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Travesía contra corriente Exégesis del texto Mateo 14, 22-33 Pedro Martínez González

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Travesía contra corriente

Exégesis del texto Mateo 14, 22-33

Pedro Martínez González

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

INDICE NUMÉRICO

PRÓLOGO

I.INTRODUCCIÓN

1.1 El evangelista Mateo. 41.2 Estructuración del evangelio de Mateo. 5

II. PERÍCOPA: Mt. 14, 22-33/ Mc. 6, 45-53

2.1 El texto. 62.2 Delimitación del texto. 72.3 Análisis morfológico y sintáctico de las principales palabras que aparecen en el texto.

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III. ANÁLISIS LITERARIO DEL TEXTO

3.1 Organización del texto: estructura. 133.2 Recursos literarios. 163.3 Género literario y forma literaria. 193.4 Contexto literario. 21

IV. ANÁLISIS HISTÓRICO-DIACRÓNICO

4.1 Lectura sinóptica: semejanzas y diferencias. 224.2 Formación y evolución del texto. 254.2.1 Niveles redaccionales de Mateo/Marcos. 274.3 Tradiciones subyacentes bíblicas o extrabíblicas. 32

V. ANÁLISIS SEMÁNTICO

5.1 Palabras y temas clave. 35

VI. ANÁLISIS HERMENEÚTICO

6.1 Problemática del texto. Análisis descendente. 426.2 Confrontación con otros textos del Nuevo Testamento sobre el tema.

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VII. COMENTARIO TEOLÓGICO DEL TEXTO51

LA GRAN CATEQUESIS 61

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

PRÓLOGO.

En el texto de Mateo 14, 22-33 y paralelos, los sucesos se concentran por completo en Pedro. El pescador se convierte en el primer apóstol, habla y procede en representación de los demás, su figura es representación de toda la comunidad cristiana de los primeros tiempos, una comunidad que sufre la persecución y en la cual empieza ha aparecer la duda y el miedo de una manera permanente. En esta escena se hace patente, de una manera dramática, lo que significa creer. La expresión “Soy yo”, llama al hombre y lo atrae. La catequesis que encontramos implícita, trasciende la historia para llegar hasta nuestros días y, en el nombre del Señor, traernos un mensaje de Salvación y Esperanza. La palabra de Dios es Palabra Viva y Palabra de Vida que toca a lo más profundo del corazón del hombre, a sus sentimientos, dudas, conflictos, etc. El miedo, como constante de la vida humana, aparece aquí recogido como el uno de los ejes principales que marcan la fe del hombre, una fe que se muestra frágil y repleta de dudas. El Señor sigue manteniendo su pacto con nosotros, es decir, sigue hablando al género humano, pero nuestro mundo se hace, cada vez más, el sordo, para no escuchar esa Palabra del Señor, se hace “el loco” ante una Palabra que compromete y que no entiende de medias tintas, sino que exige esa radicalidad que sólo desde la fe se puede dar. “Soy yo”, esa es la Palabra, tras ella viene el ansia de caminar hacia Él y de estar con Él. Los pasos sin riesgo, sostenidos por la confianza y el amor, sobre los abismos. También el desfallecimiento de la confianza y el decaimiento momentáneo de la fuerza. Si desfallece la confianza, aunque solamente sea un poco, el hombre tiene súbitamente la sensación del peligro y del miedo; aunque también se podría decir al contrario: cuando el hombre se deja impresionar por el miedo, se desmorona la confianza y se convierte en presa de todo lo que nos aleja del Amor de Dios. Ante esto, sólo queda una solución posible, recurrir a la única mano salvadora que se extiende para llegar hasta nosotros, la mano del maestro. Caminamos hacia la confesión de fe, nuestro camino, como el mar, es frágil y traicionero, pero el Señor sale a nuestro encuentro para hoy, como ayer y siempre decirnos:

¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengáis miedo!

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I.INTRODUCCIÓN.

1.1 El evangelista Mateo.

“Fue de nuevo a la orilla del lago; toda la gente acudía a él, y él los enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió” (Mc. 2, 13-14).1

1 Idem. Mt. 9, 9-13; Lc. 5, 27-37.

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De esta manera nos presenta el evangelio a Mateo2. Como en otras muchas ocasiones, Jesús se dirige a la otra orilla del lago, al mundo pagano, en este caso en busca de Leví, bien sabía ya Jesús lo que quería de él. Mateo era publicano, lo cual suponía ser considerado como un pecador público, por eso los fariseos se rasgaron una vez más sus vestiduras al ver a Jesús comiendo y bebiendo en casa de Mateo3. Cronológicamente, Mateo es el primero de los evangelistas. Escribió en Arameo o por lo menos así lo indica una antigua tradición atribuida al obispo Papías en el siglo segundo, según la cual Mateo hubo escrito “en arameo ciertas palabras de Jesús y el autor del evangelio actual, desconocido, se inspiró quizás en aquel escrito”4; el original escrito por Mateo pudo haberse perdido en las revueltas que tuvieron lugar por el año 70, año en que se produjo la destrucción de Jerusalén, acontecimiento al que el evangelista hace alusión en diversos momentos (22,7; 23,28; 24,15). Por otro lado, ya sobre el año 110 aparecen citados algunos textos de Mateo en las cartas escritas por Ignacio de Antioquía, lo que nos lleva a fijar la composición del evangelio de Matero entre los años 70-110 aproximadamente. Poitterein-Charpentier, en su obra “El evangelio según san Mateo”, alude al mismo como “el más judío de los evangelios”, porque:

“se refiere constantemente a las Escrituras: más de 130 veces, de las que 43 son citas explícitas que van introducidas por la fórmula: Esto ocurrió para dar cumplimiento a lo que el Señor dice por el profeta... Su forma de expresarse es judía. Habla del reino de los cielos más que de el Reino de Dios, porque los judíos no pronuncian el nombre divino. Le gustan las repeticiones(...), las inclusiones(...), utiliza el paralelismo(...), las agrupaciones numéricas, simbólicas o simplemente mnemotécnicas.”

El evangelio de Mateo ha sido llamado, con razón, el “evangelio eclesial” por excelencia, pues es el único en el que aparece la palabra Iglesia (16,18; 18,17), y al mismo tiempo es el evangelio que mayor preocupación presenta por su organización. La iglesia a la que Mateo se dirige es una iglesia compuesta de forma especial por cristianos procedentes del judaísmo que conocen bien las escrituras, por lo que Mateo cita los pasajes del Antiguo Testamento que antes apuntábamos, y así, no nos llama la atención el echo de que el mismo Jesús sea presentado ante la comunidad como el nuevo Moisés, continuador y cumplidor de la ley y la Antigua Alianza. Con Mateo, no podemos saber con certeza si nos encontramos en el año 30 o en una iglesia cristiana de los años 80, pues el autor tiene la habilidad de poder situarnos en los dos sitios al mismo tiempo. Lo que sí sabemos con cierta seguridad es que nos encontramos frente a una comunidad abierta al mundo pagano, una comunidad que desde el Cristo resucitado hace una relectura de su mensaje para hacer vida su voluntad de hacer discípulos del mundo entero, es, por consiguiente, una comunidad en conflicto con el judaísmo oficial, que rechaza tal discipulado universal.

2 Algunos autores han querido ver en el término “Hijo de Alfeo” al apóstol Santiago; y otros aluden a Leví como un discípulo desconocido. Como quiera que sea, de lo que casí no podemos dudar es de que el apóstol Mateo fue quien reunió los logia.3 Mc. 2, 15-18.4 Etienne Charpentier, “Per leggere il Nuovo Testamento”.

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1.2 Estructuración del evangelio de Mateo.

El proceso narrativo del evangelio de Mateo lo podemos visualizar en tres momentos claves:

1ª PARTEde 1,1 a 4,16“Libro del

surgimiento de Jesús, el Cristo,

hijo de David, hijo de Abraham”

Presentación de los personajes

2ª PARTEde 4,17 a 16,20

“Desde entonces comenzó Jesús a

proclamar el Kerigma diciendo: convertíos, pues se acerca el reino de

los cielos”.

Proclamación del Kerigma centrado en el sermón del reino (13) y seguimiento de los discípulos al frente de los cuales aparece la figura de Pedro.

3ª PARTEde 16,21 a 28,20“Desde entonces comenzó Jesús a

mostrar a sus discípulos que era necesario que se dirigiera hacia Jerusalén, para sufrir mucho de

parte de los ancianos,

sacerdotes y escribas; para

morir y resucitar al tercer día”.

Confesión pascual y presentación de Jesús como la Verdad y el Contenido mismo del Reino.

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II. PERÍCOPA: Mt. 14, 22-33/ Mc. 6, 45-53.

2.1 El texto.

Evangelio según san Mateo: “Y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca y a ir delante de él a la otra orilla, mientras despedía a las multitudes. Y, habiendo despedido a las multitudes, subió al monte, aparte, a orar. Y cuando la tarde caía, estaba allí solo. Y la barca distaba de tierra ya muchos estadios atormentada por las olas, pues el viento iba en contra. Y en la cuarta vigilia de la noche, vino hacia ellos caminando sobre el mar. Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar, se asustaron diciendo: Es un fantasma; y gritaron de miedo. Y entonces (Jesús) les habló diciendo: ¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!. Y respondiéndole Pedro dijo: Señor, si eres tú, dispón que yo vaya hacia ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y, bajando de la barca, Pedro caminó sobre las aguas y fue hacia Jesús. Pero al fijarse en el (fuerte) viento tuvo miendo, y empezando a hundirse gritó diciendo: Señor, sálvame. Y entonces Jesús extendiendo la mano lo agarró y le dice: ¡Qué poca fe! ¿Por qué dudaste?. Y habiendo subido ellos a la barca, cesó el viento. Y los que (estaban) en la barca, lo adoraron diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

Evangelio según san Marcos:

“Y al instante apremió a sus discípulos a montar en la barca y a ir delante a la otra orilla, junto a Betsaida, mientras él despide a la multitud. Y, tras dejarlos, se fue al monte a orar.

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Y cuando caía la tarde, estaba ya tiempo la barca en medio del mar, y él solo en tierra. Y viéndolos atormentados al navegar, pues el viento iba en contra de ellos, hacia la cuarta vigilia de la noche, viene hacia ellos caminando sobre el mar, y quería rebasarlos. Y al verlo caminando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y chillaron. Pues todos lo vieron y se asustaron. Y entonces él habló con ellos y les dice: ¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!. Y subió con ellos a la barca y cesó el viento; y mucho (más) extasiados se quedaron ellos. Pues no comprendieron lo de los panes, sino que su corazón estaba ofuscado”.5

Evangelio según san Juan. (Juan 6, 15-21). (Aunque no lo estudiaremos se harán algunas referencias) “Y cuando cayó la tarde bajaron sus discípulos al mar y montando en una barca iban a otra orilla del mar, hacia Cafarnaún. Y ya se había hecho oscuro y aún no había venido con ellos Jesús. Y entonces el mar, al soplar un viento fuerte, se levantaba.(habiendo navegado, pues, unos veinticinco o treinta estadios) divisan a Jesús caminando sobre el mar y llegando cerca de la barca, y tuvieron miedo. Y él les dice: ¡Soy yo ¡ ¡No temáis!. Querían, pues, recogerlo en la barca, y al momento llegó la barca a la tierra adonde se dirigían”.

2.2 Delimitación del texto.

El texto que nos ocupa aparece dentro de la segunda parte, cuando el autor quiere poner de relieve la proclamación del Kerigma y el seguimiento de los apóstoles, y de una modo especial persigue resaltar la figura de Pedro, entonces ya, cabeza de los apóstoles. La perícopa que se presenta, situada en el capítulo 14, abarca desde el versículo 22 hasta el 33 inclusive, anteriormente el autor ha colocado la primera multiplicación de los panes, que como más adelante veremos, es de gran importancia; posterior al versículo 33, aparecen las curaciones de Genesaret. Tanto las traducciones realizadas por José Gabarrón como la de la Los Santos Evangelios de editorial san Pablo y la de Nueva Biblia de Jerusalén, coinciden en esta división, no ocurre lo mismo con las traducciones de La Casa de la Biblia y la Biblia del peregrino; la primera marca el inicio de la perícopa en el versículo 24, cuando la barca ya se encontraba lejos de la orilla; y la segunda en el versículo 23, después de haber despedido Jesús a la gente. En cuanto al título que se le otorga a la perícopa también hay alguna diferencia que merece la pena mencionar. Tanto la Nueva Biblia de Jerusalén

5 Ambos textos pertenecen a: “Sinópsis bilingüe”, José Cervantes Gabarrón. Ed. Verbo Divino.

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como la Biblia del peregrino y Los Santos Evangelios de editorial san Pablo, le dan el título de “Jesús camina sobre el agua”, con alguna variante. Significativos son los títulos dados por las dos traducciones siguientes, la traducción de La Casa de la Biblia titula la perícopa como “El milagro del encuentro” y la traducción realizada por José Gabarrón “Travesía contra corriente”. La manifestación de Jesús dominando los elementos naturales e infundiendo paz y confianza a los discípulos asustados nos lleva de inmediato a pensar en los relatos de la transfiguración y la pascua, que como veremos, están íntimamente relacionados y marcan el eje central del relato. Igualmente, el versículo 33 nos recuerda a la confesión de fe hecha por el centurión romano ante Jesús crucificado en el evangelio de Marcos. Todos estos enlaces y otros que irán surgiendo, serán analizados con detalle a lo largo de nuestra profundización el texto. Para nuestro estudio utilizaremos la traducción que a tal efecto realizó José Cervantes Gabarrón. Cabe señalar que el relato que se nos presenta aparece enmarcado dentro de lo que Charpentier ha denominado como el camino “hacia la confesión de Cesarea”6, donde, una vez puesto de relieve el grupo de los discípulos en los capítulos anteriores, ahora empieza a destacar de un modo especial la figura de Pedro. El texto en sí mismo presenta una unidad que podemos calificar como unidad de contenido, es decir, no es un acontecimiento aislado y espontáneo, sino que nos encontramos con un acontecimiento que sigue la línea de los capítulos anteriores, recogiendo tanto la presentación de la comunidad, como la importancia de la figura de Pedro y la manifestación cristológica que culminará en la confesión de Cesarea. Quizás, una prueba de la unidad del texto sea que si lo presentásemos de modo independiente, sin tener presente lo anterior y posterior, tendría por sí solo sentido y coherencia, pues nos presenta un acontecimiento en sí mismo que por sus elementos temáticos nos resulta válido para la delimitación del texto.

2.3 Análisis morfológico y sintáctico de las principales palabras que aparecen en el texto.

A través del análisis morfológico y sintáctico del texto intentaremos indicar, a grandes rasgos, las formas de las palabras para descubrir el papel que cada una de ellas desempeña en el texto y a su vez, en el contexto de la frase en las que aparecen. Para dar mayor agilidad a nuestro análisis nos limitaremos principalmente a las formas verbales y a los tipos de oraciones que encontramos. Este análisis se hace necesario para, más tarde, poder comprender aspectos como la evolución del texto y el carácter que el autor pretende darle al mismo. Cuando analizamos una perícopa aparece un tema principal es éste no lo podemos presentar de cualquier forma, sino que el texto afirmará una cosa concreta y eso concreto que se afirma es lo que adquiere carácter de principal. Todo lo demás queda, en cierto modo, subordinado a lo principal. El primer paso, para comenzar nuestro análisis, consistirá en dividir el texto en dos partes fundamentales: las oraciones principales y las oraciones subordinadas:

6 Poittevin-Charpentier, “El evangelio según san Mateo”.

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

Oraciones principales: “Y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca y a ir delante de él a la otra orilla (...). Y (...) subió al monte, aparte, a orar. Y (...) estaba allí solo. Y la barca distaba de tierra ya muchos estadios atormentada por las olas, pues el viento iba en contra. Y en la cuarta vigía de la noche vino hacia ellos (...). Y los discípulos, (...) se asustaron (...). (...) y entonces Jesús les habló (...) y (...). Pedro dijo (...). Y él dijo (...) y (...) Pedro caminó sobre las aguas y fue hacia Jesús . Pero (...) tuvo miedo, y (...) gritó (...): (...) y entonces Jesús (...) lo agarró y le dice: (...). Y (...) cesó el viento.

Y (...) lo adoraron (...): (...)”.

Oraciones subordinadas: “(...) mientras despedía a las multitudes. (...) habiendo despedido a las multitudes (...). (...) cuando la tarde caía, (...). (...). (...) caminando sobre el mar. (...) al verlo caminando sobre el mar, (...) diciendo: Es un fantasma; y gritaron de miedo. (...) diciendo (...) respondiéndole (...): Señor, si eres tú, dispón que yo vaya hacia ti sobre las aguas. (...): Ven. (...) bajando de la barca, (...). (...) al fijarse en él (fuerte) viento (...), (...) empezando a hundirse (...) diciendo: Señor, sálvame. (...) extendiendo la mano (...): ¡Qué poca fe! ¿Por qué dudaste?. (...) habiendo subido ellos a la barca, (...). (...) los que estaban en la barca (...) diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

Como se aprecia en la división, la forma general del texto no parece presentar excesivas complicaciones sintácticas. Aparecen una serie de oraciones principales y otras subordinadas, quizás la única complicación pueda aparecer al observar que nos encontramos con la presencia de diversos niveles de subordinación, como ocurre, por lo general, en otros textos.

