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CRÓNICAS DE GARAGE
Juanez Evaristo García Cardona
Crónicas de garage
Juanez Evaristo García Cardona
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A quien se sienta identificado con el
contenido del libro, a quien tenga el
desacato de desentenderse conmigo a diario,
a quien la vida le ha dado tantas vidas que
parece encerrado en un garage.
A todo aquel que quiera volar un rato con lo
que mi ser quiere decir, con las ocurrencias
que mi intelecto logra meter en una cajita de
cartón para luego ponerla, es decir,
plasmarla en un pedazo de papel. Cierta vez
yendo a una tienda me encontré de frente
con un letrero que dictaba: “Tú tienes el
poder de hacer feliz a alguien”, y eso fue
una motivación para recopilar los viejos
tiempos y crear una antología poética de
estos casi nueve años de escrituras. Algunos
poemas no están terminados, algunos fueron
reclamados por personas que se sintieron
llamadas, algunos dicen verdades relativas,
pero todos los transcribí como lo sentí en el
momento de escribirlo. Y muchas de las
Crónicas de garage
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ellas, gracias Salo; y el título, gracias Tavo;
y la portada, gracias Clau; y la pelea, gracias
Víctor; y el amor, gracias Yhoma; y los
regaños, gracias Luiza. Gracias, infinitas,
mejor loco que mal acompañado, ¿no?.
Solo me queda dejarlos volar con esto, y
citar a uno de mis poetas favoritos:
“Nada ansío de nada, mientras dura el
instante de eternidad que es todo, cuando no
quiero nada.” Oliverio Girondo.
Con mucha rabia. Juanez
Crónicas de garage
Juanez Evaristo García Cardona
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El paseo de los dioses
Es bien sabido que los dioses salen a
caminar por las calles de las ciudades
distantes, y que su vida depende de fuerzas
divinas. Cierto día, un muchacho iba
manejando su vehículo y atropelló a uno que
no veía a ambos lados.
Crónicas de garage
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Muro pintado
Es un mundo sin tecnicolor, todo gris, o
negro si se mira de esa forma. Dibujos a
piedra en las paredes de la vieja casa, que
también era de piedra, adornaban el
aposento y una vela despedazaba la
oscuridad del recinto. La señora de la casa,
que no se acostumbraba al incesante frío,
limpiaba los cuadros de gelatina que
bordeaban los feroces dibujos. La señora, de
aspecto delgado y finas definiciones, se
encontraba en el cuarto de las nubes, un
cuarto sin techo que dejaba ver los cuatro
cinturones de su planeta hogar, y Tritón que
alumbraba cada vez más por esos días, y
Proteus que nunca se dejaba ver, y ella que
yacía quieta observando tal majestuosidad.
Mientras realizaba su limpieza matutina, una
de las largas noches del año, encontró en la
pared un escrito de su esposo que decía:
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"Para el amor
existen dos opciones
amar o no amar,
el que ama deja de ser
el que no ama…
No existe"
Crónicas de garage
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Encarcelado
De esta cárcel no puedo salir
consciencia al filo del abismo
sueños de amor inalcanzables
¿cuál es tu nombre?
diosa del oscuro lado del cielo
corazón de los días de vida.
oh, bajo la mesa de cartón
ah, miro asustado su delgada existencia
al latir del viento
y con olas de cebada.
De esta cárcel no puedo salir
no está aquí…
Nunca está.
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¿Qué quiero hacerle?
Verla, sentirla, acariciarla, tocarla, palparla,
escucharla, oírla, escribirla, penetrarla,
inmortalizarla, publicarla, musicalizarla,
poetizarla, fumarla, tomarla, airearla,
abrazarla, besarla, matarla, asesinarla,
encerrarla en palabras y volver a empezar.
Crónicas de garage
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Esperando terminar
Con el sentimiento al flote
los dos amantes
como incautas babosas
se encierran en interminable abrazo
por su humedecido beso empiezan
con sus delgadas manos
acarician sus dulces cuerpos,
inocentes de sus actos
continúan con su ropa en el suelo
se ven volar las blusas
los pantalones ondean el aire
…
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Cansancios hondos
Dentados fondos del hondo otro corto
invento y tento con terco viento
cansancio intenso de letras pueblas
tanto tanto incauto tacto de lo inmaculado
a lado y lado
pienso peso tenso del nocturno incubo
neto
observo lentos perros cárnicos invitando
posos toscos
cantando andando orando pero cansado de
tercas tetas en secas becas
organizadas
oscuridad absoluta de noches torpes
camino indicio de indeciso remeditativo
cariño obtuso por semicircundantes partes
tomo sorbos cortos de tintito
y me inspiro.
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Tríptico
Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano
que se mezcla a la mía
y forman una mano.
Siempre llega mi boca
más tarde que otra boca
que se mezcla a la mía
y forman una boca.
Cuando voy a besarte
advierto que mis labios besan
otros labios
que acaban de besarte mientras yo te beso.
Y en el preciso instante de tocarte
la mano
descubro que ya estaba
antes de haberla tocado.
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Por eso es muy posible que no te ame
y que mientras dejes de amarme
ya me encuentre amándote
vestido de blanco
con rosas en la mano
suplicando por tu amor.
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¿Qué diablos pensás?
Borracho de la vida y de existir, recorro con
tambaleados pasos mi camino, a veces
errado no lo puedo negar, quizá por malas
acciones o pésimas decisiones; avivado por
la sensación del alcohol recorriendo mi
interior, como vos, que al final sos una ella.
Vos por tu lado, me mirás con tus obscuros
ojos de amor, ausentes de toda calidez,
parece que me amás y no sabés ocultarlo,
que puta sos, venís y me hablás cada noche;
acaso ¿no sabés que te sueño?, gran señora,
majestuosa, implacable, ineludible.
¿Qué diablos pensás de la vida, absurda
muerte?...
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Perfecta poesía
Perdoname preciosa poesía por proponerte
pensamientos precarios, pero persigo
precautelarme principalmente para
pensamientos perversos. Pretendo pedirte
palabras pensadas para purificar personajes,
pero papeles plantean portentosa práctica.
Precipito párrafos perfectamente planeados,
pero padezco polémica para poner palabras,
pasan pocas por pensamientos puntuales.
