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Los dos riñones están situados hacia la pared posterior del abdomen, por fuera de la cavidad peritoneal, en posición retroperitoneal. En un hombre adulto, cada riñón pesa entre 150 - 170 gramos y tiene el tamaño aproximado de un puño cerrado (alrededor de 12 cm de largo, por 6 cm de ancho y 3 cm de profundidad). La cara interna de cada riñón tiene una región en forma de muesca, llamada hilio, a través de la cual pasan la arteria y la vena renal, los linfáticos, los nervios y el uréter que lleva la orina final desde el riñón a la vejiga, donde queda acumulada antes de expulsarse al exterior. Si se practica un corte longitudinal del riñón se pueden distinguir dos zonas, la corteza renal hacia el exterior y la médula en la región interna. La médula está dividida en numerosas masas de tejido en forma cónica, llamadas pirámides renales o de Malpighi. La base de cada pirámide nace en el límite entre la corteza y la médula, y termina en la papila que penetra en el espacio de la pelvis renal, la cual constituye una prolongación de la parte superior del uréter, que tiene una forma semejante a un embudo.
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Fisiología Renal Dr Raymed Bacallao
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Fisiología Renal:
Diplomado de Nefrología preventiva en la comunidad
El presente texto está dividido en varias secciones, las cuales pueden ser identificadas por el
lector, pues el subtítulo correspondiente aparecerá subrayado. Los números que se utilizan para la
denominación de las diferentes fórmulas sólo son válidos para cada sección. En el texto se
encuentran insertadas diapositivas de power point, que nos servirán para ilustrar aspectos que se
explican con mayor profundidad en el texto (aun cuando la intención no fue repetir dos veces la
misma información). A continuación presentamos un breve índice del tema, que les facilitará
acceder directamente a las diferentes secciones:
1. Generalidades, Breve revisión anatómica y Filtración glomerular………………………………………2
2. Regulación de la tasa de filtración glomerular y el flujo plasmático renal…………………………24
3. Evaluación de la circulación renal…………………………………………………………………………………….33
4. Distribución del agua entre los espacios intracelular y extracelulular………………………………40
5. Transporte tubular…………………………………………………………………………………………………………..46
6. Sistema renina-angiotensina……………………………………………………………………………………………76
7. Aldosterona y péptidos natriuréticos……………………………………………………………………………….81
8. Manejo renal del potasio y el calcio…………………………………………………………………………………88
9. Concentración urinaria. Mecanismo multiplicador contracorriente…………………………………92
10. Micción………………………………………………………………………………………………………………………….108
11. Homeostasis ácido-base…………………………………………………………………………………………………114
12. Bibliografía recomendada………………………………………………………………………………………………139
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Generalidades:
Los dos riñones están situados hacia la pared posterior del abdomen, por fuera de la cavidad
peritoneal, en posición retroperitoneal. En un hombre adulto, cada riñón pesa entre 150 - 170
gramos y tiene el tamaño aproximado de un puño cerrado (alrededor de 12 cm de largo, por 6 cm
de ancho y 3 cm de profundidad). La cara interna de cada riñón tiene una región en forma de
muesca, llamada hilio, a través de la cual pasan la arteria y la vena renal, los linfáticos, los nervios y
el uréter que lleva la orina final desde el riñón a la vejiga, donde queda acumulada antes de
expulsarse al exterior. Si se practica un corte longitudinal del riñón se pueden distinguir dos zonas,
la corteza renal hacia el exterior y la médula en la región interna. La médula está dividida en
numerosas masas de tejido en forma cónica, llamadas pirámides renales o de Malpighi. La base de
cada pirámide nace en el límite entre la corteza y la médula, y termina en la papila que penetra en
el espacio de la pelvis renal, la cual constituye una prolongación de la parte superior del uréter,
que tiene una forma semejante a un embudo. El borde externo de la pelvis se divide en pequeñas
estructuras de extremos abiertos llamadas cálices mayores, los cuales se dividen a su vez
formando los cálices menores, que recogen la orina de cada papila. Las paredes de los cálices, la
pelvis y el uréter tienen elementos contráctiles que propulsan la orina hacia la vejiga, donde esta
se deposita hasta que se vacía con la micción.
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El riñón normalmente realiza un grupo esencial de funciones:
Participa en el mantenimiento constante del medio extracelular que es requerido para el
adecuado funcionamiento de todas las células. Esto es conseguido mediante la excreción
de productos de desechos del metabolismo (tales como urea, creatinina y ácido úrico) y
ajustando con exactitud la excreción urinaria de agua y electrólitos a su ingesta y
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producción endógena. El riñón es capaz de regular individualmente la excreción de agua y
solutos como sodio, potasio e hidrógeno a través de cambios en la reabsorción o secreción
tubular.
Secreta hormonas que participan en la regulación de la hemodinámica sistémica y renal
(renina, angiotensina II, prostaglandinas, óxido nítrico, endotelina, bradiquinina), en la
producción de hematíes (eritropoyetina), metabolismo óseo y fosfocálcico (1,25
dihidroxivitamina D)
Participa en el catabolismo de péptidos incluidas hormonas y síntesis de glucosa en
condiciones de ayuno (gluconeogénesis)
Morfología renal: La unidad básica funcional del riñón es la nefrona, cada riñón en los humanos
contiene aproximadamente de 1 a 1.3 millones de nefronas. Cada nefrona está constituida por un
glomérulo el cual está conformado por un grupo de asas capilares interpuestas entre dos
arteriolas (aferente y eferente), y un aparato tubular compuesto por una serie de túbulos
(características diferentes) que tienen en común una capa continua de células epiteliales. Los
glomérulos están localizados en la parte exterior del riñón, llamada corteza mientras los túbulos
están presentes tanto en la corteza como en la parte interior del riñón denominada médula.
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El paso inicial para la función excretora del riñón es la formación de un ultrafiltrado de plasma a
través de la barrera de filtración del glomérulo, la cual está formada por una capa de células
endoteliales fenestradas, la membrana basal glomerular y una capa de células epiteliales
viscerales o podocitos (detalles ver PP)
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El ultrafiltrado formado (orina inicial), pasa luego a los túbulos y es modificado en dos sentidos:
por reabsorción y secreción tubular. La reabsorción se refiere a la eliminación de sustancias del
filtrado, mientras la secreción se refiere a la adición de sustancias al filtrado. Como veremos los
diferentes segmentos tubulares hacen contribuciones diferentes a estos procesos.
La orina inicial pasa de del espacio de Bowman al túbulo proximal; este está compuesto
anatómicamente por un segmento inicial contorneado y otro recto (pars recta), el cual entra en la
parte exterior de la médula. El asa de Henle comienza abruptamente al final de la pars recta
presentando dos segmentos, uno delgado y otro grueso, el segmento delgado se subdivide en un
segmento descendente y otro ascendente. El asa de Henle tiene forma una estructura en forma de
harpa que como luego veremos tiene un papel preponderante en la eliminación de orina
concentrada. Es importante hacer notar que la longitud de las asas de Henle no es uniforme;
aproximadamente el 40% de las nefronas tienen asas cortas las cuales solo penetran en la parte
más exterior de la médula e incluso hay una parte de ellas que se dan vuelta en la propia corteza,
éstas asas cortas no tienen segmento ascendente delgado. El 60% restante tiene asas largas que
cursan a través de la médula renal y pueden extenderse hasta la papila (porción más interna de la
médula). La longitud de las asas está determinada por la localización cortical de los glomérulos que
le dieron origen: los glomérulos de la médula externa (alrededor del 30%) solo tienen asas cortas;
aquellos de la región yuxtamedular (alrededor del 10%) solo tienen asas largas, mientras los de la
corteza intermedia tienen tanto asas cortas como largas.
Las asas gruesas tienen un segmento cortical que regresa a la región del glomérulo de origen. En
esta área, donde los túbulos se acercan a la arteriola aferente glomerular se encuentran
localizadas células epiteliales tubulares especializadas que conforman la mácula densa. Las células
yuxtaglomerulares de la arteriola aferente y de la mácula densa conforman el aparato
yuxtaglomerular el cual juega un rol central en la secreción de renina.
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Después de la mácula densa, existen tres segmentos corticales: túbulo contorneado distal,
segmento conector (antes considerado parte del túbulo distal) y el túbulo colector cortical. Los
segmentos conectores de varias nefronas drenan en un mismo túbulo colector. La orina que
abandona el túbulo colector cortical fluye al túbulo colector medular y de este secuencialmente a
los cálices, pelvis, uréter y vejiga.
La división por segmentos de la nefrona se basa en las diferencias de permeabilidad y
características de transporte que implican importantes diferencias en su función. En general el
túbulo proximal y el asa de Henle reabsorben la mayor parte de los solutos y el agua filtrados
mientras los túbulos colectores hacen los pequeños cambios finales en la composición urinaria que
permiten que la excreción de solutos y de agua varíe apropiadamente atendiendo a los cambios en
la ingesta dietética.
Es de destacar que existe una marcada heterogeneidad en la estructura dentro de cada segmento
tubular, particularmente en el túbulo proximal y el túbulo colector cortical. En este último
segmento por ejemplo existen dos tipos de células con funciones muy diferentes: las células
principales que reabsorben sodio y cloro y secretan potasio bajo la influencia de la aldosterona, así
como las células intercaladas que secretan hidrógeno o bicarbonato y reabsorben potasio pero no
juegan ningún papel en el balance del sodio.
Reabsorción y secreción: La tasa de filtración glomerular es como promedio de 135 a 180 litros al
día en un adulto normal. Dado que esto representa un volumen que es más de diez veces el
volumen del líquido extracelular (LEC) y aproximadamente sesenta veces el del plasma, esto
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evidencia que casi todo este líquido debe ser retornado a la circulación sistémica; ello se consigue
mediante la reabsorción tubular y ocurre tanto a través de la célula (transcelular) como por vía
paracelular (entre las células). En la reabsorción transcelular la sustancia en cuestión es
transportada de inicio de la luz tubular a la célula a través de la membrana luminal de la célula
epitelial tubular, luego pasa del citoplasma de la célula al intersticio a través membrana
basolateral y de este a los capilares que rodean los túbulos. En la reabsorción paracelular, la
sustancia a ser reabsorbida pasa desde la luz tubular a través de las uniones intercelulares de las
células adyacentes al intersticio y de este a los capilares peritubulares.
La mayor parte de los solutos reabsorbidos son retornados a la circulación sistémica en forma
intacta; sin embargo algunos solutos son metabolizados dentro de la célula particularmente las
proteínas de bajo peso molecular a nivel del túbulo proximal.
Los solutos también pueden moverse en sentido opuesto, desde el capilar peritubular a través de
la célula a la luz tubular (secreción tubular).
Los solutos filtrados y el agua pueden ser transportados por uno o ambos mecanismos, por
ejemplo, sodio, cloro y agua son reabsorbidos, los iones hidrógeno son secretados, el potasio y el
ácido úrico son tanto reabsorbidos como secretados, la creatinina filtrada es excretada
virtualmente sin cambios, pues esta no se reabsorbe y solo una pequeña parte se añade por
secreción a la orina.
La reabsorción y secreción transcelular de casi todos los solutos es facilitada por proteínas
transportadoras o canales ión específicos; estos mecanismos son esenciales pues la difusión está
limitada por la bicapa lipídica de la membrana celular. La orientación espacial de estos
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transportadores es muy importante pues unos se van a disponer hacia la membrana luminal y
otros hacia la basolateral determinado características funcionales diferentes.
Por ejemplo, el sodio filtrado entra a la célula pasivamente por un gradiente electroquímico
favorable, pues la bomba activa Na+-K+ ATPasa en la membrana basolateral mantiene bajas
concentraciones de sodio en el interior de la célula, lo que además la hace electronegativa. La
entrada de sodio ocurre por diversos mecanismos a diferentes niveles del aparato tubular, en el
túbulo proximal por el intercambiador Na+/H+ y el cotransportador Na+-glucosa, en la rama
ascendente gruesa del asa de Henle es transportado por el transportador Na+-K+-2Cl- y por los
canales de sodio a nivel del túbulo colector cortical. El sodio que entra a la célula es entonces
retornado a la circulación sistémica por la bomba Na+-K+ ATPasa de la membrana basolateral. La
eliminación de sodio de la célula mantiene la concentración de sodio celular baja con respecto a la
luz tubular promoviendo así la reabsorción continua de sodio. Como se mostró la reabsorción de
sodio involucra tanto mecanismos activos como pasivos. Esto también es válido para la secreción
tubular. El potasio por ejemplo que es secretado en el túbulo colector cortical, entra a la célula
desde el capilar peritubular por acción de la bomba Na+-K+ ATPasa en la membrana basolateral, el
incremento en la concentración de K+ intracelular promueve la secreción de este hacia la luz a
través de los canales de K+ en la membrana luminal.
Las células tubulares realizan estas funciones de forma extremadamente eficiente, reabsorbiendo
casi todo el filtrado con lo que mantienen el balance entre la ingesta y la excreción. En un
individuo con una dieta normal, entre el 98 y 99% del Na+, Cl-, H2O Y HCO3- son reabsorbidos.
Aunque este proceso de filtración y casi completa reabsorción del filtrado pudiera parecer
ineficiente, esta alta tasa de filtración es requerida para la excreción de los productos de desecho
del metabolismo (ej: urea y creatinina) que entran a la orina principalmente por filtración
glomerular.
Composición de la orina: La composición de la orina difiere sustancialmente de la composición
relativamente constante del LEC. La cantidad de solutos y agua en la orina es muy variable,
dependiendo de la ingesta de estas sustancias. Un sujeto normal excreta apropiadamente más o
menos sodio si sigue una dieta rica o pobre en sal respectivamente. En ambos casos el volumen
del LEC permanece constante pues la excreción se iguala a la ingesta. De forma semejante el
volumen urinario es mayor luego de una carga de agua que luego de una etapa de restricción
hídrica, manteniéndose en ambos casos la concentración de sodio plasmática constante. Esta
relación de la excreción con la ingesta hace que no existan valores normales absolutos para los
solutos urinarios o la excreción de agua; así solo se pueden describir rangos de normalidad que
están muy en relación con el rango de ingesta dietética.
Otra diferencia en la composición de la orina con respecto al plasma radica en que la orina
comparativamente tiene mayor concentración de moléculas no cargadas, particularmente urea,
mientras el 95% de los solutos del LEC son iones. Esto permite la excreción de urea y otros
productos finales del metabolismo en lugar de acumularse en el cuerpo.
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Anatomía y función glomerular:
El flujo sanguíneo a los riñones es como promedio el 20% del gasto cardíaco. En términos de flujo
por cada 100 gramos de peso, el flujo sanguíneo renal (FSR) es cuatro veces mayor que el del
hígado o el músculo en ejercicio y ocho veces el flujo sanguíneo de las arterias coronarias. La
sangre entra al riñón por las arterias renales y pasa luego a través de sus ramas denominadas por
orden interlobares, arcuatas o arqueadas, interlobulillares antes de entrar en el glomérulo a través
de la arteriola aferente. La porción del plasma que no es filtrada por la pared capilar glomerular
abandona el glomérulo por la arteriola eferente, entrando a los capilares postglomerulares o
peritubulares. En la corteza estos capilares discurren en aposición a los túbulos adyacentes,
aunque no necesariamente en relación con los segmentos tubulares del glomérulo de origen. Es
de señalar que ramas de la arteriola eferente entran profundamente en la médula renal formando
la vasa recta. La sangre retorna a la circulación sistémica a través de las venas, similares a las
arterias en nombre y localización.
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La circulación renal influye en la formación de la orina por los siguientes mecanismos:
La tasa de filtración glomerular es una importante determinante de la excreción de agua y
solutos.
Los capilares peritubulares en la corteza regresan los solutos reabsorbidos y el agua a la
circulación sistémica y modulan el grado de reabsorción y secreción tubular proximal.
Los capilares de la vasa recta en la médula regresan el agua y la sal reabsorbidas a la
circulación sistémica y participan en el mecanismo de concentración, permitiendo la
conservación de agua y la excreción de orina concentrada.
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El glomérulo consiste en un penacho de capilares que se interpone entre las arteriolas aferentes y
eferentes. Cada glomérulo se encuentra rodeado de una cápsula de células epiteliales (Cápsula de
Bowmman) que se continúan tanto por las células epiteliales viscerales de los capilares
glomerulares (podocitos) como por las células del túbulo contorneado proximal. La pared capilar
glomerular a través de la cual pasa el filtrado está conformada por tres capas: células endoteliales
fenestradas, membrana basal glomerular (MBG) y células epiteliales viscerales (podocitos).Los
podocitos recubren toda la superficie externa de la MBG interdigitándose las prolongaciones de
los citoplasmas (pedicelos) de las células adyacentes. Los poros entre los pedicelos se encuentran
cerrados por una fina membrana denominada diafragma de la hendidura.
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La MBG es un producto de fusión del material de membrana basal producido por los podocitos y
las células endoteliales. La MBG realiza un grupo de funciones que incluyen: mantenimiento de la
arquitectura glomerular normal, anclaje de células adyacentes y actúa como barrera a la filtración
de macromoléculas. Está formada por los siguientes constituyentes:
Colágeno tipo IV el cual forma una estructura en forma de cuerda que constituye la
superestructura básica de la MBG.
Los espacios entre las cuerdas están llenos de un grupo de sustancias incluyendo:
Laminina, Nidógeno y proteoglicanos ricos en heparan sulfato. La Laminina y el Nidógeno
forman complejos apretados cuya función fundamental es la adhesión de las células a la
MBG. Por su parte los proteoglicanos ricos en heparan sulfato son mayormente
responsables de la barrera por cargas que se opone a la filtración de macromoléculas
aniónicas.
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Barrera de filtración y excreción de proteínas: La función más importante del glomérulo es
permitir la filtración de pequeños solutos (tales como sodio y urea) y agua, mientras restringe el
paso de moléculas más grandes. Los solutos con un peso más bajo que la inulina (peso-5200
Daltons) son filtrados libremente. Por otra parte la mioglobina (peso-17000 Daltons) es filtrada en
menor medida que la inulina, mientras la albúmina (peso-69000 Daltons) solo aparece en muy
pequeñas cantidades en el filtrado. La filtración también está limitada para iones y medicamentos
que se encuentran unidos a la albúmina, tal es el caso del 40% del calcio circulante.
Esta diferencia en la filtración de solutos es importante fisiológicamente. La filtración libre de
sodio, potasio y urea por ejemplo, permite al riñón mantener el estado estable del LEC excretando
la carga derivada de la ingesta dietética y del metabolismo endógeno. Asimismo la restricción a la
filtración de proteínas previene la aparición de problemas potenciales tales como: balance
nitrogenado negativo, desarrollo de hipoalbuminemia e infecciones debido a la pérdida de
inmunoglobulinas.
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Selectividad por tamaño: La barrera de filtración presenta selectividad por tamaño y por cargas,
así en la medida que las moléculas sean más pequeñas y catiónicas son más fácilmente filtradas.
Tanto la MBG como los diafragmas de las hendiduras entre los pedicelos de los podocitos
contribuyen a la selectividad por tamaño.
La permiselectividad por tamaño está determinada en la MBG por los poros funcionales que se
crean entre las cuerdas de colágeno tipo IV; no obstante el componente básico de la selectividad
por tamaño de la barrera de filtración está dado por el componente celular, así comúnmente las
macromoléculas que pasan la MBG quedan retenidas por el diafragma de la hendidura en lugar de
pasar al espacio urinario. Los estudios in vitro con MBG aislada muestran que la MBG es mucho
más permeable a las macromoléculas que el glomérulo intacto, de este modo se considera que las
células epiteliales son responsables de hasta el 90% de la permiselectividad por tamaño de la
barrera de filtración. No es por ello raro que las enfermedades en que se encuentra denudada
parte de la MBG de podocitos cursen con pérdidas urinarias abundantes de proteínas.
Se han identificado proteínas que juegan un papel muy importante en la morfología y función
glomerular. La podocalixina es una proteína aniónica que se encuentra de forma alineada a los
lados de los pedicelos de los podocitos y parece ser la responsable de la repulsión electrostática
que mantiene la separación adecuada entre pedicelos adyacentes. La nefrina es otra proteína
localizada específicamente en el diafragma de la hendidura y su ausencia determina la aparición
de síndrome nefrótico congénito. (Pérdidas proteicas muy abundantes)
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La mayoría de los poros en la pared capilar glomerular son relativamente pequeños (radio medio
de aproximadamente 42 Å). Estos poros restringen parcialmente la filtración de albúmina (radio
medio de aproximadamente 36 Å), pero permiten el paso de solutos más pequeños y agua. Las
células endoteliales en comparación no contribuyen a la selectividad por tamaño pues las
fenestras de las células endoteliales son relativamente amplias y no restringen el paso de
macromoléculas neutras hasta que su radio no excede los 375 Å; sin embargo estas células si
contribuyen a la selectividad por cargas.
Existe otra segunda población de poros (< 0,5%) más grandes que permiten el paso de
macromoléculas de hasta 70 Å; no obstante en los sujetos normales solo una pequeña cantidad
del filtrado pasa a través de estos poros.
Selectividad por cargas: La carga molecular es otro elemento que determina el paso o no de una
macromolécula a través de la barrera de filtración. Es bien conocido que los dextranos neutros o
catiónicos son filtrados en un mayor grado que los dextranos aniónicos de tamaño molecular
semejante. Este efecto inhibitorio por carga es debido en parte a la repulsión electrostática de las
cargas negativas contenidas tanto en las células endoteliales fenestradas como en la MBG. Estas
cargas negativas están compuestas básicamente por proteoglicanos ricos en heparan sulfato.
La albúmina es un polianión en el rango de pH fisiológico, de este modo la filtración de albúmina
como la de dextrano aniónico es solo el 5% de la de dextrano neutro del mismo radio. Podemos
entonces considerar que la selectividad por cargas como por tamaño limitan la filtración de
albúmina.
Otras funciones: Las células glomerulares tienen también funciones sintéticas, fagocíticas y
endocrinas. Las células epiteliales son responsables de la síntesis de la MBG y de la eliminación de
macromoléculas que son capaces de atravesar la MBG y entrar al espacio subepitelial. Las células
endoteliales regulan el tono vasomotor, en parte mediante la liberación de prostaciclina,
endotelina y óxido nítrico. Ellas también juegan un papel muy importante en las enfermedades
inflamatorias que involucran al glomérulo pues expresan moléculas de adhesión que promueven la
acumulación de células inflamatorias.
El mesangio está compuesto por dos tipos diferentes de células; el primer tipo son las células
mesangiales las cuales presentan microfilamentos similares a las células musculares lisas. Luego de
una lesión glomerular con daño de las células mesangiales residentes, se originan nuevas células
mesangiales a partir de las células que normalmente forman parte del aparato yuxtaglomerular.
Las células mesangiales responden a la angiotensina II (la cual es producida localmente por las
células endoteliales de la arteriola aferente), así como pueden sintetizar prostaglandinas, las
cuales son muy importantes en la regulación de la hemodinámica glomerular. Estas células suelen
estar involucradas en las enfermedades glomerulares mediadas por la inmunidad, pues liberan un
grupo de citoquinas que incluyen interleuquina-1, interleuquina-6, quimoquinas y factor de
crecimiento epidérmico además de proliferar en respuesta a las citoquinas (factor de crecimiento
derivado de plaquetas y factor de crecimiento epidérmico). Todo ello contribuye a la
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hipercelularidad y la expansión de la matriz mesangial que se observa en las enfermedades
glomerulares mediadas por la inmunidad.
El segundo tipo de células que forma parte del mesangio son los macrófagos circulantes y los
monocitos que salen y entran al mesangio. Estas células tienen una función fagocítica primaria
eliminando aquellas macromoléculas que entran al mesangio, pero pueden también contribuir a la
inflamación local en las enfermedades glomerulares mediadas por la inmunidad. La entrada de
macromoléculas y su subsiguiente eliminación del mesangio tienen lugar debido a que la mayor
parte del mesangio es separado de las luces capilares solo por el endotelio fenestrado
relativamente permeable sin MBG.
Determinantes de la tasa de filtración glomerular (TFG): El paso inicial en la formación de la orina
es la separación de un ultrafiltrado del plasma al pasar por la pared capilar glomerular (barrera de
filtración). Tal como sucede en otros capilares el paso de líquido a través de esta barrera está
determinado por las fuerzas de Starling, siendo proporcional a la permeabilidad de la membrana y
al balance entre los gradientes de presión hidráulica y oncótica.
(Ecuación 1) TFG = Kf x ( Ph - Po)
(Ecuación 2) TFG = P x A x [(Pcg – Peu) – s ( p - eu)]
Donde Kf es el coeficiente de ultrafiltración glomerular, Ph y Po son las resultantes de las
presiones hidráulicas y oncóticas respectivamente. En la ecuación 2 se ilustra que el Kf depende
del área capilar total disponible para la filtración (A) y de la permeabilidad (P) (conductividad
hidráulica) de dicha área. Por su parte Ph es el resultado de la diferencia entre las presiones
hidráulicas en el capilar glomerular (Pcg) y en el espacio urinario (Peu). Po es el resultado de la
diferencia entre las presiones oncóticas en el plasma ( p) y en el espacio urinario ( eu). S
representa el coeficiente de reflexión de las proteínas a través de la pared capilar (con valores que
van desde 0 si es completamente permeable hasta 1 si es completamente impermeable). Dado
que el filtrado esencialmente no contiene proteínas eu es cero y s es uno. Así podemos reescribir
la ecuación 2 del siguiente modo:
(Ecuación 3) TFG = Kf x (Pcg – Peu - p)
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La TFG normal en adultos es de aproximadamente 95 ± 20 ml/min en mujeres y 120 ± 25 ml/min
en hombres. El grado de filtración por peso es más de mil veces el del capilar muscular. Existen dos
factores que son responsables de estas diferencias, el Kf del glomérulo es de 50 a 100 veces el del
capilar muscular, y la presión hidráulica capilar y por tanto la presión de filtración es mucho mayor
en el glomérulo que en el capilar muscular. Debe hacerse hincapié que aunque casi todos los
electrólitos y el agua filtrados son reabsorbidos, esta alta TFG es requerida para permitir la
filtración y subsiguiente excreción de productos de desecho del metabolismo tales como la urea y
la creatinina.
Equilibrio de filtración: Los cambios en la TFG pueden ser producidos por modificaciones en
cualquiera de los factores mostrados en la ecuación 3 o en el flujo plasmático renal (FPR). Antes de
discutir los mecanismos por los que estas fuerzas hemodinámicas son reguladas, es importante de
inicio revisar como ellas cambian el movimiento de líquido a través de la pared capilar glomerular.
Estudios en animales han demostrado que las presiones hidráulicas en el glomérulo y en el espacio
urinario permanecen relativamente constantes; la presión oncótica capilar sin embargo se eleva
progresivamente a lo largo del capilar glomerular debido a la filtración de líquido libre de
proteínas lo que hace que estas últimas se concentren.
El resultado neto muestra que el gradiente favorable a la filtración es normalmente como
promedio de alrededor de 13 mmHg a nivel de la arteriola aferente pero cae a cero antes de la
arteriola eferente como resultado de la elevación de la presión oncótica del plasma de 23 a 35
mmHg.
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Este fenómeno se denomina equilibrio de filtración y en los primates ocurre luego de la filtración
de un 20% del FPR. (valores normales aproximados de TFG y FPR de 125 y 625 ml/min
respectivamente) De este modo no puede ocurrir una mayor filtración para el mismo FPR, o sea la
TFG no puede exceder el 20% del FPR sin un incremento en la Pcg o una reducción en la p.
La existencia de equilibrio de filtración también implica que el FPR es un importante determinante
de la TFG. Si el FPR disminuye sin alterarse la Pcg, el equilibrio de filtración será aun alcanzado
luego de la filtración del 20% del FPR. Es por ello que podemos plantear que la TFG disminuye en
proporción a la reducción del FPR
Debemos hacer notar que la presión oncótica del líquido que abandona la arteriola eferente y
entra en los capilares peritubulares está determinada tanto por la concentración plasmática de
proteínas al entrar la sangre al glomérulo como del grado en que las proteínas plasmáticas son
concentradas debido a la filtración de líquido libre de proteínas, esto último queda expresado por
la fracción de filtración o sea TFG/FPR. La fracción de filtración y la presión oncótica del capilar
periglomerular son importantes determinantes de la reabsorción de sodio y agua en el túbulo
proximal.
Presión hidráulica capilar y resistencia arteriolar: Los capilares glomerulares son los únicos que se
interponen entre dos arteriolas; como resultado de ello la Pcg está determinada por tres factores:
la presión en la aorta, la resistencia de la arteriola aferente y la resistencia de la arteriola eferente.
La regulación de las resistencias arteriolares permite a su vez una rápida regulación de la TFG a
través de los cambios de la Pcg. La constricción de la arteriola aferente reduce tanto la Pcg como la
TFG, pues una menor parte de la presión sistémica es trasmitida al glomérulo; la dilatación de la
arteriola aferente por el contrario incrementa ambos parámetros. Comparativamente la
constricción de la arteriola eferente enlentece el paso de la sangre por el glomérulo,
incrementando la Pcg y la TFG, mientras la dilatación de la arteriola eferente incrementa el paso
de sangre del glomérulo a esta, disminuyendo la Pcg y la TFG.
El tono arteriolar también afecta el FPR. En el riñón, la resistencia al flujo a través de las arteriolas
constituye el 85% de la resistencia vascular renal total, el restante 15% proviene de los capilares
peritubulares y las venas renales. La relación entre FPR, la variación de presiones hidrostáticas a lo
largo de la circulación renal y la resistencia vascular renal puede ser expresada por la siguiente
ecuación.
FPR = (presión aórtica – presión venosa renal)/resistencia vascular renal
Esta relación muestra que un incremento en el tono de cualquiera de las arteriolas elevará la
resistencia vascular renal y reducirá el FPR. La TFG y el FPR son regulados en paralelo por la
arteriola aferente pues su constricción disminuye ambos, pero por el contrario la constricción de la
arteriola eferente reduce el FPR pero aumenta la Pcg y la TFG; como resultado de ello las
alteraciones del tono de la arteriola eferente (pero no la aferente) afectan la relación de la TFG
con respecto al FPR (fracción de filtración), pues estos parámetros cambian en direcciones
opuestas.
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Los efectos opuestos del tono arteriolar eferente en la Pcg y el FPR también implican un cambio en
la relación directa que existe entre resistencia de la arteriola eferente y TFG, pues el FPR es un
determinante independiente de la TFG. Así por ejemplo aunque la constricción de la arteriola
eferente incrementa la Pcg, la elevación concomitante de la resistencia vascular renal reducirá el
FPR, lo cual a su vez tenderá a bajar la TFG. Podemos entonces concluir que dependiendo de la
magnitud de la constricción de la arteriola eferente, el efecto neto puede ser un incremento, la no
modificación o si el FPR está lo suficientemente reducido, una disminución en la TFG.
La resistencia arteriolar está sujeta parcialmente a control miógeno intrínseco, pero también está
influenciada por otros factores incluyendo: angiotensina II, norepinefrina, prostaglandinas renales,
péptido atrial natriurético, endotelina y retroalimentación túbulo-glomerular.
Papel de las otras fuerzas de Starling:
Las otras determinantes de la filtración glomerular son de mucha menor importancia en la
regulación fisiológica de la TFG. Debe no obstante señalarse que diferentes sustancias como la
angiotensina II, la hormona antidiurética y las prostaglandinas pueden afectar el Kf. Sin embargo
en los estados de enfermedad que afectan el glomérulo Ej: glomerulopatías la disminución en el Kf
tanto por disminución del área de superficie como de la permeabilidad son un elemento muy
importante en la disminución de la TFG que suele tener lugar en estas enfermedades.
Las alteraciones de la presión hidrostática del espacio urinario (Peu) y de la presión oncótica del
plasma ( p) solo suelen modificar la TFG en estados de enfermedad. Por ejemplo la obstrucción
ureteral o intratubular conlleva un incremento de la Peu, reduciéndose de este modo el gradiente
hemodinámico favorable para la filtración glomerular. Por otra parte la depleción de volumen
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secundaria a los episodios de vómitos y diarreas suelen resultar en una hemoconcentración y una
elevación en la concentración plasmática de proteínas. Este incremento en p, contribuye a la
disminución de la TFG que puede presentarse en estas situaciones.
Regulación de la TFG y el FPR
La regulación de la hemodinámica renal es primariamente alcanzada por cambios en las
resistencias arteriolares las cuales afectan tanto el FPR como la TFG (por modificación de Pcg y
FPR). En los sujetos normales por ejemplo, los cambios posturales o dietéticos pueden producir
alteraciones en la presión de perfusión renal. En este caso dos fenómenos intrarrenales
estrechamente relacionados, autorregulación y retroalimentación túbulo-glomerular
“tubuloglomerular feedback” interactúan para mantener la TFG y el FPR a un nivel relativamente
constante.
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Autorregulación: Atendiendo a que la Pcg es una importante determinante de la TFG, pudiera
esperarse que pequeñas variaciones en la presión arterial pudieran inducir cambios significativos
en la TFG; sin embargo la TFG y el FPR permanecen casi constantes en un amplio rango de
presiones arteriales. Este fenómeno es intrínseco al riñón, teniendo lugar tanto en riñones
denervados como normales, y se le denomina autorregulación.
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Dado que la TFG y el FPR son mantenidos en paralelo, la autorregulación tiene que estar mediada
por cambios en la resistencia de la arteriola aferente. Si la tensión arterial sistémica se eleva, un
incremento en el tono de la arteriola aferente evita que la elevación en la presión se trasmita al
glomérulo, permitiendo que la Pcg y la TFG no se modifiquen. El incremento en la resistencia
arteriolar también aumenta la resistencia vascular renal total, este incremento en el tono vascular
contrarresta la elevación en la presión y minimiza el cambio en el FPR.
Por el contrario a medida que la tensión arterial disminuye, la dilatación de la arteriola aferente
inicialmente protege la TFG y el FPR; sin embargo la capacidad de mantener la hemodinámica
renal se ve comprometida cuando la presión arterial media disminuye por debajo de 70 mmHg. En
este caso la TFG y el FPR caen en proporción a la caída de la presión sanguínea y el filtrado
glomerular cesa cuando la presión arterial sistémica cae a valores de 40 a 50 mmHg.
Los mecanismos por los que la autorregulación es mediada no se conocen del todo. La hipótesis
más simple es que los receptores de tensión miogénica en la pared de la arteriola aferente son
muy importantes, con una función similar a la de los esfínteres precapilares en el capilar muscular.
Así una elevación en la presión de perfusión renal aumentará el grado de tensión en la pared de la
arteriola lo que promueve la constricción arteriolar; este efecto es mediado en parte por un
incremento en la entrada de calcio a la célula muscular lisa arteriolar.
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Las arteriolas eferentes tienen características diferentes, ellas no parecen responder directamente
a los cambios en la tensión de la pared por lo que no funciona la respuesta miogénica directa; el
motivo de esta diferencia no está bien establecido pero la ausencia de canales de calcio voltaje
dependientes en las arteriolas eferentes parece contribuir.
No obstante existen otros mecanismos que median la autorregulación de la TFG más allá de la
respuesta miogénica, de este modo tanto la angiotensina II (cuando la presión renal de perfusión
está reducida) como la retroalimentación túbulo-glomerular (especialmente cuando la presión de
perfusión renal está incrementada) desempeñan un papel muy importante. Otros reguladores de
la resistencia vascular renal tales como el óxido nítrico no parecen participar en la autorregulación.
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La administración de un bloqueador de los receptores de angiotensina II provoca una disociación
de la autorregulación del FPR y la TFG. Si consideramos que el sistema renina-angiotensina se
activa cuando disminuye la presión de perfusión renal resultando en la generación local y
sistémica de angiotensina II; el incremento preferencial en la resistencia arteriolar eferente
inducido por la angiotensina II contribuye a la autorregulación de la TFG evitando la caída de la
Pcg, entonces la administración la administración de un bloqueador de los receptores de
angiotensina II o un inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina provoca un
mantenimiento menos efectivo de la TFG. Esta dependencia de la angiotensina II es más evidente
cuando la presión de perfusión renal está sustancialmente reducida.
