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*Publicado en Saúl Jerónimo y Miguel Hernández Fuentes (coords.),Cultura política a debate pasado y presente, México, UAM, 2014, pp. 181-200, formato ePub. **En esta versión se incluyen las notas al pie de página por lo que la paginación puede variar.
11. Tomar la palabra por escrito. Las cartas de lectores del periódico El Sol, 1829-1832.
Laura Martínez Domínguez.
En la Nueva España, a partir del restablecimiento de la libertad de imprenta en 1820 y tras la consumación de la independencia de
México el año siguiente, se conformó un amplio debate público político sobre la formación de la nueva nación. Precisamente, en 1821 se
fundó el periódico capitalino El Sol, cuya larga trayectoria de 1821 a 1835, (divido en tres épocas), le permitió sumarse a los caudalosos
ríos de tinta de las primeras décadas del México Independiente. Ríos de folletos mucho más que de periódicos, vale la pena mencionar.1
En esta “toma de palabra”, no sólo los editores, políticos, hombres de letras tomaron la pluma y la imprenta, sino también parte del
escurridizo “público”. El objetivo de este trabajo es intentar aproximarme a lo que escribió y opinó este “público” de su gobierno, de sus
autoridades, y de sus propias experiencias de lo político. Para ello analizaré a las cartas de lectores que publicó El Sol en su tercera época
(1829-1832), como una práctica periodística, es decir, como una práctica de la cultura política que ejercía una parte de la sociedad.2
Respecto de lo dicho líneas arriba, debo hacer unas aclaraciones. En primer lugar, no teorizaré sobre el concepto de “cultura
política”, aunque desde luego parto de la idea de que ésta comprende un conjunto de ideas, comportamientos y prácticas que comparte
una sociedad en relación a la política. En otras palabras, cómo las personas hacen y piensan las relaciones políticas.3 Mi punto es estudiar
el ejercicio de la “cultura política”: es decir, la acción. Por ejemplo: mandar por escrito una opinión política a un diario para su
publicación. En segundo lugar, debo definir qué es una carta de lector. Desde el siglo XVIII, en las publicaciones periódicas
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novohispanas, existían dos secciones denominadas “comunicados” y “remitidos”, en las que se aseguraba que se reproducían las misivas
de los lectores. Aquí es preciso distinguir que un “remitido” era una carta particular, privada, la cual, por diversos motivos se decidía dar
a conocer; mientras que los “comunicados”, aparentemente, fueron elaborados expresamente para su publicación. Este trabajo examina
sólo a los comunicados, por lo que de aquí en adelante utilizaré de forma indistinta los términos cartas, correo de lectores y comunicados.
Cuestiones sobre la veracidad y el uso de este correo por los editores del periódico será abordado más adelante. En tercer lugar, es
pertinente aclarar por qué he elegido la tercera época (1829-1832). Para empezar, este período corresponde a la última época del
periódico, la cual, al igual que la primera etapa (1821-1822) han recibido poca atención. De esta manera pretendo matizar la percepción
monolítica que ha construido la historiografía en torno a El Sol. Esta visión se ha construido basándose en la segunda época del diario
(1823-1828), calificándolo como vocero de la logia escocesa y de tendencia política “conservadora”.4 Si bien es posible que el periódico
llegó a ser propiedad y promotor escocés, lo fue sólo en un tiempo determinado. En un mismo sentido, se observará que la filiación del El
Sol lejos de ser “conservadora” hablaba un lenguaje liberal.5
El artículo se divide en tres partes, en la primera sección, considero que para explicar y comprender lo que representaba la
práctica de enviar en una carta una opinión para su publicación, es necesario examinar sus bases en el siglo XVIII. Mi intención está en
mostrar el paso de una práctica literaria a una práctica política. En la segunda parte, abordaré el estudio de caso de El Sol en el que
analizaré el número, procedencia, contenido y autoría de los comunicados, así como algunas estrategias de los editores; y al final
expondré mis conclusiones.
La política está en otra parte. Las cartas de lectores en las publicaciones novohispanas. Este apartado está lejos de ser un rodeo. El objetivo está en demostrar que el ejercicio de una “cultura política” no se expresa en el vacío.
Es inquietante encontrar muchos estudios en el que señalan el surgimiento, casi por espontaneidad, de nuevas culturas políticas, nuevas
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sociabilidades, nuevos lenguajes en la primavera de 1808 o del 28 de septiembre de 1821.6 Como si el siglo XVIII nunca hubiera existido
o como si todos aquellos protagonistas Lucas Alamán (1792-1853), José María Tornel (1789-1853), José María Luis Mora (1794-1850),
Antonio López de Santa Anna (1795-1877), junto con el resto de los habitantes de la época, no hubieran nacido, formado y educado en
los últimos años del régimen colonial. Si no consideramos un período anterior podemos caer en una miopía al sostener que todo es nuevo
y más cuando se trata de transformaciones culturales, las cuales se modifican muy lentamente en el tiempo.
Desde el siglo XVIII en la Nueva España existía la práctica de mandar cartas a la prensa, hecho que no se trataba de una acción
periodística asidua o común a toda la gente. Pues debemos considerar factores excluyentes como el costo de enviar una epístola a la
imprenta u oficina editorial del periódico. Asimismo, las facultades de saber leer y escribir reducen el perfil del autor. Por otra parte, no
existía una gran oferta periodística, pues entre 1722 y 1810 se publicaron –con licencia– apenas alrededor de catorce títulos diferentes.7
Publicaciones periódicas como la Gazeta de México, la Gaceta de Literatura y el Diario de México daban cabida a las misivas de
una parte del público. De esta forma era posible manifestar alguna inquietud literaria o científica, pero no política debido a la censura
previa y la represiva. Y es aquí dónde tenemos un punto esencial: no existía la libertad de imprenta. Para publicar un impreso de manera
legal, se tenía que contar con un privilegio real (censura previa), sólo el trámite de permiso podría tardar años. Ya una vez publicado, la
Inquisición podía censurar el texto, siéndose acreedor el impresor, autor, dueño y lector a penas canónigas y económicas (censura
represiva). Entonces, ¿era posible discutir públicamente por escrito de política en la Colonia? Si bien existieron algunos casos
esporádicos, estos no se efectuaron en la prensa, sino en otro tipo de impresos, como los folletos. Por lo tanto, las cartas de lectores
publicadas no contenían opiniones políticas. El debate en la prensa desde luego que existía, pero se realizaba en el campo de la estética
literaria.
