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La tragedia del Hardcore

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Una mirada al hardcore en Bogotá y en colombia, desde sus inicios hasta nuestros días, pasando por el movimiento SBHC de los años noventa.

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Page 1: La tragedia del Hardcore

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LA TRAGEDIA DEL HARDCORE: UNA PERSPECTIVA DE LA HISTORIA DEL

HARDCORE MUNDIAL Y COLOMBIANO

Por: Colectivo Contracultura

Poco se logra con abordar el hardcore desde la mirada del experto. Tomar distancia,

objetivar el tema y tratar de encajarlo en las numerosas categorías sociológicas disponibles,

puede resultar una pérdida de tiempo. Por eso, en lugar de enredarnos en discusiones

especializadas, nuestra intención es aproximarnos al hardcore desde el movimiento mismo;

hablar desde dentro y no desde un punto externo que lo considere como un objeto de

estudio. Pero, al ubicarnos al interior, también reconocemos que no hay tal cosa como una

mirada objetivante, libre de perspectiva. Por el contrario, siempre hablamos a partir de

determinada situación. De ahí que las palabras siguientes estén cargadas, situadas y

definidas por nuestras propias experiencias. En el presente texto encontrarán una

perspectiva de la historia del hardcore, una entre otras posibles.

La tragedia no es primariamente una desdicha o una desventura. Ella es más bien una lucha

entre dos fuerzas contrapuestas. Esta lucha revela la mutua necesidad de las fuerzas y sólo

se mantiene en cuanto la disputa no alcanza un punto de equilibrio. A veces una fuerza se

apodera de la otra, pero nunca hay tal cosa como una cancelación. De ahí la inherente

movilidad que acompaña a la tragedia y su utilidad para caracterizar la historia del hardcore

a nivel mundial y colombiano. De esta forma, y puesto de manera simple, nuestra hipótesis

es que el hardcore no tiene un comienzo ni un desarrollo homogéneo, sino que está basado

en el choque entre, por lo menos, dos fuerzas distintas: por un lado, el New York Hardcore

y, por otro, el hardcore político.

I. Apuntes para una historia del New York Hardcore (NYHC)

Eran los finales de los setentas y la escena punkera norteamericana parecía llegar a un

estancamiento. Bandas como los Ramones y New York Dolls habían abandonado la escena

atraídas por los éxitos de su creciente fama y por los siempre presentes ofrecimientos de

dinero. La escena, atravesada de un lado a otro por las drogas, parecía perderse en la

consigna del “No Futuro”, a causa de la recesión que el país vivía en ese momento. Sin

embargo, fue justo en este ambiente que se vivió una explosión inédita que dio paso a lo

que más tarde se consideraría el movimiento hardcore.

Aunque el hardcore pronto se expandió a otros lugares de Estados Unidos, sus inicios se

ubican en el Alphabet City de Nueva York. Con este nombre, los neoyorquinos se referían

a las avenidas A, B, C y D que componían un barrio de hostiles habitantes, drogadictos y

edificios derruidos. En esta zona, poco frecuentada por los niños de los suburbios, se

reunían bandas locales como The Misfits, The Mob, Reagan Youth, The Eliminators, Kraut

y los Beastie Boys. El sonido de las bandas era una mezcla entre el Oi británico, el punk

anarquista norteamericano y las bandas de Washington DC. En esta última ciudad también

habían aparecido bandas de punk y hardcore, como Minor Threat y SS Decontrol, que

promovían un estilo de vida libre de drogas conocido con el nombre de Straight Edge. El

hábito, pronto hecho común, de ponerse una “X” en la mano para ser identificado como

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Straight Edge, hizo que los neoyorquinos adoptaran rápidamente dicho símbolo agregando

las letras NYHC a su alrededor.

Asediados por la recesión del gobierno de Reagan, los jóvenes llegaban a Nueva York con

la intención de encontrar cualquier tipo de trabajo. Sin embargo, pronto se perdían en el

Alphabet City y frecuentaban todos los viernes el bar A7 donde podían disfrutar por poco

dinero un concierto de 8 a 10 bandas de Nueva York o de ciudades aledañas. Los jóvenes

encontraban en el hardcore una red de amigos y amigas, que inmediatamente se convertía

en la familia que siempre habían querido y que en la situación concreta era su modo de

supervivencia. Mientras que los hippies soñaban con la paz y el amor, la generación de

finales de los setenta y comienzos de los ochenta se enfrentaba a la dura realidad

económica y política del país. Su actitud era otra y, por tanto, la agresividad, la

confrontación y la violencia frente a la autoridad esta vez encontraban su expresión en las

letras, la pesadez y rapidez de la música y en el pogo, mosh y saltos de la tarima que se

reunían en un concierto. En vez de unirse a una pandilla, los jóvenes inconformes

encontraban una nueva familia en la escena y empezaban una banda.