Retroalimentación túbulo-glomerular (RTG): El término se refiere a los cambios de la TFG que son
inducidos por cambios en la tasa de flujo tubular. Este fenómeno es mediado por las células
especializadas de la mácula densa, las cuales perciben el cambio en la llegada de cloro a este nivel;
de este modo un incremento en la presión de perfusión renal activa la RTG pues el incremento
inicial de la TFG provoca un aumento en la llegada de cloro a la mácula densa lo cual iniciará la
respuesta retornando tanto la TFG como el flujo a la mácula densa a la normalidad. Este efecto es
conseguido primariamente por constricción arteriolar aferente, lo que disminuye la Pcg.
Este mecanismo se verá comprometido en caso de utilización de un inhibidor del cotransportador
Na+-K+-2Cl- o sea un diurético de asa (ej: Furosemida), pues se produce un aumento muy
importante de la llegada de cloro a la mácula densa, que no se debe a un incremento en la TFG.
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Mediadores: Los factores que median la RTG no se conocen con exactitud. La constricción
aferente que se observa con el incremento del flujo distal involucra a las células del aparato
yuxtaglomerular que son responsables de la secreción de renina. Aunque esto sugiere un rol
importante para la angiotensina II en la RTG, esta hormona parece tener una función permisiva, al
parecer sensibilizando la arteriola aferente al verdadero mediador.
La acción sensibilizadora de la angiotensina II sobre la RTG es muy importante, pues como
conocemos la función fundamental de esta es el mantenimiento del volumen circulatorio efectivo
mediante la disminución de la excreción de Na+. El incremento en la reabsorción proximal de Na+
mediada por la angiotensina II disminuirá el flujo tubular distal, lo cual provocará una disminución
de la respuesta de la RTG y con ello se eleva la TFG lo que retorna la llegada distal a sus valores
basales. Esta respuesta es minimizada por el incremento asociado en la sensibilidad de la arteriola
aferente (mediado por la angiotensina II) al mediador de la RTG, permitiendo así la reducción de la
excreción de Na+.
A pesar de su efecto modulador, la angiotensina II no es el mediador primario de la RTG, pues los
cambios en la liberación de renina no se correlacionan con la RTG. Así por ejemplo, el incremento
en la llegada distal de NaCl activa la RTG y al mismo tiempo disminuye la liberación de renina
mediada por la mácula densa.
Existen evidencias que sugieren que los cambios en la resistencia arteriolar asociados con la RTG
están mediados por cambios en la liberación local de adenosina. De este modo la RTG como
respuesta al incremento en la llegada distal de NaCl, es inhibida en gran medida por bloqueo de
los receptores de adenosina, o por inhibición de su formación.
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Con respecto a cómo es regulada la secreción de adenosina, se considera que el incremento en la
TFG incrementa secuencialmente la carga tubular de Na+, así como su reabsorción tubular, y con
ello la utilización de ATP por la célula tubular, lo que resulta en un incremento en la generación de
adenosina.
La adenosina permite explicar cómo la mácula densa puede de modo concurrente realizar dos
funciones: regular la RTG y la secreción de renina. El incremento en la liberación de adenosina con
la expansión de volumen puede activar la RTG e inhibir la liberación de renina.
Otro vasoconstrictor que parece participar en la RTG es el tromboxano. La producción de
tromboxanos se incrementa cuando se activa la RTG y por otra parte la RTG es bloqueada por los
antagonistas de los tromboxanos.
La respuesta vasodilatadora como parte de la RTG tiene lugar cuando se reduce el flujo que llega a
la mácula densa. Esta respuesta es mediada en parte por disminución de la disponibilidad de los
vasoconstrictores que antes señalamos, pero en ella también participan sustancias
vasodilatadoras, a las que nos referimos a continuación.
El óxido nítrico (ON) es sintetizado por las células de la mácula densa como respuesta a la
disminución del flujo, y este contrarresta la constricción sobre la arteriola aferente que media la
RTG. De este modo los cambios en la producción de ON subyacen en las modificaciones en la RTG
que ocurren en respuesta a los cambios en la ingestión de sal.
Existe una hipótesis alternativa sobre como es mediada la RTG. Esta sugiere que los cambios en la
concentración intersticial de Cl- o en la osmolalidad intersticial constituyen las señales que
modifican la resistencia arteriolar. La región intersticial que rodea la mácula densa, el túbulo distal
y las arteriolas glomerulares presenta una pobre perfusión; como resultado de ello los solutos
transportados a esta área provenientes del líquido tubular son eliminados de esta región muy
lentamente.
Las mediciones directas en esta región han demostrado que a medida que aumenta el flujo tubular
distal y con ello la reabsorción de Cl- en la mácula densa, se produce un incremento en las
concentraciones de Cl- local (desde 150 mEq/l a más de 600 mEq/l). Este incremento en la
concentración de solutos o en la osmolalidad puede aumentar directamente el tono arteriolar
aferente.
Funciones: La función más importante de la autorregulación y la RTG es evitar las pérdidas
excesivas de sal y agua. Para comprenderé esto, es necesario conocer las diferencias funcionales
entre la nefrona proximal y distal. El grueso del filtrado (alrededor del 90%) es reabsorbido en el
túbulo proximal y el asa de Henle, mientras que los cambios cualitativos finales en la excreción
urinaria (secreción de K+ e H+ y reabsorción máxima de Na+ y agua) tienen lugar en la nefrona
distal, particularmente en los túbulos colectores. Sin embargo, los túbulos colectores tienen una
capacidad reabsortiva limitada. De este modo la capacidad de mácula densa de disminuir la TFG
cuando se incrementa la llegada distal evita que la capacidad reabsortiva distal sea sobrepasada,
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lo que pudiera implicar pérdidas de cuantiosas Na+ y agua con peligro para la vida. Visto desde
este punto de vista, se pudiera decir que es el flujo a la mácula densa y no la TFG, lo que es
mantenido por autorregulación y RTG.
Influencias neurohumorales: Los efectos intrarrenales de la autorregulación y la RTG son los
responsables de la regulación de la hemodinámica normal en el día a día de los sujetos sanos. La
autorregulación también es muy importante en el mantenimiento de la TFG en pacientes con
hipertensión arterial o que sufren isquemia renal (estenosis bilateral de la arteria renal).
Sin embargo, en los pacientes usualmente la disminución de la presión en la arteria renal es
debida a una disminución del volumen circulatorio efectivo (depresión verdadera de volumen,
insuficiencia cardíaca, cirrosis hepática). En estos trastornos existe una marcada estimulación del
sistema simpático vasoconstrictor y del sistema renina-angiotensina. Como ya sabemos, la
angiotensina II aumenta la resistencia en la arteriola aferente en menor medida que en la
eferente. Por el contrario, la norepinefrina (tanto de la circulación o liberada por los nervios
simpáticos renales) incrementa directamente el tono de la arteriola aferente e indirectamente, a
través de la estimulación de la liberación de renina y angiotensina II, la resistencia arteriolar
eferente.
Así, una reducción en la presión de perfusión sistémica determina una vasoconstricción mediada
por un mecanismo neurohumoral, más que una vasodilatación inducida por autorregulación y
RTG. El efecto que produce esta respuesta varía con el grado de activación neurohumoral. Un
incremento ligero en el tono simpático puede no producir cambios en la perfusión renal basal,
pero puede ser suficiente para impedir la autorregulación a medida que se reduce la presión de
perfusión renal. En comparación, los pacientes con insuficiencia cardíaca o severa depleción de
volumen tienen incrementos más marcados en los niveles de norepinefrina y angiotensina II. En
este caso el FPR se reduce, con una caída menor de la TFG (o inclusive sin cambios) debido a que la
constricción eferente aumenta la Pcg. Esta es una adaptación muy efectiva, pues garantiza
preferentemente la circulación cerebral y coronaria, mientras mantiene la TFG.
Las prostaglandinas vasodilatadoras renales tienen un papel muy importante en la modificación de
estos efectos vasoconstrictores. Tanto la angiotensina II como la norepinefrina estimulan la
producción glomerular de prostaglandinas. La atenuación en el grado de constricción arteriolar
mediada por las prostaglandinas evita la isquemia renal excesiva, que pudiera ser producida por
las altas concentraciones locales de vasoconstrictores. En una menor medida, el incremento en la
secreción de bradiquininas vasodilatadoras por el riñón puede actuar también en la preservación
de la perfusión renal en esta situación.
Expansión de volumen: En contraste con estos cambios hormonales con la depleción de volumen,
la expansión de volumen (ej: dieta rica en Na+) se asocia a un incremento en la perfusión renal. En
este caso se produce una disminución en la producción de angiotensina II y norepinefrina, así
como un aumento en la liberación de dopamina y péptido atrial natriurético.
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La dopamina dilata tanto las arteriolas aferentes como eferentes, con lo que incrementa el
flujo sanguíneo renal con un incremento muy ligero o sin cambios de la TFG.
El péptido atrial natriurético produce dilatación aferente y constricción eferente, con lo
que incrementa la Pcg y la TFG; con una modificación menor del FPR pues la resistencia
vascular renal total no se modifica.
Estos cambios hormonales también facilitan la excreción de Na+, al disminuir la liberación de los
agentes que propician la reabsorción de Na+ (angiotensina II, aldosterona y norepinefrina) y
aumentar el péptido atrial natriurético.
Óxido nítrico y endotelina: La endotelina liberada localmente por las células endoteliales, es otro
vasoconstrictor renal potente que actúa tanto en las arteriolas glomerulares aferentes como
eferentes, con lo que provoca disminución del flujo sanguíneo renal y la TFG. Tal como en el caso
de los otros vasoconstrictores, la isquemia que provoca es contrabalanceada con la estimulación
de la liberación de prostaciclina (prostaglandina vasodilatadora)
Aunque la endotelina no es un importante regulador de la hemodinámica renal en sujetos
normales, parece tener gran importancia en la disminución de la TFG que se observa en el fallo
renal agudo post-isquémico; en este caso el daño endotelial provoca la liberación de endotelina y
vasoconstricción renal. Un mecanismo semejante parece contribuir en la disminución de la
perfusión renal en los pacientes tratados con ciclosporina (Inmunosupresor).
Otro factor vasoactivo liberado por las células endoteliales es el óxido nítrico (además de la
endotelina y la prostaciclina). Este es liberado de forma sostenida en la circulación renal y
disminuye las resistencias vasculares renales.
Hemodinámica renal y enfermedad renal crónica: Los cambios en las resistencias arteriolares y en
la hemodinámica renal tienen una gran importancia fisiopatológica en la progresión de la
enfermedad renal crónica. Existen múltiples evidencias que demuestran que la hipertensión
intraglomerular es un elemento de peso en la progresión de la enfermedad renal crónica,
independientemente de la naturaleza inicial del daño renal.
De acuerdo con esta línea de pensamiento, la pérdida de nefronas (debido a cualquier noxa inicial)
provoca una elevación compensatoria en la filtración de las nefronas remanentes (normales o
menos dañadas). Esta es una respuesta apropiada a corto plazo, ya que tiende a mantener la TFG.
El cambio hemodinámico que permite la elevación de la filtración, es la dilatación arteriolar
aferente lo que determina una elevación tanto del flujo plasmático como de la Pcg. Sin embargo la
elevación en la presión intraglomerular resulta una respuesta mal adaptativa a largo plazo, pues
esta provoca un daño glomerular sobreañadido.
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Evaluación de la circulación renal:
Concepto de aclaramiento y medición de la TFG: La estimación de la TFG es una parte esencial de
la evaluación del paciente con enfermedad renal. Dado que la TFG de los riñones es igual a la suma
de las tasas de filtración de cada nefrona, entonces la TFG total puede ser usada como un
marcador de la masa renal funcional. Así por ejemplo, la pérdida de la mitad de la masa nefronal
funcional conllevará a una disminución significativa de la TFG (esta caída suele ser solo del 20 al
30% y no del 50% como cabría esperarse, debido a hiperfiltración compensatoria de las nefronas
funcionales remanentes). En este momento el balance hidroelectrolítico puede aun mantenerse
normal así como el análisis de orina. De este modo la caída de la TFG puede ser el más temprano y
único signo clínico de enfermedad renal
La monitorización seriada de la TFG es utilizada para estimar la severidad y seguir la evolución de
las enfermedades renales. La disminución de la TFG implica progresión del daño de la enfermedad
renal de base o desarrollo de un problema superpuesto en muchas ocasiones potencialmente
reversible. Por el contrario un incremento en la TFG indica mejoría o hipertrofia de las nefronas
funcionales remanentes.
La medición de la TFG es también muy útil para determinar la dosis adecuada de aquellos
medicamentos que son excretados por filtración glomerular. Cuando la TFG disminuye, la
excreción de estos medicamentos también se reducirá, resultando en un incremento del nivel
plasmático del medicamento y con ello aumenta la toxicidad potencial del medicamento. Es por
ello que las dosis deben ser disminuidas en proporción a la caída de la TFG.
Medir directamente la TFG, sumando las TFG de cada nefrona es imposible. Por ello la posibilidad
que nos queda es medir indirectamente la TFG a través de sustancias cuya cantidad excretada sea
igual a la cantidad filtrada, para ello deben cumplir los siguientes requisitos:
Capaz de alcanzar una concentración plasmática estable
Filtrarse libremente por el glomérulo
No debe reabsorberse, secretarse, sintetizarse o metabolizarse por el riñón.
Estas propiedades son cumplidas por el polímero de fructosa con peso molecular de 5200 Daltons
denominado Inulina
En estas circunstancias:
Inulina filtrada = Inulina excretada
La inulina filtrada es igual a la TFG por la concentración plasmática de inulina (Ip)(carga filtrada), y
la inulina excretada es igual al producto de la concentración de inulina urinaria (Iu) y el volumen
urinario (V)(en ml/min o litros /día)(carga excretada), por lo tanto:
(Ec 1) TFG x Ip = Iu x V (despejando)
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(Ec 2) TFG = Iu x V/Ip
El término (Iu x V/Ip) es denominado aclaramiento de inulina y es una estimación exacta de la TFG.
El aclaramiento de Inulina en ml/min se refiere al volumen de plasma aclarado de inulina por el
riñón por unidad de tiempo, en este caso minutos. Por ejemplo si 1mg de inulina es excretado por
minuto o sea (Iu x V) y la Ip es de 1mg/dl (o lo que es lo mismo 0.01 mg/ml), entonces el
aclaramiento de inulina es de 100 ml/min, o sea que 100 ml de plasma han sido aclarados del
miligramo de inulina que contenían.
Uso y limitaciones del aclaramiento de creatinina: A pesar de su exactitud, el aclaramiento de
inulina es raramente utilizado debido a que ello implica una infusión endovenosa de inulina,
además que los métodos para la determinación de inulina, así como la propia sustancia no están
disponibles en la mayoría de los laboratorios. El método más comúnmente utilizado para estimar
la TFG es el aclaramiento endógeno de creatinina.
La creatinina es un producto final del metabolismo (no se modifica más en el organismo) derivado
del metabolismo de la creatina por el músculo esquelético y liberado al plasma a un ritmo
relativamente constante. Como resultado de lo anterior la concentración plasmática de creatinina
(Crp) es muy estable, variando menos de un 10% por día en sujetos normales.
Como la inulina, la creatinina es libremente filtrada a través del glomérulo y no es reabsorbida ni
metabolizada por el riñón. Sin embargo una pequeña parte de la creatinina que entra a la orina lo
hace por secreción tubular (bomba secretora de cationes orgánicos en el túbulo proximal), con lo
que resulta que la excreción de creatinina excede la cantidad filtrada en alrededor de un 10%;
Podemos entonces considerar que el aclaramiento de creatinina (Acr) se puede expresar como:
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(Ec 3) Acr = (Cru x V)/ Crp (Cru – Concentración urinaria de creatinina)
El Acr tiende a exceder al aclaramiento de inulina en alrededor de un 10%. De forma fortuita, esto
es contrabalanceado por un error de casi igual magnitud en la medición de Crp cuando se utiliza el
método colorimétrico del picrato alcalino no cinético. El plasma a diferencia de la orina contiene
cromógenos diferentes a la creatinina (acetona, proteínas, ácido ascórbico, piruvato) los cuales
son responsables de aproximadamente el 10% del total del valor de la Crp . Dado que tanto La Cru
como la Crp se incrementan en un grado semejante, los errores tienden a anularse entre sí y el Acr
es bastante fiable para estimar la TFG, particularmente en el paciente con función renal
relativamente normal.
No obstante el Acr, tiene dos limitaciones importantes que disminuyen su exactitud para estimar
la TFG, en primera instancia precisa de colección urinaria de un largo período de tiempo,
usualmente 24 horas, lo que muy comúnmente se acompaña de errores en la recolección, y en
segundo lugar en la medida que cae la TFG, la secreción tubular de creatinina se incrementa, lo
que conlleva que se sobrestime la TFG.
Creatinina plasmática y TFG: Los cambios en la TFG (más que una medición exacta de la TFG)
pueden ser generalmente detectados mediante la medición de la Crp, la cual es muy fácil de
realizar en el laboratorio.
En estado estable:
Excreción de creatinina = Producción de creatinina
La excreción de creatinina es aproximadamente igual a la cantidad de creatinina filtrada (TFG x
Crp) mientras la tasa de producción es relativamente constante (masa muscular constante),
entonces podemos sustituir en la ecuación anterior:
TFG x Crp = constante
De este modo la concentración de creatinina plasmática varía inversamente con respecto a la TFG.
Por ejemplo si la TFG disminuye en un 50%, la excreción de creatinina también se reducirá. Como
resultado de ello la creatinina nueva que se genera se acumulará en el plasma hasta que la carga
filtrada nuevamente se iguala a la tasa de producción. Si excluimos del análisis la secreción tubular
de creatinina, esto tendrá lugar cuando se duplique la Crp.
TFG/2 x 2Crp = TFG x Crp = constante
En los adultos el rango de Crp normal es de 0.8 a 1.3 mg/dl en hombres y de 0.6 a 1 mg/dl en
mujeres.
La producción de creatinina y la Crp son influenciadas por cambios en la dieta, especialmente por
el contenido de carne de la misma, pues con la cocción la creatina de la carne es convertida en
creatinina (la toma de muestra debe hacerse en ayunas).
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A la relación reciproca entre TFG y Crp, merece hacérsele 3 consideraciones. En primer lugar esta
curva de relación es válida solo en estado estable (si por ejemplo un paciente desarrolla un fallo
renal agudo con una brusca caída de la TFG de 120 ml/min a 12 ml/min, la Crp el primer día será
aun normal pues no ha habido tiempo suficiente para que se acumule la Crp); en segundo lugar es
importante tener presente que en los pacientes con función renal normal, un incremento
aparentemente menor de la Crp de 1.0 a 1.5 mg/dl representa una marcada disminución en la TFG
de 120 a 80 ml/min. En contraste, en los pacientes con disfunción renal avanzada, un incremento
marcado en la Crp de 6.0 a 12.0 mg/dl refleja una reducción relativamente menor de la TFG de 20
a 10 ml/min. La tercera consideración que debemos tener presente es que la relación entre la TFG
y la crp es dependiente de la tasa de producción de creatinina, lo cual depende de la masa
muscular del sujeto y de su ingesta cárnica. Así, una TFG normal de 120 ml/min se asocia a una Crp
de 1 mg/dl, en un hombre de 70 Kg de peso; pero una mujer de 50 Kg, para tener una TFG de 120
ml/min, tiene que presentar una Crp de 0.6 mg/dl, si por el contrario tuviera la misma que el
hombre sano o sea 1 mg/dl, esto reflejaría una disminución del 40% de la TFG, con respecto a sus
valores normales.
Teniendo presente la influencia que tienen el peso, la edad y el sexo en la masa muscular del sujeto y con ello en la excreción (igual a la generación) de creatinina, se han derivado fórmulas que conociendo la creatinina plasmática del sujeto permiten estimar el Acr, sin necesidad de realizar colección de orina. La más utilizada es la derivad por Cockroft y Gault:
Acr en ml/min = [(140 – edad) x Peso (en Kg) / (72 x Crp en mg/dl)
Este valor debe ser multiplicado por 0.85 en las mujeres, debido a la fracción menor del peso corporal de éstas, que está constituida por músculo.
Urea y TFG: Los cambios en la TFG también pueden ser detectados por los cambios en la
concentración de urea sanguínea. Tal como la creatinina, la urea es excretada primariamente por
filtración glomerular y tiende a variar inversamente a la TFG.
No obstante existen dos factores que pueden alterar la urea sin cambios en la TFG y Crp: los
cambios en la producción de urea o en la reabsorción tubular de urea. La urea se forma por
metabolismo hepático de los aminoácidos que no son utilizados para la síntesis proteica. Cuando
los aminoácidos son desaminados se produce amoníaco. El desarrollo de niveles tóxicos de
amoníaco en la sangre es evitado mediante la conversión de amoníaco en urea como se muestra
en la siguiente reacción.
2 NH3 + CO2 <—> H2N — CO — NH2 + H2O
De este modo la producción de urea se incrementa cuanto más aminoácidos sean metabolizados en el hígado; esto puede ocurrir con dietas ricas en proteínas, en situaciones de destrucción tisular (traumas, sangramiento digestivo o administración de corticoides) o por disminución del anabolismo tisular (uso de Tetraciclina). Por otra parte la producción de urea se reduce en las enfermedades hepáticas como la cirrosis o con dietas pobres en proteínas.
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El segundo factor antes mencionado es el manejo tubular de la urea, así no solo la TFG determina la excreción de urea. Aproximadamente entre el 40% y el 50% de la urea filtrada es normalmente reabsorbida en los túbulos. Este proceso es pasivo, siendo determinado por el incremento en las concentraciones tubulares de urea secundario a la reabsorción de agua y sodio de la luz tubular; es por ello que la reabsorción de urea se ve incrementada en los estados hipovolémicos, como resultado del aumento en la reabsorción de sodio y agua a nivel tubular. El resultado neto es una reducción en la excreción de urea y una elevación de su concentración plasmática que no es debida a una disminución de la TFG y por lo tanto no se asocia a un incremento en la Crp.
Pudiéramos entonces concluir que la reducción de la TFG resulta en un incremento tanto de la urea como de la Crp, pero debido a la variabilidad en la producción y reabsorción de urea, la Crp es un reflejo más fiable de la TFG. Por razones semejantes el aclaramiento de urea no es una medición confiable para estimar la TFG. Debido a que la urea es reabsorbida y el grado de reabsorción tubular es variable, la cantidad de urea excretada es mucho menor que la cantidad filtrada; como resultado de esto el aclaramiento de urea es de solo un 50 a 70 porciento del de Inulina
La sobreestimación de la TFG con el Acr y la subestimación con el aclaramiento de urea, ha determinado que el promedio de ambos sea utilizado para estimar la TFG en pacientes enfermedad renal crónica de moderada a severa.
Cambios en la TFG con la edad: Se ha encontrado de forma universal una relación inversa entre la edad y la TFG, encontrándose una caída de la TFG de alrededor de 0.75 ml/min por año luego de los 40 años de edad; no obstante en algunos estudios se ha encontrado que pacientes ancianos con buena función cardíaca presentan una TFG que se encuentra dentro del rango de la normalidad. Así podemos plantear que aunque la vejez se acompaña de disminución en la TFG, la presencia de condiciones comórbidas puede afectar la función renal en los pacientes ancianos.
Medición del flujo plasmático renal (FPR): El principio de aclaramiento también es utilizado para medir el FPR, aunque su medición tiene menor utilidad clínica.
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El paraaminohipurato (PAH) es una sustancia fácilmente medible que entra a la orina por filtración glomerular y por secreción tubular proximal a través de la vía secretora de aniones orgánicos. La combinación de filtración y secreción resulta en su eliminación casi completa del plasma tras un paso único por el riñón, por lo tanto:
Llegada de PAH al riñón = Excreción de PAH
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FPR x PAHp = PAHu x V (PAHp - PAH plasmátco, PAHu – PAH urinario, CPAH- aclaramiento de PAH)
FPR = (PAHu x V) /PAHp = CPAH
Si conocemos el hematocrito (Hto) podemos plantear que el flujo sanguíneo renal (FSR) es:
FSR = CPAH /(1 – Hto)
El FPR y el FSR en los humanos es de aproximadamente 625 ml/min y 1100 ml/min respectivamente. Considerando que solo el 85 a 90% del PAH es realmente eliminado de la circulación en un paso único por el riñón, el aclaramiento de PAH subestimará tanto el FPR como el FSR en un 10 a 15 porciento.
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Distribución del agua entre los espacios intracelular y extracelular:
El agua en el organismo se distribuye en tres compartimientos fundamentales: espacio intracelular, intersticio y espacio vascular (estos dos últimos constituyen el espacio extracelular). La regulación del volumen intracelular es esencial para el funcionamiento celular normal; ello se consigue en parte a través de la regulación de la osmolalidad plasmática. Para comprender los factores que regulan la osmolalidad plasmática, es necesario conocer de antemano los factores involucrados en la distribución de agua a ambos lados de la membrana celular.
Intercambio de agua entre los líquidos intracelular y extracelular:
Las fuerzas osmóticas son las determinantes primarias de la distribución de agua en el organismo. El agua puede atravesar libremente casi todas las membranas celulares, como resultado de esto, los líquidos corporales se encuentran en equilibrio osmótico pues las osmolalidades de los líquidos intra y extracelular son las mismas.
El concepto de presión osmótica puede comprenderse con facilidad, a partir de un experimento simple. Tenemos un recipiente lleno de agua destilada, el cual está dividido en dos compartimientos por una membrana que es permeable al agua pero no a los solutos, y se adiciona glucosa al líquido de uno de los compartimientos. Las moléculas de agua tienen un movimiento browniano (caótico) y pueden difundir a través de la membrana por un mecanismo similar a la difusión de solutos. Cuando se añaden solutos al agua en este caso glucosa, las fuerzas cohesivas intermoleculares provocan una reducción en el movimiento caótico (o actividad) de las moléculas de agua. Dado que el agua se mueve del área de mayor actividad al área de menor actividad, el agua fluirá desde el compartimiento de agua destilada pura al compartimiento que contiene glucosa.
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En teoría este movimiento del agua, denominado osmosis, debe continuar indefinidamente pues la actividad del agua siempre será más baja que la del compartimiento que contiene glucosa. Sin embargo, dado que el recipiente es rígido, el incremento en el volumen del compartimiento que contiene glucosa resultará en una elevación de la presión hidrostática. Esta presión hidrostática tenderá a empujar el agua de vuelta al compartimiento de agua pura. El equilibrio se alcanzará cuando la presión hidrostática sea igual a las fuerzas que impulsan el agua hacia el compartimiento con glucosa. Esta presión hidrostática que se opone al movimiento osmótico del agua se le denomina presión osmótica de la solución.
La presión osmótica que se genera es proporcional al número de partículas del soluto por unidad de volumen del solvente, y no depende del tipo, valencia o peso de las partículas. Tenemos que conocer que 1 mol de cualquier sustancia contiene el mismo número de partículas: 6.02 x 1023 (número de Avogadro). Debemos tener presente que todo lo antes explicado se hizo considerando que el soluto es incapaz de atravesar la membrana celular.
Ahora pasamos a considerar lo que ocurriría si en el experimento anterior en lugar de la glucosa utilizáramos una sustancia liposoluble que fuera capaz de cruzar la membrana entre los compartimientos, por ejemplo la urea. Así, si adicionamos a uno de los compartimientos (ambos tienen previamente agua destilada pura) urea, esta se moverá a favor se su gradiente de concentración, hacia el compartimiento libre de solutos (agua pura). El nuevo estado de equilibrio se alcanzará cuando ambos compartimientos tengan igual concentración de urea y no como resultado del movimiento del agua hacia el compartimiento con urea. Como resultado de ello, en este caso no se genera presión osmótica y la urea es considerada un osmolito inefectivo.
La presión osmótica es muy importante in vivo, pues determina la distribución del agua entre los espacios intra y extracelular. Cada uno de estos compartimientos tiene un soluto que primariamente se encuentra limitado a ese compartimiento y por lo tanto es el mayor determinante de su presión osmótica: las sales de Na+ son los principales osmolitos extracelulares y son responsables del mantenimiento del agua en el espacio extracelular; las sales de K+ son los principales osmolitos intracelulares y mantienen el agua dentro de las células.
Aunque las membranas celulares son permeables tanto al Na+ como al K+, estos iones son capaces de actuar como osmolitos efectivos, debido a que son restringidos a sus respectivos compartimientos por la bomba Na+-K+ATPasa de la membrana celular. El efecto neto es que los volúmenes de líquido de los espacios intracelular y extracelular están determinados por la cantidad de agua presente y la relación entre el Na+ intercambiable y el K+ intercambiable.
Utilizamos el término intercambiable pues cerca del 30% del Na+ corporal y una fracción menor del K+ corporal se encuentran en áreas tales como el hueso donde estos son inintercambiables y por lo tanto osmóticamente inactivos. Estos iones también pueden encontrarse parcialmente unidos a organelas intracelulares como los lisosomas y en el núcleo.
Bajo circunstancias normales, el contenido de agua y electrólitos del organismo se mantiene dentro de límites relativamente estrechos, pues la ingesta dietética es balanceada por cambios apropiados en la excreción urinaria. No obstante, es muy importante conocer la importancia fisiopatológica que pueden tener los trastornos en el balance de agua y solutos del organismo.
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Como sabemos, si se modifica la osmolalidad de un compartimiento líquido, el agua se moverá a través de las membranas celulares para restablecer el equilibrio osmótico. El grado en que esto afecta la distribución de agua y la concentración de solutos puede apreciarse a través del siguiente ejemplo; vamos a asumir (para simplificar) que la osmolalidad de los líquidos corporales es de 280 mOsmol/Kg y ello es debido a una concentración de sales sódicas de 140 mEq/l en el líquido extracelular y 140 mEq/l de sales potásicas en el líquido intracelular (asumimos que las sales de Na+ y K+ se disocian completamente en sus cationes y aniones). Un hombre de 70 Kg, tiene un agua corporal total (ACT) de alrededor del 58% de su peso, o sea de 42 litros (42 Kg) de los cuales 25 litros (60%) son intracelulares y 17 litros (40%) son extracelulares.
Si se añaden 420 mEq de NaCl (420 mOsmol) sin agua, al líquido extracelular; esto provoca, dado que el NaCl permanece en el espacio extracelular, un incremento en la osmolalidad del líquido extracelular que trae consigo salida de agua fuera de la célula a favor de su gradiente osmótico. Los cálculos que hacemos a continuación nos permiten estimar las características del agua corporal total en el nuevo estado de equilibrio:
Solutos corporales totales iniciales = 280 mOsmol/Kg x 42 Kg =11 760 mOsmol
Solutos extracelulares iniciales = 280 mOsmol/Kg x 17 Kg = 4 760 mOsmol
Nuevos solutos corporales totales = 11 760 + 420 = 12 180 mOsmol
Nueva osmolalidad del agua corporal total = 12 180 mOsmol /42 Kg = 290 mOsmol/Kg
Nuevos solutos extracelulares = 4760 + 420 = 5 180 mOsmol
Nuevo volumen extracelular = 5 180 mOsmol / 290 mOsmol/Kg = 17.9 Kg
Nuevo volumen intracelular = 42 – 17.9 = 24.1 Kg
Nueva concentración plasmática de Na+ = Osmolalidad/2 = 290/2 = 145 mEq/l
De este modo, el incremento de los solutos extracelulares resultó en el movimiento de 900 ml de agua desde la célula al líquido extracelular. El efecto neto es un incremento en la osmolalidad de ambos compartimentos aun cuando los solutos añadidos hayan estado restringidos al espacio extracelular. Esto ilustra porqué el agua corporal total (50 – 60% del peso corporal) debe ser utilizada para calcular el volumen de distribución de los cambios en la osmolalidad plasmática.
Una secuencia diferente tiene lugar si se adicionan 1.5 litros de agua libre de solutos al espacio extracelular. Esta reduce la osmolalidad del líquido extracelular, creando un gradiente osmótico favorable para la entrada de agua a las células. Igual que en la situación anterior hacemos los cálculos que nos permiten estimar las características del agua corporal total en el nuevo estado de equilibrio:
Solutos corporales totales iniciales = 280 mOsmol/Kg x 42 Kg = 11 760 mOsmol
Solutos extracelulares iniciales = 280 mOsmol/Kg x 17 Kg = 4 760 mOsmol
Solutos intracelulares iniciales = 11 760 – 4 760 = 7 000 MOsmol
Nueva agua corporal total = 42 + 1.5 = 43.5 Kg ó litros
Nueva osmolalidad del agua corporal total = 11760 mOsmol /43.5 Kg = 270 mOsmol/Kg
Nuevo volumen extracelular =4 760 mOsmol / 270 mOsmol/Kg = 17.6 Kg
Nuevo volumen intracelular = 7 000 mOsmol / 270 mOsmol/Kg = 25.9 Kg o litros
Relación del volumen intracelular con el ACT = 25.9 / 43.5 = 0.6 (60%)
Nueva concentración plasmática de Na+ = Osmolalidad/2 = 270/2 = 135 mEq/l
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Dado que no hay cambios en la relación entre los solutos intracelulares y extracelulares, la composición fraccional del ACT no se modifica (el agua intracelular sigue siendo el 60% del ACT). Sin embargo, el ACT está incrementada, resultando en una expansión y dilución de ambos compartimientos.
En este ejemplo se asume que el agua administrada es retenida en el organismo. En los sujetos normales por el contrario, el exceso de agua es excretado muy rápidamente y no se evidencian cambios importantes en los parámetros antes calculados. Solamente tienen lugar los cambios antes descritos en el ACT y en la concentración de Na+ tras una carga de agua, cuando hay algún defecto en la excreción de agua, como se puede observar en el síndrome de secreción inadecuada de ADH.
Por otra parte, si el NaCl del primer ejemplo y el agua del segundo fueran administrados en forma de 1.5 litros de solución isotónica de NaCl, no habría cambios en la osmolalidad y consecuentemente no habría paso de agua de uno a otro compartimiento. Dado que el NaCl administrado permanece en el espacio extracelular, el único efecto es un incremento de 1.5 litros en el volumen del líquido extracelular (LEC).
Los resultados de los ejemplos anteriores nos muestran un principio muy importante, que la concentración plasmática de Na+ es una medida de concentración y no de volumen. En cada caso, el volumen del LEC se encuentra aumentado, debido a una elevación ya sea del ACT y/o del Na+ total intercambiable; a pesar de este cambio uniforme en el volumen del LEC en ambos casos, la concentración plasmática de Na+ se encuentra incrementada o disminuida. Esto ocurre porque la concentración de Na+ plasmático refleja la relación de la cantidad de soluto en este caso Na+, con respecto al agua del plasma y no la cantidad absoluta ni del soluto (Na+), ni del agua.
De este modo, no existe una correlación fija entre la concentración plasmática de Na+ y el volumen del LEC. Estos parámetros cambian en una dirección paralela cuando se administra Na+ pero lo hacen en dirección opuesta cuando se retiene agua (baja concentración plasmática de Na+ y volumen del LEC alto). Si tenemos en cuenta que el volumen del LEC es el determinante primario de la excreción urinaria de Na+, nos percatamos que no existe relación entre la concentración plasmática de Na+ y la tasa de excreción de Na+. Por ejemplo cuando se retiene agua, la concentración de Na+ plasmático disminuye por dilución pero la excreción de Na+ urinaria se incrementará debido al incremento del volumen del LEC.
Hay otro elemento en el que tenemos que hacer hincapié; el volumen intracelular varía inversamente con respecto a la concentración de Na+ plasmático, disminuyendo con la hipernatremia e incrementándose con la hiponatremia. Estos cambios son muy importantes clínicamente pues los síntomas neurológicos asociados con los cambios agudos en las concentraciones de Na+ plasmático, están relacionados directamente con los cambios en el volumen celular de las células del cerebro.
Relación entre concentración plasmática de sodio y osmolalidad: La osmolalidad del plasma es igual a la suma de las osmolalidades individuales de los solutos disueltos en el plasma. La mayor parte de los osmolitos plasmáticos son sales de Na+, con una contribución menor de otros iones, glucosa y urea. El efecto osmótico de los iones del plasma puede estimarse del siguiente modo:
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2 x Concentración de Na+ (la multiplicación por dos, obedece a los aniones acompañantes). La validez de esta estimación resulta de la interrelación de varios factores:
Las interacciones iónicas en el plasma reducen el movimiento caótico del NaCl y por ello actúa osmóticamente como si solo el 75% y no el 100% estuviera disociado. Como resultado de esto 1 mmol de NaCl se comporta como si se hubiera disociado en alrededor de 1.75 partículas (0.75 Na+, 0.75 Cl-, y 0.25 NaCl), así si pretendemos estimar el efecto osmótico de las sales de Na+, la concentración plasmática de Na+ tiene que ser multiplicada por 1.75.
