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Mortificación de la mente y de la voluntad San Vicente de Paul

Mortificación de la mente y de la voluntad

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Mortificación de la mente y de la voluntad

San Vicente de Paul

Cuando pensamos en la mortificación, la primera cosa que nos puede venir a la mente es el ayuno, o privarse de otra comodidad externa. Pero, ¿qué pasa con la mortificación

interior —disciplina mental y emocional, control de la lengua, poner primero a los demás, escuchar antes de hablar, amor

por la obediencia...— el tipo de modestia que se manifiesta en nuestras acciones y en la forma en que nos conducimos?

“Sobre lo que me dice que se ha propuesto trabajar en firme en

mortificar el propio juicio y la propia voluntad de sus seminaristas, le diré, padre, que esto no puede hacerse de pronto, sino poco a poco, con mucha

mansedumbre y paciencia”.

San Vicente de Paúl Obras completas Volumen 5 Carta: 2017 Descripción: A Pedro de Beaumont, en Richelieu, 3 de octubre de 1655 Página: 415

¿Qué quiso decir San Vicente con "mortificar el juicio y la voluntad"? ¿Cómo podemos practicar esto?

Al estudiar este tema, me encontré con un ensayo titulado "La práctica de la mortificación cristiana", escrito por el cardenal Désiré Mercier de Bélgica (1851-1926). Él nos desafía con 19

recomendaciones sobre la mortificación de la mente y la voluntad. Creo que nos ayudarán a entender mejor lo que San Vicente quiso decir cuando dijo: “Sobre todo, imitad a los que

más se distinguen en la mortificación”

San Vicente de Paúl Obras Completas

Volumen: 9b Conferencia del 9 de diciembre de 1657

Página: 971

1 - Mortifica tu mente negándote las fantasías infructuosas, los pensamientos inútiles o errantes que te hacen perder el tiempo,

disipan el alma y hacen desagradables el trabajo y las cosas serias.

2 - Ha de ser desterrado de tu mente todo pensamiento sombrío y ansioso. No debe preocuparte en absoluto lo que podría sucederte más adelante. En cuanto a los malos pensamientos sobre ti mismo

que te molestan debes, al rechazarlos, tratarlos con paciencia. Al ser involuntarios, simplemente van a ser para ti una ocasión de mérito.

3 - Evita ser obstinado en tus ideas y terco en tus sentimientos. Debes, de buen grado, dejar que los juicios de los demás

prevalezcan, a menos de que se trate de materias en las que tienes el deber de dar tu opinión y hablar.

4 – Mortifica la lengua, órgano natural de la mente. Practica el silencio de buen grado, tanto si te obliga tu regla o te lo impones a

ti mismo por propia voluntad.

5 - Escoge escuchar a los demás antes de hablarte a ti mismo; aún así, habla adecuadamente, evitando los extremos tanto de hablar demasiado (lo que impide que otros expresen sus pensamientos),

como de hablar muy poco (lo que sugiere una falta de interés dañina hacia lo que te dicen).

6 - Nunca interrumpas a quien te esté hablando y no te adelantes, contestando con demasiada rapidez, a una pregunta que te hicieren.

7 – Utiliza siempre un tono de voz moderado, nunca brusco o áspero. Evitar constante, extremada y firmemente toda

exageración.

8 – Ama la simplicidad y la sencillez. Los pretextos, evasivas, equivocaciones deliberadas, a las que ciertas personas

piadosas se entregan sin escrúpulos, desacreditan en gran medida la piedad.

9 - Abstente del uso de cualquier palabra gruesa, vulgar o incluso inútil, porque Nuestro Señor nos advierte que nos pedirá

cuenta de ellas en el día del juicio.

10 – Sobre todo, mortifica tu voluntad; este es el punto decisivo. Doblégala constantemente a lo que sabes que es la voluntad de Dios y la regla de la Providencia, sin tener en cuenta ninguno de tus gustos o disgustos. Sé sumiso, incluso ante sus inferiores, en los asuntos que no

se refieren a la gloria de Dios y a los deberes de tu posición.

11 - Considera la más pequeña desobediencia a las órdenes, e incluso deseos, de tus superiores [jefes, padres] como si

desobedecieses a mismo Dios.

12 - Recuerda que practicas la mayor de todas las mortificaciones cuando acoges ser corregido y cuando tienes la más perfecta obediencia hacia aquellos a los que Dios quiere que te confíes.

13 – Acoge ser minusvalorado y contado en nada; es el consejo de San Juan de la Cruz, es el consejo de la Imitación de Cristo: habla poco, tanto bien como mal, de ti mismo, y busca el silencio para

no ser reconocido.

14 - Frente a una humillación, a un reproche... te sientes tentado a quejarte, a sentir lástima de ti mismo. Di entonces, con David:

“Bueno es para mí el haber sido humillado".

15 – No te entretengas en deseos frívolos: "Deseo pocas cosas —dijo San Francisco de Sales—, y lo poco que deseo, lo deseo muy poco."

16 - Acepta con la más perfecta resignación las mortificaciones decretadas por la Providencia, las cruces y labores que pertenecen

al estado de vida en el que la Providencia te ha colocado. "Allí, donde hay menos a nuestra elección —dijo San Francisco—, hay más de la buena voluntad de Dios“. Nos gustaría elegir nuestras cruces, tener una cruz distinta de la nuestra, llevar una pesada cruz que nos diese al menos algo de fama, en lugar de una cruz ligera que nos debilite por llevarla sin cesar. ¡Es una ilusión! Es

nuestra cruz la que debemos llevar, no otra, y su mérito no está en el tipo de cruz que sea, sino en la perfección con la que llevamos.

17 - No dejes que las tentaciones, los escrúpulos, la sequedad espiritual te perturben: "Lo que hacemos en el tiempo de sequía

tiene más mérito, a los ojos de Dios, que lo que hacemos en el tiempo de consolación", dice el santo obispo de Ginebra.

18 - No te preocupes demasiado por tus imperfecciones, pero humillarte a causa de ellas. Humillarse a sí mismo es buena cosa, algo que pocas

personas entienden; estar preocupado y molesto por uno mismo es algo que todo el mundo sabe, y es malo, porque en ese tipo de angustia y

aflicción el amor propio siempre juega la mayor parte.

19 - Cuidémonos de igual manera de la timidez y del desaliento que mina nuestro valor, y de la presunción de que sólo es orgullo en

acción. Trabajemos como si todo dependiera de nuestros esfuerzos, pero sigamos siendo humildes, como si nuestro trabajo fuera inútil.

“La mortificación, lo mismo que las demás virtudes, no se adquiere más que

mediante actos repetidos, y especialmente la de esa especie, que es la

más difícil. Por consiguiente, hay que contentarse con llevar hacia allá a sus

seminaristas paso a paso, sin pretender llegar de pronto, puesto que hay mucho camino por hacer, a no ser cuando Dios

quiere dispensar de los caminos ordinarios”.

San Vicente de Paúl / Obras completas Volumen 5 Carta: 2017 Descripción: A Pedro de Beaumont, en Richelieu, 3 de octubre de 1655 Página: 416

San Vicente, perfectamente mortificado en el corazón y la mente, ruega por nosotros.

Fuentes:

http://www.catholicapologetics.info/morality/general/mortification.htm

Depaul University Quotes Database: What Did Vincent Say?

Imágenes: St. Vincent Image Library, depaul.edu pixabay.com