Hacia el año 81, el hardcore se había expandido a otras regiones de Estados Unidos y

bandas como Negative Approach de Detroit, Jerry Kids de Boston y Black Flag de Los

Ángeles mandaban la parada. En Nueva York, fuertemente influenciada por Minor Threat y

Bad Brains, nació The Mob y, seguidamente, apareció la primera alineación de Agnostic

Front. Asimismo, la banda anarquista Reagan Youth se unió a la causa y empezó a

compartir escenarios con The Abused, Urban Waste, The Psychos y The Stimulators. La

mayoría de bandas expresaban en sus letras su realidad inmediata. En ellas se condensaban

sus vivencias callejeras, sus posturas frente a la injusticia diaria y algunas, más políticas,

centraban su atención en la opresión social del momento. Sin embargo, a la par con el

inconformismo en las letras se forjaba una idea que caracterizó al hardcore por muchos

años y, que para muchos de nosotros, sigue siendo una idea fundamental: las personas

involucradas en el hardcore se daban cuenta de que podían hacer sus proyectos ellas

mismas. Así, cualquiera podía formar una banda y estar tocando en conciertos alrededor de

la ciudad. También cualquiera podía participar en la escena por medio de fanzines

(revistas), organizando conciertos o asistiendo a ellos. Evidentemente la división clásica

entre grandes artistas famosos y público fanático, no tenía lugar, desde un principio, en el

NYHC. Esto último resulta claro si se compara con las diferentes aspiraciones que tenía el

Hip Hop neoyorquino de la época. Mientras que el Hip Hop, originado en el Bronx y en

Queens, buscaba las grandes disqueras, el hardcore tenía mucho cuidado con el ojo público

de los medios corporativos y se alejaba rápidamente de la industria musical. Años después,

uno podría pensar que tal postura del NYHC sólo obedecía a su evidente fracaso comercial,

pero lo cierto es que en ese momento, casi todas las bandas tenían una canción contra las

grandes disqueras y la comercialización de la música.

No obstante, la escena del NYHC era un espacio de rápido crecimiento. Aunque se seguían

manteniendo los conciertos de 50 a 70 personas en los bares pequeños, ya era común llenar

auditorios con 500 a 1000 personas. Por esa época, se hizo famoso un pequeño bar llamado

CBGBs que presentaba a todas las bandas underground que pasaban por NYC. En el caso

específico del hardcore, CBGBs logró reunir a cientos de personas alrededor de los matinés

de los domingos. Los conciertos, abiertos para todas las edades, se convirtieron en una

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extensa y fuerte red que albergó a la creciente escena y a las mejores bandas del NYHC.

Entre el 82 y el 85 en CBGBs tocaron bandas como Murphys Law, Cause for Alarm, Cro-

mags, Warzone, Supertouch, The Crumbsuckers y Cavity Creeps, entre otras. Y poco

después, del 85 al 88, la escena neoyorquina experimentó el surgimiento de agrupaciones

como Underdog, Rest in Pieces, Sheer Terror, Sick of it all, Youth of Today, Burn, Judge,

Breakdown, etc.

El NYHC se convirtió, entonces, en una mezcla de tendencias, sonidos, nacionalidades,

opiniones y personajes que forjó un diverso plexo cultural. Por eso, las bandas hablaban de

cuestiones muy distintas y, según las preferencias del momento, ciertos temas eran más

tratados que otros. Por ejemplo, en la segunda etapa del NYHC, desarrollada del 85 al 88,

la fuerte presencia de las bandas Straight Edge insistía en la necesidad de una actitud

positiva frente a la vida y en el vegetarianismo como la forma principal de lucha por la

liberación animal. El NYHC era la confluencia de tantas cosas que, después de unos años,

sus gritos iniciales de unidad, encaminados hacia la formación de una escena en común,

atravesaron un inaplazable fraccionamiento. Con la temprana entrada del movimiento

Krishna en la escena, algunos se sintieron identificados, pero otros rechazaron

vehementemente cualquier presencia religiosa. Asimismo, muchos vieron en el Straight

Edge un estilo de vida coherente con las posturas del hardcore, mientras que otros,

percibiendo en ese movimiento una posición conservadora, se alejaron de él y lo criticaron

en sus diversas expresiones. Sin embargo, siempre hubo en esos primeros años un esfuerzo

por el respeto y un llamado a la unidad que buscaba atravesar la amplia gama de

diferencias.

Ahora bien, tal respeto generalizado encontró un final hacia el año 88. Para esa época la

violencia dentro de la escena se había hecho tan fuerte que los conciertos parecían una zona

de batalla. Una de las causas más evidentes fue la creación de crews (parches) y la actitud

gangster que carcomió al hardcore desde dentro. Las constantes peleas se tornaron en

problemas mayores y la escena entró en un estado de letargo que duró hasta a mediados de

los noventa cuando el NYHC experimentó un nuevo aliento. Aunque algunas bandas viejas

seguían tocando, nuevas bandas como H20, Crown of Thorns, Madball, 25 ta Life y

Merauder contribuyeron con nuevos sonidos e ideas. Ahora el hardcore era más pesado e

influenciado por el metal y sus letras más callejeras y violentas. La escena no era tan

violenta como en el 88, pero la actitud gangster siguió caracterizando a la nueva ola del

NYHC. Pero, además, el hardcore ya no era exclusivo de Nueva York y sus alrededores,

ahora se veían brotes de NYHC alrededor de Estados Unidos y en otras partes del mundo.