Por ejemplo, veamos el Diario de México (1805-1817), primer cotidiano de la Nueva España. Al respecto de las normas de
colaboración del ‘público’ se señalaba lo siguiente: “Se dará lugar a las cartas, discursos, y otras composiciones que se nos remitan,
siempre que lo merezcan, que puedan servir de diversión, cuando no traigan otra utilidad, y que guarden las leyes del decoro, el respeto
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debido a las autoridades establecidas, que no se mezclen en materias de la alta política y de gobierno y que no ofendan a nadie.”8
Reparemos ahora en una carta publicada el 7 de octubre de 1805 en el Diario de México:
Señor Editor: Toda la gracia, o todo el chiste de los graciosos de las comedias, consiste por lo regular en dichitos sobre glotonerías,
sobre cobardías, sobre alcahuetería o sobre chismería. Comúnmente son hambrientos, e interesados, aunque sean criados confidentes
de grandes personajes, cobardes, terceros o chismosos. Es preciso pasar por mil impropiedades, e impertinencias para encontrar una
gracia. […] La comedia intitulada La Suegra y la nuera, es un modelo. Ninguno de los personajes que la componen es nuevo en el
mundo. […] Lo dejo Señor Editor […]. Aseguro a V. Que las impertinencias y majaderías de los próximos den harta materia para
hacer reír a todo el que las miras desde lejos, y con frescura. Dramálogo.9
Con este caso quisiera que, además de notar el elocuente tono y tema de esta sencilla crítica, nos interrogáramos sobre la identidad
de los autores de esas cartas. Algunos historiadores sostienen que los autores de estos debates eran hombres de letras o de la llamada
República de las letras. Estos individuos eran integrantes de la sociedad literaria “Arcadia Mexicana”, miembros del Real Colegio de
Abogados e incluso periodistas como el famoso Joaquín Fernández de Lizardi.10 En otras palabras, estamos frente a un público muy
reducido. Escaso también, e irregular era el espacio físico que los periódicos destinaban a sus lectores. Salvo casos extraordinarios, no se
sacaban a la luz continuamente ni tenían como sección un espacio fijo. Por consiguiente, aunque se puede señalar que la práctica de
mandar cartas era “familiar” para cierto público estaba lejos de ser un hábito masivo.
Con este panorama restrictivo del contenido de las cartas de lectores no quiero decir que las personas no emitían opiniones críticas
sobre temas de interés general. Sí lo hacían, pero en otros medios de comunicación como las murmuraciones, diarios privados, misivas,
coplas, manuscritos, hojas sueltas, pasquines y folletos entre otros. Expresiones políticas que por lo regular fueron acusadas y
castigadas.11 Igualmente, a pesar de la censura, la sociedad novohispana no era ajena a la circulación internacional de ideas en general y
de ideas políticas en particular. Aunque no podemos explicar a cabalidad cómo la gente adaptó a su realidad el pensamiento de la
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Ilustración, ya es posible señalar la intensa circulación de literatura ilustrada prohibida, que iba desde la pornografía, pasando por la
comedia hasta los tratados de filosofía política.12
En síntesis, tenemos por un lado el incipiente hábito de una parte de la sociedad de mandar sus opiniones a la prensa; y por otro, la
discusiones veladas y clandestinas sobre política. Lo que quiero mostrar a continuación es dónde se juntan la práctica (de enviar misivas)
con el contenido político. Conjunción que se plasma en las opiniones públicas políticas por escrito plasmadas en las cartas de lectores. El
factor crucial para esta transformación es la libertad de imprenta y el año clave: 1820.
A pesar de que el “Decreto de 10 de noviembre de 1810. Libertad política de imprenta” de las Cortes de 1810 y del artículo 371º
la Constitución gaditana de 1812 establecían la libertad de imprenta, éste derecho se ejerció de forma efímera en la Nueva España a
finales de 1812.13 Finalmente, fue hasta el restablecimiento de la Constitución de Cádiz en 1820, cuando los novohispanos tomaron la
palabra de forma extraordinaria. Lo cual se puede constatar por la formidable cantidad y por el contenido político de los papeles y
manuscritos publicados en la Nueva España entre 1820 y 1821.
Según las cifras que nos proporcionan Amaya Garritz en su recopilación Impresos novohispanos, 1808-1821, y Nicole Giron en
su catálogo Folletería mexicana del siglo XIX, encontramos que entre 1808 y 1819 se producía un promedio de 258 impresos por año; en
contraste con el salto entre 1820 y 1821, que en promedio se obtuvo la cifra 1092 de papeles por año. La gráfica 1 que presento a
continuación permite ilustrar la evolución de la edición novohispana entre 1808 y 1821.14
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Gráfica 1.15
Número anual de impresos publicados en la Nueva España, 1808-1821
0
200
400
600
800
1000
1200
1400
1808 1809 1810 1811 1812 1813 1814 1815 1816 1817 1818 1819 1820 1821
Los impresos publicados entre 1820 y 1821 en la Nueva España tuvieron en su mayoría las siguientes particularidades físicas:
eran de corta extensión, es decir, de una a cuatro páginas. Su tamaño era por lo regular de 14 x 20 cm., (in 4° chico) o de dimensiones
menores, es decir, de un formato que probablemente facilitaba una lectura corta y rápida. Asimismo, resalta la preponderancia de los
anónimos. En cuanto a los lugares de edición de los impresos, la ciudad de México concentra un aplastante 79% del total, seguida de
Puebla con un 14% y muy lejos Guadalajara con un 3%.
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Además del salto revolucionario en la producción, la transformación más importante de los impresos de 1820-1821 concernió al
tipo de contenido, pues éste giró en torno a las opiniones políticas de sus autores. Así, bajo el amparo de la libertad de imprenta y tras la
consumación de la independencia, el centro del debate público fue la construcción de la nueva nación. Este debate público fue
protagonizado no sólo por la República de las letras sino también por otras voces de la sociedad. Uno de esos espacios para opinar de
político lo constituyó el correo de lectores de El Sol.
