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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA INAH SEP LA INDUSTRIA MAQUILADORA EN TEHUACÁN: PROCESOS Y EXPRESIONES DE RESISTENCIA OBRERA TESIS QUE PARA OPTAR POR EL TITULO DE LICENCIADO EN ETNOLOGÍA PRESENTA: IVAN ARTIÓN TORRES URBINA DIRECTORA DE TESIS: MTRA. ADRIANA LÓPEZ MONJARDIN ASESOR DE TESIS: DR. ARTURO ALEJANDRO CASTANEIRA YEE BEN MEXICO, D.F. 2014

La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera

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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

INAH SEP

LA INDUSTRIA MAQUILADORA EN TEHUACÁN: PROCESOS Y EXPRESIONES DE RESISTENCIA OBRERA

TESIS

QUE PARA OPTAR POR EL TITULO DE

LICENCIADO EN ETNOLOGÍA

PRESENTA:

IVAN ARTIÓN TORRES URBINA

DIRECTORA DE TESIS: MTRA. ADRIANA LÓPEZ MONJARDIN

ASESOR DE TESIS:

DR. ARTURO ALEJANDRO CASTANEIRA YEE BEN

MEXICO, D.F. 2014

La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera

Ivan Artión Torres Urbina

Grabado: “La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera”

realizado por Norma Aidé Jiménez Osorio. Mayo 2014.

INDICE.

AGRADECIMIENTOS Y DEDICATORIA GENERAL……………………………………...….........1

I.- INTRODUCCIÓN……………………………………..………………………………………............3

II.- PARA DESHILAR LA MAQUILA……………………………………………………...…………..16

1.- De cultura/s, identidad/es, diversidad/es, poder y dominación: Algunas definiciones

necesarias…………………………………………………………...………….……………..............16

1.1.- La importancia de lo diverso………………………………..….……….………………...........16

1.2.- La constante construcción de la identidad………………………………………....................17

1.3.- De la Cultura a las culturas del trabajo…………………………………………...……………21

1.3.1.- Un recorrido por encimita, por las concepciones de Cultura...……………....……………21

1.3.2.- Los estudios sobre el trabajo y la cultura: la/s cultura/s laboral/es o del

trabajo…………………………………………………………………..…….…………………..........22

1.4.- Poder-dominación………………………………….…………………..………………………..24

1.5.- Escenificación en las relaciones de dominación……...………………………………………29

2.- Los cambios culturales y la condición de posmodernidad…………...………………………...30

3.- La cultura y el trabajo…………………………………………………...……..............................34

4.- Es cuestión de resistencia……………………...………………................................................39

III.- UN LARGO CAMINO…………………………………………………………………………......47

1.- Mirando hacia atrás…………………………………………….….............................................47

1.1.- Un ojo a vuelo de pájaro……………………………………………..………..........................47

1.2.- Un viejo modelo durante el Siglo XX………………………...………………………………..48

1.3.- Transitando a un posible nuevo modelo económico, político y productivo………..............49

1.4.- Caminando hacia la lógica de la flexibilidad………………………………………..………...50

1.5.- La industria maquiladora y la precarización del trabajo…………………………...…………51

2.- Y mientras tanto en un país no muy lejano…………………………………………...………...53

2.1.- México, atravesado por el capitalismo……………………………………………...…...........53

2.2.- La restructuración mexicana: neoliberalismo y flexibilización laboral………....……………54

3.- Maquilando la historia y la vida mexicana………………………………………..…..…..........56

3.1.- El primer periodo de crecimiento, lento y fronterizo (1965-1983)…………...…….……….56

3.2.- Más allá de la frontera (1983-1992)…………………………………………....……….........56

3.3.- Caminando hacia el sur (1993-2000)………………………………………..........................57

3.4.- El precario y flexible nuevo siglo……………………………………………...………………58

3.5.- Un vistazo general de la maquila en el México del siglo XXI……………...……………….59

IV.- TEHUACÁN. LA “CIUDAD DE INDIOS”……………………………………….....................63

1.- Un vistazo sobre Puebla………………………………………………………...………...........63

2.- Tehuacán. La invasión de la maquila………………………………………..………………...66

2.1.- La región de Tehuacán……………………………………………………...………………..66

2.2.- La ciudad y la industria……………………………………………………...………..……….67

3.- Atravesado por la maquila…………………………………………………...…………............68

3.1.- La maquila………………………………………………………………….............................68

3.2.- Hay de maquilas a maquilas…………………………………………………………............71

3.3.- Las trabajadoras: su origen, composición y condiciones……………...............................74

4.- Un vistazo sobre los enojos de las obreras y los movimientos en las fábricas...…………76

4.1.- Los impulsores de los derechos humanos y laborales……………………………………77

4.1.1.- Bajando del monte hacia la ciudad. La Comisión………………………………............77

4.1.2.- Mujeres indígenas, obreras e insumisas. El Colectivo…………………………............78

5.- Los principales movimientos obreros…………………………………………………...........79

5.1.- Las primeras semillas (2002-2003)…………………………………………………...........79

5.2.- Crecen las semillas (2003-2005)……………………………………………………...........82

5.3.- El movimiento en Calidad de Confecciones (2005-2006)………………………..……….83

5.4.- La insurrección en Vaqueros Navarra (2006-2008)……………………………...............84

V.- OBRERAS DE MANOS AZULES……………………………………………....………….88

1.- La invasión de la ciudad de indios…………………………………………………...............88

2.- La vida atravesada por la aguja en la tela……………………………………………..........90

2.1.- Otro día más no muy distinto a los demás…………………………………………..........90

2.2.- La hora de las obreras……………………………………………………………...………94

2.3.- Donde viven las obreras…………………………………………………………...……….98

2.4.- De aquí para allá…………………………………………………………………...………101

2.5.- Trabajamos juntas, pero luego ni nos conocemos…………………………...…………106

3.- Los que vienen de la sierra………………………………………………………..…..........108

3.1.- Una ciudad de indios que desprecia a sus indios…………………………..…………...108

3.2.- Obreras indígenas en la maquila……………………………………………..…………..113

4.- El mostro que nos devora………………………………………………………...…………117

5.- El trabajo en casa: trabajadores y patrones fantasmas……………………....………......121

VI.- DESDE LAS VOCES SILENCIOSAS HASTA LOS GRITOS QUE SE LEVANTAN…127

1.- Entre susurros, rumores y cuchicheos………………………………………....…………127

1.1.- Lo que da coraje………………………………………………………………...………...127

1.2.- Solas contra el mundo………………………………………………………...………….129

1.3.- Pero se han de morir, a ver si a la muerte la compran…………………...……………131

1.4.- Los “ya basta” que resuenan silenciosos………………………………...………...........132

1.5.- Como sea una tiene que seguir adelante………………………………..…………........136

1.6.- A pesar de todo………………………………………………………………………….....138

2.- Se te acabaron tus borregas. Alientos que vienen a recordar que la lucha no ha acabado: La lucha

en Exportadora de Pantalones S.A………………………………...…………….....................142

2.1.- Hasta que un día no se puede más…………………………………...………………….142

2.2.- La primera victoria……………………………………………………...…………………..144

2.3.- Ya no somos las mismas……………………………………………...…………………...149

2.4.- La larga lucha………………………………………………………...…………………......153

2.4.1.- Aprendiendo a ser nosotras: Las reuniones…………………...……………………….153

2.4.2.- Haciéndose dueñas de las máquinas y del trabajo…………..………………………..159

2.4.3.- Creciendo entre reflexiones: Los talleres……………………...………………………..163

2.4.4.- Luchando entre papeles y escritorios………………………...……………………........166

3.- De cómo terminó el conflicto en Exportadora de Pantalones S.A………...………………168

4.- Lo difícil que es organizarse y luchar: Con la maquila por dentro………..……………….174

VII.- CRUZANDO HILOS Y RESISTENCIAS……………………………………………...……..178

1.- Las mieles del capitalismo…………………………………………………...……………….178

1.1.- La vida precaria y flexible………………………………………………...…………….......178

1.2.- Como el agua entre las manos. Consumiendo flexibilidad………..……………………..180

1.3.- La industria flexible y efímera………………………………………...…………………….181

1.4.- Maquilando tradiciones laborales…………………………………...……………...............183

1.5.- El trabajo. Un constante estira y afloja entre el orgullo obrero y el mostro que las

devora………………………………………………………………………...…………….............184

1.6.- La maquila, la clase obrera y la diversidad cultural……………...…………………..........187

1.7.- La fragmentación contra la solidaridad…………………………...…………………………190

2.- La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte…………………...………………………...192

2.1.- La dominación se vive y escenifica a diario……………………...………………………...192

2.2.- La deseada aparente hegemonía………………………………...………………………….194

2.3.- La rabia contra la hegemonía……………………………………...…………………………196

2.4.- La importancia de resistir. Enfrentar al mostro “sin que se dé cuenta”………..................197

2.5.- La resistencia de frente y a viva voz……………………………………………...………….199

2.6.- En la resistencia nos construimos y reconstruimos…………………………......................201

2.7.- Y sin embargo… nos movemos………………………………………………...……………204

VIII.- A MODO DE CONCLUSIONES QUE ESPERAN NO CONCLUIR……………..………….206

IX.- BIBLIOGRAFÍA………………………........................................................................………….211

1

DEDICATORIA GENERAL Y AGRADECIMIENTOS.

“¿ESCUCHARON?

Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo.

El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día”

*Subcomandante Insurgente Marcos, CCRI-CG EZLN.

¡Alto a la explotación en las maquiladoras!

Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Este trabajo es dedicado a todas aquellas y aquellos que luchan y resisten contra este

sistema de dominación y explotación donde sea que están, quien quiera que sean,

obreras, campesinos, pueblos indígenas, profesores, trabajadoras sexuales, estudiantes,

amas de casa, hombres y mujeres que disienten de la injusticia, la explotación, la

dominación, el despojo y su represión. A todos y todas los que en la historia de las

historias han enarbolado las banderas de la libertad y la dignidad, rojas y negras y todos

los colores de la rebeldía. A mis anarcos y anarcas queridas, con sus banderas negras y

rojinegras, a las obreras y obreros que diario entran en las fábricas a dejar su vida y su

fuerza, a los que surcan y hablan los colores de la tierra. A los y las zapatistas, a los y las

rebeldes.

Está dedicado a las obreras en general y en particular a las de Tehuacán, a las ex

trabajadoras de Exportadora de Pantalones, a la compañera “Ángeles”, a todas con las

que me cruce por las calles, parques y jardines, en las afueras de las maquilas. A ellas y

ellos también el agradecimiento, no sólo porque sin sus voces e historias no hubiera sido

posible este trabajo, que les pertenece, sino por su rebeldía y resistencia, las silenciosas y

las que se gritan. También para Rodrigo Santiago por su historia, su trabajo de años en

las maquilas a pesar de todo, a Reyna Ramírez y el Colectivo Obreras Insumisas y a la

2

Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, quienes me

permitieron conocer las luchas, a las obreras y su experiencia, trabajo y lucha.

También agradezco a Adriana López Monjardin y a Alejandro Castaneira, por su

acompañamiento, asesoría, comentarios, correcciones y orientación, en su papel de

profesores y de directora y asesor de tesis. A los profesores de la ENAH con los que me

cruce en clases, pasillos y jardineras, no a todos, porque siempre hay los que no, pero a

los demás sí, por compartir sus conocimientos y alentar, no sólo a mí, sino al “Nosotros”.

3

I.- INTRODUCCIÓN.

“Somos uno defendiéndonos del monstruo, a sus pisadas, saliendo de

algún modo. La cara encapuchada en la sierra zapatista, la bomba

molotov de ese joven anarquista, el vagabundo que te pide una moneda,

los tantos esperando un lugar en una escuela. Este es un canto de mi cora

pa mi pueblo, pa sus luchadores y quien le ponga empeño. Identidad es

las que hay que ir formando, con tu vecina, con tu hermano y con tu

hermano.

Soy mi pueblo, mi pueblo soy yo, es por amor, por pasión y convicción, es

el sudor de la gente el que mantiene las esperanzas de cambiar este

presente”

*Soy pueblo

Facto MC.

La maquila que invadió Tehuacán.

El interés por realizar una investigación antropológica, específicamente desde la etnología

respecto al mundo del trabajo, sus relaciones de dominación y las expresiones y procesos

de resistencia obrera, parte de intereses personales, políticos y académicos que en mí se

entrecruzan y enredan.

Parto de que las condiciones sociales y económicas en las que vivimos se van

precarizando cada vez más, donde el capital y los dominadores van “cerrando la pinza” en

todos los ámbitos de la vida social, incrementando el despojo, la explotación y la

dominación, y despreciando a todos aquellos que no somos ellos. El capitalismo desde

sus inicios ha andado este sendero donde los pueblos, hombres y mujeres somos

despojados de nuestro trabajo, territorios, cultura, posibilidades de sobrevivir o vivir

dignamente, de nuestras capacidades individuales y colectivas: productivas, creativas,

intelectuales, organizativas, sociales, así como de las concepciones que nos permiten

mirarnos, reconocernos y construirnos en colectivo, intentando que abracemos sus

concepciones de competencia, fragmentación, enajenación, para avanzar en la batalla

donde ellos intentan apropiarse del mundo, no sólo material, sino simbólico.

4

Ésta ha sido la constante del capitalismo, que fue “frenada” aunque sea un poco

durante una época, donde el capitalismo tuvo que recular ante un mundo que se

levantaba enarbolando banderas revolucionarias, negras y rojas, clamando por construir

desde diferentes concepciones ideológicas un mundo justo y libre. Las luchas

revolucionarias y sociales que se levantaron en el siglo XIX y principios del XX, hicieron

que el capitalismo tuviera que buscar una forma de darle la vuelta a la situación, a la par

que buscaba solucionar sus crisis inherentes.

Esta combinación de factores hizo que el capitalismo y el sistema de dominación

política estatal buscaran alternativas en las que pudieran brincar las crisis económicas y

mitigar los alientos revolucionarios de las clases explotadas y dominadas, adoptando el

modelo del llamado Estado del bienestar, el modelo productivo fordista-taylorista y el

modelo político Keynesiano, enarbolando como propias las banderas y los reclamos

sociales, por lo menos en su discurso y en algunas prácticas políticas. Conforme avanzó

la segunda mitad del siglo XX estos modelos político-económicos y productivos fueron

incapaces de sostener las crisis que intentaban amortiguar, haciendo necesario que el

capitalismo y su modelo político estatal se repensaran, encontrando en dinámicas,

prácticas y políticas económicas muy parecidas a las de antaño, pero actualizadas, el

modelo a impulsar para remontar en su acumulación de ganancias.

A partir de la década de 1970 comenzó a desmoronarse el antiguo modelo que

había imperado entre las décadas de 1930 y 1960, comenzando a anunciarse el “nuevo”

modelo de un liberalismo económico remasterizado, que se implementó como tal entre las

décadas de 1980 y 1990, por lo menos en el caso de México. Así aparecieron conceptos

“novedosos” que prometían ser la panacea económica y política: flexibilidad económica,

laboral y productiva, acompañadas de un Estado neoliberal que regresaba a ese Estado

supuestamente “casi inexistente” que plateaba el liberalismo económico del siglo XIX,

ceñido a preservar la propiedad privada y la posibilidad de la explotación del trabajo por

medio de la organización de la fuerza y la violencia sobre las sociedades, dejando de lado

sus supuestos intereses sociales y populares, ahora con una economía capitalista

extendida e intensificada a lo largo y ancho del mundo, con unas clases explotadas que

parecían “derrotadas”, o por lo menos medio “adormiladas” por las ilusiones del Estado

del bienestar, que parece habían, en menor o mayor medida, dejado en el olvido la lucha

de clases, sus estrategias de lucha y reivindicaciones revolucionarias. Así se implementó

la llamada flexibilización económica y laboral, escurriendo de supuestas mieles, donde los

trabajadores romperían con la dinámica del trabajo fragmentado y repetitivo.

En este contexto, durante la década de 1990 se intensificó la llegada masiva de la

maquila y su flexibilización laboral a México. Con ella y sus “innovadoras” formas de

producción y organización del trabajo se abrieron las puertas a los estudios

antropológicos en el mundo del trabajo flexible, buscando cuales iban a ser las

transformaciones culturales entre los trabajadores, cómo se integrarían las diferentes

culturas en el mundo del trabajo en las empresas transnacionales, siguiendo con la

construcción del concepto de culturas del trabajo o laborales que se venía articulando

5

desde la década de 1980, buscando encontrar qué papel jugaba lo cultural en el mundo

del trabajo y viceversa1.

Con esto se posibilitó que la antropología viera con un poco más interés a lo

laboral y “lo obrero”2, sin que dejara de ser marginal, pero sin que esto haya impedido

importantes avances teóricos, ni menguara el valor de las investigaciones antropológicas

llevadas a cabo. Desafortunadamente el interés de las disciplinas antropológicas por el

mundo del trabajo, parece en gran medida, haber desparecido nuevamente, pareciera que

con los cierres de las maquilas de los primeros años del siglo XXI, también se esfumara el

interés por el mundo laboral y por las trabajadoras.

Desde esta perspectiva es que comencé a voltear hacia ese “mundo” que

nuevamente parece estar lejos de los intereses de la antropología en general. Esos

mundos donde la población indígena va abandonando en menor o mayor medida sus

lenguas, sus coloridas vestimentas, sus fiestas llenas de implicaciones simbólicas, sus

cosmovisiones que tanto apasionan a la antropología, donde también hay población no

indígena con sus construcciones culturales y sus universos simbólicos, pero que

despiertan, aún menos interés para los antropólogos y etnólogos.

Me parece que el mundo del trabajo debería ser uno de los intereses de nuestras

disciplinas (sin detrimento de sus otros temas de interés), no sólo en relación a esa tercer

conquista en contra de la población indígena que menciona Luis Reygadas (2002), sino

porque en la vida social, el trabajo no deja de ser un aspecto central, que es significado,

concebido simbólicamente, inmerso en la cultura, que no podemos ni debemos hacer a un

lado sólo por el hecho de encontrarse en medio de las ciudades, en las grises fábricas

donde las máquinas inundan el ambiente con su “traca traca” incesante.

Nuestras vidas y concepciones son atravesadas y atraviesan al mundo del trabajo,

nuestras formas de entender y vivir la vida, de mirarnos, reconocernos, construirnos y

reflejarnos, donde estamos inmersos en relaciones de dominación y explotación y somos

despojados del producto nuestro trabajo, de su proceso, planeación y diseño, de nuestra

creatividad productiva, organizativa, colectiva haciéndonos ajenos a nosotros mismos.

Donde la antropología y la etnología pueden encontrar una veta inmensa para la

investigación: universos simbólicos, formas de vivir la vida y el trabajo diversas, donde

además puede aportar sus metodologías, conceptos y teorías para entender cómo se

significa el trabajo explotado, qué implicaciones tienen para las trabajadoras las largas e

intensivas jornadas laborales y el despojo del producto-trabajo-esfuerzo-capacidad.

¿Qué genera la explotación, la dominación y la enajenación en el universo

simbólico de las trabajadoras en los diferentes contextos locales y laborales?, ¿cómo es

vivida y significada?, ¿cómo se concibe simbólicamente y qué respuestas se generan

frente a esa explotación y dominación? Así, volteé a mirar al “mundo obrero”, entre el

1 Los estudios antropológicos sobre el trabajo no comenzaron ni se centran únicamente en el

mundo maquilador y sus trabajadoras, sin embargo, sobre todo en la década de 1990 este modelo industrial adquiere una central importancia para las investigaciones antropológicas en el mundo del trabajo.

2 Es necesario tener en cuenta que se menciona “lo laboral” y “lo obrero” como una forma de

enunciar la generalidad de una amplia diversidad de aspectos, realidades y formas de los “mundos” laborales y obreros.

6

fuerte desinterés de la antropología y la etnología por el mundo del trabajo, por las

trabajadoras, sus vidas, sus concepciones simbólicas, significados y prácticas culturales

inmersas en relaciones de dominación. Con el interés puesto en sus respuestas frente a

la dominación y explotación, el cómo viven, significan y responden ante la dominación y

explotación. Apostando a que la antropología y la etnología tienen mucho que hacer y

aportar en el mundo laboral en general y en los “mundos” obreros en particular.

Desde mi perspectiva como etnólogo y como anarquista, es importante mirar

desde, para y hacia el abajo social y político. Reivindico que este mirar nos abre la

posibilidad infinita de adentrarnos en la vida cotidiana, en las urgencias económicas y sus

implicaciones dentro de los universos simbólicos, en las significaciones mediante las

cuales vivimos y entendemos la vida.

Como anarquista le apuesto al abajo, que mira arriba sólo para no perder de vista

la dominación, pero cuyos intereses se encuentran desde y para el mismo abajo, donde

podemos vernos en horizontalidad, sin pretensiones de superioridad política, económica,

social, cultural, de género o académica, como anarquista apuesto también a que los

procesos de transformación deben construirse sin anhelar el arriba, donde sólo

concibiéndonos en la práctica como iguales nos permitirá descubrir nuestras

potencialidades y capacidades sociales, en ese poder en igualdad y mutualidad del que

habla Harold Barclay (2010).

Como etnólogo considero que mirando abajo, como lo hace la etnografía nos

permitimos entender qué es lo que está pasando social y culturalmente con lo que

disponen e imponen desde arriba, ya no desde las cúpulas y lo macro, sino en lo micro,

en la vida cotidiana de las comunidades, de los grupos, de los individuos. La etnografía

nos hace situarnos abajo, nos permite si lo queremos, ubicarnos en equidad con aquellos

con los que trabajamos, intentando reconocernos como compañeros de investigación,

donde uno no llega y mira “bichos raros”, sino donde uno en calidad de investigador se

puede situar como compañero, en equidad y mutualidad con quienes trabajamos,

rompiendo con la jerarquización investigador-sujeto de estudio.

Nos permite acercarnos, en este caso específico, al mundo laboral desde las

mismas trabajadoras, desde su visión de las cosas, nos abre las puertas para realizar una

investigación a ras de suelo, desde la vida cotidiana, donde se expresan los significados

culturales que se van construyendo y reconstruyendo constantemente, a partir de lo que

podemos intentar entender cómo la gente vive y concibe su vida y en este caso su trabajo

y la dominación en la que está inmersa.

La etnografía y sus herramientas de investigación nos brindan posibilidades no

sólo académicas, sino políticas, para los movimientos sociales y las propuestas de

transformación social. El anarquismo al ser una propuesta de construir en mutualidad,

desde abajo y hacia abajo, no puede situarse como la luz por encima de la gente, el

anarquismo para ser y vivir socialmente requiere inevitablemente construirse en el abajo,

en equidad y mutualidad, en este sentido necesitamos entender los militantes de los

movimientos sociales y las propuestas revolucionarias y de transformación que no

podemos enarbolar banderas arriba de la gente, sin entenderles, conocerles, sin que sean

ellos y ellas las que las levanten.

7

Nos abre la posibilidad observar y entender ese abajo, la cotidianidad, el cómo

vive y concibe la gente la vida, a sí misma y al otro. Pareciera que muchas veces, desde

la academia y la militancia política, olvidamos mirar esa cotidianidad e intentar entenderla,

lo que nos permitiría dejar de juzgar a “los jodidos que se rinden”, a los “cobardes que se

retraen de la lucha”, a “los pobres diablos que venden sus votos”, a los que culpamos de

la situación política y económica, evitando mirar nuestras propias incapacidades y

limitantes. En este sentido la etnografía nos abre las puertas para observar y entender y

romper con nuestros dogmas de superioridad política y académica.

Con estos intereses volteé a mirar el “mundo obrero”, intentando poder por medio

de la etnografía entender qué había pasado con ese o esos movimientos obreros y qué

había sido de las banderas rojas y negras que anunciaban tormentas. Tehuacán fue el

terreno ideal, llegó a tener hacia el año 2002-2003 alrededor de 70,000 obreras en las

maquiladoras3, mientras que la Población Económicamente Activa para el año 2000

oscilaba en alrededor de 111,000 personas, de las cuales estaban ocupadas en los

diferentes ámbitos laborales, alrededor de 89,0004, lo que nos da una idea de la densidad

obrera respecto a la población, una ciudad prácticamente obrera, que fue arrastrada por la

crisis económica y maquiladora que se dio alrededor del año 20025, con lo que vinieron la

precarización laboral, los cierres masivos de fábricas y el traslado maquilador hacia la

dinámica informal, de traspatio o de trabajo a domicilio, dejando a alrededor del 50% de

esas obreras en las calles o en la maquila informal y clandestina, mientras que el resto

que logró mantenerse en las maquilas vio su trabajo y su vida aún más precarizados.

¿Qué estaba pasando con las obreras de Tehuacán ante esta precarización del

trabajo y la vida?, ¿La aceptaban de conformidad?, ¿Estaban resignadas?, ¿Por qué no

estallaron masivamente conflictos obreros ante la situación económica y laboral? Éstas

fueron algunas de las preguntas que me hicieron virar la vista y el interés hacia Tehuacán

y sus obreras. Desde una perspectiva de quien mira desde arriba a la gente, tal vez la

respuesta más obvia sería que ellas son sumisas, que aceptan con agrado las

condiciones laborales precarias, que son agachonas, que el pensamiento de los

dominadores logró hacerse hegemónico y envolver al pensamiento y actuar de los

dominados, o juicios por el estilo que son tan fáciles de emitir, mientras nos enredamos en

aires de grandeza y superioridad sobre la gente. Sin embargo es mirando abajo, mediante

la etnografía que podemos acercarnos a responder estas preguntas.

Buscando encontrar si esa hegemonía siempre pretendida por los dominadores se

había materializado en su totalidad, o si por el contrario, como se ha dicho desde adentro

y fuera de la academia: “donde hay dominación, hay resistencia”, lo que vendría a negar

la totalidad de la hegemonía. Buscando si en el caso de las obreras de maquila en

Tehuacán, cómo plantea James C. Scott (2000), la resistencia se presenta, aun cuando

3 Según estimaciones de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán y

Rodrigo Santiago Hernández en sus diferentes informes realizados respecto a la Maquila en la región. 4 Conteo de Población y Vivienda 2000, INEGI

5 Esta crisis se desencadenó a partir de la desaceleración económica y la crisis de sobreacumulación

en Estados Unidos de Norteamérica, y con las ventajas que otras regiones como Asía y Centro América representaban para los capitales maquiladores, lo que originó el traslado de estos hacia dichas regiones. Dicha crisis, propia del capitalismo, fue trasladada hacia las trabajadoras.

8

aparentemente no existe, negando con esto la posibilidad de una hegemonía total,

dejándola solamente en una constante pretensión de los dominadores.

Así tracé los objetivos de la investigación, buscando dar cuenta en un primer

momento de las condiciones laborales en la maquila, de las relaciones de dominación, de

los cambios culturales empujados por las transformaciones geoeconómicas-políticas

globales mencionadas por David Harvey (2004), para después, en un segundo momento,

dar cuenta de si existían o no expresiones y procesos de resistencia, cuáles eran, cómo

se presentaban y se significaban, bajo el marco teórico proporcionado por Scott (2000).

Como etnólogo era imperativo buscar la relación de estas resistencias con la cultura, con

las concepciones simbólicas, los significados y las prácticas culturales de las mismas

obreras, haciendo necesario adentrarme en el concepto de culturas del trabajo acuñado

por Luis Raygadas (2002 y 2002b) para intentar vislumbrar cómo se relacionan e

influencian el trabajo, la cultura y la resistencia.

La diversidad de temas presentes en esta investigación fue necesario abordarla,

pues no podemos entender el mundo del trabajo en las maquilas sin tomar en cuenta las

transformaciones globales económicas-políticas y los cambios que empujan en el mundo

del trabajo: en la organización de la producción y en los deseos y posibilidades de

acceder a ellos, que se expresan en necesidades de consumo. No podemos entender el

mundo del trabajo sin adentrarnos a buscar cómo se relacionan la cultura y el trabajo: su

mutua influencia y cómo interactúan sujetos con diferentes culturas y diferentes culturas

del trabajo, y cómo se materializa, se vive y se significa la dominación en la vida cotidiana

de las obreras. Para poder finalmente pasar a observar cómo ellas responden a la

dominación: sus expresiones y procesos de resistencia que se levantan, entre susurros o

a gritos para enfrentar y rechazar la dominación, simbólica y materialmente.

Espero que esta diversidad de temas sea por un lado un aliciente para llamar la

atención hacia cada uno de ellos con su importancia específica, mientras que por otro

lado asumo el riesgo de que la misma diversidad pueda ser una limitante, que genere que

cada tema no tenga la suficiente atención y profundidad que ameritan.

El trabajo de investigación se realizó en diferentes etapas, donde se incluye el

trabajo de investigación bibliográfica, en revistas antropológicas y sociológicas, en datos

oficiales del INEGI respecto a población, empleo y economía, para poder entender las

transformaciones globales a nivel político y económico, así como el desarrollo y la

extensión del modelo maquilador en el mundo, en México y en Tehuacán, así como la

revisión de diferentes informes realizados por organismos defensores de derechos

laborales, como el de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de

Tehuacán (Barrios y Santiago, 2004), el de Rodrigo Santiago Hernández (2010), el órgano

de difusión de la Red de Solidaridad de la Maquila de Canadá “El Boletin”, así como el

blog del Colectivo de Obreras Insumisas, donde se encuentra información respecto a la

maquila y movimientos laborales en la región, para a partir de esto poder armar los

capítulos histórico y de contexto local de esta investigación.

También se realizó investigación bibliográfica respecto al marco conceptual y

teórico utilizado, a partir del cual se pretende poder entender los temas que se abordan en

la investigación, principalmente en textos, ya sean libros o artículos de revistas

antropológicas y sociológicas respecto a la maquilas, las culturas del trabajo, las

9

transformaciones culturales impulsadas por la globalización y el neoliberalismo, así como

al respecto del poder-dominación y la resistencia frente a ésta, a partir de lo cual se

integró el capítulo teórico y conceptual.

Se realizó la investigación etnográfica dentro del periodo comprendido entre julio

del 2011 y durante todo el año 2012, mediante observación participante, en las afueras de

las maquilas de Tehuacán, durante la hora de comida de las obreras, donde me acerqué

a ellas, así como en las reuniones y eventos que se llevaron a cabo durante el año y

medio de lucha en el proceso de Exportadora de Pantalones S.A., el cual acompañé y me

mantuve cercano prácticamente desde el principio y hasta el final, con mis limitantes de

tiempo y desplazamiento, acompañándolas en sus reuniones, talleres, audiencias, mítines

dentro de la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7 de Tehuacán, visitas a casas de

algunas obreras que me aceptaron en su hogar para compartir la comida, el refresco, las

risas y la plática.

Se realizaron pláticas abiertas y entrevistas con diferentes obreras tanto del

proceso de Exportadora de Pantalones S.A., como de otras maquilas, de movimientos

anteriores, así como con la gente de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del

Valle de Tehuacán, quienes me compartieron su experiencia en movimientos anteriores y

respecto de la situación laboral actual; con el Colectivo de Obreras Insumisas, quienes me

dejaron acompañarles durante el proceso de Exportadora de Pantalones S.A.; y con

Rodrigo Santiago Hernández, quien fuera en su momento miembro y fundador tanto de la

Comisión, como del Colectivo, quien fue el asesor jurídico de las obreras de Exportadora

de Pantalones S.A. A partir de esto me adentré al mundo de las obreras de la maquila en

Tehuacán, al proceso de lucha y a las obreras de Exportadora, así como a compañeras

que participaron en otros movimientos laborales en la región y otras más con las que me

encontré afuera de las maquilas, entre un sol a plomo y banquetas donde se comparte la

comida y le hora de descanso.

Las dificultades para realizar esta investigación en torno a la industria maquiladora

y sus trabajadoras, son diversas. La maquila busca construirse como un espacio

impenetrable para los ojos externos, los patrones y encargados buscan mantener una

fuerte vigilancia sobre quién se acerca y se asoma a las maquilas, prestando atención

sobre quién merodea por las fábricas, con quién hablan las obreras, quién toma fotos,

para evitar que los grupos de derechos laborales se adentren en las fábricas. Durante una

época, por medio de la presión ejercida contra las marcas transnacionales, la CDHLVT

logró entrar a diversas maquilas, registrar las condiciones laborales, pero a partir de los

cierres masivos y con el traslado hacia la maquila clandestina y de traspatio, esta

posibilidad de penetrar en sus muros, que de por sí fue marginal, se desvaneció. Con la

precarización laboral en la maquila y el incremento de las reivindicaciones y procesos de

lucha de las obreras, los patrones estrecharon la vigilancia para evitar que “los revoltosos”

siguieran asomándose y registrando las condiciones dentro de sus muros.

La propia dinámica de la maquila, sus ritmos intensivos y sus horarios extensivos

de trabajo implican una dificultad para poder acercarse a las trabajadoras, que van aprisa

de sus casas a las maquilas, y que al salir vuelven a sus casas, ya cansadas y con una

jornada, que en casa aún no termina, con escasos tiempos de descanso. Todo esto

imprime otra dificultad para acercarse a las obreras, por sus tiempos apretados, su andar

10

siempre corriendo para llegar, para comer, para irse, además de la dificultad que implica

la maquila clandestina y de traspatio, las amenazas constantes contra las trabajadoras

para evitar que hablen “con extraños”, esto va haciendo más difícil que las obreras se

dejen abordar, desconfían, vigilan que el encargado no las vea platicando con uno,

muchas no quieren responder más allá del saludo, para “no meterse en problemas”.

Todos estos son parte de los factores que van obstaculizando el poder acercarte a

las obreras de la maquila, un muro gris que se levanta ante el mundo del trabajo, donde

los patrones buscan que no se vea, que no se oiga, que no se comunique, que aparezca

“secreto” ante los ojos que caminan por fuera de sus puertas. Sin embargo no es

imposible acercarse, por un lado lo logre por medio de Rodrigo Santiago y el Colectivo,

quienes me contactaron con obreras de Exportadora de Pantalones, y de otras luchas,

como Doña “Ángeles” en Ajalpan, a partir de quien pude conocer y platicar con más

compañeras y compañeros, en otros casos requerí visitar ciertas maquilas, sentarme a

comer con las obreras, comenzar pláticas casuales, compartir algunas risas y dejar que la

charla fuera saliendo sola, que comenzara a asomarse su indignación, compartirla,

enunciarla junto con ellas, bajo el sol, en las banquetas, hacerles saber que compartía su

sentir, así, poco a poco mis visitas se fueron haciendo familiares, logre entablar

comunicación y relación con ellas, compartir tacos, pláticas, enojos, rabias y risas,

entender los miedos, la desesperación, hasta lograr que ellas se convencieran de que

estábamos del mismo lado ante lo que pasa en las maquilas, sabiendo que lo que me

dijeran no llegaría a oídos del patrón o del encargado.

Poco a poco me fui haciendo conocido para ellas, me saludaban, me platicaban,

me invitaban de su comida, o me apartaban un lugar junto a ellas, fue entonces que pude

irles platicando respecto a mi trabajo de investigación, compartir con ellas qué es lo que

buscaba, desde dónde yo partía, no sólo académicamente, sino política y socialmente,

exponerles la importancia de hacer visible eso que los patrones quieren que sea invisible,

la importancia de su historia, de su voz. Así fui abriéndome camino entre esas dificultades

para adentrarme al mundo de las trabajadoras, acercándome a ellas, logrando ganarme

su confianza, su palabra, su historia, para intentar, aunque sea un poco, transparentar ese

velo con que los patrones quieren encubrir lo que pasa en las maquilas.

En el caso de las trabajadoras de Exportadora de Pantalones S.A., entrar fue

mucho más sencillo, el haber llegado a ellas por medio de Rodrigo Santiago y el Colectivo

Obreras Insumisas, me abrió las puertas, de ahí ya sólo fue necesario mantener una

constancia en sus reuniones, audiencias, hablar con ellas, compartir tiempos y espacios,

así como la rabia y la esperanza, haciéndome su compañero, participando con ellas en

sus reuniones, en sus sesiones de trabajo y talleres, acompañándolas en su proceso legal

contra el patrón.

En fin, las dificultades de merodear por un mundo tan “oscuro” y tan

pretendidamente secreto, no son pocas, menos cuando uno busca asomarse para

descubrir lo que adentro de las maquilas y de las casas-maquilas sucede, los vigilantes te

siguen con la mirada, algunos incluso empuñan el arma y te miran fijamente cuando

caminas cerca de la entrada de la maquila, los encargados cuestionan a las obreras sobre

qué es lo que pregunta “ese greñudo”, pero siempre es posible sortear esas dificultades,

11

mediante un acercamiento paulatino, que origine la confianza para que ellas te compartan

su historia y sus rabias.

El trabajo de investigación de campo se realizó combinando diferentes temporadas

de campo de alrededor de 20-30 días cada una, otras de alrededor de una semana, así

como visitas esporádicas de un día o dos a Tehuacán a lo largo del año y medio, para

posteriormente realizar el trabajo de escritorio, transcribiendo entrevistas, organizando la

información y finalmente poder articular y redactar los dos capítulos etnográficos de la

investigación.

El texto está conformado por nueve capítulos, incluyendo en éstos, la presente

introducción y las referencias bibliográficas, el cuerpo de la investigación se integra por

los siete restantes. El primero de ellos destinado en un primer momento al marco

conceptual a partir del cual podemos intentar entender de qué hablamos cuando

mencionamos conceptos como: los sujetos posicionados de Renato Rosaldo (2000) y la

importancia de entender al sujeto desde su propia experiencia y contexto; la identidad, en

relación a la conformación de la cultura, a partir de Gilberto Giménez (2004, 2005, y

2005b); la identidad y acción colectiva, a partir de las que podemos entender a los

movimientos sociales y la conformación de procesos de acción e identidad de sujetos

colectivos, por medio de los planteamientos de Alberto Melucci (1999). Para que a partir

de estos conceptos, podamos partir, teniéndolos claros y vislumbrando como se

relacionan. Enunciamos las diferentes concepciones de cultura desde la antropología,

para terminar situándonos en la concepción semiótica-histórica a partir de la que Luis

Reygadas (2002 y 2002b) plantea su propuesta de culturas del trabajo y hacemos un

ligero recorrido por los estudios laborales en México, centrándonos en aquellos

antropológicos, y respecto al papel y la relación que juegan la cultura y el trabajo, y su

influencia mutua a partir de las interacciones de los sujetos.

Hacemos también un recorrido por algunas definiciones respecto al poder y la

dominación, diferenciando entre uno y otro concepto, definiendo al poder como una

capacidad de hacer, mientras que la dominación se caracteriza por ser la imposición de la

voluntad sobre los otros, el despojo de la capacidad de hacer, transformándose en un

poder como dominación, un “poder hacer hacer” o un “poder sobre”. Para esto

mencionamos las definiciones de Max Weber (1964) , Barquín Cendejas (2007), y

retomamos las realizadas por John Holloway (2010) con su poder como capacidad a la

que enuncia como “poder-hacer” y su “poder-sobre” que ejerce dominación; la de Amadeo

Bertolo (2006) con su “poder-hacer” que se plantea como capacidad y su “poder hacer

hacer” que se plantea como dominación; y por último la de Harod B. Barclay (2010) quien

concibe al poder en tres diferentes polos, uno como dominación, otro como manipulación

y un tercero al que señala como “poder en mutualidad”, donde encontramos la influencia

sin pretensión de dominación. Retomamos también algunos señalamientos de Michel

Foucault (1992 y 2008), quien nos habla de la importancia de entender el

poder/dominación más allá de las instituciones políticas y la dinámica económica, que se

implanta y actúa mediante el control, la vigilancia y la disciplina sobre los cuerpos, los

espacios y las actividades. Y por último mencionamos a George Balandier (1994) quien

nos plantea ver las relaciones de dominación como escenificaciones.

12

En la segunda parte de este capítulo enunciamos los tres marcos teóricos que

utilizamos, primero a David Harvey (2004) y sus planteamientos respecto a los cambios

culturares que son empujados por las transformaciones económicas y políticas globales,

la importancia de cómo lo global se hace presente en lo local, transformando las formas

en que el espacio y el tiempo son vividos y significados, así como la importancia de los

valores de lo efímero, lo fragmentado y lo inestable que el capitalismo impulsa.

Posteriormente tenemos a Luis Reygadas (2002 y 2002b), quien plantea su concepto de

culturas del trabajo, donde se relacionan la cultura y el trabajo, influenciándose

mutuamente, mediante las interacciones de los sujetos inmersos en el proceso productivo,

por otro lado también nos señala las relaciones entre sujetos con diferentes culturas y

culturas del trabajo que se encuentran en las maquilas, donde se dan choques culturales,

pero también préstamos, intercambios que van haciendo que la cultura del trabajo y la

cultura de los trabajadores esté constantemente transformándose y diversificándose.

Por ultimo tenemos a James C. Scott (2000), quien nos da un marco teórico a

partir del cual poder observar las relaciones de dominación y las expresiones y procesos

de resistencia, mirando más allá de la puesta en escena del discurso público, poniendo

atención tras bambalinas, al discurso oculto, en el que podemos descubrir una

“infrapolítica” y una “subcultura de la resistencia” de los grupos subordinados, donde se

encuentran valores, concepciones, significados y prácticas que permiten enfrentar y

rechazar simbólica y materialmente a la dominación.

En el tercer capítulo nos dedicamos a hacer un recorrido histórico, centrándonos

en explicar lo que fue el modelo de producción fordista-taylorista y las políticas

keynesianas, para poder marcar las diferencias con el “nuevo” modelo flexible y su

precarización del trabajo, la flexibilización productiva-laboral y sus implicaciones para las

trabajadoras, enunciando también cómo la industria maquiladora fue surgiendo y

extendiéndose por el mundo hasta llegar a ser el modelo industrial por excelencia, para

finalmente poder pasar al caso de la maquila en México, su historia, su desarrollo y

extensión por el país, así como sus principales características en los albores del siglo XXI.

En el cuarto capítulo nos centramos en contextualizar a la región de Tehuacán,

pasando por la industrialización del estado de Puebla, para poder adentrarnos a la región

de Tehuacán, la historia de la maquila ahí, las crisis y condiciones en que llegó

masivamente, hasta meterse en las casas de las obreras, intentando caracterizar esta

industria en Tehuacán, su población, su fuerza de trabajo, para finalmente poder hacer un

pequeño recorrido por las organizaciones de defensa de los derechos laborales en la

región, así como los principales movimientos obreros que se levantaron entre el 2002 y el

2008.

Así llegamos a la parte central de la investigación: los capítulos etnográficos. En el

primero de ellos se relatan las condiciones laborales en que están inmersas las obreras,

un día de su vida, su hora de la comida, las colonias donde viven, la movilidad obrera que

las hace ser una clase obrera “peregrina” que va de maquila en maquila, de paso en paso,

flexible, precaria y fragmentada, así como las dificultades que encuentran para interactuar

y estrechar lazos colectivos fuertes entre ellas, que les entorpece la posibilidad de

identificarse en la otra, de romper con la competencia laboral que les impide ser

“compañeras-compañeras”.

13

Exponemos también cómo la población indígena llega a la maquila enfrentando el

desprecio, las burlas de patrones, encargados y la sociedad en general que les nombra

“serranitas”, término despectivo utilizado para señalar a la población indígena, la cual

responde de diferentes maneras a esta situación, algunas llegando a negar su identidad y

romper los lazos con sus comunidades de origen, otras resguardándola, no sin cierta

vergüenza de expresarse indígenas públicamente, mientras que otras más la resguardan

con orgullo y cautela a la vez, cuidándose de las burlas y el desprecio.

Seguimos el relato con la concepción de la maquila “como un mostro” 6, que

devora obreras todas las mañanas, donde podemos observar la concepción y significados

con que las obreras identifican a la maquila, las condiciones a las que son sometidas,

para pasar posteriormente al trabajo en casa y la maquila de traspatio, modalidades

donde el patrón se hace “fantasma”, imponiendo una mayor precariedad laboral,

invadiendo los hogares obreros, sus camas, sus salas y su vida entera.

En el segundo capítulo etnográfico el relato comienza con los corajes que sienten

las obreras ante las afrentas constantes cometidas en contra de su dignidad por los

encargados y patrones, la sensación de encontrarse solas frente al mundo, donde los

patrones cuentan con el apoyo del gobierno, de la Junta de Conciliación y de los

sindicatos, buscando que la desesperación y la impotencia de las obreras vaya mitigando

las posibilidades de entablar procesos de resistencia abiertos, llegando a los relatos

donde ellas enuncian esas fantasías de una justicia que llegue a reivindicarlas de todas

las afrentas cometidas en su contra, justicia que a veces se adjudica a dios, a la vida, o

bien en algunos casos, a ellas mismas cuando decidan poner un hasta aquí a la situación.

Pasamos por las expresiones y prácticas de resistencia discreta, esas que no se

dejan ver, pero que vienen a enfrentar la dominación simbólica y materialmente, llegando

a donde ellas relatan “esas pequeñas alegrías”, esos refugios, que dice Reygadas (2002),

hacen vivible la vida, que ellas encuentran fuera de la maquila, con las amigas, familias,

novios, en bailes, partidos de futbol, en sentirse dueñas de su vida por medio de su

cuerpo y su sexualidad, esos espacios, momentos y experiencias que les ayudan a

romper un poco con el hastío que la maquila le imprime a su vida, en los que intentan

recobrar el control sobre ellas mismas, para re habitarse. Recorremos también esas

expresiones de solidaridad que se llevan a cabo en la cotidianidad, que a pesar de la

dinámica de la maquila no han podido desterrarles de sus concepciones y prácticas

cotidianas, que les permite, a pesar de todo, seguir pensando en que deben ser

compañeras7.

Posteriormente llegamos al relato sobre el conflicto de Exportadora de Pantalones

S.A., donde 65 obreras emprendieron una lucha durante un año y medio (entre junio del

2011 y hasta enero del 2013) para reclamarle al patrón mejores condiciones laborales, lo

6 “Mostro” es la forma en que algunas obreras enuncian monstruo. A lo largo de este texto cuando

se hace mención al monstruo con que las obreras identifican a la maquila, lo hago con su propio término “mostro”

7 Estas expresiones y prácticas cotidianas de solidaridad son las cooperaciones de ayuda en caso de

muerte de algún familiar, el caso de las llamadas “madrinas”, y de manera marginal, los apoyos que entre ellas se prestan en caso de perder el trabajo, estas últimas se llegan a encontrar en pequeños grupos de amistades.

14

que originó el cierre de la fuente de trabajo, que ellas pelearon por recuperar, con la idea

de quedarse con la maquinaria que lograron embargar bajo su resguardo, en esta parte

del relato se muestra cómo comenzó y se desarrolló el conflicto y el proceso organizativo,

las emociones que se agolparon en sus pechos cuando se fueron a paro laboral, cuando

lograron el embargo, durante el largo proceso legal, hasta que al final ganaron la

maquinaria.

Se relata también el proceso de transformación: de su forma de concebirse y

concebir a sus compañeras, la dominación y el trabajo; los conflictos internos; las

dificultades interminables; las peleas; las risas; los talleres donde ellas reflexionaron en

colectivo su situación, no sólo como trabajadoras, sino como mujeres, hombres, como

grupo; sus asambleas; audiencias; así como unos pequeños intentos de trabajo

cooperativo que tenían por objetivo animarles a constituirse como cooperativa de

trabajadoras al finalizar el juicio laboral, una vez que tuvieran en sus manos las máquinas

embargadas. Aquí experimentaron un trabajo diferente, agradable, entre risas, bromas,

discusiones, acuerdos, pero un trabajo que más allá de la ganancia económica les

significó la posibilidad de ese trabajo agradable del que hablara Piotr Kropotkin desde el

anarquismo.

Para finalmente llegar al desenlace del conflicto, donde ellas ganaron la

maquinaria embargada, no sin conflictos internos y rupturas entre Rodrigo Santiago,

asesor jurídico del grupo y quien llevó el caso legalmente, frente a Reyna Ramírez del

COBI y el comité de obreras, que generó una ruptura infranqueable al final del proceso

entre acusaciones mutuas y reclamaciones, y finalmente terminamos el capítulo hablando

sobre las dificultades que ellas tienen enfrente, que les impiden en cierta medida,

organizarse, construirse colectivamente, identificarse en la otra, frente a la dinámica

precaria, la urgencia económica y la maquila.

Por ultimo tenemos un capítulo donde intentamos someramente cruzar los

capítulos etnográficos con el teórico, intentando hacer un ligero análisis, expresando

cómo el marco teórico y la realidad se encuentran, acentuando aquellos aspectos y temas

que tienen relación más directa con las expresiones y procesos de resistencia obrera.

Asumo que en este capítulo se podría haber hecho más, que seguro se dejaron de lado

muchos temas y aspectos importantes8, sin embargo me centré en los que se comentan,

porque están relacionados con la resistencia, sus posibilidades, potencialidades y

dificultades, etc., para finalmente llegar a un intento de conclusiones que espero no

8 Tal vez dentro de estos temas o aspectos que quedaron de lado o no profundizados con la

importancia que ameritan, podemos ubicar entre algunos de ellos: la conformación de la cultura del trabajo en las maquilas de Tehuacán; la diversidad indígena dentro del mundo de la maquila; las diferencias entre Tehuacán y localidades como Ajalpan, Altepeji y otras con importante presencia maquiladora; la configuración y reconfiguración de la ciudad y el entorno en relación a la maquila; el caso de las colonias, como Mazatecos, conformada de población mazateca, de la cual mucha está inmersa en el mundo laboral maquilador; las diferencias culturales entre la diversidad étnica respecto al trabajo y la maquila; la investigación profunda respecto a la historia obrera de la región. Muchos de estos temas sí están incluidos en esta investigación, sin embargo creo cada uno ameritaría por separado una mayor profundidad, sin embargo ante la poca investigación en la región y en el tema, me pareció ineludible incluirlos aquí, para poder entender el mundo de la maquila y obrero y sus procesos y expresiones de resistencia.

15

concluyan mucho, pensando siempre que algo que se da por concluido se asume

completo, total, y respecto al conocimiento en general y en cuanto al tema en particular,

me parece que las conclusiones no deben concluir tanto, si acaso señalar, apuntar

algunas cuestiones que se desprenden de la investigación, esperando que la única

conclusión aceptable sean continuaciones, no solo a nivel académico y teórico, sino

hablando de las resistencias: que no cesen, que no concluyan y veamos levantarse esas

banderas, en este caso obreras, que vienen a anunciar que no están derrotadas, aunque

pueda parecerlo.

Así, se presenta esta investigación, la cual he de decir, fue placentera,

enriquecedora para mí, como persona, como etnólogo en formación y como anarquista,

dejándome una serie de aprendizajes al respecto del tema que se vuelven invaluables.

Por último, espero que esta investigación encuentre ojos atentos, preguntas con o sin

respuesta, sin respuesta es mejor, porque nos invita a responderlas, a construir sus

respuestas, espero que las respuestas y preguntas se construyan como de por sí debería

de construirse el mundo, entre compañeros, compartiendo, cooperando en equidad,

libertad, sin fines de jerarquizarnos, ni posarnos por encima unos de otros, en colectivo,

aprendiendo, errando, caminando.

16

II.- PARA DESHILAR LA MAQUILA.

“El abismo no nos detiene: el agua es más bella despeñándose. Si

morimos, moriremos como soles: despidiendo luz”

*Vamos hacia la vida.

Ricardo Flores Magón.

Periódico Revolución, julio de 1907.

.

Los rostros de las que luchan.

1.- De Cultura/s, identidad/es, diversidad/es, poder y dominación: Algunas

definiciones necesarias.

1.1.- La importancia de lo diverso.

En los estudios antropológicos un factor importante ha sido la diversidad cultural, pero es

necesario no perder de vista la diversidad de los sujetos que son parte de un mismo grupo

social, atender la diversidad de aspectos, relaciones, ámbitos de vida que atraviesa a los

sujetos y cómo ésta les influye, para esto retomaremos a Renato Rosaldo (2000), que nos

habla de la importancia de la diversidad de factores implicados en la conformación de la

cultura.

“Propongo que la cultura puede ser entendida como un conjunto de intersecciones más

permeable, en el que convergen distintos procesos que vienen desde dentro y de más allá

de sus límites. Estos procesos heterogéneos suelen originarse a partir de diferencias de

edad, sexo, clase, raza y orientación sexual” (Rosaldo, 2000; 41).

Los sujetos atravesamos9 -nos dice- por diferentes “mundos”, fronteras sociales y

experiencias, que influyen en nuestra conformación y actuar, es necesario entender que la

cultura no es estática, homogénea, ni atemporal. Para esto plantea el concepto de

9 Incluyendo al investigador.

17

“sujetos ubicados” o “posicionados”: entender al sujeto a partir de su propia experiencia,

interpretaciones, emociones, concepciones, formas de vivir las situaciones específicas, su

cultura, su capacidad de decidir-actuar, imaginar, posicionados en sus propios contextos,

individual y colectivamente.

Entender las prácticas culturales a partir de concepciones simbólicas, códigos y

normas que las acompañan, en relación con las emociones, significados, historia y roles

del propio sujeto (Ibíd.; 123). Entendiendo las identidades personales como

multifactoriales y que la identidad cultural se da con múltiples zonas limítrofes (Ibíd.; 191),

con una diversidad de factores, políticos, históricos, sociales, económicos, culturales, de

género, posición social, así como la propia experiencia del sujeto, que son parte de la

conformación cultural. (Ibíd.; 234). Mediante el concepto de sujetos posicionados o

ubicados tenemos una herramienta útil para entender la construcción de concepciones y

acciones de los sujetos, individuales y colectivos, así como sus procesos identitarios.

1.2.- La constante construcción de la identidad.

Es importante mencionar cómo concebir “la identidad”, al respecto Gilberto Giménez

(2004) señala que ésta es inseparable de la cultura.

“La identidad puede definirse como un proceso subjetivo (y frecuentemente auto-reflexivo)

por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y de su entorno social)

mediante la auto-asignación de un repertorio de atributos culturales frecuentemente

valorizados y relativamente estables en el tiempo” (Habermas, 1987; 145, citado en

Giménez, 2004; 82).

Y señala Giménez:

“Debe añadirse de inmediato una precisión capital: la autoidentificación del sujeto del

modo susodicho requiere ser reconocida por los demás sujetos con quienes interactúa

para que exista social y públicamente. Por eso decimos que la identidad del individuo no

es simplemente numérica, sino también una identidad cualitativa que se forma, se

mantiene y se manifiesta en y por los procesos de interacción y comunicación social”

(Giménez, 2004; 82).

Un proceso subjetivo multidimensional de definición frente al otro, que requiere ser

reconocida por los “otros” con los que se relaciona y comunica.

La identidad contiene elementos de lo “socialmente compartido”, resultante de la

pertenencia a grupos y otros colectivos, y de lo “individualmente único”. Los elementos

colectivos destacan las similaridades, mientras que los individuales enfatizan la diferencia,

pero ambos se relacionan estrechamente para constituir la identidad única, aunque

multidimensional, del sujeto individual” (Ibíd.; 82).

La identidad se construye en el contexto de la pertenencia social del sujeto a

diversos grupos: clase, etnia, género, edad, grupos territoriales etc., con los que se

comparten concepciones simbólicas o “modelos culturales”. Dentro de un contexto social,

en un haz de relaciones diversas, entrecruzadas, múltiples, en el que los sujetos están

18

posicionados, y a partir de las cuales interactúan y se construyen identidades individuales

y colectivas que están jugando constantemente, autoconstruyéndose e influyéndose.

En tanto a las identidades colectivas y a los movimientos sociales, retomamos a

Alberto Melucci (1999) quien plantea entenderles como sistemas de acción colectiva.

“En mi opinión (…) los movimientos deben examinarse (…) como sistemas de acción…no

se comprende la acción colectiva como una “cosa” (…) se trata de descubrir el sistema de

relaciones internas y externas que constituye la acción” (Melucci, 1999; 34).

Una construcción social generada no sólo por crisis, disfunciones sistémicas o

creencias, sino a partir de la inversión de los actores para organizarse.

“Más que una consecuencia de crisis o disfunciones, más que una expresión de creencias,

la acción colectiva es “construida” gracias a una inversión organizativa (…) Mantener

organizados a los individuos y movilizar recursos para la acción significa distribuir valores,

y fronteras establecidas por las relaciones sociales condicionan la acción, pero ni los

recursos ni las constricciones pueden ser activados al margen de la acción en sí” (Ibíd.;

34).

Construidos a partir de la integración de los individuos y grupos, de sus objetivos,

decisiones, creencias y relaciones entabladas entre los sujetos que los integran.

“De tal manera, los movimientos sociales son sistemas de acción en el sentido de que

cuentan con estructuras: la unidad y continuidad de la acción no serían posibles sin la

integración e interdependencia de individuos y grupos (...) Son sistemas de acción en el

sentido de que sus estructuras son construidas por objetivos, creencias, decisiones e

intercambios, todos ellos operando en un campo sistémico” (Ibíd.; 34).

La identidad colectiva se construye en un sistema de relaciones, negociaciones,

intercambios, objetivos, recursos, intencionalidades, intereses, orientaciones,

determinaciones y decisiones de los actores involucrados.

“Es un sistema de acción que conecta orientaciones y propósitos plurales. Una sola acción

colectiva, además, contiene diferentes tipos de comportamiento y, por tanto, el que

convergen en ella y que posiblemente tienen diferentes consecuencias. Sólo separando

los diferentes niveles analíticos se puede entender cómo se mantienen unidos por una

estructura “organizativa”; cómo una identidad colectiva es establecida mediante un

complejo sistema de negociaciones, intercambios y decisiones; cómo puede ocurrir la

acción como resultado de determinaciones sistémicas y de orientaciones de individuos y

grupos” (Ibíd.; 35).

Los participantes no sólo actúan en base a una orientación económica, sino que

buscan entablar una relación de solidaridad y dotarse de una identidad colectiva.

“Los participantes en una acción colectiva no son motivados sólo por lo que llamaríamos

una orientación “económica” (…) también están buscando solidaridad e identidad (…) que,

a diferencia de otros bienes, no son mensurables y no pueden calcularse (...) Ellos se

19

concentran en las necesidades de autorrealización, pero no en una orientación política,

porque responden a la lógica del sistema en el campo cultural y en la vida cotidiana de las

personas” (Ibíd.; 36).

El actor colectivo es diverso y complejo, en él convergen diversos procesos

sociales, actores y formas de acción, produce acción colectiva, se define a partir de

relaciones internas y externas, crean un “Nosotros” que constantemente está negociando

los fines, medios y ambiente de la acción.

“Los actores colectivos “producen” entonces la acción colectiva porque son capaces de

definirse a sí mismos y al campo de su acción (relaciones con otros actores, disponibilidad

de recursos, oportunidades y limitaciones). La definición que construye el actor no es lineal

sino que es producida por interacción y negociaciones, y algunas veces por diferentes

orientaciones opuestas. Los individuos crean un “nosotros” colectivo (más o menos

estable e integrado de acuerdo con el tipo de acción), compartiendo y laboriosamente

ajustando por lo menos tres clases de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines

de la acción (el sentido que tiene la acción para el actor); aquellas vinculadas con los

medios (las posibilidades y límites de la acción) y, finalmente aquellas referidas a las

relaciones con el ambiente (el campo en el que tiene lugar la acción)” (Ibíd.; 38).

La identidad colectiva se genera a partir de la acción colectiva, es un proceso

complejo de construcción, negociación y renegociación de significados de la acción, que

se visibiliza en un proceso de identificación, sin la cual sería imposible movilizarse

colectivamente.

“Esta construcción social de lo “colectivo” está continuamente trabajando cuando se da

una forma de acción colectiva; un fracaso o ruptura de ese proceso hace imposible la

acción. Me refiero al desenvolvimiento del proceso de construcción y negociación del

significado de la acción colectiva, como identidad colectiva. El término “identidad” no da

cuenta del aspecto dinámico de este proceso, pero señala la necesidad de un grado de

identificación, que es precondición para cualquier cálculo de ganancia y pérdida. Sin la

capacidad de identificación, la injusticia no se podría percibir como tal, o no se podrían

calcular los intercambios en la arena política. La acción colectiva como pluralidad” (Ibíd.;

39).

Es producto de la solidaridad10 y de una agregación de individuos o grupos11,

donde se dan conflictos y consensos entre los actores, que pueden trasgredir los límites

del sistema, adaptarse dentro de sus límites o redefinir sus fronteras.

“Acción colectiva abarca las siguientes dimensiones: a) basada en la solidaridad, b) que

desarrolla un conflicto y c) que rompe los límites del sistema en que ocurre la acción.

Antes que todo, la acción colectiva debe contener solidaridad, es decir, la capacidad de los

10

Se entiende por solidaridad, la capacidad de identificarse y reconocerse como parte de un colectivo.

11 Esta agregación refiere a los individuos y grupos que se agregan a un colectivo, que mantienen

relaciones hacia el interior del grupo y hacia el exterior.

20

actores de reconocerse a sí mismos y de ser reconocidos como miembros del mismo

sistema de relaciones sociales” (Ibíd.; 41).

La identidad colectiva es compartida, interactuada y producida por varios sujetos,

se construye y negocia constantemente mediante la interacción, con una complejidad

interna, que entabla relaciones hacia el exterior.

“La identidad colectiva como proceso enlaza tres dimensiones fundamentales que distingo

analíticamente, aunque en la realidad se entretejen: 1) Formulación de las estructuras

cognoscitivas relativas a los fines, medios y ámbito de la acción; 2) activación de las

relaciones entre los actores, quienes interactúan, se comunican, negocian y adoptan

decisiones, y 3) realización de inversiones emocionales que permiten a los individuos

reconocerse” (Ibíd.; 55).

Un proceso a partir del cual se generan estructuras cognoscitivas, significados

comunes, definiciones, donde está incluido el reconocimiento emocional, por lo que no se

genera solo en base a cálculos.

“La identidad colectiva es, por lo tanto, un proceso mediante el cual los actores producen

las estructuras cognoscitivas comunes que les permiten valorar el ambiente y calcular los

costos y beneficios de la acción; las definiciones que formulan son, por un lado, el

resultado de las interacciones negociadas y de las relaciones de influencia y, por el otro, el

fruto del reconocimiento emocional. En este sentido, la acción colectiva nunca se basa

exclusivamente en el cálculo de costos y beneficios, y una identidad colectiva nunca es

enteramente negociable. Algunos elementos de la participación en acción colectiva están

dotados de significado, pero no pueden ser reducidos a la racionalidad instrumental (ni son

irracionales, ni están basados en una lógica de cálculo)” (Ibíd.; 55).

A partir de estos planteamientos podemos tener una idea de la complejidad de

factores inmersos en la conformación de las identidades de los sujetos individuales y

colectivos, entendiéndola como un proceso multifactorial subjetivo y social de definición

frente al otro, que en un nivel se da de manera individual, en relación al contexto social,

cultural, político, económico en el que los sujetos nos desenvolvemos, donde cada

contexto y experiencia específica de cada sujeto son importantes en su conformación, por

lo que no es un proceso lineal y unifactorial, pues es importante ese sujeto posicionado,

para lo cual debemos tener siempre presente la importancia de estos factores, contextos,

experiencias y diferencias dentro de un mismo grupo social, que interactúan, negocian y

renegocian su acción, en la cual se constituyen en sujetos colectivos y se construyen una

identidad colectiva12.

12

A partir de esto podemos tener una idea de esta complejidad en el proceso de conformación de la identidad de los sujetos individuales y colectivos y de qué hablamos cuando mencionamos “identidad” “identidades”.

21

1.3.- De la Cultura a las culturas del trabajo.

1.3.1.- Un recorrido por encimita, por las concepciones de Cultura.

La concepción de cultura ha atravesado el quehacer antropológico desde sus inicios como

disciplina: desde Edward Tylor, y su “todo complejo”; el particularismo histórico y

difusionismo de Boas, Lowie, y Kroeber con sus pautas de comportamiento implícitas o

explicitas que se transmiten mediante símbolos; Malinowski y su funcionalismo con su

conjunto de respuestas institucionalizadas y heredadas socialmente; la escuela

culturalista de Benedict, Mead y Linton, con sus esquemas de vida que funcionan como

guía del comportamiento humano mediante un esquema de valores compartidos por el

grupo; el funcional estructuralismo que entendía que la cultura no podía ser concebida de

manera aislada a la sociedad y sus formas de organización (Giménez, 2005).

No podemos dejar de mencionar a la antropología estructural francesa y Levi-

Strauss, con sus sistemas de reglas y relaciones universales que se presentan en lo

particular de una forma específica, apuntando que la cultura pertenece al mundo de lo

simbólico (Ibíd.); la concepción simbólica o semiótica de la cultura, que Giménez enuncia

a partir de Geertz, que entiende la cultura como “un conjunto de hechos simbólicos

presentes en la sociedad” (Giménez, 2005b), concibiendo lo simbólico como:

“El mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también

llamadas “formas simbólicas”, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones,

acontecimientos, y alguna cualidad o relación. En efecto, todo puede servir como soporte

simbólico de significados culturales: no solo la cadena fónica o la escritura, sino también

los modos de comportamiento, prácticas sociales, usos y costumbres, vestido,

alimentación, vivienda, objetos y artefactos, la organización del espacio, y del tiempo de

ciclos festivos, etcétera. (…) En consecuencia, lo simbólico recubre un vasto conjunto de

procesos sociales de significación y comunicación” (Giménez, 2005b; 68).

Apuntando Giménez una definición de cultura que la concibe como:

“La organización social del sentido, interiorizado por los sujetos (individuales o colectivos)

y objetivado en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos, y

socialmente estructurados. Así definida, la cultura puede ser abordada, ya sea como

proceso (punto de vista diacrónico), ya sea como configuración presente en un momento

determinado (punto de vista sincrónico) (Ibíd.; 85).

Casi para terminar este somero recorrido enunciativo, haremos mención de los

apuntes de Roberto Varela (2005), para quien la cultura es “un conjunto de signos y

símbolos que se comparten con otros” (Varela, 2005; 82), por medio de los cuales se

comparten y construyen conocimientos, información, valoraciones, emociones,

sentimientos, ilusiones y utopías, apuntando que la cultura influye sin determinar los

comportamientos.

Por último haremos mención de Bolívar Echeverría (2010), quien plantea la cultura

como:

“El momento autocritico de la reproducción que un grupo humano determinado, en una

circunstancia histórica determinada, hace de su singularidad concreta; es el momento

22

dialéctico del cultivo de su identidad (…) Cultura, cultivo de la identidad (…) La cultura es

una dimensión de la vida humana; por ello la acompaña en todos los momentos y en todos

los modos de su realización; no solo en los de su existencia extraordinaria (…) sino

también en los de su existencia cotidiana” (Echeverría, 2010; 163-166).

Su definición de cultura articula por un lado la producción/consumo material,

señalándola como un proceso de autorrealización del ser humano, a partir de ser un

proceso comunicativo y de transformación sobre el mundo y sobre sí mismo, y por el otro,

el proceso de producción/consumo de significados, mediante el proceso comunicativo o

semiótico.

“La tesis que apoyamos-y de la que parte la definición de cultura que intentamos

sustentar-no afirma solamente que el proceso de producción/consumo de objetos

prácticos “contiene” un momento semiótico o “lleva consigo” o “va acompañado” de un

proceso de comunicación. Más allá de eso, afirma que entre el proceso de

producción/consumo de objetos prácticos y el proceso de producción/consumo de

significaciones hay una identidad esencial” (Ibíd.; 85).

Por último, a partir de la noción semiótica de la cultura enunciada arriba, Luis

Reygadas (2002 y 2002b) nos da una definición de cultura con una perspectiva “histórico-

semiótica”, a partir de la cual construye el concepto de “cultura del trabajo”.

“En esta obra utilizo el concepto de cultura del trabajo desde una perspectiva histórico-

semiótica de la cultura, es decir, aquella que ve la cultura como un proceso de producción,

transmisión y apropiación de significados, en contextos históricos y sociales específicos”.

(Reygadas, 2002; 20).

Así, podemos entender la cultura como ese proceso de producción, transmisión y

apropiación de significados, dentro de un contexto histórico y social específico, que se

transforma constantemente, en estrecha relación con la conformación de las diversas

identidades individuales y colectivas, que influye, sin determinar los comportamientos y en

la que se construyen concepciones, prácticas, valores, utopías, un proceso social en el

que se articulan procesos de producción y consumo material y simbólico, a partir de la

cual nos vamos conformando, construyendo y significando.

1.3.2.- Los estudios sobre el trabajo y la cultura: la/s cultura/s laboral/es o del

trabajo.

La construcción del concepto de culturas laborales o del trabajo deviene de una larga

discusión respecto al papel que juega la cultura en el mundo laboral. En México podemos

encontrar diferentes etapas de los estudios sobre el trabajo (Ibarra, 2011): alrededor de la

década de 1960 estos se centrarían en la relación entre el Estado y los sindicatos (De la

Garza, 1986). En la década de 1970 se girarían en torno a abordar el surgimiento de la

23

clase obrera y los procesos de lucha sindical independiente frente al “charrismo”13.

Muchos de estos estudios partían del interés respecto a las posibilidades de

transformación social a partir de la clase obrera, y buscaban entender cómo ésta se había

constituido y cómo se relacionaba con el Estado, los sindicatos “charros” y dentro de las

fábricas, para entender porque la clase obrera actuaba de determinada forma dentro de

un contexto histórico y social específico.

A finales de esta década se forja una corriente que buscaría la relación entre la

cultura y los procesos, dinámicas y transformaciones del trabajo, con conceptos analíticos

como la composición técnica, social y política de la clase obrera (Ibíd.). Se comenzó a

plantear la heterogeneidad de la clase obrera a partir de los estudios de Sergio Sánchez,

Victoria Novelo, Luis Sariego, entre otros, se comenzó a observar cómo los procesos

productivos interactuaban con las diferentes relaciones sociales que definen las formas de

pensar y las prácticas sociales de la clase obrera, buscando cómo se conforma la cultura

obrera frente a la cultura dominante (Novelo et al., 1986).

En la década de 1980 comenzó a tomar fuerza el debate respecto al papel de la

cultura en los procesos de producción, organización y lucha, hablando de la cultura ya no

como un aspecto marginal en el mundo obrero, se comenzó a hablar de las culturas

subalternas y los procesos de dominación cultural, dentro del marco de los estudios y la

concepción de “las culturas populares” (Guadarrama, 1995), llegando a acuñarse lo que

Luis Sariego plantea como “culturas del trabajo”.

“Luis Sariego introdujo el concepto de culturas del trabajo para dar cuenta de la relación

entre las modificaciones tecnológicas en la producción, los cambios en las formas de

organización político-sindical y la vida extrafabril de los obreros” (Ibarra, 2011; 34).

Así, nos dice Ibarra:

“El concepto de culturas del trabajo introducido por Sariego incluye los espacios de

convivencia del trabajador en el proceso de trabajo, en la organización sindical y en la

comunidad” (Ibíd.; 35).

Con la década de 1990 y los cambios industriales se abrieron las puertas para

observar factores como el género, grupo étnico, edad, etc. Se comenzó a concebir “la

cultura laboral” (Guadarrama, 2000) como el proceso de conformación identitaria de los

obreros de acuerdo a múltiples factores y a trayectorias biográfico-laborales, tomando en

cuenta las relaciones sociales dentro y fuera del mundo del trabajo. Se fue construyendo

la concepción de una cultura obrera heterogénea, centrando el interés en procesos

culturales obreros, observando los puentes entre la vida laboral y la extra laboral (Quiroz,

1995).

13

Nombre utilizado en México para designar a los sindicatos y líderes sindicales oficiales, principalmente de las grandes centrales obreras oficialistas: Confederación de Trabajadores de México CTM, Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos CROC, Confederación Regional Obrera Mexicana CROM, que han actuado como organismos progubernamentales, y actualmente también como de protección patronal.

24

En los estudios en la maquila un factor importante ha sido el género, por la

importante presencia de la fuerza de trabajo femenina (Ravelo, 1995), buscando entender

cómo interactúa este factor con las relaciones de clase, familiares, trayectorias laborales y

extra laborales, así como en la participación obrera, las relaciones industriales y la vida

cotidiana en contextos determinados (De la O, 1995).

Así encontramos a Luis Reygadas (2002 y 2002b), quien participa en el debate

sobre la predominancia de lo material o lo simbólico en el mundo del trabajo y en la

conformación de dichas culturas. Buscando entender y atender los puntos donde lo

cultural y lo material se relacionan (Reygadas, 2002).

“Luis Reygadas desde un enfoque semiótico, presta interés a la relación entre la cultura

como lo simbólico y el trabajo como lo material, para dar cuenta de la influencia recíproca

entre los significados y los procesos de producción. Atravesadas por relaciones de poder,

la cultura laboral y la cultura en su dimensión más amplia se influyen mutuamente” (Ibarra,

2011; 36).

Acuñando un concepto de culturas del trabajo que toma en cuenta la intersección

entre lo simbólico y lo productivo (Reygadas, 2002b), en las formas en que el trabajo

influencia la cultura y en cómo la cultura influencia el trabajo. Apuntando que ambos

aspectos se relacionan y son parte de la realidad, planteando la siguiente definición de

cultura del trabajo14.

“La cultura del trabajo es la generación, actualización y transformación de formas

simbólicas en la actividad laboral. Quiero insistir en la necesidad del análisis bidireccional

de los vínculos entre la cultura y el trabajo, con el fin de indagar tanto la influencia que

tiene la acción simbólica sobre el proceso productivo, como el papel del trabajo en la

formación de la cultura de la sociedad. Así mismo, remarcaré la importancia de entender la

creación y apropiación de formas simbólicas en el trabajo como un proceso en el que los

agentes actualizan su cultura dentro de contextos y relaciones de poder específicos”

(Reygadas, 2002; 20).

A partir de este recorrido podemos ubicar cómo el debate antropológico respecto

al mundo del trabajo fue avanzando, hasta el punto de concebir a la cultura en el mundo

laboral como un factor central, y una cultura del trabajo donde entendemos la interacción

e influencia mutua entre trabajo y cultura, mediada por la interacción de la diversidad de

sujetos inmersos en el mundo laboral.

1.4.- Poder-dominación.

El término “poder” constantemente se utiliza para caracterizar las relaciones de

dominación, será necesario caracterizar al poder y la dominación, teniendo claro que el

poder es una forma de establecer relaciones sociales, donde a partir de asimetrías

políticas, económicas, simbólicas, etc., se puede constituir un poder asimétrico.

14

Más adelante profundizaremos sobre el concepto de Cultura del trabajo de Reygadas.

25

Max Weber define la dominación como la capacidad de imponer la voluntad propia

sobre los otros.

“La probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra

toda resistencia (…) Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar

obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas” (Weber, 1964;

43, citado en Barquín, 2007; 82).

Barquín Cendejas (2007) plantea su definición partiendo del origen de la palabra

“poder” que refiere a “capacidad”.

“La capacidad de o la capacidad para. En este sentido, poder, se podría referir a las

potencialidades de un actor para logar cierto efecto que se propone, sin caracterizar los

medio que utiliza, como tampoco si se logra de forma directa o indirecta” (Barquín, 2007;

81).

Diferencia dos formas de poder: “poder función” y “poder dominación”. El primero

de estos se refiere a “la utilidad que estructura las instituciones sociales” (Ibíd.; 97), que

ante la incapacidad de ejercerse de manera absoluta, se ejerce el “poder dominación” a

partir de tres medios: el intercambio, mediante el cual se establecen asimetrías sociales a

partir del acceso diferencial a los recursos materiales o simbólicos necesarios e

intercambiados, lo que le permite a unos imponer sus reglas y parámetros al intercambio;

el control de los recursos materiales o simbólicos necesarios socialmente, donde quien

mantiene el control de dichos recursos, puede imponer su voluntad sobre quienes buscan

acceder a ellos; y por último, la violencia, donde la asimetría respecto al uso de la

violencia, posibilita imponerse sobre la voluntad de los otros.

Para John Holloway (2010) el poder por un lado es una capacidad social.

“El poder, en primer lugar, es simplemente eso: facultad, capacidad de hacer, la habilidad

de hacer cosas. El hacer implica poder, poder-hacer (…) El poder hacer, debemos volver a

enfatizar, es siempre poder social (…) Nuestro hacer es siempre parte del flujo social de

hacer, aun cuando aparezca como un acto individual” (Holloway, 2010; 51-52).

