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LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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LA ESCUELA
DEL ESPÍRITU
SANTO
Manantiales de agua en tierra seca
RITCHIE PUGLIESE
www.restorationnations.com
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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AGRADECIMIENTOS
A
Dios Padre, Dios Hijo Jesucristo y Dios Espíritu Santo
¡Gracias por formarme en el desierto, y ayudarme
a entrar a la tierra prometida totalmente cambiado!
¡Toda la Gloria para ti, Señor!
A Rosa, mi amada esposa y fiel compañera
en todo tiempo, aún en los desiertos de la vida.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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ÍNDICE
CAPÍTULO 1: ENTENDIENDO EL PROPÓSITO DE DIOS
CAPÍTULO 2: LA PERSPECTIVA DE DIOS VERSUS LA PERSPECTIVA
HUMANA
CAPÍTULO 3: EXISTE SÓLO UN CAMINO HACIA LA TIERRA DE
BENDICIÓN
CAPÍTULO 4: DESTINADOS PARA CRECER Y LLEVAR FRUTO
CAPÍTULO 5: UNA MENTE RENOVADA Y LLENA DE FE
CAPÍTULO 6: EL FILTRO CELESTIAL
CAPÍTULO 7: LA DURACIÓN DE LOS TIEMPOS DE PRUEBAS Y DESIERTOS
CAPÍTULO 8: CURSANDO LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO
CAPÍTULO 9: CUANDO LAS PRUEBAS VIENEN TODAS JUNTAS
CAPÍTULO 10: SENTIMIENTOS CAMBIADOS
CAPÍTULO 11: MENTE RENOVADA, BATALLA GANADA
CAPÍTULO 12: ALIENTO DEL CIELO EN MEDIO DEL DESIERTO
CAPÍTULO 13: HIJOS SEGÚN EL CORAZÓN DEL PADRE
CAPÍTULO 14: LA ACTITUD CORRECTA PARA CON AQUELLOS QUE
ATRAVIESAN TIEMPOS DE PRUEBAS Y DESIERTOS
CAPÍTULO 15: PODER REFRESCANTE Y RENOVADOR
CAPÍTULO 16: LA RESTAURACIÓN DE DIOS
CAPÍTULO 17: LA META DE DIOS: CALIDAD DE VIDA ESPIRITUAL
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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CAPÍTULO 1
ENTENDIENDO EL PROPÓSITO DE DIOS
Una de las peores cosas que puede sucederle al ser humano es no poder
hallar respuestas a las circunstancias difíciles y adversas de la vida. Como
creación de Dios, hemos sido capacitados para ser personas pensantes e
inteligentes, con la tendencia natural de querer encontrar un razonamiento y
un sentido adecuado para cada situación de la vida.
Existen situaciones de la vida que, humanamente, no tienen una respuesta
lógica. Esto genera, en nosotros, un desconcierto y una desesperación por no
poder encontrar las razones a tales circunstancias.
Los creyentes en Cristo, por cierto, no somos la excepción; pues nos sucede
exactamente lo mismo que al resto de la gente, pero gracias a Dios tenemos
la gran posibilidad de comprender aquellas cosas que, humanamente, no
tienen un propósito determinado. Cuando nos convertimos a Cristo, nuestra
mente no fue anulada sino que, el Espíritu Santo transformó nuestra manera
de pensar para ver las cosas de la vida por medio de la renovación de nuestro
entendimiento (Ro. 12:2). Cuando eso sucede, recién allí estamos calificados
para comprender el propósito de Dios, y ver las cosas desde Su perspectiva
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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divina. Sólo la mente espiritual, dada por Dios al creyente, le permite
comprender la voluntad de Dios. Todos hemos atravesado o estamos
atravesando oscuras y difíciles situaciones de la vida, donde, a simple vista,
no podemos entender “el por qué.” Muchos cristianos fieles han atravesado
diversos tiempos de pruebas y desierto espiritual y, al no hallar una respuesta
significativa y entendimiento espiritual, ellos han quedado confundidos
convirtiéndose en estériles espirituales. Otros, directamente se han apartado
del Camino de la salvación, pensando que Dios no se preocupo por ellos.
La Palabra de Dios habla mucho sobre los tiempos de pruebas y desiertos, y
explica bien cuál es su propósito específico en nuestras vidas. El Antiguo
Testamento describe con la palabra “desiertos,” lo que el Nuevo Testamento
llama tiempos de pruebas. Son dos términos distintos destinados a
representar una misma verdad.
En los tiempos de pruebas y desiertos de la vida, a simple vista, pareciera
que todo se desploma y que las cosas salen al revés de lo deseado. Son
tiempos de conmoción en el cual, a menos que entendamos el plan de Dios,
resultaremos confundidos.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Los tiempos de pruebas y desiertos no vienen a nuestra vida por casualidad,
sino con un santo propósito. Durante estos tiempos somos introducidos en la
escuela del Espíritu Santo con el proposito divino de perfeccionarnos y
hacernos útiles; para poder cumplir el plan que Dios ha trazado para nuestras
vidas, a fin de traer Gloria a Su Nombre. En medio de estos tiempos
difíciles, la mano del Alfarero modela las vasijas de nuestras vidas; la mano
del Gran Labrador poda las ramas del árbol de nuestras vidas para formar el
carácter de Cristo en nosotros.
Los “incomprensibles” tiempos de pruebas y desiertos, para el creyente,
pueden transformarse en tiempos de comprensión y provecho espiritual, al
ver con los ojos de la fe, y por el poder del Espíritu Santo, al Señor amoroso
trabajando sobre su vida para bien y a la vez entender que son una
plataforma de lanzamiento hacia el cumplimiento del plan precioso que Dios
tiene para cada uno de nosotros.
Lo invito a sumergirse en las páginas de este libro con expectativas, para por
un lado dejar de estar confundido, y por otro llegar a comprender la obra
especial que Dios está haciendo en su vida, a fin de alcanzar un propósito
superior y el cumplimiento de Su divino plan.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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En este libro hallará respuestas que lo ayudarán a crecer más a la imagen de
Cristo y a vivir una vida con propósito.
Es mi anhelo que mientras lea estas páginas, la presencia del Espíritu Santo
se haga real en su vida fortaleciéndolo, refrescándolo y renovándolo, a fin de
seguir caminando hacia cumplimiento de todo lo hermoso que Dios ha
preparado para usted ¡El Señor transformara su tierra seca en manantiales de
agua!
“En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles;
abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de
agua en la tierra seca.”
(Isaías 41:18)
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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CAPÍTULO 2:
LA PERSPECTIVA DE DIOS VERSUS LA
PERSPECTIVA HUMANA
A ningún ser humano le gusta sufrir ni padecer voluntariamente. Existe, en
nuestro interior, un “dispositivo” que nos hace rechazar tal idea. La
perspectiva triunfalista, que nos transmite la sociedad, ha generado en
nosotros la idea que afirma que padecer o sufrir es inhumano, anormal, y no
conduce a nada bueno. Es por eso que hacemos todo lo posible para evitarlo.
Las librerías ofrecen cientos de libros sobre éxito y triunfalismo, porque
saben que tienen asegurado un gran público consumidor. A nuestros
hogares, nos llegan decenas de cartas ofreciendo cursos para tener éxito en la
vida y los negocios. Vivimos sumergidos en un mundo triunfalista, con una
manera de pensar triunfalista, que quiere evitar a cualquier precio el
sufrimiento.
Esta clase de pensamiento aun ha penetrado en la iglesia de Cristo donde,
muchas veces, se predica un Evangelio sin problemas ni dificultades. Hasta
hay sectas que han hecho famoso el lema “pare de sufrir.” Nadie, en lo
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natural, quiere sufrir, y todos están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal
de evitarlo.
Como cristianos generalmente asociamos los problemas, las dificultades y
las aflicciones de la vida, como algo originado por el pecado o el mismo
diablo. Es verdad que vivir lejos de Dios nos deja a merced de cualquier
desastre, pues la Biblia claramente afirma que la paga del pecado es la
muerte (Ro. 6:23), y la muerte espiritual trae la maldición. Aquellos que no
tienen a Cristo en su corazón ni caminan en obediencia se encuentran
esclavizados en el Reino de las tinieblas, expuestos a la calamidad,
maldición y muerte presente y futura.
A pesar de la propuesta triunfalista que nos transmite nuestra sociedad a
través de las propagandas y los materiales publicitarios, debemos aceptar
que hay cristianos fieles, santos y obedientes, que experimentan, en diversos
períodos de sus vidas, tiempos de adversidad, problemas, tribulación,
infertilidad y derrota. Son tiempos de dolor, insatisfacción, hastío y de vacío
espiritual, donde todo nuestro ser es afectado. Son tiempos en donde los que
nos rodean no alcanzan a comprendernos, y hasta llegan a malinterpretar lo
que nos está sucediendo. Estos tiempos son, comúnmente, llamado por los
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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cristianos “tiempos de pruebas o de desierto espiritual”. Atravesar estos
períodos, por cierto, origina un verdadero estrés espiritual, físico y
emocional.
Las estadísticas nos dicen que el cuerpo humano está preparado para resistir
las presiones hasta un determinado porcentaje, y que cuando ese porcentaje
es superado, se origina un desequilibrio físico, emocional y espiritual que
puede llegar a causar la misma muerte.
Para ser sinceros, los tiempos de pruebas y desiertos de la vida, generan en
nuestro interior una rara sensación de frustración y, al menos que el Espíritu
Santo nos ministre ayudándonos a entender el propósito de Dios, moriremos
en el camino. Muchos, al no poder resistir esos tiempos, toman
determinaciones fuera de la voluntad de Dios errando el camino; otros, por
las presiones, deciden apartarse del Camino del Señor, o toman
determinaciones drásticas como quitarse la vida para terminar con tales
sufrimientos. La mayoría prefiere seguir viviendo, pero pasan la vida
frustrados, cargando un peso negativo, y con heridas del alma que los
acompañará durante toda su vida.
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Quizás las preguntas más comunes y frecuentes sean: "¿Para qué sirven las
pruebas? ¿Por qué tengo que atravesar tiempos de desiertos e infertilidad?”
Cuando llega la noche y el sol no sale, cuando las puertas se cierran y nos
sentimos sin salida, hay en el ser humano una rara sensación de
desorientación, desesperación y falta absoluta de comprensión. La gran
incógnita es ¿Podremos librarnos de estos tiempos difíciles? ¿Existe una
manera de evitarlos? …y si no… ¿Cómo los enfrentaremos?
Hay una escuela de pensamiento dentro del cristianismo que afirma que para
alcanzar la santidad es necesario vivir sufriendo y padeciendo todo el
tiempo. Ésta tiene una perspectiva negativa (antiescritural por cierto) del
Evangelio presentándolo como una salvación “del más allá.” Se afirma que
toda alegría y felicidad están reservadas para cuando muramos, o cuando
Cristo nos venga a buscar en las nubes. Es como si el Señor nos hiciera vivir
un verdadero infierno, viviendo de calamidad en calamidad, y de fracaso en
fracaso, mientras estemos aquí en la tierra, hasta el día en que, por fin,
lleguemos al Cielo. ¿Es eso lo que la Biblia propone en sus páginas? ¿Qué
dice la Palabra de Dios al respecto?
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Para comenzar, debemos decir que la Biblia nos presenta una vida cristiana
victoriosa en Cristo Jesús. 1 Corintios 15:57 dice: “Mas gracias sean dadas
a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo;”
Romanos 8:37 nos dice que en medio de las tribulaciones, angustias,
persecución, hambre, desnudez, peligro o espada “… somos más que
vencedores por medio de aquél que nos amó;” 1 Juan 5:4-5 también dice:
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al
mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” Todos estos
pasajes, entre otros, nos hablan de una vida cristiana victoriosa en
Jesucristo.
La Biblia nos presenta, además, una vida cristiana poderosa en Cristo. El
popular pasaje de Filipenses 4:13 dice: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece;” 2 Corintios 13:3 dice que Cristo “es poderoso en vosotros,” y
2 Timoteo 1:7 dice que Dios nos dio “espíritu de poder, amor y dominio
propio.”
Con estos pasajes, vemos que la norma general de Dios para Su Pueblo es
una vida cristiana victoriosa y poderosa. Ahora bien, si Dios nos preparó
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para ser cristianos victoriosos y poderosos, ¿Cómo es posible, entonces, que
en diversas etapas de la vida podamos atravesar tiempos de pruebas y
desiertos? ¿Acaso no hay una contradicción? A simple vista pareciera que sí,
pero existe la verdad superior de Dios, que es la que debemos tener como
nuestra principal verdad.
A los ojos del mundo, ser victorioso y poderoso significa vivir con fama y
dinero, ganar siempre, estar en los mejores lugares y posiciones, nunca tener
problemas, ser superiores a todos los demás… ¡y, si fuera posible, nunca
envejecer ni morir! Esta por cierto es una optica totalmente horizontal, a
nivel terrenal.
La perspectiva cristiana, de victoria y poder, se mide según los parámetros
celestiales y no los terrenales. Esto no significa, por cierto, que los cristianos
tenemos que andar llorando, y vivir enfermos y derrotados todo el tiempo.
La clave, en todo esto, es la perspectiva del Señor. Isaías 55:8-9 dice:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros
caminos mis caminos, dice Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.”
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Este pasaje refleja, con claridad, que la perspectiva de Dios es
diametralmente opuesta a la nuestra. Su perspectiva es eterna, pura, santa,
completa; la nuestra es limitada, impura, contaminada e incompleta. ¡Este es
nuestro gran problema! Nuestro cristianismo actual está contaminado con la
perspectiva, popular y mundana, de ver las cosas según los parámetros
sociales que el mundo acepta y no según los de Dios. Por ejemplo: Suponga
que muere un cristiano, el cual tenía varios amigos que no eran cristianos.
Para la óptica del mundo el muerto es el cristiano y los vivos son los amigos
no cristianos que asisten al funeral. Para Dios, en cambio, cuando muere un
cristiano, el vivo es el cristiano fallecido ¡y los muertos son aquellos que han
asistido al funeral pues no tienen a Cristo en su corazon! Con este sencillo
ejemplo, podemos darnos cuenta que nuestra óptica difiere completamente a
la del Señor.
Si miramos la obra de Jesucristo y cómo murió en la cruz del calvario, bajo
el punto de vista humano, llegaríamos a la conclusión de que fue un fracaso
porque nunca a un rey podía sucederle lo que le sucedió a Cristo.
Ese, también, fue el pensamiento del pueblo hebreo, lo que hizo que sus ojos
estuvieran velados para no reconocerle como el Mesías. Ellos no podian
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entender que un rey naciera en un pobre pesebre y no en una casa real.
Tenian una imagen distorsionada diferente a la optica de Dios po rlo cual lo
rechazaron. Para Dios, en cambio, gracias a todo lo que Jesus atraveso,
durante su gestacion, nacimiento, crecimiento, ministerio, su pasión,
sufrimiento y muerte en la cruz, fue coronado y exaltado como Señor de
Señores, Rey de Reyes ¡y el Salvador de la humanidad! (Filipenses 2:5-11)
Entonces ¿Quién estuvo equivocado en su forma de pensar? ¿La gente o
Dios? Usted ya conoce la respuesta.
Por eso es muy bueno y edificante entender la obra de Dios, en la vida de Su
pueblo, bajo la perspectiva de Dios. Esta es la única manera de poder
entender el trato del Señor con los suyos.
Cuando nos convertimos a Cristo, gracias a la obra del Espíritu Santo,
comenzamos a ver con los ojos del Espiritu, por fe, las realidades del Reino
de Dios, inclusive el tema de las pruebas y los desiertos de la vida. Sin esa
optica sobrenatural, sólo veremos su “cáscara” externa, y todo nos parecerá
oscuro, negativo y poco productivo. Únicamente el Espíritu Santo nos puede
enseñar y mostrar la total y equilibrada perspectiva de Dios.
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El pasaje de Hechos 3:19-20 nos muestra el sendero para una vida cristiana
de refrigerio y propósito espiritual: “Así que, arrepentíos y convertíos, para
que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio y él envíe a Jesucristo…”.
La Biblia afirma que, para llegar a ser hijos de Dios, todos debemos
primeramente arrepentirnos del pecado. El pecado no consiste en mentir,
robar, adulterar, etc. Estos son frutos o consecuencias del pecado. La raíz
del pecado es la independencia de Dios, es decir, pretender vivir la vida “a
mi manera,” o haciendo lo que yo deseo sin rendirle cuentas a nadie. Este es
el espíritu de desobediencia y rebeldía que reina en este mundo, el cual,
lamentablemente, tiene muchos adeptos.
En segundo lugar, el pasaje de Hechos dice: “convertíos,” es decir dar un
giro de 180 grados. Antes iba caminando hundiéndome más y más en el
fango del pecado, hacia la muerte eterna. Ahora, he dado la vuelta hacia el
lado opuesto, caminando por el Camino de la santidad, hacia la vida
abundante presente y eterna. El resultado del arrepentimiento y la conversión
es que vienen sobre nuestras vidas los “tiempos de refrigerio” ¿Qué son los
tiempos de refrigerio? Son los tiempos en el cual el Agua de Vida, el
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Espíritu Santo, comienza a realizar Su obra refrescante y vivificante en
nuestro ser interior. Si usted recuerda su conversión a Cristo, podrá entender
lo que quiero transmitir. Cuando tenemos un encuentro con el Señor, Su
Presencia, no sólo, nos redarguye de nuestros pecados, sino que también
sacia, con el Agua fresca del Espíritu, esa sequía desesperada de nuestra
alma trayendo paz e introduciendonos en un sendero llamado Camino de
santidad.
Dios nos ha librado de la esclavitud de las tinieblas, donde reinaba el
pecado, y nos trasladó al reino de su amado Hijo, para que experimentemos
la libertad del pecado (Colosenses 1:13-14), pero allí no termina todo, en
realidad recién comienza un largo camino, pues Su plan es que seamos
semejantes a Jesucristo durante toda nuestra vida terrenal.
Es en este punto donde muchos se confunden y se preguntan: ¿Cómo es
posible que Dios me haya sacado del sufrimiento del reino de las tinieblas
para ahora, en el Reino de la Luz, tenga que atravesar tiempos de pruebas y
desiertos?
¿Acaso no hay una contradicción entre el Señor de los tiempos de refrigerio
y el Señor de los desiertos? La Biblia enseña, claramente, que Dios es el
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Señor tanto de los tiempos de refrigerio como de los tiempos de pruebas y
desiertos. Cuando nos convertimos a Cristo, los tiempos de refrigero vienen
a nuestra alma para cortar nuestra esclavitud del reino de tinieblas, darnos
paz y la seguridad de la salvación; en cambio pero los tiempos de pruebas y
desiertos vienen, posteriormente, para formar en nosotros el carácter de
Jesucristo. Los tiempos de refrigerio inicial vienen como resultado de haber
sido librados del reino de las tinieblas, para llegar a ser hijos de Dios;
mientras los tiempos de pruebas y desiertos, vienen como resultado de ser
hijos de Dios para llegar a ser semejantes a Cristo.
Los desiertos en la Biblia
La Biblia habla bastante sobre los desiertos que, a simple lectura, aparecen
como un lugar geográfico, pero tienen una profunda connotación espiritual y
profética cuando los miramos a la luz del Nuevo Testamento.
La palabra hebrea “midbar” y la griega “eremos” define al desierto como
una llanura abierta, no cultivada, donde los animales salvajes vagan en
libertad (Job 24:5). Se lo asocia generalmente como un lugar lleno de pavor,
desolación (Deut. 32:10; Isa. 21:1). La segunda palabra hebrea para desierto
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es “arabá,” llanura o región árida (Isa. 35:1,6; 51:3), palabra que
acompañada de un artículo significa la depresión del Río Jordán y el Mar
Muerto (Eze. 47:8; 2 Sa. 2:29). La tercera palabra hebrea para desierto es
“Yeshimon” y significa lugar desolado (Sal. 78:40; 106:14; Isa. 43:19,20).
La cuarta palabra es “Harapot,” y significa regiones áridas y solitarias (Isa.
48:21; Sal. 102:6; Eze. 13:4). En tipología bíblica, el desierto está fuera y en
contraste con Canaán, la tierra prometida. La figura profética de la palabra
desierto es un lugar de prueba y evaluación, como lo fue para los israelitas y
lo es para el cristiano hoy. Es el lugar donde Dios nos hace ver lo que hay
realmente en nuestro corazón (Deut. 8:2), lo que somos realmente ante Él y,
además, el lugar donde somos enseñados a depender absolutamente de Él.
Las pruebas y desiertos son aquellos períodos de la vida preparados y
supervisados por Dios, donde todo pareciera venirse abajo, donde nada nos
sale bien, donde todo lo que intentamos es infructuoso. Son tiempos
negativos en cuanto a dar frutos visibles y tangibles. Pareciera como si los
problemas y las dificultades se nos “pegaran” y demoraran en irse. A simple
vista son tiempos de pérdida y no de ganancia. Son tiempos donde todo lo
que pensábamos que estaba seguro en nuestras vidas es sacudido, y donde
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fluyen, de nuestro ser, reacciones y actitudes que jamás pensábamos que
teníamos dentro. Los que nos rodean, tampoco entienden lo que nos pasa y,
hasta lo malinterpretan pensando que hemos hecho algo malo y pecaminoso
a los ojos de Dios. Aparentemente, no son tiempos productivos sino más
bien destructivos. Dan la impresión de ser más bien un castigo que una
bendición.
Más allá de la opinión humana, lo interesante de todo es que Dios no sólo
permite que seamos llevados al desierto, sino que también cuida de nosotros
durante este proceso, y quiere sacarnos de allí renovándonos con Su poder
para que sigamos adelante hacia nuestro destino bendecido. Hay varias
menciones en la Biblia donde Dios dice que quiere hacer algo productivo en
los desiertos. Isaías 32:15 dice “hasta que sobre nosotros sea derramado el
Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo
fértil sea estimado por bosque;” Isaías 35:6 dice “aguas serán cavadas en
el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en
estanque y el sequedal en manaderos de aguas;” Isaías 43:19 dice: “Otra
vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad;” Isaías 43:3 dice
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también: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal y ríos sobre la
tierra árida…”
Estos pasajes nos hablan proféticamente, a nosotros hoy, que en los desiertos
de la vida, Dios tiene un santo propósito que no es destruirnos sino, más bien
bendecirnos, renovarnos, refrescarnos y darnos nuevo vigor para seguir
adelante hacia el total cumplimiento de Su plan en nuestras vidas y, así
Glorificar Su Santo Nombre.
Para poder comprender esto en forma cabal, debemos saber que Dios tiene
un propósito en la vida de cada de uno de nosotros, Sus hijos. Cuando usted
se convirtió a Cristo, salió del reino de la muerte, desesperanza y tinieblas, y
fue trasladado al Reino de la vida, fe y esperanza (Colosenses 1:14). Usted
ya no vaga más a la deriva por este mundo, sino que, al ser hijo del Creador,
su vida tiene sentido y dirección. El pasaje de Romanos 8:28-29 dice:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a
la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos
hermanos.”
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Este es un pasaje poderoso, lleno de contenido espiritual y muy útil para
comprender lo que Dios quiere hacer con nuestras vidas. El pasaje dice que
“todas las cosas (buenas y malas) ayudan para bien.” Esta promesa es un
privilegio exclusivo para los hijos de Dios. El mundo no puede entender ni
disfrutar esto. Para el creyente, el poder de Cristo trabaja transformando aun
lo más trágico o negativo en algo que ayuda para nuestro bien. Esto es difícil
de entender humanamente, pero es algo real que el Señor hace con los suyos.
Ahora bien, esta transformación es para todo cristiano, pero no para
cualquier cristiano. En la actualidad, cualquiera se hace llamar cristiano.
Este término, con el paso del tiempo, se ha desfigurado. Hoy se habla de
naciones, personas, empresas, y toda clase de “cosas cristianas” que,
bíblicamente, no califican para tal definición. Una de las mejores
definiciones que he oido acerca de lo que es un cristiano es la siguiente: “Es
aquel que hace todo lo que Cristo dice, y obedece todo lo que Él manda” Es
por eso que el pasaje de Romanos dice “a los que aman a Dios.” La
promesa de este pasaje es para los que aman al Señor. Amar a Dios es
mucho más que el simple sentimentalismo, es el deseo ferviente de serle fiel,
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de no fallarle en nada. Implica una vida de entrega absoluta y de comunión
íntima con Él. Mateo 10:37 dice: “El que ama a padre o madre más que a
mí, no es digno de mí, el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno
de m.” Mateo 22:37-38 dice, también, “Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y
grande mandamiento.” Además, en Juan 14:15 Jesús dijo: “Si me amáis,
guardad mis mandamientos.” Estos pasajes resumen brevemente lo que
significa amar a Dios. Una buena pregunta para formularnos es: ¿Amamos al
Señor en verdad, o somos de aquellos que viven un cristianismo mediocre?
Sólo los que aman a Dios en verdad califican para la promesa de que “todo
les ayuda para bien” Quizás usted diga: - ¿Cómo hago para amar a Dios de
esa manera y no fallarle? ¡Soy humano! - Amar a Dios no significa ser
perfecto sino ser “perfectible”, es decir, transitar por el camino de la
perfección. Dios premia nuestra búsqueda de Él, y en el proceso nos ayuda,
con el poder del Espíritu Santo, a crecer y madurar en la fe.