Sólo el 93% del plasma está compuesto normalmente por agua, las grasas y las proteínas conforman el 7% restante. En la mayoría de los laboratorios, la concentración plasmática de Na+ se mide por litro de plasma. Este valor debe ser dividido por 0.93 para estimar la concentración de Na+ en la fracción de agua del plasma (el Na+ sólo está presente en la fase acuosa del plasma). Así,
Osmolalidad de las sales de Na+ = (1.75 / 0.93) x [Na+] en plasma
= 1.88 x [Na+] en plasma
El resto 0.12 x [Na+] plasmático es igual a 17 mOsmol/Kg (0.12 x 140) lo cual es afortunadamente aproximadamente la presión osmótica generada por las sales K+, Ca2+ y Mg2+.
La contribución osmótica de la glucosa y la urea, en caso de ser medidos en mg/dl, puede estimarse del siguiente modo:
mOsmol/Kg = (mg/dl x 10) / peso molecular
El peso molecular de la glucosa es 180 y el de la urea 60. Por lo tanto la osmolalidad puede estimarse como sigue:
Osmolalidad (mOsmol/Kg) = (2 x [Na+] en plasma) + [glucosa en mg/dl]/18 + [Urea en mg/dl]/6
(Si tuviéramos los valores de glicemia y urea en mmol/l solo se coloca el valor y no se divide por nada)
La osmolalidad efectiva del plasma (y del líquido extracelular) está determinada por aquellos osmolitos que actúan manteniendo el agua dentro del espacio extracelular. Dado que la urea atraviesa sin dificultad las membranas celulares, no es un osmolito efectivo, entonces:
Osmolalidad efectiva = (2 x [Na+] en plasma) + [glucosa en mg/dl]/18
Los valores normales de estos parámetros son:
[Na+] en plasma = 137-145 mEq/l
[Glicemia] = 60-100 mg/dl (3.3-5.5 mmol/l)
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[Urea] = 7-30 mg/dl (1.16-5 mmol/l)
Osmolalidad plasmática = 275-290 mOsmol/Kg
Osmolalidad efectiva = 270-285 mOsmol/Kg
En circunstancias normales, la glucosa sólo aporta 5 mOsmol/Kg, por lo que la ecuación puede ser simplificada:
Osmolalidad efectiva = 2 x [Na+] en plasma
Podemos decir entonces, que habitualmente la concentración plasmática de Na+ refleja la osmolalidad, pues como conocemos las sales de Na+ son los principales osmolitos extracelulares.
Medición de la osmolalidad en el laboratorio: La osmolalidad de una solución es medida en el laboratorio, no por medición directa de la presión osmótica, sino de acuerdo a otras propiedades de los solutos, tales como su capacidad de deprimir el punto de congelación o la presión del vapor de agua. El agua libre de solutos congela a 0°C. Si se añade 1 Osmol de cualquier soluto (o combinación de solutos) a 1Kg de agua, el punto de congelación de este líquido se deprimirá en 1.86°C. Esta propiedad es utilizada para determinar la osmolalidad de una solución. Por ejemplo, si el punto de congelación del agua plasmática es normalmente de alrededor de -0.521°C. Esto se corresponde con una osmolalidad de 0.280 Osmol/Kg (0.521/1.86) o 280 mOsmol/Kg. El equipo que se utiliza para hacer esta determinación es el osmómetro.
Brecha osmolal: Es la diferencia entre la osmolalidad medida con el osmómetro y la osmolalidad
calculada como antes explicamos,
Brecha osmolal = Osmolalidad medida – Osmolalidad calculada
La brecha osmolal es normalmente menor de 10 mOsmol/Kg de agua. La adición de solutos
diferentes a las sales de Na+, glucosa y urea al plasma provocan un incremento de la brecha
osmolal. (Obsérvese que sólo estos solutos son tenidos en cuenta en la osmolalidad calculada)
La brecha osmolal es muy útil en la práctica clínica para el diagnóstico de intoxicaciones exógenas,
sobre todo de aquellas que se acompañan de acidosis metabólica, como son los casos de los
alcoholes: metanol y etilenglicol. En estos casos las sustancias que añaden osmolalidad al medio,
no son tenidas en cuenta en la estimación de la osmolalidad calculada. Debe tenerse presente que
el aumento de la brecha osmolal en caso de intoxicaciones por alcoholes, sólo tiene lugar cuando
la osmolalidad plasmática es medida con un osmómetro que utilice el principio de la depresión del
punto de congelación, por el contrario la contribución osmótica de los alcoholes volátiles no es
tomada en cuenta cuando se utiliza un osmómetro que utiliza el principio de la presión del vapor
de agua, pues en este caso se asume que sólo existe agua en la fase gaseosa (vapor).
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Transporte tubular:
Transporte tubular proximal:
El líquido filtrado en el glomérulo entra en el túbulo proximal donde entre el 55 y 60 % del filtrado
es normalmente reabsorbido. El elemento básico en la función del túbulo proximal es el
transporte activo de sodio, el cual permite que el agua y el resto de los solutos filtrados sean
reabsorbidos pasivamente. Otros solutos son secretados en este segmento, incluyendo los iones
hidrógeno y los cationes y aniones orgánicos.
Aunque el túbulo proximal juega un papel fundamental en el transporte de solutos, el grado de
reabsorción de los solutos individuales no es uniforme. De este modo, casi toda la glucosa y los
aminoácidos son reabsorbidos en este segmento, pero solo alrededor de un 90% del HCO3-, 65%
del Na+ y 55% del Cl- son reabsorbidos a este nivel.
Anatomía: El túbulo proximal tiene un segmento contorneado que comienza en el glomérulo, y un
segmento recto (pars recta), que termina a nivel de la médula externa en la rama descendente del
asa de Henle. Sin embargo, cuando se examina con precisión el túbulo proximal este se puede
subdividir en 3 segmentos con diferentes tipos de células: S1 parte proximal del túbulo
contorneado, S2 parte distal del túbulo contorneado y el inicio de la pars recta y S3 el resto de la
pars recta.
Las células de los diferentes segmentos del túbulo proximal presentan diferentes características
funcionales. El segmento S1, tiene una muy alta capacidad de transporte siendo más importante
cuantitativamente en la reabsorción de Na+ y HCO3- que el resto de los segmentos. Esto es debido
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a un mayor número de transportadores en la membrana luminal y una mayor área de superficie
disponible para la reabsorción. Comparativamente la secreción tubular mediada por las bombas
secretoras de aniones y cationes orgánicos es mayor en el segmento S2.
Modelo de transporte: La anatomía del túbulo proximal es similar a la de otros epitelios de
transporte. Las células tienen dos membranas con diferentes características de permeabilidad y
transporte: la membrana luminal (apical) que separa la célula de la luz tubular que contiene
múltiples proteínas transportadoras que facilitan la entrada de solutos a la célula y en menor
medida la secreción de solutos a la luz. La membrana basolateral separa la célula del intersticio y
de los capilares peritubulares. Esta membrana contiene la bomba Na+-K+ ATPasa además de
transportadores y canales que permiten que los solutos reabsorbidos retornen a la circulación
sistémica. La bomba Na+-K+ ATPasa indirectamente provee la energía necesaria para que todas las
proteínas transportadoras funcionen.
Las células tubulares proximales están separadas por espacios intercelulares, que presentan
proteínas de unión intercelular que forman las uniones ceñidas (tight junctions). Las uniones
ceñidas están compuestas de moléculas proteicas que mantienen en aposición las células
adyacentes, también sirven de frontera entre las membranas luminal y basolateral, evitando así
que las proteínas de membrana (transportadores entre otras) difundan de una membrana a la
otra.
Los túbulos proximales reabsorben más de 100 L/día de líquido en sujetos con función renal
normal (55-60% de la filtración diaria, que es de 150-180 L). El túbulo proximal está bien adaptado
para esta tarea debido a las adaptaciones que presenta, las que facilitan la reabsorción neta de
buena parte de la filtración. La membrana luminal presenta microvellosidades que incrementan el
área de superficie disponible para la reabsorción. Además las microvellosidades presentan un
borde en cepillo que contiene proteínas transportadoras específicas, así como la enzima anhidrasa
carbónica la cual es muy importante en la reabsorción de HCO3-. La reabsorción de solutos crea un
gradiente osmótico que le permite al agua ser reabsorbida en parte a través de las células. Este
proceso puede ocurrir debido a la presencia de canales de agua tanto en la membrana luminal
como basolateral denominados aquaporina-1 que hacen las células permeables al agua. En
comparación las membranas luminales de la rama ascendente del asa de Henle y de la nefrona
distal no tienen estos canales y no permiten el transporte osmótico de agua en estado basal.
La reabsorción preferencial de HCO3- en el túbulo proximal especialmente en el segmento S1 unida
a la reabsorción osmótica de agua, resultan en una elevación del Cl- intraluminal. Este gradiente de
Cl- es muy importante pues permite la reabsorción pasiva de un ⅓ del NaCl y del agua que se
reabsorben en el túbulo proximal, en este caso por vía paracelular a través de las uniones ceñidas;
es de señalar que las uniones ceñidas del túbulo proximal son del tipo filtrante o sea mucho más
permeables que la de otros segmentos nefronales. Esta alta capacidad de transporte pasivo del
túbulo proximal queda evidenciada en el hecho que pese a presentar la mayor tasa de reabsorción
de la nefrona, la actividad de la Na+-K+ATPasa del túbulo proximal es mucho más baja que la de la
rama ascendente gruesa del asa de Henle y del túbulo distal.
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El Na+ filtrado entra pasivamente a través de la membrana luminal y luego es transportado
activamente por acción de la bomba Na+-K+ATPasa fuera de la célula (al espacio intercelular). La
salida de Na+ y otros solutos de la luz, inicialmente disminuye la osmolalidad luminal creando un
gradiente osmótico de hasta 15 mmHg que promueve la reabsorción de agua. La salida del agua
es también promovida por un factor adicional: la reabsorción preferencial de NaHCO3 en el
segmento S1 del túbulo proximal trae consigo una elevación en la concentración intraluminal de
Cl-; esto hace la osmolalidad luminal efectiva aun más baja, pues las uniones ceñidas son
permeables al Cl-, lo que hace que el Cl- funcione como un osmol inefectivo.
El líquido reabsorbido que se acumula en el espacio intercelular puede entrar al capilar peritubular
y retornar a la circulación sistémica o puede sufrir retrofiltración de vuelta a la luz tubular a través
de las uniones ceñidas. La reabsorción proximal neta de Na+ y agua está sujeta a múltiples
factores: solutos filtrados que son reabsorbidos con el sodio, hemodinámica de los capilares
peritubulares y factores neurohumorales como la angiotensina II, norepinefrina y dopamina.
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A continuación explicamos el proceso con más detalle:
Entrada a la célula: El sodio luminal debe entrar a la célula antes que este pueda ser reabsorbido.
El paso primario en este proceso es la acción de la bomba Na+-K+ATPasa en la membrana
basolateral, que tiene dos funciones que generan un gradiente electroquímico favorable para la
entrada pasiva de Na+ a la célula. Primero, la bomba mantiene una concentración efectiva de Na+
intracelular de alrededor de 20-30 mEq/l debido a la salida de sodio que provoca; esto está muy
por debajo de los 145 mEq/l de Na+ en el filtrado (igual que la sangre). Segundo, la bomba
contribuye al desarrollo de un interior de la célula electronegativo por promover la pérdida de
cationes o sea estequiométricamente la bomba saca 3 Na+ y entra 2 k+ (pérdida de cationes), y el
K+ que entra a la célula escapa de esta a través de los canales de K+ ATP sensibles de la membrana
basolateral (más pérdida de cationes).
Las actividades de la bomba Na+-K+ ATPasa y de los canales de K+ varían apropiadamente de forma
paralela. Así, una reducción en la actividad de la bomba, debido por ejemplo a una disminución en
la reabsorción de sodio, conlleva a una acumulación de ATP en la célula lo que provoca una
regulación a la baja (downregulation) de los canales de K+ ATP sensibles. Nótese que en este caso
es requerido que menos potasio salga de la célula por estos canales debido a que menos potasio
está entrando por acción de la bomba Na+-K+ATPasa.
Como ya vimos el efecto final de la actividad de la bomba Na+-K+ ATPasa es la creación de un
gradiente electroquímico favorable que promueve la entrada pasiva de Na+. No obstante, este
transporte debe ocurrir a través de un transportador de membrana o un canal, pues los iones no
pueden atravesar libremente la bicapa lipídica de la membrana celular. En el túbulo proximal, el
movimiento del sodio a través de la membrana luminal está parcialmente ligado al cotransporte
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de otros solutos; de este modo las proteínas transpotadoras específicas: Na+-glucosa, Na+-
aminoácidos y Na+-fosfato están presentes en el borde en cepillo de la membrana luminal. Ambos
lugares del cotransportador deben estar ocupados para que ocurra el cotransporte.
La entrada de Na+ también ocurre por contratransporte con H+, pues el contratransportador
Na+/H+ permite la reabsorción de Na+ y la secreción de H+ a la luz tubular (este es el último paso en
la reabsorción de HCO3-).
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Movimiento al espacio intercelular: El Na+ que ha entrado a la célula debe ser transportado al
espacio intercelular, a través de la membrana basolateral en contra de un gradiente eléctrico y de
concentración. La energía requerida para este proceso proviene de la hidrólisis del ATP por la
bomba Na+-K+ ATPasa
Mecanismos de reabsorción de cloro: Luego del Na+, el Cl- es el ion que se encuentra en mayor
magnitud en el filtrado. La reabsorción proximal de Cl- se produce tanto por procesos activos como
pasivos, los cuales están indirectamente relacionados con el transporte activo de Na+. La
reabsorción activa de Cl- tiene lugar por la acción de un intercambiador aniónico en la membrana
luminal, mediante el cual el Cl- es intercambiado por formiato (éster del ácido fórmico) celular.
Aunque la concentración de formiato en el filtrado es de solo 0.25-0.5 mEq/l, este anión es capaz
de promover la reabsorción de Cl- debido a que se recicla a través de la membrana luminal. El
formiato filtrado inicialmente se combina con el H+ secretado por el transportador (antiportador)
Na+/H+ para formar ácido fórmico (HF). Este último no tiene carga y es capaz de difundir a través
de la membrana luminal. La célula, sin embargo tiene una concentración de H+ más baja que la luz,
debido a la secreción de H+. Como resultado la reacción HF <—> H+ + Formiato- en el interior
de la célula se desplaza a la derecha. El H+ es entonces secretado de nuevo, mientras el formiato
retorna a la luz a través del intercambiador formiato-Cl- de la membrana del borde en cepillo. El
ácido fórmico entonces se re-forma en la luz tubular y el proceso se repite. La energía para este
intercambio iónico es una vez más garantizada por la bomba Na+-K+ ATPasa; pues al mantener una
concentración intracelular baja de Na+ permite que el intercambiador Na+/H+ continúe
funcionando, lo que es esencial para el reciclado del formiato. Asimismo cuando el intercambidor
Na+/H+ es inhibido, ocurre de forma paralela una inhibición casi total del transporte transcelular
activo de cloro.
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El Cl- reabsorbido retorna a la circulación sistémica a través de la membrana basolateral. En ello
participan los canales selectivos de Cl- y el cotransportador K+-Cl-. La energía para estos procesos
proviene respectivamente del interior de la célula electronegativo y por la alta concentración
intracelular de K+ en relación a la del intersticio.
Formiato y transporte de cloro
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Mecanismos de transporte proximal pasivo: Los mecanismos pasivos son responsables de
alrededor de ⅓ de la reabsorción líquida proximal. A continuación explicamos el mecanismo por el
que esto tiene lugar.
La parte inicial del túbulo contorneado proximal reabsorbe la mayor parte de la glucosa,
aminoácidos y bicarbonato filtrados y en menor cuantía cloro. El efecto neto de esta reabsorción
es que el líquido tubular tiene una osmolalidad similar a la del plasma, pero con una concentración
mayor de cloro y menor de glucosa, bicarbonato y aminoácidos. En contraste, los espacios
intercelulares de los segmentos más distales del túbulo proximal tienen una concentración de
solutos semejante a la del plasma, dado que están en equilibrio con la sangre del capilar
peritubular. Si las uniones ceñidas fueran igualmente permeables a todos los solutos, no hubiera
movimiento neto de líquido, dado que la osmolalidad efectiva de los dos compartimientos sería
semejante. Sin embargo la permeabilidad al Cl- excede a la del resto de los solutos,
particularmente a la del bicarbonato.
En estas condiciones, la reabsorción pasiva de líquido ocurre a través de las uniones ceñidas por
dos mecanismos: el Cl- atraviesa las uniones ceñidas a favor de su gradiente de concentración y el
Na+ y el agua lo siguen a favor de los gradientes eléctrico y osmótico respectivamente. (El
bicarbonato, la glucosa y los aminoácidos no se mueven en dirección opuesta en la misma medida
pues las uniones son mucho menos permeables a estos solutos); también tiene lugar transporte
primario de Cl- en el túbulo proximal más distal y el agua se mueve a través de las uniones ceñidas
a favor del gradiente osmótico; el NaCl la sigue por arrastre de solvente y por difusión pues la
salida de agua incrementa la concentración de solutos en la luz tubular. Este movimiento del agua
ocurre debido a que las uniones ceñidas son preferentemente permeables al Cl-, como resultado
de ello es un osmol relativamente inefectivo. De este modo la osmolalidad efectiva en el espacio
intercelular excede la de la luz (por lo que promueve la reabsorción de agua), aun cuando la
osmolalidad total es la misma en ambos compartimentos.
La reabsorción pasiva de líquido parece solo ocurrir en las nefronas de la corteza externa y media.
En contraste, el transporte activo de Na+ es el responsable de casi toda la reabsorción tubular
proximal de NaCl en las nefronas yuxtamedulares pues no son particularmente permeables al Cl-.
El HCO3- es el soluto más importante que promueve el transporte pasivo, pues presenta la mayor
concentración (24 mmo/l & 5 mmol/l de la glucosa). Un ejemplo clínico del efecto del HCO3- se
observa con la administración de Acetazolamida. Este es un diurético que actúa inhibiendo la
anhidrasa carbónica, con lo que disminuye la reabsorción de HCO3-. Este también produce una
reducción significativa en la reabsorción proximal de NaCl, aun cuando no presenta un efecto
directo sobre el transporte de Cl-. Esta clorouresis refleja la disminución de la reabsorción pasiva,
resultante de la disminución del transporte de HCO3-. Un caso semejante (reducción en la
reabsorción proximal de Cl-) ocurre en los cuadros de acidosis metabólica, cuadro en el que está
disminuida la concentración plasmática de HCO3-. En este caso menos bicarbonato es filtrado
(debido a la baja concentración plasmática) y por lo tanto hay menos disponible para la
reabsorción proximal.
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En resumen, luego de la bomba Na+-K+ATPasa, el antiportador Na+/H+ es el principal determinante
de la reabsorción proximal de Na+ y agua. Este último tiene 3 efectos básicos en el transporte
proximal: promueve directamente la reabsorción de HCO3- sobre todo en el túbulo proximal
inicial; la reabsorción preferencial de HCO3- y agua crea el gradiente para la reabsorción pasiva de
Cl-; promuevela reabsorción activa de Cl- operando en paralelo con el intercambiador Cl-/formiato.
Por lo tanto es de esperar entonces que la actividad del intercambiador Na+/H+ varíe en
correspondencia con la ingesta de sal: incrementándose con la dieta baja en sal (la reabsorción
proximal evita la depleción de volumen) y disminuyendo con una dieta rica en sal.
Reabsorción capilar: El movimiento del líquido reabsorbido del espacio intercelular al capilar
peritubular (que deriva de la arteriola eferente) es determinado por las fuerzas de Starling.
Reabsorción capilar = P x S (presión oncótica – presión hidráulica)
= P x S (s [ πc – π i] – [ Pc – Pi ])
Donde P es la unidad de porosidad de la pared capilar, S es el área de superficie disponible para la
absorción, s es el coeficiente de reflexión de las proteínas a través de la pared capilar (varía desde
0 si es totalmente permeable a 1 si es completamente impermeable), πc y πi son las presiones
oncóticas del capilar peritubular y del intersticio respectivamente, Pc y Pi son las presiones
hidráulicas del capilar y el intersticio respectivamente.
La Pc es mucho más baja que la presión arterial debido a la resistencia de las arteriolas
glomerulares. En contraste la πc es mucho mayor que la de la circulación sistémica debido a la
salida de líquido libre de proteínas en el glomérulo. El efecto neto es un gran gradiente (πc – Pc
=13 mmHg) dentro del capilar peritubular que favorece la entrada de líquido desde el espacio
intercelular. Este gradiente se va disipando a lo largo del capilar, o sea en la medida que avanza
paralelo al túbulo proximal, pues el líquido reabsorbido disminuirá la presión oncótica del capilar
por dilución. En comparación las presiones oncóticas e hidráulicas en el líquido intersticial son de
menor magnitud (menos de 5 mmHg) y contribuyen menos al movimiento neto de líquidos.
Una forma en que la reabsorción neta de líquidos es regulada es por cambios en estas fuerzas
hemodinámicas capilares, las cuales son influenciadas por el tono arteriolar glomerular. Por
ejemplo el grado en que la presión arterial sistémica es trasmitida al capilar peritubular es
dependiente de la resistencia arteriolar glomerular. La constricción arteriolar incrementa la caída
de presiones a nivel del glomérulo, reduciendo la presión hidráulica capilar peritubular; la
dilatación arteriolar por el contrario permite que la presión sea trasmitida al capilar peritubular y
que esta se eleve a un valor semejante a la de la circulación sistémica.
Por otra parte la presión oncótica capilar está determinada por dos factores: la concentración de
proteínas del plasma y la fracción del flujo plasmático renal (FPR) que es filtrada por el glomérulo
(denominada fracción de filtración, TFG/FPR). Si más líquido relativamente es filtrado (incremento
de la fracción de filtración) habrá una elevación en la concentración de proteínas en el líquido que
abandona el glomérulo y entra al capilar peritubular. Los cambios en la fracción de filtración son
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primariamente inducidos por cambios en la resistencia de la arteriola eferente. La constricción de
la arteriola eferente tiende a elevar la TFG (por incremento en la presión hidráulica) y disminuir el
FPR (debido al incremento en la resistencia vascular renal), lo que determina un incremento de la
fracción de filtración y de la presión oncótica del capilar peritubular.
Así, los cambios hemodinámicos del capilar peritubular inducidos por constricción de la arteriola
eferente (aumento de presión oncótica y reducción de presión hidráulica) promueven la entrada
de líquido al capilar y con ello la reabsorción proximal neta. Esto clínicamente es muy importante,
pues tanto la angiotensina II como la norepinefrina liberadas en respuesta a una disminución del
volumen circulatorio efectivo, aumentan la resistencia de la arteriola eferente y en menor medida
la de la arteriola aferente, con lo que incrementan la fracción de filtración. En la insuficiencia
cardíaca congestiva los niveles de angiotensina II y noerpinefrina, la fracción de filtración y la
reabsorción proximal están comúnmente elevados, lo que determina la pobre excreción de sodio y
agua que acompaña esta entidad (retención hidrosalina). Es bien conocido además que la
angiotensina II y la norepinefrina también aumentan la reabsorción proximal de Na+ por
estimulación del intercambiador Na+/H+.
Balance glomerulotubular: La eficiencia con la que el transporte tubular proximal es regulado
puede apreciarse a partir del fenómeno denominado balance glomérulotubular. La excreción
urinaria de Na+ y agua es igual a la diferencia entre la cantidad filtrada por el glomérulo y la
cantidad reabsorbida por los túbulos. Es necesario para mantener el volumen del líquido
extracelular que la reabsorción tubular varíe en correspondencia a los cambios espontáneos
(algunos pueden ser inducidos por la dieta) que puedan ocurrir en la TFG.
Así por ejemplo, un hombre adulto normal filtra aproximadamente 180 l/día (125 ml/min); sin
embargo la diuresis es usualmente de 1-2 litros, de modo tal que el 98% del filtrado es
reabsorbido. Si hubiera una ligera elevación de la TFG a 183 l/día pero no fuera acompañado de un
cambio en la reabsorción tubular, el resultado sería un incremento de 3 litros en la diuresis y una
reducción importante del volumen del líquido extracelular. Afortunadamente esto no ocurre, pues
en un amplio rango de variaciones de la TFG, existe un cambio proporcional en la reabsorción
tubular.
Esta respuesta, en la cual el nivel absoluto de reabsorción tubular está directamente relacionado
con la tasa de filtración, es a lo que se denomina balance glomerulotubular.
Debe hacerse notar que a todos los niveles de TFG, aproximadamente el 60% del filtrado es
reabsorbido en el túbulo proximal. De un modo semejante los segmentos nefronales más distales
reabsorben una fracción constante de la carga que les llega proveniente del túbulo proximal. Así,
otro modo de definir el balance glomérulotubular es: la fracción de reabsorción tubular
permanece aproximadamente constante a pesar de los cambios en la TFG.
Los mecanismos exactos que median el balance glomérulotubular en el túbulo proximal no son del
todo conocidos, pero se considera que hay tanto factores luminales como peritubulares que
contribuyen al balance. Como ya habíamos visto, si la TFG se incrementa mientras permanece
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constante el FPR, la concentración proteica del plasma que abandona el glomérulo (entra al capilar
peritubular) se incrementará debido a la pérdida de líquido sin proteínas. La elevación
consecuente de la presión oncótica del capilar peritubular aumenta la reabsorción proximal.
En el balance glomérulotubular también juegan un papel decisivo la presencia en el filtrado de
elementos que aumentan la reabsorción de Na+ y agua. El bicarbonato, la glucosa y los
aminoácidos aumentan la reabsorción de Na+ tanto por cotransporte (mediante los
transportadores de la membrana luminal) como por la creación subsecuente de gradientes
osmóticos y de cloro para la reabsorción pasiva. Una elevación de la TFG aumentará la carga
filtrada de estos solutos, y su subsecuente reabsorción contribuye al balance glomerulotubular de
Na+ y agua.
El balance glomérulotubular en el túbulo proximal, asa de Henle y el túbulo distal es uno de los
tres mecanismos intrarrenales que actúan evitando que una cantidad de líquido que exceda la
capacidad reabsortiva del túbulo colector llegue a este segmento nefronal. Los otros son la
autorregulación, que mantiene la TFG relativamente constante a pesar de las variaciones en la
presión en la arteria renal, y la retroalimentación tubuloglomerular, la cual disminuye la TFG si se
incrementa la carga que llega a la mácula densa. De esta forma pudiéramos resumir la función del
aparato tubular de la nefrona: el túbulo proximal y el asa de Henle son responsables de la
reabsorción del grueso del filtrado, mientras la nefrona distal (particularmente los túbulos
colectores) hace pequeñas variaciones en la excreción de agua y electrólitos en correspondencia
con los cambios en la ingesta de los mismos. Este proceso funciona más eficientemente si la
llegada del filtrado a la nefrona distal se mantiene a un nivel constante.
Transporte máximo de las sustancias que se reabsorben activamente:
Para la mayoría de las sustancias que se reabsorben activamente existen unos límites que se
refieren a la tasa de solutos que pueden ser transportados, denominándosele transporte máximo.
Este límite se debe a la saturación que experimentan determinados sistemas de transporte,
cuando la cantidad de solutos que están libres en el túbulo (carga tubular) superan la capacidad de
las proteínas transportadoras y de las enzimas específicas, que intervienen en el proceso de
transporte.
El sistema de transporte de la glucosa en el túbulo proximal es un buen ejemplo de esto.
Normalmente, no hay glucosa detectable en la orina, porque prácticamente toda la glucosa
filtrada se reabsorbe en el túbulo proximal. Pero cuando la carga filtrada supera la capacidad de
los túbulos para reabsorber glucosa, hay excreción urinaria de glucosa. En los adultos, el
transporte máximo de la glucosa, es como promedio, 320 mg/min, mientras que la carga filtrada
de glucosa es de solo 125 mg/min (TFG x glucosa en plasma = 125 ml/min x 1mg/ml). Cuando la
cantidad de glucosa aumenta mucho en el filtrado, en el plasma o en ambos medios, de modo que
la carga de glucosa filtrada se eleva a más de 320 mg/min, el exceso de glucosa filtrada no se
reabsorbe, sino que se excreta por la orina.
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La glucosa es filtrada libremente por el glomérulo y es reabsorbida en el túbulo proximal,
mediante el cotransportador Na+-glucosa situado en la membrana luminal (borde en cepillo). No
hay transporte de glucosa en el asa de Henle ni en el túbulo distal, y solo una muy pequeña
fracción puede ser reabsorbida en los túbulos colectores. La energía para la reabsorción de
glucosa proviene del gradiente electroquímico favorable para la reabsorción de Na+, generado por
la salida de Na+ de la célula por acción de la bomba Na+-K+ATPasa de la membrana basolateral. La
absorción de glucosa a lo largo del túbulo proximal es heterogénea; la misma tiene lugar en los
segmentos S1 y S2 por un sistema (cotransportador Na+-glucosa) de alta capacidad y baja afinidad
denominado SGLT2; mientras que ocurre por la acción de un sistema de baja capacidad y alta
afinidad en el segmento S3, denominado SGLT1. Estas características de alta capacidad de
transporte con una pérdida moderada de glucosa en túbulo contorneado proximal, y una menor
capacidad de transporte y una pérdida de glucosa exigua en la parte recta del túbulo proximal
permiten establecer un marcado gradiente de concentración entre la luz tubular y el capilar
peritubular. La estequiometria del cotransportador Na+-glucosa (SGLT2) muestra que el
cotransporte es 1:1, mientras que es 2:1 (2Na+:1 glucosa) en SGLT1. El transporte de glucosa hacia
el exterior de la célula a nivel de la membrana basolateral es mediado por el transportador GLUT2
y en menor medida por el transportador GLUT1.
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En la diapositiva de PP, se muestra la relación que existe entre la carga tubular de glucosa, el
transporte tubular máximo de la glucosa y la cantidad de glucosa que se pierde por la orina.
Obsérvese que cuando la carga tubular está en sus límites normales de 125 mg/min, no hay
pérdida de glucosa por la orina. Sin embargo, cuando la carga tubular asciende por encima de 220
mg/min, empieza a aparecer una pequeña cantidad de glucosa en la orina, punto que ha sido
denominado umbral de la glucosa. Obsérvese que esta aparición de glucosa en la orina (el umbral)
ocurre antes de llegar al transporte máximo. La razón de la diferencia entre el transporte máximo
es que no todas las nefronas tienen el mismo transporte máximo para la glucosa, y algunas
nefronas excretan glucosa antes que otras hayan alcanzado su transporte máximo. En conjunto, el
transporte máximo en los riñones se alcanza cuando todas las nefronas han llegado a su máxima
capacidad de reabsorción de la glucosa.
La glucosa en el plasma de un sujeto sano no llega a ser lo suficientemente alta para que haya
excreción de glucosa por la orina. Sin embargo en la Diabetes Mellitus descompensada, la glucosa
en plasma puede alcanzar altas concentraciones que causen una carga de glucosa filtrada que
sobrepase el transporte máximo y den lugar a la excreción de glucosa en la orina. Debemos
señalar que existe otra entidad mucho más rara denominada glucosuria renal, en la que existe una
incapacidad del túbulo proximal para reabsorber la glucosa filtrada, como consecuencia de un
daño o déficit de los transportadores antes descritos que participan en la reabsorción de la
glucosa, y el individuo presenta glucosuria aun cuando sus concentraciones plasmáticas de glucosa
están dentro de límites absolutamente normales.
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Transporte en el asa de Henle:
Entre el 40-45% del filtrado que no es reabsorbido en el túbulo proximal entra al asa de Henle. El
asa de Henle presenta cuatro segmento diferentes: rama descendente, rama ascendente fina,
rama ascendente gruesa medular y rama ascendente gruesa cortical, esta última acaba en la
mácula densa, adyacente al glomérulo de origen. Estos segmentos realizan dos funciones
fundamentales: reabsorben aproximadamente el 25-35 % del NaCl filtrado (básicamente en la
rama ascendente gruesa), reabsorben NaCl en exceso con respecto al agua, lo que es esencial para
la excreción de una orina con una osmolalidad diferente a la del plasma. Esta última característica
funcional del asa es el resultado de las diferentes propiedades de permeabilidad y transporte de
sus diferentes segmentos.
Transporte de NaCl: El transporte activo de NaCl en la rama ascendente gruesa es dependiente de
la bomba basolateral Na+-K+ATPasa. La actividad de este transportador es mayor en la rama
ascendente gruesa que en otros segmentos nefronales, lo que indica la importancia de la
reabsorción activa de Na+ a este nivel. La bomba Na+-K+ATPasa tiene dos efectos fundamentales en
el manejo del Na+: transporta activamente el Na+ reabsorbido fuera de la célula tubular, mantiene
una baja concentración de Na+ intracelular que le permite al Na+ luminal entrar a la célula a favor
del gradiente de concentración.
Entrada de NaCl a la célula: La entrada de NaCl a la rama ascendente gruesa del asa tanto
medular como cortical (incluida la mácula densa) ocurre primariamente a través del transportador
electroneutro Na+-K+-2Cl- en la membrana luminal. El transporte sólo se da cuando los cuatro sitios
del transportador están ocupados.
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El cotransportador Na+-K+-2Cl- no constituye una unidad única sino que se han clonado y
caracterizado varios tipos del mismo. El cotransportador denominado NKCC2, es el responsable
principal del transporte Na+-K+-2Cl- en la membrana apical de la rama ascendente gruesa. Las
mutaciones en este transportador causan el síndrome de Bartter clásico, que se caracteriza
clínicamente por hipopotasemia, alcalosis metabólica e hipercalciuria; alteraciones similares a las
que se observan cuando le administramos a un paciente un diurético de asa. Estos diuréticos
inhiben el cotransporte Na+-K+-2Cl- en la rama ascendente gruesa por sustitución del lugar
ocupado por el Cl- en el transportador.
El Na+ que entra a la célula a través del cotransportador Na+-K+-2Cl- retorna a la circulación
sistémica por acción de la bomba activa Na+-K+ATPasa en la membrana basolateral; el cloro sale a
través de los canales selectivos de Cl-. Las mutaciones en el gen que codifica para la síntesis de
estos canales de Cl- determina la aparición de manifestaciones clínicas semejantes a la del
síndrome de Bartter clásico.
El transporte de solutos en la rama descendente y ascendente fina es pasivo, a favor del gradiente
osmótico y de concentración.
El transporte a nivel del asa es muy diferente al del túbulo proximal. La glucosa, los aminoácidos y
el fosfato son casi totalmente eliminados del filtrado en el túbulo proximal acoplados al transporte
de Na+. Así, en el asa la reabsorción de Na+ no está acoplada a la de solutos órgánicos y ocurre
acoplada al transporte de Cl- o por intercambio Na+/H+, lo que conlleva reabsorción de HCO3-.
Hay una serie de características de la reabsorción de NaCl en el asa que merecen especial
atención. La afinidad del transportador por el Na+ y el K+ es muy alta, alcanzando su máxima
actividad cuando las concentraciones se encuentran por debajo de 5-10 mEq/l. En comparación, la
llegada de Cl- es el paso limitante, pues el transporte se incrementa en la medida que lo hace la
concentración de Cl- en el líquido tubular. Como ya vimos los diurético de asa (ej: Furosemida)
inhiben la reabsorción de NaCl en el asa por competencia por el sitio del Cl- en el transportador.
Pudiera parecer que el K+ fuera también un limitante, debido a que sus concentraciones son
mucho más bajas que las de Na+ y Cl-. Sin embargo no es así, pues este problema es resuelto con el
reciclado del K+ a través de la membrana luminal a través de canales específicos de K+. De este
modo el K+ reabsorbido es retornado a la luz tubular con lo que sigue estando disponible para el
transportador Na+-K+-2Cl-. La actividad de los canales de K+ es inhibida por ATP, lo cual permite que
su actividad se adecue al nivel de reabsorción de Na+. En la medida que más Na+ entra a la célula,
el transporte de este Na+ fuera de la célula por la actividad de la bomba Na+-K+ATPasa disminuye el
nivel de ATP celular; este hecho incrementa la actividad de los canales específicos de K+ de la
membrana luminal, permitiendo con ello el retorno del K+ reabsorbido a la luz tubular y que
continúe la reabsorción de Na+. Las mutaciones del gen que codifica para la síntesis de estos
canales causan otra variedad del síndrome de Bartter. La retrodifusión de cationes K+ (fenómeno
que acabamos de explicar) más la salida de la célula del Cl- a través de los canales de Cl- de la
membrana basolateral que entran al capilar peritubular, determinan que su produzca un gradiente
eléctrico entre el capilar peritubular y la luz tubular (luz+ y capilar -). Esta diferencia de potencial
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es importante, pues permite el transporte pasivo paracelular de cationes (reabsorción) tales como:
Na+, Ca2+ y Mg2+.