Poderosos puntapié pulverizan penosas
pronunciaciones producidas por pequeñas
plumas para proyectar por pupilas preciosas
palabras poco pegadas.
Perdoname, poesía, por pedirte payasadas,
por ponerte pesadas pasiones. Pero parecés
peleando por penetrar puertas prohibidas,
por parecer pelaito pidiendo pendejadas.
Pero pararé, poesía, procuraré poner
palabras pensadas para personificar
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preciosas propuestas, porque perdurarás por
pentasiglos para posicionarte,
perfectamente, prodigiosa.
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A la cosa pútrida
De cabellera blanca y revoloteantes ojos
como olvidar tu dulce pero mortal voz
sentado aquella vez
yo con mi cigarro
vos con tu almohada
te hice cuatrocientas preguntas
ninguna tuvo respuesta.
Tus ojos clavados en mi
como en alguna ocasión
clavaste tus colmillos,
nos miramos
unas ochenta horas
ese día.
Diez años ya conmigo,
caminando de mi mano,
durmiendo mi sueño
ensuciando toda la casa.
Y ahí seguís, puto perro.
Puto Pelushine.
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El afiche publicitario
“Aquí somos todo OIDOS!
Cuentanos en que podemos mejorar y en que
somos buenos.
Te escuchamos!
Envianos tus comentarios
Buenos días... Quería hacer saber mi
inconformidad con el letrero publicitario
instalado esta semana en el parque Playpoint
West. A mi parecer, y no lo digo por
jactancia aunque parezca, el letrero debería
tener una buena ortografía, ya que es un
anuncio publicitario y es la imagen de la
compañía. La falta de tildes, me parece a mí,
que es como escribir “asucar”, o “cabayo”,
aparte de feo da muy mala imagen. Y tal vez
los clientes no lo noten, porque puede que
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sea así, pero considero que las cosas se
hacen bien o no se hacen.
¿Alguien me podría decir qué significa la
palabra "oidos"?, ¿por qué, si se está
escribiendo un texto en español, castellano o
paisa, el signo de admiración solo está
puesto al final de la frase cuando debería
poseer los dos?, ¿"cuentanos"? falta grave,
motivo de extradición, y ¿si fuera francés?,
cuantas tildes se dejarían huérfanas y sin
hogar. Los "que" utilizados allí no son "que"
son "qué" ya que son preguntas indirectas
que hace el afiche.
Cuando se habla con un cliente, se debe ser
directo, claro, especifico y respetuoso, al
decirle "envianos" tus comentarios, se está
tomando un cierto grado de confianza que
no se debería tener. Y no es porque odie que
como cliente me traten de tú, o de envianos
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o de cualquier trato donde se pueda llegar a
buscar confianza de un desconocido,
considero que es mal vista, mal escrita, mal
utilizada esta palabra.
Gracias por la atención que creo me fue
prestada a ésta, mi opinión.
Hola Juan,
Tu comentario es muy válido y produce
cierto sonrojo ya que es cierto, tenemos
descuidado el idioma, pero esta validez
pierde fuerza cuando se hace de una manera
inapropiada y, utilizando tus propias
palabras, sí da cierta imagen de jactancia.
Agradezco tu comentario ya que demuestra
tu atención a los detalles y tu aprecio por las
letras, cosa demasiado importante y muy
olvidada. Te invito a encontrar la manera de
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hacer tus críticas de una manera más
constructiva ya que tus palabras tienen
mucha fuerza y esa fuerza, considero, debe
ser bien empleada.
De nuevo mil gracias.
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Verde a su lado,
colección de conocimientos,
pérdida del tiempo,
tranquila muerte,
vanaglorioso amor.
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Historia baladí
Entró en su habitación, sola, acompañado
por una leve tristeza que lo obligaba a entrar
en cavilaciones del intelecto que solo los
sentimientos logran evocar, sobre la mesa de
noche (un metro cuadrado de baldosa fría,
delimitada perfectamente por un color
blanco mugre) se encontraba su libro
favorito en medio de la oscuridad que
meditaba entre el azar y la noche. «Que día»
pensaba mientras avanzaba entre las
oscuridades contiguas buscando el
interruptor.
Él era un joven, árbol como pocos. Árbol,
que utopía, tal necesidad de sentirse árbol o
mar en la sociedad donde todos se quieren
humanos, sentirse árbol puede caber
perfectamente en la revolucionaria
mentalidad de él, sentirse árbol en medio de
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la oscuridad de su deshabitada cavidad de
cuatro paredes erguidas sobre el
comúnmente llamado suelo o piso,
deshabitada por solo unos segundos ya que
él había entrado con la venturosa pasividad
que su tristeza le otorgaba.
«Estaba cogido del día, la mañana avanzaba
presurosa, como todo el tiempo, el tiempo
no espera, nunca lo hace, como lo voy a
querer si ni siquiera lo conozco, si nunca se
detiene a esperar que yo me lave el pelo o
me cepille los dientes, como lo voy a querer
si en medio de su afán ni se fija que existo y
sigue volando en sus pensamientos del no-
pares como una gaviota a las seis de la tarde,
corre y corre, y de correr nunca se cansa;
avanzaba y yo seguía durmiendo, aún con un
poquito de ese dulce sueño que me había
acompañado toda la noche, y a sabiendas de
tener que despertarme agarré la primera
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máscara que encontré y me la puse, todavía
dormido, ni siquiera noté cual era, no vi su
color, no la sentí, solo la puse sobre mi
rostro y me paré de la cama volando, no
esperaba que fuera ésta, la máscara que
odio, la de mi tristeza»
Se encontró perdido en sus pensamientos
que a esa altura hablaban de su despertar,
del motivo de su tristeza, de sus máscaras,
de su juego de máscaras que yacía en el
borde de su delimitada mesa de noche, ocho
máscaras diferentes (no podían ser menos),
«de todas mis máscaras y por el afán de
despertarme escogí la verde, y solo ésta,
¡que hastío!; debí organizarlas anoche a
modo de no olvidar cual debía ponerme.
Olvidar ¿qué palabra es esa?.».