Otro punto importante que se desprende del pasaje de Romanos, es que para
los que aman a Dios hay propósito, tanto en lo bueno como en lo malo. El
pasaje dice “conforme a su propósito.” Esto significa que nuestras vidas
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deben tomar la forma del propósito de Dios, y que ninguna otra “forma”
encajará en el propósito de Dios. Somos hijos de Dios conforme a los
propósitos del Padre Celestial. La Biblia afirma que la voluntad de Dios es
buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Para los hijos de Dios no hay
nada que les suceda al azar, sino con un santo propósito. Los que viven a la
deriva son los que no tienen a Cristo en su corazón ni le aman. Ellos están a
merced del diablo y las circunstancias. Pero la misericordia de Dios está
disponible para todos, los no creyentes sólo tienen que recibir a Cristo como
su Salvador para encontrar propósito y dirección y aquellos que ya lo son
decidir sumergirse en el total proposito de Dios para sus vidas. Son
incontables los testimonios de personas que vivían lejos de Dios, pero por
medio de situaciones tristes y dolorosas reconocieron a Jesús como su
Salvador. Aun para los inconversos, los problemas y las dificultades tienen
un propósito: Hacer que reconozcan a Cristo y se conviertan a Él. En
cambio, para los que ya somos cristianos el propósito de Dios es
perfeccionarnos para reflejar el carácter de Cristo, participar de la hermosura
de su santidad y alcanzar nuestro destino en Dios. ¡Esto es vivir en el
proposito de Dios! No hay diablo, ni problema, ni situación difícil que pueda
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torcer el destino de Dios para los suyos si decidimos vivir bajo Su santo
proposito.
Algunos dudan, diciendo (fuera de contexto) que ellos no califican para tal
bendición porque “muchos son llamados y pocos son los escogidos.”
Precisamente el pasaje de Romanos menciona la frase “son llamados.” El
apóstol Pablo, para eliminar ese pensamiento, comienza a explicar a
continuación desde cuándo o a partir de qué momento todos hemos sido
llamados. Dios nos conocía aún antes de ser concebidos, pues dice “ a los
que antes conoció.” ¿Puede creer esta verdad? Su concepción, gestación y
nacimiento natural fueron obra de Dios para un propósito exclusivo. Usted
nació físicamente porque Dios lo había decidido de antemano. Lo mismo
sucedió con su conversión al Señor. Él sabía el día y la hora exacta cuando
usted iba a venir a Sus pies arrepentido. El Señor es Omnisciente, conoce
todas las cosas desde siempre y para siempre, del principio y hasta el fin.
Por eso la Biblia dice que Él es el autor y consumador de la fe (Hebreos
12:2); y el Alfa y la Omega, el principio y el fin (Apocalipsis 1:8). Estos
términos son utilizados para dar a entender que Él lo cubre y llena todo
desde siempre y para siempre, desde la eternidad y hasta la eternidad.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Otra palabra importante es “predestinó.” Durante años, se ha discutido si
somos o no somos predestinados. Muchos interpretan esto como si Dios
hubiera tirado una moneda al aire diciendo: “si sale cara, elijo a esta persona
para que sea mi hijo; si sale seca, la dejo que se vaya al infierno.” ¡Esto es
algo completamente antibíblico! La Biblia dice que el Señor retarda su
venida deseando que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). ¡Esto
significa que Él quiere poblar el cielo, y despoblar el infierno! La palabra
“predestinado” significa “destinado con un plan de antemano,” es decir,
destinado desde antes de la fundación del mundo. No estamos en esta vida
por casualidad o por suerte, sino con un propósito del Señor.
Entonces, fuimos conocidos y preparados de antemano por Dios con un
propósito ¿Cuál es? Ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (v.29). Esta frase es
paralela a la frase del v. 28 “conforme a su propósito.” El propósito es, que
los hijos de Dios hemos sido llamados para ser semejantes a nuestro Gran
Ejemplo: Jesucristo. No hay propósito más sublime en la vida que ser
semejante a Cristo. ¿Qué significa ser semejantes a Cristo? ¿Semejantes en
qué? La Nueva Era y otras tantas sectas humanísticas afirman que el ser
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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humano es un Dios, pero esto no es lo que dice la Palabra de Dios. Ser
semejantes a Cristo significa ser semejantes en Su santidad, en Su calidad de
vida, en la armonía con Dios. La santidad es el único atributo que el Señor
comparte con su Pueblo. Por eso nos dice: “Sed santos porque yo soy santo”
(1 Pedro 1:15-16). El ser humano, por ser una criatura, nunca puede llegar a
ser un dios (aunque lo haya pretendido) pero lo que sí puede llegar a ser es
un siervo humilde, obediente y participante de la santidad del Señor como
hijos herederos de Dios. Por eso la parte final del v. 29 dice “para que él sea
el primogénito entre muchos hermanos.” Cristo es el Primogénito por ser el
primero de muchos hijos que Dios tendría a lo largo de las edades, y es el
Unigénito porque es único, es decir, es hijo de Dios y Dios mismo a la vez,
atributo que ningún ser humano puede alcanzar (Juan 1:1-5). Cristo es
nuestro gran ejemplo, ¡por eso es el Señor! (Filipenses 2:5-11).
El tema de las pruebas y los desiertos de la vida, lamentablemente, es poco
enseñado y, muchas veces al ignorar las Escrituras les ha hecho perder a
muchos el propósito de Dios y han quedado hundidos bajo la confusion y
desesperacion. Es un asunto que ha frustrado y destruido a muchos
creyentes por no conocer la Palabra. Sólo la Escritura puede ayudarnos a
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entender el propósito de Dios y así saber cómo enfrentar y entender el real
significado y alcance espiritual de las pruebas y los desiertos de la vida.
En los días que vivimos, donde pareciera que las pautas bíblicas están “fuera
de moda,” el tema de las pruebas y los desiertos de la vida cobran un realce
diferente al tratarlo bajo el punto de vista Divino. De entender este tema,
bajo el punto de vista Divino, depende la felicidad y la victoria, el
crecimiento y la madurez cristiana, o simplemente el fracaso y la derrota. A
todos naturalmente nos gusta oír y hablar acerca de las bendiciones, pero no
de las pruebas y los desiertos. Recuerdo, hace algunos años, estábamos
celebrando con algunos hermanos de la iglesia el fin del año. Todo era
alegría, emoción y expectativa de lo que depararía el año siguiente. Todos se
abrazaban y se deseaban bendiciones. Para ver cuál sería la reacción de un
hermano amigo, me acerque a él y le dije seriamente (pero en broma): -
Amado hermano, te deseo un año lleno pero bien lleno... (Hice un silencio y
luego, con énfasis, le dije) ... ¡de pruebas!- Al instante su rostro se
transformó y me dijo: - ¡Nooo, por favooor, no quiero prueeebaaas! - Su
reacción era bien comprensible. Él esperaba un augurio de bendiciones, no
de pruebas. Ningún ser humano, creyente o no, por naturaleza desea padecer.
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¿A quién le agrada padecer? Gracias a Dios la historia no termina aquí pues,
de ser así, todo resultaría muy triste y deprimente. Como pueblo de Dios y
ciudadanos del Reino de la Luz, la perspectiva de los tiempos de pruebas y
desiertos puede ser completamente diferente. Cuando miramos las cosas
desde la óptica celestial, nuestra visión se amplía y podemos comprender lo
que parece incomprensible. Necesitamos volver a las Sagradas Escrituras
para entender lo que Dios dice, y saber cuál es Su voluntad respecto a este
tema tan importante. El Señor desea que veamos las cosas de la vida desde
Su perspectiva. Para que esto ocurra, primero debe suceder algo en nuestro
ser. El libro de Romanos 12:1-2 dice lo siguiente:
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Para poder entender toda la buena voluntad de Dios, que es agradable y
perfecta, debe ocurrir, en nosotros, lo siguiente:
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I) Presentar cada día nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable
a Dios, que es nuestro culto racional.
Note aquí, dice la Biblia, que para comprobar toda la buena voluntad de
Dios, necesitamos presentar nuestros cuerpos en sacrificio:
a) Vivo: en ningún lugar de las Escrituras se nos dice que nos quitemos la
vida por Él, sino que vivamos diariamente para Él. Alguien dijo,
acertadamente: “Es más fácil morir por Cristo, que vivir cada día
muriendo a nuestros deseos y apetitos carnales para que Él reine.” ¡Qué
gran verdad! Dios, el Dador de la vida presente y eterna, desea que
vivamos cada día tomados de Su mano, dependiendo de Él y haciendo Su
preciosa voluntad.
b) Santo: esta palabra enfatiza que el cristiano ha sido apartado por Dios
para servirle sólo a Él. Para un mejor entendimiento, quiere decir darle al
Señor la exclusividad, el trono y las riendas de nuestra vida.
c) Agradable: Esto significa hacer y practicar la voluntad de Dios en cada
situación de la vida, buena o mala. Mateo 6:33 dice que busquemos
primero el Reino de Dios y su justicia, y que las demás cosas que
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necesitamos vendrán por añadidura. El Señor espera, de nosotros, que no
sólo seamos cristianos, sino también que lo parezcamos con nuestro
comportamiento y estilo de vida. Dios es Espíritu, y necesita "vasos de
barro" para contener Su preciosa Presencia (2 Corintios 4:7). Los vasos
de barro somos usted y yo ¿Estamos disponibles?
La segunda cosa que debe ocurrir en nosotros es, transmitida por el Espíritu
Santo, como una prohibición. El v.2 en su parte inicial dice:
II) No os conforméis a este siglo
La palabra "conforméis,” en el original griego "skema," significa
"esquematizarse" o "adaptarse.” Entonces, el consejo recibido aquí es: "no se
esquematicen" o "no se adapten a la forma de vida y pensamiento de la
actualidad.” ¿Por qué el Espíritu Santo nos hace esta prohibición? Efesios
2:1-3 nos da la respuesta:
"Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de
este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que
ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos
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nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo
la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Adaptarse a este siglo significa, básicamente, dejarse llevar por los sentidos.
Hoy, vivimos en el mundo de los sentidos, donde la fe en Cristo es
rechazada y aun ridiculizada. El mundo sin Cristo no puede creer, ni
adaptarse al sentir de la Palabra de Dios. ¿Se da cuenta, querido lector, que
si usted se deja llevar por la corriente de este mundo, nunca comprenderá la
voluntad de Dios, ni practicará con deleite la Palabra de Dios? La Biblia
enseña que la fe verdadera viene por oír la Palabra de Dios (Romanos
10:17). La Palabra exalta a Jesucristo como el Señor de señores y Rey de
reyes.
La tercera cosa que debe ocurrir en nuestras vidas, es lo que continúa
diciendo el v.2 de Romanos 12. Ahora viene en forma de exhortación:
III) Transformarse por medio de la renovación del entendimiento
Aquí la palabra clave es "transformaos.” En el idioma original griego es la
palabra "metamorfos,” término derivado de la palabra "metamorfosis,”
proceso por el cual el gusano, al cabo de un tiempo, se transforma en una
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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bella mariposa. ¡Qué gran verdad espiritual obtenemos de este hecho
natural! Al renovar nuestra mente y pensar como Dios piensa, ¡dejamos de
arrastrarnos, como gusanos en la tierra, y levantamos vuelo en las alturas de
las corrientes del Espíritu! Esto es lo que el Señor desea que suceda en
nuestras vidas, para que podamos comprender y comprobar el real
significado de los tiempos de pruebas y desiertos.
Querido lector, si se encuentra atravesando tiempos de pruebas y desiertos,
lo invito a dejar de "arrastrarse" en el terreno del desánimo, la desesperanza
y la frustración, pues Dios lo ha diseñado a usted para levantar vuelo en las
alturas del Espíritu, donde las cosas se ven desde otra óptica. El mismo Dios
Todopoderoso, que desea verlo en Sus corrientes divinas, le dice hoy: "Estas
cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Si usted se
anima a confiar en Dios, Él mismo promete ayudarle en cada una de sus
aflicciones y mostrarle Su propósito. Si usted se anima a confiar en Dios, Él
hará de usted una persona madura espiritualmente, llamada "columna del
templo de Dios" (Apocalipsis 3:12).
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CAPÍTULO 3:
EXISTE SÓLO UN CAMINO HACIA LA TIERRA DE BENDICIÓN
La Palabra de Dios nos habla mucho sobre las bendiciones que el Señor ha
preparado para su pueblo. En 1 Pedro 3:9 encontramos que “fuisteis
llamados para que heredaseis bendición.” Esta herencia bendita ha sido
reservada únicamente para aquellos que practican la obediencia.
Deuteronomio 28:1-2 dice: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de
Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos
que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las
naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones y te
alcanzarán.” Por lo que dice el pasaje, la obediencia atrae las bendiciones
de Dios, pero muchos hacen al revés y dicen: -¡El día que reciba la
bendición que le he pedido a Dios voy a ser más fiel que nunca! – Primero,
necesitamos aprender a ser obedientes, para luego recibir las bendiciones de
Dios. Cuando miramos al pueblo de Dios, en la antigüedad, vemos como el
Señor los guió a la tierra prometida y bendecida. De la misma manera, hoy, a
nosotros el Señor nos quiere llevar a una tierra de promesas y bendición.
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La historia del pueblo de Israel nos revela una secuencia que tuvieron que
atravesar, antes de poder entrar a la tierra prometida y ver cristalizado el
destino que Dios había trazado para ellos:
1. ESCLAVITUD EN EGIPTO BAJO LA OPRESIÓN DEL FARAÓN:
Vivieron en esclavitud durante 430 años, y sólo por la misericordia de Dios
pudieron salir de dicha opresión. Allí conocieron al Dios Salvador.
2. LA LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD EGIPCIA:
El Señor libertó a Su pueblo con Su poder, utilizando a Su siervo Moisés, de
una manera maravillosa y sensacional, abriendo las aguas del Mar Rojo. Allí
conocieron a Dios como el Gran Libertador.
3. LA TRAVESÍA POR EL DESIERTO:
Luego de la liberación, vino la travesía por el desierto. En esos cuarenta años
conocieron al Dios que forma y moldea.
4. LA ENTRADA A LA TIERRA PROMETIDA:
Al final de la travesía, llegan al lugar prometido por Dios: La tierra que fluye
leche y miel. Allí conocieron al Dios que bendice.
Todo esto tiene un gran significado espiritual para nosotros hoy, pues el
recorrido que el Pueblo de Dios realizó en el pasado, debemos atravesarlo
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nosotros también, si deseamos llegar a la tierra de bendición. Para nosotros
hoy, Egipto representa el mundo sin Cristo, y Faraón simboliza al diablo.
Allí vivíamos todos nosotros antes de recibir el Evangelio de la salvación.
Luego, gracias a nuestro gran Salvador Jesucristo, fuimos librados del reino
de las tinieblas y trasladados al Reino de la Luz admirable (Col 1:13-14). No
tuvimos que cruzar ningún Mar Rojo, pero sí hemos sido cubiertos con la
sangre preciosa de Jesucristo, para recibir el perdón de los pecados. Allí
nosotros también conocimos a Dios como el Gran Libertador de nuestra
miseria espiritual. Posteriormente, nos introduce en el desierto para aprender
lecciones que de otra manera nunca podríamos aprender a fin de llegar a la
tierra de bendición y ver cristalizado nuestro destino.
No se llega a la tierra prometida sin pasar primero por el desierto. Es la
única vía posible para llegar a la tierra prometida. En los tiempos de
desiertos, Dios quiere ser conocido por Su pueblo como Aquél que nos
forma y moldea, como Aquél que nos entrena, prepara y califica para que,
posteriormente, disfrutemos sus bendiciones y sigamos siendo fieles.
Por cierto, a muchos nos gustaría evitar los desiertos, pero es el camino
ineludible, en la soberanía de Dios, para llegar a “nuestra” tierra prometida.
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En las cosas de Dios no hay atajos para acortar el camino, sólo hay un
camino trazado para que, en obediencia, lo atravesemos confiados en Él.
Dios tenía un propósito con el pueblo de Dios al llevarlo por el desierto. Su
meta no era destruirlos sino instruirlos.
Antes de entrar a la tierra prometida, el pueblo hebreo atravesó siete
desiertos. En la tipología bíblica el número 7 significa: “perfección,
“consumación. Da la idea de cumplir un ciclo o proceso, completar una
etapa” Esto nos enseña que el pueblo tenía que cumplir un ciclo, proceso o
etapa atravesando el desierto, ellos tuvieron que aceptar este proceso como
la voluntad perfecta de Dios, para llegar a la tierra prometida.
Los desiertos que atravesaron fueron:
Desierto de Shur (Ex. 15:22)
Desierto de Sin (Ex. 16:1)
Desierto de Sinaí (Ex. 19:1)
Desierto de Parán (Num. 12:16)
Desierto de Zin (Num. 20:1)
Desierto de Ijeabarim (Num. 21:11)
Desierto de Arnon (Num. 21:13)
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Lo increíble del relato es que lo que debió ser un corto trayecto de once días,
se transformó en un largo y penoso recorrido de cuarenta años, debido a la
desobediencia y rebeldia.
Si leemos con detenimiento, veremos que el pueblo de Dios nunca asimiló la
idea de ser conducidos por el desierto. Ellos esperaban ser libertados de
Egipto y entrar, de una vez por todas y en un “vuelo sin escalas”, a la tierra
prometida. De allí surge su continuo descontento y hasta el horrible deseo de
volver a Egipto. Una y otra vez murmuraron contra Dios y las autoridades
espirituales delegadas de Dios. A cada instante, su incredulidad los
transformó en un pueblo negativo, quejoso y desobediente. Ellos aceptaron
la liberación de la esclavitud, aceptaron ser llevados por Dios a la tierra
prometida, pero no aceptaron atravesar el desierto. Esta actitud de
desobediencia y rebeldía hizo que su paso por el desierto se extendiera. Lo
que era un lugar de tránsito necesario, se transformó en un lugar de
disciplina correctiva, y muerte para toda una generación rebelde: “Mas tan
ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que
vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y
me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, no verán la tierra de la
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá... en
este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron
contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han
murmurado contra mí. Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por
la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a
Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun... conforme al número de los
días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevareis vuestras
iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo.”
(Num. 14:21-23; 29-30; 34).
Los tiempos de pruebas y desiertos son escalones hacia arriba o hacia abajo;
podremos alcanzar la bendición del cumplimiento del plan de Dios, o quedar
frustrados y a la deriva, sin poder alcanzarlo.
El tiempo en el desierto expuso lo que había en el corazón del pueblo. Las
vidas de los integrantes del pueblo de Dios no podrían contener las santas
bendiciones de Dios. Por eso el Señor en su voluntad decidio primero tratar
con aquellas áreas oscuras (rebeldía, desobediencia, queja, murmuración,
etc.) de sus corazones que ni ellos sabian. Recuerde que la obediencia
siempre trae las bendiciones con el favor de Dios. Uno puede recibir
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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“bendiciones” pero sin el favor de Dios. Eso le pasó al pueblo de Dios en el
desierto. A ellos, lo único que les interesaba era la tierra prometida y las
bendiciones, pero no les importaba hacer la voluntad de Dios.
En la actualidad, existen cristianos que son caprichosos espirituales, pues se
concentran desmedidamente en querer recibir la bendición, que no pueden
ver más allá de ella y no les interesa ninguna otra cosa más que la bendición.
En el trono de sus vidas no está el Señor sino la bendición. Aman más las
bendiciones que al Dador de las bendiciones. Aquellos que tienen a Cristo
como el Señor de sus vidas, siguen obedientemente al Señor todo el trayecto,
aunque eso implique cansancio y agotamiento, pues el Señor nunca defrauda
ni deja abandonados a Sus hijos en medio del camino. En Números 11:19-
20, vemos que por su rebeldía y por sus obstinadas quejas, Dios les dice al
pueblo: “No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni
veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y
la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de
vosotros...”, luego los vv. 31-34 dicen algo aterrador: “Y vino un viento de
Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día
de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del
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campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo
estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y
recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las
tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. Aún estaba la
carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira
de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una
plaga muy grande. Y llamó el nombre del aquel lugar Kibrot-hataava, por
cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.”
Note que dice que murió el “pueblo codicioso.” La palabra “codicia” es una
actitud del corazón, y significa: “Apetito desesperado por las riquezas o el
bienestar;” “deseo desesperado por las cosas.” Nuestra naturaleza carnal
siempre quiere vivir bien, y no puede entender el propósito de los desiertos.
Las cosas espirituales se disciernen en forma espiritual, y sólo los
espirituales pueden entenderlas por la fe (1 Co. 2:14) Si atravesamos
nuestros desiertos en forma desobediente, quejosa y queriendo salir de allí
antes del tiempo de Dios, es probable que lo logremos, pero sin la bendición
de Dios. Las bendiciones que llegan antes del tiempo de Dios, son
bendiciones sin el favor de Dios. ¿Puede entender lo que significa esto?
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Cuando es tiempo de atravesar el desierto, no es tiempo de entrar en la tierra
prometida. Si nos rebelamos contra Dios, y sólo nos importa la bendición,
puede sucedernos lo mismo que le sucedió al pueblo de Israel. El Salmo
106:13-15 dice: “Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su
consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; y tentaron a
Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron; mas envió mortandad
sobre ellos.” La codicia no puede habitar en el corazón de alguien que
quiere caminar con Dios, y es durante los tiempos de desierto donde todo lo
malo que teníamos escondido sale a la superficie. Sólo descubriendo
nuestras debilidades podemos tratar con ellas, y alcanzar la santidad que
agrada al Señor. Por eso, ¡Aprendamos las lecciones que Dios quiere darnos
en el desierto, aprobemos las pruebas que Él nos envía con una actitud de
obediencia, a fin de ser hallados fieles y calificados, para entrar en la tierra
de bendición! La única manera de llegar a la tierra de bendición es
atravesando el desierto, no existe otro camino. ¿Está dispuesto a dejarse
moldear por el Señor en su tiempo de desierto?
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CAPÍTULO 4:
DESTINADOS PARA CRECER Y LLEVAR FRUTO
Cierta vez, escuche las palabras de un médico pediatra referidas a las
enfermedades "típicas" de la niñez. Él dijo que esta clase de enfermedades,
pasajeras por cierto, ayudaban no sólo a crecer físicamente al niño, sino
también a crear defensas y anticuerpos en su organismo. En la vida cristiana
sucede algo similar. Las pruebas de la vida y los desiertos vienen a nuestras
vidas y, aparentemente, parecen algo dañino y destructivo, pero bajo la
óptica divina del "Especialista" cumplen una función específica y
productiva. En San Juan 15:1-2 se amplia este concepto:
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en
mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para
que lleve más fruto.”
La Palabra de Dios nos muestra en este relato la figura de una vid, un
labrador y un pámpano. La vid representa el Reino de Dios; el labrador
representa a nuestro Padre Celestial; y los pápanos (ramas) somos nosotros,
los creyentes. El pasaje nos dice también que existen dos clases de
pámpanos: los útiles y los inútiles. Cuando el labrador cuida de sus plantas o
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árboles, examina las ramas cuidadosamente, y hace con cada una lo que
considera conveniente: A las que considera inútiles las arranca, y a las que
considera útiles, las limpia para que den más fruto. Este ejemplo grafica
una profunda verdad espiritual: Si usted pertenece al Señor (la vid); nuestro
Padre Celestial (el Labrador) trabajará en su vida (el pámpano), para que
lleve MUCHO fruto, y manifieste, de esa manera, su bendición.
Para poder comprender esto, debemos analizar el trabajo del labrador. Para
que un árbol produzca más fruto, en determinada estación del año las ramas
deben ser podadas totalmente. Si observamos un árbol recién podado, vemos
que tiene la apariencia de estar seco y sin vida, pero no es así, al cabo de un
tiempo, las ramas podadas comenzarán a tener nuevos brotes y los frutos
venideros serán más abundantes y mejores que la cosecha anterior. ¿Para
qué realiza el labrador el proceso de la poda; para destruir la vid o para que
de más fruto? Así como el labrador terrenal realiza la tarea de la poda para
que la vid pueda dar mejor fruto, el Señor trabaja en nuestras vidas
podándonos, al permitir las pruebas y los desiertos, para que al cabo del
tiempo, demos mejor fruto.
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Dios ha establecido los tiempos de pruebas y desiertos como medios eficaces
para nuestro crecimiento y andar cristiano; sólo de esta manera podremos
dar fruto abundante como jamás hemos imaginado. Dios es un Dios de
propósito, no es un Padre déspota, malvado y sanguinario que se complace
con el dolor de sus hijos. Todo lo que Él hace, siempre, es para nuestro bien
y Su gloria. Algunos creen que "Dios nunca puede permitir que un creyente
atraviese por tiempos de pruebas o desiertos," pero si miramos la Palabra de
Dios, nuestra única fuente infalible y veraz, veremos que cuando Dios tenía
propósitos con alguien, comenzaba a pulirlo permitiéndole atravesar tiempos
de pruebas para templar su carácter, y prepararlo enteramente para la obra
que Él le había asignado. Dios no se conforma, únicamente, con su
salvación, y con pasar la eternidad con usted. Además de eso, y mientras
llega ese día, Él quiere utilizarlo, aquí en la tierra, para extender Su Reino y
cumplir Su propósito. Para que usted pueda realizar la obra asignada
eficazmente, el Labrador Celestial tiene que empezar a trabajar en su vida
podando aquellas cosas que, a la larga, le impedirán ser un canal de
bendición. Nosotros, como humanos, vemos la realidad en forma parcial,
pero Dios ve la totalidad de nuestras vidas. Si usted se para en un camino
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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podrá ver hacia adelante unos cuantos metros, si utiliza unos prismáticos
podrá ver un poco más allá, pero si levanta vuelo en un aeroplano podrá ver
todo el recorrido, de principio a fin. Así es la visión de Dios. Nosotros
vemos en parte, Él lo ve todo.