Transporte en el asa de Henle
Papel en el balance ácido-base: Además de participar en la reabsorción de NaCl, la rama
ascendente gruesa medular contribuye a la regulación del balance ácido-base. Aquí se reabsorbe
la mayor parte del HCO3- que llega proveniente del túbulo proximal. Este proceso es mediado por
el intercambiador Na+/H+ de la membrana luminal. La reabsorción de HCO3- en el asa es estimulada
por la academia e inhibida por la alcalemia, lo que promueve los cambios compensadores en la
excreción de HCO3-.
La rama ascendente gruesa medular también reabsorbe NH4+ luminal, el NH4
+ sustituye al K+ en el
transportador Na+-K+-2Cl-. El resultado de esto es un reciclado del amonio dentro de la médula, lo
que permite aumentar la excreción de amonio urinario en presencia de una carga ácida.
Papel en la excreción urinaria de calcio: Aunque al calcio es reabsorbido pasivamente en la rama
ascendente gruesa, a favor del gradiente eléctrico creado por la reabsorción de Na+; el asa de
Henle participa en la regulación de la excreción de calcio atendiendo a los cambios en su ingestión.
Este proceso es mediado por los receptores sensibles al calcio expresados en la membrana
basolateral de las células de la rama ascendente gruesa.
Cuando la ingestión de calcio se incrementa, parte del exceso de calcio es absorbido y entra a la
circulación sistémica, e incrementa ligeramente la concentración plasmática de calcio. La unión del
calcio al receptor sensible al calcio lleva a la generación de un metabolito del ácido araquidónico
que inhibe los canales de K+ de la membrana luminal. La inhibición del reciclaje del K+ a través de la
reducción de los canales de K+ trae consigo una reducción en la reabsorción de NaCl por el
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cotransportador Na+-K+-2Cl-, lo que disminuye la generación del gradiente eléctrico favorable para
la reabsorción pasiva de calcio.
Reabsorción pasiva de Na+ e hipoxia medular: Casi la mitad del oxígeno utilizado por la rama
ascendente gruesa está relacionado con el transporte activo de NaCl. Es importante destacar que
la entrada de 2Cl- con un Na+ por la acción del cotransportador Na+-K+-2Cl- en la membrana luminal
(recuérdese que el K+ entra a la célula y regresa a la luz), reduce los requerimientos de energía del
transporte de Na+ en un 50% pues por cada 2 iones Cl- que son reabsorbidos, un solo ión Na+ es
transportado activamente fuera de la célula por la bomba Na+-K+ATPasa, mientras que otro ión
Na+ es reabsorbido pasivamente entre las células (paracelular) a favor del gradiente eléctrico
generado por la reabsorción de cloro.
Esta eficiencia energética es importante fisiológicamente debido a que la médula renal está
pobremente oxigenada. La médula usualmente recibe menos del 10% del flujo sanguíneo renal.
Además la configuración en arpa de la vasa recta determina un intercambio de oxígeno entre la
sangre rica en oxígeno que abandona la corteza y entra en la médula por la rama capilar
descendente y la sangre de drenaje de la médula interna pobre en oxígeno. Como resultado de
ello la pO2 de la sangre que baña las células de la rama ascendente gruesa de la médula externa es
muy baja (10-20 mmHg). Así, la capacidad del transportador Na+-K+-2Cl- de disminuir los
requerimientos energéticos de la reabsorción de Na+, ayuda a preservar la integridad funcional de
las células tubulares. Una adaptación semejante está presente en la rama ascendente fina (véase
mecanismos de concentración urinaria) donde la reabsorción de Na+ es pasiva, ocurriendo a favor
de un gradiente de concentración entre el líquido tubular y el intersticio medular.
Dependencia de la concentración y del flujo de la reabsorción tubular: El asa de Henle, como el
túbulo proximal, tiende a reabsorber una fracción relativamente constante de la carga que le llega
(balance glomérulotubular). En el túbulo proximal, la reabsorción total está limitada por la
disponibilidad de solutos luminales (tales como: bicarbonato, glucosa y aminoácidos) para
cotransportarse con Na+ y por el balance de las fuerzas hemodinámicas en el capilar peritubular
que puede favorecer u oponerse a la reabsorción.
En la rama ascendente gruesa el factor limitante es la concentración de solutos. La rama
ascendente es esencialmente impermeable al agua. Como resultado de esto, la reabsorción de
NaCl conlleva a una reducción en la concentración luminal de estos iones. En esta situación dos
factores se combinan para restringir el nivel de reabsorción: la caída en la concentración tubular
de Cl- disminuye progresivamente la actividad del cotransportador Na+-K+-2Cl-, disminuyendo la
entrada de NaCl a la célula. La reducción en la concentración luminal de NaCl por debajo del nivel
plasmático favorece la retrodifusión de NaCl a la luz tubular a través de las uniones ceñidas.
Eventualmente el flujo reabsortivo reducido será balanceado por un retroflujo de igual magnitud.
Este estado estable (sin reabsorción neta) ocurre con una concentración mínima de Cl- de 50 a 75
mEq/l en la rama ascendente gruesa cortical.
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La limitante del gradiente de concentración explica la dependencia del flujo de la reabsorción en el
asa. Por ejemplo, en caso de aumento de la TFG, más líquido llega a la rama ascendente; si la
reabsorción de NaCl permanece constante en la parte inicial de la rama ascendente gruesa
medular, habrá una menor reducción en la concentración de Cl- del líquido tubular. De este modo,
el líquido que llega a las porciones más distales de la rama ascendente tendrá una concentración
mayor de Cl-, lo cual promueve la reabsorción celular.
La dependencia del flujo también influye en la distribución de la reabsorción de NaCl entre los
segmentos medulares y corticales de la rama ascendente gruesa. La hormona antidiurética (ADH)
estimula la reabsorción de NaCl en la rama ascendente gruesa medular por incremento de la
actividad del cotransportador Na+-K+-2Cl-, este efecto es mediado por un incremento en la
generación de AMP cíclico. El aumento en la reabsorción reducirá la concentración de Cl- en la luz,
con lo que se limita la reabsorción en la rama ascendente gruesa cortical, la que sólo puede
reabsorber NaCl hasta que la concentración de Cl- en la luz es de 50-75 mEq/l. El efecto neto es
que la reabsorción de NaCl se incrementa en la porción medular de la rama ascendente gruesa
pero no en la rama ascendente gruesa como un todo; esta respuesta permite un aumento en la
eficiencia del mecanismo contracorriente y de concentración urinaria sin afectar el transporte
general de NaCl en el asa.
Existen otros péptidos que también actúan aumentando la generación de AMP cíclico y el
transporte de NaCl en la rama ascendente gruesa. Entre estos tenemos al glucagón en el
segmento medular y la calcitonina, la hormona paratifoidea (PTH) y los agonistas β adrenérgicos
en el segmento cortical. Estos péptidos no parecen desempeñar un rol importante en la regulación
del balance de NaCl; pero la PTH y la calcitonina contribuyen a la regulación local de la reabsorción
de Ca2+ y Mg2+, particularmente en la rama ascendente gruesa cortical.
Transporte en la rama ascendente gruesa cortical: La porción cortical de la rama ascendente
gruesa hace una contribución variable a la reabsorción nefronal de NaCl. Las nefronas
yuxtamedulares tienen asas medulares largas (esenciales para la capacidad de concentración) pero
segmentos corticales cortos. Comparativamente la porción cortical es mayor en las nefronas
corticales superficiales, que se encuentran relativamente lejos de la unión corticomedular.
El cotransportador Na+-K+-2Cl- es responsable de la reabsorción de la mayor parte del NaCl en la
corteza. La porción cortical de la rama ascendente gruesa tiene una participación primordial en la
reabsorción de Ca2+ y Mg2+. En este segmento es donde se reabsorbe más del 50% del Mg2+
filtrado, nivel que varía en correspondencia con el balance de Mg2+ del organismo. Así, la orina
puede llegar a estar casi libre de Mg2+ en estados de depleción de Mg2+ debido primariamente a un
incremento en la reabsorción en la rama ascendente gruesa y el túbulo distal. Parte de este
transporte de Mg2+ es pasivo, teniendo lugar entre las células (paracelular) por el gradiente
eléctrico generado por el cotransportador Na+-K+-2Cl-, este es regulado en parte por el receptor
calcio sensible (como se describió antes para el calcio). No obstante el aparato tubular (túbulo
distal) puede provocar cambios en el balance del Mg2+ mediado por un proceso transcelular activo.
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Transporte de la nefrona distal:
La nefrona distal comienza en la mácula densa, al final de la rama ascendente gruesa y consta de
cuatro segmentos: túbulo distal, segmento conector, túbulo colector cortical y túbulo colector
medular. Estos segmentos tienen diferentes funciones y pueden ser divididos tanto por sus
características histológicas como por sus respuestas a diferentes estímulos hormonales.
Funciones: La nefrona distal, particularmente los túbulos colectores es el lugar en que se producen
los cambios cualitativos finales en la excreción urinaria. Así, la máxima concentración de la orina,
secreción de potasio (responsable de la mayor parte de la excreción urinaria de potasio),
acidificación urinaria máxima y conservación de sodio tienen lugar a este nivel. Por ejemplo, la
concentración de Na+ es de alrededor de 75 mEq/l en el líquido que abandona el asa de Henle
pero puede ser reducida a menos de 1mEq/l en la orina final, en estados de depleción de volumen.
Este acusado gradiente de concentración entre el líquido tubular y el plasma puede ser
mantenido, gracias a que la nefrona distal es relativamente impermeable al movimiento pasivo
transcelular y paracelular tanto del agua (en ausencia de ADH) como del Na+. Como consecuencia
de ello el gradiente generado por el transporte activo de Na+ se disipa muy poco por retrodifusión
pasiva desde el plasma al líquido tubular. Esta impermeabilidad al agua y al Na+ está relacionada
con el grosor de las uniones ceñidas, las cuales están compuestas por 8 hebras en la nefrona distal.
En comparación el túbulo proximal que cuenta con un epitelio altamente permeable, sus uniones
ceñidas están compuestas por una sola hebra proteica; debido a esto la concentración de Na+ en el
líquido tubular proximal normalmente no disminuye por debajo de la del plasma, pues ocurre
retrodifusión de Na+ a través de las uniones ceñidas, a favor de su gradiente de concentración.
Aunque los túbulos colectores pueden generar y mantener grandes gradientes de concentración,
su capacidad reabsortiva total es limitada. En términos de transporte activo de Na+, esto se
expresa por un nivel de actividad de la bomba Na+-K+ATPasa más bajo que el que presentan otros
segmentos nefronales (con excepción de las ramas descendentes y ascendentes finas del asa de
Henle, donde el transporte es esencialmente pasivo). Como resultado de todo esto los túbulos
colectores funcionan más eficientemente cuando el grueso del filtrado es reabsorbido en el túbulo
proximal y el asa de Henle, y la parte que llega a los túbulos colectores se mantiene constante.
Como ya hemos explicado con anterioridad, existen tres mecanismos intrarrenales que minimizan
los cambios del líquido que llega a la nefrona distal, en los sujetos normales.
Autorregulación, la cual mantiene la TFG en presencia de variaciones en la presión de la
arteria renal
Balance glomérulotubular, en virtud del cual la reabsorción proximal y del asa se
incrementan si ocurre una elevación de la TFG.
Retroalimentación túbuloglomerular, la cual disminuye la TFG si la carga que llega a la
mácula densa se incrementa.
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Estos mecanismos son muy importantes, pues un incremento inapropiado en la llegada distal
pudiera sobrepasar la capacidad reabsortiva de la nefrona distal, apareciendo pérdidas
potencialmente importantes de NaCl y agua.
A continuación revisaremos las funciones más importantes de los diferentes tipos celulares de la
nefrona distal; estas funciones se relacionan estrechamente con las respuestas a las influencias
hormonales. Así por ejemplo, la reabsorción de Na+ y la secreción de K+ tienen lugar en aquellas
células que reabsorben sodio y responden a la aldosterona; la reabsorción de agua ocurre
primariamente en presencia de ADH en aquellas células que responden a ella; la reabsorción de
calcio se produce sólo en aquellas células que responden a la hormona paratiroidea y al calcitriol.
Además las células intercaladas del túbulo colector cortical y las células tubulares de la médula
externa primariamente secretan H+, lo que se encuentra influido por los cambios en el pH
extracelular y en menor medida por la aldosterona.
Túbulo distal:
Sodio y agua: El túbulo distal reabsorbe normalmente alrededor del 5% del NaCl filtrado. La
entrada de Na+ a la célula es primariamente mediada por el cotransportador electroneutro Na+-Cl-.
En menor medida participan los transportadores Na+/H- y Cl-/HCO3-.
En el cotransportador Na+-Cl-, la unión del Na+ a su sitio incrementa la afinidad de este por el Cl-,
una vez ocupados ambos sitios el transportador sufre un cambio conformacional que permite
tanto el paso del Na+ como el Cl- a través de la membrana luminal. La energía para este proceso
proviene tal como en otros segmentos nefronales de la bomba basolateral Na+-K+ATPasa. Esta
bomba mantiene una baja concentración de Na+ intracelular, que promueve la entrada pasiva de
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NaCl a la célula. Esto también genera un interior de la célula electronegativo que es importante
para el transporte electrogénico (ej: la reabsorción de Na+ a través de los canales de Na+ del túbulo
colector cortical), pero no para el transporte electroneutro Na+-Cl-.
Por otra parte el agua intracelular y el CO2 se combinan generando ácido carbónico el cual se
disocia en iones H+ y HCO3-, los cuales son secretados a la luz tubular en intercambio por Na+ y Cl-
respectivamente. El H+ y el HCO3- secretados se combinan en la luz tubular para formar
nuevamente ácido carbónico, el cual dado que no tiene carga y por lo tanto es liposolule, puede
entrar a la célula (reciclaje) donde se disocia nuevamente en H+ y HCO3-, y se repite el ciclo,
promoviendo así la reabsorción de NaCl.
Como hemos visto los mecanismos de entrada de NaCl al túbulo distal son diferentes de los del asa
de Henle, donde también es requerido K+ para la actividad del cotransportador Na+-K+-2Cl- de la
membrana luminal. Estas diferencias tienen implicaciones clínicas, pues como antes vimos el
cotransportador Na+-K+-2Cl- es inhibido por diuréticos de asa como la Furosemida, mientras que el
cotransportador Na+-Cl- del túbulo distal no es sensible a este tipo de diuréticos y si lo es sin
embargo a los diuréticos tiazídicos (ej:Clortalidona). Estos diuréticos entonces actúan inhibiendo la
reabsorción de NaCl en este segmento. Las mutaciones en el gen que codifica para la síntesis del
cotransportador Na+-Cl- produce el síndrome de Gitelman; que se caracteriza por hipopotasemia,
alcalosis metabólica e hipocalciuria; hallazgos similares a los inducidos por el uso crónico de
diuréticos tiazídicos.
Tal como en el asa de Henle, la reabsorción de Na+ en el túbulo distal varía directamente con la
llegada de Na+ a este nivel, y por lo tanto participa en el balance glomérulotubular. Así, un
aumento en la llegada de Na+, resulta en un incremento proporcional en la reabsorción de Na+.
Este efecto es independiente de hormonas como la aldosterona, y está relacionado tal como en el
asa de Henle con las concentraciones de Na+ en el líquido tubular. Si más Na+ llega al túbulo distal,
la elevación asociada en la concentración de Na+ luminal favorece la entrada a la célula tubular.
Esto es limitado por el gradiente de concentración de Na+ que el túbulo distal puede mantener
entre el líquido tubular y el plasma. El líquido que entra al túbulo distal normalmente tiene una
concentración de Na+ de aproximadamente 75 mEq/l; cuando este valor desciende a
aproximadamente 40 mEq/l debido a la reabsorción tubular de Na+ (libre de agua pues el túbulo es
impermeable); cesa el transporte neto de Na+ debido tanto a la disminución de la unión del Na+ y
el Cl- a su sitios en el transportador como a la retrodifusión de Na+ a favor de su gradiente de
concentración a través de las uniones ceñidas.
Un ejemplo clínico común de la dependencia de la reabsorción del flujo, tiene lugar cuando la
llegada de Na+ a la nefrona distal se ve incrementada como consecuencia del uso de diuréticos de
asa. En este caso la reabsorción tubular distal se incrementa sustancialmente, cambio que se
acompaña de hipertrofia tubular distal y un incremento en el número de cotransportadores Na+-Cl-
; así como un incremento en la actividad de la bomba Na+-K+ATPasa que regresa el sodio extra
reabsorbido a la circulación sistémica. Esta adaptación distal suele limitar la respuesta natriurética
a los diuréticos de asa en pacientes edematosos. Este problema puede ser solventado adicionando
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un diurético tiazídico para bloquear el transporte de Na+ en ambos segmentos. Por el contrario, si
la reabsorción de Na+ distal está crónicamente disminuida por la administración de un diurético
tiazídico que inhibe el cotransportador Na+-Cl-, entonces tanto la capacidad reabsortiva como la
actividad de la bomba Na+-K+ATPasa estarán disminuidas.
En contraste con su papel en el manejo del NaCl, el túbulo distal reabsorbe una mínima cantidad
de agua. La permeabilidad al agua de este segmento es baja en estado basal y no se incrementa
por la administración de ADH. Como resultado de esto, el túbulo distal contribuye a la dilución
urinaria, pues la reabsorción de NaCl sin agua disminuye la osmolalidad del líquido tubular.
Calcio: La rama ascendente gruesa cortical, el túbulo distal y el segmento conector, son los lugares
en que la excreción urinaria de Ca2+ es regulada activamente. Este proceso está regulado
primariamente por la PTH y el calcitriol (los que inducen las proteínas de unión al calcio y los
canales de calcio epiteliales); ambos promueven la reabsorción de Ca2+.
Cuando la ingesta de calcio se incrementa, parte del exceso de calcio es absorbido, entrando a la
circulación sistémica y elevando ligeramente las concentraciones séricas de calcio. Esto provoca
una supresión en la liberación de PTH con una reducción subsecuente en la reabsorción de calcio
tubular distal y un aumento de la calciuria. Esto es incrementado por los efectos de la
hipercalcemia en el receptor calcio sensible de la membrana basolateral de la rama ascendente
del asa de Henle.
Una característica de la función tubular distal es que la reabsorción de Ca2+ puede separarse de la
de Na+. La PTH aumenta la reabsorción de Ca2+ en este segmento sin cambios en la reabsorción de
Na+; un efecto que es mediado por la activación de la adenilato ciclasa que facilita la entrada de
calcio luminal a la célula.
Esta capacidad de disociar el manejo tubular distal del Ca2+ y el Na+ es importante clínicamente en
el tratamiento de las litiasis urinarias cálcicas secundarias a hipercalciuria. Los diuréticos tiazídicos
son muy útiles en esta situación pues impiden la reabsorción de NaCl pero incrementan la de ca2+,
llevando a una disminución de la calciuria y a una disminución de la tasa de formación de nuevas
litiasis.
Hidrógeno y potasio: Aunque los túbulos colectores son cuantitativamente mucho más
importantes que el túbulo distal en la secreción de H+; estos también pueden contribuir a esta y a
la reabsorción de HCO3-, esta última estimulada por la vasopresina. Una escasa secreción de K+
también puede tener lugar en este segmento.
Segmento conector: El segmento conector se encuentra entre el túbulo distal y la porción inicial
del túbulo colector cortical y comparte características con ambos segmentos. Como el túbulo
distal: es impermeable al agua aun en presencia de ADH; participa en la reabsorción activa de Ca2+
y responde a la PTH y al calcitriol; además de reabsorber Na+ por intermedio del cotransportador
Na+-Cl- en la membrana luminal. Como el túbulo colector cortical reabsorbe Na+ (a través de los
canales de Na+) y secreta K+ en respuesta a la aldosterona.
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Túbulos colectores:
Túbulo colector cortical: El túbulo colector presenta dos tipos de células con funciones muy
diferentes: células principales (alrededor del 65%) y células intercaladas. Las células principales
tienen canales de Na+ y de K+ en la membrana luminal y como todas las células que reabsorben
Na+ tienen bombas Na+-K+ATPasa en la membrana basolateral. Las células intercaladas, en
comparación no transportan NaCl, pues un muy pobre nivel de actividad de la bomba Na+-
K+ATPasa se detecta en la membrana basolateral y tienen muy pocos canales de Na+ en la
membrana luminal. Por el contrario juegan un papel muy importante en el manejo del H+ y el
HCO3-, así como en la reabsorción de K+ en los estados de depleción de este ión.
Células principales:
Sodio y potasio: Las células principales contribuyen a la reabsorción neta de Na+ y son el sitio
primario donde tiene lugar la secreción de K+. La entrada de Na+ luminal a estas células ocurre a
favor de su gradiente de concentración a través de los canales de Na+ específicos, en la membrana
luminal.
A diferencia de los mecanismos de entrada a la célula en la rama ascendente gruesa del asa de
Henle (cotransportador Na+-K+-2Cl-) y en el túbulo distal (cotransportador Na+-Cl-) ambos
electroneutros; la entrada en el túbulo colector a través de los canales de Na+ es electrogénica, o
sea es capaz de generar una diferencia de potencial (luz tubular negativa). Es importante destacar
que la presencia de canales de Na+ en lugar de cotransportadores en el túbulo colector es decisiva
para permitir la función de este segmento tubular. A este nivel la concentración de Na+ urinario
puede disminuir a menos de 5 mEq/l en estados de depleción de volumen. Esta concentración de
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Na+ es menor que la del interior de la célula tubular, en esta situación, un cotransportador
electroneutro que depende del gradiente de concentración favorable para la entrada de Na+ no
funcionaría. Por el contrario funcionan los canales de Na+ electrogénicos que utilizan la
electronegatividad celular (gradiente eléctrico) generada por la bomba Na+-K+ATPasa de la
membrana luminal, en conjunción con la salida al exterior de la célula del K+ ingresado por la
bomba.
La electronegatividad luminal generada por la reabsorción de Na+, favorece la reabsorción pasiva
de Cl- por vía paracelular (la forma más importante de transporte de Cl- a este nivel) y la secreción
de potasio desde la célula hacia la luz tubular, a través de los canales de K+ sensibles a la
aldosterona en la membrana luminal.
La reabsorción de Na+ en este segmento también incrementa la secreción de K+ por un segundo
mecanismo: la salida del Na+ reabsorbido hacia el exterior de la célula por acción de la bomba Na+-
K+ATPasa, incrementa la entrada de K+ a través de la membrana basolateral. El incremento
subsecuente de la concentración de K+ intracelular permite que se mantenga la secreción de K+ en
este segmento, que como sabemos es el determinante primario de la excreción urinaria de K+.
La aldosterona tiene un papel protagónico en estos procesos de transporte, en primera instancia
por incremento en el número de canales de Na+ abiertos en la membrana apical. Así, por ejemplo,
el cambio de una dieta rica en Na+ a una pobre, (se asocia a un incremento en la liberación de
aldosterona y en la reabsorción de Na+ en el túbulo colector cortical) puede incrementar el
número de canales de Na+ abiertos por célula de menos de 100 a aproximadamente 3000.
La aldosterona también produce ulteriormente incremento en la actividad de la Na+-K+ATPasa y en
el número de canales luminales de K+ abiertos.
Se han descrito dos mutaciones diferentes en los genes que codifican para la síntesis de los
canales luminales de Na+. La primera es una mutación que activa el transportador y da lugar al
síndrome de Liddle, que se caracteriza por reabsorción excesiva de Na+ y secreción de potasio
(semejante al hiperaldosteronismo). La segunda es una mutación inactivante (trasmisión
autosómica recesiva) que da lugar al pseudohipoaldosteronismo, que como su nombre indica
produce signos que suelen acompañar los estados de déficit de aldosterona, entre los que
destacan la hiperpotasemia y la tendencia a la hipovolemia debido a las pérdidas de Na+.
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Transporte en el túbulo colector
Los túbulos colectores corticales y medulares usualmente reabsorben del 5 al 7% del Na+ filtrado, y
las variaciones en la reabsorción de Na+ en este segmento son las determinantes más importantes
de las fluctuaciones en la excreción urinaria diaria de Na+, inducidas por la dieta. Cuando se
produce una reducción en la ingestión de Na+ esto trae consigo una activación del sistema renina-
angiotensina-aldosterona; ello resulta en un incremento en la reabsorción de Na+ tanto del túbulo
colector cortical como en una menor medida en el túbulo colector medular profundo, con lo que
disminuye apropiadamente la excreción urinaria de Na+. La secuencia opuesta tiene lugar con la
administración de una carga de Na+, que trae consigo una disminución en la secreción de
aldosterona. En este caso el aumento en la liberación de péptido atrial natriurético también
contribuye a la natriuresis (disminución del número de canales de Na+ abiertos, en el túbulo
colector medular profundo y cortical).
Además de estos efectos determinados por las hormonas que regulan el balance del Na+; la
reabsorción de Na+ en el túbulo colector cortical también está influenciada aunque en menor
medida, por los cambios en la llegada de Na+ a este segmento, por la producción local de
prostaglandina E2 y por la hormona antidiurética. La disminución en la llegada de Na+ a este
segmento, tal como ocurre en los estados de depleción de volumen, trae consigo un incremento
en el número de canales de Na+ abiertos en la membrana luminal. Esta respuesta parece ser
mediada por una caída inicial en la concentración de Na+ intracelular (por disminución de la
concentración luminal) y una subsecuente disminución de los niveles celulares de proteína kinasa
C. Esta enzima normalmente disminuye la reabsorción de Na+, de modo tal que una disminución
en su actividad se asocia con un incremento en el número de canales de Na+ abiertos, lo que
constituye una respuesta apropiada para evitar la depleción de volumen y las pérdidas de Na+. La
prostaglandina E2 mediante la activación del receptor EP1, inhibe el transporte de Na+ en el túbulo
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colector. La ADH por su parte, puede incrementar la reabsorción de Na+, por la inserción de
nuevos canales de Na+ en la membrana luminal. Debemos tener muy presente que estos tres
mecanismos antes explicados tienen un papel fisiológico incierto.
Agua: La permeabilidad al agua de la membrana apical de las células principales es baja en estado
basal (en contraste con el túbulo proximal altamente permeable, el cual presenta canales de agua
tanto en la membrana apical como basolateral). Sin embargo la permeabilidad al agua del túbulo
colector se puede incrementar sustancialmente por la ADH, la que determina la inserción de
vesículas citosólicas que contienen canales de agua preformados en la membrana apical. Estos
canales de agua denominados aquaporina-2, son diferentes de los presentes a nivel del túbulo
proximal, llamados aquaporina-1.
El incremento de la permeabilidad luminal al agua inducida por la inserción de estos canales de
agua, permite que el líquido diluido que entra a los túbulos colectores (alrededor de 100
mOsmol/Kg) se equilibre osmóticamente con el intersticio cortical isosmótico. Esta reabsorción
cortical de agua mediada por ADH tiene una gran importancia en la concentración urinaria, pues
disminuye marcadamente el volumen líquido que se pone en contacto con la médula renal
hiperosmótica. (Se verá con detalle en el acápite dedicado a los mecanismos de concentración
urinaria)
El incremento en la reabsorción de agua inducido por la ADH pudiera esperarse que disminuyera la
secreción de K+, pues esta última varía directamente con el flujo urinario. Esto realmente no
ocurre y es debido a que el efecto inhibitorio de la disminución del flujo, es contrabalanceado por
la estimulación directa de la secreción de K+ por la ADH; esta estimulación parece mediada por la
inserción de nuevos canales de K+ en la membrana apical y/o por estimulación de la reabsorción
local de Na+, lo cual aumenta el gradiente eléctrico favorable a la secreción de K+.
Células intercaladas: Las células intercaladas de acuerdo a la distribución de sus transportadores
en la membrana apical y basolateral, pueden ser subdivididas en 2 tipos: tipo A y tipo B, lo que
tiene una gran importancia funcional, que analizaremos en el contexto del estudio de los
diferentes transportes.
Hidrógeno y bicarbonato: Las células intercaladas están primariamente involucradas en la
regulación del balance ácido-base independiente del Na+. El agua intracelular y el dióxido de
carbono en presencia de anhidrasa carbónica forman ácido carbónico que se disocia en H+ y HCO3-.
El H+ es secretado a la luz tubular por acción de las bombas H+ATPasa o H+-K+ATPasa, mientras que
el HCO3- es retornado a la circulación sistémica a través de la membrana basolateral por acción del
intercambiador Cl--HCO3- . El intercambiador Cl--HCO3
- es estructuralmente similar (pero no
idéntico) al intercambiador de banda 3 presente en los hematíes. El intercambiador Cl--HCO3- , es
el producto del gen AE1. Las mutaciones en este gen pueden impedir la acidificación urinaria y
producir un cuadro de acidosis tubular renal distal.
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El efecto neto de este proceso es la pérdida de iones H+ en la orina y una elevación en la
concentración plasmática de HCO3-. Este proceso es estimulado por la acidemia, pues el aumento
de la acidificación urinaria, resulta en un incremento en el pH extracelular.
La aldosterona contribuye a este proceso por incremento en la actividad de la bomba H+ATPasa.
Este mecanismo en los sujetos normales, parece ser más bien permisivo, pues existen muy pocas
evidencias que vinculen la liberación de aldosterona con el balance ácido-base. Sin embargo, es
bien conocido que los cambios en la secreción de aldosterona afectan el balance ácido-base. Los
cuadros de hiperaldosteronismo se caracterizan por incremento en la excreción urinaria de H+ y
alcalosis metabólica; mientras los cuadros de hipoaldosteronismo se caracterizan por retención de
iones H+ y acidosis metabólica.
Las necesidades homeostáticas son contrarias en presencia de una carga alcalina. En este caso se
requiere la pérdida de bicarbonato en la orina. Aunque esto puede conseguirse con una
reabsorción menor del HCO3- filtrado en las porciones más proximales de la nefrona, el túbulo
colector cortical contribuye a este proceso mediante la secreción de HCO3- hacia la luz tubular; ello
es conseguido por la otra población de células intercaladas o sea por las tipo B, que tienen los
transportadores en posición opuesta entre las membranas apicales y basolaterales con respecto a
las tipo A (secretoras de H+).
Células intercaladas tipo A secretoras de
ácido
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Secreción de bicarbonato por las células
intercaladas tipo B
En las células intercaladas tipo B, los iones H+ y HCO3- son formados al igual que en las células tipo
A en el interior de la célula; sin embargo los iones H+ son secretados hacia el capilar peritubular
por acción de la bomba H+ATPasa, localizada en este caso en la membrana basolateral en lugar de
la membrana apical. Los iones HCO3- por su parte, son secretados a la luz tubular por un
intercambiador aniónico Cl--HCO3- en la membrana luminal (semejante pero no igual al
intercambiador Cl--HCO3- presente en la membrana basolateral de las células intercaladas tipo A,
secretoras de H+).
Potasio: Aunque el túbulo colector cortical normalmente secreta K+, puede tener lugar en este
segmento reabsorción neta de K+, en presencia de depleción de K+. En esta secreción participan las
células intercaladas tipo A y B; siendo mediada por un incremento en la actividad de la bomba H+-
K+ATPasa de la membrana apical que reabsorbe K+ y secreta H+. La actividad de este transportador
es estimulada por la hipopotasemia al parecer mediado por la disminución del K+ intracelular.
Además de participar en el mantenimiento del balance del K+, este transportador contribuye al
incremento en la secreción ácida en la acidosis metabólica.
La reabsorción de K+ en las células intercaladas tipo B, está relacionada con la reabsorción de Cl-
por el intercambiador luminal Cl--HCO3-. La actividad concurrente de este intercambiador y la
bomba H+-K+ATPasa resultan en una reabsorción activa de KCl.
Agua: Las células intercaladas son básicamente impermeables al agua en estado basal y tienen
una pobrísima respuesta a la ADH.
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Túbulo colector medular: La división entre los túbulos colectores medulares externos
(superficiales) y los internos (profundos) es arbitraria y se toma como punto de división el nivel en
que las ramas ascendentes gruesas del asa de Henle comienzan (por encima superficiales, por
debajo internos o profundos). No obstante esta diferenciación es fisiológicamente útil, pues las
células en estos segmentos tienen diferencias importantes en cuanto a función y respuesta a
hormonas.
Médula externa:
Hidrógeno: La transición entre el túbulo colector cortical y el túbulo colector medular externo no
es abrupto; como resultado de ello, las células de la porción inicial del túbulo colector medular
contribuyen a la reabsorción de Na+ y a la secreción de K+ de forma similar a las células principales
corticales. Sin embargo la mayor parte de las células del túbulo colector medular externo son muy
similares a las células intercaladas corticales y presentan bombas H+ATPasa e H+-K+ATPasa en la
membrana apical y participan en la secreción activa de H+. La actividad de estas bombas es mucho
mayor que en la corteza, siendo estimuladas por la acidemia y la aldosterona. El resultado de ello
es que este segmento desempeña un rol muy importante en la acidificación urinaria
(disminuyendo el pH urinario a su mínimo nivel) y en la excreción de amonio, que constituye el
mecanismo más importante por el que el riñón excreta la carga ácida diaria.
Potasio: Las células de la médula externa son capaces de reabsorber K+, a través de la bomba H+-
K+ATPasa de la membrana apical, de forma similar a las células intercaladas corticales. Esta
respuesta contribuye a la conservación de K+ en estados de depleción del catión y también es
esencial para la recirculación del K+ dentro de la médula renal.
Agua: Una función muy importante del túbulo colector medular externo es su participación en la
concentración urinaria. Este segmento es impermeable al agua en estado basal. En presencia de
ADH, sin embargo, su permeabilidad al agua se incrementa marcadamente debido a la inserción
de canales de agua (Aquaporina-2) en la membrana luminal, permitiendo que el líquido tubular se
equilibre con el intersticio medular hiperosmótico.
Médula interna: La médula interna está compuesta de varios tipos celulares: el tercio inicial
presenta células con funciones semejantes a la de las células intercaladas y principales de la
corteza y la médula externa, mientras que los dos tercios internos están compuestos de un tipo
celular diferente que contribuye a la reabsorción de Na+ y la producción de una orina concentrada,
pero tiene una participación mucho menor en la acidificación urinaria.
Sodio: La entrada de Na+ a las células de la médula interna primariamente ocurre a través de los
canales de Na+ (sensibles al Amiloride). La electronegatividad de la luz tubular resultante de la
reabsorción de Na+ promueve la reabsorción pasiva de Cl- por vía paracelular. (Ruta similar a la de
los túbulos colectores corticales)
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La aldosterona estimula la reabsorción de Na+ a este nivel. Así, en los cuadros de depleción de
volumen (liberación de aldosterona incrementada), la concentración de Na+ urinaria puede ser
reducida a 5 mEq/l o menos. Como mencionamos al inicio de este acápite, la entrada pasiva de
Na+ a la célula no puede ser determinada a este nivel por el gradiente de concentración, pues la
luz tubular en estas condiciones tiene una concentración de Na+ menor que la célula. De este
modo, el interior de la célula electronegativo es el que crea el gradiente eléctrico que permite la
entrada de Na+ al interior de la célula.
De forma contraria, la reabsorción de Na+ en la médula interna disminuye con la expansión de
volumen, una respuesta que es mediada tanto por la reducción de la secreción de aldosterona
como por un incremento en la liberación de péptido atrial natriurético. Este último activa la
guanilato ciclasa con lo que aumenta la producción de guanosina monofosfato cíclica (GMP); este
compuesto determina una disminución en la reabsorción de Na+ por disminución del número de
canales de Na+ abiertos en la membrana apical.
