en las décadas precedentes. Existen

muy variados motivos por los que el Estado puede estar interesado

en intervenir en el mecanismo de mercado, como por ejemplo, si el

precio de equilibrio, fruto del libre juego de la oferta y la demanda, es

considerado demasiado bajo, o demasiado alto; intervenciones que

puede llevar a cabo el Estado en el mecanismo del mercado si se

considera que los resultados que arroja el mismo no son los más

deseables. Otra posible justificación para intervenir es la defensa de

la producción nacional de algún bien frente a la competencia

extranjera (Aguado, 2015b).

Ahora, el caso de Venezuela es muy particular. El gigantesco

déficit del sector público, incluyendo PDVSA, está siendo financiado

con impresión de dinero, eso hace que muchos bolívares presionen el

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mercado cambiario paralelo, presionen la demanda de dólares

oficiales y presione la inflación (Ochoa, citado en Arzolay, 2015), ya

que el caso del mercado “verde” inorgánico, cuyo capital –los dólares-

es considerado un bien de la nación se trata del efectivo con el cual el

Gobierno subsidia el Estado Social con ingreso del PIB o venta del

petróleo.

En efecto, como un viejo problema que parece nunca terminar,

según Ochoa (citado en Arzolay, 2015), este es otro tema a

considerar en este nuevo mecanismo ya que “los que están al frente

del SICAD II, decidiendo quien entra y quién no, deben elegir entre

las miles de solicitudes de casos importantes.” El economista afirma

que por lo general esa decisión se realiza “mediante el mercado

cambiario, de la oferta y demanda”. En este caso la tomaría “un

grupo de funcionarios públicos que tienen propensión a la corrupción

como se confirmó con Cadivi”.

Los instrumentos con los que cuenta son muy variados, aunque

aquí nos referiremos únicamente a algunos de los más relevantes

(Aguado, 2015b):

Precios máximos

Precios mínimos

Impuestos

Subsidios

Aranceles

Cuando el Estado considera que el precio de un determinado

bien, principalmente porque lo considera un bien esencial para los

consumidores, no debería subir por encima de un determinado nivel,

puede fijar un precio máximo. Lógicamente, para que tenga

sentido, un precio máximo ha de ser inferior, por definición, al precio

de equilibrio. En caso contrario, se estaría en el equilibrio y el precio

máximo no tendría ningún efecto, pues cuando se fija un precio

máximo, si no se articula ninguna medida complementaria adicional,

ocurrirá que la cantidad que los consumidores deseen adquirir será

mayor que la que los productores deseen vender, generándose un

exceso de demanda; por lo que habrá demanda que quede

insatisfecha. En estos casos, dado que los productores están

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dispuestos a vender a precios mayores que dicho precio mínimo, y

también hay consumidores que estarían dispuestos a adquirir ese

bien por encima del precio fijado, se corre el riesgo de que surja un

mercado negro, ilegal, que nos acerque al precio y la cantidad de

equilibrio. En definitiva, lo que está pasando en Venezuela, donde a

esto el Gobierno le llama “guerra económica”. (Aguado, 2015b).

El caso contrario, es decir, cuando el Estado considera que el

precio de un bien no debería caer por debajo de un determinado nivel

–generalmente para proteger la renta de los productores-, puede fijar

un precio mínimo. Un precio mínimo sólo tendrá efectividad si es

superior al precio de equilibrio; en caso contrario no serviría para

nada pues se encontrarían en el equilibrio. Cuando se fija un precio

mínimo se genera un exceso de oferta, pues a ese precio la cantidad

que desean vender los productores, es superior a la que desean

adquirir los consumidores. En muchas ocasiones, ya sea en su

totalidad, ya sea sólo en parte, el Estado puede comprar dicho exceso

de oferta. (Aguado, 2015b).