Bandas alrededor de Europa, Japón y Suramérica trataron de reeditar lo que en el contexto

neoyorquino había sido la expresión de toda una generación.

II. El otro comienzo: el hardcore politizado

Si bien el NYHC surgió como una reacción a la ardua situación social vivida en Estados

Unidos durante el gobierno de Reagan, lo cierto es que pocas bandas tuvieron un contenido

propiamente político. Más allá de denunciar las injustas posturas del gobierno y asumir una

actitud rebelde frente al sistema, el NYHC no dio pasos activistas ni fue influenciado por

esa contracultura anticapitalista que desde los sesentas hacía parte de la historia

norteamericana. El NYHC, aunque promovía la autogestión –entendida como “hazlo tú

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mismo”–, nunca se inmiscuyó en las luchas de los movimientos sociales y políticos.

Inclusive, como veremos más adelante, muchas de las actitudes del NYHC fueron

denunciadas como reaccionarias por algunos de sus detractores. Por eso, usualmente

cuando se intenta hacer una historia del hardcore se menciona su carácter contestatario,

pero se deja a un lado su contenido político.

Siendo así, no resulta sorprendente que las historias del hardcore mundial comiencen y

terminen con la específica situación apolítica vivida en Nueva York. Pero, como

intentaremos mostrar a continuación, el asunto es más complejo. Si abandonamos por un

momento el siempre presente imperialismo cultural estadounidense, podemos vislumbrar

que simultáneamente a los brotes de hardcore que se vivieron en Nueva York, en otros

lugares del mundo el hardcore surgía como un movimiento que iba más allá de la mera

denuncia.

Un caso paradigmático se presentó en Holanda con las bandas The Sextons, Disturbers,

Total Chaoz y Lärm. Todas ellas, muy influenciadas por el punk, surgieron a finales de los

setentas y comienzos de los ochentas alrededor de la escena local anarquista. Basadas en la

autogestión, las bandas sacaban sus propios discos y creaban redes de comunicación

alternativa, pero esta vez, reivindicando directamente el anticapitalismo. A diferencia del

NYHC, la autogestión no era simplemente una manera de producir la propia música sin

necesidad de la industria musical, sino una lucha política por la independencia, la

autonomía y el control de los medios de producción. Asimismo, algunas de las bandas

participaron en el movimiento okupa en Holanda y publicaron el fanzine Alarm 84. En el

caso específico de las bandas holandesas hubo un giro hacia el comunismo y algunos de los

integrantes de aquellos grupos se unieron al Partido Comunista.

A diferencia del NYHC, el comienzo del hardcore político no se ubicó en un espacio

geográfico determinado. Hubo brotes políticos en diferentes tiempos y en diversos lugares.

De este modo, otro caso interesante de hardcore politizado se presentó en Bélgica con la

banda Nations on Fire. El fuerte tono antinacionalista y antifascista de esta banda provino

también de una clara influencia anarquista: “ni profetas, ni líderes, ni amos”. Exhibiendo,

en la portada de su primer disco, una bandera de Estados Unidos al revés, los temas de

Nations on Fire no eran principalmente la unidad y la actitud positiva. En la misma

dirección, Holanda vio surgir de las cenizas de Lärm, la banda Seein Red. Aunque ellos ya

no estaban vinculados al partido, seguían –y siguen– siendo comunistas con principios

anarquistas. Lo interesante es que más allá de las consignas, Seein Red pensó en la creación

de una comunidad anticapitalista con miras a la lucha contra la opresión y la explotación. A

través de sus letras y acciones puso sobre la mesa la necesidad de luchar contra el racismo,

el sexismo y la homofobia dentro del hardcore y fuera de él. De ahí que además de hacer

discos se hayan dedicado a apoyar diversos proyectos políticos alrededor del mundo.

Como es notorio, la mayoría de estas bandas de hardcore político recibieron su impulso del

anarquismo y el comunismo que estaba presente en los inicios del punk. Tal fue el caso de

la escena brasilera. El punk surgió en ese país hacia el año 78 y desde los ochentas se

consolidó un movimiento anarkopunk que tuvo su efecto sobre el nacimiento del hardcore.

Hacia principios de los noventa, varias personas que hacían parte del grupo anarquista

“Juventud Libertaria” se reunieron en bandas como Personal Choice, No Conformity y,

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después, Self Conviction, bandas que también estuvieron influencias por agrupaciones

políticas anteriores como No Violence, Abuso Sonoro y Açao Direita. Hacia el 94 se

fortaleció una escena hardcore la cual albergó bandas contestatarias que estuvieron ligadas

a los movimientos sociales del país como el MST y, posteriormente, al movimiento

antiglobalización y a los grupos de apoyo del EZLN. Dentro de esas bandas se encontraban,

entre otras, Newspeak, Infect, Point of no return, Rethink.