Lo que sucede es que todos vemos a los tiempos de pruebas y desiertos
como un “tiempo perdido.” Con nuestra visión humana, no vemos ningún
resultado al momento de atravesarlos, pero no es así a los ojos del Señor. Él
está desarrollando un plan superior en su vida, mas allá de lo que usted se
pueda imaginar. Como ya mencioné anteriormente, existe un concepto
general, equivocado, que afirma que si atravesamos tiempos de pruebas y
desiertos es porque hemos cometido algún pecado, o hemos errado el
camino. Cuando nos enteramos que otros están pasando un tiempo de
adversidad, muchas veces decimos: - ¡Algo malo habrán hecho!- Tengamos
cuidado con estos comentarios, porque podríamos estar destruyendo la fe de
un hermano. Pero lo mismo nos sucede a nosotros cuando atravesamos
tiempos adversos, caemos bajo un espíritu de falsa condenación, que nos
hace pensar internamente: - ¿Hice algo malo Señor? ¿Cuál es mi pecado?
¿En que área me he equivocado? ¿Me has abandonado Señor? - Debemos
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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tener mucho cuidado con esta clase de pensamientos, ya que el diablo puede
tomar partida de ellos y destruir nuestra fe. Quizás, ahora se dé cuenta por
qué tantos cristianos se enfrían espiritualmente, o se apartan del camino del
Señor cuando atraviesan tiempos de pruebas y desiertos. Ellos han sido
engañados por el enemigo, quedando ciegos a la perspectiva Divina.
Por eso, es de vital importancia saber lo que dice la Biblia sobre este tema.
En San Lucas 22:31 encontramos a Jesús con Simón Pedro, aquél que iba a
recibir las llaves espirituales para predicar el Evangelio el día de Pentecostés
(Hechos 2:14), y ser usado por Dios para abrir la puerta de Salvación a los
gentiles (Hechos 10:44-45). El Señor tenía bellos planes hacia el futuro para
con Pedro; y sabía que para que éste se levantara en el Poder del Espíritu
Santo, tenía que ser enseñado a conocerse a sí mismo como un hombre de
buenas intenciones, pero inclinado a moverse en su propia fuerza. Pedro era
muy impetuoso y era el típico discípulo, que a menos que fuera podado y
pulido por Dios en el presente, iba a tener la tendencia a apurarse y no
dejarse guiar por el Espíritu Santo en el futuro. Pedro era el típico modelo de
aquellos cristianos que “quieren soplar más fuerte que el viento del
Espíritu.” Éstos son los que le dicen al Señor: - Lo haces Tú o lo hago yo, a
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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mi manera.- A menos que fuera podado y moldeado, Pedro no sería útil para
los planes de Dios. Note la vehemencia, bien intencionada pero carnal, de
Pedro al decirle al Señor que estaba dispuesto a ir a la cárcel y aun morir por
Él (22:33). Usted ya conoce el triste relato de las tres negaciones de Pedro
(Lucas 22:54-62). Como el Señor conoce todas las cosas por anticipado, le
dice:
" Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a
trigo.”
En este versículo de las Sagradas Escrituras deducimos que hubo dos
conversaciones. El pasaje dice que Jesús le habló a Simón Pedro, pero si
utilizamos un poco de imaginación, previamente Jesús tuvo una
conversación con Satanás acerca de Simón Pedro. Por eso el pasaje dice:
“Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido (previamente) para
zarandearos...”
Satanás le pidió permiso al Señor para zarandear, probar a Simón Pedro... y
aunque cueste creerlo, ¡Jesús se lo concedió, no para que lo destruyera sino
para moldear a Pedro, el impetuoso, y hacer de él un hombre sumiso y
obediente!
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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¿Acaso, Pedro estaba en pecado o desobediencia en ese momento? No, era
un discípulo tosco e impulsivo, pero fiel seguidor de Jesucristo, que
necesitaba ser pulido primero para poder ser más útil después. El Señor
utilizó una circunstancia bien extrema para hacer posteriormente de Pedro,
un varón de Dios. ¡El Señor transformó alguien mediocre en alguien
excelente por su grandioso Poder!
En el Antiguo Testamento encontramos un episodio similar, pero con otro
personaje llamado Job. El capítulo 1:1 de Job encontramos que él era un
“hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” En
nuestras palabras diríamos: -¡Es un santo varón, y es justo que le vaya todo
bien! - … pero lea lo que dice en Job 1:6-12...
“Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre
los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De donde
vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de
andar por ella. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo
Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso
de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso
teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y
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a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por
tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu
mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma
presencia. Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu
mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante
de Jehová.”
Jehová Dios, autorizó a Satanás a probar a Job. ¿Acaso lo hizo porque es un
Dios sádico que se complace en el sufrimiento de sus hijos? ¡No! Dios
permitió que Job fuera probado con un propósito superior. Por eso, de
repente toda su tranquilidad se transformó en un tiempo de pruebas donde
todo se convirtió en tragedia y dolor.
En este párrafo, las “pruebas” recaerían sobre sus posesiones más queridas:
hijos, hijas, criados y ganado... pero aquí no termina la historia. El capítulo
2:1-6 continúa diciendo:
“Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse
delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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delante de Jehová. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De donde vienes? Respondió
Satanás a Jehová y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay
otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y
apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aún cuando tú me
incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? Respondiendo
Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por
su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás
si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su
vida.”
Como pudimos leer, ahora la prueba recaería sobre la persona de Job. Su
salud sería sacudida por el mismo diablo. Humanamente, era una injusticia
todo lo que le estaba sucediendo, pero bajo la perspectiva soberana de Dios
había un propósito específico con un final de bendición.
En los pasajes de Job y Lucas (con Pedro) hay algo en común que debemos
grabarlo en nuestra mente y corazón: Los tiempos de pruebas o de desiertos
vinieron sobre personas íntegras con Dios. No padecieron por su
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desobediencia o pecado, por el contrario, fue por su obediencia. El pecado y
la desobediencia traen otro tipo de consecuencias, con el fin de que la
persona reconozca su pecado, se arrepienta y vuelva a Dios.
Por un lado, en el Antiguo Testamento, había un hombre que agradaba a
Dios en todo: Job; por el otro, en el Nuevo Testamento, había un discípulo
querido y apóstol seleccionado por Jesucristo: Pedro. Ambos eran hijos
amados por Dios, con un propósito divino sobre sus vidas, y precisamente
por eso el Labrador Celestial decidió podarlos para que posteriormente
pudieran dar más fruto para la gloria de Dios. Todos aquellos que son útiles
para Dios necesitan atravesar tiempos de pruebas y desiertos, para ser
podados, a fin de estar a la altura espiritual del propósito para el cual han
sido llamados.
Aprendemos entonces, que las pruebas y los tiempos de desiertos no vienen
por causa del pecado, sino para perfeccionar la vida del creyente, a fin de
cumplir el santo propósito de Dios. Éstas no vienen sobre los hijos de
desobediencia sino sobre los hijos de obediencia, amados del Señor.
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Dios utiliza las pruebas y los desiertos en la vida del cristiano, no para
destruirlo sino para edificarlo y perfeccionarlo a imagen de Cristo.
Leamos nuevamente el pasaje de Lucas 22:31-32:
“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para
zarandearos (proceso de la poda) como a trigo; pero yo he rogado por ti,
que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos (propósito
de Dios en su vida).
Prestemos atención a varias palabras de este hermoso pasaje. La primera de
ellas es “zarandearos.” La “zaranda” es una herramienta utilizada en el
campo para separar la buena tierra de la mala. Es como un colador. Las
pruebas y los tiempos de desiertos son la “zaranda” de Dios, y su objetivo es
separar lo malo de lo bueno en la vida del creyente y, de esta manera, estar
preparado para el llamado del Señor. Es el proceso de poda del Gran
Labrador.
Las otras palabras están recopiladas en una misma frase: “... yo he rogado
por ti, que tu fe no falte;...” (v.32). Jesús ante el pedido de Satanás, no lo
echó fuera sino que lo autorizó para que probara a Simón. Lo que Dios iba a
hacer con la fe de Pedro era fortalecerla para que, más adelante, pudiera
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cumplir el propósito de Dios. Muchas veces, en los tiempos de pruebas y
desiertos no vemos lo que Dios quiere hacer en el presente pero si aceptamos
su trato por fe, lo comprobaremos en el futuro.
En el libro de Job, Jehová Dios Todopoderoso, tampoco le impidió a Satanás
tocar a Job, sino que además lo autorizó.
El Dios Omnipotente es el que permite y supervisa los tiempos de pruebas y
desiertos en el creyente; Satanás sólo es una marioneta en las manos de
Dios, y no puede ir más allá de los límites que Dios le haya establecido. ¡El
Señor está en control de todo, aun en los tiempos de pruebas y desiertos de
la vida!
Dios, en su Omnipotencia, limita y controla el ataque de Satanás
impidiéndole hacer nada que no resulte en el posterior beneficio del
cristiano: “he aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en
horno de aflicción” (Isaías 48:10).
El Señor quiere hacer de usted una persona más santa y útil, por eso
permítale seguir trabajando en su vida. Ese es el privilegio que gozan los
hijos de Dios. Si Dios lo introduce en el horno de las pruebas y el calor de
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los desiertos, es porque Él tiene un propósito sublime para usted. Dios nunca
trabaja en vano sino con un propósito supremo.
Querido lector, los tiempos de pruebas y desiertos no son para su
destrucción, sino para el cumplimiento del plan de Dios en su vida, que
resultará en el avance de Su Reino. Humanamente, es imposible comprender
esto, a menos que renovemos nuestra mente con la Palabra de Dios y el
poder del Espíritu Santo.
Permítale al Espíritu Santo tocar su vida para ver con los ojos de la fe, y
vencer su incomprensión espiritual, dándole gratitud y alabanza a Aquél que
ha comenzado la buena obra, ¡y sin duda la terminará! (Filipenses 1:6).
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CAPÍTULO 5:
UNA MENTE RENOVADA Y LLENA DE FE
La voluntad y el obrar de Dios sólo se pueden comprender espiritualmente;
para que esto suceda, nuestra mente debe ajustarse a la Palabra de Dios.
Nuestro razonamiento, como hijos de Dios, debe ser siempre espiritual, pues
en el Reino de Dios sus misterios se revelan por el Espíritu Santo. El Señor
creó la forma de poder lograrlo y es por medio de la fe.
Sin fe es imposible creer y comprender las cosas de Dios. La vida cristiana
comienza por fe y debe continuar por fe. Romanos 1:17 dice:
“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”
La Biblia define con la palabra “justo” o “justificado” a “aquél que vive de
acuerdo con la voluntad y/o el carácter de Dios, como resultado de haber
recibido primero la justicia de Dios.”
Con esta definición, podemos, entonces, leer y entender con más claridad el
pasaje de Romanos 1:17, si lo leemos de esta manera:
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“En el evangelio la voluntad de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito; mas el que vive de acuerdo con la voluntad y/o el carácter de
Dios por la fe vivirá.” (Versión ampliada del autor)
Dios nos ha llamado a vivir una vida de fe que, racionalmente, es imposible
comprender, a menos que el Espíritu Santo nos ayude.
Hemos sido salvados por creer, con fe, en la obra de Jesucristo en la cruz del
calvario (Efesios 2:8).
La vida cristiana comienza por fe y debe continuar de la misma manera ¿Por
qué? Porque esa es la voluntad de Dios ¿Para qué? Para poder vivir,
practicar y discernir espiritualmente la buena voluntad de Dios.
Hay una gran diferencia entre comprender naturalmente o mentalmente y
discernir espiritualmente. Las cosas de Dios son del Espíritu, y la única
manera de comprenderlas y creerlas es gracias a la acción del Espíritu Santo,
Aquél que nos enseña y nos recuerda todas las cosas de Dios.
La mente natural no puede interpretar el pensamiento de Dios, ni puede
sujetarse a Él. Isaías 55:9 dice:
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“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos.”
La mente natural jamás comprenderá la mente de Dios, sino que
malinterpretará la Palabra del Señor (1 Corintios 2:14).
Si estamos caminando de la mano de Jesucristo y practicando sus
enseñanzas, no debemos temer. La Biblia afirma que los hijos de Dios tienen
la mente de Cristo (1 Corintios 2:16).
¿Qué significa tener la mente de Cristo? Significa recibir la Palabra de Dios,
creerla en el corazón, pensar como ella, y tener la disposición de practicarla
y compartirla con otros.
Tener la mente de Cristo no quiere decir que debamos anular nuestra mente,
como si fuéramos un robot programado; significa, más bien, que renovamos
nuestra mente pensando como Dios, y ajustando nuestros pensamientos a la
Palabra de Dios. Por eso 2 Corintios 10:5 dice: “…llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo.” Esto significa que cuando en
nuestra mente se aloja un pensamiento diferente a lo que Dios dice en Su
Palabra, inmediatamente debemos tomarlo cautivo y desecharlo. Debo
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comparar ese pensamiento con la Palabra para ver si exalta a Cristo. Si no
coincide con la Palabra, debo atarlo y echarlo de mi mente para que “no
haga un nido en ella.” Deuteronomio 29:29 dice que:
“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas
son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que
cumplamos todas las palabras de esta ley.”
¡Qué pasaje esclarecedor! Lo que el creyente debe hacer es, simple y
llanamente, obedecer la Palabra revelada de Dios si es que queremos agradar
al Señor. Para esto se requiere fe. La revelación de la Palabra de Dios es para
ser obedecida y, a la vez, de filtro para impedir que otros pensamientos se
alojen en nuestra mente.
Es por eso que Dios no nos llama a entender primero todo para luego
obedecer, sino a creer todo lo que Él ha dicho para luego obedecer y poder
entender. ¡Vaya diferencia! Muchos pretenden vivir la vida cristiana
comprendiendo todo. Si no lo entienden todo, no lo hacen ni lo aprueban.
Son personas sabias, en sus propias opiniones, pero necias a los ojos del
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Señor. Bíblicamente, para ser sabio a los ojos de Dios, hay que creer todo lo
que Él dice en Su Palabra y obedecerla.
Por eso el pasaje de Santiago 1:2-7 relaciona a los tiempos de pruebas o
desiertos, con la sabiduría:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas
pruebas. Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas
tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales,
sin que os falte cosa alguna. Y si alguno tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la
onda del mar, que es arrastrada por el viento, y echada de una parte a
otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”
En el v.3 la palabra “sabiendo” se refiere a la necesidad de entender,
conocer, y aceptar por la fe, el propósito del Señor en los tiempos de pruebas
y desiertos.
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Cuando nuestro entendimiento es iluminado con la Palabra de Dios, por el
poder del Espíritu Santo, toda mala interpretación es descartada, quedando
alojado en nuestro ser el real significado del propósito de Dios.
Por eso Santiago, en el versículo 5, dice: “Y si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría.” Aquí hallamos la respuesta a la relación que hay entre
las pruebas y la sabiduría. Él está diciendo lo siguiente: “Si alguno de
ustedes tiene falta de conocimiento espiritual, del valor y la importancia de
los tiempos de pruebas y desiertos,”... “Pídala a Dios y le será dada.” (v.5)
Sólo nuestro Dios Omnisciente, puede revelarnos el significado real de las
pruebas y los desiertos de la vida. Cuando esto ocurre, se van de nosotros el
temor, la duda y la frustración; y vienen la paz, la fe y el propósito de Dios.
Por eso, si en su corazón hay temor, dudas y frustración, recurra al Señor y
pídale Su sabiduría; de otra manera, seguirá dando vueltas en el desierto sin
poder entender lo que le sucede.
Los tiempos de adversidad pueden hacernos rebelar contra Dios si no los
interpretamos, bajo la óptica de Dios, con una actitud de obediencia y fe.
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Como ya hemos mencionado anteriormente, la fe es un elemento
imprescindible para la comprensión de este tema, la cual, asimismo, será
sometida a prueba.
El v.3 del capítulo 1 de Santiago dice: “La prueba de vuestra fe produce.”
Me gusta mucho la palabra “producir” porque da la idea de progreso,
desarrollo, y avance. Es decir que, al atravesar tiempos de pruebas y
desiertos, nuestra fe es probada para producir. ¿Puede comprender, entonces,
para qué Dios permite que atravesemos las pruebas? Si nuestra fe es
probada para producir; seguramente ésta producirá, en nosotros, el carácter
de Jesucristo, para que se cumpla Su plan en nuestras vidas, y así llevemos
fruto que glorifique Su Nombre. (Juan 15:5). Esto es productividad espiritual
a los ojos de Dios.
¡Dispongamos, de todo corazón, ponernos de lleno en las manos del Señor
para que Él trabaje en nosotros, y seamos más semejantes a la imagen de
Jesucristo!
Dígale al Señor, con sinceridad: - Señor, no comprendo por qué tengo que
atravesar estos tiempos difíciles, pero en este día me rindo a Ti, por fe, para
que trabajes y me ayudes a entender Tu obra en mí. Te doy gracias, y
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confieso, por fe, que todo lo que Tú estas haciendo en mi vida es y será para
mi bien, y para Tu gloria. ¡Amén!
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CAPÍTULO 6:
EL FILTRO CELESTIAL
En la parábola del sembrador, encontramos algunos conceptos claves que
nos ayudarán a comprender bien el propósito de los tiempos de pruebas y
desiertos en la vida de los hijos de Dios.
En esta historia, encontramos al Señor Jesús, frente a una multitud,
hablándoles con una parábola. Lucas 8:4 en adelante lo relata así:
“Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les
dijo por parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras
sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del
cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó,
porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que
nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena
tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a
gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Y sus discípulos le
preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola?”
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Así como los discípulos le hicieron esa pregunta a Jesús, es muy probable
que usted también se esté formulando la misma pregunta: ¿Qué significa esta
parábola, relacionada con las pruebas y los desiertos de la vida? Lo invito a
seguir leyendo el relato bíblico para hallar la respuesta (v.10):
“Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios;
pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no
entiendan.”
Por lo que leemos en el relato, a esta altura de los acontecimientos, los
discípulos no entendían lo que Jesús hablaba a la multitud. Es por este
motivo, que Él comienza a explicarles todo (vv. 11-15).
“Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de
junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su
corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra
son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero estos no
tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se
apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose,
son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no
llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con
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corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
perseverancia.”
En la explicación de la parábola, Jesús dice algo muy importante respecto al
tema que estamos tratando. Esta es una parábola relacionada, muchas veces,
con la evangelización, pero también puede ser utilizada para nuestro
crecimiento espiritual.
En el v. 13 nos encontramos con personas que recibieron la Palabra de Dios
y creyeron por algún tiempo, pero en el tiempo de la prueba se apartaron.
¿Por qué se apartaron? ¿Fue por la intensidad de las pruebas?
Si leemos bien el pasaje, comprenderemos cabalmente su significado y
tendremos respuestas a nuestras preguntas.
En el v. 13 dice que “recibieron la palabra” ¿Cómo recibieron la Palabra?
“Con gozo.” Esta clase de gente oyó la palabra y la recibió con gozo, pero
sin fe. La palabra “gozo” mencionada aquí, se refiere a una alegría
sentimental, no al gozo como fruto del Espíritu Santo. Entonces, nos damos
cuenta claramente que estas personas edificaron su relación con Cristo en
base a sus sentimientos de gozo, y no por la fe.
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La Biblia es muy clara. Ella dice en Romanos 1:17 “El justo por la fe
vivirá.” Los sentimientos en la vida cristiana son muy buenos de expresar,
siempre y cuando estén precedidos por la fe en Jesucristo. Cuando los
sentimientos predominan sobre la fe, la vida cristiana se transforma en algo
inestable, y cualquier “viento” la puede destruir con facilidad.
Debemos tener el buen fundamento, Jesucristo, la Roca Firme, para evitar
desmoronarnos cuando los tiempos de pruebas y desiertos arrecien sobre
nuestras vidas. Por eso el v.13 de Lucas 8 dice: “no tienen raíces.” Es
verdad, si no edificamos nuestra relación personal con el Señor por la fe, que
es la buena raíz, no podremos permanecer en el Señor (Hebreos 11:6). La
raíz buena y verdadera es aquella que está basada en la fe en Jesucristo.
Comprender este punto es de vital importancia para poder permanecer
firmes en los tiempos de pruebas y desiertos. Muchos siguen al Señor
sentimentalmente. Cuando todo sale como ellos quieren y reciben
bendiciones, entonces están alegres y siguen al Señor. Uno los ve y
pareciera que tocaran el cielo con las manos; pero cuando el Labrador desea
podarlos para cumplir Su plan en ellos, se desesperan por la realidad que
viven, y se molestan diciendo: - ¡No, Señor! – y se alejan del camino de
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Dios. Estos son los cristianos sentimentales, que mueren a mitad de camino
por no entender todo el propósito de Dios. En vez de someterse fielmente
bajo la poderosa mano del Señor y permitir ser tratados por Él, se rebelan
contra Él. Aun prefieren volver al pecado y al mundo, pensando que Dios les
falló, y no aceptar el trato de Él, pagar el precio, y seguir adelante creciendo
en la fe.
Hoy vivimos tiempos, donde muchas de nuestras iglesias están llenas de
cristianos “busca-bendiciones,” y no de aquellos que buscan hacer la
voluntad de Dios. Hoy vivimos tiempos, donde pareciera que la sana
doctrina escaseara, y donde no se predica el evangelio del Reino.
Lamentablemente, hay muchos lugares donde se rebajan las demandas del
Reino, y se abarata la Palabra de Dios para “no ofender” a la gente. Hay
lugares donde asisten muchas personas porque, simplemente, siempre
“reciben algo” para satisfacer su propio egoísmo. ¡Qué distinto es lo que
dice la Biblia en Mateo 6:33!:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.”
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Es, en este “filtro,” donde muchos se quedan y no avanzan a las cosas más
profundas del Reino. A menos que seamos tratados por Dios, durante los
tiempos de pruebas y desiertos, nuestras vidas nunca alcanzarán la plenitud
espiritual. Nos quedaremos en el atrio del palacio en vez de entrar en la
cámara secreta del Rey.
Como antes mencionamos, si miramos a los tiempos de pruebas y desiertos
con los ojos naturales los veremos como tiempos de pérdida, tiempos que
retrasan nuestra felicidad o la meta que anhelamos; pero si los miramos bajo
la óptica divina, y creemos con fe (no por sentimientos) que Dios está
desarrollando Su plan en nosotros, la presente situación será transformada
por el Señor para bien (Rom 8:28).
Las normas del Reino de Dios son opuestas a las del mundo natural. Para el
Señor, a menudo, avanzar puede llegar a significar que estemos quietos,
detenidos o aun retrocediendo. Para el Señor, atravesar tiempos de pruebas y
desiertos, siempre es avanzar hacia el cumplimiento de Su propósito,
aunque a nosotros nos parezca lo contrario.
No intentamos negar lo maravilloso que es sentirse bendecido por Dios. Él
no sólo nos dice: “Te amo” sino que también suple todas nuestras
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necesidades. Él no sólo nos da Su Palabra, sino que también la confirma con
hechos concretos. ¡Gloria sea a su Nombre! Lo que debemos comprender es
que parte del proceso total de bendición para nuestras vidas incluye, en
diversas etapas de la vida, atravesar duros tiempos de adversidad. ¡Renueva
nuestra mente, oh Señor!
Dios desea de nosotros una vida de crecimiento en nuestra relación con Él, y
nuestra fe también pasará por el filtro celestial durante las pruebas.
Dios espera de Su pueblo fidelidad y estabilidad cualquiera sean las
circunstancias. Cualquier persona sirve a Dios por el interés de recibir
“algo,” pero Dios espera que le sirvamos principalmente por amor a Él, por
lo que Él es: ¡Rey de reyes y Señor de señores!
Dios espera de nosotros una actitud de crecimiento y madurez espiritual y,
por sobre todo, una decisión concreta de seguirle pase lo que pase y sea lo
que sea, pues Él trabaja para nuestro bien.
Habacuc 3:17-19 resume todo lo expuesto de una manera formidable. Léalo
con una actitud de oración, meditando en cada una de sus palabras a fin de
renovar hoy mismo su relación con el Señor. Dios quiere hacer de su vida un
roble que permanezca firme cuando los vientos huracanados arrecien; Dios
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quiere hacerle un cristiano sólido parado sobre la Roca firme, Jesucristo,
para que su vida sea de la misma calidad del fundamento: la Roca, Cristo.
Este pasaje fue escrito por alguien que también vivió un tiempo difícil donde
todo parecía derrumbarse. Fue en esos momentos que dijo, a manera de
confesión de fe,
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides hay frutos, aunque falte el
producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean
quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me
alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el
Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis
alturas me hace andar.”
El motivo por el cual Habacuc pudo alegrarse y gozarse fue porque, en esos
momentos, él vio con los ojos de la fe al “Dios de mi salvación.” Su fe en Él
era tan fuerte que, a pesar de todo, se alegraría y gozaría en el Señor de su
salvación.
Querido lector, los tiempos de pruebas y desiertos, filtran en nuestras vidas
lo verdadero de lo falso, lo santo de lo impuro, lo firme de lo débil, lo que
permanece de lo que no permanece. Es el proceso mediante el cual, si
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permanecemos, llegaremos a cumplir el propósito de Dios, en el tiempo de
Dios, y con el carácter de Dios. ¡Qué podamos permanecer y ser hallados
fieles cuando pase el filtro celestial!
Si nuestro andar con Dios cada día es estable, es decir por fe y obediencia,
no temamos. ¡La adversidad más terrible no podrá apartarnos de la
cobertura, protección y salvación de nuestro Dios!
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CAPÍTULO 7:
LA DURACIÓN DE LOS TIEMPOS DE PRUEBAS Y DESIERTOS
¿Cuánto tiempo duran las pruebas y los desiertos en la vida del cristiano? Es
muy probable, que usted se haya estado formulando esta pregunta, una y otra
vez, desde que empezara a atravesar su desierto, que le parece interminable.
