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EVALUAR PARA CONOCER, EXAMINAR PARA EXCLUIR
(J.M. ÁLVAREZ MÉNDEZ)
PRIMER REPORTE
El campo semántico de la evaluación. Más allá de las definiciones
1 delimitación conceptual
Todos hablamos de evaluación, pero cada uno conceptualiza e interpreta este término
con significados distintitos: bien hace usos muy dispares, con fines e intenciones
diversas, o bien lo aplica con muy poca variedad de instrumentos, siguiendo principios y
normas diferentes, para dar a entender que, en su aplicación, sigue criterios de calidad.
La relación entre ambos conceptos (calidad y evaluación es estrecha y, en la práctica
docente, difícilmente pueda darse la una sin la otra.
Evaluar con intención formativa no es igual a medir ni a calificar, ni tan siquiera a
corregir. Evaluar tampoco es clasificar ni es examinar, pasar test. Paradójicamente, la
evaluación tiene que ver con actividades de calificar, medir, corregir, clasificar,
certificar, examinar, pasar test, pero no se confunde con ellas. Comparten un campo
semántico, pero se diferencian por los recursos que utilizan y los usos y fines a los que
sirven.
En el ámbito educativo debe entenderse la evaluación como actividad critica de
aprendizaje, porque se asume que la evaluación es aprendizaje en el sentido que por
ella adquirimos conocimiento. (ÁLVAREZ MENDEZ, 1993).
El profesor aprende para conocer y para mejorar la práctica docente en su
complejidad, y para colaborar en el aprendizaje del alumno conociendo las dificultades
que tiene que superar, el modo de resolverlas y las estrategias que pone en
funcionamiento.
El alumno aprende de y a partir de la propia evaluación y de la corrección, de la
información contrastada que le ofrece el profesor, que será siempre crítica y
argumentativa, pero nunca descalificadora ni penalizadora.
Aprendemos de evaluación cuando la convertimos en actividad de conocimiento, y en
acto de aprendizaje el momento de la corrección.
Solo cuando aseguramos el aprendizaje podremos asegurar la evaluación, la buena
evaluación de forma, convertida ella misma en medio de aprendizaje y en expresión de
saberes. Solo entonces podremos hablar con propiedad de evaluación formativa.
Entendida la educación como acceso a la cultura y a la ciencia, el reto que cada
profesor tiene es no dejar a nadie a fuera… actuar con cada sujeto que se encuentre en
esa situación delicada para no excluir a nadie de la participación del saber.
2.- CARACTERIZACIÓN GLOBAL DE A EVALUACIÓN EDUCATIVA
La evaluación constituye una oportunidad excelente para que quienes aprenden
pongan en práctica sus conocimientos y se sientan en la necesidad de defender
sus ideas, sus razones, sus saberes… debe ser el momento también en el que
además de las adquisiciones, también afloren las dudas, las inseguridades las
ignorancias, si realmente hay intención de superarlas… expresarlas, con sus
imprecisiones, errores, confusiones, aciertos, seguridades, sin el temor a subir o
bajar puntos en escalas tan borrosas como las de la calificación, abrirá el camino
para avanzar conjuntamente en el descubrimiento, en la apropiación, en la
formación del propio pensamiento, que se está formando.
La evaluación que aspira a ser formativa tiene que estar continuamente al
servicio de la práctica para mejorarla y al servicio de quienes participan en la
misma y se benefician de ella. La evaluación que no forma y de la que no
aprenden quienes participan en ella debe descartarse en los niveles básicos de
educación.
Muy importante es la negociación entre los implicados de los criterios que se
van a aplicar en el momento de la corrección, de la calificación y el modo en que
se va a dar la información, de las posibilidades de recurrir las decisiones sobre
corrección y calificación, y de los criterios a seguir en caso de no llegar a acuerdo
en la puntuación.
Los criterios de valoración y de corrección han de ser explícitos, públicos y
publicados, y negociados entre el profesor y los alumnos. A mayor
transparencia, mayor ecuanimidad y equidad.
La evaluación forma parte de un continuum y , como tal, debe ser procesual,
continua, integrada en el curriculum y, con él, el en aprendizaje. No son tareas
discretas, discontinuas, aisladas, insignificantes en su aislamiento. Tampoco es
un apéndice de la enseñanza.
Será, siempre y en todos los casos, evaluación formativa, motivadora,
orientadora. Lejos queda la intención sancionadora…. Toda actividad y toda
práctica de evaluación educativa que no forme, que no eduque y de la cual los
sujetos no aprendan, debe descartarse en los niveles no universitarios, aquellos
en donde la educación es obligatoria, por ser considerada un bien común, y
reconocida universalmente como una garantía para reducir las desigualdades
sociales.
