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UNIVERSIDADE DÍ SANTIAGO DTCOMPOSTETA Servicio de Publicacións e Intelcarnbio Científico

Ceremonia y poder en Galicia a finales del Antiguo Régimen

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UNIVERSIDADE DÍ SANTIAGO DT COMPOSTETAServicio de Publicacións e Intelcarnbio Científ ico

Roberto J. López

CEREMONIAYPODEREN GALICIA A FINALES DEL

ANTIGUO NÉCNNEN

1995

UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTETA

"...he observado que todas las potestades,así en la tierra como en el cielo y en el in-fierno,

tienen gran afición al aparato majestuoso y

solemne de sus prerrogafivas, sin duda porque

Iavanidad es flaqueza natural y sobrenafural que

llena los mundos con sus vientos y acaso los mueve y rige"

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INDICE

Introducción

Capitulo [: Las celebraciones en la Edad Moderna 191. Las ceremonias en la historia del Antiguo Régimen 192. Las estudios sobre celebraciones prlblicas 273. Una ceremonia para cada ocasión 33

Capítulo II: Las lnstituciones y las ceremonias públicas . . . .l. La iniciaüva en las ceremonias públicas2. De la rivalidad amistosa a los pleitos . . . 473. Las discordias del protocolo 58

Capítulo III: Las arquitecturas efimeras y otros elementos

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1. Tradición e innovación2. La propaganda política en las arquitecturas efimeras3. Emblemas y jeroglíficos4. Los autores de lo efimero

Capítulo fV: El desarrollo de las celebraciones1. tosprogramasde las f ies tasy func iones . . . . i r . .2. I-as costes económicos3. La puesta en escena

Capltulo V: Las celebraciones en 1s irnFrental. Temas, autores, promotores e impresores . . . .2. Formalidades, forma y estilo3. tos contenidos. Permanencias v transformaciones

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Capitulo VI: Las ceremonias y su pfrbüco 275I. El público según los organizadores 2L82. I-as limites de la propaganda . 224

Conclusiones 229

Apéndice documental 235

Fuentes 269

Bibliografia 28r

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INTRODUCCION

I-as fiestas y las celebraciones son desde hace mucho tiempo el objetocomún de los afanes de numerosos invesügadores. Desde puntos de üsta di-ferentes y a veces con fines también diferentes -aunque en úlümo términoconvergentes en un mismo interés: la mejor comprensión del hombre y lassociedades-, filósofos, antropólogos, sociólogos, etnólogos, etnógrafosy otrosestudiosos de la cultura popular, se enfrentaron y enfrentan con esta mate-ria. A los historiadores, como es natural, el tema también les ha interesadoy cada vez más. Por supuesto que a partir de sus propios planteamientos ycon su forma propia de analizar. Sus consideraciones no pueden ser abs-tractas, ni desembocar en la construcción de formas sociales inexistentes porideales. Como más próximos a los hechos, a los historiadores les corres-ponde trazat y discernir lo que pudo haber ocurrido en el pasado, sin caer enun simplificador y desasosegante descripüüsmo de circunstancias y detallesintrascendentes, y sin renunciar -todo lo contrario- a lo que investigadoresde otros campos puedan proporcionar. En definiüva, el análisis de los histo-riadores debe aportar las evidencias o los indicios que ayuden a comprenderlas posibles variantes del fenómeno o, si se prefiere otra expresión, cómo seconstruyó la fiesta en el üempo y cuáles fueron sus significados y funciones.

Para algunos historiadores, sin embargo, el interés por las flestas y lascelebraciones no es más que una moda, resultante entre otros motivos de lacrisis que la historia (en su acepción de conocimiento del pasado) ha venidosufriendo durante las úlümas décadas. Esta crisis de idenüdad habría tenidovarios efectos, y uno de ellos el desconcierto en la elección de los temas detrabajo; un desconcierto que se habúa resuelto en una suerte de gran ex-plosión caractertzada como tal por la fragmentación del objeto histórico enuna mulüplicidad de temas menores e incluso poco menos que imposiblespor inconsistentes e irrelevantes. No se trata ahora de entrar en la discusión

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sobre si existe o no esa crisis historiográfica, y sobre cuál sea su perfil y diag-nósticol; pero sí de romper alguna lanza en favor del estudio de las fiestas.

