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El problema Antropológico.
La pregunta por el ser del hombre.
Pregunta que se impone, que conmueve y nos llena de incertidumbre.
Cuando hablamos del ser, no hablamos de algo ajeno, ni de algo extraño,
sino que hablamos de nosotros mismo como hombre, como ser, de lo más
íntimo de nosotros, de nuestra vida en el mundo.
Esta es la pregunta que nos acompaña y nos atormenta durante toda nuestra
vida. Pregunta inevitable. Pregunta que nos hace más humanos.
La reflexión sobre el hombre ha surgido con el hombre mismo. El hombre
es inseparable de esta reflexión sobre sí. Ante el hecho de que somos, de
que existimos, nos surgen las preguntas: ¿por qué? (causa); ¿para qué?
Finalidad; ¿cómo? (modo).
Concepciones tradicionales sobre el hombre.
Desde los orígenes del pensamiento, el hombre siempre fue motivo de
reflexión, no solo racional sino también desde lo mítico y religioso.
Las diferentes respuestas que el hombre ha dado establecen el lugar que
ocupa en el universo, las relaciones con los otros hombres, la naturaleza y
los animales.
Concepciones cristianas del hombre.
En una visión teocéntrica el hombre es pensado como una criatura, un ser
creado por otro ser superior llamado Dios. Su alma participa de la
divinidad, que es inmortal como su dios creador. Esta participación es lo
que lo pone por encima del resto de los seres creados. El hombre es el rey
de la creación.
La humanidad desciende de una pareja primigenia: Adán y Eva, que
habitaban el paraíso. Pero desoyeron las leyes divinas y pecaron, entonces
fueron echados de él.
Por haber pecado el hombre, su vida mortal es un castigo y el cielo su
recompensa. Pero el cielo se lo debe de ganar en la tierra. El alma es su
aspecto divino y su ansia es reencontrarse con su dios creador.
Su libertad consiste en actuar según la ley divina (el plan de dios). En
cuanto a la razón, esta no es suficiente como fuente de conocimiento, ni
mucho menos de redención. El valor supremo es el de la fe, en la palabra
divina expresada en la Biblia (y la iglesia y sus sacerdotes).
Concepción clásica del hombre: una visión
cosmocéntrica.
Esta concepción consiste en afirmar que lo propio del hombre es su
racionalidad. Su capacidad de raciocinio es lo que nos diferencia de los
otros animales y lo pone por encima del reto de los seres de la naturaleza.
Los griegos llamaban a la razón, logos, y lo consideraban parte de un logos
superior, que el principio ordenador del universo. Y como el hombre
participaba de ese logos, podía conocer el cosmos. Pero para poder conocer
las leyes que regían ese orden, debí apartarse de pensamiento mítico.
Con esta concepción el pueblo griego dio a luz, no solo la filosofía sino
también la democracia.
Dotado esta peculiar capacidad, el hombre estaba llamado a reproducir ese
orden cósmico en su vida cotidiana. Por su racionalidad el hombre puede
conocerse a sí mismo y también hallar reglas que lo ayuden a convivir
también con los demás hombres.
Una consecuencia de esto fueron las ciudades griegas llamadas polis. La
vida en ella estaba reglamentada de tal modo que todos los hombres libres
y adultos participaban en las decisiones de la ciudad.
Por eso que Aristóteles define al hombre como un zoon politikon (animal
político). Esto implicaba ser racional y tener la capacidad de la palabra. Ser
hombre, era ser político, era entonces formar parte de ese orden cristalizado
en la vida de la polis.
Las ideas de los griegos no consideraban hombres a quienes vivían fuera de
los muros de la ciudad.
Esta concepción clásica se reformula en la Modernidad. Luego de la Edad
Media la razón deja de ser considerada peligrosa si no estaba puesta al
servicio de Dios. Es nuevamente la luz que guía a los hombres en la
búsqueda de conocimiento.
Max Weber llama la huida de los dioses de la tierra. El hombre recupera su
libertad y es la razón la que hace posible que adquiera su autonomía Dirá
Kant, “atrévete a saber”, a abandonar la minoría de edad, a pensar por uno
mismo. Este es el Slogan de la Ilustración.