Tiempos verbales de las oraciones principales: Presente Perfecto Imperfecto InfinitivoDice Apremió Estaba A montar

Vino Distaba A irSe asustaron IbaHablóDijo (2)CaminóFue

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TuvoGritóAgarróCesó

Tiempos verbales de las oraciones subordinadas:

Presente Perfecto Imperfecto Presente subj.Es Gritaron Despedía VayaSoy Dudaste CaíaEres (2) Temáis

Estaban

Infinitivo Gerundio Gerundio comp. ImperativoAl verlo Caminando (2) Habiendo

despedidoDispón

Al fijarse Diciendo (4) Habiendo subido VenA hundirse Bajando Sálvame

ExtendiendoRespondiéndoleEmpezando

Tipos de oraciones subordinadas:

Completivas (OD) 8(Suj) 1

Modales 10Temporales 2Causales 1

Se aprecia en las tablas precedentes que el tiempo verbal predominante es el tiempo de perfecto; el hilo de la narración viene marcado por este tiempo de perfecto, que pretende poner de manifiesto el hecho en sí mismo que en el momento de la narración se presenta como ya concluso.

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Al hacer una lectura continuada del texto nos encontramos con un dato que llama la atención de forma especial: en el versículo 31 nos aparecen dos tiempos verbales que el autor coloca unidos y que en cambio se contraponen:

“(...) lo agarró y le dice (...)”

El primero de los verbos aparece en tiempo de perfecto, indicando lo que anteriormente apuntábamos; el segundo de los verbos aparece en tiempo de presente, pero ambos verbos unidos por una conjunción coordinada copulativa. Aunque más adelante analizaremos este detalle con más detenimiento, podemos ya adelantar que este cambio repentino en el tiempo verbal responde a una intencionalidad del autor, que persigue una continuidad en el tiempo. Así, este presente de indicativo es el único que aparece en todas las oraciones principales, como queriendo resaltar de un modo especial aquello que se dice, cómo y cuando se dice. Señalar por último, en relación con las oraciones principales, que todas ellas aparecen entrelazadas por la conjunción coordinada copulativa “y”, lo cual pone de relieve la continuidad discursiva del texto, así como el estilo propio del autor. En cuanto a las oraciones subordinadas, resaltaremos en primer lugar que predominan dos tipos de oraciones: adverbiales modales (10) y completivas de objeto directo (8). Con el primer tipo, parece que el autor quiera matizar insistentemente las circunstancias en las que se desarrollaran los acontecimientos, resaltándolas a través del tiempo de imperfecto, persiguiendo quizás una descripción plástica de los acontecimientos, como si de una película se tratase, para que el lector no pierda el más mínimo detalle de lo que está ocurriendo. Esto mismo se complementa con el echo de que las alocuciones y el diálogo en general aparezcan en forma de oraciones subordinadas de objeto directo, dando cierto carácter de unidad al texto. Cuatro son las formas verbales que aparecen en tiempo de presente de indicativo, todas ellas del verbo ser. Algunos autores han querido ver aquí un tiempo “intemporal” que haría referencia al ser que no cambia, de echo, las cuatro tienen como sujeto principal a Jesús, dueño y Señor del tiempo y de la historia. La forma de gerundio predomina en estas oraciones (10x), marcando el género literario y poniendo de manifiesto un proceso que no concluye, sino que más bien continua. Especial importancia adquieren las tres formas imperativas que aparecen, constituyendo por sí solas una auténtica catequesis a la que posteriormente haremos referencia. La primera y la última de las formas imperativas apuntan hacia Jesús; y la intermedia a Pedro, disposición que, como veremos, es de gran importancia: Dispón

Ven

Sálvame

Jesús

Jesús

Pedro

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Estos son, a grandes rasgos, los datos de composición sintáctica de mayor relevancia del texto, muchos de ellos se irán desarrollando con mayor profundidad y amplitud oportunamente. Cabe ahora y a modo de conclusión de nuestro análisis, resaltar algunos detalles que serán de suma importancia:

El texto da comienzo en tiempo de perfecto para concluir en un presente que hemos denominado “intemporal”.

Aparecen dos únicos sujetos: Jesús y Pedro. Importancia de los imperativos. Importancia de algunos cambios de tiempo verbal en el transcurso de la

narración.

III. ANÁLISIS LITERARIO DEL TEXTO.

3.1 Organización del texto: estructura. Con la presente organización, pretendemos poder visualizar la estructura del texto y establecer las conexiones significativas, descomponiendo el mismo en unidades de sentido sencillas. La organización jerárquica queda del siguiente modo:

Y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca y a ir delante de él a la otra orilla, mientras despedía a las

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multitudes. Y habiendo despedido a las multitudes, subió al monte, aparte, a orar.

Y cuando la tarde caía, estaba allí solo. Y la barca distaba de tierra ya muchos estadios atormentada por las olas, pues el viento iba en contra.

Y en la cuarta vigilia de la noche, vino hacia ellos caminando sobre el mar. Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar, se asustaron diciendo: es un fantasma; y gritaron de miedo. Y entonces Jesús les habló diciendo:

Y respondiéndole Pedro dijo: Señor, si eres tú, dispón que yo vaya hacia ti sobre las aguas. Y él le dijo: Ven. Y bajando de la barca Pedro caminó sobre las aguas y fue hacia Jesús. Pero al fijarse en él (fuerte) viento tubo miedo y empezando a hundirse gritó diciendo:

Y entonces Jesús, extendiendo la mano lo agarró y le dice:

¡Qué poca fe ¡ ¿Por qué dudaste?

Y habiendo subido ellos a la barca cesó el viento. Y los que (estaban) en la barca, lo adoraron diciendo:

Organización esquemática:

Versículos 22-23

La barca se aleja y aparece el miedo. (24-26)

Cristofanía propiamente dicha. (27)

Jesús sube con ellos y se calma el viento. (32)

¡ánimo! Soy yo, ¡no temáis!

Señor, sálvame.

Verdaderamente eres hijo de dios.

Cristofanía. 24-27 /32

Situación.

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Pedro busca la prueba. (28-29)

Falta de fe y petición de ayuda. (30)

Jesús atiende su petición y después le exhorta. (31-33)

Confesión de fe. (33b)

Como podemos observar en los esquemas precedentes, hemos dividido el texto en tres partes concretas y un núcleo principal del mismo. A esta división accedemos tras el análisis de los diversos contenidos temáticos que el autor propone.

Situación: El relato anterior (14, 13-21), quedó, en cierta manera, inconcluso. Tras la multiplicación de los panes y los peces, el autor concluye dando una visión general de la magnitud del milagro que se ha producido. Puede pensarse que el autor de la traducción a través de la cual realizamos nuestro estudio7, ha querido ver en este versículo 22 un cambio con la unidad literaria anterior, y así parece si nos fijamos en la expresión και ευζεοσ , que marca el inicio del versículo, pues se aprecia cierta continuidad, pero a la vez se pone de relieve que la especificidad de lo que está ocurriendo es ya algo distinto que mera conclusión al relato de la multiplicación de los panes; bien podría ser una forma de enmarcar los acontecimientos que van a tener lugar. Así, en nuestra división, el momento de la situación abarca hasta el versículo 23, pues en el, Jesús, tras el milagro urge a los discípulos a montar en la barca, buscando ya la soledad que nos indica el versículo 23 para orar. Despedidas las multitudes, los discípulos se encuentran en la barca y Jesús solo, contexto que se hace necesario para el desarrollo de los acontecimientos que van a tener lugar. La finalidad parece bien clara: dejar a Jesús solo en escena y subrayar esta soledad para dar comienzo a la secuencia.

Cristofanía: El momento clave de esta segunda parte es sin duda alguna, la cristofanía propiamente dicha que aparece de una forma clara en el versículo 27, el cual podemos determinarlo como el núcleo de la misma. Pero para que la cristofanía pueda producirse se requiere primero de un marco apropiado cuyo inicio hemos situado en los versículos 24-26, donde el autor nos presenta la situación en la que se encuentran los discípulos. El análisis sintáctico nos descubre algo interesante: las dos oraciones principales de este primer momento vienen determinadas por dos complementos circunstanciales:

“y en la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos (...)”“y los discípulos (...) se asustaron (...)”

Este detalle pone de manifiesto que el autor, una vez más, persigue centrar el acontecimiento en el momento concreto en que va a ocurrir, marcándolo con gran insistencia.

7Sinópsis bilingüe. José Cervantes Gabarrón, ed. Verbo Divino.

Relato de Pedro.28-33a

Núcleo.33b

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Tras la cristofanía, hemos señalado el versículo 32 como perteneciente a esta segunda parte siguiendo dos criterios: por un lado, la subida de Jesús a la barca y el cese del viento, considerandos como el efecto directo de la cristofanía; y por otro lado, desde la lectura sinóptica no podemos olvidar que el relato de Pedro sólo aparece en este evangelio, por ello será conveniente tratar el mismo como una tercera parte, respetando lo que podría constituir la segunda parte del relato marcano (6, 47-51).

Relato de Pedro: Los versículos 28-33ª , omitiendo el 32, constituyen una tercera parte que consideraremos como independiente, pues es propia del relato mateano. En nuestro estudio posterior será ésta parte la que más desarrollaremos, pues en ella se producen los tres momentos más importantes del relato, aparte del núcleo central. Los versículos 28-29, marcan el inicio de la acción en la que Pedro y Jesús serán los únicos dos protagonistas principales. Jesús ya ha aparecido en escena y la primera palabra que encontramos en los labios de Pedro es κυριε 8, seguida del imperativo dispón, sin duda un mandato, pero un mandato que pone de manifiesto una duda implícita: “si eres tú”; bien sabía Pedro que se trataba de Jesús, pero aún así se hace necesaria la prueba, a pesar incluso de que con la palabra κυριε Pedro es ya consciente de que se dirige al único Señor capaz y posible. Con el versículo 30, llegamos ya al segundo momento de esta tercera parte. La falta de fe produce el hundimiento de Pedro; el autor ha querido aquí narrar la situación desde el gerundio, forma verbal que aparece dos veces en un solo versículo, indicando un proceso de continuidad que acabará con una súplica en imperativo dirigida, una vez más, al κυριοσ que es el único que puede salvar: Κυριε, σϖσονµε. El tercer y último momento de esta tercera parte lo hemos señalado en los versículos 31-33ª, omitiendo el 32. La forma de gerundio, una vez más, da continuidad a la acción. Jesús salva a Pedro y le reprende por su falta de fe. Primero una afirmación, después el interrogante que no halla contestación. En el versículo 31, nos encontramos con un cambio brusco de tiempo, el autor está narrando la situación en un tiempo de indicativo (λεγει), como queriendo indicar que la acción transcurrida de una forma concreta y continua a la vez, ha venido a desembocar en un presente “actualizador” que acerca las palabras de Jesús hasta el creyente que las escucha. Acaba éste tercer momento en gerundio (λεγοντεσ), de nuevo la acción continúa.

Núcleo: El versículo que hemos denominado como 33b , nos da el núcleo de la perícopa y casi podemos afirmar ya que se trata del núcleo de toda la narración mateana que aparece en otros momentos, que más tarde señalaremos. La composición es sencilla: un adverbio, un verbo en tiempo de presente y un segundo adverbio formando una oración subordinada completiva de objeto directo que nos remite a la forma verbal λεγοντεσ. Y en el centro de núcleo el verbo ser en segunda persona de presente de indicativo. Como en el apartado anterior apuntábamos, este presente puede hacer referencia directa a una forma intemporal del ser, un ser que no cambia.

8 El término κυριε, es el término utilizado en la iglesia postpascual para referirse a Cristo Resucitado.

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Entre todos los verbos que aparecen en el relato hay uno que destaca de una forma especial, nos referimos al verbo Εδστστασασ . Se trata de la misma forma verbal que encontramos en 28, 17 (εδιστασαν), en este segundo caso se trata de la aparición de Jesús resucitado, es decir, el κυριοσ , y la confesión de Galilea, apareciendo también el verbo προσεκυνησαν. Este aspecto resulta relevante y como tal será analizado oportunamente. Si nos fijamos detenidamente en el desarrollo del texto nos percataremos de que Jesús aparece explícitamente en varias ocasiones y de una forma progresiva; así, en el versículo 26 es denominado como un φαντασµα (fantasma), en el versículo 27 aparece ya como Ιησουσ (Jesús), nombre por el que se conoce al Jesús histórico. El término κυριοσ aparece por primera vez en el versículo 28 y como ya apuntábamos anteriormente, con este término es designado Jesús tras la resurrección. Por último, en la confesión de fe (33b), el título elegido por el autor es Ζεου νιοσ , Hijo de Dios, término que analizaremos más en profundidad.

3.2 Recursos literarios.

A la hora de poner de manifiesto los recursos literarios utilizados por el autor para la composición del texto, hemos de señalar que éstos son más bien escasos, debido, quizás, a la simplicidad literaria del relato. La utilización de los recursos literarios persigue como objetivo principal enfatizar aquello que el autor quiere comunicarnos, el mensaje, y se sirve de estos procedimientos para que el lector, a quien se dirige, en este caso la comunidad mateana, capte más singularmente la palabra de su Señor: su mensaje y el contenido de su enseñanza. Estos son, a grandes rasgos, algunos de los que podemos encontrar en el texto propuesto:

Inclusión literaria: Se trata de la repetición de palabras o expresiones clave al principio y al final de una sección que delimitan y orientan sobre el contenido de dicha sección.

Versículo 22: “y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca...”Versículo 32: “y habiendo subido ellos a la barca...”

Fenómenos de repetición:Se trata de un recurso típico de la literatura semítica que consiste en repetir una misma idea o frase que puede resultar útil para señalar la importancia del momento, de la palabra, de la acción, etc. Mateo, como ya sabemos, utiliza un estilo y unos procedimientos literarios de tradición semítica.

Versículo 22: “...mientras despedía a las multitudes”Versículo 23: “y, habiendo despedido a las multitudes...”

Versículo 25: “...vino hacia ellos caminando sobre el mar”

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Versículo 26: “...al verlo caminando sobre el mar”

Interrogación retórica:Consiste en formular una pregunta que realmente no espera respuesta alguna, pues el que pregunta ya la sabe de antemano.

Versículo 31: “...¿Por qué dudaste?”

Antítesis:Contraposición de términos con significados contrarios para resaltar uno de ellos o ambos.

Versículo 31: Fe-Duda

Paradoja:Es una antítesis aparente. Se armonizan dos conceptos contradictorios para o en ocasiones dos ideas.

Versículos 25/26/28/29: Caminar sobre las aguas

Redundancia:Repetición o uso excesivo de una palabra o concepto.

Versículo 27: “...les habló diciendo...”Versículo 30: “...gritó diciendo...”

Resalta la utilización de la conjunción και , típica del estilo sencillo de la narración mateana, que sirve de nexo entre los diferentes elementos de la composición y además, podemos apreciar en ella la narración de la escena a través de los hechos. Mateo recoge la utilización de dicha conjunción del evangelio de Marcos, pero a diferencia de él, nuestro autor da un cierto adorno al contenido que viene tras la conjunción a la vez que agilidad en la lectura.

A lo largo del texto nos encontramos con varios tipos de oraciones subordinadas que, por lo general, repiten un mismo esquema9.

Alegoría:En la alegoría suelen aparecer dos planos: un plano real y otro evocativo. La alegoría consiste en que cada elemento del plano real se corresponde con otro del plano evocado. En el texto presente se puede apreciar una alegoría constante, debido al significado real de algunas palabras correspondiendo al significado evocativo de las mismas.

Cabe señalar la presencia de palabras gancho, cuya finalidad será enlazar entre sí las diferentes secciones de la perícopa, funcionando como nexo de unión entre ellas o para continuar la temática de la que se está hablando.

9 Ver apartado de análisis morfológico-sintáctico.

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Versículo 22: “y al momento...”

Versículo 23: “y habiendo...”Versículo 32: “y habiendo...”

Versículo 27: “y entonces...”Versículo 31: “y entonces...”

Igualmente encontramos una serie de palabras que se van repitiendo con cierta frecuencia. Estas palabras poseen un contenido teológico y simbólico10 muy importante para el desarrollo de la temática del texto. Podemos distinguir dos grupos:

REPETICIONESBarca 5Multitudes 2Viento 3Mar 2Aguas 2

MISMO CAMPO SEMÁNTICOOrillaOlasMar

Aguas

3.3 Género literario y forma literaria.

Analizaremos en primer lugar el género literario dentro del cual podemos enmarcar el texto y pasaremos, en un segundo momento, ha analizar la forma literaria del mismo. En líneas generales el texto propuesto presenta el género literario narrativo, como indica los elementos de tipo narrativo que aparecen a lo largo del mismo. Dentro de este género narrativo podemos hacer una serie de subdivisiones:

a) Desde el comienzo hasta el versículo 26 nos encontramos con una primera sección en la que se aprecia la forma descriptiva y enmarcadora a la vez. Descriptiva en tanto que el autor presenta, a grandes rasgos, el lugar donde

10 Estas palabras y su contenido será analizado con detenimiento en el apartado dedicado al análisis semántico del texto.

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van a tener lugar los acontecimientos posteriores; pero dentro de la misma descripción, llama la atención al lector la precisión en que aparece enmarcado el momento concreto: “y en la cuarta vigilia de la noche”, no en cualquier otro momento, sino que Mateo quiere precisarlo. No se aprecia un corte brusco con la perícopa anterior, sino que el autor, mediante la utilización de la expresión “y al momento” enlaza ambas, de tal forma que la conclusión de la anterior es a la vez marco de desarrollo de la presente.

b) A partir del versículo 27 hasta el 32 se establece un diálogo entre Jesús y Pedro; un diálogo en el que se puede atisbar la presencia de cierto género parenético, dado que, intrínsecamente, hay manifiesta una exhortación a la conducta cristiana a seguir; Jesús exhorta a Pedro, pues este “no teme porque se hunde, sino que se hunde porque teme”11 y su exhortación lleva implícita la denuncia de una carencia cristiana: la fe.

c) La tercera y última división apunta al género expositivo y lo encontramos en los versículos 32-33 donde, habiendo ya finalizado el acontecimiento propiamente dicho, se da paso a la confesión de fe como exposición de aquello en lo que ha de consistir la conducta cristiana. No es necesario sólo ser interpelado, sino que la interpelación carece de sentido alguno si tras ella no hay una conversión que conduzca a la confesión de fe, al auténtico contenido mismo de la fe que consiste en proclamar que Jesucristo es Hijo de Dios.