Es posible que en algún caso particular se haya fijado la atención en lasfiestas por motivos ciertamente peregrinos, por estar a la moda como antesse dijo. Sin embargo, y por muchos que fueran los casos, esto no invalida elinterés fundamental del estudio de las fiestas. Lo realmente importante no essaber qué se hizo en un determinado tiempo y lugar para festejar o conme-morar un suceso cualquiera; lo realmente importante es saber por qué se ce-lebraron y celebran determinados acontecimientos. Planteada la cuestiónen estos términos se comprende la utilidad de estudiar la vertiente festiva deIa acción humana, pues las fiestas (sea cual sea su tipo y condición) se con-vierten en acontecimientos reveladores. En primer lugar, porque en si mis-mas constituyen un rasgo propio de los procesos de socialización y sociabi-lidad: dicho de otro modo, una sociedad no puede entenderse cabalmente sinsus ritos, sus conmemoraciones y sus fiestas. Y porque, en segundo lugar,tras estos actos laten actitudes y planteamientos más profundos y signifi-cativos (ideologia, religión, opinión pública, poder, trabajo, jerarquía y rela-ciones sociales), que ayudan a detectar por ser su reflejo, vehículo de difu-sión y a veces cooperadores en su génesisz. Así las cosas, la discusión sobrela relevancia de esta linea de investigación, como de cualquier otra, se re-suelve en la mayor o menor apertura que se le quiera dar, por medio de laconceptualización analitica como por las relaciones que se traten de encon-trar y justificar entre el objeto inmediato que se estudia y otros de su propioámbito.

Dicho esto en descargo de la conveniencia de estudiar las fi.estas en ge-neral, es necesario precisar algunos puntos relativos al tema concreto que seaborda en estas páginas, las relaciones entre ceremonias y poder en la Ga-licia del tramo final de la Edad Moderna. Las cuestiones se refleren básica-rrrente al tipo de celebraciones que se analizan.

De todas las posibles se han elegido las que inicialmente pueden ser ca-lificadas como ceremonias públicas, entendiendo por esta denominaciónaquellas que son promoüdas por las autoridades p¿rra celebrar o conmemo-

Hay una nutrida bibliografia sobre la materia en la que pueden encontrarse todo tipo deargumentos y consideraciones al respecto. Véase, por ejemplo, DUBERT GARCIA, I., "Ethistoriador frente a la crisis historiográfica. Una breve reflexión", Obradoiro de HístoricLModerna,2 (1993), pp. r53-166.HUIZINGA, J., Homo ludens, Madrid, 1972, pp. l1-42; MUCHEMBLED, R., "La féte aucoeur. Une approche de la sociabilité septentrionale du XIVe au XXe siécle", Reuue duNord, 27 4 (1987), pp. 47 3-482.

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rar de manera extraordinaria un acontecimiento y que por tanto no estánprevistas en el calendario. Se deja a un lado, entonces, el amplio conjuntoque corresponde a los festejos populares y todos aquellos que, populares ono, están vinculados a estaciones y fechas del año determinadas3. Un cro-nista de Indias, Juan de Torquemada, se refirió de un modo muy gráfico a lascelebraciones que nos interesan aquí, con la denominación de3ftestos repen-tínas: por ellas entiende

las que los emperadores, reyes y señores mandan celebrar en lasrepúblicas por algunas particulares razones y causas, conüene asaber, por alguna üctoria que han tenido de sus enemigos o por ha-ber casado algún hijo heredero de su corona, cuyo nacimientomanda festejar y solemnizar en sus señoúos y reinos y llámanse es-tas fiestas repentinas, porque se ordenan repentinamente y no sondel número de las que cada año, por el círculo de él se celebrancomo las ordinarias, las cuales fiestas súbitas y repentinas nopuede nadie celebrar sino sólo aquél que tiene autoridad de pún-cipe, como lo determinan las leyesa.

A esta caracterización que hace el cronista se le debe añadir algún ma-tiz; junto con "emperadores, reyes y señores", que son las autoridades con-vocantes, se deben considerar en algunos casos también a las municipalesy religiosas, pues no siempre llaman a la celebración en ürtud de poder de-legado, sino por propia iniciativa, como se tendrá ocasión de comprobar másadelante.

