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Cientificismo metodológico Dominique Raynaud 1 El cientificismo (scientisme) se ha convertido actualmente en una lacra o un insulto. Nuestra tendencia espontánea es la de apartarnos para evitar ser insultados. Pero es evidente que el cientificismo es atacado a menudo por confundir el conocimiento científico y su uso tecnológico; entre modo de producción de los conocimientos y conocimientos adquiridos, etc. Si se adopta una definición rigurosa del cientificismo como esta: “El cientificismo es la tesis según la cual la mejor manera de conocer el mundo real es conocerlo empleando métodos científicos”, no está claro qué reproches podría sufrir, salvo por parte de los seguidores de la astrología, las flores de Bach o la logorrea posmoderna. El cientificismo metodológico no tiene nada vergonzoso que deba esconderse. Este capítulo está organizado en tres partes. La primera está dedicada a la historiografía del término cientificismo (scientisme). La segunda parte analiza los diferentes significados del término y concluye que sólo hay una forma coherente de cientificismo: el cientificismo metodológico. La tercera parte examina la viabilidad de esta tesis, confrontándola con sus críticas. 1. Origen del término Se suele situar el origen del término cientificismo (scientisme) en El porvenir de la ciencia de Ernest Renan, texto escrito en 1848 y publicado en 1890, en un artículo de Félix Le Dantec de 1911 o en una obra de Romain Rolland de 1898 (Lalande 1926: 960-961; Boituzat 1999: 850-853; Morfaux y Lefranc 2011: 518). Cada una de estas atribuciones es discutible. El provenir de la ciencia de Renan ha sido considerado como el primer jalón en esta historia. En realidad, cualquiera que sea la doctrina expuesta en este texto, en el libro no aparece la palabra “cientificismo”. Fue Ferdinand Brunetière quién bautizó de este modo a la postura de Renan en un artículo publicado en la Revue des Deux Mondes, titulado “Après une visite au Vatican”, donde sostiene la idea de un fracaso de la ciencia moderna (1895: 97-118). La atribución de la palabra “cientificismo” a Félix Le Dantec no es menos infundada. Los estudiosos reproducen la cita que se encuentra en el artículo “cientificismo” del Vocabulaire technique et critique de la philosophie de Lalande (1926). Pero si el biólogo usó la expresión “cientificismo” en un artículo de La Grande Revue de 1911, estaba ya en circulación anteriormente. Georges Palante la utilizó dos años antes: “Si ahora nos preguntamos ¿cuáles son los rasgos más sobresalientes del dogma anarquista, la respuesta es que el primero y más 1. Université de Grenoble Alpes, [email protected]. Referencia: D. Raynaud, “Cientificismo metodológico” en G. Andrade, ed., Elogio del cientificismo, Pamplona, Editorial Laetoli, 2015, pp. 51-74 y 220-224.

Cientificismo metodológico

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Cientificismo metodológico

Dominique Raynaud1

El cientificismo (scientisme) se ha convertido actualmente en una lacra o un insulto. Nuestratendencia espontánea es la de apartarnos para evitar ser insultados. Pero es evidente que elcientificismo es atacado a menudo por confundir el conocimiento científico y su uso tecnológico;entre modo de producción de los conocimientos y conocimientos adquiridos, etc. Si se adopta unadefinición rigurosa del cientificismo como esta: “El cientificismo es la tesis según la cual la mejormanera de conocer el mundo real es conocerlo empleando métodos científicos”, no está claro quéreproches podría sufrir, salvo por parte de los seguidores de la astrología, las flores de Bach o lalogorrea posmoderna.El cientificismo metodológico no tiene nada vergonzoso que deba esconderse.

Este capítulo está organizado en tres partes. La primera está dedicada a la historiografía deltérmino cientificismo (scientisme). La segunda parte analiza los diferentes significados deltérmino y concluye que sólo hay una forma coherente de cientificismo: el cientificismometodológico. La tercera parte examina la viabilidad de esta tesis, confrontándola con suscríticas.

1. Origen del término

Se suele situar el origen del término cientificismo (scientisme) en El porvenir de la ciencia deErnest Renan, texto escrito en 1848 y publicado en 1890, en un artículo de Félix Le Dantecde 1911 o en una obra de Romain Rolland de 1898 (Lalande 1926: 960-961; Boituzat 1999:850-853; Morfaux y Lefranc 2011: 518). Cada una de estas atribuciones es discutible.

El provenir de la ciencia de Renan ha sido considerado como el primer jalón en estahistoria. En realidad, cualquiera que sea la doctrina expuesta en este texto, en el libro noaparece la palabra “cientificismo”. Fue Ferdinand Brunetière quién bautizó de este modo a lapostura de Renan en un artículo publicado en la Revue des Deux Mondes, titulado “Après unevisite au Vatican”, donde sostiene la idea de un fracaso de la ciencia moderna (1895: 97-118).

La atribución de la palabra “cientificismo” a Félix Le Dantec no es menos infundada. Losestudiosos reproducen la cita que se encuentra en el artículo “cientificismo” del Vocabulairetechnique et critique de la philosophie de Lalande (1926). Pero si el biólogo usó la expresión“cientificismo” en un artículo de La Grande Revue de 1911, estaba ya en circulaciónanteriormente. Georges Palante la utilizó dos años antes: “Si ahora nos preguntamos ¿cuálesson los rasgos más sobresalientes del dogma anarquista, la respuesta es que el primero y más

1. Université de Grenoble Alpes, [email protected]: D. Raynaud, “Cientificismo metodológico” en G. Andrade, ed., Elogio del cientificismo, Pamplona,Editorial Laetoli, 2015, pp. 51-74 y 220-224.

importante de estos rasgos es el intelectualismo o cientificismo” (1909: 124).2 El filósofo dela ciencia Abel Rey utilizó también esta palabra en el prólogo de su Philosophie moderne(1908: 9). La difusión del término lleva a examinar los orígenes del cientificismo mássistemática y rigurosamente. Peter Schöttler (2013: 94-98) realizó el primer estudiohistoriográfico del cientificismo. Después de hacer notar la concurrencia entre los términosscientifisme y scientisme, Schöttler llega a la conclusión de que el primer término apareció en1845 y el secundo en 1880. Estas afirmaciones pueden ser profundizadas.