La política está aquí. Las cartas de lectores del periódico El Sol, 1829-1832.16
La historiadora Laurence Coudart, pionera en el estudio del correo de lectores, ha caracterizado a éste como un espacio público donde se
puede analizar tanto al público como las estrategias periodísticas de los editores de El Sol. Al respecto, ella sostiene que:
Al abrir sus columnas a los lectores, El Sol, que proclama la importancia del público y afirma que éste debe jugar un papel, introduce
a la vez la sensación de amplitud y de número. […] El periódico ofrece así una suerte de “servicio” que le permite definirse como un
mero intermediario –un mediador– indispensable. Permite al lector defenderse públicamente, responder a la calumnia, […] promover
cierta ambición política personal.[…] al amalgamar el interés particular y el general, que se entremezclan con su línea editorial,
propicia una sensación de unidad de incluso de adhesión, de consenso acerca de su discurso.17
Los comunicados por lo general inician con una presentación: “Sres. editores de El Sol”, exponen el tema y se despiden
cordialmente, suscribiendo al final su nombre o su seudónimo. Entre las expresiones más usadas por los autores de los comunicados tanto
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para incorporarse a una comunidad, como para hablar en su nombre fue la de “público”, como observamos a continuación: “Se asegura
en el público”, “en cumplimiento de lo ofrecido en los anuncios que han dado al público”, “se sirven transmitir al público la presente
indicación”, “tuve el honor de presentar al público mis observaciones.”
Número y desarrollo de los comunicados.
El espacio que El Sol dedicó a sus lectores se fue modificando en el tiempo. Laurence Coudart señala que el diario fue otorgando mayor
publicidad a sus comunicados. Por ejemplo, entre 1823-1824 el 48% de los números publicaron cartas, en contraste, para 1829-1830
representan el 70%, es decir, casi el doble.18
El análisis estadístico de toda la tercera época (1829-1832) permite aproximarme a la comunidad de lectores. En total se
publicaron 1330 comunicados, con una presencia en promedio de una carta por día. Las características cuantitativas más sobresalientes
son las siguientes. En primer lugar, la tendencia general en la publicación de comunicados estuvo en declive; y en segundo lugar, el año
de 1830 tuvo el 36% de todas las cartas, como lo sugiere el cuadro 1.
Cuadro 1.
Totales y porcentajes de los comunicados de El Sol (julio 1829- diciembre 1832).
Años Totales Porcentajes 1829 (julio-diciembre) 272 21%
1830 481 36% 1831 312 23% 1832 265 20% Total 1330 100%
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Usos de las voces políticas. La estratégica procedencia de las cartas.
Una de las primeras interrogantes en torno a las cartas de lectores es la de su autenticidad. En efecto, los comunicados podrían representar
las opiniones de personas “reales” que mandaron sus cartas al cotidiano, de tal forma que éstos al ser publicados “a la vista de todos”
estarían constituyendo un foro abierto y accesible, de hecho, un espacio público. Pero también cabe la posibilidad de que las cartas fueran
“colaboraciones ficticias”, o bien es probable que los comunicados sólo conformaran una selección de aquellas personas que escribieron
al cotidiano. En este sentido, los comunicados podrían ser un espacio hasta cierto punto “diseñado”. Parte de esta estrategia consitiría en
dos puntos: a)dar la imagen de que El Sol era leído en gran parte del territorio nacional y b) que este “público” estaba respaldando su
línea editorial. Por lo tanto, estamos frente un proceso de selección, edición y tal vez invención de los comunicados cuya frontera es
difusa, pero no lo suficiente como para impedir reastrear huellas humanas.
De las 1330 cartas publicadas, el 74% (981 en cifras absoutas) indicó el lugar de procedencia, lo que permite afirmar que la
ciudad de México tuvo una considerable preponderancia. El predominio de la capital podría explicarse por las malas condiciones de las
vías terrestres de comunicación, por el caótico servicio de correo, y porque probablemente existieron espacios periodísticos “separados”
que intentaron tener cierta autonomía del poder político y económico de la ciudad de México.19 Aunque estas razones hayan repercutido
en la evolución de los comunicados de El Sol, tal vez su transformación tuvo otras causas.
El cuadro 2 traza la evolución del lugar de procedencia de las cartas y confirma la hegemonía de la ciudad de México. Estas cifras
también permiten sugerir que para 1832, la mayor parte de los comunicados provenían de la capital; en contraste con las cartas del
“público” de provincia que técnicamente desaparecieron de las columnas del diario.
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Cuadro 2. Distribución geográfica de los comunicados de El Sol (julio 1829- diciembre 1832).
Lugares 1829
(julio-diciembre) No. de cartas y
(%)
1830 Número de
cartas y (%)
1831 Número de
cartas y (%)
1832 Número de
cartas y (%)
Total
Ciudad de México
140 (51%)
211 (44%)
212 (68%)
193 (73%)
756 (57%)
Sin lugar 96 (35%)
130 (27%)
72 (23%)
51 (19%)
349 (26%)
Provincia 36 (13%)
140 (29%)
28 (9%)
21 (8%)
225 (17%)
Total 272 481 312 265 1330
En el año de 1830 se puede observar un fenómeno debido al aumentó inédito del número de comunicados de provincia. Una
posible causa de que en 1830 El Sol publicara más cartas fuera la ciudad de México está en el contexto histórico y en los lugares
específicos de provincia.
Desde diciembre de 1829, El Sol se había mostrado partidario de El Plan de Jalapa, y consecuentemente solidario con la primera
administración de Anastasio Bustamante (1830-1832) emanada de dicho Plan. Uno de sus propósitos del gobierno jalapista fue la
destitución de los gobernadores y de las legislaturas de algunos estados. El argumento de la administración bustamantista para remover
esos gobiernos era que estos no habían sido legítimamente elegidos.20 De esta manera, en 1830 las entidades federativas que iniciaron el
cambio de sus legislaturas fueron: Jalisco, Michoacán, Querétaro, Durango, Tamaulipas Tabasco, Oaxaca, Puebla, Estado de México,
Veracruz y Chiapas.
Respecto a la procedencia de los comunicados, el mayor número de cartas de provincia se registró en 1830, al igual que las
destituciones de los gobiernos estatales. En 1830 la mayor parte de las cartas de provincia provenían de los estados de México,
Michoacán, San Luis Potosí, Querétaro, Puebla y Veracruz. ¿Fue coincidencia que hayan sido los mismos lugares? Desde luego que no.