Si de la evaluación hacemos un ejercicio continuo, no hay razón para el fracaso,
pues siempre llegaremos a tiempo para actuar e intervenir inteligentemente en
el momento oportuno, cualquier fallo detectado se convierta en definitivo.
Una de las formas en las que pueden participar quienes aprenden es aplicando
en técnicas de triangulación. La participación del profesor, la del alumno que se
(auto) evalúa y la de los compañeros con los que éste ha trabajado y que
(co)evalúan. Ellos tres constituyen los vértices del triángulo.
En esta dinámica, se puede asumir y exigir la responsabilidad que cada parte
debe desempeñar en su papel.
Profesor: está en garantizar que aquello que los alumnos estudian, leen y aprenden
merece la pena que sea objeto de aprendizaje.
Alumnos: consiste en tomar conciencia de que ellos son los responsables máximos de
su propio aprendizaje, como ejercicio de voluntad que es.
Las tendencias actuales se caracterizan en la evaluación educativa por la
orientación y al aprendizaje, no al examen.
La primera, busca el entendimiento entre los sujetos que participan en la misma
actividad; también busca la comprensión de los contenidos de aprendizaje.
La segunda, acción estratégica orientada al examen, persigue el éxito, que en el
contexto de aula se limita al éxito inmediato y efímero, además de artificial, de los
exámenes.
En las tendencias actuales de la evaluación educativa la preocupación se centra
más en la forma en que el alumno aprende, sin descuidar la calidad de lo
aprende.
3.- LA IMPORTANCIA DEL CONTEXTO DE ELABORACIÓN
Los estudios normativos se caracterizan por la ausencia de interrogación sobre la
naturaleza y las causas de la misma evaluación, sobre sus consecuencias e intereses, las
funciones y fines a los que sirve, funciones que desempeñan no solo explicitas e
implícitas.
Se habla de:
Evaluación auténtica
Evaluación alternativa
Evaluación del rendimiento
Nueva evaluación
Evaluación activa
Evaluación por portafolios
Diarios
Sin embargo, en pocas obras se cuestiona la naturaleza, sentido, existencia y presencia
de la evaluación, su necesidad y el poder añadido que adquiere y el poder generador
que conlleva.
La cuestión de los conceptos, merece un análisis cuidadoso para comprender la
convivencia de su utilización.
Separados de los contextos socioculturales, los términos parecen sobrevivir a su
historia y viven ajenos a ella.
Dualidades en torno a la evaluación
Simbolizan modos distintos de situarse ante ella y lo que significa. Paradigmáticamente
representan ideologías distintas.
Conceptos nuevos, funciones viejas: La complicación de las prácticas de evaluación
Evaluamos sobre la base de inferencias, muchas veces confundidas con prejuicios o
suposiciones que ofrecen pocas garantías de credibilidad, con la pretensión o ilusión de
evaluar procesos mentales.
La confusión que se produce en la evaluación del rendimiento de los alumnos se debe a
la mezcla de funciones que se asignan a la evaluación educativa, las cuales son
formación, selección, certificación, ejercicio de autoridad, mejora de la práctica
docente, la motivación, la orientación; función administrativas, académicas de
promoción y de retroalimentación de control.
Necesidad de evaluar la introducción de conceptos nuevos
Evitaríamos, por una parte, crear palabras nuevas para explicar conceptos que ya
cuentan con una tradición y una terminología asentadas: por otra, dispondríamos de un
marco de referencia para conocer el valor que encierran los nuevos conceptos, el
rendimiento de lo que aportan respecto a los que ya conocemos y la utilidad de los
mismos.
A la luz de estas ideas podemos plantearnos con ánimo reflexivo y crítico: ¿qué aporta
de nuevo y en a práctica de enseñanza y de evaluación el aprendizaje significativo? ¿a
qué cambios debe llevar en el papel asignado a cada uno de los protagonistas del
aprendizaje?, ¿qué hay de nueva voluntad educativa en la autoevaluación, en la co-
evaluación?, etc.
Para convertir algo en lo que se anuncia no basta con añadir o poner la etiqueta,
cualquiera que sea, sino que debe hacerse en virtud del contenido de las ideas que
encierran las nuevas propuestas y de los argumentos en que se sostienen.