Agua: El túbulo colector medular interno tiene una participación muy importante en la
reabsorción de agua y la excreción de una orina concentrada. Tal como en otros segmentos del
túbulo colector, la permeabilidad al agua del segmento medular interno se incrementa por la ADH,
permitiendo con ello el equilibrio osmótico con el intersticio medular hiperosmótico.
Existe sin embargo una diferencia importante en la respuesta a la ADH de este segmento con
respecto al resto del túbulo colector que es impermeable a la urea tanto en estado basal como en
presencia de ADH. La médula interna, por el contrario, tiene una permeabilidad basal a la urea
relativamente alta que está determinada por la presencia de transportadores específicos de urea
en las membranas basolateral y apical. No obstante, la permeabilidad a la urea se incrementa en
aproximadamente cuatro veces por la ADH, debido al incremento en el número de
transportadores luminales. Estas características permiten que la urea se acumule en el intersticio
medular, siendo esta responsable de alrededor de la mitad de la osmolalidad intersticial a este
nivel; y por lo tanto limita la pérdida de agua y contribuye a la excreción de una orina muy
concentrada.
Potasio: El túbulo colector medular interno contribuye al mantenimiento del balance del K+. Este
segmento usualmente reabsorbe K+, un efecto que es más pronunciado con la depleción de K+. No
obstante puede secretar K+ luego de una carga de este catión; esta secreción tiene lugar a través
de los canales selectivos de K+ de la membrana apical. Además estos canales limitan la
conservación máxima de K+. Los individuos en estado de depleción de K+ sólo pueden disminuir la
concentración de K+ en la orina a un máximo de 5-15 mEq/l; pues con un nivel de K+ luminal menor
se produce difusión pasiva desde la célula tubular a la luz por estos canales de K+.
Hidrógeno: Las células de la médula interna secretan iones hidrógeno, respuesta que es
estimulada como en las otras células secretoras de ácido del túbulo colector por la acidemia y la
aldosterona. Debe señalarse que pese a estas características, la participación de este segmento en
la acidificación urinaria es escasa.
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76
Regulación del volumen celular: Además de sus funciones de transporte, las células del túbulo
colector medular interno (así como las de la rama ascendente gruesa) tienen que mantener su
volumen celular, aun cuando enfrentan constantemente cambios en la presión osmótica del
intersticio. Por ejemplo, tras una restricción hídrica secuencialmente se incrementa el nivel de
ADH y la osmolalidad intersticial, lo que causaría un encogimiento de la célula por salida osmótica
de agua a través de la membrana basolateral permeable al agua (contiene canales de agua,
aquaporina-3 y aquaporina-4). En caso de una sobrecarga hídrica, se producen los cambios
opuestos, que llevarían a un aumento del volumen celular.
A pesar de estos cambios en el microambiente celular, las células tubulares son capaces de
mantener su volumen por modificación de las concentraciones iónicas tanto de sodio como de
potasio, así como de los solutos orgánicos (denominados osmolitos), todo esto sin interferir en las
funciones de las proteínas.
Pelvis renal, uréteres y vejiga: Sólo modificaciones mínimas ocurren en la composición de la orina
una vez esta abandona los túbulos. La pelvis renal es discretamente permeable a la urea y al agua.
Cambios similares pueden ocurrir en los uréteres y en la vejiga, particularmente en estados de
bajo flujo urinario y tiempo de contacto prolongado.
Sistema renina-angiotensina-aldosterona:
Liberación de renina: La arteriola aferente de cada glomérulo contiene células especializadas denominadas células yuxtaglomerulares. Estas células sintetizan el precursor prorrenina, el cual es escindido en la enzima proteolítica activa renina. La renina es luego almacenada y liberada por los gránulos secretorios. Existen células más proximales pertenecientes a las arterias interlobulillares que pueden ser reclutadas para la liberación de renina cuando el estímulo es prolongado.
La prorrenina es también secretada a la circulación sistémica, aunque su papel fisiológico no está bien definido.
La hipoperfusión renal producida por hipotensión o por depleción de volumen y la actividad simpática incrementada son los estímulos fisiológicos más importantes para la secreción de renina. Existe un gradiente de respuesta de acuerdo a la localización de los glomérulos; así la liberación de renina es más importante en los glomérulos de la corteza externa (superficiales), con una menor respuesta de los glomérulos de la corteza media y una muy pobre respuesta por los glomérulos yuxtamedulares. Este patrón secretorio parece reflejar los cambios en la presión de perfusión glomerular, de modo que los glomérulos yuxtamedulares que están más cerca de las arterias interlobulillares tienen mayor presión de perfusión mientras los superficiales que están más alejados son prefundidos a más baja presión.
Enzima convertidora de la angiotensina: La renina inicia una secuencia de pasos que comienzan con la escisión del decapéptido angiotensina I del sustrato de renina (angiotensinógeno), el cual es
una globulina α-2 producida en el hígado (y en menor cuantía por otros órganos incluido el riñón). La angiotensina I es convertida luego en el octapéptido angiotensina II. Esta reacción es mediada
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por la enzima denominada enzima convertidora de la angiotensina (ECA), la cual se localiza en los pulmones, las células endoteliales vasculares, el glomérulo y en menor cuantía en otros órganos.
Sistemas renina-angiotensina locales: La concentración de ECA es muy alta en el pulmón y se ha considerado que la mayor formación de angiotensina II ocurre en la circulación pulmonar. Sin embargo hoy se conoce bien la existencia de sistemas renina-angiotensina extrarrenales y que la angiotensina II puede ser sintetizada en múltiples sitios incluyendo riñón, endotelio vascular, glándulas suprarrenales y cerebro.
Se considera que la producción local de angiotensina II es importante para los procesos de regulación local de flujo. La activación de los sistemas locales de renina parece estar mediada por factores locales tales como: prostaglandinas, óxido nítrico y endotelina.
El túbulo proximal contiene ECA y receptores de angiotensina II, lo que sugiere que la formación de angiotensina II local tiene lugar a este nivel y estimula la reabsorción de sodio. Así se ha demostrado que la concentración de angiotensina II en el capilar peritubular y en el túbulo proximal es muy superior a la de la circulación sistémica.
La generación local de angiotensina II también ocurre en el endotelio vascular, donde juega un papel importante en la regulación del tono vascular e inclusive en el desarrollo de hipertensión arterial. La depleción de volumen incrementa los niveles de ARNm del angiotensinógeno en el músculo liso aórtico; ello resulta en un aumento en la generación de angiotensinógeno el cual por acción de la renina ya bien sea de producción sistémica o local se convierte en angiotensina I, y por acción de la ECA de origen endotelial en angiotensina II.
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Estos efectos locales parecen explicar porqué los inhibidores de la ECA son agentes antihipertensivos efectivos en pacientes con bajos niveles plasmáticos de renina y angiotensina II.
Enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2): Se ha identificado esta enzima que está relacionada estructuralmente con la ECA, denominada ECA2. La ECA2 se expresa predominantemente en el endotelio de los vasos coronarios e intrarrenales y en el epitelio tubular renal. El gen que codifica para esta proteína se encuentra en el cromosoma X.
Tal como la ECA la ECA2 actúa sobre la angiotensina I; pero a diferencia de la ECA genera el nanopéptido angiotensina 1-9. A esta angiotensina 1-9 no se le ha identificado actividad vascular, pero es escindida por acción de la ECA en angiotensina 1-7, con efecto vasodilatador. La ECA2 en contraste con la ECA no es inhibida por los inhibidores de la ECA y no metaboliza las bradiquininas. No obstante la importancia fisiológica de la ECA2 no está bien precisada.
Acciones de la angiotensina II: La angiotensina tiene dos efectos sistémicos fundamentales: vasoconstricción sistémica y retención renal de sodio y agua. Ambas acciones tienden a contrarrestar la hipovolemia y la hipotensión, las cuales son usualmente responsables de la estimulación de la secreción de renina.
Los efectos de la angiotensina II están mediados por la unión a su receptor específico. Los receptores de angiotensina son de dos tipos, tipo1 (AT1) y tipo 2 (AT2). Las acciones vasculares y sobre el túbulo renal son mediadas preponderantemente por los receptores AT1, mientras los AT2 están muy implicados en la regulación de la proliferación celular de las paredes arteriales.
Reabsorción renal de sodio y agua: La angiotensina II promueve la reabsorción renal de NaCl y agua y por lo tanto la expansión del volumen plasmático. Esto ocurre al menos por dos mecanismos: estimulación directa de la reabsorción de Na+ en el túbulo proximal, y por incremento en la secreción de aldosterona por la corteza de la glándula suprarrenal, la cual incrementa la reabsorción de Na+ en el túbulo colector cortical.
El efecto sobre el túbulo proximal de la angiotensina II es el resultado de la activación del antiportador Na+/H+ en la membrana luminal. Este incremento del intercambio Na+/H+ parece estar mediado por dos vías dependientes de la angiotensina II: estimulación de la proteína G inhibitoria que disminuye la generación de AMP cíclico y con ello minimizando el efecto supresor que normalmente tiene el AMP cíclico sobre el intercambiador Na+/H+; y en menor medida por estimulación del recambio de fosfatidilinositol, que resulta en un incremento en la generación de proteína kinasa C.
Estudios que han utilizado antagonistas de los receptores AT1 muy específicos, muestran que la angiotensina II es responsable del 40-50% de la reabsorción de sodio y agua que tiene lugar al inicio del túbulo proximal (segmento S1), mientras que los AT2 tienen un rol contributorio.
Vasoconstricción sistémica: La angiotensina II produce vasoconstricción arteriolar, la que determina un incremento en las resistencias vasculares sistémicas y elevación de la presión arterial sistémica. Además de la acción directa de la angiotensina II sobre el músculo liso vascular (parece mediada por la generación de proteína Kinasa c), existen evidencias que sugieren que incrementa la sensibilidad y la liberación de norepinefrina, lo que puede coadyuvar a la vasoconstricción.
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El resultado de todo esto es que la angiotensina II juega un papel muy importante en el mantenimiento de la presión arterial, especialmente en circunstancias en que la secreción de renina está incrementada y los niveles de angiotensina II circulantes son altos. Esto se ve tanto en estados hipertensivos como de normotensión con depleción del volumen circulatorio efectivo; en el primer caso tenemos la hipertensión asociada a estenosis de la arteria renal (en que la isquemia renal estimula la liberación de renina), y en el segundo tenemos la depleción verdadera de volumen (ej: hemorragia),o insuficiencia cardíaca y cirrosis hepática, estos dos últimos casos con volumen líquido corporal total normal o aumentado pero con volumen circulatorio efectivo disminuido. De este modo la administración de un inhibidor de la ECA a un paciente normotenso con cirrosis hepática puede bajar la tensión arterial hasta en 25 mmHg, pudiendo llevarlo a una hipotensión sintomática.
Regulación de la TFG: Además del papel antes visto de la angiotensina II en la hemodinámica sistémica, esta tiene una participación protagónica en la regulación de la TFG y el FSR. La angiotensina II influye sobre el FSR y la TFG por constricción de las arteriolas glomerulares eferentes y aferentes, además de las arterias interlobulillares.
Aunque tanto las arteriolas aferentes como las eferentes se contraen por acción de la angiotensina II, la arteriola eferente tiene un diámetro en estado basal más pequeño, como resultado de ello, el incremento en la resistencia eferente llega a ser tres veces mayor que el de la arteriola aferente. El resultado de ello es, una reducción en el FSR (debido a un incremento en la resistencia vascular renal) y una elevación en la presión hidráulica en el capilar glomerular (Pcg), lo que tiende a mantener la TFG cuando el sistema renina-angiotensina es activado por disminución de la presión sisémica.
La probabilidad de una vasoconstricción renal excesiva es evitada debido a que la angiotensina II también estimula la liberación de prostaglandinas vasodilatadoras del glomérulo
La angiotensina II tiene otros dos efectos que influyen sobre la TFG: provoca constricción del mesangio glomerular, por lo que disminuye el área de superficie disponible para la filtración y sensibiliza la arteriola aferente para la señal constrictora de la retroalimentación túbuloglomerular.
Podemos concluir que la angiotensina II tiene efectos que se contrarrestan entre sí, en la regulación de la TFG: el incremento en la Pcg tiende a incrementar la filtración, mientras que la reducción en el FSR y la contracción mesangial tienden a reducir la filtración. De este modo el resultado es variable en diferentes condiciones; cuando la presión de perfusión renal está reducida tal como ocurre en la estenosis de la arteria renal, la angiotensina II actúa manteniendo la TFG y la administración de un inhibidor de ECA puede causar fallo renal agudo. Por el contrario la TFG puede ser reducida por la angiotensina II en la hipertensión y la insuficiencia cardíaca.
Control de la secreción de renina: Los factores que regulan la secreción de renina están directamente relacionados con las acciones más importantes de la angiotensina II: incremento en la reabsorción de Na+ y agua, y vasoconstricción sistémica.
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En los sujetos normales, el más importante determinante de la secreción de renina es la ingesta de Na+: una ingesta alta expande el volumen del líquido extracelular y disminuye la liberación de renina mientras una ingesta pobre (o pérdidas de líquido) conlleva una reducción del volumen extracelular y estimula la secreción de renina. El incremento agudo en la liberación de renina, tal como ocurre con la depleción de volumen, está determinado por la liberación de renina preformada almacenada en los gránulos secretorios. Los estímulos crónicos determinan un incremento en la síntesis de nueva prorrenina y renina.
Los cambios en la producción de angiotensina II y aldosterona inducidos por la renina, entonces permiten que el sodio sea excretado en caso de expansión de volumen o retenido en caso de depleción de volumen. Estos cambios en la volemia son percibidos por 3 vías que a continuación explicaremos, lo que conlleva la activación de los efectores que gobiernan la liberación de renina. La primera vía está dada por los barorreceptores (o receptores de tensión) situados en la pared de la arteriola aferente; la segunda viene dada por los barorreceptores cardíacos y arteriales que regulan la actividad nerviosa simpática y el nivel de catecolaminas circulantes, los que incrementan la secreción de renina a través de los receptores β1-adrenérgicos y la última vía es la de las células que conforman la mácula densa al inicio del túbulo distal, las que son estimuladas por la disminución en la llegada de cloro en el líquido tubular a este nivel.
Barorreceptores: Responden a los cambios en la tensión de la pared de la arteriola aferente. Los cambios que determinan en la liberación de renina están mediados por un incremento en la entrada de calcio a las células cuando la presión de perfusión renal está aumentada y por liberación local de prostanoides, básicamente prostaciclina, cuando la presión de perfusión renal está reducida.
Mácula densa: La estimulación de las células de la mácula densa por el Cl- está relacionada con la presencia del cotransportador Na+-K+-2Cl- en la membrana luminal de las células de la mácula densa (tal como en la rama ascendente gruesa del asa de Henle) que promueve la entrada de estos iones a la célula. La actividad de este transportador se encuentra muy estimulada en caso de bajas concentraciones de Na+ y K+, pero es regulada en el rango fisiológico por los cambios en las concentraciones de Cl-. Así por ejemplo, la disminución en la reabsorción proximal de NaCl que se observa en caso de expansión de volumen incrementará la concentración de cloro en el líquido tubular que llega a la mácula densa, reduciéndose por ello la secreción de renina. Por el contrario, la administración de Na+ con otro anión diferente al cloro (ej: acetato, bicarbonato) tiene un efecto muchísimo menor, pues la concentración de Cl- en el líquido tubular no se incrementa.
Esta importancia del transportador Na+-K+-2Cl- en la mácula densa explica la capacidad que tienen los diuréticos de asa (Furosemida, Ácido Etacrínico) de incrementar especialmente la liberación de renina. Aunque todos los diuréticos pueden incrementar la liberación de renina por la depleción de volumen que inducen, los diuréticos de asa lo hacen en mayor medida, pues estos inhiben directamente el transportador Na+-K+-2Cl-, y como resultado de ello menos Cl- es reabsorbido, estimulando así la secreción de renina.
La mácula densa influye en la secreción de renina a través de dos mediadores: adenosina y prostaglandina E2 (PGE2). La adenosina media al menos parcialmente la supresión de la secreción de renina cuando se incrementa la llegada de NaCl a la mácula densa. La adenosina requerida para
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mediar esta respuesta deriva de la degradación de ATP que tiene lugar a medida que se incrementa la llegada de NaCl y su reabsorción (por acción de la Na+-K+ ATPasa basolateral). Por otra parte, el incremento en la liberación de renina que se produce cuando la llegada de NaCl se reduce (estados hipovolémicos), es mediada por un incremento en la producción de PGE2 y PGI2, secundaria a un aumento en la actividad de la cicloxigenasa-2.
La interacción entre el sistema renina-angiotensina y las prostaglandinas puede parecer desconcertante, pues uno estimula la secreción del otro e inducen acciones vasculares opuestas, vasoconstricción con la angiotensina II y vasodilatación con la mayor parte de las prostaglandinas. Sin embargo, la angiotensina II es un vasoconstrictor sistémico, mientras las prostaglandinas actúan localmente, pues son rápidamente metabolizadas cuando pasan a la circulación sistémica. De este modo el efecto neto de la secreción renal simultánea de angiotensina II y prostaglandinas es que la angiotensina II causa vasoconstricción sistémica y elevación de la tensión arterial, mientras las prostaglandinas minimizan el grado de vasoconstricción renal, permitiendo que se mantenga el FSR y la TFG.
La contribución de los tres factores que determinan la liberación de renina puede ser muy bien apreciada con la respuesta a la hipovolemia. La disminución de la volemia disminuye la tensión arterial, lo que disminuye la tensión en la arteriola aferente, incrementa la actividad simpática, y reduce la llegada de NaCl a la mácula densa (aumento de la reabsorción proximal). Cada uno de estos cambios promueve la secreción de renina. Esta respuesta puede ser abolida en gran medida por la inhibición de los mediadores con una combinación de Indometacina (inhibidor de la síntesis de prostaglandinas) y Propranolol (bloqueador β adrenérgico).
Por el contrario, la liberación de renina es disminuida por la expansión de volumen (dieta rica en Na+). En este caso se revierte toda la secuencia anterior, a lo que se suma el incremento en los niveles del péptido atrial natriurético, el cual impide directamente la secreción tanto de renina como de aldosterona.
Aldosterona:
Síntesis de la aldosterona: Las hormonas que se originan en la corteza suprarrenal, son sintetizadas en diferentes áreas: aldosterona en la zona glomerulosa, glucocorticoides (principalmente cortisol) y andrógenos y estrógenos en las fascicular y reticular. La zona glomerulosa está bien adaptada para la síntesis de aldosterona, pues presenta bajas concentraciones de 17-αhidroxilasa, la enzima necesaria para la síntesis de cortisol y andrógenos; además la adición de un grupo hidroxilo al carbono en posición 18 de la corticosterona y su subsecuente oxidación para la síntesis final de la aldosterona, solo tiene lugar en esta zona. Estas dos reacciones son catalizadas por una enzima citocromo P450 multifuncional denominada sintetasa de aldosterona (o corticosterona metil oxidasa); la actividad de la misma está normalmente suprimida en la zona fascicular. Esta supresión es importante fisiológicamente pues evita que la secreción de aldosterona sea inapropiadamente regulada por la hormona adrenocorticotropa (ACTH).
La aldosterona sintetasa tiene más de un 95% de homología con la 11β-hidroxilasa (la que convierte deoxicortisol en cortisol en la zona fascicular) y sus genes están localizados en la misma región del cromosoma 8. Esta relación se hace clínicamente importante en la enfermedad familiar denominada hiperaldosteronismo remediable con glucocorticoides. En esta entidad existe un gen
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quimérico, que contiene la porción reguladora de la 11β-hidroxilasa y la región de síntesis de la sintetasa de aldosterona; así la porción reguladora de la 11β-hidroxilasa hace la síntesis de aldosterona dependiente de ACTH.
Acciones: La aldosterona actúa principalmente en la nefrona distal incrementando la reabsorción de Na+ y Cl- y la secreción de K+ e H+. Tal como otras hormonas esteroideas, la aldosterona actúa difundiendo al interior de la célula tubular y uniéndose allí a su receptor citosólico específico. Una vez formado el complejo hormona-receptor migra al núcleo, donde interactúa con sitios específicos de la cromatina nuclear lo que incrementa el ARN mensajero y la transcripción ribosomal del ARN. Esto conlleva a la síntesis de nuevas proteínas denominadas proteínas inducidas por la aldosterona (PIA). Este proceso necesita un tiempo de latencia de entre 30 y 90 minutos antes que sea modificado el transporte de electrólitos.
No se conoce con exactitud como estas proteínas actúan. La aldosterona incrementa el número de subunidades α de los canales de Na+ de la membrana luminal, a través de los cuales entra el Na+ a la célula tubular, además promueve la fosforilación de las subunidades β y γ. Una PIA es una quinasa que regula la actividad de los canales de Na+. Otra PIA es la K-ras2, la cual estabiliza la actividad de los canales de sodio epiteliales.
Cortisol como mineralocorticoide: El cortisol, el cual circula en concentraciones mucho más altas que la aldosterona, se une con la misma afinidad que esta al receptor de la aldosterona. Sin embargo el cortisol no actúa como un mineralocorticoide, pues las células sensibles a la aldosterona en el túbulo colector y las glándulas salivales contienen enzimas como la 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa, la que convierte el cortisol a cortisona y otros metabolitos inactivos. De este modo sólo la aldosterona activa de forma fisiológica su receptor.
Debemos señalar que si la 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa es inactivada, entones el cortisol puede actuar como un mineralocorticoide endógeno, apareciendo con ello manifestaciones de hiperaldosteronismo primario tales como: hipertensión arterial, hipopotasemia y alcalosis metabólica. Un ejemplo de esto es la ingestión crónica de regaliz, el cual contiene ácido glicorretinoico que es un inhibidor de la 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa.
Cloruro de sodio y potasio: Los lugares primarios de acción de la aldosterona son los túbulos colectores y los segmentos conectores. Su efecto varía atendiendo al tipo de célula específico en que actúa. De este modo, la aldosterona promueve la reabsorción de Na+ y la secreción de K+ en los segmentos conectores y en las células principales del túbulo colector cortical. También incrementa la reabsorción de Na+ pero no la secreción de K+, en el túbulo colector medular profundo y la reabsorción de NaCl en el túbulo distal por incremento en el número de cotransportadores Na+/K+ en la membrana luminal.
En las células principales de los túbulos colectores la aldosterona estimula el transporte iónico por aumento del número de canales abiertos de Na+ y K+ en la membrana luminal, así como la actividad de la bomba Na+-K+ATPasa en la membrana basolateral. Al respecto, por ejemplo un cambio en la dieta de alto a bajo contenido de Na+ (lo que se asocia a un incremento en la liberación de aldosterona) incrementa el número de canales de sodio abiertos por célula desde menos de 100 hasta alrededor de 3000. Ello tiene lugar tanto por apertura de canales previamente silentes, como por inserción de nuevos canales en la membrana luminal.
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El aumento de la permeabilidad luminal al Na+ inducida por la aldosterona promueve la difusión de este al interior de la célula tubular, y de esta es retornado a la circulación sistémica por la bomba Na+-K+ATPasa de la membrana basolateral. El movimiento de Na+ a través de sus canales es electrogénico, de modo que genera una diferencia de potencial pues con su salida la luz tubular se hace más electronegativa; la electroneutralidad es entonces mantenida tanto por reabsorción pasiva de Cl- por vía paracelular como por secreción de K+ de las células a la luz tubular. La reabsorción de sodio también incrementa la secreción de potasio por un segundo mecanismo: el transporte del Na+ reabsorbido fuera de la célula por acción de la bomba Na+-K+ATPasa incrementa la entrada de K+ a través de la membrana basolateral. La elevación consiguiente de la concentración de K+ intracelular permite la secreción continuada de K+, la cual constituye la determinante más importante de la excreción urinaria de potasio.
El incremento en la permeabilidad de sodio luminal constituye una acción hormonal primaria, pues el bloqueo de estos canales con el diurético Amiloride impide el incremento en la secreción de potasio inducido por la aldosterona, la permeabilidad luminal al K+ y la actividad de la Na+/K+ATPasa. Así estos efectos son en parte secundarios a la elevación en la entrada de Na+a la célula.
Hidrógeno: El efecto estimulatorio de la aldosterona sobre la secreción de H+, tiene lugar en las células intercaladas de los túbulos colectores. Estas células como las células principales que reabsorben Na+, responden a la aldosterona debido a que contienen receptores de mineralocorticoides. Su función fundamental en condiciones normales es la secreción de H+ a través de la bomba H+ATPasa en la membrana luminal.
La aldosterona también estimula indirectamente la secreción de H+ a través de sus efectos en la reabsorción de Na+ de las células principales. Como ya vimos la reabsorción de H+ hace la luz tubular más electronegativa lo que crea un gradiente eléctrico favorable para que el H+ secretado no escape de la luz tubular.
Efectos extrarrenales: La aldosterona reduce la concentración de Na+ y eleva las de K+ en las secreciones salivales y colónicas así como en el sudor. Estos efectos tienen una importancia fisiológica limitada debido a su pobre magnitud; no obstante la secreción colónica de K+ puede llegar a ser una vía importante de eliminación de este ión en casos con una disfunción renal muy importante.
Control de la secreción de la aldosterona: La aldosterona juega un papel importante en el mantenimiento de la volemia y el balance del potasio a través de sus efectos en la excreción de NaCl y K+. Es por ello apropiado, que la angiotensina II (cuya producción varía inversamente con la volemia) y la elevación en la concentración plasmática de K+ sean los mayores estímulos para la secreción de aldosterona.
La angiotensina II y la hiperpotasemia actúan en la zona glomerulosa de la corteza suprarrenal promoviendo la conversión de colesterol a pregnenolona, y de corticosterona a aldosterona por estimulación de la sintetasa de aldosterona.
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La liberación de aldosterona es también influenciada por otros factores, siendo incrementada por la ACTH y la hiponatremia y es suprimida por el péptido atrial natriurético (PAN).
Sistema renina-angiotensina: El estado de la volemia modifica la secreción de la aldosterona por medio del sistema renina-angiotensina. En los sujetos normales, tanto la actividad de renina plasmática como la liberación de aldosterona varían inversamente con la ingesta de Na+. Un incremento en la ingestión de Na+ de inicio expande el volumen del líquido extracelular, lo que reduce la producción de renina y aldosterona; esto permite que el exceso de Na+ sea excretado por reducción de la reabsorción de Na+ en el túbulo proximal (sitio de acción de la angiotensina II) y en el túbulo colector (sitio de acción de la aldosterona). El PAN, cuya secreción se incrementa con la expansión de la volemia) contribuye a la supresión de la liberación de aldosterona.
En oposición, una reducción en el volumen circulatorio efectivo aumentará la secreción de renina y con ello de aldosterona. La retención de sodio que esto determina retorna la volemia hacia valores normales. La importancia de la renina en esta secuencia ha quedado demostrada por la pérdida de la respuesta de la aldosterona al estímulo hipovolémico en pacientes nefrectomizados.
Concentración plasmática de potasio: La secreción de aldosterona es estimulada por los niveles de K+, incrementándose linealmente a medida que la concentración plasmática de potasio aumenta por encima de 3.5mEq/l. Esto es expresión del efecto directo del incremento de la potasemia en la zona glomerulosa. El incremento resultante en la excreción de K+ retorna la concentración plasmática de K+ a lo normal.
Existe una interacción positiva entre el potasio y la angiotensina II, pues la presencia de uno de estos estímulos para la producción de aldosterona incrementa la respuesta del otro. Este sinergismo parece estar mediado por la activación de sistemas locales renina-angiotensina a nivel de la corteza suprarrenal. Así, en células aisladas de la zona glomerulosa un incremento en la concentración extracelular de K+ aumenta la liberación de renina y angiotensina por la glándula suprarrenal. Asimismo el incremento en la secreción de aldosterona en esta situación, es inhibida por la administración de un inhibidor de la ECA que reduce la producción local de angiotensina II.
ACTH: La ACTH liberada por la hipófisis anterior, incrementa la síntesis y liberación de glucocorticoides y andrógenos suprarrenales por incremento en la expresión génica de varias enzimas suprarrenales, incluyendo 17α-hidroxilasa, 21-hidroxilasa y 11β-hidroxilasa. La ACTH también causa una elevación transitoria en la secreción de aldosterona, que es mediada por activación de la adenilato ciclasa y por un ligero aumento de la entrada de calcio a las células de la zona glomerulosa. No obstante la respuesta en la producción de aldosterona a la ACTH es limitada, lo que parece determinado por dos factores:
Sobreproducción de deoxicorticosterona, un esteroide dependiente de la ACTH con actividad mineralocorticoide, lo que provoca retención de Na+ y agua que disminuye la secreción de renina y secundariamente de aldosterona.
La inducción por la ACTH de la actividad de la enzima 17α-hidroxilasa en la zona glomerulosa, convierte este segmento en productor de cortisol (estimulación crónica) con la consiguiente disminución en la producción de aldosterona.
Concentración plasmática de sodio: La secreción de aldosterona puede incrementarse en repuesta a la hiponatremia y reducirse por la hipernatremia. Sin embargo, las concentraciones
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plasmáticas de sodio no juegan un rol importante en la modulación de la liberación de aldosterona en los sujetos normales, pues la natremia es normalmente mantenida en un rango relativamente constante por los efectos de la ADH y la sed.
Aun cuando está presente la hiponatremia, sus efectos en la liberación de aldosterona son comúnmente anulados por los cambios concomitantes en el volumen circulatorio efectivo. De este modo la secreción de aldosterona se incrementa en pacientes hiponatrémicos con depleción de volumen, pero puede estar reducida en pacientes con expansión de volumen, tal como ocurre en el síndrome de secreción inadecuada de ADH.
Mantenimiento del balance de sodio y potasio: Dado que la aldosterona influye tanto en el manejo del sodio como del potasio, pudiera ser posible que la regulación de la excreción de un ión interfiriera con la del otro. Esto no ocurre debido a que la secreción de K+ es muy dependiente de la llegada de sodio y agua al túbulo colector cortical y el balance del potasio influye en la reabsorción de Na+ en la rama ascendente gruesa del asa de Henle (quizás también del túbulo proximal)
A continuación mostramos con ejemplos como la excreción de Na+ y K+ pueden ser reguladas independientemente:
La depleción del volumen circulatorio efectivo activa el sistema renina-angiotensina-aldosterona; esta respuesta reduce apropiadamente la excreción de Na+ por incremento de su reabsorción en el túbulo proximal (angiotensina II) y la nefrona distal (aldosterona). La excreción de potasio, en este caso, no es afectada significativamente, pues el incremento en la reabsorción proximal de Na+ y agua reduce su llegada a las porciones distales, contrarrestando así el efecto estimulador de la aldosterona sobre la secreción de potasio. Ello explica porqué los pacientes con insuficiencia cardíaca o cirrosis hepática (con disminución del volumen circulatorio efectivo) no desarrollan espontáneamente pérdidas de K+ e hipopotasemia, aun cuando la secreción de aldosterona está frecuentemente elevada.
La carga de sodio revierte la secuencia anterior y la excreción de Na+ es incrementada, mientras el balance del K+ es mantenido como consecuencia de los efectos compensadores del incremento en la llegada distal de Na+ y agua y la reducción de la secreción de aldosterona. Si la secreción de aldosterona no fuera suprimible como sucede en los casos con adenoma adrenal, entonces hubiera una pérdida importante de potasio e hipopotasemia. Atendiendo a ello es que se ha utilizado la administración de una dieta rica en sodio como prueba diagnóstica para desenmascarar un hiperaldosteronismo primario.
Por otra parte, una carga de potasio aumenta la secreción de aldosterona y reduce el transporte de Na+ a nivel del asa de Henle. Como resultado de ello el aumento en la reabsorción de sodio en el túbulo colector cortical inducido por la aldosterona es contrabalanceado por una menor reabsorción en segmentos más proximales. El efecto neto es un incremento apropiado en la excreción de K+ con muy poco cambio en la excreción de Na+.
Escape de la aldosterona: Si se administra aldosterona a un sujeto normal con una ingesta adecuada de NaCl, se producirá inicialmente retención de agua y NaCl y pérdidas de K+, conllevando una elevación de la tensión arterial, ganancia de peso y depleción de K+.
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No obstante luego que la ganancia de peso supera los 3 Kg aproximadamente, aparece un
aumento espontáneo de la diuresis, retornando el volumen plasmático hacia la normalidad.
Este fenómeno ha sido denominado escape de la aldosterona; esto no obstante no representa resistencia a la aldosterona, pues las pérdidas urinarias de K+ continúan y el túbulo colector cortical sigue respondiendo a la aldosterona. El fenómeno de escape parece ser debido a una disminución en la reabsorción de Na+ en otros segmentos nefronales, probablemente el asa de Henle y el túbulo colector medular profundo (papilar).
Se invocan tres factores como responsables de esta respuesta. (Los dos primeros inducidos por la expansión de volumen inicial):
Incremento en la secreción de PAN, el que actúa incrementando la TFG y disminuyendo la reabsorción de Na+ en el túbulo colector medular profundo.
Aumento de la tensión arterial sistémica acompañada de natriuresis por presión.
Disminución selectiva del número de los cotransportadores Na+/Cl- (tiazidas sensibles) que median la reabsorción de Na+ en el túbulo distal.
Un ejemplo clínico del fenómeno de escape de la aldosterona tiene lugar en los pacientes que sufren de hiperaldosteronismo primario; estos pacientes suelen presentar hipertensión e hipopotasemia, pero no edemas pues con el fenómeno antes descrito evita la retención líquida.
Péptidos natriuréticos:
Como conocemos la expansión del volumen del líquido extracelular por una carga de sodio, resulta en un incremento apropiado en la excreción de sodio; esto se consideraba inicialmente que era el resultado de un incremento en la TFG o de la reducción en la secreción de aldosterona. Sin embargo cuando se neutralizaban estos factores, continuaba la excreción elevada de sodio, haciendo evidente que la repuesta natriurética estaba al menos en parte mediada por factores humorales.
Péptido Atrial Natriurético (PAN): El PAN es liberado por las células miocárdicas de los atrios y en menor medida de los ventrículos; circula como un polipéptido de 28 aminoácidos. La mayor parte de las acciones fisiológicas del PAN son mediadas por la unión de este a su receptor específico en la membrana celular, con la activación subsecuente de la guanidil ciclasa y la formación de GMP cíclico.
Acciones: El PAN tiene dos acciones fundamentales: efecto vasodilatador directo que disminuye la presión arterial sistémica, e incremento en la excreción urinaria de sodio y agua. La respuesta diurética y natriurética a esta hormona esta determinada por efectos renales y extrarrenales del péptido. En el riñón el PAN incrementa directamente la TFG y reduce la reabsorción de Na+ en el túbulo colector medular profundo.
Aunque no está precisado con exactitud, el PAN parece disminuir la reabsorción de Na+ en el túbulo proximal (básicamente en las nefronas yuxtamedulares). Esta respuesta parece ser mediada por un incremento en la presión hidráulica capilar o por liberación local de dopamina.
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El papel relativo que tienen el incremento de la filtración y la disminución de la reabsorción en la natriuresis inducida por PAN, no está bien dilucidado.
El incremento en la TFG inducida por el PAN no está asociado a cambios en el FSR, lo que sugiere que el PAN produce tanto dilatación de la arteriola aferente como constricción de la eferente. El efecto tubular directo es determinado por el cierre de los canales luminales de sodio de los túbulos colectores medulares profundos, una vez que el PAN se une a su receptor en la membrana basolateral y activa la guanilato ciclasa.
Además de estos efectos tubulares y glomerulares primarios, el PAN tiene otras acciones que aunque en menor medida, también incrementan las pérdidas de sodio y agua. El PAN reduce la liberación de renina basal, inhibe la secreción de aldosterona inducida por angiotensina II y por potasio, inhibe el incremento en la reabsorción proximal de Na+ inducida por la angiotensina II y disminuye la respuesta del túbulo colector a la ADH. De este modo la disminución en la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona que se observa con la expansión de volumen puede estar mediada en parte por el PAN.
Otras acciones: El PAN puede ser sintetizado por un grupo de tejidos diferentes al corazón, lo que sugiere que presenta efectos autocrinos y paracrinos. De este modo, el PAN es producido en las paredes vasculares donde disminuye el crecimiento de células endoteliales y del músculo liso vascular.