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Por ejemplo es sugerente la siguiente editorial de junio de 1830 en torno a los comunicados provenientes de San Luis Potosí en contra del
gobernador Vicente Romero:
No sólo por el antecedente comunicado, sino por otros que se nos han remitido de San Luis Potosí, se advierte que el Sr. Romero,
gobernador de aquel estado, da desde luego motivos con su conducta como funcionario público para que algunos ayuntamientos y
particulares representen contra el supremo gobierno. Pero lo notable es que persiga y mande sumariar a los quejosos que acaso tienen
la razón de su parte.21
¿El Sol formaba parte de las estrategias políticas del gobierno jalapista? No necesariamente, aunque los comunicados sirvieran como un
discurso para reforzar y legitimar el ataque de la administración bustamantista a sus opositores, ésta importante presencia de provincia
fue momentánea, ya que para 1832, sólo el 8% de las cartas “publicadas” venían fuera de la capital.
Una quimera. Tras la identidad de las autores.
Cómo mencioné antetiormente, los autores de las cartas de lectores de las publicaciones novohispanas eran hombres de letras. Tras casi
diez años del ejercicio de la libertad de imprenta y de estar forjando una nueva nación, vale la pena preguntarse si el “público” que
mandaba cartas a los diarios se había ampliado, y si ese cambio podría observarse en el perfil de los autores de los comunicados de El
Sol. Para responder a estas cuestiones existe un problema inmediato, ya que el 72 % de las 1330 cartas eran anónimas, como lo indica el
cuadro 3.
192
Cuadro 3. Cuantificación general de los autores de los comunicados de El Sol (julio 1829- diciembre 1832).
Autores 1829
(julio-diciembre) No. y (%)
1830 No. y (%)
1831 No. y (%)
1832 No. y (%)
Total y (%)
Anónimos 179 (66%)
339 (70%)
234 (75%)
208 (78%)
960 (72%)
Nombres 93 (34%)
142 (29%)
78 (25%)
57 (22%)
370 (28%)
Total 272 481 312 265 1330
El anominato es una de las carácterísiticas propias de la prensa de la época, inclusive los editores de El Sol no suscribían sus
firmas o identidades en éste. Algunas de las razones para esconderse era desde la simple y llana modestia, hasta una preferencia por
emplear seudónimos o sus iniciales para hacer acusaciones más fuertes sin tener el miedo de ser denunciado por difamación
La preponderancia en el número de seudónimos permite identificar dos aspectos significativos en cuanto a formas tal vez
“codificadas” de comunicarse entre los autores de los comunicados. En primer lugar, es posible localizar una especie de seudónimos a
modo de contestaciones. De ahí que se encuentran los siguientes ejemplos: al “El amante de la policía” le responde “El verdadero
amante de la policía.” Si “Un buen mexicano” opina respecto a los buenos modales, el “Otro buen mexicano” añade nuevas
observaciones a lo dicho por el que le precedió. Asimismo otros autores adecuaban sus “ingeniosos” seudónimos según al asunto que
estaban comentando. Por ejemplo en torno al pésimo estado del mobiliario del teatro: “Los que tienen aprensados sus pies y piernas
porque así les plugo a algunos señores abonados”, a los que se unen en su protesta: “Los amantes de la comodidad común”.
En segundo lugar, es posible esbozar un hilo conductor en el tono de los seudónimos, pues es posible calificar a una parte de los
autores como “los amigos del orden”. De hecho, desde 1829 encontramos seudónimos como: “El amigo de la ley”, “El amigo del bien
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público”, “Los verdaderos defensores de la constitución y las leyes”, “Un amigo del orden”, “El constitucional”, “El amante de la
justicia”, “El celoso de la seguridad pública”, “El observante de la ley”, “El amante de la justicia y del reposo público”, hasta
seudónimos quizá menos ingenuos como: “El enemigo de los revolucionarios”.
Este juego de “complicidades” en donde quizá las personas se conocían entre sí, ha dificultado el tratar de establecer la identidad
de los autores. Sin embargo, se logró identificar al 35% (466) de todos los autores de los comunicados. No obstante, estas
consideraciones sobre las identidades deben tomarse como una aproximación general, de la cual presentamos aportaciones importantes.
La mayor parte de los autores que suscribieron su nombre completo fue para defender su honor y promover otros individuos o su persona.
La defensa del buen nombre de los autores de los comunicados representaba uno de los temas más importantes.
En primera instancia creía que los autores que iba a encontrar pertenecían a lo más selecto de la élite política como: Lucas
Alamán, Carlos María de Bustamante o José María Luis Mora. Aunque sí localicé cartas suyas, estuvieron muy lejos de ser la mayoría,
como lo sugiere el cuadro 4 que esboza las ocupaciones de los autores que identifiqué.
Cuadro 4. Ocupaciones de los autores de los comunicados
de El Sol (julio 1829-diciembre 1832).
Años Empleados del
Ayuntamiento de la ciudad de México
Políticos: (Diputados, ministros y
gobernadores)
Militares Profesionistas (Abogados,
médicos, profesores y
actores)
Escritores e impresores
Total
1829 (julio-diciembre)
13 70 13 9 6 111
1830 48 35 27 12 2 124 1831 59 21 15 12 4 111 1832 101 11 8 0 0 120 Total 221 137 63 33 12 466
194
De acuerdo a las tendencias del cuadro 4, el grupo más numeroso estaría compuesto por funcionarios públicos, entre los que
destacaron los miembros del Ayuntamiento de la ciudad de México y del Estado de México. Un segundo grupo estaría integrado por
políticos, los cuales vale la pena aclarar, también eran escritores recurrentes como Carlos Maria de Bustamante, pero preferimos
clasificarlos por su trayectoria política. Si observamos la evolución de estos dos grupos podemos advertir que tuvieron un desarrollo
inverso. Los miembros del ayuntamiento capitalino fueron incrementando su presencia mientras que los políticos de tener la primacía en
1829 sus comunicados casi desaparecieron de las columnas del periódico en 1832. Los otros grupos aparentemente tuvieron una
presencia modesta, ya que fue muy difícil establecer las profesiones de gente que no daban más datos que su nombre, y que tal vez se
trataban de personas ordinarias.