SEGUNDO REPORTE
Capitulo II
Naturaleza y sentido de la evaluación en educación
Conocimiento y evaluación: las relaciones necesarias
El conocimiento debe de ser el referente teórico que da sentido a la evaluación.
Las decisiones prudentes y de interés formativo sobre la información recogida.
La coherencia práctica de la evaluación debe ser valorada en función de los
principios curriculares que la orientan.
Los criterios de evaluación deben surgir igualmente del marco conceptual que
da significado al proceso educativo en un sentido general.
Desde los interese por la formación integral de quienes aprenden, las decisiones que
siguen al análisis y valoración de la información, más allá de las decisiones simples
sobre las calificaciones, servirán para revisar y analizar el camino recorrido, para
diagnosticar y prevenir posibles dificultades y obstáculos que el alumno puede
encontrar en su aprendizaje, para conocer el entorno del aprendizaje que estimule el
progreso del alumno, para recuperar conocimientos no asimilados o no comprendidos
olvidados.
CAPITULO VI
La evaluación como actividad critica de conocimiento
El interés por la práctica formativa
• En los niveles básicos de educación evaluamos porque queremos conocer.
• Necesitamos concebir la practicar y practicar la evaluación como otra forma de
aprender, de acceder al conocimiento, y una oportunidad más de aprender y de
continuar aprendiendo.
• La evaluación debe constituir una oportunidad real de demostrar lo que los
sujetos saben y como lo saben.
La evaluación al servicio de quien aprende.
Evaluamos para conocer cuando corregimos constructiva y solidariamente con quien
aprende, no para confirmar ignorancias, descalificar olvidos, penalizar aprendizajes no
adquiridos.
Cuando evaluamos un trabajo o un examen con el fin de apreciar la calidad de la
respuesta y el saber en la materia de quien lo realizo, lo que debemos buscar es
conocer el proceso de elaboración que el alumno ha seguido, comprender la utilización
de las estrategias de solución que pone e juego, la capacidad de argumentación que
muestra, las causas y motivos que provocan los errores.
La importancia de la evaluación, el artificio de la calificación.
Evaluamos para conocer, o evaluamos para calificar.
Cuando actuamos reflexiva y razonablemente partiendo de principios morales,
convertimos aquella actividad espontánea, natural, en actividad formativa. Por que
obtenemos conocimiento a partir de la evaluación, podemos intervenir
inteligentemente de un modo justo, ecuánime, equitativo para aumentar el
conocimiento de quien aprende y de quien enseña.
Entender la enseñanza y el aprendizaje desde la evaluación
Evaluar formativa y continuamente es un modo de entender la enseñanza y el
aprendizaje, no sólo una forma de evaluar, ni tan siquiera de desempeñar otras
funciones meramente calificadoras o relacionadas con la evaluación.
Debemos descartar la idea de que el fracaso es cuestión que sólo atañe al profesor que
se encuentra con esa situación y al alumno. El fracaso escolar es asunto del centro. Ahí
está el saber y el saber hacer reflexivo del profesor que implica tomar las decisiones
adecuadas en el momento oportuno en función de las necesidades del sujeto que
aprende y en virtud de los contextos en los que se da el aprendizaje, saber científico de
especialidad y saber didáctico de decisión y de aplicación.
Además de inteligente, esta forma de actuar será educativamente constructiva y justa.
Aprender de la evaluación
Quien enseña necesita seguir aprendiendo de y sobre su práctica de enseñanza. Quién
aprende necesita constantemente seguir aprendiendo para asegurar un nivel de
capacitación que potencie y a la vez consolide su progreso continuo.
La evaluación educativa mira reflexivamente hacia atrás sólo para comprobar cuán
lejos hemos dejado ya el punto de partida en nuestro proceso constante, sin atender
tanto al punto de llegada. Por eso la evaluación debe ser formativa, continua,
individual, procesual, participada y compartida.
Dar a conocer a través de la evaluación
Si las decisiones que siguen a la recogía de información responden a otras intenciones
ajenas al beneficio de los protagonistas de aprendizaje, la evaluación dejara de ser
formativa para cumplir las funciones más propiamente acumulativas que sirven a fines
burocrático-administrativo de control, de clasificación, de exclusión, de distribución y
de promoción.
TERCER REPORTE
CAPITULO VIII
Aprender de los errores. Aprender de las preguntas. Sugerencias para la acción
reflexiva y critica.
Desde el punto de vista crítico, la evaluación debe constituir una oportunidad real de
demostrar lo que los alumnos aprenden, lo que saben y lo que pueden hacer aplicando
el conocimiento adquirido y el suyo propio.