En lo referente a las formas literarias, seguiremos para su estudio el esquema elaborado por V. Taylor para la Historia de las Formas. Antes de continuar en la profundización, cabe aquí recordar cuales son los objetivos y presupuestos fundamentales de la Historia de las formas. En síntesis, los objetivos de la Historia de las formas son dos:

1.- Clasificar todas las perícopas de los evangelios siguiendo criterios literarios.2.- Descubrir la evolución de esas perícopas remontándolas al contexto vital (en alemán sitz im leben) de la Iglesia Primitiva: actividades, catequesis, predicación, etc.

Los presupuestos principales son también dos:

1.- Los evangelistas son meros recopiladores de la tradición existente (este punto será el que más tarde se le criticará a la Historia de las formas por su inconsistencia).2.- Los evangelios surgen en la comunidad pascual y están escritos a la luz de la Pascua. Por tanto nacen de la fe y no de una preocupación histórica. Por eso se habla del contexto vital en que surgen las perícopas. Eso es claro: los evangelios no son una historia o biografía de Jesús, hay datos sobre ello, pero contados desde la óptica que proporciona la Pascua, incluso cuando sea datos fundamentalmente histórico-biográficos.

11 Luis Alonso Shöckel, “Biblia del peregrino”, ed. Mensajero-Ega. 1995.

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Dentro de la clasificación que Taylor hace del material narrativo, nuestro relato podría situarse dentro de la forma literaria de relatos de milagro. Estos relatos siguen el esquema de milagros que más o menos apunta Bultmann12, a saber:

Historias de milagros: tienen un esquema literario fijo: Circunstancias-Milagro-Efecto-Reacción. Por su contenido se pueden clasificar en:a. De curación.b. De naturaleza.

Intentemos ahora aplicar este esquema a nuestra perícopa:

3.4 Contexto literario.

En el análisis inicial dimos ya una visión general del evangelio de Mateo, dentro de esa visión tendremos que intentar ahora situar el presente texto. El texto nos sitúa ya dentro de la que hemos denominado como segunda parte: “proclamación del Kerigma centrado en el sermón del reino y seguimiento de los discípulos al frente de los cuales aparece la figura de Pedro”. En las secciones precedentes hemos ido observando como se iba formando, poco a poco, el grupo de los discípulos y ya parece aquí que el grupo definitivo está más o menos formado. Con la sección de las parábolas se ha establecido

121

“Die geschichte der synoptischen tradition”, 1921.

Circunstancias

Milagro

Efecto

Reacción

1) Los discípulos están solos en la barca, comienza el viento y aparece el miedo.

2) Pedro exige la confirmación de que realmente es Jesús.

1) Jesús aparece caminando sobre las aguas y calma la

tempestad.2) Manda a Pedro caminar

sobre las aguas y comienza a caminar.

CONFESIÓN DEFE

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ya una distinción entre la gente que no es capaz aún de comprender y los discípulos, que parece que comienzan a comprender. En esta nueva sección destaca de forma especial la figura de Pedro. El viaje final hacia la cruz está cerca y Jesús, antes de comenzar el camino hacia Jerusalén va ha instar a los discípulos a contestar a una pregunta decisiva que llega hasta nuestros días, una pregunta que será, ahora, punto de partida hacia el camino de la fe: ¿Quién es Jesús?. El reino está cerca, Jesús abandona ya a los que lo rechazan y se dedica a instruir a sus discípulos, instrucción que va encaminada hacia el punto cumbre que será la confesión de Pedro, roca de la iglesia que proclama al Hijo de Dios (16, 13-20); el episodio que nos ocupa a nosotros, es anuncio de esta confesión y a la vez anuncio del acontecimiento de la transfiguración (17, 1-3), que será sobre todo una revelación del Padre hecha a los discípulos13. Esta sección constituye, sin duda, una catequesis en torno a la fe y frente a los titubeos y dudas de los discípulos; seguidamente vendrán una serie de curaciones, la segunda multiplicación de los panes y la confesión de fe y primado de Pedro, tras la cual se producirá el primer anuncio de la Pasión, como si Jesús pretendiese instruir a sus discípulos en la necesidad de la cruz como camino necesario para alcanzar la auténtica confesión de fe que consiste en proclamar que Jesucristo es Hijo de Dios; he aquí la importancia principal del texto que se propone: anuncio de la confesión definitiva. Será conveniente no extendernos más en este apartado, pues muchas de las cosas que aquí podríamos decir, o bien han sido dichas ya o bien serán dichas en los apartados siguientes.

IV. ANÁLISIS HISTÓRICO-DIACRÓNICO.

4.1 Lectura sinóptica: semejanzas y diferencias.

Cuando nos referimos a la cuestión sinóptica nos estamos refiriendo a la lectura de las semejanzas entre ambos textos. Con la entrada del racionalismo en el estudio bíblico, los estudiosos comienzan a preguntarse cómo explicar la gran cantidad de diferencias que encontramos en los Evangelios Sinópticos. En Mt, Mc y Lc las semejanzas son enormes, hasta el punto de que se pueden disponer en columnas paralelas,

13 Charpentier-Poittevin, “El evangelio según san Mateo”.

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haciendo una sinópsis, para de este modo poder realizar la lectura sinóptica. El texto al cual estamos dedicando este estudio es de tradición doble, es decir, sólo aparece en dos de los Evangelios Sinópticos, con paralelos en Juan que serán debidamente estudiados, por lo que su lectura sinóptica resultará más sencilla. Para una mejor visualización tendremos que tener en cuenta que:

Lo común a los dos aparece con un tipo de letra diferente. Lo propio de Mateo aparece con subrayado doble. Lo propio de Marcos aparece en cursiva.

Mt 14, 22-33

22y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca y a ir delante de él a la otra orilla mientras despedía a las multitudes.23Y, habiendo despedido a las multitudes, subió al monte, aparte, a orar. Y cuando la tarde caía, estaba allí solo.24Y la barca distaba de tierra ya muchos estadios atormentada por las olas, pues el viento iba en contra.25Y en la cuarta vigilia de la noche, vino hacia ellos caminando sobre el mar.26Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar, se asustaron diciendo:Es un fantasma;Y gritaron de miedo.27Y entonces (Jesús) les habló diciendo:¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!

28Y respondiéndole Pedro dijo:Señor, si eres tú, dispón que yo vaya hacia ti sobre las aguas.29Y él dijo: Ven. Y, bajando de la barca, Pedro

Mc 6, 45-52

45Y al instante apremió a sus discípulos a montar en la barca y a ir delante a la otra orilla, junto a Betsaida, mientras él despide a la multitud.46Y tras dejarlos se fue al monte a orar. 47Y cuando caía la tarde, estaba ya tiempo la barca en medio del mar y él solo en tierra. 48Y viéndolos atormentados al navegar, pues el viento iba en contra de ellos, hacia

la cuarta vigilia de la noche, viene hacia ellos caminando sobre el mar, y quería rebasarlos.49Y al verlo caminando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y chillaron.

50Pues todos lo vieron y se asustaron.Y entonces él habló con ellos y les dice:¡Ánimo! Soy yo, ¡no Temáis!

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caminó sobre las aguas y fue hacia Jesús.30Pero al fijarse en el (fuerte) viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó diciendo: Señor, sálvame.31Y entonces Jesús extendiendo la mano lo agarró y le dice:¡Qué poca fe! ¿Por qué dudaste?.

32Y habiendo subido ellos a la barca, cesó el viento.33Y los que (estaban) en la barca, lo adoraron diciendo:33bVerdaderamente eres Hijo de Dios.

Como podemos observar, casi el texto integro de Mateo aparece recogido en Marcos, es decir, Mateo respeta el texto original de Marcos, con algunas excepciones referentes al estilo propio de cada autor. El material propio de Marcos es escaso, pero en cambio, en la exposición marcana se nota la presencia de ciertas tensiones. La indicación inicial “hacia Betsaida”, deja un poco en duda cual es el lugar real del destino, pues Betsaida quedaba al lado septentrional del lago, mientras que los discípulos desembarcarán en Genesar, que se encuentra en la ribera occidental, aunque también cabe la interpretación de que los discípulos, al haber sido desviados por el viento contrario, desembarcarán finalmente en la costa occidental. Las indicaciones temporales no son del todo claras, pues cuando el autor apunta que ya había anochecido, deja un largo espacio intermedio hasta “la cuarta vigilia de la noche”. De forma especial resulta interesante la indicación “y quería rebasarlos”, indicación que no aparece en Mateo. Rudolf Schnackenburg apunta en referencia a esto:

“Ellos debieron ver algo de su gloria, como Moisés cuando en el Sinaí vio pasar delante de él la gloria de Dios (Ex 33, 21-23) o como cuando Elías vio pasar delante de él al Señor en el monte Horeb en una suave brisa (1Re 19, 11s). Jesús “viene hacia ellos” al igual que Yahveh vino hacia los antiguos varones de Dios, no en la plenitud de su majestad, sino sólo en un acercamiento misterioso a fin de que cobrasen conciencia de su presencia concreta. Los discípulos deberían haber sacado consuelo y fuerzas de la proximidad y presencia benevolente de su Señor. Pese a todo, los discípulos no comprenden nada, creen ver un fantasma y empiezan a gritar.”14

14 Rudolf Schnackenburg, “El Nuevo Testamento y su mensaje” ed. Herder; Barcelona 1980.

51Y subió con ellos a la barca y cesó el viento (más) extasiados se quedaron ellos.

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En el relato de Marcos, Jesús habla con ellos, con todos ellos, quiere evitar la imagen de fantasma, aunque en el fondo sigue imperando ese sentimiento de tensión al que hacíamos referencia anteriormente. El relato de Pedro caminando sobre las aguas no aparece en Marcos, lo omite, es material propio de Mateo. Jesús sube a la barca con ellos y cesa el viento, a continuación Marcos apunta que “(más) extasiados se quedaron ellos”; cabría aquí recordar que el estilo de Marcos es popular; le gusta sustituir las conjunciones coordinativas por y o y luego; algunas frases son poco correctas, como ocurre en la presente, donde a simple vista parece presentar alguna carencia sintáctica, pero al autor no le importa demasiado, lo que pretende es narrar los acontecimientos tal y como ocurren, en sí mismos; podemos pensar que con esta expresión persigue describir la reacción que el poder de Jesús provoca sobre los discípulos. Es sin duda alguna, un puro “éxtasis religioso” que conduce a la respuesta de la adoración sin más, lo que importa es ese “éxtasis”. El relato podría haber terminado aquí, pero se retoma de nuevo el hilo que se abandonó en el versículo 48; la tempestad se calma y con la calma la narración de revelación se amplía hasta convertirse en milagro de salvación. El autor omite la confesión de fe que aparece en Mateo, quizás, como apuntábamos anteriormente, porque lo que aquí se quiere resaltar es algo diferente, la aclaración de los “corazones ofuscados” mediante la manifestación del poder de Jesús. Joachim Gnilka al realizar el estudio de esta perícopa en Marcos apunta lo siguiente:

“En la tradición de esta perícopa, Marcos habría tenido interés en los siguientes puntos: cuando destaca la afirmación de que Jesús mismo despidió a la muchedumbre, está subrayando la idea de que también este acontecimiento milagroso está destinado de manera especial a los discípulos. Ante sus ojos tiene lugar la revelación; a ellos se concede la salvación. La estrecha conexión que existe entre el caminar sobre el mar y la multiplicación de los panes y peces en 52 arroja nueva luz sobre este último milagro. Esa conexión confirma que Jesús se reveló también en el dar de comer a la muchedumbre. Se reveló como el que trae la salvación e Hijo de Dios, pero los discípulos no lo reconocen como tal. Su incredulidad, que se convierte en problema especial a la vista del mayor reproche, no descalifica el suceso milagroso, sino que delimita su alcance. La revelación se da en la cruz, que constituye su punto culminante y desde la que se mide todo lo que sucede con anterioridad a ella”.15

Como ya hemos apuntado y más tarde analizaremos, en el evangelio de Mateo la perícopa concluye con la confesión de fe; aquí no ocurre así. Los discípulos aún no habían entendido, en Marcos tendremos que esperar hasta el versículo 39 del capítulo 15 para que se produzca la confesión de fe plena que dará sentido a todos los acontecimientos, confesión que se producirá ante la cruz de Cristo, con la revelación del secreto mesiánico: Jesús, buena noticia, mesías, Hijo de Dios.

15 Joachim Gnilka, “El evangelio según san Marcos”, ed. Sígueme.

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En cuanto al material propio de Mateo, como podemos observar, es bastante amplio. Las coincidencias con respecto a Marcos se limitan al acontecimiento propiamente dicho, así el episodio de Pedro caminando sobre el mar sólo aparece en el relato mateano, ni tan siquiera en el paralelo joánico aparece, es material exclusivo de Mateo, material del que más tarde hablaremos. Una de las constantes narrativas en la obra de Mateo es la presencia del nombre de Jesús presentado ya desde el principio como el Emmanuel, respondiendo a éste mismo título aparece aquí. En varias ocasiones durante todo el evangelio, Mateo gusta de insistir en la búsqueda de la soledad por parte de Jesús, así, en el versículo 23 puntualiza que Jesús subió al monte a orar, pero solo. Al leer la perícopa detenidamente nos percatamos de que en el relato mateano es Jesús quien toma la iniciativa, quien sale al encuentro de una forma especial. Como ya se apuntó en ocasiones anteriores, el evangelio de Mateo es el que hemos llamado “eclesial” , ya así lo demuestra la presencia de en el versículo 26 de “los discípulos”, expresión que actúa aquí como sujeto de la oración, mientras que en Marcos se daba por presupuesto en Mateo se resalta la presencia de los discípulos a quien va dirigida la enseñanza, pues ellos constituyen en el momento concreto la iglesia naciente y su ministerio se circunscribe cada vez más a los discípulos. Sin duda alguna, los dos materiales propios de Mateo que más resaltan aquí son, por un lado el episodio de Pedro caminando sobre el mar y la confesión de fe. El primero constituye una auténtica catequesis en torno a la fe, ante los titubeos y dudas de los discípulos y la iglesia misma, representada ahora por Pedro como cabeza. La confesión de fe constituye igualmente uno de los momentos culminantes del relato mateano que no recogen ni Marcos ni Juan, se trata de ya del anticipo de un final que se centrará en el reconocimiento de Jesús como el nuevo Moisés, el Emmanuel, el Κυριε ante quien los discípulos volverán a dudar. Como decíamos, en Mateo el centro es Jesús y su palabra, pues él es el único poderoso en palabras y en obras. Ya en el apartado dos calificamos el relato como relato de milagro; observando aquí las diferencias con Marcos, podemos observar como en Mateo el milagro se presenta como un encuentro personal de Jesús con el paciente, aunque en este caso no hay paciente propiamente dicho, sino que el milagro se produce al caminar sobre las aguas y cesar el viento; pero se observa la presencia del encuentro personal de Jesús con Pedro, característica fundamental del evangelio de Mateo. Jesús y Pedro quedan en primer plano y los demás discípulos quedan como personajes secundarios, Mateo ni tan siquiera hace referencia a los restantes que iban en la barca, sino que los designa con el plural generalizador, al igual que Marcos, pero con la diferencia que ya apuntamos de que Mateo sí quiere especificar que se trata de los discípulos. Estos son algunos de los rasgos esenciales del relato propio de Mateo que junto con otros se analizarán seguidamente en los puntos respectivos.

4.2 Formación y evolución del texto.

Para el estudio de la formación y evolución del texto, cabe advertir que tomaremos como punto de salida la teoría de las cuatro fuentes de Boismard

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(1977) que es, quizás, la mejor aceptada hoy en día. Esta teoría consiste en la distinción de tres tipos de influencia o dependencia entre los documentos:

Origen

Intermedio Mc-int. Mt-int.

Proto-Lucas (bastante perfilado)

Jn

Mt-propio Lc-propioFasefinal

rMc rMt rLc rJn

Todo este conglomerado de flechas, que a simple vista parece tan complicado, no lo es tanto; veamos rápidamente algunas explicaciones al respecto16:

Tradición marcana. Marcos ha influido en Mateo y Lucas en la estructura general de sus evangelios y en la estructura literaria. La teoría añade que Marcos tiene dos fases en la elaboración. Hay un Marcos intermedio que utiliza las tres fuentes A, B y C, combinándolas entre sí, pero con distinto nivel de utilización, ya que toma como base principal la fuente B, paganocristiana. En la última fase de la tradición, Marcos-intermedio tiene la misma estructura que tendrá luego la redacción final, rMc, pero esta recibirá

16 Estas notas aparecen en: “Apuntes sobre evangelios sinópticos”, elaborados por Ramón García.

AOrigen

palestino, judeo-

cristiano. Dichos y hechos.

BDichos y hechos.

Ambiente pagano-cristiano.

CTradición de

origen palestino,

distinta de la tradición A.

QColección

de sentencias

que conocen Mt

y Lc.