Scientifisme. No encontré ningún caso antes de 1845, pero es probable que el términohaya sido conocido antes, pues el erudito Justin Cénac-Moncaut publicó en este año L’Ultra-scientifisme ou l’Église romaine et la société moderne (1845), título en el que el término vaprecedido del prefijo ultra. ¿Cómo hubiera podido Cenac-Moncaut añadir ese prefijo a unapalabra desconocida? Es igualmente posible que el autor de L’Enrichissement de la languefrançaise haya registrado el neologismo a partir de este libro o de otra fuente (RadonvilliersRichard 1845: 542). De cualquier forma, el término será recogido enseguida por otros autoreshasta la década de 1880, a menudo en el contexto de los debates sobre el positivismo. Semenciona en los textos del sociólogo positivista crítico Eugène de Roberty, compatriota yamigo del conde Grégoire Wyrouboff, cofundador con Émile Littré de La Philosophiepositive (Roberty 1878: 123) así como en los textos de los adversarios declarados delpositivismo (Laverdant 1881: 1).

Scientisme. Schöttler llega a la siguiente conclusión: “El primer uso registrado de lapalabra “cientificismo” que pude encontrar (hasta ahora) se encuentra en un libro polémicodel filósofo espiritista y masón Charles Fauvety [1880]” (2013: 100). Sin embargo, la palabraera ya utilizada por el filósofo neo-kantiano Charles Renouvier en 1876. Diplomado de laEscuela Politécnica, firmemente comprometido con el protestantismo, Renouvier es muyconocido por su defensa del libre albedrío y su crítica de la posibilidad de una metafísicacientífica. Para él, el cientificismo (sciencisme) es una metafísica bastarda que interpreta deforma arbitraria los resultados de las ciencias positivas. El término aparece no solamente enL’Esquisse d’une classification systématique des doctrines philosophiques (1886: 326) sinotambién en un artículo anterior de la Critique philosophique: “La juventud de las clasesdirigentes está sospendida entre las seducciones de un jesuitismo lleno de promesasmateriales y las frías enseñanzas de un cientificismo negador” (1876: 101). Esto es, que yosepa, la primera ocurrencia de la palabra cientificismo.

Resultado 1. El término scientisme no fue acuñada por Le Dantec (1911), Rolland (1898)o Renan (1890) sino por el filósofo Charles Renouvier (1876). En cuanto al términoscientifisme, parece haber sido inventado por Cénac-Moncaut (1845). Otros predecesores

2. Importantes manifestaciones ocurrieron en París en octubre 1909 tras la ejecución de Francesc Ferrer iGuardia, inspirador de las escuelas racionalistas de Cataluña: “Una educación racional y una enseñanzacientífica salvarían a la infancia del error, darían a los hombres la bondad necesaria y reorganizarían la sociedaden conformidad con la justicia” (Ferrer i Guardia 1908: II).

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quedan por descubrir.Enseguida el cientificismo se difundió con el sentido peyorativo que hoy conocemos. Al

año siguiente, apareció en un artículo del jesuita Augustus J. Thebaud (1877). Tras advertiruna cierta continuidad entre el Antiguo Régimen y el Consulado, observa que “Napoleónrestauró las grandes academias del pasado, la mayoría con nombres diferentes; todo elsistema recibió el nombre de Instituto de Francia. Creó la gran Escuela Politécnica, debidaenteramente a sus objectivos particulares. Podemos decir que al hacer esto dio a luz alcientificismo” (1877: 47).

Dos años después, al hablar de una expedición de Richard Owen al Mar Rojo, lossucesores del Padre Moigno en Cosmos recordaban la necesidad que sintió “de destruir losdistintos sistemas imaginados por muchos cientificistas para ridiculizar ciertos hechosnarrados en las Escrituras” (1879: 529). Es difícil afirmar con certeza si estas utilizaciones sedeben a la única influencia de Renouvier o a reconstrucciones paralelas. Si me inclino por lasegunda hipótesis, es porqué el término cientificismo también se menciona también consentido crítico en la literatura angloamericana de la época.

En 1878, se encuentra una primera expresión de cientificismo metodológico: “Mr. Lewestreats metaphysical problems, but treats them, professedly at least, by methods of science; ifhe can give satisfactory solutions of them by methods which are strictly scientific, there willbe no need for applying metaphysical methods… A scientist professes to solve their problemsfor them by methods of science” (Hodgson 1878: 97). Dos años después, el pastor luteranoJoseph Augustus Seiss utiliza un tono mucho más acusador: “Among the active causes of allthis we are forewarned of a certain boastful and blatant scientism and naturalism which doesnot hesitate dogmatically to negate the doctrines of faith” (Seiss 1880: 439).

Resultado 2. El hecho de que Seiss hable de un “cientificismo jactancioso y vocinglero”(boastful and blatant scientism) ya en 1880 rebate la idea corriente de que las palabrasscientism/scientisme et scientist/scientiste hubieran tomado desde su origen sentidosdistinctos en inglés y en francés.

2. Significados

Como todas las palabras con el sufijo –ismo, el cientificismo es una doctrina. La filosofíadebe clarificar su significado y su validez. La literatura está llena de definiciones y cuadroshistóricos, incluido uno notable, pero casi olvidado, de Victor Giraud (1918). Los textosdisponibles muestran que el cientificismo es un vocable polisémico casi siempre despectivo.El examen crítico lleva a la conclusión de que sólo una de estas definiciones es aceptable.

2.1. El cientificismo: la ciencia como solución de todos los problemas prácticos Este es uno de los significados mencionados en el Vocabulaire technique et critique de la

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philosophie de Lalande. El cientificismo denota “la idea de que la ciencia es el conocimientode las cosas como son y soluciona todos los problemas reales” (1926: 960, sentido 1). “Laciencia es capaz de responder a todas las cuestiones teóricas y resolver todos los problemasprácticos” (Thuillier, 1980). Esta idea fue defendida en sus dos vertientes, positiva ynegativa.

Entre sus defensores tenemos a Le Hon: “Así, en los siglos futuros, la ciencia, emanacióndivina, dominará la naturaleza” (1860: 167). A Déjacque: “El hombre, que sostiene en sumano el cetro de la ciencia, ahora tiene el poder que una vez atribuíamos a los dioses” (1899:89). Y a la figura más conocida de Marcelin Berthelot: “Estas son las consecuencias delmétodo científico, consecuencias que continuaremos y llevaremos a cabo en lo moral comoen lo material, a pesar de cualquier oposición” (1895: 469).