¿Cuánto tiempo duran las pruebas? ¿Hay algo que la Biblia diga para dar
una respuesta que traiga consuelo, esperanza y motivación?
Leamos con atención 1 Pedro 1: 3-7. En este pasaje encontraremos varios
puntos que nos aclararán las dudas:
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su
grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para
vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el
tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un
poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas
pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que
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el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en
alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,”
En primer término dice, refiriéndose a las pruebas: “por un poco de tiempo”
(v.6). Basados en este versículo, podemos afirmar que no duran para
siempre, son momentáneas. Las pruebas no son eternas, sino que en algún
momento indicado por Dios, tendrán su fin. Otro pasaje, Apocalipsis 3:10,
dice: “la hora de prueba.” Para saber qué es la hora de prueba, debemos
darle una definición: Es el lapso de tiempo entre el comienzo y el final del
trato de Dios para con sus hijos. Los tiempos de pruebas y desiertos son
períodos determinados donde el Señor trata con nuestras vidas. Estos
periodos, por cierto, pueden repetirse varias veces en la vida de acuerdo al
propósito de Dios.
También Efesios 6:13 se refiere al “día malo.” Estos pasajes que hemos
visto, hablan de lapsos de tiempos de pruebas (que pueden ser prolongados o
no) pero no de algo para toda la vida.
Creo que ningún ser humano podría soportar constantemente, las
veinticuatro horas del día, mes tras mes, durante toda su vida la presión de
los tiempos de pruebas. Dios es un Dios bueno y misericordioso. Él sabe
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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hasta cuándo permitirlos y cuándo detenerlos. Él es un Dios de propósito, y
nunca hace nada en la vida de Su pueblo que sea en vano. El Salmo 30:5
también dice:
“Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la
noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.”
La frase “un momento” nos habla también de un lapso de tiempo
determinado. La frase “toda la vida” significa para siempre, y enfatiza el
favor de Dios. Lo mismo sucede con la frase “por la noche,” nos habla de
un tiempo determinado enfatizando la adversidad. La frase “a la mañana,”
enfatiza la salida del sol como un motivo de alegría y nuevo comienzo.
¡Qué maravilloso y gratificante es saber que tenemos un Dios que siempre
busca nuestro bien, y que su favor dura toda la vida!
Su favor dura toda la vida, inclusive cuando estamos atravesando las más
serias dificultades. Él no nos deja solos en la adversidad, por el contrario,
nos fortalece con Su poder, y nos anima con Su amor para poder seguir
adelante.
Nahum 1:7 nos habla de esto y mucho más. Leámoslo atentamente:
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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“Jehová es bueno, fortaleza en el día de angustia; y conoce a los que en él
confían.”
Dice el pasaje: “Jehová es bueno.” Él no es el personaje malo de la
película de nuestra vida, ni Aquél que desea torturarnos. ¡Él es bueno,
Amoroso, y misericordioso para con Su pueblo! ¿Acaso un Padre Bueno
puede hacerle daño a sus propios hijos? ¡De ninguna manera! El tiempo de
nuestras vidas está en sus manos (Salmo 31:15ª).
Luego, el pasaje continúa diciendo: “fortaleza... en la angustia.”
Él está con nosotros en medio de la adversidad dándonos Su fortaleza y
ayuda para superarla. Sin las fuerzas del Señor no podemos atravesar los
tiempos de pruebas y desiertos. Por eso necesitamos esperar y confiar en Él.
Isaías 40:28-31 habla muy bien acerca de la fortaleza de Dios en nuestra
angustia:
“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cuál creó
los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su
entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y
multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan
y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no
se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
Cuando esperamos confiadamente en el Señor, Él nos esfuerza cuando
estamos cansados y, cuando ya no podemos seguir más, nos multiplica las
fuerzas. Además, Él dice que si esperamos a Jehová tendremos nuevas
fuerzas y que levantaremos vuelo como las águilas; es decir que volaremos
tan alto que superaremos nuestros desiertos; de esta manera tendremos
refrigerio en medio del dolor, y fortaleza para llegar al final, hacia el
cumplimiento de Su divino plan.
Volviendo al pasaje de Nahum 1:7, allí se menciona algo referente al tema
de las pruebas. Note que allí dice “día de la angustia,” no dice una vida
llena de angustias. Si bien la palabra “día” se refiere al lapso de tiempo entre
el comienzo y el fin del trato de Dios para con nosotros, no estamos
tergiversando el significado de las Sagradas Escrituras si decimos que “día”
es, precisamente, un “lapso de tiempo determinado” y no toda la vida.
Por último el v. 7 menciona: “conoce a los que en él confían.” ¿Se
encuentra usted entre los que confían en Él, aun en los tiempos de pruebas y
desiertos? ¿Sabe Dios que usted ha decidido confiar en Él pase lo pase?
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Usted no está solo, abandonado o a la deriva en el desierto de su vida. Esa es
una mentira del diablo. Dios lo conoce a usted, conoce la situación que está
atravesando, conoce su tiempo de adversidad más que ningún otro. ¡Él está
en total control, supervisando su vida! Él conoce, por anticipado, la duración
de sus pruebas y desiertos antes que usted las atraviese. Por eso, querido
lector, proclame desde lo más profundo de su ser, con una fe certera, que el
Señor está con usted, en usted y sobre usted, haciendo una obra maravillosa
aunque no lo pueda comprender; como dice Isaías 40:28 “y su entendimiento
no hay quien lo alcance.”
En definitiva, no importa la duración, lo que importa es cuál ha de ser su
actitud y cómo ha de ser su confianza en Dios EN MEDIO de las pruebas y
los desiertos de la vida.
Para llegar al otro lado del mar, primero debe partir con su barca, luego
permanecer navegando en medio de la tormenta para, posteriormente, llegar
a buen puerto (Mateo 8:18-28). Quizás su “barca” (que representa su propia
vida), al momento de leer este libro, se encuentra en medio del mar y la
tormenta, donde las pruebas se han acrecentado. Ya no soporta más la
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situación, es demasiado para usted. Ya no quiere vivir más y sus fuerzas han
decaído. Este es el momento preciso para proclamar, con fe, el Salmo 27:13
“Hubiera yo desmayado, si no creyere que veré la bondad de Jehová en la
tierra de los vivientes.”
Y una vez más, la fe en el Señor, al creer que verá Su infinita bondad, lo
ayudará a no desmayar. Mientras usted tenga “puestos sus ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe,” (Hebreos 12:2), no va a desmayar sino que
recibirá fuerzas sobrenaturales del Espíritu Santo para seguir adelante y ver
la bondad de Jehová, la bendición de Dios. ¿Dónde verá la bendición del
Señor? ¿En el cielo? ¡No! El pasaje afirma aquí y ahora en la tierra de los
vivientes, es decir, en su vivir cotidiano en este mundo. Usted va a ver la
bondad de Jehová porque primero creyó. Quizás, ahora no vea nada bueno y
todo sea malo y adverso, pero la Palabra de Dios, que es inmutable y no
cambia (Mateo 24:35), se cumplirá aun en su propia vida. ¿Lo cree?
Proclame a viva voz, alentándose a usted mismo, el Salmo 27:14
Antes de leerlo diga primero su nombre y confiese de todo corazón:
“(su nombre), Aguarda a Jehová, esfuérzate y aliéntese tu corazón; sí
espera a Jehová.”
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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¡Aguarde el obrar de Jehová, esforzándose en seguir confiando en Él!
¡Aliente su corazón con la Palabra de Dios! Sí, espere a Jehová, ¡Él no lo
defraudará, pues Dios es un Dios de pacto, y a Su tiempo cumplirá cada una
de Sus promesas!
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CAPÍTULO 8:
CURSANDO LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO
El popular pasaje de Jeremías 18:1-6 muestra la figura del alfarero
trabajando sobre el barro para formar una vasija a su gusto. En esa
oportunidad, el Señor llevó al profeta Jeremías a la casa del alfarero para
mostrarle una gran lección referente al trato de Dios sobre el pueblo de
Israel. Para nosotros, también es una valiosa enseñanza, que nos ayuda a
entender cómo Dios obra en nuestras vidas. El pasaje dice:
“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa
del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero,
y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía
se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le
pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice
Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois
vosotros en mi mano, oh casa de Israel.”
La figura espiritual del relato nos muestra al Señor como el alfarero, su
casa representa a la iglesia, las vasijas somos nosotros, sus hijos, y lo vemos
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trabajando con su mano, que representa el proceso o lapso de tiempo en el
cual Dios trabaja para moldear nuestras vidas sobre la rueda, que representa
la Presencia del Espíritu Santo.
El pasaje dice que el alfarero moldeaba las vasijas “según le pareció mejor
hacerla.” De aquí aprendemos que el trabajo de Dios es según Su voluntad,
y que esa voluntad es lo mejor para nosotros aunque muchas veces no lo
entendamos.
El lugar donde trabaja el alfarero en su casa, para nosotros hoy, es la escuela
del Espíritu Santo. Es en ese preciso lugar donde el Señor trabaja con
nosotros en medio de los tiempos de pruebas y desiertos.
Dijimos anteriormente que Dios no hace nada en vano y sin propósito. Él
permite estos tiempos para hacer algo productivo en nuestras vidas.
Cuando utilizamos la palabra “escuela”, viene a nuestra mente una serie de
asociaciones como: “lugar para aprender, obtener conocimiento, recibir
disciplina y corrección por un maestro, rendir exámenes, y repetir las
lecciones no aprobadas para avanzar a un grado o nivel superior.” Los
tiempos de escuela tienen un comienzo y un fin. Aquellos que aprueban
todas las asignaturas reciben un diploma de reconocimiento a su labor.
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Luego viene el período de vacaciones o receso escolar para descansar, y
recuperar fuerzas para el ciclo lectivo del año siguiente. En las cosas del
Señor sucede algo similar. Aquellos que entran en la escuela del Espíritu
Santo, comienzan a ser probados en distintas “asignaturas celestiales” y, si
aprueban los exámenes celestiales, irán creciendo y logrando mayor
efectividad espiritual para avanzar y cumplir el propósito de Dios.
Nuestro Gran Maestro Celestial prueba a sus alumnos (sus hijos) para
capacitarlos y hacerlos efectivos para Su obra.
En el ambiente secular, vemos que el proceso de enseñanza es necesario para
toda persona que quiera ser alguien en la vida. De pequeños, empezamos a ir
al Kindergarden (Jardín de Infantes) para aprender las primeras lecciones de
la vida. Luego viene la escuela primaria, donde las responsabilidades van
creciendo. Más adelante llegan los estudios secundarios, donde la intensidad
del estudio va en aumento. Posteriormente, llega la universidad donde
debemos esforzarnos para lograr el ansiado título que nos califica para
obtener un buen trabajo y recibir dividendos. Todos, bien sabemos que
aquellos que no estudian quedan relegados a trabajos inferiores con salarios
inferiores y con pocas posibilidades de lograr sus sueños. En el ámbito
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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espiritual sucede exactamente lo mismo: A mayor calificación espiritual,
mayor será la exigencia, y mayor será la retribución de parte del Señor. Dios
sabe cómo tratar a Sus hijos, según la luz y madurez espiritual que tienen.
Así como a un niño no se le puede exigir que rinda una materia en la
universidad porque no ha llegado el tiempo todavía, de la misma manera el
Señor va probándonos de acuerdo a nuestra edad espiritual. Cada uno va
siendo probado de acuerdo a su grado de crecimiento en el Reino de Dios.
Lamentablemente, muchos cristianos no conocen este proceso que, aunque
sea duro atravesarlo, siempre tiene un final provechoso y feliz.
COMO OPERA LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO
En la Biblia, encontramos a varios personajes atravesando la escuela del
Espíritu Santo, y a Dios utilizando principalmente dos instrumentos
formativos para el aprendizaje espiritual. Éstos son:
a) Los tiempos de espera, en los cuales todo se demora más de lo normal y
nos parece que nunca veremos realizado el plan de Dios en nuestras
vidas; pero Dios está trabajando, a Su velocidad, de manera invisible
pero efectiva.
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b) Las circunstancias adversas, las cuales nos van quebrando hasta llegar a
ser reducidos a polvo, para estar en condiciones de ser moldeados, por el
Señor, en la clase de vasija que Él desea. Los golpes de la vida son como
un martillo que nos tritura y nos deshace para reducirnos a “nivel cero.”
Sólo así, estamos en condiciones ser hechos nuevas y mejores vasijas
para el Señor.
Es importante que usted sepa lo siguiente: Cuando llegan los tiempos de
pruebas y desiertos, somos introducidos por el Señor en la escuela del
Espíritu Santo donde todo lo que nos rodea parece contradecir las promesas
que teníamos de parte de Dios. Las palabras proféticas, que habíamos
recibido de siervos ungidos del Señor, que decían que Dios haría grandes
cosas con nuestras vidas, nos llegan a parecer muy lejanas o aun que nunca
se llegarán a cumplir. Es un tiempo de gran confusión, porque las
circunstancias se complican y no se ve ninguna salida. Es un tiempo que nos
parece “interminable” pues la espera se extiende y, entonces, comenzamos a
pensar que viviremos en ese estado para siempre. Si usted ha atravesado
estos tiempos, podrá comprender a qué me refiero.
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Lo interesante de todo, es que no somos los únicos que atravesamos esto. ¡A
varios personajes bíblicos también les sucedió lo mismo! Vamos a examinar
la vida de algunos de ellos, y note la similitud del trato de Dios sobre cada
uno de ellos a pesar de las diferencias de tiempo, personalidad y
circunstancias:
1. ABRAM/ABRAHAM
El relato de su vida lo encontramos desde Génesis 12 hasta el 25:7:
a) En Génesis 12:1 recibe un llamado de Dios: “Pero Jehová había dicho a
Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la
tierra que te mostraré.”
b) En Génesis 12:2-3 recibe promesas de Dios: “Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y
serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Abraham sería
transformado por el Señor de un hombre estéril y sin descendencia a un
padre de multitudes, como lo dice Génesis 15:1-6: “Después de estas
cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas,
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Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y
respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando
sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo
también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi
heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de
Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te
heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y
creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.”
Para que Abraham llegase a experimentar cada una de las promesas de Dios
y llegara a ser padre de multitudes debía aprender a ser un siervo diferente,
con una mente diferente, y una fe diferente. Había muchas cosas en su vida
que necesitaban ser cambiadas, mejoradas, renovadas, pulidas, y
santificadas, que ni él mismo se daba cuenta, pero el Señor las conocía.
¿Qué sucedió entonces?
c) ¡Dios lo introdujo en la escuela del Espíritu Santo! Para Abraham, los
tiempos de pruebas y desiertos tuvieron de 25 años de duración. El Señor
estuvo durante todo ese tiempo trabajando en su vida. Si leemos el relato,
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veremos que durante esos años de trato divino Abraham no comprendía
el propósito de Dios. Por eso lo vemos tambalear en su fe, y decir
mentiras o “medias verdades,” en Génesis 12:10-20 y en 20:1-16. Luego,
junto a Sara, planean algo “comprensible” y normal para la época,
intentando “acortar” el tiempo de espera para transformarse en padres “de
una vez por todas.” Ellos pensaron, equivocadamente, que la criada
podría darles el hijo de la promesa. Dios tenía planes de darles algo
especial, pero ellos no pudieron esperar y pretendieron acelerar los
tiempos, entonces se conformaron con el hijo de una criada (Lea Génesis
16). Por cierto, no podemos condenar la actitud de Sara y Abraham,
¡porque nosotros somos iguales a ellos! Cuando las cosas demoran en
cumplirse, empezamos a bajar los brazos, y decimos: - Como Dios no
hace nada, voy a hacer algo yo -, o - tenemos que hacer lo que sea para
salir de esta situación. - Esto demuestra nuestra deslealtad y rebeldía
interior, poco dispuesta a esperar el tiempo de Dios, y además
demostramos que estamos poco dispuestos a recibir El trato de Dios
sobre nuestras vidas. ¿Se da cuenta por qué fue necesaria la escuela del
Espíritu Santo en la vida de Abraham? Fue necesario para eliminar su
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rebeldía, y hacer de él un padre de multitudes, santo, sumiso y
dependiente del Señor. Para Abraham fue dificilísimo esperar tantos
años, pero vemos que los atravesó de todas maneras; y hoy cuando
leemos las Epístolas de Pablo en Gálatas 3:7 y Romanos 4:16, lo vemos
como el Abraham deseado por Dios, no sólo como el padre de multitudes
sino también como el padre de la fe. Los tiempos de pruebas y desiertos
exponen nuestra carnalidad oculta, actitudes o reacciones que jamás
pensábamos que estuvieran latentes en nuestro corazón. Por eso es tan
importante nuestro sometimiento voluntario a la obra del Espíritu Santo,
para que saque todo lo malo de nuestras vidas, nos moldee y estemos
listos para cumplir Su propósito divino.
2. MOISÉS
La cautivante historia de Moisés comienza en Exodo 2 cuando este pequeño
bebé, rescatado de las aguas, iba a convertirse en el instrumento de Dios para
dividir las aguas del Mar Rojo y liberar al pueblo de Israel. ¡Qué
coincidencia! El que fue rescatado de las aguas, iba a ser el líder que
rescataría al Pueblo de Dios por entre medio de las aguas.
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Por lo que leemos en el pasaje de Exodo 2:11, vemos que Moisés quería
hacer algo para liberar al pueblo de la esclavitud. La voluntad de Dios
también era liberar al pueblo de Israel, pero el problema fue que no era en el
tiempo de Dios, ni a la manera de Dios. El relato nos dice: “En aquellos
días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus
duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos,
sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía
nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y
vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro:
¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti
por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al
egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido
descubierto. Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a
Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en tierra de
Madián.”
El pasaje de Hechos 7:23-25 nos muestra, por el Espíritu Santo, la actitud
interna de Moisés: “Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le
vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver a uno
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que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido.
Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría
libertad por mano suya; más ellos no lo habían entendido así…”
Moisés se “creía” el Gran libertador de Israel, y quiso hacerlo según su
propio criterio y no el de Dios. ¿Acaso estaba equivocado Moisés? No en la
esencia pero, pero sí en el tiempo, la metodología y especialmente en su
carácter. Alguien que iba a cumplir el plan de Dios debía tener el corazón de
Dios. ¿Qué sucedió entonces? ¡Dios lo introduce en la escuela del Espíritu
Santo! ¿Por cuánto tiempo? ¡40 años! Dice Hechos 7:30 “Pasados cuarenta
años.” La escuela del Espíritu Santo para Moisés fue de 40 años de espera y
formación. Durante todo ese tiempo Moisés seguramente sufrió, se
desesperó, y fluyeron de su interior cosas que ni siquiera se imaginaba que
tenía y que debían ser transformadas por el Señor. En ese tiempo aprendió
que era un ser indigno, y se dio cuenta que no era un ser elegido o mejor que
los demás. En las cosas de Dios, la Gloria siempre le pertenece a Dios. Hay
veces que pensamos que somos nosotros los que triunfamos o tenemos éxito,
cuando en realidad es Dios en nosotros produciendo dichos resultados.
Durante 40 años fue formado por Dios para que, posteriormente, fuese no
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sólo el canal de liberación, sino también el líder que conduciría al pueblo de
Israel durante sus 40 años de travesía y trato de Dios en el desierto (Hechos
7:36). ¿Puede ver la mano de Dios en todo esto? ¿Usted cree que, sin
atravesar la escuela del Espíritu Santo, Moisés hubiera sido un canal de
bendición y llegaría a ser considerado el hombre más manso sobre la tierra
(Núm 12:3)?
3. JOSÉ
La historia del conocido “soñador de grandes sueños,” registrada en Génesis
capítulos 37 al 50, nos muestra la mano del alfarero trabajando sobre sus
vasijas. Leemos en Génesis 37:2-3 lo siguiente: “José, siendo de edad de
diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba
con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e
informaba José a su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel (Jacob)
a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le
hizo una túnica de diversos colores.”
Este pasaje nos muestra a José como el “niño preferido” de su padre, aunque
tenía diecisiete años. Era el mimado de la familia pues había nacido durante
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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su vejez. La túnica representaba la preferencia del padre sobre los demás
hermanos.
El relato nos muestra que a este tierno adolescente, Dios iba a transformarlo
en un varón de Dios. El v.5 dice: “Y soñó José un sueño, y lo contó a sus
hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía.” y el v.9 dice:
“Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos,” y el v.10 continúa
diciendo: “Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le
reprendió,”
Como usted notará, la inmadurez le costó el odio de sus hermanos y la
corrección de su padre. Su carácter era completamente inmaduro y, quizás,
algo orgulloso y presumido al pensar que era “más” que sus hermanos. Dios
tenía propósitos con José… pero su carácter no estaba preparado para
alcanzar ni asimilar el cumplimiento. Es por eso que el Señor lo introduce en
la escuela del Espíritu Santo por un período de trece años. Dios cumplió su
plan cuando él tenía treinta años (Gén. 41:46). Hubo un tratamiento bien
severo durante muchos años. Fueron tiempos de larga espera en medio de
circunstancias altamente negativas. Primero fue arrojado en un pozo por sus
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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hermanos (Gén. 37:20); luego fue vendido a los ismaelitas quienes, a la vez,
lo vendieron a Egipto (Gén. 37:27-28). En Egipto, por ser fiel a Dios, las
cosas le salieron al revés de lo pensado. Fue llevado preso como un ladrón
por resistir y huir de la tentación, pues era continuamente acosado
sexualmente por la esposa de Potifar (Gén. 39). A esta altura de los
acontecimientos, cualquiera hubiera dicho: - Señor, ¡Tú me has dado
pesadillas en vez de sueños! - Aparentemente parecía todo perdido, como si
Dios lo hubiera abandonado, y como si sus sueños hubieran sido sólo
ilusiones de juventud. Pero no era así, Dios estaba utilizando esas
circunstancias para preparar y formar a un gran varón de Dios. Génesis 39:2
dice: “Mas Jehová estaba con José,” y el v. 3 “Y vio su amo que Jehová
estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su
mano.” Todavía estaba bien lejos del cumplimiento del plan de Dios, pero
durante el recorrido José nunca estuvo solo, el Señor siempre estuvo con él
supervisando todo. En Génesis 39:21 vemos otra vez que “Jehová estaba
con José y le extendía su misericordia.” Esto es altamente consolador y
motivador para todos los que atravesamos la escuela del Espíritu Santo:
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Podemos llegar a estar todavía muy lejos de alcanzar nuestros sueños o
visiones, y aún así ser fieles al Señor en lo poco, es decir, en toda aquella
tarea que surja como antesala del cumplimiento de nuestros sueños, visiones
o aun promesas. Antes de ser gobernador de Egipto, José fue fiel como
mayordomo de Potifar, luego en la cárcel fue sirviente del jefe de la cárcel.
Esto nos enseña que necesitamos ser fieles y obedientes en todo el trayecto
hacia el cumplimiento del propósito de Dios. Muchos dicen: - El día que sea
“alguien,” o que las cosas empiecen a salir bien, voy a ser fiel a Dios y a
vivir más cerca del Señor - Aquellos que tienen esa clase de pensamientos
nunca aprueban la escuela del Espíritu Santo, sino al contrario, quedan
eliminados a mitad de camino. ¡Hoy es necesario ser fieles a Dios como lo
fue José! Las circunstancias buenas o malas no deben cambiar nuestro
carácter. Es fácil ser fiel en las buenas, pero en las malas nos cuesta más
sacrificio. ¡Qué gran lección aprendemos de la vida de José!
El capítulo 41 de Génesis, es el capítulo del cumplimiento del sueño de Dios
para la vida de José. El Señor preparó las circunstancias para que pensaran
en él como un buen intérprete de sueños (Gén. 41:9-14). José fue ascendido
de lo más bajo a lo más alto por el poder de Dios. Génesis 41:38-43 dice: “y
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dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en
quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha
hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre
mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el
trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he
puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de
su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino
finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su
segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso
sobre toda la tierra de Egipto.”
El mismo Dios que le había dado los sueños a sus diecisiete años, fue el
mismo que lo moldeó durante trece años con Su mano poderosa y formativa
para hacer de José un varón de carácter santo, y el mismo que a los treinta
años permitió que alcanzara el cumplimiento.
4. JONÁS
Los tiempos de Jonás fueron más cortos pero difíciles de vivir. Él es el
personaje que vivió en el vientre del gran pez. Leemos en Jonás 1:1 “Vino
palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:” El Señor tenía planes
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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y propósito definidos para su vida y le dio la orden de ir a Nínive para
pregonar Su palabra (v.2). Ni lerdo ni perezoso, Jonás “se levantó para huir
de la presencia de Jehová…” Se supone que se levantaría para obedecer...
pero no, Jonás era como muchos de nosotros: desobediente. ¿Qué sucedió
entonces? Como el Señor tenía planes con Jonás, sobre la marcha, se dio
cuenta que alguien desobediente y duro de corazón como él no podría
pregonar, obedientemente y con un corazón misericordioso, la justicia de
Dios. ¿Qué hizo el Señor? ¡Lo introdujo en la escuela del Espíritu Santo!