El Estado puede fijar también impuestos a las empresas –otros

impuestos podrían ir destinados a las familias- por distintos motivos;

con el fin de recaudar dinero para sufragar sus actividades, para

disminuir las cantidades que se consumirían si dejáramos actuar

libremente a la oferta y la demanda y se tratase de un bien dañino

para la salud –como el tabaco-, o para el medio ambiente –emisiones

de CO2-, etc. El resultado que se obtiene sobre el precio y la cantidad

de equilibrio con la fijación de un impuesto es claro: el precio

aumenta, y la cantidad consumida disminuye. La traslación del

impuesto a los consumidores por parte de los empresarios será

mayor o menor dependiendo principalmente de la elasticidad de la

demanda, la cual viene marcada por la existencia o inexistencia de

sustitutivos de ese bien y de lo imprescindible -de primera necesidad

o no (artículos suntuarios o de lujo)- que resulte para los

consumidores. Así, si un bien es de primera necesidad para un

consumidor –la insulina para un diabético, por ejemplo-, y carece de

sustitutivos, su función de demanda será muy rígida o inelástica. En

ese caso, ante incrementos en el precio, la disminución en la cantidad

demandada será muy pequeña. Por el contrario, si el bien de que se

trate no es en absoluto imprescindible para el consumidor, y además

existen sustitutivos muy cercanos, la función de demanda será muy

elástica, y ante pequeñas variaciones en el precio, la respuesta a

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través de la reducción de la cantidad consumida será alta. (Aguado,

2015b).

Cuando el precio de un bien aumenta, la cantidad que los

consumidores desean adquirir disminuye, mientras que la cantidad

que desean vender los productores aumenta. También observamos

que la cantidad que los consumidores desean adquirir de un bien

depende de la renta que perciba el consumidor, así como del precio

de otros bienes relacionados con él –porque le son sustitutivos o

complementarios-. Podemos medir esas variaciones, y utilizaremos

un concepto específico para ello, que es el de la elasticidad. (Aguado,

2015b).

También interviene el Estado, en sentido contrario al de los

impuestos, abaratando el precio de determinados bienes mediante las

subvenciones que concede. Es el caso opuesto al del impuesto, y en

lugar de penalizar el consumo se trata de promover el uso de

determinados bienes -por ejemplo, si se quiere potenciar el uso del

papel reciclado, se puede abaratar “artificialmente” -es decir, fuera

de lo que dictarían la oferta y la demanda-, concediendo una

subvención a las empresas productoras por cada unidad de bien

producida. El efecto será una traslación de la función de oferta hacia

abajo como vemos en la figura 2.25 –equivale a una disminución de

los costes-, por lo que el nuevo equilibrio se producirá para una

cantidad mayor y a un precio menor. Aunque beneficia a los

consumidores y productores, la subvención incorpora una ineficiencia

pues el gasto del Estado es superior a la ganancia de demandantes y

oferentes. (Aguado, 2015b).

Otra intervención del Estado en el mecanismo de mercado la

constituye la fijación de aranceles, ya sea para proteger la

producción nacional de un bien, o simplemente con fines

recaudatorios. Un arancel no es más que un impuesto a las

importaciones. Si partimos de un mercado cerrado a las transacciones

internacionales –en el que el precio y la cantidad de equilibrio

respectivamente-, y de repente esa economía se abre al exterior –

suponiendo evidentemente que el precio de ese bien en el exterior

sea menor-, se importarán tantas unidades de producto como sean

necesarias para salvar la diferencia entre la cantidad que a ese precio

internacional estarían dispuestos a producir las empresas nacionales,

y la cantidad que los consumidores estarían dispuestos a adquirir.

(Aguado, 2015b).

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Los aranceles benefician a los productores nacionales, pues

pueden vender una mayor cantidad y lo hacen a un precio más alto,

mientras que perjudican a los consumidores pues han de abonar un

precio mayor y además disfrutan de una menor cantidad de los

bienes. (Aguado, 2015b).

Hemos visto entonces que los precios suelen servir como un

instrumento útil para medir la escasez. Así, cuanto mayor es la

escasez de un bien, por lo general, mayor es su precio. El Estado,

sin embargo, puede actuar sobre los precios de algunos bienes por

diferentes motivos –con fines recaudatorios, redistributivos, por el

interés general, etc.- y a través de distintos instrumentos –fijando

precios máximos o mínimos, contingentes, legislaciones prohibitivas,

estableciendo impuestos y subvenciones, etc.-, de forma que con

esas actuaciones puede ocurrir que al final los precios no reflejen

fielmente la escasez existente del bien. (Aguado, 2015b).