Este üpo de ceremonias resulta, dicho 1o anterior, muy claro en susperfiles; también lo son sus posibilidades para ayudar a conocer algunascuestiones que van más allá de las propias ceremonias. De manera casi in-mediata y según se desprende de su propia definición, las ceremonias pú-blicas (o repenünas) van a informar de un modo peculiar sobre el poder y suimagen en el Antiguo Régimen. Se trata de festejos que llevan una fuertecarga ejemplificadora y una gran dosis de didactismo, con el fin de proyec-

la exclusión de estas fiestas y celebraciones del presente análisis no quiere decir que notengan nada que ver con las autoridades civiles y religiosas; de hecho el poder está muyrelacionado con ellas, bien por la vía de su convocatoria y organización, bien por el con-trol externo que se trató de ejercer sobre determinadas manifestaciones, en especial las delmundo campesino. Sobre esto úlümo, DUBERT GARCIA, I., y FERNANDEZ CORTIZO, C.,'Entre el regocijo y la bienaventuranza: Iglesia y sociabilidad campesina en la Ga-licia delAnüguo Régimen", en El rostro g eL discurso de lafiesta Santiago, 1994, pp. 237-262.Citado en LÓPEZ CANTOS, A., Juegos, fiestas g díuersiones en la Améríca espanolct- Ma-drid, 1992, p.20.

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tar sobre la sociedad un perfil nitido v sin contradicciones del poder y la au-toridad. Esta proyección se plasma en la presentación de unos valores quedignifican, ensalzan y engrandecen a la monarquÍa y al rey en primer lugar,a las autoridades eclesiásticas, ]' a los poderes e instituciones civiles. Estaacción propagandística de las ceremonias públicas se apuntala, sobre todoen épocas turbulentas, con la presentación de aquellos contravalores que po-nían en entredicho los fundamentos del sistema político y social; asi, frenteal Orden se contrapone el Desorden. frente a la Justicia la Arbitrariedad,frente a la Ortodoxia la Heterodoxia. Claro está que lo que sea cada uno deestos valores y contravalores, dependerá de quien organice las ceremonias encada caso.

lns festejos repentínos muestran junto con la imagen del poder, la deuna estructura social. Las pautas por las que se rigen, apreciables en lasnormas y costumbres ceremoniales y protocolarias. expresan formas espe-cificas de encuadramiento vecinal y de jerarquización institucional. En ciertamanera, las ceremonias exteriorizan el modo en que se consideraba que de-bia organizarse la sociedad y cuales debían ser los principios de tal organi-zación. En este punto, el recurso a lo que ya se hizo en otras ocasiones o porel contrario su cútica, son el reflejo al menos parcial del tupido complejo derelaciones establecidas en diversos niveles de las sociedades de la Edad Mo-derna.

Las ceremonias públicas se presentan asi como un vehículo para la de-fensa de una serie de principios de carácter político y social, a los que tam-bién cabría añadir otros de carácter religioso e ideológico ínümamente aso-ciados a los anteriores. Tal posición defensiva es claramente perceptible enlos componentes de las ceremonias. [,os recursos ornamentales de las ar-quitecturas provisionales -o efimeras- que se levantan para la ocasión, tantoen las calles como en el interior de los templos, estaban orientados clara-mente en esa dirección y solÍan ser un canto laudatorio -a veces extremosoy exagerado- del poder y las autoridades. [¡s ceremoniales y los protocolosde los desfiles procesionales, de las funciones cívicas y religiosas, no son enabsoluto intrascendentes bajo esta perspectiva; obedecen a una graduacióny jerarquización de la sociedad y de sus miembros, en conformidad con loscriterios de la época. No obstante, hay que aproximarse y adent¡arse en eI es-tudio de estas celebraciones con la suficiente cautela como para no rebasarlos límites de su significado y función. Por mucho que tales actos hayanservido para transmitir y consolidar unos valores determinados, su impor-tancia como medios de control social -puesto que lo son en la medida en quetrasmiten y consolidan- debe situarse en su justo lugar y eficacia. Para ello

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es necesario considerar de una parte que tales ceremonias públicas son unamanifestación extraordinaria de un tejido insütucional, jurídico, social e ide-ológico determinado, en el que resulta más decisiva la aportación de estoscomponentes citados que el ceremonial, por muy brillante y espectacularque éste haya sido. Y de otra parte, deben tenerse en cuenta los efectos re-ales de las celebraciones; en la medida de lo posible, deberán buscarse laspruebas que indiquen hasta dónde llegaron sus ecos y cuáles fueron las re-acciones de protagonistas y espectadores.

ta.s páginas que siguen parten de estos supuestos. Su propósito es el dedetectar, a través de las ceremonias, cambios y permanencias en diferentesniveles, formales unos y de fondo otros, pero siempre solidarios y depen-dientes entre sí. En definitiva, se trata no sólo de aportar unas referenciasmás o menos precisas sobre la historia de Galicia y la variedad y riqueza delperíodo final de la Edad Moderna, sino sobre todo de contribuir a una mejorcomprensión de uno de los mecanismos de consolidación del poder en elAntiguo Régimen, y de los recursos que se utilizaron para elaborar y difun-dir una imagen.

