El ataúd en el río

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Libro Ilustrado para peques

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Vivía en una localidad de Chiloé un jovencito que se las daba de valiente y decía no tener miedo a los brujos, por lo cual muchas veces se atrevía a llegar a su hogar pasada la media noche.

Una noche al tratar de cruzar un puente, se encontró con un ataúd justo por donde tenía que pasar. Sin miedo, le dió un puntapié haciéndolo a un lado, y pasó. Desde esa misma noche comenzó a sentir un dolor en la rodilla que no se lo quitó nada. Tanta era la molestia, que tuvo que operarse.

Los médicos le extrajeron de la rodilla un gusano que aún sumergida en los líquidos más fuertes, se resistía a morir. Mientras tanto nuestro enfermo en vez de mejorar, cada día empeoraba más y más.

Sus dos hermanos mayores se turnaban en las noches para poder cuidarlo. teniendo que mantenerse despiertos toda la noche.

Pero cosas extrañas tuvieron que afrontar. Una vez que el resto de los moradores se dormía, los perros comenzaban a ladrar y se sentían ruidos en las piezas contiguas desocupadas, como si alguien arrastrase objetos.

Una noche, el mayor salió de la casa y se ocultó para observar por qué ladraban los perros. Vió acercarse a la casa a uno de sus vecinos. Un poco nervioso sacó su cuchillo, pero como no tuvo el cuidado de guardar silencio, el intruso se percató de él y huyó corriendo.Perseguido por los perros y el joven, faltó muy poco para que el malhechor fuese capturado, pero logró introducirse en su propia casa.

Los familiares del enfermo desesperados al ver que el enfermo no mejoraba, sino todo lo contrario, recurrieron a un Zingaro. La gitana les dijo que no había esperanza, y que el enfermo iba a morir muy pronto. Les dijo que los culpables eran un matrimonio vecino, y que llegarían a la casa a visitar al enfermo, trayendo como presente una gallina negra.

Efectivamente así sucedió. Llegó la vecina llevando la gallina negra para el enfermo, quien falleció pocos días después.