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elementos del Mateo-intermedio, incluso del Proto-Lc, aunque de forma muy débil, y sólo a nivel estilístico. RMc retoca con su estilo el Marcos-intermedio, a partir de estas influencias.

Tradición mateana. El Mateo-intermedio tiene su fundamento en A, pero introduce además, y sobre todo, Q, que no conoce el Marcos-intermedio. Mateo-intermedio no conoce ni el documento B ni el C. En su fase última, el rMt recibe influencia de Mateo-intermedio y Marcos-intermedio. En las secciones comunes sustituye el texto de Mateo-intermedio por Marcos-intermedio, en las que no lo son sigue sobre todo Mateo-intermedio. Añadió además el material propio (Mt-propio), y finalmente retoca con su estilo y vocabulario lucano proveniente del Proto-Lucas, sin que la estructura final del rMt se vea afectada.

Tradición lucana. El proto-Lucas tiene una base de información riquísima, porque conoce A, B, C y Q, los cuatro documentos, aunque su fuente principal es el Mateo-intermedio, y sobre todo, en los relatos de la pasión, el documento C. También conoce Q, con influencia directa de B y de A a través de Mateo-intermedio.

Una de las grandes dificultades que plantea ésta teoría es que Marcos parece conocer a Q a través del Mateo-intermedio, y sin embargo en la redacción final omite cosas importantísimas contenidas en Q y en el Mateo-intermedio que recibe la influencia de esta.

4.2.1 Niveles redaccionales de Mateo/Marcos17.

En relación al relato de Marcos, según Boismard, cabe la posibilidad de que haya sido el Marcos-intermedio quien haya combinado los relatos de los Documentos A y B. Cabe la posibilidad de que el último redactor Marco-Lucano haya realizado algunos retoques literarios, como por ejemplo:

Sustitución de “habiendo despedido” , en el versículo 46 del relato de Marcos por “habiéndose despedido”, que aparece en Mateo, expresión de tipo más lucana que marcana.

Duplicación del verbo ver, proveniente del documento B, en los versículos 49 y 50 del relato de Marcos, dando así un motivo para los gritos de los discípulos. En Mateo se añade “por el temor” delante de “gritaron”.

En lo referente al relato actual de Mateo, y siguiendo al mismo autor, se presupone la combinación de los dos documentos, al igual que ocurría en Marcos; es también del último redactor mateano que recoge el texto del Marcos-intermedio. Aún así, es bastante probable que el Mateo-intermedio incluyese también el relato de Jesús caminando sobre las aguas, aunque sólo según el documento A. Pero, nos preguntamos junto con Boismard: “¿Ha dejado alguna huella este Mateo-intermedio en el relato actual de Mateo?. La respuesta a esta pregunta resulta bastante difícil; Boismard nos aporta dos indicios, aunque, como él mismo apunta, ninguno de ellos tiene valor de prueba:

17 Seguiremos muy de cerca para la realización de este punto la “Sinópsis comentada” de Boismard, tomo II, donde comenta el autor todas las perícopas.

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“De las dos expresiones “andando sobre el mar” (vv.25-26), Mateo tiene la primera en acusativo y la segunda en genitivo, mientras que Marcos tiene las dos en genitivo. Hemos visto que la segunda procede del Documento B y la primera del Documento A. Es verosímil que el Documento A tuviera el acusativo, mientras que el Documento B tuviera el genitivo. Mateo es, pues, el único que ha conservado el acusativo del Documento A. ¿Prueba esto que lo ha recibido directamente del Mateo-intermedio? No, porque la distinción entre acusativo y genitivo podía encontrarse también en el Marcos-intermedio, y la armonización podía haber sido realizada en el último nivel redaccional de Marcos. El otro indicio es bastante difícil de exponer por su complejidad. Los vv. 23b-24 de Mateo son bastante diferentes de los vv. 47-48ª de Marcos. Nótese especialmente que Mateo sólo retiene del v. 48 de Marcos el verbo “fatigar”, que él refiere a la nave y no a los discípulos; no tiene, por tanto, la precisión “de remar” que leemos también en Jn 6, 19 y que provendría del Documento B. La actividad redaccional del Marcos-intermedio podría entonces explicarse de esta forma: él leía en el Documento A un texto de estructura análoga al de Mt 14, 24; queriendo introducir el tema de los discípulos que “reman”, procedente del Documento B, une este verbo “remar” con el verbo “fatigarse”, refiere este verbo “fatigarse” a los discípulos, añade el pronombre “les” en la proposición “pues el viento era contrario” y añade también el participio “viéndoles” para formar así un pequeño cuadro: Jesús ve a los discípulos fatigarse... La omisión de todos estos elementos por Mateo, si los hubiera encontrado en el texto que sigue aquí, sería difícil de explicar. Podríamos, pues, reconstruir el texto del Documento A, en los vv. 24 de Mateo y 47-48 de Marcos, teniendo en cuenta la precisión siguiente: la expresión de Mateo: “distaba ya de la tierra muchos estadios”, que falta en Marcos, sería del último redactor Mateo-lucano; Mateo no vuelve a usar el verbo “distar” es sentido intransitivo más que en 15, 8, en una cita del A.T.; por el contrario, lo encontramos con este sentido intransitivo entres textos de Lucas que presentan analogías de vocabulario con la expresión de Mateo: Lc 7,6; 15, 20 y 24,13; Marcos habría conservado, pues, mejor el texto del Documento A: “estaba en medio del mar”. El texto completo del Documento A y del Mateo-intermedio, correspondiente al v.24 de Mateo, tendría este tenor: “La nave estaba en medio del mar (Mc), fatigada por las olas (Mt) pues el viento (...) era contrario”. Si se acepta esta reconstrucción conjetural, podríamos ver en el v. 24 del Mateo actual un eco del Mateo-intermedio y por tanto del Documento A.

Siguiendo los análisis de Boismard que ya hemos apuntado, podemos concluir que el relato del Documento A tendría aproximadamente esta forma:

“Y al momento obligó a los discípulos a montar en la nave y a ir por delante de él al otro lado mientras despedía a las gentes. (...) Y la nave estaba en medio del mar, fatigada por las olas,

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pues el viento era contrario. A la cuarta guardia de la noche, va hacia ellos andando sobre el mar. (...): (creyeron que era un fantasma) Y gritaron, y les habló (...): Tened ánimo. Y subió con ellos en la nave y se calmó el viento”.

En la reconstrucción del texto, aparece entre paréntesis la frase “creyeron que era un fantasma”, porque cabe la posibilidad de que no se encontrara en el texto original del Documento A. En el relato de Marcos esta frase va introducida por el verbo “creyeron”, que no parece ser de redacción marcana, sino que más puede que proceda del último redactor Marco-Lucano. En el relato de Jesús caminan sobre las aguas de Mateo, con toda probabilidad, esta frase fue introducida en los últimos niveles redaccionales marcano y mateano. Por la expresión “tened ánimo” que aparece en el Documento A no hemos de entender unas palabras tranquilizadoras dirigidas por Jesús a unos que son presa del miedo; lejos de esto, lo que Jesús intenta con estas palabras es infundir valor ante la dificultad presente (cf. Mt. 9, 2.22) y animar a sus discípulos, que llevando el viento de cara no consiguen poder avanzar, de hecho, el viento se calmará nada más subir Jesús con ellos a la nave. A esto podemos sumarle que el matiz del verbo “gritaron” no es de terror exacerbado, puesto que el tema del “fantasma” no es original del Documento A. Para explicar esto con mayor claridad nos ayuda el paralelo bíblico de la historia de Jonás, donde podemos observar como a causa de la agitación del mar los tripulantes no pueden llegar a tierra: “y gritaron al Señor... y el mar calmó su furor”. También el salmo 107 nos describe a unos marineros en dificultad que gritan al Señor para que les ayude y venga en su auxilio. Al igual que en el salmo y en la historia de Jonás, el grito de los discípulos es, intrínsecamente, una petición de ayuda y no un grito de terror. Con todo, en el Documento A, el relato tendría este sentido:

Se para el avance de los discípulos a causa del fuerte viento. Jesús, caminando sobre el mar, se dirige hacia ellos. Los discípulos gritan invocando el auxilio de Jesús. Jesús contesta: “tened ánimo”. Sube a la barca con ellos y el viento se

calma.

El llamado Testamento de los Doce Patriarcas presenta un paralelo con el presente relato del Documento A donde se narra un sueño que tiene Neftalí. En el apartado dedicado a las tradiciones subyacentes haremos alusión a este relato y lo desarrollaremos más ampliamente. De momento apuntaremos que el Documento A podría tener un contenido semejante al relato del sueño de Neftalí. Se establecemos esta semejanza, con la expresión “hacia la cuarta vigilia de la noche”, el autor podría estar evocando la Parusía y el tema de la venida de Jesús al final de los tiempos. Desde este supuesto Jesús ya no estaría junto a los discípulos sino que se encontraría ya junto a Dios, habiéndose producido la resurrección, y los discípulos se encontrarían luchando con la tribulación anterior a la Parusía; ante la desesperación, Jesús, el κυριε, viene hacia ellos para facilitarles la travesía que conduce a Dios. Esta

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interpretación sería válida también para justificar la transposición que hace Lucas de algunos datos de este relato en la aparición de Cristo resucitado a los Once. Otra conexión que cabría, desde esta interpretación, es la estrecha relación de esta perícopa con el episodio de la transfiguración, cuya lectura podría ser que Jesús anticipa ya a los discípulos lo que será el final de la travesía, pero instando al Secreto Mesiánico18, pues aún no se ha concluido la travesía, por parte de los hombres, como camino al Padre. Del Documento B, poco hemos de decir, pues se encuentra sustancialmente en el relato de Juan 6, 16-21, con la excepción del versículo 17b que es sin duda adición joánica junto con otros detalles que dificultan el acercamiento al Documento B, menos cuando está apoyado por el relato de Marcos. En relación al episodio de Pedro, apunta Boismard19:

“Al añadir el episodio de Pedro caminando sobre las aguas a imitación de Jesús (Mt 14, 28-31), el último Redactor mateano evoca el precedente de la tempestad calmada y acentúa la significación soteriológica del acontecimiento; por la fe es como los hombres pueden, siguiendo a Jesús y por su medio, escapar de la muerte. Cuando los discípulos proclaman: “Verdaderamente, eres hijo de Dios” (Mt 14, 33), anticipan la confesión de fe del centurión romano después de la muerte de Jesús (Mt 27, 54), que hay que entenderla en la línea de Sb. 2, 18-20: Dios libra a su “hijo” de la muerte. Nótese en el v. 31 el verbo “asir” (agarró), que podría ser la firma del último Redactor Mateo-lucano (1/1/5/0/7/4)”.

A modo de resumen, podemos apuntar que el episodio de andar sobre las aguas, parece ser definitivamente, aportación propia de Mateo, quien inserta, como en otras ocasiones, un material referente a Pedro dentro del material marcano. Esto nos indica la posibilidad de que el evangelio de Mateo haya surgido en alguna comunidad relacionada de forma especial con Pedro, posiblemente se trate de Antioquía. El vocabulario con que se nos presenta el acontecimiento, es un vocabulario típico de Mateo, con palabras que aparecen sólo en su evangelio en todo el Nuevo Testamento, como ocurre con “katapontídsein” y “distádsein”, así como la palabra “kyrie”, en referencia a Jesús, que es también típica de las narraciones de Mateo. Hemos visto como en el relato de Marcos prevalece el “secreto mesiánico” de forma especial, aunque aparece también en el relato de Mateo, pero en est es más de resaltar la imperante finalidad de Mateo por idealizar a los discípulos, presentándolos como si realmente hubiesen entendido lo ocurrido con el reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios. Lucas por su parte, durante dos capítulos omite el relato de Marcos y pasa de la multiplicación de los panes a la confesión de Cesarea de Filipo. Esta omisión ha sido explicada de diversas formas y por diversos motivos, recogemos aquí la que apunta Boismard20:

18 La manifestación plena de Jesús como Hijo de Dios está reservada al momento de la resurrección, por ello es el mismo Jesús quien pide que no se difundan las obras que realiza, hasta que no llegue el momento oportuno. El llamado Secreto Mesiánico es más propio y se manifiesta de una forma más clara en el evangelio de Marcos.19 Boismard, “Sinópsis comentada”, tomo II.20 Cf. Boismard, “Sinópsis comentada”, tomo I.

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“Lo más probable parece ser que Lucas lo omitió, porque por una parte se trataba de material más o menos duplicado (v.g. la segunda multiplicación de los panes) o sin interés para sus lectores gentiles (v.g. la discusión sobre el lavarse las manos), y por otra parte, si no hubiera hecho omisiones por este estilo, no le hubiera cabido todo el material, dada la ordinaria longitud de los rollos de que podía disponer, que solía ser de unos 11 metros. Muchas de la abreviaciones de Mateo efectúa de Marcos posiblemente tienen la misma explicación”.

Después de haber analizado la evolución del relato, podemos intentar acercarnos al primer sitz im leben, es decir, al Jesús histórico, al contexto donde nació este episodio. También nos preguntamos aquí por la historicidad del episodio, ¿podemos saber si realmente ocurrió así?; para ello tendremos que remontarnos a los criterios de historicidad de los evangelios. Los postbulmanianos y M. Robinson junto con Ekäsemann, proponen que hay que investigar la continuidad entre el mensaje o acontecimiento real del Jesús terreno y el kerygma del Señor resucitado en la Iglesia primitiva, y no sólo eso, sino además, si el Señor resucitado está en continuidad con el Jesús histórico. Si analizamos esto, nos encontramos con lo siguiente:

Los evangelios continúan la mismísima tradición. La relación de Jesús con sus discípulos es muy estrecha.

Por ello existe una continuidad sociológica entre la comunidad prepascual y postpascual de discípulos, es decir:

La generación siguiente a Jesús y los mismos discípulos, sienten ya un gran respeto y veneración por el Maestro como factor de cohesión interna del grupo. Veneración por sus palabras y los acontecimiento vividos.

Hay una constante alusión a la misión apostólica prepascual. El anuncio del Reino y su propagación. El tema de la predicación es el Cristo Resucitado.

Poseemos también una serie de criterios de historicidad presentados por René Latourelle: testimonio múltiple, criterio de discontinuidad, criterio de continuidad y explicación necesaria21.

Teniendo en cuenta todo esto y algunos otros criterios, podemos ya concluir la originalidad propia del texto del Marcos-intermedio como quien ha combinado los relatos de los Documentos A y B. El acontecimiento propiamente dicho parece haber sido la tempestad y la calma del mar en el momento de la subida de Jesús. ¿Quiere esto decir que el relato de Pedro caminando hacia Jesús no es histórico?. Si nos ciñésemos exclusivamente a los textos escritos, podría llegar a afirmarse. Pero por otro lado hay una serie de aspectos que no podemos olvidar:

21 Cf. René Latourelle, “A Jesús, el Cristo por los evangelios”.

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Recordemos que una de las características del evangelio de Mateo es “dejar en buen lugar a los discípulos”. En cambio, en este episodio, Pedro, cabeza de la iglesia naciente, es acusado por el mismo Jesús de “falta de fe”.

La comunidad primitiva confía ya en primado de Pedro, ¿por qué no suprimir un texto que pone en duda su fe?.

Como ya vimos en otro apartado, el relato mateano es un relato en el cual “se cumplen las Escrituras”, aquí, como a continuación veremos, también se cumplen las escrituras.

Parece ser, pues, que hemos de dar crédito histórico al acontecimiento del encuentro de Pedro con Jesús, (al acontecimiento del encuentro como tal, indistintamente de la forma) crédito histórico que viene acompañado de una gran cantidad de simbolismos y mensajes que más adelante analizaremos.

4.3 Tradiciones subyacentes bíblicas o extrabíblicas.

Una de las características más relevantes del relato de Mateo es la utilización de la Escritura, provocando una profunda reflexión para hacer, de este modo, ver en Jesús el cumplimiento de todo lo anunciado en ellas, las promesas hechas por Dios a su pueblo y a los pueblos de toda la humanidad y de toda la historia. Vamos, en este apartado, ha analizar en primer lugar las tradiciones de carácter bíblico y en un segundo momento analizaremos otras de carácter extrabíblico. La primera de las referencias bíblicas que encontramos nos remite al libro de Job, concretamente al capítulo 9, donde en el versículo 8 se dice:

“Él solo desplegó los Cielos y holló la espalda de la Mar”.

Este versículo del libro Job aparece en el relato de Mateo como: “caminando sobre el mar”. Pero, ¿qué nos dice el autor del libro de Job?. Sin duda alguna, se trata de una remisión a la obra de la creación donde Dios, como creador, impone su dominio sobre los elementos naturales, incluido el mar; así, Israel es felicitada porque el Señor la ha salvado y es él su protector, como indica en Dt. 33, 29. En Is. 43, 16 (proto-evangelio), encontramos:

“Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas”.

El profeta está recordando a Moisés, que no caminó sobre el mar, sino que abrió el mar para que pasase el pueblo perseguido. No podemos olvidar que para Mateo, Jesús es el Nuevo Moisés que viene al Nuevo pueblo de Israel. Dos momentos durante la narración nos lo recuerdan: Jesús, antes de presentarse ante los discípulos, sube a la montaña a orar, como lo Moisés, quien baja de la montaña con la palabra de Dios dirigida al pueblo. En un segundo momento, Jesús camina sobre el mar. Moisés abrió el mar, pero el poder de Jesús es mucho más que el de Moisés, es un poder superior, pues no

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necesita abrir el mar sino que camina sobre el como dueño y señor. Es, sin duda, el momento de la salvación y del poder de Dios. El salmo 77, 20-21, continúa diciendo:

“Tu camino por el mar,un vado por las aguas caudalosas,y no quedaba rastro de tus huellas,

mientras guiabas a tu pueblo como un rebañopor la mano de Moisés y de Aarón”.