Durante su huída Jonás experimenta el fracaso, la derrota, el menosprecio y
la burla de la gente. En su vida, comienzan una serie de “descensos”
preparados por Dios para trabajar con él:
PRIMER DESCENSO: Descendió a la ciudad de Jope (v.3)
SEGUNDO DESCENSO: Descendió a la nave (v.3);
TERCER DESCENSO: Descendió al interior de la nave (v.5);
CUARTO DESCENSO: Descendió al fondo del mar (vv.11-15) y
QUINTO DESCENSO: Descendió al vientre del pez (2:1)
Jonás estuvo en el vientre del pez durante tres días y tres noches (1:17)
¡Vaya escuela de entrenamiento la que tuvo que cursar Jonás!…todos esos
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descensos fueron preparados por Dios para que llegara al punto más bajo de
su vida, y así poder mostrarle lo que había en su corazón. Durante esos días,
cortos para nosotros pero seguramente interminables para Jonás, el Espíritu
Santo trabajó en el interior de su ser para enseñarle lo que no sabía, para
hacerle ver lo que no veía. La intención de Dios no fue destruir a Jonás sino
edificarlo, equiparlo y prepararlo para la tarea que Él le había encomendado.
Una vez que se terminó el tiempo de escuela en el vientre del gran pez, fue
devuelto a la tierra (2:10), y entonces vino por segunda vez la palabra de
Dios a Jonás (3:1) ¿Por qué vino por segunda vez la Palabra del Señor? Para
enseñarle a Jonás que no había sido desechado, sino equipado para cumplir
dicha tarea, y para comprobar si había aprendido la lección. A los ojos de
Dios, Jonás estaba ahora en condiciones de serle útil. El v. 3 dice: “Y se
levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová.” El Jonás
desobediente y huidizo ya se había transformado en un siervo de Dios
obediente y fiel, útil para el cumplimiento del plan de Dios para su vida y la
de una gran ciudad como era la de Nínive.
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Es verdad que los tiempos de pruebas y desiertos no son tiempos que
quisiéramos vivir, ni tiempos para disfrutar, pero son tiempos que
necesitamos, donde Dios nos muestra aquellas cosas ocultas de nuestro
carácter que, de otra manera, nunca podríamos ver.
5. EL APÓSTOL PABLO
El “perseguidor Saulo” se convirtió en el “Pablo perseguido” por la causa de
Cristo. En Hechos 9 se relata su conversión al Señor. Dios conocía a Saulo
antes de nacer, y sabía que al convertirse a Cristo sería el Pablo que Dios
necesitaba, y sería considerado el más grande teólogo de la iglesia de Cristo
de todos los tiempos. Dios tenía propósitos santos para su vida. Su
ministerio sería especial, por eso su conversión también fue especial. No era
la típica persona que se dejaría convencer así nomás, sino que necesitaba una
demostración profunda de la existencia de un Dios vivo y real. Una vez
convertido, comienza a crecer espiritualmente siendo ministrado
inicialmente por Ananías (Hech. 9:10). Luego se bautiza y es lleno del
Espíritu Santo (Hech. 9:17-18). Lo que no dice el libro de Hechos, pero sí lo
comenta Gálatas 1:16-18, es que Pablo fue tratado por Dios en el desierto de
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Arabia. El pasaje dice así: “revelar a su Hijo en mí, para que yo le
predicase entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre, ni
subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a
Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a
Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días;”
El pasaje no dice exactamente cuánto tiempo estuvo en Arabia, pero ¡estuvo
en el desierto de Arabia algún tiempo! En ese tiempo fue moldeado por el
Espíritu Santo, y fue el lugar donde recibió las profundas revelaciones que,
posteriormente, formarían parte del Canon Bíblico para todas las edades.
¿Qué hubiera sido de la vida y ministerio de Pablo sin estar en el desierto de
Arabia? No lo sabemos, pero vemos que fue necesario a los ojos de Dios
que lo atravesara para formar en su vida el carácter de Cristo. Él recibió
revelaciones como nadie, y debido a todo eso podría haberse enorgullecido o
enaltecido. En 2 Corintios 12:7 dice algo interesante que contrarresta el
orgullo y la altivez: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me
exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un
mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca
sobremanera;”
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Es evidente que durante toda su vida, el Señor fue tratando con el orgullo y
la altivez de Pablo. Antes que el éxito llegue, será necesario ser tratados por
el Señor en nuestro carácter, para llegar a ser sencillos y humildes y poder
tributarle toda la Gloria al Señor.
Lamentablemente, vemos que el éxito en el ministerio muchas veces hace
que los siervos se enorgullezcan, y eso es peligroso pues desagrada al Señor,
y conduce a una caída segura. Proverbios 16:18 dice “Antes del
quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.”
Es por eso que Dios debe tratar con sus hijos e hijas antes que lleguen los
éxitos, pues luego sería más doloroso y otros podrían salir perjudicados
también. ¡Dios es sabio, y sabe por qué nos permite atravesar tiempos de
pruebas y desiertos introduciéndonos en la escuela del Espíritu Santo! A
veces, pensamos que nos está haciendo un mal cuando en verdad está
trabajando para nuestro bien y el beneficio de Su Reino.
6. EL SEÑOR JESUCRISTO
Nuestro ejemplo máximo también tuvo su tiempo formativo de parte de Dios
para darnos una lección de ejemplo y obediencia. El pasaje de Filipenses
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102
2:5-11 nos muestra que Jesús, siendo Dios mismo (v.6), tuvo que aprender a
ser humillado. El tomó la “forma de siervo, hecho semejante a los
hombres;”(v.7). Luego el v.8 sigue diciendo que “estando en la condición
de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz.” Nosotros leemos esto, y nos parece que lo que hizo Jesús
fue algo normal y propio de El; pero no nos olvidemos que Jesús estuvo en
la tierra como hombre (v.7) y por lo tanto sufría de la misma manera que
nosotros. ¡Él tuvo que pagar un alto precio de humillación para al final ser
exaltado como el Señor! Para Jesús-Dios-Creador fue más difícil tomar
forma humana, que si nosotros siendo humanos nos transformáramos en
insectos. Si usted piensa que eso sería algo degradante y humillante,
¡imagine el sentir del Señor Creador al tomar forma de criatura humana para
cumplir el propósito de Dios!
Es por eso que Jesús mismo tuvo que atravesar tiempos de pruebas y
desiertos aunque, en realidad, la prueba más grande haya sido venir en forma
humana para salvar a la humanidad. Cuando analizamos su vida desde la
niñez, vemos que Él pasó los primeros treinta años en completo anonimato,
siendo considerado solamente como el hijo de un carpintero, donde aprendió
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los rudimentos de la vida viviendo bajo la cobertura de sus padres. La
primera materia que Jesús tuvo que aprobar, en la escuela del Espíritu Santo,
fue la del anonimato y formación durante los primeros treinta años. Leyendo
el libro de Lucas, encontramos la secuencia de los pasos iniciales previos en
el ministerio de Jesús. En el capítulo 3: 21 dice que “Jesús fue bautizado;”
luego “descendió el Espíritu Santo sobre él.” Muchos de nosotros
hubiéramos pensado: - Ya fue bautizado en las aguas y lleno del Espíritu
Santo, así que ¡a servir en la obra de Dios! - Esta es nuestra forma de
pensamiento moderno pero no la de Dios. Es por eso que muchas veces
nuestro servicio a Dios tiene poco peso espiritual, pues no hacemos lo que
Jesús hizo. Antes que volviese en el poder del Espíritu Santo y se difundiera
su fama por todos lados (4:1-15) “fue llevado por el Espíritu al desierto.”
Allí fue introducido en la escuela del Espíritu Santo donde tuvo que rendir y
aprobar las tres tentaciones. Note que fue el Espíritu Santo el que lo llevó al
desierto, pero “era tentado por el diablo” (4:2). La escuela del Espíritu
Santo incluiría un serio enfrentamiento contra el mismo diablo. Esto nos
enseña que durante los tiempos de pruebas y desiertos, es probable que
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tengamos que “cursar” la asignatura sobre “guerra espiritual.” Será un
tiempo donde se verá un aparente “control” del diablo sobre las situaciones
de nuestra vida. Seremos severamente sacudidos y atacados por las fuerzas
del mal. Es importante que usted sepa esto para no dejarse derrotar sino,
¡confiar que en medio de semejante ataque Dios todavía sigue en control y
lo guiará hacia la victoria!
Muchos cristianos han resultado heridos, lastimados y a la vez se han
resentido y rebelado contra Dios; todo por no comprender que los ataques,
que estaban recibiendo, eran parte del entrenamiento para una vida
victoriosa. ¿Para qué permite esto el Señor? Para enseñarnos a esperar y
confiar en Él, para verlo y conocerlo como el Gran Libertador. Dios no va a
permitir que muramos bajo las garras del diablo. Eso no le sucedió a Job
cuando permitió que el diablo lo atacara, y tampoco le va a suceder a usted,
pues tenemos un Dios Grande que cuida de los suyos. Para Jesús, las tres
tentaciones representan la segunda escuela del Espíritu Santo que tuvo que
atravesar. Todo esto fue con un propósito divino: “Y Cristo, en los días de
su carne (ministerio en la tierra), ofreciendo ruegos y suplicas con gran
clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de
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su temor reverente. Y aunque era Hijo (Jesús), por lo que padeció
aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser el autor
de eterna salvación par todos los que le obedecen;” (Hebreos 5:7-9)
Este pasaje es poco predicado pero contiene un profundo significado
espiritual y revelador para entender la escuela formativa del Espíritu Santo.
Dice que Jesús “por lo que padeció aprendió.” Los padecimientos de Jesús
no fueron preparados por un Dios malo, sino por un Dios Soberano y
Bondadoso, a fin de dejar en Su vida una enseñanza práctica. Si Jesús
aprendió, eso significa que primero tuvo que ser enseñado. Lo mismo nos
sucederá a nosotros cuando empecemos a ver las cosas desde la perspectiva
divina. Los tiempos de pruebas y desiertos, por obra del Espíritu Santo,
resultarán en enseñanza productiva, que enriquecerá nuestras vidas, y nos
dará mayor calidad y peso espiritual. Jesús fue enseñado durante los tiempos
de desiertos, que ya hemos mencionado, haciendo de Él un hijo obediente
hasta la misma muerte. Jesús, por lo que padeció, aprendió a tener una vida
de calidad y peso espiritual, es decir una vida de obediencia absoluta. Quizás
usted diga: - Lo que sucede es que Jesús era Dios, y a Él le fue fácil
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obedecer en todo - El pasaje recién leído nos muestra que Jesús tuvo que
padecer para aprender a obedecer. ¡Él voluntariamente atravesó todo este
proceso de formación bajo el poder del Espíritu Santo, para alentarnos a
nosotros a someternos bajo el trato de Dios! ¡Si Él atravesó todo eso,
nosotros, sus hermanos menores, también tenemos que atravesarlo! Nuestro
Padre Celestial nos está ayudando, con el poder de su Espíritu Santo, a ser
hombres y mujeres según Su corazón, partícipes de Su santidad y de las
glorias eternas.
Hay un precio que pagar para alcanzar la madurez espiritual, pero Su
recompensa es superior y no se compara con nada. Para ser excelentes y
calificados, en cualquier área de la vida, debemos aprender disciplina y
esfuerzo. Si usted quiere ser un deportista destacado, por ejemplo, tendrá
que dedicar su vida a entrenar día y noche, alimentarse bien, eliminar salidas
nocturnas y vivir disciplinadamente. Para todo lo que queramos ser
excelentes o destacados, deberemos pagar un alto precio. ¿Acaso la vida
cristiana es la excepción? La única y gran diferencia, con la vida cristiana, es
que ésta no está basada sólo en nuestro propio esfuerzo y disposición, sino
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principalmente en la fortaleza que viene del Espíritu Santo. El mismo
Espíritu que llevó a Jesús al desierto, es el que nos lleva a nosotros hoy a la
escuela formativa del trato de Dios. Sólo es necesario que presentemos
nuestras vidas en sacrificio vivo, agradable a Dios (Rom. 12:1), es decir,
presentarnos ante Él y estar dispuestos a que el Señor cumpla Su Santo
propósito en nosotros.
Así como existe la galería de la fe en Hebreos 11, donde aparecen aquellos
valientes de Dios que fueron fieles hasta lo sumo, Dios está construyendo
también una galería para los “graduados de la escuela del Espíritu Santo.”
¿Será usted uno de ellos como lo fueron Abraham, Moisés, José, Jonás,
Pablo y el mismo Señor Jesucristo, y tantos más a través de los siglos?
¿Estará inscripto su nombre en el libro de los graduados de la escuela del
Espíritu Santo?
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CAPÍTULO 9
CUANDO LAS PRUEBAS VIENEN TODAS JUNTAS
Hace algunos años atrás, fui invitado a ministrar la Palabra de Dios para la
ceremonia de apertura de un Instituto Bíblico.
Minutos antes de darme lugar para predicar, un líder allí presente compartió
a los asistentes lo siguiente: - Hermanos, les pido que oren por mi vida, pues
estoy pasando tiempos de pruebas. Parece que todos los problemas han
venido sobre mi vida de repente y todos juntos. ¡Oren por mí, por favor! -
A este creyente fiel, las pruebas le habían venido todas juntas, y a la vez.
Él no es la excepción, pues daría la impresión que lo mismo nos ocurre a
todos. Cuando un cristiano atraviesa tiempos de pruebas y desiertos, todos
los problemas vienen juntos, y a la vez. Todo marcha bien tranquilo cuando,
de repente, ¡Buummm! la calma se va y se desata una tormenta tras otra. ¿La
Biblia dice algo al respecto?
Algunos pasajes bíblicos referidos a las pruebas aparecen en plural, dando a
entender que cuando éstas vienen, ¡vienen todas juntas!
Por eso creo conveniente que vayamos a las Escrituras para disipar toda
duda y entender el proceso:
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Santiago 1:2 dice: “diversas pruebas”
1 Pedro 1:6 dice: “diversas pruebas”
2 Corintios 6:4 dice: “tribulaciones”
2 Corintios 12:10 dice: “angustias”
Todas estas palabras aparecen en el plural.
En el Antiguo Testamento hay un personaje del que ya hemos hablado, pero
del que aún podemos seguir sacando buenas lecciones para aprender otros
aspectos sobre el tema de las pruebas y los desiertos: Job.
La Biblia afirma que éste era un hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y
apartado del mal (1:1). Tenía una familia numerosa (1:2), muchas
posesiones (1:3) y era muy respetado en la comunidad de aquellos días por
su influencia (1:3).
Job amaba a su familia intensamente, oraba por ellos a Dios cada día (1:5)
¡Este sí que era todo un hombre de Dios! Gozaba de prosperidad espiritual,
física, familiar y material. ¡Muchos de nosotros quisiéramos ser así!
En nuestra humana naturaleza podríamos decir que sería una “verdadera
injusticia que alguien como él tuviera que atravesar tiempos de pruebas y
desiertos.”
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Esta es nuestra perspectiva, pero según la óptica de Dios las cosas son
completamente diferentes. Job necesitaba ser probado aún, hasta lo más
profundo de su ser, para un propósito superior y de mayor bendición
posterior.
Ya hemos tratado en detalle todo el proceso previo a las pruebas que él
padeció, pero quiero detenerme en este capítulo para analizar las diversas
pruebas que tuvo que enfrentar.
La primera prueba vino cuando le robaron el ganado y le mataron a los
criados. Sólo uno quedo vivo para traer la noticia (vv.14-15). ¿Se imagina el
impacto de aquella noticia? Era como para entristecer a la persona más
alegre. La Biblia dice que allí no terminó todo, sino que cuando “aún estaba
éste hablando,” (v.16) ¡vino la segunda prueba! En la cual murieron
calcinados las ovejas y los pastores (v.16). Continúa diciendo la Escritura en
el v.17 “todavía estaba éste hablando,” ¡y vino la tercera prueba! No sé si
usted se puede imaginar lo que relata la Palabra de Dios. Job no tuvo respiro
alguno entre prueba y prueba. Es verdaderamente increíble que una persona
así no haya muerto de un ataque repentino al corazón. A pesar de todo lo que
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le estaba sucediendo, el Dios de propósitos estaba en control de la aparente
situación descontrolada.
El relato sigue con otra prueba más, la cuarta; y note que la noticia siempre
venía inmediatamente después de la anterior, porque dice “entre tanto que
éste hablaba” (v.18) vino la cuarta y, creo particularmente, la peor prueba:
Al derrumbarse la casa, mueren aplastados todos sus hijos (vv.18-19)
Un padre puede perder todas sus posesiones materiales, pero perder un hijo
es algo bien terrible. En un instante, los años de amor y cuidado quedan
sepultados para siempre… Ante los ojos humanos, lo que le pasó a Job fue
una verdadera tragedia y un despropósito.
Es increíble notar que Job pasó, en un instante, de la felicidad total al dolor
total. De repente, se le vinieron todas las pruebas encima en forma
impensada e inesperada.
Para colmo de males, además de todo este embate de pruebas y dificultades
externas, cayó sobre su propia vida otro ataque más. Esta vez, su salud se
vería afectada seriamente. El capítulo 2:7 dice:
“Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una
sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.”
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Eran muchas pruebas juntas para que una sola persona pudiera
sobrellevarlas. Job estaba siendo probado por dentro y por fuera. La tierra
de bendición de Job se transformó en un horrible desierto. Quizás, nosotros a
esta altura ya nos hubiéramos rebelado contra Dios, y hubiéramos decidido
abandonar la fe cristiana. Estaríamos enojados contra el Señor pidiéndole
explicaciones de semejante tragedia. Esto es lo que la mayoría de nosotros
haría, sin embargo, a lo largo de todo el libro de Job vemos que él las
sobrellevó una a una sin perder su fe en Dios. ¡Hasta se consideró
bienaventurado y no un miserable! (Job 5:17). La actitud de Job no fue una
hazaña humana, fue una actitud de fe y confianza en su Señor. ¿Tenemos la
misma actitud de Job cuando somos sacudidos por diversas pruebas y
atravesamos tiempos de desiertos?
En el capítulo 5:17-22, el libro de Job nos aconseja, con la inspiración del
Espíritu Santo:
“He aquí, bienaventurado es el hombre (y la mujer) a quien Dios castiga;
por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. Porque él es
quien hace la llaga, y él la vendará; Él hiere, y sus manos curan. En seis
tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre
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te salvará de la muerte, y del poder de la espada en la guerra. Del azote de
la lengua serás encubierto; No temerás la destrucción cuando viniere. De
la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás de las fieras del
campo;”
Esta declaración de la protección de Dios cobra un mayor significado al
aparecer en este libro, llamado el libro “de las pruebas de la vida,” donde se
nos relata cómo Job fue probado hasta lo sumo. A pesar de todo lo que le
sucedió, sabía que el Dios Todopoderoso estaba con él. No importaba si era
una o mil pruebas juntas, no importaba si atravesar el desierto le llevaría un
corto o largo tiempo. La diferencia para Job estaba en saber que no las iba a
atravesar solo y a la deriva, sino acompañado por la Presencia del
Todopoderoso. Nunca lo olvide: En los momentos de pruebas y desiertos lo
que importa es en Quien está puesta nuestra confianza. Job estaba confiado
en Dios como su Libertador. ¡Qué ejemplo para imitar! Él creía que el
Señor, quien lo fortalecía día tras día en medio de la tragedia y el dolor, sería
también fiel para liberarlo de todo aquello y llevarlo a una nueva dimensión
física, familiar y espiritual.
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Hay veces, que ante la más pequeña dificultad nos abatimos y quedamos
destruidos, nos rebelamos contra Dios y nos peleamos con todos los que nos
rodean. Empezamos a “distribuir” culpas por todos lados para atribuir la
causa de nuestra desgracia a los demás; cuando, en realidad, sabemos bien
que es algo entre el Señor y nosotros. Job no comenzó a culpar a otros.
Seguramente tuvo sus momentos difíciles, y pensamientos que lo
atemorizaban, pero su fe estaba enraizada en Dios y, de esa manera, pudo
caminar en victoria. No eran tiempos de alegría, sino tiempos de aferrarse
desesperadamente a Dios con una actitud de fe.
A veces, pensamos que cuando atravesamos tiempos de pruebas y desiertos
tenemos que estar, todo el tiempo, con una amplia sonrisa demostrándole a
los demás que todo está bien. Una cosa es tener el gozo del Espíritu en
medio de la aflicción, y otra cosa es sonreír todo el tiempo. Uno puede llorar
de dolor, pero sintiendo interiormente el gozo de Jehová como nuestra
fuerza (Neh, 8:10). Por eso, la clave para resistir es en dónde estamos
afirmados y Quién es nuestra Roca firme. ¿Es Cristo?
Job confiaba plenamente en Dios y su actitud frente a los tiempos de pruebas
y desiertos fue positiva, de fe, basada en el conocimiento de Dios.
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El libro de Job termina diciendo en el capítulo 42:17 algo que debe
motivarle y, a la vez, ministrarle aliento del cielo:
“Y murió Job viejo y lleno de días.”
Quizás, usted hoy, con todos los problemas que está atravesando tenga ganas
de agregarle al pasaje: “… ¡y también lleno de pruebas!” ¿Dice así la
Palabra de Dios? ¡No! Job no murió lleno de pruebas o por causa de las
pruebas, sino que recibió nuevas bendiciones; y dejó esta tierra en el tiempo
indicado por Dios, pues todo lo que padeció fue con un propósito divino.
¿Sabe algo? Usted tampoco va a dejar este mundo antes de tiempo y
sofocado por las pruebas; usted no va a morir en medio de los tiempos de
pruebas y desiertos que está atravesando. ¡Dios está en el control de la
historia de su vida! ¿Acaso Él no tiene poder para cambiar su situación
actual? ¿Cree que Cristo puede dejarlo solo y abandonado en este tiempo
difícil? ¡Nunca! El mismo Dios que tiene propósitos con nuestras vidas
seguirá siendo fiel para guardarnos y cumplir Su plan completamente.
¿Puede creerlo en verdad? ¿Descansa su ser al saber que el Señor es amo y
dueño de su vida, o sólo siente desesperanza y turbación? Isaías 30:15 dice:
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“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en
reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza.”
El descanso y el reposo vienen a nuestras vidas cuando creemos por la fe
que el Señor gobierna nuestras vidas, y que no estamos solos; la quietud y
confianza nos permiten resistir y seguir adelante al tener nuestra mirada
puesta en el Señor, nuestro Castillo Fuerte. No importa si viene una o todas
las pruebas juntas, no importa si el tiempo de desiertos se hace interminable.
Lo importante es que si usted confía totalmente en el Señor, Él lo guardará
en la dificultad y cumplirá Su propósito en su vida. Apocalipsis 3:10 dice:
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de prueba que ha de venir sobre el mundo entero,
para probar a los que moran sobre la tierra.”
Si usted se ajusta a los parámetros de la Palabra de Dios, le sucederá lo
mismo que a Job: Será guardado y protegido cuando las pruebas lleguen,
aunque ante sus ojos se vea rodeado de pérdidas, destrucción y muerte. Dios
será su Refugio, Protector y Salvador ¿No es maravilloso experimentar esto
en nuestras vidas por la Presencia activa y poderosa del Espíritu Santo?
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¡Qué maravilloso es colocarse bajo la cobertura del Señor y humillarse en Su
presencia para, cuando sea el tiempo, ser exaltados por Él!
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CAPÍTULO 10
SENTIMIENTOS CAMBIADOS
En este capítulo, quiero invitarle a realizar un viaje imaginario; que juntos
recorramos y transitemos por las “calles y avenidas de las pruebas y
desiertos,” para tener una idea clara y precisa de lo que podemos sentir
cuando estamos atravesando esos duros tiempos. Durante la adversidad es
cuando, en nuestro interior, tenemos sentimientos cambiantes e inestables
que pueden apagar nuestra fe en el Señor. ¿Me acompaña?
La Biblia habla, con absoluta claridad, de lo que puede ocurrir en nuestro
interior cuando atravesamos tiempos de pruebas y desiertos. Como personas
de “carne y hueso,” no estamos exentos de tener sentimientos. Hemos sido
creados como seres capaces de experimentar y expresar lo que sentimos, sea
bueno o malo. Los sentimientos responden a nuestro estado de ánimo, de
acuerdo a las circunstancias que nos rodean y las presiones emocionales que
recibamos. Si recibimos una buena noticia todo nuestro ser se alegra y se
motiva, pero cuando recibimos una mala noticia tenemos la sensación de que
todo se viene abajo y nos llenamos de tristeza.
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Con el tema de las pruebas y los desiertos de la vida debemos hablar bien
claro: Aunque usted sea un cristiano fiel y lleno del Espíritu Santo, su ser
interior también se verá afectado por los tiempos difíciles que está
atravesando. Su espíritu puede estar fuerte en el Señor, pero su alma puede
debilitarse. Es muy probable que usted experimente sentimientos contrarios
a su fe. Por cierto, generalmente como cristianos estamos ejercitados a
movernos por fe y colocar los sentimientos en su debido lugar; pero a veces
pensamos que por ser cristianos no podemos sentir nada, como si fuéramos
un robot. Somos creación de Dios y Él nos hizo con sentimientos ¡para qué
los experimentemos interiormente y los expresemos externamente!
Es por eso, que usted necesita saber cuáles son las reacciones normales que
puede tener cuando se encuentra atravesando pruebas y desiertos. Saber esto,
por anticipado, le guardará de todo espíritu de condenación y confusión
espiritual, y le ayudará principalmente a caminar por fe.
Preste mucha atención a lo que, generalmente, puede sentir una persona que
atraviesa tiempos de pruebas y desiertos:
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1) Sentimientos de Incredulidad
En Lucas 22:31-32 Jesús le dijo a Simón Pedro “Satanás os ha pedido para
zarandearos… yo he rogado por ti, que tu fe no falte…”
Jesús sabía que cuando arrecian las pruebas de la vida, la incredulidad nos
acecha intentando devorar nuestra fe para despojarnos de nuestra condición
de hijos de Dios y hacernos perder conciencia de Su propósito.