En la sala de lecturas estaba ella, que lo
observaba detenidamente mientras él
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caminaba quieto y sin moverse, manoteando
al viento, como peleando con un ser
imaginario que lo obligaba a hacer algo que
ciertamente no quería, como un león que
ruge para si mismo, como un perro que
duerme y ladra sin darse cuenta de lo que
hace; por un largo instante de tiempo lo
pensó hasta que por fin se decidió a hablarle.
-Y, ¿cómo te fue hoy? - dijo ella.
-No quiero hablar de mi día, – dijo él
encontrando por fin el interruptor - estuvo
verde, sabés que no me gusta cuando el día
es verde, tal vez me di cuenta un poco tarde,
cuando no había más por hacer, cual de las
máscaras había escogido para este día. Es
hermoso saber que aún te preocupa mi día.
- Solo me extrañé al verte jugando tenis sin
raqueta y con el viento.
- ¿Lo hice otra vez? - preguntó envuelto en
carcajadas.
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- Sí, y no sé por qué te extrañas cuando te
pregunto por tu día – decía ella mientras
cerraba el gran libro de unicornios que había
sacado de la biblioteca - sabes que aún me
gustan tus historias.
Sacando un libro de su maleta comprendió
la absoluta verdad, aun sabiendo que las
verdades no son nunca absolutas, que no sé
qué noes y que yoes, que a sabiendas de
verdades siempre relativas pensamos en la
absolutez como parte del circo psicodélico
que supone el tener éstos y no otros ojos, el
tener ésta y no otra mente solitaria hablando
de quien sabe que silencios mundanos con
uno mismo, percatarse de la sarcástica
verdad que tiene una mujer desnuda en el
último rincón de la memoria caminando de
la sala a la cocina, volando desde el
comedor hasta el trabajo, cocinando los
sueños que luego serán pesadillas por no
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poder cumplirlos sabiamente. Que verdad
nos acercaría al amor, sabíamos de los
recovecos y remeditaciones y reputaciones y
restricciones, pero aun sabiendo cuanto nos
queda por saber, saber que o como nacen los
patos.
Nos encontrábamos cada noche, desnudos
en muchas ocasiones, sin tocarnos ni un pelo
ni una pieza recubierta por la piel, yo la
conocía desde sus cabellos riachuelos hasta
sus dedos no menos besables, pasando por
sus montañosos pechos y navegando por sus
labios que se entreabrían para abarcarme en
un abrazo dulce y húmedo; no hacíamos el
amor, hacer el amor era más complicado,
solo teníamos sexo que es algo que se da
mucho más fácil, de igual manera nos
entregábamos sin discutir en los detalles, sin
pensar en las heridas de los crueles pasados,
amándonos (eso creo) con fervorosa pasión,
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sacábamos todas las armas, los dientes, las
ideas, y las plantábamos en una hoja de
papel imaginaria para no olvidar ningún
detalle. En aquella ocasión, me recuerdo
sacándole uno a uno los botones de su blusa
algo acabada y de profundo azul, con mis
dedos, un poco tímidos, seguía el río que
lentamente conduce a su espalda y besando
cada una de sus casas interplanetarias me
adentré en su bosque.
Ella, un poco más desnuda que él, dejaba su
ser al viento, el de él, que andaba frío por
esos años, como bailando sobre las cumbres
montañosas de la selva; eterna
majestuosidad natural de plantas y colores
vivos, él preparaba su arsenal de
sentimientos para ahondar, es decir,
adentrarse en la inmensidad de su selva, la
de ella, que adolorida por tantos soles y
desnuda espalda gemía dulce y azul mientras
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él ni siquiera se percataba, o mejor
expresado, no notaba su papel sobre ese
sortilegio. Giro de posibilidades, nimias
momias espeluznantes y críos de tántalo y
azares cotidianos, azar que no mucho antes
habían usado para encontrarse en el mundo
después de largos caminares por oscuros
senderos, aunque no caminaban solos,
caminaban acompañados por sus dudas y sus
miedos, por sus pensamientos y sus tristezas,
por sus alegrías y sus pesares, con sus
colibríes y sus perros, caminaban sin
buscarse, caminaban queriendo encontrarse,
caminaban en un mundo lleno de soles, y de
soledades, hasta que el destino, o bien sea
dios, logró hacer verde la esperanza, a vos te
hace falta un poco de mi soledad le dijo en
medio del tropezón que los unió, cuando de
pronto sobrevino un silencio, como se sabe
en estos casos es difícil decir algo que
realmente no sobre, silencio que las
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golondrinas y los ángeles llaman asombro,
silencio que en la canción que sonaba era
necesario.
- ¿Por qué estás tan callado? - preguntó ella
como esperando que él le contentara con una
de sus historias del día.
- No es nada querida, solo que los zapatos
me están presionando mucho el ojo.
¿Quieres una copa? - preguntó mientras se
dirigía a la cocina donde guardaba un poco
de vino para ocasiones importantes, aunque
ésta no era una de esas.
Un encuentro con la muerte, tan cercano y
solo eso. Sirvió una copa de un Merlot
exquisito, de esos que saben a ciruelas,
encendió un cigarrillo, puso un disco de su
colección de Jazz y se sentó a disfrutar.