Es constante la alusión a Moisés como el guía fiel del Señor para el pueblo de Israel. El salmo 78, 20, aún va más lejos:

“Es verdad, golpeó la roca,brotó agua y se desbordó en torrentes;

¿podrá también darnos pany proveer de carne a su pueblo?”.

Recordemos que en la narración de Mateo, justo antes del acontecimiento se ha producido la multiplicación de los panes, ¿no será esa multiplicación la respuesta a la pregunta del salmista?; ¿tras la respuesta, no aparece el “camino sobre el mar”?. El pueblo erraba por el desierto “atormentado”, y de pronto, ante la dificultad, aparece Jesús “caminando por el mar”, para salvar la barca que ya está a la deriva, camino que es superación y soberanía sobre el ímpetu del mar. Estas son las tres referencias más directas sobre el relato de Mateo, pero de una forma más indirecta aparecen también otras, como por ejemplo Ex. 3, 14:

“Dios dijo a Moisés:“Soy el que soy”. Esto dirás a los israelitas:

“Yo soy” me envía a vosotros”.

En el versículo 27 del relato mateano, Jesús, ante el miedo de los discípulos, se dirige hacia ellos con la mima fórmula:

“¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!”

Como podemos ver, algunas tradiciones bíblicas hay subyacentes al texto propuesto. Tradiciones que, desde el punto de vista bíblico, nos vienen a confirmar lo que ya antes apuntamos: Jesús es el nuevo Moisés que sale al encuentro del nuevo pueblo de Israel para salvarlo de su esclavitud. El versículo 30 del relato de Mateo, recoge el grito de súplica que hace Pedro al percatarse de que se está hundiendo. El salmo 39, 13, nos anuncia ya lo que va ha ser este grito de Pedro:

“Escucha mi súplica, Señor,atiende a mi grito

no seas sordo a mis lágrimas.Pues yo soy huésped tuyo,

Forastero como todos mis padres”.

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A la hora de hablar de las tradiciones extra-bíblicas, nos hemos de limitar casi por completo a la historia que presenta a Pedro caminando sobre las aguas, que según la gran mayoría de autores22 debe ser considerada como una leyenda sobre Pedro. La historia de Jesús caminando sobre las aguas es una historia concebida desde la óptica de epifanía y la de Pedro se incluye aquí de forma episódica, aunque esto no resta tensión e importancia al relato. En el número 190 de la obra Yataka, de la tradición budista, se narra también la historia del discípulo de Buda que atraviesa el río Aciravati casi hundiéndose, el cual podría ser considerado como el modelo del discípulo cristiano. Dibelius apunta al respecto:

“Los cristianos relataban leyendas sobre la actividad taumatúrgica de Pedro apóstol y, entre ellas, algunas tan fundamentales como su liberación de la cárcel; parece que sobre Pedro discípulo hubo menos relatos de este tipo. Este hecho resulta tan extraño como típico de la tradición evangélica. Cabría esperar, en efecto, que se narraran o al menos se imaginaran muchas cosas sobre el jefe del grupo de los discípulos”.

Pero tampoco podemos olvidar que entre la leyenda que se narra en Yataka y la historia de Pedro caminando sobre las aguas, hay una diferencia que puede resultar esencial. En el caso de Pedro, es él quien pide al Jesús que le llame y, siguiendo su mandato, camina sobre las aguas; Pedro es sostenido por su fe. En cambio, en la narración budista se nos narra un milagro hecho a favor de uno mismo, lo que sostiene al seguidor de Buda sobre el agua es el recuerdo alegre de Buda, no su fe ni el acatamiento de la llamada. En Apophthegmata, Bisarión 2 se narra cómo el Abad pasa un río en estado de oración de modo que el agua no le llega más que hasta el tobillo, se trata sin duda de un paralelo cristiano con el milagro de Pedro caminando sobre las aguas. Pero en el caso de Bisarión falta el motivo del temor durante el milagro, elemento que resulta importante tanto en el caso de la historia de Pedro como en la historia india. Pero Bisarión y el seguidor de Buda son interrogados por otra persona después del milagro –Bisarión por su discípulo y el indio por su maestro-, en el caso de Pedro, después del acontecimiento no hay interrogación, sino que ésta se produce antes y es la antesala para que se produzca el milagro, muy al contrario, tras el milagro de Pedro caminando sobre las aguas, lo que se produce es la confesión de fe. Desde la óptica de la leyenda, Jesús sería el héroe y Pedro el místico que intenta imitarle, como ocurre en la narración del discípulo budista. Otro dato importante que apunta Dibelius y que hemos de tener en cuenta es que la formación de leyendas propiamente dichas se sitúa únicamente en los márgenes del Nuevo Testamento, como es el caso de la historia del final de Judas (Mt., 27, 3-8); por lo que aquí resulta más difícil la inclusión de leyenda propiamente dicha, máxime cuando es el mismo Jesús quien aparece como protagonista principal del relato, lo cual no excluye que el mismo posea rasgos literarios propios de leyenda.

22Cf. Matín Dibelius, “La historia de las formas”, ed. Edicep.

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Como conclusión a este breve estudio de la tradiciones subyacentes, diremos que, por lo visto hasta el momento, la tradición subyacente predominante es la bíblica con el relato de Jonás como principal antecedente de la narración, por lo que podemos pensar que el resto, sobre todo las extra-bíblicas, son de poca importancia o de importancia relativa, pues como ya vimos, el relato de Jonás recoge en sí mismo los requisitos necesarios para la presentación de Jesús como el nuevo Moisés.

V. ANÁLISIS SEMÁNTICO.

A través de este apartado y de sus diversos puntos, intentaremos una profundización desde el punto de vista semántico.

5.1 Palabras y temas clave23.

23 Cf. Juan Mateos-Fernando Camacho, “Evangelio, figuras y símbolos”. Nota: algunos de los datos utilizados se pueden encontrar en la obra apuntada.

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Las multitudes.

Se trata de un término de aparición común y constante en el transcurso de los hechos. Cuando el evangelista hace alusión a las multitudes, no hemos de entender una gran masa de personas, sino que más bien hemos de ver en esta expresión una alusión a la universalidad del mensaje proclamado. En la multitud quedan recogidos todos los sexos, edades y condiciones. Es, por tanto, el signo de la universalidad y no una simple indicación numérica. Sólo en dos ocasiones encontramos el término multitud en el evangelio de Mateo, las dos veces en singular (singular generalizador), 8 veces aparece en Marcos, 19 veces en Lucas y seis en Juan.

El monte.

El monte era considerado, tanto en la cultura judía como en las paganas, como el lugar donde habitaba la divinidad y donde el hombre se comunicaba con ella; era como el lugar de contacto entre el pueblo y Dios. En el Antiguo Testamento, la proximidad de Dios y el lugar que éste elige para manifestarse es el monte. Siguiendo la misma línea, cuando el evangelista menciona el monte, sin decir el nombre ni la localización, busca hablar no tanto del monte real cuanto de la presencia y acción divinas, así como del lugar idóneo de oración. El monte, como figura terrena, cuando está en relación con Jesús, denota la esfera divina en contacto con la historia humana, es decir, el ámbito divino se “hace” ámbito humano. En el monte se realizan acciones de gran significado que están en conexión con la esfera divina y el monte se puede considerar como la antesala de la acción divina, de los milagros de Jesús como manifestación de su poder y divinidad. Después de la multiplicación de los panes, Jesús sube al monte, solo. Se denota aquí el paralelo con Moisés, Jesús es el nuevo Moisés. En Éx. 34, 3, después de la idolatría del becerro de oro, Moisés sube solo al monte; en Mc. 6, 46 y Mt. 14, 23, ante la incomprensión de los discípulos en el episodio de la multiplicación de los panes, Jesús sube al monte a orar. Algunos “montes significativos”: Montes de Gerasa: alusión al culto pagano. Plural montes: alusión a la pluralidad de dioses. “El monte ese”: designa el monte donde se encuentra el templo. “Monte altísimo”: en las tentaciones de Jesús (Mt. 4, 8), indica la soberbia

del poder. El término monte aparece 14 veces en todo el evangelio de Mateo, frente a 8 que aparece en Marcos y Lucas y 5 en Juan, con lo cual ratificamos lo dicho anteriormente sobre el simbolismo del monte en relación con el nuevo Moisés.

La barca. El término barca aparece 13 veces en todo el evangelio de Mateo, frente a 14 en el de Marcos y 4 en el de Lucas. Se trata de un espacio cerrado y como figura se usa para expresar ciertos aspectos de una comunidad humana. La barca es algo “dinámico”, es decir, connota desplazamiento, máxime cuando se indica que estaba atormentada

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por las olas; cuando el evangelista insiste en indicar que la barca estaba en movimiento es porque se propone una misión que cumplir implícitamente. En ninguno de los pasajes en los que aparece la barca se dice que se trate de “la barca de Jesús”, así, no se dice nunca que Jesús sube a la barca sino que sube “a una barca”, la cual, no representa la entera comunidad de Jesús, sino que representa a un grupo perteneciente a ella, en este caso el de los discípulos. La veces que se mencionan la barca se organizan sobre todo alrededor de las travesías del lago, tres de las cuales van marcadas por la incomprensión de los discípulos. Como antes apuntábamos, la barca en movimiento implica una misión a cumplir; igualmente, la barca en la que se viaja con Jesús representa a un grupo activo de seguidores, de discípulos, orientados a la misión universal; de ahí que las travesías terminen o deban terminar en territorio fuera de Galilea, en territorio pagano, confirmando la universalidad implícita en el objeto de la misión, los “hombres”. En nuestro texto la barca tiene aún una connotación especial, pues en un principio Jesús no va en ella, sino que sube más tarde. Se trata de la barca que es la Iglesia de las primeras comunidades, al frente de las cuales aparece Pedro, legitimado ya como “cabeza” de la comunidad. La Iglesia primitiva está aquí pasando por diversas pruebas y problemas y al ser “atormentada por las olas”, clama a su Señor para que la salve.

El viento.

Típica expresión utilizada para manifestar la presencia de la adversidad. En todo el Nuevo Testamento aparece esta expresión en 37 ocasiones y en todas ellas reviste una connotación semejante. En el viento están representadas las fuerzas del mal que atormentan a la Iglesia naciente y así, es el mismo Jesús quien en muchas ocasiones increpa al viento y éste le obedece como signo de sometimiento. Sólo en tres ocasiones se puede ver una relación diferente del significado del viento y en las tres hay una vinculación estrecha entre la aparición del viento y el Espíritu Santo (Jn. 3, 8; Hch. 27, 14; Sant. 3, 4).

Las olas.

La connotación de las olas es semejante a la del viento, así, en la gran mayoría de los casos los dos términos aparecen juntos. Cuestión diferente es la connotación de las olas como agua o mar, que analizaremos seguidamente. El término ola aparece dos veces en Mateo, una en Marcos y una en Lucas, todas ellas en plural y en todos los casos posee la connotación de la presencia de la adversidad.

La cuarta vigilia.

Una de las características propias del relato mateano, como ya vimos, es la utilización de números con sus respectivos significados. Hemos querido ver aquí un simbolismo con la utilización del número cuatro. Ya en el mundo clásico el número cuatro era indicador de los cuatro puntos cardinales, de las direcciones del viento y de las cuatro estaciones estivales. De ahí que el número cuatro esté simbolizando la totalidad de la tierra y del

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universo24 y que cada vez que este número, o derivados de el, aparece tengamos que preguntarnos por la posibilidad de que se indique alguna totalidad. En nuestro texto, puede haber implícita una alusión de este tipo; el autor puede estar indicando la totalidad de los tiempos y la llegada apocalíptica de Cristo; quizás, sólo este punto necesitase un tratado aparte para su explicación por lo que no haremos mayor insistencia en este tema.

El mar.

Lo primero que nos llama la atención al leer Mt. 14, 22-33 y sus paralelos, es que los tres evangelistas (Mateo, Marcos y Juan) hagan referencia al lago de Galilea con el término “mar”. En este modo de presentar el lago podemos ver una razón de tipo teológico; la denominación “el mar” hace alusión al primer éxodo, caracterizado por el cruce del Mar Rojo; sirve, por tanto, para presentar la labor de Jesús como un éxodo, es decir, como la salida de una tierra de esclavitud o de opresión, a la vez que para volver a poner de manifiesto el papel de Jesús como el nuevo Moisés que conduce al pueblo; aunque el éxodo de Jesús se hace siempre en sentido contrario al antiguo, es decir, las travesías van siempre hacia tierra pagana, lo que nos indica que el autor quiere puntualizar que la tierra de opresión de la que hay que salir ahora es Israel. Pero el mar es también símbolo del pecado; Pedro se hunde en el mar, es decir, se hunde en la duda. Resulta bastante paradójico el término mar, pues por un lado simboliza la conversión, el renacer (agua del bautismo), mientras que por otro simboliza también el lugar de la duda y del pecado. En nuestro texto se ve de forma especial esta paradoja: Pedro se hunde en el mar, es decir, se hunde en la desconfianza. Pero Jesús, al sacar a Pedro del agua, le da al agua del mar un nuevo significado, el de la conversión, Jesús agarra a Pedro de la mano y le saca del agua, es indicador del nuevo bautismo por inmersión, Pedro es agarrado y sacado con fuerza del poder del pecado a la vez que es limpiado con el poder del agua nueva que da la vida. En los evangelios se conservan ambos sentidos simbólicos del agua, destructor y vivificante. Si el contacto es exterior (objeto que penetra en el líquido y desaparece dentro de él), significa “sumergir”, con posible connotación de muerte (agua destructora). La desaparición del hombre bajo el agua simboliza la muerte, como ya hemos dicho, así se simbolizaba en el mundo judío25, en 14, 30, Pedro se deja absorber por este reinado de la muerte. En otras ocasiones, la mención del agua del mar puede aludir al éxodo de Egipto, cuyo rasgo más característico fue el paso del Mar Rojo; el agua se convierte así, también, en símbolo de una liberación por la violencia. Recordemos también que en el Antiguo Testamento, el mar junto con las olas representan las fuerzas del mar que Dios vence con su poder. Son 17 las veces que encontramos éste término en el evangelio de Mateo, frente a 20 veces que aparece en el de Marcos; tan sólo tres veces aparece en Lucas y 8 en Juan26, con lo cual se manifiesta la visión escriturística de Mateo y Marcos frente a Lucas y Juan que la ponen en un segundo plano.

24 Cf. E. D. Schmitz, “Téssares”, DNTT, II.25 Cf. Ex. 26, 19s; Sal 18, 5s; 69, 3; Jon 2, 3s; Job 26, 5s.26 Cf. José Luján, “Concordancias del Nuevo Testamento”, ed. Herder.

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Como ya apuntamos en los puntos iniciales27, nos encontramos con tres imperativos que constituyen la clave interpretativa del texto y que son, por tanto, formas claves para su comprensión. Los términos Fe y Duda son también clave interpretativa:

Fe.

Trece veces nos encontramos con el término Fe en el evangelio de Mateo, siete en el de Marcos, 13 en el de Lucas y una en Juan. Esta desigualdad es en parte comprensible, pues no podemos olvidar que Mateo se está dirigiendo a una comunidad que atraviesa una compleja situación que atraviesa por las divisiones y el enfrentamiento con el judaísmo. Habían pasado ya los primeros años de entusiasmo y la que parecía inminente llegada del final de los tiempos se retrasaba, por lo que el evangelista les urge en relación con la fe; algo parecido ocurre con la comunidad a la que Lucas se dirige, ésta vive inmersa en el contexto cultural y político del imperio romano, se plantean nuevas perspectivas y nuevos problemas, ante los cuales Lucas intenta responder volviendo a contar la peripecia histórica de Jesús, pero haciendo especial mención a la necesidad de la fe ante un mundo pagano, como en el que se desenvolvía la comunidad. Por el contrario, la pregunta que reina en el relato marcano es ¿Quién dice la gente que soy yo?... y vosotros ¿quién decís que soy yo?, busca más el descubrimiento del rostro humano de Jesús y la fidelidad a su doctrina, la fe es importante, pero aparece siempre escondida tras el secreto mesiánico. El evangelio de Juan plantea más la búsqueda de una respuesta a la situación que vive su comunidad y a la polémica surgida en torno a la divinidad y humanidad de Jesús, ante la cual Juan responde buscando una mayor profundización en el misterio de la encarnación y muerte; así, el término fe aparece solamente una vez y en su propia boca como conclusión a su evangelio, el cual se vive desde ese testimonio de fe: “Éste es el discípulo que da fe de estas cosas”28. El tema de la duda será tratado en otro apartado diferente junto con el del miedo por su relevancia.

La otra orilla.

27 Cf. Análisis morfológico y sintáctico. Su análisis se realizará oportunamente.28 Cf. Jn. 21, 24.

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Cuando en el versículo 22 se indica el mandato de Jesús dirigido a los discípulos para que marchen a “la otra orilla”, no se trata sin más de un lugar indeterminado sin mayor importancia. Muy al contrario de lo que pueda parecer a simple vista, en el mandato de Jesús hay implícito un reto, el reto que supone cruzar el lago con dirección a “la otra orilla”; marchar al mundo pagano, como lo era la tierra de Genesaret. Como podemos ver en el esquema anterior, las dos orillas del lago constituían los dos mundos posibles de evangelización: la orilla judía y la orilla pagana. Marcos nombra como término de la travesía Betsaida, en la llanura de Genesaret; en cambio, en Juan 6, 17 la travesía concluye en Cafarnaúm, de donde algunos autores han querido ver la existencia de una segunda Betsaida como “lugar de pesca”, situada en la ribera oeste del lago, en las cercanías de Cafarnaúm. Según Schmid:

“Tal hipótesis no es ni probable ni necesaria; difícilmente hubieran llevado además el mismo nombre dos lugares tan cercanos junto al mismo lago. Y la orden de Jesús pudo muy bien haber sido que primero se dirigieran a Betsaida, si él mismo tenía la intención de dirigirse a pie allí, para después seguir la travesía con sus discípulos. Es además dudoso, si la expresión “al otro lado”, estuvo realmente en el texto primitivo de Marcos y no es más bien una adición posterior hecha a partir de Mt. 14, 2229. En este caso pierde todo fundamento la hipótesis de los dos lugares con el nombre Betsaida”30.