Por el otro puede ser un poder como dominación, al que llama “poder-sobre”,

cuando un grupo o persona se apropia de la capacidad de hacer social, del “poder-hacer”

de los otros.

“Cuando el flujo social del hacer se fractura ese poder-hacer se transforma en su opuesto,

en poder-sobre (…) El flujo social se fractura cuando el hacer mismo se rompe (…)

cuando algunas personas se apropian de la proyección-más-allá del hacer (de la

concepción) y comandan a otras para que ejecuten lo que ellas han concebido” (Ibíd.; 52).

Con el despojo-apropiación del hacer social, la capacidad colectiva se rompe,

dividiendo a la sociedad.

“El “nosotros” es ahora un “nosotros” antagónico, dividido entre los dominadores (los

sujetos visibles) y los dominados (los sujetos invisibles desubjetivados). El poder hacer

26

ahora se convierte en poder-sobre, en una relación de poder sobre los otros. Estos otros

carecen de poder (o aparentemente no lo tienen), estamos privados de nuestra capacidad

de realizar nuestros propios proyectos (…) Para la mayoría de nosotros, entonces, el

poder se convierte en su opuesto. El poder no significa nuestra capacidad-de-hacer, sino

nuestra incapacidad-de-hacer” (Ibíd.; 52).

Por otro lado encontramos a Amadeo Bertolo (2006) que en la concepción de

poder –nos dice- se engloban dos usos: “poder-hacer” y “poder-hacer-hacer”. Bertolo,

hablando desde el anarquismo, plantea que las relaciones humanas son determinadas

por medio de reglas, códigos de comunicación e interacción construidas socialmente,

expresadas en la organización social, que regula y establece los parámetros de la

sociabilidad. De aquí parte para en un primer momento definir el poder como la función de

producir y aplicar las normas, de regular la sociedad.

“La producción y aplicación de normas y sanciones definen entonces la función de

regulación social, una función para la cual propongo el termino poder (…) Hemos definido

así el poder como una función social “neutra”, e incluso necesaria, no solo para la

existencia de la sociedad, de la cultura y del hombre, sino también para el ejercicio de

aquella libertad vista como elección entre posibilidades determinadas” (Bertolo, 2006; 61).

Cuando el poder como función de regular la sociedad recae o es apropiada por un

sector de la sociedad o un individuo, se rompe la igualdad de libertad, de elección-acción,

se generan monopolios con mayor acceso al poder, a partir de lo que define la siguiente

categoría de “dominación”.

“Sistemas sociales en los cuales la función de regulación no está ejercida por la

colectividad sobre sí misma, sino por una parte de la colectividad (…) sobre otra (…)

sistemas en los que el acceso al poder es monopolio de una parte de la sociedad

(individuos, grupos, clases, castas...). Tenemos aquí otra categoría conceptual que

podemos llamar dominación. La dominación define entonces las relaciones entre

desiguales –desiguales en términos de poder, o sea, de libertad– define las situaciones de

supraordinación/subordinación; define los sistemas de asimetría permanente entre grupos

sociales” (Ibíd.; 62).

Por otro lado encontramos a Harold B. Barclay (2010) quien plantea que dentro del

“saco” en el que se entiende al poder, entran claramente dos polos: “la dominación” y la

“influencia sin intento de dominación”.

“El poder es claramente un saco, que como término incluye muchas facetas (…) es mejor

entendido como una constante en el que en un polo está la dominación y en el otro un

ejercicio de influencia sin intento de dominación” (Barclay, 2010; 76).

Barclay propone un tercer polo: el poder en igualdad o mutualidad.

“Afirmaré que, a parte del poder de dominación o el uso manifiesto de la fuerza y el poder

por manipulación, existe también, en el polo opuesto, el poder en igualdad o mutualidad.

Esto es, uno debería imponer su poder trabajando con otros; uno reafirma totalmente su

27

poder imponiendo su propia libertad. Incluso en una relación entre iguales, donde uno trata

de convencer a otros con argumentos racionales, hay una expresión de poder, pero

necesita no implicar dominación” (Ibíd.; 76).

Ve el poder en dos polos, el primero de ellos es “el poder como dominación”,

donde se conjugan dos formas diferentes: “el poder como fuerza manifiesta”: imponerse

ante los otros por medio de la fuerza física; y “el poder por manipulación” donde se

impone sobre los otros a partir de la riqueza, la ideología, cualidades personales o roles

sociales, mediante los cuales un grupo o individuo logra imponerse sobre otros,

imponiendo su voluntad, sus formas, normas y dinámicas, imponiendo además sus

concepciones y significados.

El otro polo es “el poder en igualdad o mutualidad”, donde la relación de poder no

es exclusivamente entendida como dominación. Este poder se ejerce ahí donde uno o

unos intentan influenciar a otros sin buscar dominarles o explotarles.

“Las relaciones de poder no son exclusivamente aquellas de dominación y manipulación.

Cuando uno entra en debate o en general está tratando de convencer a otra persona de

su punto de vista está, de hecho, utilizando poder –intentando influenciar a otro-, pero no

está necesariamente buscando dominarle o explotarlo. Cuando uno trabaja con otros de

mutuo acuerdo o impone su libertad individual no tiene por qué haber un intento de

dominar” (Ibíd.; 82).

Finalmente retomaremos algunas consideraciones de Michel Foucault (1992)

respecto al poder, para entender que las relaciones de poder/dominación no se

encuentran exclusivamente en las instituciones como el Estado, ni en las relaciones

económicas capitalistas.

“Habría que evitar el esquematismo que consiste en localizar el poder en el aparato de

Estado (…) De hecho, el poder en su ejercicio va mucho más lejos, pasar por canales

mucho más finos, es mucho más ambiguo, porque cada uno en el fondo es titular de cierto

poder y, en esta medida, vehicula el poder. El poder no tiene como única función

reproducir las relaciones de producción. Las redes de la dominación y los circuitos de

explotación se interfieren, se superponen y se refuerzan, pero no coinciden” (Foucault,

1992; 127).

El poder opera en la sociedad misma, en los propios cuerpos de la sociedad.

“Una de las primeras cosas que deben comprenderse es que el poder no está localizado

en el aparato del Estado, y que nada cambiará en la sociedad si no se transforman los

mecanismos de poder que funcionan fuera de los aparatos del Estado, por debajo de ellos,

a su lado, de una manera mucho más minuciosa y cotidiana. Si se consiguen modificar

estas relaciones o hacer intolerables a los efectos del poder que en ellas se propagan, se

dificultará enormemente el funcionamiento de los aparatos de Estado” (Ibíd.; 116).

Un poder que se alimenta a sí mismo, sin que esto implique que no se relacione

con diversos aspectos de la vida, a partir de los cuales se ejerce.

28

“El poder se construye a partir de poderes, de multitud de cuestiones y efectos de

poder…Esto no quiere decir que el poder es independiente, y que se podría descifrar sin

tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción” (Ibíd.; 168).

Pone énfasis en que el poder se implanta en el cuerpo, con el fin de generar

cuerpos e individuos dóciles, por medio de la disciplina y el control de las actividades.

“El cuerpo humano entra en una mecanismo de poder, que lo explora, lo desarticula, y lo

recompone. Una “anatomía política” que es igualmente una “mecánica del poder”…define

como se puede hacer presa del cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos

hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la

rapidez y la eficacia que se determina. La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y

ejercitados, cuerpo “dóciles”” (Foucault, 2008; 141-142).

Para Foucault, el poder opera y se ejerce en el cuerpo, a partir de la disciplina,

vigilancia y del control de las actividades corporales.

“A cada individuo su lugar, y en cada emplazamiento un individuo. Evitar las distribuciones

por grupos, descomponer las implantaciones colectivas…Es preciso anular los efectos de

las distribuciones indecisas, la desaparición incontrolada de los individuos, su circulación

difusa, su coagulación inutilizable y peligrosa; práctica de antideserción, de

antivagabundeo, de antiaglomeración. Se trata de establecer las presencias y las

ausencias, de saber cómo y dónde encontrar a los individuos, instaurar las

comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada instante vigilar la

conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos.

Procedimiento, pues para conocer, para dominar y para utilizar. La disciplina organiza un

espacio analítico.” (Ibíd.; 146-147).

Apunta que el poder no solo reprime y prohíbe, sino que genera y produce, placer,

saber, discursos y significados que están inmersos en el cuerpo social, en una diversidad

de relaciones.

“Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa

solamente como una fuerza que dice no, sino que, de hecho va más allá, produce cosas,

induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo como una red

productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como unas instancia negativa que

tiene como función reprimir. (Foucault, 1992; 193).

Entonces, tenemos que tener claro a partir de esto, que el poder en sí mismo no

es dominación, que ésta se da cuando un individuo o grupo se apodera del poder como

capacidad de hacer de los otros, abrogándose por medio de la fuerza o el control de los

recursos materiales o simbólicos necesarios socialmente, a partir de lo cual despojan al

colectivo de su capacidad de hacer, logrando imponer su voluntad. A demás, entendiendo

que la dominación se ejerce y opera más allá de las instituciones propiamente de

dominación, políticas y económicas, y opera en los cuerpos mismos de la sociedad.

Entonces tenemos un poder como capacidad, individual o colectivo y un poder

dominación que se ejerce sobre los otros a los que se les despoja de dicha capacidad, y

29

es importante tener en cuenta ese poder en mutualidad, que no impone, que no domina,

que se ejerce en colectivo y mutualidad.

1.5.- Escenificación en la relaciones de dominación.

George Balandier (1994) nos da un marco para entender las expresiones de poder como

una escenificación teatral15, que busca producir y reproducir imágenes de sí mismo y de la

sociedad, ya que la dominación requiere producir imágenes, manipular símbolos y

construirse un cuadro ceremonial.

“El objetivo de todo poder es el de no mantenerse ni gracias a la dominación brutal ni

basándose en la sola justificación racional. Para ello, no existe ni se conserva sino por la

transposición, por la producción de imágenes, por la manipulación de símbolos y su

ordenamiento en un cuadro ceremonial” (Balandier, 1994; 18).

El poder/dominación se presenta teatralmente, produce una reserva de imágenes

y símbolos, buscando lograr que los representados/dominados se identifiquen con el

representante/dominador, construye representaciones ceremoniales, expresando la visión

que tiene de sí mismo y de la sociedad. Estas imágenes escenificadas y su lenguaje

remarcan las jerarquías políticas y la diferenciación social, y calcula lo que quiere

comunicar.

“El lenguaje del poder contribuye necesariamente a hacer manifiestas las diferenciaciones

sociales, empezando por aquellas que separan gobernantes de gobernados. A veces,

hasta un punto extremo en el que la palabra política no se transmite directamente, sino por

repetidores, por intermediarios” (Ibíd.; 29).

Nos habla de la importancia de los dispositivos simbólicos y las prácticas políticas

rituales, de esa proyección dramatizada para el ejercicio del poder.

“La naturaleza de la relación política continúa siendo otra y se establece sobre otras

cosas: dispositivos simbólicos, prácticas fuertemente codificadas que se ejecutan según

las reglas del ritual, de lo imaginario y sus proyecciones dramatizadas. Es merced a tales

artificios que puede ejercerse el dominio sobre la sociedad” (Ibíd.; 115).

Además “la demostración de poder acaba siempre recurriendo a la exhibición de

poderío” (Ibíd.; 116), expresando su superioridad, dejando clara su imagen de dominador,

en este aspecto es importante la utilización de los medios masivos en la producción y

difusión de imágenes políticas y puestas en escena.

Señalando la importancia de lo simbólico en el ejercicio del poder/dominación,

apuntando que también es importante para resistir y enfrentar la dominación, pues la

resistencia también se escenifica, sea para ocultarse o para mostrarse.

15

Al decir “representación” o “escenificación” no se debe entender como una acción “falsa”, sino como una puesta en escena donde los actores políticos ejecutan papeles, presentan imágenes, escenifican su actuar.

30

Es necesario tener en cuenta estos planteamientos de la escenificación de las

relaciones de dominación, la importancia que tienen la producción de imágenes, símbolos

y escenificaciones para los dominadores y cómo se expresan entre los dominados, dentro

de esta concepción se asoma claramente la importancia de elementos culturales en las

relaciones de dominación, sea para imponerse y mostrarse como se quiere mostrar el

dominador, para generar una imagen de la sociedad desde su propia visión, así como la

importancia de éstas mismas escenificaciones en el actuar político de los dominados.

Con estos apartados, podemos partir entendiendo de qué se habla cuando

enunciamos conceptos como identidad, identidad colectiva, movimientos sociales, cultura,

culturas del trabajo, poder y dominación, así como cuando mencionamos a los sujetos

individuales y colectivos. Estos conceptos se encuentran presentes a los largo del texto, a

veces enunciados de manera expresa, otras, de manera implícita, este recorrido se hizo

justo con esa finalidad de tener un referente respecto a dichos conceptos.

2.- Los cambios culturales y la condición de posmodernidad.

David Harvey (2004)16 señala a partir de Marx, que la concepción de lo “moderno” está

estrechamente relacionada con el sistema capitalista, sus procesos sociales, y a la

experiencia del tiempo y el espacio, donde se expresan los valores ensalzados por el

“posmodernismo-posmodernidad”.

“Marx describe los procesos sociales del capitalismo que dan lugar al individualismo, la

alienación, la fragmentación, lo efímero, la innovación, la destrucción creadora, el

desarrollo especulativo, los desplazamientos impredecibles de los métodos de producción

y consumo (deseos y necesidades), que dan lugar a una transformación de la experiencia

del espacio y el tiempo, así como a una dinámica de cambio social pautada por crisis”

(Harvey, 2002; 132).

Plantea que el “posmodernismo-posmodernidad” no rompe radicalmente con los

supuestos de lo “moderno-modernidad”, ni con las formas del capitalismo.

“Si estas condiciones de la modernización capitalista forman el contexto material a partir

del cual los pensadores modernistas y posmodernistas y los promotores culturales forjan

su sensibilidad estética, sus principios y prácticas, parece razonable llegar a la conclusión

de que el giro hacia el posmodernismo no refleja cambio fundamental alguno en la

condición social” (Ibíd.; 132-133).

Señala que nos encontramos en un momento de reajuste del capitalismo, una

crisis particular que pone en primer plano elementos que ya estaban17: lo fragmentario,

efímero y caótico, los cuales Marx -dice Harvey- los señala como inherentes al capitalismo

16

Harvey discute la concepción de lo “posmoderno” y de la “posmodernidad” como un pensamiento y una época que supuestamente rompe radicalmente con los establecidos, supuestos, valores, concepciones y dinámicas de lo “moderno” y la “modernidad”. Apunta que dicha ruptura radical, necesariamente tendría que pasar por abandonar las concepciones establecidas por la modernidad, la cual no podemos entender, sin el capitalismo y sus establecidos.

17 Estos elementos y valores son en los que se sustenta la supuesta ruptura con la modernidad.

31

y a la modernidad. Negando así que exista un cambio radical hacia una época

“posmoderna”, sin negar una serie de transformaciones ligadas a la necesidad del

capitalismo de re-articularse para mantener su acumulación de ganancias18.

Transformaciones a las que Harvey caracteriza como una transición en el régimen de

acumulación y su modo y sistema de regulación19

Apunta la importancia de observar las formas culturales que se relacionan con las

prácticas políticas y económicas, el cómo y en qué medida son interiorizados y se

expresan.

“Este lenguaje es útil (…) Concentra nuestra atención en las complejas interacciones,

hábitos, prácticas políticas, y formas culturales que permitirán que un sistema capitalista

altamente dinámico, y consiguientemente inestable, adquiera la apariencia suficiente de

orden como para funcionar de forma coherente por lo menos durante un cierto periodo”

(Ibíd.; 144).

Ante la crisis de la década de 1970, el capitalismo tiene que reconfigurarse,

comenzando la transición hacia el modelo flexible20 y se dan una serie de cambios

industriales, económicos, políticos, y además sociales y culturales.

“Ha traído cambios acelerados en la estructuración del desarrollo desigual, tanto entre

sectores como entre regiones geográficas (…) Ha entrañado además una nueva vuelta de

tuerca de lo que yo llamo “compresión espacio-temporal” en el mundo capitalista: los

horizontes temporales para la toma de decisiones privadas y públicas se han contraído,

mientras que la comunicación satelital y la disminución en los costos de transporte ha

hecho posible una mayor extensión de estas decisiones por espacio cada vez más amplio

y diversificado (Ibíd.; 171-172).

El capitalismo requiere acelerar los ritmos de producción y consumo, y generar

una transformación cultural, fomentando lo efímero.

“Por consiguiente, la acumulación flexible ha venido acompañada, desde el punto de vista

de consumo, de una atención mucho mayor a las aceleradas transformaciones de las

modas y a la movilización de todos los artificios destinados a inducir necesidades con la

transformación cultural que esto implica. La estética relativamente estable del modernismo

18

Éstas son abordadas en el tercer capítulo de este trabajo. 19

El “Régimen de acumulación” es la forma en que se estabiliza el sistema en un periodo a partir de la asignación del producto neto entre consumo y acumulación, que mantenga una correspondencia entre las transformaciones que se dan en las condiciones de producción y reproducción de los asalariados. Un régimen de acumulación requiere de un “Modo de regulación”, que es la materialización del régimen de acumulación en un cuerpo de normas, hábitos, leyes y redes de regulación que aseguren el proceso, la consistencia de comportamientos frente al esquema de reproducción, es decir, el modo de regulación social y política, es el cuerpo de reglas y procesos sociales interiorizados. La coherencia entre el régimen de acumulación y el modo de regulación política y social, es un “Sistema de acumulación”. (Harvey: 2004; 143-144).

20 No nos detendremos aquí en las diferencias entre ambos modelos, pues serán abordadas en el

tercer capítulo de este trabajo.

32

fordista ha dado lugar a todo el fermento, la inestablidad y las cualidades transitorias de

una estética posmodernista que celebra la diferencia, lo efímero, el espectáculo, la moda y

la mercantilización de las formas culturales” (Ibíd.; 180).

Se acentúa lo nuevo, lo transitorio, lo efímero, a la par que va fomentando una

dinámica que busca impedir la acción colectiva, impulsando que el individualismo se

fortalezca en los valores culturales y en las prácticas cotidianas.

Harvey señala que la modernidad es una modalidad de la experiencia espacio-

temporal. Con la transición hacia el régimen flexible se está dando una crisis en la

experiencia en estas dimensiones y que es necesario dar cuenta de éstas en la vida

social, en relación a los procesos económicos, políticos y culturales. Estas dimensiones

son categorías básicas de la existencia humana (Ibíd.; 225), donde van inmersas

relaciones, percepciones, significados y prácticas, así, señala la importancia de entender

como los cambios económicos y políticos se plasman en las prácticas y significados

culturales, que no se pueden entender de manera independiente de la acción social, y de

las relaciones de poder implicadas, pues el control sobre el espacio y el tiempo es una

fuente de poder.

Al respecto nos dice que el capitalismo transforma la concepción y forma de vivir el

tiempo, de acuerdo a los ritmos de las fábricas, la forma de concebir el tiempo y las reglas

sociales, buscando reducir los obstáculos para el ritmo de acumulación de capital,

mediante la aceleración de los ritmos de producción y consumo, el crédito y la flexibilidad

laboral (Ibíd.; 255). Se instala a partir del control sobre el tiempo de trabajo de otros, para

apropiarse de sus ganancias, del control sobre los ritmos de trabajo, imponiendo hábitos

productivos y de consumo, no solo en la práctica, sino en significados y concepciones

culturales.

En cuanto al espacio, el capitalismo ha pujado por reducir las barreras espaciales

y controlar el espacio, tanto en el proceso productivo, como en los procesos de

configuración territorial política. Controla el espacio y el tiempo, implementa y difunde

prácticas y concepciones respecto a estas dimensiones en la vida social, en las

representaciones del mundo y de los sujetos, y empuja una compresión espacio-temporal.

“Utilizo esta noción para referirme a los procesos que generan una revolución de tal

magnitud en las cualidades objetivas del espacio y el tiempo que nos obligan a modificar,

a veces de manera radical nuestra representación del mundo. Empleo la palabra

“compresión” porque, sin duda, la historia del capitalismo se ha caracterizado por una

aceleración en el ritmo de vida, con tal superación de barreras espaciales que el mundo a

veces parece que se desploma sobre nosotros” (Ibíd.; 267).

Esta compresión espacio-temporal ha generado crisis en las representaciones y

nociones sobre el espacio y el tiempo que se expresan en la vida cotidiana, política y

económica, y es una fuerza cultural que impulsa transformaciones de acuerdo a su

proceso.

En las últimas décadas hemos vivido una fuerte fase de compresión espacio-

temporal basada en el rápido despliegue de nuevas formas de organización tecnológicas-

productivas para acelerar los ritmos de acumulación de capital, que se expresan en la

33

intensificación de los procesos laborales, la dislocación industrial, la discapacitación-

recapacitación laboral, en las pautas de consumo y el reajuste de las barreras

comerciales.

También se tienen que acelerar a los ritmos de consumo, para lo cual requiere

incentivar nuevas formas de consumir, que requieren de transformaciones en la forma de

pensar, sentir, vivir, identificarse, donde entran en juego los valores culturales que

acentúan la volatilidad y la creación de deseos y necesidades que constantemente se

actualicen.

“La movilización de la moda en los mercados masivos (…) constituyó un medio de acelerar

el ritmo del consumo no solo en el vestido, el ornamento, la decoración, sino en todo el

vasto espectro de estilos de vida y actividades de recreación (…) Una segunda tendencia

fue el desplazamiento del consumo de mercancías hacia el consumo de servicios (…)

tiene sentido que los capitalistas se vuelvan hacia el suministro de servicios de consumo

muy efímeros” (Ibíd.; 315).

Así, señala algunas consecuencias a partir de la sensación de “todo se disuelve en

el aire”, la acentuación de valores que otorgan virtudes a lo instantáneo, lo desechable,

que va más allá del consumo de mercancías.

“Se traduce en algo más que tirar a la basura bienes producidos (…) significa también ser

capaz de desechar valores, estilos de vida, relaciones estables, apego por las cosas,

edificios, gente y formas de hacer y de ser tradicionales” (Ibíd.; 316).

Esto se logró a partir de aprender a planificar la volatilidad, manipulando el gusto,

la opinión a partir de la moda, las imágenes utilizadas por el mercado, y del manejo y

producción de signos, símbolos, imágenes en relación a las mercancías y servicios,

influyendo en el deseo, induciendo nuevas necesidades, haciendo de lo efímero parte de

la forma de vivir.

Por otro lado, los reajustes espaciales referentes a sistemas de comunicaciones y

transportes, que reducen costos de traslado, acortan los tiempos de la toma de decisiones

de uno al otro polo del mundo en tiempo real, además de la influencia de dichos medios

en las formas de vivir. La disminución de las barreras espaciales permite al capital

extender su explotación hacia diversos recursos, fuerza de trabajo, infraestructura, a partir

de lo cual la competencia capitalista reconfigura constantemente lo local y se relaciona

con cambios políticos, sociales, económicos y culturales.

Harvey plantea que las prácticas estéticas y culturales son susceptibles a las

transformaciones de la experiencia espacio-tiempo, que están sometidas a presiones de

la circulación y acumulación del capital, enfrentándonos pues, a una transformación

espacio-temporal que se acompañan de transformaciones industriales, laborales,

políticas, sociales y culturales, que nombra “la condición de posmodernidad”, donde lo

transitorio, lo inestable y lo efímero se hacen parte de las formas de producción y

consumo, de los deseos y procesos identitarios, y en la producción y comercialización de

signos, símbolos e imágenes.

34

3.- La cultura y el trabajo.

Reygadas plantea que en el proceso de trabajo21 están inmersas ideas, percepciones,

sentimientos y valores, es importante observar cómo se relacionan, pues los procesos

simbólicos no existen aislados de la realidad física, mientras que los procesos productivos

no existen sin un trasfondo de actividad simbólica.

“La noción de culturas del trabajo busca captar esta intersección entre lo simbólico y lo

productivo. Se ubica en el espacio de las relaciones entre las dimensiones materiales y

mentales de la actividad laboral” (Reygadas, 2002b; 103).

Ambas dimensiones están presentes en el trabajo, pero no son idénticas y son

constitutivas de la realidad. Dentro de lo simbólico, Reygadas siguiendo a Roberto Varela

(2005), incluye signos y símbolos referentes al conocimiento, la información, valoración,

emociones, sentimientos, ilusiones y utopías. Propone un análisis multidireccional:

indagar la influencia de la acción simbólica sobre el proceso productivo y la influencia del

trabajo en la formación de la cultura.

“El concepto de cultura del trabajo alude a la intersección de dos aspectos de la vida

social: la dimensión simbólica y la dimensión productiva. En esta intersección se deben

analizar, al menos, dos procesos, que se refieren a la influencia que cada una de las

dimensiones ejerce sobre la otra” (Reygadas, 2002b; 106).

Es necesario identificar en un primer sentido lo que él llama “la eficacia simbólica

del trabajo”: el impacto que tienen las transformaciones productivas en el tejido social, las

costumbres y narraciones. La influencia del trabajo en la construcción de significados, en

los sujetos individuales y colectivos.

“Lo importante es reconocer esta indudable eficacia simbólica de los procesos materiales

sin reproducir la unilateralidad y el determinismo que acompañan a la mayoría de las

metáforas del impacto (…) Se trata ahora de abrir el abanico de posibilidades de análisis,

a modo de incluir distintos tipos de sujetos individuales o colectivos” (Ibíd.; 107-108).

Los sujetos productivos exportan representaciones, normas, valoraciones y

utopías desde el trabajo hacia las otras esferas de su vida, experimentan una creación

simbólica desde la esfera productiva hacia otras instancias. Un proceso de creación de

significados desde el trabajo, pues el sujeto entabla relaciones22, y en esta interacción se

actualizan, interpretan y producen significados y símbolos que refieren no solo a lo

productivo.

Al trabajar se piensa, se generan concepciones, actitudes, valores, prácticas de

solidaridad, se concibe a uno mismo como trabajador, al otro, al patrón, sobre el

consumo, la competitividad, calidad, etc., se producen costumbres, signos de identidad,

valores simbólicos, tradiciones, se configuran sistemas de significados que se emplean en

21

Plantea entender “trabajo” como la transformación física de materias primas a partir de un esfuerzo, transformándolas en un producto (Reygadas, 2002b: 103).

22 El sujeto entabla relación consigo mismo, con otros sujetos y con objetos.

35

la actividad laboral y fuera de ella, y es aquí donde se habla de la eficacia simbólica del

trabajo.

En un segundo sentido tenemos “la eficacia laboral de la cultura”: la importación e

influencia de las maneras de percibir, sentir y valorar, del conjunto de concepciones y

significados hacia la actividad laboral, es decir cómo lo simbólico influye el proceso

material. Es necesario observar como repercuten las costumbres, valores y

representaciones sobre el proceso productivo.

“Los agentes no sólo exportan estructuraciones de significado desde sus centros de

trabajo hacia otros espacios vitales, también se produce el fenómeno inverso: la

importación de maneras de percibir, sentir y valorar desde el conjunto de la experiencia

social hacia la actividad productiva (…) Las repercusiones de las costumbres, valores y

representaciones sobre el proceso productivo son menos visibles que las de la economía

o la tecnología sobre la cultura; más que un impacto demoledor o revolucionario, se trata

de una serie de acciones paulatinas y cotidianas que, también tienen consecuencias de

largo alcance. Por eso han sido descritos como acciones moleculares que, poco a poco,

hacen sentir su efecto sobre la realidad material” (Ibíd.; 110).

Ésta se expresa en los significados sobre el valor y concepción del trabajo, de los

productos, del lugar de trabajo, insertos en la cultura. Los sujetos llegan al trabajo con una

carga simbólica que afecta directamente la dinámica en la actividad y relaciones

laborales, estos valores simbólicos no son exclusivamente referentes a la actividad

laboral, sino que incluyen otros valores y concepciones culturales más amplios: valores,

representaciones, visiones, actitudes, así como concepciones respecto a la reciprocidad,

la moral, la justicia, la diversión, el poder, nacionalidad, género, jerarquías, etc. (ibíd.).

La cultura del trabajo es resultado de la intersección de “la eficacia simbólica del

trabajo” y “la eficacia laboral de la cultura”, y la forma en que se relacionan, sus tensiones,

desfases, correspondencias, son diferentes configuraciones de significados que no sólo

están condicionados por cuestiones técnicas, económicas o políticas, sino por una serie

de interacciones que se dan en el trabajo.

En los centros de trabajo los sujetos interactúan unos con otros23 y con otros24, con

ellos mismos, con máquinas, instalaciones, herramientas y objetos de trabajo, y se da una

interacción de símbolos, se importan, exportan, producen y apropian concepciones

simbólicas a través de la interacción. Esta será justamente la tercera vertiente del

concepto de culturas del trabajo de Ryegadas: la influencia de la cultura en el trabajo y del

trabajo en la cultura está mediada por las interacciones de los sujetos involucrados en el

proceso productivo.

“Al trabajar, los sujetos producen, reproducen y se apropian significados: el trabajo es

también acción simbólica. Las tradiciones culturales de los agentes productivos se

23

Otros trabajadores, sus “iguales”, pertenecientes a su misma actividad, estatus, a los otros como uno: Obreros con obreros, empleados con empleados, etc.

24 Otros trabajadores, no iguales, pertenecientes a otra actividad o estatus, sus otros “diferentes”:

Obreros con empleados o con patrones, etc.

36

entrelazan y confrontan con las concepciones del mundo y con los sistemas de valores de

otros agentes productivos (…) el proceso laboral es el ámbito donde éstas se enfrentan y

se integran para repercutir en el curso mismo de la actividad productiva y, también para

modificar estas tradiciones culturales. La importación de significados hacia el trabajo y la

exportación de los mismos desde el proceso laboral pasa, necesariamente, por las

interacciones de los sujetos” (Ibíd.; 116).

Es importante entender que los sujetos están inmersos en una estructura de poder

y dominación y es necesario entender las interacciones, negociaciones y luchas entre los

agentes productivos, así como su forma de interactuar.

“Esta tercera vertiente del concepto de cultura del trabajo apunta hacia la creación de otro

campo de análisis: el de la interacción en el proceso de trabajo que, a su vez se inserta

dentro del conjunto de la estructura global de las relaciones de poder entre los actores en

la producción. Así, la relación entre lo material y lo expresivo en el trabajo se encuentra

mediada por la dimensión del poder (…) La eficacia simbólica del trabajo y la eficacia

laboral de la cultura dependen de las relaciones de poder que se establecen entre los

actores productivos” (Ibíd.; 117).

Para entender la cultura del trabajo es necesario atender estas tres dimensiones:

la eficacia simbólica del trabajo; la eficacia cultural del trabajo; y las interacciones entre

los sujetos y sus relaciones de poder/dominación, sus luchas, negociaciones y sus formas

de representarlas.

Respecto a la maquila, nos dice Reygadas (2002), se dan una serie de relaciones

entre sujetos diversos, por su puesto de trabajo, cultura, género, nacionalidad, etc.,

conviven diferentes culturas del trabajo, en esta convivencia se generan conflictos,

pugnas, diferencias y los sujetos se transforman en esta interacción. Conviven diferentes

sujetos que viven y conciben de manera diferente al trabajo, las relaciones laborales, sus

significaciones y la vida en general.

En estas interacciones se construyen, comparten y apropian significados, valores,

concepciones y se actualiza la cultura de los sujetos y su cultura laboral, inmersos en

contextos de relaciones de poder/dominación, haciendo que la cultura del trabajo sea

heterogénea, incluso dentro de una misma planta laboral.

Es necesario entender que las empresas no están aisladas de la realidad social,

en ellas se da un enfrentamiento que se caracteriza por la solidaridad y la equidad del

lado de la sociedad civil25 y la competencia del lado del mercado. Estas dinámicas

atraviesan los muros fabriles.

“Las empresas industriales nunca han estado aisladas del mercado ni de la sociedad en

que se insertan (…) En primer lugar, tienen que orientarse hacia un mercado global,

caracterizado por la intensa competencia y la apertura de las economías. Eso las obliga a

25

Reygadas señala que por sociedad civil entiende no solo un conjunto de agrupaciones, sino una diversidad de redes, locales, nacionales o internacionales que buscan fomentar una dinámica de cooperación, solidaridad, equidad y dignidad. Un “conjunto de fuerzas que pugnan por construir vínculos de solidaridad” (Reygadas: 2002; 23)

37

hacer énfasis en la calidad y el servicio al cliente, tienen que diversificar su oferta, y

responder a constantes cambios en la demanda; el mercado mundial no solo exige reducir

costos de producción sino también conocer, anticipar y modelar las expectativas de

compradores distribuidos en diferentes países. Por eso muchas empresas tratan de

formar culturas del trabajo que introduzcan en su dinámica interna la flexibilidad, la lógica

mercantil, la competencia, la excelencia y la orientación hacia el cliente, que ahora es un

cliente que se encuentra disperso por todo el orbe. Los muros de las fábricas se tienen

que hacer más y más permeables a la diversidad de voces del mercado mundial (…) Esto

abre la posibilidad de que los muros de la fábrica también se vuelvan más permeables a

las demandas de la sociedad civil” (Reygadas, 2002; 23).

Nos señala la importancia de poner atención a aspectos como; el país, la región, el

ramo de producción, el modelo organizativo, la historia local, la cultura local, la cultura del

trabajo local, las relaciones entre los sujetos productivos, las diferencias entre los

trabajadores, su capacitación, experiencia, su capacidad de negociar, sus necesidad

económicas, pues todos estos aspectos son parte de lo que conforma y transforma una

cultura del trabajo (Ibíd.).

Apunta que la dinámica de competencia se inserta en la lógica laboral de las

trabajadoras, obligándolas ante la necesidad económica a competir entre ellas, para

lograr cobrar mayores salarios. Reygadas, señala sobre la lógica del pago a destajo:

“Las obreras, presionadas por la necesidad económica más que por un sistema científico

de división del trabajo, cosen a gran velocidad para alcanzar salarios que les permitan

sobrevivir (…) Muchas veces los trabajadores se ven a sí mismos como productores

independientes y no como asalariados, es decir, tienen una lógica de destajistas” (Ibíd.;

58).

Otra dinámica inmersa en la maquiladora es lo que Reygadas señala como la

cultura de violencia, referente a las dinámicas de autoritarismo y violencia. Esta cultura

patronal de la violencia se expresa en el control sobre los tiempos de producción, los

cuerpos de las trabajadoras y los espacios laborales. Esta dinámica influye en el cómo las

trabajadoras conciben al trabajo y los significados que le asignan (Ibíd.; 69).

Señala también la importancia de las actividades recreativas para las trabajadoras,

que son concebidas como una forma de romper con la disciplina y la monotonía laboral de

la maquila.

“Los trabajadores (…) no aceptan de manera pasiva un trabajo monótono y una disciplina

que les parecen absurdos. Además de las protestas (…) existen esfuerzos más cotidianos

para darle sentido a una vida que de otro modo sería vacía y aburrida. Quiero mencionar

tres de estas actividades: acudir al salón de baile, desarrollar tareas recreativas, y

resistirse al ritmo de la línea de ensamble” (Ibíd.; 99).

Estos espacios de recreación son.

“Espacios donde se pueden hacer bromas, donde puede hablarse de los problemas del

trabajo, pero también donde se pueden olvidar (…) constituyen refugios para hacer vivible

una vida de trabajo duro y ruidoso” (Ibíd.; 100).

38

Actividades que combaten ese hastío constante y cotidiano, donde se incluyen

actividades artesanales, donde a partir de “tiempos muertos” los trabajadores pueden

acceder a recursos extras, mientras que emplean su creatividad subutilizada,

estableciendo una relación con su trabajo, donde son dueños de él, no sólo

económicamente, sino simbólicamente, ellos lo realizan, lo diseñan, lo producen, lo

venden, es decir, el trabajador tiene una relación directa con su trabajo, no alienada por el

capital.

“Al fabricar ese tipo de objetos, además de que se puede obtener algo de dinero, se

emplea la creatividad subutilizada por el trabajo fragmentario y estandarizado. Para los

operadores es muy importante saber cuál es el destino de su trabajo, sentir que

produjeron algo, ser obreros, en el sentido de hacer obras. Esta posibilidad muchas veces

es negada por los sistemas modernos de fabricación” (Ibíd.; 101).

Con estas actividades, Reygadas nos habla de la importancia de la relación del

trabajador con el proceso y producto del trabajo, importancia simbólica, cuya

fragmentación genera una frustración en el trabajador.

“La gente intenta (…) retener las obras de su trabajo, darles un sello propio (…) una

apropiación simbólica de los productos de su trabajo (…) Hay una brecha entre lo que los

obreros saben hacer y lo poco que les dejan hacer en las líneas de ensamble, entre su

enorme creatividad y el trabajo descalificado que realizan, entre su capacidad de

aprendizaje y la mínima parte que les es requerida (…) es un recurso mediante el cual los

trabajadores se valoran a sí mismos, y llenan de significado jornadas laborales que, de

otro modo, serían grises y planas” (Ibíd.; 101-102).

A partir de esto entendemos que el capitalismo y la dinámica productiva frustra la

valoración que el obrero tiene de sí mismo y de su trabajo, mientras que el capitalismo

también puede utilizar esa capacidad creativa, cuando las máquinas se descomponen y

son arregladas por los trabajadores, esa “fuerza de invención autónoma” que es utilizada

por la empresa para ahorrarse gastos de reparación.

También es necesario señalar esos desafíos simbólicos y materiales que los

trabajadores llevan a cabo de manera velada, que se expresan mediante el llamado

“tortuguismo”26, robos “hormiga”, descomposturas de maquinaria, el ausentismo o la

migración hacia otras plantas.

Es necesario entender y observar las diferencias entre los sujetos productivos,

pues a partir de éstas, podemos entender las diferentes dinámicas y concepciones de uno

y otros, a partir de ubicarlos en sus contextos. En este sentido, la presencia de la

población indígena inmersa en el trabajo maquilador diversifica aún más el panorama.

Respecto a la población indígena Reygadas nos plantea una “tercer conquista”,

donde está constantemente en riesgo de perder su identidad y tradiciones, abandonar su

26

El tortuguismo es la práctica de aletargar el trabajo con el fin de mermar el cansancio y la producción, pudiendo ser una expresión y forma de boicotear la producción

39

vestimenta debido al desprecio social, pueden subsistir elementos culturales,

concepciones, valores, pueden debilitarse los lazos comunitarios y familiares, en suma,

darse diversas respuestas y formas de interactuar de la población indígena dentro de las

maquilas (Ibíd.), de igual manera importa la procedencia y cultura laboral de los

empleados, gerentes, patrones, y cómo interactúan entre los diferentes sectores y

culturas del trabajo, los tratos y las respuestas ante la relación de dominación: los

procesos y expresiones de resistencia.

4.- Es cuestión de resistencia.

Cuando se entablan relaciones de poder/dominación se generan respuestas que buscan

enfrentar o negar la relación de dominación. Este aspecto es vital para entender las

relaciones de poder/dominación.

Para entender estos procesos y expresiones de resistencia retomaremos a James

C. Scott (2000), quien plantea que “hablarle de frente al poder” no siempre es posible, el

poder/dominación impone reglas de comportamiento público, al que concibe como el

“discurso público”27.

“Me refiero al comportamiento público que se le exige a aquellos que están sujetos a

formas refinadas y sistemáticas de subordinación social (…) el subordinado, ya sea por

prudencia, por miedo, o por el deseo de buscar favores, le dará a su comportamiento

público una forma adecuada a las expectativas del poderoso. Usaré el término discurso

público como una descripción abreviada de las relaciones explicitas entre los

subordinados y los detentadores del poder” (Scott, 2000; 24).

La escena representada en el discurso público se construye a partir de

expresiones de superioridad del dominador, de acuerdo a la visión y concepción que tiene

de sí mismo, de la sociedad y de la relación de dominación, por lo que dependen de

representaciones “teatrales”28, en escenarios donde el dominador impone el guion.

Observar este discurso público no nos permite dar cuenta de la relación de

dominación, en el encuentro se asumen escenificaciones que nos llevarían a pensar la

existencia de una hegemonía. Ambos polos de la relación de dominación ejecutan un

discurso público frente al otro, actuando en medida de las “exigencias teatrales”

impuestas en la dominación.

“Las exigencias teatrales que generalmente se imponen en las situaciones de dominación

producen un discurso público que corresponde mucho a la apariencia que el grupo

dominante quiere dar. El dominador nunca controla totalmente la escena, pero

normalmente logra imponer sus deseos. A corto plazo, al subordinado le conviene actuar

27

James C. Scott cuando habla de “discursos” (público y oculto), refiere a prácticas discursivas, expresiones lingüísticas, gestuales, culturales y una serie de acciones como pueden ser los pequeños robos, pereza en el trabajo, engaños, gestos, circulación de leyendas, relatos y de imágenes (pintas, caricaturas), referentes a o frente al otro en la relación de dominación.

28 Como en el apartado de “Escenificación de las relaciones de dominación”, cuando hablamos de

“escenificación” o “representación teatral” no nos referimos a algo falso en sí mismo, sino a una puesta en escena.

40

de una manera más o menos verosímil, usando los parlamentos y haciendo gestos que, él

sabe, se espera que haga (…) el discurso público es sistemáticamente desviado hacia el

libreto, el discurso, representado por los dominadores (…) el discurso público va casi

siempre (…) a ofrecer pruebas convincentes de la hegemonía de los valores dominantes,

de la hegemonía del discurso dominante” (Ibíd.; 27).

Para poder tener una vista completa es necesario observar tanto el discurso

público como el oculto29, pues en el primero se expresa cómo el poder/dominación se

hace presente, cómo se concibe a sí mismo y a la sociedad, mientras en el otro se

muestran las aspiraciones, utopías, la necesidad de negar-enfrentar la dominación y los

ataques contra la dignidad. El discurso público adopta formas establecidas por los

dominantes, es una escena donde quien ejerce la dominación tiene el control, mientras

que el discurso oculto se construye en espacios lejos de la mirada del otro.

Teniendo así, que la hegemonía siempre pretendida por el dominador, puede ser

una apariencia, no completa, por lo tanto no hegemónica.

“Los poderosos consideran de vital importancia mantener las apariencias adecuadas a su

forma de dominación. Generalmente los dominados tiene a su vez buenas razones para

contribuir a preservar esas apariencias o, por lo menos, para no contradecirlas

abiertamente” (Ibíd.; 97).

Scott no niega la pretensión de los dominadores de instaurar su pensamiento

como hegemónico, ni la función de los aparatos que utiliza el poder/dominación para ello,

sin embargo señala que para poder verificar si dicha hegemonía se cumple, es necesario

ver no solamente el discurso público, pues en este se puede encontrar una aparente

hegemonía, por lo que es importante asomarnos “tras bambalinas”, para poder entender

qué tanto ese pensamiento hegemónico existe, qué tanto es una puesta en escena, qué

tanto los dominados niegan o rechazan la dominación.

Scott plantea necesario ir más allá del discurso público, pues éste nos puede dar

un panorama escenificado, parcial y superficial de la relación de dominación y para saber

cómo se vive, acepta, rechaza o niega, es necesario asomarnos “fuera de escena”,

asomarnos a los espacios donde el dominado no está de frente al dominador, hacia el

“discurso oculto”.

“Usaré el término discurso oculto para definir la conducta “fuera de escena”, más allá de la

observación directa de los detentadores del poder. El discurso oculto es, pues, secundaria,

en el sentido de que está constituido por las manifestaciones lingüísticas, gestuales, y

prácticas que confirman, contradicen o tergiversan lo que aparece en el discurso público

(…) los discursos ocultos se producen en función a un público diferente y en

circunstancias de poder muy diferentes a las del discurso público” (Ibíd.; 28).

29

Scott hace énfasis en no concebir el discurso público como falso y el oculto como verdadero, planteando que es más complejo: el público son puestas en escena que reafirman la relación de dominación, mientras que el oculto es donde se puede entender como los subordinados conciben y viven esa relación de dominación.

41

El discurso oculto tiene tres características.

“El discurso oculto es especifico de un espacio social determinado, y de un conjunto

particular de actores, (…) no contiene solo actos de lenguaje sino también una extensa

gama de prácticas (…) estás prácticas contradicen el discurso público de los respectivos

grupos y, en la medida de lo posible, se las mantiene fuera de la vista y en secreto. Por

último (…) la frontera entre el discurso público y el secreto es una zona de incesante

conflicto entre los poderosos y los dominados, y en ninguna manera es un muro sólido (…)

La incesante lucha por la definición de esa frontera es quizá el ámbito indispensable de los

conflictos ordinarios, de las formas cotidianas de la lucha de clases” (Ibíd.; 38-39).

El discurso oculto de lo dominados se construye en medida en que estos

comparten la condición de dominación.

“Un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasía personal de venganza y

enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una variante de las ofensas que sufre

sistemáticamente toda una raza, una clase o una capa social, entonces la fantasía se

puede convertir en un producto cultural colectivo” (Ibíd.; 32).

“La práctica de la dominación y de la explotación produce normalmente los insultos y las

ofensas a la dignidad humana que a su vez alimentan un discurso oculto de indignación

(…) El discurso oculto colectivo se vuelve relevante gracias a su posición de clase, común

a todos ellos, y a sus lazos sociales. (Ibíd.; 32).

En el discurso oculto encontramos la negación y el rechazo de la relación de

dominación en términos simbólicos y materiales, por lo que es importante atender y

entender cómo viven, piensan y simbolizan los dominados la dominación.

“Los insultos públicos a la dignidad personal y a la condición misma de ser humano

constituyen (…) la experiencia central en la vida laboral de la clase obrera (…) Porque,

aunque la apropiación material se lleve a cabo (…) de una manera bastante impersonal

(…) la dominación está generalmente más individualizada: uno rinde homenaje como

persona, uno es castigado como persona, uno es despreciado como persona. Ésa es la

dominación sin la cual no existe apropiación ninguna y la que específicamente deja su

huella en la dignidad personal, sino en el cuerpo físico de la persona” Ibíd.; 142).

Atender cómo la dominación es vivida cotidianamente y cómo se simboliza entre

los dominados, pues no basta conocer la condición económica, sino lo que implican para

la gente esas humillaciones cotidianas inmersas en la dominación política y económica.

Aquellos con los que se comparte la condición de dominación son los que conforman el

público para el discurso oculto, con quienes se comparten los espacios en que este se

construye y expresa.

“Al sufrir las mismas humillaciones o, peor aún, al estar sujetos a los mismos términos de

subordinación, todos tienen un interés común en crear un discurso de la dignidad, de la

negación y de la justicia. Tienen, además, un interés común en reservar un espacio social,

alejado de la dominación para elaborar allí, en relativa seguridad, un discurso oculto. Las

formas más elementales de negación se dan en los espacios sociales del discurso oculto

42

representan precisamente la articulación, sin peligro alguno de la afirmación, la agresión y

la hostilidad que no se pueden expresar en escena (…) el discurso oculto no deja nunca

de ser el equivalente a un acto de afirmación directa frente al poder (…) La negación

contenida en el discurso oculto recupera con frecuencia el discurso o la conducta que

parecían inevitables en los encuentros marcados por las relaciones de poder (…) El

discurso oculto colectivo de un grupo subordinado tiene muchas formas de negación que,

si se trasladan al contexto de dominación, constituirán actos de rebelión” (Ibíd.; 144-145).

En el discurso oculto podemos ver expresiones de rebelión velada, simbólica,

donde se niega o rechaza la dominación, que Scott señala como una “contraideología”

que normativiza las prácticas de resistencia, donde la solidaridad es importante entre los

sujetos que comparten la dominación y en los espacios donde se expresa y construye

este discurso oculto. Requiere de complicidad entre los dominados, ante las prácticas

discretas de resistencia simbólica o material, de espacios sociales autónomos del poder,

donde se posibilitan la construcción de estas negaciones y la formulación de patrones de

resistencia, donde se expresa de forma definida la cólera, en un proceso de comunicación

entre los dominados que posibilita la creación de una “subcultura de la resistencia”.

“La cólera, la humillación y las fantasías son, siempre, experiencias que se realizan dentro

de un marco cultural creado en parte por la comunicación marginal entre los subordinados.

En este sentido, probablemente no exista nada como una cólera, humillación o fantasía

completamente cruda. Incluso cuando no se comunican con nadie, todas ellas están

determinadas de antemano por la historia cultural de las experiencias individuales. La idea

fundamental es que una subcultura de la resistencia o una contracostumbre es

forzosamente un producto de la solidaridad entre subordinados” (Ibíd.; 148).

Los dominados cuidan estos espacios, buscando que no se rompa la solidaridad.

La vigilancia sobre estos espacios íntimos es importante, pues en ellos se va

construyendo el discurso oculto colectivo, que vale decir, es creado a partir de la relación

de dominación y se va construyendo de acuerdo al propio contexto, tomando diferentes

formas tales como lenguaje, gestos, actos que son excluidos del discurso público,

creando una subcultura que se opone a la dominación.

“El discurso oculto, por definición, representa un lenguaje –gestos, habla, actos- que

normalmente el ejercicio del poder excluye del discurso público de los subordinados. La

práctica de la dominación, entonces, crea el discurso oculto. Si la dominación es

particularmente severa, lo más probable es que produzca un discurso oculto de una

riqueza equivalente. El discurso oculto de los grupos subordinados, a su vez, reacciona

frente al discurso público creando una subcultura y oponiendo su propia versión de la

dominación social a la de la élite dominante” (Ibíd.; 53).

Así es posible entender la afirmación de Scott respecto a la “puesta en escena” del

discurso público: los dominados ejecutan una actuación convincente en la que tienen que

suprimir o controlar sus sentimientos, escenificando una imagen donde se asume la

conducta y lenguaje que el poder/dominación impone, siendo un instrumento de

resistencia y evasión, al “confirmar” la ideología dominante, mientras que en su discurso

43

oculto elaboran representaciones a partir de la fantasía y en prácticas donde expresan su

rechazo a la dominación.

“El subordinado prudente tratará normalmente de conformar su lenguaje a lo que sabe que

se espera de él, incluso si con ello oculta opiniones que, fuera de escena, serían muy

diferentes (…) se trata de controlar lo que sería el impulso natural a encolerizarse, insultar,

indignarse, y de contener la violencia inspirada por aquellos sentimientos (…) Para la

mayoría de los oprimidos de la historia (…) el truco para sobrevivir, que de ninguna

manera puede decirse que haya sido siempre infalible, ha consistido en tragarse su propia

bilis, reprimir la rabia y conquistar el impulso a la violencia física. Es esta sistemática

frustración de la acción recíproca la que, según yo, nos ayuda a entender gran parte del

contenido del discurso oculto. En su nivel más elemental, el discurso oculto constituye una

forma de representar en la fantasía –y ocasionalmente en prácticas secretas- la cólera y la

agresión recíproca que la presencia de la dominación reprime (…) Es como si la “voz” (…)

que se les niega en el discurso público encontrara su plena expresión fuera de escena. La

frustración, la tensión y el control necesarios en público dan lugar a represalias

desenfrenadas en un espacio más seguro, donde finalmente se arreglan las cuentas en

reciprocidad, en un sentido simbólico al menos” (Ibíd.; 62-64).

Las fantasías, maldiciones, visiones de “justicia divina”, deseos de venganza,

formas culturales donde se invierte la relación de dominación, son expresiones del

discurso oculto de los dominados, a modo de un “ajuste de cuentas” al menos simbólico

contra el dominador, que contradicen la actuación del discurso público.

Los espacios sociales en los que se construye y refuerza el discurso oculto son

aquellos donde “ya no es necesario callarse”, aquellos que se comparten entre

subordinados, lejos de la mirada del dominador, pueden ser físicos, culturales o

lingüísticos. Estos espacios son vitales para la construcción del discurso oculto, por lo que

los dominadores constantemente buscan eliminarlos o controlarlos, para controlar o

eliminar la comunicación entre subordinados que hace posible el discurso oculto y los

procesos y expresiones de resistencia, mientras que los dominados están constantemente

defendiéndolos, compartiendo y construyendo lenguajes, valores y concepciones

opuestos a los de los dominantes, vigilándose, para localizar, asilar y anular a quienes

pretendan romper el espacio de solidaridad que se basa en el “compañerismo”.

El discurso político de los dominados tienes sus variedades: el emitido en el

discurso público, donde adopta el retrato del poder; el emitido en el discurso oculto, que

se da fuera de escena, lejos de la mirada del poder, donde surge una cultura política

disidente entre los dominados; y el intermedio, la política del disfraz, que se da entre el

retrato del poder y el anonimato, a partir de dobles significados, en rumores, chismes,

cuentos, chistes, canciones, rituales, eufemismos; y el de ruptura, cuando el discurso

oculto irrumpe en escena (Ibíd.; 42-43).

Scott acuña el concepto de “la infrapolítica de los grupos subordinados”, este

concepto es útil para poder empíricamente observar qué tanto esa “incorporación

hegemónica” es tal.

“Con ese término, quiero designar a una gran variedad de formas de resistencia muy

discretas que recurren a formas indirectas de expresión. Comprender la sustancia de esta

44

infrapolíticia, sus disfraces, su desarrollo y relaciones con el discurso público será de gran

ayuda en el esclarecimiento de algunos enojosos problemas de análisis político, en

especial la cuestión de la incorporación hegemónica” (Ibíd.; 44).

La “infrapolítica de los subordinados” nos permite ver las relaciones de dominación

y los actos políticos desde un lente más amplio, que si sólo viéramos las manifestaciones

impuestas de anuencia o expresiones abiertas de rebelión. Los dominados hacen uso de

diversas formas de “disfraz político” mediante el cual pueden introducir la resistencia en el

discurso público, elaborado sutilmente para evitar la confrontación directa.

En las formas elementales de “disfraz político” encontramos el anonimato, donde

se expresa el discurso oculto escondiendo al autor; el chisme que se ejecuta como una

agresión disfrazada, ejerciendo una sanción social, sin un autor específico y dirigido a

castigar al destinatario; el rumor, que no está dirigido contra alguien específico, que

permite una comunicación anónima sobre acontecimientos de interés común, ante la falta

de información clara, en los cuales se expresa miedos, anhelos, intereses, utopías

colectivas; el eufemismo donde se disfraza el mensaje para evitar represalias; el

refunfuño, que expresa sin riesgos una queja, un descontento, por medio de sonidos,

gestos, gemidos, suspiros, en suma, expresiones que se mantienen en el límite de la

insubordinación (Ibíd.; 170-187).

Están también las formas elaboradas de “disfraz político”, donde se expresa una

rebelión simbólica, en formas y expresiones de la cultura popular.

“En la cultura popular (…) algunos elementos relevantes pueden tener significados que, en

potencia debilitan, si es que no contradicen, la interpretación oficial. La cultura de los

grupos subordinados debe reflejar un contrabando de partes del discurso oculto,

adecuadamente veladas (…) en la medida en que la cultura popular pertenece a una clase

o un estrato cuya situación en la sociedad produce experiencias y valores distintivos, esas

características presumiblemente aparecerán en sus ritos, sus bailes, sus

representaciones, su indumentaria, su narraciones, sus creencias religiosas, etcétera”

(Ibíd.; 189).

Éstas, permiten a los dominados debilitar las normas y valores culturales de los

dominantes, y en ellas encontramos: la cultural oral, haciendo de ésta un vehículo de

transmisión de la resistencia, permitiendo el anonimato, la socialización directa, la

actualización constante y la propiedad colectiva; cantos, cuentos y leyendas populares,

donde se construyen héroes que se identifiquen con los subordinados; la inversión

simbólica, donde se muestran imágenes del “mundo al revés”, integradas en la cultura,

donde la realidad social es invertida, que expresan y permiten la creación de un

pensamiento disidente donde el orden establecido no es inevitable, apuntando la

posibilidad de transformarlo; el carnaval, que es una forma institucionalizada de “disfraz

político”, donde las reglas son subvertidas, se puede enunciar anónimamente lo que

normalmente está prohibido, los descontentos, donde se permite enjuiciar al agresor, es

un espacio privilegiado para la agresión reprimida y un momento propicio para la reunión

entre dominados (Ibíd.; 188-215).

Estas formas de resistencia velada forman parte de lo que Scott llama “la

infrapolítica de los grupos subordinados”, que nos señala la importancia de la acción

45

política de los dominados, que se ejecuta más allá de lo visible, cuya invisibilidad es

resultado de una acción deliberada y estratégica para mantenerla así, y también la señala

como el sustrato, “los cimientos culturales y estructurales” de la acción política visible de

los subordinados, es decir, aquellos elementos, prácticas, concepciones políticas

invisibles que hacen posible las expresiones políticas visibles.

“El término infrapolítica parece una forma económica de expresar la idea de que nos

hallamos en un ámbito discreto de conflicto político (…) la lucha sorda que los grupos

subordinados libran cotidianamente se encuentra –como los rayos infrarrojos- más allá del

espectro visible. Su invisibilidad es (…) en buena medida resultado de una acción

deliberada, de una decisión táctica (…) también es adecuado en otro sentido (…) la

infrapolítica que hemos examinado contiene gran parte de los cimientos culturales y

estructurales de esa acción política visible” (Ibíd.; 217-218).

Es necesario tener en cuenta que las resistencias no se dan sólo como un

enfrentamiento simbólico o de ideas sobre la dignidad, la dominación está relacionada

estrechamente con prácticas materiales: es un proceso de apropiación, donde los

dominantes extraen: impuestos materiales: trabajo, recursos, granos, servicios; e

impuestos simbólicos: respeto, conductas, actitudes, formas verbales y actos de humildad

ante la dominación.

De igual forma, la resistencia no solo se da en el ámbito simbólico, sino que se da

en el material, por lo que en el discurso oculto se construyen justificaciones y prácticas

discretas y concretas para minimizar la apropiación, tales como :robos, ausentismo

laboral, descuidos, sabotajes, ocupación de tierras, etc.

“El vínculo entre la dominación y la apropiación significa que las ideas y el simbolismo de

la subordinación no se pueden separar del proceso de explotación material (…) la

resistencia simbólica velada a las ideas de dominación no se puede separar de las luchas

concretas para impedir o mitigar la explotación” (Ibíd.; 222).

La ejecución de estas prácticas, como en los robos a pequeña escala, busca de

una manera u otra recobrar el trabajo propio. Teniendo que las prácticas y discursos de la

resistencia se apoyan mutuamente, estas prácticas son el ejercicio de los derechos

negados y no se pueden realizar sin un discurso marginal que les legitime, a partir de

valores, significados y concepciones culturales. La disidencia se expresa en prácticas que

buscan renegociar discretamente las relaciones de poder, se relacionan y retroalimentan

con el discurso oculto, por lo que este es el terreno político de la lucha, donde se imponen

formas de conducta y resistencia y no es un sustituto de la práctica de resistencia.

Esta infrapolítica nos señala que los dominados hacen política, aun cuando

pareciera que no, pero es fundamental para entender la irrupción, la construcción, de las

expresiones y procesos de resistencia abierta, con la cual se corresponde, es una forma

estratégica de la resistencia, que se oculta, se disfraza, pero que es el fermento de la

resistencia abierta y en ella se dan las formas elementales de la vida política abierta de

los dominados. Es -dice Scott- una política real, se ejerce con entusiasmo, dificultades y

objetivos, está constantemente presionando y probando los límites, siendo el cimiento de

la acción política que irrumpe cuando surge la primera declaración abierta de resistencia.

46

La primera irrupción del discurso oculto tiene una fuerte importancia, es donde

podemos ver tanto el discurso público como el oculto “cara a cara”, tiene un impacto sobre

la relación de dominación que es encarada, ya no bajo el disfraz y las formas discretas,

rompe la hegemonía aparente, siendo una insubordinación, un desafío contra los

dominadores que genera una “electricidad política” que se vive intensamente a nivel

individual, colectivo y político.

En la irrupción, el sujeto individual o colectivo se reafirma, reduce la “presión” de

mantenerlo oculto, sin que esto implique la eliminación de la necesidad de resistir,

originando que el sujeto recupere autoestima, confianza hacia sí mismo, siendo una

experiencia individual y colectiva.

“Al permitir que se manifieste una parte de la personalidad del individuo, que antes se

había mantenido protegida y escondida, la declaración pública del discurso oculto parece

también recuperar un sentido de autoestima y de humanidad” (Ibíd.; 247).

Tiene un efecto “liberador”: por un lado, al poder enfrentar la frustración derivada

de las humillaciones, del no tener que controlarse, y por el otro, al ser un desafío público

que viene a enfrentar a la dominación, acción a partir de la cual se rompe la imagen de

sumisión, influirá en la relación de dominación y trascenderá más allá de que sea

reprimida, insertándose en la memoria colectiva de los subordinados, haciéndose parte

del discurso oculto.

La irrupción se da de diferentes maneras, de acuerdo a la severidad de la

dominación y las humillaciones. Scott las caracteriza como: “desafío crudo”: aquellas

formas de los grupos que no pueden devolver las humillaciones, relativamente

atomizados, con estricta vigilancia, separados geográficamente, con diferencias culturales

y lingüísticas, lo que impide el crecimiento del discurso oculto elaborado y común, que se

da como un explosivo desafío, muchas veces a pequeña escala, actos de venganza

menos estructurados, expresiones más violentas; y “desafío cocido”: que son formas muy

elaboradas donde los dominados tienen posibilidad de compartir y construir el discurso

oculto más libremente (Ibíd.; 254-255).

El momento oportuno de la irrupción depende de varios factores, entre los que

encontramos la voluntad del agente, circunstancias, socialización, etc., sin que se pueda

predecir cómo, cuándo y por medio de quién irrumpirá, no es un acto meramente

repentino, aunque se vive repentinamente, se relaciona con factores sociales, políticos

que influyen en la irrupción, junto con la subjetividad de los dominados y del agente, que

es necesario decir, influye que tanto el acto es carismático para los dominados, a partir de

qué es lo que enuncia, cómo lo enuncia y a quién se dirige, de los elementos que retome

del discurso oculto y que tanto estos son compartidos y valorados por el grupo, de que

tanto el discurso oculto expresa y refuerza un sentido de solidaridad entre los dominados.

47

III.- UN LARGO CAMINO.

“Ya estuvo de tanto cuento, de vivir en la mentira. Entre obreros y patrones

la historia está dividida. Nos han robado la voz, nos han robado la voz, a ti

y a mí. ¡Nos han robado la voz!”

*1910.

León Chávez Teixeiro.

Tehuacán atardeciendo.

1.- Mirando hacia atrás.

1.1.- Un ojo a vuelo de pájaro.

Las raíces del capitalismo se pueden ubicar alrededor del siglo XI (Braudel, 1986), cuando

comienzan a sentarse las bases comerciales y políticas del mercantilismo que se

consolida entre los siglos XIV-XV (Sombart, 1946). En estos siglos “occidente” consolidó

su imperio, extendiendo las rutas comerciales, conquistando territorios, extrayendo

recursos naturales y mano de obra que posibilitarían el capitalismo mercantil y

posteriormente la configuración del capitalismo moderno-industrial entre 1820-1890

(Maddison, 1986).

El capitalismo se consolidó irrumpiendo en la vida de naciones, pueblos y

comunidades humanas, y a pesar de su constancia, no ha sido armonioso, se establece y

mantiene a partir de la explotación, el despojo y la dominación, sobre el trabajo, recursos,

voluntad y capacidad social con el fin de acumular ganancias, tampoco ha sido armonioso

consigo mismo, constantemente entra en crisis que hacen necesarias transformaciones

económicas y políticas que generan o impulsan otras de índole social, ambiental, laboral

y cultural.

Se han hecho diferentes intentos de caracterizar el comportamiento del

capitalismo, sus crisis y ciclos, en las que se apunta la importancia de los factores de la

productividad y tecnología, mientras que otras incluyen la importancia de las políticas

estatales, los cambios en la estructura de la producción y empleo, la proletarización de la

población, las expectativas y poder de negociación de los trabajadores, etc. (Maddison,

1986; 95-121). Por su cuenta, Enrique de la Garza (1993) plantea que es necesario tomar

48

en cuenta otros factores más, acuñando un concepto donde se articulan las relaciones

entre la base tecnológica, la base organizacional del trabajo y la base de las relaciones

laborales, al que denomina la “base socio-técnica de los procesos productivos” (De la

Garza, 1993).

1.2.- Un viejo modelo durante el Siglo XX.

En el Siglo XX se dieron transformaciones respecto a procesos productivos, relaciones

laborales, hábitos de consumo, conformaciones geopolíticas y políticas estatales que a

partir de 1973 marcaron una transición en cuanto al régimen de acumulación30, que

requirió de una transformación del modo31 y sistema de regulación32 (Harvey, 2004), ante

la crisis y fragmentación de la hegemonía del modelo fordista-taylorista de producción y

las políticas keynesianas.

Este modelo de producción surgió a inicios del siglo XX con los planteamientos de

Frederick Taylor sobre la organización del trabajo: división especializada; movimientos

parciales; tareas fragmentadas; división entre dirección-concepción-control-ejecución, con

el fin de incrementar la productividad y restar control a los trabajadores, y se le denomino

“taylorismo”. Se perfeccionó con las innovaciones tecnológicas de Henry Ford y su

cadena de montaje que permitió: la producción en línea; aumentar la división del trabajo

en tareas simples; disminuir los costos de producción; una mayor especialización de la

fuerza de trabajo; reducción del control obrero sobre el proceso de producción; y aumento

de la productividad. Junto a esto, Henry Ford planteaba que una producción masiva

requería un consumo masivo, para lo cual era necesario aumentar los salarios y reducir

los precios de los productos (Harvey, 2004), a estos planteamientos se le denominan

“fordismo”, que perfeccionan al taylorismo y se estableció el modelo de producción

denominado “fordismo-taylorismo”.

En las primeras décadas del siglo XX este modelo encontró dificultades para

establecerse y extenderse, la tradición artesanal obrera dificultaba su implementación, la

clase trabajadora se negaba a aceptar el nuevo modelo que no les permitía desarrollar y

aprovechar sus habilidades, ni participar en el diseño de la producción. Ante el incremento

de la lucha obrera y la crisis de 1929, surgió la necesidad de un modelo político acorde al

modelo de producción. En este sentido encontramos los planteamientos de John Keynes

sobre la función y estrategias del Estado para estabilizar la economía mediante el gasto

social, planteando una “alianza”33 (Harvey, 2004), donde el capital aceptaba mejoras

30

El régimen de acumulación hace referencia a un periodo largo de estabilización de la asignación entre consumo y acumulación en correspondencia a las condiciones de producción y reproducción de los asalariados. Harvey, David (2004).

31 El modo de regulación es la materialización del régimen de acumulación en un cuerpo de normas,

hábitos, leyes y redes de regulación que aseguren el proceso, la consistencia de comportamientos frente al esquema de reproducción, es decir, el modo de regulación social y política, el cuerpo de reglas y procesos sociales interiorizados.

32 El sistema de regulación, lo plantea como la coherencia del régimen de acumulación y el modo de

regulación 33

Este proceso no fue armónico, su implementación sobre la clase obrera fue una combinación de represiones por un lado, que obligaron a los sectores obreros combativos a amoldarse al modelo

49

salariales y laborales, los sindicatos cooperantes se comprometían a colaborar con la

estabilidad social y económica, y el Estado a intervenir mediante políticas para

contrarrestar las crisis económicas.

El fordismo-taylorismo dependió de las políticas keynesianas, lo que configuró un

modelo político-económico-productivo que se implementó de manera resuelta hacia

mediados de la década de 1940, con la “derrota”34 del movimiento obrero revolucionario.

Se posibilitó el surgimiento de nuevas empresas, la expansión del modelo productivo-

político a nivel internacional y una división internacional del trabajo basada en países

centro-industrializados y países periféricos-en vías de desarrollo, estableciéndose el

modelo de “Estado del bienestar” que asumió el salario social necesario para incentivar el

consumo masivo y la regulación de las relaciones salariales, laborales y de la economía.

Mientras EEUU consolidaba su hegemonía económica, las economías europeas y

asiáticas comenzaron a recuperarse en la década de 1950 e irrumpieron descontentos

sociales en sectores marginados que se expresarían en luchas de género, raza, origen

étnico, etc.: irrumpiendo una fuerza de trabajo no privilegiada-marginada (Harvey, 2004).

Así, en la década de 1960 el modelo fordista-taylorista, las políticas estatales keynesianas

y la hegemonía económica norteamericana comenzaron a ser potencialmente

amenazados.

1.3.- Transitando a un posible nuevo modelo económico, político y productivo.

Entre 1965 y 1973 este modelo entró en crisis ante la recuperación económica de Japón y

Alemania Occidental, la caída de productividad norteamericana y la adopción de políticas

de sustitución de importaciones35 en los países periféricos, que generaron la incapacidad

de EEUU y el modelo de producción para regular el sistema financiero internacional y

contener la crisis (Harvey, 2004).

Con la emergencia de estos capitales competitivos se hizo imperante que EEUU

buscara una solución para enfrentar la desaceleración económica y mantener su

hegemonía económica, a esto responde el Proceso de Internacionalización del Capital

(PIC).

“Entendemos por internacionalización del capital la trasposición del capital de países

desarrollados a aquellos en donde la mano de obra es más barata; con el fin de reducir los

costos de producción mediante el empleo de fuerza de trabajo de forma intensiva. La

reubicación de los procesos productivos está integrada verticalmente a un proceso global

económico-productivo, y por el otro, de cooptación mediante prebendas políticas, laborales y salariales a aquellos sindicatos que cooperaran, lo que generó un debilitamiento de los sectores obreros combativos. De igual manera la aceptación de exigencias obreras por parte de la burguesía y del Estado fueron resultado de fuertes presiones.

34 Esta “derrota” es en términos generales, no implica que el movimiento y la resistencia obrera

hayan desaparecido. Podemos plantear que el movimiento obrero combativo sufrió una fuerte derrota que lo llevó a perder fuerza, ante la preponderancia de sindicatos cooperantes.

35 Esta es un giro en las políticas económicas nacionales de los países periféricos, para cambiar su

modelo industrial, pasando de la exportación de materias primas e insumos hacia los países centro e importación de medios de producción, hacia una industrialización que busca producir medios de producción, para romper la dependencia tecnológica y productiva.

50

de producción, bajo el control de las corporaciones trasnacionales” (Carrillo y Hernández,

1985; 29).

El PIC alrededor 1965 comienza a tomar importancia, en él se encuentra el

germen de la estrategia a seguir, con repercusiones a nivel político, laboral, productivo,

social, geopolítico y en la división internacional del trabajo (Carrillo y Hernández, 1985).

En 1973 fue imposible contener la crisis y se incrementó la necesidad de una

restructuración económica: intensificación del control de la fuerza de trabajo; cambios

tecnológicos tendientes a la automatización de la producción; nuevos productos y

mercados; y la dispersión geográfica de la producción, en búsqueda de nuevos mercados

de fuerza de trabajo con una débil regulación laboral.

1.4.- Caminando hacia la lógica de la flexibilidad.

David Harvey acuña el concepto de “acumulación flexible” para este nuevo régimen de

acumulación, relacionado con modelos de producción flexibles y políticas neoliberales.

Basado en la flexibilización de: procesos productivos; mercados de fuerza de trabajo;

pautas de consumo; sectores productivos; formas financieras; nichos de mercado; e

innovación tecnológica y organizativa en los procesos de producción (Harvey, 2004).

La flexibilidad abre el mercado laboral a mano de obra menos calificada,

generando un crecimiento del ejército industrial de reserva36, que permite la reducción del

costo de la fuerza de trabajo; reducción de derechos y estabilidad laboral; disminución del

poder sindical. Se introducen formas flexibles de contratación-despido y uso de mano de

obra de sectores marginados37, con alta movilidad, reducción-eliminación de derechos

laborales, intensificación de ritmos, y extensión de jornadas de trabajo. A nivel industrial

hace referencia a plantas con alta capacidad de movilidad, organización del trabajo

flexible, alta movilidad y fragmentación de tareas, producción en pequeños lotes,

búsqueda de nuevos nichos de mercado, tendencia a innovaciones tecnológicas y a no

permitir injerencia de sindicatos.

“Estas últimas [en referencia a las nuevas formas de organización del trabajo] se

caracterizan por una flexibilización de los procesos, motivada por la volatilidad de los

mercados, es decir, por necesidades de consumo más divergentes y menos estables…la

flexibilidad en el consumo obliga a una flexibilidad en la elaboración del producto…el ser

flexible se establece como un metalenguaje inscrito dentro de las relaciones de mercado,

pero cuya traducción en los espacios de trabajo puede adquirir connotaciones diversas: 1)

posibilidad del empleador para contratar o despedir discrecionalmente a trabajadores

conforme las necesidades de la empresa; 2) reducción o ampliación en el número de

personal así como de las horas trabajadas; 3) exigencias hacia el trabajador para realizar

diversas tareas independientemente de su perfil laboral; 4) pago de salarios sujeto a la

36

El ejército industrial de reserva es la población desempleada en busca de un puesto de trabajo, lo que genera que aumente la demanda de trabajo y la competitividad entre los trabajadores por mantener o lograr un lugar, con esto el capital puede reducir los salarios. Abriendo el mercado a fuerzas de trabajo no calificadas y sectores sociales marginados este ejército industrial de reserva se incrementa.

37 Principalmente mujeres, jóvenes, indígenas y migrantes.

51

productividad del empleado y 5) innovación tecnológica en los procesos y en su forma de

organización” (Pérez, 2009; 28-30).

A nivel político implica la tendencia a eliminar las políticas keynesianas y con ellas

el llamado “Estado del bienestar” y la implementación de las políticas neoliberales, donde

el Estado disminuye su inversión en la producción, asumiendo políticas en beneficio del

libre mercado y de la flexibilización del mercado de trabajo.

“Se acostumbra denominar modelo neoliberal a aquella economía y política económica en

la que ha disminuido substancialmente la inversión productiva del Estado (privatizaciones

de por medio) y las políticas de fomento al crecimiento económico…a las políticas de

reducción de las barreras de entrada y salida de mercancías y capitales del país; a las que

han flexibilizado las regulaciones sobre las empresas y los mercados laborales” (De la

Garza, 2005; 19).

El Estado implementa políticas que otorgan facilidades a la inversión: aduanales,

fiscales, políticas, construcción de infraestructura, facilitando permisos, otorgando

excepción de impuestos a la importación de materias primas y tecnología, en general

comprometiéndose a proporcionar un clima favorable para la industria y el libre mercado

(Carrillo y Hernández, 1985).

Es común utilizar el término “toyotismo” para referirse al modelo productivo

adoptado, sin embargo es necesario aclarar que el toyotismo es solo uno de los modelos

de producción flexibles. Enrique de la Garza (1993) aclara que existen diversos modelos

productivos flexibles, que tienen como común denominador su tendencia hacia la

flexibilización: de la organización del trabajo; procesos productivos; uso y contratación de

la fuerza de trabajo; uso de nuevas tecnologías. En este sentido la caracterización del

nuevo modelo es la flexibilidad, incluso en los modelos productivos que implementa.

Un modelo diverso y flexible sobre sí mismo, siendo no un modelo específico, sino

una serie de propuestas y prácticas que se establecen y se mezclan según las

necesidades empresariales y las condiciones socio-políticas.

1.5.- La industria maquiladora y la precarización del trabajo.

En este contexto re-surge38 la precarización del trabajo, es decir, transformaciones en

detrimento de la estabilidad laboral: contratación flexible; alta movilidad y fragmentación de

tareas; reducción de derechos laborales; intensificación de los ritmos de producción;

extensión de los horarios de trabajo; reducción o eliminación de organización-acción

obrera.

38

Planteo “re-surge” pues la precarización del trabajo se entiende a partir de la otrora estabilidad laboral del periodo del llamado Estado del bienestar y el modelo fordista-taylorista y las políticas keynesianas, sin embargo ésta sólo existió durante algunas décadas del siglo XX y las condiciones laborales que se entienden como “precarización del trabajo” son condiciones que muchas veces coinciden, aunque actualizadas, con las que encontráramos en el siglo XIX y principios del XX, es decir, no es un fenómeno nuevo en el mundo del trabajo.

