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Gil Blas Tejeira,
lexicólogo1
Por Martín Jamieson
Entre las brillantes proyecciones de Gil Blas
Tejeira en nuestra cultura (él se distinguió en tanto
diplomático, Constituyente, poeta epigramático, narrador,
Académico de la Lengua, etc.) la función de periodista fue
la que mayor popularidad le otorgó, debido a que desplegó
un infrecuente periodismo de alto nivel en nuestros
diarios.
Su interés por la descripción del lenguaje, el
instrumento que hábilmente usaba, quedó plasmado en su
libro El habla del panameño, (Panamá, 1964). En éste
reúne una serie de notas periodísticas hasta entonces
dispersas, además de conferencias y exposiciones, todas
referidas a las peculiaridades del español en Panamá, ya
oponiéndolo al de otras comarcas ya analizándolo
aisladamente. Una ojeada sobre esta obra es la tarea que
se imponen estas líneas.
Las varias preocupaciones del volumen de Tejeira se
sintetizan así:
1.- La
comunicación no verbal.
2.- La
entonación.
3.- El estudio
del léxico, subdividido en:
a - Paremeología
b - Antroponimia
c - Crítica léxica y
ch - Registro de provincialismos.
La comunicación no verbal
El lugar menor en el programa de Gil Blas lo ocupó
la atención a los ademanes. Hay apenas un par de páginas,
las 140-142, sobre "Lenguaje mímico", en las que el autor
describe gestos corrientes, y que, sabiamente, Tejeira no
privilegiaba como exclusivos de Panamá.
Lo suprasegmental
Los comentarios sobre la entonación son igualmente
parcos, reduciéndose a algunos párrafos del artículo que le
dio título al libro: "El habla del panameño", en sus
páginas 12 y 16, y a "Modalidades" (pp. 89-91). A través de
sus cambios Tejeira buscaba las regiones dialectales del
país. Esta sagaz intención demuestra otra vez que los que
antes se preocupaban por el habla, si bien no disponían de
métodos maquinizados y teorías ultramodernas, acertaban en
cuanto al análisis del lenguaje. Aún hoy la división
dialectal del español por medio de la entonación no se ha
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realizado, pese a que no sólo es ello necesario sino que
uno u otro esquema de entonación casi de inmediato logra
distinguir el lugar de origen del hablante, aun al oído del
aficionado.
Los refranes y decires
Ocupa la mayor parte de El habla del panameño lo
concerniente al léxico. Así encontramos en el tomo varias
páginas de paremeología.
La paremeología es una subdisciplina de la
lexicografía. Registra formas del discurso repetido que
tienen disímil jerarquía según las comunidades hablantes.
Estas formas del lenguaje literal son, para el hispanófono,
de tanta importancia como lo son las citas bíblicas en las
comunidades germánicas de orientación protestante, o las
citas de arias de ópera en italiano. Por ello ya es
tradicional recoger refranes en español. (Recordemos al
Maestro Correas.)
En Panamá le ha tocado a Luisita Aguilera Patiño
roturar este campo con lo que fue una gruesa tesis de grado
sustentada con la nota máxima en Chile en 1955. Nadie menos
que Rodolfo Oroz fue el jefe del tribunal. La referencia
aquí es al Refranero panameño. Contribución a la
paremeología hispanoamericana. (Santiago, Universidad de
Chile, 1955), cuya sección sobre "La forma lingüística en
los refranes panameños" (pp.721-732) fue valorada por
Daniel S. Wogan porque " [it] analyzes the process of
substitution and modification undergone by peninsular
proverbs and sayings in Panamá", según reza el Handbook of
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Latin American Scholarship, (U. of Florida Press,
Gaynesville, 1959, pp. 191-195, entrada 3626).
No cabe duda de que las más de ochocientas
páginas del volumen de Aguilera Patiño aventajan
sobradamente los atisbos de Gil Blas. No obstante,
conviene añadir que la intención y los destinatarios
diferían de manera notable. En Tejeira siempre hubo un muy
noble deseo de difundir entre el público mayoritario el
saber atesorado, a veces egoístamente, por la erudición. Él
quería que el desnivel entre el que mucho sabe y el que
apenas alcanza el conocimiento fuera cada vez menor.