La clave está en la calidad y claridad de la información que se da a los alumnos sobre la
corrección. Con ella, el profesor debe contribuir a encontrar las soluciones a tiempo,
antes de que el enunciado suspenso se cumpla.
También de los errores se aprende cuando la corrección informa significativamente
sobre las causas de los mismos, convertida ella misma en texto de aprendizaje. Cuando
sólo son calificados, por hacerlo, lo serán siempre negativamente y a destiempo, el
profesor desperdicia una buena ocasión, con graves repercusiones para quien aprende.
Cuanto más calidad tenga la información que se ofrece más podrá subir la calidad del
aprendizaje que parte de la corrección bien informada. Cuanta menos calidad tenga la
información que se da, menos podrá ayudar o animar al sujeto al que está dirigida
aquella información. Calidad en la información también es claridad, persuasión
razonada y guiada por intenciones morales.
Evaluamos para conocer, con tal fin necesitamos recoger información valiosa, razonada
y fundamentada, en la que los sujetos que son fuente de los datos analizados conozcan
a su vez el contenido de la misma y de los usos que de ella se vayan a hacer.
El deber de aprender que tiene el alumno, le asiste el derecho a equivocarse en el
mismo proceso cuando honestamente intenta desarrollar su propio pensamiento, que
se produce al mismo tiempo que se-esta-haciendo.
En este contexto, la corrección participada puede entenderse como continuación por
este medio, ahora de tipo reflexivo y contrastado, d ela acción encaminada al
aprendizaje comprensivo, que será siempre y en todos los casos, el aprendizaje
significativo.
Este tipo de evaluación participada contribuye a la formación y desarrollo de cualidades
morales y personales positivas, de capacidades creativas y criticas, al mismo tiempo
que exige una actitud críticamente objetiva y consciente frente a la realidad. En ella,
quienes aprenden se responsabilizan no sólo del ejercicio de autoevaluación y de su
propio aprendizaje sino también del aprendizaje compartido, del trabajo cooperativo y
de la honesta tarea de coevaluar
LA IMPORTANCIA DE LAS PREGUNTAS. SUGERENCIAS PARA LA ACCIÓN REFLEXIVA
CRÍTICA.
Para desarrollar un pensamiento creativo, crítico, y autónomo se deben formular
preguntas que obliguen a argumentar de modo creativo, crítico y autónomo las
respuestas, formando un aprendizaje significativo donde se estimule y refuerce la
comprensión, pues la validez de la respuesta está en los argumentos que sostienen el
razonamiento, así como no hay un único camino para llegar al conocimiento del mismo
modo no hay una sola respuesta correcta.
La capacidad del profesor se ejerce en la capacidad de argumentar y razonar con
quienes participan de y en la actividad de aprender, nunca en contra de ellos, siendo de
esta forma la evaluación un medio de aprendizaje compartido que lleva a más
aprendizaje y a aprendizajes nuevos, donde el diálogo es facilitador de descubrimiento
del conocimiento como indica Morin “tenemos necesidad de un diálogo permanente
con el descubrimiento”.
Criterios de evaluación
Si el alumno no conoce los criterios con los cuales se ha de evaluar su respuest a
intentará adivinar las preferencias de quien ha de corregir las respuestas, pero se habrá
desatendido de su propio pensamiento por tratar de seguir supuestos que lo lleven al
éxito.
No se debe limitar el aprendizaje a lo evaluado y no se debe identificar el éxito en un
examen con el saber pues aprobar no es aprender, por lo que no se debe aceptar la
creencia que se es buen maestro cuando se es exigente en la evaluación y se reprueba
a muchos. Un buen profesor es aquel que garantiza que todos cuantos apr enden con
él alcanzarán el éxito porque tiene la intención de dar a entender una información que
otros han de comprender para aprenderla.
Calidad y equidad: el equilibrio ecuánime de la evaluación
Más que de rebajar exigencias de quien aprende se trata de subir la calidad humana e
intelectual de quien enseña, asegurando en cada caso la calidad del aprendizaje que se
construye.
Equidad: cualidad que consiste en no favorecer en el trato a una persona perjudicando
a otra.
Calidad: se refiere a la capacidad que posee un objeto para satisfacer necesidades
implícitas o explicitas, un cumplimiento de requisitos.
La evaluación es fuente de conocimiento, medio vehículo de aprendizaje, garantía de
calidad de los procesos que producen resultados que consideraos valiosos y
beneficiosos para las personas que participan de ellos.