La estela social de los autores identificados de los comunicados permite plantear que ellos no necesariamente pertenecían a la
élite ni al vulgo, sino más bien, componían una clase “media” que en su mayor parte eran funcionarios del Ayuntamiento de la ciudad de
México. De esta manera, el siguiente extracto de la sección de “Distrito Federal” de El Sol sugiere que los comunicados no sólo eran
leídos por estos funcionarios sino que contenían temas en torno a su eficiencia o falta de ella:
El cabildo de hoy el Sr. síndico segundo de la ley leyó en el Núm. 359 de El Sol el comunicado suscrito por Uno de tantos, y
observando que no se especifica quién es ese auxiliar, quiénes tres zánganos, y quién ese pobre jornalero de que se habla, sin cuyo
conocimiento es imposible proceder, pidió y se acordó: que por el dicho periódico se manifieste que tanto el comunicante como
cualquiera otro ciudadano que guste, puede ocurrir el Sr. alcalde que elija a individualizar el suceso que refiere para se tomen las
providencias que correspondan.22
Por otra parte, encontré un caso singular y trascendente en torno a un autor. Esta persona firmaba bajo el seudónimo de “Argos” y fue el
autor más publicado con 145 comunicados, que representan el 11% del total de cartas. De manera particular en 1832, “Argos” fue casi el
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único autor de los comunicados, siendo así que su presencia cotidiana ejerció dos repercusiones, sin duda, importantes. En primer lugar,
suscribía con un seudónimo, lo cual explica el ascenso del número de seudónimos en 1832. En segundo lugar, él vivía en la ciudad de
México, hecho que impacta en el ascenso general de las cartas capitalinas. Respecto a su identidad tan sólo podemos señalar, según sus
propias palabras, que había sido alcalde del pueblo de Huehueteca del Estado de México en 1820.23 De esta manera, es inevitable
interrogarse ¿por qué sólo imprimían sus comunicados? Según una “editorial” de El Sol: “El Sr. Argos, cuyas producciones insertamos
de preferencia, porque entre otras circunstancias apreciables, siempre encontramos en ellas un sublime e infatigable celo por la causa
pública.”24 No obstante, es posible que El Sol haya perdido apoyo en sus propuestas, y sólo este hombre haya sido partidario de ellas y
por eso sólo hayan publicado sus comunicados. También es factible que la guerra civil de 1832 provocara que la gente tuviera temor de
tomar partido por el gobierno de Bustamante o por el Plan de Veracruz, encabezado por Santa Anna. Siendo así que no remitieron sus
opiniones y si lo hicieron, prefirieron el anonimato o el silencio. También es trascendental que los comunicados de “Argos” hayan sido
de manera preferente y en algunos casos sólo exclusivamente publicados. De esta manera, uno de los resultados más relevantes es que El
Sol quizá paulatinamente fue perdiendo apoyo de sus lectores. En consecuencia, es necesario examinar si el contenido de los
comunicados nos permite esbozar otros elementos del ocaso de El Sol.
Decir y hacer política desde las cartas de lectores.
Los comunicados ocupan un espacio importante en las columnas del periódico; espacio que puede representar un elemento indispensable
de las propuestas del diario. Estudiar, precisamente el contenido de los comunicados es una fuente original que permite analizar desde
otro ángulo el discurso de El Sol. Para profundizar en esta cuestión, propongo en primer lugar que los temas de los comunicados pueden
clasificarse en dos categorías, a saber: en denuncias y en promociones, conjunto que presentamos en el cuadro 5.
196
Cuadro 5. Temas anuales de los comunicados de El Sol (julio 1829- diciembre 1832).
Temas 1829 (julio-
diciembre) No. y %
1830 Número y %
1831 Número y
%
1832 Número y
%
Totales
Denuncias 222 (82%)
360 (75%)
212 (68%)
223 (84%)
1017 (76%)
Promociones 50 (18%)
121 (25%)
100 (32%)
42 (16%)
313 (24%)
Totales 272 481 312 265 1330
Las promociones hacen referencia a personas y sucesos que fueron vistos como ejemplares por los autores de los comunicados.
De esta forma, una parte de las promociones respaldan el buen nombre y el buen desempeño de algunos funcionarios públicos. Quizá una
de las causas para defender el nombre de una persona o de sí mismo era para construir una buena imagen ante la sociedad; ya que para
participar en los procesos electorales era muy importante demostrar ser una persona decente, como lo sugiere el siguiente comunicado:
Aunque conociendo a mis detractores y el origen de su conducta me había resuelto dejar el tiempo lo descubriese, cediendo no
obstante a las súplicas de unos amigos de los pocos que quedan en una persecución, dirijo a Uds. este comunicado con el fin de
desmentir en él la especie que han propagado algunos sujetos de que soy uno de los editores del Federalista. Soy enemigo de
apropiarme producciones ajenas; pero si fuese el redactor de este periódico o tuviese parte en él, tengo la firmeza necesaria para
publicarlo así porque este es el carácter del hombre de bien que nada pretende y sabe conservar en la sociedad su independencia. […]
Hoy sólo por dar gusto a un amigo dirijo a Uds. este comunicado, y porque hoy no hay causa que pretender ni es tiempo de elecciones,
en cuyos días se ofende la reputación de quien se figuran los aspirantes que desean los votos de los electores: nada pretendo y con el
placer de no perjudicar a nadie, quedo de Uds. atento servidor.25
197
Este comunicado deja ver que la buena o la mala publicidad de una persona podría afectar a “los aspirantes que desean los votos
de los electores.” Sin embargo, desconocemos el impacto de estas promociones en los procesos electorales. No obstante, recordemos que
una parte considerable de los autores de los comunicados fueron miembros del Ayuntamiento de la ciudad de México. En consecuencia,
quizá para estas personas los comunicados representaban una especie de foro para reconocer su trabajo y para cuestionar sus faltas. Y de
esta forma, promocionar quiénes deberían continuar con un cargo público.