Sobre paremeología hay variado material inédito
en los trabajos de graduación depositados en la Universidad
de Panamá. En su Biblioteca, hasta el año 1993, se
conservaban seis estudios sobre el tema.
Gil Blas les dedica a los refranes las últimas
secciones de su libro (pp.149-171). En ellas da
equivalencias españolas de los decires panameños, explica
otros, los aquilata moralmente, y, en general, derrama su
sabiduría libresca y vital sobre ellos.
Antropónimos
La antroponimia no fue desdeñada por Gil Blas:
"De los nombres" y "El apodo" (pp. 143-148) lo confirman.
(También hay alrededor de una decena de tesinas sobre el
tema en la Universidad de Panamá.) Tampoco le faltó fina
observación social ni humor al recordar la manera de
nombrar en el Istmo.
Crítica léxica
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Su crítica surge, de paso, cuando enfoca El
panameño visto a través de su lenguaje, (s.a., pero de
1947) de Luisita Aguilera Patiño. Pero se despliega en
páginas más amplias en sus "Anotaciones a 'El castellano en
Panamá' ", este último un repertorio que Ignacio Herrero
Fuentes publicó en 1944.
A pesar de que las palabras preliminares del estudioso
español son de algún modo un hito en nuestro quehacer
lingüístico, Gil Blas, buen observador del habla vernácula,
discutió la práctica léxica del forastero tanto señalando
que alguna forma no era localismo cuanto poniendo en duda
el hecho de que esta o aquella voz fuera de uso frecuente y
común entre nosotros.
Es lástima que el tratamiento de Tejeira no haya sido
todo lo exhaustivo que lo fue el de Samuel Lewis sobre unos
léxicos precedentes. Ello porque Lewis y Gil BlasTejeira
se constituyeron, ambos, en depuradores de los catálogos de
panameñismos de sendos extranjeros que no constituían más
que listas bien intencionadas, si bien relativamente
subjetivas, sobre la realidad lingüística istmeña.
Junto con Miguel Mejía Dutary, (cuyo elogio hizo
felizmente Pablo Pinilla Ch. al ingresar a la Academia
Panameña de la Lengua), Gil Blas logró enmendarle la plana
al Diccionario de la Real Academia Española con una nota
titulada "Revisión de algunas definiciones zoológicas y
botánicas del Diccionario Académico", aparecida tanto en el
Boletín de la Academia Panameña de la Lengua (Nov. 1966,
3ra ép. Nro. 1, pp. 40- 50) como en el Boletín de la Real
5
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Academia Española (LXVII, 1967, pp. 383-390). En solitario,
aquí y allá, corrigió malentendidos y desaciertos del
Diccionario en cuanto a americanismos, en una tarea
encomiable y, hasta hoy, no terminada.
Provincialismos
En sus frecuentes observaciones sobre
provincialismos, Gil BlasTejeira demostraba (aparte de un
deseo de mantener cierta unidad dentro de la diversidad del
español) un conocimiento alcanzado por el contacto real y
la compulsa libresca.
Su activa curiosidad lo llevó a prestar especial
atención a los trabajos de Augusto Malaret (a quien da como
argentino, pero a quien corrige y enmienda), un
diccionarista mayor de Hispanoamérica; a Francisco J.
Santamaría y a
Rufino J. Cuervo, entre los americanistas de mayor
amplitud. A los recién mencionados los cita con
frecuencia.
Entre los que trabajaron en Panamá conocía a I.
Herrero Fuentes, L. Aguilera Patiño (formada en Chile), R.
J. Alfaro (un internacionalista), a Sebastián Sucre J.
(quien, junto con Lewis, fue una de las fuentes del
lexicógrafo puertorriqueño A. Malaret), y a S. Lewis mismo,
tan meticulosamente trabajador. Esta mención de sus
antecesores, ya de por sí un acto de mínima justicia, ubica
a Gil Blas entre los que cumplen, además de una obligación
ética, un deber de información y de reconocimiento de los
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que lo precedieron, por desigual que haya sido el resultado
de su labor.