Pero, el movimiento de hardcore político también tuvo lugar en el corazón de Estados

Unidos a través de algunas bandas y del trabajo de diferentes fanzines y colectivos. Entre

las bandas paradigmáticas cabe destacar a Los Crudos y a Huasipungo. Compuestas por

inmigrantes latinos, estas bandas expresaron toda su rabia contra las diversas

manifestaciones del sistema capitalista y se dedicaron a denunciar en sus letras los

problemas migratorios, la explotación del trabajo asalariado, la brutalidad policial y otros

temas afines. Los Crudos fue editado por el sello Ebullition que, además de sacar bandas

políticas, realizó por muchos años un fanzine llamado Heartattack, en el cual se expusieron

diversos problemas relacionados con los peligros del capitalismo, el sexismo y la

homofobia. Ciertamente, el trabajo en los fanzines fue clave en la formación de la escena

política norteamericana que tomó bastante fuerza a mediados de los noventa. Uno de los

casos más sonados fue el de Inside Front. La gente que se reunió alrededor de este fanzine,

comenzó por criticar agudamente algunas actitudes del NYHC y pronto se transformó en un

espacio de discusión del hardcore político norteamericano y mundial. Las personas que

iniciaron Inside Front formaron después el colectivo CrimethInc. Este colectivo editó

bandas como Catharsis, Gehenna, Trial, Zegota y, además, ligado al movimiento

antiglobalización y al zapatismo, le dio un nuevo aire al movimiento anticapitalista

norteamericano dentro y fuera del hardcore.

III. Los inicios de la escena colombiana de hardcore

En algunos países latinoamericanos la influencia de los años gloriosos del NYHC no se

manifestó en la década de los ochenta, sino en la de los noventa. Aunque es cierto que en

Colombia –principalmente en Bogotá y Medellín– existían bandas que se autodenominaban

“hc”, lo cierto es que el término “hardcore” se adoptó propiamente en Bogotá a comienzos

de los noventa. Acerca del inicio del hardcore en Colombia hay muchas versiones, sobre

todo porque desde un principio hubo bandas aisladas que decían tocar este tipo de música.

Sin embargo, para nosotros la creación de una escena estable de bandas, conciertos,

fanzines y demás actividades, sólo tuvo su emergencia a partir del año 96. Esta escena, que

se autodenominó SBHC, estuvo influenciada, en sus inicios, por una de las primeras bandas

de hardcore colombiano: Sin Salida.

Sin Salida tuvo varias formaciones y cambios en sus actitudes y letras, sin embargo a

comienzo de los noventa, dicha banda era la fiel copia de la escena neoyorquina de los 80.

Su sonido, influenciado claramente por grupos como Breakdown, Outburst o The Icemen,

se ajustaba perfectamente a sus llamados a la unidad, a la disciplina, a la defensa de su crew

y a la denuncia de aquellos examigos que los habían atacado por la espalda. Pero, además,

dicha banda agregaba un componente que no estaba presente en las bandas del NYHC. Tal

componente era la oda al ejército nacional y la exaltación de la limpieza social. Aunque en

sus propias letras Sin Salida afirmó que sus actitudes no eran fascistas, la escena de rock de

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la época pronto los empezó a señalar como una banda de derecha. Para finales del 95, Sin

Salida ya había tocado su último concierto, no obstante algunos de sus miembros

permanecieron activos en la escena por unos años. Para las bandas nuevas que se

empezaban a reunir alrededor del SBHC, Sin Salida era el único punto de referencia. Para

muchos era el pasado del hardcore. Sin embargo, los nuevos grupos nunca siguieron el

discurso derechista de la mencionada banda y, después de algunos años, muchas trataron de

separarse radicalmente de ese pasado.

Después de unos meses en que el hardcore parecía muerto en Bogotá, se realizó en un

garaje un encuentro fortuito de diferentes parches y bandas que decían tocar NYHC. En ese

concierto, denominado “tertulia”, tocaron bandas como Exigencia, la Epa, Ataque en

Contra –que en ese momento se llamaba Justicia Natural– y Realidad Interna. A esa

tertulia también llegó la gente de Pitbull que llevaba tocando hardcore por unos años.

Después de ese día, todos estos jóvenes se reunieron para realizar un nuevo concierto en el

bar “El Fuerte” ubicado en Alamos Norte. Este bar, atendido por el gemelo de Rob Zombie,

no era más que un cuarto de metal en mitad de un deshuesadero de carros. Ya para ese

momento la Epa se había convertido en De Frente y el resto de bandas estaban más o

menos consolidadas. Por unos meses se siguieron haciendo las “tertulias” y hubo un rico

intercambio de experiencias entre las bandas y sus respectivos amigos y parches.