El silencio de la canción que suena, que es
tan necesario en el ritmo. Ese silencio de
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almas que supone las frases pronunciadas
por él al momento en que se dio la simple
oportunidad, ella aún asombrada y
contemplaba al árbol, que era él, y lo miraba
dulce, con una calma apacible como con
deseo ineludible de ser mutua a tal
proposición; le sonaba mucho la idea que
seguía rondando por su cabeza, la de ella,
dos soledades unirse en un eterno abrazo
que sobrepase las fronteras internubilares y
cósmicas con su nave dorada de propulsores
subatómicos y sus intrincados circuitos
reforzados imaginariamente, dos soledades
que no son más que una soledad mayor
acompañando un camino indivisible,
parecido a la luz o tal vez a un camión o al
caer de la lluvia que no toma las
prevenciones necesarias para no mojar al
momento de continuar su trayecto vertical,
dos hermosisimas soledades tomadas de las
manos (solas) y plantadas, es decir, unidas
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por palabras, por placeres, que caminan, que
toman el té a las seis de la tarde, que se
sientan a mirar las viejas fotografías de su
álbum de recuerdos, dos soledades que
comen juntas y aun así se consienten solas,
que toman un baño al iniciar el día, que se
visten y se van al trabajo por distintos
rumbos pero sabiendo que una soledad los
espera al caer la tarde, que se maquillan las
verdades (y con razón) para no herir la
soledad ajena, circunstancia de encontrarse
solo o sin compañía. Pero él, que caminaba
por la calle de Pethit-Chene antes de
cruzarse con ella, no hablaba solamente de
unir soledades, soledades que se unen y se
entregan, es decir, se funden, se acompañan,
se franquean, se besan, se miran durante
horas y segundos sin siquiera mencionar sus
más oscuras mentiras y sonríen al son de un
café en el restaurante, que se descuidan y se
preguntan por qué la ausencia de la
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camiseta, que se dan de comer una
hamburguesa deliciosísima, que se centran
en el balcón de la casa y se fuman un habano
sin prevenciones, que se desnudan... Así
comenzó todo, luego de sacarle la blusa por
completo y quitar uno a uno cada uno de los
que parecieron cuatro mil ochocientos
sesenta y siete botones, se aparecía un nuevo
silencio, esta vez de movimientos y él,
queriendo besar su espalda, saltó desde el
borde de la cama cuan hormiga con alas o
rinocerontaguila hasta llegar a la divina
espalda desnuda que patrocinaba ella,
descendiendo a besos y versos por sus
montañosas nalgas y dejándose fluir por su
caudaloso río de deseo, el que conducía
siempre a sus omóplatos.
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No lo niego
No lo niego,
en algún momento creí que podría existir
un dios que me acercara a vos
un dios alto, magnífico, veloz, experto
en temas de amor y creyente
de una unión de dos;
uno que me regalara el placer de mantener
tu aroma en mi olfato
como consecuencia de nuestro
encuentro semanal;
de hacer que tu rostro
no estuviera solamente en
mi corteza cerebral;
de tocar tus labios,
enfriados por la noche serena,
con los míos;
de acariciar tus manos,
tan tuyas como mías;
de hablarte con mis ojos cuando
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los tuyos buscan respuestas;
de observar tus cabellos después
de sucumbir a tu cálido abrazo.
Pero estoy igual,
tu aroma, en mi memoria;
tu rostro, en mi recuerdo;
tus labios, en mi frío;
tus manos, solo tuyas;
tus ojos, sin preguntas;
tus cabellos,
en tu abrazo,
sin mis brazos.
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Se vive…
Poema doce
Se nace, se aprende, se escucha, se habla, se
lee, se escribe, se palpa, se siente, se relee,
se edita, se embarca, se explora, se conoce,
se aturde, se acude, se obsesiona, se
complementa, se juega, en enjuaga, se
aliviana, se come, se bebe, se suelda, se
acuchilla, se desviste, se cepilla, se peina, se
atortola, se acurruca, se llora, se disculpa, se
ametralla, se termina, se exclama, se ama, se
seca, se fuma, se acribilla, se aminora, se
explota, se duerme, se vive, se vuela, se
atraganta, se ahorca, se humedece, se revive,
se quema, se ampolla, se chuza, se sucumbe,
se proclama, se declama, se siembra, se
enamora, se recuerda, se acobarda, se
emborracha, se llueve, se confiesa, se mira,
huele, se aparca, se olvida, se estremece, se
agranda, se deja, se sale, se sexa, se extrae,
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se apaga, se bota, se cierra, se limpia, se
barre... Se muere.
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Amanochecer
Rabiando rememorables replanteos tísicos
cansado de obnubiluxaciones repentinas
y repetidas
en las noches que en coche
y descorche repensé
o no noto tantos tontos orcos y no cojos
de esgualamidumias acciones
y opciones, nociones que envilecen,
recrecen y reverberecen el ser
ensorsimismado en pensamientos miento
y en mi entro.
Y de lo par ido, y lo reparido,
y de lo imparido, y lo impar ido
y de las angustosesiones recesionadas
y no reflexionadas
y de las recontratristadas pedradas pasadas.
Paso a paso paso y pasa y pienso
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paro reprofundísimos, y reconfundidísimos,
y redificilícimos repensamientísimos
y reconculcórneas córneas corneas
repensando repasadas pensadas y no pesadas
mientras la no noche no me nota, ni anota,
sin mente, sin memoria, sin mendigas
muchedumbres
nimiedad edad mental y astral adquiero
encandorbienungido por buenos
repensamientos y remeditaciones
mentales inmentables mentalizaciones
metalingüísticas
pensando ando dando tanto hago
de noche,
que es tan noche como no día
y piensa.
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Parto del hecho…
Parto del hecho
de que no me creés
sos el verso que me da vida
cada día al despertar
y solo me amás,
cuando nos vemos,
es cierto,
como amar un cuerpo que no ves,
que no tocás, que no olés.
Yo te amo,
en mi recuerdo,
en tu presencia,
en tu voz por mi teléfono,
y esa pasión que inspira
y delira y suspira,
esa pasión que inserto
en cada texto,
para que lo leas
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o lo escuches
y luego cantes
o bailes
o vueles.
Apareciste un día de agosto
y mi vida volteaste,
y mi canto afinaste
y mi poema puntuaste,
y fui un idiota y me aguantaste
y fui un perdido y me guiaste
y fui un cobarde y me dejaste.
Luego volviste
con mi cambio al hombro
hoy te siento,
hoy te aclamo,
hoy te abrazo,
hoy te agradezco esa comprensión.
Gracias por habitar
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en mi memoria
y mi cama.
Gracias por dormir conmigo
en nuestra casa gris.
Gracias por cuidar de mí.
Y te agradezco porque en mi mundo,
la luna sale a caminar
siguiendo tus pupilas,
y el sol apresura a ocultarse
detrás de una nube
porque tu pintas el paisaje
mejor que él,
y los lobos aúllan,
cuan ángeles tocando trompetas,
al sentir tu presencia.
Y te agradezco por la felicidad
que me haces sentir.
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Y te agradezco por el amor
que me haces entregar
sin intentar sacarlo a la fuerza
Parto del hecho
de que te amo.