Los tiempos de pruebas son momentos de aridez espiritual, como si
estuviéramos atravesando un desierto a pleno mediodía. Estos son tiempos
donde sólo debemos depender de la Palabra de Dios, y trabajar para
apuntalar nuestra fe. Recuerde la forma en que Jesús venció a Satanás en el
desierto: “Escrito está” (Lucas 4:4,8 y 12). Aunque no veamos nada, ni
sintamos nada positivo, afirmémonos sobre la Roca firme: ¡Jesucristo! y
confesemos las promesas de la Palabra de Dios para atravesar este tiempo
con estabilidad espiritual.
2) Sentimientos de Aflicción
El pasaje de 1 Pedro 1:6 nos ofrece otro “pantallazo” sobre los posibles
resultados de los tiempos de pruebas y desiertos: “aunque ahora por un
poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos por diversas
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
121
pruebas.” Los tiempos de pruebas son tiempos de aflicción. ¡Estamos en un
horno recalentado siete veces! ¿Se da cuenta por qué en estos tiempos
difíciles debemos aferrarnos al Señor y a Su poderosa Palabra? Dios es el
refugio perfecto en la cruel tempestad y sólo en sus brazos podemos
sentirnos seguros.
3) Sentimientos de tristeza y angustia
Los tiempos de pruebas y desiertos, muchas veces, originan en nosotros un
estado de ánimo triste y decaído. Cuando eso nos suceda no debemos
asustarnos y pensar “¿Qué me está pasando?” “¿Estaré en pecado?” Si usted
es una persona que camina en integridad y santidad para con el Señor, confíe
en que Dios está moldeando su vida para bien aunque no se sienta del todo
bien. El Salmo 138:7 dice:
“Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira
de mis enemigos extenderás tu mano. Y me salvará tu diestra.”
4) Sentimientos de soledad
Cuando estamos atravesando pruebas y desiertos, aunque estemos rodeados
de personas que nos aman y cuidan, experimentaremos una “extraña
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sensación” de soledad, como un vacío interior. Hasta podríamos llegar a
sentir al Señor muy lejos de nosotros. El Salmo 10:1 dice
“¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la
tribulación?”
David escribió este párrafo porque él mismo experimentó esta clase de
soledad en sus tiempos de pruebas y desiertos.
5) Sentimientos de una pesada carga espiritual
Este punto sólo puede entenderlo una persona que lo haya experimentado.
Es difícil explicarlo con palabras, es algo que se vive interiormente cuando
las pruebas llegan.
La frase “pesada carga espiritual” significa la presión interna que uno tiene,
al ver pasar los días sin que cesen las pruebas. Esta carga, ciertamente, no
tiene nada que ver con el pecado no confesado. El Salmo 66:10-11 dice:
“Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata.
Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.”
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6) Sentimientos de sequía espiritual
Cuando uno atraviesa por momentos de pruebas se tiene la sensación de
estar decreciendo en su nivel espiritual. Uno se siente seco espiritualmente
debido al trato de Dios. ¡Son tiempos desérticos! Isaías 58:11 dice:
“Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará
vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de
aguas, cuyas aguas nunca faltan.”
Así que, cuando le ocurra esto, no se asuste ¡Dios está todavía en control!
¿Qué le pareció el recorrido? Realmente es duro y difícil, ¿verdad? Por eso
es que compartimos esto, para que al conocer esto, no baje los brazos
vencido ni se hunda en la incredulidad y la desesperación. Usted necesita
que el Espíritu Santo selle en su corazón las verdades de Su Palabra, a fin de
evitar ser confundido y atrapado por Satanás.
He compartido con usted, lo que siente la mayoría de las personas que
atraviesan tiempos de pruebas y desiertos, no para sembrar temor y
frustración en su corazón, sino para alertarle sobre lo que puede ocurrirle y ,
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de esta manera, con el poder del Espíritu Santo pueda manejar sus
sentimientos y caminar principalmente por fe.
Muchos, por no haber recibido previa instrucción bíblica de una manera
clara y sencilla, han abandonado el camino del Señor; otros hoy son fósiles
espirituales, atrapados por la telaraña de la derrota.
Esto no tiene por qué sucederle a usted, pues si ha prestado suficiente
atención a lo dicho no se dejará avasallar por las presiones de las pruebas.
Hay un propósito supremo de Dios para su vida, no se lo pierda por no tomar
las precauciones necesarias. Disponga todo su ser para que Dios continúe la
obra de perfección que Él ha comenzado en su vida. Su plan no es
eliminarlo, sino formarlo más a la imagen de Jesucristo. ¡Amén!
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CAPÍTULO 11
MENTE RENOVADA, BATALLA GANADA
En el capítulo anterior hemos hablado acerca de “qué se siente” cuando
atravesamos tiempos de pruebas y desiertos. En este capítulo, quiero
compartir lo que sucede con la mente; cuáles son aquellos pensamientos que
nos asaltan; o preguntas que se formulan la mayoría de las personas.
La batalla de la mente es la principal batalla que tenemos que ganar para
atravesar con éxito los tiempos de pruebas y desiertos. Recuerde que todo
pasa por la mente y luego se traslada a los sentimientos.
Esos pensamientos vienen para hacernos caer en la frustración y
condenación, para debilitarnos en la fe e impedirnos comprender el real
significado de las pruebas y alcanzar nuestro destino espiritual.
Algunos de estos pensamientos son los siguientes:
1) “¿Qué me está pasando?”
Una de las cosas que debemos buscar en oración es la sabiduría del Espíritu
Santo para poder entender los tiempos de pruebas y desiertos a la manera del
Señor. 1 Pedro 4:12 dice:
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“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido,
como si alguna cosa extraña os aconteciese.”
El cristiano normal, con cierto grado de madurez y estabilidad espiritual, no
se va a sorprender cuando las pruebas lleguen. Para el cristiano bíblico las
pruebas y los desiertos espirituales no son una cosa extraña, sino parte de la
vida cristiana. No se cuestiona si “eso” le sucede porque es un pecador o
porque es un débil espiritual.
Él toma a las pruebas como un medio útil y provechoso para ser
perfeccionado como Hijo de Dios; las acepta como algo que Dios quiere
utilizar para su provecho personal y para la gloria del Señor.
2) “No me siento bien”
En los momentos de pruebas lo peor que uno puede hacer es pensar que no
se siente bien. Los pensamientos negativos le dan la orden a los sentimientos
y se origina la preocupación y el decaimiento físico. Debemos aprender a no
razonar dependiendo de los sentimientos sino de la fe. En algunas
circunstancias depender del razonamiento puede resultar fatal.
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Una vez, hablando con un piloto de aviación me contó lo siguiente:
- Cuando el avión pasa por medio de una tormenta, el piloto necesita
depender única y exclusivamente de los controles del avión.
Muchos de los accidente aéreos han ocurrido porque el piloto se dejó llevar
por su propio razonamiento y sus sentidos. Generalmente éstos, - continuó
diciendo el piloto, - difieren de las órdenes dadas desde la torre de control
del aeropuerto. -
En los tiempos de pruebas y desiertos dependa de la fe y no de los consejos
que su propia razón le indican. Debe basarse y afirmarse en lo que dice la
Palabra de Dios. Mateo 24:35 dice:
“El cielo y la tierra (recuerde que los tiempos de pruebas y desiertos vienen
en la tierra) pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
Habrá momentos en que usted pensará y, por consiguiente, sentirá que no va
a resistir, que no saldrá vivo. Eso lo piensa usted, ¡pero no el Señor! Él en
cambio le dice: “Te guardaré de la hora de prueba” (Apocalipsis 3:10).
Confiese y proclame para usted mismo: ¡“El Señor me guardará de la hora
de prueba”!
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3) “Me parece que Dios me ha abandonado”
No inquiete su corazón pensando que Dios lo ha dejado solo y abandonado.
Dios nunca se aleja de sus hijos a menos que sus hijos se alejen de Él. El
Señor está con usted, en los tiempos de pruebas y desiertos, aunque usted no
lo sienta ni lo vea. Él es más real que el aire que respiramos. Recuerde que la
Biblia dice, en Romanos 1:17, que el justo por la fe vivirá, y que sin fe es
imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). ¿Acaso si Él que ha prometido
“Yo estoy con ustedes todos los días (buenos y malos) hasta el fin,” (Mateo
28:20) puede mentir? ¡Imposible, pues Él es la Verdad! (Juan 14:6)
4) “¡Me resisto a pasar por pruebas!”
Si usted intenta rebelarse, resistiéndose a atravesar las pruebas como si
fueran circunstancias ajenas a la vida cristiana, quedará fuera de la voluntad
de Dios para su vida. Para los hijos de Dios, todo lo que nos pasa tiene un
propósito, pues Él transforma aun lo malo para bien (Ro. 8:28). Piense en
Jesús y en todo lo que tuvo que atravesar en sus tiempos de pruebas y
desiertos. Fue humillado hasta lo más bajo… pero luego vino, como
producto de eso, la exaltación de Dios (Filipenses 2:5-11).
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Los tiempos de pruebas y desiertos no piden permiso. ¡Pueden llegar
inesperadamente, pero siempre en el momento que Dios lo considere
necesario! Cada momento de nuestra vida está supervisado por el Señor. Él
maneja nuestros tiempos, y controla las circunstancias para que redunden
para nuestro bien. Él desea coronarse como Señor de nuestras vidas.
A veces, cantamos en la iglesia “Señor, Señor” sin entender la profundidad
de su significado; muchas veces decimos esta palabra con liviandad e
ignorancia. La palabra “Señor” en el idioma griego tiene varios significados,
como ser: “dueño”; “amo”; “soberano”, “máxima autoridad.” Así que,
cuando estoy confesando con mis labios la palabra “Señor,” lo que estoy
diciendo es que Jesús es mi dueño, mi amo, mi soberano, mi máxima
autoridad… pero… ¿estamos realmente dispuestos a permitir que Él sea
nuestro Señor; y que, como tal, haga con nosotros lo que crea conveniente…
aunque eso incluyan tiempos de pruebas y desiertos?
Si Jesucristo es su Señor, usted le permitirá sumisamente ser moldeado y no
estará corriendo de un lado al otro en busca de “salidas” o “atajos” para
evitarlo. El Señor que lo introduce en las pruebas es el mismo que lo sacará
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de ellas en su debido momento. Nunca se olvide: Los tiempos de pruebas y
desiertos no son para toda la vida sino para ciertos períodos.
5) “No tengo deseos de orar y leer la Biblia”
Los tiempos de pruebas y desiertos son tiempos de espera y quietud
espiritual donde uno debe refugiarse en la oración y la Palabra. El Salmo
46:10 dice “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.” Durante este
tiempo, no tome decisiones apresuradas que arruinen todo lo maravilloso
que el Espíritu Santo está gestando en usted. Dejar de tener comunión con
Dios, por medio de la oración y la meditación en Su Palabra, pueden
transformarlo en un raquítico espiritual, vulnerable a cualquier embestida del
enemigo. Recuerde que los tiempos de pruebas y desiertos se pueden
transformar en tiempos de muerte espiritual si dejamos de aferrarnos al
Señor. Sólo de la mano del Señor recibiremos fortaleza; separados de Él
habrá desesperación y muerte espiritual.
La oración y la meditación diaria en la Palabra revitalizan nuestra comunión
con Dios, y nos mantienen bajo la cobertura del Espíritu Santo, recibiendo
de Él la ayuda y motivación para seguir adelante en busca del cumplimiento
de Su voluntad.
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6) “En el estado en que me encuentro no puedo congregarme”
Hay creyentes que cuando están atravesando pruebas, en vez de buscar
compañía y refugio en la familia de Dios, prefieren aislarse hasta que “pase
la tormenta.” Precisamente eso es lo que quiere el diablo para que estemos
desprotegidos y poder darnos el golpe mortal.
En la vida cristiana el aislamiento y/o dejar de congregarnos es muy
peligroso y contraproducente para vivir una vida llena del Espíritu Santo.
El Señor nos ha colocado en un cuerpo espiritual, Su iglesia, donde cada
miembro necesita del otro para funcionar bien y recibir cobertura espiritual.
En el cuerpo humano, cuando un miembro está enfermo o debilitado, los
miembros sanos duplican su capacidad para suplir la debilidad del miembro
enfermo. Si esto ocurre en el cuerpo humano ¡Cuánto más debe ocurrir en el
Cuerpo de Cristo, la iglesia!
Ningún miembro puede vivir aislado. Los “llaneros solitarios” nunca llegan
a ningún lado en las cosas de Dios. La Biblia dice: “No dejando de
congregarnos como algunos tienen por costumbre” (Hebreos 10:25). Al
congregarnos recibimos bendición, estímulo, aliento y esperanza. Por eso, si
al atravesar tiempos de pruebas y desiertos, dejamos de congregarnos ¿qué
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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será de nosotros? ¡Necesitamos la cobertura espiritual que nos da el ser parte
de una iglesia local específica, bajo la autoridad de un Pastor específico.
En estos tiempos tan difíciles es cuando tenemos que redoblar/duplicar, si
fuera necesario, nuestra comunión con los hermanos en la fe. La Biblia dice
también: “Mejores son dos que uno” (Eclesiastés 4:9a) ¿Por qué dice así?
Porque uno ayudará al otro a no enfriarse espiritualmente y lo sostendrá para
resistir la adversidad.
Es probable que usted se haya identificado con algunos de los pensamientos
mencionados en este capítulo. Quizás usted se haya preguntado ¿Seré el
único que piensa así? Hay muchas personas como usted que se preguntan lo
mismo. Los tiempos de pruebas y dificultades son tiempos donde todo es
sacudido y, por consecuencia, podemos a llegar a pensar cosas que jamás
hemos imaginado.
Ahora, ha encontrado respuestas y consejos sólidos para contrarrestar esos
pensamientos que abruman su mente y le impiden seguir marchando hacia
adelante como un buen soldado de Jesucristo. No se detenga, sino disponga
todo su ser a seguir avanzando para poder crecer aun en medio de los
tiempos de pruebas y desiertos.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Quizás, usted nunca pensó poder tener “semejantes pensamientos,” pero
ahora ya está preparado para cuando éstos bombardeen su mente.
Lo invito, en este momento, a levantar sus manos al cielo y decir en clamor a
Dios: “ Señor, no me dejaré llevar por ningún pensamiento erróneo; voy a
dejarme guiar únicamente por tus pensamientos, revelados en tu poderosa
Palabra, la Biblia, porque deseo que Tú te glorifiques en mi vida.
Continúa tu obrar en mí, ¡Para Tu gloria Señor!”
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CAPÍTULO 12
ALIENTO DEL CIELO EN MEDIO DEL DESIERTO
La respiración es un verdadero milagro de Dios. Inhalar y exhalar aire hace
que cada órgano de nuestro ser se mantenga vivo. La ciencia médica afirma
que cuando se corta la respiración, aunque sea por sólo unos segundos, se
comienzan a morir las células de nuestro cerebro, lo que posteriormente
puede causar serios trastornos y aun la misma muerte.
La respiración es una prueba de que estamos vivos. Dios nos ha creado con
la necesidad de respirar el aire que Él mismo creo para tal fin. Sin el aire,
por más capacidad que tengamos para respirar, moriríamos asfixiados.
De esto, podemos extraer un paralelismo con la vida espiritual: Dios nos ha
hecho hijos suyos por medio de la fe en Jesucristo, y nos ha dado
“pulmones” espirituales para que recibamos el aire del Espíritu Santo y, así,
vivamos con plena salud espiritual.
Los tiempos de pruebas y desiertos son tiempos asfixiantes, donde será de
vital importancia recibir aliento del Cielo. Así como a un paciente, cuando
es intervenido quirúrgicamente, se le coloca una máscara de oxígeno; de la
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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misma manera el Señor ha preparado un equipamiento celestial para
brindarnos Su aliento y poder resistir.
Se hace indispensable la ayuda extra del Espíritu Santo para poder resistir la
adversidad. El aliento del cielo que el cristiano recibe es por medio de la
oración y la meditación de la Palabra de Dios. Ciertamente, este es un
“hábito respiratorio espiritual” que debemos cultivar en todo momento, pero
se hace imprescindible en medio de los tiempos de pruebas y desiertos para
poder resistir y vencer.
La oración es la manera inmediata de comunicarnos con Dios, y su respuesta
generalmente viene por medio de Su Palabra. Esta bella combinación origina
un precioso diálogo espiritual.
Durante los tiempos de pruebas y desiertos, la oración y la meditación en la
Palabra de Dios son la vía de escape y renovación espiritual y el mejor
antídoto contra el estrés. Es la mejor manera de liberarnos de las cargas y
presiones que nos abruman. El proceso de la oración es vaciarme de todo lo
mío y entregárselo a Dios; el proceso de la meditación es llenarme de todo lo
de Dios para recibir el aliento diario del cielo. Isaías 42:5-6 dice:
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“Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que
extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora
sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en
justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré…”
Este hermoso pasaje nos dice que Dios da aliento a Su pueblo. ¡Bendito sea
Su Nombre! El que nos ha rescatado del reino de las tinieblas y nos ha
justificado, también nos sostiene de la mano guardándonos en todo tiempo.
Así como en lo natural necesitamos el aliento diario para vivir, en el ámbito
espiritual, necesitamos buscar el Aliento que viene de la presencia de Dios; y
esto se logra buscándolo cada día por medio de la oración y meditación de la
Palabra.
El pasaje de Filipenses 4:6-8 nos da unas claras directivas para saber cómo
manejar los tiempos de pruebas y desiertos, que son tiempos donde nos
sentimos invadidos por la preocupación y ansiedad:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias…”
Vivir sin preocuparnos, especialmente cuando tenemos problemas, es algo
humanamente imposible de practicar.
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La palabra “preocupación” significa “ocupación anticipada,” dando a
entender que cuando nos preocupamos, nos estamos anticipando a un
resultado negativo, descartando por completo el obrar de Dios. Nos
preocupamos porque no le encontramos solución a una situación
determinada, y pensamos en los males que nos vendrán. Por cierto, esta es la
óptica humana pero no la divina. Romanos 8:28 dice que Dios hace que
todas las cosas ayuden para bien, ¡aun las negativas!
La preocupación es una sensación interna, que afecta nuestra alma y abate
nuestro espíritu. En la medida que la preocupación se agigante, veremos el
problema más y más grande. Gracias a Dios, usted y yo estamos en Cristo ¡y
tenemos una salida! Los cristianos podemos ponerle un freno a la
preocupación, y evitar sus efectos secundarios destructivos siguiendo los
consejos bíblicos. Los que no tienen a Cristo en su corazón no tienen salida
y son presa de la preocupación y su efecto destructor, pero usted y yo por ser
cristianos tenemos la solución al alcance de la mano.
En los tiempos de pruebas y desiertos debemos estar alertas para ponerle
freno a la preocupación, que inicialmente es natural, pero puede tornarse en
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138
algo espiritualmente malo si le damos lugar al diablo. Note la progresión
negativa de la preocupación:
1) La preocupación altera nuestra paz interior;
2) Luego nos conduce a un estado de desesperación;
3) La desesperación nos lleva a tomar decisiones apuradas, fuera de la
voluntad y el tiempo de Dios;
4) El resultado será un desequilibrio emocional, físico y espiritual, con
consecuencias negativas a nuestro alrededor.
Como cristianos, tenemos la manera de canalizar la preocupación natural
con la ayuda del poder del Espíritu Santo.
Volviendo al pasaje de Filipenses, continúa diciendo: “sino,” es decir, “en
cambio” “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias.” Cada día debemos asegurarnos
que Dios sea el primero en conocer nuestra carga o preocupación. Muchas
veces llamamos primero a nuestros amigos o hermanos de la iglesia para
compartirles nuestra carga. Eso es bueno y necesario, pero lo primero es lo
primero. Si Cristo es su Señor permítale a Él que se entere de su
preocupación antes que nadie. Los amigos y hermanos en Cristo pueden
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139
escucharnos y darnos su apoyo, pero el Señor es el Único que puede darnos
lo que realmente necesitamos: Aliento del Cielo para vivir y seguir adelante.
Sólo el aliento del Espíritu Santo puede darle las fuerzas que necesita para
vivir. Nunca se olvide: Primero lo primero, y primero es el Señor. ¿Puede
comprender que usted tiene acceso directo al Señor sin necesidad de esperar
un solo segundo? Cuando usted habla con el Señor, no hay secretaria de por
medio u otras cosas que le impidan hablar con Él directamente. Leí una vez
cuál era el teléfono de Dios: 365-12-24-33:3. Eso quiere decir que el Señor
está disponible para nosotros los “365” días del año; los “12” meses del año;
las “24” horas del día y “33:3” es el pasaje de Jeremías que dice: “clama a
mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces.” ¡Este es el teléfono directo de Dios, la oración!
Al orar, preséntele su carga y háblele con sinceridad, sin usar ningún
lenguaje “especial” religioso. Muchos creen que si la oración no está
compuesta de bellas palabras Dios no va a escuchar. ¿Sabe una cosa? Es
probable que debido a su gran dolor no logre expresar ni una sola palabra,
sino sólo llanto y un gemido que sale de lo profundo de su corazón. ¡Dios lo
escuchará igual, pues el Señor es tan hermoso que toma en cuenta hasta
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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nuestro gemir! El Salmo 5:1 dice: “Escucha, oh Jehová, mis palabras;
considera mi gemir.” Por eso es tan necesario buscar al Señor en oración,
porque Él escucha aun nuestro gemir. Recuerde que Dios mira siempre las
intenciones del corazón. Muchos dicen que como el Señor conoce nuestra
situación antes que le pidamos (Lea Mateo 6:8) no es necesario orar. ¿Por
qué orar? La respuesta la tenemos en Marcos 11:24 “porque todo lo que
pidiereis orando:” La manera directa de ser escuchados por el Señor es por
medio del “teléfono celestial:” La oración. El cristiano fiel y obediente
siempre recibe lo que, primero, pidió en oración.
El pasaje de Filipenses 4:6 agrega algo más, “oración y ruego.” “Rogar”
significa suplicar, humillarse ante alguien para pedirle un favor especial.
Necesitamos aprender a humillarnos ante el Señor para reconocerlo como
nuestra Gran Autoridad, como nuestra Única Salida. Hay gran bendición en
humillarse ante el Señor. 1 Pedro 5:6 dice “Humillaos, pues, bajo la
poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” Si nos
humillamos seremos exaltados por el Señor.
Entonces, volviendo al Pasaje de Filipenses 4:6, en los tiempos de
preocupación debemos orar y rogar “con acción de gracias.” A Dios le
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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agrada tener un pueblo agradecido. La acción de gracias es la puerta de
acceso a Su presencia. El Salmo 100:4 dice: “entrad por sus puertas con
acción de gracias…” El acceso a la presencia de Dios es por medio de la
acción de gracias. Note que dice “acción de gracias,” dando a entender que
el agradecimiento es una acción que abre la puerta y nos da acceso a la
presencia de Dios.
Cuando nosotros hacemos nuestra parte, que es buscar al Señor en oración,
ruego y con acción de gracias, viene el obrar directo de Dios sobre
nuestras vidas, algo maravilloso viene de Su presencia por el poder del
Espíritu Santo: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
(Fil. 4:7) La paz es un fruto del Espíritu Santo porque viene de Dios. Esta
paz no se puede comprender, pero sí se puede experimentar. ¡Aleluya! Usted
se va a decir a sí mismo: - No sé lo que me pasa. Tengo una paz increíble en
medio de todos los problemas que estoy atravesando. Tendría que estar
preocupado, desesperado y lleno de ansiedad, pero en cambio tengo una
hermosa sensación de paz interior. ¡No entiendo lo que me está pasando pero
me siento muy bien! - Cuando usted piense así, acuérdese que la Biblia ha
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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dicho que la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento, es decir uno no la
entiende pero la experimenta. Esta paz celestial “guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil. 4:7) La paz de
Dios es protectora, sanadora y renovadora. Es un medio de protección
increíble en medio de los tiempos de pruebas y desiertos. Esta paz es la que
nos guarda de padecer un paro cardíaco o un golpe de estrés. ¡Si usted está
vivo en medio de todos los problemas y dificultades que está atravesando,
tenga por seguro que no es por su propia fuerza, sino por el Aliento que
recibe de parte del Señor! A veces no somos conscientes que la salvación
que hemos recibido incluye la salvación espiritual, física y emocional. ¡Él es
nuestro Gran Salvador!
El Señor guarda nuestro corazón no sólo de un infarto. Si bien la palabra
griega usada aquí para “corazón” es “kardia,” referida al músculo del
corazón, en la Biblia “corazón” se refiere al asiento del alma, compuesta por
los sentimientos, la mente y la voluntad. Lo que el pasaje está diciendo es
que el Señor guarda nuestro físico y nuestro ser interior para que no nos
sintamos derrotados en medio de los problemas ni pensemos que es el final.
El Señor que nos guarda, es el mismo Señor que nos ayudará a salir
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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victoriosos para que cumplamos Su propósito divino. En estos tiempos
difíciles necesitamos aprender a controlar nuestros pensamientos. La mente
es un campo de batalla constante para el cristiano, pues existe una triple
lucha:
1) Lo que Dios quiere que yo piense,
2) Lo que el diablo quiere que yo piense y
3) Lo que yo decido pensar.
