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El Levítico

Antiguo testamento 09 el Levítico

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El Levítico

La fuente sacerdotal o P

El Levítico forma el grueso de la llamada fuente P.

Sus autores posiblemente fueron sacerdotes en dos fases:

tiempos del exilio en Babilonia,

y el post-exilio.

Pero los textos recogen material más antiguo.

El Código de Santidad se atribuye a una fuente propia: H.

El Levítico es un libro fundamental del Antiguo Testamento y de la Torah, pues contiene el grueso de la Ley.

Consta de estas partes:

1 al 7: sistema de sacrificios.

8 al 10: instauración de Aarón como sumo sacerdote y sus descendientes como el clan sacerdotal de Israel.

11 al 15: normas de alimentación y leyes de pureza ritual.

16: observancia del Día de la Expiación, o Yom Kippur.

17 al 26: Código de santidad.

Durante mucho tiempo la parte legal de la Biblia fue minusvalorada por los académicos occidentales.

Se consideraba fruto de una religión ritualista y vacía.

El auge de la antropología en el s. XX cambió esta visión.

Mary Douglas: los rituales encierran un simbolismo importante para la vida del pueblo y reflejan sus valores.

Milgrom, J. Klawans: los rituales manifiestan la forma de pensar y vivir de un pueblo.

Son también una marca de identidad.

Todas las culturas antiguas poseían lugares santos.

El santuario es el lugar donde habita la deidad.

En la Biblia se describe como un recinto donde hay:

Un patio accesible a todos los varones y sacerdotes.

Un altar para sacrificios y pica para abluciones.

Un recinto menor accesible solo a los sacerdotes.

El santuario, con un altar, la menorah y la mesa del pan.

El sancta sanctorum, accesible al sumo sacerdote un día al año: el Día de la Expiación. Allí está el arca.

El arca, trono de la gracia, es el lugar donde la divinidad reposa.

Está custodiada por dos leones alados, los querubines.

Es semejante a los tronos de los reyes.

El Dios de Israel no se representa en imagen alguna.

Pero su presencia llena el santuario.

Se descubre en forma de:

Nube luminosa de día o de noche.

Columna de humo.

Santo significa separado para Dios, perteneciente a Dios.

La santidad se adquiere consagrando algo o a alguien a Dios.

Espacio sagrado: el templo. A medida que uno se adentra en los recintos, crece el grado de santidad y se restringe el paso hasta limitarlo al hombre más santo, el sumo sacerdote.

Tiempo: hay un tiempo profano y un tiempo sagrado, dedicado a Dios. Los días santos: el Sabbat, la Pascua, el Yom Kippur (Día de la Expiación).

Puro es un estado requerido para poder ser consagrado.

Lo puro puede ser santo o profano.

Pero lo santo siempre ha de ser puro.

Lo profano puede ser puro o impuro.

Para purificar un objeto o una persona se necesita un ritual.

Lo santo puede ser profanado: el contacto con algo impuro lo hace también impuro y entonces hay que:

purificarlo,

volverlo a dedicar a Dios, para hacerlo de nuevo santo.

Viene por el contacto con sustancias físicas impuras.

Es temporal y se puede resolver con el ritual adecuado.

Es contagiosa y puede transferirse a otras personas / objetos.

Profana lo santo, debe evitarse en los lugares sagrados.

No tiene nada que ver con el pecado.

Klawans distingue tres tipos de impureza ritual:

Contacto con cuerpos o cadáveres.

Lepra ―una enfermedad infecciosa―.

Flujos genitales.

La impureza ritual y la purificación aparecen en otras religiones del antiguo Oriente, especialmente en Canaán.

Pero los sacerdotes hebreos quisieron dar a la pureza ritual un significado propio (Klawans).

La pureza tiende a reforzar la creencia en un solo Dios.

Hay dos principios básicos subyacentes a los rituales:

La imitatio Dei o dominio sobre la vida y la muerte: sacrificios, pastoreo de Dios sobre su pueblo.

Atraer y mantener la presencia divina en el santuario mediante ofrendas: quemada, de grano, de paz.

Se contrae por acciones humanas, pecados.

Afecta a: la persona, el santuario, la tierra, el mismo Dios.

No es contagiosa, afecta a quien comete el pecado.

No puede purificarse más que por el castigo: mutilación, abstinencia, multa, pena de muerte.

Los tres pecados más graves: idolatría, homicidio, transgresiones sexuales.

Cuando la impureza mancilla la tierra, no puede ser limpiada. La tierra “vomita” y expulsa a sus pobladores.

«El pecado de los amorreos no ha llegado a su límite, pero cuando lo hayan rebasado, serán expulsados y vosotros ocuparéis la tierra».

El hatta’t , ofrenda de purificación, devuelve la pureza al santuario.

El oferente debe ser purificado antes de la ofrenda.

El pecado se asocia a la muerte; la ofrenda a la vida.

Por tanto, la sangre derramada ―vida― forma parte del sacrificio ofrecido.

¿Qué ocurre con los pecados deliberados no purificados o con los inconscientes?

El Día de la Expiación sirve para purificar el santuario de los pecados de todo el pueblo. El sumo sacerdote carga con la culpa al chivo expiatorio, que es soltado en el desierto.

El santuario alberga la presencia de Dios.

Los pecados alejan a Dios de la comunidad.

La pureza mantiene a Dios cerca y su favor hacia el pueblo.

Por tanto, solamente los humanos somos responsables de la maldad y la muerte, o de la justicia y la vida.

J. Milgrom: la finalidad es rechazar el pecado y actuar de manera que la presencia de Dios sea atraída, y no repelida.

¿Cómo puede un Dios bueno abandonar a su pueblo?

La culpa es del pueblo que lo aleja con sus pecados.

Hay una responsabilidad colectiva.

Sin Dios, la sociedad humana es devorada por sus propios vicios y crímenes.

Los hombres controlan su destino.

Las acciones de cada individuo tienen un impacto en toda la comunidad.

Esta es la versión sacerdotal de una antigua doctrina bíblica: la doctrina de la responsabilidad colectiva. El pecado afecta no sólo a una persona, sino a toda la sociedad.

El contenido de esta presentación está basado en:Curso de Introducción al Antiguo Testamento, impartido por la

profesora Christine Hayes en la Universidad de Yale, durante el curso 2006-2007. Ver enlace.

El curso es de libre acceso por la Red y se permite la difusión de su contenido citando la fuente.