Menos nombrados, pero también americanos que
captaron la atención de Gil BlasTejeira, fueron José Miguel
Yarrazábal Larrain, de Chile; Lisandro Sandoval, de
Guatemala; de República Dominicana, Manuel Patín Maceo; de
Colombia, Roberto Restrepo y, de Venezuela, Julio Calcaño.
Sorprendentemente, Gil Blas no demostró mayor
interés por España en sus incursiones léxicas, aunque es
verificable que no desdeñaba a la Madre Patria visto que
comprobó abundantemente su amor por lo castizo peninsular
en otros lugares. Al único lexicógrafo español que cita es
a Julio Cejador y Frauca, unum sed leonem. Es evidente que
el informado Tejeira sabía que lo que se consideraba
panameño debía confrontarse con lo de las naciones
hermanas, en las que los procesos de adaptación de la
lengua habrían sido parecidos.
Sensatamente,Tejeira no se constriñó a pensar
que las voces regionales eran privativas de Panamá, por lo
cual marcaba la semejanza de forma o de sustancia semántica
con los vocablos de otras comarcas. Más que panameñismos
(lo solamente dicho en Panamá) señalaba americanismos
usados en el país.
Otra actitud lexicológica de Gil Blas es evidente:
recogía, sin pretensión de totalidad -esta tarea se la
dejaba a otros- los vocablos, a su juicio, interesantes.
De ahí unas treinta notas sobre lexías diversas. Al correr
de la
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pluma desgranaba algunas etimologías (no siempre exactas,
lamentablemente) o la distribución diafásica o diastrática
de los vocablos. Con frecuencia, añadía
ejemplos, según su recuerdo, de informantes diversos. Es
cierto que más le interesaban las formas rurales (sobre
todo las de Coclé, su provincia natal) que las palabras de
la urbe; pero miraba con igual ternura los vocablos de
cualquier lugar del país. Como lo declaró, sólo se detenía
ante las formas tabuizadas.
Valoración
Fuera del país -¿quién es profeta en su propia
tierra?- se calibró lo publicado por Gil Blas "como un
loable esfuerzo que indudablemente contribuirá a un mejor
conocimiento del español de América" (según María Teresa
Rojas, en su reseña aparecida en el Boletín del Instituto
Caro y Cuervo, -1968 - XXIII, pp. 577-9; cita de la p.
579).
En Panamá el libro de Gil Blas confluyó en
diccionarios de regionalismos más reposados o de factura
más técnica, propiamente la labor de los lexicógrafos,
profesionales o no.
Hasta aquí quedan comentados varios de los
méritos que aseguran a Gil Blas Tejeira un lugar entre
nuestros lexicólogos de pro. Por ellos, entonces, cuando
confeccionemos un repertorio de nuestro geolecto, será
forzoso tener a mano la producción consistente y acertada
de otro panameño cuyo interés por el lenguaje se extendió a
moldearlo en obra de creación (en géneros narrativos y en
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poesía); a la crítica (lingüística o literaria) y, para
nosotros, la más importante, a la observación cuidadosa y
al registro de los vaivenes del habla vernácula.
1 Con este título leí las palabras que siguen en una
reunión extraordinaria del Círculo Lingüístico de Panamá, (CILPAN)
en febrero de 1994. He hecho modificaciones para la
publicación, aunque el estilo oral se mantiene en parte.
También he añadido el repertorio de americanismos usados en
Panamá que Gil Blas Tejeira recogió en su libro, pero
ordenándolo alfabéticamente para facilitar su compulsa y para
permitir su contraste con trabajos similares. La
microestructura de cada una de las entradas es la proporcionada
por G.B.Tejeira mismo. No cumplí mi intención original de
listar los refranes que publicó Tejeira por no abultar en
exceso el material.