Entre los promotores de la idea opuesta baste mencionar a Léon Daudet y Jacques Ellul.En un ataque directo contra los enciclopedistas, Daudet escribe: “A veces, una parte delconocimiento o de la ciencia se desboca, como sucede actualmente con la química […], yamenaza directamente a la humanidad” (1935: cap. III). Jacques Ellul, quien no ha dejado dedenunciar la técnica como el mal absoluto, escribe: “[La cuestión de la legitimidad de laciencia] parece decisiva con el reto que nos plantea la investigación genética, la ingenieríagenética. Si somos capaces de modificar artificialmente el patrimonio genético del serhumano, ¿hay que aceptarlo “porque es científico, y al ser científico, está bien”? » (2013: 89).

Tanto en un caso como en otro, se observa que los autores no distinguen entre ciencia ytecnología (es decir, el diseño de los procesos materiales o mentales basados en la ciencia afin de lograr una utilidad). En resumen, Ellul confunde la dinámica de fluidos y la aviación,la física nuclear y la energía atómica, la genética y la ingeniería genética, las cuales, según él,están mezcladas en el mismo conjunto indiferenciado. Pero la ciencia, que se definebásicamente por la producción de conocimientos verdaderos, es independiente de cualquiermotivación utilitaria. Más aún, si no hay diferencia entre la ciencia y la tecnología, ¿por quéEllul se toma la molestia de especificar “la investigación genética, la ingeniería genética”?La corrección es muy sintomática de la confusión que aparece en un texto publicado despuésde cuatro libros dedicados a la técnica, ¡que tienen en conjunto unas 1500 páginas!

En realidad, la ciencia, dedicada al conocimiento, no resuelve ningún problema real. Estaresolución es el objeto propio de la técnica (sin recurso a la ciencia) o de la tecnología(empleando conocimientos científicos). Por consiguiente, la tesis 1 es incoherente ya queconfunde ciencia y tecnología, conocer y actuar.

2.2. El cientificismo: aplicación de la ciencia a la organización de la sociedadEl origen de esta tesis se encuentra en Renan: “Organizar científicamente a la humanidad,esta es la última palabra de la ciencia moderna, esta es su pretensión audaz y legítima” (1890:106). El autor imagina a continuación “el día en que el gobierno de la humanidad no estará yalibrado al azar y la intriga, sino al debate racional de las formas mejores y más eficaces de

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alcanzarlo” (1890: 151). Son conocidas las ideas políticas de los científicistas y de sus adversarios. ¿Es una

coincidencia que en el “Discurso preliminar” de la Encyclopédie D’Alembert se oponga a la“ley bárbara de la desigualdad, llamada la ley del más fuerte” (1763: 20); que Mirabeauescriba un Ensayo sobre el despotismo (1775); y que Condorcet redacte sus Reflexiones sobrela esclavitud de los negros (1781) antes de conducir a la Convention a abolirla en 1794?

¿Es una coincidencia que Jacques Maritain ataque el “cienficismo racionalista y altanero”lamente la “nivelación de las jerarquías naturales” (1987: 87, 1169); o que Léon Daudet,quien no ocultaba su disgusto por los “dogmas y caprichos científicos” (1922: 352), acuse aDiderot, D’Alembert, D’Holbach y Voltaire, todos juntos, de haber prodrido las elitesintelectuales “por la cabeza”, antes de concluir: “La diosa Razón dio nacimiento a unmonstruo: la democracia”? ¿Hay que llorar la desaparición de la tradición, del juramento delealtad, del sentimiento viril, de los prejuicios raciales?

Sin embargo, las dos versiones de la tesis 2 se enfrentan a la misma objeción: aunque esdeseable que la razón presida la organización de la sociedad, no está claro qué tiene que verello con el cientificismo. La organización de la sociedad, por racional que sea, no pertenece ala ciencia sino a la tecnología. Al denominar cientificismo a una doctrina de la organizaciónsocial, volvemos a confundir ciencia y tecnología. Es inútil seguir en esta dirección.

2.3. El cientificismo: la ciencia como sustituto de la religiónEsta variante del cientificismo parece haber nacido de la aplicación de los métodos científicosen la paleontología, la arqueología y la historia, y del conflicto resultante entre las nuevasáreas del conocimiento y la religión.

Ya mencioné más atrás que una de las primeras apariciones del término cientificismo fueen Cosmos (1879: 529) a propósito de una expedición de Richard Owen en el Mar Rojo. Losseguidores del Padre Moigno querían reaccionar así contra la intrusión de la ciencia en el áreareservada de la fe. Ciertos autores atacaron de manera más directa la aplicación de “losmétodos científicos a la religion y la moral” (Gaultier 1911: 664). Más recientemente, otratesis ha sido defendida con el nombre de nonoverlapping magisteria por Stephen Jay Gould(1997). Retomando una encíclica de Pío XII (1950) y una declaración de Juan Pablo II(1996), el biólogo agnóstico sostiene que la ciencia y la religión no entran en conflicto jamáspues no se solapan: una trata del mundo material y la otra de la vida espiritual. Cada una deestas tres tesis intenta, de modo diferente, de asignar la religión a un dominio donde laciencia perdería sus prerrogativas.

Originalmente el conflicto entre ciencia y religión se había limitado a ciertas creenciasque habían resultado falsas. Astronomía: ¿Es la tierra plana? (Isaías 24:1). ¿Emite la Lunauna luz propia? (Ezequiel 45:17). ¿Puede el sol detener su carrera? (Josué 10:13). Biología:¿Las liebres son rumiantes? (Levítico 11:06). ¿Nació la mujer de una costilla del hombre?(Génesis 2:22). Historia: ¿Reinó David sobre un imperio extendido desde Egipto hasta el

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Éufrates, o sólo sobre una tribu de Judea? (II Samuel 8:03). ¿Cómo colapsaron los recintos deJericó en una época en que la ciudad no tenía murallas? (Josué 06:05). Filología: ¿Hay quehablar del Diluvio o de la epopeya de Gilgamesh? (Génesis 6:14). ¿Quien estaba en la cestatambaleándose a la merced del río: Moisés o el rey Sargón de Acad? (Números 2:10).

Aquí es donde hay que colocar la tesis de Rena de que las religiones primitivas son sólo“soluciones improvisadas a un problema que requiere siglos de investigación” (1890: 90). Demodo que las contradicciones y los errores propagados por la religión proporcionaron uncampo fértil al ateísmo. Se vislumbraba que la ciencia podría sostituir a la religión en sutotalidad. Esto justifica, por ejemplo, la frase de un Strada cuando dice: “Las religiones serándestruidas por la ciencia sin excepción » (1894: 124).