52

Este camino comienza en las décadas de 1950-1960 cuando surge el Proceso de

Internacionalización del Capital (Carrillo y Hernández, 1985). Esta precarización del trabajo

se basa en la inestabilidad laboral en favor de las ganancias del capital y se extiende hacia

otros ámbitos laborales no necesariamente industriales (Peña, Pérez y Sánchez, 2009).

Al hablar de flexibilidad y precarización del trabajo, el caso de la industria

maquiladora es un claro ejemplo. Esta industria y su modelo de producción responden al

PIC (Carrillo y Hernández, 1985) y su búsqueda de reducir los costos de producción. Las

grandes corporaciones comenzaron a migrar hacia regiones no industrializadas donde

podrían encontrar esa mano de obra a bajo costo.

En 1973 ya se da este traslado de capitales hacia 39 países diferentes, en Asía,

África y América Latina (Carrillo y Hernández, 1985), diversificando la geografía productiva

fuera de los centros clásicos, comenzando una nueva división internacional del trabajo que

rompe la lógica de centro-periferia. Abriéndose a fuerzas de trabajo marginales e

incrementando el ejército industrial de reserva, lo que le permite instalarse de manera

extensiva y establecer un control sobre los bajos salarios (Carrillo y Hernández, 1985), esta

industria se puede caracterizar como:

“Plantas manufactureras establecidas en México (o en el país destino), que: a) sean filiales

a empresas estadounidenses (o transnacionales) o plantas contratadas, ya sea de capital

nacional o extranjero; b) se dediquen al ensamble de componentes y/o procesamiento de

materias primas, ya sea de productos intermedios o finales; c) casi la totalidad de las

materias primas y/o componentes que utilicen, sean importados de Estados Unidos (o del

país de origen) y una vez terminado el proceso de maquila, los productos enviados a ese

país, y d) tengan horarios intensivos de trabajo” (Carrillo y Hernández, 1985; 19).39

Este modelo industrial tiende a una baja inversión de capital fijo40, con facilidad de

movilidad para migrar, reduciendo la pérdida de inversión cuando ya no le es conveniente

quedarse en una región, sea debido inestabilidad económica, política, social o la creciente

actividad sindical-obrera, etc. Reduce sus costos de producción mediante: bajos salarios;

trabajo intensivo; horarios extensivos; reducción de derechos laborales; beneficios

arancelarios; modelos flexibles de organización del trabajo; escogiendo las regiones donde

se instala por su conveniencia41.

Entre los capitales que impulsaron la maquila encontramos principalmente a los de

Alemania, Japón y EEUU (Carrillo y Hernández, 1985). La primera región elegida para

instalarla fue Asía, posteriormente EEUU traslado sus capitales hacia zonas bajo su

influencia política, económica y militar en América Latina; Alemania Occidental hacia

Irlanda, Portugal, España, Italia y Grecia; Japón hacia Corea del Sur, Taiwan, Singapur y

Hong Kong (Carrillo y Hernández, 1985).

39

Los paréntesis son míos. 40

El capital fijo es la inversión en medios de producción, equipo, edificios, infraestructura interna necesarios en la producción.

41 Los factores pueden ser: legislación-regulación laboral, condiciones económicas, políticas,

sociales, presencia sindical, capacidad de acción obrera, apoyos gubernamentales, etc.

53

En los países desarrollados la maquila comenzó a instalarse fuera de los

tradicionales centros industriales, en los EEUU comenzó la desindustrialización de la

región del noreste y medio oeste y la industrialización maquiladora del suroeste, donde

había una fuerte presencia migrante, generando un fuerte desempleo en las otrora

regiones industriales, competencia entre trabajadores y con esto la destrucción de las

organizaciones obreras. Esta industria está ligada a las constantes crisis de las economías

centrales (Carrillo y Hernández, 1985), ante lo que los capitales cierran plantas y se mudan

a otras regiones o reducen tiempos de jornada y salarios e intensifican los ritmos de

trabajo.

Durante la década de 1990 la maquila diversificó las ramas de producción, los

productos y las regiones donde se instaló, aumentando su presencia en los viejos lugares

de establecimiento, generando nuevos, abandonando otros y surgieron nuevas potencias

como China, que actualmente es la primera potencia maquiladora a nivel mundial.

2.- Y mientras tanto en un país no muy lejano.

2.1.- México, atravesado por el capitalismo.

La entrada de lo que hoy es México al capitalismo se da desde la época colonial42, sin

embargo el proceso extensivo de industrialización43 se da de manera tardía. En 1930 tenía

una población y dinámica productiva principalmente campesina/agrícola. A partir de la

década de 1940 se impulsó un modelo expansivo44, con una industrialización de

producción de bienes primarios45 y la importación de medios de producción y bienes

secundarios46 (Rivera, 1986).

México logró figurar como exportador de materias primas e insumos hacia los

EEUU y entró a la década de 1960 con una población urbana-proletarizada de alrededor

del 60%, con una pequeña y mediana empresa que dependía de políticas proteccionistas

para lograr competir con el capital monopólico (Rivera, 1986), intentando entrar en la fase

42

La extracción de recursos naturales y la explotación de mano de obra en América y África significó la posibilidad de que el capitalismo mundial se consolidara y se pudiera pasar del mercantilismo hacia el capitalismo industrial.

43 La industrialización en México inició durante el siglo XIX, sin embargo, la carrera de

industrialización se impulsa hasta las últimas décadas de ese siglo y se ve interrumpida por las condiciones sociales y políticas del país a principios del siglo XX, y no se reinicia sino hasta pasando las primeras décadas de ese siglo.

44 El modelo expansivo se caracteriza por el periodo en el cual se comienza a extender la

industrialización, a construir un mercado interno y se va proletarizando a la población, imponiéndose sobre la producción doméstica, campesina y artesanal, envolviendo a la población en las relaciones de producción capitalistas.

45 La producción de bienes primarios se refiere a la extracción de recursos naturales (materias

primas e insumos) en la “industria extractiva”, con el objetivo de exportarlos para la industria de transformación en los países centro.

46 Los bienes secundarios son mercancías elaboradas por la industria de transformación, productos

manufacturados, producidos a partir de los bienes primarios, como medios de producción, maquinaria, herramienta y bienes duraderos, etcétera.

54

intensiva de desarrollo capitalista47 y dejar atrás el modelo industrial primario-exportador,

pasando hacia un modelo de “sustitución de importaciones”48 (Valenzuela, 1986). En este

contexto se da la implementación del Programa de Industrialización Fronteriza (PIF) en

1964-1965, comenzando la inserción de México al Proceso de Internacionalización del

Capital.

En 1973 se materializó la crisis de sobreacumulación, ante la cual el gobierno

norteamericano tomó una serie de medidas de reajuste político-económico (Rivera, 1986).

El Estado mexicano enfrentó la necesidad de realizar cambios políticos-económicos, de la

mano de una serie de descontentos sociales ante la situación económica y comenzó a

seguir los modelos marcados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco

Mundial (BM) para recuperar la confianza del capital internacional. Es en esta década

cuando la inversión de capitales manufactureros de exportación comienza a tomar

importancia para México, iniciando una transición del corto periodo de “sustitución de

importaciones” hacia un modelo de industrialización “exportador-secundario”49 (Valenzuela,

1986).

2.2.- La reestructuración mexicana: neoliberalismo y flexibilización laboral.

Comenzando la década de 1980 se dieron los últimos intentos del gobierno mexicano por

estabilizar la economía mediante una política intervencionista que influyó en la crisis de

1982 (Valenzuela, 1986), que ocasionó desempleo, inflación, endeudamiento y salida de

capitales hacia Asía (Rivera, 1986), ante lo que se dio una reorganización de las políticas

sociales y económicas acordes a la estrategia mundial. Esta reorganización adentraba más

a México en el Proceso de Internacionalización del Capital, a la “acumulación flexible” y a

las políticas neoliberales, implementando diversos programas de desarrollo50 para

fortalecer su integración a la economía mundial, eliminar las políticas proteccionistas e

impulsar la industria de exportación (Rivera, 1986), posibilitando la reducción de los costos

de producción mediante la reducción de salarios, en busca de atraer al capital maquilador.

Estas medidas cargaron en los trabajadores el peso de la crisis, acentuando el

ingreso de México a un proyecto global, en un clima de alto desempleo, despidos masivos,

caída salarial, descalificación de la fuerza de trabajo, que se expresaron en una reducción

del nivel de vida de los trabajadores y en la apertura a los procesos de flexibilización

económica, productiva y laboral.

La crisis de 1980 hizo que México implementara una reestructuración basada en

impulsar el modelo manufacturero de exportación, la inversión privada, la relocalización

47

La fase intensiva de desarrollo capitalista hace referencia a que una vez extendida la industrialización, la proletarización y el mercado interno, se entra a intensificar el desarrollo del capitalismo.

48 Este modelo de industrialización busca crear la capacidad industrial nacional para producir bienes

secundarios (duraderos y de medios de producción) sin la cual el capitalismo a nivel nacional no puede seguir desarrollándose.

49 Este modelo de industrialización se refiere al paso del modelo de sustitución de importaciones

hacia una industria dedicada a exportar bienes secundarios, durables y de medios de producción, como el caso de la industria manufacturera de exportación.

50 Como el Programa Nacional de Desarrollo 1983-1988, Programa Nacional de Financiamiento para

el Desarrollo 1984-1988, y Programa Industrial de Comercio Exterior 1984-1988.

55

industrial y el cambio de políticas económicas, generando cambios en la base socio-

técnica: tecnológicos; organización del trabajo; y relaciones laborales, que giraron hacia la

flexibilidad laboral (De la Garza, 1993).

Así, México entró en el camino neoliberal, promoviendo las formas flexibles de

organización del trabajo, de empleo de fuerza de trabajo y de relaciones laborales,

impulsándolas como la política laboral a seguir, lo que se acentuó en la década de 1990

con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en

1994, haciendo de México oficialmente un país maquilador, impulsando el modelo de

“sindicalismo de protección”51 (Anguiano, 2010), ejercido por sindicatos de empresa o de

las centrales obreras oficialistas52, para enfrentar las resistencias obreras, mitigarlas e

imposibilitarlas (Ramos, Bueno y Castaneira, 2012; Castaneira, 2011).

La industria maquiladora se volvió el modelo oficial de industrialización y tuvo su

“boom” entre los años 1995-2000. Con la entrada del siglo XXI y los gobiernos del PAN53,

se mantuvo y reforzó el camino neoliberal, poniendo la STPS54 en manos de

empresarios55, impulsando la precarización del trabajo, con programas y estrategias

dirigidas hacia la flexibilización laboral, el libre mercado, la privatización de empresas y

servicios estatales, con el fin de atraer los capitales internacionales mediante

“megaproyectos” como lo que fue el Plan Puebla-Panamá56 (Anguiano, 2010).

51

Un modelo de sindicato que busca mantener la debilidad de los trabajadores, despolitizándolos e imposibilitando la acción obrera, sirviendo de protección patronal. Puede ser ejercido por sindicatos de empresa o por sindicatos pertenecientes a las centrales obreras oficialistas, tradicionales o “charras”. El sindicalismo de protección se puede identificar, más que en el origen histórico del organismo sindical, en la forma en que se establece el Contrato Colectivo de Trabajo, en las clausulas contenidas en él. (Ramos, Bueno y Castaneira, 2012).

52 Dependiendo de la región, estas centrales son la Confederación de Trabajadores de México

(CTM), la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).

53 Partido Acción Nacional.

54 Secretaría del Trabajo y Previsión Social, instancia gubernamental encargada de regular la

dinámica laboral. 55

Durante el Gobierno de Vicente Fox la Secretaria del Trabajo estuvo dirigida por Carlos Abascal, miembro de la Confederación Patronal de la República Mexicana COPARMEX, esta tendencia continuo durante el gobierno de Felipe Calderón, manteniendo en las instancias laborales a personajes de los órganos patronales o que impulsaban políticas laborales en favor de los empresarios.

56 El Plan Puebla-Panamá fue un proyecto económico originado en el año 2000, bajo el gobierno de

Vicente Fox Quezada, dirigido a integrar la región del centro-sur de México a la economía-producción mundial, mediante el aprovechamiento de los recursos regionales y la producción de exportación. Dentro del PPP se encontraban entre otras estrategias, la generación de corredores maquiladores desde el centro de México hacia la frontera sur y hasta Panamá, de la mano del despojo de territorios contra comunidades campesinas e indígenas. En el año 2006 con la entrada de Felipe Calderón Hinojosa al gobierno mexicano se revisó el PPP, aplicándose algunas reformulaciones para su implementación, dejándose de llamar “Plan Puebla-Panamá” y asumiendo el título de “Proyecto Mesoamérica”.

56

3.- Maquilando la historia y la vida mexicana.

3.1.- El primer periodo de crecimiento, lento y fronterizo (1965-1983)

En México la maquila entró oficialmente en 1965 con el Programa de Industrialización

Fronteriza, buscando “abatir” el desempleo, atrayendo capitales principalmente

norteamericanos hacia Ciudad Juárez, Matamoros, Nogales, Tijuana y Mexicali (Carrillo y

Hernández, 1985). Entre 1965 y 1970 tuvo una lenta pero importante expansión a lo largo

de la frontera, influida por las facilidades aduanales otorgadas por el gobierno,

posicionando esta región como un destino maquilador, principalmente en las ramas

eléctrica, textil y automotriz (Carrillo y Hernández, 1985).

Entre 1970 y 1974 se da una etapa de mayor expansión maquiladora, que junto al

reclamo empresarial por legalizar formalmente esta industria, hacen que en 1971 se

reforme el artículo 321 del Código Aduanero que institucionalizó un régimen fiscal para las

maquilas y les otorga la posibilidad de permanencia (Carrillo y Hernández, 1985). En esta

fecha se da la primera crisis maquiladora en México, relacionada con la recesión

norteamericana y la pérdida de competitividad, generando cierres de plantas, despidos

masivos, crecimiento de la actividad sindical y luchas obreras, lo que influyó en la salida de

maquilas del país.

El sector maquilador exigió la exención de impuestos a la importación de materias

primas, insumos y tecnología y a la exportación de producción; reducción de las cuotas de

seguro social; posibilidad de contratación flexible: temporal, provisional, subcontratación;

libertad de despido; eliminación de tramites laborales (Carrillo y Hernández, 1985). Ante

esto el gobierno anunció en 1975 un nuevo plan para la maquila, otorgando concesiones a

los empresarios en detrimento de los trabajadores, lo que posibilitó que en 1976

comenzara su recuperación, facilitando la instalación de nuevas maquilas y la ampliación

de las ya existentes (Carrillo y Hernández, 1985).

En 1977 se promulgó un nuevo reglamento para la maquila, ampliando los

incentivos a la producción, que junto a la devaluación redujeron los salarios en un 50%,

incrementando la recuperación de esta industria hasta 1980 con un clima de estabilidad.

Ante la nueva recesión norteamericana y la crisis de 1982 el gobierno mexicano adoptó

medidas para impulsar la inversión transnacional y oriento su economía al libre mercado

(Carrillo y Hernández, 1985).

3.2.- Más allá de la frontera (1983-1992)

En 1983 comenzó un nuevo periodo de impulso de la maquila, llevándola más allá de la

región fronteriza, extendiéndose de la producción automotriz, eléctrica y textil, hacia la

producción de calzado, juguetes, electrónicos, con una mano de obra principalmente

femenina y soltera (Carrillo y Hernández, 1985). Este proceso se reforzó con la entrada de

México al GATT57 en 1985, con lo que se afirmó que la maquiladora sería el eje industrial

57

Por sus siglas en ingles “General Agreement on Tariffs and Trade” (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio). Este acuerdo multilateral se planteó en Conferencia sobre Comercio y Trabajo de la Organización de las Naciones Unidas en 1947 y fue el inicio de la estrategia global de la posguerra para reducir aranceles y barreras comerciales al comercio internacional. Este acuerdo se firmó en

57

de la restructuración económica mexicana (Morales, 2000). A partir de reformas al artículo

321 del Código Aduanero en la década de 1980, se permitió su expansión hacia toda la

república, con la excepción de las áreas urbanas-industriales (De la O, 2006).

La maquila alcanzó los sectores de la construcción y ensamble de transportes,

comenzando un proceso de “maquiladorización” de las grandes industrias, que fueron

atraídas por las facilidades y rentabilidad de este modelo. Durante este periodo la maquila

mantuvo primordialmente una fuerza de trabajo femenina, se dio la apertura para que su

producción pudiera comercializarse al interior del país con ciertas restricciones y se

difundió su dinámica productiva: la tendencia hacia la automatización de la producción58, la

introducción de las nuevas formas de organización del trabajo y la descalificación de la

mano de obra (De la Garza, 2005).

En medida en que el modelo maquilador ganó terreno, se generó la expulsión de la

mano de obra calificada, la desintegración de las redes regionales-comerciales y el

aumento de la dependencia de las importaciones (Zepeda y Middlebrook, 2006). En esta

década se reconfiguró la distribución de la industria maquiladora en México, se expande

hacia ciudades de la región noroeste-norte-noreste del país, aprovechando la cercanía con

la frontera, generando un declive de la industria tradicional. Entre las nuevas ciudades

maquiladoras encontramos: Ciudad Acuña, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa,

Matamoros, Monclova, Sabinas, Río Escondido, Coahuila, Hermosillo (De la O, 2006).

3.3- Caminado hacia el sur (1993-2000).

Con la entrada en vigor del TLCAN la expansión maquiladora avanzó hacia regiones

diversas: centro-norte; occidente; centro-sur; y sur-este. Para estos momentos el

neoliberalismo está afianzado en México junto con la flexibilidad laboral-productiva que se

refleja en la expansión maquiladora, entre estas regiones encontramos en la Centro-norte:

Gómez Palacio, Lerdo, San Luis Potosí, Zacatecas, Monterrey, Celaya, Irapuato, León,

Matehuala, Fresnillo; Occidente: Yuriria, Guadalajara, Aguascalientes; Centro-sur: Ciudad

de México, Querétaro, Atlacomulco, Cuautitlán Izcalli, Lerma, Naucalpan, Puebla,

Tehuacán, Ajalpán; Sureste: la extensión hacia el sur y el sureste es la más reciente,

extendiéndose de manera importante en Mérida y otras regiones de Yucatán (De la O,

2006).

En este periodo se abre la posibilidad de vender la producción maquiladora en el

interior del país sin restricciones, impulsada por el Régimen para el Fomento y Operación

de Industrias Maquiladoras establecido en 1989, alcanzando a la producción de químicos,

electrodomésticos, plásticos y telecomunicaciones (De la O, 2006). En la década de 1990

se da la mayor expansión de la maquila que llega a extenderse hacia todo el país y a

diversificarse en las diferentes ramas industriales (Morales, 2000).

Con la devaluación de 1995 México ofrece los salarios más bajos, reducciones en

prestaciones laborales, una mano de obra abundante y una dinámica flexible, que junto

1948 como una estrategia para agilizar la economía mundial y se le considera el precursor de lo que en 1995 se conformó como la Organización Mundial de Comercio (OMC).

58 Esta tendencia es variable según la rama, el sector, la región, así como el origen del capital y el

destino de la producción, y en términos generales se da de manera limitada y marginada (De la Garza, 2005)

58

con la cercanía a los EEUU hacen que México repunte en su competitividad. A finales de

esta década la maquila en México pertenecía principalmente a capitales norteamericanos

en un 66%, mexicano en un 23%, y japonés en un 5%, con presencia de 25 de los 49

principales grupos maquiladores a nivel mundial. Una de las ramas con mayor crecimiento

fue la de la industria textil y de la confección, en especial entre 1997-2000, haciendo de

México el principal exportador de textiles y confecciones hacia los EEUU (Morales, 2000).

El siglo XX se cierra con un México dependiente de la industria maquiladora y de

los capitales transnacionales, con una producción principalmente para exportación, que va

ganando terreno constantemente ante la industria clásica, con repercusiones sociales,

económicas, políticas, culturales, regionales, con políticas dirigidas a garantizar la libertad

de comercio y de las empresas para aplicar modelos que les permitan mantener los ritmos

de acumulación de capital, manteniendo la constante ofensiva contra el trabajo, mediante

un proyecto transexenal, acentuando la flexibilización, la precarización del trabajo y la

desregulación laboral (Anguiano, 2010) que se materializó en los intentos de reforma a la

Ley Federal del Trabajo, que se concretizan en la segunda mitad del 201259.

3.4.- El precario y flexible nuevo siglo.

Entrando al siglo XXI, México vivió la transición presidencial con la entrada del PAN al

gobierno federal y la salida del PRI. Esta transición no implicó un cambio de rumbo de las

políticas sociales, económicas y laborales. La dinámica neoliberal, de flexibilidad y

precariedad del trabajo que inició de manera formal en 1982, se reafirmó con los gobiernos

de Vicente Fox y Felipe Calderón.

El siglo XXI inició con un movimiento60 obrero derrotado en términos generales,

pero no exterminado, pues sigue la resistencia entre los trabajadores, aunque de manera

fragmentada, difusa y a la defensiva, intentado reorganizarse, mediante sindicatos

independientes y nuevas formas civiles de organización laboral (Anguiano, 2010).

En 2001 vino la desaceleración de la economía norteamericana, con lo que se dio:

un descenso en el crecimiento económico; mayor precariedad; baja de productividad; altos

niveles de desempleo; informalización de la economía; privatizaciones; movimiento de

capitales maquiladores hacia nuevas regiones, dejando una desindustrialización de

antiguas regiones maquiladoras o mayor precarización ante la salida de las maquilas de

capital internacional. Con esta crisis disminuyeron las maquilas grandes, y aumentaron las

medianas y las pequeñas, disminuyó la inversión extranjera, la inversión tecnológica, el

59

Entre septiembre y octubre del 2012, después de diversos intentos de los gobiernos emanados del PAN, se concretiza la reforma laboral: se introducen de manera legal la subcontratación, contratos a prueba, temporales; se elimina la obligación patronal de cubrir prestaciones laborales; permite legalmente el despido injustificado; reduce la libertad de huelga por parte de los trabajadores, poniendo temporalidades establecidas para esta herramienta obrera. Si bien, estas medidas ya eran implementadas en la práctica, implicaban romper los lineamientos legales del trabajo. La reforma implica la legalización de la precarización y la flexibilización laboral, despojando a los trabajadores de los pocos reductos legales que les permitían pelear por mínimas prestaciones laborales y limita la posibilidad de lucha de los trabajadores.

60 Por “movimiento obrero” me refiero a la diversidad de organizaciones y luchas obreras, sin que

se pueda hablar de un sólo y unificado movimiento obrero.

59

pago de horas extras, salarios y prestaciones, y aumentó la contratación eventual (De la

Garza, 2005b).

En 2003-2004 comenzó una recuperación de la maquila, se dio una mayor

masculinización de la fuerza de trabajo y reducción de derechos laborales (De la Garza,

2005). Durante estos gobiernos se han impulsado diferentes proyectos macroeconómicos

que buscan fortalecer el TLCAN, como lo que fuel el “Plan Puebla-Panamá”, ahora llamado

“Proyecto Mesoamérica”, ASPAN61 y el ALCA62 donde la maquila toma un papel importante

para la integración económica regional, y con la reforma a la Ley Federal del Trabajo63 se

asienta en la constitución mexicana la flexibilidad como modelo laboral.

3.5.- Un vistazo general de la maquila en el México del siglo XXI.

Desde la entrada de la maquila en México se ha acentuado la tendencia hacia la

flexibilidad, laboral y productiva, y con ella la precarización de la vida de los trabajadores.

Encontrando una industria maquiladora diversa ante sí misma, con diferentes modelos

productivos y laborales, mezclados en mayor o menor medida, diferentes niveles

tecnológicos, distribuida a lo largo y ancho del territorio nacional, que alcanza diferentes

ramas de la producción, imperante en las exportaciones e importante en el mercado

nacional.

Se plantea que existen 3 diferentes tipos de maquilas (Morales, 2000):

-Primera generación: referente a la maquila tradicional, principalmente de

confección, con altos niveles de precariedad laboral y baja inversión tecnológica.

-Segunda generación: con altos niveles de control de calidad, semi-automatizadas,

principalmente en la industria automotriz.

-Tercera generación: dedicadas al diseño, investigación y desarrollo

Así mismo hay una variedad de tamaño de la industria maquiladora que Josefina

Morales (2000) plantea como:

-Gigante o mega: entre 4,000 y 10,000 trabajadores.

-Grande: entre 1,000 y 4,000 trabajadores.

-Mediana: entre 300 y 900 trabajadores.

-Pequeña: entre 100 y 190 trabajadores.

-Micro: hasta 100 trabajadores.

Según el INEGI64 a finales de la década de 1990 había un total de 3,297 plantas

maquiladoras de exportación en México, distribuidas en los diferentes estados de la

republica (Morales, 2000), con diversidad de: relaciones laborales, normas y códigos,

formas de contratación-despido, organización del proceso de producción, división y

supervisión del proceso de trabajo; prácticas informales, culturas laborales, impacto de la

acción sindical y modelo de sindicato, que puede ser: Corporativo o tradicional; neo-

61

Alianza de Seguridad para América del Norte. 62

Área de Libre Comercio para las Américas. 63

Aprobada en septiembre-octubre del 2012. 64

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, en su conteo de 1999 sobre Estadísticas Económicas Industria Maquiladora de Exportación.

60

corporativo, protección patronal, empresarial, “blanco”, independiente o democrático

(Ortega y Solís, 2005).

-Sindicalismo tradicional o corporativo: Es el modelo clásico del sindicalismo

mexicano, surgido a partir de los regímenes postrevolucionarios, ligados históricamente al

Estado mexicano y al PRI, inserto en la burocracia sindical oficialista, busca mantener el

control de la fuerza de trabajo y está conformado por las diferentes centrales obreras,

nacionales o regionales conocidas como “charras”: CTM, CROC y CROM, actualmente

estos sindicatos pueden actuar también como sindicatos de protección patronal (Ibíd.).

-Sindicalismo neo-corporativo o neo-charro: Este modelo de sindicato, irrumpe con

la salida de diferentes sindicatos de los órganos “charros”, en busca de incidir en las

políticas laborales y reformar el corporativismo sindical tradicional, buscando entablar

negociación política con el Estado, manteniendo o no relación con el PRI, sin romper con

las dinámicas corporativas o “charras”, con mayor o menor democratización, pero fuera de

los órganos sindicales tradicionales, es decir, fuera de las grandes centrales obreras

oficialistas, entre éstos, se puede ubicar a sindicatos que participan en la UNT65 (Ibíd.).

-Sindicalismo de Protección Patronal: órganos sindicales con una dinámica de

conciliación y no enfrentamiento; sindicalismo subordinado, que intenta mantener el control

de la fuerza de trabajo y la interlocución regional, con prácticas que buscan debilitar la

capacidad de acción obrera y sin vida sindical. Estos sindicatos pueden ser

“independientes”66, de empresa o pertenecer a alguna central sindical tradicional. Carlos

Ramos, Luis Bueno y Alejandro Castaneira (2012), en su “Índice de Contratismo de

Protección”, plantean que lo que identifica a un sindicato de protección patronal más allá

del origen histórico del órgano sindical, son sus prácticas, que se expresan e identifican en

las cláusulas del Contrato Colectivo de Trabajo del que son titulares.

-Sindicalismo “blanco”: Muchas veces se hace mención del sindicalismo “blanco”,

en paralelismo al sindicalismo de protección patronal, sin embargo, habría que hacer

mención que el sindicalismo de protección patronal, más que hacer referencia a un tipo

específico de sindicatos, hace referencia a una dinámica sindical, que puede estar inmersa

en mayor o menor medida en sindicatos empresariales, independientes o tradicionales,

este modelo fue impulsado fuertemente desde la administración de Ernesto Zedillo Ponce

de León, mientras que el origen del llamado sindicato “blanco” en México, hace referencia

a un modelo de sindicato empresarial, tipo corporativo a nivel regional, pero que puede

presentar en diferentes medidas una vida sindical y defender algunos derechos laborales

dentro de la plantas en las que tienen representación o jugar como sindicato de protección

patronal. Los sindicatos que comenzaron este modelo sindical, si bien no surgieron durante

el mandato presidencial de Vicente Fox Quezada, fue en esta administración en la que se

conformaron como un núcleo y modelo sindical, como la Federación Sindical

Independiente de Nuevo León.

-Sindicalismo democrático-independiente: más representativo, ligado a la base

trabajadora y sus reivindicaciones, dirigido a la defensa de los derechos laborales, estos

órganos sindicales son independientes de las centrales sindicales corporativas

65

Unión Nacional de Trabajadores. 66

Independientes en el sentido de no pertenecer a alguna de las centrales obreras.

61

tradicionales y establecen dinámicas de democracia sindical y con una fuerte vida sindical.

Es necesario plantear que no todos los sindicatos “independientes” son democráticos o de

base, mientras que puede haber sindicatos democráticos en mayor o menor medida,

dentro de las centrales obreras neo-corporativas y hasta en las corporativas (Ramos,

Bueno y Castaneira, 2012).

-Otras formas de acción laboral: por organismos civiles, coaliciones, etc., inmersos

en la defensa de los derechos laborales básicos, con un campo de acción más amplio que

el sindicato, pues dirigen sus esfuerzos no solo a cuestiones laborales, sino que incluyen

género, salud, ambiente, etc. (Quintero, 2000).

-Sindicalismo inexistente.

Estos modelos de sindicalismo, expresan dinámicas, prácticas, formas de acción y

orígenes históricos diferentes, y pueden encontrarse mezclados y diversificados, por

ejemplo, no todos los sindicatos independientes son por fuerza democráticos, mientras que

se pueden encontrar dentro de algunos sindicatos pertenecientes a las centrales

corporativas tradicionales, prácticas más o menos democráticas, con mayor o menor vida

sindical, mientras que puede haber sindicatos neo-corporativos, cuya diferencia con los

corporativos sólo es pertenecer o no a las centrales tradicionales, etc.

La maquila se instala en una dinámica heterogénea en todos sus sentidos, en

cuanto a los modelos de producción y organización del trabajo, que conviven y se mezclan.

De la Garza (1993 y 2005b) plantea que más que un simple modelo de producción, la

maquila es una configuración socio-técnica: tecnológica, de organización del trabajo, de

relaciones laborales, de perfil de mano de obra, de cultura de trabajo y empresarial, y que

estos factores pueden ser o no, compatibles entre sí, lo cual influye en las crisis internas,

en los conflictos, en la productividad y en cómo se conforma el modelo de producción.

Caracterizando a la maquila mexicana del siglo XXI como: principalmente dirigida a

la exportación; de capitales transnacionales; ensambladoras con tecnología intermedia; sin

investigación para su desarrollo; con un control de calidad intermedio-visual; con una

organización del trabajo principalmente con rasgos del fordismo-taylorismo mezclados con

aspectos flexibles simples del toyotismo; con sindicatos de protección, ya sean oficiales o

patronales; con una tendencia hacia la masculinización de la fuerza de trabajo; con una

fuerza de trabajo descalificada; con altas jornadas; bajos salarios; reducciones a derechos

laborales y prestaciones; lejana a lo que se plantea maquila de segunda generación; con

una disminución de las grandes maquilas; sin modernización ni automatización

generalizada. En suma dos modelos productivos: fordista-taylorista tendiente hacia la

flexibilización; toyotista precaria con rasgos fordistas. (De la Garza, 2005b).

Plantea dos grandes regiones maquiladoras:

-Norte: abarca lo que aquí mencionamos como noreste-norte-noroeste y frontera,

predominantemente no genera investigación para el desarrollo, ni diseño de productos, es

principalmente de ensamble final, con tecnología transferida y automatización parcial,

insumos predominantemente importados, con una fuerza de trabajo mitad masculina y

mitad femenina, con alta rotación entre maquilas, con un promedio de edad de 26 años.

-Centro-sureste: abarca las regiones centro-norte, occidente, centro-sur y sureste,

predominantemente se conforma con una tecnología media-baja, con un modelo fordista-

taylorista tendiente a la flexibilidad. (De la Garza, 2005c).

62

Ellas, en pie de lucha: Audiencia en la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7. Enero 2012.

63

IV.- TEHUACÁN. LA “CIUDAD DE INDIOS”.

“Aquí en la calle está mi lucha compadres, y es por mi raza obrera, por

aquella que no se raja ni se vende. Por eso estoy ahora aquí, porque

nadie me puede espantar, ni no podrán quitar”

*Obrera de Vaqueros Navarra, confrontando a los golpeadores de la

CROM en las afueras de la planta.

Entre Tehuacán y Ajalpán.

1.- Un vistazo sobre Puebla.

A 123 km al oriente de la capital de la república se encuentra el estado de Puebla, con

5´882,873 habitantes, de los cuales 1´055,69367 son de origen indígena concentrados

principalmente en dos regiones: Sierra norte de Puebla donde encontramos Nahuas,

Tutunakú68 y Ñhañhú69; y Sierra negra donde hallamos Nahuas, Ngi-iva70, Ñuu Dzahui71, y

Ha shuta enima72 (Serrano, 2006).

La producción industrial se concentra en la zona metropolitana de la capital del

estado y en la ciudad de Tehuacán. Esta industrialización comenzó en la segunda mitad

del siglo XIX, siendo la industria textil la predominante durante ese siglo y la primera mitad

del XX, cuando comenzó a llegar la industria metal-mecánica que generó un crecimiento

industrial hasta la década de 1980 (Martínez, Sánchez y Campos, 2005).

67

Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI. Conteo CDI 2011. 68

Conocidos como “Totonacos” 69

Conocidos como “Otomíes” 70

Conocidos como “Popolocas” 71

Conocidos como “Mixtecos” 72

Conocidos como “Mazatecos”

64

Mapas 1 y 2: México-Puebla; y Puebla.

Mapa 1. México-Puebla. Mapa 2. Puebla.

Entre el año 1990-2001 la industria textil tiene su “boom” en el estado, se

encontraba en auge cuando vino la desaceleración económica norteamericana, que se

reflejó en la cancelación de contratos de las grandes firmas transnacionales, despidos

masivos y cierres de plantas, perdiéndose alrededor de 15,000 empleos en la industria

textil con registro en el estado, pasando de los 40,000 que reconocía en el año 2000, a

25,000 en el 2004. Con esta crisis las plantas más afectadas fueron las llamadas plantas

“grandes” que redujeron su plantilla laboral en un 50% (Martínez, Sánchez y Campos,

2005).

Es en las maquilas de exportación donde se da una mayor flexibilización en el

proceso productivo, dependiendo del tamaño.

Cuadro 1. Nivel de flexibilidad según tamaño de establecimiento 2004

73 (Porcentaje).

Nivel de Flexibilidad

Pequeña

Mediana. Grande Total

Baja 25 42.9 0 100

Media 75 57.1 100 100

Total 100 100 100 100

En la organización de la producción predomina un modelo fordista-taylorista: a

base de línea de producción; fuerza de trabajo poco calificada; bajos salarios; actividades

repetitivas; tecnología no automatizada; poca intervención del trabajador en el proceso de

planeación y revisión de calidad; sin un incremento en el conocimiento del obrero sobre el

proceso productivo; tendiente a implementar una flexibilidad en las formas de contratación

y horarios de trabajo.

73

Tomado de Martínez, Sánchez y Campos, 2005, a partir de la EMIM realizada por De la Garza y su equipo.

65

Cuadro 2. Modelos de organización de acuerdo al tamaño del establecimiento

74 (Porcentaje).

Modelo de organización Pequeño Mediano Grande

Taylorista 55.6 100 75

Toyotista 44.4 0 25

Total 100 100 100

En el Censo Económico realizado en 2009 por el INEGI se arroja que en el estado

de Puebla había 235,289 trabajadores manufactureros, mientras que específicamente en

el ramo de la confección eran 43,408, divididos en unidades económicas que van desde

las familiares, hasta plantas de más de 1000 trabajadores.

Cuadro 3. Trabajadores dedicados a la manufactura en general y en específico a la del vestido en el

estado de Puebla según la capacidad de la unidad económica.75

Número de trabajadores

por unidad económica

Manufactura en

general

Vestido

De 0 a 10 83,627 6,396

De 11 a 50 25,157 9,699

De 51 a 100 17,340 8152

De 101 a 150 27,107 8377

De 251 a 500 23,523 5005

De 501 a 1000 24,407 4,562

Más de 1000 34,128 1,217

Total 235,289 43,408

En el mismo censo se plantea la existencia de 36,526 unidades económicas

dedicadas a la manufactura, de las cuales 3098 se dedican a la del vestido, desde

unidades familiares hasta las grandes plantas.

Cuadro 4. Unidades económicas dedicadas a la manufactura en general y a la del vestido en

particular en el estado de Puebla, de acuerdo a sus trabajadores.76

Número de trabajadores por

unidad económica.

Unidades dedicadas a la

manufactura.

Unidades dedicadas a la

manufactura del vestido

De o a 10 34,825 2,496

De 11 a 50 1,162 410

De 51 a 100 249 116

De 101 a 250 173 55

De 251 a 500 67 14

De 501 a 1000 35 -

Más de 1000 15 -

74

Ibíd. 75

Censo Económico 2009, INEGI 76

Ibíd.

66

Total 36,526 3,098

2.- Tehuacán. La invasión de la maquila.

2.1.- La región de Tehuacán.

A 130 km al sureste de la capital del estado se encuentra la región “Valle de Tehuacán”,

está conformada por 51 municipios, el centro urbano e industrial más importante de la

región es la ciudad y municipio de Tehuacán. La ciudad está ubicada en las coordenadas

18° 28' longitud norte y 97° 24' latitud oeste, a 1640 msnm77, con una extensión de

390.46 km2. Colinda al norte con los municipios de Tepanco de López, Santiago

Miahuatlán, Vicente Guerrero y Nicolás Bravo; al este con Vicente Guerrero, San Antonio

Cañada y Ajalpan; al sur con San Gabriel Chilac, Zapotitlán, San Antonio Texcala y

Altepexi; y al oeste San Martín Atexcal, Juan N. Méndez y Tepanco de López. Está

enclavada en el Valle de Tehuacán, que surge de la unión de los valles de Tacamachalco

y de Miahuatlan (Paredes, 1977), en una región que fuera rica en manantiales.

La región fue dominada por el imperio azteca alrededor del 1450 d.C., a partir de lo

cual se establecen poblaciones de origen Nahua para dominar a la población originaria,

antecesores de los actuales Ngi-iva hasta 1521, cuando el imperio azteca fue derrotado y

la región fue dominada por los españoles, con lo que comenzaron a asentarse órdenes

religiosas y se fundaron las principales haciendas de la región. En 1660 adquiere el título

de ciudad, que fue comprado por los indígenas a la corona española, por lo que adquirió

el nombre de “Tehuacán. Ciudad de indios” (Paredes, 1977).

Mapas 3 y 4: Puebla-Tehuacán; y Región Tehuacán

Mapa 3. Puebla-Tehuacán. Mapa 4. Región Tehuacán.

A lo largo del siglo XIX Tehuacán adquirió importancia local y fue escenario de

enfrentamientos durante la guerra de independencia y durante la guerra de reforma

(Paredes, 1977), sin embargo su desarrollo y crecimiento más importante como ciudad se

registra hasta mediados del siglo XX.

77

Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI.

67

2.2.- La ciudad y la industria.

En 1953 comenzó a crecer, en un periodo de alrededor de 20 años duplicó su extensión y

población con la industria refresquera que atrajo mano de obra migrante de la región,

durante este periodo se extendió la industrialización a producción de alimento para aves y

ganado. Durante la década de 1970 comienza a llegar la industria textil, sin embargo su

crecimiento fue lento y marginal hasta la década de 1980 cuando comenzó a llegar la

industria maquiladora que creció exponencialmente durante la década de 1990.

Mapa 5: La maquila en la región de Tehuacán.

Entre 1980 y 1993 la ciudad de Tehuacán registra otra ola de crecimiento,

absorbiendo a las poblaciones aledañas, originada por la migración que llega en busca de

trabajo, esto se incrementó con la llegada masiva de la industria maquiladora durante la

década de 1990. Tehuacán es la segunda ciudad en importancia en el estado después de

la capital con 274,906 habitantes, de los cuales 129,484 son hombres y 145,422 mujeres.

El 28% de la población de Tehuacán se encuentran entre los 15 y los 30 años de edad78.

Cuadro 5. La población de Tehuacán de acuerdo a edad.

Entre 0 y 14 años 85,288

Entre 15 y 29 años 78,105

Entre 30 y 44 años 57,963

Entre 45 y 59 años 32,709

Más de 60 años 17,958

En Tehuacán hay alrededor de 42,587 habitantes de origen indígena que

representan alrededor del 15% del total de la población del municipio, de los cuales

22,24879 hablan su lengua materna. Los pueblos indígenas presentes en la región son:

Nahuas, Ngi-iva, Ñuu Dzahui, Ha shuta enima, esta población es nativa de la región y

migrante de regiones cercanas de la sierra negra, la mazateca y mixteca (Serrano, 2002),

que llegan a la ciudad atraídos por el empleo ofrecido en la maquila y el comercio.

78

Censo de Población y Vivienda 2010, INEGI 79

Ibíd.

68

En el municipio hay 97 escuelas de nivel preescolar, 91 primarias, 11 primarias

indígenas, 21 secundarias, 13 telesecundarias, 16 preparatorias, 13 de educación

técnica, 12 de nivel superior y 12 de capacitación laboral80, de igual manera cuenta 13

instituciones de salud, principalmente operadas por la Secretaria de Salud, IMSS-

Oportunidades, Seguro Popular y tres de ellas operadas por el IMSS81, ISSSTE82, e

ISSSTEP83, en promedio el 70% de su población tiene acceso a servicios básicos como

luz, agua, drenaje, etc.84

La región cuenta con diversas carreteras que la comunican con la capital del

estado, así como con Veracruz y Oaxaca, existen tres rutas de ferrocarril de carga y un

pequeño aeropuerto militar. Cuenta con servicio de autobuses que dan servicio hacia la

capital del estado, la ciudad de México, Veracruz, Tabasco y Oaxaca, y con diversas

líneas foráneas que transitan entre las poblaciones cercanas y sus colonias internas.

En la región se llevan a cabo actividades agrícolas, principalmente cultivo de

alfalfa, avena, chile, frijol, maíz, pastos, sorgo y tomate, en terrenos de temporal y de

riego85, de las actividades económicas en la región, la principal corresponde a la

manufacturera, especialmente la maquila de la confección, predominantemente de

mezclilla, seguida actividades comerciales, de la construcción y otras.

El INEGI estima que en 2010 la PEA86 mayor de 12 años de Tehuacán oscilaba

alrededor de los 117,434 personas, de los cuales alrededor de 43,335 están dados de alta

ante el IMSS, en el año 2000 cuando se da la última cifra oficial del INEGI respecto a

trabajadores de maquila se estimaba que había 35,287 trabajadores de manufactura, de

los cuales alrededor de 20,595 estaban dados de alta ante el IMSS, y alrededor de 4,428

eran de origen indígena87.

3.- Atravesado por la maquila.

3.1.- La maquila.

La industria textil llega a la región en la década de 1970, ligada a capitales españoles y

libaneses, aglutinados en tres principales grupos industriales, y adquiere importancia

durante la década de 1980 cuando comienzan a implementar modelos maquiladores, sin

embargo su invasión masiva se da hasta la década de 1990 y tiene su “boom” hasta el

año 2001. Los capitales transnacionales llegaron a manufacturar con los grandes

consorcios maquileros de la ciudad: Grupo Navarra; AZT Inernational; y Tarrant Apparel

Group (TAG-MEX) (Barrios y Santiago, 2004).

80

2009. Enciclopedia de los Municipios de México, Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla.

81 Instituto Mexicano del Seguro Social

82 Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado

83 Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado de Puebla

84 2009. Enciclopedia de los Municipios de México, Instituto Nacional para el Federalismo y el

Desarrollo Municipal, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla. 85

Censo Económico 2009, INEGI. 86

Población Económicamente Activa 87

Series Nacionales, INEGI.

69

“Acá ya había una tradición de costura de camisa, de ropa interior, eso hace unos 30

años, pero a partir de los 90s, con el boom de la maquila, crece mucho, pero sin monitoreo

ni regulación (…) aún ahorita viene la gente de Oaxaca, de Teotitlán, de los pueblos de la

sierra, de Zoquitlán, y pues en sus buenos tiempos, allá por el 99 entre 1999 y 2003, 2004,

pues venia mucha gente, de Puebla, de Veracruz, de Oaxaca, sigue llegando, pero ya no

en las mismas proporciones que antes” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor

de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero 2012).

Esta industria se volvió la principal fuente de empleo en Tehuacán, atrayendo a

migrantes internos88 en busca de trabajo. Con su crecimiento se diversificaron los

capitales y las marcas a las que suministra, desde las principales marcas de mezclilla

trasnacionales, hasta los mercados piratas, se diversificaron las plantas maquiladoras

entre gigantes, grandes, medianas, pequeñas y talleres de traspatio (Barrios y Santiago,

2004).

Mapa 6: Principales poblaciones aledañas a Tehuacán con presencia de maquilas.

Principales poblaciones con presencia de maquilas en los alrededores de Tehuacán: Tehuacán y sus

juntas auxiliares, Altepexí, Ajalpán, San Gabriel Chilac, Santiago Miahuatlán, Magdalena Cuayucatepec.

Con la desaceleración de la economía estadounidense en el 2001, este proceso

de crecimiento comenzó a tener importantes tropiezos que ocasionaron el cierre masivo

de fábricas y la reducción de las pantas laborales, dejando sin empleo a alrededor de

20,000 trabajadoras. La Comisión89 de Derechos Humanos y Laborales del Valle de

Tehuacán90, calcula que en 2003 existían alrededor de 700 plantas maquiladoras, con y

sin registro (Barrios y Santiago, 2004).

“La bronca comenzó cuando por ahí del 2002-2003, por un lado viene la crisis, que hace

que las maquilas comiencen a recortar prestaciones y derechos, cierres patronales,

despidos y de la mano de eso pues se viene la ola de reclamos obreros, los primeros

intentos de romper con los sindicatos charros, las primeras luchas independientes pues,

88

Por migrantes internos me refiero a migración local, de la región. 89

A partir de aquí, a este organismo de defensa de derechos humanos y laborales nos referiremos como “la Comisión” o CDHLVT

90 Organismo encargado de la defensa de derechos humanos y laborales en la región, que ha sido

participe de los principales movimientos obreros que han existido, proporcionando asesoría legal y laboral a la población obrera.

70

que comenzaron por el 2002, y se extienden hasta 2007 cuando Navarra, que fue el

movimiento más fuerte, después de eso, ya en 2007, pues muchas maquilas cierran, así

masivamente, otras cierran por un tiempo y reabren, pero ya con peores condiciones,

salarios más bajos, y muchas lo que hicieron fue hacerse clandestinas, por un lado

muchas cierran, por otro las que no cierran reducen sus trabajadores, y las otras se hacen

clandestinas” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos humanos y

laborales, Tehuacán, julio 2012).

Por la movilidad de la maquiladora y la utilización de talleres de traspatio, plantas

clandestinas y trabajo a domicilio se hace difícil contabilizarla, entre el 2002 y el 2003

operaban con registro alrededor de 250 plantas y empleaba a alrededor de 45,000

personas, según declaraciones de la Presidenta de la Cámara Nacional de la Industria del

Vestido de Tehuacán, mientras que el resto lo hacía clandestinamente (Barrios y

Santiago, 2004).

Mapa 7: La dispersión de la maquila en la ciudad de Tehuacán. 91

La maquila se organizó en diferentes grupos, según su tamaño, el primero es el de

los grandes consorcios: Grupo Navarra, AZT Inernational, Tarrant Apparel Group (TAG-

MEX); seguido por las empresas medianas, que son independientes de los anteriores

pero les maquilan pedidos; y por último se encuentra la empresa pequeña y clandestina,

la más extendida en la región, es la más móvil y difícil de contabilizar, opera en talleres

clandestinos, bodegas, casa habitación y ocupa el trabajo a domicilio (Barrios y Santiago,

2004).

“La industria textil empezó aquí a finales de los 60s, yo creo que los primeros registros (…)

fueron de familias de origen libanés y español (…) los pioneros son los Milken, la familia

91

Ésta es una aproximación de la dispersión de la maquila en la ciudad, a partir de mis propios recorridos por la ciudad, y de pláticas con las obreras.

71

Hadad, y Hadad Junes, son tres clanes de la familia Hadad, de los tres hermanos

libaneses grandes (…) ellos eran la contraparte de Nacif aquí en Tehuacán, y crean una

alianza con Nacif a finales de los 90, es lo que trajo aquí a Tarrant Apparel, que era la

competencia de Grupo Navarra, los pioneros también son familias de origen español, los

de Grupo Navarra (…) el conglomerado de Navarra que eran más de diez maquiladoras y

lavanderías, que en su momento cumbre pudo contratar a casi treinta mil personas, es así,

choncho (…) ya no es lo que era, realmente era algo enorme, maquiladoras que tenían

más gente que los pueblos de origen de dónde venían los obreros” (Martín Barrios,

defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

De igual manera se organizó en tres modelos de producción: línea de producción;

producción modular; y trabajo a domicilio (Barrios y Santiago, 2004).

-Línea de producción: Este modelo es el predominante en las diferentes plantas

maquiladoras, donde cada trabajador realiza una tarea específica y se le paga por tarea

realizada a la semana, con cuotas de producción que cada trabajador tiene que cubrir, a

partir de la cual se establece la duración de la jornada, que por lo general es de 10 a 12

horas al día.

-Producción modular: Se llegó a encontrar marginalmente en la maquila “gigante” y

“grande”. En éste se forman equipos de trabajadores que compiten con otros grupos, el

pago se da a partir de la producción del grupo, los miembros son movidos regularmente

de uno a otro módulo para impedir que generen lazos y diversificar sus habilidades.

-Producción a domicilio: Donde se llevan a cabo detalles y acabados de la

producción para las empresas medianas y grandes, es común que varios miembros de la

familia trabajen para lograr la producción.

3.2.- Hay de maquilas a maquilas.

Esta industria en Tehuacán se podría encuadrar de manera general en lo que Josefina

Morales (2000) caracteriza como “Maquila de Primera Generación” y en menor medida en

las “Maquilas de Segunda Generación”92, esta última, sobre todo en lo que fueran las

relacionadas a los grandes consorcios maquiladores93.

Josefina Morales (2000) caracteriza de manera general a la maquila según su

tamaño y número de trabajadores:

-Mega o gigante: entre 4,000 y 10,000.

-Grande: entre 1,000 y 4,000.

-Mediana: entre 300 y 900.

-Pequeña: entre 100 y 200.

Micro: hasta 100 trabajadores.

Esta caracterización general de la maquila se pudo aplicar en Tehuacán

principalmente entre 1995 y 2002 con algunas variaciones, sin embargo entre los años

92

La maquila de “Primera generación” hace referencia a la maquila tradicional, principalmente del ramo textil, con altos niveles de precariedad laboral y baja inversión tecnológica cercana a un modelo fordista-taylorista precarizado, mientras que la de “Segunda generación” hace referencia a una maquila semi-automatizada y con altos controles de calidad, cercana al modelo toyotista.

93 “Grupo Navarra”, “AZT International” y “Terral Apparel Group” (TAG-MEX).

72

2003-2007 la conformación de la maquila en la región se modificó y diversificó sus

tamaños y formas de operar.

“Las más grandotas están en Cuayucan, en su momento tenían como 10,000 trabajadores

ahí, en las de los Fernández, ahorita han de ser como 2,000, y esa es la más grande que

hay ahorita (…) las grandotototas, por Cuayucan, que son las que eran conocidas como

las Megamaquilas, pero esas eran de 10,000 obreros, ese tipo estaban en las orillas, o en

municipios cercanos, pero ya no son tan grandes como antes” (Reyna Ramírez Sánchez,

30 años, defensora de derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto 2012).

La caracterización de la maquila en Tehuacán se puede entender de diferente

manera, según su tamaño y número de trabajadoras, en diferentes periodos94:

Cuadro 6. Tamaño de la maquila en Tehuacán antes de la crisis maquiladora y actualmente, según el

número de trabajadoras empleadas.

Tamaño Caracterización general de

la maquila

En Tehuacán antes del

2007

En Tehuacán

actualmente

Mega o gigante Entre 4,000 y 10,000 Hasta 10,000 Hasta 3,000

Grande Entre 1,000 y 4,000 Entre 600 y 2,000 Entre 300 y 700

Mediana Entre 300 y 900 Entre 200 y 500 Entre 100 y 300

Pequeña Entre 100 y 200 Entre 100 y 200 Entre 50 y 100

Micro Hasta 100 Hasta 100 Entre 5 y 20

“No, ahora ya son más chicas, antes eran enormes las maquilas, ahora, las más grandes

andarán por ahí de los 2,000 obreros, esas eran las que eran las megas, las que eran las

grandes ahora tienen como 500, las medianas como hasta 200, la pequeña como 50 o 70,

y luego el trabajo a domicilio que son luego 5, 10 personas, y en los talleres clandestinos

que trabajan como 20 personas, así se hicieron chiquitas, siguen teniendo las plantas para

contratar a la misma gente, pero no la contratan, contratan poquitas, tienen líneas

paradas, pisos completos cerrados, ya solo trabajan poquitos, pero eso sí, viera que nos

piden que trabajemos como si fuéramos los de antes” (“Ángeles”, 48 años, obrera de

maquila, Ajalpán, diciembre 2011).

Las que se conocieran como “mega” o “gigantes” son las que se pueden encontrar

en las orillas de la ciudad, en las colonias limítrofes, en las juntas auxiliares y localidades

del municipio como San Lorenzo, Santa María Coapan, Magdalena Cuayucatepec y en

municipios aledaños como Ajalpán o Altepexi.

Pueden abarcar cuadras enteras, con varias alas industriales divididas entre sí,

cada división de alrededor de 20m o 30m de ancho, por un largo de entre 70-100m o más,

a la orilla de las carreteras, en las afueras de las poblaciones, con un perímetro a veces

marcado por una malla ciclónica. Algunas cuentan con un edificio de oficinas que se

levanta junto a ellas, con techos de lámina a dos aguas, pintadas por lo general de

blanco, con franjas de colores azules o verdes, grandes portones con señalizaciones de

seguridad que indican “salida de emergencia” y “punto de reunión”.

94 A partir de entrevistas realizada entre obreras, así como con defensores de derechos laborales.

73

En algunas se encuentran afuera de la planta hileras de tubos soldados que sirven

para que las trabajadoras enganchen sus bicicletas. Otras tienen las oficinas adentro, en

un segundo nivel, con sus escaleras y pisos de lámina, donde se realizan las labores

administrativas, desde donde el patrón o el gerente pueden mirar todos los rincones de su

planta.

“Abajo están puras maquinas, los baños y el garrafón, entras y a mano derecha están

unas escaleras de caracol, que suben a las oficinas, ahí tiene su oficina el patrón, el

gerente, el contador, la secretaria, el personal administrativo pues, desde ahí nos miran,

sobre todo el gerente, bueno y el patrón cuando esta, pero luego ni esta, así que es más

bien el gerente, que se para ahí en el barandal, namas mirándonos y mirándonos el canijo,

yo creo que se siente como rey de esos de las películas, que miran a sus esclavos desde

lo alto de su palacio” (Miguel Ángel Hernández, 36 años, obrero de maquila, Tehuacán,

diciembre 2012).

La maquila grande es posible encontrarla adentro, a las orillas de la ciudad y en

las juntas auxiliares y municipios aledaños, rodeadas de casas y unidades habitacionales,

naves industriales que asaltan la vista y el paisaje sobre las casas que se levantan a su

alrededor. Otras son edificios de dos o tres pisos, donde en cada piso es una línea de

producción, suele ocurrir que éstas cuenten con pisos desocupados, donde las maquinas

esperan embolsadas.

“Las grandes son luego así, como en edificios, si hay las que son en fábricas fábricas, solo

que más chicas que las grandotas, ahorita están trabajando en esas por ahí de 500

personas, pero tienen mucho espacio o maquinas sin usar, porque son las que antes

empleaban hasta 1,000 o más trabajadores o son como le decía, como en la que estoy yo,

es un edificio de tres pisos, cada piso es una línea, pero igual, por ejemplo donde estoy,

solo tienen habilitada una línea” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán,

agosto 2012).

La maquila mediana se encuentra dispersa, es posible encontrarla en las

poblaciones y municipios aledaños, intercalada en zonas habitacionales, colonias y

pueblos. Suelen ser pequeñas bodegas de unos 10 o 15 metros de ancho por unos 30 de

largo, techadas con láminas, este tipo de maquila es el más extendido, se identifican por

tener cartelones o lonas en las puertas solicitando trabajadores, sin que muchas tenga

rótulos indicando el nombre de la empresa, sin señalizaciones de seguridad, muchas de

éstas trabajan en la semi-clandestinidad, pues no están dadas de alta ante las

autoridades, ni en los registros públicos.

“Esas medianas hay muchas, muchas por acá, en todas partes, creo que no hay colonia

que no tenga sus maquilas de este tipo, están en todas partes, y nosotros las conocemos

por quien es el patrón, ósea que ni sabemos luego el nombre de la empresa, y como nos

pagan en sobre, pues ni talón de pago nos dan, solo nuestro sobre amarillo con nuestro

dinero y un papel que dice cuanto se nos descuenta” (José Juárez, 34 años, obrero de

maquila, Tehuacán, enero 2012).

74

La maquila pequeña son pequeñas bodegas, casas adecuadas, que por fuera

parecen simples bodegas, o casas con zaguanes por donde entran las trabajadoras, sin

mayor identificación visible, salvo los anuncios en cartulinas solicitando trabajadoras.

Éstas suelen operar sin permiso ni registro, dispersas y camufladas entre las casas

vecinas.

“Las chiquitas que les decimos, son esas que parecen casas, o luego bodeguitas, pero

que son maquilas pues, terrenos donde entras por el zaguán y esta techado por laminas, y

ya, un bañito, un cuartito como oficina y así pues, como si fueran casas, tú las ves desde

fuera y no imaginas que son maquilas, pero lo son, ahora se podría decir que muchas que

eran de las medianas se hicieron chiquitas, porque emplean a menos gente, pero otras

pues son de por si chiquitas, bodeguitas, casas, bueno terrenos que desde fuera parecen

casas” (María, Tehuacán, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Por último tenemos la maquila de traspatio y el trabajo a domicilio, en la primera de

estas modalidades son pequeños talleres en casas habitación donde se ponen unas

pocas maquinas, entre 10 y 15, para que trabajen alrededor de 20 obreras. Estas

maquilas son controladas por un encargado y no se acostumbra tener contratos, ni razón

social. El trabajo a domicilio es donde la gente se emplea desde sus propias casas, en

esta modalidad trabajan miembros de una misma familia o vecinos, es en estas maquilas

donde el patrón es como “fantasma”, pues muchas veces no se sabe para quién se está

trabajando y sólo se tiene contacto con el repartidor de la prenda.

“También está la gente que trabaja en su propia casa, ahí pasa una camioneta a repartir y

recoger la prenda, se para en una esquina y ahí espera a la gente, o hay una casa donde

la gente lleva y recoge su prenda, y ahí mismo les pagan, en esas ni se sabe quién es el

patrón, porque esas como que no existen (…) son como patrones fantasmas” (María, 29

años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

3.3.- Las trabajadoras: su origen, composición y condiciones.

La maquila atrae a trabajadoras de la región y de poblaciones en el estado de Oaxaca,

muchas provienen de comunidades indígenas que se han ido asentando en Tehuacán y

sus alrededores a lo largo de las últimas décadas, muchas veces rompiendo la relación

con sus comunidades, generando el abandono de las comunidades, así como la pérdida

del uso de sus propias lenguas y la transformación y el abandono de prácticas y

concepciones culturales.

De manera general podemos caracterizar la fuerza de trabajo de la maquila y su

diversidad de la siguiente manera:

-Género: 60% de mujeres y 40% de hombres

-Edad: Inicio de la vida laboral entre los diez y los 15 años, el grueso de ellas

oscila en edades entre los 16 y 40.

-Origen: Población nacida en la ciudad de Tehuacán; población originaria de

poblaciones y municipios aledaños; población originaria de Oaxaca y Veracruz.

-Étnica-cultural: Población de origen Nahua; Ngi-iva; Ñuu Dzahui; Ha shuta enima;

y población mestiza.

75

-Antigüedad de la fuerza de trabajo: Trabajadoras que no logran mantenerse en

una misma maquila por periodos de más de seis meses; trabajadoras que se mantienen el

puesto de trabajo alrededor de cinco años; trabajadoras que pueden mantenerse en una

misma planta por hasta 20 años

-Puestos: Trabajadoras operarias, que son aquellas que operan una maquina;

manuales, quienes realizan diferentes actividades donde no media una máquina.

-Salarios promedio semanales (pesos): entre los $400 y $500 para las

trabajadoras manuales; entre $800 y $1000 para las operarias; entre $280 y $400 en el

trabajo a domicilio

Las condiciones laborales actualmente se caracterizan por: contratos a corto

plazo, por lote o sin contrato; constantes multas; sin pago de horas extra y días feriados;

jornadas de trabajo de 11 a 13 horas al día, que se pueden extender a toda la noche

cuando la producción requerida lo necesite; salario por producción; sin acceso a

seguridad social95; con constantes problemas de salud originados por las largas jornadas,

las actividades repetitivas y los largos periodos en una misma posición, así como al

exponerse a los procesos de tratado de la mezclilla; acoso sexual contra las mujeres;

constantes humillaciones e insultos; despidos injustificados; descansos obligados;

rotación de puestos y plantas; crecimiento del trabajo infantil; nula protección laboral de

los sindicatos, predominantemente de la FROC-CROC96 o sin presencia sindical

(Santiago, 2010).

La precariedad laboral se incrementa en medida en que se recorta el personal,

pues si bien han cerrado plantas, muchas han adoptado la dinámica de diluirse en la

maquila clandestina, de traspatio y se ha incrementado el recorte de personal. A partir del

2001 se dan importantes reducciones de puestos de trabajo y de plantas maquiladoras,

cierres y despidos masivos, y el traslado de la maquila formal hacia la clandestina.

Rodrigo Santiago (2010) plantea en su informe que en 2001 esta industria empleaba

alrededor de 70,000 trabajadoras; en 2002-2003 se redujo a alrededor de 45,000; en 2010

calcula que en las maquilas están trabajado alrededor de 38,000, de las cuales alrededor

de 20,000 trabajan en la maquila formal y 18,000 en los talleres clandestinos, de traspatio

y en sus domicilios, esta situación hace difícil la tarea de tener certeza de cuantas

personas están empleadas en esta industria.

“Ahora, ya no son tan grandes, se hicieron más pequeñas, y ya no hay tantas de forma

legal, pero sigue siendo la principal fuente de trabajo acá, y sigue llegando gente de la

sierra a buscar trabajo, de Oaxaca, llegan de la Mazateca, y de la Mixteca, y Nahuas de la

sierra, de acá de por Zoquitlán y otros pueblos” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años,

defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero, 2012).

95

Rodrigo Santiago (2010) en su informe, comunica que en el 2010 ante el IMSS estaban dadas de alta sólo 8,200 obreras de maquila.

96 Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (FROC), que forma parte de la

Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), central sindical de filiación PRIista predominante en Tehuacán y en la industria textil.

76

Los grandes consorcios maquiladores siguen operando, aunque de manera

desdibujada97, a partir del 2001 con la desaceleración económica y los movimientos

obreros que se levantaron entre 2002 y 2008, fueron cerrando sus puertas, como el caso

de Tarrant Apparel Group, otros como Grupo Navarra cerro sus maquilas de manera

temporal para reabrirlas posteriormente con otros nombres.

La dinámica en los últimos años, los cierres patronales, los despidos masivos, el

aumento en la competencia por el puesto de trabajo, el incremento de la maquila

clandestina, las listas negras, la dificultad para poder mantener el trabajo, la amenaza de

ser señalado, la cada vez más difícil situación económica, los escarnios a anteriores

movimientos y reclamos laborales, dificultan que las obreras entablen procesos de lucha

con el fin de mantener el trabajo (Santiago, 2010).

4.- Un vistazo sobre los enojos de las obreras y los movimientos en las fábricas98.

A partir del 2001 muchas maquilas comenzaron a disminuir salarios, prestaciones, a

despedir personal, despertando diversos descontentos que comenzaron a “alborotar” las

fábricas, en una dinámica principalmente defensiva, peleando por liquidaciones y los

últimos reductos de derechos laborales básicos.

Estos movimientos y reclamos han sido impulsados y asesorados por organismos

no gubernamentales dedicados a la difusión y defensa de los derechos humanos y

laborales, como la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán

(CDHLVT) y el Colectivo de Obreras Insumisas (COBI)99, con asesoría y apoyo del Frente

Autentico del Trabajo (FAT), la Red de Solidaridad de la Maquila (RSM-Canadá) y otras

organizaciones no gubernamentales como SEMILLAS AC, ADECO AC, la Red de

Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos.

Estos reclamos han sido diversos, se pueden dar de manera individual, intentos de

pelear los derechos laborales, muchas veces mitigados por la desesperación, el desgaste,

la falta de organismos independientes o de capacidad de los existentes para cubrir dichos

reclamos. Es común encontrar a obreras en la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje

#7100, haciendo sus reclamos por despidos, descuentos injustificados, liquidaciones, falta

de seguro social, retención de pagos, aguinaldos, prestaciones laborales, etc.

97

En entrevistas con los defensores de derechos humanos y laborales hacen referencia que algunos de estos, como Grupo Navarra nunca existieron formalmente en registros públicos.

98 Este apartado es escrito a partir de diversas entrevistas y pláticas informales con defensores de

derechos humanos y laborales en Tehuacán, de la Comisión y del Colectivo. 99

Este organismo promotor de los derechos humanos y laborales surge en 2009, a partir de la salida de sus integrantes de la CDHLVT. A partir de aquí cuando nos refiramos al Colectivo Obreras Insumisas lo haremos como COBI o el Colectivo.

100 Antes del 2005 no existía una representación de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de

Puebla, el incremento de los reclamos obreros y los diferentes movimientos que irrumpieron entre el 2002 y el 2005 lograron que se estableciera la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7. A partir de aquí cuando nos refiramos a este organismo lo haremos como JECA o la Junta.

77

Muchos pronto se mitigan ante la necesidad de encontrar un trabajo, la amenaza

patronal de “boletinar” al trabajador en las llamadas “listas negras”101, la falta de una

cultura de defensa de los derechos laborales, desconocimiento de los mismos, así como

por la lentitud con la que la Junta opera cuando se trata de defender a las trabajadores, y

la complicidad de los sindicatos102 con la patronal.

Sin embargo los reclamos siguen estando presentes ante la propia dinámica de la

maquila y los constantes abusos y violaciones a los derechos laborales y humanos de las

trabajadoras, haciéndolas levantarse de manera individual o colectiva. A partir

principalmente del año 2001 los reclamos y descontentos de las obreras fueron

escalando, al punto de gestar importantes movimientos obreros en la región y un sin

número de reclamos individuales o colectivos de menor envergadura.

4.1.- Lo impulsores de los derechos humanos y laborales.

4.1.1.- Bajando del monte hacia la ciudad. La Comisión.

La Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán tiene su

antecedente en una organización civil integrada por colectivos de jóvenes, grupos

eclesiales de base y profesores del ala democrática del magisterio que se conforma en

1995, enfocada a trabajar con comunidades indígenas, difundiendo y defendiendo los

derechos colectivos de estas comunidades y los derechos humanos en la ciudad, entre

jóvenes y trabajadoras sexuales, influidos por la irrupción del Ejercito Zapatista de

Liberación Nacional.

Del calzón de manta a los blue jeans.

Portada del informe de la CDHLVT.

Conforme la maquila inunda Tehuacán, la realidad de la región se ve trastocada, el

crecimiento de este sector fue atrayendo a hombres y mujeres hacia las fábricas y

talleres, fortaleciendo el abandono del campo y de las comunidades indígenas. Por miles

llegaron obreras indígenas y no indígenas provenientes de comunidades de Tehuacán,

municipios cercanos, y de los estados de Veracruz y Oaxaca.

101

Las listas negras son un instrumento informal utilizado por los patrones y sindicatos para que el trabajador no encuentre trabajo en otras plantas.

102 FROC-CROC, CROM o CTM

78

Un grupo jóvenes de aquella primera asociación camino la sierra, andando por las

comunidades, percatándose de la ausencia de jóvenes, lo que les llevo a seguir sus

pasos, intentando encontrar el motivo del abandono de las comunidades, hasta

encontrarlos en las maquiladoras, lo que los llevo a mirar el panorama laboral en la

región, chocando con la inmensidad de la maquila.

“Nosotros queríamos trabajar en las comunidades indígenas, teníamos el patín de los

derechos indígenas, el EZ, los acuerdos de San Andrés, el CNI, y eso, pero queríamos

trabajar con jóvenes indígenas, pero en las comunidades no había jóvenes, comenzamos

a buscar que estaba pasando, y fue como llegamos a la maquila, ahí estaba los jóvenes

indígenas” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio

2011).

Esto llevo a que en el 2002 fundaran la Comisión, dirigiendo su trabajo al campo

laboral, en especial en las maquilas, siendo durante mucho tiempo el único organismo de

defensa de derechos laborales en la región. Este organismo ha acompañado las

principales luchas obreras en la maquila en la primera década del siglo XXI, por lo que su

historia se relaciona con los principales movimientos de resistencia obrera en la maquila.

4.1.2.- Mujeres indígenas, obreras e insumisas. El Colectivo.

La Comisión fue el primer organismo defensor de los derechos laborales frente al

monstruo de la maquila, ahí las obreras fueron tomando talleres, participando en

movimientos cuando no encontraron otra posibilidad más que alzar la voz en contra de las

condiciones a las que son sometidas en las fábricas y talleres. Los primeros movimientos

obreros independientes surgen de la mano de la Comisión, obreras se acercan a este

organismo, comienzan a trabajar de cerca con ellos, ahí se forman pequeños grupos de

obreras que se vuelven promotoras de los derechos laborales, que se mezclan con otras

obreras y sus descontentos, se forman en la Comisión, de ella abrevan y se hacen de

herramientas y conocimientos.

“Nosotras, yo aprendí y me forme en la Comisión, ahí empecé, de esos chavos yo salí de

lo que era y comencé a conocer, a informarme, con ellos aprendí, trabaje, me forme, y

aunque no termine bien con la Comisión, debo de reconocer que la Comisión me formó,

me dio las herramientas para ser quien soy, de ellos aprendía a luchar y como luchar”

(Reyna Ramírez Sánchez, 30 años, defensora de derechos humanos y laborales,

Tehuacán, agosto 2012).

79

Obreras Insumisas.

Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Un pequeño grupo que vino trabajando con la Comisión hasta el 2008, después de

diferencias internas, decide caminar aparte, Rodrigo Santiago Hernández, cofundador de

la Comisión y Reyna Ramírez, quien se acercó a la Comisión a partir del movimiento

obrero en Tarrant, junto a un grupo de obreras con las que se habían relacionado a partir

de luchas en las maquilas, conforman el Colectivo Obreras Insumisas.

“Nosotros veíamos que era ya muy difícil enfrentarse a los patrones, que teníamos que

tener otra estrategia, otra propuesta, más allá de formar sindicatos y luchas frontales,

entonces por el COBI, se enfocó más en difundir la propuesta de hacer cooperativas

obreras, así como trabajar cuestiones de salud, de violencia y esas cosas” (Rodrigo

Santiago, 36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto 2012).

El Colectivo surge en el año 2009, dedicado a trabajar cuestiones de violencia,

género y salud entre la población obrera, difusión de conflictos sociales a nivel nacional,

organizando talleres sobre derechos humanos y laborales, capacitación en lecto-escritura,

computación, organización e impulsando la propuesta de cooperativas de trabajadoras,

trabajando preferentemente con jóvenes mujeres indígenas. Sus integrantes han estado

presentes en los diferentes movimientos y en diversas demandas laborales, ya sea desde

su condición de obreras, como parte de la Comisión o ya conformados como Colectivo.

5.- Los principales movimientos obreros.103

5.1.- Las primeras semillas (2002-2003).

Entre los principales movimientos está el de las maquilas de Tarrant Apparel Group, entre

el 2002-2003, por lograr una coalición independiente de trabajadores en alianza con el

Frente Autentico del Trabajo. Este conflicto inició ante los recortes laborales y el actuar

proteccionista por parte del sindicato de la FROC-CROC, lo que generó el enojo de las

obreras.

103

Este apartado también es escrito a partir de entrevistas y pláticas informales con defensores de derechos humanos y laborales, así como con obreras participantes en movimientos laborales.

80

“Enseguida nos tocó el conflicto de Tarrant (…) fue la primera vez que nos tocó, se hizo

una alianza con el FAT, cuando la empresa detecto que se estaba moviendo un sindicato

en la sombra para sacar a la CROC (…) anunciaron que venían recortes, y se aceleró

porque apareció la lucha” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales,

Tehuacán, julio 2011).

Movilización de trabajadores y trabajadoras de Tarrant Apparel Group.

Fotografía original: Tomada del portal electrónico de la Red de Solidaridad de la Maquila.

Comenzó la lucha por organizar un sindicato independiente, afiliándose al

Sindicato Industrial de Trabajadores Textiles Similares y Conexos "Belisario Domínguez”

del FAT. La patronal comenzó una serie de amenazas contra los trabajadores

organizados, una campaña contra el sindicato independiente y despidos de los que

estaban impulsando la organización. La FROC-CROC se vio rebasada por los

trabajadores, las asambleas llamadas por este organismo fueron tomadas por los

trabajadores.

“Nosotros promovimos junto con los obreros la conformación de una Coalición

constitucional en vista de que no podíamos conformar un sindicato en ese momento (…)

entonces se hace la coalición, buscamos en un primer momento que se pudiera llegar a

cambiar el sindicato y pelear el contrato colectivo (…) era la primera vez que se luchaba

independientemente (…) como que no pudo ir más allá, no dio tiempo, era la primera vez,

el FAT vino muy dispuesto, y le entramos, empezamos a hacer la afiliación sindical,

nosotros dijimos, no tiene caso luchar por un sindicato propio en Tarrant por que

tendríamos que pedir primero un registro, dijimos “hay que brincarnos eso”, hay que hacer

una alianza con alguien que tenga ya un registro y entonces vino esta alianza con el FAT,

y pues fue con el Sindicato Belisario Domínguez, pero ya no dio tiempo, ni siquiera a

presentar la demanda de titularidad, porque la empresa se las olió” (Martín Barrios,

defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

Generalmente los movimientos eran controlados por los sindicatos, éste fue el

primero donde los trabajadores rebasaron al sindicato, marcando un actuar

independiente. Durante el conflicto lo obreros presionaron a las autoridades para que

81

actuaran ante los despidos y represalias patronales, haciendo plantones ante el

gobernador y la Junta de Conciliación en la ciudad de Puebla104.

En este movimiento participaron alrededor de 1000-1500 trabajadoras, lo que

origino que la patronal decidiera fortalecer los despidos, anunciando el cierre para evitar

que entrara un sindicato independiente. Ante esto, la coalición realizó acciones para que

la empresa anunciara públicamente si cerraría o no, después de una consulta entre los

trabajadores, estos decidieron continuar la lucha por lograr su indemnización al 100% y

obligar al embargo precautorio, obligaron al sindicato titular a impulsar una huelga contra

la empresa, que fue conjurada por las autoridades laborales, la patronal y el sindicato,

apoyados por la fuerza pública.

“No pudimos lograr el sindicato, la empresa comenzó a amenazar con cerrar, entonces

pues vimos que hacíamos, y vimos que la opción era presionar para que la empresa

anunciara si cerraría, y entonces, la lucha seria por la liquidación, presionar para que

anunciara que haría, y entonces, con el cierre, pues hacer que el sindicato anunciara la

huelga, que se hizo, pero pues fue conjurada, entonces pues la lucha fue así, por

liquidación” (Rodrigo Santiago, 36 años, defensor de derechos humanos y laborales,

Tehuacán, diciembre 2011).

Este fue el primer movimiento obrero independiente en Tehuacán que contó con

una masiva participación de los trabajadores, rebasando al sindicato de la FROC-CROC y

terminó con el reclamo de que la empresa liquidara al 100% e indemnizara a los

trabajadores por el cierre unilateral de las fuentes de trabajo, logrando su objetivo.