29 En Mt. 14, 22 falta, en cambio, la indicación “hacia Betsaida”.30 Cf. Josef Schmid, “El evangelio según san Marcos”, ed. Herder.

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Como quiera que sea, de lo que no nos cabe la menor duda es de la indicación simbólica de cada una de las orillas. Mateo, no menciona el mandato de ir hacia Betsaida, sino que es en el versículo 34 donde se indica que los discípulos llegaron a “tierra en Genesaret”, quizás porque al evangelista no le interesa tanto la misión pagana cuanto poner de manifiesto otros aspectos, no indica tanto el viaje hacia los paganos, sino que hace y hará mayor incapié en la universalidad del mandato. Un dato importante y clarificador al respecto nos lo da el versículo 35, que aunque fuera ya de nuestro texto es relevante; cuando Jesús llega con los discípulos a tierra de Genesaret (tierra pagana), la acogida que le brindan los hombres del lugar contrasta con la hostilidad y desconfianza que en momentos anteriores han mostrado sus paisanos y es, además, la fe de estos hombres paganos la que hace posible la realización de los milagros que allí tendrán lugar. Recordemos que tras la resurrección, será Galilea el lugar escogido por Mateo desde el cual se inicia la misión. El término “orilla” aparece 7 veces en el evangelio de Mateo, de las cuales 4 indican la acción de cruzar y tres sitúan la acción al borde de la orilla. Marcos recoge el término en 8 ocasiones, 5 en acción de cruzar y el resto en el marco de la predicación de Jesús. Lucas hacer referencia cruzar a la otra orilla en una de las cuatro ocasiones en que recoge el término y Juan sólo en una ocasión recoge el término.

Hijo de Dios.

El término Hijo de Dios es, posiblemente, uno de los más importantes estudiados hasta ahora, ya que constituye la confesión de fe que es resumen y proclamación de todo el evangelio. Mateo quiere aquí anticipar lo que será la confesión de fe de Pedro, donde se reconocerá el sentido único de Jesucristo, quién es y para que ha venido. Ya en el antiguo Egipto los faraones llevaron este título para afirmar su descendencia divina. También los sumerios y babilonios consideraron a sus reyes como hijos de dios y les dieron este título. El título fue pasando hasta llegar incluso al imperio romano en el que los emperadores eran considerados como descendientes directos de la divinidad. Israel está dentro de este contexto literario y también al rey se le llama hijo de dios, como lo pone de manifiesto el salmo 45, 7:

“Tu trono es de Dios para siempre jamás;un cetro de equidad, el cetro de tu rey”.

Y el salmo 89, 27ss:

“Él me invocará: ¡Tú, mi Padre,mi Dios y roca de mi salvación!Y yo haré de él el primogénito,

El Altísimo entre los reyes de la tierra”.

En el Nuevo Testamento, Hijo de Dios es uno de los títulos que recibe Jesús, como ya apuntamos, quizás de los más importantes, pues al ser denominado como Hijo de Dios, da a los creyentes en él el poder de ser ellos también hijos

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de Dios; pero solo Jesús es Hijo de Dios por naturaleza, pues es uno con el Padre, ha tomado carne para salvación de los hombres y se ha presentado como revelador. Así, el verdadero Hijo de Dios es obediente hasta el extremo, es decir, no cumple su voluntad sino que cumple los designios del Padre. Once veces recoge Mateo este término y todas ellas dirigidas hacia Jesús, hasta los demonios le reconocen como Hijo de Dios; la última vez que será llamado así, será por un centurión pagano al pie de la cruz (27, 54), donde la universalidad entera le reconoce como tal. Es de notar la ausencia del genitivo. No se trata de “el Hijo de Dios”, como la tradición lo recogía, ni se trata de un título más, sino que es el nombre propio de Jesucristo que invita al lector y creyente ha aspirar a serlo también.

Estos son algunos de los términos más importantes que aparecen recogidos en el texto, lo cual no implica que sean los únicos, sino que hay otros muchos que, o bien ya han sido analizados, o bien lo serán en los apartados siguientes y atendiendo al tema de cada uno de ellos; aunque, sin duda alguna, un estudio más detallado nos llevaría a examinar todos los términos que aparecen, pues todos tienen relevancia para con el resto de la composición.

VI. ANÁLISIS HERMENEÚTICO.

6.1 Problemática del texto. Análisis descendente.

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Vamos ahora a intentar analizar las respuestas que ofrece el texto en los diversos contextos y niveles en los que ha sido y es Palabra de Dios. Como ya concluimos en el apartado dedicado al análisis histórico-diacrónico, Mateo a la hora de la elaboración de su evangelio tubo delante a Marcos, al cual sigue y amplía con materiales de elaboración propia y procedentes de la fuente Q. La comunidad a la que se dirige marca, en cierta medida, el enfoque del mensaje, intentando en lo posible la armonización del Jesús histórico y el Cristo de la fe con el mesías anunciado por los profetas, dando de este modo cierta continuidad al mensaje cristiano con el judaísmo. Tres son los niveles a considerar a la hora de realizar un estudio exegético descendente como el que aquí se procura. Partiremos del nivel histórico para, pasando por la comunidad primitiva, acercarnos al nivel redaccional de los evangelios; es decir, desde el Jesús histórico hasta el evangelio de Mateo, para de este modo ver los contextos en los que ha sido y es Palabra de Dios. El primero de los niveles del que partimos es el nivel A (sitz im lebem 1): Jesús histórico. Antes de continuar cabe aquí apuntar que:

“Cuando los evangelios fueron puestos por escrito el Evangelio tenía tras de sí una larga historia: una historia de al menos cuarenta años. En ese periodo se había recordado lo que Jesús había dicho y hecho, se había interpretado el hecho de Jesús a la luz del Antiguo Testamento, se habían deducido las exigencias morales que tal hecho imponía, se habían hecho las inevitables adaptaciones exigidas por los nuevos partidarios que el cristianismo iba adquiriendo:

Jesús (en el origen de la tradición) Evangelio anunciado.Apóstoles-ministros de la Palabra Evangelio trasmitido.Comunidades cristianas Evangelio vivido.Evangelios Evangelio escrito31”.

El Jesús histórico ya había sido protagonista de diversos acontecimientos milagrosos y, lo que es más importante, ya había hecho alusiones anteriores animando a los discípulos en la ardua tarea encomendada. Como ya hemos apuntado en otras ocasiones, el texto aparece en el marco intermedio de la multiplicación de los panes y las curaciones en Genesaret; por otro lado, el acontecimiento de Jesús caminando sobre las aguas está estrechamente vinculado con el episodio de la transfiguración y la profesión de fe. Jesús es conocedor de la falta de fe y confianza de sus discípulos, lo ha experimentado en la multiplicación de los panes. Busca la soledad para la manifestación gloriosa, siguiendo el ritmo impuesto desde el momento de instrucción primera de los discípulos. Tras la resurrección, los apóstoles son los encargados de la transmisión del mensaje y acontecimientos de Jesús. Resulta lógico que este mensaje y acontecimientos no fuesen una reproducción fiel del original, pues cada apóstol tendría una visión propia y una vivencia también propia, por lo que la transmisión irá marcada por cierto subjetivismo. Se transmite el mensaje y el acontecimiento, pero reinterpretado y adaptado a los oyentes a los que va dirigido. Ramos apunta que:31 Cf. Ramos, F. F., “El Nuevo Testamento. Presentación y contenido”, ed. Atenas, tomo I.

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“La tradición oral, lo mismo que las narraciones populares se haya sometida a formas fijas y a leyes estilísticas propias. Teniendo en cuenta esta ley, la historia de las formas intenta buscar estas “formas” y el proceso al que estuvieron sometidas durante el periodo de tradición oral. Jesús no utilizó el método de los rabinos (de memoria), sino que impresionó a sus oyentes, porque enseñaba con autoridad. Muchas de las palabras, sentencias o dichos de Jesús, se transmitieron sin cambio; otras fueron creciendo gracias a las explicaciones interpretativas que se les añadía, no sufrieron transformación profunda32”.33

La narración, tal y como hoy día la conocemos, tuvo una forma literaria original que luego se completaría y se reinterpretaría, siendo puesta por escrito en el contexto de las primeras comunidades, lo cual ya nos indica cierta intencionalidad. Recordemos que Marcos tiene como base el Documento B y el A. El Documento B es un documento destinado a las iglesias pagano-cristianas, y el A es un Documento de origen palestino. Según la síntesis llevada a cabo por Boismard, antes de la redacción final de los evangelios, en un estado intermedio, hubo ya compilaciones del mismo, o relatos breves, que se aumentaron después y cuyas bases son estos documentos. Esto parece haber sido lo ocurrido con el texto de Marcos que, recogido por Mateo es ampliado con el midrás de Pedro caminando sobre las aguas, que apunta ya al segundo nivel. El nivel B (sitz im lebem 2): la comunidad Primitiva. Partiendo de la forma primitiva el relato se van añadiendo retoques y cambios cuya finalidad principal es la de orientar en la fe a las comunidades a las que se dirigen. El Mateo intermedio se dirige también a unas comunidades en las que ya está empezando a surgir el problema de la parousía como problema principal, junto con el del estilo de vida que hay que llevar y el cumplimiento de las tradiciones y la cultura. Se hace necesaria la confesión de fe precedida de la palabra de ánimo dirigida por Jesús a los discípulos, palabra que, como vimos, lleva también impregnada una alusión directa al tema de la parousía, pues los versículos 26 y 27 se disponen en la forma y fórmulas típicas de los relatos de apariciones. Así pues, vemos como el acontecimiento originario se va interpretando y aceptando como auténtica Palabra de Dios que exhorta y anima en la fe. Llegamos ya al tercer nivel, el nivel C (sitz im lebem 3): el redactor final de Mateo. Para comprender el texto tal y como nos ha llegado hemos de echar un vistazo al mundo en el que se desenvuelve el redactor final de Mateo y cómo vive la comunidad a la que se dirige. La comunidad destinataria del evangelio de Mateo, se encuentra situada en Palestina, y en ella se han dado una serie de acontecimientos que habían tenido como resultado la aparición de las primeras divisiones encabezadas por Pedro y Pablo con respecto a la cuestión de cómo armonizar la entrada de gentiles en el cristianismo. Poittevin - Charpentier34, apunta al respecto:

32 La misma autoridad e impresión es traducible al ámbito de los acontecimientos.33 Cf. Ramos, F. F., “El Nuevo Testamento. Presentación y contenido”, ed. Atenas, tomo I.34 Cf. “El evangelio según san Mateo”, colección cuadernos bíblicos 2, ed. Verbo Divino.

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“En su última redacción, (Mateo) agrupa, coordina y sintetiza los relatos de la vida de Jesús que se han ido repitiendo y transmitiendo las comunidades. Estos relatos, fundados a su vez sólidamente en el testimonio de los apóstoles y de los discípulos, se inscriben en el marco del judaísmo del siglo I y están alimentados por el Antiguo Testamento, releído y reinterpretado por las comunidades a la luz de la resurrección de Cristo”.

Ante las disputas, Pablo se marcha y triunfa la postura judaizante de Pedro y Santiago. Mateo se encuentra ahora con una comunidad de gran diversidad étnica:

“La comunidad de Mateo habría estado más próxima a una forma de cristianismo Hebreo asociado a los Hechos y a los Doce y en particular con Pedro, y cristianos fieles al templo y al judaísmo, pero que descubre con sorpresa, a su pesar, que los gentiles podían recibir a Cristo, por lo que tenían que ser aceptados.”35

Ante esta situación, la inclusión del episodio de Pedro caminando sobre las aguas nos presenta al discípulo que, por primera vez en todo el evangelio, es coprotagonista junto con Jesús, quedando representada por él toda la comunidad; esto es de gran importancia en el contexto del momento, pues Pedro, por primera vez, representa a la comunidad que camina entre las dificultades y los problemas, Pedro ejerce su primado y su ejercicio está asistido por el Señor que le sostiene. Otra postura menos relevante ha querido ver en la inclusión del episodio de Pedro una protesta de la comunidad entera ante la no aceptación de los gentiles, protesta que quedaría reflejada por el redactor final de Mateo ante la acusación que Jesús hace a Pedro por su falta de fe, aunque esto parece menos posible si tenemos en cuenta que el redactor final de Mateo pertenece ya a esa comunidad que idealiza a Pedro, el cual, como vimos en el punto destinado a las tradiciones subyacentes, es más bien presentado dentro del esquema de la leyenda; Pedro es ya el mito idealizado que representa a la comunidad que se dirige a su Señor.

6.2 Confrontación con otros textos del Nuevo Testamento sobre el tema.

La perícopa propuesta, no es un texto aislado dentro del Nuevo Testamento, como ya se ha puesto de manifiesto, sino que va en conexión con otros textos y relatos, tanto del evangelio como del resto del Nuevo Testamento. Vamos a intentar aquí establecer algunas de esas relaciones posibles. Dentro del mismo evangelio de Mateo, hay una conexión muy profunda de nuestro texto con otros dos en concreto, nos referimos a 17, 1-13 y 27, 54; junto con 8, 23-27. El primero de los relatos apuntados es el episodio conocido como la transfiguración, donde el evangelista nos presenta la “gran cristofanía”, es decir, el momento de revelación de la divinidad de Jesucristo.

35 Idem.

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Para una mejor comprensión de los paralelos, quizás resulte más pedagógico hacer una presentación esquemática.

Mateo 17, 5-12.

“Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa les hizo sombra y de la nube salió una voz que decía:-Este es mi Hijo amado, mi predilecto, escuchadle. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces temblando de miedo. Jesús se acercó, los tocó y les dijo:

-¡Levantaos, no temáis!. Alzando la vista, no vieron más que a Jesús solo. Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó:-No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que este Hombre resucite de la muerte. Los discípulos le preguntaron:-¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?. Respondió:-Elías tiene que venir a restaurarlo todo. Pero os aseguro que Elías ya vino y no lo reconocieron y lo trataron a su antojo. Otro tanto ha de sufrir de ellos este Hombre.

Mateo 14, 22-33

“...y cuando la tarde caía...”“Y en la cuarta vigilia de la noche...”

“...y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar se asustaron...”. “...y gritaron de miedo”. “...Jesús, extendiendo la mano lo agarró y le dice...”.

“¡Ánimo! Soy yo. ¡No temáis!”“...y cuando la tarde caía estaba allí solo.”“...subió al monte, aparte...”

“Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar se asustaron diciendo:Es un fantasma...”

Mateo 27, 54

“Al ver el terremoto y lo que sucedía, el capitán y la tropa que custodiaban a Jesús decían espantados:Verdaderamente este era Hijo de Dios”.

“Y los que estaban en la barca, lo adoraron diciendo:

Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

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Igual que hemos presentado estos texto podríamos seguir haciendo con algunos otros como Jn. 6, 15; Mt. 8, 25-26; 8, 10; 4, 3; 16, 16; 16, 13-20; 17, 1-8; 8, 25-26; etc. Pero el trabajo sería demasiado extenso, los propuestos anteriormente pueden valernos como paradigma de los diferentes tipos de textos que encontramos en el Nuevo Testamento en relación con nuestro tema; hemos presentado tres tipos diferentes:

Cristofanía. Confesión de fe. Apariciones.

Juan 20, 19

“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice:-Paz a vosotros”.

“Y cuando la tarde caía...”

“...y gritaron de miedo”.

Lucas 24, 37-38

“Estaban hablando de ello, cuando se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:-La paz esté con vosotros. Espantados y temblando de miedo pensaban que era un fantasma. Pero él les dijo:-¿Por qué estáis turbados?, ¿por qué se os ocurren esas dudas?”.

“Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar, se asustaron diciendo:Es un fantasma”.“...¿Por qué dudaste?”.

Mateo 28, 16-17

“Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús se acercó y les habló...”.

“Y al momento apremió a los discípulos a ir delante...”“...subió al monte, aparte...”“Y los que estaban en la barca lo adoraron...”“...¿Por qué dudaste?...”

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

En relación a las apariciones cabe apuntar que el esquema se repite sistemáticamente en todos los relatos, apareciendo en todos ellos los siguientes puntos principales:

1. Ámbito de la noche.2. Jesús viene a los suyos, la iniciativa siempre es suya.3. Al principio creen ver un fantasma y aparece el miedo.4. Jesús afirma su identidad.5. La duda no desaparece por completo.

Por tanto, podemos afirmar ya la conexión de nuestro relato con los relatos de apariciones.

En relación con las confesiones de fe, hay también un esquema predominante:

1. A la confesión precede el momento de turbación.2. Importancia de la figura de Jesús y forma.3. Postración y temor.4. La confesión, por lo general, aparece en plural.5. Tras la confesión viene la calma.6. Hay ya una forma litúrgica de confesión.

