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Parque en río biabo ALBERTO SÁNCHEZ AIZCORBE

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Parque en Río BIABO

Un millón de hectáreas entregadas en concesión por el Gobierno para la extracción de madera amenazan al bosque más grande e intacto de los bosques montanos del Perú. Situado en el centro del país, éste abarca un total de 2.5 millones de hectáreas en la región norte de la Cordillera Azul, entre los ríos Huallaga y Ucayali. De extraordinaria belleza, el área alberga una variedad inmensa de flora y fauna registrada por una expedición reciente que, entre el 23 de agosto y el 14 de setiembre del 2000, se adentró en el macizo rocoso situado al este de la Cordillera de los Andes, para confirmar su condición de Zona Reservada. La expedición persigue, además de dicha confirmación —que le ha otorgado categoría transitoria de protección de la extracción maderera y de la agricultura— que se le otorgue la categoría definitiva de Parque Nacional. Así se evitaría la degradación de su hábitat y la pérdida irreversible del paisaje del ahora propuesto parque Cordillera Azul Biabo. Inicialmente recibió el nombre de Parque Nacional Alto Biabo Manashahuemana, por la voz shipiba que significa tortugas. Los nativos de esa comunidad bautizaron así el lugar porque al observar los picos de la cordillera en impresionante desfile (ver fotografía) recordaron a las tortugas alineadas sobre el tronco de los árboles caídos. Pero indudablemente, es más fácil recordarlo como el proyecto Cordillera Azul Biabo. Lo fundamental es lograr que una zona privilegiada por la naturaleza sea conservada ante "la acelerada pérdida de la diversidad biológica en todo el mundo como sostiene el programa de conservación y medio ambiente del Field Museum de Chicago, cuyo trabajo podría resumirse ciencia en acción. El Field Museum viene realizando este trabajo en el Perú conjuntamente con el Museo de Historia Natural de la Universidad de San Marcos, el cual, desde 1918, destaca por sus investigaciones y por la preparación de recursos humanos para el estudio de la biodiversidad. En los últimos 10 años ha realizado ir tensas labores de campo en los Parque Nacionales del Manu y Abiseo y en la Reserva Nacional Pacaya-Samiria. En caso de la Cordillera Azul, la expedición que

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realizó con Field Museum tuvo que enfrentar frecuentes desafíos por la casi inaccesibilidad a las montañas de la parte norte de la cordillera; sin embargo, los resultados justificaron los esfuerzos. La diversidad de hábitats, según palabras de los expedicionarios, fue extraordinaria. .Inusuales pantanos de altura (debe tenerse en cuenta que la zona fluctúa entre los 400 y 2,400 m.s.n.m.) y escondidos lagos en zonas profundas entre las montañas forman parte de esta pluralidad. Se registraron 28 o más especies, aparentemente nuevas para la ciencia; entre ellas, la estrella del inventario: el Barbudo de Pecho Escarlata (Capito wallace), verdadero capo de la cordillera felizmente ilustrado en esta nota. Esta especie se encuentra entre las quinientas aves registradas en la zona (dos poco conocidas: el colibrí Angel-del-Sol Azul y el Cucarachero-Montés de Ala con Franja). Entre los mamíferos se ha descubierto una pequeña ardilla negra desconocida y 10 especies de primates entre los que se numeran tres de las especies grandes: el mono choro, el maquisapa y huapo negro los que, a juzgar por, los nombres y a la cercanía, al lado oeste de la cordillera, de los cocales (felizmente hoy en abandono en las proximidades de Santa Lucía) podrían obedecer perfectamente a alias, sin contar con las grandes manadas de manganas, suerte de barras bravas de la jungla. Entre los anfibios y reptiles destaca una especie nueva de salamandra y entre los peces, 22 registros nuevos, entre ellos, 10 de estreno para la ciencia. La tala, los nuevos caminos y la colonización inevitable que ellos provocan, son la amenaza de toda esta diversidad; de un patrimonio que debiera cuidarse como el oro. De las zonas madereras ale-dañas ha desaparecido la caoba y el cedro. Actualmente se explota el tomillo; quedan como reserva el ishpingo y alguna que otra madera de menor demanda. El millón de hectáreas de bosques entregados en concesión al este de la cordillera (ver ilustración), debe ser controlado estrictamente, para que la explotación se haga en forma medida y sostenible y no de acuerdo a las exigencias del mercado o al mercantilismo de los concesionarios. Ya se conocen los resultados de la tala indiscriminada. Y se sabe también, desgraciadamente, de lo difícil del control. !!!!!Alberto Sánchez Aizcorbe