Hay por tanto dos tesis: que los textos religiosos se hallan fuera de la autoridad de laciencia; y que la ciencia puede sustituir a la religión. Ambas son falsas por la misma razón.Es preciso introducir aquí la idea de testabilidad.

El primer argumento es falso porque, cuando una creencia religiosa es testable, se pondráa prueba algún día. Esto puede ser una prueba de correspondencia. Las liebres no sonrumiantes, a pesar de lo dicho en Levítico 11:6. También puede ser una prueba de coherencia.Con unas pocas líneas de intervalo, la Escritura se contradice sobre el número de animalesque entrarón en el arca: ¿una o siete parejas de cada especie? (Génesis 7:2 y 6:19). Estocontrasta con la tesis de Gould, que podríamos definir a priori un dominio de la religión ajenoa la investigación científica.

Puesto que la ciencia no consiste en una suma de conocimientos sino en la libreaplicación de la investigación científica, es imposible decir a priori lo que es la ciencia y loque no es. Nadie sabía que Jericó no tenía murallas en el momento de su asedio antes que sellevaran a cabo las excavaciones estratigráficas de la década de 1950.

El segundo argumento es falso porque los textos religiosos contienen unas declaracionesno comprobables, evadiendo así cualquier tipo de verificación o refutación. ¿Que podría decirla ciencia del mandamiento “no matarás”? Esta observación tampoco coincide con la tesis delos nonoverlapping magisteria. Gould establece el acuerdo entre la ciencia y la religión desdela oposición entre el mundo material y el mundo espiritual cuando distingo entre lasdeclaraciones descriptivas y normativas. Cualquiera sea el origen de una declaraciónnormativa—que pertenezca a un texto religioso, legal, ético, o lo que sea—la ciencia no tienenada que decir: eso es de la incumbencia exclusiva de la ética. Por consiguiente, losmagisterios de la ciencia y de la religión no son completamente disjuntos, aun cuandoalgunas cuestiones son separables.3

Otra confusión debe condenarse: la creencia se refiere tanto al acto de creer como al

3. He tomado aquí ejemplos de la religión cristiana, marco de referencia del cientificismo del siglo XIX, perohuelga decir que este análisis es aplicable a las demas religiones cuando contienen declaraciones descriptivastestables y declaraciones normativas no testables.

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contenido del acto de creer. Ya que el acto de creer es individual, no podría erradicarse poruna decisión externa. La fe sólo puede retroceder mediante la exposición sistemática de las“disonancias cognitivas” entre dos creencias opuestas promovidas por la misma religión, oentre una creencia religiosa y el conocimiento científico fácilmente reproducible.

La distinción establecida entre creencias comprobables y no comprobables aclara elasunto hasta el punto de recomendar el rechazo de la versión 3 del cientificismo: la tesis esincoherente.

2.4. El cientificismo: aplicación del método científico a todas las materiasSegún el Vocabulaire de Lalande, el cientificismo es “la idea de que la mente y los métodoscientíficos deben extenderse a todos los ámbitos de la vida intelectual y moral sin excepción”(1926: 960, sentido 2). Esta idea se ha desarrollado tanto en su lado positivo como en elnegativo.

En su sentido positivo, el argumento fue adelantado por los filósofos de la Ilustración sinemplear el término. En el siglo XX, la tésis ha sido defendida por Bertrand Russell: “I believethat there is one method of acquiring knowledge, the method of science” (1920: 401);“Whatever knowledge is attainable, must be attained by scientific methods” (1935: 243;véase Kitchener 2007). Más adelante, fue respaldada por el físico racionalista Marcel Boll:“El término ‘cientificismo’, que el sentido común utiliza tan mal, es el único que expresa queel espiritú y el método científico deben ser extendidos a todas las áreas del pensamiento, sinninguna excepción o restricción mental” (1939: 30). Hoy en día la tesis es abogada connitidez por Mario Bunge: “To innovate in the young sciences it is necessary to adoptscientism. This is the methodological thesis that the best way of exploring reality is to adoptthe scientific method” (2012: 24).

El lado negativo de la tesis ha sido desarrollado por una plétora de autores espiritualistas,intuicionistas o irracionalistas, entre ellos Brunetière (1895) y Bergson (1922). Dentro de estacorriente, el cientificismo ha tomado un significado especial debido a su proximidad con lasGeisteswissenschaften de Dilthey (1883). Tomando como estandarte las dos acciones,erklären/verstehen, el dualismo diltheyiano disimuló su verdadera naturaleza bajo un barnizmetodológico, pero es en realidad un dualismo ontológico. Segun él, existe una diferenciaradical (Kuhn habría dicho una inconmensurabilidad) entre el mundo natural y el mundoespiritual:

Explicamos la naturaleza, entendemos la vida psíquica […] Los métodos con los que estudiamosla vida mental, la historia y la sociedad son muy diferentes de los que llevan al conocimiento de lanaturaleza. (1947: 149).

A partir de entonces, la crítica del cientificismo se ha convertido en un lugar común paraevitar la intrusión del método científico en los dos cotos privados del espiritualismo: la

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historia y la sociedad. La versión más conocida de esta concepción, que se situa claramenteen la estela de las Geisteswissenschaften de Dilthey, fue propuesta por el economistaaustríaco Friedrich Hayek:

But to preclude any misunderstanding on this point we shall, wherever we are concerned, not withthe general spirit of disinterested inquiry but with slavish imitation of the method and language ofScience, speak of “scientism” or the “scientistic” prejudice… It should be noted that, in the sensethat we shall use these terms, they describe, of course, an attitude which is decidedly unscientificin the true sense of the word, since it involves a mechanical and uncritical application of habits ofthought to fields different from those in which they have been formed. (Hayek, 1952: 15-16).4

Uno de los beneficios inmediatos de esta postura es que limita la intrusión de la cienciaen las cuestiones sociales sin denigrar (como hacen otras doctrinas anticientificistas) el poderexplicativo de las ciencias naturales. Él trata sólo de establecer un reparto de competencias:“It need scarcely be emphasised that nothing we shall have to say is aimed against themethods of Science in their proper sphere or is intended to throw the slightest doubt on theirvalue” (1952: 15). Pero, a continuación, la “imitación servil del método y el lenguaje de laciencia” deja lugar a una objeción mucho más precisa, que es la traslación indiscriminada delos métodos de las ciencias físicas (matematizadas) a las sociales.5

Comparemos estas objeciones con los textos de Lalande, Russell, Boll y Bunge, cuyosmatices pueden ser aquí dejados a un lado: cada uno pretende que la mejor manera deconocer el mundo real es conocerlo científicamente (sentido 1).