“Fuimos a una asamblea de la CROC, estuvo muy bueno, nos dijeron “no pues esos

güeyes quieren hacer una asamblea”, y pues vamos pues (…) y les dijimos “van a estallar

la huelga, órale, pero estállenla” (…) se nombró ahí la delegación de representantes

sindicales, de diez que estaban, nueve eran de la coalición independiente (…) estuvo

bueno porque en la sede sindical de la CROC, les arrebatamos el control de su asamblea,

la decisión de los trabajadores fue “si ustedes no estallan la huelga cabrones, los vamos a

encuerar, y los vamos sacar a la calle si ustedes se venden” (…) si les dieron sus

coscorrones a esos cabrones. Fue una situación muy riesgosa porque la asamblea, la

empresa estaba rodeada por granaderos” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos

y laborales, Tehuacán, julio 2011).

Paralelamente en la vecina población de Altepexi se daba otro movimiento obrero

por lograr el registro sindical, asesorados por el Centro de Apoyo al Trabajador. Durante

este movimiento las trabajadoras realizaron concentraciones en la capital, para exigir una

audiencia con el gobernador y que les reconociera el registro sindical. Este movimiento

fue vencido por medio del desgaste, el tortuguismo105 institucional y la constante negación

de otorgar el registro sindical, derivando en una serie de paros técnicos patronales que

104

“El boletín”, Vol. 8, Núm. 4, Red de Solidaridad de la Maquila, diciembre 2003. 105

Este término coloquial se usa para describir un actuar lento, muy utilizado para describir el actuar de los órganos laborales como las Juntas de conciliación y arbitraje.

82

anunciaban el cierre de la empresa, comenzando con despidos y terminó con la

indemnización de la planta laboral.

“El Centro de Apoyo del Trabajador, el CAT, que son de Puebla estaba asesorando a

grupo de obreros en Altepexí, que estaban formando un sindicato independiente, nosotros

no decidimos optar por esa opción, porque sabíamos de antemano que la junta local, en

Puebla nos iba a rechazar el registro sindical (…) ellos pelearon su registro sindical, que

se los negaron, hicimos protestas conjuntas, aunque ellos se desmarcaban de nosotros

(…) los chavos de Altepexí estaban en otra onda, llevaban pancartas dando las gracias

por el registro, que aun ni les daban, y por eso se desmarcaban de nosotros” (Martín

Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

5.2.- Crecen las semillas (2003-2005).

A partir del 2003 se siembra la semilla de rebeldía obrera, gestándose una serie de

conflictos laborales en diferentes maquilas, acompañadas por la Comisión, dándose

alrededor de 20 conflictos obreros en los próximos dos años, originados por lograr

mejores condiciones en la plantas, seguro social, transporte, prestaciones laborales,

muchos de ellos por condiciones básicas de seguridad e higiene, algunos, logrando

convenios con la empresa, ganando las exigencias obreras, otros más derrotados.

“A partir de Tarrant, como que comenzó que se sembró la semilla, los obreros vieron que

se podía luchar, y se vio, hubo muchos reclamos, chicos, por cuestiones básicas, pero si

se vio que creció, los trabajadores comenzaron a reclamar, comenzaron a brotar

conflictos, y es que la gente que estuvo en Tarrant, pues se fue a otras maquilas, y se

comenzó a difundir el asunto, también nosotros hicimos talleres, se comenzó a saber eso

de los derechos laborales, por eso fue importante Tarrant” (Rodrigo Santiago, 36 años,

defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

Comenzó una campaña de linchamiento en los medios de comunicación locales y

dentro de la plantas, argumentando que las luchas obreras ahuyentaban la inversión, una

serie de acosos y ataques contra miembros de la Comisión106. A partir del movimiento en

Tarrant comenzaron a difundirse los derechos laborales, de la mano de los propios

trabajadores que habían participado en el movimiento de Tarrant y de la Comisión, a la

que los trabajadores acudían.

Entre 2004 y 2005 comenzaron a brotar diversos conflictos obreros, de diferente

envergadura, muchos lograron convenios, otros terminaban sin lograr sus demandas,

comenzaron a brotar movimientos obreros, como el de Maquilas Montana y Calidad de

Confecciones.

“Comenzó a haber varios conflictos, unos por pagos negados, horas extras, por despido, y

así, otros por cosas básicas como papel de baño, agua, cosas muy básicas, hubo muchos,

yo creo que no sé, pero si fueron varios, mínimo 20 conflictos pequeños, pero colectivos,

algunos ganaron, otros no, fueron muchos, y antes no se daban así” (Martín Barrios,

defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

106

“El boletín”, Vol. 9, Núm. 1, Red de Solidaridad de la Maquila, marzo 2004.

83

El conflicto en Maquilas Montana es una muestra de estos movimientos que

comenzaron a esparcirse por Tehuacán y sus alrededores, se dio ante el despido de un

grupo que impulsaba organizarse ante las violaciones de derechos laborales, luchando

por el pago de aguinaldos, vacaciones y liquidaciones. Esta lucha fue derrotada por el

desgaste, la división sembrada por la patronal y el juicio laboral lento.

“Yo estuve en Montana, había unos compañeros que habían estado en Tarrant y nos

hablaban de los derechos y de organizarnos y así comenzó, al final perdimos, si logramos

organizarnos un poco, pero nos despidieron, y anunciaron el cierre de la planta, entonces

pues entablamos una demanda por que nos pagaran nuestro aguinaldo, vacaciones y

nuestra liquidación, pero no la armamos, no teníamos experiencia, el patrón nos dividió,

los compañeros nos desgastamos, el juicio fue lento, y eso ayudo al desgaste, y al final,

pues quedamos muy poquitos y no pudimos hacer más” (Fabián González, obrero de

maquila, Tehuacán, julio 2011).

5.3.- El movimiento en Calidad de Confecciones (2005-2006).

En 2005 se comenzó a gestar un conflicto laboral en la planta de Calidad de

Confecciones, cuando el patrón comenzó a reducir el salario, a eliminar el pago de horas

extra, a cobrar multas y eliminar prestaciones y seguro social. El conflicto se desató

cuando los trabajadores se percataron que el patrón estaba siendo embargado por el

Seguro Social, ante lo que decidieron estallar un paro “salvaje”, para exigir el pago de

todo lo que les debía, ante lo cual se da el cierre patronal.

“Lo que paso ahí en Confecciones, fue que el viejo este del Lucio comenzó a pagarnos

menos, y a cobrar muchas multas, nos quitó el seguro y eso, y un día vimos que el seguro

le estaba embargando, entonces, pues eso significaba que no nos iba a pagar lo que nos

debía, y pues así, nos lanzamos a lo loco, a lo salvaje dicen, al paro, durante todo el día, y

el patrón nos encerró todo el día en la planta, luego cuando volvimos al otro día, pues ya

estaba cerrada la planta, y pues ahí fue que juimos a buscar al Martín y al Rodrigo, los de

la Comisión, para ver lo de la demanda, nos juntamos nosotros, y pues no todos, solo

unos 160 nos aventamos a demandar al viejo” (“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila,

Ajalpán, diciembre 2011).

Obreras de Altepexi exigiendo la liberación de Martín Barrios de la CDHLVT en el 2005.

Fotografía original: Tomada del portal electrónico de la Red de Solidaridad de la Maquila.

84

Se acercaron a la Comisión para entablar la demanda laboral a la que el patrón

nunca se presentó, los trabajadores presentaron pruebas y ganaron el juicio recibiendo un

laudo favorable, sin embargo este laudo no fue respetado y la autoridad laboral se ha

mantenido inactiva.

“Nuestro problema es que el viejo este compró a la Junta, al cochino Conde, y entonces, si

ganamos, presentamos todas las pruebas, todo, y ganamos, pero aun así, con todo y

laudo a nuestro favor, mire que a estas fechas, después de tantos años seguimos sin que

se nos pague, quesque porque el cochino viejo del Lucio no tiene nada a su nombre,

nada, ni los calzones, entonces, que según no le podemos quitar nada, y así seguimos,

viendo que hacemos, porque pues ganamos, y aun así no nos pagan, y la cochina Junta

vendida no hace nada, dice que según no puede hacer nada” (“Ángeles”, 48 años, obrera

de maquila, Ajalpán, enero 2012).

Este proceso sigue abierto, sin que los trabajadores puedan hacer efectivo el laudo

a su favor, la Comisión mantiene el proceso legal para demostrar que Lucio Gil, el patrón

de Calidad de Confecciones, tiene otras plantas que están trabajando, sin embargo la

Junta no ha actuado. Los trabajadores a lo largo de estos 7 años han mantenido

movilizaciones ante la Junta de Conciliación. El argumento de la Junta es que la empresa

es de otro dueño y que la maquinaria está a nombre de otra persona, y que ante eso no

puede actuar.

Durante este conflicto se dieron agresiones en contra de integrantes de la

Comisión, ataques físicos y el encarcelamiento de Martín Barrios, quien fue acusado por

el patrón de Calidad de Confecciones de extorsión, lo que generó la movilización de las

obreras y de diferentes organismos de derechos humanos por lograr la libertad del

defensor laboral107.

5.4.- La insurrección en Vaqueros Navarra (2006-2008).

En 2007 se dio un conflicto laboral fuerte en las plantas de Vaqueros Navarra, que resultó

en la primera y única victoria obrera por conseguir un sindicato independiente, que no fue

respetada por la empresa. En este movimiento la Comisión se encargó de la parte

organizacional local y fue en alianza con el Frente Autentico del Trabajo que se encargó

de la parte sindical y jurídica, mientras que la Red de Solidaridad de la Maquila de

Canadá hacía lo propio en la difusión y la presión internacional.

“Navarra fue muy importante, porque fue el movimiento más fuerte que se logró y además

se ganó, ahí nosotros nos aventamos la parte de la organización obrera, los talleres y todo

eso, el FAT con el “19 de septiembre” se aventaba la parte sindical y jurídica y así, esa vez

luchamos ya por un sindicato independiente y lo ganamos, fue la primera y única vez que

se ganó un sindicato independiente en Tehuacán, fue una lucha larga pero ganamos y

entonces la empresa no respeto y cerro, entonces tuvimos que luchar por la liquidación”

107

“El boletín”, Vol. 11, Núm. 1, Red de Solidaridad de la Maquila, marzo, 2006.

85

(Rodrigo Santiago, 36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero

2012).

Hijos de las obreras de Vaqueros Navarra (2007).

Fotografía original: Tomada del portal de la Red de Solidaridad de la Maquila.

El conflicto inició a principios del 2007 cuando la empresa empezó a realizar

despidos y amenazó con no pagar utilidades, lo que generó descontento, que hizo que un

grupo se acercara a la Comisión, que comenzó a operar de manera secreta, impulsando

la organización independiente entre los trabajadores, moviéndose entre sombras e hilos.

“Pues la bronca en Navarra comenzó porque la empresa comenzó a despedir gente y a

decir que no pagaría utilidades, eso hizo que un grupito se acercara a nosotros para ver

que podían hacer al respecto y así comenzamos en secreto a trabajar con ese grupo y se

fueron acercando más trabajadores y todo exploto cuando en abril la empresa anunció que

no había tenido utilidades y que entonces no habría utilidades para los trabajadores y eso

hizo explotar todo” (Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán,

julio 2011).

El anuncio patronal originó que los trabajadores estallaran una huelga “salvaje”

donde hubo una importante participación de los trabajadores. Esto fue posible porque

desde enero se habían organizado talleres respecto a derechos laborales, repartos de

utilidades, capacitación organizacional, que permitiera la conformación y extensión del

grupo organizado dentro de la planta. Ante lo que la patronal respondió con vigilancia

sobre los obreros, para detectar la participación de la Comisión y buscar pretextos para

despedir a los involucrados.

“Con eso, pues los trabajadores estallaron, se aventaron a tomar la planta, me hablaron y

me dijeron “ya tomamos, ya estalló esto, ya comenzó” y así, nosotros creíamos que no se

debía hacer el paro así salvaje, pero pues ellos lo hicieron, solo nos decían “oye, podemos

cortar la luz, podemos cerrar las puertas”, así empezó todo” (Martín Barrios, defensor de

derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

86

Durante varios meses sé trabajó en la sombra en la conformación del grupo, la

capacitación sindical, preparando el posible pliego petitorio y un esquema de negociación,

que se apresuró ante el estallido “salvaje” de la huelga, donde los trabajadores se

apoderaron de la planta, exigiendo que la empresa mostrara la carátula fiscal para

demostrar los ingresos, se exigió la declaración fiscal de la empresa, que fue negada por

el SAT108, argumentando que necesitaba la constancia de mayoría sindical.

“Y fuimos al SAT, y nos dijeron que no podían enseñarnos la declaración, que porque

necesitaban nuestra constancia de mayoría sindical para poder enseñárnosla, y entonces

fue cuando los trabajadores dijeron “pues entonces vamos por el sindicato” y ahí

conformamos una coalición para poder luchar por el sindicato, pero la Junta nos negó el

conteo y la empresa pago una miseria de utilidades, buscaban detener con eso todo, pero

pues no, más se enojaron los obreros y más se decidieron a luchar por el sindicato”

(Martín Barrios, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, julio 2011).

La patronal creyendo que apaciguaría al movimiento pagó entre 20 y 100 pesos

por trabajador, lo que arreció el enojo de los trabajadores y los llevó a decidir que su lucha

sería por el registro sindical, entrando la lucha en una nueva etapa, pasando a luchar por

la titularidad del contrato colectivo de la mano del FAT.

Ante esto, los sindicatos charros de la CROC y la CTM entran a pelear la

titularidad, introduciendo una mayor complejidad al conflicto. Los trabajadores

comenzaron a afiliarse al Sindicato Nacional de la Industria de la Costura, la Confección, y

el Vestido “19 de Septiembre” del FAT, expulsando a la gente de la CROM. Lo que implicó

una fuerte batalla con la patronal y los sindicatos oficiales.

“Fue entonces cuando se decidieron más a luchar por el sindicato, entonces hablamos con

la gente del FAT para que echaran la mano y comenzamos la afiliación al 19 de

septiembre y se expulsó a los charros de la CROM y entonces vino la pelea por el

recuento, llegaron todos los sindicatos charros a pelear la titularidad, el patrón quiso

comprar a los trabajadores, pero pues con todo y todo, pues ganamos, hicimos la

afiliación, mientras que la gente simulaba estar con la CROM, sólo hasta ese momento,

cuando la creyeron ganada aceptaron el recuento y pues les ganamos” (Rodrigo Santiago,

36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

El día del recuento, con medios de comunicación, representantes de organismos

internacionales y una tensión constante, al momento de la votación los trabajadores se

declararon mayoritariamente afiliados del Sindicato 19 de Septiembre del FAT, logrando

por primera y única vez la victoria de un sindicato independiente en la región.

“A parte de nosotros y del FAT estaban los de la Red de Solidaridad de la Maquila, ellos

se encargaron de la difusión internacional, lograron que al recuento viniera gente gringa,

como observadores y eso nos dio mucho impulso, en los medios, en el extranjero, así nos

presentamos el día del recuento, donde ellos creían tener las de ganar, pero pues a la

108

Servicio de Administración Tributaria, dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del gobierno federal.

87

mera hora, los obreros se declararon por el 19 y ganamos el recuento” (Rodrigo Santiago,

36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

A partir de esto se declaró que la empresa reabriría sus puertas en enero, sin

embargo la empresa desconoció el acuerdo y anunció el cierre patronal, lo que llevó a los

trabajadores a otra etapa de la lucha, por la reapertura de la fuente de trabajo y el respeto

al triunfo del sindicato independiente, que se enfrentó al tortuguismo institucional que

retrasó las audiencias y la resolución109. La CROM, la FROC-CROC y la empresa pedían

que no se reconociera el laudo dictado y el triunfo de los trabajadores, archivando el

expediente, ante esto los trabajadores lucharon por una liquidación justa, que se dio en

efectivo y maquinaria embargada.

“Así ganamos, después de un año de lucha, la empresa y los charros pedían que no se

reconociera el triunfo obrero y la empresa anuncio el cierre, primero temporal, luego total,

entonces vino otra etapa de lucha por las liquidaciones e indemnizaciones y fue otro año

de lucha, al final ganamos, logramos la liquidación al 100% pero pues aunque ganamos el

sindicato, perdimos, porque ellos no estaban dispuestos a dejar que hubiera un sindicato

independiente, eso no lo podían permitir, prefirieron cerrar antes que tener un

independiente en Tehuacán, pero con todo y eso ganamos” (Rodrigo Santiago, 36 años,

defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, abril 2012).

La empresa intentó sobrevaluar la maquinaria para reducir el pago de

liquidaciones, la Junta reforzó a la empresa, intentando negar el derecho de

comparecencia de los trabajadores y sus pruebas, ante lo cual los trabajadores

amenazaron con tomar la Junta. La empresa y el gobierno demostraron que preferían

perder sus plantas y enfrentar el cierre de empresas, antes que reconocer un sindicato

independiente, cerrando sus plantas, perdiendo sus clientes, impulsando las “listas

negras” en las maquilas y en otras fuentes de empleo para los trabajadores involucrados

en la lucha de “Vaqueros Navarra”.

Así, entre 2001-2002 y el 2006 se van gestando una serie de movimientos y

reclamos obreros en las maquilas de Tehuacán, desde el primer “chispazo” en Tarrant, a

partir del cual se esparcieron las semillas de la rebeldía obrera y los pequeños

movimiento que le siguieron, explotando aquí y allá por Tehuacán y sus alrededores,

hasta la insurrección obrera de Navarra, donde por primera vez en la historia local se

ganará un sindicato independiente que fue derrotado al cerrar la planta y mandar a los

trabajadores a listas negras.

Después de Navarra vino un aliento de desilusión obrera, vieron que podían ganar

pero que a pesar de eso perdían, esto y el escarnio contra los participantes en Navarra,

originó un declive en la lucha obrera en Tehuacán, hasta que pareciera que desaparecía

el espíritu de lucha en las maquilas. Sin embargo, hacia mediados de 2011 las obreras

volverían a dar una muestra de lucha, dignidad y rebeldía, esta vez en Exportadora de

Pantalones S.A.

109

“El boletín”, Vol. 13, Núm. 1, Red de Solidaridad de la Maquila, febrero 2008.

88

V.- OBRERAS DE MANOS AZULES.110 111 112

“Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún

tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de

riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las

máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de

las minas, los que construimos ciudades... ¿Por qué no vamos, pues, a

construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las

ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más

que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última

fase de su historia. Pero –le repito– a nosotros no nos dan miedo las

ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y Ese

mundo está creciendo en este instante”

*Buenaventura Durruti, obrero militante anarcosindicalista de la CNT-FAI.

Manos obreras.

1.- La invasión de la ciudad de indios.

Al irse acercando a Tehuacán sobre la carretera, comienzas a ver algunas de las grandes

plantas maquiladoras que sobreviven, extendiéndose con varias líneas113 de alrededor de

20 o 30 metros de ancho cada una y de entre 50 o 100 metros largo, con sus fachadas

blancas y números pintados en las cortinas. Las observas en los alrededores de

110

Durante este relato etnográfico utilizare el genérico “Obreras” o “Trabajadoras”, en femenino para hablar tanto de trabajadoras mujeres como hombres, pues a pesar de la reciente masculinización de la fuerza de trabajo en la maquilas, ésta sigue siendo aunque con poco margen principalmente femenina

111 En las citas de entrevistas utilizadas en este texto algunos nombres aparecerán entrecomillados,

indicando que es un seudónimo por petición de quien habla, otras aparecerá solo el nombre sin entrecomillar, indicando que quien habla no quiso dar sus apellidos y en otros casos se pondrá el nombre y apellido.

112 La investigación etnográfica a partir de la cual se hicieron los dos capítulos etnográficos de este

trabajo se realizó en un periodo de año y medio, con diversas visitas espaciadas. Visité Tehuacán por primera vez en abril del 2011, sin embargo, no fue hasta julio del mismo año cuando comencé propiamente la investigación. Por lo que el tiempo de la etnografía se ubica entre julio del 2011, y diciembre del 2012.

113 “Por líneas” se refiere a Líneas de Producción. En las maquilas que fueran las “gigantes” cada

línea es una nave industrial, que se forma una junto a otra.

89

Magdalena Cuayucatepec, San Lorenzo Teotipilco y otras poblaciones. Conforme sigues

acercándote a la ciudad puedes ver como se hacen presentes casas, negocios de

carretera y una que otra planta industrial, ya no tan grandes como las anteriores, algunas

con letreros pintados en color azul “Sabin de Tehuacán” que se lee a lo lejos, otras más

sin rotular, sólo grandes naves industriales que sobresalen en el paisaje, poco a poco se

va haciendo más densa la presencia de casas y plantas maquiladoras que se identifican

por anuncios rotulados en sus portones.

Entrando a la ciudad comienzan a perderse estas grandes maquilas, no sin que de

vez en vez una que otra asalte la vista, otras se confunden con bodegas y ya en el centro

los grandes comercios se hacen presentes, hoteles, restaurantes, bares, un viejo cine,

centros de atención de telefonía celular, bancos y una plaza arbolada con su palacio

municipal al costado oriente, la catedral al sur, restaurantes al costado poniente, tiendas y

comercios varios al lado norte.

La primera impresión es que será necesario alejarse del centro de la ciudad, hacia

las orillas para encontrar las maquilas, sin embargo, basta caminar pocas cuadras para

encontrar pequeñas naves industriales, con sus portones y letreros, muchas con franjas

azules, tal vez para identificarse con la mezclilla que se confecciona adentro. Al pasar por

sus puertas suenan incansablemente a un conjunto de agujas entrando y saliendo de la

tela, a rumores de hilos pasando de un lado a otro, que te hacen imaginar las silenciosas

espaldas obreras encorvadas sobre la maquina o cargando bultos de una mesa a otra,

los ojos enfocados para ensartar los hilos en las agujas, obreras haciendo movimientos

rítmicos con las piernas y los pies, empujando pedales y palancas, manos azules a fuerza

de pasar el día en contacto con la tela, que direccionan pedazos de mezclilla entre las

máquinas.

Conforme se camina por las calles se va aprendiendo a observar y ver la maquila,

comienza uno a identificar a los que vienen saliendo del trabajo con sus manos y caras

con diferentes tonalidades de color azul y lo primero que salta a la vista es que la industria

maquiladora tiene invadida literalmente Tehuacán, sus alrededores, calles y hasta las

casas mismas.

“Las más grandotas están en Cuayucan, en su momento tenían como 10,000 trabajadores

ahí, ahorita han de ser como 2,000, y esa es la más grande que hay ahorita, de ahí en

fuera están en todas partes, en las colonias de Tehuacán, en Ajalpan, en Altepejí, en

Coapan, en todas las colonias están, están muy dispersas. Las medianas son las que

están en todas partes, porque hay muchas, y la clandestina, esa está en todas partes, las

grandes son las menos” (Reyna Ramírez, 30 años, ex–obrera de maquila y defensora de

derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto 2012).

Conforme te alejas del centro se van extinguiendo los grandes comercios,

quedando sólo tiendas de barrio, panaderías y mujeres haciendo tortillas al calor del

comal, por sus calles y colonias encuentras maquilas medianas y pequeñas, observas los

portones abiertos de casas donde laboran grupos pequeños de trabajadoras, bicicletas

que corren entre calles polvosas y asoleadas, niños y señoras cargando en diablitos o

carretillas sus bultos de prenda.

90

La maquila ha manchado de azul a Tehuacán, desde sus aguas que corren en

canales, hasta la piel de las obreras, exprimiendo mantos acuíferos, comunidades y vidas,

dejando tras de sí residuos contaminantes y trabajadoras cansadas a jóvenes edades con

problemas de salud a fuerza de coser.

“Lo más común es que se enfermen del riñón, pulmones, asma, alergias, rinitis, sinusitis

por la pelusa, dolores de oído, estrés, migrañas, el músculo se quema y comienza a bajar

la producción y ya los corren (…) y si miras, ves todo el desecho que tiran las maquilas,

como no hay una regulación real, pues sus desagües van a canales, sacan las famosas

aguas azules de Tehuacán, azules de la mezclilla y los residuos sólidos los sacan así

nada más, o los hacen como tabiques y los tiran afuera, ves la tierra azul, el agua azul, las

milpas azules” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos humanos y

laborales, Tehuacán, julio 2012).

Las obreras entran día a día a las maquilas para ser “devoradas” por largas

jornadas que pueden ir entre diez y 13 horas e incluso noches enteras donde las

trabajadoras sólo pueden salir a comer, cenar y desayunar antes de tener que volver a ser

“devoradas” por sus “fauces” que se disfrazan de portones.

“A mí me da la impresión de que entro en la boca de un mostro, entro a las ocho de la

mañana, pero no tengo hora de salida, hay veces que salimos por ahí de las siete de la

noche, pero hay veces que no, pueden darnos las ocho, las nueve de la noche y nosotros

ahí adentro, hay veces que pues nos tenemos que quedar a velar, nos dejan salir a

tomarnos un café y cenar, y tenemos que volver más tarde y seguimos trabajando, por eso

siento que entro en la boca de un mostro, que me come de un bocado” (“Josefina”, 38

años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Comenzamos este recorrido apuntando que esta industria vino a invadir la “ciudad

de indios”, sus calles, su tiempo, la vida de las trabajadoras, una industria que atraviesa la

ciudad, desde el mismo centro donde el bullicio reina, hasta las calles olvidadas de sus

colonias, juntas auxiliares y municipios aledaños, lo mismo junto a un parque donde

suena música clásica, que escondida entre los rumores del mercado, tanto en grandes

naves industriales, como en las mismas casas donde habitan las trabajadoras, con sus

grandes rótulos o pequeñas cartulinas anunciando trabajo, en suma, una industria que

llegó, invadió la ciudad, la hizo crecer y creció con y de ella.

2.- La vida atravesada por la aguja en la tela.

2.1.- Otro día más no muy distinto a los demás.

La vida de las obreras transita consumida por el trabajo, la mayoría con horarios

extensivos de entre 11 y 13 horas y recurrentes veladas cuando la maquila tiene un

pedido que terminar, o al contrario, de medio día cuando no hay pedidos.

“Por lo general las maquilas trabajan de ocho de la mañana a siete de la noche o a las

ocho, algunas a las seis, según, aunque luego también hay días o semanas en que

trabajamos medios días, cuando no tienen trabajo, luego también hay veces que no sales

a tu hora de salida, sino que como tienes que terminar el corte pues sales hasta que

termines, luego pueden ser las nueve o las diez de la noche, incluso hay unas donde te

91

hacen velar, o sea que trabajas en la noche hasta que terminas el corte” (“José”, 24 años,

obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Alrededor de las cinco y media o seis de la mañana comienzan a encenderse las

luces de las casas, asomándose con cierta timidez tras las cortinas que parecen proteger

a las trabajadoras de la madrugada que aún no termina de irse, que tras las paredes

comienzan el día, despertando para preparar desayunos, uniformes, itacates para llevar al

trabajo y dejar todo listo.

“Entro a las ocho, pero pus despierto a las cinco y media, es que hay que preparar todo,

levantar a los niños, que se bañen, preparar la comida para cuando vuelvan, y para

llevarme un taco al trabajo, y ya como a las siete-siete y media, pues ya está listo todo, ya

me bañé, ya se fueron los niños a la escuela y ya, córrele al trabajo” (María, 29 años,

obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Conforme el sol va iluminando las calles comienzan a salir de las casas obreras

acompañadas de niños que visten sus uniformes escolares o solas, montando bicicletas

que comienzan a circular por las calles, con niños montados en la parrilla de la bicicleta.

Algunas se acompañan caminando o en bicicleta, algunas esperan en las esquinas, aún

con un aire frío que no se ha calentado con el sol, esperando las combis o el camión que

las lleva hacia sus trabajos, resguardando las manos en los bolsillos.

A las ocho de la mañana la mayoría de las maquilas abren sus puertas,

preparándose para “devorar” multitudes de obreras que transitan por las calles, que

caminan con cierta prisa a pesar de llegar a tiempo, otras llegan en sus bicicletas, con

mochilas en la espalda o bolsas de mandado acomodadas estratégicamente en el

manubrio y se van perdiendo por la puerta, otras más llegan corriendo ante una puerta

que se cierra a las ocho y cuarto, así comienzan una larga jornada donde se hundirán

entre prendas, cortes, hilos y agujas.

“Entrando pues a donde nos toca, a trabajar según lo que nos toca, (…) si tienes puro un

paso, pues ya comienzas a trabajar tu paso, si tienes dos pasos diferentes, entonces

primero haces tu paso tuyo, ya después de que terminas tu paso normal pues comienzas

con el otro paso” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Cada una en su tarea específica, en su máquina, en su paso, las trabajadoras

manuales pasando bultos de prenda de máquina a máquina, entre mesas, llevando

prendas por la línea de producción o deshilando el producto final, mientras que las

operarias son las encargadas de coser la prenda. Las de mayor tiempo y experiencia ya

tienen asignado su paso y su máquina, a otras se les mueve de máquina en máquina

cada día, teniendo que hacer diferentes pasos, según lo que se requiera en la línea de

producción.

“Hay gente que ya tiene su paso mero, pero hay gente que no, sobre todo los nuevos, que

los van cambiando de paso, de máquina, según lo que se necesite, son como comodines,

porque los de más tiempo y experiencia ya no se quieren quitar de su paso, sí los mueven,

pero la gente ya no se quiere mover, defiende su paso, pero los nuevo pues no, esos

92

están de aquí para allá según los acomode el encargado, así pues cada quien su tarea

que le toca, los manuales a los suyo, que es deshilar, limpiar la prenda pues, acomodar el

corte, cargarlo, pasarlo de una lado a otro y así, y los operarios a su máquina” (Fernanda,

28 años, obrera de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Rodando. Obreros en Ajalpán.

Comenzando así la primera parte del largo jornal de trabajo, hasta alrededor de la

una de la tarde, mientras tanto, el interior se inunda de un incesante rumor producido por

los motores y las agujas, mientras que con los pies y las piernas ellas “bailaran” sentadas

en su lugar, empujando pedales y palancas, jalando prendas con movimientos que

parecieran mecánicos, empujar y soltar el pedal con el pie, la palanca con la rodilla,

metiendo prenda, jalando corte, cambiando hilos, con los ojos fijos en la aguja que baja y

sube a gran velocidad amenazando con atravesarse en las manos, en los dedos al primer

descuido.

“Te cansas de estar todo el día sentada, o todo el día parada si eres manual, te cansas de

estar todo el día haciendo lo mismo, te sientas y los pedales con los pies, la palanca con la

pierna, con las manos pues pones la tela y la diriges y tienes que estar bien pendiente de

que no te vayas mal, que vaya bien la costura y entonces tienes que estar buza con la

aguja, de no irte mal y de no meter las manos porque hay maquinas que te jalan, si no

tienes cuidado te jalan la mano y es cuando te agarran la mano, el dedo, entonces pues

todo el día así y te harta, a mí me gusta hacer mi trabajo, pero sí como que me aburre

hacer siempre lo mismo como robotito, entonces te duelen las manos, las piernas, los

pies, la espalda, hasta los ojos te duelen y cuando te paras hasta como que descansas, te

estiras para como despertar el cuerpo” (Gloria Hernández, 26 años, obrera de maquila,

Tehuacán, enero 2012).

Tareas repetitivas, consecutivas, que hacia el mediodía hacen notable el

cansancio y el hartazgo en sus rostros, miradas y manos que al salir se abren y se cierran

para romper el entumecimiento, pasos cansados y espaldas que se estiran apenas salen

por la puerta, intentando descansar de las primeras cinco o seis horas de trabajo que se

93

interrumpen para que puedan comer ya cansadas y entumidas de una misma posición,

haciendo los mismos movimientos una y otra vez, sin apartar la mirada de la aguja y la

tela, revisando que el trabajo salga bien, para evitar tener que repetirlo y que les atraviese

la mano o algún dedo, envueltas en rumores de máquinas que suenan y suenan,

recordándoles que no deben parar, acompañados de alguna música que se pierde entre

los motores, algunos rumores de voces que platican entre ellas cuando el encargado no

está cerca.

“Luego adentro pues ni puedes platicar con alguien, bueno, sí puedes, pero si te ve el

encargado ahí va y te regaña “órale pinches flojas” te dice, entonces pues hasta como que

te apendejas del sonido de las máquinas, sí tenemos un radiesito adentro, pero ni se

escucha bien, porque escuchas la máquina y no puedes ni platicar, sí lo haces, pero a

escondidas” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán, Agosto 2012).

Al salir a comer, con todo el cansancio y el hartazgo que se refleja en sus caras y

movimientos, vuelven a montar sus bicicletas las que regresan a casa, inundando las

calles, para llegar a recoger a los hijos, calentar la comida, servir y comer antes de que

tengan que volver. Otras muchas comienzan a invadir los parques y jardines cercanos, las

esquinas arboladas, para servir en mesas improvisadas en bancas, banquetas o

jardineras, sacando de las bolsas y mochilas pequeños recipientes de plástico que

contienen sopa, arroz, algún guisado que se acompaña de tortillas hechas a mano que se

venden en cada esquina de Tehuacán y una botella de agua o un refresco.114

Minutos antes de las dos de la tarde se abren las puertas nuevamente, por donde

comienzan a entrar las primeras obreras que van llegando en sus bicicletas, mientras que

en los parques y esquinas cercanas, comienzan a guardar los trastos y a despedirse de

sus acompañantes, para volver a ingresar por las puertas que las “devoran” y las

envuelven nuevamente en la dinámica repetitiva y rítmica por otras seis o siete horas

más.

“Ya cuando llega la hora de volver si tienes mucho trabajo atrasado, pues te apuras a

volver, comes rápido y vuelves para adelantar, si no estás retrasado hasta te haces

menso, desde aquí vemos como van entrando y ya tenemos todo guardado, pero no te

metes hasta que ves que ya cierran la puerta, o sea hay que aprovechar lo más posible los

minutitos, porque pues ya uno está cansado y no quiere volver, te tardas lo más posible

pues, hasta caminas despacito, total, de todas maneras vamos a estar ahí otras pinches

seis horas” (Jorge Fernández, 27 años, obrero de maquila, Tehuacán, diciembre 2011).

La hora de salida aunque muchas veces esté establecida, puede extenderse hasta

que las obreras cumplan su tarea asignada, el horario puede alargarse hasta una o dos

horas más, otras ocasiones cuando las trabajadoras terminan temprano su tarea, les es

asignada otra tarea que puede ser de su mismo paso o de otro paso, hasta que llegue la

hora de salida, el horario de salida no está establecido, puede extenderse, muchas veces

sin pago extra y puede acortarse, con la consecuente reducción del salario.

114

Más adelante se expone en un apartado específico la hora de la comida.

94

“La hora de salida es según cuando termines, si terminaste pues sales, sino pues te

quedas hasta terminar, para que no se te junte tanto trabajo en la semana, entonces es

asegún, puedes tardarte media hora más y si hay mucho trabajo pues una hora o hasta

dos de más, cuando no hay trabajo pues a eso de las cuatro nos sacan, pero no nos

pagan completo, aunque hagamos nuestra tarea normal” (Jorge Fernández, 27 años,

obrero de maquila, Tehuacán, diciembre 2011).

En la noche las obreras salen paulatinamente por grupos, según van terminando

su tarea, regresando ya sin prisa a sus casas, caminando o en bicicleta, perdiéndose en

las calles y esquinas por donde doblan rumbo a sus hogares, algunas, sobre todo las más

jóvenes se esperan y juntan en grupos para pasear por los parques cercanos,

encaminarse hacia el centro de la ciudad o hacia sus casas, con pasos lentos y risas

cansadas, abandonando los alrededores de las maquilas que quedan con luces

prendidas, que se van extinguiendo poco a poco si no hay trabajadoras velando.

Las colonias donde habitan las obreras comienzan a recibir a sus habitantes,

caminando, en combis o en bicicletas, dándole vida y movimiento a las calles alumbradas

por las luces que se escapan desde las ventanas y desde los postes, por donde transitan

obreras, niños con bolsas de pan, entre tiendas y esquinas, perdiéndose dentro de las

casas, donde tendrán que cenar, limpiar un poco la casa, ayudar a la tarea de los hijos,

ver por momentos la televisión, platicar con la familia y al final dormir el cansancio,

preparándose para volver a comenzar otro día más en la maquila.

“Ya en la noche, pues no hay tiempo de mucho, llegas muy cansada, no quieres hacer

nada, las más chavitas si se van que con el novio o las amigas, pero no, terminas muy

cansada, te duele la espalda, la cabeza, las manos, solo quisieras llegar a dormir, pero

pues si tienes familia tienes que llegar a hacer la cena, ayudar un poco a la tarea de los

hijos, platicar con tu esposo o tu mamá, medio limpiar la casa, que no se quede sucia y ya

te acuestas, ves un rato la tele, pero ni la ves luego, solo dormitas en la cama o en el

sillón, porque de verdad que terminas muy cansada, muy como harta de todo y sabes que

al otro día va a ser lo mismo y lo mismo, luego hasta por eso andas de mal humor” (María,

29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

2.2.- La hora de las obreras.

Alrededor de la una de la tarde comienzan a salir por los portones las trabajadoras

cargando bolsas del mandado y mochilas, las esquinas, parques cercanos y calles son

“invadidas” por las trabajadoras, se hacen dueñas de esos espacios públicos que las

esperan para llenarse de sonidos, de voces que ya no susurran como lo hicieran dentro

de las fábricas, risas que se levantan de entre los grupos de jóvenes obreras que

comienzan a juntarse, de gritos que le recuerdan a un obrero que corre a comprar las

tortillas “no olvides mi pecsi güey”, de esposos que se juntan apenas sonriéndose, para

caminar deambulando, buscando un sitio del cual hacer su comedor, de niños que al ver a

su mamá le gritan, anunciándole que ya apartaron un buen lugar bajo un árbol que les

sombrea el mediodía.

95

“Haga de cuenta que este es como nuestro comedor, la mayoría de los que trabajamos

por acá pues comemos aquí, ahí como ve, acá comemos gente de diferentes maquilas, yo

vengo a encontrarme con mi señor que trabaja en ésta de aquí, los niños me alcanzan a

mí cuando salgo y nos venimos para comer los cuatro juntos, sería mejor comer en casa

pero no alcanza la hora para ir, comer y volver, entonces mejor traemos nuestra comida”

(Flor Sánchez, 39 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Por 60 minutos los parques y calles vuelven a tomar vida y contrastan con los

minutos anteriores donde apenas encuentras a alguna persona en los alrededores. Las

obreras salen estirando las manos, la espalda, algunas montando sus bicicletas rumbo a

sus casas para recoger a los hijos y comer en casa.

“Yo por lo general como en mi casa, de aquí me voy rápido a la escuela por mi hija, y ya

paso por tortillas y llego a casa y caliento y comemos, es todo de estar corriendo, llego

corriendo a trabajar, salgo corriendo a comer, regreso corriendo, porque si no, no alcanza

el tiempo” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

La hora de las obreras.

.

Las que vuelven a casa a comer son aquellas que viven cerca de la fábrica, que

tienen que ir a darle de comer a los niños, por lo que son las que intentan salir antes para

aprovechar la escasa hora de comida y volver en punto de las dos de la tarde. Muchas

obreras acostumbran compartir la comida con sus hermanas y padres, aprovechando así

los recursos económicos de toda la familia.

“Es como más rico comer en casa, pero pues hay que ir y comer rápido y comemos en

casa con mi mamá, así nos sale más barato hacer de comer, le damos dinero o mandado

entre todas a mi mamá y ella se encarga de cocinar, o a veces yo hago una cosa y mis

hermanas otras y compartimos la comida, sale más barato compartir la comida y aunque

sí tengo que andar corriendo, pero prefiero comer en casa con la niña aunque ande

corriendo” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otras comen en los parques, en jardineras o en las banquetas, saliendo de las

maquilas con más calma, comenzando a juntarse entre amigas o amigos, con los novios o

96

novias, con los esposos, algunas más esperan a su familia que asiste a las afueras de la

maquila para comer juntos. Comienzan a formar grupos o parejas, a caminar por el

parque y calles aledañas, buscando un buen lugar donde comer, los mejores lugares son

aquellos que cuentan con alguna banca, una sombra o una jardinera donde se puedan

sentar lejos del sol que cae a plomo sobre las calles.

Conforme se van ocupando los mejores lugares, se buscan esquinas donde se

pueda uno sentar, aprovechando la sombra de las casas y construcciones,

paulatinamente los parques, esquinas y los rincones sombreados se van llenando de

pequeños grupos de obreras que compran tortillas y comienzan a sacar de las bolsas los

recipientes donde traen la comida que hacen en sus casas, muchas comen en pequeños

grupos con sus familias, otras más forman grupos de cinco o seis con compañeras de

trabajo, unas más comen solas.

“Nosotros traemos nuestra comida para no gastar, mejor cocinamos en casa y ya acá sólo

compramos tortillas, acá nos juntamos los dos y comemos, el primero en salir va por las

tortillas y busca un buen lugar, de preferencia que tenga sombrita porque el sol está feo y

preferimos comer acá, porque ir a casa es perder tiempo, tenemos una hora para comer,

si pierdes 20 minutos en ir y venir, pues tienes que comer a prisa, bueno, de por sí

comemos apurados ya por costumbre, pero acá aunque comemos a prisa, nos queda

tiempo para descansar y platicar, a veces hasta nos dormimos unos minutos, nos

acostamos acá en el pastito” (Mario Flores, 43 años, obrero de maquila, Tehuacán, abril

2012).

Cada grupo se posiciona y comen lo que traen de casa, otros compran ordenes de

memelas, tacos o empanadas que les ofrecen las doñitas que día a día caminan

ofreciendo alimentos “quiere sus empanadas, tacos, memelas” o en pequeños puestos de

madera, lamina o ingeniados con un triciclo y una sombrilla, otros, los más jóvenes, a

veces compran un refresco, una bolsa de frituras que les mitigue el hambre, esperándose

a llegar a casa para comer.

“No, nosotras no traemos comida, a veces le compramos a las doñitas acá unas

empanadas o nos compramos unas papas y un chesco y ya con eso nos aguantamos

hasta que lleguemos a casa, es que como yo no cocino, pues no traigo comida, mejor me

como algo acá y con eso aguanto” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán,

agosto 2012).

Pocas obreras asisten a comer a fondas ubicadas en los alrededores de las

maquilas, una comida corrida tiene un costo de entre 25 y 30 pesos por persona, por lo

que prefieren comprar una orden de memelas o de empanadas que cuestan alrededor de

diez pesos la orden de tres.

“No, una fonda sale caro, yo gano 400 pesos a la semana, o sea que gano unos, que

serán 60 pesos por día, imagínate que me gasto 30 en la comida del día, ¿pues no

verdad?, ahora yo no tengo hijos, ni pago renta ni nada ¿tú crees que las que tienen

familia van a gastarse la mitad de su sueldo en una comida de una persona?, si ni siendo

operaria, una operaria gana unos 800 a la semana, o sea que como de a 120 al día, y

¿gastarte una cuarta parte de eso solo en tu comida?, yo prefiero gastarme diez pesos en

97

unas memelas o en unas papas y aguantarme el hambre hasta llegar a casa” (Viviana, 19

años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Durante 60 minutos las obreras escapan del trabajo que consume su día, estiran el

cuerpo, ríen estrepitosamente, platican y comparten corajes y alegrías, sin que los

encargados las apuren y regañen. Comen, se sientan en hilera a la sombra, recargadas

en la pared de la maquila y negocios aledaños, no falta un sonido burlón cuando un

compañero le habla a alguna de ellas o un “ay güey” cuando ellas se acercan a los grupos

de hombres, otras aprovechan los minutos para besarse con los novios, acurrucarse y

platicar entre risas, otras solo se miran y se sonríen apenas, claramente cansados,

volviendo a ser dueñas de su tiempo.

“Esta hora es bien rica, porque como que es nuestra, es que todo nuestro día es de la

maquila, desde que amanece hasta la noche, es que pues adentro es como si no fuera

dueña de mí, de mi tiempo, a veces siento pues que ni de mis movimientos, entonces esta

hora es rica por eso, porque si quiero me acuesto o camino, puedo platicar, puedo reírme,

allá adentro luego no se puede, sí platicamos pero pues si te ve el encargado que platicas

mucho te regaña luego luego, si te ríes fuerte también y así, él quiere que puro estemos

como maquinitas trabajando, que no voltiemos, que no respiremos casi, entonces en esta

hora puedo hacer lo que yo quiera, es mi hora, mía pues, es como escapar de ahí” (Rosa

Gutiérrez, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril, 2012).

Después de comer se ve a las obreras caminando en grupos o sentadas en las

bancas, en las esquinas, reposando la comida, platican entre ellas, si uno se acerca y

presta atención a las pláticas es posible escuchar las quejas diarias: “lo pinche caro que

está el huevo”, “no alcanza el sueldo para vivir”, “estos cabrones creen que somos qué”,

“pinche encargado, quien se cree” o se ponen al día con la novela que apenas vieron

mientras cenaban. Pláticas sobre las preocupaciones diarias, los chismes que nunca

pueden faltar sobre fulanito y zutanita, pláticas sobre los hijos y las broncas en casa. Los

novios se cuchichean al oído y se responden con sonrisas y caricias en el rostro con las

manos azules.

Algunos hombres después de reposar la comida, de un cigarro o una dormitada,

comienzan juntarse en el centro del parque o en un baldío junto a la maquila, botando un

balón, pasándoselo entre ellos, llamando la atención de otros que están bajo una sombra

y que comienzan a acercarse, sacudiéndose el descanso, unas mochilas se posicionan en

cada extremo de una cancha imaginaria y el que fuera un comedor colectivo pronto se

vuelve una cancha de futbol, se van formando los equipos, las “retas” y comienza un

partido por el tiempo que les resta de descanso.

No falta que el encargado de la planta se junte al partido, que sea el último en ser

elegido y que reciba balonazos que parecieran no tener propósito más que darle, tampoco

faltan las burlas: “no chille, acá no eres encargado, así que te aguantas”, le dice un obrero

que claramente dirigió el tiro hacia él, otro joven con una sonrisa en la boca le dice

“cálmate, cálmate, si ni fue al propósito” cuando después del tercer balonazo consecutivo

el encargado comienza a enojarse, “ya, no la hagas de tos, si estamos jugando” le dice

otro para calmarlo, pero sin dejar de sonreír, hasta que otro más clama a jugar bien “ya no

sean manchados cabrones, si él solo quiere jugar con nosotros”, a lo que él contesta

98

“pinches manchados, aliviánense, acá afuera ni soy encargado, allá adentro porque tengo

que hacer mi chamba, es lo que me toca”, con lo que el juego se calma, perdiendo la

velada agresión contra él, con voces que suenan al unísono “ya, ya estuvo, no era

agresión, no te enojes mano, es el juego”

Así, algunos hombres aprovechan los minutos restantes para jugar una “cascarita”

y mover el cuerpo, correr, gritar, meterle el pie al del equipo contrario y celebrar los goles,

mientras que otros hombres continúan con la novia, con la esposa o los hijos, otros más

duermen recostados tapándose el sol con un periódico o las manos, las obreras continúan

en grupos o parejas, platicando, riendo, vigilando de vez en vez el reloj o la puerta de la

maquila si es que la tienen a la vista.

Minutos antes de las dos se para el partido, se recuestan unos instantes en una

sombra, comienzan a guardar el balón y recoger las porterías improvisadas, a limpiarse el

sudor con la camisa, las obreras comienzan a guardar los trastos, a despedirse y

levantarse, encaminándose por diferentes rumbos, algunas más aprisa que otras, las

parejas se despiden como queriendo no despedirse y van en grupos, con sonrisas que a

pesar del descanso siguen cansadas, para volverse a perder dentro de las “fauces” de la

maquila que ya los espera con el encargado en la puerta, mientras el rumor de las

máquinas vuelve a sonar.

2.3.- Donde viven las obreras.

Las obreras viven dispersas por la ciudad y las poblaciones aledañas, muchas viven

relativamente cerca de sus trabajos, otras más viven lejos de las plantas cuando la

cercanía no es una prioridad para preferir un lugar de trabajo o cuando no se encuentra

trabajo en las cercanías a la casa.

“Yo busco trabajar cerca de casa, así ahorras un poco de tiempo, no gastas pasaje y

puedes volver a casa a comer, sí valoro eso al momento de buscar trabajo, no es lo único

que valoro, también está el salario y si me dan seguro y el trato, pero la distancia es

importante, ahorita donde estoy no me está gustando, pero me queda cerca de casa”

(“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Aunque las trabajadoras de la maquila viven en las diferentes colonias de

Tehuacán, es posible identificar algunas donde habitan en mayor proporción con respecto

a otras colonias más céntricas. Colonias periféricas como la 3 de Mayo, El riego,

Mazateca, San Rafael, por mencionar algunas, son las que pueden caracterizarse como

colonias obreras, junto con poblaciones como San Lorenzo, Magdalena Cuayucatepec,

Santa María Coapam, Ajalpán y Altepexi.

“No es que haya una colonia específica, sino que como la maquila, vivimos por todas

partes, aunque sí hay colonias donde hay principalmente obreros, colonias como la 3 de

mayo, el riego y otras, donde muchos de los que ahí vivimos trabajamos en la maquila, no

en una misma maquila, sino que en diferentes, por ejemplo, donde yo vivo, pues casi

todas mis vecinas son obreras también, pero no trabajamos juntas, sino que en otras

maquilas, pero casi todas son obreras” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila,

Tehuacán, septiembre 2012).

99

Al caminar por las calles de las colonias, observas un panorama con pocos

comercios, principalmente tiendas, panaderías, papelerías, algún negocio que ofrece ropa

en un pequeño local, con calles sin pavimentar que son atravesadas por un par de

avenidas donde transitan camiones y combis de pasajeros, puestos de verduras que se

improvisan en una esquina o afuera de una tienda sólo con un par de cajones de madera

o plástico.

Casas de tabique, algunas pintadas, otras sin pintar, con una puerta de madera o

de lámina de metal que se atoran con un alambre, o con portones de herrería, pasillos

angostos que corren desde la entrada pasando por una hilera de cuartos techados con

láminas de asbesto o de cartón y terminan con un cuarto de mayor tamaño al fondo. Otras

más tienen techos de loza y obras a medio acabar en el segundo nivel. Al caminar se

levanta el polvo tras los pasos que corren para alcanzar el camión o tras las llantas de las

bicicletas que ruedan por sus calles brincando piedras y saltando baches. Algunas

comparten la vivienda con sus familias o rentan pequeños cuartos, otras han logrado

construir su casa, muchas veces cerca de la de sus familias.

“Donde yo vivo, vivo con mis hermanos y mis padres, todos juntos, bueno, cada quien

tiene su casita, pero es en el mismo terreno, es la casa de mis padres y ahí fuimos

construyendo nuestros cuartitos nosotros, mi casita es chiquita, dos cuartitos pequeños y

un cuartito donde tengo mi estufita y una mesita y ya, el baño está afuera, pero también

muchas compañeras rentan” (Rosa Gutiérrez, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán,

abril, 2012).

Otras colonias como la San Rafael no son muy diferentes, es común encontrar

entre sus calles pequeños talleres que anuncian con una cartulina que se solicitan

trabajadoras, que rompen el silencio de la colonia con el sonar de las máquinas. En otras

se observan unidades habitacionales de interés social, edificios de pequeñas casas que

se levantan unos sobre otros y se extienden a lo ancho con puestos de policías

abandonados, donde el grafiti ha ido reclamando el espacio y las calles.

En las poblaciones de las orillas y afueras de la ciudad las calles rara vez se

encuentran pavimentadas, atravesadas por un canal de desagüe a veces medio seco,

otras con agua “azul mezclilla”, por él que los niños y las obreras brincan, sobresalen las

grandes plantas industriales, unas silenciosas y olvidadas, otras con el característico

rumor de las maquilas, con una tienda afuera, un triciclo que sirve para vender comida,

cigarros, chicles y refrescos, calles polvosas que atraviesan la población de par en par y

que terminan donde se levanta una maquila que se extiende a lo largo de la calle,

acompañada de una hilera de puestos de madera y una caseta donde un policía vigila con

el arma en la mano y que se asoma al paso, mirándote con desconfianza, al punto de

seguirte con la mirada hasta que doblas en las esquina.

En las colonias y poblaciones aledañas es común que en tu camino se atraviesen

un par de niños llevando una carretilla o un diablito cargado de prendas, observar las

casas donde se va juntando la prenda que se elabora en los hogares, señoras que salen

de sus puertas con un bulto en el hombro corriendo para alcanzar la camioneta que se

para en la esquina a recibir la prenda. Calles que se llenan de bicicletas y pasos obreros a

la hora de la comida, levantando hilos y remolinos de polvo con los pies y las llantas.

100

En las poblaciones más lejanas como Ajalpán, el panorama te remite a un pueblo,

con las portadas de la fiesta patronal, muros de adobe en pie, cercas que se hacen con

varas de madera y altos arboles dentro de las casas que se intercalan con pequeños y

medianos talleres de maquila, por sus calles transitan jóvenes en short y camisa sin

mangas, señoras con delantal que van y vienen entre las maquilas y las casas, sonidos

de guajolotes, cerdos y pollos, señoras cargando tercios de leña.

“Yo soy de aquí, de Ajalpán, aquí nací y aquí tengo a mis papaces, ellos también son de

aquí, sólo que su casa está por allá abajo, de la iglesia hacia abajo, yo me compré este

terrenito cuando entré a trabajar en la maquila y ya hice poco a poco mi casita, y tengo

acá unos pollos y mis totoles. Casi todos los que estamos en la maquila somos de aquí,

eso sí, siguen viniendo gentes de Oaxaca, de Teoti vienen algunos y de otros pueblos”

(“Ángeles” 48 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

En estas poblaciones aledañas a Tehuacán las trabajadoras de las maquilas por lo

general son habitantes de la misma localidad, sin que falten nunca algunas que vengan

cada día de otras poblaciones. Por las carreteras es posible observar las maquilas de

mayor tamaño que se levantan con rejas de metal o bardas altas de block, con puertas de

metal con una mirilla donde se asoma el vigilante cuando tocas, y en sus calles se hace

presente la maquila mediana, pequeña y de traspatio, a la que grupos de obreras llegan

en bicicleta o corriendo haciendo sonar las chanclas de plástico.

Ajalpán y la sierra.

Las colonias y poblaciones donde habitan las obreras se llenan de vida

principalmente en tres momentos: por la mañana cuando las obreras van corriendo hacia

las maquilas, presurosas para evitar las multas, que atraviesan las calles en bicicletas que

rápidas te rebasan callejeando hasta encontrar su destino; a la una de la tarde, cuando

las que viven cerca regresan a sus casas cargando las tortillas y el refresco carrereando a

los niños para entrar a las casas, de donde se levanta el aroma a comida, o que forman

pequeños grupos que comparten la comida sentados en una esquina sombreada; y por

101

las tardes y noches, cuando las maquilas “liberan” a sus trabajadoras, que regresan a

casa ya sin las prisas del día, cansadas y sonriendo al saludar.

2.4.- De aquí para allá.

Las trabajadoras por lo general transitan por diferentes maquilas, se mueven con facilidad

y constancia de una a otra, ya sea que ellas mismas busquen otra planta en la que

trabajar o que la maquila las remueva de su puesto de trabajo y las obligue a buscar en

otro sitio, hasta que encuentran una donde se sienten más cómodas.

“La mayoría de los que trabajamos la maquila hemos pasado por muchas, en las que está

menos feo nos quedamos lo más posible, en otras te quieres salir luego, apenas entraste

ya no te gusta y te vas, o te corren, hacen que te vayas, cuando una encuentra una

maquila donde no se está tan mal, pues intentas quedarte ahí lo más posible, pero si ellos

quieren, te corren y tienes que salir a buscar otro trabajo, entonces vamos de maquila en

maquila” (Andrea Ramírez, 26 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Varios son los factores que hacen que esta clase obrera sea ambulante y

“brinque” de una a otra maquila, éstos pueden ser según cada caso: el salario ofrecido,

los horarios de trabajo, la cercanía, que se otorgue seguro social y prestaciones, o que no

se den malos tratos ni insultos.

“Es diferente según cada quien, por ejemplo yo prefiero un trabajo donde me den seguro

social y prestaciones, porque tengo mis hijos y necesito el seguro médico, prefiero

chambear donde me den seguro social, aunque no paguen tanto, porque donde te dan

seguro social te pagan menos, otras personas buscan otras cosas, que paguen más, que

no te griten y así” (“Guadalupe”, 33 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril, 2012).

Entre las que priorizan aquellos trabajos que cumplen con el otorgamiento del

seguro social, están las obreras con hijos pequeños, familiares enfermos o con alguna

enfermedad crónica, esto les hace buscar las maquilas donde se da seguro social, siendo

un factor para soportar bajos salarios y malos tratos.

“Yo como tengo una niña chiquita, pues intento buscar donde si me den seguro, para que

la niña tenga atención, otras compañeras buscan el seguro si tienen una enfermedad o un

pariente enfermo, y así vamos buscando y buscando, hasta que encontramos donde sí

hay seguro, la bronca es que donde hay seguro, pues pagan menos y hay muchos malos

tratos, bueno en casi todas nos gritan y nos insultan, pero en unas más que en otras, en

unas sólo son regaños, en otras son de a tiro insultos feos, de ignorante o pendejo no te

bajan, así todo el tiempo, pero pues como necesito el seguro, pues me aguanto” (Lourdes

Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Otras prefieren las maquilas donde la paga es mayor, aunque no se respete el

seguro social y las prestaciones laborales, dentro de este grupo se pueden encontrar

madres solteras con hijos ya mayores, que viven solas, así como miembros de familias

con varios hijos, buscando un mayor ingreso aunque se tengan que soportar los insultos

constantes.

102

“Nosotros buscamos las maquilas donde pagan más, no es mucho más, pero pus algo es

algo, porque en unas de operario pagan 800, algunas 900 o 1000, entonces pues 100

pesitos más a la semana pues sí es una ayuda y pues tenemos tres hijos y queremos que

estudien para que no tengan que entrar a la maquila como nosotros, entonces pues

preferimos chingarnos nosotros con tal de que nos alcance un poquito más, porque no

alcanza, en serio que no alcanza con lo que nos pagan, entonces pues si encuentras una

donde te paguen un poco más, pues te aguantas los gritos, los regaños y todo”

(Guadalupe Martínez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otras, principalmente jóvenes, no priorizan las prestaciones y el seguro social,

prefieren buscar aquellas que paguen un salario mayor, que les permita tener para sus

gastos y poder salir con los novias y novios, con amigos, muchas veces trabajan por

cortas temporadas en lo que consiguen dinero para comprarse ropa, teléfonos celulares o

para algún paseo.

“Yo trabajo para tener un poco de dinero, en mi casa no me piden dinero, de eso se

encargan mis papás, ellos querían que estudiara, pero la neta me dio hueva estudiar y

mejor me metí a trabajar, pa tener mi dinerito y poder comprarme mi teléfono y mi ropa y

poder salir a los bailes y a la plaza comercial y salir con mis amigas” (Viviana, 19 años,

obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Muchas entran a la maquila para completar el gasto familiar, en la misma maquila

donde trabajan sus padres, hermanos o amigos con quienes van aprendiendo a trabajar a

edades que rondan entre los diez y 14 años, primero de manuales, hasta que brincan a

ser operarias, dentro de muchos de estos grupos de jóvenes trabajadoras sin familia

propia, el que se pague más es el factor prioritario, pues no les incomoda cambiar de

maquila constantemente.

“Yo entré como a los 12 años, por ahí así, es que en casa no alcanzaba el dinero,

entonces pues dejé la escuela y me metí a trabajar donde mi mamá, ahí fui aprendiendo

con ella, ya después te aburres de estar en la misma maquila y pues yo me aburrí de estar

ahí y mejor me salí, me fui a buscar otra, yo preferí donde pagaran mejor y me fui a otras,

pero no duro mucho, me aburren y me cambio” (Lorena Hernández, 22 años, obrera de

maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otro factor importante aparte del salario, las prestaciones laborales y el seguro

social, es que en la planta no se maltrate “tanto” a las trabajadoras. Este factor es

importante para su permanencia en las maquilas.

“Lo que más me cansa es que nos estén insultando todo el tiempo, todo, así, a puro grito

nos traen, que si somos pendejas, que si no sabemos trabajar, que si somos huevonas,

que si pinches viejas chismosas, que si ignorantes, que si somos de la sierra, por todo,

que si no trabajamos rápido, por todo nos gritan, el encargado pasa junto a tu mesa y si ve

que hiciste algo mal luego luego a chingarte “que no sabes trabajar mensa” y así, cosas

así, eso te cansa mucho, a mí es lo que me ha hecho salirme de las maquilas” (“Vanesa”,

24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

103

Las obreras refieren estos insultos y maltratos como constantes gritos y regaños

hacia sus personas, que señalan su incapacidad para trabajar, invalidando sus opiniones,

necesidades y capacidades, el desprecio hacia la condición de mujer que se acompaña

de acosos sexuales, señalamientos sobre la ignorancia de las obreras y burlas por su

origen indígena. Estos insultos y maltratos son una constante en muchas maquilas y se

dan en menor o mayor medida en todas y se vuelve un factor importante que lleva a las

obreras a buscar otros trabajos.

“Yo prefiero acá que no gritan, que no insultan, aunque no den seguro, porque no soy

animal pa andar aguantando que te digan “jodida”, “india”, “mensa”, o sea que te dicen que

no vales, que no sabes, que no importas, sólo porque somos pobres, y pues no, no me

gusta eso, prefiero así y que no me traten así” (Margarita, 34 años, obrera de maquila,

Ajalpán, agosto 2012).

“Acá nos gritan por todo, no sé qué se creen estos cabrones, te gritan por todo, si te

equivocas eres mensa que no sabe trabajar, como si ellos no se equivocaran, como si

fuera fácil estar 12 pinches horas pegada a la chingada máquina, perdón por las

palabrotas, pero así siento, si ven que las señoras platican las tratan de “pinches viejas

chismosas”, a la gente que se ve que viene de la sierra de “pinches indios”, “pinches

serranitos” les dicen, si rezongas es más tantito, te dicen “tú qué dices si ni estudiastes,

eres ignorante, como te atreves a decirme que me equivoco”, o te dicen “tú qué vas a

saber si eres una jodida, ni leer sabes”, cosas así te dicen todo el tiempo, así por todo,

cosas así, por eso luego mejor una misma se va a otro lado, a buscarle” (“Guadalupe”, 33

años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

“Luego en unas gritan mucho, insultan mucho a la gente, mucho y eso enoja mucho,

mucha gente prefiere que te paguen menos, que no te den seguro y que no te estén

gritando todo el día, que no te insulten, porque los encargados insultan mucho, por todo te

gritan “que no sabes trabajar o que”, “tú puras porquerías haces y crees que así mereces

ganar más”, o algunos así ya con groserías de pendejo no te bajan, “pinche vieja pendeja”,

a mentadas de madre, te dicen que eres inútil, que no sirves para nada, que eres

ignorante, que eres indio, o que eres vieja, eso lo usan mucho para ofenderte” (Susana

García, 32 años, obrera de maquila Tehuacán, septiembre 2012).

El acoso sexual se da constantemente dirigido hacia las jóvenes obreras,

principalmente desde los encargados, gerentes y patrones, esta práctica a veces se da en

forma velada y las obreras lo conciben como coqueteos, otras veces se da de manera

abierta y agresiva y se vuelve un factor a partir del cual las obreras pueden obtener

prerrogativas en el trabajo o para que las obreras decidan “saltar” a otra maquila.

“Luego sí se da eso que de acoso sexual, los encargados o los gerentes son los que ven

una muchachita que les gusta, jovencita y comienzan a hablarle, sonreírle, a acariciarles el

cabello, les dicen “chula”, “bonita” y así, y ahí comienzan como que jugando, después

quieren acompañarte a tu casa, luego que salgas con ellos, hay algunos que luego hasta

te quieren manosear, así de plano. Si dejas que te acompañen y aceptas salir con ellos,

pues comienzas a recibir favores, puedes entrar tarde, salir temprano, no te cargan la

mano, así, pero si no te dejas, pues te va mal, comienzan a cargarte la mano, te dan

mucho trabajo, te regañan por todo, te mueven de tu puesto, así, sobre todo con las

104

jovencitas, jovencitas, de 15 años, de 18, pero también luego con las de 25 o 30, luego por

eso mejor te vas a otra parte, porque se pasan, luego te quieren meter mano y así, llevarte

a su casa, incluso con amenazas, y si denuncias no pasa nada, acá una compañera

denunció ante la policía y la policía ni hizo nada y a ella la corrieron, entonces luego pues

mejor nos vamos nosotras” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

“En las maquilas se da mucha violencia, te gritan, te insultan, de pendejo no te bajan, de

inútil, ignorante, así te tratan y eso creo que es violencia, también se da mucho que el

encargado te coquetea, te dice que si quieres llegar más tarde que le des besos, que

salgas con él, que le des las nalgas, cosas así, luego se da que pues le gustas al

encargado o al patrón y te comienza a coquetear, a invitar a salir y si dices que no, te

comienzan a cargar la mano, te ponen más trabajo, te hacen quedarte más tiempo, te

regresan tu trabajo y así, como desquite por no haber aflojado” (Viviana, 19 años, obrera

de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Estos son los principales factores que hacen que las obreras “decidan” “peregrinar”

entre maquilas, se ven obligadas a “brincar” de una a otra, ante las condiciones existentes

y el hartazgo que les genera, cuando las condiciones no orillan a las trabajadoras a

“tomar” la iniciativa de migrar a otra planta, son los propios patrones que constantemente

despiden personal, obligándolas directamente a retomar la “peregrinación” laboral.

“Pues sí, nos movemos mucho de maquila en maquila, como si fuera peregrinación, de

una a otra, nomás brincando, pero no es que nos guste así, sino porque te harta la cosa,

es que te aturde la maquila, te harta, luego es que las condiciones te hacen ir a buscar

algo un poquito mejor, pero también muchas veces es que te despiden así con la mano en

la cintura, te aceptan en una maquila, te dan trabajo unos meses y te corren y así, siempre

hay gente nueva entrando y saliendo, así por meses, por años, luego te despiden para que

no tengas tu antigüedad y si rezongas ya no te recontratan, entonces no es que nosotras

queramos andar brincando de una a otra, es que las condiciones nos orillan a irnos”

(Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Aparte de la movilidad entre maquilas, las trabajadoras muchas veces se ven

obligadas a una movilidad interna dentro de la planta, de un sitio a otro, de un paso a otro,

principalmente las nuevas son sometidas a esta movilidad interna, pero la antigüedad no

es garantía de no ser movida de tu puesto y paso.

“Luego adentro quieren estarnos moviendo, quieren que hagamos otro paso, que

agarremos otra máquina, yo como llevo mucho tiempo ya con mi paso, sí rezongo, no me

gusta que me muevan, ya me gane mi lugar, mi puesto y conozco mi máquina, y no me

gusta que me muevan, pero los más nuevos, a esos sí los traen de aquí para allá y a los

manuales, a ellos hasta los ponen a limpiar baños, bueno a nosotras también pero más a

ellos” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Las trabajadoras son sometidas a una movilidad entre diferentes pasos del

proceso de producción, incluyendo moverlos hacia actividades de limpieza de las

instalaciones, las más nuevas comúnmente son usadas como “comodines” y las

trabajadoras manuales, quienes no tienen un sitio específico de trabajo, sino que se

105

encargan de pasar los bultos de prenda de una a otra mesa, así como empacado,

embolsado, limpieza de las instalaciones, deshilado, etc., en este sector de la fuerza de

trabajo es donde es posible encontrar niños de alrededor de diez y 14 años.

“Acá hay muchos niños trabajando, de 11 años, 12, por ahí, a ellos les pagan menos por

ser niños, de por si son manuales y les pagan menos, ganan 600 pesos los manuales y los

niños 400 y también velan, solo que los esconden cuando saben que vienen auditorías del

IMSS y eso, los mandan afuera, para que no los vean” (Joel, 17 años, obrero de maquila,

Tehuacán, enero 2012).

Las trabajadoras manuales buscan aprender a utilizar una máquina y pasar a

ocupar un puesto de operaria, incluso sin saber manejar las máquinas, ya que el puesto

de manual es pagado entre 400 y 500 pesos por semana, mientras que una operaria

puede ganar entre 800 y 1200 pesos a la semana.

“Yo entré de manual y ya comencé a ver como cosían las señoras y algunas me decían

como hacerle y ya un día le dije al encargado “oye, ponme en una máquina ¿no?”, yo le

dije que sí sabía coser, pero la verdad es que nunca había agarrado yo una máquina, sólo

había visto a las compañeras, pero pues yo necesitaba más dinero, porque de manual se

gana muy poquito, entonces me aventé así sin saber de verdad y ya unas señoras me

fueron enseñando, me decían quedito “oye, así no, mira como lo hago yo” y así fui

aprendiendo” (Guadalupe Martínez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Dentro de las operarias también se dan “comodines”, que pueden ser asignadas

un día a un paso y otro día a otro, principalmente entre las operarias nuevas, por su parte

las trabajadoras operarias con mayor tiempo en la fábrica son movidas menos y

presentan resistencia a ser asignadas a otro paso, incluso a otra máquina, aunque esta

resistencia y sus argumentos puedan no ser atendidos y terminen haciendo pasos

diferentes a los que venían haciendo, o haciendo dos pasos diferentes cada día y

cambiando de máquina.

“Luego no le hace que tú ya tengas tu paso y tu máquina, de todas maneras te mueven,

pero a quien más mueven es a los nuevos, un día los ponen a hacer una cosa, otro día

otra y así, los van cambiando de máquina y de paso, aunque luego a los de más antes

también los mueven, sólo que estos rezongan más, no les gusta que los estén moviendo

de una lado a otro y dicen “si yo ya tengo mi paso y mi máquina” (“Guadalupe”, 33 años,

obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Dentro de los argumentos que oponen resistencia a la movilidad interna, se

encuentran por lo general los referentes a la antigüedad y el derecho a que se les respete

su paso en el que ellas se consideran especialistas, la negativa muchas veces no se debe

a no saber hacer otros pasos, sino a que están acostumbradas a “su” máquina, a su paso

y que si se les asigna un paso extra no se les paga.

“Nombre, yo sí le digo que a mí no me mueve, porque yo ya tengo mi paso mío y mi

máquina, ya conozco mi máquina, se cómo trabaja y cómo suena y no me dejo mover, me

pongo al tiro porque no se vale, a mí me pagan por mi paso, no por hacer dos o tres

106

pasos, entonces yo sí les digo “si me vas a pagar el paso extra y me das una máquina

buena órale, vas”, pero si no, no, porque yo por eso tengo mi paso y llevo muchos años

haciéndolo” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

2.5.- Trabajamos juntas, pero luego ni nos conocemos.

Una particularidad de las trabajadoras es la notable falta de relación entre compañeras de

una misma planta, al hablar con ellas vas notando que no hay un sentido de identidad

colectiva como obreras de maquila, ni como obreras de una misma planta y si lo hay es

muy endeble. Sí se reconocen como obreras de la maquila, pero no se generan lazos

colectivos estrechos que las identifiquen unas con otras.

Esto se relaciona con el propio modelo maquilador, sus jornadas extensivas, sus

ritmos intensivos de trabajo, la dispersión geográfica de las plantas y el domicilio de las

trabajadoras y se fortalece con las diferencias entre ellas, ya sea de edad, de género o de

origen, la necesidad económica, la competencia laboral, así mismo, esas diferencias

internas son fortalecidas por discursos patronales que buscan exacerbarlas, buscando

que no se formen grandes identidades colectivas, ni lazos solidarios que puedan

entrelazar a las trabajadoras de una misma planta.

“La verdad es que luego ni nos hablamos unas con otras, unas veces es que nos caemos

mal, por cualquier cosa, pero muchas veces no es eso, sólo es que no nos conocemos,

que no nos hablamos, por ejemplo, yo sí reconozco a mis compañeras, pero no sé ni

cómo se llaman, ni dónde viven, ni nada, con muchas nunca he intercambiado más que un

saludo, sí tengo mis amigas con las que platico y todo, pero somos como cinco las que

nos juntamos, de ellas sí conozco quienes son y todo, pero de las demás no” (Viviana, 19

años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Sí se constituyen pequeños grupos que interactúan entre sí, sin embargo estos

grupos pocas veces aglutinan grupos mayores de cinco a diez trabajadoras, que entablan

relaciones de amistad, muchas veces las trabajadoras de una planta mediana no conocen

a muchas de sus compañeras.

“No, pues luego es que muchos entramos y salimos constantemente de las maquilas y

pues no nos conocemos tan bien, otras veces aunque tengamos mucho tiempo en la

misma pues no hay mucho chance de hablarnos, sí nos hablamos, pero en pequeños

grupos, así, con el que está a tu lado y enfrente, es con los que pláticas y cotorreas, pero

con los que están hasta allá al fondo, pues no, ni de chiste, porque adentro todo el tiempo

estás corriendo y sales y pues no vivimos cerca pues, unos aquí y otros aculla y así,

entonces pues sólo así, en los 20 minutos que jugamos fut y de ahí en fuera, pues sólo

cotorreas con los que tienes cerquitas” (Jorge Fernández, 27 años, obrero de maquila,

Tehuacán, diciembre 2011).

Las jornadas extensivas y los ritmos intensivos de trabajo son un obstáculo para

que las obreras puedan entablar relaciones entre ellas, limitándose por lo general a las

compañeras que tienen inmediatamente a su lado, enfrente y atrás, con quienes pueden

entablar pláticas dentro de la fábrica, sin embargo, el ritmo intensivo de trabajo limita la

posibilidad de interactuar dentro de la planta.

107

“Es que adentro ni da chance, porque no te puedes andar parando de tu lugar, todo el día

estás en tu puesto, entonces si platicas solo puedes hacerlo con los que tienes a tu lado,

pero también, si platicas mucho pues pierdes tiempo y entonces pues no sales temprano,

porque tu horario es por tarea, entonces si platicas sales más después y pues mejor no

platicar, sólo en la hora de la comida y así, porque ni vivimos en la misma colonia”

(Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

La movilidad es otro factor que limita las relaciones, muchas trabajadoras están

temporalmente en una maquila, para después “saltar” a otra, por lo que se les dificulta

estrechar relaciones entre ellas, de igual manera la movilidad interna va siendo una

“piedra en el zapato” de las relaciones entre las obreras.

“También es que pues muchos estamos de entrada por salida, dos o tres meses y a volar,

te vas a otra, entonces, pues ni amigos alcanzas a hacer, apenas vas conociéndote

cuando ya te fuiste a otra, o luego adentro cuando nos mueven, por ejemplo a mí, me

tienen una semana en un área, otra semana en otra y así, y luego andando en chinga,

pues menos” (Rafael Rojas, 20 años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

También está la constante vigilancia por parte de los encargados que deambulan

entre las mesas y máquinas, mirando las prendas, controlando las pláticas, siempre con

ojos y oídos atentos, voces que se levantan en regaños cuando las trabajadoras

comienzan a interactuar entre ellas, erigiéndose en fieles vigías que pugnan porque los

murmureos de las maquinas no se contaminen de charlas y susurros.

“Luego ni aunque quisiéramos, ahí está el pinche encargado vigilando, paseándose entre

nosotros, nomás viéndonos, y si te ve que estás platicando llega y te regaña “órale,

pónganse a trabajar huevonas, que no les pagamos por platicar”, así, apenas te ven que

hablas y luego luego te caen, entonces pues luego ni aunque quisiéramos” (Lourdes

Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Otro factor es la competencia laboral a la que son sometidas las obreras, este

discurso y práctica patronal impera en la maquila, estableciendo que la forma de

sobresalir es de manera individual, compitiendo con las compañeras de trabajo, haciendo

que en menor o mayor grado las trabajadoras se asuman como sus “enemigas”. Antes de

ingresar son parte de un gran número de obreras que se disputan el puesto de trabajo de

manera constante y una vez adentro la competencia se mantiene.

“Yo creo que también se debe a que no sabemos ser compañeros, nos enseñan a que uno

ve por uno mismo, te dicen “quieres el puesto, pues chíngale tú y demuéstrame que lo

mereces más que fulanito o zutanita”, así te lo dicen, entonces pues aprendemos a

competir entre nosotros y creo que viéndolo así, antes que compañeros nos concebimos

como enemigos, porque siempre va a haber alguien que quiere mi puesto y si quiero subir,

se lo tengo que quitar a alguien y además, siempre hay que estar en una carrerita por que

no sea a ti a quien despidan y creo que eso hace que no sepamos vernos como

compañeros desde el principio” (Jaime Cayetano, 34 años, obrero de maquila, Ajalpán,

agosto 2012).