Por esa época lo importante era tocar NYHC y adoptar la bandera de la unidad. No se sabía

bien por qué se luchaba, pero por lo menos se tenía claro que el hardcore era un espacio de

confrontación contra el sistema y la sociedad de la que se hacía parte. De esta forma, lo

único que se buscaba en ese momento era tocar en conciertos pequeños y encontrarse con

nueva gente en el camino. En uno de estos encuentros apareció la banda Medidas Extremas

y, después de algún tiempo de amistad, la gente que se reunía en las “tertulias” formó

espontáneamente la Unidad Real. La Unidad Real era simplemente un grupo de amigos,

pero en ella también se manifestaba el deseo de un crew al mejor estilo NYHC.

Definitivamente la escena neoyorquina era la influencia principal y las bandas y personas

del SBHC querían revivir los gloriosos años del CBGBs. Esto era notorio en las letras de

las bandas. Exigencia hablaba principalmente de la unidad, de la escena y superficialmente

de la realidad colombiana. De Frente también seguía la misma tónica y algo parecido hacía

Ataque en Contra, aunque ellos tenían temas más diversos como la defensa del ambiente y

la idea de una juventud libre de drogas. Realidad Interna, por su lado, tenía letras más

personales.

La escena del SBHC siguió su curso a través de numerosos conciertos en bares, locales,

casas y auditorios de Bogotá y, posteriormente, en otras ciudades de Colombia como

Bucaramanga, Cali y Medellín. En estas otras ciudades las escenas de hardcore estaban en

ciernes. En Bucaramanga sólo existía la banda Justa Naturaleza, mientras que en Medellín

las únicas bandas eran 5 de Menos y Grito. En Cali los conciertos de hardcore eran más

comunes y existían grupos como Determinación, Carbono Catorce, 092HC y Orden 357.

Con algunas excepciones, todas estas bandas del hardcore colombiano tenían letras muy

similares. En sonidos y temas, las bandas imitaban los grupos del NYHC tratando de hacer

una adaptación a la realidad colombiana. Para muchos, esta realidad no era tan distinta a la

vivida en Nueva York. Colombia también experimentaba un contexto económico difícil y

además la situación de las diferentes ciudades colombianas recordaba la violencia callejera

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neoyorquina que muchas bandas del NYHC habían plasmado en sus letras. De ahí que

varias bandas de hardcore colombiano intentaran retratar en su música su propia realidad.

Justamente, el primer compilado de la escena colombiana de hardcore se llamó “Hardcore

Reality: Colombia en tu cara”. Con ese compilado se buscaba documentar la escena del 98

y resaltar que lo primordial en el hardcore era recrear en la música y las letras los duros

acontecimientos que caracterizaban el día a día en Colombia.

Pero, el compilado “Hardcore reality” también era un reivindicación del “hazlo tú mismo”.

Con su edición se hicieron conocidos dos sellos independientes: Fuerza Interna Records de

Cali y Dirección Positiva Records de Bogotá. Estos sellos tenían claro que para mantener el

hardcore “real” era necesario alejarse de la industria musical y por eso sus discos eran

autogestionados. En ese momento, lo importante era que las bandas no se volvieran

comerciales y, por eso, no se pensaba en los grandes sellos, en los festivales masivos o en

los canales de televisión. El hardcore sólo podía funcionar en los pequeños conciertos y con

un número reducido de personas. Esta mentalidad se mantuvo por muchos años en Bogotá

y, cuando las bandas de la Unidad Real empezaron a acabarse, la nueva ola del hardcore

también tenía claro que lo esencial era la independencia. Por eso, hacia 1998 bandas como

Dar a cada uno lo que es suyo, Reacción Propia, Resplandor, Juventud Oprimida, Raza,

Zona Cero, Carácter, Línea Recta y Abismo, entre otras, organizaban sus propios

conciertos e intentaban sacar sus grabaciones de manera “hazlo tú mismo”. Algunas de

estas bandas se reunieron en los “Hardcore Fests” o en los conciertos del “Auditorio

Macondo”, que por algunos años albergó la escena hardcore bogotana.

Claramente, hasta este momento, el rasgo fundamental de la escena colombiana de hardcore

era la imitación y adaptación del NYHC. Aunque las influencias provenían de bandas

diversas, el llamado a la unidad, la reivindicación de la escena como una gran familia, el

“orgullo hardcore” y la descripción de la realidad, eran las banderas principales de la

escena. Los conciertos, caracterizados por el pogo, el mosh y los saltos desde la tarima,

buscaban parecerse cada vez más a los videos de los conciertos del CBGBs. Si bien el

hardcore basado en el “hazlo tú mismo” era una muestra de rebelión frente a la música

comercial, la escena no era tan antisistémica como pretendía serlo. En ella se reflejaban las

mismas estructuras que tanto criticaba. En una escena predominantemente masculina,

reinaba el sexismo soterrado y la homofobia. La agresión y la violencia desmedida,

ocasionada muchas veces por la división en parches, era bastante frecuente y a veces un

requisito para hacer parte de la escena. También la actitud crítica frente a la situación del

país era sumamente superficial. Las bandas finalmente seguían la opinión corriente de los

medios de comunicación masivos, aún cuando en sus letras denunciaban las mentiras del

sistema. Más que una escena contracultural, el hardcore se mostraba como una alternativa

musical dentro del abanico de movimientos underground en Colombia.