El hombre reivindica su vida en el mundo y lo recupera como fuente de
conocimiento. Pero esta vez es su razón el principio ordenador. El hombre
es un microcosmos porque contiene en sí las condiciones de posibilidad de
conocimiento del universo.
Concepción científica del hombre.
El optimismo científico confiado por sus avances y logros, proyecta su
búsqueda del saber sobre lo humano.
Las tesis evolucionistas de Darwin se aplican al hombre y se lo concibe
como un momento en el desarrollo de la especie, como un producto final y
muy tardío de evolución.
El hombre solo se distingue del resto de los animales por el grado de
complejidad de su constitución. No hay entre él y los demás seres vivos
más que diferencias cualitativas y no cuantitativas. En ambos: hombre y
animal operan los mismos mecanismos y están sometidos a las mismas
leyes.
La razón no es más que un instinto especialmente desarrollado. El hombre
es un ser instintivo. Su espíritu, su razón no son más que el desarrollo de su
poder de adaptación.
Según esta posición, el hombre es solo un mamífero superior notablemente
adaptado. El desarrollo de sus facultades técnicas es lo que le ha permitido
tener el dominio de la naturaleza. El hombre es un homo faber. Nada hay
de divino, ni sobrenatural, ni de especial en el hombre.
Antropología filosófica.
La reflexión sobre el hombre ha sido acompañada por la Antropología
Filosófica como disciplina.
Kant en la crítica de la Razón Pura afirma que todo el saber está
contenido en la respuesta a las siguientes preguntas:
¿qué puedo hacer? Responde con la metafísica, el conocimiento del
mundo.
¿qué debo hacer? Contesta con la ética, el conocimiento del alma.
¿qué me es lícito esperar? Responde con la teología, el conocimiento
de Dios.
En una posterior de Kant que se llama Manual, que contiene cursos de
Lógica, responde que estas tres preguntas pueden ser respondidas en una
sola pregunta y que es fundamental. Si podemos responde a ella estaremos
respondiendo a las preguntas anteriores.
¿Qué es el hombre?
Kant da nacimiento a lo que hoy conocemos como filosofía antropológica,
cuyo objeto principal de reflexión es el hombre.
A diferencia de la Antropología Científico – natural, que dirige la atención
al ser humano especialmente desde el punto de vista somático, trata la
Antropología filosófica de considerar al hombre integralmente, como
totalidad y de caracterizarlo en su en su integración con su integridad, el
universo, el sentido de la existencia, tanto individual como histórica y
social.
Unidad y dualidad.
El hombre es tan complejo que puede ser pensado de múltiples formas: la
relación existente entre su aspecto material, corpóreo y su aspecto
inmaterial, espiritual.
El hombre para los griegos era compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo
mortal era la cárcel del alma, que inmortal parecía estar atrapada en un
mundo imperfecto y corruptible. El cuerpo era la ocasión, el medio para
reconocer en este mundo, la perfección del mundo olvidado.
La tradición judeo-cristiana también reeditó esta teoría. Pero el alma en vez
de pertenecer al mundo de las ideas, pertenecen a su Dios creador.
Descartes eterniza el dualismo. A diferencia de los griegos, el cuerpo será
pensado como el límite de la individualidad, que será demostrable. Para los
griegos el hombre formaba parte del cosmos, de un orden cósmico y que
era considerado hombre cuando sus iguales lo reconocían como tal.
El cuerpo no es racional. Se tiene, se posee un cuerpo y es considerado la
parte menos humana del hombre.
El cuerpo en la modernidad es abandonado al campo de las ciencias que
estudian los cuerpos físicos. El cuerpo no se necesita para pensar. El alma
en él es algo así como el fantasma en una máquina.
El hombre no se puede comprender sin el cuerpo, que es el que le otorga
sensibilidad y su posibilidad de existencia en un mundo material.
Para Sartre, sin el cuerpo, sin el rostro, sin los ojos que hacen posible la
mirada, el hombre no existiría. Vivir es vivir con el cuerpo.
Necesidad y libertad.