[¿. articulación general de la obra intenta responder a esta intención ge-neral y a las particulares ex¡ruestas anteriormente. El primer capítulo constade dos partes netamente diferenciadas; una primera en la que se traza elcontexto historiográfico en el que puede inscribirse la invesügación, y una se-gunda que constituye un acercamiento al ámbito ceremonial gallego de fi-nales de la Edad Moderna (número, distribución cronológica, motivos), ypor extensión al de la Edad Moderna en su conjunto. Las instituciones quecapitalizaron a su favor las ceremonias públicas merecen un tratamientoespecífico; el estudio de cuáles fueron y en particular del papel que desem-peñaron y de las relaciones que entre ellas se generaron, ocupan el segundocapítulo. Un aspecto formal de las ceremonias públicas que conviene anali-zar, pues no por formal es menos importante, es el de los recursos artísticosque se utilizaron en tales ocasiones; con ellos se dio forma, se materializarorty difundieron conceptos y visiones del mundo y del poder, algo muy impor-tante en una sociedad como la del Antiguo Régimen que estaba compuestaen su mayoría por iletrados (capítulo 3a). El propio desarrollo de las cere-monias, la puesta en escena, los recursos económicos que se compromeüe-ron, son otras tantas cuestiones que llevan de nuevo, aunque por caminosdiferentes, a cuestiones ya planteadas en los capítulos precedentes sobre laconfiguración social, las relaciones insütucionales, la formación y difusión delas imágenes del poder, etc. (capítulo 4q). Las preguntas surgen de nuevo alestudiar lo que puede considerarse como una prolongación en el üempo y en

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el espacio de los acontecimientos festivos, las publicaciones de sus sermonesy de los actos que los compusieron (capÍtulo 5q). [,a cuestión talvez más re-levante, la relativa a la participación popular, se aborda en el úlümo capítulo.Debe advertirse que a pesar del notable interés que tiene conocer cuálesfueron realmente los efectos propagandísticos de las ceremonias políticas ypor tanto su influencia sobre las conductas de los ciudadanos, se trata de lacuestión sobre la que menos abunda la documentación y la disponible pre-senta un claro sesgo. No obstante, pueden percibirse algunas de las limita-ciones del aparato propagandístico y de sus logros. El trabajo se cierra conun apéndice documental, la relación de las fuentes consultadas y otra bi-bliográfica con la que se pretende reflejar el estado de la cuestión, particu-larmente en España.

Si bien el trabajo se refiere especialmente al siglo XVIII, se ha conside-rado oportuno prolongar el anáIisis a los acontecimientos fesüvos del primertercio del )ilX, para poner así de relieve -por contraste- las peculiaridades dela centuria anterior. No obstante, la incursión en las flestas y ceremonias dela época fernandina no es exhaustiva, ni siquiera se ha pretendido que asífuese. La proliferación de celebraciones que se puede observar, y de las queson sólo una muestra las que aqui se citan, obliga a un estudio más dete-nido.

Parte de los resultados que se recogen fueron presentados parcialmenteen trabajos de menor extensión. En ciertos casos tales resultados han sidoampliados y en otros corregidos, al disponer de más información e incorpo-rar nuevas perspectivas. Se han tenido en cuenta también los consejos y ob-servaciones de quienes han leído éste y aquellos textos. De modo especial, elautor se siente en la grata obligación de dejar constancia de las críticas y su-gerencias de Isidro Dubert, Xosé Ramón Barreiro y Pegerto Saavedra. Asímismo, el autor es deudor de noticias y comentarios que para las cuestionesartÍsticas le aportaron José Manuel Garcia Iglesias, Andrés Rosende, AlfredoVigo, José Manuel IÁpezYázquez y Juan Monterroso. También son acree-dores del agradecimiento del autor los que han hecho realidad la edición dellibro; para quienes trabajan en el Servicio de Publicaciones de la Universidadde Santiago y de manera especial para Maria Luisa Melón y Juan Blanco Val-dés, nuestro reconocimiento por su buen hacer.

Santiago de Compostela

Febrero de 1995

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