IV. La “evolución” del hardcore bogotano

Los inicios del hardcore en Colombia anteriormente descritos permiten hacernos una idea

de la forma como este movimiento emergió y fue tomando fuerza a través de los años en

varias ciudades del país. Por fortuna, los primeros pasos no siempre determinan el camino a

seguir y, conforme las personas inmiscuidas hacen explícitos sus intereses, el propio

movimiento –o por lo menos una parte de él– va mudando de carácter. Para el caso del

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hardcore bogotano, este cambio comenzó a darse durante el periodo 2000-2002, cuando un

grupo de personas quiso acercarse a espacios donde la reflexión y acción política eran

asuntos explícitos. Como puede suponerse, este cambio no se dio de forma espontánea ni

uniforme, ni se nutrió propiamente del NYHC, por el contrario, aconteció como una

pequeña ruptura y encontró elementos de referencia tanto en otras escenas hardcore a nivel

mundial, como en personas, colectivos, textos, canciones, películas y realidades que, poco a

poco, iban transformando la forma de ver el mundo para algunos hardcoreros.

En estos años, la comunicación con bandas políticas de hardcore se hizo más fluida y el

intercambio de ideas con personas involucradas activamente dentro de diferentes escenas

latinoamericanas animó a algunos sujetos a emprender viajes inhóspitos para conocer,

personalmente, estas experiencias. Ese fue el caso de quienes quisieron acercarse a lo que

ocurría en Brasil: una de las escenas con más trayectoria en la región.

Más allá de un sinnúmero de bandas con líricas contestatarias, la escena brasilera exponía

en aquel entonces una serie de elementos que, a los ojos de la escena bogotana, resultaban

novedosas. Algunos de estos elementos eran: la activa participación de hardcoreros en

colectivos anarquistas, medios independientes de comunicación u otras organizaciones con

algún sentido anticapitalista, la explícita relación entre vegetarianismo/veganismo con

posicionamientos políticos, la activa intervención de mujeres y personas mayores de 30

años dentro del movimiento, la ausencia de prejuicios sociales frente a la

bi/homosexualidad, el desvanecimiento de la frontera entre hardcore y punk, entre otros

aspectos.

Un aspecto interesante que se generó del acercamiento a esta y otras escenas fue la

posibilidad de pensar el hardcore no como un “concepto” agotado, lineal o prefabricado,

cuyo futuro quedaba relegado al principio de la imitación, sino como un espacio creativo y

activo, susceptible de tomar (o encauzarse por) el rumbo que sus propios integrantes

consideren más adecuado. La posibilidad de cambio incidía en diferentes instancias, pues

tenía repercusiones no sólo al interior de los aspectos propios del hardcore (como la

música, la estética, los discursos, entre otros), sino también sobre el sistema de relaciones

entre el hardcore y otros escenarios sociales. Sobre este último, ya no se pensaba el

hardcore como una iniciativa ensimismada, incapaz de coordinarse con otras propuestas de

cambio social, por el contrario, éste comenzó a hacer presencia en diversos espacios

(universidades, marchas, plataformas antiglobalización, entre otros) donde la misma

palabra “hardcore” causaba extrañeza, logrando ampliar los canales de comunicación que, a

propósito, permitieron un fluido e interesante intercambio de ideas.

Como resultado de estos procesos, algunas personas fueron perdiendo interés en la

configuración de una escena centrada en la repetitiva y aburrida alusión del “orgullo

hardcore” y trataron de imaginar otra escena: una que no fuera indiferente a las

problemáticas sociales a nivel local y global, una que procurara no reproducir las

dominantes relaciones sociales basadas en la discriminación y explotación, una que

adoptara el “hazlo tú mismo” como principio afirmativo de acción, una que mantuviera

abiertas las posibilidades a la creatividad… en fin, una que estimulara la capacidad crítica y

activa de las personas, a partir de una resignificación del hardcore en un contexto particular

como el de este país.

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Desde el 2001 emergieron iniciativas que daban cuenta de los procesos de cambio dentro de

la escena bogotana. Por ejemplo, el sello Persistencia Records realizó uno de los primeros

eventos que intentó introducir temáticas de conflictos sociales y políticos del país en un

concierto hardcore. En este toque, integrantes de la organización Justicia y Paz realizaron

un conversatorio sobre la problemática del desplazamiento forzado en algunas regiones del

Chocó a manos de agentes del gobierno y grupos paramilitares, y sobre la experiencia de

lucha de las Comunidades de Autodeterminación del Cacarica.

En 2002, algunas personas (realmente un pequeño grupo de personas) participaban ya en la

Coordinadora Libertaria Banderas Negras. En este año se llevó a cabo una acción muy

particular: integrantes de los sellos Dirección Positiva, Despertar Hardcore y Persistencia

Records llevaron a cabo conciertos para recaudar fondos e imprimir el periódico El

Heraldo (una publicación que contenía traducciones contextualizadas del colectivo

anarquista CrimethInc), el cual fue distribuido de forma gratuita en diferentes eventos tanto

a nivel nacional como internacional. Uno de esos conciertos se llamó “Duda Global”.