El Estado, por su parte, también padece la escasez. Todos los

años se plantea la necesidad de elegir a qué se dedica el dinero, lo

que se aprueba en los presupuestos generales del Estado. Los

distintos ministerios o burócratas siempre solicitan partidas mayores

para poder acometer sus gastos, y lo que se dedica a construir

infraestructuras no está disponible para cultura, entre otros usos no

rentistas. (Aguado, 2015a).

El Estado también tiene mucho que decir respecto de la

asignación de recursos escasos entre fines alternativos. Ya hemos

mencionado anteriormente que sus recursos no son ilimitados, por lo

que se ve obligado a asignarlos en mayor o menor medida a unos u

otros fines. Además, el Estado también influye con sus decisiones en

el mecanismo de mercado, de modo que con sus actuaciones también

determina qué se va a producir. (Aguado, 2015b).

Como se ha visto, los efectos que tendrá, tanto sobre el precio

como sobre la cantidad producida, el hecho de que el Estado fije un

impuesto sobre la producción de un determinado bien. Afectará

igualmente a la asignación de los recursos el Estado si en un

momento dado decide fijar precios máximos o mínimos sobre la venta

de algún producto, ya sea porque con ello se esté intentando

proteger a los consumidores o a los vendedores, respectivamente.

(Aguado, 2015b).

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Tanto al analizar los impuestos, las subvenciones, los aranceles,

los precios máximos, precios mínimos o cualquier otra intervención

imaginable del Estado que altere el equilibrio del mercado –y por

tanto que modifique la asignación de los recursos en la sociedad-

veremos que surgen ineficiencias que hacen que el bienestar general

disminuya, aun cuando en determinados casos el bienestar de alguno

de los agentes económicos implicados aumente. (Aguado, 2015b).

El hecho de que la suma del bienestar de consumidores y

productores sea máxima no significa, sin embargo, que la distribución

de los beneficios que se obtienen con la producción haya de ser

considerada óptima necesariamente, por lo que pueden producirse

intervenciones del Estado buscando alterar la situación final de los

distintos agentes económicos. (Aguado, 2015b).

Las economías globales de extensión son las que presionan a

los negocios a internacionalizarse o a globalizarse; reducen la

amenaza de entrada, sobre todo de competidores potenciales que

sean globales. En cambio, cuando las economías no son de escalas un

nuevo competidor puede iniciar en el mercado de un país e ir

adquiriendo la experiencia que le permita exportar a mercados mas

grandes.

El mercado internacional de suministro puede permitir

centralizar comprar para obtener eficiencia global de abastecimiento.

Una producción favorable entre el valor de venta y el costo de

transporte mejora la capacidad de concentrar la producción. Los

bajos costos del transporte permiten concentrar la producción. En

general, la logística es mas favorable para productos de precio alto y

alta calidad dentro de cualquier categoría. Los administradores

pueden reducir los altos costos desarrollando unos pocos productos

globales o regionales en lugar de muchos productos nacionales. Los

altos costos de desarrollo producen un efecto parecido al de las

economías de escala global en la amenaza de entrada y la rivalidad

entre competidores.

Los impulsores gubernamentales de globalización dependen de

las reglas que fijen los gobiernos nacionales y afectan el uso de todas

las palancas de estrategia global. Las políticas gubernamentales

registran seriamente la participación de mercados globales en la

industria de medios de comunicación. Las políticas comerciales

nacionales registran particularmente el grado en que las comparas

pueden concentrar las actividades fabriles, estas aumentan la

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amenaza de entrada de extranjeros, aumentan la rivalidad entra los

competidores internacionales existentes porque les facilitan a todos

competir en los mercados de los demás. (Morales, s/f).

Un nivel global de participación se alcanza con un equilibrio

razonable entre la extensión geográfica del negocio y la extensión del

mercado y por supuesto con la presencia en países que sean

mercados globalmente estratégicos. Los beneficios incluyen poder

explotar economías de escala, tener mayor poder de negociación

frente a proveedores y canales de distribución y gozar de mejor

aceptación de clientes. La Reducción de Costos es otro de los

beneficios: cuanto más alto sea el costo de desarrollo con respecto a

los ingresos que se esperan, tanto más necesario será desarrollar

unos pocos productos globales o regionales en lugar de muchos

nacionales. La economía en compras, producción e inventario se

realizan al reducir el número de productos y aumentar el volumen por

producto. (Morales, s/f).