Control de la secreción de PAN: El PAN es básicamente liberado por los atrios en respuesta a la expansión de volumen, la cual es percibida debido al aumento de la tensión de la pared atrial que cuenta con receptores de estiramiento. Aunque ambos atrios contribuyen, la contribución del atrio derecho parece ser cuantitativamente más importante. En casos de sobrecarga cardíaca crónica como tiene lugar en la insuficiencia cardíaca congestiva, son reclutadas para la producción de PAN células miocárdicas de los ventrículos.
Urodilatin: Es una hormona semejante al PAN, identificada básicamente en la orina, es un polipéptido de 32 aminoácidos. Parece ser producido en los riñones, pues sus concentraciones plasmáticas son ínfimas. La prohormona precursora parece tener su origen en el túbulo distal.
Péptido natriurético cerebral (PNC): El PNC es una hormona natriurética homóloga al PAN. Esta fue inicialmente identificada en el cerebro, pero también está presente en el corazón, particularmente en los ventrículos. Las concentraciones circulantes de PNC son menos del 20% de las de PAN en los sujetos normales, pero pueden ser iguales e incluso superiores a las de PAN en pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva. Se considera que puede ser responsable del síndrome de pérdida de sal de origen cerebral que en ocasiones acompaña los daños neurológicos severos, como la hemorragia subaracnoidea.
Péptido natriurético tipo-C (PNC): El PNC es estructuralmente semejante a otros péptidos natriuréticos. Este actúa activando el GMP cíclico. El PNC es producido por las células endoteliales vasculares y el riñón. Los estudios iniciales sugieren que su función fundamental es la regulación del flujo sanguíneo local.
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Manejo renal del potasio (Equilibrio externo) :
Aunque se pierden cada día pequeñas cantidades de K+, por las heces fecales (5-10 mEq/l) y el
sudor de (0-10 mEq/l), el riñón juega el rol protagónico en el mantenimiento de la homeostasis
del potasio, pues es capaz de varia la excreción de potasio atendiendo a los cambios en su ingesta
(rango normal de 40-120 mEq/día). El evento primario en la excreción de potasio urinario, es la
secreción de K+ por las células tubulares hacia la luz en la nefrona distal, particularmente por las
células principales del túbulo colector cortical y de los túbulos colectores medulares superficiales.
Casi todo el K+ filtrado es reabsorbido en el túbulo proximal y en el asa de Henle, así menos del
10% del potasio filtrado llega al túbulo distal. El transporte proximal de K+ sigue pasivamente la
reabsorción de Na+ y agua, mientras que la reabsorción en la rama ascendente del asa de Henle es
mediada por el transportador luminal Na+-K+-2Cl-.
A diferencia de este proceso reabsortivo, el K+ es secretado en los segmentos conectores, las
células principales de los túbulos colectores corticales y medulares superficiales. La secreción en
estos segmentos es modificado de acuerdo a las necesidades fisiológicas, y es responsable de la
mayor parte de la excreción urinaria de K+.
La secreción distal puede ser contrarrestada por la reabsorción de las células intercaladas de los
túbulos colectores corticales y medulares superficiales. Este proceso es mediado por la bomba
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H+-K+ATPasa de la membrana luminal, que resulta en la secreción de H+ y la reabsorción de K+. La
actividad de esta bomba se incrementa con la depleción de K+ y se reduce con el aumento de sus
concentraciones. De este modo en caso de déficit de K+, se encuentra que tiene lugar reabsorción
neta de K+, en lugar de secreción en la nefrona distal.
Secreción de potasio: El potasio entra a las células principales a través de la membrana basolateral
por la acción de la bomba Na+-K+ATPasa, siendo luego secretado a la luz tubular a favor del
gradiente electroquímico generado entre el interior de la célula y la luz tubular, a través de los
canales de K+ en la membrana luminal.
Los factores que modifican la secreción de potasio son: las concentraciones plasmáticas de
potasio, la aldosterona y la tasa de flujo a la nefrona distal.
Como ya vimos, en la parte de este texto dedicada a la aldosterona, esta incrementa la secreción
de K+, básicamente por incremento de la permeabilidad de la membrana al Na+ y al K+ (aumento
del número de canales abiertos) e incremento de la actividad de la bomba basolateral Na+-
K+ATPasa; el incremento de las concentraciones de potasio tiene un efecto semejante al de la
aldosterona en la secreción de potasio, pero más débil. No obstante habitualmente ambos
factores actúan concertadamente.
No es de extraña entonces que el Hipoaldosteronismo se asocie a hiperpotasemia y el
hiperaldosteronismo a hipopotasemia.
Tasa de flujo distal: El aumento en el flujo distal es otro estímulo potencial para la secreción de K+.
El incremento en el flujo distal arrastra el potasio anteriormente secretado, y el líquido tubular a
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este nivel es reemplazado por un líquido muy pobre en K+, proveniente de los segmentos más
proximales de la nefrona; esto hace que la concentración de K+ en la luz tubular a nivel del túbulo
colector sea mantenida en bajos niveles, lo que favorece el gradiente electroquímico para la
secreción de K+.
La dependencia de la secreción de K+ del flujo, está también relacionada con los cambios en la
llegada de Na+ a los sitios distales de secreción. El flujo distal incrementado se asocia
generalmente a un aumento en la llegada de Na+ y su consiguiente reabsorción a nivel de los
túbulos colectores. La elevación en el transporte de Na+ tiene dos efectos que favorecen la
secreción de potasio: la entrada de sodio a la célula tubular a través de sus canales en la
membrana luminal hace a la luz tubular relativamente electronegativa, creando un gradiente
eléctrico que favorece la secreción de potasio y el transporte de Na+ ulterior fuera de la célula por
la bomba Na+-K+ATPasa en la membrana basolateral resulta en la entrada de nuevo K+ a la célula lo
que aumenta las concentraciones de este dentro de esta y permite que continúe la secreción.
pH extracelular: Los cambios en el pH extracelular producen intercambio recíproco H+ y K+ entre
las células y líquido extracelular (equilibrio interno). Como resultado de ello, el K+ se mueve al
interior de la célula con la alcalemia y al exterior con la acidemia. Estos cambios en la
concentración de K+ celular tienden a reducir la secreción de K+ en la acidemia e incrementar la
secreción de K+ en la alcalemia.
Podemos resumir que ante una carga de potasio, buena parte de esta es inicialmente tomada por
la célula por intercambio iónico con el líquido extracelular, lo que es facilitado por la insulina y las
catecolaminas. Este desplazamiento minimiza el aumento en la concentración de K+, permitiendo
que luego sea excretado el exceso de este en la orina.
La excreción urinaria de K+ es básicamente función de su secreción en la nefrona distal,
primariamente por las células principales del túbulo colector cortical. Los principales factores que
modulan este proceso son la aldosterona, las concentraciones plasmáticas de K+ y el flujo de agua
y sodio a la nefrona distal.
La comprensión de estos principios facilita el manejo de los pacientes con trastornos del balance
del K+. Por ejemplo una hiperpotasemia crónica, tiene que ser asociada con un defecto en la
secreción distal de K+, pues la respuesta adaptativa normal permitiría la excreción del exceso de
K+. Como se desprende de lo estudiado, tiene que existir un daño en los factores que modulan la
secreción tubular de K+, o sea un hiperaldosteronismo o disminución del flujo distal (depleción de
volumen o disfunción renal avanzada) como causas más probables.
Por otra parte la hipopotasemia y las pérdidas urinarias de potasio, son debido a un aumento en la
actividad del proceso secretorio distal. Esto habitualmente obedece a un hiperaldosteronismo o a
un incremento en el flujo distal (con secreción de aldosterona normal o elevada como en la terapia
diurética) o por incremento en la llegada de Na+ a la nefrona distal acompañado de un anión no
reabsorbible (aumento del gradiente eléctrico para la secreción de potasio), como se ve en la
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cetoacidosis o no reabsorbido como es el caso de la acidosis tubular renal proximal en la que hay
pérdida proximal de bicarbonato.
Manejo renal del calcio:
La mayor parte del calcio filtrado es reabsorbido (99%) a lo largo de la nefrona. Este proceso
consta de dos pasos básicos: el calcio es reabsorbido pasivamente en el túbulo proximal y en la
rama ascendente gruesa del asa de Henle (paracelular) a favor del gradiente electroquímico
creado por la reabsorción de Na+ y agua; el segundo paso viene dado por la reabsorción activa de
calcio que tiene lugar en el túbulo distal y conector de acuerdo a los cambios en el balance del
calcio. Este último paso está influenciado por los niveles de hormona paratiroidea (PTH) y de
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calcitriol (forma activa de la vitamina D) que presenta el sujeto, que estimulan la reabsorción de
calcio a este nivel.
Reabsorción de sodio, cloro y calcio en el túbulo distal: La entrada de Na+ y Cl- a la célula tubular
es mediada por el cotransportador neutro Na+-Cl- (sensible a las tiazidas) en la membrana luminal;
la energía para este proceso proviene del gradiente electroquímico favorable para el sodio (bajas
concentraciones intracelulares de sodio e interior de la célula más electronegativo). Ese bajo tenor
intracelular es posible dada la presencia en la membrana basolateral de la bomba Na+-K+ATPasa.
El calcio entra a la célula a través del transportador de calcio (canal de calcio). Una vez en el
interior de la célula se une a la proteína de unión al calcio (Ca-BP) inducida por la vitamina D,
moviéndose el complejo proteína de unión-calcio a la membrana basolateral por donde el calcio
abandona la célula a través de la bomba Ca2+-ATPasa y en mayor medida aun por el
intercambiador 3Na+:1Ca2+ que utiliza la energía proveniente del gradiente favorable para la
entrada de sodio a la célula.
Concentración urinaria, Mecanismo multiplicador contracorriente
El líquido que abandona el túbulo proximal es isosmótico con el plasma. Sin embargo la excreción
la excreción de una orina isosmótica no es usualmente adecuada para los requerimientos
homeostáticos del organismo. De este modo después de una carga de agua, el agua debe ser
excretada en exceso con respecto a los solutos, o sea es requerida la excreción de una orina
hiposmótica con respecto al plasma. Contrariamente el agua debe ser retenida y la orina debe ser
hiperosmótica luego de un período de restricción hídrica. La formación de una orina diluida
(hiposmótica con respecto al plasma) o concentrada (hiperosmótica con respecto al plasma) es
alcanzada gracias al mecanismo de contracorriente que involucra el asa de Henle, los túbulos
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colectores corticales y medulares así como el flujo sanguíneo a estos segmentos. El otro elemento
básico que permite la concentración urinaria es la liberación de hormona antidiurética (ADH) y la
sensibilidad renal a ella.
Antes de adentrarnos en el proceso en detalle, es útil resumir los elementos necesarios para la
consecución de una orina concentrada.
Intersticio medular hipertónico: Esto conseguido por la reabsorción de NaCl sin agua en la rama ascendente gruesa del asa de Henle y la entrada de urea al intersticio a nivel del túbulo colector medular.
Hormona antidiurética: A medida que la orina entra en el túbulo colector medular, se equilibra osmóticamente con el intersticio (formación de orina concentrada) solo en presencia de ADH, la cual es liberada a nivel de la hipófisis posterior como respuesta al aumento de la osmolalidad plasmática, ella actúa incrementando la permeabilidad al agua del túbulo colector, la que es muy pobre en estado basal. La ADH actúa insertando canales de agua (aquaporina-2) en la membrana luminal, permitiendo así la reabsorción transcelular de agua a favor del gradiente osmótico.
Además de lo antes explicado existen otros factores que son primordiales para el mantenimiento
de la hiperosmolalidad medular:
Flujo medular a través de la vasa recta lento y la disposición en arpa de estos vasos, permite evitar la eliminación del exceso de solutos del intersticio.
Volumen reducido de líquido que llega al túbulo colector medular por aumento de la reabsorción de agua en el túbulo colector cortical sensible a la ADH, en caso de que todo el equilibrio del agua con el intersticio en presencia de ADH tuviera lugar en el túbulo colector medular, disminuiría marcadamente la hiperosmolalidad medular y la capacidad de concentración.
La dilución urinaria presenta dos pasos básicos, el primero es el mismo requerido para que tenga
lugar la concentración urinaria:
Reabsorción de NaCl sin agua en la rama ascendente gruesa del asa de Henle lo que disminuye la osmolalidad del líquido tubular al mismo tiempo que se incrementa la osmolalidad del intersticio.
La orina permanece diluida si la reabsorción de agua en el túbulo colector es minimizada manteniendo este segmento con pobre permeabilidad al agua. Esto requiere la ausencia relativa de ADH.
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Mecanismo multiplicador contracorriente (Asa de Henle): En los humanos la máxima osmolalidad
urinaria que puede ser alcanzada es 900 – 1400 mOsmol/Kg de agua; la osmolalidad plasmática
normal es sin embargo mucho más baja de alrededor de 285 mOsmol/Kg de agua. Dado que la
orina se concentra por equilibrio con el intersticio medular, esto significa que una alta osmolalidad
debe ser alcanzada por el intersticio. El proceso mediante el cual la osmolalidad intersticial en la
médula se incrementa desde 285 mOsmol/kg (isosmótica con el plasma) a 900 – 1400 mOsmol/Kg
se le denomina mecanismo multiplicador contracorriente. (Contracorriente se refiere a las
direcciones opuestas del flujo en la rama descendente y ascendente del asa de Henle resultante de
la estructura en forma de arpa del asa)
Un factor esencial en la multiplicación contracorriente es la diferencia de permeabilidad y las
características de los transportadores en ambas ramas del asa. La rama descendente es permeable
al agua y en menor grado al NaCl y la urea, mientras los segmentos delgado y grueso de la rama
ascendente son impermeables al agua, pero son capaces de transportar NaCl al intersticio. Estas
diferencias en la permeabilidad al agua están relacionadas con la presencia (rama descendente) o
ausencia (rama ascendente) de canales de agua en la membrana luminal. Los canales de agua en la
rama descendente fina se denominan aquaporina-1, y son similares a los presentes en la
membrana luminal del túbulo proximal pero diferentes de los canales de agua sensibles a la ADH
presentes en los túbulos colectores, denominados aquaporina -2.
Como luego describiremos el único paso activo en la multipilicación contracorriente es la
reabsorción de NaCl en la rama ascendente gruesa del asa de Henle, por el contrario solo existe
transporte pasivo de solutos en las rama descendente y ascendente fina.
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La eficiencia de la multiplicación contracorriente varía directamente con la longitud de la rama
ascendente gruesa; así este proceso primariamente ocurre en el 30 o 40% de las nefronas que
tienen asas de Henle largas que descienden a la médula interna. Los glomérulos de estas nefronas
están localizados en el área yuxtamedular y en la corteza media. En contraste existe muy poca
contribución de las nefronas corticales externas, que presentan asas cortas que se curvan en la
médula externa o aun en la propia corteza interna.
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Generación de hiperosmolalidad intersticial medular: Si uno pudiera comenzar en un tiempo
hipotético cero, el líquido contenido en toda el asa de Henle y el intersticio sería isosmótico con el
plasma, similar al que llega a la rama descendente procedente del túbulo proximal. El primer paso
en el mecanismo multiplicador contracorriente es el transporte de NaCl desde la rama ascendente
gruesa del asa de Henle al intersticio; este proceso es limitado por el gradiente transtubular
máximo que puede alcanzarse, el cual en el ejemplo del PP es de 200 mOsmol/Kg. Debido a que la
rama ascendente es impermeable al agua, esto resulta en un incremento en la osmolalidad
intersticial de 285 a 385 mOsmol/Kg. El líquido en la rama descendente entonces se equilibra
osmóticamente con el intersticio por salida de agua del túbulo. A medida que el agua entra en el
intersticio, la osmolalidad intersticial es mantenida por la reabsorción activa de NaCl en la rama
ascendente gruesa. El efecto neto es el establecimiento de un gradiente de 200 mOsmol/Kg entre
el líquido en la rama ascendente (185 mOsmol/Kg) y el del intersticio y rama descendente (385
mOsmol/Kg) (los valores se redondearon en el PP).
Ese líquido hiperosmolal que abandona la rama descendente ahora entra en la rama ascendente y
como el NaCl a este nivel es nuevamente bombeado al intersticio hasta que alcanza un gradiente
de 200 mOsmol/Kg entonces en este caso la osmolalidad del intersticio medular será de 485
mOsmol/Kg, aumentando 100 MOsmol/kg con respecto al paso anterior. Este proceso continúa
hasta alcanzar la máxima osmolalidad posible en los humanos (de 1200 – 1400 mOsmol/Kg)
Si expresaremos esto en términos cualitativos pudiéramos decir que a medida que la orina fluye a
través de los túbulos y el transporte de NaCl en la rama ascendente continúa, el paso inicial se
multiplica, resultando en la generación de una osmolalidad intersticial mucho más alta.
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Resumiendo los aspectos básicos del mecanismo multiplicador contracorriente, estos incluyen:
transporte de NaCl fuera de la rama ascendente que hace el intersticio y la rama descendente más
hiperosmótica; el líquido hiperosmótico de la rama descendente fluye ahora en forma
contracorriente a la rama ascendente; la combinación de un líquido tubular con mayor
osmolalidad en la rama ascendente y el reestablecimiento de un gradiente de 200 mOsmol/Kg
entre la rama ascendente y el intersticio resultan en una elevación manifiesta de la osmolalidad
intersticial.
La osmolalidad intersticial es directamente proporcional a la longitud de las asas y al gradiente de
osmolalidad que se pueda alcanzar entre la rama ascendente y el intersticio. (Esto explica las
diferencias entre las especies en la capacidad de concentración)
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Debemos hacer notar que el líquido que abandona el asa de Henle es hiposmótico con respecto al
plasma (aproximadamente 100 mOsmol/Kg). Si los túbulos colectores son impermeables al agua
(ADH ausente), esta orina diluida será excretada relativamente sin cambios. En contraste, si los
túbulos colectores son permeables al agua (ADH presente), la orina se equilibrará con el intersticio
y se excretará una orina concentrada.
También se debe destacar que aunque el gradiente osmolal intersticial es primariamente creado
por aquellas nefronas con asa de Henle largas, la orina generada por todas las nefronas drenan en
los túbulos colectores y se equilibran osmóticamente con el intersticio en presencia de ADH.
Túbulos colectores: Los túbulos colectores en estado basal son relativamente impermeables al
movimiento pasivo de NaCl, con la excepción de la parte más profunda del túbulo colector
medular; también son impermeables a la urea y al agua. La impermeabilidad al NaCl es esencial,
pues ello permite que la alta concentración de NaCl en el intersticio actúe como un efectivo
gradiente osmótico entre el líquido tubular y el intersticio.
La ADH promueve la concentración urinaria incrementando la permeabilidad al agua de los
túbulos colectores, a través de la inserción de los canales de agua denominados (aquaporinas-2)
en la membrana luminal. A nivel del túbulo colector medular, esto permite que el líquido tubular
alcance el equilibrio osmótico con el intersticio hiperosmótico. El agua reabsorbida regresa a la
circulación sistémica por los capilares de la vasa recta.
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El túbulo colector cortical juega un papel también muy importante en el proceso de
concentración. La máxima osmolalidad urinaria alcanzable no puede exceder la del intersticio a
nivel del extremo de la papila. A medida que el agua abandona el túbulo colector medular, ello
implica la disminución de la osmolalidad intersticial por dilución, reduciéndose con esto la
osmolalidad urinaria máxima que puede ser alcanzada. Este efecto es minimizado pues el
volumen líquido que llega al túbulo cortical medular es muy reducido por la reabsorción de agua
inducida por la ADH en el túbulo colector cortical. En presencia de ADH, el líquido hiposmótico que
entra al túbulo colector cortical se equilibra con el intersticio cortical, el cual es isosmótico con el
plasma.
A manera de ejemplo, si la osmolalidad del líquido tubular que entra al túbulo colector cortical es
de 100 mOsmol/Kg, entonces el equilibrio osmótico resultará en la reabsorción de las ⅔ partes del
agua que ha llegado, no obstante se reabsorberá aun más agua si consideramos el gradiente que a
ese nivel puede generar la reabsorción de NaCl inducido por la aldosterona. Esta marcada
reducción en el volumen del líquido tubular permite que la concentración urinaria prosiga en la
médula con un mínimo de dilución del intersticio medular. Debemos tener presente que el flujo
sanguíneo cortical es más de diez veces el flujo urinario máximo, de este modo el agua
reabsorbida en la corteza es retornada rápidamente a la circulación sistémica sin dilución del
intersticio cortical.
Es muy importante conocer que los túbulos distales y los segmentos conectores tal como el asa de
Henle son relativamente impermeables al agua tanto en estado basal como en presencia de ADH.
En ausencia de ADH, los túbulos colectores son impermeables al agua lo que les permite excretar
una orina diluida, pero dado que el transporte de NaCl continúa en estos segmentos, la
osmolalidad urinaria mínima puede ser reducida de 100 mOsmol/Kg en el túbulo distal a 50 – 75
mOsmol/Kg en la orina final.
La ADH juega un papel central en la regulación de la excreción de agua pues su liberación depende
directamente de la osmolalidad plasmática (estimulación de osmorreceptores en hipotálamo
anterior y secreción en hipófisis posterior). Así una carga acuosa secuencialmente disminuirá la
osmolalidad plasmática, la secreción de ADH, la permeabilidad de los túbulos colectores al agua y
la osmolalidad urinaria. El efecto neto es la excreción del exceso de agua. Por el contrario en caso
de pérdidas de agua, se incrementará la osmolalidad plasmática, la liberación de ADH, la
permeabilidad de los túbulos colectores al agua y la osmolalidad urinaria, reduciéndose así las
pérdidas de agua. El aumento en la ingesta de agua debido a la estimulación concurrente de la sed
regresa el balance de agua a la normalidad.
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Papel de la urea: Hasta el momento hemos enfatizado la importancia de la concentración de NaCl
en el intersticio medular en el proceso de concentración. Sin embargo casi la mitad de los
aproximadamente 1200 mOsmol de solutos por kilogramo presentes a nivel de la punta de la
papila en una etapa de antidiuresis son de urea. La alta concentración intersticial de urea es
producida por difusión de esta a favor de su gradiente concentración desde el túbulo colector
medular profundo al intersticio.
La ADH que como sabemos actúa aumentando la permeabilidad al agua en los túbulos colectores,
juega un rol central, pues a medida que el agua es reabsorbida en la corteza y en la médula
externa, la concentración de urea en el líquido tubular se incrementa marcadamente, pues estos
segmentos son impermeables a la urea. En contraste la permeabilidad a la urea en el segmento
medular más profundo del túbulo colector es relativamente alta en estado basal (mediada por
transportadores específicos de urea (UT-A1) en la membrana luminal) y se incrementa por acción
de la ADH, por inserción de nuevos transportadores de urea en la membrana luminal. Esto permite
a la urea difundir pasivamente al intersticio a este nivel.
Además del efecto de la ADH, la acumulación de urea en la médula es también indirectamente
dependiente del transporte activo de NaCl en la rama ascendente del asa de Henle. El incremento
en la osmolalidad intersticial que el transporte de NaCl genera influye en el transporte de urea por
dos vías. Primero la hiperosmolalidad intersticial incrementa directamente la actividad de los
transportadores de urea de la médula profunda por un mecanismo independiente de la ADH.
Segundo, la reabsorción de NaCl en el asa hace al líquido tubular diluido y al intersticio
concentrado, creando el gradiente osmótico que permite la reabsorción de agua en los túbulos
colectores, el aumento en la reabsorción de agua eleva la concentración de urea en el líquido
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tubular, incrementando con ello el gradiente de urea que permite su entrada al intersticio, en la
médula interna.
Parte de la urea que se acumula en el intersticio vuelve a entrar al túbulo en la rama ascendente
fina y la rama descendente. Esta recirculación de urea ocurre a través de otra variedad de
transportador de urea, UT-A2. El efecto neto de esta recirculación de la urea es que la cantidad de
urea al inicio del túbulo distal es la misma o ligeramente superior a la cantidad filtrada, aun
cuando del 60 a 65% de la urea filtrada haya sido reabsorbida en el túbulo proximal. De este modo
tanto la concentración de urea urinaria como intersticial se mantienen altas en presencia de ADH.
La elevación en la osmolalidad intersticial medular producida por la urea permite que el proceso
de concentración sea más eficiente de varias maneras. La más evidente es que una mayor
osmolalidad intersticial maximiza la capacidad de concentración y permite la excreción de grandes
cantidades de urea sin la pérdida concurrente obligatoria de agua. La acumulación intersticial de
urea también promueve la salida osmótica de agua de la rama descendente del asa de Henle. Esta
salida de agua conlleva una elevación en el Na+ del líquido tubular que entra a la rama ascendente
fina y una reducción (por dilución) en la concentración de Na+ intersticial. Ambos cambios
promueven la reabsorción pasiva de Na+ en la rama ascendente fina (como luego se verá). Así
indirectamente la urea juega un rol importante en el paso primario en el mecanismo
contracorriente: el transporte de Na+ en la rama ascendente hacia el intersticio medular.
Reabsorción de NaCl en la rama ascendente fina: La reabsorción de NaCl en la rama ascendente
fina del asa de Henle es primariamente pasiva, a diferencia de la rama ascendente gruesa donde
como conocemos es activa. A continuación mostramos como se genera un gradiente de
concentración favorable para la difusión de NaCl a este nivel. La reabsorción activa de NaCl sin
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agua en la rama ascendente gruesa diluye el líquido tubular y concentra al intersticio. Este líquido
diluido, en presencia de ADH, se equilibra osmóticamente con el intersticio isosmótico a nivel del
túbulo colector cortical y luego con el intersticio hiperosmótico a la altura del túbulo colector
medular. La salida de agua (pero no de urea) del líquido tubular en estos segmentos resulta en una
marcada elevación en la concentración de urea, la cual difunde al intersticio en el túbulo colector
profundo.
Si consideramos que la osmolalidad intersticial a nivel de la punta de la papila es de 1200
mOsmol/Kg, la mitad proviene del NaCl (300 mEq/L de Na+ y 300 mEq/l de Cl-) y la otra mitad de
urea. El líquido que entra a la rama descendente procedente del túbulo proximal tiene una
osmolalidad de alrededor de 300 mOsmol/Kg, con una concentración de Na+ de 150 mEq/l y una
concentración de urea inferior a 10 mmol/l, similar a la del plasma. Si asumimos que el equilibrio
con el intersticio hiperosmótico ocurre enteramente por movimiento de agua fuera del túbulo,
entonces las ¾ partes de este líquido deben ser reabsorbidas para elevar la osmolalidad del líquido
tubular a 1200 mOsmol/Kg, valor que se alcanza en el extremo en que las asas se curvan (forma de
arpa). Esta elevación en la osmolalidad se acompañará de un incremento en cuatro veces de la
concentración de Na+ tubular, hasta alrededor de 600 mEq/l, bien por encima de la concentración
de este en el intersticio. Ello promoverá la difusión pasiva de NaCl fuera de la rama ascendente
fina, la cual es relativamente permeable a estos iones. Aunque existe un gradiente similar para la
entrada de urea al túbulo en este segmento (debido a la alta concentración intersticial), el grado
de entrada de urea al túbulo es mucho menor pues es mucho menos permeable a la urea. Así el
efecto neto, es la reabsorción tubular de NaCl sin agua y una reducción en la osmolalidad del
líquido tubular, ambos elementos necesarios para el mecanismo multiplicador contracorriente.
Intercambio contracorriente – Vasa recta: Los capilares de la vasa recta derivan de las arteriolas
eferentes de los glomérulos yuxtamedulares y tienen una morfología en arpa, semejante a la de
las asas de Henle. Estos vasos juegan un papel muy importante en el mantenimiento del balance
de masa en la médula, retornando el NaCl y el agua reabsorbidos en el asa de Henle y el túbulo
colector medular a la circulación sistémica. La vasa recta ascendente está bien adaptada para esa
función, pues las fuerzas de Starling en estos vasos están muy a favor de la entrada de líquido: la
presión oncótica que promueve la entrada es de aproximadamente 26 mmHg, mientras la presión
hidráulica que impulsa el líquido fuera de los capilares es solo de alrededor de 9 mmHg a nivel del
extremo de la papila. El efecto neto es que el flujo que abandona la médula por la vasa ascendente
es casi el doble del que entra a la médula por la vasa recta descendente.
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La vasa recta también es muy importante en el mantenimiento del gradiente osmótico medular. La
vasa recta alcanza el equilibrio osmótico con el intersticio, pues estos vasos son permeables a los
solutos y al agua. En la vasa recta la permeabilidad al agua está determinada por la presencia de
canales de agua, del tipo Aquaporina-1.
En la vasa recta descendente, los solutos entran y el agua abandona el vaso, a medida que la
osmolalidad plasmática alcanza un valor semejante al del intersticio en el extremo de la papila. Las
altas concentraciones de NaCl y urea en el intersticio generan presión osmótica suficiente para
promover la pérdida de agua libre; aun cuando el efecto directo de las fuerzas de Starling
intracapilares sería promover la entrada de agua y solutos hacia los capilares.
Si la vasa recta abandonara el riñón a nivel de la papila, la combinación de eliminación de solutos y
la adición de agua al intersticio reducirían la osmolalidad intersticial. Sin embargo el gradiente
osmótico medular es mantenido debido a que la vasa recta como ya sabemos se curva alrededor
de la papila y retorna a la corteza. Como resultado de ello, los solutos eliminados del intersticio en
la vasa recta descendente son retornados a este en la vasa recta ascendente debido a un
gradiente de concentración favorable de la luz al intersticio. De forma similar el agua adicionada al
intersticio en la vasa recta descendente retorna al capilar en la ascendente. Con ello se consigue
que la sangre que retorna a la corteza sea solo ligeramente hiperosmótica con respecto al plasma
(325 mOsmol/Kg).
Debe hacerse notar que este intercambio contracorriente es determinado por el gradiente
osmótico y de concentración transcapilar pre-exsistente; y no depende de las fuerzas de Starling
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las que como antes señalamos son más importantes en la eliminación neta de solutos y agua que
entraron al intersticio por reabsorción tubular.
La baja tasa de flujo sanguíneo medular (6% del flujo renal total), la cual está bajo estrecho control
neurohumoral, también contribuye al mantenimiento de la hiperosmolalidad intersticial. Si el flujo
sanguíneo medular se incrementara, más sangre a 325 mOsmol/Kg de osmolalidad abandonara la
médula, y con ello implicaría un importante lavado de solutos medulares, con una marcada
reducción de la osmolalidad intersticial.
El lavado medular de solutos altera el manejo por el asa del NaCl y el agua, como mostramos a
continuación. El lavado, disminuirá la reabsorción de agua en la rama descendente del asa de
Henle, pues ahora existe un menor gradiente osmótico entre el líquido tubular y el intersticio. Esta
reducción en la salida de agua resultará en una menor elevación en la concentración de Na+ en el
líquido tubular, disminuyendo la reabsorción pasiva de NaCl en la rama ascendente fina.
Un ejemplo clínico en el cual estos cambios en la función del asa ocurren es un episodio de
diuresis osmótica, en el que una gran cantidad de solutos no reabsorbibles están presentes en la
orina, tal es el caso de la glucosuria en pacientes con Diabetes Mellitus descontrolada o tras la
infusión endovenosa de Manitol. En estos casos aparece un incremento en el flujo sanguíneo
medular, resultando secuencialmente en una disminución en la osmolalidad papilar y una
elevación tanto en el volumen urinario como en la excreción de sodio; primaramente debido a una
caída en la reabsorción de agua en la rama descendente y en la reabsorción de Na+ en la
ascendente.
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Cuantificación de la concentración y dilución urinaria: Aclaramiento osmolar y de agua libre:
El proceso de concentración o dilución de la orina requiere que los riñones excreten agua y solutos
en cierto modo independientemente. Cuando la orina es diluida se excreta mayor cantidad de
agua que de solutos. Por el contrario, cuando la orina es concentrada, se excretan solutos en
mayor cantidad que agua.
El aclaramiento total de solutos de la sangre puede expresarse como aclaramiento osmolar (C
osm); con esto se mide el volumen de plasma depurado o aclarado de solutos cada minuto, al igual
que el aclaramiento de una sustancia aislada se calcula así:
Cosm = Uosm x V/Posm
donde Uosm es la osmolaridad urinaria, V es el volumen urinario por minuto y Posm es la
osmolaridad plasmática. Pongamos por ejemplo que la osmolaridad del plasma es de 300
mOsmol/l, la osmolalidad urinaria es de 600mOsmol/l y el volumen urinario es de 1 ml/min (0.001
l/min), la tasa de excreción osmolar será de 0.6 mOsmol/min (numerador de la ecuación-
600mOsmol/l x 0.001 l/min), y el aclaramiento osmolar será 0.6 mOsmol/min dividido por 300
mOsmol/min, es decir 0.002 l/min (2 ml/min). Esto significa que 2 mililitros de agua están siendo
aclarados de solutos cada minuto.
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Las tasas relativas de excreción de solutos y agua se pueden determinar usando el concepto de
aclaramiento de agua libre:
El aclaramiento de agua libre (CH2O) se calcula como la diferencia entre la excreción de agua
(volumen de orina por minuto) y el aclaramiento osmolar:
CH2O = V – Cosm
Así pues, la tasa de aclaramiento de agua libre representa la velocidad a que se excreta agua libre
de solutos por los riñones. Cuando el aclaramiento de agua libre es positivo, los riñones están
eliminando un exceso de agua; cuando el aclaramiento de agua libre es negativo, los riñones están
eliminando un exceso solutos y se está conservando agua.
Utilizando el ejemplo antes mostrado, si el volumen urinario por minuto es de 1ml/min y el
aclaramiento osmolar es de 2ml/min, el aclaramiento de agua libre sería de -1ml/min. Esto
significa que en lugar del agua estar siendo aclarada en cantidad mayor que los solutos, los riñones
están devolviendo agua a la circulación sistémica, como sucede en los estados de déficit de agua.
De este modo, siempre que la osmolaridad urinaria sea mayor que la osmolaridad plasmática, el
aclaramiento de agua libre será negativo, lo que indica conservación de agua.
Cuando los riñones están formando una orina diluida (osmolaridad urinaria menor que la
plasmática), el aclaramiento de agua libre tendrá un valor positivo, lo que denota que los riñones
están eliminando agua del plasma en mayor cantidad que solutos. Así pues, cuando el
aclaramiento de agua libre es positivo, el agua libre de solutos, llamada agua libre, se está
perdiendo del organismo y el plasma está concentrándose.
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Micción:
La micción es el proceso por el que la vejiga urinaria se vacía cuando se encuentra llena. Este
proceso implica dos pasos principales. Primero: La vejiga se llena progresivamente hasta que la
tensión de sus paredes supera un umbral que desencadena el segundo paso; este es un reflejo
nervioso llamado reflejo de la micción por el que se vacía la vejiga o al menos produce el deseo
consciente de orinar. Aunque el reflejo de la micción es un reflejo autónomo de la médula espinal,
los centros de la corteza cerebral o el tronco encefálico pueden inhibirlo o facilitarlo.
Estructura y conexiones nerviosas de la vejiga:
La vejiga urinaria es una cámara muscular lisa formada por dos partes principales: el cuerpo que
constituye la mayor parte del órgano y es donde se almacena la orina, y el cuello que es una
extensión en forma de embudo del cuerpo, dirigida hacia abajo y delante en el triángulo urogenital
y que comunica con la uretra. La parte inferior del cuello vesical recibe también el nombre de
uretra posterior a causa de su íntima relación con la uretra.
El músculo liso de la vejiga recibe el nombre de músculo detrusor. Sus fibras se extienden en todas
las direcciones y cuando se contraen pueden aumentar la presión intravesical a 50 mmHg. Por
tanto, la contracción del músculo detrusor es un paso fundamental para el vaciado vesical. Las
células musculares lisas del músculo detrusor se hallan fusionadas, de forma que la resistencia
eléctrica entre unas y otras es baja y permite la prolongación de los potenciales de acción a la
totalidad del músculo, de una célula a la siguiente, provocando la contracción de toda la vejiga. En
la pared posterior de la vejiga, inmediatamente por encima del cuello vesical, existe una pequeña
zona triangular llamada trígono. En el vértice más inferior del trígono se encuentra la salida a la
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uretra a través del cuello vesical, mientras que los dos uréteres penetran a la vejiga por los
vértices superiores. Esta estructura puede identificarse por el hecho de que su mucosa es lisa, al
contrario del resto que muestra abundantes pliegues. Cuando penetran en la vejiga, los uréteres
siguen un trayecto oblicuo a través del músculo detrusor y discurren de 1-2cm por el espesor de la
pared antes de llegar a la cavidad.