La Antropología Científica tiene como objetivo poder explicar el fenómeno
de lo humano. Poder establecer las causas de su origen y poder formular
leyes válidas para todo el tiempo y lugar, nos ayuden a predecir sus actos: a
lo que se llama determinismo.
El afán científico: la búsqueda de la verdad, de una verdad y la confianza
de que es posible descubrirla. Una vez establecidas las causas de lo
humano.
El hombre debe de ser estudiado como un cuerpo más de la naturaleza. Sus
acciones son explicadas como se explica la caída de los cuerpos: una vez
establecidas las condiciones iniciales, no hay lugar para excepciones.
El hombre no solo debe de ser explicado sino también debe de ser
comprendido. Implica captar el sentido de sus actos. Comprender que el
hombre no es predecible, porque el hombre es dueño de sus actos y cada
uno de ellos es un complejo acto de la creación libre.
Por ejemplo, si le damos a dos hombres un hacha y los dejamos solos en el
bosque: ¿Harán lo mismo? ¿Quién puede predecir con seguridad que hará
cada uno de ellos? Tendrá que tenerse en cuenta su pasado, su historia de
vida. Y si son gemelos y recibieron la misma educación ¿harán
exactamente lo mismo?
Hay aspectos de la vida humana que están sometidos a las leyes naturales,
porque tienen un cuerpo que participa en ella. Pero su realidad es mucho
más compleja que el mundo físico.
La filosofía antropológica, no busca la verdad, sino encontrar el sentido de
sus acciones, es decir, comprender las acciones dentro de un flujo temporal,
ver el pasado, y cómo se orientan y se dirigen en el futuro.
La libertad será una solución particular relativa al tiempo y espacio, propias
y resultado de un sistema de ideas.
Esencial y Existencia.
La esencia es aquello que hace a una cosa ser lo que es esa cosa, sin la cual
esa cosa no sería lo que es. La esencia expresa de manera correcta es la
definición.
La existencia es diferente de la esencia, como el hecho de que esa cosa sea
se distingue de la naturaleza de la cosa. La existencia parece algo así como
un plus que se atañe a la esencia, una especie de complemento mediante el
cual la cosa llega a ser real.
La esencial se presenta como lo abstracto y la existencia como lo
concreto y lo más real. No podemos concebir la existencia de algo sin
pensar en ese algo como existente, pero podemos concebir la esencia de
una cosa que no existe.
En el pensamiento contemporáneo se denomina como esencialismo a
aquellas teorías filosóficas que afirman el primado de la esencia (sea
porque la esencia es previa a la existencia o porque se reduzcan a aquella).
Busca descubrir la estructura fija, objetiva, permanente e inmutable,
aquello que todos los hombres tengan en común y que nos sirva para
reconocer qué es un hombre y que no lo es.
Max Scheler en “el puesto del hombre en el cosmos”, se opone a la
concepción cientificista del hombre. En este trabajo se afirma que en los
seres vivos es posible establecer cuatro grados de desarrollo:
1. El impulso afectivo, sin conciencia, propio de las plantas.
2. Es el instintivo.
3. La memoria asociativa, manifestada en una inteligencia práctica,
presente en los mamíferos superiores.
4. El espíritu y que solo está en el hombre y es una diferencia esencial.
El espíritu es lo que diferencia al hombre de los demás animales.
Las características del espíritu son la libertad, que lo convierte en un ser
moral y, la objetividad, que lo hace capaz de conocer al mundo y a sí
mismo. Pero la característica más significativa es que tener espíritu, lo hace
al hombre un ser religioso.
Ernst Cassirer en su libro antropología filosófica dice que el hombre es el
resultado de procesos de adaptación a su medio ambiente. El hombre (al
igual que los demás animales) responde a los estímulos del medio y es
capaz de crear un sistema de símbolos.
Es el lenguaje un sistema de símbolos que se encuentra mediando la
relación del hombre con el mundo y con los otros hombres.
Cassirer propone pensar al hombre como un animal simbólico, porque la
definición de racional es insuficiente para expresar el origen de la
existencia humana.