9
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A
abrepecho. Especie de manta sucia [véase tenida por muy
fuerte.
abusar. Violar. Ej.: Juan abusó de la criatura.
abusión. Fantasma. Ej.: Por el lado del cementerio sale
todas las noches una abusión.
acabangar. Sentir nostalgia. Ej.: Me acabangué cuando me
sentí lejos y tan solo. 2. Juan Pérez se acabangó en
Bogotá.
acarajear. Increpar con malas palabras. Ej.: ¡ Acarajee
al tigre que se lo come!
ahuevarse. Entontecerse o atemorizarse notoriamente. 2.
Perder energía y fuerza. Ej.: No se ahueve. 2.- ¿Quién lo
mandó a ahuevarse?
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ajupar. Azuzar. 2. Excitar a los perros contra alguna
persona o animal. También jupar. Ej.: "A tu casa yo no voy
/ porque me ajupas los perros...”
ajustar. Cerrar las hojas de una puerta de modo que vengan
justo. Ej.: Ajusta la puerta, que se sale la gallina. 2.-
Asómate a ver si los Tejeira están todavía despiertos. -
No. Ya ajustaron.
alienado. caballo ---" Interior. El que tiene mataduras
en el espinazo como consecuencia del roce de la silla.
apurarse. Verbo reflexivo. Apremiar, dar prisa. Ej.:
Apúrate hombre. 2. Te daré una gratificación si te apuras
en terminar esta semana el escritorio de caoba. 2. Hacer
algo tesoneramente, precisamente. Aplicarse.
arranque. Acción y efecto de arrancar. 2. Último trago en
una parranda o una tanda de tragos.
arranquito. Estar sin dinero.
arrecochinar. Rural. Arrinconar después de una persecución
tenaz.
Ej.: Los perros arrecochinaron al venado. 2. Fulano
arrecochinó a Fulana.
asistir. Verbo. Interior. Embargar. Ej.: Me asiste una
tristeza. 2. Me asiste un dolor. 2. Proporcionar
alimentos y atención.
autor. Rural. Hombre que inicia sexualmente a una mujer.
Ej.: Este hombre es mi autor.
B
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bajar la mano. Litoral occidental del Pacífico. Comenzar
algo con mucha fuerza. Ej.: Bajamos la mano a comer y
bajamos la mano a chupar.
barajustar. Interior rural. Corcovear un caballo o mula.
2. Salir de estampido bestia o ser humano. Ej.: Cuando me
sentí libre, barajusté para mi casa. 2. Le barajusté para
encima.
blanco. Coclé rural. Poblano de categoría,
independientemente del color de la piel.
bogotana. Capital de la República sobre todo. Gallo carente
de cola.
borra. Sustantivo. Interior. Hez o sedimento del café.
bretaña. Anticuado. Tela de hilo muy resistente usada para
hacer camisas de hombre.
bretejería. Popular. Alboroto, desorden. Casi siempre
precedido de relajo. Ej.: Ya viene usted con el relajo y
la bretejería.
brincar. Interior. Embestir. Ej.: Los toros resultaron
malos. Ninguno brincó.
buchí. Persona venida del interior del país.
C
cabanga. Nostalgia. 2. Dulce que se hace con papaya verde.
Ej.:” La cabanga de papaya / no tiene confortativo... / yo
no sé por qué motivo / mi corazón se desmaya.”
cafetear. Vulgar e irónico. Hacer velorio. Ej.: Hace rato
lo cafetearon.
cafetearse. Vulgar e irónico. Morirse.
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calungo. ( voz africana). El que carece de pelo en la
cabeza o en el resto del cuerpo. Ej.:”Negra calunga, /
déjate queré, / las uñas de las manos, / las uñas de los
pies.” 2. Perro limpio de pelambre, muy feo y repugnante.
cañaña. Anticuado. Fuerza, pujanza y valentía conjugadas.
Ej.: Aquí hay cañaña.
carcoja. Gruesa sortija que se ensarta en pedazos de
cordeles que luego se atan en ambas manos de un caballo
para que ande con elegancia.
castellano. Costa atlántica. El que habla español.