En definitiva, pensar “a mi manera” implica pensar bajo el principio de
independencia y rebelión propuesto por el enemigo. Es por eso que el v.8 de
Filipenses 4, vuelve a recordar la importancia de cuidar nuestra forma de
pensar. Dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Para mantener la paz de Dios en nuestros corazones y pensamientos,
debemos adiestrar nuestra mente para pensar como la Palabra de Dios lo
enseña. Leímos antes, que el Señor guarda nuestros pensamientos en Cristo
Jesús. Si usted lee el v.8 se dará cuenta que las cualidades mencionadas se
resumen todas en Cristo, pues Él es verdadero, honesto, justo, puro, amable,
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
144
tiene un Nombre que es sobre todo nombre; en Él hay virtudes y es digno de
toda la alabanza. Nuestro pensamiento debe estar centrado en Cristo. Aquí
entra en juego la meditación de la Palabra de Dios. Muchas veces leemos la
Biblia pero no la meditamos. El diccionario define la palabra meditar como
“pensar y reflexionar.” Por eso el pasaje de Filipenses dice “en esto
pensad,” es decir que meditemos reflexionando y pensando lo que leemos. A
veces, por el poco tiempo que tenemos, leemos la Palabra de Dios a las
apuradas. Cada día me convenzo más que, para tener intimidad y
comunicación con Dios, necesitamos aprender a tener quietud. El Salmo
46:10 dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.” Para saber quién es
Dios, y cómo es Él, necesitamos quietud en Su presencia. Eclesiastés 9:17
dice también “las palabras del sabio escuchadas en quietud.” ¿Acaso hay
algo que otorgue más quietud que oír la Palabra de nuestro sabio Dios?
Durante los tiempos de pruebas y desiertos es muy conveniente estudiar y
meditar las promesas de la Palabra de Dios que hablan sobre la fe. Muchos
no están de acuerdo acerca de confesar las promesas de la Palabra de Dios,
pero yo he notado en mis propios tiempos de pruebas y desiertos que esta
clase de confesión mantiene e incrementa mi fe, y bendice los aires que me
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
145
rodean. Generalmente usamos la palabra “confesión” referida a la limpieza
de nuestros pecados. La confesión de las promesas de la Palabra de Dios es
otra cosa: Sirve para solidificar nuestra fe, fortalecer nuestras rodillas caídas
y darnos fuerzas para seguir adelante. Si no practicamos diariamente la
confesión efectiva de las promesas de la Palabra de Dios, llenaremos nuestra
boca con quejas o palabras negativas. Debemos utilizar nuestro hablar para
la confesión de la Palabra de Dios. Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de
tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él,
para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” La frase
“nunca se apartará de tu boca” incluye confesar la Palabra de Dios. Medito
con mis pensamientos y confieso con mi boca. Es una manera efectiva de
afirmar un concepto o una promesa de Dios. Por ejemplo: Joel 3:10 dice:
“diga el débil, fuerte soy.” Al leer ese consejo bíblico comienzo a meditar
en él y, por la fe, veo mi debilidad cambiada en fortaleza celestial. Cuando
decido confesarlo con mi boca digo: - “En medio de mi debilidad en este
tiempo de pruebas, confieso que soy fuerte por la Gracia de Dios.” - Como
la Palabra de Dios es creativa, ella empezará a trabajar y eliminará de mi
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
146
interior ese sentimiento de debilidad y decaimiento, produciendo energía y
nuevas fuerzas. ¿Se da cuenta la importancia de la confesión de las promesas
de la Palabra de Dios en los tiempos de pruebas y desiertos? Cuando usted
se ejercita en el área de la confesión, su fe crece y su mente es guardada de
los pensamientos negativos, transmitidos por el mismo diablo con el
propósito de destruirle.
La manera efectiva de recibir Aliento del Cielo en todo tiempo, es ejercitar
la oración y la meditación en la Palabra de Dios. Cuando fusionamos estos
dos hábitos santos, el Aliento del Cielo se hace realidad en nuestras vidas ¡Y
cuánto lo necesitamos en los tiempos de pruebas y desiertos!
CAPÍTULO 13
HIJOS SEGÚN EL CORAZÓN DEL PADRE
Hebreos 12:5-11 dice lo siguiente:
“Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige,
diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y
azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata
como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes,
entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros
padres terrenales, que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no
obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y
aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les
parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de
su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa
de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los
que en ella han sido ejercitados.”
Este impactante pasaje de la Palabra de Dios, tiene mucho para enseñarnos
acerca de los tiempos de pruebas y desiertos. Introduzcámonos en él para
iluminar nuestro entendimiento con el poder del Espíritu Santo, y para
comprender la clase de hijos que Dios anhela tener.
El v.5 comienza diciendo: “Hijo mío.” Esta frase de Dios es para usted y
para mí, para todos aquellos que son hijos del Dios Altísimo. Son las
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
148
palabras de un Padre sabio a Sus hijos amados. Luego, continúa diciendo:
“no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres
reprendido por él.” Es bueno aclarar que, en los tiempos de pruebas y
desiertos, no estamos recibiendo disciplina porque seamos malos y
pecadores. Generalmente asociamos a la disciplina como la consecuencia a
una mala conducta, pero el énfasis de la disciplina, en la vida del creyente
fiel, tiene más relación con su preparación y formación a la imagen de
Cristo. De más está decir, que en la disciplina Divina está incluida la
corrección, pero ésta es principalmente para moldearnos y formarnos a
semejanza de Cristo y ser transformados en hijos según el corazón de Dios.
En el versículo que estamos analizando, hay dos negaciones referidas a la
disciplina y a la reprensión por parte de Dios; donde se nos aconseja a no
menospreciar la una, ni desmayar por la otra.
La palabra “menospreciar” significa dar menos valor a una cosa de lo que
realmente tiene. En este caso sería no darle el debido valor o despreciar la
disciplina del Señor. El despreciar implica no valorar lo maravilloso, bajo el
punto de vista Divino, que Dios desea hacer en nuestras vidas. Dios no nos
disciplina porque sea malo, sino porque nos ama.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
149
La palabra “desmayar” significa “perder el sentido.” Para poder entender
bien la exhortación, dada por el Espíritu Santo en el libro a los Hebreos,
formularemos a continuación tres preguntas y daremos su correspondiente
respuesta.
Estas preguntas se deducen del mismo pasaje y se encuentran en los
siguientes versículos: “¿Cuándo?” (v.5); “¿Por qué?” (v.6) y “¿Para qué?”
(v.10).
Comenzaremos, entonces, con la primera pregunta:
a) ¿Cuándo no tengo que menospreciar ni desmayar?
Esta pregunta se refiere al tiempo de formación durante las pruebas y los
desiertos.
Respuesta: “Cuando eres reprendido y disciplinado” (v.5)
Si menosprecio la disciplina del Señor, estoy siendo rebelde a Su voluntad.
Cuando uno desprecia la voluntad de Dios, desmaya o pierde el sentido de lo
que está sucediendo a su alrededor, se siente desorientado sin saber cuál es
el camino a seguir, y se pierde de alcanzar el propósito de Dios.
Los tiempos de pruebas y desiertos son tiempos en los cuales no conviene
tomar decisiones apuradas, o realizar cambios desesperados, ya que
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
150
podemos errar, y luego lamentarnos por habernos movido “por un impulso”
y no por la guía del Señor. Los tiempos de pruebas y desiertos son tiempos
para estar quietos, descansar en el Señor y dejar que Él trabaje en nosotros
con libertad. En nuestro interior tendremos el fuerte impulso de hacer algo
“para salir de la situación,” pero la experiencia nos dice que cuando Dios no
hace algo no intentemos hacerlo nosotros. No intentemos colocarnos en el
lugar de Dios porque nos daremos un golpe muy duro, y el proceso se
alargará aún más; nos habremos salido del límite de la obediencia para entrar
al terreno de la desobediencia, donde Dios deberá trabajar aún más duro y de
otra manera con nuestras vidas. ¡Quédese quieto y espere en el Señor con
una actitud de entrega y dependencia absoluta!
La segunda pregunta dice lo siguiente:
b) ¿Por qué no tengo que menospreciar ni desmayar?”
Esta pregunta nos guiará a comprender el propósito de Dios.
Respuesta: “Porque el Señor al que ama disciplina y azota a todo el que
recibe por hijo.” (v.6)
El contenido de este versículo sólo puede comprenderlo, en su total
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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magnitud, aquel que tiene hijos. Dios aquí manifiesta la “mentalidad del
padre diligente,” que por cierto no es la del padre cruel y malvado, para
lograr que sus hijos sean un ejemplo positivo en la vida.
Todo padre que ama, en verdad, a sus hijos los disciplina todas las veces que
sea necesario para su bien. Los hijos deben crecer en un marco de
contención, corrección y en un clima de amor, para que al cabo de los años
sean un valioso aporte para la sociedad y no una lacra social. ¿Entiende el
concepto?
Dios es un padre bueno, que busca nuestra felicidad y bienestar… por eso
nos corrige, a fin de ser semejantes a Jesucristo y mejores embajadores del
Reino de Dios aquí en la tierra.
Aquí obtenemos un concepto, no muy popular por cierto: Necesitamos la
disciplina Divina si queremos ser hijos de Dios. ¡De más está decir que a
nadie le gusta la disciplina! Si uno le pregunta a un niño si desea ser
disciplinado, con seguridad dirá - ¡Nooo, papi, nooooooo! - Pero el padre
sabio aplicará disciplina cada vez que sea necesario si ama a su hijo. No
todos los cristianos, lamentablemente, aceptan la mano correctiva del Señor.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Ellos menosprecian la disciplina del Señor, y por eso se pierden, a la larga,
de alcanzar el propósito final de Dios, que es bendecirlos. Está comprobado
que los hijos sin disciplina de hoy, serán los rebeldes del mañana. De la
misma manera podemos decir que el creyente que quiere “evadir” la
corrección, se transformará en un rebelde y un “caprichoso” espiritual.
Cuanto mayor sea el plan de Dios para nosotros, mayor será Su disciplina
formativa y correctiva. Él lo hace para que estemos calificados para la tarea
a la cual nos ha llamado. Dios necesita, como nunca antes, cristianos con
dones y con fruto, cristianos con habilidades y con un carácter
santificado.
Estas cosas no se predican mucho en nuestras iglesias, y es por eso que
abunda la mediocridad espiritual y la carnalidad. A veces, por temor a perder
gente de la iglesia, tenemos la tendencia a rebajar las normas bíblicas y a
“regalar” bendiciones al por mayor, sin mencionar la disciplina correctiva y
formativa de Dios que nos ayudará a alcanzar una vida de santidad. Sin
embargo, cuando los creyentes son instruidos en este tema, tomarán los
tiempos de pruebas y desiertos (cuando vengan) como algo necesario de la
vida cristiana. Sabrán que es parte del plan amoroso del Padre Celestial para
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
153
introducirlos en la escuela del Espíritu Santo, a fin de formarlos a la misma
imagen de Cristo y ser hijos según Su corazón.
El v.7 dice: “Si soportáis.” Soportar es la condición básica para ser tratados
como hijos. Aquel que no se sujeta a la voz de Dios, que no soporta, y que
no resiste, se “desinfla como un globo” rápidamente; en cambio aquel que se
sujeta a la acción correctiva de Dios y soporta su disciplina, es aquel que
renueva sus fuerzas espirituales, sigue adelante, y llega a buen destino.
Los tiempos de pruebas y desiertos son tiempos en los cuales muchos
quedan descalificados por no soportar el trato de Dios sobre sus vidas.
Por otro lado, el v. 8 dice: “Si se os deja sin disciplina.” Es todo lo
contrario a: “si soportáis.” El que soporta experimenta la disciplina, en
cambio el otro directamente no la experimenta. La Biblia llama al primero
HIJO LEGITIMO; al otro HIJO ILÉGITIMO. Lo legal es de Dios, lo ilegal
no es de Dios. ¿Comprende lo importante que es permitirle al Señor
disciplinar nuestras vidas y no rehusarnos a su corrección? El que no la
acepta es ILEGITIMO; en cambio aquel que acepta la disciplina es un hijo
LEGITIMO SEGÚN EL CORAZON DEL PADRE.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
154
Algo ilegítimo es algo similar a lo real pero no igual. Es una copia falsa de
lo original y genuino. ¿Qué clase de vida es la suya para Dios: Legítima o
ilegítima? La raíz de su entrega al Señor Jesucristo ¿es verdadera o falsa?
¿Ha experimentado una conversión verdadera? ¿Puede realmente afirmar,
por lo que dice la Palabra de Dios y por el testimonio interno del Espíritu
Santo, que usted es un hijo/a de Dios legítimo? Si su respuesta es ¡Sí!,
Gócese en el Señor y disponga su ser para recibir todo lo que Dios ha
preparado, de antemano para usted, incluyendo aun la disciplina.
Disponga su corazón a obedecer a Dios. Así como usted obedecía a sus
padres terrenales cuando era niño, aunque muchas veces se equivocaban o lo
hacía sin amor, obedezca aún más, ahora, a su Padre Celestial quien nunca
se equivoca en la disciplina y, además, siempre es con amor y con un
propósito.
Aquí aparece en escena la tercera pregunta:
c) ¿Para qué no debo menospreciar ni desmayar?
Esta pregunta nos dirige al efecto o a la consecuencia.
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Respuesta: “Para que vivamos provechosamente.” (v.10) ¿Qué significa
vivir provechosamente para Dios? Hacernos partícipes de Su carácter,
alcanzar Su santidad (v.10), y ser cristianos que llevemos mucho fruto.
Dios quiere que usted llegue a alcanzar Su santidad, no la “falsa santidad”
creada por los fríos y calculadores preceptos de hombres religiosos y
legalistas.
Sólo a través de la disciplina Divina, usted llegará a experimentar Su
santidad. ¡No hay otra manera! El verdadero discípulo es aquel que ha sido
disciplinado y formado por Dios a la imagen de Jesucristo. ¿Está dispuesto a
dejarse formar por el Señor?
Es bueno aclarar, que no estoy exaltando el castigo como una forma de
alcanzar la santidad. Sencillamente deseo transmitir que el Señor, a través de
los tiempos de pruebas y desiertos de la vida, nos disciplina para nuestro
propio bien, con el fin de alcanzar la santidad.
Nuestra mente natural nos dirá que la disciplina del Señor no sirve, que no es
popular, que está pasada de moda, etc., pero sólo el Espíritu Santo nos podrá
hacer entender que es para nuestro provecho espiritual, y que sin la misma
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no podremos madurar en la vida cristiana y seguiremos siendo niños
inmaduros.
La disciplina, recibida en los tiempos de pruebas y desiertos, no tiene
ningún sentido como un fin en si misma, sino que es un excelente medio que
el Señor utiliza para moldearnos a Su imagen.
¿Ha notado usted las veces que aparece la palabra “disciplina” en el pasaje
de Hebreos 12? Detallémoslas una por una:
v. 5 (1 vez);
v.6 (1 vez);
v.7 (2 veces);
v.8 (1 vez);
v.9 (1 vez);
v.10 (1 vez);
v.11 (1 vez).
TOTAL: ¡8 VECES EN 7 VERSÍCULOS!
No hay duda alguna, que el Espíritu Santo inspiró al autor del libro a los
Hebreos a escribir varias veces la palabra “disciplina,” para que podamos
comprenderla ¡aunque sea por medio de la repetición! … y aceptarla como
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una realidad ineludible para todo creyente nacido de nuevo, que anhela
alcanzar nuevas cumbres espirituales. La disciplina es aplicada por Dios a lo
largo de todo nuestro andar cristiano. No interesa si tenemos uno o veinte
años como hijos de Dios. Cuando Él interpreta que necesitamos ser
disciplinados, lo hace como sólo un padre sabio lo haría: Para hacer de
nosotros mejores cristianos.
El v.11 termina refiriéndose al efecto de la disciplina en nosotros durante los
tiempos de pruebas y desiertos:
“Al presente” significa cuando estamos atravesando los tiempos de pruebas
y desiertos. La Biblia habla, con absoluta claridad, de cuál puede ser nuestra
sensación natural durante la disciplina: “tristeza.”
Ya hemos tratado esto en capítulos anteriores; que la vida cristiana no
siempre es “un mar de lágrimas” pero podemos llegar atravesar tiempos de
tristeza. Hay cristianos que creen y predican que estar triste es malo, y que
debemos estar siempre alegres y con una sonrisa de oreja a oreja.
La Biblia también nos dice que “hay tiempo de llorar, y tiempo de reír;”
(Eclesiastés 3:4). Seguramente los tiempos de pruebas y desiertos sean parte
de los tiempos para llorar, pero aun en medio de la tristeza podemos llegar a
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sentir el gozo del Señor como fruto del Espíritu Santo. ¡Eso sí que es un
milagro del Señor! Él es especialista en transformar los desiertos de la vida
en manantiales de agua viva y refrescante para el alma.
¿Qué podemos hacer, entonces, en esos tiempos de tristeza y angustia?:
a) Sacrificar alabanza y adoración al Señor (Salmo 50:14-15), por fe, aunque
no lo sienta.
b) Dar gracias al Señor por Su obra, que redundará en bendición final (1
Tesalonicenses 5:18). Agradezcámosle aun por Su disciplina porque esto es
una prueba, según Su Palabra, que soy tratado como un verdadero hijo y no
como un pobre bastardo.
En estos tiempos de pruebas y desiertos lo que vale es continuar siendo
fieles, sabiendo que nuestro Señor está con nosotros todos los días hasta el
fin del mundo (Mateo 28:20).
A Dios le interesa que crea y me goce en Su fidelidad ¡aun en medio de las
pruebas y dificultades!
En el libro de Daniel 3:12 se habla de tres personajes con nombres
especiales: Sadrac, Mesac y Abed Negro.
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En aquellos días fue escrito un edicto de parte del rey. El mismo decía que
cualquiera que adorara a otros dioses sería echado en el horno de fuego
ardiente. Ellos, a pesar de la prohibición del rey, continuaron adorando al
Señor, y decidieron pagar el precio cualquiera fuera la consecuencia.
Nabucodonosor les había dado la posibilidad de arrepentirse, y hacer que
adoraran a la estatua de oro (v.15), pero ellos se negaron. Iban a ser fieles al
Dios verdadero a pesar de las trágicas consecuencias que vendrían.
Entonces, fueron tomados prisioneros, y ataron sus cuerpos para ser echados
en el horno de fuego (v.20), el cual había sido calentado siete veces más de
lo acostumbrado (v.19).
Dice el v.21 que fueron echados en el horno de fuego ardiendo. Ahora bien,
¿Qué sucedió adentro del horno? El v. 25 nos describe que hubo Alguien
más poderoso que las llamas ardientes de la prueba:
“Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio
del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a
hijo de los dioses.”
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Dice el pasaje que en el horno de fuego no había tres varones, SINO
CUATRO. ¿Quién era el cuarto varón? “semejante a hijo de los dioses.” Mi
querido amigo, ¡el hijo de los dioses era nuestro Gran Señor Jesucristo!
La lección que necesitamos aprender es, que en medio del horno de las
pruebas nunca estaremos solos. Si somos hijos de Dios, Él también estará
con nosotros, asistiéndonos con su Presencia y evitando que nos quememos.
El v.11 de Hebreos capítulo 12 menciona otra palabra importante:
“Después.” Esto significa “cuando cesan las pruebas.” Las pruebas vienen
sólo por un lapso de tiempo, no por todo el tiempo de nuestra vida. ¿Qué
sucede después de la prueba? El mismo versículo nos da la respuesta: “da
fruto apacible de justicia.”
¿Qué significa la frase “fruto apacible de justicia? Para poder saberlo,
analicemos la frase palabra por palabra.
“Fruto”: Según el lenguaje bíblico es el producto del Espíritu Santo. (Ver
Gálatas 5:22)
“Apacible”: Es una palabra que deriva de paz, tranquilidad.
“Justicia”: En las Sagradas Escrituras, esta palabra significa “rectitud,”
“santidad.”
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Entonces, “fruto apacible de justicia” significa: La santidad que produce el
Espíritu Santo en el creyente que ha hecho la paz con Dios por medio de
Jesucristo.
Esto es, ni más ni menos, la hermosura de la santidad de Dios en usted,
produciendo el carácter de Jesucristo.
Concluye el v.11 diciendo: “a los que en ella han sido ejercitados” ¿Para
quién es la hermosura de la santidad? ¡Para todos aquellos que han sido
ejercitados en la disciplina divina! ¿Está usted alistado en las filas de los
“ejercitados” en la disciplina divina?
Dios desea contarlo entre las filas de los valientes que han decidido, de
corazón, dejarse moldear por el Gran Alfarero. ¡Agradezca al Señor por lo
que Él está haciendo en su vida; aunque, al presente, todo parezca ser causa
de tristeza!… ¡Crea en este día que su final será glorioso. Usted será uno
más que alcanzará la santidad, y también se deleitará saboreando el fruto
apacible de justicia. ¡Aleluya!.
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CAPÍTULO 14
LA ACTITUD QUE DEBEMOS TENER HACIA AQUELLOS QUE
ATRAVIESAN TIEMPOS DE PRUEBAS Y DESIERTOS
En diversas etapas de mi vida he atravesado tiempos de pruebas y desiertos,
tal como lo enseña la Palabra de Dios. Recuerdo, hace varios años atrás, un
tiempo específico, extenso y severo donde fui moldeado por Dios. En aquél
entonces, con menos madurez espiritual, no entendía lo que me estaba
sucediendo en su totalidad. Fueron tiempos de gran confusión, pero gracias a
Dios fui guardado y preservado por el Señor.
Recuerdo en aquel tiempo difícil, que cada día buscaba diligentemente a
Dios en oración privada y meditaba en Su palabra. Trataba de ser fiel en
todo lo que hacía, pero me daba cuenta que a pesar de eso, estaba
desorientado sin encontrar respuesta alguna a lo que me estaba sucediendo.
Intentaba por todos los medios continuar con mi vida cristiana normal, pero
en mí había una mezcla de sentimientos confusos; y a pesar de vivir rodeado
de amigos y hermanos en la fe, no tenía a nadie que me ayudara a atravesar
ese tiempo tan difícil ni que me explicara lo que me estaba sucediendo.
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163
Es triste decirlo, pero en aquellos tiempos, experimenté una gran soledad e
incomprensión de parte de los creyentes que me conocían. Ellos parecían no
entender mi situación.
El vaso desbordó cuando fui en busca de consejo a una autoridad espiritual.
Para mi sorpresa, su consejo sólo fue: - Tienes que orar y leer la Biblia
regularmente -. Me sentí un poco mal y frustrado por esa respuesta, porque
precisamente lo que siempre había estado haciendo era orar y leer la Biblia.
Noté que aquella persona no podía entender mi situación ni darme una
palabra de consuelo. Sinceramente, salí de esa entrevista peor que cuando
había entrado. Me sentía desesperado pues ni este líder espiritual pudo
darme una respuesta adecuada.
Lamentablemente, hay líderes en muchas de nuestras iglesias que intentan
siempre arreglar todo con una receta fácil: “tienes que orar y meditar,” en
vez de escuchar primero y luego dar un consejo bíblico sabio y útil,
inspirado por el Espíritu Santo. Hay veces que se cubre la incapacidad
ministerial con recetas “espirituales” pre-establecidas.
Hablando con otro hermano en la fe, me contó una vez lo siguiente: -
Ricardo, me he dado cuenta que si en mi congregación comparto alguna
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carga o les digo que estoy pasando por pruebas, a partir de ese instante es
como si empezaran a despreciarme y a dejarme de lado como si tuviera algo
contagioso. Es por eso que decidí que nunca más compartiría mis cargas con
alguien. -
¿Es posible que esto suceda dentro del pueblo de Dios? ¿Es posible que la
insensibilidad e incomprensión sean las características del pueblo de Dios
para con un hermano fiel que atraviesa por un tiempo de pruebas y
desiertos? ¿Por qué tantas veces dejamos de lado al hermano que pasa por
pruebas como si fuera un extraterrestre? ¿Cuál es nuestra actitud para con
los que pasan por tiempos de pruebas y desiertos?
En este capítulo del libro lo invito a colocarse, por un instante, en el lugar de
aquel que está atravesando por pruebas. ¿Qué actitud tendría usted que tener
con este hermano, según la Palabra de Dios?
Hay un pasaje del Nuevo Testamento que se encuentra en el libro de
Romanos 12:15 que nos dice cuál es la actitud correcta. Dice así:
“Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.”
Según la Palabra de Dios, la actitud que todo creyente necesita tener para
con el hermano, varía según lo que esté viviendo:
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1) Cuando recibe bendiciones
Lo que el creyente debe hacer para con su hermano en momentos de
bendición y alegría es simplemente “gozarse con el que se goza.” Es decir,
alegrarnos con él por la bendición que ha recibido.
Suponga que un hermano viene a su hogar y le dice: - ¡Conseguí un nuevo
empleo, más cerca de mi casa, con mejor sueldo, y menos horas de trabajo!-
¿Cómo va a responder usted al escuchar eso? ¿Con celos o envidia? ¡NO! La
sana actitud cristiana es gozarse con el hermano que ha recibido tal
bendición.
2) Cuando atraviesa dificultades
Aquí la situación es diferente. En este caso, el hermano está padeciendo un
problema o está atravesando una seria dificultad. ¿Cuál es nuestra actitud?
El creyente bíblico es aquel que practica lo que la Biblia dice. En este caso,
“llorar con los que lloran.” ¡Esta frase debiera estar escrita y grabada, a
fuego, en nuestro corazón! ¿Qué significa llorar con los que lloran?
Supongamos que viene un hermano de la congregación a hablar con usted.
Usted lo nota bien triste, abatido y con una gran carga sobre sus espaldas.
Mientras se lo comparte, lágrimas corren por sus mejillas pues su dolor es
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muy grande. ¿Qué es lo que debe hacer usted frente a ese hermano
quebrantado por el dolor? La Biblia dice que usted debe llorar junto a él y
darle consuelo.
Lamentablemente, hay algunos que hacen lo contrario. Yo llamo a esto “la
perversión del pasaje de Romanos 10:15” que es: GOZARME DEL QUE
LLORA.