La primera tesis de Hayek (sentido 2) es falsa porque silencia todos los descubrimientosque se han hecho en las ciencias sociales con la ayuda de métodos científicos particulares. Aldescifrar la piedra de Rosetta en el 1822, Jean-François Champollion ni distorsionó ni borróen nada las características de su objeto. Lo que hizo fue aplicar el método hipotético-deductivo que es el fundamento del quehacer de las ciencias naturales. No se sabe si Hayekdecía en privado que este descubrimiento era una “payasada cientificista”; en cualquier caso,no conozco a nadie que haya sostenido públicamente esta idea…

Antemio de Tralles nos informa de que Arquímedes incendió por medio de espejos losbarcos de la flota romana durante el asedio a Siracusa en el año 212 a. de C. Descartes negóesta posibilidad en una carta al padre Mersenne fechada el 18 de diciembre de 1629 (1936:107), un juicio luego repetido por Dijksterhuis, Walbank y Clagett. Frente a tales opiniones

4. Karl Popper ha hecho una corrección pertinente: “Professor Hayek uses the term ‘scientism’ as a name for‘the slavish imitation of the method and language of science.’ Here it is used, rather, as a name for the imitationof what certain people mistake for the method and language of science” (Popper 1957: 96).5. Por ejemplo: “The great differences between the characteristic methods of the physical sciences and those ofthe social sciences explain why the natural scientist who turns to the work of the professional students of socialphenomena so often feels that he has got among a company of people who habitually commit all the mortal sinswhich he is most careful to avoid, and that a science of society conforming to his standards does not yet exist.From this to the attempt to create a new science of society which satisfies his conception of Science is but astep” (Hayek 1952: 44).

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contrarias, los historiadores idearon una prueba experimental para determinar si fue Antemioo Descartes quien tenía razón. Varias pruebas han dado un resultado positivo, especialmentela del ingeniero griego Ioannis Sakkas en 1973, quien prendió fuego a un barco situado aunos 50 metros en el puerto de El Pireo, concentrando en él la luz del Sol reflejada por 70espejos planos manejados por marineros. A pesar de ciertos comentarios críticos (África1975), el relato de Antemio es completamente verosímil.

Otro ejemplo: los progresos realizados por la arqueología experimental en los últimos 30años han arrojado muchísima información sobre la industria lítica. Los conocimientos sedeben a la misma estrategia de estudio. La talla experimental de los sílex reveló que el ánguloóptimo entre el plano de percusión y el plano de talla es de unos 70°; la pieza a tallar debe sercolocada en un percutor blando a fin de impedir que la onda de choque se refleje en el planode fractura. Además, la práctica experimental de la talla lítica permite reconstruir toda lacadena operativa (Bertouille 1989; Olausson 2010). ¿Por qué el desarollo de la arqueologíaexperimental debería detenerse cuando nos proporciona resultados científicos nuevos ysólidos?

La segunda tesis de Hayek (sentido 3) es falsa, pues pretende que el cientificismo consisteen introducir en las ciencias sociales una matematización basada en las ciencias físicas (portanto, sin relación con la subjetividad que caracteriza al mundo del espiritú). Una vez más,abundan los ejemplos que demuestran que las matemáticas sociales no son una copia de lasmatemáticas utilizadas en las ciencias físicas. Las primeras obras de aritmética moral handemostrado que la agregación de las preferencias individuales transitivas en una preferenciacolectiva no siempre preserva su transitividad (Condorcet 1785). Este resultado antiguo yconvincente no debe nada al modelo de la física. Más adelante trataré las leyes de Lévy-Pareto, que nacieron en el seno de las ciencias sociales antes de ser exportadas a las cienciasnaturales. Estos ejemplos de “matematización autóctona” contradicen la idea de Hayek deque las matemáticas habrían llegado a las ciencias sociales por una translación indiscriminadade los métodos de la física. De esto se sigue que las objeciones de Hayek (sentidos 2 y 3) noalcanzan el cientificismo metodológico en el sentido de Lalande, Russell, Boll o Bunge(sentido 1).

Si comparamos ahora las tesis del cientifismo (de 1 a 4), se constata que ninguna resultaconsistente excepto el cientificismo metodológico, que es también la versión más simple deesta teoría: “La mejor manera de conocer la realidad es conocerla por métodos científicos”.

3. Crítica del cientificismo metodológico

El apartado anterior ha dado un contenido estable al cientificismo. Esto clarifica el sentidodel término, pero no garantiza su validez. El cientificismo metodológico debe ser él mismoprobado. ¿De qué modo se puede afirmar que el conocimiento científico de la realidad es

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superior al que proporciona el uso de métodos no científicos? Estas teorías se juzgarán porsus resultados. En este apartado se tratarán las doctrinas anticientificistas (espiritualismo,confusionismo, ocultismo, escepticismo…), concentrándose sólo en la validez de losconocimientos resultantes.

3.1. Cientificismo y espiritualismoEl espiritualismo se define como la tendencia a afirmar la existencia de un principio separadoe independiente de la materia, como quiera que se quiera llamarlo—sea espíritu, alma,principio vital o subjectividad—y que toma a veces la forma de un dios (teísmo).

Bergson criticó los presuntos efectos devastadores del cientificismo: “Todo esfuerzo deintuición era desanimado por adelantado: encallaba contra negaciones que se creíacientíficas” (1938: 71). En un ensayo memorable de 1922, este filósofo trató de comprenderla teoría de la relatividad hasta reproducir (¿era necesario?) el formalismo matemático condetalle. Pero, en tanto que espiritualista vitalista, Bergson no podía admitir que la vida sesometa a las leyes de la física. Así denunció el “espejismo” de la paradoja de los gemelosque, según él, deben envejecer siempre al mismo ritmo. Los físicos no esperaron a la pruebade la paradoja de Langevin, realizada en 1972 mediante relojes atómicos situados a bordo deaviones, para reaccionar a esas inepcias. Los errores fueron mostrados al año siguiente porAndré Metz (1923: 65). Sin embargo, Duración y simultaneidad obtuvo un gran éxitoeditorial, con la aprobación de Bergson hasta la 6a edición de 1931 y sin su consentimientohasta la 20a reedición de 2009.