En cuanto a los países sin importancia global o con políticas

antiglobales, se entra por su atractivo individual; también se utilizan

por el tamaño del mercado, la posición competitiva, grado de

propiedad y control de sucursales, así como la administración, los

beneficios, costos y riesgos de cambio. Beneficios de una

participación global: - Reducción de costos - Mas preferencia de los

clientes - Mejor calidad - Mayor eficacia competitiva. (Morales, s/f).

También puede intervenir el Estado en los mercados si se

considera que el consumo de un determinado bien es perjudicial para

la salud de los ciudadanos, o para el medio ambiente, y desea

disminuir dicho consumo. Pero, ¿qué pasa cuando el Estado

interviene no para mejorar, así sea a otros a costa del poder sobre

otros, sino cuando interviene para afectar la salud .no sólo

económica, sino la vida misma- de otros para el beneficio económico

de una minoría poderosa económicamente?

La explotación del gas de esquisto (de roca o lutita) o petróleo

Shale genera masivos volúmenes de desechos líquidos que deben

tratarse para su reciclaje. En el municipio de Montrose (en esta

localidad, habitada por unas 1.600 personas y parte del condado de

Susquehanna, hay unos 1.100 pozos en unos 600 campos, además

de 43 estaciones que compactan el gas para transportarlo lejos), en

el estado de Pensilvania (este estado está atravesado por la cuenca

gasífera Marcellus, una de los tres grandes depósitos del recurso que

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han convertido a Estados Unidos en “Frackistán“, por la utilización

creciente del fracking en la industria del petróleo y del gas), al

noreste de EE.UU., la estadounidense Vera Scroggins ha sido

demandada cinco veces por la industria petrolera y desde octubre de

2013 pesa sobre ella una orden judicial de restricción permanente

para acercarse a sus instalaciones. Desde 2008, Scroggins, del

movimiento Shaleshock Media, es una decidida activista contra la

explotación de este mineral. El desarrollo de este hidrocarburo no

convencional, también conocido por el vocablo inglés shale, requiere

de la técnica de la fractura hidráulica, fracking en inglés. Esta técnica

fractura los depósitos (la molécula del hidrocarburo está atrapada en

rocas profundas, perforadas y quebradas) por la inyección cuantiosa

de una mezcla de agua, arena y aditivos químicos (que se consideran

nocivos para la salud y el ambiente), liberan el gas (entre ellos el

metano, más contaminante que el dióxido de carbono o CO2, el

mayor responsable del calentamiento planetario por los gases efecto

invernadero). o el petróleo atrapado en la litología orgánica

sedimentaria. Los pozos contaminan el agua con el metano, y el gas

se fuga a la atmósfera, y degenerar en explosiones o problemas

respiratorios para las personas. Mucha gente no sabe qué pasa, pero

se está enfermando de la piel, los dientes y los órganos, así como a

las plantas. El fracking ha alterado el paisaje, pues el desarrollo de los

pozos se ha traducido en la presencia altas torres de acero para

perforar el pozo y, cuando sale el gas es como si una plancha pasara

por encima, porque el terreno queda visiblemente aplanado. Solo

florecen la tapa del pozo y los tubos que transportan el hidrocarburo,

critican sus forzados vecinos. (NotiActual, 2015).

En su Prospectiva Anual de Energía 2015, la estatal

Administración de Información Energética indica que en 2014 el

sector del esquisto aportó 11,34 billones (millones de millones) de

pies cúbicos de gas, equivalentes a 47% de la producción gasífera

total del país. La producción petrolera de esquisto, añade el informe,

fue de 4,2 millones de barriles diarios el año pasado, equivalente a

49% de la extracción total de crudo en el país.

El petróleo es la principal fuente nacional de energía, con 36% del

total, seguida del gas, con 27%, y el carbón, con 19%. En

Pensilvania, la producción de gas saltó de 9.757 pies cúbicos en 2008

a 3,05 millones en 2013. En este estado, la cuna del primer boom

petrolero estadounidense y de la fractura hidráulica, se han perforado

9.200 pozos, mientras los permisos concedidos superan los 16.000.