La cristofanía tiene también su propio esquema. Para poder apreciarlo con mayor detalle, lo presentaremos en paralelo con el relato que, junto con el de la transfiguración, mejor presenta la cristofanía propiamente dicha:Mateo 8, 23-27

“Cuando subía a la barca lo siguieron los discípulos. De pronto se levantó tal tempestad en el lago, que las olas cubrían la embarcación; mientras, él seguía durmiendo. Se acercaron y lo despertaron diciendo:-Señor, sálvanos, que nos hundimos. Les dice:-¡Qué cobardes y desconfiados sois! Se levantó, increpó a los vientos y al lago, y sobrevino una calma perfecta. Los hombres decían asombrados:-¿Qué clase de individuo es éste, que le obedecen hasta los vientos y el lago?”.

Mateo 14, 22-33

“Y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca y a ir delante de él a la otra orilla, mientras despedía a las multitudes, subió al monte, aparte, a orar. Y cuando la tarde caía, estaba allí solo. Y la barca distaba de tierra ya muchos estadios atormentada por las olas, pues el viento iba en contra. Y en la cuarta vigilia de la noche, vino hacia ellos caminando sobre el mar. Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar, se asustaron diciendo:-Es un fantasma;y gritaron de miedo. Y entonces (Jesús) les habló diciendo:-¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!. Y respondiéndole Pedro dijo:-Señor, si eres tú, dispón que yo vaya hacia ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y bajando de la barca, Pedro camino sobre las aguas y fue hacia Jesús. Pero al fijarse en el (fuerte) viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó diciendo: Señor, sálvame. Y entonces Jesús extendiendo la mano lo agarró y le dice:-¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?. Y habiendo subido ellos a la barca, cesó el viento. Y los que (estaban) en la barca, lo adoraron diciendo:Verdaderamente eres Hijo de Dios.

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

Desde la visión paralela se puede observar el esquema predominante en este tipo de relatos:

La presencia de los discípulos es habitual, lo cual resulta lógico teniendo en cuenta que la cristofanía se produce dentro del contexto de la instrucción a los discípulos.

Antes de que se produzca la cristofanía, sucede un momento de turbación o de duda que la anticipa.

Jesús, aparentemente, aparece como ausente (en la tempestad calmada aparece dormido y en la travesía contra corriente está ausente), pero los acontecimiento posteriores nos revelan que es conocedor de lo que ocurre.

Junto con la turbación aparece la presencia del mal, en estos dos relatos simbolizada por el mar36.

Tras la cristofanía aparece el asombro de los discípulos. Por lo general, los relatos de cristofanía, aparecen enmarcados dentro de

los relatos de milagros, antes, después o durante. El asombro que antes apuntábamos suele concluir con la pregunta o con la

confesión de fe.

36 Cf. Análisis semántico de algunas palabras clave.

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

Es el momento aquí de hacer una consideración especial: cuando hacemos la lectura comparativa de los dos textos propuestos anteriormente, hay un detalle que nos llama la atención: el texto de la tempestad calmada acaba con una pregunta sobre la procedencia de Jesús, “¿Qué clase de individuo es éste, que le obedecen hasta los vientos y el lago?”. El relato de la travesía concluye con una confesión, “Verdaderamente eres Hijo de Dios”. Podría verse aquí una correlación importante: pregunta-respuesta. Es más, si seguimos la lectura continuada del evangelio, poco después nos encontramos con la confesión de fe de Pedro “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios” (16, 16); para concluir con la transfiguración (17, 1-13). Los versículos 15 y 16 del capítulo 16, podría ser resumen de todo este conjunto:

“-Y vosotros ¿quién decís que soy yo?Respondió Simón Pedro:

-Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?“¿Qué clase de individuoes éste, que le obedecenhasta los vientos y el lago?”

“Respondió Simón Pedro:”

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”

En relación con resto del Nuevo Testamento, podemos ver que uno de los temas predominantes que aparece recogido en nuestro texto es el del miedo, por ejemplo:

La duda

Hch. 27, 24-25

“...y me dijo: No temas, Pablo; tienes que comparecer ante el emperador; Dios te concede la vida de los que viajan contigo. Por tanto, ¡ánimo, amigos! Confío en Dios que sucederá lo que me han dicho”.

¡Ánimo!Soy yo

¡no temáis!

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En diferentes contextos apostólicos nos encontramos con el mismo esquema. “Verdaderamente eres Hijo de Dios”, es una forma litúrgica, es decir, de las primeras expresiones primitivas que resumían la fe del cristiano. Al igual que aquí, en el corpus paulino encontramos diversas formas litúrgicas que constituyen confesiones de fe:

“...para nosotros existe un solo Dios, el Padre, que esprincipio de todo y fin nuestro, y existe un solo

Señor, Jesucristo, por quien todo existeY también nosotros”.37

“Verdaderamente eres Hijo de Dios”. No entraremos aquí a establecer las relaciones con el libro del Apocalípsis, pues su estudio merecería un trato a parte. A modo de conclusión, cabe señalar que, como hemos podido observar, el texto propuesto no responde a una composición aislada, ni está colocado aquí al azar, sino que el evangelio lleva una línea de continuidad que hemos intentado establecer a grandes rasgos a lo largo de los últimos capítulos.

VII. COMENTARIO TEOLÓGICO DEL TEXTO.

Para intentar un comentario teológico más detallado, proponemos la lectura del texto por versículos.

22Y al momento apremió a los discípulos a montar en la barca y a ir delante de él a la otra orilla, mientras despedía a las multitudes.

37 1 Cor. 8, 6.

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Mt. 14, 22-33. “Travesía contra corriente” por Pedro Martínez

Al leer este versículo, lo primero que nos llama la atención es el apremio de Jesús a sus discípulos, se trata de una urgencia, no de una sugerencia o de una recomendación; no, lejos de esto Jesús apremia, empuja a los discípulos. Se trata del apremio de Jesús, el impulso que sólo del Señor puede venir, impulso que no entiende de condiciones y que refleja a la vez la urgencia de la proclamación. Utilizando a Juan 6, 15s, nos percatamos de que la urgencia de Jesús responde a la nueva situación creada por el milagro de los panes. El mandato es a subir a la barca, pero ¿por qué el uso de ésta enérgica frase?, ¿puede ser que los discípulos necesitasen de este mandato porque lo que realmente a ellos le apetecía era permanecer cerca de Jesús o quizás no quería dejarlo solo?. Más bien parece la primera de las respuesta. Tras el milagro de los panes los discípulos continuaban sin entender nada de nada y puede que buscasen la seguridad que sólo se encuentra al lado de Jesús. No quieren irse, pero no por que se pueda quedar solo sino más bien por no quedarse ellos sin él. Cuando analizamos en apartados anteriores el simbolismo de algunas palabras, vimos que la barca indica a la iglesia naciente en la que la persona de Jesús ya no está presente. Desde esta óptica resulta comprensible la resistencia de los discípulos a subir en la barca, a embarcarse en la iglesia naciente, con todos sus problemas, sin la presencia de Jesús. El mandato a ir delate de él es ya un encargo que nos transporta a 28, 16-20, al mandato de la misión universal, dato que podemos dilucidar de la expresión “a la otra orilla”, la orilla pagana. El encargo es a partir antes que él a la orilla opuesta, se trata de recorrer el trayecto que ya habían recorrido durante el día, pero ahora la noche se acerca y Jesús se queda en tierra, expectante, pero en tierra. Podemos, por un momento, imaginar a Jesús despidiendo a los discípulos que ya están subidos en la barca. Bien sabía él que no tendría que tardar en acudir en su ayuda y muy peculiar tubo que ser el rostro de los discípulos viendo a Jesús quedarse en tierra. El autor no presenta aquí una paradoja importante: Jesús se queda para despedir a las multitudes buscando la soledad; esto nos plantea una pregunta: ¿cuál es la urgencia de Jesús, despedir a las multitudes o “lanzar” a los discípulos a la prueba de fe, que es inicio de la auténtica prueba?. Bien podríamos pensar con mayor exactitud que la urgencia de Jesús parece ser la segunda, pues si hacemos un pequeño recorrido por el mundo profético de Jerusalén nos percataremos de que no es lo normal, es decir, el profeta no despide a sus seguidores sino que más bien son los seguidores quienes no se van hasta que el profeta se ha marchado. El mar está calmado, pero pronto empezarán las dificultades... y Jesús mira atento los acontecimientos.

23Y habiendo despedido a las multitudes, subió al monte, aparte, a orar. Y cuando la tarde caía, estaba allí solo.

En cuanto la multitud se ha dispersado, Jesús busca la soledad del monte, para orar. No somos nosotros quienes podamos penetrar en el secreto de esta oración solitaria, pero sí podemos, quizás, entenderla un poco más si pensamos que Jesús era consciente de su ser Hijo de Dios y desde esta conciencia se acerca al Padre llevado por el impulso de comunión, en como una vuelta a casa. Pero a la conciencia de Hijo de Dios hemos de sumarle la conciencia de hombre, por lo que la soledad de la oración se hace necesaria e

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imprescindible, desde ella el hombre toma la fuerza necesaria para el combate de la vida y en ella reside su fuerza, fuerza que es el diálogo de amor en las horas silenciosas de la noche. Desde la oración el trayecto hacia la otra orilla se hace con la luz del día y sin miedo a la oscuridad. Busca un lugar elevado, el monte es donde se experimenta la proximidad de Dios, de forma más inmediata. Junto al monte busca la quietud de la oración, recordemos que Jesús es visto por Mateo como el nuevo Moisés, y como tal, busca el monte como lugar de conexión con Dios. Ya no hay un Sinaí concreto, sino que el lugar elegido por Jesús se constituye en Sinaí. Recordemos aquí también sus palabras: “cuando ores, entra en tu habitación... en lo escondido... que nadie sepa...”. Su es oración es la oración que sólo puede surgir entre él y el Padre; nadie puede entrometerse ni ser testigo de este diálogo de amor. Jesús es impulsado a la soledad; como lo fue al desierto, tiene también que forzar a los discípulos a subir a la barca. En todo el evangelio de Mateo, sólo en dos ocasiones aparecerá la oración solitaria de Jesús, aquí y en 26, 36-44 (Getsemaní) y ambos momentos preceden a la prueba de los discípulos. Bien sabe él por qué se ha quedado en tierra, es la hora de orar por sus discípulos para que no desfallezcan ante la prueba; aunque aquí no es como en Getsemaní, no es una oración desesperada en la que poda que pase la prueba, no es una oración tranquila, sosegada, donde el diálogo con su Padre es puente entre Dios y los hombres. Un hombre que es Dios y vínculo entre dos realidades; todo un misterio, pero un misterio de amor. Resulta interesante quedarse absorto en la escena: Jesús en unión con Dios en la oscuridad de la noche, en el monte, en la soledad que le acompañará durante toda su vida e incluso durante su muerte, recordemos el grito del cruz: “Padre, por qué me has abandonado”, dirá con el salmista; pero éste no es momento de abandono sino más bien de todo lo contrario, es la soledad del encuentro directo con el Padre, soledad inundada de alegría ante el resplandor del rostro iluminado de Jesús: Allí está el puente entre Dios y los hombres. El único mediador válido es “Cristo Jesús hombre” (1Tm. 2, 5).

24Y la barca distaba de tierra ya muchos estadios atormentada por las olas, pues el viento iba en contra.

La barca en que van los discípulos, va siguiendo su rumbo, pero el viento que sopla en dirección contraria, dificulta su navegación y por eso les cuesta avanzar. La barca de Jesús tiene ahora que “guerrear” contra los vientos contrarios y eso le cuesta el avance. Como ya hemos dicho, la barca es figura de la iglesia, ya Tertuliano decía:

“Esta barquilla representó una figura de la Iglesia, mientras está perturbada en el mar, es decir, en el mundo, por las olas, es decir, por las persecuciones y tentaciones, mientras el Señor duerme pacientemente, por así decirlo, hasta que por fin se ve despertado por las oraciones de los santos. El revisa el mundo y restaura la tranquilidad por sí mismo”.

Evidentemente, Tertuliano está aquí haciendo alusión al texto de la tempestad calmada, pero igual nos sirve para nuestro comentario, pues el viento que va en contra sustituye a las olas, quizás los términos en sí no sean

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aquí tan importantes, sino más bien, lo importante es su significado. El viento también está entorpeciendo la marcha de la barca. Jesús no duerme, pero ora constante ante las dificultades por las que sus discípulos están pasando. La barca de Jesús tiene que llevar el viento en contra necesariamente, no hay otra manera, porque no es de este mundo sino que es la Verdad que vence a este mundo y al viento que perturba. La iglesia se vió amenazada y se ve amenazada. Ante el viento, lo mejor es arriar la vela y mantener firme el timón hasta que pase buscando el refugio necesario, pero sin soltar nunca el timón. Cabe aquí preguntarse: ¿arriamos nuestra vela y agarramos fuerte el timón? O como los discípulos ¿nos apocamos y olvidamos el timón?; ¿olvidamos que Jesús está en la montaña orando y pronto para venir? O ¿cambiamos el rumbo de nuestra barca para no ir contra el viento?. Resulta curioso, los discípulos podían haber girado el rumbo para evitar el viento en contra, eran hombres de mar, la mayoría, sabían como manejar una embarcación, pero quizás, en esos momentos, privó más ser fiel a la orden recibida, aunque, como en la multiplicación de los panes, sin entender nada y notando que sus fuerzas son escasas y que difícilmente pueden luchar solos contra la tormenta que se avecina. La barca sigue con el viento en contra y acechada por las olas y Jesús sigue orante en la montaña, sabe lo que ocurre, pero espera el momento oportuno, no se precipita.

25Y en la cuarta vigilia de la noche, vino hacia ellos caminando sobre el mar. 26Y los discípulos, al verlo caminando sobre el mar se asustaron diciendo: es un fantasma y gritaron de miedo.

La cuarta vigilia de la noche, ¿qué ha pasado?, hace tan sólo un momento que comenzaba a caer la tarde y ya nos encontramos en la cuarta vigilia de la noche (tres o cuatro de la mañana), ciertamente no sabemos lo que ha podido ocurrir, aunque, de lo analizado, podemos pensar que Mateo quiere colocar la escena en la oscuridad de la madrugada para responder de este modo al esquema de las apariciones, lo cual es indicativo del contexto del relato, eminentemente postpascual. Lo realmente importante es la aparición de Jesús, es él quien sale al encuentro, quien toma la iniciativa de ir en ayuda de los discípulos; cuando ya a lo lejos empieza a apuntar el amanecer aparece su figura a lo lejos entre la oscuridad y primeros rayos de luz, y con su figura aparece la constante: el miedo, son hombres duros y han soportado muchas horas de pesca en la noche y muchas vicisitudes, pero ante al figura que se acerca a lo lejos sólo cabe el miedo..-El miedo. Mateo utiliza el término griego φοβου para indicar lo que los discípulos sintieron al ver acercarse a Jesús y no conocerlo. A lo largo de todo el Nuevo Testamento la forma verbal “tener miedo” (φοβεοµαι), aparece en 95 ocasiones: 18 en Mateo, 12 en Marcos, 23 en Lucas y 5 en Juan; y en Hechos en 14 testimonios, 7 veces en Pablo, 4 en Hebreos, 3 en la 1 carta de Pedro y 6 veces en el Apocalípsis. De todas estas veces, ninguna de ellas aparece en la forma verbal activa. Φοβεοµαι y φοβοσ son los dos términos con los que queda constituida toda la teología del Nuevo Testamento en referencia al

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miedo; casi en todas las ocasiones este miedo viene precedido de la presencia del Señor y el temor se produce ante sus actos poderosos. A lo largo de la historia humana el miedo ha sido y es una constante impregnada en ser propio del hombre. La tragedia griega ya lo usó para inducir en los espectadores el temor ante lo ineludible del destino humano. Desde los presocráticos hasta el estoicismo y el epicureísmo, el miedo como término filosófico era rechazado, considerado simplemente como una reacción razonable ante diversas situaciones en la vida del ser humano. Su rechazo llegó hasta el punto de que los estoicos lo llegaron a considerar como uno de los cuatro afectos de los que el hombre verdaderamente piadoso se libera. A nivel popular y proverbial, no ocurre así, sino que el miedo ha sido y es una constante, pero se trata más de un miedo exterior, es decir, un miedo referido al poder y a la ley, desempeñando un papel positivo, pues es un miedo que impone respeto y es preámbulo del orden. Poco importa que el poder y la ley sean divinas o humanas, el miedo “respetuoso” se refleja del mismo modo. En nuestros días se ha empezado ha dar un tipo “nuevo” de miedo; experimentamos como las generaciones presentes viven un miedo que está referido, principalmente, al futuro y a la propia vida. No se trata ya de un miedo a la manifestación divina o a la ley y el poder, no, ahora es un miedo referido hacia adentro, es decir, a lo más recóndito del propio ser humano, un miedo que paraliza sociedades completas y visiones de futuro en la proyección vital. El día a día que vivimos está repleto de signos de este “nuevo” miedo, ansia de poder, visiones apocalípticas, búsqueda de conocimiento del futuro, ansia de ruido, huida de la soledad, etc; todo un elenco de pequeños detalles que vivimos diariamente sin apenas percatarnos. Tenemos miedo de nosotros mismos. Ante todos estos miedos, Jesús tiene una palabra para nosotros... En el evangelio, el peso teológico recae sobre el temor ante la epifanía y las palabras que la acompañan, junto con la exhortación que lleva implícita. La revelación del poder de Dios en los acontecimientos extraordinarios y los actos de Jesús produce en los testigos presenciales asombro, temor y estremecimiento38. Al miedo corresponderán las palabras de aliento, pero la primera reacción es el estupor; los alardes de fe se convierten en cobardía, la hombría se transforma en sentimiento infantil. Tras el reconocimiento se pasa a la alabanza y a la adoración de Dios. Uno de los relatos en los que la aparición del miedo es más paradójico es en el relato de la resurrección. A la vista del sepulcro vacío y del mensaje de la resurrección, las mujeres, en la mañana de Pascua, sienten un vivo estremecimiento que conducirá al reconocimiento de Jesús resucitado, pero la primera reacción es el miedo; y así quiere expresarlo, de un modo especial, Marcos, para quien el horror de los discípulos y de las mujeres ante la acción reveladora de Dios en Jesús se halla íntimamente relacionada con la falta de comprensión y de fe. Al Crucificado no se le ha experimentado todavía como el Resucitado y como el que se halla Presente, y es precisamente esta falta de “experimentación” la que produce tal reacción ante su presencia. Al terminar Marcos el relato de sepulcro con el silencio temeroso de las mujeres, puede pensarse que hay una intencionalidad apologética, pero aún más importante