La mente brillante que se ocupó de esta “edición crítica” (“El texto que aquí se ofrece esidéntico al de la edición de 1968”) hace muchas contorsiones para lavar el filósofo de todasospecha: Bergson habría sido atacado injustamente por ciertos “coroneles y generales”malintencionados. Su libro habría sido “una respuesta a la cuestión planteada por el filósofo,no por el físico”. Sin embargo, se debe concluir que Bergson reflejó la situación de formamás exacta: “Confieso que pocos lectores me comprendieron” porque “los filósofos entrenosotros son ignorantes en matemáticas”. Por tanto, Duración y simultaneidad no gustó ni alos físicos, ni a los filósofos. En cualquier caso, el libro se vende todavía, igual que elSystema aristotelicum de formis substantialibus et accidentibus lo era en el 1750, un librosobre el cual D’Alembert se preguntaba ingeniosamente: «¿Juzgará la posteridad que la fechaes un error de imprenta y que hay que leer 1550? » (D’Alembert 1821: 570).

Pero no hay mal que por bien no venga. Gracias a esta iniciativa editorial, el lectordescubrirá por sí mismo la cantidad de términos bergsonianos mal definidos o no definidosen absoluto, tales como flujo, tiempo dislocado, tiempo ficticio o relatividad radical (1922:76-79). La relectura espiritualista de la realidad no es mejor que el conocimiento científico, nimucho menos.6 La introspección es un medio eficaz para expresar una opinión egocéntrica

6. Ejemplos de pensamiento desquiciado y obtuso se encuentran en cualquier época. D’Alembert nos informa

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pero, al insistir en quedar fuera de todo control—“La opinión es sólo la verdad o la falsedadestablecida sin examen” (D’Holbach 1770: 3)—no ofrece la menor garantía de verdad.

3.2. Cientificismo y confusionismoEl confusionismo puede definirse como la tendencia a mantener la confusión para impedir ocomplicar el enfoque analítico de un problema, habitualmente mediante la combinación deelementos disparatados o contradictorios (sincretismo). Un destacado investigador, padrinoademás del foro “Economía y espiritualidad” organizado por el centro budista de KarmaLing, interesado, según dice, por la psicogenealogía y la psicomagia, hizo de la complejidadun concepto clave. En su conferencia “Complejidad restringida, complejidad general”, elautor aboga por “una revolución epistemológica y paradigmática”, cuando no a “una reformade nuestro funcionamiento mental, de nuestro ser”. Dejo sin más comentarios todos losdesvaríos pseudocientíficos (el descubrimiento de la energía oscura, que por el momento essólo una pura especulación; el átomo de carbono “formado por el encuentro exactamente almismo tiempo—coincidencia absoluta—de tres núcleos de helio”; la invención de la etologíaen el medio natural, atribuida a Jane Goodall “desde la década 1960”, cuando la etología fuefundada por Geoffroy Saint-Hilaire en 1854, etc.). Centrémonos en las ideas principales delartículo, valorando los conocimientos resultantes.

1. El pensamiento clásico ha rechazado la complejidad, tesis que se aproxima al pasajeen que el autor percibe su origen hasta en los Pensamientos de Pascal: “Je tiens impossible deconnaître les parties sans connaître le tout, non plus que de connaître le tout sans connaîtreparticulièrement les parties”.

2. El tema de la complejidad es una tierra virgen. “La complejidad queda todavíadesconocida en física, biología, y ciencias humanas”, lo que supone una exactitud muy escasavistos los cuatro millones de referencias devueltas por gScholar.

3. ¿Que es la complejidad? El autor nunca la define de otra manera que evocando larevolución paradigmática a la que aspira. Por suerte, el texto contiene 118 apariciones de laspalabras “complejo” o “complejidad”, de las que se pueden sacar conclusiones muy fiables.Para el autor, la complejidad ne es otra cosa que la relación entre dos opuestos: unidad/diversidad, azar/necesidad, orden/desorden, autonomía/dependencia, local/global, vida/muerte, efecto/causa, separable/inseparable, probable/improbable…, una enumeración queconcluye en el rechazo del tercio excluido. Todo esto es una parodia de la coincidentiaoppositorum de Nicolás de Cusa.7

Pero el autor va más allá al oponer lo simple y lo complejo. Aunque la complejidad puede

del siguiente caso: “El famoso jesuita Hardouin, uno de los primeros hombres de su siglo por la profundidad desu erudición y uno de los últimos por el uso ridículo que hizo de ella, llevó la extravagancia hasta componer deprisa una obra para, sin vergüenza ni remordimiento, situar entre los ateos autores respetables, muchos de loscuales habían probado sólidamente la existencia de Dios en sus escritos” (1821: 551).7. Como bien dijo el gran filósofo André Isaac: “Un camino hacia abajo es un camino hacia arriba boca abajo, yviceversa”.

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ser objeto de varias definiciones (por ejemplo Rescher 1998), una de las más útiles consisteen distinguir dos parejas de nociones: simple/complicado y analítico/complejo.

Analítico es aquello a lo que se puede aplicar la segunda regla del método cartesiano:“Diviser chacune des difficultés en autant de parcelles qu’il se pourrait et qu’il serait requispour les mieux résoudre”. Complejo es lo contrario de analítico. Simple se dice de elementoslibros cuyos estados son independientes unos de otros. Complicado es lo contrario de simple.Estas dos dicotomías no coinciden: hay complicado no complejo (los códigos en criptología)y complejo no complicado (la ley de los gases ideales). ¿Como podemos entender algo sobrela complejidad cometiendo tales contrasentidos y utilizando el término sin ninguna referenciaa quienes más han contribuido al estudio del concepto? El único resultado tangible delsincretismo es la confusión, que produce siempre más mentiras que verdades.

3.3. Cientificismo y ocultismoEl ocultismo puede definirse como la actitud de quien considera que el mundo y las vidas delos hombres son juguetes de causas ocultas y misteriosas que los dirigen y, en consecuencia,de quien convence a otros que posee la facultad de detectarlas e interpretarlas (esoterismo).

Puesto que las diversas formas de ocultismo son un tema clásico del estudio de laspseudociencias, basta acudir a la bibliografía. Los textos de dos “no darwinianos”, el primerodirector de una universidad interdisciplinaria parisina, el otro paleoantropólogo, fueronescrutados en profundidad por Dubessy y Lecointre (2001); una tesis sostenida en Sorbonapor una célebre astróloga fue analizada con gran detalle por Audouze et al. (2001); y losescritos de dos doctores, cuyas cualificaciones académicas han sido motivo de controversiafueron estudiados por Fossé (2004). Las conclusiones son absolutamente demoledoras. Elerror sólo rivaliza con la manipulación; la vaguedad, con el engaño.