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Intelecto
(Léase con un dedo en la nariz)
Son los codos otros del cómodo orco y el
ozono tosco fofo y coco;
el ahonde, la palpitada en pecho hecho
sentimiento estrecho trecho sin techo;
la acertada y no cercada de mi sin voz, sin
vos, sin tos;
y de mi recoveco intelecto.
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A la hora de comer
Cantar comiendo,
dormir comiendo,
caminar comiendo,
beber comiendo,
abrir la boca
del estómago, °
y dejar comiendo ° ° °
los dientes de los ojos, °
hablar comiendo,
amar comiendo,
vivir comiendo,
pero sobre todo…
Comer comiendo.
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Semana
Soy yo, aquí sentado, escribiendo lo que de
mi interior emerge. Anhelando desde el
domingo, un sábado eterno, que, como el
lunes sea principio, hermoso sea como un
viernes; intrínseco, como éste y todos los
jueves; sofisticado como el martes, y que de
miércoles, posea esa paciencia, tan propia
como ajena, tan oscura como clara, tan sutil
como brusca, tan abundante en mí, como la
hermosura en vos.
Anhelando un sábado, tan sagrado como
hoy, tan fiestero como ayer, tan alegre como
antier, tan trabajador como mañana, un
sábado a tu lado.
Preparando mis futuros pasos, en el
presente, con experiencias pasadas; por
ahora cerraré mis ojos, dejaré fluir la locura
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que, únicamente, abarca mi corazón, que
advierte un hermoso principio, en un sábado,
al final de la semana.
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Cada vez sos más noche que tarde;
convertite en noche, tarde.
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Al cangrejo
A ese ser perfecto,
a dios hecho mujer,
a la encarnación del amor,
a la música de la vida,
a la excelencia del amanecer,
a ese despertar con un café,
al cantar de su escoba,
a la bendición de su almuerzo.
Mujer sensata y mujer dispuesta,
mujer calmada y mujer canela,
mujer sola y mujer pujante,
mujer ansiosa y de siestas,
mujer antigua y modernizada;
caminante, adolorida, amada,
mujer sonriente y mujer tranquila.
De marcados rasgos
y majestuoso semblante
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de mente abierta y voz en mi,
de las mejores, la mejor;
de las comidas, la chef;
de los chistes, la carcajada;
de la lluvia, el agua.
¡Oh, sublime mujer!
¡Oh, astro brillante y azul!
¡Oh, calma de los impacientes!.
Mujer irreductible, mujer rebosante,
mujer descolorida, mujer de luz,
mujer profunda, mujer actriz,
mujer televisora, mujer recoloreada,
mujer adentro, mujer madre.
Madre roja con tintes de color vida,
madre verde con sazón a esperanza,
madre azul con conocimiento de océano,
madre negra, y madre monte.
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El café
A veces, no tengo una idea clara de lo que
quiero escribir, miento, nunca tengo idea.
Me subo en un barco de madera con grandes
velas y dejo fluir todo lo que el sentir deja
escapar. Una cuchara, una servilleta, el tinto,
un pitillo, una mujer. Instrucciones para
hacer un café instantáneo: Ella (la mujer)
mezcla los ingredientes en un pocillo de
agua caliente y con la cuchara revuelve.
No entiendo por qué pero jamás me queda
igual, debe ser el dulce y armónico
movimiento de sus dedos al agarrar (y no
coger) la cuchara, ese tin tin musical que
emite sonidos apagados mientras se va
mezclando las partículas de café con las del
agua, el microcosmos de sus delicados
dedos que con pulgar e índice hacen ir y
venir el elemento que, no logro comprender
cómo, emite un reflejo inverso de mí; deben
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ser sus ojos que me miran, las burbujas de
colores en el límite del líquido, la servilleta,
el pitillo, el café, un sorbo, ¡ah! Delicioso.
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Emerges
Desde palabras épicas con tinte azul,
con la cribada mitoforma del abducido
pensamiento hambriento,
y la sesgada arqueada mellada hada
hasta las recónditas métricas cavidades
míticas
y de los cansancios nimios del tú
tan tú
y con la espera a cuesta que llevarla
cuesta
desde el sueño insomne y la hermosa
musa que acusa
con la no muda pluma cruda y el sentido
tacto tanto o menos cauto
y del resentimiento con sentimiento
y del consentimiento sin sentimiento
hasta el sintagma semántico y
sin o con sentido
y los marcados inusados y críticamente
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concentrados
con toda la mente demente y de mente
en mente y el gesto hundido
como ido y traído
y la calcinada forma armada de la nada
y aclamada
y mejorada
pero calmada.
Desde el desdén mismo de
inicuos escritos
y plasmados caracteres en crueles papeles
con el entero esfero en dedos
y el mero empeño
hasta el cantado movimiento de tibias
ideas frescas
con plenas imágenes
plenamente imaginables
y sos vos
emergente.
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El esfero del joven poeta
La guitarra del joven soldado.
El esfero del joven poeta
solo escribe pasadas las diez,
es algo tímido,
en ocasiones:
duerme por días,
en otras:
muere exhausto
por sus noches
de sueño insomne.
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A propósito del octavo aniversario de
Evaristo.
Cómo has podido sobrevivir a los
cambiantes tiempos que te acompañan;
cómo, a las injustas palabras que te propina
tu mente; cómo, a las verdes melancolías de
corazones atados; cómo, a las dulces caricias
de tu néctar favorito. Si yo tuviera de ser yo,
quizá no estaría en tu lugar, quizá la vida en
tus azules jardines tiznaría de violeta o
naranja; yo que soy tan vos sin dejar de
serte.
Cómo has podido recordar que no tenés
recuerdos; cómo, en tu día, rosado por
cierto, has logrado extraer de tu memoria
palabras olvidadas; cómo dejaste este esfero;
cómo caíste en vanos pensamientos; cómo
hieres sin pensarte un poco; y lo dijo hacia
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las doce, porque no lo hago yo, lo haces tú,
yo.
Como has cambiado mi mundo.
Como has cambiado.
Como haz.
Cómo?
Respondeme, por favor, sos vos y no tú,
porque yo quiero ser usted y dejar de serme.
Pero como has cambiado la forma de
mirarnos, como la hemos modificado, somos
uno, uno loco, uno y solo uno.