38 Cf. Horst Balz, “Diccionario exegético del Nuevo Testamento”, tomo II.

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resulta la intencionalidad teológica: lo incomprensible del mensaje pascual incluso para los afectados por él de manera inmediata y primaria. La vida cristiana se explica desde la fe en Jesucristo resucitado, el mismo que murió en cruz. Este el es el centro del mensaje cristiano. El tema del miedo comienza de una forma especial con este anticipo, con el camino de la cruz hacia la resurrección. Así, el Apocalípsis recoge todo este anuncio insistiéndoles, a los cristianos, en que todo debe de partir de una fe profunda en la Resurrección. Jesús está vivo y presente en medio del mundo y ante su presencia, tras reconocerlo, el miedo humano no tiene cabida ya. Al pasar de los evangelios a las cartas, se aprecia un cambio en el significado del verbo φοβεοµαι , adquiere ahora una función teológica de exhortación. Este nuevo aspecto aparece prefigurado ya en el evangelio, de un modo especial en el evangelio de Mateo, y más concretamente en la perícopa que nos ocupa, donde hay una exhortación a la vivencia en la fe por parte de los creyentes, con el temor ante las exigencias de voluntad de Dios y del juicio divino. Tal temor evita que se caiga en una falsa seguridad y arrogancia, y produce en el cristiano un impulso a tomar en serio el poder infinito y la libertad de Dios. La forma de hablar típica en el Antiguo Testamento, en relación al temor y el miedo, no tiene ya cabida tras la Resurrección; los hijos de Dios caminan hacia el juicio divino, como en el Antiguo Testamento y en la cultura judía, pero no se trata de un juicio temeroso, sino que el cristiano camina hacia el juicio del Amor. Los discípulos sufren el miedo, de un modo especial, al creer que la figura que se acerca es un fantasma. Vieron que algo se movía sobre las aguas, pero estaban seguros de que no podía tratarse de una embarcación, más bien parecía una persona que caminase sobre el mar; imposible –pensarían ellos- ; serían más o menos sobre las tres o cuatro de la mañana y la oscuridad aún se hacía presente. El detalle de la oscuridad enmarca sobremanera la aparición del miedo, la oscuridad es el ámbito perfecto para el temor, porque en ella el hombre no es ya el dueño sino que se siente indefenso y pequeño. Quizás los discípulos, al ver aquella figura a lo lejos, se aguzarían los ojos de asombro; cuando aquel “ser” estuvo más cerca se percataron de que, efectivamente se trataba de una persona caminando sobre el mar, como quien camina sobre tierra firme, Jesús camina sobre el mar, sobre el pecado, el miedo y la angustia de los hombres, como quien camina por un campo sembrado. Intentemos imaginarnos la escena: soplaba el viento, y un viento fuerte; la soledad de la noche y del mar agudiza los sentidos y ya de por sí sobrecoge cuando va acompañada por ese viento. El viento, la noche y la soledad multiplicaron su miedo. Se trataba sin duda alguna de un fantasma, pensarían ellos. Y , como chiquillos, comenzaron a gritar. El grito seguro que se perdió en la soledad y oscuridad de la noche..., pero, al igual que nuestros gritos en la soledad y la oscuridad, su grito encontró una respuesta...

27Y entonces (Jesús) les habló diciendo: ¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!. Jesús les grita, se ha percatado de su miedo; entre el rugido del mar y el soplo del viento se oye la voz firme. Soy yo, ¡no temáis!. Siempre sucede lo mismo. El hombre siente su debilidad, cuando se encuentra con Dios o con las cosas divinas. El ánimo decae y el temor hace que el corazón quede oprimido. Jesús no da ninguna señal para ser reconocido ni menciona ningún nombre, sabe que las palabras serán insuficientes ante el miedo que sienten los

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discípulos. Sólo dice: Soy yo. Con estas dos palabras está todo ya dicho, porque sólo hay un hombre que pueda hablar de este modo, sólo una persona puede hablar de un modo tan incondicional y absoluto, sin identificar su personalidad ni presentarse con pormenores. los discípulos no debían conocerlo ni por su voz, enmudecida por el viento y el mar, ni por su figura, pues creyeron haber visto un fantasma. Sólo pudieron conocerle por la expresión “Soy yo”; pues los discípulos saben que sólo él puede decirlo, tiene que ser él. Jesús se da a conocer como “el que es”. “Soy yo”, es la fórmula de identificación con la que Dios se da a conocer en el Antiguo Testamento39 y a ella corresponde la exhortación “no tengáis miedo”. Seguro que los discípulos tampoco entendieron la magnitud de este “soy yo”, sólo después de la Resurrección serían capaces de entenderlo. Con las apariciones de Jesús tras la Resurrección ocurre algo parecido, sólo entenderán tras la confirmación de la presencia del Resucitado. “Soy yo”, es la expresión vinculada a las promesas de salvación; el mismo Jesús anuncia en diferentes ocasiones: “Yo soy la luz del mundo” (Mc.8, 12; 9, 5); “Yo soy la resurrección y la vida” (Mc.11, 25); “Yo soy el pan de vida” (Mc.6, 35). La expresión central ¡Ánimo! Soy yo, ¡no temáis!, como ya vimos en los apartados anteriores, es también introductoria a la presencia real de Jesucristo, en el momento de las apariciones, ante las dificultades de los discípulos, en los momentos de persecución, en los de predicación, etc. Es la expresión que acompaña al cristiano en su caminar diario, es la fórmula que el Señor nos recuerda constantemente para hacernos conscientes de su presencia. Él está y está Vivo, nos lo dice con su palabra y nos lo presenta con su manifestación. Cuando en los momentos de dificultad y prueba, la presencia del Señor se nos hace lejana, él sale a nuestro encuentro para decirnos ¡Ánimo! Soy yo, ¡no tengas miedo!; su Palabra se hace presente, pero... el ruido del mar, del viento y el miedo... ¿nos dejan oir su Palabra?, o ¿seguimos pensando que se trata de un fantasma?, ¿le reconocemos?. Todo se vuelve accesorio ante la presencia de Jesús, ante Él solamente existe la confianza sin reservas y la entrega total, que desvanecen el temor y el miedo... el miedo es el inicio de la fe...

28Y respondiéndole Pedro dijo: Señor, si eres tú, dispón que yo vaya hacia ti sobre las aguas.29Y él dijo: Ven. Y bajando de la barca, Pedro caminó sobre las aguas y fue hacia Jesús. 30Pero al fijarse en el (fuerte) viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó diciendo: Señor, sálvame.31Y entonces Jesús extendiendo la mano lo agarró y le dice: ¡Qué poca fe! ¿Por qué dudaste?.

Como ya sabemos, este pasaje que sólo trata de Pedro y de Jesús, únicamente está en Mateo. Pedro dirige su palabra a Jesús con título de Señor. En cierto modo, Pedro desafía a Jesús. Lo llama Señor y le pide que le mande ir a él: cree en el poder de Jesús, no en la fuerza de su amor, su fe es quebradiza, el evangelista lo pone de manifiesto. Pedro quiere participar del poder de Jesús. Jesús no duda en invitarlo a imitarle, todo el le sigue está llamado a participar de la condición de hijo de Dios, cree haber entendido, si

39 Cf. Ex. 3, 14; Is. 43, 1.3.10s.

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realmente es Jesús, no sólo no hay peligro, sino que también se puede dejar llevar por el anhelo, aunque aún no haya entendido del todo. El episodio nos revela la pretensión del simbolismo de la comunidad cristiana enfrentada con la persecución. Más no hay que temer, es el Señor. Martín Descalzo apunta:

“Y Pedro obró entonces como quien era. Su miedo se convirtió en ímpetu, sus temores en decisión. Y pidió una cosa absurda y maravillosa. Si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. No tenía ningún sentido su petición. Pero de pronto, había sentido la necesidad de unirse a su Maestro aunque sólo fuese en la locura. Ven, le dijo Jesús”40.

El ímpetu humano supera aquí a la propia razón y al miedo. Pedro quiere la prueba de que realmente se trata de Jesús, no se fía aún, cree saber que se trata de él, pero no está seguro. Esto no es más que lo que nos ocurre a cualquiera de nosotros, creemos saber que se trata de Jesús, pero no estamos seguros, queremos caminar hacia él, pero dudamos. La respuesta de Jesús es bastante clara: Ven, no hay más, no es un mandato, no es una orden que haya que cumplir, es una invitación amorosa, la misma que nos sigue haciendo hoy. A menudo decimos que Dios ya no habla, los más “valientes” se atreven incluso a decir que Dios ha muerto; pero Jesús nos da una palabra que trasciende la historia y llega hasta los corazones de hoy, nos da una palabra que es invitación a caminar hacia él sin miedo ante las dificultades que se plantean. El camino es difícil, como el agua, pero no imposible cuando es Jesús quien llama y espera. Hoy, como ayer, sigue esperando. El miedo vuelve ha hacer acto de presencia, Pedro siente miedo, el fuerte “viento” le roza la cara y le hace difícil el camino, se estremece. Su corazón se atemoriza y comienza a hundirse, “no teme porque se hunde, sino que se hunde porque teme”41. Él sabía que se trataba de Jesús, pero aún así teme y comienza a hundirse. Lo importante no es el hundirse de Pedro, lo realmente importante es orar como él “¡Señor, sálvame!”. Eso es lo que importa, saber orar como Pedro. Nosotros nos hundimos a lo largo de la vida en multitud de ocasiones, pero en muy pocas clamamos al Señor para que venga en nuestra ayuda. El echo de que sólo sea Mateo quien recoja este episodio puede invitarnos a una reflexión: como ya sabemos, Mateo es el evangelio eclesial por excelencia, la iglesia ha pasado y pasa por situaciones parecidas, caminando hacia el Señor aparece la dificultad, pero ¿por qué se ha mantenido?, ¿no será porque en todo momento, como Pedro, ha sabido clamar a su Señor?, en el momento de dificultad, yo, ¿clamo al Señor o me limito a culparle?. Durante mucho tiempo se ha intentado idealizar el seguimiento de Jesús como algo “bonito”, suave, místico; lo es, sin duda, pero hoy Mateo viene a decirnos que este seguimiento, cuando es desde la radicalidaz, es también arduo, duro y difícil; el camino hacia Jesús es frágil y nuestro ímpetu puede llevarnos a “hundirnos”, no importa, lo que importa es orar al Señor. Al principio del texto, era Jesús quien oraba, en la soledad, en la tranquilidad y desde la paz; ahora es el discípulo encargado de regir la Iglesia quien ora, oración que es clamor y grito de auxilio, pero oración que es constante y confiada. Hace apenas unos momentos Pedro ha dudado de si realmente se trataba de Jesús,

40 cf. José Luis Martín Descalzo, “Vida y misterio de Jesús de Nazaret”, II, ed. Síguime.41 Cf. Luis Alonso Schökel, “Biblia del peregrino”, ed. Mensajero, 1995.

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lo ha puesto en duda y ha pedido la prueba; ahora en cambio, no hay duda, su oración es confiada, sabe que sólo Jesús puede salvarle. Ya no es un fantasma, ahora es el κυριοσ y no hay otro posible. Ante el grito de Pedro, Jesús extiende su mano y le saca del agua. Resulta aquí como en los relatos de curaciones, Jesús antes de curar a alguien, le toca, es la caricia de Jesús. Podríamos atrevernos a decir que se trata de la curación de Pedro, es decir, el milagro de la fe. La Biblia latinoamericana ha querido titular esta perícopa con ese nombre: “el milagro del encuentro”. El sentirse acariciado por Jesús tuvo que producir en Pedro una reacción extraña. Rodeado de viento, las aguas rugiendo y él hundiéndose, todo un marco en el que lo que extraña es el gesto de Jesús, “extendió la mano y lo agarró”. Y ahora el reproche... “¡Qué poca fe! ¿por qué dudaste?”. Sólo dos veces aparece este mismo verbo aquí y en 28, 17 “algunos habían dudado”; esta duda es duda de fe. Cuando se está próximo a Jesús no se debe de perder la firmeza ni dudar. Cuando la duda hace acto se presencia la tormenta se vuelve más fuerte. En nuestra vida dudamos continuamente, y no es malo dudar, porque quien duda es porque cree, lo malo es quedarse en la duda, no salir de ella y, como en el mar, hundirse en ella. Jesús sigue con su mano extendida para agarrarnos y sacarnos del agua, pero se necesita un poco de fe; fijémonos que Jesús dice a Pedro “¡Qué poca fe!”, no dice que no tenga ninguna, sino que tiene poca. Somos personas de fe que nos “plantamos” ante la duda y ante ella solo son posibles dos caminos: buscar respuesta o quedarnos en ella. Si nos quedamos en ella, con toda seguridad, nos hundimos. Si buscamos respuesta, hallaremos a Jesús con su mano extendida en medio del peligro para agarrarnos. Muchas veces creemos que solo hemos de preocuparnos por las “grandes dudas”, pues bien, no hay grandes dudas ni pequeñas dudas, todas tienen el mismo valor y en todas hemos de buscar respuestas, no nos acomodemos en las “pequeñas dudas”, porque muchas forma un gran mar sobre el caminar hacia Jesús y el camino es arriesgado pero no imposible. Jesús hoy nos dirige la misma palabra que ha Pedro: “¿por qué has dudado?”, no ves que yo estoy aquí, que no me he ido. Aguantemos el reproche que Jesús nos hace hoy, porque es un reproche de amor.

32Y habiendo subido ellos a la barca cesó el viento.33Y los que (estaban) en la barca, lo adoraron diciendo:

verdaderamente eres Hijo de Dios.

Jesús sube a la barca y en el acto el viento se calma. No se requiere una orden peculiar como antes (8, 26). La presencia de Jesús sosiega y reprime los elementos excitados. Cuando Jesús entra en nuestras vidas, no se requiere nada más, todo se calma, pero es necesario dejarle “subir” a nuestra vida. Cuando Pedro hubo subido a la barca con Jesús, nadie se atrevía ha hablar. El silencio se hizo dueño y señor de la situación. Era un momento duro para ellos. Apenas unas horas antes habían sido testigos del milagro de los panes, ciertamente les había desconcertado, pero no se había parado a pensarlo, luego la huida de Jesús, la soledad, la tormenta, el miedo... demasiadas cosas en demasiado poco tiempo. Sólo más tarde, tras la resurrección, comenzarían a entender todo lo ocurrido. Los discípulos, ahora, sólo pueden guardar silencio y postrándose profesar una confesión de fe, no hay cabida para nada más. Son unas palabras

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grandiosas. A llegado el momento culminante, en la noche, sobre la superficie del lago reconocen repentinamente a quien tienen ante sí. Vino a ser como una iluminación del conocimiento, la esplendorosa figura del maestro brillando súbitamente desde la oscuridad, más allá de las reflexiones de la inteligencia, de la ponderación de los argumentos, de la interrogación crítica y de la confianza irresoluta, brota lo más profundo que los discípulos pueden llegar a experimentar: el Hijo de Dios está entre ellos. No cabe en este punto decir más, sólo podemos ya postrarnos con los discípulos y decir no ellos lo mismo, esas palabras que son una invitación a que nosotros también podemos llegar a ser hijos de Dios; Jesús nos ha invitado a serlo y nos ha mostrado su verdad, ahora nos toca a nosotros, a cada uno en particular y a todos en general, proclamar junto con los discípulos: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

La gran catequesis.

Como ya dijimos en su momento, estas tres formas imperativas forman, por sí solas, una auténtica catequesis que intentaremos aquí, a modo de resumen de todo el estudio, de presentar a modo de esquema:

“Dispón”La oración de Pedro dirigida a Jesús

constituye la oración de la entrega y de la disponibilidad.

A eso está llamado el cristiano, como Pedro, decirle hoy a Cristo: Dispón tú de mi

vida, aquí estoy para hacer tu voluntad, Hágase...

“Ven”La respuesta de Jesús es clara y sencilla, su

respuesta es un llamamiento que dirige a todos los hombres a través de la figura de

Pedro.Su llamada es imperativa, sin condiciones y radical, no caven las reservas; trasciende la historia y sigue dando la misma respuesta

hoy.El Señor sigue diciendo Ven, mientras

extiende sus manos firme y confiadamente...

“Verdaderamente, eres Hijo de Dios”.

La confesión de fe supone el reconocimiento definitivo al que todo

cristiano está llamado...“Señor, tú lo sabes todo, tú

sabes que te amor...”

“sálvame”

Tras la respuesta confiada, la vida

del cristiano, como la de cualquier

hombre está llena de vicisitudes.Pedro pone su oración en el

Señor, eso es lo importante, orar como Pedro, con confianza y valor ante el miedo que constantemente