108

Las diferencias de las trabajadoras juegan un papel importante, en una maquila las

obreras provienen de diferentes colonias de Tehuacán y poblaciones aledañas, por lo que

no se comparte otro espacio más que la maquila con su competencia intrínseca, de igual

forma, los pequeños grupos de trabajadoras que se forman van guiados por afinidades de

género, edad, y origen, haciendo que las jóvenes se junten con jóvenes, las mujeres de

mayor edad con sus afines, los hombres con hombres, aquellos que vienen de

comunidades indígenas con aquellos que hablan su misma lengua o que provienen de

comunidades cercanas, en muchas ocasiones los discursos patronales sirven como

altavoces de estas diferencias, fortaleciendo la fragmentación de las obreras.

“También es que por ejemplo no te juntas con quien no es como tú, o sea, yo me junto con

puras chavas de mi edad, no platico con la doñas, ellas sí, ellas sí intentan relacionarse

más, son las que te enseñan a trabajar y luego hasta te cuidan, pero pues nosotras no, y

luego hasta como que ponemos una barrera con ellas, con los hombres tampoco nos

juntamos, o sea sí, cada quien tiene su amigo o su novio, pero no nos juntamos así en

grupo con ellos, o con la gente de la sierra, con ellos menos nos juntamos, no sé, luego

creo que no nos entendemos, ellos hablan sus lenguas y se apartan también, y nosotros

nos apartamos de ellos, también porque uno dice “que me voy a estar juntando con los

serranos”, así les decimos acá y aparte ellos tienen varios dialectos, no hablan lo mismo

pues, entonces, pues también se apartan entre ellos” (Viviana, 19 años, obrera de

maquila, Tehuacán, abril 2012).

“Luego los encargados como que meten tirria, te dicen “no te juntes con esos de allá

porque esos quien sabe qué”, que si son de la sierra, que si son las doñas, cuando ven

que una morra habla con las doñas meten su cuchara, le dicen “que haces con las doñas,

no ves que ya están viejas y tú estás morrita” y así, te dicen que no les hables a los

serranos, esos no entienden nada” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril

2012).

Dentro de las maquilas la clase obrera vive una constante fragmentación que les

impide en mayor o menor medida establecer relaciones entre ellas, manteniéndolas

constantemente en un estado de competencia interna, imposibilitándoles construir lazos

colectivos fuertes, haciendo de esta clase obrera, una fragmentada entre sí, educada a

una dinámica fuertemente precaria, competitiva y dividida.

3.- Los que vienen de la sierra.

3.1.- Una ciudad de indios que desprecia a sus indios.

A pesar de que Tehuacán tiene un pasado fuertemente arraigado a la identidad indígena y

que el título de la ciudad es “Ciudad de indios”, existe un desprecio unas veces velado,

otras abierto en contra de lo indígena. Este desprecio es posible percibirlo en el ámbito

institucional, en contra de “canasteras” coapeñas115, y doñitas que asisten a Tehuacán a

comerciar productos que ofrecen en la vía pública, que constantemente están siendo

amenazadas con ser desalojadas de las calles y esquinas de las que han hecho su lugar

115

Muchas de estas mujeres indígenas que asisten diariamente a Tehuacán a comerciar, provienen de Santa María Coapam, sin embargo, no es de la única población de donde son originarias.

109

de trabajo, tampoco escapan a un desprecio proveniente de la población, debido a su

origen indígena, que se expresa en señalamientos sobre su “suciedad” y la posibilidad del

mal estado de sus alimentos y la denominación popular de “los serranos” o “los serranitos”

“Decir serrano es que te dicen indio pues, es como llaman a la gente que viene de la

sierra, a la gente indígena y pues no importa de dónde seas, si hablas lengua y traes tu

vestido te dicen “serranito”, y si eres serrano eres ignorante, que no sabes leer ni hablar

pues, porque ven que hablas tu lengua, dicen que los serranos son ignorantes, sucios y

así, se usa para decir que alguien es de la sierra, o sea que es indio, pero también se usa

para insultar pues” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán,

julio 2012).

Este apelativo de “serrano” es dado más comúnmente a la población indígena que

es visiblemente identificada como tal, es decir, a aquella que habla su lengua y que

mantiene el uso de vestimentas propias de su cultura, hacia las mujeres indígenas que

asisten a comerciar a Tehuacán, pero en general es utilizado para designar a cualquier

persona indígena.

“Un serrano es una persona, como decirte, pus que viene de la sierra ¿no?, eso es un

serrano, un indio pues, alguien que habla otra lengua, las doñitas que vienen con sus

rebozos, con sus chanclas de esas de plástico o sus faldas, o un hombre que viene con

sombrero, con huaraches, así sabes quién es serrano pues, así sabes quién sí y quién no,

porque los ves, los oyes, aunque luego hay muchos que no hablan su lengua y no se

visten así y que son serranos, pero no lo muestran pues porque creo que les da pena,

porque decir serrano es como decir “ese indito” o luego dicen “los serranos no saben ni

hablar”, así pues y por eso muchos, los que ya vinieron a vivir a Tehuacán, pues luego no

lo muestran, pa que no les digan así” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán,

agosto 2012).

La maquila juega un papel importante en la atracción de mano de obra indígena,

ya sea que habiten en las poblaciones de Tehuacán y municipios aledaños donde la

maquila tiene una fuerte presencia o que provengan de comunidades más alejadas.

“Muchos acá venimos de comunidades, a la maquila pues o a vender, o así pues, a

trabajar, yo digo que en todas las maquilas siempre hay gente que viene de comunidad y

así, solo que muchos pus dejan de hablar su lengua y de usar las ropas, muchos sí

hablan su lengua, pero no la usan en público, o sea la usan entre uno mismo, pero con el

tiempo la dejas de usar, o la usas menos, sobre todo cuando ya no regresas a tu

comunidad, y se va olvidando si no la usas pues” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de

maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

La pérdida del uso de la lengua indígena, así como de la vestimenta, de prácticas

y concepciones culturales indígenas se relaciona con el desprecio velado y constante que

la sociedad tehuacanera ejerce sobre aquellas personas que identifica como indígenas.

“Sí soy india pues, vengo de por Zoquitlan, de por allá vengo, de allá es mi familia, o sea

que sí, sí soy india, pero ya no hablo la lengua, ni me visto como se viste mi gente, porque

110

acá te señalan mucho pues, cuando llegué, pues se burlaban de mí porque era yo

“serrana” me decían y decían que era yo ignorante y te hartas de eso y mejor dejé de

hablarla, para que no me dijeran así” (Rosa Martínez, 35 años, obrera de maquila, nahua,

Tehuacán, abril 2012).

Caminando en Ajalpán.

También influye el que se mantengan o se rompan los lazos con las comunidades

de origen, en medida en que se mantienen estos lazos la población indígena mantiene en

cierta medida el uso de su lengua, así como sus prácticas y concepciones culturales.

“Yo sí soy indio, mi lengua es “an xo´boo” como le decimos nosotros, o sea mazateco,

llevo aquí como diez años, vine a trabajar en la maquila, porque pus se necesita el dinero

pues, acá te señalan mucho con el dedo por ser indio, te dicen “serrano” y cosas así, se

burlan de ti pues, porque dicen que eres ignorante, cosas así, pero pus yo sí soy, pus ni

modos de negarme lo que soy, yo hablo mi lengua, aquí no la uso mucho, pero pues en

casa yo hablo mi lengua y cuando voy al pueblo pus más, intento ir cada año a la fiesta y

tengo allá mis papaces, mi familia, acá no la uso mucho, pero sí la sé, la uso y me gusta

hablarla, es muy bonita, a mí me gusta ser lo que soy, es bonito, tenemos nuestra

costumbre, nuestra propia concepción y así, acá muchos dejan de saber la lengua y la

costumbre, porque si no la usas se olvida, si no tienes contacto con tu pueblo lo vas

perdiendo” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

Otro factor importante es la edad a la que se llegó a Tehuacán y el tiempo

transcurrido, entre más tiempo lleven habitando en la ciudad, sobre todo cuando se rompe

el nexo con la comunidad de origen, es más posible que se presente el abandono de la

identidad, de igual manera, entre la población más joven, es más común observar la

pérdida de la identidad indígena.

111

“Yo bueno, sí, sí vengo de Oaxaca, de por Eloxochistlan, allá por Huautla, llegué a los

cinco años aquí, o sea hace como (…) serán ya 13 años, mis papás son mazatecos, pero

yo ya no, yo me crie aquí, soy de Tehuacán pues, aunque sea de allá, pero aquí crecí,

aquí me críe” (Jorge Juárez, 18 años, obrero de maquila, Tehuacán, julio 2012).

“Haga de cuenta que sí, que sí vengo de pueblo pues, aquí entre nosotros, sí, sí vengo de

pueblo, pero ya ni me acuerdo como se habla la lengua de mis papás, llegue chamaca acá

y pues con el tiempo olvidé como hablarla, porque acá en las maquilas luego no quieren

que lo hables, te miran feo la gente y así, dejé de hablarlo, hasta que ya pues lo olvidé de

plano” (María Concepción Juárez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

El desprecio lleva a esconder el uso de su lengua en espacios públicos, en otros

casos el peso del señalamiento va enseñando a avergonzarse de su origen y negarlo,

entre las obreras, muchas aseveran ser originarias de Tehuacán y conforme la plática

avanza van aceptando ser originarias de otras partes, aceptando que los padres sí son

indígenas pero señalando que ellas no lo son.

“A decir verdad es que no nací aquí, vengo de un pueblo, pero yo digo que soy de aquí,

porque así me siento, mis papás ellos sí son de pueblo, ellos sí son indios, yo ya no, ellos

sí hablan mexicano, pero yo no (…) es que eso de ser indio, no es que sea malo pues,

pero pues uno ya está en la ciudad, tiene que dejar todo eso de ser indio atrás, eso se

queda allá en el pueblo, cuando ya llegas a la ciudad es ¿cómo te diré?, como avanzar,

salir de hoyo pues, porque allá en el pueblo estás jodido, no hay dinero, no hay nada, y

llegas acá y pues eso es que ya avanzaste” (José García, 26 años, obrero de maquila,

Tehuacán, abril 2012).

Es posible encontrar obreras que si bien no abandonan el uso de su lengua, si lo

reservan para sus hogares y con aquellas personas que son parte de su comunidad,

incluso es posible encontrar población indígena que intenta en medida de lo posible

mantener contacto con su comunidad de origen o que reproduce en cierta medida su

comunidad en las colonias de Tehuacán.

“Yo pues intento ir al pueblo cada que puedo, a veces no se puede, porque el trabajo

luego no da chance de ir, pero cada que puedo sí voy y pues en casa hablamos la lengua,

además que tengo varios vecinos que también son de donde vengo yo y luego entre

nosotros sí la hablamos, luego se da que nos juntamos varios que venimos de la misma

comunidad, o de comunidades cercanas y ahí vamos haciendo como que pequeñas

colonias donde casi todos somos mazatecos y eso ayuda, por ejemplo aquí hay incluso

una colonia que se llama así “colonia mazateca” o “colonia mazatecos” y ahí casi todos

son mazatecos y eso ayuda, porque como que se hace el pueblo, pero acá en la ciudad,

entonces, pues ahí se hace faena, se hace tequio para arreglar las calles, para poner la

luz, se hace eso del trabajo entre todos y la ayuda, cosas que hacíamos en el pueblo y las

hacemos aquí y eso nos ayuda a no perder todo, hasta las fiestas hacemos” (Jorge

Martínez, 45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

La reproducción de la comunidad en los nuevos espacios dentro de la ciudad son

un factor importante para mantener la identidad indígena, el uso de la lengua, prácticas y

concepciones culturales, en otras ocasiones esta reproducción de la comunidad en la

112

ciudad no es posible, por lo que el nexo se hace a partir de juntarse con otras personas

provenientes de la comunidad o de la región de origen.

“Yo soy Ñuu dzahui o mixteca, acá muchos somos, muchos no lo dicen, porque les da

vergüenza, o pa que no se burlen y no comiencen a molestar con eso de “serranito”, yo

por ejemplo pues no lo ando diciendo porque molestan mucho, pero sí lo soy y te das

cuenta cuando otro también lo es, te das cuenta pues, y nos juntamos, hablamos, no

somos de la misma comunidad, pero sí de comunidades cercanas y acá sí hacemos

amistad, aunque luego allá las comunidades estén peliadas, acá ya es otra cosa,

entonces, le decía yo, que una se da cuenta y me les acerco con cualquier pretexto y

comienzo a hablar y ya después le digo “de dónde eres tú” y ahí va saliendo plática, ya

luego si habla la lengua le digo, “vamos a comer por allá mira” y ahí hablamos en nuestra

lengua, luego no nos entendemos del todo, (…) a mí me da gusto encontrarme con

alguien que hable mi lengua, porque así pues tengo alguien con quien platicar en mi

lengua y eso me da alegría” (María Juárez Hernández, 44 años, obrera de maquila,

Tehuacán, agosto 2012).

En otras ocasiones la identidad indígena se mantiene a pesar de la presión social

existente y del rompimiento de los lazos comunitarios a nivel físico, manteniendo un lazo

simbólico con la comunidad de origen.

“Yo ya tengo muchos años aquí, como 40, imagínese, son muchos, yo nací en la sierra,

allá en un pueblo, como 30 años tendrá que no voy, mis familias se vinieron para acá o se

fueron a otras partes, entonces ya no voy y pues ni modos, así pasa, pero yo soy de allá,

hablo mexicano, aunque ya no esté allá, nunca lo dejé de hablar, porque me recuerda mi

pueblo, a mi abuela, a mi mamacita y mi papacito, recuerdo mucho las fiestas, la milpa, a

mí todo eso me gustaba mucho, mucho, ahora sólo lo recuerdo y con eso tengo para no

olvidarlo, porque no puedo olvidar quien soy, ni donde nací pues, no se puede o no se

debe, saber, pero yo no lo olvido, lo tengo acá bien adentro de mí y cuando veo alguien

que habla mexicano hablo con esa persona, porque me gusta cómo suena, era la lengua

de mis abuelos, de mis papaces y no la pienso olvidar” (Josefina Sánchez, 46 años, obrera

de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

En poblaciones y municipios aledaños a Tehuacán es común transitar por sus

calles escuchando pláticas en sus lenguas, sobre todo entre gente mayor, en las combis y

camiones que transitan hacia estas poblaciones, saludos que dan la bienvenida,

despedidas, gritos que se saludan al cruzarse sin parar el camino de la bicicleta, mujeres

con sus rebozos bordados, con sus colores mezclados con los negros y grises, sin

embargo también existe una pérdida de la identidad indígena, del uso de la lengua y de la

vestimenta.

“Aquí hay mucha gente de pueblo, gente humilde pues, gente indígena casi toda, muchos

que somos de aquí mismo, otros que vienen de San José, que hablan el mexicano o los

que les dicen mazatecos, la gente de aquí alguna sigue hablando el mexicano, sobre todo

las señoras más mayores y la gente que viene de por San José, los jóvenes ya casi no, no

quieren, no les gusta, o luego también es que los papaces no nos enseñan, antes acá se

hablaba mucho el mexicano, que es ese náhuatl, lo habla mi abuelita y mi mamá, pero ya

113

no nos enseñó, le entiendo, pero no lo sé hablar y como ya no me enseñaron ya no

aprendí” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

3.2.- Obreras indígenas en la maquila.

En Tehuacán y sus maquilas existe una importante fuerza de trabajo de origen indígena.

En municipios como Ajalpán y Altepexi, Chilac y otros, esta presencia toma mayor fuerza,

donde la población del lugar asiste a las diversas maquilas, así como en las propias

casas donde opera la maquila de traspatio y el trabajo a domicilio.

“Aquí en Ajalpán todos casi somos de origen humilde, gente de pueblo, indígenas pues,

casi todos, aunque ya muchos no hablemos la lengua, se ha perdido mucho, pero lo

somos y somos obreros de maquila, en las maquilas muchos somos indígenas, ya sea de

aquí o de fuera, pero lo somos, sólo que muchos ya no quieren hablar la lengua y otros no

la sabemos” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpan, enero 2012).

Tanto la maquila, como el abandono institucional del campo a partir de las

reformas constitucionales al artículo 27 en la década de 1990 y la necesidad económica,

han orillado a la población indígena a abandonar sus lugares de origen para asentarse en

torno a las maquilas.

“Mis padres nos trajeron aquí, hace ya como 20 años, en el pueblo no se podía ya, la tierra

no daba para vivir, mi padre se vino primero y entró a la maquila, ya después no venimos

todos y ya, no volvimos al pueblo, acá ya había trabajo y regresar a allá era batallar con la

tierra, era mucho trabajo y salía muy poco y pus yo ya no volví nunca y pus así, muchos

de allá se vinieron pa acá o pal gringo” (José Juárez, 29 años, obrero de maquila,

Tehuacán, enero 2012).

El desprecio va orillando a la perdida de la identidad indígena, esta presión no sólo

viene de la población mestiza, muchas veces se ejerce desde la misma población de

origen indígena que busca dejar de serlo, como signo de “avance”, conforme se instala en

la ciudad y va adentrándose en las maquilas comienza a dejar el uso de su lengua en

público, rompiendo en muchas ocasiones sus lazos con sus comunidades de origen y sus

prácticas culturales.

“Cuando yo empecé a trabajar en la maquila muchas veníamos de comunidades, como

que nos daba pena empezar a hablar, porque nosotros veníamos de hablar nuestra lengua

materna y acá teníamos que hablar el español, porque llegar a Tehuacán y hablar tu

lengua es como algo que como que te lo tenía que impedir la misma sociedad, la misma

gente, tu contexto al que entrabas, porque te veías así como que no puedes seguir

hablando tu lengua, y eso te lo decían en la maquila “tienes que hablar español” y era

como un sinónimo de atraso, los que hablan la lengua materna son los pobres, los de

abajo y venir a la ciudad era como dar un paso adelante” (Reyna Ramírez, 30 años, ex–

obrera de maquila y defensora de los derechos humanos y laborales, Tehuacán, agosto

2012).

“Yo dejé de hablar la lengua de mis papaces, porque pues era mal visto, sigue siendo mal

visto pues, entonces yo veía como la gente decía “mira ese serranito”, y cosas como que

114

“los serranitos son ignorantes” y así, entonces yo veía eso y pues yo era serranito, ser

serranito aquí es venir de la sierra, ser indio y yo veía eso y yo no quería que dijeran que

yo era ignorante, ni serrano y pues dejé de hablar la lengua de niño” (José Juárez, 29

años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Este desprecio se fomenta en las maquilas, donde las obreras indígenas son

señaladas por los patrones y encargados por medio de burlas respecto a su origen, su

“ignorancia”, que se vuelve una constante en los regaños, en las burlas por parte de los

encargados, usando lo indígena como un insulto y esta fuerza va haciendo que las

obreras busquen dejar atrás dichos estigmas que pesan sobre su origen.

“Acá en Ajalpán ya pocos hablan el mexicano, muy pocos, ya se perdió, aunque sí queda

gente que lo habla, pero ya pocos, gente grande sobre todo, pero los jóvenes muy poco,

pues ya todos prefieren hablar castilla, también porque pues te desprecian si hablas

lengua, te dicen “indio ignorante” y te agarran de manual, y te pagan menos, entonces

pues la gente no quiere hablarlo” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila,

Ajalpán, enero 2012).

En muchas maquilas se implementan dinámicas dirigidas a evitar el uso de las

lenguas indígenas, los encargados van vigilando entre las mesas de trabajo, cuidando

que las obreras trabajen bien y rápido, que no se entretengan en pláticas, prestando

atención a los rumores que suenan en las plantas, cuidando además que no se hablen en

sus lenguas.

“Acá no les gusta que hablen en lenguas, el encargado se la pasa caminando entre las

maquinas, nomás vigilando y si ve que estás hablando te regaña, pero si ve que las doñas

hablan en su lengua, les dice “no hablen en sus dialectitos, hablen en español, no sean

indias”” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Incluso se tienen normas dirigidas a regular la vestimenta de las obreras, estas

medidas son parte de lo que ha hecho que la población indígena haya ido dejando atrás el

uso de las vestimentas propias de sus pueblos.

“Acá antes la gente vestía con huaraches y pantalones de manta, ahora ya no, es que en

las maquilas no te dejaban entrar así vestido, te decían que a juerzas tenías que vestir

pantalón, zapato y sin rebozo, o sea no te querían de indio, te querían así como se visten

en la ciudad, ahora la gente ya poca es la que viste como antes, sobre todo las mujeres ya

mayores son las que siguen usando el rebozo, la chancla de plástico, y los hombres los

sombreros, ahora ya más se usa el pantalón de mezclilla, el tenis, la cachucha, ya casi la

gente no se viste como antes, y aun así siguen teniendo normas de cómo se debe vestir,

ahora no quieren que vayas en short o con delantal, tampoco les gusta que hables

mexicano, quieren puro español y te regañan si ven que hablas mexicano, no les gusta, se

enojan, han de pensar que estamos hablando mal de ellos” (Rosa María Hernández, 29

años, Obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

En las maquilas se forman pequeños grupos de obreras bajo diferentes criterios,

como la edad, género, puesto, etc., el origen cultural se vuelve uno de estos factores, las

115

obreras indígenas muchas veces buscan juntarse con otras obreras que hablen su

lengua, siendo un factor de fragmentación de las obreras y a la vez un factor de

aglutinamiento entre aquellas que comparten lengua o comunidad de origen.

“La gente que viene de comunidades se va juntando con gente que hable su lengua, así

se van haciendo grupitos, y ves que por un lado se juntan los que son nahuas, por otro los

mazatecos, por otros los popolocas y por otro los que son de Tehuacán, y luego pues ya

por eso no nos hablamos, yo por ejemplo no hablo con la gente que viene de los pueblos,

no sé, tal vez porque tampoco ellas me hablan, yo no les hablo porque creo que como no

hablo su lengua ni me van a entender y ellas han de pensar lo mismo” (Viviana, 19 años,

obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Entre las obreras de origen indígena existen limitantes que obstaculizan las

relaciones entre ellas, como ocurre en general con las obreras de la maquila, a parte de

éstas, entre las que son originarias de comunidades indígenas se da una segregación a

partir de su origen cultural.

“Yo vi que luego entre ellas no se hablaban, o sea vez que luego se juntan unas, pero

luego con otras no se juntan, y yo como soy re preguntona fui y les pregunté a unas

porque no se hablaban con las otras y solo me miraron, no dijeron nada, pero ya después

una doña me dijo que porque ellas eran nahuas y las otras mazatecas y que pues cada

quien se juntaba con su cada cual, o sea mazatecas con mazatecas y nahuas con nahuas

y así, o sea que son varias diferentes pues, yo creía que eran igual todas, pero no, yo

tenía una amiguita que era nahua, estaba chavita como yo, ella decía que las mazatecas

se creen mucho, que sus colonias luego luego pusieron la luz y que además trabajan

mucho, luego las que les dicen popolocas no quieren a la nahuas porque las nahuas dicen

que las popolocas son tontas o algo así” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán,

diciembre 2012).

Dinámicas históricas y culturales son parte de las barreras que van impidiendo que

convivan unas con otras, por ejemplo, las poblaciones Ngi-iva, y las poblaciones Ha

shunta enima, fueron dominadas por el imperio azteca en un primer momento, por lo que

sus localidades fueron rodeadas por localidades nahuas y para poder salir las primeras

requerían el permiso de las segundas, y las poblaciones Ngi-iva fueron discriminadas por

las poblaciones nahuas, señalándolas como “tontas”, estas cuestiones históricas pueden

formar parte de algunos rencores entre las personas de las diferentes culturas indígenas.

“Mi señora es de Vicente Guerrero, es popoloca, nosotros en el pueblo siempre decíamos

que ellos eran tontos, que no sabían ni hablar, cosas así se decían de ellos en el pueblo,

por eso luego no les caemos bien los que somos nahuas, porque dicen que nosotros los

despreciamos y cosas así pues” (Juan Carlos, 38 años, obrero de maquila, Tehuacán, julio

2012).

De igual forma, suele ocurrir que trabajadoras Ha shunta enima son señaladas por

“creerse mucho” y por su constante afán de trabajar más.

116

“Luego dicen que nosotros los mazatecos nos creemos mucho pues, que por ejemplo

porque cuando se hizo la colonia de mazatecos, pues ahí la gente se organizó en tequio y

se puso la luz y se pavimentó, porque de por si así le hacemos allá en los pueblos, así es

pues nuestra forma de hacer las cosas, y dicen que por eso nos creemos mucho, también

que porque dicen que trabajamos mucho y es que pues mire, yo como mazateco, pues

allá en el pueblo el trabajo es una cosa importante para ser mazateco, hay que trabajar

con mazatecos y como mazatecos, o sea que no sé cómo explicarte, pero pues el trabajo

es importante para nosotros, nos enseñaron de chiquitos que el trabajo nos hace ser

mazatecos, claro que acá no es lo mismo, pero como que se queda eso adentro de

trabajar, y entonces luego dicen que por nuestra culpa aumentan las tareas que porque los

mazatecos queremos siempre trabajar rápido y así, pero no es que sea eso, es que para

nosotros es importante el trabajo, aunque aquí en la maquila es diferente, porque no

trabajas para la comunidad, pero bueno” (Jorge Martínez, 45 años, obrero de maquila,

mazateco, Tehuacán, julio 2012).

A pesar de estas fragmentaciones entre trabajadoras indígenas y no indígenas,

dentro de la maquila con el paso del tiempo se van entablando relaciones entre obreras

con diferentes culturas, llegando se formar parejas, amistades, etc.

“Eso de que no nos hablamos es luego sólo al principio, ya después, si no te cambias de

maquila, pues sí se van haciendo amistades ahí pues, ya después muchas veces deja de

importar si tú eres que y ella es que, yo a mi señora la conocí aquí en la maquila, ahí nos

fuimos conociendo, nos fuimos gustando y haciendo ojitos, hasta que ya fuimos novios y

nos casamos, y mire que yo soy de pueblo nahua y ella de pueblo popoloca y así nos

casamos, nuestros hijos quien sabe que serán, una mezcla de los dos o de ninguna, el

más grande habla nahua y popoloca, le enseñamos, yo le hablo en náhuatl y ella en

popoloca, pero los más chiquitos ya no les enseñamos, pero así como nosotros se van

aparejando que con mazatecos, que con mixtecos y así, o con gente de aquí, según, y

pues el lugar donde nos conocemos son las maquilas” (Juan Carlos, 38 años, obrero de

maquila, Tehuacán, julio 2012).

Así en la maquila se van entablando relaciones que van rompiendo con el tiempo

las barreras culturales, sin embargo estas relaciones están muchas veces a travesadas

por la pérdida de identidad indígena de la que hemos hablado, donde se van conociendo

y transformando de una forma u otra las poblaciones indígenas, interactuando con otras

formas culturales, adentrándose en la vida urbana, perdiendo sus lazos comunitarios,

luchando por mantenerlos en medida de las posibilidades que las circunstancias les

permiten, algunas luchando por romperlos, otras por mantenerlos o reconstruirlos, unas

quedándose solo con recuerdos que quiebran las voces al recordar la comunidad, otras

aferrándose a las identidades que les hacen ser, aunque las tengan que esconder de los

demás que les señalan y condenan a burlas e insultos, una identidad indígena que es

múltiple y que se va transformando de manera variopinta conforme se suelta, se aferra o

se relaciona con otras, en medida en que la maquila se los permite.

117

4.- El mostro que nos devora.

La maquila se hace presente y atraviesa la vida de las obreras que día a día asisten a

trabajar, entrando por sus portones, en las grandes galeras, en las pequeñas bodegas e

incluso sin salir de sus casas.

Platicando con ellas en esquinas y parques mientras comen, entre tacos que se

envuelven estratégicamente, entre risas y voces que hablan calmadamente, muchas

obreras dicen sentirse “devoradas” por la maquila, como un “mostro” que no las suelta

hasta terminar el día. Las largas jornadas de trabajo les dan la sensación de que su

tiempo le pertenece a la maquila y no a ellas.

“A mí me da la impresión de que entro en la boca de un mostro, así me siento a veces,

entro a las ocho de la mañana pero no tengo hora de salida, esa depende del patrón, del

pedido pues, hay veces que salimos por ahí de las siete de la noche, pero hay veces que

no (…) por eso siento que entro en la boca de un mostro, que me come de un bocado y

que no me deja salir hasta que ya me comió lo que quería comerme” (“Josefina”, 38 años,

obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Expresiones como esta son constantes en diferentes versiones entre las obreras

que te miran con ojos cansados, rascándose la frente con sus manos azules.

“No pues mira, cuando estamos adentro es como si no fuéramos dueñas de nosotras, allí

adentro no, allí todo lo decide el encargado, bueno el patrón, pero el encargado es el que

nos lo dice, ellos son como los estos capataces de las haciendas, solo les falta el látigo

(entre risas), pero allá adentro pues no, uno no decide, haz de cuenta que entras y te

pierdes, porque ya todo lo deciden ellos, donde te sientas, si tienes que trabajar más

rápido, con quien hablas, todo, y hasta que hora vamos a estar adentro” (Viviana, 19 años,

obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

La maquila se vuelve un “mostro” que va devorando obreras e intenta hacerse

dueña de sus movimientos, sus voces, su tiempo, que decide donde se sientan, cuantas

prendas realiza al día, cuanto tiempo les da para comer, ir al baño, que acalla las voces

que buscan relacionarse con sus compañeras cercanas, que controla todos sus

movimientos y su tiempo.

“Adentro luego quieren controlar hasta cuándo vamos al baño, no es que nos pongan

tiempo, pero pues sí nos apuran, nos carrerean y si ven que te tardas mucho te mandan a

buscar y te regañan, se pasan deveras, quieren controlarlo todo, no te dejan hablar, no

quieren que te estés parando, ni platicando ni nada, se creen dueños de una” (Rosa

Martínez, 35 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Afuera de las plantas las trabajadoras siguen sintiendo el peso de la maquila sobre

sus hombros, cargando el cansancio que muchas veces les imposibilita hacer cosas que

les gustaría hacer.

“Luego cuando sales ya ni dan ganas de nada, de nada, porque terminas muy cansada, en

serio que muy cansada, uno sí tiene ganas de pasar tiempo con la familia, de salir a

pasear, no sé, cualquier cosa, a veces pienso en que me gustaría terminar la secundaria y

118

estudiar, o salir de paseo, no sé, conocer por lo menos aquí cerquitas, o pasar más tiempo

con los niños, pero no, no se puede, termina uno muy cansada y pues el tiempo libre luego

ni es tan libre, porque para empezar es re poquito, imagínese que pues una trabaja desde

que empieza el día y sale ya de noche, apenas da tiempo de ayudar un poco con la tarea

a los chamacos, limpiar un poco la casa y ya, no da tiempo de más, luego el domingo,

pues sí salimos un ratito a pasear a veces, pero pues hay que dejar todo listo para la

semana, entonces aunque pareciera que no estamos en la maquila, seguimos ahí,

apresurados siempre con todo” (María, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre

2012).

Los ritmos intensivos de la maquila se introducen en la vida extra fabril,

acostumbrando a las obreras a vivir aprisa, contando el tiempo, apurándose para terminar

y dejar todo listo, las obreras aprenden a vivir constantemente apuradas.

“Pues una siempre anda corriendo, corriendo siempre siempre, es que aprendes a vivir así

siempre aprisa pues, siempre, porque en la maquila es así, todo es aprisa, quieren que

trabajes más y más rápido y cuando lo haces, pues más rápido aún,y creo que pues es

eso, porque ahora uno siempre anda corriendo, aprendes a comer rapidito rapidito para

aprovechar el tiempo, aprendes a hacer todo rápido, yo ya no puedo comer despacio, no

puedo, así sea domingo ya como rápido, en 15 minutos ya terminé y es que una siempre

anda corriendo, corres pa trabajar, corres por los niños, corres pa comer, corres pa dejar

todo listo, corres pa todo” (Andrea Ramírez, 26 años, Tehuacán, abril 2012).

La precariedad del trabajo también se hace parte de la de las trabajadoras, poco a

poco, aprendiendo que en el trabajo no se dan prestaciones laborales, seguro social y se

aceptan las largas jornadas laborales en medida en que pasa el tiempo, hasta el punto

que en muchos casos se asume que “así es”.

“Pues no es que esté bien esto, pero pues así es y que le hace uno, donde quiera no

trabajas menos de 11 horas, donde quiera ya no dan seguro, sí hay algunas que lo dan,

pero cada vez son menos, desde que yo entre a trabajar hace tres años así era, entonces,

pues yo no busco seguro social ni eso, porque siempre he trabajado así” (Viviana, 19

años, obrera de maquila, abril 2012).

La aceptación de las condiciones laborales precarias se presenta principalmente

en las obreras jóvenes, sin embargo también se encuentra en las obreras de mayor edad.

“Antes sí era más fácil encontrar donde te dieran seguro y prestaciones, ahora ya no es

fácil, eso está mal, pero ni que podamos hacer, donde quiera es así ya y pus nos tenemos

que aguantar, porque si no, no te dan trabajo y pues ya, así son las cosas, aunque estén

mal” (Rosa Gutiérrez, 38 años, obrera maquila, Tehuacán, abril 2012).

La competencia les va enseñando que la forma de lograr un trabajo es a partir de

arrebatárselo a otra obrera, la necesidad económica fomenta esta competitividad, siendo

parte de lo que dificulta la creación de lazos colectivos.

“Es que no somos compañeras, no sabemos, o no podemos, porque pues sí, ves a tu

compañera como una enemiga con la que tienes que competir por el trabajo o por un

119

mejor puesto, así te enseñas en la maquila, porque así es, de por sí, porque mire, si

quieres un puesto, sabes que se lo van a negar a otra más, si quieres un mejor de salario

tienes que demostrar que lo mereces más que la otra y entonces aunque nos decimos

compañeras en realidad luego no lo somos, o sea que sí, sí lo somos, pero no lo somos

bien, porque siempre estás compitiendo con la otra y la necesidad te hace entrarle”

(“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

La competitividad, los ritmos intensivos, la dinámica del trabajo precario van

haciéndose parte de la vida de las obreras, que van haciendo de estas dinámicas sus

propias dinámicas. A pesar de esto se pueden encontrar esfuerzos de romper con estas

dinámicas y un constante descontento con las condiciones laborales y de vida a las que

son sometidas116, fuera de los horarios de trabajo es fácil observar en las pláticas, que las

obreras intentan romper con el “mostro” que las devora día a día y que se erige como

dueño de su tiempo, sus cuerpos y sus vidas.

“Haga de cuenta que esta hora de descanso como dice la Rosa, esta hora sí es bien rica

para una, porque sales a comer y como que te quieres sacudir todo esto, te quieres

sacudir el cansancio, el hartazgo, como que te sacudes para sacudirte a la maquila,

aunque sea solo una hora, porque esta hora es nuestra, en este tiempito como que

volvemos a ser dueñas de nosotras, porque podemos caminar, estirarnos, ya una decide

lo que hace y como lo hace y allá adentro no, entonces por eso se disfruta, como que te

sacudes la maquila, no del todo, porque pus no ¿verdad? pero si un poquito, este es

nuestro tiempo otra vez, aquí no está el encargado, no está la secre, así pues” (María

Concepción Juárez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Este sentimiento de no ser dueñas de sus vidas, del tiempo, de los movimientos,

junto con las largas jornadas, las tareas repetitivas y los ritmos de trabajo intensivos,

llenan a las obreras de un hartazgo que las retaca y que al acabar el día se desborda,

dejándolas sin energía.

“Le digo que una termina harta, harta de verdad, no sólo cansada, porque sí terminas

cansada de las piernas, de la espalda, de las manos, de la cabeza, pero también terminas

harta, quisieras no saber nada más, sólo llegar a dormir, luego tienes ganas de salir a dar

una vuelta, pero estás tan cansada y tan harta que no, no se puede, sólo quieres acostarte

y cerrar los ojos y descansar, pero el hartazgo no se va, despiertas y recuerdas que estás

harta, porque sabes que vas a volver ahí y que todo va a ser igual otra vez y ufff, a mí me

desespera estar tan harta” (María, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre

2012).

Entre las más jóvenes se expresa como aburrimiento y es un factor que las orilla a

salir y entrar constantemente de las maquilas, en las obreras de más edad y mayor

tiempo trabajando se expresa como hartazgo que va quitando las ganas de hacer cosas,

cargando a las obreras de un cansancio crónico y un hartazgo que se niega a

abandonarlas, sin embargo también es común encontrar entre las obreras reductos de

116

Estos serán tratados en el siguiente capítulo.

120

“esperanzas” donde puedan aferrarse a las “alegrías de la vida”, para no dejarse caer en

“ese hoyo oscuro que las quiere devorar”.

“Pues sí, está fea la cosa, como le digo, terminas cansada, harta, como enojada siempre,

luego aunque tengas ganas de hacer algo, no tienes fuerzas y si las tienes le piensas

mucho, porque prefieres descansar, pero pues así feo como está la cosa, pues una tiene

que vivir, tiene que sonreír, porque si no, si no sonríes y si no guardas tantita esperanza

todo esto se hace como un hoyo de esos negros que te devora, que te envuelve por

completo, entonces pues yo creo que la solución es sonreír, siempre buscar cositas que te

hagan sonreír, que te den alegría, aunque sean chiquitititas, porque si no esto es más

desesperante y pues no, a veces es con los hijos, a veces, no sé, en cualquier cosa, en el

esposo, o en salirte a un baile y que nadie te diga nada, o no sé, dirá que son burradas,

pero en cualquier cosita una tiene que buscar esas alegrías, para romper con el cansancio

y el hartazgo, porque si no, no se puede, una siempre tiene que tener esa esperanza y

esas alegrías para sobrevivir, porque ya de por sí esto está jodido, como para que lo

jodamos más sin esas cositas, porque ya de por sí esos canijos nos quitan nuestro tiempo

y nuestra energía, como para que les permitamos quitarnos también nuestras sonrisas y

nuestras alegrías, yo por eso siempre estoy contando chistes y haciendo bromas, para

reírme y que las demás se rían y siempre les digo “quita esa cara chamaca, porque ya las

cosas son feas de por sí, como para nosotras tener mala cara también”” (Josefina

Sánchez, 46 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

En las pláticas vas viendo esas “pequeñas cosas” a las que ellas se aferran para

romper con el hartazgo con que la maquila las carga, éstas pueden ser desde los

momentos alegres con la familia, un paseo por los parques de Tehuacán deambulando

mientras se comen unos esquites, un elote o un helado, un baile al que asisten sobre todo

las obreras jóvenes, un partido de futbol entre los hombres, salir a la plaza comercial a

caminar entre pasillos aunque no se compre nada.

“Pues uno le busca que hacer para no sentirse tan harto, yo juego futbol, me agarro y me

voy allá a jugar futbol y corro y grito y así creo que rompo un poco con todo esto, es como

un escape de esto” (Jaime Cayetano, 34 años, obrero de maquila, Ajalpán, diciembre

2012).

“Pues me voy a los bailes, me busco un muchacho que me invite, o me voy con las amigas

y bailo y bailo y me rio y todo, intento pasármela bien, o luego me voy por unas cervezas y

así para poder como escapar un poco, ya después de tanto bailar, pues me siento un poco

mejor, cansada, pero contenta, por eso aunque esté muy cansada sigo yendo a los bailes

porque pues ahí escapas un poco, o me voy con un noviecito a darme besos a la plaza,

así, eso hago yo” (Lorena Hernández, 22 años, obrera de la maquila, Tehuacán, abril

2012).

Así, su vida trascurre envuelta por la maquila que se apodera del tiempo, de la

fuerza física, del trabajo dentro de las fábricas y talleres, pero también por fuera,

influyendo en la vida extra fabril de las trabajadoras, no sin que estas busquen esos

espacios, esos momentos donde puedan sentir que se reapropian de sus vidas, de su

121

tiempo, de sus movimientos, intentando romper con el hartazgo que las inunda y que si no

hacen algo las devora por completo.

5.- El trabajo en casa: trabajadores y patrones fantasmas.

A lo largo del texto se ha hecho mención que la maquila ha invadido de manera literal las

casas de las obreras, la maquila salió de las fábricas para esparcirse no sólo por las

calles, sino que ha ido invadiendo las propias casas de las trabajadoras, colándose bajo

los quicios de las puertas, instalándose en patios y salas donde se van abultando

montones de prendas sobre mesas de madera, sillones y sillas de los hogares de las

obreras, metiéndose lo más adentro que pudo.

La maquila clandestina tiene diferentes modalidades, unas operan como maquilas

medianas y pequeñas que trabajan sin registro, otras más operan en la maquila de

traspatio y el trabajo a domicilio, en esta modalidad de trabajo se ha pasado de hacer sólo

deshebrado de las prendas que se confeccionaban en las fábricas y talleres, a hacer

diferentes pasos del proceso.

“A veces cuando cierran las maquilas, los encargados se quedan con unas máquinas y

contrata ahí a unos y le hacen cositas a las maquilas, hacen ojales, botones o etiqueta,

luego también a la gente les dan prenda para maquilar, es lo que hace la gente en sus

casas, las máquinas son del patrón, se las lleva a la gente a su casa y el patrón les lleva

prenda, según, pero ahí les pagan luego menos porque pues ni maquila es, ni planta,

luego ni al patrón lo ves, no sabes quién es, ves solo al que te lleva la prenda y ahí

trabaja toda la familia” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpán,

enero 2012).

La maquila hasta en la casa.

Patrones “fantasma” que parecieran no existir, que hacen “fantasmas” a sus

trabajadoras, con relaciones laborales “invisibles”, trabajando en casas, llenándose de

prenda y pelusa azul, donde la relación laboral no existe formalmente, por lo que muchos

de los reclamos que genera se pierden en un “pozo del olvido” que las autoridades

laborales parecieran ignorar, cerrando los ojos mientras preguntan “¿Dónde está que no

lo veo?”.

122

“También está la gente que trabaja en su propia casa, ahí pasa una camioneta a repartir y

recoger la prenda, se para en una esquina y ahí espera a la gente, o hay una casa donde

la gente lleva y recoge su prenda y ahí mismo les pagan, en esas ni se sabe quién es el

patrón, porque esas como que no existen (…) son como patrones fantasmas” (María, 29

años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

La maquila de traspatio y el trabajo a domicilio son las que más se dificultan

registrar a pesar de estar a plena vista, también se hace más difícil entablar contacto con

las trabajadoras en casa, pues muchas por miedo a perder el trabajo, no te permiten

entablar una plática y mucho menos entrar a sus casas.

“No mire joven, no es que una sea grosera, perdone usted, pero es que luego el patrón se

enoja si ve que dejamos entrar a gente, porque dice que luego vienen los revoltosos esos

que cierran maquilas, que vienen platican con la gente, toman fotos y luego que eso les

hace problema a ellos y pues entonces nos dicen que si ven que dejamos entrar a alguien

o si platicamos con alguien pues que se acaba el trabajo para una, entonces pues mejor

no, pero en serio que no es por ser grosera” (Trabajadora a domicilio, Tehuacán, julio

2012).

Basta caminar por las colonias, localidades de Tehuacán y municipios aledaños,

sorteando el sol que cae a plomo sobre las calles, brincando de una a otra acera en busca

de una sombra que te acompañe, tropezando con piedras y baches por donde circulan

obreras que caminan o ruedan en sus bicicletas, mirando por entre los portones abiertos,

“parando oreja” a los sonidos que se asoman por entre zaguanes, buscando las casas

que sirven como talleres de traspatio o donde se va juntando la prenda que las

trabajadoras van acarreando desde sus casas, o bien, esas camionetas que se

estacionan alrededor del mediodía, con la caja llena de prenda, que se intercambia por la

ya hecha.

“Es difícil saber cuántos están trabajando en realidad, porque hay mucha clandestina, que

va desde los talleres medianones que no tienen registro, hasta la maquila de traspatio y el

trabajo a domicilio, que pues ¡imagínate, mano! está en todas partes, esas pues operan

sin ningún tipo de regulación, sin derechos laborales, ni nada y el trabajo se paga mucho

menos” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos humanos y

laborales, Tehuacán, abril 2012).

No tardas mucho en comenzar a ver niños o señoras que caminan empujando

diablitos o carretillas, hombres que acondicionan sus bicicletas con un par de lazos para

contar con un compartimento de carga donde el bulto de prenda se amontona o señoras

que cargan al hombro pequeños bultos de tela azul costurada, seguidas de pequeños que

van cuidando que no se caiga una pieza al suelo polvoso, llevando la prenda hacia el

punto de recolección.

“Entonces tu casa se vuelve taller, siempre hay prenda en tu casa, siempre hay pelusa,

ahí sí no sólo la respiras, sino que la comes, duermes con ella, y como en forma no tienes

patrón, aunque sí exista un patrón, es como si no existiera, como si fueran fantasmas y ahí

123

se pone una camioneta en la esquina, a esperar la prenda, o luego es en casas que sirven

para recibir y repartirla, así opera” (“Rosa”, 54 años, obrera de maquila, Ajalpán, agosto

2012).

En esta modalidad es donde menos se respetan los derechos laborales,

prácticamente en un estado de indefensión frente a estos abusos, pues no existen

contratos, muchas veces se desconoce al patrón, los salarios son más bajos, no se da

seguro social y no existe un horario de trabajo, y en las más de las veces para cumplir la

tarea se requiere del trabajo de varios miembros de la familia, quienes viven entre bultos

de prenda en sus propias casas.

“En casa trabaja toda la familia, pero ellos no ven cuantos trabajan en la casa, no ven que

el hijo trabaja, que la mamá trabaja, a veces hasta las abuelitas, todos y ellos solo pagan

como si fuera uno el trabajador y nada más, no crea que les pagan a los 4 o 5, no, sólo

como si fuera uno, pero todos trabajan, deshilando, limpiando, cargando, doblando y así,

se hacen varias cosas, unos ponen sólo botón, otros sólo etiqueta, otros ojal, así y te

pagan por bulto que hagas, el pago varía según lo que hagas y pues no hay horario, hasta

que uno termina, es como estar esclava en tu propia casa” (Hortensia, 48 años, obrera de

maquila, Tehuacán, julio 2012).

El trabajo realizado en las casas característicamente era el deshebrado de la

prenda, actualmente se pueden realizar diferentes pasos finales, desde el deshebrado,

etiqueta, remache, ojal, limpieza final y otros pasos intermedios. El pago se da a destajo,

por pieza o por bulto, entre diez y 14 pesos el bulto de alrededor de 100 piezas, o bulto de

50 piezas que se paga entre seis y ocho pesos, habiendo donde la pieza se paga

alrededor de 30 centavos. En promedio una trabajadora en un día realiza entre 300 y 400

piezas con jornadas de alrededor de 9 o 10 horas, según la cantidad de prenda que le

hayan dejado, recibiendo un salario de entre 40 y 60 pesos por día.

“Acá en casa pues se paga menos, pa empezar depende de cuánto trabajes, porque se

paga a destajo, por bulto, haga de cuenta que un bulto trairá ora sí que unas 80 prendas

por ahí así o 100, yo por ejemplo me aviento tres o cuatro bultos por día, bueno, yo y aquí

que me ayudan los chamacos o mi mamá, y andaré sacando unos 40 o hasta 50 pesos al

día, por todo el día, no crea que por un ratito, no, por todo el santo día, pero hay unos que

pagan menos, unos 30, 35 pesos por día han de estar pagando por lo mismo que hago yo,

o luego unos que pagan más, hasta unos 60, depende mucho de que es lo que haga uno y

de cuanto trabaje, ya si está mi hermana pues andamos sacando unos 100 pesos entre

las dos, más o menos así está la cosa en casa, mientras que en maquila andarás ganando

haga de cuenta que una de manual más o menos 60 o 70 al día y una operaria ganara

entre 100 y 120 al día, entonces vea usted si no está más pior pagado acá en casa”

(Trinidad Hernández, 55 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

El trabajo a domicilio se presenta como una oportunidad a quienes no encuentran

un puesto en las fábricas: obreras mayores que por la edad tienen dificultades para ser

contratas, trabajadoras que por motivos de salud no pueden acceder al trabajo en las

plantas y talleres o mujeres que buscan en esta modalidad de trabajo una posibilidad de

124

cuidar a los hijos, a familiares enfermos y atender la casa, combinando las tareas que se

van traslapando entre una y otra.

“Empecé a trabajar en casa, pensé que así yo podría decir cuáles serían mis tiempos de

trabajo y que me daría chance de hacer las cosas de la casa y la comida y los niños y eso,

pensé que sería más cómodo trabajar en casa, y pues no, bueno sí, pero tampoco tanto, o

sea, es que sí, sí me da algunas ventajas, puedo parar de trabajar para hacer la comida, ir

por los niños y eso, pero tampoco es que pueda yo decidir, pues sí puedo parar y hacer

otras cosas, pero tengo que terminar el trabajo para que me lo paguen y se paga un poco

menos en casa, te lo pagan más bajito el salario, entonces tienes que trabajar un poco

más, pensé que sería más fácil en casa y aunque sí tiene sus ventajas, tampoco es

mucho, la diferencia es que en casa una tiene un poquitito de libertad de hacer otras

cosas, pero es la misma joda, porque de todas maneras estoy como esclava todo el día

trabajando y en la noche si no termino, luego pues los niños ayudan a hacer cosas

facilitas, porque si no, no acabo” (Georgina, 45 años, obrera de maquila, Tehuacán,

diciembre 2012).

“¿Qué por qué trabajo en casa?, pues mire son varias cosas, una que ya soy grande,

tengo 56 años, entonces las maquilas prefieren jovencitas, ya después de los 40 cuesta

que te contraten, sí lo hacen, pero prefieren no, entonces yo con mis 56 años, pues no, ya

no me dan chamba, además de que estoy mala de la pierna, me duele mucho al caminar,

entonces mejor en casa, esos son los motivos, los míos pues, ahí las demás gentes pues

tienen sus motivos muy suyos pues, que si tienen hijos y no tienen quien los cuide, que si

los tiene enfermos, o a la mamá, que si ya son viejos como yo, que si están malos, o

simplemente que no encuentran chamba en las maquilas y pues ya así entras a trabajar

en casa, pero en casa se paga más mal, de por sí en la maquila se paga poco, en casa es

tantito más lo malo de la paga, pero ahí me completo con lo que gana mi muchacho y mi

muchacha” (Trinidad Hernández, 55 años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Es común ver que en una casa se junten varias vecinas o familiares, donde cada

una va haciendo su parte y cada una cobra por su trabajo, esta dinámica de compartir el

espacio de trabajo responde a varios factores, por un lado el sentirse acompañadas y

muchas veces cuando son familiares se comparten los gastos de la comida.

“Acá nos juntamos todas, mis hijas, mis hermanas y ya entre las seis trabajamos juntas,

así nos hacemos compañía y platicamos mientras trabajamos, porque es triste trabajar

sola, mejor acompañadas, así ya echamos chisme, reímos, o vemos la novela mientras

trabajamos y nos vamos turnando para hacer la comida, como somos familia, pues ya

entre todas le damos dinero a una pa que ella se encargue de hacer la comida pa nosotras

y los niños y así sale más barato cocinar, ya que salen los chiquitos nos ayudan y ya

comemos juntas y seguimos trabajando y ya después cada una recibe lo que trabaja”

(“Rosa”, 54 años, obrera de maquila, Ajalpán, agosto 2012).

125

Niña obrera, llevando prenda.

Fotografía original: Tomada del portal electrónico del Colectivo Obreras Insumisas.

Así, las casas de Tehuacán y de las localidades aledañas se han visto invadidas

por esta industria que se ha metido hasta las casas mismas, haciendo que las obreras

hagan de sus casas pequeños micro talleres, donde las máquinas pueden ser de ellas o

bien entregadas a encargo por el patrón, posibilitando que los patrones se hagan como

dicen ellas “fantasmas” y puedan eludir el pago de infraestructura y los derechos laborales

mínimos, volviéndose trabajadoras “fantasmas” que no existen para las autoridades

laborales.

“No pues si ellos son fantasmas, nosotros somos más todavía, porque pues si de por sí en

la maquila no les importan los trabajadores, acá menos, acá ni existimos, ni nos pelan ni

nada y te dicen “si no quieres pues entonces ya no te traigo trabajo”, así abiertamente te lo

dicen y pues una necesita la chamba, sino qué hace una, de qué vive, y luego vas a la

Junta de Tehuacán y te dicen “¿a ver, para quien trabaja usted?”, y no pues ni se quién es

el mero patrón, así te dicen “no pues tiene que decirnos quien es su patrón y para que

empresa trabaja”, y no pues no, así pues no, entonces pues ni reclamar puedes, porque te

piden el nombre de la empresa, del patrón y pues no” (“Rosa”, 54 años, obrera de maquila,

Ajalpán, agosto 2012).

En Tehuacán el azul de la mezclilla se ha adentrado tanto en la vida de sus

obreras, que se encuentra amontonada en las casas, en los patios, sobre mesas de

madera, esperando a que lleguen esas manos azules a jugar con ella, quitándole el hilo

sobrante, colocando etiquetas y remaches, dándole los últimos toques, llenando las casas

obreras no solo de tela, sino de bultos que transforman el espacio de los hogares, de

pelusas que ya no solo se respiran, sino que se duerme con ellas, se come de ellas,

viéndolas pasar, agitadas por el viento, rodando por los pisos, aglutinadas en los sillones

y en las camas, que pintan las manos de una clase obrera, que ha “aprendido” a vivir en

la precariedad que el mundo laboral les ha impuesto, no sin que de repente se levanten

hartas para aventarle la prenda al encargado y salir caminado dignas por la calle,

respirando hondo esos instantes para guardarlos dentro de ellas, en sus pechos y en su

memoria, para tomar fuerza y volver a salir a buscar trabajo.

126

No sin que los enojos se platiquen en los parques y esquinas, al amparo de las

sombras, comiendo tacos envueltos cuidadosamente, no sin que al platicar los ojos se

llenen de lágrimas al relatar lo que piensan de su trabajo, mezclándose con sonrisas

cuando enuncian el orgullo que les da saber trabajar, con lágrimas y gestos de coraje

acumulado, que se combina con suspiros de impotencia. No sin que de vez en vez se

asome un grupo, grande o pequeño, de obreras que con sus manos azules deciden gritar

todo su hartazgo, a veces en susurros, a veces a viva voz, anunciando su descontentos y

su coraje que se puede volver otra cosa.

Anunciando que de una forma u otra, aunque no parezca, no se rinden ante la

vida, en la cual buscan esos momentos, esas sonrisas y carcajadas, que irrumpen sobre

sus rostros cansados para mantener una esperanza que no les permita caer en ese hoyo

negro que se posa frente a ellas, que no se rinden ante una situación económica ante la

que muchas veces no pueden hacer nada, por falta de capacidad, de solidaridad, de

comunicación, de organizaciones, de conocimientos, pero que a pesar de considerar que

no se puede hacer nada, porque los patrones “siempre ganan”, ellas no dejan de enojarse

y de pensar lo injusto que es, que en determinados momentos ha gestado movimientos en

las maquilas, unos en las más grandes, otros en las medianas y pequeñas, pero que al

final, no se rinden, porque en la vida “no nos podemos rendir”.

“Con todo y todo yo no me rindo, nunca, nunca me he cansado, aunque esté molida de

trabajar, siempre he seguido, trabajando, respondiendo, enojándome, a veces llorando

también, porque se hace un nudo aquí y pues no puedes aguantar el llanto, pero no me

rindo, siempre voy así, sin rendirme, porque en esta vida no nos podemos rendir nunca

joven, porque rendirse es lo peor, no me rindo ante la vida, a pesar de lo canija que es y

no me rindo ante estos canijos que nos tienen así, pueque no pueda hacer mucho,

porque para hacerlo necesitamos ser todos, pero no me rindo, entonces yo siempre

estoy riendo, bromeando, carcajeándome y diciéndole a las compañeras que no se

rindan, que se rían, porque de por sí la vida de nosotras está jodida, como para que la

jodamos nosotras, siempre voy buscando esas cositas que nos dan felicidad, aunque

poquita pues, pero con esa me basta, con esa poquita y de ahí una agarra aliento, y no

le aunque, aquí seguimos y algún día las cosas cambiarán cuando lo queramos

nosotros, pero todos, mientras una aguanta, que le va una a hacer sino aguantar, resistir,

vivir y estar en pie con una buena carcajada o unos gritos también” (“Ángeles”, 48 años,

obrera de maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

127

VI. DESDE LAS VOCES SILECIOSAS HASTA LOS GRITOS QUE SE

LEVANTAN. “¿Puede dudarse que en una sociedad de iguales, en la que los brazos no

estén obligados a venderse, el trabajo será realmente un placer? La tarea

repugnante o malsana deberá desaparecer porque es evidente que en

estas condiciones es nociva para la sociedad entera. Podrán entregarse a

ella los esclavos; el hombre libre aspira a nuevas condiciones en un

trabajo agradable e infinitamente más productivo”

*La conquista del pan.

Piotr Kropotkin.

Obreras de Exportadora de Pantalones S.A. al momento de hacer efectivo el embargo precautorio de la

maquinaria bajo su custodia.

Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

1.- Entre susurros, rumores y cuchicheos.

1.1.- Lo que da coraje.

La dinámica de la maquila en Tehuacán somete a las obreras a un constante y creciente

abuso patronal. En este contexto ellas parecen cada vez más resueltas a aceptar estas

condiciones laborales y de vida, sin estar de acuerdo con la situación.

“¿A poco de verdad cree usted que las cosas están bien así?, no están bien pues, la cosa

está jodida, esto no se vale, no se vale que nos traten así, no se vale que nos griten tanto,

no se vale como nos tienen, ¿porque sabe qué?, si ellos son ricos es porque nosotros

trabajamos, nosotros somos los que los hacemos ricos y no se vale que estemos así, todo

el tiempo corriendo, siempre angustiadas por si habrá chamba, siempre viendo cómo

hacerle para terminar la semana, ¡no se vale!” (Rosa Gutiérrez, 38 años, obrera de la

maquila, Tehuacán, abril 2012).

Entre pláticas se van asomando esas voces y sus corajes, unas suenan fuerte,

otras se cuidan de no ser escuchadas por el encargado que nos mira de reojo.

“Espérate manito, es que ese ya sabe que estás aquí de preguntón, por eso está pase y

pase cada ratito, ya sabe que anda por acá alguien haciendo preguntas y se cuidan

mucho, el otro día nos preguntó “¿y ese greñudo qué o qué?”, yo solo le dije “es un amigo

128

mío estudiante que está haciendo encuestas” y ya, pero a varias les preguntó que qué

preguntas estabas haciendo” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril

2012).

Los principales enojos y reclamos en un primer momento se refieren a cuestiones

económicas: los bajos salarios, los descuentos y multas, los descansos obligatorios, las

veladas, la falta de prestaciones y seguro social.

“Los patrones siempre quieren ganar más y más y pues lo sacan de las multas, nos multan

por todo, que si llegas tarde, que si vas mucho al baño, que si pláticas y entonces mira, si

de por sí no alcanza, con todo eso menos y todo sube, pero a nosotros qué nos van a

subir el sueldo, esos no suben y luego ni seguro dan, ni nada, así nada, sólo tu sueldo

pelón y luego te hacen velar o te mandan a descansar, pues no, por eso la gente se va a

otra maquila, porque pues no se puede así” (Miguel Hernández, 36 años, obrero de

maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Conforme platico con ellas se van asomando los corajes que hacen que los ojos se

nublen con lágrimas, apretando la boca y las manos.

“Lo que de verda da coraje es que te tratan como si no valieras, porque para ellos no

valemos y no se vale que nos traten así, porque somos personas y tenemos derecho y

trabajamos mucho, y no se vale que tanto trabajar para siempre estar mal, siempre

buscando como hacerle, siempre aguantándote y más cuando tienes que tragarte el enojo,

eso hasta creo que te enferma” (María, 29 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre

2012).

El sentimiento de ser invalidada a partir de insultos, de ser ignoradas como

personas, sumado al “robo” que los patrones les hacen, son corajes que las obreras

cargan y que no pueden evitar que les quiebre la voz al enunciarlos.

“Hay muchas cosas que dan coraje, el dinero que no alcanza, la preocupación de pensar

como le vas a hacer, pero lo más, más, más, lo que a mí más me puede, es que digan que

soy inútil, que yo no sé, que soy ignorante y que yo no importo, eso duele mucho, porque

te humillan de lo más feo, te dicen prácticamente que tú no vales, eso es lo que más

duele, que pues te ignoran, tú no importas y te lo dicen seguidito y pues sí, soy pobre,

pero pues yo trabajo y trabajo mucho y ellos son los que se hacen ricos, no una, y luego

aparte de lo que es, pues salen con su multas y todo eso y eso ya es un robo” (Lourdes

Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Entre las obreras a las que me acerqué, prácticamente ninguna asumía que las

condiciones en las maquilas fueran buenas, la mayoría comienza a enumerar las afrentas,

los reclamos, los corajes que las colman, a lo más, lo que hacen algunas es terminar el

tema resignadamente, asumiendo que así son las cosas.

“No pues, bien, bien las cosas no están, pero pues así son, así es la chamba aquí por

donde quieras y pues que le va uno a hacer si así es, lo que nos queda es dar gracias a

dios de que tenemos trabajo, porque hay mucha gente que no, ni que hacerle, porque no

129

se puede hacer nada más que echarle ganas” (Jorge Fernández, 27 años, obrero de

maquila, Tehuacán, diciembre 2011).

1.2.- Solas contra el mundo.

Uno de los factores que fortalecen la resignación entre las obreras es la constante

impunidad que gozan los patrones, la inacción de sindicatos y autoridades laborales

hacen que se sientan “solas contra el mundo”.

“Pues no deberían ser así las cosas, pero así son, los patrones hacen lo que quieren,

nadie les pone un hasta aquí, ni los sindicatos, ni conciliación, ni nadie, y ellos mismos te

lo dicen cuando les reclamas “anda pues ve a quejarte, a mí nadie me hace nada”, así te

dicen, ni nosotros nos animamos a ponerles un alto, porque les tenemos miedo o algo así”

(Rosa María Hernández, 29 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

Este sentimiento se basa en el largo historial de abusos permitidos y auspiciados,

la inactividad de los sindicatos “charros”117 para defender a las trabajadoras y su

actuación para contener y diluir los descontentos obreros.

“Esos sindicatos ni sirven, nunca se aparecen, sólo ves que te descuentan tu cuota

cuando estas sindicalizado, pero nunca se aparecen (…) ¡qué van a defender a los

trabajadores!, esos sólo se defienden a sí mismos y a los patrones, porque los tienen

comprados, cuando ven que la gente se está enojando, llega el líder y te dice “mejor

piensa bien las cosas, porque ¿qué prefieres?, ¿que cierren la planta o mantener el

trabajo?”, esos están bien relacionados con los patrones, si hasta se van a tragar juntos”

(Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

En muchas ocasiones las obreras desconocen si están sindicalizadas y asumen

que da lo mismo tener o no tener sindicato.

“Yo ni sé si tengo sindicato, creo que sí, pero no sé cuál será, pero lo mismo da, porque ni

hacen nada, son unos vendidos esos de los sindicatos, ni te defienden ni nada, sólo son

buenos pa sacarte la lana, entonces, da lo mismo” (Rafael Rojas, 20 años, obrero de

maquila, Tehuacán, enero 2012).

Estos organismos sindicales actúan en contra de las obreras y sus reclamos,

cuando explotan conflictos buscan mitigar el enojo y desalentar a las trabajadoras de

emprender una demanda.

“Nosotras teníamos sindicato con la FROC-CROC y cuando empezó todo los fuimos a ver

y nos decían que según ellos nos apoyaban, pero más bien intentaron desanimarnos con

lo de la demanda, que habíamos actuado mal, que si era mejor no hacer nada para

siguiera abierta la maquila y así, y ya luego cuando ya ganamos el embargo nosotras,

ellos nos demandaron, que para que le regresáramos la maquinaria al patrón, que

117

Sindicato “charro” es el mote para aquellos sindicatos y centrales sindicales ligadas al PRI y al gobierno y actualmente fungen como sindicatos de protección patronal. En la maquila de Tehuacán principalmente es la FROC-CROC, seguida de la CROM y por último la CTM

130

quesque porque nosotras no teníamos derecho a embargar” (Carmen Elda Oropeza

Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones,

Tehuacán, agosto 2012).

Una opinión similar se tiene para la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7.

Durante el día es común observar obreras que entran solas o en grupos por las escaleras

oscuras que dirigen a las oficinas de la JECA #7, pararse tímidamente frente a los

escritorios esperado a que alguien del personal les preste atención y orientación respecto

a su reclamo laboral.

“Nosotros venimos aquí, porque queremos meter una demanda contra el Turkía, nos

despidió porque nos negamos a velar, llevamos ya tres días velando, y ya no fuimos y ya

no nos quiso recibir, nos dijo que le firmáramos un papel renunciando a nuestra

antigüedad y que tal vez nos recibía, y que si no queríamos pues que viniéramos a

demandar, al fin que a él no le podían hacer nada, así nos dijo, entonces, pues queremos

demandar, pero no sabemos que tenemos que hacer, allá adentro ni nos pelan” (Joel, 17

años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Entre las obreras que han emprendido demandas laborales la visión de la JECA #7

es de defensora de los patrones, donde sus reclamos se pierden en el olvido, ante el

desgaste generado por el “tortuguismo” burocrático que las lleva a dejar la demanda, o

bien, donde la Junta a pesar de haber otorgado laudo a favor de las obreras no actúa en

contra de los patrones.

“Pues nosotros llevamos desde 2005, ya tenemos nuestro laudo a favor y todo, pero la

Junta no ha hecho nada por ejecutarlo, nomás nos trae así dando vuelta y vuelta, que

necesita testigos, que necesitamos comprobar que el Lucio tiene alguna propiedad que

embargar, nos dicen que ellos no pueden obligar a Lucio a pagarnos, o sea como que es

voluntaria la cosa, si el patrón quiere nos paga, sino no, así es esto, y la Junta no hace

nada, siempre ha estado vendida a los patrones, siempre y pues ya son siete años, y con

el tiempo los compañeros se van desanimando, cuesta mucho juntarnos porque pues

trabajamos y no hay permisos, y luego así” (“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila,

Tehuacán, agosto 2012).

El actuar de los sindicatos y de la JECA hace que entre las obreras se mitiguen las

ganas de entablar un proceso legal, orillándolas a pensarse solas frente a los patrones,

quienes cuentan con el apoyo de sindicatos y las instancias gubernamentales.

“Como los patrones tienen un montón de dinero, nadie les hace nada, porque el gobierno

lo tienen comprado y hace como que no sabe y no hace nada y si los trabajadores

reclaman, la Junta está vendida y los sindicatos pior tantito, y como tienen tanto dinero se

hacen dueños de todo, y pues cuando ya una se harta y se levanta, eso hace que te

desanimes, porque ves que ellos tienen todo comprado y que tu como trabajadora estás

sola, y si te quieres enfrentar, te tienes que enfrentar a todo eso, a los sindicatos primero,

luego a la Junta y ya por último al patrón” (Alejandra, 54 años, ex obrera de maquila,

Tehuacán, agosto 2012).

131

1.3.- Pero se han de morir, a ver si a la muerte la compran.

Entre las obreras se generan anhelos de una justicia que les reivindique y que les cobre al

patrón y a los encargados cada afrenta.

“Pero la gente está muy harta, luego no lo dicen de frente, pero sabemos pues, porque

hablamos y la gente está muy cansada de esto, y el día que nos cansemos deveras de

todo esto, ese día verán lo que es bueno, porque ese día, verán lo que es bueno y tendrán

que pedirnos perdón por habernos humillado tanto, por habernos robado tanto, por todo,

no sé pues cuando sea eso, pero llegara ese día, ya verá usted” (Mario Flores, 43 años,

obrero de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Este tipo de anhelos expresado abiertamente son los que menos son enunciados,

sin embargo es posible encontrarlos en afirmaciones más veladas, que expresan que las

cosas tienen que cambiar tarde o temprano.

“Las cosas tienen que cambiar, tarde o temprano tienen que cambiar, porque los que

trabajamos merecemos vivir con dignidad y con todo lo que eso implica, vivir bien, con tus

necesidades satisfechas, con tiempo pa hacer cosas y estar con la familia y sin trabajar

tanto pues, sin que te roben tu trabajo, sin que al trabajador lo humillen” (Jorge Martínez,

45 años, obrero de maquila, mazateco, Tehuacán, julio 2012).

Otras expresiones apelan o celebran una justicia divina que se ejerce contra los

patrones y encargados cuando se enferman, usando esos ejemplos para advertir lo que te

puede ocurrir si te comportas igual.

“La otra vez me encontré una compañera, ahí nos encontramos y me dice:

-“¿qué tal con Don Lucio?”-, ya le digo -“no pues así se quedó”-, y me dice -“ya está

pagando lo que hizo, la está pagando, ya luego no puede ni caminar, nomás va

caminando agarrándose de las maquinas”.

Luego con otra compañera de la maquila platicábamos y le decía yo -“ese viejo la está

pagando, ya ni puede caminar pinchi viejo”-, y ella decía -“está bien que le sufra, la va a

pagar y como dice el dicho el que obra mal, el culo se le pudre”-, y voltea ella y le dice al

encargado -“ya ves, no vayas a obrar así, porque por ésta que se te va a pudrir”-. Pero el

viejo ya está mal, muy enfermo, ya ni con todo el dinero que nos robó, no se puede curar,

ni con tanto que le regalamos, yo así digo “tanto que le dimos, que le regalamos al

pobrecito”, pero la vida se las cobra, se las está cobrando al condenado viejo” (“Ángeles”,

48 años, obrera de maquila, participante en el conflicto en Calidad en Confecciones S.A.,

Ajalpán, agosto 2012).

En otras ocasiones se guarda la esperanza de que el patrón o encargado en algún

momento tengan que someterse a un juicio, ante ellas, dios o la vida.

“Pero pues ya la vida se las cobrara a estos, la vida te las cobra todas, la vida o dios pues,

pero de que todos estos tendrán que tener un juicio, lo tendrán, por diosito que no se

escapan, porque no puedes ir por la vida tratado así a la gente, no puedes, esas son las

cosas que la vida te cobra, yo se lo he dicho a mi patrón y al encargado, que mejor se

estén sosiegos porque de una u otra forma uno paga las que hace y las que ellos hacen

son bastante malas” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

132

Plantón de las obreras, a las afueras de Exportadora de Pantalones S.A.

Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Entre las obreras existe en diferentes medidas la concepción de que ellas son las

que hacen ricos a los patrones, en algunos casos se concibe la explotación como tal, en

otros se concibe la explotación cuando se les descuenta o se les paga menos de lo que

corresponde, pero en general el hecho de concebirse explotados es una injusticia, la que

esta justicia divina remediará.

“Pensaba que eso de explotarnos sólo era cuando nos quitaban más de nuestros salarios,

las multas y eso, pero ahora sé que el mero trabajar ya es explotación, igual por eso luego

no me enojaba tanto, porque yo me enojaba cuando decía “esto es explotación”, pero yo

creía que eso era sólo cuando nos quitaban de más, así pasa con muchos compañeros,

igual si tuviéramos claro lo que es la explotación, entonces nos enojaríamos más antes”

(“Rosalba”, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, julio 2012).

“No se vale, porque pues nosotros somos los que hacemos todo en la maquila, la maquila

existe por nosotros, nosotros hacemos ricos a los patrones, todo su dinero se los hacemos

ganar nosotros, ellos sólo se sientan a robarnos nuestro trabajo y no se vale que ellos se

dan la gran vida y nosotros jodidos” (Mario Flores, 43 años, obrero de maquila, Tehuacán,

agosto 2012).

Esos anhelos de justicia rondan entre las obreras con diferentes versiones, ya sea

que asuman que la justicia vendrá cuando ellas despierten, que las cosas tendrán que

cambiar, o que la vida misma o dios la ejecutará cuando los perpetradores enfermen o

mueran.

1.4.- Los “ya basta” que resuenan silenciosos.

Ante esta situación se dan diferentes expresiones de resistencia que no son frontales, se

expresan entre las compañeras en la hora de la comida, en los parques, a escondidas

dentro de la planta, resistencias latentes en la concepción de “patrón” y de “encargado”,

donde se les caracteriza como “culero” o “gandalla”, expresiones que se comentan entre

las obreras cuando saben que no son escuchadas por el encargado y los patrones.

133

“Le digo así porque ese menso no merece que le llame por su nombre, así le dicen varias,

claro que cuando lo tienes de frente no, ahí le dices manito o jefe o así, porque pus te

corren, pero cuando platicamos entre nosotras sí usamos esa palabra “el gandalla”, “el

culero”, “el menso”, o luego “el perro del patrón” cuando es para el encargado, pero por

eso pues, porque no merecen que les digamos su nombre, no merecen otra cosa los

canijos” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otra forma en que las obreras expresan su descontento es con robos de retazos

de prenda, hilos o piezas de las máquinas, muchas veces utilizadas para coser en casa la

ropa o para ser vendidas en el caso de las piezas mecánicas, otras más para ser

almacenadas en las casas, asumiendo este robo como una reapropiación, por poco que

sea, de lo mucho que los patrones les roban.

“Eso de robarte cositas se da mucho, cuando se puede, porque luego no se puede, no sé,

cualquier cosita, lo que sea es bueno, hay veces que son carretes de hilo, agujas, pedazos

de tela, etiquetas, cualquier cosa, hasta bobinas, pero esas son los hombres las que se las

sacan, le quitan la bobina a la máquina y esa la venden, se da mucho, cada que puedes,

luego las ocupas en casa, sobre todo la tela, el hilo, las agujas si tienes una maquina tuya

te sirve, sino pues no, pero no le hace, tú te lo sacas, porque es como quitarle un poquito

de lo que él te roba” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Entre los hombres es común que el encargado, sobre todo de las maquilas

medianas, se junte con ellos para jugar futbol a la hora de la comida o los domingos, y

aunque muchas veces el encargado puede ser familiar, vecino o compadre, se da un

velado rechazo por parte de los obreros, quienes constantemente le recuerdan que él es

quien los regaña dentro de la maquila.

“Yo juego futbol, ahí nos juntamos los compañeros a jugar los fines de semana, hasta el

encargado llega, luego el jala mucho con nosotros, quiere como hacer que es nuestro

amigo, bueno, de algunos sí es su amigo, de otros hasta compadre es, pero aun así, no le

aunque, con todo y eso se lo agarran a pelotazos al güey, pobre tipo, le mentemos la pata,

siempre lo disfrazas como que tú querías quitarle el balón o que querías chutarle y ya

luego cuando te vas a tomar el chesco o la chela, pues puro se lo cotorrean “órale tú paga

las cervezas o qué, no te paga bien tu patrón” o así, le dicen “tú ni digas nada cabrón, que

adentro eres un culero con nosotros, té eres él que nos regaña cuando tu patrón te jala la

correa”” (Rafael Rojas, 20 años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Otras veces los descontentos explotan ante una situación específica, cuando una

obrera no soporta más, generando una conmoción entre miradas y algunas veces sonidos

generados por la boca que aprueban y aplauden en anonimato la explosión que expresa

un “ya basta”.

“El otro día sí me agarre al encargado, porque no me quiso dar mi pase de salida, y me

enojé y le dije al encargado: “es una injustica lo que ustedes hacen, es explotación laboral,

cuántas horas trabajamos y cuántas nos pagan y yo no tengo porque quedarme más

tiempo”, y me dijo “cómo quieras pero no te voy a dar pase de salida y no sales hasta que

yo te diga”, y ya le dije “órale, voy de acuerdo no me lo des, me quedo pero no te hago ni

134

una prenda más y córreme si quieres”. Así que lo reto y que me le pongo y le dije “córreme

si quieres, pero yo no trabajo más y yo a ti no te tengo miedo porque con estas manos yo

sé trabajar, tú no, tú con tus manos sólo sabes recibir, porque a costa de nuestras manos

tú tienes un sueldo, entonces deberías estar agradecido de que por nuestro trabajo tú

tienes un sueldo, porque el andar parando con las manos en la bolsa y gritándonos no es

trabajo, trabajo es lo que yo hago”” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de

maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

Cuando ocurren estas explosiones, las obreras emiten sonidos de burla sobre el

encargado que ha sido encarado, sin llegar a delatarse y son eventos que son recordados

en las maquilas entre aquellas que lo vivieron.