Aunque cueste creerlo, muchas veces por fuera parecemos personas
doloridas por el hermano, pero en nuestro interior no sentimos ninguna
compasión por el hermano en necesidad, ¡hasta pensamos que se merece lo
que le está pasando! Es como si en nuestro interior nos gozáramos de su
adversidad.
Dios nos llama a que despertemos de nuestra insensibilidad y tengamos la
actitud cristiana correcta. No nos acerquemos al hermano para
“sermonearlo” o darle “explicaciones espirituales.” Muchas veces, es de
gran ayuda y refrigerio espiritual dar una Palabra de Dios cuando el Espíritu
Santo nos dirige; pero si no recibe una palabra específica de sabiduría no
hable por hablar; limítese a hacer sólo lo que Dios nos manda a hacer ¡llorar
con él!
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¿Qué significa llorar con el que llora? Sentir lo que él está sintiendo,
ponernos en su dolor, brindándole compañía y amor cristiano. Esto es mucho
más efectivo que mil palabras o un sermón. Los tiempos de pruebas y
desiertos vienen, no por hacer lo malo sino, muchas veces, por hacer la
voluntad de Dios.
No huya de su responsabilidad y sea sensible para con el hermano que sufre.
Si usted no llora hoy con el que llora, mañana nadie llorará con usted cuando
lo necesite. Se sentirá solo con su problema, y experimentará la misma
frialdad e insensibilidad que usted demostró, tiempo atrás, para con aquellos
hermanos en pruebas.
La iglesia, el cuerpo de Cristo, debe cumplir la misión de ayudarse unos a
otros, como le agrada a Dios. Hebreos 13:16 dice:
“Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales
sacrificios se agrada Dios.”
Hoy, es usted el que brinda consuelo y ayuda; mañana puede ser usted quien
lo necesite. ¡Es un boomerang Divino!: “de gracia recibisteis, dad de
gracia” (Mateo 10:8). También, 2 Corintios 1:3-4 nos dice:
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168
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios.”
Dejemos de lado la insensibilidad y nuestro egoísmo, y demos lugar a la
compasión y a la sensibilidad del Espíritu de Dios para consolar al que está
pasando por una tribulación.
Cuando un hermano está en medio de pruebas y desiertos, se encuentra muy
vulnerable y necesita recibir, principalmente, consuelo y apoyo espiritual.
Esto va más allá de las palabras. Debemos brindarle apoyo físico, espiritual
y emocional, quizás simplemente sentándonos con él para escucharlo sin
intentar darle ningún consejo. Él necesita liberarse hablando con alguien y
¡qué mejor que un hermano en la fe que esté dispuesto a escucharle! Si
alguien que está pasando por pruebas lo busca para hablar, en realidad lo que
necesita es que alguien lo escuche y que entienda su dolor. Tal vez, este
encuentro sea un monólogo donde usted deba solamente prestar sus oídos.
Una vez que la persona termina de contar todo lo que le pasa, usted no debe
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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intentar predicarle, sino más bien decirle: - Quiero que sepas que puedes
contar conmigo en este tiempo difícil que estás atravesando. - ¡No sabe el
valor que pueden tener esas palabras!
Algo que debemos evitar, es compartirles nuestros éxitos, logros o triunfos
(como aumento de sueldo, adquisición de algún bien económico, logros de
sus hijos, familia, etc.,) pues el que lo está escuchando es alguien que, a la
fecha, experimenta derrotas y fracasos. Así que al callar estaremos
evitándole más dolor. Recuerde que los seres humanos tendemos a
compararnos con los demás. Cuando nos enteramos que alguien tiene más o
ha logrado algo mejor que nosotros, la carne no quebrantada se siente mal,
inferior y disminuida. Tenga por seguro que, el Espíritu Santo tratará esto en
su debido momento, pero en lo que sea de nuestra parte evitémosle un mal
momento.
“Llorar con los que lloran” es la actitud correcta que Dios espera de
nosotros, para con aquellos que, a la fecha, están pasando por el fuego de las
pruebas. ¡Danos Gracia Señor, para ayudar a aquellos que están atravesando
tiempos de pruebas y desiertos!
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170
CAPÍTULO 15
PODER REFRESCANTE Y RENOVADOR
Atravesar los tiempos de pruebas y desiertos va produciendo, en nosotros,
una transformación en nuestra calidad de vida espiritual que agrada al Señor
pero, no podemos negar que el proceso es muy desgastante. Para poder
llegar “al otro lado” se hace imprescindible recibir una renovación y
restauración espiritual. A menos que seamos refrescados espiritualmente
durante la travesía del tiempo de pruebas y desiertos, no podremos llegar ni
disfrutar de los tiempos de bendición posteriores. Durante este proceso es
como si literalmente hubiéramos quedado, “quemados” por el fuego de las
pruebas, y se hace vital recibir un toque fresco, nuevo, regenerador y
restaurador del Espíritu Santo.
En Isaías encontramos algo importante, que nos enseña que la Mano
formadora del Espíritu Santo es, también de poder refrescante y renovador.
Isaías 32:15 dice:
“Hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el
desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por
bosque.”
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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El pasaje nos dice que cuando se derrama el Espíritu Santo, el desierto se
convierte en algo completamente diferente: “campo fértil” y “bosque.”
¿Nota la progresión? Primero es un desierto. Luego con el poder de Dios se
convierte en campo fértil, y luego en bosque. El poder de Dios hace que la
fertilidad sea una realidad, de tal manera que se transforme en un bosque
lleno de árboles. Es innegable que esto es obra de Dios, pues no hay fuerza
humana que pueda lograrlo. Dios es especialista en cambiar desiertos en
manantiales de aguas, y hacernos entrar en la tierra prometida de bendición.
Isaías 35:3-7 nos muestra algo similar:
“Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los
de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene
con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará. Entonces los
ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.
Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo;
porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El
lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de
aguas…”
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
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Aquí aprendemos acerca de la intervención directa del Espíritu de Dios,
sobre las vidas de los que quedaron “desgastados,” luego de los tiempos de
pruebas y desiertos. Humanamente uno no puede fortalecerse, afirmarse y
esforzarse a sí mismo. ¡Ya no quedan más fuerzas! pero ¡Gloria a Dios, Sus
fuerzas nunca se acaban!
El pago y la retribución prometida es la manifestación de la Gracia del
Señor. Esta retribución es para aquellos que estuvieron dispuestos a pagar el
precio y a dejarse formar por Dios. Alguien dijo acertadamente que cuando
uno renuncia a algo específico por causa del Reino, el Señor siempre
devuelve con intereses. ¡Y aquí lo encontramos en la Palabra de Dios! Por
cierto, este pago no es un cheque de miles de dólares, sino un pago con un
cheque en blanco del banco celestial. Son las fuerzas del Espíritu Santo que
vienen sobre nosotros para sanarnos internamente, para renovar nuestras
vidas, y ayudarnos a seguir adelante para alcanzar el cumplimiento de Su
propósito. ¿No es maravilloso el obrar del Señor?
El pasaje continúa diciendo “entonces,” el resultado del obrar del Señor será
que “los ojos de los ciegos será abiertos, y los oídos de los sordos se
abrirán,… el cojo saltará y cantará la lengua del mudo.” ¿Por qué
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
173
sucederá todo esto? El pasaje dice: “porque aguas… y torrentes, …
estanque…manaderos de aguas.” El agua es una figura asociada con el
Espíritu Santo, que da la idea de brindar refrigerio. Sólo el Espíritu Santo
con Su poder es quien puede hacer esto.
Otro pasaje en Isaías 44:3-4 dice algo similar pero con diferentes términos:
“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida;
mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus
renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las
aguas.”
El resultado del derramamiento de las aguas del Espíritu de Dios es la
bendición de los renuevos y brotes entre la hierba. Esto no sólo nos habla de
aguas refrescantes, sino también de aguas renovadoras y restauradoras. El
“renuevo” es el vástago que sale luego que un árbol ha sido podado. Esto
nos enseña que, luego de la poda viene el florecimiento del árbol, lo cual,
posteriormente, da lugar a la fructificación. El árbol ha cobrado nueva vida.
Así sucede con todos aquellos que somos podados, por el Señor, en los
tiempos de pruebas y desiertos: Hay un nuevo florecimiento espiritual.
Isaías 41: 17-20 dice también:
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“Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de
sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.
En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el
desierto estanques de aguas, y manantiales de agua en la tierra seca. Daré
en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad
cipreses, pinos y bojes juntamente, para que vean y conozcan, y adviertan
y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de
Israel lo creó.”
Este es otro hermoso pasaje que nos recuerda el poder renovador y
restaurador del Espíritu Santo. Menciona a los que han pasado por
aflicciones (afligidos), y los que están necesitados (menesterosos) en los
tiempos de pruebas y desiertos. Ellos están sedientos de aguas refrescantes
para su alma, pues su lengua está seca. Gracias a Dios, aquí no termina la
historia, pues de haber sido así los tiempos de pruebas y desiertos no serían
tiempos de propósito Divino. Aquel que nos guió al desierto, y estuvo con
nosotros en medio del desierto, ahora tampoco nos desamparará; pues en las
alturas abrirá fuentes de aguas para llenar y saciar los lugares vacíos, secos y
sedientos. Antes que veamos el fruto o el beneficio de la aflicción sobre
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
175
nuestras vidas, necesitamos un toque refrescante del Espíritu Santo. Esa
clase de ministración viene directamente desde las alturas, es decir, de la
misma presencia de Dios. Usted sentirá ese toque restaurador y renovador,
no le quedará ninguna duda de ello. Puede sucederle en su cámara secreta al
orar, o públicamente al ser ministrado en la iglesia. El Señor sabe que usted
lo necesita, y Él ya tiene planeado el momento justo para hacerlo. Cuando Él
lo haga, le parecerá como que nunca hubiera estado “gastado” o “quemado”
pues experimentará un nuevo vigor celestial. Sus fuerzas serán renovadas
como las del búfalo; “Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;
seré ungido con aceite fresco.” (Salmo 92:10) Este pasaje menciona al
aceite, otra figura del Espíritu Santo indicando Su obra restauradora. He
leído que en el desierto la gente tiene que ungirse la cabeza con aceite para
evitar los terribles golpes de calor. Cada día me convenzo más que la
presencia del Espíritu Santo es el mejor antídoto contra el estrés, y Quien
evita que vivamos en constante debilidad espiritual.
Querido lector, usted sabe que necesita desesperadamente un toque
renovador y restaurador del Espíritu Santo. Este es el momento preciso en el
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
176
que Dios quiere ministrarle de una manera directa y poderosa. Le invito a
hablar con el Señor en oración, y decirle:
“Señor Jesús, Tú sabes cuán “gastado” he quedado luego de atravesar los
tiempos de pruebas y desiertos. Tu escuela ha sido efectiva sobre mí, y te
agradezco por considerarme útil, al haber trabajado en mi vida durante
todo este tiempo. Pero ahora, necesito Tu toque renovador y restaurador,
necesito que renueves mis fuerzas como las del búfalo, a fin de poder
continuar hacia el cumplimiento de tu santo propósito. Te alabo y te
adoro, Señor. Me postro ante Ti, una vez más, para que puedas
ministrarme y levantarme con el poder de tu Espíritu Santo. Aquí te
entrego mi vida para que la llenes con Tú Presencia. ¡Recibo de Ti!
¡Muchas gracias Señor!”
¡Disfrute el poder refrescante y renovador del Espíritu Santo!
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
177
CAPÍTULO 16
LA RESTAURACIÓN DE DIOS
Cuando el Señor decide sacarnos de la etapa de tiempos de pruebas y
desiertos, viene un nuevo tiempo de restauración sobre nuestras vidas.
Miraremos hacia atrás con nuestros ojos espirituales todo lo que nos ha
pasado, y va a fluir de nuestro interior una actitud de agradecimiento. Nos
daremos cuenta que todo lo que hemos atravesado resultó para bien, tal
como lo dice la Palabra de Dios. Usted se dará cuenta que existe una
perspectiva nueva, una visión superior del propósito de Dios para su vida.
De usted fluirá una madurez que antes no tenía. Esa fue la mano formativa
de Dios. El trato del Señor ha sido duro pero ahora ve la recompensa.
Ya hemos analizado la vida de varios personajes de la Palabra de Dios que
atravesaron tiempos de pruebas y desiertos, cursando la escuela del Espíritu
Santo. Veremos ahora que el estado posterior, fue mejor al compararlo con
la condición que tenían antes de atravesar esos tiempos de adversidad.
Veremos cómo Dios, posteriormente, los restauró y los bendijo aún más.
Ellos no iban a ver la recompensa en el cielo sino en la tierra. Tenemos el
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
178
ejemplo de la vida de Job. ¿Cómo fue el estado posterior de Job luego de
atravesar la sequía de su vida? Job 42:10 y 12 dice:
“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos;
y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.”
“Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero…”
El Señor no sólo le devolvió lo que perdió sino que se lo duplicó. El mismo
Señor que permite en nuestras vidas los tiempos de pruebas y desiertos, es el
mismo que nos devuelve duplicado, con Su bendición, lo que hemos
perdido. Es difícil creer esto cuando estamos recibiendo el trato del Señor,
pero es una verdad indiscutible. Por eso es necesario humillarse bajo la
poderosa mano de Dios, y permitirle que trabaje en nuestras vidas en la
escuela de su Espíritu Santo, porque cuando Él exalta, ¡exalta con su
bendición y favor!
La vida de José es similar a la de Job. Cuando interpretó el sueño de Faraón,
fue exaltado por Dios y hecho gobernador de Egipto. Pero allí no termina
todo. En las matemáticas de Dios existen únicamente la suma y la
multiplicación. Y eso es lo que le sucedió a este fiel hombre de Dios. Él se
casó con Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On (Gén 41:45) y continúa
LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO - Ritchie Pugliese -
179
diciendo los vv.50-52: “Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el
primer año de hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera
sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manases;
porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi
padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo
fructificar en la tierra de mi aflicción.”
El nombre del primer hijo, Manasés, significa “Dios me hace olvidar.”
Cuando el Señor comienza a restaurar y renovar nuestras vidas, luego de los
severos tiempos de pruebas y desiertos, el Espíritu Santo nos ministra
sanidad interior para que olvidemos todo lo que hemos padecido en el
pasado, y disfrutemos la bendición del presente. El Señor que hace la llaga
es el que la cura para que disfrutemos los tiempos de bendición que vienen.
El nombre del segundo hijo, Efraín, quiere decir: Fructífero. Dios hizo
fructificar a José en la tierra de su aflicción. Nosotros estamos en este
mundo para recibir las bendiciones de Dios. Ellas no son para cuando
estemos en el Cielo, porque allí no harán falta. Necesitamos Sus bendiciones
aquí y ahora en la tierra. Dios se encargó no sólo de renovar espiritualmente
a José, sino que también fue fiel para transformarlo en una persona
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180
fructífera. ¿Recuerda el pasaje de Juan 15:1-2 sobre el trabajo de poda del
labrador? Él lo hacía para que la vid diese más fruto. Así como esto sucedió
con José, le pasará a usted si decide ser fiel a Dios y dejarse moldear por Él.
¡Dará fruto abundante!
Quizás, usted se mire hoy y vea a su alrededor sólo pruebas y desiertos, falta
de crecimiento, estancamiento o aun retroceso y pérdida. No tema, haga lo
que dice la Palabra de Dios “Estad quietos y conoced que Yo soy Dios” (Sal
46:10). Dios no ha terminado todavía Su obra en su vida. Usted hoy está a
mitad de camino del cumplimiento de la obra de Dios. No se vea a sí mismo,
en su situación de desesperación y problemas, pensando que siempre vivirá
así. Llegará el “tiempo de Dios” cuando todo lo negativo quedará atrás,
comenzará a derramarse el favor de Dios sobre su vida, verá cristalizado
aquellos sueños perdidos, y se cumplirá todo aquello que le fue dicho de
parte de Dios. ¡Bendito sea el Nombre del Señor! ¡Vale la pena esperar
confiadamente en Él!
La bendición posterior de José fue tan grande, que aun la relación con sus
hermanos fue restaurada (Lea Gén. 45). El favor de Dios hizo que aun sus
enemigos se humillaran delante de él, y le pidieran ayuda desesperada. José
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181
tenía muchos motivos para aprovechar esa oportunidad y vengarse de cada
uno de ellos… pero no… él obró como un santo varón de Dios; y decidió
perdonar a sus hermanos, y comenzar una nueva etapa en su relación con
ellos. Esta es la mano formativa de Dios sobre José. Los tiempos de pruebas
y desiertos desarrollaron en su vida el carácter perdonador y amoroso de
Cristo. Tal vez, usted haya sido abandonado por quienes consideraba sus
amigos debido a las circunstancias de aparente derrota y frustración que ha
estado atravesando; quizás sus mismos familiares le han traicionado y
abandonado. Nunca olvide esto: Cuando Dios lo exalte no será para tomar
venganza de ellos, sino para perdonarlos y de esta forma dar testimonio de
la efectividad del trato de Dios sobre su vida. Los tiempos de pruebas y
desiertos nos permiten ver nuestra bajeza, cuántos malos pensamientos
tenemos escondidos en lo profundo de nuestro ser, y cuánta maldad aún
permanece en nosotros; esto debe ser transformado por el Señor, de tal
manera que cuando las pruebas pasen, se encuentre fortalecido, renovado,
restaurado, y tenga la oportunidad de demostrar, aun a sus mismos
enemigos, cómo Dios le ha dado un corazón perdonador como el de Cristo.
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¿No es maravilloso ver el resultado de la mano formativa de Dios en la vida
de Sus hijos? ¿No es motivador ver que el trato de Dios siempre resulta para
bien?
No tenga temor de dejarse moldear por el Señor. Su voluntad siempre es
buena, agradable y perfecta (Rom 12:1), aunque no lo entienda inicialmente.
Estamos en las manos de un Dios fiel. ¡Y Él cumplirá Su propósito en
nuestras vidas!
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CAPÍTULO 17
LA META DE DIOS: CRISTIANOS CON CALIDAD DE VIDA
ESPIRITUAL
Mientras escribo estas líneas, observo a través de una ventana, cómo cae la
lluvia copiosamente, envuelta por el viento, y golpeando duramente contra
las paredes externas de la casa.
Disfruto de la lluvia a pesar de su violencia. Estoy tranquilo, no tengo por
qué temer. En mi casa estoy seguro. Ésta ha sido construida sobre un buen
fundamento que puede resistir la lluvia y mucho más.
La Biblia relata también la historia de una casa arreciada por el viento y la
lluvia. Se encuentra en Mateo 7:24-27
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a
un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no
cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye
estas palabras y nos las hace, le compararé a un hombre insensato, que
edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
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soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue
grande su ruina.”
Aquí se describe el relato de dos hombres que edificaron sus casas con dos
fundamentos diferentes, cuyo resultado final también fue diferente. Lo único
que tenían en común era la lluvia, los ríos y los vientos que azotaban sus
casas.
Entre estos dos hombres hay una gran diferencia, como lo es el día de la
noche. El Señor Jesús lo llama a uno: “prudente” (v.24); al otro lo llama:
“insensato” (v.26). ¿Qué quiso explicar Jesús en este pasaje de las Sagradas
Escrituras? ¿Qué significa ser prudente? ¿Qué es ser un insensato?
Un diccionario de habla española defina la palabra “prudencia” como:
“Virtud que hace evitar las faltas y peligros.” Por otro lado, la palabra
“insensato” significa, según el mismo diccionario, “algo que no tiene
sentido.”
El relato bíblico trata sobre el “prudente” y el “insensato” o el “insensato” y
el “prudente.” ¿Qué tiene que ver esto con el tema de los tiempos de pruebas
y desiertos? Aunque no lo parezca, ¡mucho!
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Para poder entender la relación entre el texto bíblico y el tema de las pruebas
y desiertos de la vida, formulemos otra pregunta: ¿Cuál fue la diferencia
entre el hombre prudente y el insensato? La diferencia estuvo en EL
FUNDAMENTO EN EL CUAL EDIFICARON SUS CASAS. Uno edificó
sobre la roca, el otro sobre la arena.
La diferencia no estuvo en el hombre sino en el fundamento. Por eso es que
la casa del prudente permaneció firme. En cambio la casa del insensato no
pudo resistir.
Aquí llegamos a una verdad absoluta e indiscutible: El fundamento es lo
único que pudo ayudar a la casa a resistir las tormentas e inundaciones. Para
el creyente ese fundamento tiene un solo nombre: JESUCRISTO, la Roca
firme. Él es el único que puede ayudarnos a permanecer firmes ante las
tormentas de la vida. Esta clase de fundamento es la única garantía de poder
ser edificados como casa espiritual.
¿Qué clase de creyente es usted? ¿Aquel que edifica su vida sobre la Roca
Firme, o sobre la arena movediza?
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Seguramente responderá en forma rápida, como haría la mayoría de los
creyentes: - Yo soy un creyente que está con Jesucristo, Él es mi Roca Firme
-. Ahora vuelvo a hacerle otra pregunta: ¿Está seguro de eso?
Antes de volver a formularle la primera pregunta, detallaré algunas
características básicas de todo aquel que está edificado sobre la Roca firme:
1) Aquel que está edificado sobre la Roca firme, ESTÁ SUJETO AL
SEÑORÍO DE CRISTO. Es decir, no se rebela tratando de imponer su
propia voluntad, sino que está dispuesto a que Dios haga en su vida Su
voluntad Divina. Se considera barro moldeable, una vasija dispuesta a
ser remodelada a voluntad del Alfarero, por lo tanto le permite al Señor
que trabaje durante los tiempos de pruebas y desiertos.
2) Aquel que está edificado sobre la Roca firme, SE DELEITA
OBEDECIENDO LA PALABRA DE DIOS. No pone en tela de juicio la
veracidad de las Sagradas Escrituras. Dispone toda su vida para ser un
canal de la voluntad de Dios. Renueva su mente por el poder del Espíritu
Santo para comprender el total propósito de Dios, y anhela
experimentarlo en su vida, aunque el precio sean las pruebas y los
desiertos.
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3) Aquel que está edificado sobre la Roca firme, LE PERMITE AL
ESPÍRITU SANTO QUE FORME EN ÉL LA IMAGEN DE CRISTO.
No se resiste a la disciplina correctiva y formativa de Dios, sino que aun
la recibe con gusto porque de esa manera agrada más al Señor.
4) Aquel que está edificado sobre la Roca firme, ES UN CANAL DE
BENDICIÓN PARA LOS QUE LO RODEAN. Bendice con su vida y
testimonio diario a aquellos que lo rodean, glorificando de esa manera a
Dios. Su vida está tan quebrada que fluye con facilidad la santidad de
Dios, e impacta a los que lo rodean.
Si estas cuatro condiciones se cumplen en su vida, entonces
verdaderamente está edificado sobre la Roca firme, y Dios lo llama a
usted SIERVO PRUDENTE.
Anteriormente, detallamos el significado de la palabra “prudencia” como
“virtud que hace evitar las faltas y peligros.”
Cuando usted es un cristiano prudente, EVITA SER ATRAPADO POR
DOS PECADOS:
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a) El pecado de estar en falta con Dios por NO RENDIRSE
TOTALMENTE A ÉL PARA QUE FORME SU VIDA A LA
IMAGEN DE CRISTO Y LO CONDUZCA A LA CONCRECION
DE SU DESTINO COMPLETAMENTE TRANSFORMADO.
La meta del cristiano es ser semejante a Cristo (Romanos 6:22) para
manifestar su carácter.
Vivir la vida cristiana sin experimentar el señorío de Cristo es un
pecado, es errar el blanco de la voluntad de Dios. Significa vivir en
tibieza espiritual...
b) El pecado de DE NO ACEPTAR, CON SUMISIÓN, LA
VOLUNTAD DE DIOS PARA SU VIDA Y EXPERIMENTAR LAS
CONSECUENCIAS DEL:
1) ESTANCAMIENTO ESPIRITUAL,
2) FALTA DE CONOCIMIENTO DEL TRATO FORMATIVO DE
DIOS PARA SU VIDA.
Quedar atrapados entre estos dos pecados, nos hará raquíticos espirituales y
además experimentar la frialdad y la muerte espiritual… pero… ¡Gloria a
Dios! Él está levantando en éste tiempo un ejército de creyentes,
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“fervientes” en el Espíritu, que se dejan moldear en la presencia de Dios
para ser transformados a la imagen de Cristo, aunque eso implique atravesar
tiempos de pruebas y desiertos.
Él está levantando un ejército de creyentes prudentes que están aprendiendo
a conocer el trato de Dios sobre sus vidas no como algo negativo sino como
algo necesario para glorificar a Dios; un ejército que ha sido probado por los
tiempos de pruebas y desiertos de la vida, y han resultado APROBADOS.
Esta es la clase de creyentes que Dios desea tener, aquellos que cuando
vienen los tiempos adversos no se preguntan confundidos y dubitativos: -
¿Para qué sirven los tiempos de pruebas y desiertos? - sin entender su
significado espiritual; sino que responden con absoluta certeza de fe: ¡PARA
ESTO SIRVEN LOS TIEMPOS DE PRUEBAS Y DESIERTOS!, porque
han comprendido el propósito sublime y supremo de Dios en estos tiempos
tan especiales de la vida.
Esta es la clase de creyente que Dios desea tener, cristianos con calidad de
vida espiritual, que impacten las naciones con su testimonio. Ahora sólo
resta que usted responda la pregunta ¿QUÉ CLASE DE CRISTIANO
DESEA SER? ¿ANHELA SER UN CRISTIANO CON CALIDAD DE
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VIDA ESPIRITUAL? No se quede afuera, sino incorpórese al ejército de
cristianos de calidad espiritual ¡Esta es la clase de cristianos que Dios
necesita para impactar al mundo!
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