El cuello vesical (uretra posterior) tiene una longitud de 2-3cm, y sus paredes están formadas por
el músculo detrusor, mezclado con una gran cantidad de tejido elástico. En esta zona, el músculo
recibe el nombre de esfínter interno. Su tono natural mantiene vacío de orina el cuello vesical,
evitando el vaciamiento de la vejiga hasta que la presión de la porción principal del órgano supera
un umbral crítico.
La uretra, a partir de la uretra posterior, pasa por el diafragma urogenital, que contiene una capa
de músculo llamada esfínter externo de la vejiga, formado por músculo esquelético voluntario, a
diferencia del músculo del cuerpo y cuello vesical que solo están formados por fibras musculares
lisas. El esfínter externo se encuentra bajo el control voluntario del sistema nervioso, y puede
utilizarse para evitar conscientemente la micción incluso aunque el control involuntario intente
vaciar la vejiga.
Inervación de la vejiga:
La inervación principal de la vejiga proviene de los nervios pelvianos, que conectan con la médula
espinal a través del plexo sacro, en especial con los segmentos S2 y S3. Por los nervios pelvianos
discurren tanto fibras nerviosas sensitivas como fibras nerviosas motoras. Las primeras detectan el
grado de distensión de la pared vesical. Las señales de distensión procedentes de la uretra
posterior son especialmente potentes y las principales responsables de la iniciación de los reflejos
que provocan el vaciado vesical.
Las fibras nerviosas de los nervios pelvianos son fibras parasimpáticas que terminan en las células
ganglionares de la pared vesical. A continuación, emiten cortas ramas posganglionares que inervan
el músculo detrusor.
Además de los nervios pelvianos, existen otros dos tipos de inervación importantes para la función
vesical. En primer lugar existen fibras motoras esqueléticas que provienen del nervio pudendo y
que inervan al esfínter vesical externo. Son fibras nerviosas somáticas que inervan y controlan el
músculo esquelético voluntario del esfínter. Además, la vejiga recibe la inervación simpática
procedente, sobre todo, del segmento L2 de la médula espinal y que llega a través de los nervios
hipogástricos. Parece que las fibras simpáticas estimulan los vasos sanguíneos con escasa
participación en la contracción vesical.
Transporte de orina desde los riñones hasta la vejiga: La orina que es expulsada de la vejiga tiene
la misma composición que el líquido que abandona los conductos colectores; en la composición de
la orina no se producen cambios importantes a medida que fluye por los cálices renales y los
uréteres hasta la vejiga.
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La orina que fluye desde los conductos colectores hacia los cálices renales distiende estas
estructuras y aumenta su actividad inherente de marcapasos, desencadenando contracciones
peristálticas que se propagan por la pelvis renal en sentido descendente, a lo largo de todo el
uréter, forzando a la orina a discurrir desde la pelvis renal hasta la vejiga. Las paredes de los
uréteres están formadas por músculo liso, y están inervadas por nervios tanto simpáticos como
parasimpáticos. Como sucede con otros músculos lisos viscerales, las contracciones peristálticas
del uréter aumentan con la estimulación parasimpática y disminuyen con la estimulación
simpática.
Como antes explicamos los uréteres penetran en la región del trígono vesical a través del músculo
detrusor. Normalmente al cruzar la pared siguen un trayecto oblicuo de más de un centímetro. El
tono normal del músculo detrusor de la pared vesical tiende a comprimir sus luces, lo que evita el
flujo retrógrado de la orina a partir de la vejiga cuando la presión intravesical aumenta durante la
micción o la compresión vesical. Cada onda peristáltica del uréter aumenta la presión en su
interior, de forma que la región que atraviesa la pared vesical se abre y permite el paso de la orina
hacia la cavidad de la vejiga.
En algunas personas, el trayecto que siguen los uréteres por la pared vesical es más corto de lo
habitual, por lo que la contracción de la vejiga durante la micción no siempre causa la oclusión
completa de sus luces. La consecuencia es que una cierta cantidad de orina es impulsada en
sentido ascendente hacia el uréter, situación que recibe el nombre de reflujo vesicoureteral.
Sensación de dolor en los uréteres y reflejo ureterorrenal: Los uréteres están bien inervados por
fibras nerviosas conductoras de la sensación de dolor. Cuando un uréter se obstruye (por ejemplo,
por una litiasis ureteral) se produce un intenso reflejo de contracción asociado a un dolor intenso.
Además el dolor desencadena un reflejo simpático en el riñón, con constricción de las arteriolas
renales, lo que conlleva una reducción en la producción de orina. Este reflejo se denomina reflejo
ureterorrenal e impide el flujo excesivo de líquido hacia la pelvis del riñón cuyo uréter está
bloqueado.
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Llenado y tono vesical, Cistometrografía: En la diapositiva se pueden observar los cambios de la
presión intravesical que suceden a medida que la vejiga se va llenando de orina. Cuando la vejiga
está vacía, la presión intravesical es de alrededor de 0, pero cuando existen en su interior de 30 a
50 ml, la presión se eleva a 5-10cmH2O. La orina adicional (hasta 300 ml) sólo causa un ligero
aumento de la presión; este nivel constante de presión se debe al tono intrínseco de la propia
pared vesical. A partir de los 300 a 400ml, la llegada de nuevas cantidades de orina producen un
rápido incremento de la presión.
Sobre los cambios tónicos de la presión durante el llenado de la vejiga se producen incrementos
agudos periódicos que duran desde pocos segundos a más de un minuto. Estos picos de presión
pueden ser desde sólo algunos centímetros hasta más de 100 cmH2O. En la cistometrografía
realizada durante el reflejo de la micción reciben el nombre de ondas de micción.
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Reflejo de la micción: Como antes vimos, a medida que la vejiga se va llenando, comienzan a
aparecer muchas contracciones miccionales superpuestas. Estas contracciones se deben al reflejo
de distensión iniciado por los receptores sensitivos de distensión de la pared vesical,
especialmente los situados en la uretra posterior, que son estimulados cuando esta zona comienza
a llenarse de orina a una presión vesical elevada. Las señales sensitivas de los receptores vesicales
de distensión llegan a los segmentos sacros de la médula a través de los nervios pelvianos para
volver de nuevo, de forma refleja, a la vejiga a través de las fibras nerviosas parasimpáticas que
discurren en los mismos nervios.
Cuando la vejiga sólo está parcialmente llena, estas contracciones de micción suelen relajarse
espontáneamente tras una fracción de minuto, el músculo detrusor deja de contraerse y la presión
vuelve a descender a su valor inicial. A medida que la vejiga sigue llenándose, los reflejos de la
micción se van haciendo más frecuentes y provocan contracciones mayores del músculo detrusor.
Una vez desencadenado, el reflejo de la micción es autorregenerado, es decir la contracción inicial
de la vejiga activa aun más los receptores de distensión, lo que provoca la multiplicación de los
impulsos sensitivos de la vejiga y de la uretra posterior; de esta forma se repite el ciclo una y otra
vez hasta que la vejiga alcanza un fuerte grado de contracción. A continuación, después de
intervalos que duran desde algunos segundos a más de un minuto, el reflejo autorregenerado
comienza a fatigarse, cesa el ciclo regenerativo del reflejo y la vejiga puede relajarse.
De esta forma, el reflejo de la micción es un ciclo completo único:
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Aumento rápido y progresivo de la presión
Período de presión mantenida
Vuelta de la presión al tono basal de la vejiga
Una vez producido el reflejo de la micción, sus elementos nerviosos suelen quedar en estado de
inhibición durante algunos minutos a una hora o más antes de que se inicie un nuevo reflejo de
micción. A medida que la vejiga se va llenando, los reflejos de micción son cada vez más
frecuentes y más potentes.
Cuando el reflejo de la micción alcanza una potencia suficiente, provoca otro reflejo que viaja por
los nervios pudendos hasta el esfínter externo, al que inhibe. Si esta inhibición es más potente en
el encéfalo que las señales voluntarias de contracción sobre el esfínter externo, se produce la
micción. En caso contrario, la micción se retrasa hasta que la vejiga se llena aun más y el reflejo de
la micción se hace aun más potente.
Facilitación o inhibición de la micción por el encéfalo: El reflejo de la micción es un reflejo
autónomo exclusivo de la médula espinal, pero puede ser inhibido o facilitado por los centros
encefálicos. Estos centros son: centros fuertemente facilitadores o inhibidores del tronco
encefálico, localizados fundamentalmente en la protuberancia y varios centros localizados en la
corteza cerebral, que son sobre todo inhibidores, pero que pueden volverse facilitadores.
El reflejo de la micción es la causa básica de ésta, pero los centros superiores ejercen
normalmente el control final de esta función del siguiente modo:
Los centros superiores mantienen parcialmente inhibido al reflejo de la micción, salvo
cuando se desea efectuarla.
Los centros superiores pueden evitar la micción incluso en presencia del reflejo,
manteniendo una contracción tónica continua del esfínter vesical externo hasta que llega
el momento adecuado.
Cuando llega el momento de orinar, los centros corticales pueden facilitar la acción de los
centros sacros de la micción, ayudando a iniciar el reflejo e inhibiendo al mismo tiempo al
esfínter urinario externo, de forma que se produzca la micción.
La micción voluntaria suele iniciarse de la forma siguiente: primero se contraen voluntariamente
los músculos abdominales, lo que aumenta la presión sobre la vejiga y permite que una nueva
cantidad de orina penetre a presión en el cuello vesical, con la consiguiente distensión de sus
paredes. Ello estimula los receptores de distensión, lo que a su vez excita el reflejo de la micción al
mismo tiempo que inhibe el esfínter uretral externo. En general toda la orina es expulsada, siendo
raro que en la vejiga queden más de 10 ml de orina.
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Homeostasis ácido-base:
Con concentraciones séricas de menos de tres millonésimas de aquellas del sodio, el hidrógeno circulante libre es realmente un elemento menor. Frente a estas bajas concentraciones, cada día se sintetizan de 1-1.5 mEq/Kg de peso de ácidos fijos que aparecen en el líquido extracelular (LEC) provenientes de los sitios celulares de producción. De este modo en un período de 24 horas, al LEC llega una cantidad de protones libres muchos millones de veces mayor que las concentraciones normales en este líquido. Frente a este desafío minuto a minuto de la homeostasis ácido-base debe recordarse que las reacciones bioquímicas y las funciones orgánicas en sentido general requieren que la acidez ambiente se mantenga dentro de un estrecho margen y de hecho cuando se mide en forma repetida en un período de 24 horas, la acidez de la sangre es virtualmente constante. Ante esta necesidad se desarrollaron mecanismos fisiológicos muy finos, que permiten mantener la homeostasis ácido-base, que se basan en la interacción armoniosa de tres elementos primarios: producción de ácidos, acción buffer y excreción de ácidos.
Elementos del equilibrio ácido -base
SÍNTESIS ACIDA
DIARIA
ACCIÓN BUFFER EXCRECIÓN
ÁCIDA RENAL
1. Aminoácidos
catiónicos y que
contienen S
2. Hidrólisis de
fosfoésteres
3. Oxidación parcial
de grasas,
carbohidratos y
proteínas
1. HCO3-/H2CO3
2. Albúmina
3. Hemoglobina
1. Secreción de H+
2. Titulación de
Buffers urinarios
Producción ácida diaria (ácidos fijos)= 1-1,5 mEq/kg/día
Producción de ácidos:
La síntesis normal de ácidos fijos (no volátiles) en los adultos como antes planteamos es de 1-1.5 mEq/Kg/día y en los niños es de 1.5-2 mEq/Kg/día, aunque debe señalarse que nos referimos a individuos con una dieta occidental convencional, pues como a continuación veremos la generación ácida está muy influenciada por la dieta. La combustión total tanto de los aminoácidos neutros contenidos en las proteínas, como las grasas y los hidratos de carbono a dióxido de carbono genera por hidratación catalizada ácido carbónico, que es el único ácido volátil que en condiciones normales es producido. Cada día se producen aproximadamente de 15 000 a 20 000 mmol de ácido carbónico, los cuales en forma de CO2 son eliminados por los pulmones.
En el caso de los aminoácidos que contienen azufre (Metionina y Cisteína), generan ácidos no volátiles (H2SO4) cuando son metabolizados a aniones, así como los aminoácidos catiónicos (Lisina, Arginina, Histidina) cuando son convertidos en productos finales neutros.
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La hidrólisis de fosfoésteres de la dieta es otra fuente ácida.
La combustión parcial de grasas, hidratos de carbono y proteínas de la dieta da como resultado la generación neta de ácidos orgánicos como ácido láctico, ácido cítrico y cetoácidos, pero ello solo tiene lugar en estados hipóxicos o en caso de déficit de insulina.
Los individuos en estados catabólicos (infecciones, estados consuntivos) también presentan una alta generación ácida a expensas de la utilización de las proteínas constitutivas del organismo.
Pudiéramos resumir que la producción de ácidos varía de acuerdo a la edad del sujeto, tipo de dieta que consume y la presencia de estados patológicos asociados.
Antes de adentrarnos en el estudio de la acción buffer es preciso conocer un grupo de elementos que nos permitirán su comprensión, los cuales dividimos en conceptos introductorios y definición de términos.
Conceptos Introductorios:
La acidez de los líquidos corporales puede describirse en términos de concentración de iones, o sea concentración de protones libres, o en términos de pH. En muchos líquidos biológicos la concentración de hidrógeno libre, a menudo es una pequeña fracción del contenido total de protones. La unión de protones a macromoléculas explica esta disparidad. Se utilizan electrodos de vidrio, selectivamente permeables a protones libres, para medir la acidez de soluciones biológicas. En condiciones normales la concentración de iones hidrógeno ([H+]) de un humano es de 0.000 000 040 molar, o sea, 40 x 10-9M o 40 nmol/l. Las dificultades propias de utilizar valores tan pequeños llevaron a Sorensen a convertir estos números en sus logaritmos negativos, o sea el pH.
pH = log 1/[H+] pH = -log[H+]
Dado que la concentración normal de protones H+, es de 40 x 10-9M, se deduce que:
pH = - log [40 x 10-9]
pH = -[1.6 + (-9)]
pH = 7.4
Si la [H+] aumentara a 60 x 10-9M, el pH de esta solución más ácida cambiara como sigue:
pH =-log [60 x 10-9]
pH = -[1.78 + (-9)]
pH = 7.22
Si la [H+] disminuyera a 20 x 10-9 M, el pH de esta solución más alcalina cambiaría de la siguiente forma:
pH = -log[20 x 10-9]
pH = -[1.3 +(-9)]
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pH = 7.7
Así el pH y la [H+] varían de forma inversa. A medida que una solución se acidifica, la [H+] aumenta y el pH disminuye, mientras que la alcalinización se define como una reducción de la [H+] y aumento del pH.
La relación inversa entre pH y [H+]; tiene ciertos aspectos clínicamente útiles. Los espectros normales de concentración de hidrógeno y pH son de 35 a 45 nEq/l y 7.45 a 7.35 respectivamente. En el rango de valores de pH comúnmente hallados, o sea de 7.5 a 7.2 la [H+] varía aproximadamente 10nEq/l por cada 0.1 unidad de cambio de pH. De este modo, cuando el pH se acidifica en 0.1 unidad, o sea disminuye de 7.4 a 7.3, la [H+] aumenta en 10nEq/l, de 40 a 50 nEq/l. Lo mismo sucede para el lado alcalino; así surge la llamada “regla de dedo”, por ejemplo, si el pH aumenta de 7.4 a 7.42 (2 U), la [H+] cae de 40 a 38 nEq/l (2 nEq/l). Otra peculiaridad de la relación matemática indica que la [H+] se duplica por cada 0.3 unidades de disminución del pH. En el lado alcalino, la [H+] disminuye a la mitad por cada 0.3 unidades de aumento del pH. El conocimiento de estas relaciones simplifica la interconversión de pH y [H+] al usar las diversas fórmulas y ecuaciones utilizadas en la interpretación clínica de los datos de laboratorio.
Definición de términos:
Los términos utilizados para describir el pH son acidemia y alcalemia. El sufijo emia se refiere al pH de la sangre. Un individuo está alcalémico cuando la [H+] disminuye a menos de 35 nEq/l, lo cual corresponde a valores de pH superiores a 7.45. Un sujeto está acidémico cuando la [H+] aumenta a valores por encima de 45 nEq/l que corresponden a valores de pH por debajo de 7.35. El término eufemia se utiliza para describir el rango normal de pH y [H+], o sea de 7.35 a 7.45 y de 35 a 45 nEq/l.
Las definiciones presentadas contrastan con los términos acidosis y alcalosis. El sufijo osis se refiere a los procesos patológicos que causan acumulación de ácidos o álcalis en los líquidos corporales. Las acidosis son el resultado de un incremento en la generación de ácidos fijos o una incapacidad para eliminar estos ácidos o una disminución de la depuración pulmonar del ácido volátil, ácido carbónico. Las alcalosis son causadas por procesos caracterizados por la acumulación de bases o por una eliminación pulmonar incrementada del ácido carbónico. Es necesario enfatizar con respecto a los términos alcalosis y acidosis, que ellos no implican nada en cuanto al pH sanguíneo.
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Acidemia =
Alcalemia =
Acción buffer: Definiciones y distribución
La acción buffer sobre protones o álcalis desempeña un papel central en el mantenimiento de la homeostasis ácido-base. En términos amplios, los ácidos producidos por el metabolismo celular salen fuera de las células hacia el espacio extracelular donde pueden alterar el equilibrio químico si no fuera por la presencia de buffers o tampones. Los buffers absorben protones, impidiéndoles expresar totalmente su actividad físico-química y los llevan a los riñones donde los ácidos son transferidos a buffers renales específicos para su excreción. Así, la excreción renal de ácidos libera al cuerpo de su producción metabólica y mantiene el equilibrio ácido en cero. El ajuste fino de la excreción renal de ácidos de acuerdo con la producción ácida permite el mantenimiento de una concentración constante de hidrógeno en el LEC y en líquido intracelular (LIC).
El LIC presenta un pH ligeramente inferior al LEC, y sufre cambios proporcionales a los de éste, siguiendo las oscilaciones de su pH. La membrana celular permite cierto grado de difusión de los iones hidrógeno y bicarbonato (miembro del par buffer bicarbonato/ácido carbónico que luego explicaremos), si bien, salvo en el rápido equilibrio que se alcanza en los hematíes, estos iones necesitan varias horas para equilibrarse con los contenidos en el LEC. Sin embargo el CO2 (miembro del par buffer bicarbonato/ácido carbónico que a continuación explicaremos) difunde rápidamente a través de todas las membranas celulares; esta difusión produce cambios en el pH del LIC y permite que los sistemas amortiguadores intracelulares participen evitando cambios del pH del LEC. Múltiples estudios han mostrado que de un 60 a un 70% del amortiguamiento químico total del organismo se produce en el interior de las células, en su mayor parte dependiente de las proteínas intracelulares. No obstante, la lentitud del movimiento de los iones a través de las membranas celulares hace retrasar varias horas el momento en que las proteínas intracelulares alcanzan su máxima capacidad de amortiguamiento de las anomalías ácido-base extracelulares.
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Si bien existe una gama de buffers en el espacio extracelular, el par bicarbonato/ácido carbónico desempeña el papel principal. La importancia de este sistema buffer estriba en dos hechos. En primer lugar, el contenido corporal de cada miembro del par es importante y en segundo lugar, cada uno de los componentes está regulado en forma independiente pero armoniosa por órganos separados (sistema buffer abierto). La excreción renal controlada de ácidos agrega en forma simultánea nuevo bicarbonato a la sangre; inversamente la retención renal regulada de ácidos reduce la concentración sanguínea de bicarbonato cuando es apropiado para las necesidades del organismo. En forma independiente los pulmones regulan la concentración de CO2 (proporcional a [ácido carbónico]), variando sus concentraciones atendiendo a las necesidades del individuo, asegurando aun más la estabilidad del equilibrio ácido-base.
El CO2 difunde desde sus áreas celulares de síntesis con alta presión parcial hacia las áreas extracelulares de presión parcial más baja. El gas atraviesa libremente las membranas e ingresa en los eritrocitos donde hace contacto con la enzima anhidrasa carbónica que cataliza la hidratación del CO2 formándose H2CO3 el cual de inmediato se ioniza en H+ y HCO3. La hemoglobina absorbe el protón, mientras que el bicarbonato sale del eritrocito en intercambio por cloro, por acción del intercambiador Cl-/HCO3
- de la membrana de los hematíes (también llamada proteína banda 3).
Transporte de dióxido de carbono
CO2CO2
CÉLULA ERITROCITO PULMÓN
CO2+H2O H2CO3
Hb + H+ HCO3 -
Cl-
AC
AC- Anhidrasa Carbónica
Este intercambio de bicarbonato anula en forma parcial el efecto acidificador de la hipercapnia en sangre venosa, así como disminuye sus concentraciones de cloro; no obstante, la sangre venosa es más ácida que la sangre arterial como consecuencia de su mayor pCO2.
La sangre venosa que ingresa a los pulmones es expuesta al aire alveolar, el cual tiene una pCO2 muy baja (atmosférica), permitiendo la difusión de CO2 desde la circulación venosa hipercápnica a favor de su gradiente de presión hacia el alvéolo. La caída de la pCO2 a nivel pulmonar revierte el proceso iniciado a nivel hístico, haciendo que reingrese cloro al LEC y bicarbonato a los eritrocitos.
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Generalidades de los buffers:
Si bien los ácidos fijos que salen de las células pueden ser absorbidos por una variedad de buffers disponibles, el sistema bicarbonato/ácido carbónico es el más importante.
Los buffers tienen la capacidad única de aportar protones en momentos de déficit de ácidos y de absorber iones hidrógeno cuando hay un exceso de ácidos. La ecuación siguiente ilustra esta propiedad.
Esquema general de los buffers
HA H+ + A-
ÁCIDO BASE
DÉBIL
Se ioniza para la alcalemia
Se forma para la acidemia
La ecuación muestra que si la concentración de hidrógeno aumentara en forma independiente, los protones se combinarían con la base A- formándose el HA. Esta “inactivación” de protones es la base de la acción buffer sobre ácidos. Inversamente si las concentraciones de protones disminuyeran, el ácido débil HA, actuando como un reservorio, donaría protones, manteniendo la estabilidad de la concentración de hidrógeno.
La acidez de los líquidos corporales en estado estable, es mantenida y determinada por los buffers disponibles en estos. De hecho, la [H+] ambiente de un compartimento bien mezclado puede expresarse en término de cualquiera de los pares buffers que están en equilibrio con este pool de protones (principio isohídrico). O sea los cambios en las concentraciones del componente ácido o básico de un par, nos indicaría que este mismo cambio está ocurriendo en los componentes del resto de los pares buffers. Atendiendo a ello es que en el laboratorio usualmente solo se miden los componentes del par bicarbonato/ácido carbónico y a partir de sus resultados se infiere el estado del resto de los pares buffers.
La ley de acción de masas indica que en equilibrio, cuando las tasas de reacción hacia adelante y hacia atrás de una ecuación (ej: ecuación1) son iguales, el producto de la concentración de H+ y A-, cuando se divide por la concentración del reactante HA, es igual a una constante:
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Keq = [H+] x [A-] (1) Keq- constante de equilibrio HA - Ácido no ionizado
[HA] Concepto de ácido fuerte o débil A--Base H+-Iones hidrógeno
Se deduce que cuanto más fuerte sea un ácido, mayor será su Keq, o sea más fácilmente cede el ion hidrógeno. Como con el pH, dado que las constantes de equilibrio de muchos ácidos son bastante bajas, se ha usado su logaritmo negativo (pK) para hacer más fáciles los cálculos. Tal como en el caso de la relación entre pH y [H+], la relación entre pK y Keq es inversa. De este modo, cuanto más fuerte es un ácido, mayor es la Keq y menor el pK. Los buffers funcionan mejor cuando el pH ambiente se encuentra en el rango de una unidad de log con respecto a su pK, pues en este rango tanto el componente ácido como el básico del par buffer presentan concentraciones relativamente altas. Así, un buffer biológicamente significativo debe tener un pK cercano al pH sanguíneo, aproximadamente 7.4. La albúmina, hemoglobina y el fosfato monobásico/dibásico (H2PO4
-/HPO42-) satisfacen este requerimiento. Debido a que la disponibilidad de estos buffer en el
LEC no es grande, su utilidad es algo limitada.
Nos centraremos entonces en el par bicarbonato/ácido carbónico que como antes señalamos es el par buffer fundamental en el LEC; así si despejamos la [H+] de la ecuación general (1), obtenemos:
[H+]= [ácido no ionizado] x Keq (2)
[base]
Cuando reescribimos la ecuación para el par buffer bicarbonato ácido carbónico, teniendo presente su ecuación de disociación: H2CO3 H+ + HCO3
-
Obtenemos la ecuación 3:
Keq= [H+][HCO3-] (3)
H2CO3
Si despejamos [H+], en la ecuación 3 tal como hicimos en la ecuación general obtenemos:
[H+]= Keq [H2CO3] (4)
[HCO3-]
La ecuación de Henderson-Hasselbalch se desarrolla tomando el logaritmo negativo de ambos lados de la ecuación. El pH y el pK representan los logaritmos negativos de la [H+] y Keq respectivamente, quedando la ecuación como sigue:
pH = pK – log [H2CO3] (5)
[HCO3-]
El logaritmo negativo de la relación [H2CO3]/[HCO3-] se positiviza invirtiendo la relación, quedando
la ecuación como sigue:
pH = pK + log [HCO3-] (6)
[H2CO3]
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En términos prácticos, esta ecuación es problemática por la suma dificultad para medir los bajos niveles de H2CO3 normalmente presentes en los líquidos biológicos. En condiciones normales solo se hallan 6 x 10-6 M de H2CO3 en sangre. Utilizando la ecuación 6 con un pH de 7.4, una concentración de HCO3- de 24 mEq/l y un pK verdadero del ácido carbónico de 3.8 (Keq para H2CO3 es 2 x 10-4 pK= -log 2 x 10-4 pK=3.8), se puede calcular la concentración real de ácido carbónico.
En un intento de volver más útil la ecuación, utilizando parámetros que sean más fácilmente medibles, se desarrolló una forma más simple de definir la concentración de ácido carbónico, como veremos a continuación.
El CO2 disuelto en solución es directamente proporcional a la concentración de ácido carbónico:
CO2 + H2O H2CO3 H+ + HCO3-
(CO2 disuelto)
En equilibrio, la ecuación de acción de masas para esta relación es la siguiente:
Keq = [H+][HCO3-]
[CO2 disuelto]
Esta ecuación indica que en estado estable el CO2 disuelto es proporcional a la [H2CO3] y puede utilizarse en el denominador de la ecuación de Henderson-Hasselbalch (ecuación 6). El CO2 disuelto puede obtenerse teniendo presente la ley de Henry utilizando el coeficiente de solubilidad de Bunsen. Henry demostró que la cantidad de un gas disuelto en un líquido es directamente proporcional a la presión parcial de ese gas en la superficie del líquido. Bunsen derivó la constante de proporcionalidad que relaciona a la presión parcial de dióxido de carbono con la cantidad disuelta. El coeficiente de solubilidad de Bunsen (α) para el CO2 indica que se disuelven 0.0301 mmol de CO2 por litro de líquido por mmHg de CO2. Así, el producto de α y la pCO2 medida, da la concentración de CO2 disuelto. En condiciones normales, hay 1.2 mmol/l de CO2 disueltos en sangre (pCO2 – 40 mmHg x 0.0301 mmol/l/mmHg). Es necesario un último punto para establecer la ecuación de Henderson-Hasselbalch en su forma final. Habíamos planteado con anterioridad que el CO2 disuelto en solución es directamente proporcional a la concentración de ácido carbónico, pero obviamente sus concentraciones no son iguales; para compensar el aumento de la concentración de H2CO3 200 veces (a partir de su valor real de 0.006 mmol a 1.2 mmol), se adiciona el logaritmo de 200, 2.3, al verdadero pK del ácido carbónico, 3.8, lo cual da un pK aparente (pK’) de 6.1. Así, la ecuación de Henderson-Hasselbalch (7) incorpora un pK alterado que permite el uso del CO2 disuelto fácilmente medible como sustituto del H2CO3. El signo prima en la expresión pK’ denota que se ha hecho este cambio.
pH = pK’ + log [HCO3-] (7)
αpCO2
La ecuación de Henderson-Hasselbalch puede ser también planteada en forma no logarítmica
(ecuación de Henderson), aunque debe recordarse que la misma no nos da como resultado
unidades de pH sino [H+] en nmol/l. Si partimos de la ecuación 4 y sustituimos [H2CO3] por αpCO2 y
Keq por K’eq, obtenemos la ecuación 8.
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[H+]= Keq [H2CO3] (4)
[HCO3-]
[H+] = K'eq (0.03 x pCO2 ) (8)
[HCO3- ]
Si conocemos que pK’ del par bicarbonato/ácido carbónico (CO2), es de 6.1, y el PK’= -log Keq,
entonces el antilogaritmo de 6.1 nos brindará el valor de K’eq, teniendo esto presente sustituimos
en la ecuación 8, obteniendo la ecuación 9; el antilogaritmo de 6.1 es 794 x 10-9, que si lo
multiplicamos por 0.03 (α para el CO2) es igual a 23.83 ≈ 24, obteniéndose la ecuación 10, la cual
es muy utilizada en la práctica clínica. (Téngase presente que obviamos la potencia 10-9 pues [H+]
se expresa en nmol o sea 10-9M)
[H+] = antilog 6.1 x 0.03 x pCO2 (9)
[HCO3- ]
[H+] = 24 x pCO2 (10)
[HCO3- ]
Funcionamiento del sistema
A medida que se agrega ácido fijo al LEC, es titulado por el bicarbonato de sodio. Los protones se combinan con HCO3
- formando H2CO3, el cual rápidamente se deshidrata dando CO2 y H2O. Así el agregado de un ácido fijo inicialmente es acidificante en virtud de la eliminación simultánea de
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HCO3- y creación de H2CO3, hechos que reducen la relación HCO3
-/αpCO2 y acidifican el LEC. Esta acidificación es detectada por áreas quimiotácticas en el tallo cerebral y en la periferia que estimulan la ventilación, reduciendo así la pCO2 y el grado de acidificación. Por otra parte los riñones “perciben” la acidificación y excretan el ácido agresor y resintetizan el bicarbonato perdido (véase más adelante excreción ácida renal). Así, la acción buffer y el restablecimiento de la normalidad dependen de la regulación pulmonar-renal independiente de la pCO2 y el HCO3
-, respectivamente.
Es importante enfatizar la importancia crítica de este sistema buffer abierto. A continuación lo ejemplificamos; si agregamos 5 mEq/l de ácido fijo a un sistema buffer “cerrado” (sin regulación pulmonar) en forma simultánea reduce la concentración sérica de bicarbonato de 25 mEq/l a 20 mEq/l y aumenta la concentración de H2CO3 de 1.2 a 6.2 mEq/l, conllevando a una caída del pH hasta 6.61, como queda ilustrado seguidamente:
Control (antes de agregado el ácido)
pH = 6.1 + log 25/(0.03 x 40)
pH = 7. 42
Agregado de 5 mEq/l de ácido fijo a un sistema cerrado:
pH = 6.1 + log 20/6.2
pH = 6.61
En un sistema buffer abierto, el reconocimiento de la acidificación por la rama aferente del aparato respiratorio no solo impide la acumulación de CO2, sino que reduce la pCO2 a valores por debajo de la línea de base.
Agregado de 5 mEq/l de ácido fijo a un sistema abierto:
pH = 6.1 + log 20/1.05
pH = 7.38
Con el tiempo, la resíntesis renal del HCO3- perdido restablece la normobicarbonatemia,
permitiendo que se normalice la ventilación.
La magnitud de la respuesta ventilatoria está dictada por la magnitud de la reducción del bicarbonato plasmático; de hecho cuanto menor sea la concentración de bicarbonato, mayor será la estimulación ventilatoria.
Definición de los trastornos ácido-base:
Los trastornos ácido-base simples pueden definirse tomando como base la ecuación de Henderson
[H+] = 24 x pCO2
[HCO3- ]
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Los trastornos respiratorios se caracterizan por una anormalidad inicial de la pCO2; en una acidosis
respiratoria la pCO2 aumenta definiendo un aumento de la concentración de hidrógeno
(directamente proporcionales), mientras que en una alcalosis respiratoria la pCO2 disminuye,
definiendo una disminución de [H+]. El cambio primario de la pCO2 y luego de la relación
pCO2/[HCO3-] determina la magnitud del cambio de la concentración de hidrógeno. Se produce
una serie de cambios secundarios o compensadores durante el curso de los trastornos ácido-base
respiratorios agudos y crónicos determinando cambios predecibles en la concentración de
bicarbonato, reduciendo así el impacto del cambio primario de la pCO2 sobre la [H+]. Pudiéramos
concluir que las acidosis y alcalosis respiratoria alteran en forma primaria la pCO2, lo cual a su vez
provoca un cambio compensador de la concentración de bicarbonato, mejorando el cambio
inducido sobre la acidez.
<7.35 pH >7.45
Acidemia Alcalemia
HCO3-<24mM pCO2>40mmH HCO3->24mM pCO2<40mmH
Metabólica Respiratoria Metabólica Respiratoria
Acidosis Alcalosis
Los trastornos metabólicos se caracterizan por cambios patológicos primarios de la concentración de bicarbonato; en una acidosis metabólica, la concentración de bicarbonato disminuye, mientras que en una alcalosis metabólica la concentración de bicarbonato aumenta. Estos cambios patológicos del HCO3, se acompañan de cambios compensadores muy predecibles de la pCO2, reduciendo así el impacto del cambio primario del bicarbonato sobre la [H+]. Los cuadros que mostramos a continuación ilustran los cambios compensadores esperados en los trastornos metabólicos y respiratorios.
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Trastornos
ácido-base primarios
Alteración
iniciadora
Respuesta
compensadora
Respuesta adaptativa
METABOLICOS CAMBIO DE LA
[HCO3-]
CAMBIO DE LA
PCO2
Acidosis [HCO3-] pCO2 pCO2= 40 -1.3 x (24- [HCO3
-])
Alcalosis
[HCO3-] pCO2
pCO2 = 40+0.7 x ([HCO3-]-24)
Respiratorios Cambio de la
pco2
cambio de
[HCO3-]
Respuesta adaptativa
ACIDOSIS
Aguda (horas) PCO2 [HCO3-] [HCO3
-] = 24+0.1 x (pCO 2-40)
Crónica (días) PCO2 [HCO3-] [HCO3
-] = 24+0.4 x (pCO 2-40)
ALCALOSIS
Aguda PCO2 [HCO3-] [HCO3
-] = 24-0.2 x (40-pCO2)
Crónica PCO2 [HCO3-] [HCO3
-] = 24-0.4 x (40-pCO2)
La compensación respiratoria de las alteraciones ácido-base metabólicas como antes planteamos son muy predecibles, el fracaso de la respiración en adaptarse en forma apropiada a una hipobicarbonatmia o hipercarbonatemia indica que debe estar actuando otro proceso patológico primario sobre el aparato respiratorio, dañando de este modo el proceso compensador normal. Una pCO2 demasiado alta o demasiado baja para un cambio dado en la concentración de bicarbonato identifica la presencia de otro proceso patológico primario, o sea una acidosis
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respiratoria (pCO2 demasiado alta) o alcalosis respiratoria (pCO2 muy baja). A estas combinaciones de procesos patológicos presentes en forma simultánea se le denominan trastornos mixtos.
A partir de ahora nos centraremos, en los mecanismos generales involucrados en la excreción
renal de H+ y en los factores responsables de su regulación. A continuación hacemos una breve
síntesis de los pasos de este proceso.