Desde diciembre de 1829 las promociones de los comunicados esbozan un tema específico, una campaña: el apoyo al Plan de
Jalapa. Este Plan es publicado en El Sol el 9 de diciembre de 1829, tan sólo cinco días después de ser proclamado por el Ejército de
Reserva. De manera particular, los comunicados promocionan el contenido del artículo 2 de dicho Plan, el cual expresa: “no dejar las
armas de la mano hasta ver restablecido el orden constitucional con la exacta observancia de las leyes fundamentales.” Precisamente, este
llamado a restaurar el orden legal era aparentemente sustentable debido a los actos ilegales cometidos por ciertas personas, como lo
indica este largo extracto de un comunicado:
Los triunfos de la razón y de la justicia son tardíos pero seguros: las reacciones son infalibles cuando no se dirigen contra las ideas no
contra los principios sino contra los abusos de un poder usurpado, contra las personas que para elevarse violaron las leyes, y que para
conservar su dominación han invocado vanamente los mismos principios. Los vencedores de la Acordada en el año último habían
hollado las leyes y la soberanía nacional: habían elevado sobre las mismas leyes un poder hecho revestido después con facultades
discrecionarias. […] He aquí los caracteres de una facción inmoral y liberticida. Pero hoy la fuerza pública de esta guarnición
pronunciando su voto de conformidad con el del ejército de reserva, no ha hecho sino expresar el voto público por la conservación del
sistema de gobierno adoptado por la nación y por el restablecimiento del orden constitucional. […] El voto de la capital de ha
manifestado en perfecta armonía con el de toda la nación […] esta se descubre por todas partes favorables a los que sostiene la
constitución y las leyes, porque el pueblo que conoce sus derechos, jamás puede proteger a los que lo violan.26
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Esta carta aporta varias cuestiones interesantes sobre una percepción de la vida política. En primer lugar, expone cómo la facción
yorkina, vencedora del motín de La Acordada, había violado la ley al imponerse en el poder y subsecuentemente había “elevado sobre las
mismas leyes un poder hecho revestido después con facultades discrecionarias.” Esto último probablemente en referencia a las facultades
extraordinarias −ilegales− otorgadas a Vicente Guerrero. En segundo lugar, el autor parece depositar sus esperanzas en el Plan de Jalapa
puesto que decía sostener la “conservación del sistema de gobierno adoptado por la nación y por el restablecimiento del orden
constitucional.”
Las denuncias, por su parte, representan el carácter distintivo de los comunicados de El Sol, ya que constituyen el 76% de todas
las cartas y presentan una constante tendencia a la alza. Las denuncias están dirigidas contra diversas personas y acciones aparentemente
sin relación. No obstante, es posible establecer conexiones entre las denuncias a cierto tipo de personas y sucesos. De esta manera,
examinamos la denuncia contra algunos políticos, la queja contra la mala calidad de los servicios públicos de la ciudad de México, y la
denuncia contra los impresos y la revolución de 1832. Sin embargo, de todas las denuncias entre 1829 y principios de 1830 resalta la
descalificación de Lorenzo de Zavala y del periódico el Correo de la federación, éste último considerado como promotor de los yorkinos
y al parecer dirigido por un tiempo por el mismo Zavala.
Como sabemos, en 1830 una parte considerable de los comunicados publicados son de provincia, los cuales denuncian el mal de
gobierno de “ciertos” estados, como lo ejemplifica esta carta que acusa las irregularidades provocadas por los yorkinos en el estado de
Michoacán. De esta manera puedo argumentar que la campaña de los comunicados a finales de 1829 y en el año de 1830 tuvo el
propósito de desacreditar a la facción yorkina con el fin de solicitar la remoción de los cargos públicos a personas que estuvieran
relacionadas con ese grupo político. Sin embargo, los comunicados más allá de apoyar las medidas políticas del gobierno de Anastasio
Bustamante, podrían esbozar un interés más profundo.
Para los comunicados de El Sol la facción yorkina había auspiciado la apertura a los cargos públicos a personas de bajo nivel, y
paralelamente habían empleado la fuerza de las clases populares para provocar tumultos, como el saqueo del Parián, tan constantemente
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referido. Esta postura de los comunicados a favor de restringir la participación política se puede atribuir a un pensamiento “conservador”,
pero en realidad se inscribe dentro de una política liberal, pero no igualitaria.27
La campaña más constante de las denuncias fue la queja sobre funcionamiento de la administración pública de la ciudad de
México. Esta permanente denuncia se centraba por lo regular en la mala calidad de los servicios públicos, como la falta de seguridad y de
limpieza, y al mal desempeño de cualquier funcionario, según indica este comunicado:
La felicidad pública depende sin duda de que las leyes se observen estrictamente, porque deben considerarse como condiciones bajo
las cuales nos obligamos a vivir en sociedad, y de que los empleados, sean cual fuere su denominación o rango, cumplan con ellas
escrupulosamente. Cuando así no lo hacen, el público tiene derecho, no sólo a observarlos, sino a reclamarles sus procedimientos, sea
ante los ante los tribunales directamente, o por la prensa lo menos. Como que es uno de los objetos de la libertad de imprenta, ya para
que los funcionarios que se aparten de su deber entre a él, si tienen del pundonor y vergüenza o para llamar la atención sus superiores,
que no deben hacerse los sordos para corregir los abusos. Tal objeto, desde luego se propusieron los autores de los comunicados.28
Según el autor, los comunicados tenían la función de denunciar el incumplimiento de las leyes por parte de los funcionarios. Opinión, que
sin duda revela una antigua tradición de discutir los asuntos públicos de la ciudad.
En síntesis, los comunicados de El Sol presentan la firme y persistente solicitud de la formación de un gobierno capaz de controlar
los problemas cotidianos. Esta propuesta aparentemente dejó de tener respaldo de una parte del “público” tras la muerte de Guerrero en
1831, sin embargo, el proyecto siguió adelante. Esto sugiere que los temas de los comunicados no sólo dependían de las inquietudes de
los lectores, sino también de los proyectos de los editores. Pues, aunque la ciudad de México no era precisamente un espacio limpio y
seguro a principios del siglo XIX, es posible suponer que algunos comunicados exageraron en sus descripciones caóticas de la capital con
el fin de convocar a una administración que protegiera la integridad y los intereses de ciertas personas.
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La última campaña de los comunicados de El Sol se inscribe en una tendencia a la baja del número de cartas, con una importante
excepción en octubre y noviembre de 1832. Asimismo, vale la pena recordar, que en 1832 casi el único autor de los comunicados
publicados es “Argos.” Siendo así, que esta campaña es en cierta manera “su campaña.” Los temas de los comunicados son los más
uniformes de toda la tercera época, en otras palabras, la mayor parte de los comunicados se refieren al mismo tema: combatir la
“revolución” encabeza por Santa Anna y promovida por algunos impresos.