Dentro de éste se proyectaron videos de las marchas del movimiento antiglobalización en

Seattle (1999) y una entrevista con el subcomandante Marcos. Además, el colectivo Third

Word Art presentó una exposición fotográfica y el concierto abrió el espacio para la venta

de comida vegetariana (tal vez una de las primeras veces que esto se realizaba). Hoy en día

este tipo de actividades pueden ser usuales, pero en ese momento era algo novedoso que

llegó no sólo a convocar a hardcoreros, sino también a otras personas interesadas en temas

como la liberación animal y el movimiento antiglobalización.

En este mismo año (2002), los sellos ya mencionados se articularon de nuevo y editaron un

CD llamado Evolución Bogotá Hardcore. Este proyecto pretendía mostrar una “fotografía”

de la escena bogotana y, en ese sentido, logró que casi todas las bandas existentes en ese

entonces (12 en total) participaran en el compilado. El Evolución Bogotá Hardcore sin

duda puso de manifiesto las posturas de las bandas de ese momento y, a diferencia del

“Hardcore Reality”, esta vez se presentaban contrastes musicales (ya que mientras unas

bandas comenzaban a incluir ritmos más pesados, otras acogían sonidos más melódicos) y

líricos (a la par que unos grupos mantenían las ideas centrales del NYHC, otros procuraban

hacer mención de problemáticas sociales puntuales).

Hay que tener en consideración que esta experiencia de edición conjunta del CD, sumado a

la forma autogestionada como fue realizado y a la organización previa, durante y después

de la producción del Evolución Bogotá Hardcore, fortaleció la idea de que era posible

llevar a cabo este tipo de iniciativas de forma colectiva, obteniendo un proyecto de buena

calidad gráfica y musical (gracias al esfuerzo de sellos independientes y personas

concretas) sin necesidad de recurrir a sellos comerciales.

La palabra “evolución” que acompañaba el título de este CD no se asociaba con algún

proceso lineal compuesto por una serie de sucesivas y secuenciales etapas. No respondía a

una evolución del hardcore en un sentido determinista (por el contrario, comenzaba a

rechazarlo) ni se relacionaba con un enfoque que pretendía llegar a un estado ideal de

clímax. De forma inversa, esta evolución (en términos de autoconfrontación y posibilidad

de cambio) se presentó –y sigue dándose– como respuesta a las demandas de los propios

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actores inmersos dentro del movimiento y, como tal, no puede entenderse como una

empresa finalizada. De forma retrospectiva, la evolución que reflejaba el CD hacía

referencia al reconocimiento de la existencia de fuerzas contrapuestas dentro del hardcore

bogotano, es decir, a la aceptación de por lo menos dos perspectivas contrapuestas que,

enmarcadas por un mismo nombre, exponían diferentes puntos de acción y reflexión frente

al hardcore.

El Evolución Bogotá Hardcore puede considerarse, pues, como el primer registro donde se

evidencian las primeras fracturas de la arraigada y alardeada unidad hardcore, es decir,

donde se hace explícita la tensión entre la tradición neoyorquina y el emergente sentido

político del hardcore bogotano.

V. Después de la “evolución”, es hora de volver atrás y mirar desde otro ángulo

Y, por otro lado, en el 2000 otra fuerza que influirá en esta historia se consolidaba. El punk

llevaba varios años, más de una década, en las mentes de las jóvenes bogotanas. A

diferencia del hardcore, el punk surgió de un grupo de rockeros que aún no tenían una clara

concepción de lo que querían con la música. Poco a poco estos rockeros comenzaron a

diferenciarse entre sí y, de allí, los punkeros tomaron forma como el grupo más nihilista y

contestatario de la “escena”. Con los años, de esta primera rabia punk se desprende la otra

fuerza que, más adelante, entró en contacto con el hardcore: el anarcopunk.

Hacía ya varios años que diferentes personas involucradas en el punk venían llenando sus

mentes con literatura anarquista y comunista, con canciones antisistema y con proyectos

autogestionarios de música, fanzines y grupos de defensa animal. Tal es el caso de bandas

como Diarrea (hoy Desarme), Anarka, Transculturación zine, V.I.D.A., algunos integrantes

de lo que hoy es REN, entre muchos otros. Incluso circulaba la idea de una federación

anarcopunk internacional a la que, de hecho, adhirieron algunas bandas.

Algunas de estas personas comenzamos a conocernos entre nosotros y con otros

anarquistas, y buscamos alguna manera precaria de organización. Comenzó entonces un

intercambio de ideas, música, documentos y noches de juerga, que generó un encuentro

(entre causal y casual) en la Universidad Nacional que dio como fruto las “II Jornadas

Libertarias”. De esta manera, cierto anarcopunk encontró esa fuerza política que viene del

hardcore y esta nueva relación se desarrolló mediante la creación de la Coordinadora

Libertaria Banderas Negras.