El hombre es capaz de ciencia, de religión de arte, de cultura, y de todos
los quehaceres humanos y tienen en común poder ser expresados en
sistemas de símbolos. Porque el hombre ha quebrado su relación directa
con el mundo, y estas prácticas, son una instancia de mediación entre el
hombre y el universo.
Existencialismo, se refiere a aquellas concepciones filosóficas
contemporáneas que sostienen que la existencia es anterior a la esencia,
entendiendo que la existencia es únicamente humana.
Existir deriva del latín exsistere, sistere significa mantenerse, estar
colocado y ex designa la procedencia, el afuera.
Para Kierkrgaard la existencia designa al individuo concreto y único, no
como algo acabado, sino como algo a realizar.
Para Heidegger es un ser abierto, el hombre es apertura. El hombre-es-un-
ser-en-el-mundo. El hombre, el Dasein, el hombre arrojado al mundo…
Ese Ser se pregunta por el Ser. El Ser ahí es el ahí del Ser. En el Ser ahí se
pregunta por el Ser. Es el Ser que siente la presencia de la nada, que siente la
inminencia de la muerte, se angustia. Es un Ser para la muerte porque sabe
que va a morir. El Dasein es el Ser que sabe que va a morir. Que tiene
infinitas posibilidades en su futuro, pero en todas sus posibilidades está la
posibilidad de morir. El Dasein es un ente existencial, que está devorado por
el mundo.
La existencia de Heidegger es ese ser-fuera-de-sí que es la existencia humana,
el ser un proyecto, es un ser para hacerse, un ser abierto al mundo.
Al igual que Sartre, piensa que el hombre es un ser arrojado al mundo que
lo precede, en un tiempo y lugar que no elige, pero vive en un mundo de
posibilidades que lo hacen irremediablemente libre. El hombre comienza por
no ser nada. Es proyecto, una flecha disparada en el tiempo, no puede
detenerse, ni volver atrás. No permanece inmóvil, es siempre diferente.
El hombre no tiene naturaleza, no tiene esencia, empieza por no ser nada, el
hombre nace siendo nada, lo único que tiene es la existencia y debe en la vida
lograr su esencia. Para el existencialismo la existencia precede a la esencia. El
hombre debe de inventarse a sí mismo.
El hombre para Sartre es un ser libre, de plena libertad, por lo cual es el
único responsable de lo que haga con su vida. Esta conciencia plena de
libertad y ante la obligación de hacerse cargo de la vida, generan en el hombre
un sentimiento de angustia.
La angustia es la conciencia del desamparo, del vacío, de la responsabilidad
de tener que decidir qué individuo (hombre o mujer) queremos ser. Ya no hay
destino que nos libere de tomar decisiones, ni de responsabilidades.
Persona.
Hombre sugiere un conjunto de imágenes, de rasgos y caracteres
morfológicos, que se apartan y se oponen del concepto animal.
Ser humano expresa una unidad entre instancias interiores y exteriores,
fisicobiológicas y suprasíquicas. Pero al igual que hombre, ser humano,
hace referencia a la pertenencia a una especie. Señalan, lo que tenemos en
común, lo que nos hace iguales, casi siempre referido a propiedades
observables.
La palabra individuo tiene origen latino, proviene del término griego
átomon, que significa, lo indivisible. Adquiere relevancia en la
modernidad, cuando se piensa en el hombre como un microcosmos,
autosuficiente, una unidad independiente, dotada de razón y de libertad y
de autodeterminación.
El problema con la expresión individuo es que su concepto deja fuera de
consideración al otro y al mundo. Se pensaba que la vida era un juego de
fuerzas, donde los hombres se relacionaban según sus movimientos de
atracción y de repulsión.
La cuestión queda salvada cuando se comienza a hablar de persona.
Persona proviene del latín y significa máscara de teatro.
En tanto el hombre o ser humano se es miembro de una especie, el hombre
participa del ámbito natural; pero en tanto persona participa en el ámbito
cultural.
Sus características son:
1. Singularidad: a diferencia de la expresión hombre, que
expresa lo que los seres humanos tienen en común; persona,
designa lo que tienen de único. La persona siempre es en
situación, siempre es persona para alguien, frente a alguien,
junto a alguien y a la manera que esto se da, será siempre
irrepetible. Y puede ser único porque no tiene una esencia que
lo determine (aunque sí tiene condicionamientos históricos,
socioculturales que limitan sus posibilidades, pero no son un
destino absoluto).