A finales de noviembre y en diciembre de 1832, la campaña contra la revolución se disolvió. En los últimos días de noviembre la
sección de “Variedades”, donde se abordaban temas científicos entre otros, ocupa un mayor espacio en el cotidiano. ¿El Sol estaba
ocultando la tensa situación? Para algunas personas esta falta de información era evidente, como lo expresa el siguiente reclamo:
El silencio que se ha guardado y aún se guarda de los acontecimientos de la actual revolución, especialmente de las operaciones
militares (cuyas noticias tanto desea el público) no es favorable a la causa pública en mi concepto.[…] No alcanzo, por cierto a ver,
no obstante mis cien ojos, cual es el objeto de esta clase nueva de política, si es que ella ha tomado parte en esta obscuridad política
que nos hace andar a tientas. Los partes diarios no pueden o no deben faltar del ejército de operaciones. […] Por esta razón, Sres.
editores, no debo ocultar a Uds. que su periódico tan acreditado lo critica el público, y creen muchos que se han separado sus mejores
editores. Volvamos a la causa pública, combatamos la revolución, que aunque mi tosca pluma es insignificante. […] En lugar de
artículos que ahora no nos interesan ni llaman la atención pública, será bueno indicar medios para el restablecimiento de la paz, dar
discursos que fortifiquen de la paz, dar discursos que fortifiquen a los buenos, y que a los malos inspiren buenos sentimientos.29
Los temas de los comunicados de El Sol en diciembre de 1832, como expresa el comunicado citado, repentinamente dejaron de publicar,
denuncias o algún tipo de información sobre la situación política y militar. En cambio, se abordaron temas relacionados a las reformas a
las milicias cívicas, quejas contra impuestos y denuncias en contra del supuesto retorno de Zavala. La desesperada campaña de los
comunicados por desprestigiar la “revolución” de Santa Anna quizá no “despertó” una oposición férrea entre la sociedad, ya que los
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Tratados de Zavaleta del 23 de diciembre de 1832 representaron el fin del gobierno de Anastasio Bustamante, y al parecer unos días
después también se suspendió la publicación de El Sol.
Conclusión.
Los comunicados de El Sol representan una práctica política y periodística. Aunque todavía para la mayoría de la población era incipiente
e incluso ajeno el hábito de mandar una opinión política a través de carta a un diario para su publicación, he podido constatar que el
“público” politizado se había ampliado un poco. Ejercicio político y cívico que aún en nuestros días sigue en construcción.
De la entramada relación público-prensa-legitimidad (cuyo artificio predilecto será la “opinión pública”, y que debe ser analizada
con detalle en otra ocasión), puedo concluir lo siguiente. Los comunicados constituyen, sin duda, un elemento clave de los mensajes del
periódico, pues las cartas representaban las voces del “público” que pugnaban, aparentemente, por el florecimiento de la nación. Estas
misivas demostraron ser acordes a lo que había prometido sostener El Sol desde la primera página de la tercera época: colaborar con el
establecimiento del orden público. De esta forma, la ubicación y los temas de los comunicados fueron publicados de manera selectiva, tal
como lo sugieren los análisis estadísticos en torno a la distribución geográfica, los autores y los temas. Estos análisis evidenciaron que la
presencia y ausencia de ciertos lugares, personas y temas presentan coincidencias y transformaciones que no pudieron ser casuales.
De este modo, establezco algunos estratégicos cambios de temas y de lugares de origen de los comunicados. Por ejemplo, entre
1829 y 1830 observamos el cambio de la queja del gobierno yorkino a la promoción de la administración jalapista, la cual prometía
sostener la observación de ley, principio justamente violado por la administración de Guerrero. No es casualidad que en 1830, los editores
trataran de evidenciar que el “público” pedía el cambio de determinados gobiernos estatales; por lo cual publicaron el mayor número de
cartas de provincia con el fin de evocar la imagen de una demanda “nacional.” Sin embargo, los autores de los comunicados combatían a
los enemigos del gobierno de Bustamante, no sólo porque apoyaban a la administración, sino por cuestiones más profundas: ya que
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parece viable que una parte del “público” respaldaba la propuesta política por la observación de las leyes y la Constitución. En otras
palabras, una parte de la sociedad creía que el fiel cumplimiento de las leyes, preferentemente asignado a personas “decentes” (instruidas
y con una posición económica sustentable y ajenas a las logias masónicas) permitiría establecer la tranquilidad pública.
Finalmente, se puede señalar que las intervenciones de las personas en un espacio como los comunicados del periódico eran
titubeantes, quebaradizas e incluso medrosas; por ello quizá encontramos tantos anónimos. Este hecho debe hacer replantear cómo las
personas asumieron la apertura de los espacios públicos. Los autores de los comunicados participaron de manera eufórica y tímida. Una
parte del público de El Sol había intervenido activamente como autores de las cartas, cuya función (delineada por la previa selección de
los editores) no sólo era “publicar” sus ideas respecto a sus problemas personales sino también era discutir sobre asuntos políticos, los
cuales sustentaban las propuestas del diario. Sin embargo, esta práctica de enviar comunicaciones a El Sol fue retirada o desdeñada de las
columnas del cotidiano a partir de la muerte de Guerrero en febrero de 1831 y más notoriamente en el año de 1832. Esto sugiere que el
“público” así como dio su voz también otorgó su silencio. Ausencia o abandono del “público” que coincidió con el ocaso de El Sol.