¿Qué te pasa? Contame tus penas, nuestras
penas, sabés que nos pertenecen y aun así
seguís ahí sin decirme nada. Soy tuyo y soy
mío, soy de todos los que quieran tomarme,
nadie nos toma, ¿será por vos? O ¿quizá por
mí?. Cuéntame de ella que es tuya y también
mía, cuéntame de sus besos y sus caricias…
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Ahora no me digás nada, sé que escribo
solo, y no sabemos cómo hemos sobrevivido
a esto…
Ayer éramos niños, ayer y que importa,
¿cómo sobrevivimos sin esas golosinas?
Sí, lo sé, ocho años no se cumplen todos los
días, es por eso que aún se recuerdan cosas
como balas punteando una J o como coger
un lapicero y no escribir, eso se recuerda,
pero cuéntame de tus olvidos…
A veces te queda el sentimiento de que una
sola vida es poco, mil vidas cada una con su
respectiva muerte.
Tal vez es coincidencia, 8031, 192721,
11563203, 693792003, 21, 09, todos
impares, pero vos, vos no estás solo, me
tenés a mí y la tenemos a ella con su
universo morado de azul.
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Y tu tos y tu rodilla y tu adicción a comer
uña, y tu desvio cambiante, y tu batería de
frases, y tu color pálido centelleante…
¿Qué sería de tu vida sin mí?.
Con mucha rabia.
Juanez y yo.
Sábado, 21 de septiembre de 2013, 23:31:57
Medellín – Colombia.
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Tanto
De tanta lectura leída por ojos lelos
de tanto escrito escrito por rebelde mano
de tanta vista vista
de tanto tacto tactado y palpado
de tanto tonto pensamiento tocado
de tanto beso besado
de tanto abrazo abrazado por brazos
de tanto canto cantado por voces cautas
de tanto sexo sexado
de tanto vos y yo poetizado
y de repente apareces y no sé qué decir.
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A mi fiel compañera
Ayerteveíashermosa,contuvestidorojo,tucabe
llosueltoytussombras,alvertemedijiste“tengo
hambre”,sinpensarlosaquédemibolsillounped
azorasgadodepapelqueconservabaparavos.L
oleísteyloguardaste.Lanocheestabaoscura,¿lo
recordás?,habíacomotrecenubes,yunatrasuna
lesbuscamosformas,unoso,unacasa,unanube,
esatieneformadenube,tereíste.Fuelaprimerav
ezquetevisonreirdeverdad.Teofrecíuncafé,sin
azúcardijiste;sietenubesmástardenosentramo
s,vistemidesordenquenoeramásqueunordene
stocástico,unrompecabezasaunsinterminar,u
napiladelibros,laropa(mal)acomodadasobrel
asilla.Agarrasteunlibrodemibiblioteca(siesqu
epuedellamarseasí)ymeleísteeltítulo,recuerd
oquenoteprestémuchaatenciónpuesestabarec
ordando,esdecir,repitiendotudelicadocamina
rporelcorredor,tumovimientodecintura,espal
darecta,tuvestidorojoeneseiryvenirdelosvient
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oscruzados.Meincorporé,abríellibroenunapá
ginaalazar,teleíelcapítuloyvosestabasdibujan
dounacasa,construyéndola,ladrilloaladrillo,u
niendolaconlascenizasdelaspalabrasquesalía
ndemiboca.Luegotebesé,besétutiempo,besét
uslabiosdecerezaconsaboracafé,besétudulcey
tranquilocaminarporelcorredor.Afueraempez
abaallover,igualqueadentro,laúnicadiferencia
eralatemperatura.Tomélapalabra,yunsorbode
saliva.
Lalluviaesgrisymojalospocossentidosqueaun
sonconservados,elcielodenimionegroanaranj
adoseagolpadenubesescarlataylecrecenramas
,dosniñosaprovechanparavercaertalespectácu
lobajolaproteccióndelcristalquenoesmásques
eisdíassindormirouncigarroalasclarasaguasd
eunmarapenasabierto.Entróunélynisiquieran
otóunodelosarreglosrepartidossobrelaalfomb
raverde,queaesaalturanoestabatanverde;unbu
hodecristaltraslúcidodeunaodoslibras,engala
nadoconunaplumadeavestruzycolocadosobre
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unrecortefínamentepulidodemaderadepinoca
nadiense,queyacíasobreuntapeteverde,coloca
dofírmementesobreelsuelo,gris.Acadaladoun
cenicero,unolleno,otrorelucientedelimpiezay
polvoqueseacumulabaycreabacapasqueenoca
sionesyousabaparaescribiralgúnrecuerdoolvi
dado.Yrecorremoslanadaenesetododeaniquil
arpensamientosenlasbohardillas,esdecir,lasa
cerasdeloscafetinesconsussalsasysusgranosp
erfectamentecortadosyesosdiminutosfrutoscr
udosysecos.Taleslanecesidaddeencontrarnos
ciegosytiradossobreloscolchonesdelascamas,
borrachosydesgualamidosaciertascientascosa
s,saberseignoradoporcienes,omiles,ounos;alf
ineltiemponosagrupa,nosreune,ynosdejavisu
alizarloinvisible,quenoesmásqueelnoquererv
er,nonotarlonotadoporotros,loquevos,gracias
aldestino,notaste.
“Estoytriste”dije“aunnosécomoestarsoloenm
icabeza,nomehepodido,esdecir,nohelogradoa
costumbrarmeaestarsoloaquímetido,encerrad
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o,enmicabeza”,Metoquélacaracomosimepica
ra,“haceratoquieroverte,contarteloquemepas
a”,yempecé…Peroporrazoneslejanasamireali
dadnolasescribiréhoy.
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Corazón dulce
Si la vida te arrancó
el dulce y cauto placer de la vida
fue por tu deseo compartido
verdes y eternos jardines.
No lo niego
la falta a veces golpea,
extrañar no es fácil,
llorar tampoco lo es
y menos para mi.
Cinco años ya han pasado,
tantos recuerdos
tantas calmas postergadas
tantas risas rotas.
Hoy te escribo
porque sé que lees
mi llanto alegre
y tristeza de tu partida audaz.