“Era un encargado muy grosero, a veces hasta le pegaba a la gente, pasaba y te daba un

zape en la cabeza y te decía “órale cabrón ponte a trabajar”, un día le quiso meter mano a

la señora y zas, sólo se paró, lo aventó y él se tropezó con un bulto de ropa y calló, la

señora se paró y se salió, le grito al policía “ábreme jijo de la quién sabe qué” (…) con esa

mirada, si la tuviéramos todos creo que incendiaríamos el mundo, hasta el diablo se

asustaría y cuando cayó el encargado no faltó él que le dio una patadita cuando iba al

piso, así como que no queriendo la cosa y un “sssssssssss”, ya sabes de esos de burla y

una que otra risa, uno que otro comentario, así sin que él viera quien fue “ahora sí puto” o

“ándale por rejijo de la quién sabe cuánto” o “uyyy no que a ti nadie te tocaba”, así pues,

desde el otro lado de la planta haciendo como que no lo veías, un chavito sin levantar la

mirada de su máquina sólo dijo “ahí es a donde pertenece pinche gusano de agua

puerca”, así, cosas así, unas carcajadas de burla, pero rápido pues, en los dos minutos

que estuvo en el suelo, cuando se paró pues todos muy serios según, pero yo veía como

todos teníamos una sonrisita” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril

2012).

Estas acciones se vuelven parte de la memoria colectiva de las trabajadoras y las

usan para burlarse de los encargados, recordándoles que siempre hay una “Sole” que

puede ponerlo en su lugar.

“Ese día fue como una fiesta en silencio, todos reíamos en silencio sin dejar de trabajar,

todos lo decíamos “viste los ojos de la Sole, no chingues que mirada la cabrona, yo creí

que iba a quemar la planta con sus ojos”, ese día en la comida fue el tema, se volvió como

si habláramos de una de esas heroínas de las películas, ya después se volvió la pura

burla, cuando comenzaba de grosero, cuando no te veía, le decían “ahí viene la Sole puto”

y cosas así, y nomas escuchabas como la gente se tragaba la carcajada y así, nos dio

gusto pues que la Sole hiciera eso, yo sentí hasta bien bonito en el pecho” (“Vanesa”, 24

años, obrera de la maquila, Tehuacán, abril 2012).

Estas historias de una que “se hartó y empujó al encargado”, del viejo que “le

aventó el bulto de prenda al encargado cuando este iba de espaldas”, sobre una joven

que al sentir la mano del encargado en su pecho “se volteó y lo agarró de los huevos

hasta que el cabrón se dobló”, o sobre un “vengador” de la clase obrera que

acostumbraba “ajusticiar a los encargados que se pasaban de lanza” se van haciendo

parte de la memoria colectiva de las obreras de una maquila o de una población.

135

“El Hammurabi era un tipo bandosito, era chofer de micro en Altepexí y era como un

vengador obrero, cuando escuchaba que un encargado se pasaba de lanza, iba y lo

esperaba afuera de la maquila y lo ajusticiaba, le partía su madre, dicen que ya después

hasta lo iban a buscar para decirle quien se había pasado de lanza con los obreros o con

las obreras” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos laborales,

Tehuacán, abril 2012).

“Yo no lo conocí pero dicen que sí existía, o sea que no es puro cuento, yo trabajé en

Altepexi muchos años, pero nunca lo vi, pero así decían, “si este cabrón se pasa de lanza,

vas a la tienda que esta acá en la esquina y ahí hay un güey que le dicen el Hammurabi,

ahí le dices quién es el culero y en que maquila trabaja y él les parte su madre” (Miguel

Ángel Hernández, 36 años, obrero de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

El descontento de las obreras se expresa susurrando que no están de acuerdo con

lo que sucede en las maquilas, un descontento que a veces pareciera desbordarse en

silencio, que se mantiene entre susurros para mantener el trabajo.

“La gente sí está enojada, lo ves cuando platican en la plaza, en la tienda, dicen “pinche

patrón cabrón esto”, así la gente lo dice, “el pinche patrón de acá así”, oyes como la gente

platica “no alcanza, no se puede, pero pues que hacemos, es mejor a no tener trabajo, ni

modos tenemos que aguantar”, así platican, “no pero pues ni que hacerle, mejor nos

aguantamos”” (Rosa María Hernández, 29 años, obrera de la maquila, Ajalpán, enero

2012).

Un descontento que no se limita a los patrones y encargados, sino que engloba en

general a los empresarios como responsables de la situación.

“Esto está mal desde que llegó el empresario, esos empresarios todo se lo llevan, se lo

quedan y todo es de ellos, el campo, las fábricas, desde que llegó el empresario se

adjudicó todo, yo digo que antes diosito dio todo limpio y los empresarios ensuciaron el

agua y el campo, pero diosito mandó todo limpio y todo para que comiéramos y los

empresarios todo lo contaminan, y él quiere más dinero, ¿y el campesino?, ¡no, el

campesino y el obrero siempre fregados!, porque pura exprimidera” (“Ángeles”, 48 años,

obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

La clase política no se queda afuera de la condena, por la complicidad con los

empresarios, sin importar el espectro político del partido.

“¿Ellos cuánto dinero no se roban? puros negocios hacen con los empresarios, por eso se

defienden unos a otros, hasta parecen hermanitos, se gastan dineral sólo por ir a comer,

creo que comen lo que uno gana como en un año, sólo en comer ¿y nosotros?, ¡puro para

ellos! y nomas fregar a la gente, yo por eso mejor ni voto, votes por quien votes yo creo

que ninguno es bueno, que todos chingan por igual, yo digo “pa que, mejor yo ni voto por

ninguno de esos” y no, no, no se puede, todos son iguales, todos, mejor ni votar, ahora

dicen del ese Obrador que según es bueno, pero al final todos terminan igual” (“Ángeles”,

48 años, obrera de maquila, Ajalpán, enero 2012).

136

1.5.- Como sea una tiene que seguir adelante.

A pesar de las condiciones precarias, las humillaciones constantes, los enojos cotidianos

que en ratos se desbordan, del hartazgo con el que la maquila invade sus vidas, del

cansancio que les quema los músculos y de la creciente desesperación económica, las

obreras mantienen sus sonrisas y esperanzas por la vida, aferrándose a no perderlas. En

las charlas ellas siempre hacen mención a no rendirse, a no perder esas sonrisas “aunque

poquitas y chiquitas” con las cuales intentan romper con la desesperanza, siendo éstas

una necesidad para vivir.

“Es difícil porque siempre estás preocupada, siempre estás corriendo, siempre estás

cansada, pero pues en medida de los posible una tiene que ser feliz pues, reírse, no sé,

disfrutar, de por sí la maquila es fea, ahora imagínate que una haga fea la demás vida,

pues no, yo me refugio en mi chiquita, somos ella y yo, a su padre lo dejé por cabrón,

entonces yo tengo mi chiquita, intento pasar con ella tiempo, jugar con ella, la saco a

pasear y así, ese es mi refugio, eso me da fuerzas para seguir” (“Vanesa”, 24 años, obrera

de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Muchas veces estos espacios son en la familia, con los hijos, con las madres, con

las parejas, donde el poco tiempo disponible es importante para reafirmarse dueñas de su

vida.

“Yo intento aprovechar el tiempo que tengo libre, no es mucho, un ratito los sábados o

domingos y así, pero pues yo sí lo aprovecho por poquito que sea, es lo que me queda de

mi vida para mí, me voy con los niños y mi esposo a dar una vuelta al centro, caminamos,

que los niños jueguen y platico con mi esposo, a veces las preocupaciones pues, pero a

veces pues otras cosas, cualquier babosada ahí, porque pues hay que intentar ser felices,

si por la maquila fuera no seriamos felices nunca” (Andrea Ramírez, 26 años, obrera de

maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otras veces estos escapes son las comunidades de origen o la reproducción de

éstas en la ciudad.

“Yo mis sonrisas las saco de mi familia, de mi comunidad, cuando voy al pueblo, cuando

no puedo ir pues me siento con mi señora a platicar de cuando éramos chicos, de las

fiestas de allá o me salgo con mis compadres, nos juntamos, platicamos y echamos relajo,

platicamos del pueblo y así, porque hay que aprovechar cuando uno no está en la

maquila, de ahí es de donde se sacan las sonrisas pa seguirle, de la maquila no” (Jorge

Martínez, 45 años, obrero de maquila, Tehuacán, julio 2012).

137

Obreras en reunión.

El tiempo fuera de la maquila es importante para las obreras, asumen que es ahí

donde ellas son ellas, donde se reafirman y donde encuentran las fuerzas para

mantenerse y continuar, es ahí donde sienten que se pertenecen.

“Pues donde sea que no sea la maquila es bueno, es que en la maquila pues no sé, como

que no te sientes dueña de ti, sientes que eres parte de la maquila, te sientes como una

máquina más, entonces cualquier lugar fuera de la maquila es bueno, afuera es otra cosa,

afuera una hace lo que quiera, bueno, más o menos, tampoco es tan así, pero si más

pues, afuera soy mía, al menos más de lo que lo soy en la maquila, afuera no está el

encargado diciéndome que hacer, ni apresurándome, afuera pues yo digo a donde voy,

que hago, como me muevo, como me rio, como hablo y con quien hablo” (“Josefina”, 38

años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

Entre las jóvenes estos espacios son los que se comparten con los novios, novias,

con las amistades, puede ser un baile, una cerveza afuera de la casa, puede ser ir al

balneario de San Lorenzo o dar vueltas por la plaza del centro hasta cansarse, o bien

asistir a la plaza comercial a pasear entre sus escaparates.

“Pues donde sea, yo me voy a los bailes o a conciertos aquí cerca, me voy con mis

amigas o con algún muchacho que me gusta, así, fuera de la maquila todo es bueno para

escapar, luego me junto con mis amigos, nos sentamos en una esquina y compramos una

chelita, o luego me voy a bailar con mis amigas, luego me voy a fiestas y así, el chiste es

hacer lo que tú quieras hacer, mientras puedas pues, pero hacerlo, sentirte dueña de ti y

no como en la maquila, yo por eso me gusta salir con muchos muchachos, porque por

ejemplo, no me da pena decírtelo, cuando voy y cojo con un muchacho y es cuando más

dueña de mí me siento, así pues” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto

2012).

Entre los hombres uno de estos espacios es el futbol, acostumbran juntarse los

domingos principalmente, desde la mañana hasta el mediodía, cuando las cervezas se

vuelven indispensables para soportar el sol y el calor.

“Yo me voy a jugar fucho, ahí me relajo de toda la pinche semana en la maquila, juego los

domingos en equipo y los sábado de cascarita, ahí corres, gritas, pateas, y te sale todo,

bueno, no todo, pero sí cómo que me libero de todo lo que cargo de la maquila, porque

138

hay que sacudirte eso, porque si no te harta la vida, entonces así le hago yo y ya luego

pus unas chelitas bien muertas, así que les escurra hielito uyyy, con eso tengo, luego ya

en la noche pues me voy con la novia a la plaza o a un parquecito y pues eso” (Joel, 17

años, obrero de maquila, Tehuacán, enero 2012).

Otras como Doña “Ángeles” buscan esto en cualquier lado, en cualquier motivo

para reírse y escandalizar con sus carcajadas que se escuchan desde afuera de su casa,

dándote la bienvenida a su casa a compartirte un refresco, una pitaya o un tamal.

“Yo siempre estoy riendo, bromeando, carcajeándome y diciéndole a las compañeras que

no se rindan, que se rían, porque de por sí la vida de nosotras está jodida, como para que

la jodamos nosotras, siempre voy buscando esas cositas que nos dan felicidad, aunque

poquita pues, pero con esa me basta, con esa poquita y de ahí una agarra aliento y no le

aunque, aquí seguimos y algún día las cosas cambiarán” (“Ángeles”, 48 años, obrera de

maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

En estos espacios, en estos momentos, las obreras de la maquila van buscando

donde sentirse dueñas de sus vidas, intentando romper aunque sea por momentos con la

maquila que envuelve sus vidas, sus días y que se apropia de su tiempo, de sus

movimientos y de su trabajo, encontrando aquí un “escape”, dicen ellas, de la maquila y

de su hartazgo, resguardando estos espacios para ellas mismas, sus familias y

amistades, para sus sonrisas y sus alegrías, de donde toman fuerza y esperanzas para no

caer en el “hoyo que se posa a sus pies”.

1.6.- A pesar de todo.

A pesar de la dinámica de competencia que la maquila impone entre las obreras se

generan prácticas de solidaridad y apoyo mutuo, muchas de estas prácticas solidarias se

dan en la cotidianidad de las obreras o en ciertos sectores de ellas, muchas veces en el

seno familiar y otras en el ámbito laboral.

Entre las obreras de una planta, al morir un familiar de alguna se hacen

cooperaciones donde cada una aporta algo para apoyar con los gastos funerarios de la

compañera doliente, estás prácticas en muchos casos está mediada por los sindicatos y

constantemente las obreras tienen que estar vigilando que la cooperación llegue

directamente a la compañera.

“Cuando muere el familiar de alguien, hacemos una coperacha pa ayudar, hay lugares

donde se hace directamente entre nosotros, otras veces es por medio del sindicato, pero

pus la bronca es que cuando se meten los sindicatos pus hay que estarlos cuidando que sí

le den el dinero a la compañera, porque luego se lo embolsan los canijos, si no te cuidas

se lo quedan, o se quedan una parte, ya sabes, “un tantito pa ellos” dicen, esto se hace

desde siempre, nos cooperamos para apoyarla, cada una decide cuanto da y es un apoyo,

porque los gastos son grandes cuando muere un familiar, entonces así nos apoyamos y

sabemos que cuando te pase a ti, pues las demás te van a apoyar” (Flor Sánchez, 39

años, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

139

Es posible encontrar grupos de obreras que se solidarizan cuando una de ellas es

despedida, estas expresiones de solidaridad son más reducidas y entre el grupo de

amistades, donde la despedida encuentra un apoyo que puede ser en dinero o con

despensa para ayudarla a completar la semana.

“Pues entre nosotras luego sí intentamos echarnos la mano cuando despiden a una, no

todos lo hacen, pero sí hay algunos que lo hacemos, nos cooperamos ahí con 20 pesitos,

30, lo que puedas poner, o le das para un kilo de arroz o frijoles, el chiste es que pues no

se vaya así, que tengas por lo menos algo que comer en lo que encuentras trabajo, pero

muchos no hacen esto, no lo acostumbran, y cuando se acostumbra es con las amigas, o

sea que no todos dan, solo con los que te juntas pues, todas estamos al día, no nos sobra,

entonces tampoco podemos dar mucho, pero ya entre nosotras juntamos un dinero o una

despensa y pues así" (Gloria Hernández, 26 años, obrera de maquila, Tehuacán, enero

2012).

Entre las trabajadoras es común encontrar a las “madrinas”, por lo general obreras

de mayor antigüedad que se ganan este apodo por su carácter solidario y cuidador,

enseñando a las trabajadoras nuevas a trabajar, orientando sobre la dinámica interna,

dando consejos que les permitan desenvolverse en la maquila.

“Son las doñas las que te enseñan cómo hacer las cosas, cómo está la onda en la maquila

“aguas con ese güey, porque ese güey es bien cabrón”, y te dicen “no dejes que te traten

así”, te echan la mano, con tu trabajo para que no te atrases, te llevan comida, te enseñan

a trabajar, te llevan un taco, sí se involucran contigo, te cuidan, se ganan ser las madrinas

les dicen, son como una autoridad adentro de la planta, porque ellas saben trabajar y

apoyar, casi todos hemos tenido una madrina en la maquila, alguien que nos enseñó a

trabajar, que nos cuida pues” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto

2012).

Las madrinas no sólo se solidarizan enseñando a trabajar, asumen cuidados con

las más jóvenes, invitándoles a comer a su casa o llevándoles un poco de alimento a

quienes que no llevan comida.

“Ayudo a los nuevos, a los que no saben o a los que se atoran, y no lo hago para que me

lo paguen, sino por ayudar, porque somos compañeros ante todo y si no nos ayudamos

nosotros, si no nos enseñamos nosotros pues no, así no se puede, y también ahí cuando

veo que el de a lado se atrasa, les digo “pásame unos tantos, pa que no salgas tarde”, y

también cuando veo que los compañeros hacen algo mal, les regaño, que así no se hacen

las cosas, que hay que ser derechos, que nosotros tenemos que cumplir con lo que nos

toca (…) yo le sigo haciendo así, como que soy de pueblo, porque me gusta así, como lo

hacemos, y cocinamos ahí lo que tenemos, compramos un tomate, un chilito, hacemos

una salsita, una sopa, y ya comemos, compramos tortillas y comemos lo que hay, no hay

mucho, pero lo que hay, y luego si ves que viene un chavo o un señor que no trae su

comida y que viene de lejos, pues ya le digo “vengase a comer”, ¿cómo que no va a

comer porque no trae comida? No, pues donde comemos uno, comen dos, siempre hay

para compartir, poquito y humilde pero hay, es que hay que ser compañeros, que haiga

compañerismo, eso no se debe de perder, porque pues de por sí estamos jodidos, ahora

140

sin compañerismo pues más jodidos terminamos” (“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila,

Ajalpán, agosto 2012).

Estas madrinas adquieren respeto entre de las demás obreras, ganándose un

sentido de autoridad y el reconocimiento por parte del grupo.

“Yo le digo mi madrina, bueno, no solo yo, varios la conocen así, porque ella ayuda a la

gente, les echa la mano, les enseña, los cuida, luego ahí anda invitando a comer cuando

ve a uno que no trae comida le dice “vengase a echar un taco”, cuando entran los nuevos

ella les echa mucho la mano a aprender a trabajar, apoya mucho a la gente, luego ella es

la que les defiende cuando los tratan mal, por eso digo que es como la madrina” (Jaime

Cayetano, 34 años, obrero de maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

Muchas veces las expresiones de solidaridad y apoyo mutuo se encuentran en el

seno de la familia, donde las obreras comparten gastos, aprovechando los recursos

económicos y el tiempo.

“Así nos sale más barato hacer de comer, le damos dinero o mandado entre todas a mi

mamá y ella se encarga de cocinar, o a veces yo hago una cosa y mis hermanas otras, y

compartimos la comida, sale más barato compartir la comida (…) así aunque no podamos

ir a la casa a comer sabemos que los niños llegan a comer con mi mamá, y en la noche yo

paso a comer también” (“Vanesa”, 24 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

En la familia se encuentra el apoyo necesario en caso de necesidad económica, ya

sea que el sueldo les sea insuficiente o que sean despedidas, en este núcleo encuentran

la solidaridad que les permite sobrevivir, al menos alimenticiamente en lo que se

encuentra otro trabajo.

“Sabes que si te quedas sin chamba, entre tu mamá, tu papá y tus hermanos te van a

echar la mano por lo menos con la comida, o que si no te alcanza, pues es ahí donde pues

nos apoyamos, entre mis hermanos y yo nos cooperamos para la comida de los

chamacos, cada una hace una cosa y ya ellos saben que a la hora de comer llevan lo que

hicimos a la casa de su abuelo y ahí comen, o si una hermana no trabaja, le damos dinero

y ella hace la comida, y si una no tiene chamba, pues no le hace, en lo que encuentra

pues ahí está la papa” (Lourdes Martínez, 36 años, obrera de maquila, Tehuacán,

septiembre 2012).

Estas redes de solidaridad familiar son importantes para las obreras, tanto en su

cotidianidad, como cuando se involucran en un movimiento laboral, donde este apoyo no

sólo posibilita la manutención económica y la alimentación, sino que reafirma la decisión

de la obrera en participar.

“Cuando comenzamos con lo de Tarrant mi mamá nos apoyó mucho, porque estuvimos

como 3 meses sin chambear y ella se rifó, nos llevaba comida, sabía que estábamos en la

lucha y nos apoyaba (…) el apoyo de las familias es importante, algunas apoyan, algunas

no, pero es importante, porque cuando un obrero se mete a luchar, se avienta un tiempo

sin trabajar y que las familias apoyen es importante para que sigan luchando, que les

141

ayuden con los hijos, con la comida, sino se hace más difícil, porque si tienes que

mantener tu casa y no estás trabajando pues es difícil, y muchas veces las familias son las

que apoyan, asumen las comidas de los hijos, el cuidado de la casa, y además cuando la

familia te apoya te sientes respaldada, te da la certeza de que es justo por lo que luchas,

te anima pues” (Reyna Ramírez Sánchez, 30 años, ex obrera de maquila y defensora de

derechos laborales, Tehuacán, agosto 2012).

Cuando se levantan movimientos que llegan a oídos de las obreras, es común que

encuentren oídos atentos a su caso y se va generando expectativa entre las que se van

enterando, expresando su solidaridad.

“Ahorita escuché que no sé en qué maquila acaban de embargar la maquinaria, lo vi en el

periódico, salió una foto de cuando están sacando la maquinaria de la maquila, no sé

dónde mero es, en que maquila pues, pero pues yo si les apoyo, desde aquí pues, pero

creo que es bueno lo que hacen, eso de organizarse y quitarle las máquinas al patrón, eso

es bueno, a mí me dio gusto ver la noticia, porque pues no se vale como nos traen éstos,

eso es lo que debiéramos hacer todos aquí” (Mario Flores, 43 años, obrero de maquila,

Tehuacán, agosto 2012).

Solidaridad que se materializa en forma de alimentos o cooperaciones en los botes

de las obreras que están afuera de la planta en procesos de lucha.

“Cuando el plantón llegaron unas señoras con frutas, verduras, aceite, un señor nos llevó

pan, café, y yo decía “¿estos quiénes son, por qué nos apoyaban?”, otro señor en una

camioneta que nos fue a dejar pan, tortillas, nosotros ni los conocíamos y solo decían “los

apoyamos, tengan un pancito aunque sea”, y pues eso se sentía bonito, saber que hay

gente que te apoya, que no importa si te conoce o no, que te ayuda de corazón, y eso yo

no lo había vivido, pensé que nadie nos iba a apoyar y vi que sí” (Carmen Elda Oropeza

Aguilar, 48 años, obrera de maquila, Tehuacán, septiembre 2012).

La solidaridad no deja de estar presente frente a una maquila que impulsa la

competencia, la individualidad entre ellas y dificulta la creación de lazos colectivos, toma

importancia en sus vidas, tanto en su cotidianidad, en el trabajo, como en los momentos

en que emprenden un proceso de lucha.

“En todo esto mis hijos me apoyan mucho, se dan cuenta de todo lo que vive uno, y

siempre me han apoyado, me apoyan con esto de las reuniones, y cuando hay broncas

con mi marido, entonces eso te da fuerza, saber que te apoya tu gente te da fuerza para

hacer las cosas” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, Tehuacán,

septiembre 2012).

A pesar de todo, no se ha perdido la solidaridad y el apoyo mutuo, muchas veces

ejecutándose sin mayor reflexión, muchas otras con toda la claridad respecto a la

necesidad e importancia de la solidaridad entre ellas.

“Es que hay que ser compañeros, que haiga compañerismo, eso no se debe de perder,

porque pues de por sí estamos jodidos, ahora sin compañerismo pues más jodidos

142

terminamos, debemos ayudarnos entre nosotros, ser solidarios pues, y no dejarnos solos”

(“Ángeles”, 48 años, obrera de maquila, Ajalpán, diciembre 2012).

2.- Se te acabaron tus borregas. Alientos que vienen a recordar que la lucha no se

ha acabado: La lucha en Exportadora de Pantalones S.A.

2.1.- Hasta que un día no se puede más.

En julio del 2011 irrumpió una lucha que llegó a recordar que las trabajadoras no estaban

derrotadas. 65 obreras de la empresa Exportadora de Pantalones S.A., habían decidido

llamar a dialogar a su patrón, después de un año en que sus condiciones laborales venían

empeorando cada vez más.

“El encargado era el que más nos trataba de a mentadas de madre y eso me enojaba, te

revisaban la prenda y si tenías errores te aventaban la prenda en la cara “que eres

pendeja o qué, o no sabes trabajar” (…) y nos fue bajando el salario, hasta que llego a

darnos 200 a la semana, por eso nos enojamos todos (…) y eran re groseros, yo me

sentía humillada, me hacían sentir menos, y eso da mucho coraje, como que da dolor en

el pecho de ver cómo nos tratan” (Dolores, obrera de maquila, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Obreras de Exportadora de Pantalones S.A. en plantón.

Fotografía original: Rodrigo Santiago.

Un pequeño grupo comenzó a hablar respecto a organizarse entre susurros,

convencer a otras obreras y sondear a las demás.

“Queríamos hablar con el señor para arreglar las cosas, lo de los salarios más que nada y

los tratos, queríamos llegar a un acuerdo que fuera bueno, porque las operarias

estábamos ganando 200 pesos a la semana y a la manuales les daba 80 pesos a la

semana, ya un grupito como de tres compañeras comenzamos a hablar eso de hacer algo,

luego ya éramos ocho y así, habíamos estado hablando con otras para ver si jalaban”

(Florina Gómez, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

143

Comenzaron a confeccionar entre hilos y susurros sus voces, a impulsar una

respuesta, intentando en un primer momento encontrar respaldo en el sindicato118 al que

se encontraban afiliadas, lo que originó despidos y represalias patronales.

“Fuimos con el sindicato que es de la FROC-CROC a decirles que nos ayudaran,

queríamos que comenzaran con el emplazamiento a huelga, pero ni hizo nada, nos dijo

que según no podía hacer nada, incluso fueron unas compañeras a Conciliación allá en

Puebla, y ahí mismo el señor le dijo a su abogado “y a éstas que andan con lo de su

huelga de una vez arregla que ya no se presenten mañana a trabajar” y así las despidió

(…) entonces ya mejor comenzamos nosotras a organizar, a planearlo bien entre

nosotras” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

El descontento entre las obreras se fue acumulando, la mayoría salió a buscar

trabajo en otra maquila, pasando de ser 500 trabajadoras, a quedar sólo 65. Las que se

quedaron fueron poco a poco decidiéndose a emprender un proceso de lucha “más que

nada por dignidad”.

“Comenzó a hacernos trabajar de más, no pagaba horas extras, quitó las utilidades y el

seguro, creo que el enojo fue por la explotación hacia la gente y la falta de consideración,

por no darle a la gente lo que le correspondía, ya no trabajábamos a gusto (…) y también

pues él venía de Miami y se daba las vacaciones, y llegaba bien bronceado (…) eso fue lo

que hizo el enojo de la gente” (David Curios, 41 años, obrero de maquila, Tehuacán, enero

2012).

El 4 de julio del 2011 las 65 obreras decidieron gritar “ya basta”, anunciándole a su

patrón “se te acabaron tus borregas”, con un paro de labores al que la gerencia respondió

encerrándolas en la planta.

“Íbamos a impulsar el paro de labores, llegamos y pues paramos todas, queríamos hablar

con el patrón, pero no estaba y en ese momento nos pusimos en nuestro plan, nos

aventamos al paro “no vamos a trabajar hasta que venga y hable con nosotros”, entonces

el gerente dijo “bueno, si no van a trabajar, entonces salgan” pero no nos salimos, nos

quedamos adentro sin trabajar, el gerente le dijo al policía que cerrara la puerta y que no

dejara entrar ni salir a nadie, incluso no nos dejaron meter com ida” (Carmen Elda Oropeza

Aguilar, 48 años, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio

2011).

Comenzaron las llamadas a familiares, amigos y a la gente del Colectivo de

Obreras Insumisas, anunciando que habían decidido hacer un paro y que habían sido

encerradas por el encargado. Afuera de la planta comenzaron a llegar familiares y el

118

Sindicato Industrial de Trabajadores y Empelados en General de la Confección de Ropa, Fabricación, Venta y Distribución, Maquilas, Conexos y Similares del Estado de Puebla “Manuel Rivera Anaya”, afiliado a la Federación Revolucionaria Obrera y Campesina (FROC), que a su vez está federada a la Confederación Revolucionaria Obrera y Campesina (CROC).

144

Colectivo, para introducir alimentos y agua para las obreras en paro, y darles asesoría

legal.

“No teníamos agua, ni comida, entonces comenzamos a llamarle a las familias, al

Colectivo, los compañeros que supieron que estábamos encerrados, ellos nos metieron

bolsas de agua por las rendijas, nos metieron tortillas y queso, así en bolsas, por debajo

de la puerta porque no nos dejaron meter nada de comida, y los del Colectivo llegaron a

apoyarnos, así se empezó esto, ahí ya vimos que jalaron casi todas las compañeras, no

sabíamos que iba a pasar, nunca habíamos estado en un proceso así, pero pues ya

estábamos ahí, ese día dijimos “ya basta”, porque era ya insoportable tanta injusticia,

teníamos que hacerlo por dignidad, era decir “ya basta, somos obreros y tenemos

dignidad” “se te acabaron tus borregas” (Susana García, 32 años, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2011).

El 4 de julio las obreras pararon las máquinas, dejaron de bailar las piernas entre

pedales y palancas, dejando la prenda sobre las mesas de trabajo.

“Ahí estuvimos todo el día, hablamos un poco de que había que organizarnos y seguir

adelante, que ya habíamos comenzado y que teníamos que seguirle, volvimos al otro día

pero ya estaba cerrada la maquila, nos dijeron que ya no había trabajo, y así fue cuando

tuvimos que quedarnos afuera de la maquila, así fue como nos pusimos en plantón ahí en

la calle, como con cosa pues, porque nunca habíamos estado en una situación así, no

sabíamos que hacer, que iba a pasar” (Entrevista colectiva, ex trabajadoras de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2011).

Entre sentimientos de miedo, angustia e indignación estalló el conflicto donde las

obreras decidieron luchar “por mera dignidad”.

“No sabía que iba a pasar, yo pensaba que no podíamos hacer nada, pero ese día pues

me sentí diferente, estaba yo muy enojada pues, de tanto que nos hacían, porque sí, una

tiene miedo de perder el trabajo, pero fue más fuerte esto de luchar por nuestra dignidad,

porque somos obreras y tenemos dignidad y no se vale que nos traten así, entonces pues

ya basta, ya basta de esto, así dijimos, fue más fuerte el enojo y la dignidad, así empezó

esto, y de ahí pues al otro día llegamos, pensando que íbamos a trabajar y pues no, ya

habían cerrado la maquila, nos querían echar, pero no nos fuimos” (Florina Gómez, ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S. A., Tehuacán, agosto 2011).

2.2.- La primera victoria.

El grupo comenzó un proceso de legal y de lucha demandando la reinstalación en el

puesto de trabajo, custodiando la maquinaria, marchando por las calles e irrumpiendo en

las oficinas de la JECA #7119.

“Pensábamos que íbamos a llegar a dialogar con el señor, pero ya no abrió, nos dijeron

que ya no iban a abrir, que nos fuéramos, pero no nos fuimos, ya habíamos hablado de la

demanda, habíamos ido a quitarles los papeles a los del sindicato, nos pusimos de

119

Junta Especial de Conciliación y Arbitraje #7

145

acuerdo, fuimos a Conciliación y nos metimos todos, y ahí fue que vimos lo de quedarnos

a cuidar la maquinaria” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán agosto 2011).

Rodrigo Santiago interpuso la demanda laboral y las obreras comenzaron un

plantón acompañadas por el COBI que duró 11 días en las afueras de la maquila.

“Al principio pues una piensa “eso cómo pa qué”, se me hizo muy difícil romper con el

miedo de perder el trabajo y eso, no sabíamos que hacer, ni que iba a pasar, si la gente

nos iba a apoyar, no sé, siempre nos dijeron que nosotros no podíamos hacer nada y creo

que eso fue de lo más difícil, romper con ese pensamiento de “no podemos hacer nada”,

ahí fue cuando comenzamos a ver que sí podíamos” (Dolores, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Comenzaron a conocerse, a aprender a hablar, decidir, asumir su capacidad de

acción, acompañadas por las lluvias y el café en sus días y noches de guardia.

“Ahí fue cuando comenzamos a conocernos, a hablarnos, ya éramos compañeras de

trabajo, pero no éramos compañeras en verdad, vimos que estábamos juntas y que

teníamos que estar juntas, ahí yo me di cuenta que eso de que mantenernos siempre en

friega hace que no nos hablemos, y si no nos hablamos pues no nos conocemos y no

somos una misma cosa, cada quien su lado, y durante el platón es que yo comencé a ver

que éramos compañeras y que teníamos que estar juntas, y ahí comenzamos también a

aprender que podíamos defendernos” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Este periodo fue “un despertar”, dice una obrera sentada en la banqueta.

“Para mí fue como un despertar, estaba yo muy enojada, no veía de lo que somos

capaces los obreros, eso de organizarnos, luchar, defender la dignidad, fue ahí cuando lo

del plantón que vi que si valíamos y que no era cierto eso que nos decían los patrones de

que nosotros no importamos ni valemos, ahí vi que sí que podíamos, que sí que valemos”

(†Lucina Álvarez, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, abril 2012).

Comenzaron a aprender a discutir, tomar acuerdos, decisiones, un aprendizaje

donde hablar en colectivo implica lidiar con diferencias.

“Nunca había sido tomada en cuenta, estamos acostumbrados a que nos digan que hacer

y cómo hacerlo, entonces cuando comenzamos esto no sabíamos cómo hablar en

conjunto, como escuchar al otro, como decidir las cosas, eso lo empezamos a aprender

allá afuera, a hablar, discutir, tomar decisiones, hacer las cosas entre nosotras mismas

pues, ahí comenzamos a aprender a decidir y a hacer las cosas” (Dolores, ex trabajadora

de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Fueron aprendiendo a perder los miedos, expresar descontentos, alzar la voz y

enunciar los enojos.

146

“Los primeros días todo era nuevo para mí, hablar, alzar la voz, todo eso me daba, no era

miedo en sí, pero sí un poco, pero ahí en la calle fuimos agarrando confianza en nosotras

mismas, fui agarrando confianza, en mí, en las compañeras y compañeros, y con los días

fui perdiendo el miedo, comencé a aprender a hablar, a alzar la voz, a sentirme digna de

estar ahí afuera luchando y decir somos dignas” (“Celia”, 33 años, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, enero 2012).

En esa banqueta, arropadas por cobijas, el grupo de obreras tuvo que enfrentar

intentos de la patronal de sustraer la maquinaria.

“Hubo veces en que llegaba el patrón, el señor ese Pantoja que era el gerente, llegaban

con varios hombres, se burlaban, querían asustarnos, intimidarnos pues, decían “ahorita

mandamos a la policía a que las levante por revoltosas y no van a conseguir trabajo en

ningún lado”, sacaron algo de papelería y computadoras, luego volvieron con camionetas,

pero ahí si no los dejamos sacar nada, al principio sí se pusieron pesados, pero cuando

vieron que nos juntamos nosotras, ya no decían nada, solo dejaron las cosas” (Florina

Gómez, 41 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, agosto 2011).

Esas banquetas fueron el reducto donde comenzaron a aprender a organizarse, a

dialogar entre ellas, conociéndose, asumiéndose en colectivo.

“Allí comenzamos a aprender, a organizarnos, hablar entre nosotras, nunca nos habíamos

visto como siendo lo mismo, o sea como compañeras pues, como que ahí nos vimos a

través de otro lente, más antes pus solo me veía como yo sola, ahora puedo vernos como

algo mismo, como una misma cosa, como compañeras pues, la maquila nos enseña a no

vernos así, tampoco es tan fácil, pero es bonito ver que podemos vernos así y que

podemos pus mirarnos diferentes” (Alejandra, obrera de maquila, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Sintieron la solidaridad que llegaba en forma de una moneda, una bolsa de pan, de

frutas, o en simples palabras que enuncian eso que el anarquismo y otras propuestas de

lucha conciben como uno de los pilares para la transformación social y que ha sido

enunciada como “la ternura de los pueblos”: la solidaridad

“Ver que la gente nos echaba la mano, nos traían pan, comida, nos daba aunque un

pesito, una frutita, o solo palabras, eso también es bonito, gente que ni nos conoce, ni

nada, así como eso de conocer a la mujer de Corea, o las de acá de Calpulalpan, que son

de un sindicato que está luchando, hasta me daban ganas de llorar, porque nunca me lo

imaginé, es cómo que da fuerza, ya ganamos con eso de haber podido vernos diferente y

saber que no estás sola” (Alejandra, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

Se enfrentaron a ellas mismas, sus miedos y limitaciones, ahí es donde

encontraron su primer victoria.

“Lo primero que tuvimos que enfrentar, pus que fue romper con los miedos propios de

nosotras, eso de saber que sí valemos, que podíamos actuar y luchar, darnos cuenta de

147

que somos capaces, esos primeros pasos fueron nuestras primeras batallas, el habernos

aventado al paro, al plantón, a la demanda y ahí en la calle comenzamos a romper con

eso que nos habían dicho que éramos, empezar a ver sí podíamos hacerles frente y

decirles “ya basta”, ahí es donde está nuestra primer victoria” (Carmen Elda Oropeza

Aguilar, 48 años, obrera de maquila ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, enero 2012).

La lucha las llevó a la necesidad de aprender algo que la maquila con su dinámica

evita: considerarse y construirse en colectivo.

“De las cosas más difíciles creo que fue lo de tener que aprender a ser juntas, porque

estamos acostumbradas a mirarnos individualistamente, solo una y ya, ahí comenzamos a

vernos en el espejo, a hablar entre nosotras, comunicarnos, si no sabemos comunicarnos

no sabemos organizarnos, entonces pues ahí cuando lo del plantón comenzamos eso

pues, aprender a comunicarnos, aprender a hablarnos, a escucharnos pues y eso fue de

lo primero” (Susana García, 32 años, obrera de maquila ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Comenzaron a asumir que la victoria sobre su patrón dependía de ellas

directamente, de su accionar.

“No podíamos quedarnos esperando namás sentadas, teníamos que peliar, tuvimos que

hacer el paro, el plantón y marchar, ganar depende de nosotros pues, no de ellos, ni de la

Junta, ni de nadien, puro de nosotros, si nosotras no luchábamos pus nadien iba a venir a

entregarnos lo que nos corresponde, el Rodrigo y ellos siempre nos decían eso “tienen

que ser ustedes las que decidan”, entonces ahí jue que comenzamos a ver que nadien iba

a luchar por nosotras” (Reynalda, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, enero 2012).

Los primeros días de lucha en las afueras de la maquila fueron vividos con

intensidad por las obreras, envueltas por una serie de emociones diferentes.

“Fueron poquitos días pues, pero fueron como muy llenos de cosas, comenzar a aprender

cosas pues, lo vivimos como con mucho sentir, buenos y malos, porque en veces era

emoción de ver que podíamos hacer las cosas, luego era como miedo, como tristeza a

veces, como alegría de vernos juntas, de ver que sí que podíamos, te digo, que fueron

pocos días pero se hacía un nudo en el pecho, a veces de miedo, a veces de alegría, a

veces de emoción pues, otras de tristeza o algo así” (Susana García, 32 años, obrera de

maquila ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

La lucha se dio también en las oficinas de la Junta Especial de Conciliación y

Arbitraje #7, donde irrumpían llenando la pequeña oficina, recargándose en sus escritorios

llenos de pilas de papeles.

148

“Cuando llegamos allá a Conciliación no querían atendernos a todas, querían que solo

unas de nosotras pasáramos a la oficina del Conde120

, nos decía “elijan un comité y ellas

que pasen”, pero habíamos decidido que pasábamos todas en bola, nos metimos hasta la

oficina del mismo presidente, ni cabíamos en la oficina, así nos metimos todas apretadas

(…) ahí luego nos encontrábamos al Humberto ese que es el abogado del patrón, se

burlaban de nosotras para desanimarnos yo creo, se burlaban del Rodrigo, porque él pues

no es licenciado” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A, Tehuacán abril 2012).

El 15 de julio, con una rapidez inusitada, el presidente de la Junta otorgó el

embargo precautorio en favor de las trabajadoras.

“En todas partes las Juntas de Conciliación están vendidas, acá ha sido así siempre

históricamente, pero ahora creo que por las broncas políticas que tiene en Puebla y por la

presión de las compañeras, no le quedó de otra más que dar el embargo, y más

sorprendente es que diera el embargo bajo nuestro resguardo, eso sí nunca había pasado

aquí, no sé si en otros lados haya pasado, pero acá nunca, él no quería, pero yo insistí en

que legalmente no había impedimento, así dio el embargo” (Rodrigo Santiago Hernández,

36 años, defensor de derechos humanos y laborales, Tehuacán, enero 2012).

La ejecución del embargo se hizo el mismo 15 de julio, apenas dando tiempo de

correr, llamar por teléfono, conseguir dinero, conseguir un tráiler y un cerrajero que fuera

certificado por la JECA. Con la ejecución del embargo precautorio bajo resguardo de las

obreras se cerró una etapa importante de lucha que vivieron llenas de emociones

encontradas y de aprendizajes.

“Nunca habíamos estado en esa situación y fue como que muy rica, aprendimos mucho,

nos miramos de forma diferente pues, yo nunca volveré a verme igual a mí misma, fueron

muchos sentimientos, desde miedo hasta la alegría de lo que íbamos logrando, el ir

aprendiendo a decirnos “compañera”, así de verdad, el ver que si nos juntamos y

organizamos sí podemos hacerles frente, y que sí valemos y podemos, todo eso fue muy

emocionante pues, todavía tenemos que aprender a escucharnos, mirarnos, conocernos,

comunicarnos, llegar a acuerdos, organizarnos, que podamos escucharnos y tomarnos en

cuenta entre todas, ahí decidimos que si bien sí habría un comité, este no podría decidir

las cosas, que en realidad eso del comité sería para hacer trámites y eso, pero que en

realidad el comité no decidiría, ni mandaría, ni nada pues que seriamos todas por igual y

que tanto valdría mi voz, como la de la otra, o sea entre iguales pues, entre compañeras,

por eso es que las cosas decimos que se deben decidir en asamblea, haciendo valer las

voces de todas por igual y no que sea que unos decidan y manden, porque eso es lo que

hacen los patrones y si queremos cambiar las cosas, tenemos que hacerlas diferentes”

(Entrevista colectiva, obreras de maquila, ex trabajadoras de Exportadora de Pantalones

S.A., Tehuacán, agosto 2011).

120

En ese momento el presidente de la JECA #7 era el Lic. Alejandro Conde, por lo que muchas de las referencias son hacia “el presidente”, “el viejo ese”, “el Conde” o por su apodo “El Chaneque”

149

Esta etapa del proceso de lucha culminó con la ejecución del embargo precautorio,

una imagen que llenó los medios locales tanto escritos, como electrónicos: Un grupo de

obreras abriendo una maquila con esmeriles, entrando con lágrimas en los ojos mirando

las máquinas donde ellas habían dejado su vida, tapándose los rostros, lágrimas que se

mezclaban con sonrisas, moviendo máquinas, llegando así la primera victoria legal sobre

su patrón, su primer sentimiento de justicia.

“Yo nunca me había imaginado que estaría llevándome las máquinas, primero me dio

como tristeza, muchos años trabajé ahí, no sé, pero también como alegría, se me hacía

nudo la panza, ese día como que me desbordaba de todos los sentimientos que puede

uno sentir, rabia, coraje, enojo, dolor, tristeza, pero también alegría, dignidad, ternura, no

sé, saber que habíamos podido embargarle las máquinas al viejo, pensando “ahora sí nos

chingamos al patrón, una de cal por todas las de arena, no qué éramos mensas y que no

podíamos ni tocarlo”, no cabíamos de emoción, estábamos haciendo justicia y lo logramos

nosotras, no la Junta, no el patrón, no el gobierno, sino nosotras” (Carmen Elda Oropeza

Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, agosto 2011).

2.3.- Ya nos somos las mismas.

A partir de su experiencia de lucha y organización las obreras comenzaron a transformar

la concepción de sí mismas, como personas y trabajadoras.

“No sé cómo explicarlo pues, solo que ya no soy la misma desde esto empezó, me cambió

pues, miro hacia atrás y creo que sí, que ya no soy la misma, que ya no puedo ser la

misma desde ese momento (…) cómo que crecí, cómo que me miro más fuerte, más

digna, más cómo grande, es todo pues, no solo una cosa, cambié mi forma de verme, de

ver a las demás, de ver mi trabajo, mi familia, a mis compañeras” (Susana García, 32

años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán,

abril 2012).

Durante el proceso de lucha fueron transformando la forma en que se miran a sí

mismas.

“No sé cómo se podría explicar, lo que pasa es que creo que ya no me miro igual que

antes, haga de cuenta que antes pues me veía a mí misma así a veces como que fuera

solo una cosa que se sienta diario a trabajar, o sea que sí pues, siempre he sabido que

soy una persona y que tengo nombre, pero luego hasta te sientes sólo una cosa (…) ahora

me veo diferente, sé que soy obrera y que como obreros valemos, importamos, porque sé

que sin mí ellos (los patrones) no serían nada, porque es nuestro trabajo lo que les hace

ricos, ahora sé bien a bien que no soy eso que decían de nosotros, que si mensos, que sin

importancia, que no valemos, que no importamos, que nada podemos hacer, ahora sé que

sí, soy obrera y soy pobre, pero aprendí que tenemos dignidad y que podemos luchar”

(“Martha”, 34 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, julio 2012).

Este tipo de afirmaciones es constante entre las obreras del grupo.

150

“Ya no nos miramos igual (apunta una de ellas) y nunca me podré volver a mirar igual que

antes, -además (apunta otra) sabemos que tal vez perdamos esto y que claro que

volveremos a la maquila, muchas ya volvieron porque eso somos, obreras, eso es lo que

sabemos hacer, pero le digo que yo ya no me vuelvo a ver igual, -y le decimos (apunta

otra más) que sabemos que volveremos a la maquila pero ya no somos las mismas, ahora

sabemos que valemos, que importamos y que si queremos podemos hacer las cosas,

luchar por cambiarlas pues, y eso es un cambio total, porque yo antes pensaba que pues

así eran ya las cosas y que no podíamos hacer nada, -pero ahora (le interrumpe otra más,

que apenas sonríe) sabemos que somos obreras y que nosotras somos las que hacemos

andar las fábricas, sin nosotras, ellos (los patrones) son nada” (Entrevista colectiva,

obreras de maquila, ex trabajadoras de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, enero

2012).

Al transformar la concepción de ellas mismas, también se transformó la

concepción de la otra y de lo colectivo.

“Siempre usé la palabra compañera, pero creo que no la entendía, nunca había visto a mis

compañeras como compañeras (…) o sea que ser compañeras es no sólo trabajar juntos,

sino que es saber que somos una misma cosa, que junto con la otra puedes hacer cosas,

es saber que la otra persona está contigo, es decir que ves a la otra como tu igual, la que

te acompaña en una situación, porque solo así somos compañeras, cuando nos damos

cuenta que somos lo mismito, así como la lluvia que son muchas gotas de agua juntas,

así, eso es ser compañeras, y eso yo no lo veía, yo antes veía a mis compañeras si acaso

como la que se sienta junto a mí, en veces amigas, como alguien más que ni me va ni me

viene, pero ahora sé que estamos atadas a la misma suerte y el cambiar las cosas

depende de nosotras, de estar juntas y considerarnos compañeras” (Dolores, obrera de

maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Esta concepción de “ser compañeras” es compartida más allá de las amistades y

enemistades, de afinidades y subgrupos, entre las obreras del grupo reconocen no ser

amigas entre todas, pero sí compañeras.

“Tampoco es que seamos todas amigas, la verdad es que no, hay las que no nos

llevamos, las que somos amigas, las que pensamos más o menos igual y así pues, como

de por sí es esto de los chiles, no entre todas nos llevamos bien, hay varios grupitos, están

las doñitas que siempre están calladas, ellas no pelean con nadie, está como el grupito

que son las que más metidas están en esto, Susana, Doña Carmen, Doña Lola y ellas,

están desde luego los hombres, no son muchos pero son un grupito, están las que casi no

se meten en nada y nosotras que ni mucho ni tan poco, o sea somos varios grupos y no

siempre nos caemos bien, pero es de reconocer que todas somos compañeras pues,

porque eso sí me enseñó esto, que para lograr las cosas necesitamos hacerlas entre

nosotros pues, juntos, o sea que somos iguales y nos necesitamos y así, entonces a pesar

de que muchas no somos amigas y que luego la verdad si nos caemos mal, pues en esto

somos compañeras” (“Rosario”, 29 años, obrera de maquila, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

No sólo se comienza a trastocar la concepción de ellas mismas y de la otra, como

compañera, trastoca su concepción del trabajo.

151

“Es como que digamos algo así como que despertaras y comienzas a ver todo diferente,

una misma, a tu compañera, tu vida, tu trabajo, todo pues (…) ahora entiendo que los

patrones siempre nos roban nuestro trabajo, el otro día nos lo explicaban, no muy luego

entiendo, pero pues sí, o sea que aunque el patrón nos pague bien y todo, aun así él nos

está robando (…) luego con esto te vas abriendo los ojos, ves que el trabajo no te

pertenece, que no te dejan participar, y ahora que hablan que de la cooperativa, pues no

sé, suena bonito eso de que una sea dueña de su trabajo, que una sea quien tome las

decisiones, además pus resulta que una vive pa trabajar pues y no al revés que es como

debiera ser, porque ahora que le veo, pues sí parecemos esclavos sólo que nos dan

dinero y ya con eso creemos que dejamos de ser esclavos (…) yo no conozco eso que

dicen que un trabajo digno, sí soy digna y trabajadora, pero no sé lo que es trabajar en

condiciones dignas, donde mi trabajo sea parte de mí, de mi vida, sí me gusta mi trabajo y

me da orgullo saber trabajar, pero no me gusta como es la cosa” (†Lucina Álvarez, obrera

de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

La transformación de las concepciones no se limita solo a la cuestión laboral y

organizativa, trastoca la vida personal, como mujeres, en sus familias.

“Yo desperté en muchos sentidos, aprendí a valorarme, o sea como que me cambió la

visión de todo, me di cuenta que no puede una dejar de valorarse como persona, como

trabajadora, como mujer, a partir de esto, de las pláticas que hemos tenido, de los talleres

y eso, he visto que una como mujer está jodida, porque mire somos obreras y nos jode el

patrón, pero llegamos a casa y el marido nos quiere chingar también, porque una tiene

que trabajar y aparte llegar a atender la casa, y el hombre pocas veces colabora, entonces

pues más jodida está la cosa y nos ven como criadas casi, entonces eso también me

cambió, yo ya dejé también las cosas en claro con mi señor, yo ya le dije que no soy su

criada, que tiene que cooperar en la casa, se tiene que lavar su ropa y eso, que no soy

criada de nadien, ni del patrón, ni de él” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera

de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre

2012).

Varias compañeras comenzaron a asumir una actitud similar en sus relaciones

personales.

“Pues no sólo me di cuenta de esto de la cosa laboral y de las injusticias, sino que también

me di cuenta de toda esta cosa que nos dicen en los talleres, que del género, que

tenemos que ser no iguales, sino equivalentes entre hombres y mujeres, que nadie tiene

porque decirme como vestirme, como caminar, ni nada, que la única dueña de mi cuerpo,

de mis decisiones debo ser yo, ni tan si quiera el novio, el esposo o los papás, sino que

una misma tiene que empezar a tomar el control de su vida, aunque sea de poco en poco

pero comenzar, y lo primero es asumir que nadie puede ser tu dueño, ni tu patrón, ni tu

esposo, ni tu padre, sino una misma, y que eso es ser digna” (“Gabriela”, 24 años, obrera

de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Entre los hombres, que son minoría frente a las compañeras, estas

transformaciones también se dan, sobre todo respecto al tema laboral y organizativo y

algunos comienzan a cuestionarse en cómo se conciben como hombres.

152

“Como ve somos pocos hombres y participamos menos, se chivean porque las compas

son más y han tomado los papeles más activos, es que ellas son más aventadas, más

decididas creo, aunque luego uno como hombre no quiera aceptarlo, ya sabe, ahora

estamos en un taller que nos dan, ahí uno va aprendiendo cosas, no muchos vamos, pero

yo si voy, porque es como decía una compañera “si no te cuestionas, ¿cómo piensas

cambiar?”, ahora yo con lo que he aprendido pues no, no soy el mismo, ahora sé que

como obreros sí importamos y podemos hacer las cosas, solo es cosa de juntarnos y

organizarnos, de ser compañeros, y empiezo a entender que como hombre no soy mejor

que la mujer, que tenemos que ser compañeros ahí también en la pareja, en la vida, y eso

implica vernos como iguales, bueno no iguales iguales, pero sí en igualdad pues, y

compartir las tareas, decisiones y eso, ser compañeros en la familia, en el amor y

quitarnos esas mensadas de “yo soy hombre y soy más que ellas” y así” (Robertino,

obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto

2012).

No pocas fueron las transformaciones en las concepciones del grupo, algunas a

nivel personal, otras a nivel organizativo, respecto al trabajo, pero en general lo que se

transformó en una y otra cuestión fue la concepción sobre sus capacidades.

“Sí cambiamos aunque poquito, aún no del todo porque siento que nos falta muchísimo

todavía, pero por algo se empieza, ¿no?, yo lo que pienso así más, más que cambie, en la

forma de verme, es que ahora me veo capaz de hacer las cosas, aventarnos a luchar

juntos nos hizo darnos cuenta de que sí somos capaces de hacer las cosas, de luchar, de

decir “ya basta” y pelear, capaces de aprender, a escucharnos a organizarnos, capaces de

vernos y pensarnos diferentes a nosotros mismos, nuestras vidas pues, a nuestros

compañeros, nuestras parejas, eso creo que fue lo que cambió en general, al menos en

mí, y creo que de manera general en mis compañeras y compañeros también, que antes

no nos sentíamos, no nos sabíamos capaces de hacer nada y creo que por eso mismo no

lo hacíamos, si no te sientes capaz ni lo intentas, ahora sé que soy capaz, que importo y

que juntos podemos hacer mucho” (Teresa, obrera de maquila, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Asumirse capaces implicó comenzar a asumir sus posibilidades de luchar por

transformar su realidad, asumen que su transformación apenas comenzó, iniciaron esa re

significación de ellas mismas, de la otra, de su trabajo, su realidad, sus posibilidades y

sus capacidades.

“Es que ha sido algo, no sé, yo creo que sí es bonito, que es importante todo esto que nos

está pasando, pero no es fácil, no se crea que así de un día a otro como por magia cambió

la cosa, no, fue de pensarle, darle vueltas, a uno le da miedo cambiar, le da miedo

aventarse, porque no es fácil, pero es inevitable porque no se puede sostener la situación,

tenemos dignidad y no podemos dejar que sigan así las cosas y no es fácil cambiar la

forma de ver las cosas, de verse una misma, cuesta su trabajo, pero creo que poco a poco

ahí vamos, aunque de a poquito ¿no?, por algo se empieza, y cuando se empieza se abre

un mundo ante los ojos, muchas cosas, chances de hacer, de cambiar, aunque sea aquí

en lo inmediatito, en una misma, pero me queda claro que eso es largo, pero ya

empezamos de menos, ya comenzamos el camino, y eso ya es un paso, no sé qué vaya a

153

pasar, sólo sé que ya no somos las mismas, tomamos la voz y la alzamos, somos

importantes y podemos luchar para cambiar las cosas, y me di cuenta que sí somos

capaces de hacerlo, de pensarlo y eso ya cambia la visión del mundo todo” (Carmen Elda

Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

2.4.- La larga lucha.

Este proceso de lucha se desarrolló durante 18 meses, desde julio del 2011, hasta enero

del 2013 y podemos dividirlo en cuatro diferentes etapas:

1.-Preparación-paro laboral: Esta etapa se vive durante el mes de junio, donde las

obreras comenzaron a compartir sus enojos y reclamos, a organizarse y culmina con el

paro laboral realizado el 4 de julio del 2011.

2.- Plantón-embargo: Esta etapa de lleva a cabo entre el 4 y el 15 julio del 2011,

durante la cual las obreras permanecen en las afueras de la maquila resguardando la

maquinaria, hasta que finalmente se declara el embargo precautorio de la maquinaria,

bajo su resguardo.

3.- Juicio-Laudo: Esta etapa es la más extendida, pues va desde el 15 de julio del

2011 hasta el mes de septiembre del 2012, cuando la JECA #7 dicta el laudo a favor de

las trabadoras, ordenando la reapertura de la fuente de trabajo y la reinstalación de las

trabajadoras.

4.- Negativa patronal de reinstalar-Adjudicación: Esta etapa duró entre la segunda

semana del mes de octubre, cuando la patronal ignora la orden de reapertura de la fuente

de trabajo, lo que lleva al grupo a preparar la adjudicación de la maquinaria que se realiza

entre el mes de diciembre del 2012 y enero del 2013.

Los momentos más significativos de este proceso de lucha se vivieron en las dos

primeras etapas, así como en la última de ellas, durante estas dos primeras etapas las

obreras comienzan un proceso de transformaciones en cuanto a sus concepciones, que a

la par es un proceso de aprendizaje que sigue durante la tercera etapa, pero con más

calma, en la cual se dan estas reflexiones sobre lo experimentado, es aquí cuando las

obreras van volviendo al trabajo en diferentes maquilas, algunas abandonando o

disminuyendo su participación en el proceso debido a diversos factores, otras, alrededor

de 35 manteniéndose de una u otra manera hasta el final del conflicto, asistiendo

semanalmente a reuniones, haciendo guardias en la casa donde quedó resguardada la

maquinaria, asistiendo cuando el juicio lo requirió, tomando talleres sobre diversos temas,

como género, organización, trabajo cooperativo, compartiendo espacios con otras luchas.

2.4.1.- Aprendiendo a ser nosotras: La reuniones.

Después de embargada la maquinaria fue trasladada a una casa, propiedad del hermano

de una de las trabajadoras, quien desde el principio las acompañó como “compañero de

todas”.

“Yo aquí, les dije que podían usar mi casa, porque yo creo que soy como compañero de

todas ellas, de todas, porque ellas son obreras y están luchando y lo que ellas están

haciendo yo creo, yo digo que es bien importante, porque yo soy obrero también, he

estado en las fábricas, en huelgas en las refresqueras y sé que los obreros deben de

154

luchar, soy su compañero y las apoyo, porque yo sé que los obreros tenemos que estar

juntos, no importando que sea yo de maquila o no, que las conozca o no, yo estoy en su

lucha y estaré hasta el final” (Ángel, hermano de una de las obreras en lucha, Tehuacán,

agosto 2011).

Reunión de obreras de Exportadora de Pantalones S.A.

Las máquinas se apilaron una sobre otra dentro la casa, dejando el patio como el

escenario del que las obreras se harían dueñas los sábados por la tarde. Minutos antes

de la hora de reunión, las obreras comenzaban a acercarse caminando por las vías del

tren, bajando de las combis que circulan por la colonia, atravesando calles y esquinas,

saltando las piedras de una calle sin pavimentar. Las primeras en llegar son las

compañeras que han ido asumiendo mayor responsabilidad y participación, Susana,

Carmen, Dolores, Florina, y van revisando lo que se necesita discutir, aportaciones para

pagar la luz, guardias, etc. No faltan los reclamos internos “es que las que no participan

nos dejan todo el peso a nosotras y no se vale”, y la contra argumentación “es que no es

que una no quiera venir a cuidar, es que no tengo con quien dejar a los niños”.

Estas reuniones por lo general son guiadas por Rodrigo Santiago en su calidad de

asesor jurídico, por Reyna Ramírez del COBI, o por las obreras que se han mantenido

más activas, con las obreras reunidas alrededor de un centro que muchas veces

permanece abandonado, formando un circulo que tiende a cerrarse cuando las

discusiones se encrespan y a abrirse cuando es una discusión en calma.

Rodrigo comienza por lo general preguntando “¿cómo se han sentido?, ¿cómo les

va en sus trabajos?”, “¿cómo se sienten ahora que nos dieron el embargo y que tenemos

las máquinas en nuestras manos?”. Invariablemente las reuniones comenzaban abriendo

un espacio donde ellas pueden platicar sobre su cotidianidad, su trabajo, lo que han

pensado y sentido durante el proceso de lucha.

“Es importante, creo, abrir un espacio para que ellas se comuniquen no solo con lo de la

lucha, sino su cotidianidad, su vida, que les ayude a mirarse en la otra, porque algo que

hace la maquila es meterlas en una dinámica individualista, donde no se identifican, por

eso creo que es importante que ellas tengan un espacio cada reunión donde puedan

expresar como se sienten, que piensan, como han estado, que problemas tienen en sus

chambas y así” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos laborales,

Tehuacán, enero 2012).

155

Esta dinámica propicia un espacio donde las obreras puedan iniciar desde su

cotidianidad, desde lo que piensan, lo que sienten, el cómo se sienten con lo que va

ocurriendo, impulsando que las unas se identifiquen en las otras.

“A mí me gusta como empieza las reuniones Rodrigo, porque no empieza con la cosa

legal, sino que empezamos con nosotras, con lo que sentimos, o recordando algo que

pasó, como lo del embargo, así empezamos la reunión, diciéndonos que sentimos en esos

momentos, todo ese sentimiento y eso me gusta porque tenemos esos momentos de la

reunión para hablar de eso, de nosotras y eso nos ayuda a conocernos, a ver que lo que la

otra sufre, lo sufre una también y eso a mí me ha ayudado a verme reflejada en las otras”

(“Gabriela”, 24 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones

S.A., Tehuacán, abril 2012).

Por espacios de entre 30 y 40 minutos el grupo comparte lo que siente de manera

libre, ya sea respecto a sus nuevos trabajos, los problemas económicos, al propio proceso

de lucha o cómo se van sintiendo en las actividades, compartiendo un momento de

acercamiento entre ellas. Mientras una habla las otras van afirmando con la cabeza o

negando, susurrando en grupos respecto a lo que se está diciendo, interrumpiéndose

para complementar lo dicho “es que sí, así como dice ella, esta feo el asunto en las

maquilas, donde quiera, simplemente lo ve una en donde está una trabajando y pa donde

mires está igual”, “es que ese día yo sí me sentí muy como raro, nunca imaginé que

podríamos quitarle algo al patrón, por eso creo que aunque perdiéramos al final, ya le

ganamos”, o rebatiendo “la verdad no estoy de acuerdo con eso, porque por decir algo, si

yo no he venido a la guardias o a las reuniones, no es porque no quiera o me haga

mensa, es porque no he podido”.

Rodrigo Santiago hace su parte, explicando la situación legal, los pasos a seguir, a

qué aspectos hay que poner cuidado, cómo deben de ser las declaraciones, intentando

que la situación quede lo más clara posible, atendiendo dudas, no sin hacer corajes,

regresando constantemente a explicar lo ya explicado.

“Rodrigo es el que nos explica la cosa legal, a veces se enoja por que no entendemos

luego, porque eso sí, es medio bien enojón, pero él nos explica todo lo legal, nos dice que

debemos y que no debemos decir, nos enseña las trampas que usan los abogados para

confundirnos, nos dice cuáles son las pasos a seguir en el proceso, nos cuenta de otros

procesos, de otros juicios pa que veamos cómo es la cosa. Al principio luego no

confiábamos mucho en él, porque pues veíamos que él no es licenciado, pero ahora le

tenemos confianza, porque para empezar ha demostrado que es nuestro compañero y ha

llevado bien el caso, no le ha fallado nada, entonces así” (Carmen Elda Oropeza Aguilar,

48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán,

julio 2012).

Una vez cubiertos los aspectos legales sigue el paso a las obreras, donde se

ponen de acuerdo respecto las guardias, cooperaciones, se citan si hay que asistir a las

oficinas de la JECA# 7, toma la palabra Susana, quien va tomando nota de las guardias,

las cooperaciones y revisando quienes asistieron.

156

“Es importante mantener las guardias en la casa, porque es responsabilidad de todas y

todos cuidar la maquinaria, tenemos que participar si queremos ganar y sólo lo haremos si

estamos juntas y nadie cuidará las máquinas por nosotras, entonces sí es bien importante

que cumplamos con los turnos, aunque ya no estemos en la calle, también recuerden que

tenemos que hacer la cooperación para la luz de la casa de Don Ángel, porque es luz que

estamos gastando para mantener cuidadas las maquinas”

Es en estas discusiones cuando se llegaron a dar enfrentamientos verbales entre

el grupo, a raíz de los reclamos hacia quien falta a sus turnos “es que tú no has venido ni

una vez, ni una, y entendemos que tengas tus hijos y que a veces no puedas, pero que ni

una vez hayas venido”, dice una obrera señalando a otra, sin que la respuesta se haga

esperar “pues es que no puedo, no es que no quiera, es que no puedo y si no se puede

pus no se puede”, discusiones respecto a la responsabilidad colectiva, entre voces que

van subiendo su tono.

Rodrigo y Reyna se hacen a un lado “es que este proceso es de ellas, ellas tienen

que resolverlo”, dice Rodrigo antes de verse obligado a interrumpir para calmar los

ánimos “compas, compas, a ver vamos a calmarnos y vamos a ver cómo podemos

solucionar sin pelearnos entre nosotros, sin insultarnos”, y se retoma la discusión, a veces

por horas sin que se lleguen acuerdos, hasta que al final se logran un punto de resolución.

“Es que tienen que aprender a discutir, las compas no han sido partícipes de procesos

colectivos, éste es el primero, entonces les cuesta y luego les ganan sus tiros entre ellas,

pues ya sabes, enemistades, antagonismos de personalidad y diferencias de opinión,

nosotros intentamos no meternos mucho, es mejor que discutan entre ellas, que aprendan

lo que es hablarse, construir un acuerdo o aceptar que no hay acuerdos, intervenimos

cuando vemos que la cosa ya está muy caliente, no tanto pa decirles que hacer, sino para

intentar que se escuchen, que entiendan la otra posición y apuntamos puntos de posibles

acuerdos que nos ayuden a saltar el asunto, porque cuando se calientan pues se calientan

y hay que meter paz y ya calmadas van llegando a acuerdos más o menos” (Rodrigo

Santiago, 36 años, defensor de derechos laborales, asesor jurídico del grupo de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2012).

Los desacuerdos por lo general se dieron en el ámbito de las guardias,

cooperaciones o respecto a decisiones tomadas cuando no estaban presentes las

inconformes, ante lo cual reclaman su derecho “a ser escuchadas, aunque no haigamos

estado la reunión pasada”, o bien ante acuerdos tomados con anterioridad, pero que se

considera que ya no hay acuerdo.

Otras veces se organizan pláticas con invitados que vienen a intercambiar

experiencias. Se encontraron en julio del 2011 con obreras de Sandak-Bata, afiliadas

SUTCS121 que junto con el FAT122 estallaron una huelga el 18 de julio del 2011, de igual

manera se reunieron con Nam He fundadora del KWTU123 , quien les visitó en agosto del

121

Sindicato Único de Trabajadores de Calzado Sandak 122

Frente Autentico del Trabajo 123

Korean Women’s Trade Union, (KWTU). En español Sindicato de Mujeres Trabajadoras de Corea.

157

2012, compartieron espacio con integrantes de Bamboo Cooperativa124 en septiembre del

2012, algunas integrantes del grupo visitaron Cooperativa Eskina Victoria125, grupos de los

cuales escucharon su historia de lucha, compartiéndoles la propia.

De igual maneras el grupo conoció algunas luchas a partir de videos,

documentales, pláticas y otros materiales, como la toma de la fábrica Cerámica Zanón en

Argentina en el año 2001, por parte de los trabajadores afiliados al SOECN126 que

actualmente es conocida como FASINPAT Cerámica Zanón127, así como luchas en el

mismo Tehuacán, a partir de pláticas con Rodrigo y Reyna o sobre el “Yo soy 132” que

irrumpió ante las elecciones presidenciales del 2012, así como una serie de documentales

realizados por Rodrigo Santiago respecto a las maquilas en Tehuacán, sobre el paso en

2006 del Subcomandante Marcos del EZLN y la participación de las obreras en ese

encuentro, documentales sobre la maquiladora en otras localidades, etc.

“Pues a partir de esto hemos conocido muchas cosas, muchas luchas, lo de Corea, los de

Tlaxcala, lo chavos estos de la clínica, los del café y otras más, los de Argentina y de otras

partes de acá de México, incluso de aquí mismo en Tehuacán, de gente que está

luchando, o que luchó por trabajo digno, de cooperativas que se cansaron de sus patrones

y se organizaron los mismos trabajadores para trabajar sin patrones, muchas luchas que

uno no sabía, que no tenía ni idea de que existían, ahora sé que hay mucha gente

luchando como nosotras, que los trabajadores siempre han tenido que luchar por ganar lo

que nos corresponde, porque no nos roben nuestro trabajo (…) todo eso yo lo desconocía

la verdad, y veo que en el mundo la gente está luchado, los trabajadores están luchando,

¡estamos luchando!, en todas partes los patrones son canijos y rateros, y en todas partes

la gente estamos luchando y eso me enseña que sí se puede luchar, que no somos solo

unos pocos y que vale la pena luchar, trabajadores, campesinos, estudiantes, todos pues”

(Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

En estas reuniones las obreras fueron construyendo sus acuerdos sobre cómo

decidir las cosas, cómo hacerlas, cómo organizarse, haciendo un reglamento interno,

donde se establecieron multas para quien no cumpla con guardias, cooperaciones, así

como la asistencia a reuniones, audiencias, etc.

“El acuerdo sobre la multas, pues lo tomamos en asamblea, decidimos que nos

multaríamos entre nosotras porque luego hay compañeros que se hacen mensos y se van

124

Bamboo Cooperativa es una cooperativa de salud que atiende en San Cristóbal, Ecatepec, proporcionando servicios de quiropráctica, acupuntura médica, podología, psicología, rehabilitación integral, maso terapia y salud dérmica.

125 Eskina Victoria es una cooperativa de trabajadoras que tiene una cafetería en el centro de la

delegación Tlalpan, en la ciudad de México, que surgió a partir de la huelga organizada en marzo del 2007 por lo que fuera el Colectivo de Trabajadores Asalariados de Cafetlán, afiliados al Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales Oficinas y Expendios Similares y Conexos (STRACC), afiliado al Frente Autentico del Trabajo (FAT), que después de 20 meses de huelga, decidieron comenzar un proyecto de trabajo cooperativo que se inauguró en febrero del 2009.

126 Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Nauquen.

127 Fábrica Sin Patrones Cerámica Zenón

158

y entonces es necesario que los compañeros entendamos que tenemos responsabilidad y

que no puedes irte, dejar la lucha y querer ganar, porque tenemos que tener claro que si

ganamos, es porque seguimos luchando y pues por eso las multas, pero no se descuentan

ahorita, sino que se van apuntando y cuando ya ganemos, de lo que le toca a cada uno,

es que de ahí se van a descontar las multas (…) No fue un acuerdo fácil, hay gente que no

estuvo de acuerdo, bueno, en su momento sí lo estuvieron todos, pero ya después dicen

que siempre mejor no, pero aun así la mayoría sigue estando de acuerdo, no fue fácil el

acuerdo” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Éste fue uno de los acuerdos más problemáticos, recurrentemente las compañeras

disidentes recolocaron el tema en la discusión del grupo.

“No estoy de acuerdo, la verdad sí lo estuve cuando se tomó, pero lo he pensado y pues

ya no estoy de acuerdo, porque por ejemplo, yo luego no puedo venir por el trabajo, por

los hijos, la familia, la casa y pues no se me hace justo, que se apliquen a tablarrasa las

multas, digo, a los que de por sí ya se fueron y nunca volvieron pues tal vez sí, pero a los

que bien que mal hemos estado aunque poquito pues no, porque si no hemos estado no

es porque no queramos y entonces se me hace injusto, sí sé que todas tienen igual familia

que yo y que igual trabajan y eso, o sea que no soy la única, pero me gustaría que

entendiéramos esto, pero pues también la mayoría sigue de acuerdo con el acuerdo éste,

la verdad” (“Patricia”, obrera de maquila, es trabajadora de Exportadora de Pantalones

S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Otro acuerdo fue referente a la toma de decisiones: no tener alguien que decida

por las demás, éste fue tomado desde el momento en que comenzaba el conflicto,

haciendo de la asamblea el órgano donde se tienen que tomar las decisiones.

“Lo primero que hicimos fue decidir que no queríamos un líder, ni alguien que tomara las

decisiones de todas, queremos que todas seamos tomadas en cuenta por igual, porque si

somos compañeras no podemos quitarnos esto entre nosotras, eso ya lo hacen los

patrones, los charros, el gobierno, por eso creemos que nosotras debemos hacer las

cosas de otra forma diferente a la de ellos, entonces no queremos líderes, ni que unas

decidan por todas pues tenemos que hacer las cosas como iguales pues, como

compañeras y donde hay un líder no hay compañeras, el líder aprende a puro mandar y

entonces no, queremos ser compañeras todas, todas iguales, sin líderes” (Entrevista

colectiva, obreras de maquila, ex trabajadoras de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, diciembre 2011).

Si bien las decisiones recaían en la asamblea, sí surgió un grupo que destacó en

su participación, que influía las discusiones y decisiones del grupo, este grupo se

conformó por las más obreras más participativas en el proceso, impulsando a las demás a

participar, a hablar y a asumir responsabilidades.

“Pues mire, que aunque no tenemos una líder, por que dijimos que nuestro líder es la

asamblea, sí hay compañeras que podría ser que fueran como líderes, o sea no líderes en

sí, porque ellas no deciden las cosas, pero digamos que como que son las más metidas

en todo, Susana, Doña Carmen, Doña Lola, la que más tal vez Susana, pero ese grupo, si

159

bien no son líderes porque ellas no deciden, sí son de las más entronas y si ven que

nosotras aflojamos, ellas nos jalan, no nos obligan pues, pero hablan y nos dicen y pues

ya le vamos entrando, y ellas marcan mucho las cosas, las discusiones, las decisiones, o

sea no las toman, pero sí marcan mucho y nosotras confiamos en ellas” (Teresa, obrera

de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Otro acuerdo importante fue considerar al momento de repartir la maquinaria a

aquellas compañeras que no fueran parte formal de la denuncia jurídica, incluyendo a

compañeras que al momento del cierre ya no se encontraban trabajando pero se

integraron al proceso de lucha, buscando una repartición equitativa para todas.

Se acordó que estos planes serían un proceso interno, más allá de lo que

jurídicamente les correspondería, la forma de lograr estas compensaciones equitativas

sería a partir de las multas establecidas. Se acordó destinar un porcentaje de la

liquidación como apoyo económico para Rodrigo Santiago por su labor como asesor

jurídico, que sería del 15% del total de la liquidación.

2.4.2.- Haciéndose dueñas de las máquinas y del trabajo.

En diversos días se realizaron trabajos de limpieza y mantenimiento de la maquinaria. La

dinámica consistía en que cada obrera por su cuenta llegaba y comenzaba a limpiar

máquinas, subiéndose en las mesas, pasando de una a otra, sacudiendo el polvo,

revisando agujas, aceite, mecanismos internos y de ser posible arreglando los

desperfectos.

“Tenemos que cuidar las máquinas, porque pues van a ser nuestras, en estas máquinas

están nuestros años de trabajo, nuestro sudor, nuestras vidas y ahora nuestra idea es

quedarnos con ellas, arrebatarle al patrón un poquito de lo tanto que él nos quitó, es

hacernos justicia a nosotros, pero también un poco a todos los trabajadores de las

maquilas y eso lo lograremos quitándole las máquinas, de por si pues ya son nuestras,

hemos estado hablando y hemos dicho que pase lo que pase no vamos a devolverlas, nos

las vamos a quedar y por eso tenemos que cuidarlas, porque estas máquinas son nuestro

trabajo, nuestras vidas” (“Chaparrito”, obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Se van subiendo a las mesas, pasando con trapos, desarmadores, riendo entre

ellas, recordando anécdotas del trabajo, recordando rencores “ahora nosotros tenemos

sus máquinas del pinchi viejo, si supiera que estamos subidas y caminando sobre las

mesas”, contando sobre lo que hace cada una de las máquinas, sobre el proceso jurídico

y sus expectativas.