Los riñones deben excretar de 50 a 100 mEq de ácido no carbónico cada día. Esto se consigue por
secreción de iones H+, pero los mecanismos son diferentes en el túbulo proximal y rama
ascendente gruesa del asa de Henle (intercambio Na+/H+), con respecto al túbulo colector (bomba
H+ATPasa). La carga ácida diaria no puede ser excretada en forma de H+ libres, pues la
concentración que se puede excretar en esa forma en la orina es muy baja (<0.05 mEq/l). La carga
ácida diaria no puede ser excretada al menos que todo el HCO3- filtrado sea reabsorbido, pues la
pérdida de HCO3- por la orina es equivalente a la adición de H+ al cuerpo. De este modo parte de
los iones H+ secretados se unen al HCO3- filtrado, permitiendo con ello su reabsorción (luego
explicamos el proceso). El resto de los iones H+ secretados se unen a otros buffers urinarios, tales
como HPO42- (formándose H2PO4
-) y el NH3 (formándose NH4+). El NH3 es generado a partir del
metabolismo de la glutamina en el túbulo proximal; la velocidad a lo que esto ocurre puede variar
de acuerdo a las necesidades fisiológicas. El pH extracelular es el regulador fisiológico primario de
la excreción neta de ácidos. Sin embargo en estados patológicos, el volumen circulatorio efectivo,
la aldosterona y la concentración plasmática de K+ afectan la excreción ácida, de forma
independiente del pH sistémico.
Excreción renal de hidrógeno: Los riñones contribuyen al balance ácido-base regulando la
excreción de H+, de forma tal que las concentraciones plasmáticas de HCO3- permanezcan dentro
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de los límites apropiados. Este proceso tiene dos pasos básicos: reabsorción del HCO3- filtrado y
excreción de 50 – 100 mEq de H+ producidos por día.
El primer paso o sea la reabsorción de HCO3- filtrado, es de capital importancia, pues el HCO3
-
perdido por la orina es equivalente a la adición de H+ al organismo, ya que ambos se derivan de la
disociación de H2CO3. Como resultado de esto, virtualmente todo el HCO3- filtrado debe ser
reabsorbido antes que la carga dietética de H+ pueda ser excretada. La importancia cuantitativa de
este proceso, la ilustramos a continuación: un sujeto normal con una TFG de 180 l/día (125
ml/min) y una concentración plasmática de HCO3- de 24 mEq/l filtra (y por lo tanto deben ser
reabsorbidos) aproximadamente 4300 mEq de HCO3- cada día.
El segundo paso en la regulación ácido-base es la excreción de de la carga de H+ diaria (50-
100mEq), por combinación de estos iones H+ con buffers urinarios como HPO42- (componente más
importante de la denominada acidez titulable) o con amoníaco (NH3) para formar NH4+. Estos
procesos son muy importantes, pues ya vimos que la excreción de H+ libres es mínima. El pH
urinario más bajo que puede ser alcanzado en los humanos es 4.5. Aunque esto es casi mil veces
(3 unidades logarítmicas) más ácido que el pH extracelular, ello solo representa una concentración
extremadamente baja de H+ libres (<0.04 mEq/l). Debemos tener presente que la concentración
de iones H+ libres en el líquido extracelular con un pH de 7.4 es de solo 40 nanomol/l, o sea una
millonésima parte de la carga ácida diaria.
La reabsorción de HCO3- y la formación de acidez titulable y NH4
+, tienen en común la secreción de
H+ desde la célula tubular a la luz. Los iones H+ secretados provienen de la disociación del H2O en el
interior de la célula tubular. Este proceso también resulta en la producción equimolar de iones
OH-. (H2O <—> H+ + OH-) Estos iones OH- se unen a la anhidrasa carbónica intracelular (sitio activo
que contiene zinc) y se combinan con el CO2 para formar HCO3- que son liberados al citosol y
retornados a la circulación sistémica a través de la membrana basolateral. El efecto neto es que la
secreción de cada ión H+ a la luz tubular se asocia con la generación de un HCO3-que entra al
plasma. Si el H+ secretado se combina en la luz tubular con el HCO3- filtrado, el resultado es la
reabsorción de HCO3-. Esto contribuye a mantener dentro de límites normales la concentración de
HCO3-, evitando la pérdida de HCO3
- por la orina. Si por el contrario el H+ secretado se combina en
la luz tubular con HPO42- o NH3, se añadirá un nuevo HCO3
- al plasma. Este HCO3- nuevo reemplaza
el HCO3- consumido para tamponear la carga ácida diaria.
Excreción neta de ácidos: Teniendo presente que la concentración urinaria de iones H+ libres es
despreciable, la cantidad neta de H+ excretada en la orina es igual a la cantidad de H+ excretada
como acidez titulable y amonio menos cualquier H+ adicionado al organismo por pérdidas urinaria
de bicarbonato:
Excreción neta de ácidos = Acidez titulable + NH4+ - HCO3
- urinario
En estado estable, la cantidad neta de H+ excretada es aproximadamente igual a la carga ácida (H+)
o sea de 50 – 100 mEq/día. Sin embargo este valor puede exceder los 300 mEq/día (primariamente
por incremento en la excreción de NH4+) si la producción de ácidos se incrementa. La excreción
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neta de H+ puede también tener un valor negativo, si se pierde una gran cantidad de HCO3- en la
orina. Esto puede ocurrir ante una carga alcalina, como pudiera ser la ingestión de grandes
cantidades de jugos de frutas, pues el metabolismo del citrato que contienen resulta en la
generación de HCO3-.
Acidificación de la orina: La acidificación urinaria proximal y distal son diferentes por lo que se
explican de forma separada.
Acidificación proximal: El primer paso en la acidificación proximal es la secreción de H+ por el
intercambiador (antiportador) Na+/H+ en la membrana luminal. Esta proteína transportadora, es la
misma que desempeña esta función en la rama ascendente gruesa del asa de Henle.
En el túbulo proximal además del intercambiador Na+/H+, se encuentra la bomba H+-ATPasa
(semejante a la nefrona distal). El intercambiador Na+/H+ es responsable de aproximadamente ⅔
de la secreción proximal de H+, mientras la bomba H+-ATPasa es responsable de la mayor parte del
resto.
La energía para el intercambio Na+/H+ proviene indirectamente de la actividad de la bomba Na+-
K+ATPasa de la membrana basolateral. Esta bomba transporta Na+ hacia el capilar peritubular y
mantiene en un bajo nivel la concentración de Na+ intracelular (10-30 mEq/l). La baja
concentración de Na+ intracelular crea un gradiente favorable para la difusión pasiva del Na+
luminal hacia la célula, y con ello la secreción de H+ hacia la luz a través del intercambiador
electroneutro Na+/H+.
La actividad del intercambiador Na+/H+ también está mediada por los cambios en el pH
intracelular. Los cambios en el pH intracelular influyen en la unión de los iones al intercambiador, y
una vez unidos ambos iones provocan un cambio conformacional en el intercambiador que
permite el transporte iónico.
La acidificación proximal también requiere que el HCO3- formado dentro de la célula sea retornado
a la circulación sistémica. Esto se consigue por la actividad del cotransportador Na+-3HCO3- de la
membrana basolateral, aunque también participa el intercambiador Cl-/HCO3-, sobre todo en el
segmento S3 del túbulo proximal. La actividad del cotransportador Na+-3HCO3- provoca salida de
cargas negativas de la célula. La energía para este proceso es proveída por el potencial
electronegativo intracelular creado en por la bomba Na+-K+ATPasa (saca 3Na+ y entra 2K+ a la
célula)
Acidificación distal: La secreción de H+ en la nefrona distal tiene lugar en las células intercaladas
del túbulo colector y en las células del túbulo colector medular; el túbulo distal también
contribuye pero en una cuantía mucho menor. La acidificación distal tiene tres características que
la distinguen de la secreción de H+ en el túbulo proximal:
La secreción de H+ se produce por bombas de secreción activa en la membrana luminal.
Las bombas que participan son la H+ATPasa y H+-K+ATPasa; esta última es una bomba de
intercambio, que secreta H+ a luz tubular y reabsorbe K+, su importancia mayor viene dada
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129
por evitar las pérdidas urinarias de K+ en estados de hipopotasemia más que en la regulación
del balance ácido-base. Luego de un estímulo adecuado como la acidemia sistémica, se
producen vesículas citoplasmáticas que contienen bombas H+-ATPasa que viajan desde sus
sitios de generación a la membrana luminal, lo que resulta en un incremento en la secreción
de H+ a la luz tubular. En esta situación la electroneutralidad es mantenida por secreción
concurrente de Cl- por un mecanismo voltaje dependiente.
Debe hacerse notar que el antiportador Na+/H+ no fuera un mecanismo eficiente en la
acidificación distal, pues la actividad de este transportador está limitada por el gradiente
transcelular de Na+ que provee la energía para la secreción de H+. Este gradiente es pobre a
nivel de los túbulos colectores debido a la baja concentración de Na+ en el líquido tubular, que
puede llegar a ser menos de 30mEq/l en el túbulo colector cortical. Además el gradiente
contra el cual tiene que producirse la secreción de H+ en este segmento es muy alto. Por
ejemplo, un pH urinario de 4.8 representa una concentración de H+ que es 400 veces (2.6
unidades logarítmicas) mayor que la del líquido extracelular. El efecto neto es que la secreción
de H+ por acción del intercambiador Na+/H+ requeriría una concentración de Na+ intracelular
muy por debajo de 1mEq/l, la cual no es fisiológica.
Las células secretoras de H+ en la nefrona distal no transportan Na+ o lo hacen en muy
poca cuantía, pues tienen muy pocos canales de Na+ en la membrana luminal. La
secreción distal de H+ sin embargo, está indirectamente influenciada por la
reabsorción de Na+ en las células principales adyacentes en el túbulo colector cortical.
El transporte catiónico de Na+ a través de los canales de Na+ en la membrana luminal
(células principales), hace el líquido tubular relativamente electronegativo. Este
gradiente eléctrico afecta la secreción ácida en dos formas: promueve la acumulación
de H+ en la luz tubular, minimizando la retrodifusión de H+ desde la luz tubular y
facilita la reabsorción pasiva de HCO3-
La salida de HCO3- desde la célula hacia el intersticio y el capilar peritubular es
mediada por el intercambiador Cl-/HCO3- en la membrana basolateral. Esta proteína es
una forma truncada del intercambiador Cl-/HCO3- de los hematíes (también llamada
proteína banda 3). La energía para el intercambio Cl-/HCO3- proviene del gradiente
favorable para la entrada de Cl- a la célula, pues la concentración de Cl- en la célula es
relativamente baja.
La regulación de la bomba secretora H+-ATPasa es mediada por un proceso de inserción y reciclaje
de las bombas en la membrana luminal, semejante al efecto de la hormona antidiurética (ADH)
sobre los canales de agua. De este modo en las células intercaladas del túbulo colector cortical y
en el túbulo colector medular, ante una carga ácida, se insertan en la membrana luminal bombas
H+-ATPasa procedentes de vesículas citoplasmáticas, con lo que se favorece la excreción de la
carga ácida. Por el contrario, ante una carga alcalina, se produce un reciclaje de estos
transportadores desde la membrana luminal a las vesículas citoplasmáticas.
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130
Hasta aquí nos hemos centrado en las funciones de las células intercaladas tipo A del túbulo
colector cortical, pero sabemos de la existencia de una segunda población de éstas células
intercaladas o sea las tipo B, las cuales también pueden insertar bombas H+-ATPasa en la
membrana luminal ante una carga ácida o en la membrana basolateral ante una carga alcalina.
Esta última respuesta, permite que el HCO3- sea apropiadamente secretado en lugar de
reabsorbido.
Las alteraciones en el proceso de secreción distal de H+ determinan una disminución de la
excreción neta de ácidos, acidosis metabólica y un pH urinario que es inapropiadamente alto para
el nivel de pH del líquido extracelular; este trastorno se denomina acidosis tubular distal o tipo 1.
Cuando analizamos el proceso de acidificación urinaria como un todo, nos percatemos del peso
preponderante de la acidificación distal. De este modo el pH del líquido tubular cae como
promedio 0.6 unidades de pH en el túbulo proximal y permanece relativamente estable en el asa
de Henle y en el túbulo distal, los cuales no tienen mucha participación en el proceso de
acidificación. Sin embargo en los túbulos colectores el líquido tubular sufre una abrupta
disminución del pH, que puede llegar a 4.5 en la orina final.
Reabsorción de bicarbonato: Aproximadamente el 90% del HCO3- filtrado se reabsorbe en el
túbulo proximal, especialmente en los primeros 2 mm de este segmento. La marcada capacidad
reabsortiva del túbulo proximal inicial es debido al elevado número de intercambiadores Na+/H+
que presenta y a una elevada permeabilidad al HCO3-.
Reabsorción tubular de bicarbonato
Anhidrasa carbónica y desequilibrio de pH: La anhidrasa carbónica (AC) dentro de las células
tubulares tiene una función básica en la reabsorción de HCO3-, facilitando la formación de HCO3
-
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131
por la combinación de iones OH- con CO2. Además la anhidrasa luminal (luz tubular) tiene también
un papel muy importante. Una vez que los iones H+ son secretados a la luz tubular, dos reacciones
independientes tienen lugar: 1- La combinación del H+ con el HCO3- filtrado para formar H2CO3, 2-
La deshidratación del H2CO3 en CO2 + H2O, que son reabsorbidos por la célula:
1 2
H+ + HCO3- <—> H2CO3 <—> CO2 + H2O
El segundo paso, o sea la deshidratación del H2CO3 en CO2 + H2O, normalmente ocurre de una
forma relativamente lenta. Sin embargo, esta reacción es acelerada en el túbulo proximal debido a
la presencia a nivel del ribete en cepillo de anhidrasa carbónica. A consecuencia de ello, no se
acumula H2CO3 en el líquido tubular proximal; por ley de acción de masas, el mantenimiento de
bajas concentraciones de H2CO3 desplaza la reacción anterior hacia la derecha, lo que conlleva que
se mantengan bajas las concentraciones de H+ libres. De este modo, el pH del líquido tubular solo
disminuye 0.6 unidades de pH (desde 7.4 en el líquido filtrado a 6.8 en el líquido al final del túbulo
proximal), a pesar de la reabsorción en el túbulo proximal de la mayor parte del HCO3- filtrado.
Esta característica es muy importante (AC), pues como conocemos, el gradiente contra el que se
secreta H+ por el antiportador Na+/H+ no puede exceder el gradiente favorable a la entrada de Na+
a la célula. La anhidrasa carbónica luminal minimiza el incremento en la concentración de H+
tubular y con ello minimiza el gradiente de concentración de H+ contra el que tiene que ser
secretado el H+ a la luz tubular, permitiendo con ello que continúe la secreción de H+ y la
reabsorción de HCO3-.
La contribución de este sistema se puede apreciar con la respuesta a la administración de un
inhibidor de la anhidrasa carbónica (Ej: Acetazolamida), que entra a la célula tubular de forma muy
limitada y por lo tanto inhibe la AC luminal pero no la intracelular. En este caso, se enlentece la
deshidratación del H2CO3 en la luz, resultando en la acumulación de H+ y H2CO3, con lo que se
reduce la reabsorción proximal de HCO3- en más de un 80%.
El papel de la AC luminal también puede apreciarse al comparar la función de los segmentos S2 y
S3 del túbulo proximal. La AC luminal está presente en el primero pero está ausente en el último.
Los estudios de perfusión tubular muestran que ambos segmentos pueden disminuir el pH del
líquido tubular en 0.6 a 0.8 unidades. Esto está asociado con una marcada reducción en las
concentraciones de HCO3- luminal en el túbulo proximal inicial (S2), debido a la alta tasa de
reabsorción tubular. Comparativamente existe poco transporte de HCO3- en el segmento S3, pues
en ausencia de AC luminal, los iones H+ secretados y el H2CO3 se acumulan en el líquido tubular,
produciendo una rápida caída en el pH luminal que limita la secreción de H+.
También es posible demostrar desequilibrio de pH en aquellos segmentos que no disponen de AC
luminal (segmento S3, túbulo colector cortical y la mayor parte del túbulo colector medular). Por
ejemplo si se miden las concentraciones de pCO2 y HCO3- en el líquido tubular proximal a nivel del
segmento S3 y se calcula el pH por la fórmula de Henderson-Hasselbalch, este mostrará un valor
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132
de alrededor de 0.5 unidades por encima del valor de pH real medido a este nivel directamente
con un pHímetro (equipo que mide pH) (6.89 & 7.35); a esta diferencia entre el pH medido y el
calculado se le denomina desequilibrio de pH.
El error en el pH calculado resulta del hecho que el pK' de 6.1 solo se puede aplicar al sistema
buffer HCO3-/CO2 cuando la concentración de H2CO3 es relativamente baja en relación al CO2
disuelto y a la concentración de HCO3-. Las 0.5 unidades de pH de diferencia en este caso, se deben
al acúmulo en exceso de H2CO3 en estos segmentos. El desequilibrio de pH se puede corregir con
la adición de anhidrasa carbónica al líquido tubular y está ausente en aquellos segmentos
tubulares que contienen la enzima.
La desigual distribución de la AC luminal juega un rol importante en la acidificación urinaria. El
segmento S1 del túbulo proximal tiene la enzima y es capaz de reabsorber alrededor del 90 % del
HCO3- filtrado. La parte media del túbulo colector medular superficial también contiene AC luminal
y es el sitio más importante de reabsorción de HCO3- distal. El resto de los segmentos distales, no
disponen de AC luminal y tienen una muy pobre capacidad de reabsorber HCO3-; sin embargo
juegan un papel protagónico en la excreción de NH4+, pues la marcada reducción en el pH del
líquido tubular promueve la difusión de NH3 a la luz, donde se combina con los H+ secretados y
quedan atrapados en forma de NH4+.
Secreción de bicarbonato: Virtualmente todo el HCO3- filtrado es reabsorbido en los sujetos
normales, que tienen que excretar la carga ácida diaria. Sin embargo, la pérdida de HCO3- en la
orina es una respuesta apropiada en los pacientes con alcalosis metabólica (pH arterial alto y
concentración plasmática elevada de HCO3-). Esta pérdida de bicarbonato en la orina puede
alcanzarse por disminución de la reabsorción del HCO3- filtrado, así como por secreción de HCO3
- a
la luz tubular por las células intercaladas tipo B del túbulo colector cortical.
Como ya sabemos, las células intercaladas tipo B difieren de sus homónimas tipo A, en que sus
transportadores de membrana tienen una disposición inversa (no obstante pueden insertar
bombas H+-ATPasa en la membrana luminal ante una carga ácida). En este caso los iones H+
producidos en el interior de la célula son secretados al capilar peritubular por acción de la bomba
H+-ATPasa que ahora se encuentra ubicada en la membrana basolateral, en lugar de en la
membrana luminal; por su parte los iones HCO3- producidos en el interior de la célula son
secretados a la luz tubular por un intercambiador aniónico Cl--HCO3- ubicado en la membrana
luminal. Debemos señalar que este es un transportador electroneutro dependiente del Cl- luminal,
pero que no parece ser exactamente el mismo intercambiador Cl--HCO3- presente en la membrana
basolateral de las células intercaladas tipo A.
Acidez titulable: Varios ácidos débiles son filtrados por el glomérulo y pueden actuar como buffers
o tampones en la orina. La capacidad buffers de estos es proporcional a su disponibilidad en la
orina y a su pK; este último elemento es importante dado que la mayor potencia de un sistema
buffer se da cuando este trabaja en un medio con un pH de ± 1.0 unidad respecto a su pK. El
HPO42- es el buffer urinario filtrado más importante pues tiene un pK de 6.8 (piénsese en el pH
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133
urinario) y tiene una tasa de excreción urinaria relativamente alta; existen otros ácidos débiles en
la orina con un menor aporte a la acidez titulable, tales como la creatinina (pK-4.97) y el ácido
úrico (pK-5.75).
La acidez titulable se mide titulando la orina con NaOH (base fuerte) hasta que alcanza el pH
plasmático (y del filtrado). Esta situación invierte los acontecimientos que han tenido lugar en las
luces tubulares cuando el líquido tubular ha sido titulado por los iones H+ secretados. Por tanto el
número de mEq de NaOH necesarios para hacer que el pH de la orina vuelva al valor del plasma es
igual al número de mEq de H+ añadidos al líquido tubular que se han combinado con el
amortiguador fosfato y los otros ácidos débiles que señalamos en el párrafo anterior. La acidez
titulable no incluye a los iones hidrógeno asociados a NH4+ porque el pK de la reacción amoníaco-
amonio es de 9.2 y la titulación con NaOH hasta un pH de 7.4 no elimina los iones hidrógeno del
NH4+.
De este modo, el resto de los amortiguadores distintos del HCO3- y el NH4
+ excretados en la orina
se les conoce como acidez titulable, pues esta es medida por la cantidad de NaOH que es
necesario adicionar a la orina colectada en 24 horas, para titular el pH urinario de vuelta al mismo
pH del plasma (7.4 en el sujeto normal). En condiciones normales de 10 a 40mEq/día de H+ son
amortiguados por estos ácidos débiles (acidez titulable). La capacidad de amortiguación de iones
H+ del fosfato puede ejemplificarse como sigue:
Ecuación de Henderson-Hasselbalch (H-H) para el par: pH = 6.8 + log HPO42-/H2PO4
-
La relación HPO42- : H2PO4
- es 4:1 en sangre arterial con un pH de 7.4. Si se excretan 50 mmol de
fosfato en la orina (el resto del fosfato filtrado se reabsorbe), entonces 40 mmol se encuentran en
forma de HPO42- y 10 mmol en forma de H2PO4
- en el filtrado. Si el pH del líquido tubular es
disminuido a 6.8 en el túbulo proximal por secreción de H+, entonces a partir de la ecuación de H-
H observamos que la relación HPO42-: H2PO4
- disminuye a 1:1. Como resultado de ello ahora habrá
en el túbulo 25 mmol en cada forma o sea como HPO42- y como H2PO4
-. Esto representa el
amortiguamiento de 15 mmol (o 15 millones de nanomoles) de iones H+ por el HPO42-, con un
mínimo incremento en la concentración de iones H+ libres desde 40 nmol/l (pH-7.4) a 160 nmol/l
(pH-6.8). Así más del 99.99% de los iones H+ secretados han sido amortiguados. Si el pH del líquido
tubular disminuye a 4.8 (concentración de H+ 0.016 mmol/l) en los túbulos colectores,
básicamente todo el HPO42- se convertirá en H2PO4
-, así en total 39.5 mmol de H+ habrán sido
amortiguados por la conversión de HPO42- en H2PO4
-.
Podemos entonces decir, que la cantidad de H+ amortiguados por el HPO42- se incrementa en la
medida que el pH del líquido tubular se reduce. Sin embargo, una vez que el pH urinario disminuye
por debajo de 5.5 virtualmente todo el fosfato urinario se encuentra en forma de H2PO4- y no se
puede producir una amortiguación adicional, al menos que haya un incremento en la excreción de
fosfato. En alguna medida, la carga ácida incrementa la excreción urinaria de fosfatos, pues
disminuye la reabsorción proximal de fosfatos por disminución de la actividad del cotransportador
Na+-fosfato que es responsable de la entrada del fosfato luminal a la célula. Ello es mediado tanto
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por disminución de la afinidad del transportador por el Na+, como por aumento en la conversión a
nivel del líquido tubular de HPO42- en H2PO4
- que se une con menor avidez al cotransportador
(recuérdese que es necesaria la unión de ambas sustancias a transportar para que tenga lugar el
transporte).
No obstante, esta capacidad de incrementar la excreción neta de ácidos a través de la fosfaturia
inducida por la acidemia es limitada, y es el incremento en la excreción de amonio (NH4+) el más
importante mecanismo adaptativo que posee el organismo para aumentar la excreción de H+ en
respuesta a una carga ácida.
Excreción de acidez titulable
Excreción de amonio: La capacidad que tiene el organismo de excretar iones H+ en forma de
amonio le brinda una gran flexibilidad a la regulación renal del balance ácido-base, pues las tasas
de producción y excreción de amonio pueden ser variadas de acuerdo a las necesidades
fisiológicas. Este proceso comienza con la producción de amoníaco (NH3) por las células tubulares,
este NH3 entonces difunde libremente desde las células tubulares a la luz tubular donde se
combina con los iones H+ secretados para formar NH4+ (NH3 + H+ —> NH4
+)
Los iones NH4+ son lipoinsolubles y son por lo tanto “atrapados” en la luz tubular, pues no pueden
experimentar retrodifusión
Esta permeabilidad del túbulo al NH3 e impermeabilidad al NH4+ también explica como el NH3
puede actuar como un buffer efectivo, aun cuando el pK de este sistema es de 9.0, muy por
encima del pH plasmático y urinario. Así por ejemplo, a un pH urinario de 6.0 la relación NH3:NH4+
es de 1:1000. La combinación de esta pequeña cantidad de NH3 con el H+ secretado utilizaría
rápidamente todo el buffer (NH3) disponible. Sin embargo, esto no ocurre, pues la reducción en la
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concentración tubular de NH3 (debido a su combinación con H+) provoca que difunda más NH3 de
la célula a la luz. Esta capacidad de rellenar el buffer urinario a través de la célula tubular no la
tiene la acidez titulable.
Hasta aquí hemos hecho una simplificación del proceso de la excreción de NH4+, pero realmente
este tiene lugar en 3 pasos bien definidos: 1-El NH4+ es producido primariamente a nivel de las
células tubulares proximales iniciales; 2-El NH4+ luminal es parcialmente reabsorbido en la rama
ascendente gruesa del asa de Henle y el NH3 es entonces recirculado dentro de la médula renal; 3-
El NH3 intersticial medular alcanza altas concentraciones que le permiten difundir a la luz tubular
en el túbulo colector medular donde es atrapado como NH4+ por el H+ secretado.
Producción de NH4+: El paso inicial en la excreción de NH4
+ es la generación de NH4+ dentro de las
células tubulares a partir del metabolismo de aminoácidos, particularmente (pero no únicamente)
de glutamina:
Glutamina <—> NH4+ + glutamato- <—> NH4
+ + α-cetoglutarato2-
La primera de estas reacciones es catalizada por la enzima glutaminasa dependiente de fosfato y la
segunda por la glutamato deshidrogenasa. El metabolismo ulterior de los α-cetoglutaratos resulta
en la generación de dos iones HCO3- que son retornados a la circulación sistémica por el
cotransportador Na+-3HCO3- en la membrana basolateral.
Debemos hacer notar que en estas reacciones lo que se produce primariamente es NH4+ y no NH3,
y tienen lugar mayormente en el túbulo proximal. El NH4+ es incapaz de atravesar la barrera
lipídica de la membrana celular y solo puede abandonar la célula por la membrana luminal, donde
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se encuentra el transportador que media su secreción, que parece no ser otro que el
intercambiador Na+/H+ (antiportador), donde sustituye al H+ y el transportador entonces puede
funcionar como intercambiador Na+/NH4+. Debe tenerse en cuenta que por cada ión amonio que
pasa a la luz tubular, pasan 2 iones HCO3- a la circulación sistémica.
Recirculación medular de Amonio
Recirculación medular: Aunque como ya hemos visto la producción de NH4+ ocurre primariamente
en el túbulo proximal, la mayor parte de este NH4+ es reabsorbido en la rama ascendente gruesa
del asa de Henle por acción del transportador Na+-K+-2Cl-, donde el NH4+ sustituye al K+ y en menor
medida entra a través de los canales luminales de K+, al cual también sustituye en este caso.
Dentro de la célula tubular tiene lugar la disociación parcial del NH4+ en NH3 + H+, debido a la
menor acidez del líquido intracelular. Los iones H+ resultantes de esta reacción son secretados a la
luz tubular a través del intercambiador Na+/H+, con lo que favorece la reabsorción de HCO3- a este
nivel. El NH3 generado entonces difunde al intersticio medular (pues la membrana luminal en este
segmento es impermeable al NH3) donde alcanza concentraciones relativamente altas, este
entonces difunde hacia el líquido tubular en aquellos segmentos con un pH más bajo y un
gradiente de concentración más favorable para su difusión (como ya sabemos una pequeña
cantidad de H+ puede provocar una gran reducción del pH – y la generación de un desequilibrio de
pH – en aquellos segmentos que no disponen de anhidrasa carbónica luminal): el segmento S3 del
túbulo proximal y sobre todo al túbulo colector medular; en el primero se convertirá en NH4+ y
será vuelto a reabsorber en el asa, mientras en el segundo el NH3 es atrapado en forma de NH4+ y
excretado en la orina. El efecto neto de esta recirculación es el mantenimiento de una
concentración intersticial medular de NH3 alta que favorece la secreción de este al túbulo colector
medular, y con ello la excreción de la carga ácida.
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La reabsorción de NH4+ en la rama ascendente gruesa del asa de Henle se reduce en caso de
hiperpotasemia (por competencia por el sitio en el cotransportador Na+-K+-2Cl-) y se incrementa
en la acidosis metabólica crónica debido a un aumento en la producción de NH4+ en el túbulo
proximal, que trae consigo más NH4+ disponible para ser reabsorbido en la rama ascendente
gruesa de Henle. Esta respuesta a la acidosis, es muy apropiada pues la recirculación del amonio
facilita la excreción del mismo y de la carga ácida.
Excreción urinaria de Amonio
Secreción de NH3 en los túbulos colectores: El líquido que llega a los túbulos colectores tiene una
baja concentración de NH3. Además la mayor parte de los túbulos colectores no dispone de
anhidrasa carbónica luminal; como resultado de ello la secreción continuada de H+ en este
segmento (por la bomba H+-ATPasa) produce una orina my ácida (altas concentraciones de H+) que
reducen aun más el NH3 tubular (forma NH4+). El efecto resultante de la disminución del NH3 en la
luz tubular del túbulo colector es un gran gradiente de concentración que favorece la difusión del
NH3 intersticial hacia la luz, donde forma NH4+.
Para que tenga lugar la acumulación de NH4+ con un máximo de eficiencia a nivel del túbulo
colector, este tiene que tener características de permeabilidad diferentes al asa de Henle. En este
último segmento, la membrana luminal es permeable al NH4+ pero no al NH3; estas características
le permiten reabsorber el NH4+ luminal sin que ella difusión hacia la luz del NH3 formado en la
célula. En contraste, las membranas celulares de los túbulos colectores son muy permeables al
NH3 pero tienen una muy escasa permeabilidad al NH4+. Como resultado de esto, el NH3 intersticial
puede difundir pasivamente hacia la luz tubular donde es atrapado como NH4+.
El NH3 es secretado a la luz tubular a todo lo largo de los túbulos colectores. Debemos señalar que
el gradiente para su secreción es mayor en la médula interna pues su concentración intersticial es
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138
mayor; no obstante la secreción en la médula externa y la corteza no difiere de la de la médula
interna, pues estos segmentos más externos tienen una mayor permeabilidad al NH3.
Respuesta a los cambios de pH: La excreción de NH4+ puede incrementarse por dos vías: 1- Por
incremento en la producción proximal de NH4+ a partir de la glutamina; 2- Por disminución del pH
urinario que aumenta la difusión de NH3 a la luz tubular en el túbulo colector. En los humanos,
luego de una carga ácida, la excreción urinaria de NH4+ se incrementa en las primeras 2 horas,
como consecuencia de la formación de una orina más ácida que aumenta la eficiencia de la
secreción de NH3 en el túbulo colector (segunda vía). La excreción de NH4+ alcanza su máximo nivel
entre el quinto y sexto día luego de la administración de la carga ácida, coincidiendo con el
aumento en la utilización de glutamina por el riñón (primera vía, aumento en la producción de
NH4+).
El incremento adaptativo en el metabolismo de la glutamina en respuesta a la acidemia comienza
con un aumento en su captación por las células tubulares proximales. Bajo condiciones normales,
la mayor parte de la glutamina filtrada es reabsorbida mediante cotransporte con Na+, brindando
la energía para ello el gradiente electroquímico favorable para la entrada de Na+ a la célula. En
presencia de acidemia, sin embargo, la captación de glutamina dependiente de Na+ también
ocurre a través de la membrana basolateral de la célula tubular, o sea glutamina proveniente del
capilar peritubular. No se conoce con exactitud si esta respuesta está mediada por la inserción en
la membrana basolateral de nuevos transportadores o por activación de transportadores
previamente inactivos. Debemos tener presente que el capilar peritubular es una fuente muy rica
de glutamina, pues sólo el 20% del flujo plasmático renal es filtrado, y por lo tanto sólo el 20% de
la glutamina que llega el riñón pasa al filtrado.
El incremento en la utilización renal de la glutamina provoca una reducción inicial en los niveles de
glutamina circulante. Esto es seguido por un incremento en la liberación de glutamina procedente
del músculo esquelético por activación de la glutamina sintetasa.
Una vez dentro de la célula tubular, el metabolismo de la glutamina es pH dependiente,
incrementándose con la acidemia y disminuyendo con la alcalemia. Esto es debido, al menos en
parte, en caso de acidemia, a un incremento en la actividad de las enzimas involucradas en la
producción de amonio.
Independientemente de los mecanismos involucrados, el efecto neto es que la excreción de NH4+
se puede incrementar desde sus valores normales de 30 a 40 mEq/día hasta más de 300 mEq/día
ante una acidosis metabólica severa. Esta respuesta contrasta con la capacidad limitada de
incrementar la acidez titulable que tiene el organismo; siendo muy apropiada pues el aumento en
la producción de NH4+ resulta en generación de HCO3
- a partir del metabolismo del α-
cetoglutarato. La entrada de este HCO3- a la circulación sistémica, eleva las concentraciones
plasmáticas de este hacia lo normal.
pH urinario: El pH urinario disminuye progresivamente a lo largo de la nefrona, alcanzando su
nivel más bajo a nivel del túbulo colector medular. En los humanos el mínimo pH urinario que
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puede ser alcanzado es 4.5; esto representa un gradiente máximo de H+ entre el plasma y el
líquido tubular de cerca de 1:1000 (3 unidades de logaritmo). La incapacidad de producir una orina
más ácida, refleja la potencia limitada de la bomba H+-ATPasa o la impermeabilidad limitada del
epitelio tubular para evitar la retrodifusión pasiva de iones H+ previamente secretados a la luz
tubular.
Esta capacidad de disminuir el pH urinario por debajo de 5.0 es muy importante, pues tanto la
generación de acidez titulable como de NH4+ son pH dependientes; ambas se incrementan en la
medida que la orina se hace más ácida. Si el pH urinario mínimo que pudiera alcanzarse fuera
mayor, ej: 5.5 – 6 (aun menor que el del plasma), la excreción de acidez titulable y NH4+ caería e
impediría la excreción de la carga ácida diaria. Esto sucede en la acidosis tubular renal tipo 1
(distal).
La dependencia de la formación de NH4+ y acidez titulable del pH, también significa que de estos
procesos (así como de la reabsorción de HCO3-) que ocurren a todo lo largo de la nefrona, se
pueda conocer los sitios en los cuales es más probable que ocurra cada proceso; esto pueden
apreciarse partiendo del principio isohídrico, el cual establece que los 3 sistemas buffers tienen
que estar en equilibrio:
pH= 6.1 + log [HCO3-]/0.03 pCO2 = 6.8 + log[HPO4
2-]/[H2PO4-] = 9.0 + log[NH3]/[NH4
+]
Así, el ión H+ secretado será preferiblemente amortiguado por el sistema buffer en una mayor
concentración y/o con un pK más cercano al pH del líquido tubular. En el túbulo proximal, la mayor
parte de los iones H+ secretados son utilizados para la reabsorción de HCO3-, debido a la alta
concentración de HCO3- y la capacidad que tiene el túbulo proximal de minimizar la reducción del
pH luminal por la acción de la anhidrasa carbónica luminal. Este segmento también es el sitio en el
que se secreta la mayor parte del NH4+ a la luz tubular y donde se titula con H+ aproximadamente
la mitad del HPO42- disponible. En contraste, la mayor parte de los iones H+ secretados en el túbulo
colector medular (donde el pH urinario se reduce a su menor valor) se combinan con el NH3
secretado, pues virtualmente todo el HCO3- ya ha sido reabsorbido en segmentos nefronales más
proximales y la mayor parte del amortiguador fosfato se encuentra en forma de H2PO4- (lo que
ocurre cuando el pH urinario está por debajo de 5.8, que es más de 1 unidad de pH por debajo del
pK del sistema, 6.8).
Bibliografía recomendada:
Guyton AC, Hall JE. Textbook of Medical Physiology, 11th ed, Saunders, Philadelphia, 2003
Rose, BD, Post, TW. Clinical Physiology of Acid-Base and Electrolyte Disorders, 5th ed, McGraw-Hill,
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Brenner BM. Brenner & Rector’s The Kidney 7th ed chapters: 5-16, Saunders, Philadelphia, 2004
Maxwell MH, Kleeman C R, Narins R G. Trastornos clínicos hidro-electrolíticos, 4ta ed, Editorial
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Fisiología Renal Dr Raymed Bacallao
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Ganong WF. Fisiología Médica 18va ed, El manual moderno, México DF, 2002