Diez dioses que planean.
Nueve charcos que te aclaman.
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Ocho dudas de miradas.
Siete días a la semana.
Seis recuerdos que me atan.
Cinco dardos que me matan.
Cuatro amores compartidos.
Tres dioses te reclaman.
Dos, tu pieza no está sola.
Uno, recordame en la mañana.
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Leer con precaución
Solo por si acaso, ellos se encuentran en
El joven está sentado en una roca frente al
Cada mañana, uno amanecía tan cerca del
medio de sus desnudeces y sus curvas de
lago que consume hojitas que los árboles le
otro que daba cierto miedo. Cada mañana
piel y lunares. Él desnudo, ella desnuda,
arrojan; durante diez minutos se queda ahí
con un nuevo sol, ambos se desperezaban, se
ellos mirándose en un gravitar del alma,
sentado, gritando silenciosamente sus
quitaban las tristezas, se ponían las máscaras
eternos y etéreos. Él es el primero en romper
recuerdos al filo de lago, hablando con el
y se sentaban a discutir su sueño de esa
el silencio, que no es más que un estado
lago, sin percatarse de que el lago no es
noche. Y no es para más, contar tu sueño
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inercial, anida sus manos, es decir las
capaz de prestarle la atención que él
implica quitarse una que otra tristeza que
ahueca, y las dirige a sus pechos, los de ella,
requiere, el lago, el joven, la roca, las
aprovecha la noche para subir por los dedos
que al primer contacto se iluminan, se
hojitas, los árboles, esos árboles, altos,
de los pies y encontrarse en la mañana
estremecen; los acaricia con índice y pulgar
joviales, aunque a veces lúgubres, esos
acostada a tu lado, abrazándote; por ello es
mientras por su mente rondan diferentes
árboles que tampoco regalan un poco de su
preciso sacarla de la cama de una patada,
pensamientos que nacen y se chocan unos
tiempo para escuchar al joven con sus
envolverla en una bolsa de papel de esas en
contra otros y forman supernovas cerebrales
historias. Pero el joven ni siquiera se percata
las que nos venden los panes en las
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de pensamientos muertos (aunque algunos
de su soledad, ni siquiera ha notado que
panaderías, asfixiarla por dos o tres minutos
sobreviven a tal hecatombe). Se escucha el
nadie lo escucha, y sigue contando sus
y clavarle una estaca en el corazón para que
sonar de una canción que proviene del
historias. En realidad, recuerda consigo
muera por lo menos en ese instante.
mismo cuarto de donde proviene el calor y
mismo, habla solo, ignorando que el lago o
Se consigue armarse de valor para agarrar
donde habita el cielo nocturno, y él decía, o
el árbol o las hojitas o la roca son de una
una máscara de la mesa de noche, que por
mejor dicho, se decía, es decir pensaba: “El
indiferencia insoportable, son tumbas del
esos días estaba fría. Azul, verde, amarillo,
paraíso, si existe debe ser éste, este
tiempo, son la muerte en el más puro estado.
negro, blanco, la violeta no, rojo, tal vez;
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momento es el paraíso. Vaya uno a saber
En ese instante el joven se levanta y ve a la
hasta que quizá por un azar místico del
cómo he sobrevivido tantos días sin subir al
muchacha.
destino se consigue arrancar de la inercia la
cielo y sentarme en una nube a observar
La lejanía, en términos de la juventud, era
máscara café, y colocarla deprisa a modo de
desde arriba el mundo girar. Vaya uno a
corta. La muchacha caminaba por la orilla
no perder ni un segundo para poder hablar
saber cómo me las arreglo para vivir sin
del mismo lago, de los mismos árboles, tan
de sus sueños. “Mi sueño fue algo sombrío”
estos momentos de gloria, de extensa
cerca y tan lejos todo este tiempo. El joven
– decía ella con la cabeza reposada sobre el
felicidad, de goce descontrolado, de amor.”
se queda observándola como si le faltara el
pecho de él, que se encontraba recostado
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Con su boca, la de ella, va besando sus
aire, una gota de agua o una hojita en el
sobre una sábana roja – “París, una estatua,
labios, los de él, que aún sabían al café que
lago. A modo de saber si ella lo observaba,
saliste corriendo por una calle, estabas con
habían tomado en la tarde. Besaba
el decide hacer una seña, mover la mano
menos ropa que ahora, todo París te
dulcemente cada rincón de esa boca tan
como saludando, para su sorpresa la
observaba, incluso yo, no sé por qué estaba
varonil y reseca, con la lengua lograba sentir
muchacha responde con el mismo gesto y
en ese lugar. Yo vestía un traje rojo tenía los
cada uno de los pliegues que sus labios, los
una sonrisa. Una paloma aprovecha para
tacones, esos que te gusta, luego me viste y
de él, poseían. Sus manos que estaban libres,
asomarse por las rendijas de los tallos de los
dejaste de correr, te acercaste y me ofreciste
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acariciaron la espalda masculina, rozándola,
árboles, una hojita cae del árbol más alto. El
un café, como no tenía sueño acepté.
tentándola, estremeciéndola, invadiéndola.
joven abre los brazos como si estuviera
Entramos en el café Au Chien qui Fume, y
A esa altura, su cabeza, la de ella, estaba en
exigiendo un abrazo, la muchacha camina y
tomamos pedimos algo mientras me
una de las lunas de júpiter, sus pies, sobre la
se acerca a él, o tal vez es él quien se acerca
contabas por qué estabas así por las calles de
tierra y sus alas intentaban llevarla por el
a ella, o tal vez ambos se acercan
esta ciudad. No entendí mucho de lo que
aire, convertirla en aire. “No sé por qué” –
mutuamente.
decías porque estaba tratando de recordar
pensaba – “pero mi futuro es un futuro que
Ya los separaban dos o tres pasos, cuando de
cuantos bocadillos me empacaba mi madre
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pende de una diminuta línea de hilo, mi
pronto la muchacha advirtió una sonrisa en
en la lonchera del colegio”.
futuro está lleno de ausencias, de compañías,
el rostro del joven. ¿Hace mucho estás aquí?
Y él siguió: “En cambio el mío fue algo más
de amenazas, de calmas, de inseguridades.
