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EL ANUNCIO DEL “KERIGMA”: VACUNA ANTI SECTAS ES UN ERROR PRESUPONER LA FEEN LOS CATÓLICOS Por: P. Miguel Pastorino Arquidiócesis de Montevideo – Uruguay.

El anuncio del kerigma

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EL ANUNCIO DEL “KERIGMA”: VACUNA

ANTI SECTAS

ES UN ERROR “PRESUPONER LA FE” EN

LOS CATÓLICOS

Por: P. Miguel Pastorino

Arquidiócesis de Montevideo –Uruguay.

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MADRID, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).-

Publicamos esta nueva aportación de la columna sobre

jóvenes y nuevas religiosidades, dirigida por Luis

Santamaría del Río, sacerdote experto en nuevas

religiosidades y miembro fundador de la Red

Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

El autor de este artículo, Miguel Pastorino, es sacerdote

uruguayo, y actualmente es el director del Departamento

de Comunicación Social de la arquidiócesis de

Montevideo (Uruguay). Experto en sectas y participante

en algunos congresos internacionales y de la Santa

Sede, es miembro de la Red Iberoamericana de Estudio

de las Sectas (RIES).

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Desde el documento de la IV Conferencia del CELAM en

Santo Domingo (1992), hasta Aparecida (2007), somos

conscientes de que muchos son los católicos que se sienten

atraídos por experiencias espirituales fuera de la Iglesia, en la

cual no encuentran siempre una atención propiamente

espiritual, sino un discurso moral que presupone la fe. Y la

Iglesia en América Latina ha tomado real conciencia de la

prioridad de la nueva evangelización, especialmente del

primer anuncio o kerygma. Tenemos mucha gente

“sacramentalizada”, mas no necesariamente convertida a

Jesucristo.

Antes de todo compromiso cristiano, antes de recibir los

sacramentos, antes de entrar en la comunidad cristiana,

antes de toda acción de pastoreo, está el kerygma o primer

anuncio del Evangelio que busca la conversión del que no

cree, o del que se ha alejado, o ha debilitado su fe.

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La falta de una primera evangelización ardiente, llena de

pasión por el Señor y el Evangelio, llenos de la fuerza del

Espíritu, felices de haberse encontrado con Jesucristo, junto a

una débil conversión, nos dejan sin cimientos para una

verdadera iniciación cristiana.

El kerygma no es una moda, o un nuevo descubrimiento de la

Iglesia: son los fundamentos de todo verdadero proceso

evangelizador desde Pentecostés hasta nuestros días.

El kergyma no es catequesis, no es un discurso doctrinal,

tampoco es un signo atractivo, ni solo el testimonio de vida, ni

proselitismo, ni tampoco una estrategia pedagógica previa a la

catequesis, ni una conversación sobre cualquier tema. Todas

estas iniciativas pueden ser el ámbito para el anuncio del

kergyma, pero no son en sí mismas primer anuncio. El objetivo

del primer anuncio no es despertar la simpatía por Jesucristo,

sino la conversión del corazón. Es algo que sin la experiencia

de fe del evangelizador es imposible de realizar.

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Anunciar el kerygma sin fe, es como hablar en lenguaje

de enamorado, pero sin estar enamorado. Quedaría como

una cursilería o una palabra vacía, sin efecto. Sólo una

palabra llena de la gracia, cargada de la experiencia del

amor de Dios puede ser un verdadero "kerygma", de lo

contrario siempre serán palabras vacías. No se puede

testimoniar una fe, una pasión por el Evangelio que no se

vive.

Muchos son los católicos alejados que confunden la fe

con valores y principios, pero no como una relación real

con Dios. Por eso la solución para aprender a realizar el

primer anuncio en nuestras comunidades no se

conseguirá a partir de un manual misionero –aunque sea

útil–, sino por una auténtica renovación espiritual, mental

y estructural de nuestra vida eclesial.

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Sólo una vida transformada por la presencia de Jesucristo, se vuelve

una proclamación constante del Evangelio. Quien se ha encontrado

con Él realmente, quiere que todo el mundo le abra su corazón y se

deje abrazar por su amor, por su palabra y que forme parte de la

comunidad de la Iglesia. Esto no se alcanza sólo con una nueva

metodología, sino por conversión. Dedicar más tiempo a la escucha de

la Palabra de Dios y a la oración, es lo que renueva el corazón de los

creyentes. Un testimonio evidente de ello es cómo la Lectio Divina está

transformando la pastoral juvenil en muchos países de América Latina.

La imagen que muchas veces tienen los pentecostales de la fe católica

es que seguimos a un modelo del pasado, que no leemos la Biblia y

que no rezamos con el corazón. Esto lo notamos cuando los católicos

alejados que se pasan a otros grupos religiosos llegan a decir

sinceramente: "ahora sí leo la Biblia, me hablaron de Jesucristo y no

como un personaje histórico, sino que está vivo y ha cambiado mi

vida... aprendí que puedo hablar a Dios con mis propias palabras,

desde mi corazón".

Page 7: El anuncio del kerigma

Lo que encuentran en muchas iglesias y sectas, no lo encuentran en

nuestras comunidades, y esto ha de obligarnos a replantearnos

nuestras prioridades parroquiales, que no siempre brotan de las

reales necesidades de quienes buscan al Señor, sino de nuestras

abstractas planificaciones.

Muchos han regresado a la Iglesia gracias a las iniciativas de

sacerdotes, religiosos y laicos que se han lanzado apasionadamente

en el anuncio de Jesucristo, desde el trabajo local en las

comunidades, hasta en el uso de los medios de comunicación. Y eso

se percibe como una verdadera vacuna contra el proselitismo

sectario y contra el abandono de la vida eclesial.

Al respecto, quiero concluir esta breve reflexión con las palabras de

S.S. Benedicto XVI en su visita a Portugal el año pasado:

"A menudo nos preocupamos afanosamente por las consecuencias

sociales, culturales y políticas de la fe, dando por descontado que

esta fe exista, lo que por desgracia es cada vez menos realista. Se

ha puesto una confianza excesiva en las estructuras y en los

programas eclesiales, en la distribución de poderes y funciones; pero

¿qué sucederá si la sal se vuelve sosa?

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Para que esto no suceda, es necesario anunciar de nuevo con

vigor y alegría el acontecimiento de la muerte y resurrección de

Cristo, corazón del cristianismo, fundamento y apoyo de

nuestra fe, palanca poderosa de nuestras certezas, viento

impetuoso que barre todo miedo e indecisión, toda duda y

cálculo humano.

La resurrección de Cristo nos asegura que ningún poder

adverso podrá nunca destruir a la Iglesia. Por tanto nuestra fe

tiene fundamento, pero es necesario que esta fe se convierta

en vida en cada uno de nosotros. Hay por tanto un vasto

esfuerzo capilar que llevar a cabo para que cada cristiano se

transforme en un testigo en grado de dar cuentas a todos y

siempre de la esperanza que le anima (cfr 1Pe 3,15): sólo

Cristo puede satisfacer plenamente los profundos anhelos de

todo corazón humano y dar respuestas a sus interrogantes

más inquietantes sobre el sufrimiento, la injusticia y el mal,

sobre la muerte y la vida del Más Allá".