“Yo nunca creíba que yo pudiera ser dueña de las máquinas del patrón éste, yo me siento

como si las máquinas jueran nuestras ya, y yo creo que pase lo que pase ya no se las

vamos a devolver, yo ya no quiero volver a trabajar para él, quiero quitarle las máquinas,

yo creo que ya no debemos devolvérselas, ya son como si jueran nuestras. Al principio sí

me sentía yo rara, como que triste, cuando esto empezó, pero ahora siento que ya vamos

ganando, porque le quitamos las maquinas al patrón” (Alejandra, obrera de maquila, ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., julio 2012).

160

Otra obrera de pie sobre las máquinas deja descansar el trapo, se recarga sobre

una máquina, sonríe y mira a Doña Alejandra que está de pie estirándose entre las mesas

para alcanzar las máquinas y apunta.

“Nunca nos hubiéramos imaginado que le quitaríamos estas máquinas al señor, de

quitárselas, de arrebatárselas, no solo el “si yo tuviera mis maquinas”, sino algo más

grande, que es “si nosotros les quitáramos NUESTRAS máquinas a esos viejos”, porque

es diferente pues, porque estas son nuestras máquinas, nuestras, el señor se hizo rico con

nuestro trabajo, entonces pues estas máquinas son nuestras, por eso hay que cuidarlas,

porque son nuestras” (Florina Gómez, 41 años, obrera de maquila, ex trabajadora de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Otro obrero desde un rincón alza la voz, mientras se va acercando entre las

máquinas, limpiándose las manos del polvo y el aceite.

“Es diferente ahora, porque nosotros siempre hemos sido los que hemos mantenido las

máquinas, los que le arreglamos, porque el viejo ni pagar mecánicos quería, entonces uno

se tenía que hacer cargo de su máquina, por eso le sabemos, pero ahora es diferente, no

sé, se siente diferente limpiarlas ahora, porque antes uno decía “yo cuido mi máquina”,

pero uno sabe que no es suya la máquina, uno sí le agarra el modo a su propia máquina y

hasta como que se encariña, aunque no sea tu máquina, uno dice “mi máquina”, pero

ahora no es así, ahora si bien no son mías, son nuestras, bueno, aún no lo son, pero ya lo

son” (“Martín”, 43 años, obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de Pantalones

S.A, Tehuacán, julio 2012).

Poco a poco las obreras van haciéndose a la idea de que las maquinas “son

nuestras ya”, asimilando que corresponden a “un poco de lo tanto que nos roban, o sea

que al final no son suyas, sino que son nuestras”.

La propuesta de constituirse como una cooperativa de trabajo se les planteó desde

un principio, en cada reunión se hablaba del tema. La propuesta a lo largo del proceso

tuvo diferentes recibimientos, en ocasiones de rechazo, en otras de aceptación

entusiasmada o tímida, según el momento y cada una de ellas.

Dentro del grupo había quienes siempre estuvieron convencidas de que no les

interesaba formar una cooperativa.

“La verda, es que eso de la cosa de la cooperativa, pues a mí no me interesa, me parece

buena idea pues, pero yo prefiero que me den lo que me corresponde y ya, veo si vendo

las máquinas, o si pongo mi tallercito en casa y busco quien me dé prenda a maquilar y

ya, como pa que hacerme tantas bolas y complicar las cosas” (“Celia”, 33 años, obrera de

maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

Entre otras, la propuesta osciló desde la aceptación tímida hacia el rechazo,

debido a las dudas respecto a sus posibilidades.

“No sé, sí, como que en veces me entusiasma la idea de hacer una cooperativa, eso de no

volver a una maquila, de trabajar sin patrones, que nuestro trabajo sea nuestro nuestro,

pero como que en veces creo que eso es muy difícil, sí creo que sería muy bonito que se

161

lograra, pero pues algo así requiere de su tiempo, su dedicación y pues una tiene que

comer, que llevar el gasto a la casa, entonces eso lo hace difícil y luego pienso que

nosotras no podríamos pus no sabemos de eso de administrar una empresa, de organizar

el trabajo y luego no sé joven, todo eso me hace de repente pensar que mejor no, pero

luego pienso que sí estaría bonito que se lograra, no volver a trabajar con patrón y eso”

(“Gabriela”, 24 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones

S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

Entre otras la idea va generando una ilusión de “un futuro mejor pa nosotras como

trabajadoras”, que se expresa entre pláticas informales, con algunas sonrisas tímidas que

se escapan de sus rostros cuando se habla del tema.

“A mí eso de la cooperativa sí me llama la atención, suena bien eso de poder hacer algo

pa tener un futuro mejor pa nosotras como trabajadoras, eso de no volver a tener un

patrón y eso, sí siento ilusión cuando se habla del tema, me suena bien la cosa”

(Francisca, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, agosto 2012).

Otras mantuvieron un entusiasmo desde el principio, con momentos de duda

ocasionados por el cansancio o problemas personales.

“Yo siempre estuve convencida de lo de la cooperativa, pero sí hubo momentos en que

pensé que mejor no, es que el cansancio, problemas personales, no es fácil llevar un

proceso de lucha, te cansas y pues también hay problemas personales, en casa, y en

ratos sí me desanimé, pero al final pues la idea me parece que es lo mejor que podemos

hacer después de tanto luchar” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, abril 2013).

Otras mantuvieron sus expectativas entre la aceptación y el rechazo, asumiendo

que el tiempo de decidirse sería hasta que tuvieran las máquinas en su poder legalmente.

“Pues mire, yo la verdad es que no sé, a veces creo que sí, a veces creo que no, pero al

final creo que eso aún no es tiempo de decidirlo y que será una decisión de cada quien

pues, si un grupo se anima pues órale y si no pues no, como sea le digo que creo yo que

eso lo tendríamos que ver cuando ya tengamos las máquinas en nuestras manos, ya que

hayamos ganado así bien bien, ya que sea seguro, mientras creo que está bien

pensárselo” (“Ricardo”, obrero de maquila, ex trabajador de Exportadora de Pantalones

S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Las diferencias ante la propuesta generaron exabruptos en las reuniones cuando

las expresiones negativas frente a la propuesta se hacían presentes.

“¿Cómo es que están dudándolo?, no hay que ser tontas compañeras, ya casi tenemos

las máquinas y ésta es una oportunidad que ya tenemos y que no cualquiera la tiene,

porque no cualquiera le quita las máquinas al patrón, entonces piensenselo, no sean

tontas, de verda que no hay que ser tontas” (Reynalda, obrera de maquila, ex trabajadora

de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

162

Un grupo asumió la propuesta y comenzaron a hacer ensayos de trabajo

cooperativo, realizando algunos pequeños trabajos. Ante la posibilidad de que esto

generará un conflicto legal, se decidió trabajar con máquinas que otro grupo organizado

por el Colectivo Obreras Insumisas les prestó, con el fin de que las trabajadoras de

Exportadora de Pantalones se animaran a constituirse como cooperativa.

Se trabajó en un pequeño grupo constituido por 7 obreras que decidieron

comenzar aceptando pedidos que la Cooperativa Obreras Insumisas128 les traspasó. Se

encargaron de producir un pedido de 500 bolsas para un laboratorio clínico. Comenzaron

desorganizadamente a trabajar, lo que generó que el trabajo tuviera que repetirse en más

de una ocasión por la falta de comunicación y acuerdo respecto a cómo organizar el

trabajo.

“Al principio sí fue difícil, porque no nos poníamos de acuerdo, cada quien hacía lo que le

parecía, o sea llegaba una y hacía las cosas como ella entendía y luego resultaba que

estaba mal así y teníamos que volver a hacerlo, sí hubo un momento en que hasta medio

nos gritábamos, fue medio caótico el asunto, porque no nos comunicábamos, o sea cada

quien quería hacer lo que cada quien quisiera, y pues así no se podía” (Alejandra, obrera

de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Estos primero errores debidos a la falta de comunicación hicieron que el trabajo de

los primeros días tuviera que ser deshecho, lo que llevó al grupo a reunirse y mientras

deshacían las costuras ya realizadas, hablaban respecto a cómo tendrían que hacerle, sin

que las bromas faltaran “tú ya pareces encargado, nomás llegas y quieres puro decir que

hacer”, no sin que los ánimos se encresparan en la discusión mientras las manos rompían

las costuras “es que así no, así no, no vamos a poder, no va a quedar si le hacemos así”,

señalando los errores de las ideas rechazadas “es que mira, mira, si le hacemos así como

dices, entonces nos queda más chiquita de lo que debe de ser, porque ya nos dieron

medidas, no pueden quedar del tamaño que nosotros queramos, tienen que quedar

exactas como nos las pidieron.”

“Comenzamos a hacer las cosas sin hablarlas y pues la regamos, unas quedaron de un

tamaño, otras de otro tamaño, unas tenían el ojal de una forma, otras de otra y pues así no

podíamos entregarlas, entonces tuvimos que rehacer todo, bueno lo que ya llevábamos,

ya después de eso vimos que teníamos que hablar entre nosotras, acordar medidas de

todo, para que salieran y pues ya, mientras deshacíamos las que estaban mal, pues

platicamos y experimentamos como tendríamos que hacerle hasta que encontramos la

forma” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

128

La Cooperativa Obreras Insumisas es un proyecto impulsado por el Colectivo Obreras Insumisas, organizado con un grupo de obreras que se acercaron a sus pláticas en los barrios de Tehuacán y que decidieron comenzar a capacitarse y organizar su cooperativa de trabajo. Este grupo comenzó con alrededor de 35 obreras en el 2007. Al momento del conflicto de Exportadora este proyecto cooperativo se encontraba en un periodo de receso.

163

Ya con un acuerdo sobre las medidas de las costuras y la forma de hacer lo ojales,

el trabajo se logró con facilidad, una obrera en una máquina, otra cortando el cordón, una

más acomodando la bolsa cortada, otra en otra máquina, entre risas y chistes avanzaron

rápido el trabajo hasta que estuvo terminado.

Experimentando un trabajo distinto.

Las risas sonaron estrepitosas en el cuarto apenas iluminado donde amontonadas

se acomodaron, comparando el trabajo de esta forma y en la maquila “nombre, que

íbamos a poder trabajar así alegres en la maquila, ya nos estarían gritando y regañando”

decía una de ellas sin quitar la vista de la tela y la aguja, mientras otra apuntaba “y

cuándo crees que nos iban a dejar decidir cómo hacer las cosas”, y apunta una más “ya

tendríamos aquí al móndrigo encargado diciéndonos de cosas, si trabajar es bonito, el

problema son los encargados y los patrones que le quitan lo bonito”, mientras que uno de

los hombres que intentaba arreglar una maquina decía “si quieren yo puedo ser el

encargado, nomás me paro ahí en la puerta y les grito”, a lo que al unísono contestaban

todas entre gritos y risas “ya te queremos ver de encargado, mira que nosotras ya

aprendimos a enfrentar a esos viejos”, mientras otra voz entre una carcajada sentenciaba

“ándale, atrévete, atrévete y veras como te ponemos entre todas, no ves que estas

tratando con pura revoltosa, a ver si es cierto, atrévete.”

“Al final fue fácil y hasta bonito, trabajamos entre risas, contentas, creo que nunca había

trabajado yo así, claro no fueron las horas que trabajas en la maquila, pero fue bonito, al

principio sí fue difícil, nos costó eso de ponernos de acuerdo en cómo hacer las cosas y

eso y hasta nos alzamos la voz, pero una vez que acordamos comenzamos a trabajar en

santa paz, contentas, platicando, riendo, yo lo disfruté mucho, yo creo que fue porque

pues nosotras decidimos cómo le teníamos que hacer y no había un canijo encargado que

nos amargara el día y luego pues porque era nuestro trabajo, así hasta se disfruta trabajar,

fue una experiencia bien bonita para mí” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera

de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

2.4.3.- Creciendo entre reflexiones: Los talleres.

Otro espacio importante de reflexión y transformación se dio en los diversos talleres

organizados por el Colectivo Obreras Insumisas, e impartidos por EPADEQ129 a lo largo

129

Estudios y Estrategias para el Desarrollo y la Equidad

164

del 2012, referentes a equidad de género y la constitución de un proyecto de cooperativa.

Estos talleres se realizaron en días domingos, en un hotel a la entrada de Tehuacán, las

trabajadoras que asistieron accedieron a jornadas de reflexiones, con la idea de apoyar el

proceso de formación del grupo y un crecimiento a nivel individual y colectivo al respecto.

Reflexionando en colectivo.

El número de obreras asistentes varió a lo largo de las diferentes sesiones, yendo

alrededor de 40 a algunos y en otros alrededor de 15, el número de hombres del grupo

fue reducido, asistiendo alrededor de seis en algunos momentos, mientras que en otros

sólo asistían tres o cuatro. Esta ausencia de los hombres del grupo se debió

principalmente a que “es que son talleres de esta cosa de género, de mujeres pues y

pues entonces ni pa que pararme ahí”. Esta opinión persistió entre ellos a pesar de las

constantes aclaraciones “el taller no es solo para mujeres, es para todos y todas”.

La etiqueta de género mantuvo alejados a la mayoría de los hombres, no sin que

hubiera compañeros que mantuvieron su asistencia. En las sesiones las obreras llegaban

tímidamente a un espacio que les es ajeno “es que en estos hoteles es donde vienen a

desayunar los patrones, no nosotras”, dice una obrera que espera en la banqueta,

mientras mira los carros pasar, “sí, mire la gente que viene a estos lugares, esos carros,

yo nunca he entrado a un lugar así, mejor espero que lleguen otras para entrar juntos”

continua diciendo, haciendo los ojos chiquitos ante el sol.

Conforme van llegando más compañeras comienzan a juntarse en las banquetas,

perdiendo la timidez, con chistes y risas “híjole mana imagínate que juera llegando el

Mayer o el Humberto y que nos vieran aquí” -dice una de ellas, mientras que otra sonríe

con un brillo en los ojos y dice “uyyy ni la hagas, capaz que ahora sí le da un infarto al

viejo”, y otra más se suma diciendo “seguro dirá y ahora ustedes que quieren aquí, si este

lugar no es pa ustedes los pobres”, a lo que una más sonríe y dice “no pus le decimos, -

cómo ve que ahora acá vamos a desayunar todos los domingos y donde lo veamos a

usted volver a venir, verá la que le armamos viejo ratero y cobarde.”

Van tomando más confianza al juntarse y comparten sus diálogos imaginados

“imagina que nos metemos así con nuestras ropas y todo y les decimos cuidencen que

nosotras somos las obreras que le quitamos sus máquinas al patrón de Exportadora, así

que si no quieren bronca, los que sean patrones o abogados de patrones mejor vayancen

165

yendo de aquí”, dice una compañera mientras sus ojos dejan asomar sus imaginaciones.

Conforme fueron avanzando las sesiones ellas llegaban con más confianza “venimos a la

reunión de obreras ¿ahora en que salón va a ser?, ¿ya podemos pasar o aún no está listo

nuestro salón?”.

Antes de las sesiones estas escenas imaginadas se hacen presentes “o que les

dijéramos ¿cómo ven? que nos estamos reuniendo aquí en el Villa Blanca pa planear

cómo les vamos a quitar las máquinas a los patrones”, a lo que invariablemente contesta

una voz “uyyyy ni la hagas manita, que se ponen verdes los móndrigos de seguro”, “y

seguro que dirán, estas patarrajadas jodidas no solo quitan las máquinas sino que

invaden nuestros lugares” apunta otra, cerrando el diálogo con una voz que dice “el día

que hagamos eso de verda, ellos se mueren del susto y del coraje, y ese día mero yo ya

me podré morir tranquila”.

En los talleres las compañeras van reflexionando respecto su condición de mujer,

de obrera, mirando con atención al facilitador, hablando con la facilitadora, van tomando la

palabra, exponiendo lo que ha sido para ellas ser mujer, ser obrera y el proceso de lucha,

reflexionando en pequeños grupos sobre cómo les gustaría que fueran las cosas y que

pueden hacer ellas para cambiarlas.

Dice una obrera:

“Es que una no se da cuenta de estas cosas, una piensa que no hay de otra y pues lo

primero es ver que las cosas se pueden cambiar y que depende de nosotros pues, porque

una se da cuenta que las cosas son así porque nosotros lo permitimos, porque nosotros

mismos creemos que así deben de ser, pero ahora una va viendo que no, que una merece

respeto como mujer, como obrera, como lo que somos y que ganar ese respeto es luchar,

contra el patrón, contra el marido”

Otra más completa la idea:

“Y es que sí es cierto, una misma es parte de eso, porque ¿a poco no nosotras como

madres educamos así a nuestros hijos, a poco no? ¿Díganme si miento? nosotras mismas

nos enseñamos a ser así sumisas, como mujeres y cómo obreras”

Un joven que en las reuniones siempre está callado y apartado del grupo de los

hombres, escucha a sus compañeras hablar, al final se anima y alza la mano tímidamente

para avisar a las demás que quiere hablar.

“Sí, tienen razón, nosotros también tenemos la culpa, porque en el pensamiento del

hombre sí se cree más que la mujer, desde que uno dice “mi vieja” y eso, está diciendo

que piensa de la mujer y luego pues sí, los hombres somos violentos, agresivos ¿cuántos

compañeros no les pegan a sus mujeres, a sus hijos? yo no lo hago, pero como hombres

eso aprendemos y nosotros felices con eso y entonces creo que también en uno está

cambiar las cosas, porque a como yo lo veo el asunto es que debemos cambiar las cosas

todas, porque luego el hombre nos sentimos como si fuéramos el patrón de la mujer”

El grupo de obreras asientan con la cabeza queriendo interrumpir, pero el

compañero prosigue su idea.

166

“Yo estaba pensando que si nosotros como obreros no queremos patrones ya, porque nos

roban, nos gritan, entonces si no queremos eso, ¿porque nos comportamos como

patrones en la casa propia de uno? y estaba yo pensando que no está bien así y que

también nos toca nuestra parte de cambiar, pero miren ¿Cuántos de los hombres venimos,

bien poquitos, de por si somos poquitos hombres, pero cuantos venimos? ¿Cuatro, cinco?

somos bien poquitos, entonces yo creo que así como le dijimos al Mayer que ya no

queríamos patrón, que estábamos hartos, así igualito es que las mujeres deben decir en

casa a los maridos “yo no quiero patrón, ni en la chamba ni en la casa” y nosotros m ismos

deberíamos decirlo, “yo no quiero patrón en la chamba, ni en la casa”

Otras reflexiones se realizan cuando se tienen sesiones respecto al trabajo, su

dinámica, los insultos, los gritos y las condiciones.

“Es que ahora que lo pienso, creo que todo eso de los insultos y los gritos es más que

nada como para hacernos menos, para que nos sintamos chiquititas y que no hagamos

nada, eso es creo que como cuando uno adiestra un animalito salvaje, con eso nos van

enseñando quien es el amo”

En estos talleres se toca la cuestión organizativa y laboral, y las compañeras van

fortaleciendo sus reflexiones.

“Es como lo que platicábamos el otro día, sólo que no sabíamos cómo explicarlo, porque

es nuestro trabajo lo que les hace ricos a ellos, pero es porque lo permitimos, ya vimos

que cuando decimos basta, es basta, ya lo vimos, es lo que hicimos nosotras con el Mayer

y ya vimos que no podíamos porque creíamos que no podíamos, pero ahora que vimos

que sí podemos, ya sabemos que podemos, que somos capaces pues y que las cosas no

están bien y que no van a cambiar sino luchamos nosotras pues, a eso me refiero”

Estas reflexiones se dieron en los talleres, a la salida estos, recordándolas en la

siguiente reunión, donde se comparten con las compañeras que no asistieron,

invitándolas a ir al siguiente y regañando a los hombres que se niegan a asistir.

“Y ustedes más que naiden son los que deberían ir, porque vieran que les hace mucha

falta a ustedes canijos y se hacen patos namás, pa no ir, porque yo creo que les da miedo

que se les vaya a caer no sé qué cosa o qué, pero namás no van y no va y deberían de ir,

para que el día que sus mujeres les digan su “ya basta”, su “ya no queremos patrones en

casa” no les agarre de sorpresa, yo namás les digo”

2.4.4.- Luchando entre papeles y escritorios.

La lucha no sólo se dio en las calles y en la casa que fue el centro de reunión del grupo,

también se dio en las oficinas de la JECA #7, un escenario que las obreras fueron

tomando cuando el proceso lo requería, que llenaban cuando irrumpían en la pequeña

sala de espera pintada de blanco, donde se amontaban las compañeras durante las

audiencias testimoniales, acompañándose una a otras, rompiendo en la multitud el miedo

a los abogados que con burlas intentaban intimidarlas.

167

“Al principio íbamos a conciliación y los abogados se burlaban de nosotras, del Rodrigo,

decían cosas feas pues, que jodidas, que ignorantes, que pobrecitas, que si Rodrigo es

feo, mugroso, revoltoso, que si ni estudió y que ni pa ropa tenia, al principio pues sí se

sentía feo, pero ya después pues íbamos en bola y a ver que nos dijeran algo, porque nos

poníamos a gritarles y ya ni decían nada, luego les sacamos sus cartelones cuando

estaba la prensa y ya, así aprendimos a no hacerles caso, a no tenerles miedo” (Carmen

Elda Oropeza Aguilar, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones

S.A., Tehuacán, agosto 2012).

Entre escritorios y papeles.

Entraban hasta la oficina del presidente de la JECA, aun cuando éste les insistía

en recibir sólo a una comisión argumentando cuestiones de espacio, a lo que ellas

respondían que no había líderes y que entrarían todas.

“Varias veces, como hace rato nos hemos metido hasta la oficina del Chaneque, él nos

decía “no muchachas, mi oficina es chiquita, por qué no mejor nombran una comisión y yo

las recibo para que no estén amontonadas”, pero pues no, nosotras le dijimos desde la

primera vez “usted no se priocupe por nosotras, nosotras estamos contentas amontonadas

y apretaditas” y nos metíamos todas, así como hoy, ya ve que estábamos bien apretaditos

todos, así nos metíamos porque que nosotros no tenemos líderes, somos todas y somos

todas y ya después se acostumbró, ya ni repela, nos ve llegar y nos decía, “a ver pásenle”

y ahorita con éste que es nuevo igual, al principio quiso hacérnosla, pero pues ya se

acostumbró igual, ya sabe que nosotras pasamos todas y pasamos” (Dolores, obrera de

maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

En diferentes ocasiones el grupo asistió a las oficinas de la JECA #7, algunas

atendiendo a las audiencias marcadas en el juicio laboral, otras para presionar al

presidente de la Junta, cuando sentían que el proceso se iba haciendo lento “pa decirle

que ya se estaba haciendo menso, que ya había pasado el tiempo que nos dijo y que

namás nada”.

Así se llevó la lucha entre papeles, legajos, declaraciones, testimoniales, testigos

ausentes del patrón, amparos patronales, amparos de empresas fantasmas, amparos

sindicales, todos buscando arrebatarles las máquinas embargadas, fechas tentativas que

168

se aletargaron, invasiones obreras tomando la oficina, los escritorios, las sillas de

funcionarios que se arrinconaban y pasaban de ladito, como queriendo no tocar a las

obreras, laudos que no llegaban, expedientes que se perdían, resoluciones que se

retrasaban, dos presidentes de la JECA #7 que intentaron convencer a las obreras que

estaban del mismo lado.

El caso fue llevado por Rodrigo Santiago, nombrado representante y asesor

jurídico del grupo, acompañado de Eduardo Díaz, abogado laboral del FAT, quien

formalmente era el abogado del grupo, pero fungió como asesor de Rodrigo Santiago,

quien llevó la mayor parte de las audiencias y realizó los trámites y oficios requeridos, y

Susana García como representante de las obreras.

El proceso legal comenzó el día 5 de julio 2011, cuando las obreras interpusieron

la demanda laboral en contra de su patrón por despido injustificado, exigiendo la

reinstalación de las 65 obreras que se encontraban laborando al momento del cierre

patronal, y en caso de no ser reinstaladas exigirían el pago de indemnizaciones y

liquidaciones. Para asegurar los créditos laborales Rodrigo Santiago pidió a la JECA#7

que ordenara el embargo precautorio de la maquinaria, pidiendo además que fuera

entregada a resguardo de las obreras, argumentando que no existe ningún planteamiento

legal que lo impidiera.

El otorgamiento del embargo se dio el día 15 de julio del mismo año para la

sorpresa de propios y extraños, por haber sido otorgado tal como lo pidió la parte de las

trabajadoras.

“La demanda se metió por reinstalación de las obreras ante un despido injustificado y pedí

el embargo precautorio que al final nos otorgaron, entre que las compas hicieron presión,

entre que ninguna se vendió, porque sí estuvieron buscándolas, entre que el Chaneque

tenia hartas broncas políticas en Puebla y se quiso limpiar su imagen, al final nos lo

dieron, fue histórico, nunca habían dado un embargo tan rápido, y menos bajo resguardo

de las trabajadoras, pero nuestra tirada no es que las reinstalen, si no quedarse con las

máquinas, ellas no quieren volver a trabajar ahí, pero es que si yo metía la demanda por

liquidación, entonces el peso probatorio recae en nosotros, por eso mejor la metimos por

reinstalación, así el peso probatorio recae en él, es más una estrategia, pero la tirada es

que la Junta dicte la reinstalación y sabemos que él se va a negar a reinstalar, entonces

inmediatamente procedemos a solicitar la adjudicaciones de bienes embargados” (Rodrigo

Santiago, 36 años, defensor de derechos laborales, representante jurídico del grupo de

Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, julio 2012).

3.- De cómo terminó el conflicto en Exportadora de Pantalones S.A.

En septiembre del 2012, después de haber ganado el laudo laboral que obligaba la

reinstalación de cada una de las obreras y que fue ignorado por el patrón, Rodrigo

Santiago informo al grupo que seguía tramitar la adjudicación de la maquinaria

embargada, conseguir un valuador independiente para evitar la espera de conseguir un

perito oficial que tendría que ser enviado por alguna institución a solicitud de la JECA# 7 y

169

conseguir que la valuación de la maquinaria pudiera ser tasada un poco más cercana a

los valores reales de la maquinaria130.

“Sé que muchas ya están cansadas, que se desesperan de esperar fecha tras fecha pero

no lo podemos hacer si no terminamos bien los trámites, tenemos que comenzar a buscar

un ingeniero mecánico o industrial para llevarlo a la junta a que lo certifiquen como perito,

porque ese es el camino más rápido, es mejor si nosotros lo llevamos y hacemos que la

Junta lo certifique, comiencen a buscar entre sus vecinos, amigos, familiares, cualquier

persona que sea ingeniero mecánico o industrial que tenga su cédula, también sirve que

así el avalúo puede ser más real, porque tenemos que tener presente que estos siempre

sobre-valúan las máquinas”

El grupo se dedicó a buscar ingenieros mientras que Rodrigo Santiago reunía los

papeles para poder realizar una tabla de salarios, prestaciones y antigüedad, para

estipular la liquidación que correspondería a cada una.

Esta etapa se caracterizó por el cansancio, el desgaste del grupo y los signos de

desesperación de un proceso de lucha al que ellas no estaban acostumbradas, donde

fueron volviendo paulatinamente a trabajar a las maquilas, las diferencias entre ellas eran

ya más notables, la asistencia a las reuniones se veía disminuida, al principio llegaban a

las reuniones alrededor de 50, mientras que en esta etapa la asistencia variaba entre 25 y

35 obreras en promedio.

El grupo activo se vio reducido a alrededor de 35 obreras que siguieron al

pendiente del proceso, aun cuando no asistieran a todas las reuniones, talleres o cuando

asistían a la JECA #7 para presionar respecto a su caso.

Se hacía notar el cansancio y la desesperación, incluso en las compañeras más

activas y convencidas, ante un proceso que para ellas ya era largo.

“Es que sí es cansado, quiera que no, tal vez usted dirá que la lucha de por si es larga

pues, pero pues yo creía que a estas alturas ya habríamos terminado el asunto y pues

imagine que pues una está trabajando y pues la maquila cansa de por sí, y luego esto

pues también cansa, yo no lo voy a dejar, porque estoy convencida de que no puede dejar

una las cosas así, pero sí es cansado, no es fácil, porque se junta todo, problemas en

casa, el trabajo y el proceso ya muy largo y eso ha hecho que muchas compañeras

abandonen la lucha, que prefieran mejor volver al trabajo y olvidar esto y que las que nos

quedamos pues estemos a veces como cansadas, a veces como desesperadas” (Carmen

Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de

Pantalones S.A., Tehuacán, octubre 2012).

Este desgaste se hace evidente cuando compañeras más activas expresan su

cansancio en las asambleas, donde incluso muestran dudas respecto a la propuesta de

cooperativa, como en el caso de Susana García, quien en una asamblea expresó: “mejor

130

Durante las reuniones Rodrigo Santiago había ya trabajado con el grupo la dinámica de los avalúos de la maquinaria, donde el valor establecido por el perito distaba mucho del valor real de la maquinaria, puesto que se hace en base a estándares oficiales de casas de comercio de maquinaria, por lo cual suelen ser sobrevaluados.

170

eso de la cooperativa lo dejamos por la paz, yo ya lo que quiero es terminar esto y ya lo

otro luego lo vemos”.

Estas expresiones de cansancio y desgaste generaron nuevas fricciones, en una

asamblea mientras una compañera hablaba del cansancio, otra se me acercó y comenzó

a hablar en voz baja “es que éstas dicen que están cansadas, ¿cansadas de qué? si

tuvimos la fortuna de estar en casa, de no dormir en la calle y éstas salen con que ya

están cansadas ¿qué creían que iba a ser fácil y rápido?”, mientras otra escucha

mirándonos y apunta “es que no se vale joven, que salgan con que están cansadas, si es

ya lo último, ya ganamos prácticamente y ahora salen con que están cansadas, pues sí,

todas estamos cansadas pero pues hay que luchar y hacer la cooperativa”.

Las expresiones de cansancio y desgaste entre las más activas también hace

mella en el grupo “es que si Susana y ellas que son las más metidas dicen que están

cansadas, las demás se van a desanimar y no se vale que se desanimen, sí entiendo a

Susana que dice estar cansada, pero no se vale que desanime al grupo”, me dice una

obrera mientras Susana García habla en la asamblea.

Las que rechazan la cooperativa también muestran cansancio y el descontento

ante los reclamos de las que están a favor, una obrera que se resguarda del sol bajo el

pasillo me dice “es que sí, está muy bonito eso de la cooperativa, pero no se vale que

estén chinga y chinga ¡ni si quiera tenemos las máquinas todavía! eso se debería ver

después y que quien quiera le entre”.

En las asambleas se dan discusiones respecto al cansancio “sé que estamos

cansadas, pero no podemos dejar esto así, hay que terminar, hay que luchar, todas

sabíamos que iba a ser cansado y largo, esa es la lucha” dice una obrera mirando a otra

que le contesta “pues sí, será el sereno, pero yo tengo que trabajar, atender a los hijos y

aparte venir aquí y tengo derecho a estar cansada”, mientras que se alza otra voz

señalando “aquí todas estamos cansadas, todas tenemos familia y hemos vuelto a las

maquilas, no nos tienes que contar lo que es, yo también trabajo y tengo hijos y todo eso,

pero estamos aquí, acuérdense que si estamos aquí es porque todas lo decidimos y no se

vale que nos dejen todo el peso, esto es responsabilidad de todas”, a lo que se le

contesta entre voces que no se alzan “pero tampoco se vale que nos juzguen si no

podemos venir siempre, órale, sí, lo decidimos todas, pero no he podido venir, sí sé que

es mi responsabilidad venir, pero no he podido y ya san se acabó”.

Resurgieron discusiones respecto al reglamento, sobre las multas que serían

descontadas al finalizar el proceso, entre aquellas que estaban a favor de aplicarlas y

aquellas que argumentaban que se cumpliera para quienes abandonaron el proceso

completamente, pero se flexibilizaran para quienes se habían mantenido cerca del

proceso.

“Yo no digo que no se apliquen, que se apliquen para los que ya no vienen de plano,

porque hay otros que bien que mal han estado presentes, aunque no puedan venir

siempre, pero siguen estando, y con ellos creo que no se debe aplicar así tal cual, sino

que tiene que haber comprensión, no digo que no se nos apliquen multas, pero que

seamos flexibles, porque hay compañeras que se pueden quedar sin nada y eso tampoco

se vale” (Rocío, obrera de maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A.,

Tehuacán, octubre 2012).

171

Obreras de Exportadora de Pantalones S.A., recibiendo el laudo laboral a su favor.

Fotografía original: Rodrigo Santiago Hernández.

Rodrigo Santiago aclaró que no se podía dejar a nadie sin su liquidación, aunque

hubiera abandonado el proceso.

“Una cosa que tiene que quedar clara, si al final llegan las compas que abandonaron el

proceso y reclaman su liquidación, no se las podemos negar, porque es su derecho y nos

podemos meter en una broncota si se los negamos, porque estaríamos despojándolos de

sus derechos laborales y sé que no es justo que ustedes se hayan mantenido en la lucha y

ellas sólo vengan a estirar la mano, pero no les podemos despojar de sus derechos, lo de

las multas lo hablamos y sabemos que queríamos evitar que la gente se fuera, pero con

todo y todo ellos pueden llegar y exigirnos su parte y nosotros se lo tendríamos que dar,

aunque no sea justo para las que sí siguieron luchando y esto tiene que quedar claro, que

lo valoren pues, yo voy a hacer mi tabla de liquidaciones respecto a todas, además, les he

dicho desde un principio que cuando den las liquidaciones, nadie va a tener su liquidación

completa, porque la maquinaria que tenemos embargada no la cubre, esto que tenemos

es, si a mucho la tercera parte de lo que va a ser la liquidación completa de todos,

entonces eso también lo tienen que tener en cuenta, porque nadie va a poder tener

completa su liquidación, porque si no, no alcanzara más que para unas cuantas personas,

al momento de repartir les tocara la tercera parte de lo que les corresponde en el laudo,

porque es lo que tenemos y para que sea justo, pues si tenemos una tercera parte de la

liquidación total, pues a cada uno le tocara de lo que le corresponde, pues su tercera

parte, no esperen su liquidación completa, porque no la cubrimos con las máquinas, yo

estoy intentando que la liquidación sea justa, voy a hacer una tabla para que a cada una le

toquen máquinas buenas y máquinas malas y sea equilibrado, porque tenemos que

recordar que hay máquinas buenas y hay otras que no y tampoco se va a valer que unas

se lleven puras máquinas buenas y otras puras malas y también tiene que recordar que el

valor real de la máquina no es el que dice la valuación, el reparto será en base al valor del

avalúo y a lo que le corresponde a cada una, pero ya les había dicho que si en el avalúo

dice que una máquina vale seis mil o siete mil, si la intentan vender no les van a querer

pagar más de tres mil o cuatro mil, entonces, todo esto ahorita lo tienen que tener bien

presente, para que no termine habiendo bronca entre nosotros”.

172

En noviembre del 2012 el grupo tenía listo el avalúo realizado por un perito

certificado por la JECA #7, Rodrigo Santiago entregó la tabla de relación de salarios,

antigüedad, prestaciones de cada una de las obreras, para que fuera aprobada. En estas

fechas otra discusión comenzó a rondar, el comité de obreras comenzó a expresarle a

Rodrigo Santiago que no estaban de acuerdo con otorgarle el 15% de la liquidación, bajo

argumentos diversos “no nos parece justo que tú por haber llevado el caso te puedas

llevar más que incluso las compañeras con más antigüedad”, además de la idea de dividir

dicho 15% entre Rodrigo Santiago y Reyna Ramírez del Colectivo Obreras Insumisas.

“El 15% no lo puse yo, ellas fueron las que dijeron que 15%, lo acordaron en asamblea y

yo me confié, dije “pues puedo aventarme deudas, que cuando esto termine podré pagar”

y ahora debo un chingo de rentas y deudas que me eché confiando en que habían

acordado darme el 15% y no se vale que vengan a decirme ahora que ya no y que incluso

usen argumentos como “es que tú ni licenciado eres” porque ellas sabían que yo no lo era

y aun así ganamos (…) luego eso de dividir el 15% entre Reyna y yo, yo no niego la

importancia del acompañamiento que Reyna hizo con el COBI, pero ella tiene un salario

de la asociación para hacer eso, para eso son los financiamientos que recibe el COBI, yo

dejé el COBI en Enero del 2012 y dejé de recibir salario y el 15% era por llevar el caso, no

por el acompañamiento y el caso lo lleve yo, no Reyna, ella hacia otras cosas, los talleres

y eso, y yo lo jurídico, así habíamos quedado cuando rompí con el COBI y no me parece

justo que lo decidan así” (Rodrigo Santiago Hernández, 36 años, defensor de derechos

laborales, asesor jurídico, Tehuacán, diciembre 2012).

Este tema se mantuvo desde noviembre hasta mediados de diciembre, con

diferentes versiones entre Rodrigo Santiago, el comité de las obreras y Reyna Ramírez,

que se acusaron mutuamente de generar el conflicto interno.

“No es que no quisiéramos darle, sabíamos que teníamos que darle una parte, pero para

empezar no se nos hacía justo que hubiera compañeras que después años y años de

trabajar recibieran menos que él, no se nos hacía justo eso, luego no se nos hacía justo

que Reyna no recibiera una parte también, porque ella también estuvo acompañándonos y

creímos que merecía tener una parte igual a la de Rodrigo y pues la bronca fue que él se

puso en su plan, de que a él le diéramos su parte y que si queríamos darle a Reyna eso

era otra cosa, decía que el caso lo llevó él y no Reyna y pues así pasó que fuimos

rompiendo, esas fueron las broncas” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Distrito Federal, abril 2013).

Por su parte Reyna Ramírez del Colectivo Obreras Insumisas apuntó que ella no

tenía que ver con la decisión de las obreras de dividir el 15% acordado entre ella y

Rodrigo, que había sido decisión de ellas y que ella asumía esa decisión.

“Es que lo que no le gustó al cuate éste, a Rodrigo, es que ellas decidieran darme la mitad

del 15% porque decía que el trabajo jurídico lo había hecho él y no yo, pero fueron las

compañeras las que lo decidieron, no yo, fueron ellas y el problema fue que este cuate se

puso en un plan muy pesado, en su plan pues y por eso pasó esto” (Reyna Ramírez, 30

años, defensora de derechos laborales, Distrito Federal, abril 2013).

173

Este conflicto interno generó un alejamiento paulatino hasta terminar con un

rompimiento total a mediados de diciembre del 2012, cuando las obreras llevaron a cabo

el reparto de maquinarias sin la presencia de Rodrigo Santiago, acusándose mutuamente

de ser el motivo del rompimiento, de insultarse, por un lado acusando a Rodrigo de asistir

“acompañado de hombres para llevarse maquinaria” y desde Rodrigo señalando que fue

corrido de la reunión donde se realizaba el reparto bajo insultos y amenazas de violencia

contra él, su compañera sentimental y su madre131.

Fueron 18 meses de lucha, que iniciaron con esos rumores que se disimulaban

entre el sonido de las máquinas de costura en Exportadora de Pantalones S.A y que

irrumpieron un cuatro de julio, cuando las obreras decidieron gritar su propio “Ya basta”

con sus manos y rostros azules, sus miradas cansadas y el enojo aflorándoles la piel que

se asomó digno entre la mezclilla, seguido de 11 días en las calles, de alegatos, papeles,

audiencias meses de cansancio y desgaste, durante los cuales alrededor de la mitad

fueron abandonando el proceso, mientras que alrededor de 35 de ellas se mantuvieron,

combinando el trabajo con el proceso de lucha.

No sin problemas, no sin peleas, enojos, desesperación ante un proceso que “a

veces parece que no va a acabar”, no sin que tuvieran que enfrentar problemas con la

familia “porque a veces pus no entiende que una esté acá metida y te dice “ya a que vas,

ya deja eso” y eso lo hace más difícil”, no sin problemas y rompimientos entre ellas. A

mediados de diciembre del 2012 se llevó a cabo la repartición de la maquinaria, aunque

de manera oficial no se llevó a cabo hasta enero del 2013, las obreras ya sin Rodrigo

Santiago, llevaron a cabo el reparto de maquinaria entre aquellas que se habían

mantenido en el proceso de lucha.

Entre ellas la repartición también generó ciertos roces, principalmente respectivo a

obreras y obreros que no estuvieron en el reparto y que se sintieron despojados de su

liquidación, al final parece que estos roces entre las obreras que se mantuvieron en el

proceso e incluso aquellas que lo abandonaron pero reclamaron su liquidación, quedó

resuelto132.

En Abril del 2013 Susana García visitó la ciudad de México con el fin de avanzar

en la conformación de una cooperativa constituida por alrededor de 15 compañeras que

estaban ya diseñando prendas infantiles y otros implementos textiles, tales como

manteles y bolsas. Este grupo se compone de 11 compañeras de Exportadora de

Pantalones y otras cuatro compañeras.

131

Se hace mención de manera general de este conflicto interno, de las acusaciones de unos y otros, sin el afán de juzgar cuál de las partes tiene “la razón”, sino para expresar las diferentes versiones y señalar la existencia del conflicto final interno. Durante el reparto de maquinaria no tuve oportunidad de estar presente debido a otros factores propios. A mediados de diciembre del 2012 asistí a Tehuacán buscando contactarme tanto con una parte como con la otra para intentar recabar mayor información al respecto y tener más elementos de la situación, sin embargo, durante mi estancia en Tehuacán solo pude reunirme con Rodrigo Santiago y no me fue posible reunirme con Reyna Ramírez y Susana García hasta abril del 2013 en la ciudad de México, tampoco me fue posible contactar a otras obreras del grupo.

132 Señalo lo aparente de la resolución, pues a pesar de haber buscado contactar a aquellas obreras

inconformes con el reparto, no me fue posible en mi última visita a Tehuacán.

174

Susana García habla de los problemas con los que terminó el proceso, las

compañeras que se alejaron “porque dicen que no están contentas con como terminó esto

y prefirieron no integrarse”, reflexionando sobre los errores cometidos y sobre como

hubieran podido solucionarlos “sin amargos sabores de boca, para todos”.

“Es importante que los obreros luchemos, que no nos dejemos violar nuestros derechos y

aprender a ser compañeros, a comunicarnos, a llegar a acuerdos, porque no sabemos, no

pudimos del todo, no siempre, esto de cómo terminó es eso, que no sabemos aún ser

compañeros, que no sabemos comunicarnos pues, ni llegar a acuerdos, al final no

pudimos evitar los conflictos entre nosotros, sobre todo con Rodrigo, creo que se hubieran

podido evitar si hubiéramos tenido mayor comunicación y se hubieran dejado los

problemas personales de Rodrigo y de Reyna fuera de esto, si supiéramos controlar

nuestros temperamentos, si supiéramos escuchar al otro y tomarlo en cuenta, aprender a

luchar juntos y dejar nuestros intereses personales, nuestros enojos personales, nuestras

broncas personales fuera de esto, todo eso fue lo que nos pasó al final, que hubo

problemas personales que se volvieron colectivos, que no nos supimos escuchar,

entender, respetar, o sea que no, a pesar de que sí valió la pena esta lucha, no sabemos

ser compañeros, eso es lo más difícil, aprender a ser compañeros y luchar juntos,

seguimos pensando en nosotros mismos, dejado el colectivo atrás, le dimos más

importancia a lo individual y aunque sí comenzamos a dar pasos importantes con esta

lucha, comenzamos a aprender a vernos diferentes, al final creo que no fuimos capaces

de hacerlo del todo, no es que no haya valido todo lo demás, que no haya importado, pero

al final es una muestra de a lo que nos enfrentamos, a nosotras mismas, a nuestras

envidias, enemistades, intereses personales y no, no pudimos romper con eso al final y

eso creo que fue lo que nos pasó” (Susana García, 32 años, obrera de maquila, ex

trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Distrito Federal, abril 2013).

Dejando constancia en esta reflexión de cómo finalizó el proceso de lucha, las

problemáticas que tienen que enfrentar las obreras de la maquila en Tehuacán al

decidirse a luchar y romper con una dinámica laboral, reflexión sobre sus limitantes y

problemáticas, sobre capacidades colectivas de interactuar y entablar procesos

organizativos y lograr mirarse como COMPAÑERAS.

4.- Lo difícil que es organizarse y luchar: Con la maquila por dentro.

A lo largo de este capítulo y el anterior se pueden observar las dificultades que tienen las

obreras de la maquila en Tehuacán para concebirse capaces de organizarse y luchar y las

dificultades para concebirse y construirse en colectivo.

Estas dificultades son diversas, se identifican a una dinámica laboral que por un

lado les despoja de su concepción de ser capaces, así como a la dinámica cotidiana

donde las obreras tienen pocos espacios y tiempos para compartirse, conocerse e

identificarse en la otra, dificultando la posibilidad de construirse y concebirse en colectivo.

Platicando con ellas en parques, bajo la sombra de la pared, entre mordidas a la

memela, ellas miran y enuncian muchas de estas dificultades, entre las que destacan el

no compartir espacios y tiempo.

“Yo creo que uno de los problemas es que pus todas vivimos en lugares diferentes,

entonces pus solo nos vemos en el trabajo pero luego ni hablamos y pues llegas

175

corriendo, sales corriendo y cada quien por su lado, tal vez si compartiéramos otros

espacios no solo llegaríamos a ser amigos, sino que seriamos compañeros porque nos

conoceríamos” (Guadalupe Martínez, 40 años, obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Otro aspecto son los ritmos de trabajo, que les dificultan el interactuar.

“Siempre estamos en chinga, siempre corriendo, uno esta apurado en intentar sacar más

pa ganar unos centavos de más o pa salir más tempras y pus eso hace que no podamos

conocernos y si no nos conocemos no podemos confiar entre nosotros y si no confías en

los otros pues no somos compañeros aunque trabajemos juntos” (Mario Flores, 43 años,

obrero de maquila, Tehuacán, agosto 2012).

La competencia va apoderándose de los cuerpos y vidas de las obreras,

dificultando las relaciones entre ellas, su capacidad de comunicarse, de concebirse

compañeras.

“Pues siempre estamos compitiendo entre nosotros para ganar el puesto, para recibir más

pago, para subir de puesto, para que no te corran a ti, siempre así, porque pues es que

uno tiene que comer, uno está siempre priocupado por que no te corran, con ganar un

poco más y siempre así, es que es una angustia que ni se imagina, porque siempre corres

el riesgo de que te corran y pues eso hace que uno esté priocupado por eso, entonces ahí

está el detalle, que por eso no podemos vernos como compañeros, porque nos vemos si

no como enemigos, por lo menos como competencia y entonces, ahí ya se chingó la cosa

y quien se chinga somos nosotros” (“Josefina”, 38 años, obrera de maquila, Tehuacán,

agosto 2012).

Otro factor es la situación económica, donde lo necesario para sobrevivir cada vez

cuesta más.

“Es que la situación está bien canija joven, verda de dios que luego no vemos ni cómo

hacerle, entre préstamos, deudas, la escuela de los chamacos, la papa, pues luego por

eso uno prefiere mejor quedarse callado pa no perder el trabajo o prefiere uno irse sin

chistar, pa que no te boletinen, porque si peleas, pues luego no consigues trabajo tan fácil

y terminas en una maquila pior que la anterior y la vida está canija, no puede darse uno el

chance de no llevar comida a la casa” (Hortensia, 48 años, obrera de maquila, Tehuacán,

julio 2012).

Las diferencias propias de la población es parte de estos factores, no sólo entre

obreras indígenas y no indígenas, sino entre la misma diversidad indígena.

“Creo que también eso de que no nos hablamos, que porque eres serranito, que si eres tal

o cual y eso, pues hace que no nos podamos juntar, porque cada quien con su cada cual y

puro se hacen grupitos y ni nos pelamos y eso lo saben los canijos estos y se aprovechan

que la gente de por si piensa así y hasta te incitan, entonces pues no nos damos cuenta

que debemos ser compañeros” (Viviana, 19 años, obrera de maquila, Tehuacán, agosto

2012).

176

La dinámica de la maquila de constantes insultos ataca la concepción de las

obreras sobre sí mismas, al punto de dudar de sus capacidades propias y colectivas.

“Más que la necesidad económica, lo que más nos impide levantarnos es que creemos

que no somos capaces de hacer nada, se la pasan diciéndonos que somos inútiles, que

somos ignorantes, que no podemos hacer nada, que no valemos y quieras que no, te la

crees aunque no quieras y eso es algo que es vital, porque mire ¿Qué voy yo a poder

hacer si de entrada creo que no puedo hacer nada, que no valgo, que soy inútil? desde ahí

empieza todo mal y si te la crees pues ya te jodiste, porque ya tú solito te crees incapaz y

eso conjuntado con todo lo demás, pues nos hacemos incapaces a nosotros mismos, nos

hacen pues” (Carmen Elda Oropeza Aguilar, 48 años, obrera de Tehuacán, ex trabajadora

de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, septiembre 2012).

Una serie de factores propios de la maquila, inmersos en la vida cotidiana, en la

concepción de las obreras van coartándoles la posibilidad construir procesos colectivos.

“Es que no nos sabemos mirar como compañeros, ese es nuestro problema, que no

sabemos ser compañeros, porque así hemos aprendido, así nos han enseñado, incluso

cuando nos levantamos y luchamos, es bien difícil que lo logremos, no es fácil aprender a

ser compañeros, es bien difícil porque tienes todo esto en contra, porque si fuéramos

compañeros sería otra cosa, porque ser compañeros es ser lo mismo, vernos como

iguales, sabernos una misma cosa, considerarnos iguales, si supiéramos ser compañeros

ya hubiéramos voltiado esto de cabeza y los patrones nos tendrían miedo, por diosito que

sí” (“Ángeles”, obrera de maquila, Tehuacán, diciembre 2012).

Otro factor es la falta de conocimientos respecto a derechos laborales y la

incapacidad de los grupos de defensa de derechos humanos y laborales en Tehuacán

(CDHLVT y COBI) para lograr una mayor difusión de derechos laborales, impulsar y

acompañar grupos organizados.

“También es que no sabemos nuestros derechos, los que sabemos algo es porque

estuvimos en algún movimiento o a algún conocido que participó en movimientos, pero en

general los obreros de aquí desconocemos nuestros derechos. Si hay dos grupos creo

ahorita, están lo que es la Comisión, donde está Martin Barrios y está el otro grupo donde

está Rodrigo y esta muchacha Reyna, las insumisas les dicen, pero son chiquitos y yo

creo que no tienen la capacidad de difundir los derechos y trabajar con más obreros”

(Alejandra, 54 años, ex obrera de maquila, Tehuacán, abril 2012).

Un factor es la falta de información entre las obreras, respecto a las luchas obreras

y de otro tipo, tanto a nivel internacional, nacional y local.

“Es que fíjese que ahora que nos platicaba eso sobre la lucha de los obreros desde hace

más de 100 años, yo no sabía eso que nos platicaba la otra vez, desconocía, yo no sabía,

ni eso de la lucha de los trabajadores que hemos dado en la historia, en el mundo, en

México, vaya que ni siquiera sabía bien a bien como había sido lo de Navarra y eso que

fue aquí mismo, yo creo que si los trabajadores supiéramos, veríamos que los obreros sí

podemos hacer las cosas y veríamos que los obreros hemos luchado siempre, si

177

supiéramos esa historia, yo creo que sí importaría, nos animaríamos” (Dolores, obrera de

maquila, ex trabajadora de Exportadora de Pantalones S.A., Tehuacán, agosto 2012).

A pesar de esto las obreras enuncian enojos, descontentos y su desacuerdo con la

dinámica laboral a la que son sometidas, aun cuando consideren más pertinente no

organizarse, encontrando de manera constante palabras que expresan y viven esa rabia,

que hace vivir una resistencia sigilosa que vive entre las manos azules de las obreras de

Tehuacán, gritándose en silencio y que a veces logra romper a gritos en las maquilas,

donde las obreras se asoman para decir “Ya basta: No nos han vencido, al menos no del

todo”.

178

VII.- CRUZANDO HILOS Y RESISTENCIAS.

“La organización; que por lo demás es sólo la práctica de la cooperación y

de la solidaridad, es condición natural y necesaria de la vida social:

constituye un hecho ineluctable que se impone a todos, tanto en la

sociedad humana en general como en cualquier grupo de personas que

tengan un fin común que alcanzar (…) La organización, lejos de crear la

autoridad es el único remedio contra ella y el solo medio para que cada

uno de nosotros se habitúe a tomar parte activa y consiente en el trabajo

colectivo y deje de ser instrumento pasivo en manos de los jefes”

*La organización.

Errico Malatesta.

Reunión de obreras.

1.- La mieles del capitalismo.

1.1.- La vida precaria y flexible.

David Harvey (2004) señala la importancia de observar cómo las transformaciones

económicas y políticas se relacionan con los cambios a nivel cultural y social, tanto

dentro, como fuera del mundo del trabajo (Ibíd.; 144). Con estas transformaciones

vinieron la flexibilización y la precarización del trabajo133, imponiéndose sobre las

trabajadoras, haciéndose parte de su vida, de su dinámica, de sus concepciones y formas

de entender y vivir el mundo y el trabajo.

La necesidad de acelerar los ritmos de acumulación requiere acelerar los ritmos de

producción y consumo, esto se refleja en la dinámica de trabajo y en las pautas de

consumo, donde lo efímero, lo fragmentado y la innovación toman importancia, valores

133

Es necesario señalar que la llamada precarización del trabajo, si bien se ha enmarcado como un fenómeno reciente, que se da a partir de la fractura del modelo fordista-taylorista-keynesiano, dichas condiciones laborales, en muchos aspectos asemejan a aquellas a las que las trabajadoras se enfrentaron en el siglo XIX y principios del XX.

179

que ya eran señalados por Marx como importantes para el capitalismo (Harvey, 2004;

132).

En el mundo del trabajo en la maquila134 estos valores de lo efímero, lo inestable,

lo fragmentado y la innovación se hacen presentes. Las obreras se han ido

acostumbrando, no sin resistir, a la inestabilidad laboral, a brincar de una a otra maquila,

de una a otra tarea, de uno u otro tipo de prenda135, a tener temporadas en las cuales

trabajan toda la semana, todo el día y hasta toda la noche o temporadas en las que

trabajan medios turnos o media semana, según lo requiera la empresa. Esta inestabilidad

se hace parte de la vida de las obreras, donde ellas no tienen certeza de casi nada, salvo

de que tienen que trabajar, sometiéndose a la precariedad y a la violencia cotidiana de la

maquiladora, “aceptando” la inestabilidad en sus vidas, en su trabajo.

Constantemente tienen que adecuarse a la producción de nuevas prendas, sean

de mezclilla u otros productos textiles, lo que les obliga diversificar sus habilidades

laborales, calificándolas, recalificándolas y descalificándolas constantemente136, como la

elaboración de pantalón de modelaje137, que implica más pasos, diferentes tipos de

costura y una intensificación del ritmo de trabajo. Ellas defienden su paso, el trabajo que

saben hacer, el que ellas consideran su especialidad, considerando que el moverlas

implica faltarles al respeto, pues las obliga a descalificarse y recalificarse en los nuevos

pasos y prendas, sin que esto signifique una mejora en su condición laboral, haciéndolas

trabajadoras versátiles, flexibles, des y re-calificables de acuerdo a las necesidades

empresariales.

Ya no importan los años de experiencia, si la producción lo requiere ellas tendrán

que aprender a trabajar el nuevo paso, la nueva tela, la nueva prenda, sin que este

aumento de conocimientos y capacidades se refleje en su capacidad de intervenir en el

proceso productivo. El aprender a hacer otro paso, otra prenda y trabajar otro textil no les

implica un aumento salarial, pero sí les implica aprender nuevos pasos fragmentados o

realizar dobles pasos, intensificando sus ritmos de trabajo y extendiendo su horario

laboral.

La fragmentación la viven con las tareas “simples”, sin que se involucren, ni

conozcan el proceso de diseño, ni de planeación del producto, manteniéndose la

fragmentación de tareas propia del modelo fordista, pero intensificadas con la

inestabilidad y la dinámica efímera de la flexibilización, donde la trabajadora no sólo

134

Estas dinámicas del trabajo precario no se encuentran sólo en la maquila, pero al ser el caso que nos ocupa, es al que nos referimos.

135 Si bien la producción maquiladora en Tehuacán es principalmente de mezclilla, actualmente se

puede encontrar diferentes plantas y talleres donde por temporadas realizan otras prendas, como uniformes de tiendas de supermercado, de empresas transnacionales o la producción de banderas para los festejos de la lucha de independencia de México. Esta producción es temporal, muchas maquilas producen mezclilla mientras mantienen contratos, y cuando no tienen contratos de mezclilla suelen trabajar medios turnos o algunos días en la semana confeccionando otros productos y prendas.

136 Durante las entrevistas con las obreras, el cambiar de paso, de prenda, de textil implica una

molestia “yo tengo mi paso, sé trabajar mezclilla, no bandera, pero tengo que aprender”. 137

El llamado pantalón de modelaje es un tipo de pantalón con más bolsas, dobleces y costuras que el pantalón simple, lo que les implica aprender a hacer nuevos pasos, usar nuevas máquinas, que requiere de un número mayor de pasos y por lo tanto de más obreras o hacer doble paso cada obrera.

180

realiza tareas fragmentadas, sino que es cambiada de una a otra de estas tareas según lo

requiera la maquiladora, o bien, saltando de una a otra maquila, haciendo que las

trabajadoras vivan efímeramente el trabajo, sabiendo que pronto “tendrán” que

“peregrinar” a otra planta empujadas por la dinámica laboral.

Van “aprendiendo” por la fuerza de la dinámica industrial que “el trabajo es así”,

que a pesar de no gustarles, tienen que “entrarle al juego” para conseguir trabajo y dinero

para sobrevivir, haciendo parte de su vida laboral a esta dinámica efímera, inestable,

fragmentada, sujeta a las innovaciones industriales y productivas. Muchas trabajadoras,

sobre todo las mayores, viven este proceso con desgana y descontento, mientras que

otras, sobre todo las jóvenes, buscan ellas mismas brincar a otra maquila para “cambiar

de aires”, intentando romper con el hartazgo, asumiendo la inestabilidad laboral y lo

efímero del trabajo como algo incluso “deseado”.

Así se va formando una clase obrera precaria, sin posibilidades de crecimiento

económico, laboral o personal, absorbidas por un trabajo extenuante que las devora y les

inculca-impone una dinámica que poco o mucho, de una manera o de otra, se va

haciendo parte de su vida, sea con descontento o “buscado” por ellas mismas. Van

“aprendiendo” que el trabajo es así, como si no pudiera ser de otra manera, implantando

con esta dinámica la sensación de que “todo se disuelve en el aire” (Harvey, 2004; 316),

en la que se incluye el trabajo y la posibilidad de sobrevivir, de acuerdo las necesidades y

vicisitudes del mercado global.

1.2.- Como el agua entre las manos. Consumiendo flexibilidad.

Harvey hace énfasis en la necesidad de observar cómo estas transformaciones van

modificando las pautas de producción y de consumo. El capitalismo en su necesidad de

acelerar sus ritmos de acumulación, requiere no sólo acelerar los ritmos de producción,

sino también los de consumo, para esto necesita fomentar valores como lo efímero,

creando constantemente nuevos deseos y necesidades, acelerando la obsolescencia de

los productos, impulsando la moda efímera masiva, promoviendo la necesidad de

consumirla (Harvey, 2004; 180).

Impulsa una serie de cambios culturales respecto de lo que la gente concibe

necesario consumir y cómo consumirlo, buscando que se aceleren los cambios de los

deseos y necesidades de consumo. Esto afecta a las obreras no sólo en el proceso

productivo, sino en su dinámica de consumo, pues la población obrera también es

susceptible a las nuevas necesidades y deseos, sobre todo entre las jóvenes, para las

que muchas veces someterse al trabajo en la maquila les significa poder acceder a

productos de moda, a las innovaciones tecnológicas presentes en el mercado y a

espectáculos públicos138.

Estas obreras viven esta aceleración y transformación de los deseos y

necesidades inducidos por el capital, imprimiéndoles la necesidad de conseguir el

138

Esta situación la encontramos principalmente en las obreras jóvenes sin hijos, donde la necesidad de acceder a la ropa de moda, a la tecnología telefónica de punta y a los espectáculos las lleva a entrar en la maquila, a veces por temporadas en lo que consiguen juntar para lo que buscan consumir.

181

pantalón de moda, aunque sea pirata o imitación139 que muchas veces ellas mismas

confeccionan, o el teléfono celular comprado en “módicos” pagos semanales, donde

terminan pagando alrededor del doble o el triple del monto del producto140. Las

innovaciones en la moda y en la tecnología se han introducido en su vida cotidiana,

principalmente entre las jóvenes, para quienes contar con el producto de moda implica

estar dentro de los cánones sociales, en este caso juveniles: cómo vestir, a qué lugares ir,

cómo divertirse, qué música escuchar, qué teléfono portar, etc., acceder a dichos

productos, modelos de ropa y espectáculos de moda se hace una necesidad social.

Al llegar a la ciudad, ingresar en la maquila y contar con una entrada económica,

aunque precaria, les permite entrar a ese círculo, transformando sus necesidades y sus

concepciones de lo que puede o no, de lo que debe o no ser consumido. Entre más se

adentran las obreras en estos círculos de consumo, se imprime una mayor urgencia

económica, se adquieren nuevas necesidades de consumo que las atan al trabajo

precario.

1.3.- La industria flexible y efímera.

Estas transformaciones globales -nos dice Harvey- van modificando el espacio, el cómo

es vivido y concebido (Harvey, 2004; 267), transmutando lo local de acuerdo a la

reconfiguración geoeconómica-política global y su dislocación productiva que

constantemente industrializa, desindustrializa y reindustrializa las regiones según la

conveniencia que cada región le represente al capital. La maquila es una industria flexible

y móvil que puede llegar masivamente a una región y abandonarla con facilidad, una

industria que puede ser efímera si le conviene serlo, que llega, industrializa, hace crecer,

inventa o reinventa la ciudad, invade poblados, colonias, etc., transformando no sólo el

aspecto geográfico, sino también lo social y cultural.

En Tehuacán la industria maquiladora transformó y transforma la ciudad con su

dislocación y constante relocalización industrial. Entre 1995 y 2001, con el llamado “boom”

maquilador en Tehuacán, vino la atracción de mano de obra (que a pesar de la crisis

maquiladora que se dio entre los años 2002-2003 sigue llegando a la ciudad en busca de

un trabajo) transformando la región, sus poblados y colonias, haciéndolos crecer, para

después dejar un gran margen de desempleo cuando las maquilas cierra y migran a otras

regiones.

La llegada de la maquila implicó la atracción de mano de obra proveniente de las

comunidades de la región y de otras regiones en los estados de Oaxaca y Veracruz que

hizo crecer la ciudad, llegando a tener a alrededor de 70,000 obreras, mientras que con la

salida y cierres de las grandes maquiladoras, el número de empleos se redujo a alrededor

de 45,000, dejando a decenas de miles de obreras desempleadas, trasladadas hacia la

139

Los productos piratas o imitación son productos por lo general de menor calidad y que no pertenecen a las grandes marcas transnacionales pero que imitan los modelos y las marcas para ser ofrecidos a un precio menor que el original, lo que posibilita el consumo de moda entre los sectores populares.

140 En cadenas como Elektra, Coopel y otras que se anuncian con su “pagar poquito semanal” que a

la larga implica pagar más por el producto. Estas cadenas y sus “pagos chiquitos” muchas veces son la única posibilidad de las obreras para acceder a productos electrodomésticos, teléfonos celulares y otros.

182

maquila clandestina, la de traspatio o el comercio informal y en el año 2010 se estimaba

que había alrededor de 38,000 obreras en las diferentes modalidades de la maquila.

Estos cambios se hacen presentes en la vida social de Tehuacán y de sus obreras que

tiene que transitar hacia un trabajo más inestable y precario.

La maquila hizo crecer Tehuacán, sus juntas auxiliares, colonias y poblaciones

aledañas, donde se asentó la maquila se transformó el espacio y la vida social,

poblaciones como Ajalpan o Altepexi pronto se convirtieron en pequeñas ciudades

maquiladoras a donde diariamente llegan trabajadoras desde diferentes poblaciones,

atravesando sus calles adoquinadas y angostas, llenando las maquilas, grandes,

medianas y pequeñas que se encuentran en sus afueras y entre sus calles. En estas

comunidades, que hasta hace poco eran apenas pueblos, con una fuerte presencia de

población indígena, la llegada de la maquila implicó transformar sus formas de vida,

sacándolos del mundo campesino o artesanal hacia la maquila, perdiendo fuertemente el

uso de la lengua materna, así como el uso de sus vestimentas.

Esta pérdida del uso de la lengua indígena y otras expresiones y prácticas

culturales no es ocasionada únicamente por la maquila, sino que es parte de una

dinámica que se extiende a lo largo y ancho del país, pero sí es influida por esta industria

que acostumbra tener normas para evitar que las obreras hagan uso de sus lenguas, así

como de impulsar el uso de la vestimenta característica de la ciudad, prohibiendo el uso

de huaraches, chanclas, rebozos, vestidos característicos de las comunidades indígenas,

ejerciendo una constante violencia en forma de burlas a partir del denominativo

“serranito”, que señala como inferior y despreciable a la población indígena.

Las juntas auxiliares y las colonias de Tehuacán también crecieron, con sus calles

sin pavimentar, atravesadas por sus canales de agua azul mezclilla, circuladas por

bicicletas y pasos apresurados que corren entre las casas y maquilas, con una

urbanización marginal y precaria, haciendo que las juntas auxiliares crecieran hasta

hacerse parte del casco urbano y originando la formación de diferentes colonias que se

asentaron en espacios periféricos, muchas veces sin los servicios básicos.

Pero la maquila no sólo implicó el crecimiento urbano de Tehuacán y las

poblaciones aledañas, al ser una industria descentralizada, se diseminó por todo

Tehuacán, en sus diferentes juntas auxiliares y en las diferentes poblaciones, invadiendo

la región, las colonias, las calles y las casas, una industria que podemos encontrar a lo

largo y ancho de Tehuacán y sus alrededores. Con esta industria desperdigada, la clase

obrera de Tehuacán también está dispersa y aunque existen colonias básicamente

obreras, las trabajadoras de una maquila pocas veces comparten la colonia donde habitan

y viceversa, reduciendo significativamente los espacios comunes entre las obreras de una

misma maquila, lo que se refleja en su posibilidad de comunicarse e interactuar.

David Harvey nos habla de la compresión temporal generada con estos reajustes

geoeconómicos-políticos (Harvey, 2004; 267), que se vive en las maquilas con los

tiempos y ritmos de trabajo que se intensifican, extienden o acortan de acuerdo a las

necesidades de producción. Puede darse que en una semana las obreras tengan que

trabajar 12 horas o hasta noches enteras y a la siguiente semana trabajar medios días o

media semana, sin que exista una seguridad del tiempo que se trabajara. La experiencia

obrera del espacio y del tiempo de trabajo se modifica con la inestabilidad de ese

183

peregrinar de maquila en maquila y con las modificaciones arbitrarias del horario de

trabajo.

Esta transformación de cómo viven el tiempo y el espacio en relación al trabajo

transforma la dinámica laboral y extra laboral de las obreras, pues sus tiempos y

desplazamientos van dominados por la maquila, es común que las obreras aprendan a

comer rápidamente, incluso en sus días de descanso, acostumbrándose a los ritmos

laborales intensivos, ellas aprenden a “vivir a prisa”, caminar de prisa entre las calles,

hartas de su jornada “sin ganas de nada más”.

Esa sensación de que “todo se desvanece en el aire” (Harvey, 2004; 316) no solo

se hace presente en cuanto al consumo, sino que se hace presente en la vida misma de

las trabajadoras, quienes “aprenden” a vivir en esta inestabilidad, en esta nube de aire

que constantemente amenaza con desvanecerse.

1.4.- Maquilando tradiciones laborales.

Luis Reygadas (2002) nos habla sobre el encuentro de diferentes culturas laborales que

se dan cuando la maquila llega a una localidad, generando un choque-encuentro entre las

diferentes tradiciones laborales existentes en los pueblos y las que vienen con la maquila,

que van conformando nuevas culturas del trabajo, según la región, la planta, el tipo de

producción, el origen del capital maquilador, etc., que se van acomodando, no sin

tensiones, dentro de las maquilas.

La región de Tehuacán contaba ya con una tradición laboral de la costura, así

como de producción de artículos artesanales de jarcia141, ambas, modalidades de

producción doméstica, realizada dentro de la unidad familiar, donde la entrada de

recursos corresponde a la venta del producto. La tradición artesanal y de autoempleo en

las casas permite que el trabajo a destajo en las maquilas sea más fácilmente aceptado,

sobre todo entre aquellas obreras que no conocieron el pago por jornada de trabajo.

Actualmente en Tehuacán el pago por producción o a destajo es el más común:

cada obrera lleva un registro de las tareas que realiza y con ese registro se presenta

semanalmente a recibir su salario. Entre las obreras que trabajan en las maquilas de la

ciudad, si bien se acepta esta forma de pago, no deja de ser parte de los descontentos

laborales, sobre todo en aquellas que conocieron el pago por día o por semana, mientras

que en las obreras más jóvenes y en las que trabajan en las comunidades aledañas

donde el trabajo artesanal formó o forma parte de cómo se concibe el trabajo, es más

aceptado, acostumbradas a recibir el pago por lo que van produciendo, ahora inmersas en

el mundo industrial.

Muchas trabajadoras cuentan con máquinas de coser sencillas en sus casas,

costureras artesanales de profesión desde que la maquila comenzó a instalarse en la

región, esto posibilita el trabajo a domicilio donde el patrón no tiene, a veces ni que invertir

en maquinaria, pues cuenta con las máquinas de las trabajadoras, esta modalidad de

trabajo a domicilio hace que algunas trabajadoras busquen ahorrar para comprarse una

máquina de coser sencilla para poder maquilar desde sus casas, pensando en que esta

141

Productos realizados con fibras naturales, como canastas, sombreros, sopladores, escobetas, etc.

184

modalidad laboral les dará mayor libertad en el trabajo y la posibilidad de atender el

hogar.

Este modelo de trabajo sí permite a las obreras la posibilidad de atender su hogar,

sin embargo no les permite una mayor libertad de horarios y ritmos de producción, pues

éstos son marcados por los patrones fantasma que exigen cierta cantidad de prenda con

menores salarios, lo que hace que las trabajadoras en sus casas tengan que remontar los

ritmos de trabajo y extender sus horarios, incluyendo el trabajo de varios miembros de la

familia para poder realizar la tarea que les fue encargada. Esta modalidad ha venido a

transformar el mundo laboral en Tehuacán, es posible caminar por sus calles y encontrar

esos portones abiertos donde están trabajando dos o tres familiares, con la mezclilla y la

maquila invadiendo las casas obreras, donde aprenden a vivir, a comer, a dormir entre su

trabajo, haciendo que la maquila se diluya en sus propias casas, en sus camas y cocinas,

donde los patrones no sólo se ahorran prestaciones y derechos laborales, que no existen,

sino que no tienen que pagar por servicios, instalaciones y mantenimiento de la

maquinaria.

En las maquilas el pago a destajo o por producción implica que la jornada de

trabajo puede variar, principalmente extenderse, es común que cuando las trabajadoras

acaban su tarea del día, se les asigne trabajo extra, lo que alarga su jornada laboral a

pesar de haber terminado con su tarea, muchas veces ellas buscan ponerse al corriente

con tareas atrasadas para entregar su producción semanal completa, también pueden

buscar adelantar tareas para evitar trabajar el sábado o domingo o intentando entregar

más producción para ganar un poco más. Todo esto hace que el horario de trabajo sea

móvil e inestable, principalmente extensivo, aunque muchas veces los patrones

acostumbran combinar el criterio de pago entre a destajo o por jornada según les

convenga para evitar el pago de trabajo extra.

La industria maquiladora aprovechó estas tradiciones laborales donde el pago a

destajo es “natural”, adoptándolo como forma de pago por excelencia, eliminando el pago

por semana o por jornal de la industria clásica. La gran mayoría de maquiladoras,

principalmente medianas, pequeñas y de traspatio pagan por producción, imponiendo

esta modalidad de pago, haciendo que poco a poco, en mayor o menor medida, la clase

obrera de Tehuacán “acepte” el pago a destajo o por producción, en esta modalidad el

horario de trabajo se extiende, e inculca en la práctica, que no existe el pago de horas

extra y que la forma de aumentar el salario es exclusivamente a partir de aumentar la

producción, si es que las obreras logran una mayor intensificación de su ritmo de trabajo o

una mayor extensión de su jornada laboral.

1.5.- El trabajo. Un constante estira y afloja entre el orgullo obrero y el mostro que

las devora.

Luis Reygadas (2002, 2002b) nos plantea observar la intersección donde confluyen los

procesos simbólicos y productivos, cómo se influencian uno al otro y se reconfiguran

(Reygadas: 2002b; 106), en lo que él denomina la cultura del trabajo.

Ya hemos mencionado que el tiempo de trabajo y sus ritmos se adentran en la

vida de las obreras haciéndolas vivir “siempre corriendo”, absorbiendo su tiempo con esa

inestabilidad laboral que se traslada a su vida, brincando de una maquila a otra, de un

185

paso a otro, con horarios que se pueden extender o acortar, salarios que siempre tienden

a reducirse, haciendo que la inestabilidad, la precariedad y la flexibilidad sean parte de la

vida de las obreras, que “aprendan” a vivir según la maquila les dicte, haciendo de esa

movilidad y ese peregrinar una constante, donde ningún trabajo es seguro, ni siquiera de

un día para otro.

Poco a poco las obreras van aceptando esta dinámica de precariedad laboral, no

sin resistencia, ante la necesidad y la urgencia económica, asumiendo que el trabajo es

en sí mismo denigrante, hartante, precario, llevando a las obreras a asumir al trabajo y a

la maquila como “un mostro que nos devora y se apodera de nosotros”, donde ellas no

son dueñas de su tiempo, de sus movimientos, de su vida.

La precariedad laboral, sus ritmos intensivos, sus horarios extensivos e inestables,

la violencia ejercida por patrones y encargados dentro de las maquilas, los bajos salarios

y la constante inestabilidad laboral van haciendo que las obreras identifiquen al trabajo

como “un hoyo negro” o un “mostro que nos devora” al que día con día se adentran,

donde ellas no se pertenecen, donde son despojadas del control, no sólo sobre su trabajo,

sino sobre sus cuerpos, sus risas, sus palabras, haciendo que asuman no ser dueñas de

ellas mismas, lo que hace del trabajo una actividad, un tiempo y un espacio asfixiantes,

donde el patrón y el encargado se hacen dueños de ellas, de sus movimientos, de sus

palabras, esta dinámica hace que el trabajo se conciba como una actividad, un tiempo y

un espacio donde ellas son despojadas de sus conocimientos, de su capacidad, de sus

cuerpos, de sus voces, de sus vidas.

Esta dinámica, este hastío se enfrenta y entra en conflicto con el orgullo que ellas

sienten de “saber trabajar”, de su concepción de sí mismas. Dándose una constante pelea

entre ese orgullo y ese hastío que las inunda. Este orgullo en la cotidianidad pareciera

estar soterrado bajo el peso del hastío y la necesidad económica, pero sigue presente

entre ellas. En el relato etnográfico se puede observar la importancia que tiene para ellas

saber trabajar, saberse portadoras del conocimiento y capacidad de trabajo, a pesar de su

descontento con la dinámica laboral “una sabe trabajar, eso es lo que somos y yo me

siento orgullosa de saber trabajar y trabajo bien, porque nuestro trabajo es lo que somos,

habla por nosotras”.

El saber trabajar, los conocimientos, la práctica y la capacidad se vuelven parte de

la identidad de las obreras y las prácticas de violencia ejercidas por patrones y

encargados son vividas como intentos de despojarles de los últimos reductos de ese

orgullo, “para que aprendamos quien manda adentro”, que les hace concebir al trabajo y a

la maquila como un mostro que las devora y despoja de sí mismas. Cuando explotan los

enojos y las resistencias este orgullo resurge como un elemento central de sus discursos,

relatos y su reconstrucción como personas, trabajadoras y sujetos colectivos. Cuando

ellas enuncian los descontentos constantemente están presentes estas expresiones

respecto al orgullo de saber trabajar, oponiéndolo a las injusticias cometidas por los

patrones y encargados, la cual viven como una afrenta contra sus conocimientos y su

valor como trabajadoras y personas.