Así se defiende que “recientes investigaciones nos han permitido establecer unacorrelación entre el cáncer, e incluso el sida, con disonancias de los planetas en relación conla carta natal” o que “los policías están familiarizados con ese aumento de los crímenes segúnlas fases lunares”, sin ningún estudio sobre el tema. Por desgracia para el autor—y por suertepara los caminantes noctámbulos—no hay más delitos los días de luna llena que en otros díasdel mes (Biermann et al. 2009).

Esta ola de nuevos misterios y nuevos sacerdotes que inunda Europa nos retrotraedirectamente a la situación existente en el siglo XVIII. Por ello es bueno leer a los filósofosde la Ilustración cuando escriben sobre los orígenes de los prejuicios y las ventajas queproporciona la búsqueda de la verdad. Helvétius identifica muy bien la matriz común detodos los prejuicios. El hombre, dice,

juzgó que era no sólo un ser aparte sino de una naturaleza diferente de la de todos los seres de lanaturaleza, de una esencia más simple y que no tenía nada que ver con todo lo que veía. De aquíprovienen los conceptos sucesivos de espiritualidad, inmaterialidad, inmortalidad y todas las

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vagas palabras que se han inventado poco a poco, a fuerza de hacer distingos, para indicar losatributos de la sustancia desconocida que el hombre creía estaba encerrada en sí mismo yconsideraba el principio oculto de sus acciones visibles. (Helvétius 1775: 26; véase tambiénD’Holbach 1770, cap. I: “De la verdad, de su utilidad y de las fuentes de nuestros prejuicios”).

Por eso mismo, el ocultismo produce conclusiones erróneas, tan falsas como las de otrasdoctrinas anticientificistas.

3.4. Cientificismo y escepticismoEl escepticismo se define como la idea de que la verdad es inalcanzable y que hay quesuspender el ejercicio del juicio y dudar de todo. Una versión radical del escepticismosostiene que no hay verdad en absoluto (nihilismo). Cabe señalar que este escepticismo notiene nada que ver con el escepticismo organizado (Merton 1973, 277) o el escepticismometodológico (Bunge 1996, 339), que son ambos dos características fundamentales de laactividad científica.

El escepticismo radical de que se trata aquí es el conocido en el estudio de las cienciascon el nombre de relativismo o constructivismo. Los pioneros de este movimiento hanneutralizado la diferencia entre ciencia y creencia redefiniendo el conocimiento (knowledge)como “cualquier sistema de creencias colectivamente aceptado”, reduciendo así la verdad y elerror a simples “preferencias”. Una vez hecha la definición, el trabajo está casi terminado:sólo queda por demostrar cuánto se asemejan los conocimientos científicos a las ideologíasmás obtusas para hacer caer la ciencia de su pedestal. En realidad sólo habría etnoverdades.La verdad, que no existe, sería el resultado, en el mejor de los casos, de un auto-convencimiento colectivo; en el peor, del control de nuestras mentes por los ideólogos de laciencia.

Por supuesto, el escéptico o nihilista a quien se le ofrece dar una conferencia en unaprestigiosa universidad de Estados Unidos suspenderá su posición filosófica durante 7 horasy 50 minutos, pues a lo largo de este intervalo no duda en absoluto de las leyes de la físicaque permiten que los aviones vuelen. El escepticismo y el nihilismo se enfrentan a la mismaobjeción: “Quien dice que todo es falso afirma también la falsedad de lo que dice”(Aristóteles, Metafísica Γ 8, 1012b).

El argumento de retorsión fue ampliamente difundido en el mundo árabe, donde fomentóel arte de la polémica filosófica, jurídica y científica (jadal, khilāf, ādāb al-baḥth). Eldesarollo del debate se enmarcaba en unas normas sociales (Vajda 1963: 7) entre las que serecononce una lista de “signos de derrota” (dalāʾil al-inqiṭāʿ). El debate continuaba hasta queel oponente era reducido al silencio (ifḥām), y el argumento de retorsión era precisamente unade las forma más eficaces de lograr cerrarlo. El argumento de retorsión influyó en la EdadMedia, más allá de las fronteras, en la tradición de las Obligationes (Pablo de Venecia,Sherwood, Burley, Swineshead); más tarde, en el Renacimiento, en el Ars disputandi

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(Stapulensis, Clichtove, Eckius, Hunaeus, Reneccius, Horneius, Calovius, entre otros), dondela negación de la verdad se considera siempre una clara señal de derrota. Filósofosdesconocidos han expuesto la idea, por ejemplo Tomás de Aquino en su comentario a laMetafísica de Aristóteles (ed. Cathala 1915, n. 609 et 2215).

Por tanto, cuando las ideas escépticas y nihilistas florecieron en el estudio de las ciencias,teníamos las fuentes necesarias y excelentes análisis como los de Isaye (1954). Las doctrinasescépticas y nihilistas son inconsistentes porque nunca han sido capaces de superar elargumento de retorsión. Todo lo que pudieron hacer, a pesar de la inmensa literatura sobre eltema, fue ignorar deliberadamente su existencia.

3.5. Otras posicionesPara terminar, conviene considerar las doctrinas abiertamente anticientificistas que niegan,sin embargo, cualquier relación con algunas de la corrientes precedentes (espiritualismo,confusionismo, ocultismo o escepticismo). Esta es en especial la postura expuesta por unfilósofo y periodista científico en su alegato Contre le scientisme, donde denunció “laelección simplista entre el oscurantismo y el cientificismo […] El cientificismo es sólo unautopía entre otras. Se puede negarla perfectamente sin por ello avalar al papa y los jesuitas”(Thuillier 1980).¿En que basa su tesis anticientificista? En el hecho de que la ciencia nunca sería neutral yllevaría siempre en sí misma un proyecto de acción sobre el mundo: “Al principio se tratasólo de epistemología […] Pero al final se trata muy directamente de la práctica”. Estaposición queda enunciada de manera más directa en otra parte del libro: “En lo más profundode sí misma, la ciencia llamada experimental es realista, es decir, nace de la acción y estáhecha para la acción, para la producción, para la manipulación” (1980: 38). Esta tesis, queprovienne del Novum Organum de Francis Bacon, es falsa. Numerosas investigacionesdemuestran, al contrario, que no existe ninguna relación necesaria y constante entre la cienciaexperimental y sus aplicaciones. Diversas disciplinas lo atestiguan.