Sin embargo, no fue, en primera instancia, un encuentro fácil, ya que había prejuicios de

lado y lado. A pesar de que nos unían las ansias de cambio, la rebeldía, la pasión por la

música (incluso compartíamos el gusto por algunas bandas como Lärm) y la necesidad de

organizarnos, nos separaban, por un lado, nuestra punkera permisividad con las drogas

(legales e ilegales) y, por otro, la carga que traía el hardcore de tener actitudes fascistoides.

No obstante, continuamos el intento por reconciliar y reconocernos en lo que consideramos

lo más importante: la postura libertaria. Es así, como comenzamos por hacer conciertos

conjuntos esporádicos y coyunturales, entre los que se destaca el concierto de las “III

Jornadas Libertarias” en abril de 2002 en el que tocamos oficialmente: Dar a cada uno lo

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que es suyo, Frente Urbano, Reacción Propia y Skartel, y extraoficialmente Polikarpa y

sus viciosas y Ministerio de Vagancia.

Ahora bien, esta unión circunstancial fue haciéndose poco a poco más estrecha, una vez que

nos conocíamos mejor, gracias a que el trabajo coordinado de Banderas consolidaba lazos

de confianza entre unos y otros. Así, en octubre del mismo año los sellos: Despertar,

Dirección Positiva, Persistencia Records y Filibusteros conspiramos el primer Congreso

Anarcopunk en Colombia. No deja de ser paradójico que las ideas iniciales vinieran del

encuentro entre punkeros y hardcoreros con una clara mayoría de estos últimos. Sin

embargo, la realización del Congreso no quedó en estos sellos iniciales sino que en

diciembre, cuando se llevó a cabo, había varios grupos y bandas más en la organización

tales como Cinéfilos, Arte y Resistencia, 28d… sin contar con los individuos y grupos que

daban las charlas tales como CEL, REN, El Horizontal (de Medellín), Rebelión, integrantes

de A sangre y Fuego, Kontragolpe, CH, etcétera y los asistentes que, afortunadamente,

fueron tanto punkeros como hardcoreros.

De aquí en adelante se fortaleció la relación entre el punk libertario y el hardcore político.

Se plantearon conciertos y eventos abiertamente hardcore punk y decididamente políticos

en los que se planteaban conversatorios, debates o videos que favorecieran la discusión y el

intercambio de ideas. Muchos punkeros comenzaron a contar con algunas bandas de

hardcore para sus conciertos y viceversa; en cierto sentido, podemos decir que surgió un

pequeño, pero activo, grupo de personas que se declaró hardcore punk y que además se

relacionaba con los dos “géneros”. De esta época reciente podemos decir que se han hecho

más o menos veinte conciertos entre los que destacan el lanzamiento del casete de A Sangre

y fuego/ Sin Cadenas a la memoria del artista y compañero Aldo Guzmán, los conciertos

organizados por la Cruz Negra Anarquista y los diferentes tokes que se han hecho en Suba

y Kennedy, entre ellos uno a la memoria de Nicolás Neira, asesinado por el Esmad en una

marcha de primero de mayo.

Por supuesto, reiterando lo dicho anteriormente, este recuento está parcializado por nuestra

memoria y por nuestras vivencias. Es todavía el esbozo de una historia, entre muchas

posibles. Una historia que venimos construyendo poco a poco, como colectivo, en tanto

hacemos parte activa de ésta; en tanto colectivo hardcore punk. El compilado Sonidos para

activar la revolución es la principal materialización de nuestro esfuerzo al nivel de la

música. Este compilado del 2004 intentó reunir a bandas representativas de lo que

consideramos libertario y de lo que nos unía musicalmente. Fue una recopilación de bandas

hardcore, punk y hardcorepunk de Colombia y otras partes del mundo con una reflexión

política de cada una. Luego del compilado, y de modo diferente, algo más crítico y críptico,

desde febrero de 2007 venimos organizando el evento anual Odradek, en el que han

participado bandas de hardcore y punk, todas ellas comprometidas con la búsqueda y la

construcción de otra realidad.

El comienzo del final de la separación entre actores y espectadores es

Odradek.

“Maybe if you go, I'd feel good, oh, so good” is Odradek.

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Actuar contra la corriente, asentándose al final de cada día en un nuevo

canto es Odradek.

La deconstrucción de ideas ante el dinamismo histórico es Odradek.

Tatuarse una letra diferente es Odradek.

Esta es, entonces, la manera como creemos que la corriente política del hardcore se

enriqueció y a su vez enriqueció al anarcopunk. El hardcore político que, como se ha

señalado, nació y se desarrolló del encuentro con otras experiencias contraculturales

ubicadas fuera y dentro del país, se convirtió en una fuerza que aún sigue confrontándose

con las adaptaciones colombianas del NYHC.

Así, la tragedia continúa, en la medida en que ninguna fuerza cancela a la otra. Lo que

actualmente vivimos no es el triunfo de una perspectiva, sino el constante encuentro y

desencuentro entre concepciones distintas de lo que ha sido y puede ser este movimiento.

En nosotrxs está darle diversos matices al hardcore desde la posición escogida.