Especialmente, negro de habla española por oposición al de
habla inglesa. Ej.: ”Mi padre era jamaicano, pero mi madre
castellana y yo me crié con ella”. 2. Vea a mi no me eche
usted vainas en inglés, que yo soy castellano y no
entiendo.
castilla. Legitimidad, pureza y buena casta. Ej.: Naranjas
de Castilla. 2. Caimito de Castilla. 3. Tomate de Castilla.
céfiro. Anticuado. Interior. Tela delgada de algodón usada
para ropa femenina.
cisco de ratón. Excremento de ratón.
claro, estar. Ser correspondido amorosamente por una mujer.
Ej.: Estoy claro con fulana.
coladera. Sustantivo. Bolsa de tela no muy tupida,
generalmente de manta sucia (véase), usada para preparar
café.
coleta. Anticuado. Tela basta de algodón.
compañera. Rural. Concubina. 2. Esposa.
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coronado. Coclé. Eufemismo por carajo. Ej.: Soltó un
coronado.
coquito. Tela de algodón o hilo con bordados de flores o
coquitos usada para hacer polleras.
cuaca. Interior. Medida que consiste en una lata de Quaker
oat del tamaño medio.
cuculuco. Coclé. Gallo carente de cola.
cujazo. ( cuje, voz antillana). Golpe fuerte con vara o
puño que se da o recibe. Ej.: Lo tumbaron de un solo
cujazo. 2. Esfuerzo. Ej.: Al primer cujazo conseguí lo
que quería.
culitranquear. Sacarle el cuerpo a una decisión
comprometedora. Ej.: Fui a ver a Fulano para que nos
acompañe en esta campaña, pero me estuvo culitranqueando
más de dos horas y no pude conseguir que se definiera.
curumbita. ( ? < cumbre ) Punto más alto del árbol.
cutarra. Sandalia de cuero crudo de suela que se sujeta por
medio de correas que se atan sobre el calcañar y una de las
cuales cruza entre los dos dedos más grandes del pie.
cutarrismo. Voz con que la crítica literaria se refiere a
los escritores incapaces de salir de los temas regionales
[y ] que los cultivan sin imaginación ni elegancia.
CH
chancleta. Pedazo de suela que se les pone a los caballos
para educarles el oído al paso y sacarles portante.
chancletera. Persona desmañada y chabacana.
chibola. ( Maya Tzibol, según Santamaría) Chichón.1
14
14
chiflar. Silbar. 2. Perder el seso. Ej.: Pedro está
chiflado. 3. Eufemismo. Morir. Ej.: Se chifló.
chumba. Interior. Chichón, protuberancia.
D
dar del cuerpo. Pop. Defecar.
deponer. Pop. Excrementar.
desarrollo. Adolescencia. Ej.: Ya Gumercindo ta en el
desarrollo.
Desmoñancarse. Desmotarse (véase). 2. Caerse torpe y
desgraciadamente. Ej.: Cuidado se desmoñancan.
desmotarse. Penonomé. Entre muchachos alude a que el trompo
se había ido de largo por mal envuelto o torpemente
lanzado. 2. Caerse de alguna parte, torpe y
desgraciadamente.
desparramar. Abrir de par en par. También, pop.,
esparramar. Ej.: Desparrama la puerta. 2. La puerta estaba
desparramada.
desquitar. Rural Coclé. Sacar el cuerpo para evitar un
golpe.
diligencia, ir a hacer una. Rural. Defecar u orinar.
E
encutarrarse. Vb. Ponerse las cutarras.
entreverado. Adj. Rural. Lo que está entre una cosa y
otra, ni muy bien ni muy mal. Ej.: “Aquí, entreverado”, en
el campo, es respuesta a la pregunta ¿cómo está?
15
15
extrañar. Rural Coclé. Sacar el cuerpo a tiempo para evitar
un golpe. Ej.: A lo que él me barajustó, yo lo extrañé y
él se me pasó de largo.
F
frijol. También frisol, en el campo. Judía. Ej.: Tengo
que ganarme los frijoles.
fusilico. Interior. Aplícase al niño demasiado inquieto.