Física: ¿Cuál es la utilidad práctica de la prueba experimental de la naturaleza ondulatoriade la luz proporcionada por Young? ¿La de las investigaciones que refutaron la hipótesis deléter o confirmaron la existencia de la dilatación relativista del tiempo? ¿La de las medicionesexperimentales de la velocidad de la luz? (Raynaud 2013). Biología: los estudios realizadossobre una rana endémica de Nueva Guinea, Hyla becki, han mostrado que, a pesar de ampliassimilitudes morfológicas, este taxón debía ser dividido en dos especies distintas, H.micromembrana y H. modica. A la inversa, experimentos de hibridación han demostrado quelas dos formas, ovípara y vivípara, del lagarto Lacerta vivipara constituyen una sola y mismaespecie. En cado uno de estos casos, nuestro saber ha progresado sin objetivo utilitario opráctico.

Estos ejemplos muestran sólo que el método experimental es un enfoque perfectamenteensayado para alcanzar conocimiento, sea aplicado o no. La tesis anticientificista según la

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cual la ciencia contiene siempre en sí misma el germen de una aplicación—y, por tanto, usospotencialmente peligrosos—es infundada. Esta idea reproduce la confusión entre ciencia ytecnología señalada en el apartado 2.

3.6. Rasgos del cientificismo metodológicoLa comparación de estos textos con los de auténticos cientificistas metodológicos, menosconocidos por el público, es suficiente para mostrar las diferencias.

Para limitarme al campo de la sociología, cabe mencionar aquí los análisis de RaymondBoudon sobre L’Inégalité des chances (1973, 1979). Aunque la democratización del sistemaeducativo lleva a una reducción de las desigualdades educativas, y los títulos más altosconducen a posiciones sociales más elevadas, la reducción de las desigualdades educativas nolleva a la reducción de las desigualdades sociales. ¿Por qué? Esta consecuencia inesperada seexplica por diversos efectos: el valor del título queda neutralizado por el número de títulosobtenidos; para alcanzar el mismo estatus social que sus padres, los hijos deben obtener untítulo más alto; los hijos de los obreros tienen en principio acceso a la enseñanza, pero sealejan más que los otros de los estudios a largo plazo que representan una fuerte inversiónpara un resultado incierto.

Más recientemente, otros resultados interesantes han sido obtenido por Hedström (1998,2005) aplicando una sociología analítica al estudio de la participación sindical o la elecciónresidencial.

Otro ejemplo de lo que puede producir un cientificismo metodológico bien pensado es lacorriente de investigaciones sobre las “leyes de Lévy-Pareto”, que poseen un valor ejemplarpor diversas razones. En primer lugar, aparecieron en las ciencias sociales antes de serdescritas en las ciencias naturales (lo que invalida de nuevo la tesis de Hayek). Luego, suformalismo es muy simple: todas tienen la forma P(x) = ax–γ y se traducen por una línea rectaen una escala logarítmica doble. Por último, establecen claramente la existencia de leyes ensociología, lo que suele considerarse actualmente como una idea anticuada, cuando no unamistificación, ¡pues todo el mundo sabe que no hay leyes en las ciencias sociales! Pero estasleyes están empíricamente fundadas y son fuertes. ¿Dónde vemos su fuerza?

1. Se aplican a hechos nuevos. Desde que fueron descubiertas por Pareto (1896)— “pocosindividuos tienen un ingreso alto mientras que muchos individuos tienen un ingreso bajo”—,su número no deja de crecer. Hoy día conocemos más de veinte leyes de este tipo (véaseRaynaud 2006).

2. Su área de validez está cada vez mejor definida. Esto se traduce en una mejordefinición de las clases de hechos a los cuales se aplican estas leyes y de ciertos efectoscontextuales. Por ejemplo, se ha señalado que la ley podía ser alterada cuando la muestraincluye publicaciones de más de un centenar de coautores: estas publicaciones reflejan amenudo colaboraciones planificadas que no permiten ya a un investigador elegir a suscolaboradores.

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3. Se acompañan de refinamientos teóricos. Trabajos recientes abordan el asunto de loserrores de medición (Bookstein et al. 1997; Rousseau et al. 2005). Esto denota un razgo de laactitud científica: las cuestiones de metrología no aparecen nunca en el vacío teórico.Además, disponemos desde hace poco de pruebas para distinguir estas leyes de la leylognormal o exponencial (Clauset et al. 2009, Virkar et Clauset, 2012).

Las investigaciones que utilizan el cientificismo metodológico ofrecen característicascomunes:

1. Plantean preguntas difíciles en términos claros.2. Separan lo verdadero de lo falso y buscan lo verdadero.3. Utilizan el método hipotético-deductivo.4. Emplean el razonamiento experimental tan como es posible.5. Llegan en ocasiones a matematizar los fenómenos estudiados.

Conclusiones

Resumamos. El término “cientificismo” (scientisme), acuñada por Renouvier en 1876, sedifundió en diversos ámbitos en los que adquirió significados differentes. De las cuatro tesisatestiguadas sobre el cientificismo, sólo una es aceptable: la del cientificismo metodológico.Su comparación con doctrinas anticientificistas más conocidas tales, como el espiritualismo,el confusionismo, el ocultismo y el escepticismo, muestra que el cientificismo metodológicoproporciona conocimientos válidos y firmes, mientras que las doctrinas anticientificistasdifunden conocimientos errados. El objetivo de estas doctrinas es propagar la confusiónmental, inventar engaños lucrativos y trasformar el discurso en un arma de combate, por logeneral contra quienes están peor preparados para ofrecer resistencia. Como bien dijoD’Holbach:

La educación, confiada a los ministros de la superstición, parece tener en todas partes sólo elpropósito de infectar muy pronto la mente humana con opiniones irrazonables […] Desde elumbral de la vida el hombre se alimenta de locuras, y se acostumbra a tomar por verdadesdemostradas un sinfín de errores que son útiles sólo a los impostores, cuyo interés es moldearlobajo el yugo, embrutecerlo, extraviarlo para hacer de él un instrumente de sus pasiones y el sosténde su poder usurpado. (D’Holbach 1770: 11).

Por contraste con todas las teorias anticientificistas, la tesis según la cual “el mejor modode conocer el mundo real es conocerlo empleando un método científico” es clara y sinprejuicios. El cientificismo metodológico puede ser pensado abiertamente. Al recomendaremplear el espiritú crítico cuando los nuevos sacerdotes nos sugieren adoptar doctrinasestériles, el cientificismo metodológico podría ser la base de una Nueva Ilustración.

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CIENTIFICISMO METODOLÓGICO 19