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1 En promedio en la ciudad de México se publicaron 73 periódicos entre 1821 y 1835. En cambio en el mismo periodo, salieron a luz 302 folletos por año. Las cifras
2 De acuerdo con Mariana Ozuna, “La carta o epístola, tal como era conocida en los siglos XVIII y XIX, estaba presente no sólo en el ámbito de lo privado (la llamada carta familiar), sino que era esencial en diversos aspectos de la vida pública de los individuos y corporaciones[…] escribir cartas era una de las habilidades a las que se dedicaban no sólo los letrados, sino también la mayoría de los individuos (common man) que formaban parte de la sociedad moderna”. Mariana Ozuna Castañeda, “La correspondencia trasatlántica de las Américas: Viscardo y el padre Mier”, en: Cristina Gómez, Josefina Mac Gregor Gárate, Mariana Ozuna Castañeda (coordinadoras), 1810, 1910: Reflexiones sobre dos procesos históricos. Memoria, México, UNAM-FFL, 2010, pp. 263-264. 3 Serge Berstein, “La cultura política”, en: Jean-Pierre Rioux y Jean-François Sirinelli, Para una historia cultural, 1999, pp. 390-392, y Alan Kinight, “¿Vale la pena reflexionar sobre la cultura política?”, en: Cristóbal Aljóvin de Losada y Nils Jacobsen, Cultura política en los Andes (1759-1950), 2007, pp. 41-80. 4 Jesús Reyes Heroles, El liberalismo mexicano. La sociedad fluctuante, 1958, tomo 2., Michael P. Costeloe, La primera república federal de México. Un estudio de los partidos en el México independiente, 1996. María del Carmen Ruiz Castañeda, “La prensa durante el Primer Imperio y la República Federal”, en: Luis Reed Torres y María del Carmen Ruiz Castañeda, El periodismo en México, 450 años de Historia, 1974, pp. 115-136. 5 El Sol fue uno de los periódicos que apoyó la primera administración de Anastacio Bustamante. Parte de este respaldo se basó en argumentos típicos del pensamiento liberal. Catherine Andrews, “Constitución y leyes: el lenguaje liberal y el Plan de Jalapa”, en: Cristina Gómez Álvarez y Miguel Soto (coords.), Transición y cultura política. De la Colonia al México Independiente, 2004, pp. 143-170. La afirmación de que El Sol sostenía un pensamiento liberal se desde su fundación se desarrolla y demuestra en Laura Martínez Domínguez, “La prensa liberal y los primeros meses de la Independencia: El Sol, 1821-1822, tesis de maestría, 2010.6 La obra Modernidad e Independencias de François-Xavier Guerra si bien convoca a poner el acento en los cambios culturales, no respalda sus afirmaciones con estudios originales. Por ejemplo, en el caso concreto de la alfabetización en la Nueva España, Guerra asegura que existía una amplia alfabetización sin indicar un solo dato estadístico que lo compruebe. En un mismo sentido, están sus reflexiones sobre el aumento en la producción editorial novohispana (no considera la importación de impresos) y la escolaridad infantil. François-Xavier Guerra, Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, 1993, en especial el capítulo VIII. La difusión de la modernidad: alfabetización, imprenta y revolución en Nueva España. Para una revisión crítica de la obra de Guerra véase, Medófilo Medina Pineda, “En el Bicentenario: consideraciones en torno al paradigma de François-Xavier Guerra sobre las “revoluciones hispánicas”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. vol. 37, no. 1, 2010, pp. 149-188. Gracias a Óscar Javier Linares Londoño, quien me proporcionó éste artículo. 7 Laurence Coudart, “En torno al correo de lectores de El Sol (1823-1832): espacio periodístico y ‘opinión pública’”, en: Gómez Álvarez, op. cit., p. 68. 8 Idea del diario económico de México. 9 Diario de México, 7 de octubre de 1805, p. 26. 10 Susana María Delgado Carranco, Libertad de imprenta, política y educación: su planteamiento y discusión en el Diario de México, 1810-1817, 2006, p. 30. También véase, Esther Martínez Luna (editora), Bicentenario del Diario de México. Los albores de la cultura letrada en el México Independiente, 1805-2005, 2009. 11 Gabriel Torres Puga, “Opinión pública y censura en Nueva España. De la expulsión de los jesuitas a la revolución francesa”, 2008. 12 Cristina Gómez Álvarez y Guillermo Tovar y de Teresa, Censura y revolución. Libros prohibidos por la Inquisición de México (1790-1819), 2009.
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13 “Decreto de 10 de noviembre de 1810. Libertad política de Imprenta”. El primer artículo establece: “Todos los cuerpos y personas particulares, de cualquiera condición y estado que sean, tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anteriores y responsabilidades que se expresarán en el presente decreto”, en: Manuel Dublán y José María Lozano, Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislaturas expedidas desde la independencia de la República, México, 1876, tomo 1, pp. 336-338. 14 Los datos provienen de Amaya Garritz, Virginia Guedea y Teresa Lozano (comps.), Impresos novohispanos, 1808-1821, México, UNAM, 1990, 2 tomos, y de Giron, loc. cit. Debe subrayarse que estas cifras sólo contemplan el papel impreso, no contamos con datos para los manuscritos. Igualmente estos datos no indican los diversos impresos que circularon y que no fueron producidos en la Nueva España.15 Las cifras de la gráfica vienen de Garritz, loc. cit. 16 Este estudio se basa en una revisión y crítica de mi tesis de licenciatura, Laura Martínez Domínguez, “Voces del ‘público’: Los comunicados de El Sol (julio 1829-diciembre 1832)”, 2006. 17 Coudart, op. cit., pp. 84-85. 18 Ibid., p. 86.19 Esta observación apunta al ejemplo de la ausencia de comunicados publicados provenientes del estado de Jalisco, posiblemente porque se trataba de un espacio periodístico que no apoyaba las propuestas de El Sol, y que por tanto, los comunicados de Jalisco o no eran publicados porque eran críticos a El Sol o porque simplemente suscribía poca gente de ese estado. Otro ejemplo, sería la oposición de nuestro cotidiano hacia el Astro Moreliano (1829-1830). Para más detalles véase Celia del Palacio, La disputa por las conciencias. Los inicios de la prensa en Guadalajara, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2001. 20 Para más detalles, véase Andrews, loc. cit. 21 El Sol, 1 de junio de 1830, p. 1344.
22 Ibid., 28 de junio de 1830, p. 1450. 23 Ibid., 23 de enero de 1831, p. 2288. 24 Ibid., 10 de noviembre de 1832, p. 4916.25 Ibid., 17 de enero de 1831, p. 2263. 26 Ibid., 25 de diciembre de 1829, p. 711.
27 De acuerdo con Alfredo Ávila: “El Estado liberal fue también un medio por el cual un grupo social buscó acceder al poder, poder que no estaba dispuesto a compartir con los sectores populares, Alfredo Ávila, En nombre de la nación. La formación del gobierno representativo en México (1808-1824), p. 290. 28 El Sol, 12 de junio de 1831, p. 2847. 29 Ibid., 2 de diciembre de 1832, pp. 5002-5003. Los paréntesis son del periódico.