Ej.: Este muchacho es un fusilico.
G
garrotillo. Coclé. Fuete de un palo cilíndrico de no más
de una vara de
largo, suavemente adelgazado de la base al extremo en el
que hay un ojal por el que se introduce una tira de cuero
crudo, el que se utiliza para estimular las caballerías;
látigo.
granza. Sust. Veraguas. Hez o sedimento del café.
H
hombre. Vocativo. Se aplica indistintamente a varones y
mujeres y corrientemente pierde la ere para ser
sencillamente hombe. Ej.: “¡Ay, hombe! /¡La morena mata
al hombe!...” 2. Apúrate, hombe. 2. Por antonomasia, el
que ocupa el poder.
I
íngrimo. Solitario, aislado.
16
16
J
jerve-jerve. Ronquido que causa el ahogo y el resfriado en
el pecho y la garganta. 2. Remolino que se forma en los
ríos.
jondear (o jundear). Lanzar, arrojar. Ej.: Jondéame una
guayaba. 2. Se jondió por un barranco.
juergo. Campos de las provincias centrales. Respiración,
aspiración. Tomar el juergo. Comprobar que está expedito
el camino por donde ha de pasar el humo en una pipa.
jumá. Campo del litoral del Pacífico. Fem. Momento de
reposo durante las labores agrícolas en el que se fuma y
toma agua.
L
lanzar a la vida. Rural. Iniciar sexualmente a la mujer.
leche agria. La que fermenta cruda.
leche cortada. La que fermenta después de haber sido
cocida.
lidiar. Cuidar a un desvalido ya por edad (niño) ya por
problemas de salud. Ej.: A este hombrón que usté ve lo
lidié yo desde recién nacido.
limpio. estar. No tener dinero. 2. Encontrarse en
pobreza absoluta. Ej.: Limpio como el ojo de un mono.
Limpio como talón de lavandera.
linón de motita. Anticuado. Tela de hilo y algodón
moteado en colores.
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17
lipidia. Extrema pobreza. Ej.: Esta familia está en la
lipidia.
listado. Tela basta de algodón con listas menudas. Suele
usarse para “pagar manda” (véase).
luyir. (<ludir) Frotar una cosa con otra.
M
manda, pagar . Cumplir una promesa a Dios o a algún santo
por medio de algún sacrificio vestimentario o de otro tipo.
maniar o (manear). Interior. Atar las patas de un animal
con una soga de esparto o de manila.
manta sucia. Tela de algodón color cremoso y de olor
peculiar.
masero. Veraguas. Primer lucero de la tarde.
matrero.Toro que embiste arteramente y sobre seguro. 2.
Persona recelosa, suspicaz y marrullera.
mayor, hacer la. Rural. Excrementar.
mejengue. Fuerza. Ej.: “Tener mejengue”.
menor, hacer la. Rural. Hacer aguas.
mijarra. Interior. Más fuerza, peso o superioridad de una
persona sobre otra o de un animal sobre otro. 2. Apero que
se usa para los animales de tracción.
montuna. Tipo de falda de pollera.
muchacha, mi. Interior. Alusión a la moza que corresponde
amorosamente a un hombre y quien espera hacerla su esposa.
Ñ
ñame. Pie grande.
18
18
ñoma (<de origen indígena?). Interior. Chichón.
ñóñora. Muy usada en Coclé. Astillamiento, hueco que deja
en una cosa la pérdida de parte de ella. Ej.: Encontré la
vaca josca con tamaña ñóñora en la ubre, de una gusanera
que le había salido.
ñopo. Provincias centrales. Rubio, blanco.
O
obrar. Popular. Excrementar.
otomías, hacer. Cometer actos de vandalaje extremo. Ej.:
Hicieron otomías.