La concepción entre la obreras respecto al trabajo como un infierno (Reygadas,

2002; 68) aquí lo encontramos como “la maquila como un mostro”, esta concepción no

sólo se construye a partir de los extenuantes ritmos, los extensivos horarios de producción

186

y los precarios salarios y condiciones laborales, influye mucho el cómo las obreras

interactúan con los patrones y encargados. Es aquí donde entra esa “cultura patronal de

violencia” (Reygadas, 2002; 67-69). La violencia ejercida cotidianamente por patrones y

encargados va apuntalando esta visión de concebir al trabajo como un infierno, como algo

que las devora y despoja de sí mismas, los insultos, los gritos y hasta golpes son

dinámicas constantes en las maquilas, que buscan denigrar a las obreras, hasta el punto

donde muchas veces ellas llegan a considerarse incapaces de lograr algo y no ser

merecedoras de mejorar.

Esta violencia la viven las obreras con un enojo constante, como un atentado

contra su dignidad, aunque termina por “aceptarse” ante la urgencia económica y es un

factor importante de cómo las obreras de Tehuacán conciben y viven el trabajo. Entre

ellas es común observar el hastío que les representa el trabajo, que las lleva peregrinar

de una a otra maquila y a acostumbrarse a vivir con desgana esa actividad que por otro

lado les imprime un orgullo profesional y personal que pareciera perder la pelea frente al

hastío. Así, se construye una noción donde la maquila es un monstruo que día a día les

devora y les despoja de su trabajo, de sus capacidades, de su tiempo, de sus voces, de

su vida, mientras que los patrones y encargado adquieren un significado de “ser gandalla”

o “culero”, pero al que se tiene que tratar amistosamente para poder mantener el trabajo,

asumiéndolo cómo el que les maltrata. En este sentido, los enojos de las obreras muchas

veces van más dirigidos al encargado que a los patrones, pues estos son los que

interactúan diariamente con ellas, los que materializan el desprecio y los malos tratos en

su contra.

Ésta es una de las principales afrentas que conciben las obreras de la maquila en

Tehuacán, los insultos, los gritos, las burlas cotidianas, son asumidos como un intento de

despojarlas de su dignidad personal y laboral, hasta llegar muchas veces a convencerlas

de ser eso que los encargados dicen que son: tontas, inútiles, ignorantes, sin capacidad,

sin derecho a ser escuchadas. Esta dinámica va haciendo que las obreras muchas veces

se sientan incapaces de hacer o lograr algo, incluso de no valer como trabajadoras, de no

merecer una mejor situación laboral y de vida, pero esto no implica que dejen de

experimentar estas afrentas con enojo y coraje. Al explotar, individual o colectivamente las

obreras, este aspecto toma importancia: “es por dignidad, más que por dinero, por

dignidad, porque nadie merece vivir así, somos obreras, valemos, importamos y no se

vale que nos traten como animales, como si no tuviéramos dignidad” y se vuelve un

elemento central en sus expresiones y procesos de resistencia.

Esta sensación de no pertenecerse mientras se está en la maquila es producto del

trabajo explotado, de la precariedad y la violencia ejercida por patrones y encargados,

haciendo que las obreras le den un gran significado a los tiempos fuera de la maquila, de

comida o de descanso. Estos momentos y espacios de refugio donde hacen vivible la vida

y donde rompen con ese hastío (Reygadas, 2002; 99-100), son significados por ellas

como “donde sí somos dueñas de nosotras mismas”, donde pueden moverse, reírse,

hablar, caminar, sin tener que estarse cuidado del encargado, sin riesgo a ser regañadas,

en este sentido los horarios de comida y los días de descanso adquieren el significado de

“un escape del hoyo”, un tiempo en que ellas mismas se pertenecen “por poquito que

sea”, donde vuelven a ser dueñas de su voz, de sus palabras, de su vida, es en estos

187

espacios y tiempos donde ellas pueden intentar “hacernos de pequeñas alegrías” que les

permitan enfrentar el hastío, el aburrimiento, la frustración generada por la dinámica

laboral y su violencia cotidiana.

Estos espacios y momentos donde ellas intentas rehacerse dueñas de sí mismas,

son caminatas por el parque con las amigas o la familia, a veces los hijos, un paseo en el

balneario, ir a un baile, tomarse una cerveza, jugar un partido de futbol, pasear con el

novio, tener encuentros sexuales, cualquier actividad donde ellas sean las que decidan

sobre sus movimientos, sus expresiones, sus cuerpos, sobre sus vidas, encontrando aquí

reductos donde la maquila no está, donde no controla el encargado, donde no grita el

patrón, donde ellas pueden caminar a su ritmo, moverse y reírse sin tener que vigilar si las

vigila el encargado, donde ellas luchan por rehacerse dueñas de sí mismas.

Estos pequeños espacios-momentos son valorados por ellas como importantes,

significan la posibilidad de re habitarse, de volver a tomar control sobre ellas mismas, de

saberse no dentro de ese mostro, sentirse con la posibilidad de escapar de las fauces que

les devoran la vida y las despojan de ellas mismas. Así, ellas se re habitan, retomando el

control sobre sus vidas, a partir de tomar el control sobre sus desplazamientos,

movimientos, cuerpos, risas y sobre su sexualidad, por lo menos en medida en las

condiciones económicas y laborales se los permiten, valorando y significando esos

espacios y momentos donde la maquila “no está”, aunque siga estando.

1.6.- La maquila, la clase obrera y la diversidad cultural.

Luis Reyganas nos habla de ese intento de ensamblar culturas que se da en la maquila,

donde conviven diferentes culturas del trabajo, así como sujetos con diferentes culturas y

orígenes étnicos, encontrándose, chocando, reconfigurándose de diferente manera

(Reygadas, 2002; 148). Con el ingreso de la población indígena a la maquila, se genera

una serie de enfrentamientos con la alteridad cultural y una diversificación del panorama

laboral, donde se da lo que Reygadas plantea como una tercer conquista que impulsa la

pérdida de la identidad indígena y sus tradiciones, el abandono de prácticas culturales a

partir de la occidentalización que la población indígena vive en el mundo laboral, la

ruptura de lazos familiares y comunitarios, que es empujado por el desprecio constante

que la población indígena vive en los centros de trabajo (Ibíd.; 170-171).

Con la maquila llegó también la fuerza de trabajo indígena proveniente del estado

de Puebla, Oaxaca y en menor medida del estado de Veracruz, conformando una fuerza

de trabajo diversa culturalmente, pudiendo encontrar en una misma maquila trabajadores

mestizos, nahuas, ngi-iva, ha shunta enima, y ñuu dzahui, algunas veces relacionándose

entre sí, otras manteniéndose apartados unos de otros, muchos de ellos rompiendo los

lazos con sus comunidades de origen, re transformando la ciudad, abandonando las

comunidades de las que partieron.

Dentro del mundo laboral las obreras van absorbiendo una serie de significados

sobre ser indígena o serranito, que implica un desprecio hacia ese origen y toda aquella

expresión que se identifique con esto. Si bien este desprecio contra lo indígena no se da

exclusivamente en las maquilas, sino que está presente en la vida social de Tehuacán, en

las maquilas se refuerza, en los centros de trabajo las obreras van aprendiendo a

188

despreciar u ocultar su origen indígena, al ser señalado como sinónimo de atraso que

debe ser superado una vez que se llega a la ciudad y se entra a trabajar.

Muchas de las burlas patronales, de los encargados y de otras obreras refieren a

los serranitos y existen dinámicas patronales que buscan que las trabajadoras dejen de

usar su lengua y vestimenta, bajo la pena de ser objeto de burlas y multas. En este

sentido el trabajo influye en la transformación cultural de sus trabajadoras, que por lo

general van alejándose poco a poco de su origen, su lengua y sus comunidades, aunque

también se llegan encontrar expresiones de orgullo indígena entre las obreras, muchas

veces éste se esconde y se practica entre quienes se comparte el mismo origen étnico y

cultural.

Entre la población de origen indígena que trabaja en las maquilas se dan

diferentes respuestas ante este desprecio, burlas y señalamiento en contra de ser

indígena. Muchas de ellas abandonan de tajo el uso de su lengua y su identidad indígena,

rompen el lazo con sus comunidades de origen, transforman su vestimenta y otras

expresiones y prácticas culturales, asumiendo esos significados sobre ser indígena,

empujadas por la presión social que les dice “hay que dejar de ser serranitas”, que les

desprecia y señala como “ignorantes” y “atrasadas” por medio del apelativo “serranito”,

buscando romper ellas mismas con cualquier expresión que las identifique como

indígenas, llegando a asumir que “al llegar a la ciudad es ya avanzar, salir del atraso de la

comunidad”.

También existen aquellas que no rompen del todo sus lazos comunitarios, no

dejan de hacer uso de su lengua e identidad aunque con cierta vergüenza de aceptarlo

públicamente, escondiéndolo y reservando para el ámbito familiar o en espacios

apartados a la hora de la comida, donde pueden hacer uso de su lengua y en medida de

lo posible mantener lazos con su comunidad, aunque sean a nivel simbólico, en

sentimientos que guardan respecto a su origen y comunidad. Así, algunas obreras

indígenas resguardan su identidad, mientras que el discurso sobre lo indígena va

generando un conflicto en ellas, que las lleva a vivirla con cierta vergüenza, generado por

las burlas y el desprecio que la sociedad ejerce contra ellas en las calles, en el transporte

público, en las maquilas.

Otras más viven con orgullo su identidad indígena, no sin tener que reservarla para

sus ámbitos familiares o vecinales, pero sin aceptar ese discurso que les repite

constantemente que ser indígena es algo que debe ser rechazado por la propia población

indígena que debe de luchar por salir de su origen, que es considerado un atraso. Entre

las obreras indígenas hay las que viven con orgullo su identidad, lengua, tradiciones,

prácticas y concepciones culturales propias, sin embargo la presión social las lleva a

esconderlas de los demás, resguardándolas entre la familia, compadres, vecinos, con

aquellas que comparten su cultura.

Algunas intentan mantener los lazos con su comunidad a pesar de que muchas

veces el trabajo en las maquilas no les permite desplazarse con facilidad hacia sus

comunidades de origen, por lo que cualquier oportunidad de “ir al pueblo” es

aprovechada, sobre todo cuando es época de festividades comunitarias. Otras más

mantienen sus lazos a nivel simbólico, en los recuerdos y sentimientos que les despierta

189

el evocar el terruño, la fiesta, la familia, el poder hablar con otros su lengua, recordando la

vida en las comunidades.

Algunas, las menos, logran reconstruir sus comunidades en la ciudad, en

asentamientos donde cohabitan con más gentes de su comunidad o región, donde

reinventan en medida de los posible su comunidad de origen y prácticas como el tequio y

el trabajo colectivo y las festividades importantes. Este caso se da principalmente entre

obreras ha shunta enima, conocidas como mazatecas, quienes cuentan en Tehuacán con

colonias, donde el trabajo colectivo les permitió proporcionarse a sí mismas de servicios

como la luz, pavimentación, etc.

Otras más siguen habitando en sus comunidades de origen, cuando se encuentran

cerca de los centros de trabajo, lo que les permite asistir a trabajar diariamente y volver a

sus comunidades, no sin que la maquila intervenga en la transformación de la vida

comunitaria, que con sus largas jornadas de trabajo va influyendo en el rompimiento de

los lazos comunitarios, transformando las comunidades que durante el día se observan

vacías cuando sus habitantes se encuentran en las maquilas.

También la maquila se volvió un centro de encuentro entre las obreras

provenientes de diferentes regiones y comunidades, posibilitando relaciones entre

miembros de diferentes culturas y hasta acercamientos culturales, posibles al compartir el

espacio de trabajo. Es común encontrar matrimonios entre diferentes combinaciones

culturales: nahuas con ngi-ivas, ha shunta enima, ñuu dzahui o mestizas y viceversa,

rompiendo barreras entre culturas y pueblos que históricamente se han mantenido

encontradas y que guardan resentimientos históricos, como el caso dado entre nahuas y

ngi-ivas, donde los segundos guardan un resentimiento ante los primeros por el desprecio

con el que históricamente les han tratado.

En la maquila se conocen, se tratan, se emparejan, se hacen amistades que

muchas veces rompen las barreras culturales, pero también se mantiene cierto sectarismo

entre ellas, donde muchas veces evitan relacionarse demasiado con “las serranitas” o

entre las obreras indígenas según su grupo étnico y su cultura. Muchas veces este

sectarismo es alentado por la dinámica patronal que azuza a las obreras mestizas a no

relacionarse con las indígenas, impulsando que entre ellas se fomente un desprecio

interno, o que fomenta discursos de desprecio entre las obreras indígenas con otras

obreras indígenas.

Las obreras indígenas en general viven el desprecio por su cultura, su lengua, su

origen, pero de manera particular responden a éste de manera diferente, algunos

escapando de ser indígenas, otros resguardándolo tímidamente, unas más, manteniendo

un orgullo por su origen y su cultura, pero resguardándolo para sus ámbitos familiares

para evitar burlas y señalamientos, encontrándose unas con otras en las maquilas, a

veces rompiendo las barreras culturales otras más fortaleciéndolas y reproduciendo esos

señalamientos y burlas entre ellas, otras más reflexionando sobre la lengua “ya perdida en

su población”, donde sólo los viejos la usan. En todo esto influye la dinámica patronal, la

cultura de violencia, las normas aplicadas en la maquila sobre el uso de la lengua,

vestimenta y expresiones culturales.

190

1.7.- La fragmentación contra la solidaridad.

La dinámica de la precariedad laboral envuelve a las obreras en una espiral de necesidad

económica, violencia cotidiana, desvalorización constante contra sus personas, con ritmos

de trabajo y vida intensivos, horarios extensivos, extenuantes, donde el trabajo lo tienen

que pelear día a día para mantenerlo, incluso frente a sus compañeras, impulsando una

fragmentación de la clase obrera, incomunicada entre sí, sin lazos solidarios fuertes,

inmersas en una dinámica constante de competencia e individualismo.

La competencia y la dinámica laboral impuesta en el mundo maquilador se

introduce en la vida de las obreras, en sus concepciones sobre ellas mismas, sobre sus

compañeras, difundiendo un fuerte sentido de individualismo impulsado por los patrones,

donde ellas aprender a vivir, a veces sin reflexionarlo, o reflexionándolo, pero asumiendo

que no pueden hacer nada.

Todo esto hace que a ellas se les dificulte verse en colectivo, reconocerse en la

otra, las lleva a estar compitiendo constantemente por mantener el trabajo, por conseguir

un aumento salarial siempre a costa de un mayor esfuerzo propio, así les es difícil poder

concebirse como compañeras -y dicen- “a veces creo que más que como compañeros,

nos miramos como enemigos”, a esto contribuyen los acelerados ritmos de producción,

donde ellas cobran por lo general a destajo y las largas jornadas que hacen que sea difícil

que puedan entablar relaciones fraternas y estrechas o duraderas entre ellas, a esto

ayuda la movilidad obrera, ese peregrinar de una a otra maquila, haciendo una clase

obrera fragmentada, precaria, flexible, desconectada entre sí, que se va cargando de la

dinámica y concepciones que el capital imprime al mundo laboral.

Pero en el trabajo también van accediendo a conocimientos y capacidades que

forman parte de su identidad, pueden acceder a utopías propias del mundo laboral, como

trabajo digno, mayor salario, pensar una justicia laboral donde sean reconocidas por su

capacidad y conocimientos, etc., siendo estos, ejemplos de esas concepciones, valores,

significados, utopías que se exportan desde el mundo laboral hacia la vida social extra

laboral, éstas van transformando la concepción de las trabajadoras respecto al trabajo,

asumiéndolo como un orgullo y a la par “un mostro” que les devora. Estas concepciones

se trasladan entre la vida cotidiana y la laboral, como la prisa con la que aprenden a vivir,

el aceptar la precariedad a pesar del descontento, o la ilusión de que un día los patrones

pagarán las afrentas que comenten contra ellas y que ellas serán valoradas por su

trabajo.

Del otro lado de la cultura del trabajo de Reygadas (2002, 2002b), está la

influencia ejercida por la cultura en el mundo laboral. Las trabajadoras cargan con

concepciones, significados, prácticas que van introduciendo al mundo laboral, influyendo

en el proceso productivo, algunas de éstas se pueden encontrar en prácticas de

solidaridad que se dan cotidianamente.

Entre las obreras, a pesar de la dinámica que las va orillando a ser cada vez más

individualistas y les dificulta identificarse en la otra, existen diversas prácticas de

solidaridad cotidiana, como los casos de las “madrinas”, que enseñan a las más jóvenes a

trabajar, les protegen y hasta alimentan, las cooperaciones que realizan cuando muere

algún familiar de ellas o las cooperaciones que hacen entre ellas cuando alguna del grupo

más cercano es despedida.

191

Estas prácticas de solidaridad algunas veces las traen consigo de su vida

comunitaria, o de recuerdos de ésta, -dicen- “es que yo sí soy de pueblo, por eso hago

así, porque soy de pueblo y eso significa que donde come uno comen dos, aunque

humilde, pero no se le niega el taco a otra persona”. Además estas prácticas se refuerzan

mediante la experiencia laboral propia “es que se siente feo no saber y que nadie te eche

una mano, yo por eso les enseño, porque pues somos compañeras o deberíamos serlo,

echarnos la mano entre nosotras pues”, estas prácticas se van adentrando en el mundo

laboral, en la dinámica del trabajo, y muchas veces se hacen una práctica propia dentro

de las maquilas como la ayuda en caso del fallecimiento de algún familiar, que está más

instituida, incluso a veces regulada por patrones o sindicatos.

A pesar de todos los obstáculos que la maquila impone a la solidaridad, las

obreras mantienen prácticas cotidianas de solidaridad entre ellas, asumiendo que

deberían saber ser compañeras y reconociendo que si no lo son, muchas veces se debe a

que aprenden a no serlo dentro de la maquila, así, se da un estira y afloja constante entre

la dinámica individualizadora y competitiva de la maquila y esta solidaridad.

La maquila va imponiendo una dinámica altamente competitiva entre las

trabajadoras, con una constante inestabilidad laboral, donde tienen pocas posibilidades de

fortalecer sus lazos colectivos ante la dinámica intensiva y extensiva de los ritmos y

horarios de trabajo. Muchas veces no alcanzan a conocerse entre ellas cuando ya

brincaron a otra maquila o a otra área de trabajo, o sólo alcanzan a conocer a aquellas

que están inmediatamente junto a ellas, con las cuales la comunicación está coartada por

los ritmos de trabajo y la constante vigilancia del encargado que va entre las mesas

regañando a quienes platican.

En los tiempos de comida, logran establecer algunos lazos colectivos, en

pequeños grupos y altamente inestables por la inestabilidad misma del trabajo, mientras

que la dispersión de la maquila hace que muchas veces no compartan más que el espacio

de trabajo y que la comunicación con otras obreras en sus colonias esté coartada por las

largas jornadas de trabajo y el cansancio constante que la maquila imprime sobre sus

cuerpos.

Así la maquila va imposibilitando la construcción de lazos colectivos entre las

obreras, incluso entre las de una misma planta, coartando las posibilidades de

comunicarse, y con esto de reflejarse e identificarse en las otras, fortaleciendo una clase

obrera fragmentada, dispersa socialmente, con lazos solidarios colectivos endebles, con

muchas dificultades para organizarse y emprender procesos de lucha y resistencia, donde

ellas parecen acostumbrarse a concebirse como competencia antes que como

compañeras.

Sin embargo generan reflexiones al respecto de la necesidad de “aprender a ser

compañera”, asumiendo su incapacidad de ser “completamente compañeras” y que han

aprendido a verse “como enemigas”. Las que generan estas reflexiones, principalmente

son aquellas que han pasado por un movimiento obrero, que asumen esta cuestión como

uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan. Ellas asumen en las pláticas

bajo el sol la necesidad que tienen de aprender a ser compañeras y que el serlo es mucho

más allá que trabajar juntas, y saben que han sido incapaces de lograrlo.

192

Sin embargo existen prácticas cotidianas de solidaridad que la precarización

laboral no han logrado desterrar del mundo obrero: compartir el taco con quien no lleva

comida, enseñar a trabajar y proteger a las obreras jóvenes, cooperar para el funeral del

familiar de la otra, a veces, hacer cooperaciones entre los pequeños grupos de amigas,

cuando una es despedida, avisarse cuando una encuentra una maquila donde hay

mejores condiciones, alegrarse cuando una de ellas harta de la dinámica y los insultos

contesta la afrenta, viviendo estos actos como propios, en los que ellas se ven reflejadas

y en las que simbólicamente también hacen frente a los constantes ataques contra su

dignidad, alegrarse y apoyar simbólicamente cuando se enteran por los medios de

comunicación “que las de una maquila de por allá de por la entrada le quitaron sus

máquinas al patrón” o llevando una bolsa de pan a la guardia de obreras que resguarda la

maquinaria a fuera de la maquila.

2.- La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte.

2.1.- La dominación se vive y escenifica a diario.

Al hablar del mundo laboral, no se puede dejar de lado la relación de dominación

intrínseca al proceso productivo, donde el trabajo se vuelve ajeno al trabajador. Las

trabajadoras son despojadas por medio de la propiedad privada, de su posibilidad de

sobrevivir y se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo a los patrones, quienes por la

fuerza de la propiedad privada y de la dinámica económica les despojan del producto, de

su capacidad y del proceso de trabajo.

La propiedad privada de los medios de producción permite que exista una clase

social despojada de la posibilidad de satisfacer sus necesidades sin vender su fuerza de

trabajo. En este sentido ya existe una relación de dominación, donde unos, los patrones,

despojan a las otras, las obreras, de sus capacidades productivas, de su proceso

productivo y del producto de su trabajo142 e imponen su voluntad sobre ellas.

Esta dominación económica se hace posible por medio de los aparatos de Estado

y sus políticas gubernamentales que posibilitan la explotación mediante una serie de leyes

que someten a la población en general a la dinámica económica capitalista. En la

cotidianidad esta relación de explotación-dominación se expresa de diferentes maneras,

las obreras la viven en el sometimiento a la dinámica laboral que les impone ritmos,

horarios y formas de trabajo donde ellas no cuentan, además, se expresan en las

relaciones con los patrones y encargados, quienes se encargan de materializar esta

dominación de manera cotidiana por medio de las condiciones precarias de trabajo, la

cultura patronal de violencia, las burlas y el desprecio que ejercen contra ellas.

Muchos pensadores y autores desde dentro y fuera de la academia han señalado

ya que donde hay una relación de dominación, hay una respuesta en resistencia, una

resistencia que nos dice Scott (2000) tiene por objetivo enfrentarse, encarar y negar

material y simbólicamente la relación de dominación, y las afrentas que las dominadas

sufren por parte de los dominadores.

142

El proceso de producción y explotación ya ha sido caracterizado y señalado de mejor y más profunda manera, por lo que aquí sólo me limito a señalar que esta relación de explotación implica una relación de dominación mediante la economía.

193

La dominación se adentra en los cuerpos de las obreras, como lo dijera Foucault

(1992; 127), operando más allá de las instituciones políticas y económicas,

acostumbrándoles a ciertos espacios, movimientos, desplazamientos, donde el dominador

es quien mantiene el control y la vigilancia, en este caso, por medio del encargado, quien

intenta regular los movimientos y la comunicación de las obreras, buscando que ellas

“aprendan” a no hablar, a no desplazarse por la maquila sin permiso, a hablar en español

y vestir como la maquila les dice que vistan.

Para esto los dominadores intentan controlar y vigilar el espacio, en este caso la

maquila, y a las dominadas, en este caso, las obreras, controlar sus movimientos,

desplazamientos, su comunicación, insertando en sus cuerpos la relación de dominación,

donde ellas van “aprendiendo” a vivir los ritmos intensivos de trabajo, los horarios

extensivos, la comunicación coartada por la constante vigilancia de los encargados, que

intentan inculcar esa disciplina, en este caso fabril, que busca construir cuerpos dóciles,

para finalmente construir individuas dóciles (Foucault, 2008; 141-142).

En este sentido se pueden entender los insultos y malos tratos utilizados

constantemente en las maquilas, como forma de someter a las obreras al poder de

dominación de los patrones, por medio de la voz y los gritos de los encargados, buscando

controlar sus movimientos y vulnerar su dignidad, construir esas obreras dóciles que

acepten la relación de dominación.

Con Balandier (1994) y Scott (2000), vemos que el dominador requiere construir

una imagen sobre sí mismo, con la cual presentarse ante los dominados. Para esto

requiere construir una serie de imágenes y escenificaciones en las cuales se expresa su

visión de cómo debe ser vista y vivida la relación de dominación, la sociedad y los

dominados mismos. Estas imágenes y escenificaciones (Balandier, 1994; 18) buscan

apuntalar la relación de dominación. Es decir, busca construir una serie de imágenes y

símbolos que sean interiorizados por los dominados y reproducidos, intentando

constantemente construir esa hegemonía de pensamiento, que logre que los dominados

piensen y actúen como quiere el dominador.

Estas imágenes, símbolos y escenificaciones son difundidos desde los medios de

comunicación (Ibíd.; 29) y se hacen presentes en los eventos oficiales. Por ejemplo los

“desfiles” del 1º de mayo, organizados por el gobierno estatal, los sindicatos charros y los

patrones, donde se hace desfilar a las obreras, uniformadas, portando estandartes de las

maquilas en las que trabajan, donde las obreras desfilan “plácidamente”, “agradeciendo” a

los patrones por la oportunidad de trabajar.

También se escenifica el poderío del dominador (Ibíd.; 116), dejando claras las

jerarquías sociales, haciendo demostraciones de poderío y prepotencia, como la que

ejercen patrones y encargados diariamente, por medio de insultos, burlas, desprecio,

invalidando a las obreras, menospreciando sus opiniones, necesidades, e incluso

desafiándolas a enfrentarles, jactándose de ser “intocables” y de contar con el apoyo del

gobierno y sindicatos charros. Estas escenificaciones son cotidianas, se ejecutan en el día

a día en las maquilas, donde los encargados hacen gala de su superioridad, insultando,

regañando, gritando, vulnerando la dignidad de las trabajadoras, buscando que ellas se

piensen despojadas de capacidad y acepten la dominación.

194

2.2.- La deseada aparente hegemonía.

Los dominadores buscan constantemente que los dominados acepten la dominación y la

justifiquen, por diferentes medios impulsan su pensamiento, imágenes, símbolos y

significados, buscando se hagan hegemónicos. Esta imagen aparece en las

escenificaciones que dominados y dominadores ponen en escena, donde se aparenta

esta hegemonía del pensamiento dominante, sin embargo señala Scott, debemos

asomarnos “tras bambalinas” para poder ver qué tanto esa hegemonía es realmente y que

tanto es una puesta escena (Scott, 2000; 27).

Si se observa el comportamiento cotidiano de las obreras frente a sus patrones o

encargados, los saludos sonrientes, los tratos amables, escuchando los “si manito, ya

voy” que se dicen al encargado, pareciera que las obreras aceptan de buen agrado la

relación de dominación y explotación, incluso puede parecer que los regaños e insultos

son recibidos dócilmente por las obreras que agachan la mirada y mantiene la boca

cerrada. James Scott llama a este comportamiento, el discurso público (Ibíd.; 24), que se

adapta a las exigencias de comportamiento que el dominador impone.

Pudiera parecer que las obreras aceptan esta dinámica, sin embargo, al

asomarnos “tras bambalinas”, donde el patrón y el encargado no están presentes, las

obreras comienzan a enunciar los enojos, los corajes, aceptando que este

comportamiento lo adoptan como estrategia para evitar represalias, pero sin que esto

implique que lo acepten, que estén de acuerdo y justifiquen la relación de dominación.

En las pláticas, ellas comienzan a enunciar cada una de las afrentas sufridas, los

insultos, la rabia, la impotencia de tener que guardar silencio por miedo a perder el

trabajo, detener que comportarse y decir lo que se espera que digan y hagan frente al

poder/dominación, mientras que para sus adentros van acumulando afrentas, corajes,

rabias, clamando por una justicia, que puede ser ejercida por dios, por la vida o por ellas

mismas.

Las obreras en la maquila soportan estas afrentas mientras es posible, guardando

lo que están pensando, anhelando, lo que quisieran decirle a los encargados, a los

patrones, sonriéndoles y asumiendo una docilidad escenificada estratégicamente.

Cuidándose de no hacer expreso su coraje acumulado frente al patrón o encargado, sin

embargo, fuera de escena, como plantea Scott, emerge su discurso oculto, ese que no se

muestra, más que con aquellos con los que se comparte la condición de dominación, con

sus compañeras más cercanas, con quien intercambian enojos, se burlan del encargado y

del patrón e invocan una justicia que algún día tendrá que llegar.

Cuando no las ve ni las escucha el patrón o el encargado, ellas enuncian lo que

realmente piensan de la relación de dominación, imaginan actos de venganza sobre los

dominadores: “cuando nos hartemos de esto”, “pero la vida se las ha de cobrar todas”,

enuncian su concepción sobre el “gandalla” o “culero” encargado, al que muchas veces

caracterizan como “el perro del patrón” y festejan entre ellas cuando una rompe el silencio

y les enfrenta. En estas expresiones se asoman las concepciones y significados que ellas

tienen del trabajo, del patrón, del encargado y de la dinámica laboral a la que son

sometidas, éstas se enuncian en los espacios donde el dominador no se encuentra,

donde ellas se sienten seguras de hablar.

195

Junto a estos significados y su forma de expresarlos, las obreras realizan una serie

de prácticas que buscan revertir “aunque sea un poco” lo tanto que los patrones les roban,

mediante robos hormiga, descomponiendo maquinaria, retrasando lo más posible su

entrada al trabajo, cuando pueden, intentan entorpecer el trabajo mediante prácticas

discretas de resistencia: romper la aguja, robar hilo, descomponer la máquina, robar

piezas o pedazos de tela, negando simbólicamente y materialmente la relación de

dominación.

Estos significados, expresiones y prácticas, son lo que Scott identifica como el

discurso oculto (Ibíd.; 28), en éste se encuentra lo que las dominadas, en este caso las

obreras, piensan realmente de la dominación, del dominador, se enuncian una serie de

significados respecto a la dominación, el cómo se le mira, lo que se piensa, el cómo se

vive, y éste, también encontramos las formas en que ellas niegan material y

simbólicamente la relación de dominación que en el discurso público aparece aceptada

con agrado.

Si nos asomamos al discurso oculto, a sus concepciones simbólicas y sus

prácticas, podemos observar cómo el otro discurso presentado, el público, es contradicho,

que la aceptación de la dominación escenificada es negada, emerge el rechazo contra

ésta. Un discurso, significados, concepciones simbólicas y prácticas que vienen a negar la

aparente hegemonía que se había puesto en escena. Los dominadores buscan

constantemente implantar esta hegemonía, la escenifican y difunden imágenes y símbolos

de su dominación (Balandier, 1994), sin embargo, asomándonos tras bambalinas,

encontramos que los dominados la desgajan, la niegan (Scott, 2000), expresando que no

piensan como los dominadores quieren que piensen, que no aceptan de buen agrado la

dominación.

En el discurso oculto encontramos los elementos que niegan la hegemonía del

pensamiento dominante. Las obreras no aceptan las condiciones laborales precarias, no

reciben con agrado los ataques contra su dignidad, no justifican la dinámica laboral en las

maquilas, a pesar de saber que no pueden romper de tajo con esto, por lo que les

conviene realizar la puesta en escena, comportándose como se espera que se

comporten, para protegerse de represalias.

Ellas saben que a veces conviene guardar silencio, agachar la mirada, recibir los

regaños e insultos y expresarse de acuerdo al guion patronal impuesto para poder

mantener el trabajo, por precario que sea, pues es la forma en cómo ellas sustentan su

vida y mantienen a la familia, pero a la par, niegan de manera simbólica y material esta

aceptación, refunfuñando entre dientes, haciéndole gestos al encargado cuando se da la

vuelta, levantando airadas quejas silenciosas para sus adentros, robando hilos, pedazos

de prenda, una bobina, agujas, etc.

Las obreras se saben en desventaja frente a los patrones, quienes cuentan con el

dinero, las máquinas, el apoyo de los gobiernos y sindicatos, ubican que enfrentarles de

frente las puede llevar a perder, reconocen que tal vez “no hay de otra”, pero esto no

implica que ellas justifiquen y reproduzcan el pensamiento dominante, ni que acepten y

justifiquen la dominación. En el discurso oculto, la siempre pretendida hegemonía del

pensamiento dominante deja de ser hegemónica, como se escenifica en el discurso

196

público, no sin que pueda, en menor o mayor medida, ir ganando terreno sobre ellas,

haciéndose parte de su pensamiento y de su actuar.

2.3.- La rabia contra la hegemonía.

A pesar de encontrar en el discurso oculto el rechazo de la dominación, que contradice al

discurso público que expresa la hegemonía del pensamiento del dominador, podemos

observar que entre ellas, sí se van adoptando ciertos discursos y prácticas impuestos por

los dominantes, la dinámica laboral y la necesidad económica las van orillando a

reproducir prácticas impuestas por la maquila.

La competencia laboral, la falta de espacios comunes, de comunicación, de

posibilidades de identificarse en la otra, van haciendo que no puedan “ser compañeras”,

pues serlo –dicen ellas- va más allá de compartir el espacio de trabajo, implica mirarse en

la otra, sabiéndose “lo mismo”. La dinámica laboral se adentra en la vida y concepciones

de las obreras, a fuerza de la urgencia económica, ellas son fragmentadas por la

necesidad económica, que les obstaculiza construirse como compañeras e identificarse

en la otra, con quien tienen que competir por el trabajo.

Esto se acentúa con las largas jornadas y los ritmo intensivos, que les dificulta el

poder construir espacios y lazos colectivos fuertes, después de 11 o 12 horas de trabajo,

con familias que atender, casas que limpiar, ellas quedan con poca energía, con grandes

dificultades para compartir espacios en los cuales reforzar los endebles lazos colectivos

que mantienen, aunado a esto, hay que considerar la movilidad obrera, que las lleva de

una a otra maquila constantemente, haciendo que entablen relaciones efímeras entre

ellas. El peregrinar de las obreras entre las maquilas y las áreas de trabajo dificulta que se

estrechen lazos entre ellas, no alcanzan a conocerse cuando ya están “brincando” a otra

maquila, a otro paso. Incluso cuando logran mantenerse en una maquila por años,

entablar y estrechar lazos es difícil debido a los ritmos intensivos que les impiden

interactuar más allá de las están inmediatamente junto a una, haciendo que las

interacciones ellas, muchas veces se reduzcan a pequeños grupos.

El discurso de la competencia impulsado por el capitalismo se va haciendo, en

mayor o menor medida, parte de ellas y de sus concepciones y prácticas, por la

imposibilidad de negarse a ser partícipe de esto, debido a la necesidad económica que les

urge a trabajar. La maquila las va empujando a ser una “clase” obrera fragmentada e

individualizada, donde la forma de lograr “beneficios” es a partir de la acción individual,

sea trabajando más o negociando con el patrón.

Se va debilitando la posibilidad de actuar juntas para conseguir mejoras,

adentrándose en una dinámica individualista y competitiva, haciendo endebles los lazos

colectivos que logran construirse. Muchas son conscientes de la necesidad de “aprender

a ser compañeras” y mantener esos lazos, muchas veces a nivel de pequeños grupos,

con quienes sí se identifican, manteniendo pequeños reductos de ese “ser compañeras”,

que se hace presente en acciones de solidaridad, a pesar de no poder romper con la

dinámica competitiva que las fragmenta.

Otros discursos del pensamiento dominador que logran adentrarse entre las

obreras, son aquellos referentes a las diferencias étnicas entre trabajadoras nahuas, ngi.-

iva, ha shunta enima, ñuu dzahui y mestizas, así como las diferencias de edad, género y

197

puestos. En las maquilas los patrones y encargados avivan las barreras culturales que

mantienen fragmentadas a las obreras, azuzan a las mestizas a no juntarse con las

“serranitas”, a las nahuas a alejarse de las ngi-iva, y así con los diferentes grupos étnicos,

de igual forma incitan a las jóvenes a no juntarse con las mayores, buscando que entre

ellas se mantengan barreras culturales, de edad, género, que posibiliten la fragmentación

obrera.

En su cotidianidad ellas se van adentrando en la inestabilidad laboral,

“aprendiendo” a trabajar en una dinámica efímera, con ritmos y horarios intensivos y

extensivos de trabajo, que se van haciendo parte de su vida, del cómo conciben al

trabajo, del cómo lo viven, siendo parte de ese todo que se disuelve en el aire,

trabajadoras flexibles y precarias. Aunque este vivir el trabajo efímero, intensivo y

extensivo no es aceptado del todo, si se va adentrando en sus cuerpos, en sus formas y

ritmos de vida, “aceptando” que el trabajo es así.

Las prácticas de dominación cotidiana: los insultos, la desvalorización constante

sobre las obreras, sus opiniones y necesidades, las burlas sobre su condición y los

ataques contra su dignidad, van generando rencores en ellas, asumen no merecer ser

tratadas así, puesto que saben trabajar, sin embargo, estas prácticas de violencia

cotidiana sobre ellas, van adentrándose en la concepción que tienen de sí mismas,

llegando a asumir, poco o mucho, que ellas son lo que patrones y encargados les repiten

incansablemente: incapaces e ignorantes, lo que las lleva a considerarse invalidadas para

opinar, actuar y luchar.

Las obreras viven una pelea entre el pensamiento dominante que intenta

adentrarse en sus cuerpos, concepciones y prácticas, frente a esa rabia que genera, que

nace para rechazar la dominación. Esta pugna entre la rabia y el descontento, frente la

hegemonía que siempre intenta ser un poco más hegemónica, es constante y cotidiana, a

veces una avanza más que la otra, otras, la otra aventaja a la una, dándose una pelea

simbólica entre las concepciones de solidaridad, el ser compañeras y las rabias, frente a

la competitividad, el individualismo capitalista, la fragmentación y precariedad.

Así, la hegemonía dominante va buscando adentrarse más, agarrarse en el centro

de las concepciones simbólicas, significados y prácticas con las que las obreras entienden

y viven el trabajo, a sí mismas, a sus compañeras, a sus patrones, a a relación de

dominación y explotación, mientras que del otro lado lo mismo hace la resistencia,

buscando enfrentarse a esa pretendida hegemonía. Concepciones y significados que se

enfrentan en las concepciones simbólicas y prácticas de las obreras, la una intentando

hacerse hegemónica, la otra intentando resistir la dominación, evitando la hegemonía.

2.4.- La importancia de resistir. Enfrentar al mostro “sin que se dé cuenta”.

La dominación y explotación despiertan resistencias, los dominados se niegan a aceptar

del todo los discursos y prácticas que los dominadores imponen por la fuerza física,

política o económica. La resistencia viene a enfrentar y negar simbólica y materialmente la

dominación, nace ahí donde la relación de dominación se impone, y se expresa en

diferentes momentos, niveles y formas. El discurso oculto, nos permite ver más allá de la

puesta en escena y aún más, nos permite observar más allá de los enfrentamientos

abiertos entre dominadores y dominados, nos permite asomarnos a una serie de

198

discursos, significados y prácticas discretas, que niegan simbólica y materialmente la

aceptación de la dominación (Ibíd.; 142).

Observar esto es vital para poder dar cuenta de lo que ocurre en la relación de

dominación, el cómo es concebida, vivida y significada por los dominados. En el discurso

oculto se expresa la resistencia, en este caso obrera, nos permite ver concepciones

simbólicas que acompañan prácticas de resistencia discreta, que son parte de la

“infrapolítica de los dominados” (Scott, 2000; 44).

Para las obreras muchas veces es conveniente silenciar los enojos, por lo menos

frente al patrón y el encargado, ante quienes deciden poner “buena cara”, escenificando lo

que el dominador quiere ver con el fin de mantener el trabajo. Sin embargo, se hace

necesario enfrentar la dominación, intentar negarla y rechazarla, mediante una serie de

significados y concepciones simbólicas que se acompañan de prácticas discretas de

rebelión, esa “contraideología” donde se articulan los significados que justifican los actos

de rebeldía, que es parte de la “subcultura de la resistencia” que menciona Scott (Ibíd.;

148).

Esta subcultura de la resistencia contiene los significados y concepciones

simbólicas que se encuentran detrás de las prácticas de resistencia. En nuestro caso por

ejemplo: las obreras saben del robo de prenda, hilos, partes mecánicas, de las prácticas

para entorpecer la producción, sin embargo, por lo general estas prácticas no son

delatadas, se justifican entre ellas, a partir de que comparten esos significados y

concepciones simbólicas sobre la dominación y la necesidad de enfrentarla, esta

subcultura de la resistencia se construye en medida en que ellas van compartiendo

experiencias, relatos, corajes, enojos, que van haciéndose parte de su discurso oculto. Es

en esta subcultura de la resistencia donde se comparten la concepción del encargado

como “gandalla”, “culero” o “perro del patrón”, donde se festeja el que una obrera haya

explotado, explosión que como dice Scott, no es sólo individual, sino construida

socialmente.

En esta subcultura de la resistencia es donde las experiencias de explosión de la

rabia, se vuelven relatos colectivos que se festejan y se significan, llegándolos a vivir

como experiencias propias, que vienen a hacer justicia a partir del acto de otra obrera, se

difunden y se convierten en leyendas, como la del “Hamurabi”, ese justiciero obrero que

vengaba las afrentas contra las obreras en Altepexi, se construyen concepciones,

significados y relatos colectivos, que justifican las prácticas de resistencia, que enuncian

el enojo ocultándose entre las voces anónimas que se burlan del encargado cuando se

cae, en los chistes sobre los patrones que “visten chamarras de piel de obrera”, entre los

susurros que en los le advierten al encargado que si no se calma, va volver la “Sole” a

ponerlo en su lugar143.

143

La “Sole”, fue una obrera que un día estalló y enfrentó al encargado. Entre las obreras que vivieron esa explosión de la rabia, el acontecimiento fue vivido intensamente, significado como un acto de justicia donde ellas se sentían vengadas a partir de los actos de la “Sole”. En el relato etnográfico se hace mención a este evento cómo fue significado por una de las obreras que lo vio, lo que ella siente al recordar el evento, y en cómo el acto fue utilizado por las obreras para amenazar al encargado con el regreso de la “Sole” a manera de burla.

199

Ante la necesidad de silenciar los enojos y la resistencia, las obreras llevan a cabo

una serie de prácticas discretas que van impregnadas de significados y concepciones

simbólicas que buscan rechazar la dominación, que se expresan en el discurso oculto

(Ibíd.; 53). Entre estas prácticas, encontramos los refunfuños, chistes y burlas que hacen

sobre patrones y encargados.

Ejemplos como éste se pueden observar cuando alguna de ellas queriendo,

aunque sea en juego, imponerse sobre las demás, era increpada “ya quisieras ser

encargado”, donde decirle a alguien “pareces encargado” es enunciado y tomado como

un insulto, o un juego que intenta insultar. Dentro de estas prácticas de resistencia

discreta encontramos los relatos donde las obreras festejan la enfermedad o la muerte del

patrón, y en la invocación de fantasías de una justicia que llegara, por medio de dios, la

vida, o en algunos casos, cuando ellas se decidan, todas éstas, fantasías sobre una

justicia que vendrá a cobrar al patrón y al encargado cada una de las afrentas.

Por medio de estas prácticas discretas de resistencia, ellas rechazan la

dominación, expresan su rebeldía y descontento con las condiciones laborales, sin tanto

riesgo de ser descubiertas y evitando represalias, dejando claro su descontento con la

situación laboral, con los tratos recibidos en la maquila. Resistencias silenciosas,

simbólicas y materiales que se escuchan cuando uno plática con ellas, que van

enunciando cada enojo, cada afrenta, que van, como dice Scott, creando un sustrato

cultural en el cual se sustentan las resistencias, que permite a las obreras resistir sin

arriesgarse tanto, en estas prácticas de resistencia discretas, en esta infrapolítica de los

grupos subordinados, en el discurso oculto, las obreras pueden comunicarse y organizar

resistencias que llegaran a expresarse de manera abierta, y que son posibles

manteniéndose en ciertos momentos, ocultas (Ibíd.; 217-218).

Estos relatos, concepciones, significados y prácticas son compartidas entre las

obreras en mayor o menor medida, a pesar de la fragmentación que viven, con ello, las

obreras se enfrentan estratégicamente a la dominación, rechazándola simbólica y

materialmente de manera discreta, silenciosa, entre rumores de hilos, limitada por la

fragmentación obrera, la urgencia económica y la dinámica de la maquila, pero sin que

deje de existir este discurso oculto que alimenta las resistencias, que fomenta rebeliones

simbólicas y materiales, muchas discretas, pero también otras que llegan gritarse de

frente a la dominación.

2.5.- La resistencia de frente y a viva voz.

La resistencia no sólo se vive en formas discretas, llega el momento en que el discurso

oculto irrumpe sobre el público (Ibpid.; 247), donde se rompe el velo que los separa, la

presión que la dominación impone sobre los dominados hace que en algún punto el

discurso oculto emerja (Ibíd.; 254-255), que irrumpa la resistencia abiertamente frente a la

dominación. En el relato etnográfico se observan diferente momentos de esta irrupción:

cuando una obrera no puede más y explota, empujando al encargado; cuando un viejo

obrero avienta la prenda y sale de la fábrica; cuando estalla un paro laboral exigiendo

mejoras en las condiciones de trabajo. Estos momentos, nos dice Scott, son

experimentados vívidamente por parte de los dominados y son también significados. La

irrupción del discurso oculto tiene un efecto liberador (Ibíd.; 254-255).

200

Se llega a un punto en que no se puede seguir manteniendo oculto el descontento,

explotan, encaran al encargado, enumeran las afrentas que han soportado, esta explosión

puede ser individual o colectiva, como sea, es importante para ellas, es el momento en

que pueden decir todo lo que habían querido decir, donde recuperan su capacidad de

acción, re habitándose a sí mismas de eso que la maquila les va despojando, enunciando

la dignidad que les da el ser obreras y saber trabajar. Las explosiones “individuales”, son

individuales sólo en el sentido de quien explota y en cómo se expresa, pero no en lo que

expresa, pues lo que se enuncia, nos dice Scott, son las afrentas que comparten las

obreras, que se construyen en un discurso, en concepciones, significados y prácticas

colectivas, por lo que para las demás significa también un momento liberador, donde la

que explota habla por el sentir de las demás que sólo susurran, ríen, sonríen y se burlan

anónimamente del encargado o patrón encarado.

Las explosiones colectivas, planeadas o espontaneas hacen evidente el carácter

colectivo del discurso oculto, en el cual crecen las concepciones que se harán el centro

del discurso y las prácticas de resistencia abierta. En el caso de Tehuacán este discurso

gira alrededor de la dignidad como trabajadoras, el ser obreras que saben hacer su

trabajo y que son robadas, insultadas e invalidadas por los patrones, los encargados.

La irrupción del discurso oculto, de la resistencia abierta, es significada por las

obreras, tanto las que explotan, como las que se van enterando de la explosión de sus

compañeras, por ejemplo: el caso de Exportadora de Pantalones S.A. vino a despertar

curiosidad y anhelos entre obreras de otras plantas. Durante mis recorridos por las

maquilas, las obreras se remitían al caso de Exportadora, me platicaban lo que ellas

sabían, enunciaban su apoyo y expresaban sus anhelos de hacer lo mismo, expresaban

su alegría de saber que otras obreras habían hecho frente a su patrón y que iban

ganando el juicio laboral.

Entre las obreras de Exportadora, esta irrupción del discurso oculto también tomó

importancia, al ser el momento en que ellas pudieron encarar a su patrón, gritar su “ya

basta”, enfrentando la injusticia cotidiana con su dignidad, expresando constantemente,

que más que luchar por el dinero, fue por su dignidad, por demostrarle al patrón que no

podía tratar así a las obreras, demostrar y demostrarse que las obreras valen, que tiene

voz y pueden responder.

Los primeros momentos de la lucha en Exportadora estuvieron y son recordado

llenos de emociones al respecto, que se significan y son importantes para ellas, a nivel

individual y colectivo: donde comenzaron a aprender que podían responder, actuar,

organizarse, enfrentar al patrón, pese a los riesgos y miedos que esto implicó. Una

experiencia donde se combinan miedos, anhelos, rabias, tristezas, alegrías y dignidad. En

la irrupción de la resistencia abierta, se enuncian las concepciones y significados que se

construyen en el discurso oculto, que son el sustrato cultural, la subcultura de la

resistencia que hace posible la rebeldía y la resistencia frente a la dominación. A lo largo

del conflicto de Exportadora, el discurso de las obreras se basó en esas concepciones

que se construyen en el discurso oculto, en las afrentas y la defensa de su dignidad como

trabajadoras.

La experiencia de la resistencia frontal se va re-incorporando al discurso oculto de

las obreras, donde se guarda en concepciones y significados, tanto para las que

201

directamente estuvieron involucradas, como para aquellas que se enteraron y vieron en

esa acción algo que vino a reivindicarlas como obreras, a hacerlas reflexionar y alimentar

sus anhelos y fantasías de justicia.

El caso de Exportadora fue una lucha de año y medio, donde los momentos más

álgidos se vivieron al principio y al final, cuando anunciaron al encargado el paro laboral y

se plantaron fuera de la maquila para custodiar la maquinaria que pretendían embargar,

cuando se ejecutó el embargo precautorio, permitiendo que las obreras abrieran las

puertas de su trabajo para extraer la maquinaria. A lo largo de la lucha, las obreras van

recordando las emociones, los sentimientos, las afrentas, siendo conscientes de un

proceso de transformación propio, comenzando a romper con lo que en ellas hay del

discurso, significados y las prácticas implantadas por la maquila, acrecentando su

discurso, significados y prácticas de resistencia, del discurso oculto. Una vez estallada la

resistencia abierta, este proceso de transformación encontró en las reuniones y

actividades, un espacio fecundo para fortalecerse, en la vida y experiencia de las obreras,

quienes comenzaron a pensarse y repensarse como sujetos individuales y colectivos.

2.6.- En la resistencia nos construimos y reconstruimos.

Scott señala que en la resistencia, sobre todo los momentos en que se hace abierta y

frontal, se posibilita que los sujetos en resistencia de revaloricen, a nivel individual y

colectivo (Ibíd.; 247). En este sentido la resistencia se vuelve un acto de revalorización de

los sujetos, donde intentan reconstruirse, retomando esas capacidades que la maquila y

la dominación les va arrebatando.

Las obreras en la maquila son sometidas a un proceso de desvalorización, la

dinámica patronal les repite una y otra vez, en palabras y acciones, que ellas no tienen

capacidad, que no valen, que no merecen. Este discurso se va adentrando en la

concepción que las obreras tienen de sí mismas, la dinámica laboral y la violencia

constante va buscando que las obreras se asuman desprovistas de sus capacidades,

productivas, organizativas, de tomar decisiones, de actuar. Con esta desvalorización los

dominadores buscan generar sujetos dóciles que acepten la dinámica impuesta,

buscando que las trabajadoras se asuman a sí mismas incapaces de incidir en el proceso

de producción, de enfrentar la dominación y de transformar la dinámica social, económica,

política y laboral.

Las expresiones y procesos de resistencia vienen a enfrentar esta pretensión de

desvalorización, en los espacios, momentos, experiencias y expresiones de resistencia

los dominados se revalorizan, enfrentan la dominación, teniendo el efecto, nos dice Scott,

de retomar confianza en sí mismos, en su autoestima. Enfrentar la dominación implica ser

capaces, de imaginar otra realidad social, organizarse frente a la dominación y

enfrentarla, rompiendo con lo que la dominación quiere inculcar, así, en este sentido la

resistencia es un espacio, un momento, una experiencia que se significa, que se introduce

en las concepciones simbólicas, significados y prácticas, donde los sujetos se revalorizan

y reconstruyen.

202

Cuando el discurso oculto irrumpe, puede parecer que se da en expresiones

individuales y espontaneas144, pero esta irrupción es social, lo que la alimenta, lo que se

enuncia, se construye en colectivo, en concepciones culturales y significados

compartidos. El acto de resistencia abierta viene a significar un reapropiarse de la

capacidad de acción, saberse capaz de actuar frente al patrón o al encargado, dejar claro

que las obreras tienen dignidad, y que a partir de ésta, no pueden soportar tantas

afrentas. Si bien el descontento y los significados inmersos en la subcultura de la

resistencia no nacen en ese momento, es ahí donde se expresan abiertamente y donde

las obreras recuperan, por un momento por lo menos, su capacidad de negar

abiertamente la relación de dominación.

En los casos de las resistencias abiertas que se acompañan de proceso

organizativos y de lucha, este proceso de repensarse y reconstruirse se potencializa, pues

al ser un proceso colectivo es más posible la reflexión colectiva, el intercambio de

impresiones, significados, además, implica darse cuenta de la fuerza colectiva y la

capacidad de acción e identidad colectiva. En el proceso de Exportadora de Pantalones,

las obreras vinieron a descubrirse capaces de actuar, de organizarse y de enfrentar a su

patrón. Los primeros momentos del movimiento significaron saberse con posibilidad de

luchar frente al mostro que las había sometido por años, saber que no eran eso que los

patrones les habían repetido hasta el cansancio, saber que podían levantarse y enunciar

su dignidad de obreras, a pesar de los miedos y los riesgos.

Durante todo el proceso de lucha las obreras fueron redescubriendo sus

capacidades, de hablar, de opinar, de ser escuchadas, de ser valiosas, de organizarse, de

luchar, esas capacidades que la maquila les había hecho creer en mayor o menor

medida, que ellas no tenían. A partir de este redescubrimiento de sus capacidades,

comenzaron a reconstruirse como sujetos individuales y colectivos, comenzaron a mirarse

unas a otras, a identificarse, a reconocerse, a saberse de alguna u otra manera una clase

obrera, o un grupo perteneciente a ella, que podía enfrentar las afrentas de los patrones y

encargados.

“Yo llegue a creer que no valía, que no importaba, que no merecía, de tanto y tanto

que te lo repiten, pero me doy cuenta que sí valgo, que sí importo y que sí puedo, no solo

yo, sino nosotras”. Expresiones como ésta se enuncian entre las obreras en lucha,

anunciando que intentan romper con la maquila y lo que les dice que son. En este sentido

la dignidad es el centro de su discurso, a partir del cual gira su reconstrucción, es la

dignidad la que las lleva a luchar, es la dignidad la que no puede aceptar tanta afrenta,

tanto insulto, tanta violencia cotidiana, es la dignidad la que las lleva a repensarse y

reapropiarse de sus capacidades, individuales y colectivas.

Ellas vivieron un proceso de repensarse, por un lado de manera individual y por el

otro como colectivo. Ellas se miraban como obreras fragmentadas, en ese sentido la

reconstrucción colectiva comienza en empezar a verse como sujeto colectivo, a partir de

la acción de resistencia, donde ellas hicieron consciente su potencial, ya no como obreras

fragmentadas, sino como Obreras. A partir del paro laboral muchas de ellas comenzaron

144

Scott señala que lo individual y la espontaneidad de la irrupción del discurso oculto radica en su expresión concreta, más no en los significados que le alimentan y forman.

203

a conocerse y reconocerse, dándose cuenta en reflexiones personales y grupales de la

importancia que tiene mirarse más allá de ellas mismas, en colectivo, saberse y “aprender

a ser compañeras”, que para ellas implicó una de las principales dificultades a combatir, y

uno de los principales obstáculos que enfrentan ante la maquila.

Durante el proceso de lucha ellas hicieron un par de intentos de trabajo sin

patrones, al trabajar pedidos que la Cooperativa Obreras Insumisas les traspaso,

haciendo uso de máquinas prestadas por este grupo. En estos experimentos-intentos, las

trabajadoras que decidieron participar tuvieron una experiencia de trabajo, donde no

ganaron mucho dinero, pero les permitió vislumbrar lo que podría ser un proyecto de

trabajo cooperativo.

Ellas tuvieron que experimentar, aprender cómo organizar el trabajo, cómo decidir

las cosas, llegar a acuerdos, tener discusiones a veces acaloradas, rehacer en más de

una ocasión el trabajo, para que finalmente, después de tres días de experimentación,

pudieron realizar, ahora si con facilidad, el pedido de trabajo. En este experimento, aparte

de ganar un poco de dinero, de asomarse al proceso de construir acuerdos y buscar hasta

encontrar la forma de planificar el trabajo, ellas disfrutaron el tiempo de trabajo “nunca creí

poder trabajar tan contenta”, decía una de ellas recordando la experiencia.

Se asomaron a una forma de trabajo negada en el capitalismo y en la maquila: un

trabajo suyo, donde fueron el centro del diseño, la planeación y la organización del

proceso productivo, donde su experiencia y su creatividad se tuvo que combinar con la de

las demás. Pudieron trabajar alegremente, entre risas, carcajadas, bromas y chistes, sin

que esta dinámica entorpeciera el proceso o la calidad del trabajo. Vislumbraron la

posibilidad de un trabajo diferente: suyo, alegre y disfrutable, evocando la idea que

enunciara Kropotkin en su “Conquista del pan”, donde menciona al “trabajo agradable”,

que sólo es posible fuera del capitalismo y su explotación.

Las que participaron, reflexionaron que nunca habían imaginado poder disfrutar el

tiempo de trabajo, además de dudar en más de una ocasión de su capacidad de llegar a

un acuerdo y de organizar el trabajo. Entre las risas y carcajadas que se enredaban entre

los hilos que iban costurando la tela, ellas bromeaban, reflexionaban sobre el trabajo en la

maquila “donde iba una a creer que se pudiera trabajar así, en la maquila ya tuviéramos al

mondrigo encargado aquí gritando y regañando”.

En esta pequeña experiencia de un trabajo diferente que se torna agradable para

las trabajadoras, ellas tuvieron la capacidad de contrastarla con la dinámica en las

maquilas, aprendieron que el trabajo no tenía por qué llenarlas de hastío, que no

necesitaban a un encargado gritando y regañando, que aunque es difícil, podrían ellas

acordar, organizar y planificar el trabajo.

Así la lucha, la resistencia, no sólo enfrenta a la dominación, sino que sirve como

un terreno fértil para la construcción de lazos colectivos, tan difíciles de construir en la

maquila, donde las obreras encuentran la oportunidad de transformarse a sí mismas,

revalorizándose individual y colectivamente, donde es necesario comenzar a romper con

las concepciones, significados y prácticas que la maquila les inculca. En el proceso de

resistencia ellas lograron mirarse capaces, descubrir capacidades que no pensaban tener,

considerándose a sí mismas y a sus compañeras como valiosas, merecedoras, para

hablar, ser escuchadas, tomadas en cuenta, para retomar eso que la maquila les despoja:

204

sus sueños, sus utopías, su capacidad de decidir, de proponer, de intentar, de pensarse

individual y colectivamente, lo que les da mayor posibilidades de enfrentar la dominación,

pese a los obstáculos que tienen enfrente.

La dominación busca destruir la capacidad de los dominados, productiva,

organizativa, social, personal, para generar sujetos dóciles, mientras que la resistencia al

enfrentar a la dominación, enfrenta esta pretensión, que a veces pareciera tener cierto

éxito. Es un terreno fértil y vital para la reconstrucción tanto de las personas, como de los

colectivos, donde se pueden estrechar los lazos colectivos que el capitalismo y la

dominación buscan debilitar, donde se puede construir comunidad, en este caso obrera,

en un mundo laboral donde son fragmentadas, esto nos habla de la importancia social con

la que las resistencias deben ser miradas y entendidas.

La resistencia se construye y lleva a cabo a partir de concepciones simbólicas,

significados y prácticas, que se adentran en las concepciones culturales, en este caso de

las obreras, en esa subcultura de los grupos subordinados, que posibilita y retroalimenta

al propio discurso oculto, a la propia resistencia. A partir de estas concepciones culturales,

las obreras conciben, de una u otra manera, al trabajo, a la dominación, a sí mismas, a

sus compañeras, a sus patrones, encargados y su vida misma. Esto nos viene a

demostrar que el capital y la dominación no tienen el camino tan libre, aun cuando

pareciera que sí, que enfrente hay concepciones, significados y prácticas que buscan

enfrentarles y que posibilitan reconstruir eso que la dominación busca destruir.

2.7.- Y sin embargo… nos movemos.

A lo largo de este trabajo hemos podido observar como la dinámica laboral del capitalismo

va impulsando una serie de significados, concepciones simbólicas y prácticas sobre la

vida, el trabajo y sobre una misma, buscando generar una cultura acorde a sus

pretensiones, para lograr su aspirada hegemonía. Sin embargo, aun cuando pareciera a

simple vista que se ha logrado dicha hegemonía, si nos asomamos más profundo, tras

bambalinas, podemos observar que hay una resistencia constante haciéndole frente, a

veces, silenciosa, sigilosa, otras veces, a gritos y puños en alto, que se acompañan de

otra serie de concepciones simbólicas, significados y prácticas que le enfrentan, que

buscan ganar terreno en medida de los posible, a pesar de todas las dificultades, que en

este caso, las obreras de la maquila tienen, en una realidad social donde no pueden

contar más que con ellas mismas, y que las va empujando a construirse como obreras

fragmentadas.

Los obstáculos que las obreras de la maquila tienen enfrente no son pocos, entre

éstos podemos ubicar: los económicos, la precariedad laboral, la competitividad, la

fragmentación, la violencia constante, la urgencia económica que viven en las maquilas y

las concepciones al respecto, que ellas van, en menor o mayor grado, haciendo parte de

su forma de entender y vivir el trabajo, la vida, la relación de dominación, a sí mismas y a

sus compañeras.

A pesar de esto, ellas resisten, algunas veces en silencio, con prácticas de

resistencia discreta que se esconden entre murmullos, rumores, chistes, anhelos de

justicia que no se gritan, fantasías y utopías, prácticas que surgen justificadas y

acompañadas de concepciones y significados que enfrentan a la dominación, en una

205

lucha por apoderarse, no sólo de las prácticas y lo material, sino de ese universo

simbólico a partir del cual se explica y se vive la vida, el trabajo y la dominación. Esta

resistencia se da no sólo en el mundo material, sino en lo cultural, en lo simbólico, en el

universo de significados, ahí se posibilita y ahí se da también el enfrentamiento entre la

dominación y la resistencia.

Resistencia y dominación se enfrentan también en lo simbólico, buscando cada

una ganar terreno, habitar los significados y las prácticas que les acompañan, empujando,

chocando, en una pugna constante, que se va adentrando en las obreras y en su vida. A

pesar de todo, las obreras resisten, aun cuando pareciera que no lo hacen, aun cuando

agachan la mirada y silencian los enojos, resisten, se enfrentan a la dominación, al patrón,

al encargado, a veces silenciosamente y otras a gritos, dejando constancia de que a

pesar de todo las obreras de la maquila no han sido derrotadas a pesar de las derrotas y

de las dificultades.

A lo largo de este trabajo se hace latente esta resistencia en sus diversas formas y

expresiones, con sus diferentes significados y prácticas que actúan en lo económico, en lo

político y en lo cultural, dejándonos claro que no se deja de resistir, incluso cuando parece

que no se hace, que la subcultura de la resistencia habita, en mayor o menor medida, en

las concepciones de las obreras, que se construye ese discurso oculto a pesar de la

fragmentación obrera, que va alimentando y posibilita resistencias, que se reintegran a

esa subcultura de la resistencia, que es el sustrato en el que pueden crecer, enfrentando

a la dominación material y simbólicamente, convirtiéndose en rebeliones, a veces

calladas, otras a gritos, gritando esos pequeños “ya basta” que tanto hacen falta.

206

VIII.- A MODO DE CONCLUSIONES QUE ESPERAN NO CONCLUIR.

“Si tuviera que contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué es la propiedad? Y

respondiera en pocas palabras: es el asesinato (...) No necesitaría de

grandes razonamientos para demostrar que el derecho de quitar al hombre

el pensamiento, la voluntad, la personalidad, es un derecho de vida y

muerte, y que hacer esclavo a un hombre es asesinarlo (…) ¡La propiedad

es un robo!”

*¿Qué es la propiedad?

Pierre Joseph Proudhon.

Trabajando dignidad.

Comenzaremos este intento de conclusiones anunciando que ojala éstas no concluyan

tanto, que puedan incitar continuaciones, dentro de los límites del que escribe, poder

concluir sin concluir, generando preguntas, respuestas y también indignación ante las

condiciones sociales, económicas, políticas en general y laborales en particular. A lo largo

del texto podemos ir encontrando algunas conclusiones que enunciar en estas líneas

finales.

Tal vez la primera y más obvia será que el capitalismo va dejando a la población

que está sometida a su dominación política, económica y social, desprovista de

posibilidades de una vida digna, donde cada uno y una podamos desarrollar nuestras

potencialidades individuales y colectivas, buscando generar poblaciones despojadas de

capacidades productivas, organizativas, creativas, sociales, etc. A pesar de los discursos

con que el capitalismo y su flexibilización se presentan como garantes de “oportunidades

nunca antes vistas”, a casi 30 años de haber comenzado el neoliberalismo y la

flexibilización económica y laboral en México, a 20 años de haber entrado en vigor el

Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con lo que se presentó la flexibilización

como la panacea económica y laboral, es evidente que en el caso de México y de

Tehuacán en particular, ésta implicó casi exclusivamente la precarización del trabajo y la

vida de las trabajadoras, despojándoles de aquellas victorias arrancadas por la lucha, que

llevaron en parte, a la construcción de ese Estado del bienestar, que vale decir se

preocupaba por el bienestar económico capitalista, mientras simulaba preocuparse por el

207

bienestar social, apropiándose de las victorias sociales que los movimientos habían

impuesto.

La dinámica laboral imperante en el mundo, en México y en particular en

Tehuacán se materializa en la precarización laboral y de vida, donde el trabajador vuelve

a ver reducidos sus derechos básicos que había logrado arrancarle al Estado y a la

burguesía, en favor de la acumulación de capital. La prometida polivalencia de

conocimientos laborales y la posibilidad de que las trabajadoras incidieran en el proceso

de diseño y planeación de la producción, que anunciaba la flexibilización laboral se ve hoy

a la luz de los años desvanecida, quedando sólo la reducción de derechos, el

aniquilamiento de la posibilidad de crecimiento laboral, la eliminación de las de por si

mínimas posibilidades de organización sindical independiente del Estado y la patronal,

volviendo a las extensivas jornadas laborales tan características de finales del siglo XIX y

principios del XX, la libertad para el capital de flexibilizar a su antojo los procesos

productivos, la contratación y despido de trabajadoras, que se tienen que someter a

ritmos intensivos acordes a las necesidades empresariales.

Es notable cómo las transformaciones geoeconómicas-políticas globales se hacen

presentes en lo local, transformando el espacio, la experiencia del tiempo, del trabajo y la

vida misma. Estas transformaciones generan cambios en lo social y lo cultural, alteran la

forma de vivir de las comunidades, de la ciudad, incita a despoblar las comunidades

indígenas y campesinas, para poblar las fábricas y ciudades, que inventa y reinventa,

transformando además la forma de concebir y vivir el trabajo, introduciendo los valores de

lo efímero y lo fragmentado en la vida de las trabajadoras, transformando sus ritmos de

vida, haciendo que estos valores y ritmos invadan la vida, prácticas y concepciones de las

obreras de la maquila, además imprimiendo esos cambios acelerados de los deseos y

necesidades de consumo, que se suman a la difícil situación económica de las

trabajadoras. Así, el capitalismo empuja cambios culturales importantes, que atraviesan la

vida social, no sólo a nivel laboral, haciendo imperante esa sensación de que todo se

desvanece en el aire, más allá de productos y servicios de consumo.

Podemos ver cómo la dinámica del “nuevo” trabajo precario y flexible va

generando obreras fragmentadas, intentando despojarlas de sus capacidades como seres

humanos y como trabajadoras, de sus culturas y culturas del trabajo, para imponérseles y

llenar ese universo simbólico a partir del cual las trabajadoras conciben y viven el trabajo

y la vida en general. Una dinámica laboral que tiene la libertad de aprovechar todo lo que

pueda aprovechar, el tiempo, el espacio, hasta las casas de las obreras, para aumentar

sus márgenes de acumulación, que hace uso de tradiciones laborales que no estaban

insertas en el mundo industrial, haciéndolas un apéndice de la ahora industria des-

localizada y des-dibujada, pero no menos presente.

La dinámica laboral, la cultura patronal de violencia, y la cotidiana dominación y

explotación han hecho que el trabajo, por el que las obreras sienten orgullo y lo

consideran parte de su identidad, se vuelva un inferno, un monstruo que las devora y

despoja de ellas mismas, al que no tienen otra posibilidad más que dejarse devorar por

esas fauces que se esconden en los portones de las maquilas, haciendo que el orgullo de

saber trabajar, de ser costureras y obreras quede enterrado bajo el hastío que el trabajo

precario y fragmentado les impone, no sin que ese orgullo siga presente y se asome.

208

El trabajo es vivido con hastío, ante una dinámica repetitiva y fragmentada donde

las obreras sólo sirven de complemento de la máquina, lo conciben como un monstruo

que las devora, como un hoyo en el que inevitablemente caen, ante la necesidad

económica, soterrando el orgullo de saber trabajar, que intenta aferrarse de donde puede,

en un mundo laboral donde la inestabilidad es el horizonte y única posibilidad de futuro

que no promete, que no permite más que una vida precaria, con ritmos intensivos de vida

y de trabajo y horarios extensivo, a disposición de las necesidades del capital.

Es importante señalar cómo se significan los espacios, momentos y experiencias

fuera del mundo laboral, donde la maquila no está presente, o por lo menos no tanto, esos

paseos en los parques, los espacios y momentos de recreación, el control sobre el

cuerpo, sus movimientos, la sexualidad, las sonrisas y alegrías, se vuelven refugios, como

dice Luis Reygadas (2002), importantes para las obreras, donde intentan escapar, aunque

sea un poco de la dinámica laboral, para hacer vivible la vida.

En la maquila se encuentran diferentes culturas y culturas del trabajo, conviven,

chocan, se enredan, muchas veces más en conflicto que en entendimiento, donde los

patrones aprovechan estas diferencias cultures para su beneficio, para mantener una

clase obrera fragmentada por barreras culturales, que no son impermeables, pues

también se da una interacción, ciertos acercamientos culturales, apenas asomos, donde

se encuentran diferentes culturas indígenas y mestizas, donde no deja de estar presente

el desprecio contra lo indígena, que va siendo empujado a negarse a sí mismo,

abandonando comunidades, identidades, concepciones y expresiones culturales y

lingüísticas para evitar ser señalados, despreciados y a pesar de esto, la población

indígena responde de diferente manera, desde negar su identidad, hasta rescatarla,

resguardándola para sí mismos en los espacios donde saben no serán objetos de

desprecio.

Otro aspecto a señalar, es la constante mención que hacen ellas, respecto a que

sus principales problemas para enfrentar la situación laboral, es el no saber ser

“compañeras-compañeras”. Las dificultades para mirarse, identificarse y concebirse

mutualmente, tanto simbólicamente como en la práctica, como “compañeras-

compañeras”, son piedras en los zapatos de esta clase obrera fragmentada y precarizada,

que les impide y dificulta la posibilidad de construirse y accionar en colectivo. Ellas

identifican, en mayor o menor medida, en esto, una de sus principales limitantes. Sin

embargo, es necesario señalar también, que esta limitante se origina y es buscada desde

la propia dinámica política y económica, del trabajo precario, flexible y explotado.

Es necesario, no pensar, que es en ellas que se originan estas limitantes, sino

desde el mismo centro y objetivos intermedios del sistema político y económico para

lograr su objetivo primordial: dominar y explotar. Estas limitantes son parte de las formas

en las que la dominación y la explotación se implementan y se materializan: las largas

jornadas; lo ritmos intensivos; la alta movilidad de esta clase obrera peregrina; la

fragmentación de tareas que se diversifican constantemente; la alta inestabilidad laboral;

la violencia cotidiana que busca desvalorizarlas y que ellas mismas se desvaloricen; la

eterna complicidad entre el Estado y el capital, que hace que el monstruo a enfrentar sea

aún más grande y virulento, con varias cabezas: los patrones y el capital; los encargados

y su violencia cotidiana; el gobierno, en sus diferentes niveles, con todas sus instituciones

209

y herramientas; los sindicatos “charros” y patronales; la urgencia económica que nunca

deja de estar presente.

Es en este contexto que debemos entender estas limitantes que ellas asumen

como propias, que les dificultan mirarse, identificarse, conocerse, reconocerse, mirarse,

concebirse y construirse en colectivo, organizarse, actuar y luchar para enfrentar a este

monstruo que se levanta enfrente de ellas. Y a pesar de todo esto, ellas demuestran con

sus historias y voces, que no se rinden, que siguen manteniendo reductos, donde gritan, a

veces en silencio, que no se rinden, que no son eso que les dicen que son y que están

dispuestas a aceptar con agrado la situación, aunque las condiciones muchas veces las

obliguen a tragarse la rabia, sonreírle al patrón y bajar la mirada, que tal vez se agacha no

tanto para mostrarle sumisión al patrón y al encargado, sino para que éstos no puedan

adivinar esa rabia que se asoma por sus ojos y se va guardando dentro de ellas,

esperando el momento en que podrá salir y gritarse.

A pesar de este contexto, ellas no se rinden, siguen levantando sus voces dignas,

algunas veces, a viva voz, gritando, levantando puños y miradas que dejan ver que están

dispuestas a desgarrar la historia, su historia y tomarla en sus manos: re-descubrirse, re-

construirse, re-concebirse, ya no como una clase obrera fragmentada, sino como

“compañeras-compañeras”, dispuesta a comenzar a dar, pequeños pasos tal vez, en ese

camino de aprender a ser y ser “compañeras-compañeras” para poder enfrentar con su

rabia a la dominación y la explotación, con todas las dificultades que el sistema político y

económico imponen, y las propias de ellas que son las primeras que identifican necesario

derruir.

Por ultimo haremos mención de la importancia de los procesos y expresiones de

resistencia, donde asomarnos al discurso oculto nos permite tener una visión más amplia

de la que nos pueda dar la puesta en escena del discurso público donde se aparenta la

hegemonía. Asomarnos al discurso oculto nos permite ver en amplitud la relación de

dominación, desde la visión de los dominados, que se oculta y se presenta en prácticas

discretas en las que las obreras pueden enfrentar y rechazar la dominación sin correr

tanto riesgo de ser descubiertas y sometidas a represalias.

Asomarnos a esa subcultura de la resistencia, a la infrapolítica de los

subordinados, nos permite dar cuenta de cómo a pesar del discurso público, dentro de la

cultura de los dominados se hacen presentes concepciones simbólicas, significados y

prácticas que rechazan simbólica y materialmente la dominación, una resistencia que

crece en concepciones y prácticas culturales, donde encuentra un suelo fértil para

florecer, esparcirse, difundirse, permitiendo que los dominados hagan frente a la

dominación, aun cuando pareciera que no lo están haciendo.

Estas concepciones, significados y prácticas, y las expresiones y procesos de

lucha y resistencia, permiten enfrentar las concepciones y prácticas culturales que la

dominación intenta imponer, permitiendo la posibilidad de reconstruirnos como sujetos

individuales y colectivos, mirarnos desde otro lente, posibilitando la creación de lazos

colectivos, de espacios comunitarios, por muy incipientes que sean, donde es posible

enfrentar la desvalorización y el despojo de capacidades creativas, organizativas,

productivas y comenzar un camino de reapropiarnos de nuestras potencialidades

individuales y colectivas.

210

La resistencia enfrenta a la dinámica de dominación social, política y económica y

se le enfrenta también en el mundo de lo simbólico, siendo una experiencia que viene a

transformar, a las obreras en este caso, donde ellas se van redescubriendo,

reconstruyendo y redefiniendo, lo que piensan de la vida, del trabajo, de ellas mismas, de

sus compañeras, de la dominación, donde se pueden dar la oportunidad de reconstruirse

individual y colectivamente,

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Dibujo: “La industria maquiladora en Tehuacán: Procesos y expresiones de resistencia obrera”, realizado por

Milton Sobreiro, mayo 2014.