(NotiActual, 2015).

15

Los proyectos de extracción por fractura hidráulica tienen serias

consecuencias para la disponibilidad de agua en zonas adyacentes a

los sitios de extracción. En resumen, se pueden identificar tres

principales impactos en el agua (Alianza Mexicana Contra el Fracking,

2013):

■ Disminución de disponibilidad del agua para los seres humanos y

ecosistemas: Se requieren de 9 a 29 millones de litros para la

fractura de un solo pozo (Lucena, 2013). Es decir que cuando hay

un desarrollo generalizado de estos proyectos en una región

determinada, se compite por el agua para otros usos poniendo en

peligro la realización del derecho humano al agua, es decir al agua

para consumo humano y doméstico, así como la para la producción

agrícola y el sostenimiento de los ecosistemas.

■ Contaminación de las fuentes de agua: En Estados Unidos, existen

más de 1,000 casos documentados de contaminación del agua

cerca de pozos de fractura hidráulica. (Food & Water Watch, 2012).

Esta contaminación genera efectos negativos sobre la calidad del

agua a corto y largo plazo de una región.

■ Contribuye al calentamiento global: La explotación del gas esquisto

contribuye a la aceleración del cambio climático debido a las

emisiones de gas metano que se producen por ineficiencias en la

extracción, procesamiento, almacenamiento, traslado y

distribución. El metano es un gas que presenta un efecto

invernadero 20 veces más potente que el dióxido de carbono

(CO2). Conforme aumente la temperatura del planeta, se harán

más frecuentes e intensas las sequías e inundaciones a nivel

global, lo cual tendrá implicaciones para el acceso y la

disponibilidad del agua de calidad (IPCC, 2008; citado en Alianza

Mexicana Contra el Fracking, 2013).

La técnica de fractura hidráulica para obtener gas de esquisto

se divide en etapas. Primero se realizan siete etapas de fractura y

cada una de éstas necesita entre 1,100 y 2,200 m3 de agua. Esto

significa que para el total del pozo el consumo de agua ascender a

9,000 a 29,000 m3 (Lucena, 2013). Es importante destacar que

generalmente las inversiones de este tipo implican la proliferación de

cientos de pozos por lo que el consumo de agua se multiplica,

entrando en directa competencia con el actividades productivas.

Gustavo Madero ha afirmado que en la propuesta de Reforma

Energética a ser presentada por los legisladores del Partido Acción

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Nacional (PAN) –México- se ha propuesto abrir 20,000 pozos al año

para la explotación de gas de esquisto (Ramírez, 2013). De cumplirse

con la apertura de este número de pozos, se requeriría, anualmente,

un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo

doméstico de 4.9 a 15.9 millones de personas de un año2. Estos

datos nos obligan a replantear cuáles son nuestras prioridades en la

implementación de políticas públicas. (Citados en Alianza Mexicana

Contra el Fracking, 2013).

El líquido utilizado para el proceso de fractura hidráulica está

compuesto en un noventa por ciento por agua, uno a dos por ciento

por aditivos químicos de diversa índole y un siete a ocho por ciento

por agentes de sostén, también conocidos como apuntalantes, los

cuales son utilizados para mantener abiertas las grietas por donde

sale el gas de la roca. Es preocupante la falta de información que

existe a nivel internacional sobre cuáles son los aditivos químicos

utilizados. El derecho a la propiedad intelectual de otros países, como

Estados Unidos, protege a las empresas involucradas en la extracción

de hidrocarburos por fractura hidráulica de la obligación de divulgar

cuál es la composición química de las sustancias que son

incorporadas al fluido de perforación (US House of Representatives,

2011). Contar con información precisa sobre cuáles son las sustancias

involucradas en este proceso es fundamental para poder realizar

cualquier esfuerzo de medición de impactos que la explotación de gas

de esquisto por fractura hidráulica pueda tener sobre el medio

ambiente y en la salud. En total, se han identificado más de 2,500

productos y, al menos, 750 tipos diferentes de químicos en el fluido

de perforación (US House of Representatives, 2011). (Alianza

Mexicana Contra el Fracking, 2013).

17

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