2. Autonomía: la persona es libre, en tanto es principio de sus
acciones. Tiene la facultad de decidir sobre sus actos y, en
consecuencia, debe de ser responsable de ellos. Y en su
accionar libre se irá afirmando como persona, desplegando en
el transcurso de su vida sus posibilidades.
3. Apertura: esta característica tiene dos aspectos: a) la persona
y su modo de ser inacabado: la apertura es esta ausencia de
cierre de la vida humana, siempre a punto de realizarse, por
llevarse a cabo. La vida como un proyecto permanente; b) la
persona y su modo de ser abierto: vive en relación consigo
misma, con los otros y con el mundo, y esto constituye a la
persona como tal. La persona es un mundo, existe en el mundo,
es el mundo.
El sentido de la vida humana.
El problema de lo que el hombre sea se nos muestra en todas sus
caras.
¿El hombre es siempre el mismo o el hombre es siempre otro?
Para pensar lo humano se necesitan categorías distintas que la
utilizada para el estudio del mundo físico. En este error cae el
esencialismo.
La existencia es un hecho que refleja su peculiar forma de ser-en-el-
mundo, que el hombre en tanto proyecto no permanece inmóvil, si
que es un ir-siendo, en una permanente huída de sí mismo y a eso es
lo que llamamos vivir.
Entonces: ¿es imposible hablar del hombre, porque siempre será un
ser distinto?
Así como tenemos la capacidad para definirnos, también poseemos la
capacidad de extrañarnos a nosotros mismos. Y podemos vernos de
distintas formas que se van dando en el tiempo, como cuando
contemplamos nuestras fotografías vemos la fatuidad del instante.
Los yo se suceden, parcelados, escorzados, en la línea temporal de la
vida. La vida que es cambiante, en su fluir constante que genera un
juego de tensiones, de la que resulta la contingencia y relatividad de
las cosas humanas.
Es menester, entonces, que la vida humana sea comprendida en su
peculiaridad. La perplejidad humana, no es susceptible de ser resuelta
exclusivamente por la razón que supone una estructura fija y dada.
La respuesta a la pregunta formulada por Kant ¿qué es el hombre?,
exige una respuesta como cosa. El modo apropiado de preguntar es
¿quién es el hombre? En su respuesta está contenida la identidad y
responder por la pregunta ¿quién? es contar una historia.
Para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso contar
una historia.
Si la pregunta por la identidad, es la pregunta por la vida, y la vida es
contradictoria, una forma de dar respuesta es un trabajo de
reconocimiento de esas imágenes, como propias. El que para
reconocerse deberá ir construyéndose con las imágenes que él y que
los otros tienen de su yo, tejiéndola una a una en una trama narrativa.
Solo así es posible dar sustento a la diversidad, a la contingencia, a lo
fugaz a lo anecdótico de su vida. Aquí tenemos a los personajes,
como si fueran hombres arrojados en el mundo, viviendo su drama,
sin libreto previo.
Ricouer entiende a las acciones humanas como estructuras
prenarrativas, que reclaman un relato que explicite su sentido en un
todo organizado, el conocimiento del hombre, no puede más que estar
configurado narrativamente.
El hombre también, al ser su vida un drama, puede tener su lugar en
la narración de su vida, de la cual él sea el personaje, sea persona.
Persona porque es representación, es el personaje de su relato y del
relato de los otros. Todo es representación.
La narración en su dinamismo, puede incluir el cambio, la
mutabilidad y puede darle unidad en un todo organizado
retrospectivamente.
Marcel Proust en su libro “en busca del tiempo perdido” presenta el
relato de quien busca el sentido de la vida, comienza a escribir su vida
para hallarlo y finalmente se da cuenta que ese era el sentido de su
vida, escribirla.
Si no tuviéramos un lenguaje narrativo que nos permita dar cuenta del
tiempo humano, hay cosas de las que no podríamos hablar.
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