P
palo. Árbol. Palo de café. 2. Palo de nance. 3. Palo de
mango.
palo de hembra. Mujer bien formada y atrayente.
palo de hombre. Varón muy masculino.
paño limeño. Anticuado. Tela popular entre el campesinado
de Coclé.
parales. Rural. Metáfora por piernas. “Entonces me le fui a
los parales y comencé a socolarlo con los dientes.”
parrampán. Sust. Hombre petulante y cursi. 2. Los que en el
pueblo toman parte de la comparsa de Corpus Christi en
remedo ridículo de la gente de la ciudad.
paterno. Bejuco grueso y muy resistente. (V. ej. bajo
tramojo).
pelar el ojo. Mantenerse alerta.
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19
pensión. Sust. Aprensión. 2.Trabajo, molestia o cuidado que
lleva consigo la posesión o goce de una cosa. (DRAE) 3.
Casa de huéspedes.
perjudicada. Rural. Haber tenido relaciones sexuales una
mujer antes del matrimonio.
perlita. Coclé. Rural. Mujer púber. Ej.: “Ya la Chana ta
perlita”.
platilla. Anticuado. Tela de algodón con mucha goma que le
da brillo, usada para hacer ropa interior femenina.
R
recuerdo. Rural. Dormido. Ej.: Mi tata ta recuerdo.
resquicio. En “no hay resquicio”. No ha quedado muestra ni
señal de una cosa. Ej.: Los muchachos no dejaron ni
resquicio del dulce.
S
sacaliñar. (?< socaliñar) Reclamar o echar en cara a
alguien los servicios que se le han prestado. Ej.: “Verdad
es que me prestó cien pesos. Yo se los pagué y él después
me sacaliñó el servicio.” 2. “Cierto es que me sacaste de
apuro, pero ¡por Dios! no me lo sacaliñes...”
sacársela. Raptar a una mujer un hombre con intención de
hacerla su esposa.
sacreco, a. Adj. Interior. Cariñoso, que hace demostración
de afecto y adhesión. Ej.: “La señora María es muy sacreca
conmigo. Siempre que voy donde ella, me recibe con mucho
cariño, me brinda algún dulce y se muestra muy interesada
por saber cómo están en la casa”.
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sacrequear. Halagar, mimar.
salatino. Gallo de riña que pelea sólo cuando lo desea. Por
extensión, ser humano con características parecidas.
salirse. Retirarse de la casa paterna la mujer raptada por
el hombre que la hará su esposa. Ej.: “Antonia se salió
anoche con Anselmo.”
secarse. Perder la respiración debido al llanto colérico;
encanarse.
siempre. Adv. Al fin, a la postre, en definitiva. Ej.:
“¿Sabes si siempre se murió Ambrosio? 2. ¿Se casó siempre
Juanita con Anselmo?”
socolar. Desmontar, cortar las matas de un monte. (V. ej.
bajo parales.)
suripico. Dulce hecho con leche cortada.
T
tahona (o tajona). Herrera, Los Santos. Fuste compuesto de
vara y rejo; látigo. (En Coclé, garrotillo, véase.)
talanquera. Aparato compuesto por dos trípodes, sobre las
que descansa una larga vara en la que se colocan, a
horcajadas, tasajos de carne.
tamaño. Usual para dar idea de algo grande. Ej.: Tamaña
herida, tamaña mujer.
tamaño poco. Interior. Abundancia.
tatica. Sust.. Interior. Abuelo.
terno. Veraguas. Eufemismo por carajo.
tragarse la píldora. Creer algo con facilidad.
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tramojo. Palo que se ata al collar del perro para que no se
enrede. Ej.: “(...) el matrimonio no es tramojo de crigüelo
(sic), que se revienta cuando se tira, sino de paterno, que
se estira pero no se rompe.” (V. paterno).
trucho. Animal de rabo corto. Perro trucho, perra trucha,
son expresiones despectivas.
trujano. Interior. Chistoso. 2. Dícese de quien con
bufonadas, gestos o cuentos procura hacer reír.
V
volver. Respirar nuevamente el que se había encanado.
Y
yaya. sust. fem. Situación embarazosa, de suma desventaja.
Ej.: Está trabado en la yaya. 2. “Panameños en la yaya/ los
gringos son los que mandan” (Texto de un tamborito).
Z
zaraza alemana. Anticuado. Tela para hacer faldas.
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