– preguntó ella mientras su mano se posaba
raro. Estaba sentado en la acera de una vieja
En cambio, mi instante es algo más perfecto,
en su hombro, el hombro que era izquierdo y
casa, estaba cayendo la tarde, en mi mano
vos te agarrás a este, mi instante, y lográs
de él. No – respondió él aun con la sonrisa y
había un tornillo y yo lo contemplaba,
ganarte un pedacito de mi futuro; mi instante
tratando de armarse de valor para poner su
centrado en él, olvidaba el mundo solo
es un prólogo de otro instante, y a eso es a lo
mano derecha sobre el hombro izquierdo de
porque había un tornillo en mi mano, parecía
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que llamamos futuro, y por esto, cualquier
ella y así corresponderle el saludo – ¿Vienes
una especie de dios, dios tornillo, san
cosa, sea lo que sea, puede dañar un instante
mucho por estos lados?. A esta altura ella
tornillo, era un tornillo que podía gobernar
y con eso, un pedacito de futuro. Mi futuro
notó en el rostro de él un sonrojamiento y
el mundo o eso parecía, yo le hablaba al
pende de un hilo, pero no es suicida.”
también se sonrojó – Sí, cuando estoy de
tornillo y él no me respondía nada, no
Su boca, que es la de él, se acerca y opta por
vacaciones por esta ciudad me vengo al lago
modulaba palabra alguna; lo miraba y creo
detenerse súbitamente, suavemente, sobre la
para darle maíz a las palomas.
que la gente me miraba extrañada, la gente
oreja de ella, y susurra: “Tu oreja no
Al fin sobrevino un silencio, como se sabe
que pasaba al frente del jardín verde me
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siempre está desnuda, tu oreja se ve más
en estos casos es bravo, el joven probó:
miraba contemplar un tornillo, pero ellos no
hermosa cuando está desnuda, y eso solo se
“Tengo una casa en aquel árbol, ¿quieres
entendían, dios tornillo; cuando anocheció lo
da cuando tu cuerpo la acompaña
venir?, podemos hacer café”. Ella, ya sin el
guardé en una cajita de madera diseñada
desnudándose, tu cuerpo se desnuda y tu
sonrojo, asintió. Caminaron cogidos de la
para el tornillo, no podía esperarse menos,
oreja también, me gusta desnudar tu oreja.
mano hasta la casa sin pronunciar una
un tornillo con ataúd propio debe ser un
Beso tu oreja como si nunca hubiera besado
palabra. Cruzaron el lago, los árboles, las
dios”.
alguna oreja, sabes que el amor no es
palomas, los granos de maíz, hasta que
Es increíble, saberse recostado uno tan cerca
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repetido, uno ama diferente cada vez que
llegaron casi sin notar la caminata
del otro, los cabellos enredados, las cabezas
ama. Uno no siempre ama de la misma
silenciosa. Ya acomodados en la casa, uno al
tocándose, ambos bajo la misma cobija, con
manera, el amor es amor y ya.”. En ese
frente del otro, con sus miradas perdidas en
las piernas entrelazadas, con los labios cerca
instante la oreja mojada se estremeció:
el otro; ella, habiendo terminado su café le
(mucho), compartiendo el mismo sudor, el
“Tenés razón, el punto G no se encuentra en
preguntaba: “¿Cómo estás?”; “Bien, mi
mismo aire, la misma habitación, el mismo
donde muchos hombres creen; se encuentra
mundo duele menos si te miro” decía él.
colchón, tan cercanos, tan unidos. Pero no,
aquí, en tu oreja.”
Observaban por la ventana de la casa sin
dos seres pueden convivir en la misma
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Ella mueve su cabeza, agita su cabello,
muebles el paisaje de la ciudad, las
habitación, respirar el mismo aire, tomar del
suelto; sus labios rozan los de él y ella, bien
montañas que ocultaban el sol con soberana
mismo lado del pocillo un sorbo de café,
sea como una fábula o un augurio, dice:
autoridad; contaban las estrellas,
comer con el mismo tenedor el mismo plato
“Ves que tengo razón, solo te quiero cuando
encontraban figuras a las nubes y se miraban
de spaguetti, compartir saliva, fluidos,
nos vemos; no me gusta tu recuerdo, aunque
fanáticamente a los ojos. Ella mordía su
sexos; pueden pensar ambos en la misma
me gusta recordar tu piel pero me gusta más
labio, él la miraba seguro a los ojos. “¿Por
historia, en la misma enredadera, mirar el
que tu piel me recuerde tu piel, que tus
qué no lo haces? – le preguntó. Ella lo hizo.
mismo árbol, seguir el camino de vuelta a
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labios me recuerden tus labios. Y tus labios,
Y ambos se perdieron en ese beso eterno y
casa, ver el mismo documental acerca de los
son esa perfección a la que aspiro, y tu piel,
etéreo.
años nazi; pueden leer el mismo libro, abrir
vos mismo te encontrás en el surco curvo de
la misma puerta con la misma mano al
mis labios, de mis pensamientos, de mí. Me
mismo tiempo y tocándose los dedos,
gustan tus labios, la forma como me besan,
pueden reconocer como víctima la misma
las palabras que tocan mi punto G, como lo
cascara de plátano que acaban de botar,
llamás vos”. Su mano con un movimiento
juntos. Pueden ser felices al mismo tiempo,
inocente, ya que la mano no lo era, tocó; y
pero no, nunca tendrán el mismo sueño,
ella preguntó: “¿Qué tienes ahí?. Él
nunca se sentarán una mañana a contarse su
consiguió cierto sonrojo que ella no notó. Él
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sueño y dirán: “Sabes, eso mismo soñé
se enderezó para unirse a ella, es decir, para
anoche”, y de pronto advierten similitud,
que sus manos, y de vez en cuando sus
pero es cierto, similar no es igual. Y así, el
labios, pudieran besar y acariciar los
esperará paciente cada mañana que ella le
caminos, las colinas, los ríos, las llanuras y
cuente el sueño que él tuvo la noche
rincones. Mientras su boca, la de ella se
anterior.
entreabre, sus ojos, se van cerrando; la piel
se eriza o se abandona y comienza el
instante.